Revista Apuntespatrimoniocultural 2020

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Los museos como herramienta de activación del patrimonio portuario de la


localidad de Ingeniero White (Argentina)

Article in Apuntes Revista de estudios sobre patrimonio cultural · April 2021


DOI: 10.11144/Javeriana.apu33.mhap

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3 authors, including:

Viviana Silvia Leonardi Silvina Elias


Universidad Nacional del Sur Universidad Nacional del Sur- Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales …
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Los museos como herramienta de activación del patrimonio portuario de la


localidad de Ingeniero White (Argentina)*
Museums as a Tool for Activating the Port Heritage in the Ingeniero White District (Argentina)

Viviana Leonardi a DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.apu33.mhap


Universidad Nacional del Sur, Argentina
[email protected] Recibido: 28 Octubre 2019
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4289-5039 Aceptado: 25 Agosto 2020
Publicado: 25 Noviembre 2020
Silvina Elías
Universidad Nacional del Sur, Argentina
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7750-1821

Patricia Audino
Universidad Nacional del Sur, Argentina
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7370-4936

Resumen:
A partir de la incorporación denitiva de la Argentina a la división internacional del trabajo hacia 1880, el capital británico ocupará
un lugar destacado en la creación de una extensa red ferroviaria. En este contexto, Ingeniero White, fundado como localidad
portuaria, está íntimamente ligada a la empresa de capitales británicos del Ferrocarril del Sud, que en septiembre de 1885 habilitó
un muelle de hierro al cual llegaban las vías del ferrocarril. También recibió el primer contingente de inmigrantes en 1911, cuando
se intentaba encauzar su localización en el interior del país. Este proceso de desarrollo posibilitó que el puerto de Bahía Blanca y la
localidad de Ingeniero White presenten una diversidad de componentes culturales de signicancia histórica para la sociedad local.
Sin embargo, el avance de una dinámica apática patrimonial por parte de actores políticos y económicos (Pinassi, 2018) ha derivado
en un proceso de degradación que activó reclamos y proyectos que aspiran a preservar este patrimonio cultural asociado a la actividad
ferroportuaria. Por ello, a n de preservar el patrimonio, y de contrarrestar aquellos acontecimientos que lo pusieron en peligro, en
el año 1987, por iniciativa de un grupo de vecinos, se crea el Museo del Puerto, primer museo portuario de la localidad de Ingeniero
White. Posteriormente, en el año 2003 nace Ferrowhite, instalado en el edicio que fuera taller de la usina General San Martín.
Este trabajo pretende analizar el rol que cumplen los museos de la localidad de Ingeniero White en la preservación del patrimonio
portuario. Para ello, se examinarán las diferentes estrategias que llevan a cabo dichos museos a los nes de posibilitar la puesta en
escena del testimonio histórico de cada bien cultural, sensibilizando la opinión pública, contribuyendo a la educación cultural de
la comunidad local y al fortalecimiento de la identidad.
Palabras clave: patrimonio portuario, museos, nueva museología, preservación del patrimonio.

Abstract:
Aer the denitive inclusion of Argentina in the international division of labour around 1880, the British capital took a very
important place in the creation of a large railway network. In this context Ingeniero White, founded as a port district, was closely
related to the British capital company Ferrocarril del Sud that by September 1885 put in operation an iron wharf where the
railways routes arrived. It also received the rst wave of immigrants in 1911 when there was an attempt to move its location to the
inland. is development process allowed both the Bahía Blanca Port and the Ingeniero White District to embrace a diversity of
cultural components so historically meaningful for the local society. However, the emergence of a dynamics of disinterest in the
heritage by some political and economic actors (Pinassi, 2018) has led to a decay process that, in turn, encouraged complaints and
projects intended to preserve this cultural heritage associated with the railway-port activities. erefore, to preserve the heritage
and counteract those events that endangered it, a group of neighbors started in 1987 an initiative to create the Museo del Puerto,
the rst port museum in the Ingeniero White District. Later in 2003, Ferrowhite was set up and located in the building that was
once the repair shop of the power station General San Martín.
is work seeks to analyze the role played by the museums in the Ingeniero White District regarding the preservation of the port
heritage. To do so, it examines the different strategies carried out by these museums in order to enable the staging of the historic

Notas de autor
a Autora de correspondencia. Correo electrónico: [email protected]
Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural, 2020, vol. 33, ISSN: 1657-9763 / 2011-9003

testimony in each cultural property, raise awareness among the public opinion, contribute to the cultural education of the local
community, and strengthen the identity.
Keywords: port heritage, museums, new museology, heritage preservation.

Introducción

La conservación del patrimonio cobra importancia desde principios del siglo XX, como respuesta a la
destrucción generada por las guerras mundiales; de esta situación se desprenden una serie de acciones
encaminadas a normalizar la actividad restauradora y de conservación del patrimonio. Es así que este dejó
de ser contemplado como un tesoro histórico artístico, para convertirse en algo más valioso, que ayuda a
comprender la identidad. Comienza a tener trascendencia cuando la sociedad le da el valor suciente como
para conservarlo y evitar que, con el paso del tiempo, el mismo desaparezca o se mezcle con otras culturas
y pierda su esencia. En la actualidad es entendido como una riqueza colectiva crucial para la democracia
cultural; donde se exige su compromiso ético y la cooperación de toda la población para garantizar tanto su
conservación como su adecuado aprovechamiento (Ballart, 1997; Prats, 2005).
La localidad de Ingeniero White se encuentra ubicada en torno a un puerto de aguas profundas, uno de
los principales del país, a 10 km de Bahía Blanca. Fundada como localidad portuaria, está íntimamente ligada
a la empresa de capitales británicos del Ferrocarril del Sud, que en septiembre de 1885 habilitó un muelle
de hierro al cual llegaban las vías del ferrocarril. También recibió el primer contingente de inmigrantes en
1911, cuando se intentaba encauzar su localización en el interior del país. Este proceso de desarrollo posibilitó
que el puerto de Bahía Blanca y la localidad de Ingeniero White presenten una diversidad de componentes
culturales y patrimoniales de signicancia histórica para la sociedad local.
Viviana Leonardi, et al. Los museos como herramienta de activación del patrimonio ...

Sin embargo, el avance de una dinámica apática patrimonial por parte de actores políticos y económicos
(Pinassi, 2018) ha derivado en un proceso de degradación que activó reclamos y proyectos que aspiran a
preservar este patrimonio cultural asociado a la actividad ferroportuaria. Por ello, a n de resguardar este
patrimonio, y de contrarrestar aquellos acontecimientos que lo pusieron en peligro, en el año 1987, por
iniciativa de un grupo de vecinos, se crea el Museo del Puerto, primer museo portuario de la localidad de
Ingeniero White. Posteriormente, en el año 2003, nace Ferrowhite, instalado en el edicio que fuera taller
de la usina General San Martín.
En este contexto, el objetivo de este trabajo es analizar el rol que cumplen los museos de la localidad de
Ingeniero White en la preservación del patrimonio portuario. Para ello, en primer lugar, se realizará una breve
revisión de la literatura acerca de los museos y sus estrategias para la conservación del acervo patrimonial
y la puesta en escena del testimonio histórico de cada bien cultural. Seguidamente, se presenta el área de
estudio, su historia y su patrimonio como localidad portuaria ligada a la evolución del ferrocarril. En particular
se analizarán los dos museos mencionados y sus aportes a la conservación y difusión de este patrimonio.
En el proceso de investigación se utilizan metodologías cualitativas basadas en la realización de entrevistas
semiestructuradas a los responsables de cada museo. Las mismas fueron llevadas a cabo por las autoras durante
el mes de diciembre de 2019 en dependencias de las propias instituciones. La información se completa a partir
de la revisión de material bibliográco, páginas de internet y diarios locales.

Los museos y la preservación del patrimonio

Uno de los espacios físicos donde se guarda y se comunica el patrimonio heredado es, sin lugar a duda, el
museo. Existe consenso en la literatura sobre la relación directa entre el proceso de musealización y el de
patrimonialización social de bienes culturales. En el momento en que una pieza deja de desempeñar sus
funciones originales y se revaloriza para ser preservada para la posteridad, empieza a adquirir un valor agregado
especial, mismo que va creciendo, tanto con el paso del tiempo, como por su aceptación social (Bazin, 1969;
Ballart, 1997; Ballart y Juan i Tresserras, 2001).
La resignicación del objeto musealizado le otorga un plusvalor muy especial, avalado por una institución
cultural de fuerte arraigo y reconocimiento social a nivel internacional, el museo.
Para Carlos Pestaña, “el museo constituye una organización civilizadora, contribuyendo a la conguración
de la sociedad europea y occidental” (Pestaña, 2000, p. 263). Vistos de manera tradicional, los museos son
solo repositorios, bodegas, escaparates, lugares de culto “a la memoria y el olvido” (Morales Moreno, 1996;
Fernández Alonso, 1999); acervos en manos de algunos curiosos y cuidadores, que carecen de signicado para
buena parte de la sociedad.
Para Xavier Paunero Amigo (2001, p. 132),
Mejorar el patrimonio artístico se ha convertido no ya solamente en una necesidad cultural, sino que los países
industrializados comienzan a tener en cuenta también su patrimonio con nes turísticos y de rentabilidad. Así, los museos
contemporáneos se hallan en profunda renovación: han conseguido cambiar el sentido de la historia, con un declive
de la historia nacional a favor de las historias alternativas (social, étnica, feminista, industrial, rural…); los museos vivos
han desplazado a los museos muertos como medio de comunicación y aprendizaje; y sus relaciones con las instituciones
han cambiado notablemente, dando lugar a una museización de determinados establecimientos (económicos, comerciales,
hoteleros).

Fernández Alonso (1999) y Casasola (2002) coinciden con este autor e invitan a no concebir al museo
como custodio o mero contenedor de colecciones, sino como un territorio cultural que traspasa sus propios
muros; como una manifestación cultural integral de una comunidad que tiene mucho que ofrecer al visitante.
Muchos turistas, sobre todo los que cuentan con una amplia cultura museal, no pierden la oportunidad de
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visitar el patrimonio allí exhibido. Es así como, en la actualidad, los museos se presentan como productos
culturales propios de un periodo histórico, que se orientan a la recuperación de visitantes.
Los medios de comunicación masiva, las nuevas tecnologías y los procesos de globalización económica y
cultural llevan a ir más allá de la mera apreciación de piezas y colecciones como elementos sueltos. Se intenta
revalorizar y resignicar el patrimonio, tratando de alcanzar un equilibrio entre el producto del pasado y las
exigencias de la actualidad, buscando la mejor manera de hacerlo atractivo al turista.
En el campo especíco de la museología, surge en los años setenta la Nueva Museología que insta a una
nueva perspectiva de actuación en la que la inclusión de la ciudadanía sea el objetivo prioritario (Moutinho,
2012). Así, los museos y demás espacios comienzan a abrirse hacia estrategias que fomenten el acceso de
todos los ciudadanos a eventos, muestras expositivas y demás acciones concebidas desde las instituciones.
El Movimiento Internacional de la Nueva Museología (Minom) llama a pensar las piezas en su nuevo
entorno, no como producto acabado, sino como proceso social, que va desde el valor inherente de cada
objeto a su reconceptualización en el museo, buscando la intencionalidad y el discurso museográco del
conjunto de piezas o colecciones en exhibición. Los museólogos de esta nueva corriente, a partir del previo
cuestionamiento del museo y sus funciones patrimoniales en la sociedad, han destacado que el museo debe
trascender hacia un enfoque multidisciplinar donde el acento se sitúe en las relaciones entre el ser humano y su
medio cultural; adicionalmente, la nueva museología establece que el museo ya no se debe dirigir a públicos
indeterminados considerados en la museología tradicional como visitantes anónimos, sino que debe tener su
razón de ser en estar al servicio de una comunidad especíca. Por otro lado, para esta corriente, el museo deja de
ser un espacio determinado que contiene y exhibe una colección de objetos, y es el territorio de una comunidad
quien pasa a ser el medio apropiado para la divulgación de mensajes mediante exposiciones abiertas, al aire
libre, es decir, se camina hacia un futuro con museo sin muros (Fernández Alonso, 1999).
Reconociendo que los museos son también parte del sector servicios, sus directores han cambiado su
losofía tradicional de gestión, y adoptado una perspectiva diferente a la de concentrarse únicamente en las
exhibiciones (Blud, 1990). De la idea del objeto como valor artístico, arqueológico, etnográco e histórico,
se pasa a la valoración del objeto como documento y reejo de una sociedad y una cultura. Así, el concepto de
patrimonio se extiende más allá de lo puramente material, que ha caracterizado la política de adquisiciones
de los museos, e incluye los mitos, poesías, canciones, danzas, etc.
Para Francisca Hernández Hernández (1992, pp. 95-96),
los museos se caracterizan por una doble responsabilidad: la de preservar la integridad del objeto como elemento de nuestro
patrimonio y la de contribuir a la evolución de la sociedad, labor que debe realizar a través de la misión educativa. Pensamos
que es necesario llegar a un equilibrio entre estas dos responsabilidades. Sin embargo, frecuentemente, nos encontramos con
la institución basada o centrada en la colección, o la institución basada en la comunidad. El museo solo cumplirá su misión
social cuando presente sus colecciones de forma que los visitantes puedan reconocerse en ellas y despierten su curiosidad, su
admiración y el deseo de saber.

La Unesco (2015), en su 38a reunión realizada en París en el 2015, plantea cuatro funciones primordiales
para los museos. Estas son:
Preservación: comprende actividades relacionadas con la adquisición y gestión de las colecciones, con
inclusión de análisis de riesgos y la creación de capacidades de preparación y planes de emergencia, así como
seguridad, conservación preventiva y correctiva y restauración de los objetos museísticos, garantizando la
integridad de las colecciones utilizadas y almacenadas.
Investigación: incluye el estudio de las colecciones que pueden llevarse a cabo en colaboración con terceros.
Solo mediante el conocimiento obtenido de las investigaciones puede materializarse y ofrecerse al público el
potencial íntegro del museo. La investigación es de la máxima importancia para los museos porque ofrece la
oportunidad de reexionar sobre la historia en un contexto contemporáneo, así como para la interpretación,
representación y exposición de las colecciones.
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Comunicación: debería incitarse a los museos a utilizar todos los medios de comunicación para desempeñar
un papel activo en la sociedad, por ejemplo, organizando actos públicos y participando en actividades
culturales pertinentes y otras interacciones con el público en forma física y digital. Las políticas de la
comunicación deberían tener en cuenta la integración, el acceso y la inclusión social, y debería llevarse a la
práctica en colaboración con el público, con inclusión de grupos que normalmente no van al museo. La
actividad de los museos debe reforzarse también con las acciones del público y de las comunidades en su favor.
Educación: los museos imparten educación formal y no formal y aprendizaje a lo largo de toda la vida
mediante la elaboración y transmisión de conocimientos y programas educativos y pedagógicos en asociación
con otras instituciones docentes, en particular la escuela. Los programas educativos de los museos contribuyen
principalmente a la educación de diversos públicos en las disciplinas a las que pertenecen sus colecciones y
en la vida cívica, y contribuyen a crear una mayor conciencia de la importancia de preservar el patrimonio y
promover la creatividad.
Gary Edson (2007) plantea que el museo, por su carácter de institución dedicada al servicio del público
y su función de salvaguardar el patrimonio cultural, natural y cientíco de un pueblo, región o nación, debe
contar con una buena gestión. Para ello se deben seguir algunos criterios básicos. Estos se basan en asignar
la persona adecuada al puesto adecuado; denir las tareas que hay que ejecutar; decidir la manera en la que
se deben cumplir esas tareas y administrar las relaciones entre los ejecutantes y las demás personalidades. Las
mismas se practican directa o indirectamente según el tamaño y la especialidad del museo.
Independientemente de cómo esté dado el organigrama dentro de cada institución, los elementos
convergen hacia el director; el cual es el punto de unión entre el órgano rector, si lo hay, y el personal. Por
otra parte, el desafío del museo, y por lo tanto de su director, es identicar una audiencia coherente, la cual sea
lo más activa posible, que se interese por las actividades y el desarrollo del museo, debido a que la audiencia
ejerce una inuencia muy fuerte en la gestión y la estructura organizativa del museo.
En la sección siguiente, luego de presentar históricamente la localidad de Ingeniero White y su génesis
ferroportuaria, se analizan los museos Ferrowhite y Museo del Puerto y sus aportes a la conservación y difusión
del patrimonio de la localidad.

Breve historia de la conformación del área de estudio

El Puerto Viejo

Ingeniero White es una localidad y puerto de la provincia de Buenos Aires, que se encuentra ubicada en el
partido de Bahía Blanca, a 10 kilómetros de la ciudad homónima. Actualmente es uno de los principales
puertos de ultramar de la Argentina y su actividad económica constituye uno de los factores más importantes
que impulsan el crecimiento de la ciudad de Bahía Blanca. Desde el principio, la actual ciudad de Bahía Blanca
estaba destinada a convertirse en una importante ciudad-puerto.
Muchas de las investigaciones sobre la historia bahiense explican la fundación de la Fortaleza Protectora
Argentina a partir del accionar de la expedición terrestre y la construcción del fuerte. Sin embargo, el objetivo
principal del gobierno de la provincia de Buenos Aires, a principios del siglo XIX, era ocupar el estuario
de Bahía Blanca para instalar un fuerte, un puerto y su batería con nes estratégicos. Por un lado, el país
mantenía un estado de guerra con el Imperio del Brasil y, por otro, las frecuentes incursiones de los aborígenes
hostigaban los establecimientos ganaderos bonaerenses, principal actividad económica de la provincia. En
el sur bonaerense las operaciones de la Armada Imperial habían demostrado su interés por abrir otro frente
desde el sur para incursionar contra Buenos Aires, para lo que planeaba seducir a su favor a las tribus hostiles
(Puliato, 2012). Por esto, el mensaje del gobernador Dorrego del 4 de octubre de 1827 (Saldías, 1958,
pp. 69-85) dejaba bien en claro que “una consideración muy principal a favor de esta frontera consiste en
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la adquisición de un puerto sobre el mar, que en el transcurso de algún tiempo será un establecimiento
importante”, en consecuencia
el gobierno tiene el honor de pasar al examen del Honorable Senado (H. S.) el presupuesto presentado por el comisionado
para la planicación de la nueva línea de frontera, asegurar el tránsito hasta la Bahía Blanca, habilitar y poblar su puerto.

En este contexto, bajo las órdenes del Coronel Ramón Estomba, se fundó, en marzo de 1828, el primer
puerto en el estuario situado en la desembocadura del río Napostá. Se lo llamó el Puerto de la Esperanza,
dejando en claro que el objetivo principal de la expedición a cargo de Estomba era fundar el puerto antes que
el poblado. El ingeniero Narciso Parchappe determinó el lugar donde se asentaría el puerto, el que más tarde
sería denominado Puerto Viejo, génesis de la actual estación marítima bahiense. Si bien en un principio, era
más urgente establecer el embarcadero y una batería costera con una ubicación estratégica desde el punto de
vista militar, la batería nunca se construyó. El mismo Coronel Estomba consideró que las dicultades naturales
de acceso que presentaba el terreno eran sucientes para su defensa. A poco tiempo de su construcción, las
precarias instalaciones del primer puerto bahiense sufrieron los embates de los aborígenes de la región.
Actualmente unos pocos indicios permiten conocer la ubicación del antiguo embarcadero. No obstante, y
gracias a valiosas investigaciones que compararon las descripciones del ingeniero Parchappe, y mapas antiguos
y actuales, se logró determinar con precisión el lugar de su emplazamiento.
Unos años más tarde, el cientíco Charles Darwin recorrió la ría desembarcando en el puerto en 1832 y en
1859, lo hizo una comisión cientíca presidida por el ingeniero Carlos Pellegrini. Estas y otras experiencias
similares describieron las evidentes dicultades derivadas de sus características naturales. El cambio de las
mareas y el arrastre de sedimentos hacían tan difícil transitar por los canales de ingreso que se recomendó
trasladarlo.
Hacia nes de la década de 1850, se construyó un rudimentario muelle de madera sobre la margen derecha
de la desembocadura del Napostá, por donde comenzaron a ingresar mercaderías desde Buenos Aires. El
Puerto Esperanza siguió funcionando hasta que nalmente, y a pesar de los reclamos de dragado al gobierno,
fue abandonado.
El desembarcadero en la boca del Napostá es más que una referencia geográca o histórica; más bien,
representa la visión, la voluntad, el esfuerzo, con que tantos hombres hicieron posible la obra del que hoy es
el puerto de aguas profundas más importante de la Argentina (Puliato, 2010).

El antiguo Ferrocarril del Sud y “La Nueva Liverpool”

Para mediados del siglo XIX, Argentina se insertaba débilmente en el mercado capitalista mundial. El país
carecía de capitales y de población para producir bienes exportables en la escala que se necesitaba para lograrlo,
e incluso de un orden político capaz de ofrecer las condiciones para recibir esos factores tan escasos. El
único recurso de producción, abundante en cantidad y calidad, era la fertilidad del suelo y el clima de la
región pampeana que, en combinación con los factores escasos y la demanda creciente del mercado mundial,
permitieron el auge exportador del país. La Argentina debía subsanar sus problemas estructurales para ingresar
plenamente en el sistema de división internacional del trabajo. La resolución de estos problemas se inició junto
con el proceso de formación del Estado, en un contexto internacional favorable para encontrar soluciones.
Las características de Bahía Blanca de nales del siglo XIX la convirtieron en un sitio estratégico para llevar
adelante un centro de producción y comercialización de características internacionales. Diversas empresas
comenzaron a asentarse en nuestro medio y a realizar distintos tipos de obras tendientes a asegurar la
capacidad de operación de las mismas. De esta manera se construyeron ramales que vincularon nuestra
ciudad con otras zonas, edicios que permitieron el albergue de personas y fundamentalmente el acopio de
productos, otros que posibilitaron la radicación de industrias -como las destinadas a la generación de energía-
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y principalmente las tareas en los puertos, que aseguraban la posibilidad de atraque de buques de ultramar
(Zingoni, 2010, p. 25).
La gran mayoría de los capitales provenía de Gran Bretaña. Los ingleses realizaron importantes inversiones
directas en los ferrocarriles que la producción necesitaba para poder comercializarlas y exportarlas. Las más
destacadas fueron las compañías Buenos Aires Great Southern Railway, que se extendía por el sur de la
provincia de Buenos Aires transportando productos hacia la estación Constitución; Bahía Blanca North
Western Railway Company; Buenos Aires and Pacic Railway Company, y el ramal desde Rosario a Bahía
Blanca, cuyo capital era de origen francés.
La Sociedad Buenos Aires Great Southern Railway inició sus actividades hacia 1865, según el proyecto
original, desde Plaza Constitución, Buenos Aires a Chascomús. La red de vías comunicaba los pueblos del
interior de la provincia de Buenos Aires con la capital y permitía que los productos agrícolas alcanzaran los
puertos de Buenos Aires, Necochea y Bahía Blanca. La compañía construyó también el Puerto Ingeniero
White. En 1883, el Ferrocarril del Sud obtuvo la concesión para su construcción y explotación, en 1884 llegó
el primer tren al puerto, y el 26 de septiembre de 1885 se habilitó un elemental muelle de hierro de traza curva,
unido a las vías generales de esta compañía. Esta fecha es tomada como la génesis de la localidad portuaria de
Ingeniero White. El pequeño muelle en curva, por sus reducidas dimensiones, permitía atracar tres vapores
de ultramar y otros tres de cabotaje. El Puerto Comercial de Bahía Blanca (gura 1), que a partir de 1899
se llamaría Puerto de Ingeniero White, comenzó a funcionar de manera inmediata, con un movimiento de
carga que aumentaba de manera exponencial.

FIGURA 1.
Vista del Puerto Comercial de Bahía Blanca
Fuente: Prefectura Naval Argentina. Departamento de Estudios Históricos Navales (s. f.)

A los diez años de habilitado, su infraestructura resultaba insuciente para atender los cientos de buques
que llegaban de todo el mundo para completar sus bodegas con cereales y cueros. Había meses en los cuales
la estación colapsaba y los buques debían esperar días hasta ingresar a la ría. Las autoridades del Ferrocarril
del Sud decidieron instalar dos modernos y avanzados elevadores de granos y la construcción de un muelle
para su ubicación. Los elevadores fueron construidos en Inglaterra y quedaron habilitados en 1908. Desde
entonces y hasta hoy se conoce como “el muelle de los elevadores” (gura 2). Su particular perl pasó a
ser parte del paisaje urbano del puerto y también se los podía distinguir desde los puntos altos de Bahía
Blanca. Estuvieron en funcionamiento durante décadas hasta que, en 1978, en una de las intervenciones
más desafortunadas respecto al patrimonio arquitectónico local, estas “joyas” de la arquitectura e ingeniería
mundial fueron insensatamente desarmadas y vendidas como chatarra.
Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural, 2020, vol. 33, ISSN: 1657-9763 / 2011-9003

FIGURA 2.
Muelle de los elevadores (en construcción)
Fuente: Prefectura Naval Argentina. Secretaría General. Departamento de Asuntos históricos

La intensa actividad del puerto exigía su puesta en marcha en óptimas condiciones de trabajo. La empresa
inglesa decidió proveer de electricidad al complejo, como primer paso para su total industrialización.
Para lograrlo, construyó una nueva usina (en reemplazo de una provisoria) según el típico diseño de las
construcciones industriales inglesas de la época, que generaría fuerza motriz para los elevadores de granos,
electricidad para el muelle, la estación, las distintas reparticiones y el pueblo. La obra comenzó en 1904, fue
inaugurada en 1908 y para el año 1936 los planos del Ferrocarril del Sud la identicaban como el “edicio
de la ex usina de Ingeniero White”, lo que permite suponer que por esa fecha la usina eléctrica ya no prestaba
servicios como tal, al ponerse en funcionamiento la Usina del Castillo, construida por Empresas Eléctricas
de Bahía Blanca.
La empresa del Sud concentró su atención en el desarrollo portuario. Allí levantó los talleres de máquinas,
numerosas viviendas de diferente jerarquía, la usina del puerto, los elevadores, y obras de infraestructura como
la playa de maniobras férreas, el complejo de puentes o el tendido de agua potable desde la ciudad. Ingeniero
White también contó con una importante estación ferroviaria construida en 1885. Fueron años de grandes
construcciones. Toda esa infraestructura permitió que White se convirtiera en uno de los puertos principales
del país, si no el primero (Liberali, 1994).
Lamentablemente, todo el sistema productivo del país sufriría, en los años 90, importantes
transformaciones, imprimiendo una lógica capitalista a todo el accionar humano. En este contexto, se dio un
proceso de concesiones, privatizaciones y cierre de la mayoría de los ramales ferroviarios, alterando hasta la
actualidad la concepción de transporte y perjudicando seriamente al colectivo nacional.
No existe experiencia internacional alguna en la que se haya privatizado el patrimonio, “y trasferido
tanto poder económico en tan poco tiempo” (Azpiazu, 2005, p. 21). Obviamente, en este proceso, no se
contempló la protección del patrimonio, con lo cual las responsabilidades sobre estos bienes comenzaron a
estar desdibujadas.
Además de la falta de capital nacional y de obras de infraestructura, la escasez de población representaba
otra dicultad estructural que impedía comenzar el proceso de transformación que la economía nacional
necesitaba para insertarse denitivamente en el mercado mundial.
El aumento de la población era casi un mandamiento para las administraciones de nes del siglo XIX y
comienzos del siglo XX. El fomento de la inmigración por parte de las autoridades conjuntamente con un
proceso espontáneo, consolidado por la amplitud de las redes sociales entre los recién llegados, resultó decisivo
en la formación del mercado mano de obra. Diversas causas de origen interno y externo hicieron posible el
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gran ujo inmigratorio, apenas iniciada la década del 80. La inmigración adquirió un ritmo vertiginoso y
el puerto de Buenos Aires recibió a miles de europeos marginados por la depresión económica que sufrían
los países europeos en los años 80 y 90. Por otro lado, la estructura latifundista de la propiedad de la tierra,
el predominio de la región del litoral y de sus ciudades portuarias permiten comprender el momento, la
magnitud y la modalidad del proceso de inmigración. Los vaivenes de la coyuntura, las dicultades materiales,
la política del gobierno carente de planicación y poco favorable a la incorporación plena de los inmigrantes
al país impidieron su mejor asentamiento y distribución de acuerdo a las necesidades productivas del país.
Sin embargo, aun cuando el acceso a la propiedad de la tierra era extremadamente difícil, la demanda
creciente del sector urbano, como consecuencia del desarrollo de la infraestructura y de la ampliación del
mercado interno, constituyó un polo de atracción para el inmigrante, concentrándose en las provincias del
litoral uvial y de la pampa húmeda, y se establecieron, preferentemente, en la ciudad de Buenos Aires y sus
alrededores.
Los recién llegados lograron emplearse en el campo, en el puerto, en la construcción y en el ferrocarril. Es
un momento que la producción de granos aumenta de manera exponencial, la construcción urbana está en
pleno auge y las empresas ferroviarias se expanden.
En este contexto, se trató de encauzar a los inmigrantes hacia el interior del país, a través del puerto de
Ingeniero White. Para lograr este objetivo se conformó una Comisión de Inmigración, cuyo presidente sería
el superintendente de la Seccional de Tráco de la Compañía del Ferrocarril del Sud, Arturo Coleman.
A principios del Siglo XX, un número signicativo de inmigrantes, europeos en su mayoría, se instalaron
tanto en el puerto como en la ciudad de Bahía Blanca. La incorporación de inmigrantes reprodujo las
características que se dieron a nivel nacional, en su mayoría italianos y españoles, y también de otras
nacionalidades que viajaban con pasajes de tercera clase. Los inmigrantes italianos, al ser muy numerosos,
conformaron grupos con presencia social y económica muy visible, se nuclearon en sociedades que a la vez
los relacionaban con el medio. Lo mismo ocurría con los españoles que, por una cuestión de idioma común,
lógicamente se integraron más fácilmente. También favorecieron esa adaptación con la creación de sociedades
que los reunían según la región de donde provenían. En Bahía Blanca, en particular, había una presencia
inglesa signicativa como expresión de lo que fueron las inversiones británicas en el ferrocarril y en el puerto.
El origen de la población primitiva de pescadores artesanales de Ingeniero White se remonta a inmigrantes
italianos de las regiones Puglia y Lazio, ancados en la zona a comienzos de 1880. También españoles, griegos y
croatas se dedicaron a la pesca y otras actividades propias del puerto. En sus comienzos, el pueblo se componía
de precarias viviendas de chapa y madera, muchas existentes en la actualidad que dan una nota característica
y de raíz cultural al paisaje.

La preservación del patrimonio portuario: rol de dos museos locales

La importancia de la actividad ferroportuaria y el fenómeno inmigratorio permitieron que el puerto de


Ingeniero White y la localidad presenten una diversidad de componentes culturales y patrimoniales de
signicancia histórica para la sociedad local. Sin embargo, el proceso de privatización de empresas y espacios
portuarios, la instalación de empresas multinacionales, la modernización tecnológica, el desarrollo del
complejo petroquímico y la ausencia de regulación fueron deshabitando el lugar, dando paso al avance de una
apatía patrimonial por parte de actores políticos y económicos (Pinassi, 2018). Esto dio lugar a un proceso de
degradación que activó reclamos y proyectos que aspiran a preservar este patrimonio cultural asociado tanto
a la actividad ferroportuaria como al legado de la inmigración. Por ello, a n de resguardar este importante
acervo patrimonial y de contrarrestar aquellos acontecimientos que lo pusieron en peligro, en el año 1987,
por iniciativa de un grupo de vecinos, se crea el primer museo portuario de la localidad de Ingeniero White, el
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Museo del Puerto. Posteriormente, en el año 2003, instalado en el edicio que fuera taller de la usina General
San Martín, nace Ferrowhite.
La conformación de estos dos museos y las diferentes estrategias que llevan a cabo, han posibilitado la
puesta en escena del testimonio histórico de cada bien cultural, y la sensibilización de la opinión pública,
contribuyendo a la educación cultural de la comunidad local y al fortalecimiento de la identidad. Mientras el
Museo del Puerto articula su narrativa con el fenómeno inmigratorio, Ferrowhite lo hace con el proceso de
privatización de los ferrocarriles, dos momentos que reejan el auge y declive de un importante proyecto de
expansión capitalista y sus transformaciones.

Los Museos

Los dos museos de la localidad de Ingeniero White, ligados a su historia y a su cultura, son de gestión pública,
dependientes del Instituto Cultural de Bahía Blanca. Se encuentran localizados en edicios que poseen una
memoria material anterior a ellos, dado que son espacios que pertenecen a la historia de la comunidad en
la que se insertan. Sus colecciones están conformadas a partir de objetos que fueron concebidos para “ser
usados”. Además,
lejos de una noción instructiva o pedagógica sobre el pasado las formas adoptadas en la constitución, exhibición y movimiento
de su acervo buscan propiciar un acto de rememoración en el que es fundamental el acto de percepción, de este modo el
recuerdo es comprendido como una modalidad de acción. (Fressoli, 2013, p. 1).

El Museo del Puerto

El Museo del Puerto (gura 3) fue creado en el año 1987, después de los festejos del centenario de la fundación
de Ingeniero White. Surge a partir de la iniciativa de un grupo de vecinos que buscaban un lugar donde
recordar, contar y fortalecer la memoria sobre sus propias historias de inmigración, del momento de auge de
la villa y el puerto. Descendientes de aquellos italianos, españoles, griegos y croatas instalados en Ingeniero
White, recuperaron un viejo edicio donde había funcionado el Resguardo de la Aduana del Ferrocarril del
Sud, antigua casa construida en 1907 por la compañía inglesa del Ferrocarril, típica casa de chapa y madera
montada sobre pilotes. Así, pintando el interior en colores vivos (rojos, azules, verdes y amarillos), lograron
recrear las tradicionales casas cajón, típicas de la localidad. Fressoli (2013, p. 244) comenta: “al ingresar al
Museo del Puerto las distintas escenicaciones, la cocina o el patio del museo, por ejemplo, desplazan la
memoria sobre la aduana para privilegiar el mundo de lo cotidiano dentro del puerto”.

FIGURA 3.
Museo del Puerto de Ingeniero White
Fuente: Cristiano (2019)
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Con la colaboración de los vecinos, se reunieron objetos de la vida cotidiana, zapatos, sombreros, cartas,
latas diversas con diseños antiguos, almanaques art nouveau, santos, bolsas de arpillera, baúles, planchas y
muñecas, entre otras tantas, que reejan la pasada vida en Ingeniero White. La base de su construcción se
apoya en un amplísimo repertorio de entrevistas y relatos de estibadores, cocineras, amarradores, ferroviarios,
maestros.
El archivo cuenta hoy en día con más de 1000 entrevistas y, como se mencionó, sus inicios corresponden
a los inicios del museo. Desde los primeros años, allá por 1987, estuvo la idea de realizar entrevistas a
los pobladores inmigrantes, indagando sobre sus historias de vida, experiencia de inmigración, etc. Luego,
esta modalidad de registrar el acervo de la localidad se extendió a otros grupos sociales y personas de la
comunidad, abordando distintos aspectos de la vida social, dando cuenta de su complejidad. De este modo,
van congurándose las prácticas y las costumbres del lugar, las historias de sus habitantes inmigrantes, la
vida cotidiana y sus objetos, los saberes de los distintos ocios. Así, estas entrevistas a vecinos y trabajadores
conforman una suerte de caja de resonancia de la historia misma del pueblo, en sus contradicciones, deseos
y disputas.
En particular, la vida cotidiana de la comunidad fue reconstruida gracias a “ciclos” organizados por el
museo. Uno de ellos fue el de “discotecas vecinales”, un proyecto anual que se desarrolló solo durante el 2008.
Este ciclo consistió en entrevistar a vecinas y vecinos para saber cuáles eran los temas musicales que formaban
parte de su experiencia cotidiana, que marcaron su historia, canciones que se relacionan con sus trabajos,
amores, infancias, impresiones que han tenido a la música como telón de fondo y han marcado de manera
especial la memoria de cada habitante. A partir de estas entrevistas, se realizaron compilados de temas que
luego se utilizaron para musicalizar los domingos de la cocina del museo.
Los archivos del museo son cuatro: documental, objetual, fotográco y oral. Según comenta una de sus
gestoras,
la mayor relevancia está en profundizar la articulación entre ellos, abordar y ver de qué modos cruzar un objeto y una foto,
un relato con un documento en papel. Y todos ellos, objetos de la vida cotidiana de vecinos y vecinas de Ingeniero White son
parte de procesos mayores: de procesos económicos del país, de momentos históricos particulares, de políticas sociales, del
mercado mundial. ( J. Rausch, Museo del Puerto, 2019)

La exposición permanente se encuentra en varias salas (guras 4 y 5), es de carácter crítico, donde a través de
diferentes recursos museográcos se ejercita la memoria de una comunidad que se ve reejada al igual que en
un espejo. Una memoria completa, auténtica, sin fragmentaciones, identidad es lo que abunda. En su página
web se menciona que
las salas del museo ponen en escena el pasado inmigratorio del lugar desde la perspectiva de la vida cotidiana: cocina,
peluquería, bar, casa y escuela son algunos de los espacios que se recrean con objetos marcados por el uso diario (ollas, cachadas,
tijeras de poco lo, viejos cuadernos escolares) y objetos de cotillón, barquitos de papel glacé, pescados y sirenas de cartapesta)
en un marco variado de voces, música, texturas, luces y sombras. (Museo del Puerto, s. f.)
Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural, 2020, vol. 33, ISSN: 1657-9763 / 2011-9003

FIGURA 4.
Las salas del Museo: rememorando el aula
Fuente: Cristiano (2019)

FIGURA 5.
Las salas del Museo: la barbería y la sala de costura
Fuente: Cristiano (2019)

Entre las actividades regulares del museo, se encuentran las desarrolladas por el área cocina y el área
educativa.
La indagación por la historia de las prácticas de comer y cocinar se lleva adelante desde los inicios del
museo, tanto en entrevistas orales que abordan esos temas, como con la recopilación de objetos tales como
ollas, cocinas, cubiertos, delantales, etc. El ciclo que hoy se denomina “Cocina del museo” fue tomando sus
características actuales con el paso tiempo. En un inicio, las integrantes de la Asociación Amigos del Museo
ofrecían café y masitas a las personas que llegaban a recorrer las salas. Años después, y especialmente con la
ampliación de la sala “Cocina” en la década del 90, se incorporó la presencia de colectividades inmigrantes,
cocineras barriales, cantantes y músicos populares. Así, en la “Cocina”, se ofrecen platos típicos de distintas
colectividades extranjeras, que repiten recetas de los abuelos inmigrantes. También se recuerdan historias del
trabajo en el puerto, la pesca artesanal y las cantinas, que eran el lugar casi obligado de todas las despedidas de
solteros y otros festejos de la población y de la ciudad Bahía Blanca. Es el área de cocina el espacio mayor del
museo. Se trata de privilegiar saberes no valorados y sabores de cada día, de promover el encuentro alrededor
de una mesa. Así, los domingos se desarrolla el ciclo “La cocina del museo”. Los responsables arman que las
actividades de ese ciclo se desarrollan en un trabajo articulado con la comunidad, a partir de la presencia de la
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Asociación Amigas del Museo. Cada evento implica la organización y participación constante de estas vecinas
voluntarias. Para el público asistente también implica poner el cuerpo: beber, comer, cantar, bailar, conversar;
poner en relación múltiples saberes, múltiples idiomas, múltiples aspectos de las culturas que enriquecen la
propia comunidad (gura 6).
Así, puede decirse que el museo utiliza una estrategia de mediación que Roppola (2013) designa “el mundo
transportado”, donde las salas trasladan a los visitantes a los diferentes momentos y lugares. En el interior de
cada sala se escenica la historia para facilitar un acercamiento empático con el pasado, donde la luz, el sonido,
la señalética, la distribución del espacio y lo “oculto”1 se tornan relevantes en la composición escénica.
En el año 2008, Sergio Raimondi, coordinador del Museo del Puerto en el período 2003-2007, aseguró:
cualquier cocina es un espacio privilegiado de trabajo y de historia. La convocatoria de cada n de semana a distintas cocineras
de White, pero también de Villa Rosas, de Cerri o de Villa Mitre, señala una voluntad de atención a ciertas prácticas
aparentemente menores. (La Nueva, 2008)

FIGURA 6.
La Cocina del Museo
Fuente: Cristiano (2019)

Además del ciclo “la Cocina del Museo”, se realizan proyectos puntuales como actividades en vacaciones
de invierno, carnavales, día del inmigrante, día de San Silverio, etc. La realización de las mismas implica un
trabajo en articulación con otras instituciones (escuelas, clubes, Hospital Menor, instituciones intermedias
diversas, etc).
En relación con el área educativa, las propuestas didácticas se renuevan todos los años, y SE recibe a
numerosas escuelas de Ingeniero White, Bahía Blanca y sus alrededores. A las escuelas no se les proponen
visitas, sino recorridos educativos y talleres, para que los estudiantes se apropien de la historia de la comunidad
de una manera divertida. Las propuestas de los recorridos educativos están dirigidas a nivel inicial, primario
y secundario. En el corriente año, el museo ofrece diferentes propuestas didácticas a las escuelas: 1) para nivel
inicial y primaria, “Minisilos”; (2) para nivel primaria y secundaria primer ciclo, “De procesos y Movimiento”;
y 3) para nivel secundaria segundo ciclo dos propuestas, “Hoja de ruta: pueblo-puerto” e “Ingeniero Meme”.
Esta última muy creativa, en la cual los estudiantes deben realizar un ejercicio de síntesis luego de visitar las
salas del museo, el cual se plasma en la producción de memes, considerando que los mismos son una unidad
de información cultural. Asimismo, el museo realiza distintas actividades destinadas al público en general.
Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural, 2020, vol. 33, ISSN: 1657-9763 / 2011-9003

Esta diversidad de propuestas hace que los visitantes que recibe el museo sean variados, escuelas, espacios de
educación no formal, familias y personas solas, es decir, el perl genérico de la demanda recreativa es diverso.
Por otra parte, teniendo en cuenta las cuatro funciones básicas de los museos, planteadas por Icomos:
conservación, investigación, educación y exposición del contenido, puede decirse que el Museo del Puerto
cumple con todas. Tanto el Área Cocina como el Área Educativa llevan adelante diversas tareas que implica
la investigación, fundamentalmente la producción de contenido y conocimiento, y su posterior exposición.
El Área Archivos trabaja la conservación y se articula con las otras poniendo en valor y circulación materiales
de la colección.
Además de su área especíca, la función educativa está imbricada en el trabajo de cada una de las áreas, que
hacen circular contenidos y experiencias de tipo educativo para escuelas y público en general. En relación con
esto, una responsable del museo arma
si un domingo en el museo puede venir un visitante para aprender a preparar masitas griegas, un jueves puede venir un grupo
de escuela para salir del museo a oler el puerto, hacerse nuevas preguntas, que es un modo de pensar. ( J. Rausch, Museo del
Puerto, 2019)

Por otro lado, la difusión de sus actividades se materializa principalmente en la red social Facebook y su
blog (Museo del Puerto, s. f., 2013): “Papeles Públicos”. A través de él, se puede acceder a diferentes archivos
del museo y descargar un importante número de destacadas publicaciones realizadas en los últimos años,
libros, folletos, documentos y hasta canciones grabadas por los mismos vecinos. Algunas publicaciones que
se encuentran en el blog son:
• “Tendal de Repasadores”: esta publicación muestra que el más simple objeto de la cocina sirve para
abordar el mundo, múltiples nombres, usos, materiales que dan cuenta de cambios en el tiempo,
pequeñas historias personales, etc.
• “Canzonettas & Rock”: son voces de vecinos y temas de bandas de rock locales, que las canzonettas
más cantadas en Ingeniero White.
• “200 años / 4 objetos”: invita a leer el mundo en un objeto del bajo-mesada.
• “Qué bien se vive (en el Caribe)”: este librito muestra lo que los chicos chicos de 6º año de la escuela
21 del Boulevard Juan B. Justo pensaron, imaginaron, dibujaron y contaron sobre cómo sería su vida
si todavía tuvieran playa.
Estas publicaciones reejan el compromiso que este museo tiene con el ambiente social especíco en el que
opera. Así, puede armarse que el espacio web es un entorno privilegiado para las prácticas de difusión del
museo, para la delización de públicos, para potenciar la interactividad con los visitantes.
En resumen, puede decirse que el Museo del Puerto fue reconstruyendo la historia del pueblo, sus
costumbres y la vida cotidiana de la comunidad del puerto bajo el lema “se puede hacer un museo sin objetos,
pero no sin vecinos”. De este modo, reinventa las maneras de pensar, ordenar y exhibir la historia.

Ferrowhite museo taller

Ferrowhite es un museo taller que surge en noviembre de 2003 y se inaugura en el 2004 como almacén de
objetos, archivo de documentos y área de conservación del Museo del Puerto de Ingeniero White. Mientras
el primer museo nace sin colección, este se instituye a partir de un proyecto de conservación de un excedente
de objetos que generó la acumulación del Museo del Puerto, y una gran cantidad de objetos de un mundo
ferroviario y portuario que no encontraba lugar. La mayoría de ellos se fueron recuperando del proceso de
privatización de los 90.
Está ubicado en un predio industrial en el cual se emplazan tres edicios: la vieja usina General San Martín,
construida en los años 30, la “Casa del Espía” y el taller de reparaciones de la ex usina San Martín. La ex usina
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eléctrica General San Martín2, que operara entre 1932 y 1980, fue conocida por todos como “El Castillo”
por su particular arquitectura neomedieval (gura 7). Ella detenta un valor propio en tanto patrimonio
arquitectónico nacional. “Su arquitectura compuesta de almenas y arcos ojivales, en una escala monumental
para el espacio de White, imita la arquitectura de castillos medievales” (Fressoli, 2013, p. 14). La “Casa del
Espía”3 fue convertida en café, un lugar con historia, apropiado para compartir las leyendas de este puerto,
mientras que las actividades del museo se desarrollan en el edicio auxiliar que era el taller de mantenimiento
de la usina. En su entrada puede apreciarse un mapa que contiene la planta del museo y sus edicios aledaños
(gura 8).
Además, desde el predio industrial puede verse la Rambla de Arrieta, la cual fue un intento por recuperar
el frente marítimo de la ex usina como un paseo público4. La Rambla es señalada desde el museo como “la
última oportunidad de abrir una brecha en el cinturón de concreto que ciñe al puerto” (La Nueva, 2017).
El museo comenzó golpeando las puertas de las casas para realizar entrevistas, y al cabo de tanto tiempo,
muchas personas comenzaron a sentirlo como su propia casa. Esta forma integral de concebir a los bienes
histórico-culturales y a la gestión museística permite salir del anclaje tradicional que considera al patrimonio
como el mero legado del pasado de una sociedad y redenirlo como un constructo dinámico, que se
(re)elabora a partir de procesos socioculturales y diversas relaciones de poder entre distintos actores sociales
implicados.

FIGURA 7.
Ex Usina Eléctrica General San Martín
Fuente: Cristiano (2019)
Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural, 2020, vol. 33, ISSN: 1657-9763 / 2011-9003

FIGURA 8.
Ferrowhite Museo Taller
Fuente: Cristiano (2019)

En este museo los objetos se relacionan con el mundo del trabajo ferroviario y portuario, con la historia
económica, cultural e industrial del puerto (guras 9 y 10). En su página web (Ferrowhite, s. f.) puede leerse:
La constitución de este espacio fue posible gracias a un subsidio de la Fundación Antorchas. En 2004, se trasladó a este edicio
una colección de aproximadamente 4000 objetos relacionados con el mundo ferroviario y portuario naciendo así Ferrowhite
como un espacio autónomo. La donación fue realizada por un grupo de ferroviarios particulares quienes pusieron a resguardo
de la Municipalidad de Bahía Blanca estas herramientas consideradas por los nuevos concesionarios privados del ferrocarril
y el puerto como “material de desecho”. Son piezas provenientes de los grandes talleres ferroviarios instalados en la región
(Talleres Noroeste, Taller Maldonado, Taller Spurr, Galpón de Locomotoras Ingeniero White), y en menor medida, de las
estaciones, ocinas administrativas y terminales portuarias pertenecientes al Ferrocarril del Sud (1884-1948), al Ferrocarril
Bahía Blanca, al Noroeste, al Ferrocarril Buenos Aires, al Pacíco y al Ferrocarril Nacional General Roca.

Por otro lado, según lo manifestado por los responsables del museo en las entrevistas realizadas, la misión
del mismo se vincula con la conservación de herramientas y útiles recuperados tras la privatización y el parcial
desguace de los ferrocarriles, además de generar herramientas útiles para ampliar la comprensión del presente
y, por tanto, la perspectiva del futuro, forjados en la labor con objetos y documentos del pasado. “El desguace
es la palabra que resuena en la mirada de quien visita la muestra, una palabra ya implantada en el recorrido
exterior a través de los carteles que informaban sobre la historia de la usina castillo” (Fressoli, 2013, p. 15).
Parte de la colección de Ferrowhite permanece dentro de un gran espacio vidriado que es posible observar
desde el resto del museo, pero cuyo acceso es limitado. Los objetos de dicha colección se movilizan y muestran
en ocasión de actividades educativas, para ser utilizados en la realización de entrevistas o cuando son puestos
nuevamente en movimiento a través de obras de teatro que el museo realiza.
Viviana Leonardi, et al. Los museos como herramienta de activación del patrimonio ...

FIGURA 9.
Trabajadores del Ferrocarril
Fuente: Cristiano (2019)

Sin embargo, las colecciones del museo no solo albergan artefactos ferroportuarios del pasado, ya que,
desde hace algunos años, el mismo hospeda artefactos que han sido fabricados por los propios trabajadores
(vecinos de la localidad) para ligar ese pasado al presente. “La Estación Ingeniero White, elaborada por
Ernesto Micucci, las Locomotoras de Patucho González, reconstruyen edicios y máquinas ferroviarias de
otras épocas, a partir de la experiencia vital de los propios modelistas” (Ferrowhite, s. f.).
Además, las piezas reejan el conjunto de conocimientos y habilidades especícas, dado que en cada objeto
se halla implícita la memoria de un ocio y testimonio material de un complejo proceso histórico social. Sin
embargo, es el relato de los propios trabajadores ferroviarios el que permite saber cómo y para qué se utilizaban
esas herramientas, de qué modo se organizaba el trabajo en el que se empleaban y, sobre todo, cómo era la
vida de quienes las usaban. Por tal razón, desde el comienzo el vínculo con la comunidad de trabajadores y
vecinos/as fue fundamental (gura 10).
Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural, 2020, vol. 33, ISSN: 1657-9763 / 2011-9003

FIGURA 10.
Fábrica de bolsas para cereal
Fuente: Cristiano (2019)

La exposición del museo también está compuesta por otro elemento que recibe el nombre de “una historia
de cartón pintado”, se trata de obreros de cartón que relatan la historia argentina desde Roca hasta De la Rúa,
montados en unas pequeñas zorritas. Estos obreros de cartón también se encuentran esparcidos por diferentes
lugares del museo (gura 11).

FIGURA 11.
Exhibiciones de Ferrowhite. Museo taller
Fuente: Museo de Ferrowhite (s. f.)

La institución se encuentra continuamente planicando actividades en favor de recuperar y habilitar para


el público nuevas zonas dentro del predio de la ex usina, de mejorar las instalaciones existentes y poner en
funcionamiento alguno de los objetos que se exhiben. En todas estas iniciativas, el museo trabaja con la
comunidad local y colabora con su gestión la Asociación “Amigos del Castillo”. Entre otras tareas que realiza
el museo también se dedica a la arqueología industrial. Así, por ejemplo, en el año 2008 en el altillo de la vieja
usina subsistía un montón de moldes y modelos de fundición que había pertenecido a Plantel Marítimo, el
personal inició el trabajo de recuperarlos, traerlos a Ferrowhite, limpiarlos, clasicarlos, estudiarlos y permitir
que de algún modo cuenten su historia (Museo Taller, s. f.).
Al igual que lo que ocurre en el Museo del Puerto, el perl genérico de la demanda recreativa es variado.
Tratan de llegar a los visitantes por medio de la difusión que principalmente se materializa en televisión, la
red social Facebook y su web propia. También refuerzan su divulgación a través de muestras itinerantes en
eventos puntuales.
En el año 2015, a partir de la recuperación de una de las salas de la ex Usina, se habilitó el Taller Prende
(desde el 2009 existía bajo el nombre de “Cómo funciona la cosa”), vinculado a la idea del museo taller. Según
comenta uno de los responsables del museo:
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desde el principio de Ferrowhite, estos dos sustantivos estuvieron en vínculo y tensión para problematizar la idea de museo
tradicional anclado en el pasado. En la idea de ‘taller’ hay una clara alusión al presente, a la idea de salir de la exhibición y
pasar a la producción. (A. Bernardi, Museo de Ferrowhite, 2019)

Prende es un espacio de capacitación y expresión, destinado a chicos/as y jóvenes de los barrios cercanos,
que tiene la serigrafía como centro de exploración, aunque también se investigan otras técnicas plásticas
y de impresión. Si bien el objetivo principal de este taller es la educación y la inclusión social, parte de
las producciones que allí se realizan se comercializan en el “Quiosco Obrero”, que constituye una fuente
de nanciamiento complementaria para la institución. El taller tiene varios grupos que asisten de manera
regular. Al mismo tiempo, las visitas educativas contemplan un momento de trabajo durante el recorrido. En
vacaciones de invierno y otros eventos puntuales, el taller se abre a toda la ciudad y la región y la auencia
del público es notoria.
Actualmente el museo se encuentra realizando obras de recuperación del área que se destinaba
antiguamente a vestuarios y baños de la Usina General San Martín, espacio que se va a adecuar para ampliar
el taller de serigrafía. La idea es expandir espacialmente el taller y diversicar la oferta de técnicas ofrecidas.
Asimismo, se están incorporando la costura, la moldería y diferentes técnicas de grabado e impresión.
Por otra parte, teniendo en cuenta las cuatro funciones básicas de los museos, también en este caso
puede decirse que Ferrowhite cumple con todas. El mismo realiza la conservación de herramientas y útiles
recuperados, con el objetivo de mostrar cómo y para qué se utilizaban las mismas y de qué modo se organizaba
el trabajo en el que se empleaban. Las herramientas se encuentran expuestas en sus instalaciones para su
apreciación de forma dinámica donde los visitantes pueden interactuar con ellas; por esto mismo, adquiere
la dinámica de taller, y se propone como un lugar de encuentro y de puesta en circulación de las voces y el
hacer de los trabajadores. En cuanto a la función educación, se desarrolla de manera óptima, ya que trabajan
en forma conjunta con la sociedad local. El museo posee programas de visitas guiadas realizadas por quienes
conforman la fundación “Amigos del Castillo”, los cuales, en su mayoría, son personas de Ingeniero White,
que han estado involucradas en la historia local que forma parte de lo que en el museo se trata de mostrar y/o
transmitir. Además, cuentan con programas y talleres para que los más chicos aprendan jugando. Por último,
se realiza también investigación, en la cual trabaja el área de archivo, donde las 5000 piezas del ferrocarril
y el puerto son el punto de partida para intentar comprender cómo se organizaban los talleres en los que
esas herramientas eran utilizadas, cómo eran el orden y los conictos de la sociedad a la que servían, y cómo
resultan, en comparación, las cosas en la actualidad.

Reflexiones finales

A partir del previo cuestionamiento del museo y sus funciones patrimoniales en la sociedad, la nueva
museología incita a los museólogos a lograr que el museo trascienda hacia un enfoque multidisciplinar donde
el acento se sitúe en las relaciones entre el ser humano y su medio cultural. El reto consiste entonces, en
adoptar propuestas innovadoras y dinámicas, basadas en la valoración del patrimonio cultural de manera que
pueda asegurarse su continuidad y vitalidad para las generaciones actuales y futuras. A lo largo del trabajo
se ha podido plantear cómo Ferrowhite y el Museo del Puerto resignican la génesis ferroportuaria de la
localidad de Ingeniero White y, mediante las herramientas modernas de comunicación y divulgación de
museos, presentan las narrativas de la localidad, del puerto y de su gente, permitiendo reactivar el vínculo real
de la comunidad con su patrimonio.
Teniendo en cuenta las cuatro funciones básicas de los museos, planteadas por Icomos: conservación,
investigación, educación y exposición de contenido, puede decirse que ambos museos cumplen con todas
estas. Sin embrago, podría señalarse que, además, cumplen con una quinta función, “la escucha atenta a la
comunidad”, produciendo actividades y contenidos que elaboren parte de esa escucha.
Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural, 2020, vol. 33, ISSN: 1657-9763 / 2011-9003

Asimismo, las estrategias expositivas utilizadas por ambos museos para dar a conocer su colección han
logrado crear un espacio de signicación donde se enfatiza lo simbólico de los objetos y se materializa un
guión conceptual a través de la investigación y de los soportes materiales (iluminación, líneas cromáticas, etc.)
en ambos casos. El carácter “educativo” y “social” inherente a la institución museo se cumple ampliamente en
los dos casos analizados. Así, puede armarse que ambos museos registran, promueven, elaboran y trabajan
con el patrimonio natural y cultural del pueblo a través de relatos orales, celebración de estas, armado de
“instalaciones” y espectáculos, cumpliendo con la doble responsabilidad que asigna Francisca Hernández
Hernández (1992) a los museos, la de preservar la integridad de los objetos como elementos de nuestro
patrimonio y la de contribuir a la evolución de la sociedad, labor que debe realizar a través de la misión
educativa.

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Notas

* Artículo de investigación. Este trabajo se realizó en el marco del proyecto investigación PGI “Análisis económico de la
cultura y el turismo cultural”. Departamento de Economía, Universidad Nacional del Sur, Instituto de Investigaciones
Económicas y Sociales del Sur-Conicet.
1 “A lo largo del recorrido del museo, entre las distintas escenicaciones, un objeto se reitera. Se trata de una manzana
verde, al lado de un cartel, debajo de una foto, suspendida en el aire, en una frutera de la cocina ... El dialogo con quienes
trabajan en el museo nos revela que la manzana verde es para las señoras de White ‘buena para la memoria’, sin embargo,
antes de esta explicación, la manzana se ofrece como un enigma que invita por un lado a múltiples asociaciones y al mismo
tiempo ofrece una resistencia” (Fressoli, 2013, pp. 9-10).
2 Se inauguró en el año 1932, este edicio de hormigón erigido junto al mar fue la primera construcción que se levantó
en el puerto y proveyó de electricidad a Bahía Blanca durante 56 años. Fue diseñado por José Molinari, jefe de proyectos
de la compañía Ítalo Argentina de Electricidad. Es un monumental edicio de rasgos arquitectónicos eclécticos, para
muchos, un auténtico castillo estilo Tudor, como los que se construyeron en Inglaterra durante los siglos XV y XVI.
3 La Casa del Espía era la residencia del jefe de la Usina General San Martín. Varios jefes ocuparon la Casa desde 1932
hasta mediados de los sesenta, momento en que pasó a funcionar como una ocina administrativa. Ocupado por Gustav,
alemán en épocas del ferrocarril inglés, en tiempos de la segunda gran guerra. Alrededor de él se construyeron muchas
historias, que era un espía, que tenía un transmisor de radio oculto en algún lugar del castillo y reportaba desde allí a la
ota de submarinos del Führer sobre los buques que partían con grano para paliar la hambruna de los aliados, etc.
4 El intendente Agustín de Arrieta en 1930 proyectó un fantástico balneario para la costa de los barrios Bulevar y Saladero,
el primer tramo se inauguró en marzo de 2009, pero fue abandonado después.

Licencia Creative Commons CC BY 4.0


Cómo citar este artículo: Leonardi, V., Elías, S., y Audino, P. (2020). Los museos como herramienta de
activación del patrimonio portuario de la localidad de Ingeniero White (Argentina). Apuntes, 33. https://d
oi.org/10.11144/Javeriana.apu33.mhap

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