Cuatro Tipos de Suelo

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

Cuatro tipos de suelo

El suelo o terreno es el corazón humano. Se mencionan cuatro tipos


diferentes en función de las distintas formas en que la Palabra es
tratada por los que la oyen.

La semilla es la misma en todos los casos y la diferencia en el


rendimiento depende enteramente del tipo de suelo donde es
sembrada.

Una parte de la semilla cayó "junto al camino", en un


terreno tan duro que no podía hundirse en el suelo, de modo
que las aves pudieron comerla sin que hubiera dado señal
alguna de vida. Hace referencia a personas insensibles, que
como el sendero por el que ya han pisado muchos, así
también ellas han rechazado tantas veces la Palabra que al
final sus corazones han quedado endurecidos. También puede
referirse a personas con conciencias bloqueadas por causa del
pecado. Gente que cree que no necesita nada, que se sienten
autosuficientes y se muestran indiferentes a la predicación de
la Palabra porque les parece una cosa ridícula o inútil. En
todos estos casos, Satanás no tiene ninguna dificultad en
quitar la semilla que ha sido sembrada.

"En pedregales" quiere decir más bien en tierra poco


profunda, extendida sobre la roca donde no había humedad ni
nutrientes. Empezó a germinar, pero no pudo echar raíces, y el
sol pronto quemó la pequeña planta. Son una ilustración de
personas que reciben superficialmente la Palabra. Dependen de
sus emociones y sentimientos pero no tienen convicciones
profundas y sinceras. Por eso, al hallarse frente a la oposición o
a la persecución, vuelven al mundo.

En el tercer caso, la semilla "cayó entre espinos" y aunque


la germinación fue perfecta y el crecimiento bueno, las espinas
la oprimieron de tal forma que no llevó fruto. Cuando la semilla
se sembró, el terreno parecía estar bastante limpio, pero allí
estaban las semillas de los espinos que "nacieron juntamente
ella" (Lc 8:7). Es una ilustración de las muchas cosas que tratan
de desplazar a Cristo del lugar supremo que le corresponde y
que ahogan su Palabra. Los intereses y las preocupaciones:
personas ansiosas, nerviosas, siempre en tensión,
constantemente preocupadas por las cosas de la vida: ¿qué
comeremos? ¿qué beberemos? ¿con qué nos vestiremos? Las
riquezas: Personas interesadas por enriquecerse, buscando
entretenimientos y placeres. Notemos que Jesús se refiere a
ellas como "el engaño de las riquezas". Lo que muestra la
naturaleza engañosa de las riquezas, que siempre ofrecen
satisfacer y nunca llegan a cumplir su promesa. El deseo de
otras cosas: Gente inquieta, yendo siempre de un lado a otro,
incapaces de permanecer mucho tiempo en un mismo sitio como
para echar raíces, sin rumbo fijo, de una experiencia a otra.
Mientras que el sol seca rápidamente los tallos tempranos que
surgieron en los pedregales, los espinos ahogan lentamente la
espiga.

En el último caso encontró el terreno bien preparado, y no


sólo germinó sino que creció y dio su fruto plenamente, bien
que con diferencias de rendimiento: "y produjo a treinta, a
sesenta, y a ciento por uno" (Mr 4:8). Se trata de personas que
escuchan la Palabra con un corazón deseoso de conocer y hacer
la voluntad de Dios, y en estas circunstancias, siempre produce
fruto.

Aunque mucho del trabajo parece ser en vano y sin éxito para los ojos
humanos, el Reino de Dios ha de ir adelante conforme a los propósitos
de Dios. Nuestro siglo, al igual que el primero, se caracteriza por
fracasos al igual que por éxitos en la obra cristiana. El que haya
personas que rechazan nuestros esfuerzos por esparcir el Evangelio no
debe frustrarnos a tal grado que nos demos por vencidos. No
olvidemos que el Señor también pasó por lo mismo.

Los enemigos de la Palabra


La parábola nos muestra que Satanás se esfuerza por impedir que la
Palabra arraigue en los corazones.

(Mr 4:15) "... En seguida viene Satanás, y quita la palabra que se


sembró en sus corazones."

También vemos la oposición que el mundo trae constantemente sobre


aquellos que escuchan la Palabra:

(Mr 4:17) "tribulación o la persecución por causa de la Palabra."

Y la propia naturaleza caída del hombre obra en su contra. Este punto


queda manifestado por "los afanes de este siglo, y el engaño de las
riquezas, y las codicias de otras cosas" (Mr 4:19).
La importancia del fruto
La manifestación de la vida auténtica se ve por el fruto. Aquellos que
afirman haber recibido la Palabra de Dios, deben comenzar
inmediatamente a producir el fruto del Espíritu de Dios, es decir,
"amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza" (Ga 5:22-23). Jesús dijo que "por sus frutos los
conoceréis" (Mt 7:15-20).

Si no hay fruto, tampoco podemos afirmar que haya nueva vida. Esta
es la clave para entender la parábola. La meta es dar fruto. Puesto
que las semillas sembradas entre pedregales y espinos no llegaron a
dar fruto, no podemos identificar estos casos como auténticos
creyentes. Todos hemos oído de muchas profesiones de salvación que
son muy dudosas o claramente falsas.

La parábola nos enseña también que existen diferencias aun entre


aquellos cuya vida es espiritualmente fructífera.

(Mr 4:20) "Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los
que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a
ciento por uno."

No todos los cristianos experimentan el mismo grado de fructificación,


porque tampoco todos los cristianos son igualmente fieles, leales,
valientes, humildes, consagrados... al Señor.

La importancia de la perseverancia
La perseverancia es junto con el fruto la otra marca del cristiano
verdadero. Aquellos que cuando viene la aflicción o la persecución se
apartan, nunca llegan a producir fruto, que como acabamos de ver, es
la evidencia de haber recibido correctamente la Palabra. En la
parábola del sembrador tal como aparece en el evangelio de Lucas,
dice:

(Lc 8:15) "Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con
corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con
perseverancia."

También podría gustarte