Que Es Ser Un Ministro de Dios
Que Es Ser Un Ministro de Dios
Que Es Ser Un Ministro de Dios
"Ministerio" viene de la palabra griega diakoneo, que significa "servir" o douleuo, que
significa "servir como esclavo". En el Nuevo Testamento, el ministerio es visto como un
servicio a Dios y a otras personas en Su nombre. Jesús brindó el modelo para el
ministerio cristiano: no vino a recibir el servicio, sino a darlo (véase Mateo 20:28;
Marcos 10:45; Juan 13:1-17).
El cristiano debe ministrar satisfaciendo las necesidades de las personas con amor y
humildad en nombre de Cristo (ver Mateo 20:26; Marcos 10:43; Juan 2:5,9; Hechos 6:3;
Romanos 1:1; Gálatas 1:10; Colosenses 4:12). Los cristianos deben ministrar a los
demás gracias a su devoción a Cristo y su amor por los demás, sin importar si los
demás son creyentes o incrédulos. El ministerio a los demás debe ser imparcial e
incondicional, buscando siempre ayudar a los demás, así como lo haría Jesús.
En 1 Timoteo 4:1-5, Pablo habla de las doctrinas de demonios propagadas por espíritus
seductores a través de hipócritas mentirosos. Luego le dice a Timoteo que advierta a la
iglesia acerca de tales doctrinas.
La Iglesia debe indicar los límites entre la verdad y el error para edificar a su pueblo en
la Palabra de Dios. Él espera que los pastores adviertan a su gente acerca de los
peligros espirituales. Si no lo hacen, deben responder a Dios por ello (He. 13:17)
«Nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido» (v. 6). La
palabra griega que ha sido traducida como nutrido implica que es un proceso de
alimentación continuo. Incluye la lectura y meditación en la Escritura, estudiándola
hasta que el material haya sido comprendido en profundidad.
Para poder pensar y hablar bíblicamente, un pastor debe pasar gran parte de su tiempo
estudiando el texto de la Escritura. Es un tesoro inagotable que exige una vida entera
para comprender su riqueza. Es imprescindible comprometerse al estudio, la
comprensión y la presentación de la Palabra de Dios.
«Desecha las fábulas profanas y de viejas» (v. 7). La palabra fábulas es una traducción
de la palabra griega mythos, de la cual viene la palabra mito. 2Timoteo 4:4 informa que
algunos «apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas». La verdad y las
fábulas son opuestas. El cristiano debe ser alimentado por la verdad y rechazar lo que
se le opone.
El ejercicio físico nos da poco provecho (1Tim.4:8). En contraste, «la piedad para todo
aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera». La santidad es
provechosa no solamente para el cuerpo sino también para el alma. El beneficio de la
disciplina espiritual es una vida completa, bendecida por Dios, fructífera y útil. Las
bendiciones de la santidad son para la eternidad.
Luego de llamarnos a la piedad, Pablo nos baja de las nubes. El ministerio es una
búsqueda celestial, pero también es una tarea terrenal. Es trabajo duro. «Por esto
mismo trabajamos y sufrimos oprobios» (v. 10).
Pablo trabajaba duro porque sabía que su esfuerzo tenía recompensas eternas;
consideraba la recompensa para él y la posibilidad de cambiar el destino de los no
creyentes. Esa es la perspectiva que motiva al siervo de Dios.
«Trabajar» (del griego kopiao) significa «trabajar hasta el punto de estar agotado».
«Sufrir oprobio» (gr. Agonizomai) significa «agonizar en una lucha». Luchamos hasta el
punto del agotamiento, exhaustos, muchas veces doloridos, porque comprendemos
nuestros objetivos eternos.
En 2 Corintios 11:24-27, Pablo habla de las muchas veces que fue castigado con varas
y con látigo, cuando sufrió cansancio, dolor, agonía, y naufragios. Sufrió todos esos
peligros porque estaba totalmente comprometido con el ministerio y tomaba en cuenta
la eternidad. Sabía que era el destino de las almas lo que estaba en juego.
Toda nuestra obra es trabajo, pero no humano. Pablo dijo que su objetivo era
«presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre» (Col. 1:28). Luego dijo: «Para esto
también trabajo (gr. Kopiao, agonizar), luchando según la fuerza de Él, la cual actúa
poderosamente en mí» (v. 29). Nuestra obra se lleva a cabo por medio del Espíritu, el
Señor da energía a quienes le sirven.
«Esto manda y enseña», le dijo Pablo a Timoteo (v. 11). La palabra griega traducida
como enseña se refiere a comunicar información, en este caso instrucción o doctrina.
Esta información debe ser transferida en forma de mandato.
Hay mucha predicación popular entretenida, pero no mucha poderosa o transformadora
por naturaleza. De acuerdo a Hechos 17:30, Dios «manda a todos los hombres en todo
lugar que se arrepientan» (énfasis agregado).
Mateo 7:28,29 afirma «Cuando terminó Jesús estas palabras [el Sermón del Monte], la
gente estaba admirada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene
autoridad y no como los escribas». Pablo le dijo a Timoteo que usara su autoridad. En 1
Timoteo 1:3 dice «para que mandaras a algunos que no enseñen diferente doctrina».
Luego expresa: «Manda también esto» (5:7). Eso no significa que debemos abusar de
las personas ni ser descorteses, sino que debemos confrontar a las personas cuando
desobedecen la palabra de Dios.
En palabra
Efesios 4 nos dice cómo debe ser nuestra conversación, «desechando la mentira» (v.
25). Un siervo de Dios nunca debe mentir, ni contradecirse, diciendo una cosa a una
persona y otra cosa, a otra. Entonces Pablo agrega: «hablad verdad cada uno con su
prójimo» (v. 25).
Pablo sigue: «airaos, pero no pequéis» (v. 16). Hay lugar para la ira santa y la
indignación justa, pero no para el, enojo pecaminoso. Ningún siervo excelente debe
llegar al punto en que está tan enojado que sus palabras son amargas, vengativas o
ingratas.
En conducta
Debe ser un ejemplo de la vida justa: una persona que vive de acuerdo a sus
convicciones, basadas en principios bíblicos. Toda su vida es un sermón, ilustrado por
sus actividades, los sitios que frecuenta y sus posesiones. Ese sermón contradice o
afirma lo que uno dice.
En amor
Servir en amor no necesariamente significa que usted debe dar la mano y abrazar a
toda persona todo el tiempo. Epafrodito y el apóstol Pablo demostraron su amor a la
Iglesia por medio del trabajo duro (1 Ts. 2:7-12; Fip. 2:27- 30). Por ejemplo, sé que Dios
me ha llamado a dar mi vida a las personas de la iglesia donde soy pastor. Esa es la
forma en que expreso mi amor por los hermanos. Debemos servir a otros
sacrificadamente.
En fe
En pureza
La historia nos ha mostrado que un ministerio puede ser devastado por la impureza
sexual de sus líderes. Los líderes son vulnerables en este aspecto cuando bajan las
defensas. Debemos mantener pureza moral absoluta.
La lectura
Exhortación
Enseñanza
9.Cumple su llamamiento
Pablo escribe: «No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía
con la imposición de las manos del presbiterio» (1 Ti. 4:14). Algunos comienzan en el
ministerio pero lo abandonan, porque no fueron llamados a ese ministerio en el
principio. Sin embargo, algunas personas que han sido llamadas lo abandonan, y esto
significa dejar el lugar donde Dios desea que estén.
Hay muchas personas en el ministerio que sirven por un tiempo y pronto desaparecen.
Por otro lado, me asombran los que son fieles para ministrar la Palabra de Dios hasta
el fin de sus vidas. Puede que tengan una congregación pequeña y sean desconocidos,
pero son fieles y cumplen su llamamiento.
Pablo escribió: «Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas» (v. 15). La palabra
griega traducida «ocúpate» (meletao) nos da la idea de pensar de antemano, planear,
premeditar. Cuando un ministro no está haciendo el trabajo del ministerio, debe estar
planeándolo.
«Permanece en ellas» literalmente significa «está en ellas» en el texto griego. Para ser
un ministro no es necesario ser un gran hombre, pero requiere todo el hombre.
Un ministro no puede tener dos objetivos principales. Pablo le dijo a Timoteo que fuera
diligente «a tiempo y fuera de tiempo» (2 Ti. 4:2). Este es un término militar. Significa
permanecer en su puesto, estar de guardia. Un siervo de Dios nunca está fuera de su
puesto. Siempre está de guardia.
«… para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos» (v. 15) sugiere que el
progreso espiritual de Timoteo sería evidente a todos. Esto implica que todavía no era
perfecto. Un ministro no debe tratar de convencer a su gente de que no tiene fallas. Por
el contrario, debe permitirles ver su crecimiento. La gente tiene que ver nuestra
honestidad y humildad.
En términos humanos, nadie cumple con todos los requisitos del ministerio. Sin
embargo, cuando nos sometemos al Espíritu de Dios y dependemos de Él para que
logre lo que nunca podríamos hacer nosotros mismos, su poder obrará a través de
nosotros. Pablo concluye diciendo: «Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste
en ello, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen» (1 Ti. 4:16).
Timoteo debía concentrarse en dos cosas: su conducta y su enseñanza. Estas dos
cosas son la esencia del ministerio. Las once cualidades que hemos visto en este
pasaje pueden ser resumidas en esos dos mandatos.