Relatos Épicos, Mitos y Leyendas Chinas

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CUENTOS DE ENCANTAMIENTO Y MAGIA

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EL GRILLO

T)urante el reinado Nling, conocido como "Virtud Perversa",


I-,r la lucha con grillos era muy popular en la Corte y cada año
el pueblo tenía que suministrar grillos para que los nobles los pro-
baran en la batalla. En Sombra Floral, nuestro condado en el oeste
de Shensi, el grillo no es común, pero nuestro magistrado quería
ganarse el favor de sus superiores y se las arreslí para encontrarles
uno que demostró ser un poderoso guerrero. Como resultado,
Sombra Floral fue nombrado proveedor real de grillos de la corte.
Naturalmente, el magistrado trasladó entonces la responsabi-
lidad a los jefes de barrio y los grillos se volvieron raros y valiosos
en el condado. Con la esperanza de hacer subir el precio, los
jóvenes de nuestros pueblos a menudo acaparaban los ejemplares
más destacados que capturaban. Los astutos funcionarios locales
se apresuraban autíLizar el acaparamiento de grillos como excusa
para registrar las casas de la gente. Y, cuando buscaban coleccio-
nes de grillos, confiscaban tantos otros bienes que arruinaban a
varias familias ala vez.
En Sombra F ioral viúa un hombre llamad oHaz-el-bien. Había
pasado años como candidato al grado más bajo, pero aún se le
escapaba.Haz-el-bien era un tanto pedante y poco asertivo, y unos
astutos funcionarios maniobraron para colocarle en el puesto de
jefe de barrio. Una vez alli, quedó atrapado en el puesto; ni cien
ardides y trucos habrían podido librarlo de é1. Cuando no pudo
recaudar suficientes impuestos del pueblo, tuvo que conseguir
el dinero de su propio bolsillo. Al cabo de un año, sus bienes se
habían agotado.
Lo mismo ocurrió con la recaudación de los grillos: Haz-el-bien
no se atreúa a quitárselos a sus vecinos, a pesar de que no podía
cubrir la cuota fijada por los de arriba. Atrapado en esta frustrante
situación, quería morir.

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qué senirá morirse? preguntó su mujer-. Sal tú
-¿D. -le
mismo a buscar grillos. A lo mejor tienes suerte.
Haz-el-bien accedió y día tras día salía de casa temprano y volúa
tarde. Cargado con su tubo de bambÍr y su jaula de alambre der
latón, buscaba entre muros derruidos v matas de hierba silvestre.
Sondeaba todas las rocas v enjuagaba todos los agujeros, pero no
consesuía uada. Aunque consiguió encontrar algunos ejemplares,
eran inferiores y débiles. muy por debajo de la norma.
El magistrado, sin embargo, impuso a Haz-el-bien un horario
estricto. A1 cabo de diez días, el desalortunado hombre no pudo
proporcionar ningún grillo 1r turro que enfrentarse al castigo dc
cien eolpes. Fue golpeado hasta que la sangre Ie corrió por ambas
piernas y no hubiera podido moverse para tomar un simple gusano.
Tirado en la caÍ\a) sólo dese aba acabar con su vida.
Sucedió entonces que llegó a la aldea un adivino jorobado que
podía leer el futuro. La mujer deHaz-el-bien tomó algo de dinero
como pago ,v fue a consultarla. Una multitud se agolpó en la puer-
ta de la adivina;la mujer deHaz-el-bien entró en la casa junto
con los de mejillas sonrosadas, los grises v los viejos. Unas mesas
bajas con incienso se alzaban frente a una cárnara interior oculta
por cortinas. Los que hat¡ían venido con preguntas encendían su
incienso para los crisoles y ofrecían sus respetos con reverencias
bajas que terminaban con la frente apoyada en el suelo. La adi-
vina, de pie a un lado, miraba al cielo y entonaba cánticos para
atraer la buena suerte a la multitud reunida. Sus labios se abrían
y cerraban. pero no formaban palabras inteligibles. La multitud
escuchaba con atención reverente. Cada pocos minutos, un trozo
de papel, con palabras que respondían perfectamente a la preocu-
pación del solicitante, se deslizaba fuera de la cámara con cortinas.
La esposa de Haz-el-bien colocaba su dinero en el estrado y
realizabala misma reverencia que sus predecesores. En el tiempo
que se tarda en comer, las cortinas empezaron a temblar y de ellas
salió un papelito que cayó al suelo. ftro contcnía ni una sola palabra,
sino sóIo una imagen: el boceto de un santuario descuidado tras
el cual se alzaba una pequeña montaña de rocas grotescas. Las
rocas descansaban entre macizos de vegetación y allí acechaba
un grillo cabeza verde. A su lado había una rana que pare cia a
punto de saltar y bailar.

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Desconcertada, la mujer escrutó el cuadro centímetro a cen-
tímetro. Cuando sus ojos se posaron en el grillo, lo contempló
absorta, dobló el papel y se fue a casa a enseñárseio a su marido.
Haz-el-bien 1o examinó,v reflexionó: "¡Esto tiene que ser una
forma de decirme dónde atrapar url grillo!". Contempló larga-
mente la escena. Le recordó un templo budista al este del pueblo.
Se levantó penosamente, apol'ándose en su bastón, v cojeó con el
boceto en la mano hasta el templo. En la parte trasera del edificio
había muchas tumbas antiguas y se abrió paso entre ellas. En un
lugar aparecieron rocas de fbrmas extrañas, prácticamente conlo
mostraba el boceto. Alerta, cauteloso, mientras buscaba minu-
ciosamente, se adentró en la espesura. No habia ni rastro ni eco
de lo que había venido a buscar; Iler-o siguió avanzartdo a tientas.
Entonces una ralra saltó de entrc los arbustos. Haz-el-bien se
quedó atónito. Se apresuró a seguirla v la rana se zambulló en
la hierba. Justo detrás, Haz-el-bien separó la hierba y se quedó
mirando. Un insecto estaba agazapado en la base. Se abalanzó
sobre é1, que se escurrió por utra srieta de las rocas. Le hizo
cosquillas con una hoja afilada de hierba, pero no consieuió que
saliera. Por fin lo empujó con el tubo de bambú y apareció el bi-
cho, Lrn magnífico ejemplar. Haz-el-bien lo persiguió y lo atrapó.
El insecto tenía un cuerpo grande y una larga cola. Su cuello era
verde oscuro y sus alas doradas.
Euforico,Haz-el-bien enjauló al grillo 1'regresó a casa, donde
toda su familia se alegró como si hubiera traído un gran tesoro.
Colocaron al grillo en una tina, Io alimentaron con todo t\to de
grano v lo cuidaron para cuando Haz-el-bien tuviera que cumplir
su siguiente cuota.
Ahora bien, Haz-el-bien tenía un hijo de nueve años, que un
día, cuando su padre estaba fuera, destapó sigilosamente la tina
del grillo. El bicho saltó y desapareció como un rayo) tan rápido
que nadie habría podido atraparlo. Cuando el niño, desesperado,
lo cazo y lo atrapó bajo su mano, tenía una pata arrancada y el
vientre partido. Momentos después, murió. El niño gritó. f,uego
se lo contó a su madre, que palideció de muerte.
maligno! ¡Ahora llega el día de la ruina!
-¡Karma -juró-.
Cuando tu padre llegue a casa se las verá contigo.
El niRo se marchó llorando.

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Poco después regresó el padre y, cuando su mujer le contó lo
sucedido, se sintió como si le hubieran empapado de hielo y nie-
ve. Furioso, buscó al niño, pero éste había desaparecido sin dejar
rastro. Después 1o encontraron en el pozo.
Larabia del padre se transformó en dolor. Golpeaba el suelo y
gritaba; su único deseo era su propia muerte. El marido y la mujer
estaban desesperados y desolados. Su casa no echaba humo. Se
miraron en silencio: no tenían nada por io que vivir.
Al anochecer llevaron al niño a enterrar. Sin embargo, cuando
lo acariciaron, había un leve signo de respiración. Alborozados, lo
depositaron en la cama. A medida que avantzaba la noche, el niño
parecía revi,n ir. Marido y mujer se consolaron. Pero el ánimo vital
del niño no se recuperaba; su respiración era baja y reprimida,
como si quisiera dormir. Entonces Haz-el-bien se volvió para
mirar la jaula vaciay la desesperación por el grillo perdido volvió
a apoderarse de é1. l{o pudo pensar más en su hijo.
Haz-el-bien seguía despierto, rígido por la ansiedad, cuando
el sol trajo el día desde el este. De pronto oyó el chirrido de un
insecto en el exterior. Se incorporó de golpe y fue a mirar. Era
un grillo, imuy grande! Euforico , trató de atraparlo, pero se alejó
bruscamente, chirriando a medida que ganaba velocidad. Entonces
Haz-el-bien consiguió poner la mano sobre é1. Sin embargo, no
sintió cosquillas en la palma y decidió que el grillo se había esca-
pado, pero, cuando levantó la mano, el insecto salió disparado de
nuevo y Haz-el-bien 1o siguió rápidamente. Dobló una esquina,
pero perdió al insecto para siempre.
Haz-el-bien se quedó dónde estaba, mirando a su alrededor,
hasta que vio otro grillo agazapado en la pared. Sin embargo,
era corto y pequeño, de color negro y rojo, nada que ver con el
que había perdido. Haz-el-bien lo inspeccionó indeciso durante
un momento y luego reanudó la búsqueda del otro grillo, pero el
bicho de la pared se le metió entre la solapa y la rnanqa. Tenía
forma de grillo topo, alas como flores de ciruelo, cabeza cuadra-
du y patas largas. Pensando que, después de todo, podría tener
posibilidades, Haz-el-bien decidió quedárselo.
Enjauló al grillo y lo cuidó con esmero, aunque temía que no
fuera del agrado de las autoridades. Entonces se le ocurrió una
idea: primero probaría a la criatura en combate. Mandó llarnar a

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un joven del pueblo que tenía un grillo llamado Conchacangrejo
verde que ganaba todos los días los partidos locales. A la vista del
grillo deHaz-el-bien, el pelele reprimió una carcajada, sacó el suyo
y lo colocó en una jaula junto al otro. Intrigado,Haz-el-bien se
quedó mirando al largo e imponente Conchacangrejo verde. "Q¡+é
miserable insecto he criado" pensó Haz-el-bien. "Nunca llegará a
nada, pero igual me arriesgo, aunque sólo sea para reírme". Así
que metió su grillo en la bañera Í)ara combatir.
El pequeño grillo de Haz-el-bien se agachó y no se movió,
como un guerrero que se prepara para el combate. El aldeano
se echó a reír. Haz-el-bien rozó las antenas de su bicho con una
cerda paradespertarlo, pero siguió sin moverse. Eljoven se sujetó
los costados. Entonces Haz-el-bien consiguió provocar al grillo,
que estalló de luria y selanzó de cabeza.Las dos criaturas cayeron
juntas, dándose fuertes golpes. Se agitaron y se tensaron, con los
chasquidos y chasquidos de la batalla en aumento. En un momento
dado, el más pequeño saltó, extendió la cola, estiró las antenas y
se abalanzó sobre la garganta del enemigo. Presa del pánico, el
aldeano separó a los insectos y detuvo la lucha. El más pequeño
emitió un gorjeo de júbilo, como si hubiera correspondido a Ia fe
que su amo había depositado en é1.
EI eufori co Haz-el-bien estaba admirando su grillo cuando un
gallo apareció por detrás, se dirigió directamente hacia el insecto
victorioso y le dio un picotazo feroz. Haz-el-bien gritó alarmado.
Por suerte, el picotazo no había dado en el blanco y el insecto
saltó varios metros para ponerse a salvo. Pero el gallo avanzaba;
el grillo ya estaba bajo su garra. Pálido y frenético,Haz-el-bien
pataleó impotente. Pronto vio que el gallo estiraba el cuello y
sacudía vigorosamente l,a cabeza de arriba abajo y de un lado a
otro. Al mirar más de cerca) encontró al insecto, que estaba alo-
jado en la cresta del ave y 1o mordía enérgicamente. Alborozado,
Haz-el-bien arrancó el grillo y lo colocó en la jaula.
AI día siguiente, presentó el grillo al magistrado, quien reprendió
airadamente aHaz-el-bien por haber traído un bichito tan insig-
nificante .Haz-el-bien le contó 1o sucedido, pero el magistrado no
le creyó. Sin embargo, probó el grillo en comb ate y éste derrotí a
todos los demás insectos. Lo enfrentó a un gallo, con el resultado
qu,e Haz-el-bien había descrito. Haz-el-bien fue recompensado

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y el insecto fue presentado al gobernador. Encantado, el gober-
nador ofreció el insecto al emperador con un relato detallado de
sus proezas.
Después de que el grillo campeón fuera instalado en el palacio
real, fue enfrentado a todos los demás luchadores del reino: grillos
mariposa, grillos libélula, zancudos ágiles y suaves, delanteros de
rayas azules y muchos otros especímenes extraordinarios. Pero
ninguno pr-rdo derrotarlo. Además, el erillo de Haz-el-bien podía
bailar al ritmo de la música de una cítara.
El emperador quedó tan complacido que regaló al goberna-
dor caballos de premio y sedas por vestimenta. El gobernador
no olvidó de dónde había salido el insecto y, al poco tiempo, el
magistrado recibió elogios por sus excelentes servicior. Él también
estaba encantado. Eximió a Haz-el-bien de su carso de jefe de
barrio y dio instrucciones al responsable de educación para que
le concediera un título.
N,'Iás de un año después de estos sucesos, el hijo de Haz-el-bien
recobró el conocimiento y el ánimo vital.
--Mientras dormía - contó a su padre-, me con¡ertí en un
grillo. Mi cuerpo se sentía ligero. Tüve el poder de dar rápidos
saltos y me volví hábil en el combate.
El propio gobernador recompensó selrerosamente a Haz-el-bien.
En pocos años, el antiguo jefe de barrio adquirió cien hectáreas
de tierras de labrarrza) un edificio de dos plantas con diez mil
vigas y miles de ovejas y bueyes. Y allá donde iba en público,
su espléndido carruaje y sus galas superaban a los de cualquier
noble de la época.

P'u Surc-LrNG

16

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EL LORO DE LA DONCELLA

f Jn.i i,,rcrr sini,'Dta h¡bla siclo acogida crt una gran casa dc
\J l, pr,,r iucia cle Szechrr ¿n. Era tan hcrmosa c intcligente
quc t'l amo Ia prt--fi'ría a todas las clemhs sin,icnt;rs r, la mantcní¿t
apartada de ellas. Sucedió que cielto lüncionario rcqaki iL la la-
milia un raro 1oro. tan astuto c intcliscntc. quc poclía hal.¡lar con
voz humana. EI ¿uro cncorncnrlti a su criada fár'orita el cuidado
v la alimelrtacirin clel ave como única tarea.
Un dia. mientras Ia criada Ie daba de comer, el pájaro habló
de repente:
(luídamt-' bien. herman:r. \' tc merecerris un mariclo como
Dios manda.
r\r'ergonzada. la criada al¡ofi'tcri al pájaro con su abanico. pcrr.r
éste ni sc i¡rmutó. Dr:sclc cntollcL-s. la criada respondí:r con ulla
l¡rc¡nra o una rt--prinrcnda c¿rcla r ez clue el pi'rjaro tcnía aluo quc
dccir'. hasta rluc la práctica de parlotear con úl sc convirtió cn un
hhbito dcl rluc va no cra consciente. Al fin 1'al cabo. cstaba sola cn
una habitación inclividual con un pirj:rro en urta.jaula colgantc. Y
si las conliclenci¿rs susurradas entrc cllos los convertían en íntirrx):i
compañeros, .a cluión incurnbíal
Lrn día la criacla estaba en el b;rñc, cuanclo cl p1!aro at:¿rbab:r clt--
bañarse. [,¿r criatura cra tan ntansa rluc- no ]rabí:r cerr:rdcl lajaula
\'! paril su sorl)rcs2r, sacudió las alas v salió r,olando. darlclo vucltas
por l:r halritación. EIla sc abalanzó sobre él lienéticanlcntc, pcro
el pájaro per{brri la vr:ntana clc papcl, Ia atrar,esó v dcsapareció v
tlci,' ¿ l¿ crilrdr r¡ur olr.r'nalr;¡ itt:poterrt..
Atr:rroriz¿rda por su arno. Ia muchacha se las ingelriír parzr
ocultar su culpabilidad. Se vistió 1'trasladó la.jaula al alero fher:r
de su habitación, Iuego se dirigió a él y le clijo lloralrdo:
Su oLrediente criada sc olvidó r'ccrró la J)ucrta para bzrirarst.,
sin cspcrar nurrc¿l quc sc ¿lprovcchara dc clla aleuicn cluc t:ntrara

l9
\ soltala aJ Pí1jrrrr,,. l)( ro \'o ¡sutr() ( r)l) qusto Ja culPlr t' inclrrso
rnorirí1 sin rcsertirniar)(o [)or mi oñns.r.
I-l arno. rluc s¿rlría ntLn'bien c¡uc lu",rtrls criaala¡ ( suLl)all ac-
losas clc cllir. rtccptti su histori¿r. Intcrloqó al rt'sto dc Ia lirnilia.
pe rri r ro l;udo encontrir¡' a la cu\rable r' llr irn cstiqación st ;u'clrirr'r.
Dicz clí;rs dcsl;u í s. la cspr.,ta clel ¿u¡to r rl ió l la clirtrl¿ a lrrr r': tui
|cc¿rrlo ¡ un:i lTr:rtr()rr1 llarrrircla [,iarrg F,l Irijo s,rlt<'r'o <1,'lil ntlrtrr)oa,
I-iirng Hsti. ¡ras:rlra cl dílr lcvcrrclo ctr srL estuclio. L rr pájlrrr cntr-,,
yolando y se posri sobrc su ('scritolio. (.lon voz hLrrn:rna k' dij,,:
l'lt' cstadr¡ buscando urrir parcjl itlcaJ para ti. .'l)r.,r' c¡ut' :ru
r¿ts t t:ch.¡s un Visl:lz(l:r
Sor¡rrcrrt{ido. [{sLi dcjo sLr Iibr, , r P, r \iqrrin .rl l, ,r, , l rt,'. [.,te it
'.uilr
corxlrrjo Iirertr cle sn h¿llilur iórr v vio córno urur crrt ¿ultaclor'¡ ctc¡nt'cllrr
dc clieciséis airos. r'cstid¿I (le oscuro cxceplo ¡x rr una lilcla roja. crrtrlllrr
1ítniclalrcrtlr' t:n ll t'asa. -\hor¡ cl lr»l
ro l¡ rlrct-ía ¡tor rrirrr¡ur1¿1 1¡1¡1¡.
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Hsr¡ ¡lirí¡ cl roslr'a) rle l;r r


muclracllir r io que su l¡r'llcz;r cr'¿
te.tlrttt ¡l(< r'ri c¡tcional. l,iic<¡ntl/i rrrir \('L(sit 1;;tr':r st'guirl:t lltst;i
(

el s¿lótr intt:rior.. dotrrlc conversal)a ( ll \1)z ba.ja r' flLrirl:r < orr srr
maclrr'.,\llí sc cntcr'ó ali (lu('('rli sirvicru¡ cn ur)ir l)od('r()¡¿r,.'asir.
Sin ct¡lllrrqo. su ¿rire rt catado lc cnLlli\'ó por ( onrplcto. [-a sin ir n-
ta l¡t)rbién sc fii(i ('rr i ).jovcn de ¿tl1a culrr v lo nrir¿rba clc rlz cn
cualrdo. ,\urrrluc iro ¡rLrrlierrin inttlr ar¡rhi¡r' :ri rrrlr sola plJ;r1r'a.
sui af¿'( (()s ('stal):ur ( orullrome lidris.
.U t egrcs¿rr a slr cils:r. la sin'icnta se clirigiri ir su hlbitación.
dtmcle la..jaul:r viicía cs1:rba.jrrrtto ¿r su C2ura. Errt irn¿r cle r:lla t'st¿r-
ba rl pír jaro. clcscansando ltlhcidanrntr t on los ojos r cn-;rclos v
Ias qar-riis c r) r'oscir( lil s.
-lill cr¡rrtcnlrr coDr0 si lrtrl;ic|lr ('r)( (x)tril(l()
unljota rcal. Ia sir\ i('rlta s('aballrlz('):crlrre cl Jrhjaro. cltrc sc rlejt'r
rcvc¡lt¡{r'¡rrrdo v protestirndo cn voz alt.r:
Arltrí estor,. lrcrman¿r. cursi agotarltr cle tanto aorlcr en tLr
nornl)rc. \'por sucrta lrt'encontr-¿do rrtr llrren nrarirlo 1)aril 1i. ( R)r
rlur': siQr¡r's (lucIicrl(l{ ) ('nccl'l arInc.)
Nflrar illlrda. l,r < r'i¿rcla escuciró rrlj( t)trirs cl pái¿ro corrtrlrl su
histolia. []ste ( onchr\,o:
,\urrtluc no puedo llcvarll)s a los clos m¿is allh dcl rnuro del
lecirrtr¡ cor¡o hizo el l¡t'¡-oicri ('sclavo dt licciórr, pucdo.olnurli-
carli r'l dcseo de tu (ór¡zon. ht-rr-nanir. 'i cs ¡'calr¡rcntc cl ho¡nbrt'
(luc te irl(eresa.

20
La doncella se sonrojti. pero no responclió.
[,os.jí»'cncs cnamor¿rclos sit'rnprr' lucron así sc l¡ur]ír r:l
lolt, . pcro put-tle (l11e vcnga alguil n r rlebo nralcharrnc r.r.
EJ irrr- puso tn ntovi¡r.rir'¡rlo sus 1;lrtntas r ct lrti :r vr.,lal.
L¿r muchat h¿r ¡t hnl ría senticlo p lolil l l(lanl( r rtc ¿rtrai(l.r ¡ro r' [ ,i.rr ru

Hsu r sc aver-gonzllra cle engrosar las lillis clc l¿rs cr¡rrcLrllin.ts clcl
amc¡. I)ando Yuelt:ts clurarrte Ia noche. se sirltií) ¿11ormcnturla por'
estas dos crnociones.
.,\l cliir sigliente. culrnclo cl pzijalo r ir r que rro Inbía Iraclir'. r'r¡h iir
ir su lx'rcl)a orieinal. L;r rlr¡rrccll¿r lc hizr¡ ¡cñas v lc dijo:
EI artto rttc rtclor'¿t \ nLrrr( ¿r nl( ( ¡ru tqani ir lcrs Lirtnq- l'ltrlt é1.

< so scr'ía usar Lln,r ¡rrtrla ltara nr¿ltill un gollion. Rtr oLrlt ¡rirr te. t:l
jovcn Lian,... es glal)o. talcntoso \ r'ico. Su¡lonuarnos que sc ¡inticr .r
atr:ríclo por un¿r lloI liesca. .sc rcbajar'í;r a tom¿lr'¿l urrr rlorcclla
corlo su P|opia csl;c,sa.'li'agrack'zr o tu tnolcstia. llcro m( 1( rno
t¡uc tll asulrto rlcl¡r ll-:rr';rs¿rr. \o ha,. rtad¡ que haccr-.
lil ilijarn:rq-itir las rrlar. sc rrk'j/r r r¡{) r¡'ercs{r l)a¡ta t'l ;r¡rrrlrclcr-.
E¡rtonct's. al atrtpatcr clc l¿r oscr.ll-itlarl. i rttrir vol¿rndo crr Lr h.rlrit.r-
< iorl r lc clijo a la dr,rrcclla:

I-ljovcn Lialrg rnlrcstra su\ .'cD tinr i, rr r, ,s Pr rr ti cllr'\tü\crso


r el lorc¡ recitri un l)oem¿1 escrilo lxrr rljorr-n:

.\i, »tt intfnrla ¡i tt ¡lnti,, r' lí.'0.


tni e tlt (.\
fa¡ fu tt)\1t, ltDt lto |10\0.
,\¡ I'ud¡¿ra»t¡\ nta ko tl lájito tulial.

tu¡.¡ ¿l¿¡n¡ton¡o; o lo t/lo. tonto unt forejo truala

La dr¡nccll¿r st' ¡leqró ¿ll oír ( str) \ cLlnfió srr rk'sco al lolo.
(lr¡a¡rdo se accl caba I¡ nrair¡rna. lilrtró aJ Phjaro.
[-n su solit:Lri,r cstu(lio, Lianq H¡ti lralria cstudo l)(ns.ur(tr) clr
la doncella clí¿r r rtclr hc. Clu¡rndo sc lcr irntri es¿r marilulr v r io rul
piaro revolotcancL. lc paleció c¡rc sr: parccia al que hal¡ía rlrriclo
anles. Bronrc(l corl ('1. diciendo:
\Iibucrr anriqo. ,;puecles clecirnrt a)go dc la d:rma dc nri corit-
z¿)nl Clicrtarn(:r)tc t-rts un pírj:rro cntx lrs pájaros; ¡tcnclrr:rn,rs rlrrr'
It:« r'r r.rrta iriogt af ia ruvit parir c1ut ., t( r('a ucr(le l).lr todlL I:rt« ¡rrirl¿r<ll
[,] pájaro bajo volirndo v clcspl.q. rus a]as. pos/In(krst sobrt'
un biombo pint:rdo. Lc cr¡rnunicti a Liirng el alicto cle la rloni t:lla

21
r'la profünclidad clt'su ansieclacl. Eu{iirico, Hsü prcetrrrtó si la
doncella srbía leer. En cse r¡romento. Hsti escril¡iri ur)a cArtn ( n
la quc lelelaba su ¿rnor v juraba c¿ISrrsc corl ella. Selló Ia uot:r
v Ia dejó cn cl suelo. Ill loro bajó en picldo. tomó el pa¡rcl con
el pico v sc lire volanclo. r'clejó a LiaIrg I{sü m/rs asornbrado quc
nunca por lo extraño dr: todo aqucllo.
Durante r arios dias. cl jor or no voh i(, ir r er al pá j:rro. lbclas
las nr¡tit-ias cle la clonccllrr s( cortaron brrrscamentc v trl se sintió
atorrncntildo por Ia nostiLlqi:r v la desespcracirin. I-ntonct's se enteró
de rlue unzr criada de la qran casa donclc scrr'í¿r su amacla había
mucrto v había siclo er)tcrrada apresu rarlamcnte. Sospcch:rnclcr
)o peol hizo ar crigr¡acir»rrts r comprob/r (luc se tratal)a tlel amor
de su pro¡;io corazón. arurque no pucl,r dt:scubrir l¿r c¿rusa de su
mucrtt:. Su dolor cra t:rtt qranck: rlue casi picrdc la voz dc tanto
llorar
Lo rlue Lianu Hsri no slrbía cra que la cl i¿rda había vislo srr not¿r
r. ar crgottzacla por su itrcapacid:rd ¡;:tnt cscrillir, sc había quitadr,
urt pc'ttclicntc v sc It¡ hrrbía clado al pájaro ll¿rr¿r quc se Io ller,¿rra a
su clestinatario. El pájar o clcbí¿r indicarl,: l¿r ubicación ck: l¿r c¿rszi
cle sus parlrcs ,v pectirlc r1r.rc krs visitara r Ie hiciera un rcgalo clc
dinero. Así 1;rrdrí:r rt:r'r.:¡l lal su libcrt:rrl \. cas¿1rse ( on Lianq Hsii.
Ei piijiiro tomó r'l pcttciie ntc crort el llico v s< cr:hó a volar'. ¡,rcr<r
a nritad cle camino un.jorcn ruclo lt: --olperi lzi mejill,t con url:1
piedra. EI loro parlante t:ar'ó al suelo siu vida.
\o pasó mucho tierl¡ro ¿rntcs de rlr¡e cl desastre gohcara
tamLrión a lir dorrcclla. Al principio. el anrr¡ Ia había l)ir ol'ecido
por srL l;ellt za \ todos csll( r¿lllan qu(' ()cupara su llLglt entrt: lzrs
concubirt¡rs del amo. R'ro ella sc habí¿r Iesistido a Ia idca r h¿rbía
refunluñado a cspald¿ls del anro. (]uando ct'hó la culpa de la p, r
dida del pirjaro a las denr¿is cri¿rd¿rs v sirr ientas, tistas la miraron
con recelr¡. ¿urr)qrre se hal¡jan liblado dt bs irzotcs.'I'eIllíal quc les
causall prolllcmas crurnclr sc com'irtit r'¿t cn [a conclLl¡itra ftr,r'oritrt
dcl amo.:rsí que no tar-tlaron en ataclrlir al unísono.'I'ras oír'l¿i
htrblar con cl pá-jaro en su halritación clLrrarrte la nc¡chc, dilündicrorr
l¿r calunrnia de quc cstabl liada con alqrin hombre. La histolil
no t¿rdó en llcgar a oidrrs dcl amr). (lue errpczó a sr:ntir-tclos.
Al poco. registró la habitación de l¿i cliad¿r v cncontlo la calta
de arno| clc Liang Hsu. Enfürecido. hizo intcrroqar a la criada

22
bajo tortura. (lomo la historia dcl k)ro tcní¿r algo de absurclo. Ia
cri¿rda no pudo explicarla con clari<lad. por lo que Iüe golpcada
hasta rlue su cuerpo qucdó cubicrto cle magulladrtras v ap('nas
podía respirar. Aunquc cstaba a punto de rnoril, cl atno no esperó,
la metió r'iva cn un ataúd v ordenó que la cntt-'rraratr en el bosque.
Tras cnterarse de su mucrtc. Liang Hsü ¿rtesoró cl rccucrdo
dc su.jova enterrada. Se scntó. hcrido en el cspíritu 1'dormitri en
su escritorio. De repcntc, una rnujer entró cIl sus sueños. \':estida
de plumas. canrinaba con paso danzaute, sc prcscnLó ante í'l v se
junró las solapas en cl saludo ceI'enroui¿rl quc tradicionalmente
se exige a las mujercs
Yo so-v t:l loro lt-- clijo v mi hermall¿¡ nravc¡r. cl amor de
tu coraz¿)n, también es un loro. Gracias a su virtuosa conducta en
nucstra vida anterior, sc translormó en hunrana v por casualidad
me reuní con ella. \Ic ¡rrcoctpaba rlue se sintierzr humiliad;r crr
un partido indigno, así quc rcspetuosamente aproveché l:r oc:r-
sión para presenthrtcla. Quión mc iba a decir que morirí:r antes
de cumplir mi misión. dcjando que se mancillara la viltucl dc
mi hermanir, un agravio que ella soportó hzrsta la rnucrtt:. ¡Qu(r
pcnal Y arin queda algo de su fucrza vital. aunque naclie salvo tÍr
pucde a,vudarla.
En su sueño, Liang Hsii sc llcnó cle:rlegría v sc lc\'¿tntó l)ara
interrosar a la visirin. Scir¿rlando con un dcclo. dijo:
C)ien pasos más allá dc Ia ciudacl... la tumba dc la bcll¿r ntr
está lejos. ..

La mujer calri al suclo, se transformó cIt rrna grulla t se eler'ó


a 1os cir:lr¡s.
Liang Hsti sc dr:spcrtó solrresaltado. l)nseg,uida orclcn(l montat'
a caballo v sali(i más allá de la muralla. (-l¡Irocía una ¿rldca cuvo
nombre lcnía el mismo sonido qrrc ''cien p:rsos" la pist:r tlcl suc-
ño. r\llí cncontró la sepultura, ¿runquc no se atrevió a abrirla dc
inmccliato. Tornó una habitación r:n Ia aldea 1; al lleg:rr Ia nocht',
pagó a su criado para que le acompariirra hasta el esparttoso lugar
y Ic avudara a abrir la tuml¡a. No cra llruy profunda -\,, cuando
llegaron al ataúd, lc parc-ció oír el sonido de una respiraciórr. Abrió
la tapa 1- la doncclla volvió a la vicla.
Dclirantc de alegría, Liang IJsü se dirigió a un convcnto bu-
dista r:crcano y llamó humildemcnte a l:rs pucrtas. ExJrlicó con

23
todo lujo dc cletalles Io. Inotivos clc srt visita r las motlias. clurr
se conr¡rlacíau ett los actcrs clt' c¿rriclad. accedietOn a :rl'udarlc a
sacar a Ia clolcella dcl aguicro. Liang Hsii lt Ilt'rri al con\.llto
a .uestas v Ja dejó r'ott lits tnonjas. I)csptrtis dc r,cuparse de los
gastos. regresó a casa.
Pasi¡ más de un rnes altte s dc qrrt' la cloncella r(l( tlpt lar¿l sus
lirerz¿rs. Entonces. Liarrq Hsti piclió a tttta ttrottiir dcl convento clttc
It lricicra de celcstirra v t rltlicara a su nt¿Ldt-t < ott I¿r mayor flrnlczit
¡rosilllt'quc stt coraz()¡l Ll('t lcnecia a tlna chica tl, rLtr hogat'polrt,.
L¿r nraclre de HsLi lilc a vr'r a l¿r clo:tcclla. a lit r¡rte recot-tl;t)r;l
hallr'r visto una vez. \ cst ttchó con sirryatiit la llorosa histolia de
lir rnuchacha. La rl¡Ltlrt . clue siempr-t habia a¡rrcciaclo :r srt Ilij, '.
l)unca fr-ustraría sus cleseos. Llevit ¿r sLr l)rollrctiala del cotlrr'lltti iL
t asa V rornpió las telar:it,tres t orl Ia ¿ln tigtl¿I casa cle l:r criacla. llara
rlLrc cl p:u'aclero dc l¿r tlrica sc nrantlr\iera ert riccrcto. \- l,iang
Hsti lecord¿rba tlrn llit'¡r la l¡,rnrl¿rcl dcl I,,ro llarl;tntc (1u( c2rd¿r\cz
(llr( sr: er)aolltI¡L);t tr)D ltlgui, ll rltrtlt:rl.,il aaPttl)'iItlo ll))l (l( (slas
rurcs. Ia cotn¡rt'aba r la Iilrt ¡al¡¿r.

H,ro Ko l'zt

24
PR¡NC¡PE DEL MAR

Tl n l¿ Isla rl, l.r: It, lir¡ui.rs. r'n Slr:rntung. llort'ccn llolcs rnulti-
-Ú,,r]',.., clrrr.urtt t,,do el ;u-r¡- \lrrlic ha r iyiclr-, :tt¡nca crr la isla
r incluso los visit¿utcs rara vcz r an irllí.
L.'n.joven jlanr¡c[, (-]hanq cr'¿r un ar-nantr rL'las l'r¡sas erlrrñ¿rs r
curio,,as. flns h¿rl¡cr oíclo h¿rl¡lal clt llr malarillos¿s r istas dc l¿r isla.
prcparri vitto v comjda ¡ rt-¡tó It¡sta irllí ctt tttt ltctlrtt'ñ¡ t srltrifi'.
LIcu(i cuiui(lo i¡ts flolts cslalr:in lrr su nr¿ixitnr¡ r's1;k nrlrr. tx-
halanrkr unir liagancia rlue ¡rodia olcrst- ¿r una milla (1. distirr)( i.r.
'lirnrl¡ión halria r'u brrlr:s. alrcllos corno ur)ir tlort'nir tI' paJmos,
l-st,tba t--mlrclcs:rdo v no clucriir tnrrrcitalsc. ,\l;r'ió srr.jrtrla rlt'
virrO r sc sirr iii ];ala si mislro. lamclrtanclr¡ úrricanrcntr' riL) tcncr
ir It.r¡trr qrr' l, lrr, i, r¿ r onrp.rirt,r.
Dc rc1;cnte. ck'cntrc lls floles u1;arcció una hclr-nosa clr¡ncella
vcstidr¡ co¡r uua cie-slur¡lira»t{'ti¡r)i.ir roja- No sr'P;ir-ccía a narlic
r¡-re ól hubit r-a visto ¿rntes. Sr»rrií¡ ;r Chang l Ic clijo:
(ilcía r ¡rrc cstalra sol¡ r'r ¡ rni cnl Lrsiasr¡rr i 1:r¡r' r'.1t- hrqar r- r un-
ca illaeili['(lrra cn((,1)tr^aliir lrrltrí trrr t'spilitrr alin sr»plt'rrrlirlo.
Cihrirc It'prceuntó r-¡uión crr . Sor un:r ( irr)t¿lnt{ rlt' Clhiarx hou
torttitrttti Virt, c,,n cl ptírrcip< tlt'i irtal-. (lt¡('sc nlnaliir (n
lrusc¿ tk' tnirr-avilla¡ paisajirticas. -\ lc rltrt'tt(' ¿rtr^iis J)or'(lu(' ml' r'( -
sLrlta rlilicil r';rllrin;rr-.
(lh¿urg sl silrtit., rufi]r'ieo tlt' rlrrc rrrrlr clr¡rrcclll liut lr,.uuos¿r
llrsirra fin ;r su so]t rlrrtl. r l:r irn irt'l ir s('nta) \( t r¡n ('l v a bt'bcr: Llt
ckrrccl]a h¿rlrllrl¡u c,¡n Lln ta)lr(, ( ¿ili(lo \ tialn()(lLr( ttnroriii¡Lrsst'rt-
linricntr¡s. Clhirns- se sinLiir Iircr-1r'rut'lrtc lrtt'aitIr pt.,r elll, pcr'o t( 1niir
rlut ll ¡»'írrci¡x tk l»riu-r'illiel¡ r L'irrJrirlio;rsatislirccl-sL¡scllscr)s.
-\lit ntras pcnsalra. sc lr',,anto urr vicni,, <1trc agitír L¡s rir-[rr¡]t'".
c¡rrr' .c inclinllorr r ilt¡irl:ui¡n crln rr lirer-zir.

,lil plincilrc rL,l mer'! q-r-itr'r la ckrrrt r,lla. (lhang ¡r' ;rgarlL,
In ro¡ra r mirrl alrittito: ¡la clorrct'lla lrabia rlL'sa1lrLr-r'r'iclol I:nront cs

27
vio s¿¡lil dc entrc los árl'lolcs una strpiortc gigantc. cor) r'l cuelJxr
gru('so cofiro un gran l¡¿rnrl¡úr.
(-ltirr l,r esperarrza da quc nc¡ se clic¡a cuent:r (l(. sLl plcsrn{ i,!.
(lhang sc r':t r¡rtcii(r rL tr-ri¡ d¡ urt lirbul. lrtlo la scrpicntt sr :rccl ( r ,
v em¡rczl) :r erlrosc¿us('¿l¡ccleclor rir'l hombrt- r clel árbol. (lhanc
trrría los bt'azos atl'apados cntl'e las picrnas r no Jrodía rnovcrlr,¡s.
L:r scrl;ir'nte ler'¡rtrtó la cabcza v lc cllrrl la lcng-ua cn I¿r n¿rliz. L¿r
sanqrc blor.r de (lsta \ li¡r'nrri urr (hilr'aa an cl suclcr r Ia serpienlr.
se incli¡ro 1;ara bcltcr-sclrr. (iharru pens/, r¡uc il)a a rnorir
Dc rt'¡rente. rt'cortlir quc llt'r'aba trtra ltolsa cle bt-lciro de zorro
er) l¿r cintrlra. Hizo p:rl:rrrca con clos dedo¡. al¡rió la bols¿r r derlarrrr,
cl vellcno sobre Ia palnlr clc su ¡n¿rn,r. l,rrteo. qirti t'l crrello palrr
l)o(lel \ rr l¿ l)alnra ¿bl('ria \ d.ji) ( ¡rrt la sa»g« uote¿u a rlc su n.u iz
2r I:r l)¿lrnit. l-Il unos irrstitnlcs. sLl tt¿tr){),¡staba lk'r:ir. La scr¡rir:ntr'

l¡ebió un lloco dL la s¡rrql'c cnve¡len¿Lria. con kr (luc sll cLlcrl)o s('


clcsenrr¡sco. su cola sc irgitó aon Ltn ('sll'llendo scnrtjantc al rkl
trueno r solpeó ,-1 ,i¡l¡ol. lo r¡Lrc k, ¡xLrrir'r por I¿ nrit,rtl. l,ucsr¡ sr.
I r 'l r I ir ¡ r 'l r , I . r l.l, , r r¡llrli,,.,,,tll,, r¡lt,r l,ll(,r ttt, r ii;r.
r

,\l plirrci¡rio C.lha¡rs cstal)a dcnrasintkr clribil par a poncr^sc ('rl


I)i('. pcr(). ¿rl c¿rl¡o clc urra hom o (los. rc\ ivi(i lo sulic it'n1c conro
l)¿1r'a
(irrqllf la scrpientt't'rr su bltLi:r \ \'ohcr rr'¡l;tncLr n r'¡s:r.
P¿rsir rr¡ris cll'ttn rncs ilntr'\ (l('(lu('\( )(( ul)clal¡ trrtalnrtntr rlll
ataqut'rlc l¿ hcrnl¡sa lruchacha rlrrt clir un cspililrr rk'scrpientc.

I"t' Sr'¡¡c;-r r¡r;

2e
UNA CHICA DE VERDE

f Jrr estudiaur. lllrnad,¡ Sung. clt'Yitu, Shantung. estudi¡ba


\-/, n el T »r¡r1,, tl,'l;rr Fuen¡r's Dultcs. LT¡ra r)oclrc, nlientr¿ls
recit¿rba en voz alta sobr'¡-: sus libros abicrtos, apaleció un:L nlu-
chaclra junto a su \('l)tana.
Con tlué diligcncia cstuclia c[.jor en nnestro dijo arhnirada.
\Iientras Sunq st-- prcsuntaba ci»no cra posiblL- cFlí' una doncr:lltr

asi hal;itar¿r cn las ¡;roltrncli<l¿des rlc la mr¡ntaña. ella r'¿ lr¿rbía


entrado sonrit-ndo en Ia habitaciirn.
;(lue r liliscrr, i;rl re1riti,,.
Suns se ler.antó. sorprendido. Era grácil i. delicada. de blusa
verclt'v vesticlo larqr¡. Auncluc intuia que podía no ser hun-r¿rna.
Sunq le prt guntó por su t iudad natal.
.No vcs clut' no voy ar tnordcrte? ¿Para quó t¿rntas prcguntas?
respondió clla.
Xlur atlaidc¡. Sunu conrpzrrtió su canra con cll¿r esa noche.
Cuando se quitó la chaqueta. de gasur. su cintura cra t¿rn csbelta
quc cios nnrrcs podian ¡rb¿rrcarla. -\lás t¿rrde. c r.r¿rndo sonó el últinrcr
t¿lrnbor noctLlrno, se alcjó r evolotea¡rclo y rlcsaparr:ció.
l)espués vino tr¡rl¡s las nr¡ches. LJna vcz. rnir:ntras tonrab¿ur
vino.juntos. su corn,ersaciritr rex:ló sus conocimientos musicalcs.
-fu voz
cs tan h('chizilntc dijo Surre . Si comPusierzrs
trna < :rncitlrr. se derrctirí;L rlri c,-rr ¿rzon.
Por cso r-nismo rcsponcliir la doncella , no dcbo t antar.
l:l Je .uplir ó r cll,r Jc , xplit ú:
Tu sin ient¿r rIO te ncr¡¿rría Ia c:rnt:ióu, pcro ¿t si alguicn la
overa? Aun así. si insistes. sólo put-do mostral mis esc¿rsas habilida-
dcs. sólo untr lnu(-'stra susurfacla ale mi aféc«l nrientras (:tnt¡lb¿I.
qol¡rralra liq, rarnetrtC .'l soli c.,r¡ .rr Pcqur'ño pie:

3'
.\itLti¡t l¡áiato corni ua tldr,¡it
l« t«¡tcii¡t lt »rdiantrht rl¿,¡la t:rl«¡u-
\i¡tltt¡,.1¡t-. t t ¡, n," tt, h, l,u,.l, i¡,¡1",1¡t,,¡,
ir lttto tonlaifu a tti ;tiar.

Su loz ela un zlrnrl)i(lo flno, las p:rlablas apcll¿Is ¿lrdiblcs. Pero.


l)ar¿1 ('l ovcnte ¿rllsort.r. el tnovi¡nit nri tle l¿r nrcloclía el'¿l su¿r\'( \'
rrdiclltc, afcctaba ¿l cor'¿rztill ¿r rnt dicla cluc tocrba el oído.
(lLr¡rlclo tclrninir la c¿rncitill. abliri la puelta v se ason]ó al
cxtcrio r.
Dcl¡o aseqular'¡lc tic (luc nr¡ hav nirdjc litt'r':r.
]liró alrcrlcdor cle la hal-ritaci<in rk Surrg:urtes rlr roh e r ¿r cntrar'.
.l'or rlut'r cst:r.s t¿ln ansioso? rlijo.
I)l proverbio "l,n fhrrtrrsma quc cl)tra crr cl nru¡rdo temt u
todos krs honrbres" sr ill)lica ¿r mi luego sc'liLc a la canra. pcrrr
scguíir irtlrarrcluil¿r . l'rLedc quc cl fir)al d(' nLr.str¿r rclacia)n est(1
(1'r('¿r diio. Sunq Ia Il'criortri ¡r:rra (llre l,'(lir.r.r rrrur cr¡rlicacirirr
\1i comzirn estii in(luict() )r'rlijo eltrr . I)rr si, ¡rtr¡ el peligro. \li
r irla va ¿r tcrnrinar.
Sutrg intcnt(r c¿rlnr;irl¡.
l-sos ¿rk'tt--os rlcl c r¡raziir son nornralcs lc dijo . No rnrlut's
corrclusiones precipiLatl.rs.
L¿r tloncclla paleci,r lliviada v volvielon a abrazarsc.
C L¡ando el rel,rj clc l agul sc sct ri r- anrancció. l¿r (lorlcclla sc visl i(j
\ salio d( 1:r t anra. Iir¡r lr :rirrir Ia ¡lrcrtir. l)cr'o sc l)r¡sr) a r':trni¡ral
rlc rrl laclo a otro. liin¡ln)(:nt('. rcgr('só junlci a rrl.
\o só por c1ué' J, dijo .l)cr1) tcuuo r¡icclo en el cr¡raz/r¡
Por fhr or'. :rconrpáiranrt' cl.jor cn se ler'¿rntt'r r la :rcompañó lic-
r¿r . No rnc pio das dt vist:i Ie rlijo . Puectes r ohr-r' rL'sput s
alc quc cl uca cl nruro.
Sung estuvo rli ar ucrrIr. \'io cónlo la.jorcrr rlaba ]a vut'lta al
prrsillo r lucg,r rk j(r rlrr ri rl:r. l,strür¿r u Il(rn(o (l( l;r clrnur
"'olrtr-a
cuanclo Ia oró qritar rlcscs¡rl'r':rd:unente. (,r»'r'ir¡ hacia cl soniclt¡.
¡rero no había r¿lstro (lc clla. sólo un luiclo Injo cl alelo. -'\l rnir.u'
cr»r crriclado. r'io una arlrira tlt l tarrrrño cle una lrolit¿r con aleo clr
sus gurras r¡uc crlitía un clucjickr. Srrrre lonrpió la lelarair¡r. lomo
rl olr-jt'to r quitó Lis lrilos que lo atalran. La cautive era tur:r aL,j,r
vclcle al bolclt- dc la ¡lrrtrtt. Se la llcrri ¿r su h,rbitrción. rk¡nrtt'

32
rcpos(i sol)rc su cscritorio durtrtrtc mucho tiernpo. (iutrndo la
abt ja pnclo carninar. tr-c1;ó lcntanrcnte hasta el tirrtcrrr r sc cchi,
tltrttrr¡. Luego sltlirl q¡r(r'¿rtdu r caruiltcj clc uri l¿rrlo a (t(ru ¡tirstli
tlu, firlmó la palalrra '(iracias". Lrr lLbcja agitó lirs alas r'. con Llrr
últirno esfucrzo. sali<'r volando por la \entana. lo quc puso firr a la
rt--lacirin para sictnpre.

I' r Susr;-r-lxr;

33
SUEÑOS DE MARIPOSA

',F ..,'" un.l vrz Llu( rn¡ sur-le nr:rt i¡;osa. flotando como pí:talos
IJr rr cl rirc. [.liz d, lrrrc, r 1,,,¡u, rrrr rlalr.r lr qarr,r. }a sirr
cr¡ncit ¡rcia de tní Ir¡ismo! Pcro plonto ln(' dcspert(i \ entonces.
aqarrirdo fie nét ic¡r'nrntr a nrí nrism(). ;ela Chuanq Tztrl \Ic ¡rri.-
earr)lo: ¿Ijstaba C]hrrarrq Tzu sor-iánclose a sí mismt¡ tonlo rnariposzr.
o et a l:r mariposa Il que sc soñab¿r ,r sí misnra (lhuane I2u.) Por
supucsto. si tonras a (lhuane lzu v a la mariposajuntos. entonccs
hav r¡¡rir. clih rcncil t'ntre ellos, pelo ('sa clifcrr:ncia sólo se dcbe a
sus ciunbiarttcs lornl¿s nraterialr,:.

Cst',rrr; l'zr:

35
APTO PARASER PEZ

flf süt h \\. ilLt rr,lrrl,r.rdu rnalaislri1.lo adjur)to cn el concladcr


I I,l, t.lr'itrg-, lr',r¡,rr,l;rir,,,lrr,l.(:. l-t;r , r;I rl., rI l:rt.'ti.-
rlrrlo irrljrrnto. r'l scilor 'l\(rLr. r'clc los jcli s dc policia. r'l srñol Lt'i
r r'l sr'ñrrr P'ci. flrt cl ,ltorlo rk't-sc lilo. HsrrclL \\ci csrttrrr crrli rtrto
clur:rrrti: siete clias. D< r'rpt ntc. citjo c[ rcsJrir':rl t no lcs¡xlrr<liri l les
irtsistcntcs ll¿nracla.. l'cro la zorr¿ rlLic trcli::rba su col^ilzirr ( slllhlr
ligcr'¿unc¡rtr' ( alianlr' \' la l¿rnrilirr. tr'.rr ia ¿r entcrrarlo dcrnasinclir
r,rl)i(1,). nrur¡lu -r¡.r:,li,r r ,l¡,'ri'.
\i intt clí¿rs rL's¡rrrtls. H*rich \\r:r ( rr)irió ur) l:rrto {orirl,r r sc
it tr or'porti.
, Ciurintos rlirrr cslrnt sin sL nlicl,r.' l)rl gLrnt¿).
\i'i¡tc rtiiis.
rri si lris liurcionru ios llsou. Lci r I)'r'i r rnln
.\r c¡ir¡r-rr lrrir
rrlro:r carprr picrrrlrr clijo Hsiir'lr \\i'i I)ili's r¡rrt' r'('(()l)ró r'l
,,,it<,, i¡iticrt(r, r rlul r¡cr¡r'rirl rt)qr, rL Io nrii¡ ( \li¿iño. l)ilr'. r1tr,
rL'jcn li-rs ¡ralillos r \ r'nq¿rn lr es( u( l)¿rr:
L.n sinirutc s¿lir'r t'n lrust¿i rk'lrr: ILnciorr¿rios. rlLLr'. tlicti-
\',rnranr('. cstlrl)irlr il l)unto dc ( ( llirr ailll):r picarla. Ilnnsrlitio la
l)cticion (lc Hsiit'lr \\i'i r lorkrs rh jalon rk' r'rinlt'r'\ s(' .rccr( lrrorl
it l;r r',rl¡r'ct la dc I l'riclr \\t i.
()rclen,rrrrrr rrl clilclo clt'l r, i rrtrtlruir,r. ( lh:rn!.l Pi. rluc tlajr'l.r
,
Lrn ¡rt-scacloi' lt s 1;rr'guntri Hsiir'1r \\i'i.
Si. l,' lri, iur,,. rr'.l,,rrrlilr¡l
HsLieh \\'ci sc di¡ ieió cntorlc('s a ( i)rang Pi v Ie dijo:
(-lhac., Kan. r') pcscaclor: lriLi¡ia csr onciiclo un¿ ( iirl)¡ qiqlurtc

r¡rrr'Jr,rlria clrptrrlirclrr: sc rlitcici:i ll, rirr-srr ¡rcdiclo con altrrnot 1;cccs


Il((lLr('aroscnsulrrg.rr:It'rrrtút'rrtonu¿rilcI¿r(arl]acrrtltltls jrrrx'os.la
lccoQistc v la tr:rji:,tt'(tr vuclta. (lL¡arxkr cntr'¿rstc cn cl rk r¡rliJlr cicl
nragistr-atlr. i'l rt--r-¿rrtc1:rclor cstaba s('nl¿r(lo al estc rlc la puL rla I uno
cle los sargcntos. al orste. [',1 recautlarir » jueaba al ¡rjcLlrcz...\l
.
cntr:rr

37
cn ia sal¿r. cl scñor Tsou y cl scil(n I-ci esttrban jugando. l-l señrr'
P'ci cstaba mas(i(:rrrdo urr rnelocolrin. ( luanclo Clhane Pi lcs con«l
cómo el pcscador habí¿i había reteniclo su buen:r pcsr::r. kr lricicr»r
:rzotar Lucgo cntrcgaron cl pescaclo al cocinero. \\'ang ShihJiang
quc rlut'rlti cncantado con la c:rrpa v la mató. ¿No cs cicrto toclo esto?
Los füncionarios se volvicron. ¡r'cr¡nsullarott ullos a otros t lo
confirrnaron todo con cstas palabras:
Pcro .cómo lo supistc.'
¡Porque esa carpa quc h¿rbí¿rs n.rLt¿r<io cra vol respondió
Hsiich \\ei al asombr:ido grupo.
(luóntalo todo dijeron toclos.
Cluanclo cnlLrmé por primera vez enipczó Hsiich \\ti
l¿r ficbre era tan intens:r que apenas porlía so1)ortarla. 1)c rcl)cntc,

me sentí sofocado v olvidó quc cstaba cnlcrnlo. Arclía como si rne


hulriera prendiclo fur:go. itsi quc trató dt- r'efi escarme. l-mpecé e
caminar-con un b:1st(ln t'n Ia mano, sin sabcr clue estaba soñando.
»Cu¿rndo pasé la rnuralla dc la ciudad, Inc invadió un cslado
de éxtasis, como si lucra un pá.jaro crrjaulado o una bcstia quc
se liberara. Nadie puecle imagirtar lo quc sctrtí. \'Ic dirigí a Ias
colinas, pcro allí mc scntía más solocado que antes. Así que ba-ié
a p¿tsear por la orilla del río. Era profür'rdo v tranquilo, corno
un cstar)quc. L¿i calidad otoñal del agua hizo c¡re mt: dolit'ra el
corazón. Ni siqr.rit-r:r sc mor'ía una ondulación v t:l agu:r rcficjaba
el cspircio rnás rcnroto. I)c repente. sentí el derseo de entr¿rr ul cl
aeua. Dcji' rni trajc cn la orilla 1' me znnrbullí.
,Dcsclc rni.juve ntud me ha gustaclo el agua. pcro cn Ia cd¿rd
adulta Ya no iba a nad¿r Ahora tenía qan¿rs dt: dis{iutar cotr tanta
libcrtacl l satislhcer un tlcseo larsarncrrtc acariciado. Pero pen:tr:
"Al n¿rd¿rr en cl agua, cl hombre no es tan rápiclo como los pccts.
I[e prcguntri si porlrí¿r entlar de :rlgÍrn modo crt la vida de un ¡rcz
v nadar rápiclamcntc".
»tln pcz quc cst¿l)¿1 ¿r mi lado me dijo: «No h¿r'nada rluc te
lo impicla si rc¿rlmcntc lo dcseas. Podernos conve rtirlc Iácilnrentt-
en r.ln pcz norrral; dcia quc rne encilrque de ello». Y cl pcz dt'sur-
parcciír rápidamente. I)oco después. lle gó un hombrc con c¿rbez¿r
dc ltcz dc varios metros de largo a lomcis de un Inonstruo nlarino.
\¡arias docenas de peccs lo seguían. El hon-rbrc con cabeza de l)cz
me leró tut edi, r,, del dius drl ríu:

38
fitir en tierrafirnrcl nadar libre en las profundidade.¡ son catninos dútintos.

Lo.t que están en tierra no clnlcen la.¡ ohs si no aman el apua.


H.¡iieh Il-ei lm etftre.rado .¡u de.¡ec¡ de nrular_)' buteat. con anheltt por el c,cio
de La: despreocultada.t proJurtdidades. -71 encontrnr placer en su reino ilitni-
tado. ¡t, enh'egaría a sus aguo., puras. Con-rado de La alta lierra, obandcrna
el ntundo nrurtal cle la ilu.tión.
Por el motnento fiuede contertir.¡L'¿n una criatuta (.tcamlr'a) pero no es un
canúio rle identided pernmntnle. Qr sr« uno car\o roja en el estanque
orit,ntal a ntot/a de prueba. Ibro. .¡i t:ottfia en lat alta.¡ olat fiora tolcar hs
ltorcas dc la gente. el crimen qu( (Ne haber r¡cultado lo per.teguirir; ntientras
que, :i ,:.r á¿,idct dr, ccbo. t'iego ol a¡tauelo dcl sedal, ;ufiirit a la intan(terie.

» No pierdas tu digniclad ni avcrsüerlL-es a tus scmejantes.


;SÉ cliligente cn estol
»Al oí¡ cl edicto. me mir'é r-r'i clue r-a cstab¿r revesticlci cler las es-
camas cle un pez. Así que me l¿rncé al agua; naclé doncie c¡.rería. por
enr:im¿r cle l¿rs olas v hasta lo n'ius profunclo. sicmpre a mis anchas.Ju-
gr-retcé en los tlcs ríos v los cinc'o l¿igos dcl reino. pcro todzrs las tarcles
tenía que volver al Estanque del Estc. clonde me habían asienaclo.
»Un clía nre entró hambrc r. al nr¡ cr)contr'al nada clur' ('omer,
cmpecé a segr:ir una barca. I)c repentc. r'i a Clhao Kan. cl pesc¿i-
clor l¿rnzal un anzuelo al agrra. El cebo parecía dulce, pero tuvc
la sensatez de tcncr cr-rid¿rclo. Entc,nces. de ¿rlgu»¿¿ m¿1r)er¡i. estaba
cerca cle nri boca. «Sov tin hombrc» rne dijc. ,.que sólo es url pcz
por ei nrourento. ¿\o pueclo g¿in:u'rnr la vida honr¿rdanrel]te cn
vcz cle trl1gi11'mc su anzuclo.'». Así (Fre nle alc.fé dcl barccl, pcrcr
mi hanrble enlpcolo.
»Pensé: "Sov un firncionario cluc llcr-a el tra.je de pcz sóio por
diversión. Aurrclue nle tl:aqLre cl arrzrreio. rro crco que el lrcscador'
n1c l]late. Scguramcr-ite mc clerolr'eria a la ciuclacl". r\sÍ quc me
tragué el anzuelo r Chao Kan me sacó del agua. \Iicntr¿rs rnc
¿rgarral¡¿r. grité r-rna \'ot1'a vcz. Ircro no nre escuchó. \ft' pasó tuur
cuercla por lirs mejillas v me ató entre Llno\.jlutco..
(lhane Pi r le dijo a Clhao K¿rn:
",\lpoco rato llcg-ír cl cri¿rclo
» EI-jclb de pt'rlicía P'r'i cpricrc (orn1)r¿ll'un pez v titrne qnt'
.ct tl, lrttrlr t:rnrlrñ, r.

, Nr'l li,-'pcscado nir-i-^uno rt'sPonclió flhao K¿ili . pero


t('ngo mris clc' tres kiios dc pt'ces pcrlrreños.

39
»-NIe ordenó que comprara un pez grande, no me sirven los pe-
queños--dijo Chang Pi. Entonces hurgó entre losjuncos y me recogió.
»Le dije a Chang Pi:
Soy el al.udante del magistrado de tu propio condado. Adopté
la forma de un pez y he estado nadando por las aguas del reino.
¿Cómo puedes no inclinarte ante mí?
»Chang Pi no hizo caso, me levantó y siguió caminando,
incluso ignoró mis rnaldiciones. Cuando entramos por la puerta
de la oficina del magistrado, vi a los oficiales sentados jugando al
ajedrez. Les grité con todas mis fuerzas) pero no obtuve respuesta
alguna. Se limitaron a sonreír y decir: «¡Menuda presal Tres o
cuatro libras, por Io menos)).
>»Luego entramos en el salón. Tsou v Lei estaban jugando.
P'ei masticaba un melocotón. Todos estaban encantados con el
tamaño del pescado, que fue rápidamente enviado a la cocina.
Cuando Chang Pi informó que Chao Kan había ocultado la carpa
e intentado llenar el pedido con peces pequeños, P'ei se enfureció
e hizo golpear al pescador. Les grité a todos que era su propio
colega el que había sido capturado, pero, lejos de ser liberado, fui
rápidamente condenado a muerte. ¿Fue eso humano? Mis gritos
y lágrimas fueron ignorados mientras me entregaban al cocinero.
»Wang Shih-liang tomó su cuchillo y me arrojó con placer a la
tabla de picar. Volú a gritar: «\\¡ang Shih-liang, eres mi picador
habitual. iQuieres matarme?>>. Parecía sordo cuando me apretó
el cuello contra el bloque y me cortó la cabeza. En cuanto cayó
la cabeza, me desperté y los convoqué a todos.
Los funcionarios se quedaron boquiabiertos y la compasión
surgió en sus corazones. Pero, cuando Chao Kan lo había atrapa-
do, cuando Chang Pi lo había recogido, cuando los dos oficiales
habían estado jugando al ajedrez, cuando los tres funcionarios
habían estado en la sala, cuando el cocinero se había preparado
para matarlo, alpez no se le oyó nada aunque su boca se moüa.
Los tres caballeros tiraron el pescado picado y desde entonces
no volvieron a tocar ese plato. Hsüeh \A/ei se recuperó y ascendió
a magistrado auxiliar antes de fallecer definitivamente.

Lr Fu-vsr

40
(

t
LI CHING Y EL DIOS DE LA LLUVIA

¡-"(uando el gran héroe militar Li Ching era aún un hombre


\-,,{ desconocido I' humilde, solia cazar con arco y flecha en las
montañas Huo, se uto;ut» y cenaba en una aldea local. El anciano
de la ¿rldea lo consideraba notable y lo trataba cada r,ez con más
generosidad con el paso de los años.
Una l,ez Li Ching se encontró con una manada de cien'os v
los persiguió. Estaba anocheciendo. Qye¡a abandonar la persecu-
ción, pero la emoción le hizo seguir adelante y pronto, en la oscuri-
dad de la noche, perdió el rumbo. ¿Dónde estaba el camino a casa
en esta desconcertante oscuridad? I)esesperado. siguió adelante,
pero su ansiedad iba en aumento. Entonces vio en el horizonte el
resplandor de unas linternas y se dirigió rápidamente hacia ellas.
Llegó a una gran mansión con las puertas bermellón de
la riqueza 1' el rango. Los muros eran excepcionahnente al-
tos. Después de llamar durante larso rato, sali<i un criado. Li
Ching le explicó clue se había perdido y le roeó que Ie diera
alojamiento.
será posible pasar la noche le dijeron-. Los jóvenes
-No
amos se han ido v sólo Ia setiora está en cas¿r.
--A1 menos transmita mi petición le instó Li Ching.
EI hombre entró y volvió.
-Al principio el ama pensó en negarse -düo , pero consi-
derando la negrura de la noche y el hecho de que estás perdido,
se sintió obligada a servirle de anfitriona.
Así que Li Ching fue invitado a pasar al salón. Pronto apareció
una criada para anunciar ala señora, que salió vestida con una
falda negra y una chaqueta blanca. Tenía algo más de cincuenta
años 1,se comportaba con un aire de elegancia natural. Para Li
Ching era como entrar en casa de un miembro destacado de la
sociedad. Se acercó e hizo una reverencia.

43
ninguno de mis hijos está aquí, no es apropiado que
-Como
se quede. Sin embargo. la noche es oscul'a y el camino a casa,
incierto, de modo que. si lo rechazara. ¿adónde podría enviartlo?
,\un así, la nuestra es una sencilla morada en la seh.,a montañosa.
NIis hijos r¡an y vienen todo el tiempo. A veces llegan de noche y
hacen mucho ruido. Espero que no se alarme.
--En absoluto respondió Li Ching.
La señora ordenó que sin'ieran la cena; la cornida era fresca 1,
excelente. Extrañamente pa1'21 aquel entorno rnontañoso, había
mucho pescaclo. I)espués de cenar, la serlol'a fue a otra parte de
la casa. Dos criadas trajeron sábanas v mantas de Io más lujosas.
l,uego cerraron Ia puelta, ie pusieron barrotes ), se marcharon.
Li Ching se presuntaba qué podría venir por la noche y causar
una conmoción aquí, en la rnontaña salvaje. Estaba demasiado
asr-rstado para dormir v se quedó sentado, escuchando. La nochc
estaba a punto dc terminar cuando unos eolpes urgentes sonaron
en la puerta. Ovó qlre Lu1 criado responclía v qrre ei que llamaba
anunciaba:
- l,os cielos ordenan a tu hijo que haea llover en un radio de
dos milias alrededor de c-sta montaña: una lluvia constante hasta
la guardia del amanecer debería ser suficiente. No te demores ni
ciruses ningún daño.
L,l criado que abrió la puerta ller'ó la orden escrita a la señora
que estaba dentro.
- N'Iis hijos aíur no han vuelto :r casa la ovó decir Li Ching
v ha llegaclo la orden cle lluvia. No podemos negarnos 1., si nos
Ietrasamos, seremos casti3^ados. Ya es demasiado tarde para enYiar
a algtiicn a arrisar a los chicos. No se puede esperar clue ios criados
tonlen cartas en el asunto. ¡.Qué haremos?
Ei huésped dei salón parcce scr un tipo notable
-dijo una
de ias jór'enes criadas- . ,'Pol qué no preguntarle?
Aeradecida por la sugerencia, la seriol'a llar-nó a Ia puerta de
Li Ching.
¿trstá despierto, señor? preeuntó . Tenga la amabiiidad
de salir un momento.
Li Ching se apresuró a obcdecer.
Esto no es una morada humana -ie dijo la dama . Es el
palacio del dragón cuyo cleber cs hacer llor.er.

4
.
Li Ching quedó asombrado y maravillado, pues el dragón, que
habita en las profundidades v se eler.a hacia las nubes, gobierna
el ciclo de las iiuvias sobre la tierra.
hijo mavor ha ido al mar de China Oriental para asistir
-N'Ii
a Llna boda la señora . NIi hrjo menor acompaña
-continuó
¿r su helnrana esta noche. Hace un momento ltemos recibido la

orden del Cielo de hacer llover. No hay tiempo para informar a


los chicos, \'a que ahora nos separan miles de leguas. Tampoco
es fácil encontrar un sustitttto. Debo aventurarme a molestarlo:
¿sería posible que nos ayudara cn este instante,r
-Soy un hombre rnortal, no unjinete de las nubes - respondió
Li Ching- . ¿Cónro podría enr,-iar la llur,ia? Pet'o, si hay algún arte
que pueda cnseñarme, entonces estoy a su disposición.
- Sólo siga mis indicaciones dijo el ama . i)-no habrá nada
que no pueda hacerl
Liamó al caballo. que era un cot'cel color crema cubicrto de
negro. e indicó a los cl'iados cllle ataran el polta-lltn'ia, un peclueño
jarrón, a la parte delantera de la silla.
No fi'ene con el bocado - advirtió a Li Ching . Siga los
mor,imicntos dei calralio. Cuando pise 1'relinche, torne ulla gota
de agua del jarrón 1 eléjela caer sobre sus crines. Asegúr'ese de t"lo
usar más dc una gota.
Li Cliins nrontó en cl caballo. Saltó hacia delante, cotl los pies
cada r.ez más altos. Li Ching estaba asombrado de su velocidad
y firmeza; no se dal¡a cuenta de qut' estaba encima de ias nubes.
El r,iento corría colno flechas. Los trtrenos retumbabatr ltajo sus
pies. Entonccs, el caballo pataleó,v el jinete Ie echó una gota de
agua en las crines. Los relámpagos briliaron,v lers nubes se sepa-
raron. Abajo podízr ver la aldea doncle solía alojarsc. "Hc dado
rnuchos problemas a la aldea", pensó, "y *. han tratado muv
bien. ¿Cómo podré l'ecompelrsarles? La sequía ha sido tan larga
que sus cultivos están casi secos. Ahola que te ltqo la lluvia en mis
manos, ¡'por qué vo,v a ser tacaño con ella?", Entonces, Li Ching
puso r.,eintc gotas m¿is en las crines tlel caballo. Pronto dejó de
llover y cabalgó de vuelta a la mansión.
A1lí cncontró a la señora que sollozaba delante dei salón.
¡Oh. qué errorl sritó . Prornetió no Lrsar más de una
gota. ¿Por qué usó veinte para satisfzrcer su capricho? L,na gota

45
del cielo significa un pie de lluvia en Ia tierra. A medianoche, esta
aldea tenía seis metros de agua. No queda nadie. 1\,Ie culparon
severamente y me dieron ochenta golpes de vara. Basta con mirar
mi espalda; está cubierta de verdugones ensangrentados. Mis hf os
también están incriminados. Oh, ¿qué voy a hacer?
Li Ching se quedó mudo de vergüenza v miedo.
Buen señor la dama , usted no es más que un
-continuó
hombre del mundo de los mortales, que nada sabe de los movi-
mientos de las nubes y la lluvia. Realmente, no puedo culparlo.
Pero, si el rey dragón viene a buscarlo, tendrá mucho que temer.
\,{árchese rápido, entonces, pero déjeme recompensarlo por sus
penas. Aquí en las montañas tenemos poco que ofrecer. Tal vez
acepte un regalo de dos sirvientes... o sólo de uno de ellos, como
prefiera y ordenó a los dos sirvientes que salieran.
Uno vino del pasillo este. Su rostro y sus modales eran ama-
bles v agradables v parecía de lo más simpático. El otro vino del
pasillo oeste. De mal genio y bullicioso, se paró y contuvo su ira.
Los cazadores somos combativos y fieros en lo que hacemos
dijo Li Ching-. Si eligiera el más sua\¡e, ¿no me tomaría la
gente por un cobarde? Sin embargo, no sería tan osado como para
elegir a los dos. Ya que me lo ha ofrecido, elijo al feroz.
Sonriendo débilmente, el ama dijo:
eso es todo Io que desea, señor?
-¿Es
Lo saludó y se separaron. El criado se marchó con Li Ching.
que dio unos pasos más allá de la puerta y miró hacia atrás. La
casa había desaparecido. Se volvió hacia el criado, pero éste
también había desaparecido y Li Ching tuvo que encontrar solo
el camino a casa. A la luz del día, miró hacia la aldea y vio agua
hasta donde alcanzaba la r,ista. Sólo las puntas de algunos árboles
sobresalían de ia riada. NIo se veía a ningún hombre.
Se dice que, al este del paso de T'ung, se producen primeros
ministros; al oeste del paso, generales. Li Ching acabó sofocando
rebeliones con su poderío militar y sus üctorias fueron insuperable,
pero nunca alcanzó el cargo de primer ministro. ¿Será porque no
tomó también al gentil sirviente del corredor oriental?

Lr Frr-y¿N

46
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S: ¡: ,í
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rr
HOIAS DE IADE

p ,r la tierra de Sung había un ltombre que rnoclelaba jade


I /en hojas de morera silvestre para su serior. Las hojas, que
tardaban tres años en completarse^ estaban tan perlectamente
proporcionadas en tallo y tallo, tan magníficamente reaiizadas
en el más rnínimo detalle, que no podían distinguirse cuando se
mezclaban entre hojas vivas. El Estaclo apoyó a este artesano por
su habilidad,
Lieh Tzu objetó:
iQué pasaría si el cielo 1-l¿r tierra necesital'an tres años para
crear una hoja? No habría rnuchos árboles. Seguro que el sabio
cuenta con la fecundidad de la naturaleza:más que con el ingenio
clel hombre.

LrEu Tzu

49
LA LECCIÓN DEL MAGO

rfau Tzu-ch'un vivió en la época en que se fundó la gran di-


I nastía Sui. En su juventud fue un tipo despreocupado que
nunca se pr"eocupó por presen'ar los bienes de la larnilia. Con su
temperamento despreocupado y autoindulgente, y su gusto por
el vino y la compañía disoluta: pronto dilapidó slrs recursos. Los
arnigos v parientes a los que acudía en busca de ayuda sólo lo
despreciaban por descuidar sus respollsabilidades.
El inr.ierno le encontró con la ropa hechajirones, el estómago va-
cío,v descalzopor las calles de la capital, Ch'anean. Al final del día
aún no había comido. Confundido, sin ningún lusar adonde ir, se
didgró hacia la puerta oeste del barrio oriental. Su desdichada con-
rlición era demasiado obr,'ia cuando levantó los ojos al cielo v gimió.
Señor, ¿de qué se queja? un anciano con Ltn bastón se puso
delante de é1. Tzu-ch'un contó su historia con indignación por la
lorma en que su propia lamilia lo había despreciado.
¿Cuántas ristras de monedas te harían sentir cómodo?
anciano. En aquella época, las ristras de monedas
-preguntó el
se llevaban en vuelt¿rs de mil en cada una.
De treinta a cincuenta mil monedas me mantendrí¿rn con
r.ida respondió Tzu- ch'un: era una gran suma.
Apenas suficiente dijo el anciano ; habla otravez.
-fzu-ch'un.
mil, entonces
-Cien poco.
-dijo
-Demasiado
Iln millón.
poco.
-Dernasiado
millones!
-¡Tres eso bastar"á dijo el anciano mientras sacaba de su
-Con
manga una sarta de billetes-. Deja que esto te provea est¿r noche.
Mañana al mediodía te esperaré en el bazar persa. Ten cuidado
de no llegar tarde.

51
! a la llora, Tzu-ch'un se dirigió albazar persa, donde le es-
peraba el anciano. trl hombre entregó a Tzu-ch'un tres millones
en metálico y se marchó sin revelar su identidad.
Pero la riqueza reavirró los deseos extr¿rvagantes de Tzu-ch'un.
Nunca más. pensó. tendría que vivir Ia vida de uu extraño a la
deriva. Nfontó los caballos más elegantes 1'r,istió las mejores pii:-
Ies 1. sedas. Se reunía con bebedores y contrataba músicos para
cantar l,baiiar en las casas de placer de la ciudarl. No pensó más
en administrar su dirrero.
En un par de años, Tzrch'tin tuvo que cambiar sus finas ropas
y sll costoso carruaje por otros más baratos. Luego dejó el caballo
que le queclaba por Lrn burro. Y pronto dejó el burro y se desplazó
a pie como antes. En poco tiempo volvió al lugar donde lo había
encontrado ei viejo. Desesperado. gimió angustiado junto a las
puertas del barrio. N oír su voz. el anciano reapareció, tomó a
Tzu-ch'un de la mano,v le dijo:
No esperaba encontrarte así otra vez. pero te :r1'r-rdaró.
¿Cuántas cuerdas?
Tzu-ch'un estaba demasiado mortificado para responder. El
anciano le instó a respondeE pero el pródigo sólo pudo asradccer-le
tímidamente su preocupación.
al nredioclía) \/en ill lugar dondr- nos r,'ir-nos antes
-N,{añana
- düo el anciano. 'fzu-ch'un reprimió su vergüenza v fue. Le
dieron diez rnillones en eflectivo.
Antes de aceptar el dincro, Tzu-ch'un resolr.ió que planificaría
su vida 1'sr: sustento con tanta sensatez qlre los fhmosos ricos clc
la historia parecerían de poca monta. Sin cmbargo) un¿l vez que
turo el dinero en slls manos. sus conviccioncs dieron un vuelco.
Su naturalt:za autoindulgente era tan ftrerte como siempre 1: en
pocos años, era más pobrc que nunca.
Por tercer¿r vez se encontró con el anciano cn el lugar que le era fa-
miliar. Tzu-ch'un no pudo dominar su r,'erguenza; se cubrió l¿r cara coll
las manos, hu1ó, pero el viejo Io agarró de la cola del abrigo y lo detuvo.
haber sabido clue necesitarías más düo y le dio
-Debería
a Tzu-ch'un treinta millones en metálico-, pero) si esto no tc
cllra, no hav lemedio.
Tzu-ch'un pensó: "Cuando caí en Ia maldad y gasté todo lo
que tenía, r'nis parientes y amigos no me hicieron nineún caso,

52
pero este anciano me ha manlenido tres veces. ¿Cómo puedo ser
digno de su bondad?''.
Y le dijo:
esta suma puedo poner cn orden mis asuntos, proveer a
-Con
las necesidades de viudas y huérfanos v reparar mi carácter. Estoy
conmovido por su profunda bondad v realizaré cualquiel ser-v'icio
para usted una vez que haya cumplido mis tareas.
Tal es el deseo de mi corazón dijo el anciano . fJu¿rndo
hayas terminado, r'eúnete conmigo el decimoquinto día del sép-
tirno mes en el templo de Lao Tzu que se alza entre los enebros.
Como la llar,oría de las viudas v huér'lanos vir,ían al sur del río
Huai. Tzu-ch'un transfirió sus fondos ¿i la ciudad de Yangchou. Allí
compró más de mil quinientos acres de tierras selectas, construvó
mansiones en la ciudad l.levantó más cle cien eclificios en las carre-
teras principaies para alojar a las r,iudas v huérfirnos de la reeión.
Organizó matrimonios para sus sobrinas y sobrinos, proporcionó
a todos los muertos del clan un lugar en el templo, correspondió
a todas las muestras de senelcsidad r'lterdonó todas las injurias.
Cuando telminó, llegó el momento de buscar al anciano.
Tzu-ch'un lo encontró silbando a la sombra de los enebros.
Juntos ascendieron el Pico del Pabellón de las Nul¡es de la montaña
Hua, en el extremo occidental de China. Habían recorrido más
de diez millas cuando llegaron a una residencia limpia v auster¿r.
distinta de cualquier otra donde morasen mortales, bajo un dosel
de altas nubes arqueadas. Féni-r v srullas surcaban el aire. l,ncima
de ellos se aizaba Ia sala principal. en cuvo interior había un hor-
no de alquimista de nueve pies de altura utilizado para elaborar
pociones y ellrires. Las llamas púrpuras que salían de ahí iiumina-
ban la puerta v ias ventanas con una luz ardiente. rUlededor del
horno habia varias hadas de color blanco jade, rnientras que un
dragón negro v un tigre blanco montaban guardia delante.v detrás.
El sol ernpezaba a ponerse. El anciano, que Ya no vestía atuen-
do mortal, aparecía ahora como Lln mago taoísta, con sombrero
amarillo v manto escarlata. l,levaba ull \,'aso de vino y tres pas-
tillas blancas para expandir la mente. rlue le dio a Tzu-ch'un. El
joven se tragó las píldoras, y el hechicero extendió una piel de
tiqre contra la pared occidental v sentó a'fzu-ch'un de forma
que mirara hacia el este.

53
Ten cuidado de no hablar adr.irtió el hechicero . Ya sca
-le
un espíritu venerado, un fantasma vicioso, un demonio del infierno,
una bestia salvaje, el mismísimo infierno o incluso tus parientes
más cercanos, atados v atormentados de mil maneras, nada de lo
que verás es real. Es esencial que no hables ni hagas ningún movi-
miento. N'Iantén la calma y no tengas miedo y no sufrirás ningún
daño. Nunca oh'ides lo que te he dicho y el mago se marchó.
Tzu-ch'un miró a su alrededor. No vio más que una cisterna de
tierra llena de agua. De repente, banderas y estandartes, escudos
y lanzas, mil carros de guerra y diez mil jinetes se arremoiinaron
sobre colinas y r,,alles. El clamor hizo temblar el cielo y la tierra.
Apareció un guerrero llamado el General. Nfedía tres metros y
tanto él como su caballo llevaban una armadura de metal que
brillaba intensamente. La guardia del General, compuesta por
varios centenares de hombres, con las espadas desenvainadas y los
arcos tensos, entró en ei espacio situado frente a la sala principal.
hombre eres --gritaron que osas permanecer en
-¿qué
presencia del General?
A derecha e izquierda, con las espadas en ristre, avatzaro:n
exigiendo la identidad de Tzu-ch'un, pero éste se negó en redondo
a responder. Enfurecidos, algunos querían reducirlo, otros. dispa-
rarle. Tzu-ch'un no respondió y el General se marchó enfurecido.
Luego vinieron tigres feroces, serpientes venenosas, gatos mon-
teses, leones rugientes y escorpiones, todos trataron de apoderarse
de él y devorarlo. Ngunas de las bestias incluso saltaron sobre é1,
pero Tzu-ch'un permaneció impasible en espíritu y expresión H
en poco tiempo, la pesadilla se desvaneció.
De repente, estalló una tormenta, con relámpagos que hacían
visible Ia oscuridad. Carretes de fuego pasaron a su lado a dere-
cha e izquierda. Rayos eléctricos cayeron delante y detrás de é1.
Tzu-ch'un no podía abrir los ojos. En unos instantes, las aguas
que rodeabanla zona tenían tres metros de profundidad y; con
los relámpagos y los truenos retumbantes, parecía como si nada
pudiera impedir que los mismos ríos y montañas de la tierra se
deshicieran. Las olas llegaron hasta su asiento, pero Tzu-ch'un se
mantuvo erguido y no se dio por enterado. Pronto todo desapareció.
El General regresó, esta vez al frente de un sargento con cabeza
de buey y sus soldados del infierno, junto con otros fantasmas de

54
rostro extraño. Colocaron un enorme caldero de agua hiniendo
ante Tzu-ch'un y se acercaron a él con lanzas, espadas t,horcas.
le dijeron- ,v te Iiberaremos de inmediato.
-Identificate
De 1o contrario, ¡cuidado! Te arro.jaremos a Ia caldera.
Tzu-ch'un no respondió. Entonces trajeron a su esposa 1. la
arrojaron a la escalera delante de é1.
v la perdonaremos dijeron. La azotaron hasta
-Habla -le
que su sangre corrió libremente. algunos le dispararon, otros la
cortaron. otros la escaldaron, otros la quetnaron. Incapaz de
soportarlo, ella gritó:
Verdaderamerlte no so,v más que una pobre v simple mujeS
indigna de un caballero como tú; sin embargo, la fortuna me
l-ra permitido servirle como esposa durante más de diez años.
Ahora sus honores. estos fantasrnas, se han apoderado de mí, 1'
el dolor es más de lo que puedo soportar. Nunca soñaría con que
te arrastraras sobre nlanos Y rodillas para suplicar por mí, ¡pero
una soia palabra sah'ar'á rni vidal ¿Quién entre los hombres sería
considerado más desalmado si rne negaras eso?
Lloró, maldijo e increpó, pero Tzu-ch'un no la miró.
que no la rnataremos? --dijo el General. Ordenó que
-¿Crees
trajeran un tajo y enlpezaron a cortarla centímetro a centímetro.
empezando por los pies. trlla chillaba frenéticamente, pero, hasta el
final. T2u-ch'un no le hizo caso-. Este villano es un maestro de las ar-
tes negras --<1üo el General y no debe permanecer entre los r.ivos.
Y ordenó a sus hombres que cortaran la cabeza de Tzu-ch'un.
Cuando 7a cabeza de Tzu-ch'un fue cortada. su alma fue llevada
ante el re\, de los muertos.
es éste el hereje del Pabellón cle las Nubes? ¡Arrójenlo al
-¿No
infierno! Tzu-ch'un saboreó almáximo los tormentos del infier-
no: el bronce fundido, la barra de hierro, los uolpes, el triturado,
el pozo dc fuego, el caldero hin,iente, la colina de cuchillos, el
bosque de espadas. pero no olvidó las palabras del maso y soportó
el dolor sin dejar escapar ni un gemido. Entonces, los torturadores
informaron al rey de que los castigos habían concluido.
Un villano tan taimado no rnerecc renacer como rrarón
decretó el rey de los muertos . Que r,uelva como hembra,
en casa de \Alang Ch'üan, el masistrado adjunto del condado de
Shanfu, en Sungchor.r.

55
Tras su nacimiento, la niña sufrió muchos achaques. Apenas
pasaba un día sin que le practicaran acupuntura, cauterizaciones
v le administraran medicinas duras. IJna vez se cayó al fuego
y no pudo alir.,iar el dolor. Sin embargo, no se le escapó ni un
sonido. \,Iaduró hasta convertirse en una belleza excepcional,
pero nunca usó la voz y la fámilia la consideraba muda. l{unca
respondió a las iibertades que sus parientes se tomaban con ella
ni a los innumerables pequeños insultos que sufría. En la misma
localidad r.ivía un licenciado, un tal Lu Kuei, que quedó fascina-
do por los informes sobre su belleza v buscó su mano a trar,és de
una casarnentera. La oferta fue rechazada por la familia debido
al mutismo de la mujer, pero Lu Kuei arsumentó:
N'Iientras sea digna como esposa, ¿qué necesidad hay de
hablar? N,Iejor aún, ¡puede desanimar a las mujeres que hablan
demasiadol y así se permitió la boda. trljoven dio la bienvenida
a su nueva esposa con toda ceremonia.
Durante l,arios años. la joven pareja compartió un amor tierno
,- cada r,'ez más profundo. Tuvieron un hijo, que a los dos años
demostró una inteligencia excepcional. Lu Kuei abrazaba al bebé
v hablaba con su esposa, aunque ella nunca le contestaba. Intentó
muchos trucos para atraerla a hablar, pero ella permancció en
silencio. Entonces, enfadado, le dijo:
la esposa del señor Chia 1o despreciaba tanto
-Antiguamente,
que no le dedicaba ni una sonrisa. Sin embargo, el señor Chia le
quitó a su esposa su voto de silencio disparándole a un faisán. No
soy tan feo como el seiror Chia, y tengo más cultura que habilidad
en el tiro con arco, pero no hablas. Si la esposa de un hombre lo
desprecia, ¿de qué le sirv'e ei hrjo?
Lu Kuei agarró al bebé por los pies v le eolpeó \a cabeza contra
una roca. La cabeza del bebé se partió de golpe y la sangre brotó
a varios pasos. Tzu-ch'un sintió una aguda punzada de amor en
el corazón. Su'r,oto de silencio v un grito de angustia brotó de sus
labios. E incluso mientras se le escapaba el breve grito, 1)u-ch'un
estaba sentado donde antes había estado é1. trl mago estaba de
pie ante é1. Acababa de comenzar la última guardia de la noche.
Tzu-ch'un vio llamas púrpuras que subían del tejado y saltaban
al cielo. Luego, el fuego se cerró sobre ellos y quemó el edificio
y su interior.

56
erudito, cómo me has ag'aviadol el he-
-¡Miserable -dUo
chicero mientras levantaba a Tzu-ch'un por el pelo engominado
y lo arrojaba a la cisterna de agua. § instante se apagaron los
fuegos y el rnago dijo : Tü mente se había librado de la alegría,
la ira, la tristeza, el miedo, el odio y el deseo, todo olvidado. Só1o
quedaba el amor. Si no hubieras gritado en ese momento, mi
medicina habría hecho efecto y te habrías elevado más allá de tu
estado humano para convertirte en un inmortal. Por desgracia.
estos hombres son demasiado laros. Tendré que r,oh'er a preparar
esta medicina y tú tendrás que encontrar tu lugar en el mundo
de los hombres.
Entonces, el mago señaló hacia el lejano hosar. Tzu-ch'un subió
al pabellón 1,miró: el horno estaba estropeado. Dentro había una
barra de hierro tan gruesa como el brazo de un hombre. Desnudo
hasta Ia cintura, el mago la estaba cortando con un cuchillo y
demoliendo lo que quedaba.
Cuando Tzu-ch'un regresó a casa, se avergonzo de haber
olvidado su voto de silencio. Se hizo cargo de su error y viajó al
Pabellón de las Nubes, pero no encontró ningún rastro humano
1r, suspirando con pesar, regresó a casa.

Il Fu-r'rN

57
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EL SAcERDOTE DE LAS MoNTAÑaS DEL
TRABAJO DURO

f I joven \\ang. séptimo hrjo de una fámilia establecida, r,ivía


I)., h ciudad entre las comodidades clel pueblo. Descle niño le
liabía lascinado el ocultismo aloír que en las montañas Hardwork
y,
podían encontrarse muchos inmortales. viajó hasta allí con su
bolsa de libros al hombro.
Se dirigió a la cima de una colina donde había un templo
taoísta aislado. Un sacerdote meditaba sentado en una estcra.
El pelo blanco le colgaba del cuello. pero parecía ágil y enérgico
de cuerpo y mente. \A¡ang presentó sus respetos y habló con el
sacerdote, cuya explicación de los poderes del universo parecía
maravillosamente misteriosa. \§ang pidió estudiar con é1.
Me temo respondió el sacerdote- que algr-rien que ha sido
tan indulgente como tú no sea capaz de soportar las dificultades.
Estoy seguro de que puedo \Vang.
-drjo
Los numerosos discípulos del sacerdote se reunieron al ano-
checer. Wang presentó sus respetos a todos y permaneció en el
templo. A1 amanecer el sacerdote llamó a Wang, Ie dio un hacha
v Ie dijo que se uniera a los discípulos para buscar leña. Wang
siguió sus instrucciones con seriedad.
Pasó más de un mes. Las manos y los pies de \{hng se llenaron
de callos. Y, tal como había predicho el sacerdote, sintió que no
podúa soportar las penurias e interiormente resolvió volver a casa.
Al regresar una noche al templo, vio a dos hombres cenando
con el maestro. El sol ya se había puesto, pero las lámparas no
estaban encendidas. El maestro cortó un trozo de papel en forma
de espejo redondo y lo pegó en la pared. Al instante, la luz de Ia
luna llenó la habitación y se pudo ver hasta la nrás pequeña cosa.
Los discípulos corrían de un lado a otro para atender los deseos
del maestro. Uno de ellos dijo:

59
EI placer de esta lraravillosa noche debe ser compartido
por todos tomó de la mesa una jarra de vino, la vertió en los
cuencos de los discípulos 1'les ordenó que bebieran hasta saciarse.
"¿Cómo puede estajarra de r.ino sen'ir a siete u ocho de nosotros?"
se preguntó \\'ang, pero los discípulos se acercaban una v otra vez
para llenar sus cuencos. y el r.'ino no disminuía.
Pronto, uno de los invitados dijo:
Nos sentimos honrados pol' este reealo cle la luz de la luna,
pero ¡qué vergüenza beber solosl Deberíamos llamar a Ch'ang O,
hada de la luna, para qlle nosj acompañe decir esto. arrojó
-al
un palillo a la luna y una hermosa mujer se materializó de entre
los rayos lunares.
Apenas medía un palmo cuando apareció por primera vez)
pero alcanzó el t¿rmaño humano al llegar al suclo. Su cintura era
esbelta v su cuello amplio, Con glacia etérea. ejecutó Ia danza dc
la Túnica Arco Iris. Luego cantó:

¿Debe la Datna de la Lunrt regt'esar

nl conJinantitnto solitario de su Palacio litíct?

Su voz era sonora v resonante, distinta como el tono de la


flauta. Cluando terminó su canción, se lcr'¿rntó col] un movimientt.r
circular r se posó sobre la mesa. ;\nte sus sorprendidos ojos, volvió
a convertirse en Lur palillo.
Los tres hombres se rieron. Uno dijo:
Nunca he pasado una vclada tan entretenida, pero el r,'ino
está siendo dcm¿rsiado piira mí. \Ie pregunto si podrialnos tomar
nllestra última ronda en el mismísimo palacio lunar.
Poco a poco. los tres, ¿¡irn seutaclos a la mesa) entraron elr
la luna. La multitud de discípulos los vio sentados y bebiendo
dentro dc la bola resplandeciente. Incluso podían r,erse los pelos
de sus barbas y cejas, como reflejos en el espejt>. Al poco rato, ia
I
luna empezó a oscurecerse. Cuando los cliscípulos trajcron velas
encendiclas, encontrar:on al saccrdote sentado solo; los inrrit¿rclos
I
habían desaparecido, quedaban manjares sobre Ia mesa y la luna
I
de Ia pared no era más que un papel redondo.

I --¿Había suficiente para beber;) -- preguntó el sacerdote a Ia


as¿rmblea.

t
6()
fue la respuesta.
-Suficientea la cama, porque no debéis perderos la recogida
-Entonces,
de leña de la mañana dljo el sacerdote. Los discípulos asintieron
v seretiraron. \Vang estaba tan lascinado por los acontecimientos
de la noche que desapareció toda idea de volver a casa.
Sin embargo, al cabo de un mes, las penurias volvieron a
superarle. Y eso que el maestro no le había enseñado ni un solo
truco de rnagia. Dominado por la impaciencia, \\hng se dirigió
al sacerdote y le dijo:
humilde discípulo ha recorrido cientos de leguas para
-Tü
recibir las en.señanzas de un maestro inmortal. Annclue no pudiera
tener el secreto de la rrida etertra. ¿no hav acaso alguna enseñan-
za menor que pudieras concederme como consuelo? Durante
los varios rneses cpre he pasaclo acluí. no he hecho otra cosa qlle
ier.antarme templano, recoger leña l-r'olr,'er tarde. En casa nunca
pasé por semejante calvario.
Dije que no pochías soportarlo cl s¿rcerdote sonrió . Nrora
se me ha dado la razón', mañaua por Ia t¿rrde serás enviado a casa.
Tu discípulo ha trabajado muchos días insistió \Vang
NIaestro. ¡'podría ahorlarme un pcqueño truco para quc mi visita
no se qui:cle sin recompensa?
iQyé técnica cleseas aprender;' preguntó el sacerdote.
Hc obsen,ado a menudo dijo \\'ans que. dondequiera
que camines. ias paredes no suponen ningún obstáculo. Nfe en-
cantaría aprender esta técnica.
El maestro accedió a la petición con una sonrisa. Lc contó
cl secreto a \\-ane r. ie ordenó que recitara él misnro el conjr-rro.
¡.\hora pasa! gritó el sacerdote. \Vang se encaró a la pirred,
pero tenía rniedo de entrar. 'Lrtenta pasar insistió cl sacerclote.
\\hng trató de atra\resar la parecl con incliferencia, pero se
mantuvo lirme y quedó bloqueado.
Baja la cabez¿r y entra corriendo dijo el sacerdote
¡Deja cle vacilarl
\§ang se apartó un paso del muro. Luego se abalan-
zó sobre é1 v 1o encontró inmateri¿rl) como si no hubie-
la nada. Cuanclo se volvió para mirtrr atrás, r,a lo había
pasado. Alborozado, voh'ió a erltrar y dio ias gracias al
sacerdote.

61
puro después de irte; de lo contrario, la técnica
-Mantente
no hlncionará le advirtió el sacerdote. A continuación, pagó a
\\rang los gastos de viaje y lo envió a casa.
Una vez de vuelta en la ciudad, \Vang posó como un pavo real:
se vanagloriaba de haberse codeado con un inmortal y presumía
de que las duras parecles no suponían ningún obstáculo para é1.
Sin embargo, su esposa no le crevó y \talg decidió sorprenderla
con su truco. Se paró a unos metros de la pared y se abalanzó
sobre ella, pero se golpeó Ia cabeza contra la dura superficie y caÉ
al suelo. Su esposa Ie ayudó a ponerse en pie y se burló al verle
un huel'o gigante hinchado en la frente. Humillado e indignado,
\'Vang rnaidijo al viejo sacerdote por no tener conciencia.

P'u SuNc-lmc

62
MAGIA DEL LOTO BLANCO

sta es la historia de un hombre que pertenecia a la secta bu-


r, dista secreta conocida como el Loto Blanco. La secta estaba
a menudo en desacuerdo con Ia corte real ,v sus miembros eran
perseguidos con frecuencia. EI hombre procedía de la provincia
de Shansi, aunque su nombre se ha oh,idado. Probablemente era
seguidor del líder rebelde Hsu Hung-ju. pues ambos practicaban lo
que la corte describía como "artes negras para engañar ala gente
común". Nluchas personas quedaron fascinadas con su magia v
Ie sin'ieron como discípulos.
Un día, este mago abandonó la casa tras colocar en su habita-
ción unajofaina cubierta con otra jolaina. Ordenó a un discípulo
que vigilara las jolainas ,pero que, en ningún caso, mirara en su
interior. Sin embargo. en el momento en clue su maestro se marchó,
el discípulo levantó la jofaina superior. Descubrió que la inferior
contenía agua y una pequeña barca de juncos, con vela y mástil,
que flotaba en la superficie. Intrigado, le dio un codazo con el dedo
). el barco se escoró. Se apresuró a enderezarlo v volvió a taparlo.
trl patrón regresó.
qué me has desobedecido? le preguntó enfadado.
-¿Por
EI seguidor protestó diciendo que no había pasado nada, pero
el patrón le dijo:
N{i barco acaba de zozobrar con las olas. No creas que
puedes engañarme.
Otra noche. el maestro encendió una vela gigante en su habi-
tación. Le dijo a su seguidor que vigilara la llama con cuidado y
evitara que el r¡iento la apagara, se marchó y estuvo fuera durante
horas. Era Ia segunda g-uardia del reloj de agua y el maestro aún
no había regresado. Cansado de vigilar la llama, el discípulo se
fue a dormir una breve siesta, pero, cuando se despertó, la vela se
había apagad, así que se apresuró a encenderla de nuevo.

65
El maestro regresó al poco rato v voll'ió a reprender al discípulo.
Nunca me dormí el discípulo . No sé cómo
pudo apagarse la vela.
-protestó
has hecho caminar diez leguas a oscuras dljo el mago
-N'Ie
enfadado.
Algún tiempo después, la concubina fár,orita del maestro se
enamoró de uno de los seguidores. El maestro se enteró, pero se
lo guardó para sí. Un día mandó a aquel discípulo a dar de comer
a los cerdos ,y cuando eljoven entró en el corral, se convirtió en
un cerdo en el acto. El maestro IIamó inmediatamente a un car-
nicero, hizo sacrificar al animal y vendió el cadáver. Nadie supo
nada del asunto.
EI padre de la úctima vino a preguntar por su hijo, que hacia
tiempo que no estaba en casa. Le dijeron que el discípulo debía
de haberse marchado, porque hacia tiempo que no se le veía.
Los parientes del muchacho lo buscaron por todas partes, pero
no encontraron nada.
Entonces, otro discípulo descubrió la verdad y se lo contó
al padre del muerto. El padre informó al magistrado local, que
decidió que se necesitarían mil hombres armados para efectuar
el arresto, de modo que el maestro no pudiera escapar mediante
algún truco de magia. Las tropas rodearon la casa del maestro.
Sin problemas, lo detuvieron a él y a su familia, los metieron en
un corral y la marcha hacia la capital.
Por el camino, cuando cruzaban las montañas T'aihang,
apareció un gigante. Era alto como un árbol, tenía los ojos como
vasijas, la boca como una jofaina y los dientes de un palmo de
largo. Los soldados se quedaron atónitos, sin atreverse a ayanzar.
El mago, sin embargo, d!jo:
es un demonio que mi esposa debería poder ahuyentar.
-Éste
Los soldados liberaron de buena gar'a a la mujer. Ella se echó
unalanza al hombro y se acercó al gigante, que se la tragó de un
trago. Los soldados quedaron muy asombrados.
que el demonio se ha llevado a mi esposa dijo el amo-,
-Ya
mi hijo tendrá que hacer el trabajo.
Las tropas dejaron salir inmediatamente al hijo del corral, pero
el demonio se lo tragó vivo como había hecho con la madre. Los
soldados se quedaron boquiabiertos; nadie sabía qué hacer.

66
Crujiendo los dientes, el amo dijo:
demonio ha matado a mi esposa y ahora a mi hijo. Es más
-El
de lo que puedo soportar. Tendré que ir yo mismo a ocuparme
de ello.
Entonces los soldados liberaron al amo, le dieron un anna y
lo enviaron. Lleno de ira, el gigante le salió al encuentro y se en-
zarzaton. El demonio agarró al maestro y se Io metió en la boca,
extendió el cuello ,v se tragó al rnago. Perfectamente calmado y
contento. el gigante siguió su camino, sin más.

P'u Suxc-r-rxc

67
EL LADRÓru OE MELOCOTONES

T T", r'ez. cuando erajoven, fui a la capital regional durante los


\-/ exámenes oficiales. Coincidía con el festival que celebraba
el comienzo de la primavera. Laríspera de la fiesta, según la cos-
tumbre, todos los mercaderes y comerciantes desfilaron hasta la
mansión del gobernador en un gran espectáculo con tamborileros,
gaiteros y carrozas decoradas.
Fui con un amigo a ver el desfile, que se conoce como la Presen-
tación de la Primavera. Las masas de turistas v curiosos parecían
formar un gran muro. Cuatro funcionarios sentados en una sala
vestían de rojo, el color de la celebración, y se miraban de este
a oeste. El bullicio de la multitucl y el estruendo de los músicos
resonaban en mis oídos.
I)e la nada, un hombre que llevaba una carga sobre los hombros
se accrcó a la sala mientras conducía a un muchacho con el pelo
desatado. El hombre hablaba con mcnsajeros de los firncionarios.
En medio del clamor de las voces. no pude oír lo que decía, aunque
distinguí risas en la sala. Pronto apareció un asistente r.estido de
negro y ordenó en voz alta una representación. trl hombre subió los
escalones de la sala.v pt'eguntó qué debía interpretar. Los dignatarios
conlerenciaron brevemente entre ellos v hablaron con un asistente.
que se volvió hacia el hombre y le preguntó cuál era su especialidacl.
Podemos proclucir cualquier cosa fuera de temporada -res-
pondió. El asistente füe a informar a los funcionarios y al poco rato,
bajó de nuevo para decirles que debían producir un melocotón.
El hornbre accedió, se quitó la ropa r'la colocó sobrc una
ca.ja de bambú. Luego, fingiendo hablar con el muchacho que le
acompañaba. dijo en voz alta:
- Sus ercelencias no acaban de comprender. ¿Cómo vamos a
conseguir melocotones antes dc que llegue el deshielo? Pero temo
su ira si fracasamos. ¿Qu¿ podemos hacer?

69
Padre el muchacho con la misma fuerza , has
-respondió
dado tu palabra. No hay forma de librarse de ella.
EI artista reflexionó sobre su problema con aire abatido. Luego
dijo:
es Io que pienso: estamos a principios de primavera y
-Esto
la nieve es espesa. En el mundo de los hombres no hay meloco-
tones, pero en los jardines de la Reina NIadre del oeste, Ia tierra
de la floración perpetua, donde los melocotones maduran una
vez cada tres mil años, nada se marchita ni se cae. Así que puede
que encontremos melocotones allí. Tendremos que robarlos de
los mismísimos cielos.
podemos subir al cielo? --gritó el niño.
-¿Cómo el padre, al tiempo que abría su caja
técnica existe
-La -düo
de bambú. Sacó un rollo de cuerda de varios cientos de metros de
Iargo, liberó un extremo y lolanzó al aire, donde quedó suspen-
dido como si colgara de algo en el cielo. Cuanto más la lanzaba,
más se elevaba, hasta que desapareció entre las nubes. Cuando la
cuerda estuvo completamente agotada, el hombre llamó a su hijo:
Ven aquí. Estoy viejo y cansado, demasiado pesado y torpe
para ir. Tendrás que subir tú Ia cuerda a su hijo y le
-entregó
d!jo-: Si te agarras a esto, podrás lograrlo.

EI hijo se mostró reticente y se quejó:


Mi querido padre, esto es absurdo. ¿Esperas que una cuer-
da tan delgada me sostenga a miles de metros de altura? ¿qué
mantendrá unidos mis huesos si se rompe a mitad de camino?
Pero el padre le insistió:
Ya he cometido el error de aceptar ir a buscar los melocoto-
nes. Es demasiado tarde para arrepentirse. Debo molestarte para
que hagas el viaje. No te quejes y, si conseguimos escapar con la
fruta, nos aseguramos una recompensa de cien piezas de plata,
suficiente para encontrarte una esposa encantadora.
El muchacho tomó la cuerda y empezó a trepar por ella. A
medida que moria las manos, le seguían los pies, como unaarañ.a
se desplaza por su tela, hasta que, poco a poco, se fue adentrando
en el vacío del espacio nublado y ya no pudo verse.
Al cabo de un larso rato, un melocotón del tamaño de un
cuenco cayó a tierra. Encantado, el artista lo tomó y lo presentó a

70
los funcionarios. Éstos se tomaron su tiempo para inspeccionarlo,
pues no sabían si se trataba de una fruta de r.erdad o de mentira.
De repente. la cuerda cayó al suelo. Alarmado, el artista dijo:
perdidoslNguien cortó la cuerda. ¿Dónde encon-
-¡Estamos
trará seguridad mi hijo?
Instantes después, algo aterrizó en el suelo. Miró: ¡era la ca-
beza del niñol Entre lágrimas, el hombre la le'u'antó con las dos
manos v gritó:
robo del melocotón debe de haber sido descubierto por
-¡El
los vigiiantesl N{i hijo está perdido.
Un instante después, un pie ca.vó del cielo. En otro instante, Ios
miembros cayeron de un lado a otro, hasta que todos los trozos
quedaron esparcidos por el sueio. Con gran pesat el artista reco-
gió cada piezay la rnetió en su caja de bambú. Cuando terminó,
cerró la tapa.
anciano que sólo tuvo este h!'o, quien viajó a mi lado
-So)'un
todos mis días. Ni me imaginaba, cuando recibió mi encargo, que
me aguardaba un destino tan extraño. Ahora debo llevarlo a su
lugar de descanso hablar así, el artista subió los escalones
-tras
de la sala 1.se arrodilló- . Por un rnelocotón - he perdido
-d!jo
a mi hijo. Si se apiadan de esta humilde alma y contribuyen con
algo a los gastos del funeral, estaré siempre atento para devolr'ér-
selo, incluso desde el más allá.
Cada uno de los asombrados funcionarios dio algo de dinero,
que el artista tomó y se ató a ia cintura. Lueg;o llamó a la caja de
bambú y gritó:
- Puedes salir, hijito. y dar las gra«:ias a los donantes.
La cabeza de una planta rodadora levantó la tapa y salió un
muchacho que se inclinó ante los funcionarios. Era el mismo
muchacho.
N{ás tarde supe que ia secta del Loto Blanco podía realizar
este extraño truco y no me sorprendería que los dos artistas des-
cendieratr de ellos.

P'r; SuNr;-uxc

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HISTORIAS DE LOCURAY CODICIA
EL PERAL MÁGICO

T Tn campesino llegó del campo para vender sus peras en el


LJ ,rr.r.udo. Eran jugosas y lragantes y sus ventas iban viento
en popa, cuando un sacerdote taoísta, r.,estido con pañuelos an-
drajosos y ropas de algodón burdo, apareció en ei carro y le pidió
un poco de fruta. El granjero lo espantó, pero el sacerdoe se negó
a marcharse.Lavoz del granjero se elevó hasta gritar v maldecir.
En su carreta caben cientos de peras
-düo
el cura
- y vo
sólo pido una. No es una gran pérdida, señor; ¿por qué se enfada
tanto?
La multitud trató de persuadir al granjero de que se desprendiera
de una pera magullada y se librara del hombre) pero el granjero
se negó indignado. Por fin, un guardia del mercado vio que el
alboroto se le iba de las manos.v ofleció unas monedas a cambio
de una pieza de fruta para arrojársela al sacerdote.
Con las m¿lnos juntas sobre la cabeza, el sacerdote dio las
gracias al guardia. Luego se dirigió a la rnultitud y drjo:
nosotros, qlle hemos dejado el mundo, nos cuesta entender
-A
la avaricia del hombre. Permítanme olrecer alzunas peras selectas
a todos ustedes, buenos clientes.
que tienes tu pera alguien , ipor qué no te
-Ahora -dtjo
la comes tú mismo?
lo que necesitaba era una semilla para plantar
-Todo
pondió el sacerdote. \i
-res-
tras tomar Ia fruta con ambas manos, ia
engulló. Luego tomó la pequeñzi pala que llevaba a la espalda y
cavó r'arios centímetros en la tierra. Colocó la sernilla en el hovo
y la cubrió con tierra.
El cura pidió agua caliente y un transeúnter con ganas de hacer
travesuras la trajo de una tienda cercana. El sacerdote vertió el
agua sobre la semilla que había plantado. Todos los ojos estaban
puestos en é1.

75
He aquí que apareció un pequeño brote. Poco a poco fue cre-
ciendo hasta conr,,ertirse en un árbol adulto. con ramas ,v hojas
en abundancia. En un instante estalló en flores v luego en frutos.
Grandes r.deliciosas peras llenaban stis ranlas.
El sacerdote se l,oivió hacia el árbol. arrancó las peras y co-
menzó a presentarlas a los espectadores. AI poco rato) la fruta
había desaparecido. Entonces, con su pala, el sacerdote empezó
a talar el árbol. ¡Tengl Tengl los golpes resonaron en el aire
hasta que finalmente el árboi cavó. El sacerdorte tomó la par"te
sttperior del árbol sobre sus hombros y partió con paso relajado
v aire imperturbable.
Durante todo esto, el can-rpesino había formado parte de Ia
rnultitucl, boquiabierto con cl cucllo extendiclo v olvidándose de
slls asuntos" pero, cuando cl sacerdote se marchó, el granjero se dio
cuenta cle que su carro estaba vacío. Y cntonces le r,ino la sospecha
de que eran sus propias peras 1as que habían sido presentadas a ia
multitucl. N mir¿rr corr rnás c'uidaclo, r.io c¡ue habían cortado un
asa de la carreta. Enfadado. buscó hasta que la encontró tirada al
pie de ul) muro. Y en ese momento se dio cuenta de clue el pelal
que había visto cortal era el asa de su carlo.
Del saceldote no había ni rastro. pero el mercado era un her-
videro de risas.

P'u Sr':¡c-Lrrc;

76
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I
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t
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EL POZO DELVINO

I I templo que lleva el nombre de la dama \A'ang se encuentra


I un rincón de las colinas de Hofu. a unos quince kilóme-
"en
tros al oeste de mi condado. \hno se sabe cuándo vivió, pero los
ancianos han transmitido ia siguiente historia:
La anciana se ganaba Ia vida con la elaboración del vino. Una
vez, cuando un sacerdote taoísta se alojó en su casa, ella le sirwió gra-
tuitamente.v le dio cie beber toclo lo que pedía. Éste llegó a beberse
varios cientos dejarras sin pagar", pero la anciana nunca lo mencionó.
Entonces, un día, el sacerdote le dijo a Ia mujer:
He estado bebiendo tu vino sin tenel'dinero para pagarte,
pero permíteme, si quieres, cavar un pozo para ti.
Se puso manos a la obra y construyó el pozo, del que brotó un
chorro del vino más puro.
es para pagarte -dijo el sacerdote. Y sigr,rió su catnitto.
-Esto
Desde entonces, la señora\Vangla no elabombavinq sino que se limitaba
a toma:'el que brotaba del pozo pa:a satisfacer a sus clientes. Y comr¡ era
mucho m¿u fino qlre sus brrcbajes anteriores, los clientes acudí¿ur ell l-nasa.
En ücs años ganó de«rn¿x de miles de cobrcs y su fámilia se emiqueció.
Inesperadamente, el sacerdote taoísta regresó. La anciarta se
lo agradeció profundamente.
¿El vino fue s¿rtisfactorio? --pl'eglrntó el sacerdote.
---Bastante bueno la mujer--) pero no dejó posos
-respondió
para alimentar a mis cerdos.
El s¿rcerdote sonrió y escribió estas líneas en la pared:

hts cielos puetlen ser grandes, pcro mqtor es la codicia del hombre. Él l,i<o
d po1o, ella ¿:udió el uirto, pero di,lo: «lb quedan posos par« alintantu¡''t.

Entonces él se fue v el pozo se secó.

Crtt.r-"lc; YING-K'¡

79
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f_f ace rnuchos. n-iuchos años, había un hombre de la tierra


I Ia. Ch'i que sentía una gran pasión por el oro. Un día,
al amanecer, fue al rnercado. direct¿rmente a los puestos de los
vendedores de oro. donde tomó algo de oro y echó a correr.
Los guardias del mercado no tardaron en atraparlo.
Con tanta gente alrededor. ¿cómo esperabas salirte con Ia
tu1.a? -le preguntó un suardia.
Cuando 1o agarré re spondió , sólo vi el oro, no a Ia sente.
-
Liuu Tzu

8l
OBSERVAR UN TOCÓN

T T" granjero de Sungvio cómo un conejo se precipitaba contra


(J ,. tronco de árbol que estaba en medio de su campo. El
conejo se rompió el cuello y'murió. A partir de ese dia, el grarrjero
dejó de arar v se puso a vigilar junto al tronco del árbol con la
esperanza de conseguir otro conejo. El granjero nunca consiguió
otro conejo, pelo se conr.'irtió en el hazmerreír de Sung

Hex Fu Tzu

83
COMPRAR ZAPATOS

f_f abía un hombre de Cheng que iba a comprarse unos zapatos.


I lp.i-.ro se miclió el pie ,v luego euardó las medidas. Cuando
llegó al mercado, se dio cuenta de que las había olvidado. Des-
pués de encontrar los zapatos que quería, fue a su casa a buscar
las medidas; pero ,cuando regresó, el mercado estaba cerrado y
nunca consiguió ios zapatos. Alguien le prcguntó:
¿Por qué no usaste tu propio pie?
Confiaba más en las medidas que en mi pie respondió.

Hrr F¡l Tzu

85
EL HACHA DESAPARECIDA

T T" hombre al que le flaltaba el hacha sospechó del hijo de


LJ ,r, r'ecino. EI chico caminaba como un ladrón, parecía un
iadrón v irablaba conlo un laclrón. Pr-ro el honrbre encontró su
hacha mientras cavaba en el valle. v la siguiente vez que vio al
hijo de su vecino, el niño caminaba, parecía y liablaba como
cualquier otro niño.

LnH'fzu

87
EXAGERAR

T T. hombre de Ch'u, encargado de los sacrificios a los dioses,


\J dio a sus ayudantes una copa de vino. Un aprendiz dijo a
los demás:
No es suficiente para todos. Dibujemos cada uno una ser-
piente en la tierra 1i el que termine primero, podrá beberse el r.ino.
Aceptaron y empczaron a dibujar. El primero en terminar su
serpiente tomó la copa y se dispuso a beber, pero mientras suje-
taba el vino con la mano izquierda, la derecha seguía dibujando.
Puedo hacerle patas dijo. Ar-rtes de que acabara, otro
hombre terminó de dibujar y Ie arrebató la copa. mientras decía:
Ninguna serpiente tiene pata-s y se bebió el vino.

Cu.t.v Kr--o Ts'a

89
EL COMERC¡ANTE DE CABALLOS

T T. comerciante de caballos tenía a la r,enta un animal exce-


\J lente, pero en el mercado no atraía a ningún cliente. Así que
fue a ver al famoso entrenador de caballos Po Lo.
En tres días nadie se ha fijado en mi magnífico caballo
drjo-. Lo que me gustaría que hicieras es que dieras una vuelta -le
alrededor del caballo y lo inspeccionaras, luego te alejaras, pero
volvieras a mirar. Por esto te daré una mañana de ganancia de
mis otras ventas.
Po Lo rodeó el caballo r.lo examinó, se alejó, pero miró hacia
atrás; y, en un día, el caballo se vendió por diez veces su valor.

-Cntr ñ-o Ts'r

91
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§i1.

i§i

LA ESTAFA DE LA PLATA

p L.t" de la estafa es cada vez más insenioso. Habiaun anciano


I /de Chinling que ller'ó unos lingotes de plata a la casa de cam-
bio del puente de ia Puerta Norte, con la intención de cambiarlos
por monedas de cobre. Se puso a regatear por el contenido de
plata, hablando sin parar, hasta que entró un joven de fuera. El
joven se mostró muy respetuoso. Saludó al anciano y le dijo:
Su hrjo tenía unos negocios en Changchou en los que yo par-
ticipaba. N'Ie dio una carta y unos lingotes de plata para que se los
entresara. Iba de camino ¿r su residencia cu¿rndo lo vi aquí por ca-
sualidad eljorcn entresó la plata, saludó al anciano y se rnarchó.
El anciano abrió Ia carta -v le diio al cambista:
tengo suficiente vista para leer esta carta de mi hijo. ¿'Le
-No
irnportaría leérmela? el cambista accedió. La carta trataba de
pequeños asuntos familiares y terminaba con estas palabras:

[,os diez taeks de platalina que te adjunttt -;on par« la.r necesidttcle-¡ tk tu cu.sa

El anciano, complacido, dijo:


-,'Por qué no me devuelves la plata? No te preocupes por
comprobar el contenido de plata. Según lir carta de mi hijo, estos
lingotes de plata fina que me ha envi¿rdo pes¿1n exactamente cliez
taeles, a.sí que cambiérnoslos por el cobre en metálico.
El tendero ptrso la plata nuel'a en Ia balanzat¡ t'io que su peso
era de 11.3 taeles. Supuso que el hijo había estado demasiado
ocupado para comprobar el peso cuando envió la carta y había
escrito diez taeles corno aproximación.
"Iil viejo no puede pesarlo", razonó el tendcro. "NIejor dejo el
erlor v me.quedo con la diflerencia". Así que le dio al viejo nueve
mil cobres er] metálico, el tipo de c¿rrnbio actual por diez t¿reles
de plata fina.

93
EI viejo se llevó los cobres. Pronto, otro cliente de Ia tienda
empezó a reírse.
que han engañado al jefe. Ese viejo lleva años es-
-Parece
tafando con plata falsa. Lo descubrí cuando entró, pero no me
atrer.í a mencionarlo con él en Ia tienda.
El cambista abrió la plata y descubrió que en su interior había
plomo,lo que Ie disgustó terriblemente. Dio las gracias al desco-
nocido y le preguntó la dirección del anciano.
a una milla de aquí el cliente y aún hay tiempo
-Vive -düo
de alcanzarlo, pero es mi vecino y, si se entera de que 1o delaté,
se vengará de alguna manera. Así que le diré dónde buscar, pero
a mí no me meta.
Naturalmente, el tendero quería que el hombre Io acompañara.
sólo me llevaras al barrio y me indicaras su lugar; podrías
-Si
irte. El viejo nunca sabría quién me lo dijo.
El forastero seguía reacio a involucrarse, pero, cuando el
tendero le ofreció tres taeles de plata, aceptó como si no tuviera
más remedio.
Juntos, el cambista y el lorastero salieron por la puerta de Han
Hsi. A lo lejos pudieron ver al anciano que colocaba monedas de
cobre en el mostrador de una tienda de vinos y bebía con otras
personas. Mientras señalaba con el dedo, el forastero dijo:
estál Agárralo rápido;yo me voy.
-¡Ahí
El cambista entró corriendo en la tienda, agarró al viejo y
empezó a pegarle.
ladrónl Has cambiado diez taeles de plomo recubierto
-¡Sucio
de plata por nueve mil buenos dineros de cobre.
Todos se reunieron a su alrededor. Sin inmutarse, el anciano dijo:
Cambié diez taeles de plata que me envió mi hijo; no ha-
bía plomo escondido dentro. Ya que afirmas que usé plata falsa,
enséñamela.
El cambista mostró el lingote partido. El anciano sonrió.
no es mío drjo-. Sólo tenía diez taeles, así que me
-Esto
dieron nueve mil cobres a cambio. Esta plata falsa parece pesar
más de diez taeles; no es la plata que tenía al principio. El cambista
ha venido a estafarme.
La gente de la tienda trajo una balanza para pesar la plata,
que efectivamente pesaba I1.3 taeles. Enfürecida, la multitud se

94
abalanzó sobre el cambista y lo golpeó. Así, por un momento de
codicia, cay-ó en la trampa del viejo. Volvió a casa magullado v
lleno de resentimiento.

Yu.l-x N,Ist

95
LA FORTUNA DE LA FAMILIA

T T" col-nerciante tan pobre que apenas se sanaba Ia r.ida recogió


\J ,r. di¿r un huevo de gallina y dÜo entusiasmado a su mujer:
¡Aquí está la lortuna de la familia!
¿Dónde? la mujer.
-preguntó el hombre mostrándole el huevo-,
mismo
-Aquí -dtio
pero pasarhn diez años antes de que searrlos ricos. Tomaré este
huevo 1'haré que Io incube la gallina ponedora del Vecillo' De
esa cría tr¿reré un pollito hembra a casa para que ponga hue-
vos. En un mes podernos tener quince gallinas. En dos atios. a
medida qr.ie las gallinas valatr pariendo pollos, podremos tener
trescientos. Deberían valer diez monedas de plata en el mcrcado
\'. con ei clinero, compraré cinco terneros. En tres años, cltanclo
los terneros se reproduzcan, tetrdré veitlticinco. f-luando Ias cúas
de los terneros den a luz dentro de otros tres años, tendré ciento
cincuenta. Con csto tendré trescientas mouedas de piata. Sir-rtilizo
el clincro parer hacel préstamos, dentro de otros tl'es años tendré
quinientas piezas de piata. Dos tercios cle esto para compl¿11'una
cas¿r, un tercio para comprar sin'ientes v otra esposa) r tÍt r vo
poclremos disliut¿rl dc los años clue nos quedan hasta el finai. ¿No
sería maravilloso?
L,a mr-rier sólo or'ó que su m¿rrido estaba pensaudo en colllllrar
otra esposa. Furiosa. tiró el huevo, lo rompió y q-ritó:
¡No alberguemos la semilia del desastre!
Enfürcciclo. el m¿rrido la uolpeó fuerternente v l¿r llcr'ó ante el
rragistrado.
Esta desgraciada lc dijo , arruinó de un plumazo Ia
fortuna de Ia familia. Debería ser ejecutada.
El rnagistrado preguntó dónde se erlcontrab¿r Ia fortuna r-las
circunstancias de la pérdida. El marido empezó por el httcvo v
describió todo lo sucedido.

97
El magistrado dijo:
rnujer malrrada destruló una gran fortuna familiar de
-Una
un solo golpe. Nlerece ser ejecutado -)'ordenó que hirvieran
viva a la mujer, pero ésta protestó en l.oz alta:
-fbclo lo que mi marido le ha dicho se refiere a cosas que
aún están por venir. ¿Por qué debería sufiir un hen,or por eso?
concubina que tu marido habló de comprar también era
-La
algo airn por venir'-düo el magistrado-. ¿Por qué te pusiste
tan celosa?
cierto la mujer-, pero uno no puede apresurarse
-Es -drjo
a tomar precauciones contra el desastre.
El rnagistrado sonrió v la soltó.
¡Ayl Este hombre maquinaba por coclicia y su mujer rompió
el huevo por celos. Ambos eran mentes ene'añadas. El hombre
sabio. libre de deseo. reconoce que incluso lo que existe es ilusión;
¡cuánto más lo que está por venir!

Csurc Ync-x'¿

98
] J
LA HOIA

T T" pobre hombre de Ch'u leyó en el libro de ciencia y apren-


LJ dir^;e conocido como el HuaiNan T<u:
mantis caza ala cigarra detrás de una hoja que la hace
-La
invisible.
Así que buscó en un árbol una hoja de ese tipo y vio a una
mantis que sostenía una y esperaba a una cigarra. El hombre
tomó la hoja, pero se le cayó al pie del árbol, donde habían caído
tantas hojas que no pudo encontrar Ia que quería. Recogió varias
fanegas de hojas y volüó a casa con ellas.
Probó una a una las hojas y le preguntaba cada vez a su esposa:
verme?
-¿.Puedes
I cada vez. ella respondía:
-Sí.
A medida que avanzaba el día, ella se cansó tanto de hacerlo
que cuando él levantó otra hoja más, ella contestó falsamente:
puedo verte.
-No
El hombre se quedó mudo de alegría. Entró en el mercado con
la hoja y, mientras la sostenía delante de é1, empezó a acaparar
mercancías ante los propios ojos del propietario. Los alguaciles lo
ataron y lo llevaron ante eljuez. El hombre contó toda Ia historia
y el juez se echó a reir y lo liberó.

HeN-r¿.N SnuN

101
EL TIGRE DETRÁS DEL ZORRO

T T" tigre atrapó a un zorro. El zorro dijo:


L, ¡No te atreverás a comerlne! Los dioses clel Cielo me
han nombrado jefe de todos los animales. Sería una violación
del mandato de los dioses qlre me comieras. Si lo dudas, déjame
caminar al fi'ente 1'tú sígueme para ver si algún animal se atreve
a resistir.
El tigre consintió 1'fue con el zorto, nariz con talotres. Todos los
animales que los vieron huyeron. Asombrado y tras aceptar que el
zorro era el líder de todos Ios animales, el tigre siguió su camino.

Cu.»; Kuo Ts'r,

f03
,li
/
EL HOMBRE RICO DE SUNG

n Sung habÍa ttn hombre rico cuyo muro estaba dañado por
frI ¡las fuertes lluvias. El hijo del hombre diio:
que habrá laclrones si no lo reparamos.
-Seguro
El padre de un vecino dijo lo mismo. Efectivamente, aquella
noche, antes de que se pudieran hacer las reparaciones. el hombre
rico perdió gran parte cle sus bienes. La familia del rico alabó el
buen sentido de su hijo. pero sospechó del padre del vecino.

Hr¡ Fnr T'zu

105
?


EL TORO VOLADOR

T T" hombre que compró un toro füerte v sano soñó que un


L) po. de alas brotaban de lo.s hornbros del toro ),óste .salía
r..olando. Lo interpretó como una señal de mala suerte v temió
sufrir alguna pérdida. Así que ller'ó al toro al mercado v lo vcndió
por menos de lo que había pagado.
Envolvió el dinero erl un pañuclo, se 1o echó al hombro y
emprendió el camino de vuelta a casa. A mitad de carnino vio a
un halcón que comía un conejo muerto. Se acercó y lo encontró
bastante manso. así que le ató la pata con un extremo del pañuelo
y r,'oh'ió a echárselo al hombro. EI pajaro se revolvió r,; cuando ei
hombrc soltó el pañuelo, salió r'olando con su clinero.
Desde entonces, el hornbre le dijo a la gente que no hay lorma
de evitar lo clue el destino ha dispucsto.

P'¿-S'¿.rt;-¿r,lc

107
I
\
a t.'

j:;

t
CONEXIONES SOC¡ALES

I viejo Fei, agricultor, se había dedicado a sus tierras y se había


fI /hecho bastante rico. Lo írnico que lamentaba en la vida era
no tener amigos en la alta sociedad.
Un día, durante una terrible tormenta, la nuera de lti estaba
lavando r-el'duras a la orilla dei lio cuando una pequcña barca
fondeó junto a un saucc. Dentro habí¿r un erudito relugiado bajo el
tolclo de esterilla que goteaba de l¿r b¿rl:a. Tenía la roira v los za¡:atos
empapados: sus dos acomp;rñantes estatran aún peor. El barcluero
le dijo ¿r la nuel'a rlue el pasajero se llarnaba F-ei v que tenía un título
de segundo graclo. Al regresar a cas¿r. le contó a su suegl'o el sor.
prenciente her"hc dc cluc el iicenciaclo se apcllidaba ieual que elios.
EI r iejo granjero rcc rigió la lopa c1e llur-ia \¡ srr zlilresuró a subir'
a la b¿rrca.
;\-ar a tornrcntal le clijr.r ;rl bec¿uio . ¿Lc siistaria retirsiarse
en nlrestros pobres aposcntos. Llonorable señor?
Fr'ío r hambricnto. el rluclito acept¿r encantado. Iln l¿r t'as¿r
dei granjero se hicicron las coltc-sia- cic riqor r. el erudito qucdó
encantado al saber que se llamal¡an igual..Juritos trazaron l¿r gcnea-
iogia larnili¿lr \-sc compolt¿lr'on c()lno si lirclan r-rna laniilia leliz.
El viejo grarr.jero Fei dio órdcncs de ceiebrat' rur banquLrte.
Tbnro al cnrclito de la mano r-lc-, corrdu.jo b:rjo cl ¿rlero. rnientr¿rs
comt'ntaba:
No ¡-ruedc, qrre.jarmer cle cómr¡ han iclo ]as cos¿rs en el prieblo.
Éruxon n-iis eranjas de regadío. t¿lntas hr:ctáreas;jeneibre, taro
v caña. tant¿is parcelas: abundantes est¿r.nques piscícolasl tantos
bancos dc alroz silvestre; 1'ademas, están lc-rs camJ)os de nrnrcras
v los lluertos. y los huertos dc irierl¡as que cre cen a la sonrbra dc
nuestras rl1()reras.
Ei r.iejo I'ei ller.ó al erudito de la mano hacia cl lado izquierdo
de ia sala, donde pudieron r-er más de diez edificios aitos.

t09
- N,Iis graneros diio el granjero . Y ésos son los establos para
los bue1,es, las oveji'rs v los cerdos. A derecha e izquierda están Ias
casas de los granjeros arrendatarios y otras casitas que alquilamos.
El erudito asentía continuamente, con Ia mente deslumbrada
y la rnirada codiciosa. Cuando se anunció la cena. el viejo Fei
invitó al erudito a la rnes¿r.
Las r.,iandas v manjares eran abundantes y limpios, lejos de lcr
que uno suele encontrar en Llna casa de campo. EI viejo granjero
ler,antó su copa v dijo:
-Este brebaje ha envejecido cinco años. Lo ofi-ecemos hov
especialmente para mi honorable hermano menor.
El erudito se lo agradeció profusamente y pronto ambos Feis
se sintieron animados. El erudito, por su parte. hizo un relatr-r
completo de sr-r pedigrí v sus conexiones.
--Este oficial fue compañero de clase de mi padre -dUo
Y aquél mi examinador 1, mecenas. Fulano, el funcionario local,
también lue mi examinador. Otros son mis primos. En la i,rctualidacl,
los f uncionarios de ia ciudacl tienen buenas relaciones conmigo y
satislacen todos mis deseos. Cualquiera que se asociara conmigo
sería inmune a cualquier tipo de desgracia.
El viejo eranjero Fei lo asimiló con entu.siasmo )'reverencia.
La comida tenninó, y también las lluvi¿rs. Cuando el sol se ponía,
el erudito se despidió) pues tenía que marcharse a pesal' de que
,
el graniero le rogó que se quedara a pasar la noche. El viejo Fei.
apenado, lo vio partir.
,\1día sipuiente, con sus rnejores ropas v llcvando una multitr-rd
de sin ientes, el eranjero se hizo a la mar. Llegó a la ciudad y llamó
:

al erudito, que le recibió cordialmente. A partir de entonces, str


arnistad se inter-rsificó. Los productos de los campos del granjero
Fei eran obsequiados con lrecuencia al erudito Fei. Cr-rando llegaba
Ia cosecha de otoño, se le enviaba parte de la nueva cosecha. N
final del año. r'ecibía un regalo de conservas de carne. Al erudito
I agradecido le dolía no poder hacer also irtil a cambio de la comida
que había recibido. I-inalmente, sin embargo, se le ocurrió una
idea v consultó a cierto policia con el qLre mantenía una estrecha
relación. Elpolicía se las arregló para que ur] bandido cometiera
un crimen e inculpara al granjero Fei. Pronto, el granjero se en-
contró en la cárcel.

110
En busca de avnda, el hijo del granjero corrió a casa del erudito.
padre me ha tratado con tarlta generosidad le dijo el
-Tu
erudito entre lágrimas-, que no escatimaría nada para salvarlo,
pero su olensa no es leve. No es algo de lo que pueda ocuparme
con Llna palabra. Estatnos inrrolucrados con un grupo de verda-
deros ladrones aquí; ¿cuál es la mejor ntaltera de iidiar cot.t csto,
r-ne pregunto?
Ei hijo respondió:
- Si hal'alguna forma de libcrar a mi padre, seguiremos sus
instmcciones al pie de la Ietra enrdito ie dijo cuátlto tenía
-el
qlle pagar para sobornal a este funciotrario 1' a aquel otro, cttánto
al secretario delmagistrado, al algtracil )', por úrltimo. ¿rl ltandido.
Pagar a los de arriba 1'a los de abaio le costaría cinco rnil onzas
de plata.
Ahora, la riqueza de un agricultor cstá en sus tierras; hav poco
dinero en efectivo. Incapaz de reunir tocla la cantidad, el hijo se
vio obligado a entl'es¿1r todas las cscritut'as de la tierra v los edifi-
cios alerudito, que tomó posesiórt dc la propiedacl en tromlrre de
otros funcionarios. lncluso hizo circular peticiones e ittstrucciones
entre sus superiores e inleriores para ordeñar al liijo desde todos
los ángulos posibles. Para satisfáccr estas demandas, cl hiio dcl
gra¡.jero se yio obligado a "atraPar gort-iottes v desenterl'a1'1'atas",
como se sueie decir, y realizó cuzrlqr-tict'trabajo qtie lc reilol't¿ll'a un
penique. Por fin. cuartdo el hogar quedó lirnpio, el paclre qucdó
libre. Había pasado un año.
Nfientras estuvo en prisión, el grartiero se sintió sicmpre agra-
decido al erudito pr,,r haberle tenido prcsente. El viejo lti comen-
taba ¿r rnenudcl que telrí¿r suerte de conocet'irljoven. Cttattdo por
fin resresó a c¿'rs21 r-contó sus pér.diclas. lo único que le qucclaba
en el úrundo era slt desdichada firmilia. El aire teml;lalta con sus
grandes sollozos, pero, antes de que sr-rs láerimas tur''iel'atr tiempo
dc secarse, llegó un representante del reccptor de su propieclad.
Cuando cl q-ranjero se hubo calniado. se preguntdr pot'qué un
banclido al cluc rlunca había visto sc' h¿rbía r-engado así dc é1. Así
quc mató una giillina v la ller'ó con un poco dc r-itro tr la cárcel
1)ara asasa.jar al bandido v preguntarie Ia causa de sr-r oclio.
-lb
arruiné a ti 1, ¿ tu familia Ie dijo el bandiclo - r'; sin
enrbareo, has r.eniclo a darme de conrer. I)ebes de ser un hombre

111
honorable. Ya no puedo ocultar la verdad, que es que tu hermano el
erudito dio instrucciones a los alquaciles para que lo hicieran todo.
Al oír esto, el viejo granjero comprendió por fin Io que había
sucedido. Corrió a casa del graduado, pero una y otra vez le di-
jeron que el erudito Fei estaba de viaje de negocios.
Incapaz de descargar su ira allí, el viejo granjero volvió a casa
v culpó a su nuera.
Si no fuera por ti le d!jo-, este desastre nunca habría
ocurrido.
--Dio la casualidad de que \.uestros apellidos eran iguales
respondió ella , por eso te lo mencioné. No te pedí que te
irrr.olncraras con ese hombre.
En su angustia, el viejo granjero la maldijo v ella quedó tan
indisnada que se ahorcó. El hijo. furioso por \,'er a su esposa
muerta sin motivo, también se ahorcó. Y el viejo Fei, al no tener
I'a ni hogar ni descendencia, se puso también la soga al cuello.

Csnc Hsixc-ssro

112
. i:.
UN PEQUEÑO FAVOR

-f-irg Ch'ien-hsi. de Chuch'eng, en Shantung, era un hombre


I rico v caballeroso que clisfrutab¿i hacienclo.justicia v corrigien-
do errores. Pero, cuando el censor irnperial en residencia ordenó su
arresto para responder a ciertos carq'os. Tinu desapareció. Viajó al
condado de Anch'iu y allí se encontró con un aglracero, por io que
se refugió en una posada. N mediodía,la lluvia no había cesado.
Un joven llesó con un qeneroso lesalo de comida para Ting.
Pronto anocheció v Tine pasó Ia noche en casa del joven. Tanto
el viajero como su caballo estaban bien atendidos. Ting preguntó
al joven su nombre.
El dueño de la casa es el señor \hng. Soy sobrino de su mujer
. Le gusta estar en conrpariía de amigos y strlió. Sólo
-respondió--
su esposa está en casa. N{c temo que somos clemasiado pobres parzr
atender aclecuadamente a un in"'itado; espero que nos perdone.
Ting preguntó a qué se dedicaba el setior Yang 1, se enteró de
que se ganaba la vid¿r a dul'as penas como re6Jente de un garito
de juego. Al día siguiente siguió lloviendo y Ting y su caballo
fueron tratados con la misma generosidacl que el día anterior. Al
anochecer cortaron heno para el caballo en fardos empapados v
desiguales. 'Iing se sorprendió y el joven le dijo:
decir,,,erd¿rd, somos dernasi¿rdo pobres para alimentar al
-A
caballo. La mujcr cle mi tío acaba de arrancar un poco de paja
del tejado.
Desconcertado, Ting pensó que el nruchacho podría estar
insinuando qr.re le diera dinero ,v le ofreció algo de piata, pero
fue rechaz¿rdo. Cuando Tins insistió, el joven se llevó la plata zrl
interior, sólo para rrolver a salir \- devolr,érsela al inrritado.
tia clice que el serior \hne suele ausentarse dr-rrante días
sin
-\,fi
dinero; confia en la hospitalidad de los amigos. Así que cuando
un invitado r,iene a nuestra casa, ¿'cómo podemos pedirle dinero?

115
Antes de marcharse Ting dijo:
Soy Ting de Chuch'eng. Cuando tu amo regrese, por favor
informale que me sentiría honrado con una visita suya cuando
esté libre.
Nluchos años después, hubo una hambruna. Los Yang estaban
en graves apuros 1' no tenían a quién recurrir. La señora \hng pidió
casualmente a su marido que fuera a ver a Ting Ch'ien-hsi v él
aceptó. Llegó a Chuch'eng 1'dio su nombre en la puerta de Ting.
Al principio, Ting no se acordaba de é1, pero. cuando le contaron
la historia de Yang. salió corriendo a recibir a su invitado. Al ver
las ropas andrajosas y los zapatos gastados de Yang, Ting lo alojó
en una habitación cáiida, le dio un banquete r'1o trató con amor
y respeto. A1 día siguiente, Ting mandó hacer un gorro \- ropas
v bien forradas para el huésped. Aunque \ang estaba abrumado
por ia hospitalidad de Ting sus preocupaciones iban en aumento,
pues cstaba ansioso por conseguir alivio para su familia. Pasaron
r.arios días, sin embargo, .,'su anfitrión seguía sin hacer mención
alstina a enviarle regaios de despedida.
Por fin, \ang Ic dijo a 'I'ing con aprensión:
Ha,v algo qlre no puedo ocultarte. Cuando me füi dr: casa.
no teníamos ni un puñado de arroz. Ahora va he recit¡ido tanto
de tu generosidad \; aunque con sesuridad, estov cncantado. ¿qué
hay de mi fan-rilia?
Nada de c1ué preoclrparse - respondió Ting . \h me lie
ocupado de ellos por ti. Por favor. no dejes qlre eso te preocupe.
Quédate con nosotros un poco más l. luego te avudaré con los
sastos del rriaje.
Ting conr-ocó a un grupo de jugadores r-dispuso que Yang se
licvara una conrisión de su.iuego. Durante la noche Yang ganó
cien piezzrs dc plata.
I)espués de esto. 'fins Ic envió a casa, dotrde Yang encontró
a su esposa con ropa nue\¡a v una joven criada que la atendía.
Asombrado, prcguntó qué había ocurrido.
- __A1día siguicnte de tu partida dijo ella -, llesaron carros \'
hombrcs a pie con resalos de tela v seda vjudías v srano. ¡suficiente
para ilenar toda la casal l)ijeron que era un regalo del señor Tine.
'fambién envió una criada para que me sin iera.
La gratitud de Yang no tenía medida. A partir de enton-

116
ces, se volvió próspero v no tuvo c¡re seguir con slr antigua
ocupación.
El Re§strador de cosas extrañas dice:

Di.tfrutar de la conQañía1, aga.ralar a los int'itados es lo que mcjor se les da


a lo.¡ bebedores,jug«dores_1, tiposfotantes. ^1[ás notable es la esltoso de lang,
que ofreció tan geurosa hospitaLidad aunque ella misnu¿ no era bebedora ní
jugadua. ,'Qté lrunrunidad ha1 en quien acepta unfauor |tero no Lo corres-
ponde? Ting es un hombre que no olt'idó ni siquiera el regalo de una contida.

P'u Suxc;-r.rsc

117
NÍSPEROS PICADOS

¡ll h" I-chün. miembro de la Acadernia hnpelial. mantenía


\-/ buenas relaciones con un sacerdote taoísta. En el ternplo
había clos nísperos r. cada año. cu¿rndo rnaduraban los frutos,
el sacerdote olrecía algunos a Chu. Los níspcros lrunca tenían
hueso ¡ cuando Chu preguntó por qué, el sacerdote respondió
que eran una especie sobrenatural. [ihu recibió esta explicaciórr
con cscepticismo.
N sacerdote le encantaba la bucn¿r comida \ en especial. el
cerdo al vapor. LIn día, Cliu lo invitó a cenar v ordenó a s¿r cria-
do qtte comprara uu cerdo y lo ller.ara por la casa en presencizr
del sacerdote. Al por:o rato, la carne se presentó err la mesa, bien
cocinada v suculenta. Comieron hasta saciarse \', cnando terminó
el festín, el sacerdote prcguntó a Chu cómo se había preparado
la cornida con tantil rapidez.
- -Es un truco muy sencillo dijo el señor Chu . Se lo dird:
si me cuenta el secreto de sus nísperos.
No hay nada que hacer, en realidad dijo el sacerdotc
Cluando florecen por primera vez) les ¿rrranco el fino r.'ello del
corazón.
Bien entonces dijo Chu . erl cuanto a la comida,la hice
cocinar ayer.
Y nrientras sonreían ampliamente. con las cabezas echadas
hacia ¿rtr'á.s, se separ-¿lrol].

Trr Yrx-xr¡rr

119
PROBLEMAS DE MEMORIA

n la tier-ra de Ch'i, al este de China, había ttn hombre que


E\
I 'tenía tantos problemas para recordar las cosas que incluso
se olviclaba de parar cuando caminaba o de levantarse cuando
dormía. Su mujer se preocupó y le dijo:
--Dicen que Ai fiu tiene la habilidad y el conocimiento pzrra
curar las doiencias más profundas. ¿Por qué no vas y te pones
bajo su cuidado?
El hombre aceptó. N{ontó en su caballo, tomó arco y flechas
para del-enderse por el camino v se puso en camino, pero pronto
sintió presión en las entrañas y bajó del caballo para alivialse junto
al catnino. Plantó las flechas en el suelo y ató el caballo a un árbol.
Cuando terminó, miró a su izquierda y vio las flechas.
--¡Eso estur¡o cerc¿r!-dUo . ¿De dónde han salido esas flechas
perclidas? Una cle ellas podría haber"me alcanzado miró a str
derecha v vio el caballo. "Nfenudo susto" pensó "pero he ganado
un caballo". Cuando tomó las riendas, pisó su propio estiércol.
Danclo un pisotón, dijo : Hc pisado estiércol de perro y me he
qué \'ergüenza.
cnsuci¿rdo los zapatos.
Giró ci caballo hacia el c¿rmino por cl que hzibían r.eniclo r'
echó mano del látigo. Pronto llegó a su casa. Sc paseó de un lado
a otro ante la puert¿1principal.
podría vivir aquí? 'se preguntó-. ¡No me digas
-¿.Quién
que es la casa de Ai Tzu! su mujer lo vio v se dio cuenta dc
que le había vuelto a fallar la memoria. Ella 1o reuañó, pero eI
hombre dijo con desaliento : Nfi buena mujer, no creo que nos
conozcamos. ¿Por qué me hablas con tanta dureza?

Lo CHcr

121
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TÉcN¡cAS MÉDIcAS

¡l) hang era un hornbre pobrc del condado de Yi, en Shantuns.


L-/ po, casualidacl, se encontró en el camino con un sacerdote
taoísta experto en fisionomía. El sacerdote lcvó sus rassos r,le dijo:
Deberías hacer fbrtuna en aisuna profesión.
¿A qué clebería cledicarme? preguntó Chanr¿.
El sacerdote volvió a mir:rrio.
L)cberías dedicarte a la nredicina düo.
.'Cónro poclría dedicarme a eso replicó Chanu , si ape-
n¿rs sé lccr?
Ill sact¡rdote sonrió.
Un médico fámoso no tienc que ieer mucho. I{azlo,eso es todo.
Chang req-resó a casa \. como de todos nrodos no tenía tlabajo.
resoivió sr:guir cl ccinsejo del cura. Retrnió alguncls renredios clc
curandero r-buscó un lugar para ir-rstaiarse cn la ciudad. Nlí erpuso
dicnres cie pi:scaclo, panales dc rniel v otros productos simil¿rres.
con la es]rcrarrza dc conseguir unat currltÍ1s tazas clc ilrrrJz con su
resbalaciiza k:ngua. ircro. clíii tr'¿is día, naclie le hací¿r caso.
Suci:dió que e1 qobcrnador cle Ch'inechou cstaba aqurjaclo
dc tos r-ol'clerró a sLrs sLrbotdinados qrrc pidieran conscjo méclico.
Como el conclaclo de Yi cstab¿r lc.jos. en las montañ¿ls. los mérlicos
r:sc¿rst'iri¡an: perr) cl m¿rsistl'ado dci condado, temeroso de Iáltar
a su clcl¡er'. ordeni¡ a lo-s jeli:s clc las aldeas que prcsentaralt unc¡.
Por consenso. reLrorrlcnclaron a C.lh¿rng.
EJ rnagistrzrclo clel cond¿rdo corn'oco zr Chang para que acudicra
cle inmerli¿rto. pcro el propio (lhane padecíii ur-)a tos :isrnática r¡rt:
no poclía aliviar. por io que la orr]cn oficiai le ¿rstrstri r- se rregri
cn redonclo. I)l magistracio no aceptrl su rcspuesta v ordenir clue
Charrg fr-rera entrcgirdo con cscolt¿r ai gobcr"naclor.
El car'r-r,rajt: dc f)lrang ¿ltraves(i montarl¿is rerrolits, c'loncle cl
aqua era tan precia(la como el nect¿rr. Su gran scd crlpeoro su

123
tos y se detuvo en una aldea en busca de agua. Nadie podía dar-
le, aunque mendigó por todas partes. Entonces vio a una mujer
colando un re'n'oltijo de verduras silvestres en un poco de agua.
Quedaba algo de líquido, turgente como flema, en la cacerola y
el reseco Chang se lo pidió. La mujer se lo dio y, poco después de
beberlo, se le quitó la sed y desapareció la tos.
"Parece que es un remedio eficaz". pensó.
Cuando Chang llegó al cuartel general del gobernador, los mé-
dicos de los distintos condados yahabianprobado sus tratamientos
sin éxito. Chang pidió un lugar apartado, donde fingió preparar
una receta. Pasó la medicina para que la gente la viera. Al mismo
tiempo, envió a alguien a buscar hierbas entre Ia gente. Luego las
coló y presentó el zumo al gobernadoq cuya tos mejoró con una
sola dosis. Alborozado, el gobernador recompensó a Chang con
creces y le entregó una placa de oro para que la exhibiera. De
este modo, Chang se hizo famoso. Su puerta se llenó tanto como
el mercado y todos los que acudían se curaban.
IJna vez, un hombre acudió a él con un caso de tifus, pero
Chang estaba borracho y medicó al paciente con la medicina para
la rnalaria. Cuando Chang despertó, se dio cuenta de su error,
pero no se atrevió a decírselo a nadie. Tres días después, una gran
procesión ceremonial llegó a su puerta para darle las gracias, ya
que la úctima de la fiebre tifoidea se había recuperado tras un
periodo de vómitos y diarrea. Incidentes de este tipo ocurrían
con frecuencia.
Apartir de entonces, Chang se convirtió en un hombre rico sin
ocrupar cargo alguno y el valor de sus servicios siguió aumentando
con su creciente reputación. Sólo visitaba a quienes le olrecían
grandes honorarios y un transporte cómodo.
Otro médico famoso fue el anciano Han, que viúa en Yitu, en
la provincia de Ch'ing. Antes de hacerse famoso, vendía tónicos
por todos los rincones del reino. Una noche, cuando estaba lejos
de cualquier posada, una familia le dio alojamiento. Sucedió que
su hljo se estaba muriendo de tifus y los padres rogaron a Han
que tratara al niño. Han temía que, si se negaba, 1o echarían;pero
lo cierto era que no tenía cura para la enfermedad. Mientras se
paseaba de un lado a otro y se preguntaba qué hacer, se frotó la
mano por el cuerpo y algo de mugre se desprendió de sus dedos.

124
En su distracción, arnasó la suciedad hasta convertirla en una
bolita. Entonces se le ocurrió que podía dársela al chico, ya que
sin duda no le haría daño. Si no mejoraba al amanecer, Han ya
se habría ganado la comida y el descanso nocturno.
Han le dio la pastilla y, en mitad de la noche, el padre del niño
llamó furioso a la puerta de Han. Seguro de que el niño había
muerto, el médico saltó de lacamay saltó el muro del recinto para
evitar una paliza. El padre persiguió al médico durante más de
un kilómetro y, finalmente,lo alcanzó. Entonces Han se enteró de
que el paciente había sudado y se había recuperado. Condujeron
al médico de vuelta a un suntuoso banquete y lo enviaron por su
camino ricamente recompensado.

P'u Susc-rwc

125
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EL CABALLO PERDIDO

T T" hombre que viúa en la lroutera norte de China era hábil


LJ prru interpretar los acontecimientos. Un día, sin motivo
alguno. su caballo hur,ó hacia los nómadas del otro lado de la
frontera. Todos intentaron consolarlo. pero su padre le dijo:
¿Por qué estás tan seguro de que no es ulla bendición?
Unos meses después, su caballo regresó con Llrl espléndido
semental nómada. Todos lo felicitaron, pero su padre dijo:
te hace est¿1r tan seguro de que esto no es un desastre?
-¿qué
Su c¿rsa se enriqueció con un buen caballo, que trl hijo le
encantaba montar'. Un día se cayó 1'se rompió la cadera. Todos
intentaron consolarlo, pero su padre dijo
¿Qyé te hace estar tan seguro de que esto no es una bendición?
Un año después, los nómadas llegerron en masa al otro lado
de la h'ontera r¡ todos los hombres sanos tomaron sll arco v se
Ianzalon a la batalla. Los frontelizos chinos perdieron a nueve
de cada diez hombres. Sólo porque el hrjo era cojo sobrevivieron
padre e hijo para cuidarse mutuamente. En verdad,la bendición
se conr,'ierte en desastre v el desastre en bendición: los cambios
no tienen fin, ni puecle desentrañarse el misterio.

Lru A¡;

127
EL CIERVO EN SUEÑoS

T T" Ieñador del estado de Cheng estaba recogiendo leña en el


\J bosque cuando se encontró con un cierwo asustado. Se plantó
ante el animal y Io mató de un golpe. Temeroso de que alguien
lo encontrara v se apropiara de é1, escondió apresuradamente al
cien o en una zarja y lo cubrió con ia leña que había recosido.
Sin embargo, el lugar donde había escondido el ciervo se le olvidó
y acabó pensando que todo había sido un sueño.
l\fientras el leñador seguía su camino, cantó una canción sobre
lo sucedido. Un transeúnte que pasaba por la carretera or,ó la
czrnción y, prestando atención a la letra, encontró el cien,o y se
lo llevó a casa. El transeúnte Ie dijo a su esposa:
He oído a un leñador que soñaba que tenía un cieno, pero
no sabía dónde estaba. Ahora lo tenqo, así que es evidente que
su sueño era cierto.
será su esposa que soñaste que un leñador
-¿No -dijo
tenía un ciervo? ¿Por qué tiene que haber un leñador? Puesto que
ahora tienes el cieno, ¿no significa eso que tu sueño es cierto?
Bueno, ya que el ciervo está en mi poder el hombre-,
diferencia hay cntre que él estuviera
-dijo o vo?
soñando
¿qué
Cuando el leñador que había matado al ciervo resresó a casa,
estaba angustiado por haber perdiclo al animal. Esa noche soñó
con el lugar donde lo había escondido y también con el transeúnte
que se lo había ller.,ado. A la mañana siguiente, temprano, buscó y
encontró al hombre justo donde el sueño le había indicado. Llevó
al hombre a juicio por el ciervo y el caso llegó ante el magistrado.
Dirigiéndose al leñador, el juez le dijo:
Al principio, cuando realmente cazabas un ciervo, lo lla-
mabas sueño. Y, cuando soñabas de verdad con un ciervo, 1o
llalnabas real. El transeúnte realmente consiguió tu cieno y tú
le estás retando por ello. Su esposa clice que reclamas el cieno

129
cle otro de un sueño v que nadie consiguió tu ciervo. Ahora bien.
el transeúnte v su esposa tienen la posesión cle este cien,o, pero
aconsejo que se l'epal'ta entre lrstedes.
El magistrado puso el caso en conocimiento dcl rev de Chcng.
bueno el rey--, supongo qlre a su vez est¿rrán
-Ah, -dUo
soñando que dividieron el cien'o.
EI re-v consultó al primer ministro. su principal consejelo.
cluien dijo:
No puedo distinguir el sueño de la vigilia. Só1o el Dios-rey
,\marillo o Confucio podrían hacerlo. Como no tenemos a nin-
guno de los dos, parece mejor aceptar la decisión del magistrado.

Ltr,w'lzu

130
\
I

,
I
PÉRDIDA DE MEMORIA

Lf ,u Tzu. del estado de Sung, sufrió una pérdida de me-


I l-o.ia en su madurez. Lo que tomaba por la mañana lo
olvidaba por la tarde. Lo que daba por la tarde lo olvidaba por
la mañana. En el camino se olvidaba de avanzar. Dentro de casa
se olvidaba de sentarse. Aquí y ahora, ha olvidado entonces, más
tarde no recordará el aquí y ahor:r.
Toda su casa estaba sumida en la confusión por su dolencia.
Finahnente, buscó la ayuda de un astrólogo, pero Ia adivinación
no le dio respuesta. Buscó la ayuda de un médium. pero la ora-
ción no pudo controlar el problerna. Visitó a un nrédico, pero el
tratamiento no lo alivió.
En el estado de Lu había un erudito confuciano que afirmaba
que podía curar la enlermedad v I¿r esposa de Hu¿r Tzu le pagó
Ia mitad de s¿ls bienes para qlle lo hiciera.
Ninguna serl¿rl o presagio clijo el confnciano puede
resolr,'er esto. Ninsuna oración puede presenarlo. Ninguna me-
dicina funcionará. Debo intentar transformar su mente y alterar
su pensamiento, entonces puede haber esperanza.
El erudito desnudó a Hua Tzu v ei hombre desnudo exigió ropa.
El erudito hizo pasar hambre a Hua Tzu y éste exigió comida.
Encerró a Hua Tzu en una habitación oscura y él exigió luz.
El encantado conluciano dijo al hijo de Hua Tzu:
Esta enfermedad puede cur¿1rse. pcro mi remedio es un
secreto transmitido durante geueraciones) ulr secreto que nllnczl
ha sido revelado a nadie fücra de nuestra familia. Debo pedirte
que despidas a todos los asistentes de tu padre para que pueda
'u'ivir a solas conmico durante sietc días
El hijo acccdió.
Nadie sabe qué nrétodos utilizó r:i r:rudito. pero la dolencizr qr-re
Hu¿r'Izu padecía desde hacía muchcis años remitió. Cuando Hu¿r

133
Tzu sedio cuenta de que estaba curado, montó en cólera. Castigó
a su mujeq castigó a su hijo,v echó a los confucianos con armas. La
gente agarró a Hua Tzu.v le preguntó por qué había hecho esto.
En mi olvido era un hombre libre, ignorante de si el cielo
v la tierra existían o no dijo Hua -Izu-, pero ahora recuerdo
todo lo que ha pasado, todo que permanece o ha perecido, todo
lo que se ganó o se perdió, todo lo que trajo tristeza o alegría,
todo lo que fue amado u odiado... las diez mil vejaciones de mis
décadas de r-ida. Y temo que estas mismas cosas no perturbarán
menos mi mente en tiempos venideros. ¿Dónde encontraré otro
momento de olvido?

Lrnn Tzr.

134
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EL SOL

T\ urante su viaie a Oriente, Confucio se encontró con dos mu-


IJ.hachos que áir.rtíu,r. Les pregrntó por qué y uno respondió:
digo que el Sol está más cerca de nosotros cuando sale
-Yo
y rnás lejos al mediodía.
el otro , está más lejos de nosotros cuando sale
-No -düo
y rnás cerca al mediodía.
El primer chico dijo:
Cuando sale el Sol, es tan srande corno el toldo de un carro.
Al mediodía es del tamaño de un plato. ¿No es porqlre clranto
más lejos es más pequeño, ). cuanto más cerca es más grande?
Ei segundo chico dijo:
Cuando sale el sol todar'ía hace fresco) pero al mecliodía
hace bastante calor'. ¿No es porque Io que está más cerca es más
caliente 1'lo que está más lejos es más frío?
Cuando Confucio no pudo resolver el problema, los dos mu-
chachos le dijeron:
¿Quién dice que sabes tanto?

Lrnu Tzu

137
it
EL REINO ANIMAL

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UN RATÓN HEL

\ /ung T'irrg-vi cuenta la vez que vio a dos ratotles acercarse


I u ,., descampado y a una serpiente engullir a uno de ellos.
Ei otro ratón, con los ojos saltones conlo granos de pimienta, se
mantuvo a distancia mientras lo miraba. La serpiente se metió en
la barriga al ratón que había atrapado ,v se deslizó hacia su agu-
jero. Estaba a más de medio camino cuando el segundo ratón se
abalanzó 1'apretó con sus dientes la cola de la serpiente. Furiosa,
la serpiente retrocedió. El siempre ágil ratón se puso a salvo en un
santiamén. La serpiente lo persiguió, pero no consiguió atraparlo,
así que regresó a su agujero. Al entrar, el ratón le agarró la cola
exactarnente igual que antes. Cada vez que la serpiente entraba,
el ratón golpeaba; cada vez que la serpiente salía, el ratón huía.
Esto duró un buen rato, hasta que la serpiente escupió el ratón
muerto al suelo. El segundo ratón se acercó y lloró por su amigo.
Luego, con un chillido lastimero, recogió el cadáver con la boca
y se marchó. Mi amigo Chang Li-vu escribió un poema en su
honor titulado "El ratón fiel".

P'u Suxc-Ltxc;

141
t
EL PERRO LEAL

T T" hombre de Lr,ran había infiineido la lev v estaba a punto de


L-/ ser e.iecutado. Su hijo reunio todos ios ahortos de la famiiia,
que ascendían a cien monedas de plata, para apelar el caso ante
el gobernador. Cuando ei hijo montó en su burro r-partió hacia
la capital, su perro nesro lo sicuió. E,l hijo le gritó al perro que
se ñlera a casa) pero en cuanto cmprendió la marc'ha, el animal
volvió a seguirlo. Incluso cuando le dio Lrn latis¿rzo, el perro se
quedó v 1o siguió.
lll hombre, el burro v el perro habían recorrido una docena
de millas de esta manera cuando cl hijo desmontó v se aprcsuró
a hacer sus neccsidades a un lado clel camiuo. Entonces cmpezó
a tirar piedras al perro, hasta que el anirn¿rl acabó por hr-ril para
sah'ar la vida. Una vez libres, el hombre v el burro emprcndie-
ron la marcha ,v avanzaban ¡r buen ritmo, ctranclo de repente el
perro rcapareció. Respirando con tanta fuerza que sus cost¿rdos
parecían fuelies de bombeo. chasclueó la cola r..ios tobillos del
burrcr. Fulioso, el hijo azotó a su nlascota. El aninral chilló r ladró,
pero saltó hacia delante v chasqueó la cabeza del burro como si
cluisiela celrarlc el paso.
\Iás furioso que nunca, t:l hijo dio la vue lta al asno v volvió por
donde habí¿i r.enido. con el perro delante de éi. Cuando 1o tur-o co-
nit:ndo a gran distzrncia, dio medi¿r ruelta 1 galopó hacia la capital.
Era de noche cuando lli:gó. Palpó la bolsa de plata que ller.aba
a sn lado. Le ñltab¿r la mit¿rd del clinero. L,nrpezó a sudar r:opio-
sanrentc 1, perdió la cabez¿r por completo. Pasó la noche dando
vueltas en la cama. hast¿r que se clio cuent¿r de c¡r.re el alboroto
c¿ursado por el pcrro debíit de tent-r algún motivo.
'fi,n'o clue ersper¿lr a que se abrieran las puertas de la ciudad.
Erttonces rc-gresó con cuiclado por doncle habí¿r venido. con la
vista puesta en su dinero. Sin cmbargo. t:n los caminos había

143
más gente que hormigas y pensó que tenía pocas posibilidades de
encontrarlo. Llegó al lugar donde se había apeado para hacer sus
necesidades. Allí, en Ia hierba alta, r,io ei cuerpo sin vida del perro,
con el pelaje empapado como si io hultieran bañado. Levantó la
oreja del perro y vio la plata, intacta, ante sus propios ojos.
Conmovido por la devoción del perro, el hijo compró un ataúd
v lo enterró. El lugar aún se conoce como la Tlrmba del Perro Leal.

P'L; SuNc;-r-rNG

14
BLANGO Y NEGRO

I I filosofo Yane Chu tenía un hermano pequeño llamado Pu.


I dia Pu salió cle casa con ropa blanca. Se levantó una
"Un
tormenta y las empapó, así que se puso unas oscuras. Cuando
volvió a casa, su perro no lo reconoció v ladró furiosamente. Pu
se enfadó y lel.antó el brazo para golpear al perro, cuando su
hermano mayor le dijo:
-No le pegues. .'Reconocerías a tu perl'o si se fuera de blanco
v volviera a casa dc neglo?

LrrH Tzu

147
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EL PERRO VA A ¡UICIO

n el otoño de un año, un viajero volvía a casa de un viaje


E\
I 'de negocios con quinientas o seiscientas piezas de plata. En
un condado llamado Chungmou se apeó de su mula y se sentó a
descansar junto al camino. A su lado se sentó un joven con una
larga pértiga en la que llevaba un perro.
El perro gimoteó lastimeramente al mercader como si suplica-
ra su libertad, por lo que el viajero compró el perro al joven y lo
dejó suelto. Mientras tanto, el joven se dio cuenta de que el saco
del mercader iba muy cargado. Siguió en silencio al viajero hasta
un lugar desierto, donde lo mató a golpes con el palo. Arrastró el
cuerpo hasta un pequeño puente que cruzaba un arro\¡o, cubrió el
cadáver con arena yjuncos, se echó el saco al hombro y se marchó.
Al ver muerto al forastero, el perro se perdió de vista pero
siguió al joven hasta su casa. Éste tomó nota del lugar y se corrió
hasta el juzgado del condado. EIjuez estaba abriendo las sesiones
del día y los sargentos estaban en posición, estrictos y severos. El
perro se precipitó hacia delante y lanzó un gran ladrido, mitad
gemido, mitad súplica. No pudieron ahuyentarlo.
es tu queja? preguntó el juez
-¿Cuál -. Enviaré a un oficial
para que te siga.
El perro condujo al oficial hasta el pie del puente donde estaba
escondido el cuerpo del üajero; luego ladró hacia el agua. trl oficial
levantó los juncos y descubrió el cadár.,er. Informó al juez, pero
no hubo forma de detener al culpable. El perro volvió también
al juzgado, donde ladró y se revolvió.
¿Sabes quién 1o hizo? preguntó eljuez-. Será mejor que
envíe agentes a seguirte.
Esta vez el juez despachó a varios hombres con el perro. Lo
siguieron durante siete u ocho millas hasta que llegaron a una
casa en una aldea remota. El perro entró en ella, saltó sobre un

149
joven que estaba dentro 1, lo atacó salr.'ajemente, le desgarró la
ropa y lo hizo sangrar. Los agentes arrastraron al hombre hasta
ei al juzgado, donde confesó y dio detallcs de su crimen.
La plata del mercader no ha sido tocada les dijo y r,olvie-
ron a la casa por ella. Dentro del saco de dinero del comerciante
encontraron también un documento con su nombre y su pueblo.
El juez dictó sentencia contra el joven e hizo depositar el saco
en el tesoro público. De nuevo el perro se plantó v ladró sin cesar.
Eljuez reflexionó:
el mercader esté muerto, su familia debe estar viva.
-Aunque
El saco les pertenece; por eso ladra el perro.
Así que enr.ió a sus oficiales a la aldea del muerto y el perro los
siguió. Cuando llegaron,la familia del mercader se llevó una gran
sorpresa al saber que había muerto. El hgo del hombre regresó con
los oficiales a Chungmou, donde el culpable I a había muerto en
la cárcel. El juez tomó el saco de plata,lo revisó cuidadosamente
v se lo entresó al hijo.
Nfientras tanto) el perro siguió al hijo hasta Chunsmou y luego
voir.ió cuando el leretro fue escoltado hasta su casa. ! en todos
los cientos de kilómetros que recorrieron, el animal se comportó
como un ser humano.

Hsü I',l.l-r;

150
EL CUENTO DEL TIGRE FIEL

T T"u mañana, un leñador caminaba por un bosquecillo de


\-/ bambú. De repente, perdió pie v cayó en la guarida de un
tigre. Dos cachorros estaban dentro de Ia flosa, que tenía forma
de cuenco inr.ertido. Por tres lados sobresalían piedras afiladas y
dentadas. La pared frontal era lisa, pero tenía más de tres metros
de altura. Era una caida ininterrumpida como un tobogán: el
camino del tigre.
El leñador saltó y volvió a caer varias veces. Luego dio vuel-
tas por el interior sin saber qué hacer. Con lágrimas en los ojos,
esperó su muerte. EI sol se puso y el viento trajo el aullido del
tigre. Escaló el muro y entró en la losa con un alce recién matado,
que partió por la mitad para sus dos cachorros. Después vio al
leñador acobardado en el suelo. Extendió las garras y flexionó
las patas delanteras, pero luego lo rodeó, reflexirro, como si se lo
hubiera pensado mejor. En lugar de atacar, le dio un trozo de
carne. Mientras él se la comía, el tigre se metió en su nicho con
sus cachorros para descansar.
El leñador pensó que el tigre no tenía hambre ahora, pero
que segurarnente lo devoraría por la mañana. En lugar de eso, la
tigresa saltó de la madriguera al amanecer. Al mediodía regresó
con un cierr.o almizclero que dio de comer a sus cachorros. Y
como antes) arrojó las sobras al hambriento leñador, que las de-
voró. Para aliviar su sed, bebió su propia orina. Esto duró casi un
mes y poco a poco se fue acostumbrando al tigre.
Un día, cuando los cachorros se habían puesto roncos) la tigresa
se los echó a Ia espalda y salió. Frenético, el leriador aulló al cielo:
majestad!
-¡Sálveme,
Al cabo de unos instantes. la tigresa reeresó, dobló las patas
delanteras y bajó la cabezaante el leñador. Éste se subió a su lomo
y la tieresa saltó el muro. AJIí, en ia superficie, dejó alleñador en

153
el suelo. tomó a sus cachorros v siguió su camino. Él se quecló solo
junto a un acantilado osculo entre dcnsas hierbas, clonde no habí¿r
canto de pájaros ni más ruido que el estridcnte r-iento que soplaba
del oscu¡o bosque. \Iás fi"enético que rlunca. ellcñador qritó:
- ¡Su llajestadl
El tis're se voh,ió r-lo rniró. Arrodillaclo. el leñador suplicó:
I'ue Ia bondad de Su Nlajestad la que rnc mantuvo con vida,
pero ahora estamos perdidos el uno parzr el otro) pues me temo
que no podré escapar de ias fieras. Para sarantizar mt seguridad.
,'podría lavorecermc con su escolta hasta un camino principal?
Estar'é en deucla con usted hasta el día de mi muerte.
El tiere asintió r'precedió al ieñador hasta I¿i carretera principal.
Luego se dio la vuelta v se cluedó milanclc'¡ fi-jan-rer-rte. De nuevo.
ei leñador expresó su asradecimiento:
Sor-un pobre honrbre de la puerta oeste \, después de dejarla.
no es probable que voh'amos a vernos. Pero, cuando regrese a
casa) \rov a cri¿rr un cerdo t. la esperaré con ei cerdo cierto día a
cierta hora junto a l¿r estación de correos. \'errga 1 clislrute dc un
festín. No lo olvide.
El tigre asintió. l-i leñador lioró r ei tiere también. Cu¿indo eI
Ieñador llegó a casa) su asombrada larnilia lo interrosó r,después de
que contara su historia, se alcgraron nrucho. ,\ ia hora conveniclir
preparó un cerdo 1'se esmeró en descuartizarlo. Sin embargo, el
tigre llegó al lr-rgar previsto antes dc lzr hora señalada. Incapaz de
encontrar al leñado¡ cntró por ia put-'rta oeste, dondc füe r,ista pol
Ios r,,ecittos. Estos con'ocaron ur algunos cazadores, que cerraron la
puert¿1 principal v las alas ), sc reunicron en torno a la tigr-esa. con
las lanzas prepzrradas v las flechas al arco. .\cordalon capturarla
vila r-prescnturla a las autoridacles locales.
El leñador corrió al rescate. mientras le eritaba a la mrrltitud:
Esta tisres¿r una vez mc nlantuvo con vida. Les ruego a todos
(lue no lc hagan daño.
Pero los cazzrdores atraparon a la tigresa v la llevaron a ia ofi-
cina del gobierno. El ieñador los acompañci, tocaba un talnbor y
gritaba. Enfád¿rdos. los funcionarios lo interrosaron v ól les contó
tocia l¿r histol'i¿r. No le creveron.
Déjenme probarlo dijo el leñador v sufriré una paliza
si 1o c¡re diso es fálso.

154
EI leñador abrazó al tigre v le dijo, llorando:
¿Su Majestad me salvó la vida? el tigre asintió . ¿Su
Majestad entr'ó por la puerta para acudil a nuestra citaP
-el
tigre volvió a asentir . Suplicaré por su r.'ida; si fracaso, moriré
con usted.
Nlientras el leñador hablaba, las lágrirnas del tigre cayeron
al suelo. De los muchos miles de personas que lo presenciaron,
ninguna pemraneció inipasible. Los asombrados funcionarios se
apresuraron a liberar a la tigresa, Ia condujeron a la estación de
correos y Ie arrojaron el cerdo plometido. La tigresa enderezó
la cola y se dio un festín con el cerdo. Después miró una vez al
leñador y se marchó. Más tarde, este distrito recibió el nombre
de "El fiel tigre".

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155
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EL TIGRE ARREPENTIDO DE CHAOCH'ENG

T T"u mujer de Chaoch'eng de más cle setenta años tenía un


\J tr¡o único. Un día lue a las montañas y se lo comió un tigre.
La anciana se afligió,v se lamentó, dispuesta a renunciar a su rrida.
Entonces, se quejó a gritos a las autoridades locales.
puede un tigre estar slúeto a la lev? el magis-
-¿Cómo
trado con una sonrisa. Esto no hizo más que agravar
-dü"la rabieta de
la anciana y, cuando el magistrado la regañó, no se dejó intimidar.
Como sentía lástima por ella, mantuvo la compostula e incluso
acabó accediendo a que detuvieran a la bestia.
La anciana se arrodilló ante é1. Se negó a marcharse hasta que
se emitiera re¿rlmente la orden, por lo que el magistrado Ilamó a
un voluntario de su personal para que fuera a realizar el arresto.
Li Neng, un ¿lgente que en ese rnomento estaba borracho, se
presentó,v tomó la orden v la anciana se marchó satisfecha.
Cuando Li Neng recuperó la sobriedad. se arrepintió de su ofbrta.
Aun asi, supuso que la orden no era más que una treta para irnpedir
que la anciana creara molestias, así que se la der,,olvió al magistrado
despreocupadamente. Pero aquel funcionario Ie dijo, enfadado:
Llsted dio su palabra de que lo haría. ¿Cómo puedo aceptar
un car-nbio de opinión?
Acorralado, el agente pidió otra orden para sustituir a algunos
cazaclores 1, el magistrado se la concedió. Día v noche, Li Neng 1,
sus cazadores acechaban las honclonadas de las montañas con la
esperarrza cle cazar un tigre, pero pasó niás cle un mes sin éxito
v el agente recibió una severa paliza de cien golpes. Como no
tenía a quién recurrir, se plesentó en el santuario situado al este
de la ciudad. A1Ií invocó de rodillas a la deidad local y lloró hasta
quedarse sin voz.
Pronto apareció un tigre . Li Neng se quedó atónito y esperaba
qlle se Io comiera) pero el tiere entró en el santuario r; mirando

157
fijamente al agente, se sentó sobre sus anc¿1s en la puerta. Li Neng
llamó al tigre como si fuera una deidad:
fuiste tir quien mató al hijo de la rnujer, entonces debes
-Si
someterte a mi arresto el agente sacó una cuerda y la
-entorlces.
¿rtó al cuello del tigre. El tigre bajó las orejas y aceptó la cuerda y
el agente condujo a Ia bestia al despacho del magistrado.
El magistrado preguntó al tigre:
hrjo de esa mujer, ¿te lo comiste? el tigre asintió-.
-E1
Los que quitarr ia vida deben morir continuó el magistrado-.
Esa ley se mantiene desde Ios tiempos más antiguos. Además, la
pobre mujer s<ilo tenía un hijo. ¿Cómo crees que sobrer.ivirá los
años que le quedan? Sin embargo, si tú pudieras sen,irle de hijo,
te perdonaré I:r vida.
De nuevo. el tigre asintió. Así que quitaron las cuerdas y despi-
clieron al animal, aunque a la anciana le apenó que el magistrado
no hiciera pagar al tigre con su r.,ida.
Al amanecer', Ia anciana abrió la puerta de su casa y encontró
el cadáver de un ciervo que vendió para cubrir sus necesidades
diarias. Esto se convirtió en una costumbre, aunque a \¡eces el tigre
traía dinero o seda en la boca y la arrojaba al patio de ella. Así,
Ia mujer llegó a estar bastante bien, mucho rnejor atendida que
cuando su hijo vir.ía. Liegó a sentirse profundamente agradecida
por la bondad del tigre. Con el tiempo, el tigre se pasaba el día
entero tumbado bajo el alero de su casa, v la gente y el ganado
dejaron de temerle.
Al cabo de varios años, la anciana murió v el tigre entró bra-
mando en el vestíbulo. La rnujer había ahorrado lo suficiente
para un entierro digno v sus parientes la enterraron. Cuando el
tirmulo sobre Ia tumba estaba terminado, el tigre saltó de repen-
te. Los dolientes huveron y el tigre se dirigió directamente a la
tumba, rugió estruendosarlrente durante largo rato y se marchó.
Los lugareños erigieron un santuario al leal tigre en las afueras
del municipio, donde permanece hasta hoti

P'r,SuNc-I-rrc

158
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LOS MUCHACHOS TIGRE

n los últimos años, mi pueblo ha tenido varios tigres v han


El
I 'comido a más gente de la qr"re se puede contar. Los rriajeros.
por la mayor parte de China, de hecho, han sufrido una plaga
similar. Ngunos dicen que los tigres son agentes del Altísimo en el
Cielo. que ayrrdan perseguir a los que han escapado de Ia muerte
a
por violencia. Otros dicen que los tigres son rnanifestaciones de
demonios feroces 1,espíritus vengativos en estado de agitación v
frustración. Puede que haya algo de verdad en ambas opiniones,
pero nada es tan extraordinario como la historia del r.iejo Huang.
El anciano Huans era de Nfihsi, a r-alios kilómetros de Ia ciudad
de Chiao. Tenía tres hijos adultos. En primavera. los enr,'iaba a arar
sus campos en las colinas r,; durante varios días, salían al amanecer
t. r,olr'ían a casa al anochecer. Una tarde, un vecino le dijo:
--Tus campos están llenos de malas hierbas.
¿Cómo es posible.) respondió el r.iejo Huanq' . \{is mu-
chachos lo aran todos los días.
temo que no respondió el vecino. Desconcertado.
-1,{e
el anciano siguió en secreto a sus tres hijos cuando salieron a la
mañana siguiente. Los vio entrar en el bosque de las colinas. qui-
tarse la ropa y colgarla de un árbol. Entonces. se transforrrlarorl
cn tisres. Rugieron. saltaron v salieron del bosque.
El r.iejo Huang cstaba aterrorizado. Corrió a casa,v confió lo
que había r.,isto a su r-ecino. luego echó el cerrojo v se escondió.
Los tres volr-ieron a casa esa noche ), llamaron a la puerta durante
mucho tiempo, pcro nadie respondió. Por fin, salió el vecino v les
explicó que su padle 1.a no los rcconocería como hijos por lo que
había visto en las colinas.
Es rerdad * achnitierr¡n los chicc¡s- , pero no acnl¿unos por prrrpi.r
voh-u rr¿d. El Ntisimo clei Cielo ilos oblica rntonces eritaron a su pac)rc :

¿Cónro no'u'amos a colresponder a tu generosidad sin lírnites3 Nos sentirnos


impotentes porque hace tiempo que estás destinado a la cal¿unidad. Estos

161
ultimos días helnos recorido las colinas con Ia eqxmnza de enconfizr a
alguien quc pudiera mupar u hpar: E incltrso ¿ürora. deryués de que nos
halas descubierto. no g-rdemos drsobedecer mrestra-s órcienes. F,n ei cuelio cle
mi rcpa hav rur pqueño folleto. fbn Ia amabilidad de uaérrnelo, pacln:. de lo
con[zrio estarás perdido v nosotros UES sercmos rc-§J;on-sables de tu muefie.
El viejo Huans tomó una linterna r-buscri en el cuello. donde
encontró el librito. Estaba lleno de los nombl'es de aquellos en
Chiao qtre iban a ser asesinzrdos por los tisres. Su propio nombre
era ei segunclo de la parte superior.
se puede hacer? preguntó el anciano.
-¿quó abrir la puerta dijelon los chicos . Se
-Simplcmente
nos ha ocurrido also el rie.jo Huans así lc¡ hizo. Los chicos
cogicron el cuaclerno r; nrientras llorab¿rn. se inclinaron ante é1.
Luego dijeron : Todo esto cs según el decreto del Ntísimo dcl
Cielo. Ahora. ponte varias capas de ropa. pero no te abroches el
cinturón. Peua papel amarillo encima \: l't)zit leryientemente de
rodilias. 'l'cl"lemos nuestra propia manera de l'cscatarte.
EI viejo Huang hizo 1o c¡ue le decían. SLrs tres hijos saltaron
sobre él desde atrás, cada tigre atrapó unzr capa de ropa en su
boca. Luego se alejaron con un gran rusido ).nunca regresaron
v el anciano sisue vivo hasta el día de hor: Desde la antigtiedad
hil habiclo muchos casos cle honrbres que sc han convertido en
tigres. Sin thita, sus pieies v sus rostros se translbrmaban. Pero es
inaudito qut-'los tigres pernlanezcan entre lcls hombres como lo
hicicron estos tres muchachos. Además, una \rez que el Ntísimo
del Cielo ies h¿rbía asignado nlatar hombres 1, al mismo tienrpo,
había puesto cl nornbre clc sr-r propio paclre en la lista^ los hijos se
encontraban en una posición muy dificil. \. si no lograron encontrar
un sustituto para su padre, presen'aron su vida con gran ineenio.
Puede decirse que el suvo fue un cambio de fbrma, no de corazón.
El mtmdo est¿i lleno de quienes parecen hum¿uos y sin embargo. no
rcconocell al re1.'o zrl paclre que tienen del¿urte. iQyé pasa, entonces, con

los que se hal con'uaftido en risres y sin embar.go, si.guen agradecidos por
labondadde la que han disfirrt¿rdo? No enticndo cómo los NlasAltos han
permitido que el propio padre de losjórenes figu"e en su lista de r,íctimas.

Hsu F,r,rc

162
b
4
4*
a
h
,fit
u-1
ffilt
,urr
CEBO HUMANO

Lf rü Shan-ken. de la provincia de Shantuns, se ganaba la vida


I I.*.u,'ando raíces de ginseue, que se utilizan en un preciado
tónico. Tradicionalmente, los excavadores de ginseng deben rea-
lizar su trabajo en las noches más oscuras posibles. Una de esas
noches, Hsti, agotaclo iror la excavrrción. se fue a dormir al suelo
arerloso. Al despertarse, se encontró agarrado de la mano de un
hombre de unos diez metros de altura cubierto de pelo rojizo. Ei
girante acariciaba a Hsü Shan-ken y frotaba el cuerpo de Hsü
contra su pelaje, con-ro si estuviertr jugando con perlas o jade. A
cada caricia, el gieante soltaba una carcajad¿r salvaje 1,Hsii pensó
que iba a ser la próxima comida de 1a criatura.
Sintió que lo cargaban. El gigante lo ller'ó a una cueva que
contenía lnontones de cosas como tendones de tiere, col¿rs de
cien'o,v colmillos de elefante. ^'\11í, el gigantc coiocó a Hsii erl un
Iecho de piedra .v le ofreció carlle de tigre y de ciervo. Attnquc
el buscador de ginseng se alegró de no ser engullido, no pudo
comerse los sansrielltos trozos clc carne. El gieante bajó la ca-
bez¿l como si estnviera pensaudo; luego asintió como si htrbiera
comprendido. Golpcó una picdra e hizo fuego, sacó agua \-puso
una olla a hcrvir. Cortó la carne, la echó a la olla ri cuando el
guiso cstur,o listo, el uigante se lo plesentó a Hsii. que comió con
fi'uición.
N amanecer, el gieante tomó a Hsü v ciuco flechas l'salió de
la cueva hasta Ia base de un acantilado. Nlí ató a Hsü a un árbol
alto v se retiró; dejó al buscador de ginseng aterrorizado ante la
posibilidad de qr"re el uigante qttisiera dispararle. En ese molnento)
una manada de tigres, al haber olfateado a Lln ser humano vivo,
salió de las cuevas del acantilado. Se empujaron unos a otros en
su prisa por alcanzar a Hsü v r:l eiqante sacó sus flechas r- los
mató. Luego dcsató a Hsü 1.se lo ller-ó a ca.sa ell blazos. mientras

165
arrastraba tras de sí a los tigres muertos. Como antes) los cocinó
y ofreció un festín a su cautivo.
Durante más de un mes, Hsü sirvió al gigante como cebo
para los tigres. EI excavador de ginseng no sulrió ningún daño y
el gigante engordó bastante. Pero, un día, Hsü sintió nostalgia y
arrodillándose ante el gigante, le imploró entre lágrimas, mientras
señalaba una y otra vez hacia el este. Con lágrimas también, el
gigante llevó a Hsü en brazos de vuelta al lugar donde había sido
capturado. Le indicó el camino de vuelta a casa y le señaló varias
parcelas de ginseng. Y así fue como Hsü Shan-ken se convirtió
en un hombre rico.

YuaN N{¡r

166
,q
.* \.
-..{.l{Él
RANAS EDUCADAS Y
HORMIGAS MARCIALES

/^\ uando era ioven y vivia en el Paseo de las Palmas, vi a un


U -.naigo qr. tenía un saco cle telay dos tubos de bambú. En
el saco guardaba nueve ranas. Los tubos contenían más de mil hor-
migas, alzunas rojas y otras blancas. Entraba en una tienda, mos-
traba su número en el mostrador, pedía tres cobres y se marchaba.
Uno de sus trucos se llamaba "Larana enseña en la escuela".
Colocaba una pequeria silla y una rana grande saltaba del saco y se
sentaba en ella. Ocho ranas más pequeñas la seguían y formaban
un círculo alrededor de la silla, sentadas y perfectamente quietas.
el mendigo. Al instante, laranagrande croó:
-Enséñales -gritó
<<Geggelo>. La clase repitió al unísono: <<Gegeb>. ! entonces, todo lo

que se oía era <<Gegek;geggeb> hasta que a la gente ie zumbaban ios


oídos. Entonces el mendigo gritó: «¡A1tol» y todo quedó en silencio.
El otro truco se llamaba "Hormigas en lormación de batalla".
El mendigo tenía dos banderas. una roja y otra blanca, cada una
de unos treinta centímetros de largo. \hció sus tubos de bambÍr
sobre el mostradot y las hormigas rojas y blancas corretearon por
todas partes hasta que agitó la bandera roja.
filas -gritó. Las horrrrigas rojas lormaron una fila.
-I¡ormen
Después agitó Ia bandera blanca y gritó- : ¡Formen {ilas!
hormigas blancas también lo hicieron. Luego agitó ambas ban-
-las
deras y gritó : ¡Formación mixta! hormigas se mezclaron
-las
y marcharon, girando a derecha e izquierda con paso perfecto.
Cuando hubieron dado varias vueltas, las hizo volver a los tubos.
Así se puede enseñar incluso a criaturas tan pequeñas y tontas
como la rana yla hormiga, aunque no puedo imaginar cómo se hace.

YUll.MBI

169
EL HOMBRE SERPIENTE

T T" hombre de la actual provincia de Hopei se ganaba la vida


\J domando serpientes,v enseñándoles trucos. IJna vez crio y
adiestró a dos serpientes negras: a la más grande la llamó Gran
Negra y, ala más pequeña, Hermano Negro. Ésta, que tenía
puntos rojos en la frente, aprendía muy rápido sus trucos. Sus
giros y vueltas eran exactos v el hornbre serpiente la apreciaba
por encima de todas las serpientes que había tenido.
Al cabo de un año, Gran Negra murió. El hombre serpiente
quería sustituirla, pero aún no había encontrado el momento de
hacerlo cuando se alojó una noche en un templo de la montaña.
Se despertó al amanecer y abrió su cesta de serpientes. Hermano
Negro había desaparecido. Con llamadas frenéticas, el hombre
serpiente buscó en la penumbra, pero no había rastro de la
serpiente.
En el pasado, cada vez que el hombre serpiente se topaba con
una densa arboleda o una espesa vegetación, se detenía y dejaba
libre a Hermano Negro para que se divirtiera. Hermano Negro
siempre regresaba, así que el hombre serpiente tenía motivos para
esperar que la serpiente volviera ahora. Se sentó a esperar, pero,
cuando el sol hubo subido alto en el cielo, se desesperó y se marchó.
Se había alejado varios pasos del templo cuando oyó un rui-
do sordo en lo más profundo de la espesura. Sobresaltado, se
detuvo y se volvió. Era Hermano Negro. El hombre serpiente se
sintió exultante, como si hubiera recuperado una joya de r-alor
incalculable. Se detuvo a descansar en un recodo del camino y la
serpiente también se detuvo. Cuando el hombre serpiente volvió
a mirar, vio que una pequeña serpiente seguía a Hermano Negro.
que te habia perdido el hombre serpiente,
-Creí -drjo
mientras acariciaba a Hermano Negro-: ¿Estás presentando a
tu pequeña compañera?

171
Sacó algo de comida para Hermano Negro y su seguidora.La
serpiente más pequeña se acurrucó, demasiado salr.aje y tímida para
comer. Así que Hermano Negro dio de comer a Ia recién llegada
de su propia boca, del mismo modo que un anfitrión sirwe primero
a su invitado. El hombre serpiente dio a la pequeña serpiente más
comida \') esta vez, comió por sí misma. Cuando terminó la comi-
da,la pequeña serpiente siguió a Hermano Negro hasta la cesta.
El hombre serpiente se ller,ó la cesta. Y, cuando la nueva ser-
piente empezó a aprender trucos, los hizo todos a la perfección,
igual que Hermano Negro. Así que el hombre serpiente llamó
a la recién llegada Bebé Negro. Llevó su espectáculo por todo eI
país y obtuvo pingües beneficios.
Por regla general, los hombres que manejan serpientes tienen
que deshacerse de ellas cuando miden más de medio metro, pues
pesan demasiado para manejarlas. El hombre de las serpientes
consen'ó a Hermano Negro mientras crecía más allá del límite,
porque era muy manso.
Pero, al cabo de un par de años, la serpiente alcanzó el metro v
llenó por completo Ia cesta, por lo que el hombre de las serpientes
decidió dejarla marchar.
Un día, cuando llegó a las colinas orientales de la actual Tsinan,
el hombre de las serpientes alimentó a Hermano Negro con algo
especial, Ie dio su bendición y lo liberó. La serpiente se marchó
durante un rato, pero luego regresó y dio vueltas alrededor de su
cesta. El hombre serpiente la espantó.
Ninguna fiesta dura para siempre y los mejores
-¡Láreate!
amigos deben separarse. Retírate al valle y pronto te convertirás
en un dragón divino. ¿Por qué quieres quedarte en una cesta?
Hermano Negro volvió a alejarse mientras se contoneaba y el
hombre serpiente Ia obserr,ó marcharse durante largo rato, pero
la serpiente volvió. Cuando el hombre serpiente Ia espantó esta
vez) se negó a irse y se golpeó la cabeza contra la cesta. Bebé
Negro estaba dentro e inquieto. Entonces, se le ocurrió al hom-
bre serpiente que Hermano Negro quería despedirse de Bebé
Negro. Abrió el cesto y el bebé salió directamente y se envolvió
alrededor de Hermano Negro. Sus lenguas parpadearon como
si estuvieran hablando entre ellas. Luego, ambos se marcharon
despreocupados. El hombre serpiente pensó que Bebé Negro no

172
vohrería) pero al cabo de un rato regresó. de mal humor, y final-
mente se metió en Ia cesta.
El hombre serpieute nunca volvió a encontrar un espécimen
tan perfecto como Hermano Negro. N,fientras tanto) Bebé Negro
creció y ya no fue apta para ser manipulada. El hombre de las
serpientes adquirió otra serpiente que era bastante mansa, pero
no igualaba a Bebé Negro, que para entonces era tan gruesa como
elbrazo de un niño.
Cuando Hermano Negro empezó a vivir en las colinas, r,arios
leñadores lo vieron. Años más tarde había crecido varios pies y
era tarl grueso como un cue nco. Enipezó a salir y a persegllir ala
gente. Los rriajeros no tardaron en advertirse unos a otros v nadie se
atrevía a entrar en el territorio de la serpiente. Un día, el hornbre
serpiente cruzabalas colinas v una serpiente salió disparada hacia
él como el viento. Aterrorizado, el hombre serpiente echó a correr.
La serpierrte 1o persiguió y estaba a punto de alcanzat'lo cuando
el hombre serpiente r-io los reveladores puntos rojos en su cabeza.
Negro! ¡Hermano Negrol
-¡Hermano --gritó el hornbre
serpiente, al tiempo que soltaba su carga. Al instante, la serpiente
se detuvo, levantó la cabeza y, tras un larso rato, se enroscó alre-
dedor del hombre serpiente, como solía hacer cuando trabajaban
juntos. El hombre serpiente se dio cuenta de que la serpiente no
quería hacerle daño, pero el cuerpo del reptil era tan pesado que
el hombre cayó al suelo. Suplicó que 1o soltaran y la serpiente se
desenrolló y golpeó contra Ia cesta.. Al darse cuenta de lo que
quería Hermano Negro, el hombre de las serpientes soltó a Bebé
Negro.
Cuando las dos serpientes se encontraron, se enroscaron la una
en la otra,v se alerraron con fuerza. Tras un prolongado inten alo,
se separaron. El hombre serpiente dio su bendición a Bebé Negro.
mucho tiempo he querido dejarte marchar. Ahora
-Durante Hermano Negro Ie dljo : Tú la tra-
tienes una compañera
-a
jiste. ahora puedes llevártela. Una palabra más: Hay mucho que
comer en estas colinas. No molestes a los viajeros, si no, sufrirás
el castigo del cielo.
Las dos serpientes bajaron la cabeza, como si aceptaran Ia ad-
vertencia. Luego se levantaron y empezaron a moverse. la mayor
delante y la más joven detrás. A su paso, Ias ramas se partían bajo

173
su peso. El hombre serpiente las observó hasta que dejó de verlas
y se marchó. Nadie sabe adónde fueron las serpientes, pero los
viajeros no tuvieron más problemas.
La serpiente, aunque es una criatura muda, muestra afecto y
lealtad a un amigo. También es lácilmente enseñable. Por el con-
trario, ¡qué sorprendente es aquel que parece humano pero tira
por la borda una amistad de diez años o se aleja de un príncipe
de cuyo far,,or ha disfrutado su familia durante generaciones; que
arroja piedras sobre un desgraciado que ha caído en un pozo) o
se enemista con aquellos que le dan un buen consejo!

P'u Susc-uNc

174
EL LOBO DEL NORTE

hien Tzu, el farnoso príncipe cle Chao, dirigía la gran ca-


f\
\-,{ cería e n la zona noreste de su estado. EI guardabosque real
iba delante; halcones y sabuesos lo seguían detrás en orden. E
incontables eran las aves r.eloces y los animales feroces que caían
cuando cantaban las cuerdas de los arcos.
Se toparon con un lobo que les cerraba el paso. Se erguía so-
bre sus patas traseras como un humano y aullaba terriblemente.
Con facilidad y confianza, Chien Tzu saltó a lo alto de su carro.
Tornó su espléndido arco v le colocó una flecha de las que fabri-
can las tribus no chinas del norte. Luego disparó y la flecha se
hundió profundamente en el lobo. Con un ronco gemido, el lobo
se escabulló. Enfurecido, Chien Tzu ordenó a sus carros que lo
persiguieran. Levantaron tanto polvo como para bloquear el cielo
y sus cascos retumbaron como truenos. A diez pasos, no se podía
distinguir al hombre del caballo.
Sucedió que un erudito llamado Tung-kuo se dirigía al país
del norte en busca de un empleo oficial. El señor Ti-rng-kuo era
seguidor de la doctrina de N{o, que propugna el amor universal.
Espoleando un lamentable asno hacia adelante, con su bolsa
cargada de todo tipo de libros, llevaba viajando desde primera
hora de Ia mañana. Ahora estaba perdido y se sobresaltó al ver
tanto polvo.
De repente, el lobo apareció en escena. Estiú la cabeza hacia
delante, miró al señor Tung-kuo con agudeza y le dijo:
maestro, que te dedicas a la salvación de todos los
-Creo,
seres vivos. Antiguamente, Nlao Pao liberó a una tortuga que más
tarde le llevó a salvo por encima de un río. Y el marqués de Sui
rescató a una serpiente que más tarde le trajo una perla de valor
incalculable. Ahora bien, ¡quién podría dudar de que un lobo
puede obrar más milagros que una tortuga o una serpientel Así

177
que, dadas las circunstancias, ¿no podrías dejarme esconderme
en tu bolsa r,prolongar el poco aliento qlre me queda? Si algún
día hago el bien en este mundo, lo daré toclo. no menos que la
tortuga o la serpiente, para recompensarle por haberme sall'ado
de una muerte segura v haber consen'ado la carne de mis huesos.
¡Ai1'al dijo el erudito . Si te muestro esta consideración
y olendo a un alto ministro como Chien'l'zu, despreciando tanto
la autoridad como cl rango. no puedes imaginar el problerna que
significaría. ¡^\o es cuestión de esperar una recompensa de tu
partel Sin embargo, el amor universal es de hecho el fundamen-
to de nuestra doctrina \{ohista. Así que, después de todo, debo
encontrar aiguna lorma de mantenerte con vida. Sea cual sea el
peligro. no puedo eludir la responsabiiidad.
El señor Tung-kuo sacó los libros de su bolsa 1, cuando la hubo
vaciado, empezó a meter el lobo con cuidado. Pero primero tropezó
con sus propios pies v casi pisó la garganta del lobo, v luego tul.o
problemas para meter la cola. ltas repetidos esfüerzos, seguía sin
conseguirlo. El señor Tüng-kuo se paseaba de un lado a otro en
un dilema mientras los cazadores se acercaban.
situación es urgente --_.düo el lobo-. \, aestro, ¿real-
-La
mente ha-v que preservar las formalidades cuando se rescata a un
hombre que se está ahogando o dejar que suenen las campanas
de los carros 1,dar a los bandidos la oportunidad de escapar? Si
al menos se te ocurriera algo rápido.
El erudito apretó las cuatro patas del lobo, sacó una cuerda y
las ató con fuerza. Luego empujó la cabeza del lobo hacia abajo
hasta que tocó su cola, de modo que el lomo doblado del animal
protegió su garganta. Arrugado como un puercoespín, retorcido
como una oruga) enroscado como una serpiente .v respirando
suavemente como una tortuga, el lobo dejó su destino en manos
del erudito.
Siguiendo las instrucciones, el señor Tüng-kuo metió al lobo
en su bolsa, cerró bien la abertura y se 1o echó al asno al hombro.
Luego llevó el asno a la izquierda del camino para esperar a que
pasaran los cazadores.
Pronto llegó Chien Tzu. Al no encontrar al lobo, se había
puesto furioso. Con su espada cortó de un tajo el ertremo del
yugo del carro y dijo:

178
mismo para quien no diga adónde fue el lobol
-¡Lo
El erudito se arrojó al suelo en postura de penitencia v se
arrastró hacia Chien Tzu sobre manos y rodillas. Luego, aún
arrodillado, se levantó y dijo:
- Mi despreciable e inepto yo, tan osado como para venir a
estos remotos parajes por ambición rnundana, ha perdido el ca-
mino correcto. ¿Cómo, pues, podría yo dar a conocer a Vuestra
Señoría el rastro de los lobos para que enviarais tras él vuestros
halcones y sabuesos? Y sin embargo, hav un refrán que dice: "El
Gran Camino tiene muchos caminos secundarios para perder
a tus ovejas". Incluso un animal como la oveja, tan manso que
un niño puede cuidarlo, se pierde en los caminos secundarios.
¡Qué diferente de la oveja es el lobo, y qué interminables son los
caminos por los que se pierden las ovejas aquí en el norte! Si te
ciñes estrictamente a la carretera principal en tu búsqueda, ¿no
es prácticamente lo mismo que la locura del granjero que esperó
junto al tocón de un árbol a que una liebre se encerebrara, ola
locura de intentar pescar trepando a un árbol? De todos modos,
La caza es cosa de su silvicultor; mi señor debería preguntar a sus

cazadores. ¿Por qué sospechar de un viajero de paso? Además,


por poco sofisticado que sea mi despreciable yo, conozco a los
lobos tan bien como el que más. Son codiciosos y feroces por
naturaleza y no menos crueles que la pantera. Me apresuraría
a entrar en acción y ofrecer cualquier senicio posible para ayu-
darle a cleshacerse de uno. ¿Cómo puede pensar que ocultaría el
paradero de un lobo?
Chien Tzu no dijo nada, dio la vuelta a su carro y se puso en
marcha. El señor Tung-kuo impulsó el asno a paso ligero. Pasó
mucho, mucho tiempo antes de que las varas de la partida de caza
se desvanecieran en la distancia y no se oyera más el estruendo
del caballo y el carro. El lobo, quien consideraba que Chien Tzu
estaba ya mu) lejos, habló desde el interior de la bolsa:
me olr,ides, buen amo. Sácame, desata la cuerda y saca
la
-No
flecha de mi costado. Entonces rne iré.
El señor Tlrng-kuo soltó al lobo. El lobo lanzó un rugido furioso
y le dijo al erudito:
un momento, Ios cazadores me perseguían a toda ve-
-Hace
locidad y tú tuviste la amabilidad de salvarme la','ida, pero ahora

179
me muero de hambre y, si no consigo comida, moriré igualmente.
Habría sido mejor morir a manos de esos cazadores y servir de
sacrificio a algún noble que morir aquí, al borde del camino, y
serwir de comida a alguna bestia salvaje. Ya que eres uno de esos
mohistas altruistas que se desgastarían hasta los huesos para pro-
porcionar al mundo un solo beneficio, ¿por qué envidiar tu solo
cuerpo para alimentarme y preservar mi vida?
Y entonces, tras chasquear los labios y enseñar las garras, eI
lobo se dirigió hacia el erudito.
Tüng-kuo se defendió frenéticamente del lobo con sus propias
manos. Todo el tiempo retrocedió hasta que pudo ponerse a
cubierto detrás del asno, al que empezó a rodear ágilmente. trl
lobo nunca consiguió dominar al erudito, pero éste gastó toda
su energía en escapar del lobo. Los dos, asotados por la fatiga,
jadeaban desde lados opuestos del asno.
Me has traicionado el erudito-', me has traicionado.
-düo
De verdad, no era mi intención dijo el lobo , pero el
cielo ha creado a los de tu especie con el propósito de alimentar
a los nuestros.
El hombre y el lobo aguantaron un buen rato, hasta que el
sol empezó a ocultarse. Al erudito se le ocurrió un oscuro pensa-
miento: "Se acerca la noche. Si los lobos vienen en manada, me
rnatarárt". Así que, para engañar al lobo, el erudito dijo:
costumbre entre la humanidad preguntar a tres ancianos
-Es
cuando un asunto está en duda. Sigamos adelante y busquemos
a tres ancianos a los que interrogar. Si están de acuerdo en que
merezco ser devorado, bienvenido sea. Si no, entonces que se
cierre el asunto.
trl lobo se mostró satisfecho con esto y los dos siguieron adelante.
Caminaron un rato, pero no se veía a ningún viajero. El lobo
estaba hambriento. Más adelante, un',.iejo árbol se erguía rígido
al borde del camino. El lobo dijo:
¡Pregúntalel
Los árboles no entienden nada el señor Tüng-kuo-.
-düo
¿De qué sirve preguntarle a un árbol?
el lobo . Debería tener algo que decir.
-Pregúntale -dijo
AI no tener más remedio, el erudito presentó sus respetos al
árbol y, tras exponerle toda la situación, le preguntó:

180
derecho el lobo a comerme?
-Entonces, ¿tiene
Un ruido sordo salió del interior del árbol.
Soy un albaricoque -dijo . Hace años, cuando el jardinero
me plantó, todo lo que le costó fue un hoyo. En pocos aifos florecí.
En otro di fi'uto. Ai cabo de tres años se necesitó toda la extensión
de las manos de un hombre para rodear mi tronco. Después de diez
años se necesitó toda ia longitud de los brazos de un hombre para
abrazarme. Ahora son veinte años. He alimentado al jardinero.
He alilnentado a su mujer. He alimentado a sus inr,itados. Incluso he
alimentado a sus sirvientes. I 1o que es más, han ganado dinero
al vender mi fruta en el mercado. Se podría decir que he sido de
gran utilidad. Pero hoy so,v vieja, ya no puedo doblar mis flores
y dar mis frutos, así que me he ganaclo el disgusto del jardinero.
N{e corta las ramas r.me quita las ramitas y las hojas. Y ahora
quiere venderme al carpintero por el dinero que pueda. ¡Oh,
Señorl Inútil y viejo, no encuentro piedad contra los golpes del
hacha. En cuanto a ti, ¿qué far.or le has hecho a este lobo para
que esperes misericordia? No hay duda; tiene derecho a comerte.
Cuando el albaricoque hubo emitido esta opinión, el lobo
comenzó a chasquear los iabios y a flexionar las garras una vez
más mientras se dirigía hacia el erudito.
Pero estás rompiendo nuestro acuerdo el erudito--,
-düo
que consistía en plantear la pregunta a tres ancianos. Hasta ahora
hemos encontrado un albaricoquero. ¿Por qué debo apresurarme?
z\sí que los dos, hombre 1,lobo, reanudaron su viaje.
El lobo estaba más frustrado que nunca. A lo lejos vio una vaca
vieja que tomaba el sol junto a un mllro derruido.
- Pregirntale a esta vieja el lobo.
-d!1'o
albaricoquero no tenía sentido ni entendimiento --dijo
-Ese
el erudito-. Su absurda opinión Io ha arruinado todo. Y esta vaca
no es más que una bestia. ¿Qué mas se gana con preguntarle?
el lobo-, o te engullo.
-Pregúntale -insistió
Sin más remedio, el erudito presentó sus respetos a la l'ieja \/aca y
Ie contó toda la historia de principio a fin. Luego planteó la pregunta.
La vaca arrugó Ia frente, abrió los ojos y se lamió la nariz.
Luego abrió mucho la boca y düo al erudito:
opinión del viejo albaricoque no está tan equivocada.
-La
Cuando mis cuernos eran tallos verdes y mis músculos buenos

181
y firmes, el granjero me tomó por el precio de un cuchillo y
me puso a trabajarjunto a las yuntas de bueyes en sus campos.
Cuando llegué a la madurez, todas las tareas recayeron en mí
porque los otros, los bueyes, se debilitaban dia a dia. Cada vez
que él decidía salir corriendo a algún sitio, yo doblaba el cuello
al yugo y me apresuraba a seguir la ruta elegida. Cuando quería
arar, me liberaba del yugo del carro para acercarme a las lindes
de sus tierras y quitar las zarzas espinosas. Yo era tan necesaria
como sus propias manos. Gracias a mí tenia su sustento básico; las
ceremonias matrimoniales podían llevarse a cabo, los impuestos
podían pagarse, el granero permanecía lleno. Se podría pensar
que al menos tenía un establo para guarecerme, icomo el caballo
o el perro!
»Antiguamente, la familia nunca almacenaba más de una pie-
dra de grano. Ahora se llevan más de cien picos de trigo. Antes
eran demasiado pobres para que la gente se fijara en ellos. Ahora
marcha grandiosamente por Ia sociedad del pueblo. Antes la
pobreza dejaba sus copas de vino polvorientas y sus labios secos,
pues nunca en su vida pudieron permitirse una jarra de vino lle-
na. Ahora fermenta mijo fino, sostiene una r,'as!ja ornamental y
presume de esposa y concubinas. Antaño sus ropas eran toscas
y cortas, y se hacía compañía de árboles y piedras. Sus manos
estaban tan poco acostumbradas a los saludos ceremoniales como
su mente al aprendizaje. Ahora tiene una cartilla en la mano,luce
un sombrero de bambú,lleva un cinturón de cuero curtido y cuenta
con amplias prendas de cuerpo entero. Cada hilo, cada grano: mi
trabajo. Y en mi vejez abusa de mí y me lleva al bosque, donde el
viento crudo me pica los ojos. A la fría luz del día me apena ver
mi sombra, tan delgada que los huesos sobresalen como colinas,
tan vieja que mis lágrimas son lluvia. No puedo contener la saliva.
Mis piernas están demasiado lisiadas para levantarse. Mi piel y
mi pelo son parches. N'Íis llagas nunca cicatrizan-
>>La esposa del granjero, esa mujer celosa y viciosa, siempre
está exponiendo su punto de vista: Cada parte del cuerpo de una
vaca es útil, dice ella. La carne puede conservarse seca. La piel se
puede convertir en cuero. Incluso los huesos y los cuernos pueden
tallarse para hacer utensilios. Luego señala al hijo mayor: «Llevas
años formándote con los mejores carniceros. ¿Q¡ré tal si afilas tu

182
espacla v te deshaces de ella?». Estas señales no me auguran nada
bueno. ¿Quién sabe dónde rne acostaré parra sicn-rpre? Puede
que tenga mucho en mi hal¡er pL-ro son tan despiadados clue la
calamidad no tardará en llegar. En cuanto a ti, ¿qué far.or le has
hecho a este lobo para que eslleres nrisericordia?
Cuando la r,aca liubo dado su opinión. el lobo chasqueó los
labios. flexionó las sarras v se dirigió hacia el erudito.
No tan rápido .irjo el erudito. A lo lejos se acercaba un
anciano apor-ado eir un bastón de pata de ganso. Tenía la barba
v las cejas dc un bl¿rnco plrro ,v vestÍa de ibrma itrlbrrnai pero
-fao.
elegante. Parecía un hombre culto, un sabio del Encanta-
do. el señor'fung-kuo se ¿rccrcó al anciano r se arrodilló antc él
respetllosamente. Llorando, expuso su caso.
Le ruego. buen señor, la palabra que me salr.ará cl ancia-
no prezuntó cuál era el problema, v el emdito continuó -: Este
lobo estaba a punto de ser capturado por los cazadores reales
cuando acuclió a mí en busca de ar-uda. Y de liecho, )'o le pelrnití
seguir con vida. pero ahora, sordo a mis súplicas, quiere devo-
rarme. N'fi vida está perdida si el lobo no cede. Busqué un breve
aplazamiento durante el cu¿rl acordamos dejar que tres ancianos
decidieran el asunto. Primel'o nos encontramos con un'u'iejo al-
balicoquero, a quien me obligó a sorneter l¿r cuestión. Los árltoles
no entienden nada v su respuesta casi me cuesta la r.ida. Dcspués
nos encontramos con una vaca vieja. De nucvo. el lobo me obligó
a buscar su respuest¿l. Los animales tampoco entienden nada v de
nuevo estuve a punto de perder la vida. Ahora nos encontramos
con usted, buen serlor. Sólo puede significar que el cieio no tienc
intención de dejar que el aprendizaie perezca, como dijo Confucio.
¿N{e atrerro a .supliear la palabra qlle rne salr.e?
el erudito apoyó la frente en el suelo, frente al bastón del ancia-
no, y allí pernraneció, en espera de sr.r destino. EI anciano suspiró
una v otra vez mientras escuchaba toda la historia. Luego golpeó
al lobo con su bastón, mientras decía:
Estás equi"'ocado. Entre los hombres no ha1' nada más
maldito que traicionar a un benefáctor. Los confucianos siempre
han sostenido que un hombre que llo podía soportar traicionar
a su benefactor estaba seguro de ser un hijo filial. Los confucia-
nos también afirman que incluso el tigre y el lobo reconocen el

183
únculo entre padre e hijo. Pero ahora que has traicionado así a
tu benefactor; ni siquiera el vínculo entre padre e hijo existe para
ti. Vete, lobo el anciano-, o te golpearé hasta matarte.
-gritóreplicó el lobo-,
señor citando a Confucio, "puede
-Buen
que conozcas la primera parte, pero aún tienes que aprender la
segunda". Permíteme que te lo explique si te dignas a escucharme.
Cuando todo esto empezó, el erudito me salvó la vida al atarme
los cuatro pies, esconderme en su bolsa y cargar sus clásicos en-
cima de mí. Me acurruqué, sin atreverme a respirar. Además, no
paró de intentar convencer a Chien Tzu de su inocencia, ¡con la
aparente intención de dejarme morir en la bolsa y robar toda la
gloria para él! ¿Por qué no iba a comérmelo por esto?
El anciano miró fijamente al erudito y le dijo:
Bueno, si es así, entonces tú tienes la culpa, igual que el
antiguo arquero Yi, que enseñó todo lo que sabía al hombre que
más tarde lo mató.
Sintiéndose profundamente agraviado, el erudito describió con
detalle su intención compasiva al meter al lobo en su bolsa) pero
el lobo también se esforzó por ganar la discusión con gran astucia.
temo que ninguno de los dos está totalmente convenci-
do
-Me el anciano-. Intenta volver a meter al lobo en la bolsa
-dijo
para que pueda ver cómo era y si realmente era tan doloroso
como dice el lobo.
El lobo lo hizo encantado. Estiró las patas hacia el erudito, que
lo ató y lo volvió a meter en la bolsa. Luego, el señor Tüng-kuo
le subió la bolsa al asno. El lobo no sabía qué estaba pasando.
un cuchillo? susurró el anciano al erudito.
-¿Tienes
y lo sacó. El anciano le hizo una señal con
-Sí -respondió
Ia mirada para que apuñalara al lobo.
¿No le hará daño? el estudiante.
-preguntó
Sonriendo, el anciano respondió:
¿Todavía no puedes soportar matar a una bestia tan
traicionera? Puede que seas humano, pero tu insensatez es mayor.
Si te tiras a un pozo para salvar a alguien o te quitas la ropa para
mantener con vida a un amigo, puede que sea en beneficio del
otro, pero ¿qué sentido tiene morir en el intento? ¿Eres de esa
clase? Seguramente ningún caballero y erudito aprueba la com-
pasión que desciende a la locura.

144
Al decir esto, el anciano soitó una sonora carcajada, al igual
que el erudito. El anciano ayudó al erudito con el cuchillo yjuntos
mataron a1 lobo, arrojaron slr cuerpo al camino y se marcharon.

\,I.r Cnr sr;-usr

185
CONSETERO DE LOS LOBOS

T T" hombre llamado Ch'ien fue al mercado y regresaba tarde


\-/ a casa, al pie de las colinas, cuando salieron varias docenas
de lobos. Pormaron un círrulo hambriento a su alrededor. f)es-
esperado, Ch'ien vio un montón de leña de más de tres metros
de altura junto al camino y trepó rápidamente hasta Ia cima.
Ninguno de los lobos pudo trepaL pero unos cuantos salieron
corriendo y regresaron al poco rato escoltando a un animal, del
rnismo modo que los porteadores transportan a un funcionario
en una silla de manos.
La multitud de lobos inclinó las orejas hacia la boca del ani-
mal como si éste les estur,'iera contando secretos. A continuación
saltaron y ernpezaron a arrancar ramas del fondo de la pila de
leña. Pronto, toda la pila estuvo a punto de derrumbarse. Presa
del pánico, Ch'ien gritó para pedir ayuda. Por casualidad, unos
leñadores overon su \roz y acudieron gritando.
Los lobos huyeron asustados y dejaron atrás al animal que
habían traído. Ch'ien 1, los leñadores lo examinaron detenida-
mente. Se parecía a un lobo, pero no era un lobo. Tenía los ojos
redondos, el cuello corto, el hocico largo y unos dientes temibles.
Sr"rs patas traseras eran largas pero débiles, y no podía sostenerse
sobre ellas. Su grito era como el aullido de un gibón.
Ch'ien le habió:
y vo no somos enemigos! ¿Po-r qué seniste a los lobos
-iTú
como estratega en su intento de matarme?
La bestia golpeó la cabeza contra el suelo y gimió como si se
arrepintiera. Los hombres la arrastraron hasta una bodega de la
aldea de enfrente, la cocinarorl y cenaron con ella.

Yú¡¡i Mr,r

187
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I
CUIDADOR DE MONOS

,.r la tierra de Sung había un cuidador de monos al que le en-


fI /cantaban los rllonos. Cri¿rba un enjambre de monos y eutendía
sus pensamientos. Los quería tanto que le quitaba la comida de Ia
boca a su propia lamilia para satisfacerlos. Pero llegó un momeuto
en que tu\'o que reducir sus pror,'isioncs. Temiendo que dejaran de
obeclecerle. clecidió engañarlos para que aceptaran raciones cortas.
tenéis c¿rstañas -les dijo--. Tench'éis tres por la mañatra
-Aquí
v cllatro por la noche. Inonos se levantaron
¡Es suficicnte?
-los
furiosos. Entonces el domaclc¡r clijo : NIuv bien; cuirtro por Ia
mañana v tres por l¿r noche. ¿Es suficiente?
Encantados, los monos aceptaron.

LrEn'fzu

189
EL HOMBRE Y LA BESTIA

I jefc del clan T''ien estaba preparando un gran banquete


frI .¡para mil invitaclos. En el lugar de honor alguien presentó
una ofi'enda de pescado \-ocas salr,ajes. Eljef-e del clan exan-linó
la oficnda,v suspiró:
Qué generoso es el cielo con cl pueblo: culti'u'a los cinco
cereaies y cria peces -v aves para que los utilicemos.
Toda la asamblea sc hizo eco de la voz de su líder.
LIn niño de doce arios, hijo del clirn Pao, presente en las filas,
se adci¡rntó -v clijo:
¡En absolutol Iil cielo l-Ia tielra v las diez mil cosas que hav
entre ellos han naciclo como uno con nosotros, iguales en especie
¿1 nosotros. No ha1' altos .v bajos entre los tipos. Simplemente,

una especie domina a otra en r.irtud de su tamaño, su fuerza o su


ingenio. Y así uno devora al otro v es devorado a su vez. Pcro el
cielo no creó las cos¿ls unas para otras. El hombre come lo que
puede, pero ¿creó el cielo lo que el hombrc come específicarncnte
para el hombre? El mosquito pica la piel dei hombre, el tigre 1-el
lobo se alimentan de carnc. ¿Ha creado el cielo al homble para
el mosquito o la canre para el tigre 1'cl lobo?

Lrru Tzt,

191
HOMBRE O BESTIA

T os que se parecen en Ia mellte pueden diferir en Ia forma.


I 'Los que se parecen en Ia forma pueden diferir en Ia mente.
El sabio prefiere lo que es similar en mente e ignora lo que es si-
milar en forma. Los hombres corrientes se aferran a lo que tiene
una forma parecida v se mantienen alejados de lo que tiene una
forma parecida. 'Apreciamos y nos aferramos a Io que se parece
a nosotros" dicen.
Lo que tiene una estructura de dos n-retros, dos rnanos v dos
pies. pelo en Ia parte superior v dientes en la boca v se mueve
ereuido, Ios hombres ordinarios lo llaman "hunlal1o", pero no es
imposibie que un hombre tenga corazón de bestia. Sin embargo,
si lo tiene, seguirá siendo bien tratado debido a su forma humana.
Lo que tiene alas o cuernos, dientes separados v gan'as extendidas,
v vucla o nreroclea. los hombres ordinarios lo llamatt "bestia".
pero no es imposible que una bestia tenga un corazón humatro.
Sin embarso. si lo tiene, los hombres la rechazarán por su aspecto.
Los srandes dioses de la antigüedad (Pao Hsi, que domesticó
animales salvajes v los sacrificó en el firego; Nü \\ra, que reparó los
cielos y moldeó laraza de los hornbres; Shen Neng, el agricultor
divino que fundó la agricultura y }a medicina; los sobernantes Hsia.
que establecieron la primera dinastía) tenían todos el cuerpo de
un reptil con rostro humano, o cabeza de buey, o hocico de tigre.
Ninaturo parecía humano, aunque erau sabios de gran virtud.
Pero los reyes infames de épocas posteriores (Chieh, que arrui-
nó la primera dinastía; Chou, quc arruinó la segunda dinastía de
Shang; Huan, que destruyó la ley de sucesión en Lu; y el rey Nfu de
Ch'u, que se rebeló r'rnató a su soberano) tenían todos orejas. oios,
narizy boca (las siete aberturas del rostl"o humano), pero el corazón
de bestias. Los hombres ordinarios se aferran a una sola aparien-
cia en busca de la sabiduría más elerrada y nlrnca la alcanzan.

r93
El Dios-Rey Amarillo del f{orte luchó contra el Dios-Rey del
Fuego del Sur en el desierto de Fanch'uan. En la vanguardia el
Dios-re,v Anarillo llevaba osos) osos pardos, ieopardos, tigres dien-
tes de sable v comunes. Los buitres, águilas pescadoras, halcones
v gavilanes sen ían de abanderados y portadores de señales. De
este modo, el rey-dios amarillo tenía el pocler de hacer que a\¡es
l'bestias lucharan por é1.
El re1'sabio Yao puso a K'uei a cargo de la música. K'uei
tocaba las piedras de carillón con fuerza y suavidad, y todos los
animales baiiaban en orden. Cuando se interpretabala antigua
música de viento real de Shao. el fenlr sagrado se presentaba con
grandeza ceremonial. Así, el sonido de la múrsica ponía a pájaros
y bestias bajo la influencia de Yao. Entonces, ¿en qué difiere Ia
mente de estas criaturas de la del hombre? La diferencia es sólo
de forma externa y de habla. pero el hombre ha perdido el arte de
comunicarse con ellas. Sólo el sabio, con su amplio conocimiento
y profunda comprensión) es capaz de conducirlas a su sen'icio.
La facultad natural de autoconservación es común a las bestias
y al hombre; las bestias no la aprenden del hombre. Pareja de
macho y hembra. Madre e hijo se abrazan. Las bestias evitan los
espacios abiertos y se mantierlen en terrenos abruptos. Huyen del
lrío y buscan el calor. Cuando están asentadas, van en manada;
en movirniento, forman filas con los más débiles dentro y los más
fuertes fuera. Cuando uno de ellos encuentra agua, conduce a los
demás hacia ella; cuando uno de ellos encuentra comida, llama
a la manada. En Ia antigüedad, las bestias viúan y se mor,ían
junto al hombre. Sólo en el reinado de ernperadores y reyes se
dispersaron por miedo. Y ahora, en nuestros malvados ticmpos,
acechan en lugares oscuros o corren en busca de seguridad para
que el hombre no las mate.
Hoy en día, en la tierra oriental de la tribu Chieh, la gente tiene
un don especial para entender el habla de ios animaies domestica-
dos, pero los sabios sagrados de la antiguedad sabían todo lo que
había que saber sobre la naturaleza de las cosas. Comprendían
los gritos y las llamadas de las distintas especies, Ias reunían y les
enseñaban como si fueran personas. En efecto, los sabios reunían
primero a los espíritus de los muertos y otros demonios, lueso a
los pueblos de las ocho direcciones perifericas y, por último, a las

r94
bestias y los insectos para sus lecciones. Esto demuestra que todas
las especies que tienen sangre y aliento no difieren mucho en sus
corazones y mentes. Los sabios sagrados lo sabían muy bien, y
por eso enseñaban a todos y no dejaban a ninguno fuera.

Lr¿H Tzrr

195
LOS PECES SE ALEGRAN

hLranu Tzu 1 su íntimo amigo Hui Tzu cst¿rban dislrutando


¡ll
\-/ de su mutua compañía a orilias del H¿ro. Chuang Tzu dijo:
Los peces centelleantes también están dislrutando. rraclan
glac:iosamente de un l¿rdo a otro. T¿rl es su alegría.
Tir no eres un pez dijo Htri'I'ztt- .,iCcirno puedes sabcr
que se cstán dir.irtiendo?
-I'ú
no eres Chuang Tzu .iiio Chuans Tzu . .'Cómo
puedcs decir que no me dol'cuent¡r.l
T¿ur cierto como que "No sor Chuang'I'zu" demucstl'a que
no puedo decirlo clijo Hui Tzu . Qye no seas Lrn pez demucstra
qlre no puedes decirio. Es perf'ectamente lógico.
¿Podemos empezar por el principio? respondió Chuang
Tzu . '\l prceuntrrr «¿Cómo put'des sabel que los peccs se
divierten3», ¡has reconocido qtre puedo decírtelol Y 1o qr-re es más,
¡puedo hacerlo desdc aquí arriba!

Clut-r-rc; Tzu

197
MENEANDO EL RABO EN EL FANGO

p I poeta ermitarlo Chuang Tzr-r pescaha con caña en el río Pu.


r /Ill rey de Ch'u envió a dos nobles para invitar a Chuang a
pr.r.rrturr. ante é1.
que te ocuparas de ciertos asuntos de Estado
-Esperábamos
dijeron.
-leNlientras mantenía firme su bastón y sin mirarlos, Chuang
Tzu respondió:
oído que Ch'u tiene una tortuga sagrada que lleva muerta
-He
tres mi-l años v el rey la tiene consagrada en una caja acolchada en
la sala ancestral. ¿Creéis que la tortuga sería más fbliz moviendo
el rabo en el barro que viendo honrado su caparazón?

- Por supuesto respondieron los dos nobles.


Entonces marchaos Chuang Tzu-. Yo pienso seguir
-dUo
moviendo la l¡;'ia en el barro.

Cnu.qr¡c Tzu

199
MUIERES Y ESPOSAS

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LI CHI MATA A LA SERPIENTE

n Fukien, en el antiguo estado de Yüeh, se alza la cordillera


frr ¡de Yung, cuyos picos alcanzan a veces una altura de muchos
kilómetros. Al noroeste hay una hendidura en las montañas ha-
bitada antaño por una serpiente gigante de setenta u ochenta
pies de largo y más ancha que la envergadura de diez manos.
Mantenía a la población local en un estado de terror constante y
yahabia matado a muchos comandantes de la capital y a muchos
magistrados y funcionarios de pueblos cercanos. Las ofrendas de
bueyes y ovejas no aplacaban al monstruo. Entraba en los sueños
de los hombres y daba a conocer sus deseos a través de médiums,
exigía jovencitas de doce o trece años para darse un festín.
Indefensos, el comandante y los magistrados seleccionaban hijas
de sirvientas o criminales y las retenían hasta las fechas señaladas.
Un día del octavo mes de cada año, entregaban aur,a muchacha
a la boca de la cueva del monstruo y la serpiente salía y se tragaba
a la víctima. Esto continuó durante nueve años hasta que nueve
jóvenes fueron devoradas.
En el décimo año, los funcionarios empezaron de nuevo a
buscar una muchacha para tenerla preparada para el momento
señalado. Un hombre del condado de Chianglo, Li Tan, había
criado seis hijas y ningún hijo. Chi, su hija menor, respondió a la
búsqueda de una víctima al ofrecerse voluntaria. Sus padres se
negaron a permitirlo, pero ella dijo:
padres, no tienen a nadie de quien dependeq pues,
-Q3reridos
al haber traído al mundo seis hijas y ni un solo hijo, es como si
no tuvieran hijos. Nunca podría compararme con TiJung, de la
dinastía Han, que se ofreció como esclava al emperador a cambio
de la vida de su padre. No puedo cuidar de ustedes en su vejez;
sólo desperdicio su buena comida y ropa. Ya que no les sirvo de
nada viva, ¿por qué no voy a renunciar a mi vida un poco antes?

203
¿Qué hav de malo en venderme par¿1 qanar un poco dc dinero
para ustedes?.
Pero el padre v la madre la querían demasiado para consentir,
así que se fue en secreto.
La voluntaria pidió entonces a las autoridades una espada
afilada \. Lrn perro cazador de serpientes. Cuando llegó el día
señalado del octavo mes, se sentó en el templo, empuñando la
espada y euiando al perro. Primero tomó varias bolas de arroz
humedecidas con azucar de malta y las colocó en la boca de la
cueva de la serpiente.
La serpiente apareció. Su cabeza era tan grande conlo un
barril de arroz; sus ojos eran como espejos de medio metro de
diámetro, ñ oler Ia fiagancia de las bolas de arroz. ¿rbrió la boca
para comérselas. Entonces, Li Chi soltó al perro cazador de ser-
pientes. c¡-re mordió con füerza a Ia serpiente. La propia Li Chi se
acercó por detrás y asestó a la serpiente r,.arios cortes profundos.
Las heridas dolían tanto que el monstmo saltó al r,,acío y murió.
Li Chi entró en la cueva de la serpiente y recuperó los cr¿ineos
de las nuc\¡e r.íctimas. Suspiró al sacarlos l.diio:
su timidez fueron devoradas. Qué pena.
-Por
Lentamente emprendió el camino de vuelta a casa.
El rer. de Ytieh se entcró de lo sucedido r nombró reina a Li
Chi. Nombró a su paclre magistrado del condado de Chiang Lo,
v a su madre v hermanas ma\ores les dio riquezas. A partir de
entonces) el distriro quedó lible de monstruos. Las baladas que
celebran a Li Chi perduran hasta nuestros días.

Iirr Prcr

20,4
EL GENERAL NEGRO

T,7 uo Yüan-chen, que más tarde se com'irtió en el señor de


.§-.fui, reprobó el examen oficial clurante la era K'ai Yuan
(713-i +2 d. C.). Después, mientras viajaba. se perdió en la noche.
Un buen rato después vio los ralos de una luz mu\., mllv lejana y,
como supuso que se trataba de una vivienda, se dirigió hacia ella.
Cabalgó unas tres millas hasta llegar a una estructura alta e
in-rponente. En los pasillos y en la sala principal, faroles y r,elas
brillaban intensamente cuando entró. Había manjares y carnes de
sacrificio como en la casa de una familia cu1,a hija iba a casarse.
Sin embargo, estaba silencioso y'desierto.
Kuo ató su caballo fuera del corredor oesteysubió los escalones. En
el vestíbulo r,aciló, sin saber dónde estaba. De pronto, desde Ia cámara
este, oyó el sonido de una muchacha que sollozaba desconsoladamente.

¿Es humano o lantasma quien llora en esta casa? Kuo


llamó . ¿Y por qué está la sala tan espléndidamente r.'estida, sin
nadie aquí excepto tú sola llorando?
un templo en mi pueblo ella--, para
-Huy -respondió
el general Negro, que puede traer buena o mala fortuna a los
hombres. Cada año pide una compañera a los aldeanos y, entre
Ias rírgenes del lugar, eligen a una belleza para que sea sll novia.
Aunque soy fea, mi padre podía ganar quinientas monedas de
los aldeanos si aceptaba mi elección en secreto. Esta noche, las
jóvenes del pueblo, mis amigas y compañeras, me emborracharon
en esta habitación, luego me encerraron, se marcharon y me deja-
ron para casarme con el demonio. N{i padre y mi madre me han
abandonado. Sólo me queda la muerte. Estoy fuera de mí por el
dolor y el terror. Señor, ¿es usted un hombre de verdad? ¿Puede
rescatarme? Durante el resto de mi vida seré su obediente sierva.
esperas a este general? Kuo, indignado.
-¿Cuándo -preguntó
la segunda guardia.
-En
207
un hombre, si se nre perrnite dccirlo. r,'haré todo lo que
-Soy
puedzr para salvarte. Si fracaso, sacrificaré mi vida en su lugar.
Porque nunca permitirí:r que sulrieras la muerte a manos de este
lascivo demonio.
Los sollozos de la muchacha se calmaron. Kuo se sentó en el
pasillo oeste y trasladó su caballo al norte dei edificio. También
asignó a un sirwiente para que se situara {rente a él y esperara
corno un maestro de ceremonias qurc recibe invitados.
Pronto hubo un resplandor de antorchas y algarabía dc caba-
llos ,v carruajes. Dos silientes de túnica púrpura entraron en el
edificio y volvieron a salir mientras decían:
primer ministro está ahí dentro!
-¡El
Luego, dos sin.ientes de túnica am¿rrilla entraron tímidamente
1,r'olvieron a salir; dicienclo: primer ministro está ahí dentrol
-;El
Kuo se sintió interiormente gratificado y pensó para sí: "¡Si
estoy destinado a conrrertirme en primer ministro, sé que venceré
a este demonio!".
Entonces, el propio general descendió lentamente de su carruaje,
v los heraldos volvieron a presentarse ante é1.
ei General. Y, rodeado de asistentes arma-
-¡Entrenl -düo la
dos, se dirigió al pie de escalinata que conducía a la c.ámara
oriental. Kuo ordenó a su criado que se adelantara y anunciara:
<<El maestro Kuo se presenta>>. Entonces el propio Kuo hizo un
saludo lormal.
es que el maestro Kuo está aquí? preguntó el
-¿Cómo
General.
oído hablar cle la boda clel General esta tarde )- espe-
-Había
raba poder ayudar en la ceremonia respondió Kuo.
Compiacido, el General invitó a Kuo a sentarse a la mesa. Se
sentaron uno frente al otro. con un discurso y unas risas cordiales.
Kuo llevaba en la bolsa r-rn afilado cuchillo con el que pensaba
matar al General Negro, así que presurltó:
¿Ha probado alguna vezla came de venado en consen'a?
Seria dificil de encontrar en un iugar como éste - drjo ei
General.
un pequeño suministro de calidad selecta
-Tengo
Kuo -. Vicne cle la cocina imperial. ¿Ptiedo cortar un poco para
-düo
usted?

2AA
El General mostró encantado. Kuo se ler,'antó, tomó el venado
se
y su pequeño cuchillo y empezó a cortarlo. Puso un plato delante
del General y le pidió que se sin'iera. Desprevenido, éste tomó la
carne. Rápidamente, Kuo tiró el venado, agarró la muñeca del
General y le cortó la mano.
Con un grito, el General Negro huyó. Sus seguidores se disper-
saron aterrorizados. Kuo tomó la mano cortada y Ia envolvió en
un trozo de su propia ropa. Luego envió al criado a reconocer el
terreno, que estaba desierto. Abrió la puerta de la cámara oriental
y düo a lajoven llorosa:
-Aquí tengo la mano del General Negro. Seguiremos el rastro
de sangre y pronto acabaremos con é1. Ahora que estás a salvo,
sal y sírvete algo de comel'.
La muchacha llorosa salió. Só1o tenía diecisiete o dieciocho
años y era muy atractir,'a. N{ientras se inclinaba ante Kuo, dijo:
Juré convertirme en tu sirvienta.
Kuo la consoló v la reconfortó. Cuando estaba a punto de
amanecer) desenvolvió la r¡ano 1'vio que era una pata de cerdo
negro. Enseguida overon que se acercaban gritos y sollozos. Eran
los parientes de i¿r chica 1.los ancianos de la aidea, que llevaban
un ataúd para enterrarla.
Cuando r.ieron a Kuo con lajoven doncella aún viva, se asom-
braron y le interrogaron. Entonces los ancianos se enfadaron
porque había herido a su divinidad local.
General Nesro es un dios que protege esta aldea dU.-
-El
ron-, y le hemos serwido durante mucho tiempo. Cada año le
ofi'ecemos una de nuestras jól.enes doncellas como compariera v
asi nos mantenemos sanos y salvos. Si el ritual se retrasa, suflrire-
mos tormentas y granizo. ,iCon qucl derecho un extraño que ha
perdido su camino r.iene a dañar a nuestro ilustre dios y a hacer
caer sobre nosotros su violencia divina? ¿Qué te ha hecho nuestro
pueblo para merecer esto? Deberí¿rn matarte y ofi'ecerte al General
Negro o atarte y entregarte' a nuestro magistrado.
Estaban a punto de ordenar a sus jóvenes que apresaran a Kuo
cuando éste empezó a amonestarlos.
Ustedes son viejos en años, pero no en experiencia. Yo co-
nozco los caminos del mundo. Escuchen lo que terlgo que decirles.
Cuando un dios recibe el mandato del cielo para proteser una

209
zoua) ¿no es lo mismo que cuando un señor territorial recibe el
mandato del emperador para gobernar sus dominios?».
lo es estuvieron de acuerdo.
-Sí, bien, supongamos que el señor territorial buscara
-Ahora
placeres ilícitos en su reino; ¿no se enfadaría el emperador? Y si
ese señor luera cruel con el pueblo, ¡'no lo castigaría el emperador?
»>¿Acaso aquél a quien llaman "General" es una verdadera
divinidad? ¡Seguramente ninguna divinidad tiene una pata de
cerdol ¿Ha dado alguna vez el cielo su mandato a una bestia de-
moníaca lujuriosa? De hecho, ¿no es tal bestia un criminal tanto
en el cielo como en la tierra?
»Tenía derecho cuando castigué al demonio. ¿Cómo podría
estar esto mal? ¡No hav hombre justo entre ustedes, si pueden
enviar a sus tiernas hijas a una muerte violenta a manos de un
demonio año tras año! ¿Pueden estar seguros de que el cielo no
me ha enr.,iado para reparar estos crímenes?
>>Acepten lo que les digo y los libraré del demonio para que
nunca más tengan que entresarle una novia. iQué dicen?
Los aldeanos se dieron cuenta de que era la verdad y aceptaron
encantados el liderazgo de Kuo. Kuo ordenó a varios cientos de
hombres que tomaran arcos y flechas, espadas y lanzas, picas y
azadas, y que le siguieran en grupo. Siguieron el rastro de sangre
dejado por el General Negro y, tras unas siete millas, éste condujo
ala cánara funeraria de una gran tumba. Formaron un círculo
y la abrieron a hachazos. La abertura comenzó a ensancharse.
Cuando fue tan ancha como la boca de una gran tinaja, Kuo
ordenó encender haces de leña y arrojarlos al interior para que
pudieran rcr. El interior era como una gran cántara. Meron un
cerdo gigante al que le faltaba la pata delantera izquierda y que
yacía en un charco de sangre. Saliendo del humo, los hombres
que lo rodeaban lo mataron.
Los aldeanos se regocijaron unos con otros. Recogieron un re-
galo de despedida para agradecérselo a Kuo, pero éste lo rechazó
con estas palabras:
luchar contra el mal por el pueblo, no busco ningún
-Al
beneficio.
La doncella que había sido rescatada se despidió de sus padres
y parientes diciendo:

210
Ia suerte de nacer como un ser humano y de su propia
-Tuve
carne y sangre. Ni siquiera
había salido nunca de mis aposentos y
seguramente no había cometido ninguna ofensa que mereciera la
muerte. Sin embargo, a cambio de quinientas cuerdas de cobre,
me casaron con un demonio. Fueron tan duros de corazón como
para encerrarme y abandonarme. ¿Es eso lo que los seres huma-
nos deben hacer? Si no fuera por el coraje y la humanidad del
maestro Kuo, hoy no estaría aquí. Él me dio la vida; mis padres
me dieron la muerte. Es mi deseo irme con el maestro Kuo y no
volver a pensar en mi antiguo hogar.
Se inclinó con lágrimas en los ojos, siguió a Kuo y no se dejó
disuadir, por lo que él la tomó como concubina y ella le dio varios
hijos.
Lacarreraoficial de Kuo fue ininterrumpida, taly como habían
previsto los sirvientes demoníacos del General Negro. Aunque
nació en un lugar remoto del país y fracasó en los exámenes ofi-
ciales, los espíritus no pudieron dañar a un hombre sabio y recto.

Nru SaNc-Ju

211
§§.§w *§..
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ry1
EL AMO Y LA CRIADA

para decidir Io que está bien v 1o que está r-nai, sóio contamos
I .ou la tradición v la ley. Sin embargo, hay casos en los que Ia
gente sigue sus com,icciones sin la aprobación de la tradición o
Ia sanción de la ley.
En r-ni clan había una sin'ient¿r llarnada Liu Ch'ing. C¿rando
tenía siete años. su arno ordenó que se casara con unjoven sin'iente
llamado Yi Shou. Cuando ella tenía dieciséis, se fijó un día para
la boda. Pero, de repente, Yi Shou hr.nó por unas deudas de juego
y, durante mucho tiempo, no se sllpo nada di: é1. El amo estaba
dispuesto a emparejar a Liu Ch'ing con otro sin-iente, pero ella
juró morir antes de aceptar.
Liu Ch'ing era bastante atractiva ), el propio amo intentó que
se conr.'irtiera en su concubina. Una vez más, ella juró morir antes
de aceptar. El maestro enrrió a unzr mujer ma\or para con¡encerla.
La mujer le dijo:
no \¡alas a renunciar a Yi Shou, es mejor que aceptes al
-Aunque
maestro por ahora. N,{ientras tanto, haremos toclo lo posible ])or en-
corltrar a Yi Shou t,casarte con é1. Si te niegas, ser¿1s r,endida a zllguna
zona remota v perder ás toda posibilidad de voiver a ver a Yi Shou.
Durante unos días, Liu Ch'ing lloró en silencio. Luego, con la
cabeza gacha, ofreció su almohada al amo, pero siguió insistiendo
ell qLre continu¿1ra la búsquecla de \-i Shou. Tres o cuatro ¿trfos
después, Yi Shou resresó para aceptar su destino y saldzrr sus
deudas. Fiel a su palabra, el maestro ordenó las nupcias.
Después de la boda. la criada re¿urudó sus tareas. pero no volvió
a crLtzzrr una palabra con el amo. Rápidamente evitó el menor
acerca.rniento. El amo hizo que la azofaran v le dio dinero a Yi
Shou ¡rara obliuarla, pero ella se negó en redondo a mantener
relaciones con el amo. Al final, ésteno tu\ro nrás remedio que
despedirlos con su bendición.

213
Cuando Liu Ch'ing se disponía a marcharse, depositó una
pequeña caja ante la madre del amo. Luego se marchó, tras tocar
el suelo con la cabeza en señal de respetuosa sumisión. Cuando
abrieron la caja, encontraron todos los regalos personales que
el amo le había hecho a lo largo de los años. No faltaba ni uno.
Más tarde, Yi Shou se convirtió en vendedor ambulante, mien-
tras que Liu Ch'ing se dedicó a la costura para sobrevivir; pero
no se arrepintió hasta el día de su muerte.
Cuando vir4aencasa,Yi Shou seguía comerciando con utensilios
de latón y cerámica. Su pelo se había vuelto blanco. Le pregunté
por su mujer. <<Muerta>> me contestó.
¡Qué extraRo! ¡Esta sirvienta ni casta ni impura, alavez casta
e impura! No veo manera de descifrarlo, así que hice este registro
para que 1o juzguen caballeros más doctos.

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UNA CURA PARA LOS CELOS

[ ljoven erudito Hsien-yüan de Changchou no tenía hijos a los


I ' 'treinta años. Su esposa, una mujer del clan Chang, era anor-
malmente celosay Hsien-yuan le tenía demasiado miedo como para
tomar una segunda esposa que pudiera darle los hijos que deseaba.
El canciller N{a de la Gran Secretaría, que presidía el examen de
grado de Hsien-yüan, se compadeció clel joven y le regaló una con-
cubina. Chang, la primera esposa) se enfureció por la intromisión
en sus asuntos familiares v juró pagarle con la misma moneda.
Por aquel entonces, el canciller NIa perdió a su pr"opia esposa.
Así qr-re la dama Chang encontró a una campesina conocida por su
mal carácter v sobornó a un intermediario para qlle convenciera
a N{a de que convirtiera a la arpía en su nueva primera esposa.
EI canciller se dio cuenta del plan de Chang, pero siguió adelante
con los esponsales. El día de la bocla. el ajuar incluía un garrote de
cinco colores para golpear a los mariclos. Era una reliquia que había
pertenecido a la familia de la campesina durante tres seneraciones.
Cuando terminó la ceremonia, las concubinas de N{a presen-
taron sus respetos. I-a nueva primera esposa preg'r"rntó quiénes
eran todas esas mujeres y Ie dijeron que eran concubinas. La
nol.ia arremetió:
¿Qué lev social sanciona las concubinas en la casa de un
digno canciller?
Torró el garrote para atacar a las mujeres, pero el canciller
N,la ordenó que se Io arrebataran r. uolpeó a la esposa cn su lugar.
Ella huyó a su habitación entre maldiciones y llanto, mientras las
concubinas armaban tal alboroto con gongs y tambores que no
se oían sus sollozos.
La nuel,a esposa declaro entonces que se suicidaría. Inmeclia-
tamerrte le ofrecieron un cuchillo y una cuerda. y las sirvientas
le dljeron:

217
El amo esperaba que intentara algo así. Por eso nos dio estas
horribles cosas para que se las presentemos.
En ese momento, Ias concubinas tocaron tambores de madera
).cantaron el mantra para que su alma ascendiera rápidamente
al paraíso. Armaron tal alboroto que no se oyeron los desvaríos
de la primera esposa por quitarse la vida.
La nueva primera esposa del canciller N'Ia era básicamente una
mujer digna. Al darse cuenta de que había agotado sus faroles y
amerTazas) r,enció su ira y llamó al canciller. Cuando él entró en
su habitación, puso una expresión apropiada y dijo:
señoE ¡es usted realmente un hombre! Los trucos que
-Mi
utilicé me los legó mi bisabuela; talvez sean eficaces para intimi-
dar a los hombres débiles de este mundo, pero no para tratarle
a usted, mi señor. Quiero servirle a partir de ahora. Y espero que
usted, por su parte, me trate como es debido.
Si puede ser así respondió el canciller , que así sea.
Y volvieron a saludarse como novios. El canciller Ma ordenó a
las concubinas que se disculparan y golpearan sus cabezas contra
el suelo. Luego puso a su primera esposa a cargo de todo el di-
nero y las gemas y de los libros de contabilidad de sus campos y
viviendas. ! en el plazo de un mes, la casa Ma estaba ordenada
y armoniosa. No había críticas ni de dentro ni de fuera.
Ahora bien, Chang, la primera esposa de Hsien-yüan, tras
haber enviado a una de sus seguidoras a Ia boda del canciller
Nfa, se enteró de todo el enfrentamiento entre la primera esposa
y las concubinas.
qué no las golpeó con su garrote? Chang.
-¿Por dominada. -preguntó
-Estabaqué no maldijo y lloró?
-¿Porruido de sus tambores y el clamor de sus voces la ahogaron.
-El qué no arnenazó con suicidarse?
-¿Por el cuchillo y la cuerda preparados, y cantaron el
-Tenían
mantra del renacimiento para despedirse de ella.
hizo entonces la nueva primera esposa?
-¿qué
Se sometió a las buenas formas y cedió.
Enfurecida, Lady Chang exclamó:
que el mundo tenga una mujer tan buena para nadal
-¡Para
Lo ha echado todo a perder.

218
Cuando el canciller Ma presentó por primerayez la concubina
a Hsien-yüan, los compañeros de éste prepararon cordero y vinos
y fueron a felicitarle. En cuanto todos los asistentes a la fiesta
se sintieron apaciguados, la dama Chang comenzó a insultar a
los invitados desde detrás de un biombo. Todos soportaron sus
insultos impasibles, excepto un compañero de clase que era un
borracho habitual. Se adelantó, agarró a la dama Chang por el
pelo y la abofeteó.
muestras respeto a mi hermano mayor Hsien-yüan, eres mi
-Si
cuñada dijo-; de lo contrario, eres mi enemiga. Tü marido
-le
no tenía hijos y por eso su examinador y mecenas, el canciller
IV{a, le regaló una concubina. Pensaba en el futuro de tu linaje
ancestral. ¡Una palabra más y morirás bajo mi puño!
Los otros invitados se apresuraron y le quitaron al hombre de
encima para que pudiera escapar, pero fue humillada, pues sus
faldas estaban rasgadas y algunas prendas dañadas, lo que dejaba
casi al descubierto partes de su cuerpo.
Ladama Chang había recibido el apodo de "Demonio Femeni-
no". Con su feroz orgullo herido por el giro de los acontecimientos,
su odio hacia el canciller Ma aumentó. Lo expresó haciendo todo
lo posible por amargarle la r,'ida a la concubina que él le había
presentado. Pero la concubina, que seguía recibiendo instruccio-
nes secretas del canciller, permaneció obediente y complaciente.
Aunque ahora formaba parte de la casa, nunca intercambió una
palabra con Hsien-yüan. Por esta razón,la dama Chang no se
atrevió a ejecutarla.
Poco después, el canciller Ma entregó personalmente cien
monedas de plata a Hsien-yüan.

-La
próxima primavera
-'le dijo a su protegido-, habrá un
examen trienal para el grado más alto. Tbma esto para tus gastos
y vete ya ala capital, para que puedas dedicar los próximos meses
al estudio.
Hsien-yüan aceptó el regalo y fue a casa a comunicarle a su
esposa que se marchaba. Como le preocupaba que pudiera in-
timar con la concubina, la primera esposa se despidió de él con
mucho gusto.
Sin embargo, cuando Hsien-yüan embarcaba hacia la capital,
uno de los sirvientes del canciller Ma lo interceptó y Io llevó a

219
su propia casa. A1lí. en el retiro de los jardines traseros, el joven
prosiguió sus estudios en paz.
Al mismo tiempo, el canciller \Ia enr.ió a un intermediario para
persuadir a la dama Chang de que clebía aprovechar la ausencia
de Hsien-vtian y vender a la concubina.
Eso es lo que me zustaría hacer {ijo eLla-, pero debe ser a un
comprador en un lugar remoto) para que no hava problemas después.
Ningún problema dijo el intermediario.
N poco. nn r,'endedor de telas dc la pror incia de Shensi vino ¿r
ver a la señora Chang. Era leo,v barbudo. pelo llevaba trescientas
piezas de plata. Chang llarnó a Ia joven concubitra, que agradó
mucho al r.iajante de comercio. Se ilegó a un acucrdo) pero Chang
no quedó satislecha hzrsta que ie quitó cl r-estido v los zapatos a
la concubin¿r. La concubina. pobremente vestida v sin ni siquiera
una horquiila, fue sentada en una silia de bambu r,- trasladada.
llientras los porteadores la llevab¿rn por el pllente del norte, uritó:
No me iré tan lcjos ,v saltó al agua. (Sin embarso. un¿r
pequeña barca salió disparada. recogió a la concubina 1'la ller'«i
al.jzrrdín trasero de NIa. donde se reunió con Hsien-,vüan).
Cuando la dama Chang se enteró de que la muchacha se había
ahogado, ca1'ó en un estado de espanto 1-confusión. Etrtonces,
el r'endedor de Shensi irrumpió en su presencia v se en{üreció:
-Compré una mujer r.iva, no una mllerta. La r.endiste sin
aciararle la situación. ¿.Cómo te atreves a obligar a una buena
-fc
mujer a hacer aluo mezquino? has aprovechado de una simple
viajcra. Devuélr.eme mi dinero.
N no tener defcnsa. Ia dama le devolvió sus trescientas mo-
nedas de plata.
N día sieuientc, un hombre \¡ un¿r mujer, con la cabeza blanca
v andrajosos. aparecieron en casa de la señora Chang.
El canciller N{a se iier'ó a nucstra hrjo l'la presentó a tlr casa
como concubina se lamcntaban . ¿Dóndc está ahora? Si estir
r,'iva, devuólr.cnosla. Si está mllelrta, devuélr.cnos el cuerpo.
Chang no rcspondió. Los dos ancianos padrcs se golpearon
la cabeza contra ella. dispuestos a rcnutrciar a sus propias vidas.
Arrojaron platos v rompicron cuencos hasta que no quedó un solo
artículo dc la casa sin lomper. i\üo se irían hasta que Chang les diera
dinero y sus r,ccinos intercedieran v les rogaran que se marcharan.

220
Otro día, cuatro o cinco lieros alguaciles del magistrado del
condado llegaron coll una orden de art'esto oficial de color carmesí.
trata de un c¿rso que afecta a rridas humirnas dijeron-.
-Se
Debemos conducir a la cr,rlpable Clrang para que cornparezca
ante el magistrado.
.\rrojaron las cadenas de hierro sobre la mesa con un sonoro cs-
truendo. L¿r señora Chang preguntó cl tnotir o, pero no le dijeron nada.
Sin embargo, cuando les olreció dinero. le dijeron que los padres de
cierta concubina habí¿in denr-rnci¿rdo la sospechosrr Iruertc de su hiia.
Chang se sintió aterroriz¿rda r,'deseó que slr marido estuvier¿t
en casa para ocuparse de estos asuntos. de modo que ella. una
nrtrjcr solzr. no se viera avergonzacla v obligada a comparecet'
ante un tribunal. Lamentaba profutrdamente el mai trato que
había dispensado a su marido. su violencia hacia la concubina.
Ios crrores que había cometido v la irnpotencia de ser mujcr'. Se
del¡atía entre el rescntimicnto v cl r-emordimiento cuando alguien
se acercó col'riendo con el gorro l¡lanco de luto.
El m¿re stro Hsie n-r.üan ha muerto repentilramcnte en ei puen-
te Lu Kou gritó . Sov el arriero: he r enido enseguida a de círselo.
La d¿rma Chang est¿lba cler¡asiacio ao-itacla para hablar.
Será rnejnr que nos \¡a\¡amoc se dijeron los alguaciles l
va qlre ha h¿rbido una muerte en la familia.
L:r mr-{er lue a preparar slt trajc para el funeral. Pocos días cles-
pués, r olr-ieron los alsuaciles y Chane contrató a un abogado pat'a
que la asistit-ra. En-rpcñó su ajuirr v r.er¡clió la casa para sobornar al
secretario deljuzgado y retr¿lsar su caso. Esto le dio un rcspiro. pero
ahora estaba en bancarrota v ni siquiera podía comprar comida.
De nuevo llegó el intermcdiario r dijo:
¡l,a scñora cst¿i en tantos apul'os v sin r-tn hijo al clue clizrr
en la viudezl
La rnujer estab¿t t¿rtr angustiada clue acudió a ttna aclivin¿t cir:ga.
Ésta le echó el horóscopo a Chang r. le dijo:
Tu destino es casarte con dos hombres. Llevando oro v
perias, r,oir-erás a casarte-.
Tras oír esto, Ladv Chang llamó a la adivina v le dijo:
F-staría dispuesta a volr-er a crasarmei el destino no se pue-
de evitar, pero) corlro estov organizanclo mi propio matrimonio.
primero debo r.er al nor-io.

221
El intermediario trajo a un joven apuesto y espléndidamente
vestido para que lo viera.
es el señorito Fulano de Tal
-Éste -düo.
La señora Chang, encantada, se quitó la mala hierba de viuda
y se casó con el joven antes de que terminara el período de luto
de cuarenta y nueve días. Mientras la pareja realizaba el ritual
nupcial de compartir la copa, una mujer fea que blandía un gran
garrote salió corriendo de la casa.
la esposa y señora formal aquí! ¡Cómo te
-¡Soy -gritó-.
atreves a entrar en mi casa como concubina! No lo permitiré.
Golpeó con dureza a Chang, que se arrepintió de haber sido
engañada por el intermediario a-l darse cuenta de que así era exacta-
mente como había tratado a la concubina de Hsien-yüan. "¿Es ésa Ia
voluntad del cielo?", se preguntó. Sus lágrimas cayeron en silencio.
Inütados y amigos persuadieron finalmente a la primera esposa
para que se detuviera.
que el joven amo consume la boda y
-Dejemos
guardemos las quejas para mañ.ana.
-dijeron-,
Variosjóvenes con velas de boda en la mano escoltaron a Chang
hasta el dormitorio. Nada más levantar el biombo, el propio Hsien-
yüan se sentó en la carna. Convencida de que reaparecía como
un fantasma, Chang cayó al suelo desmayada. Cuando recobró
el conocimiento, suplicó entre lágrimas:
creas que te he traicionado, mi señor; en verdad, no
-No
tenía elección.
Con una carcajada, Hsien-yüan agitó la mano.
temas. No temas - düo-.Tüs dos matrimonios siguen
-No
siendo un solo matrimonio.
Luego, la tumbó en la cama y le contó cómo había sido en-
gañada por el canciller Ma. Al principio no podía creerlo, pero
pronto todo se aclaró para ella. Sintió remordimiento y vergüen-
za y, desde entonces, reformó su conducta. De hecho, tanto la
señora Chang como la campesina con la que se había casado el
canciller Ma se volvieron virtuosas y se convirtieron en dignas
esposas para siempre.

Yues Mpr

222
EL ADIVINO

El superintendente de distrito Chao contó esta historia sobre


un superintendente Li de la capital. Li era un funcionario de
tercer rango de grair riqueza y estatLrs. pero ya había pasaclo lzr
cincuentena ) no tenía hijo. Había oído que al este de la sede del
consejo del emperador había un mago que regentaba una sala de
adivinación,v hacía predicciones sorprendentes y exactas. El comi-
sario Li decidió ver si el hombre podía decirle si tendría un hijo.
No me interesa ni el dinero ni una larga vida. Sólo quiero
sabel'si \.ov a tener un hijo.
El adivino sonrió l,respondió:
Ya tienes uno. ¿[ntentas engañarme?
verdad es que no tengo ninsuno dijo Li . ¡'Crimo
-La
podría yo estar echándote algo en cara?
El adivino se enladó v dijo:
Debiste de tener un hijo cuando tenías cuarenta años. Ahora
tienes cincuenta r.seis. ¿Qué haces si no es ponerte algo encima?
N{uchos de los militares que estaban sentados alrededor sc
asombraron al ver a los dos discutiendo. Entonces, el superinten-
dente Li se quedó pensativo antes de decirle al adivino:
.--Cuando tenía cuarenta años. una de rnis sirvientas se quedó
embarazada. Entonces tuve que ir al norte. a la capital monsola,
en misión oficiai. Cr"rando volví ¿r casa. mi esposa 1'a había ven-
dido a la criada. Nadie sabe adónde fr-re, pero, si tuvo un hijo,
debe ser mío.
será der,uelto el adivino. I-i se despidió del hombre
-Te
r.se marchó.
-düo
Un comandante de la legión que había presenciado todo esto
ller'ó al superintenclente Li a una tetería ,v le dijo:
--Hace quince años, yo tampoco tenía hijo. Fui a la capital
para conseguir uua concubina v sucedió que la mujer ya estaba

22s
embarazada. Cuando regresé a casa con ella, mi mujer estaba
encinta.
Cada una dio aluz a un hijo con apenas un mes de diferencia.
Ahora los chicos tienen dieciséis años. ¿Podría ser uno de ellos
el tuyo?
Las descripciones que los dos hombres hicieron de la con-
cubina coincidían. Li se fue a casa a hablar con su esposa, que,
aunque antes había sido cruel y celosa, ahora se había ablandado
al lamentar que no tur.,ieran heredero. Al día siguiente, invitaron
al comandante a su casa y le ofrecierorl un suntuoso banquete.
Qyedaron en verse y se separaron.
EI comandante se marchó a su casa en Nanyang. Li informó de
la situación a su superio4 un importante funcionario que asistía al
emperador, y Ie pidió permiso para viajar a casa del comandante.
¡Esto es maravilloso! el superior de Li-. Haré una
petición al emperador por ti.
-dijo
Li y su esposa recibieron el permiso del emperador para hacer
el viaje en la diligencia imperial, con todos los gastos pagados.
Cuando el superintendente Li llegó a Nanyang, se encontró con
una multitud de funcionarios que le daban la bienvenida al borde
de la carretera. Todos se dirigieron a la casa del comandante, donde
les esperaba un gran banquete. Li obsequió al comandante y a
su esposa, concubinas y sirvientes con diversos objetos preciosos.
Luego, el comandante ordenó a sus dos hljos que se presentaran.
Aunque los chicos eran muy diferentes en sus modales, iban
vestidos igual y nadie podia decir cuál era el hijo de Li. Li interrogó
al comandante sobre los chicos, pero éste Ie contestó: Reconoce
tú mismo a tu hijo.
Li examinó a ambos durante un largo rato. Luego, inspirado
por sus sentimientos naturales, abrazó a uno de ellos y dijo:
: es mi hijol
-¡Este
así esl dijo el comandante.
-¡Y
Padre e hijo se abrazarony lloraron. Todos los que presenciaron
el reencuentro quedaron profundamente conmovidos. Levantaron
sus copas en señal de felicitación y, cuando terminó el banquete,
todos habían bebido hasta hartarse.
Al día siguiente, el comandante se reunió con el superinten-
dente Li.

226
Ya te he entregado a tu hijo dijo-. ¿Cómo puedo mantener
separados a hijo v madre? Te ofi-ezco también a la madre.
La alegría de Li no tuvo lírnites. Regresó a la capital y ller,ó a
su hijo a ver a su superior, que le dijo:
un buen muchacho - 1, Io ller,ó a una audiencia con el
-Es
emperador en persona.
El hijo de Li fue enrolado en la guardia del emperador y más
tarde ascendió a funcionario de tercer rango, como su padre.
Por lo general, es la fortuna la que decide si un hombre tiene
un hijo; su propio esfuerzo no puede marcar la diferencia) pero
este adivino era un genio en su tl-abajo.

T'ao Tstrxc-r

227
\
t

f+
rüt
I

{
UN HIIO MUERTO

T Tn hombre de \Vei llamado Tüng N{en-\\'u no se afligió cuando


U *r.iO su hijo.
Amabas a tu hijo como ningún otro padre en el mundo le
dijo su esposa . Ahora ha muerto, pero no te afliges. ¿Por qué?
-' -Hubo un tiempo respondió Trrg Nlen-lr'u , en que
nunca había tenido un hijo. Entonccs no rne afligía. Ahora que
ha muerto, es 1o mismo que cuando no tenía huo. ¿qué tengo
que lamentar?

L*.uTzu

229
EL PALILLO DE ORO

fJ I turco Nlubala, de nombre chino Hsi-ying, era un hombre


lt'.rror-e. Un día estaba cenando con su esposa. Ella había
ensartado un sabroso bocado de r:arne con un palillo de oro 1
estaba a punto de llevárselo ala boca cuando un visitante llamó
a Ia puerta. Hsi-1,ing fue a recibir al invitado y su esposa, al no
tener tiempo de terminar el bocado, lo apartó ell un plato antes
de levantarse a preparar el té. Cuando volvió a su sitio, el paliilo
dorado no estaba por ninguna parte.
Unajor.en sirvienta se encontraba cerca, atendiendo sus obli-
gaciones, y la esposa sospechó qlre se habia llevado el palillo. La
señora interrogó a la criada larga y brutalmente hasta que la
muchacha, sin haber admitido nada, murió finalmente a causa
de sus heridas.
Nfás de un año después llamaron a un carpintero para reparar
el tejado. Mientras barría la suciedad de las tejas, algo cayo al suelo
y tintineó ligeramente sobre las piedras. Resultó ser el palillo de
oro que faltaba, junto con un trozo de hueso podrido. Razonaron
que debió de ser arrebatado y llevado al tejado por su gato, sin
que se diera cuenta la criada, que se llevó la injusticia a la turnba.
¡Cuántas veces ocurren cosas así! Así que he escrito la historia
como recordatorio para el futuro.

T'eo Tsuxc-r

231
i
LA FAVORITA DEL REY

TJ n Ia antigüedad, la bella Mi Tzu-hsia era la favorita del se-


It'no. a. lt7.i. Ahora bien, según la ley de Wei, cualquiera que
montara en el carruaje del re1'sin permiso sería castigado con
Ia amputación del pie. Cuando la madre de Mi Tzu-hsia cayó
enferma, alguien le llevó la noticia en mitad de la noche. Así que
tomó el carruaje del rey y salió y el rey no hizo más que elogiarla
por ello.
devoción filial! el bien de su madre se
-¡qué -dijo-. ¡Por
arriesgó al castigo de Ia amputación!
Otro día estabajugueteando con el señor de Wei en el huer-
to. Tomó un rnelocotón, que le pareció tan dulce que, en vez de
acabárselo, se lo dio a probar al señor.
me quiere! el señor de Wei-. ¡Olüdó el placer
-¡Cómo gusto para-düo
de su propio compartirlo conmigo!
Pero, cuando la belleza de Mi Tzu-hsia empezó a desvanecerse,
el afecto del rey se enfrió. t cuando ella ofendió al rey, éste le dijo:
se llevó una vez mi carruaje sin permiso? ¿Y no me dio
-¿No
una \.ez un melocotón que ya había masticado?

H.rN FEr Tzu

233
LA HIJA DIVIDIDA

n 692 d. C.. el tcrcer año del reinado de la emperatriz \Vu, el


frr /erudito Chang Yi fijó su residencia en Hengchou, Hunan, para
ejercer allí como funcionario. Era un hombre sencillo 1'tranquilo
con pocos amigos íntimos. Había tenido dos hijas (ningún hljo),
de las cuales la mayor murió prematuramente. La menor, Ch'ien
Niang, era Lrna belleza incomparable.
Ahora, Chang Yi tenía un sobrino llamado Wang Chou, que
era inteligente v guapo. Chang \1 siempre pensó que el muchacho
tenía un futuro prornetedor y decía:
llegue el rnomento, Ch'ien Niang debería ser su
-Cuanclo
esposa.
Cuando \\¡ang Chou v Ch'ien Niang alcanzaron la madurez.
a menudo se imaginaban el uno al otro en sus sueños secretos)
pero ninguna de las dos lámilias sabía nad¿r al respecto yi tiempo
después, cuando un mietnbro elegible del personal de Chang Yi
pidió la mano de Ch'ien Niang, el padre dijo que sí.
La noticia entristeció terriblemente a Clh'ien Niang 1'\\hng
Chou se sintió amargamente decepcionado. Con el pretexto de
que iba a ser trasladado, pidió permiso para marcharse a la capital.
Nada pudo disuadirlo y fue envi¿rdo con muchos regalos.
Herido por la pena, \\'ang Chou se despidió por última vez v
subió al barco. Al atardecer se había adentrado varias rnillas en las
colinas cilcunclantes. Ac¡uella noche estaba despierto cuando, de
repente, oró el sonido de unos pasos en la orilla. En unos instantes
el repiqueteo llegó hasta el barco.v \\hng Chou descubrió que era
Ch'ien Niang, que habia estado corriendo descalza.
\{irng Chou casi se ruelve loco de alegría y asombro. La argarró
de las manos y le preguntó de dónde había salido. Ella dijo llorando:
Tu profundiclad cle sentimientos nos conmor,'ió a los dos en
sueños. Ahora quieren privarme de mi libre albedrío. Sé que tu

235
amor nunca cambiará y daria mi vida por corresponderte, por
eso huí.
Esto era más de lo que Wang Chou había esperado. No pudo
controlar su excitación. Escondió a Ch'ien Niang en el bote y hu-
yeron de inmediato, apuraron el viaje día y noche y, pocos meses
después, llegaron a Szechwan, en el lejano oeste.
Pasaron cinco años. Ch'ien Niang tuvo dos liijos. No inter-
cambiaba cartas con sus padres, pero pensaba incesantemente
en ellos. Un día, le dijo llorando a Wang Chou:
un tiempo en que no podía abandonarte, así que dejé
-Hubo
de lado un gran deber para huir hacia ti. Ahora han pasado cinco
años. Estoy alejada del amor y la bondad de mis padres. ¿Cómo
voy a sostener mi cabeza en este ancho mundo?
\Vang Chou se apiadó de ella v le dijo:
a casa; no tiene sentido lamentarse así.
-Volvamos juntos
Y regresaron a Hengchou. Cuando llegaron, Wang
Chou fue primero solo a casa de Chang Yi para confesarle todo
el asunto, pero Chang Yi dijo:
locura es ésta? Mi hija lleva muchos años enferma en
-¿qué
su habitación.

-Pero ahora está en mi barco -dijo Wang Chou.


Asombrado, Chang Yi envió a alguien a ver si era cierto.
Efectivamente, Ch'ien Niang estaba allí, con alegría en su rostro
y espíritu en su expresión. El sin,iente, asombrado, corrió a con-
társelo a Chang Yi.
Cuando la enferma se enteró de la noticia, se levantó y se puso
alegremente susjovas, se ernpolvó la cara 1'se üstió con sus mejores
ropas. Luego, con una sonrisa pero sin hablar, salió a recibir a la
mujer del barco. Al encontrarse, sus dos cuerpos se fundieron en
uno solo y encajaron a Ia perfección. Sin embargo, en el cuerpo
único había un doble traje.
La familia mantuvo todo el asunto en secreto, pues creyeron
que era anormal. Sólo unos pocos parientes se enteraron de los
hechos. El marido y la mujer murieron cuarenta años después
y sus dos hijos alcanzaron el segundo grado oficial más alto y
ascendieron a subcomandantes.
Esta historia la escuché a menudo cuando era joven. Hay mu-
chas versiones diferentes y hay quien dice que no es cierta, pero,

236
más de ochenta años después de los hechos, me encontré por
casualidad con un magistrado de Lai Wu. Su padre era primo de
Chang Yi y, como el relato de este magistrado es el más completo
que conozco, lo he puesto por escrito.

Cu'r,¡,i HsüaN-yL,

237
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LA CONCUBINA DEL ERUDITO

n Paotir.rg había un erudito


Dt,t.ru.io que había obtenido un título li-
I y estaba dispuesto a conseguir un puesto como IrIa-
gistrado del condado, pero apenas hubo hecho las maletas para
ir a la capital con este propósito, cavó enfermo y no pudo levan-
tarse durante más de un mes. IJn día, Ie anunciaron una visita
inesperada,v el enfermo sintió un escalofrío de expectación tan
extraño que olvidó su dolencia y se apresuró a saludar al invitado.
El visitante iba elegantemente vestido y parecía un hombre de
prestigio. Entró saludando tres veces y; cuando le preguntaron de
dónde venía, respondió:
Kung-sun Hsia, un criado del undécimo príncipe im-
-Soy
perial. He oído que estabas preparando tu equipo para ir a in-
tentar conseguir un puesto como magistrado del condado. Si tal
es tu intencíín, ¿qtsizá te resulte aún más atractivo un puesto de
gobernadori'
Al no querer ser atrevido, el erudito declinó, aunque dejó el
tema abierto al añadir:
suma es pequeña y no puedo dar rienda suelta a mis
-Mi
esperanzas.
El visitante se ofreció a intentar obtener el puesto si el erudito
ponía la mitad de la suma y aceptaba pagar el resto con sus ga-
nancias en el cargo. Encantado, el becario pidió al invitado que
le explicara su plan.
gobernador general y el gobernador son mis mejores
-El
amigos el visitante -. Por el momento, cinco mil cuerdas
-drjo
de dinero en efectivo deberían garantizar su apoyo. En este mo-
mento hay una vacante en Chenting. Valdría Ia pena hacer una
olerta seria para ese puesto.
El erudito protestó que, puesto que el cargo estaba en su pro-
vincia natal, aceptarlo violaría la regla de la dinastía contra el

241
sen'icio de un hombre en su distrito natal. pero el -"'isitante se rio
cínicamente t'le dijo:
- No seas tan pedante. \Iientras tengas el dinero a rrlano)
podrás cruzar las barreras.
Sin embargo, el erudito sesuía dudando, pues todo el pian
sonal¡a descabcllado. Entonccs, el visitante dijo:
No hav necesidad de que tensas dudas. Dejamc decirte toda
la r-erdad: se trata de una \'¿lcante en ei cargo de dios de la ciudad.
'Ius horas mortales han llegado a su fin r-ta has sido inscrito en
el registro de los muertos. pero, si utilizas los medios disponiblcs.
aún puedes alcanzar una alta posición en el mundo de ias sombras
el visitante se ler,antó 1, se despidió del hornbre- . Piénsaio por
ahora. Nos volveremos ¿1 r,'er dentro de tres días luego mr,intó
en su caballo r. se marchó.
l)e repente, el erudito abri«i ios ojos de lo que a sus ar..udantes
les había parecido un sueño profündo. Se despidió de su mu.jer v
sus hijos r. lcs ordenó que sacaran su te soro para comprar diez mil
lingotcs clc papcl. Esto agotó las cxistcncias de todo cl condado.
Los lingotes sc amontonaron v se me zclaron con ficuras de papel
dc caballos ,v sin ientes. Lueso. según la costirmbre, se queinaban
día ,v noche para que se acumular¿rn en la cnenta de su duel'io
en el mundo del más allá. El montón fina1 de cenizas formaba
prácticamentc una montaña.
Como era de esperar, el visitante reapar«:ció al tercer día. El
erudito presentó su pago v el visitantc lc condujo a una oficina
administrativa donde un alto funcionario est¿rba sentado en un
gran salón. El erudito se postr'ó. EI funcionario se limitó a echar
un vistazo a su nornbre \', con la advertencia de ser "honesto t-
precavido" le dio el rristo bueno. A continuación, estc dignatario
tomó un certificado. llamó al erudito al e strado 1. se lo entregó. El
erudito hizo una reverencia y el asunto quedó zar-rjado.
Después, se le ocurrió al erudito que, como poscedor del grado Ii-
terario más bajo, carecia de prestigio y que necesitaba la pompa v el
esplendor del carruaje 1.la indumentaria para ganarse el rcspeto de
sus subordinados. Así que compró un carruaje v caballos y enr,'ió a un
lántasma en un maerlífico carruajc a buscar a su concubina flavorita.
Cuando todo cstuvo listo, llegaron las insignias y galas oficiales
de Chentine, junto con un séquito que se extendía media miiia

242
a lo largo de la carretera: Lur despliegue de Io rnás satisfactorio.
De repente, el gong anunciador de los heraldos enmudeció y sus
estandartes se derrumbaron. Entre el pánico v la confusión, el
erudito vio a los jinetes desmontar v postrarse en el camino. Los
hombres se redujeron a la altura de un palmo y los caballos al
tanraño de s'atos monteses. El cochero del erudito gritó alarmado:
llegado el divino señor Kr-ran!
-iHa
El erudito estaba aterrorizado. Bajó de su carruaje y se pegó al
suelo con los demás. A lo lejos, rio al sran general de la antigüedad,
célebre por su feroz justicia. El señor divino iba acompañado de
cuatro o cinco jinetes, con las riendas sueltas en la mano. Con sus
bigotes alrededor de sus mandíbulas, el señor Kuan er-a bast¿rnte
dilerente a las imágenes comunes que el mundo tenía de é1, pero su
presencia espiritual era abrumadora,v ferozy sus ojos estaban tan
abiertos que casi parecían tocarle las orejas. Desde el caballo dljo:
funcionario es éste?
-¿QI,é de Chenting fue la resplresta.
-Gobernador
este insignificante cargo lord Kuan-, r.es
-Para
realmente necesaria semejante ostentación?
-drjo
El eruclito se estrerneció v se le erizó el rcllo corporal. De repente,
vio cómo su propio cuerpo se contraía hasta quedar pequeño corrlo
un niño de seis o siete años. Irl señor Kuan le ordenó qlre se levan-
tara y caminara detrás de su caballo. N borde del carnino había un
templo. El señor Kuan entró, miró hacia el sur, en dirección a Ia so-
beranía y pidió pincel v papel para que el erudito escribiera su nom-
bre y su lugar natal. El nuer,o sobern¿rdor escribió 1o que se le pedía
y entregó el papel. Kuan le echó un vistazo y clüo muy enfadado:
Estas letras están mal escritas 1-deformadas. El tipo no es
más que un especulador, un tiburón suelto en la jerarquía oficial.
¿Cómo podría gobernar al pueblo?
El señor Kuan pidió entonces el registro de conducta perso-
nal del erudito. Nsuien a un lado se arrodilló y le presentó una
declaración. El rostro del señor divino se ensombreció r. se volvió
más fiero clue nunca. Entonces, dijo con dureza:
no puede permitirse. Por otra parte, ¡el deiito de com-
-Esto
prar el cargo es aún rnenor que el delito de venderlo!
Acto seguido, se vio salir a un oficial de arresto vestido con una
armadura dorada, con cuerdas y un collar.

243
Entonces dos asistentes agarraron al erudito, le quitaron el
birrete y Ia toga de funcionario y le aplicaron cincuenta golpes de
vara. Cuando lo expulsaron por las puertas, la carne de su trasero
estaba prácticamente desgarrada.
El erudito miró en todas direcciones, pero no había rastro de
su caballo ni de su carruaje. No podía caminar por el dolor y
se tumbó en la hierba a descansar. Cuando levantó la cabeza y
miró a su alrededor, vio que no estaba demasiado lejos de casa.
Por suerte su cuerpo era ligero como una hoja y, en un día y una
noche, llegó a su casa. Cuando despertó de su sueño y gimió en
la cama, se dio cuenta de la verdad.
Los miembros de la familia se reunieron para interrogarlp,
pero el erudito sólo les dijo que le dolían las nalgas. Al pareceq
había perdido el conocimiento y llevaba siete días prácticamente
muerto. Al ver a la familia reunida, el erudito d!jo:
¿Por qué no está aquí mi amada Ah Lien? era su
concubina favorita.
-ésta
Le contaron que Ah Lien había estado sentada charlando la
noche anterior cuando, de repente, dijo:
ha convertido en gobernador de Chenting y ha enviado
-Se
un mensajero a recibirme.
Acto seguido, entró en su habitación, se maquilló y murió.
El erudito se golpeó el pecho con amargo remordimiento.
Con la esperanza de que pudiera revivir, ordenó que el cadáver
fuera velado y no enterrado. Pero, al cabo de varios días, no habia
señales de vida y la enterraron. La enfermedad del erudito pasó
gradualmente, pero las magulladuras de su espalda eran tan graves
que tardaron seis meses en curarse.
Una y otravez, el erudito se decía a sí mismo: "La suma que
habia ahorrado para comprar el cargo ha desaparecido y, ade-
más, malgastada, y fui víctima del castigo de las fuerzas de abajo.
Aun así, pude soportarlo. Pero no saber adónde se han llevado
a mi amada Ah Lien es demasiado para soportarlo en la fría y
tranquila noche.

P'u Suxc-r-rNc

24
TRES VIDAS ANTERIORES

i erudito Liu. clut'cibtuvo su título superior el mismo año que


fI
'mi hcrrnanc, nl¿l\-ol'. cla cap¿12 dt' rr:coldar-¿rcontccimientos de
sus vicias antcric».e s v a rnenudo los clcsc'ribía con gran clctall«r. Iln
su primera vida tile micmbro de la noblcza \ tan corrlipto comcr
cualquiera de eilos. \Iurió a los st:sent¿r r dos años v ñrc rccibido
por el rc1- de los muertos. El rer'1o trató como a un anciano del
pucbio, le concedió tur asicnto r'le olreció té. Obsen'ó que cl tó
cle la taza dei rer cra clal'o v puro. nricntr'¿rs cltic el suvo ela espeso
r pegajoso. ''Debe cle sel lo quc te rlg() qrre bel;el para renaccr sin
recuerdos de nri vida pasada". ¡;cns<i. (.ltrancio el rcv sc distrajo
rnomentáneamente. tiró ei contenido de su taza por la esquina
clc la mesa v fineió quc se había bebido cl té.
Al cabo de un rato. el re1. ¡'1111s¡|1ó el historial dc lechorías
del señor Liu en vida v ordenó airaclamente a un srllpo de liur-
t¿rsnr¿rs qr.re lo elimilrar'¿ur. El rcv lo castigó con la reencarnación
cn un caballo r-alg'unos lantasm¿rs feroces Io hicieron nr¿rrclrar.
Sc encontró antc Lrrla casa con ur] urnbral dernasiado alto para
cruzarlo. Se rcsistió, pero los fhntasrnas io azotaron. Con gran
dolor ananzó dandc¡ tumbos. Luego se encontró en un establo v
or,ó una \¡oz qlle decía: La yegra negra ha parido un polro. Un
Il¿rcho.
Entendió lzrs palnbras, pero no pudo hablar, Dem¿rsiado h¿im-
briento para haccr cltra cos¿1) se acercó a la ,r,-egua y marnó.
Pasaron cuatro o cinco años v su cucrpo se hizo fuerte v alto.
ftnía un miedo tcrrible al látigo -v se acobardaba cada \.ez que
lo veía. El amo siempre le protegía el cut-r'po con un protectol de
silla r le sujetaba las riendas sin apretar. para evitarle molestias.
pero cl mozo de cuaclra 1.'los criados le montaban sir-r pl'otector v
le clavaban los talones en ia carne de rrodo que el dolor le atra-
vesaba. Indignado. se negó a comer durante tres días v mnrió.

247
Cuando llegó al mundo subterráneo, el rey de los muertos
comprobó que su castigo no había expirado r-lo acusó de haberlo
eludido. El rey hizo que le quitaran Ia piel y lo envió de vuelta al
mundo como perro. Él estaba demasiado abatido para moverse
hasta que la horda de fantasmas lo azotó salvajemente. Muy do-
lorido, se escabulló al desierto, pensando que preleriría la muerte.
Saltó un precipicio, cayó boca abajo y no pudo levantarse. Cuando
recobró el conocimiento, estaba en un agujero para perros. Una
perra Io lamía con cariño y se dio cuenta de que había r,'uelto a
nacer en el mundo de los mortales.
Cuando se convirtió en Lln perro joven, los excrementos y la
orina le parecían perfumados, pero sabía que eran asquerosos y
decidió no comerlos. Pasó un año como perro en un estado de
furia constante, pues deseaba sólo la muerte. Sin embargo, temízr
escapar de esta vida. Como el amo lo alimentaba bien y no de-
seaba sacrificarlo para comerlo, Io mordió a propósito en la pata,
le desgarró la carne y'el amo lo mató a garrotazos.
Este acto temerario enfureció al rey de los muertos y ordenó
que el serior Liu fuera azotado con cientos de golpes. Luego lo
convirtió en una serpiente y 1o confinó en una habitación aislada
tan oscura que nunca veía el cielo. Frustrado, el señor Liu escaló
una pared,v escapó por un agujero. Se miró a sí mismo y descu-
brió que estaba boca abajo en la frondosa hierba: ¡extraño pero
cierto, nna serpiente!
Juró que no haría daño a ningún ser vivo, sino que saciaría su
hambre con frutas yverduras. Durante más de un año üüó así, con
el deseo de suicidarse, pero comprendió que no sería prudente, como
tampoco lo sería herir a alguien y hacerse matar. No encontraba
una forma adecuada de morir. Un día, mientras estaba turnbado
en la hierba, oyó que se acercaba un carruaje y se precipitó ala ca-
rretera delante de é1. Las ruedas lo aplastaron y lo partieron en dos.
Su rápido regreso sorprendió al rey de los muertos. La serpiente
se postró y contó su historia. El rey, como la criatura había sido
inocente cuando la mató, la perdonó v juzgó que había cumpli-
do su condena y podía renacer humana. Y así se convirtió en el
erudito Liu con el que comienza nuestra historia.
Cuando el señor Liu nació, podía hablar. Podía recitar obras
literarias, ensayos e historias tras una sola lectura, y pronto obtuvo

244
su título superior. Sin embargo, siempre instaba a la gente a poner
una almohadilla s'ruesa bajo la silla de su caballo, pues un talón
clavado en el flanco es peor castigo para un caballo que el látigo.

El Registrador de t:osas extrañas dice:

Entre las criatura.¡ con pieles 0 cuernls halt pnnciful señores. E-tto es así,

del mi.rmo modo que hql cosas con lelo a cln cuern0s entre príncipesS, ¡eñores.
Pora el humilde hocer buenas accíones es c0m0 plantar un árbol pcu'a que
produ¿caf ores. Para el noble, hacer buenas acciones e.t c0m0 nutrir un árbol
quela hafiorecido. In que se pLanta debe crecer; lo que se al:in¿nta d,ebe
durar mucho hempo. De lo contrario, uno arrastrn el. carrr¡ de saQ sufre lo.t
grillates c0n10 u.n rubollo, o se alinenÍo de inmundicio sólo para ser cortada

-1,
cocinado c0m0 un perro, o, ueslido de escamo-t. muere en las garras de la
grulla o la ripiieie c0n0 unr rerpicnte.

P'tr Sti:ric-LIxc

249
EL MONIE DE SIEMPRECLARO

ierto rnonje de Siempreciaro, en la provincia de Shantung,


¡-'I
lr*/ habia llevado una vida de elevada pureza r.,, a los ochenta
años de edad, aún estab¿r en plena forma. Pero un día se cayó
y no se levantó. Aunque los rnonjes del ternplo corrieron en su
avuda. 1'a había pasado al más allá.
EI propio monje, sin saber que estaba muerto, se alejó flotan-
do con el alma intacta hasta llegar a las lejanas fronteras de la
provincia de Honan. En Honan, cn ese molrento, un joven de
la clase alta dirigía un equipo de jinetes que utilizaban halcones
para cazar liebres. Su cal¡allo se desbocó y el.jorren se cayó y mu-
rió. Por casuaiidad, su ahna se encontró con la del viejo monje v
ambas se unieron.
Al cabo de un rato, el jorren recobró poco a poco el conoci-
miento. Sus sin'ientes 1o rodearon solícitos cuando abrió los ojos
1, preguntó:
lleeué hasta aquí?
-¿Cómo
Le a1'udaron a volr.er a casa. donde una asamblea de hermosas
mujeres lo salucló con expresiones de preocupación.
¡Soy un monjel sritó - ¿qué hago aquí?
Los miernbros de la familia pensaron que l-rabízr perdido el juicio
e intentaron hacerle comprender clue había sufrido un accidente.
El monje no intcntó dar rnás explicaciones, se lirnitó a cerrar los
ojos y no volvió a hablar.
Le dieron de corner arroz descascarillado, quc tornó; pcro
rechazó tanto el vino como la carne. Por la noche dormía solo 1,
no aceptaba los serrricios de ningulra esposa o concubina. A1 cabo
de unos días se le ocurrió dar un pequeño paseo. Todo el mundo
estaba cncantado. Salió, pero. cuando se detuvo Lln momcnto. un
regnero de asistentes se le acercó con cuentas financieras que debía
revisar'. Él se neeó a ocuparsc de estos asuntos y alegó clue aún

251
estaba demasiado débil por su enfermedad. Lo único que dljo fue:
Shantung hay un condado de Siempreclaro. ¿Lo co-
-En
nocen? asistentes respondieron que sí y él continuó-: Me
-los
siento deprimido v sin nada que hacer. NIe gustaría ir allí de visita;
preparémonos ahora.
Sus sin.ientes le dijeron que acababa de recuperarse y que no
estaba bien para un viaje largo, pero él rto quiso escuchal'.
A1 día siguiente, se puso en camino, Cluando llegó a Siempre-
claro, el lugar era tal como lo recordaba. Sin preguntar el camino,
se dirigió directamente al monasterio, y los discípulos saludaron
con defelencia a su distingr-rido huésped.
--¿Adónde se ha iclo vuestro viejo monje?
-preuuntó.
Respondieron:
maestro ha tomado el camino de todas las cosas.
-Nuestro
El visitante preguntó dónde estaba la tumba y le5 di5¡:ípulos,
desconcertados, io condr-rjeron a un solitario montículo de un
metro que aúrn no estaba cubierto de hierbzr sih,'estre. Pronto el
joven montó en su caballo para el viaje cle vuelta.
Su maestro era ull rnonje disciplinado. y el orden que cstable-
ció aquí no debe ser perturbaclo les dijo. Los monjes asintieron
continu¿rmcnte mientras él se marchaba.
De vuelta en su casa) i¿r rnente delior-en quedó muerta col-no
la ceniza. Se sentó a meditar como r-rn árbol marchito v se negó
a atender ninsuna responsabilidad familiar. Al cabo de varios
meses) salió de casa )'desapareció.
Regresó al viejo monasterio ,r düo a los discípulos:
No sov otro que \illcstro maestro.
Clomo Io c-.reyeron clenrente, Ios monjcs se miraron Llnos a otros
_v sc lielon. pero, cuando les contó las cilcltnstancias de su vuelta a

ia vida v cuando habló de los acontecimicntos ocllrridos clurante


la vida del r,iejo monje, todo cuadró. Los monjes le cre\,eron,
lo instal¿rron en sus antigllas dependcncizrs v le sirvieron comc)
siempre habí¿rn hecho.
La lamilia clel joven descubrió dónde estaba v a menudo er"n'iaba
caballo,v carro al monasterio con un fcrviente llamamiento para
que voh,iera a casa. Él ,-ro les hizo caso. Al cabo de un año, su
mujer envió a su mavordomo al monasterio con muchos regalos,
pero él rech¿rzó todo el oro t'la seda y sólo aceptó una tÍrniczr

252
de tela. Los amigos que acudían ala comarca 1o llamaban para
presentarle sus respetos v lo encontraban reticente y sabio para su
edad. Aunque sólo te nía treinta años, podía describir r..ívidamente
los acontecimientos de ocho décadas.

El Registrador de cosas extrañas rilce:

Cuando un hombre muere, su upíritu .se dispersa. Si un espíritu uiaja mil


leguas 1 aun así permanece entero, es porque la naturaleza de esa alnta es

inalterol¡le. lb es sorfirendente que wt nLonje de mente tan¡fuerte uoltiera a la

úda; es más .rorNtrendente que, al entrar en un estado de lujo magnfico, aún


¡fitera caf«i de rr,tntper sus lu.los _y alelarse del mwtd.o. ¡fué diferencio con
esos honbres corrientes tlue (am en un abrirlt c¿rrar dc ojttsl man,clnn.ru
historial moral tan ltrofunda¡nente que tnás les ualdría estor muertos!

P't- Surc-lrrr;

253
LOS PECADOS DEL MONIE

uando un hombre llamado Chang murió repentinamente,


¡f
\-,{ un oficial del hampa lo ller'ó a r.,er al rey de los muertos. El
rey comprobó los registros y se enladó al saber que el oficiai había
realizado un arresto falso. Ordenó al fantasma que se ller.ara a
Chang de r,uelta a los rrivos.
Cuando Chang fue liberado, convenció al fantasma para que
le dejara ver las prisiones del infierno. El fantasma Io condujo a
través de los Nueve Abismos, la Colina de los Cuchillos y los Ár-
boles Espada. le señaló cada cosa importante. Hacia el final dr:l
recorrido. llegaron a un lugar donde un monje colgaba cabeza
abajo, con las piernas atadas y sujeto con cuerdas. El monje aullaba
de dolor, como si estur,iera a punto de morir. A1 acerc¿rrse, Chang
vio que setrataba de su propio hermano mayor. Horrorizado y
angustiado, Chang preguntó al fantasma por qué crímenes sufría
el monje.
era un monje buclista el flantasma-. Tomaba
-Éste todas partes -dUo
dinero de para pagar a mujeres y apostar. Por eso 1o
lremos castigado. No lo dejaremos enpaz hasta que se arrepienta.
Entonces, Chang volvió a la r,ida v empezó a preguntarse si
su hermano ya había muerto. Para averiguarlo, se apresuró a ir
a la casa de su hermano en el Tbmplo de las Bendiciones. Entró
por la puerta y oyó aullidos de dolor. En una de las habitaciones
encontró a su hermano) cuyas piernas, cnbiertas de verdugones,
estaban apoyadas contra la pared y supuraban sangre y pus.
Chang preguntó a su hermano por qué mantenía las piernas en
esa posición.
aliviarme el monje-. Si no, el dolor me
-Para
atraviesa.
-respondió
Entonces Chans le contó lo que había visto en el lnundo de
los muertos. El monje quedó aterrorizado y no sólo abandonó sus

255
principales vicios, sino que incluso renunció a la carne y al vino.
Recitó sutras v mantras con gran reverencia. En dos semanas se
recuperó ,r,; a partir de entonces, se convirtió en un modelo de
autodisciplina.

El Regtstrador de co.ras extrañas dice:

El inferno, o las maamorras de los muertls, es un mito nunca aefficado. Al


menos, los hombre.s de carácter uicioso se justtfican al decir que no hqt ca.stigo

Ntara nuestrasfechorías. Lo que no comprenden es que lo.t desastres que nls


golpean en nuestro propio mundo diurno son el casttgo de lct Inuisible.

P'u Surc;-nrc;

256
LAVERDAD SOBRE LOS FANTASMAS

h'en 'fsai-heng, de rni ciudad, tenía sesenta años v era un


f\
\-/ hombre apacible, genial y de buen humor. Caminaba al final
del día por las afueras de la ciudad cuando vio a dos hombres que
llevaban un fuego en un lárol. Intentó encender su pipa con el
fuego, pero no lo consiguió. Uno de los hombres le dijo:
pasado ya tu primera serrrana post mortent?.
-¿Has
Asombrado. Ch'en respondió simplemente:
no.
-Todaúalo explica todo dijo el hombre-. Tus espíritas del tianlto
-Eso
del sol aún no se han agotado, así que el fuego del "tiempo de la
sombra" no te alumbrará.
Al darse cuenta de que estaba hablando con los mlrertos, Ch'en
fingió ser uno también.
mundo afirma que los hombres temen a los fantasmas;
-El preguntó.
¿es eso cierto?
-les
absoluto uno de los fantasmas-. La verdad
--En -respondió los
es que los lantasmas temen a hombres.
hay en los hombres que pueda asustar a un fantasma?
-¿qué
Ch'en.
-preguntó
-Saliva.
Ch'en respiró hondo y les escupió. Los dos lantasmas retroce-
dieron tres pasos. Mirándolo con rabia, dijeron:
no eres uu fantasmal
-¡Entonces
Ch'en se rio.
hecho, para no engañarlos: so\,ün hombre que está lo
-De
bastante cerca de un fantasma como para escupirles.
Lohizo de nuevo y cada fantasma se contrajo a la rnitad de
su tamaño anterior. Escupió por tercera vez y desaparecieron.

Hu,cNc Cnüx-'rser

257
*

:l

') ,'
;--r ir§
SUNG TING.PO ATRAPA A UN FANTASMA

uando Sung Ting-po de Nan,vang paseaba una noche, se


¡f
\l encontró con trn allna muel'la.
eres? pregr-rntó.
-¿Quién -le
lantasma respondió, y añadió-: ¿Q,uién eres tú?
-Un lantasma t¿rmbién Sung Ting-po para despistarla.
-Un -dljo el fantasma.
¿Adónde te diriges?
-preguntó
la ciudad del rnercado de Yüan.
-AYo tarnbién.
Y así continuaron. Después de varios kilómetros, el lantasma
dijo:
queda un buen trecho. ¿Qué tal si nos turnamos para
-Nos
llevarnos el uno al otro?
Bien respondió Sung Ting-po.
Para empezar, el fantasma cargó a Sung T'ing-po sobre sus
hombros durante valias millas.
- Pesas tanto, buen amigo - comentó el lantasrna : que me
pl'egunto si realmetrte eres un fantastna.
' Soy un lantasnra nuevo - respondió Sung Ting-po , así
que mi cuel'po todar'ía pesz:t.
Y Sung Ting-po tomó stt turno de llevar al fantasma. que
priicticamente no pesaba. Siguieron trsí intercambiándose los
pllestos vzrrias veces.
- So).un fantasrna nue\ro' comentó de nucrro Sung Ting-
po -, así que no estov familiarizado con lo que los fatrtasmas
ternen y cvitan.
- La salir.a humana respondió el flantasma. Y los dos con-
tinr-raror-l su c¿rmino. Pronto llegaron a un arrovo que teuían que
cruzar y Sung Ting-po pidici al fantasma que füera plimero. Se
metió y no hizo ruiclo. pero, cuando Sung Ting-po lo sieuió, su
cuerpo se agitó en el asua v el fantasnl¿1 preguntó:
¿Por qué haces ese ruido?

259
Es que los recién muertos no están acostumbrados a cruzar
el agua. No me tengas en cuenta.
10
Los dos se acercaban a su destino ,v le tocó a Sung Ting-po
cargar con el fantasma. Se Io puso sobre los hombros y, de re-
pente, apretó el agarre. El fantasma gritó: «¡Eh! ¡Ehl>» mientras
Iuchaba por bajar.
Pero Sung Ting-po se mantuvo firme. Se dirigió directamente
al mercado de Ytian v allí lo bajó. Cuando el fantasma tocó el
suelo, se convirtió en una or.eja, que Sung puso ¿1 la venta. Por el
temor de que volviera a transforrlarse, escupió sobre ella. Obtuvo
1,500 cobres por la or,eja ,v siguió su camino.
Se trata de una historia real: una crónica de la época dice:
"Sung Ting-po vendió un lantasma por 1,500 cobres".

I(r-r Plo

260
E

itiw
EL HOMBRE QUE NO PUDO
ATRAPAR A UN FANTASMA

\ /fi padre oyó esta historia de su abuelo.


M En la cjuclad de Ching hahia rrn homble llamado Ch'iang
San-mang. Era audaz v directo, sin ninguna sutileza. Un día oyó
a nn hombre contar cómo Sung Ting-po había atrapado a un
lantasma y cómo éste se había transformado en oveja para escapar
I' cómo Sung Tinu-po la había vendido y escupido para er.itar
que r,'olviera a transformarse.
Ch'iang San-mang estaba exultante.
Ahora estoy seguro de que se puede capturar a los fantas-
mas düo-. Si pudiera agarrar uno cada noche y convertirlo
en oveja, a la mañana siguientc podría llevarlo a la carnicería y
abastecerme de carne y bebida para todo el día.
A partir de entonces, todas las noches se echaba nn gan'ote al
hombro y, cuerda en mano, se arrastraba entre las tumbas como
un cazador al acecho de un conejo, pero nurlca encontró nada.
Los lugares que todo el mundo llamaba encantados resultaron
ser estériles. aunqlre una \rez incluso fingió estar en un sueño de
borracho para retar a los lantasmas a hacer de las suyas.
Una noche r''io unas bengalas por el bosque y corrió hacia el
lugar; pero las luces se dispersarcln como tantas chispas antes de
que él llegara. Tras un mes de esta frustración, se dio por rrencido.
Parece que los muertos asustan a los hombres simplenrente
con explotar su miedo. Ch'iang San-mang estaba cotn'encido de
que se podía atrapar y atar a un fántasma y su intrepide z bastaba
para ahul,entarlos.

Cru Yus

263
AI TZU Y EL FANTASMA DEL TEMPLO

I i Tzu viajaba por agua y, en su camino) vio un templo. Iil


,( \templo era ba.jo y pequeño, pero tenía una dignidad que
impresionaba. Delante de él corría una pequeña zanja. Mientras
Ai Tzu obseru.aba, un hombre que iba a pie llegó a la zanja, pero
no pudo cruzaria. Entonces, el hombre miró dentro del templo,
tomó una estatua del dios del ternplo v la colocó sobre la zanja.
Luego pisó la estatua y siguió su camino.
Llegó otro hombre, vio la estatua y suspiró:
- ioh, que se trate a la imagen saglada con tallta falta de
respetol la estatua, la limpió con sus ropas y la voh'ió
-enderezó
a colocar en su sitio. Hizo tres reverencias y siguió su camino.
\,{omentos después, Ai Tzu ol'ó a un pequeño fantasma en el
templo que hablaba con la estatua.
Señor; resides aquí como un dios. Disfrutas de las olrendas
-Mi
v los ritos de los aldeanos. Ahora este bruto te ha insultado; ¿no
deberías hacer caer un desastre sobre él para darle una lección?
Si tiene que haber algún desastre -respondió el dios del
templo- , descenderá sobre el segundo hombre.
- El primer hombre caminó sobre ti; ¿qué mavor insulto
puede haber? --dUo el pequerio fantasr-na
-. Sin embargo, no Io
arruinarás. EI segundo hombre mostró respeto por ti, mi señor,
pero quieres arruinarlo. ¿Por qué?
El primer hornbre el dios del templo-, ya no tietre
f. y yu no puedo arruinarle.-dtjo
Es cierto Ai T2u que los dioses temen a los malvados.
-düo
A'r'nmuroo.,r Su Snru

265
ESCAPAR DE LOS FANTASMAS

Lrenta ler cncla clue muchos thlltasmas v a¡rariciones han ¿rtor-


¡l\ i¿r

\-,{ nrentado a los transeúntes cerca clel pllcnte Alto en Hatrcc}roui


Una vez, un r-iajero soiitario se vio sorprendido allí por un asuace-
ro. De repente. conr-encido de que cl r-iajero ela un fánt:rsmir, otro
holnblc L-o1l Lrll par-ilguas se abaliurzó sobrc él r le obligir ¿r salir
del ptrente )- caer al agua. Entonccs, c'l hombre hur.'ó irasta que,
al ver una luz en la casa de baños al este del puente, sr: apresuró
a entrar para relugiarsc.
l)espué-.llegó el viajelo. tan"rbién empapackr. Entre jadeos. dijo:
LIn fántasma que llevaba Lrn paraguas me obligó ¿r t.irarme
al río 1 casi mc ahogo.
i\-o r.i ai mismo fántasmal dijo el prilncr hombre. N nrirarse
el unc¡ al otro, los dos se dierc¡n cllent¿l poco a poco cle su error.
Otra noche de tormenta 1'llovizna. un hombre sin lhmpara
cruzaba el pucnte cuando o\,ó el ruiclo de unos zuecos a slrs espal-
das. Al volrrerse, r'io una gran cabeza sobre un cuerpo cle lncdio
metro de altura. Se detur.o para nrirar; la cabcza tamt¡ién se de-
tuvo. Cluando siguió adelante,la c'abeza siguió adelantc. Cuando
corrió, la cabeza corrió. Presa clel pánico, el hombre voló hasta
la casa de baños y abrió la puerta de un empujón, pero antes de
que pudiera volver a cerrarla. la cabeza cntró.
Dcsmayado por el terroq el hombre levantó la vel¿r y vio a
un niño que llevaba una olla contra la lluvia. Como temía a los
fantasnras, el niño había seguido al hombre para protegerse.

L.lrc; YrNc

267
1 &U.!
*
x,.]m!*l
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fr
PRUEBA DE CONVICCIÓN

q hih Hsü, un inrportante general de Kiangsi, era un hombre


tJhábil en el razonamiento lógico. Uno de sus alurnnos también
tenía opiniones racionales y siempre había expresado la conr.,icción
de que los fantasmas no existían.
Un día, el estudiante recibió una visita inesperada que vestía
ropas negras con solapas blancas. La conversación versó sobre
muchos temas y acabó por girar en torno a los fantasmas)
sobre los que el estudiante y el desconocido tenían opiniones
contrarias. Tras un día de discusión. el r-isitante, r,encido, dijo:
Buen serior; usted es más que hábil con las palabras, pero su
razonamiento no es perlecto. Yo mismo soy un fantasma. Ahora,
¿cómo puede argalmentar que no los hay?
- ¿Por qué has venido? el estudiante.
-preguntó
\Ic lian encarsado que te llerr. Tu tiempo ex¡rila rnañarra
a l¿r hora de cenar.
Cuando ei estudiante suplicó angustiado, el lautasma dljo:
'- ¿'Conoces a alguien que se te parezca?
- Sí. cn el comando de Shih Hsti hay un oficial que se parece
a nrÍ.
Lll fántasma ,v el estudiante lireron juntos a r.isitar al oficiai.
Se sentaron lrcnte a é1. Entonces e1 fantasma totnó un pico de
hien'o de unos treinta centímetros de largo, puso la punta en la
parte sLlperior de la cabeza del ofici¿rl r. empezó a eo$earia con
r-ru tnartillo.

--Siento doior en la cabeza dijo el oficial. Pronto cl dolor


se hizo intenso r1 al cabo de una hora. el oficial había muerto.

K.rx Pro

269
COMPAÑgnOS DE BEBIDA

T T" pescador llamado Hsü tenía su casa lrente a la puerta


\J norte de Tzu, Lur mtinicipio de l¿i actual Shantung. Todas las
noches llevaba vino a la orilla del río para beber mientras pescaba.
\,cada vez, r'ertía un poco de oli'cncla en el suelo, pzrra que los
espíritus de los que se habían ahogado en el río pudieran tomar
también un poco de vino. Cuando otros pescadores no habían
pescado nada, Hsü solía'u,olver a casa con una cesta llena.
Una noche, mientras Hsü bebía solo. un jorren se le acercó v se
paseó de un laclo a otro. Hsü le ofreció Lur traeo v compartió con
él su cántaro de vino. Sin embargo, fue una noche decepcionante,
va que no consiguió pescar ni un solo pez.
Deja que vaya río abajo v los rcmonte por ti dijo el jor.en,
que se ler,,antó y partió de un modo que parecía aéreo. Reeresó
al poco rato v dijo : Llegarán varios peces.
\. en efecto, Hsti pudo oír'un crlro de chapoteos ctrando los
peces que se acercaban atacaron a los insectos. 'fornó su red t,
sacó varios, cada uno de un palmo cle largo.
Flncantado, Hsü dio las gracias al.jovcn r,'r'olr.ió a cirsa. Luego
se volrrió para olrecer pescado a su benelactot pero t-l joven 1o
rt'chazó con estas palabras:
A menudo he dislrutado dc tu dclicioso brebaje. Pc»'mi insigni-
ficante aluda no nlcrece la pena hablar de reciprocidad. De hecho,
si no rechazaras mi compañía, me gustaúa conrertirla en costumbre.
Só1o hemos pasado una tardejuntos respondió Hsri . ¿Q]ré
qriit-rcs decir con "disli'r:tar a menudc,"? Pero scría un placer rlue si-
guicras r'isitándome, aunquc me ter-no que no tengo nada Ilara corres-
ponder a tu amabilidad entonces le prezuntó aljoren su nombre.
Sov un \\tang -fue la respuesta ) pero rlo tengo nombre
cle pila. Puedes llamarme "Liu-lang". o "Sexto-nacido", cuando
Ilos \-ean]Os.

271
Y así se separaron.
AI día sigpiente, Hsü vendió su pescado v compró más vino.
Por Ia noche, el joven ya estaba allí cuando Hsü llegó a la orilla
del río, así que tuvieron el placer de beberjuntos de nuevo. Y de
nuevo, tras varias rondas, el joven se zrlejó de repente para llevarle
el pescado a Hsü.
Las cosas siguieron así durante medio año cuando, de repente,
Liu-lang anunció a Hsü:
--Desde que tuve el honor de conocerte, hemos estado más
unidos que los parientes más cercanos, pero ha lleeado el día de
Ia despedida sll voz estaba llena de tristeza.
Hsü se sorprendió y preguntó por qué. El joven ernpezó a
habiar 1' se detuvo varias veces hasta qlre por fin dijo:
rnuy unidos que este mos, priede que la razón te sorpren-
-Por
da, pero, ahora que vamos a separarnos, no ha,v nada de nalo en
decirte Ia pura verdad: soy un fantasma, uno con debilidad por el
r.'ino. \,Iorí ahogado cuando e.staba borracho y llevo aquí r,arios
años. La razón por la que siempre pescaste más peces que nadie
es que yo los conducía secrertamente hacia ti en agradecimiento
por tus libaciones, pero mañana termina mi mandato del karma
y vendrá un sustituto para mí. Voy a renacer en otra vida en la
tierra. Esta velada es todo lo que nos queda por compartir v es
dificil no sentirse triste.
Hsü se asustó ai principio, pero eran amigos íntimos desde hacía
tanto tiempo que su temor se apaciguó. Suspiró profundamente
por la noticia, se sirrrió un tr'¿iso y dijo:
Liu-lang, bébete esto y no desesperes. Si nuestros caminos se
separalr, es motir,'o suficiente para lamentarlo; pero si tu destino
kármico se cumple v tu periodo de sulrimiento se alir.,ia, es moti-
vo de feiicitación. no de tristeza --r, juntos bebieron Lln trago de
vino- . ¿Quién tt: sustituirá? Hsü.
-preguntó
Ya Io verás desde la orilla del río. A mediodía, una mujer se
ahogará al cruzar ei río. Ésa será la elesicla.
Cuando los gallos de la aldea liamaron al alba, los dos bebe-
dores se separaron derramando lágrimas.
Al día siguiente. Hsü observaba expectantc clesde la orilla del
río. Una mujer se acercó con un bebé en brazos. Al llegar al río,
se ca,vó. 'firó al niño a la orilla y empezó a llorar v a agitar las

272
manos y los pies. Salió a la superficie y se hundió varias veces
hasta que consiguió salir, chorreando agua. Luego descansó un
poco. tomó al niño en brazos y se marchó.
Cuando la mujer se hundió, Hsü no pudo soportarlo y deseó
poder correr a rescatarla. Se contuvo sólo porque recordaba que
ella iba a sustituir a Liu-lang, pero cuando la mujer salió por sí
misma, empezó a dudar de lo que Liu-lang le había dicho.
Al anochecer, Hsü fue a pescar al lugar de costumbre. De nue\ro
llegó su amigo y le dijo:
-Ahora estamos juntos de nuevo y no hace falta que hablemos
de separarnos por el mornento Hsü preguntó por qué,
-cuando
Liu-lang respondió-: La mujer ya había ocupado mi luga6 pero me
compadecí del niño que llevaba en brazos. Dos no deben perderse
por uno v por eso, les perdoné la vida. No se sabe cuándo me susti-
tuirán, así que parece que la hermandad entre nosotros continuará.
Hsü suspiró con profundo sentimiento.
--Un corazón tan humano debería ser visto por el Altísimo
en el Cielo.
Y así tuvieron el placer de ia rnutua compañía como antes.
Sin enrbargo, vtrrios días después, Liu-lang vino a despedirse
de nuevo. Hsü pensó que había encontrado otro sustituto, pero
Liu-iang le dijo:
--No, mi pensamiento compasivo por Ia mujer que se ahogaba
llegó hasta el cielo y he sido recompensado con un puesto como
deidad locai en el municipio de \\'u del condado de Chauyüan.
Asurno el cargo m¿rñana. Por far-oq recuerda nuestra amistacl y
visítame; no tc preucupes por la duración o la dificultad del viaje.
--qlré consuelo teller por deidacl a alguien tan recto como
tú -dijo Hsü. como enhorabuerz , pero ningírn camino une a
hombres y dioses. Aunque la distancia no me amedrentara, ¿córno
podría arreglárnrelas para ir?
- Simplemente ve; no lo pienses -respondió el joven. Tras
repetir la inr,'itación, se marchó.
Hsü fue a casa a poner sus cosas en orden y se puso en march.a
de inmediato, aunque sr.r mujer se burló de é1.
a recorrer cientos de kilórnetros? Aunque este lugar
-¿Vzrs
exista, ino creo que puedas lnantener una conversación con un
ídolo de arcillal-se mofó.

273
Hsü no le prestó atención. Se puso en marcha y finalmente
Ilegó al condado de Chauvtian, donde se enteró de que realmente
existía un municipio \{u. De camino, se detuvo en un hostal v
preguntó cómo llegar al templo. El anfitrión le dljo con aire de
agradable sorpresa:
casualidad nuestro huésped se apellida Hsü?
-¿Por
Sí, ¿cómo lo ha sabido?
El anfitrión se marchó bruscamente sin responder. N poco, una
multitud heterosénea se acercó y rodeó a Hsü corno una muralla,
los hombres llevaban a sus bebés, Ias mu.jeres se asomaban a las
puertas de sus casas. La multitud anunció a un sorprendido Hsü:
rrarias noches, turrimos un sueño en el que nuestra
-Hace
deidad decía que r.endría un amiso llamado Hsü v- que debíamos
a-vudarle con los gastos de su viaje. Le henros estado esperando
respetuosamente.
Nlaravillado por este recibimiento, Hsü fue a sacrificar al templo.
Desde que nos separamos , mis pensamientos
-rezo
han habitado en ti noche r,'día. He venido de lejos para cumplir
nuestro acuerdo, y me siento alavez favorecido y profundamente
conmovido por la señal que diste a la sente del lugar. pero me
a-,.ergüenza haberu'enido sin un regalo apropiado. Todo lo que
traje fue un frasco de vino. Si es aceptabie. bebamos como solía-
mos hacerlo en la orilla del río.
Hecha su oración, Hsü quemó papel moneda. Poco después
vio que se ler.antaba un viento detrás del santuario. El humo se
arremolinó durante un rato y luego desapareció.
Aquella noche, Liu-lang, con un aspecto totalmente distinto
ahora que estaba atar.'iado con un €Jorro v con galas, entró en los
sueños de Hsü. Con agradecimiento, Liu-lang dijo:
Que hayas venido desde tan lejos par¿1 \¡erme me conmueve
hasta las lágrimas, pero no puedo conocerte directamente porque
ocupo una posición tan tlir.ial. \Ie entristece estar tan cerca de
los r-ivos r.; sin embargo) tan lejos. La gente de aquí tiene algunos
escasos reqalos para ti como muestra de nuestr¿i pasada asociación.
Cuando resreses a casa, -vo mismo te despediró.
Hsü permaneció en el municipio de \\fu unos días más anres
de prepararse para partir. La gente de \\Iu trató de retenerlo más
tiempo, le hizo serios llamamientos e 1o invitó a fiestas de un día

274
con difi:rentcs anfitriones. pero Hsü estaba decidido a r,'olr.'er a
casa. La gcnte sc desbordó en scneltisiclad r.; antes de que pasara
la mañ¿rna. sus m¿rlctas estaban llenas de regalos. Los canosos r-
los jdrvenes sc'r'eunier-on p¿u-a r-erlo salir de Ia aldea. Y un torbe-
llino lo siguió unas trcs o cuatro millas más allá. Hsü se inclinó
una V otra Vez.
Cuídate, Liu-lane le dijo . No te molestcs ert l'enil tan
le.jos. Con tLr corazón hutnano \- amoroso. seg-uro clue pucdes
traer buena lortun¿r a este tnunicipio sin consejos de vie.jos amigos.
EI viento se arrernolinó durante Lrn rilto r:'luego desapareció.
Los alcieanos, que erclantarotr asornbrados por estos acotrteci-
mientos, también se fueron a sus casas.
Cluando Hsü lleg^ó de r-uelta a su :rldea, las circtrnstatrcias cle str
familia habí¿in mcjorado tanto quc no volvió a pescar. NIás tarde
vio a sentc clel condado clc Char-rt'üan clue le dljo que la deidad
estaba obrando milasros v se hal-ría hecho mu1'conocida.

EL Regütrndor dc cosa.r extroña¡ dice:

Alcanaur las alturas de lo antbicitin tin oLLidar a l,t.).\ amigl¡ qut tun hip
cuando t,ra fiobre.r humilde, ¡e.to et lo que hi9 de Ilang Liu-lang un dir¡s!
Hol,ett dío.;cu1orclo rec¡nlcen los altns-1, nt¡bles en tut carrurlie.t a lo-t que
toda¡:ía ilet.att un sontbrero de batnbú?

P'u Suxc-I-lNc

275
¡

r0
g

_r

§ :it:.
EL CENSOR Y EL TIGRE

Tr i Cheng de Lunghsi, en la actual Kansu, era un pariente


'inrperial. De joven era rudito v destacaba en composición.
e

A los veinte años se había conr,ertido en un erudito eminente v


estimado v el gobernador le concedió un estipendio.
En la primavera del décirno año del reinado de T'ien Pao (751
d. C.), Li Cheng fue uno de los candidatos seleccionados por el
asistente del primer ministro. Yang \'[o, y ascendió al grado más
alto. Unos años más tarde fue destinado a ocupar el cargo \.acante
de jefi: de la policía de Clhiangnan.
Por naturaleza,LiCheng era un hombre indolente v arrogante
por su talento. No podía adaptarse a su baja posición como jefi: de
policía y se sentía fi'ustrado v deprirnido. Siempre que se reunía
con sus colegas, decía después de unas copas:
posible que gente corrlo ustedes esté a mi altula?
-¿Cómo es
Sus socios lo resentían arnarganlente.
Con el tiernpo, renunció a su cargo v se recluyó en casa durante
casi un año. Luego, apremiado por la nccesidzrd de ganarse la vida,
hizo las maletas.v se fue al sudeste para buscar un cargo entre los ad-
ministradores locales. Tenía una repul¿rción consjderable en lazona
1'mucha gellte se reunía para estudiar con él v disfiutar dc su t¿rlen-
tosa compañía. Al cabo de un año o nrás, cuando estaba haciendo
las maietas para nrarchalse. io agobiaron con genel'osos re,.^alos.
Li regresaba a casa con sus resalos cuando se detuvo en una
posada deJufen. Ailí lo atacó la fiebre v perdió el senticlo. Hizo
sufi'ir a su criado l'Io azotó sin pieciad. N cabo de diez días, la
enlermedad empeoró r, Li huvó enloquecido por la noche. Nirdie
sabía adónde había ido, zrunque sn criaclo lo esper'ó y trató de
encontrarlo. Pero, al cabo de otro mes, cuando Li Cheng seguía
sin reeresaq el criado desapareció con el caballo v las posesiones
de su amo.

277
N año siguiente, el erudito Yüan 'It'an, de la prefcctura de
Ch'en, se clirigía a la prorincia de Kuangtung. en ci ertremo sur clei
país. con el encargo imperizrl para set'r'ir ('olrlo censor supervisor.
É1.'r., escolta liegaron en diligencia ¿r1 tcrritorio de Shansvii, en
la provincia de Honan. Cuando se disponía a partir ¿r Ia mañana
sisuiente. el encarsado de la estación de correos le dijo:

- Hu)'un tigre en la c¿irrctera. un {broz dcr-orador de hombres.


Nadie p¿rsa por ailí si no es a plcna luz del día. Aún es demasiaclo
temprano. Quódate Lin poco más; no del;es adelantarte.
Per"o vo sor, cl represelltante del enrperador -.-s'ritó'fs'an
airadamente . Somos muchos a caballo. r'ningutta bestia de la
montaña o del pantano puede haccrme ciaño.
Y ordenó al carruaje que evanzala. Apenas había recorrido
un cuarto de rnilla cuando un tigre cargó dcsde la m¿rleza. 'fs'art
estaba aterroriz¿rdo. Entonces i:l tigre sc puso a cubierto 1'habló
con voz humana:
iQué extraño! Casi mato a mi r,ie-io amigo.
Desde la espesura. Ts'an reconoció la voz de Li Cheng. Los dos
hombres habían estudiado juntos v irabían sido amigos íntimos,
pero sus caminos se habían separado hacía años. Ahora, al oír la
r.oz de Li Cheng. 'Is'an estaba asustado v asomt;rado a la vez r'
no podía entcnder lo que cstaba pasando. Finalmente, prcgunLó:
¿Quién eres? ¡'Puedes ser mi arnigo Li Cheng dc Lunghsi?
El tigre simió r,'arias \:eces -y luego dijo a'fs'an:
So1, Li Cheng, por favo¡ quédate un molnento ,v habla
conmigo.
Ts'an bajó de su caballo v se dirigió a los arbustos:
Querido Li Cheng, ¿cómo has llegado a esto?
Desde que nos scparamos hace tiempo dijo el tigre , Do
he tenido noticias tuyas. ¿Cómo has estado y adónde te diriges
ahora? Justo antes, r,ri a dos dc tus oficiales cabalgar delante. El
correo los guiaba y ller.aba tu sello. ¿Es posible que seas un censor
imperial en viaje de servicio?
Hace poco tuve la suerte de ocupar el puesto de censor. N{e
han enviado en misión a Kuangtung.
Te has establecido gracias a tus logros literarios dijo el ti-
gre v tu entrada en las filas de la corte es realmente una gran reali-
zactón,pero aún mayor es la integridad dcl cargo de censor imperial

274
ique ticne la responsabilidad de eraminar la conducta de todos los
funcionarios! Su \[:rjestad ha e.jercido discreción alseleccionar a
un hombre sobrcsaliente como tir. Y es para mí una sinccra satis-
lacción que h:ryas alcanzado estc puesto. 'le felicito sinceramente.
tiempos pasados respondió f s'an--, tir y vo alcanzamos
-En
el reconocimiento el misrno año v entablamos una amistad mhs
estrech¿r que la comírn. pcro el tiernpo ha pasado r¡elozrnente,
mientras nuestras voces no se oían v nuestros rostros no se veían.
A mi corazón r.a mis ojos se les h¿r neg¿rdo la esperanza dc ver ttr
excelente ejernplo. ¿Quién hubiera irnasinado que ho1.te oiría
hablar con tanto reclrerclo de nnestra vieja amist:rd!' Pero ¿por'
qué te escondes en \.ez de salir a mi encuentro? Así no debe ser
entre viejos arnigosl
Ya no sov humano el tisre desde la espesura--.
-respondió
,'Cómo pueclo presentarme ar)tc ti?
Ts'an preguntó cómo había podido ocurrir algo así, y el tigre
respondió:
Había rrisitado el sudeste v el año pasado voh,ía a casa. N{e
cletuve enJufen, clonde de repente caí enlermo y enloquecí. Corri
corrí hacia las colinas y pronto me cncontré caminando ¿1 cuatro
patas. Sentía que nri corazón sc r,'olr,ía imltlacablc. mi luerza
enorme. lfis miembros tenían pelo largo. Cuando veía hombres
vestidos de gala en el camino o corriendo con slrs cargas, cuan-
do veía pájaros en lo alto o animales a pie. ¡quería devorarlosl
Cluando llegué al sur dc Hanvin. suli'í ias punzadas del harnbre.
L,n hombre regordetc se cruzó en mi camino, así que lo agarré
r'1o engullí hasta cl ürltirno trozo. És¿r ha sicio mi práctica descle
entonces. Aunque era un hombrc arrogante. airn recuerdo a nti
fhmilia r,-a mis amieos, pero al haber violado las sanciones sasraclas
v corN.ertirme de repentc en Llna bcstia salr-aje, mc a\¡et'guenza
mostrarme ante alguien. Por desgracia, tú l,'ro obtr-n irnos nuestros
títulos cl mismo año v siempre hemos estado mul. unidos. Hor,
tienes trna cornisión imperial v honr¿rs a tus padres v a tus amisos.
pero \'o tengo que esconclerme en cl bosque ), abandonar pal'ir
siempre el munclo cle los hombres. \,Ic levanto de un salto v sus-
piro vanarnente al cielo; bajo los ojos al suclo y lioro. An'uinaclt'r
e incapaz de serr,ir: tal es mi destino.
El tigre iloraba v senría, incapaz dc ciominar sus senrimicnto,\.

279
Si te has convertido en otra especie, ¿por qué aún puedes
hablar? T3'an.
-preguntó que ha el tigre . Mi cora-
Es mi forma la cambiado
-dijo
zón y mi mente tienen entendimiento humano, pero soy rudo e
impetuoso, lleno de miedos y odios, e incapaz de hacer lo que se
espera de un amigo 1, anfitrión. Sólo te pido que me recuerdes y
perdones mi inexcusable conducta. Cuando regreses de tu viaje
a Kuangtung, si volvemos a encontrarnos, seguramente olvidaré
nuestra amistad de toda la vida y te consideraré otra comida en
mi trampa. Ponte en guardia; no permitas que cometa semejan-
te crimen y me gane el desprecio de mis compañeros
-luego
añadió-: Tú y yo somos como uno solo. ¿Puedo confiarte algo?
Nunca me nesaría, mi viejo amigo respondió Ts'an
Por favor, explícate bien, pues estoy deseoso de ayudarte.
no hubieras accedido el tigre , no me habría
-Si -drjo
atrevido a mencionarlo. Cuando estaba en la posada, caí enfer-
mo y me volr,í loco. Cuando entré en las montañas, mi criado se
llevó mi caballo y mi equipaje. Mi familia debe de estar aún en
mi antiguo pueblo. ¿Se imaginarán lo que me ocurrió? Cuando
r.,uelvas del suq por favor, envíales un mensaje y sólo diles que he
muerto, nada de lo que ha pasado hoy. trstoy en deuda contigo si
lo haces y agregó-: En este mundo no tengo propiedades. \,Ii
hijo es aún demasiado joven para ganarse la vida por sí mismo.
Tú tienes una alta posición en la corte y siempre has dado ejemplo
de moralidad y lealtad a los amigos. Nada supera la amistad que
tuvimos. Espero que tengas en cuenta lo desvalido que está mi
hüo y te ocupes de sus necesidades de vez en cuando, no sea que
perezca al borde del camino. iqué bendición seríal
Cuando terminó de hablar, el tisre se echó a llorar. Ts'an
también lloró y dijo:
nuestras alegrías y nuestras penas. Tü hijo es
-Compartimos
como si fuera mío. Haré todo lo posible por cumplir con tu grave
encargo. No te preocupes por su bienestar.
otros tiempos dijo el tigre , escribí algunas docenas de
-En
piezas que nunca han circulado y los borradores están dispersos y
perdidos. Si pudieras transcribirlos por mí, aunque nunca soñaría
con publicarlos, puede que contengan algo útil para transmitir a
mis descendientes.

2AO
Ts'¿rn llamó a un criado para que trajera material de escritura
y escribió mientras el tigre recitaba. Fueron casi veinte capítulos.
El estilo era elevado, el significado profundo. T§'an suspiraba una
y otra vez mientras leía el texto.
son las cosas que intenté hacer, el hombre que intenté
ser
-Értur el tigre-. No tengo derecho a esperar que mis pala-
-dijo
bras signifiquen algo para las generaciones futuras. pero tú estás
en Llna misión v tienes un horario que cumplir; si te entretienes
aquí demasiado tiempo, el mensajero se preocupará por perder
la siguiente etapa. Así que ahora nuestros caminos se separan
para siempre. La pena que esto rne causa no puede describirse.
Tras una prolongada despedida, 'fs'an se marchó. Lo primero
que hizo cuando regresó del sur ñre enr,iar urla carta al hijo de Li
Cheng con algo de dinero para el funeral. Al cabo de un mes, el
hrjo llegó ala capital y llamó a Ia residencia de Ts'an para pedir
el ataúd de su padre. Sin más remedio, el censor imperial se lo
contó todo. Nt[ás tarde, Ts'an compartió su salario oficial con la
esposa y el hijo de Li para evitarles penurias. Con el tiempo, Ts'an
ascendió a viceministro de Guerra.

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IUSTICIA

Lf ti Lien. de Tuusan, un condado de la provincia de Hunan,


I I.., un hombre crédulo v sin artirnañas, v así fue como tuvo
un desencuentro con los Yang, una familia rica de la misma aldea.
El vie.jo Yang había mlrerto unos años antes y ahora Ifsi Lien
estaba a Ias puertas de la muerte.
El viejo Yans sobornó a agcr-rtes del hampa parzr que me
golpeen gritó. El cuerpo de Hsi Lien se puso rojo e hinchado.
Girnió una \¡ez y dgio dc existir.
Hsi Fang-p'irs, t., hijo, no podía comer de pena.
Padre era un holnbre llano y sencillo drjo-, \: no era
hábil con las palabras. Ahora sufi'ió r-ura injusticia a rnanos de un
r,'il fantasn-ra y vo\- a ller.arme a ese mundo de abajo 1. delender
su causa.
Ésas fueron las últimas palabras que pronunció Hsi lhng- p'ing
durante muchos días. Se ler.antaba. se sentaba, pero parecí¿r habcr
pcrdido larazón. plles su alma r-a se había.scparaclo cle str cucr'po.
Cr-rando el cspíritu de Hsi l'ang-p'ing emprendió el viajc, no
tenía ni idea de adónde se dirigía. pero preguntó por el <:amino a
los viajeros y éstos le indicaron la ciudad donde su padrc va estaba
en prisión. Hsi se dirigió a las puertas clc la prisión y r.io a sr-r padre
telldido bajo el aicro. lura ruina cle lo que había sido. Cu¿lldo el
padre lcvantó los oios r vio a su hijo. Iioró patéticanlente.
'Ibdos los c¿rrr;eleros accptan sobornos düo . Nle han
estado peeando día r,noche. T'engo lzrs picrnas hechas papilia.
Hsi maldijo a los carceleros.
Si mi padrc ha cometido un crimen, debería ser juzgado
sesún la lev del reino -. dijo furioso - . ¿Córno pueden ustedcs.
demonios del infi'arnundo, tomarse lzr justicia por su nranol'
Lucgo salió v preparó una denuncia por escrito. Se presentó en
las sesiones matinales cclebradas por el dios dc la ciudad. expresó
su queja v presentdr el escrito. lll viejo Yang se asustó v ernpezó a

243
repartir regalos antes cle presentarse para responder a las acusa-
ciones. El dios de la ciudad no tuvo en clrenta a Hsi Fang-p'irg
y declaró que sll queja carecía de fulldamento. Furioso, pero sin
recurso, Hsi viajó unas cliez leguas por el reino cle lo.s muertos hasta
llegar a la sede del gobernado¡ donde se quejó formahnente del
favoritismo mostrado por el dios de la ciudad v sus subordinados.
El gobernador aplazó el juicio durante rnedio mes, luego hizo
golpear a Hsi t.ordenó al dios de la ciudad que repitiera eljuicio.
Hsi llegó de nue".o a la ciudad r.fue puesto en el cepo, donde se
enfureció porque no podía dar a conocer sus aqravios. Con miedo
de qr-re Hsi siguiera apeizrndo, el dios de la cir-rclad envió guardias
para escoltarlo a la fuerz¿r hasta su casa en el mundo de los vivos.
Los griardias se excusaron a las puertas del mundo superior v Hsi
no pasó. \bh'ió a hurtzrclilla.s al infranrunclo para apelar al re1'cle
los muertos contra Ia crueldad v la codicia del gobernador 1.del
dios de la ciud¿id.
El re1,- inmediatamente plrso a los clos funcionarios bajo cus-
todia para que respondieran a las ¿rcusaciones. Los dos cnviaron
en secreto a sus seclraces dc confianza a nesociar con Hsi t, le
olrecieron mil monedas de plata si abanclonaba el caso. Hsi los
rechazó. Varios días después, el encareaclo dc 1a pos:rda donde
se alojaba Hsi le dijo:
Ilres dem¿rsiado orgulloso, amigo rnío. Los funcionarios
quieren llegar a un acr-lcrdo contigo, l)clo tir te resistes. 'lengcr
entendido que cacla uno de ellos le olreció resalos al rev y me
temo que tu calrsa está condenada.
FIsi crevó qlle se trata])a de rumorcs. pero pronto llesaron los
asistentes de la corte para con'ocarlo ante el re,v dc los muertos
y éste estaba fr.rrioso. No permitió que Hsi declarara, sino que
ordenó que le dieran veinte azotes.
¿Cuál es mi ofens¿ri' gritó Hsi, pero el rev pareció no oír
nad¿r . ¡Só1o lecibo 1o que merezcol Despuós de todo, ¿quién me
dijo que fuera pobre? f{adie; así que debe ser culpa mía.
Ei re1' se enladó aúur más y ordenó que io pusieran sobre un
lecho de fuego. Dos fantasmas agarraron a Hsi y se 1o llevaron
al patio este, donde había una cama de hierro con un ñrego ar-
diendo debajo. La sr-rperficie de la c¿rrna brillaba al rojo vivo. Los
fantasmas lo desnudaron y lo arrojaron sobre ella, lo amasaron

28,4
v lo hicieron rodar de un lado a otro. El dolor era intenso. Sus
huesos y su carne estaban carbonizados.v deseaba morir. Tras dos
horas así, el fantasma dijo:

-¡Basta!
Entonces, 1o levantaron y le dijeron que bajara y se vistiera.
Por suerte podía andar, aunque estaba cojo.
De vuelta a la sala de justicia, el rey'de los muertos le dijo:
buscando un nue\:o juicio?
-¿Seguirás
--Todal.ía hay'que rectificar un gran error -respondió Hsi-.
l.{ientras ei corazón v la mente sobrevivan en mí, sería un insulto
a Su Nlajestad que me retirara, Exijo el juicio.
- ¿QI,é pruebas presentarás? -preguntó el rel:
Pruebas de todo lo que he sufrido.
Apasionado, el re1 ordenó a sus hombres que serraran el cuerpo
de Hsi Fang-p'ing. Los do-* fántasmas lo llevaron a un poste de
madera de dos metros v medio de illtura con dos tablas al pie.
Las partes superior e inferior de Ias tablas estaban manchadas
de sangre. Los fantasmas estabau a punto de atarlo a las tablas
cuando se or'ó un grito desde el vestíbulo llamando a alsuien
llamado Hsi. Los dos fantasmas lo hicieron volver. El rel de los
muertos le preguntó:
¿Todar'ía eres tan descarado como para pedir un juicio?
Exijo un juicio fue la respuesta de Hsi Fang-p'ing.
El re,v les ordenó que se apresuraran a ller'árselo y lo abrieron
en canal. Los fantasmas apretaron a Hsi entre las dos tablas v
las ataron al poste. Luego empezaron a serrar. Hsi sintió que la
parte superior de su cabeza se desprendía lentamente. El dolor
le envolvió, pero lo soportó sin gritar.
Duro hijo de puta oyó que comentaba un fantasma. La
sierra rechinó al llegar al pecho de Hsi.
un hijo der.'oto y puro de corazón oyó decir a otro
-Es
fantasma . Inclina un poco Ia sierra para no dañar el corazón.
Hsi sintió que la hoja se cun'aba mientras se mor,'ía hacia abajo.
El dolor se duplicó. Su torso estaba dir¡idido. Las tablas fueron
retiradas, y sus dos mitades caveron al suelo.
Los fantasmas ascendieron a la sala de justicia para inlormar
de su misión. Se les ordenó reunir el cuerpo v presentarlo. Los
fantasmas juntaron las mitades, reunieron a Hsi y lo arrastraron

245
por la calle. Podía sentir la tensión en la costura por la que le
habían cortado. pues le clolía 1'arnenazaba con abrirse de nuevo.
Tropezó r'ca1ó antes de porler dar un paso. Uno de los fantasmas
tomó una cinta de seda de su cintura,v se Ia dio a Hsi, diciendo:
En reconocimiento a tu piedad filial.
Hsi se la ató, e instantáne¿lmente su cuel'po se sintió vigoroso
f iibre de dolor. Subió a la sala y sc postró.
A1lí. el re1 de los mnertos repitió su prcgunta. Temeroso de
incurrir en más sufrimiento, Hsi respondió simplemente:
presentaré cargos.
-No
El rey ordenó inmediatanrente su regreso al mundo de los r-iros.
Unos escoltas lo condu.jeron por las puertas del norte, le indicalon
el camitro a casa v se m¿rrcharon. Hsi lleg^ó a Ia conclusión de que
Ios oficiales de los muertos eran aún más anárquicos que los del
mundo de los l,ivos. No se le ocurría ninguna forma de llesar a
oídos de Ios N{ás Altos, pero estaba decidido a intentarlo.
Estaba muv cxtendido en el mundo que el dios Erh Lirng,
del municipio de Kuar"rk'ou, en Szechr-ran. era pariente del N{ás
Alto de los Dioses dcl Cielo. Hsi Fang-p'ins'decidió que, si podía
apelar a Erh Lang, considerado astuto v recto, aún era posible
un milaero. Contento por haberse libracio de los dos escoltas. Hsi
dio media vr-relta ,v se dirigió hacia el sur, pero dos hombles lo
alcanzaron y Ie dijeron:
Ei rey adivinó que no volr,'erías a casa. y'tenía raz6rt.
Lo lleva"ron de vuelta ante el rev dc los muertos. Hsi espera-
ba que éste se enladara más que nunca y qlle las consecuencias
fueran aún peorcs, pero la erpresión del rer,no era en absoluto
sevel"¿r.

-rIus intcnciones son sinceramente filiales le dijo a Hsi-


Ya he reparado el agravio clue sufrió tu padre. Ahora ha renacido
en una familia de riqueza v estatus. No tendrás que apelar más.
'fe enviarcnr.os a casa con mil piezas dc plata v la garantía de que
vivirás hasta los cien zrños. ¿Estás satisfbcho?
El re1-lo inscribió en el resistro de la r.id¿r r,'la muerte v estampó
en él su errorme sello. Hsi fue invitado a inspeccionar personal-
mente la inscripción. Expresó su agradecinriento r.se retir(r. Lcls
dos fántasl'n¿rs le acompañ:rr-on. pero, cuando llcgaron al canrino,
empezarolr a zarandc¿Irlo 1, ¿ rnaldecirlo.

246
iQué villano tan astuto eresl ¡Nos hiciste correr por todas
partes hasta casi matarnosl Si vuelves a molestarnos, te arrojare-
mos al molino y te moleremos a palos.
Hsi abrió mucho Ios ojos y les gritó:
..Qué es esta locura, demonios? ¿Creen que puedo soportar
que me corten por la mitad pero no cl aguijón de sus latigazos?
Volvamos a r,'er al rev. Si me ha ordenado r.'olver a casa) no hace
falta que se molesten en escoltarme.
Hsi echó a correr por donde habían venido. Esto alarmó a los
fantasmas, que le hablaron con dulzura y lo convencieron de que
reanudara el camino. A medida que avanzaban, Hsi aminoraba
el paso a propósito y descansaba a menudo junto al camino, pero
los fantasmas no se quejaron.
Al cabo de medio día llegaron a una aldea. Los fantasmas se
sentaron a descansar delante de una casa con Ia puerta ligeramente
entreabierta. Hsi se sentó en el umbral y los fantasmas lo toma-
ron desprevenido y Io empujaron dentro de la puerta. Cuando
consiguió dominarse, descubrió que había vuelto a nacer como
un niño. Lloró de indignación, rechazó el pecho de su madre y
pereció en tres días.
Separada de su cuerpo reencarnado, el alma nebulosa de Hsi
Fang-p'ing vaciló. Sin embargo, no olvidó a Erh Lang, el dios de
Kuank'ou. El alma de Hsi había avanzado una docena de millas
por la carretera cuando se vio sorprendida por una cabalgata que
se acercaba: estandartes y lanzas le cerraban el paso. Se agachó a
través de la carretera para evitarlo, chocó con los portadores de las
galas imperiales v fue apresado por los jinetes delanteros. Lo ataron
y 1o llevaron ante un carro, en el que viajaba un magnífico joven.
¿Quién eres? a Hsi.
-preguntó
Como el jor..en parecía ser un sran ministro, Hsi le contó sus
penas con todo detalle. Ordenó que liberaran a Hsi y le dijo que
siguiera la carroza. Enseguida llegaron a un lugar donde una
docena de funcionarios los saludaron junto al camino. El ministro
interrogó a cada uno de ellos, luego señaló a Hsi y le dijo a uno
de los funcionarios:
-*Aquí hay un hombre del mundo de abajo que desea presentar
una queja. El asunto debe resolverse rápidamente.
Sólo entonces supo Hsi por el séquito que el dios del carro era

247
el Noveno Príncipe Imperial del Cielo,v que había asignado a Erh
Lang el caso. Hsi examinó de cerca a Erh Lang. Era alto y esbelto
), tenía una sran barba, mu1'diferente de lo que el mundo de Ios
hombres se imaginaba. Cuando el Púncipe Imperial se hubo mar-
chado, Hsi siguió a Erh Lang hasta un juzgado, donde encontró
a su padre, Lien, v al viejo Yang, junto con los subordinados del
reino de los muertos.
Pronto salieron de las jaulas alzunos prisioneros: ¡el dios de la
ciudad, el gobernador y el mismísimo rey de los muertos! Fue-
ron interrogados allí mismo, en presencia unos de otros, y todas
las acusaciones de Hsi Fang-p'ing füeron confirmadas. Los tres
funcionarios temblaron de miedo, acobardados como ratas. Erh
Lang sacó su pluma e inmediatamente dictó sentencia y el texto
fue mostrado a todas las partes:

Encontramos lo siguiente: Aquel que sin:e como re1 de los muertos, asume
un cargl de rango principesco-v disfruta de kt gracia del ALtísimo, debe tener
La probidadl La pure4 para dirigtr a todos losfuncionatio.s en seruicio-y no

debe tener apetito por la corrupción. Pero tú has uhltzado el esplendor-y el


poder de tu cargo en una uanagloria de estatus. Con obstinación capina_y
auañcia lobuna lrus nta¡tcillado tu integridad ante el Altí.sinru.
Como el hacha golpea la cuña1 la cuña corta la madera, tu conducta inicia
una reacción en cadena que acaba por chupar la sangre de mujeresl niños.
Como la ballena deuora al pel_» el pe¿ detora a la gamba, así de miserable

es la aida de Los humildes. fue las aguas del río Oeste .sean atraídas para
purgar tus entrañas. @Le tu asiento de luio insr¡Lente sea consignado a las
llamas de inrnediato. Entonces tu meteremos en el caldero hiruiente que tú
mismo has utiliiado paro obligar a confesar a muchas uíctimas.
En cuanto al dios de la chtdadl al gobernado6 en no'ntbre del Altísimo sir-
uen al pueblo llano como padres-funcionarios, pastores del rebaño humano.
Aunque sln cargls de rango inferior, un uerdadero aspirante a un corgl n0
los dudeñará. Incluso si son presionados porfuncionarios superiores, deben
resistir. Pero ustedes dos blanden uuestras garra.r de halcón, sin pen.rar en
la pobreg del pueblo. Tiabajaron con la astucia de un mono, indferentes
a la dfficil situación de lo.¡ muertos. Aceflaron sobornos para peraertir la
le1, ¡ocultaron un coralón bestial tras un rostro humano! Se les arrancará el
tuétano de los huesoslt el pelo de la ptel. SuJrirán la muerte incluso en el reino

de los muertos _y renacerán como bestias, n.0 c0m0 hombres.

2AA
En cuanto a lo.¡ subordinados, comola son dentr,niosl no de e.tpecie humana.
¡i .te concentran en enmendar su conducta en el corgo público, fodrán renocer
tctn.fbrmo humana..\b deben leuantar olas ett el nmr del sffimiento ni cometer

prcados que cubrcot lcts misn¿os cielo.¡. Su rtrrogancia sin ltl ha proitocado
i.njusticia.t que lmn hecho que el cielo enaíe heLadas de uerann en señal de
comp«sión. Su.friosaferocidad ha sel1ttrado el nuotdo del hombre del de los
dio:es1 aterroriaado al reino d¿ kn ruuertus lttt-tkL que todo lrunbre safu qut
.rólo debe uenerar al carcelero. 7'lLan al,udado afuncionarios ignorantes en su
cruelrJad l; Los han hecho temidos como carniceros. ¡A los campcts de ejecución

con ellos.t Corten sus miembros_7, hiir¿,anlos. Luego recojan deL coldero lct que

qud( dP músrulo n huetn.


T ahora el tal thng, que, aun(lue rico, era inhumano, contenciosol, lleno de

engoños. Cubrió el suelo de sobr.tntos, enuoluió el trono del re1 de los muertot

en la oscuridad-1' creó un ltedor a cobre que llegaba hasta kts cirlos, despojando

al reino de lcts muertos de todajusticia. kt corngción se había ¿xtendido tankt


que los fantasmas cstaban a su serticio ), su irfl.uen.cia se hacía sentir entre
Los dio¡es. I¡t caso r{e Tnng será rcnfiscada 1, entregada a flsi Fang-lt'ing
pua recompensar su ct¡nducta.liliaL. Qte todos los prisiln¿rls tean lletados
ahora a la montaña T'ai para la elecución del castigo.

El dios Erh Lang hacia Hsi Lien y le dijo:


se r,'olvió
Somos conscientes de la devoción de tu hijo y de tu propia
naturaleza gentil ); por Io tanto, te concedemos una prórroga de
treinta años entre los r,ivos.
Erh Lang asignó a dos oficiales para que escoltaran a padre e
hijo hasta su aldea. Hsi Fang-p'ing copió el texto de la decisión y
lo leyó con su padre por el camino.
Cuando llegaron a casa, Hsi Fang-p'ing volvió en sí primerro.
Hizo al¡rir el ataúd de su padre y examinar el cadáver. Estaba
rígido y helado, pero al cabo de unos días se fue calentando poco
a poco ); por fin, revivió. Hsi buscó la copia del escrito de Erh
Lang, pero se había desvanecido en lo Invisible.
La casa de Hsi prosperó. En tres años habían extendido sus
fertiles hectáreas por todo el campo, mientras que la lortuna de
los descendientes de \hng declinaba hasta que sus edificios r
granjas pasaron a rnanos de Hsi. Una vez, un aldeano compró
uno de los campos de Yang. Esa noche fue regañado en sueños
por un dios por tomar lo que pertenecía a Hsi. El aldeano hizo

2A9
caso omiso de la advertencia, pero, después de plantar el campo
y cosechar menos de un pico de grano, revendió la tierra a Hsi.
El propio Hsi Lien vivió más de noventa años.

El Regstrador de cosas extrañas dice:

Tódo el mundo habla del paraíso 1, oluida que los uiuos y los muertos son
mundos aparte,lrt que todo sentido o pensamiento se pierde en la muerte. Sin

saber de dónde uiene, ¿cómo puede el hombre saber adónde ua,;) muchtt menos

los acontecimientos de muertes;t renacimientos repetidos? Así pues, ¡qué gran


logro el deljouen Hsi Fang-p'ing, cula lealtadl amorfihal se mantuuieron

firmes durante toda una et¿rnidad!

P'u Sr;Nc-r-rNc

29()
t§a:l- t§r.
rr'§*::1§ili§:
,§a§..§ir::li*i:

**§ái§§t
ESPADAAFILADA

flf acia el final de la dinastía Ming, la región de Shantung es-


I ltaba llena de bandidos y cada municipio tenía que apostar
soldados para su protección. Cuando un bandido era capturado,
se le ejecutaba rápidamente. En un municipio llamado Chanch'iu
habíaun soldado que llevaba una espada extremadamente afilada,
Cuando golpeaba, parecía como si estuviera sacando la hoja a
través del aire vacío, sin tocar ni la carne ni el hueso.
Sucedió que diez bandidos fueron capturados y llevados ante
las autoridades de Chanch'iu. Uno de los prisioneros reconoció
al soldado de la espada afilada y se le acercó.
que tu espada está tan afilada que puede cortar Ia
-Dicen
cabeza de un hombre de un solo golpe Me pre-
gunto si me ejecutarías.
-aventuró-.
bien el soldado-, pero ten cuidado de
-N{uy -respondió
permanecer cerca de mí. No te separes.
El bandido siguió al soldado hasta el lugar de la ejecución.
El soldado desenvainó su espada, la blandió y, en un instante, le
cortó la cabezaal pr{sionero. Éste rodó varios metros y aún estaba
girando cuando exclamó admirado:
espada más afilada!
-¡Vaya
P'u Suxc-rnc

293
LA CALAVERA

uando Chuang Tzu sedirigía a Ch'u, vio una calavera hueca,


¡f'l
\-/ de forma resplandeciente y blanca. La agitó con su látigo y
dijo:
- ¿Has llegado a esto, buen señor, ansioso de vida v tras per-
der todo orden y razón? ¿Fue por el derrocarniento de tu estado?
¿O por el hacha del verdugo? ¿Fue por una mala conducta que
aversonzó a toda tu familia? ¿O tal vez por el hambre y el frio o,
simplemente, por la duración de tus años?
Con estas palabras, Chuang Tzu tomó la calavera, se hizo una
almohada con ella,v se fue a dormir. Durante la noche,Ia calavera
se Ie apareció en sueños y le dijo:
-Me hablaste como un debatiente pedante. Y Io que descri-
biste fueron las pesadas preocupaciones de la vida humana, que
los muertos no tienen. ¿Te gustaría conocer el sisnificado de la
mlrerte, amigo mío?
Chuang Tzu dijo que sí, y la calavera continuó:
- Los muertos no tienen rey por encima de ellos ni súbditos
por debajo; tampoco tienen el trabajo de las estaciones. Sólo el
cielo y la tierra iimitan su duración. Ni siquiera los soberanos que
miran hacia el sur tienen placeres que los superen.
Dudoso, Chuang TZu dijo:
- Supón que hiciera que los hados restauraran tu forma fisi-
ca (los huesos, la carne, la piel)y te devolvieran a tu familia, tus
vecinos y tus amigos. ¿Estarías dispuesto?
La calavera pareció fruncir el ceño al decir:
- ¿Crees que desperdiciaría los placeres de la soberaniapara
volver al fatigoso mundo de los hombres?

Csue¡ic Tzrr

295
¡UECES Y DIPLOMÁTICOS
EL CARNICERO DE OVEIAS Y SU REY

I I rey Chao del estado de Ch'u perdió su país. Yüeh, el carni-


| de ovejas siguió al rey en sr.l huida. Cuanclo el rey Chao
"...oal poder, quiso recompensar a los que se habían quedado
volvió
con é1. Cuando llegó el turno de Yüeh, aquel seguidor d¡o al
mensajero del rey:
rey perdió su país, yo perdí mi carnicería. El rey recu-
-El
peró su país, yo recuperé mi carnicerÍa. Puesto que mi posición
y mis ingresos han sido restaurados) ¿es necesaria alguna otra
recompensa?
Esto fue informado al rey, quien dijo:
*Haz que la tolne.
Se infbrrnó de ello al carnicero de or.'ejas, que dijo:
rey no perdió el poder por culpa mía y nunca esperé sufrir
-trI
un castigo por ello. El rel'no recuperó el poder por ninp3rn rnérito
mío y nunca esperé una recompensa por ello.
Esto fue informado al rey, quien dijo:
Qpe comparezca ante mí.
Esto fue informado al carnicero de ovejas, quien dijo:
le,v de Ch'u dice que nadie puede ser presentado ante
-La
el rey salvo para recibir una gran recompensa por grandes lo-
gros. En este caso, yo carecía de los conocimientos necesarios
para evitar que el Estado sufriera daños y me faltaba el valor para
morir resistiendo a los traidores. Cuando el ejército enemigo entró
en la capital, huí de la lucha por rniedo, no porque siguiera a Su
Majestad a propósito. Ahora Su N,'Iajestad quiere dejar de lado
la ley y recibirme. Ésta no es forma de que un súbdito se dé a
conocer públicamente.
El rey de Ch'u dijo a su comandante del ejército:
Yüeh, el carnicero, ocupa una posición de poca estim¿r
-Este
y, sin embargo, expone de la manera más elevada el deber de un

299
súbdito. ¿Le invitarías en nuestro nombre a conu,ertirse en uno
de los tres ministros principales?
Esto fue comunicado a Yüeh, quien dijo:
que tal cargo está muv por encima del oficio de
-Comprendo
carnicero y que un salario de diez mil está muv por encima de lo
que podría ganar un carnicero de ovejas. Pero ¿cómo podría yo,
por codicia de cargo y riqueza, permitir que mi soberano tenga
fama de absurda generosidad? No merezco ese honor. Deseo
volver a mi oficio.
Así, Yüeh declinó la recompensa para siempre.

CHr,xc; Tzu

300
EL GOCHERO DEL PRIMER MINISTRO

\ /e., Tzu era el primer ministro de Ch'i. Un día, cuando sa-


I Ho, la esposa de su cochero observaba a su marido desde la
puerta. El cochero estaba protegido por un gran toldo acorde con
su rango. Llevaba el látigo a Ia yunta de cuatro caballos, con el
ánimo alegre y el humor satisfecho, pero, cuando regresó a casa,
su esposa Ie dijo que quería dejarlo. El cochero le preguntó las
razones.
Tzu apenas mide metro y medio y es el
-Yen -respondió-
primer ministro, famoso entre los señores del reino. Me he dado
cuenta de que, cuando sale a dar una r,rrelta, parece serio y reflexivo
y siempre tiene un aire de humildad. Mide más de dos metros,
pero sirve a los demás como cochero y parece muy satisfecho de
sí mismo. Por eso quiero dejarte.
A partir de entonces, el cochero hizo menos de sí mismo. A
Yen Tzu le llamó la atención el cambio y preguntó la razón. El
cochero se lo dljo a Yen Tzu, quien le ascendió.

Su-ure Cs'rcN

303
LA REAL
'OYA

p I r.t Hui de Chao llamó a su consejero Lin Hsiang-juyle dijo:


I '¡ El rer de Ch'in olrece intercambiar quince ciudades
por la jova real. ¿Debemos renunciar a ella?
es fuerte y nosotros, débiles respondió Hsiang-ju-.
-Ch'in
No tenemos elecciórr.
--.'Y si se ller.an la joya y no nos dan las ciudadesi preguntó
el rer.Hui.
Hsiang-ju respondió:
- Si Ch'in ofrece sus ciudade s por lajo,va )'nosotros nos nega-
mos, estamos equivocados. Si olrercemos la jova y no nos dan las
ciudades, se equivocan. Entre estas clos posibilidades. nos parece
mejor que Ch'in sc equivoque.
¿.4 quién podenros enviar? presuntó el re,v.
- Si Su \Iajestad no tiene a nadie más. estov dispuesto a ir
como su representante para present¿lr la jova. Si las ciudades nos
son cntregadas, la jo,va permanecerá con Ch'in. Si las ciudades
no son cntregadas) me comprometo a restaurar la jova intacta.
Y así. el rev Hui de Chao envi(r a Hsiang-ju al oeste para
entregar la jova.
El rev dc Ch'ir"r estaba sentado en su estrado cuando recibió
a Hsiang-ju. Hsiang-ju prcsentó la.joya al rer; que quedó muy
satisfi:cho. Sc la pasó a sus acompañantes femeninas r,'a sus asis-
tentes para que la admiraran. Y todos gritaron: «¡Viva el revl».
Hsiang-ju llegó a la conclusión de que el rev de Ch'in no tenía inten-
ción depauarlas quince ciudadesporlajor'a. Así que se adelantóvdijo:
La joya tiene un pequeño defccto que me gustaría señalar
a su majestad.
El rev entregó la jova a Hsiang-.ju, que la asarró con fuerza,
dio un salto hacia atrás v se apoyó cn Llna columna. Estaba tan
enfadado que el pelo parecía empujarle contra Ia gorra.

305
Su Majestad quiere esta joya Hsiang-ju , debe
-Si -gritó
enüar una carta a mi rey en Chao. Él consultará con sus consejeros,
quienes dirán que el estado de Ch'in es tan codicioso que cuenta
con su mayor poder para conseguir nuestra joya real. Jtzgarán
que sus promesas son vacías y que no tiene intención de darnos
las ciudades a cambio. ¡Y decidirán no desprenderse de la joya!
N{i humilde opinión es que ni siquiera en las relaciones entre la
gente corriente puede haber deshonestidad. Cuánto más fieles
deberían ser los grandes estados a esta regla!
Hsiang-ju continuó:
Para nosotros, haber frustrado el placer del poderoso estado
de Ch'in no habría tenido ningún sentido. Así que mi rey, tras
pasar cinco días en abstinencia religiosa, me envió a entregar la
joya real y a presentar humildemente una carta a su corte, por
reverencia al prestigio de su gran Estado y para mostrar nuestro
respeto, pero, cuando llegué, me recibieron en una audiencia ru-
tinaria y con poca ceremonia. t una vez que tuvo la joya real, la
pasó a las mujeres que lo rodeaban para divertirse un poco a mi
costa. IJegué a la conclusión de que no tenía intención de cumplir
su parte del trato. Por eso he recuperado la joya. Si Su Majestad
intenta conseguirla por la fierza, voy a aplastar mi propia cabeza,
junto con la joya) contra este pilar.
Hsiang-ju miró al pilar como si estuviera a punto de cumplir su
amenaza. Por temor a que lajoya fuera destruida, el rey de Ch'in
se disculpó. Luego llamó a un funcionario para que extendiera un
mapa) en el que indicó los quince lugares que asignaba a Chao.
Hsiang-ju juzgó que el rey de Ch'in sólo pretendía ceder las
ciudades a Chao, así que dijo:
La joya real es un tesoro de fama mundial. El rey de Chao
tuvo que ofrecérsela porque le temía. Antes de enviar la joya,
mi rey se purificó durante cinco días. Su Majestad debe hacer
lo mismo ahora y luego debe celebrar las ceremonias completas
para un visitante de Estado. En ese momento presentaré la joya.
El rey de Ch'in decidió que no podia usar la fuerza, así que
aceptó los cinco días de purificación ceremonial y alojó a Hsiang-ju
en un espléndido salón de recepciones.
Hsiang-ju, sin embargo, aún estaba seguro de que el rey de
Ch'in faltaria a su palabra. Así que envió a uno de sus hombres

306
vestido de paisano de r,uelta a Chao con la jova. Pasados los cinco
días, el rey de Ch'in abrió las ceremonias de estado para Hsiangju,
pero éste dijo:
--Ninguno de los últimos veinte reyes dc Ch'in ha mantenido
sus compromisos. Temo de verdad ser engañado.v lallar así a mi
propio Estado. Por eso hice que uno de mis hombres llevara Ia
joya a Chao y espero que ya haya llegado.
Hsiang-ju sonrió persuasivamente y continuó:
es poderoso y Chao no. Si Su N{ajestad enviara un
-Ch'in
solo emisario a nur:stro Estado, entregaríatnos la joya de inme-
diato. Ahora bien. si Ch'in, con toda su superioridad, renuncia
primero a las ciudades y se las confiere a Chao, ¿cómo podríamos
atrevernos a retener Ia joya y ofender a Su N'fajestad? Bien sé que
el crimen de ensañar a Su N{ajestad merece la muerte y estoy
dispuesto a ser arrojado al caldero. Todo lo que pido es que Su
Majestad consulte con sus consejeros v considere mi propuesta
en su totalidad.
El rey de Ch'in miró a sus consejeros r. fi'unció el ceño. Sus asis-
tentes querían llevar a Hsiang-ju a las mazmorras) pero el rey d!jo:
matamos a Hsiang-ju nunca conseguiremos la joya y la
-Si
amistad entre Ch'in y Chao se romperá. Sería rnejor tratarlo con
generosidad en esta ocasión y dejarlo ir a casa. No creo que el rey
de Chao vaya a engañarnos por unajoya.
trl rey recibió formalmente a Hsiang-ju y, tras una ceremonia
completa,lo envió a casa, a Chao.

Su-rr¡, CH'rr,x

307
PAíS DE LADRONES

p I diplomático Yen Tzu se disponía arealizar una misión en el


I /estado de Ch'u. El rey de Ch'u se enteró y dlio a sus consejeros:
T2u es el hablador más astuto del estado de Ch'i. Cuando
-Yen
vensa, me gustaría avergonzarlo. ¿Cómo puedo hacerlo?
Después de que llegue dijeron , sugerimos que un hom-
bre con grilletes sea llevado ante Su Ntlajestad, que Su N'fajestad
pregunte: ha hecho ese hombre?>>. Y nosotros responde-
"¿qué
remos: <<Es un hombre de Ch'il>. Entonces, pregunte cuál fue su
crimen y diremos que ha sido condenado por robo.
Cuando Yen liu llegó, el rey de Ch'u brindó con él hasta que
el vino les puso melosos. Entonces dos oficiales se acercaron al
rey con un hombre atado.
.Qué ha hecho? preguntó el rev
- Es de Ch'i --respondieron--. condenado por robo.
El rey miró a Yen Tzu y le dijo:
¿Es la gente de Ch'i realmente experta ladrona?
Yen Tzu bajó de su estera y se arrodilló ante el rey
Dicen que el naranjo produce una naranja seca y agria cuan-
do crece en el sur y una dulce y jugosa.líando crece en el norte.
Las hojas son parecidas) pero el sabor de la fruta es totalmente
distinto. ¿Por qué? Porque el suelo y el agua no son los mismos.
Ahora bien, la gente que nace en nuestro estado septentrional de
Ch'i no roba. Cuando van al sur, a Ch'u, sí lo hacen. Esto sólo
puede deberse a que el suelo 1'el asua de Ch'u les hacen buenos
para robar.

St;-tt.r Cu'll:x

309
h

, ,l
, I
ESTRATEGIA

uando el ejército de Ch'i se dirigió contra nuestro estado de


¡-'{
\-,{ Lu, nuestro patriarca estaba decididr¡ a enfrentarse a ellos
en batalla. Ts'ao Kuei buscó una audiencia con é1, aunque los
la
compañeros de Ts'ao lo desaprobaron.
consejeros están trabajando en una estrategia
-Sus
ron-. ¿Por qué interferir? -dije-
Los consejeros carecen de visión para la planificación a largo
plazo T§'ao Kuei. Así que fue a ver al patriarca.
-düoqué vas a luchar? preguntó al patriarca, quien
-¿Con
respondió:
mis leales seguidores, que me apoyan porque comparto
-Con
con ellos lariqueza del reino en lugar de quedármela para mí.
Los dividendos materiales no inspirarán al pueblo a seguirte
respondió Ts'ao Kuei.
El patriarca dijo:
yo siempre he dado a los dioses lo que les corresponde,
-Y
insisto en la plena medida en los bienes que se les sacrifican.
ritual no ganará el favor de los dioses T§'ao
-El
Kuei.
-respondió
El patriarca dijo:
compasivo y muestro misericordia a todos los criminales.
-Soy
aunque no pueda estudiar todos los casos.
una cualidad que ganarála lealtad de tu pueblo res-
-Hav
pondió T§'ao Kuei- . Puedes ganar una batalla con eso. Por favoq
déjame ser tu consejero en el frente \
El patriarca permitió que Ts'ao Kuei cornpartiera\u carro. Las
líneas de batalla se formaron en Ch'angshuo y el patriarca estaba
listo para señalar el avance con un redoble de tambor.
Todavía no --dijo Ts'ao Kuei. EI enemigo hizo sonar sus
tambores tres veces-. Mry bien, que suenen nuestros tambores
dijo T's'ao Kuei y el ejército de Ch'i fue derrotado.

311
A continuación. el patriarca se dispuso a oldenar una perse-
cución.
no Ts'ao Kuei v sebajó a examinar las huellas
-Todaría -dijo
de los carros del ejército derrotado. Luego se subió a la barra alta
dei can'o para obsen'ar a lo iejos al enemigo en retirad¿r-. l,-[ur-
bien, persigan --dijo -v expulsaron al ejército de Ch'i.
Tras la r.ictoria. el patliarca preguntó a 'ls'ao Kuei por su
razonamiento.
- En la guerra -respondió Ts'ao Kuei-. la moral es lo prin-
cipal. El primer redoble de tambor clespierta el espíritu de r.aiorl
al segr-rndo rccloble. decae; r; al tercero, de'saparece. Cuando su
valor se agotó. el nuestro estaba al márimo. Étu es larazónpor la
que los derrotamos. Ahora. una gran potencia es dificii de burlar.
Debía tener cuiciado con una emboscada. así que eraminé las
huellas de sus carros v obsen'é el desorden de sus csta.ndartes.
Cuanclo estllvo claro que re¿rlmente se retiraban. llegó ei momcnto
de perseguirlos.

Tso Cu'rl'-l.,rrrc

312
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COMPRAR LEALTAD

D.rg Hstian era un homl¡re cle rango en la tierra de Ch'i. pero


l' hubíu caído en tiempos tan dificiles que casi se moría de ham-
bre. Desesperado. cnvió a su asistente a vet'al serior \{eng-ch'ang,
a cu\¡o scn'icio Feng quería entrar.
.'Qué le intcr"esa a tu señori) 1e preguntó \{eng-ch'ang.
respondió.
-Nada
Bueno, ¿qué clase de traba.jo puede hacer?
-Ninguno.
Diveltido por estas respuestas. ei despreocupado noble accedió a
¿rccptal a Feng Hsüan en sll casa. pe«r ios lugartenientes del señor
slrpusielon quc su anro no tcnía ninsún respeto por el r"ecién llega-
do r,le pr"oporcionaron la comid¿r más srosera. Después de zrlgún
ticmpo de este trato, Feng F[süan empezó a encon'arse contra una
coiumna del palacio r a go\rearla con su espada mientras cautaba:

Oh,frel tsPada. ,'lenentos rlue i;olLtr.t ,\it tuuo |te.sudo fiara clmer.

Los lugartcnientes infbrmarotr de cllo al señor Nlcnu-clt'ane,


quien ciijo:
Sirvanle Ia rnisma comid¿r clue dan a todos los miembros
dc mi casa.
Los lr-rgarlenientes del scr]«rr así lo hicieron. pero. al cabo dt: otro
rato. Ireng Hstian r,olvió a golpcar sti espada mientras cantaba:

Oh. jel esfarla. ¿debento.r re{resar.).\'o lru_1: ¡6¡¡¡1¡1j¿ cn el clut'puedo tnctntcu.

Los lugartcnientes se burlaron dc l-eng Hsüan e inlormaron


de su queja zr su scito¡ quien rcspondici:
- Prepárenlc un caballo y un carruaje corrlo si fuera un nriem-
l;ro de l'ango cle la casa.

315
A partir de entonces, Feng Hsüan montaba en su carruaje,
alzaba la espada y pasabajunto a sus compañeros mientras decía:
el señor me trata como es debido.
-Ahora
Pero, cuando pasó más tiempo, Feng Hsüan volvió a golpear
su espada mientras cantaba:

Oh,fiel espada, ¿debemos uoluer? A,[efaltan medios para mantener mi casa.

Ahora los lugartenientes le veían con malos ojos como un


hombre avaricioso para quien lo suficiente no bastaba, pero el
señor Meng-ch'ang preguntó:
padres, maestro Feng?
-¿Tiene
Una madre anciana fue la respuesta.
Y el señor envió a un ayudante para que se ocupara de que
la mujer no pasara necesidad. Y Feng Hsüan no volvió a cantar
su canción.
Sucedió que) un día, el señor Meng-ch'ang sacó sus cuentas
y preguntó quién en la casa era experto en contabilidad y podía
cobrar sus deudas en el municipio de Hsüeh. Feng Hsüan escribió:
"Puedo hacerlo" y firmó con su nombre. El señor Meng-ch'ang
se quedó perplejo, pues no recordaba a aquel hombre, pero sus
lugartenientes le dijeron:
el mismo que cantaba la canción "Oh, fiel espada, ¿de-
-Es
bemos volver?".
Y el señor se rio y dijo:
Nuestro visitante tiene alguna habilidad después de todo.
He estado desatento y no le he recibido formalmente.
Entonces Feng Hsüan fue llamado a una audiencia con el señor,
quien se disculpó por el retraso.
He estado sobrecargado de trabajo y distraído por mis pre-
ocupaciones Además, es mi naturaleza ser algo lento y
-dijo-.
rígido. He estado tan absorto en los asuntos de Estado que 1o he
ofendido, maestre. Sin embargo, parece que no me guarda rencor
y, según tengo entendido, incluso se ha mostrado dispuesto a ir a
Hsüeh y cobrar mis deudas.
Sí dijo Feng Hsüan y se marchó para organtzar su trans-
porte, poner sus cosas en orden y empaquetar los bonos de los
deudores en su carruaje. Cuendo se despedía formalmente del

3f6
señor N{eng-ch'ang, preguntó-: Cuando haya terminado, ¿qué
debo cornprarle con el dinero?
1o que menos tiene mi casa el señor.
-Mire -respondió
Feng Hsüan se dirigió hacia Hsüeh. Cuando llegó, ordenó a
sus oficiales que convocaran a todos los deudores del municipio
para que comparecieran con sus certiflcados de préstamo. Después
de que cada uno hubo presentado el su1,o. Feng Hsüan falsificó
el nombre del señor Meng- ch'ang en una orden por la que se
perdonaban todas las deudas del pueblo y, con esta autoridad,
quemó los certificados.
nuestro señor! - vitoreó el pueblo.
-¡Viva
Feng Hsüan volvió cabalgando sin parar v llegó a palacio de
madrugada. Enseguida solicitó aucliencia. Maravillado por su
rapidez, el señor Meng-ch'ang se puso la gorra de gala y recibió
a Feng con estas preguntas:
han cobrado las deudas? ¿Cómo ha vuelto tan pronto?
-¿Se
Feng Hsüan.
-Cobradas -respondió
qué ha adquirido para mí?
-¿Y <<Mira lo que menos tiene mi casa>>. Así que me tomé
-Dijo:
la libertad de inspeccionarlo todo. Ilncontré que su palacio está
repleto de elegantes tesoros; sus establos y perreras están bien
surtidos; hermosas mujeres llenan los aposentos inferiores. Juz-
gué que lo que más Ie faltaba a su casa era lealtad y me atreví a
comprarle Lln poco.
lealtad? preguntó el señor.
-¿Comprar
señor Feng Hsüan-, usted es el dueño del
-Mi -respondió
mísero municipio de Hsüeh, pero lejos de tratar al pueblo con
el afecto de un padre, lo ha explotado como un mercader. Asi
que me tomé la libertad de firmar con su nombre una orden que
perdonaba las deudas del pueblo y, con esa autoridad, quemé los
certificados. El pueblo aplaudió. Y así es como compré la lealtad
para usted.
N'Ialhumorado, el señor Nleng-ch'ang le dijo:
ha dicho bastante.
-Ya
Un año después, un nuevo rey de Ch'i informó al señor
N'{eng-ch'ang que su posición ya no podía ser garantizada.
mantendré como míos a los ministros de mi padre
-No
el rel:
-düo

317
El señor N{ens-ch'an€J tuvo que regresar a su municipio de
Hsüeh. Todar.,ía estaba a unas veinte millas de distancia cuando
el pueblo le dio la bienvenida en el camino; apaciguaron a los
ancianos y conducían a los niños para que le rindieran honores.
Entonces N'Ieng-ch'ang llamó a Feng Hsüan v Ie dijo:
Ahora entiendo cómo me has comprado lealtad.

Cu.rs Kuo Ts'e

318
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LOS CRíMENES DEL MOZO DE CUADRA

I I señor Ching, marqués de Ch'i, asisnó a un mozo de cuadra


I ',,.1 ctriclado cle su caballo favorito, pero el caballo murió re-
pentinamente: el señor se enfureció y ordenó a sus hombres que
cortaran los miembros del mozo.
Sucedió que Yen Tzu estaba atendiendo al señor y, cuando los
hombres del señor erltraron, con las espadas preparadas. \'en Tzu
los detur,'o. Le drjo al señor Ching:
tiempos de los rer.es-sabios Yao y Shun, que gobernaban
-En
sólo con el ejemplo, si liabía que descuarfizar a alguien, ,'por los
miembros de quién empezaríauir
--Con los propios miembros del rey dijo el señor Ching y
canceló el castigo. En su lugaq dio orden de que se condenara a
muerte al mozo mediante el clebido proceso.
ese caso dijo Yen
-fztt-- el hombre morirá isnorante
,
-En
de sus crímenes. ¿Se los explico, mi señor, para que los conozca
antes de ser ejecutado?
bien el señot' Ching.
-Nlr-ry' -dijo
Yen Tzu le dijo al mozo:
'-Has cometido tres crímenes: se te asignó el cuidado del
caballo ri en lugar cle eso, lo dejaste morir. Ése e, un criucn por
el que rlereces Ia muerte. Segundo, el caballo era el favorito de
su señoría. Éru .t la segunda razón por Ia que mereces morir. Y
tercero) te ganaste tu destino al hacer que su señoría condenara
a muerte a un homl¡re por un simple caballo. Porclue, cuanclo
el pueblo se entere, se resentirá con nuestro señor. Y cuando los
otros señores feudales se enteren, despreciarán nuestro estado.
Asi que, al rnatar el caballo de su señoría, creas rencor entre la
gente y debilitas nuestro estado a los ojos de sus vecinos. Ahora
estás condenado a muerte.
El señor Ching suspiró proflundamente.

321
Liberen al mozo de cuadra, liberen al mozo de cuadra
gritó , no sea que mi humanidad se vea disminuida.

Ypx Tzu Cs'ur Cu'tu

322
LA CADENA

I I rev de \\'u quería atacar el estado de Ching. Así se lo dijo a


I consejeros v añadió:
"rm¿Quien se atre\:a a criticarme. morirá.
Uno de los seguidores del rer. tenía un hijo pequeño que quería
oponerse pero tenía miedo de hacerlo. Tomó un perdigón \¡ una
honda r,'se fue a vasar por los jardincs detrás del palacio hasta quc
el rocío le empapó la ropa. Durante tres días continuó esta trilla
e ntre los arbustos. Por fin, el re1'de \Vu se fijó en él.v le preguntó:

-¿Para qué tc empapas?

- En el jardín ha1. ur, 6.0o, re spondió el


joven-- \; encara-
mada a é1, ha1'una cigarra quc canta tristemente, mientras sorbe
el rocío, sin darse cuenta de la mantis religiosa quc ha,v detrás
de ella. Agazapada, retorciéndose, Ia mantis intenta agarrar a la
cigarra, sin saber que detrás de ella hay una oropéndola que estira
el cuello para tragarse a la mantis. La oropéndola tampoco sabe
que tiene un tirachinas que le apunta. Los tres, concentrados en
lo que tienen delante, no se dan cuenta del peligro que hay detrás.
dicho el rev de \Vu. Y suspendió el ataque contra
-Bien -d!jo
Ching.

Lru Hsnrc

325
§

.¡t
DE OíDAS

T ieh Tzu era pobre y parecía terriblemente desnutrido. Alguien


I 'r. lo comentó al primer ministro, Cheng Tzu-yang:
Tzu es un erudito del Tao muy conocido. Si sufre po-
-Lieh
breza mientras vive en el estado de su señoría, podría pensarse
¿no
que su señoría es hostil a los eruditos?
Tzu-yang no perdió tiempo y envió a un funcionario a Lieh T2u
con un regalo de comida. Lieh Tzu salió a recibir al mensajero del
ministro e hizo una profunda reverencia, pero rechazó el regalo.
El mensajero se marchó. Lieh Tzu volvió a su casa) donde su
esposa se golpeó el pecho y miró a su marido con desesperación.
Tü humilde esposa siempre pensó que las familias de los
hombres del Tao obtendrían facilidad y placer düo . Ahora,
cuando más Io necesitamos, el primer ministro envía a alguien
para honrarnos con un regalo de comida, ¡y tú lo rechazasl Tal
es rni destino.
Lieh T2u sonrió y dijo a su esposa:
El primer ministro no me conoce por sí rnismo. Nos ha
enviado comida por orden de un tercero. Si llega el momento de
condenarme) es muy probable que también lo haga por boca de
un tercero. Por eso rechacé su regalo.
Finalmente, el pueblo derrocó aTzu-yang.

Lrnu Tzu

327
SUEÑOS

Il jefc del clan \in. en el estado de Chou, poseía \:astas pro-


I ''pieclacles \- sus sirvientes trabajaban sin descanso clesde el
amanecer hasta el anochecer. Había un anciano sin'iente cuyos
músculos estaban agotados. pero el-jefe del clan no hacía n'rás que
forzarlo aÍrn más. El anciano ger-nía cada día al enfrentarse a sLls
tareas. Por la noche dormía profundamente, insensible a la fatiga.
con el ánimo v-ital pol los suelos. \'cada noche soñaba que era el
rey del reino, que presidía a todo el pueblo, que se hacía cargo de
todos los asuntos cle Estado. l-estejaba despreocupadamente en
palacio y todos sus deseos eran satisfechos. Su placer era ilimitado.
pero cada mañana se despertaba 1,r,olúa al trabajo.
,\ quienes trataban de consolarlo por ia dureza de su suerte,
el anciano respondía:
honibre vive cien arlos. mit¿rcl en días. mitad en noches.
-El
De día so)'un vulsar sien'o y las penas de mi vida sou las que
son. pero de noche so,v serrior de los hombres y no har, mayor
satisfacción. ¿q"é tengo que resentir?
La mente del jefe del clan estaba ocupada con asuntos mun-
danos; su atención estaba absorbida por su hacienda. Agotado en
cuerpo y alma, también él dormía insensible a la flatiga, pelo noche
tras noche soñaba que era un sirviente y que corría v corría para
realízar sus tareas. Por ello lo reprendían y regañaban o golpeaban
con Lrn palo. y aceptaba lo que le daban. Nlurmulaba y'gemía en
sueños y sólo se c¿rlmaba cuando se acercaba el amanecer.
EI jefe del clan ller..ó su problerna a un amigo, que le dijo:
posición te da mucha más riqueza 1. honor c¡te a otros
-Tü
hornbres. Tu sueño de sien'o no es más que el ciclo de comodi-
dades y penurias; ésta ha sido siernpre la norma de la fortuna
hurnana. ¿Cómo es posible que tu sueño y tu vida de vieilia sean
iguales?

329
El jefe del clan reflexionó sobre laopinión de su arnigo v alivió
el trabajo de sus sin'ientes. También redujo sus propias preocu-
paciones y se alivió así de sus sueños.

Lr¡u Tzu

330
EL SEÑOR MORTAL

I I patriarca Ching de la tierra de Ch'i estaba con sus com-


l'lpañeros en el monte Buey: Al mirar hacia el norte. sobt'e srt
capital. se le llenaron los ojos de lágrirnas.
{ijo-.
¡Qué tien-a tan espléndidal - Enjarnbrzda, floreciente; ¡ojalá
no nrviem que moriry dejarla como pzr.san ias aguasl \, si desde los tiempos

mas remotos no hubier"a muerte, ¿tenrtía qr-re ilme de aqtú al.guna r'ez?
Sus compañeros se unieron a él en el llanto.
para la sencilla comida que tomamos
-Incluso
para el jarnelgo y el carro de tablas que tenernos que montar,
-dijeron-,
dependemos de la generosidad de nuestro señor. Si nosotros
no deseamos morir, mucho menos debe hacerlo nuestro señor.
Yen Tzu era el único que sonreía, algo apartado. El patriarca
se secó las lágrimas v miró fijamente a !'en Tzu.
Estos dos que lloran conmigo comparten la tristeza que
siento por la aventura de hoy --dijo cl patriarca . ¿Por qué sólo
usted sonríe, señor?
¿Y si el más digno gobernara para siempre? -pregrrntó
Yen
-fnt-. Entonces T'ai o Huan serían patriarcas para siempre. ¿Y
el más valiente? Entonces Chuang o Ling serían patriarrcas para
siempre. Con ellos en el poder, mi señot ahora estaría en los carnpos
de arroz. con una capa dc paja y un sorrbrero de bambú, cansado
de cavar, sin tiempo para meditar sobre la muerte. Y entonces, mi
señoq ¿_cómo ha podido llegar a la posicióu que ahora ocupzri Fue
a trar'és de la slrcesión de sus predecesores, que ocuparon v aban-
donaron el trono cada uno a su tnrno. hasta qr-re llegó a ser señor
de esta tierra. Que usted sólo se lamente por ello es egoísta. § r'er
a un señor egoísta y a sus adtrladores súbclitos, me atrer'í a sonreír.
El patriarca se sintió avergonzado. lel,antó su jarra r.penalizó
a sus compañeros con dos tragos de vino cada uno.

Lrcu Tzu
333
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UNA PALABRA RESUELVE UN MISTERIO

T T" miembro de la vieja generación me contó esta historia


\J sobre un astuto rnagistrado de cierto condado a principios
de la dinastía.
IJn comerciante local se disponía a salir de viaje. Después
de cargar su barco, esperó en él a su criado. Pasaba el tiem-
po, pero el criado no aparecía. lrlientras tanto) al barquero se
le ocurrió que) en aquel lugar desierto, le resultaría muy facil
asaltar al mercader y robarle la mercancía. trl barquero obligó
al mercader a tirarse al agua 1, lo ahogó. Después, el asesino
se llevó la mercancía a su casa y se presentó en la del comer-
ciante. Llamó a la puerta y preguntó por qué el amo aún no
había bajado a la barca. La esposa del mercader envió a unos
criados a buscar a su marido, pel-o no r,'ieron rr.i rastro de é1. In-
terrogó al criado del comerciante, que le dijo que había llegado
tarde a la barca y se había encontrado con que su amo no estaba.
La familia denunció el caso al alguacil local, que a su vez informó
a los funcionarios del condado, quienes interrogaron al barquero
y a los r,'ecinos, pero no encontraron pruebas. La investigación
pasó por varios niveles de la burocracia sin resolverse.
Cuando el caso llegó al magistrado, éste hizo salir a todos de
Ia sala excepto a la esposa del comerciante. Pidió una descripción
exacta de los hechos en el momento en que el barquero acudió
por primerayez a preguntar por el comerciante.
N{i marido llevaba un buen rato fuera la mujer-.
-düo
cuando el barquero llamó a la puerta. Antes de que le abriera,
gritó de repente: <<Señora, ¿por qué no ha bajado todaúa el señor?
Hace tanto tiempo>>. Eso fue todo lo que dijo.
El magistrado rnandó salir a Ia mujer y llamó al barquero, que
hizo una declaración que coincidía con la de la esposa.
es todo, entonces dljo el magistrado con una sonrisa
-Eso
335
¡El comerciante fue asesinado v usted es el asesinol Ha confesado.
-¿qué conli:sé? protestir el barquero en r.oz aita.
Cuando llamó a la casa del mercader. se dirigió a su mujer,
no a é1. No r.io quién estaba detrás de la puerta, pero estabzl sesuro
de que no estaba t:n casa. ¿Ctimo, si no, pudo saberlo?
El asombrado barquero conlesó y fue condenado.

Cr¡u \'['-r-trr¡<;

336
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UN IUEZ SABIO

T Tru rnañana temprano, un tendero que se dirigía al mercado


\J a compral'r'erduras se sorprendió al encontrar un {ájo de
billetes en el suelo. Todaúa era de noche y el tendero se apartó
del camino y esperó a que se hiciera de día para poder examinar
el dinero que había recogido. Contó quince billetes por valor de
cinco onzas de plata y cinco billetes por r.,alor de una ristra de mil
monedas de cobre cada uno. De esta gran suma tomó un billete,
compró carne por valor de dos ristras y atroz descascarillado
por valor de tres ristras v colocó sus compras en las cestas que
colgaban de su bandolera. Luego volvió a casa sin comprar las
verduras que se había propuesto.
Cuando su madre le preguntó por qué no tenía verduras, él
respondió:
este dinero por la mañana temprano cuando iba
-Encontré
al mercado. Así que compré carne y arroz descascarillado y volví
A CASA,
intentas endilgarme? su madre enladada
-¿Qyé -preguntó
Si dinero perdido, no podría ser más que un billete o dos.
fuera
¿Cómo podría alguicn perder un fajo entero? No es robado, ¿ver-
dad? Si realmente lo encontraste en el suelo, deberías devolverlo.
Cuando el hijo se negó a seguir el consejo de su madre, ésta le
amenazó con denunciar el asunto a los funcionarios. Ante eso, él dl'o:
a quién le devuelvo algo que encontré en el camino?
-¿YVr-reli,'e al lugar donde encontraste el dinero dijo su
madre-
-le
y ve si el dueño viene a buscarlo. Entonces podrás devol-
vérselo añadió-: Toda la vida hemos sido pobres. Ahora
-luego
compraste toda esta carne y este arroz; esas ganancias repentinas
seguro que te iievan a la desgracia.
El verdulero se llevó los billetes al lugar donde los había en-
contrad-o. Alguien vino a buscar el dinero. El comerciante, que

339
era un simple campesino, no pensó en preguntar cuánto dinero
había perdido.
tienc sr-r dinero düo y se lo entregó, pero el dueño
-Ac1uí
era tan avaro que se negó, diciendo:
-Perdí treinta billetes. Aún lalta la mitad del dinero.
Con un¿r diferencia tan srande entrc las cantidades rc'cl¿rmadas.
la discr-rsión siguió r'siguió hasta" que se ller'ó a los tribr-rnales para
una'r,ista. El magistrado del condado, Nieh Yi-tao, interrogó al
vendedor de verdur¿rs y r..io que sus respuestas cran básicamente
\¡eraces. Llarnó en secreto a la nradre, la interrogó detenidamente
y comprobó que slls respuestas coincidían con las de su hijo. A
continuación, hizo que las dos partes en litisio presentaran decla-
raciones escritas ante el tribunal. El hombre que había perdido
dinero.juró que Ie faltaban treinta billetes de cinco onzas. El
vendedor de rrerduras juró que había encontrado quince billetes
de cinco onzas.
entonces drjo Nieh Yi-tao . el dinero encon-
-NIu1,bien,
trado no es de este hombre. Estos quince billetes son un regalo
del cielo a una madre digna para sostenerla en I¿r rrejez entregó
el dinero a madre e hijo y les dijo que se marcharan. Luego dljo
al hombre que había perclido su dinero- : Lr¡s treinta billetes
que perdió deben de estar en otro sitio. BÍrsquelos usted mismo.
Nieh Yi-tao lo clespidió con una buena reprimenda ante la
lranca aprobación de todos los que lo oyeron.

Yexc Yu

340
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UN IUEZ INTELIGENTE

n los dias en que Ch'en Shu-ku era magistrado en Chienchou,


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I /habia un hombre que había perdido un artículo de cierto
valor. Se detuvo ¿r varias personas, pero nadie pudo descubrir con
exactitud quién era el ladrón. Así que Shu-ku tendió una trampa
a los sospechosos.
un templo les dijo-, cuya carnpana puede
-Conozco
distinguir a un ladrón de un hombre honrado. Tiene grandes
poderes espirituales.
EI masistrado hizo traer la campana 1. la consagró reveren-
temente en una cámara trasera. Luego hizo que los sospechosos
comparecieran ante la campana para declarar su culpabilidad
o inocencia. Les explicó que si un hombre inocente tocaba l¿r
campanil, ésta permanecería en silencio, pero qlle si el honbre
era culpable, sonaría.
Entonces el magistrado dirigió su bastón en solemne adoración
a la campana. Concluidos ios sacrificios, hizo colocar la campana
detrás de una cortina, mientras uno de sus ayudantes la untaba
secretamente con tinta. Al cabo de un rato. 1ler.ó a los sospcchosos
hasta Ia campana e hizo que cada uno. pol'turno. extcndiera las
manos a trar,és de la cortina ): tocara la campana. Cuando cacla
uno retiró las manos. Shu-ku las cx¿rminó. Las manos de todos
estaban m¿rnchadas e\ceptcr las de un hombre. que conlesó el
robo durante el interrogatorio. No se había atrer-ido a tocar"la
campana por miedo a que sonara.

Cu.rr:c SurH--r.rr

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UN HERMOSO FÉNIX

T Tn hombre de Ch'u llevaba un faisán en unajaula al hombro.


U t'n r iajero en el camino le dijo:
iQué clase de pájaro es ése?
Un fenix el hombre de Ch'u para engañar: al
-respondió
rriajero.
oído hablar de semejante criatura, ¡y hoy estoy rriendo
-He
una de verdad! ¿La vendes?
Sí.
El hombre de Ch'u rechazó mil piezas de plata por el ave) pero
finalnrente aceptó cuando la oferta alcanzó las dos mil. EI compra-
dor pretendía regalar el pájaro al rey de Ch'u, pero el ave murió
durante la noche. Aunque no se afligió demasiado por el dinero
malgastado, Iamentó profundamente Ia pérdida del regalo del rev.
Los detalles de esta historia se conocieron en el estado de Ch'u.
La opinión general era que se trataba de un ave fénir de verdad
y eue, por tanto, no tenía precio. Finalmente, el propio rey se
enteró del regalo y se sintió tan conmovido que llamó al hombre
1'le recompensó con diez veces el precio del faisán.

H.,rr-ux Sr¡ux

345
TRIBUTO AL SOL

66r[rodo lo que se necesita para matar a un campesrno es

I -ur.,.rrerlo ocioso".
Eso dice el proverbio. Salir temprano por la mañana, volver
tarde por Ia noche... el campesino lo considera una vida normal.
Piensa que los frijoles y las hojas son una comida perflecta. Su piel
y su carne son ásperas y duras. Sus músculos y articulaciones se
flerionan rápidamente, pero ponlo un día entre pieles suaves y
cortinas de seda, dale carnes finas y naranjas fragantes y verás
cómo su mente se ablanda y su cuerpo se inquieta mientras sufre
fiebre. Si un príncipe cambiara de lugar con é1, el príncipe que-
daría exhausto en un par de horas. Así pues, no hay nada mejor
en el mundo que lo que satisface y deleita al campesino.
Antiguamente, en el estado de Sung, un campesino llevaba una
prenda acolchada de cáñamo que apenas le servía para pasar el
invierno. Con la llegada de la primavera y el trabajo del arado,
el hombre desnudó su espalda y dejó que el sol calentara su cuerpo.
Sin saber que en el mundo existían las grandes mansiones y las
habitaciones con calefacción, el algodón acolchado y la piel de
zorro) se volvió hacia su esposa y le dijo:
Siento el calor del sol en la espalda, pero nadie conoce este
gran lujo. Como tributo voy a llevárselo a nuestro señor y él me
dará una rica recompensa.

Lrus Tzu

34i7
DE I.A
p rt. cuento está tomad o de Ju Lin [,],'ai Shih (Los erurlitoi¡, de \\'u
r ¡Ching-tzu. una novela escrita en el segundo cuarto del siglo
xvur. El libro de \\u, del que este relato es el primer capítulo, es
una sátira de los modales y la moral de los funcionarios eruditos
bajo la dinastía manchú (Ch'ing), 1644-1911.
Haci¿r el final del reinado monsol, r'ino ai mundo un hombre
de gran integridad, aunqlle franco r.,sencillo. ¿Su nombre? Wang
Nfien. ¿Su hogar? Una aldea en cl condado de Chuchi en la
provincia de Chekiang El padle de \\rang NIien mtirió cuanclo
él tenía siete años v su madrc' se dedicó a coser para que el niño
pudiera estudiar en la escuela del pueblo. Así pasaron unos tres
años. Entonces \{Iang Nlien cumplió cliez años.
La madre cle \\hng \,{ien lo llamó.
querido liijo d,jo- , nunca querría retenerte, pero
-N,fi -le
desde que mi padre murió v rne dejó'u'iuda 1'sola. el dinero sale,
pero no entra. Son tiempos dificilcs, con el arroz y la leña tan
caros. He empeñado o vendido todo io que he podido de nuestra
ropa vie.jtr y enseres domésticos. ¡'Cómo puedo mantenerte en 1¿r
escuela si todo lo que tenemos es lo que consigo cosiendo para
la gente? lQLré pu.:do hacer, entonces) sino dejarte ir a trabajar
pastoreando el búfalo de nuestro r,.ecino para ganar un poco de
dinero cada mes? También tendrás comida, pero debes irte mañana.
que tienes razón, madre \Vang Mien De
-Creo -di.io -.
todos modos, me estaba aburriendo de estar sentado en la escuela.
Prefiero ir a cuidar del búfalo; puede ser un poco más di',,ertido. Si
quiero estudiar; puedo ller.arme alzunos libros, como hago siempre.
Así quedaron las cosas esa misma noche y, al día siguiente, la
madre de \\¡ang NIien lue con él a casa de sus r,'ecinos, la farnilia
Ch'in. El viejo Ch'in les hizo desayunar y luego sacó un búfalo
de agua, que entregó a \Vang N,Iien. EI granjero señaló más allá
de su puerta v dijo:

35r
A un par de tiros de arco de aquí encontrarás Sietc Lagos.
A lo largo del lago hay una extensión de hierba verde donde dor-
mitan los búfalos de todas las familias. Hu.v doccnas de sauces de
buen tamaño que dan mucha sombra. Cuando los búfalos tienen
sed, pueden beber a orillas del lago. Diviértete allí, joven; no hace
fálta ir muy lejos. Y nunca recibirás menos de dc,s comidas al dia,
más el poco dinero que pueda darte, pero debes trabajar duro.
Espero que mi oferta no te decepcione.
Tras disculparse, ia madre de rr{rang Mien se dio la vuelta y
su hijo la acompañó hasta la puerta. Le alisó la ropa por última
vez y le dijo:
Debes tener mucho cuidado. No des motivos a nadie para que
te culpe. Sal al amanecer y vuelve a casa al anochece, y evítame
preocupaciones Wang Mien dijo que lo entendía y su madre
se marchó, conteniendo las lágrimas.
Desde entonces, Wang N{ien se pasaba el día cuidando de los
búfalos de Ia familia Ch'in. AI anochecer, volúa a su casa para
pasar la noche. Había veces en que los Ch'in le ofrecían un poco
de pescado salado o carne en conser\ra y, sin falta, lo envolvía en
una hoja de loto y se Io llevaba a casa a su madre.
En cuanto a las pocas monedas de cobre que le daban para
comer, siempre las guardabapara uno o dos meses. Entonces,
se tomaba un momento libre para ir a la escuela del pueblo y
comprar algunos libros al librero. Todos los días, después de atar
al búfalo, se sentaba a leer bajo los sauces.
Pasaron otros tres o cuatro años. \Vang Mien siguió estudian-
do y empezó a ver el verdadero significado de 1o que leía. Uno
de los días más calurosos de pleno verano, cuando el tiempo era
insoportable, Wang Mien descansaba sobre la hierba, cansado de
cuidar del búfalo. De repente, densas nubes se extendieron por
el cielo y se desató una tormenta. Luego, las nubes oscuras con
flecos blancos empezaron a romperse y dejaron pasar un chorro de
sol que iluminó todo el lago. Las colinas sobre el lago eran masas
de verde, azul y púrpura; los árboies, recién bañados, mostraban su
verde más hermoso. En el lago mismo, el agua cristalina goteaba
de docenas de capullos de loto y cuentas como perlas rodaban de
un lado a otro sobre las hojas de loto.
Wang Mien contempló la escena.

3s2
"Los hombres de antaño decían que el hombre está en la irna-
gen", pensó. "¡qué ciertol Si tuviéramos un pintor con nosotros
para hacer unas cuantas ramas de estos lotos, ¡qué fascinante seríaI".
A1 mismo tiempo, a \{ang N{ien se le ocurrió: "No hay nada
en el mundo que no se pueda dominar. Por qué no pintar unos
cuantos yo mismo".
Nlientras soñaba despierto, \Vang NIien vio a lo lejos a un torpe
porteador que llevaba una carga de comida colgada de un poste,v
una.jarra de vino en la mano. Una estera cubría los paquetes de
comida. Cuando llegó bajo los sauces, extendió la estera y abrió
Ios paquetes. Desde la misma dirección se acercaban tres hombres
con birretes de eruditos en la cabeza. Uno de ellos iba vestido con
la túnica azul zahro de un licenciado, los otros dos simplemente
con túnicas oscuras. Los tres parecían tener cuarenta o cincuenta
años. A'anzaban con paso lento, mientras se abanicaban con
abanicos de papel blanco.
El de azul era un hombre gordo. Cuando llegó bajo los sauces,
indicó a uno de sus acompañantes) que tenía barba, el lugar de
honor y al otro, un hombre delgado, un lugar opllesto. Ill gordo
debía de ser el anfitrión, pues ocupó ei asiento rnás bajo y sirvió
el vino. Después de un rato comiendo, el gordo abrió la boca
parahablar:
maestro Wei ha vueltol Acaba de comprarse una
-¡trlviejo
casa nueva. Es aún más grande que la que tenía en la capital y
costó dos mil taeles de plata. Como el maestro \A/ei era el compra-
doq el propietario rebajó el precio unas docenas de taeles por el
prestigio que se le iba a pegar. El maestro !!'ei se mudó ala casa
a principios del mes pasado. Sus Honorables, el gobernador y el
magistrado del condado, acudieron personalmente a su puerta
para felicitarlo y fueron agasajados allí hasta bien entrada la noche.
Toda la ciudad 1o tiene en la más alta estima.
Señoría el magistrado del condado el flaco-,
-Su -dijo
obtuvo su penúltimo grado en el examen trienal. El maestro Wei
fue su examinador y, por tanto, su mecenas. Así que era de esperar
que viniera a felicitar a su patrón.
- Mi cuñado -dljo el gordo-, también es protegido del
maestro \A¡ei. Ahora es magistrado de condado en la provincia
de Honan. Anteayer mi yerno trajo unos cuantos kilos de vena-

353
do seco. Cuando regrese) le pediré a mi cuñado que escriba una
carta para presentarme al maestro Wei. Si el maestro \Vei nos
honra con una rrisita de vuelta, nuestros campos se salvarán de
los cerdos v burros que nuestros granjeros locales dejan sueltos
para que coman hasta hartarse.
¡El viejo maestro \\'ei es un verdadero erudito! el
hombre flaco.
-dijo
que, cuando salió de Ia capital hace unos días añadió
-Dicen
el barbudo-, el emperador en persona lo vio salir hacia la muralla de
la ciudad y luego caminaron una docena de pasos tomados de la
mano. El maestro Wei tuvo que inclinarse una y otra yez para
declinar el honor, antes de que Su N,fajestad regresara a su silla
de manos. Tal y como están las cosas, el maestro \Vei deberia
ocupar pronto su cargo.
Así transcurrió la conversación, que nunca llegaba a su fin.
\Vang Nlien, sin embargo, vio que se acercaba la noche, así que
se llevó a su protegido a casa.
Ahora \Vang N{ien ya no invertía el dinero ahorrado en libros.
En su lugar, hizo que alguien le comprara piementos y polvo de
plomo blanco para que aprendiera a pintar el loto. Sus primeros
esfuerzos no fueron especialmente buenos, pero al cabo de unos
meses consiguió hacer una semejanza perfecta de la flor, tanto
en su aspecto exterior como en su calidad esencial. Si no hubiera
sido por la hoja de papel, ¡sus lotos podrían estar creciendo en el
lagol Algunos lugareños que vieron lo bien que pintaba incluso
pagaron dinero por su trabajo )¡, con é1, \Vang compró alsunos
caprichos para su madre.
Se corrió lavoz hasta que todo el condado de Chuchi supo que
habia entre ellos un maestro de la pincelada en el estilo "sin hue-
so" o de fbrmas suaves de la pintura de flores. La sente empezó a
competir para comprar las pinturas. Cuando \\'ang lr{ien alcanzó
la edad de diecisiete o dieciocho años, ya no trabajaba para la fa-
milia Ch'in. Todos los días hacía algunos bocetos o estudiaba a los
poetas antiguos. Con el paso del tiempo no tuvo que preocuparse
por la comida o la ropa y su madre era tan feliz como podía serlo.
Wang \,'Iien estaba tan dotado que antes de cumplir los veinte
dominaba campos del saber como la astronomía, Ia geografia, los
clásicos y los textos históricos. Sin embargo) era poco habitual en

354
é1, ya que no buscaba ni carsos ni amigos; permanecía recluido
con sus estudios. Cuando vio las ilustraciones del traje de C"ü
Yüan en Lrna edición del gran poema de Ch'u Sao ', \\iane
-Li
Mien se l.istió con elmismo tipo de sombrero alto como una tabla
v túrnica ondulante.
Cuanclo llegabzr la estación de las f-erias, montaba a su madre
en un carro tirado por bueyes, se r¡estía a la última moda y, con
un látigo r:n la mano y una canción en los labios, viajaba ¿r donde
le apetecía, a Ias aldeas v pueblos vecinos o a Ia orilla del lago.
Sus correrías provocaban las risas de los niños del pueblo, que le
seguían en pequeños grupos. A \\rang NIien no le importaba. Sólo
el viejo Ch'in, su vecino, le quería y respetaba, pues, ar-rnque el
anciano era agricultor, tenía mente propia y había visto crecer a
\\¡ang Mien desde la juventud hasta la madurez cultivada. Una
y otra vez ambos disfrutaban de la más cálida compañía cuando
él invitaba a \\'ang Mien a su casa de campo.
Un día en que \{ang Mien estaba de visita con el viejo Ch'in,
vieron fuera a un hombre que se acercaba a ellos, un hombre
que llevaba la gorra cónica y el algodón negro de un oficial de
bajo rango. El viejo Ch'in dio la bienvenida al visitante y, después
de cortesías mutuas, los dos hombres se sentaron. El visitante se
apellidaba Chai y serwía al magistrado del condado de Chuchi
colno sargentojefe ), tnayordomo al mislno tiempo. Como el ma-
yor de los hijos del viejo Ch'in, era pupilo del mayordomo Chai y
lo llamaba "padrino", éste bajaba con frecuencia ala aldea para
a su pariente.
"'isitar
El viejo Ch'in armó un gran alboroto y le dijo a su hijo que
preparara té, matara un pollo y cocinara algo de carne para aga-
sajar a Chai a lo grande. Luego pidió a \\¡ang Mien que se uniera
a ellos. Después de que el viejo Ch'in presentara a Wang Mien a
su invitado, el mayordomo Chai dijo:
este honorable señor Wang el experto pintor de flores
-¿Será
en el estilo de formas suaves?
mismísimo el viejo Ch'in-. Pero, mi querido
-El -respondió
pariente, ¿córno lo .supo?
¿Qrién no lo sabe en la ciudad? dijo el mayordomo--. Hace
nnos dias Su Señoría, el magistrado de nllestro condado, me dljo
que qtiería un folio de r,einticuatro pintruas de flores para enviárselo

355
a su superior y me encargó el trabajo. La gente habla tan bien de
\\¡ang N{ien que acudí especialmente a ti, querido pariente. Y ahora
la fortuna me permite conocer al señor \\'ang, a quien molestaría
por unas pinceladas de su honrado pincel. En quince días volveré
aquí a buscarlos. Estoy seguro de que Su Señoríatendrá unos cuan-
tos taeles de plata para "humedecer el pincel"; los llevaré conmigo.
Desde labarrera, el viejo Ch'in incitaba seriamente a Wang
Mien, quien, antes que herir los sentimientos del viejo Ch'in, no
tuvo más remedio que aceptar. Se fue a casay se lanzó a la compo-
sición de las veinticuatro piezas florales y añadió un poema acada
una. El mayordomo Chai se presentó en su despacho y el magistra-
do ShihJen pagó veinticuatro taeles de plata. El mayordomo tomó
doce taeles por su comisión, entregó doce a Wang I\{ien y se marchó
con el folio. El magistrado tomó el folio del mayordomo y reunió
algunos otros regalos para el señor \{'ei para desearle lo mejor.
A Wei Su no le interesó ninguno de los regalos, salvo el folio. Lo
apreciaba, lo saboreaba, no quería soltarlo de sus manos. AJdía
siguiente invitó al magistrado Shih a un banquete en su casa para
expresarle su agradecimiento. Y allí pasaron el tiempo mientras
el vino corría a su alrededor.
un día recibí el álbum de flores que Su Señoría tan
-Hace
amablemente me envió Wei Su-. Me pregunto si es obra
-dijo
de algún maestro clásico o de un hombre de nuestros días.
El magistrado apenas pudo ocultar la verdad a su superior.
El pintor es un campesino local del distrito de tu protegido.
Se llama Wang Mien y es muy joven, apenas un principiante.
Apenas merece entrar en su exigente visión, querido patrón.
estudiante que soy dijo Wei Su con un suspiro-,
-Humilde
he estado fuera tanto tiempo que soy culpable de ignorar que un
talento tan digno haya venido de mi pueblo natal. Una vergüen-
za.IJna vergüenza. Este buen compañero no sólo posee la más
alta habilidad, sino también una gran riqueza de conocimientos.
¡Muy inusual! Algún día nos igualará en nombre y también en
posición. ¿Podría concertar una cita con él?
hay problema el magistrado-. Cuando
-No -respondió
me vaya haré que alguien lo organice. Cuando Wang Mien sepa
que es mi querido patrón quien se interesa tanto por é1, sé que se
alegrará muchísimo.

356
Y así se despidió de \!'ei Su, volvió a su despacho y encargó
al mayordomo Chai que invitara a Wang N.{ien de la lorma más
humilde y cortés a una reunión con Wei Su.
El mayordomo voló hasta la aldea y fue directamente a casa
del viejo Ch'in para presentarle la invitación. Y si se Ia presentó
a \Ahng Mien cinco veces, se la presentó diez veces, pero Wang
Mien sólo se rió y dijo:
siento, pero tendre que molestarte, mayordomq paraque inforrnes
-Io
a Su Señoríade que\4'angNlienesunsimple campesino quejamás soña-
ría con una audiencia asi. Ni a mí se me ocurriría aceptar esta inütación.
El rostro del mayordomo se ensombreció al decir:
¿Q3iién se atrevería arechazarla inütación de su señoría? Por
no mencionar el hecho de que, si yo mismo no te hubiera hecho el
favor, Su Señoría nunca habría sabido de tu talento. Es lógico que
después de conocer a Su Señoría, encuentres la manera de mostrar-
me tu sratitud. ¿Y cuál es la idea de no poner Dnatazade té para mí
después de haber ranido hasta aquí? Y darme esta excusa y aquélla
para no querer iL ¿qué se supone que sigrifica? ¿Y cómo se supone
que voy a informar debidamente a Su Señoría? ¿Intentas decirme
que eljefe de todo un condado no puede convocar a un plebeyo?
Wang Mien-, hay algo que no entiendes.
-Mayordomo --dijo
Si hubiera hecho algo malo y Su Señoría emitiera una citación
oficial para mi comparecencia, ¿cómo podría negarme? Pero esto
es sólo una invitación, lo que significa que no me está exigiendo
que vaya. Prefiero no ir. Su Señoría debería perdonarme.
qué demonios estás hablando? dljo el mayordomo-.
-¿De
¿Irás si te convocan, pero no si te invitan? No aprecias que alguien
intente ayudarte.
señor Wang, de acuerdo, de acuerdo el viejo
-Buen
Ch'in -dijo
. Si Su Señoría envia una invitación. por supuesto que
tiene buenas intenciones. iPor qué no ir esta vez con mi querido
pariente? Ya conoces el dicho: "LIn magistrado puede arruinar a
Ia familia". ¿Por qué ser tan terco?
\\hng Mien-, el mayordomo no lo sabe, pero
-Tío -drjo
¿no me has oído hablar de antiguos dignatarios que rechazaron
la llamada de su soberano? Realmente no iré.
planteas un problema dificil el mayordomo-.
-Me puedo
-düo
llevar a Su Señoría?
¿Qué explicación

357
Se trata de un verdadero dilerna el viejo Ch'in--, entre
ir o no ir. Por un lado, el señor \\'ang-düo
se niega zr ir; por otro. mi
querido pariente tendrá dificultades para explicarlo si no Io hace.
Sin embargo. puede que tenga una salida. Cuando r.uelvas a Ia
ciudad, querido pariente, no digas que el señor \Yang no quiere
iE sólo que está enfermo en casa v no puede venir enseguida,
pero que Io hará dentro de unos días, cuando se encllentre mejor.
cnatro vecinos para responder de esol gritó
-¡Necesitaría
el mayordomo. Y así discutieron una y otra vez. El viejo Ch'in
preparó Ia cena para el mayordomo y le dijo en voz baja a \\rang
que le trajera medio tael de plata de su madre, para reembolsarle
los gastos del viaje.
Cuando el magistrado Shih oyó el inlorme del mayordomo,
pensó:
"¿Cómo es posible que ese bribón se haya puesto enfermo?
Este lacayo de mayordomo debe de haber entrado en la aldea
como "el zorro delante del tigre" 1 le ha dado un susto de muer'-
te al artista, que probablemente nunca lra sido recibido por un
funcionario. Pero como mi mecenas, Wei Su, ha dejado en mis
manos la organización de una reunión, me tendrá en menos si
suspendo esta prueba. Parece que tendré que presentar mis res-
petos al artista personalmente. Este amable cumplido, sin ningún
atisbo de coacción, seguramente le dará el r,alor para conocerme
\! entonces, lo ller.,aré a \¡er a mi mecenas. Así podré pasar la
prueba con distinciórf', pero el magistrado tuvo otra idea: "Qye
un magistrado del condado se rebaje a presentar sus respetos a un
carnpesino provocará el desprecio de sus subordinados".
Entonces el magistrado tuvo otro pensamiento:
"El otro día mi patrón habló de este artista con un cien por cien
de respeto. Yo, por tanto, debería ser respetuoso al mil por cien.
Además, si me rebajo a mostrar respeto a un campesino digno, las
crónicas locales seguramente incluirán una sección en alabanza
de él ¡para mi eterno crédito! No veo nada malo en eilo",
! así, el magistrado tomó su decisión.
A la mañana siguiente pidió su silla de manos. Prescindió de
todos ios heraldos v estandartes, y sólo llevó a ocho guardias para
despejar el camino, así como al mayordorno Chai, que se aferró a
los raíles de la silla. Se dirigieron directamente a la aldea. Cuando

358
los aldeanos oyeron el gong quc anunciaba Ia aproximación de
un oficial, acudieron en tropel a miraq mientras sostenían a sus
ancianos y ller.,aban de la mano a sus jóvenes.
La silla llegó a la puerta de \Vang \,Iien. ¿Y qué encontró el
mayordomo? Siete u ocho chozas con tejado de paja y una puerta
de madera sin pintar, bien cerrada. El mayordomo saltó hacia la
puerta. Después de llamar un rato) salió una anciana, se apoyó
en su bastón y dijo:
N{ien no está en casa. Lle'u'ó el búfalo a abrerrar a
-\\¡ang
primera hora de la mañana y aún no ha vuelto.
señoría ha venido en persona a llamar a su hijo drjo el
-Su
mayordomo . ¿Para qué pierde el tiempo? Dígame dónde está
ahora mismo, para que pueda entregar la citación.
pura verdad la anciana es que no está aquí y
-La
no sé a dónde ha ido
-drjocerró Ia puerta tras de sí.
-y
N[ientras hablaban, se acercó la silla del magistrado. El ma-
yordomo se arrodilló ante ella v ofreció su informe:
humilde servidor ha estado intentando convocar a \\¡ang
-Su
NIien, pero no se encuentra en casa. Permítame sugerirle, Señoría,
que traslade su silla-dragón a la casa de descanso pública, mientras
yo continúo mis esfuerzos.
Con el mayordomo Chai colgado como antes, la silla fue lle-
vada detrás de la casa de \trang N'Íien, donde había un revoltijo
de senderos elevados que bordeaban los campos. N'Iás allá había
un sran estanque bordeado de olmos y moreras. A lo lejos se
extendían varias hectáreas. También había una pequeña colina,
cerca del estanque) r,erde por el denso follaje. Estaba a unos 800
metros de la casa de !\rang Mien y dos personas podían saludarse
desde la colina hasta Ia casa.
Mientras se llevaban al magistrado, un búfalo de agua con
un vaquero montado en él hacia atrás apareció por detrás de Ia
colina. El mayordomo se apresuró hacia él y le preguntó:
Joven, ¿has visto dónde ha llevado su animal tu vecino \{ang
NIien?
refieres al tío \\¡ang? el segundo de los hijos
-¿Te -respondió
del viejo Ch'in . Se ha ido a una fiesta en la aldea del clan Whng
a unas siete millas de aquí. Pero éste es su búfalo. Me pidió que
lo llevara a casa.

359
El mayordomo informó al magistrado, que frunció el ceño.
Si es así , no tiene sentido que vaya a la casa de
-dUo
descanso. Volveremos a la oficina de inmediato.
Para entonces, el magistrado estaba tan enfadado que lo pri-
mero que pensó fue en hacer arrestar a \\'ang N'fien y darle una
dolorosa lección. Pero, al pensarlo mejor, temió que su patrón
lo criticara por su mal genio. Sería mejor callarse y explicar que
Wang Mien no merecía que le hiciera un favor. Ya se ocuparía del
joven campesino a su debido tiempo. Con estos pensamientos, el
magistrado abandonó la aldea.
En realidad, Wang Mien no había ido muy lejos y pronto llegó
paseando a casa. Muy molesto, el viejo Ch'in se le acercó y Ie dijo:
Has sido demasiado obstinado. Es eljefe de todo el condado.
¿Cómo puediste ser tan insolente?
Buen señor dijo \!'ang Mien-, por favor, siéntese. Tengo
algo que decirle. EI magistrado, respaldado por el poder de Wei
Su, ha estado maltratando a nuestros campesinos de todas las
maneras posibles. ¿Por qué debería tener algo que ver con una
persona así? trl caso es que, cuando regrese, seguro que Ie dirá
algo a Wei Su. Si Wei Su se ofende por el insulto, buscará ajustar
cuentas conmigo, me temo. Así que de momento me despido,
recojo mis cosas y me voy para no meterme en líos, aunque dejar
a mi madre sola en casa me inquieta.
dijo la madre de Wang Mien-, ller,'as años vendiendo
-Hüo
tus obras de arte. De eso he ahorrado cuarenta o cincuenta taeles
de plata. Así que no me faltarápara lo básico. ! aunque soyvieja,
tengo buena salud. No veo ninguna razónpara que no te quites de
en medio durante un tiempo. Además, no has cometido ningún
delito. Los oficiales no van a venir a llevarme.
razón el viejo Ch'in-. Además, tu talento
-Tiene -düo
pasará desapercibido enterrado en esta aldea. Vete a algún lugar
importante donde puedas conocer la fortuna. En cuanto a tu
honorabilísima madre, yo me encargaré de todo en casa mientras
estés fuera.
Wang Mien dio las gracias al viejo Ch'in con las manos juntas
en alto. EI granjero volvió a su casa por üno y manjares y, con ellos,
se despidió de \&'ang Mien como era debido. Pasaron la mitad de
la noche celebrándolo antes de que el viejo Ch'in volviera a casa.

360
Al día siguiente, antes del amanecet \\'ang Mien se ler.antó y
recogió sus cosas. El r,'iejo Ch'in llegó cuando estaba terminando de
desayunar. \\¡ang N{ien se despidió respetuosamente de su madre,
y madre e hijo, entre lágrimas, se dieron la mano. Wang Mien
se calzó los zapatos de cáñamo, se echó la mochila a la espalda
y se dirigió a la entrada de Ia aldea. El viejo Ch'in lo acompañó
con un pequeño farol blanco. Los dos hombres lloraban. El viejo
Ch'in, con la linterna en la mano, se quedó observando a \\'ang
Mien hasta que se perdió de vista.
Expuesto a los elementos, parando cada veinte o treinta millas
en albergues, Wang N,Iien üajó directamente a la ciudad de Tsinan,
capital de Shantung. Aunque Shantung es una provincia septen-
trional y, por tanto, más pobre, T§inan es populosa v próspera.
Cuando Wang \,{ien llegó se había gastado todo su dinero, por 1o
que tuvo que alquilar una pequeña vivienda adosada a la fachada
de un convento. Allí leía las estrellas y adivinaba la suerte de la
gente. 'fambién pintaba algunas flores de loto de formas suaves,
que ponía a la venta a los transeúntes. Su obra era tan popular
que no podía mantener alejadas a las multitudes.
En un chasquido de dedos, pasó medio año. En la ciudad había
algunos vulgares plutócratas que apreciaban los cuadros de Wang
Mien y siempre estaban deseosos de comprarlos. Por supuesto,
estos ricachones no venían personalmente; enviaban a sus lacayos,
que gritaban y daban órdenes y armaban tal alboroto que Wang
Mien no tenía paz. Cuando no pudo soportarlo más, pintó un
enorme buey y lo pegó junto con unos versos de espino. Sabía
que esto le traería problemas y empezó a pensar en marcharse.
Un día, en la clara madrugada, estaba sentado en su habita-
ción cuando se asombró al ver una gran multitud de hombres y
mujeres que gritaban y se lamentaban mientras avanzaban por
la calle. En las cestas que colgaban de los palos de sus hombros,
algunos llevaban ollas y enseres domésticos y otros) niños. Todos
estaban demacrados y harapientos. Pasaban en tropel, fila tras
fila, y llenaban la calle. Algunos se sentaban en el suelo y pedían
limosna. Al preguntarles por qué estaban ahi, respondieron que
venían de las comarcas y condados a 1o largo del río Amarillo.
Sus campos y casas habían sido arrasados, dijeron, cuando el río
rompió los diques e inundó el campo. Eran gente corriente que

361
huía de una catástrofe por la que el gobierno no se preocupaba.
Así que sólo podían echarsc a la carretera para sobrevivir.
!\hng N{ien no podía soportar verlos.
río se dcsborda hacia el norte -dijo con un suspiro- )'
-Ei
el mundo entra en un periodo de gran desorden. iQpé sentido
tiene quedarse aquí?
Recogió el dinero que tenía. ató sus cosas en un fardo y regre-
só a casa. Sólo cuando llegó a la frontera de su provincia natal
supo que \\¡ei Su había r.uelto a la capital r,' que el magistrado
habí¿i sido ascendido. Así que pudo regresar a casa y presental'
sus respetos a su madre.
Se alegró de encontrarla tan sana como siempre. Le habló de las
muchas atenciones que le había dispensado el viejo Ch'in. \\'ang-
N{ien se apresuró a deshacer el equipaje v le llevó al anciano Ch'in
un lollo de seda v urlos caquis secos como muestra de gratitud.
Después, \\rang N{ien cantó poemas) hizo dibujos y cuicló de su
madre como había heclio antes.
Pasaron seis años. La madre de \\rang N,fien, ya anciana 1'
enferma, permanecía en cama. Wang \,Iien probó todo tipo de
remedios 1'médicos, pero fue en vano. Un clía, .su madre le dio
el siguiente consejo:
\'/eo que ya no puedo salvarme. Estos años, la gente me ha
estado diciendo que, \'a que eres tan culto, debería animarte a que
fueras y te convirtieras en funcionario. Sin duda. eso daría buena
imagen de tus antepasados. Y sin embtrreo, esos funcionarios
nunca parecen llegar ¿r buen puerto. Con tu espíritu orgulloso, el
resultado sería terrible si te metieras en problernas. Así que, hijo
rnío, presta atención a estas irltinras palabras: tonra Llna esposa v
form¿r una farnilia, cuida de mi tumba y no te conrriertas en fun-
cionario. Así podré morir enpaz) con los ojos 1,la boca cerrados.
\Vang \,Iien asintió con lágrimas en los ojos. Su madre exhaló
suavemente el último suspiro y se fue a casa. El afligido hijo se
golpeaba el pecho y dziba pisotorres para expresal'su dolor. y sus
sritos conmovieron hasta las lágrimas a los vecinos. Pidió al viejo
Ch'in que le ayudara a preparar la ropa del entierro y el ataúd.
El propio Wang N{ien acarreó la tierra para hzrcer el túmulo r,l
durante los veinticinco meses necesarios, durnrió sobre tierra 1.
cáñamo, en sr:ñal de luto.

362
Apenas un año después de que terminara el luto ceremonial,
estalló Llna gran revolr:ción. El líder zrntimongol Fang Kr.ro-chen
se apoderó de la pror.incia de Chekiang, Chang Shih-ch'eng de
Sucliou y Ch'en Yu-liang de la reeión de Hupei-Hunan. Pero
estos tres no eran más que bandidos-héroes. El fundador de la
dinastía Nlting sería Chu Yüan-chang. el Gran Ancestro Imperial,
que levantó un ejército en Chuyang. capturó Nankín v se erigió en
rer,'de \\Iu. Sus jr-rstas legiones aplastaron atr bandido-héroe Fang
Kuo-chen y le dieron el mando de todo Chekiang, v las aldeas y
ciudades conocieron la paz.
Un día al mediodía. cuando \Vanq N{ien regresaba a casa tras
la cerernonia de ban'ido de la tumba de su madre, se sorpren-
dió al ver a una docena de jinetes que se dirigían a su aldea. El
homlrre que iba en cabeza llevaba una gorra del ejército en la
cabezay una túnica militar. Con su l'ostro claro y despejado y sus
bigotes de tres hebras. tenía las marcas de un auténtico soberano
chino. El liombre se apeó en la puerta de \\'ang \rIien, lo salucló
cortésmente y le dljo:
hacerle una pregunta? ¿Dónde está la casa del
-¿Puedo
maestro \&'ang Mien?

--Su humilde sen'idor responclió \\rang Mien . Esta pobre


casa es la mía.
N{aravilloso dljo el hombre , pues es a ti a quien vengo
a saludar.
Ordenó a sus hombres que desmontaran, acorralaran a sus
caballos junto a los sauces del lago v se apostaran frente a la
cabaña. Sólo el iíder tomó a \Vzrng N'Iien de la mano y entró
con él en la casa, donde se sentaron como anfitrión e invitado e
intercambiaron más atenciones.
Wang Mien dijo:
No me atrevo a preguntarle su respetadísimo nombre y
título 1'por qué h¿r fár,orecido a esta remota aldea con una visita.
N{e llamo Chu el hombre-. He ler.,antado
-respondió
ejércitos por todo el sureste de China y antes ostentaba el título
de rer,de Chuyang. Ahora que he tomado Nankín, se me conoce
como el rey dc \\'u. He venido a conquistar las fur:rzas del ban-
dido-héroe Fane Kuo-chen y deseo en particular presentarte nlis
respetos.

363
¡Oh! ¡Simple aldeano que soy, por carecer de ojos para ver!
Así que realmente es ¡Su Alteza! ¿Cómo se atreve un tonto cam-
pesino a apartar a Su Alteza de su camino?
pobre huérfano -dijo el rey de !\x- es un tipo tosco
-Este
y rudo, pero ahora que veo tu aire de erudición, mis pensamien-
tos de lama y mérito rnundanos parecen desvanecerse. Durante
todas mis campañas he tenido tu nombre en estima. Hoy vengo
a hacerle una respetuosa visita con la esperanza de recibir su
instrucción) maestro. Puesto que el pueblo de Chekiang lleva
mucho tiempo en rebelión, ¿qué se puede hacer para ganar sus
corazones V sus meutes?
hace falta que un campesino se lo diga a un hombre ilus-
-No
trado y previsor como Su N{ajestad \\hng Mien-. Si
-respondió
se utilizaran los principios básicos de humanidad y rectitud para
ganarse la lealtad del pueblo, ¿quién en todo el mundo podría
resistirle? Si conquistas a nuestro débil pueblo por la fuerza, su
sentido de la rectitud les evitará la deshonra de la sumisión. Mira
lo que le pasó a Fang Kuo-chen.
El rey de Wu suspiró profundamente y asintió con la cabeza
en señal de aprobación, y los dos hablaron juntos hasta que se
puso el sol. Los seguidores del rey habían traído consigo raciones
secas de grano cocido y \Vang Mien fue é1 mismo a la cocina para
hornear Lrna buena ración de pasteles y freír un plato de puerros.
Sirvió al rey y luego se reunió con él para cenar, tras lo cual el rey
agradeció a \\rang NIien sus sabios consejos y partió a caballo.
Ese mismo día, el viejo Ch'in regresó de la ciudad y preguntó
por el visitante, pero Wang Mien nunca dijo exactamente quién
había venido, sólo que era un oficial del ejército con el que había
hecho amistad cuando estaba en Shantung.
Pocos años después, el rev de Wu calmó la catastrófica agi-
tación del mundo y restableció el caldero sagrado en Nanking,
símbolo de la continuidad de la más antigua herencia dinás-
tica. El reino quedó unido. La nuer,a dinastía se llamó Gran
Ming y el título del reinado del emperador fue "Poder Abru-
mador". En todo el país, el campesinado trabajaba en paz y
contento.
En el cuarto año del Poder Arrollador, el viejo Ch'in fue a la
ciudad y regresó para decirle a Wang Mien:

364
Señoría \Vei Su ha respondido por sus crímenes y fue
-Su
enviado al exilio. He traído una copia de la notificación completa
para mostrártela.
De este modo, Wang Mien se enteró de que, tras rendirse a
las fuerzas Ming, \\bi Su había afirmado que siempre había sido
el leal vasallo del nuevo empcrador. El emperador estaba tan fu-
rioso que exilió a Wei Su a Ho-chou, clonde se le asignó la tarea
de cuidar la tumba de un lamoso general del reinado mongol.
Otro documento que trajo el viejo Ch'in fue el reglamento de
laJunta de Ritos que regía la seler;ción de funcionarios. Como
antes. habría un exarnen que requeriría ensayos formales sobre
los clásicos confucianos cada tercer ario.

- En realidad dijo \\¡ang Nfien , estas norrras son irorri-


bles. Siempre que los eruditos tienen este camino hacia Ia fama
y la gloria, no se tornan en serio ios principios correctos para la
composición, la conducta, el servicio oficial y la reclusión.
N{ientras hablaban se hizo de noche. Era principios de verano }'
el tiempo era inesperadamente chlickr. Fll viejo Ch'in preparó una
mesa en un claro para trillar trigo 1'los dos hombres disfrutaron de
una cena con Lln poco de vino. Entonces, la luna apareció por el
este e hizo que todo brillara como una interminable extensión de
cristal. Las gaviotas dolrnidas v los corlloranes que descansaban
no ernitían ni un solo sonido. \\hng N'Iien sostur.o la copa con la
mano izquierda y señaló las estrellas con la derecha.
NÍira --dijo . la constelación Grilletes cruzará Esplendor
Literal'io. Las cosas no irán bien para esta generación de eruditos.
Nlientras \\hng Nlien hablaba, un r-iento repentino .se levantó v
atravesó los árboles con un silbido ominoso, lo que asustó a las ar es
acuáticas y las hizo huir graznando. El rriejo Ch'in y Wang Mien se
cubrieron el rostro de miedo, pero pronto amainó el üento y, cuando
abrieron los ojos, r,ieron algo asombroso: cientos de estrellitas se pre-
cipitaban desde todas las direcciones hacia la esquina sureste del cielo.
Puede que el Cielo se apiade de nosotros dijo \\'ang
Ntlien y nos enr,{e esta tropa de príncipes de las estrellas para
mantener la fortuna de los eruditos, pero no durante nuestra rrida.
Recosieron la mesa v se fuerr¡n por separado a casa.
A partir de entonces, se oyó decir que el gobierno Ming liabía
enviado órdenes al gobernador de Chekiang para que \\¡ang NIien

365
ingresara en las filas de los funcionarios. Al principio, \,!'ang N{ien
no se tomó en serio los rumores, pero las habladurías no hicieron
más que aumentar. Así que, sin decírselo al viejo Ch'in, \\rang
\Iien recogió en silencio sus pertenencias y se escabulló de noche
a las montañas K'uaichi.
N'Iedio año después, la corte N,Iing enr.ió a un funcionario con
una citación imperial. Venía acompañado de muchos hombres
y traía espléndidos regalos. Llegó a la puerta del viejo Ch'in y
encontró a un hombre de más de ochenta años, con la barba
y las patillas de un blanco plateado y en las manos, un bastón.
El mensajero imperial se mostró cortés v el viejo Ch'in lo hizo
pasar a la casa.
¿trstá el maestro \Vang Nfien en esta aldea? el
mensajero . La Gracia Imperial le concede el cargo -preguntó
de Conse-
jero N,{ilitar Consultor. He ,u,enido expresamente a presentarle la
orden imperial por escrito.
de nuestra aldea respondió el viejo Ch'in-, pero hace
-Es
mucho tiempo que no sé de su paradero.
El viejo Ch'in olreció un poco de té y luego condujo al fun-
cionario hasta la casa de \Vang N{ien. Abrió la puerta de un
empujón. Arañas y telarañas llenaban las habitaciones; zarzas
y ntaleza cubrían los caminos. El funcionario pudo comprobar
por sí mismo que \\iang Nfien llevaba mucho tiempo fuera. Con
un triste suspiro, el mensajero llevó su documento de vuelta a la
capital para informar de su misión.
\Vang N'Iien vivió en la oscuridad en las montañas K'uaichi y
se cuidó de no revelar nunca su identidad. A1gún tiempo después,
enfermó y falleció. Sus vecinos reunieron un poco de dinero y lo
enterraron al pie de las montañas. Ese mismo año, el viejo Ch'in
también alcanzó su término mortal. Es extraño, pero estos días
los escritores y eruditos hablan de \Vang NIien como Consejero
N{ilitar Consulto¡ aunque sinceramente, ¿cuándo ejerció su cargo
ni siquiera un solo día? Por eso he intentado aclarar las cosas.

Wu Cswc-rzu

366
t a
NATURALEZA

p I suelo está sujeto por las grandes montañas. Tienr: las rocas
I---¿lcomo huesos, Ios ríos como venas y la vegetación como pelaje.
Su carne es la tierra. los 60 centímetros de suelo en los que crecen
las cosas. Debajo está el suelo.

CH,rNc Ht-,¡,

369
CMILIZACIÓN

D ,la esquina sur del extremo oeste se encuentra la gran prade-


| ' 'r, primitiva rodeacla cle tierras desconociclas. Allí las fuerzas
vitales del universo, eIlin y ellang, no se intercambian, por lo
que no hay contraste de calor y frío. No brilla la luz del sol ni
de la luna, por lo qLle no hay ni día ni noche. La gente no come
ni se r.,iste, sino que duerme la mayor parte del tiempo y sólo se
despierta unavez cada cincuenta días. Creen que lo que hacen
en sueños es real y qlre lo que hacen despiertos es irreal.
trl punto central dentro de los cuatro marcs es nuestro reino medio de
China. A caballo enne el río Ama¡illo, al nofte v al su4 y ertendiéndose sobtt
las montañas Tái, al este y al oeste, contiene muchos miles de kilómetros
cuadrados. Su medida de;rzz y2angha sido cuidadosamente determinada.
por lo que tiene estaciones iguales de frío y calor: I-a división de la luz y
la oscuridad se ha hecho con discernimiento, por lo que el día y Ia noche
son iguales. St-s gentes r.arían en inteligencia. Todas las cosas crecen y se

multiplican. Hay todo tipo de talentos y habüdades. Un reyy sus oficiales


los prrsiden. La tzdiciftr y la § los sostieuen. Su murdo esta lleno de todo
tipo de cosas. Duert-t-ten y se despiertar-r en tur orden regular Corxideran
real lo que hacen despiertos e irreal lo que ven en sueños.
En la esquina septentrional del extremo oriental hay una
tierra llamada "los asentamientos de las colinas", donde el clima
es habitualmente castigador. trl Sol y Ia Luna permanecen cerca
del horizonte y su luz es débil. La mayoría de los cultivos no cre-
cell en cl suelo. La gente vive de raíces y legurnbres e ignora Ia
cocina. Son dttros t'despiadados por naturaleza y los más fuertes
explotan a los más débiles. Honran lafuerza superior, no la ética
social. La ma,vor parte del tiempo están en movimiento y rara \¡ez
descansan. Y siempre están despiertos; no duermen en absoluto.

Lr¿u Tzu
371
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