Verso para La Corona de Adviento
Verso para La Corona de Adviento
Verso para La Corona de Adviento
Oh corona de Adviento!
Luz en la oscuridad,
llegará la navidad 🌲✨
Y sin embargo cuatro semanas antes de navidad sucede algo muy importante: un gran ángel
desciende del cielo para invitar a los habitantes de la tierra a preparar la navidad; este ángel va
cubierto de una gran capa azul, tejida de silencio y de paz. La mayoría de la gente no lo percibe
porque está muy ocupada en otras cosas, pero el ángel canta con voz profunda, y solamente
aquellos que tienen el corazón atento pueden escucharlo.
Su canto dice así: “El cielo viene sobre la tierra, Dios viene a habitar el corazón de los hombres,
¡prestad atención! ¡Abridle la puerta!
Así pues, en tal día como hoy el ángel pasa y habla a todos los hombres, y aquellos que lo
escuchan se disponen a preparar la Navidad, cantando algunas canciones y encendiendo velas….
Camino a Belénr (elato que acompaña la primera semana de adviento)
Eran tres los que estaban en camino: María, José y el pequeño asno que trotaba alegremente por
delante. José estaba acostumbrado a caminar largos trayectos a buen paso, pero María iba muy
cansada, sus pies tropezaban a menudo con las piedras del camino y ella apretaba los dientes para
esconder el dolor. De pronto dejó caer una lágrima. El pequeño asno no se enteró de nada y José
tampoco; estaban atentos para no perder el camino. El Ángel que los acompañaba vio que María
lloraba y entonces se inclinó hacia ella y le dijo:
“¿Por qué lloras María? Estás camino a Belén donde nacerá Jesús. ¿Por qué estás tan triste?”
María respondió:
“Lo que me causa dolor son las piedras del camino con las que tropiezo y me lastiman los pies”
Tras estas palabras el Ángel se volvió hacia las piedras. Las miró con sus ojos celestiales radiantes
de luz y he aquí que bajo su mirada las piedras se transformaron tomando reflejos de colores y
redondeándose suavemente. Algunas se volvieron transparentes como el cristal y centelleaban
sobre el camino iluminadas por el Ángel.
Entonces María avanzó con paso seguro. Delante de ella el camino relucía e irradiaba y ya ningún
dolor vino a molestar su andar hacia Belén.