Sembradores

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DISCIPULADO NIVEL IV

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Índice
Introducción

Lección 1 Elaboremos un plan

Lección 2 ¿Por qué no hay más cristianos testificando?

Lección 3 ¿Quieres dar en el blanco?

Lección 4 Cómo comenzar a evangelizar

Lección 5 Cómo compartir tu testimonio

Lección 6 Comprometámonos

Lección 7 Venciendo el temor a fracasar

Lección 8 Esperemos recompensas

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Lección 1 “Elaboremos un plan”
(Por Jean-Baptiste Sawadogo ICI)

Si quisiéramos edificar una casa, ¿Cuál sería el primer paso a dar? Antes de iniciar el
trabajo, debemos contar con un proyecto. Tenemos que decidir cuántas habitaciones
queremos y dónde pondremos las puertas y las ventanas. Necesitamos un plano para
dirigirnos en la construcción. De hacerlo así, tendremos excelentes resultados.

Leemos en el Antiguo Testamento que Dios ordenó a su pueblo que construyera un


lugar donde habría de adorarlo. Le entregó un plano. Llegó al extremo de decirles siete
veces que se ajustaran a dicho plano estrictamente y al pie de la letra. Le obedecieron, la
obra se hizo a entera satisfacción, y Dios se mostró conforme y agradado.

Si queremos ganar almas para Jesucristo, tenemos que ajustarnos a un plan, a un


proyecto, a un modelo. Dios nos ha dado un plan de acción. Figura en su Palabra:
Observamos dicho plan en la vida y en el ministerio de Jesucristo y en los ejemplos de
los primeros cristianos. A medida que vayamos aprendiendo del plan de Dios, podremos
aplicar el mismo en nuestro propio ministerio de esparcir las buenas nuevas de
Jesucristo. Esto es Evangelismo Personal.

En esta lección estudiaremos…


El plan de Dios
La vida de Cristo
Ejemplos de los primitivos cristianos

Esta lección nos ayudará a…


 Entender la verdadera naturaleza del plan de Dios para el evangelismo personal.
 Aplicar en nuestra vida de todos los días el ejemplo de Cristo y el de los
principales cristianos.

EL PLAN DE DIOS
“Explicaremos cuál es el plan de Dios para el evangelismo personal”

¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué Dios decidió crear
el universo, el cielo y la tierra, las estrellas, los mares, las
montañas, los valles y, por supuesto, al hombre? Mucha gente
se formula esta pregunta. La respuesta es bien simple. Dios

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tiene un propósito, un plan para todas las cosas. Nada fue creado sin un propósito.

Desde el comienzo, aun antes de la creación del hombre, el propósito de Dios fue
compartir con el hombre todo lo que tiene y todo lo que él es. Y justamente, el
verdadero plan, el verdadero enfoque para el evangelismo personal ¡es compartir lo que
tenemos!

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Génesis 1:26). Dios
compartió con el hombre la propia esencia de su ser, su propia naturaleza. Muy buena
noticia resulta ser el que Dios compartiera a Él mismo con el hombre. Y al compartir
con el hombre su propia naturaleza, Dios le entregó todo lo que había creado. Más
adelante, en el hermosísimo Huerto del Edén, Dios bajó y caminó lado a lado con ese
hombre, Adán, de la misma manera que un padre camina con su hijo. Conversaron
largamente. Existía entre ambos un perfecto entendimiento. ¡Cuánto quisiera yo ser un
gran artista! Pero aunque lo fuera, me resultaría imposible pasar al lienzo la hermosura
inenarrable de aquel huerto.

Una de las realidades más asombrosas es que el compartimiento


del amor de Dios no se redujo solamente a Adán. Cuando el
hombre pecó, Dios se entristeció, pero su actitud no cambió.
Volvió otra vez y compartió con el hombre buenas nuevas de la
venida del Salvador. En Génesis 3:15 leemos el primer anuncio de estas buenas nuevas.
Dios le habla a la serpiente, Satanás, y le dice: “La simiente suya… te herirá en la
cabeza.” Hablaba de su Hijo, Jesucristo. Decía que “la serpiente, Satanás, aplastó a
Adán cuando lo tentó para pecar. Pero enviaré a Jesucristo, mi Hijo, para aplastar a
Satanás.”

El amor compartido de Dios no conoce límites. En Juan 3:16 leemos: “De tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” Este bien conocido versículo constituye el
meollo del plan de Dios para el evangelismo personal. Su amor es un amor personal, un
amor gratuito y compartido para todos, incluido cada uno de nosotros.

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Encierra en un círculo la letra que corresponda a nuestra elección.

1 Dios manifestó su plan de evangelismo personal por


a) caminar con Adán
b) poner a Adán en un hermoso huerto
c) compartir su propia naturaleza con Adán

2 Cuando Adán pecó, Dios continuó manifestando su amor hacia los hombres por
a) entregarnos a su Hijo Jesús
b) castigar a la serpiente
c) estar triste

3 ¿Por qué quiso Dios hacer partícipes de sí mismo y de la persona de su Hijo a


todos los hombres y mujeres?

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LA VIDA DE CRISTO
“Señalaremos qué nos dijo Jesús sobre el plan de Dios para el evangelismo personal”

El hombre pecó. Y como resultado de ese pecado se instalaron en el mundo la


enfermedad, la tristeza, las guerras, aún la muerte. Y si bien es cierto que Dios dejaría
de caminar con el hombre como solía hacerlo, contaba con un plan que le permitiría
compartir su amor con los hombres. Y ese plan era enviarnos a Jesús.

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Hablando de su propia tarea y de su misión, Jesús dijo:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas
a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar
libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a
predicar el año agradable del Señor.” (Lucas 4:18-19)

Jesús nos enseñó, por su propio ejemplo, el modelo del evangelismo personal. No hizo
distinción alguna entre las personas: Recibía a hombres instruidos, como a Nicodemo y
a eruditos griegos; visitaba a pecadores en su casa y almorzaba con ellos; los leprosos
recurrían a él y él los curaba. Hasta los endemoniados se allegaban a su persona y él los
liberaba. Cuando necesitaba descansar, en vez de hacerlo, se ocupaba de los niños.
Soldados y viudas buscaban su ayuda y él los ayudaba. ¿Quién jamás se atreverá a decir
que se mostró indiferente a cuantos se allegaron a él en busca
de ayuda?

Cristo estaba dispuesto a todo tipo de sacrificios para llevar a


cabo el plan de su Padre. Dejó su hogar en el cielo, su trono,
su gloria, para venir a nosotros. Nació en un pesebre porque a
quienes vino a ayudar no lo recibieron. Pero su máximo
sacrificio fue cuando voluntariamente entregó su vida en la
cruz. Entonces fue que exclamó Jesús: “Consumado es” (Juan
19:30) Fue un grito de satisfacción. Había hecho su obra. Quedaba para siempre claro el
modelo de evangelismo personal, es decir, el dar a conocer las buenas nuevas.

Efectivamente, Cristo probó la muerte para que nosotros pudiéramos vivir. Pagó nuestra
deuda a Dios. Cristo, Señor de señores y Rey de reyes, caminó en esta tierra como un
siervo, sin tener dónde reclinar su cabeza. Y lo hizo porque nos amaba. ¿Hay, por
ventura, mejores nuevas que estas? Claro está que no las hay.

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4 A continuación algunas afirmaciones relativas a Jesús. Encerremos en un círculo
las letras que tienen las respuestas correctas.
a) Fue enviado por Dios
b) Se interesaba por la gente
c) No ayudó a todos los que se acercaron a él
d) Su poder era limitado
e) Su meta era hacer la voluntad de Dios
f) Estaba dispuesto a sacrificarse

5 ¿Por qué Jesús atendió a toda persona sin importar horarios o su propio
cansancio?

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Cristo te
ama

EJEMPLO DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS


“Explicaremos por qué podemos tomar como ejemplo a los cristianos
de la iglesia primitiva para esparcir las buenas nuevas sobre Cristo”

Cristo vino, como ya hemos visto, para hablarnos de Dios y de su amor.


Hombres verdaderamente malvados lo clavaron en una cruz. Pero no
permaneció en la tumba. Volvió a la vida, se levantó de la tumba y está
sentado ahora a la diestra de su Padre en el cielo. Pero gracias sean dadas a Dios, que su
plan para hacer conocer las buenas nuevas a los hombres no se detuvo con Cristo. Cristo
entregó el plan a sus apóstoles y discípulos. Les dio claras instrucciones: “Id por todo el
mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15)

Y esta orden dada por Cristo no es solamente para ser obedecida por un seleccionado
grupo de personas, tales como los apóstoles, los evangelistas, los diáconos, los pastores
o los maestros. La orden es para todos nosotros.

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¿Pero cómo envió Jesús a sus discípulos? Bueno, en la oración elevada a su Padre,
Cristo dijo: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan
17:18). ¿Y cómo envió Dios a Jesús? Lo envió con una misión. Lo envió con poder y
con autoridad. Lo envió a todas las gentes. Lo envió no para condenar, no para juzgar,
sino para liberar a la gente. Y ésta es la misión que Jesús nos ha ordenado ejecutar. Es
como si hubiera dicho: “Padre, así como me enviaste a mí, envíalos a ellos. Guárdalos
como me guardaste a mí. Escúchalos como me escuchaste a mí. No te apartes de su
lado, así como tampoco te apartaste de mi lado.” ¡Qué maravilloso es saber que somos
los mensajeros de Dios!

Miremos a Pedro, con los ojos de nuestra imaginación,


cuando predicó sobre este mismo Jesús en el día de
Pentecostés. El relato de lo ocurrido figura en Hechos 2:14-
39. Imaginémoslo de pie frente a la multitud, hablando de
Cristo a los demás. Oigámosle hablar delante de los jueces. Casi podemos oírlo cuando
dice: “¿Cómo no habré de compartir con otros lo que yo he visto y oído con mis
propios ojos y oídos?”

Sigámosle ahora a la casa de Cornelio, el oficial romano, hombre que buscaba a Dios.
Nuevamente lo vemos testificando sobre Cristo. (Ver Hechos 10:34-43).

El libro Hechos de los Apóstoles nos relata muchísimos detalles sobre el apóstol Pablo
y sus viajes. Acompañemos a Pablo en sus viajes y escuchemos lo que dijo. No hablaba
de otro que no fuera Cristo, Cristo crucificado. El ferviente anhelo del apóstol fue
siempre el ganar almas para Cristo y compartir con otros su experiencia personal
cristiana.

Pablo estaba dispuesto a sufrir con tal de difundir estas


buenas nuevas. Fue echado en la cárcel, fue golpeado,
encadenado, pasó hambre, soledad y fue olvidado y
abandonado por sus colaboradores. Nada de ello impidió que
compartiera con otros las buenas nuevas. Si no podía hablar,
entonces escribía su mensaje, o le pedía a alguien que se lo
escribiera. Y esto lo hizo hasta el día en que pudo decir: “Yo
ya estoy para ser sacrificado. He acabado la carrera.” (ver 2ª Timoteo 4:6-7)

En África, en tiempos pasados, cuando un cazador mataba un elefante, retornaba


corriendo a su casa y anunciaba a todos la buena noticia. Cuando los americanos
pusieron pie por primera vez en la luna, esta buena noticia fue difundida por radio, por
televisión, por los diarios, por todos los medios de información masiva, al mundo
entero. Es parte de la naturaleza del hombre compartir las buenas noticias con los
demás.

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Y nosotros, que tenemos noticias mucho más importantes, ¿no
debemos anunciarlas a los cuatro vientos?
Cuando Jesús se reveló a sí mismo a la mujer samaritana, ella, al igual
que el cazador africano, corrió a donde estaban los suyos. Les refirió
todo lo que Jesús hizo en su vida. (Ver Juan 4:5-29)

6 ¿Qué tenían en común el apóstol Pedro, el apóstol Pablo y la mujer samaritana?


a) Eran personas educadas
b) Querían anunciar a Cristo con los demás
c) Querían que la gente los respetara

7 ¿Por qué los cristianos de la iglesia primitiva tenían tanta urgencia en compartir
con los demás las buenas nuevas de Cristo?

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8 A continuación hay un gráfico para explicar cómo y por qué Dios envió a Jesús a
la tierra. Bajo el encabezamiento: Los discípulos fueron enviados, pongamos una X en
los espacios en blanco, si fueron enviados de la misma manera por Jesús. Luego
pongamos una X en los espacios en blanco que indican cómo y por qué somos enviados
nosotros.
Jesús fue enviado Los discípulos Nosotros somos
fueron enviados enviados
 Con una misión ………………… …………………
 Con poder ………………… …………………
 Para sufrir ……………….... …………………
 A toda la gente
 A libertar a la gente ………………… …………………
 A difundir las
Buenas nuevas ………………… …………………
 Para ser un ejemplo
Del amor de Dios ………………… …………………

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Por sus testimonios y su predicación, los primeros cristianos pudieron difundir las
buenas nuevas sobre Jesús en Jerusalén, en Judea, en Samaria y en todo el Imperio
Romano. Los creyentes iban por todas partes. Predicaban y compartían con los demás
su experiencia cristiana. Fueron en realidad los incrédulos los que les dieron el apelativo
de cristianos, cuando los vieron hablar, vivir y actuar como Cristo. La palabra cristiano
significa “iguales a Cristo” o “seguidores de Cristo.”

Aquellos primeros cristianos sentían un amor tan grande por los demás, y estaban tan
agradecidos por lo que él había hecho por ellos, que no podían dejar de hablar sobre las
buenas nuevas. Queremos compartir con otros lo que Cristo hizo por nosotros, por
idénticas razones: porque lo amamos, y queremos que otros disfruten de su amor.

¿Ahora qué hacemos? Ya hemos


visto que el plan de Dios consistió
en enviar a Jesucristo y una vez
Jesús muriera y resucitara,
enviarnos a notros a continuar
predicando. Vale, este es el plan de
Dios para cada cristiano. Pero
¿Cómo lo hago?

Lo primero que debemos hacer para comenzar a trabajar es identificar las herramientas
con las que contamos ¿Tienes herramientas? ¿Sabes cuáles son? Echemos un vistazo y
veamos cuál son las más efectivas. Acompáñame a la siguiente lección.

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Lección 2 ¿Por qué no hay más cristianos
testificando? (por Bill Bright)
“Yo no acostumbro publicar mi religión a diestra y siniestra. Mi religión es algo
personal y privado, y no quiero hablar más sobre el asunto.”

Este era uno de los más importantes estadistas cristianos de los Estados Unidos y recién
había compartido con él un plan para evangelizar al mundo. Mientras hablábamos de la
posibilidad de incluir mil líderes cristianos en este esfuerzo, su
declaración anterior me sorprendió.
“¿Usted es cristiano, no es así?” Le pregunté.
“Si”, me respondió. “Pero no soy un fanático religioso”.

He escuchado este argumento lógico muchísimas veces, y me causa dolor cada vez que
lo escucho. Me causó dolor ese día que escuché a este distinguido caballero dando
excusas para disculpar su pasividad.

Procedí suavemente: “¿Alguna vez ha pensado que a Jesucristo le costó su vida para
que usted pueda ahora decir que es cristiano?”
Se quedó pensativo por un momento, pero no me respondió. “Además, a los discípulos
les costó sus vidas”, continué. “Millones de cristianos a través de los siglos han
sufrido, y muchos murieron como mártires para hacerle llegar a usted el mensaje del
amor y perdón de Dios. ¿Cree usted ahora que s fe en Cristo es personal y privada y
que no debe hablar de ella?”
“No, mi amigo”, suspiró el hombre. “Estoy equivocado. Dígame qué puedo hacer para
arreglar el asunto”.

Sin darse cuenta este líder cristiano había caído en uno de los engaños favoritos de
Satanás: que la fe de una persona es un asunto privado, algo de lo cual no se habla.
Como resultado, su testimonio de Cristo era casi nulo. Había tenido en su poder la más
grande noticia jamás anunciada, pero hasta ese momento había rechazado compartirla.
Como un ministerio que se especializa en ayudar a capacitar laicos en evangelismo
efectivo, hemos realizado extensos estudios sobre por qué los cristianos no comparten
su fe de manera más permanente. Hemos descubierto que, aunque algunos creen como
mi amigo que “la religión deber ser personal y privada,” la mayoría de los cristianos sí
reconocen el imperativo bíblico de dar testimonio personal. Sin embargo, permiten que
tres barreras típicas les estorben para testificar de Cristo sin temor.

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BARRERA 1: LETARGO ESPIRITUAL

Si no está emocionado acerca de alguna cosa, lo más seguro es que no le contaría a


muchas personas acerca de ello. Encontramos que en las vidas de muchos cristianos la
emoción del caminar cristiano ha sido diluido por las distracciones diarias, la búsqueda
de lo material y el pecado sin confesar. Al igual que los creyentes de la iglesia de Éfeso,
estos hombres y mujeres, “han dejado su primer amor.”

Hace algunos años, después de una de mis conferencias sobre el


Señorío de Cristo, un joven y brillante educador vino a verme. Sus
credenciales eran impresionantes: tenía un doctorado, una carrera de
mucho éxito y posibilidades de triunfos aún mayores. Sin embargo
algo le molestaba.

“Recibí a Cristo hace varios años cuando era un jovencito,” comenzó. “A través de
los años, poco a poco fui volviendo a tomar el control de mi vida. Aún sigo activo en mi
iglesia, pero con vergüenza confieso que he estado más interesado en promover mi
propio negocio y posición social que en servir al Señor y en
conocerle más. He comprometido mis valores profesionales y los
de la empresa, y no siempre he sido ético y honrado en mis tratos
con los demás. Dios me ha mostrado… que he malgastado
muchos años viviendo egoístamente sólo para mis propios
intereses. Ahora quiero ayudar a alcanzar el mundo para
Cristo.”

Oramos juntos y nos regocijamos en su nuevo compromiso. Hasta


ese momento había estado viviendo en un letargo espiritual: centrado en sí mismo,
carnal, y sin ningún deseo de buscar a otros para compartirles el amor de Cristo. Sin
embargo, después de su re dedicación, se convirtió en un testigo seguro y efectivo.

Si se ha sentido espiritualmente seco o derrotado, es posible que haya perdido su


“primer amor” (su devoción y obediencia total a Jesucristo). Tal vez ha permitido que el
acelerado trajín de la vida le haya hecho dejar de tener tiempos especiales para orar y
meditar en la Palabra de Dios. Tal vez ha dejado que el persuasivo mensaje de la
sociedad de humanismo y auto gratificación le haya llevado en una búsqueda de la
“buena vida”… alejado de la mejor vida. Tal vez estas y otras ofensas contra Dios se
han convertido en pecados inconfesos.

En el Salmo 66:18 leemos: “Si en mi corazón hubiese mirado a la iniquidad, el Señor no


me habría escuchado.” El pecado inconfeso hace un corto circuito en nuestra comunión
con Dios y nos convierte en aquel tipo de cristianos que Pablo describe en 1ª Corintios
3:1-3 “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como
a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no

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erais capaces, no sois capaces todavía porque aun sois carnales; pues habiendo entre
vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?”

El cristiano carnal descrito por Pablo no siente la obligación de compartir de Cristo


porque toda su atención está enfocada en sí mismo en lugar de los demás. Ha permitido
que el amor por las cosas, el amor por las diversiones y por el pecado inconfeso quiten
sus ojos de Cristo. Ha dejado su primer amor.
Si estos síntomas describen su vida espiritual, usted puede restaurar su primer amor, su
intimidad y gozo en el Salvador, tomando dos importantes pasos.

1. Asegúrese que no hay pecado inconfeso en su vida.


2. Asegúrese de estar controlado por el Espíritu de Dios.

1 ¿Es nuestra fe un asunto privado?


a) Por supuesto y no debemos ir por ahí publicándolo
b) Claro que no, debemos hacerlo público siempre que tengamos oportunidad
c) Eso depende de cada persona
d) Cristo murió por todos, así que deberíamos atrevernos a predicar

2 ¿Cuál es la primera barrera que hemos mencionado para testificar?


a) La vergüenza
b) El miedo
c) El letargo espiritual

BARRERA 2: CREER LAS MENTIRAS DEL ENEMIGO


“Porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,” nos dice Efesios 6.
Definitivamente que se está peleando una batalla espiritual. La Biblia dice que Dios
“nos ha librado de la potestad de las tinieblas”. Todos los cristianos una vez fueron
miembros de ese reino, y todos los no-creyentes están allí por decisión propia, por

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ignorancia o por falta de conocimiento y Satanás hace todo lo que puede para retenerlos
bajo su control.

Así que cuando se sienta que Dios le guía a que le


hable a alguien de Jesús, los agentes de Satanás
comienzan a trabajar. Hasta escuchará algunas
“líneas” muy lógicas de parte suya, están
diseñadas para hacerle pensar dos veces, dar la
vuelta y abandonar sus intenciones. “No te metas
en lo que no te importa, no tienes derecho a imponerle tus ideas a los demás.” Cuando
escuche esta línea, pregúntese a sí mismo, “¿Dónde estaría yo hoy día, si la persona que
me presentó a Cristo no se hubiera metido en mis cosas?”

Cuando compartimos a Cristo con un suave espíritu de amor, no estamos “imponiendo”


nuestras ideas sobre nadie. Hablamos con amor y delicadeza; la persona está en libertad
de escuchar, cambiar el tema o apartarse. ¿Cómo pudiera podido yo “imponer” mis
ideas sobre el enorme soldado de más de 2 metros sentado a la par mía en el autobús
hace algunos años? Soy relativamente bajo de estatura, pero sirvo a un gran Dios quien
me estaba dirigiendo a que compartiera el evangelio con este hombre fornido y de rostro
amenazador, quien literalmente era un gigante a la par mía en
ese asiento del autobús.
Me contó que apenas había salido de la prisión militar por
haber golpeado a su comandante. Mientras más platicábamos,
más me daba cuenta de que tenía hambre del Señor. Cuando le
conté que Dios lo amaba tanto que había enviado a su Hijo a
morir por él, comenzó a llorar. “Mi madre y mi esposa son cristianas,” me dijo entre
sollozos. “Por años han estado tratando que me haga cristiano.” Entonces este
soldado, duro como el acero, me dijo algo que nunca podré olvidar: “no recuerdo la
última noche que no mojé mi almohada con lágrimas porque tengo miedo de morir sin
Dios.”

“Ofenderás a esa persona. Mejor no le digas nada.” Si alguien


que usted conoce estuviera a punto de morir de cáncer y usted
conociera la medicina para el cáncer, ¿evitaría contarle acerca de
la medicina por temor a ofenderle? Por supuesto que no. Con
mucho gusto compartiría la buena nueva que el cáncer puede ser
sanado. ¿Por qué debemos sentirnos con menos entusiasmo al compartir sobre la mejor
medicina para la peor enfermedad?

“Pensará que es un fanático.” Puede que sí, pero también puede ser la persona a quien
Dios ha preparado especialmente para usted ese día. No todos aceptarán el evangelio,
aun Jesús encontró hombres y mujeres que rechazaron su mensaje. Nuestro trabajo no es
convertir, sino obedecer.

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“Esta persona me dirá que no y me sentiré avergonzado.” Muchas veces los cristianos
somos culpables de presentar el evangelio con una actitud que dice: “¿Verdad que usted
no quiere recibir el regalo más grande disponible a la humanidad?” No nos damos
cuenta cuántas personas están listas para aceptar a Cristo, si tan sólo alguien les
mostrara como hacerlo. Nuestra filosofía de testificar no debería ser, “estoy seguro que
no aceptará a Cristo,” sino “¿quién le podría decir no a Jesucristo?” Siempre pensemos
en una respuesta positiva.

Estábamos cenando juntos una noche en México cuando el jefe de camareros vino a
preguntar sobre la comida. Arturo, con una sonrisa en los labios le dijo: “Estamos
disfrutando todo. Ahora me gustaría hacerle una pregunta: ¿Es usted cristiano?” El jefe
de los camareros sacudió su cabeza diciendo: “No, no los soy”. “¿Le gustaría serlo?”
“Sí, si me gustaría”. “Déjeme explicarle como puede usted llegar a ser cristiano,” le
ofreció Arturo. Llevó a este hombre al Señor allí mismo en nuestra
mesa. El camarero estaba muy emocionado acerca de su nueva
relación con Jesucristo. Debido a que Arturo siempre presuponía una
respuesta positiva, no dudaba en testificar de Cristo en cada
oportunidad.

3 Mencione algunas otras barreras que pueden obstaculizar que prediquemos el


evangelio:
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4 ¿Qué ocurre en el mundo espiritual cuando nos proponemos predicar?

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BARRERA 3: FALTA DE CONOCIMIENTO
Como resultado de miles de encuestas hemos encontrado que la gran mayoría de
cristianos hoy día no sólo creen que deben compartir su fe; realmente desean compartir
su fe. Muchos cristianos escuchan mensajes tras mensajes desde el púlpito sobre la
necesidad de “llevar a Cristo a las calles y a las oficinas” pero no reciben la capacitación
práctica que calme sus temores y les ayude a testificar con efectividad. El resultado es
un sentido de culpabilidad: saben que deben hacerlo, pero dudan porque no saben cómo
hacerlo. Me animo cuando ve más y más pastores proveyendo capacitación a los
miembros de sus iglesias. Para ser un testigo eficaz no necesitas un titulo de un
seminario o un sinfín de ejercicios que cubran cada eventualidad posible. Tan sólo
necesitas aprender algunos métodos como los que se están impartiendo en este curso.
Este libro puede ser su manual de capacitación para ayudarle a desarrollar el
conocimiento práctico, el “como hacerlo” para compartir su fe con confianza.

5 ¿Cuáles son algunas de las mentiras que Satanás suele susurrar a nuestra mente
para que no prediquemos?
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6 ¿Cuáles son algunas de las razones por las cuales usted ha dudado en testificar
de Cristo a otros en el pasado?
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7 ¿Ha permitido que el letargo, las diversiones, el materialismo o el pecado le


roben la emoción de testificar de Cristo? ¿En qué maneras?
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Lección 3 “¿Quieres acertar en el blanco?”
(Ontheredbox)

Comencemos con una definición:

Dar en el blanco significa: “acertar, alcanzar el objetivo, lograr”.

En el ejército nos enseñaban a disparar y había dos modalidades


diferentes: a ráfaga (cinco balas por cada disparo) o tiro a tiro.
Solían ponernos unas dianas a unos cien metros y debíamos dar el máximo de balas
en el centro que era la puntuación más alta.

Cuando nos hacían disparar a ráfaga y salían varias balas a la vez era más difícil dar
en el blanco, el centro de la diana. Al comprobar las dianas, algunas de mis balas
habían acabado en la diana de mi compañero de al lado o viceversa.
Uno creía que al disparar más balas, tenía más oportunidad de dar el blanco.

Pero al disparar una a una encontrábamos los beneficios. Con cada disparo, podías
apuntar al blanco y tomarte tu tiempo para disparar. Cuando tenías el blanco
visualizado, apretabas el gatillo y así bala tras bala. Al comprobar la diana, los
resultados eran mejores.

Es interesante que la misma ilustración la podemos


aplicar a la práctica del evangelismo. Tenemos un sinfín
de métodos para evangelizar y a veces creemos que si los
utilizamos todos de una vez (a ráfaga) alguno dará en el
blanco. Pero como en la práctica del tiro, apuntar
adecuadamente, sin prisas, calculando la distancia, las
posibilidades y las circunstancias adversas puede resultar
más efectivo.

Para acertar bien en el blanco, lo primero es saber


“donde está el blanco”. ¿Cuál es el centro de
la diana? ¿Dónde debemos apuntar para ser
efectivos en el evangelismo?

¿Dice algo la Biblia al respecto?


Afortunadamente sí. La Biblia nos muestra
nos blancos diferentes donde sin duda alguna
acertarás y tendrás éxito en el evangelismo.

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DOS BLANCOS EN EL CORAZÓN DEL HOMBRE
El corazón es el órgano principal del aparato circulatorio. Es un órgano musculoso y
cónico situado en la cavidad torácica. Funciona como una bomba, impulsando la
sangre a todo el cuerpo. Su tamaño es un poco mayor que el puño de su portador.

Pero no sólo nos referimos al corazón como algo meramente


físico, sino también a la parte de las emociones, los
sentimientos y para los hebreos era mucho más. El corazón era
el centro de todo su ser. La mente, el alma formaban parte de
la palabra corazón.

Al entrar en discusiones sobre asuntos religiosos y tratar


simplemente de responder a preguntas que las personas nos hacen, sólo estamos
volcando información a su mente. Información que chocará con la información que la
otra persona tiene. Conocimiento que se verá obstaculizado por argumentos, barreras,
ideologías, mentiras, falsas doctrinas que por años se han estado sembrando en la mente
de las personas (Ver 2ª Corintios 10:3-5) Podríamos utilizar todos los versículos de
memoria que sabemos y no estaríamos dando en el blanco, no estaríamos siendo
efectivos. Necesitamos apuntar al corazón.

¿No sería estupendo para un tirador encontrarse con una diana con dos blancos?
Seguramente le sería más fácil acertar. Es maravilloso saber que el corazón del hombre
es una diana con dos blancos donde podemos apuntar. Pero, ¿Cuáles son esos blancos?

Cada persona es diferente, pero todas tienen dos cosas en común. Ya sean personas de
una tribu que nunca han oído el evangelio y nunca han visto la civilización o personas
civilizadas con una educación teológica. Todas tienen en común dos cosas que podemos
utilizar para acertar en nuestra tarea de predicar. Veamos la primera.

Aún cuando el hombre no lo puede entender, Dios ha puesto eternidad en su corazón.


Eclesiastés 3:11 “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el
corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios
desde el principio hasta el fin.” En lo más profundo de su ser, las personas saben que
cuando mueran, no va a ser el final. Todos tenemos gran curiosidad por saber sobre las
experiencias después de la muerte. ¿Qué es esa luz al final del túnel? La gente trata de
explicarlo con ideas como la reencarnación u otras teorías.
Todas las grandes religiones creen en la vida después de la
muerte. Incluso la mayor parte de los ateos comienzan a dudar
comienzan a dudar de sus creencias cuando se enfrentan a la
muerte.

Entonces ¿De qué manera puede ayudarme esto en el

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evangelismo? Es sencillo. Apunta al corazón. Saca el tema de la eternidad, la vida
después de la muerte, el juicio, el cielo… y verás como sucede algo asombroso.

¿Funciona? ¡Siempre! Una vez que has logrado romper el hielo y te encuentras
hablando con alguien, procede de la siguiente manera:

Tu: ¿Te puedo hacer una pregunta? Sólo quería saber tu opinión.
Él: Si, claro.
Tú: ¿Crees que mucha gente irá al cielo o solamente unos pocos?
Él: Ah, pues no sé, seguramente muchos.

Detengamos la conversación por un instante. Acabas de dar en la diana. En unos pocos


segundos, has conseguido hablar sobre un tema muy importante: la eternidad. No has
condenado a nadie, no estás predicando, sencillamente estás pidiendo una opinión, y
normalmente, todo el mundo está dispuesto a dar su opinión. Tu finalidad ahora no es la
de discutir con ellos si dan una respuesta incorrecta. Lo más probable es que no den la
respuesta correcta. Lo verdaderamente importante es que ELLOS sean de los que un día
vayan al cielo.

Retomemos la conversación:
Él: Ah, pues no sé, seguramente muchos.
Tú: ¿Y por qué?
Él: Bien, pues si Dios es amor, entonces el permitirá que
casi todo el mundo entre…

Siguiente pregunta:
Tú: ¿Y tú piensas que serás una de esas personas que Dios recibirá en el cielo?

Que las flechas sigan apuntando al centro de la diana. La eternidad resuena fuerte en sus
corazones. Nueve personas de cada diez responderán…

Él: Sí, yo creo que Él me recibirá.


Tú: ¿Y por qué piensas eso?
Él: Pues, porque soy una buena persona, es decir, yo nunca he matado a nadie ni nada
por el estilo.

El 99% dirá que irá al cielo porque son buenos. Entonces ¿tú qué haces? Está claro que
tienes ventaja. Tienes la sartén por el mango ¿Citarás las Escrituras para decirles que no
hay ningún justo, que todos son pecadores y que la
salvación no se obtiene por obras? Es bien cierto que
eso es lo que podrías hacer. Sin embargo, hay una
manera mejor. Sigue apuntando con las flechas en el
corazón. Ya tienes la flecha de la eternidad hincada en
su corazón. Ahora es el momento de sacar tu segunda
flecha y apuntar al centro de la diana.

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1 ¿Cuál es el objetivo de todo tirador?
a) Dar en la diana
b) Dar en el blanco
c) Agujerear la diana al máximo

2 Para tener éxito al evangelizar debemos hablar sobre


a) Las diferencias entre nuestras religiones
b) Mencionar todos los versículos que sepamos de memoria
c) Tratar de convencer a la persona para que entren en razón
d) Hablarles sobre la eternidad

3 ¿Qué temas envuelven la eternidad? (mencione al menos tres)

…………………………………………………………………………………………….

Romanos 2:14-15 dice “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por
naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,
mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y
acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,”

La segunda cosa escrita en nuestro corazón es la Ley de Dios, lo que a menudo se


conoce como los Diez Mandamientos. Estos se manifiestan en nuestra conciencia. Se
trata de saber la diferencia entre el bien y el mal. No necesitas una Biblia para saber que
acostarte con la mujer del vecino está mal. No necesitas una lista de mandamientos para
saber que mentir, robar y engañar está mal. No necesitas ir a la iglesia para saber que es
correcto honrar a tus padres. Es parte del equipamiento que todos recibimos al nacer.

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Volviendo a la conversación anterior:
Él: Pues, porque soy una buena persona, es decir, yo nunca he matado a nadie ni nada
por el estilo.
Tú: No me cabe duda de que eres una buena persona, especialmente si te compararas
con alguna de las personas que pasan por aquí. Pero si te compararas con los requisitos
de Dios para poder entrar en el cielo, me pregunto si en ese caso serías lo
suficientemente bueno.
Él: Como he dicho antes, yo no he matado a nadie.
Tú: Está bien. Yo tampoco he matado a nadie. ¿Sabes que Jesús enseño que si alguien
tiene odio en su corazón hacia alguien, es culpable de asesinato? ¿Nunca has albergado
odio hacia alguna persona?
Él: Pues sí.
Tú: ¿Qué tal si te compararas con el noveno mandamiento? No mentirás ¿Has mentido
alguna vez?

Tienes que continuar disparando las flechas de la Ley. No has de condenar a nadie. Es la
Ley la que se ocupa de eso. Cuando saques a relucir los mandamientos, verás como la
conciencia se siente atacada y como la convicción llena su corazón. No tienen ninguna
excusa y son culpables delante de ellos mismos, delante de ti, y delante de Dios.

Tú: Voy a hacerte otra pregunta. Cuando mueras y te presentes


delante de Dios y Él comience a juzgarte de acuerdo a sus
Mandamientos ¿Tú serás inocente o culpable?
Él: Imagino que culpable.
Tú: ¿Qué es lo que Dios hace con los que son declarados culpables?
Él: Me imagino que los envía al infierno.
Tú: Así es, ¿no te preocupa eso?

Si esa persona está bajo convicción y ve el peligro que corre de ser condenada en el Día
del Juicio, entonces dale la solución.

Tú: Mira, supongamos que estás delante de Dios, y que después de sacar su ley, tú eres
declarado CULPABLE. Entonces, en ese mismo instante, un hombre entra y pregunta
qué está ocurriendo. De repente esa persona se dirige a Dios y ofrece tomar sobre él el
castigo que tú mereces, de manera que sea condenada en tu lugar para que tú entres
libremente al cielo. ¿Qué dirías en tal caso?
Él: No creo que alguien pudiera hacer algo así por mí.
Tú: Pues hay alguien que ya lo ha hecho. Se llama Jesucristo. Esa es
la razón por la que vino hace 2000 años. Por eso murió y por eso
resucitó. Como ves, Él es el único que puede aplacar la ira de Dios
contra tu pecado. Él dice que si tú confiesas tu pecado, Él te
perdonará. Si te apartas de tus malos caminos, Él está dispuesto a
hacer borrón y cuenta nueva. Y no sólo eso, sino que también te dará vida eterna.

Si después de compartir la Ley no parece que a él le importe mucho, entonces explícale


en qué consiste el infierno y dale algo por lo que pueda preocuparse.

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Recuerda: Que tus flechas siempre apunten a la ETERNIDAD y la LEY en sus
corazones. Muchos intentarán desviarse y hacer que hables sobre cosas inútiles. Tú
debes controlar la conversación.
Cuando aprendes esta verdad sobre las dos cosas escritas en el
corazón, el evangelismo se convierte en algo placentero al ver como
el Espíritu Santo trae convicción y luz a sus oscuros corazones.

4 Lo que tratamos de conseguir es


a) Condenar a la persona
b) Demostrar que tenemos razón y ellos están equivocados
c) Que la misma Ley acompañada de su conciencia le juzgue

5 ¿Dónde está registrados los 10 mandamientos?

…………………………………………………………………………………………….

6 ¿Puedes mencionar al menos cinco de los Diez Mandamientos?

…………………………………………………………………………………………….

…………………………………………………………………………………………….

Antes de finalizar el estudio de “Sembradores” deberás haberte aprendido los 10


Mandamientos de memoria y en orden para poder finalizar con éxito. Mucho ánimo.

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Lección 4 “Cómo comenzar a evangelizar”
“Es verdad que (muchos) están orando por un avivamiento a escala mundial. Pero
sería más oportuno y más bíblico que la oración se elevara al Señor de la mies, para
que levante y envíe obreros que prediquen sin miedo y llenos de fe aquellas verdades
con el potencial de traer un avivamiento.” A.W. PINK

“Antes de predicar amor, misericordia y gracia, yo debo predicar pecado, Ley y juicio”
John Wesley

¿Te has encontrado alguna vez que no sabes cómo comenzar una conversación con
alguien con el propósito de predicarle el evangelio? ¿Le predico directamente? ¿Le digo
que es un pecador? ¿Le digo sin pensármelo que cuando muera irá al infierno? ¿O
simplemente le digo que Jesús le ama? Pero, ¿Cómo va a responder? ¿Saldrá corriendo?
¿Me ignorará? ¿Se enfadará?

Veamos algunos principios bíblicos que Jesús mismo usó que


nos podrán ayudar para realizar nuestra principal tarea, la de
evangelizar. Con estos métodos basados en la Palabra, le
aseguro que evangelizar, se tornará más fácil y cómodo para
usted. ¿Quiere comenzar?

¿Cómo apelar a la conciencia del pecador y hablar con


alguien que no cree en el infierno?

Juan 4:7-26 nos da el ejemplo del Maestro en cuanto a compartir nuestra fe. Vamos a
llamar a esto el Principio I.C.C.R de evangelismo (Identificar, Crear, Convencer,
Revelar)

IDENTIFICAR
Identificar: Jesús comenzó en la esfera natural (v.7)
Imaginemos que somos Jesús. Estamos parados esperando a la primera
persona que venga para hablarle del Evangelio. Por ahí viene. Las
manos comienzan a sudar, el corazón a palpitar más fuerte, la mente se
llena de ideas, pero ¿Qué hace Jesús?

Esta mujer no estaba regenerada, y la Biblia nos dice que “el hombre
natural no recibe las cosas que son del Espíritu de Dios” (1ª Corintios
2:14) ¿Entendemos que significa este versículo? Debemos entenderlo porque así nos
evitaremos muchos rechazos.

Si la Biblia dice que el hombre natural (el inconverso) no entiende las cosas que son del
Espíritu, es que realmente es así. No las entiende. No entiende que Dios pueda amarle,

23
no entiende que es pecador, no entiende por qué tiene que ser juzgado y mucho menos
condenado. No entiende por qué necesita a Jesús para salvarse o creer en la Biblia. Así
que no comencemos por ahí. Hay que Identificar.

Jesús le habló de algo con lo que ella se podía


identificar, el agua.
* Juan 4:7 “Vino una mujer de Samaria a sacar agua;
y Jesús le dijo: Dame de beber.”
Haberle pedido cambio de 100 euros no hubiera tenido
sentido para la mujer. Hablarle de futbol tampoco. Jesús
vio que esta mujer venía con un cántaro para recoger
agua así que utilizó como anzuelo el agua.
Para poder ser un buen pescador hay que observar muy bien a las personas. Su ropa,
cualquier distintivo que muestre alguna de sus aficiones o su trabajo. Cuando lo hayas
identificado, háblale de ello como si te interesase, verás el resultado.

CREAR
Crear: Jesús cambió la conversación al ámbito espiritual (v.10). Él simplemente aludió
a las cosas de Dios. Esto va a entrañar algo de valentía.

Una vez que ya has entrado en conversación y has conseguido que la persona te escuche
atentamente sobre el tema que a él o ella le interesa, busca cómo pasar al ámbito
espiritual sin dejar el anzuelo original. Recuerda, el de Jesús fue el agua.

* Juan 4:10 “Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que
te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.”

Jesús ya no estaba hablando del agua natural, ahora había pasado al siguiente plano. El
agua espiritual, el Agua de Vida. Es como hablarle a un panadero
del Pan de Vida, o como hablarle a un frutero del Fruto del
Espíritu.

Una buena forma de hacerlo es usando estas preguntas:

¿Le puedo hacer una pregunta? Si como no.


Aquí en Cuenca, ¿Cree que la mayoría irá al cielo o al infierno?
No sé, creo que al cielo la mayoría.
¿Por qué? Que se yo, porque Dios es amor.
¿Y tú? ¿Al cielo o al infierno? Al cielo, creo.
¿Por qué? Porque soy una buena persona.

Esta es la frase clave que te dará acceso a usar la ley: “Soy una buena persona”

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CONVENCER
Convencer: Jesús trajo convicción usando la Ley de Dios (vv. 16-18). Jesús habló
amablemente a su conciencia aludiendo el hecho de que había transgredido el Séptimo
Mandamiento. El usó la Ley para traer conocimiento de pecado.

* Juan 4:16-18 “Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y
dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco
maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.”

Aquí hay algunos versículos que hablan del uso de la Ley.

Romanos 3:19-20
Romanos 2:15
Lucas 18:18-21
Mateo 5:27-28
1ª Juan 3:15

Aquí es cuando comenzamos a usar la Ley de Dios, pero ¿Cómo lo haces? Con tan sólo
cinco preguntas. Comencemos con la primera:

¿ERES UNA BUENA PERSONA?


Esto revelará si la persona es soberbia o humilde (recuerda nuestro principio). Si dice
que no (lo que es muy poco probable), examínala para saber qué quiere decir con eso.
Es muy posible que sólo esté jugando o que se sienta mal por haber hecho algo malo
que desilusionó a otra persona (pero no a Dios). A menos que diga “He pecado contra
Dios” (Salmo 51), no es humilde. Muchos tienen remordimientos por errores que han
cometido y están sufriendo las consecuencias, pero no se han arrepentido delante de
Dios.

Puedes esperar que la mayoría te diga: “Soy una muy buena persona”. Eso es el orgullo,
la soberbia y la auto-justificación revelándose. Ahora estás listo para usar la Ley para
hacerla humilde. Así que, sigue con la segunda pregunta.

Si la persona se considera una buena persona, pregúntale con quién se está comparando
para considerarse buena persona. Entonces sugiérele que se compare a la Ley de Dios,
los Diez Mandamientos.

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¿CREES QUE HAS GUARDADO LOS DIEZ
MANDAMIENTOS?
Algunos dirán que sí y otros que no. Cualquiera que sea la respuesta, tú debes decirle a
la persona: “Consideremos algunos de ellos y veamos. ¿Alguna vez has mentido?”

Comenzamos por este mandamiento porque es más probable que todos se sientan
identificados ¿Quién no ha mentido alguna vez?

Algunos dirán que sí, que han mentido. Otros tratarán de justificarse a sí mismos
diciendo que sólo eran “mentiritas piadosas”. Aun otros tratarán de negarlo totalmente.
En el último caso, amablemente presiona: “¿Quieres decir que nunca has dicho una
mentira para engañarle a nadie… en toda tu vida?” Quizá te dirá: “Bueno, tal vez
cuando era niño”.

Bueno, a Dios no se le olvidan los pecados de nuestro pasado y también la Biblia dice
que, “...todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre...”
(Apoc 21.8).

Nota: La gente no se enoja sino que se pone seria.


Puede ser que te diga, “Yo no creo en la Biblia”.
En este caso, dile, “Yo sé que no la crees”, y sigue
testificándole. (¡Por supuesto no cree en la Biblia;
es por esto que tú estás testificándole!) Si discute
(y puede ser que lo haga) acerca de la Biblia,
simplemente dile, “Yo sé que no la crees. Sólo
estoy compartiendo contigo lo que la Biblia dice,
sigamos”.

Debes mencionar por lo menos tres o cuatro


mandamientos hasta que la persona reconozca que
ha fallado a la Ley de Dios. Después de exponerle cada mandamiento y que la persona
haya reconocido su falta, debes preguntarle ¿Culpable o inocente ante este
mandamiento? Para que sea la persona misma la que lo declare, eso le ayudará a
entender su situación delante de Dios.

He aquí la conversación podría ir en una de las direcciones siguientes:


1. La persona puede decir abiertamente: “Yo no creo en el infierno.”
2. La persona podría decir que es culpable, pero que irá al cielo.
3. La persona pudiera admitir que es culpable y por lo tanto que va a ir al infierno

Es hora de pasar a la tercera pregunta…

26
¿SERÁS HALLADO CULPABLE O INOCENTE?
Puedes decir algo así: “La Biblia dice que un día de estos vas a morir y serás juzgado
por el Señor (Hebreos 9.27). En aquel tiempo, Él te juzgará por cada pensamiento,
palabra y hecho (Romanos 2). En aquel día, ¿serás hallado inocente o culpable delante
de Dios?”

Si la persona no ha empezado a dudar, incomodarse o burlarse, lo hará ahora porque ya


percibe hacia dónde quieres ir. La mayoría dirá “inocente”, pero necesita confesar su
culpa. Aquí está cómo puedes ayudarle a alguien hacer esto.

La persona dirá algo como: “Pero, yo soy una buena persona”. Tú le contestas: “Acabas
de confesar que has violado Sus mandamientos. ¿Serás inocente o culpable?”

Muchos tienden a sostener su propia bondad: “Pero no he hecho esas cosas desde hace
tiempo”. Contestas: “Intenta eso en una corte de justicia. ‘Juez, sé que soy culpable
pero eso fue hace años.’ A él no le importará. Un buen juez te castigará sin importar
cuánto tiempo ha pasado. Castigan a los criminales de guerra por delitos que cometieron
hace décadas. Dios no olvida nuestros pecados y el tiempo no los perdona. Entonces,
¿inocente o culpable?”

Si todavía proclama su inocencia, intenta esto: “Digamos que


colocamos en tu cerebro un chip de alta tecnología que graba
cada uno de tus pensamientos, palabras y hechos. Digamos
que te lo grabamos todo por un mes. Luego, llamamos a tus
amigos y a tu familia, y les proyectamos en una gran pantalla
lo que ese chip grabó. Eso es exactamente lo que Dios va a
hacer con toda tu vida. Todos tus pensamientos van a ser
revelados ante Él. Estás en graves problemas.”

Ahora, si alguien está realmente molesto y retador, eso puede


ser muy bueno porque quizá sea una indicación de que la persona está asustada.
(Piénsalo así: Lanza una piedra hacia un grupo de perros y el que ladra más duro es al
que pegaste.) Lo ideal es que la persona te confiese su culpabilidad, pero si simplemente
no se rinde, en algún momento tendrás que decirle, “Oye, estás dando vueltas sobre lo
mismo, y si escucharas la voz de tu conciencia y fueras honesto, sabrías que eres
culpable ante Dios. Además, esto es lo que la Biblia dice y si te llamas inocente estás
llamando mentiroso a Dios”.

No pases a la cuarta pregunta hasta que la persona confiese su culpabilidad (o, como en
el caso peor, que tú la confiesas por ella). De todos modos, cuando el asunto de la
culpabilidad ya está establecido, sigue con la cuarta pregunta.

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¿IRÁS AL CIELO O AL INFIERNO?
“Si eres culpable ante Dios, ¿debería Él mandarte al cielo o al infierno?” Con esta
pregunta, ¡que los juegos empiecen! Algunos dirán que al infierno, pero la mayoría dirá
que al cielo. Entonces, obtendrás las mismas excusas que en el paso tres, o de repente
descubrirás que la persona conoce más de lo que ha revelado hasta ahora. La siguiente
es una típica conversación.

“Voy a ir al cielo.”
“¿De verdad? ¿Por qué?”
“Porque Dios perdona.”
“¿Y cómo funciona eso?”

(Aquí es donde las cosas pueden nublarse mucho si no estás totalmente concentrado.
Casi todos han escuchado que Dios los ama o que Dios los perdonará, pero no tienen
ninguna idea de cómo recibir ese perdón. De nuevo, cuando estás testificando a alguien
que asiste a una iglesia, necesitas concentrarte bien, ya que son de los más duros a que
vas a testificar. Han sido inmunizados al pecado. La “gracia” que han recibido les ha
reducido su capacidad de reconocer su pecado.)

“Dios es perdonador.”

“Entonces, ¿me estás diciendo que Dios simplemente va a permitir que cada violador,
asesino, mentiroso y fornicario entre en el cielo porque Él es perdonador?”

“Hay que pedirle perdón.”

“Entonces, ¿Si simplemente digo lo siento y pido perdón a Dios, Él va a decir, ay, no te
preocupes, no me importa que me hayas ofendido con tus pensamientos, palabras y
hechos? ¿Qué estaba Yo pensando? Disculpa. ¡Entra en el cielo! ¡Jamás! Eso no
funcionaría con un juez aquí en la tierra y no funcionará con Dios. Deberías entenderlo.
Haz violado la Ley de Dios y la Justicia tiene que ser satisfecha.”

Lo que tratamos de hacer entender a la persona es que no basta con pedir perdón, hay
que pagar por el daño, por el pecado, por la culpa. Hay que hacerle ver que ha fallado a
la ley de Dios y alguien tiene que pagar sí o sí.

Cuando la persona ha entendido su culpa y que merece ir


al infierno, entonces está preparada para la siguiente
pregunta:

28
¿TE PREOCUPA IR AL INFIERNO?
Tienes que hacerle esta pregunta. Esto revelará si la persona tiene interés en oír las
Buenas Nuevas del evangelio o no. Si un hombre o una mujer no se preocupan por el
hecho de que va a ir al infierno, no tendrá ningún interés en las Buenas Nuevas. Aun
más que esto, es muy posible que se mofe de las Buenas Nuevas. Se reirá de la solución
porque no cree que tenga un problema.

Si la persona no muestra ninguna preocupación por su


destino eterno, entonces no sigas perdiendo el tiempo.
Con mucha educación le agradeces el tiempo prestado
y le dices lo siguiente: “Ya hice lo que debía hacer,
advertirle. Ahora le toca a usted recibirlo o
rechazarlo.”

No dediques más tiempo en alguien que no quiere oír, hay más personas que requieren
de tu tiempo y del mensaje que tienes para comunicar. No le vas a comunicar sobre el
amor de Jesús a alguien que no cree que lo necesite. Jesús vino a perdonar pecados, pero
estos necesitan ser confesados primeramente.

Si por el contrario, la persona muestra preocupación por su destino, si ha entendido que


alguien tiene que pagar por su culpa, entonces es el momento de explicarle el plan de
salvación.
Aquí es donde entra el último punto que Jesús utilizó con la samaritana:

REVELAR
Revelar: Jesús se reveló él mismo a ella (v.26). Una vez que la Ley ha sacado a la luz el
pecado de la persona y le ha hecho entender su culpa, ésta ya está preparada para la
gracia.
Les has comunicado la MALA NOTICIA: Su pecado, su culpa y que Dios lo juzgará
cuando muera y tendrá que pagar por todos sus pecados.

Ahora le comunicas la BUENA NOTICIA: ¿Qué dirías si


alguien entrara donde el juez, tomara tu lista de pecados y uno
por uno se hiciera cargo de ellos ofreciéndose a morir en tu
lugar dejándote a ti libre? (Dejas que la persona responda y
continúas). Pues eso es exactamente lo que Jesús hizo al morir
en la cruz. Pagó, canceló tu deuda. Pero para poder obtener este
beneficio necesitas pedir perdón a Dios y pedir a Jesús que
entre en tu vida como Único Salvador. ¿Quieres hacerlo?

Si la persona está dispuesta es bueno que le guíes a hablar con Dios. Pero antes de que
le hagas repetir una oración, dile que con sus propias palabras le pida perdón a Dios.
Que sea algo de corazón. Después puedes invitarle mediante una oración a recibir a
Jesús.

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1 La forma más adecuada de comenzar a evangelizar es:
a) Entrar directamente diciéndole que irá al infierno
b) Comenzar hablándole de Jesús
c) Empezar hablando de algo con lo que se pueda sentir identificado

2 ¿Cuáles son las cinco preguntas antes de llevar a una persona a la ley?
1. ¿Puedo hacerle una ………………………?

2. En Cuenca, ¿Cree que muchos irán al ……………………………………?

3. ¿P…………?

4. ¿Y tú? ¿Al ………………………………?

5. ¿……………qué?

3 ¿Por qué es importante comenzar exponiéndole la ley de Dios?

…………………………………………………………………………………………….

…………………………………………………………………………………………….

4 ¿Qué dice Romanos 2:12? Porque todos los que sin ………..han pencado, sin
………también perecerán; y todos los que bajo la ……….han pecado, por la ……….
serán juzgados.

5 Explica la Buena Noticia que una vez que la persona haya reconocido su
culpabilidad:

…………………………………………………………………………………………….

…………………………………………………………………………………………….

…………………………………………………………………………………………….

30
Lección 5 “Cómo compartir tu testimonio”
(Ontheredbox)
Lo que a continuación vamos a hacer es aprender como compartir nuestro testimonio ya
sea en público o a alguna persona que Dios ponga en nuestro camino.

¿Qué es el testimonio? (Dejar que los alumnos respondan)


Es contar brevemente la forma en que nos dimos cuenta de nuestro
pecado y entendimos nuestra necesidad de Dios y de un Salvador. Es
contar los pasos que dimos para entregar nuestra vida a Jesús y
porqué lo hicimos.

Al dar nuestro testimonio tenemos que tener en cuenta primeramente los errores que
podemos cometer:
Primer error: Una de las cosas que más he escuchado en los testimonios de cristianos
es el tiempo que dedican a explicar su vieja vida. Evite entrar en detalles de lo que hacía
antes de conocer a Cristo.
He visto a muchos contar su historia y parecen hasta orgullosos de lo que hacían. Lo
recuerdan como algo gracioso y hasta parece que añoran esas experiencias.
Aquí es donde tenemos que tener cuidado. Para muchas
personas, sus pecados forman parte de la vida normal.
Sencillamente, no lo ven como pecado sino como un estilo de
vida. Así que si menciona como era antes de conocer a Cristo
sea muy concreto y no sonría cuando lo esté mencionando.

Si por ejemplo fue toxicómano, no tiene que contar cada


delito, cada vez que estuvo a punto de morir o cada vez que
estuvo en la cárcel. Basta con decir algo como: “Hace 20
años me encontraba atado a las drogas y le aseguro que fue
el peor tiempo de mi vida.”
Puede usar una o dos frases para dirigirse a su pasado. No
intente impresionar a nadie con vieja vida. Dios no estaba
orgulloso de ti cuando eras así.
Segundo error: Otro error muy común lo cometemos a la hora de explicar cómo
conocimos a Dios. Usamos palabras que para nosotros son comunes como: “cuando me
convertí; conocí a Dios; Dios me sacó del mundo, etc.”
Estas palabras pueden ser muy familiares para nosotros pero recuerda lo que dice
1ª Corintios 2:14 “Pero el hombre natural no percibe las
cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura, y no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente.” Decirle a una persona que te convertiste,
puede hacer que se pregunte “¿En qué te convertiste?” O
decir que Dios te sacó de este mundo hará que la persona
crea que has sido abducido por algún extraterrestre o algo
similar. Así que mucho cuidado con nuestra jerga evangélica.

31
Tercer error: El siguiente error es quizás el más común de todos ya que nos solemos
limitar a contar como Dios nos sacó de aquí o de allá, pero no hablamos sobre el
verdadero problema que teníamos: Nuestro pecado.
Este tipo de evangelismo ha conseguido dar la idea equivocada
que si no tienes problemas con las drogas, si no tienes problemas
financieros, si no estás enfermo o tienen algún otro problema
similar, Dios no es para ti. Mucha gente ha afirmado que no
necesita a Dios porque lo tiene todo, o quizás por no encontrarse
en una situación de verdadera crisis. Los responsables de esto
somos nosotros, los que contamos la historia. Debemos usar una o
dos frases como decíamos antes, para contar en qué estábamos
liados antes de conocer a Cristo, pero no debe ser nuestro punto de atención. El
principal problema que debemos mostrar es el que teníamos con nuestros pecados.

1 ¿Cuáles son los tres errores más comunes que cometemos a la hora de dar
nuestro testimonio personal?

1…………………………………………………………………………………………...

2…………………………………………………………………………………………...

3…………………………………………………………………………………………...

2 Verdadero o Falso
…. Contamos nuestro testimonio para que la gente se de cuenta de que Dios puede
sacarnos de cualquier problema.

…. Contamos nuestro testimonio para que la gente sepa que Dios puede perdonar
pecados y librarnos de la condenación.

Una vez hemos conocido los errores más comunes que solemos cometer a la hora de dar
nuestro testimonio, pasemos ahora a saber cómo lo vamos a desarrollar, qué vamos a
decir y qué palabras vamos a escoger.

32
COMENZANDO

Cuando le pides a alguien de tu iglesia que de su testimonio en la iglesia o en alguna


campaña pública, la reacción suele ser: “¿Quién yo? ¿Por qué?”
¿Qué nos indica esto? Que la gente no está preparada para dar su testimonio. De hecho,
ni piensan en ello. Es como si no formase parte de ellos. En realidad no se trata de
poder, sino de deber.

El apóstol Pedro en su primera carta dice lo siguiente: “Estad siempre preparados para
responder a cualquiera que os pida razón de la esperanza que tenéis,” (1ª Pedro 3:15).

Vivimos día a día como si no se tratase de nosotros. Como si dar nuestro testimonio no
fuese parte de nuestro llamado. ¡¡Hermanos!! Somos testigos de Cristo el 100% de
nuestro tiempo. Tenemos que estar como dice el apóstol Pedro siempre preparados,
siempre sabiendo lo que vamos a decir y como lo vamos a comunicar. ¿Temor? Es
posible, ¿Vergüenza? Quizás, pero aún así debemos escoger si vamos a obedecer o no.

Comencemos…

1. Tu tiempo
Siempre que vamos a dar nuestro testimonio debemos pensar en que no es nuestro
momento de gloria, no se trata de nosotros, sino de las personas que nos estén
escuchando. Lo que queremos es eso, que nos escuchen, por eso, estructura tu tiempo.
¿Cuál es el tiempo adecuado para dar tu testimonio? Dos minutos. Difícilmente
podremos hacer que la gente se detenga más tiempo para escucharnos, por esa razón si
queremos que oigan la historia entera, debemos ser precisos.

Dos minutos te dan la oportunidad de dar tu testimonio en el autobús, en una parada de


bus o de metro. En la sala de espera de un centro sanitario, o incluso en la cola del cine
o de una tienda.
Para poder centrar nuestro testimonio en dos minutos tenemos que evadir los detalles y
centrarnos en lo más importante.

2. Tu lenguaje
Como decíamos antes en los tres errores, tenemos que evitar frases como “su sangre me
limpió; yo vivía en pecado o cosas similares. Debemos saber que queremos comunicar y
qué palabras utilizar. No es cuestión de improvisar, sino de estar preparados. Pongamos
un ejemplo. Si vamos a decir que Dios nos sacó del alcohol, podríamos decir algo
como: “Lo único que controlaba mi vida era el alcohol, pero me di cuenta de que eso
no sólo me estaba destruyendo sino que ofendía a Dios.”
Con estas palabras estamos intentamos que la gente nos entienda y al mismo tiempo
entienda porqué es malo el alcohol o embriagarse: porque nos destruye y porque
desagrada a Dios (pecado). No utilizamos la palabra pecado, pero si usamos palabras
concretas: drogas, mentiras, fornicación, idolatría, etc.

Debemos usar una o dos frases para hablar sobre cualquier atadura o vicio en el que
vivíamos por si alguien puede sentirse identificado, pero sobre todo debemos recalcar la

33
importancia de lo que ese pecado le hacía sentir a Dios. Por ejemplo: “Hubo un tiempo
en el que yo no podía dejar de mentir, intentaba arreglarlo todo con mentiras. Eso me
causó muchos problemas en mi familia, amigos, pero sobre todo, entendí cuanto
disgustaba a Dios, entendí que estaba ofendiendo a Dios.”

3. El cuerpo
Ahora hay que darle cuerpo al testimonio.
* Introducción: Para ello comenzamos con una introducción donde podemos
mencionar:
- Nuestro nombre
- De dónde venimos
- Que vinimos a hacer aquí
- Cuánto tiempo llevamos aquí.
Todo esto en una frase: Hola me llamo Fernando, soy de Argentina, llevo aquí cinco
años y vine a estudiar.
* Desarrollo: Aquí es dónde comenzamos a contar nuestra historia: Al venir a España
comencé a conocer gente y poco a poco fui involucrándome en sus actividades en las
cuales incluía tomar drogas blandas. Fue así como acabé enredándome en esta
adicción.
Es importante mencionar nuestros pecados con acciones específicas y no usar tan sólo la
palabra pecado.
Es importante hacer notar que estábamos fallando a Dios o a sus leyes: Consumir
drogas me llevó a mentir (No mentirás); me hizo estar más rebelde ante mis padres
(Honrarás a tu padre y madre) y así sucesivamente.
Es importante recalcar nuestro principal problema: la condenación. “Ser un adicto a las
mentiras, a la bebida; estar siempre chillando a mis padres, etc., fue una experiencia
fatal que jamás quisiera repetir, pero lo peor fue cuando de di cuenta de que con estas
cosas estaba fallando a la Ley de Dios y que cuando muriera iría de manera justa al
infierno.”
* Explicando nuestro encuentro con Cristo: Para explicar esto podemos usar las
siguientes pautas:
- Donde: Fue mientras me encontraba en Roma. O fue en Cuenca; fue en una iglesia
evangélica, etc.
- Cuando: Hace cinco años; hace un mes; etc.
- Cómo: Mientras paseaba con mis amigos unos chicos me pararon y me hablaron; me
invitaron a una reunión; mientras veía la tele cambié de canal y comencé a ver un
programa cristiano, etc.
- Que pasó: Comencé escuchar lo que me estaban diciendo. De repente era como si esas
palabras fuesen sólo para mí. Me di cuenta de que había una Ley escrita por Dios y que
estaba incumpliéndola. Eso me hizo ver que no era tan bueno para entrar al cielo. Por un
lado estaba desesperado por salir de mi adicción y por otro lado comencé a darme
cuenta que debía ponerme a cuentas con Dios.
Aquí entra también cual fue el siguiente paso para aceptar a Cristo. Al darme cuenta de
que no era lo suficiente bueno para entrar al cielo y de que mi vida se me estaba
escapando con los vicios, pregunté que debía hacer y me dijeron que debí:
Arrepentirme, pedir perdón y entregar mi vida a Cristo. Es importante mencionar estos
tres últimos pasos.
- Exhortación: Es necesario que finalicemos con una exhortación o invitación dirigida
a la gente: Si en esta tarde te sientes identificado, si crees que estás perdiendo tu vida
en cosas que sabes que no están bien y que sobre todo sabes que a Dios no le agradan y

34
quieres recibir un cambio en tu vida, quieres recibir a Cristo en tu vida como lo hice
yo, te invito a hablar conmigo en este momento.

3 Contar el testimonio es algo


a) Opcional, cuando nos sintamos con valentía
b) Es un mandato
c) Para los que tienen el llamado evangelístico
d) Es para cada persona que ha tenido un encuentro con Cristo

4 ¿Cuándo debemos estar preparados para dar nuestro testimonio a alguien?

…………………………………………………………………………………….

5 ¿Qué dice 1ª Pedro 3:15?

Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén ……………….. preparados

para responder a ………….. el que les pida razón de la …………………. que hay en

ustedes.

OTRAS FORMAS
Además del testimonio tal como lo hemos presentado anteriormente, también podemos
usar otros ejemplos más sencillos según sea nuestra historia o según sea el tipo de
público que nos esté escuchando:

- Antes y después: Aquí podemos mencionar cómo estábamos antes de conocer a


Cristo, cómo éramos, nuestros pecados, malos hábitos, emociones, etc.
Después podemos mencionar que ocurrió cuando aceptemos a Cristo en nuestra vida, el
cambio que produjo, los beneficios.

- ¿Porqué amo a Cristo? Es otro formato de testimonio. Este consiste en responde a


esta pregunta. En esta tarde quiero explicarle porqué yo, un chico de 20 años, en el
siglo 21 amo a Cristo. Podemos mencionar que nos llevó a conocerle, el cambio que
produjo en nosotros, los pecados de los que nos libró, etc.

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Lección 6 “Comprometámonos”
(Jean-Baptiste Sawadogo ICI)
Un proverbio africano dice: “Una mano sola jamás construirá una casa.”
Un proverbio francés dice: “La unión hace la fuerza.”
Un proverbio inglés dice: “Dos cabezas piensan más que una.”
La Biblia dice: “Cordón de tres dobleces no se rompe pronto.” (Ec. 4:12)

Estos proverbios son correctos. Para edificar una casa hacen falta muchas manos. El
albañil de por sí solo no puede hacer toda la tarea.
Cristo dijo: “Edificaré mi iglesia.” Pero nos ha llamado para trabajar con él en esta
formidable tarea. Cada uno de nosotros tiene que cumplir una parte de la obra.

Veremos ahora que tenemos que comprometernos personalmente. ¡Porque Cristo, en su


gran tarea, tiene un trabajo que solamente nosotros lo podemos hacer!

En esta lección aprenderemos a….

- Ser obedientes
- Ser como la sal
- Ser responsables
- Comprometernos

SER OBEDIENTES
“Explicaremos la importancia de la obediencia en el testimonio personal”

En una ceremonia de bodas, Jesús transformó el agua en vino. El consejo que María, la
madre de Jesús les dio a los servidores, debe ser el lema de todo creyente: “Haced todo
lo que os dijere” (Juan 2:5).

A no ser que haya obediencia, no podrá haber implicación personal ni éxito en el


evangelismo personal. Es verdad que se nos ha ordenado ir a todo el mundo; orden que
Cristo nos ha dado. ¿Cuál será nuestra respuesta?

¿Por qué se retiró Felipe de un gran avivamiento en Samaria para dirigirse a un


desolado desierto? Lo hizo así porque el Señor se lo había ordenado. ¿Por qué Abraham
tomó a su hijo unigénito, a quien tanto amaba, y se lo ofreció a los propósitos de Dios?
En aquel momento puede ser que él no haya entendido las razones que movieron a Dios.
Pero de todas formas obedeció, pues Dios se lo había ordenado (Gn. 22:9-10).

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A lo largo de los siglos mucha gente sufrió por haber obedecido a Cristo. Algunos
escogieron la muerte antes que negar a Cristo. Su regla y meta fue la total obediencia a
Dios.

La Biblia nos compara con soldados (2ª Timoteo2:3). Cristo es nuestro


Capitán. Como soldados de Cristo le debemos total obediencia a nuestro
Jefe. Si un soldado no obedece a su oficial, se perderá la batalla. ¡La
obediencia es la clave de la victoria de un ejército!

1 ¿Cuál debe ser la regla de oro de todo creyente que practica el evangelismo
personal?
a) Hacer lo que parezca más razonable
b) Hacer lo que Cristo nos dice que hagamos
c) Hacer lo que alcance al mayor número posible de personas

2 El creyente es como un soldado cuando practica:


a) Obediencia total
b) Obediencia a las cosas que entiende
c) Diversas formas para evitar el sufrimiento

3 ¿Qué podemos esperar cuando somos obedientes?

……………………………………………………………………………….

SER COMO LA SAL


“Explicaremos las diversas formas en que la naturaleza de un cristiano es como la
sal.”

Antes de poder hacer realmente algo para Cristo, tenemos que ser lo que Él quiere que
seamos. Habremos de ser testigos. El testimonio no se reduce solamente a hacer, sino
mucho más aún, ser. El hecho de testificar no es solamente nuestra tarea obligatoria,
¡sino que es parte de nuestra propia naturaleza! Por eso fue que Jesús les dijo a sus
discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mateo 5:13).

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¿Por qué nos comparó Jesús con la sal? Como bien sabemos, la sal se utiliza con
muchísimos propósitos. Veremos algunas de las ocasiones en que se utiliza la sal en
África.
* La sal une a la gente: En el Alto Volta, África, la sal se
utiliza para unir a dos personas, a dos familias y aún a
dos tribus. Antes de contraer matrimonio un joven,
entrega un simbólico obsequio de sal a los padres de la
novia. De esta forma queda formalizada y sellada su
unión. De la misma manera, Jesús nos hizo sal, para que
podamos unir a la gente con Dios.

* La sal crea amistad: La sal fue uno de los primeros obsequios que llevaron los
exploradores blancos para ganarse la amistad y voluntad de los jefes africanos. El
pecado hizo que todos los hombres fueran enemigos de Dios. Somos su sal para traerlos
de vuelta a Dios.

* La sal hace la paz: Había un toro al que nadie se podía acercar ya que tenía unos
cuernos muy afilados. Pero había un secreto. Cuando alguien quería acercarse a él,
sostenía en sus manos una barra de sal. Cuando el toro veía la sal se acercaba manso
como un cordero.

Jesús nos ha enviado a este mundo para ser hacedores de paz.


Si hacemos que la gente vea que nos preocupamos por sus
necesidades, podremos hacer copartícipes a ellos de la paz de
Dios.

* La sal preserva: En todas partes del mundo, especialmente


en los países en desarrollo, la sal se usa para evitar que se
pudra la carne. Si Dios no hubiera puesto sal en el mar, la
vida del hombre sería imposible en el planeta tierra. La
contaminación del agua habría sido total. Nuestra presencia
en el mundo como sal de Dios, preservará a los hombres y
mujeres del pecado, cuando les hablemos de Jesucristo.

* La sal condimenta: Cuando Cristo nos comparó con la sal, era otra manera de decir
que el mundo es como una comida sin sabor. Y eso es muy cierto, porque la vida sin
Cristo, la vida sin Dios, es una vida sin esperanza. No hay auténtica felicidad en la vida
para quienes no conocen a Cristo. Si somos sal para la gente que nos rodea, les
ayudaremos a encontrar un nuevo significado para su vida.

* La sal no es alimento en sí mismo: La sal no es la parte principal de la comida, y sin


embargo nos damos claramente cuenta de su presencia. Si vivimos una vida semejante a
la de Cristo, nuestra manera de ser hará que otros se percaten de Cristo. Nuestra sola
presencia puede significar un mensaje más importante del que podríamos predicar.

¿De dónde proviene la sal? Habitualmente de la tierra. En África hay yacimientos de


sal. ¿Puede salir algo bueno de la tierra? La respuesta es afirmativa. Dios nos creó del
polvo de la tierra. Somos el fruto de la tierra, y así nos ha hecho Cristo. Decidió que
nosotros, que éramos sus enemigos, que estábamos alejados de él, fuésemos hechos sal.

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¿Puede algo bueno salir de la tumba? La respuesta es afirmativa también. ¡Cristo salió
de la tumba! ¡Qué maravilloso poder!

* La sal abunda en todas partes: No hay país, ni hogar, ni familia


donde no haya sal. De la misma manera, la sal de Cristo penetra en
todo el mundo.

Cristo quiere que seamos sal en nuestra familia, y en el sitio donde


trabajamos, de modo tal que a través de nuestra vida la gente vea
la obra maravillosa de Cristo en nosotros y glorifique a Dios.

4 Ponga por escrito cuatro diferentes maneras en que uno pude ser sal en el ámbito
donde uno vive.

…………………………………………………………………………………………….

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…………………………………………………………………………………………….

…………………………………………………………………………………………….

5 Encierre en un círculo la letra colocada delante de las frases que indican las
lecciones que podemos aprender de la sal.
a) El cristiano hace enemigos
b) El cristiano ayuda a la gente a encontrar a Dios
c) Nuestra naturaleza es ser como Jesús
d) Nuestras palabras son más importantes que lo que somos nosotros
e) Nuestra vida deber ser tal que la gente quiera conocer a Jesús
f) La vida sin Cristo es como una comida sin sabor

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SER RESPONSABLES
“Definiremos la responsabilidad del cristiano en ayudar a los demás a conocer a
Cristo.”

Supongamos que hemos sido testigos de un accidente automovilístico y que, como


resultado del cual, hay heridos. Gimen y piden ayuda. ¿Qué haríamos en tal caso?
Podríamos trasladarlos al hospital más cercano o llamar a una ambulancia. Pero en lugar
de hacer una de esas cosas, nos retiramos tranquilamente del lugar. ¿Qué ocurriría?

Aunque nosotros no los conociéramos y además no hubiéramos provocado el accidente,


estaríamos quebrantando una ley. Hasta podríamos ser detenidos y llevados a la cárcel
por no haber ayudado a esas personas en momentos de necesidad. Esto se llamaría:
Omisión de socorro.

Leamos lo que Dios dice en su Palabra:


“A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la
palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: Impío,
de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío
morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. Y si tú avisares al
impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él
morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida” (Ezequiel 33:7-9)

Nos entristece muchísimo que tantos cristianos no se hagan conciencia


de su responsabilidad o de su deber hacia los demás. Cada uno de
nosotros tiene una clara y bien definida responsabilidad. No podemos
darnos el lujo de mostrarnos indiferentes. Pensemos en quienes nos
rodean: en nuestra familia, en el sitio donde trabajamos, en los lugares
públicos. ¡Cuántos de ellos luchan y se esfuerzan sin Cristo! ¿Y hemos
de permanecer sentados tranquilamente y dejarlos morir? ¡No, mil veces
No! Muchísimo mejor es decir con Isaías: “He aquí, envíame a mí”
(Isaías 6:8).

Cierto día Jesús curó y liberó a un hombre dominado por el diablo. Andaba desnudo y
vivía en el cementerio. Luego de curarlo, Jesús le dijo: “Vuélvete a tu casa, y cuenta
cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo” (Lucas 8:39). ¡Podemos imaginarnos al
hombre anunciando de casa en casa las buenas nuevas del maravilloso poder de Jesús!
Nuestros familiares jamás sabrán de las maravillosas cosas que hace Jesús a menos que
se las digamos.

El apóstol Pablo sintió su responsabilidad. Si bien fue escogido por Dios para llevar el
mensaje a los gentiles, que no formaban parte de su propio pueblo, no descuidó a
ninguno. Por dondequiera que fuese, primero llevó el mensaje a los suyos y luego a los
gentiles. Creemos que Jesús, en Hechos 1:8 nos dice que hemos de ser testigos primero
en Jerusalén (nuestro propio hogar), luego en Judea (nuestro país), más tarde en Samaria
(los países limítrofes al nuestro), y finalmente en todos los términos de la tierra (el
mundo entero). Cristo quiere hablarles a los nuestros. Quiere salvarlos. Quiere escribir
sus nombres en el Libro de la Vida. Pero no lo hará solo. Nuestro Señor Jesucristo
quiere trabajar con nosotros y por intermedio nuestro.

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Cuando Pablo habló a los dirigentes de la iglesia de Éfeso, les dijo, entre otras cosas, lo
siguiente:
“No he rehuido anunciarles ni compartir con ustedes ni proclamarles noche y día cuál es
el propósito de Dios. Por lo tanto, cuídense ustedes y asuman la responsabilidad con la
cual el Espíritu Santo los ha investido. (Ver Hechos 20:27-28)

6 Como atalayas designados por Dios, ¿cuál es nuestra más importante


obligación?
a) Estudiar la Biblia
b) Advertirles a los incrédulos la condición en que ellos se encuentran
c) Salvar a la gente

7 Primero hablaré a…………………………………….sobre Dios.

8 Segundo hablaré a ………………………………….sobre Dios.

9 Luego hablaré a…………………………………… y a ………………………….


Sobre Dios.

10 Supongamos que Dios nos dio la oportunidad de hablarle a alguien sobre Cristo,
y no lo hicimos. Más tarde esa persona murió sin haberle hablado ¿Cómo nos habremos
de sentir?
…………………………………………………………………………………………….

11 Supongamos ahora que sí le hablamos a alguien sobre Cristo, pero no quiso


escucharnos. Luego murió esa persona. ¿Cómo nos habremos de sentir?

……………………………………………………………………………………………

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COMPROMETERNOS

“Daremos razones de por qué tenemos que comprometernos a difundir las buenas
nuevas.”

A pesar de que la tarea es grande, quiso Dios utilizar una herramienta humana, un
testigo humano, para difundir las buenas nuevas a todos cuantos creyesen. El solo hecho
de saber que Dios quiere utilizarnos, debería ser más que suficiente para querer
comprometernos a testificar sobre Jesús.
A Dios no le faltan obreros. De haberlo querido habría enviado infinidad de ángeles
para hablar sobre Cristo. Y lo podrían haber hecho de la noche a la mañana. Cierto es
que Dios envió ángeles para anunciar a los pastores las
buenas nuevas del nacimiento de Cristo. También es cierto
que fueron los ángeles los que anunciaron las nuevas de la
resurrección de Cristo en aquella mañana de Pascua. Y es
posible que envíe ángeles para ministrar a su pueblo. Pero
no escogió ángeles para testificar sobre la cruz. ¡Nos
escogió a nosotros, sencillos y débiles seres humanos, para
anunciar esta buena nueva en todos los ámbitos de la tierra!

¿No es maravilloso saber que el Todopoderoso Dios decidió depositar en nosotros la


tarea de traer a la gente a los pies de Cristo? Dios no quiere que los incrédulos mueran
en sus pecados. ¡Y ese solo hecho constituye una excelente buena nueva que bien vale
la pena comentar con todos! Pero Dios necesita más pies, más manos, más labios, más
personas para difundir su palabra de vida a los que aún no la han hallado.

Muchas veces los cristianos dicen que esperan ansiosos el día


en que Cristo ha de retornar a la tierra. Sobre su segunda
venida se han escrito muchos himnos y muchos coros.
También se han escrito numerosos libros sobre el tema.
Muchas veces hemos orado, al igual que el apóstol Juan:
“Ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).

A menudo olvidamos las condiciones que el propio Señor Jesús nos impuso. Dijo Jesús:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio da todas
las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).

¿Queremos que Jesús venga pronto? ¿Queremos estar para siempre con él? De ser así,
no perdamos un minuto más y dediquemos de lleno a difundir las buenas nuevas. ¡Que
sea un compromiso personal de entrega!

42
Cuando el apóstol Pablo escribió a los romanos sobre este tema, les dijo: “Os ruego, por
las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios” (Romanos 12:1). La palabra dedicado tiene el mismo significado que
la palabra comprometido. Significa que nos hemos entregado integrantes a algo.
¡Entreguémonos completamente a esparcir las buenas nuevas sobre Jesucristo!

12 Anote dos razones por las que nos hemos de comprometer a dar a conocer a los
demás las buenas nuevas acerca de Jesús.

…………………………………………………………………………………………….

…………………………………………………………………………………………….

13 ¿Quiere usted entregarse totalmente a la tarea de predicar las buenas nuevas


acerca de Jesús? ………………
¿Por qué no ora ahora mismo al respecto?

14 Dígale al Señor en oración: “Señor, ¿con quién quieres que comparta primero
estas buenas noticias? Comprométase con Dios que será obediente a Su dirección
cuando llegue la primera oportunidad:

Con la ayuda del Señor, yo (nombre)…………………………………………………me


comprometo a ser un testigo fiel y buscar la mejor manera de testificar. Confiaré en el
Espíritu Santo quién me ayudará a poner en práctica todo cuanto estoy aprendiendo.

Firma:…………………………………… Fecha:………………………..

43
Lección 7 “Venciendo el temor a testificar”
(Por Bill Braight)
Fracaso. El temor al fracaso puedes ser algo que paralice en verdad al testigo fiel,
porque a ninguno de nosotros nos gusta ser rechazados. Tendemos a tomarlo como algo
personal, igualando el rechazo de nuestro mensaje como un rechazo a nosotros como
persona. Se siente feo ser despreciado.

Se siente aún peor cuando hemos hecho un esfuerzo por


alcanzar a una persona con amor genuino y vemos a esta
persona rechazar el más grande regalo que se haya
ofrecido a la humanidad, el Hijo de Dios. La compasión
por los perdidos no viene sin lágrimas.

Una de las verdades liberadoras de la vida cristiana es


que Dios no pide nada de nosotros, que su Hijo Jesucristo
no haya hecho por sí mismo. Jesucristo, por quien las multitudes caminaban
muchísimos kilómetros para escuchar sus enseñanzas y para ser sanados, vio como
muchos rechazaron su mensaje. A diferencia de nosotros, Jesús nunca se entristeció
porque alguien había dañado su ego. Él se dolía porque la gente había rechazado al
Dador de la vida y el regalo de la vida eterna.

¿FRACASÓ JESÚS EN TESTIMONIO?


El ministerio de nuestro Señor presenta algunas preguntas interesantes: ¿Fracasó al
testificar? ¿Fracasó cuando el joven rico se fue triste, negándose a poner en primer lugar
a Dios en su vida? ¿Fracasó cuando Judas Iscariote no le recibió como su Mesías?
¿Fracasó porque uno de los ladrones crucificados con Él no quiso reconocer su Señorío?
¿Fue un fracaso su testimonio porque muchas personas dentro de las multitudes que le
seguían no le recibieron?

Nuestro Señor mismo respondió estas preguntas en la oración a su Padre Celestial al


final de su ministerio terrenal: “Yo te he glorificado aquí en la tierra; he acabado la
obra que me diste que hiciese.” (Juan 17:4)

A pesar del rechazo, o lo que nosotros podríamos llamar


“fracasos”, nuestro Señor Jesucristo sabía que Su misión
estaba a punto de cumplirse. Había obedecido la comisión
que Su Padre le había dado. Había traído el mensaje, y
estaba a punto de completarlo con Su muerte y resurrección.
Aunque se dolía por aquellos que le rechazaron, Él no había
fracasado. Había hecho “todo” aquello que Dios le había
encomendado hacer.

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LO QUE ÉL PIDE ES QUE SEAMOS OBEDIENTES
Nuestro Padre celestial únicamente pide esto de nosotros: que obedezcamos Su
mandamiento de “Id y predicad el evangelio a todas las naciones….” Su mandamiento
no es ir a “convertir a todas las personas.” Jesús no lo hizo y nosotros tampoco lo
haremos. Sin embargo, sí podemos obedecer; podemos dar a conocer este mensaje a
todos aquellos que escuchen y confiar en Dios por los resultados.
El ministerio de Jesús modeló para nosotros una verdad liberadora acerca de nuestros
esfuerzos al testificar:

“El éxito al testificar es simplemente tomar la iniciativa en compartir a Cristo en el


poder del Espíritu Santo, dejando los resultados a Dios.”

Jesús nunca fracasó en su ministerio. Logró todo lo que su Padre lo había comisionado a
hacer. De igual manera, nosotros no fracasaremos si obedecemos lo que Dios quiere que
hagamos, motivados por su amor y compasión genuinos. Fracasamos al testificar de
Cristo solamente si desobedecemos la orden de Dios de compartir su amor en el poder
del Espíritu Santo.
Fracaso al testificar de Cristo = no hacerlo

Supongamos que vamos en el autobús y Dios nos dice que le


prediquemos a la persona que tenemos sentada a nuestro
lado. Después de luchar un rato con el temor al fracaso,
decidimos obedecer y le anunciamos el Evangelio. De
repente, obtenemos la respuesta que no esperábamos. La
persona nos rechaza. Rechaza el evangelio. ¿Fracasamos?
¿Lo hicimos mal? ¿Debemos sentirnos mal? Quizás
deberíamos sentirnos mal por la persona y por su futuro,
pero no por nosotros. Para nosotros no fue un fracaso ya que obedecimos a la voz de
Dios y nos dispusimos a predicar. Solo Dios puede salvar a las personas, nosotros sólo
predicamos.

TESTIFICANDO DE CRISTO SIN FALLAR


Cuando usted obedece a Dios, motivado por el amor, no puede fracasar. Su mensaje
puede ser aceptado o rechazado, pero cuando usted comparte a Cristo en obediencia al
mandato de Dios y con la guía del Espíritu Santo, usted tuvo éxito al testificar, no
importa cuál haya sido el resultado inmediato.

“El éxito al testificar es simplemente tomar la iniciativa en compartir a Cristo en el


poder del Espíritu Santo, dejándole los resultados a Dios.”

Lea esta afirmación en voz alta. Apréndala de memoria. Cuando el temor al fracaso
comience a paralizarle a no obedecer a Dios para testificar de Cristo, repítaselo
usted a sí mismo. El éxito al testificar es simplemente tomar la iniciativa en
compartir a Cristo en el poder del Espíritu Santo, dejándole los resultados a Dios.

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Esto no debe interpretarse como que estamos defendiendo un acercamiento tipo “pega y
corre” en nuestro ministerio de testimonio personal, sin proveer un seguimiento
adecuado para ayudar a los nuevos creyentes a estudiar la Palabra de Dios y crecer en su
fe. Creemos firmemente en la importancia de que un nuevo creyente participe en (1) una
iglesia donde se honre al Señor y se proclame la Palabra de Dios; y (2) una capacitación
sistemática sobre la seguridad de salvación, oración, estudio bíblico, compañerismo con
otros cristianos y crecimiento espiritual.

REMOVIENDO LA CARGA DE “RESULTADOS”


Es más, esta definición busca quitarle al cristiano frustrado de hoy día, la carga de los
“resultados”. Para el testigo fiel, vendrán muchas experiencias
gozosas de llevar a otros al Señor. En la mayoría de culturas y
países, encontramos que entre 25 y 50 por ciento de aquellos
que escuchan el evangelio (cuando es presentado por creyentes
capacitados y llenos del Espíritu Santo), reciben a Cristo como
resultado. Si estos números positivos son verdaderos, entonces,
entre 50 y 75 por ciento responderán con un “no” por lo menos
al escuchar por primera vez.

¿Constituyen los “no” un fracaso? Regrese a la definición del éxito y fracaso al testificar
de Cristo. Repítala en voz alta. ¿Justifican estos porcentajes que no hablemos de Cristo
por la posibilidad de enfrentar un número de personas que respondan “no”?

LO QUE CRISTO ENSEÑÓ ACERCA DEL FRACASO


Para aquellos que cuestionan si aun debemos intentarlo, considerando las probabilidades
que un número de personas responderán que “no”, hay una palabra de seguridad para
nosotros en la parábola del sembrador. Cristo lo ilustra aquí la variada eficacia de su
mensaje.
“Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí el sembrador salió a
sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las
aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó
pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque
no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la
ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a
ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.” Mateo 13:3-8

Cristo enseñó que hay cuatro tipos de personas que escuchan. Y


solamente una de las cuatro toman el mensaje (la semilla) y la
ponen a trabajar en su vida.

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“Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y
da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” Mateo 13:23

Los otros tres tipos de personas (tipos de terrenos) menospreciarán el mensaje y lo


rechazarán de plano. Jesucristo mismo lo reconoció, y aunque su compasión lo llevó a
amar y desear las almas humanas, Él sabía que el hombre ejercería esa capacidad dada
por Dios, de escoger libremente, tanto a favor como en contra. El hombre continúa
haciendo lo mismo el día de hoy.

NUNCA LO SABREMOS
Así que vendrán muchos “no”. Siempre debemos presuponer una respuesta positiva,
puesto que el mundo está más hambriento del evangelio hoy, que nunca antes.
Realmente los campos están blancos para la siega. Pero cuando vengan los “no”, no
debemos sorprendernos o desanimarnos.

En realidad no sabemos hasta dónde llegará un “no”.


En 1976, Tomás y Dorita, una pareja de Washington D.C., salieron a testificar con su
iglesia. Visitaron un hogar donde un hombre y una mujer convivían sin estar casados.
Estaban tan drogados que no se podía conversar con ellos. Así que Tomás y Dorita
dejaron un folleto evangelístico en su mesa de centro y les sugirieron que lo leyeran
cuando así lo desearan. Tomás y Dorita habían recibido un “no” silencioso pero
inconfundible.

Dos semanas más tarde, la mujer encontró el folleto y comenzó a


leerlo. Su sencilla presentación del evangelio la convenció al
grado de arrodillarse en la sala de su casa y así recibió a Cristo en
su vida. Luego se lo dio al hombre con el cual había estado
viviendo, y después de varios días, sacó el folleto, lo leyó y
también aceptó al Señor.

Varias semanas transcurrieron y esta pareja comenzó a escuchar y ver programas


cristianos en la radio y la televisión. A medida que escuchaban más de la Palabra de
Dios, desearon asistir a una iglesia y un domingo fueron a la iglesia en su vecindario.
Era la misma iglesia de los que les habían testificado por primera vez. Cuando el pastor
hizo la invitación, el hombre y la mujer pasaron juntos al frente a declarar en público su
nueva fe en Cristo y expresar su deseo de ser bautizados. Dejaron de vivir juntos como
solteros y pronto se casaron. Cinco años después habían crecido tanto en su caminar con
el Señor que le pidieron que fuera diácono de la iglesia y ella estaba activa en varios
ministerios.

Cuando Tomás y Dorita salieron aquel día de la casa de esta pareja, llena de humo por
las drogas debieron haber pensado: “qué pérdida de tiempo”.
Sin embargo, debido a ese contacto inicial, realizado por obediencia a un Dios que
ordena “Id y predicad el evangelio”, Dios convirtió el “no” de esta pareja en un “si” y
trajo dos nuevos creyentes comprometidos a Su reino.
Realmente nunca se pierde el tiempo al testificar de Cristo. Fracasamos al testificar
sólo cuando no lo hacemos.

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1 Hasta este momento de su vida, ¿Cómo ha definido el éxito al testificar de
Cristo?
…………………………………………………………………………………………….

¿Y el fracaso al testificar? ..................................................................................................

¿Ha permitido que sus definiciones eviten que usted hable de Cristo por temor a ser
rechazado?
…………………………………………………………………………………………….

2 Memorice la definición de éxito en este capítulo y de fracaso al testificar

- El fracaso al …………………. de Cristo es ………….. de testificar.

- El éxito al testificar es sencillamente………………….. la iniciativa de presentar a


Cristo en el ……………… del ………………… Santo, dejando los
…………………… a Dios.

3 Según las definiciones anteriores, el éxito es:


a) Conseguir un alma para Cristo
b) Testificar en obediencia dejando los resultados a Dios
c) Conseguir que no nos avergüencen

4 Según la definición anterior, el fracaso es:


a) No saber que decir cuando nos pregunten
b) Que nos rechacen o no quieran escucharnos
c) No testificar

Confíe que Dios nutrirá la semilla que ha plantado, haga oración regularmente por esa
persona y sea obediente a la guía de Dios en los contactos futuros con esa persona.

48
Lección 8 “Esperemos recompensas”
(Jean-Baptiste Sawadogo ICI)
¿Conocemos calles o edificios llamados con nombres propios de determinadas personas,
para honrarlas? Fácil nos resulta comprobar, con sólo mirar a nuestro alrededor, que hay
calles, edificios, aviones, aeropuertos, barcos, aldeas, villas, ríos y otras cosas, que
llevan el nombre de personas. Se hace como recompensa a quienes beneficiaron con sus
hechos a la gente y a las comunidades.

También sabemos que los premios Nobel se dispensan todos


los años a hombres y mujeres, cuyas obras han beneficiado a
la humanidad. No hay dinero que se pueda comparar con
semejantes honores. Y, sin embargo, todas estas recompensas
pasarán un día y nadie se acordará de ellas.

¿Pero qué decir de las recompensas que provienen de Dios? Si los hombres saben como
rendir tributo entre sí, ¿no hará Dios mucho más por quienes lo aman? ¡Por supuesto
que sí!

La sola idea de que Cristo nos honrara ante su Padre, debería ser suficiente para
mantenernos fieles hasta la muerte. “Por tanto… despojémonos de todo peso y del
pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”
(Hebreos 12:1). ¡Podemos esperar recompensas!

RECOMPENSAS ACTUALES
“Daremos ejemplos de recompensas que podemos recibir a medida que practicamos el
evangelismo personal.”

El creyente empeñado en la obra de evangelismo personal no


trabaja por recompensa alguna. La recompensa no es su meta.
Trabaja porque Dios lo amó y porque Cristo lo salvó. Se dirige a
la gente porque Cristo se lo ordenó. Y también trabaja porque el
esparcir las buenas nuevas ha llegado a ser parte de su
naturaleza, su nueva naturaleza en Cristo. Trabaja porque ama a
los demás y quiere que los otros tengan la misma esperanza, el mismo significado en la
vida que él ha encontrado en Jesucristo.

Sin embargo, y si bien las recompensas no son la meta del obrero cristiano, Dios ha
dispuesto concederle diversas recompensas. Es nuestra opinión que no hay otra tarea en
el amplio mundo más recompensable que el evangelismo personal. Las recompensas
son tanto actuales como futuras, temporales como eternas, materiales como espirituales.

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La presencia del Señor

Una de las mayores recompensas actuales en el evangelismo personal es nuestra certeza


de la permanente presencia del Señor. Después de su muerte y resurrección, Jesús envió
a sus discípulos a todo el mundo para divulgar las buenas nuevas a todos los hombres.
La tarea era inmensa. Había muchas dificultades. Probablemente los discípulos se
preguntaron cómo era que ellos, hombres comunes, y llenos de
temor, podrían cubrir el amplio escenario del mundo con las buenas
nuevas de Jesucristo.

Pero antes de poder expresar su temor, se les adelantó Jesús


asegurándoles su continua y permanente presencia: “Id… y he aquí
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
(Mateo 28:19-20).

Jesús cuenta con poder absoluto, tanto en el cielo como en la tierra. Su poder no conoce
límites ni barreras. La muerte y la tumba no pudieron contenerle. No necesita pasaporte
porque no hay país donde no pueda ir. Sin duda alguna la mayor recompensa que
podemos imaginar es contar con semejante persona en nuestra vida y servicio diario.
Esta recompensa nos ayuda a tener confianza en nuestro Señor y Salvador.

1 ¿Qué maravillosa promesa hizo Jesús a sus discípulos cuando los envió al
mundo a anunciar las buenas nuevas?

…………………………………………………………………………………………….

2 ¿Cómo hacer para recibir nosotros la misma promesa?

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Dios siempre posibilita que sus fieles obreros cumplan con su excelsa voluntad. Envió a
Moisés a liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. El pueblo entero estaba
en el desierto. Bien sabía Moisés que la tarea era demasiado grande para él. Empezaron
a molestarle las dudas y se formulaba diversos interrogantes. ¿Cómo hacer para guiar él
solo a esta populosa nación? Era imposible. Dios le prometió que su ininterrumpida
presencia le acompañaría a lo largo del inmenso y desolado desierto hasta alcanzar la
Tierra Prometida. Moisés respondió a Dios diciéndole: “Si tu presencia no ha de ir
conmigo, no nos saques de aquí” (Éxodo 33:16).

La única manera en que Moisés podía ejecutar la tarea encomendada, era


contar con la certeza de la ininterrumpida presencia de Dios. La única
manera en que nosotros habremos de ser capaces de dar a conocer con
éxito y coraje nuestra vida y experiencia cristianas, es contando con la
presencia constante del Señor de la mies, día y noche.

El apóstol Pablo fue encarcelado. Había sufrido en carne propia muchas penalidades,
por haber proclamado las buenas nuevas de Cristo. Todos sus amigos, y hasta sus

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propios colaboradores en la proclamación del Evangelio, lo habían
abandonado. Cuando compareció ante el juez para hacer su defensa,
nadie lo acompañaba. Sin embargo, al escribirle a Timoteo, pudo
decir: “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que
por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles
oyesen” (2ª Timoteo 4:17)

¿Queremos nosotros también contar con esta plena confianza en nuestra vida y servicio
para Cristo, aun en momentos de soledad y padecimientos? La recompensa es grande,
pero hay una condición previa. Primero tenemos que ir, porque la promesa es “Id… y he
aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).

3 ¿Quién se mantuvo al lado del apóstol Pablo cuando fue encarcelado?

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4 ¿Cómo pudo Moisés guiar a los israelitas por el desierto, hasta llegar a la Tierra
Prometida?

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5 ¿Cuál debe ser nuestra meta al divulgar las buenas nuevas sobre Cristo?
a) Recompensas
b) Llevar gente a los pies de Cristo

La presencia del Señor

Si hay alguna recompensa que el obrero quisiera recibir, nada mejor que el gozo por una
tarea bien cumplida. Es mejor que un generoso salario. Jesús nos dio un buen ejemplo
de ello en el relato que nos hizo de los tres servidores. (Ver Mateo 25:14-30). A cada
uno le encargó una tarea, según sus respectivas capacidades. Pero solamente dos de
ellos tuvieron la inmensa alegría de oír las palabras: “Bien, buen siervo y fiel.” El
tercero se aproximó con temor y temblor, porque no había hecho lo que se esperaba de
él. No recibió recompensa alguna.

¿Has realizado alguna vez alguna tarea y has visto luego las
recompensas? ¿Cómo te sentiste? La mayor recompensa que
podemos tener es la satisfacción de haber hecho un buen trabajo.

Cuando vemos un nuevo convertido que vive una vida cristiana,


que canta alabanzas, que habla a un grupo de jóvenes, o realiza
tareas personales, divulgando su experiencia cristiana a los demás, ello significa una
recompensa que no puede ser medida en términos de riqueza terrenal. Magnífica
recompensa es saber que hemos sido utilizados para rescatar a un alma de la eterna
perdición, y saber que los ángeles del cielo se regocijan por ello. El propio Señor Jesús,
hablándole a Pedro le dijo: “Cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o

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hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien
veces más, y heredará la vida eterna.” (Mateo 19:29)

Muchos de los primeros cristianos africanos en el


Alto Volta tuvieron que soportar serios
padecimientos. Algunos de ellos fueron separados de
sus familias y de sus amigos. Sufrieron muchísimo.
Pero el Señor se mantuvo fiel. Se incorporaron a una
nueva familia, a la familia de Dios. Han sido
bendecidos con multitud de espléndidas bendiciones.
A todas partes donde vayamos en este mundo como
cristianos, hallaremos hermanos y hermanas en
Cristo. Tal vez no hablemos su idioma. El color de la
piel puede ser distinto. Pero conoceremos y
sentiremos que nos une un amor fraternal. Si en este
mundo perdemos un amigo por haber aceptado a Cristo, o por divulgar nuestra
experiencia personal cristiana, seremos recompensados con muchos amigos en la
inmensa familia de Dios.

Abraham dejó su hogar, sus amigos, sus familiares y sus campos, para obedecer a Dios.
Como recompensa de ello, recibió una hermosa tierra. Fue hecho padre de multitud de
naciones. En realidad, fue bendecido con todo tipo de riquezas terrenales y celestiales.
Uno de sus servidores, hablándole a Labán le dijo: “Jehová ha bendecido mucho a mi
amo, él se ha engrandecido; y le ha dado ovejas y vacas, plata y oro…. Camellos y
asnos. Y Sara, mujer de mi amo, dio a luz en su vejez un hijo a mi señor.”

Si obedecemos la orden impartida por Cristo, de ir a todas partes proclamando las


buenas nuevas; si le permitimos que nos utilice, seremos como aquellos que lloraron al
llevar la semilla; volveremos cantando de alegría al traer de vuelta el fruto de la
cosecha. (Ver Salmo 126:6)

Los setenta discípulos que Jesús envió, volvieron regocijados


por lo que pudieron hacer en el nombre del Señor. No hay mayor
satisfacción que ser utilizados por Dios para llevar a los demás a
los pies de Cristo.

Nuestro trabajo en el Señor nunca es en vano y no sabemos el alcance que puede llegar
a tener la Palabra de Dios cuando la sembramos. Es posible que la semilla de su fruto
rápidamente o que tarde varios años cuando ya pensábamos que se había perdido toda
esperanza. Pero cuando vemos personas que hace tiempo les habíamos predicado y que
al pasar los años son creyentes comprometidos, nuestro gozo no es comparable con
nada.

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6 ¿Qué le ocurrió a Abraham cuando dejó su hogar para seguir a Dios?

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7 ¿Qué recompensa puede esperar el que practica evangelismo personal, cuando


sale llevando consigo la semilla?

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8 El alumno indicará con una X en los espacios en blanco, las recompensas


recibidas desde que aceptó a Cristo como su Salvador:

a) Nuevos hermanos y hermanas en Cristo …….

b) El gozo de ver a alguien que se allega a Cristo por tu testimonio……

c) La satisfacción de servir a Jesús ……

d) Muchos nuevos amigos que aman a Cristo…….

e) La presencia de Dios permanente……

¿Qué otro tipo de recompensas has recibido desde que entregaste tu vida a Cristo?

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RECOMPENSAS FUTURAS

Recompensas conocidas

“Explicaremos qué tipo de recompensas podemos esperar en el futuro si divulgamos


nuestra experiencia cristiana.”

Aparte de las recompensas actuales que podemos disfrutar aquí mismo, también
contamos con la promesa de recompensas celestiales para todos aquellos que obedecen
la orden de Cristo de dar a conocer las buenas nuevas.

El primero de los dos tipos de recompensas futuras comprende a las que han sido
claramente reveladas en la Palabra de Dios. Son las recompensas conocidas. Veremos
algunas de ellas.

1. “Los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas (resplandecerán) a


perpetua eternidad.” (Daniel 12:3). Los científicos nos dicen que las estrellas están a
enorme distancia de la tierra, y una nave espacial, viajando a la
velocidad de la luz, tomaría varios años en llegar a la más cercana. ¡Y
sin embargo las vemos brillar desde aquí, en la tierra! ¿No es
maravilloso pensar que un día, habremos de brillar para siempre como
estrellas en el reino de Dios, si habremos llevado muchas personas a
Cristo?

2. ¡Reinaremos con Cristo! Cristo nos ha salvado para que nosotros gocemos de vida
eterna. Y el saber esto debe hacernos saltar de alegría. No hay mayor obsequio ni
recompensa que eso. Además nos ha prometido su trono. Si, reinaremos o
gobernaremos con Cristo. Viviremos con él para siempre. Lo dijo con toda claridad
cuando dejó a sus discípulos para volver al seno de su Padre.

3. También el Señor ha prometido muchas coronas a quien lo aman. Veamos cuáles son:
a) Una corona de justicia (2ª Timoteo 4:8)
b) Una corona que durará para siempre (1ª Corintios 9:25)
c) Una corona de vida (Santiago 1:12)
d) Una corona de gloria (1ª Pedro 5:4)

Todas estas recompensas serán nuestras si ejecutamos la tarea que el Señor nos ha
encomendado. Y debemos ejecutarla con celo y con fidelidad hasta el fin. Recordemos
que no estamos perdiendo nuestro tiempo, como es posible que algunos nos lo digan.
No estamos corriendo tras el viento. Tenemos nuestros ojos puestos en las cosas
celestiales. Este mundo y todas sus riquezas desaparecerán. Pero
nuestra tarea para el Señor permanecerá para siempre.

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9 ¿Qué hemos de hacer si queremos brillar como las estrellas?

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10 ¿Qué significa decir que hemos de reinar con Cristo?


a) Que habremos de compartir su reino celestial.

b) Que mucha gente se inclinará ante nosotros y nos adorará.

11 La tarea más importante que podemos hacer es la que hacemos por el Señor,
porque esa tarea
a) Pronto pasará
b) Permanecerá para siempre

12 Lea los textos siguientes: 2ª Timoteo 4:8; 1ª Corintios 9:25; Santiago 1:12; 1ª
Pedro 5:4 ¿Cuál es el tema de todos estos versículos?

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Recompensas reconocidas
En su revelación a Juan, el propio Jesús dijo “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón
conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Apocalipsis 22:12)

Hablándoles a sus discípulos, Jesús les dijo:


“Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí,
y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.
Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los
cielos.” (Lucas 6:22-23)

El apóstol Pablo, escribiendo a los corintios, les recordó las grandes promesas de Dios
anunciadas mucho tiempo atrás:
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que
Dios ha preparado para los que le aman.” (1ª Corintios 2:9)

No conocemos todas las recompensas que Dios ha dispuesto para nosotros. Justamente
uno de los grandes placeres del cielo será contemplar qué es lo que nos tiene reservado.

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¡Pero mayor placer y gozo será ver en el cielo a hombres y mujeres, niños y niñas a
quienes habremos anunciado las buenas nuevas de Jesucristo!

13 Sabemos que vale la pena servir a Jesús aun cuando nos cueste sinsabores,
porque
a) Dios castigará a quienes nos persigan
b) Seremos recompensados si sufrimos por su causa

14 ¿Cuál será la más maravillosa recompensa que recibiremos cuando lleguemos al


cielo?

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¡Felicitaciones! Ha terminado este cuarto nivel sobre Evangelismo. El Señor le


bendecirá cuando proclame las buenas nuevas a las personas a quienes Dios lo envía. Y
al hacerlo, será conveniente que vuelva a leer algunas de las lecciones, con el fin de
recordar los distintos pasos a dar al entregarse a la tarea del evangelismo personal. Y
cuando se sienta desanimado, debe leer nuevamente esta última lección. ¡Jamás debe
olvidar que Jesucristo estará a su lado, permanentemente, en todo tiempo y lugar! Y Él
lo ayudará.

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