Aspectos Psicologicos de La Vejez

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ASPECTOS PSICOLOGICOS DE LA VEJEZ.

Introducción:

En este bloque temático vamos a abordar el proceso del envejecimiento, tomando como

marco teórico al Leopoldo Salverezza, teórico que ha desarrollado el tema del

envejecimiento desde los aspectos psicológicos, biológicos y sociales.

Mediana edad y envejecimiento

Es imposible tratar de precisar cuándo se inicia el proceso de envejecimiento ya

que sabemos que cada cultura, cada grupo social, cada momento histórico, determina su

propio tipo de envejecimiento, pero si podemos arriesgar que su comienzo se superpone

con algunos aspectos de lo que denominamos Mediana Edad.

Salvarezza se refiere a lo que se denomina edad media de la vida, concepto que se

popularizo a partir del trabajo psicoanalítico de Jacques y donde el autor se refería al

mismo como un estadio de la vida ligado a la edad de 35 años.

Una de las dificultades que existen con el término mediana edad reside en que no es una

fase que pueda definirse muy claramente, sino que guarda significados muy distintos

para la gente dependiendo de su edad, sexo, status, clase social, stc. Esta es la época en

que la mayoría de la gente ha encontrado el modo de subsistencia propio y el de su

familia y el momento en el cual, habiendo terminado la crianza y cuidado de sus hijos,

esta actividad suele suplantarse con el cuidado y la preocupación por sus propios padres,

cuando estos existen.

Para aquella gente que ha adquirido un adecuado nivel socioeconómico que le brinda

seguridad y que mantiene un buen estado de salud, esta época puede ser sentida como la
“flor de la vida”. La experiencia acumulada y las condiciones estabilizadas en las

relaciones interpersonales hacen que, en general, les resulte fácil responder a las

demandas del entorno social y mantener adecuadas performances físicas, atléticas o

deportivas, aunque, deban a veces, ser modificadas por la experiencia y por algún grado

de limitaciones.

Para otras personas, la mediana edad se constituye en un nicho ecológico, es decir en

una suerte de refugio, dado que se han adaptado a un entorno limitado y que su ajuste a

las actividades de la vida cotidiana se reducen a una rutina regular, lo que les

proporciona sentimiento de seguridad.

La experiencia les provee la paciencia necesaria para hacer frente a los problemas y al

mismo tiempo, para sentir confianza en si mismos.

Para gran parte de la gente de mediana edad es la época de su autorrealización y de la

gratificación, pero al mismo tiempo, para toda la gente sin excepción, esta es la época

que marca el paso inexorable hacia la vejez y por lo tanto lo que se podría denominar un

buen o mal envejecer está contenido en este pasaje.

La mayoría de los estudios, tanto los transversales como los longitudinales y

transculturales, muestran la presencia de algunos rasgos intrapsiquicos con suficiente

constancia.

1. Cambio en la percepción del paso del tiempo.

La mayoría de las personas suelen tener dificultad para registrar desde si mismas el paso

del tiempo. Habitualmente tomamos CC de lo que ocurre cuando nos reencontramos,


después de algún tiempo con personas que han sido parte de nuestra historia y a quienes

habíamos dejado de ver. Entonces solemos decir: ¡que viejo que esta fulano!

Inmediatamente viene la reflexión: ¿el también me vera a mi así? A partir de

situaciones como esta los sujetos empiezan a pensar el tiempo, su tiempo, desde una

perspectiva distinta, mas en función de lo que falta por vivir que de lo que ha trascurrido

desde su nacimiento. Aparece la toma de CC de que el tiempo es finito. Todo esto

produce situaciones conflictivas que pueden ser registradas CC o ICC, pero que si no

son suficientemente elaboradas suelen acarrear severo desajustes en la conducta de los

sujetos. Aparecen complicaciones sintomáticas en sus relaciones matrimoniales o

laborales, en su forma de búsqueda de placer en su forma de vestir, en sus hábitos

cotidianos.

2. Personalización de la muerte.

La desaparición de pares y amigos, hace que la muerte se convierta en una posibilidad

real para uno mismo y que deje de ser la mágica y extraordinaria ocurrencia que parecía

cuando éramos jóvenes. Este es el momento en que los cambios de los patrones vitales

muestran que los hijos crecen, los propios padres envejecen y mueren y todo eso coloca

al sujeto ante la incomoda e ineludible sensación de ser el próximo en la fila.

3. incremento de la interioridad

Las dos características anteriores, están asentadas sobre otro fenómeno más general y

abarcativo, que parece determinarlos y que es el incremento de la interioridad.


En la mediana edad se pone énfasis en la introspección que resulta en un balance vital,

en un intento de revaluacion del self. La preocuparon por el mundo interno se

intensifica, la disponibilidad para distribuir actividades y afectos en las personas del

entorno se reducen, es el momento del movimiento desde el mundo externo hacia el

interno. La autora insiste en que este incremento de la interioridad es un proceso

intrínseco atribuible a la edad más que a una respuesta adaptativa a procesos de cambio.

Si los modelos de identificación que les han sido ofrecidos no han sido demasiado

conflictivos y si, además, estos sujetos han tenido la suerte que tanto su tiempo

individual como el histórico que les ha tocado vivir no los han expuesto a muchas

situaciones traumáticas, como enfermedades, muertes cercanas, guerras, migraciones,

etc., todos estos factores juntos determinaran un desarrollo vital bastante armónico. A

estos sujetos les será posible enfrentar los conflictos con un mínimo de ansiedad

mediante el uso adecuado y plástico del variado repertorio de conductas defensivas que

tienen a su disposición.

Cuando un sujeto se encuentra dentro de estas características comienza a envejecer, y se

produce ese incremento de la interioridad, esta adquirirá en él la forma de

reminiscencia. Esta especial forma de recordar está definida como el “acto o el hábito

de pensar en las propias experiencias pasadas o relatarlas” es importante notar que en

esta definición el acto de recordar no está calificado afectivamente en forma expresa.

Esta ausencia debe entenderse como una situación de bienestar no demasiada perturbada

por afectos dolorosos.

La reminiscencia, podemos pensarla como una actividad mental organizada, compleja y

que posee una finalidad instrumental importante; permite al sujeto el reafirmar su

autoestima cuando sus capacidades psicofísicas y relacionales comienzan a perder su


vitalidad. En la medida en que esto suceda, el sujeto podrá sentirse en paz consigo

mismo y con los demás, podrá sentirse perteneciente a su sociedad y a su momento

histórico y de esta manera la personificación de la muerte no será un fantasma sino un

mero acaecer.

No todos los individuos podrán acceder a este desarrollo. Muchas razones pueden

conspirar en su contra, como perturbaciones más o menos severas, alteraciones de un

estado de equilibrio caracterológico y que por tener características de no expectables,

pueden convertirse en crisis. En estos sujetos, cuando el proceso de envejecimiento

comienza a manifestarse y a traer consigo el conflicto consiguiente, el incremento de la

interioridad no revestirá la forma de reminiscencia, en su lugar aparecerán los recueros

con tonalidades más o menos dolorosas. Esta forma de recordar se llama nostalgia.

El incremento de la interioridad, nostalgia en este caso, lo llevara al sujeto a transitar

por sus recursos poniendo el énfasis, no tanto en los elementos constitutivos por los

cuales podría sentirse satisfecho y que lo reafirmaría en su identidad positiva, sino en

todo aquello que considera que ha perdido y que ahora siente que pertenece a otros

(jóvenes) tanto como en todas aquellas realizaciones que siente que no ha podido

concretar a lo largo de su vida y que la personificación de la muerte en si mismo lo hace

aparecer sin el tiempo necesario para alcanzarlos. El ideal se le representa como

inalcanzable y su sentimiento de autoestima se resiente severamente.

Erickson describe una serie de fases del desarrollo de la personalidad en función de su

adecuación con ciertas variables psicosociales. Esta teoría propone un eslabonamiento

de estadios -8 en total- que están determinados por la relación entre el individuo en

crecimiento y la realidad social, la cuaL actúa por medio de representantes

institucionales diversos y que son los encargados de permitir o facilitar ese desarrollo.
Cada estadio comporta tareas evolutivas que el sujeto debe resolver y el acierto o

desacierto determinara el destino de los mismo.

crear: criar

El impacto de todos los cambios antes señalados, que colocan al sujeto ante la finitud de

su existencia terrenal, lo lleva también a una preocupación importante: nadie se resigna

a aceptar que su paso por la vida acabara en la nada, sin dejar huellas. Esta

preocupación se traducirá en la necesidad más o menos acuciante, más o menos

dolorosa de una búsqueda personal de transcendencia.

El hombre necesita enseñar, no solo para realizar su identidad y en bien de quieres

necesitan aprender, sino porque los hechos se mantienen vivos cuando se los describe y

luego define la generatividad como “la preocupación fundamental por afirmar y guiar a

la generaron siguiente, aunque hay, por supuesto, muchas personas que, por alguna

desgracia o a causa de dotes especiales y genuinos no aplican este impulso a sus propios

hijos, sino a otras formas de interés y creatividad altruistas que puedan absorber esta

clase especial de impulso paternal. Aunque el concepto de generatividad incluye la

productividad y la creatividad, ninguna de las dos puede reemplazarla.

Es la creación de herederos no solo biológicos sino fundamentalmente sociales. Esta es

una potencialidad creativa humana a la cual no se le ha prestado demasiada atención,

tiene como punto social más alto nada menos que la perpetuación de la humanidad a

través de generar los carriles de transmisión de sus valores más significativos, y también

su punto individual más alto en la reafirmación de la autoestima necesaria para que “la

vida valga la pena ser vivida” y a partir de allí, ser transmitida y trascender con ella.
Cuando el incremento de la interioridad se desliza hacia el polo de la reminiscencia y el

sujeto se enfrenta con lo que hemos descripto como cambio en la percepción del paso de

tiempo y con la personificación de la muerte, en lugar de que esto se convierta en la

devastadora sensación de castración inminente, un narcisismo saludable reforzara su

autoestima y surgirá el deseo fantasmatico de trascendencia, y una de las formas de

conseguirla es a través de crear: criar los herederos sociales.

Para que esta potencialidad creativa se concretice se requiere el cumplimiento

imprescindible de otra condición: es necesario superar una imposición narcisista

negativa para permitir la aceptación del otro encamado en este caso en las generaciones

más jóvenes. Solamente así, sin rivalidades ni prejuicios, sin sentirse desplazado o

perjudicado, será posible el traspaso de la antorcha que mantenga viva el fuego de la

vida.

Cuando el incremento de la interioridad se desliza hacia el polo de la nostalgia, las cosas

adquieren otro carácter. El proceso que pasa por el eje interioridad – reminiscencia –

generatividad lleva a una expansión gradual de los intereses yoicos y a un vuelco de

catexias libidinales hacia aquello que se está generando a través del completo encuentro

de los cuerpos y mentes. Pero cuando este enriquecimiento falla por el incremento

nostálgico, con esa sensación de que el objeto añorado ahora “está ubicado en otro lugar

y pertenece a un tercero” un aspecto narcisista impedirá el reconocimiento del otro, la

generación más joven, y entonces “se produce una regresión de generatividada una

necesidad obsesiva de seudointimidad, acompañada de un profundo sentimiento de

estancamiento, aburrimiento y empobrecimiento interpersonal. Aquí la creación de

herederos está imposibilitada por la encerrona narcisista que suele incrementar un

conflicto intergeneracional a través de actitudes competitivas, intolerantes, querellantes,


desvalorizadas o paranoides por parte de los más viejos. Obviamente, este impedimento

a la creación de herederos sociales condena al sujeto a perpetuar el encierro narcisista

que Erickson denomina estancamiento: el individuo se queda solo e inerme frente a la

nada de la castración que significa su vejez próxima y a su propia muerte: triste y

solitario final

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