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Tema 2: PLATÓN
Las ideas son eternas, perfectas, inmutables, son en sí mismas y por sí mismas, son esencias. Para
Platón no son simples conceptos, son la única realidad verdadera.
Las ideas están jerarquizadas, existe una idea suprema, la idea del Bien y bajo ella y por este orden
Justicia (ideas éticas) > Belleza (ideas estéticas) > Matemáticas > Objetos.
Platón es el primer filósofo que plantea el elemento suprasensible, que explica mediante su teoría de
las ideas. Establece un dualismo metafísico; el “mundo de las cosas” y el “mundo de las ideas”.
Lo sensible sólo se explica apelando a la dimensión de lo suprasensible.
Existe un demiurgo, un semidios, un principio ordenador, que habita en el mundo de las ideas. Las
contempla, las conoce y las toma como modelo y genera el mundo de las cosas por amor y bondad al
bien. Es así como existe una relación entre las ideas y las cosas:
Opinión o doxa es el conocimiento del mundo de las cosas, por lo tanto un conocimiento sensible. Se
sitúa entre la sabiduría y la ignorancia. Se divide en dos grados:
- Imaginación o eikasia.
- Creencia o pistis.
El conocimiento verdadero o episteme, se adquiere mediante el conocimiento de las ideas. Se divide
en dos grados:
- Conocimiento medio o dianoia
- Pura intelección o nóesis.
- DIALÉCTICA -
Platón lo plantea como la mayéutica Socrática, un método de preguntas y respuestas entre maestro y
discípulo. Presenta el medio por el cual el filósofo puede llegar al conocimiento de las ideas, y la
relación entre ellas.
En la dialéctica hay dos momentos, que se ven representados en el mito de la caverna:
- Ascendente: El filósofo parte del mundo de las cosas y asciende al mundo de las ideas.
- Descendente: El filósofo desciende del mundo de las ideas hasta las cosas mismas.
Por lo tanto la inmortalidad del alma sólo puede darse gracias a la existencia de un ser suprasensible.
A juicio de Platón, el alma humana puede reencarnarse, esto se denomina ‘metempsicosis’.
En su obra Fedón, nos dice que las almas que han vivido atrapadas en un cuerpo, al morir no
consiguen separarse completamente de lo corpóreo. De este modo, se enlazan nuevamente a otros
cuerpos de hombres o animales, dependiendo de la bajeza moral que hayan tenido en su vida anterior.
Las almas que han vivido de acuerdo con la virtud se reencarnarán en animales mansos y hombres
justos.
La segunda forma de reencarnación (planteada en su obra la República) afirma que las almas recaen
cíclicamente en los cuerpos y hasta que se liberan y se elevan al cielo.