Paleografia e Historia de La Cultura Esc
Paleografia e Historia de La Cultura Esc
Paleografia e Historia de La Cultura Esc
C. Sáez
A. Castillo
tantes de una actividad humana inscrita y condicionada por los usos que le da cada
sociedad. Entre ellos se encuentra Scipione Maffei, autor de Istoria diplomatica
che serve d'introduzione all'arte critica (Mantua, 1727), donde apunta ideas dife-
rentes y deja ver un concepto de la Paleografía como historia de la escritura con-
trapuesto al de los maurinos, para los que tal término equivalía a "clasificación de
escrituras varias".
No obstante, sería el fetichismo documental del "siglo de la Historia", el XIX,
el elemento que propiciaría el desarrollo científico-académico de la Paleografía y,
dentro de ésta, la posibilidad de abundar en la óptica sociocultural, aunque todavía
siguieran pesando los hábitos erudito-positivistas de tan larga tradición en el que-
hacer de paleógrafos e historiadores. Dicho período se caracterizó por la creación
de institutos de investigación histórica vinculados a las "Escuelas Nacionales" naci-
das al calor del romanticismo, por la aparición de grandes colecciones documen-
tales y de publicaciones periódicas, por la aplicación de la fotografía a la repro-
ducción de facsímiles y por el descubrimiento de nuevas fuentes paleográficas, en
especial los papiros. El primero de dichos institutos fue la École des Chartes, fun-
dada en 1821 para formar a los archiveros y bibliotecarios encargados de manejar
los fondos desamortizados durante la Revolución Francesa a la nobleza y las órde-
nes religiosas. A la par nacieron importantes escuelas nacionales, alguna de las cua-
les trascendió los umbrales del siglo XIX e influyó de forma decisiva en la doctri-
na paleográfica de la primera mitad del xx [cfr. Petrucci y Pratesi, 1988]; por
supuesto, con extensión a las escrituras y a lo escrito de todos los tiempos, sin tener
en cuenta el soporte ni el sistema de fijación.
En España, la creación de la Escuela Superior de Diplomática en 1856 (aun-
que programada por la Academia de la Historia desde 1852) no tuvo correspon-
dencia entre los paleógrafos contemporáneos, si se exceptúa a Jesús Muñoz y Rive-
ro, cuya obra destacó sobre toda la producción del siglo XIX y de principios del xx.
Zacarías García Villada es el siguiente erudito digno de recuerdo. Su manual supu-
so un indiscutible progreso, al adoptar por primera vez en España reproducciones
facsimilares realizadas mediante fotografía y al incorporar el estudio de las escri-
turas romanas.
era «no sólo interpretar exactamente los antiguos manuscritos, sino también datar-
los, localizarlos y, en general, sacar de su aspecto exterior todos los elementos úti-
les al estudio de su contenido y, en un plano más amplio, a la historia de la cultu-
ra en general» [1978: 7]. En consecuencia, según este autor, el campo de la
indagación paleográfica comprendería «el de las materias escriptorias y los instru-
mentos utilizados para escribir en las distintas épocas y lugares; el de la prepara-
ción del códice para recibir la escritura y el de las formas externas de éste; la his-
toria de la escritura alfabética (Paleografía en sentido estricto); el de los signos
accesorios de la escritura alfabética (puntuación, numerales, signos ortográficos y
críticos, etc.); el de las escrituras taquigráficas y braquigráficas y de las criptogra-
fías de la antigiiedad y del medioevo» [Cencetti, 1978: 7-8].
Como se ve, una teoría, al igual que la del propio Mallon, Luigi Schiaparelli o
Giulio Battelli, que definía con mayor amplitud el campo y los objetivos de la dis-
ciplina; pero cuya reconstrucción todavía no podía equiparse, en estricto sentido,
con una historia social de la escritura, entendida ésta como historia de la produc-
ción, difusión y recepción o apropiación de lo escrito, como historia de los pode-
res y funciones de la escritura, en fin, como historia de las prácticas sociales del
escribir y del leer.
Esa perspectiva, en la que cobra mayor sentido el diálogo -por supuesto abierto
también a otras ciencias- entre la Historia y la Paleografía, fue definitivamente fran-
queada por influencia de la metodología marxista practicada por ellingiiista francés
Marcel Cohen, el paleógrafo húngaro István Hajnal y el historiador polaco Alexan-
der Gieysztor [Cfr. Petrucci, 1989b: 48-50]. En sus elaboraciones asoma una nueva
consideración de la escritura, que, por ejemplo, Cohen sintetiza en la máxima que
rige su obra más importante y célebre, La grande invention de l' écriture: «El uso de
la escritura está en función de su utilidad en una sociedad dada» [1958: 1, 7]. Por su
parte, el húngaro Hajnallo expresó del modo siguiente [1959: 9]:
escritura [Alfabetismo, 1978: 20, n. 21], historia social de los escribientes y lecto-
res [Bartoli, 1980-1981: 77] o, más recientemente, lo que se ha formulado como
historia social de las prácticas de producción y uso de la cultura escrita [Petrucci,
1993: 376]. Así fue definida en la presentación de la revista Scrittura e Civilta
(1978; n.o 1, p. 6), que, en su momento, se constituyó como el órgano de comuni-
cación de una renovada e interdisciplinar -dentro de ciertos límites- historia de la
escritura, contrapuesta a la orientación más analítica de Scriptorium.
Es decir, una forma distinta de entender la historia de la cultura escrita, que
conlleva, como también ha manifestado Petrucci, el paso de una visión estática a
otra dinámica, en la que ya no ~be una historia de la escritura (o Paleografía), sino
una historia del escribir, o, mejor, de las maneras de escribir; y por lo mismo, tie-
ne más sentido una historia de la producción y la difusión de los testimonios impre-
sos que una historia de la imprenta'(l'Ydellibro impreso); resultan más oportunas
una historia de los modos y maneras del leer e, incluso, una historia de las prácti-
cas literarias, que una historia de la literatura [Petrucci, 1993: 382].
En este punto, ya no se trata simplemente de analizar los testimonios escritos bajo
un prisma cualitativo, como se hacía en los primeros momentos del giro paleográfi-
co, sino que más bien comporta interpretarlos desde una perspectiva más amplia,
explicar el sentido de sus distintas concreciones materiales y formales; pero igual-
mente comprender y razonar las condiciones históricas que han gobernado los pro-
cesos de producción, consumo y conservación de la cultura y la memoria escrita.
Por lo tanto, supone transgredir la tradicional dicotomía entre ciencias de la
descripción y ciencias de la interpretación, lo mismo que McKenzie ha planteado
respecto a la bibliografía [1986]; es decir, superar la distinción entre los objetos y
las acciones y optar decididamente por una reconstrucción de las prácticas [Char-
tier, 1996]. En esas coordenadas es donde se acredita la utilidad y validez de los
conocimientos eruditos en el ámbito de la historia cultural [Chartier, 1992: 52],
donde la Paleografía, sin renunciar a su pasado, reorienta sus planteamientos meto-
dológicos y se proyecta al futuro, hasta el punto de poder ser, quizás más que nun-
ca, un campo abierto a las frescas y jóvenes fuerzas. Con estos términos califica-
ba Traube en 1907 sus impresiones sobre el porvenir de la Paleografía como historia
de la escritura [cfr. Bartoloni, 1952]. Tal vez hoy quepa recuperarlas y ponerlas en
el frontispicio de la etapa que vivimos.
Dejando a un lado las discusiones y los puntos de vista, más teóricos que prác-
ticos, sobre concepto, método y categoría disciplinar de la Paleografía y Diplomá-
tica, suscitados en los últimos cincuenta años del siglo xx entre escuelas y estu-
diosos dedicados a profundizar en temas relacionados con la escritura, la actividad
escrituraria y los procesos de almacenamiento, información y comunicación y demás
facetas: sociales, culturales, antropológicas, históricas ..., aspectos difícilmente sepa-
rables del objeto y las funciones y valoración del saber científico paleográfico, se
30 Parte 1: Paleografía
Paleografía
estudia
evolución modos de
técnicas productos
de la producción
escritura escritos pueden se
escritura del escrito
libros
para saber documentos oficiales
inscripciones
grafitos
escritos privados
implica
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disciplinas auxiliares
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