Caminando en El Espíritu

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Caminando en el

Espíritu: La Llenura
del Espíritu Santo
Predicador: DEREK BERDUGO

Categoría: ESPÍRITU SANTO, FE, IGLESIA, OBEDIENCIA

Serie:CAMINANDO EN EL ESPÍRITU

Octubre 17, 2022


Muchas veces el Señor quiere moverse de forma poderosa, sin embargo,
nosotros mismos creamos una barrera para que esto no se de a través de
nuestra incredulidad, pereza o temor.

¿Alguna vez has experimentado la llenura del Espíritu Santo? Si su


respuesta es afirmativa ¿puede meditar en cómo se ve el ser lleno por el
Espíritu de Dios?

Ahora bien; ¿qué nos dice la Biblia sobre el tema? Efesios 5:15-21 nos dice lo
siguiente:
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el
tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la
voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del
Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando
al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios.”
¿Somos diligentes para usar el tiempo en temas del Espíritu?

Muchas veces como cristianos no tenemos la percepción correcta de lo que


Dios está haciendo y cómo Él está obrando. Eso es lo que significa en el
pasaje el no andar como necios, sino como sabios.
La Biblia nos da un mandamiento, una obligación: deberíamos procurar ser llenos
del Espíritu Santo. El verbo original habla de un pasivo presente, hay una parte
que el Señor hace, Él quiere derramarse en medio de nuestra vida, pero hay
algo que debemos hacer. Dios nos dio la voluntad para que decidamos sobre
lo que queremos, qué tipo de vida anhelamos llevar, qué tipo de cristianismo
deseamos vivir o en qué tipo de pasividad queremos andar.
Lamentablemente hay personas que dicen ser cristianos, pero no trasmiten
nada, no ministran nada ni edifican, viven en una pasividad absoluta.

Pablo recalcó este tema cuando le dijo a Timoteo que no dejara que el fuego
que Dios había puesto en él se apagara, y esto era fundamental porque su
ministerio se basaba en ello: en el ser lleno por el Espíritu de Dios.

Necesitamos caminar de esta manera, pues de la lo contrario vamos a vivir


en un cristianismo donde no hay plenitud, ni gozo, ni llenura, ni
quebrantamiento, ni paz. No nos referimos a que esto haga perder la
salvación, pero necesitamos caminar en el espíritu para cumplir el propósito
de Dios en nuestras vidas.

Dice Efesios 5:19-21 “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre,
en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios”
Pablo hizo una analogía entre estar embriagados de alcohol – lo cual es
pecado – vs estar embriagados del Espíritu Santo. Cuando una persona se
embriaga con alcohol, esta sustancia toma control de la vida y empieza a
conducir como la persona habla, piensa, se comporta. Es imposible por
ejemplo trabajar o racionalizar con una persona alcoholizada.

Y Pablo afirma por otra parte “que no nos embriaguemos con alcohol sino
con el espíritu Santo”. Lo que este hombre estaba enseñando es que el
enemigo va a querer imponerse, sin embargo, Dios va a querer tomar control
de nuestra mente, de nuestro hablar y del cómo actuamos. Pero para que Él
tome el control, nosotros necesitamos ceder; el Señor no lo va a hacer de
forma impositiva, sino que debemos estar dispuestos nosotros a entregarle a Él nuestra
confianza y nuestra vida para que Él actúe.
La llenura siempre va a ir de la mano de una saturación.

Dios quiere encendernos y volver a ser esas personas que dábamos todo por
el Evangelio cuando estábamos llenos del Espíritu Santo.

El primer encuentro que la Biblia narra de un hombre siendo lleno del


Espíritu Santo se encuentre en Éxodo 3:1-3 y 10:12. Moisés pasó del palacio al
destierro, rondando, trabajando para su suegro apacentando ovejas.
Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del
desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2 Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de
fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se
consumía. 3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se
quema
10
Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de
Israel. 11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto
a los hijos de Israel? 12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo
te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
Y Moisés se pasaba de un lugar a otro, y tenía que llevar a las ovejas de un
lugar a otro para cuidarlas. Moisés no estaba en la mejor época, desterrado,
en el desierto, con sed. En medio de ese tiempo tan difícil este hombre vio
esta zarza ardiendo que cautivó su atención.

¿Qué era lo que producía esa combustión? esa zarza tenía una particularidad: no se
apagaba.
Era muy difícil para este hombre comprender lo que estaba sucediendo, sin
embargo, la respuesta era muy sencilla: algo distinto a la madera estaba
sosteniendo esa zarza. Con lo anterior en mente preguntémonos ¿Qué nos
sostiene a nosotros? ¿Qué nos identifica como cristianos y ser distintos a
los demás?

Hay muchas iglesias, personas con facilidad de palabra, mucha liturgia,


pero hay algo que nos distingue: la presencia de Dios. Esto no se puede programar, ni
planear ni estudiar. La presencia de Dios es la identidad del creyente, de la
iglesia y es lo que hace que una persona no se apague.
El combustible de esa zarza no era madera, era la viva presencia de Dios, la cual todos
necesitamos.
Muchas veces nos apagamos porque buscamos encendernos con
motivación, a través de nuestro actuar, queremos hacer más, servir más,
pero no vamos a la fuente, no vamos al Señor y no buscamos su presencia.

Debemos entender que tenemos una necesidad constante de la presencia


de Dios para todo lo que hacemos: para orar, predicar, hablar actuar.

Cuando estamos llenos del Espíritu Santo hablamos, predicamos, hablamos


y actuamos diferente, porque quien nos está manteniendo encendidos es
precisamente el único y verdadero Dios vivo.

¿Cuál fue era el sello del pueblo de Dios? El poder del Señor manifestándose
continuamente en medio de ellos.
Los discípulos fueron hombres con diferentes talentos, ninguno sobresalía,
eran personas comunes y corrientes. Ellos tenían a Jesús viviendo en todo
momento con ellos. Ellos tuvieron la mejor escuela de discipulado, tres años
viviendo con Jesús, experimentaron los milagros, y el Señor les dijo
en Hechos 1:4-5 “«No se vayan de Jerusalén hasta que el Padre les envíe el regalo que les prometió,
tal como les dije antes. Juan bautizaba con agua, pero en unos cuantos días ustedes serán bautizados
con el Espíritu Santo»”
En Hechos 2 los discípulos entraron en el aposento santo y allí fueron
bautizados por el Espíritu Santo como en lenguas de fuego, y el Señor los
empiezan a capacitar, y ellos entendieron que era imposible simplemente ir
con un discurso aprendido, ellos necesitaban moverse en el Espíritu.
Pasaron de ser hombres temerosos, donde cada uno murió martirizado por
seguir a Cristo.
Juan y Pedro habían ido muchas veces al templo, pero en Hechos 3 se
relata una historia donde vieron a un paralítico que siempre iba a pedir
limosna. En ese momento, Pedro le dijo algo poderoso a ese hombre. “Pedro
y Juan lo miraron fijamente, y Pedro le dijo: «¡Míranos!». El hombre lisiado los miró ansiosamente,
esperando recibir un poco de dinero, pero Pedro le dijo: «Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré
lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y camina!».”
Lo que verdaderamente necesitamos es el poder de Dios para transformar
los ambientes. Cuando busquemos y andemos en la llenura del Espíritu
Santo la gente a nuestro alrededor va a cambiar, porque van a recibir de lo
que tenemos.

¿Cómo es la llenura del Espíritu?


En Efesios 5 encontramos varias características. La Biblia nos enseña como
deberíamos procurar esto todos los días de nuestra vida.
1. Deberíamos hablar Salmos. ¿Qué hablamos a diario? Muchas veces decimos
palabras que no edifican a nadie. Tenemos conversaciones vanas y vacías. ¿Cómo
podemos hablar su Palabra sino la conocemos?
2. Cantando y alabando llenos de gozo. ¿Cómo es nuestra adoración? La llenura del
Espíritu no es un éxtasis espiritual, ni un comportamiento fuera de control. Nosotros
le cedemos el control al Señor. Muchas veces nos gana la vergüenza, nos gana el
miedo, el qué dirán. Nos importa más lo que piensen los demás que lo que piense el
Señor. Debemos adorar en Espíritu y Verdad, y vamos a ver como el Señor empieza
a moverse en nuestra vida.
3. Demos gracias en todo. El texto no dice que debemos estar libre de problemas.
Moisés la estaba pasando mal y tuvo un encuentro con Jehová en fuego. Esto no
tiene que ver con nuestra condición, sino con nuestra disposición. Si hoy podemos
dar gracias en medio de la prueba, el Señor puede hacer algo increíble en nuestra
vida.
4. Sometiéndonos los unos a los otros. Hay algo que sucede cuando somos humildes
para permitir ser sometido a Dios y a mis hermanos en Cristo. El Espíritu nos lleva a
ser a la imagen de Cristo y no a ser una persona orgullosa.
A todos nos llena algo y ese algo nos detona en nuestra forma de actuar.
Por ejemplo, hay personas que en los partidos de futbol brincan, cantan y
abrazan inclusive a la persona del lado que no conocen sin que les cause
vergüenza. Porque eso los satura, los mueve, los controla. Y nosotros que
nos controla la presencia de Dios, permanecemos quietos, con pena, con
temor.

Andamos buscando ser diferentes. Distingámonos no por la música, la


moda, la apariencia que tengamos, sino por ser personas que
verdaderamente contagian por lo que el Espíritu Santo está haciendo en
nosotros.

Juan dijo “«Yo los bautizo con agua, pero pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior
que ni siquiera soy digno de ser su esclavo y desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con
el Espíritu Santo y con fuego” Lucas 3:16.
Esta promesa era para nosotros, esto significa que íbamos a ser sumergidos
en agua para nacer de nuevo, pero sumergidos en fuego para obrar lo que el
Espíritu quiere hacer. La única forma que nos podemos mover en este
mundo es el poder del Espíritu de Dios en nosotros.

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