TFG 2023 - Emilova Racheva, Mariyka

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Facultad de Traducción e Interpretación

GRADO EN TRADUCCIÓN E
INTERPRETACIÓN

TRABAJO DE FIN DE GRADO

EL DEBATE SOBRE EL LENGUAJE


NO BINARIO EN LOS ÚLTIMOS 50
AÑOS: BASES LINGÜÍSTICAS,
COGNITIVAS Y SOCIOLÓGICAS

Presentado por:
D. Mariyka Emilova Racheva
Responsable de tutorización:
Prof. Dra./Dª Elisa Serna Martínez
Curso académico 2022/2023
Agradecimientos

A mi tutora, Elisa Serna, por implicarse tanto y por ayudarme a mejorar. A Patri, por confiar
en mí y darme mi primer empujón. A mis amigues, por todas esas horas juntes en las salas de
estudio de media Granada. A Edu y a Nadiya, por el apoyo y el cariño incondicional que me
esperaban en casa.

A todes vosotres: gracias. Sin vosotres, no estaría aquí.

2
Resumen

Chique, todes, amigue… Son algunos ejemplos de uso del lenguaje no binario directo. Esta
variedad diastrática de la lengua, asociada al colectivo LGBTQIA+, ha sido ampliamente
criticada por la población desde que, en torno a 2017, los medios de comunicación
convencionales comenzaron a hablar de ella. Generalmente, la controversia ha girado en torno
a la corrección lingüística de su uso, creando otra fuente más de tensión y polarización
ideológica entre la comunidad hispanohablante.

Ahora bien, esta no es una controversia específica del español, o de las lenguas romances. De
hecho, se suele acusar a quienes usan la -e de importar un debate extranjero. Lo que desconocen
es que, este debate supuestamente extranjero que gira en torno al uso del pronombre inglés they,
de la tercera persona del plural, para referirse a un sujeto singular, lleva existiendo desde el
siglo XVIII. Además, los argumentos en contra son muy similares y sirven para entender mejor
el caso en español.

Asimismo, les detractores de la desinencia -e en español la consideran una imposición frívola


e innecesaria, motivada por la ideología. Se trata de un argumento usado también contra el
lenguaje no sexista, en el que se ignora por completo la relación probada entre el lenguaje y la
cognición. Lo que también se ignora en este debate es la existencia de las personas no binarias
y su derecho a nombrarse y expresarse de acuerdo a su identidad de género. Al igual que el
resto del colectivo LGBTQIA+, les no binaries se enfrentan a la violencia de un sistema de
género binario, cisheteropatriarcal y colonial, que nunca les ha contemplado como una
posibilidad. Un sistema que se esfuerza, a través de muchos medios, por seguir metiéndoles en
el armario.

Les no binaries han existido desde que se tienen registros de la civilización humana, en
diferentes formas y culturas. No obstante, la estigmatización y la censura del lenguaje de género
no binario contribuye a su invisibilización. Por ello, además de explicar las bases socio y
psicolíngüísticas de la hipótesis de relatividad lingüística; la evolución antropológica de las
identidades no binarias; y el origen y funcionamiento del lenguaje no binario directo; he
analizado las formas en las que se puede favorecer su uso, a través de la pedagogía y del marco
jurídico aplicable, y discutido brevemente las implicaciones éticas del debate. Porque en el
fondo, lo que se pone en duda no es la corrección lingüística, sino los derechos fundamentales
de todo un grupo de la población.

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Tabla de Contenidos

1. Introducción
2. Motivación y objetivos
3. Metodología
4. Marco teórico:
4.1. Relación lenguaje-cognición
4.2. Género social y no binarismo
4.3. Origen y funcionamiento del LNBDes
4.3.1 Lenguaje inclusivo y lenguaje no binario directo e indirecto
4.3.2 Otras clases de LNBDes

4.3.3. Argumentos en contra del uso de la -e


4.3.4. Argumentos a favor del uso de la -e
5. Análisis crítico de la praxis
5.1. El LNBD en las aulas
a. Políticas de planificación lingüística que favorecen el uso del LNBD
b. LNBDes en la pedagogía
5.2. Marco jurídico aplicable
6. Discusión de las implicaciones éticas
7. Conclusiones
8. Bibliografía

4
1. Introducción

Artículo 2. Derecho a la autodeterminación de género.

Toda persona tiene derecho:


[...]
2. Al reconocimiento de su identidad de género, libremente determinada.
3. Al libre desarrollo de su personalidad conforme a su identidad de género,
libremente determinada.
4. A ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser
identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad en el ámbito
de la Administración de la Junta de Andalucía.

Presidencia de la Junta de Andalucía, 2014

En 2017, una nueva polémica irrumpió en los medios de comunicación españoles. El mensaje
que transmitían aseguraba que las feministas y el colectivo LGBTQIA+ habían inventado una
nueva forma de cambiar el lenguaje hablando con la -e (Cabello Pino, 2022, pp. 64-65). Se
trataba de un mensaje alarmista, sensacionalista y lleno de resquemor, ante la idea de que el
lenguaje inclusivo viniera a tratar de alterar otra vez la pureza de la lengua española.

Este uso lingüístico ha recibido varios nombres: lenguaje inclusivo, lenguaje no sexista, género
neutro, género no binario, lenguaje de género no binario y otras combinaciones de estos. Yo,
personalmente, he decidido llamarlo lenguaje no binario directo (LNBD, de ahora en adelante).
¿Por qué directo y no lenguaje no binario a secas? Porque también existe el lenguaje no binario
indirecto (LNBI) que, dicho mal y pronto, es evitar hacer cualquier uso de morfemas de género
cuando se habla de otras personas. Yo mismo acabo de usar el LNBI en esta última oración.

Volvamos al abordaje del LNBD en los medios. Lo cierto es que el LNBD no es tan nuevo, ni
es una invención y por supuesto, tampoco es una forma de “desviar la atención de problemas
reales”. Esto último, de hecho, sí es algo que se ha repetido en incontables ocasiones en artículos
de opinión sobre el uso de la -e como morfema de género (Cabello Pino, 2022, p. 64).

El primer uso constatado del LNBD en español (a partir de ahora, LNBDes) es anterior a la
constitución (García Meseguer, 1976). Lo que indica que en esa época ya se encontraba en uso.
Por otro lado, es necesario entender que el LNBDes tiene su base etimológica y fonética en el

5
latín y en los residuos del género neutro latino que perduran en español. Aunque, técnicamente,
el lenguaje es un código comunicativo arbitrario y por lo tanto, plenamente inventado en el
sentido más literal de la palabra. Además, tampoco se trata de una forma de desviar la atención
de problemas reales, sino más bien de llamarla hacia algo que se ha ignorado en Occidente hasta
ahora: la existencia de las personas no binarias. Una comunidad que siempre ha existido allá
donde haya habido rastro de civilización y a la que también se le aplican los derechos arriba
citados.

2. Motivación y objetivos

Hay dos cuestiones que me han llevado a escoger este tema para mi TFG y a plantearlo de esta
forma. Como bien sabemos, el debate en torno al LNBD está muy presente tanto en el día a día,
como en el ejercicio de nuestra profesión, gracias a sus implicaciones éticas e ideológicas. Y
precisamente es el estigma y el desprestigio con el que tantes hablantes tratan a esta variante
del lenguaje inclusivo lo que me llevó a escoger este tema para mi TFG. La otra razón tiene que
ver con la forma en la que se plantea el discurso a favor del LNBDes.

La escasa (aunque creciente) literatura que hay a favor del LNBDes tiende a plantear la
discusión de una de las dos formas siguientes. Algunes lo exponen como un problema de
traducción con respecto al uso del pronombre de tercera persona plural they para un referente
en singular, algo que se da especialmente en la traducción audiovisual y la literaria (López,
2019). Muches otres tienden a explorar el LNBDes como una alternativa al masculino genérico
dentro del lenguaje no sexista (Barrera Linares, 2019; Bodine, 1975). Este punto de vista deja
de lado uno de los principales argumentos detrás de su existencia: la posibilidad de nombrar e
identificar a las personas no binarias, sin obligarlas a encajar en el binarismo de género. Esta
falta de visión en la literatura reciente es algo que Cabello Pino también señala en su artículo,
Los morfemas de género emergentes (-x y -e) y su tratamiento en la prensa española (2022, pp.
61-62).

Así pues, el principal objetivo de este TFG es reivindicar el uso del LNBDes en todas las esferas
de la vida pública. Para ello, he profundizado en los aspectos del capítulo 4, a través de una
serie de conceptos básicos en torno al LNBDes. Del mismo modo, he analizado los principales
argumentos en contra y a favor de su uso. Ahora bien, este no es mi único objetivo. En esta
reivindicación, he querido ser pedagógico, lo que me ha llevado a tomar dos decisiones en mi
estilo de redacción.

6
Por un lado, he decidido bajar ligeramente el registro en comparación a lo que suele ser lo
común en muchos textos académicos. He basado esta decisión en la crítica constante que
hacemos en esta facultad a ese estilo de redacción innecesariamente grandilocuente y
enrevesado que vemos en muchos de los textos que analizamos y traducimos. Así pues, mi
intención es crear un texto claro y accesible, con el que acercar la amplia variedad conceptual
que se explora en estas páginas a un público general.

Por otro lado, y dado que voy a dedicar 10 000 palabras a defender el LNBDes, he decidido
emplear el LNBDes en todas aquellas ocasiones en las que la norma insta a usar el masculino
genérico. Esto me permite aumentar el número de textos que se han escrito usando el LNBDes
en un contexto formal. Además, es mi forma de darle una aplicación práctica a un modelo de
TFG que es eminentemente teórico. Así pues, he usado el LNBDes al igual que lo he estado
haciendo hasta ahora, en mi día a día: con orgullo, sabiendo que sigo el rigor lingüístico que he
expuesto a continuación.

3. Metodología

Para la elaboración de esta revisión bibliográfica, he analizado una serie de publicaciones


extraídas de entre las referencias de Non-binary language in Spanish? Comprehension of non-
binary morphological forms: a psycholinguistic study (Stetie y Zunino, 2022) y de Relatividad
lingüística, gramáticas de género y lenguaje inclusivo: algunas consideraciones (Scotto y
Pérez, 2020). También he considerado oportuno analizar otras obras relacionadas con los
distintos apartados temáticos que abordaré. Por un lado, Androcentrism in prescriptive
grammar: singular ‘they’, sex-indefinite ‘he’, and ‘he or she’ (Bodine, 1975); y “Acerca de la
discriminación de la mujer y de los lingüistas en la sociedad”. Reflexiones críticas (Moreno
Cabrera, 2012) me han servido para poder analizar el discurso contrario al LNBDes y al
lenguaje inclusivo (en adelante, LI) en general.

Del mismo modo, Tú, yo, elle y el lenguaje no binario (López, 2021); Gramática inclusiva
parcial del español (Duarte et al, 2022); y Una breve historia del español no binario
(Papadopoulos, 2022) han sido mis principales fuentes para obtener literatura que respaldara el
uso del LNBDes. Finalmente, están las fuentes que he usado para el análisis crítico de la praxis.
Por una parte, en el marco educativo, estas han sido las guías de uso del LI de varias
universidades, incluyendo la de la Universidad de Granada; y la publicación “Bienvenidxs
todes”: el lenguaje inclusivo desde una perspectiva crítica para las clases de español (Parra y

7
Serafini, 2022). Por otra parte, estas fuentes han sido la legislación, la jurisprudencia y otros
documentos de interés, sin efecto legal, que cito en el apartado del marco jurídico. De igual
manera, he mencionado otras obras secundarias procedentes de diferentes campos de estudio, a
lo largo de este análisis, según necesidad.

He realizado este análisis siguiendo un orden lógico que ayudase a construir una visión holística
y multidisciplinar de la situación. Así, he comenzado exponiendo las bases conceptuales que
justifican el uso del LNBDes. Y a continuación, he analizado el aspecto práctico que atañe al
LNBDes. Para este fin, he estudiado la manera en la que se aborda en diferentes instituciones
educativas, dada la relevancia que la educación tiene en cualquier movimiento de cambio social.
Asimismo, en este análisis de la praxis he decidido incluir un apartado dedicado al estudio del
marco jurídico competente. Esto se debe a que las repercusiones del debate en torno al LNBD
no son sólo lingüísticas o sociales, sino también jurídico-políticas1, dado que está relacionado
con la identidad de género de las personas no binarias.

En cuanto a la estructura del marco teórico, he decidido formular una serie de conclusiones
hipotéticas que se pueden extraer de los conceptos expuestos dentro de cada subapartado.
Después, he justificado la veracidad o falsedad de estas hipótesis, combinando la lógica
proposicional y los datos empíricos que mi bibliografía me ha aportado. Del mismo modo, he
decidido usar siglas y abreviaturas para aquellos términos y palabras clave que aparecerán
repetidamente, con el objetivo agilizar la lectura.

El último apartado lo compone la discusión, en la que he explorado brevemente las


implicaciones éticas del debate que existe en torno al uso del LNBD. Posteriormente, en las
conclusiones, he descrito las limitaciones de este trabajo y posibles líneas de investigación, que
se podrían explorar en el futuro dentro de esta temática.

4. Marco teórico:

4.1. Relación lenguaje-cognición

Para explicar la relación que existe entre el lenguaje y los procesos cognitivos y cómo esta
relación afecta a la conceptualización del género, es necesario comprender primero las
diferencias entre el género gramatical y el género social. Como lingüistas, entendemos que el

1
Digo jurídico-políticas y no sólo jurídicas puesto que, al ser el poder ejecutivo quien legisla, todas las cuestiones
relacionadas con el ámbito judicial tienen un trasfondo político.

8
género social es un recurso de las lenguas ’generizadas’2, o con carga de género, que permite
la complementación compleja de los núcleos de los sintagmas verbales y nominales. Frente a
esta clase de idiomas, existen lenguas ’semigenerizadas’ en las que solo se refleja el género si
le hablante considera que el significante lo posee (ej.: pronombres artículos y posesivos del
inglés); y lenguas sin género, como el chino, cuya morfología no posee ninguna marca de
género (Stahlberg et al, 2007).

Ahora bien, el género social posee muchas definiciones. Si combinamos algunas de las
definiciones más populares, vemos que el género es un constructo social, generalmente binario
(masculino-femenino), cuyas categorías se atribuyen a los individuos, al nacer, en función de
la apariencia externa3 de sus genitales. De este constructo, derivan una serie de expectativas y
normas de conducta social que afectan toda clase de relaciones interpersonales con miembros
tanto de la misma categoría, como de la opuesta. Esto sería lo que conocemos como roles y
estereotipos de género. Del mismo modo, estas expectativas y normas están ligadas a la
autopercepción de cada individuo. Es decir, su identidad de género (Organización Mundial de
la Salud, s.f.; Consejo de Europa, s.f; Butler, 1991).

Partiendo de esta diferenciación, muchos de los estudios relacionados con la hipótesis de


relatividad lingüística (HRL) han tendido a basarse en los efectos del género gramatical sobre
la cognición. Lejos del determinismo lingüístico de Sapir-Whorf y de la universalidad de la
gramática de Chomsky, la HRL propone una realidad a medio camino. Scotto y Pérez (2020)
recogen varias de las contribuciones más significativas.

Cuando hablamos de relativismo lingüístico, generalmente nos referimos a uno de los tres tipos
de relatividad posibles que existen de acuerdo a Lucy: el ‘relativismo estructural’ (1996). Él
definía esta clase de relativismo lingüístico como el efecto que los usos y actuaciones
lingüísticas en un idioma tienen sobre el pensamiento y/o la conducta de quienes hablan este
idioma. Desde entonces, se ha publicado una enorme variedad de estudios nutriendo la HRL.

2
Traducción que Scotto y Pérez (2020) hacen del término en inglés, gendered languages.
3
Esta especificación sobre la apariencia de los genitales externos es importante. Al nacer, algunas personas
intersex presentan genitales externos que se asemejan exclusivamente a una vulva, o a un pene. Sin embargo, sus
cromosomas, sus órganos reproductores, e incluso la falta de estos últimos, indican que su sexo biológico es
diferente que el que se asociaría a sus genitales. Uso aquí la palabra sexo y no género porque, en este caso, el sexo
de una persona intersexual es precisamente ese: el intersex. El género que se les asigna al nacer dependerá de la
apariencia de sus genitales y su identidad de género será también totalmente independiente de su sexo (Fausto-
Sterling, 1993; Butler, 1991; Catalán y Emilova, 2022).

9
Scotto y Pérez hacen un repaso de algunos de los más importantes. De todos ellos, se centran
en el de Wolff y Holmes (2010).

En su análisis bibliográfico, estos dos profesores de psicología determinaron la influencia del


lenguaje sobre el proceso cognitivo, en función de los efectos que este producía antes de hablar,
durante y después. Scotto y Pérez hacen una revisión de los efectos del lenguaje en cada una
de estas etapas (pp. 13-15). No obstante, lo que verdaderamente nos interesa es lo que ocurre
después de hablar. Es ahí donde se vería un efecto constatable del género gramatical en la
conducta y la cognición.

Para hablar de la influencia del lenguaje sobre la cognición después de usarlo, Wolff y Holmes
citan a uno de los trabajos más conocidos en el ámbito de la HRL: Sex, Syntax and Semantics
(Boroditsky, Schmidt y Phillips, 2003). Estes tres autores, a les que Wolff y Holmes citan,
recogieron una serie de experimentos empíricos en los que a les participantes se les sometía a
una serie de ejercicios de asociación, para determinar el nivel de estereotipación de género que
el género gramatical pudiera generar en elles (Jakobson 1959; Konishi 1993; Sera, Berge y del
Castillo, 1994). En todos estos artículos, los resultados apuntaban a que existe una correlación
clara.

Así pues, Wolff y Holmes proponen que el lenguaje afecta al pensamiento y la conducta de dos
formas: actuando como foco (language as spotlight) y como inductor (language as inducer).
Tras su uso, el lenguaje funciona como foco ya que, la forma en la que la información se
transmite y codifica, resalta determinadas cualidades del entorno. Del mismo modo, funciona
como inductor puesto que, el uso repetido de un lenguaje refuerza la importancia de esas
cualidades. Así, se condiciona a le hablante a hacer esas asociaciones en los procesos de
categorización y conceptualización mental. En otras palabras, la asociación entre las ideas que
el lenguaje genera tras haber sido usado y la información que le hablante tiene sobre su entorno,
se interioriza.

De esto, he extraído mi primera hipótesis: el género gramatical está ligado al género social . El
lenguaje cambia y se adapta a la percepción del hablante. Que les lingüistas entendamos la
diferencia entre género gramatical, como elemento necesario en las lenguas romances para la
coordinación gramatical; y el género social, como constructo basado en el binarismo con el que
se han estudiado los caracteres sexuales, no impide que en el imaginario colectivo estén
relacionados por una cuestión pragmática, psicológica y sociolinguística. Esto es algo que
Samuel, Cole y Eacott (2019) tratan de explicar en su extensa revisión de la literatura empírica

10
sobre la HRL. En ella, les tres autores llegan a la conclusión de que esta relación se fortalece
en contextos en los que hay una alta carga de género codificada en la situación comunicativa y
en el lenguaje.

Moreno Cabrera cita a Labov (1994, 2001, 2010) para explicar que los cambios lingüísticos van
ligados a alteraciones no solo fonológicas y/o gramaticales, sino también sociales y cognitivas,
tanto en le hablante individual, como en la sociedad en su conjunto. Es decir, si se tiende a
relacionar el género gramatical con el género social, desde la Antigua Grecia 4, es porque hasta
que la RAE en su revisión de la Gramática de 1973 dijo lo contrario, muches lingüistas también
aceptábamos esa relación. Y si con eso no fuera suficiente, esta relación inherente entre el
género gramatical y género social ha sido reconocida incluso a día de hoy por la propia RAE
en sus canales oficiales (@RAEinforma, 2023a, 2023b). En conclusión, con esto queda claro
que es necesario aceptar esta realidad, en lugar de tratar de nadar a contracorriente para
convencer a le hablante de algo que ha visto y tratado como cierto desde que se ha estudiado la
lengua española (Nebrija, 1492; Bello, 1847).

Buscando desmentir esta relación, encontramos a quienes afirman que el masculino genérico es
el género no marcado y que se trata de un morfema de género que incluye a toda la población
(@RAEinforma, 2023a, 2023b; Fábregas et al., 2012). Ya hemos visto, en el párrafo anterior,
que esta postura se adoptó en 1973. Anteriormente, y aún a día de hoy, el consenso señalaba
que el uso del masculino genérico era un reflejo del funcionamiento de la sociedad patriarcal,
en la que la esfera pública estaba dominada por la presencia masculina y la privada, por su
influencia y sus decisiones (Beauvoir, 1990).

Para corroborar cómo se aplica esto al LNBD, me he me remitido a la obra Non-binary language
in Spanish? Comprehension of non-binary morphological forms: a psycholinguistic study
(2022) de Stetie y Zunino. Este artículo es ejemplo de uno de los estudios psicolingüísticos más
completos y recientes sobre el tema. Con una muestra de 515 personas, las autoras crearon un
cuestionario de comprensión lectora con el que poder poner a prueba la capacidad de
representación del masculino genérico frente a la del LNBD. Para asegurar la veracidad de los
resultados, midieron los tiempos de respuesta de les participantes y controlaron su entorno al
máximo. En las oraciones de los enunciados, se usaron tres tipos de morfemas de género,

4
Véase la definición de genos que el propio Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, (RAE,
1973) da en un pie de página, en la página 172, nota 6: Con el término 'genos' se designa en griego tanto el
término gramatical como el sexo de los seres vivos.

11
siempre en plural: el masculino, el neutro con la -e y el neutro con la -x. A esto, les participantes
debían responder si la oración designaba:

● a una sola mujer,


● a un solo hombre,
● a un grupo de mujeres,
● a un grupo de hombres,
● a un grupo mixto,
● o a ninguna de las anteriores.

Para poder evitar el aprendizaje y la manipulación de las respuestas por parte de les
participantes, solo el 40% de la batería de preguntas era relevante para la recogida de
información. Así, en el 60% restante del cuestionario, se preguntaba por otra clase de datos
cualitativos codificados en las oraciones. Además, las respuestas del apartado demográfico del
cuestionario permitían también discernir si las respuestas de les participantes eran un esfuerzo
consciente de manipular los resultados para respaldar su posición ideológica.

Con estos mecanismos de control entre otros, los resultados de Stetie y Zunino han demostrado
que el masculino genérico hace que, a nivel cognitivo, le hablante tienda a pensar en un
referente semántico de género masculino, en contextos en los que la estereotipación de género
es alta. Dicho de otro modo, en contextos en los que los estereotipos de género han señalado
algo como eminentemente masculino, usar el masculino genérico logra reforzar estos
estereotipos en la cognición de le hablante.

Además, mediante la medición del tiempo de respuesta, descubrieron que este tiempo disminuía
en las formas que empleaban la -e; y aumentaba, en las formas que empleaban la -o. A este, se
suman todos los experimentos sociolingüísticos y revisiones de la literatura que se han venido
realizando hasta ahora y que también apuntaban a lo mismo: que el género gramatical afecta a
la conceptualización y a la interpretación del mensaje que hace le hablante (Jakobson, 1966;
Konishi, 1993; Sera, Berge and del Castillo, 1994; Lucy, 1996; Samuel, Cole and Eacott, 2019).
Por lo que podemos concluir que la hipótesis, de que los conceptos de género gramatical y
social están ligados, es cierta.

4.2. Género social y no binarismo

Género y sexo no son lo mismo. Esta es una idea que Fausto-Sterling ya desterró del campo de
la Biología en 1993 y que se llevaba debatiendo en las disciplinas relacionadas con los Estudios

12
de Género varios años atrás. Ya he explicado en qué consiste el constructo social del género y
cómo este se basa en una errónea interpretación del dimorfismo genital. Así, no es de extrañar
que, en muchas de sus obras, Judith Butler hable del género como un constructo social basado
en la imposición de la cisheteronormatividad: una norma que refleja todo lo que dictan los roles
de género (1991, 1993, 2004).

Es importante entender que, dada la importancia que se le ha dado históricamente a este


constructo, los roles y estereotipos de género permean todos los aspectos de la socialización
humana. Esto incluye la orientación sexual, o la forma en la que cada une viva su sexualidad.
Es por ello que, fruto del patriarcado y de los roles de género, se ha castigado y sigue castigando:

● Cualquier otra orientación sexual distinta a la heterosexualidad 5;


● Las prácticas sexuales consentidas que no cumplieran con la moralidad judeocristiana;
● La contradicción a cualquiera de los roles de género que dictan la apariencia, la
vestimenta, o la conducta en sociedad, incluso en personas cisheterosexuales.

Así, entendemos por identidades no binarias todas aquellas identidades, o disidencias de género,
que se salgan de la dicotomía tradicionalmente establecida y erróneamente asociada al
dimorfismo genital. Se trata de un término paraguas que puede agrupar a toda clase de
disidencia o alejamiento de esos roles y estereotipos, siempre y cuando la disidencia vaya ligada
a la identidad de género y no a su expresión (Matsuno y Budge, 2017).

A día de hoy, definimos a la expresión de género como la forma en la que una persona muestra
su nivel de conformidad con los roles de género, a través de su apariencia física. De este modo,
una persona que se siente cómoda con la identidad de género que le asignaron al nacer, pero
que no está de acuerdo con los estereotipos que se le impusieron y lo muestra a través de su
apariencia y su conducta, sigue siendo cisgénero. Sin embargo, esta conceptualización de la
expresión de género, totalmente desligada de la identidad, es un fruto reciente de los avances
del feminismo. Por ello, tiende a no aplicarse cuando se habla de otros contextos histórico-
sociales diferentes al nuestro.

5
Esto también abarca la falta de atracción sexual. Aunque muchas religiones promueven la castidad hasta el
matrimonio, hay un componente clave de autorrepresión que hace que las personas del espectro asexual no encajen
en ese ideal de pureza y que solo puedan cumplirlo personas alosexuales (es decir, quienes tienen la capacidad de
sentir atracción sexual en los niveles que contempla la cisheteronorma). Esto queda más claro si pensamos en que
la mayoría de doctrinas religiosas presentan:
1. El hecho de contraer matrimonio y tener relaciones sexuales con el fin de procrear como una obligación.
2. El hecho de tener relaciones sexuales como un premio por haber mantenido la pureza y por seguir la
doctrina religiosa.

13
Esto es algo que me ha llevado a mi siguiente idea. Y es que la concepción cambiante del género
a lo largo de la historia demuestra el componente social del mismo. Así, cuando une descubre
que, la existencia de identidades no binarias puede trazarse hasta casi cualquier civilización
antigua de la que nos queden registros y que han estado presentes en todo el mundo, la
existencia del componente social del género resulta evidente.

De Mesopotamia se conocen, al menos, seis términos usados para nombrar a estas disidencias
de género (Helle, 2018). En Egipto, sabemos que a le diose Sekhmet se le representaba con
pecho y vestimenta femenina y cabeza de león, no de leona; y que el no binarismo es un tema
recurrente en Egiptología (Diamond, 2021). El Códice Florentino recoge la existencia entre les
Nahuas, en Mesoamérica, de un grupo de personas cuyo nombre Bernardino de Sahagún tradujo
erróneamente: les xochihua. Les llamó ‘pervertidos’, siendo esta la forma en la que se
denominaba a los hombres homosexuales en el Reino de Castilla, cuando verdaderamente les
xochihua eran personas que no encajaban en el binarismo de género (Sigal, 2007, p. 20).

La lista de ejemplos sigue, esta vez con comunidades históricas que siguen existiendo a día de
hoy. Desde el año 400 a.C., está documentada la existencia de les Hijras, una comunidad ligada
a la mitología hindú que, a día de hoy, vive extremadamente discriminada y oprimida (Stuyck,
2022). De hecho, la propia ‘Ley Trans’ andaluza de 2014 6 también citaba, además de a les
Hijras, a las comunidades precoloniales de les muxes en México y les fa’afafine en Samoa7. A
estes últimes, se les suman les fa’afatama también en Samoa y les māhū, les akava’ine, y les
fakaleiti en otras zonas de la Polinesia.

A todas estas disidencias de género precoloniales, se añade la de les berdaches: les no binaries
de las tribus nativas de Norteamérica, conocides en inglés como two-spirit (Vries, 2023).
Finalmente, en el Talmud, una de las principales fuentes de las leyes del judaísmo rabínico
junto con la Torá, se contempla la existencia de cuatro géneros fuera del binarismo masculino-
femenino (Irshai, 2010). Esta lista de ejemplos no llega a abarcar todas las identidades no
binarias históricas, ni mucho menos. No obstante, ayuda a comprender la universalidad de la
diversidad de géneros y la procedencia de las identidades no binarias.

6
El nombre completo de esta es Ley 2/2014, de 8 de julio, integral para la no discriminación por motivos de
identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales de Andalucía.
7
He de matizar que a estas tres comunidades se las nombra con determinantes artículos femeninos. Esto ocurre
debido a la asociación aprendida y automatizada, que tendemos a hacer en Occidente, entre el género femenino y
cualquier mínimo rastro de lo que consideremos feminidad.

14
4.3. Origen y funcionamiento del LNBDes

4.3.1 Lenguaje inclusivo y lenguaje no binario directo e indirecto

Antes de comenzar a hablar en profundidad sobre el LNBD, veo necesario aclarar el significado
del término ‘lenguaje inclusivo’ o LI. Para este término, existen dos definiciones. Por un lado,
se ha tendido a concebir LI como la denominación a la corriente lingüística que busca señalar
y educar sobre los usos «sexistas, androcéntricos y patriarcales» del lenguaje (Scotto y Pérez,
2020). Esta misma, por ejemplo, es una de las definiciones del LI más extendidas. Razón por
la cual, se ha asociado el LI al feminismo y al colectivo LGBTQIA+ 8.

No obstante, lo que yo, y muches otres defensores de la interseccionalidad 9, entendemos por LI


es ese mismo uso consciente que se hace del lenguaje, tratando de tener en cuenta los múltiples
ejes de la opresión que existen. Es decir, para nosotres, el LI también comprende los ejes del
clasismo, el racismo, la xenofobia y el capacitismo, entre muchos otros. Por tanto, he querido
resaltar la diferencia entre LI, lenguaje no sexista y lenguaje no binario (LNB 10).

Dicho esto, el LNB sería toda aquella forma de lenguaje que trata de limitar la permeabilidad
del binarismo de género en el lenguaje. Es decir, el LNB engloba todos los usos lingüísticos
que evitan el uso de desinencias de género, así como los usos lingüísticos que visibilizan de
algún modo la existencia de las disidencias de género y rompen con ese binarismo. La primera
solución, la que busca limitar la mención del género, es lo que conocemos como ‘lenguaje no
binario indirecto’ o LNBI.

Esta clase de lenguaje aparece en muchas guías de lenguaje no sexista, puesto que encajan
dentro de la norma y no generan rechazo por parte de las instituciones lingüísticas. En otras

8
Recordemos, de nuevo, la forma en la que la existencia de personas del colectivo LGBTQIA+ es un desafío
directo al patriarcado y los roles de género por la forma en la que la atracción sexual es un componente clave en
la configuración cisheteropatriarcal del género (Butler, 1991).
9
Término acuñado en 1989 por Kimberlé Crenshaw: abogada, profesora de Derecho, e investigadora en derechos
civiles y teoría crítica racial. En una entrevista reciente, Crenshaw define la interseccionalidad como una metáfora
con la que poder comprender la desigualdad como un compuesto a base de las múltiples formas en las que esta
se presenta para crear obstáculos que la idiosincrasia convencional no es capaz de comprender (Coin, 2019)
(traducción propia de la versión en inglés que Coin publicó en 2020). Si bien ella fue la primera en acuñar el
término, este concepto aparecía en los círculos y movimientos feministas negros de los años 70 (Cole, 2009) y
contemporáneas suyas como Bell Hooks, o Audrey Lorde apuntaban a lo mismo.
10
Otres autores (López, 2019; Parra y Serafini, 2020; Stetie y Zunino, 2022) abrevian lenguaje no binario mediante
las siglas LN, a la que añaden una D o una I en función de si es la variante directa o indirecta. Personalmente no
lo veo apropiado por una cuestión de coherencia. Por eso elijo usar las siglas LNB, LNBD y LNBI respectivamente.

15
palabras, es una forma sutil, aunque artificiosa, para escapar del binarismo de género. Las claves
del LNBI en español giran en torno al uso de sustantivos colectivos (el alumnado, el
profesorado), abstractos (la ciudadanía, la alcaldía, la presidencia) y epicenos (una persona,
una víctima, el/la/le cónyuge). Algunas también deciden completar un poco más estas
recomendaciones, recogiendo todas las opciones que la amplia gramaticalidad española
permite. Este es el caso de la guía de la Fundéu (2019a). En ella, se incluyen también todos los
giros lingüísticos con los que le hablante puede evitar hacer mención del género:

● paráfrasis (el personal de limpieza);


● omisión del sujeto y voz pasiva: (puede enviar su CV, los CV pueden enviarse);
● oraciones relativas con determinantes y pronombres sin marca de género (quien logre
superar el proceso);
● sustitución de los adjetivos por estructuras que precisan de un sustantivo abstracto, o de
adjetivos que no tengan ambas desinencias (tiene mucha hambre, o es muy capaz; en
lugar de está hambriento/a/e, o está muy capacitado/a/e).

En cambio, el LNBDes busca todo lo contrario: romper con el binarismo de género


visibilizando la existencia de personas que viven fuera de él, mediante la sustitución de las
desinencias de género gramatical. Aparte de la -e, existen otras muchas formas de LNBD, como
se puede observar en el recurso por el proyecto Gender In Language (Duarte et al. 2022).

Por un lado, también se da el uso de las otras dos vocales. Aunque según Papadopoulos (2022),
es más bien escaso. Ahora, el uso de la -i concretamente es una variante que no se puede dejar
de lado. Este uso de la -i como desinencia de género nace a causa de dos fenómenos de variación
diastrática y diatópica diferentes y sin relación entre sí.

En la década de los 2000, entre un sector de la población joven se popularizó el uso de la -i


como una terminación con la que indicar cariño hacia le interlocutore, a la vez que se constituía
como una variante que buscaba resultar mona y adorable. Así, surgieron palabras como holi,
cuqui, chiqui, lindi, moni, etc. y la -i se convirtió en una desinencia de género no marcado de
forma totalmente accidental.

Ahora bien, a medida que en estos últimos veinte años la comunidad no binaria y sus aliades
comenzaban a usar el LNBDes, en las variedades voseantes surgía un problema” con más
frecuencia que en otras variedades del español: la -e ya formaba la desinencia masculina en
muchas de sus palabras (ej.: pibe). Si bien esto es algo que a menudo se puede solucionar a

16
través del uso de la -e en los determinantes y otros complementos que acompañan al sustantivo,
la frecuencia con la que este problema surge lleva a muches a usar la -i como alternativa en
estos casos (Herrera et al., 2019).

4.3.2 Otras clases de LNBDes

Por otro lado, y también desde inicios de los 2000, se ha dado el uso de grafías como la -x, el
asterisco (*) y la arroba (@). Esta última alternativa, la arroba, aparece en algunas guías de
lenguaje no sexista y de LI como parte del LNB. No obstante, no me parece apropiada, ya que
se trata de la combinación de una -a y una -o. Es decir, sigue perpetuando el binarismo de
género.

El uso de estas tres grafías surgió para evitar desdobles y otras alternativas, como las barras y
los guiones, que suponen el uso de un mayor número de caracteres. Así, ganaron popularidad
gracias a la proliferación de situaciones en las que se limitan los caracteres. Este era el caso de
los SMS, antiguamente, y de Twitter y otras plataformas similares, a día de hoy.

Con respecto a la -x y el asterisco, Papadopoulos (2022) es la única fuente en la que he


encontrado argumentos a favor más sólidos que los de quienes lo defienden por tener un uso ya
asentado y aceptado en un amplio sector de la población 11. He hecho este apunte puesto que
esta clase de afirmaciones, más que un argumento, son una suerte de falacia ad populum cuando
no van acompañadas de otros argumentos más rigurosos.

El trabajo de Papadopoulos también consiste en un análisis bibliográfico sobre la trayectoria


del LNBDes. Por ello, incluye una amplia lista de argumentos a favor y en contra de estas dos
grafías. Así, la -x se ha asociado a la abolición del género en la escritura, para lo que cita a Lara
Icaza (2014) y a Barret y Núñez (2016) como personas a favor. En contra de su uso,
encontramos a Cabral (2009), activista intersex que prefiere el uso del asterisco por no ser una
forma que implique el borrado del género.

En su análisis, Papadopoulos también habla de cómo la -x genera división entre les hablantes
hispanoamericanes. Para unes, es una forma de rechazar las imposiciones binarias de la
colonialidad española, ya que la -x es una grafía propia de muchos idiomas precolombinos
(Lugones, 2008; Papadopoulos, 2020). Para otres, es una representación del imperialismo

11
Parra y Serafini (2020) también mencionan algunos de estos argumentos a favor del uso de la -x, pero de
forma muy superficial.

17
estadounidense, puesto que la pronunciación que se hace de la -x [ks] es la de la lengua inglesa
(deOnís, 2017,).

¿Y qué hay de los orígenes de la forma de LNBDes que he usado en estas páginas? Pues bien,
a nivel morfológico, la -e procede de los remanentes del género neutro latino que se conservan
en nuestro idioma, en palabras como los determinantes ‘ese’ y ‘este’. No obstante, el verdadero
origen de la -e como desinencia de género gramatical alternativa puede remontarse, al menos,
a una publicación de 1976 de la revista Cambio16:

Así, cuando une se dirija a un grupo en una conferencia, en una carta circular, etc., podrá
comenzar diciendo «querides amigues». Les trabajadores podrán escribir en sus pancartas
reivindicativas «estamos hartes de ser explotades». Les polítiques podrán llamar
compañeres a sus partidaries. Les progenitores podrán educar a sus hijes más fácilmente
en forma no sexista. En los periódicos, los anuncios por palabras solicitarán une cocinere,
une abogade o une secretarie.

García Meseguer, A.

El hecho de que un ingeniero hablara ya de esta desinencia, en una publicación sobre el sexismo
en el lenguaje, se puede pensar sin miedo al error, que los miembros del colectivo LGBTQIA+
usaban la -e antes de 1976. Cuatro décadas después, este uso subversivo comenzó a
popularizarse y a darse a conocer fuera del colectivo, gracias a varias reivindicaciones de la -e
como forma de representar a les no binaries (Grupo Anarquista Pirexia, 2011; Ramírez, 2015;
Gómez, 2016). A eso, se le suma la labor de visibilización que, de forma más o menos
consciente, hemos estado haciendo las propias personas trans con nuestra mera existencia, en
redes sociales y en la cotidianeidad de nuestras vidas.

4.3.3. Argumentos en contra del uso de la -e

La siguiente es una lista de los argumentos más comúnmente usados para censurar el uso de la
-e. A excepción del tercero, cuarto y sexto, todos estos argumentos pueden verse recogidos en
Acerca de la discriminación de la mujer y de los lingüistas en la sociedad: manifiesto de apoyo
a D. Ignacio Bosque (Fábregas et al., 2012), puesto que las críticas al LNBDes suelen coincidir
con las críticas al LI. El cuarto argumento aparece en la entrada dedicada al LNBDes de la guía
de la Fundèu (2019b). Los argumentos tercero y sexto los hemos observado muches integrantes
del colectivo y aliades: bien a modo de respuesta al uso que nosotres mismes hacemos de la -e;

18
bien como un ataque lanzado al aire en forma de opinión por parte de lingüistas, personalidades
públicas, influencers y algunes ciudadanes de a pie.

El primero de estos argumentos afirma que la -e es una desinencia de género innecesaria, porque
ya existe el masculino genérico. Los datos aportados por los estudios empíricos y la literatura
que he mencionado, para verificar la relación entre género social y gramatical, explican también
por qué el masculino genérico no es tan genérico. Aunque la norma indique que el masculino
es la desinencia de género no marcada, esto lleva siendo así solo desde la revisión de la
gramática de 1973 (RAE). Si la -e, representada en la literatura española solo tres años después
de que el masculino pasara a ser tratado como desinencia no marcada, no tiene suficiente uso a
lo largo de la historia reciente como para ser aceptada por la norma, este cambio tampoco
debería tenerlo por coherencia lógica.

Como segundo argumento en contra, está la idea de que el lenguaje no tiene ideología ni
capacidad de invisibilizar a nadie. Revisiones bibliográficas como la de Van Dijk, en 1995,
indican que las teorías de análisis crítico del discurso llevan desmintiendo esa idea desde hace
más de tres décadas. Para matizar esta idea, Moreno Cabrera (2012) explica que no se pueden
usar adjetivos calificativos que impliquen juicios de valor para describir la gramática. No
obstante, argumenta que estos juicios de valor pueden y deben hacerse al describir el uso que
se hace de la lengua, puesto que es el uso lo que le da al lenguaje su carga ideológica. Al uso
del lenguaje, él lo denomina ‘actuación lingüística’.

Al explicarlo, describe la diferencia entre ‘lenguas naturales’ y ‘lenguas cultivadas’,


entendiendo por natural aquella que es sujeto de un esfuerzo de modificación y planificación
mínimo o nulo. Un ejemplo de esto serían las diferentes variedades diastráticas, cuyos usos la
norma considera vulgares. Por el contrario, una lengua cultivada es toda aquella que surge fruto
de la prescriptividad lingüística, como es el caso del español estándar, o del lenguaje
especializado (pp. 4-6).

El tercero de estos argumentos afirma que el LNBDes está importado del inglés y que es fruto
de la modernidad y del wokismo. Dejando de lado las connotaciones peyorativas que tiene a día
de hoy cualquier derivado del adjetivo inglés woke12, es cierto que el uso de la -e tiene un claro

12
Palabra procedente de la variante diastrática del inglés estadounidense que habla la población negra (AAVE,
African American Vernacular Englsih) que desde su origen en la década de 1940 se ha usado para referirse a
personas con conciencia social. En la última década, el uso desdeñoso que le ha dado la derecha lo ha convertido
en un adjetivo peyorativo con el que referirse a todo lo que pueda estar relacionado con los movimientos de justicia
social (Ng, 2021).

19
componente político. La simple existencia de las personas trans es objeto de debate político, al
igual que lo son los derechos de muchos otros colectivos hasta ahora discriminados. ¿Hace eso
que su uso sea menos válido? No, porque de nuevo, la actuación lingüística depende del
posicionamiento ideológico.

En segundo lugar, resulta muy curioso ese intento por menoscabar el LNBDes comparándolo
con el uso en singular del pronombre they, dado que los argumentos de sus detractores son
exactamente los mismos en ambos idiomas. Y a pesar de ello, fuentes de autoridad como la
Universidad de Cambridge, la ONU; o la Universidad de Queen no solo reconocen y
recomiendan su uso (Caplan, 2020), sino que han incluido en su plan de estudios la enseñanza
del LNBD en otros idiomas (Universidad de Cambridge, Facultad de Lingüística y Lenguas
Modernas y Medievales, s. f.). Lo cierto es que el they con valor singular también es mucho
anterior de lo que la población general cree, ya que el propio Diccionario de Oxford recoge su
uso desde, al menos, el año 1375 (Oxford University Press). Por no hablar de que el inglés
posee otro pronombre, you, con valor tanto singular como plural, a cuyo uso nadie se opone
(Baron, 2018).

En otras palabras, no se puede confirmar ni desmentir la influencia del inglés en la proliferación


del uso de la -e, puesto que es innegable que buena parte del debate en torno a su uso está
relacionada con la traducción del pronombre they con valor singular. Sin embargo, tratar de
desmerecer un uso lingüístico únicamente porque pueda tener influencia extranjera, parece más
bien una muestra de nacionalismo lingüístico que solo tendría lógica si ya existieran otros
mecanismos que cumplieran la misma función.

Con todo, la lengua española es binaria (@RAEinforma, 2023b). Y dado que carece de
mecanismos aceptados por la norma para visibilizar a las personas no binarias, este rechazo a
la influencia extranjera es solo eso: nacionalismo (Bodine, 1975). A esto, alguien podría
responder que el LNBI existe y está aceptado por la norma. No obstante, el LNBI se basa en
evitar hacer mención del género, en borrarlo. Y si bien hay ocasiones en las que es conveniente,
no cumple con la función de visibilizar a les no binaries, cosa que la -e sí hace.

Relacionado con este rechazo a lo percibido como ajeno, está el cuarto argumento: la -e no es
propia del español (Fundèu, 2019b; @RAEinforma, 2023a). Ya he explicado la
correspondencia que la -e tiene con nuestra morfología y cómo, etimológicamente hablando, es
una opción coherente. Con respecto a si se trata de una forma complicada de entender y usar,
solo diré que todo cambio genera cierta dificultad. Los cambios suponen un esfuerzo cognitivo

20
de reprogramación y cuanto menor sea la exposición a la novedad, mayor es el esfuerzo
necesario para integrarla en el uso. Es por esto que estimo que la visibilización y la
desestigmatización de su uso en espacios públicos es necesaria, puesto que contribuiría a la
expansión y a la aceptación de su uso.

Frente a esa sugerencia, muches considerarían que esta integración del LNBD debería ocurrir
de manera orgánica y sin imposiciones lingüísticas (Fábregas et al., 2012). En respuesta a este
cuarto argumento, me remito a algo que quedaba implícito cuando, seis párrafos más arriba,
hablaba de lenguas naturales y cultivadas. Y es que mientras que la lengua sea cultivada, va a
estar relacionada con imposiciones de algún tipo. Esto es lo que permite la homogeneidad
lingüística, por ejemplo, en las reglas ortográficas y gramaticales.

Para que cualquiera de las variantes del LI adquiriera un carácter prescriptivo, su uso debería
institucionalizarse e imponerse desde una posición de autoridad. Los detractores de cualquier
forma de LI argumentan que ese es el caso, especialmente con el lenguaje no sexista, debido al
uso que le dan miembros e instituciones del gobierno. Ahora bien, esto se trata simplemente de
un argumento de autoridad a favor del lenguaje no sexista, no una imposición.

El masculino genérico se sigue usando y sigue siendo la forma que defienden la RAE y otras
instituciones lingüísticas que ejercen la autoridad en este ámbito. Además, ejercen esta defensa
en detrimento de cualquier otra forma de lenguaje que visibilice a otros géneros. Solo
podríamos hablar de imposición lingüística si instituciones como la RAE o la ASALE
considerasen erróneo cualquier otro uso distinto al LNBD genérico, o si órganos de gobierno
universitarios, locales, autonómicos o estatales legislasen de esta forma. Por lo tanto, no solo
no es cierto que el LI sea prescriptivo, sino que son sus detractores quienes adoptan esta
posición al tachar de incorrección lingüística el uso del LNBD. De hecho, Moreno Cabrera
también señaló esta prescriptividad con respecto al lenguaje no sexista en 2012 y, nueve años
después, es algo que sigue sucediendo.

En otras palabras, quienes acusan de imponer un uso lingüístico a les que defendemos nuestro
derecho a usar el LNBD, olvidan que la primera imposición lingüística se da en la
escolarización, estigmatizando cualquier uso regional que se distancie del español estándar.
Estos usos regionales que pertenecen a diferentes variedades diatópicas se desprestigian en
favor de la normatividad lingüística. Y a las variedades diastráticas de las que LNBD forma
parte, se las desprestigia de la misma forma como reflejo de la LGBTIfobia intrínseca al sistema
cisheteropatriarcal.

21
Ambos hechos son fruto de diferentes fenómenos de discriminación social. No olvidemos que,
quienes dictan cuál es la variante estándar y normativa de una lengua, son quienes ostentan el
poder en esa cultura. Posicionarse como víctima de una variedad diastrática ligada a un
colectivo oprimido, en lugar de cuestionar a la autoridad que establece lo que está aceptado por
la norma, resulta una incoherencia lógica. Además, es una forma de seguir condenando a las
personas no binarias a la otredad. Lo que nosotres buscamos es simplemente reivindicar su uso
y legitimarlo.

Lo expuesto anteriormente deriva en el sexto argumento contra el LNBD: no todas las personas
se ven representadas con su uso. Debemos entender que el uso de unos pronombres y unas
desinencias concretas están ligados a la identidad y la expresión de género. Estos dos conceptos,
definidos en el apartado 4.1, están vinculados a la identidad personal, así como al ejercicio de
la autonomía y la autodeterminación de género13. Es decir, son cuestiones inalienables en tanto
que se busque respetar a les demás.

Esta es una de las razones por las que quienes abogamos por el LI huimos del prescriptivismo.
Defendemos que nadie debe verse obligade a usar el masculino, o ser designade por desinencias
masculinas que no representan su género (es decir, formas que le ‘malgenerizan 14’) sólo porque
la norma lo considere la forma no marcada. Y en consonancia, aplicamos la misma lógica al
resto de desinencias. Por ello existe el LNBI y con ello, la posibilidad de hablar sin hacer
menciones al género del significante.

Ahora bien, al igual que existe esta posibilidad, nada excepto el estigma impide hacer uso de
fórmulas como todas, todos y todes, en las que se usan las tres desinencias. Se trata de un gesto
sencillo con el que dar a entender a les presentes que están en un espacio seguro para personas
no binarias: un espacio en el que cualquier persona trans presente, binaria o no, podrá pedir que
se respeten sus pronombres sin miedo a ser violentade por ello.

13
Es decir, el derecho a que las personas trans podamos figurar en los registros civiles con nuestro género sentido
sin requisitos de hormonación, intervención quirúrgica, apariencia física ni evaluaciones psiquiátricas, tal y como
se expone en el principio N.º 31 de los Principios de Yogyakarta más 10 (International Commission of Jurists et
al., 2017, p. 9).
14
Traducción del literal del inglés misgender. Este calco semántico se ha adoptado en la comunidad
hispanohablante para poder hacer referencia al acto de referirse a una persona por un género que no es el suyo,
provocando un perjuicio moral y psicológico. ‘Malgenerizar’ a alguien o ‘hacer misgender’ es algo que no
necesariamente se hace de forma intencionada. Generalmente, se produce por transfobia y cissexismo
interiorizados, ya que incluso las personas cis pueden sufrirla únicamente por no ajustarse a los estereotipos de
género. Se trata de una forma de violencia cotidiana que sufrimos las personas trans en todos nuestros entornos
(Ministerio de Igualdad, et al., 2022).

22
4.3.4. Argumentos a favor del uso de la -e

La hipótesis que defiendo en estas páginas es que la -e, como desinencia de género gramatical,
es una opción funcional y basada en un rigor lingüístico. El primer argumento a favor de esta
hipótesis es que se trata de una desinencia ya integrada en el idioma (ej.: ‘ese/a/o’). Además, es
afín a las reglas fonéticas del español. Esto se debe a la posición que tiene en el aparato fonador,
ya que la [e] es una vocal semiabierta que se produce en la parte anterior del tracto vocal
(Barrera Linares, 2019).

Es decir, se trata de una vocal fácil de pronunciar en posición interconsonántica. La posición


en la parte anterior del tracto vocal explica que, de entre las otras dos consonantes, la [i] tenga
más uso que la [u], a pesar de ser ambas vocales cerradas. En otras palabras, que la -e sea la
más usada, la -u la menos y la -i tenga una frecuencia intermedia, se debe al nivel de
conveniencia a la hora de pronunciarlas, en español.

Por esta misma razón, se trata de una opción que no causa problemas en el funcionamiento de
los lectores de pantallas. Este sería el segundo argumento a favor y lo que diferencia a la -e del
uso de grafías como la arroba, el asterisco, la barra baja y otros símbolos. Otro respaldo a este
argumento es que, incluso cuando se hace uso de grafías alternativas, estas tienden a
pronunciarse empleando una -e por sí sola o acompañada de algún otro fonema consonántico.

Al tener tanta longevidad y un uso tan extendido en la comunidad hispanohablante, cumple el


criterio institucional sobre la frecuencia de uso. Ejemplo de este tercer argumento es:

● toda la literatura y las producciones audiovisuales de la última década;


● el uso en la comunidad LGBTQIA+ y aliades que se remonta al menos a los años 70 y
que se ha ido extendiendo desde entonces;
● el uso ya legitimado en instituciones de los gobiernos de Argentina y España, que ya
han emitido documentos oficiales haciendo uso del LNBDes (Ministerio de Igualdad,
2022; Ministerio de Obras Públicas, 2022); además de todos los actos administrativos y
legislativos en países como México o Colombia, a través de los que se reconocen las
identidades no binarias, y por lo tanto, el derecho al uso del LNBD (ATA - Sylvia
Rivera, 2022; Corte Institucional, 2022).

23
5. Análisis crítico de la praxis

5.1. El LNBD en las aulas

Que la educación tiene una función social es innegable. La literatura al respecto es bastante
amplia, como señalan Martí Chávez, Montero Padrón y Sánchez Gonzáles en La función social
de la educación: referentes teóricos actuales (2018). Esta función de la educación puede ser
conservadora o transformadora. Dependerá del enfoque que adopten el centro en su conjunto,
así como sus docentes en cada caso particular.

La diferencia generacional en la población española, respecto a la concienciación sobre el


sexismo o el cambio climático, es un buen ejemplo de ello. El peso de estos temas en las aulas
ha ido aumentando progresivamente en las últimas tres décadas. Su contribución a la labor de
concienciación ha resultado vital para generar un cambio de perspectiva en quienes hemos sido
escolarizades desde entonces.

Con el LNBD ocurre lo mismo. La posición más común al respecto es la de censurar su uso,
respaldándose en el rechazo que promueve la RAE. No obstante, un entorno educativo que
promueve el uso del LNBD, no sólo enseña a sus estudiantes a usarlo con rigor lingüístico, sino
que se constituye como un espacio seguro para el colectivo trans, y especialmente para las
personas no binarias. En este apartado, he explicado las dos formas mediante las que se puede
lograr esto. En una situación ideal, como es el caso que ya mencioné de la Universidad de
Cambridge, se aplicarían tanto el uso de políticas de planificación lingüística (PPL), como la
integración del LNBD en el plan de estudios, en diferentes niveles de la enseñanza.

5.1.1. Políticas de planificación lingüística que favorecen el uso del LNBD

La importancia y la labor de las PPL es la de actuar como una suerte de guía de estilo en la que
se deja clara la posición que una institución adopta con respecto a la carga ideológica del
lenguaje. Las comparo con una guía de estilo porque dan directrices sobre los usos no
discriminatorios del lenguaje que la propia institución se compromete a emplear. No obstante,
su función es doble, ya que dejan claro qué clase de conductas y discursos intolerantes se
rechazan en esa institución. A continuación, he recogido una serie de guías de PPL en las que
se incluye a las personas no binarias.

La Universidad Nacional de San Martín, en Argentina, dedica su Guía para incorporar un uso
inclusivo del lenguaje a diferentes variantes del LNBDes. Para ello, dan ejemplos de uso

24
concretos y directrices sobre cómo usar el lenguaje no sexista, la -x y la -e en según qué
contextos. Las indicaciones de esta guía se extienden a su documentación oficial, ya que este
2023 han comenzado a expedir títulos haciendo uso del LNBDes (Universidad Nacional de San
Martín, 2023).

También en Argentina, la Universidad Nacional de Mar de Plata elaboró su propia guía en 2020.
Se trata de una guía muy completa que además de visibilizar el cissexismo, se centra en las
identidades del colectivo LGBTQIA+. Su guía habla en profundidad de las violencias que nos
afectan a todes sus miembros desde la interseccionalidad, centrándose también en la
discriminación por orientación sexual.

La Universidad del País Vasco elaboró en 2018 la guía Uso inclusivo del castellano. En ella,
parten de la misma definición del LI que doy yo en este trabajo. Además de reconocer y dar
ejemplos y recomendaciones sobre el uso de la -e y otras formas de lenguaje no sexista, esta
guía explica detalladamente en qué consisten muchas formas de lenguaje LGBTIfóbico, racista,
capacitista y gordófobo. De esta guía existen dos versiones, una Guía rápida y otra mucho más
extensa. Recomiendo encarecidamente su lectura a tode aquelle que sienta interés por aprender
sobre otras formas de LI desde una perspectiva interseccional, puesto que su Guía rápida logra
ser más exhaustiva e informativa que muchas otras.

En este apartado, he decidido analizar el caso de la guía de la Universidad de Granada. La UGR,


como todas las universidades públicas españolas, cuenta con su propia guía de lenguaje no
sexista. Esta guía da algunos ejemplos de uso de sustantivos epicenos y perífrasis gramaticales.
Además, reconoce la existencia de las personas no binarias. Sin embargo, no menciona en
ningún momento el LNBDes, o la posibilidad de usarlo como alternativa al masculino genérico
en público. Llama la atención una aclaración que hace en este pequeño apartado:

Captura de pantalla de la Guía del uso no sexista del lenguaje (Universidad de Granada,
2023).

25
Pedir que se haga uso de los pronombres con los que se identifica una persona, sin haber
explicado en ningún momento qué pronombres pueden ser esos, sin dar pautas sobre su uso y
sin ni siquiera usarlos, deslegitima por completo esta petición. Por no hablar de la frase final:
Todo el mundo tiene derecho a nombrarse, pero no a imponer categorías lingüísticas a otras
personas. Es una frase lo suficientemente vaga y ambigua como para hacer que le lectore no
sepa si se trata de un llamamiento a las personas binarias a no imponer el binarismo de género;
o si, por el contrario, es una forma de hacer que les no binaries, que usen la -e, sientan que pedir
que se les incluya, usando la -e genérica, es una imposición.

Ahora bien, un punto a favor de esta guía es que reconoce el binarismo implícito de fórmulas
como los dobletes y el uso de barras. De hecho, pide en este mismo apartado que les hablantes
eviten su uso para referirse a personas no binarias. Esta guía también es de los pocos
documentos sobre lenguaje no sexista que explica el problema que la arroba le genera a les
usuaries de lectores de pantalla.

5.1.2. LNBDes en la pedagogía

En 2022, Parra y Serafini publicaron “Bienvenidxs todes”: el lenguaje inclusivo desde una
perspectiva crítica para las clases de español, un artículo en el que defendían la enseñanza del
LI en las aulas. Después de una introducción en la que contextualizan el debate en torno al
LNBDes en el mundo hispanohablante, dividen el artículo en dos partes. En la primera, definen
el LI como un fenómeno basado en la interseccionalidad y ligado a los movimientos de justicia
social; y explican las diferentes posiciones que existen al respecto. En la segunda, describen
diferentes actividades con las que se puede abordar el LBNDes en las aulas, con mucho detalle.

La definición que yo he dado de LI al inicio es muy similar a la suya, ya que comparten la base
de la interseccionalidad. Si bien su revisión de las posiciones a favor y en contra del LNBDes
es bastante exhaustiva, recoge sólo algunos de los puntos que yo he explorado hasta ahora. De
hecho, llegan a dar un dato erróneo al afirmar que el uso de la -e se originó en Argentina, para
lo cual, citan una publicación online de un diario argentino (Galperín, 2018). En este artículo,
se atribuye el LNBDes a la oleada de protestas estudiantiles en Argentina que contribuyó a la
visibilización de su uso.

No obstante, no creo que este desliz malogre su excepcional propuesta a la que dedican la mitad
de las páginas del artículo. Su enfoque se basa en dos principios: la pedagogía crítica y la
literacidad múltiple. La pedagogía crítica es aquella que busca enseñar a les alumnes a aplicar

26
el pensamiento crítico independientemente de la disciplina. Esta metodología es la
contraposición al clásico enfoque prescriptivo en el que no existen más opciones y posturas que
las que le docente imparte. Parra y Serafini vinculan esta idea al concepto de agency, cuya
definición se acerca bastante a lo que Moreno Cabrera denominó ‘actuación lingüística’. En
cambio, la literacidad múltiple, o multimodal, alude al uso de fuentes con diferentes formatos
y posturas. Así, lo primordial para ellas es que les alumnes desarrollen capacidad crítica y
aprendan a hacer un uso consciente de la lengua.

A partir de aquí, Parra y Serafini definen ocho clases de actividades pedagógicas, muchas de
las cuales se pueden adaptar a alumnes de distintas edades y niveles de comprensión del
español. Ellas han aplicado estas actividades en un contexto universitario con estudiantes de
español como lengua extranjera, segunda lengua, o lengua herencia. Sin embargo, la
complejidad de la mayoría de las actividades que describen se puede adaptar a estudiantes
natives de cualquier nivel de la enseñanza primaria, secundaria y postobligatoria.

Comienzan explicando que el primer paso para introducir el LNBD en las aulas es realizar un
acuerdo con les estudiantes. Este acuerdo debe darse al inicio del curso, explicando bajo qué
términos se va a usar y cómo se ha introducido en el plan de estudios, o en la guía docente.
Aquí subrayan que la base de este acuerdo y de todas las actividades que describen, debe ser
siempre el respeto por la diversidad identitaria.

Las siguientes actividades que proponen se complementan las unas a las otras, de forma
progresiva. Así, tras este acuerdo, plantean la reflexión y puesta en común sobre los usos de
diferentes variedades del LI que empleen les alumnes, o personas de su entorno, y ejemplos de
uso en otras lenguas.

Estas dos actividades, en concreto, son las que considero que se pueden adecuar con facilidad
a alumnes de cualquier edad y nivel educativo. Su sencillez las convierte en la forma perfecta
de instruir a les alumnes más jóvenes, incluso les de Educación Infantil, sobre la diversidad de
géneros.

Las siguientes dos propuestas están muy relacionadas entre sí. Una consiste en la visibilización
de textos multimodales en los que se haga uso del LNBD. La otra, se basa en el empleo de
corpus que compilen esta clase de textos. Ambas propuestas incluirían actividades de

27
recopilación y análisis. Para ello, recomiendan a Morales-Vidal y Cassany (2020) 15 como una
fuente principal de la que extraer la metodología. La posibilidad de simplificar la actividad de
análisis, sin mucho esfuerzo, hace que estas dos actividades sean perfectamente adaptables para
que alumnes de entre 9 y 15 años también puedan realizarlas con un nivel de dificultad
adecuado.

Parra y Serafini continúan proponiendo actividades de contextualización sociolingüística,


histórica y política. La primera de estas actividades se basa en la construcción de una cronología
de usos lingüísticos, en relación a los condicionantes históricos y políticos. Al tener una clara
base sociolingüística, esta y las tres actividades siguientes no serían aptas en el contexto español
para alumnes menores de 15-16 años. Esto se debe a que no es hasta 4º de la ESO que comienzan
a adquirir nociones complejas de Historia que les permitan realizar esta clase de ejercicios.

Muy ligado a este quinto ejercicio, el sexto plantea la identificación de actitudes ideológicas
frente a los diferentes usos del lenguaje. En otras palabras, les alumnes deben familiarizarse
con el concepto de ‘actuación lingüística’, aunque no se use este término. Del mismo modo,
presentan como siguiente actividad la reflexión sobre la forma en la que el lenguaje ayuda a
construir una identidad y un discurso en base a ella. Como último ejercicio, sugieren la apertura
de un debate. Este ejercicio se haría preferiblemente después de alguno de los anteriores, ya
que habrían dotado a les alumnes de material documental con el que prepararse.

5.2. Marco jurídico aplicable

Llegades a este punto, creo que ya queda claro cuál es la relación entre género gramatical y
social; que las personas no binarias han existido siempre y en muchas culturas; que existe un
rigor lingüístico que avala su uso; y que darle un espacio al LNBD en las aulas resulta vital.
Podría acabar aquí, dando paso ahora a la discusión y las conclusiones, puesto que ya he
explorado todos los aspectos sociolingüísticos que atañen al debate. La única excepción quizás
sea la aceptación y frecuencia de uso que el LNBDES pueda tener en las diferentes variedades
del español. Tema que no he abordado por falta de medios y de datos empíricos en los que
basarme. No obstante, quedarme aquí sería caer en la que suele ser la tónica en torno al LNBD:

15
El mundo según los libros de texto: análisis crítico del discurso aplicado a materiales de español LE/L2, es el
título de este artículo. En él, les autores, Elena Morales-Vidal y Daniel Cassany, analizan cinco libros de texto de
ELE frecuentemente usados en España, para determinar de qué forma se aborda la interseccionalidad de clase,
raza, etnia, identidad de género, orientación sexual, edad y discapacidad en los materiales educativos.
Determinaron que los libros de texto tienden a proporcionar una visión idealizada de la sociedad española por la
forma en la que (no) se tratan estas cuestiones y establecieron una lista de posibles razones por las que esto se da.

28
abordar la cuestión como un problema lingüístico, sin llegar a ver que, en el fondo, esta es una
cuestión de derechos humanos.

En la introducción, citaba el art. 2 de la ‘Ley Trans’ andaluza, en el que se reconoce que toda
persona tiene derecho a ser tratada de acuerdo con su identidad de género. El mero principio de
respeto a los derechos fundamentales de cualquier persona debería llevarnos a aceptar el uso
del LNBD en cualquier idioma co-oficial. Sería la única forma de cumplir con esta y otras
disposiciones similares recogidas en la ‘Ley Trans’ estatal, aprobada el pasado 15 de febrero
de 2023. Porque a pesar de que esta ley dejara fuera a las identidades no binarias, tras las
reformas a la propuesta de ley inicial, el Tribunal Constitucional (TC) reconoce su existencia.
Lo hace así en su sentencia 67/2022 del 2 de junio de 2022, en el apartado 3.c de los
fundamentos jurídicos. En este apartado, incluyen a les no binaries como parte del colectivo
trans, al definir lo que significa ser una persona trans.

En esta misma sentencia, el TC vincula el respeto a la identidad de género de las personas trans
al art. 10 de la Constitución española (CE), así como el art. 8 del Convenio Europeo de Derechos
Humanos (CEDH) (Consejo de Europa, 1950). Dado que estos derechos se aplican al colectivo
trans en su conjunto, eso significa que a las personas no binarias también deberían aplicarles
los mismos derechos. Pero ¿qué relación tienen los derechos reconocidos en el art. 2 de la ‘Ley
Trans’ andaluza con los art. 10 y 8 de la CE y la CEDH? De nuevo, es cuestión de
jurisprudencia.

En su sentencia 67/2022, el TC vincula a estos dos artículos el derecho al reconocimiento y al


desarrollo de la identidad de género y el derecho a ser tratade en concordancia a esta identidad.
El TC llegó a esta conclusión al considerar el ejercicio de estos derechos como parte del derecho
a la dignidad y a la identidad privada. Del mismo modo, en el punto 4 de los fundamentos
jurídicos, afirman que toda clase de transfobia puede y debe considerarse como discriminación
por razón de género:

La identidad de género es una circunstancia que tiene que ver con el libre desarrollo de la
personalidad, íntimamente vinculada al respeto de la dignidad humana (art. 10.1 CE) y
este rasgo de la identidad, cuando no se ajusta a parámetros hetero-normativos [sic]
clásicos (...) puede hacer al individuo acreedor de una posición de desventaja social
históricamente arraigada de las que prohíbe el art. 14 CE.

29
Esto se debe a que ya en 2002, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos calificó la violación
de los derechos de las personas trans, en el Reino Unido, como una vulneración del art. 8 de la
CEDH16. Es decir, negarse a utilizar el LNBD y censurar su uso por parte de terceras personas,
podría considerarse como discriminación de género.

Por si fuera poco, existe otra sentencia, esta vez del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía,
Ceuta y Melilla (TSJA), que también ha creado jurisprudencia clave para el colectivo no
binario. Así, en su resolución 83/2023, el TSJA obligó al Ministerio del Interior a reconocer a
une residente sevillane de nacionalidad alemana como persona de género no binario en toda su
documentación. Este ciudadane logró que el TSJA fallara a su favor amparándose en la ‘Ley
Trans’ andaluza y en la resolución 2048 del Consejo de Europa (2016). En esta resolución, se
insta a los países miembros del Consejo a reconocer el derecho a la autodeterminación de
género, así como la existencia de las personas no binarias.

Si con todo esto no bastara, también hemos de tener en cuenta la ‘Ley Trans’ valenciana 17.
Aunque es de ámbito autonómico, esta ley sentó un precedente histórico en España. Su artículo
9 establece los procedimientos administrativos mediante los que las personas trans pueden
rectificar toda la documentación que esté bajo el ámbito de las competencias autonómicas
(Presidencia de la Generalitat Valenciana, 2017a). Esto es algo que también contempla el art. 2
de la ley andaluza. Ahora bien, la diferencia entre estos dos casos está en la posibilidad de
marcar ‘género no binario’ como el género sentido (Presidencia de la Generalitat Valenciana,
2017b).

Además de la jurisprudencia citada en este apartado, merecen ser mencionadas las instancias
en otros países hispanohablantes en las que ya se ha reconocido por ley la existencia de las
personas no binarias y su derecho a hacer uso del LNBD: Argentina y Colombia. En Argentina,
fue el propio gobierno, mediante la resolución 244/2022 que se reconoció este derecho, así
como el deber de las instituciones públicas de hacer uso del LNBDes cuando une ciudadane así
lo pida (Ministerio de Obras Públicas, 2022). En Colombia, fue la Corte Institucional en su
sentencia T-033-22 la que, en 2022, creó jurisprudencia reconociendo la necesidad de reconocer
las identidades no binarias en el ámbito jurídico-administrativo (Corte Institucional, 2022).

16
Véase Goodwin v. Reino Unido, 2002.
17
El nombre completo de esta ley es: Ley 8/2017, de 7 de abril, integral del reconocimiento del derecho a la
identidad y a la expresión de género en la Comunitat Valenciana.

30
6. Discusión de las implicaciones éticas

8753 palabras para explicar con rigor académico y una larguísima lista de referencias
bibliográficas y pies de página lo que feministas, maricas18, racializades y discas 19 llevamos
afirmando desde hace décadas, ante la incredulidad de la población general: el lenguaje tiene
un impacto real en nuestras vidas y en nuestros derechos. Esta es una afirmación que
probablemente sorprenderá a poques que hayan estudiado o trabajado en esta facultad. No por
nada se le da tanta importancia, en nuestra formación, a los aspectos formales de la lengua, los
matices y el significado connotativo. Y sin embargo, sorprende la cantidad de lingüistas que se
niegan a ver el papel que el lenguaje y la comunicación tiene en las luchas de poder y las
situaciones de desigualdad (Fábregas et al., 2012; Gil, 2020) 20, a pesar de que el sociólogo
Johan Galtung ya apuntase a ello en 1969, al plantear el funcionamiento del triángulo de la
violencia dentro de la teoría de conflictos (Galtung, 2016, p. 147, p. 162).

Violencia y odio no son solo la agresión física y verbal. El comportamiento, la violencia directa,
son solo la parte visible (Galtung, 2016, p. 150). Claro que, partimos de un contexto en el que
ni siquiera los ataques más violentos contra las personas LGBTQIA+ al grito de te mato,
maricón se consideran violencia u odio LGBTIfóbico21. Que esta violencia no se considere
LGBTIfobia se debe, en buena medida, al papel que el lenguaje desempeña en la sociedad, ya
que facilita la normalización de la violencia. El lenguaje, como elemento que permea a la cultura
a la vez que es permeado por ella, es una pieza clave del tercer vértice del triángulo de la
violencia, sobre el que se construyen los otros dos. Si el lenguaje y la cultura dominantes se

18
Con la palabra marica ocurre como con queer: ambas son términos que tanto en su origen como a día de hoy se
han usado de forma peyorativa contra miembros del colectivo LGBTQIA++ y que se han convertido en un objeto
de la reapropiación cuando somos los miembros del colectivo quienes la usamos. Este es el sentido reivindicativo
con el que se usa aquí.
19
Abreviación del adjetivo discapacitade/a/o, de género invariable. Su uso ha proliferado en los últimos años en
el activismo anticapacitista, acompañado a menudo del rechazo hacia términos como “diversidad funcional” y la
preferencia por “persona con discapacidad”, en su lugar. Se rechaza este término dado que su uso se basa en la
conceptualización de la discapacidad como algo negativo que necesita maquillarse o suavizarse, cuando no hay
nada de malo en ser disca y nombrarse como tal (Travesani y Cosecha Roja, 2021).
20
El manifiesto Acerca de la discriminación de la mujer y de los lingüistas en la sociedad: manifiesto de apoyo a
D. Ignacio Bosque que redactaron Fábregas et al., en 2012 cuenta con al menos 1159 firmantes, entre les que se
encuentran un gran número de docentes y traductores. Todavía a día de hoy, es común ver en revistas lingüísticas
artículos como el de Gil (2020), minimizando el impacto del lenguaje en situaciones de desigualdad.
21
Recordemos que a Samuel Luiz lo asesinaron en 2021 al grito de te mato, maricón y maricón de mierda, insulto
que los autores del delito profirieron en repetidas ocasiones tanto al cometer el delito como en sus conversaciones
posteriores. Sin embargo, en la única sentencia pronunciada hasta ahora, las autoridades no vieron indicios de
homofobia en el caso y sostuvieron que la causa del asesinato fue un malentendido (C.L, y El Español, 2021;
Albarán, 2021; Vizoso, 2022).

31
construyen de tal forma que la violencia hacia uno o varios grupos se naturaliza hasta el punto
de dejar de ser cuestionada, esta pasa a legitimarse desde el poder. Si los elementos culturales
normalizan la violencia hacia un grupo determinado hasta el punto de negar su existencia, las
instituciones la interiorizan, integrándola en sus acciones. Esta violencia estructural, que deriva
de la cultural, constituye el segundo vértice y es lo que da pie a la violencia directa hacia un
grupo. Esto es así puesto que la cultura actúa como catalizador de la violencia y como
responsable de que, en palabras de Galtung, la violencia estructural y directa se perciban
cargadas de razón. (Galtung, 2016, p. 149).

El lenguaje, como medio de representación de la cultura y la cognición, es uno de los primeros


elementos de legitimación de la violencia. De ahí la importancia de desestigmatizar el LNBD
y de hacer un uso consciente del lenguaje para evitar usos con orígenes y connotaciones
discriminatorias. Porque efectivamente, el lenguaje tiene un claro componente político.

Tratar de negar este componente ideológico del lenguaje constituye una estrategia de doble
rasero perpetrada desde las mismas instituciones. Por un lado, niegan la existencia de las
identidades no binarias a través del uso limitado y binario del lenguaje, actuando claramente
desde su visión ideológica del género. Por otro lado, nos deslegitiman a les defensores del
LNBD aludiendo a nuestra visión de género. Lo cierto es que el uso del LNBD no supone una
imposición ideológica, sino que es el propio uso dominante del lenguaje, anterior a la aparición
del LNBD, la verdadera imposición.

Quienes estamos a favor del LNBD, simplemente reclamamos que nuestra lengua también nos
represente dentro de las instituciones. Puesto que si nos vanagloriamos de actuar conforme a
derecho y de velar por la diversidad y el respeto, ya sea como institución o a título personal,
resultaría contradictorio rechazar o ignorar el uso del LNBD sólo porque la RAE no acepta su
uso. La norma lingüística no debería anteponerse a los derechos fundamentales de todo un
grupo de personas.

7. Conclusiones
Recapitulando, la relación entre el lenguaje y la cognición y los conceptos de género gramatical
y género social queda constatada. Además, se ha demostrado que el LNBDes cumple con todos
los requisitos que un uso lingüístico debe tener para ser aceptado por la norma puesto que: se
ha usado desde hace, al menos, 47 años; respeta la fonética y la gramática del español y el
principio de la economía lingüística; y tiene legitimidad institucional en los gobiernos de

32
Argentina, Colombia y la Comunidad Valenciana, además de en nuestro propio Ministerio de
Igualdad. Es decir, el uso que se le da no es marginal. Y aunque lo fuera, no usarlo supondría
la perpetuación de una de las muchas violencias que sufrimos las personas trans. No olvidemos,
además, que instituciones como la RAE existen para recoger y documentar los usos lingüísticos
constatados entre la población. Es decir, deben adoptar una posición descriptiva, en lugar de
prescriptiva, como han hecho hasta ahora. Lo que significa que, incluso si el LNBDes fuera
marginal, la RAE estaría en la obligación de recoger su uso.

Ahora, volvamos a la violencia contra las personas trans que supone no aceptar el uso del
LNBD. No podemos obviar el peso que tiene la visibilización en los procesos de adquisición
de derechos. De ahí deriva la importancia de aprobar y desestigmatizar el uso del LNBDes, al
igual que ya se ha hecho en muchas comunidades angloparlantes. Esta es la única forma de
ayudar a construir un espacio diverso y seguro para todes. Para lograr esta visibilización, es
necesario que personas cis y trans, binaries y no binaries por igual, empecemos a usarlo en
nuestro entorno y en diferentes ámbitos. Que se haga o no con plena corrección lingüística en
todo momento, no es estrictamente necesario. Muchas situaciones comunicativas no requieren
esa corrección. Las agramaticalidades y los errores forman parte de lo que supone ser hablante
de cualquier idioma. La cuestión es que, incluso en situaciones formales que requieran de
corrección lingüística y formalidad, se haga explícita la aceptación del LNBD mediante PPL.

Por supuesto, esta aceptación implica incluirlo también en los planes de estudio para educar en
su uso y utilizarlo como una herramienta con la que enseñar en qué consiste la actuación
lingüística. Esto se puede hacer mediante gestos tan simples como acordar su uso al inicio del
curso independientemente del contenido de la asignatura; o mediante ejercicios específicos del
ámbito de la sociolingüística, en asignaturas dedicadas al estudio de la lengua.

La principal limitación que me he encontrado ha sido la propia esencia de esta revisión


multidisciplinar de la literatura. Estoy convencido de que he logrado abarcar la cuestión del
LNBDes con una profundidad más que suficiente para poder dar una visión holística que ayude
a comprender mejor la complejidad y la importancia de lo que verdaderamente se pone en duda
al criticar el lenguaje inclusivo. Sin embargo, me habría gustado profundizar más en las PPL,
el aspecto pedagógico y las implicaciones éticas del debate.

Estas tres cuestiones, y sobre todo la PPL y la pedagogía, conforman posibles líneas de
investigación futuras en relación con el LNBD, tanto en español como en otras lenguas, desde
un enfoque más práctico. Otras líneas de enfoque práctico podrían ser la elaboración de estudios

33
socio y psicolingüísticos sobre el uso del LNBDes, en la península y en otros territorios
hispanohablantes. Esto nos permitiría determinar las tendencias de uso en función de la variante
diatópica y corroborar en qué medida se reproducen los resultados de Stetie y Zunino (2022)
en otras muestras de población.

Con un enfoque más teórico, también cabe la posibilidad de elaborar estudios de lingüística
comparada sobre el uso del LNBD en las lenguas que se hablan en la península u otras lenguas
que pertenezcan a sistemas generizados, con el fin de facilitar el aprendizaje en comunidades
lingüísticamente diversas. Otra posibilidad muy presente, hacia la que algunes como Parra y
Serafini (2020) ya apuntan, sería la elaboración de corpus sofisticados que contribuyan a la
investigación en todas las líneas anteriormente mencionadas.

En definitiva, el LNBD forma parte de un fenómeno lingüístico y social que abre paso a líneas
de investigación tan diversas como las personas que lo usamos. Si bien yo he estado
argumentando por qué es necesario aprobar el uso del LNBDes, lo cierto es que aunque las
instituciones sigan empeñadas en rechazarlo, el LNBDes va a seguir usándose cada vez más y
en más lugares. Porque ningún ser humano debería pedir permiso para existir y ser elle misme.
Y por supuesto, les no binaries no vamos a ser menos.

34
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