El Viejo Ídolo - Carmen de Burgos Colombine

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

El viejo ídolo - Carmen de Burgos (Colombine)

albalearning.com/audiolibros/burgos/elviejo.html

Carmen de Burgos y Seguí Biografía de Carmen de Burgos y Segui en AlbaLearning


"Colombine"

"El viejo ídolo"

Mister Swift estaba pensativo, ensimismado.


OBRAS DEL AUTOR Hacía ya tres años que dejó a Europa para
encargarse de la dirección de una de las
Biografía compañías que realizaban trabajos de
exploración en Colombia.
Cuentos y Novelas de Colombine
Eran dos poderosas sociedades inglesas rivales,
Alma de artista que merced a contratos celebrados con el
gobierno de la República, buscaban de un modo
Aroma de pecado seguro y paciente aquel fabuloso El Dorado, que
tanta sangre costó a los arrojados y aventureros
!Ay del solo! conquistadores latinos.

Como flor de almendro Trataba una de las poderosas compañías de


desaguar la laguna de Guatavita, situada en la
El artículo 438 cima de una montaña, en el antiguo cráter de un
volcán.
En la sima
Era allí donde, según la tradición, los jefes de
En pos del ensueño tribu, los guerreros y los monarcas acudían con
sus brillantes comitivas, adornada de plumas la
El repatriado cabeza, cubierto el cuerpo con aceite precioso y
polvo de oro, en las fiestas celebradas en honor
El suicida asesinado del Sol.

El tesoro del castillo Arrojaban sus riquezas al fondo de las aguas y


se bañaban en aquella laguna sagrada para
El último deseo limpiar sus cuerpos y sus espíritus de todas las
impurezas. Como si a igual edad del mundo
El viejo ídolo correspondieran a los hombres semejantes
ideas, aquellos indios simbolizaban en el
Historia de carnaval

1/7
desprendimiento de las riquezas y en las aguas
La educación de la mujer que limpian de toda mancha una especie de
bautismo y de austeridad cristiana.
La herencia de la bruja
Pero la opinión respecto al sitio donde se
La incomprensible verificaban estos ritos no era unánime. Muchos
viejos indios habían contado a sus
La mariposa
descendientes que las riquezas no se ofrecían al
So!, sino a Bochica (el Principio de todas las
La mujer fría
cosas), cuyo templo estuvo en lo más alto de
La muerte del recuerdo los Farallones de Guatavita, enormes rocas de la
última estribación de la cordillera oriental de los
Las almas hermanas Andes, y que el hecho de dirigirse las
procesiones a la montaña había inducido a creer
Locura que las ceremonias tenían lugar en la laguna.

Los huesos del abuelo Sin embargo, la tradición de la laguna parecía


confirmarse: la compañía que la registraba había
Los que no vivieron encontrado va numerosas figuras de ídolos en
forma de sierpes y dragones, lápidas con
Madre por hija inscripciones en una maravillosa tinta negra,
esmeraldas y trozos de oro. Sin duda el desagüe
Por las ánimas daría el resultado apetecido, pues era lógico que
los metales y piedras preciosas estuviesen
¡Triunfante! ocultos bajo el fango.

Venganza La compañía que dirigida por míster Swift


exploraba los Farallones, nada había hallado
aún; cada nuevo descubrimiento en la laguna
era una probabilidad menos de éxito para ella. El
joven ingeniero seguía los trabajos con una fe
digna del descubridor del Continente, cuyo
LE PUEDE INTERESAR nombre llevaba aquel Estado, pero los
trabajadores empezaban a cansarse de la labor
Cuentos y Novelas de Amor estéril entre las grietas y enormes precipicios de
la montaña, centinela de la parte civilizada de
Misterio y Terror Colombia, a cuya vertiente oriental se extendía
la sábana inmensa de la llanura salvaje e
Cuentos Infantiles y Juveniles inexplorada, donde rugen las fieras y pasean
como soberanas su piel de acero las serpientes.
Textos Bilingües Aun se conservaba allí el país de leyenda: los
ríos arrastrando oro en sus arenas y Henos de
caimanes: las hordas de indios indómitos,
salvajes, señores de la hermosa libertad por la
que en vano suspiran los civilizados, esclavos
del metal que ellos desprecian, y de leyes que ni
necesitan ni conocen.

Los banqueros de Londres empezaban también


a cansarse de las continuas demandas de
dinero: de seguir así, sería preciso suspender
los trabajos... Aquello era la muerte de todos los
sueños de riqueza y poderío acariciados por
míster Swift. Alguien en Europa esperaba con fe
su vuelta, y él quería llegar con los honores del
vencedor, no con la humillación del vencido.

2/7
Pocos días antes las cosas parecían haber
cambiado. En una de las rocas más altas y de
más difícil acceso, donde hacían su nido los
cóndores, se veían ruinas de un antiguo templo.
Era el templo de la leyenda a cuyo píe se
abatían las nubes.

Las excavaciones empezaban a dar resultados.


Salían de la tierra pedazos de inscripciones;
láminas de metal, barritas y polvo de oro en
profusión. ¡Hasta algunas esmeraldas! ¿Sería
aquel El Dorado famoso? Swift sintió deseos de
escarbar él mismo con las manos, de apartar
rocas y escombros para ver lo que se escondía
en las entrañas de la tierra.

Fue indescriptible la emoción de todos al


descubrir la imagen de un antiguo ídolo, enorme,
tosco, de granito vulgar y groseramente labrado:
parecía más bien una informe mole de piedra.
Después de muchos esfuerzos se logró
descubrir gran parte de la figura del antiguo ídolo
indio y pudo reconocérsele bien. Era Bochica (el
Principio de todas las cosas), aquel cuyos
templos se llenaban de riquezas. Los
exploradores yel joven ingeniero sentían latir sus
corazones de codicia y de esperanza. En el
hueco que iban descubriendo asomaba la mitad
de la piedra en que estaba esculpido el grotesco
dios. Era un peñón enorme en figura de elipse;
cerca de una de las puntas dos agujeros
redondos marcaban los ojos; la boca era una
abertura hecha a martillazos v un triángulo
formaba ]a. chata nariz.

Más abajo dos líneas, abiertas en los extremos


como hojas de palma, figuraban los brazos y las
manos, cruzadas sobre el panzudo vientre; unas
ancas en figura ele rana, remedaban los pies y
las piernas, dándole un vago aspecto de figura
humana. Era aquel el ídolo supremo, el que en
la semejanza que se observa en todas las
teogonías ocupaba para los indios el lugar de
Creador, como el Sol era el vivificante.

Si aquel era el templo famoso de la montaña, no


estarían lejos los inmensos tesoros de que se
hablaba. Swift sentía miedo al pensar en la
aparición de aquellas riquezas, en un país
desierto, entro hombres mercenarios. Cada uno
de ellos pensaría en huir cargado de oro y
piedras preciosas, mejor que en seguir
trabajando para la compañía, por grande que
fuese la recompensa que se les ofreciera. El oro
y la sangre van por regla general siempre juntos;
hasta en los ríos que lo arrastran en su corriente

3/7
toman las aguas color de escarlata. Si aquellos
hombres que lo acompañaban sentían el vértigo
que rodea al oro de un velo rojo, ¿cómo podría
oponerse a sus designios? Sería una víctima
ignorada de su lealtad. Ni aun su cadáver
aparecería entre aquellos misteriosos
precipicios. Quizás le creerían también traidor...
EL joven ingeniero sentía cubrirse su frente con
el sudor frío de la angustia, ante la perspectiva
de la aparición de aquellas riquezas tantas
veces ansiadas.

Se decidió a solicitar el concurso de las


autoridades, y obtuvo del gobernador una
guardia de soldados, hijos del país, incapaces
de traición, que se trasladaron a los Farallones
contentos con la perspectiva de una buena
recompensa, y los trabajos continuaron con
nuevo impulso.

Aquella noche míster Swift, sentado cerca de la


puerta de su tienda, no podía conciliar el sueño.
Las nubes, más bajas que la cima de las
montañas, se extendían a sus pies como una
alfombra de gasas que lo separaba del mundo;
las estrellas brillaban con luz más viva, sin que
apagasen su fulgor los vapores de la humedad y
de las capas densas de la atmósfera; la vía
láctea, vivero de los mundos, partía el intenso
azul del cielo con su franja de luz.

Swift se hallaba preocupado, inquieto. ¿Se


realizarían sus aspiraciones? ¡Qué mundo de
ilusión hacía renacer el descubrimiento del
pobre Bochica, el grotesco ídolo de piedra, que
representaba la caricatura, la mueca de las
religiones muertas!...

¡El debería adorar a aquel Dios si las realizaba!

Allá en su casita de Glasgow, la figura


de Bochica ocuparía el altar de los antiguos
dioses lares, en el gabinete azul de una mujer
tiernamente amada.

Sentía compasión inmensa por aquel dios


cesante, sin culto ni adoradores, símbolo triste
de la religión universal, del deseo de esclavitud
que hace a los hombres fabricar ídolos.

Pensaba Swift en los dioses que no han muerto,


en los que serán eternos: las Venus, los Apolos,
los Hércules de mármol encerrados en las salas
de los museos, sin culto ni altares, pero
admirados siempre por la belleza de sus formas.
Eran hijos de una religión que no anonadaba el

4/7
espíritu con misterios incomprensibles; de una
religión humana, que alzó sobre los altares la
hermosura y la fuerza. Casi todas las estatuas
célebres habían sido guardadas con amor en las
entrañas de la tierra. Recordaba a la divina
Afrodita, admirada por él tantas veces en el
Museo del Louvre, en el fondo de su gabinete
rojo, triunfadora, espléndida e inmortal incitando
a la vida y al amor con la sana belleza de su
cuerpo hermoso. Aquella diosa había dormido
siglos en la pequeña isla de Melos, para volver a
alzarse como soberana de la hermosura, ante la
admiración del mundo, vencedora de todo lo
sobrenatural y misterioso.

Pero aquel pobre Bochica, ¿para qué


resucitaba? ¿No era una ironía de la madre
tierra volver a la luz aquel monstruo, aborto de la
imaginación de sus hijos?

Lo volvía a la vida para causar la mueca del


desdén o la risa. Él no ocuparía siquiera un
puesto en los palacios de las Bellas Artes; se le
enseñaría como curiosidad en el Museo
Británico.

Quizá la Naturaleza lo mostraba soberbia a los


hombres para decirles: «Mirad qué pequeño os
parece lo que vuestros padres creían grande.
Del mismo modo reirán de vuestros ídolos los
siglas venideros. Sólo yo soy siempre grande,
siempre hermosa, inagotable en mis tesoros, en
mis ríos, en mis coronas de flores y de mundos.
Sólo yo soy digna de ser adorada, porque sólo
yo soy inmortal, eterna.»

Sentía una gran compasión por el ídolo, como si


las piedras talladas guardasen el alma de los
artistas que les dieron forma. Creía haber visto a
las estatuas palpitar con el calor de la mirada de
otro artista, circular la sangre bajo su piel de
mármol y estremecerse de impaciencia: de
deseos, olvidadas en las salas polvorientas.
Todo objeto de forma humana es un ser que vive
una vida más o menos compleja, pero vive. Se
explicaba así el mito de la creación del hombre,
recibiendo alma, en la forma de arcilla hecha por
un artista perfecto. Se explicaba así también el
amor de los niños a las muñecas. ¿Acaso noles
amaban ellas? Creía haber visto sonreír a las
muñecas al aproximarse los niños que las
acariciaban. Sí; la adoración, la súplica, el
pensamiento de tanta gente, de generaciones
enteras, debió infundir vida y espíritu a los
ídolos...

5/7
Y seguía compadeciendo al pobre Bochica,
muerto entre los escombros de su templo, en la
cima de aquella montaña más alta que las
nubes, donde solo anidaban los
cóndores ydonde el egoísmo y la codicia del
hombre iban a turbar el silencio y la soledad. Era
el último resto de un culto perdido en la lejanía
de los tiempos. Sus adoradores habían sido
exterminados: sólo quedaba un recuerdo de su
memoria, merced a la leyenda deslumbradora
de El Dorado...

Lució el sol casi sin crepúsculo, y Swift, cansado


de la noche de insomnio, se reunió a la brigada
de trabajadores que iban a continuar la
excavación.

Al aproximarse a la fosa de Bochica un grito de


asombro escapó de todos los labios. ¡La fosa del
viejo ídolo estaba cubierta de flores! En la tierra
recién movida había huellas de pies descalzos y
de cuerpos que se arrastraron como sierpes. Las
huellas se perdían hacía la vertiente de los
llanos, donde habitaban las tribus de indios
salvajes, de hombres libres... ¡Aun se
conservaba el culto de aquel dios!

Era conmovedora la figura grotesca, vieja,


carcomida, empolvada, que desaparecía bajo la
lluvia de flores del trópico. ¿Cómo habían
llegado allí sus adoradores? ¿De qué manera
extraña se supo su aparición? Swift miraba
supersticioso al dios con su boca rajada, la
hendidura de sus ojos y la nariz chata; parecía
sonreír contento... como sonreían las muñecas
cuando las acariciaba siendo niño.

—¡Oh!—murmuró—. ¡Bochica vive aún! ¡Ningún


ídolo muere jamás!... ¿Para qué les forjamos?

Como si su pensamiento fuese entendido por el


dios, las rosas de la frente cayeron sobre el
pecho, y le pareció ver una expresión de
angustia en las facciones de piedra. ¡Pobre ídolo
impotente! ¿Sentía el dolor de haber sido creado
como nosotros la tristeza de crear?... Y su
pensamiento se abismó en el misterio de las
cosas...

Los trabajadores, después de inútiles pesquisas,


se dirigieron hacia el viejo ídolo, para despojarlo
de sus adornos. Swift les detuvo con un gesto,
ordenándoles continuar en otro lugar la obra.
Quedó solo, silencioso, sin separar la mirada de
la faz estúpida de Bochica, aun más grotesco
entre aquellas flores frescas y lozanas, último

6/7
tributo de sus adoradores, las cuales, como una
oración, elevaban sus perfumes en el aire
inmóvil

7/7

También podría gustarte