Unidad 6
Unidad 6
Unidad 6
ABOGADO
I. LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ABOGADO
1. LA FUNCIÓN SOCIAL DEL ABOGADO
La abogacía es definida como “una profesión libre e independiente que presta un servicio a la
sociedad en interés público y que se ejerce en régimen de libre y leal competencia, por medio
del consejo y la defensa de derechos e intereses públicos o privados, mediante la aplicación de
la ciencia y la técnica jurídicas, en orden a la concordia, a la efectividad de los derechos y
libertades fundamentales y a la justicia”.
La función social que desarrolla el abogado -> es de carácter semipúblico. Tiene que cumplir
exigencias generales impuestas a todos los profesionales + exigencias deontológicas propias.
Obligaciones del abogado (art. 42 EGAE) con la parte que defiende, el cumplimiento de la
misión de defensa que le sea encomendada con el máximo celo y diligencia y guardando el
secreto profesional.
La vulneración de las obligaciones y los deberes impuestos al abogado puede dar lugar a
responsabilidades penales, civiles y disciplinarias.
Las sociedades profesionales de la abogacía se rigen por las mismas normas deontológicas y
disciplinarias.
“Artículo 78.
Los abogados están sujetos a responsabilidad penal por los delitos y faltas que cometan en el
ejercicio de su profesión.
Los abogados en su ejercicio profesional están sujetos a responsabilidad civil cuando por dolo o
negligencia dañen los intereses cuyo defensa les hubiere sido confiada, responsabilidad que
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será exigible conforme a la legislación ordinaria ante los tribunales de justicia, pudiendo
establecerse legalmente su aseguramiento obligatorio”
“Artículo 79.
El abogado que reciba el encargo de promover actuaciones de cualquier clase contra otro
sobre responsabilidad relacionadas con el ejercicio profesional deberá informar al decano del
colegio para que pueda realizar una labor de mediación, si la considera oportuna, aún cuando
el incumplimiento de dicho deber no pueda ser disciplinariamente sancionado”.
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Estos deberes -> art. 13 del Código deontológico:
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La documentación recibida del cliente estará siempre a disposición del mismo, el
abogado no puede retenerla, pero podrá conservar copias de la documentación.
La responsabilidad civil del abogado deriva, en la mayoría de los casos, del daño o perjuicio
causado al cliente con motivo del arrendamiento de servicios suscritos con el mismo, se trata,
por tanto, de una obligación de medios y no de resultado. Para que no exista esa
responsabilidad frente al cliente, es suficiente con que el abogado haya cumplido con la
diligencia exigida en su profesión (lex artis ad hoc). No está obligado a garantizar un resultado
concreto. STS del 27 de octubre de 2011: va en la misma línea, considerando que la
responsabilidad de los abogados en la defensa judicial de sus patrocinados está en relación con
los deberes contraídos en el marco de un arrendamiento de servicios que se ciñe a la lex artis
(reglas de oficio), pero que no implica una obligación de resultado sino de medios.
Precisiones: como regla general, la obligación contractual del abogado no es una obligación
de resultado (ej: la absolución del cliente), sino de medios: suministrarle todos sus
conocimientos jurídicos y empleados diligentemente para alcanzar el mayor beneficio de sus
intereses o protección de sus derechos. Reconocida por una abundante jurisprudencia de las
Audiencias Provinciales, el hecho de que es una obligación de medios.
Precisiones: a la hora de determinar la naturaleza hay que tener presente que no siempre la
relación existente será la de arrendamiento de servicios (una de las partes se obliga a prestar
un servicio a la otra por un cierto precio), ya que puede existir supuesto en el que nos
encontremos ante un contrato de obra, obligándose el abogado o producir un resultado a
cambio de un precio, es el caso de la elaboración de un informe o un dictamen.
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relación profesional que le une con la empresa. Sería un contrato de mandato o incluso de
gestión de negocios ajenos, tiene que emplear el mismo celo profesional que si fuera un
cliente particular, si incurre en negligencia profesional y esto causa un daño al asegurado, la
empresa para la que trabaja debería responder, en virtud del art. 1.903 del CC.
Hay casos en los que la obligación del abogado es de resultado: cuando se encarga al abogado
un dictamen, la redacción de un contrato o la emisión de un laudo arbitral.
RESUMEN: Cuando el abogado es contratado para llevar un asunto ante los tribunales, nace un
contrato de arrendamiento de servicios, donde el abogado tiene que respetar la lex artis, pero
no responde del resultado obtenido.
Art. 1.101 del Código Civil: “Quedan sujetos a la indemnización de los daños y perjuicios
causados los que en el cumplimiento de sus obligaciones incurrieren en dolo, negligencia o
morosidad, y los que de cualquier modo contravinieran al tenor de aquellas”.
Abogado sometido a responsabilidad contractual si existe una relación jurídica previa con
el cliente en virtud de un contrato de arrendamiento de servicio. La responsabilidad civil
deriva de la actuación negligente del abogado “es un tipo más de responsabilidad
profesional, derivada de contrato de prestación de servicios” STS 28 de enero y 25 marzo
1998 y 8 junio de 2000, entre otras.
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La indemnización por daños por la vía extracontractual procedería solo en los supuestos en
los que no exista relación contractual: por ejemplo, en casos de actuación gratuita del
abogado (turno de oficio), cuando la actividad profesional que ocasiona el daño se
desarrolla fuera de los límites contractuales o cuando se causa un daño innecesario a un
tercero (no cliente), por ejemplo, un testigo. Habría un concurso de acciones cuando el
cliente contrata con un despacho de abogados, que es quien asigna a un letrado para que
defienda sus intereses, ya que existiría una responsabilidad extracontractual del abogado,
y una responsabilidad contractual y una responsabilidad extracontractual por hecho ajeno
del despacho.
Para que la actuación profesional del abogado genere responsabilidad civil que derive en una
obligación de indemnizar daños y perjuicios, es preciso que concurran varios presupuestos, los
cuales deberán ser probados por el demandante:
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Un daño producto de esa acción u omisión. Los daños y perjuicios han de ser probados
y derivados del incumplimiento, aunque cabe establecerlos por presunciones, si el
enlace es lógico. Los daños pueden ser: materiales o económicos o morales.
Una relación de causalidad entre la conducta del abogado y el daño ocasionado al
cliente. La vulneración de las normas profesionales no significa per se que sea
atribuible una responsabilidad al abogado, sino que es necesario que esa negligencia
sea la causa del resultado dañoso. La declaración de responsabilidad exige la existencia
de una relación de causalidad entre la conducta del abogado y el hecho que se estima
productor del daño ocasionado, lo que plantea un problema de prueba.
Suscita muchas dudas determinar cuándo cabe calificar una conducta como negligente. Para
eso hay que atender, en primer lugar, a los principios que regulan las pautas de su práctica
profesional (normas estatutarias y deontológicas del colegio) y en segundo lugar, a la llamada
lex artis de la abogacía, que constituye un criterio esencial para determinar la existencia o no
de responsabilidad profesional.
El abogado, debe desarrollar su actividad adecuándola a las reglas de su profesión -> lex artis
ad hoc.
La diligencia del abogado queda acreditada si el profesional ha desplegado todos los medios y
conocimientos a su alcance para una adecuada defensa del asunto, esto implica conocer
perfectamente la legalidad tanto sustantiva como procesal aplicable y usar esos conocimientos
con lógica y en beneficio del cliente.
Será preciso, constatar la conducta negligente del abogado en relación con su lex artis, con el
fin de determinar si su conducta se ajusta a la diligencia exigida al profesional abogado medio
(1.104 CC), y a las normas recogidas en el EGAE y normas deontológicas.
Nivel de diligencia exigible al abogado -> de grado medio, en consonancia con los
conocimientos medios de un profesional técnico en materias jurídicas. Art. 42 EGAE, el
abogado debe desarrollar su función “con el máximo celo y diligencia”, en consonancia con la
lex artis.
Sentencia AP Cáceres 3 de octubre de 2017 “El deber de diligencia exigible al abogado por lo
general excede de la propia de un buen padre de familia y se acerca a la responsabilidad por
los deberes profesionales del letrado. La cuestión es analizar la suficiencia de los
conocimientos jurídicos del letrado para la dirección técnica del asunto encargado,
incumbiendo al cliente la carga de probar la negligencia profesional que imputa a su abogado”.
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7. SUPUESTOS DE NEGLIGENCIA EN EL CUMPLIMIENTO DE SUS
OBLIGACIONES PROFESIONALES
Los abogados serán responsables en su ejercicio profesional cuando no ejerciten el nivel de
diligencia exigible. No es posible efectuar de antemano un elenco cerrado de deberes u
obligaciones que incumben al profesional en el desempeño de su función, se puede pensar
que los deberes se reducen a la ejecución de esa prestación con la finalidad pretendida. Se
repite que no es una prestación de resultado sino de medios. El profesional se compromete a
desempeñarla bien, sin garantizar el resultado. (STS 30 de diciembre de 2002),
Ej: STS 21 de octubre de 2013 consideró que existía negligencia por la ausencia de la
letrada a la vista señalada que ocasionó que se diera por sobreseído el procedimiento,
imputando la responsabilidad tanto al titular y director del bufete al que se efectuó el
encargo como al letrado colaborador.
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C) INCURIA O DESIDIA PROFESIONAL
El abogado debe prestar sus servicios profesionales con competencia y prontitud. Por eso,
responderá por incuria o desidia profesional, por ejemplo: si permite la prescripción de una
acción, deja caducar una demanda de retracto, prepara fuera de plazo el recurso de
casación, etc.
Una de las actuaciones por las que los abogados incurren con mayor frecuencia en
negligencia es la dilatación de la interpelación judicial, dando lugar al fracaso de la
acción por prescripción. Numerosas sentencias en este sentido.
STS 30 de diciembre de 2002 señala que será el actos o reclamante del daño, es decir, el
cliente, el que debe probar los presupuestos de la responsabilidad del abogado, el cual, ad
initio, goza de la presunción de diligencia en su actuación profesional.
No tener éxito judicial no puede ser valorado como una presunción de culpabilidad.
El cliente -> debe probar la omisión por parte del abogado de la diligencia exigida a otros
profesionales en un supuesto similar acontecido, cotejándola con la lex artis ad hoc.
El cliente debe probar que la resolución judicial ha sido consecuencia de la incuria, deficiente
actuación o desconocimiento de las normas profesionales del letrado encargado de la defensa
y que el resultado del juicio hubiera sido distinto si su defensa se hubiera efectuado
correctamente, acorde con la lex artis, propia de un diligente abogado.
Cuando nos encontremos ante una obligación de resultado -> será suficiente con que el cliente
acredite el incumplimiento del resultado pactado. Supuestos de omisión -> se debe presumir la
culpa del profesional, invirtiéndose al respecto la carga de la prueba -> art. 1.183 CC
Si nos encontramos ante una omisión del abogado que no actúa en cumplimiento de sus
obligaciones profesionales (ej: no interpone recurso o no asiste al acto de la vista) -> deberá
ser el abogado el que pruebe que ese daño no fue debido a su actuación por encontrarse en
mejor posición para justificar su conducta.
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9. CONCURRENCIA DE CULPAS Y EXONERACIÓN DE LA
RESPONSABILIDAD
Cuando, unido a la falta de diligencia del abogado, las pruebas revelen que otras conductas
negligentes han concurrido a la causación del daño, podrá apreciarse una concurrencia de
culpas. Esto supone una distribución de responsabilidades, que conlleva una rebaja de la
cuantía indemnizatoria (art. 1.103 CC), cuando la conducta del abogado y la del cliente o un
tercero sean concurrentes y desencadenantes del resultado dañoso.
Si resulta probado que una de las conductas no intervino causalmente en el resultado, esa
parte quedará exenta de responsabilidad. AP rechaza que se impute al cliente culpa o
negligencia por:
La reparación del daño ocasional al cliente como respuesta a esta actuación negligente del
abogado precisa valorar tales daños.
“Artículo 1106.
Artículo 1107.
Los daños y perjuicios de que responde el deudor de buena fe son los previstos o que se hayan
podido prever al tiempo de constituirse la obligación y que sean consecuencia necesaria de su
falta de cumplimiento.
En caso de dolo responderá el deudor de todos los que conocidamente se deriven de la falta de
cumplimiento de la obligación”.
Debate -> dos soluciones relativas a si la indemnización ha de ser o no igual a la suma que
podría haberse reclamado y que no se obtuvo por la negligencia del profesional jurídico,
mantiene enfrentadas a distintas posturas.
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A) UNA POSICIÓN RESARCITORIA
Esta postura sostiene que el abogado debe resarcir al cliente por la totalidad de la
prestación malograda con su negligente actuación, abonándole aquello que hubiera
obtenido o aquello desprendido de su patrimonio. Esta aposición se basa en que el lucro
cesante debe ser indemnizado (art. 1.106 CC). STS de 16 de diciembre de 1996 fija la
indemnización examinando las posibilidades que hubiera tenido de prosperar la acción, la
cuantía litigiosa y la causa de que la demanda no llegase a ser examinada en cuanto al
fondo del asunto. Sentencias del T. Supremo como la del 28 de enero y 3 de octubre de
1998 obligan al abogado a indemnizar a su cliente el petitum del pleito perdido, dada la
justificada certeza sobre el resultado positivo de las reclamaciones frustradas por la
negligencia del abogado.
AP León 17 de octubre de 2002 -> fija la suma indemnizable sobre la base de las cantidades
que los perjudicados podrían haber obtenido de hacerse ejercitado temporáneamente las
acciones pertinentes, porque “la probabilidad de éxito de la misma es evidente”.
STS 22 de abril de 2013 explica que cuando se exige responsabilidad civil por la frustración
de la acción judicial, debido al carácter instrumental del derecho a la tutela judicial
efectiva, determina que el daño será patrimonial si el objeto de la acción frustrada tiene
como objetivo obtener una ventaja de contenido económico.
C) POSTURA CRÍTICA
Entendemos que resultan desacertadas ambas alternativas, tanto la reparación íntegra
como la indemnización únicamente del daño moral. Defender esto implicaría un enorme
riesgo para la profesión de la abogacía, abriría una vía para reclamar judicialmente al
abogado, siempre que no se hubiera logrado la satisfacción de su pretensión.
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II. LA RESPONSABILIDAD PENAL DEL ABOGADO
1. INTRODUCCIÓN
El abogado aparece en el Código Penal en dos situaciones distintas:
Hay un único delito del CP en el que se tiene en cuenta al abogado como víctima precisamente
por el ejercicio de su profesión -> art. 464 CP: es el delito de violencia o intimidación procesal y
el de represalia procesal.
“1. El que con violencia o intimidación intentare influir directa o indirectamente en quien sea
denunciante, parte o imputado, abogado, procurador, perito, intérprete o testigo en un
procedimiento para que modifique su actuación procesal, será castigado con la pena de prisión
de uno a cuatro años y multa de seis a veinticuatro meses.
2. Iguales penas se impondrán a quien realizare cualquier acto atentatorio contra la vida,
integridad, libertad, libertad sexual o bienes, como represalia contra las personas citadas en el
apartado anterior, por su actuación en procedimiento judicial, sin perjuicio de la pena
correspondiente a la infracción de que tales hechos sean constitutivos”.
Delitos especiales, los hay cometidos por “profesionales” entre los que se encuentran los
abogados, pero no son exclusivamente cometidos por los abogados:
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- Delito de incumplimiento de la obligación de sigilo o reserva (art. 199.2 CP).
- Delito de estafa agravada (art. 252.1.6 CP).
- Delito de enriquecimiento ilícito o perjuicio económico por abuso en la utilización de
información confidencial del art. 285 CP.
- Delito de intrusismo profesional del art. 403 CP.
- Delito de denegación de prestaciones por discriminación del art. 512 CP.
DELITOS ESPECIALES PROPIOS: aquellos que solo y exclusivamente los puede cometer un
abogado, puesto que se refieren a actividades que le son propias.
Delitos de deslealtad de parte (art. 467.1 CP)
Delitos de perjuicio de parte (art. 467.2)
DELITOS ESPECIALES IMPROPIOS: aquellos que se pueden cometer por un abogado o por
un particular. Si los comete un abogado, la pena se agrava, por ser un cooperación
necesario de la Administración de Justicia, y por eso ser una conducta más reprobable, al
encontrarse en una situación de garante del buen funcionamiento de la justicia.
Delito de destrucción, inutilización u ocultación de documentos o actuaciones
procesales.
Delito de revelación de actuaciones procesales declaradas secretas.
Delitos de presentación de testigos falsos o peritos o intérpretes mendaces.
Delito de incomparecencia sin justa causa ante juzgado o tribunal en causa criminal.
Delito de deslealtad de parte o doble defensa -> elementos objetivos del tipo:
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La primera persona o primer cliente no ha dado su consentimiento para esta segunda
defensa o representación
El conflicto de intereses y la doble actuación ha de darse en el mismo asunto
El riesgo ha de ser concreto por las posibilidades ciertas de que se use la información
proporcionada en beneficio del segundo. Puede ser cometido por el abogado defensor en
un procedimiento judicial o por el que se limita a asesorar. Entendiendo el término
“defensa” en sentido amplio, como todo acto que ejerce un abogado a favor de una
persona en relación con su posición jurídica en un determinado asunto.
Cabe la posibilidad de que un abogado utilice a un tercero para cometer el delito y se sitúe
en calidad de autor mediado u hombre de atrás (STS 6 de octubre de 2008). Puede haber
también cooperadores necesarios (en este caso un perito mercantil y economista).
“2. El abogado o procurador que, por acción u omisión, perjudique de forma manifiesta los
intereses que le fueren encomendados será castigado con las penas de multa de doce a
veinticuatro meses e inhabilitación especial para empleo, cargo público, profesión u oficio
de uno a cuatro años.
Si los hechos fueran realizados por imprudencia grave, se impondrán las penas de multa de
seis a doce meses e inhabilitación especial para su profesión de seis meses a dos años”.
Debe existir relación profesional entre el abogado y la persona cuyos intereses están
en juego, no necesaria la concurrencia de un procedimiento judicial.
El abogado debe llevar a cabo una acción o una omisión que derive en un resultado, es
un delito de resultado perjudicial para el cliente.
El perjuicio ha de ser manifiesto a los intereses que le han sido encomendado.
Se exige nexo causal entre el comportamiento del abogado y el perjuicio manifiesto
ocasionado.
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Relación profesional vigente mientras “el asunto esté en ejecución o posibilidad de
ejecución”, y continua independientemente de que se haya dado por finalizados sus
servicios enviando la minuta al cliente.
La conducta penada -> el perjuicio manifiesto a los intereses del cliente -> delito de
resultado. Sin resultado perjudicial manifiesto, la conducta reprochable del abogado
pudiera degenerar responsabilidad disciplinaria o civil, pero no penal.
Cabe la comisión de este delito por omisión, la acción delictiva puede consistir en un “dejar
de hacer”, han de concurrir dos circunstancias:
Elemento fundamental del tipo -> relación de causalidad entre la acción u omisión del
abogado y el resultado -> debe ser manifiesta.
Dos grupos:
Aquellos que se constituyen como tipos agravados para el abogado de delitos básicos
que pudiera cometer un particular en circunstancias precisas:
- Delito de presentación de testigos falsos o peritos e intérpretes mendaces (art.
461.1 CP).
- Delito de incomparecencia en juicio oral en proceso criminal sin justa causa
(art.463.2 CP)
Aquellos que se constituyen en sentido contrario, como los tipos básicos de delito que,
en este caso con penas atenuadas, pudieran también cometerse por particulares:
- Delito de destrucción, inutilización u ocultación de documentos o actuaciones (art.
465.1 CP).
- Delito de revelación de actuaciones procesales declaradas secretas por el órgano
judicial 8art. 466.1 CP).
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o El delito de presentación de testigos falsos o peritos o intérpretes mendaces.
o El delito de incomparecencia en juicio oral en proceso criminal sin justa causa.
o El delito de la destrucción, inutilización u ocultación de documentos o actuaciones
procesales.
“1. El que presentare a sabiendas testigos falsos o peritos o intérpretes mendaces, será
castigado con las mismas penas que para ellos se establecen en los artículos anteriores.
El abogado interviene como tal en un proceso judicial con capacidad para proponer
pruebas.
El abogado está facultado para proponer y propone la participación de testigos falsos,
peritos o intérpretes mendaces.
El abogado sabe que van a declarar alterando la verdad.
Cuestión debatida si para la consumación del delito basta con la presentación de los testigos,
peritos o intérpretes que van a faltar a la verdad (delito de simple actividad) o si requieren una
efectiva declaración falsa -> no aclarado por la jurisprudencia.
Elemento subjetivo -> necesario el dolo directo, conocimiento y voluntad de llevar a cabo la
conducta delictiva. No cabe dolo eventual ni imprudencia.
Penas: al abogado que incurra en esta actividad delictiva se le imponen las siguientes penas:
- Las penas previstas para el falso testimonio en los arts. 458 y 460 del CP en su mitad
superior.
- La de inhabilitación especial para el empleo o cargo público, profesión u oficio, de 2 a 4
años.
- Para el falso testimonio del testigo del art. 458 se prevén penas de prisión de 6 meses a 2
años y multa de 3 a 6 meses.
- Si el falso testimonio se diera en contra de reo en causa criminal las penas serían de prisión
de 1 a 3 años y multa de 6 a 12 meses.
- Si a consecuencia del falso testimonio hubiere recaído sentencia condenatoria, se
impondrán las penas superiores en grado.
Art. 463 CP
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“1. El que, citado en legal forma, dejare voluntariamente de comparecer, sin justa causa, ante
un juzgado o tribunal en proceso criminal con reo en prisión provisional, provocando la
suspensión del juicio oral, será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o multa de
seis a 24 meses. En la pena de multa de seis a 10 meses incurrirá el que, habiendo sido
advertido, lo hiciera por segunda vez en causa criminal sin reo en prisión, haya provocado o no
la suspensión.
3. Si la suspensión tuviera lugar, en el caso del apartado 1 de este artículo, como consecuencia
de la incomparecencia del juez o miembro del tribunal o de quien ejerza las funciones de
secretario judicial, se impondrá la pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a 24
meses y, en cualquier caso, inhabilitación especial por tiempo de dos a cuatro años”.
Es un delito de desobediencia al juzgado o tribunal que haya citado al abogado en forma legal
con la agravante del gravísimo perjuicio ocasionado al reo en prisión y, por lo tanto. A la
Administración de Justicia en general
El abogado debe haber sido citado de manera legal y en calidad de tal para asistir a un
proceso criminal en la fase del juicio oral.
El abogado no comparece sin justa causa.
El proceso criminal cuenta con un reo en prisión provisional.
La incomparecencia del abogado debe ser la causa directa de la suspensión del juicio oral
dictada por el órgano judicial.
Los elementos objetivos del tipo atenuado, por no hallarse el reo en prisión, serían similares:
El abogado debe haber sido citado de manera legal y en calidad de tal para asistir a un
proceso criminal en la fase del juicio oral sin el reo en prisión.
El abogado no comparece sin justa causa.
El juicio de suspender por la incomparecencia sin justa causa del abogado
El abogado es citado de nuevo de manera legal para juicio oral.
El abogado no comparece sin justa causa
Se produce la segunda suspensión del juicio.
La acción delictiva se lleva a cabo (en ambos casos), por una doble omisión:
1. La falta de comparecencia y
2. La ausencia de justa causa para justificar la previa incomparecencia.
Justa causa -> LECrim: causas para justificar la suspensión de un juicio señalado por
incomparecencia de testigos, peritos, abogados, fiscales o jueces. No se considera justa causa
aquella que hubiera podido evitarse. Si el abogado puede anticipar la causa que le impide
comparecer no estamos ante una causa justificada. La mera alegación de motivos métodos sin
certificados no es suficiente.
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Abogado no comparece mediando justa causa, pero no lo comunica con antelación para
solicitar la suspensión del juicio oral, puede dar lugar a infracción disciplinaria pero no a un
ilícito penal.
Elemento subjetivo del tipo -> requisito indispensable que concurra dolo (abogado conoce
que con su acción u omisión causará la suspensión del juicio oral).
“1. El que, interviniendo en un proceso como abogado o procurador, con abuso de su función,
destruyere, inutilizare u ocultare documentos o actuaciones de los que haya recibido traslado
en aquella calidad, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años, multa de
siete a doce meses e inhabilitación especial para su profesión, empleo o cargo público de tres a
seis años.
2. Si los hechos descritos en el apartado primero de este artículo fueran realizados por un
particular, la pena será de multa de tres a seis meses”.
No engloba cualquier documento, sino de los que se les da traslado en su calidad de abogado.
Si los documentos o actuaciones destruidos son irrelevantes para el curso del proceso o son
copias de los originales custodiados en el juzgado -> reprochable solo disciplinariamente.
Cuando la demora es mínima no hay reproche penal sino disciplinario. Para que haya delito
tiene que haber perjuicio, por lo que, el reintegro de la documentación ocultada sin perjuicio
para la causa o para terceros hace desaparecer el ilícito penal.
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El perjuicio no es necesario que haya de ser evaluable económicamente, es suficiente que
genere desventaja, quebranto, daño o detrimento notorio de los intereses del cliente.
Artículo 466 CP
“1. El abogado o procurador que revelare actuaciones procesales declaradas secretas por la
autoridad judicial, será castigado con las penas de multa de doce a veinticuatro meses e
inhabilitación especial para empleo, cargo público, profesión u oficio de uno a cuatro años.
2. Si la revelación de las actuaciones declaradas secretas fuese realizada por el Juez o miembro
del Tribunal, representante del Ministerio Fiscal, Secretario Judicial o cualquier funcionario al
servicio de la Administración de Justicia, se le impondrán las penas previstas en el artículo 417
en su mitad superior.
3. Si la conducta descrita en el apartado primero fuere realizada por cualquier otro particular
que intervenga en el proceso, la pena se impondrá en su mitad inferior”.
No confundir el secreto especial con el secreto genérico de las diligencias “salvo excepciones”
que rige el proceso hasta la apertura del juicio oral. Secreto genérico art. 301 LECrim.
El abogado comete el delito no cuando incumple el deber de discreción general sino cuando
incumple el deber de secreto en procesos en los que se hace necesario declararlo para:
Conductas mas graves -> constitutivas de delito; y las más leves -> infracción gubernativa o
disciplinaria.
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Elemento subjetivo del delito -> necesario que el abogado actúe con dolo.
- Multa de 12 a 24 meses
- E inhabilitación especial para empleo, cargo público, profesión u oficio de 1 a 4 años.
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