Guia para El Cuarto Paso Ii
Guia para El Cuarto Paso Ii
Guia para El Cuarto Paso Ii
La Creación nos dotó de instintos para un propósito. Sin ellos no seríamos seres humanos
completos. Si los hombres y las mujeres no se esforzaran por su seguridad personal ni hicieran
ningún esfuerzo para cosechar sus alimentos o construir su albergue, no sobrevivirían. Si no se
reprodujeran, la tierra no estaría poblada. Si no existiera el instinto social, y si a los hombres no
les importara la compañía de sus semejantes, la sociedad no existiría. Así, estos deseos de
relación sexual, de seguridad material y emocional y de compañía son perfectamente justos y
necesarios; ciertamente son dones de Dios.
Sin embargo, estos instintos tan necesarios para nuestra existencia nos dominan e insisten en
gobernar nuestras vidas. Nuestros deseos sexuales, de seguridad material y emocional, y de
obtener una posición importante en la sociedad, a veces nos tiranizan. Cuando los deseos
naturales del hombre se descoyuntan, les ocasionan graves dificultades. No hay ser humano,
por más bueno que sea, exento de esas dificultades. Puede decirse que casi todos los
problemas emocionales son casos de instintos mal encauzados. Cuando eso sucede, nuestro
“activo” natural, los instintos, se convierten en riesgos físicos y mentales.
El Cuarto Paso es un esfuerzo laborioso y vigoroso para descubrir cuáles han sido y son estos
riesgos para nosotros. Queremos descubrir exactamente cómo, cuándo y dónde se deformaron
nuestros instintos naturales. Queremos mirar de frente la desdicha que esto les ha causado a
otros y a nosotros mismos. Descubriendo cuáles son nuestras deformaciones emocionales
podremos corregirlas. Sin un deseo sincero y perseverante de hacerlo, es muy limitada la
sobriedad o la satisfacción que podamos obtener. La mayoría de nosotros se ha dado cuenta de
que es muy difícil de alcanzar la fe que obra positivamente en la vida cotidiana, si no se ha
hecho sin temor alguno un minucioso inventario moral.
Antes de abordar en detalle el problema del inventario, veamos cuál es básicamente el
problema. El siguiente ejemplo resultará muy significativo si nos fijamos bien en él.
Supongamos que una persona antepone a todo el deseo sexual; este instinto imperioso puede
destruir sus oportunidades para lograr su seguridad material y económica y su posición en la
comunidad. Otro, puede desarrollar tal obsesión por su seguridad económica que no quiere
hacer más que acumular dinero. Yendo al extremo, puede convertirse en un avaro y hasta en un
solitario que se priva de su familia y amigos.
La búsqueda de la seguridad no siempre se manifiesta en términos de dinero. Muy a menudo
encontramos al ser humano asustado que se empeña en depender de otra persona más fuerte
que lo guíe y proteja. Este ser débil al no poder enfrentarse a las responsabilidades de la vida
con sus propios recursos, no crece nunca. La desilusión y el desamparo son su destino. Con el
tiempo sus protectores huyen o mueren y una vez más se queda solo y atemorizado.
También hemos visto hombres y mujeres a los que el poder los hace perder la cabeza de tal
manera que se dedican a mandar a sus semejantes. Estas gentes a menudo desperdician
muchas oportunidades de lograr una legítima seguridad y la felicidad del hogar. Cuando un ser
humano se vuelve el campo de batalla de sus instintos no puede tener tranquilidad.
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
Guía para el examen de conciencia
Pero ese no es el único peligro. Cada vez que alguien impone irracionalmente a otros sus
instintos, se presenta la desgracia. Si en la búsqueda de la riqueza se atropella a los que están
en el camino, se provocará cólera, envidia y venganza. Si se subleva el sexo se provocará igual
alboroto. Las exigencias exageradas a otras personas de atención, protección y cariño,
propician en ellas tiranía o repulsión, dos emociones tan malsanas como las que las provocaron.
Cuando el deseo de prestigio del individuo se vuelve incontrolable, ya sea en el círculo de
amistades o en la mesa de la conferencia internacional, hay otras gentes que se lastiman y
frecuentemente se rebelan. Este choque de instintos puede producir desde una fría indiferencia
hasta una candente revolución. Así estamos colocados en un conflicto, no solamente con
nosotros mismos, sino también con otras personas que, como nosotros, también tienen
instintos.
Los alcohólicos anónimos especialmente deben poder darse cuenta de que el instinto
desbocado es la causa fundamental de su manera destructiva de pensar y sentir. Hemos
padecido de sentimientos de miedo, frustración y depresión. Tendemos a escapar del
sentimiento de culpabilidad ocasionado por las pasiones, y luego encausamos nuestra conducta
para lograr más pasiones. Padecemos la vanagloria y “gozamos” de sueños disparatados de
pompa y poderío. No es agradable contemplar esta perversa enfermedad del alma. Los
instintos alborotados obstaculizan la investigación. En el momento que tratamos de sondearlos,
estamos sujetos a sufrir serias reacciones.
Si temperamentalmente estamos en el lado depresivo, estamos propensos a ser abrumados por
el sentimiento de culpabilidad y de repugnancia de nosotros mismos. Nos revolcamos en ese
lodazal, obteniendo frecuentemente con ello un placer deformado y doloroso. A medida que
proseguimos esta melancólica actividad, podemos sumirnos en tal grado de desesperación que
llegamos a creer que el olvido es la única solución posible. Aquí hemos perdido todo sentido de
perspectiva, desde luego, y por consiguiente de la humildad. Porque éste es orgullo al revés.
Esto no es de ninguna manera un inventario moral; es justamente el proceso por el que la
depresión se encamina a las drogas y a la exterminación
También hemos visto hombres y mujeres a los que el poder los hace perder la cabeza de tal
manera que se dedican a mandar a sus semejantes. Estas gentes a menudo desperdician
muchas oportunidades de lograr una legítima seguridad y la felicidad del hogar. Cuando un ser
humano se vuelve el campo de batalla de sus instintos no puede tener tranquilidad.
Pero ese no es el único peligro. Cada vez que alguien impone irracionalmente a otros sus
instintos, se presenta la desgracia. Si en la búsqueda de la riqueza se atropella a los que están
en el camino, se provocará cólera, envidia y venganza. Si se subleva el sexo se provocará igual
alboroto. Las exigencias exageradas a otras personas de atención, protección y cariño,
propician en ellas tiranía o repulsión, dos emociones tan malsanas como las que las provocaron.
Cuando el deseo de prestigio del individuo se vuelve incontrolable, ya sea en el círculo de
amistades o en la mesa de la conferencia internacional, hay otras gentes que se lastiman y
frecuentemente se rebelan. Este choque de instintos puede producir desde una fría indiferencia
hasta una candente revolución. Así estamos colocados en un conflicto, no solamente con
nosotros mismos, sino también con otras personas que, como nosotros, también tienen
instintos.
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
Guía para el examen de conciencia
Los alcohólicos anónimos, especialmente necesitamos darnos cuenta de que el instinto
desbocado es la causa fundamental de su manera destructiva de pensar y sentir. Hemos
padecido de sentimientos de miedo, ira, angustia, soledad, insatisfacción, frustración y
depresión. Tendemos a escapar del sentimiento de culpabilidad ocasionado por las pasiones, y
luego encausamos nuestra conducta para lograr más pasiones. Padecemos la vanagloria y
“gozamos” de sueños disparatados de pompa y poderío. No es agradable contemplar esta
perversa enfermedad del alma. Los instintos alborotados obstaculizan la investigación. En el
momento que tratamos de sondearlos, estamos sujetos a sufrir serias reacciones.
Si temperamentalmente estamos en el lado depresivo, estamos propensos a ser abrumados por
el sentimiento de culpabilidad y de repugnancia de nosotros mismos. Nos revolcamos en ese
lodazal, obteniendo frecuentemente con ello un placer deformado y doloroso. A medida que
proseguimos esta melancólica actividad, podemos sumirnos en tal grado de desesperación que
llegamos a creer que el olvido es la única solución posible. Aquí hemos perdido todo sentido de
perspectiva, desde luego, y por consiguiente de la humildad. Porque éste es orgullo al revés.
Esto no es de ninguna manera un inventario moral; es justamente el proceso por el que la
depresión se encamina al alcohol, las drogas, la dependencia y a la exterminación.
Si por otra parte nuestra disposición natural se inclina hacia el fariseísmo o la grandiosidad,
nuestra reacción será enteramente la opuesta. Nos ofendemos con la sugerencia que, como
enfermos alcohólicos necesitamos hacer un inventario. Seguramente que nos referimos con
orgullo a la vida ejemplar que creíamos llevar antes de que la enfermedad se agravara.
Pretenderemos que nuestros defectos serios de carácter, si es que pensamos que los tenemos,
eran ocasionados por nuestra ignorancia. Siendo así, pensamos que lógicamente la tranquilidad
- primero, después y todo el tiempo - es lo único para lo que necesitamos esforzarnos. Creemos
que desde el momento en que decidimos asistir a las reuniones, reviviremos las buenas
cualidades que habíamos demostrado tener. Si habíamos sido buenas gentes, exceptuando
nuestros momentos de desequilibrio emocional ¿qué necesidad hay de un inventario moral
ahora que estamos, serenos, en armonía y sin beber?
También nos agarramos a otro maravilloso pretexto para eludir el inventario. Nos lamentamos
que nuestras ansiedades y dificultades actuales son causadas por el comportamiento de otras
gentes - las cuales sí necesitan realmente hacer un inventario moral -. Creemos firmemente que
nuestra indignación es justificada y razonable, que nuestros resentimientos están justificados.
Nosotros no somos los culpables. Son ellos...
En este estado del proceso del inventario nuestros padrinos entran al rescate. Están
capacitados para hacerlo porque son portadores de los conocimientos experimentados que
Alcohólicos Anónimos, tiene del Cuarto Paso. Consuelan al afligido demostrándole que su caso
no es extraño ni diferente y que sus defectos de carácter no son más numerosos o peores que
de los de cualquier otro miembro de Alcohólicos Anónimos.
Para lograrlo el padrino puede hablar con franqueza sin exhibicionismo de alguno de sus
propios defectos pasados o actuales. Esta manera pausada y objetiva resulta muy
tranquilizadora. El padrino probablemente indicará que el recién llegado tiene algo en su haber
que abonarse aparte de sus riesgos.
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
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Esto tiende a disipar la morbosidad y a alentar la aceptación. El recién llegado podrá empezar a
darse cuenta de sus defectos tan pronto como empiece a ser más objetivo.
Los padrinos de aquellos que no creen necesitar del inventario, se enfrentan a otra clase de
problemas porque las personas impulsadas por su amor propio no se dan cuenta del riesgo que
corren. Estos recién llegados casi no necesitan de consuelo, el problema es ayudarlos a
encontrar una rendija en la cárcel en que su orgullo los encerró, para que les pueda llegar la luz
de la razón.
Puede decírseles que para la mayoría de nosotros el creer tener siempre la razón originaba toda
clase de justificaciones a nuestra manera de comportarnos y nuestra conducta dañina.
Habíamos hecho un arte del inventar excusas. Sufríamos y bebíamos porque nuestra situación
era mala o porque no era muy buena. No estábamos satisfechos cuando en casa nos agobiaban
con cariño o llorábamos porque no nos querían. Nos vanagloriábamos porque teníamos éxito
en nuestro trabajo o padecíamos cuando fracasábamos en él, y así hasta el infinito. Siempre
acudiendo a la copa como una salida.
Pensábamos que las circunstancias nos empujaban a sufrir y cuando tratábamos de corregirlas
nos dábamos cuenta que podíamos hacerlo a nuestra entera satisfacción, nuestra conducta se
volvía incontrolable y nosotros iracundos, neuróticos depresivos o agresivos. Nunca se nos
ocurrió que necesitábamos cambiar para afrontar las circunstancias, cualesquiera que fueran.
Pero en Alcohólicos Anónimos, aprendimos poco a poco que había que poner algún remedio a
nuestros resentimientos negativos, a la lástima por nosotros mismos y a nuestro injustificable
orgullo. Teníamos que darnos cuenta de que con nuestras baladronadas nos echábamos en
nuestra contra a los demás. Teníamos que darnos cuenta de que cuando guardábamos mala
voluntad y tramábamos vengarnos de esas derrotas, en realidad nos estábamos golpeando con
el garrote de la ira que intentábamos esgrimir contra otros. Aprendimos que si estábamos
seriamente perturbados, nuestra primera necesidad consistía en calmar ese disturbio sin
importar quién o qué lo motivaba, sin necesitar fugarnos a través de la primera copa.
Francamente, nos tardamos mucho en darnos cuenta de cómo nos convertimos en víctimas de
emociones erráticas y cautivos alcohol. Las podríamos percibir prontamente en otros, pero
cuando se trataba de nosotros lo hacíamos con lentitud. Antes que nada, teníamos que admitir
que estábamos llenos de defectos de carácter, a pesar que estas admisiones resultaban
dolorosas y humillantes. Cuando se tratara de otros, teníamos que abolir la palabra culpabilidad
de nuestra conversación y de nuestro pensamiento. Esto requería mucha buena voluntad desde
el principio. Pero una vez que vencimos los primeros obstáculos, y nos aceptamos enfermos
alcohólicos, el camino se hizo más fácil de recorrer, porque habíamos empezado a vernos en
perspectiva, es decir que estábamos ganando en humildad.
Desde luego que la depresión y la sed de poder son características de extremos de la
personalidad descompuesta, tipos que abundan en Alcohólicos Anónimos, y en todo el mundo.
Frecuentemente estos tipos de personalidad se perfilan con la claridad de los ejemplos que se
han dado. Pero con la misma frecuencia, algunos de nosotros encajamos más o menos en las
dos clasificaciones. Los seres humanos nunca somos iguales, así es que cada uno de nosotros, al
hacer su inventario, necesitaría determinar cuáles son sus defectos de carácter individuales.
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
Guía para el examen de conciencia
Una vez que uno encuentre zapatos a su medida se los podrá poner y caminar con la nueva
confianza de que se va por un buen camino.
Ahora vamos a examinar la necesidad de una relación de los defectos de carácter más notorios
que todos tenemos en diversos grados. Para los que tienen una preparación religiosa, en una
relación de esta naturaleza verán violaciones graves a principios de moral. Otros verán en ella
defectos de carácter; para otros será un índice de desajustes. Algunos les molestará que se
hable de inmoralidad y ni qué decir, de pecado. Pero hasta el menos razonable estará de
acuerdo con este punto: Que hay mucho de este mal en nosotros los enfermos alcohólicos y
acerca de lo mucho que habrá que hacerse si es que esperamos serenidad, progreso y habilidad
necesaria para adaptarnos a la vida sin ingerir alcohol.
Para evitar confusiones sobre las denominaciones de estos defectos vamos a adoptar una
relación universalmente reconocida de los principales defectos humanos, los siete pecados
mortales: el orgullo, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza. El orgullo no
encabeza esta relación por mera casualidad. Porque el orgullo, nos provoca la tendencia de
tratar de justificar todos nuestros actos, y siempre espoleados por los temores conscientes o
inconscientes, es la causa principal de la mayor parte de las dificultades humanas, el principal
obstáculo al verdadero progreso. El orgullo nos induce a imponer a otros o a nosotros mismos,
exigencias que no se pueden cumplir sin pervertir o hacer mal uso de los instintos de los que
Dios nos ha dotado. Cuando la satisfacción de nuestros instintos sexuales, de seguridad o
sociales, se convierten en el único objetivo de nuestras vidas, el orgullo hace acto de presencia
para justificar nuestros excesos.
Todos estos defectos generan miedo, una enfermedad del alma por sí sola. A su vez el miedo
genera otros defectos de carácter. El miedo irrazonable a que nuestros instintos no se
satisfagan nos impulsa a codiciar lo ajeno, al deseo inmoderado de satisfacciones sexuales y de
poderío, a enfadarnos cuando las exigencias de nuestros instintos se ven amenazadas y a ser
envidiosos cuando las ambiciones de otros se logran mientras que las nuestras no. Comemos,
bebemos y arrebatamos más de lo que necesitamos por el temor de que no nos toque lo
suficiente. Y con genuina alarma, ante el trabajo permanecemos indolentes. Flojeamos y lo
dejamos todo para después y, cuando más, trabajamos a la mitad de nuestra capacidad y a
regañadientes. Estos temores son el comején que devora sin cesar la base de cualquier clase de
vida que tratemos de edificar.
Así que cuando el Programa de Alcohólicos Anónimos, sugiere hacer un inventario sin temor
alguno, a todo recién llegado le parecerá que se le está pidiendo más de lo que puede hacer.
Tanto su orgullo como su temor lo rechazan cada vez que intenta mirarse por dentro.
El orgullo dice: “No te atrevas a mirar aquí”. Pero el testimonio de los alcohólicos anónimos,
que realmente han acometido el inventario moral es que el orgullo y el temor de esta especie
resultan ser simples espantajos. Una vez que tengamos la cabal buena voluntad de hacer el
inventario y nos esforcemos concienzudamente en el cumplimiento de esta tarea, la luz
iluminará este tenebroso paisaje. A medida que perseveramos, nace una confianza
completamente nueva, y el alivio al enfrentarnos con nosotros mismos es indescriptible. Estos
son los primeros frutos del Cuarto Paso.
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Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
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Para entonces el recién llegado probablemente ya llegó a las siguientes conclusiones: que sus
defectos de carácter, que representan sus instintos desviados han sido la causa primordial de su
desequilibrio emocional y su fracaso en la vida; que a menos que esté dispuesto a luchar con
ahínco para eliminar sus defectos más graves, la sobriedad y la serenidad mental los evadirán;
que todos los cimientos defectuosos de su vida tendrán que ser destruidos para poder construir
otros que sean una base firme.
Ahora, bien dispuestos a empezar la búsqueda de sus defectos, preguntará: “¿Cómo puedo
hacer un inventario de mí mismo?”.
Como el Cuarto Paso es el comienzo de una costumbre para toda la vida se sugiere examinar
primero aquellos defectos que sean los más obvios que hayan ocasionado más dificultades. De
acuerdo con el buen juicio de lo que ha sido lo correcto y lo equivocado, puede hacerse un
examen preliminar de la conducta con respecto a los instintos primarios sexuales, de seguridad,
y sociales. Observando la vida pasada pronto podrá ponerse en marcha el inventario si se
consideran preguntas como éstas:
¿Cómo y en qué ocasiones perjudiqué a otras personas o me perjudiqué a mí mismo, en mi
búsqueda egoísta de satisfacciones sexuales? ¿A quiénes lastimé y a qué grado? ¿Hice
desgraciado mi matrimonio y perjudiqué a mis hijos? ¿Comprometí mi posición en mi
comunidad? ¿Cómo reaccioné entonces a esas situaciones? ¿Sentí un remordimiento implacable?
¿O insistí en que era yo el perseguido y no el perseguidor y además me absolví? ¿Cómo he
reaccionado ante frustraciones de índole sexual? ¿Cuándo se me negaba algo me volvía
vengativo o me sentía deprimido? ¿Me desquitaba con otros? ¿Si en mi hogar me repudiaban o
trataban con frialdad me servía como pretexto para mi promiscuidad sexual?
También son importantes para nosotros los alcohólicos las preguntas acerca de su conducta
relacionada con su seguridad material y emocional. En ese terreno, el temor, la codicia, el
acaparamiento y el orgullo, muy a menudo han causado mucho daño. Examinando sus
antecedentes, en negocios o empleos, casi cualquier alcohólico puede hacerse preguntas como
estas: Además de mi problema emocional, ¿qué defectos de carácter contribuyeron a mi
inestabilidad económica? ¿Destruyó mi confianza y me creó un conflicto en mi capacidad para
adaptarme al trabajo? ¿Traté de disimular ese sentimiento de ineficiencia alardeando, timando,
engañando o evadiendo la responsabilidad? O, quejándome de que los otros no reconocían mis
excepcionales aptitudes, ¿me sobreestimé e hice un papel de “personaje?” ¿Tenía una ambición
tan inconsciente que traicioné a mis asociados? ¿Fui derrochador? ¿Pedí dinero prestado
atolondradamente, sin importarme si lo devolviese? ¿Fui tacaño, rehusándome a sostener a mi
familia adecuadamente? ¿Quise arribar fácilmente y sin escrúpulos?
Las mujeres de negocios que están en Alcohólicos Anónimos, encontrarán que muchas de estas
preguntas pueden ser para ellas también. La esposa alcohólica también puede ocasionar la
inseguridad económica de su familia. Puede tergiversar sus cuentas corrientes, manejar mal el
presupuesto destinado a la alimentación de su hogar, pasarse las tardes ingiriendo alcohol y
comprometer con deudas a su marido, debido a sus despilfarros y a su irresponsabilidad.
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
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Pero todos los enfermos alcohólicos que han perdido por su manera de ser empleos, familia y
amigos, necesitarán examinarse detenida y despiadadamente, para poder determinar cómo sus
defectos de personalidad demolieron su estabilidad.
Los síntomas más comunes de la inseguridad emocional son las preocupaciones, la ira, la
lástima de sí mismo y la depresión. Estos síntomas emanan de causas que algunas veces
parecen estar dentro de nosotros y otras, parecen venir de fuera. Para hacer un inventario a ese
respecto debemos considerar cuidadosamente todas las relaciones personales que nos
acarrean dificultades continuas o periódicas.
Debe recordarse que esta clase de inseguridad puede asomar en cualquier terreno donde los
instintos estén amenazados. El interrogatorio que tenga ese propósito puede ser algo así:
Mirando el pasado y el presente, ¿qué clase de situaciones sexuales son las que han causado
ansiedad, amargura, frustración o depresión? Evaluando cada situación con cuidado ¿puedo
darme cuenta en qué consistía mi error? ¿Me acosaban otras perplejidades porque tenía
exigencias egoístas o irrazonables? O, si mi perturbación era ocasionada aparentemente por la
conducta de otros, ¿por qué me falta la habilidad necesaria para aceptar lo que no puedo
cambiar? Estas son las cuestiones fundamentales que pueden revelarme el origen de mi
malestar e indicarme si puedo alterar mi propia conducta y así ajustarme serenamente a la
autodisciplina.
Supongamos que la inseguridad económica despierta constantemente estos sentimientos.
Puedo preguntarme hasta qué punto han sido alimentadas mis corrosivas ansiedades por mis
propios instintos. Y si las acciones de los otros son parte de la causa, ¿qué puedo hacer acerca
de ello? Si no puedo cambiar el presente estado de cosas, ¿estoy dispuesto a tomar las medidas
necesarias para amoldar mi vida a las situaciones reales? Preguntas como éstas y como otras,
que fácilmente pueden venir a la mente, ayudarán a encontrar las causas básicas.
Pero es por nuestras retorcidas relaciones con la familia, los amigos y la sociedad, por lo que la
mayoría de nosotros ha sufrido más. Hemos sido especialmente estúpidos y tercos a este
respecto. El hecho fundamental en que fallamos, es en reconocer nuestra falta de capacidad
para lograr una asociación genuina con cualquiera. Nuestra egolatría cava dos pozos profundos:
o insistimos en dominar a los que nos rodean o dependemos demasiado de ellos.
Si dependemos de otras gentes tarde o temprano nos fallarán, porque también son humanos y
porque no podrán al cabo satisfacer nuestras continuas exigencias. De esa manera crece
nuestra inseguridad, y se encona. Cuando habitualmente tratamos de manipular a los otros de
acuerdo con nuestros deseos voluntariosos, se rebelan y se resisten enérgicamente. Entonces
se nos desarrollan el amor propio lastimado, el sentimiento de persecución y el de venganza. A
medida que redoblamos nuestros esfuerzos para controlarlos y continuamos fallando, el
sufrimiento se agudiza, se hace más constante. Nunca hemos tratado de ser uno de la familia,
de ser amigo entre los amigos, trabajador entre los trabajadores, un miembro útil de la
sociedad. Siempre hemos pugnado por llegar a la cúspide de la montaña, o por escondernos
debajo de ella. El comportamiento egocéntrico obstaculizó cualquier relación de asociación con
los que nos rodean. Teníamos muy poca comprensión de lo que es la genuina confraternidad.
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
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Algunos objetarán las preguntas expuestas porque creen que sus defectos de carácter no han
sido tan notorios, a éstos se les puede sugerir que un examen concienzudo puede
demostrarnos con precisión los defectos a que se refieren las preguntas. Como nuestros
antecedentes superficiales no nos han parecido graves, frecuentemente nos hemos sonrojado
al darnos cuenta de que ello se debe sencillamente a que hemos escogido esos defectos con
nuestra propensión a justificar todos nuestros actos. Cualesquiera que hayan sido los defectos
al final nos han conducido a la neurosis y a la desgracia.
Por consiguiente, el inventario debe hacerse concienzudamente. A este respecto, es
conveniente anotar nuestras preguntas y respuestas, hacerlo nos ayudará a pensar con claridad
y hacer un avalúo honrado. Será la primera prueba tangible de nuestra buena voluntad de ir
hacia adelante.
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
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En relación a:
A.- Los Diez Mandamientos.
B.- Los Siete Pecados Capitales.
C.- Los defectos de carácter.
D.- Las virtudes, actitudes y responsabilidades.
1. Consideración honrada y cabal de 1os cuatro puntos arriba mencionados, relacionándolos a
nuestro pasado y a nuestro presente.
2. No omitir nada por el hecho de que nos cause vergüenza o miedo. La manera más fácil de
empezar es preguntándonos: ¿Qué es lo más grave que he hecho?
3. Determinar en particular las actitudes, 1os deseos y 1os móviles que nos causan malestar.
4. El inventario ha de hacerse por escrito. Queremos enfrentarnos a él. Puede ser destruido
después si nos parece.
5. Hacer una relación de 1o que corresponde al Debe, así como al Haber.
Reedificaremos basándonos en nuestro Haber.
Por ejemplo:
a) Saber distinguir entre el bien y el mal.
b) Tener buen corazón y amar a nuestro prójimo.
c) Tener deseos de obrar bien.
d) Ver con claridad nuestros deseos y nuestros fracasos.
A.- Los Diez Mandamientos
I.- No tendrás otro Dios más que a mí:
• ¿Es Dios omnipotente para mí?
• ¿Son mis dioses el dinero, la fama y el prestigio?
• ¿Pongo a Dios en primer lugar?
• ¿Trato de saber cuál es su voluntad?
II.- No tomarás en vano el nombre de tu Dios.
• ¿Soy profano?
• Si 1o soy, ¿lo sería ante Dios?
III.- Acuérdate de santificar los días festivos.
• ¿Puede mi actitud hacia la religión y la Iglesia, contribuir a perpetuar la
espiritualidad, los bienes espirituales?
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CUARTO PASO
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IV.- Honra a tu padre y a tu madre.
• Como padre ó madre de familia, ¿me he hecho merecedor (a) de esta ley de amor,
de respeto y de obediencia?
• Como hijo (a), ¿He respetado, amado y obedecido a mis padres? ¿Les he atendido
en sus necesidades? ¿Honro su memoria?
V.-No matarás:
• ¿Siento por alguien odio, ira ó resentimiento?
• ¿Qué daños he causado a consecuencia de estos defectos?
Vl.- No fornicarás.
• No se trata únicamente de la consumación de actos que sean inmorales, sino que
además, de pensar en ellos, de contemporizar con ellos y de condenarlos.
• ¿Hago actos inmorales? ¿Con qué frecuencia?
• ¿Pienso y deseo hacer actos inmorales? ¿De qué naturaleza?
Vll.- No hurtarás.
• ¿He hecho o hago fraudes, timos, trampas ó engaños? ¿De qué cuantía?
• ¿Hago lo que está a mi alcance para pagar mis deudas?
• ¿Acostumbro a hacer negocios algo turbios?
VIll.- No levantarás falsos testimonios contra tu prójimo.
• ¿He calumniado, difamado o denigrado a alguien?
• ¿Me valgo del chisme y de declaraciones de dudosa veracidad para mis
propósitos?
IX.- No desearás la mujer (ó el hombre) de tu prójimo.
• ¿He violado en alguna ocasión el matrimonio de alguien?
• ¿Deseo ardientemente a la mujer ó al cónyuge de alguien?
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CUARTO PASO
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B.- Los siete Pecados Capitales.
1.- El orgullo:
Opinión demasiado buena que tiene uno de sí mismo. Admiración excesiva del propio yo.
El orgullo hace que uno sea su propia ley, su propio juez en cuestiones de moral y su
propio Dios. El orgullo engendra la censura, la maledicencia, las frases hirientes y la
difamación de la personalidad de otros, que infla más nuestro "EGO". El orgullo hace que
califique uno de imbéciles a quienes no están de acuerdo con uno.
Preguntémonos:
• ¿Asumo actitudes de jactancia o vanagloria?
• ¿Me produce engreimiento que se hable de mí?
• ¿Soy acaso hipócrita?
• ¿Pretendo ser lo que no soy?
• ¿Soy terco?
• ¿Rehúso renunciar a mi voluntad o capricho?
• ¿Nunca doy mi brazo a torcer?
• ¿Soy voluntarioso (a)? ¿Me causa resentimiento todo lo que contraría mi
voluntad?
• ¿Me peleo cada vez que mis deseos son amenazados?
• ¿Soy desobediente? ¿Soy renuente a someterme a las decisiones de quienes
legítimamente son mis superiores?
• ¿Rehusó someterme a la Voluntad de Dios?
2.- La avaricia:
Apego desordenado a 1as riquezas. Perversión del derecho que Dios nos ha concedido
de poseer cosas.
• ¿Quiero tener dinero como una finalidad en sí?
• ¿Deseo tenerlo como un medio para lograr una finalidad, como satisfacer
necesidades de mi espíritu y de mi organismo?
• ¿Carezco de honradez? ¿Hasta qué grado y en qué forma?
• ¿Correspondo con toda honradez, con mi trabajo al pago que por desempeñarlo
se me da?
• ¿Cómo empleo el dinero que gano?
• ¿Soy tacaño (a) con mi familia?
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
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• ¿Siento apego al dinero en sí?
• ¿Hasta qué grado llega mi amor al lujo?
• ¿En qué forma ahorro dinero?
• ¿Me valgo de trampas ó no me detiene el hecho de que un negocio no sea limpio
con tal de hacer y ganar dinero?
• ¿Trato de engañarme a mí mismo (a) y cierro los ojos en casos como estos?
• ¿Le llamo ahorro a lo que sé que es tacañería?
• Cuando se trata de negocios que pueden dejarme utilidades considerables, pero
que obviamente son de mala fe, ¿trato de justificarme diciendo que "son negocios
de gran envergadura"?
• ¿Confundo lo que es un atesoramiento irrazonable, con lo que es asegurar el
porvenir propio y de mi familia?
• Si en la actualidad no tengo dinero, ni ningún bien económico, ¿qué me propongo
hacer para llegar a tenerlo?
• ¿Me valdría de medios poco limpios para lograrlo?
3.- La lujuria:
Afición desordenada a los placeres de la carne. Deseo excesivo de los placeres de la
carne.
• ¿Soy culpable de Lujuria en cualquiera de sus formas?
• ¿Trato de justificarme cuando doy rienda suelta a mi apetito sexual, diciéndome
que mis desmanes son "necesarios para la salud" o la expresión de mi
individualidad?
• ¿Tengo relaciones sexuales extra-maritales?
• Si soy casado, ¿me conduzco como un hombre o como una bestia? ¿Realmente
creo que la lujuria es amor?
• ¿Sé en el fondo de mí mismo que la lujuria no es amor y que el amor no se reduce
al sexo? ¿Creo que la cuestión sexual no es más que una parte del amor, una de
las formas en que se manifiesta y que moralmente se limita al matrimonio?
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
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• ¿He cometido excesos de lujuria que hayan afectado a mi razón en alguna de las
siguientes formas:
a.- ¿Pervirtiendo mi modo de ver y de entender, hasta hacer que no pueda
discernir la verdad?
b.- ¿Menguando mi prudencia y por consiguiente dañando mi sentido de los
valores, con el resultado de cometer desatinos?
c.- ¿Amando mi egoísmo y como consecuencia, falta de consideración de mi
parte?
d.- ¿Debilitando mi voluntad hasta llegar a perder la facultad para tomar una
decisión y convertirme en un ser manipulable?
• ¿Es posible que Dios, tal como lo concibo, le conceda lo que le pida a una persona
relajada en sus costumbres sexuales, dentro o fuera del matrimonio?
• ¿Aprobaría Dios mis hábitos sexuales?
4.- La envidia:
Disgusto ó pesar del bien ajeno.
• ¿Me molesta que otros sean felices o tengan éxitos tal como si esa felicidad o ese
éxito, fuese algo que me lo hubiesen quitado a mí?
• ¿Me causan resentimiento aquellos que son más inteligentes que yo, porque
envidio que lo sean?
• ¿Censuro lo que hacen otros porque para mis adentros, quisiera haberlo hecho
yo, por el honor o el prestigio que eso trae?
• ¿Soy envidioso al grado de tratar de menguar la personalidad de alguien
intrigando insidiosamente contra él?
• ¿Propago chismes?
• ¿Creo que son envidiosos aquellos que llaman hipócritas a quienes aunque sujetos
a error como todo ser humano, tratan de cumplir con los preceptos de su
religión? ¿Soy culpable en ese sentido?
• ¿Califico de presumidos a quienes son bien educados o instruidos, porque les
envidio esas ventajas?
• ¿Es real el aprecio que manifiesto por otros?
• ¿Envidio a alguien por alguno de los motivos mencionados o por cualquier otro?
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
Guía para el examen de conciencia
5.-La ira:
Cólera, enojo, apetito de venganza. Irritación, movimiento desordenado del alma
ofendida. Molestia.
• ¿Me dejo llevar por la ira?
• ¿Tengo arranques de cólera?
• ¿Siento deseos de venganza?
• ¿Juro que: "esto me lo pagarán"?
• ¿Recurro a la violencia?
¿Soy susceptible, sensitivo o impaciente con exceso?
• ¿Me molesto por cualquier cosa?
• ¿Murmuro o refunfuño?
• ¿Ignoro que la ira es un obstáculo para el equilibrio de la personalidad y para el
desarrollo espiritual?
• ¿Me doy cuenta de que la ira rompe el equilibrio mental y por consiguiente,
impide juzgar acertadamente?
• ¿Dejo que me maneje la ira, cuando sé que me ciega a los derechos de los demás?
¿Cómo puedo justificarme ni el más insignificante berrinche, cuando sé que la ira
rompe la concentración que necesito para poder cumplir con la voluntad de Dios?
• ¿Me contagia la ira de otros que por su debilidad se molestan conmigo?
¿Puedo esperar que la Serenidad de Dios llegue a mi alma, mientras ésta está
sujeta a mis accesos de ira, motivados a veces por insignificancias?
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
Guía para el examen de conciencia
6.- La gula:
Falta de moderación con la comida o en la bebida. Abuso del placer que Dios ha
conferido de comer y beber lo que necesitamos para nuestra subsistencia.
• ¿Me debilito moral o intelectualmente debido a mis excesos con la comida o con
la bebida?
• ¿Acostumbro a comer con exceso, esclavizándome así a los placeres de la mesa?
• ¿Creo que el hecho de comer o beber con exceso no afecta a la moral en mi vida?
• ¿He bebido o comido con tal exceso que haya vomitado, para luego seguir
bebiendo o comiendo?
• Bebo con tal exceso que esto llega a afectarme en alguna de 1as siguientes
formas:
¿Deteriorando mi mente y mi personalidad?
¿Afectando directamente mi capacidad para concentrarme, mi memoria y mi
manera de juzgar las cosas?
¿Perdiendo mi dignidad y mi responsabilidad social?
¿Llegando a ser un estado crónico en mi vida la desesperación?
¿Debilitando considerablemente mi voluntad?
¿Llegando a predominar en mí un concepto materialista de la vida?
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CUARTO PASO
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7.- La pereza:
Vicio que nos aleja del trabajo, del esfuerzo. Enfermedad de la voluntad que nos hace
descuidar nuestro deber.
• ¿Soy perezoso (a)?
• ¿Soy dado a la holganza o indiferente cuando se trata de cosas de orden material?
• ¿Soy tibio o descuidado en mis oraciones?
• ¿Desprecio la disciplina?
• ¿Prefiero leer una novela que algo que requiera un esfuerzo mental?
• ¿Soy pusilánime para llevar a cabo lo que moral o espiritualmente es difícil?
• ¿Soy descuidado (a)?
• ¿Siento aversión por lo que signifique esfuerzo?
• ¿Me distraen fácilmente las cosas de orden temporal de las que son espirituales?
• ¿Llega mi indolencia al grado de desempeñar descuidadamente mi trabajo?
C.- Los defectos de carácter
1.- Egoísmo:
Inmoderado amor de uno mismo que le hace pensar únicamente en su interés personal.
Egocentrismo. Tendencia a considerarse el centro del Universo. (Aquí se hace lo que yo
diga y punto.) Al egocéntrico le parece que el mundo gira a su alrededor. Le gustaría
bailar pero no se atreve a hacerlo, porque siente temor a parecer torpe. Al acometer
cualquier empresa, siente pánico de dar una impresión desventajosa de sí mismo, porque
podría perjudicar la fachada postiza que le presenta a la gente.
• ¿Estoy siempre únicamente pensando en mi interés personal?
• ¿Me creo el centro del Universo?
• ¿Atiendo primero mis necesidades que las de mi familia?
• ¿En las reuniones me siento la persona más importante?
• ¿Siento excesivo temor cuando me dispongo a bailar?
• ¿Pretendo aparecer ante los demás como una persona importante?
• ¿Presento ante otros una "fachada" postiza?
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CUARTO PASO
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2.- La auto justificación:
Tendencia a justificarse a sí mismo, a probarse a uno mismo que tiene la razón. Alto
grado del arte de justificar la manera de beber, de comer y la conducta de uno, haciendo
malabarismos mentales. Pretextos que llamamos razones.
• ¿Me estoy justificando constantemente a mi mismo por errores, aduciendo
algunas de estas razones o pretextos?
A partir de mañana, vida nueva...
Si no fuera por mi mujer (esposo) y mis hijos...
Si no fuera por mi suegra...
Si pudiera empezar de nuevo...
Una copa me ayudará a pensar sobre este asunto...
Es que hay gente que me ataca los nervios, no 1as soporto...
Si en un principio hubiera hecho las cosas de otra manera...
3.- Falta de honradez en la manera de pensar:
Carencia de probidad, de integridad en las reflexiones que uno hace. Es otra forma de
mentir, hasta es posible que usemos como base una hipótesis de hechos y verdades,
pero a través de una serie de malabarismos mentales, llegamos precisamente a la
conclusión que nos habíamos propuesto llegar.
• ¿Uso algunos de estos malabarismos o racionalizaciones?
Si rompo con esa querida que tengo, me va a hacer un escándalo y mi mujer que nada
sabía, se va a enterar del enredo en que estaba yo metido.
No es justo que mi mujer tenga un disgusto, así es que mejor deje que las cosas sigan
igual.
La "otra" no tiene ninguna culpa...
Si le digo a mi esposa cuánto fue lo que realmente me dieron de gratificación, todo el
dinero se va a ir en pagar cuentas atrasadas, así que mejor no se lo digo y que viva en
paz.
Mi esposa viste bien; en la casa no falta nada, mis hijos van a un buen colegio ¿qué
más quieren?
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CUARTO PASO
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4.- Engreimiento
Envanecimiento, orgullo (1 de los 7 pecados capitales)
• Cuando cometo una falta y me lo señalan, ¿cuál es mi reacción? ¿Me molesto?
• ¿Siento lastimado mi amor propio cuando admito mi impotencia ante algo?
• ¿Hace el orgullo que yo sea mi propia ley, mi propio juez en cuestiones de moral,
mi propio Dios?
• ¿Es para mí el orgullo una fuente de censura, de murmuración mal intencionada,
de difamación y de destrucción de carácter?
• ¿El orgullo hace que yo trate de justificar mis faltas, porque estoy renuente a
admitir que estoy equivocado?
5. –Resentimiento
Disgusto que se experimente por algo acontecido o no. Es el desagrado emanado de un
daño, real o imaginario, que va acompañado de exacerbación, de odio. Es uno de los
defectos que más nos perjudica.
• ¿He sentido odio contra el patrón cuando me han despedido del trabajo?
¿Me he encolerizado contra aquellas personas que me advertían que estaba
obrando mal en algo?
• ¿He odiado a alguien a quien se le reconozca el cabal desempeño de sus
obligaciones?
• ¿Tengo resentimiento contra alguna persona?
• ¿Tengo resentimiento contra a1gún grupo de personas?
• ¿Contra instituciones?
• ¿Contra religiones? ¿Contra ideas?
El resentimiento saca a relucir lo peor de nuestra inmadurez emocional y causa
aflicciones tanto a uno mismo como a otros.
6.- Intolerancia
Falta de indulgencia hacia lo que no se puede impedir. Renuncia a transigir con creencias
(religiosas o políticas), ideas, costumbres, etc., que difieren de las de uno. Odio a otros
por el hecho de ser:
• ¿Judíos? ¿Negros? ¿Indios?
• ¿Por pertenecer a otra religión que no es la mía?
• ¿O porque son ciudadanos de determinado país?
• ¿Ha escogido alguien el color de la piel con que ha nacido?
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CUARTO PASO
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7.- Impaciencia
Carencia de la cualidad de saber esperar con tranquilidad las cosas que tardan.
• ¿Cuando alguien me hace esperar, recuerdo mis impuntualidades?
• ¿Soy paciente en 1as reuniones, en el cine, en la Iglesia, en el mercado, en el
tráfico, etc.?
8.- Envidia
• Mi vecino cambia de auto cada año porque le está yendo bien en los negocios,
pero yo siento que me está haciendo quedar mal a mí; para tratar de salvar las
apariencias, ¿hago lo posible por ridiculizarlo?
• Mi cuñado es un hombre dedicado a su familia, trabajador y decente. ¿Digo yo de
él que es un tipo infuloso porque quisiera ser como él?
• ¿No me he dicho alguna vez: "Si yo hubiese tenido las oportunidades que fulano
de tal ha tenido, estaría tan bien o mejor que el"?
9.- Hipocresía
Vicio que consiste en la afectación de una virtud o cualidad que uno no tiene.
• ¿Hago obsequios valiosos para calmar la tormenta que desato con mis malas
acciones?
• Me compro cosas diciéndome que las necesito, pero a mis hijos, esposo o alguna
persona cercana, ¿no les habría podido resolver una real necesidad?
• ¿Soy de los que deja pasmada a la gente con sus profundos conocimientos, pero
no tiene un minuto de su tiempo para dedicarlo a la familia?
• ¿Hasta qué grado es real lo que pretendo ser ante los demás?
10.-Morosidad
Lentitud, tardanza en hacer una cosa. Posponer las cosas que uno sabe que tiene que
hacer. Dejar las cosas para mañana.
• ¿Ha habido cosas sin importancia, pero que tenía que hacer, las cuales dejé para
después, hasta llegar el momento en que me fue imposible hacerlas?
• ¿Me mimo haciendo las cosas "a mi modo" o trato que haya orden y disciplina en
el desempeño de mis obligaciones cotidianas?
• ¿Desempeño a gusto los encargos que se me hacen?
• ¿Creo que me están cargando la mano o es que soy demasiado f1ojo y orgulloso?
• ¿Creo que las cosas triviales se vuelven importantes, cuando se hacen por amor a
Dios?
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CUARTO PASO
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Guía para el examen de conciencia
11.- Auto-conmiseración
Compasión, sensibilidad excesiva por el mal que padece uno mismo. Defecto insidioso de
la personalidad y señal de peligro, al que se debe estar muy alerta.
• ¿He dicho "Si yo tuviera dinero no tendría que preocuparme"?
• ¿Me estoy 1amentando constantemente de mi situación económica?
• ¿Me conmisero demasiado en mis asuntos emotivos?
• ¿Tengo la idea de que a mí nadie me quiere?
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
Guía para el examen de conciencia
Y para entrar en contacto con Dios debemos "limpiarnos" lo más posible, nosotros mismos,
eliminar esos defectos de carácter y reemplazarlos con elementos más apropiados para llevar
una vida más satisfactoria. No luchemos contra nuestros defectos, reemplacémoslos.
Lo que sigue a continuación, que no solo sirva para proseguir en el análisis de la personalidad,
sino como guía para la formación de una nueva personalidad. No se trata de adquirir perfección
ni ningún estado ideal, sino sencillamente de poder llevar una vida que de por resultado:
respeto por sí mismo, afecto y respeto de los demás para con uno y seguridad en que Dios
dirige nuestra vida.
1.- Las virtudes teologales: Fe, esperanza y caridad.
A. Virtud de la fe
Creencia, confianza, el acto de dejar al cuidado de Dios o de un Poder Superior, si se
prefiere, aquella parte de nuestro destino que no podemos regir, teniendo la seguridad
de que todo resultará en bien de nosotros mismos. Débil al principio, llega a convertirse
después en una profunda convicción.
• La fe es un don, pero un don que se adquiere dedicándose a adquirirlo a través de
la aceptación, la meditación y la oración diaria (orar es hablar con Dios) y del
esfuerzo que pone uno de su parte.
• De hecho, dependemos de la fe: tenemos confianza en que tendremos comida al
llegar a casa, que al accionar el botón de la luz, ésta se prende, en que cada
persona desempeñe el trabajo que le corresponde; de otra manera
reventaríamos.
• El grado de confianza que es la fe espiritual, significa la aceptación de nuestros
dones, limitaciones, problemas y de las pruebas a que estarnos sometidos con
igual gratitud, sabiendo que Dios tiene sus designios para con nosotros.
Teniendo como norma diaria "Hágase tu voluntad", perderemos el miedo y
encontrándonos a nosotros mismos, encontraremos nuestro destino.
B) Virtud de la esperanza
La fe implica confianza; la esperanza supone fe, pero también tiende hacia objetivos
determinados. Esperanza en el amor, el progreso, el respeto de sí mismo y de sus
allegados. La esperanza se traduce en la fuerza motriz que hace que nuestra vida tenga y
adquiera propósito.
• La esperanza es la fuerza que nos conduce en la dirección que nos indica la fe.
• La esperanza refleja nuestra actitud. Cuando no tenemos esperanza nuestra
actitud es opaca.
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
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C) Virtud de la caridad
"Ahora permanecen estas cosas: la fe, la esperanza y la caridad; pero la más excelente de
ellas, es la caridad" - (1 Corintios-13).
• "La caridad es paciente, es benigna; no es envidiosa, no es jactanciosa, no se
hincha, no es descortés, no es interesada, no se irrita, no piensa mal: no se alegra
de la injusticia, se complace en la verdad: todo lo excusa, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo tolera (1- Corintios-13).
• En su sentido más profundo, la caridad es el arte de vivir de una manera realista y
plena, guiados por la conciencia espiritual de nuestras responsabilidades y de
nuestra deuda de gratitud a Dios y a nuestros semejantes.
Análisis: ¿He hecho uso de la fe, la esperanza y la caridad en mi vida hasta el presente?
¿Cómo puedo aplicarlas en mi nuevo vivir?
2.- Las pequeñas virtudes
• Cortesía:
§ ¿En realidad tengo miedo de ser gentil, atento?
§ ¿Prefiero actuar con frialdad, con rudeza?
• Jovialidad:
§ ¿Creo que no son las circunstancias, sino yo mismo lo que determina mi
estado de ánimo?
§ ¿Puedo sentirme alegre si me fijo en lo bello que hay en mi vida, en la vida?
• Orden:
§ ¿Vivo el día de hoy y organizo el día de hoy?
§ ¿Creo que el orden es una Ley Suprema en los cielos?
• Lealtad:
§ ¿Creo que la lealtad es la prueba del sentido de obligación que tiene el
hombre?
• Empleo adecuado del tiempo:
§ ¿Hago que el tiempo sea productivo para mí?
§ ¿Abuso del tiempo de que dispongo? ¿En qué forma?
§ ¿Violo el tiempo de que dispongo? ¿En qué forma?
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CUARTO PASO
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Guía para el examen de conciencia
• Puntualidad:
§ ¿Tengo autodisciplina? ¿Tengo orden? ¿Tengo consideración para los
demás?
§ ¿Soy puntual en mis reuniones, en mi trabajo, en mis clases?
§ ¿Soy puntual en mis oraciones?
• Sinceridad:
§ ¿Tengo respeto de mí mismo? ¿De los demás?
§ ¿Soy íntegro conmigo mismo? ¿Con los demás?
§ ¿Es mi sinceridad convincente? ¿Genera entusiasmo?
§ ¿Es contagiosa a otros?
• Comedimiento al hablar:
§ ¿Soy hiriente al hablar? ¿Soy irreflexivo al hablar?
§ ¿Se han derivado consecuencias irreparables de mi hablar?
• Bondad:
§ ¿Creo que la bondad es una de las mayores satisfacciones que pueden
tenerse en la vida?
§ ¿Creo que para saber realmente qué significa la bondad, debo practicarla?
• Paciencia
§ ¿Creo que la paciencia es el antídoto para los resentimientos?
§ ¿Para la auto-conmiseración? ¿Para la impulsividad?
• Tolerancia:
§ ¿Creo que es esta una cualidad que implica cortesía?
§ ¿Valor? ¿Vivir y dejar vivir?
• Integridad:
§ ¿Soy honrado conmigo mismo? ¿Con los demás?
§ ¿Soy leal conmigo mismo? ¿Con los demás?
§ ¿Soy sincero conmigo mismo? ¿Con los demás?
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CUARTO PASO
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Guía para el examen de conciencia
• Equilibrio:
§ ¿Me tomo a mí mismo muy en serio?
§ ¿Creo que cuando uno aprende a reírse de sí mismo, está en mejores
condiciones para ver las cosas, de acuerdo a su verdadero tamaño?
• Gratitud:
§ La falta de gratitud en una persona es seña1 de estupidez o de arrogancia
o de ambas.
§ La gratitud es sencillamente el honrado reconocimiento de la ayuda que
uno ha recibido.
§ ¿Soy agradecido con mi familia?
§ ¿Con mis compañeros, amigos?
§ ¿Con la gente que me tendió la mano?
§ ¿Soy agradecido en mis oraciones?
3.- Análisis:
Considerando las "pequeñas virtudes" ¿en cuales fallé y cómo contribuyeron mis fallas a
mi problema acumulativo?
¿A cuales de estas "pequeñas virtudes" necesito prestar particular atención para formar
mi nueva personalidad?
¿Las he aplicado con mis allegados?
El mejor día para empezar a aplicarlas es hoy. La mejor manera de empezar, es practicar
tres o cuatro veces hoy mismo. Es preferible empezar con unas cuantas, porque si
tratamos de hacerlo con todas, puede dar por resultado que el día siguiente estemos tan
agobiados, que decidamos descansar.
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CUARTO PASO
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Guía para el examen de conciencia
4.- Actitudes
A) Actitudes hacia Dios:
• ¿He basado mi aceptación o rechazo de Dios o de un Poder Superior, en lo
que se me inculcó de niño? ¿En lo que he oído decir? ¿En lectura superficial?
¿En acercamientos emocionales de mi parte? ¿Podría prepararme para una
carrera universitaria o siquiera para una simple afición o hobbies
basándome en lo mismo? ¿Realmente he hecho algo para buscar a Dios?
• ¿Aprecio la magnitud de lo espiritual en su aplicación a:
o ¿Mi vida diaria?
o ¿Mis problemas?
o ¿Mis frustraciones?
o ¿Mis angustias?
o ¿Mis amarguras? ¿Mis ocupaciones?
• Teniendo en cuenta la necesidad que tengo de cambiar, ¿puedo aceptar el
juicio de Dios, por estimarlo que es mejor que el mío?
o ¿Si soy de los que manifiestan pertenecer a una religión, quién ha
estado en primer lugar en mi vida, Dios? ¿O yo?
• Concediendo la posible importancia del desarrollo espiritual, ¿he dedicado
tiempo y he estudiado por buscarlo? ¿Me he despabilado? ¿O estoy
dejándome llevar por la corriente y sigo posponiendo lo que tengo que
hacer?
• ¿Realmente estoy dispuesto a poner mi vida y mi voluntad, al cuidado de
Dios?
B) Actitudes hacia mí mismo:
• ¿Me he enfrentado a mí mismo honradamente?
• ¿Lo he evadido soñando despierto, racionalizando mis deseos, llenándome
de resentimientos, conmiserándome? ¿Bebiendo?
• 2) ¿Estoy satisfecho de mí mismo?
• Creo que son satisfactorios: ¿Mi sentido de responsabilidad? ¿Mi sentido
de la moral? ¿El ejemplo que doy?
• ¿Estoy satisfecho de mis relaciones familiares? ¿No me he engañado a mí
mismo por falta de honradez?
• 3) ¿He intentado cambiar mi actitud de "ya no puedo con esto" por la de
"solo por hoy" puedo con esto y con mucho más?
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CUARTO PASO
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Guía para el examen de conciencia
C) Actitudes hacia la familia:
1) ¿Me acuerdo de los votos que hice cuando me casé?
¿He cumplido con ellos? (Hay que tener mucho cuidado aquí de no empezar a
hacer el inventario de la esposa(o) de uno.
2) ¿Me he granjeado y he conservado el cariño de mis hijos? ¿Quiero que sean
honorables, bien adaptados a la vida y felices?
¿Han contribuido a que cuajen esas cualidades, mi ejemplo y lo que les he
inculcado?
¿Cómo ha afectado a mis hijos mi manera de vivir?
¿Me he hecho merecedor de la confianza y del cariño de mis allegados, por mi
desprendimiento, por mi dedicación a ellos y por mi ejemplo?
¿Soy un dictador en el seno de mi familia?
¿Me gustaría que mis hijos llegaran a ser como soy yo?
3) Actitudes hacia mi trabajo:
1) ¿Soy de los que llevan a cabo concienzudamente cualquier cosa que tengan que
hacer, por trivial que sea?
2) ¿Estoy cumpliendo con mi trabajo de acuerdo con mi capacidad? ¿O solo a la
mitad de mi capacidad? ¿Estoy produciendo o simplemente vegeto?
3) ¿He puesto sinceramente algo de mi parte para que sean satisfactorias mis
relaciones con mi patrón (o con mis empleados)? ¿Con mis compañeros de
trabajo? ¿Con las personas con quien tengo negocios? ¿Han entorpecido esas
relaciones mi resentimiento, mi aspereza, mis engaños y mi auto-conmiseración?
4) ¿He cumplido mis compromisos con mis clientes, socios, u otras personas con
quienes tengo negocios? 5) ¿Hay aspectos de mi trabajo que están en desacuerdo
con mi sentido de la moral, pero que los paso por alto diciéndome que "los
negocios son negocios"?
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CUARTO PASO
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E) Actitudes hacia mis amigos, vecinos y mi comunidad:
1) ¿Cultivo amistades por lo que puedan producirme?
¿Le pongo una etiqueta con su precio a la amistad?
2) ¿Siento verdadero interés por el bienestar de mis vecinos?
¿Por el de la escuela de mi comunidad?
¿Por el de 1a Iglesia de mi comunidad? ¿O me tienen todas esas cosas sin cuidado?
3) ¿Considero que soy un ciudadano digno?
¿Soy respetado en mi comunidad?
4) ¿Se norman en principios de moral mis relaciones interpersonales? ¿O es su norma mi
"Yo"?
5.- Responsabilidad:
A) Responsabilidad con Dios
1) ¿Busco diariamente una fe más profunda?
¿Practico la que ya tengo a través de la oración, la meditación y mi actitud?
2) Diariamente ¿aplico poner mi voluntad y mi vida al cuidado de Dios?
3) ¿Practico los principios espirituales como son: la veneración, el amor al prójimo, el
sentido de la obligación de cumplir con la moral?
4) ¿He aprendido a sentir gratitud, gracia suprema y clave de la felicidad?
5) ¿Me levanto a mí mismo el ánimo cuando lo tengo decaído?
6) ¿Me intereso por el bienestar de otros?
7) ¿Venero a Dios en la Iglesia del culto a que pertenezco?
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CUARTO PASO
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B) Responsabilidades conmigo mismo:
1) ¿He determinado lo que quiero en la vida?
¿He buscado la ayuda necesaria para lograrlo?
¿Para lograr lo anterior he puesto a funcionar mi entendimiento, mi honradez, mi
esfuerzo y mi tiempo?
2) ¿Cumplo con mis obligaciones diarias, reconociendo que ello es esencial para mi
tranquilidad?
3) ¿Cumplo con el axioma: "Lo primero es lo primero"?
¿Acepto lo que se tiene que aceptar?
¿Me hago trampas engañándome a mi mismo?
4) ¿Trato de ver lo bello que hay en la vida?
¿Me obstino en ver únicamente el aspecto negativo de la vida?
C) Responsabilidad con mi familia:
1) Cuidarla: Se trata de los míos y son parte mía.
¿Realmente quiero yo a mi familia? ¿Los guío? ¿Les doy buen ejemplo?
¿Los reprendo sin dureza? ¿Tengo yo la iniciativa en mi casa? ¿Los encauzo
espiritualmente? ¿Satisfago todas sus necesidades materiales?
¿Dios ha puesto en mis manos parte del destino de ellos?
2) Quererla: ¿Quiero a mi familia, no con la clase de cariño que entraña una excesiva
complacencia de sí mismo, sino con el cariño que me impulse a hacer por su porvenir,
luchando y sacrificándome por su bien?
3) Sostenerla: Los míos siempre antes que yo.
¿Antepongo sus necesidades, preocupaciones e intereses a los que yo tengo?
4) Disfrutarla: ¿Comparto con mi fami1ia sus diversiones y paseos? ¿Rezo y voy a la Iglesia
con ellos?
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CUARTO PASO
Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.
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D) Responsabilidades con mi trabajo:
1) Necesito ante todo, equilibrio.
¿Soy flojo en el trabajo? ¿O soy ordenado y me esfuerzo en él? ¿Trabajo demasiado?
¿Soy talentoso, hago buen uso de ese don?
¿Tengo siempre en cuenta mis obligaciones espirituales y de mi familia y las que tengo
conmigo mismo?
2) ¿Estoy convencido de que el dinero, como un fin en sí mismo y como un medio para adquirir
autoridad o renombre, tiene resultados espirituales fatales?
3) ¿Actúo en mi trabajo con la misma ética de mi actuación en las demás fases de mi vida, si es
que quiero estar en paz conmigo mismo?
4) ¿Soy menos exigente y más productivo en mi trabajo?
¿Creo que siempre hay oportunidades de mejorar económicamente para quien se
supera?
¿Creo que las recompensas dependen de uno?
5) ¿Estoy desempeñando mi trabajo como esperaría que lo desempeñara alguien que trabaja
para mí?
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