Unidad 6

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UNIDAD 6: RESPONSABILIDAD CIVIL Y PENAL DEL

ABOGADO
I. LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO
1. LA FUNCIÓN SOCIAL DEL ABOGADO
La abogacía es definida como “una profesión libre e independiente que presta un servicio a la
sociedad en interés público y que se ejerce en régimen de libre y leal competencia, por medio
del consejo y la defensa de derechos e intereses públicos o privados, mediante la aplicación de
la ciencia y la técnica jurídicas, en orden a la concordia, a la efectividad de los derechos y
libertades fundamentales y a la justicia”.

Son abogados, quienes, incorporados a un colegio español de abogados en calidad de


ejercientes y cumplidos los requisitos necesarios para ello, se dedican de forma profesional al
asesoramiento, concordia y defensa de los intereses jurídicos ajenos, públicos o privados.

El abogado es un elemento esencial para la efectividad de los derechos y libertades


fundamentales y la justicia. Art. 30 Estatuto General de la Abogacía Española (EGAE), establece
que el deber fundamental del abogado, como partícipe en la función pública de la
Administración de justicia, es cooperar con ella, asesorando, conciliando y defendiendo los
intereses que le sean confiados. En ningún caso la tutela de tales intereses puede justificar la
desviación del fin supremo de justicia a que la abogacía se haya vinculada.

La función social que desarrolla el abogado -> es de carácter semipúblico. Tiene que cumplir
exigencias generales impuestas a todos los profesionales + exigencias deontológicas propias.

Obligaciones del abogado (art. 42 EGAE) con la parte que defiende, el cumplimiento de la
misión de defensa que le sea encomendada con el máximo celo y diligencia y guardando el
secreto profesional.

La vulneración de las obligaciones y los deberes impuestos al abogado puede dar lugar a
responsabilidades penales, civiles y disciplinarias.

Las sociedades profesionales de la abogacía se rigen por las mismas normas deontológicas y
disciplinarias.

2. RESPONSABILIDADES DERIVADAS DE LA PRÁCTICA DE LA


ABOGACÍA
Art. 24 CE consagra el derecho de los ciudadanos a la defensa y asistencia letrada. Función
atribuida en exclusiva a la abogacía y desarrollada por la LOPJ, se inspira en una serie de
principios desarrollados por el Estatuto General de la Abogacía Española (EGAE RD 658/2001).

Arts. 78 y 79 EGAE, título VIII, capítulo primero-> Resp. penal y civil

“Artículo 78.

Los abogados están sujetos a responsabilidad penal por los delitos y faltas que cometan en el
ejercicio de su profesión.

Los abogados en su ejercicio profesional están sujetos a responsabilidad civil cuando por dolo o
negligencia dañen los intereses cuyo defensa les hubiere sido confiada, responsabilidad que

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será exigible conforme a la legislación ordinaria ante los tribunales de justicia, pudiendo
establecerse legalmente su aseguramiento obligatorio”

“Artículo 79.

El abogado que reciba el encargo de promover actuaciones de cualquier clase contra otro
sobre responsabilidad relacionadas con el ejercicio profesional deberá informar al decano del
colegio para que pueda realizar una labor de mediación, si la considera oportuna, aún cuando
el incumplimiento de dicho deber no pueda ser disciplinariamente sancionado”.

El abogado en su actuación negligente puede incurrir en:

 Responsabilidad civil: cuando su conducta negligente o su incumplimiento contractual


ocasione unos daños y perjuicios en el patrimonio o en los intereses del cliente
 Responsabilidad penal: por ejemplo, cuando los daños ocasionados sean
consecuencia de la prevaricación del abogado
 Responsabilidad disciplinaria: cuando infrinja alguno de los deberes profesionales o
deontológicos. En estos casos el daño ocasionado al cliente proviene de un delito o de
un hecho ilícito no delictivo.
En el ejercicio profesional, el abogado queda sometido a la normativa legal y
estatutaria, al fiel cumplimiento de las normas y usos de la deontología profesional de
la abogacía y al consiguiente régimen disciplinario colegial.

2.1. DEBERES ESTABLECIDOS EN EL ESTATUTO DE LA ABOGACÍA


 Deberes generales: el abogado que acepta la defensa de su cliente se encuentra
sometido a los siguientes deberes generales:
- Cooperar con la justicia como partícipe en la función pública, asesorando,
conciliando y defendiendo los intereses que le sean confiados (art. 30).
- Cumplir las normas legales, estatutarias y deontológicas, y los acuerdos de los
diferentes órganos corporativos (art. 31.1).
- Guardar secreto profesional de todos los hechos o noticias que conozcan por razón
de cualquiera de las modalidades de su actuación profesional, en conformidad con
lo establecido por el ar. 437.2 LOPJ (art. 32)
 Deberes especiales en relación con las partes:
- El cumplimiento de la misión de defensa que le sea encomendada con el máximo
celo y diligencia y guardando el secreto profesional (art. 42.1). el abogado realizará
diligentemente las actividades profesionales que le imponga la defensa del asunto
encomendado.
- El trato considerado cortés y la misión de cualquier acto que determine una lesión
injusta para la otra parte (art. 43).

2.2. DEBERES ESTABLECIDOS EN EL CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA


ABOGACÍA ESPAÑOLA
 Deberes generales: el Código deontológico establece que la actuación del abogado
deberá ser acorde con los principios de independencia, libertad de defensa, confianza
e integridad y secreto profesional (arts. 2 al 5), actuando siempre honesta y
diligentemente, con competencia, con lealtad al cliente, respecto a la parte contraria,
guardando secreto de cuanto conociere por razón de su profesión.
 Deberes especiales: el abogado se encuentra obligado a cumplir con una serie de
deberes en las relaciones con sus clientes.

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Estos deberes -> art. 13 del Código deontológico:

 La relación entre el abogado con el cliente debe fundarse en la recíproca confianza.


 El abogado solo podrá encargarse de un asunto, por mandato de su cliente, encargo de
otro abogado que represente al cliente, o por designación colegial.
El abogado deberá comprobar la identidad y facultades de quien efectúe el encargo.
Es obligación del abogado identificarse ante la persona a la que asesora y defiende. En
el supuesto de consulta telefónica o por re informática cuando el abogado es
desconocido para el comunicante, esta identificación, así como la del colegio al que
pertenece, es la primera e inmediata obligación del abogado interlocutor.
 El abogado tendrá plena libertad para aceptar o rechazar el asunto en que se solicite
su intervención, sin necesidad de justificar su decisión.
El abogado podrá abstenerse o cesar en la intervención cuando surjan discrepancias
con el cliente. Deberá hacerlo cuando concurran circunstancias que puedan afectar a
su libertad e independencia.
El abogado que renuncie a la dirección letrada de un asunto habrá de realizar los actos
necesarios para evitar la indefensión de su cliente.
 El abogado no puede aceptar la defensa de intereses contrapuestos con otros que esté
defendiendo o con los del propio abogado. En caso de conflicto de intereses entre dos
clientes deberá renunciar a la defensa de ambos, salvo autorización expresa de los dos
para intervenir en defensa de uno de ellos.
 Podrá intervenir en interés de todas las partes en funciones de mediador o en la
preparación y redacción de documentos de naturaleza contractual.
 El abogado no podrá aceptar encargos profesionales que impliquen actuaciones contra
un cliente anterior, si hay riesgo de que el secreto de las informaciones obtenidas del
antiguo cliente pueda ser violado o que pudiera dar un beneficio para el nuevo cliente.
 El abogado deberá abstenerse de ocuparse de asuntos de un conjunto de clientes
afectados por una misma situación cuando surja un conflicto entre ellos.
 Cuando varios abogados formen parte o colaboren en un mismo despacho, las normas
expuestas serán aplicables al grupo en su conjunto, y a todos y cada uno de sus
miembros.
 El abogado no aceptará ningún asunto si no se considera o no debería considerarse
competente para dirigirlo, salvo que colabore con un abogado que lo sea.
 El abogado tiene la obligación de poner en conocimiento del cliente, incluso por
escrito, cuando este lo solicite del mismo modo: su opinión sobre las posibilidades de
sus pretensiones, el importe aproximado de los honorarias, si tiene la posibilidad de
solicitar y obtener los beneficios de la asistencia jurídica gratuita, las situaciones que
pudieran afectar a su independencia, la evolución del asunto encomendado.
 El abogado asesorará y defenderá a su cliente con diligencia, y dedicación, asumiendo
personalmente la responsabilidad del trabajo, sin perjuicio de las colaboraciones que
recabe.
 El abogado tiene la obligación, mientras esté asumiendo la defensa, de llevarla a
término en su integridad, gozando de plena libertad para utilizar los medios de
defensa.

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 La documentación recibida del cliente estará siempre a disposición del mismo, el
abogado no puede retenerla, pero podrá conservar copias de la documentación.

3. NATURALEZA JURÍDICA ¿OBLIGACIÓN DE MEDIOS O DE RESULTADOS?


La relación contractual entre el abogado y su cliente para asumir su defensa jurídica
constituye, como regla general, una modalidad del contrato de arrendamiento de servicios.
Este contrato se define en el artículo 1.544 del CC, como aquel en el que “una de las partes se
obliga a prestar a la otra un servicio por precio cierto”. En relación con el artículo 44 del EGAE.
Según esto el abogado será el arrendador, que se obliga a prestar su servicio profesional, y el
cliente el arrendatario, que se obliga a pagar el precio cierto.

En relación con el precio cierto -> STS de 28 de abril de 2009:

Esta establece que en el arrendamiento de servicios profesionales de abogado constituye


elemento estructural la existencia de precio cierto, el cual ha de pagar quien ha contratado
personalmente la prestación (cliente) y para cuya determinación se habrá de estar a lo
acordado por los interesados y, en su defecto, a la fijación judicial.

La responsabilidad civil del abogado deriva, en la mayoría de los casos, del daño o perjuicio
causado al cliente con motivo del arrendamiento de servicios suscritos con el mismo, se trata,
por tanto, de una obligación de medios y no de resultado. Para que no exista esa
responsabilidad frente al cliente, es suficiente con que el abogado haya cumplido con la
diligencia exigida en su profesión (lex artis ad hoc). No está obligado a garantizar un resultado
concreto. STS del 27 de octubre de 2011: va en la misma línea, considerando que la
responsabilidad de los abogados en la defensa judicial de sus patrocinados está en relación con
los deberes contraídos en el marco de un arrendamiento de servicios que se ciñe a la lex artis
(reglas de oficio), pero que no implica una obligación de resultado sino de medios.

En ocasiones el resultado y el éxito obtenido en la defensa no estarán en consonancia con la


diligencia empleada por el letrado, no siempre que no se consigue el resultado previsto es un
caso de negligencia profesional.

Precisiones: como regla general, la obligación contractual del abogado no es una obligación
de resultado (ej: la absolución del cliente), sino de medios: suministrarle todos sus
conocimientos jurídicos y empleados diligentemente para alcanzar el mayor beneficio de sus
intereses o protección de sus derechos. Reconocida por una abundante jurisprudencia de las
Audiencias Provinciales, el hecho de que es una obligación de medios.

Precisiones: a la hora de determinar la naturaleza hay que tener presente que no siempre la
relación existente será la de arrendamiento de servicios (una de las partes se obliga a prestar
un servicio a la otra por un cierto precio), ya que puede existir supuesto en el que nos
encontremos ante un contrato de obra, obligándose el abogado o producir un resultado a
cambio de un precio, es el caso de la elaboración de un informe o un dictamen.

Aunque la relación cliente-abogado se encuentra basada en un contrato de arrendamiento de


servicios, en algunos casos la relación va más allá del simple arrendamiento de servicios, STS
24 de junio de 1991, y participa la relación de las características propias del mandato,
representación, gestión y en algunos casos del arrendamiento de obra. Ej: abogados que
trabajan en plantilla de una compañía aseguradora y que, con motivo de su trabajo, asumen la
defensa de los intereses de un asegurado. En estos casos no existe un arrendamiento de
servicios entre asegurado y abogado, sino que el abogado asiste al asegurado con motivo de la

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relación profesional que le une con la empresa. Sería un contrato de mandato o incluso de
gestión de negocios ajenos, tiene que emplear el mismo celo profesional que si fuera un
cliente particular, si incurre en negligencia profesional y esto causa un daño al asegurado, la
empresa para la que trabaja debería responder, en virtud del art. 1.903 del CC.

Hay casos en los que la obligación del abogado es de resultado: cuando se encarga al abogado
un dictamen, la redacción de un contrato o la emisión de un laudo arbitral.

RESUMEN: Cuando el abogado es contratado para llevar un asunto ante los tribunales, nace un
contrato de arrendamiento de servicios, donde el abogado tiene que respetar la lex artis, pero
no responde del resultado obtenido.

Cuando se encarga la redacción de un contrato, de unos estatutos o de un dictamen, se espera


un resultado, y si no se consigue, el abogado puede tener que responder con su patrimonio
con motivo de la indemnización que pueda exigirle el cliente por los daños y perjuicios
causados por ese contrato o documento mal redactado.

4. LA RESPONSABILIDAD CIVIL CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL


DEL ABOGADO
La responsabilidad civil que se puede generar por la conducta del profesional que actúa
individualmente pueda ser contractual, extracontractual o derivar de la comisión de un delito
o falta.

A) LA RESPONSABILIDAD CIVIL CONTRACTUAL DEL ABOGADO


La responsabilidad contractual deriva del incumplimiento de un contrato por parte del
profesional. Esa responsabilidad existe si hay previamente una relación jurídica con el
perjudicado y la conducta que ocasionó el daño se efectúa dentro del ámbito de lo
pactado. Este contrato le vincula con el cliente.

Art. 1.101 del Código Civil: “Quedan sujetos a la indemnización de los daños y perjuicios
causados los que en el cumplimiento de sus obligaciones incurrieren en dolo, negligencia o
morosidad, y los que de cualquier modo contravinieran al tenor de aquellas”.

Abogado sometido a responsabilidad contractual si existe una relación jurídica previa con
el cliente en virtud de un contrato de arrendamiento de servicio. La responsabilidad civil
deriva de la actuación negligente del abogado “es un tipo más de responsabilidad
profesional, derivada de contrato de prestación de servicios” STS 28 de enero y 25 marzo
1998 y 8 junio de 2000, entre otras.

El abogado se encuentra obligado, además de a cumplir dicho contrato, a una serie de


obligaciones derivadas del EGAE (art. 42): el cumplimiento de la misión de defensa que le
sea encomendada con el máximo celo y diligencia y guardando el secreto profesional,
realizará diligentemente las actividades profesionales impuestas por la defensa del asunto.
Tiene también la obligación de identificarse ante la persona a la que asesore o defienda, a
fin de asumir las responsabilidades civiles, penales y deontológicas que, en su caso,
correspondan.

B) LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL POR CULPA O


NEGLIGENCIA DEL ABOGADO
La responsabilidad extracontractual, no parte del incumplimiento de una obligación
derivada de un contrato, sino que surge por transgredir un deber genérico de conducta: no
lesionar los derechos e intereses de otro.

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La indemnización por daños por la vía extracontractual procedería solo en los supuestos en
los que no exista relación contractual: por ejemplo, en casos de actuación gratuita del
abogado (turno de oficio), cuando la actividad profesional que ocasiona el daño se
desarrolla fuera de los límites contractuales o cuando se causa un daño innecesario a un
tercero (no cliente), por ejemplo, un testigo. Habría un concurso de acciones cuando el
cliente contrata con un despacho de abogados, que es quien asigna a un letrado para que
defienda sus intereses, ya que existiría una responsabilidad extracontractual del abogado,
y una responsabilidad contractual y una responsabilidad extracontractual por hecho ajeno
del despacho.

La doctrina y la jurisprudencia mayoritaria para lograr un resarcimiento del daño a favor de


la víctima vienen admitiendo la concurrencia de ambos tipos de responsabilidades, la
contractual y la extracontractual, de modo que se difuminan las diferencias entre ambos
tipos de responsabilidad. Aunque exista una relación contractual, se determina la
existencia de una responsabilidad extracontractual si se aprecia una vulneración del art.
1.902 CC, es decir, si se infringe el deber genérico de no causar un daño a otro,
interviniendo culpa o negligencia. En este sentido, es posible que concurran ambos tipos
de responsabilidades, la contractual derivada de los arts. 1.101 y ss y la extracontractual de
los arts. 1.902 y ss (la prescripción es uno de los aspectos más relevantes para la elección
de uno u otro tipo de responsabilidad).

5. PRESUPUESTOS DE LA REPSONSABILIDAD CIVIL PROFESIONAL DEL


ABOGADO
Cuando el abogado incurre en negligencia en el cumplimiento de su actividad profesional se
encuentra obligado a reparar el daño causado por su negligente actividad profesional según
los artículos 1.101, 1.103, 1.104 y 1.106 del Código Civil y el artículo 78 del EGAE.

Para que la actuación profesional del abogado genere responsabilidad civil que derive en una
obligación de indemnizar daños y perjuicios, es preciso que concurran varios presupuestos, los
cuales deberán ser probados por el demandante:

 La existencia previa de una relación contractual entre el abogado y el cliente.


Necesaria vinculación contractual.
 Una acción u omisión profesional: el resultado dañoso debe ser producto de una
acción u omisión de la actuación profesional del abogado, causada, por ejemplo, por
un error de planteamiento del asunto, en la falta de asistencia del abogado al acto de
la vista, etc. Conducta negligente en el cumplimiento del contrato al infringirse las
normas profesionales que conforman la buena praxis.
 Una conducta antijurídica (o imputable subjetivamente) o un incumplimiento
contractual. Es precisamente esa actuación ilícita o negligente que origina el daño, la
que determina la responsabilidad del abogado. Para que responsa debe haber actuado
antijurídicamente.
La realización de la actividad profesional del abogado debe realizarse diligentemente,
en caso contrario, si su conducta ocasiona un daño, se le atribuirá la responsabilidad.
Existirá responsabilidad por hecho ajeno tanto del empresario respecto al abogado de
empresa como del abogado autónomo respecto de su pasante o colaboradores. No
obstante, los pasantes y colaboradores quedan sometidos a las obligaciones
deontológicas y asumirán su propia responsabilidad disciplinaria.

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 Un daño producto de esa acción u omisión. Los daños y perjuicios han de ser probados
y derivados del incumplimiento, aunque cabe establecerlos por presunciones, si el
enlace es lógico. Los daños pueden ser: materiales o económicos o morales.
 Una relación de causalidad entre la conducta del abogado y el daño ocasionado al
cliente. La vulneración de las normas profesionales no significa per se que sea
atribuible una responsabilidad al abogado, sino que es necesario que esa negligencia
sea la causa del resultado dañoso. La declaración de responsabilidad exige la existencia
de una relación de causalidad entre la conducta del abogado y el hecho que se estima
productor del daño ocasionado, lo que plantea un problema de prueba.

6. LA CONDUCTA PROFESIONAL DEL ABOGADO CONFORME A LA LEX


ARTIS
El abogado, al igual que cualquier potro profesional, se encuentra sometido al imperio de la
ley, por lo tanto, su actuación debe ser analizada, respondiendo en caso de negligencia de los
daños ocasionados a su cliente.

Suscita muchas dudas determinar cuándo cabe calificar una conducta como negligente. Para
eso hay que atender, en primer lugar, a los principios que regulan las pautas de su práctica
profesional (normas estatutarias y deontológicas del colegio) y en segundo lugar, a la llamada
lex artis de la abogacía, que constituye un criterio esencial para determinar la existencia o no
de responsabilidad profesional.

El abogado, debe desarrollar su actividad adecuándola a las reglas de su profesión -> lex artis
ad hoc.

La diligencia del abogado queda acreditada si el profesional ha desplegado todos los medios y
conocimientos a su alcance para una adecuada defensa del asunto, esto implica conocer
perfectamente la legalidad tanto sustantiva como procesal aplicable y usar esos conocimientos
con lógica y en beneficio del cliente.

Precisiones: responsabilidad civil cuando se produzca un daño y resulte probada la posesión de


insuficientes conocimientos o actuaciones puestos a disposición del cliente para representar
sus intereses en un pleito.

Será preciso, constatar la conducta negligente del abogado en relación con su lex artis, con el
fin de determinar si su conducta se ajusta a la diligencia exigida al profesional abogado medio
(1.104 CC), y a las normas recogidas en el EGAE y normas deontológicas.

Nivel de diligencia exigible al abogado -> de grado medio, en consonancia con los
conocimientos medios de un profesional técnico en materias jurídicas. Art. 42 EGAE, el
abogado debe desarrollar su función “con el máximo celo y diligencia”, en consonancia con la
lex artis.

Sentencia AP Cáceres 3 de octubre de 2017 “El deber de diligencia exigible al abogado por lo
general excede de la propia de un buen padre de familia y se acerca a la responsabilidad por
los deberes profesionales del letrado. La cuestión es analizar la suficiencia de los
conocimientos jurídicos del letrado para la dirección técnica del asunto encargado,
incumbiendo al cliente la carga de probar la negligencia profesional que imputa a su abogado”.

Abogado no debe ser declarado responsable por el fracaso de la acción, su responsabilidad no


depende del éxito de la defensa encomendada, sino del empleo u omisión de la diligencia
debida conforme a la lex artis, sin olvidar el deber de reciclaje de sus conocimientos jurídicos.

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7. SUPUESTOS DE NEGLIGENCIA EN EL CUMPLIMIENTO DE SUS
OBLIGACIONES PROFESIONALES
Los abogados serán responsables en su ejercicio profesional cuando no ejerciten el nivel de
diligencia exigible. No es posible efectuar de antemano un elenco cerrado de deberes u
obligaciones que incumben al profesional en el desempeño de su función, se puede pensar
que los deberes se reducen a la ejecución de esa prestación con la finalidad pretendida. Se
repite que no es una prestación de resultado sino de medios. El profesional se compromete a
desempeñarla bien, sin garantizar el resultado. (STS 30 de diciembre de 2002),

A) FALTA DE ASISTENCIA DEL ABOGADO AL ACTO DE LA VISTA


En tales casos, será precisa la existencia de una relación causal entre esa falta de asistencia
y el resultado judicial obtenido, ya que si la modificación de la sentencia en segunda
instancia no puede atribuirse a esta circunstancia (sino a que no se ajustaba a derecho la
sentencia dictada en primera instancia) no se podrá atribuir la responsabilidad al letrado,
al igual que si no se acredita que la falta de asistencia a la última sesión de la vista del juicio
penal produjera perjuicio alguno al defendido. Analógicamente, será aplicable a los
supuestos de falta de personación en el recurso de apelación.

Ej: STS 21 de octubre de 2013 consideró que existía negligencia por la ausencia de la
letrada a la vista señalada que ocasionó que se diera por sobreseído el procedimiento,
imputando la responsabilidad tanto al titular y director del bufete al que se efectuó el
encargo como al letrado colaborador.

B) IMPERICIA Y ERROR DE PLANTEAMIENTO DEL ASUNTO


No existe inconveniente en apreciar la negligencia del abogado que plantea
inadecuadamente el caso por desconocimiento de la normativa legal, la técnica jurídica o
las estrategias procesales. Se plantearía un problema de prueba, debe existir “base
suficiente para entender que la sentencia hubiera sido más favorable con otra defensa”
(STS 23 dic 1992), si el resultado es el mismo, no procede estimar la responsabilidad del
abogado.

Debe tenerse en cuenta que, en el ejercicio de la abogacía, los planteamientos,


fundamentación o argumentación jurídica están sometidos en muchos casos a la decisión
subjetiva de un tercero (como puede ser un juez).

No será responsable si ha usado uno de los procedimientos o recursos válidamente


alternativos para fundamentar una acción. La falta de conocimientos constituye una
conducta culposa susceptible de responsabilidad en todos los ámbitos de actuación
profesional -> negligencia del abogado cuando el resultado dañoso se produce como
consecuencia de la falta de suficientes conocimientos jurídicos.

También negligencia la no utilización o el insuficiente uso de todos los medios necesarios


para la realización de su función. No se incurre en culpa por la carencia de conocimientos,
sino por aceptar un caso sabiendo que no puede realizar adecuadamente dicha actuación
con los conocimientos que posee.

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C) INCURIA O DESIDIA PROFESIONAL
El abogado debe prestar sus servicios profesionales con competencia y prontitud. Por eso,
responderá por incuria o desidia profesional, por ejemplo: si permite la prescripción de una
acción, deja caducar una demanda de retracto, prepara fuera de plazo el recurso de
casación, etc.

 EJERCICIO DE LA ACCIÓN O INTERPOSICIÓN DE RECURSO FUERA DE PLAZO LEGAL

Una de las actuaciones por las que los abogados incurren con mayor frecuencia en
negligencia es la dilatación de la interpelación judicial, dando lugar al fracaso de la
acción por prescripción. Numerosas sentencias en este sentido.

 PRESENTACIÓN DE DEMANDA CON POSTERIORIDAD A LA CADUCIDAD DEL PLAZO

También resulta imputable la responsabilidad al abogado por los daños ocasionados a


su cliente cuando deja transcurrir el plazo legal sin ejercitar las acciones oportunas y
sin efectuar requerimiento para interrumpir la prescripción. Amplia jurisprudencia AP,
en relación con derecho laboral: despido y acciones extracontractuales.

8. LA CARGA DE LA PRUEBA DE LA NEGLIGENCIA DE ABOGADO


En el ámbito de la responsabilidad civil de los abogados no opera la inversión de la carga de la
prueba a favor del cliente demandante, por lo que este debe probar la realidad de los hechos y
el nexo causal existente entre la conducta negligente del abogado y el daño sufrido, en
consonancia con el artículo 217 de la LEC.

STS 30 de diciembre de 2002 señala que será el actos o reclamante del daño, es decir, el
cliente, el que debe probar los presupuestos de la responsabilidad del abogado, el cual, ad
initio, goza de la presunción de diligencia en su actuación profesional.

No tener éxito judicial no puede ser valorado como una presunción de culpabilidad.

El cliente -> debe probar la omisión por parte del abogado de la diligencia exigida a otros
profesionales en un supuesto similar acontecido, cotejándola con la lex artis ad hoc.

El cliente debe probar que la resolución judicial ha sido consecuencia de la incuria, deficiente
actuación o desconocimiento de las normas profesionales del letrado encargado de la defensa
y que el resultado del juicio hubiera sido distinto si su defensa se hubiera efectuado
correctamente, acorde con la lex artis, propia de un diligente abogado.

Cuando nos encontremos ante una obligación de resultado -> será suficiente con que el cliente
acredite el incumplimiento del resultado pactado. Supuestos de omisión -> se debe presumir la
culpa del profesional, invirtiéndose al respecto la carga de la prueba -> art. 1.183 CC

Si nos encontramos ante una omisión del abogado que no actúa en cumplimiento de sus
obligaciones profesionales (ej: no interpone recurso o no asiste al acto de la vista) -> deberá
ser el abogado el que pruebe que ese daño no fue debido a su actuación por encontrarse en
mejor posición para justificar su conducta.

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9. CONCURRENCIA DE CULPAS Y EXONERACIÓN DE LA
RESPONSABILIDAD
Cuando, unido a la falta de diligencia del abogado, las pruebas revelen que otras conductas
negligentes han concurrido a la causación del daño, podrá apreciarse una concurrencia de
culpas. Esto supone una distribución de responsabilidades, que conlleva una rebaja de la
cuantía indemnizatoria (art. 1.103 CC), cuando la conducta del abogado y la del cliente o un
tercero sean concurrentes y desencadenantes del resultado dañoso.

Si resulta probado que una de las conductas no intervino causalmente en el resultado, esa
parte quedará exenta de responsabilidad. AP rechaza que se impute al cliente culpa o
negligencia por:

- El incumplimiento de sui obligación de provisión de fondos, no justifica la dejación


y abandono de la defensa de los intereses encomendados.
- La tardanza en el otorgamiento de poderes para personarse en las diligencias,
salvo que el abogado acredite los requerimientos efectuados a su cliente o la
notificación del riesgo de prescripción de la acción e, incluso, la renuncia a la
defensa debido a la escasa colaboración del cliente. Respecto a la desidia o
desinterés del cliente, atendiendo al supuesto concreto, también es posible que se
admita su responsabilidad.

Abogado exonerado de responsabilidad si sigue las instrucciones de su cliente, auqnue se


contrapone con el art. 2.2 del código deontológico que dispone la independencia del abogado.

10. VALORACIÓN DE LOS DAÑOS E INDEMNIZACIÓN


Art. 1.101 del Código Civil dispone que quedan sujetos a la indemnización de daños y perjuicios
causados “los que en el cumplimiento de sus obligaciones incurrieren en dolo, negligencia o
morosidad y los que de cualquier forma contravinieran al tenor de aquella”.

La reparación del daño ocasional al cliente como respuesta a esta actuación negligente del
abogado precisa valorar tales daños.

“Artículo 1106.

La indemnización de daños y perjuicios comprende, no sólo el valor de la pérdida que hayan


sufrido, sino también el de la ganancia que haya dejado de obtener el acreedor, salvas las
disposiciones contenidas en los artículos siguientes.

Artículo 1107.

Los daños y perjuicios de que responde el deudor de buena fe son los previstos o que se hayan
podido prever al tiempo de constituirse la obligación y que sean consecuencia necesaria de su
falta de cumplimiento.

En caso de dolo responderá el deudor de todos los que conocidamente se deriven de la falta de
cumplimiento de la obligación”.

Debate -> dos soluciones relativas a si la indemnización ha de ser o no igual a la suma que
podría haberse reclamado y que no se obtuvo por la negligencia del profesional jurídico,
mantiene enfrentadas a distintas posturas.

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A) UNA POSICIÓN RESARCITORIA
Esta postura sostiene que el abogado debe resarcir al cliente por la totalidad de la
prestación malograda con su negligente actuación, abonándole aquello que hubiera
obtenido o aquello desprendido de su patrimonio. Esta aposición se basa en que el lucro
cesante debe ser indemnizado (art. 1.106 CC). STS de 16 de diciembre de 1996 fija la
indemnización examinando las posibilidades que hubiera tenido de prosperar la acción, la
cuantía litigiosa y la causa de que la demanda no llegase a ser examinada en cuanto al
fondo del asunto. Sentencias del T. Supremo como la del 28 de enero y 3 de octubre de
1998 obligan al abogado a indemnizar a su cliente el petitum del pleito perdido, dada la
justificada certeza sobre el resultado positivo de las reclamaciones frustradas por la
negligencia del abogado.

AP León 17 de octubre de 2002 -> fija la suma indemnizable sobre la base de las cantidades
que los perjudicados podrían haber obtenido de hacerse ejercitado temporáneamente las
acciones pertinentes, porque “la probabilidad de éxito de la misma es evidente”.

B) UNA POSICIÓN REPARADORA


Este criterio indemnizará únicamente el daño emergente (gastos ocasionados) y el daño
moral o daño derivado de la pérdida de oportunidades, sufridos por el cliente al verse
privado por su derecho a la tutela judicial efectiva, y generarle indefensión, por no ser
posible establecer de manera anticipada el éxito o resultado de la pretensión (STS 8
febrero de 2000 y art. 24 CE).

STS 22 de abril de 2013 explica que cuando se exige responsabilidad civil por la frustración
de la acción judicial, debido al carácter instrumental del derecho a la tutela judicial
efectiva, determina que el daño será patrimonial si el objeto de la acción frustrada tiene
como objetivo obtener una ventaja de contenido económico.

Eso plantea una dificultad-> cuantificación de la indemnización. Algunas sentencias el


doble de la minuta del letrado, otras en relación con el importe reclamado, otras un
porcentaje variable e incluso algunas rechazan la solicitud de indemnización si no hay una
certidumbre razonable de la probabilidad del éxito del proceso.

C) POSTURA CRÍTICA
Entendemos que resultan desacertadas ambas alternativas, tanto la reparación íntegra
como la indemnización únicamente del daño moral. Defender esto implicaría un enorme
riesgo para la profesión de la abogacía, abriría una vía para reclamar judicialmente al
abogado, siempre que no se hubiera logrado la satisfacción de su pretensión.

Nos encontramos, en definitiva, ante un problema de causalidad entre la conducta del


letrado y la realidad del daño. El abogado se encuentra sometido a una responsabilidad por
culpa, por lo que no es posible hacer recaer sobre él toda la responsabilidad cuando en el
resultado dañoso interfieren otras causas, habría que moderar su responsabilidad
teniendo en cuenta las condiciones concretas de su actuación y las probabilidades de éxito
de la acción frustrada. Necesario un estudio sobre la omisión, las consecuencias y las
posibilidades que denegó a su cliente -> para determinar el daño indemnizable. Debe
presumirse cuando no ha habido éxito judicial, la diligencia del abogado.

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II. LA RESPONSABILIDAD PENAL DEL ABOGADO
1. INTRODUCCIÓN
El abogado aparece en el Código Penal en dos situaciones distintas:

- Como posible víctima especial de un delito


- Como posible autor de un delito especial

El abogado, en el ejercicio de su profesión, puede incurrir en tres tipos de responsabilidad:

 La responsabilidad civil: nace de la imprudencia o negligencia en la tarea profesional.


Es una responsabilidad contractual, en el marco de un contrato de arrendamiento de
servicios o mandato, arts. 1.902 y 1.903 CC.
 La responsabilidad disciplinaria: nace de una infracción de sus deberes profesionales
tal y como están contenidos en el EGAE y en el Código Deontológico o de una infracción
de las normas procesales de la LOPJ y LEC. La responsabilidad disciplinaria judicial
deriva en una sanción de apercibimiento o multa para los casos más graves.
Responsabilidad disciplinaria colegial -> deriva en distintos tipos de sanción según la
gravedad.
 La responsabilidad penal: nace de la conducta delictiva del abogado en el ejercicio de
su profesión, y que se encuentran tipificados en el Código Penal (CP).
El EGAE establece sanciones disciplinarias cuando el abogado cometa un delito doloso
(en cualquier grado de participación), como consecuencia del ejercicio de la profesión,
o que ofendan a la dignidad de la profesión o deberes estatutarios -> suspensión del
ejercicio de la Abogacía por un plazo superior a 3 meses sin exceder de 2 años.
Condena colegiado en sentencia firme por penas graves del art. 33.2 CP -> expulsión del
colegio de abogados.

Hay un único delito del CP en el que se tiene en cuenta al abogado como víctima precisamente
por el ejercicio de su profesión -> art. 464 CP: es el delito de violencia o intimidación procesal y
el de represalia procesal.

“1. El que con violencia o intimidación intentare influir directa o indirectamente en quien sea
denunciante, parte o imputado, abogado, procurador, perito, intérprete o testigo en un
procedimiento para que modifique su actuación procesal, será castigado con la pena de prisión
de uno a cuatro años y multa de seis a veinticuatro meses.

Si el autor del hecho alcanzara su objetivo se impondrá la pena en su mitad superior.

2. Iguales penas se impondrán a quien realizare cualquier acto atentatorio contra la vida,
integridad, libertad, libertad sexual o bienes, como represalia contra las personas citadas en el
apartado anterior, por su actuación en procedimiento judicial, sin perjuicio de la pena
correspondiente a la infracción de que tales hechos sean constitutivos”.

Tradicionalmente se han clasificado los delitos, según la cualidad de su autor en:

o Delitos comunes: pueden ser cometidos por cualquier persona


o Delitos especiales: pueden ser cometidos por personas en las que concurren unas
características especiales.

Delitos especiales, los hay cometidos por “profesionales” entre los que se encuentran los
abogados, pero no son exclusivamente cometidos por los abogados:

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- Delito de incumplimiento de la obligación de sigilo o reserva (art. 199.2 CP).
- Delito de estafa agravada (art. 252.1.6 CP).
- Delito de enriquecimiento ilícito o perjuicio económico por abuso en la utilización de
información confidencial del art. 285 CP.
- Delito de intrusismo profesional del art. 403 CP.
- Delito de denegación de prestaciones por discriminación del art. 512 CP.

Precisiones: el abogado lo es en tanto que ejerce la representación y defensa de las partes,


pero a efectos penales no podemos considerarlo como tal cuando está llevando a cabo tareas
que no son propias de la profesión. No se puede penalizar al abogado, que no actúa como tal,
por serlo.

DELITOS ESPECIALES QUE PUEDE COMETER UN ABOGADO SON LOS SIGUIENTES:

 DELITOS ESPECIALES PROPIOS: aquellos que solo y exclusivamente los puede cometer un
abogado, puesto que se refieren a actividades que le son propias.
 Delitos de deslealtad de parte (art. 467.1 CP)
 Delitos de perjuicio de parte (art. 467.2)

 DELITOS ESPECIALES IMPROPIOS: aquellos que se pueden cometer por un abogado o por
un particular. Si los comete un abogado, la pena se agrava, por ser un cooperación
necesario de la Administración de Justicia, y por eso ser una conducta más reprobable, al
encontrarse en una situación de garante del buen funcionamiento de la justicia.
 Delito de destrucción, inutilización u ocultación de documentos o actuaciones
procesales.
 Delito de revelación de actuaciones procesales declaradas secretas.
 Delitos de presentación de testigos falsos o peritos o intérpretes mendaces.
 Delito de incomparecencia sin justa causa ante juzgado o tribunal en causa criminal.

El CP descarta la responsabilidad de las personas jurídicas constituidas en despachos de


abogados de cualquier tipo.

2. DELITOS ESPECIALES PROPIOS DEL ABOGADO


A) DELITO DE DESLEALTAD DE PARTE (467 CP)
Artículo 467. 1 CP

“El abogado o procurador que, habiendo asesorado o tomado la defensa o representación


de alguna persona, sin el consentimiento de ésta defienda o represente en el mismo asunto
a quien tenga intereses contrarios, será castigado con la pena de multa de seis a doce
meses e inhabilitación especial para su profesión de dos a cuatro años”.

La denominación de “delito de deslealtad de parte” no es del todo correcta, la parte se


refiere a un proceso judicial que no tiene por qué darse para la comisión del delito.

Delito de deslealtad de parte o doble defensa -> elementos objetivos del tipo:

 El abogado debe haber asesorado o tomado la defensa o representación de una


primera persona o primer cliente.
 El abogado debe haber tomado la defensa o representación del segundo cliente.
 El segundo cliente tiene intereses enfrentados a los del primer cliente

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 La primera persona o primer cliente no ha dado su consentimiento para esta segunda
defensa o representación
 El conflicto de intereses y la doble actuación ha de darse en el mismo asunto

Delito de deslealtad de parte -> delito de mera actividad o de puesta en riesgo, no


necesario que de la actuación se derive daño real. Riesgo de la primera parte a ver dañado
su derecho a la defensa y sus intereses.

El riesgo ha de ser concreto por las posibilidades ciertas de que se use la información
proporcionada en beneficio del segundo. Puede ser cometido por el abogado defensor en
un procedimiento judicial o por el que se limita a asesorar. Entendiendo el término
“defensa” en sentido amplio, como todo acto que ejerce un abogado a favor de una
persona en relación con su posición jurídica en un determinado asunto.

La acción delictiva ha de llevarse a cabo con dolo (conocimiento y voluntad de que es


ilícito). Al ser un delito de puesta en riesgo de la posición del primer cliente no es necesario
que el abogado tenga intención de causar daño ni al primero ni al segundo. Es suficiente
con saber que se ha asesorado o defendido a una persona cuyos intereses están
enfrentados a los de la persona que asesoró o defendió en el mismo asunto en primer
lugar. No cabe la comisión imprudente de este delito.

Cabe la posibilidad de que un abogado utilice a un tercero para cometer el delito y se sitúe
en calidad de autor mediado u hombre de atrás (STS 6 de octubre de 2008). Puede haber
también cooperadores necesarios (en este caso un perito mercantil y economista).

Delito de deslealtad de parte -> pena:

- Multa de 6-12 meses (similar a la del delito de perjuicio de parte en su modalidad


imprudente).
- E inhabilitación especial para la profesión de 2-4 años

B) DELITO DE PERJUICIO DE PARTE


Art. 467.2 CP

“2. El abogado o procurador que, por acción u omisión, perjudique de forma manifiesta los
intereses que le fueren encomendados será castigado con las penas de multa de doce a
veinticuatro meses e inhabilitación especial para empleo, cargo público, profesión u oficio
de uno a cuatro años.

Si los hechos fueran realizados por imprudencia grave, se impondrán las penas de multa de
seis a doce meses e inhabilitación especial para su profesión de seis meses a dos años”.

Elementos objetivos del tipo (delito de perjuicio de parte):

 Debe existir relación profesional entre el abogado y la persona cuyos intereses están
en juego, no necesaria la concurrencia de un procedimiento judicial.
 El abogado debe llevar a cabo una acción o una omisión que derive en un resultado, es
un delito de resultado perjudicial para el cliente.
 El perjuicio ha de ser manifiesto a los intereses que le han sido encomendado.
 Se exige nexo causal entre el comportamiento del abogado y el perjuicio manifiesto
ocasionado.

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Relación profesional vigente mientras “el asunto esté en ejecución o posibilidad de
ejecución”, y continua independientemente de que se haya dado por finalizados sus
servicios enviando la minuta al cliente.

La conducta penada -> el perjuicio manifiesto a los intereses del cliente -> delito de
resultado. Sin resultado perjudicial manifiesto, la conducta reprochable del abogado
pudiera degenerar responsabilidad disciplinaria o civil, pero no penal.

TS define el perjuicio manifiesto -> perjuicio palpable, patente, palmario u ostensible. No


tiene por qué ser irreparable. El delito se consuma en el momento en el que se ocasiona el
perjuicio.

Cabe la comisión de este delito por omisión, la acción delictiva puede consistir en un “dejar
de hacer”, han de concurrir dos circunstancias:

- El abogado debe tener la obligación de hacer.


- En el caso de que hubiese llevado a cabo la conducta omitida, el resultado de
perjuicio manifiesto no se hubiese producido.

Elemento fundamental del tipo -> relación de causalidad entre la acción u omisión del
abogado y el resultado -> debe ser manifiesta.

Elementos subjetivos del tipo:

 Dolo, al menos eventual


 Por imprudencia grave: descuido en el desarrollo o el desconocimiento de la más
elemental diligencia exigible a un profesional medio.
 No cabe la comisión de este delito por imprudencia o descuido leve.

3. DELITOS ESPECIALES IMPROPIO DEL ABOGADO


Los delitos especiales impropios del abogado son aquellos que puede cometer el abogado en
tanto que tal pero no exclusivamente, sino que también los pueden cometer otras personas en
las que concurran unas características especiales o estén en una posición muy concreta.

Dos grupos:

 Aquellos que se constituyen como tipos agravados para el abogado de delitos básicos
que pudiera cometer un particular en circunstancias precisas:
- Delito de presentación de testigos falsos o peritos e intérpretes mendaces (art.
461.1 CP).
- Delito de incomparecencia en juicio oral en proceso criminal sin justa causa
(art.463.2 CP)
 Aquellos que se constituyen en sentido contrario, como los tipos básicos de delito que,
en este caso con penas atenuadas, pudieran también cometerse por particulares:
- Delito de destrucción, inutilización u ocultación de documentos o actuaciones (art.
465.1 CP).
- Delito de revelación de actuaciones procesales declaradas secretas por el órgano
judicial 8art. 466.1 CP).

De los 4 delitos, 3 llevan aparejadas penas de prisión:

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o El delito de presentación de testigos falsos o peritos o intérpretes mendaces.
o El delito de incomparecencia en juicio oral en proceso criminal sin justa causa.
o El delito de la destrucción, inutilización u ocultación de documentos o actuaciones
procesales.

3.1. TIPOS AGRAVADOS


 LA PRESENTACIÓN DE TESTIGOS FALSOS O PERITOS O INTÉRPRETES MENDACEZ

Artículo 461 CP:

“1. El que presentare a sabiendas testigos falsos o peritos o intérpretes mendaces, será
castigado con las mismas penas que para ellos se establecen en los artículos anteriores.

2. Si el responsable de este delito fuese abogado, procurador, graduado social o representante


del Ministerio Fiscal, en actuación profesional o ejercicio de su función, se impondrá en cada
caso la pena en su mitad superior y la de inhabilitación especial para empleo o cargo público,
profesión u oficio, por tiempo de dos a cuatro años”.

Elementos objetivos del tipo:

 El abogado interviene como tal en un proceso judicial con capacidad para proponer
pruebas.
 El abogado está facultado para proponer y propone la participación de testigos falsos,
peritos o intérpretes mendaces.
 El abogado sabe que van a declarar alterando la verdad.

Cuestión debatida si para la consumación del delito basta con la presentación de los testigos,
peritos o intérpretes que van a faltar a la verdad (delito de simple actividad) o si requieren una
efectiva declaración falsa -> no aclarado por la jurisprudencia.

Elemento subjetivo -> necesario el dolo directo, conocimiento y voluntad de llevar a cabo la
conducta delictiva. No cabe dolo eventual ni imprudencia.

Penas: al abogado que incurra en esta actividad delictiva se le imponen las siguientes penas:

- Las penas previstas para el falso testimonio en los arts. 458 y 460 del CP en su mitad
superior.
- La de inhabilitación especial para el empleo o cargo público, profesión u oficio, de 2 a 4
años.

Este delito conlleva penas de prisión:

- Para el falso testimonio del testigo del art. 458 se prevén penas de prisión de 6 meses a 2
años y multa de 3 a 6 meses.
- Si el falso testimonio se diera en contra de reo en causa criminal las penas serían de prisión
de 1 a 3 años y multa de 6 a 12 meses.
- Si a consecuencia del falso testimonio hubiere recaído sentencia condenatoria, se
impondrán las penas superiores en grado.

Se aplica también al falso testimonio dado ante tribunales internacionales.

 LA INCOMPARECENCIA EN JUICIO ORAL SIN CAUSA JUSTA EN PROCESO CRIMINAL

Art. 463 CP

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“1. El que, citado en legal forma, dejare voluntariamente de comparecer, sin justa causa, ante
un juzgado o tribunal en proceso criminal con reo en prisión provisional, provocando la
suspensión del juicio oral, será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o multa de
seis a 24 meses. En la pena de multa de seis a 10 meses incurrirá el que, habiendo sido
advertido, lo hiciera por segunda vez en causa criminal sin reo en prisión, haya provocado o no
la suspensión.

2. Si el responsable de este delito fuese abogado, procurador o representante del Ministerio


Fiscal, en actuación profesional o ejercicio de su función, se le impondrá la pena en su mitad
superior y la de inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio, por
tiempo de dos a cuatro años.

3. Si la suspensión tuviera lugar, en el caso del apartado 1 de este artículo, como consecuencia
de la incomparecencia del juez o miembro del tribunal o de quien ejerza las funciones de
secretario judicial, se impondrá la pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a 24
meses y, en cualquier caso, inhabilitación especial por tiempo de dos a cuatro años”.

Es un delito de desobediencia al juzgado o tribunal que haya citado al abogado en forma legal
con la agravante del gravísimo perjuicio ocasionado al reo en prisión y, por lo tanto. A la
Administración de Justicia en general

Elementos objetivos del tipo:

 El abogado debe haber sido citado de manera legal y en calidad de tal para asistir a un
proceso criminal en la fase del juicio oral.
 El abogado no comparece sin justa causa.
 El proceso criminal cuenta con un reo en prisión provisional.
 La incomparecencia del abogado debe ser la causa directa de la suspensión del juicio oral
dictada por el órgano judicial.

Los elementos objetivos del tipo atenuado, por no hallarse el reo en prisión, serían similares:

 El abogado debe haber sido citado de manera legal y en calidad de tal para asistir a un
proceso criminal en la fase del juicio oral sin el reo en prisión.
 El abogado no comparece sin justa causa.
 El juicio de suspender por la incomparecencia sin justa causa del abogado
 El abogado es citado de nuevo de manera legal para juicio oral.
 El abogado no comparece sin justa causa
 Se produce la segunda suspensión del juicio.

La acción delictiva se lleva a cabo (en ambos casos), por una doble omisión:

1. La falta de comparecencia y
2. La ausencia de justa causa para justificar la previa incomparecencia.

La citación tiene que cumplir las normas procesales criminales.

Justa causa -> LECrim: causas para justificar la suspensión de un juicio señalado por
incomparecencia de testigos, peritos, abogados, fiscales o jueces. No se considera justa causa
aquella que hubiera podido evitarse. Si el abogado puede anticipar la causa que le impide
comparecer no estamos ante una causa justificada. La mera alegación de motivos métodos sin
certificados no es suficiente.

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Abogado no comparece mediando justa causa, pero no lo comunica con antelación para
solicitar la suspensión del juicio oral, puede dar lugar a infracción disciplinaria pero no a un
ilícito penal.

Elemento subjetivo del tipo -> requisito indispensable que concurra dolo (abogado conoce
que con su acción u omisión causará la suspensión del juicio oral).

3.2. TIPOS BÁSICOS


 LA DESTRUCCIÓN, INUTILIZACIÓN U OCULTACIÓN DE DOCUMENTOS O ACTUACIONES
PROCESALES:

Artículo 456 CP:

“1. El que, interviniendo en un proceso como abogado o procurador, con abuso de su función,
destruyere, inutilizare u ocultare documentos o actuaciones de los que haya recibido traslado
en aquella calidad, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años, multa de
siete a doce meses e inhabilitación especial para su profesión, empleo o cargo público de tres a
seis años.

2. Si los hechos descritos en el apartado primero de este artículo fueran realizados por un
particular, la pena será de multa de tres a seis meses”.

Letrado de la Administración de Justicia -> conservación y custodio de las actuaciones


judiciales, pero hay que dar traslado a las partes para que conozcan los autos y puedan
formular sus alegaciones. Garante y custodio -> procurador o abogado al que se da traslado de
las actuaciones, es una recepción temporal que exige devolución en el plazo fijado.

Elementos objetivos del tipo:

 El abogado interviene en el proceso como tal.


 El abogado recibe unos documentos o actuaciones en tanto que tal.
 El abogado, abusando de su función, destruye, inutiliza u oculta todos o parte de estos
documentos o actuaciones.
 Se produce una lesión en la función jurisdiccional por la acción del abogado.

No engloba cualquier documento, sino de los que se les da traslado en su calidad de abogado.

Si los documentos o actuaciones destruidos son irrelevantes para el curso del proceso o son
copias de los originales custodiados en el juzgado -> reprochable solo disciplinariamente.

Se prevén varias conductas:

 Destruir: se entiende por destrucción el aniquilamiento total o parcial, su desaparición


definitiva en todo o en parte.
 Inutilizar: permite su subsistencia, pero alterada de tal forma que deriva en una inutilidad
total a los efectos del proceso.
 Ocultar: recibe una interpretación extensiva, incluye la no entrega o dilatación de los
documentos del procedimiento.

Cuando la demora es mínima no hay reproche penal sino disciplinario. Para que haya delito
tiene que haber perjuicio, por lo que, el reintegro de la documentación ocultada sin perjuicio
para la causa o para terceros hace desaparecer el ilícito penal.

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El perjuicio no es necesario que haya de ser evaluable económicamente, es suficiente que
genere desventaja, quebranto, daño o detrimento notorio de los intereses del cliente.

Elemento subjetivo del tipo:

 El dolo es requisito imprescindible


 Se descarta la imprudencia

 LA REVELACIÓN DE ACTUACIONES PROCESALES DECLARADAS SECRETAS POR LA


AUTORIDAD JUDICIAL

Artículo 466 CP

“1. El abogado o procurador que revelare actuaciones procesales declaradas secretas por la
autoridad judicial, será castigado con las penas de multa de doce a veinticuatro meses e
inhabilitación especial para empleo, cargo público, profesión u oficio de uno a cuatro años.

2. Si la revelación de las actuaciones declaradas secretas fuese realizada por el Juez o miembro
del Tribunal, representante del Ministerio Fiscal, Secretario Judicial o cualquier funcionario al
servicio de la Administración de Justicia, se le impondrán las penas previstas en el artículo 417
en su mitad superior.

3. Si la conducta descrita en el apartado primero fuere realizada por cualquier otro particular
que intervenga en el proceso, la pena se impondrá en su mitad inferior”.

Este delito se introduce ex novo en el CP de 1995.

Elementos objetivos del tipo:

 El sujeto activo es un abogado que interviene en el proceso como tal.


 El abogado descubre, por cualquier medio, el contenido de las actuaciones procesales a
terceros ajenos al proceso.
 Las actuaciones procesales reveladas tienen que haber sido declaradas formalmente
secretas por el órgano judicial (decretar el secreto de sumario).

Se trata de un delito de resultado materializado en la revelación de información procesal,


declarada formalmente secreta (secreto de sumario). Este tipo penal exige la previa
declaración formal de secreto de las actuaciones procesales por parte del órgano judicial,
regulada en el artículo 302 LECrim -> mediante auto del juez por tiempo no superior a un mes.
Debe alzarse necesariamente con al menos 10 días de antelación a la conclusión del sumario.

No confundir el secreto especial con el secreto genérico de las diligencias “salvo excepciones”
que rige el proceso hasta la apertura del juicio oral. Secreto genérico art. 301 LECrim.

El abogado comete el delito no cuando incumple el deber de discreción general sino cuando
incumple el deber de secreto en procesos en los que se hace necesario declararlo para:

- Evitar un riesgo para la vida, la liberta o integridad física de otra persona


- O prevenir una situación que pueda comprometer el resultado de la investigación o del
proceso.

Conductas mas graves -> constitutivas de delito; y las más leves -> infracción gubernativa o
disciplinaria.

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Elemento subjetivo del delito -> necesario que el abogado actúe con dolo.

La pena a imponer se graduará atendiendo el caso concreto y ponderando el perjuicio causado


como consecuencia de la vulneración del deber de sigilo y discreción. Si no es delito, aplicación
de la normativa disciplinaria art. 552 LOPJ.

Delito de revelación de actuaciones declaradas secretas -> penas:

- Multa de 12 a 24 meses
- E inhabilitación especial para empleo, cargo público, profesión u oficio de 1 a 4 años.

Pena potencial, no necesariamente, mayor de la que se pueda imponer al particular que


cometa este mismo delito.

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