Alabado Sea El Señor. Aleluya

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¡Alabado sea el Señor!

¡Aleluya!
(Hna. Daniela Gaete)
Viernes 14 de Junio 2024

La palabra “alabanza” es una de las palabras más dichas y exclamadas en las


iglesias y en los círculos cristianos: por ejemplo para comenzar un cántico: “Alabaremos el
nombre del Señor con el himno…”, o para incentivar a la congregación cuando esta muy
apagada: “hermano le invito a alabar al Señor” etc..
Pero realmente entendemos lo que significa alabar a Dios, creo que si conociéramos
la profundidad de lo que significa alabar a Dios, nuestro despertar en las mañanas sería
distinto, nuestro proceder en el transcurso del día cambiaría y hasta nuestra rutina al
acostarnos se llenaría de un “algo” especial.
Sin embargo, vivimos una vida tan ajetreada, tan llena de “actividades” que
olvidamos lo primordial y el eje de nuestro ser: Fuimos llamados a Alabar al
Todopoderoso, como dice el salmo… Su alabanza estará de continuo en -nuestra- boca.
(Salmo 34:1)
Para ir comprendiendo un poco más lo que es alabar a Dios, comenzaremos por una
definición simple de lo que significa Alabanza. La palabra “alabar” viene del término hebreo
hillel y es la acción de proclamar o reconocer las virtudes de otra persona, por ejemplo, los
siervos de Faraón vieron la belleza de la esposa de Abraham Sara: “...la vieron los príncipes
de Faraón, y la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa de Faraón”. (Génesis
12:15) También en 2° Samuel 14:25 se señala que Absalón, hijo de David era alabado por
su hermosura: “Y no había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como
Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto.”
Aquí vemos que alabar es reconocer las particularidades sobresalientes de una
persona. No obstante cuando hablamos de Dios, me imagino cómo sería esa alabanza, ya
que, sabemos que nuestro Creador sobrepasa por la eternidad, las virtudes del mejor de los
hombres.
La alabanza a Dios, por lo tanto, es el acto de reconocer, proclamar y bendecir las
virtudes, grandeza, belleza y gloria, tanto de él como de sus obras.
Ahora, si tuvieran que elegir un libro de la Biblia que esté repleto de alabanzas y que
nos exhorta y enseña a cómo alabar a Dios, sin lugar a dudas, diríamos el libro de SALMO.
Por ejemplo, por nombrar algunos, encontramos el Salmo 146 , el cual, nos dice “Alabaré a
Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva (v2). El Salmo 147 señala,
“Alabad a JAH, Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; Porque suave y hermosa es
la alabanza (v.1). Por otra parte, el Salmo 148 nos indica que todo lo creado debe alabar a
Dios, tanto los ángeles, el sol, la luna, las estrellas y que los cielos griten: “Aleluya”. En el
Salmo 149 dice que también, los santos alaben a Dios y canten de gozo, ¡Aleluya!.
Finalmente el último de los salmos, el Salmo 150 termina diciendo “todo lo que respire
alabe a Jehová. ¡Aleluya!
Estos últimos salmos desde el 146 al 150 se les llaman salmos de aleluya o
“aleluyáticos”, porque cada uno de ellos empieza y acaba con la palabra “aleluya”, que
quiere decir “alabado sea el Señor”
Mi hermano, si leyéramos con una actitud de reverencia aquellos salmos, meditando
en cada palabra, deberíamos caer de rodillas en adoración y alabanza a su Nombre, no
obstante, la mayoría de las veces pasamos por alto lo que implica alabar a Dios, pues
leemos por leer. Dios perdone nuestra falta de devoción frente a su Palabra.
Otro libro de la Biblia en donde aparece la palabra ¡Aleluya! o ¡Alabado sea el Señor!
es en el libro de Apocalipsis, en ninguna otra parte del Nuevo Testamento se utiliza,
únicamente aquí se plasma esta expresión. Leamos el capítulo 19 de Apocalipsis, que lleva
por título “alabanzas en el cielo”

1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía:
¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios
nuestro;

2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran


ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la
sangre de sus siervos de la mano de ella.

3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los
siglos.

4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en


tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén!
¡Aleluya!

5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus
siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.

6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas


aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el
Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! 7 Gocémonos y alegrémonos y
démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se
ha preparado.

8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y


resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

Me imagino la potencia de esos ¡Aleluya! que llenaron todo el cielo, aquellas


alabanzas eran tan fuertes, que eran como grandes truenos. La gratitud era inmensa de
aquella multitud, pues Dios había juzgado, porque había llegado las bodas del Cordero y ya
estaba todo preparado. Que enorme enseñanza extraemos de este texto, de cómo es la
manera en que tenemos que acercarnos a Dios en alabanza.
Ahora, debemos preguntarnos nosotros, ¿realmente alabo el Nombre del Señor en
mi vida diaria? ¿Reconozco, proclamo y bendigo las virtudes, grandeza, belleza y gloria del
Todopoderoso y sus obras?. Para poder alabar a Dios, debemos primeramente negarnos a
nosotros mismos y dejar de exaltar nuestras “virtudes”, pues nuestra vida es de él y para él,
como dice el salmo: Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras
viva
A veces, nos concentramos tanto en el “Yo” que olvidamos que la Salvación y
honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro. Él es quien reina y tiene el control, él
es soberano. Si hoy eres “grande” (como dice Apocalipsis 19:5) y estas en autoridad, sea
cual sea tu liderazgo, no olvides que eres siervo y debes mostrar temor al Todopoderoso, o
si eres “pequeño” igualmente tu vida debe estar en gratitud y alabanza, porque igualmente
eres siervo, incluso los niños, deben aprender a alabar a su Creador, como dice el Salmo
148:12-13 “Los jóvenes y también las doncellas, Los ancianos y los niños Alaben el
nombre de Jehová, Porque solo su nombre es enaltecido. Su gloria es sobre tierra y
cielos”
Y para finalizar otro aspecto importante que demanda Dios, en la alabanza es
hacerlo con gozo. Muchas veces pasamos tristezas, y es normal, pues estamos en esta
naturaleza pecaminosa caída, pero cuando ese dolor se vuelve en amargura,
automáticamente en nuestros labios cesan los !Aleluya!. Pero mi hermano, no olvides que:
Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas. (Salmo 147:3) No
cerremos nuestra boca de alabanzas cuando venga la prueba, porque como dice su Palabra
“...bueno -es- cantar salmos a nuestro Dios; Porque suave y hermosa es la alabanza”
(Salmo 147:1)
Mis hermanos, si hasta hoy nuestra alabanza no ha sido una verdadera alabanza
delante Dios, pidamos que él nos vaya enseñando a través de su Palabra, quizás leyendo
cada día un salmo, para luego ir meditando en esa porción a lo largo del día y así reconocer
las virtudes de nuestro gran Dios.

Dios les bendiga

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