01 Teoria Del Acto Juridico I
01 Teoria Del Acto Juridico I
01 Teoria Del Acto Juridico I
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Con el acto jurídico, los sujetos regulan sus propios intereses;
Esta regulación es preceptiva, o sea, impone normas de autonomía privada; y
Las declaraciones que envuelven los actos jurídicos son vinculantes, comprometen, auto-
obligan a los que las emiten.
Víctor Víal del Río, por su parte, define al acto jurídico como “la manifestación de voluntad
hecha con el propósito de crear, modificar o extinguir derechos, y que produce los efectos
queridos por su autor o por las partes porque el derecho sanciona dicha manifestación de
voluntad.”
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Así, por ejemplo, son convenciones pero no contratos el pago, la resciliación y la tradición.
Confusión de nuestro CC.
Nuestro CC. en su art. 1438, confunde los conceptos de contrato y convención,
cuando alude al “contrato o convención” como el acto por el cual una parte se obliga para con otra a
dar, hacer o no hacer alguna cosa.
Contratos Unilaterales y Bilaterales art. 1439 C.C:
El contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga para con otra que no contrae
obligación alguna. El contrato es bilateral cuando las partes contratantes se obligan recíprocamente.
Clases de Actos jurídicos unilaterales (doctrina)
Los actos jurídicos unilaterales pueden ser unipersonales o pluripersonales. Entre los
actos jurídicos unilaterales pluripersonales, esto es, aquellos otorgados por varias personas que integran
una sola parte o centro de interés, la doctrina distingue entre actos jurídicos unilaterales pluripersonales
colectivos y complejos.
Son actos jurídicos unilaterales pluripersonales colectivos, los constituidos por dos o más
declaraciones de voluntad que, teniendo un mismo contenido, se suman sin fundirse, para formar la
expresión de la voluntad colectiva.
Son actos jurídicos unilaterales pluripersonales complejos, aquellos constituidos por dos o más
declaraciones de voluntad que, teniendo un mismo contenido y fin, se funden en una sola manifestación
de voluntad. Por ejemplo: el acuerdo adoptado por los comuneros, de enajenar el bien de que son dueños
pro-indiviso.
B. Actos gratuitos o de beneficencia y actos onerosos (art. 1440 del CC).
Se formula esta clasificación atendiendo a la finalidad perseguida.
Los actos jurídicos gratuitos o de beneficencia sólo tienen por objeto la utilidad de una de las
partes, sufriendo la otra el gravamen. Los actos jurídicos onerosos tienen por objeto la utilidad de ambos
contratantes, gravándose cada uno a beneficio del otro.
C. Contratos conmutativos y aleatorios (art. 1441 del CC).
Los contratos onerosos se sub-clasifican en conmutativos o aleatorios, atendiendo a la
determinación de la equivalencia de las prestaciones.
El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes se obliga a dar o hacer o a no
hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer o no hacer a su vez.
Ejemplo: contrato de compraventa de un bien raíz.
El contrato oneroso es aleatorio, si el equivalente consiste en una contingencia incierta de
ganancia o pérdida. Ejemplos: la venta "en verde" de una producción agrícola por un precio fijado a todo
evento; la renta vitalicia; el contrato de seguros (art. 2258 del CC).
D. Actos o contratos principales y accesorios (art. 1442).
Atendiendo a si pueden o no subsistir por sí solos, se clasifican los actos o contratos en
principales y accesorios.
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El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo, sin necesidad de otra convención.
Ejemplo: el contrato de compraventa.
El contrato es accesorio cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación
principal, de manera que no pueda subsistir sin ella. Ejemplo: las garantías o cauciones reales (hipoteca,
prenda) o personales (fianza, solidaridad, cláusula penal).
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Los actos de familia se refieren a la situación de una persona dentro de su familia y a sus
relaciones con los restantes integrantes de la misma. Por ejemplo, reconocimiento de un hijo, el contrato
de matrimonio, la adopción, etc.
Los actos patrimoniales son aquellos destinados a crear, modificar, transferir, transmitir o
extinguir un derecho patrimonial o valuable en dinero.
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e) Actos jurídicos puros y simples y actos jurídicos sujetos a modalidades.
Atendiendo a si los actos y contratos producen de inmediato sus efectos o si se insertan en
ellos modalidades, se clasifican en la forma indicada.
Actos jurídicos puros y simples son aquellos que inmediatamente de celebrados hacen nacer un
derecho, que puede ejercerse sin más dilación.
Actos jurídicos sujetos a modalidades son aquellos que están sujetos en sus efectos a cláusulas
restrictivas.
f) Actos o contratos nominados o típicos e innominados o atípicos.
Reciben tal clasificación, según estén o no configurados por la ley.
Los actos o contratos nominados o típicos son aquellos que están configurados o estructurados
por la ley, determinando ésta sus caracteres.
Los actos innominados o atípicos no están configurados por la ley y van surgiendo como
creación de los particulares, fruto de la autonomía de la voluntad y del principio de que en el derecho
privado sólo no puede hacerse aquello expresamente prohibido por la ley. Ejemplos de contratos
innominados o atípicos: leasing mobiliario (arrendamiento de cosas muebles con opción de compra);
contrato de talaje (El contrato en virtud del cual una de las partes coloca animales a talaje en el fundo de
la otra parte, modalidad de arrendamiento, pues se concede el goce de los pastos del fundo a fin de
alimentar animales ajenos mediante la remuneración estipulada.
g) Actos o contratos de administración y de disposición.
Actos de administración son aquellos que tienden a la conservación e incremento del patrimonio
(arts. 391-393, respecto de los guardadores).
Actos de disposición son aquellos que permiten al titular disminuir el patrimonio o el conjunto
de bienes que tiene a su cargo, mediante enajenaciones que escapan del giro ordinario de la
administración (el administrador de un predio agrícola, podría por ejemplo enajenar los frutos o
productos, pero no una parte del predio).
h) Actos o contratos verdaderos o simulados.
Los actos o contratos verdaderos son aquellos que reflejan la verdadera voluntad de las
partes.
Los actos o contratos simulados pueden implicar una hipótesis de simulación absoluta o relativa.
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a) Elementos o cosas que son esenciales.
Son aquellos sin los cuales, el acto jurídico no produce efecto alguno o degenera en otro acto
diferente. En otras palabras, de faltar, no nace el acto jurídico o muda en otro diferente al inicialmente
propuesto.
Distinguimos dos tipos de elementos esenciales:
1º Generales o comunes a todo acto jurídico: son los requisitos de existencia y de validez de todo
acto jurídico.
2º Especiales o particulares de un determinado acto jurídico: son aquellos que permiten
singularizar un determinado acto jurídico, atendida su naturaleza o estructura. Así, por ejemplo:
En el contrato de compraventa: la cosa y el precio.
b) Requisitos de validez:
b.1) Voluntad exenta de vicios.
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b.2) Capacidad.
b.3) Objeto lícito.
b.4) Causa lícita.
LA VOLUNTAD
En términos generales, la voluntad es la actitud o disposición moral para querer algo.
Es la intención decidida de hacer o no hacer algo.
En los actos jurídicos unilaterales, se habla propiamente de “voluntad”, mientras que en los actos
jurídicos bilaterales ésta toma el nombre de “consentimiento”, que es el acuerdo de las voluntades de
dos o m s personas dirigido a lograr un resultado jurídico.
Requisitos.
Para que la voluntad sea considerada por el Derecho, es preciso que sea seria y que se exteriorice o
manifieste.
b.1) Seriedad de la voluntad: la voluntad es seria cuando se emite por persona capaz y con el
propósito de crear un vínculo jurídico; es decir, en el sentido de perseguir efectivamente un fin
reconocido o tutelado por el derecho.
b.2) Manifestación de la voluntad: mientras permanece en el fuero interno del individuo, mientras
no trasciende su persona, la voluntad resulta indiferente para el Derecho, por lo que es indispensable
manifestarla. Dicha manifestación puede ser:
Expresa: cuando el contenido de nuestro propósito es revelado explícita y directamente, sin la
ayuda de circunstancias concurrentes. Por ejemplo, la suscripción de un instrumento público o
privado que da cuenta de la celebración de un contrato.
Tácita: cuando el contenido de nuestro propósito no es revelado directa ni explícitamente, sino
que se deduce de ciertas circunstancias concurrentes, por la realización de ciertas conductas o
hechos que trasuntan una intención de ejecutar o celebrar un acto jurídico. En este caso, deben
concurrir tres requisitos:
1º El hecho que supone la manifestación de la voluntad debe ser concluyente.
2º El hecho debe ser inequívoco: es decir, que no pueda ser interpretado de manera diferente. 3º Que sea
incompatible con una voluntad contraria.
Podríamos afirmar que la voluntad tácita, se deduce de un hacer algo, de la ejecución de un
hecho, que presupone una determinada voluntad.
Presunta: sería la que la ley deduce o presume de ciertos hechos; una determinada conducta del
sujeto se considera en ciertos casos por la ley como una declaración de voluntad en determinado
sentido. No se manifiesta la voluntad pero la ley la da por manifestada. La ley, la convención o
el juez, establecen ciertas circunstancias bajo las cuales la inactividad de la persona, determina
la manifestación de voluntad. A
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diferencia de la voluntad tácita, en la presunta dicha voluntad se deduce de un no hacer algo,
de abstenerse de ejecutar cierto hecho o acto. Ejemplos:
Art. 1767 (el no hacer nada, presume que la mujer no renuncia a los gananciales);
El silencio como manifestación de voluntad : por regla general, el silencio no constituye
manifestación de voluntad, dado que no implica en sí afirmación o negación. Lo único que se
exterioriza es la voluntad de guardar silencio.
Excepcionalmente, el Derecho considera al silencio como manifestación de la voluntad. Desde
luego, cada vez que la ley dispone algo, salvo estipulación en contrario, el silencio de las partes
envuelve aceptación de la regla legal: arts. 2125 (en el mandato, el silencio se mirará como
aceptación, cuando aquellas personas que por su profesión u oficio se encargan de negocios
ajenos, nada responden ante el encargo que una persona ausente les hace)
En resumen, en materia contractual el silencio importa manifestación de voluntad: 1º
Cuando la ley le confiere tal efecto, expresamente;
2º Cuando las partes así lo han convenido; y
3º Cuando las circunstancias que acompañan al silencio permiten atribuirle el carácter de manifestación
de voluntad.
CONSENTIMIENTO Y SU FORMACION
Se define como consentimiento al acuerdo de dos o más voluntades destinado a generar un
vínculo jurídico.
Regulación de la formación del consentimiento en nuestra legislación.
El CC. no se refiere a ella, aludiendo al consentimiento partiendo de la base de que está ya
formado. El C. de Comercio en cambio, en sus arts. 97 a 108, regula detalladamente la materia. Dichas
normas se aplican también al Derecho Civil, a pesar de estar contenidas en un Código especial, porque
son por su naturaleza generales y deben por tanto tener una aplicación general y así lo dispone
expresamente el apéndice del código de comercio.
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y simple del aceptante. Por el contario de tratarse de una oferta incompleta estaríamos en
presencia de una invitación a realizar una contraoferta, se trata de una oferta impropia regulada
en el artículo 105 del Código de comercio.
4. Ha de ser a persona determinada y ser comunicada a ella, se hace la oferta a persona determinada
cuando se dirige a un sujeto individualizado, sea o no conocido del oferente; se hace a persona
indeterminada cuando va dirigida al público en general y no a una persona en particular, y el
que la acepte tendrá derecho a exigir el cumplimiento del contrato (por ejemplo, avisos en los
diarios, prospectos, etc.).
La aceptación: es un acto jurídico unilateral por el cual la persona a quien va dirigida la oferta
manifiesta su conformidad con ella. La persona que acepta la oferta se llama aceptante.
Clases de aceptación:
Verbal o escrita:
Expresa o tácita.
Pura y simple o condicional: es pura y simple la aceptación, cuando implica adhesión a la oferta
en los mismos términos en que ésta fue formulada. Es condicional, cuando contiene reservas o
modificaciones que alteran los términos de la oferta, es decir, cuando no hay concordancia
absoluta entre oferta y aceptación. La aceptación condicional importa una nueva oferta (art. 102
del C. de Comercio). Si el oferente acepta las modificaciones, pasa a ser aceptante de la oferta
modificada y la persona que aceptó condicionalmente queda como nuevo oferente.
Requisitos de la aceptación:
1º La aceptación debe darse mientras la oferta esté vigente. 2º La
aceptación debe ser oportuna.
3º La aceptación debe ser pura y simple.
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propuesta y la aceptación. Cuando tal acontece, se habla de retractación tempestiva, o sea, dentro de
tiempo.
- Responsabilidad del oferente: pero no obstante ser tempestiva la retractación, puede originar
indemnizaciones en favor del destinatario de la oferta..
- Oferta que por sí sola obliga: hay en nuestra legislación casos excepcionales en que por
una declaración unilateral de voluntad, una persona resulta obligada. En el ámbito de la formación del
consentimiento, el proponente, por obra de su sola voluntad, no puede retractarse de su oferta por cierto
tiempo, aun cuando no haya sido aceptada. La regla general es que el proponente pueda arrepentirse entre
la formulación de la propuesta y la aceptación. Pero no puede hacerlo si al formular la oferta, se hubiere
comprometido a esperar una contestación o a no disponer de la cosa objeto del contrato propuesto,
sino después de desechada la oferta por el destinatario o de transcurrido un determinado plazo (art. 99
del C. de Comercio).
Este es un caso de declaración unilateral de voluntad. El proponente queda obligado, por obra de
su sola voluntad, ya que el destinatario nada ha manifestado todavía.
2º La aceptación debe ser oportuna.
La aceptación, para generar el contrato, debe ser también oportuna. Y lo es, en términos
generales, cuando se da dentro del plazo legal o voluntario señalado por el proponente.
Los plazos legales para que la aceptación sea oportuna varían, según la propuesta sea verbal o
escrita.
Si la oferta es verbal, la aceptación ha de darse en el acto de conocerse la oferta (art.
97 del C. de Comercio).
Si la oferta es escrita, deberá aceptarse dentro de 24 horas, si el destinatario reside en el mismo
lugar que el proponente, o a vuelta de correo, si estuviese en otro diverso (art. 98 del
C. de Comercio). "A vuelta de correo", según el Diccionario de la Real Academia, significa "por el
correo inmediato, sin perder día”.
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En este caso, no hay problema alguno para determinar el momento: el consentimiento se forma
cuando se da la aceptación, puesto que ambas partes se encuentran frente a frente o en comunicación
directa (art. 97 del C. de Comercio).
Momento en que se forma el consentimiento en los contratos entre ausentes.
Existen varias doctrinas:
+ Teoría de la declaración o aceptación: se afirma que el consentimiento se forma desde el
momento en que el destinatario de la oferta da su aceptación, aunque ésta no sea conocida por el oferente.
Y ello, porque el consentimiento no se produce por el conocimiento recíproco de las voluntades de los
declarantes, sino por el simple acuerdo de las voluntades exteriorizadas o manifestadas.
+ Teoría de la expedición: los partidarios de esta teoría exigen cierta seguridad de
irrevocabilidad de la declaración de aceptación; su expedición o envío señala el momento en que el
consentimiento se forma.
+ Teoría de la información o del conocimiento: para esta teoría, el consentimiento existe sólo
cuando el proponente ha recibido la aceptación y ha tomado conocimiento real y efectivo de ella.
+ Teoría de la recepción: en el marco de esta teoría, el consentimiento se forma cuando la aceptación
ha llegado a su destino, sin que importe si el proponente tomó conocimiento de ella, pues lo lógico es que
lea la correspondencia una vez recibida.
La legislación chilena acoge la teoría de la declaración o aceptación con ciertas excepciones.
Excepciones a la teoría de la declaración:
- las partes pueden convenir que el contrato se perfeccione en un momento distinto del señalado por la
ley.
- Contratos reales: se entienden celebrados en el momento de la entrega o tradición de la cosa;
- Contratos solemnes: se entienden celebrados en el momento en que se cumple la solemnidad.
- Tratándose de las donaciones irrevocables, el CC., en el art. 1412, sigue la teoría del
conocimiento.
En consecuencia, la regla general del art. 101 del C. de Comercio se aplica exclusivamente a los
contratos consensuales.
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3º En los casos en que la voluntad de las partes puede interpretarse por los usos o la costumbre, el lugar
del perfeccionamiento del contrato es el que señala el uso o la costumbre que tiene cabida, ya que uno y
otra pueden variar de uno a otro país e incluso de una a otra región de un mismo país (arts. 1546, 1563 y
1564 del CC.)
El problema del lugar en que se perfecciona el consentimiento, surge en los contratos entre
ausentes (llamados también por correspondencia) y cuando las partes nada han dispuesto. Al respecto, se
han formulado en el Derecho comparado las mismas teorías que se refieren al momento en que se
perfecciona el consentimiento. En todo caso, el C. de Comercio, en su art. 104, se inclina por la teoría de
la declaración o aceptación.
EL ERROR
Se define como el concepto equivocado o la ignorancia que se tiene de la ley, de una persona, de un
hecho o una cosa.
Aún cuando no son lo mismo, nuestro Derecho equipara al ignorante con el que incurre en error.
En sentido estricto, el primero no conoce algo; el segundo, lo conoce mal.
CLASES DE ERROR
1.- ERROR DE DERECHO
2.- ERROR DE HECHO: este puede ser error esencial u obstáculo, error accidental, error substancial y
error en la persona.
1.-ERROR DE DERECHO:
El error de derecho es la ignorancia o el concepto equivocado que se tiene de una ley.
Dispone el art. 1452 del CC. que el error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento.
Este precepto debemos armonizarlo con los arts. 8º y 706, 4º.
El art. 1452 es una consecuencia del art. 8º. De tal forma, quien ha contratado teniendo un
concepto equivocado de la ley o ignorando una disposición legal, no puede alegar este error para
excusarse de cumplir sus obligaciones ni para pedir la nulidad del contrato.
A su vez, el inciso 4º del art. 706 dispone que el error en materia de derecho constituye una
presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario (presunción de derecho en consecuencia, art. 47
último inciso).
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En algunos casos, sin embargo, el error de derecho vicia el consentimiento, como acontece por
ejemplo en los arts. 2297 y 2299, acerca del pago de lo no debido. Nos remitimos en este punto a lo
expuesto al tratar de la presunción o ficción de conocimiento de la ley consagrada en el art. 8º.
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como lo sería en el caso de una compraventa y la otra parte cree estar celebrando un titulo de mera
tenencia como lo sería en el caso del contrato de arrendamiento. No obstante el error esencial u obstáculo
puede recaer en la especie del acto o contrato, en tal caso a título de ejemplo las partes creen estar
celebrando un titulo traslaticio de dominio pero una cree que es compraventa y la otra una donación.
Por su parte en la segunda hipótesis de error esencial las partes ha errado en cuanto a la identidad de la
cosa sobre la cual versará el contrato, como se daría en el caso de que una de ellas crea estar comprando
un inmueble y la otra un bien mueble.
2° Error substancial: (art. 1454, 1º). Substancia es la materia de que se compone el objeto sobre el que
recae la obligación. Cualidades esenciales son las que dan al objeto una fisonomía propia que la
distingue de los demás. El ejemplo de error en la sustancia, lo entrega el propio código al indicar
“...como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de plata, y realmente
es una masa de algún otro metal semejante”; este sería un error en cuanto a la substancia pero un
ejemplo de error substancial en cuanto a la cualidad esencial del objeto seria como si una de las partes
supone comprar un caballo de carrera hípica y el caballo finalmente es de tiro.
3° Error accidental: se refiere al error sobre cualidades accidentales de una cosa (art. 1454, 2º). Son
cualidades accidentales aquellas que son indiferentes para determinar la voluntad de las partes como seria
por ejemplo una parte manifiesta su voluntad de comprar un auto marca Ferrari año 2014, pero de color
rojo, y el vendedor entrega un Ferrari color amarillo. Por regla general el error accidental no vicia el
consentimiento a menos que cumpla con ciertos requisitos:
Es el principal motivo de una de las partes para contratar;
y este motivo ha sido conocido de la otra parte.
4° Error en la Persona: el último caso de error de hecho, es aquél que recae en las personas: art. 1455.
Por regla general, esta clase de error no vicia el consentimiento, ya que normalmente en materia
contractual la persona del otro contratante es indiferente para alcanzar los fines que pretenden las partes al
contratar.
No obstante existen contratos denominados “intuito personae” en que la persona del otro contratante es de
especial importancia para quien contrata, como lo sería en el caso del contrato de mandato o en el
contrato de matrimonio. Por lo que en este tipo de contratos, el error en la persona si viciaría el
consentimiento.
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3° Error en la persona y el accidental: solo en los casos excepcionales en que vician el consentimiento su
sanción será la nulidad relativa.
El error común.
Todos los casos analizados, se tratan de errores individuales, cometidos o incurridos por una de las partes
en un contrato.
No obstante existen situaciones en que el error es cometido por varias personas y que el código por regla
general prefiere darle validez por la certeza de la palabra dada y las apariencias genéricas, en la medida
que cumpla con ciertos requisitos:
1. que el error sea incurrido por muchas personas del lugar en que el acto o contrato se celebra.
2. Que exista buena fe
3. Que exista justa causa de error, esto es que existan antecedentes que ameriten como plausible la
situación de haber incurrido en erro.
Ejemplos de error común en el código civil lo serian el caso del matrimonio putativo ( art. 51 de
la Ley de matrimonio civil) , la habilidad putativa de los testigos en el testamento( art. 1013 del
CC.) y el titulo meramente putativo (Art. 704).
LA FUERZA
La fuerza es la presión física o moral ejercida sobre la voluntad de una persona para determinarla a
ejecutar o celebrar un acto o contrato.
Clases.
La fuerza puede ser física o moral. La fuerza física consiste en el empleo de procedimientos
violentos o materiales (vis actual); la fuerza moral consiste en el empleo de amenazas (vis compulsiva).
Parte de la doctrina ha indicado que la fuerza física es de tal magnitud que no podríamos
entender que estamos en presencia de un vicio de la voluntad por cuanto no existe voluntad propiamente
tal, por lo que la sanción (para algunos) sería la inexistencia del acto o contrato y para otros seria la
nulidad absoluta como máxima sanción del ordenamiento jurídico.
Requisitos que debe reunir la fuerza.
- Debe ser injusta o ilegítima: esto es cuando no se encuentra aceptada o amparada por ley.
- Debe ser grave: La fuerza es grave, cuando es capaz de producir una impresión fuerte en una
persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición (art. 1456).
En nuestro código civil la fuerza, o mejor dicho el temor que ella causa, es un concepto relativo.
El nacimiento y la intensidad del temor dependerán de la persona que amenaza y del amenazado.
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Cabe hacer presente que lo que para una persona puede constituir fuerza para otra puede no serlo, y ese es
el criterio asumido por el código al indicar “condición”, por ejemplo no es lo mismo amenazar con
golpear a una anciana que amenazar con golpear a un militar.
- La fuerza ha de ser también actual: coetánea a la manifestación de voluntad, aunque el
mal haya de realizarse en el futuro.
- Determinante: ha de ser empleada con el fin de obtener una declaración de voluntad, es decir,
de no haber mediado la fuerza la persona no habría prestado su consentimiento. Al efecto el art.
1457 señala que la fuerza debe emplearse "con el objeto de obtener el consentimiento".
Prueba de la fuerza.
Corresponde a quien la alega. La fuerza puede probarse por cualquier medio de
prueba.
Quien ejerce la fuerza.
A diferencia del dolo, como lo veremos, la fuerza puede ejercerse por cualquiera persona y no
sólo por el beneficiado por ella: art. 1457.
El temor reverencial.
El art. 1456 se refiere a esta figura, definiéndola como el solo temor de desagradar a las
personas a quienes se debe sumisión y respeto. Así, por ejemplo, el temor a desagradar a un padre, es
legitimo y no vicia el consentimiento a menos que medien amenazas o violencia física.
Sanción a la fuerza
Nulidad relativa.
EL DOLO
Ámbito de aplicación y concepto.
El dolo puede presentarse en un triple ámbito en el derecho:
1º En el otorgamiento o celebración de los actos y contratos, es decir en el otorgamiento de un acto
jurídico unilateral o en la formación del consentimiento en los actos jurídicos bilaterales: el dolo es aquí
un vicio de la voluntad (arts. 1451, 1458 y 1459).
2º En la ejecución de los contratos, es decir, en la fase de cumplimiento de las obligaciones objeto de los
mismos: el dolo es aquí un agravante de la responsabilidad contractual (art. 1558) 3º En el ámbito de la
responsabilidad extracontractual civil: aquí, el dolo es el elemento constitutivo del delito civil. La
definición legal del dolo, consignada en el art. 44, se refiere a éste último rol del dolo.
Como vicio de la voluntad, el dolo es la maquinación fraudulenta empleada para
engañar al autor o contraparte de un acto o contrato, con el fin de arrancarle una
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declaración de voluntad o modificarla en los términos deseados por el individuo que
actúa dolosamente.
Teoría unitaria del dolo: existen autores como Rene Pazos Ramos o Pablo Rodríguez que indican que
el dolo opera en los tres campos que hemos señalado de igual forma, ya que el concepto en todos ellos es
el mismo, por ello se utiliza un concepto unitario del dolo, lo que se desprende de las siguientes
afirmaciones:
1. El dolo está definido en el título preliminar del código, lo que hace entender que su aplicación es
general.
2. Siempre importa una acción dirigida a perjudicar a otro
3. El efecto en cualquier campo es el mismo, esto es restablecer la situación anterior a su existencia,
lo que se lograría mediante la sanción de nulidad relativa en el campo de vicio del
consentimiento, y con la sanción de indemnización de perjuicios en el campo de la
responsabilidad contractual y extracontractual.
4. Las reglas que gobiernan al dolo son las mismas, ya que en ningún campo puede ser presumido.
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Dolo incidental, es aquel que no induce a contratar, es decir, de haber tenido conocimiento del
dolo la persona del contratante igualmente habría prestado su consentimiento para celebrarlo, no obstante
el código entiende que es posible que, si bien no lo indujo a contratar, puede lograr como efecto que la
persona finalmente resulte más gravosamente obligada. En tal caso, el contrato igualmente es válido, pero
el contratante tendrá derecho de demandar los perjuicios que le haya ocasionado el dolo incidental tanto
en contra de aquel que lo indujo a contratar (por el total de los perjuicios) como en contra de aquel que se
haya aprovechado del dolo (solo por el monto del provecho). Articulo 1458 C.C.
Condonación o renuncia anticipada del dolo: Prohíbe la ley tal cosa, en el art. 1465, adoleciendo
de objeto ilícito y por ende de nulidad absoluta un pacto de esta índole.
Sin embargo, si el dolo ya aconteció, los contratantes o el autor del acto jurídico unilateral, una vez
conocido el vicio, tienen libertad para perdonarlo, pues se trata de un vicio que mira al solo interés del
renunciante (artículo 12).
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El dolo de los incapaces.
El art. 1685 contempla una situación especial, concerniente al dolo de los incapaces relativos. En
el evento que el incapaz hubiere incurrido en el dolo para inducir al acto o contrato, la ley le impide, así
como también a sus herederos o cesionarios, reclamar la nulidad. Con esto, la ley protege a la persona que
contrató de buena fe con el incapaz relativo. Tal persona, por regla general, no puede solicitar la
declaración de nulidad relativa, pues ésta sólo podría alegarse, conforme a la regla general, por aquellos
en cuyo beneficio la han establecido las leyes, es decir, por los propios incapaces (art. 1684). Esta regla
general se modifica sin embargo, según lo expresado, por el art. 1685.
Con todo, en un caso el incapaz relativo que incurrió en el dolo podrá acogerse a la regla general
y alegar la nulidad relativa: cuando simplemente aseveró ser mayor de edad, o no encontrarse bajo
interdicción u otra causa de incapacidad. En este caso, la ley castiga la excesiva credulidad de la persona
que ha contratado con el incapaz relativo, cuando era razonable suponer que éste no podía contratar por sí
solo.
La lesión.
Se entiende por lesión, la falta de equivalencia existente entre las prestaciones a las cuales las partes se
obligan normalmente en un contrato oneroso conmutativo.
Dicha lesión no es sancionada por el derecho, pues del tenor del artículo 1441 del Código Civil, en los
contratos onerosos conmutativos, las prestaciones a las cuales las partes se obligan recíprocamente se
“miran” como equivalentes, lo que implica que no necesariamente lo serán, en otras palabras el código
permite un cierto grado de des-equivalencia.
Ahora bien, cuando dicha des –equivalencia, es excesivamente desproporcionada, injusta y genera un
perjuicio patrimonial a una de las partes, opera la lesión enorme que como tal y solo en los casos que
indica el código, será sancionada.
La lesión enorme es o no es un vicio del consentimiento.
Parte de la doctrina ha entendido que la lesión enorme seria un vicio subjetivo que al igual que el
dolo, el error y la fuerza, dependerá de la voluntad de las partes contratantes, así en un ejemplo relativo a
los interés excesivos en un mutuo, la parte puede incurrir en dicho vicio por existir factores de índole
subjetivos y personales que lo inducen a obligarse en tales términos, como lo sería por ejemplo su
situación económica precaria.
No obstante, la mayoría de la doctrina (y el criterio de estos evaluadores), es que la lesión
enorme no es un vicio del consentimiento, de conformidad a los siguientes argumentos:
1° nuestro código civil no la contempla como vicio del consentimiento ni la enumera como tal. Si bien
A. Bello en un proyecto inicial la contemplaba, finalmente decidió desvincularla de la regulación genérica
de los artículos 1451 y ss.
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2° la lesión enorme no es un vicio subjetivo de la voluntad sino un vicio objetivo del contrato, que opera
solo en los casos en que nuestro legislador establece parámetros de equivalencia y estos se destruyen, por
lo que no tiene aplicación general.
3° la lesión enorme no es sancionada siempre con nulidad relativa, como si ocurre con la mayoría de los
casos de vicios del consentimiento estudiados. Por el contrario la finalidad del legislador en el caso de la
lesión enorme es volver a equiparar las prestaciones reciprocas de las partes, como lo sería por ejemplo
con la rebaja de la pena en la clausula penal, la rebaja de intereses en el mutuo entre otros.
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Parte de la doctrina ha entendido que asi debiese ser, en cuyo caso la solución ha de ser entregada por el
legislador a la autoridad judicial que mediante fallo, podría aplicar dos diferentes opciones de revisión del
contrato:
1. Declarar la resolución del contrato por excesiva onerosidad sobreviniente
2. Adecuar las cláusulas del contrato a las nuevas circunstancias.
Ejemplo de onerosidad sobreviniente: Juan y Pedro celebran un contrato de compraventa de bien
raíz. Juan como comprador se obliga a pagar $500.000.000.- en 38 cuotas. No obstante al poco
tiempo Juan es despedido de su trabajo por lo que las circunstancias fijadas primitivamente en el
contrato han variado considerablemente.
En nuestro derecho civil, no es admisible la aplicación de la presente teoría atendido lo que previene el
art. 1545 del CC. Esto es que un contrato solo puede dejarse sin efecto por mutuo acuerdo de las partes o
bien por causal legal.
No obstante parte de la doctrina ha entendido que esta regla general y imperante en nuestro derecho civil
puede ser alterada por las partes de mutuo acuerdo, en base al principio de la autonomía de la voluntad y
al no encontrarse expresamente prohibida la excesiva onerosidad sobreviniente en nuestro Código. Por lo
que las partes pueden fijar en un contrato que frente a nuevas circunstancias que alteren las
primitivamente originarias del contrato, este podrá ser dejado sin efecto por excesiva onerosidad
sobreviniente o bien facultarse para una revisión y adecuación del mismo.
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2. Las normas que regulan la capacidad son de orden público, y en consecuencia, no cabe
modificarlas ni dejarlas de lado en un acto jurídico.
3. La capacidad debe existir al momento de perfeccionarse el acto jurídico.
Fuentes de incapacidad:
Las fuentes de incapacidad pueden ser la ley o una sentencia judicial de interdicción. .
En caso de actuar ilegítimamente, sin asistencia de En caso de actuar ilegítimamente sin asistencia o
su representante legal, sus actos no generan autorización, en el caso del menor adulto su acto
obligación alguna, por lo que no pueden ser da origen a obligaciones naturales que permiten al
caucionados ni novados ni autorizan a retener lo otro contratante retener lo dado o pagado en razón
dado o pagado por el incapaz. del contrato, y es posible caucionar dicha
obligación, o novarla
Sus actos no pueden ser ratificados Sus actos pueden ser ratificados
Sus actos no pueden sanearse sino por un Sus actos pueden sanearse en 4 años desde
transcurso de tiempo no menor de 10 años que cesa la incapacidad.
Son incapaces absolutos, los dementes, los Son incapaces relativos el menor adulto y los
sordos mudos que no pueden manifestar su disipadores interdictos.
voluntad claramente y los impúberes
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Referencia a lo que parte de la doctrina indica como incapacidades especiales e
incapacidades de goce:
Cabe hacer presente que el articulo 1447 indica en su inciso final que existen ciertas incapacidades
especiales.
Al efecto se estima que se referiría a ciertas incapacidades que en particular el código contempla para
ciertas personas en cuanto a celebrar ciertos contratos, como lo sería la incapacidad de celebrar contrato
de compraventa entre cónyuges no separados judicialmente o entre padre e hijo o madre e hijo no
emancipado, o bien las restricciones en cuanto a la prohibición de celebrar ciertos contratos por parte del
mandatario sin autorización expresa del mandante, como lo sería por ejemplo en comprar lo que el
mandante le ordeno vender.
Sin embargo estimamos que no se trata de incapacidades propiamente tal, sino más bien de prohibiciones
que por razones de interés social el código impone de manera especial y excepcional.
Por su parte, cierta doctrina ha estimado que estos casos se referirían a incapacidades de goce especial.
Sin embargo estimamos que no se trata de incapacidades de goce pues dicha capacidad es un atributo de
la personalidad inherente a todo individuo.
No obstante lo anterior es posible indicar, a nuestro juicio, que las incapacidades para suceder por
causa de muerte contempladas algunas por el artículo 962 del Código Civil si podrían ser consideradas de
manera muy excepcional como una cierta incapacidad de goce, pues en tal caso estamos en presencia de
una falta de aptitud para adquirir derechos del causante. Ejemplo: es incapaz de suceder por causa de
muerte el notario que interviene en el testamento del causante.
INCAPACES ABSOLUTOS:
Son Absolutamente incapaces.
1º Los dementes.
Al efecto cabe indicar que el código civil no define lo que entiende por voz demencia. Así la
Corte Suprema ha sostenido que debe entenderse por tales a todos los que tengan de un modo
permanente sus facultades mentales sustancialmente deterioradas, todos aquellos que se encuentran
privados de razón, por lo que no podemos restringir su concepto al concepto que eventualmente y en
forma actual científicamente la psiquiatría encasilla como demencia.
Sanción de los actos del demente:
Los artículos 456 a 468 del CC regulan las reglas relativas a la curaduría del demente.
Para efectos de determinar los efectos de los actos ejecutados por un demente es indispensable
distinguir:
Actos realizados antes de la declaración de interdicción por causa de demencia
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Actos los realizados con posterioridad de la declaración de interdicción por causa de demencia
En cuanto a los actos que el demente celebre con posterioridad a la declaración de demencia
serán nulos, sin posibilidad de alegarse que hayan sido realizados mediante intervalo lucido.(art.
465, 1º). Presunción de derecho es decir no admite prueba en contrario.
La declaración de interdicción es un acto judicial mediante el cual se determina que el individuo se
encuentra en estado de demencia, lo que lo inhabilita para actuar por sí mismo en la vida jurídica, se trata
de una gestión judicial de competencia de tribunales ordinarios civiles, regulada por los artículos 456 al
468 y siguientes del Código Civil. En dicha gestión existirá un decreto de interdicción provisoria mientras
se culmina la sustanciación del proceso, y un decreto de interdicción definitivo. Ambos han de ser
inscritos en el conservador de bienes raíces en el registro de interdicciones y prohibiciones de enajenar.
Por su parte el art. 468 regula lo concerniente a la rehabilitación del demente en la cual deberá probarse
que ha recobrado permanentemente la razón.
2º Los impúberes.
Esta incapacidad guarda relación con la edad apta para obligarse en la vida jurídica.
Así el concepto de impúberes hace alusión a la pubertad que es la aptitud para procrear. El art. 26
establece que son impúberes los hombres menores de 14 años y las mujeres menores de 12 años.
Clases de impúberes: Los
impúberes se clasifican en:
a. Infantes (todo el que no ha cumplido 7 años)
b. Impúberes propiamente tales.
Aun cuando pareciere innecesaria dicha distinción por cuanto ambos son incapaces absolutos,
cobra importancia en dos materias reguladas por nuestro Código:
- Tratándose de la posesión de bienes muebles el artículo 723 indica que los dementes y los
infantes son incapaces de adquirir dicha posesión. A contrario sensu, los impúberes propiamente
tales sí podrán adquirirla.
- En lo relativo a la responsabilidad extracontractual, el art. 2319 dispone que son incapaces de
cometer delitos y cuasidelitos civiles los infantes y los dementes, en tanto que los impúberes
propiamente tales podrán tener responsabilidad extracontractual en la medida que exista un
decreto de discernimiento (judicial). Cabe hacer presente que el mayor de 16 años es
plenamente capaz en materia extracontractual.
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Se justifica esta incapacidad, en la necesidad de proteger al sordomudo o sordo que siendo
incapaz de manifestar su voluntad en forma cierta y clara, cualquier gesto o actitud, aun en su perjuicio,
pudiere significarle responsabilidad jurídica.
No obstante cabe hacer presente que a partir del año 2003 mediante la ley 19.904, el código deja de
indicar que es incapaz el sordo o sordomudo que no se puede dar a entender por escrito, lo que constituía
una grave discriminación para aquellas personas que en tal condición eran capaces de manifestar su
voluntad mediante lenguaje de señas. Es por ello que actualmente el sordo o sordomudo que es capaz de
dar a entender su voluntad claramente, ya sea mediante escrito o por lenguaje de señas, es plenamente
capaz.
Sanción de los actos ejecutados por un incapaz absoluto:
Discusión existe en doctrina, dado que se trata de casos en que no existe voluntad, por lo que para algunos
autores (aquellos que consideran contemplada la teoría de la inexistencia en el código civil) que el acto
jurídico no nace a la vida del derecho por carecer de voluntad. Mientras otros autores (teoría de la
nulidad) indican que se trataría de actos que adolecen de nulidad absoluta pues así lo disponen
expresamente los artículos 1681 y ss.
INCAPACES RELATIVOS:
Son incapaces relativos:
1º Los menores adultos (art. 26). Se trata de aquellos menores de 18 años y mayores de
12 en el caso de la mujer y mayores de 14 en el caso del varón.
Forma en que los menores adultos pueden actuar en la vida jurídica:
- Personalmente, pero debidamente autorizados por sus padres o guardador;
- Debidamente asistidos a través de sus representantes legales;
- Excepcionalmente, por sí solo, sin autorización (arts. 251, 254, 723, 1005). Como lo sería en el
caso de celebración de actos y contratos relativos al peculio profesional del menor, esto es aquel
patrimonio generado por el menor adulto producto del desarrollo de empleos remunerados.
Respecto de dicho peculio y su administración, el menor adulto es visto por el derecho como
plenamente capaz.
Sin embargo existen ciertos actos relativos al peculio profesional en que el menor igualmente
requerirá de cumplir con una formalidad habilitante, se trata pues de actos de disposición
referido a ciertos bienes como lo sería por ejemplo el enajenar o prometer enajenar bienes raíces
del peculio profesional donde requerirá autorización judicial
El código también permite actuar por sí mismo al menor adulto en aquellos actos que no
admiten representación, como lo sería en el acto de reconocimiento de un hijo.
2º Los disipadores que se hallen bajo interdicción de administrar lo suyo.
Los arts. 442 y siguientes reglamentan lo relativo a la curaduría del disipador.
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El código no define lo que ha de entenderse por dilapidación, pero si nos da criterios para su prueba,
indicando que la disipación debe ser reiterada, de manera que se demuestre una falta total de prudencia.
El art. 445, 2º, señala algunos casos de disipación.
Por tanto por disipador entenderemos a aquel individuo desprovisto de facultades de administración, por
orden judicial, por carecer de total prudencia en la administración de su patrimonio.
La interdicción puede ser definitiva o sólo provisoria, mientras se decide la causa (art.
446).
Los decretos de interdicción provisoria o definitiva (al igual que tratándose del
demente), deben inscribirse en el Registro de Interdicciones y Prohibiciones de Enajenar y notificarse al
público por medio de tres avisos. La inscripción y las publicaciones deben reducirse a expresar que
determinado individuo no tiene la libre administración de sus bienes (arts. 447 del CC. y 52 Nº 4 del
Reglamento Conservatorio).
Todos los actos jurídicos realizados por el disipador antes de dictarse el decreto de interdicción,
son válidos. Los realizados con posterioridad, adolecerán de nulidad.
La interdicción del disipador o del demente, debe solicitarse, en forma de juicio, por
determinadas personas, generalmente el cónyuge y ciertos parientes. En todo caso, tratándose de un loco
furioso, cualquiera persona puede solicitar la interdicción (arts. 443 y 459).
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Si la cosa se espera que exista podremos estar en presencia de un contrato aleatorio o bien un
contrato condicional, la mayor diferencia entre ambos es que si es aleatorio y el objeto no llega a
existir el contrato es plenamente valido, y la parte obligada deberá cumplir igualmente con su
obligación pues asumió y contrajo la misma bajo suerte “alea” de que la cosa llegare a existir.
No obstante si el contrato es condicional (que sería la regla general en el evento de que las
partes no estipulen expresamente que es aleatorio) si el objeto no llega a existir se reputa como
fallida la condición por lo que el contrato no existe.
Ejemplo de contrato aleatorio: Pedro compra la cosecha de tomate de fin de año, estipulando
expresamente en el contrato que la compra es realizada aleatoriamente, es decir sea cual sea la
cantidad cosechada Pedro ha de cancelar el precio estipulado en el contrato de compraventa. .
Ejemplo de contrato condicional: en este caso estamos en presencia de una condición
suspensiva, esto es un hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento de un derecho o de
una obligación. Celebrare un contrato de compraventa con Juan sobre un terreno bajo condición
de que este construya una casa en dicho terreno.
2. Debe ser comerciable. Significa que puede ser objeto de una relación jurídica, que puede
radicarse en un patrimonio, que pueda ser susceptible de dominio. No debemos confundir las
cosas comerciables con las cosas enajenables, aunque usualmente las primeras son también de la
segunda clase. Así, una cosa puede ser comerciable pero inalienable, como ocurre con el derecho
de alimentos o el derecho de uso o habitación. Se trata de derechos personalísimos, que se
radican en un patrimonio, y que por lo mismo son comerciables, pero no pueden transferirse.
Son bienes incomerciables para nuestro código civil:
- las cosas comunes a todos los hombres (ejemplo aire)
- los bienes nacionales de uso público (ejemplo plazas)/ en este caso estamos en presencia de
una incomerciabilidad relativa pues excepcionalmente es posible adquirir un bien nacional de
uso público mediante su desafectación (materia a tratar en teoría general de los bienes)
- las cosas consagradas al culto divino.
3. Debe ser determinada o determinable: Las cosas deben estar determinadas a lo menos
en cuanto a su género (art. 1461). En otras palabras, debe tratarse de un género limitado -por
ejemplo, un caballo -, dentro del género ilimitado de los animales.
Además, debe haber una determinación cuantitativa, no obstante, la cantidad puede ser
inicialmente incierta, siempre y cuando en el propio acto jurídico se fijen reglas o datos que permitan
determinarla.
En cuanto a la calidad de la cosa debida, se entenderá, si nada han dicho las partes, que se debe
una cosa de calidad a lo menos mediana: art. 1509.
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No es obligación de los contratantes, por ende, fijar la calidad de la cosa debida, a diferencia de
lo que ocurre con su género y con la cantidad, aunque ésta puede ser determinable.
Requisitos del objeto, cuando recae en un hecho: art. 1461, último inciso.
La prestación del deudor puede consistir también en la ejecución de un hecho o en obligarse a
una determinada abstención. Es decir, puede obligarse a un hecho positivo o negativo. Tal hecho debe
reunir los siguientes requisitos:
1. Debe ser un hecho determinado o determinable: con la única limitante que no puede
quedar entregada su determinación al arbitrio del deudor (ejemplo el art. 1809, el precio no
puede quedar al arbitrio de uno de los contratantes, aunque sí de un tercero). No obstante el
hecho puede ser determinable: art. 1808. Ejemplo de hecho determinable en futuro: contrato a
un cantante de ópera para que el día 15 de diciembre próximo interprete una de las cinco
canciones que en la nomina le presento. D
2. Debe ser un hecho físicamente y moralmente posible. Físicamente imposible es un
hecho que va en contra de las leyes de la naturaleza como por ejemplo contratar con Juan para
que camine sobre el agua, y moralmente imposible cuando el hecho es prohibido por ley o
contrario al orden público o a las buenas costumbres, ejemplo contrato a Juan para asaltar un
banco.
De acuerdo a lo dispuesto en el art. 1445 número 3, el objeto también debe ser lícito. Nuestro
ordenamiento jurídico no define lo que ha de entenderse por objeto ilícito.
Sin embargo Somarriva sostiene que objeto lícito es el que está de acuerdo con la ley, las buenas
costumbres y el orden público.
Nuestro código civil asume un criterio casuístico y enumera casos de objeto ilícito en los
artículos 1462 al artículo 1466 que desde ya advertimos no se trata de una enumeración taxativa.
1º Actos contrarios al Derecho Público chileno: art. 1462. 2°
Pactos sobre sucesión futura. Art. 1463
3° Enajenación de las cosas enumeradas en el artículo 1464. 4°
Condonación anticipada del dolo. Articulo 1465.
5° Articulo 1466 : 1. Deudas contraídas en juegos de azar; 2. Libros cuya circulación se encuentra
prohibida por autoridad competente; 3. Pinturas, estatuas, láminas obscenas o contrarias al orden público,
la moral o las buenas costumbres; 4. Impresos condenados como abusivos en la libertad de prensa; 5.
Genérica: hay objeto ilícito en todo acto o contrato cuya celebración se encuentre prohibida por ley.
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1. Artículo 1462 del C.C.: Actos contrarios al orden público chileno. Al efecto el articulo
indica “Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público chileno. Así la
promesa de someterse en Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas, es nula
por el vicio del objeto”
Igual sanción se consagra a nivel constitucional, en el art. 7º de la Constitución Política, al
establecer que ninguna magistratura, persona o grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a
pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente
se les hayan conferido en virtud de la Constitución o de las leyes.
En relación al ejemplo indicado por el artículo 1462 esto es la promesa de someterse a una
jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas, se ha discutido en la doctrina si es válida o no la
estipulación en virtud de la cual las partes acuerdan someter una controversia a un tribunal extranjero.
A juicio de algunos, dicha estipulación sería ilícita, pues desconocería las normas de jurisdicción y
competencia establecidas en el Código Orgánico de Tribunales, infringiendo por ende, el derecho público
chileno. Para otros, tal estipulación no estaría prohibida por el artículo 1462, porque las jurisdicciones
extranjeras estarían reconocidas por las leyes chilenas, desde el momento que el Código de
Procedimiento Civil contiene normas relativas al cumplimiento de resoluciones dictadas por tribunales
extranjeros.
Cabe advertir que la estipulación en cuestión, es muy frecuente en la práctica y legítima en el
Derecho Internacional Privado (artículo 318 del Código de Bustamente).
En todo caso, es perfectamente válida la cláusula de un contrato en la que las partes acuerdan someter el
conocimiento y fallo de cualquiera dificultad que entre ellas se suscite a un juez árbitro, pues tales jueces
son admitidos por la ley para resolver determinados asuntos, en la medida de que no se trata de materias
en que la ley ha prohibido expresamente el arbitraje como lo sería en materia de alimentos o en general
toda materia de competencia de tribunales de familia.
2º Pactos sobre sucesión futura: art. 1463.
“ El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva, no puede ser objeto
de una donación o contrato, aun cuando intervenga el consentimiento de la misma persona.
Las convenciones entre la persona que debe una legítima y el legitimario, relativas a la
misma legítima o a mejoras, están sujetas a las reglas especiales contenidas en el título De las
asignaciones forzosas”
En términos simples, en vida de una persona, no es posible disponer de los eventuales derechos
que como asignatario puedan corresponder en su herencia, y dicha prohibición se refiere tanto a los actos
jurídicos unilaterales como bilaterales, sin perjuicio que preferentemente alude a estos últimos.
No obstante este articulo tiene una excepción contemplada en el artículo 1204, relativa a la cuarta de
mejoras: la cual consiste en el pacto de no disposición de la cuarta de mejoras,
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esto es cuando el testador promete no donar ni asignar por testamento parte alguna de la cuarta de
mejoras. Es una obligación de abstención, con el objeto preciso e inmediato que ello pueda significar un
incremento de la legítima rigorosa de los legitimarios, y así formar la denominada legitima efectiva.
(materia a tratar en las sesiones referidas a derecho sucesorio)
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prohibitivas sino imperativas de requisito, que permitirían la enajenación bajo la autorización del
juez o bien el consentimiento del acreedor.
Sin embargo respecto de los bienes incomerciables y los derechos personalísimos, esto es
artículo 1464 número 1 y 2, no sería posible su venta dado que se trata de casos en que el
legislador prohíbe la enajenación.
Cabe hacer presente que la doctrina minoritaria (Ducci) ha indicado, siguiendo el principio
básico en materia de interpretación de la ley, esto es “donde no distingue el legislador no le es
licito distinguir al interprete”, que la real finalidad de él Código al enumerar las cosas del
artículo 1464 fue prohibir su enajenación, por lo que de la estricta aplicación del artículo 1810, la
venta de los cuatro numerales adolecería de objeto ilícito.
ENUMERACION DEL ARTÍCULO 1464
1. Enajenación de las cosas incomerciables: art. 1464 número 1.
Según si las cosas pueden o no ser objeto de relaciones jurídicas por los particulares, se
clasifican en comerciables e incomerciables. Bienes comerciables son los que pueden ser objeto de
relaciones jurídicas privadas, de manera que sobre ellos puede recaer un derecho real o puede
constituirse a su respecto un derecho personal. Bienes incomerciables son los que no pueden ser objeto
de relaciones jurídicas por los particulares. No puede existir a su respecto un derecho real ni personal.
Se incluyen en este número las cosas comunes a todos los hombres, como la alta mar y el aire
(art. 585); los bienes nacionales de uso público (art. 589) y las cosas consagradas al culto divino (art.
586). En el primer caso, los bienes son incomerciables en razón de su naturaleza. En el segundo y tercer
caso, se trata de bienes sustraídos del comercio humano para destinarlos a un fin público.
Cabe precisar que no es lo mismo bien incomerciable y bien inalienable. Los primeros no pueden
ser objeto de relaciones jurídicas de derecho privado; los segundos, son cosas que están sujetas
simplemente a una prohibición de ser enajenadas, pero son comerciables, pues no obstante la limitación
apuntada, constituyen el objeto de un derecho privado.
2. Enajenación de los derechos personalísimos: art. 1464 número 2.
Son tales, aquellos que si bien pueden ser objeto de una relación jurídica, pueden radicarse en un
patrimonio, sólo pueden ser ejercidos por su titular, sin posibilidades de ser enajenados por acto entre
vivos y extinguiéndose con la muerte de éste. Los derechos personalísimos se agotan con su primer y
único titular. Los derechos personalísimos, en consecuencia, son comerciables pero inalienables e
intransmisibles.
Son tales, por ejemplo, el derecho de uso o habitación (art. 819); el derecho de alimentos (art.
334); el derecho legal de goce o usufructo legal, que tiene el padre o madre sobre los bienes del hijo no
emancipado (artículo 252).
3. Enajenación de las cosas embargadas por decreto judicial: art. 1464
número 3.
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La palabra embargo se entiende en este numeral en sentido amplio por lo que no solo se refiere a la
institución comprendida por el CPC en el procedimiento ejecutivo, sino también a cualquier medida
judicialmente decretada que tenga por objeto asegurar el resultado de un juicio, como lo serían las
medidas precautorias de prohibición de celebrar actos y contratos, la retención de bienes determinados o
el secuestro.
Por embargo en sentido restringido entenderemos como el mandamiento de aprehensión hecho por
mandato de la justicia sobre bienes del deudor, con el objetivo preciso e inmediato de asegurar el
cumplimiento de una obligación indubitada que consta en un título ejecutivo perfecto, y su entrega a un
depositario.
En este punto, debemos tener presente los arts. 297 y 453 del C. de P.C.
El art. 297 dispone que en el caso de que la prohibición recaiga sobre bienes raíces, deberá inscribirse en
el Registro del respectivo Conservador, y sin este requisito no producirá efecto respecto de terceros.
Cuando la prohibición recaiga sobre bienes muebles, sólo producirá efecto respecto de terceros que
tengan conocimiento de ella al tiempo del contrato que celebren con el propietario de la cosa y que tenga
por objeto la misma; pero no obstante lo anterior, el demandado será en todo caso responsable de fraude,
si ha procedido a sabiendas.
El art. 453 señala por su parte que si el embargo recae sobre bienes raíces o derechos reales
constituidos en ellos, no producirá efecto alguno legal respecto de terceros sino desde la fecha en que se
inscriba en el respectivo registro conservatorio en donde estén situados los inmuebles.
Aplicación tanto en las enajenaciones voluntarias como forzadas: el número 3 del art. 1464
se aplica tanto a las enajenaciones voluntarias como a las forzadas. Este último caso se plantea cuando un
bien ha sido embargado en dos o más juicios. Para proceder a su remate en uno de los tribunales, deberá
requerirse la autorización de los restantes jueces o el consentimiento de los acreedores. Con mayor razón
será necesaria la autorización o el consentimiento cuando la enajenación sea voluntaria, es decir, se
realice fuera de juicio.
Situación de las prohibiciones voluntarias o convencionales: se ha planteado si la prohibición
de enajenar convenida por las partes en un contrato, queda comprendida en el número 3 del art. 1464. En
este caso, se estipula en una convención que el deudor -y propietario del bien- no podrá gravar o
enajenarlo, sin previa autorización del acreedor, concedida usualmente compareciendo en la respectiva
escritura de venta, hipoteca, etc. Se ha concluido que la violación de una cláusula de esta naturaleza no
anula la venta y posterior enajenación, no adolecerán éstas de objeto ilícito. La infracción de la cláusula
sólo hará responsable al transgresor de los perjuicios que ocasionare al acreedor en cuyo favor se estipuló
la prohibición. Se fundamenta la conclusión anterior en el principio de que la facultad de disposición, de
la esencia del dueño, es de orden público; la libre circulación de los bienes no puede limitarse por
convención de las partes. Y si de hecho se limita, tal convención sería inocua, desde el punto de vista de
la validez de los actos jurídicos que celebre el infractor. Por lo demás, se agrega que la nulidad es una
sanción legal, y no una pena estipulada por las
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partes. De tal forma, sólo las prohibiciones legales y judiciales quedan comprendidas en el número 3 del
art. 1464.
Formas de enajenar las cosas embargadas por decreto judicial válidamente:
Del tenor del articulo 1464 número 3, dos son los medios para enajenar válidamente el bien que se
encuentra en la situación descrita:
1. Autorización del juez: debe ser el mismo juez que decretó la prohibición o embargo. Si varios
jueces han decretado embargos o prohibiciones sobre una misma cosa, todos deben autorizar su
enajenación. La autorización debe ser expresa y obviamente anterior a la enajenación.
2. Consentimiento del acreedor: el consentimiento puede ser expreso o tácito. La jurisprudencia ha
señalado que habría consentimiento tácito si quien compra es el propio acreedor que solicitó el
embargo, o si toma conocimiento del remate que se efectuará en otro juicio ejecutivo y no se
opone.
4. Enajenación de especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez
que conoce del litigio: art. 1464 número 4.
Cosas litigiosas son los muebles e inmuebles sobre cuyo dominio discuten en un juicio las partes.
En esta materia, debemos tener presente lo dispuesto en los arts. 296 y 297 del C. de P.C. El inciso 2º del
art. 296 dispone que para que los objetos que son materia del juicio se consideren comprendidos en el
número 4 del art. 1464, será necesario que el tribunal decrete prohibición respecto de ellos. La
prohibición ha de ser la de celebrar actos y contratos sobre el bien en cuestión. No basta entonces con la
sola existencia del litigio.
Considerando a su vez que la jurisprudencia ha extendido el sentido de la expresión
“embargadas” del número 3 del art. 1464 a las prohibiciones judiciales de gravar y enajenar, el número
4 del mismo precepto estaría demás en realidad.
Inaplicabilidad de los números 3 y 4 del artículo 1464, en los juicios especiales de la Ley
General de Bancos: por expreso mandato del artículo 106 de la citada ley, en las enajenaciones que se
efectúen en los aludidos juicios especiales, no tendrá aplicación lo dispuesto en los números 3 y 4 del
artículo 1464 y el juez decretará sin más trámite la cancelación de los embargos u otras prohibiciones que
afecten al predio enajenado, aun cuando hubieren sido decretos por otros tribunales.
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En esta prohibición, deben comprenderse también las apuestas, de acuerdo a lo indicado en el
art. 2259.
No obstante, hay diversos juegos de azar que leyes especiales permiten, fundamentalmente por
razones de beneficencia o interés general.
No debemos confundir los juegos de azar con los llamados juegos de destreza. Esos últimos, en
los que no predomina la suerte, como en los primeros, pueden ser a su vez de destreza corporal y de
destreza intelectual, y son lícitos. Los juegos de destreza corporal dan origen a acciones y excepciones
civiles, es decir, originan obligaciones civiles perfectas. Los juegos de destreza intelectual originarían una
obligación natural, esto es, una obligación que no produce acción para exigir su cumplimiento, pero sí
excepción, es decir, autorizan para retener lo que se ha dado o pagado en razón de ellas (arts. 2263 y
2260, en relación con el art. 1470).
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