Las Redes Socialesyijyiyiu
Las Redes Socialesyijyiyiu
Las Redes Socialesyijyiyiu
En primer lugar, la exposición a la luz azul emitida por las pantallas de los teléfonos móviles
afecta el ritmo circadiano. Según un estudio realizado por Chang, Aeschbach, Duffy y Czeisler
(2015), la luz azul suprime la producción de melatonina, una hormona que regula el sueño, y
retrasa el inicio del sueño. Esto puede llevar a dificultades para conciliar el sueño y a una
menor calidad del mismo.
En segundo lugar, el uso de teléfonos móviles antes de dormir está asociado con un menor
tiempo total de sueño y una mayor sensación de somnolencia durante el día. Un estudio de
Twenge, Krizan y Hisler (2017) encontró que los adolescentes que usaban sus teléfonos
móviles en la cama dormían menos horas y se sentían más cansados durante el día en
comparación con aquellos que evitaban el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir.
Además, la calidad del sueño afectada por el uso de teléfonos móviles puede tener un impacto
negativo en el rendimiento académico. La investigación de Dewald, Meijer, Oort, Kerkhof y
Bögels (2010) sugiere que los adolescentes que no duermen lo suficiente tienden a tener
peores resultados académicos, dificultades para concentrarse y una menor capacidad de
retención de información. La falta de sueño también puede afectar el estado de ánimo y la
motivación, lo que puede influir negativamente en el desempeño escolar.
Por ello, no es para nada descabellado que la ciudad de Nueva York haya tomado la decisión
de demandar a las compañías dueñas de las grandes plataformas de redes sociales Facebook,
TikTok, Instagram, Snapchat y Youtube con el probado argumento de que están alimentando
“una crisis de salud mental juvenil”, algo que también se ha denunciado en otros países.
El proceso jurídico fue interpuesto ante la Corte Superior de California, el estado donde tienen
sede la mayoría de estas empresas, por los cargos de negligencia grave y alteración del orden
público. Nueva York está exigiendo la implementación de nuevas políticas en estas empresas
para evitar una mayor afectación, al igual que la financiación de programas de salud mental
juveniles para resarcir el daño causado.
De manera acertada, el alcalde neoyorquino Eric Adams manifestó que durante la última
década se ha podido observar cuán adictivo y abrumador puede ser el mundo en línea,
“exponiendo a nuestros niños a un flujo continuo de contenido dañino y alimentando nuestra
crisis nacional de salud mental juvenil”. Inclusive, ha comparado sus consecuencias con las que
provocan las drogas y las armas.
Anteriormente, grupos de familias y distritos escolares en ese país han interpuesto demandas
contra estos gigantes tecnológicos para tratar de evitar que sigan poniendo en manos de niños
y jóvenes productos potencialmente dañinos, diseñados precisamente para provocar adicción
y cuyo uso carece de controles efectivos.
Es preciso sumarnos a este tipo de iniciativas, exigir los controles oficiales debidos y la
regulación que ameritan las redes sociales, y, sobre todo, empezar a ejercer los controles en
nuestros hogares para proteger a la familia.