Domingo Corpus Christi
Domingo Corpus Christi
Domingo Corpus Christi
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá para siempre
Mantener el pequeño altar con su mantel para colocar allí con respeto y
devoción la Sagrada Biblia, el crucifijo y con la imagen de nuestra Madre
la Virgen María. Una veladora que debe ser encendida con precaución y
seguridad.
Jesús nos dice hoy en el Evangelio: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien
coma de este pan vivirá para siempre; y el pan que yo doy para la vida del
mundo es mi carne”. Que Jesús, el Señor, nos dé siempre este pan y que
permanezca siempre con ustedes.
Sin embargo, sabemos que cuando nos reunimos en su nombre, como los
apóstoles y María en el Cenáculo, Jesucristo está presente en medio de
nosotros. Y recordamos que cuando se lee la Escritura en la Iglesia, es el
Verbo mismo de Dios quien nos habla y el Espíritu nos hace viva la Palabra.
Su palabra es alimento para nuestra vida; por ello, en comunión con toda la
Iglesia, vamos juntos a ponernos a la escucha de esta Palabra. Durante esta
celebración, rezaremos especialmente para que cese la pandemia que
amenaza al mundo, por los enfermos y los que han muerto, por sus amigos y
sus familiares, y por todos aquellos que trabajan al servicio de los demás en
la lucha contra este flagelo.
Todos: Amén
Acto Penitencial.
Señor Jesús, tú tuviste sed y pediste a la mujer junto al pozo agua para beber,
y sin embargo ahora tú te das a ti mismo como nuestra bebida de vida y
alegría. R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Oración.
Pidamos al Señor, Jesús, que sea siempre nuestro alimento de vida. (Pausa)
Señor, Jesús:
Tú nos pides que seamos tu cuerpo
para la vida del mundo.
Aliméntanos con tu palabra de vida,
danos tu cuerpo como comida
y tu sangre como bebida de alegría,
para que logremos ser más semejantes a ti
y aprendamos de ti a vivir
no ya solo para nosotros mismos
sino para Dios y para los hermanos.
Haz que logremos ser una sola mente y un solo corazón,
para que el mundo reconozca
que tú vives en nosotros.
Sé nuestro Señor y Salvador,
ahora y por los siglos de los siglos.
Primera lectura
Palabra de Dios
Salmo
Sal 147,12-13.14-15.19-20
Segunda lectura
Palabra de Dios
Secuencia.
Figuras lo representaron:
Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo –dice el Señor–; el que coma de
este pan vivirá para siempre
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi
carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede
éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del
hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi
carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come
mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha
enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por
mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que
lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
Oremos para que Jesús, el Señor, sustente a todos los que tienen hambre de
él en el camino de la vida. Y digámosle: R/ Quédate con nosotros, Señor.
1. Para que en todo el mundo nuestro Señor sea la fuerza de los que
reciben su cuerpo y su sangre, y sea su compañero en la vida,
roguemos al Señor: R/ Quédate con nosotros, Señor.
2. Para que Jesús, nuestro Señor, sea la fuerza de los que comparten su
pan con sus hermanos, de forma que sirvan de inspiración para los
que no saben todavía cómo compartir, roguemos al Señor: R/ Quédate
con nosotros, Señor.
3. Para que Jesús sea la fuerza de los que ganan su pan con dificultad y
de todos los que o no tienen o han perdido su empleo, roguemos al
Señor: R/ Quédate con nosotros, Señor.
4. Para que Jesús, nuestro Señor, sea la fuerza de los enfermos que lo
reciben en comunión y también de los que no pueden recibirle, para
que de algún modo él esté siempre cercano a todos ellos, roguemos al
Señor: R/ Quédate con nosotros, Señor.
5. Para que Jesús, nuestro Señor, sea la fuerza para todos nosotros, que
él sea nuestra alegría y la fuente de nuestra unidad y de nuestra
entrega a los hermanos, roguemos al Señor: R/ Quédate con nosotros,
Señor.
Quédate con nosotros, Señor, sé nuestra vida y nuestra felicidad, ahora y por
los siglos de los siglos. R/ Amén.
Introducción al Padrenuestro
R/ Padre nuestro…
COMUNIÓN ESPIRITUAL
El guía dice:
Dado que no podemos recibir la comunión sacramental, el Papa Francisco
nos invita apremiantemente a realizar la comunión espiritual,
llamada también “comunión de deseo”.
Podemos ahora inclinar la cabeza, cerrar los ojos y recoger nuestro
espíritu.
Pausa en silencio
En lo más profundo de nuestro corazón, dejemos crecer el ardiente deseo
de unirnos a Jesús, en la comunión sacramental, y de hacer que su amor
se haga vivo en nuestras vidas, amando a nuestros hermanos y hermanas
como Él nos ha amado.
Permanecemos unos minutos en silencio en un diálogo de corazón a
corazón con Jesucristo. Se proclama la siguiente oración
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo
Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en
mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven al
menos espiritualmente a mi corazón.
Bendición final.
Todos la pueden pronunciar, mirando hacia la cruz, para pedir la
bendición del Señor.
Que la paz de Dios guarde nuestros corazones y nuestros pensamientos en
Cristo Jesús, nuestro Señor. Amén.
Se hace la señal de la cruz.
Oración del papa Francisco a María en la pandemia.