El Viejo Ídolo - Carmen de Burgos Colombine
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desprendimiento de las riquezas y en las aguas
La educación de la mujer que limpian de toda mancha una especie de
bautismo y de austeridad cristiana.
La herencia de la bruja
Pero la opinión respecto al sitio donde se
La incomprensible verificaban estos ritos no era unánime. Muchos
viejos indios habían contado a sus
La mariposa
descendientes que las riquezas no se ofrecían al
So!, sino a Bochica (el Principio de todas las
La mujer fría
cosas), cuyo templo estuvo en lo más alto de
La muerte del recuerdo los Farallones de Guatavita, enormes rocas de la
última estribación de la cordillera oriental de los
Las almas hermanas Andes, y que el hecho de dirigirse las
procesiones a la montaña había inducido a creer
Locura que las ceremonias tenían lugar en la laguna.
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Pocos días antes las cosas parecían haber
cambiado. En una de las rocas más altas y de
más difícil acceso, donde hacían su nido los
cóndores, se veían ruinas de un antiguo templo.
Era el templo de la leyenda a cuyo píe se
abatían las nubes.
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toman las aguas color de escarlata. Si aquellos
hombres que lo acompañaban sentían el vértigo
que rodea al oro de un velo rojo, ¿cómo podría
oponerse a sus designios? Sería una víctima
ignorada de su lealtad. Ni aun su cadáver
aparecería entre aquellos misteriosos
precipicios. Quizás le creerían también traidor...
EL joven ingeniero sentía cubrirse su frente con
el sudor frío de la angustia, ante la perspectiva
de la aparición de aquellas riquezas tantas
veces ansiadas.
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espíritu con misterios incomprensibles; de una
religión humana, que alzó sobre los altares la
hermosura y la fuerza. Casi todas las estatuas
célebres habían sido guardadas con amor en las
entrañas de la tierra. Recordaba a la divina
Afrodita, admirada por él tantas veces en el
Museo del Louvre, en el fondo de su gabinete
rojo, triunfadora, espléndida e inmortal incitando
a la vida y al amor con la sana belleza de su
cuerpo hermoso. Aquella diosa había dormido
siglos en la pequeña isla de Melos, para volver a
alzarse como soberana de la hermosura, ante la
admiración del mundo, vencedora de todo lo
sobrenatural y misterioso.
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Y seguía compadeciendo al pobre Bochica,
muerto entre los escombros de su templo, en la
cima de aquella montaña más alta que las
nubes, donde solo anidaban los
cóndores ydonde el egoísmo y la codicia del
hombre iban a turbar el silencio y la soledad. Era
el último resto de un culto perdido en la lejanía
de los tiempos. Sus adoradores habían sido
exterminados: sólo quedaba un recuerdo de su
memoria, merced a la leyenda deslumbradora
de El Dorado...
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tributo de sus adoradores, las cuales, como una
oración, elevaban sus perfumes en el aire
inmóvil
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