De La Quietud A La Felicidad La Villa de
De La Quietud A La Felicidad La Villa de
De La Quietud A La Felicidad La Villa de
LA VILLA DE MEDELLIN
Y LOS PROCURADORES DEL CABILDO ENTRE 1675 Y 1785
POR
DIRECTOR
1996
Deseo dedicar este trabajo a la memoria de mis abuelos
Fidel Ochoa y Maruja Posada de Ochoa
1
INDICE
INTRODUCCION 4
EPILOGO 189
BIBLIOGRAFIA 191
2
Agradecimientos
Esta tesis, en la que, como es habitual, hubo más de tormento que de felicidad, se
pudo elaborar gracias al estimulo de familiares y amigos. En el aspecto académico
debo expresar mi enorme gratitud con el director de tesis, el profesor Roberto Luis
Jaramillo Velásquez. Su paciencia con este trabajo y sus acertadas orientaciones y
precisiones fueron invaluables, si bien no acepté todas sus recomendaciones. Mi
interés por la vida de los cabildos coloniales en Hispanoamérica se originó en las
conversaciones que tuve con el profesor Pablo Rodríguez, quien en forma continua y
generosa me ha llamado la atención sobre las nuevas tendencias de la historia social
colonial. Una Cronología sobre el papel del Cabildo de Medellín en la colonia, que
sirvió de base a la tesis, fue posible gracias al interés del arquitecto Luis Fernando
Arbelaez, en momentos en que era el presidente de la Comisión Asesora para la
Cultura del Concejo de Medellín. A mi colega, el profesor Rodrigo Campuzano, debo
sus aclaraciones sobre el papel de la Real Hacienda en la vida colonial. Por último
deseo agradecer el apoyo de mi familia.
3
INTRODUCCION
exterminar la polilla de las repúblicas, buscar el ornato y hacer cumplir las leyes para
darle felicidad a los pueblos fueron algunas de las expresiones con las que se
identificaron los cambiantes ideales políticos de las autoridades locales del mundo
hispanoamericano durante los siglos XVII y XVIII. Estas expresiones no podían dejar
propósitos políticos diferentes. Aún en los rincones más remotos del imperio los
retóricas. Las villas y ciudades coloniales, casi que inmersas en el mundo rural del
cual dependían, enfrentaban problemas muy similares; por su tamaño México y Lima
testimonio de una cultura política por completo diferente a la que poseían los
Los procesos por los cuales eran relegadas al olvido algunas de estas expresiones y
otras comenzaban a gozar de una rápida difusión y uso no son bien conocidos. Si en
el siglo XVII era muy frecuente que se postulara como uno de los fines inmediatos
de los cabildos la paz y la quietud del vecindario a su cuidado, aunque ello significara
ignorar algunas leyes, al terminar el siglo XVIII se puso en acción un discurso que, en
responsabilidad de darle la felicidad a los pueblos, lo que sólo parecía ser posible si
estos eran obedientes. Sin embargo, algunos de los viejos ideales que identificaban
formalmente a la Corona desde los tiempos de Alfonso X no dejaron de ser
4
invocados por los vecinos en aquellas circunstancias en las que los nuevos
otras oportunidades, los cabildos conservaban por décadas el tono de fatalismo propio
de años en los que sus poblaciones sí estaban verdaderamente amenazadas por la falta
demandar alguna merced especial fue un recurso afortunado. Aún hoy las actas
año tras año llevaban más oro a fundir e introducían cantidades crecientes de
el cacao, no tenían empacho en reproducir textualmente las frases usadas por sus
abuelos cuando afirmaban que sus ciudades estaban en los últimos términos de su
cotidiana que en muchas ocasiones estaba muy alejada de los objetivos propuestos
por la Corona. Los vecinos con un conocimiento menudo de las villas y ciudades, de
las alianzas familiares, de las redes de fiadores, de las rivalidades que por asuntos de
cuanto se les amenazaba con mermarles sus recursos, atentos al momento en que era
conveniente acudir al tipo de conmiseración real que ofrecían las Siete Partidas, o
conscientes del poder del clero, estaban más preparados para formar parte de los
5
económica especial. Quienes reunían este conocimiento local y cierta familiaridad
con la legislación indiana eran vecinos que con muchas posibilidades podían
desempeñar el oficio de procuradores del cabildo. Desde este cargo debían procurar la
Las peticiones que regularmente dejaban estos funcionarios de elección anual son
testimonios de gran valor y utilidad para conocer cuales eran las características de la
cultura política de los grupos que controlaban el poder local en los territorios
ello fueron revisadas las actas capitulares y las peticiones de los procuradores de la
villa de Medellín desde su erección, en 1675, hasta 1785. Por el tipo de información
producción minera afectaban en forma notoria la percepción de los vecinos acerca del
Los cinco capítulos del trabajo se refieren a los siguientes temas: en el primero, La
villa, la hora de las ánimas y los avilantados, hay una presentación general sobre las
6
condiciones de creación de Medellín y sobre la manera en que estas condiciones
mediante algunos ejemplos se indican los procedimientos más comunes en que ellos
ejercían su oficio en la villa; el tercero, Servir sin desolar, trata sobre la importancia
que tuvo en los primeros años de existencia de Medellín un ideal político propio de
los Austrias, según el cual las autoridades de cada municipio debían procurar el
gentío, me ocupo de las circunstancias que enmarcaron una fuerte tendencia por parte
de los capitulares a considerar que la crisis económica que afectó la villa en las
primeras décadas del siglo XVIII era el resultado de la excesiva benignidad con el
nueva actitud del cabildo fue desempeñado por un grupo de comerciantes y mineros
peninsulares que tras pasar varios años dedicados a esas actividades lograron llegar al
cabildo, bien comprando los cargos de regidores o siendo elegidos para las alcaldías y
la procuraduría. Una vez allí, con la colaboración de los otros capitulares criollos, con
los que tenían vínculos económicos y familiares, señalaron la necesidad de sacar a la
villa del desorden y desgobierno al que había llegado durante los años cuarenta y
7
reformas que planteaban, sí un ambiente favorable a muchas de ellas entre los vecinos
contradicciones. Vecinos de todas las calidades encontraban una u otra razón para
expresaron su descontento por las medidas de control que se les comenzaron a aplicar
en las décadas de 1770 y 1780. De otro lado, no todos los vecinos principales estaban
8
LA VILLA, LA HORA DE LAS ANIMAS Y LOS AVILANTADOS
La villa de Medellín de los siglos XVII y XVIII, con pocas calles, y sólo algunas
empedradas; con una iglesia parroquial que amenazaba ruina; sin arquitectura
destacada; frecuentemente anegada por el río y puesta en vilo por las crecientes de la
quebrada; con casas de techos pajizos expuestos al fuego; invadida por los cerdos;
con perros, que, para ira de los cosecheros, se comían el maíz tierno; con esclavos
que robaban en semana para vender en domingos; en fin, con los caminos reales
ocupados por ranchos y cultivos ofrecía la imagen de un pequeño mundo que estaba
festividades patronales puede ser tan útil para acercarnos a la comprensión del mundo
exhaustivos trabajos por cuanto el valioso Archivo del Cabildo apenas se ha tocado.
Contamos con trabajos parciales sobre sus élites de mineros o comerciantes pero
9
poco conocemos de los ritmos de vida, de las costumbres, de la economía menuda o
En menor escala que en los centros virreinales Medellín fue afectada por las
promovida por los Borbones. Desde mediados del siglo XVIII es perceptible el
partir del mandato del gobernador José Barón de Chávez el control que este ejerció
costeadas por la población. Las principales fueron la iglesia parroquial y la casa del
cabildo. Otras, como la apertura de calles, que había sido ordenada en los Autos de
Buen Gobierno promulgados por Barón de Chávez desde los últimos años cincuenta,
sólo se realizaron terminando el s. XVIII. Año tras año, y pese a las enconadas
1
TWINAM, Ann. Mineros, Comerciantes y Labradores: las raíces del espíritu empresarial en
Antioquia, 1763-1810. Medellín, FAES, 1985; RODRIGUEZ, Pablo. Cabildo y Vida Urbana en
el Medellín Colonial, 1675-1830. Medellín, Universidad de Antioquia, 1992; BENITEZ, José
Antonio. Carnero de Medellín. Transcripción, prólogo y notas de Roberto Luis Jaramillo. Ediciones
Autores Antioqueños, Vol. 40. Medellín, 1988; JARAMILLO, Roberto Luis y PERFETTI, Verónica.
Cartografía Urbana de Medellín, 1790-1950. Concejo de Medellín, Medellín, 1993.
10
atención de los historiadores. Ello se debe a que en las décadas de 1770 y 1780
estuvieron en Antioquia los dos funcionarios en los que se recogían en forma más
acabada las características que Carlos III esperaba de sus administradores en las
forma que se beneficiaran sectores que estaban casi obligados a vivir y a morir en la
Lorenzana. Sin embargo, como bien lo advirtió Ann Twinam, cuando ambos llegaron
producción de oro por la activa explotación de las zonas mineras del valle de los Osos
más recursos para comprar las mercancías que se traían desde Honda, Cartagena,
Cali, Popayán o Quito. Pese a lo poco confiables que pueden ser las series elaboradas
a partir de los Libros de la Real Hacienda para cuantificar el oro fundido o el valor de
las mercancías manifestadas por los comerciantes, -por la relativa facilidad que tenían
mineros y comerciantes para burlar a los Oficiales Reales-, sí son útiles para detectar
2
Para estudiar a Mon y Velarde ver: ROBLEDO, Emilio. Bosquejo Biográfico del señor oidor Juan
Antonio Mon y Velarde, Visitador de Antioquia, 1785-1788. 2t., Banco de la República, Bogotá, 1954.
Sobre el gobernador Silvestre ver: SILVESTRE, Francisco. Relación de la Provincia de Antioquia.
Transcripción , introducción y notas por D.J. Robinson. Medellín, SEDUCA, 1988; SILVESTRE,
Francisco. "Relación del gobierno y estado de Antioquia cuando la entregó a don Cayetano Buelta
Lorenzana". EN: Anales de Instrución pública de Colombia. Bogotá,Tomo IV, No. 18, 1882.
11
desde mediados del s. XVIII, dos décadas antes del arribo de Silvestre y de Mon. La
físico en el que la habían sumido los difíciles años de la primera mitad del s. XVIII. 3
El contraste entre los años de las reformas borbónicas con las tres o cuatro primeras
décadas del s. XVIII fue notable. Una vez desapareció el entusiasmo que acompañó
pobladores de las antiguas zonas mineras y de la vieja capital, sus vecinos temieron
En el caso de una villa como Medellín los conflictos y los espacios en que estos se
para alcanzar distinción, excepto las que dejaban las inversiones en minas, comercio
3
RESTREPO, Vicente. Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia. Medellín, FAES,
1979; WEST, Robert. La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial. Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia, 1972.
12
Las funciones de los cabildos coloniales han sido examinadas en diversos trabajos,
mas se debe enfatizar la variedad de asuntos sobre los cuales los capitulares tenían
que tomar decisiones en las que gozaban de franca autonomía en relación con los
capitulares para manejar con independencia problemas urbanos con tal éxito que en
ocasiones, -valioso legado de los peruleros-, las Cédulas Reales fueron letra muerta
pues nunca faltaron motivos para defender el fuero del cabildo frente a decisiones
inconsultas tomadas por funcionarios que no conocían el país. Así, por ejemplo, los
ordenamiento urbano al hacer trazar calles, construir puentes, sacar acequias, tapiar
mantener francos los caminos que comunicaban las villas y ciudades con sus zonas de
cultivo, minas y ganado o al entregar con bajos cánones solares de cultivo a sujetos
menesterosos en los ejidos.4 También la moralidad fue ámbito de los cabildos pues a
ellos tocaba velar para evitar escándalos públicos, especialmente en las fiestas
patronales, y contener a vagos y ociosos para que con sus vidas desenfadadas y
4
Un ejemplo de la importancia de los ejidos públicos puede verse en: WALDRON, Kathy. "Public
Land Policy and Use in Colonial Caracas." Hispanic American Historical Review. Duke University
Press, 61(2), 1981.
5
Sobre el papel de los cabildos en el ordenamiento urbano, véase, por ejemplo: FERNANDEZ
ALONSO, Serena, "Iniciativas renovadoras en los cabildos peruanos." EN: Revista de Indias.
Madrid, vol. LI, núm. 193.
13
Los cabildos coloniales estaban formados por miembros de elección anual, como
vitalicio en virtud de la compra de oficios, -como fue el caso de los regidores-. Estos
Debe hacerse notar que en los años posteriores a la creación de la villa, en las actas de
que usó la Reina doña María Ana de Austria en la Real Cédula de erección de
Medellín, cuando se referían a la población que vivía en los arrabales. Pero luego, al
proceso de mestizaje que dio al traste con la pretensión de los fundadores de la villa
para deslindar las zonas ocupadas por los blancos de los que no lo eran.6 Mas adelante
veremos las dificultades del cabildo para encontrar expresiones adecuadas con las
cuales referirse a esos vecinos. Al comenzar la década de 1780, con todos los temores
que desató la rebelión de los Comuneros y una oleada de rumores acerca de un plan
de los esclavos de la provincia para matar a todos los blancos, el escribano de cabildo
6
Ver, por ejemplo, la petición del procurador Marcos López de Restrepo al cabildo el 2 de enero de
1676. A.C.M. t. 1, f. 66.
14
promovían obras como las iglesias parroquiales o casas de cabildo y cárcel, que si
bien podían dejar exangües las arcas locales, constituían testimonios tangibles del
Indias aunque ello no impidiese que accedieran nuevos grupos o familias respaldadas
en las que pocas fortunas eran seguras, los patriciados urbanos estaban prestos a
individuos deseosos de extender sus éxitos a la política. Pero sería una simpleza
villa, al ocupar en forma sucesiva sus diferentes miembros los cargos de alcaldes
decisiones como cuerpo pone en evidencia una grande laxitud y permisión con el
ocasiones preferían dejar sin cumplimiento las mismas Cédulas Reales, Provisiones o
7
COLMENARES, Germán. Cali: Terratenientes, Mineros y Comerciantes. S. XVIII. Cali,
Universidad del Valle, 1976; FLORES GALINDO, Alberto. Aristocracia y Plebe. Lima, 1760-1830.
Ed. Mosca Azul, Lima, 1984; LOCKHART, James. "Organización y Cambio social en la América
Española". En Historia de América Latina. Universidad de Cambridge. Ed. Crítica, Barcelona,1990.
t.4, pp. 63-108; MORSE, Richard. "El desarrollo Urbano de la Hispanoamérica Colonial". En
Historia de América Latina. Universidad de Cambridge. Ed. Crítica, Barcelona, 1990. T.3, pp. 15-48;
RODRIGUEZ JIMENEZ, Pablo. Op. Cit; TWINAM, Ann. Op. Cit.
15
Autos de Buen Gobierno, pues de hacerlo afectarían a personas necesitadas como
pobres, viudas y huérfanos. Ello no debe llamar a engaño, pues las concesiones que
el cabildo hacía no estaban directamente relacionadas con las bases del poder de sus
miembros. Con todo, las reuniones del cabildo eran los espacios adecuados para que
cuando a las mismas asistía el Gobernador o su teniente-, los capitulares -entre los
cumplieran las leyes y, al mismo tiempo, de defender los intereses del común. Por
relación con el acatamiento a las leyes y con la flexibilidad que se debería llevar con
los grupos a los que, al tomar sus cargos, juraban amparar. En otras palabras, la
había sido previsto en la Recopilación de leyes de Indias, desde los virreyes hasta los
alcaldes harían ejecutar las leyes, "salvo siendo, el negocio de calidad, que de su
Lo anterior explicaría, en parte, el que a lo largo y ancho de los reinos de Indias los
caso, por ejemplo, de la repetida inobservancia de los Autos de Buen Gobierno por
5
Recopilación de las leyes de los Reynos de Indias. Ley XXIII, título I, libro II. Consejo de la
Hispanidad, Madrid, 1943.
16
los cuales el Cabildo de Medellín ordenaba, año por año, década por década, que se
dejaran libres de cultivos los caminos reales que se desprendían de la villa, puesto que
Situaciones como las anteriores llevan a plantear preguntas que necesitan nuevos
trabajos. Tal vez la más importante tiene que ver con el tipo de procesos que, en una
sociedad de mayoría analfabeta, hacían posible que amplios sectores pudieran llegar a
entre el obedecimiento, o no, de las leyes. Pese al reducido número de alfabetas, ¿se
así, ¿cómo explicar tal grado de cultura política? Y, ¿de qué forma afectó la nueva
estructura política republicana esta capacidad, desarrollada por tales sectores, para
las leyes, velar por la protección de los derechos de la villa o ciudad que
humildes, los llevaron a asumir actitudes ambiguas pues pocas veces lo que era
conveniente para la Corona beneficiaba a la villa o al común. Fue esta tensión entre
17
villa. Ello, en el caso de Medellín, es posible, pues ha quedado el registro escrito de
las peticiones que los procuradores llevaban ante el cabildo así como de las respuestas
registraban los variados asuntos que pasaban por manos del cabildo es de suponerse
que el silencio que guardan las actas de las reuniones de los capitulares sobre la
ocurrir.
Los procuradores no tenían que actuar como cuerpo y por ello ningún procurador
estaba obligado a presentar peticiones semejantes a las que habían llevado al cabildo
sus antecesores, si bien algunas peticiones eran casi de oficio, como las de solicitar la
notable consistencia y continuidad entre los procuradores. Ello no debe ocultar otra
circunstancia que tiene que ser examinada: Por algunos lapsos el rastro de los
debieron haber elevado al cabildo, en las actas del mismo tampoco se tratan aspectos
relacionados con las peticiones en el caso en que ellas hubiesen sido presentadas
verbalmente. En tales situaciones debe concluirse que, por razones de mala salud,
18
ausencia de la villa por estar atendiendo sus minas y haciendas, o por mero
a engaño pues las actas del cabildo recogen un discurso oficial, y si una, y otra, y otra
vez se pedía, por ejemplo empedrar las calles, lo único que ello prueba era que nunca
de cabildo que anotase en el acta de la reunión que se hará como pide el procurador,
aunque pocas veces se ejecutaba. La negligencia para empedrar las calles, para dejar
francos los caminos o para hacer carnicería en la villa tampoco fue generalizada, pues
otras demandas sí fueron atendidas con prontitud, como se verá más adelante.
sesiones por año, en las que se nombraba alférez para las fiestas, se le ordenaba a
fulano que dejara libre algún camino, se sacaba a postura el abasto de la carne y se
recibían los títulos proveídos en favor de algunos de los beneméritos 10. Tras ello, los
capitulares regresaban a sus tierras y a sus minas, o partían hasta Popayán, Honda,
algunas situaciones que por su naturaleza demandaron todo el interés del cabildo.
Estos casos fueron claves para conocer las opiniones de los capitulares sobre el
10
Aunque en el lenguaje colonial temprano y en las leyes de Indias los beneméritos eran los
conquistadores y sus descendientes, en el caso de Medellín o de otras fundaciones tardías este
sustantivo identificaba a los primeros capitulares así como a las familias de mayor prestigio social y
económico.
19
que regía la rutina del cabildo. Estas situaciones excepcionales estaban asociadas con
las rivalidades existentes entre Medellín y Antioquia, o con las graves consecuencias
sociales y políticas que se originarían en caso de ser obedecidas las Cédulas Reales, o
los Autos de Buen Gobierno dados por los gobernadores. También el importe de las
Una circunstancia que debe señalarse en el caso de Medellín está relacionada con su
propio origen. Sobre el tema se ha escrito con claridad y por ello sólo debe advertirse
ocurrió con las villas y ciudades fundadas en el s. XVI, en las que el poblamiento era
muy poco orden se reproducían los patrones del urbanismo colonial; en fin, la
Siguiendo con Lockhart, el de Medellín puede verse como uno de esos casos en los
11
JARAMILLO, Roberto Luis - PERFETTI, Verónica . Op. cit.
12
LOCKHART, James. Op. Cit., Pg. 101.
20
colonial se trasladaban al valle de Aburrá para lucrarse de las oportunidades que en él
se daban.13
tampoco dependió del control que hubiera tenido una casta de encomenderos sobre
una numerosa población indígena, tal como ocurrió en Santafé y en Tunja. Su caso
fue, apenas, el de una estrecha villa, que como el valle que la circundaba, atrajo
hicieron del comercio y del control de lejanas minas las bases de su poder.
Cuando el sitio de Aná fue erigido en villa, la población que venía ocupando el valle,
habitantes nativos, así como los mulatos y zambos que se habían establecido en el
valle debieron vivir con las normas de la sociedad española indiana sin que ello
impidiera que más allá de los límites del casco urbano las costumbres y los usos
La importancia del valle y luego de la villa, no fue explicable sólo por la feracidad de
las tierras, sino porque en cuestión de unas décadas a partir de la titulación en villa, la
minería y el comercio de una región más amplia que el valle serían dirigidos en buena
13
Un típico caso de los conflictos que se podían originar por el control de recursos entre dos
jurisdicciones diferentes fue el que se presentó en 1677 con el procurador de la ciudad de Antioquia,
Vicente Salazar Beltrán, y el de la villa de Medellín, Roque de la Torre Velasco. El primero reclamaba
la vecindad en Antioquia de varias familias que en este año ya vivían en el valle de Aburrá. Ver la
copia de la petición dirigida por Salazar Beltrán al Gobernador Miguel de Aguinaga en A.C.M. t. I, F.
168, y la réplica, en términos tan fuertes como la anterior, del procurador de la Torre Velasco en f. 174
del mismo tomo.
21
parte por la élite local. Así, los conflictos con la cabeza de la provincia fueron más
que justificados.
mejores tierras del valle, estos últimos extendieron sus actividades hacia la minería y
el comercio. Por ello hacia mediados del XVIII la élite de Medellín constituía un
Como la villa no contó con reales de minas en sus términos, sus recursos pocas veces
permitieron que se adelantaran obras suntuarias como las de las ciudades mineras, o
villa. La carencia de recursos propios del cabildo no dejaba más opción que la de
reuniones se exponían los motivos que hacían precisa la recaudación de dineros para
sufragar los costos de una obra en particular. Si los asistentes -quienes eran las
cárcel, de los camellones, de las acequias o de cualquier otra necesaria para que el
sitio pareciese mas villa que potrero. Debe recordarse que a escasos diez años del S.
22
transformarse en cultivos, en pastos o en pantanos. Como lo expresara con una
y reedificaciones..."14
por la cual se ordenaba erigir el sitio de Aná en villa, formalizó un proceso que ya
venía de tiempo atrás pues en todo el valle el vecindario sumaba más de tres mil
personas en ese año de 1675. Así, no hubo fundación en sentido estricto porque en
fundado en terrenos vírgenes, o de los que habían sido despojadas las comunidades
nativas, en el caso de Medellín la titulación se extendió sobre una villa real, con
vecinos, casas, iglesia, curas, plaza, cerdos, terneros... y no sobre una población
población pues el caserío en torno a la vieja iglesia del sitio de Aná dificultó, en un
14
A.C.M. t. 32, leg. 4, fol. 19.
23
principio, que en la nueva villa se desarrollara cabalmente la traza en damero. Como
fue notorio después, hubo una grande resistencia de los antiguos propietarios para que
la villa presentara el aspecto ordenado al que aspiraban sus primeros cabildos. Los
Autos de Gobierno que se dieron en aquellos años, aún si ellos no pasaron de ser
deseos e intenciones, sirven para ilustrar lo que debería ser una villa tal como la
pensaban sus beneméritos padres, que por cierto eran peninsulares con arraigo en la
provincia.
Aguinaga, sólo una parte de la misma residía en el Sitio de Aná, que fue el
emplazamiento de la nueva villa, pues ella se hallaba dispersa desde el valle abajo, en
los potreros de Barbosa, hasta el sur, en Güitagüí. Otros sitios en los cuales se
mulatos se concentraran en las tierras del llano de Gualteros, y tomó las medidas que
creyó necesarias para que dicho sitio se poblase con este tipo de vecinos. Pero en
1693 el gobernador don Pedro Eusebio Correa cedió ante las exigencias de los
vecinos principales para que fuera a ellos a quienes se les repartieran los solares de
ese llano. En otras palabras, pudo más la presión de estos últimos para ser
favorecidos con tierras, que sin tener buenas aguas, eran susceptibles de ser
beneficiadas con una acequia, que el interés para mantener al alcance de la mirada a
un grupo que por no estar integrado a las leyes de la república no tardaría en atraer
24
sobre sí adjetivos como el de avilantados. 15 Vanamente tratarían algunos
gobernadores de evitar lo que para ellos eran los desordenes y la vida desenfadada
que se llevaba más alla de los arrabales con Autos como el que ordenaba que todos
los moradores del valle se recogieran en sus casas a la hora de las ánimas.16
El cabildo de Medellín, como los de las otras villas y ciudades americanas, tuvo la
esencial de la cultura política en las Indias durante el gobierno de los Austrias era la
posibilidad que tenían los súbditos de resistirse a obedecer las Provisiones y Cédulas,
siempre y cuando hallaran sólidos motivos para hacerlo. La Corona había podido
cada caso.
sueltos en cuanto tocaba con las sociedades coloniales, en la práctica la Corona, bien
por la experiencia que habían dejado los conflictos con los encomenderos en el S.
XVI, bien por prudencia, o bien por la inercia burocrática, dejó abierta la posibilidad
lentos trámites, los súbditos se excusaran de cumplir órdenes superiores. Queda por
15
La expresión fue utilizada por el gobernador Pedro Eusebio Correa en un Auto de Gobierno de
1692 en el que ordenaba a mestizos, zambos y mulatos que se avecindaran en la villa. A.C.M. t. 31,
leg. 1, f. 186.
16
Esta metafísica hora era a las nueve de la noche.
25
este tema la historiografía colonial no ha avanzado lo suficiente como para tener una
Muchas circunstancias convergieron para que en las últimas décadas del S. XVII se
hubiera vuelto menos rígida la acción del gobierno peninsular en América. La crisis
económica española y la incapacidad para pagar las deudas a sus naciones vecinas
obligaron a la Corona, no sin resistencias, a acelerar las ventas de los oficios indianos.
cómo, por lo menos hasta 1750, ello se tradujo en un notable aumento del poder
político de los americanos en esos tribunales. Otros estudios señalan que la situación
también se presentó por igual en las oficinas de la Real Hacienda y en los cabildos. 17
A ello debe añadirse, en el caso del Nuevo Reino, la crisis en la producción minera y
17
Mark BURKHOLDER y D. CHANDLER, De la impotencia a la autoridad. F.C.E. México,
1984; PHELAN, John L., "El auge y la caída de los criollos en la Audiencia de Nueva Granada,
1700-1781". Boletín de Historia y Antigüedades. Vol. LIX (1972), pp. 597-618; ANDRIEN,
Kenneth J., "The sale of fiscal offices and the decline of royal authority in the viceroyalty of Perú,
1633-1700". HAHR 61 (1) 1981, pp. 2-28.
26
período de treinta años, fue un reconocimiento claro de las dificultades que tenía
antimonárquico o por expresiones de franca deslealtad al Rey, así fuese este uno con
tan poca fortuna como Carlos II, el hechizado. Y el cambio de dinastía no llevó a que
considerarse que la aplicación de estas no tuvo una correlación directa con el cambio
desfase entre el tiempo del político, del reformador y el tiempo de los hombres en
Desde hace algunos años diferentes investigaciones vienen mostrando que tras las
se afectaron en las diferentes regiones del Imperio las actitudes políticas que se
habían sedimentado por generaciones? ¿Cuán fácil era cambiarlas? ¿Por cuánto
tiempo los súbditos pretendieron seguir siendo fieles a las antiguas tradiciones? ¿En
qué formas se manifestaron los conflictos entre aquellos que apoyaban las reformas y
27
quienes las rechazaban? ¿Qué efecto tuvo el relevo generacional durante el S. XVIII
oficiales reales y todo el cuerpo de los funcionarios borbónicos, las relaciones entre
gobernantes y gobernados seguían rigiéndose por las reglas de juego propias de los
anticuadas corruptelas.
de los últimos Austrias fue que la venta de cargos en América, -en la que se creyó
encontrar un sucedáneo para compensar la caída de las rentas reales-, terminó por
restarle más fuerzas, pues las familias criollas que pudieron comprar estas dignidades
Con la ejecución de las reformas, los intersticios de poder por los que con habilidad
18
Sobre el asunto de los levantamientos populares en el s. XVIII véanse: PHELAN, John L. EL
pueblo, op cit.; O'PHELAN GODOY, Scarlett. "Rebeliones andinas anticoloniales. Nueva Granada,
Peru y Charcas entre el s. XVIII y el XIX." EN: Anuario de Estudios Americanos. Sevilla, tomo
XLIX, 1992; ANDRES-GALLEGO, José. Quince revoluciones y algunas cosas más. Madrid,
MAPFRE, 1992; TAYLOR, William B. Embriaguez, homicidio y rebelión en las poblaciones
coloniales mexicanas. México, F.C.E.,1987. pp 172-250; BRADING, David A. Orbe indiano. De la
Monarquía católica a la república criolla, 1492-1867. México, F.C.E., 1991. pp. 576-602.
19
BRADING, David J. Orbe... op. cit. pp.503-529.
28
Corona, y en la medida de lo posible desprovistos de vínculos con las élites
lugareñas, halló que se requería más que tozudez para vencer el peso de la rutina y de
algunos de los límites a las reformas cuando ellas fueron aplicadas en una localidad
tan pequeña como Medellín. Ambos expresaron en forma manifiesta las dificultades
que tuvieron para imponer su autoridad debido al extendido uso de las anticuadas
corruptelas20
rodearon fueron bien diferentes del aura de prestigio con la que Mon abandonó la
refirió a las dificultades para que sus ordenes fueran obedecidas. Escribía que,
quitasen los Zerdos, que andaban casi a manadas por las calles. Se
20
ROBLEDO, Emilio. Bosquejo Biográfico.... op. cit. t. I, pg. 182.
29
lo tercero, aún entre gentes, que no debía esperarse. Se mandaron limpiar
ello; por que los Yndividuos del Cavildo o Alcaldes necesitan los
mismos recuerdos; o sólo se unen quando por sus fines particulares les
facultades."21
medio, por la fertilidad de sus tierras o por la abundancia de diversos recursos, contra
21
SILVESTRE, Francisco. Relación ...o. cit., pp. 182- 183.
22
Véanse, por ejemplo, Las Ordenanzas de Mon para el Cabildo de Medellín, en: ROBLEDO, op.
cit. t. II, pp. 202-248.
30
Los esfuerzos de estos dos funcionarios estaban especialmente dirigidos a socavar las
comerciantes peninsulares que controló el cabildo desde 1766 y que antes de llegar
razón los gobernadores no fueron quienes debieron romper las primeras barreras para
manejo de la villa. La revisión de las actas capitulares ilustra cómo este grupo, que se
arraigo en la villa, dejó de lado la práctica política de acuerdo con la cual cualquier
imperativo dominante de las últimas décadas del s. XVII y de las primeras del XVIII.
Como se desprende de los argumentos que los procuradores de la villa usaron por
más de una centuria, la dicha paz entre los vecinos, -los beneméritos-, solía ser más
importante que el cumplimiento de las leyes. Por ello, en situaciones en las que
en faltas como introducción ilícita de mercancías para eludir los derechos de la Real
Hacienda, los procuradores dirigían sus peticiones, bien ante los gobernadores o ante
la Audiencia, con el propósito de impedir el nombramiento de jueces visitadores.
Entre las diversas razones que aducían, la de mayor peso era el peligro que correría la
ejecutaban con todo rigor. Como era claro, según la mirada de los procuradores, tales
31
ruidosos enfrentamientos entre las familias de vecinos por las recíprocas acusaciones.
búsqueda de la paz y la concordia en sus reinos y por lo tanto, sería más conveniente
Así, cuando llegaron a la provincia funcionarios que trataron de aplicar una nueva
como la de las Partidas o las Leyes de Indias resultaría ser una notoria fuente de
32
EN PRO DEL BIEN COMUN
una carta dirigida al gobernador don Francisco Carrillo de Albornoz para solicitarle
que se mantuviese firme en su decisión de hacer cumplir un Auto que declaraba que
los pastos y cañaverales de la villa eran de uso común. Días previos, otro de los
había enzarzado en un alegato con el cabildo porque Vélez pretendía rozar los
cañaverales de unas tierras que había adquirido. Como lo manifestó Guerra Peláez,
ello iría en contra del común pues era "constante, público y notorio" que la mayoría
de los vecinos requerían del uso de los montes y cañaverales del valle. Anotaba,
además, que por muchos años había sido tradición en la villa y en su jurisdicción el
uso común de estos "y sólo de muy poco tiempo a esta parte han querido introducir,
Como en el caso anterior, los cabildos y los gobernadores recibieron a lo largo del
periodo colonial peticiones elevadas por procuradores o por vecinos en las que,
dependiendo del caso, se invocaban derechos generados por las costumbres del país o
23
A.C.M. t. 36, leg, 21, f. 10.
24
JARAMILLO URIBE, Jaime y COLMENARES, Germán. "Estado, administración y vida política
en la sociedad colonial." EN: Manual de Historia de Colombia. Bogotá, Instituto Colombiano de
Cultura. 1978. Vol. 1. pg. 350-356.
33
como destino final una Audiencia, una gobernación o un cabildo en particular. El
sinnúmero de cartas con peticiones e informes que recibió el Consejo de Indias fue el
Por las características anotadas, la legislación indiana fue terreno apto para que se
funcionarios en los reinos de Indias, merecían especial tino por parte de quienes se
ser explicado por el arraigo de viejas tradiciones locales. Correspondía a cada uno de
los sectores que controlaban las diferentes poblaciones de Indias abrirse su propio
las nociones básicas del derecho para poder defender con probidad los intereses de su
localidad aunque, como en Medellín, se presentaba el caso en que el electo casi nunca
hubiese estudiado leyes. Así, en la villa sólo después de casi un siglo un doctor en
leyes fue elegido para el cargo.25 Como se desprende de las actas de los cabildos de
Quito, Lima, Caracas o Bogotá, puede afirmarse que en las Indias se creó una
profunda cultura legal que se nutría de las respuestas que se daban a los conflictos
cotidianos y que año tras año era enriquecida por los recién llegados de la península y
difundida por funcionarios que -fue el caso de los oidores- por ocupar cargos en
25
Fue el Dr. Ignacio de Uribe, elegido como procurador en 1778.
34
provincias diferentes, tuvieron una visión más amplia de las necesidades de la Corona
Si bien sólo a partir de la década de 1770 tuvieron acceso al cabildo vecinos con
estudios formales en leyes, desde muy pronto los primeros capitulares de la villa
citaban, no siempre con acierto, -así como ocurría con los vecinos que se dirigían a
sobre diversos asuntos legales no fue despreciable pues en 1685, apenas tres años
después de ser publicada la Recopilación de Leyes de Indias, esta fue citada por el
Debe tenerse en cuenta que algunas de las posiciones más firmes en favor de la villa
que terminaron por avecindarse en el valle de Aburrá y que aportaron sus habilidades
y sus conocimientos jurídicos para enfrentar, por ejemplo, las interferencias con las
que a fines del siglo XVII los vecinos de la ciudad de Antioquia expresaron su
descontento por la erección de la villa y por la pérdida de control sobre el valle y sus
ganados. Como sobra destacarlo, situaciones similares fueron frecuentes: cada nueva
4
A.C.M. t. 36, leg. 2, f.1
35
estudiado recientemente por Margarita Garrido en una innovadora investigación sobre
más valiosos de las primeras dos décadas del S. XVI para informar sobre las
nativa de las Antillas o para solicitar que la Casa de Contratación frenara el flujo de
peninsulares a las islas debido a la falta de recursos en estas, para mencionar sólo
Las villas y ciudades que los españoles fundaron en Santo Domingo y Cuba fueron
gobernadas por cabildos similares a los castellanos.29 Contaban con dos alcaldes
mayores y con un número variable de regidores, que por pertenecer al grupo de los
Procurador General, como fue denominado en las actas capitulares con el procurador
27
GARRIDO, Margarita. Reclamos y Representaciones. Variaciones sobre la política en el Nuevo
Reino de Granada, 1770-1815. Banco de la República, Bogotá, 1993.
28
Uno de los ejemplos más interesantes fue la carta dirigida al "Cesar", Carlos I, el 10 de septiembre
de 1543 por el cabildo de Guatemala para protestar por las Leyes Nuevas.
29
DE SOLANO, Francisco. (Coordinador). Estudios sobre la ciudad iberoamericana. Madrid,
C.S.I.C., 1983.
36
en las Cortes. En España el procurador de las villas y ciudades en las Cortes
señala que la Corona protegió los concejos para afirmar su poder frente a la nobleza.
población, tenían indicaciones precisas del concejo que los había elegido. Si bien la
reunión de las Cortes fue una forma práctica de representación del Reino ante el Rey,
tal institución estaba lejos de ser democrática, pues como lo destacó Antonio
Domínguez Ortiz, ellas representaban a las oligarquías urbanas que dominaban los
concejos municipales31.
posteriormente, los de los centros urbanos de Tierra Firme no tenían como función
información sobre la naturaleza del oficio del procurador. La más antigua de las
las Ciudades, Villas y Poblaciones de las Indias puedan nombrar Procuradores, que
30
DOMINGUEZ COMPAÑY, Francisco. "El Procurador del Municipio Colonial
Hispanoamericano", EN: Revista de Historia de América. México, Nums. 57-58 Enero-Diciembre,
1964, p. 164.
31
DOMINGUEZ ORTIZ, Antonio. El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias. Alianza
Editorial, Alfaguara, Madrid, 1973. p. 214.
32
DOMINGUEZ COMPAÑY, F., op. cit., p. 175; BAYLE, Constantino. S. J. Los Cabildos
seculares en la América Española. Madrid, Ed. Sapientia, 1952. pp. 225 ss.
37
asistan a sus negocios, y los defiendan en nuestro Consejo, Audiencias y Tribunales
para conseguir su derecho y justicia, y las demás pretensiones, que por bien
Una ley tan escueta y general fue aplicada de forma diversa en las Indias cuando hubo
Por ello los procuradores podían ser elegidos en cabildo abierto o únicamente por los
regidores.
Parece que el emperador sólo sancionó una costumbre que ya estaba arraigada en las
procurador de la nueva población, así como lo hacían con los otros capitulares,
procurador tal como sucedió en la fundación de Cartago. Sardella relata como Jorge
Robledo designó a las primeras justicias de la ciudad así como al Alguacil Mayor, y
33
Recopilación... Libro IV, tit. 11, ley i.
34
Colección de Documentos Inéditos del Archivo de Indias relativos al descubrimiento, conquista y
colonización de las posesiones españolas en América y Oceanía. Madrid, Imprenta de J. M. Pérez.
1864. t.26, pp. 5-7
35
Ibid. t. 2, p. 238
38
La organización del gobierno municipal en las primeras poblaciones de Indias recibió
una mayor presencia institucional en la segunda mitad del s. XVI pues los oidores de
las diferentes Audiencias formaron ordenanzas en las que con claridad se asignaban
de Santo Domingo, don Alonso de Cáceres, entregó las ordenanzas por las que se
debía regir el cabildo de la Habana. En ellas el oficio del procurador era descrito con
siguiente:
20. "Porque mejor se trate, vea y provea lo que toque al bien público,
que haya un procurador de esta villa, el cual elijan los vecinos de ella
que el tal procurador se pueda reelegir una y muchas veces por el tiempo
que a los vecinos que lo eligieren les pareciere; el cual haya de asistir y
asista a cabildo y regimiento de esta villa, para ver que en los cabildos
ni contra persona alguna particular, sino sólo que tocare a esta villa y al
39
cosa grave o de importancia, la trate y comunique con los vecinos de esta
Cada primero de enero los cabildos de las Indias se reunían para elegir dos alcaldes
algunas restricciones para que una persona no ocupara por varios períodos
consecutivos el mismo cargo o para que parientes cercanos no se eligiesen entre sí 37.
En los cabildos tenían voz y voto los alcaldes ordinarios y los regidores. En la
práctica un regidor podía ser electo para cualquiera de los cargos cadañales y la
compra de los regimientos era uno de los caminos más rápidos y seguros para que un
procurador tenía voz sin voto pues sus peticiones eran puestas a consideración de los
otros capitulares, quienes decidían si las acogían o no. El procedimiento usual era
este: reunido el cabildo, el procurador leía un escrito en el que exponía sus peticiones
presteza en los cabildos sólo obedecía a situaciones cuya importancia era obvia aún
36
ALTAMIRA Y CREVEA, Rafael. et. al. Contribuciones a la Historia Municipal de América.
Instituto Panamericano de Geografía e Historia. México, 1951, p. 82.
37
Las funciones de los cabildos coloniales han sido descritas por numerosos autores. Una síntesis
reciente se encuentra en el trabajo de Pablo Rodríguez, Cabido y vida urbana... op. cit. Uno de los
textos más completos por la información sobre las variaciones locales de esta institución sigue siendo
de Constantino Bayle, Los Cabildos Seculares..., op. cit.
40
Una vez que el procurador y los otros capitulares tomaban posesión de sus oficios, el
cabildo se reunía cuando las necesidades lo requerían, pero, como fue patente en el
caso de Medellín, no había una fecha fija para estas reuniones y únicamente en agosto
de 1770 el propio cabildo acordó que los días quince de cada mes se hiciese reunión a
la que deberían asistir todos los capitulares. En este caso el mismo cabildo, sin
fecha la villa, notoriamente rural aun, estaba viviendo los efectos del reformismo
borbónico38.
reinos de Indias la Corona promulgó una abundante legislación que finalmente fue
reunida tras largas décadas en la Recopilación de Leyes de Indias. Como las leyes de
Indias dejaban sin tocar amplios aspectos de tipo civil y penal, los vecinos y los
funcionarios reales continuaron guiándose por las leyes castellanas en aquellos casos
en los que se había legislado explícitamente para las Indias. Por ello las Siete
Partidas fueron utilizadas con regularidad en Audiencias y cabildos. Ahora bien, uno
de los aspectos más llamativos de las Partidas, que como bien se sabe fueron
ellas había acerca del poder de la costumbre como fuente de derecho. Los cabildos
de Indias, así como diferentes sectores sociales del mundo indiano, utilizaron con
del S. XVI condujo a que las prácticas seguidas por los cabildos recién constituidos se
38
A.C.M. t. 16, leg. 2, f. 22
41
pudieran invocar al cabo de pocos años como costumbres que generaban derechos en
ni lego. E tal pueblo como este, ó la mayor partida del, si usaren diez o
este tiempo mismo fueren dados concejeramente dos juicios por ella de
era costumbre que debiese valer, é el juzgador ante quien acaesciese tal
contienda, oidas las razones de ambas las partes, juzgase, que era
poner, e usar de ella, debe ser con derecha razón, é non contra la ley de
de toda la tierra del logar do se face, é debenla poner con gran consejo, é
non por yerro, ni por antojo, ni por ninguna otra cosa que les mueva, sino
39
Siete Partidas del sabio Rey Don Alonso el IX. Madrid, 1829. 1,2,5.
42
En América, como en Castilla, fue una práctica corriente que los vecinos o las
desarrolladas por un período mayor de veinte años, siempre y cuando ellas no fueran
de los indianos a cumplir las leyes encontraba en ellas mismas su fundamento. Por
ello los procuradores recurrieron con frecuencia a las Partidas para proteger los usos y
Pero el grado de sometimiento a las leyes dependía de la forma en que cada cabildo
Medellín en torno a unos cuantos asuntos claves de la villa, contribuyó para que los
prácticas que iban contra las leyes. Que el cabildo pudiera exhibir al cabo de 100
años de erigida la Medellín poco más que algunas calles empedradas, una iglesia
carnicería de mentirillas, y una acequia que corría "de milagro", era consecuencia, en
parte, de la poca firmeza con la que sus miembros habían obrado para incrementar los
certeza de que la justicia de la villa era poco eficaz. Como lo expresó en 1716 el
hurto de ganado y el poco respeto a la justicia por parte de los ladrones, quienes los
43
"roban y matan dentro de los mismos corrales, sin que esto tenga
remedio, pues como jente ruin y sin qué perder cada que los cojen y son
nadie, de que sólo pudieran tener temor, pues faltándoles este, si los
azotan por una al mes an hurtado diez, y si los destierran por el mismo
El papel cumplido por los procuradores de Medellín durante los siglos XVII y XVIII
primeros años de existencia de la villa era urgente hacer frente a los ataques
y mulatos. Al interés por estas actividades, que no desapareció con el correr de los
años, se añadieron nuevas inquietudes, como las relacionadas con los efectos
principales familias para dominar el cabildo, el peligro que corría el vecindario por la
precios el maíz.
El rango de aspectos que era susceptible de ser considerado por los procuradores no
tenía límites. Dependía pues de la perspicacia de cada uno los asuntos que eran
40
A.C.M. t. 4, f. 211.
44
presentados al cabildo, y el grado de preparación o de experiencia en el gobierno
conocer bien la legislación indiana; en ocasiones ni siquiera parecía ser preciso. Era
más importante estar advertido de la historia menuda de la villa y de sus vecinos para
poder defender con fortuna aún aquellas prácticas que contradecían las normas
legales. Una petición que presentó el siete de marzo de 1680 don Cristóbal de Toro
Zapata es un ejemplo de la situación anterior. Tras recordar que los vecinos podían
matar reses en sus propias haciendas sin tener que llevarlas a la carnicería, con tal de
dar aviso al cabildo, pidió que durante la cuaresma también se permitiera dicha
sólo de maíz durante los días previos a la Semana Santa. El bien común dependía de
tal posibilidad porque toda la población necesitaba la carne para sus sustento, pues, -
escribía-,
"aún para poderlo conceguir les cuesta a los señores alcaldes hordinarios
que tiene esta tierra y no aver otros sino mui pocos i mui escasos por la
falta que ai de indios que son los que hasen las tierras abundantes y oi de
presente sobre esta falta estár padeciendo como al presente se padece con
poco pescado que tiene esta tierra, y el que le entra de acarreto es tan
45
mil y ese con precio tan exhorvitante que no pueden gozar de el más que
villa comer carne tres días a la semana durante la cuaresma. En este caso no debe
perderse de vista que al solicitar que los vecinos pudieran sacrificar las reses en sus
estancias, el procurador evitaba molestias a los dueños de hatos que así no tendrían
que pagar al cabildo los dos tomines por cada res. Esta fue una de las razones por las
por ello como inmemorables eran defendidas con ahínco porque ademas de constituir
elementos de identificación del país, -la patria, dirían los borbones-, habían
no conocía la moneda acuñada pues el comercio se realizaba con oro en polvo, que
nunca se había pedido limpio. 42 Por ello, en 1696 el procurador don Pedro del Mazo
protestó porque algunos tratantes y pulperos sólo querían recibir oro limpio y
soplado. Del Mazo pidió al cabildo que rechazara la novedad porque el uso del oro
corriente era "costumbre inmemorable" en la villa 43. En este, como en otros casos los
46
A veces, costumbres y prácticas que existieron desde la desde la fundación de la villa
sólo fueron consideradas como inconvenientes por sus procuradores después de 1760.
camino de las novedades que llegaron durante el reinado de Carlos III. En tanto que
por los años de la fundación las exigencias que imponía atender al bien común
incumplimiento de las leyes, un siglo después la retórica oficial mostraba más interés
quienes se había permitido vivir en medio del ocio eran compelidos al trabajo para ser
útiles al Estado.44
De forma lenta, tradiciones que el mismo cabildo había justificado como necesarias
para acudir al sustento del común, dejaron de serlo y pasaron a ser objeto de
recriminación por los gobernadores y por los capitulares en el último tercio del s.
vergonzantes, se les hiciera aprender algún oficio para evitar los escándalos y los
pecados públicos que podían cometer45. Un siglo después sus sucesores en el oficio
continuaban pidiendo que se controlara a este tipo de sujetos pero más por su
44
Sobre el ideal de la felicidad en la Ilustración, ver: HAZARD, Paul. El Pensamiento Europeo en
el s. XVIII. Madrid, Alianza Editorial, 1985. pp.23-33; HAZARD, Paul. La crisis de la conciencia
europea. Madrid, Alianza, 1988. pp. 239-278; VERICAT, José. "A la búsqueda de la felicidad
perdida. La Expedición Malaspina o la interrogación sociológica del Imperio." EN: Revista de Indias,
Madrid, vol. XLVII, núm. 180, 1987.
45
A.C.M. t. 2, leg. 1, f. 8
47
inutilidad al Estado que por sus pecados. Esta visión dieciochesca, en la que las
dehesas de pastoreo se partían en lotes y solares más pequeños que eran convertidos
por sus nuevos dueños en tierras para el cultivo. Estos solares agrícolas comenzaron a
ser cercados para defenderlos de las reses que pastaban libremente. La multiplicación
de los solares con sus cercas terminó por ahogar los antiguos caminos que siempre
usaron los vecinos para ir al valle abajo o al valle arriba. Por esa razón, desde la
segunda década del siglo los procuradores pedían con insistencia la asignación de
Caminos Reales. Los miembros del cabildo recorrían a caballo los caminos del valle
para identificar los lugares que habían sido tapado con cultivos. La conversión de
procuradores porque tras reconocer que eran tantos los cultivos que no se podía
procurador don Francisco Vasco Alvarado en 1727.47 Al parecer, tal clamor estaba
46
LANGUE, Fredériqué. "Desterrar el vicio y serenar las conciencias: Mendicidad y pobreza en la
Caracas del s. XVIII." EN: Revista de Indias, Madrid, vol. XIV, núm. 201, 1994; JURADO,
JURADO, Juan Carlos. Vagos, Pobres y Mendigos: Control Social en Antioquia, 1750-1850.
Trabajo de grado. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 1992; DOMINGUEZ ORTIZ,
Antonio. Sociedad y Estado...op. cit. pp. 321-344; SARRAILH, Jean. La España Ilustrada de la
segunda mitad del s. XVIII. México, F.C.E., 1981. pp. 506-543.
47
A.C.M. t. 6, lib. 2, leg. 2, f. 110.
48
asociado a la disminución del abasto de carne en la villa, que era consecuencia lógica
del cambio en el uso de las tierras y de la muerte de las reses al no poder pasar a los
salados pues los terrenos que los rodeaban habían sido cercados o arados.48
como se sabe, fue uno de los aspectos en los que coincidieron Silvestre y Mon, pues
para ellos la religiosidad de los de la villa era muy gentil. Así en 1745 el procurador
concurren a oír misa, llegando hasta las puertas y alares de la iglesia a caballo, y hallí
dejan las cabalgaduras, en donde unas con otras hacen estrépitos, que perturban la
quien se había visto en riesgo de caer a los baches cuando llevaba el santísimo a
funcionarios como los gobernadores, uno de cuyos casos más ruidosos fue el que
48
Ibid. t. 6, lib. 2, leg. 2, f. 144.
49
Ibid. t. 9, leg. 1, f. 230
50
Sobre las condiciones de higiene en el período colonial ver: BRADING, David A. "La ciudad en
la América borbónica: élite y masas." EN: Ensayos histórico-sociales sobre la urbanización en
América Latina. Jorge HARDOY, Richard Morse, et. al. Buenos Aires, SIAP, 1968; CLEMENT,
Jean-Pierre. "El nacimiento de la higiene urbana en la América Española del s. XVIII." EN: Revista
de Indias, vol. XLIII, núm. 171, enero-junio 1993; ARCHILA, Ricardo. "La medicina y la higiene en
la ciudad." EN: DE SOLANO, Francisco. (coordinador) Estudios sobre...op. cit. pp. 655-685.
49
prisión y cepos por el gobernador don Cayetano Buelta Lorenzana; el segundo
problema era el del abuso en los precios de los granos porque con ello se tiranizaba
como la viruela o la lepra, conocida en aquella época como el Mal de San Lázaro.
señalar su presencia en la villa. Lo poco que podía hacerse era determinar si las
aislarlas, aunque la villa no tenía medios para ello. En una de las reuniones de abril de
ese año el cabildo fue informado que en la casa de don Juan Antonio de Bustamante
había algunos tocados por "el mal de San Lázaro, y que don Xavier de Bustamante lo
está también." Por ello se acordó notificar a los lisiados de la enfermedad para que no
fueran a la casa de ningún vecino.51 Un año después el cabildo recibió una extraña
petición de los vecinos del sitio del Hato Viejo porque no querían que don Juan
las Rosas. Argumentaban que sólo quería hacerlo para poder enterrar allí a sus
de Metauten, señaló que "a mi noticia ha llegado, el que en ella ay varias personas
que adolecen del contagioso achaque que llaman de Lázaro, y para que estas se
mantengan se hace preciso el comercio con las gentes, del cual puede resultar
53
gravísimo e yncurable daño." Parece que vecinos que vivían de la venta de
51
A.C.M. t. 9, f. 142.
52
Ibid. t. 10, leg. 2, f. 55.
53
Ibid. t. 22, leg. 16, f. 12.
50
golosinas elaboradas en sus hogares habían contraido la enfermedad, lo que produjo
hospicio para los lazarinos, ello no se llevó a cabo por la falta de fondos del cabildo.
médico que había en la villa era un francés, don Pedro Euse, al que el cabildo había
concedido licencia para ejercer su oficio desde 1751, por sus "exitosas curaciones", y
quien era precisamente el dueño de la esclavilla sobre la que más prevención tenía el
vecindario. No era la única, pues según el cabildo, los enfermos se hallaban en "todo
frente a ella quedaron registrados en una de las cartas del procurador Gómez, cuando
escribió que
"una negrilla, que tiene con su servicio D. Pedro Euse, medico francés,
51
negar que es aún mas pernizioza que los otros, pues concurriendo como
contagiar a barios..."54
Como aún el mismo médico podía perder la vida pedía que la negrilla fuera retirada
de la villa. Sin embargo, Euse determinó que ella no tenía lepra sino "fiebres
escorbúticas."
repertorio de términos y conceptos usados por los capitulares al defender los intereses
del vecindario. Uno de estos casos fue el del tesorero don Matheo Alvarez del Pino,
quien tras haber sido alcalde de segundo voto en 1745 y de primer voto en 1751 y
1759, ocupó la procuraduría en 1761. En ese año el juez subdelegado de tierras, don
Enrique Velásquez de Obando, había dado un auto para que los vecinos interesados
juez de tierras que ampliara el plazo fijado para presentar los títulos. No era un
secreto que por los rápidos procesos de subdivisión de las antiguos hatos en lotes y
en pequeños solares, -especialmente los de la Otra Banda del río-, ocurridos desde la
54
Ibid. t. 12, leg. 1, f. 59.
52
"todas las tierras de este valle se poseen por sus vecinos en virtud de
porque en virtud de lo por Vmd. mandado cada uno debía presentar razón
Ahora bien, la idea del bienestar para el vecindario, como uno de los fines del
cabildo, fue usada por primera vez en la villa, -al menos en forma escrita-, por
Alvarez del Pino. En adelante el término se utilizaría asociado a la idea del buen
gobierno. Así, en 1775 el cabildo debía cumplir ordenes precisas del virrey para que
a los europeos se les diera cabida en dicha corporación, pues en los años previos los
españoles sólo eran elegidos para la alcaldía de segundo voto. Los capitulares
depositaron en forma unánime los votos por el Alférez Real, que era el comerciante y
minero peninsular don Antonio Quintana, para la alcaldía de primer voto, no sin
dejar constancia en el acta de elecciones que lo hacían porque "han conseptuado que
55
Ibid. t. 15, leg. 9, f. 4.
53
ningún otro europeo haya a la sasón y mas condigno y combeniente al bienestar de
Una de las particularidades que más empeño pusieron los gobernantes borbónicos en
prácticas con las que el vecindario pretendía obtener derechos que nunca habían
existido, en un juego en el que el mismo cabildo parecía dar por sentado que sí habían
existido; como era el caso de los sujetos que sin serlo se identificaban como pobres
de toda solemnidad para poder continuar criando cerdos en las calles de la villa sin
ser molestados por el cabildo. En tal situación el cabildo terminaba por permitir la
cría aunque eventualmente recordaba que los animales no podían permanecer allí. El
hacía la complicidad que por décadas tuvo el cabildo en el desorden de la villa. Para
ellos, una amplia gama de actitudes era el testimonio de una forma de gobierno propia
orden.
península el cuerpo de políticos que rodeaba a Carlos III. Dispuestos a creer que era
posible cambiar las costumbres del pueblo, desterrar las preocupaciones, acabar con
las supersticiones e inculcar nuevas actitudes acerca del trabajo, sus propósitos
llegaron a ser interpretados, en algunos casos, como una traición de los fines
tradicionales de la Corona.57
56
Ibid. t. 21, lib. 2, leg. 1, f. 2.
57
BRADING, David. " La España de los Borbones y su Imperio Americano." en: Historia de
América Latina. Leslie Bethell, ed. t. 2, pp. 85-126. Ed. Crítica, Barcelona, 1990.
54
Las autoridades locales en América, propensas a incorporar en su discurso los
entendieron, también, que las reformas podían resultar perjudiciales, pues medidas
como las del estanco del tabaco o del aguardiente dejaban en el desamparo a
que podían originar. Aquellos que no desaprobaban por completo los cambios y que
que las medidas propuestas para la villa por los particulares o por estamentos
de oro. Las condiciones para poder sostener este precio eran numerosas: pondría
en Copacabana. La carne se daría en venta los martes, jueves y sábados. Ninguna otra
persona podría matar reses, excepto los dueños de los hatos, una vez obtenida la
licencia de Delgado y sólo lo harían para surtir sus casas, sin derecho a poder vender
al público. Las menudencias de las reses sacrificadas en los hatos, así como los
58
SARRAILH, Jean. La España Ilustrada ...op. cit. pp.37-54.
59
Sobre la importancia del abasto de carne en las poblaciones coloniales ver: MARTINEZ DE
SANCHEZ, Ana María. "Infraestructura del abasto de carne a la ciudad de Córdoba: los corrales
(1783-1810). EN: Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, L-2, 1993. RODRIGUEZ JIMENEZ,
Pablo. Cabildo y vida...op. cit. pp. 72-80.
55
cueros y el sebo en rama o en velas deberían darse a Delgado para la venta en sus
provedurías. Si alguien era encontrado vendiendo carne o los despojos del ganado
tendría que pagar dieciséis castellanos, y en caso de negarse a ello Delgado lo podría
llevar a la cárcel de la villa para forzar el pago. La contrata de su abasto sería por dos
años y con claridad señalaba que cada arroba sería de veinticinco libras pues en el
La carta en la que Delgado presentaba su oferta al cabildo fue dada al procurador don
Felix Gayón y Molina para que examinara si ella era conveniente a los intereses de la
carne prometida por Delgado y en el otro las exigencias que hacía. Si sólo se vendiera
carne en los cinco sitios señalados por Delgado el vecindario que viviera en "la
abastecedor podría tener libertad para comprar carne de toros o de reses apestadas y
tampoco olvidaba el perjuicio que Delgado ocasionaría a los mineros pues las reses
no podrían enviarse a los sitios productores de minerales. Por último, don Felix
bieja hinhutil ase de ella cuatro velas que se venden por dos tomines...
56
y de una libra de cebo ce ase lo menos cuatro libras de jabón a beneficio
le sige al público."
60
A.C.M. t. 35, leg. 9.
57
SERVIR SIN DESOLAR
Los años finales de la dinastía Habsburgo no fueron los más afortunados para la
escasez de moneda circulante y por la incesante caída de los precios de los productos
las enormes deudas del Estado, habían sido algunas de las circunstancias que
muerte del monarca el primero de noviembre de 1700, sólo un mes después de haber
originó la guerra pues las otras monarquías no estaban dispuestas a aceptar el poder
que con tal nombramiento recibiría el Rey Sol. La Guerra de Sucesión sería el
epítome de una larga crisis, y su resultado final, el acceso de los Borbones al trono
El manejo de las rentas del Estado no podía ser peor. Acerca de la ineficiencia estatal
Antonio Domínguez Ortiz presenta los siguientes datos:
58
doce millones, los ingresos netos ascendían a una cantidad negativa.
período más severo fue ubicado por Domínguez Ortiz entre 1680 y 1685, produjo
Domínguez,
61
DOMINGUEZ ORTIZ, Antonio. Sociedad y Estado Español en el siglo XVIII español. Ed. Ariel,
Barcelona, 1990. pp. 14-15.
62
Sobre los temores de la sociedad española en el s. XVII ver: ELLIOTT, J.H. "Introspección
colectiva y decadencia en España a principios del siglo XVII." EN: ELLIOTT, J.H. (ed.). Poder y
sociedad en la España de los Austrias. Barcelona, Critica, 1982. pp. 198-223; MARAVALL, José
Antonio. La Cultura del Barroco. Barcelona, Ariel, 1990.
59
tradición y la autoridad. La religiosidad, sincera y profunda, estaba
extranjero."63
Así, la época en la que se erigió Medellín como villa no fue de gloria para el Imperio
crisis. Aunque las flotas con las remesas de metales preciosos cada vez se tardaban
más para ir de América a España, las cantidades de estas no permiten deducir que
hubo una crisis como la que sufrió la metrópoli. 64 Si en la península los arbitristas
suponían que faltaba poco para que la nave del Estado se hundiera, en América, sin
mineros.
apego a las tradiciones, los brotes de inseguridad al menor revés de la fortuna, el afán
por acallar los rumores y las murmuraciones, la recurrencia a explicar la suerte de los
hombres por los designios divinos se hallaban presentes en los vecinos criollos y
Medellín en sus primeros decenios fue afectada por una paradoja inevitable. Todo el
63
DOMINGUEZ ORTIZ, Antonio. Sociedad y Estado... op. cit. p. 20.
64
DOMINGUEZ ORTIZ, Antonio. El Antiguo Régimen...op. cit., pp. 436-440.
60
ambiente cultural en el que se habían formado los vecinos españoles de ella estaba
la crisis o recuperar el favor celestial. El ideal político difundido por los funcionarios
alcanzar tal ideal en una población de reciente creación: sin tradiciones establecidas;
sin medios para hacer cumplir las leyes; sin una casta todopoderosa de encomenderos
fuertes conflictos entre las pocas familias que podían aspirar a llevar a sus miembros
mismos como españoles ni como indios, y que asentada en los arrabales podía vivir
con desprecio de las leyes; en fin, con todos los ingredientes propios de un vecindario
que miraba más hacia el futuro que hacia el pasado, en la nueva villa eran muy pocos
los elementos que obraban en favor de los ideales que proponía la Corona.
Precisamente la falta de medios que tenía el cabildo para obligar a cumplir las leyes,
que mientras menos se molestara a los moradores de la villa con prohibiciones más
expliquen por qué con el paso de los años lo tradicional fue que el común no
obedeciera las leyes y que las autoridades locales disimularan la obligación de
Este capítulo trata sobre la forma en que la política local resultó afectada por los
conflictos entre dos grupos familiares. Por ello el propósito formal de buscar la
61
quietud de la villa fue de difícil logro. Además el importante papel que desempeñaba
el valle de Aburrá en las décadas finales del s. XVII para la economía de toda la
provincia, hacía de este un sitio poco propicio para aplicar los ideales propuestos por
una monarquía que se veía a sí misma arrostrando los momentos más calamitosos en
la historia de la Corona.
La creación de la villa fue sentida como un golpe del que difícilmente se podría
desviación del comercio, así como de las contribuciones que estaban obligados a
pagar los vecinos del valle de Aburrá para las obras públicas que se ejecutaran en la
de la villa a contribuir para las obras de la casa de cabildo de Antioquia con el pago
65
de dos tomines por cada carga de mercancía que llevaran al valle.
fue que al bajar la producción de oro en Cáceres y Zaragoza el valle de Aburrá acogió
a los mazamorreros que buscaban nuevos placeres. Por su ubicación, ceñido al norte y
al oriente por los valles templados de Rionegro y de los Osos, los mineros de la
hacia dichos lugares. Desde mediados del s. XVII comenzaron a ser denunciadas
65
A.C.M. Ibid. t. 1, f. 144.
62
minas en ambos valles. Las estancias ganaderas y los cultivos en el valle de Aburrá
Rionegro y en los Osos. Por esa razón el cabildo de Antioquia, al ver que perdía
procurador de aquella ciudad, don Vicente Salazar Beltrán, escribió a Aguinaga para
protestar porque don Matheo Alvarez del Pino, que siempre había sido reconocido
afirmaba Salazar Beltrán que fue fundada con las "personas españoles, mestizos,
entender que la vecindad se debería extender sólo a las personas que vivían en la
produjo la
que tienen en dicho valle se saque ganado alguno y faltar todo recurso de
66
Ibid. t. 1, f. 168-170.
63
El comentario del procurador de Antioquia podía parecer cargado de insidia a los
vecinos de la nueva villa pero describía con justicia la condición de una parte de la
población que alternaba el cultivo de pequeños solares en el fértil valle de Aburrá con
Velasco. En defensa de la calidad de los vecinos de Medellín señalaba que eran gente
no negaba que todos los de Medellín fueran descendientes de los de la vieja capital,
"que también somos todos los del mundo de nuestro padre Adán y no podemos vivir
en el parayso como no pueden vivir los de esta villa, y dicha ciudad en ella por las
apoderado en la ciudad de Antioquia "por ser todos los vecinos de ella opuestos a la
El manejo que el cabildo de Medellín dio al asunto, así como a otros conflictos en los
años posteriores ilustra bien el alcance real de una fórmula aparentemente tan retórica
imperativo político que distinguía el período Habsburgo. Los cabildos de cada villa o
ciudad tenían que velar, ante todo, por el adecuado cumplimiento del Real Servicio, y
la prueba más visible y tangible del servicio a la Corona era la entrega oportuna y
completa de los recursos que ella demandaba de los súbditos. Presupuesto básico del
67
Ibid. t. 1, fols. 174-177.
64
cumplimiento del servicio era, además, el crecimiento de la población, del comercio,
de cada villa y ciudad. Pero, como lo señalaban con insistencia los procuradores, las
cargas que soportaba la villa, como el pago del Indulto, o como la contribución del
la decadencia de una población que por estar recién creada tenía múltiples
necesidades y gastos. Ello haría que la gente la despoblara y que la villa misma se
Tal vez fue el procurador de 1679, don Antonio de Zamarra, quien expuso de la
manera más nítida la imposibilidad de servir sin desolar. En ese año don Fernando
de Prado y Plaza, fue comisionado por la Audiencia para averiguar sobre los fraudes
Sobre el efecto de las visitas continuaba afirmando que los jueces asalariados
65
"lo primero que solicitan es cobrar sus salarios, quedando siempre los
débitos en pie, y como los dichos salarios que se les nombra para estas
tierras de oro son tan esorbitantes, no puede menos que quedar los
arriva referidas..." 68
y estos por esta causa y las muchas cargas de sustentar vecindad y forma
las dichas minas que no de conbeniencia y tanto que es sin duda que si
68
Ibid t. 26. leg. 26, fols. 16-18.
66
allaran quien les comprara los negros que tienen, los vendieran y dejaran
tiempos pasados bajaban treinta o cuarenta y los que bajan aora siendo
comercio."69
incapacidad de la Corona para garantizar la seguridad del comercio con las Indias.
Para paliar tal dificultad se creó el Indulto para los gastos de la Armada de Barlovento
por medio de la Real Cédula del 22 de agosto de 1673. Con las sumas que la Corona
esperaba recaudar entre el comercio de las Indias se pagarían los costos de la Armada
destinada a darle seguridad en la cuenca del Caribe a la Flota que anualmente debería
patacones que tendrían que entregar los comerciantes del Nuevo Reino. A su vez los
ciudades y villas que los formaban. La Corona esperaba que al arribar cada año la
Pero tal regularidad en el arribo de la Flota no se dio. Localmente, los alcaldes, los
regidores y los procuradores estaban obligados al cobro para enviarlo a la Caja Real
69
Id.
67
de Santafé. Ellos tenían que cobrar entre los comerciantes el Indulto conforme al
cargado con 3000 de los 20000 que pagaría el Nuevo Reino. Cuando el cabildo de la
ciudad de Antioquia se enteró de ello otorgó poder a don Vicente Salazar Beltrán para
podría soportar una carga tan elevada. Pese a que el fiscal de la Audiencia, don
Fernando de Prado y Plaza, solicitó que negara la petición de los de Antioquia, ésta
determinó, el mes de julio de 1677, reducir la suma a 1.000 pesos de oro de a veinte
quilates, que eran equivalentes a 2.000 patacones. Una segunda solicitud de Salazar,
pidiendo una mayor disminución, no corrió la misma suerte y así la provincia quedó
obligada al pago de los 1.000 pesos por cada Armada que llegase a Cartagena. 70
Al año siguiente, cuando se realizó el reparto del Indulto entre toda la provincia, el
una contribución de 650 pesos, bajo el argumento de que en ella estaba "el mas del
tomó tan importante decisión para la villa, aceptó tal reparto, el procurador de
Antioquia señaló que a su ciudad le quedaría muy difícil pagar 250 pesos del reparto.
El resto del mismo fue dividido entre las decadentes Cáceres y Zaragoza. 71
70
Ibid t.36, leg. 37, f. 91.
71
Ibid t.36, leg. 37, f. 28 y t. 1, f. 188.
68
Durante los seis años siguientes el cobro de los 650 pesos entre el comercio de la villa
dio origen a un largo pleito entre el cabildo y los comerciantes forasteros. Cuando el
importancia de esta actividad en el área del valle de Aburrá-, aunque también era una
comerciantes.
que le pidiera al gobernador Aguinaga una rebaja en dicho monto. Correal señalaba
su desconcierto porque la villa entregaría en ese año 650 pesos cuando en el año 1677
pesos. Así la villa pagaría en total 1.100 pesos, lo que era en opinión de Correal un
violento agravio. Además explicaba que los comerciantes que llegaban a Medellín ya
en cal y canto, y teja, estaba costando a los vecinos principales más de 8.000 pesos, -
aunque años después se calcularía este costo en 15.000 pesos-; las calles tendrían que
ser empedradas; la villa requería de una casa para carnicería; se tenían que pagar las
tierras de la planta y los ejidos; los vecinos estaban construyendo sus propias casas y
el comercio de la villa estaba endeudado en más de cien mil pesos de oro. Finalmente,
apuntaba que la villa podría acabarse pues su único soporte era el comercio ya que ni
minas tenía. 72
72
Ibid. t. 1, f. 195.
69
En los años siguientes otros procuradores utilizarían argumentos similares pero ello
comerciantes de Medellín, pues al repartir entre el comercio los 650 pesos obligó a
pagar las sumas más importantes a los comerciantes forasteros. Uno de ellos, el
peninsular don Diego de Caldas Barbosa, presentó en marzo de 1680 una petición a la
Real Audiencia para que el repartimiento del Indulto fuera hecho entre dos diputados
Barbosa, el comerciante más afectado con el primer reparto hecho por el cabildo al
tener que pagar 100 pesos, en tanto que los otros 41 comerciantes incluidos en este
habían sido gravados con un promedio de 16 pesos, exponía que quienes hacían el
agravio por la forma injusta del reparto, Barbosa y otros siete comerciantes
forasteros escribieron al propio cabildo en mayo de ese año para que éste esperara el
arribo de otros comerciantes que llegarían con mercancías desde Cartagena, Quito y
Santafé antes de hacer el nuevo reparto. Unos días después el procurador opinó que
esta petición no debía ser tenida en cuenta por el cabildo porque de hacerlo no habría
tiempo para enviar el oro a Cartagena y volvió a insistir en que sólo el cabildo tenía
asignación del Indulto, pues desde octubre de 1680 el fiscal de la Audiencia, don
73
Ibid. t. 36, leg. 37, f. 2.
74
Ibid, t. 36, leg. 37, f. 52-54.
70
Fernando de Prado y Plaza había conceptuado que la petición de Caldas Barbosa era
justa, aunque dicho parecer no fue tenido en cuenta por el cabildo de Medellín.
Finalmente por una Real Provisión de 1684 los comerciantes foráneos adquirieron el
para negar cualquier derecho a los foráneos porque desplazó hábilmente la discusión
los comerciantes foráneos sólo estaban interesados en dilatar el pago y que las
razones que daban para pedir una distribución más equitativa eran contrarias a la
rescatantes que frecuentaban la villa y que Caldas Barbosa había entrado en ésta
veinte negros "de mala entrada". En su opinión la altivez de los forasteros nacía de
la forma tan espléndida en que eran atendidos y preferidos en los actos públicos;
agregó que ellos no daban limosna voluntariamente y que desde hacía cuatro años no
habían querido sacar el estandarte del Jueves Santo, habiendo sido Diego de Caldas el
con la falta de celo católico. En su carta pidió al cabildo que fuesen los forasteros
quienes pagasen todo el Indulto pues ellos eran los que gozaban del fruto de la tierra
sin permitir que los propios vecinos pudieran vender sus mercaderías, circunstancia
los forasteros
75
Ibid, t. 36, leg. 37, fols. 113-117.
71
"redundará en servicio de Dios y de su Magestad, que le guarde, porque
negros abra aumento en las cosas del culto divino y en el interés Real".76
asunto sobre el pago del Indulto había pasado a manos del gobernador don Diego
valle de Aburrá. Al abogar por los intereses de Medellín, Guzmán señaló que aunque
el reparto no afectó a los forasteros sí debió haber sido así porque en los años
República mientras que los vecinos financiaban festividades, cofradías, el cura para la
doctrina de los esclavos, salarios de jueces de residencia, así como las obras de
El conflicto entre el cabildo y los comerciantes foráneos fue una de las primeras
pruebas que soportaron los capitulares de la nueva villa en cuanto a su capacidad para
obstante, hubo una práctica a la que el cabildo recurrió con más frecuencia: dilatar el
76
Ibid t. 36, leg. 37, f. 13. El subrayado es del procurador.
77
Ibid. t. 36, leg. 37, fols. 64, 75, 76.
72
la fragilidad de la existencia de la villa. Fue común presentar a Medellín como una
mineras. Igualmente las dificultades que sus vecinos oponían a los comerciantes que
sólo en forma ocasional residían en ella pudo haber forzado a algunos de estos a
cabildo.
Los mismos comerciantes foráneos terminarían por ocupar cargos en el cabildo como
fue el caso de don Juan Antonio de Puerta Palacio, que si en 1680 había firmado
Fernando Murillo para solicitar un reparto más justo del Indulto, en 1691 fue
nombrado diputado para el cobro del mismo, al tiempo que era reconocido como
vecino principal de la villa. Diez años después resultó electo como procurador de la
misma. 78
El reparto del Indulto representó para los primeros capitulares la ocasión para definir
defender los intereses del comercio local, a cuya suerte se ligaba la existencia de la
villa. Aparentar o exagerar pobrezas, un recurso usado por los vecinos en forma
individual para lograr beneficios, fue una práctica a la que también acudió el cabildo
para protegerse del costo que debía pagar por la imagen de prosperidad que parecía
78
Ibid. t. 31, leg. 1, f. 169.
73
La prioridad de los primeros capitulares fue mantener la conservación de la villa y
quietud. Por doquier, los documentos del siglo XVII hacen referencia a estos
población. Por supuesto, estos deseos de la Corona pocas veces podían convertirse en
prevalecientes de las sociedades coloniales. Mas bien el tipo de términos con los que
se quería describir el estado ideal de las repúblicas ha contribuido a fijar una visión
en parte como producto de los trabajos sobre producción minera. Pero si bien las
cifras oficiales registran una reducción importante en los grandes centros argentíferos
de ser enviadas a la península porque eran utilizadas para comprar géneros elaborados
en las mismas Indias. En otros términos, mirada desde los archivos españoles, la
74
América del S. XVII si fue una América en crisis; pero por el contrario, el incremento
de los intercambios regionales, -por ejemplo entre Quito y las ciudades del Nuevo
Reino-, sobre los que la Corona tuvo menos control, o del contrabando, indican que
en modo alguno este fue un siglo de estancamiento. Mas bien, hubo cambios
proceso propio del S. XVII. Las limitaciones de las técnicas extractivas en las
valle de Aburrá atrajo pobladores y a su vez debió abastecer de alimentos los nuevos
afianzó en él una economía agropecuaria que lo vinculaba con las zonas mineras del
norte, y con las ganaderas de Buga. Con el oro que se extraía de las regiones cercanas
sus habitantes también pagaban los textiles quiteños y las mercaderías que eran
traídas desde Cartagena. A pesar de su difícil geografía no era una región aislada.
controlar el comercio, las tierras y de las minas. Creada esta resultó obvio que el
manejo del cabildo facilitaría el acceso a tales recursos. Ello quedó en evidencia en
1692. En los años previos la renovación de los cargos cadañales del cabildo -cada
primero de enero- se había hecho de común acuerdo entre los miembros del mismo.
vecinos con sus respectivos títulos de regidores. La compra del cargo de regidor
daba el derecho a ser capitular con voz y voto, de por vida. Ellos fueron el Alférez
79
PEREZ HERRERO, Pedro. Comercio y Mercados en América Latina Colonial Editorial
MAPFRE, Madrid, 1992. cap. III.
75
don Lucas de Ochoa y Alday, don Juan de Toro Zapata, don Juan Zapata y Múnera y
don Agustín de Ossa Zapata. Ninguno de los vecinos de la villa que tuviera un
Capitán Juan Toro y Zapata era primo tercero de Juan Zapata y Múnera y de Agustín
de Ossa y Zapata, quienes eran primos hermanos. El español don Lucas de Ochoa no
matrimonio con doña Isabel Zapata, hermana del regidor Juan. Asimismo era bien
sabido que el grupo de los Zapata Gómez de Múnera contaba con el apoyo del
teniente general don Juan de Londoño y Trasmiera, quien en 1685 había contraído
matrimonio con doña Bárbara Zapata y Múnera, tía de don Juan Zapata y de don
Agustín de Ossa. Como sus parientes políticos don Juan de Londoño invertía en
permiso de la Real Audiencia para hacerlo en Medellín pues así podría atender con
mayor prontitud sus intereses en las minas que había descubierto y capitulado en
Guatapé y Cocorná.80
reunió un elevado número de capitulares, siete, pues lo usual era que estas fueran
realizadas por tres o cuatro miembros del cabildo. Como no había acuerdo entre estos
Ayudante don Joseph Vásquez Romero, Alguacil Mayor y don Bartolomé de Aguiar,
Depositario General. Los votos de los regidores de la familia Zapata y del Alguacil
Mayor permitieron que en ese año resultaran electos don Alonso Jaramillo de
80
A.C.M. t. 31, fols. 151, 169 y 173.
76
Andrade y don Felipe Rodríguez como alcaldes ordinarios, don Juan Zapata y
Múnera, padre del nuevo regidor, como procurador general, y don Francisco Guerra
Peláez y don Juan Vélez de Rivero como alcaldes de la Hermandad. Los votos de
por don Antonio de Piedrahita y Saavedra y don José Lezcano para los cargos de
alcaldes ordinarios, por don Juan de Piedrahita y Saavedra para procurador, y por don
Pedro de Molina y Toledo y don José Alvarez del Pino como alcaldes de la
Hermandad. 81
Elecciones como esta, en las que los capitulares votaban por sus parientes, -como fue
el caso del regidor Juan Zapata, que dio su voto por su padre-, no eran novedad en la
regimientos para tener el control del cabildo. En 1679 don Mateo Mata Ponce de
León, juez de residencia, había realizado una visita a la provincia y dio un Auto de
Primero, advirtió que aunque la villa se había fundado para que se poblasen las
familias dispersas, ello no se había logrado, "aviéndose quedado los más vecinos de
lugar, sobre las elecciones de cabildo escribía que "asimesmo la a constado la mala
forma que tienen en las elesiones de los oficios añales eligiéndose en ellos dichos
capitulares unos a otros, en grabe daño y perjuisio de los demás vecinos dando
ocasión con ello a la poca cuenta y razón que asta aquí avido en la administrasión de
los propios y rentas de la dicha villa" 82. Como lo podría ilustrar un estudio detenido
81
Ibid. t. 31, f. 163.
82
Ibid. t. 1, f. 233.
77
de las elecciones de cabildo en el S. XVIII, este tipo de procedimientos que rechazó
Como resultado de la compra de los oficios capitulares las familias Zapata Gómez de
Múnera, Toro, y Serna, que no eran ajenas al poder en el cabildo, gozarían a partir de
1692 de una prolongada y eficaz influencia en los asuntos de la villa pues hubo años
en los que la totalidad del cabildo estaba formado por miembros de la familia Zapata
El control del cabildo era el último paso para convertirse en el clan familiar de mayor
extensa familia podían florecer más rápido al evitar que miembros de las familias
En 1690 el Depositario General don Bartolomé de Aguiar, había sido uno de los
diputados por el cabildo para cobrar el Indulto a los comerciantes que arribaran a la
villa. Pero si en 1685 el oro recaudado había sido enviado a Cartagena, el metal que
tener el control del cabildo para culpar a Aguiar y dejar libres de cualquier cargo a
78
No poca debió ser la sorpresa de don Bartolomé de Aguiar cuando en la reunión de
don Juan Zapata Gómez de Múnera presentó una carta en la que acusaba al primero,
remitido los 600 pesos del año noventa. Asimismo pedía que estos dieran cuenta y
razón del dinero y que se aplicase con rigor la Real Justicia. Unos días después los
cualquier responsabilidad por la pérdida del oro para la Armada. Al ventilarse más el
caso, Aguiar sólo se pudo defender argumentando que los regimientos que estaban en
manos de la familia Zapata Gómez de Múnera habían sido comprados por venganza y
para que sus poseedores no tuvieran que administrar justicia. Tampoco dejó de
cabildo pues no negó que sí estaba dominado por una familia y que ello ya había
ocurrido antes. A su vez el cabildo informó con detalle al gobernador cómo Aguiar, -
del que dirían que aunque había sido Depositario durante diecisiete años no sabían
quien era ni cual era su origen-, había cobrado el dinero entre los comerciantes sin
Ante la Corona era muy distinto ser acusado de un fraude a la Real Hacienda que
serlo por dejar de remitir unas elecciones al gobernador para su aprobación o por
votar por parientes en las mismas. La familia Zapata pudo controlar el cabildo sin
verse envuelta en los malos manejos de los dineros de la Corona. En este caso el
83
Ibid. t. 31, fols. 169, 163, 173, 175 y 178.
79
procurador Zapata actuaba ajustado a su oficio pero su acusación sobre Aguiar estaba
incremento en el flujo de nuevos vecinos hacía el valle. El control del uso de sus
tierras, principalmente de las cultivables, recaía en gran medida sobre el cabildo; por
ello él representaba más que el prestigio social que daba a sus miembros. Para
familias que necesitaban disponer con seguridad de los recursos que podían asegurar
su dominio económico era imprescindible definir con precisión que posiciones debían
dominio absoluto sobre sus propiedades agrícolas al obtener de la Audiencia una Real
valle.
del valle, este ya albergaba más de 3.000 personas hacia 1675. Ellas se encontraban
cañaverales y los pastos de las haciendas venían siendo utilizados por familias sin
tierras que buscaban allí la madera para fabricar sus ranchos, empleaban la leña para
alimentar sus hogares, y que llevaban a pastar sus vacas lecheras en los terrenos
abiertos. Al parecer este uso común de bosques y pastos no había generado mayores
80
mestizos dispersos en el valle el uso de estos recursos. Ello fue lo que movió en 1685
cuyos intereses eran opuestos a los de la familia Zapata Toro, apoyaba su petición
citando las Leyes de Indias. Hasta ese momento ningún procurador de Medellín
había acudido a las mismas para defender sus peticiones. Piedrahita señalaba que
quitar aun asta la leña para el servicio de las cosinas siendo materia
La ley que citaba Piedrahita trataba sobre el uso público de bosques y pastos
tenían los funcionarios reales de preferir el bien común sobre el interés de los
particulares. Ello estaba unido a una estrecha vinculación entre principios políticos y
84
Ibid. t. 36, leg. 3, f. 1.
81
político también afectaría el servicio de los asuntos divinos. Sin embargo esta ley no
Sin dar nombres, la petición de Piedrahita iba dirigida contra el grupo Toro Zapata y
Francisco Carrillo de Albornoz dio, en agosto de 1685, un Auto para que nadie que
tuviera montes, cañaverales o leña seca impidiese su uso común. Esta decisión
dejaba a los dueños de mercedes de tierra sin posibilidad de poner en venta la leña y
la madera, pues cada cual podría tomarlas libremente. En una población muy urgida
de estos recursos, así como de cañaverales a fin de cercar los arados para protegerlos
del ganado no resulta sorpresivo que el Auto del gobernador fuera desobedecido y
que los propietarios impidieran el acceso a las tierras, porque de no hacerlo perdían la
Por ello, doña Ana María de Toro Zapata, viuda de don Antonio Zapata Gómez de
Múnera dio poder a Isidro López Madero para que solicitara a la Audiencia la
revisión del Auto del gobernador Carrillo. Doña Ana María era propietaria de
amplios terrenos cercanos a la villa, en tanto que sus hijos, nietos y yernos además de
su tino al casar a sus hijas habían hecho de ella una de las mujeres más influyentes en
85
Ibid. t. 31, leg. 1, f. 243 ss.
82
Cuando el caso fue presentado en la Audiencia el apoderado de doña Ana María
señaló que la ley invocada por el procurador Piedrahita no debía aplicarse a las tierras
de la viuda pues dicha ley apenas favorecía el uso común de tierras sobre las que la
títulos y había pagado la composición desde hacia cuarenta años. Al tomar una
Provisión declarando que el uso de las tierras de la viuda, así "de pan, como de
caballería" no era común. Obviamente esta Real Provisión protegió no sólo a doña
Ana María sino a todos aquellos propietarios que tuvieran títulos sobre las mismas.
Los Autos de este proceso dieron origen a extensas peticiones de las partes
enfrentadas. En este como en otros casos las solicitudes dirigidas a la Real Audiencia
sirven para conocer las ideas que tenían los funcionarios y los particulares sobre los
Peláez se había visto obligado a exponer con detalle los perjuicios que sufría el
común porque don Juan Vélez de Rivero, que fue procurador en 1687 apeló como
particular el Auto sobre el uso común de las tierras. Vélez de Rivero, un asturiano
casado con una hija de don Cristobal de Toro Zapata, y poseedor de ricos cañaduzales
en el valle pretendía poder disfrutar de sus bienes sin las molestias de prácticas
Como lo había hecho el procurador Piedrahita, don Francisco Guerra Peláez exponía
el perjuicio de los pobres si no se les dejaba usar la leña o la madera, así como los
83
cañaverales. De limitarse el uso de estos recursos el precio de productos básicos
podría duplicarse. Tales eran los casos del azúcar y de la miel de caña. En el valle
había algunos trapiches que resultaban en bien común. Al parecer, los pequeños
cultivadores podían llevar allí la caña para beneficiarla, en tanto que la madera de los
bosques de particulares servía para calentar los hornos en los que se hacía el dulce.
Según Guerra Peláez antes de establecerse los trapiches la arroba de azúcar costaba
nueve pesos de oro y después cuatro; asimismo el precio de la carga de miel había
descendido de quince a seis pesos; de impedirse el uso común de la leña los precios
volverían a subir.86
Cuando doña Ana María de Toro dio poder a don Isidro López para que la
Garzón para que defendiera los intereses de la villa y del común. Garzón dejó
Corona a la creación de la villa; la visión del rey como monarca regido por los ideales
población del valle no tendría ningún interés en vivir en la nueva villa pues el abuso
86
Ibid. t. 36, leg. 21, f. 10.
84
Garzón indicaba con claridad el cambio que se estaba dando en el uso de tierras en el
valle así como las causas por las que el crecimiento de la traza de la villa fue
impedido por los intereses de las familias más fuertes de la misma. En sus palabras,
menester para las fábricas de sus casas las maderas de los montes que las
zercan si estas las estancan los que se quieren introducir dueños de las
los pobres y bien común de dicha fundación y que se consiga el fin que
por el embarazo que las partes ponen en que corten leña de los montes y
que mantengan unas bacas de leche con que sustentan sus hijos a título de
hazerse dueños de todas las tierras y benderles bien bendidas las dichas
Los intereses de los principales vecinos eran, de acuerdo con lo expuesto por Garzón,
opuestos a los motivos por los que la Corona había ordenado la creación de la villa.
El control que ejercían sobre los recursos del valle impediría un poblamiento
En otro de sus escritos Garzón señalaba con mayor detalle el perjuicio que originaría
87
Ibid. t. 31, leg. 1, fols. 246-248.
85
"...aviendose servido vuestra Real persona de conzeder lizencia y mandar
vuestro para que tantas personas y familias pobres que estaban divisas en
tierras y montes que la susodicha defiende por suias son y están las más
de maderas para las fábricas y para que los vecinos pobres puedan yr a
cortar la leña que han menester y con lo declarado por V.A. en el dicho
auto quedan estancadas las dichas maderas y montes para que la dicha
doña Ana María de Toro Zapata y a su ymitación los demás vecinos que
tienen tierras con el mismo título que la susodicha alega y posee las suias
las defiendan como lo hacen y las benden a subidos precios y por este
las maderas y leñas que yban a cortar a los montes por sus personas y
88
Id.
86
torno a la villa, tal como lo quería la Corona, pues los vecinos pobres no podían
utilizar los recursos de los terrenos inmediatos a la villa, como había sido pedido por
Así como la familia Zapata pudo controlar el cabildo e impedir el acceso al mismo de
que las mejores tierras de la planta de la villa fueran asignadas por el gobernador don
Pedro Eusebio Correa a los vecinos principales. Como ya se anotó, desde la erección
de la villa el gobernador Aguinaga determinó que las tierras del llano de Guanteros
1676.89
El Auto produjo los efectos esperados porque el 26 de junio 1682 el procurador don
Bartolomé Bermúdez escribía al cabildo que allí estaban viviendo los pobres de la
villa pero que era necesario formar solares más pequeños porque estos ya no cabían.
más que treinta baras en cuadro sin que se entienda con los becinos principales lo
referido".90
Hasta ese momento los vecinos principales habían preferido, y obtenido, solares
inmediatos a la Plaza Mayor Las tierras del llano de Guanteros eran mejores pues
la relativa lejanía de esta. Por ello el procurador don Roque de la Torre, que
89
Ibid. t. 1, f. 107.
90
Ibid. t. 1, f. 286.
87
consideraba el llano como "el sitio mas sano", había pedido en 1677 que se hiciera
Al haberse agotado los solares cercanos a la Plaza las familias de vecinos principales
Así en junio de 1693 el Alférez Real, don Pedro de la Serna Palacio, -que no debe ser
confundido con su padre o con su abuelo-, y que era nieto por vía materna de doña
Ana María de Toro Zapata, pidió al cabildo, para él, para su hermano y para su
controlado por sus tíos, admitió que Aguinaga había asignado el sitio a toda la gente
pobre y dejó el asunto en manos del gobernador.92 Este, dos meses después dio un
auto que favorecía la petición del Alférez, cuidándose de sustentar con detalle los
más a propósito para poblarse los vecinos principales de ella, por haber
muchos y sin solares en que poder hazer sus casas y vecindad que fue la
dicha villa y sitio con tales vecinos principales dejando como dejo en su
91
Ibid. t. 1, f. 137.
92
Ibid. t. 31, leg. 1, f. 218.
88
fuerza y vigor los dichos autos de govierno para en todo lo demás. En
vecinos principales con moderación para que quepan sin embargo de que
tengan los dichos mulatos y zambos titulo merced y a que los referidos se
les remunere desde el zanjón que hace a las espaldas del solar de doña
los que están poblados que a los que están con su casa y bibienda los
antecesores..."93
Al alejar a los vecinos pobres del casco de la villa para asignar a las familias más
importantes los terrenos que en un principio se les habían adjudicado a los primeros,
el cabildo también estaba alejando la posibilidad de ejercer control sobre sus vidas,
aunque con ello hacia más atractiva la villa para los pobladores que buscaban la
vida en policía.
era la mejor manera de evitar ruinas como las de Cáceres o Remedios. Al darle
93
Ibid. t. 31, leg. 1, f. 255.
89
sus capitulares dejaron en un segundo plano las exigencias de paz y tranquilidad,
pues no dudaron en descuidar la vigilancia sobre el vecindario más pobre al optar por
retirarlo de las inmediciones del casco de la villa para poder ocupar los terrenos que
Una carta que como alcalde de primer voto dejó don Marco López de Restrepo en
1679 describe lo que a juzgar por testimonios posteriores fue típico en la nueva villa:
reconocer quienes sean los que lo asen por el mucho tragín de gente que
que hacen dichos daños manda que todo genero de gente de cualquier
calidad y condisión que sea se recoxa en tocando la queda que sera a las
desta villa, y siendo esclabo o persona de baja esfera que no traiga armas,
94
Ibid. t. 28, leg. 13, f. 5.
90
LOS TEMBLORES Y LA MUCHEDUMBRE DEL GENTIO
por un clérigo bien conocido en la villa. Este, Juan Sánchez de Vargas, había dado
muerte en 1.702 a don Miguel Vásquez atravezándolo de lado a lado con su sable,
porque el último le exigió que no alzara la voz en su propia casa mientras que
ciego que vivía reducido a la pobreza en las tierras que habían sido de su padre, el
trabajaba sus tierras el cabildo le prohibió continuar con su labor porque por tales
terrenos, que llevaban al sitio del Bermejal, debería pasar uno de los caminos de
salida de la villa. El cabildo había atendido una petición del procurador don Isidoro
de Puerta Palacio, quien en varias ocasiones advirtió que los caminos que conducían
al valle abajo estaban cerrados por cultivos. Sánchez de Vargas argumentó que ni
aún el cabildo fundador había ordenado a su padre que diese camino por sus tierras, e
insinuaba que los capitulares del año 29, que "sólo eran conservadores de la
República y reparadores del bien común", tenían menos poderes que los fundadores
un recurso normal y permitido por las leyes. Para su fortuna, el gobernador don José
95
BENITEZ, José Antonio. Carnero de Medellín. op. cit. p. 180; LATORRE MENDOZA, Luis.
Historia e Historias de Medellín: siglos XVII, XVIII, XIX. Medellín, Imprenta Oficial. pp. 43-45.
91
Joaquín de la Rocha ordenó al cabildo que no estorbara a Sánchez de Vargas el
libre uso de sus tierras. Los motivos del gobernador para dejar sin fuerza el auto del
cabildo estaban relacionados con el derecho que la tradición le había dado al clérigo.
Según su punto de vista, la pretensión del procurador, -que Sánchez de Vargas diera
Como había señalado Sánchez de Vargas, por sus arados nunca pasó camino,
posesión libre y sin pensión alguna por lo que el cavildo debe ampararle
y no estorbarle el uso libre de sus tierras..."96
El que Sánchez de Vargas afirmase que el cabildo lo quería perjudicar por su pobreza
era algo inusual, y es uno de los pocos documentos en los cuales podemos conocer
96
A.C.M. t. 6, libro 2, leg. 2, f. 234.
92
las imágenes que personas ajenas al gobierno local tenían sobre el mismo. El clérigo
nombre del cabildo decidió apelar el caso ante la Audiencia, pues consideraba que tal
de la villa.
Sánchez de Vargas había expresado con claridad la opinión de los vecinos pobres
porque el cabildo era manejado por capitulares que pretendían usar más de lo
riguroso que de lo piadoso, al aplicar las leyes, especialmente si ellas podían ser
caminos dieron lugar a enfrentamientos algo más ruidosos. Fue así como, en
sobre la violenta reacción de una mujer cuando se le ordenó quitar los cultivos que
antes a tapado por entero con tal intrepidez que dice no quiere obedeser
93
aunque la orquen y otras mil no compuestas palabras que ha proferido
Volviendo al caso de Sánchez de Vargas, este fue uno de los vecinos que en la
década de 1720 se quejaron en forma reiterada sobre las difíciles condiciones para
algunos casos, notoriamente pesimistas acerca del futuro de la villa. Así, en 1727,
don Francisco Vasco Alvarado, afirmó que en la otra banda del río "no han dejado ya
caminos para el trajín de todo el común por tener todas las tierras ocupadas con
arados". Acto seguido anotó el perjuicio de "los pobres que están todos los días
clamando.".98
cambiado con relación a las que enmarcaron sus primeros años. Entre algunos de los
Ello quedó manifiesto en 1730. En ese año comenzaron una serie de temblores el
trece de marzo y estos no habían cesado en los primeros días de mayo. Por tales
circunstancias el cabildo se reunió el nueve de ese mes para deliberar sobre el asunto,
pues casas e iglesias estaban siendo afectadas. Allí se consideró que los temblores
que obedecían a "algún lamentable estrago que Dios Nro. Señor por nuestras culpas
97
Ibid. t. 12, leg. 1, f. 89.
98
Ibid. t. 6, libro 2, leg. 2, f. 110.
94
nos quiere embiar", por lo cual, y buscando el medio "mas eficaz para aplacar la
Divina Indignación", determinaron que era conveniente hallar "algún intercesor para
con Dios Nro. Señor." La elección recayó en un santo jesuita de mucho prestigio,
San Francisco de Borja, un leal servidor del emperador Carlos V, y quien estaba
emparentado con los Reyes Católicos y fue escogido por los capitulares, en nombre
octubre. Al parecer, los servicios celestiales del jesuita fueron muy eficaces, pues
dejó de temblar.99
pueden identificar las razones particulares que lo sustentaban, pero lo que sí resulta
claro era el descontento que en las actas capitulares de los años anteriores, y en las
Como había ocurrido en la última parte del siglo XVII, durante el siglo XVIII
De un lado, estaban aquellos capitulares que pretendían imponer en ella los patrones
urbanísticos prescritos por las leyes de Indias; pero sus sueños de orden se convertían
las calles sin empedrar y al daño causado por los cerdos, observó que ésta, en razón
99
Ibid. t. 6, libro 2, leg. 2, f. 263; Sobre el efecto que podían tener los temblores en las sociedades
coloniales ver: SAINT-LU, Andre. "Movimientos sísmicos, perturbaciones psíquicas y alborotos
socio-políticos en Santiago de Guatemala." EN: Revista de Indias. Madrid, vol. XLII, Núms 169-
170, julio -diciembre, 1982.
95
de su desaliño, "denota no ser poblazón de españoles" 100 Y, de otro lado, estaban
una actitud explicable. Primero, apenas después de 1760 el cabildo contó con
recursos suficientes para emprender obras públicas sin tener que depender
fundación, fueron los mismos vecinos los que en forma voluntaria costearon las
lugar, una participación muy activa en el gobierno de la villa hubiera obligado a los
alcaldes ordinarios y a los regidores, que no recibían ingresos por estos oficios, a
Las quejas que recibió el cabildo en las primeras décadas del s. XVIII estaban
el uso de las tierras del valle de Aburrá. En 1705 el gobernador don Francisco
Fernández de Heredia señaló que la villa padecía del grave daño "ocasionado del
crezido número de gentío de todos estados que se hallan esparcidos en toda ella,
sustento y vestuario." Para evitar tales situaciones decidió nombrar algunos vecinos
para que compelieran a los vagabundos del valle a trabajar "media fanega de rosa y
quando menos cuatro almudes, en tierras propias y el que no las tuviere por ser
mucho el gentío en las mas Ynmediatas de montaña del sitio donde residieren,
pagando el terraje al dueño de ellas". 101 Pero el aumento del gentío tenía otras
repercusiones, además del malestar que causaban los vagabundos. En otro auto,
100
A.C.M. t. 7, leg. 7, f. 72.
101
Ibid. t. 26, leg. 11, f. 16.
96
dado en el mismo año, Fernández de Heredia explicaba que el valle de Aburrá había
sido destinado por la Corona para la cría del ganado vacuno, y la erección de la villa
llevó a que los nuevos pobladores compraran estancias, solares y pedazos de tierra a
los antiguos dueños. En estos terrenos, en los que antiguamente pastaban reses, se
comenzaron a hacer plantajes para sementeras.102 Las familias que cultivaban estas,
y aún aquellas que al no tener tierras sembraban en los caminos reales, pronto
chocaron con los criadores de ganado porque les alanceaban y aperreaban las reses
Aunque repetidas veces se atribuyó la falta de carne en la villa a los daños que
causaban los pequeños cultivadores en el ganado, para proteger sus arados, hubo
otras razones que involucraban a los mismos capitulares. Los miembros del cabildo,
comerciantes y mineros, requerían abastecer con ganado y maíz las zonas mineras
apartadas del valle, si bien ello causara disminución en el abasto de alimentos para
alimentos a las zonas mineras como una de las principales causas de la merma del
ganado en la villa. Tal fue el caso de don Cristóbal de Toro Zapata, -el viejo- al
mineros y hacendados del valle, sabía muy bien de qué hablaba al afirmar que los
vecinos de la villa y de su jurisdicción vivían "de los atos de ganado mayor los
cuales ban en mucha disminución por las sacas que se hacen para las minas i Ciudad
102
Lamentablemente, como fue señalado en 1761 por el procurador don Matheo Alvarez del Pino,
sobre estos pequeños solares no se extendieron títulos de compraventa con frecuencia y por ello hay
serias dificultades para reconstruir la evolución de la propiedad en el valle de Aburrá.
103
A.C.M. t. 3, leg. 1, f. 142.
97
de los Remedios por cuia causa falta en las carnesserías el abasto necesario."104
Como para las minas también se enviaba el maíz cultivado en el valle, el peninsular
don Isidoro de Casas Murillo pidió, como procurador de 1703, que no se permitiera
que los rescatantes llevaran el maíz hacia ellas; de lo contrario, escribía, "llegará a
cosecheros del valle de Aburrá para abastecer a las cuadrillas de esclavos y a los
mazamorreros.
Medellín encontraron algunas ventajas para subsistir gracias a las oportunidades que
104
Ibid. t. 1, f. 244 v.
105
Ibid. t. 3, leg. 1, f. 49.
98
jurisdicción de adonde resultan ladrocinios, ocultación de esclavos y
presión que los vecinos pobres ejercían sobre ellos. En el caso del conflicto por las
responsabilidad de la escasez del ganado a los últimos fue elaborada con lentitud por
los capitulares entre fines del s. XVII y 1716. En esta fecha la culpabilidad de los
Desde 1700 el procurador vizcaíno don Domingo Antonio Atehortua, -que había
casado con una de las hijas de don Antonio Zapata Gómez de Múnera y de doña Ana
María de Toro Zapata-, apremiaba al cabildo para que evitase el daño que recibían
los pobres a causa del ganado que andaba suelto en la villa, pues este se metía en "las
guertas y sembrados que hacen, con tanto perjuicio en lo general que no ay sercas
por buenas que estén que lo puedan resistir por lo empicado que está dicho ganado y
por esta razón padezen los dichos pobres muchas necesidades y aun se ayan en lo
pobres en esta villa bagabundos y sin doctrina y por esta razón pueden dar en otros
Cuando don Cristóbal de Toro Zapata, resultó electo como procurador en 1707,
veintisiete años después de haber ocupado por primera vez el cargo, las dificultades
106
Ibid. t. 1, f. 244.
107
Ibid. t. 2, f. 196.
99
de abasto en la villa, por la falta de maíz y de carne lo llevaron a solicitar que se
pertinente al abasto de carne, y pidió que el cabildo obligara a los criadores de reses a
dar por turnos semanales el abasto de carne. Ello significaba que cada criador
En 1715 el asturiano don Juan de Larena, como procurador de la villa, retomó letra
compasión con los pobres. Así, manifestó su extrañeza porque a estos se les estaba
exigiendo oro limpio en lugar de oro corriente por los artículos que compraban.
Debe recordarse que en la región no circulaba moneda acuñada. Todo ello iba en
perjuicio de los "muchos pobres de que se compone esta villa, pues si adquiere su
bastimento por él, perezerán a que se pueden ocasionar otros males, redundancias de
que toda la villa estaba afectada por la "calamidad de biruelas rigurosas, tavardillos y
muchos días a esta parte no cesan el doble las campanas." Y reiteraba que era la
necesidad la que explicaba los robos de ganado en el valle. 109 Aún "las bestias
caballares" eran robadas para servir de alimento a los hambrientos vecinos. En este
caso era evidente que Larena había revisado los archivos del cabildo para examinar
108
Ibid. t. 3, f. 188.
109
Ibid. t. 4, fols. 168-169.
100
las peticiones de los procuradores anteriores y que estaba de acuerdo con algunos de
los aspectos señalados por don Cristóbal de Toro,-el viejo-. Ahora bien, Larena, que
debemos recordar era un peninsular, fue el primer procurador que atribuyó el robo de
ganado a la necesidad y pobreza de los vecinos. Con ello dejaba abierta la posibilidad
repitió una petición que en tal sentido había hecho el procurador de 1711, don Martín
de Chavarriaga. Este, movido por "los clamores del común", se refirió al perjuicio
que sufrían los pobres cuando el encargado del abasto de la carne les vendía sólo
menudencias, como hígados y bofes, por los que exigía oro limpio, lo que era en
contra de las costumbres que se tenían en la villa. Si a los pobres no se les admitía el
oro que con dificultad ganaban "perezerán y les obligará la necesidad a yncurrir en
casos del deservisio de Dios..." Chavarriaga había pedido que el cabildo usara de su
El procurador que sucedió en el cargo a Larena en 1716, don Pablo de Ossa Zapata,
otro miembro de la extensa familia Zapata Toro, presentó en el cabildo una visión
con más contraste que la de su predecesor, y marcada por el alarmismo. Para Ossa,
la villa no estaba compuesta de "gente buena y pobre", tal como lo había expresado
el cabildo de 1712,111 sino que estaba llena de "gran gentío" de vagabundos que
vivían faltos del temor de Dios, y que con las heridas, muertes y daños que cometían
110
Ibid. t. 4, f. 42.
111
Ibid. t. 4, f. 72.
101
Don Pablo observaba que la escasez de maíz había hecho subir el precio de la fanega
en los tiempos de la creación de la villa se mataban hasta 50 reses por semana, en los
tanto que veinticinco de ellas fueron robadas en cosa de un mes. La inseguridad era
que al jamás se a estilado en esta tierra, sin que esto les aprobeche porque
las iglesias,
el sagrario, no pudiendo ser de otra suerte por estar como esta el quadro
superior a el; sobre que también han faltado candelabro de plata, y otras
112
Ibid. t. 4, fols. 210-211. Sobre la organización del sistema judicial y la criminalidad en el eríodo
colonial en la provincia de Antioquia ver: PATIÑO MILLAN, Beatriz. Criminalidad, Ley Penal y
Estructura Social en la Provincia de Antioquia. 1750-1820. Medellín, IDEA, 1994;
COLMENARES, Germán. "La Ley y el Orden Social: Fundamento Profano y Fundamento Divino."
Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá, Banco de la República, vol. 27, núm. 22, 1990.
102
diferentes alajas, singulos, palios y manteles de laia que tan poco
respecto se tiene a la Santa Iglesia como a las casas particulares que estas
y las tiendas del comercio las han roto y robado en estos tiempos barias
del ruin jentio a los bezinos y hombres principales sin que aia de aver
esepción de sujetos"
En opinión de Ossa era necesario solicitar al virrey del Perú, quien se encontraba en
Cartagena de paso hacia Lima, que permitiera aplicar la pena de muerte en la villa
sin tener que comunicarlo previamente a la Audiencia, como lo había previsto una
cédula de 1662. Resentido por la falta de jerarquías entre los vecinos, se lamentaba
ganado y la imposibilidad para castigar este delito por no haber cárcel segura en la
villa. La que había, y que formaba parte de la misma casa de cabildo, no podía ser
reparada por falta de dinero. Por ello, don Pablo pidió que se pusieran en venta
algunas de las tierras de los ejidos, pues ellas no eran "de ningún provecho". El
de mayo, de la Ossa advirtió que si no se aplicaba rigor con los ladrones, "los
113
A.C.M. t. 4, fols. 210-211.
114
Ibid. t. 4, f. 237 v.
103
gobernador le vendió a don Juan Zapata Gómez de Múnera, primo hermano del
por noventa pesos de oro. Aunque al año siguiente la cárcel fue reparada, ello sirvió
de poco pues por décadas los procuradores continuarían quejándose sobre la forma
Si bien pocos procuradores llegaron a compartir una visión tan pesimista como la de
otros de los vecinos principales de la villa mostraban su alarma por los robos, puede
explicar que fuera elegido para el cargo de alcalde ordinario de primer voto en 1718.
A lo largo de los primeros veinte años del s. XVIII los capitulares coincidieron en
en unos cuantos años, el valle se había "llenado" de sujetos que no acataban las leyes;
ellos podían vagabundear por toda la jurisdicción, pero preferían los lugares mas
alejados del marco de la villa; otros habían optado por establecer sus pequeños
cultivos en los terrenos que habían sido ocupados por hatos en los años cercanos a la
retomar el control sobre un vecindario que hacía del robo de maíz y ganado la base
Difícilmente podrá afirmarse que todos los capitulares asimilaron en igual forma los
que los robos se producían porque la falta de celo de los jueces estimulaba la
104
comisión de delitos entre los vecinos pobres; otros vieron en ello una consecuencia
Sólo una cuidadosa reconstrucción de los procesos de compraventa de las tierras del
valle de Aburrá, a partir de los archivos notariales, permitirá aclarar el sentido de los
cambios, pues los testimonios de un carácter más personal, como las peticiones de
los procuradores, nos informan sobre la forma en que una minoría de sujetos
La visión que dejó Ossa fue reforzada en 1717 por el procurador don Carlos Alvarez
del Pino, quien se refirió al abigarrado tapiz de pequeños cultivos que se intercalaban
entre los terrenos para el ganado. En la Otra banda del río, y en toda la jurisdicción,
"manera que sólo por las orillas del río y quebradas se trajina con exesivo
travajo y mucho riesgo sólo con el fin de un arado mui corto y ranchos
mui pequeños que sirven de Rochelas para ladrones, pues desde que se
gravísimo perjuicio así de los criadores como del bien común, pues con
Con los escritos que como procuradores dejaron en 1716 y 1717 don Pablo de la
Ossa y don Carlos Alvarez del Pino se delineó con claridad una lógica explicativa
115
Ibid. t. 4, f. 270.
105
sobre problemas claves en la vida de la villa que terminó por convertirse en un lugar
común pues fue utilizada año tras año por los nuevos cabildos. En síntesis, la
población pobre del valle terminó siendo responsabilizada por la escasez de carne en
la jurisdicción de Medellín, en tanto que pocas veces se volvió a señalar que eran
los requerimientos de carne y maíz en las zonas mineras los que hacían encarecer
aunque tampoco estaba unida a ellos de una forma tan estrecha como Cáceres o
productos que se importaban desde España, Quito o la capital del Nuevo Reino. Ni
siquiera se elaboraban textiles para el consumo local. Desde los puertos sobre el
sombreros, camisetas, cera de Castilla y cera del Reino, bayetas, tejidos finos,
mercería, pescado seco, jamón en barriles, galletas, vino, cidra, cerveza, muy poco
arroz, especies, harina de trigo, mucho cacao, tabaco, medicinas, suelas, cordobanes,
baules, recipientes de vidrio, costales, muebles, calderos, clavos, hierro, acero, papel,
esculturas de santos, imágenes religiosas, o lana para colchones. Todo ello se pagaba
con el oro extraído por las cuadrillas de esclavos o por los mazamorreros
agricultura
106
De acuerdo con las series de fundición de oro en la gobernación de Antioquia,
elaboradas por Ann Twinam, en la década de 1710 se encuentran los registros más
bajos de fundición desde el año de 1674. En 1710 los mineros y comerciantes de toda
la gobernación fundieron 20916 pesos, cifra que disminuyó a 9746 pesos en 1715,
de los valles aptos para el cultivo, como era el valle de Aburrá. Pero claramente su
algunos pesos.116
En su ocupación del valle cultivaron aún los caminos reales, como lo denunció
Alvarez del Pino. La estrechez de dichos caminos, aún una de las características del
Antonio López de la Sierra y el resto del cabildo, porque los capitulares no querían
hacer abrir unas calles cercanas a la Plaza, así como darle a los caminos del valle el
ancho de 30 varas, tal como lo pedía el procurador. Una de las personas llamadas a
declarar, el corregidor don Antonio José de la Fuente, escribió que los caminos de
treinta varas de ancho sólo eran necesarios en el caso de usarse carretas, y en la villa
resultarían perjudicadas porque "hoy en todo el valle no caben sus vecinos, por ser ya
población lo que antes fue desierto."117 Medio siglo antes que López de la Sierra, el
116
TWINAM, Ann. Mineros...op. cit. pp. 59-64.
117
A.C.M. t. 15, libro 2, leg. 1, f. 102.
107
procurador Alvarez del Pino confiaba, como él, más en el rigor que en la piedad para
poder ordenar a la villa y a sus vecinos. Sus protestas originaron uno de los inútiles
autos en los que el cabildo prohibía el cultivo en los caminos que cruzaban el valle.
Los escritos de Alvarez del Pino también llevaron a la realización de una extensa y
cuidadosa visita que el cabildo practicó por todo el valle para delinear con claridad
el curso de los caminos y para determinar en cuáles lugares se les había obstruído.
Esta visita fue de gran importancia porque durante el resto del siglo los procuradores
la tomaron como referencia para continuar solicitando a los cabildos facilidades para
el transporte en el valle. Aunque el alcalde de primer voto de 1718 fue don Pablo de
Ossa Zapata, poco dado a hacer concesiones a los habitantes pobres de Medellín, y
caminos del valle, al poco tiempo volvieron a ser invadidos con cultivos, como se
desprende de las quejas de los procuradores de 1718, 1719 y de 1727. Por ejemplo,
en 1718 el procurador don Domingo Atehortúa Zapata, primo hermano de don Pablo
de Ossa, e hijo del procurador que ejerciera el cargo en 1700, escribió al cabildo que
los ganados del sitio de la Otra banda estaban sin tener "donde pastar ni donde poder
ruyna al bien común y a sus avitadores, tapando todos los caminos reales con la
campos de cultivo, a expensas de los pastos para el ganado, sino que aumentó el
118
Ibid. t. 5, leg. 1, f. 22.
108
actividad, según el procurador Atehortúa, lo constituían los esclavos del valle,
quienes abastecían con géneros presumiblemente robados, tales como sebo, carne,
posibilidad de sostener a sus familias. Ellas eran conocidas en la villa por los abusos
que cometían en las ventas, pero sus servicios eran útiles al vecindario disperso por
el valle. Para evitar tales abusos y para restringir la venta de bienes robados,
Atehortúa propuso que el cabildo nombrara apenas cuatro venteras "de fidelidad".
Los capitulares acordaron que así lo harían y que se les prohibiría recibir los
artículos llevados por los esclavos. Como en casos similares, el control que el
cabildo ejerció después para asegurar el cumplimiento de estas medidas fue poco
eficaz, pues para lograrlo sus pocos miembros deberían recorrer en forma
principio, una cantidad mayor de mercancías podrían ser vendidas en la región. Para
facilitar su transporte eran necesarias bestias de carga como mulas y caballos. Su cría
era una actividad antigua en el valle, pero según los informes de los procuradores,
119
El papel de las mujeres en los diferentes sectores de las sociedades coloniales ha sido objeto de
estudio desde hace algunos años y en la actualidad se están realizando investigaciones que cada día
desvirtuan la imagen tradicional que había sobre ellas. Ver: LAVRIN, Asunción.(Compiladora) Las
mujeres latino-americanas. Perspectivas históricas. México. F.C.E. 1985; GONZALBO
AIZPURU, Pilar y Cecilia RABELL.(Compiladoras). La Familia en el mundo iberoamericano.
México, Instituto de Investigaciones Sociales-Universidad Nacional Autonoma de México, 1994.
109
vez más yeguas y mulas. Ello constituyó una nueva fuente de conflictos entre los
vecinos porque sabían que las yeguas originaban la esterilidad de las tierras. Por esta
razón el español don Juan Flórez Paniagua pidió, como procurador en 1721, que las
yeguas de cría fuesen retiradas de los ejidos de la villa. Hasta esos años estos
terrenos eran arrendados para la cría de ganado vacuno o para cultivarlos con maíz.
pasado haver muerto en dichos exidos más de quinientas reses de ganado bacuno,
Al parecer aún los mismos capitulares habían aprovechado las tierras ejidales para la
cría de yeguas. Como era de esperarse las prohibiciones contra esta práctica
surtieron poco efecto, pues en 1723 el procurador don Pedro de Acevedo pidió, de
nuevo, que las yeguas fuesen retiradas de los ejidos. Y quien lo sucedió en el cargo
en 1724, don Domingo Gómez, fue más explícito que sus antecesores al anotar que
"siendo este valle mui corto y estrecho, y estando dado por de ganado
beinte y cinco yeguas y algunos mas siendo tan crecido el número las que
ocupan dicho valle, que exceden en sumo grado al del ganado y siendo
dichas yeguas como es notorio tan nozivas ... esta visto que las continuas
120
A.C.M. t. 5, leg. 1, fols. 187-188.
110
estrechez y falta de pasto, a que se añade que asta las casas de campo no
villa, en la década de 1720 los oficios del cabildo ya no resultaban apetecibles para
pregonados treinta veces por las calles de Medellín los cargos de depositario general,
de alguacil mayor, y de los cuatro regimientos, sin que vecino alguno hiciera
ofrecimiento por ellos. Por tal razón el presidente del Nuevo Reino, don Antonio
Manso, nombró interinamente para ocupar tales oficios a don Manuel de Toro, a don
Pablo de Ossa, a don Manuel de Espínola y Molina, a don Juan Alvarez del Pino, a
don Sebastián Pérez Moreno y a don José Vasco Alvarado, comerciantes y mineros
Debe advertirse que si la visión sombría acerca de la sociedad local, tal como fue
expuesta por don Pablo de Ossa o por don Carlos Alvarez del Pino, alcanzó a tener
eco importante entre otros capitulares , también había quienes tenían puntos de vista
algo diferentes. Por ejemplo, en 1731 el cura y vicario, doctor don Carlos de Molina
y Toledo, y don Juan José Lotero escribieron al cabildo una pintoresca carta en la
que destacaban el estrago que causaban el crecido número de perros que había en
todo el valle. Aún aquellas familias que no tenían con qué sustentarse poseían cuatro
o cinco perros, según ellos. En cuanto el maíz comenzaba a granar, los canes
121
Ibid. t. 5, leg. 1, f. 287.
122
Ibid. t. 6, leg. 7, fols. 9-10.
111
"lo comen y destrosan con tan yrreparable remedio que aunque los
agricultores procuran poner los posibles remedios todos sin fruto porque
En su carta pedían que se les diera muerte a los perros en el valle, y, contra todos los
informes que recibía el cabildo, agregaban que por "la Vondad Divina este valle es
vandidos para cuia defensa tal vez suelen importar la mantención de perros"123
Un testimonio sobre la mayor presión por las tierras que circundaban la villa se
produjo a raíz del conflicto entre el sacerdote doctor don Pedro Zapata Gómez de
Múnera con el capitán don Matheo Alvarez del Pino y el doctor Esteban Antonio de
Posada -también clérigo- en diciembre de 1731. La causa del problema fue similar a
la que cuarenta años atrás había enfrentado a la madre del clérigo Zapata, doña Ana
María de Toro, con los hermanos Piedrahita y Saavedra, con los Lezcano y con los
Alvarez del Pino por el uso de las tierras del valle. En esta ocasión, Alvarez del Pino
123
Ibid. t. 7, leg, 9, fols. 9-10.
112
y Posada solicitaron a la Audiencia que hiciera respetar la costumbre según la cual
los criadores de ganado que tuviesen dehesas contiguas no debían molestar las reses
de sus vecinos si estas entraban en sus propiedades. Tal parece que Zapata tenía el
propósito de cercar unos terrenos que heredó en el Guayabal. Si esta decisión era
imitada por otros criadores daría origen a innumerables discordias, como lo expresó
cuadra de la familia Alvarez del Pino. 124 La sentencia definitiva de la Audiencia fue
favorable al doctor Zapata, pues en ella se declaraba que si este "quisiere cercar su
La práctica de cercar terrenos no era nueva. Hasta esos años los poseedores de
pequeños solares de cultivos los protegían del ganado con cercas, pero lo inusual era
que se cercaran los hatos ganaderos, como lo quería hacer Zapata. El mismo Zapata,
quien en 1727 era el Comisario de la Santa Cruzada, se había quejado en ese año ante
el cabildo porque el maestro don José de Molina y Toledo al cercar unas tierras para
hacer su estancia había dejado dentro de estas dos de los mejores salados del valle,
en los cuales bebían, según el Comisario, más de dos mil reses suyas y de otros
otros testimonios de los años veinte y treinta del s. XVIII. Decía que por la
de la tierra no come ya carne porque toda la tierra la han sercado." 126 Hasta esos años
los ganados de los diferentes hatos eran llevados hasta los pequeños ojos de sal
124
Ibid. t. 7, leg. 7, f. 49.
125
Ibid. t. 17, leg. 2, f. 22 v.
126
Ibid. t. 6, libro 2, leg. 2, f, 144.
113
esparcidos por el valle para consumir el mineral. Al quedar limitado el acceso a estos
ojos de sal o salados de agua los conflictos entre los hacendados se hicieron aún más
Una vez conocido el rescripto que ganó el doctor Zapata, otros criadores siguieron su
ejemplo. Así, en la década de 1730 comenzaron a cercarse algunas haciendas con las
consecuencias negativas que habían previsto Alvarez del Pino y Posada. En 1739 el
procurador don Juan Tirado Cabello, quien era sobrino nieto del doctor Zapata, hizo
una breve descripción del cambio causado por la libertad para cercar. A la antigua
ocupación de los caminos reales con cultivos de vecinos pobres, se sumaban ahora
En tanto que el paisaje rural se modificaba con rapidez por la utilización de las
han dedicado los vecinos a transformar (aun las que no han padecido
ruina) en techo de teja, así por la seguridad en los yncendios, como por lo
consistorio por borrón de esta lucida poblason, por estar cuasi cayéndose
127
Ibid. t. 17, leg. 2, f. 166.
128
Ibid. t. 9, leg. 1, f. 222.
114
La petición de Gómez de Abreu llevó a que en diciembre del mismo año se hubiera
remodelaciones más importantes. A mediados del siglo todas las casas de la villa
tenían un sólo piso y muy pocas calles estaban empedradas porque los vecinos
sacaban tierra de las mismas para construir las tapias. Apenas unos pocos años antes
encontraron algún paliativo en la cría de cerdos. En el primer tercio del siglo esta
actividad dejó una duradera huella en el casco urbano. A juzgar por los escritos de
los procuradores, después de 1720 las calles de Medellín tenían un aspecto, y un olor,
notoriamente cerdosos. Los marranitos podían ser alimentados con mucha facilidad
y demandaban poco cuidado. Así, una y otra vez diferentes procuradores solicitaron
que a los cerdos se les retirase de la villa por el daño que causaban en casas, calles e
iglesias. El cabildo respondía a esas peticiones con autos en que prohibía mantener
los cerdos en las calles. Sin embargo, tales autos debían ser ignorados por completo.
El mismo cabildo prohijó su cría en las calles de la villa como tuvo ocasión de
comprobarlo el procurador de 1746, el peninsular don Manuel de Rojas y Calderón.
cabildo le respondió que no "se quiten los dichos cerdos, por ser muy hútiles al bien
115
común, por lo que en estos años pasados no se han mandado quitar, y solo sí, que los
Los cambios demográficos durante estos primeros treinta años del siglo XVIII,
originaron algunas medidas, aunque pocas en comparación con las que se aplicaron a
partir de la década de 1760, para tener un mayor control sobre la población. Uno de
los mayores inconvenientes para vigilar el valle o para capturar a los delincuentes era
que para ello sólo se contaba con cuatro personas, los dos alcaldes ordinarios y los
dos alcaldes de la hermandad. Además, si los delincuentes cruzaban los altos de las
cordilleras que ceñían el valle no podían ser capturados por las justicias de Medellín
leguas más allá de los altos. Igualmente permitió que los jueces de la villa pudieran
gobernador don Salvador de Monforte amplió la jurisdicción otras dos leguas. 130 Pero
Si en torno al marco de la villa ocurrían robos con frecuencia, en las partes más
lejanas del valle la variedad de delitos era mayor. En algunos sitios simplemente no
había quien controlara el robo de ganado o de otros bienes de los vecinos. Menor
conductas que eran rechazadas por escandalosas, como ocurría en el sitio del Hato
129
Ibid. t. 10, leg. 1, fols. 61-64.
130
Ibid. t. 7, leg. 10, f. 26. t. 17, leg. 2, f. 33.
116
Grande, en el norte del valle. Allí tenía su hacienda don Juan de Ortega, quien había
don Juan Alonso Manzaneda, para informarle que estaba recibiendo graves daños por
los robos de ganado sin que ellos pudiesen ser evitados por los jueces ordinarios ni
por los alcaldes de la Hermandad. Quizás el punto más llamativo de la protesta tenía
que ver con el efecto de la población libre sobre los esclavos. Escribía que "los
desordenes que entre los muchos vecinos que en aquellos territorios habitan se
Al comenzar la década de 1740 los robos, y la escasez y los altos precios que estos
originaban en parte, llevaron al cabildo a discutir con cuidado sobre la falta de jueces
Fernández de la Torre, en carta que escribió el seis de enero se refirió con detalle a
los "dilatados" robos de maices, huertos, ganados, tiendas y pulperías, -pues no había
"cosa segura"-. En su opinión era ilusorio esperar que sólo dos alcaldes ordinarios y
suben de precio, de que dimana perecer los pobres, por lo que asimismo
131
Ibid. t. 17, leg. 2, f. 152 v.
117
obstante de que no es tanta su falta, se modere en tal forma que ni los
trabajo de los alcaldes debía ser extenuante porque además de ser los jueces de las
diferentes causas civiles y criminales de la villa, tenían que atender a los asuntos
propios de su gobierno.
Las dificultades para que la numerosa población dispersa por el valle aceptara las
normas que los funcionarios de la corona pretendían aplicar resultarían ser uno de los
trabajar. Ese estilo de vida itinerante, muy propio de las zonas mineras, era muy
estigmatización de los vagabundos entre 1740 y 1760. Por ello, cuando en la villa y
ambiente muy favorable para apoyar todas aquellas decisiones dirigidas a sujetar a
132
Ibid. t. 9, leg. 1, f. 48.
118
Las peticiones en las que se solicitaba algún tipo de control sobre estas personas
pocos efectos prácticos tuvieron a mediados del siglo XVIII. Pero, desde otro punto
de vista, permiten entender algunas de las razones que sirvieron para hacer de Mon y
En otra de sus cartas como procurador, don Juan Fernández de la Torre escribía al
cabildo
133
Ibid. t. 9, leg. 1, f. 91.
119
Al finalizar la década de 1740 la villa no mostraba adelantos urbanísticos destacados.
promedio del oro fundido cada año había sido de 22.692 pesos, esté aumentó a
de canalón, que eran explotadas por cuadrillas de esclavos. Quienes llevaron a fundir
el metal eran comerciantes que llevaban sus mercancías a los mazamorreros del valle
podrían comprar tabaco, cacao, telas del reino y aún de Quito. En el caso de Medellín
ello quedó reflejado en el incremento de los lugares en los que mercaderes, tratantes
y tenderas vendían las mercancías. En la visita que realizó el cabildo en 1733 para
controlar los pesos y medidas, fueron visitadas 31 personas dedicadas a las ventas en
negocios. En las visitas de las décadas de 1730 y 1740, las listas elaboradas por el
vecinos como comerciantes. Algunos de ellos habían figurado en la visita del año 42
apenas como mercaderes, como fue el caso de don Antonio de Quintana. Los niveles
134
TWINAM, Ann. op. cit. pp. 43-87.
120
modificó con rapidez en la década de 1750. Las posibilidades que abría el
vecinos que ya estaban familiarizados con el comercio y por otros que al contar con
condiciones de ocupar los cargos principales del cabildo. De hecho, todos los vecinos
que fueron electos como alcaldes o como procuradores de cabildo entre 1760 y 1770
En 1755, cuando el oro de los mazamorreros reactivaba la vida en la villa llegó como
que se realizaban en Medellín villa, observó "que hay algunas personas indevotas y
menos consideradas que abusando del contentamiento con que todos contribuyen a
causa de Dios..."136 Que las fiestas patronales sirvieran para que las villas y ciudades
fuesen tomadas momentáneamente por sus habitantes mas pobres y para que se
borrasen algunas de las jerarquías sociales era una situación común en las
poblaciones americanas durante el siglo XVIII.137 Por ello, sin que el comentario de
135
Ibid. pp. 185-242.
136
A.C.M. t. 16, leg. 9, f. 45
137
VIQUEIRA ALBAN, Juan Pedro. ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social
en la ciudad de México durante el Siglo de las Luces. México, F.C.E., 1987.
121
y del visitador Mon y Velarde porque ellas originaban muchos gastos. Incluso el
Antioquia. Sin embargo, y como se verá en el siguiente capítulo, los cambios que se
presentaron en la vida política de la villa durante el último tercio del siglo XVIII, -
siendo uno de los principales la función más activa del cabildo en el gobierno local-,
tuvieron como actores claves a los peninsulares que llegaron al valle de Aburrá
durante las décadas de 1740 y 1750, justo cuando mas agudos parecían ser algunos
desgobierno en que se había sumido a mediados del siglo, y por hacerla parecer
poblazón de españoles.
122
LA FELICIDAD Y EL TORMENTO
fue puesto en prisión, y asegurado con grillos por orden del gobernador don Cayetano
Buelta Lorenzana. Todo había ocurrido porque el procurador se opuso en forma casi
Cartagena con dineros recaudados entre los vecinos de Medellín, como lo exigía el
que lo recusaba en todos los asuntos relacionados con el gobierno de la villa. 138
El suceso sacó a flote la tensión que desde fines de la década de 1750 existía entre
las autoridades locales y los gobernadores como resultado de una mayor presión
sobre el reducido grupo de vecinos que controlaba el cabildo y la economía del valle
de Aburrá. Entre 1760 y 1785 en la villa, como en casi todas las poblaciones de la
con los que los ministros de Carlos III buscaron, entre otros fines, sanear las rentas de
la Corona, adquirir mayor capacidad de control sobre las élites criollas, y quitarle
poder a la Iglesia para separar con claridad sus intereses de los del Estado.139 Este
conjunto de cambios fue recibido de manera muy diversa en cada una de las regiones
del imperio, y en algunos casos, como en Perú y el Nuevo Reino, originaron violentas
138
A.C.M. t. 25, leg. 21, fols. 15-19
139
La bibliografía sobre las reformas borbónicas es abundante. Ver: MÖRNER, Magnus, La
reorganización imperial en Hispanoamérica. 1760-1810. Ediciones Nuestra América. Tunja, 1979;
BRADING, David A. Orbe Indiano. op.cit., tercera parte; BRADING, David A. "La España de los
borbones..." op.cit.
123
protestas, en las que participaron las comunidades indígenas, así como población
En el caso de Medellín, la recepción de las reformas pasó por varias etapas. Cuando
esta actividad se extendiese un tipo de vigilancia y control que, antes de 1758, era
del funcionario que representaba a la Real Hacienda, don Pedro Luis Vidal, al tiempo
que no dudaron en meter a prisión al ayudante que debía llevar el registro de las
Pero, de otro lado, las reformas también incluían más mecanismos de vigilancia
140
LAFAYE, Jacques, Quetzalcóatl y Guadalupe, F. C. E., México, 1977; FLORESCANO, Enrique,
Memoria Mexicana, Ed. Joaquín Mórtiz, México, 1987; ANDRES-GALLEGO, José. Quince
revoluciones... op. cit.; MCFARLANE, Anthony. "Civil Disorders and Popular Protest in Late
Colonial New Granada." Hispanic American Historical Review, Duke University Press, 64(1),1984.
141
Sobre la forma en que la política borbónica con relacion al uso de la tierra repercutió en la
población ver: GONZALEZ, Margarita. "La Política Económica Virreinal en el Nuevo Reino de
Granada; 1750-1810." EN: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia, núm. 11, 1983. MORENO y ESCANDON, Francisco Antonio.
Indios y Mestizos de la Nueva Granada a finales del siglo XVIII. Introducción e Indices de Jorge
Orlando Melo. Transcripción a cargo de Germán Colmenares y Alonso Valencia. Bogotá, Banco
Popular, 1985.
124
para evitar los robos, originaron importantes debates que sirvieron para definir qué
Uno de los aspectos que más ocupó la atención del cabildo en la segunda mitad del s.
XVIII fue el relacionado con la imagen que esta debía proyectar. En Medellín,
alguna al poder, bien de la Corona o de los particulares. Sus casas no tenían los
grandes portones que distinguían las casas de los vecinos ricos de Tunja, Santafé o
Popayán. Ni la casa del cabildo se diferenciaba del resto de las viviendas. Hasta 1766,
era prácticamente un rancho. Así, había una distancia grande entre la villa real y la
villa deseada por algunos vecinos. Entre 1760 y 1790 esta distancia fue reducida por
de la villa los españoles que se avecindaron en ella desde mediados del siglo
gobierno de la villa.
despreciables, pero teniendo en cuenta lo poco que la villa había adelantado con
relación a las obras públicas desde su fundación, las que se hicieron en aquellos años
parroquial, la vieja casa del cabildo fue demolida para dar lugar a una de dos pisos, se
construyó cárcel segura, la plaza de la villa fue dotada con una fuente de agua, las
125
fábrica de Aguardiente.142 También se construyeron camellones en los caminos de
tendió a ser más regular porque se estableció día de mercado en la Plaza todos los
domingos y porque se definieron con exactitud en cuales sitios del valle se podrían
establecer las pulperías. Igualmente las actividades de los venteros fueron reguladas
1763 y 1766 fueron creados los cargos de alcaldes pedáneos para Itagüí, Envigado,
Las obras mencionadas suponían una seria carga para los vecinos y su realización no
hubiera sido posible de no ser porque apenas en este período el cabildo contó con
coincidió con la gobernación del citado don José Barón de Chávez, quien asumió su
cargo en 1755. En noviembre del año siguiente, luego de obtener diversos informes
del cabildo proveyó un Auto de buen gobierno para la villa. En él ordenaba a las
justicias celar los pecados públicos, evitar los escándalos, vigilar a los forasteros,
desterrar los ociosos, mantener limpios los parajes de la villa y abrir las calles de las
ocho cuadras del marco de la villa. Lo pedido por Barón de Chávez no constituía
cabildo por espacio de cuatro décadas. La apertura de las calles representaba un gasto
para los propietarios de solares por los que pasarían las calles porque ellos tendrían
142
Sobre la renta y la fábrica de Aguardiente ver: CAMPUZANO CUARTAS, Rodrigo. Gobierno,
Real Hacienda... op. cit., segundo tomo, pp. 309-376.
126
que costear su construcción en sus respectivos terrenos y estarían obligados a hacer
tapias para encerrar los solares. Tal vez ello explique que el cumplimiento del Auto
volvió sobre el asunto, e hizo medir el marco de la villa para determinar con precisión
hasta donde se deberían abrir las calles, encontró que el obedecimiento del Auto
Quienes estaban de acuerdo con el obedecimiento del Auto, argumentaban que las
calles eran necesarias para desahogar la villa. Para salir de ella hacia el Poblado de
San Lorenzo, a Envigado, o a Itagüí, era necesario dar un gran rodeo para pasar por
las faldas del Cerro de las Sepulturas o por el camino de la Ladera con el fin de
evitar los cultivos de los ejidos y los pantanos y ciénagas que impedían la salida de la
villa hacia el sur. En 1760 el alcalde de primer voto era don Francisco Miguel de
data de 1753, año en que fue elegido procurador por primera vez, pues lo sería de
nuevo en 1762 y en 1764, en tanto que fue alcalde de segundo voto en 1756 y de
primer voto en 1760 y 1767. Desde su primer nombramiento como procurador buscó
que se extendiesen las calles, y al hacer una petición en tal sentido al cabildo, se le
respondió que "visto por sus mercedes, que no obstante ser cierto el pedimento pero
en atención a no constar a sus mercedes haver persona que quiera edificar, y por ello
143
Los Autos de Buen Gobierno eran promulgados por Gobernadores o Cabildos para reglamentar
diferentes aspectos de villas y ciudades. Un magnífico ejemplo se encuentra en la transcripción que
publicó la profesora Gilma Mora de Tovar del Auto de Buen Gobierno proveido para la Provincia y
ciudad de Cartagena por el Gobernador don Joaquín de Cañaveral y Ponce en 1789. Ver: MORA DE
TOVAR, Gilma. "El Deber de Vivir Ordenadamente para Obedecer al Rey." EN: Anuario
Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, núm. 20,
1992.
127
seguirsele perjuicio a los dueños, se omite en lo presente mandar abrir dichas
Como alcalde de primer voto en 1760 tenía la oportunidad de hacer cumplir el auto
del gobernador y aunque en compañía de don Rafael José Ricaurte, el otro alcalde
ordinario, proveyó un auto en tal sentido, tampoco surtió efecto. Dos años después,
como procurador, volvió sobre sus anteriores pedimentos, pero fue mucho más
enfático. Se lamentaba de
"quedar ylusoria, y risible, providencia tan justa, así porque según la ley
real, ninguno puede ocupar, ni tapar las calles que están destinadas para
calles, que no es, ni puede ser para ninguno en particular por ser del uso
común..."145
Esta petición fue respondida por el cabildo casi con las mismas palabras que usó en
1753: las calles no se abrían porque nadie quería construir vivienda en esos terrenos.
Ante las nuevas protestas del procurador porque el cabildo no hacía obedecer las
128
El lío de las calles era un conflicto menor si lo comparamos con las reacciones del
varias medidas para vigilar mejor a los comerciantes del valle de Aburrá. En 1757, el
entraban al valle sin que sus dueños hicieran manifestación de las mismas ante los
teniente de oficiales reales, con facultades para registrar todas las cargas de
mercancía. Hasta esa fecha los comerciantes que introducían mercancías en el valle
de Aburrá llevaban hasta la ciudad de Antioquia las guías expedidas por los
funcionarios de la Real Hacienda de los sitios donde habían sido compradas estas. En
Antioquia los Oficiales Reales calculaban el valor de las mercancías para determinar
valoradas en un plazo que podía ser de tres años, aunque llegó a ser mayor. Este
sistema permitía que muchas cargas entraran al valle sin que ello fuera advertido por
los agentes de la Corona. Estas mercancías eran vendidas en la villa y en las zonas
rurales, pues, como advertía Vallesilla, "todo el campo está inundado de tiendas en
las estancias."147
Barón de Chávez, y cartagenero como él, el comerciante don Pedro Luis Vidal, fue
GARRIDO, Margarita. "La cuestión colonial en la Nueva Granada." EN: Cultura Política,
Movimientos Sociales y Violencia en la historia de Colombia. Memorias del VII Congreso Nacional
de Historia de Colombia. Bucaramanga, Universidad Industrial del Santander, 1993, p. 43.
147
A.C.M. t. 12, leg, 1, f. 110. Sobre el complejo sistema que estableció la corona para tratar de
controlar el comercio ver: CAMPUZANO CUARTAS, Rodrigo, op.cit. pp. 158-196, primer tomo.
129
nombrado teniente de oficiales reales para la villa de Medellín y para el valle de
del nombramiento, pues escribió que en poco menos de un mes de trabajo había
contabilizado casi tantas cargas de mercancía como todas las que decían los alcaldes
que suscitaba su presencia. Según Vidal, "no pudiendo sufrir este vecindario las
providencias con que se procuran reparar estos daños contra los intereses de S.M. se
han conspirado contra mí, sin otro motivo, siendo los principales motores los alcaldes
ordinarios de esta dicha villa, por estar emparentados unos con otros..." 148 Casi al
de la Tasajera y al escribano para que cotejaran unas cargas de mercancía que estaban
prisión contra estos dos funcionarios y contra Vidal, quien además fue multado con
200 pesos. Por su enfermedad no fue cargado con prisiones, pero sí se le obligó a
puerta veinte y ocho cargas de diferentes géneros, sin tener mas tiempo
148
A.C.M. t. 12, leg. 1, fols. 124-125.
130
siguiente me requirieron para ir con uno de dichos alcaldes al
los informes que Vallesilla remitió a la Audiencia en favor de Vidal. En una de sus
Medellín el expresado Pedro Luis Vidal asta veinte y dos de dicho mes
alcalde ordinario había encarcelado a un mulato que estaba a su servicio. Escribía que
149
Id.
150
Ibid. t. 13, leg. 15, f. 25.
131
por "varios y ocultos caminos" el cabildo buscaba, "el que no cele, no cobre, y no
151
vele el Real Haber de su Majestad..." Con dificultades el cabildo comenzó a
La presencia de la Corona en la villa, por medio de alguien que no era vecino de ella,
cabildo cuando asistía a ellas y uno de sus deberes era impedir que los capitulares
las elecciones de los nuevos capitulares cada primero de enero. Así, si en las
elecciones se violaban las leyes municipales, cuando por ejemplo los capitulares se
mismo tiempo como teniente de Oficiales Reales, Vidal debía llevar un control de
todas las cargas que se introducían en el valle para asegurar el cobro de los derechos
reales.
especialmente don Carlos Alvarez de Pino, respetara su autoridad, este último, uno de
los alcaldes, expresó muy parroquialmente su desprecio por el poder del cartagenero
pues no atendió a dicho Auto por "estar actualmente entendiendo en las rogativas y
novenas de Nuestra Señora de Chiquinquirá por la pública epidemia que padece este
151
Ibid. t. 13, leg, 11, f. 1.
132
vecindario, y en otros negocios del servicio de ambas Majestades, se reserva la
satisfacción a los particulares del referido proveído e ínterin que no reconozco sobre
capitulares recurrieron a las prácticas de piedad para eludir sus obligaciones políticas.
gobernador sí lo hizo. Para evitar un nuevo desaire el cabildo recusó la facultad del
En esta estrecha sociedad de la villa colonial los actos políticos más intranscendentes
podían ser interpretados como significativas victorias. Por ello, las discusiones en
cuanto a los asuntos de jurisdicción y autoridad entre los poderes locales, como el que
villa, podían encubrirse bajo poéticos argumentos, como el del amor "al país". 153 En
este caso era claro que pese a las divisiones y a las rivalidades de carácter familiar
entre los vecinos, motivadas, por ejemplo, por el deseo de controlar el cabildo o
nuevos frentes mineros, ellas eran relegadas cuando se trataba de defender derechos
152
Ibid. t. 13, leg, 11, f. 3.
153
Esta expresión fue usada con frecuencia desde mediados del siglo XVIII y con ella se aludía a la
defensa de los intereses de la villa o ciudad con la que se identificaba cada vecino. En este caso "el
país" era Medellín. Sobre los usos novedosos e intensivos de la expresión el amor al país y del
concepto patria en el Nuevo Reino a fines del XVIII, ver: KÖNIG, Hans-Joachim. En el camino
hacia la Nación. Nacionalismo en el proceso de formación del Estado y de la Nación de la Nueva
Granda, 1750-1856. Bogotá, Banco de la República, 1994. pp. 53-185; GARRIDO, Margarita.
Reclamos...op.cit., pp. 13-109.
133
Es posible que el paso de Vidal por la tenencia de la gobernación no hubiera
alguna de las familias de la villa. Es bien sabido que ese era el camino por el cual en
las élites locales en lugar de servir a la Corona. Así, no era sólo el hecho de ser
el caso de Vidal, sino que este no formaba parte del haz de alianzas familiares y
doctor don Lorenzo Benítez, nombrado en 1764, representaba un caso opuesto pues
sus relaciones con las familias de la villa. En efecto, Benítez se casó en diciembre de
1764 con doña María de la Madrid, hija de don Juan de la Madrid, comerciante
español que llevaba dos décadas largas como vecino de Medellín y que comenzó a
figurar en cargos capitulares desde 1751 cuando fue elegido como alcalde de la
constituía una barrera para alcanzar la alcaldía de primer voto. Quizás ello fue lo que
matrimonio de Benítez con la hija de don Juan de la Madrid, -quien entre 1759 y
1764, sin contar 1761, había introducido mercancías en el valle por un valor de 6.623
matrimonio abrió a Benítez las puertas de la sociedad de Medellín pues en 1770 fue
134
nombrado procurador y en 1776 y 1777 alcalde de primer voto, aunque esta
reelección fuera contraria a las leyes. Durante el tiempo que Benítez fue teniente de
Es difícil estimar si las familias que controlaban el cabildo de Medellín pensaron que
lo ocurrido con Vidal había sido algo episódico o si comprendieron que la Corona
tenía el firme propósito de entregar a funcionarios ajenos a la villa un poder que hasta
esos años pertenecía al vecindario local. De ocurrir lo ultimo, lo más apropiado era
reforzar el cabildo y vincular a él a sujetos que pudieran tener una visión amplia de
defender los privilegios de los grupos que representaban. Por su trayectoria particular
y por el conocimiento que les daba la experiencia, había un grupo de vecinos que
reunía ciertas ventajas para tales propósitos. Ellos eran los peninsulares que por sus
Gracias a sus trayectorias como comerciantes podían comparar esa pequeña aldea en
la que vivían con villas y ciudades notoriamente más ricas en su desarrollo urbano.
135
Como se vio en el caso de don Juan de la Madrid, las elecciones anuales podían llevar
a un peninsular hasta la alcaldía de segundo voto pero eran los criollos los que se
reservaban la de primer voto. Por ello el camino para formar parte del cabildo
permanente era comprar alguno de los oficios de la república, bien fueran los de
década de 1760 estos cargos estaban vacantes en su mayoría y la villa sólo tenía un
regidor, don Matheo Alvarez del Pino. Pero el 9 de diciembre de 1765 se presentó en
la casa del cabildo don Juan de la Madrid en compañía de don Antonio de Quintana,
otro peninsular, y de don Manuel José Uribe para posesionarse de los cargos que
Mayor, en tanto que don Manuel José de Uribe y don Antonio de la Quintana
presionados para costear a sus expensas las dos primeras obras que se acometieron
de cabildo.
Sin duda los responsables de este renovado celo de servicio fueron Quintana, Uribe,
de la Madrid y el regidor Alvarez del Pino. Parece que el equilibrio que se presentó
en los oficios permanentes del cabildo, entre dos criollos, Alvarez del Pino y Uribe, y
cabildo. Casi hasta finalizar la década de 1770 ellos controlaron, con pocas
136
importancia de su labor radica en su permanente asistencia a las reuniones de cabildo
y en su capacidad para comprometer, con las nuevas obras de la villa, a vecinos que
preferían estar atendiendo sus negocios, sus minas y sus haciendas. La actividad de
estos cuatro capitulares le imprimió a los asuntos del cabildo una continuidad y
sobre las nuevas formas de resolver los problemas de la villa durante los años en que
El papel desempeñado por estos cuatro capitulares puede ilustrarse con las obras de
junio de 1766 el procurador don Manuel de Puerta y Molina señaló que una de las
prontamente a edificar nueva yglesia con aquellos seguros que se necesitan para la
permanencia de esta Fábrica, y con el ámbito suficiente para que quepa lo más del
vecindario". 154 Para llevar a término este proyecto se acordó nombrar dos diputados
que tendrían la obligación de recaudar las mandas, -es decir las contribuciones que
cada vecino prometía aportar para la obra-, y que tendrían que entenderse con todos
los aspectos de la construcción. Ellos serían remplazados al cabo de un año por otros
dos diputados, y así, sucesivamente, hasta que la obra fuera concluida. Para
cualquiera de los vecinos principales ello era una pesada carga pues les obligaba a
iglesia alegaban los más diversos males o dificultades para evitar tal responsabilidad.
154
A.C.M. t. 22, leg. 13, f. 2.
137
Sin embargo, siempre se estrellaban contra la férrea decisión de Alvarez del Pino, de
la llegada del gobernador Silvestre o del oidor Mon y Velarde para el inicio de las
mismas.
Durante este período de los años sesenta encontramos que en el estrecho panorama
caracterizada por la pasividad o por la permisividad del cabildo con aquellos que
asociaban el bienestar, -término que se empleo con frecuencia a partir de 1760-, con
una participación activa del cabildo en todos los asuntos de la villa. 156 Sin embargo,
Por otro lado, la realización de las obras en las que se comprometió el cabildo le
con la Audiencia, pues pese a que en esta se tenía conocimiento de la forma en que
155
El interés por dotar a las villas y ciudades coloniales de nuevas edificaciones parece ser
generalizado a finales del XVIII. Ver: FERNANDEZ ALONSO, Serena. "Iniciativas renovadoras..".
op. cit.
156
Debe recordarse que fue el cabildo entre 1763 y 1766 el que propuso al gobernador la creación de
cuatro alcaldías pedáneas para facilitar la vigilancia del valle.
157
Un análisis sobre la manera en que las elites de poder resolvían sus diferencias en los cabildos
puede verse en: LANGUE, Frédérique. "Antagonismos y solidaridades en un cabildo colonial:
Caracas, 1750-1810." EN: Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, tomo XLIX,1992.
138
eran burlados los funcionarios de la Real Hacienda, el cabildo pudo exhibir obras, -o
Desde la década de 1740 algunos informes del cabildo señalan un proceso inverso al
que ocurrió en los años posteriores a la creación de la villa pues vecinos de las
familias más importantes estaban abandonado sus casas en la villa para residir en sus
de sus calles y caminos los movía a abandonarla. Las familias principales de Medellín
expresaron su alarma por la facilidad con la que sus hijos se iban a los arrabales para
mezclarse con esclavos y con personas sin oficio conocido en juegos de apuestas. En
el año de 1766, el procurador don Manuel de Puerta y Molina pedía, por ejemplo, que
vecinos que los educasen y que un callejón que mediaba entre las casas de dos
El resultado lógico fue que cuando más y más familias abandonaron sus casas en la
villa el desorden del que pretendían escapar aumentó, pues con mayor facilidad las
personas pobres tomaron como vivienda los solares anexos a las casas abandonadas.
158
A.C.M. t. 16, leg. 1, f. 12.
159
Las políticas desarrolladas por los cabildos para darle ornato a las poblaciones y el crecimiento
natural de estas entraban en conflicto con los intereses de los dueños de los predios que rodeaban los
viejos cascos urbanos. Ver: VIVES AZANCOT, Pedro A. "Asunción, 1775-1800: Persistencias
rurales en la revitalizacion de su estructura urbana." EN: Revista de Indias, Madrid, Año XXXIX,
núms. 155/158, enero-diciembre, 1979.
139
Aunque algunos capitulares tenían clara la necesidad de renovar la vida en la villa, los
continuo obstáculo para la realización de obras básicas, como la apertura de las calles
hacia el sur del valle. Esto fue evidente en 1768 cuando resultó electo como
procurador. En uno de sus puntos repetía el pedimento que había hecho don
Francisco Miguel de Villa en 1762 para que se obedeciera el auto de visita que el
gobernador Barón de Chávez entregó en 1759. López de la Sierra pedía que en torno
a la plaza se
"abran las calles, según y como está prevenido en las leyes de Indias
asignando un corto término a los que tienen tapados los terrenos por
la pena que Vmds. hallasen por conveniente pues según la ley de Partidas
ninguno puede embarazar ni tapar las calles ni caminos que son para el
Para curarse en salud, -pues sabía que las calles no se abrían por la oposición de los
clérigos que poseían solares por donde pasarían éstas-, enfatizaba, citando la Política
140
de Bobadilla, que las mismas se podrían abrir "aunque los edificios sean hechos para
sobre este asunto se mantendría la decisión que habían tomado los alcaldes de 1762;
pues de no hacerse sería "en perjuicio del lustre de esta república por carecer el lugar
esplendidez y desahogo que les conceden los derechos." 161. Además pidió que se le
entregase copia de los autos relacionados con el caso para elevar una apelación ante
La cuidadosa respuesta del cabildo se dio el 22 del mismo mes. De ser llevado el
ocurrió, era necesario explicar detalladamente por qué no se abrían las calles.
cuarenta solares que ay sin edificarse en ellos casas ni que aia sugetos
160
A.C.M. t. 15, leg. 12, f . 30.
161
Ibid. t. 15, leg. 12, f. 44.
141
menos presio de su justo valor y tampoco se encuentran personas que las
para vivir en el mismo lugar pues ay, como se ha dicho, tantas casas de
benta y ningunos que las compren por aber venido la villa a una total
decadencia, de suerte que las casas que en otros tiempos no se darían por
sus principales vecinos hacia los asuntos del gobierno local. Estos, anotaba el cabildo,
"por maravilla suelen ocupar sus casas de esta villa por cuatro o seis días,
siendo cosa lastimosa y digna de notar que dichos vecinos, siendo como
lo general no ay quien saque una vara de palio, con que si este ejemplar
quanto a las demás clases de personas, basta decir que hasta el comercio
142
el mas es en los campos y ay muchos en la jurisdicción que no conocen la
de suerte que no solo puede acomodarse en su sentro sino quedar olgado y con
campo, las nuevas calles estarían rodeadas de terrenos solitarios que, en opinión del
cabildo, serían propicios para "enormísimos delitos y ofensas a Dios Ntro Señor,
como que forzosamente quedaban como parajes escusados o sótanos a propósito para
perniciosas consecuencias..."
Por último, el cabildo presentó uno de los argumentos más clásicos contra la apertura
de las calles, como era el relacionado con la función principal de los gobernantes,
según una lógica política que se nutría de las Siete Partidas, esto es, la de proteger a
los pobres, viudas y huérfanos sin cuidar de intereses particulares. Puntualizaban los
capitulares que
143
virtud, a un escándalo común pues a mayor abundamiento de la miseria
considerado los ningunos medios que cada una de las partes ynteresadas
tiene para cerrar las cuadras y empedrar las nuevas calles." 162
Ya que esta respuesta se produjo poco antes de terminar el año, el procurador López
de la Sierra, quien en 1769 sería un vecino sin ningún poder en el cabildo, presentó el
cartas que originó el proceso se destaca una presentada por el corregidor don Antonio
sentido tendría el dotar a la villa de unas bellas obras si su costo llevaría a la ruina a
de estos mismos ciudadanos, mal podrán estos conservar el lustre que tanto se
decanta, si se les priva de los medios con que se han de conservar." Terminaba
repitiendo los ideales de tipo conmiserativo, pues por "ser también uno de los
alguno el marco de la villa constituía un único núcleo que aglutinara la población del
162
Ibid. t. 15, leg . 12, fols. 50-55.
163
Ibid. t. 15, libro 2, leg, 1, f. 101.
144
valle. Por el contrario, se habían impuesto las tendencias originadas a fines del siglo
XVII y reforzadas en el primer tercio del XVIII por los procesos de subdivisión de
Una de las peticiones de López de la Sierra era que a los caminos del valle se les
diera un ancho de treinta varas, tal como lo prescribían las leyes, pero, como ya ha
Tras ser examinada la apelación presentada por López de la Sierra, la Real Audiencia
instrucciones para que sin dilación alguna el cabildo de Medellín obedeciera el Auto
en el que el mismo Barón de Chávez había mandado abrir las calles. No obstante,
Medellín era el que había llevado a la Audiencia a cometer tal error. Por fin, el 17 de
Puede pensarse que cuando el cabildo describía el abandono en que estaba quedando
el ya centenario casco de la villa, exageraba un poco. Sin embargo, en la Relación de
ajustaba a la realidad. Silvestre se refería a la facilidad con la que los clérigos erigían
145
"Más de veinte y tantas hay en Medellín, y a distancia unas de otras de
Capillas resulta a lo civil, fuera de los insinuados, es, que teniendo Misa
El caso revela los límites que encontraba el grupo de capitulares proclives a imponer
algún tipo de orden. Al parecer, los vecinos más adinerados, que como se vé no
algunas en los cabildos abiertos en que estas fueron discutidas. Con todo, hay que
decir que, como ocurrió en la construcción de la iglesia, una cosa era prometer dinero
y otra entregarlo. Así, en el cabildo abierto que se realizó el doce de junio de 1766
164
SILVESTRE, Francisco. Relación de la Provincia ...op. cit., pp. 211-214.
146
los principales mineros y comerciantes hicieron alarde de generosidad ofreciendo
costear las obras de la iglesia parroquial. Empero, en abril de 1769 el virrey don
Pedro Messia de la Cerda tuvo que enviar un despacho al cabildo para que apremiase
a los vecinos con el pago de las mandas que tan pródigamente habían prometido.
Como había sido informado por el cura de la villa, don Juan Salvador de Villa y
Castañeda, fueron las señoras de Medellín las que aportaron algunas de las limosnas
En este caso las pequeñas disputas por la honra y al prestigio también afectaron las
llegaba a ser similar a la del cabildo. Relataba Silvestre que en cierta ocasión el cura
pretendió que se dejara libre uno de los presos de la cárcel y como a ello se opuso el
alcalde ordinario, que era el español don Juan Antonio de la Madrid, el cura lo
excomulgó.166
gobernadores, -que eran los vice-patronos reales-, frente al clero, la del cabildo de
Medellín era mantener alejados de los asuntos de la villa tanto a los gobernadores
como a los curas. Por estas razones cuando en abril de 1768 el cabildo, cuyos alcaldes
Audiencia con el arancel establecido por el rey para el cobro de los derechos
165
A.C.M. t 15, leg. 13, fols. 1-16.
166
SILVESTRE, Francisco. Relación de la Provincia...op. cit. pp 202
147
venía cobrando sumas mayores por dichos derechos. Ello le sirvió de base para
de dos de los vecinos más importantes de la villa; Restrepo fue el vecino de Medellín
que más oro llevó a fundir en ese año a la casa de fundición en la ciudad de
Antioquia: 3.712 pesos; Quintana era reconocido como uno de los peninsulares que
porque la gobernación de Antioquia era una "tierra de oro" y ello elevaba el precio de
todo tipo de transacciones, sin que pudieran ser una excepción los derechos
parroquiales. Ahora bien, en sus ataques, el cabildo mostraba al cura como un clérigo
Estos Autos contra el cura Villa los promovió el cabildo de espaldas al procurador
López de la Sierra, quien sólo se enteró del caso cuando fue citado como testigo por
el Comisario del Santo Oficio. Además de refutar todas las acusaciones vertidas por
los otros capitulares y de dar testimonio que los derechos cobrados por el cura eran
167
A.C.M. t. 16, leg. 5.
148
Jueves Santo hasta tiempo de oficios a pedir limosna para cera del
Las virtudes del cura eran evidentes para el procurador, quien opinaba que las
confesaría "todo el vezindario, y aun los mismos señores de este Ylustre cavildo, no
lo podrán negar, ni tampoco la reforma que hizo en la Yglecia, cuyo suelo parecía
havitación de Zerdos; ya con música, missas, y otros cultos que no se hazian a las
Ymagenes..." 168
Los motivos de conflicto con el cura y con otros clérigos eran diversos, pero una de
las principales críticas hechas al clero de la villa por los vecinos era el destacado
papel del mismo en las actividades económicas. En 1774 el virrey pidió que desde las
diferentes poblaciones los cabildos enviasen informes sobre los asuntos de tipo
con todo arreglo, y solo se les nota la poca asistencia a algunos en esta
y minas, que son los que pozeen las mejores, en donde mantienen
168
Ibid. t. 16, leg. 5, f. 70.
169
Ibid. t. 21, leg. 1, f. 28v.
149
Unos pocos años después la visión de Silvestre era similar al observar que
"...se agrega que como cogen los clérigos de todo y por todos caminos sin
del desorden en la villa no fue uniforme. Las actitudes adoptadas por los regidores
por retirarse hacia sus haciendas en el valle. La postura de los regidores era contraria
Dos causas confluyeron para que comenzara desde fines de la década de 1760 una
reactivación del interés en la política local: de un lado, los intentos de la Corona para
ejercer un mayor control sobre los comerciantes y mineros del valle provocaron un
170
SILVESTRE, Francisco. Relación de la Provincia... op. cit. p. 240
150
cabildo a sus vecinos más hábiles para vérselas con el virrey, los fiscales, los oidores,
que era posible intervenir con resultado visibles en la sociedad para alcanzar el
regidores brindaba la ocasión que por años habían esperado comerciantes y mineros
para promover obras que eran necesarias a fin de impedir su decadencia. Además, a
7.043 pesos en el año de 1760 a 43.013 pesos en 1764; y el valor de las mercancías
registradas por el comercio de la villa pasó de 16.511 pesos en 1760 a 36.132 pesos
en 1764 En estas condiciones era claro que los principales vecinos de la villa
cabildo o de la iglesia171.
Las diferentes lógicas políticas que soportaban las decisiones del cabildo en las
décadas de 1760 y 1780 explican las contradicciones de los capitulares, pues mientras
151
suponía afectar los intereses de sectores con relativo poder y prestigio -como veremos
que ocurrió con los cosecheros- para proteger a la población más pobre, también
Desde la década de 1760 hasta finalizar el siglo hubo un crecimiento casi continuo en
villa, como aquellas que se escuchaban en los albores del siglo eran cosa del pasado,
aunque el valle albergaba un crecido número de vecinos pobres, que pese a no poseer
sobre un problema común de la época en Europa y América: cuáles eran las bases de
la felicidad de los pueblos y cuáles los arbitrios para alcanzarla. El impedimento más
destacado para que en la villa se hiciese realidad ese ideal ilustrado de la felicidad,
era, según el cabildo, la pobreza de numerosos vecinos. Dicha pobreza borraba las
daba origen a diferentes delitos y pecados públicos. Se imponía buscar una salida a
tal problema.
la posibilidad de permitir que por muy poco dinero estos beneficiasen el aguardiente.
Durante años, aún antes de la fundación de la villa, la producción y venta ilícita del
152
mujeres desamparadas, procuraban su sustento. Las restricciones que la Corona había
En las provincias aptas para la producción de la bebida era sacado a subasta pública el
resultó poco atractivo a los eventuales postores pues quizás albergaban serias dudas
estanco fue pregonado por las calles y plazas de la villa en diez ocasiones entre el 26
mandar y mandan se publique a son de caxas por las calles pp.cas de esta
que todas las personas que quisiesen sacar el dicho aguardiente en esta
En total, 71 personas se presentaron para pagar sumas que en pocos casos alcanzaban
los dos pesos, -pues la mayoría pagó un peso-, para poder continuar beneficiando el
172
MORA DE TOVAR, Gilma. Aguardiente y conflictos sociales en la Nueva Granada. Siglo XVIII.
Bogota, Universidad Nacional, 1988.
173
A.C.M. t. 31, leg. 11, f. 2.
153
escribano registraba sus humildes condiciones identificando a cada una como pobre,
Cuando la producción y venta del licor fueron privilegio de los estanqueros estallaron
estanquero don Francisco Llul, sin respetar el plazo después del cual los vecinos no
encontrado un poco cargado, que más era, según disen suyo sino de un
dosientos azotes...".
A raíz de este "ynopinado suseso muchas pobres, y muchos pobres y no pobres del
lugar, temiendo otra semejante vejación, derramaron prontamente por las calles y
varrancas todo lo que tenían cargado, siendo este un daño considerable a todo el
lugar."175
174
Ibid. t. 31, leg. 11, fols. 2-3-4. Acerca del papel de las mujeres en la produccion y venta de
bebidas alcohólicas, ver: MORA DE TOVAR, Gilma Lucia. "Chicha-Guarapo y presión fiscal en la
sociedad colonial del s. XVIII." EN: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura.
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, núms. 16/17, 1988-1989. pp. 15-47.
175
A.C.M. t. 19, leg. 11, f. 4.
154
Por razones similares el estanco y los privilegios que reunía el arrendador eran
molestos entre la población del valle de Aburrá. Debe recordarse que pese a los
intentos por prohibir el uso común de algunas de las tierras del valle, sus vecinos
los usos dados a estas tierras era el cultivo de la caña de azúcar para la elaboración
artesanal de la bebida.
don Cristóbal Vélez para sugerirle que el cabildo debía rematar el estanco del
Gracias a ello cualquiera podría producir el licor a cambio de una moderada cantidad
que pagaría al cabildo pues el costo del remate sería prorrateado entre todo el
vecindario. Hasta la fecha nunca se había discutido tal posibilidad pero en cuanto ella
de la villa.
155
mercedes se sacase esta renta por del vecindario obligado este a satisfacer
decidir por sí y convocaron un cabildo abierto para el 16 del mismo mes. En este,
propuesto por hel señor Procurador General en cuia virtud pidieron a los
por el Alférez Real don Manuel Jaramillo y Molina, el doctor don Lorenzo Benítez,
don Juan José Callejas y el propio procurador Vélez para adelantar las gestiones
necesarias. Sin embargo, dos días después se vio que el proyecto suscitaba
"repugnancia" entre algunos vecinos "de la primera plana", y hubo temores de que el
mismo diera origen a "disturbios" y "quimeras". 178 No son claras las razones de tal
oposición pero tal vez el rechazo se debía a que los comerciantes ajenos al cultivo no
estaban interesados en pagar suma alguna por un negocio del que no recibirían ningún
156
podrían hacerlo ocupando terrenos ajenos. Tal posibilidad y sus posteriores
villa.
convocado otro cabildo abierto. Pocas veces los capitulares mostraron mayor
diligencia que en esta ocasión pues en los días previos nombraron un diputado por
cada partido de la villa para que en compañía de los respectivos jueces pedáneos
El interés que originó la propuesta y la campaña del cabildo por atraer vecinos a la
reunido en un cabildo un grupo tan nutrido de vecinos y tal vez desde la fundación de
la villa tampoco se presentó tal grado de acuerdo entre sus habitantes. Al cabo de la
reunión, en la que se informó en detalle sobre las ventajas de la idea presentada por el
procurador,
157
cavildo se diputen y a maior abundamiento suplican a dichos señores se
necesario."179
En los días siguientes el cabildo dio poderes a don Diego de Rivera y Carrasquilla,
vecino de Honda, para rematar el estanco a nombre de la villa en Santa Fé. Rivera
recibió instrucciones para ofrecer en la puja por el estanco hasta 19.000 patacones, y,
En su afán por obtener el estanco, el cabildo advirtió a Rivera que no "dexe piedra
por mover a fin de conseguir el intento, poniendo los medios mas eficaces que puedan
excogitarse, y que se proceda hasta tanto con el mayor sigilo que se pueda" Además
le pedían que les avisara en caso de requerir más dinero, "que por dinero no dexen de
con poca fortuna porque la Audiencia decidió que el remate del estanco no podía
Ahora bien, la idea del procurador Vélez respondía a una manera diferente de abordar
las necesidades de los vecinos de la villa, pues con ella se comenzaban a buscar
Marinilla. El mismo hecho de involucrar a un número tan elevado de vecinos era por
179
Ibid. t. 18, leg. 2, f. 35.
180
Ibid. t. 19, leg. 1, f. 20.
158
completo inusual. Quizás ello no sea testimonio de un nuevo tipo de sociabilidad
política pero sí es un indicio importante sobre las diferentes inquietudes que entre los
vecinos principales provocaban los habitantes pobres del valle. Con relación a estos
en las que los capitulares, y los grupos a los que representaban, se referían con recelo
Hay un aspecto relacionado con el afán de algunos peninsulares por acentuar las
Domínguez Ortiz señala que durante la segunda mitad del siglo XVIII en la región de
Andalucía el tratamiento entre el pueblo llano y los vecinos hidalgos había llegado a
benevolencia con que se trataba a los criados, más como familiares que
como domésticos".181
Si ello fue así podría sospecharse que numerosos conflictos originados en el Nuevo
Reino por los asuntos tocantes a las jerarquías sociales estaban relacionados con el
181
DOMINGUEZ ORTIZ, Antonio. Sociedad y Estado op. cit., p. 327.
159
deseo de los peninsulares llegados en aquellas décadas de establecer unas diferencias
americanas en las últimas décadas del siglo XVIII no respondían únicamente a las
diferentes formas de concebir el gobierno local sino que ellas estaban afectadas por el
enfrentamiento entre los grupos de poder como los mineros, los comerciantes y los
hacendados. Acceder al control del cabildo era un importante paso para definir las
luchas por el control de determinados recursos. Así, por ejemplo, desde los cabildos
se podían fijar precios de productos como el maíz. Dichos precios tenían un efecto
diferente al de los cosecheros, como lo era el de los mineros. Altos precios del maíz
producción de oro.
parece haber sido de estabilidad con relación al precio del maíz, que constituía el
Según testimonios del propio cabildo, entre 1765 y 1775 se respetó la tasa que había
sido fijada sobre el maíz, el fríjol y el dulce. Durante unos diez años la fanega de
maíz se había estado vendiendo a tres castellanos, el almud de frijoles a seis tomines
consideraba que los precios se habían mantenido "quizas por la mucha abundancia de
182
JARAMILLO URIBE, Jaime. "Mestizaje y diferenciación social en el Nuevo Reino de Granada
en la segunda mitad del siglo XVIII." EN: Ensayos de historia social. tomo I. La sociedad
Granadina. Bogotá, Tercer Mundo/Uniandes, 1989. pp.159-216.
160
frutos que en estos havido", pero desde seis meses a la fecha los precios estaban en
Tal escasez de alimentos coincidió con el conocimiento de la ley real promulgada por
Carlos III el 11 de julio de 1775 por la que liberaba el precio de los granos en España
disminución en las cosechas y la libertad que la ley real les otorgaba frente a
cualquier tipo de control por parte del cabildo para esconder los granos y presionar
notabilisimo perjuicio que resulta contra los pobres y los ricos de este lugar, que no
son cosecheros y aun contra los de los lugares comarcanos" 184 La ley se producía en
Como bien lo sabía el procurador, el cabildo no podía hacer nada frente a la ley de
liberación del precio de los granos, así que se limitó a pedir que el cabildo sacara un
testimonio sobre los abusos que la misma originó, para remitirlo a la Audiencia,
183
A.C.M. t. 22, leg. 2, f. 22
184
Ibid. t. 22, leg. 2, f. 15
161
incremento en el precio del maíz para alimentar a las cuadrillas de esclavos, pudieron
En primer lugar, los cosecheros, "que pueden ser contados", eran unos logreros que
contratiempo quando heran los primeros que subían los presios, a los
llegava a baler cuatro y seis tomines, el maíz, y a el símil todos los demás
Para evitarlo el cabildo había fijado la tasa a la que ya se hizo mención. Sin embargo,
almud de fríjol verde a los mismos cuatro tomines, que no sufraga el uno
medio almud, el dulce a doce, a diez, y ocho y a tres pesos la harroba,
162
bender, aún por el más subido precio, molestando a el vecindario con la
Si los abusos de los cosecheros ponían en entredicho la tranquilidad que debía regir a
los ojos de los capitulares era "la basa fundamental en que estriba la felicidad y
un orden en el que los primeros debían ser condignos a su poder y darle protección a
remitir a la Audiencia seguía afirmando que su ánimo siempre había "tenido por
la mayor parte de este vecindario, sin sensible menoscabo de los poderosos". Pero
"varias muertes, inferidas del todo por el solo cuchillo de la necesidad; cuyos efectos
crueldad."
Con la seguridad que les daba la ley, los cosecheros habían introducido la tiranía en la
villa, ya que "abrigados y respaldados con dicha ley muchos de los sujetos
principales, y ricos de frutos, y granos de este Pays, se valen de ella (Muy poderoso
Sr.) para invertir por particular provecho, y aún abriendo la puerta a logrerías contra
185
Ibid. t. 22, leg. 2, f. 22-23. En las averiguaciones del cabildo sobre la manipulación de los precios
del grano, fueron llamados a declarar en su condición de cosecheros, don Miguel Jeronimo de
Posadas, don José Ignacio Vélez, don Vicente Restrepo, don Miguel Fernández de la Torre y don
Lucas de Ochoa.
163
el bien ppco., para invertir (vuelvo a decir) el sentido de la citada ley..."., pues "nadie
sin temeridad" podría afirmar que el rey hubiera pretendido "que el gremio de los
La conducta de los cosecheros era presentada como una alteración seria en el orden y
la regularidad que debería guardar toda villa o ciudad, ya que en una sociedad que era
determinados límites fijados por la ley y por las tradiciones, toda violación de estas
por parte de sus individuos más distinguidos era considerada como una amenaza al
bien común pues daría ocasión a que los vecinos pobres se sintiesen dispensados de
pays..."186
En el conflicto con los cosecheros las ideas de algunos capitulares acerca de la forma
en que estaba siendo desviada la ley en favor de unos cuantos particulares adquirieron
cabildo pudieran presentar su choque con los productores del maíz como si sólo les
186
Ibid. t. 22, leg. 2, fols. 24 -27.
164
preocupara el bienestar del común, sin descartar que dicha preocupación también
existiese.
Hubo un aspecto que pudo haber incitado al cabildo a ejercer un mayor celo en la
aplicación de la justicia y fue el creciente temor que creaba entre los vecinos
terrenos para el cultivo por parte de vecinos pobres, pero desde décadas atrás todas
las tierras del valle ya estaban sujetas a diferentes propietarios. Además los terrenos
más feraces del valle estaban expuestos a continuas inundaciones, pues desde 1722 el
gobernador don Facundo Guerra Calderón había prohibido por Auto de buen
gobierno que se hicieran cortes o estacados en el río para proteger los mismos. Ello
fue expuesto por el procurador de 1775, don Manuel Joaquín de Isaza al interceder
ante el gobernador don Juan Geronimo Enciso para que revocara el Auto de Guerra
Calderón. Isaza argumentaba que el río ya había dañado el camino real que iba de la
villa a Itaguí. Pero la principal razón que daba era que al permitir que los vecinos
enderezaran el cauce del río, se podrían aprovechar para la agricultura los terrenos
que se fueran secando, al tiempo que sería más fácil construir los puentes necesarios
para el acarreo de las maderas desde el valle arriba hasta la villa.187 El gobernador
187
Ibid. t. 21, leg. 25, fols. 1-2.
188
Id. fols. 6-7.
165
En los años siguientes algunos vecinos acometieron obras en el río, pero parece que
pocas en comparación los esfuerzos del cabildo para la realización de las mismas,
pues los obligados a costearlas se negaban a ello. Aún así, las actas capitulares
evidencian que en la década de 1780 los trabajos en las dos orillas permitieron
disminuir un poco el peligro de las inundaciones y ampliar las zonas de cultivo en las
playas recuperadas, en las que gracias a la protección brindada por los estacones, aún
Un breve paréntesis culinario: como tal vez ya se ha dicho, la dieta en el área del
valle era poco variada; el maíz era el alimento principal. A él se añadía el fríjol, el
plátano y si se podía algo de carne de res, que se vendía soleada, es decir salada y
expuesta por unos tres días al sol. En cuanto a la crianza de cerdos en la planta de la
villa y en sus arrabales esta tradición cumplía ya un siglo de demostrar sus bondades.
A ello se unía el consumo de cacao, que era introducido desde el Magdalena. Los
como lo muestra el siguiente caso: el dos de junio de 1777 el cabildo en una de sus
166
que el de algunas legumbres y ortalizas, que por su naturaleza son
Con relación a estos alimentos baste con decir que desde 1760 hasta 1773 sólo un
vecino introdujo, en este último año, arroz, habas y alverjas, y ello para su consumo
El que unos cuantos vecinos pobres pudieran beneficiar algunos terrenos no cambiaba
valle. El mismo procurador de 1775, Isaza, escribió en agosto de ese año al cabildo
para que un Auto por el que se emplazaba a los vecinos de Medellín, Hatoviejo e
aplicara a los habitantes del último sitio por "la suma pobresa de aquellos besindarios
Abreviando, los capitulares expresaron su temor por el aumento excesivo del precio
del maíz entre una población pobre. Sus protestas no fueron por completo
Para ellos, la causa del aumento de los delitos en el valle "no podía ser otra que tan
excesiva carestía de víveres, insoportable a los pobres" 191 Estimular las causas del
189
Ibid. t. 24, leg. 1, f. 37.
190
Ibid. t. 17, leg. 8, f. 1.
191
Ibid. t. 22, leg. 2, f. 24.
167
descontento entre dicha población podría tener consecuencias muy graves, como se
torcía el sentido de las leyes era básico el papel que tendría el cabildo en los años
siguientes.
del papel cumplido por Quintana, Uribe y de la Madrid, el yerno del último, el doctor
cabildo. Su retiro del cargo de teniente de gobernador y de oficiales reales, que rayó
los cosecheros le llevó a ocupar el mismo cargo en el año siguiente, pese a que ello
era prohibido por las leyes. Los otros capitulares, entre quienes se hallaba su suegro,
aquel de comprar en nombre del común el estanco del aguardiente. Para algunos
originando situaciones de desorden que requerían una vigilante mirada del cabildo.
192
Ibid. t. 24, leg. 1, f. 3.
168
Con el aumento de la población en el valle personas con poca experiencia
febrero de 1777. En ella daban cuenta del daño que les causaban los nuevos
"es notorio el quebranto y perjuicio que se nos irroga por varios sujetos,
hacen, trabajan por un precio sumamente ínfimo, y por lo bajo del precio
los buscan a ellos, y los profesores del arte nos quedamos mano sobre
mano..."193
Como estas, encontraremos cartas similares salidas de las manos de otros artesanos y
orden de jerarquías y privilegios del que también eran beneficiarios estaba amenazado
Lorenzana dio un Auto en el que amenazaba con multar en 50 pesos a quien ejerciera
193
Ibid. t. 24, leg. 10, f. 72.
169
un oficio que no fuera de su profesión, o que edificara vivienda sin haber sido
La mayor atención que el cabildo prestó en las tres décadas finales del XVIII a la
través de los procuradores. Por ejemplo, en noviembre de 1778 las repetidas quiebras
de los venteros de la villa y las protestas que dirigieron, obligaron a prohibir la venta
de los descubiertos, o sea de quienes tenían puestos de venta sin haber pagado la
Algunos de los cambios que Silvestre y Mon introdujeron en la villa, más que
reformas eran la realización de medidas que por años estaban contempladas para la
villa y que nunca se habían aplicado. Al hacerlo encontraron el apoyo entre aquellos
maestro artesano gozaba de mayor prestigio social, como lo probaba el que fueran
ellos los portadores de uno de los estandartes en las fiestas patronales. Sus reclamos
La polémica con los cosecheros había dejado aflorar las reservas de los capitulares
sobre los riesgos que se corrían al abusar de la población pobre, aunque parece que
194
Ibid. t. 25, leg. 4, f. 32.
195
El concepto civilidad parece haber sido usado por primera vez en los documentos oficiales de la
villa por Silvestre. Acerca del origen del origen del mismo y de su extraordinaria importancia en la
historia de la pedagogía desde que fue empleado por Erasmo de Rotterdam en 1530, ver: REVEL,
Jacques. "Los usos de la civilidad." EN: Historia de la vida privada. Bajo la dirección de Phillipe
Ariès y Georges Duby. t. 5. El proceso de cambio en la sociedad del siglo XVI a la sociedad del siglo
XVIII. Buenos Aires, Taurus, 1990. pp. 169-209.
170
ello no iba de la mano con una sensación de zozobra o de riesgo inminente frente a
dichos vecinos. Tampoco podría afirmarse que los sectores a los que representaba el
y de cárceles en algunas de ellas eran medidas de control en sitios sobre los que este
había sido muy tenue. Los numerosos delitos, hurtos y robos cometidos en la
Con todo y ello, existían suficientes razones para pensar que el porvenir de la villa era
venturoso, pues de otra manera no es explicable que en 1776 los cuatro regimientos
peninsulares don Juan José Callejas, don Pedro Robledo, don Juan Bautista
camellón para facilitar la salida de la villa hacia el norte del valle, así como el
cuidado en la recaudación de los diferentes derechos del cabildo, representan un
cambio decisivo en el gobierno local si comparamos este último tercio del siglo
171
En la villa nunca se presentaron motines populares ni indicios de amenaza contra el
poder real. Seis o siete decenios separaban a la villa de aquellos años en que sus
capitulares albergaban profundas dudas sobre si ella se iría a acabar o no. Si se robaba
numerosos casos, era por la extrema pobreza de los delincuentes. Las manifestaciones
aseguraba la preservación de los derechos de la villa, al tiempo que era una promesa
de progreso porque los nuevos capitulares eran sujetos que por sus viajes y por los
cargos que habían prestado en otras poblaciones sabían bien cuales eran las carencias
Aún aquellas pruebas de fuerza en las que el cabildo debía enfrentar al gobernador,
La presencia en el cabildo de los primeros doctores en leyes era otra de las razones
que daba seguridad acerca de la acertada defensa de los intereses de la villa. Uno de
ellos, el doctor don Ignacio Uribe, quien ejerció como procurador en 1778 dejó un
172
"...la inherente obligación del empleo en que se me ha constituído, se ha
en el dia logra vajo del amparo de tan discreto Ayuntamiento, que como
alivio..."196
disimulaba el tipo de dureza que debía tener un gobierno amante del progreso. Las
licencias con el común debían ser cosa del pasado. En la misma carta en que
encomiaba al cabildo, le pedía penas muy severas contra aquellos que usaban pesos y
pesas falsos o poco fieles, "siendo uno de los exes principales en que consiste la
limpiar a la villa de todo tipo de contagio pedía en forma perentoria que se quemara
la ropa de quienes habían muerto de tisis y que "se proceda al esterminio de toda
cinco."197
196
A.C.M. t. 25, leg. 1, f. 15.
197
Id.
173
fingidas o reales pobrezas dejó de justificar su condición y tanto los gobernadores
como el cabildo continuaron refiriéndose a ellos como plagas que podrían destruir las
Para los capitulares que se identificaban con los puntos de vista del doctor Uribe
debió ser reconfortante escuchar la lectura del Auto de Visita del gobernador don
Cayetano Buelta en el mes de marzo de 1781. En él, luego de reconocer que había
encontrado un acertado gobierno en casi todos los asuntos de la villa, instaba a las
las justicias disculpa, pues la orden que por este govierno se les ha
comunicado del exmo. Señor Virrey actual, facilita los medios promptos
evocaron en los años previos imágenes tan fuertes entre los gobernadores o el
cabildo. Ahora, cuando el imperativo en todos los territorios americanos era hacer
198
Un estudio sobre la forma en que el problema fue asumido en la ciudad de caracas puede verse en:
LANGUE, Frédérique. "Desterrar el vicio..." op. cit.
199
A.C.M. t. 32, leg. 11, f. 30-31.
174
obedecer y cumplir las leyes para poner fin a la franca indiferencia que en el pasado
eran una polilla que como cualquier otra peste debía ser exterminada. Así, un nuevo
afán de pureza marcaba las Reales Cédulas, los Autos de visita, los Autos de gobierno
Al atacar prácticas que eran tradiciones con gran arraigo, los nuevos Padres de la
República, buscaban hacer de Medellín una villa que coincidiera con la nueva imagen
de villas y ciudades propuestas por la Corona y deseada por ellos mismos. Pero en
América y en España los costos políticos y sociales fueron altos, como bien lo
Nuevo Reino.
En Medellín, como en el resto del Imperio, los 70 y los 80 del s. XVIII, fueron años
decisivos pues fue durante esos veinte años en los que con mayor rigor se sintió el
impacto de las reformas; también lo fueron porque en ellos se reveló el vigor que aún
siglo XVII, las costumbres sociales, los modos de resolver algunos problemas
políticos, el tipo de ética con relación al trabajo y al lucro, variaron con una lentitud
175
que era exasperante para los difusores de una racionalidad política basada en las ideas
de progreso y bienestar.
Como fue señalado, uno de los aspectos que más molestaba a los gobernadores era la
facilidad con la que la pobreza servía para ocultar el desconocimiento a las leyes. En
ociosas en la villa. Bajo pretendidas pobrezas había personas que se conformaban con
lo indispensable para subsistir, mientras que entregaban la mayor parte de sus vidas al
ocio. Sus recomendaciones diferían de las de Buelta Lorenzana porque allí señalaba
con claridad que la solución para desahogar a la villa de ociosos era aprovechar a
estos para fundar nuevas poblaciones en zonas mineras. En atención a que, -escribía-,
"nase la miseria del país de que sobrando, por falta de terreno en que
plátanos y una huertesilla que apenas puede darles una ora de ocupasión
número de los pobres y aún con este motivo allando excusas y prettextos
para bisiarse en pillajerías y pillajes de ganado se previene y encarga
tanto dentro del marco de esta villa como de las jurisdicciones de afuera
pr. calles y cassas se Ympongan del oficio y ejercicio que tiene cada uno,
176
las herramientas o menesteres de su oficio o labranza a fin de que
Por primera vez se buscaba una solución diferente al problema creado por los vagos
costumbres, romper con las consideraciones que imponían respetos humanos para
desarrollar los nuevos fines que debía alcanzar el Estado, fueron los propósitos más
El resultado más visible de las reformas en el Nuevo Reino fue una serie de protestas
semejantes, o mucho más fuertes, a los que suscitó la acción del estanquero entre las
Antioquia. En palabras del procurador de aquella ciudad ello había sido una "especie
200
Ibid. t. 35, leg. 4, f. 8. Con relación al impulso que la corona dió a las nuevas poblaciones para
reunir a la población vaga y dispersa a finales del XVIII ver: LUCENA GIRALDO, Manuel. "Las
nuevas poblaciones de Cartagena de Indias, 1774-1794." EN: Revista de Indias, Madrid, vol. LIII,
núm. 199, 1993; CAMPUZANO CUARTAS, Rodrigo. Fundaciones de Yarumal, Sonsón, San
Carlos y Amagá. Trabajo de Grado, Medellín, Universidad de Antioquia, 1985.
201
A.C.M. t. 19, leg. 8, f. 22.
177
cuando estalló el movimiento Comunero con su cauda de antiesclavismo y rebelión.
El fue un golpe desolador para los aprendices de brujo de las reformas, y puso en
cultivadores de tabaco del cañón del río Cauca habían expresado su descontento
desde 1778 cuando se enteraron que el virrey había decidido prohibir el cultivo de la
con el cultivo pero sólo en aquellos lugares donde la siembra era una actividad
Hacienda dos pesos al año por mazamorrero para poder continuar con sus actividades
que no obedecerían, "ni a Dios, ni al Rey y que de el Tablazo para abajo donde ellos
202
Documentos para la historia de la Insurrección Comunera en la provincia de Antioquia, 1765-
1785. Universidad de Antioquia, Medellín, 1982. pp 111-128
178
residen, no pasaría persona alguna y que la que lo intentase procurase ir confesada y
vecinos que tras controlar los pasos en el río Cauca quedaron con el dominio de todas
las zonas rurales de la capital. Sin embargo, no llegaron a ocasionar actos violentos,
Medellín fueron dadas el seis de agosto de 1781 por el procurador don Antonio Uribe
quién expresó "que según se alla informado por varias partes puede esta villa ser
acechada, y acometida por algunas partidas rebeldes que se han separado de los
arruinando las poblaciones por donde transitan, robando a todos sus moradores..."205
El aviso del procurador obligó a que los capitanes de las siete compañías de milicias
de Medellín formaran un cuidadoso listado de los hombres que integraban cada una
de ellas; el cabildo también proveyó un Auto para que los vecinos aprontaran
cualquier tipo de armas, incluidas las hondas, con el fin de asegurar la defensa de la
villa. En los días siguientes se hicieron alardes de las milicias en la Plaza Mayor, y se
dieron instrucciones para que toda noticia sobre el caso fuera informada con prontitud
al cabildo, pues, como se anotaba en el acta que recogía el informe del procurador,
"un arreglado gobierno exige el estar en las actuales circunstancias con una vigilante
179
La anunciada amenaza no se convirtió en hechos reales, pero dio ocasión a que la
a los vecinos. Sin embargo, a fines de ese año los temores que originó la advertencia
y de Rionegro.
El 17 de diciembre el alcalde de primer voto, don Juan José Callejas, recibió una
pues el gobernador había sido avisado "que los negros esclavos de esta ciudad
bárbaros y crueles." Al indagar más sobre tan inquietantes noticias pudo enterarse que
solicitados para el mismo fin, y que todos tenían acordado dia determinado para
unirse y executar sus designios." El gobernador presumía que por haber sido
descubierto el plan en Antioquia era poco posible que continuasen con él allí, y que
con mayor facilidad, por el temor de ser capturados, se desplazarían hasta Medellín,
"para unirse con los de esa jurisdicción, y cometer en ella los insultos que tenían
Buelta Lorenzana era enfático en advertir que no se hallaban ante meros rumores
180
"...devo advertir a Vm., que dichos esclavos trataron la sublevacion con
tanto sigilo que sin embargo de haber pasado algún tiempo y tener
medido el lance para el dia de Año Nuevo, nada se pudo trascender, mas,
este descubrió, confesaron ser cierto, aunque cada uno intenta disculparse
las cuadrillas de minas, y los que eran arrieros de mulas, con cargas para
el rescate de las minas, sin omitir por eso executar lo mismo, con los de
las estancias, y servicio de las casas; pues aquí, hasta estos estaban
sigilo que guardaron, y que podrían juntarse más de cinco mil esclavos;
Un intento de este tipo resultaba de una novedad total pues era mucho más que el
deseo de algunos esclavos de hacer fuga, lo que sí ocurría con frecuencia. 208 La
cartas a los jueces de los partidos de la villa para que se desplazaran hasta la casa del
207
Ibid. t. 34, leg. 16, fols. 15 ss.
208
MCFARLANE, Anthony. "Cimarrones y Palenques en Colombia. Siglo XVIII." EN: Historia
y Espacio. No. 14. Cali, Universidad del Valle, 1991.
181
cabildo a fin de ser informados con el sigilo que determinaba la ocasión. Una vez allí
"cada uno, en su partido, haga saber a los dueños de los esclavos selen, y
vigilen el modo como viven sus esclabos, observando con gran cuidado
que con ellos se tiene, encargándoles, asimismo, que el dia de año nuevo,
y aún desde su víspera, estén con especial cuidado, y a los Sres. jueces
año nuevo hasta el dia en que largen sus varas, las que no largaran hasta
El cinco de enero de 1782, cuando aún no se habían apaciguado los ánimos por la
sublevación que se esperaba para el día de año nuevo, el procurador del año anterior,
don Antonio Uribe, dio a conocer una carta en la que algunos sujetos que cultivaban
sus tierras le avisaban que varios de los capitanes de la rebelión comunera les habían
cabildo enteró al gobernador, que estaba en la capital, quien los hizo aprehender en
209
A.C.M. t. 32, leg. 1, f. 88 v.
182
De nuevo la villa sólo resultó afectada por la ola de rumores, pero ni en esta ocasión
caso del valle de Aburrá el vecindario no resultó afectado por medidas como las que
Como venía ocurriendo por largas décadas, el valle continuaba acogiendo familias
pobres que bien en la agricultura o en actividades de servicio podían vivir sin ser
su vecindario las describió en mayo de 1786 don Lorenzo de Mesa, alcalde pedáneo
de Hatoviejo, en una carta dirigida al visitador Mon y Velarde. Afirmaba Mesa que
que puedan adelantar, por no aver cabimento en el lugar pa. ellas, pues
están tan estrechas las gentes, que varios de los habitantes apenas tienen
(con ser en el campo) las casas, y cocinas, sin tener tierra adonde poder
sembrar siquiera una huerta; y si tienen, pa. ella es la tierra inutil que no
a hurtar, como acontece muchas veces, mas bien que irse donde se
puedan mantener..."210
210
Ibid. t. 37, leg. 11, fols 1-2.
183
Aunque la villa quedó libre de expresiones de tipo tumultuario durante 1781 y 1782,
los vecinos principales sabían bien que los ánimos de un vecindario como el que
describía el alcalde Mesa podían variar con rapidez; incluso que esa población, la
gente del común podía llegar a ser empleada para presionar reclamos que sólo
orden del regente Gutiérrez de Piñerez por la que se les restringía el control sobre más
cuadras en sus minas de las que efectivamente podrían explotar con sus cuadrillas de
esclavos.
hijos de familia con esclavos o peones, reforzando la pompa en los rituales de las
hurtos, los miembros de la élite de Medellín se esforzaban por tomar distancia del
resto del vecindario. Pero este distanciamiento no era total; si en diferentes actas del
Lorenzana, Silvestre o Mon no acababan de explicarse por qué los alféreces que
debían organizarlas gastaban tanto dinero en ellas y por qué se convertían en unas
celebraciones tan gentiles. En cuanto pasaban las fiestas el cabildo volvía a tratar de
demarcar el espacio social, cultural y económico que los separaba a ellos, y a los
184
grupos que representaban, del común, pues este espacio casi desaparecía durante las
festividades.
El cabildo también procuró rodear de prestigio cargos que hasta el momento eran
ocupados por vecinos que apenas estaban comenzando su carrera en la villa o que no
eran de la primera plana en la estructura social de la villa, como ocurría con los
cabildo saliente nombró en esos oficios a "los señores alcaldes ordinarios que
concluyen, don Vicente Restrepo y don José de Passos con reflexión a que estos
empleos sigan con auge en lo subsecibo y conozca el público que no son de menos
valer..."211
Los peligros de un acercamiento muy estrecho con dichos sectores afloraron a raíz de
un pequeño incidente en 1788. El alcalde de primer voto de ese año, don Fernando
por esclavos y sirvientes que también portaban armas y faroles. Barrientos protestaba
porque el teniente le había soltado de la cárcel a Carmen Arango, mujer que arrojó en
el campo a su bebe recién nacido y que luego fue devorado por los perros. El alcalde
teniente y que ello lo desconocía porque no leyó las ordenanzas de Mon para el
211
Ibid. t. 37, leg. 46, f. 5.
212
Ibid. t. 40, leg. 2, f. 131.
185
Buscar la felicidad y mantener el orden y la civilidad de una población que sin ser
servil tampoco era ingobernable, era un propósito que algunos capitulares estarían
mas confiados de alcanzar si se dejaba claro que la felicidad en la que ellos pensaban
Con el visitador Mon y Velarde se vio con claridad que la felicidad de la que se
viejas costumbres.
desviaban del celo y vasallaje que suponía el bien público. Fue Mon quien hizo
construir el primer potro de tormento que se conoció en la villa. El impacto que tal
atormentar, hasta el año de 1785 que de orden del Señor Visitador Mon,
de fierro que se tornean para la parte de afuera por el verdugo para que
sus agudas puntas hieran al infeliz que esta adentro. Este cajón estaba en
186
la sala del Cabildo en un cuartico..... Día 22 de diciembre de dicho año,
visión sobre la población que gobernaban. Ella debía ser educada, y como lo expresó
sostener aulas de primeras letras y de Gramática, que eran "como los almácigos de
mujeres de Santafé para que fueran reducidas a "perpetua sujección". 215 El alcalde don
Juan Lorenzo Alvarez del Pino puso el asunto a consideración de Mon y Velarde,
pues no sabía que decisión tomar. Mon desechó de entrada la posibilidad de enviar
las rameras a la capital del virreinato porque la villa de Medellín no contribuía con
ningún dinero al hospicio de aquella ciudad, y señalaba que aunque fuera posible
supóngase que cada año se remiten diez mujeres jóvenes que criadas en
sujeción pudieran casarse y ser otras tantas familias, al cavo de diez años
213
BENITEZ, José Antonio. "El Cojo". Carnero de Medellín, op. cit. p.179.
214
A.C.M. t. 35, leg. 4, f. 5.
215
Ibid. t. 39, leg. 11, fols 11 y 18.
187
serían cien matrimonios, y otros tantos vecinos... Fórmese igual cálculo
deverán una con otra conceptuarse que tengan tres hijos, y serían 400
proyecto..."216
216
Ibid. t. 39, leg. 1, f. 13-15.
188
EPILOGO
El interés principal al realizar este trabajo fue el de identificar algunas de las formas
actuar del cabildo varió notoriamente desde la erección de la villa hasta la década de
ocasiones estrategias para velar por la protección de los intereses locales que diferían
reformismo borbónico, los capitulares apoyaban ideas y medidas que ya habían sido
contempladas unos quince años antes del arribo de Mon y Velarde a la Provincia.
a castigar con severidad los delitos hubo un pleno respaldo. Aquellas medidas
orientadas a ampliar la traza urbana mediante la apertura de calles resultaron ser más
incurrir en los costos de la apertura. El acuerdo entre las familias que controlaban el
cabildo fue relativo y sólo circunstancias excepcionales terminaban por unirlas. Si por
años comerciantes y mineros se enfrentaron con labradores por el asunto del precio
del maíz, sucesos como la presunta amenaza de la insurrección de los esclavos los
hicieron cerrar filas. Además era inevitable que por la estrechez de opciones en la
elección de pareja entre las familias más ricas de la villa, o aún de la Provincia, se
189
El grado de sensibilidad del cabildo frente a las propuestas mas vigorosas de la
que sustentaba el programa reformista de hecho en forma muy rápida los capitulares
por los gobernadores o que se incluían en las copias de las Reales Cédulas que
llegaban a la villa. Pero si los cambios afectaban de lleno el poder local, bien
Durante el siglo XIX todavía este tipo de representaciones conservó gran parte de su
eficacia, especialmente entre los sectores pobres de las ciudades. Pese a que las
190
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