Preguntas Que Debe Hacer Todo Católico
Preguntas Que Debe Hacer Todo Católico
Preguntas Que Debe Hacer Todo Católico
Tengo sobre mi mesa de trabajo una Biblia “católica”. No me gusta hablar así, porque da a
entender que hay una Biblia que es de la iglesia romana y otra Biblia diferente que es de
los protestantes. No es así. Pido que mis lectores lean el Apéndice 1 donde hablamos de las
diferentes traducciones de un solo Sagrado Libro.
La edición que estoy usando es la de Nácar y Colunga, autorizada por el antiguo obispo de
Madrid. Como explico en el Apéndice 2, es una buena traducción de la Santa Biblia, una
que más se usa entre los amigos católicos, aun cuando el lenguaje parece un tanto antiguo.
Hay otras versiones buenas, así espero que usted tenga una en su casa. Es más, espero
que la lea, y que la use para averiguar todo lo que voy a decir.
Quiero formular y contestar diez preguntas de las que la gente hace a menudo; es probable
que usted haya hecho algunas de ellas. Las respuestas las voy a conseguir únicamente en
mi Biblia “católica” y en ninguna otra parte.
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sido? Se ofreció a sí mismo. Si, Jesús se ofreció en la cruz del Calvario como sacrificio por
tus pecados y por los míos.
Ese sacrificio nunca tendrá que ser ofrecido de nuevo. Dios dice que fue para siempre. Ese
único sacrificio, dice, es suficiente para la remisión del pecado. Añade Él: “Ya no hay
oblación [o sea, sacrificio] por el pecado”. Gracias a Dios, ya no hacen falta más sacrificios.
Desde la cruz clamó el Señor: “¡Consumado es!” Consumada es tu redención y la mía; la
obra está efectuada, la expiación hecha, la deuda pagada. Si, Jesús pagó todo.
Según la fuente citada ya, no hace falta otra misa. Jesucristo ofreció el único sacrificio que
era necesario. ¿Por qué tratar de agregar algo a una obra ya terminada? Dios dice que no
puede haber ahora “oblación por el pecado”. En el pan y la copa de la comunión,
recordamos su supremo ofrecimiento de sí mismo para nosotros, pero no le ofrecemos a Él
de nuevo.
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Ningún sufrimiento suyo podría contribuir de manera alguna. Es la sangre del Salvador
que limpia de todo pecado, y no el sufrimiento suyo: “... la sangre de Jesús, su Hijo, nos
purifica de todo pecado”, 1 Juan 1.
En 1 Corintios 3 San Pablo habla de nuestras obras, y no de nuestra salvación. Esta
hablando acerca de las recompenses por el servicio fiel, las cuales el creyente recibirá en el
tribunal de Cristo. Este pasaje ni siquiera insinúa la existencia del purgatorio, y la Biblia
en ninguna parte dice que Dios haya creado tal lugar.
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¿Qué hará? ¿Creer la Palabra de Dios según está escrita en su propia Biblia? Deje toda
confianza en sí mismo o en sus esfuerzos, obras y sacramentos. Abra su corazón a
Jesucristo. Recíbale como su Salvador personal; confíe en su sangre vertida; ponga toda su
confianza en él para la salvación eterna. Él dice: “Venid a mí todos los que estáis fatigados
y cargados, que yo os aliviaré”, Mateo 11. El Señor nunca ha rechazado a nadie que haya
acudido a él. “Al que viene a mí”, promete, “yo no lo echaré fuera”, San Juan 6. ¡Oh que
venga a Él! Hágalo ya.
APENDICE 1
Se habla de “la Biblia católica” y “la Biblia protestante” como si fuesen dos Biblias
distintas. En realidad no es así. Los sesenta y seis “libros” que están en las traducciones de
uso corriente entre protestantes también están en las de uso corriente entre
catolicorromanos.
Traducciones o versiones de la Biblia, las hay muchas, algunas efectuadas por sacerdotes
de la iglesia romana y otras por no católicos. (La Biblia fue escrita originalmente en hebreo
y griego). Claro está que el estilo del lenguaje difiere de una traducción a otra, pero no por
el hecho de que los traductores hayan sido de la iglesia romana o de otra.
Además, hay Biblias con notas al pie de la página y hay ediciones sin notas, tanto de las así
llamadas “Biblias católicas” como de las mal llamadas “Biblias protestantes”. Otra vez,
estamos hablando de diferentes ediciones, y no de diferentes textos originales. Es
importante tener presente que las notas y subtítulos no son de inspiración divina sino de
redacción humana. Por lo tanto, pueden ser acertados o errados, cualquiera que sea la
versión.
Ha sido la iglesia romana la que, por razones más políticas que doctrinales, añadió libros
que nunca fueron considerados como divinamente inspirados. Esto se hizo en el siglo XVI
en el Concilio de Trento. Estos libros, llamados apócrifos, nunca se incluían en el canon
hebreo. Ellos son Tobías, Judit, seis capítulos agregados al libro de Ester, Sabiduría,
Eclesiástico, Baruc, Macabeo 1, Macabeo 2 y una parte del libro de Daniel. Estas
añadiduras falsificadas suman a siete libros completos, partes de dos más, y un total de
4360 versículos. Representan una parte mínima de aun las ediciones sancionadas por la
iglesia romana.
En el Nuevo Testamento —la segunda de las dos grandes secciones de la Biblia— hay
seiscientas citas textuales del Antiguo Testamento, pero ni una sola viene de los libros
apócrifos. Ni Cristo ni los apóstoles —hebreos de procedencia— reconocieron estos libros
como inspirados. Flavio Josefo, un renombrado historiador judío y contemporáneo de
Jesús, no los incluye en su lista de los libros sagrados. Más aun, al hablar de ellos, los
rechaza.
Los primeros padres de la iglesia, como Melitón, Epifanio, Hilario, Orígenes, Cirilo,
Anastasio y Rufino, no incluyen estos escritos en sus exposiciones sobre el canon sagrado.
San Jerónimo tradujo la Biblia al latín pero no incluyó a éstos. Es más, los calificó de
humanos.
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Esto no quiere decir que los tales libros apócrifos carecen de valor piadoso, histórico y
literario. Por esto, algunas ediciones de la Biblia los incluyen como un apéndice pero no
como parte de la revelación divina.
APENDICE 2