Aristóteles, Leibniz y La Noción de Entelequia

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ARISTÓTELES, LEIBNIZ Y LA NOCIÓN DE ENTELEQUIA

MARLON DAVID MIRA GUTIÉRREZ


Aristóteles, es uno de los filósofos más influyentes de la historia, nació en el 384 a.C. en
Estagira, una ciudad de la antigua Grecia. Fue discípulo de Platón y más tarde tutor de
Alejandro Magno. Sus contribuciones abarcan áreas como la lógica, la ética, la metafísica,
la biología y la política.
La vida de Leibniz es fascinante ya que Leibniz no solo era un gran filósofo sino que
Leibniz también fue un gran científico y metafísico. Nació en 1646 en Leipzig, Alemania, y
fue un pensador brillante que contribuyó significativamente a la filosofía, las matemáticas y
la ciencia.
Lo que tienen en común éstos dos grandes pensadores es que ambos no se interesaron
solamente por la filosofía sino también por otras disciplinas como las matemáticas, la
metafísica y la ciencia y por el gran interés de estos dos filósofos es que surge la ideología
y el concepto de la noción de entelequia. La noción de entelequia es un concepto central
en la filosofía aristotélica y también desempeña un papel importante en el pensamiento de
Leibniz. En Aristóteles, la entelequia se refiere a la realización o cumplimiento de un
potencial o una finalidad inherente de un ser o una entidad. En la que se manifiesta
principalmente la esencia real del ser y su razón de ser en una forma más acabada y
definida, es decir, es el estado final del potencial, del propósito principal por el cual existe
ese ser o esa entidad, además de que al finalizar la entelequia a su máximo potencial
mostrará mejores características y la esencia más real y pura de su ser y de el porque
está ahí y cuál es su propósito en ese entorno que lo rodea. La noción de entelequia surge
por primera vez gracias al filósofo Aristóteles en el siglo IV A.C, además de que surgió en
el contexto torno al periodo clásico de la filosofía griega, un periodo en el que grandes
pensadores de la época como Aristóteles, Platón y Sócrates se destacaron por las ideas
que establecían del origen de las cosas tomando como base el razonamiento lógico. El
periodo clásico de la filosofía griega se refiere a un período de gran florecimiento
intelectual en la antigua Grecia, que abarca aproximadamente desde el siglo V a.C. hasta
el inicio del periodo helenístico, alrededor del 323 a.C. Durante este tiempo se
desarrollaron ideas fundamentales que han tenido una influencia duradera en la filosofía
occidental.
La noción de entelequia está estrechamente relacionada con Aristóteles, quien la utilizó
para referirse al estado final o completo de algo, en contraposición a su estado potencial.
Según Aristóteles, todo ser tiene un propósito o fin inherente (su entelequia) hacia el cual
tiende naturalmente. Esta noción está relacionada con su concepción de la causa final, o
telos, como un principio explicativo en la naturaleza.
El término "entelequia" se compone de "en", que significa "dentro", y "telos", que se
traduce como “fin” o “propósito”. Por lo tanto, se refiere a la realización interna o el
cumplimiento de un propósito interno. La noción de entelequia tiene un significado muy
importante en griego ya que la palabra “noción” proviene del griego “noesis”, que significa
“conocimiento”. Por otro lado, “entelequia” proviene del griego “entelecheia”, que se refiere
a la realización o cumplimiento de un propósito o fin.
Identificar el propósito de algo en la noción de entelequia implica comprender cuál es su
objetivo final, su realización plena o su estado de perfección. En la filosofía aristotélica,
esto está relacionado con el concepto de “causa final”, es decir, la razón o propósito para
la cual algo existe o se realiza.
Aristóteles Usó éste concepto principalmente para abordar preguntas relacionadas con la
realidad, el cambio y la finalidad con la que existían los seres y entidades. A menudo estas
ideas y preguntas de Aristóteles sobre la entelequia eran expresadas en sus obras
filosóficas como por ejemplo el texto de Anima y en su forma de pensar sobre el origen, él
planteaba un ejemplo común y cotidiano el cual trataba sobre la noción de entelequia en
una simple semilla, la cual para alcanzar su máximo potencial no solo dependía de ella
sino de otros factores favorables como la fertilidad de la tierra, el agua, la luz solar, y el
tiempo para crecer y formar un gran árbol que próximamente de frutos que soltarán su
semilla para repetir la entelequia. En el caso del desarrollo humano se requiere un entorno
lleno de buenos valores y principios que sería igual a la tierra en el lugar de la semilla, la
educación la cual podría representar el agua que la semilla recibe a lo largo de su
desarrollo, la experiencia la cual representa la luz solar que recibe la semilla de las
experiencias vividas o aprendidas por lo que le haya ocurrido a otra entidad, y por último el
tiempo que representa la introspección y el esfuerzo que lleva a cabo un ser humano para
el crecimiento personal en diferentes campos mentales como la moralidad, la ética y los
principios forjados.
El libro "Anima" de Aristóteles, también conocido como "De Anima" o "Sobre el Alma", es
una obra en la que el filósofo griego explora el concepto del alma y sus funciones. En esta
obra, Aristóteles analiza las diferentes facultades del alma, como la facultad nutritiva, la
sensitiva y la intelectiva. También aborda temas como la percepción, el conocimiento y la
relación entre el cuerpo y el alma. Es una obra fundamental para comprender la visión
aristotélica sobre la naturaleza del alma y su papel en la vida humana.
Aristóteles desarrolla el concepto de entelequia en su obra “Metafísica”. En esta obra, él
explora la noción de entelequia como la realización o cumplimiento de un potencial,
especialmente en el contexto del movimiento y el cambio. La noción de entelequia es
fundamental en la filosofía aristotélica, ya que está relacionada con la idea de que todo en
la naturaleza tiende hacia un fin o propósito.
Por otro lado, Leibniz adopta y modifica este concepto para formular su teoría de las
mónadas, que son unidades metafísicas indivisibles que poseían percepción y apetito de
crecimiento, además de ser portadores de fuerzas internas que las llevan a desarrollarse
internamente para poder constituir la realidad. En resumen para Leibniz, las mónadas son
como entelequias, ya que poseen una forma de actividad interna que les permite reflejar y
representar el universo entero. Ambos filósofos emplean la noción de entelequia para
abordar cuestiones fundamentales sobre la naturaleza del ser y el cambio.
Leibniz desarrolló la noción de entelequia en su obra “Monadología”. En este texto, Leibniz
introduce el concepto de mónada, que son unidades metafísicas indivisibles que
constituyen la realidad. Cada mónada es una entidad autocontenida que refleja el universo
entero de su propia perspectiva, y posee una forma de actividad interna que él llama
entelequia. Según Leibniz, las entelequias son las fuerzas internas o almas de las
mónadas, que les permiten desarrollar sus potencialidades y cumplir sus fines internos.
Determinar el propósito de algo, con el fin de cumplir con su entelequia, implica
comprender su naturaleza y sus potencialidades inherentes. En el contexto aristotélico,
esto implicaría estudiar las características y capacidades de un ser para entender cuál es
su función o propósito en el orden natural. Por ejemplo, si consideramos a una planta, su
propósito sería crecer, desarrollarse y reproducirse, alcanzando así su entelequia como
planta.
Según la filosofía aristotélica, el propósito del ser humano en la entelequia está
relacionado con el desarrollo y la realización de sus capacidades y potencialidades
naturales. Aristóteles consideraba que el fin último del ser humano era alcanzar la
eudaimonia, es decir, la felicidad o la vida plenamente realizada. Esto implicaba el
desarrollo integral de las capacidades intelectuales, éticas, emocionales y sociales, así
como el ejercicio de la virtud.

En el marco de la entelequia humana, el propósito estaría vinculado con el despliegue


máximo de las potencialidades humanas, tanto a nivel individual como en comunidad,
buscando alcanzar un estado de plenitud y realización personal. Esto incluiría el cultivo de
la sabiduría, la búsqueda del bien común, el desarrollo de las virtudes éticas y la
contribución al florecimiento humano en sociedad.

En resumen, según la filosofía aristotélica, el propósito del ser humano en la entelequia se


relaciona con alcanzar la plenitud y la realización máxima de sus capacidades naturales
en armonía con los demás y con su entorno.
En el caso de las mónadas en la filosofía de Leibniz, el propósito y la entelequia estarían
relacionados con la realización de su perfección interna a través de su actividad propia.
Cada mónada busca alcanzar su entelequia mediante el despliegue de sus
potencialidades internas.
Para entender el propósito de algo y ayudarlo a alcanzar su entelequia, es importante
estudiar sus características, capacidades y funciones inherentes, así como observar cómo
se desarrolla y se relaciona con su entorno.
Según la filosofía aristotélica, la entelequia se alcanza a través del desarrollo y la
realización de las potencialidades inherentes a un ser. En el contexto aristotélico, cada
cosa tiene ciertas potencialidades que pueden ser actualizadas o realizadas a lo largo de
su existencia. La entelequia representa el estado de plenitud o perfección al que tiende un
ser, cuando ha desarrollado todas sus potencialidades y ha alcanzado su propósito o fin.
En el caso de Leibniz, la entelequia se alcanza a través de la actividad interna de las
mónadas, que les permite desplegar sus potencialidades y cumplir sus fines internos.
Cada mónada, según Leibniz, es una entidad activa que busca realizar sus propias
potencialidades de manera autónoma.
Es importante tener en cuenta que estas son interpretaciones filosóficas y conceptuales,
su aplicación puede variar según el contexto en el que se utilicen.
Alcanzar la entelequia, según la filosofía aristotélica, representa el logro de la plenitud y la
realización de las potencialidades inherentes a un ser. En este sentido, alcanzar la
entelequia implica llegar a un estado de perfección en el que se han desarrollado todas las
capacidades y se ha cumplido el propósito o fin para el cual un ser ha sido destinado. Es
un estado de plenitud en el que un ser ha alcanzado su máximo potencial y ha realizado
todas sus capacidades de manera completa.
En el marco de la filosofía de Leibniz, alcanzar la entelequia está vinculado con la
actividad interna de las mónadas, que les permite desplegar sus potencialidades y cumplir
sus fines internos. Para Leibniz, cada mónada busca realizar su propia perfección interna
a través de su actividad interna, lo que le lleva a alcanzar su entelequia.
En resumen, alcanzar la entelequia representa el logro de la plenitud y la realización de
todo el potencial inherente a un ser.
Una potencialidad inherente se refiere a las capacidades o posibilidades que están
presentes de manera latente en un ser, objeto o entidad. En el contexto filosófico,
especialmente en la filosofía aristotélica, se considera que cada ser tiene potencialidades
que pueden ser desarrolladas a lo largo de su existencia para alcanzar su estado de
plenitud o entelequia. En los seres humanos, las potencialidades inherentes podrían incluir
habilidades físicas, intelectuales, emocionales y sociales que pueden desarrollarse a lo
largo de la vida.
En resumen, una potencialidad inherente se refiere a las capacidades intrínsecas que un
ser posee y que pueden ser realizadas o actualizadas a lo largo de su existencia.
El desarrollo integral del ser humano para alcanzar su entelequia implica el despliegue y la
realización de diversas potencialidades inherentes. Estas potencialidades abarcan
diferentes aspectos de la vida humana, incluyendo:
1. Potencialidades intelectuales: El desarrollo del pensamiento crítico, la creatividad, la
capacidad de aprendizaje y la adquisición de conocimientos en diversas áreas del
saber.

2. Potencialidades emocionales: La capacidad de reconocer, comprender y regular las


propias emociones, así como la empatía y la habilidad para establecer relaciones
interpersonales saludables.

3. Potencialidades físicas: El cuidado del cuerpo, el desarrollo de habilidades motrices


y la promoción de la salud física a través del ejercicio y una alimentación
equilibrada.

4. Potencialidades éticas y morales: La comprensión y práctica de valores éticos, el


desarrollo de la responsabilidad social y el compromiso con el bienestar colectivo.

5. Potencialidades sociales: La capacidad para relacionarse con otros individuos en


contextos familiares, laborales y comunitarios, así como el fomento de la
colaboración y el trabajo en equipo.
En resumen, el desarrollo integral del ser humano hacia su entelequia implica el
despliegue armonioso de sus potencialidades intelectuales, emocionales, físicas, éticas y
sociales.
Desarrollar la entelequia es importante porque implica alcanzar la realización plena y el
propósito inherente de un ser o entidad. En el contexto filosófico, especialmente en la
filosofía aristotélica, el desarrollo de la entelequia representa el proceso mediante el cual
un ser actualiza sus potencialidades y capacidades naturales para alcanzar su estado de
plenitud y perfección.

Para los seres humanos, el desarrollo de la entelequia implica cultivar y desplegar todas
las facultades intelectuales, éticas, emocionales y sociales que nos hacen humanos,
buscando alcanzar un estado de realización personal y contribuir al bienestar común. Esto
incluiría el cultivo de la sabiduría, la búsqueda de la virtud, el desarrollo de las habilidades
prácticas y creativas, así como el establecimiento de relaciones armoniosas con los demás
y con el entorno.
En resumen, desarrollar la entelequia es fundamental para alcanzar la plenitud y la
realización máxima de nuestras capacidades naturales como individuos y como parte de la
comunidad humana.
El desarrollo de la entelequia conlleva una serie de beneficios significativos, así como
algunas posibles desventajas.
Entre los beneficios se encuentran la realización personal, el sentido de propósito y
plenitud, el crecimiento intelectual y emocional, el fortalecimiento de las relaciones
interpersonales, la contribución al bienestar común y la posibilidad de alcanzar la
eudaimonia o felicidad en un sentido aristotélico. El desarrollo de la entelequia también
puede llevar a una vida más significativa y satisfactoria, así como al logro de metas
personales y colectivas.
En cuanto a las posibles desventajas, el proceso de desarrollo de la entelequia puede
implicar desafíos y dificultades, así como enfrentar obstáculos en el camino hacia la
realización plena. Además, el enfoque excesivo en el desarrollo personal podría llevar a
cierto grado de individualismo o aislamiento si no se equilibra adecuadamente con la
preocupación por el bienestar de los demás. Además, el proceso puede requerir esfuerzo,
perseverancia y autodisciplina para superar obstáculos y alcanzar los objetivos
planteados.
En resumen, el desarrollo de la entelequia puede traer beneficios significativos en términos
de realización personal y contribución al bienestar común, pero también puede implicar
desafíos y requerir un equilibrio adecuado con las necesidades y aspiraciones de los
demás.
Superar los desafíos y obstáculos que surgen en el camino hacia la entelequia implica un
enfoque integral que combine la autodisciplina, la resiliencia emocional y la búsqueda de
apoyo externo cuando sea necesario. Aquí hay algunas estrategias que pueden ser útiles:

1. Autodisciplina y enfoque: Mantener un compromiso firme con el desarrollo personal,


estableciendo metas claras y trabajando de manera constante para alcanzarlas. La
autodisciplina implica cultivar hábitos saludables, mantener el enfoque en los
objetivos a largo plazo y superar la tentación de abandonar ante los obstáculos.

2. Resiliencia emocional: Desarrollar la capacidad de enfrentar la adversidad con


fortaleza emocional, manteniendo una actitud positiva y adaptativa frente a los
desafíos. La resiliencia implica aprender a gestionar el estrés, superar el fracaso y
recuperarse de las dificultades con determinación.
3. Búsqueda de apoyo: Reconocer la importancia de buscar ayuda y orientación
cuando sea necesario. Esto puede implicar recurrir a mentores, amigos, familiares o
profesionales para obtener perspectivas externas, consejos prácticos o apoyo
emocional durante los momentos difíciles.

4. Flexibilidad y ajuste de estrategias: Estar dispuesto a ajustar las estrategias y


enfoques conforme surjan nuevos desafíos o se presenten obstáculos inesperados.
La capacidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes es fundamental para
superar los obstáculos en el camino hacia la entelequia.
En resumen, superar los desafíos asociados con la búsqueda de la entelequia requiere un
equilibrio entre autodisciplina, resiliencia emocional y la capacidad de buscar apoyo
cuando sea necesario.
Además de Aristóteles, otros filósofos han explorado el concepto de entelequia en sus
obras. Uno de los más destacados es Leibniz, quien desarrolló la noción de "mónada"
como unidades fundamentales de la realidad, cada una con su propia entelequia interna
que guía su desarrollo y cambio. Para Leibniz, las mónadas son sustancias simples e
indivisibles que constituyen la realidad, y cada una posee una forma de entelequia que
impulsa su actividad interna.
Asimismo, el filósofo alemán Hans-Georg Gadamer también abordó el concepto de
entelequia en el contexto de su hermenéutica filosófica. Gadamer exploró la noción
aristotélica de entelequia en relación con la comprensión y la interpretación, destacando la
importancia del proceso dinámico mediante el cual las cosas alcanzan su plenitud o
perfección.
Otros filósofos a lo largo de la historia también han abordado indirectamente conceptos
relacionados con la entelequia, como la realización del potencial humano, el desarrollo
personal y la búsqueda de la plenitud en diversos contextos filosóficos. La noción de
entelequia, que proviene de la filosofía aristotélica puede estar relacionada con la
hermenéutica en el sentido de que ambas implican la idea de un proceso o desarrollo
hacia un estado completo o cumplimiento. En la hermenéutica, especialmente en el trabajo
de Gadamer, se enfatiza la comprensión interpretativa como un proceso dinámico en el
que el significado se desarrolla y se realiza a través del diálogo y la interpretación
continua. Aunque no hay una conexión directa entre la entelequia aristotélica y la
hermenéutica de Gadamer, es posible ver paralelos en términos de desarrollo y realización
en ambos contextos filosóficos.
Tomado de:https://revistasenlinea.saber.ucab.edu.ve/index.php/logoi/article/view/558

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