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¿SABEMOS
PERDONAR? Por: Joyce Meyer
¿POR QUÉ A Mi DIOS? ESE FUE EL llanto de mi corazón que
por muchos años llenó mis pensamientos y afectó mi actitud diariamente. Había sido sexual, física, verbal y emocionalmente abusada desde temprana edad hasta que me fui de la casa a los 18 años de edad. De pequeña experimenté mucho rechazo, abandono y traición.
Debido a las heridas emocionales que acarreaba tras años de
sufrimiento, sentía lástima por mi misma. Ese fue un enorme problema que me mantuvo apartada de cumplir el plan de Dios para mi vida Muchas personas están terriblemente heridas y andan desesperadas clamando por alguien que las ayude, mas no están dispuestas a recibir la ayuda que Dios les ofrece. Es increíble cómo queremos que las cosas se den sólo a nuestra manera. No importa cuanto necesitemos su ayuda, nunca la vamos a recibir hasta que estemos dispuestos a obrar a la manera de Dios.
Cuando alguien nos hiere, muchas veces reaccionamos como si
esa persona nos hubiese robado. Sentimos que nos debe algo, aunque Jesús quiere que lo dejemos ir. Él dijo: "Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en loa cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas". Si nos rehusamos a perdonar, ¿qué esperanza nos queda de (que vamos a recibir lo que necesitamos? Para recibir de Dios lo que Él ha prometido en su Palabra, tenemos que obedecerlo, independientemente de cuan difícil pueda ser. Tenemos que convertimos en hacedores de la Palabra.
El mayor engaño que Satanás ha perpetuado en el área del perdón
es la idea de que nuestros sentimientos no han cambiado, por lo que en realidad no hemos perdonado. Muchas personas se creen esta mentira. Deciden perdonar a quien los haya herido, pero el enemigo los convence de que mientras siga teniendo los mismos sentimientos, en realidad no ha perdonando a esa persona.
Uno puede tomar la decisión correcta de perdonar y no "sentir"
diferencia alguna. Aquí es cuando se necesita de la fe para superar la situación. Usted ha hecho su parte, y ahora está esperando en Dios. Su parte es sanar sus emociones, hacerle "sentir" bien y realizado. Sólo Dios tiene el poder de cambiar lo que siente por la persona que le ha herido.
Otro concepto, erróneo es que 1 todo lo que tenemos que hacer es
tomar la decisión de perdonar y ahí termina nuestra parte. Jesús también dijo:"Bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian" (Lucas 6:28). En adición a eso en Romanos 12:14 dice: "Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis".
En este contexto, la palabra bendecid significa "hablar bien de".
Es decir, se trata de extender misericordia a las personas que no se lo merecen. Debemos orar por ellos para que sean bendecidos espiritualmente. Es nuestro deber pedirle a Dios que les presente la verdad y se les revele de manera que estén >S tiene el dispuestos a arrepentirse y a ser liberados de sus pecados.
.¿Ve lo que se pierde cuando sólo está dispuesto a perdonar y no
ir más allá? La clave para ser capaz de perdonar es recibir al Espíritu Santo. ¿Ha sido herido? ¿Abusado? ¿Rechazado? ¿Quiere ser verdaderamente sanado? En tal caso le pregunto: ¿Está dispuesto a perdonar? Ore y exonere a la persona que lo hirió repitiendo esta oración: "Espíritu Santo, respira en mí y dame fortaleza. Perdono a (nombre) por (explique la situación), Lo (a) libero de su deuda y te pido que lo (a) bendigas en el nombre de Jesús. Señor, escojo andar por tu camino. Te amo y dejo en tus manos esta situación. Te entrego mi carga y confío que me ir restaurarás totalmente. Ayúdame Señor. Sáname de todas las heridas que me afligen. Hago esta oración en el nombre de Jesús, amén".
Ahora por fe deje todo en las manos de su Padre.
Vasos consagrados
Nos convertimos en vasos útiles cuando nos consagramos
enteramente para Dios. La Biblia se refiere a nosotros como vasos de barro, frágiles, humanos (vea 2 Co 4:7). Como se forma la vasija en la rueda del alfarero, así mismo nosotros somos hechos del barro (vea Is 64:8). Dios formó a Adán "del polvo de la tierra" (Gn 2:7) y el Salmo 103:14 expresa, "Porque él [Dios] conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo". A pesar de que somos débiles e imperfectos, cuando llenamos nuestras vasijas (nosotros mismos) con la Palabra de Dios, nos convertimos en recipientes de su bendición, listos para ser llenados para su uso. Todos somos valiosos para el Señor--¡Dios aún puede usar vasijas rotas! Cuando Él llamó a Jeremías, le dijo, "Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones". Como Jeremías, podemos ofrecer la verdad de Dios a la gente dondequiera que vayamos. Pero primero debemos estar enteramente consagrados a Dios. En 2 Timoteo 2:21 se declara, "Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra". Una clave importante para que seamos vasos útiles es controlar nuestras lenguas. El Salmo 50:23 nos dice, "El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios". ¿Sabe qué sucedería si cada día le damos nuestras bocas a Dios para que sólo salgan de nuestros labios palabras que le glorifiquen? El Salmo 34:13 nos advierte, "Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño". Dedique su boca a Dios y úsela solamente para aquello que le place a Él--para alabanza y adoración, edificación y exhortación, y dar gracias. Ponga sus labios en el altar cada mañana. Déle su boca a Dios orando su Palabra: "Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza" (Sal 51:15). Mucha gente quiere recibir de Dios, pero no están dispuestos a darse ellos mismos por completo a Él. La parábola de los talentos nos instruye a usar lo que Dios nos da para expandir el Reino del Maestro (vea Mt 25:14-30). Haga un compromiso nuevo de ser un dador e invertir su tiempo y dinero, y darse usted mismo en la obra del Señor. No permita que el diablo le susurre y le inhiba dar porque usted tenga deudas y obligaciones que cumplir, cosas por las cuales usted se preocupa. Jesús nos exhorta a no estar preocupados o ansiosos por nada, porque Dios conoce nuestras necesidades y promete cuidar de nosotros (vea Mt 6:25-34). Proverbios 3:9-10 declara, "Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto". Pablo declaró que los creyentes en Macedonia no sólo dieron su dinero, sino también se dieron ellos mismos al servicio del Señor (vea 2 Co 8:1-5). Pablo también dio su vida en el servicio al pueblo de Dios. Alguien necesita su vida hoy. Ofrézcase usted mismo(a) a Dios, y deje que Él le muestre quién necesita ser servido o ministrado por Él. Bríndele todo su ser, todo lo que espera ser, todos sus sueños, visiones, esperanzas y deseos. Hágalo a Él dueño de todo y Él le demostrará su poder a través de su vida. Cuando ministro, yo comparto con la gente cosas sobre mi familia. Les hablo de nuestros fracasos y también de nuestras victorias. Comparto nuestros testimonios para ayudar a que otros puedan tener vidas victoriosas también. Si nunca ha dedicado su vida al servicio del Señor, usted se está perdiendo una gran aventura. Diariamente usted necesita entregarse por completo a Dios.
Diga: "Señor, yo soy tuyo(a). Quiero ser un vaso perfecto para tu
uso. Dedico mi vida a tu servicio. Te entrego mis manos, mi boca, mi mente, mi cuerpo, mi dinero y mi tiempo. Haz conmigo lo que quieras hacer hoy".