SD 9 Proyecto Historia

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SD 9

NOMBRE DEL ALUMNO:


Gael Alejandro Delfin Manjarrez

NOMBRE DEL MAESTRO:


Erick Eugenio Molina

MATERIA:
Historia

GRADO Y GRUPO:
3ro “J”

ESCUELA:
Escuela Secundaria Tecnica Industrial 136

Aprendizaje esperado: Identificarás la continuidad de algunas circunstancias de


origen indígena y colonial, así como los principales cambios económicos y
sociales ocurridos durante el siglo XIX.
INDICE
Portada... 1

Indice... 2

Introducción... 3

Cambios economicos y sociales... 4

Las haciendas... 5

Haciendas y desigualdad social... 6

Los artesanos... 7

Conclusiones... 8

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INTRODUCCIÓN

Durante el siglo XIX en México, las instituciones coloniales continuaron ejerciendo


una gran influencia en la sociedad y la política del país. A pesar de la
independencia de México en 1821, muchas de las estructuras coloniales y las
prácticas institucionales persistieron, lo que llevo a la formación de nuevas
instituciones y la transformación de las existentes.
Estas instituciones desempeñaron un papel fundamental en la consolidación del
estado mexicano y la creación de una identidad nacional.
En esta investigación, se analizará la naturaleza y el papel de las instituciones
coloniales durante el siglo XIX en México.
En resumen, esta investigación tiene como objetivo profundizar en el estudio de
las instituciones coloniales durante el siglo XIX en México, y examinar su impacto
en el desarrollo político, social y cultural del país. El análisis de estas instituciones
permitirá entender mejor la historia de México y su legado en la sociedad actual.

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Cambios economicos y
sociales
Durante la época virreinal, los pueblos de indios tenían tierras comunales y fueron
protegidos por la corona como corporaciones con una legislación propia. Esta
protección, aunque muchas veces insuficientes, les garantizaba la posibilidad,
además de manejar sus tierras comunales, de tener autoridad propias y una caja
de comunidad con la que administraban sus recursos.
Esta situación cambió a partir de 1821, pues al declararse la desigualdad legal de
todos los ciudadanos ante la ley, se suprimieron los privilegios que habían gozado
los pueblos de indios durante la época virreinal.
La defensa de sus tierras impulsó a los grupos
indígenas a la movilización para luchar no solo por
su economía, sino también por sus tradiciones.
Trataron de proteger la tierra donde sembraban,
donde rendían culto a sus ancestros y donde
reconocían a sus propias autoridades.
Para mediados del siglo XIX, los liberales emitieron la ley de desamortización que
limitó el derecho de propiedad de las corporaciones civiles y religiosas.
Muchos pueblos defendieron con éxito su integridad comunal.
La meta de los liberales era poner en circulación los bienes y crear una clase
media de propietarios, especialmente en el
campo, lo que según ellos garantizaba el
progreso material.
El impulso hacia la inversión extranjera, que
promovió el gobierno de Porfirio Díaz, llevó a
conceder parte de los terrenos baldíos a
compañías encargadas de marcar los límites de
estos para su ocupación y uso.

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Las haciendas
Surgieron a finales del siglo XVI y principios
del siglo XVII. Eran grandes extensiones
de tierras que permitían tener una amplia
variedad de cultivos y ganadería, con la
cual la hacienda tenía producción y
ganancias constantes a lo largo del año.
Muchas veces los productos de las
haciendas se destinaban a la exportación y
otras tantas servían para el consumo interno de toda una región.
Durante el siglo XVII, las haciendas abarcaron, principalmente, la zona del Bajío,
el valle de México y el valle de Oaxaca.
La hacienda también se extendió a partir del despejo de tierras a los indígenas.
Durante la época virreinal, la iglesia fue una de las mejores propietarias de
haciendas, pues recibía las tierras por medio de donaciones, herencias, limosnas,
diezmos y pago por la renta de sus tierras.
La hacienda contaba con peones, que eran trabajadores que habitaban las tierras
que eran propiedad del hacendado.
Generalmente, los peones eran indígenas
desplazados de sus tierras y, a pesar de la
oposición de los jesuitas y de la monarquía
en favor de la libertad del trabajo.
Posteriormente, la crisis económica que
derivó de la guerra de Independencia dejo
sin caminos que comunicaran a las
poblaciones, se perdieron cultivos, hubo
muchos muertos y el comercio con la metrópoli se terminó. No obstante, la
hacienda tuvo continuidad para la producción económica, pues pudo hacer frente
a la escasez, ya que contaba con grandes extensiones de tierras y con los peones
que trabajaban en ellas.
Una vez lograda la Independencia, la nueva legislación decretó una igualdad de
derechos para los ciudadanos y con ello ocurrió un proceso de apropiación de
tierras comunales en favor de la hacienda, y el desplazamiento indígena.

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En las haciendas del Valle Nacional, en Oaxaca, o en el henequén en Yucatán,
por ejemplo, predominó el sistema de trabajo de peones acasillados, por medio del
cual los trabajadores habitaban las casas que existían dentro de las haciendas sin
necesidad de desplazarse desde los pueblos cercanos.
En el norte del país, la situación agraria era distinta, pues al no existir grandes
poblaciones indígenas a excepción de los yaquis y mayos de Sonora, el sistema
laboral en las haciendas no era tan severo como en otras partes del país.
La organización de la mano de obra en las haciendas norteñas permitió la
concentración de campesinos eventuales.

Haciendas y desigualdad
social
En las últimas décadas del siglo XIX, el
crecimiento de las haciendas fue acelerado,
pues las leyes liberales de la
desamortización permitieron la venta de las
propiedades, no solo de las comunidades
indígenas, sino también de la iglesia.
Muchas haciendas que pertenecían al clero
pasaron a manos de empresarios, jefes militares y latifundistas.
La hacienda se consolidó a lo largo de más de dos siglos como núcleo de
población casi independiente. Al paso de los años tuvo administradores, artesanos
y comerciantes que vivían y trabajaban para los habitantes de la hacienda.
Hacia finales del régimen porfirita, una crisis internacional provocó la baja de las
exportaciones y de la venta de los productos agrícolas y ganaderos. El hacendado
enfrentaron este problema y la falta de créditos bancarios endurecieron el trato
que daban a los peones.

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Los artesanos
Desde los primeros años de la Colonia, la mayoría de los artesanos de las
ciudades, como los sastres, carpinteros, entre otros, se organizaron en gremios.
Los agremiados gozaban de protección que los salvaguardaban de la competencia
y solo los gremios reconocidos por la Corona estaban autorizados a vender sus
productos.
De acuerdo con las leyes coloniales, a cambio de estos privilegios, los gremios
deberán cuidar la capacitación de sus trabajadores que seguían un cuidadoso
aprendizaje del oficio y la calidad de sus productos.
Si bien los artesanos siguieron existiendo, las condiciones en las que operaban
fueron diferentes de las que tenían en la época virreinal. Una vez obtenida la
Independencia, el país abrió el comercio a
naciones como Francia e Inglaterra.
En las primeras décadas de vida
independiente, las condiciones de vida del
artesanado se deterioraron porque no había
ventas y los talleres no podían ofrecer
empleos a la población. Los artesanos se
convirtieron en grupos empobrecidos de las ciudades y el índice de desempleo fue
alto.
La clase artesanal vivió cambios significativos, pues el gobierno se empeñó en
abrir escuelas gratuitas, diurnas y nocturnas, cuyos beneficiosos fueron,
principalmente, los artesanos y sus hijos.
El sector artesanal no dejó de ser amplio en cuanto a la diversidad de oficios como
los sastres, sombreros, peluqueros, relojeros, tipógrafos, encuadernados,
ebanistas y carpinteros, entre otros.
Los artesanos se sintieron identificados con su grupo y ya no con un oficio en
particular. Desarrollaron lazos de solidaridad entre ellos y lograron organizar
sociedades de ayuda mutua, cuyos miembros, ahora jurídicamente iguales,
pudieron apoyarse mediante ahorros para sortear emergencias en los casos de
desempleo, enfermedades o muerte.

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Estas sociedades formaron parte de la vida social, económica, política y cultural
de las ciudades a fines de siglo XIX y fueron un modelo para el desarrollo posterior
de agrupaciones de defensa laboral, como los sindicatos en el siglo XIX.

CONCLUSIONES
Conclusiones adicionales sobre los subtemas mencionados en relación con las
instituciones coloniales en México durante el siglo XIX:

Cambios económicos y sociales:


El subtema destaca la evolución de los derechos y la protección de los pueblos de
indios a lo largo del tiempo, desde la época virreinal hasta el siglo XIX, y cómo los
cambios políticos y económicos afectaron su relación con la tierra y su capacidad
para mantener sus tradiciones y autonomía.

Las haciendas:
El subtema ofrece una visión general de las características y dinámicas de las
haciendas en México, incluyendo su surgimiento, expansión, relación con la
iglesia, sistema laboral, resistencia ante la guerra de Independencia y apropiación
de tierras comunales, así como la diversidad en la organización laboral según las
distintas regiones del país.

Haciendas y desigualdad social:


El subtema muestra que durante el siglo XIX, las haciendas experimentaron un
crecimiento acelerado debido a las leyes de desamortización. Pasaron a manos de
diversos propietarios y se convirtieron en núcleos de población independientes.
Sin embargo, hacia el final del régimen porfirista, una crisis económica
internacional y la falta de créditos bancarios llevaron a dificultades financieras para
los hacendados y a un endurecimiento en el trato hacia los peones.

Los artesanos:
El subtema muestra que, a lo largo del tiempo, los artesanos experimentaron
cambios en sus condiciones de trabajo y vida. A pesar de las dificultades, se

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organizaron en gremios, se adaptaron a los cambios económicos y políticos, y
desarrollaron formas de solidaridad y apoyo mutuo para enfrentar las
adversidades.

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