PRESUP PARTICIPATIVO 2020 Virtual

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Presupuesto participativo

El Presupuesto participativo es un proceso de intervención directa, permanente, voluntaria y universal


mediante el cual la ciudadanía, conjuntamente con las autoridades, delibera y decide la asignación de recursos
públicos.1

Es un proceso de consulta y diálogo entre la comunidad y las autoridades sobre cuáles son las prioridades de
inversión de un municipio. Se trata de dividir el territorio en el que se va a realizar la consulta sobre los
presupuestos, englobando a todas las personas que se vean afectados en ellos y formar diferentes secciones de
pequeño tamaño para que en cada una de ellas se puedan realizar propuestas y debatirlas con argumentos
válidos y deliberando, que es el fin de la democracia deliberativa; a continuación de cada uno de los distritos
se eligen al azar ciertas personas para que lleven las propuestas a unas asambleas conjuntas en las que se
reúnen todos los delegados y deciden de nuevo qué solución van a tomar, debatiendo de nuevo qué va a ser lo
mejor para la mayoría, siempre dentro de unas normas estipuladas, tomando una decisión acorde con los
derechos de las personas e intentando no perjudicar sobremanera a nadie. Si en la primera asamblea no se
llega a un acuerdo se realizan más asambleas hasta que se consigue la solución preferida por la mayoría y
finalmente, si no se llega a una conclusión, se decide por votación.

Interpretando a Valdivia (2012)[1]; el presupuesto participativo es un instrumento de política y a la vez


de gestión, a través del cual las autoridades regionales y locales, así como las organizaciones de
la población debidamente representadas, definen en conjunto, cómo y a qué se van a orientar los recursos,
teniendo en cuenta los Objetivos del Plan de Desarrollo Estratégico o Institucional, según corresponda, los
cuales están directamente vinculados a la visión y objetivos del Plan de Desarrollo Concertado.

De acuerdo a lo establecido en la Constitución Política del Perú y las leyes Orgánicas de Gobiernos
Regionales y de Municipalidades, los Gobiernos Regionales y Gobiernos Locales formulan
sus presupuestos de manera participativa. Por su parte, la Ley 28056- Ley Marco del Presupuesto
Participativo-, establece los parámetros mínimos para el desarrollo del Presupuesto Participativo. Su
reglamento y el Instructivo establecen los procedimientos y mecanismos específicos para su desarrollo.

Interpretando a Rodríguez (2007)[2], el presupuesto participativo es un proceso que fortalece las


relaciones Estado – Sociedad, mediante el cual se definen las prioridades sobre las acciones a implementar en
el nivel de Gobierno Regional o Local, con la participación de la sociedad organizada, generando
compromisos de todos los agentes participantes para la consecución de los objetivos estratégicos. Los agentes
participantes del presupuesto participativo están integrados por los miembros del Consejo
de Coordinación Regional, Consejo de Coordinación Local, los miembros de los Consejos Regionales y
Concejos Municipales, los representantes de la Sociedad Civil identificados para este propósito según lo
señalado en el artículo 5° del Reglamento y los representantes de las entidades del Gobierno Nacional que
desarrollan acciones en el ámbito de la región, provincia o distrito y designados para tales fines. Integran
también los Agentes Participantes un Equipo Técnico de soporte del proceso que participa con voz pero sin
voto en el proceso.

El Presupuesto Participativo tiene los siguientes objetivos:


1. Mejorar la eficiencia en la asignación y ejecución de los recursos públicos de acuerdo a las
prioridades consideradas en los Planes de Desarrollo Concertado y los Planes Sectoriales y
nacionales, propiciando una cultura de responsabilidad fiscal, concertación y paz en la sociedad;
2. Reforzar la relación entre el Estado y la Sociedad, introduciendo formalmente en el ámbito de la
gestión pública una nueva forma de comprender y ejercer la ciudadanía en el marco de un ejercicio
creativo y complementario de mecanismos de democracia directa y democracia representativa que
genera compromisos y responsabilidades compartidas;
3. Comprometer a la Sociedad Civil en las acciones a desarrollar para el cumplimiento de los objetivos
estratégicos del Plan de Desarrollo Concertado, creando conciencia respecto de
los derechos y obligaciones que los ciudadanos tienen como contribuyentes y como actores en la
implementación de las acciones del estado y la sociedad en su conjunto;
4. Fijar prioridades en la inversión pública, estableciendo un orden de prelación para la ejecución de
los proyectos declarados viables bajo las normas técnicas y procedimientos establecidos en la Ley
No. 27293, Ley del Sistema Nacional de Inversión Pública; así como garantizar la sostenibilidad de
la inversión ya ejecutada, ya sea en el ejercicio fiscal actual o en los siguientes según corresponda;

5. Reforzar el seguimiento, control, vigilancia de la ejecución del presupuesto y fiscalización de la


gestión, fortaleciendo las capacidades regionales y locales para fines del proceso participativo y
vigilancia ciudadana.

Las Instancias del Presupuesto Participativo, están constituidas por el Consejo de Coordinación Regional,
Consejo de Coordinación Local Provincial y el Consejo de Coordinación Local Distrital con el objeto de
coordinar, concertar, liderar, monitorear y garantizar el desarrollo de los procesos de los presupuestos
participativos dentro del ámbito regional y local

Rodríguez (2007)[3]; señala que el presupuesto participativo es básicamente un sistema de formulación y


seguimiento del presupuesto mediante el cual la población determina, a través de debates y consultas, dónde
serán hechas las inversiones, cuáles son las prioridades, obras y acciones a ser desarrolladas por el gobierno.
Es, desde otro punto de vista, una valiosa herramienta de planificación presupuestaria. Sin embargo, debe
comprenderse que la participación ciudadana no puede establecerse por decreto. Es la resultante de un
proceso cultural lento, donde las leyes pueden ayudar a sugerir conductas pero no pueden imponerlas. Es
preciso que tanto el gobierno como los ciudadanos pierdan desconfianzas mutuas y preparen el terreno
para poder trabajar juntos en políticas que logren una mejor calidad de vida para la comunidad.

Resulta necesario que el gobierno local estimule la participación a través de dos maneras, básicamente.
En primer término, brindando información a la comunidad ya que sin información la gente no puede
participar. Esta información comprende no sólo ilustrar respecto de qué es el presupuesto, y en particular qué
es el presupuesto participativo, sino también hacer saber a los ciudadanos cuál es la acción de gobierno
realizada, en que se han gastado los dineros públicos (rendición de cuentas), cuáles son los compromisos
asumidos y en qué se proyecta gastar en los próximos ejercicios.

En segundo lugar se deben institucionalizar espacios de participación para que este proceso se consolide. Esto
requiere un trabajo constante y continuo, en el que no puede estar ausente la capacitación tanto de la
comunidad como de los propios funcionarios de gobierno. Ello es necesario para determinar las necesidades,
planificar soluciones y crear mecanismos de información y consultas permanentes que resulten confiables.

Interpretando a López (2010)[4]; el presupuesto participativo es una potente herramienta de relación


permanente del Gobierno con la población, un modelo de gestión pública democrática, donde la ciudadanía
participa de forma directa, voluntaria y universal. En éste, la comunidad prioriza programas, formula perfiles
de proyectos y propone la distribución de los recursos de inversión. Además hace el control social a
respectiva ejecución. De modo que el presupuesto participativo es una herramienta para que la población
proponga en que invertir los recursos públicos.

De acuerdo a la Ley Nº 28056[5]el proceso del presupuesto participativo es un mecanismo de asignación


equitativa, racional, eficiente, eficaz y transparente de los recursos públicos, que fortalece las relaciones
Estado - Sociedad Civil. Para ello los gobiernos locales promueven el desarrollo de mecanismos
y estrategias de participación en la programación de sus presupuestos, así como en la vigilancia y
fiscalización de la gestión de los recursos públicos. El presupuesto participativo tiene por objeto establecer
disposiciones que aseguren la efectiva participación de la sociedad civil en el proceso de programación
participativa del presupuesto, el cual se desarrolla en armonía con los planes de desarrollo concertados de los
gobiernos locales, así como la fiscalización de la gestión. El presupuesto participativo tiene por finalidad
recoger las aspiraciones y necesidades de la sociedad, para considerarlos en los presupuestos y promover su
ejecución a través de programas y proyectos prioritarios, de modo que les permita alcanzar los objetivos
estratégicos de desarrollo humano, integral y sostenible. Asimismo optimizar el uso de los recursos a través
de un adecuado control social en las acciones públicas.

El proceso participativo tiene las siguientes fases:

1. Identificación de los agentes participantes,


2. Capacitación a los agentes participantes de las instancias del presupuesto participativo,
3. Desarrollo de talleres de trabajo;
4. Evaluación técnica de prioridades;
5. Formalización de los acuerdos;
6. Rendición de cuentas; y,
7. Otros que acuerde la instancia participativa.

Los titulares del pliego son los responsables de llevar adelante las distintas fases del proceso, conforme a los
mecanismos que se establecen en la presente Ley, su Reglamento, Directivas y Lineamientos emitidos para
dichos fines. El resultado de los talleres debe constar necesariamente en actas.

Los presupuestos participativos de los gobiernos locales reflejan de manera diferenciada e integrada los
compromisos y acuerdos realizados a través de las distintas fases del proceso de programación participativa.
Para ello, las instancias del presupuesto participativo sustentan los acuerdos y compromisos adquiridos, ante
los Consejos Regionales o Concejos Municipales, según sea el caso, para su inclusión en el presupuesto
institucional.

Los gobiernos locales, para efecto del proceso de programación participativa del presupuesto, toman como
base, de acuerdo a su ámbito territorial, el plan de desarrollo concertado, según corresponda, los cuales
constituyen instrumentos orientadores de inversión, asignación y ejecución de los recursos, así como de la
gestión individual y colectiva, tanto de las organizaciones sociales como de los organismos e instituciones
públicas o privadas promotoras del desarrollo.
Son mecanismos de vigilancia del presupuesto participativo los que permiten el acceso a la información
pública, la rendición de cuentas y el fortalecimiento de capacidades.

Los gobiernos locales, están obligados a utilizar los medios a su alcance a fin de lograr la adecuada y
oportuna información a los ciudadanos, sobre el proceso de programación participativa del presupuesto y
ejecución del gasto público.

Los Titulares de Pliego de los gobiernos locales, están obligados a rendir cuenta de manera periódica, ante las
instancias del presupuesto participativo, sobre los avances de los acuerdos logrados en la programación
participativa, así como del presupuesto total de la entidad.

El Ministerio de Economía y Finanzas, a través de la Dirección Nacional del Presupuesto Público, en


coordinación con los gobiernos locales programa e implementa acciones de capacitación dirigidas a los
agentes participantes del presupuesto participativo, para los fines de la programación y vigilancia
participativa.

Interpretando a Valdivia (2012)[6]; el Presupuesto Participativo basado en Resultados se enmarca dentro del
nuevo enfoque de la nueva gerencia y gestión pública, en el cual los recursos públicos se asignan, ejecutan y
evalúan en función a cambios específicos que se deben alcanzar para mejorar el bienestar de la población.
Lograr estos cambios supone producir resultados que mejoren notoriamente las condiciones de vida de las
personas.

El Presupuesto Participativo basado en Resultados comprende la incorporación al proceso del Presupuesto


Participativo de las corrientes renovadoras del presupuesto y la gestión por resultados en los que el/la
ciudadano/a y los resultados que estos requieren y valoran se constituyen en el eje del accionar público. Para
tal fin, se estructuran los presupuestos en función a los productos, es decir bienes y servicios que la población
recibe de parte de las instituciones públicas, para lograr los resultados. El presupuesto anual debe garantizar
las dotaciones de recursos necesarios para poder desarrollar los productos, que incluyen las previsiones
presupuestarias para los recursos humanos, insumos materiales y bienes de capital que sean necesarios.

El Presupuesto Participativo es el espacio en el que pueden facilitarse las decisiones de inversión que dotarán a las
entidades del Estado con los bienes de capital necesarios para cubrir las brechas existentes y que limitan el
desarrollo y entrega de los productos. Para lograr una mayor efectividad en la gestión se deben relacionar los
resultados con los productos, así como las acciones y los medios necesarios para su ejecución y viceversa. De
esta manera, los proyectos que se prioricen en el marco del proceso participativo, al ser pensados y
priorizados en función de resultados y estar conectados a los productos, garantizarán mejoras en la calidad de
vida de la población (resultados), sobre todo de los sectores más necesitados.

Interpretando a Valdivia (2012)[7]; los gobiernos locales son entidades básicas de la organización territorial
del Estado y canales inmediatos de participación vecinal en los asuntos públicos, que institucionalizan y
gestionan con autonomía los intereses propios de las correspondientes colectividades; siendo elementos
esenciales del gobierno local, el territorio, la población y la organización.

Las municipalidades provinciales y distritales son los órganos de gobierno promotores del desarrollo local,
con personería jurídica de derecho público y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines. Los
gobiernos locales gozan de autonomía política, económica y administrativa en los asuntos de su competencia.
La autonomía que la Constitución Política del Perú establece para las municipalidades radica en la facultad de
ejercer actos de gobierno, administrativos y de administración, con sujeción al ordenamiento jurídico.

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