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Poder Judicial de la Nación

TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1


FRO 82000149/10

N° 9/2015 Rosario, 7 de septiembre de 2015.


VISTO:
Conforme lo dispuesto en los artículos
399 y 400 del Código Procesal Penal, el Tribunal Oral
en lo Criminal Federal N°1 de Rosario, integrado por
los Dres. Otmar Paulucci, Ricardo Moisés Vásquez, José
María Escobar Cello, con la Secretaría del Doctores
Osvaldo Facciano y Guillermo Rossi –“Ad Hoc”-, luego de
la audiencia de debate en los autos N° FRO
82000149/2010 caratulados “SAINT AMANT, MANUEL
FERNANDO; MASTRANDREA, EDGARDO ANTONIO; BOSSIÉ, ANTONIO
FEDERICO; QUINTANA, DANIEL FERNANDO s/ privación ilegal
de la libertad, agravada art. 142 inc. 5” y sus
acumulados N° FRO 8500028/2012 “Saint Amant, Manuel
Fernando y Bossié, Antonio Federico; Rocca, Carlos
Enrique s/ privación ilegítima de la libertad agravada,
tormentos agravados, homicidio agravado, usurpación de
inmueble y robo calificado (Víctimas: María Cristina
Lanzillotto, María Lucila Santillán, Jorge Francisco
Santillán, Carlos Benjamín Santillán y Benjamín
Santillán”, FRO 81000005/2012 “SAINT AMANT, Manuel
Fernando; BOSSIÉ, Antonio Federico; QUINTANA, Daniel
Fernando s/ privación de la libertad, torturas y
desaparición forzada de personas (víctimas: Oscar
Hofer; Víctor Hofer, Miguel A. Di Pascua; Carlos
Alberto Rojas, Ana Inés Cárdenas; Rubén D. Reynoso y
Rodolfo A. Kremer)”, FRO 81000008/2013 “SAINT AMANT,
Manuel Fernando; BOSSIÉ, Antonio Federico s/ privación
de la libertad y sustracción de bienes (víctimas:

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Pheulpin, Carlos A.; Pheulpin, Julio H.)”, FRO
76000021/2011/TO1 “SAINT AMANT, Manuel F. y Bossié,
Antonio Federico s/ Privación ilegítima de la libertad
y torturas” (Víctimas: Pierro, Leonor Genoveva, Pérez,
Carlos Gerardo y otros), FRO 81000045/2012 “SAINT
AMANT, Manuel Fernando s/ privación de la libertad
agravada, tormentos y homicidio calificado (víctimas:
Acosta, Hugo Daniel; Acosta, Ramón Alberto; Beccarini,
Vicente Primo; Acosta, Héctor; Kazenas, Dionisio Tomás;
Navarro, Mariano; Sosa, María Alicia y Brunelli, Naldo
Raúl)”, FRO 81000046/2012 “SAINT AMANT, Manuel F. s/
desaparición forzada de personas (Víctimas: Peris,
Julio Raúl; Peris, Raúl y Peris, José Enrique )”, FRO
81000047/2012 “SAINT AMANT, Manuel F. s/ privación
ilegal de la libertad agravada por mediar violencia en
concurso real con tormentos agravados por resultar
víctimas perseguidos políticos y falsedad ideológica
(Víctimas: Lita, Luis Eduardo; Gil, Norberto; Ocariz,
Jorge Enrique)”, FRO 81000103/2011 “SAINT AMANT, Manuel
Fernando (víctimas: Eduardo Julio Schiel y Graciela del
Corazón de Jesús Celayeta) s/ privación de la libertad
y tormento”, FRO 81000109/2011 “SAINT AMANT, Manuel F.
s/ Privación ilegítima de la libertad y torturas”
(Víctimas: Montalvo, Ricardo y otros )”, FRO
81000114/2011 “SAINT AMANT, Manuel F. s/ Privación
ilegítima de la libertad y torturas” (Víctimas:
Zuelgaray, Tomás y otros”, FRO 82000015/2013/TO1
“Ferrero, Norberto R. s/ privación ilegal de la
libertad agravada- art. 12 inc. 5- víctimas: Córdoba,
Luis Pablo Nicanor; Córdoba Ríos, Alcira”, FRO
85000124/2011 “Ferrero, Norberto s/ Privación
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ilegítima de la libertad, posteriores tormentos y
homicidio” (Víctima: Ceccon Luis Francisco)”, FRO
76000034/2011/TO1 “FERRERO, Norberto Ricardo; SAINT
AMANT, Manuel Fernando; GUERRINA, Roberto Horacio;
ROJAS, Clementino Omar; ALMADA, Julio Alberto; LUCERO,
Miguel Ángel; SINIGAGLIA, Luis Antonio; GONZÁLEZ, Juan
Alberto; privación ilegítima de la libertad, tormentos
y falsedad ideológica. Víctimas: OCARIZ, Jorge Enrique;
LITA, Luis Eduardo y GIL, Norberto” y FRO 85000105/2012
“Bolmeni, Arnaldo Nasiff y Adrover, Guillermo Miguel s/
privación ilegítima de la libertad y torturas
(víctimas: Santillán, Benjamín)”, en cumplimiento de
los requisitos enumerados en el primero de los
artículos mencionados precedentemente de los que
RESULTA:
1) Requerimientos de elevación a juicio.
a) Manuel Fernando Saint Amant.
El acusado Manuel Fernando Saint Amant ha
sido requerido a juicio en el marco de las causas que a
continuación se enumeran:
a.1) Expediente nº FRO 82000149/10.
En este expediente los requerimientos de
elevación a juicio fueron formulados a fs. 2877/2929
(Secretaria de Derechos Humanos de la Provincia de
Buenos Aires), 2931/2961 (Querellantes particulares
María Luisa Corelli, Alicia Cándida Montaldo de
Cámpora, Antonia del Río de Farayi y José María
Budassi) y 2980/3028 (Ministerio Público Fiscal).
En el primero de ellos, la Secretaría de
Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires

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requirió la elevación a juicio respecto de Manuel
Fernando Saint Amant como autor mediato de los
siguientes hechos: privación ilegítima de la libertad
agravada por mediar violencia respecto de Carlos
Armando Grande, Gerardo Jorge Cámpora, Carlos Andrés
Farayi, José María Budassi, Pablo Leonardo Martínez,
Alicia Cámpora, María Luisa Corelli, Gustavo Carlos De
Cara, Guillermo Luis Estalle y Mario Juan Francisco
Contartese en los términos del art. 144 bis inciso 1ro
y último párrafo, en función del art. 142 inc. 1ro –ley
14.616- del Código Penal (texto originario modificado
por la Ley 20.642, conforme a la ley 23.077), tormentos
de los que resultaron víctimas José María Budassi,
Pablo Leonardo Martínez, Alicia Cámpora, María Luisa
Corelli y Gustavo Carlos De Cara, en los términos del
art. 144 ter del Código Penal (ley 14.616) y homicidio
agravado respecto de las víctimas Carlos Armando
Grande, Gerardo Jorge Cámpora y Carlos Andrés Farayi,
en los términos del art. 80 inciso 6 del Código Penal
(texto originario según Ley 11.719, texto según ley
21.338 vigente por ley 23.077), todos ellos en concurso
real (art. 55 C.P.).
En igual sentido resulta ser el segundo
de los requerimientos, presentado las querellantes
particulares Corelli, Montaldo de Cámpora, Del Río de
Farayi y Budassi, quienes solicitaron la elevación a
juicio por los mismos hechos y de acuerdo a la misma
calificación legal.
Finalmente, el Ministerio Público Fiscal
solicitó la elevación a juicio en relación a este
imputado por considerarlo autor mediato de los
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siguientes hechos: respecto de Carlos Armando Grande,
Gerardo Jorge Cámpora y Carlos Andrés Farayi: privación
ilegítima de la libertad agravada por mediar violencia
y homicidio agravado por el concurso de dos o más
personas en su comisión, todos ellos en concurso real
(art. 144 bis inciso 1ro. y último párrafo en función
del art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal,
texto originario modificado por ley 20.642, conforme a
la ley 23.077; art. 80 inc. 6to del C.P. -texto
originario según ley 11.179- y art. 55 del C.P.); en
relación a José María Budassi, Pablo Leonardo Martínez,
Alicia Cámpora, María Luisa Corelli y Gustavo Carlos De
Cara: privación ilegítima de la libertad agravada por
mediar violencia y tormentos (art. 144 bis inciso 1ro.
y último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley
14.616- del Código Penal, texto originario modificado
por ley 20.642, conforme a la ley 23.077; art. 144 ter
del C.P. -Ley 14.616- y art. 55 del C.P.) y respecto de
Guillermo Luis Estalle y Mario Juan Francisco
Contartese: privación ilegítima de libertad agravada
por mediar violencia (art. 144 bis inciso 1ro. y último
párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616-
del Código Penal, texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077).
a.2) Expediente nº FRO 81000103/2011.
En este caso, el requerimiento fiscal
obra a fs. 1907/1993 vta., en el cual el Ministerio
Público Fiscal solicitó la elevación a juicio respecto
de Saint Amant como autor mediato de los siguientes
hechos: privación ilegítima de la libertad calificada

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por mediar violencia, en concurso real con el delito de
tormentos calificados por ser las víctimas perseguidos
políticos, en perjuicio de Eduardo Julio Schiel y
Graciela del Corazón de Jesús Celayeta (art. 144 bis
inciso 1ro. y último párrafo en función del art. 142
inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal, texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077, art. 144 ter párrafo primero del C.P. -Ley
14.616- y art. 55 del C.P.).
a.3) Expediente nº FRO 81000109/2011.
El requerimiento de elevación a juicio de
este expediente se concretó a fs. 1782/1868 vta., en
donde el Ministerio Público Fiscal calificó los hechos
por los que consideró que debía responder Saint Amant
en calidad de autor mediato de la siguiente manera:
privación ilegítima de la libertad agravada por mediar
violencia, de los que resultaron víctimas Gustavo
Eduardo Gonzalo Montalvo, Ricardo Ezio Montalvo,
Alfredo Pedro Velasco, Orlando Benito Brambilla,
Florencio Gamarra y Juan Manuel Díaz en concurso real
con el delito de tormentos agravados por resultas las
víctimas perseguidos políticos en perjuicio de Ricardo
Ezio Montalvo y Juan Manuel Díaz (art. 144 bis inciso
1ro. y último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro.
–ley 14.616- del Código Penal, texto originario
modificado por ley 20.642, conforme a la ley 23.077 y
art. 144 ter párrafo primero del C.P. -Ley 14.616-). De
los que consideró
a.4) Expediente nº FRO 81000114/2011.
Sobre los hechos objeto de esta causa, la
Fiscalía Federal solicitó la elevación a juicio (fs.
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2159/2245 vta.) respecto de Saint Amant, por
considerarlo autor mediato de: privación ilegítima de
la libertad agravada por mediar violencia en perjuicio
de Tomás Juan Zuelgaray, Hugo Pascual Lima, Jorge
Guillermo Lima, Manuel Gil Morales, Mario Osvaldo
D´Imperio, José Edgardo D´Imperio, Mario Humberto
Verandi, Raúl Beguelin, Horacio Luppi, Pedro César
Marchi y Alberto Kipen; en concurso real con el delito
de tormentos agravados por resultar las víctimas
perseguidos políticos en perjuicio de Tomás Juan
Zuelgaray y Alberto Kipen (art. 144 bis inciso 1ro. y
último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley
14.616- del Código Penal, texto originario modificado
por ley 20.642, conforme a la ley 23.077 y art. 144 ter
párrafo primero del C.P. -Ley 14.616-).
a.5) Expediente nº FRO 81000005/2012.
En esta causa, los requerimientos de
elevación a juicio se concretaron a fs. 3490/3501 vta.
(Secretaría de Derechos Humanos de la Nación) y
3536/3583 vta. (Ministerio Público Fiscal).
En el primero de ellos, los acusadores
particulares solicitaron la elevación a juicio respecto
de este imputado como autor mediato de los siguientes
hechos: privación ilegítima de la libertad, agravada
por mediar violencia en concurso real con el delito de
tormentos agravados, respecto de Oscar Omar Hofer,
Víctor Hugo Hofer, Miguel Ángel Di Pasqua , Ana Inés
Cárdenas y Carlos Alberto Rojas, en los términos del
art. 144 bis inc. 1ro y último párrafo, en función del
art. 142 inc. 1ro –ley 14.616- del C.P. (texto

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originario modificado por ley 20642, conforme ley 23077
y art. 144 ter párrafo primero –ley 14.616); en
concurso material con el delito de homicidio agravado
respecto de Oscar Omar Hofer, Víctor Hugo Hofer y
Miguel Ángel Di Pasqua, en los términos del art. 80
incisos 2, 6 y 7 del C.P.; en concurso real con el
delito de sustracción de enseres, ropas y muebles de la
vivienda que habitaban Oscar Omar Hofer, su esposa
María del Rosario Perazzo y una hija menor de ambos de
nombre Érica, ubicada en calle Laprida nº 1211 de
Baradero, como así también la sustracción de enseres,
ropas y muebles de la vivienda que habitaban Víctor
Hugo Hofer con sus padres Paulina Di Rossa de Hofer y
Oscar Atilio Hofer, ubicada en calle Gascón nº 155 de
Baradero en los términos del art. 166 inciso 2 del C.P.
(texto según ley 20642 en función de la ley 23077 que
deroga el decreto ley 21.338).
La Fiscalía Federal, por su parte,
requirió la elevación a juicio por los mismos hechos y
calificación legal que la parte querellante (con
exclusión de la agravante contenida en el inciso 7º del
art. 80 del C.P. para los homicidios de Oscar Omar
Hofer, Víctor Hugo Hofer y Miguel Ángel Di Pasqua) e
incluyó los siguientes: privación ilegítima de libertad
agravada en perjuicio de Rubén Darío Reynoso, Rodolfo
Abel Kremer y Carlos Antonio Muredas en concurso real
con el delito de homicidio calificado de Rubén Darío
Reynoso y Rodolfo Abel Kremer y de robo calificado de
los bienes y enseres en perjuicio de Simeón Reynoso
(art. 144 bis inciso 1ro. y último párrafo en función
del art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal,
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
texto originario modificado por ley 20.642, conforme a
la ley 23.077, arts. 79 y 80 inc. 2 y 6 del C.P. y art.
164 y 166 inc. 2 del C.P., texto según ley 20.642).
Cabe aclarar en este punto que en el auto
de elevación a juicio nº 64/11 –fs. 3803/3822-, se
revocó el procesamiento de Manuel Fernando Saint Amant
respecto del delito de privación ilegítima de la
libertad en perjuicio de Carlos Antonio Muredas y el de
sustracción de enseres de la vivienda de Simeón
Reynoso, disponiendo su falta de mérito.
a.6) Expediente nº FRO 81000045/2012.
En este expediente, el requerimiento de
elevación a juicio formulado por la Fiscalía Federal
luce a fs. 1464/1550 vta., donde se realizó el
siguiente encuadre jurídico: respecto de los hechos que
damnificaron a Hugo Daniel Acosta, Vicente Primo
Beccarini, Héctor Acosta, Mariano Navarro, Dionisio
Tomás Kazenas, Abel Ramón Acosta, María Alicia Sosa y
Naldo Raúl Brunelli: privación ilegítima de la libertad
agravada por mediar violencia; en concurso real con el
delito de tormentos agravados por resultar las víctimas
perseguidos políticos respecto de Hugo Daniel Acosta,
Vicente Primo Beccarini, Héctor Acosta, Mariano
Navarro, Dionisio Tomás Kazenas y Abel Ramón Acosta; en
concurso material con el delito de homicidio calificado
de Abel Ramón Acosta; en concurso real con el delito de
allanamiento ilegal de la vivienda de los padres de
Naldo Brunelli (art. 144 bis inciso 1ro. y último
párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616-
del Código Penal, texto originario modificado por ley

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20.642, conforme a la ley 23.077; art. 144 ter párrafo
primero ley 14.616; art. 79 y 80 inc. 2 y 6 del C.P. y
art. 150 en función del art. 151 del C.P., texto
original), todos en calidad de autor mediato.
a.7) Expediente nº FRO 81000046/2012.
En el requerimiento de elevación a
juicio, obrante a fs. 1007/1093 vta., el Ministerio
Público Fiscal consideró que Manuel Fernando Saint
Amant debía responder como autor mediato de los
siguientes hechos: privación ilegítima de la libertad
agravada por mediar violencia que damnificaron a Julio
Raúl Peris, José Enrique Peris y Raúl Peris; en
concurso real con el delito de homicidio agravado por
alevosía y por el concurso premeditado de dos o más
personas del que resultó víctima Julio Raúl Peris; en
concurso material con el delito de lesiones de las que
resultaron víctimas Raúl y Jorge Enrique Peris; en
concurso real con el delito de allanamiento ilegal y
daños de la vivienda propiedad de Raúl Peris (art. 144
bis inciso 1ro. y último párrafo en función del art.
142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal, texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077; art. 79 y 80 inc. 2 y 6 del C.P., texto
originario; art. 89 del C.P., texto originario; art.
150 en función del art. 151 del C.P., texto original y
art. 183 del C.P.).
a.8) Expediente nº FRO 81000047/2012.
A fs. 1551/1638 vta. se concretó el
requerimiento de elevación a juicio, en el que el
Ministerio Público Fiscal realizó los siguientes
encuadres jurídicos: privación ilegítima de la libertad
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agravada por mediar violencia, en concurso real con el
delito de tormentos agravados por ser las víctimas
perseguidos políticos en perjuicio de Jorge Enrique
Ocariz, Luis Eduardo Lita y Norberto Oscar Gil; en
concurso material con el delito de falsedad ideológica
en perjuicio de Jorge Enrique Ocariz y Luis Eduardo
Lita; en concurso real con el delito de allanamiento
ilegal de la vivienda de Jorge Enrique Ocariz (art. 144
bis inciso 1ro. y último párrafo en función del art.
142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal, texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077; art. 144 ter párrafo primero ley 14.616; art.
150 en función del art. 151 del C.P., texto original y
art. 293 del C.P., texto según ley 20.642), en calidad
de autor mediato.
a.9) Expediente nº FRO 81000008/2013.
De acuerdo al requerimiento de elevación
a juicio formulado a fs. 2147/2183 vta., el Ministerio
Público Fiscal solicitó la elevación a juicio respecto
de Manuel Fernando Saint Amant por considerarlo autor
mediato de los delitos de privación ilegítima de la
libertad agravada en perjuicio de Julio Humberto
Pheulpin y Carlos Alberto Pheulpin, en concurso real
con el delito de robo calificado por el uso de armas en
perjuicio de Carlos Pheulpin (art. 144 bis inciso 1ro.
y último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley
14.616- del Código Penal, texto originario modificado
por ley 20.642, conforme a la ley 23.077; art. 164 y
166 inciso 2do del C.P., texto según ley 20.642).

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Sin embargo, debe tenerse presente que en
el Auto de elevación a juicio nº 23/12 –fs. 2270/2279
vta.-, declaró clausurara la instrucción respecto de
Manuel Saint Amant por los delitos de privación
ilegítima de la libertad agravada en perjuicio de
Carlos Alberto Pheulpin y la sustracción de la suma de
quinientos dólares, una pulsera de plata y otros
efectos personales propiedad del nombrado (art. 144 bis
inciso 1ro. y último párrafo en función del art. 142
inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal, texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077; y 166 inciso 2do del C.P., texto según ley
20.642); revocando el procesamiento que pesaba sobre el
imputado respecto de la privación ilegítima de la
libertad agravada en perjuicio de Julio Humberto
Pheulpin y decretando su sobreseimiento.
a.10) Expediente nº FRO
76000021/2011/TO1.
Los requerimientos de elevación a juicio
se formularon a fs. 1668/1679 (querellante particular
Pablo Héctor Pérez) y 1731/1775 vta. (Ministerio
Público Fiscal).
En el primero de ellos, se solicitó la
elevación a juicio respecto de Manuel Fernando Saint
Amant por considerarlo autor mediato de los delitos de
privación ilegítima de la libertad agravada por mediar
violencia y amenazas, en concurso real con el delito de
tormentos agravados por ser la víctima perseguido
político, en concurso material con el delito de
homicidio calificado por alevosía y por el concurso
premeditado de dos o más personas, en concurso real con
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
el delito de allanamiento ilegal y robo calificado en
perjuicio de Carlos Gerardo Pérez (art. 144 bis inciso
1ro. y último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro.
–ley 14.616- del Código Penal, texto originario
modificado por ley 20.642; art. 144 ter párrafo 1ro y
2do del C.P. –ley 14.616-, art. 80 inc. 2º y 6º del
C.P., art. 151 del C.P. y art. 166 inc. 2do del C.P.).
El acusador público, por su parte,
requirió la elevación a juicio en relación a este
imputado por considerarlo autor mediato de los delitos
de privación ilegítima de la libertad agravada en
perjuicio de Juan Carlos Pérez, Domingo Pierro, Omar
Ángel Podestá, Adriana Beatriz Pierro, Carlos María
Esquilino, Pablo Rubén Fioravantti, Gerardo Pérez y
Leonor Genoveva Pierro; en concurso real con el delito
de tormentos agravados por ser la víctima perseguido
político, en perjuicio de Omar Ángel Podestá, Adriana
Beatriz Pierro, Carlos María Esquilino, Pablo Rubén
Fioravantti, Gerardo Pérez y Leonor Genoveva Pierro; en
concurso material con el delito de homicidio calificado
por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más
personas, de los que resultaron víctimas Gerardo Pérez
y Leonor Genoveva Pierro; en concurso real con el
delito de allanamiento ilegal de las viviendas de
Domingo Pierro, Juan Carlos Pérez, Carlos Gerardo Pérez
y Pablo Rubén Fioravantti (art. 144 bis inciso 1ro. y
último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley
14.616- del Código Penal, texto originario modificado
por ley 20.642; art. 144 ter párrafo 1ro y 2do del C.P.

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–ley 14.616-, art. 80 inc. 2º y 6º del C.P., art. 151
del C.P. del C.P.).
Por otro lado, en el auto de elevación a
juicio nº 2/13 –fs. 1896/1914-, el Juzgado Federal nº 2
de San Nicolás, revocó el procesamiento dispuesto
contra este imputado respecto de delito de tormentos de
Pablo Rubén Fioravantti, disponiendo su falta de
mérito.
a.11) Expediente nº FRO 8500028/2012.
De acuerdo al dictamen que luce a fs.
2616/2658 vta., la Fiscalía Federal ha requerido la
elevación a juicio en relación a Saint Amant por
considerarlo autor mediato de los delitos de privación
ilegítima de la libertad agravada en perjuicio de
Carlos Santillán, María Cristina Lanzillotto, Benjamín
Santillán, María Lucila Santillán y Jorge Francisco
Santillán; los tormentos agravados y los homicidios
calificados en perjuicio de Carlos Benjamín Santillán y
María Cristina Lanzillotto (art. 144 bis inciso 1ro. y
último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley
14.616- del Código Penal, texto originario modificado
por ley 20.642; art. 144 ter párrafo 1ro y 2do del C.P.
–ley 14.616-, art. 80 inc. 2º y 6º del C.P.).
b) Antonio Federico Bossié.
Antonio Federico Bossié, fue requerido a
juicio en los expedientes que a continuación se
enumeran:
b.1) Expediente nº FRO 81000103/2011.
En el requerimiento de elevación a
juicio, que en este caso, por ser una elevación
parcial, obra a fs. 4066/4079 del expediente nº
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
82000149/10, la Fiscalía Federal solicitó la elevación
a juicio respecto de Bossié por considerarlo autor
mediato de los delitos de privación ilegal de la
libertad agravada por mediar violencia y tormentos
agravados por ser las víctimas perseguidos políticos en
perjuicio de Eduardo Julio Schiel y Graciela del
Corazón de Jesús Celayeta.
b.2) Expediente nº FRO 81000005/2012.
En esta causa, los requerimientos de
elevación a juicio se concretaron a fs. 3490/3501 vta.
(Secretaría de Derechos Humanos de la Nación) y
3536/3583 vta. y 3599/3614 vta. (Ministerio Público
Fiscal).
En el primero de ellos, los acusadores
particulares solicitaron la elevación a juicio respecto
de este imputado por los siguientes hechos: privación
ilegítima de la libertad, agravada por mediar violencia
en concurso real con el delito de tormentos agravados,
respecto de Oscar Omar Hofer, Víctor Hugo Hofer, Miguel
Ángel Di Pasqua, Ana Inés Cárdenas y Carlos Alberto
Rojas, en los términos del art. 144 bis inc. 1ro y
último párrafo, en función del art. 142 inc. 1ro –ley
14.616- del C.P. (texto originario modificado por ley
20642, conforme ley 23077 y art. 144 ter párrafo
primero –ley 14.616); en concurso material con el
delito de homicidio agravado respecto de Oscar Omar
Hofer, Víctor Hugo Hofer y Miguel Ángel Di Pasqua, en
los términos del art. 80 incisos 2, 6 y 7 del C.P.; en
concurso real con el delito de sustracción de enseres,
ropas y muebles de la vivienda que habitaban Oscar Omar

15
Hofer, su esposa María del Rosario Perazzo y una hija
menor de ambos de nombre Érica, ubicada en calle
Laprida nº 1211 de Baradero, como así también la
sustracción de enseres, ropas y muebles de la vivienda
que habitaban Víctor Hugo Hofer con sus padres Paulina
Di Rossa de Hofer y Oscar Atilio Hofer, ubicada en
calle Gascón nº 155 de Baradero en los términos del
art. 166 inciso 2 del C.P. (texto según ley 20642 en
función de la ley 23077 que deroga el decreto ley
21.338), en calidad de autor mediato.
El Ministerio Público Fiscal, por su
parte, requirió la elevación a juicio en relación a
este imputado por los mismos hechos y calificación
legal que la parte querellante (con exclusión de la
agravante contenida en el inciso 7º del art. 80 del
C.P. para los homicidios de Oscar Omar Hofer, Víctor
Hugo Hofer y Miguel Ángel Di Pasqua) e incluyó en un
segundo requerimiento los hechos que tuvieron como
víctimas a Rodolfo Abel Kremer y Rubén Darío Reynoso,
los que calificó como privación ilegítima de la
libertad, agravada por mediar violencia en concurso
real con el delito de homicidio calificado por alevosía
y por el concurso premeditado de dos o más personas
(arts. 144 bis inc. 1ro. y último párrafo en función
del art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal,
texto originario modificado por ley 20.642, conforme a
la ley 23.077; art. 79, 80 inc. 2do. y 6to. del Código
Penal, texto originario según ley 11.179, publicada en
el B.O. del 3/11/21, vigente desde 1922 a 1976 texto
según ley 21.338, publicado en B.O. el 1/7/76, vigente
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FRO 82000149/10
por la ley 23.077, publicada en el B.O. el 27/8/84,
vigente desde 1976 a 2002 y art. 55 del Código Penal).
b.3) Expediente nº FRO 81000008/2013.
De acuerdo al requerimiento de elevación
a juicio formulado a fs. 2147/2183 vta., el Ministerio
Público Fiscal solicitó la elevación a juicio respecto
de Bossié por considerarlo autor mediato de los delitos
de privación ilegítima de la libertad agravada en
perjuicio de Julio Humberto Pheulpin, en concurso real
con el delito de robo calificado por el uso de armas en
perjuicio de Carlos Pheulpin (art. 144 bis inciso 1ro.
y último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley
14.616- del Código Penal, texto originario modificado
por ley 20.642, conforme a la ley 23.077; art. 164 y
166 inciso 2do del C.P., texto según ley 20.642).
Sin embargo, debe tenerse presente que en
el Auto de elevación a juicio nº 23/12 –fs. 2270/2279
vta.-, declaró clausurara la instrucción respecto de
este imputado por el delito de sustracción de la suma
de quinientos dólares, una pulsera de plata y otros
efectos personales propiedad de Carlos Alberto Pheulpin
(art. 166 inciso 2do del C.P., texto según ley 20.642);
revocando el procesamiento que pesaba sobre el imputado
respecto de la privación ilegítima de la libertad
agravada en perjuicio de Julio Humberto Pheulpin y
decretando su sobreseimiento.
b.4) Expediente nº FRO 76000021/2011/TO1.
Los requerimientos de elevación a juicio
se formularon a fs. 1668/1679 (querellante particular

17
Pablo Héctor Pérez) y 1731/1775 vta. (Ministerio
Público Fiscal).
En el primero de ellos, se solicitó la
elevación a juicio respecto Bossié por considerarlo
autor mediato de los delitos de privación ilegítima de
la libertad agravada por mediar violencia y amenazas,
en concurso real con el delito de tormentos agravados
por ser la víctima perseguido político, en concurso
material con el delito de homicidio calificado por
alevosía y por el concurso premeditado de dos o más
personas, en concurso real con el delito de
allanamiento ilegal y robo calificado en perjuicio de
Carlos Gerardo Pérez (art. 144 bis inciso 1ro. y último
párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616-
del Código Penal, texto originario modificado por ley
20.642; art. 144 ter párrafo 1ro y 2do del C.P. –ley
14.616-, art. 80 inc. 2º y 6º del C.P., art. 151 del
C.P. y art. 166 inc. 2do del C.P.).
El acusador público, por su parte,
requirió la elevación a juicio en relación a este
imputado por considerarlo autor mediato de los delitos
de privación ilegítima de la libertad agravada en
perjuicio de Juan Carlos Pérez, Domingo Pierro, Omar
Ángel Podestá, Adriana Beatriz Pierro, Carlos María
Esquilino, Pablo Rubén Fioravantti, Gerardo Pérez y
Leonor Genoveva Pierro; en concurso real con el delito
de tormentos agravados por ser la víctima perseguido
político, en perjuicio de Omar Ángel Podestá, Adriana
Beatriz Pierro, Carlos María Esquilino, Pablo Rubén
Fioravantti, Gerardo Pérez y Leonor Genoveva Pierro; en
concurso material con el delito de homicidio calificado
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por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más
personas, de los que resultaron víctimas Gerardo Pérez
y Leonor Genoveva Pierro; en concurso real con el
delito de allanamiento ilegal de las viviendas de
Domingo Pierro, Juan Carlos Pérez y Carlos Gerardo
Pérez (art. 144 bis inciso 1ro. y último párrafo en
función del art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código
Penal, texto originario modificado por ley 20.642; art.
144 ter párrafo 1ro y 2do del C.P. –ley 14.616-, art.
80 inc. 2º y 6º del C.P., art. 151 del C.P. del C.P.).
b.5) Expediente nº FRO 8500028/2012.
De acuerdo al dictamen que luce a fs.
2616/2658 vta., la Fiscalía Federal ha requerido la
elevación a juicio en relación a Bossié por
considerarlo autor mediato de los delitos de privación
ilegítima de la libertad agravada en perjuicio de
Carlos Santillán, María Cristina Lanzillotto, María
Lucila Santillán y Jorge Francisco Santillán (art. 144
bis inciso 1ro. y último párrafo en función del art.
142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal).
c) Norberto Ricardo Ferrero.
El acusado Ferrero se encuentra requerido
a juicio en las siguientes causas:
c.1) Expediente nº FRO 76000034/2011/TO1.
En esta causa, que resulta ser una
elevación parcial del expediente nº 81000047/2012, fue
requerido a juicio por la Fiscalía Federal a fs.
1825/1846 vta., en donde ésta consideró que el imputado
Ferrero debía responder en calidad de autor mediato
(art. 45 del C.P.), respecto de las privaciones

19
ilegítimas de la libertad doblemente calificadas por el
carácter de funcionario público y por haber sido
cometida con violencia y amenazas en perjuicio de
Norberto Oscar Gil, Jorge Enrique Ocariz y Luis Eduardo
Lita y por los tormentos que damnificaron a Jorge
Enrique Ocariz y Norberto Oscar Gil, en los términos de
los arts. 144 bis inc. 1ro. y último párrafo en función
del art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal
(texto originario modificado por ley 20.642, conforme a
la ley 23.077) y 144 ter. párrafo primero ley 14.616 y
art. 293 (Texto según ley 20.642 publicada en el B.O.
20/01/1974 vigente desde 1974 a 1995) del Código Penal.
c.2) Expediente nº FRO 85000124/2011.
En el dictamen que obra a fs. 1985/2018,
el representante de la Fiscalía Federal solicitó la
elevación a juicio por considerar a Norberto Ferrero
debía responder en calidad de autor mediato (art. 45
del C.P.), respecto de los siguientes hechos: privación
ilegítima de la libertad agravada, tormentos agravados
y homicidio calificado en perjuicio de Luis Francisco
Ceccon, en los términos de los arts. 144 bis inc. 1ro.
y último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley
14.616- del Código Penal (texto originario modificado
por ley 20.642, conforme a la ley 23.077); 144 ter.
párrafo 1ro. –Ley 14.616- art. 79, 80 inc. 2do. y 6to.
del Código Penal (texto originario según ley 11.179,
publicada en el B.O. del 3/11/21, vigente desde 1922 a
1976 texto según ley 21.338, publicado en B.O. el
1/7/76, vigente por la ley 23.077, publicada en el B.O.
el 27/8/84, vigente desde 1976 a 2002) y art. 55 del
Código Penal.
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c.3) Expediente nº FRO 82000015/2013/TO1.
De acuerdo al requerimiento de elevación
a juicio que luce a fs. 1553/1594, el Ministerio
Público Fiscal solicitó la elevación a juicio respecto
del imputado Ferrero por considerarlo autor mediato de
los delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por mediar violencia en concurso
real con el delito de tormentos agravados por resultar
la víctima perseguido político en perjuicio de Luis
Pablo Nicanor Córdoba y Alcira Ríos, en los términos de
los artículos 144 bis inciso primero y último párrafo
en función del artículo 142 inciso primero -Ley 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077); Artículo 144 ter.
por las circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do.
parr. –texto según ley 14.616- publicada en el B.O.
el 16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097); Artículos 55 y 45 del
Código Penal.
d) Daniel Fernando Quintana.
Este acusado ha sido requerido a juicio
en el expediente nº FRO 81000005/2012, de acuerdo a las
presentaciones que se concretaron a fs. 3490/3501 vta.
(Secretaría de Derechos Humanos de la Nación) y
3536/3583 vta. (Ministerio Público Fiscal).
En el primero de ellos, los acusadores
particulares solicitaron la elevación a juicio respecto
de este imputado como autor de los siguientes hechos:
privación ilegítima de la libertad, agravada por mediar
violencia en concurso real con el delito de tormentos

21
agravados y homicidio agravado en los términos del art.
80 incisos 2, 6 y 7 del C.P. respecto de Oscar Omar
Hofer; en concurso real con el delito de sustracción de
enseres, ropas y muebles de la vivienda que habitaban
Oscar Omar Hofer, su esposa María del Rosario Perazzo y
una hija menor de ambos de nombre Érica, ubicada en
calle Laprida nº 1211 de Baradero, en los términos del
art. 166 inciso 2 del C.P. (texto según ley 20642 en
función de la ley 23077 que deroga el decreto ley
21.338).
La Fiscalía Federal, por su parte,
realizó idéntica solicitud de elevación a juicio que
los querellantes, con la única diferencia que las
agravantes en las que se encuadró el homicidio de Oscar
Omar Hofer fueran las de los incisos 2º y 6º del art.
80 del C.P.
e) Edgardo Antonio Mastrandrea.
Este acusado fue requerido a juicio en el
expediente nº FRO expediente nº FRO 82000149/10 a fs.
2877/2929, 2931/2961, 2971 y 2980/3028.
En el primero de ellos, la Secretaría de
Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires
solicitó la elevación a juicio respecto de Edgardo
Antonio Mastrandrea como coautor de los siguientes
hechos: privación ilegítima de la libertad agravada
respecto de José María Budassi, Pablo Leonardo
Martínez, Alicia Cámpora, María Luisa Corelli, Gustavo
Carlos De Cara y Mario Juan Francisco Contartese, en
los términos del art. 144 bis inciso 1ro y último
párrafo, en función del art. 142 inc. 1ro –ley 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por la
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Ley 20.642, conforme a la ley 23.077) y tormentos de
los que resultaron víctimas José María Budassi, Pablo
Leonardo Martínez, Alicia Cámpora, María Luisa Corelli
y Gustavo Carlos De Cara, en los términos del art. 144
ter del Código Penal (ley 14.616), todos ellos en
concurso real (art. 55 C.P.), en carácter de autor.
El segundo de los requerimientos
presentado las querellantes particulares Corelli,
Montaldo de Cámpora y Del Río de Farayi, presenta una
identidad casi absoluta con el antes descripto,
excluyéndose en éste la solicitud de elevación a juicio
por el delito de tormentos respecto de Alicia Cámpora,
víctima por la cual únicamente se requirió, en relación
al imputado Mastrandrea, por el delito de privación
ilegítima de la libertad agravada.
Por su parte, la Fiscalía Federal
requirió la elevación a juicio en relación a este
imputado como coautor de los hechos que damnificaron a
José María Budassi, Pablo Leonardo Martínez, Alicia
Cámpora, María Luisa Corelli y Gustavo Carlos De Cara,
los que califica como privación ilegítima de la
libertad agravada en concurso real con tormentos (art.
144 bis inciso 1ro y último párrafo, en función del
art. 142 inc. 1ro –ley 14.616- del Código Penal, texto
originario modificado por la Ley 20.642, conforme a la
ley 23.077; y art. 144 ter del Código Penal, ley
14.616), y a Mario Juan Francisco Contartese,
encuadrado como privación ilegítima de la libertad
agravada (art. 144 bis inciso 1ro y último párrafo, en
función del art. 142 inc. 1ro –ley 14.616- del Código

23
Penal, texto originario modificado por la Ley 20.642,
conforme a la ley 23.077).
f) Carlos Enrique Rocca.
Carlos Enrique Rocca ha sido requerido a
juicio a fs. 2616/2658 vta. del expediente nº FRO
85000028/2012, en donde el Ministerio Público Fiscal
consideró que debía responder como autor directo de la
privación ilegítima de la libertad agravada por mediar
violencia y los tormentos agravados por ser la víctima
perseguido político que damnificaron a Benjamín
Santillán; la usurpación de inmueble y robo calificado
por el uso de armas de los bienes y enseres que
damnificaron a María Cristina Lanzillotto, Carlos
Benjamín Santillán, María Lucila Santillán y Jorge
Francisco Santillán (art. 144 bis inciso 1ro. y último
párrafo en función del art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616-
del Código Penal, texto originario modificado por ley
20.642; art. 144 ter párrafo 1ro y 2do del C.P. –ley
14.616-, art. 181 inc. 1º del C.P. según texto ordenado
por el Decreto nº 3.992 del 21/12/84 y 166 inc. 2do.
del C.P. –texto según Ley 20.642-).
g) Roberto Horacio Guerrina.
Roberto Horacio Guerrina ha sido
requerido a juicio a fs. 1825/1846 vta. del expediente
nº 76000034/2011/TO1, en donde el Ministerio Público
Fiscal, consideró que debía responder en calidad de
coautor por los delitos de privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por el carácter de
funcionario público y por haber sido cometida con
violencia y amenazas y por falsedad ideológica en
perjuicio de Luis Eduardo Lita, en los términos de los
Poder Judicial de la Nación
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arts. 144 bis inc. 1ro. y último párrafo en función del
art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal
(texto originario modificado por ley 20.642, conforme a
la ley 23.077) y art. 293 (Texto según ley 20.642
publicada en el B.O. 20/01/1974 vigente desde 1974 a
1995) del Código Penal.
h) Clementino Omar Rojas.
El imputado Rojas también se encuentra
requerido a juicio por la Fiscalía Federal a fs.
1825/1846 vta. del expediente nº 76000034/2011/TO1, en
orden a los siguientes delitos: privación ilegítima de
la libertad doblemente agravada por el carácter de
funcionario público y por haber sido cometida con
violencia y amenazas y por falsedad ideológica en
perjuicio de Jorge Luis Ocariz, en los términos de los
arts. 144 bis inc. 1ro. y último párrafo en función del
art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077) y art. 293 (Texto según ley 20.642 publicada en
el B.O. 20/01/1974 vigente desde 1974 a 1995) del
Código Penal; en calidad de coautor.
i) Juan Alberto González.
De acuerdo al requerimiento fiscal que
luce a fs. 1825/1846 vta. del expediente nº FRO
76000034/2011/TO1, la elevación a juicio en relación a
este imputado fue realizada por considerarlo coautor
por los delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por el carácter de funcionario
público y por haber sido cometida con violencia y
amenazas y por falsedad ideológica en perjuicio de Luis

25
Eduardo Lita, en los términos de los arts. 144 bis inc.
1ro. y último párrafo en función del art. 142 inc. 1ro.
–ley 14.616- del Código Penal (texto originario
modificado por ley 20.642, conforme a la ley 23.077) y
art. 293 (Texto según ley 20.642 publicada en el B.O.
20/01/1974 vigente desde 1974 a 1995) del Código Penal.
j) Julio Alberto Almada.
El requerimiento de elevación a juicio en
este caso se efectuó por parte del Ministerio Público
Fiscal en orden a los delitos de privación ilegítima de
la libertad doblemente agravada por el carácter de
funcionario público y por haber sido cometida con
violencia y amenazas y por falsedad ideológica en
perjuicio de Jorge Luis Ocariz, en los términos de los
arts. 144 bis inc. 1ro. y último párrafo en función del
art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077) y art. 293 (Texto según ley 20.642 publicada en
el B.O. 20/01/1974 vigente desde 1974 a 1995) del
Código Penal; en carácter de coautor (fs. 1825/1846
vta. del expediente nº FRO 76000034/2011/TO1).
k) Miguel Ángel Lucero.
El imputado Lucero ha sido requerido a
juicio por la Fiscalía Federal como coautor de los
delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por el carácter de funcionario
público y por haber sido cometida con violencia y
amenazas y por la falsedad ideológica en perjuicio de
Jorge Luis Ocariz, en los términos de los arts. 144 bis
inc. 1ro. y último párrafo en función del art. 142 inc.
1ro. –ley 14.616- del Código Penal (texto originario
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
modificado por ley 20.642, conforme a la ley 23.077) y
art. 293 (Texto según ley 20.642 publicada en el B.O.
20/01/1974 vigente desde 1974 a 1995) del Código Penal
(fs. 1825/1846 vta. del expediente nº FRO
76000034/2011/TO1).
l) Luis Antonio Sinigaglia.
De acuerdo al dictamen fiscal que luce a
fs. 1825/1846 vta. del expediente nº FRO
76000034/2011/TO1, Luis Sinigaglia fue requerido a
juicio en orden a los delitos de privación ilegítima de
la libertad doblemente agravada por el carácter de
funcionario público y por haber sido cometida con
violencia y amenazas y por la falsedad ideológica en
perjuicio de Jorge Luis Ocariz, en los términos de los
arts. 144 bis inc. 1ro. y último párrafo en función del
art. 142 inc. 1ro. –ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077) y art. 293 (Texto según ley 20.642 publicada en
el B.O. 20/01/1974 vigente desde 1974 a 1995) del
Código Penal; en carácter de coautor.
m) Guillermo Miguel Adrover.
Guillermo Miguel Adrover, imputado del
Expte. Nº FRO 85000105/2012, que resulta ser una
elevación parcial del expediente nº FRO 85000028/2012,
fue requerido a juicio a fs. 20/29 (Secretaría de
Derechos Humanos de la Nación) y 37/45 (Ministerio
Público Fiscal).
En el primero de ellos, se solicitó la
elevación a juicio respecto de este imputado por
considerarlo partícipe necesario de los delitos de

27
privación ilegítima de la libertad agravada por mediar
violencia y amenazas, en concurso real con torturas
agravadas por ser la víctima perseguido político en
perjuicio de Benjamín Santillán (Artículo 144 bis
inciso primero y último párrafo en función del artículo
142 inciso primero -Ley 14.616- del Código Penal, texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077; Artículo 144 ter. por las circunstancias
descriptas en el 1ero. y 2do. parr. –texto según ley
14.616-).
La Fiscalía Federal, por su parte,
realizó idéntico encuadre jurídico, con la única
diferencia que, en relación al delito de privación
ilegítima de la libertad lo consideró coautor, respecto
de los tormentos partícipe necesario y no calificó este
delito “por ser la víctima perseguido político”.
2) Cuestiones Preliminares.
Durante la audiencia de debate se
plantearon tres cuestiones preliminares: en primer
término, la Fiscalía General solicitó la incorporación
por lectura de testigos fallecidos.
A su turno, la querella particular de
Pablo H. Pérez ofreció un nuevo testigo y finalmente,
el Dr. Gerardo Ibáñez requirió la extinción de la
acción penal por prescripción.
Éstas, fueron resueltas en la audiencia
de debate, de acuerdo al Acta que obra agregada en el
presente expediente.
3) Planteos e incidencias.
El Dr. Mauricio Bonchini, en ejercicio de
la defensa de Manuel Fernando Saint Amant, peticionó
Poder Judicial de la Nación
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que se decrete la prescripción de la acción penal y la
recusación contra los magistrados del Ministerio
Público Fiscal y consecuente nulidad del juicio.
A su vez, el Dr. Gerardo Ibáñez, en
ejercicio de la defensa de Norberto Ricardo Ferrero
solicitó que se ordene la prescripción de la acción
penal y la nulidad del requerimiento de elevación a
juicio y de los alegatos del Ministerio Público Fiscal
por afectación al principio de congruencia por
variación en el grado de responsabilidad atribuido a su
defendido.
El Dr. Fabio Procajlo, Defensor Público
Oficial, en ejercicio de la defensa de Antonio Federico
Bossié, Daniel Fernando Quintana, Edgardo Antonio
Mastrandrea, Carlos Enrique Rocca, Clementino Omar
Rojas, Miguel Ángel Lucero, Luis Antonio Sinigaglia y
Juan Alberto González, al igual que los defensores
técnicos nombrados precedentemente, requirió en término
que se decrete la prescripción de la acción penal.
Seguidamente, solicitó el rechazo de calificación como
de “lesa humanidad” a los delitos de usurpación de
inmueble y robo calificado por el uso de armas y
consecuente extinción de la acción penal por
prescripción.
Asimismo, peticionó la nulidad del
alegato fiscal por afectación al derecho de defensa en
juicio y violación al principio de congruencia, por
“indeterminación del hecho” respecto de sus defendidos
Rojas, González, Sinigaglia, Lucero y Almada.

29
En defensa de su pupilo procesal Carlos
Rocca, solicitó la nulidad de la declaración
indagatoria respecto del delito de usurpación de
inmueble y de todos los actos que de ésta dependen.
Además, instó la nulidad parcial de los
alegatos de la fiscalía y de la Secretaría de Derechos
Humanos de la Provincia de Buenos Aires por afectación
del principio de congruencia respecto del delito de
torturas, imputado a Edgardo Antonio Mastrandrea, por
la víctima Mario Juan Francisco Contartese.
Como última petición de nulidad, solicitó
del alegato fiscal por violación al principio de
congruencia y garantía de defensa en juicio, por
variación en el grado de participación, respecto de la
imputación realizada a su defendido, Antonio Federico
Bossié.
Finalmente peticiono la
Inconstitucionalidad de la prisión perpetua y del art.
19, inc. 4to del CP.
El Dr. Julio Agnoli en ejercicio de la
defensa de Daniel Fernando Quintana solicitó,
primeramente, la nulidad de la declaración indagatoria
de su pupilo procesal, Daniel Fernando Quintana.
En segundo término, el mismo letrado,
instó la nulidad del auto de procesamiento de Quintana
y Acuerdo de la C.F.A.R. por violación al principio de
congruencia.
Luego, el defensor Oficial, peticionó la
nulidad de los requerimientos de elevación a juicio
efectuados por el Ministerio Público Fiscal y la
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación por
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
violación al principio de congruencia y falta de
fundamentación.
Finalmente, el Dr. Agnoli solicitó se
rechace la calificación como delito de “lesa humanidad”
respecto del delito de robo y consecuente prescripción
de la acción penal, respecto de Daniel F. Quintana.
4) Producción de la prueba ofrecida:
a) Prueba testimonial.
Este Tribunal, en respuesta a una
solicitud del Ministerio Público Fiscal y de partes
querellantes motivada en que la mayoría de los hechos
requeridos a juicio fueron cometidos en el radio
ciudades de San Nicolás, Pergamino y San Pedro resolvió
realizar la audiencia de debate y recibir la totalidad
de los testimonios en dichas localidades.
Así, en una primera etapa, declararon en
la ciudad de San Nicolás los testigos Álvaro Ocariz,
Luis Eduardo Lita, Roberto Antonio Silicani, Norberto
Malacalza, Néstor Javier Vázquez, Graciela Elvira
Biran, Astul Tomás Urquiaga, Marcelo Domenech, María de
los Ángeles Domenech, Dionisio Tomás Kazenas, Naldo
Raúl Alberto Brunelli, Mariano Navarro, María Alicia
Sosa, Vicente Primo Beccarini, José María Díaz
Bancalari, Jorge Raúl Codina, Perosca Amparo Acosta de
Eggs, José Luis Orellano, Luis Pablo Nicanor Córdoba y
Alcira Elizabeth Ríos.
Luego, el Tribunal se trasladó a la
localidad de Pergamino, donde prestaron declaración
Ernesto Jorge Rodríguez, Marta Beatriz San Martín,
Pedro José Petro, María Cristina Frizza, Jorge

31
Francisco Santillán, María Lucila Santillán, Ramiro
Nicolás Gaggiotti, Salvador Raúl Watfi, Ramón Alfredo
Díaz, Ana María Scarcella, Víctor Oscar Calvigione,
Pablo Alejandro Díaz, Pablo Guillermo Grilli, Arnaldo
Juan Carlos Grilli, Juan Alberto Bogado, Patricia Edith
Villarruel, Santa Alda Espíndola, Luis Guillermo Garay,
Mario Díaz, Ana Lía Del Carmen Ateca, Alicia Susana
Cosso, Marta Dominga Cardinale, Mabel Haydee Sosa,
Alicia María Grilli, Lucía María del Valle Grilli,
Julio Bentos Álvarez, Pablo Rubén Fioravantti, Carlos
María Esquilino, Adriana Beatriz Pierro, Guillermo
Daniel Navarro, Lea Sabina Molinaro de Pierro, Amanda
Mercedes Sadaba de Pérez, María Noemí Aubel, Edo
Alejandro Pascot, María Angélica Puentes, María Beatriz
Torrent, Daniel Omar Patolini, Julio Arturo Pesce,
Miguel Ángel Rivarossa, Nancy Alejandra Ceccon, Edgardo
Ricardo Bonifacio Acosta, Santiago Alejandro Ferreyra
Beltrán, Mereces Salado Puerto, Carlos María Vullo,
Alberto Kipen, Omar Alberto Podestá, Alicia Marta Lucía
Cevedo, Alberto Daniel Goldberg, María Angélica De La
Cruz y Oscar René Lencina.
A continuación, el Tribunal se constituyó
en la ciudad de San Pedro, en donde testificaron Alicia
Esther Biscia, Carlos Antonio Peiro, Jorge Tabbita,
Rosa Berenger, Beatriz Nélida Biscia, Pedro Atilio
Biscia, Amanda María Gorini, Roberto Oscar Berón, Julio
Humberto Pheulpin, Carlos Alberto Pheulpin, Graciela
del Corazón de Jesús Celayeta, Carlos Luis Giovanetti,
Jorge Gamarra, Nilda María Gamarra, Eduardo Julio
Schiel, Horacio Salvador Di Pasqua, Ada Noemí
Brambilla, Néstor Raúl Drago, Juana Petrona Abatángelo,
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
Alfredo Pedro Velazco, José Luis Roldán, Catalina Súñer
Sánchez, Ricardo Ezio Montalvo, Graciela Beatriz
Gracia, Lionel Roberto Galarza, Mabel Lita Mercado,
Gustavo Eduardo Movsessian, Gustavo Eduardo Gonzalo,
Orlando Benito Brambilla, Ana Inés Cárdenas, Carlos
Alberto Rojas, José Enrique Peris, Carmen Rosa Romero,
Adalberto Pascual Rapalin, Carlos Antonio Muredas,
María Delina Fosatti, Ángel Alberto Pérez, Marta Ana
Bramajo, Pablo Pichioni, Juan Segundo Iparraguirre,
Alberto Jorge Sánchez, Juan Carlos Reynoso, Hugo
Alberto Fussi, Carlos Federico Brandli, Linda Elena
Farías, Juan Arnold Kremer, María del Rosario Perazzo y
Eduardo Luis Donatti.
Finalmente, en una última etapa,
nuevamente esta magistratura se trasladó a la ciudad de
San Nicolás, donde se recibieron los testimonios de
Carmen Lucila Torrecillas, Joaquín Ocariz, Alba Rosa
Lanzillotto, Jorge Guillermo Lima, Hugo Pascual Lima,
Abel Ángel Di Lorenzo, Horacio Pío Luppi, Mario
Humberto Verandi, Omar Gerardo Cortes, Julio Jorge
Hokama, Humberto Eduardo D´Imperio, José Edgardo
D´Imperio, Mario Osvaldo D´Imperio, Oscar Rubén Marchi,
Tomás Juan Zuelgaray, Antonia Del Río de Farayi, Oscar
Gabriel Farayi, Pablo Leonardo Martínez, Guillermo Luis
Estalle, Juan Domingo Mamoli, Jorge Horacio Montaldo,
Edith Leticia Cámpora, Alicia Inés Cámpora, Miriam
Borio, José Leandro Branchessi, Mario Juan Francisco
Contartese, María Luisa Corelli, Juan Ismael Acevedo,
Juan Eloy Iparraguirre, Mario Pablo Prado, Leandro
Bonacifa, Alicia Gracia Antonia Di Pasqua, Nora Lingua

33
de Martínez, Marciano Alba Martínez, José María Budassi
y Claudia Bellingieri.
También debe destacarse que se
incorporaron por lectura las declaraciones
testimoniales de Luis Duilio Gervasio Cámpora, Alicia
Cándida Clotilde Montaldo, Benjamín Santillán, Juan
Fernando Mariezcurrena, José Karaman, Duilio José
Cámpora, Jorge Enrique Ocariz, Irene Balugano de
Kremer, José Eduardo Di Sabato, Mario Bernardo Núñez,
Aída Fattori, Teresa Fattori, José Luis García, Teresa
Córdoba, Ángel Massimi, Pablo Néstor Vázquez, Héctor
Alberto Acosta, Gustavo De Cara, Juan Carlos Pérez,
Carolina Bovio, Celina Bovio, Lilia Margarita Mazzochi
de Perazzo, Carlos Horacio Perazzo, Simeón Reynoso,
Hugo Del Pozo, Fabián González, Papillú Nélida, Ramona
Orqueida, Alicia Surida, Pedro César Marchi, Federico
Schmit, Víctor Ángel Martínez, Oscar Pastó, María del
Rosario Pastor de Mutti, Oberdan Andrín, José Francisco
Parodi, Carlos Lindlaud, Enrique Valentín Benítez,
Mabel María Martín y Andrés Tomás Mutti.
b) Prueba documental.
A lo largo de la audiencia de debate, se
incorporaron como prueba documental diversos elementos
de prueba solicitados por las partes, los que se
encuentran detallados en el acta de debate. Asimismo,
en la audiencia del día 8 de abril del corriente año se
incorporaron por lectura las actuaciones indicadas como
prueba documental e informativa ofrecidas en los
escritos obrantes en los siguientes legajos: 1) Legajo
nº 82000149/10/1: fs. 1/4 vta., 5/17, 18/19 vta.,
20/21, 22, 23/26, 27/29, 30/47 vta., 48/49 vta., 50/59
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
vta., 60/62 vta., 63/65 vta., 66/67, 68/88, 89/93, 94 y
vta., 95/97, 98/102 vta., 103/108 vta., 109/111, 112 y
vta., 113/114, 159; 2) Legajo nº 85000099/2012: fs.
1/14, 15 y vta., 132/133 vta., 212/215 vta.; 3) Legajo
nº 85000105/2012/1: fs. 1/2, 3/13 vta.; y 4) Legajo nº
85000058/2012: fs. 2 y vta., 3/6 vta., como así también
aquella que resultó de la instrucción suplementaria por
ellos requerida.
c) Inspecciones Judiciales.
A su vez, el Tribunal, de conformidad a
lo dispuesto en los art. 388 y 216 y cc. del Código
Procesal Penal de la Nación, efectuó inspecciones
judiciales en diversos lugares sindicados como centros
de detención en los que estuvieron las víctimas de
autos.
Así, en primer lugar el 21 de mayo de
2014 se realizaron inspecciones en la Delegación
Departamental de Investigaciones (ex Brigada de
Investigaciones) de San Nicolás y en la Comisaría 1° de
la misma ciudad. A continuación, el 28 de mayo de ese
mismo año, el Tribunal concurrió a la Comisaria de
Somisa y a la Unidad Penal 3 ambas de la ciudad de San
Nicolás de los Arroyos.
A su vez, el 4 de junio de 2014 se
realizó una inspección judicial en la Comisaria de la
ciudad de Junín y el 7 días de octubre de 2014 en la
Comisaría Primera de Pergamino.
Finalmente, el 21 de octubre de 2014 se
inspeccionó el domicilio sito en calle Rivadavia Nº 954
de la ciudad de Pergamino, en el que sucedieron parte

35
de los hechos que son objeto del expediente nº
8500028/2012.
5) Alegatos.
a) Querellantes:
Las Dras. Matilde Gatti y Juliana
Girolimo realizaron un alegato conjunto en
representación de las Secretarías de Derechos Humanos
de la Nación y de la Provincia de Buenos Aires y de los
querellantes particulares José María Budassi, María
Luisa Corelli, Alicia Inés Cámpora, Pablo Héctor Pérez
y Antonia Del Río de Farayi.
Comenzaron su alegato, refiriéndose al
contexto histórico en que ocurrieron los hechos materia
de juicio tanto a nivel nacional como en el radio en
que ocurrieron específicamente los casos objeto de este
proceso, para luego efectuar una descripción de los
centros clandestinos de detención por los que pasaron
las víctimas de autos y realizar una valoración
particular de la prueba reunida por caso y luego una
general por acusado.
Posteriormente, efectuaron un análisis de
la participación criminal de los imputados y de la
calificación legal de los hechos, para finalmente
realizar el pedido de pena que a continuación se
detallará por acusado.
a.1) Manuel Fernando Saint Amant.
Las representantes de las querellas
consideraron que Manuel Fernando Saint Amant debía
responder, en calidad de autor mediato, por los
siguientes hechos: privación ilegal de la libertad
agravada por mediar violencia y amenazas, 16 hechos que
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FRO 82000149/10
concurren entre sí en forma real, que tuvieron por
víctimas a: Oscar Omar Hofer, Víctor Hugo Hofer, Miguel
Ángel Di Pascua, Ana Inés Cárdenas, Carlos Alberto
Rojas, Carlos Gerardo Pérez, Carlos Armando Grande,
Pablo Leonardo Martinez, Alicia Inés Cámpora, Gustavo
De Cara, Guillermo Estalle, Mario Juan Francisco
Contartese, Gerardo Jorge Cámpora, Carlos Andrés
Farayi, José María Budassi y María Luisa Corelli, en
los términos del art. 144 bis inc. 1ero y último
párrafo, en función del art. 142 inc. 1ero. –ley 14616–
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20642 conforme a la Ley 23.077); tormentos agravados
por ser las víctimas perseguidos políticos, 16 hechos,
los que concurren materialmente entre sí, que tuvieron
por víctimas a los nombrados precedentemente, en los
términos del art. 144 ter, párrafo 1ro. y 2do. –Ley
14616-; homicidio agravado por alevosía, por el
concurso premeditado de dos o más personas y para
procurar su impunidad, 7 hechos en concurso material,
que tuvieron por víctimas a Oscar Omar Hofer, Víctor
Hugo Hofer, Miguel Ángel Di Pascua, Carlos Gerardo
Pérez, Carlos Armando Grande, Gerardo Jorge Cámpora y
Carlos Andrés Farayi, en los términos del art. 80
incisos 2do, 6to y 7mo del Código Penal; robo
calificado por el uso de armas, 2 hechos en concurso
real, de los enseres, ropas y muebles de la vivienda
que habitaban Oscar Omar Hofer, su señora María del
Rosario Perazzo y una hija menor de ambos Érica Hofer,
propiedad ubicada en calle Laprida Nº 1211 de Baradero
y de los enseres, ropas y dinero de la vivienda que

37
habitaban Víctor Hugo Hofer, con sus padres Paulina Di
Rossa de Hofer y Oscar Atilio Hofer, propiedad ubicada
en calle Gascón Nº 155 de Baradero, en los términos del
art. 166 inciso 2do del Código Penal (texto según Ley
20642 en función de la Ley 23077 que deroga el Decreto
– Ley 21338; y allanamiento ilegal de la vivienda de
Carlos Gerardo Pérez ubicada en calle Salta S/N del
barrio Pezzi de San Nicolás, en los términos del art.
151 del CP; todos ellos en concurso real en los
términos del art. 55 C.P, a la pena de prisión
perpetua, inhabilitación absoluta y perpetua, demás
accesorias legales y costas, de cumplimiento efectivo y
en cárcel común.
a.2) Antonio Federico Bossié.
Respecto del acusado Bossié, estimaron
que debía responder como autor mediato, de los
siguientes hechos: privación ilegal de la libertad
agravada por mediar violencia y amenazas, 6 hechos que
concurren materialmente entre sí, que tuvieron por
víctimas a Oscar Omar Hofer, Víctor Hugo Hofer, Miguel
Ángel Di Pascua, Ana Inés Cárdenas, Carlos Alberto
Rojas y Carlos Gerardo Pérez, en los términos del art.
144 bis inc. 1ero y último párrafo según ley 14.616, en
función del art. 142 inc. 1ero. del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20642 conforme a la Ley
23.077); tormentos agravados por ser las víctimas
perseguidos políticos, 6 hechos en concurso real, en
perjuicio de las víctimas nombradas, en los términos
del art. 144 ter, párrafo 1ero. y 2do. – Ley 14616-,
homicidio agravado por alevosía, por el concurso
premeditado de dos o más personas y para procurar su
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FRO 82000149/10
impunidad, 4 hechos en concurso material entre sí que
tuvieron por víctima a Oscar Omar Hofer, Víctor Hugo
Hofer, Miguel Ángel Di Pascua y Carlos Gerardo Pérez,
en los términos del art. 80 incisos 2do, 6to y 7mo del
Código Penal; robo calificado por el uso de armas, dos
hechos en concurso real, de los enseres, ropas, y
muebles de la vivienda que habitaban Oscar Omar Hofer,
su señor María del Rosario Perazzo y una hija menor de
ambos de nombre Érica, propiedad ubicada en calle
Laprida Nº 1211 de Baradero y de los enseres, ropas y
dinero de la vivienda que habitaban Víctor Hugo Hofer,
con sus padres Paulina Di Rossa de Hofer y Oscar Atilio
Hofer, propiedad ubicada en calle Gascón Nº 155 de
Baradero, en los términos del art. 166 inciso 2do del
Código Penal (texto según Ley 20642 en función de la
Ley 23077 que deroga el Decreto –Ley 21338-; y
allanamiento ilegal de la vivienda de Carlos Gerardo
Pérez ubicada en calle Salta S/N del barrio Pezzi de
San Nicolás, en los términos del art. 151 del CP, todos
ellos en concurso real en los términos del art. 55 C.P,
a la pena de prisión perpetua, inhabilitación absoluta
y perpetua, demás accesorias legales y costas, de
cumplimiento efectivo y en cárcel común. Por ello,
solicitaron que al momento de dictar sentencia se
revoque la modalidad de cumplimiento domiciliario que
gozaba este acusado.
a.3) Daniel Fernando Quintana.
Daniel Fernando Quintana, a criterio de
las querellantes, debe responder como autor penalmente
responsable de los delitos de privación ilegal de la

39
libertad agravada por mediar violencia y amenazas, que
tuvo por víctima a Oscar Omar Hofer en los términos del
art. 144 bis inc. 1ero. y último párrafo, en función
del art. 142 inc. 1ero.- ley 14616 - del Código Penal
(texto originario modificado por Ley 20642, conforme a
la ley 23077); tormentos agravados por ser la víctima
perseguido político, en perjuicio del nombrado en los
términos del art. 144 ter, párrafo 1ero. y 2do. – Ley
14616- y robo calificado por el uso de armas de los
enseres, ropas y muebles de la vivienda que habitaban
Oscar Omar Hofer, su esposa María del Rosario Perazzo y
una hija menor de ambos de nombre Érica, propiedad
ubicada en calle Laprida Nº 1211 de la ciudad de
Baradero en los términos del art. 166 inciso 2do del
Código Penal, todos ellos en concurso real en los
términos del art. 55 C.P. y como coautor del homicidio
agravado por alevosía, por el concurso premeditado de
dos o más personas y para procurar su impunidad que
tuvo por víctima a Oscar Omar Hofer en los términos del
art. 80 inciso 2do, 6to y 7mo del Código Penal, a la
pena de prisión perpetua, inhabilitación absoluta y
perpetua, demás accesorias legales y costas, de
cumplimiento efectivo y en cárcel común.
a.4) Edgardo Antonio Mastrandrea.
En relación al acusado Edgardo Antonio
Mastrandrea, estimaron que debía responder como autor
penalmente responsable de los delitos de privación
ilegal de la libertad agravada por mediar violencia, 6
hechos concurriendo materialmente entre sí, que tuvo
por víctimas a Pablo Leonardo Martínez, Alicia Inés
Cámpora, Gustavo De Cara, Mario Juan Francisco
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FRO 82000149/10
Contartese, José María Budassi y María Luisa Corelli,
en los términos del art. 144 bis inc. 1ero. y último
párrafo, en función del art. 142 inc. 1ero. del Código
Penal (texto originario modificado por Ley 20642,
conforme a la ley 23077) y tormentos agravados por ser
las víctimas perseguidos políticos, 6 hechos, en
perjuicio de las mismas víctimas, en los términos del
art. 144 ter, párrafo 1ero. y 2do. –Ley 14616-, todos
ellos en concurso real en los términos del art. 55
C.P., a la pena de veinticinco años de prisión,
inhabilitación absoluta y perpetua, demás accesorias
legales y costas, de cumplimiento efectivo y en cárcel
común.
a.5) Guillermo Miguel Adrover.
Por último, requirieron que se condene a
Guillermo Miguel Adrover, de las demás condiciones
obrantes en autos, como coautor penalmente responsable
de los delitos de privación ilegal de la libertad
agravada por mediar violencia en los términos del art.
144 bis inc. 1ero. y último párrafo, en función del
art. 142 inc. 1ero. del Código Penal y tormentos
agravados por ser la víctima perseguido político en los
términos del art. 144 ter, párrafo 1ero. y 2do. –Ley
14616-, que tuvieron por víctima a Benjamín Santillán,
los que concurren entre sí materialmente en los
términos del art. 55 C.P., a la pena de veintiún años
de prisión, inhabilitación absoluta y perpetua, demás
accesorias legales y costas, de cumplimiento efectivo y
en cárcel común.
b) Ministerio Público Fiscal:

41
El Dr. Federico Reynares Solari, en
representación de la Fiscalía General, comenzó su
exposición haciendo referencia al contexto histórico –
jurídico en que se produjeron los hechos de autos, a la
existencia del Plan Sistemático de Represión
Clandestina e Ilegal y a la estructura utilizada por
las Fuerzas Armadas en general para llevarlo a cabo,
para luego referir concretamente al modo de
funcionamiento en particular en relación al Área 132,
citando al respecto la normativa respectiva a la
actuación del personal, a la importancia y rol de la
inteligencia y a las características de las
“operaciones”.
También citó la normativa y refirió al
rol de la policía provincial, a cómo se designaban los
blancos y quiénes eran considerados subversivos, para
terminar con los lugares que operaron como centros
clandestinos de detención en esta causa.
Tras ello, comenzó con el análisis de los
casos cuyos hechos se produjeron en la ciudad de
Pergamino, para luego pasar a los que ocurrieron en la
zona de la localidad de San Pedro y finalizar con
aquellos sucedidos en la ciudad de San Nicolás y sus
alrededores.
Posteriormente, realizó la calificación
legal de los hechos, explicando en primer término por
qué los delitos cometidos por los acusados deben
considerarse como de “Lesa Humanidad”, para
posteriormente indicar en qué figuras penales de la
legislación interna se subsumen las conductas
realizadas.
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
Continuó con los criterios de atribución
de responsabilidad, repasó la jerarquía que revestía
cada uno de los acusados y detalló los hechos y las
penas por los que consideraba que debía responder cada
uno de los acusados, lo que se analizará a
continuación.
Por otra parte, solicitó que se extraigan
copias certificadas de las actas y de los registros
fílmicos relativos a declaraciones que detalló y se
encuentran enumeradas en el acta de debate, a los fines
de que sean remitidas al Juzgado de Instrucción para
que se evalúe la probable participación en conductas
que podrían configurar delitos.
A su vez, teniendo conocimiento que las
responsabilidades penales de Roberto Horacio Guerrina y
Abel César Scollo en la causa conocida como “Hofer”, se
siguen investigando en la etapa de instrucción,
solicitó al Tribunal que autorice a esa Fiscalía a
remitir los registros fílmicos de las declaraciones
testimoniales de Horacio Salvador Di Pascua, Ana Inés
Cárdenas, Carlos Alberto Rojas, Ángel Pérez, Hugo Fussi
y Marta Ana Bramajo a la Fiscalía Federal de primera
instancia.
Asimismo, solicitó se libre oficio a la
Dirección Nacional de Derechos Humanos del Ministerio
de Seguridad de la Nación, para que por su intermedio
las áreas correspondientes de la Policía Federal
Argentina, inscriban las partes pertinentes de la
sentencia en donde conste la verdad real de lo sucedido
con la víctima Carlos Andrés Farayi, en razón que en la

43
oportunidad de ejecutarse los hechos que lo tuvieron
como víctima se desempeñaba en la Policía Federal; al
Ministerio de Defensa de la Nación, para que en el
mismo sentido las áreas pertinentes inscriban la
calidad de detenido desaparecido en el legajo y en los
registros pertinentes correspondientes a la víctima
Gerardo Jorge Cámpora, en cuanto a la fecha de los
hechos que lo tuvieron como víctima se encontraba
realizando el servicio militar obligatorio; y al
Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires
a fin de que por intermedio de quien corresponda se
inscriba la calidad de detenido desaparecido de Luis
Francisco Ceccon en cuanto el nombrado a la fecha de
los hechos de su desaparición se desempeñaba con el
grado de Cabo en la policía de la provincia de Buenos
Aires.
Por último solicitó a este Tribunal que
requiera a la Secretaría de Derechos Humanos de la
Nación, más precisamente a la Red Federal de sitios de
Memoria, que señalice la Unidad Regional VII, sede de
la ex Delegación de San Nicolás de la DIPBBA sito en
calle Roca y Garibaldi y la sede del ex Destacamento de
Inteligencia 101 del ejército, sección San Nicolás sito
en calle Ameghino N° 387.
b.1) Manuel Fernando Saint Amant.
El Sr. Fiscal General solicitó que se
condene al acusado Manuel Fernando Saint Amant, a la
pena de prisión perpetua, inhabilitación absoluta y
perpetua, accesorias legales y costas y que se unifique
la condena con la dictada en relación al nombrado en el
juicio conocido como “Saint Amant I”, por encontrarlo
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FRO 82000149/10
autor por organización penalmente responsable de los
delitos de: 1) Privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia y amenazas; con
aplicación de tormentos agravados por resultar la
víctima un perseguido político; el homicidio
triplemente agravado por alevosía y por haber sido
cometido con el concurso premeditado de dos o más
personas y para procurar la impunidad para sí o para
otro; y la violación de domicilio (allanamiento
ilegal); todos los mencionados en concurso real -en una
oportunidad- cometidos ellos en perjuicio de: Carlos
Gerardo Pérez, en los términos del Artículo 144 bis
inciso primero y último párrafo en función del artículo
142 inciso primero -ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077), Artículo 144 ter. por la circunstancias
descriptas en el 1ro. y 2do. párr. -texto según ley
14.616- publicada en el B.O. el 16/10/1958 y vigente
hasta el año 1984 en que fue modificada por ley
23.097), el Artículo art. 80 inc. 1ro, 6to y 7mo del
Código Penal (texto originario según ley 11.179,
publicada en el B.O. del 3/11/21, vigente desde 1922 a
1976 texto según ley 21.338, publicado en B.O. el
1/7/76, vigente por la ley 23.077, publicada en el B.O.
el 27/8/84, vigente desde 1976 a 2002), Artículo 150 en
función del artículo 151 y Artículos 55 y 45 del Código
Penal; en concurso real con los delitos de: 2)
Privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar

45
violencia y amenazas, los Tormentos agravados por
resultar la víctima perseguido político, y el Homicidio
triplemente agravado por alevosía, por haber sido
cometido con el concurso premeditado de dos o más
personas, y para procurar la impunidad para sí o para
otro; todos ellos en concurso real -en 5 oportunidades-
que tuvieron como víctimas a: 1. Carlos Benjamín
Santillán, 2. María Cristina Lanzillotto, 3. Abel Ramón
Acosta, 4. Miguel Ángel Di Pascua, 5. Leonor Genoveva
Pierro, en los términos del artículo 144 bis inciso
primero y último párrafo en función del artículo 142
inciso primero -ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077), Artículo 144 ter. por las circunstancias
descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –texto según ley
14.616- publicada en el B.O. el 16/10/1958 y vigente
hasta el año 1984 en que fue modificada por ley
23.097); art. 80 inc. 1ro, 6to y 7mo del Código Penal
(texto originario según ley 11.179, publicada en el
B.O. del 3/11/21, vigente desde 1922 a 1976 texto según
ley 21.338, publicado en B.O. el 1/7/76, vigente por la
ley 23.077, publicada en el B.O. el 27/8/84, vigente
desde 1976 a 2002); y Artículos 55 y 45 del Código
Penal, en concurso real con los delitos de: 3)
Privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenazas; los tormentos agravados por ser
la víctima perseguido político; el homicidio
triplemente agravado por alevosía, por haber sido
cometido con el concurso premeditado de dos o más
personas, y para procurar la impunidad para sí o para
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FRO 82000149/10
otro, y el Robo calificado por el uso de armas de fuego
y por haber sido cometido en banda de los bienes
muebles y enseres de las viviendas en las que habitaban
Oscar Omar Hofer y su esposa María del Rosario Perazzo
en la localidad de San Pedro; y Víctor Hugo Hofer junto
a sus padres: Oscar Atilio Hofer y Margarita Di Rossa
en la localidad de Baradero; concurriendo los mismos
materialmente, y producidos en -2 oportunidades- en
perjuicio de: Oscar Omar Hofer y Víctor Hugo Hofer, en
los términos del Artículo 144 bis inciso primero y
último párrafo en función del artículo 142 inciso
primero -ley 14.616- del Código Penal (texto originario
modificado por ley 20.642, conforme a la ley 23.077),
Artículo 144 ter. por las circunstancias descriptas en
el 1ro. y 2do. párr. -texto según ley 14.616-publicada
en el B.O. el 16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en
que fue modificada por ley 23.097), Articulo 80 inc.
1ro, 6to y 7mo del Código Penal (texto originario según
ley 11.179, publicada en el B.O. del 3/11/21, vigente
desde 1922 a 1976 texto según ley 21.338, publicado en
B.O. el 1/7/76, vigente por la ley 23.077, publicada en
el B.O. el 27/8/84, vigente desde 1976 a 2002),
Artículo 164, 166 inc. 2do. del Código Penal (texto
según Ley 20.642. Publicada en el Boletín Oficial del
29.01.74, en función de la ley 23.077, que deroga el
decreto ley 21.338, publicado en el Boletín Oficial del
01.07.1976); y Artículos 55 y 45 del Código Penal, en
concurso real con los delitos de: 4) Privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar violencia

47
y amenazas en concurso ideal con el delito de Tormentos
agravados por resultar la víctima perseguido político;
ambos en concurso real con el delito de Homicidio
triplemente agravado por alevosía, por haber sido
cometido con el concurso premeditado de dos o más
personas y para procurar la impunidad para sí o para
otro -en 6 oportunidades- en perjuicio de: 1. Rubén
Darío Reynoso, 2. Rodolfo Abel Kremer, 3. Carlos
Armando Grande, 4. Gerardo Jorge Cámpora, 5. Carlos
Andrés Farayi y 6. Julio Raúl Peris, en los términos
del Artículo 144 bis inciso primero y último párrafo en
función del artículo 142 inciso primero -ley 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077), Artículo 144 ter.
por las circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do.
párr. -texto según ley 14.616- publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097); y art. 80 inc. 1ro, 6to y
7mo del Código Penal (texto originario según ley
11.179, publicada en el B.O. del 3/11/21, vigente desde
1922 a 1976 texto según ley 21.338, publicado en B.O.
el 1/7/76, vigente por la ley 23.077, publicada en el
B.O. el 27/8/84, vigente desde 1976 a 2002); y
Artículos 55 y 45 del Código Penal, en concurso real
con los delitos de: 5) Privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia y amenazas
en concurso real con el delito de Tormentos agravados
por resultar la víctima perseguido político, cometidos
en -21 oportunidades- resultando víctimas de los
mismos: 1. José María Budassi, 2. Pablo Leonardo
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Martínez, 3. María Luisa Corelli, 4. Gustavo Carlos De
Cara, 5. Eduardo Julio Schiel, 6. Graciela Corazón De
Jesús Celayeta, 7. Hugo Daniel Acosta, 8. Vicente Primo
Beccarini, 9. Héctor Acosta, 10. Mariano Navarro, 11.
Dionisio Tomás Kazenas, 12. Ricardo Ezio Montalvo, 13.
Juan Manuel Díaz, 14. Norberto Oscar Gil, 15. Tomás
Juan Zuelgaray, 16. Alberto Kipen, 17. Ana Inés
Cárdenas, 18. Carlos Alberto Rojas, 19. Adriana Beatriz
Pierro, 20. Omar Ángel Podestá y 21. Carlos María
Esquilino, en los términos del Artículo 144 bis inciso
primero y último párrafo en función del artículo 142
inciso primero -ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077), Artículo 144 ter. por las circunstancias
descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –texto según ley
14.616- publicada en el B.O. el 16/10/1958 y vigente
hasta el año 1984 en que fue modificada por ley 23.097)
y Artículos 55 y 45 del Código Penal, en concurso real
con los delitos de: 6) Privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia y amenazas
en concurso ideal con el delito de tormentos agravados
por tratarse la víctima de un perseguido político;
ambos en concurso real con el delito de Violación de
domicilio (allanamiento ilegal) cometidos -en 4
oportunidades- y en perjuicio de: 1. Pablo Rubén
Fioravanti, 2. Domingo Pierro, 3. Juan Carlos Pérez y
4. Naldo Raúl Brunelli, en los términos del Artículo
144 bis inciso primero y último párrafo en función del
artículo 142 inciso primero -ley 14.616- del Código

49
Penal (texto originario modificado por ley 20.642,
conforme a la ley 23.077), Artículo 144 ter. por las
circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097), Artículo 150 en función del
artículo 151 del Código Penal y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, en concurso real con los delitos de: 7)
Privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenazas, en concurso ideal con el delito
de falsedad ideológica de instrumento público, ambos en
concurso real con los delitos de Tormentos agravados
por ser la víctima perseguido político; y Violación de
domicilio (allanamiento ilegal) cometidos -en 1
oportunidad- en perjuicio de Jorge Enrique Ocariz, en
los términos del Artículo 144 bis inciso primero y
último párrafo en función del artículo 142 inciso
primero -ley 14.616- del Código Penal (texto originario
modificado por ley 20.642, conforme a la ley 23.077);
Artículo 293 texto según ley 20.642 publicada en el
B.O. 21/01/74 vigente desde 1974/1995 del C.P.);
Artículo 144 ter. por las circunstancias descriptas en
el 1ro. y 2do. párr. (texto según ley 14.616 publicada
en el B.O. el 16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en
que fue modificada por ley 23.097), Artículo 150 en
función del 151 y Artículos 55 y 45 del Código Penal,
en concurso real con los delitos de: 8) Privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar violencia
y amenazas, en concurso ideal con el delito de Falsedad
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Ideológica de instrumento público, ambos concurriendo
realmente con el delito de Tormentos agravados por ser
la víctima un perseguido político, cometidos -en 1
oportunidad- del que resultó víctima Luis Eduardo Lita,
en los términos del Artículo 144 bis inciso primero y
último párrafo en función del artículo 142 inciso
primero –Ley 14.616- del Código Penal (texto originario
modificado por ley 20.642, conforme a la ley 23.077),
Artículo 293 texto según ley 20.642 (publicada en el
B.O. 21/01/74 vigente desde 1974/1995 del C.P.),
Artículo 144 ter. por las circunstancias descriptas en
el 1 ro. y 2do. párr. –texto según ley 14.616-
(publicada en el B.O. el 16/10/1958 y vigente hasta el
año 1984 en que fue modificada por ley 23.097) y
Artículos 55 y 45 del Código Penal, en concurso real
con los delitos de: 9) Privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia y amenazas,
Violación de domicilio (allanamiento ilegal), Lesiones,
y Daño agravado por haberse ejecutado por tres o más
personas, concurriendo todos estos delitos
materialmente, cometidos -en 1 oportunidad- y que han
tenido por victima a Raúl Peris, en los términos del
Artículo 144 bis inciso primero y último párrafo en
función del artículo 142 inciso primero -ley 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077), art. 150 en función
del 151 texto original del Código Penal, art. 184 inc.
5 en función del artículo 183 del C.P.; Artículo 89 del
CP (texto original según ley 11.179) y Artículos 55 y

51
45 del Código Penal, en concurso real con los delitos
de: 10) Privación ilegítima de la libertad doblemente
agravada por su carácter de funcionario público y por
mediar violencia y amenazas, en concurso real con el
delito de Lesiones, cometidos -en 1 oportunidad-, y
que tuvieron como víctima a José Enrique Peris, en los
términos del Artículo 144 bis inciso primero y último
párrafo en función del artículo 142 inciso primero -ley
14.616- del Código Penal (texto originario modificado
por ley 20.642, conforme a la ley 23.077), Artículo 89
del Código Penal (texto original según ley 11.179) y
Artículos 55 y 45 del Código Penal, en concurso real
con los delitos de: 11) Privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia y amenazas,
en concurso ideal con el delito de Tormentos Agravados
por resultar las víctimas perseguidos políticos,
cometidos -en 19 oportunidades- y de los cuales
resultaron víctimas: 1. Alicia Inés Cámpora, 2. Gustavo
Eduardo Gonzalo Montalvo, 3. Alfredo Pedro Velazco, 4.
Orlando Benito Brambilla, 5. Florencio Gamarra, 6.
Guillermo Luis Estalle, 7.Mario Juan Francisco
Contartese, 8. José Edgardo D´Imperio, 9. Mario Osvaldo
D’Imperio, 10. Horacio Pío Luppi, 11. Marcelo Raúl
Beguelin, 12. Mario Humberto Verandi, 13. Pedro César
Marchi, 14. Manuel Gil Morales, 15. Hugo Pascual Lima,
16. Jorge Guillermo Lima, 17. Benjamín Santillán, 18.
María Lucila Santillán y 19. Jorge Francisco Santillán,
en los términos del Artículo 144 bis inciso primero y
último párrafo en función del artículo 142 inciso
primero -ley 14.616- del Código Penal (texto originario
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modificado por ley 20.642, conforme a la ley 23.077),
Art. 144 ter. por las circunstancias descriptas en el
1ro. y 2do. párr. –texto según ley 14.616- (publicada
en el B.O. el 16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en
que fue modificada por ley 23.097) y Artículos 55 y 45
del Código Penal, en concurso real con los delitos de:
12) Privación ilegítima de la libertad doblemente
agravada por su carácter de funcionario público y por
mediar violencia y amenazas, en concurso ideal con el
delito de Tormentos agravados por ser la víctima
perseguido político, ambos en concurso real con el
delito de Robo calificado por el uso de armas de fuego
y por haberse cometido en banda de la suma de 500
dólares, una pulsera de plata y efectos personales,
cometidos en perjuicio de Carlos Alberto Pheulpin, en
los términos del Artículo 144 bis inciso primero y
último párrafo en función del artículo 142 inciso
primero -ley 14.616- del Código Penal (texto originario
modificado por ley 20.642, conforme a la ley 23.077),
Art. 144 ter. por las circunstancias descriptas en el
1ro. y 2do. párr. –texto según ley 14.616- (publicada
en el B.O. el 16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en
que fue modificada por ley 23.097), Art. 164, 166 inc.
2do. del Código Penal (texto según Ley 20.642.
Publicada en el Boletín Oficial del 29.01.74, en
función de la ley 23.077, que deroga el decreto ley
21.338, publicado en el Boletín Oficial del 01.07.1976)
y Artículos 55 y 45 del Código Penal, en concurso real
con el delito de: 13) Privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de

53
funcionario público y por mediar violencia y amenazas,
un hecho, que fuera cometida en perjuicio de María
Alicia Sosa, en los términos del Artículo 144 bis
inciso primero y último párrafo en función del artículo
142 inciso primero -ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077) y Artículo 45 del Código Penal; calificando
todos los delitos precedentemente mencionados como
crímenes de lesa humanidad cometidos en el marco
sociológico de genocidio.
b.2) Antonio Federico Bossié.
Igual pedido de pena (prisión perpetua,
inhabilitación absoluta y perpetua, accesorias legales
y costas) y unificación con la condena dictada por el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal nº 2 realizó el
Dr. Federico Reynares Solari respecto del acusado
Antonio Federico Bossié, por considerar que el nombrado
debía responder como autor por organización de los
delitos de: 1) Privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia y amenazas, los
tormentos agravados por resultar la víctima un
perseguido político, el homicidio triplemente agravado
por alevosía, por haberse cometido con el concurso
premeditado de dos o más personas y para procurar la
impunidad para sí o para otro y el delito de
allanamiento ilegal; concurriendo todos en forma
material, cometidos en una oportunidad en perjuicio de
Carlos Gerardo Pérez, en los términos del Artículo 144
bis inciso primero y último párrafo en función del
artículo 142 inciso primero -ley 14.616- del Código
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Penal (texto originario modificado por ley 20.642,
conforme a la ley 23.077), Artículo 144 ter. por la
circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097), Artículo 80 inc. 1ro, 6to y
7mo del Código Penal (texto originario según ley
11.179, publicada en el B.O. del 3/11/21, vigente desde
1922 a 1976 texto según ley 21.338, publicado en B.O.
el 1/7/76, vigente por la ley 23.077, publicada en el
B.O. el 27/8/84, vigente desde 1976 a 2002) Artículo
150 en función del artículo 151 y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, en concurso real con los delitos de: 2)
Privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenazas; los tormentos agravados por
resultar la víctima perseguido político y el homicidio
triplemente agravado por alevosía, por haberse cometido
con el concurso premeditado de dos o más personas, y
para procurar la impunidad para sí o para otro;
concurriendo todos ellos en forma material, cometidos
-en 2 oportunidades- que tuvieron como víctimas a:
Miguel Ángel Di Pascua y Leonor Genoveva Pierro, en los
términos del Artículo 144 bis inciso primero y último
párrafo en función del artículo 142 inciso primero -ley
14.616- del Código Penal (texto originario modificado
por ley 20.642, conforme a la ley 23.077), artículo 144
ter. por las circunstancias descriptas en el 1ro. y
2do. párr. –texto según ley 14.616- publicada en el
B.O. el 16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que

55
fue modificada por ley 23.097), Artículo 80 inc. 1ro,
6to y 7mo del Código Penal (texto originario según ley
11.179, publicada en el B.O. del 3/11/21, vigente desde
1922 a 1976 texto según ley 21.338, publicado en B.O.
el 1/7/76, vigente por la ley 23.077, publicada en el
B.O. el 27/8/84, vigente desde 1976 a 2002) y Artículos
55 y 45 del Código Penal, en concurso real con los
delitos de: 3) Privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia y amenazas; los
tormentos agravados por resultar la víctima perseguido
político; el homicidio triplemente agravado por
alevosía, por haberse cometido con el concurso
premeditado de dos o más personas, y para procurar la
impunidad para sí o para otro, y el robo calificado por
el uso de armas de fuego de los bienes muebles y
enseres de la vivienda de la víctima; concurriendo
todos ellos en forma material, cometidos -en 2
oportunidades- que tuvieron como víctimas a 1.Oscar
Omar Hofer y Víctor Hugo Hofer, en los términos del
Artículo 144 bis inciso primero y último párrafo en
función del artículo 142 inciso primero -ley 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077), Artículo 144 ter.
por las circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do.
párr. -texto según ley 14.616-publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097), Articulo 80 inc. 1ro, 6to y
7mo del Código Penal (texto originario según ley
11.179, publicada en el B.O. del 3/11/21, vigente desde
1922 a 1976 texto según ley 21.338, publicado en B.O.
Poder Judicial de la Nación
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el 1/7/76, vigente por la ley 23.077, publicada en el
B.O. el 27/8/84, vigente desde 1976 a 2002), Articulo
164, 166 inc. 2do. del Código Penal (texto según Ley
20.642, Publicada en el Boletín Oficial del 29.01.74,
en función de la ley 23.077, que deroga el decreto ley
21.338, publicado en el Boletín Oficial del 01.07.1976)
y Artículos 55 y 45 del Código Penal, en concurso real
con los delitos de: 4 Privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia y amenazas,
en concurso ideal con el delito de tormentos agravados
por resultar las víctimas perseguidos políticos;
concurriendo los dos mencionados en forma material con
el delito de homicidio triplemente agravado por
alevosía y por haberse cometido por el concurso
premeditado de dos o más personas y para procurar la
impunidad para sí o para otro, –en 2 oportunidades-,
cometidos en perjuicio de: Rubén Darío Reynoso y
Rodolfo Abel Kremer, en los términos del Artículo 144
bis inciso primero y último párrafo en función del
artículo 142 inciso primero -ley 14.616- del Código
Penal (texto originario modificado por ley 20.642,
conforme a la ley 23.077), Artículo 144 ter. por las
circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097), Articulo 80 inc. 1ro, 6to y
7mo del Código Penal (texto originario según ley
11.179, publicada en el B.O. del 3/11/21, vigente desde
1922 a 1976 texto según ley 21.338, publicado en B.O.

57
el 1/7/76, vigente por la ley 23.077, publicada en el
B.O. el 27/8/84, vigente desde 1976 a 2002) y Artículos
55 y 45 del Código Penal, en concurso real con los
delitos de: 5) Privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia y amenazas en concurso
real con el delito de tormentos agravados por resultar
las víctimas perseguidos políticos, que fueran
cometidos -en 7 oportunidades- en perjuicio de: 1.
Eduardo Julio Schiel, 2. Graciela Corazón De Jesús
Celayeta, 3. Ana Inés Cárdenas, 4. Carlos Alberto
Rojas, 5. Adriana Beatriz Pierro, 6. Omar Ángel Podestá
y 7. Carlos María Esquilino, en los términos del
Artículo 144 bis inciso primero y último párrafo en
función del artículo 142 inciso primero -ley 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077), Art. 144 ter. por
las circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097) y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, en concurso real con los delitos de: 6)
Privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenazas en concurso ideal con el delito de
tormentos agravados por resultar las víctimas
perseguidos políticos; concurriendo ambos en forma
material con el delito de violación de domicilio
(allanamiento ilegal), -en 2 oportunidades-hechos que
tuvieron como víctima a Juan Carlos Pérez y Domingo
Pierro, en los términos del Artículo 144 bis inciso
Poder Judicial de la Nación
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primero y último párrafo en función del artículo 142
inciso primero -ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077), Articulo 150 en función del art. 151 y
Artículos 55 y 45 del Código Penal, en concurso real
con los delitos de: 7) privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia y amenazas
en concurso ideal con el delito de tormentos agravados
por resultar las víctimas perseguidos políticos,
cometidos en 5 oportunidades en perjuicio de: 1. Carlos
Benjamín Santillán, 2. María Cristina Lanzillotto, 3.
María Lucila Santillán, 4. Jorge Francisco Santillán y
5. Pablo Rubén Fioravanti, en los términos del Artículo
144 bis inciso primero y último párrafo en función del
artículo 142 inciso primero –ley 14.616- del Código
Penal (texto originario modificado por ley 20.642,
conforme a la ley 23.077), Artículo 144 ter. por las
circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097) y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, en concurso real con el delito de: 8)
Robo calificado por el uso de arma de fuego y por su
comisión en banda de la suma de 500 dólares, una
pulsera de plata y efectos personales que fuera
cometido –en 1 oportunidad- en la vivienda de Carlos
Alberto Pheulpin, en los términos del Art. 164, 166
inc. 2do. del Código Penal (texto según Ley 20.642.
Publicada en el Boletín Oficial del 29.01.74, en

59
función de la ley 23.077, que deroga el decreto ley
21.338, publicado en el Boletín Oficial del 01.07.1976)
y Art. 45 del Código Penal, calificando todos los
delitos precedentemente mencionados como crímenes de
lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio.
b.3) Norberto Ricardo Ferrero.
El Sr. Fiscal General consideró que el
acusado Norberto Ricardo Ferrero debía responder como
autor por organización penalmente responsable de los
delitos de: 1) Privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia y amenazas, los
Tormentos agravados por resultar la víctima un
perseguido político, el homicidio triplemente agravado
por alevosía, haberse cometido con el concurso
premeditado de dos o más personas y para procurar la
impunidad para sí o para otro; todos en concurso real y
cometidos -en una oportunidad- en perjuicio de Luis
Francisco Ceccon, en los términos del Artículo 144 bis
inciso primero y último párrafo en función del artículo
142 inciso primero -ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077), Artículo 144 ter. por la circunstancias
descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –texto según ley
14.616- publicada en el B.O. el 16/10/1958 y vigente
hasta el año 1984 en que fue modificada por ley
23.097), Artículo 80 inc. 1ro, 6to y 7mo del Código
Penal (texto originario según ley 11.179, publicada en
el B.O. del 3/11/21, vigente desde 1922 a 1976 texto
según ley 21.338, publicado en B.O. el 1/7/76, vigente
por la ley 23.077, publicada en el B.O. el 27/8/84,
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
vigente desde 1976 a 2002) y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, en concurso real con los delitos de: 2)
Privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenazas en concurso real con el delito de
tormentos agravados por resultar la víctima perseguido
político, cometidos -en 4 oportunidades- en perjuicio
de: 1. Alcira Elizabeth Ríos, 2. Luis Pablo Córdoba, 3.
Jorge Enrique Ocariz y 4. Norberto Oscar Gil, en los
términos del Artículo 144 bis inciso primero y último
párrafo en función del artículo 142 inciso primero -LEY
14.616- del Código Penal (texto originario modificado
por ley 20.642, conforme a la ley 23.077), Artículo 144
ter. por las circunstancias descriptas en el 1ro. y
2do. párr. –texto según ley 14.616- publicada en el
B.O. el 16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que
fue modificada por ley 23.097) y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, en concurso real con los delitos de: 3)
Privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenazasen concurso ideal con el delito de
tormentos agravados por resultar la víctima perseguido
político en -1 oportunidad- cometidos en perjuicio de:
Luis Eduardo Lita, en los términos del Artículo 144 bis
inciso primero y último párrafo en función del artículo
142 inciso primero – ley 14.616- del Código Penal
(texto originario modificado por ley 20.642, conforme a
la ley 23.077), Artículo 144 ter. por las
circunstancias descriptas en el 1 ro. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- publicada en el B.O. el

61
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097) y Artículos 55 y 45 del
Código Penal; delitos que calificó como crímenes de
lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio y
por los que solicitó que se condene al Sr. Ferrero a la
pena de prisión perpetua, inhabilitación absoluta y
perpetua, accesorias legales y costas.
b.4) Daniel Fernando Quintana.
El Ministerio Público Fiscal solicitó que
se condene a Daniel Fernando Quintana a la pena de
prisión perpetua, inhabilitación absoluta y perpetua,
accesorias legales y costas, por considerarlo autor
penalmente responsable de los hechos que a continuación
se enumerarán, los que calificó como crímenes de lesa
humanidad cometidos en el marco de un genocidio: 1)
privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenazas; los tormentos agravados por
resultar la víctima un perseguido político; el
homicidio triplemente agravado por alevosía, por
haberse cometido con el concurso premeditado de dos o
más personas y para procurar la impunidad para sí o
para otro y el robo calificado por el uso de armas de
fuego de los bienes muebles y enseres de la vivienda de
la víctima; concurriendo todos los delitos mencionados
materialmente y cometidos -en 1 oportunidad- en
perjuicio de: Oscar Omar Hofer, en los términos del
Artículo 144 bis inciso primero y último párrafo en
función del artículo 142 inciso primero -LEY 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077), Art. 144 ter. por
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
las circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do. párr. -
texto según ley 14.616- publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097), Art. 80 inc. 1ro, 6to y 7mo
del Código Penal (texto originario según ley 11.179,
publicada en el B.O. del 3/11/21, vigente desde 1922 a
1976 texto según ley 21.338, publicado en B.O. el
1/7/76, vigente por la ley 23.077, publicada en el B.O.
el 27/8/84, vigente desde 1976 a 2002), Art. 164, 166
inc. 2do. del Código Penal (texto según Ley 20.642.
Publicada en el Boletín Oficial del 29.01.74, en
función de la ley 23.077, que deroga el decreto ley
21.338, publicado en el Boletín Oficial del 01.07.1976)
y Artículos 55 y 45 del Código Penal.
b.5) Edgardo Antonio Mastrandrea.
En relación al acusado Mastrandrea, el
Sr. Fiscal General solicitó que se lo condene a la pena
de 25 (veinticinco) años de prisión, inhabilitación
absoluta y perpetua, accesorias legales y costas, por
considerarlo autor penalmente responsable de los
delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia y amenazas, concurriendo
en forma material con el delito de tormentos agravados
por resultar las víctimas perseguidos políticos,
cometidos -en 4 oportunidades- y de los cuales
resultaron víctimas: 1.José María Budassi, 2.Pablo
Leonardo Martínez, 3.María Luisa Corelli y 4.Gustavo
Carlos De Cara, en los términos del Artículo 144 bis
inciso primero y último párrafo en función del artículo

63
142 inciso primero –Ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077); Art. 144 ter. por las circunstancias
descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –texto según ley
14.616- (publicada en el B.O. el 16/10/1958 y vigente
hasta el año 1984 en que fue modificada por ley
23.097); y Artículos 55 y 45 del Código Penal, en
concurso real con los delitos de privación ilegítima de
la libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia y amenazas,
en concurso ideal con el delito de tormentos agravados
por resultar las víctimas perseguidos políticos -2
oportunidades- y de los cuales resultaron víctimas:
1.Mario Juan Francisco Contartese y 2. Alicia Inés
Cámpora, en los términos del Artículo 144 bis inciso
primero y último párrafo en función del artículo 142
inciso primero –LEY 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077); Art. 144 ter. por las circunstancias
descriptas en el 1ro. y 2do. parr. –texto según ley
14.616- (publicada en el B.O. el 16/10/1958 y vigente
hasta el año 1984 en que fue modificada por ley 23.097)
y Artículos 55 y 45 del Código Penal, delitos que
calificó como crímenes de lesa humanidad.
b.6) Carlos Enrique Rocca.
El Fiscal General requirió que se condene
al Sr. Carlos Enrique Rocca a la pena de 18 (dieciocho)
años de prisión, inhabilitación absoluta y perpetua,
accesorias legales y costas, por estimarlo responsable
de los siguientes delitos, que calificó como crímenes
de lesa humanidad: 1) Privación ilegítima de la
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libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencias y amenazas
en concurso real con el delito de tormentos agravados
por ser la víctima un perseguido político -1
oportunidad- los cuales tuvieron como víctima a
Benjamín Santillán, en los términos del Artículo 144
bis inciso primero y último párrafo en función del
artículo 142 inciso primero –Ley 14.616- del Código
Penal (texto originario modificado por ley 20.642,
conforme a la ley 23.077); Art. 144 ter. por las
circunstancias descriptas en el 1ro. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- (publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097) y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, en concurso real con los delitos de: 2)
Usurpación de inmueble en concurso real con el delito
de robo calificado por el uso de armas de los bienes
muebles y enseres de la vivienda sita en calle
Rivadavia 954 de Pergamino-en 1 oportunidad- y de los
cuales resultaron víctimas: María Cristina Lanzillotto
y Carlos Benjamín Santillán y sus dos hijos María
Lucila y Jorge Francisco Santillán, en los términos del
Artículo 181 inc. 1 del C.P. (Según texto ordenado por
el Decreto N° 3.992 del 21/12/84), Artículo 166 inc.
2do. del Código Penal (texto según Ley 20.642.
Publicada en el Boletín Oficial del 29.01.74, en
función de la ley 23.077, que deroga el decreto ley
21.338, publicado en el Boletín Oficial del 01.07.1976)
y Artículos 55 y 45 del Código Penal.
b.7) Roberto Horacio Guerrina.

65
Respecto del acusado Guerrina, el
Ministerio Público Fiscal requirió que se lo condene
como autor penalmente responsable de los delitos de:
privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenazas, falsedad ideológica de
instrumento público, y tormentos agravados por resultar
la víctima un perseguido político; todos ellos en
concurso ideal, cometidos -en 1 oportunidad- en
perjuicio de Luis Eduardo Lita, en los términos del
Artículo 144 bis inciso primero y último párrafo en
función del artículo 142 inciso primero, -ley 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077), Artículo 293 (texto
según ley 20.642 publicada en el B.O. 21/01/74 vigente
desde 1974/1995 del C.P.), Artículo 144 ter. por las
circunstancias descriptas en el 1ero. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- (publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097) y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, los que calificó como crímenes de lesa
humanidad, a la pena de 15 (quince) años de prisión,
inhabilitación especial por el doble de tiempo de la
condena, accesorias legales y costas.
b.8) Clementino Omar Rojas.
En relación a Clementino Omar Rojas, el
Dr. Reynares Solari solicitó que se lo condene a la
pena de 8 (ocho) años de prisión, inhabilitación
especial por el doble de tiempo de la condena,
accesorias legales y costas, por estimarlo autor
penalmente responsable de los delitos de privación
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ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar violencia
y amenazas, la falsedad ideológica de instrumento
público y los tormentos agravados por resultar la
víctima un perseguido político, concurriendo todos
ellos en forma ideal, cometidos –en 1 oportunidad- en
perjuicio de Jorge Luis Ocariz, en los términos del
Artículo 144 bis inciso primero y último párrafo en
función del artículo 142 inciso primero, -LEY 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077), Artículo 293 (texto
según ley 20.642 publicada en el B.O. 21/01/74 vigente
desde 1974/1995 del C.P.); Artículo 144 ter. por las
circunstancias descriptas en el 1ero. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- (publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097) y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, los que calificó como crímenes de lesa
humanidad.
b.9) Juan Alberto González.
El Sr. Fiscal General consideró que el
acusado González debía ser condenado como autor
penalmente responsable de los delitos de privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar violencia
y amenazas, la falsedad ideológica de instrumento
público, y los tormentos agravados por resultar la
víctima un perseguido político, concurriendo todos
ellos en forma ideal, cometidos –en 1 oportunidad- en
perjuicio de Luis Eduardo Lita, en los términos del

67
Artículo 144 bis inciso primero y último párrafo en
función del artículo 142 inciso primero, -ley 14.616-
del Código Penal (texto originario modificado por ley
20.642, conforme a la ley 23.077); Artículo 293 (texto
según ley 20.642 publicada en el B.O. 21/01/74 vigente
desde 1974/1995 del C.P.), Artículo 144 ter. por las
circunstancias descriptas en el 1ero. y 2do. párr. –
texto según ley 14.616- (publicada en el B.O. el
16/10/1958 y vigente hasta el año 1984 en que fue
modificada por ley 23.097) y Artículos 55 y 45 del
Código Penal, los que calificó como crímenes de lesa
humanidad, a la pena de 7 (siete) años de prisión,
inhabilitación especial por el doble de tiempo de la
condena, accesorias legales y costas.
b.10) Julio Alberto Almada.
Igual pedido de pena que la referida
precedentemente realizó el Sr. Fiscal respecto del
acusado Almada, a quien consideró que debía responder
como autor penalmente responsable de los delitos de
privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenaza, la falsedad ideológica de
instrumento público, y los tormentos agravados por
resultar la víctima un perseguido político,
concurriendo todos ellos en forma ideal, cometidos –en
1 oportunidad- en perjuicio de Jorge Luis Ocariz, en
los términos del Artículo 144 bis inciso primero y
último párrafo en función del artículo 142 inciso
primero, -ley 14.616- del Código Penal (texto
originario modificado por ley 20.642, conforme a la ley
23.077), Artículo 293 (texto según ley 20.642 publicada
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en el B.O. 21/01/74 vigente desde 1974/1995 del C.P.),
Artículo 144 ter. por las circunstancias descriptas en
el 1ero. y 2do. parr. –texto según ley 14.616-
(publicada en el B.O. el 16/10/1958 y vigente hasta el
año 1984 en que fue modificada por ley 23.097) y
Artículos 55 y 45 del Código Penal.
b.11) Miguel Ángel Lucero.
Respecto de Miguel Ángel Lucero, el
representante del Ministerio Público Fiscal estimó que
éste debía ser condenado por el mismo hecho y
calificación legal y a la misma pena que la indicada
para Julio Alberto Almada (7 –siete- años de prisión,
inhabilitación especial por el doble de tiempo de la
condena, accesorias legales y costas, por los delitos
de privación ilegítima de la libertad doblemente
agravada por su carácter de funcionario público y por
mediar violencia y amenazas, falsedad ideológica de
instrumento público y tormentos agravados por resultar
la víctima un perseguido político, concurriendo todos
ellos en concurso ideal, cometidos -en 1 oportunidad-
en perjuicio de: Jorge Luis Ocariz).
b.12) Luis Antonio Sinigaglia.
Igual acusación y pedido de pena que los
dos mencionados precedentemente efectuó la Fiscalía en
relación a Luis Antonio Sinigaglia, respecto de quien
solicitó que sea condenado a la pena de 7 (siete) años
de prisión, inhabilitación especial por el doble de
tiempo de la condena, accesorias legales y costas, por
los delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario

69
público y por mediar violencia y amenazas, falsedad
ideológica de instrumento público y tormentos agravados
por resultar la víctima un perseguido político,
concurriendo todos ellos en concurso ideal, cometidos -
en 1 oportunidad- en perjuicio de: Jorge Luis Ocariz.
b.13) Guillermo Miguel Adrover.
Finalmente, la Fiscalía General requirió
que se condene a Guillermo Miguel Adrover como autor
por organización penalmente responsable de los delitos
de privación ilegal de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia y amenazas en concurso real con el delito de
tormentos agravados en razón de resultar la victima de
los mismos un perseguido político cometido en -1
oportunidad-, en perjuicio de Benjamín Santillán, en
los términos del Artículo 144 bis inciso primero y
último párrafo en función del artículo 142 inciso
primero -ley 14.616- del Código Penal (texto originario
modificado por ley 20.642, conforme a la ley 23.077),
Artículo 144 ter. por las circunstancias descriptas en
el 1ero. y 2do. párr. –texto según ley 14.616-
(publicada en el B.O. el 16/10/1958 y vigente hasta el
año 1984 en que fue modificada por ley 23.097) y
Artículos 55 y 45 del Código Penal, los que calificó
como crímenes de lesa humanidad en el marco de un
genocidio, a la pena de 18 (dieciocho) años de prisión,
inhabilitación absoluta y perpetua, accesorias legales
y costas.
c) Defensas Técnicas:
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Además de las cuestiones previas
planteadas, los defensores técnicos articularon
defensas de fondo, que se analizarán a continuación.
c.1) Dr. Mauricio Bonchini en ejercicio
de la defensa de Manuel Fernando Saint Amant.
La defensa del acusado Saint Amant indicó
en primer término que las acusaciones contra su pupilo
se encontraban llenas de vaguedades, contradicciones y
conceptos erróneos. Señaló que es el primer juicio oral
en el que se ha producido la canonización de los
participantes de montoneros y ERP y se ha falseado la
historia, en aras de sostener el relato de este
gobierno.
Al respecto, sostuvo que, aunque le pese
a unos pocos, en nuestro país hubo una lucha armada,
iniciada por las organizaciones terroristas. Citó a
Firmenich en Página 12, quien dijo “Videla y yo fuimos
chivos expiatorios, acá hubo una guerra”, a Jorge
Mazetti del ERP, quien escribió en su libro que “fue
una guerra”, entre otros extractos de libros y
testimonios sobre esta organización y del Montoneros,
relativos a la lucha armada de la época y la existencia
de una guerra.
Explicó la participación de la política y
los medios de comunicación y lo manifestado por ellos
en relación a la guerra entre estos bandos. Citó los
decretos dictados que tuvieron por fin aniquilar a
estas organizaciones y declararon ilegal al ERP,
Montoneros y partido auténtico, dictados durante el
gobierno constitucional de Perón y el decreto dictado

71
por Luder declarando el estado de sitio, que duró hasta
el año 1983. También reseñó lo expuesto por el doctor
Palacín en los autos “Larrabure…”. Indicó que Luis
Moreno Ocampo ha dicho los crímenes de la humanidad no
son exclusivos de un estado, sino que también pueden
cometerlo grupos guerrilleros.
Tras esta introducción, comenzó su
alocución respecto de la valoración de la prueba,
explicando que la función del Fiscal es velar por la
defensa de la legalidad, la que nunca puede ceder ante
cuestiones ideológicas y menos ante cuestiones
conyugales.
Señaló que, de acuerdo al antecedente
“Benítez” de CSJN, no se puede valorar testigos
incorporados por lectura, ya que viola el derecho de
defensa. Expresó que aquí se invirtió la carga de la
prueba obligando al imputado a demostrar su inocencia.
Afirmó que la CONADEP es un organismo politizado
descalificado para ser prueba en esta causa.
Por otro lado, manifestó que ninguno de
los declarantes nombró a su defendido, sino que se
refirieron a “personal militar”, por lo que no se sabe
si el personal militar era de este batallón de San
Nicolás, pero como Saint Amant “es el único vivo
tenemos que culpar a él”.
Destacó que Cámpora, Menna, Farayi y
Lanzillotto fueron detenidos en Buenos Aires y que la
mayoría de las detenciones se produjeron por las
delaciones de los detenidos.
Asimismo, resaltó que Alicia Cámpora dijo
que el propio Saint Amant tramitó el habeas corpus de
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su hermano, que Ponce de León y Saint Amant tenían
charlas y que consiguió el traslado de algunos
detenidos desde la cárcel hasta el obispado.
Expuso que Naldo Brunelli, dirigente
sindical, relató que, a pesar del estado de sitio,
tenía reuniones con sus compañero y que Saint Amant no
los molestó, sólo que le dijo que se presente en la
comisaría; que Budassi disimuló o falseó los hechos ya
que habló de la militancia de la organización y dijo
que Martínez le daba clases de ética.
Manifestó que las organizaciones
terroristas de la época “nos llevaron a esa locura de
un cura empuñando un arma y matando gente”. Por otro
lado, dijo que los supuestos informes de la DIPPBA
debieron ser reeditados pero por el sólo hecho de ser
de esa época “no podemos cuestionarlo. Debemos creer
todo con los ojos cerrados”.
A su vez, resaltó que el testigo Néstor
Vásquez relató una historia de un automóvil Fiat, que
le pertenecía a Saint Amant, pero ante tantas preguntas
no pudo recordar que era de Saint Amant.
Concluyó que no se encuentra demostrado
que su defendido tuviera participación alguna en los
hechos que se le enrostraron, ya que si bien era jefe
del batallón no se ha podido probar que haya sido
responsable, por eso los acusadores lo intentaron
“salvar” con formulaciones genéricas, lo que obliga a
esa defensa a probar de manera negativa, ya que sólo lo
responsabiliza a través de un silogismo con premisas
falsas.

73
Manifestó que la imputación de la
fiscalía basada en la autoría por organización permite
condenar sin prueba directa, por eso resulta atractiva
para los jueces y es la herramienta para judicializar
la venganza. Afirmó que si se admite la
constitucionalidad de esta teoría hay que decir que la
garantía de defensa en juicio y demás están eliminadas
de la CN.
Recalcó que, bajo la premisa que los
testigos no mienten, obligan al justiciable a probar su
inocencia, otorgando una presunción iure et de iure y,
cuando no hay prueba directa, se acude a doctrinas
foráneas inaplicables en nuestro derecho, imputándose
por pertenencia, todo a nivel genérico.
Manifestó que, tras analizar el Código
Penal y distintos tratados de varios autores, no han
encontrado la llamada “autoría por organización” lo que
imposibilita su derecho de defensa y resulta
incompatible con tratados internacionales, por tratarse
de una aplicación del derecho penal de actor y no de
acto.
Expuso que muchas víctimas dijeron haber
tenido causas judiciales, ser interrogados por jueces y
defendidos y concluye que “Si no hay orden judicial ni
expediente se demuestra la ilegalidad de la detención
pero si lo hay también”.
Por último, abordó la cuestión de la
detención domiciliaria de su defendido, explicando que,
conforme a los incs. a), c) y d) del art. 10 del CP y
art. 33 de la ley 24660, solicitando que se otorgue
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éste esta modalidad de cumplimiento de la pena en una
clínica geriátrica.
Al respecto, citó fallos de la CFCP e
indicó que se encuentra acreditado que Saint Amant, de
84 años de edad, padece un deterioro cognitivo,
acentuado por un ACV que motivó su internación en el
Hospital Militar Central. Reseñó los informes obrantes
en autos relativos al estado de salud del nombrado,
concluyendo que Saint Amant necesita asistencia
geriátrica permanente la que no puede otorgársele en el
Hospital Penitenciario del Complejo 1.
Citó la ley de salud mental y
Convenciones Internacionales relativas al derecho a la
salud, resaltando los cuidados médicos que requiere su
defendido (dieta especializada -actualmente alimentado
mediante sonda, cuidados permanentes al caminar,
controles médicos y de medicamentos en forma
permanentes, terapias de rehabilitación mental,
terapias ocupacionales para intentar recobrar su
bienestar, colocación de pasamanos y rampas siempre que
pueda volver a tener movilidad).
Expresó que toda persona privada de su
libertad no debe ser sometida a tratos crueles,
inhumanos o degradantes y que los privados de libertad
son titulares de todos los derechos no privados por la
condena. Así, expuso que continuar con la detención de
Saint Amant en centros del servicio penitenciario
federal, inclusive el Hospital Penitenciario Central,
convertiría su detención en cruel.

75
Recordó la resolución 16/14, donde se
dispuso el cambio de lugar de detención de Saint Amant,
pero la detención domiciliaria de su defendido no fue
revocada sino fue modificada por su estado de salud y
con motivo de no constituir domicilio en la ciudad de
San Nicolás para el juicio. También remarcó la ausencia
de peligro de fuga, por la edad avanzada del imputado y
su deteriorado estado de salud y solicitó que se tengan
en cuenta los lineamientos dados por la CSJN para
detenidos o condenados de lesa humanidad (“Olivera
Rovere”, del 27/8/13, “Estrella Luis Fernando” y “O. R
Jorge Carlos”, “Roque Ítalo Papalaro”.
Finalmente, concluyendo su alegato,
peticionó la libre absolución de su pupilo Saint Amant,
que se rechace la calificación de delitos de lesa
humanidad, hizo reserva de pedir la nulidad de la
sentencia condenatoria basada en la prueba cuestionada
y, subsidiariamente, solicitó que se disponga la
detención domiciliaria en una clínica geriátrica de mi
asistido, efectuando reserva de los recursos de
casación y extraordinario ante la CSJN.
c.2) Dr. Fabio Procajlo en ejercicio de
la defensa de Antonio Federico Bossié, Daniel Fernando
Quintana, Edgardo Antonio Mastrandrea, Carlos Enrique
Rocca, Clementino Omar Rojas, Miguel Ángel Lucero, Luis
Antonio Sinigaglia y Juan Alberto González.
El Dr. Fabio Procajlo, comenzó sus
alegatos aclarando que, no obstante estar ante delito
de lesa humanidad, no significa que no se apliquen
todos los postulados de la dogmática penal liberal. En
su caso, esto sólo obsta a la prescripción, a la
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imposibilidad de amnistía, pero no al resto de
principios de legalidad, congruencia, de defensa en
juicio. Expuso que, por tales motivos, efectuaría la
defensa conforme los parámetros que fija la CSJN. Citó
los casos Núñez (327-5095) y Schenone (Fallos 329-
4248).
Posteriormente, comenzó un análisis del
aspecto subjetivo del tipo penal de los hechos por los
que se acusa a sus defendidos, citando doctrina que
afirma que los delitos de lesa humanidad son
necesariamente dolosos y el caso Blaskic del Tribunal
en lo Criminal para la ex Yugoslavia, en el que se
definió: “El acusado debe tener conocimiento general
del contexto en que su acto se produce, y luego del
nexo entre su acción y ese contexto. Y, obvio que esto
resulte probado”.
Al respecto, señaló que lo que podría
darse en llamar “dolo de lesa humanidad” sólo requiere
el conocimiento, efectivo y abarcado por el “in dubio
pro reo,” que existe un plan sistemático desde el
estado y hacia una parte de la población civil. Indicó
que la acusación dijo que si bien es cierto que “hay un
plus de dolo, que se trata de conocer la existencia del
ataque y que ese hecho formaba parte del ataque” en
este caso, no estamos acusando por delitos
internacionales sino por delitos domésticos, por lo que
calificar estos hechos como de lesa humanidad no
implica que estemos juzgando por delitos de derecho
penal internacional y la exigencia típica el plus de
dolo no es requerida.

77
En referencia a esto resaltó que decir
que un delito es doméstico se contrapone por definición
a que sea considerado de lesa humanidad, ya que si
fueran delitos domésticos debería el tribunal sin más
declararlos prescriptos.
Sin perjuicio de ello, expuso que la
legislación que exige el “dolo de lesa humanidad” es
legislación nacional, esto es la ley 25.390, que
recepta el Estatuto de Roma, por lo que esta exigencia
de dolo tiene raigambre internacional. Agregó que
también es doméstico el principio constitucional de
culpabilidad.
Manifestó que no duda que la acusación es
plenamente consciente que le es imposible probar que la
mayoría de sus defendidos tenían tal dolo y que ello se
debe porque, al menos, en el caso de Lucero,
Sinigaglia, Almada, González y Rocca, puede afirmarse
que ni siquiera hay dudas, hay certeza de que
desconocían absolutamente la existencia de un plan
sistemático de represión.
Indicó que el Ministerio Público Fiscal
recurrió para sostener su acusación en este punto a una
afirmación dogmática carente en forma absoluta de una
motivación objetiva.
Luego efectuó el análisis de algunos
casos puntuales, como el de Lucero, quien ingresó a la
policía por mandato familiar poco tiempo antes del
hecho, pese a que no era esa profesión la que quería
para su vida, lo que quedó demostrado con su pronta
renuncia a la fuerza, se retiró con el cargo más bajo
del escalafón, sólo termino la escuela primaria y jamás
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estuvo imputado de otro delito, mucho menos de lesa
humanidad.
Afirmó que en modo alguno puede afirmarse
que en Colón existieran actividades de las que se
denominaban subversivas ni represión ilegal, sino que,
por el contrario, del juicio surgió lo contrario, lo
que es comprensible en una localidad tan chica, donde
todos se conocían.
Explicó que tales afirmaciones pueden
hacerse extensivas a sus consortes de causa Almada,
Sinigaglia y González.
Respecto de Rocca, manifestó que desde
hace años es prácticamente un indigente, con un nivel
de instrucción escaso, por lo que no puede decirse que,
con un cargo de agente, conocía el plan y quería formar
parte de éste.
Puso en duda las expresiones del testigo
Caviglione cuando afirmó que Rocca quería irle a
contarle al Dr. Murray cómo formaba el aparato
represivo, indicando que llamativamente no lo dijo esto
en primera instancia, y resulta harto casual que se lo
haya expuesto luego de su declaración. A su vez, indicó
que resulta imposible que a la fecha en que
presuntamente Rocca habría efectuado tales
manifestaciones haya sabido quién era Juan Murray, por
tanto es difícil creer que le haya querido contar a él.
Por ello, consideró que a su respecto no puede juzgarse
por el delito de tormentos, privación de libertad,
usurpación y robo.

79
Por otro lado, expuso que el plan
sistemático de represión se caracterizaba por el
accionar en clandestinidad, durante la noche, ocultando
su identidad, etc., y los defendidos que mencionó no
actuaron en la clandestinidad, ni ocultaron su
identidad, por el contrario, cumplían funciones
regulares como policías, de bajo rango.
Respecto de Rojas, expuso que
difícilmente haya conocido la existencia del plan y, en
la duda, debe estarse porque no lo conocía o, al menos,
no tenía voluntad de participar, lo considera
demostrado por su renuncia a la fuerza policial en
virtud de no soportar que el sometimiento de ésta a los
militares.
Por otra parte, destacó que Rojas efectuó
un aporte valiosísimo a la causa, ya que posiblemente
fue el único imputado en Argentina que dejó en claro en
forma expresa esta actividad de “blanqueamientos” de
los privados de libertad, por lo que resulta dudoso que
haya querido participar de este plan.
También resaltó que el nombrado, a pesar
de tener un cargo alto, ya que era Comisario, jamás fue
ni será imputado de otro hecho represivo, ni lo será en
el futuro, lo que descartaría la posibilidad de que
formara parte consciente del plan de represión,
conclusión que extiende a su defendido González.
Luego efectuó una defensa de fondo de las
situaciones de sus defendidos Lucero, Sinigaglia,
Almada y González. Indicó al respecto que la parte
acusadora no concretó en forma precisa la conducta que
se les reprocha, y que podría deducirse que ésta
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consiste en haber estampado su firma en actas que
consignaban hechos falsos, hecho que es calificado por
la fiscalía en los delitos de falsedad ideológica, en
concurso ideal con privación ilegal de la libertad y
tormentos.
Tras solicitar la nulidad parcial del
alegato fiscal por tormentos, realizó una defensa
subsidiaria por este delito, señalando que el fiscal
dijo que todas las privaciones fueron tormentosas y que
los tormentos se configuran no sólo por infligir dolor
a los detenidos sino también por las condiciones de
detención, por la incertidumbre en su destino o por
escuchar otros tormentos, mientras que, a su entender,
dicha afirmación se basa en su sola voluntad porque no
dio razón alguna para ello y la doctrina que cita
(Soler) dice lo contrario.
Destacó las palabras de la CFAR, que en
Acuerdo nro. 197/11 estableció que le asistía razón a
la defensa en cuanto al delito de tormentos ya que sus
defendidos no podían ser responsables de su comisión
porque cumplían funciones en la localidad de Colón y de
Baradero y las torturas sufridas por Lita y Ocariz
ocurrieron con anterioridad a la llegada de éstos a las
respectivas comisarias.
A su vez, remarcó que en el breve lapso
que Ocariz pasó por la Comisaría de Colón no fue
torturado, sino todo lo contrario, lo que surge de su
propia declaración.
Citó un artículo que se denomina
“Tratamiento penal de las condiciones de detención en

81
los centros clandestinos frente al tipo penal del art.
144 ter del CP”, de la Procuración General de la Nación
y solicitó la absolución de sus defendidos por este
delito.
Respecto del delito de falsedad
ideológica, exponiendo que, dentro del tipo objetivo,
no existe absolutamente ninguna prueba que acredite que
la firmas de las actas de detención de Ocariz y Lita,
pertenezcan de puño y letra de Almada, Lucero,
Sinigaglia y González, lo que se podría haber probado
mediante una pericia caligráfica que nunca se realizó.
Señaló que tampoco se solicitó a éstos que reconocieran
sus firmas e incluso negaron haber estampado sus firmas
en actas falsas.
También indicó que la circunstancia de
que luego hayan ratificado las actas en sede judicial
ante el Juez Milesi tampoco permite afirmar la autoría
de las firmas, puesto que éstas tampoco fueron
reconocidas por sus defendidos. En relación a esto
advirtió que este magistrado podría haber tenido una
relación con el plan de represión, lo que pone en dudas
estas declaraciones e, incluso, aun en el supuesto de
que se hubiera probado que se ratificaron, esto no
puede legítimamente ser usado en contra de sus
defendidos, ya que no ratificar implicaba, en su caso,
autoincriminarse de un delito.
Advirtió que las declaraciones de
supuesta ratificación son prácticamente de formulario,
por lo que sin ratificación expresa o pericia no se
puede saber si las firmaron, si las firmaron
libremente, o simplemente el Dr. Milesi les dio opción,
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FRO 82000149/10
o les dijo “firmen acá”, lo que en ese contexto era
perfectamente posible.
Concluyó al respecto que es imposible
tener certeza sobre este punto, por lo que se impone la
absolución de los nombrados.
De manera subsidiaria, explicó que los
verbos típicos son insertar o hacer insertar
declaraciones falsas y que de lo que no hay siquiera
resabio de duda es que ellos no insertaron nada. Indicó
que, en el peor de los casos, firmar no implica en modo
alguno insertar ni hacer insertar una declaración
falsa.
Afirmó que estampar una firma no
constituye delito en el derecho penal argentino y que
es imposible que sus defendidos, recientes incorporados
a la fuerza en ese momento, con una instrucción
primaria, con cargos de agente en los casos de
Sinigaglia, Lucero y Almada, es decir, el más bajo, que
ni siquiera sabían escribir a máquina y mucho menos
redactar, hayan insertado nada. Expuso que la tarea de
los mencionados no era esa: Sinigaglia era chofer y los
otros realizaban tareas de calle, de seguridad común,
por lo que no era su trabajo labrar actas, ni sabían
hacerlo, ni lo hicieron; por lo que solicitó la
absolución por las tres imputaciones, ya que
materialmente ésta era la única conducta que se les
reprocha, por eso es un concurso ideal, por lo que
desaparecida ésta, la privación, y los tormentos quedan
sin más sin base para su imputación.

83
Subsidiariamente, consideró que no se
haya probado el dolo directo de sus defendidos
requerido por el tipo penal de falsedad ideológica,
explicando que, conforme sus declaraciones, ellos no
firmaron el acta ni conocían a Ocariz, aunque afirmaron
la posibilidad de haber suscripto algún acta ignorando
su contenido. Por ello, manifestó que existe la
posibilidad de que las hubieran firmado, pero sin el
conocimiento y la voluntad que exige el tipo de
falsificación.
En ese rumbo, explicó que en la época que
se desarrollaban los hechos era usual que firmaran las
actas de los diferentes delitos o contravenciones en lo
que intervenían y los oficiales encargados de
labrarlas, que no eran ellos, al fin del día del decían
“firma acá”, lo que no se cuestionaba, ya que en el año
1977 el respeto la jerarquía era absoluto.
Finalmente, destacó que la figura en
cuestión exige la posibilidad de perjuicio, que tampoco
se da, ya que tanto Lita como Ocariz tenían formadas
previas a estas causas judiciales, sumarios iniciados
por los militares por otros hechos y estaban privados
de libertad en virtud de éstos, lo que se puede
corroborar en la documental adjunta “Ocariz s/
infracción 20.840 y art. 189 bis del código penal”, y
“Lita s/ inf. Ley 20.840”. Por ello, concluyó que aún
si no hubieran existido estas actas falsas, igual
seguirían privados de libertad, destacando que tanto
Ocariz como Lita fueron finalmente absueltos y sin
embargo siguieron privados de libertad a disposición
del PEN.
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FRO 82000149/10
En relación al delito de privación ilegal
de la libertad, indicó que el fiscal no explicó cómo se
encuentran probados los elementos objetivos del tipo.
También señaló que la acusación repite
varias veces la palabra privación ilegítima de la
libertad, pero el tipo penal no habla de privación
ilegítima, sino de privación ilegal que no es lo mismo,
conforme se expresa en doctrina. Por tal motivo,
concluyó que, a partir de que tanto Ocariz como Lita
fueron sometidos a un proceso penal, esa privación de
libertad, si bien ilegitima, no es ilegal.
En segundo lugar indicó que el tipo penal
en cuestión contiene dos hipótesis: la privación de
libertad con abuso de funciones y la cometida sin las
formalidades prescriptas por la ley y que está claro
que la acusación no fue clara ni precisa en modo
alguno, ya que durante el alegato la acusación fue
formulada por los dos casos, lo que impide una adecuada
defensa.
En tercer término explicó que no puede
afirmarse la autoría de Lucero, Almada, Sinigaglia y
González, a la luz de la teoría del dominio del hecho.
Al respecto, afirmó que ninguno de ellos participo de
la detención de Ocariz ni de Lita ni la podían hacer
cesar, ninguno de ellos los conoció siquiera, no está
probado de que al menos los hayan visto y ninguno de
ellos fue nombrado jamás en el juicio.
Consideró que el Fiscal, ignorando lo que
es letra concreta de la ley penal, consideró a todos

85
sus defendidos como autores, lo que violó el principio
de culpabilidad y de legalidad.
En cuanto a las agravantes “violencia o
amenazas”, indicó que el fiscal mencionó a las dos
opciones pero de la violencia no dijo nada. Además,
señaló que en el caso de Almada, Sinigaglia, Lucero y
González, no se probó ningún tipo de violencia física o
amenaza ya que ni siquiera se acreditó que hayan tomado
contacto visual con las víctimas.
Subsidiariamente, consideró que, en todo
caso, la participación de sus defendidos se trataría de
una ayuda posterior, es decir de un encubrimiento, ya
que los hechos ya se habían consumado o de una
complicidad secundaria, aunque destacó nuevamente la
ausencia de dolo de sus defendidos.
Por último, respecto de los nombrados,
solicitó que, para el caso en que se los condene, se lo
haga de manera condena condicional, explicando que si
el fiscal pidió para estos casos una condena a siete
años de prisión por tener en cuenta la pena máxima del
delito de tormentos por los que no fueron requeridos a
juicio, habría entonces solicitado menos de la mitad
del máximo, por lo que, sin tener en cuenta este
delito, la pena máxima sería de seis años, por lo que
la condena nunca puede superar los tres años.
Respecto de Clementino Rojas, indicó que
está claro que el nombrado no privó ilegalmente de la
libertad a Ocariz, sino que colaboró en su
blanqueamiento, lo que equivalía en esa época a salvar
su vida de una persona secuestrada por el terrorismo de
Estado.
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Reiteró lo dicho en relación a la
diferencia entre detención ilegal e ilegítima y resaltó
que Rojas no detuvo a Ocariz, sino que lo recibió
cuando se lo trajo Saint Amant, y no lo privo de
libertad, mantuvo la que ya tenía, es decir, omitió
liberarlo, omisión que está prevista en concreto en
otros tipos penales que no fueron imputados y que igual
no hubieran concurrido. Señaló que este es un tipo
activo y el no hizo, omitió, compartiendo la opinión de
Zaffaroni respecto de la inconstitucionalidad de la
omisión impropia.
También en este caso descartó la
posibilidad de una autoría por ausencia del dominio del
hecho o de un encubrimiento por parte del nombrado.
Subsidiariamente, afirmó que su conducta,
como mínimo, es claramente inculpable, por la no
exigibilidad de actuar de otro modo al haber actuado
amparado en una coacción exculpante - art. 34, inc. 2
del C.P.-, tras lo cual tomó la decisión de retirarse
de su cargo.
Citó la declaración del testigo
Branchessi, quien en la audiencia de debate habló del
miedo que existía en la época de hablar sobre temas
relacionados con las fuerzas militares, e indicó que
Rojas con su conducta salvó, al menos, dos bienes
jurídicos: su familia y la vida de Ocariz. Afirmó que
lo mínimo que iba a perder Rojas era el empleo y que
esta amenaza pude ser una causal de inculpabilidad.
Invocó doctrina para avalar dicha conclusión.

87
Respecto de Rocca, expuso que no está
probado que haya intervenido en el secuestro de
Santillán. Citó la causa 13 y el fallo de la CFAR
15/2006 y manifestó que si su defendido hubiera
concretado esa actividad, no puede descartarse que haya
actuado considerando que hacía algo legal, atento su
cargo y su prácticamente nulo poder de decisión.
En relación al delito de tormentos, se
remitió a la materialidad y prueba, desarrollados por
el Dr. Belgrano, al realizar la defensa técnica de su
asistido, por lo que estimó innecesario realizar mayor
análisis.
Subsidiariamente cuestionó la autoría,
exponiendo que la tortura fue efectuada en la Comisaría
de Pergamino, mientras que Rocca se encontraba en el
domicilio de calle Rivadavia. En relación a la
agravante por ser detenido político, manifestó que no
existía en ese momento.
Por otra parte, respecto de la
usurpación, expuso que pareciera que la conducta que se
le imputa a Rocca es “despojar”, pero obra acreditado
que no tomó parte del despojo, destacando que la que
era entonces mujer de su defendido vino como testigo,
porque no es autora, y la conducta de Rocca fue la
misma. También agregó que no se encuentra acreditado el
elemento subjetivo del tipo.
Respecto del robo, expresó que su
defendido no intervino en el hecho, ya que las cosas ya
habían sido sustraídas cuando le ordenaron a Rocca que
permanezca en custodia de ese inmueble. Afirmó que
tanto desde la teoría de la disponibilidad como de su
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antagónica la teoría del desapoderamiento, su defendido
no fue autor. Por todo ello, solicitó la absolución de
su pupilo.
Luego pasó a desarrollar la defensa de
Mastrandrea. En lo que respecta a los conceptos de
privación ilegal e ilegítima de libertad y las
agravantes de violencia y amenazas, se remitió a lo
expresado y negó la posibilidad de que su defendido se
haya presentado ante las víctimas con su nombre.
También descartó que el nombrado haya obrado con el
dolo que requiere la figura.
Respecto de los tormentos, expresó que no
fueron en el lugar en donde se desempeñaba, sino en
otro y, en el caso de De Cara y Corelli, sólo se
encuentra como prueba lo afirmado por la víctima, lo
que no resulta suficiente. Citó el caso “Loayza Tamayo
vs. Perú”, sentencia del 17/09/1997 y “Cabrera García”
y “Montiel Flores vs. México”, sentencia del 26/11/2010
de la CIHD.
Expresó además que no es real sino ideal
la forma de concurso de los hechos y concluyó
solicitando la absolución por el principio beneficiante
de la duda y, subsidiariamente, en el hipotético caso
de considerar que su defendido tuvo algún tipo de
participación en la privación de libertad, sostuvo que,
en el peor de los casos, de trata de una participación
secundaria.
Posteriormente efectuó la defensa de
Antonio Federico Bossié, donde, tras efectuar un
análisis de la imputación de autoría por organización

89
realizada por la fiscalía y solicitar la nulidad,
conforme se explicara en las cuestiones preliminares,
afirmó que no se ha acreditado con prueba alguna que su
pupilo haya puesto mano en los hechos endilgados o que
haya intervenido intelectualmente en éstos o
retransmitido órdenes ilegítimas. Explicó que, en
definitiva, aun en el caso de considerarse acreditada
la participación de las fuerzas armadas, y más
concretamente a los militares que actuaron en el área
132, es necesario acreditar en forma fehaciente las
condiciones de tiempo, modo y forma en que tomó
intervención en los hechos el Sr. Bossié, por lo que
solicitó su absolución.
Subsidiariamente, para el hipotético caso
de una sentencia adversa, compartió con el fiscal que,
en caso de condena, se debe unificar ésta con la
dictada por el TOF Nº 2 en la llamada causa “J. B.
Justo”.
No obstante lo expuesto, también en forma
subsidiaria, se refirió al mantenimiento de la prisión
domiciliaria de Bossié y Rojas. Mencionó la base
normativa del instituto y citó y jurisprudencia
doctrina al respecto.
En concreto, repasó que esta modalidad
fue concedida a Bossié por su edad y estado de salud,
exponiendo que ni la querella ni la fiscalía han
demostrado alguna causal de revocación de la prisión
domiciliaria. También señaló que el nombrado ha
cumplido la obligación de permanecer en su domicilio y
detalló los diferentes informes médicos obrantes a su
respecto.
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También refirió subsidiariamente a los
montos de pena solicitados por los acusadores y a los
parámetros utilizados por éstos. Luego, detalló los
cargos de sus defendidos, explicando que todos eran
cargos bajos, algunos muy bajos y en el caso de Bossié
era intermedio.
Señaló que el único fin constitucional es
el de resocialización, aunque en la práctica no se
cumple y que siempre se debe comenzar con el mínimo de
la escala penal y desde allí ver qué cuestiones graves
se pueden encontrar para que esta pena ascienda de
acuerdo a lo normado por los arts. 40 y 41 del C.P.
Manifestó que el fiscal y las querellas
al graduar las penas hicieron una argumentación
general, mientras que el reproche penal tiene que ver
con el nivel de reprochabilidad y ésta con el grado de
autodeterminación, citando los fallos de la CSJN
Gramajo y Tejerina. Al respecto, indicó que si la
acusación pidió esta pena en modo genérico es obvio que
no realizó este análisis particularizado y, en este
supuesto, de obviar el análisis, tendría que haber
pedido el mínimo de la pena.
Afirmó que la pena es desproporcionada,
sobre todo porque no se ha demostrado el por qué y
expuso que existen correctivos, por ejemplo,
circunstancias que reduzcan la necesidad de la pena, la
prolongación indebida del proceso y la sensibilidad de
la pena, explicando que existen factores personales que
hacen en el caso concreto la pena más gravosa. Así,
señaló que, por ejemplo en el caso de Rojas, en el

91
medio del debate falleció su hijo que lo cuidaba y que
previo a esto había fallecido su hija, lo que le
produjo una depresión absoluta y esto no puede no
tenerse en cuenta y Lucero perdió su trabajo porque no
pudo concurrir por tener que asistir a la audiencia de
debate.
También sobre este acusado manifestó que
actuó bajo una situación de inculpabilidad, pero aun
así, mientras más cerca se esté de un grado de
inculpabilidad más bajo debería ser la pena.
Respecto de Rocca expuso que se solicitó
una pena desproporcionada y que el nombrado hoy en día
es un indigente y cartonero y no tiene antecedentes
penales, al igual que el resto de sus defendidos,
quienes se han comportado correctamente durante cuatro
décadas.
En relación a Sinigaglia, Almada, Lucero
y González, expuso que la pena pedida por el fiscal,
solicitada por haber supuestamente insertado una firma,
se acerca a la pena mínima de un homicidio, mientras
que, en caso de Rojas se pidió 8 años y dijo que se iba
a tener en cuenta la colaboración dada, cuando esto se
tendría que haber tenido en cuenta absolviéndolo, pero
en todo caso se tiene q tener en cuenta una pena menor
a 3 años.
En cuanto a Mastrandrea los acusadores
solicitaron el máximo de la pena, cuando se tendrían
que dar pautas gravísimas para poder alcanzarlo.
Concluyó que todos sus defendidos tienen
una escala penal que arranca en menos de 3 años, por lo
que, en el hipotético caso que se los considere
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responsables, solicitó que se los condene en forma
condicional. Hizo reserva del recurso de casación y
extraordinario federal y también de concurrir a los
órganos de protección de derechos humanos.
c.3) Dr. Gerardo Ibáñez en ejercicio de
la defensa de Norberto Ricardo Ferrero.
El Dr. Ibáñez destacó la ausencia de
pruebas respecto de su pupilo Ferrero en las pruebas y
sostuvo que la imputación formulada a éste es meramente
objetiva, realizada por su condición de Jefe del Área
132, sin elementos que permitan subjetivarla. Expuso
que entiende que, en tal caso, condenarlo sería
sostener la responsabilidad objetiva.
Luego comenzó por un análisis de los
casos por los que fue acusado su defendido, comenzando
por el que resultaron víctimas Lita, Ocariz y Gil. Al
respecto, explicó que estos hechos tuvieron inicio en
un momento en que Ferrero no era Jefe del Área 132,
sino que estaba su predecesor. Indicó que esto no es un
detalle menor, porque durante varios tramos de la etapa
instructoria hubo una confusión respecto de cuándo
Ferrero se hizo cargo de la unidad.
Explicó que existe una situación que
suele darse que genera confusiones, ya que en los
legajos militares existe una designación según boletín.
En general los períodos militares son de octubre a
octubre y es la época donde generalmente se ordenan los
destinos militares, pero eso no significa que en ese
momento éste sea jefe. Señaló que la asunción del mando

93
se produce a mediados de diciembre de 1977, momento en
el que se transfirieron todas las responsabilidades.
Expuso que las detenciones de estas
personas se produjeron en noviembre y el último que fue
detenido fue Gil u Ocariz, a finales de noviembre, por
lo que claramente fueron detenidos en una época en que
Ferrero no era el Jefe del Área. También afirmó que,
según lo refirieron las víctimas, los malos tratos,
tormentos y clandestinidad ocurrieron antes de la
asunción de Ferrero como Jefe y cuando éste se hizo
cargo ya estaban detenidos a disposición del PEN y de
la justicia federal.
Manifestó que en el tiempo en que Ferrero
fue jefe de unidad, no hubo la más mínima participación
en el aspecto ilegal de la detención de ellos, la ley
20840 era la ley vigente y por ello fueron procesados.
Luego expuso que el testigo Lita, en el
año 2008 no mencionó a su defendido en su declaración,
mientras sí lo hizo en una inspección en el año 2012,
indicando que su relato resulta inverosímil e incluso
en la audiencia de debate indicó que los encuentros que
tuvo con su defendido fueron dos
Respecto del caso Ceccon, manifestó que
el fiscal dijo que éste era cabo de la policía de la
provincia de Buenos Aires y en el momento que fue
detenido estaba en la Brigada de Investigaciones de
Junín. Explicó que anteriormente hubo un episodio por
el cual se lo vinculó con el batallón, ya que existía
un informe de la DIPPBA donde se estableció que el 1º
de abril de 1976 Ceccon había sido detenido por fuerzas
del ejército argentino y conducido al Batallón de
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Ingenieros de Combate por presumírsele actividades
subversivas. Explicó que, según el informe, esto fue
desvirtuado totalmente, “sin laboratorio”, recuperando
su libertad el 8 de abril de ese mismo año. Se preguntó
si a mediados de diciembre de 1978, Ferrero tenía que
estar enterado de quien era Ceccon y, en su caso, qué
razón había para que a su defendido le contaran que
hace dos años había habido una persona de apellido
Ceccon que lo detuvieron y desvirtuaron estos hechos,
afirmó que Ferrero la primera vez en su vida que se
enteró de Ceccon fue a través de estos procesos.
Explicó que la detención de esta víctima
se produjo en Pergamino en el año 1978 y que todos han
declarado que fue un operativo de carácter policial. Al
respecto, indicó que es conocido por todos lo que fue
el “Circuito Camps”, que existía en la provincia de
Buenos Aires y que las Brigadas de Investigaciones
tenían un funcionamiento casi autónomo, de modo tal que
las áreas no eran ámbitos geográficos impermeables.
Indicó que no se encuentra probado que la detención o
secuestro de Ceccon haya sido producido por una orden o
retransmisión de una orden del señor Ferrero ni que su
defendido tuviera que conocer todo lo que sucedía en la
lucha contra la subversión.
Finalmente, respecto de los casos de Ríos
y Córdoba, expuso que fueron detenidos y llevados a la
unidad regional de San Nicolás y no al batallón.
Asimismo, que los nombrados en todo momento intentaron
decir que fueron detenidos por personal del ejército,
pero existieron algunas contradicciones. Así, indicó

95
que éstos dijeron que las personas que los detuvieron
tenían ropa de fajina y borceguíes, cuando los colores
no se distinguen a esa hora de la noche y esta
indumentaria esto no es indicativo de que estemos
hablando del ejército.
Por otro lado, explicó que las víctimas
dijeron que estuvieron pocas horas en la unidad
regional y luego los llevaron a “La Cacha” y que los
principales imputados por las detenciones ocurridas en
este CCD son agentes de DIPPBA y de La Plata. Destacó
que incluso el propio Córdoba declaró que cuando obtuvo
su libertad conversó con el Comisario Glorio que era
vecino de ellos, quien le dijo que había hecho el
informe ambiental respecto de él y que había hablado
muy bien de él, lo que a criterio del defensor
demuestra que era personal policial el interesado en la
detención de Córdoba.
Seguidamente analizó el testimonio de la
Sra. Ponce de León de Ríos, indicando que la nombrada
dio una versión totalmente contradictoria a la de su
hija y que el sólo hecho de que las víctimas hayan
mentido acerca de cómo fue el procedimiento es un
indicio sobre la verosimilitud del resto del relato.
Tras ello, expuso que las pocas
intervenciones de Ferrero se limitan a la actuación
formal por ley 20.840, pero no hay indicios que lleven
a suponer que sabía o había retransmitido la orden y,
en todo caso, si sabía que se iba a realizar un
procedimiento, en todo caso podría ser calificado como
encubrimiento.
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Subsidiariamente, solicitó que, en caso
de condena, se mantenga la excarcelación de su
defendido y, en su caso, de ordene su detención en la
modalidad de arresto domiciliario, recordando el
delicado estado de salud de éste, que fue evidenciado
por la pericia que se realizó y por la cual se lo
autorizó a no concurrir a las audiencias. Hizo las
reservas correspondientes.
c.4) Dr. Julio Agnoli en ejercicio de la
defensa de Daniel Fernando Quintana.
Tras solicitar que se declaren las
nulidades que fueron analizadas precedentemente, el Dr.
Agnoli efectuó un análisis de la prueba, comenzando con
aquellas relativas al delito de privación ilegítima de
la libertad. Con cita del testimonio de los testigos,
expresó que su pupilo no tuvo intervención y que el
procedimiento fue realizado por personal del ejército
con la colaboración de la policía provincial. Señaló
que su asistido Quintana no dirigía el procedimiento y
sólo fue como personal de apoyo.
Indicó que la falta de dominio del curso
causal tanto objetiva como subjetivamente lo coloca en
un rol secundario, cuyo aporte en los hechos no era
esencial. Además, afirmó que los testigos no lo
mencionan como integrante del personal que lo detuvo.
Luego efectuó una defensa subsidiaria,
relativa a la ausencia de dolo de su defendido. Así,
indicó que no resulta lógico que si su pupilo sabía que
se realizaba una detención ilegal actuara a cara
descubierta. Señaló que él sólo realizó tareas de apoyo

97
en una detención, porque era su trabajo, sin saber nada
más.
Posteriormente se preguntó si puede
afirmarse que Quintana puede haber creído que estaba
cumpliendo con su deber en los términos del art. 34
inc. 4 del C.P, a lo que respondió afirmativamente,
solicitando que se valore la existencia de un error de
prohibición indirecto en la falsa suposición de
cumplimiento de un deber, error que ha sido invencible
y elimina la culpabilidad., por lo que requiere su
absolución.
A continuación se refirió a la agravante
de “violencias y amenazas” de la privación ilegítima de
la libertad y, con cita de los testimonios de la
audiencia, expresó que estos medios no han sido
probados o, en su caso, que no se ha acreditado que
Quintana haya intervenido realizando actos que
configuren la agravante o que haya conocido su
existencia. En consecuencia, manifestó que a nadie se
le puede reprochar más allá de su dolo, por lo que las
agravantes deben ser desestimadas.
Seguidamente se refirió a la figura de
tormentos, requirieron su desestimación en virtud de
que de los testimonios del debate surge que el lugar en
donde se perpetraron éstos estaba a cargo del Ejército
y su pupilo no tenía intervención ni injerencia en
éste. Descartada la intervención, a todo evento,
planteó una segunda hipótesis de trabajo, relativa a
que los tormentos de Hofer no se hallan probados.
Finalmente, respecto de la figura de
homicidio, efectuó una crítica al acusador público por
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grave error en la reseña probatoria y expresó que María
del Rosario Perazzo, cuando mencionó que una persona le
dijo que Hofer no iba a necesitar su DNI no se estaba
refirieron a Quintana. También destacó que los extremos
que surgen de la autopsia de los restos lo llevan a
creer que murió como víctima de los denominados “vuelos
de la muerte” y que su pupilo sería ajeno a este hecho,
por no pertenecer a las fuerzas armadas.
A su vez, desarrolló argumentaciones en
contra de las agravantes solicitadas, expresando la
inexistencia de los extremos objetivos de la alevosía y
que no se ha probado que hayan intervenido dos o más
personas en su ejecución.
En cuanto al delito de sustracción de
enseres, manifestó que no se demostró la violencia o
fuerzas propias del robo ni se han detallado cuáles
fueron los objetos robados, ni siquiera se realizó una
somera mención. Así, expuso que la falta de
conocimiento sobre el objeto del delito priva a esa
defensa de analizar la aplicación de diversos
institutos como la bagatela o la demostración de la
propiedad de la cosa. Por último, refirió a la
agravante de armas y solicitó que sea descartada porque
se ha efectuado sin siquiera mencionar la existencia de
persona alguna, víctima, durante los hechos, de ese
supuesto mayor poder intimidante que supone.
c.5) Dr. Gotardo Migliaro en ejercicio de
la defensa de Roberto Horacio Guerrina.
El Dr. Migliaro, quien asistió al acusado
Guerrina, realizó su exposición solicitando la

99
absolución de su defendido por todas las figuras
delictuales que se le imputando.
Comenzó su análisis con el delito de
falsedad documental, citando los extremos típicos según
Bacigalupo e indicando que la fe pública no se ve
defraudada por la mentira documentada de otro. Reseñó
opiniones de la doctrina (Carrara, Binding, Von Liszt y
Gabriel Pérez Barbera), en cuanto refieren que el
documento tiene una función de producción y
perpetuación y a uno función de garantía y que si se
dan las dos primeras pero no la última, el instrumento
es inidóneo para configurar el tráfico jurídico y no
podrá ser objeto de falsedad. Posteriormente, abordó la
doctrina alemana en cuanto habla de la función
probatoria del documento jurídico y distinguió los
documentos dispositivos de los documentos
testimoniales, afirmando que sólo los primeros pueden
configurar ilícitos penales, por lo que solicitó la
absolución de su defendido.
Empero, ante la posibilidad de una
condena, expresó, en caso de condena, se tenga en
cuenta la ausencia de antecedentes y la edad de 70 años
de su defendido, la escasa participación en el hecho,
la ebullición social en los años de ocurrencia y la
inexistencia de circunstancias que demuestren
peligrosidad, por lo que consideró que, en todo caso,
se debe adjudicar la modalidad prevista en el art. 26
del CP.
Criticó la pena solicitada por el señor
Fiscal por desproporcionada y draconiana y agregó que
la actual norma no tiene la agravante de perseguido
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político, que no ha mediado violencia ni amenaza y que
no debe incluirse, conforme doctrina de la Excma.
Cámara, el delito de tortura, por lo que solicitó
subsidiariamente que se aplique la figura del actual
144 inc. 1º del C.P., que es la más benigna.
También en forma subsidiaria, planteó que
el fiscal no utilizó la oportunidad prevista en el art.
381 del CPPN para incorporar el delito de torturas.
Eventualmente, se opuso a que se
consideren ambas imputaciones (la falsedad ideológica y
la privación de libertad) en concurso ideal. Luego
argumentó en relación a los delitos impropios de
omisión, indicando que Guerrina sólo le recibió
declaración y efectuó las comunicaciones y eso no es
privación de libertad. Explicó que no se le puede
imputar la comisión por omisión porque no existía ese
tipo de delitos en nuestro derecho, por lo que una
condena en ese sentido violaría el principio de
literalidad, el de no aplicación analógica y el art. 18
de la CN, por lo que formuló reserva del caso federal.
Refirió a la función de fedatario o
secretario, indicando que la función de fedatario o
secretario al labrar las actas no es equiparable al
accionar de quien recibe al detenido, preguntándose si
acaso las críticas que mereció el juez Milesi por su
actuación se extendieron al Secretario.
Finalmente, solicitó que se respete la
libertad ambulatoria que goza su defendido hasta el
momento.

101
c.6) Dr. José María Belgrano en ejercicio
de la defensa de Guillermo Miguel Adrover.
El Dr. José María Belgrano comenzó sus
alegatos explicando que su pupilo Adrover se encuentra
acusado de resultar penalmente responsable por los
hechos que fuera víctima Benjamín Santillán.
En primer término analizó la plataforma
fáctica, exponiendo que, de acuerdo a los dichos de la
víctima, en el decurso del año 1976 su hijo Carlos y su
nuera Lanzillotto no concurrieron a un evento al que
asistía toda la familia. Por ello, comenzó a
preocuparse y viajó los primeros días del mes de enero
del año 1977 a Pergamino, donde fue secuestrado en el
domicilio donde vivían los nombrados, trasladado y
torturado durante 3 días en la Comisaria de Pergamino.
Señaló el defensor que la víctima expuso
que las torturas recibidas se dirigían a saber si su
hijo y nuera participaban en tareas subversivas,
quienes ya habían sido detenidos en noviembre, y que
identificó a Di Cocca como la persona con la que tuvo
contacto.
Manifestó que en virtud de lo declarado
se solicitó la nómina de las personas que revistaban en
la Comisaria de Pergamino, en respuesta de lo cual se
informó que en esa época se desempeñaban como
Subcomisarios Navarro, Bolmeni, Adrover y Fuselli (fs.
1624/1628). Indicó que de los cuatro subcomisarios, el
más moderno de todos era Adrover.
Continuó narrando el defensor que, según
los dichos de la víctima obrantes en la causa, a la
mañana siguiente de su liberación tomó su valijita, fue
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hasta la terminal de ómnibus y se fue a Pergamino, a
observar el lugar donde había sido detenido, luego de
lo cual fue hasta la casa del matrimonio de Marta
Beatriz San Martin de Petro y su esposo. Señaló que,
según Santillán, éstos le manifestaron que su hijo,
nuera y nietos habían sido secuestrados y ellos también
habían sido secuestrados por interesarse por ellos,
pero cuando se enteró que el padre de San Martín había
sido policía huyó por terror, olvidando sus
pertenencias. Luego, enterado que sus nietos habían
sido entregados por sus captores en la parroquia, a
través de la publicidad realizada por el matrimonio de
apellido Grilli viajo hasta allí y logró reunirse con
los niños y obtienen la guarda.
Posteriormente, planteó el interrogante
acerca de si la Fiscalía y la querella han probado
todos los puntos de la acusación. Al respecto, indicó
que el principio de que a la acusación le corresponde
la carga de la prueba es un principio general. Citó
doctrina sobre carga de la prueba e indicó que en
materia probatoria consiste a determinar a quién le
corresponde la actividad de probar un hecho y crear la
convicción en el tribunal sobre éste. Afirmó que es
difícil consentir una carga de la prueba en cabeza del
imputado, en virtud de que éste goza de presunción-
estado de inocencia.
A tenor de lo dicho, expuso que, ni de
las constancias de la causa ni de las pruebas de este
debate, se ha probado la certeza de las acusaciones,
antes bien, de las declaraciones de los testigos

103
prestadas en pergamino surgen plurales manifestaciones
que parecen demostrar lo contrario o al menos hacen
surgir dudas. Al respecto, señaló que la pregunta
realizada por esa defensa técnica sobre si la Comisaría
de Pergamino constituyó un CCD, fue respondida en forma
negativa por los distintos testigos que prestaron
declaración en la audiencia de debate, detallando los
testimonios prestados por el profesor Ernesto
Rodríguez, San Martín de Petro, Pedro José Petro,
Ramiro Menna, Salvador Watfi y Ana María Scarcella, e
indicando que todos estos testigos son de cargo.
Por otro lado, expuso que María Lucila
Santillán manifestó, a preguntas que le formuló esa
defensa, que de la documentación a la que ella mencionó
como rescatada de lo que había realizado su abuelo, se
identificaba sólo a los responsables de lo que le había
sucedido a su abuelo en la vivienda.
Acerca de los tratos que recibieron los
detenidos de la época en la Comisaría de Pergamino,
destacó que en la audiencia del 18/09/14, Adriana
Pierro manifestó que allí no la maltrataron. Asimismo,
remarcó el testimonio prestado en dicha audiencia por
Guillermo Navarro, quien declaró que mientras estuvo en
la Comisaría de Pergamino no fue maltratado nunca. En
el mismo sentido, mencionó los testimonios de Sadaba de
Pérez respecto de la detención de su marido, la de
Alberto Kipen y su esposa Alicia Marta Lucía Cevedo.
Con referencia a la situación de
Santillán en Pergamino, indicó que en la audiencia del
06/08/14 Marta B. San Martín y Pedro Petro manifestaron
que Santillán, al saber que el padre de San Martín era
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policía, le dio un ataque de terror y se retiró
olvidándose sus pertenencias. También resaltó los
testimonios de Alicia Grilli, quien dijo que el abuelo
–Benjamín Santillán- dijo que tenía miedo de volver a
Pergamino pero que los fue a buscar en febrero del año
1977, es decir, al mes siguiente de haber sufrido su
detención en esa ciudad y de Pablo Grilli, quien
refirió que cuando vino el abuelo les manifestó que
tenía órdenes de no regresar a Pergamino pero nunca fue
objeto de maltrato.
Al respecto, el Dr. Belgrano realizó una
valoración de la prueba analizada, estimando que
resulta verosímil que si Santillán hubiera sido
torturado durante tres días hubiera vuelto tranquilo a
ver el lugar de su detención, lo que a su criterio no
se condice con el terror que le produjo el hecho de
saber que el padre de San Martin era policía. También
consideró inverosímil que lo torturaron para ver si su
hijo y su nuera eran subversivos cuando ya se
encontraban detenidos hacía más de un mes.
En relación a la autoría, señaló que
tanto la acusación de la querella como la de la
fiscalía descansan en la misma premisa: que si bien el
Comisario Di Cocca ha sido el único indicado por
Santillán, lo que no fue refutado por las declaraciones
prestadas por los testigos de cargo, en ese mismo lapso
su defendido ostentaba la jerarquía de subcomisario a
la que había sido ascendido el 01/01/77; en
consecuencia, la hipótesis es que, siendo el

105
subcomisario el que reemplaza al comisario en su
ausencia, Santillán debe haber estado a su disposición.
Manifestó que esta premisa es errónea, ni
bien se tenga en cuenta, como dijo al principio de sus
alegatos, que en dicha comisaría coexistían cuatro
subcomisarios, de los cuales Adrover era el menos
antiguo. Por lo tanto, concluyó que, según la normativa
policial, siempre se mantuvo un principio que la
antigüedad es una jerarquía, lo que se traduce en los
hechos bajo examen en el sentido de que el último
subcomisario que pudo reemplazar a Di Cocca es su
defendido, por lo que la simple hipótesis que sustentan
los acusadores carece de argumentos. Resaltó, a su vez,
que tampoco hay constancias de que Di Cocca se hubiera
tomado licencia ni del hipotético relevo.
Por otra parte, manifestó que Adrover
jamás fue sindicado por los testigos como sujeto activo
de represión, su actividad continuó con la democracia,
jamás se vio afectado por denuncia alguna pese a seguir
viviendo en Pergamino, continuó como máxima autoridad y
se retiró como máxima autoridad del instituto de la
policía. Así, resaltó que la testigo Scarcella el
27/11/14 a preguntas manifestó haber conocido a Bolmeni
y Adrover y no vincularlos con actos de la represión y
que Patricia Villarroel en su testimonio manifestó
haber sido empleada del Concejo Deliberante de esa
ciudad y recordar que su defendido durante los años
1999 y 2001 se desempeñó como subsecretario de
seguridad, indicando que no es factible que se lo
hubiera investido de semejante función a un oficial
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retirado de la policía que hubiera tenido una mínima
sospecha de participar en actos ilegales.
En cuanto a la pena solicitada por los
acusadores, expuso que merece la tacha de absurda, la
que se encuentra basada en una simple hipótesis.
Por todo ello, solicitó la absolución del
encartado y, subsidiariamente, se modere la pena al
mínimo, se elimine la agravante de perseguido político
respecto del delito de torturas ya que Benjamín
Santillán jamás revistió esa calidad y, hasta tanto no
medie sentencia firme, se mantenga la libertad de su
defendido. Hace reservas de casación y del recurso
extraordinario federal.
6) Pedido de la Fiscalía General y las
partes querellantes de remisión de antecedentes al
Colegio de Abogados del Dr. Mauricio Bonchini.
Contestación del Dr. Gonzalo Miño.
Luego de contestar los planteos
efectuados por las defensas de los acusados en autos,
el Sr. Fiscal General solicitó que se eleven
antecedentes al colegio de abogados respecto del Dr.
Mauricio Bonchini, ya que el nombrado se dirigió en
forma incorrecta e improcedente respecto del testigo y
víctima José María Budassi en cuanto se refirió a éste
como “Buchón” e indicó que no necesitaba hacerlo ni
siquiera desde el punto de vista argumentativo.
Girolimo, por su parte, adhirió al pedido
realizado, expresando que en representación de las
víctimas no puede de dejar de hacer notar los términos
inadecuados de la defensa de Saint Amant, lo que

107
constituye una re victimización. Expuso que el
calificativo que utilizó al referirse al señor Budassi,
siempre es reprochable y mucho menos tolerable en estos
procesos.
En respuesta a ello, el Dr. Gonzalo Miño
expresó que lamenta que la fiscalía y las querellas no
hayan escuchado bien el alegato de la defensa y que no
conozcan el estatuto del colegio de abogados. Señaló
que cuando esa defensa alegó, se hizo una evaluación de
los testimonios brindados. Dentro de esa labor,
entendió que había habido testimonios donde se
reconoció que, estando detenidos, habían dado nombres
por los que se habían producido detenciones. Entre
ellos, se nombró de Budassi, donde el doctor Bonchini
dijo lo que “puedo entender que se trataba una
delación, en lengua romance un buchón”, por lo que
ellos nunca dijeron que Budassi era un buchón.
Por lo tanto, concluyó que no existe
ninguna falta de ética y que si lo que molestó fue un
término supuestamente indecoroso, el que lo tendría que
haber hecho saber en ese momento es el tribunal, ya que
es éste el órgano que debió decir que se abstenga de
utilizar dichos términos, y en su caso, apercibirlo,
porque eso es lo que dice el código de rito. Por ello,
consideró que esto constituye un mero discurso para la
tribuna y un intento de disciplinar a la defensa para
que no diga cosas que políticamente no son correctas.
Por último, refirió que en el “Alma
delatora” de Néstor Osorio, éste dijo que el alegato de
un defensor debe ser pura pasión, debe ser la pasión
del abogado, hasta se debe permitir que el abogado
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mortifique al tribunal, alegando lo que debe ser
libertad de acción y en ese contexto es que esa defensa
hizo este alegato, sin agredir a nadie, marcando hechos
puntuales, haciendo una valoración que se puede
coincidir o no. Hizo reserva de los derechos por daños
y perjuicios para el caso de hacerse lugar a lo
peticionado.
7) Declaración de los imputados.
a) Manuel Fernando Saint Amant.
Durante la instrucción, Manuel Fernando
Saint Amant, presentó en varias oportunidades escritos
que solicitó que se agregue a sus declaraciones
indagatorias, con idéntico contenido.
En éstos, el acusado indicó que resulta
“totalmente inocente de lo que infundadamente se me
acusa, y sintiendo sobradamente que soy un perseguido
político, no he de declarar, y vengo además a oponer la
extinción de la acción penal a mi respecto.”
Asimismo, por aplicación del art. 12 de
la ley 24.121, efectuó la opción que contiene dicha
norma, “por lo que quiero que se aplique en la
producción de este proceso las disposiciones de la ley
2372 que contiene el Código de Procedimientos en
Materia Penal de la Nación.”; dejando planteado, para
el supuesto de que se rechace el pedido, la nulidad de
todas las actuaciones producidas.
A su vez, a fs. 1032/1033 del expediente
nº 8500028/2012, indicó que “respecto a los hechos que
se le imputan se considera inocente y amparándose en

109
sus derechos procesales, se abstendrá de prestar
declaración indagatoria en este acto”.
b) Antonio Federico Bossié.
Antonio Federico Bossié se abstuvo de
prestar declaraciones durante la instrucción, pero
durante la audiencia de debate manifestó, en primer
término, que no reconoce a este tribunal como
competente porque no es su juez natural y que no fue
indagado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas
por estos hechos. Indicó que para la fecha de los
hechos que son imputados no existía como figura de
derecho penal nacional los delitos de lesa humanidad.
Al respecto, expuso que la Dra. Esther Hernández lo
citó a prestar declaración indagatoria por art. 235 del
código de justicia militar, aportando copia de esa
citación para que agregada. Asimismo, indicó que la
firma del Estatuto de Roma fue con posterioridad a la
fecha de los hechos, por lo que habiendo escuchado lo
resuelto por el tribunal ante el plateo efectuado por
el Dr. Ibáñez, que se basa por lo resuelto por CSJN,
dejó planteada la inaplicabilidad retroactiva de esta
ley penal en virtud de lo normado por el art. 18 de la
CN e indicó haber instruido a sus abogados a hacer una
denuncia ante Organismos internacionales y copia a
partidos de Argentina, a la embajada de Francia, a la
Asociación de abogados por la Justicia y la Concordia,
al Nuncio apostólico, entre otros. Manifestó que la
Comisión interamericana de Derechos Humanos obliga al
Estado a investigar la verdad histórica y es lo que él
persigue, por respeto a quienes lucharon y murieron en
los distintos bandos.
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Indicó que, no obstante que no reconoce
la competencia de esta justicia, ha concurrido a
ponerse a derecho acompañado por familiares y amigos
con motivo de un ACV que tuvo en el año 2002. Solicitó
que se agregue al expediente el estado de su esposa que
cumple setenta y cuatro años y es diabética y fotocopia
de los viajes que hizo en ómnibus desde Buenos Aires a
San Nicolás. Tras hacer un repaso de los distintos
defensores que lo asistieron durante este proceso y
aquel que terminó en condena en el Tribunal Oral en lo
Criminal Federal nº 2 de Rosario, aportó distintos
estudios médicos realizados desde el año 2002 a la
fecha
Señaló que se considera un prisionero
político y que el Dr. Murray, con el pretexto de sus
investigaciones por derechos humanos, como Fiscal
Federal Subrogante desde 2006 al 2012 inició ante el
Juzgado Federal de San Nicolás la totalidad de las
causas que me involucran. Indicó que este letrado
después fue designado en el presente juicio como
secretario letrado y fue habilitado para actuar.
Denunció que el Dr. Murray está haciendo una
persecución que afecta a él y a su núcleo familiar y
que presenció y certificó como Fiscal subrogante los
testimonios y denuncias efectuadas ante la justicia de
San Nicolás y no tuvo en cuenta que éstos tuvieron
discordancias con lo declarado ante el Tribunal Oral 2
y 1, cuando sí lo hizo respecto del testigo Bonifacio
Acosta el 24/09/14.

111
Denunció el ocultamiento de pruebas y que
nunca se hizo un reconocimiento de rostro, que bastó su
participación en el Batallón y que estuviera vivo.
Solicitó que se incorpore a la causa lo que rescató del
buscador de Internet “Google” y se investigue la nota
publicada en “CBC Mundo” sobre el pago a víctimas y si
los beneficios de la ley sobre pensión graciable a
víctimas no es una forma de adjudicar pensiones
permanentes a simpatizantes o futuros simpatizantes de
la misma forma que hacen los punteros políticos de los
planes trabajar, para lograr adherentes. Al respecto,
también afirmó que el que debe autorizar los pagos es
referente del “Movimiento Evita”. Siguió su declaración
expresando que el Dr. Murray es mencionado en una nota
titulada “La justicia independiente y Juan Patricio
Murray”, donde se indica que pertenece y milita en el
“Movimiento Evita” y en su cuenta de la red social
Facebook pone “me gusta” y se relaciona con este
movimiento.
Se preguntó por las órdenes del gobierno
militar para diferenciarlas de las anteriores al golpe
de Estado e indicó que en la jurisdicción de San
Nicolás la orden de Saint Amant fue que los elemento de
las fuerzas policiales y prefectura no podían hacer un
operativo sin su supervisión. También afirmó que, al
pasar a ser responsable de la represión de la
subversión del Área 132, recibieron un aluvión de
denuncias por parte de la población, muchas anónimas y
sin pruebas, otras que respondían a intereses
políticos, gremiales, personales, que tenían por objeto
conseguir venganza o respondían a una simple sospecha.
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A su vez, indicó que no redactó,
retransmitió, presenció o tomó conocimiento de una
orden que significara cometer un delito y si éste se
cometió quiere que se investigue si lo realizó un
subordinado.
Pidió que se incorpore el reglamento de
terminología castrense y explicó las funciones que le
correspondían dentro del ejército, que se corresponden
con el reglamento interno. Negó haber participado en
interrogatorios de las víctimas de autos, ya que no
formaba parte de sus funciones, como así también haber
torturado o matado.
A lo largo de su declaración, también
citó libros relativos a la época de los hechos y
explicó enfrentamientos con las agrupaciones Montoneros
y ERP ocurridos con anterioridad al golpe de Estado de
1976.
Respecto de los hechos objeto del debate,
indicó que Kipen, Passaglia y Hugo Lima fueron
detenidos por orden de la Subzona 13 de Junín. Así,
indicó que la esposa de Kipen declaró que fue a ver a
Saint Amant y éste lo derivó con el Coronel Camblor y
que, cuando se produjo la detención de Passaglia, con
quien él tenía una buena relación, Saint Amant le
ordenó que fuera a Junín para que interiorizarse de la
orden, donde fue recibido por Camblor, quien le dijo
que el comandante del cuerpo del ejército 1 ordenó la
detención de Passaglia y Lima.
En relación a Jorge Guillermo Lima,
señaló que fue detenido por demorar la detención de su

113
hermano mayor y estuvo detenido tres días. Manifestó
que las declaraciones de los hermanos Lima tienen
algunas discordancias con lo declarado ante el Juzgado
Federal y solicitó que se los investigue por haber
incurrido en el delito de falso testimonio.
Sobre Ocariz, declaró que escuchó hablar
a sus familiares y nunca hablaron de la “cárcel del
pueblo”, por lo que menos ellos lo podían saber en esa
época.
Por otro lado, manifestó que a mediados
de 1976 recibieron una información de Zuelgaray sobre
ex alumnos del colegio Don Bosco haciendo pintadas,
entre los que enunció a Martínez, Budassi y Espín, por
eso se ordenó a la jefatura de la Unidad Regional VII
citar a los chicos con los padres y se le comunicó a
los padres la conducta de sus hijos, dejándolos bajo su
responsabilidad por ser menores, oportunidad en la que
el padre de Jorge Espín le consultó qué debía hacer,
ante lo cual él le aconsejó que lo saque del país.
Indicó que luego supo que también
militaban en Montoneros otros alumnos del colegio Don
Bosco que no habían sido denunciados por Zuelgaray:
Carlos Farayi y Gerardo Cámpora y que el padre de
Farayi en una reunión del círculo de suboficiales le
preguntó si tenía algo de qué preocuparse.
Por otro lado, solicitó que se investigue
a Tomas Juan Zuelgaray por el delito de falso
testimonio, al considerar inverosímil que el Mayor
Andrada lo haya torturado, ya que éste no cumplía
funciones en el cuartel y no podía interrogar a nadie.
En el mismo sentido, indicó que José D´Imperio
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anteriormente había declarado que había sido
interrogado por Saint Amant y Andrada, cuando en la
fecha de los hechos Andrada estaba de licencia, pero
que cuando declaró ante este Tribunal cambió su
declaración y dijo que sólo había sido interrogado por
el primero, preguntándose si recibió asesoramiento al
respecto. Análogo análisis hizo respecto de Horacio Pío
Luppi y Mario Verandi, solicitando que todos ellos sean
investigados por el delito previsto en el art. 275 del
C.P.
Negó que el Juez Milesi hubiera estaba
subordinado al área y que lo que ocurría en la Unidad
Penal nº 3 no era responsabilidad del ejército.
Respecto del coimputado Carlos Enrique
Rocca, indicó que es posible que Pérez Burkhart lo haya
obligado a ocupar la casa, ya que era “preferible que
la ocupemos nosotros y no que queden vacías, sino
serían ocupadas por extraños y en 30 años podrían
quedárselas”. Explicó que el juez federal había
coordinado para controlar la vivienda, poner una
guardia o que viviera permanentemente una familia y que
luego Rocca le dijo que le habían dicho que debía irse
de la vivienda, por lo que él tomó conocimiento del
caso. Indicó que habló con el secretario del Juzgado
Hernández para ver si había alguna orden y que
efectivamente la casa había quedado a disposición del
juez federal no del jefe de batallón.
En relación a testimonios prestados en la
audiencia, entre los que mencionó los de María Aubel y
Adriana Pierro, negó que el ejército Argentino

115
utilizara vehículos Falcon verdes, lo que estaba
prohibido. También indicó que la testigo Sadaba de
Pérez dijo que una persona militar concurría de civil a
vigilar su casa, preguntándose cómo sabía que eran
militares y concluyendo que la señora incurrió en falso
testimonio y se la debe investigar.
A preguntas del Tribunal, expuso que
ingresó en el Ejército en el año 1955 y se retiró en el
año 1985 y que al Batallón de Ingenieros de Combate
arribó a fines de 1973 hasta fines de 1976, pero ya
estaba de vacaciones de fin de noviembre. En cuanto al
cargo que revistó en el Batallón, manifestó que fue
oficial de operaciones pero con funciones de
inteligencia. Debía dirigir la función de operaciones,
fundamentalmente control de las personas, controlar las
rutas y la policía estaba bajo control operacional.
Señaló que el ejército no detenía personas, sino que
esa función la cumplía la policía, redactaba el primer
informe y lo ponían a disposición del juez federal.
Indicó que quedaban alojados en la unidad 3, para
evitar el posible intento de recuperación en alguna
comisaría de la policía.
Negó que personal del ejército visitara
el instituto penal e indicó no tener conocimiento de
que el jefe o segundo jefe del batallón fuera a dicho
lugar, ya que si hubiera ido hubiera violado el control
operacional.
Expuso que integraba la plana mayor y que
el grupo de operaciones tenía tres suboficiales, los
que eran sus subordinados. Manifestó que la Unidad
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Regional VII estaba bajo el control operacional del
Área.
El Sr. Bossié también participó de un
careo con el testigo Schiel, cuyo punto principal era
si el primero había participado de los interrogatorios
bajo torturas sufridos por el segundo y si había
recibido a la familia de Schiel mientras éste estuvo
privado de su libertad.
Respecto de esta segunda cuestión, Bossié
indicó que efectivamente recibió a la familia de Schiel
y que la madre, en atención a que el nombrado estaba
incomunicado en la cárcel y a disposición del juez
federal, le entregó ropa para que se la hiciera llegar.
Al respecto, explicó que, como la panadería del
batallón había ganado la licitación de la provisión de
pan de la Unidad Penal 3, en el camión que iba todos
los días le hizo llegar las cosas, previo llamado
telefónico.
Por otro lado, manifestó que analizó las
declaraciones de Schiel ante la CONADEP y ante el
Juzgado de San Nicolás, valorando que en éstas surgen a
su criterio varias contradicciones o falsedades. Así,
indicó que ante la CONADEP dijo que su apellido era
"Bossier" que cambio por Bossié ante el Juzgado y este
Tribunal; que ante la CONADEP Schiel dijo que él le
había dicho que era descendiente de vascos, lo que no
repitió ante el juzgado o el Tribunal.
En esa oportunidad, el testigo Schiel
mantuvo su afirmación de que Bossié estuvo presente en
la sesiones de torturas e interrogatorios en su contra,

117
calificándolo como “el jefe de los torturadores”, lo
que fue negado por el imputado.
Finalmente, en oportunidad de realizar
sus últimas palabras, reiteró algunas consideraciones
realizadas en sus declaraciones previas e hizo hincapié
en su estado de salud.
c) Norberto Ricardo Ferrero.
Norberto Ricardo Ferrero prestó
declaración indagatoria en el expediente nº
81000047/2012, (fs. 781/782 vta.), ocasión en la que
manifestó que fue Jefe del Batallón 101 con asiento en
San Nicolás durante los años 1978 y 1979. Indicó que
asumió dicha jefatura el 16 de diciembre de 1977, por
lo que los hechos que se describieron ocurrieron antes
de su jefatura. Explicó que tiene total desconocimiento
de las tres personas nombradas por el Tribunal en la
imputación y que no puede aportar ningún dato relativo
a esa causa. Expuso que jamás, durante sus dos años,
dio ninguna orden a las fuerzas de seguridad para que
efectuaran algún operativo de la lucha contra la
subversión y que todas las órdenes que impartió fueron
para la mejor educación y preparación de su unidad.
Afirmó que se efectuaron controles de ruta, que eran
obligatorios, con personal uniformado, en donde
constataba el nombre de quien lo hacía y el vehículo,
perfectamente identificables del Ejército Argentino y
que en ninguno de ellos se detuvo a persona alguna.
Asimismo, declaró que el año 1978 es muy
claro y fresco en sus recuerdos porque en el primer
semestre de ese año recibió una orden confidencial de
preparar perfectamente a la Unidad y a todo su material
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ya que, presumiblemente, podría ser convocada para ser
llevada a la frontera con Chile, lo que concretamente
ocurrió.
Por último, afirmó que, con relación a la
situación del señor Ocariz y tal como el mismo lo
refiere, al haber estado a disposición del Poder
Ejecutivo Nacional y de un Juzgado penal, todo esto
escapaba totalmente a sus atribuciones, por lo que no
tiene nada que ver en los hechos que se le indilgan.
Asimismo, en el expediente nº
82000015/2013/TO1, solicitó que se incorpore como parte
constitutiva de su declaración un escrito titulado
“Formulo manifestaciones. Solicito”, que luce a fs.
702/705, en el que el Sr. Ferrero negó toda autoría,
participación o encubrimiento de los hechos que habrían
damnificado a Alcira Ríos y a su cónyuge.
Al respecto, indicó que no los conoce ni
supo de su existencia y desconoce todo cuanto pudiera
haberles acontecido.
Por otro lado, expuso que, de todas
maneras, de la simple observación de las constancias de
la causa, se desprenden una serie de inconsistencias y
contradicciones, que imprimen serias e infranqueables
dudas sobre la verosimilitud de algunos relatos, al
menos en sus aspectos sustanciales.
Así, explicó que, conforme surge de la
causa, el hecho se habría producido el 27 de julio de
1978 y, de acuerdo a la declaración prestada el 8 de
agosto de 1978 (fs. 55) por la madre de Córdoba,
Angélica Adelaida Ponce de León de Ríos, ésta no pudo

119
precisar si las personas que incursionaron en su
domicilio eran policías o militares y que “los
desconocidos actuaron en forma pacífica, cosa que llamó
la atención a la dicente, eran cordiales y muy correcto
en el trámite y forma de interrogar, en una palabra, en
ningún momento hicieron uso de la violencia física
contra ninguno de los moradores de la vivienda…”.
Destacó, por otra parte, que la versión
que mucho tiempo después aportara Alcira Elizabeth Ríos
(fs. 101 y ss.), pretende mostrar una realidad muy
diferente, pues parece que aquellas personas amables,
cordiales de las que se desconocía si eran policías o
militares, habían actuado violentamente y se ocultaban
colocándose una media en la cabeza.
Al respecto concluyó que ninguna persona
puede utilizar términos de cordialidad, corrección y
buen trato y menos aún hacer el relato que
verosímilmente hizo, si los señalados actuaban con
medias colocadas en sus cabezas para no poder ser
identificados; por lo que, a su entender, es
absolutamente inaceptable que un detalle tan relevante
haya sido omitido por la señora Ponce de León, omisión
que se debió “porque la realidad no debe haber sido la
que Alcira RÍOS pretendió armar a posteriori”.
Por otro lado, expuso que Luis Pablo
Nicanor Córdoba, al declarar a fs. 104, no solo
contradijo a la señora Ponce de León sino a la propia
Alcira Ríos, pues dice que estas personas tenían
colocada una capucha, mientras que Ríos dijo que tenían
colocada una media en la cabeza. En relación a este
punto, señaló que el sentido común indica que jamás
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puede confundirse una media en la cabeza con una
capucha, pues son dos situaciones que a simple vista se
presentan muy diferentes, por lo que, en este armado de
los hechos, se trató de “distorsionar la realidad de
forma tal de involucrar a autoridades militares, al
describir la existencia de borceguíes (como si fueran
de uso exclusivo militar, lo cual no es cierto), y de
ropa de fajina.”
Explicó que las áreas de defensa que
entonces se dispusieron, nunca fueron ámbitos
geográficos impermeables o inexpugnables, pues existe
profusa literatura, bibliografía y abundante
documentación de público y notorio conocimiento, que
avalan la presunción de que en un mismo terreno podían
actuar más de una organización o elemento, no tan sólo
del Ejército Argentino, sino de las demás FF.AA. y/o
Fuerzas de Seguridad.
Al respecto, consideró que merecían
hacerse aclaraciones especiales en torno al supuesto
informe policial secreto obrante a fs. 539 y 541, del
que se desprende que el Comando del II Cuerpo de
Ejército, con asiento en la ciudad de Rosario, habría
solicitado se disponga “Área Libre”. En primer lugar,
afirmó que el Batallón de Ingenieros de Combate 101
jamás dependió del Cuerpo II de Ejército, sino que era
un elemento del Cuerpo I y que el Área 132 (San
Nicolás), jamás dependió de la Zona de Defensa 2 (II
Cuerpo de Ejército) sino del Comando de Subzona Junín
(Buenos Aires).

121
Señaló que, de todas maneras, no obstante
estos aspectos tan relevantes, lo cierto es que el
mismo informe secreto, ponen en duda que tal pedido de
Área Libre haya estado relacionado con estos hechos,
pues textualmente dice “…no pudiéndose precisar que
haya sido por dicha circunstancia…”.
Finalmente, expuso que las actuaciones de
fs. 544 y ss. dan cuenta de la existencia del Consejo
de Guerra 1/1, que inclusive se declaró incompetente
para seguir conociendo en estos hechos, remitiendo las
actuaciones a la justicia federal (fs. 246), de modo
tal que “claramente está verificada la existencia de
procedimientos legales, que ninguna vinculación tienen
ni pudieron tener con la unidad militar de la que fui
su Jefe.”
d) Daniel Fernando Quintana.
El Sr. Quintana se abstuvo de efectuar
declaraciones tanto durante la instrucción como ante
este Tribunal.
e) Edgardo Antonio Mastrandrea.
Edgardo Antonio Mastrandrea, en su
declaración indagatoria obrante a fs. 1878/1881 vta.
del expediente nº 82000149/10, hizo uso de su derecho a
declarar, indicando que todas las imputaciones que le
formularon son falsas, que jamás prestó servicios en
San Nicolás ni tuvo intervención en procedimientos
realizados en esa ciudad. Asimismo, expuso que no
figura en la CONADEP “ni en los temas del punto final,
la obediencia debida”. Reconoció haber prestado
servicios en la Comisaría de Junín pero también en la
Subcomisaría de Villa Belgrano durante aproximadamente
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tres años y en la Unidad Regional de Junín “como dos o
tres veces”, sin poder precisar dónde se encontraba
prestando servicios entre los meses de abril y julio de
1977.
Expuso que los oficiales no tenían
relación alguna con la jefatura del Área Militar y que
él no tuvo reuniones con personal del ejército relativo
a causas de leyes de seguridad nacional, ya que Junín
era una ciudad con una mentalidad absolutamente
pueblerina. Manifestó que no recordaba haber instruido
alguna causa sobre la lucha contra la subversión ni
tampoco que hayan estado alojados en la comisaría de
Junín, durante el primer semestre del año 1977, en
calidad de detenidos a disposición de la Subzona 13, un
grupo de jóvenes de entre 16 y 23 años, indicando que
incluso al recibir la citación a prestar declaración
indagatoria quiso ver si recordaba alguno de los
nombres que figuraban allí pero no pudo hacerlo y que
“ni le suenan los nombres”.
Asimismo, declaró que personal militar
operativo uniformado solía hacer asiento con vehículos
cerca de la comisaría para pedir agua caliente para el
mate, pero no ingresaban a esa dependencia.
Por otro lado, expuso que, por ser una
persona de exposición pública de hace más de 20 años,
su apellido y fisonomía son públicamente conocidos y
“esto tiene como único fin, involucrarme gratuitamente
en esta causa, sin tener absolutamente nada que ver con
las pruebas que se pretenden esgrimir en mi contra.”
f) Carlos Enrique Rocca.

123
El acusado Carlos Enrique Rocca se
abstuvo de prestar declaración durante la instrucción
de la causa seguida en su contra, pero durante la
audiencia de debate contestó algunas preguntas
formuladas por su defensor. En esa ocasión, manifestó
que al domicilio de calle Rivadavia se lo entregaron en
custodia “para cuidar el edificio, no sé por qué”, que
cuando ingresó había policías, que no sabe quién vivía
anteriormente. Relató que estuvo un tiempo allí hasta
que el Comisario Di Cocca le ordenó que abandonara el
inmueble, por lo que él se fue, pero su familia no
quiso hacerlo.
Negó haber participado de algún
secuestro. Asimismo, expuso que de la existencia de “la
subversión” conocía a través de los diarios, pero que
no sabía que había “subversivos” en su ciudad ni
represión ilegal.
Expuso que actualmente vive de cartonero
y tiene sexto grado de instrucción escolar.
Finalmente, negó haberle dicho a algún
periodista algo sobre el Fiscal Murray, ya que no sabía
quién era.
g) Roberto Horacio Guerrina.
Roberto Horacio Guerrina, en su
declaración obrante a fs. 1022/1024 del expediente nº
81000047/2012, manifestó que, con respecto al hecho de
la detención de Lita, el primer conocimiento que tuvo
fue a través del comisario Bozzini, quien era titular
de la Comisaría de Baradero. Así, supo que esta persona
había sido llevada a la dependencia por personal
militar, a quien no pudo ver en esa oportunidad, sin
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poder aportar la identidad de éstos, con los que no
tuvo contacto.
Relató que el comisario le indicó que
sobre esta persona pesaba una orden de detención
anterior, por un procedimiento efectuado en su
domicilio ubicado en San Nicolás, lo que había sido
confirmado a través de consultas al Juzgado Federal,
Policía Federal y autoridades militares con asiento en
San Nicolás. Expuso que el comisario le comentó que se
iba a instruir un sumario y que el personal militar le
había comentado las circunstancias de la detención. En
base a esos datos, el comisario dispuso plasmarlo en un
acta, que se realizó y es el acta que él firmó como
encabezando un procedimiento donde se habría practicado
la detención de Lita.
Explicó que todos los antecedentes que
figuran en la causa fueron confeccionadas de tal forma
por directivas y en base a lo que era conocimiento del
comisario, ya que él no había participado ni estado en
el momento del ingreso de Lita a la dependencia.
Expuso que durante el tiempo que estuvo
en contacto con Lita, durante la sustanciación del
sumario, fue tratado correctamente, y a él en forma
personal nunca le hizo conocer que hubiera sido
apremiado o que haya sido maltratado de alguna forma.
Indicó que, a su entender, lo dispuesto por el
comisario Bozzini estaba avalado por lo que él había
corroborado por las consultas que había realizado con
la justicia y otras dependencias. Explicó que estos
datos los recuerda con precisión debido a la lectura

125
que pudo realizar de la causa que le fue facilitada por
su abogado, ya que, dado el tiempo transcurrido, no
poseía demasiada precisión.
Manifestó que por la jerarquía que tenía
en aquel momento no estaba en sus atribuciones disponer
medidas de coerción de tipo policial o judicial en la
dependencia, sino cumplir lo que disponía quien era en
ese momento el titular de la Comisaría. Indicó que no
tenía facultades para otorgar la libertad a Lita y que
cree que el comisario tampoco, ya que se había dado
aviso a la autoridad judicial.
A preguntas efectuadas, declaró recordar
haber declarado en una causa del Juzgado Federal por
apremios ilegales en perjuicio de Lita, oportunidad en
la que cree que ratificó los dichos que constaban en el
sumario. Indicó que en esta oportunidad es en la que
dice la verdad y que “no recuerda el texto de la
declaración testimonial de aquella oportunidad, motivo
por el cual no puede aclarar porque mintió.”
Finalmente, manifestó que fue el
Comisario quien recibió a Lita por parte de las
autoridades militares, con la documentación secuestrada
y que él no estaba presente en esa oportunidad. Tampoco
recordó haber estado en el lugar donde fue detenido
Lita para hacer una inspección ocular, conforme surge
del acta de fs. 90 y vta. del expediente nº 17.448,
pero reconoció la firma que se encuentra al pie de
ésta.
Asimismo, en la audiencia de debate, en
la oportunidad prevista por el art. 393 del CPPN, tras
explicar sus orígenes, indicó que ingresó a la Escuela
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de Policía con dieciséis años y su primer destino fue
la ciudad de Baradero, donde vive actualmente y formó
su familia. Expuso que en esa ciudad nunca tuvo una
objeción. Solicitó a los miembros del Tribunal que
tengan en cuenta el contexto en el que sucedieron los
hechos, donde se vivía en una anormalidad
institucional. Respecto de los hechos por los que se lo
acusan, expuso que en el momento de ingreso de Lita en
la comisaría él estaba en su domicilio, por lo que tomó
conocimiento al día siguiente al entrar en servicio por
parte del Comisario, quien le dio directivas precisas
de lo que debía hacer. Afirmó que no tuvo prácticamente
contacto con Lita, pero que sabe que llegó con un
problema en uno de sus ojos y la misma víctima relató
que se le entregó una sustancia para que se lo pudiera
mejorar. Asimismo, indicó que el Sr. Lita dijo que no
había leído la declaración, pero que no manifestó
situaciones de apremio y que luego, durante el juicio
agregó que había sido obligado a firmar a través de la
utilización de reflectores, circunstancia que podría
haber declarado anteriormente. Al respecto, expuso que
no es verosímil esta manifestación. Finalmente,
solicitó un fallo justo y ecuánime.
h) Clementino Omar Rojas.
Clementino Omar Rojas, en la indagatoria
prestada a fs. 888/890 del expediente nº 81000047/2012,
manifestó que no recordaba la fecha, pero sí que fue en
horas de la madrugada, siendo aproximadamente las 2:30
horas, estando a cargo de la Comisaría de Colón, se
hizo presente el Teniente Coronel Saint Amant, jefe del

127
regimiento de San Nicolás, haciendo entrega de una
persona encapuchada, con una pistola y unos panfletos o
libritos, retirándose el militar de inmediato. Que él
le retiró la capucha, y el señor le dio su nombre y
apellido, “se identificó con el apellido Ocariz”, él le
dijo que se quedara tranquilo que estaba en la
Comisaría de Colón con el comisario Clementino Rojas.
Expuso que en el momento en que se le retiró la
capucha, Ocariz empezó a sollozar, lo que conmocionó a
todos los presentes.
Indicó que Saint Amant se retiró sin
dejarle ninguna indicación y, luego de ello, procedió a
ponerlo en conocimiento inmediato del Juzgado, ya que
cuando se trataba de armas de guerra existía un decreto
que así lo ordenaba. Explicó que desde el Juzgado le
dijeron que haga las actuaciones y que remita al
detenido a la Unidad Penal nº 3, lo que hizo en forma
inmediata. Agregó que en aquel entonces, por un
decreto, dependía operacionalmente del ejército.
Expuso que Ocariz fue tratado con todo
respeto, porque era un hombre confiable y estaba muy
conmovido y éste le confió a él y al médico de
apellido Maranezi que hacía 16 días que no iba al baño.
Señaló que “se remitió en el acto, habrá estado menos
de quince minutos en la Comisaría, que cuando firmó el
acta, yo le expliqué lo que era y me dijo sí está
bien.”
Asimismo, Rojas reconoció la firma
estampada al pie del acta de fs. 18/196 del expediente
nº 17.463 y que, si bien no recuerda esas
circunstancias, “sabía que la pistola no era del
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arquitecto, y que se redactó esa acta a los fines de
‘ponerlo en superficie’ al detenido porque nadie sabía
dónde estaba, que la orden esta de hacerlo así, se la
dieron desde el mismo juzgado, ya que tenía el número
directo para comunicarse –como ya ha dicho, con el
asiento judicial de San Nicolás. Que en esa época le
tenían temor a los militares y a las patotas de
policías que andaban acompañándolos a los militares.
Que Ocariz puede decir la forma en cómo lo traté, y
sabe que era un señor y una persona de bien. Que en la
Comisaría de Colón, fue la primera vez que los
militares le llevaban a un detenido. Que recuerda que
después de esto pidió el retiro de la policía porque yo
no estaba de acuerdo porque se había distorsionado la
función específica de la policía, estando a las rondes
(órdenes) de los militares, es decir que llegaron a la
Comisaría y se fueron, sin nada que decirme.”
A preguntas efectuadas por el Sr. Fiscal,
indicó que a la persona con la que habló del Juzgado
Federal “le refirió todas las circunstancias en las que
se lo habían dejado a Ocariz, allí es donde el juzgado
le dijo que labraran las actuaciones y lo remitieran a
la Unidad penal. (…)”. También refirió que no recuerda
si le dieron alguna indicación respecto del modo de
formalizar o “blanquear” la detención de Ocariz, pero
“sí recuerda que habló con el arquitecto a quien le
explicó que iba a hacer unas actuaciones así podía ir a
su casa, pero que no firmó obligado ni nada por el
estilo, que estaba muy agradecido y emocionado.”

129
Por otro lado, preguntado para que diga
por qué no labró actuaciones respecto de las
circunstancias en las que fue entregado Ocariz en la
dependencia a su cargo y en relación a lo que éste le
relató sobre lo que había padecido los días previos,
dijo que “si bien explicó verbalmente al Juzgado, que
no lo puso por escrito porque le pareció que esa era la
mejor manera de preservar la integridad de Ocariz.”
Ante ello, se le preguntó si, en caso de haber
consignado en las actuaciones las verdaderas
circunstancias que le tocó vivir al señor Ocariz, ello
podría haberle ocasionado algún tipo de castigo o
reprimenda por parte de las autoridades militares de
las cuales dependía, dijo que “sí, que él tenía familia
e hijos que se encontraban estudiando en otras
ciudades, por lo que su miedo no era solamente hacia su
persona, sino también a su entorno familiar.”
Negó haberle dicho a Ocariz que si no
firmaba el acta de procedimiento tenía que entregarlo
nuevamente a autoridades militares. También indicó que
éste no estuvo hasta la mañana como dice el acta de fs.
29/32 del expediente nº 17.463 sino unos veinte
minutos.
i) Juan Alberto González.
El acusado Juan Alberto González no
prestó declaración durante la instrucción, pero en la
audiencia de debate, en oportunidad de otorgársele el
derecho de manifestar sus últimas palabras negó su
participación en los hechos e indicó que todo lo dicho
por el acusado Guerrina era mentira, que éste trabajaba
con los militares, con los que se reunía dos veces por
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semana. También expuso que los reflectores de los que
habló el testigo Lita se encontraban en el domicilio
del Comisario
j) Julio Alberto Almada.
Julio Alberto Almada se abstuvo de
declarar durante la instrucción y, al igual que otros
coimputados, respondió preguntas de su defensor durante
la audiencia de debate. Indicó que ingresó a la policía
el 15 de diciembre de 1975 como aspirante agente y que
tiene séptimo grado de instrucción. Expuso que en la
policía era agente disponible del servicio de calle,
patrullaba la ciudad, hacía recorridos, era recaudador
fiscal, se ocupaba de las contravenciones de tránsito y
por ebriedad. Señaló que no conoció a Ocariz ni
participó en delito alguno que haya sido víctima este
señor. También negó haber firmado un acta y expuso la
posibilidad de haber firmado sin leer, ya que “se
hacían diez contravenciones por noche aproximadamente y
cuando se terminaba el servicio íbamos y firmábamos,
hoy mismo firmo sin leer. Hasta hoy uno va al banco y
firma sin leer.”
En cuanto a la localidad de Colón,
explicó que era una ciudad chica, donde se conocían
todos, había seis calles de pavimento y como máximo
veinte mil personas.
Por otro lado, expuso que por comentarios
de radio, periódico y televisión escuchó sobre
“actividades subversivas”, pero que en Colón no había
esas actividades. Explicó que se enteró recién por los
últimos gobiernos de la existencia de represión ilegal,

131
ya que en ese momento no lo sabía y que nunca participó
de alguna actividad represiva en forma ilegal ni está
imputado en alguna otra causa por delitos de lesa
humanidad.
Finalmente, en la oportunidad prevista
por el art. 393 del CPPN, expresó que este proceso le
trajo muchos problemas económicos, laborales y
familiares. Recalcó su inocencia y manifestó que “en
Colón jamás se torturó a nadie”. Finalmente, solicitó
una sentencia justa.
k) Miguel Ángel Lucero.
El acusado Miguel Ángel Lucero también
contestó preguntas formuladas por el Dr. Fabio Procajlo
durante el debate. En esa oportunidad, explicó que
tiene séptimo grado de instrucción e ingresó a la
policía en junio aproximadamente del año 1976, porque
su padre era policía y lo obligó, que a él no le
gustaba pero lo hizo para hacerle caso. Allí su cargo
era de agente, era aspirante y agente, “hacíamos
vigilancia, salíamos a la calle pero nada más”.
Manifestó que se fue de la Policía para
el mundial de 1978, porque lo le gustaba y comenzó a
dedicarse a otra cosa –manejar camiones, hacer tareas
de campo-.
En cuanto a los hechos por los que se lo
acusa, expuso que no conoció a Ocariz ni sabe nada
acerca de lo que le sucedió. Indicó que no participó
del hecho que lo tuvo por víctima, que no sabe redactar
un acta y puede que haya firmado una sin leer, ya que
ellos firmaban lo q les daban los superiores, “ni
mirábamos, tenía 18, 19 años.”
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Por otro lado, explicó que en esa época
Colón era un pueblo, de quince mil, veinte mil
habitantes, que no sabía que existía represión ilegal
ni conoció personas “subversivas” en esa ciudad. Por
último, indicó que no registra otra causa en su contra
por delitos de lesa humanidad.
l) Luis Antonio Sinigaglia.
Luis Antonio Sinigaglia, en igual
sentido, a preguntas formuladas por el Defensor Público
Oficial durante la audiencia, manifestó que posee sexto
grado de instrucción e ingresó a la Policía el 15 de
diciembre de 1975. Explicó que en la época de los
hechos investigados su cargo era de agente y su función
de chofer. Negó conocer a Ocariz y expuso saber lo que
le sucedió a través de este proceso, indicando que no
participó de los hechos que lo tuvieron como víctima.
Explicó que nunca redactó un acta falsa, que no sabe
redactar un acta y que pudo haber firmado algún
documento sin leer su contenido, por confianza.
Respecto de Colón, dijo que era “un
pueblo grande”, con una población de quince mil,
dieciséis mil habitantes. Indicó que nunca escuchó la
existencia de actividades subversivas y represión
ilegal en esa ciudad, ni sabía de la existencia de un
plan para recluir ilegalmente estas actividades.
Finalmente, negó tener otra causa por delitos de lesa
humanidad.
m) Guillermo Miguel Adrover.
Guillermo Miguel Adrover, en oportunidad
de su declaración indagatoria prestada a fs. 2444/2447

133
del Expte. Nº 85000028/2012, declaró desconocer los
cargos que se le imputan, por lo que se declaró
inocente. Tras relatar su comienzo en la carrera en la
institución policial, explicó que fue trasladado a la
Comisaría de Pergamino a fines del año 1971, donde
prestó servicios hasta principios del año 1977. Recordó
que en el mes de enero le fue comunicado su ascenso a
Subcomisario y a los tres o cuatro días de ello, los
primeros días del mes de febrero de 1977, por lo que, a
la fecha de los hechos que se le imputan, ostentaba la
jerarquía de Oficial Principal, a cargo de la Oficina
Judicial de la Comisaría de Pergamino. Expuso que su
labor era meramente interna en la dependencia policía,
actuando como secretario en la confección de sumarios,
tanto judiciales como administrativos a nivel interno
por faltas cometidas por personal policial, sin
realizar tareas de calles u operativas.
Continuó relatando su posterior
trayectoria dentro de la Policía de la Provincia de
Buenos Aires, explicando que durante el gobierno
democrático, en el mes de diciembre de 1983, fue
propuesto para ascender a la jerarquía de Comisario
Inspector y se retiró en el año 1988. Indicó que
posterior a ello, continuó como profesor en la Escuela
Superior de Policía y fue convocado en el año 1998 por
la Fiscalía General del Departamento Judicial de
Pergamino para dar clases en el curso de Instructores
Judiciales.
A preguntas efectuadas por la Fiscalía,
expuso que no tuvo conocimiento de los hechos que
tuvieron como víctimas a Marta San Martín, Pedro Petro
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y Benjamín Santillán ni los conocía, pero “sí puedo
decir que como es público y notorio en aquellos años,
las fuerzas policiales operativamente se encontraban
bajo las órdenes de las distintas Áreas Militares, en
consecuencia, si uno sabía que en forma –a veces
frecuente- venían comisiones integradas por militares
que hacían distintos procedimientos”; y que en la
Comisaría de Pergamino era frecuente ver personal
militar “y que el trato de los mismos era con el
comisario. Que también por ahí nos enterábamos de que
habían venido sin haberlos visto, ello por comentarios
de vecinos.”
También señaló que jamás fue requerido
por la justicia o por alguna organización defensora de
los derechos humanos por la investigación de algún
delito de lesa humanidad ni su nombre figura en algún
registro, lista o libro publicado por la CONADEP.
Por otra parte, manifestó que a la fecha
de los hechos que se le imputan, cree que quien
revestía el cargo de Comisario era Aldo Di Cocca y el
de Subcomisario Navarro, quien hacía las veces de
segundo jefe de la dependencia, lo que se debe a una
disposición o reglamento general.
A su vez, en la audiencia de debate, en
la oportunidad normada por el art. 393 del CPPN, expuso
que siendo muy joven aun, con 16 años recién cumplidos,
ingresó a la escuela de cadetes de la policía de la
provincia de Buenos Aires, “llamado por el fuego
sagrado de la vocación”. Relató que, al partir desde su
pueblo natal a La Plata llevaba los valores que sus

135
padres habían alcanzado a inculcarme; valores que
tenían que ver con el amor al prójimo, con el respeto a
los mayores, a sus maestros, a la escuela; valores que
lo acompañaron durante toda su carrera y lo acompañarán
hasta el último día de mi existencia. Por eso, indicó
que “en mis treinta y dos años de servicio jamás he
cometido delito alguno ni hecho aberrante (…). No he
cometido delito alguno de los que se tengan que
avergonzar.” Finalmente, solicitó que prime la
ecuanimidad y la justicia al momento de dictar
sentencia.
CONSIDERANDOS
1) Antecedentes y determinaciones
fundamentales.
a) Marco histórico y Área Militar 132.
La ruptura institucional acontecida en
nuestro país a raíz del fenómeno de la represión
ilegal, tuvo como característica sobresaliente la
implementación de un plan sistemático de persecución
ilegal en cabeza de las Fuerzas Armadas. El mismo contó
con el dictado de diferentes normas:
1- El Decreto N° 261/75, por el cual se
encomienda al Comando General del Ejército ejecutar las
operaciones militares necesarias para neutralizar y
aniquilar el accionar de los denominados elementos
subversivos en la provincia de Tucumán, y se concreta
posteriormente, en fecha 24 de marzo de 1976, cuando
las Fuerzas Armadas deponen a las autoridades
legítimamente constituidas y usurpan el poder público,
manteniéndose en su plenitud y vigencia durante todo el
período del denominado “Proceso de Reorganización
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Nacional”;
2- Los decretos promulgados por el PEN
del Gobierno Constitucional del año 75: -Nº 2770/75, de
fecha 6 de octubre de 1975, por el cual creó el Consejo
de Seguridad Interna, integrado por el Presidente de la
Nación, los Ministros del Poder Ejecutivo y los
Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas, a fin de
asesorar y promover al Presidente de la Nación las
medidas necesarias para la lucha contra la subversión y
la planificación, conducción y coordinación con las
diferentes autoridades nacionales para la ejecución de
esa lucha; -Nº 2771/75, de la misma fecha que facultó
al Consejo de Seguridad Interna a suscribir convenios
con las provincias, a fin de colocar bajo su control
operacional al personal policial y penitenciario y –Nº
2772/75, también de la misma fecha, que extendió la
acción de las Fuerzas Armadas a los efectos de la lucha
anti-subversiva a todo el territorio del país;
3- La orden Nº 1/75 emitida por el
Consejo de Defensa y la Nº 404/75 por el Comandante
General del Ejército, mediante las cuales se procedió a
la división territorial del país para las operaciones
pertinentes, establecer los responsables de éstas y las
formas de su realización. De ésta manera, el país quedó
dividido en cuatro zonas de defensa, las cuales
llevaban los números 1, 2, 3, y 5, cuyos límites
coincidían con los que demarcaban la jurisdicción de
los Cuerpos del Ejército 1, 2, 3 y 5, creándose
posteriormente el Comando de Zona 4, el cual dependía
del Comando de Institutos Militares.

137
En este esquema, se puntualizó que el
Comando de Zona “1” estaba bajo la órbita operacional
del Primer Cuerpo de Ejército, el cual tenía asiento en
Capital Federal y comprendía las jurisdicciones de
Capital Federal y Provincia de Buenos Aires.
La Zona “1”, se subdividía en siete
subzonas y a la ciudad de San Nicolás correspondía la
asignada como número “13”.
A su vez el Área Militar 132, que
comprendía los Partidos de San Nicolás, Colón,
Pergamino, Ramallo, San Pedro, Baradero, Arrecifes,
Salto, Capitán Sarmiento, San Antonio de Areco, Carmen
de Areco, tuvo como responsables a los Jefes del
Batallón de Ingenieros de Combate 101, con sede en la
ciudad de San Nicolás y quien ocupó dicha jefatura
desde el 6 de diciembre de 1975 hasta el 15 de
noviembre de 1977, fue el imputado de la presente
causa, Teniente Coronel Manuel Fernando SAINT AMANT
(v.legajo Nº 8637 –fs. 643/975 de autos). Por su parte,
Norberto Ricardo Ferrero, de acuerdo al informe de
calificación obrante en su Legajo Personal del Ejército
(fs. 484 del Expte. Nº FRO 82000015/2013/TO1), el
27/10/1977 fue designado como Jefe del Batallón de
Ingenieros de Combate 101. A su vez, según ese mismo
informe, el alta en la Unidad se produjo el 06/12/1977,
en donde permaneció hasta el 28 de diciembre de 1978,
fecha en la que fue destinado a Buenos Aires –fs. 472-.
En dicha área en la que también se desempeñó desde el
31 de diciembre de 1974 al 20 de diciembre de 1976, con
el cargo de Mayor, el coimputado Antonio Federico
Bossié (v. legajo Nº 838 - fs. 693 del Expediente nº
Poder Judicial de la Nación
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FRO 81000005/2012- 2303/2409 de autos).
En cuanto al resto de los acusados de
autos, éstos revestían en la Policía de la Provincia de
Buenos Aires, en distintas Comisarías y cargos.
Daniel Fernando Quintana, de conformidad
a su Legajo personal (fs. 374/385 del expediente nº FRO
81000005/2012) a partir del 1° de julio de 1975 se
desempeñó con el cargo de suboficial mayor en la
Brigada de Investigaciones de San Nicolás, hasta su
retiro voluntario en el año 1982.
Edgardo Antonio Mastrandrea, de acuerdo a
su legajo personal (fs. 1034/1070 de la causa nº FRO
82000149/10), ingresó a la Policía de la Provincia de
Buenos Aires en el año 1964 y al momento de los hechos
el imputado se desempeñaba como Oficial Inspector de la
Comisaria de la ciudad de Junín, provincia de Buenos
Aires; lo que también se acredita con la nómina del
personal de dicha comisaría (fs. 137/150) y con los
informes agregados a fs. 1028 y 1594, del Ministerio de
Seguridad de la provincia de Buenos Aires y de la
policía de la provincia de Buenos Aires. A su vez, de
acuerdo al primero de los documentos mencionados, se
retiró de esta fuerza en el año 1993 como Comisario
Inspector.
Guillermo Miguel Adrover revestía el
cargo de Subcomisario de la Comisaría de Pergamino, de
acuerdo con la nómina del personal de dicha Comisaría
acompañado a fs. 1624/1629 del expediente nº FRO
8500028/2012 por el Ministerio de Seguridad de la
Provincia de Buenos Aires.

139
Carlos Enrique Rocca al momento de los
hechos se desempeñaba en la Policía de la Provincia de
Buenos Aires con el grado de agente, revistando en la
Comisaría Primera de Pergamino, circunstancia que surge
de su legajo personal incorporado a fs. 1273/1283 del
expediente nº FRO 8500028/2012, en el cual obra
consignado que se desempeñó en la mentada Comisaría de
la Policía de la Provincia de Buenos Aires desde el 15
de abril de 1976 hasta el 18 de julio de 1977, lo que
también surge de la nómina ya referida (fs. 1624/1629).
Clementino Omar Rojas, de acuerdo a su
Legajo Personal, que obra reservado en Secretaría como
prueba documental, ingresó a la Policía de la Provincia
de Buenos Aires con el cargo de “Cadete” en el año 1947
y a la época de los hechos era Comisario de la
Comisaría de Colón, cargo que ocupó hasta junio de
1979, fecha en la que solicitó su pase a retiro
voluntario.
Julio Alberto Almada, Luis Antonio
Sinigaglia y Miguel Ángel Lucero al momento de los
hechos se desempeñaban con el cargo de agentes en la
Comisaría de Colón, lo que se acredita con el informe
remitido por el Ministerio de Seguridad de la Provincia
de Buenos Aires agregado a fs. 811 del Expediente nº
81000047/2012 y con los legajos personales de los
nombrados, que obran reservados en Secretaría. A su
vez, los dos primeros ingresaron con ese cargo el
20/12/1975, retirándose Almada en el año 1983 como Cabo
1ro y Sinigaglia en el año 1998 como Sargento
Ayudante; mientras que Lucero ingresó el 15/04/1976 y
se retiró como agente el 18/07/1978.
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FRO 82000149/10
Roberto Horacio Guerrina se desempeñaba a
la época de los hechos por los que se lo acusa en la
Comisaría de Baradero con el cargo de Oficial Principal
de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, de
conformidad a su Legajo personal, que obra reservado en
Secretaría. Dicho cargo lo ocupó hasta enero de 1978,
fecha en la que fue ascendido a Subcomisario,
retirándose de la Policía de la Provincia con el cargo
de Comisario General en el año 1989.
Finalmente, Juan Alberto González,
ingresó a la Policía de la Provincia de Buenos Aires en
el año 1971 y a la fecha de los hechos ocupaba el cargo
de Oficial Subinspector de la Comisaría de Baradero, de
conformidad a su legajo personal y al informe remitido
por el Ministerio de Seguridad de la Provincia de
Buenos Aires obrante a fs. 812. A su vez, de acuerdo al
primero de estos documentos, se retiró con el grado de
Comisario en el año 1999.
Con esta normativa preexistente y la
designación de personas de confianza de la cúpula
militar en cargos claves del gobierno civil, se preparó
el golpe militar del 24 de marzo de 1976 -en el cual
las Fuerzas Armadas derrocaron al Gobierno
constitucional presidido por María Estela Martínez de
Perón- los comandantes en jefe de la tres fuerzas,
General Jorge Rafael Videla (Ejército), Almirante
Emilio Eduardo Massera (Armada) y Brigadier General
Orlando Ramón Agosti (Aeronáutica), se repartieron el
poder público conforme lo acordado previamente.
En ese estado de cosas, informaron al

141
país los documentos institucionales básicos que habían
preparado: la proclama, el acta con el propósito y los
objetivos básicos del llamado Proceso de Reorganización
Nacional, las bases para la intervención de las Fuerzas
Armadas en dicho Proceso y el Estatuto para el “Proceso
de Reorganización Nacional”, y sancionaron la ley
21.256; mediante dichos instrumentos las Fuerzas
Armadas asumieron para sí el control total de los
poderes del Estado. El acta expresaba la decisión de
constituir una Junta Militar que asumía el poder
político de la República, declarar caducos los mandatos
del presidente y de los gobernadores e interventores
federales que existían, y de los gobernadores y vice-
gobernadores de las provincias y del intendente de
Buenos Aires; disolver el Congreso Nacional y los
Congresos Provinciales y Concejos Municipales; remover
a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, al procurador general y a los tribunales
superiores de provincias; remover al procurador del
tesoro; y suspender tanto la actividad de los partidos
políticos como las actividades gremiales de los
trabajadores, empresarios y profesionales; hacer las
notificaciones diplomáticas correspondientes, y,
designar en definitiva, al ciudadano que ejercería el
cargo de Presidente de la Nación.
Las bases del Proceso establecía su
lineamiento político, el que se ejecutaría en tres
fases “sin solución de continuidad ni lapsos de
duración preestablecidos”: asunción del control,
reordenamiento institucional y consolidación. También
establecía dicho estatuto, la forma de designación y
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FRO 82000149/10
causales de remoción del Presidente de la Nación,
reservaba inicialmente la designación de los miembros
de la justicia y atribuía las facultades legislativas
en cuanto a la formación y sanción de leyes a una
Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL).
Con el fin de respaldar y organizar estas
acciones, el Ejército Argentino no sólo dictó un
sistema normativo que desconocía la Constitución
Nacional y los derechos fundamentales de la población,
sino que también, dejó delineada una serie de órdenes y
reglamentos secretos destinados a fijar objetivos,
planes de acción y organización en la lucha contra la
denominada subversión.
En orden a los primeros, amén de las
actas institucionales ya citadas, se dictó también la
Ley 21.338 del 25 de junio 1976 que incorporó la pena
de muerte por fusilamiento al Código Penal de la
Nación. Los presuntos culpables serían sometidos al
juicio de los consejos de guerras especiales
instituidos por la ley 21.461, que entró en vigencia el
29 de noviembre de 1976. Estas dos leyes alteraron el
tradicional ordenamiento jurídico, aunque nunca se
aplicaron oficialmente (v. LUNA, Félix, ob. cit.,
pág.1192). En efecto, tal fue así que paralelamente a
dicha normativa, se venía gestando otra –aunque de
carácter secreto- desde finales de la década del 60,
que resultaba de aplicación sólo para determinados
grupos de militares y/o policías -R.C. 8.1, R.C. 8.2
tomo I, II y III, y la R.C. 8.3-, normativa que, al
momento de los hechos que se ventilan en la presente

143
causa, fue modificada y ampliada, y adquirió plena
vigencia y operatividad en los mencionados grupos de
operaciones.
Así, se dictó e implementó el plexo
normativo denominado “Operaciones contra elementos
subversivos” R. C. 9.1 del año 1977 del Ejército
Argentino, que establecía en su punto 1.008 como
objetivos: “a. Restablecer el orden político y la
autoridad institucional. b. eliminar situaciones
políticas, económicas y sociales que pudieran ser
motivo de reacción. c. Permitir el ejercicio pleno de
los deberes y derechos constitucionales. d. Aniquilar a
las organizaciones subversivas. e. Restaurar los
principios morales y la forma de vida de un pueblo que
ha sido alterado y destruido por acción de la
subversión”.
Asimismo, se detallaba en el punto 5.002
la necesidad de lograr: 1. Recuperar el dominio de la
zona. 2. Aniquilar la subversión y 3. Ganar la voluntad
y apoyo de la población, y establecía como correlativas
acciones, entre otras, la aniquilación de los elementos
subversivos, detectar y eliminar la infraestructura de
apoyo, aislar los elementos subversivos impidiendo o
restringiendo su vinculación exterior y desgastar y
eliminar los elementos activos. Establecía, además que
las bases para obtener éxito en la conducción de estas
operaciones se debía considerar que: “…la forma
clandestina y encubierta con que se desenvuelve la
subversión requiere para su aniquilamiento disponer de
una red informativa lo más desarrollada posible…”, de
la que resulta que la tarea de inteligencia es
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
considerada medular en este esquema -punto 4.003, inc.
g)-. En ese ítem agregaba que “…en la lucha contra los
elementos subversivos tiene más valor la información
transformada en oportuna y adecuada inteligencia que en
el despliegue de efectivos militares en misiones de
patrullaje u hostigamiento sobre zonas o blancos que
han sido fijados previamente…”. De esta manera, se
determinaba e imponía a los cuadros ordenes
inescindibles para llevar adelante la operación:
“…Aplicar el poder de combate actuando con la máxima
violencia para aniquilar a los delincuentes subversivos
donde se encuentren”.
En relación a la organización de las
fuerzas, se detallaba que “…el empleo de los medios de
las Fuerzas Legales estará en relación directa con las
motivaciones, métodos, posibilidades y elementos que
utilice la subversión. También responderá el grado de
rapidez y violencia con el que se suceden las
acciones.”. En el mismo, se instaba a que cuando la
acción de los elementos de la subversión se apoyaba en
situaciones de violencia, tendría prioridad el empleo
de los medios policiales, de seguridad y militares, en
ese orden, pudiéndose llegar a su aplicación
simultánea. También, se establecía que el ataque se
ejecutará preferible y fundamentalmente: “a. Mediante
la ubicación y aniquilamiento de los activistas
subversivos y la detención de los activistas gremiales.
b. Simultánea y complementariamente, mediante controles
de población, allanamientos, controles de ruta y
patrullajes, en proximidades de los lugares

145
sospechosos”. Además, enfatizaba textualmente que “el
concepto es prevenir y no curar, impidiendo mediante la
eliminación de los agitadores, posibles acciones
insurreccionales masivas”, punto 4.008. En dicha
normativa secreta, no se dejaba de lado la organización
del accionar, puesto que del punto “Organización para
la ejecución de las operaciones”, surge que se preveía
que “… la Fuerza Ejército actuará sobre la base de su
organización normal, lo que podrá ser reforzado con
elementos de la propia fuerza o ajenos a la misma…”,
punto 4.011. Así, en su punto 5.007, inciso h),
detallaba que la orden estaba destinada a ser ejecutada
por las menores fracciones, pero sin exceder el nivel y
jerarquía, motivo por el que no podían “quedar librados
los criterios de ejecución que hacen a esa
responsabilidad”, debiendo contener claramente, por
ejemplo, si se detiene a todos o a algunos, o en caso
de resistencia pasiva si se los aniquila o se los
detiene, y si se destruyen bienes o se procura
preservarlos. La normativa en examen tampoco descuidaba
el procedimiento a seguir en relación a la denominada
acción psicológica. Al respecto, reglaba que a la
acción psicológica se la reconoce como parte importante
de la planificación y se afirma que la misma debía
apuntar a un público interno, a la población civil y a
los elementos subversivos. Asimismo, detallaba que
debían ser planificadas y dirigidas por el mayor nivel
del comando que opere, punto 5007 inciso g).
b) Antecedente judicial.
1. La Corte Suprema de Justicia de la
Nación analizó los sucesos ocurridos en el país durante
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el período denominado “Proceso de Reorganización
Nacional” en lo atinente a todos estos aspectos en
varios fallos, debiendo hacerse mención a una causa
fundamental:
- la causa n° 13/84 (también denominada
“Causa originariamente instruida por el Consejo Supremo
de las Fuerzas Armadas en cumplimiento del decreto
159/83 del Poder Ejecutivo Nacional”) (Fallos de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación 309, tomos 1 y
2).
En dicho conjunto de actuaciones se
acreditaron diversos aspectos que, por su importancia,
y también por la identidad con los hechos ventilados en
la presente causa, citaremos a modo de síntesis y
fundamentalmente, las precisiones efectuadas en la
causa citada.
2. Así, en la causa 13/84 quedó
acreditado: la existencia del plan sistemático (v.
capítulo XX del considerando 2°, Fallos de la Corte,
309 tomo I), metodología de las desapariciones,
torturas y secuestros (v. capítulo IX, XII y XVII de la
causa citada), la existencia de los centros
clandestinos y su custodia (v. capítulo XII y XIV) y en
cuanto al destino de las víctimas (v. capítulo XV).
El mencionado Tribunal explicó que:
“coexistieron dos sistemas jurídicos: 1)uno de orden
normativo, amparado por las leyes, órdenes y directivas
antes consignados, que reglaban formalmente la
actuación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el
terrorismo; 2) y un orden predominantemente verbal,

147
secreto, y en el que sólo se observaba parcialmente el
orden formal v.g. jurisdicciones, acción psicológica,
informes que se debían suministrar a los mandos, etc.,
en que todo lo referente al tratamiento de personas
sospechosas respondían a directivas que sustancialmente
consistían en: detener y mantener oculta esa persona,
torturar para obtener información y eventualmente matar
haciendo desaparecer el cadáver o bien fraguar
enfrentamientos armados como modo de justificar dichas
muertes.” (cita de la Causa Nro. 13/84, considerando
2º, capítulo XX, punto 2 citada en autos: “Vega, Carlos
Alberto y otros p. Ss. Aa. Privación ilegítima de la
libertad agravada, imposición de tormentos agravados y
homicidio agravado” (Expte. Nº 11.550) del Juzgado
Federal de Córdoba”).
“Pese a contar las Fuerzas Armadas con
facultades para el dictado de bandos y la aplicación de
la pena de muerte mediante juicio sumario militar en la
Argentina en todo el período de 1976 a 1983, no se
dictó un solo bando ni se aplicó una sola pena de
muerte como consecuencia de una sentencia. De este modo
los ex comandantes aprobaron un plan criminal por el
cual en forma secreta y predominantemente verbal
ordenaron a sus subordinados que: a) privaran de su
libertad en forma ilegal a las personas que
considerasen sospechosas de tener relación con
organizaciones terroristas, b) que las condujeran a
lugares de detención clandestinos, c) que ocultaran
todos estos hechos a los familiares de las víctimas y
negaran haber efectuado la detención a los jueces que
tramitaran hábeas corpus, d) que aplicaran torturas a
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las personas capturadas para extraer la información que
consideren necesaria, e) que, de acuerdo a la
información obtenida, dispusieran la libertad, la
legalización de la detención o la muerte de la
víctima.” (Ibídem).
En efecto, “… El personal subordinado a
los procesados detuvo gran cantidad de personas las
alojó clandestinamente en unidades militares o en
lugares bajo dependencia de las Fuerzas Armadas, las
interrogó con torturas, las mantuvo en cautiverio
sufriendo condiciones inhumanas de vida y alojamiento
y, finalmente, o se las legalizó poniéndolas a
disposición de la justicia o del Poder Ejecutivo
Nacional, se las puso en libertad, o bien se las
eliminó físicamente” … “tal manera de proceder, que
suponía la secreta derogación de las normas en vigor,
respondió a planes aprobados y ordenados…”
(Considerando XX de la causa 13/84. Fallos de la Corte
309, tomo 1 pág. 289).
Para determinar las razones que motivaron
esta gravísima decisión debe partirse de la completa
prioridad que se asignó al objetivo consistente en
obtener la mayor información posible. Tal necesidad de
lograr información, valorada por quienes, incluso para
alcanzar el poder, menospreciaron la ley como medio
para regular la conducta humana, fue condición
suficiente para que el uso de tormentos, el trato
inhumano, la imposición de trabajos y el convencimiento
creado a los secuestrados de que nadie podría
auxiliarlo, aparecían como los medios más eficaces y

149
simples para lograr aquel propósito (v. la prueba
reseñada en el capítulo décimo tercero; considerando XX
de la causa 13/84, Fallos de la Corte 309, tomo 1 pág.
290).
“La ilegitimidad de este sistema, su
apartamiento de las normas legales, aun de excepción
surge no del apresamiento violento en sí mismo, sino
del ocultamiento de la detención, del destino de las
personas apresadas y del sometimiento a las condiciones
de cautiverio inadmisibles, cualquiera fuera la razón
que pudiera alegarse para ello” (v. la prueba reseñada
en el capítulo décimo tercero; considerando XX de la
causa 13/84. Fallos de la Corte 309, tomo 1 pág. 291).
En efecto, así se había establecido en
aquella sentencia citada que “…puede afirmarse que los
comandantes establecieron secretamente un modo criminal
de lucha contra el terrorismo. Se otorgó a los cuadros
inferiores de las Fuerzas Armadas una gran
discrecionalidad para privar de libertad a quienes
aparecieran, según la información de inteligencia, como
vinculados a la subversión; se dispuso que se los
interrogara bajo tormentos y que se los sometiera a
regímenes inhumanos de vida, mientras se los mantenía
clandestinamente en cautiverio; se concedió, por fin,
una gran libertad para apreciar el destino final de
cada víctima, el ingreso al sistema legal (Poder
Ejecutivo Nacional o Justicia), la libertad o,
simplemente la eliminación física…” (cfr. Capítulo XX
de la sentencia dictada en la Causa n° 13/84 por la
Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
Correccional Federal de la Capital Federal, Fallos de
la Corte 309, tomo 1, pág. 291/292).
“Esta discrecionalidad en la selección
del objetivo dio como resultado que muchas veces la
privación de la libertad recayera sobre personas que no
tuvieran vinculación con la lucha contra la subversión,
o que la tuvieran medianamente” (v. Capítulo XVII).
“Las facultades concedidas respecto de la supresión de
la víctima, arrojaron como resultado la elección de los
distintos medios a que se hace referencia en el
capítulo décimo sexto” (ibídem pág. 292).
3. Del mismo modo que respecto del plan
sistemático de detención, secuestro, tortura y
desaparición, también se acreditó en la causa 13
(Fallos 309, Tomo I y II) la existencia de centros
clandestinos de detención (v. capítulo XII, ya
mencionado, obrante a fs. 155 y sgtes.).
En lo que hace al objeto procesal de esta
causa, hay que referir a lo oportunamente afirmado
sobre la víctima de autos Pablo Leonardo Martínez, cuyo
caso fue identificado bajo los nº 252. Al respecto,
dijo la Corte que “Está probado que Pablo Leonardo
Martínez fue privado de su libertad el día 4 de mayo de
1977, aproximadamente a las 18 y 30 horas, en la ciudad
de San Nicolás, provincia de Buenos Aires, por un grupo
armado que dependía del Ejército Argentino. (…) También
está probado que a Pablo Leonardo Martínez se lo
mantuvo clandestinamente en cautiverio en un inmueble
ubicado cerca de la fábrica Plastiversal, en la cárcel
de San Nicolás y en la Comisaría de Junín, Provincia de

151
Buenos Aires, que dependían operacionalmente del Primer
Cuerpo de Ejército. (…)”.
4. Tras la reinstalación del orden
institucional y del sistema democrático, el Poder
Ejecutivo Nacional, mediante la sanción del decreto n°
187/83, dispuso la creación de la Comisión Nacional de
Desaparición de Personas, cuyo objetivo fue esclarecer
los hechos relacionados con la desaparición de personas
ocurridas en el país. El accionar de las Fuerzas
Armadas y de seguridad dentro del sistema clandestino
de represión reseñado, fue tratado en el informe final
de dicha Comisión, en donde se señala: “De la enorme
documentación recogida por nosotros se infiere que los
derechos humanos fueron violados por las Fuerzas
Armadas y no violados de manera esporádica, sino
sistemática, de manera siempre la misma, con similares
secuestros e idénticos tormentos en toda la extensión
del territorio” (Informe Final de la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas -CONADEP- EUDEBA BS.
AS., 1996).
En su oportunidad, la Organización de los
Estados Americanos, debido a la cantidad de reclamos
recibidos, también evaluó el plan sistemático de
represión instaurado por las Fuerzas Armadas y así
envió, el 6 de Septiembre de 1979, una representación
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con
el objeto de constatar, a través de la observación
directa, la veracidad de tales renuncias. Dicha
Comisión se expidió a través del “Informe sobre la
situación de los derechos humanos en la Argentina”,
publicado el 11 de abril de 1980.
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
En ese documento la Comisión llegó a la
conclusión de que por acción u omisión de las
autoridades públicas, se cometieron en el país
numerosas y graves violaciones de derechos humanos. La
Comisión entendió que esas violaciones habían afectado
el derecho a la vida, el derecho a la libertad
personal, el derecho a la seguridad e integridad
personal, el derecho a la justicia y al proceso regular
y a la libertad de expresión y de opinión.
3) Planteos e incidencias:
Las defensas de los procesados realizaron
una serie de planteos vinculados con la interposición
de nulidades, alegaciones sobre inconstitucionalidades
y recusaciones. Algunos de ellos, presentan un
denominador común, por lo que su tratamiento se
agrupará de acuerdo a dicha coincidencia y la
naturaleza del requerimiento con que fueron propuestos.
De modo preliminar y para mejor
entendimiento del desarrollo de cada caso en
particular, ha de hacerse una síntesis de los planteos
de acuerdo a la similitud del mismo, indicando si otro
defensor se adhirió, en su caso, hizo algún planteo
similar que pueda considerarse comprendido en los que
se enuncian, dándosele –por ello- un tratamiento
conjunto o separado si correspondiere.
En primer lugar, como punto I., se
desarrollara lo que denominó como imprescriptibilidad,
planteo que debe ser entendido como inherente a la
alegada prescripción de la acción relativa a los
delitos por los que fueron acusados los imputados, en

153
respuesta a los planteos efectuados indistintamente por
los Dres. Bonchini, Ibáñez y Procajlo.
En segundo lugar, como punto II., se
desarrollará todos los pedidos de nulidad por violación
al principio de congruencia procesal, tratándose en
primer término, como punto II. a), las que refieren a
la afectación del derecho de defensa por variación en
la atribución de responsabilidad, incoados por los
Dres. Ibáñez, Procajlo y Agnoli.
Luego, dentro del punto II. b), se
tratarán las peticiones de nulidad de las indagatorias
de Carlos Rocca y Daniel Quintana, entabladas por los
Dres. Procajlo y Agnoli, respectivamente.
También Dentro de las solicitudes de
nulidad por afectación al principio de congruencia, se
tratará como punto II. c), la pedida por el Dr. Julio
Agnoli, referida al auto de procesamiento y su
posterior confirmación por la C.F.A.R. respecto de
Daniel Fernando Quintana.
Como punto II. d), se desarrollaran
los fundamentos por los que se declaró la nulidad
parcial de los alegatos acusatorios, tanto de la
querella como de la fiscalía, por violación al
principio de congruencia y afectación al derecho de
defensa.
Finalmente, como punto II. e), se
explicarán los motivos por los cuales se rechazó la
nulidad parcial “indeterminación de los hechos” en la
Acusación del Fiscal General.
Resumidamente, existen cinco
supuestos de petición de nulidad por violación al
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
principio de congruencia procesal. 1) Por variación en
la atribución del grado de responsabilidad en los
hechos por parte de Norberto Ricardo Ferrero, Antonio
Federico Bossié y Daniel Fernando Quintana. 2) Por
defectuosa imputación en las indagatorias de Carlos
Enrique Rocca y Daniel Fernando Quintana 3) Por falta
de correlación entre la indagatoria, el procesamiento y
su confirmación por la C.F.A.R. respecto de Daniel F.
Quintana. 4) Por sostener que el Fiscal General y la
Querella han efectuado un alegato agregando tipos
penales o elementos del tipo que no se encontraban
contenidos en los requerimientos de elevación a juicio,
respecto de Clementino Omar Rojas, Julio Alberto
Almada, Miguel Ángel Lucero, Luis Antonio Sinigaglia y
Edgardo Antonio Mastrandrea. 5) Por indeterminación del
hecho acusado o falta de fundamentación del mismo en
los casos de Clementino Omar Rojas, Julio Alberto
Almada, Miguel Ángel Lucero, Luis Antonio Sinigaglia,
Edgardo Antonio Mastrandrea y Quintana.
En tercer lugar, como punto III., se
desarrollarán los fundamentos por los cuales se
desestimaron las nulidades por rechazo a la
calificación de “lesa humanidad” a los delitos de
usurpación, robo y robo calificado, incoado por los
letrados Procajlo y Agnoli.
Por último, en lo referido a las
nulidades, punto IV., se tratará la recusación de los
integrantes del Ministerio Público Fiscal y posterior
nulidad del debate, efectuada por el Dr. Mauricio
Bonchini.

155
Para cerrar, punto V., se
desarrollaran los rechazos a las inconstitucionalidades
incoadas por el Dr. Fabio Procajlo.
I.- Prescripción de la acción.
El doctor Mauricio Bonchini, cuestionó la
imprescriptibilidad de los delitos denominados de “lesa
humanidad”. En su planteo consideró que esa categoría
de delitos se internacionalizó con el tratado de Roma
que crea el Tribunal Penal Internacional y solo
aplicable hacia el futuro.
Para ratificar su posición, citó al juez
de la Corte Suprema de la Justicia de la Nación, Dr.
Fayt, cuando sostuvo que la aplicación de la convención
sobre imprescriptibilidad no resulta aplicable en
virtud de la irretroactividad. Agregando, que cuando un
Estado ha ratificado un tratado internacional sus
autoridades están sujeto a éste y el poder judicial
debe ejercer un control de convencionalidad sobre
normas jurídicas internas y la de los tratados teniendo
en cuenta las interpretaciones de la Corte
Interamericana, la que indicó que la ratificación del
tratado convierte en obligatoria sus normas para el
Estado. Así, aclaró que es insostenible la aplicación
de imprescriptibilidad con la jurisprudencia de
“Barrios Altos”.
En este sentido, el letrado citó
jurisprudencia de la Corte de Uruguay y el antecedente
del caso Kodono vs. Letonia, en donde la Fiscalía de la
Corte Internacional Penal en La Haya ha explicado que
una característica fundamental del Estatuto de Roma es
que sólo puede juzgar hechos cometidos con
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
posterioridad a su puesta en funcionamiento en 2002,
por lo que no se puede seguir sosteniendo la
imprescriptibilidad de estos hechos cuando la misma
Corte Penal internacional dice que no puede juzgarlos
porque están prescriptos y si el Estado no actuó con la
diligencia debida en el momento correspondiente debería
asumir su responsabilidad.
Dicha excepción, fue asimismo sostenida
por el Dr. Jorge Ibáñez, quien en lo sustancial remitió
a los fundamentos expuestos al tratar las cuestiones
preliminares, previas a la apertura del debate. El Dr.
Fabio Procajlo, en representación de sus defendidos
mantuvo idéntica excepción.
Para fundar la prescripción, el defensor
oficial, afirmó la imposibilidad de aplicación
retroactiva del tratado que consagra la
imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad y
sostuvo que la costumbre internacional es insuficiente
para crear un tipo penal si no está receptado en el
derecho positivo.
Luego refirió al principio de legalidad,
con cita de Bacigalupo. Finalmente expresó que incluso
en los tratados internacionales no se encontraba
prevista la imprescriptibilidad en el año 1976 y
expresó que existe una errónea aplicación de la ley
sustantiva (art. 1 de la ley 25.779), por contravenir
el art. Art. 75, inc. 22 de la CN, el art. Art. 9 de la
CADH, y el Art. 15 del PIDCyP.
Corrida la vista, tanto la Fiscalía
General como las partes querellantes solicitaron el

157
rechazo del planteo, con remisión a los argumentos
dados en oportunidad de tratar la cuestión en las
cuestiones preliminares.
Ahora bien, dicho lo anterior corresponde
recordar que en el debate, al momento de tratar las
cuestiones preliminares, el Dr. Jorge Ibáñez, peticionó
la prescripción de la acción y el consecuente
sobreseimiento de su defendido, Norberto Ricardo
Ferrero.
Consecuencia de ello, es que éste planteo
ya se rechazó oportunamente y por ello sostengo (o
sostenemos) que la cuestión que intenta incorporar
nuevamente la defensa, ya ha sido respondida de modo
contrario a sus intereses y por ello su reiteración
deviene sobreabundante su tratamiento.
Sin perjuicio de lo expuesto y para dar
una completa respuesta a lo peticionado, corresponde
recordar que Corte Suprema de Justicia de la Nación, se
pronunció in re "Recurso de Hecho deducido en la causa
Arancibia Clavel, Enrique Lautaro s/ homicidio
calificado y asociación ilícita y otros, -causa n° 259-
", fallada el 24/08/05; también en el expediente
“Recurso de hecho deducido por la defensa de Julio
Héctor Simón en la causa Simón, Julio Héctor y otros s/
privación ilegítima de la libertad, etc. – causa n°
17.768” del 14.06.05.
Entre las razones dadas por la mayoría
del tribunal citado en autos “Arancibia Clavel”, en
relación a la imprescriptibilidad de la acción,
corresponde destacar a efectos de resolver la
incidencia: Que la excepción a esta regla, está
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configurada para aquellos actos que constituyen
crímenes contra la humanidad, ya que se trata de
supuestos que no han dejado de ser vivenciados por la
sociedad entera dada la magnitud y la significación que
los atañe. Ello hace que no sólo permanezcan vigentes
para las sociedades nacionales sino también para la
comunidad internacional misma.
En este sentido se ha dicho que "Tanto
los crímenes contra la humanidad como los
tradicionalmente denominados crímenes de guerra" son
delitos contra el "derecho de gentes que la comunidad
mundial se ha comprometido a erradicar" (Fallos:
318:2148, voto de los jueces Nazareno y Moliné
O'Connor).
En el mismo fallo, aunque vinculado a
otro ilícito, se sostuvo que en razón de que la
aprobación de la "Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad" y su incorporación con
jerarquía constitucional (ley 25.778) se produjo con
posterioridad a la comisión de los hechos de la causa,
corresponde examinar la cuestión relativa a si la regla
que establece la imprescriptibilidad de la imputación
por el delito de asociación ilícita se aplicaría al sub
lite retroactivamente o si ello lesiona el principio
nulla poena sine lege.
Que el fundamento de la
imprescriptibilidad de las acciones emerge ante todo de
que los crímenes contra la humanidad son generalmente
practicados por las mismas agencias de poder punitivo

159
operando fuera del control del derecho penal, es decir,
huyendo al control y a la contención jurídica.
Las desapariciones forzadas de personas
en nuestro país las cometieron fuerzas de seguridad o
fuerzas armadas operando en función judicial; los
peores crímenes nazis los cometió la Gestapo
(Geheiminis Staatspolizei o policía secreta del
Estado); la KGB estalinista era un cuerpo policial. No
es muy razonable la pretensión de legitimar el poder
genocida mediante un ejercicio limitado del mismo poder
con supuesto efecto previo.
Por ello, no puede sostenerse
razonablemente que sea menester garantizar la extinción
de la acción penal por el paso del tiempo en crímenes
de esta naturaleza.
Que la doctrina de la Corte señalada en
el precedente "Mirás" (Fallos: 287:76), se mantuvo
inalterada a lo largo del tiempo y continúa vigente
para la interpretación del instituto de la prescripción
de la acción penal para el derecho interno, pero fue
modificada con respecto a la normativa internacional en
el precedente "Priebke" (Fallos: 318:2148), en el cual
el gobierno italiano requirió la extradición de Erich
Priebke para su juzgamiento por hechos calificables por
tratados internacionales como "genocidio" y "crímenes
de guerra", pero respecto de los cuales, desde la
perspectiva del derecho interno, la acción penal se
encontraba prescripta. A pesar de ello, esta Corte hizo
lugar a la extradición, por entender que, conforme la
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito
de Genocidio, no resultaban aplicables las reglas de la
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prescripción de la acción penal previstas en el Código
Penal.
Que el Preámbulo de la Convención sobre
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad señala que una de las
razones del establecimiento de la regla de la
imprescriptibilidad fue la "grave preocupación en la
opinión pública mundial".
Que ésta convención sólo afirma la
imprescriptibilidad, lo que importa el reconocimiento
de una norma ya vigente (ius cogens) en función del
derecho internacional público de origen
consuetudinario. De esta manera, no se fuerza la
prohibición de irretroactividad de la ley penal, sino
que se reafirma un principio instalado por la costumbre
internacional, que ya tenía vigencia al tiempo de
comisión de los hechos.
Que en rigor no se trata propiamente de
la vigencia retroactiva de la norma internacional
convencional, toda vez que su carácter de norma
consuetudinaria de derecho internacional anterior a la
ratificación de la convención de 1968 era ius cogens,
cuya función primordial "es proteger a los Estados de
acuerdos concluidos en contra de algunos valores e
intereses generales de la comunidad internacional de
Estados en su conjunto, para asegurar el respeto de
aquellas reglas generales de derecho cuya inobservancia
puede afectar la esencia misma del sistema legal"
(Fallos: 318:2148, voto de los jueces Nazareno y Moliné
O'Connor).

161
Desde esta perspectiva, así como es
posible afirmar que la costumbre internacional ya
consideraba imprescriptibles los crímenes contra la
humanidad con anterioridad a la convención, también
esta costumbre era materia común del derecho
internacional con anterioridad a la incorporación de la
convención al derecho interno.
Que las cláusulas de los tratados
modernos gozan de la presunción de su operatividad,
"por ser, en su mayoría, claras y completas para su
directa aplicación por los Estados partes e individuos
sin necesidad de una implementación directa" y; además,
"la modalidad de aceptación expresa mediante adhesión o
ratificación convencional no es exclusiva a los efectos
de determinar la existencia del ius cogens.
En la mayoría de los casos, se configura
a partir de la aceptación en forma tácita de una
práctica determinada" (Fallos: 318:2148, voto del juez
Bossert).
Que al momento de los hechos, el Estado
argentino ya había contribuido a la formación de la
costumbre internacional a favor de la
imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad
(conf. Fallos: 318:2148, voto del juez Bossert,
considerando 88 y siguientes).
Que de acuerdo con lo expuesto y en el
marco de esta evolución del derecho internacional de
los derechos humanos, puede decirse que la Convención
de Imprescriptibilidad de Crímenes de Guerra y Lesa
Humanidad, ha representado únicamente la cristalización
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de principios ya vigentes para nuestro Estado Nacional
como parte de la Comunidad Internacional.
Que este criterio ha sido sostenido por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al
manifestar: “Esta Corte considera que son inadmisibles
las disposiciones de amnistía, las disposiciones de
prescripción y el establecimiento de excluyentes de
responsabilidad que pretendan impedir la investigación
y sanción de los responsables de las violaciones graves
de los derechos humanos tales como la tortura, las
ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las
desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por
contravenir derechos inderogables reconocidos por el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos...las
mencionadas leyes carecen de efectos jurídicos y no
pueden seguir representando un obstáculo para la
investigación de los hechos que constituyen este caso
ni para la identificación y el castigo de los
responsables, ni puedan tener igual o similar impacto
respecto de otros casos de violación de los derechos
consagrados en la Convención Americana acontecidos en
el Perú..." (conf. CIDH, caso "Barrios Altos",
sentencia del 14 de marzo de 2001, serie C N° 75).
La Corte Suprema de Justicia de la Nación
sostuvo en el mismo precedente que en tales
condiciones, a pesar de haber transcurrido el plazo
previsto por el art. 62 inc. 2°, corresponde declarar
que la acción penal no se ha extinguido, por cuanto las
reglas de prescripción de la acción penal previstas en
el ordenamiento jurídico interno quedan desplazadas por

163
el derecho internacional consuetudinario y por la
"Convención sobre la Imprescriptibilidad de los
Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad"
(leyes 24.584 y 25.778) –del voto de los doctores
Zaffaroni, Highton de Nolasco, Boggiano y Petrachi,
considerandos números veintiuno al veintitrés,
veinticinco, veintiséis, veintinueve al treinta y dos,
treinta y cinco y treinta y ocho-. El ministro Maqueda,
por sus fundamentos, votó en sentido coincidente.
En la causa “Simón” antes citada, se
llegó a idéntica conclusión relativa a la
imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad.
Por último, debe destacarse que la
doctrina también es conteste en la interpretación que
se viene desarrollando. Así, Caramutti sostuvo: “…en
este sentido, entiendo que el derecho de gentes integra
el derecho aplicable en nuestro país desde la
Constitución de 1853/1860 y permite invalidar o
declarar la invalidez originaria de toda norma interna
que se le contraponga. Con ese alcance ni lo resuelto
por la C.S.J.N. en “Simón” y antes en “Arancibia
Clavel”, ni en “Mazzeo”, presenta, en mi opinión, un
conflicto real, sino sólo aparente con el principio de
legalidad penal, ni su principal manifestación, el
principio de retroactividad de la ley penal; tampoco
con el de ley penal más benigna. Los delitos allí
objeto de procesos y a ser juzgados lo eran ya a la
fecha de los hechos, tanto desde el punto de vista del
derecho penal interno (emanado del Congreso) como del
Derecho de Gentes. El principio de imprescriptibilidad
de éstos delitos y su caracterización como de lesa
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humanidad ya estaban determinados a esa época por el
derecho de gentes” (CARAMUTTI, Carlos; “Delitos de lesa
humanidad” Ed. Ediar, Buenos Aires, 2009, pág. 25).
En la misma inteligencia, la Cámara
Federal de Casación Penal, se ha pronunciado
sosteniendo la imprescriptible e inderogable obligación
del Estado Argentino de investigar y de sancionar los
delitos de lesa humanidad, deber que, como es sabido,
se erige como imperativo jurídico para todos los
Estados y que tiene primacía sobre cualquier
disposición en contrario de los ordenamientos jurídicos
internos. Así lo destaca el Dr. Mariano Borinsky, en
una sentencia casatoria recaída recientemente en los
autos "Amelong, Juan Daniel y otros /recurso de
casación e inconstitucionalidad" -Sala III C.F.C.P.-,
invitando a confrontar las citas de ese tribunal
revisor, y menciona al respecto: causa n° 7896
"Etchecolatz, Miguel Osvaldo s/ recursos de casación e
inconstitucionalidad", rta. el 18/5/07, reg. 10488;
causa n° 7758 "Simón, Julio Héctor s/recurso de
casación, rta. El 15/05/07; causa n° 9517, "Von
Wernich, Christian Federico s/recurso de casación, rta.
el 27/03/09, reg. n° 13.516; causa n° 13.073, "Arias,
Carlos Alberto y Zírpolo, Luis Ángel s/recurso de
casación", rta. el 24/11/11, reg. n° 18.879; causa n°
14.571 "Videla, Jorge Rafael s/rec. de casación", rta.
el22/6/12, reg. n 19.679, (fallada por el suscripto) y
causa n°16.179 "Bustos, Pedro Nolasco; Olivieri, José
Filiberto y Worona, Jorge Vicente s/recurso de
casación", rta. el 15/05/13,reg. n° 21.056, todas de la

165
Sala I; causa 12.652 "Barcos, Horacio Américo s/recurso
de casación, rta. el 23/03/12, reg. n° 19.754, causa n°
10.431, "Losito, Horacio y otros s/recurso de
casación", rta. el 18/04/12, reg. n° 19.853, causa
12.314"Brusa, Víctor Hermes s/rec. de casación, rta. el
18/5/12, reg.n° 19.959 y causa n° 11.515 "Riveros,
Santiago Omar y otros s/recurso de casación", rta. el
7/12/12, reg. n° 20.904 (fallada por el suscripto),
todas de la Sala II; causa n° 9896,"Menéndez, Luciano
Benjamín y otros s/recurso de casación", rta.el
25/08/10, reg. n° 1253/10 y recientemente en mi voto in
re "Albornoz, Roberto y otros s/ rec. de casación",
causa n°9813.085/13.049, rta. el 8/11/12, reg. n°
1586/12 (fallada por el suscripto) de esta Sala III y
causa n° 11.545, "Mansilla, Pedro Pablo y otro", rta.
el 26/09/11, reg. n° 15.668; causa n° 10.609,
"Reinhold, Oscar Lorenzo y otros s/recurso de casación,
rta. el 13/02/12, reg. n° 137/12; causa n° 12.821,
"Molina, Gregorio Rafael s/recurso de casación", rta.
el 17/02/12, reg.n° 162/12; causa n° 13.877, "Rezett,
Fortunato Valentín s/recurso de casación", rta. el
16/04/12, reg. n° 516/12; causa n° 14.075 "Arrillaga,
Alfredo Manuel, Pertusio, Roberto Luis y Ortiz, Justo
Alberto Ignacio s/rec. de casación", rta. 14/05/12,
reg. n° 743/12; causa n° 12.038 "Olivera Róvere, Jorge
Carlos y otros s/recurso de casación", rta. el
13/06/12, reg. n° 939/12; causa n° 13.667 "Greppi,
Néstor Omar y otros s/recurso de casación", rta. el
23/08/12, reg. n° 1404; causa n° 13.546"Garbi, Miguel
Tomás y otros s/recurso de casación", rta. el 22/04/13,
reg. n° 520/13; y causa n° 15.660 "Martínez Dorr,
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Roberto José s/recurso de casación", rta. 31/05/13,
reg. n°872/13".
Se advierte conforme a lo dicho que la
posición de este Tribunal, relativa a la
imprescriptibilidad de la acción de los delitos por el
que fueran requeridos los procesados, se sustenta en lo
reiteradamente sostenido tanto en estos autos en
diversas instancias, como en la jurisprudencia ya
citada de nuestro más alto tribunal, y también por la
doctrina. Por ello corresponde el rechazo del planteo,
por improcedente.
II.) Nulidades en torno a la afectación
de principio de congruencia procesal.
II. a) Nulidad del requerimiento de
elevación a juicio por afectación al principio de
congruencia procesal por variación de la atribución de
responsabilidad de los imputados.
El Dr. Gerardo Ibáñez sostuvo que su
defendido, Norberto Ferrero, fue procesado en tres
oportunidades en las causas por lo que luego ha sido
elevado a juicio y allí siempre se le otorgó el grado
de partícipe necesario, pero al momento de producir sus
conclusiones sobre la prueba producida en el debate, la
fiscalía se apartó de esta figura, ya que ello
implicaba la demostración especifica del aporte que
Norberto Ferrero habría realizado para que se
cometieran los delitos por los que fue traído a juicio.
En este sentido, adujo que como solo
existe una responsabilidad objetiva y por ello se
realizó una imputación por autoría mediata. Agregando

167
que es normal que ante la ausencia de elementos para
demostrar la participación, se tenga que recurrir a
este tipo de grado de participación.
Por ello, concluyó que la mutación
producida en la acusación inicial -plasmada en el
requerimiento de elevación a juicio- y la sostenida en
la etapa final del juicio –al producirse los alegatos-
en relación al grado de participación en qué habría
actuado su defendido resultaba violatorio del principio
de congruencia procesal y del derecho de defensa en
juicio peticionando por ende su nulidad.
En mismo rumbo, el Dr. Julio Agnoli, en
defensa de Daniel F. Quintana, solicitó la nulidad del
requerimiento de elevación a juicio del acusador
público y de todos los actos que son su consecuencia,
en cuanto se apartó del Acuerdo 37/2006 de la C.F.A.R.,
en virtud de que efectuó una modificación de la calidad
de participación de su defendido, quien en la
resolución mencionada fue considerado partícipe y se lo
acusó como autor.
Citó en apoyo de su argumento el reciente
fallo de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional en los autos “C.E.L.” del 22 de
agosto de 2014 y lo resuelto por este Tribunal en la
causa “Scarcelo, Natalia S/ ley 23.737”, Expte. Nº
149/10, Resolución nº 14/2013 del 14 de agosto de 2013.
Finalmente, y referido a la variación en
el grado de participación, el Dr. Fabio Procajlo en
defensa de Antonio Federico Bossié, explicó que en los
alegatos se lo acusó por “organizador”, lo que viola la
congruencia porque el juez de instrucción había
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ordenado la elevación de la causa a juicio como
“cómplice”.
Citó la “causa 13” y efectuó una crítica
a la teoría de la autoría desarrollada por Roxin,
exponiendo que cuando el hombre de adelante es libre
resulta difícil responsabilizar al anterior.
Indicó que el principio insoslayable es
el de legalidad y que la autoría mediata no está
prevista en la ley argentina, por lo que no es
aceptable la concepción extensiva del concepto de autor
por dominio de la organización. Al respecto indicó que
este concepto es de por sí una extensión de la teoría
del dominio de la voluntad o del hecho, lo que lleva
irremediablemente a la inseguridad jurídica y a la
arbitrariedad. Citó en el mismo sentido a Gimbernat
Ordeit, Cerezo Mir, Jescheck y, entre los autores
nacionales, a Fierro, Jorge de la Rúa y Carlos Creus.
Por último, señaló que la acusación,
mediante una interpretación forzada e incompatible con
nuestro texto legal, ha solicitado la condena de
Antonio Bossié, por aplicación de la tesis de Roxin (u
otras formas de autoría por organización), por el
simple hecho de que le resultó imposible acreditar la
supuesta participación de su defendido en los delitos
endilgados
Sobre estos planteos, el Dr. Reynares
Solari, se opuso, indicando que en el caso de Norberto
Ferrero no habría perjuicio alguno, porque tanto la
autoría como la participación necesaria tienen la misma
pena y observó que tampoco se afecta la congruencia,

169
porque los hechos fueron imputados por su carácter de
jefe del área 132. Al respecto sostuvo que si bien en
un momento se consideró que la intervención de Ferrero
como jefe del área lo era en carácter de participe, ese
Ministerio consideró que en realidad lo fue en carácter
de autor.
De manera similar, se opuso al planteo
del Dr. Fabio Procajlo, en cuanto indicó que nuestro
Código Penal data del año 1921 y es lo suficientemente
austero para posibilitar que a él le sean aplicadas
todas las doctrinas. Explicó que todas encuadran
perfectamente, ya que no se cierra a ninguna
interpretación.
Expuso que considerar que el art. 45 es
militante de alguna de las teorías sería pensar que el
C.P. puede ser interpretado a partir de la teoría
formal objetiva, que era la vigente, por lo que tampoco
podríamos aplicar la teoría del dominio del hecho. Así,
señaló que esta austeridad es la que posibilidad que la
doctrina de autoría por aparatos organización de poder
sea aplicable, en atención a que, de no ser así, el
propio art. 45 sería inconstitucional, ya que la única
manera en que se podía cometer homicidio sería como
autor individual, porque el C.P. condena el que “matare
a otro”.
Afirmó que así se resolvió en la causa
conocida como “Saint Amant I”, donde se señaló
claramente que la teoría de los aparatos organización
de poder, más allá de las críticas que podamos tener,
no puede considerarse que sea incompatible con el art
45 del C.P. Por último, manifestó que tampoco se ha
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demostrado el perjuicio, y que la crítica realizada es
sólo una discrepancia doctrinaria con la teoría de
aparatos organizados de poder.
Las representantes de las querellas, por
su parte, también solicitaron que se rechacen estos
pedidos, adhiriendo a los argumentos dados por el señor
fiscal y citando, entre otros, jurisprudencia del
Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Córdoba.
En respuesta a los planteos efectuados,
debe decirse que, tanto la teoría que explica la
comisión de un delito como autor mediato, como la que
lo hace a través de la autoría del hecho, refieren a un
mismo y único supuesto, regulado en el art. 45 del
Código Penal.
Resulta indistinto y no produce menoscabo
alguno al Derecho de Defensa en juicio la “mutaciones”
antes referidas. Las Defensas preparan su estrategia en
función de la imputación que se les hace a sus pupilos
respecto de la comisión de un delito determinado. Su
esfuerzo estará encaminado a demostrar que tal delito
no ha sido cometido por sus defendidos, las variaciones
relativas a la autoría de esos hechos, no impacta ni
modifica la calificación jurídica elegida ni la pena
consignada.
En todos los casos, existe identidad
fáctica entre los hechos por los cuales se procesó y
requirió a Norberto Ferrero, Antonio Federico Bossié y
Daniel Fernando Quintana en la presente causa y por los
que finalmente fueron acusados.

171
En efecto, se puede observar claramente,
que fueron los mismos hechos y con las mismas
circunstancias por los cuales se los indagó.
La circunstancia de que al momento del
requerimiento se los haya considerado “autor mediato”,
no obsta que las pruebas producidas en la audiencia de
debate, permitan al Fiscal considerarlos “autores” de
los mismos hechos por los que fueron indagados,
procesados y oportunamente requerido a juicio, máxime
si se tiene en consideración que por tal motivo, como
se ha adelantado, no se vio agravada la situación
procesal de los encartados.
En este sentido se ha dicho que “…Para la
determinación del hecho y su significación jurídica, el
tribunal de juicio debe partir en su análisis de la
hipótesis imputativa circunscripta por el fiscal en su
acusación y, a tal efecto, el requerimiento de
elevación a juicio y el alegato final operan como dos
actos complementarios, pudiendo el segundo excluir pero
no ampliar, aspectos de aquélla abarcado por el
primero”. (Del voto del Dr. Diez Ojeda) Tribunal:
Cámara Nacional de Casación Penal, sala IV, del
22/10/2008, “Kelemen, Julio César s/rec. de casación”.
Dicho esto, y atento a que los supuestos de
incongruencia en el proceso penal se pueden presentar
de dos maneras: “a) La primera, denominada
incongruencia subjetiva, que surgiría cuando el órgano
jurisdiccional condena o absuelve a quien no está
identificado como imputado en el proceso, o bien, omite
condenar o absolver. b) La segunda, denominada
incongruencia del material fáctico, se presentaría
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cuando el pronunciamiento resuelve una cuestión de
hecho no introducida oportuna y debidamente al imputado
durante el proceso, o bien, omite resolver en forma
completa sobre el hecho incriminado condenando o
absolviendo” (cfr. RÍOS, Ramón T., Proceso penal,
principio dispositivo, congruencia y recursos, en J. A.
1984-IV), es que corresponde afirmar que en el caso de
marras no se ha violado el principio en crisis.
En este sentido, se entiende por
principio de congruencia que: “debe mediar una
permanente e inmutable identidad, entre el hecho
demarcado por el Ministerio Público Fiscal en el
requerimiento de instrucción, el que se le incrimina al
imputado en su primera declaración, y aquel por el que
se lo procesa, se lo acusa y se le dicta sentencia; no
pudiendo variarse en ninguna de estas etapas la
demarcación fáctica, teniendo el órgano jurisdiccional
limitada su potestad a este respecto, debiendo resolver
sólo en relación a ese hecho, condenando o absolviendo
por el mismo” (cfr. JAUCHEN, Eduardo, El principio de
congruencia en el proceso penal, en El Imparcial, Sana
Fe, 22-11-84).
La doctrina va incluso más allá de lo
hasta aquí expuesto cuando dice que: “… la congruencia
refiere, como ya se adelantó, al hecho y no al derecho.
El principio impone la identidad fáctica del suceso
incriminado, más la calificación legal que al mismo le
corresponde puede variar durante todo el proceso
mientras no se altere el hecho. El procesamiento
durante la investigación puede otorgarle una adecuación

173
típica y el fiscal otra al momento de acusar; a su vez,
la calificación legal formulada por el fiscal no es
vinculante para el órgano jurisdiccional, ya que en
virtud del principio iura novit curia, éste puede
adecuar la conducta incriminada en otro tipo penal,
pero sin alterar el contenido fáctico” (JAUCHEN,
Eduardo M., “El juicio oral en el proceso penal”, Ed.
Rubinzal-Culzoni, pág. 61).
En relación a las facultades del órgano
jurisdiccional precedentemente mencionadas, se ha
expresado que la correlación fáctica sigue existiendo
“…siempre que la situación de hecho descripta en el
requerimiento fiscal sea esencialmente igual a la
enunciada en la sentencia…”, incluso aunque el Tribunal
pase de un tipo penal a otro, se considere consumado un
delito que en principio era considerado tentado, o se
cambie de un concurso ideal a uno real (VÉLEZ
MARICONDE, Alfredo, Derecho procesal penal, T. II, p.
237, Lerner, Buenos Aires, 1969). Atento lo expuesto,
va de suyo que manteniéndose la misma base fáctica a lo
largo de todo el proceso –tal cual el caso en
tratamiento-, no puede considerarse afectado el
principio de congruencia.
La confusión en que incurren las defensas
al considerar que se está violando el principio de
congruencia, encuentra solución al indagar acerca de la
razón que le asigna tamaña importancia al principio
tratado; así, se observa que éste existe para “no dejar
desamparado al imputado ni a su defensor respecto a las
posibilidades de refutación, prueba y alegación contra
el cargo que se le formula” (JAUCHEN, Eduardo M., “El
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juicio oral en el proceso penal”, Ed. Rubinzal-Culzoni,
pág. 60), vinculándolo con la forma de ponderar cuando
se acredita tal extremo, de ello se ha dicho que:
“…Todo aquello que, en la sentencia, signifique una
sorpresa para quien se defiende, en el sentido de un
dato, con trascendencia en ella, sobre el cual el
imputado y su defensor no se pudieron expedir,
cuestionarlo y enfrentarlo probatoriamente, lesiona el
principio estudiado” (MAIER, J. “Derecho procesal penal
argentino”, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1989, t. I-B,
p. 336).
En este estado, estamos en condiciones de
afirmar que la decisión del Ministerio Público Fiscal
de acusar a los imputados en calidad de autor, devino
inexorable, como única conclusión posible a raíz de los
testimonios escuchados durante el debate. De ellos,
surge evidente la labor desarrollada por Bossié,
Ferrero y Quintana en el plan criminal previamente
trazado. Todo ello, en el marco del debido proceso, en
el cual las defensas contaron con la posibilidad de
interrogar a dichos testigos y finalmente, de valorar
la prueba conforme a derecho.
Por lo expuesto, cabe concluir que el
haber considerado a los encartados como autores de los
delitos imputados, no afectó, en lo absoluto, el
ejercicio del derecho de defensa en juicio y debe
rechazarse este planteo incoado por las defensas.
II. b) Nulidad de las declaraciones
indagatorias de Daniel Fernando Quintana y Carlos
Enrique Rocca peticionada por los Defensores Públicos

175
Oficiales Julio Agnoli y Fabio Procajlo y la
consecuente violación al principio de congruencia
procesal.
El Dr. Julio Agnoli, en defensa de Daniel
Fernando Quintana, sostuvo que una correcta intimación
del hecho imputado posibilita el respeto al principio
de congruencia, que hace a la defensa en juicio (Art.
18 CN). Por ello, tras efectuar una lectura de los
hechos que se le imputaron a su defendido en el acto de
declaración indagatoria, concluyó que la imputación se
circunscribió a mencionar solamente tipos penales y no
se hizo referencia a los hechos.
Al respecto, destacó que normativamente,
el art. 298 CPPN, reglamentario del art. 8.2.b de la
CADH y 14.3 a. del PIDCP, indica que el juez informará
detalladamente al imputado cuál es el hecho que se le
atribuye, y que hecho es acción u obra, lo
lingüísticamente que se representa mediante un verbo.
Por tal motivo, deben imputarse hechos, conductas o
acciones, no tipos penales.
Luego criticó la imputación porque carece
de referencia al grado de participación de su defendido
y destacó que los delitos de homicidio y tormentos
presentan una diversa variedad de medios comisivos y
que, en el caso concreto, debieron ser puestos en
conocimiento de Quintana. Finalmente, sobre éste punto,
expuso que la omisión de esta descripción lesionó el
derecho de defensa, por lo que debía decretarse la
nulidad de este acto y la consecuente absolución de su
pupilo procesal.
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A su vez, el Dr. Fabio Procajlo, en
sentido similar, indicó que a su defendido Carlos
Enrique Rocca, no le fue imputado ninguna de las
diversas acciones típicas contenidas en el art. 181 del
Código Penal. Incluso, destacó que el requerimiento de
elevación a juicio no describe ninguna conducta.
El Fiscal General, por su parte, indicó
que a su entender el hecho está lo suficientemente
imputado y que imputación sólo debe contener los hechos
relevantes, lo que a su entender se encuentra cumplido
y que por ello debe rechazarse este pedido de nulidad.
En el tratamiento de la cuestión, es del
caso indicar que tanto la defensa de Carlos Rocca como
la de Daniel Fernando Quintana coinciden en sostener
que en los actos de indagatorias, donde constan las
comunicaciones de las imputaciones, no se han realizado
conforme lo establece el código de rito.
Respecto de Carlos Rocca, a fs. 1479/1480
vta. del expediente nº 85000028/2012, surge que se le
imputó: 1) la privación ilegítima de la libertad,
tormentos y homicidio de los que resultaron víctimas
Carlos Benjamín Santillán y María Cristina Lanzillotto
de Santillán, hecho que tuvo comienzo de ejecución el
día 17 de noviembre de 1976 en las ciudades bonaerenses
de Pergamino y San Nicolás; 2) la privación ilegítima
de la libertad de que resultaron víctimas los entonces
menores María Lucila Santillán y Jorge Francisco
Santillán, hechos que tuvieron comienzo de ejecución en
la ciudad bonaerense de Pergamino, el día 17 de
noviembre de 1976 y final de ejecución en el mes de

177
febrero del año 1977 en el barrio Fisherton de la
ciudad santafesina Rosario; 3) la privación ilegítima
de libertad y tormentos de los que resultó víctima
Benjamín Santillán, hecho que tuvo comienzo de
ejecución en el mes de enero de 1977 en Pergamino y
final de ejecución en el mismo mes y año en la ciudad
de Arrecifes, ambos de la provincia de Buenos Aires; 4)
la usurpación del inmueble de calle Rivadavia nº 954 de
la ciudad bonaerense de Pergamino, provincia de Buenos
Aires, propiedad del matrimonio Santillán-Lanzillotto,
como así también la sustracción de sus muebles y
enseres; 5) la privación ilegítima de la libertad y
tormentos de Marta Beatriz San Martín y Pedro José
Petro, hecho que tuvo comienzo y final de ejecución en
la ciudad bonaerense de Pergamino y San Nicolás, en el
mes de noviembre del año 1976; todos ellos en
oportunidad de desempeñarse –el imputado- como agente
de la policía de la provincia de Buenos Aires, con
destino en la Comisaría de Policía de la ciudad de
Pergamino”.
A su vez, a Daniel F. Quintana se le
imputó: "1) la privación ilegítima de la libertad,
tormentos y homicidio de los que resultó víctima Oscar
Omar Hofer.... 2) la sustracción de enseres, ropas y
muebles de la vivienda que habitaban Oscar Omar Hofer,
su señora María del Rosario Perazzo y una hija menor de
ambos de nombre Érica, propiedad ubicada en calle
Laprida Nro.: 1211 de la ciudad de Baradero.... todo
ello en oportunidad de desempeñarse -el imputado- como
numerario de la policía de la Provincia de Buenos
Aires, con destino en la Brigada de Investigaciones de
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esta ciudad... "(v. fs. 1323/1325 del Expte. nro.:
17/11).
Allí surge claramente la atribución de
hechos respecto de los dos imputados, la cual ha sido
realizada de forma clara, precisa y circunstanciada y
ha permitido conocer a las defensas en todo momento las
circunstancias de modo, tiempo y lugar de los sucesos
atribuidos.
En este sentido, se ha sostenido “Resulta
improcedente declarar la nulidad de las declaraciones
prestadas por los imputados, en los términos del art.
308 del Cód. Procesal Penal de la provincia de Buenos
Aires, con sustento en que la imputación de los hechos
ha sido imprecisa, si los acusados se han defendido
eficazmente, por lo que la imputación tal cual ha sido
realizada no ha generado ningún perjuicio a los
imputados –en el caso, en un proceso por el delito de
homicidio agravado en perjuicio de una niña-, pues no
se verifica el requisito que establece la ley para que
proceda tal sanción, como es la existencia de agravio,
ya que sin perjuicio concreto, la declaración de
nulidad es en sólo beneficio de la ley, y no de la
parte a cuyo favor se ha fijado la garantía (del voto
en disidencia parcial del doctor Naldini. Cámara de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón, sala III
• C., G. M. – E., A. F. – B. R., H. E. – L., G. S. –
G., G. F. s/Incidente de apelación de la prisión
preventiva • 17/04/2012 • DPyC 2012 –agosto- , 136 con
nota de Carlos Ignacio Ríos • Sup. Penal 2012-
diciembre-, 24 con nota de Andrés Gabriel Gómez • LA

179
LEY 2013-A, 96 con nota de Andrés Gabriel Gómez •
AR/JUR/22568/2012).
Además, no se puede alegar, como indica
el Dr. Julio Agnoli, que el modo en que se efectuó la
intimación del hecho imputado hubiera implicado una
violación al principio de congruencia. Así, se ha
sostenido jurisprudencialmente “…si lo que nuestra Ley
Fundamental protege es que se le ofrezcan al imputado
todas y cada una de las posibilidades para poder
ejercer su defensa material, y ello como se vio en
autos ha sido plenamente garantizado, pues conforme
surge de las constancias los elementos en crisis
siempre han sido conocidos por el encartado y su
asistencia técnica, no existió aquí afectación
constitucional alguna que haga pasible declaración de
nulidad de ningún tipo. Suprema Corte de Justicia de la
Provincia de Buenos Aires • Acuña, Sergio Aníbal s/
Robo calificado por el uso de arma en grado de
tentativa - 23/11/2005 - 14/138156.
En igual sentido “Lo importante de la
información acerca del hecho que se atribuye pasa por
la circunstancia de que pueda ser comprendida
cabalmente por el imputado y éste tenga la posibilidad
de oponer los medios que hacen a su defensa, en tiempo
oportuno. (Voto de los Dres. Riggi, Ledesma, Tragant).”
(CNCP. Sala III “Rivero, Jorge H. y otros s/ recurso de
casación).
Sobre este punto, calificada doctrina
sostiene que “La ley procesal, con el fin de dotar
certeza, continuidad y eficacia del acto, establece que
la declaración de nulidad será inadmisible -aun cuando
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FRO 82000149/10
se cumplan los tres presupuestos (existencia de un
vicio que torna ineficaz al acto, demostración del
interés jurídico de quien lo articula y de que es ajeno
al vicio que lo invalida, y consignación del agravio
jurídico que su convalidación acarrea al debido
proceso)- cuando quien la alega lo consintió en forma
expresa o tácita, o dejó pasar los términos fijados
para su articulación. La ausencia de planteo oportuno
conlleva la pérdida del derecho y la consolidación del
acto dentro del proceso...” (Lorences, Valentín Héctor
“Recursos en el proceso penal”. de. Universidad. Pág.
115).
Por lo expuesto, corresponde rechazar el
planteo de nulidad incoados por las defensas de los
imputados Rocca y Quintana , por considerar que la
imputación fáctica estuvo, respecto de ambos,
correctamente formulada, y, por ende, rechazar el
planteo de conculcación del principio de congruencia,
ya que conforme puede apreciarse de las actas de
indagatorias surge claramente los hechos intimados y la
cabal comprensión de los imputados al respecto,
pudiendo a consecuencia, ejercer a lo largo de todo el
proceso el efectivo ejercicio de sus defensas.
II c).- Nulidad del auto de procesamiento
de Daniel Fernando Quintana y Acuerdo de la CFAR Nro.
37/2010, por violación al principio de congruencia.
El Dr. Agnoli argumentó este pedido por
considerar que en el auto procesamiento dictado por el
Juez de instrucción, como en la posterior confirmación
del mismo, por la C.F.A.R., se agregó sorpresivamente,

181
sin la debida imputación, dos circunstancias
agravantes: “violencia” en la privación de la libertad;
y, respecto del homicidio, “el concurso de varias
personas”, lo que en definitiva afecta al derecho de
defensa y el debido proceso.
Citó fallos de la CSJN y de la CFAR e
indicó que el acusador tuvo la oportunidad de agregar
estas agravantes, conforme lo establece el art. 381 del
CPPN y no lo hizo, por lo que la irregularidad
subsiste.
En el tratamiento de la cuestión que
agravia a la defensa, corresponde recordar que al
momento de resolver provisoriamente la situación
procesal de Daniel Quintana, el juez de instrucción
dispuso: decretar el auto de procesamiento con prisión
preventiva de Daniel Fernando Quintana, por
considerárselo, penalmente responsable del delito de
privación ilegal de la libertad, agravada por mediar
violencia, respecto de Oscar Omar Hofer en los términos
del art. 144 bis inc. 10 y último párrafo, en función
del art. 142 inc. 10 -ley 14616- del Código Penal...,
en concurso real con el delito de tormento, que
damnificó a Oscar Omar Hofer en los términos del art.
144 ter, párrafo 1°..., en concurso real con el delito
de homicidio agravado respecto de Oscar Omar Hofer,
previsto y reprimido por el art. 80 inc. 6° del Código
Penal...., en la calidad de partícipe necesario (art.
45 CP); además, por considerárselo "prima facie"
penalmente responsable del delito de sustracción de
enseres, ropas y muebles de la vivienda que habitaban
Oscar Omar Hofer , su señora María del Rosario Perazzo
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FRO 82000149/10
y una hija menor de ambos de nombre Érica... en calidad
de autor.....".
Luego por resolución nro. 37/10 del 3 de
mayo del 2010 la C.F.A.R. resolvió confinar la
Resolución nro. 318/07, de fecha 10 de septiembre del
2010.
En este sentido, la defensa indica que en
la descripción de la conducta que se le atribuyó en la
declaración indagatoria del imputado de fs. 1323/1325,
no contenía ninguna de las circunstancias abarcadas por
las agravantes que luego fueron indebidamente incluidas
y que ello violó el derecho de defensa por afectación a
la congruencia procesal.
En efecto, considerando que en la
declaración indagatoria se determina una calificación
provisoria de los hechos imputados, que a criterio de
este Tribunal, no circunscriben la imputación sino que
simplemente posibilitan un mejor conocimiento técnico
de ella hacia el imputado y toda vez que en el presente
caso no se evidenció una diferencia entre los hechos
que se le imputaron y la posterior calificación
jurídica que le asignaron a los mismos, se considera, a
diferencia de lo que argumenta la defensa, que el
principio de congruencia no se vio afectado por cuanto
la materialidad de los sucesos continuó siendo la
misma.
Además, conforme surge de la lectura de
la declaración de fs. 1323/1325, a Daniel F. Quintana
se lo puso en conocimiento con claridad meridiana de
cuáles eran los hechos que se le imputaban, el modo en

183
los que los ejecutó y el cargo funcional que el mismo
ostentaba al tiempo de realizarlos, como así también la
totalidad de las pruebas que el juez de instrucción
había reunido hasta ese momento en su en su contra,
diciendo el declarante que las comprendía en su
totalidad.
Es así, que la descripción fáctica que
realiza el juez al momento de producir la indagatoria
de modo alguno implica determinar de manera absoluta y
de antemano una calificación jurídica que impida
posteriormente, al proceder al dictado del auto de
procesamiento, agregar atenuantes o, como en el caso,
incluir alguna agravante.
Así, habida cuenta que tanto el imputado
en sus defensas materiales, como su letrados al ejercer
las defensas técnicas, tuvieron una contemporánea y
cabal información acerca del “factum” como así también
de todas sus circunstancias concomitantes en la que el
mismo se produjo y que fueron recolectadas en la
instrucción, mal pueden ahora alegar conclusiones al
principio mencionado, cuando surge de autos que se
defendieron en plenitud acerca de todos sus extremos.
Siendo ello así, el agravio tal como se
invoca no puede prosperar por no haber existido
vulneración alguna al principio de congruencia
procesal, máxime cuando la identidad absoluta de los
hechos y su calificación jurídica solo se exige entre
la requisitoria de elevación a juicio y la sentencia
definitiva.
En esta inteligencia, se ha sostenido que
“el requerimiento de elevación que provocó la apertura
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del juicio, teniendo en consideración el relato del
hecho atribuido, permitió al imputado articular en
plenitud su defensa material y técnica respecto de su
intervención en el hecho por el que en definitiva fue
condenado. Y ello se refleja en el acta de debate, a
través de la prueba rendida durante el juicio,
circunstancias sobre las cuales el defensor tuvo la
oportunidad de probar, contradecir y alegar en el
momento oportuno, ya que la necesaria correlación entre
acusación y sentencia que establece la regla del art.
401 del Código Procesal Penal de la Nación,
supone que la base fáctica contenida en el documento
acusatorio sea trasladada sin alteración de sus
aspectos esenciales a la sentencia” (CNCP, Sala III in
re “García, Hugo Amadeo s/ recurso de casación”, reg.
Nro. 1338.07.03).
Por todo lo expuesto, corresponde el
rechazo de la nulidad invocada por el Dr. Julio Agnoli.
II d).- Declaraciones parciales de
nulidad de los alegatos formulados por el Ministerio
Público de la acusación y la de la Secretaría de
Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires por
variación entre los mismos y las requisitorias de
elevación a juicio.
El defensor Público Oficial, Fabio
Procajlo, requiere la declaración de nulidad parcial
del alegato formulado por el Fiscal General, Dr.
Federico Reynares Solari, por considerar que existe una
incongruencia entre el requerimiento de elevación a
juicio y los alegatos formulados por el mismo contra

185
sus defendidos Rojas, González, Sinigaglia, Lucero y
Almada, en tanto hizo concursar de manera ideal los
delitos de privación ilegítima de libertad y tormentos,
cuando únicamente se habían elevado a juicio a sus
defendidos por el primero.
Al respecto, el Dr. Procajlo manifestó,
en primer lugar, que el Sr. Fiscal incurrió en un mero
voluntarismo y, por tanto, arbitrario, al pretender
concursar idealmente lo que él mismo considera un
concurso real, es decir, dos hechos independiente,
donde como razón para ello que no podía acusar por
tormentos de manera material, ya que no había sido
elevado a juicio.
Además, sostuvo que la no elevación a
juicio de los hechos de tormentos imputados a sus
defendidos no es caprichosa ni obedece a omisión
alguna, sino que se motiva en que la CFAR revocó el
procesamiento respecto de los González, Sinigaglia,
Lucero y Almada, disponiendo la falta de mérito, en
virtud de que los tormentos que pudieran haber sufrido
Lita y Ocariz, se habrían sucedido en otra ciudad
diversa de la que cumplían funciones los nombrados; y
el Juez Federal en el auto de elevación a juicio –
tomando como fundamento el fallo de la Cámara- lo hizo
respecto de Rojas.
Expuso que no se trata de un mero cambio
de calificación, porque el mismo fiscal reconoció que
son hechos independientes y que concurren realmente,
pero para acusar por el hecho más grave de tormento,
recurre al embuste de etiquetas y ahora nos dice que
los hará concurrir idealmente, como si con su sola
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voluntad podría modificar la realidad de los hechos y
la ley aplicable; arbitrariedad que, a criterio del
defensor, no puede ser admitida por el Tribunal.
Indicó que pretender que la adición de un
hecho con su calificación legal resulta insustancial
para la estrategia de defensa es absolutamente errado,
ya que por el contrario ella se desbarata, por ejemplo,
ante los diversos extremos que deben desvirtuarse y por
ende, al formular preguntas a los testigos e inclusive
sus defendidos en sus declaraciones indagatorias se
vieron impedidos de defenderse de dicha imputación,
simplemente porque en el requerimiento de elevación a
juicio y el auto de elevación a juicio no estaba
contenida.
Citó jurisprudencia de la Corte Suprema
que avala su pedido - voto concurrente de los Dres.
Zaffaroni y Lorenzetti en el precedente “Ciuffo”- y
concluyó que la acusación por tormentos resulta
flagrantemente violatoria del principio de congruencia,
vulnerando garantías constitucionales, tales como el
derecho de defensa en juicio y el debido proceso en
perjuicio de los imputados, tratándose, por ende, de
una nulidad absoluta.
Del mismo modo, el citado defensor
peticionó la nulidad parcial de los alegatos de la
fiscalía y de la Secretaría de Derechos Humanos de la
Provincia de Buenos Aires, por afectación del principio
de congruencia respecto del delito de torturas acusado
a su defendido Edgardo Antonio Mastrandrea, por la
víctima Mario Juan Francisco Contartese.

187
Al respecto, el Sr. Defensor Público
Oficial, indicó que en los alegatos mencionados se
acusó a su defendido por el delito de torturas respecto
de la víctima citada, cuando éste no formó parte de la
imputación realizada en su declaración indagatoria, lo
que constituye violación al principio de congruencia.
Sobre ello, el Fiscal General indicó que
ese Ministerio, en sus alegatos había hecho una
descripción del plan sistemático y en tres puntos de
éste se describió cómo eran las privaciones ilegitimas
de libertad en ese plan: captura, alojamiento en
lugares de dependencia militar y el sometimiento a
condiciones inhumanas de vida para quebrar su voluntad.
Expuso que lo que hizo la fiscalía fue
calificar como tormentos ese “cómo” de la detención e
indicó que cuando argumentó que la Cámara Federal de
Apelaciones descartó el delito de tormentos, lo fue
porque el interrogatorio bajo tormento no había sido
probado pero nunca rechazó la privación de la libertad
tormentosa, por lo que requirió que se rechace esta
articulación e hizo reserva de casación y
extraordinario.
A su vez, por similares fundamentos, la
querella, solicitó se rechace esta petición de
nulidad.
Al respecto, corresponde indicar que
como bien sostiene el Defensor Oficial, al momento de
emitir sus conclusiones sobre la prueba producida en el
debate el Fiscal General amplió la acusación y se
debió declarar:
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
a) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra
Clementino Omar ROJAS, por no encontrarse contenido en
el requerimiento de elevación a juicio, respecto del
delito de tormentos agravados por ser la víctima
perseguido político en los términos del art. 144 ter
del C.P. en perjuicio de Jorge Enrique Ocariz.
b) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra Juan
Alberto GONZÁLEZ, por no encontrarse contenido en el
requerimiento de elevación a juicio, respecto del
delito de tormentos agravados por ser la víctima
perseguido político en los términos del art. 144 ter
del C.P. en perjuicio de Luis Eduardo Lita.
c) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra Julio
Alberto ALMADA, por no encontrarse contenido en el
requerimiento de elevación a juicio, respecto del
delito de tormentos agravados por ser la víctima
perseguido político en los términos del art. 144 ter
del C.P. en perjuicio de Jorge Enrique Ocariz.
d) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra
Miguel Ángel LUCERO, por no encontrarse contenido en el
requerimiento de elevación a juicio, respecto del
delito de tormentos agravados por ser la víctima
perseguido político en los términos del art. 144 ter
del C.P. en perjuicio de Jorge Enrique Ocariz.
e) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra Luis

189
Antonio SINIGAGLIA, por no encontrarse contenido en el
requerimiento de elevación a juicio, respecto del
delito de tormentos agravados por ser la víctima
perseguido político en los términos del art. 144 ter
del C.P. en perjuicio de Jorge Enrique Ocariz.
f) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra
Edgardo Antonio MASTRANDREA por el Ministerio Público
Fiscal por el delito de tormentos agravados por
resultar las víctimas perseguidos políticos (art. 144
ter del C.P. –ley 14.616-) en perjuicio de Mario
Contartese.
Además, de oficio, éste Tribunal declaró:
a) La nulidad parcial de la acusación
formulada contra Manuel Fernando SAINT AMANT por el
Ministerio Público Fiscal y la Secretaría de Derechos
Humanos de la Provincia Buenos Aires, por no
encontrarse contenidos en los requerimientos de
elevación a juicio, respecto de: 1) la agravante de
“ser las víctimas perseguidos políticos” contenida en
el art. 144 ter del C.P. –ley 14.616- en relación a las
víctimas José María Budassi, Pablo Leonardo Martínez,
Alicia Inés Cámpora, María Luisa Corelli y Gustavo
Carlos De Cara; 2) el delito de tormentos agravados por
resultar las víctimas perseguidos políticos (art. 144
ter del C.P. –ley 14.616-) en perjuicio de las víctimas
Guillermo Estalle, Mario Contartese, Carlos Andrés
Farayi, Gerardo Jorge Cámpora y Carlos Armando Grande;
y 3) las agravantes de “alevosía” y “para procurar su
impunidad” contenidas en los incisos 2º y 7º del art.
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FRO 82000149/10
80 del C.P. en relación a las víctimas Carlos Armando
Grande, Gerardo Jorge Cámpora y Carlos Andrés Farayi.
La nulidad parcial de la acusación
formulada contra Manuel Fernando SAINT AMANT por el
Ministerio Público Fiscal, por no encontrarse contenido
en el requerimiento de elevación a juicio, respecto de:
1) el delito de tormentos agravados por resultar las
víctimas perseguidos políticos en los términos del art.
144 ter del C.P. en perjuicio de, Gustavo Eduardo
Gonzalo Montalvo, Alfredo Pedro Velasco, Orlando Benito
Brambilla, Florencio Gamarra, Hugo Pascual Lima, Jorge
Guillermo Lima, Manuel Gil Morales, Mario Osvaldo
D´Imperio, José Edgardo D´Imperio, Mario Humberto
Verandi, Marcelo Raúl Beguelin, Horacio Luppi, Pedro
César Marchi, Rubén Darío Reynoso, Rodolfo Abel Kremer,
Naldo Brunelli, Julio Raúl Peris, Carlos Alberto
Pheulpin, Juan Carlos Pérez, Domingo Pierro, Pablo
Rubén Fioravantti, Benjamín Santillán, María Lucila
Santillán y Jorge Francisco Santillán; 2) la agravante
de “para procurar su impunidad” del inciso 7º del art.
80 del C.P. por las víctimas Rubén Darío Reynoso,
Rodolfo Abel Kremer, Abel Ramón Acosta, Julio Raúl
Peris, Leonor Genoveva Pierro, Carlos Benjamín
Santillán y María Cristina Lanzillotto; y 3) la
agravante del inciso 5º del art. 184 en función del
art. 183 del C.P. en perjuicio de la vivienda de Raúl
Peris.
La nulidad parcial de la acusación
formulada contra Manuel Fernando SAINT AMANT por el
Ministerio Público Fiscal y la querella particular de

191
Pablo Héctor Pérez, por no encontrarse contenidos en
los requerimientos de elevación a juicio, respecto de
la agravante “para procurar su impunidad” contenida en
el inc. 7º del art. 80 del C.P. respecto de la víctima
Carlos Gerardo Pérez.
b) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra
Antonio Federico BOSSIÉ, por no encontrarse contenidos
en el requerimiento de elevación a juicio, respecto de:
1) el delito de tormentos agravados por ser las
víctimas perseguidos políticos (art. 144 ter del C.P. –
ley 14.616-) en perjuicio de Rubén Darío Reynoso,
Rodolfo Abel Kremer, Juan Carlos Pérez, Domingo Pierro,
Pablo Rubén Fioravantti, Carlos Benjamín Santillán,
María Cristina Lanzillotto, María Lucila Santillán y
Jorge Francisco Santillán; 2) la agravante “para
procurar su impunidad” contenida en el inciso 7º del
art. 80 del C.P. por las víctimas Rubén Darío Reynoso,
Rodolfo Abel Kremer y Leonor Genoveva Pierro; y 3) la
agravante de la segunda parte del inciso 2º del art.
166 del C.P. (“despoblado y en banda”) respecto de
Carlos Humberto Pheulpin.
La nulidad parcial de la acusación
formulada contra Antonio Federico BOSSIÉ por el
Ministerio Público Fiscal y la querella particular de
Pablo Héctor Pérez, por no encontrarse contenidos en
los requerimientos de elevación a juicio, respecto de
la agravante “para procurar su impunidad” contenida en
el inc. 7º del art. 80 del C.P. respecto de la víctima
Carlos Gerardo Pérez.
Poder Judicial de la Nación
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c) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra
Norberto Ricardo FERRERO, por no encontrarse contenidos
en el requerimiento de elevación a juicio, respecto de:
1) el delito de tormentos agravados por resultar la
víctima perseguido político en los términos del art.
144 ter del C.P. en relación a Luis Eduardo Lita y 2)
la agravante “para procurar su impunidad” contenida en
el inc. 7º del art. 80 del C.P. respecto de Luis
Francisco Ceccon.
d) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra
Edgardo Antonio MASTRANDREA por el Ministerio Público
Fiscal y la Secretaría de Derechos Humanos de la
Provincia Buenos Aires, por no encontrarse contenidos
en los requerimientos de elevación a juicio, respecto
de: 1) la agravante de “ser las víctimas perseguidos
políticos” contenida en el art. 144 ter del C.P. –ley
14.616- en relación a las víctimas José María Budassi,
Pablo Leonardo Martínez, Alicia Cámpora, María Luisa
Corelli y Gustavo Carlos De Cara; 2) el delito de
tormentos agravados por resultar las víctimas
perseguidos políticos (art. 144 ter del C.P. –ley
14.616-) en perjuicio de Mario Contartese.
e) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra
Roberto Horacio GUERRINA, por no encontrarse contenido
en el requerimiento de elevación a juicio, respecto del
delito de tormentos agravados por ser la víctima

193
perseguido político en los términos del art. 144 ter
del C.P. en perjuicio de Luis Eduardo Lita.
f) La nulidad parcial de la acusación
formulada por el Ministerio Público Fiscal contra
Edgardo Antonio MASTRANDREA por el Ministerio Público
Fiscal y la Secretaría de Derechos Humanos de la
Provincia Buenos Aires, por no encontrarse contenidos
en los requerimientos de elevación a juicio, respecto
de: 1) la agravante de “ser las víctimas perseguidos
políticos” contenida en el art. 144 ter del C.P. –ley
14.616- en relación a las víctimas José María Budassi,
Pablo Leonardo Martínez, Alicia Cámpora, María Luisa
Corelli y Gustavo Carlos De Cara.
En efecto, habida cuenta que hubo, si
en estos casos una fragante variación de las
calificaciones jurídicas contenidas en los
requerimientos de elevación a juicio, agregando
elementos típicos adicionales, que impidió a los
letrados establecer una estrategia de defensa de
acuerdo a las imputaciones por las que fueron traídos a
juicio, es que corresponde en este caso hacer lugar a
la nulidad parcial peticionada.
Se trata de una solución a fin de
preservar el principio que exige una congruencia entre
la acusación y la sentencia, ya que en caso contrario
se aceptaría una novedosa calificación jurídica que
afectaría el legítimo derecho de defensa y acarrearía,
por ejemplo, en el caso de Rojas, Lucero, Sinigaglia y
Almada la imposición de pena mayor.
Sobre el principio de congruencia, la
Corte Suprema de Justicia de la Nación ha dicho desde
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antiguo que si bien en orden a la justicia represiva,
es deber de los magistrados, cualquiera que fuesen la
peticiones de la acusación y la defensa o las
calificaciones que ellas mismas hayan formulado con
carácter provisional, precisar las figuras delictivas
que juzgan, con plena libertad y exclusiva
subordinación a la ley, pero que este deber encuentra
su límite en el ajuste del pronunciamiento a los hechos
que constituyeron la materia del juicio ("Baraldini,
Luis Enrique y otros", Fallos 316:2713, del 2 de
diciembre de 1993 y jurisprudencia allí citada -LA LEY,
1994-D-531-).
Asimismo, ha dicho la CSJN in re “Fariña
Duarte” (06.07.04, Fallos 327:2790) que la sentencia
debe ajustarse a los hechos que son materia de juicio,
incluidas todas sus circunstancias. Porque si se
admitiera la posibilidad de condenar por un hecho
distinto al contenido en la requisitoria de elevación a
juicio, no solo se violaría el principio de
congruencia, sino el de contradicción, afectando el
principio de imparcialidad. Ella es una exigencia
adicional que se desprende del principio acusatorio que
supone, como regla de garantía, que el juzgador queda
ligado a la acusación en el sentido de su imposibilidad
de condenar a persona distinta de la acusada y por
hechos distintos de los imputados en la requisitoria de
elevación a juicio.
Como se sostuvo en “Sircovich” (31.10.06,
Fallos 329:4634), una variación relevante de la
calificación jurídica viola el principio de congruencia

195
cuando conlleva la modificación de aspectos del
sustrato fáctico con el consiguiente desbaratamiento de
la estrategia defensiva. Ello así, el cambio de
calificación legal que el Tribunal adopte será conforme
al art. 18, CN, a condición de que dicho cambio no haya
desbaratado esa estrategia defensiva, impidiéndole
formular sus descargos. Por ello será siempre necesario
verificar –ante todo y conforme lo planteado por los
defensores nulidicentes- si la acusación produjo alguna
modificación de la calificación jurídica con
repercusión en la base fáctica, teniendo en cuenta que
los tipos penales abarcan elementos objetivos y
subjetivos, normativos, y por tanto al cambiar la
premisa mayor, ésta puede contener una situación
fáctico-normativa de diferente naturaleza.
En este caso, a diferencia de los
rechazos anteriores a las solicitudes de nulidad por
violación al principio de congruencia procesal, éste
Tribunal entiende que se ha producido una mutación
esencial entre el hecho intimado y la base fáctica por
la que fueron acusados en el juicio, provocando un
menoscabo insalvable en la facultad de la refutación de
los imputados, al restringírsele o cercenársele la
factibilidad de presentar pruebas en su interés
impidiendo al respecto la estrategia defensiva y
afectando concretamente la defensa en juicio.
Por ello, la impugnación solicitada
resulta procedente y debe declararse la nulidad parcial
de los alegatos de la fiscal y de la querella por
haberse afectado el principio del debido proceso y la
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defensa en juicio (art. 18, Constitución Nacional y
167, inc. 3°, Código Procesal Penal de la Nación).
II. e) Nulidad parcial del alegato fiscal
y del requerimiento de elevación a juicio por
indeterminación del hecho respecto de los imputados
Rojas, Lucero, Almada y Sinigaglia incoado por el Dr.
Procajlo y falta de fundamentación en la acusación del
caso “Hofer”, peticionado por el Dr. Julio Agnoli.
El Dr. Fabio Procajlo, en relación a los
imputados Rojas, Lucero, Almada y Sinigaglia planteó la
nulidad parcial del alegato fiscal y del requerimiento
de elevación a juicio por indeterminación del hecho, ya
que estimó que fue clara la intervención concreta que
llevó a afirmar al fiscal que sus defendidos
participaron en calidad de autores.
Al respecto, señaló “no sabemos si
insertaron o hicieron insertar datos falsos, no sabemos
en qué consistió la privación de libertad que, como
veremos, tiene dos variantes, la privación abusiva de
libertad y la privación formalmente ilegal, el fiscal
parece mencionar a las dos, y no hay un solo dato que
nos indique por qué los considera autores del delito de
tormentos, aunque en este último supuesto se violó
antes el principio de congruencia”.
Citó el voto disidente del Ministro Fayt
en el precedente Arancibia Clavel, en donde destacó que
una adecuada defensa sólo será posible si el imputado
sabe concretamente de qué debe defenderse y el
considerando 71 de dicho precedente, donde el juez de
la Corte Petracchi recordó el fallo del Tribunal

197
Europeo de Derechos Humanos “Matocchia Vs. Italia” del
25/07/2006, concluyendo éste que la extrema gravedad de
los hechos, así como las dificultades probatorias que
se pueden presentar frente a ciertos delitos, sea que
ellas deriven de las características del tipo penal, o
bien, de circunstancias de hecho, como por ejemplo, el
alejamiento en el tiempo del hecho investigado, no
pueden ser ponderadas para omitir una descripción de la
imputación que permita un efectivo ejercicio del
derecho de defensa.
A su vez, el Dr. Julio Agnoli, peticionó
la nulidad de la acusación por entender que hubo falta
de fundamentación suficiente en la acusación realizada
a su pupilo procesal, Daniel Fernando Quintana.
El Fiscal General se opuso a tales
pretensiones indicando que en realidad la disformidad
del letrado se basaba en una afectación “de defensa” y
que no había habido, por los recurrentes, demostración
de un perjuicio concreto que habilitara una solución
nulificante.
La Querella, por su parte, sostuvo que la
alegada falta de fundamentación del caso “Hofer”, es un
planteo respecto a la valoración de la prueba, bajo el
ropaje de una nulidad y que en definitiva será materia
de evaluación por el Tribunal pero no, una causal
nulificante.
Antes de abordar su examen concreto se
hace necesario dejar sentados algunos criterios que
precederán dicho análisis y encausarán la cuestión para
su resolución.
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Atento la jerarquía del proceso penal por
la naturaleza de los intereses públicos que tutela, el
legislador ha disciplinado un régimen de nulidades
taxativas en la materia, de modo de impedir que se
exhumen del proceso actos portadores de meros defectos
formales, con excepción de que se hallen comprometidos
derechos y garantías constitucionales. Ello impone
entender, como ha dicho Maier, que la nulidad es la
última ratio del proceso penal, para cuando el defecto
que el acto porta y el perjuicio producido no puede ser
reparado de otro modo.
Es que las nulidades están previstas como
instrumento de aseguramiento de las garantías
constitucionales, en el entendimiento de que las formas
no valen por sí mismas, sino que son instrumentales
para el desenvolvimiento del debido proceso inscripto
en el programa normativo constitucional.
Ello así, dar tratamiento a la cuestión
que nos ocupa, impone escrutar cada nulidad articulada
despojados de cualquier ideología ritualista e
interpelando a la garantía que se dice vulnerada por el
acto que se reputa defectuoso o viciado. Para ello,
como lo ha señalado la CSJN en “Fiscal c. Aguilera
Maldonado” (10.04.07, Fallos 330:1497), “En el sistema
de nulidades la relevancia del acto viciado será la
pauta que determinará si existe agravio directamente
relacionado con el debido proceso”. Huelga recordar,
además, que no hay nulidad por la nulidad misma, ni
tampoco nulidad sin perjuicio.

199
Sobre este punto, calificada doctrina
sostiene que “La ley procesal, con el fin de dotar
certeza, continuidad y eficacia del acto, establece que
la declaración de nulidad será inadmisible -aun cuando
se cumplan los tres presupuestos (existencia de un
vicio que torna ineficaz al acto, demostración del
interés jurídico de quien lo articula y de que es ajeno
al vicio que lo invalida, y consignación del agravio
jurídico que su convalidación acarrea al debido
proceso)- cuando quien la alega lo consintió en forma
expresa o tácita, o dejó pasar los términos fijados
para su articulación. La ausencia de planteo oportuno
conlleva la pérdida del derecho y la consolidación del
acto dentro del proceso...” (Lorences, Valentín Héctor
“Recursos en el proceso penal”. de. Universidad. Pág.
115).
En consonancia con lo expuesto, se ha
dicho que en los casos que se pretenda la nulidad de la
requisitoria de elevación a juicio, “...el vicio debe
causar la imposibilidad de fijar debidamente el objeto
procesal antes el debate...” (TOC N° 6, 26/04/93, T.
V., A” citado por Lorences, Valentín “Nulidades en el
Proceso Penal” pág. 185 y sgtes.”)
Lo señalado precedentemente se consolida
más aún al considerar que “no hay nulidad por la
nulidad misma”, lo que implica que la declaración de
nulidad debe tener algún de interés para quien lo
articule, con lo que debe indicarse de un modo claro y
preciso qué defensa o medio de prueba concretamente se
impidió o que defensa se vio privado de utilizar,
extremos que en el presente no se han invocado. A todo
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evento, y en función del “Principio de conservación de
los actos procesales”, todo acto se reputará como
válidos si han sido efectuados de un modo apto para el
logro de la finalidad que los inspiró, siendo la
nulidad la excepción y solo declarables cuando afecten
la sustanciación regular del procedimiento o impidan el
logro de su finalidad (cf. Lorences, ob. Cit, págs.
134, 142).
Expuesto lo anterior, y coincidiendo con
la postura del representante del Ministerio Publico de
la Acusación y las Querellas, este Tribunal considera
que deberá rechazarse las solicitudes de los
defensores, pues los alegados defectos de falta de
determinación de las conductas endilgadas a los
acusados y falta de fundamentación, podrá solo restarle
aptitud de eficacia a los alegatos del Fiscal General
para tener como acreditada las imputaciones concretas
que contienen y ello será, en definitiva, materia
posterior de valoración al tratar cada uno de los
hechos que constituyen el objeto de la causa, pero
nunca podrán configurar una causal nulificatoria como
se propone.
Asimismo, corresponde indicar que al
realizar las correspondientes peticiones, los letrados
no han fehacientemente indicado en que consistió el
perjuicio que el supuesto vicio le ocasiona.
Además de aceptar el reproche incoado y
aplicarse el resultado nulificante pretendido, se
llegaría a la sinrazón que cualquier oposición de la
defensa debería ser articulada en modo de nulidad, y

201
ello no es ni lógico ni propio del principio
restrictivo de las nulidades en materia penal.
Por lo expuesto, corresponde el rechazo
de la nulidad peticionada.
III.- Recusación contra los magistrados
del Ministerio Público Fiscal y consecuente nulidad del
juicio.
El Dr. Mauricio Bonchini efectuó un
planteo de recusación contra los magistrados del
Ministerio Público Fiscal y la nulidad del presente
juicio en virtud de la intervención de éstos.
En torno al doctor Adolfo Villate,
manifestó que milita en el partido Movimiento Evita,
que resulta ser una organización “ultrakirchnerista” y
liderada por el montonero Emilio Pérsico. Expuso que,
dentro de esta estructura, tiene funciones de
organizador e incluso organizó un foro de jóvenes
profesionales. Indicó que uno de sus objetivos de este
movimiento es brindar programas de capacitación para
desempeñarse en administración pública, empresas del
Estado, entidades autárquicas y que el doctor Villate
está consustanciado con el proyecto nacional y popular
de este gobierno, privilegiando los intereses de un
grupo en desmedro del resto de la sociedad, por lo que
a su entender es “un fiscal militante”. Indicó que a
través de la red social Facebook se puede ver su
actividad en el movimiento, incluso una de ellas
repudiando el golpe militar.
Por otra parte, señaló que este
magistrado también pertenece a la agrupación “Justicia
Legítima” y formó parte como fiscal acusador en contra
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del Fiscal Campagnoli. Afirmó que el Ministerio Público
Fiscal es un órgano extra poder, por lo que no puede
ser un apéndice del poder ejecutivo. Citó el art. 120
de la CN y recordó las palabras del Dr. Lorenzetti,
quien ha dicho que los magistrados no pueden participar
de organizaciones partidarias, concluyendo que en este
caso hay una falta de objetividad del Ministerio
Público Fiscal. Reseñó asimismo al Fiscal General
doctor Palacín en la causa “Larrabure” cuando sostuvo
que el principio de objetividad consiste en evitar
preconceptos, prejuicios en el ejercicio de la labor
del fiscal, siendo éste paralelo al temor de
parcialidad del juez.
Manifestó que la jurisprudencia ha
establecido que las relaciones particulares existentes
como interés, afecto, animosidad, cuando son relevantes
y visibles, dan derecho a la parte de no aceptar al
representante del Ministerio Público Fiscal, citando a
la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata y a la
CSJN.
Respecto del doctor Juan Patricio Murray,
expuso que es activo militante de Justicia Legitima y
Movimiento Evita, que nunca concursó para fiscal y que
“siempre fue nombrado por el dedo mágico de Gils
Carbo”. Afirmó que la designación de un magistrado del
Ministerio Público Fiscal se rige por ley 24.946, la
que requiere concurso de antecedente y oposición,
elaboración de terna y acuerdo senatorial; mientras que
el doctor Murray no tiene una designación legal, por lo
que no es operativo el art. 33 inc. g) de esa ley sobre

203
actuación conjunta de representantes del MPF, ya que
éste se refiere a la actuación de fiscales designados
de acuerdo a la constitución y la ley.
Por otra parte, señaló que este letrado
registra causas por instigación al falso testimonio.
Así, explicó que respecto del testigo Víctor Martínez,
Saint Amant solicitó que se lo investigue por
instigación del delito de falso testimonio e
incumplimiento de los deberes de funcionario público.
También citó la causa “Zarate, Mariano…”, donde se
investiga el falso testimonio del nombrado en la causa
“Hofer” y al Dr. Murray por instigación al falso
testimonio y la causa “Patti- Pereyra Rossi y
Cambiasso”, donde Rodríguez denunció al Dr. Murray por
instigación al delito de falso testimonio cometido por
Costanzo, quien lo habría llamado al celular.
Luego refirió al doctor Federico Reynares
Solari, respecto de quien señaló su único mérito era
mantener una relación afectiva y conyugal con el
gobierno de turno, además de una familiaridad con ERP.
Consideró que este magistrado debería apartarse por
cuestiones éticas y morales, que forma parte de
Justicia Legítima y que se encuentra en riesgo el deber
de objetividad que debe primar en todo magistrado del
MPF. Se preguntó si se lo aceptaría como fiscal si
estuviera casado con una diputada del PRO, o de una
familia imputada por delitos de lesa humanidad,
contestándose que no.
Por otro lado, indicó que el nombrado
tampoco concursó para ese cargo, que el acuerdo del
senado constituye un freno al favoritismo, y la
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intervención de esta legislatura fue aclamada por
nuestros constituyentes como correctivo de la
designación de cargos por un solo hombre. Además,
refirió que los procedimientos constitucionales tienen
móviles superiores, para prevenir el predominio de
intereses subalternos.
Finalmente, manifestó que existe un
principio según el cual la justicia no puede
aprovecharse de ningún acto contrario a la ley sin caer
en contradicción, o comprometer a la administración de
justicia. Citó el Fallo 303:1939, que refiere a la
nulidad general cuando no se han observado en el
nombramiento del juez y/o MPF y concluyó que la omisión
de las disposiciones que regulan las designaciones
genera la nulidad absoluta de las actuaciones porque
importa la violación de una norma de la constitución
nacional.
Corrida la vista a las partes, el Sr.
Fiscal General manifestó, en primer término, la
impertinencia del tiempo procesal en que fueron
planteadas las recusaciones. Asimismo, indicó que las
de los Dres. Murray y Villate ya fueron resueltas por
este Tribunal.
Respecto del planteo de su falta de
objetividad, el Dr. Reynares Solari rechazó los
argumentos en los que sustentó la defensa relativos a
su falta de objetividad e indicó que tiene acuerdo del
senado del 3 de diciembre del 2013. Expuso que, en ese
sentido, la cuestión de que este aquí como Fiscal “ad-
hoc”, igualmente hubiera sido valida por el art. 33

205
inc. g de la ley orgánica e incluso el propio fallo “De
Martino” determinó que las actuaciones realizadas por
los representantes de la fiscalía cuyo nombramiento
posteriormente se declaró ilegal son plenamente
válidas.
Por otro lado, consideró que no se ha
demostrado que en los actos procesales en los que
intervino se haya apartado de su deber de objetividad.
Finalmente, hizo reserva de los recursos de casación y
extraordinario federal.
La Dra. Gatti, por su parte, solicitó que
se rechace el planteo, por considerar, en primer
término, que se utilizaron razones personales para
cuestionarlos, lo que es impertinente. Además, indicó
que estas recusaciones ya han sido rechazadas por este
Tribunal y que el nuevo planteo es totalmente
extemporáneo.
A fin de dar luz a la cuestión en la que
insiste nuevamente el defensor, ésta vez, incluyendo en
esta oportunidad al Dr. Federico Reynares Solari,
debemos recordar que la recusación a los Dres. Villate
y Murray ya ha sido planteada en su oportunidad ante
ésta misma instancia. El pedido se sustanció por
incidentes nros. 17/14 y 72/13 y la cuestión fue
decidida mediante resoluciones nros. 13/2014, del 3 de
abril de 2014 y 40/2014, del 30 de julio del 2014, que
se encuentran firmes, rechazando la pretensión de
apartar a los miembros del Ministerio Publico de la
Acusación.
En tal sentido y de modo preliminar,
debemos mencionar que tal como se indicó en los autos
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referidos a la recusación de los integrantes del
Ministerio Público Fiscal, por remisión del propio
código procesal, se le aplican las normas que regulan
la recusación de los magistrados del poder judicial —
art. 71 CPPN-, en tanto no se excluya expresamente
alguna disposición.
Así, entre los requisitos de forma,
nuestro código de rito indica en su art. 60 que "La
recusación solo podrá ser interpuesta, bajo pena de
inadmisibilidad, en las siguientes oportunidades:
durante la instrucción, antes de su clausura en el
juicio, durante el término de citación; y cuando se
trate de recursos, en el primer escrito que se
presente, o durante el plazo paro interponer
adhesiones. Sin embargo, en caso de causal
sobreviniente o de ulterior integración del tribunal,
la recusación podrá interponerse dentro de las cuarenta
y ocho (48) horas de producida o de ser aquélla
notificada, respectivamente."
En el presente caso y tal como surge de
las constancias de los expedientes analizados, ya en
oportunidad de resolver la cuestión que la defensa de
Manuel Saint Amant aquí reintroduce, la misma ya había
sido rechazada por inadmisible, dado que ya en ese
entonces había precluido la posibilidad procesal para
su interposición válida. Sentado lo expuesto, éste
nuevo planteo resulta a todas luces extemporáneo, a
tenor de lo dispuesto en el segundo párrafo del
artículo 60 del CPPN.

207
Ahora bien, a fin de dar una respuesta
completa al planteo efectuado por la defensa, es
adecuado realizar un análisis del fondo de la
pretensión y de este modo zanjar cualquier duda de
ilegalidad.
Respecto de la designación del Dr.
Patricio Murray, debemos mencionar que la reforma a la
Constitución Nacional del año 1994 asignó funciones
específicas Ministerio Público Fiscal. En el artículo
120 de la Carta Magna, el Ministerio Público es un
órgano independiente con autonomía funcional y
autarquía financiera, que tiene por función promover la
actuación de la justicia en defensa de la legalidad y
de los intereses generales de la sociedad. Este mandato
constitucional comprende la función primordial de
impulsar la acción penal pública, lograr el éxito de
las investigaciones y la aplicación de la ley; tarea
que a su vez le ha sido específicamente encomendada por
el Código Procesal Penal de la Nación y la Ley Orgánica
del Ministerio Público.
En tal sentido, la obligación de velar
por el cumplimiento estricto y eficaz de este mandato
constitucional recae en el Procurador General de la
Nación y corresponde a éste diseñar la política
criminal de la institución y de adoptar las medidas
necesarias para su ejecución.
En este contexto, la creación de Unidades
Fiscales Especiales y la designación de Fiscales
Adjuntos y Fiscales "Ad Hoc", son medidas enderezadas a
superar diversos obstáculos que dificultan o
imposibilitan el desarrollo de las funciones del
Poder Judicial de la Nación
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Ministerio Público Fiscal. Estos obstáculos pueden
derivar de la naturaleza de fenómenos criminales
particulares, que por su complejidad y magnitud
requieren esfuerzos adicionales para su persecución
penal; o bien de la carencia de fiscales y recursos
humanos especializados para satisfacer los
requerimientos del oficio. Ambas situaciones demandan
respuestas de parte del Procurador General de la
Nación, pues de lo contrario se tornaría ilusorio el
cumplimiento de las funciones constitucionales del
organismo a su cargo.
Por ello, la designación del Dr. Murray
como Fiscal "Ad Hoc" se ajusta a lo, regido por el 33,
inciso g) de la ley citada, la que prevé entre las
atribuciones del Procurador General de la Nación la de
"Disponer fundadamente, de oficio o a pedido de un
Fiscal General, cuando la importancia o dificultad de
los asuntos lo hagan aconsejable, la actuación conjunto
o alternativa de dos o más integrantes del Ministerio
Público Fiscal de igual o diferente jerarquía,
respetando la competencia en razón de la materia y del
territorio. Esta limitación no regirá para los
magistrados de la Procuración General de la Nación. En
los casos de formación de equipos de trabajo, la
actuación de los fiscales que se designen estará sujeta
a las directivas del titular".
En base a ello, y considerando por la
Resolución MP N° 1450/14 del 07/07/14, por la que la
Procuradora General de la Nación resolvió designar al
Dr. Juan Patricio Murray en carácter de Fiscal "Ad

209
Hoc", para que intervenga en las causas por violaciones
a los Derechos Humanos durante el terrorismo de estado,
en forma conjunta o alternada junto a los señores
Fiscales de la jurisdicción de Rosario, circunstancia
que ocurrió a lo largo de todo este proceso, actuando
él nombrado de manera mancomunada con los Dres. Adolfo
Villate y Federico Reynares Solari, no merece reproche
alguno y corresponde rechazar por la recusación
peticionada por la defensa.
En cuanto a los demás elementos incoados
por la defensa para solicitar la recusación, en este
caso de también los demás integrantes de la Fiscalía,
cabe señalar que el art. 71 del CPPN establece en su
primer párrafo que "Los miembros del ministerio público
deberán inhibirse y podrán ser recusados por los mismos
motivos establecidos respecto de los jueces, con
excepción de los previstos en la primera parte del
inciso 8 y en el 10 del artículo 55."
En este sentido, se ha sostenido y este
Tribunal comparte la opinión desarrollada por la
jurisprudencia de nuestro país en relación a que las
causales de recusación del art. 71 C.P.P.N. son de
interpretación restrictiva, a diferencia de la
interpretación más extensa que la que se aplica cuando
se trata de la recusación o inhibición de jueces, pues
la imparcialidad es un atributo jurisdiccional que
trasciende la legalidad y se funda en el bloque de
constitucionalidad. Esa circunstancia no puede
extenderse a la actuación del Ministerio Público
Fiscal. (CFCP, Causa Nro. 13.998 - SALA II — "Alfonso,
Poder Judicial de la Nación
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Eduardo s/recusación" Votos de los Dres. Luis M. García
y Guillermo J. Yacobucci).
Ello, en virtud de que en el caso de los
magistrados del poder judicial, el deber de excusación
o la posibilidad de obtener su apartamiento no es de
mera raigambre legal, sino concreción del derecho
fundamental que tiene todo justiciable a ser oído por
un juez o tribunal imparcial (art. 18 C.N., artículo
8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
artículo 14.1 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, artículo 26 de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y
artículo 10 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos); estándar que no resulta aplicable en el caso
de los fiscales, porque no se infiere del art. 18 de la
Constitución Nacional que las partes legitimadas para
actuar en el proceso penal tengan derecho a que se
garantice la "imparcialidad" del órgano estatal de la
acusación pues la función de la fiscalía es
incompatible con la imparcialidad.
Dicho derecho tampoco puede inferirse de
los arts. 8.1 CADH, 14.1 PIDCP, en la medida en que
éstos sólo garantizan el acceso a un juez o tribunal
imparcial. En efecto, en las citadas disposiciones
aparece claramente diferenciada la función judicial de
la de acusación. Así, los arts. 8.1 y 14.1 CADH se
refieren al derecho de toda persona a ser oída por un
juez o tribunal imparcial en la determinación de toda
acusación penal dirigida contra ella, de donde surge
claramente que dicho adjetivo que se refiere al órgano

211
adjudicante, y no comprende a la persona o el órgano de
la acusación que debe ser decidida por el primero.
En rigor, los fiscales deben ajustar su
actuación a la ley, pero no están sujetos a exigencias
de imparcialidad, en el sentido y extensión en el que
ésta se concibe como atributo del juez o tribunal como
garantía judicial (confr. Trechsel, Stephan, Human
Rights in Criminal Proceedings, Oxford University
Press, Nueva York 2005, p. 175), sino a las reglas de
objetividad y lealtad en su actuación, entendida la
primera como excluyente de intereses subjetivos o de
utilidad política no contenidos o deducibles de la ley
(confr. MAIER, Julio B. J., Derecho Procesal Penal,
Parte General, 1. Edic., Del Puerto, Buenos Aires 2003,
tomo II, p. 323).
En este sentido se ha sostenido que “los
institutos de inhibición y recusación se encuentran
enderezados a resguardar la imparcialidad del juez, que
es inherente al ejercicio de la función judicial, no
así, respecto de la actuación del Ministerio Público,
quien sin perjuicio del deber de objetividad con que
debe desarrollar su ministerio, siempre seguirá siendo
parte y, en ese sentido, parcial por naturaleza,
revistiendo una importante función como guardián de la
legalidad y de los intereses generales de la sociedad
(Fallo de fecha 10/09/08 registrado bajo el nro. 6752.4
de la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal
en autos: “ALSOGARAY, MARIA JULIA s/ RECURSO DE
CASACIÓN”, Causa nro. 8295).
En un precedente de la Cámara Federal de
Casación Penal se indicó “la objetividad del Fiscal,
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cuya pérdida puede habilitar la recusación, se traduce
–esencialmente- en la búsqueda de la verdad,
ajustándose a las pruebas y a los hechos de la causa,
en estricto apego a las normas procesales
correspondientes y a los derechos fundamentales de los
justiciables” Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal, sala I • Dr. M., G. s/
planteo de recusación • 09/04/2015 • AR/JUR/7329/2015.
En un mismo sentido “la recusación de un
Fiscal General, por haber actuado anteriormente en el
mismo proceso como acusador, es improcedente, pues la
objetividad y la imparcialidad son exigencias que la
ley impone en plenitud sólo a los magistrados”. Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional,
sala VI • R., D. F. y otra s/recusación • 12/12/2012 •
DJ 19/06/2013 , 67 • AR/JUR/71982/2012.
En definitiva, al producir sus alegatos,
el Dr. Mauricio Bonchini, en defensa del imputado
Manuel F. Saint Amant, no ha manifestado en cuál de las
causales del art. 55 del C.P.P.N. se encuentran, a su
criterio, comprendidos, los representantes del
Ministerio Público Fiscal, señalando en todos los
casos, cuestiones de mero índole personal, supuestos de
alguna participación en agrupaciones políticas, pero
sin que configuren estos elementos demostrativos de
falta de objetividad y por ello, corresponde rechazar
la recusación promovida con el subsiguiente pedido de
nulidad.
IV.-Rechazo de calificación como de “lesa
humanidad” de los delitos de usurpación de inmueble y

213
robo calificado por el uso de armas peticionado por el
Dr. Fabio Procajlo y de robo por el Dr. Julio Agnoli y
consecuente extinción de la acción penal por
prescripción.
En primer lugar, el Dr. Fabio Procajlo
manifestó que, atento a que el tribunal considera que
ya para la época en que se suscitaron los hechos que se
le imputan a sus defendidos los delitos de lesa
humanidad eran imprescriptibles, corresponde analizar
si efectivamente estamos ante delitos de lesa
humanidad.
Indicó que para ello tenemos que acudir
al Art. 7º del Estatuto de Roma, el que define los
crímenes de lesa humanidad y posee valor de derecho
positivo a partir de su aprobación por ley 25390. Éste
expresa que revisten tal categoría “cualquiera de los
actos siguientes cuando se cometa como parte de un
ataque generalizado o sistemático contra una población
civil y con conocimiento de dicho ataque: a) asesinato,
b) exterminio, c) esclavitud; d) deportación o traslado
forzoso de población, e) encarcelación u otra privación
grave de la libertad física f) tortura, g) violación,;
h) persecución de un grupo o colectividad con identidad
propia fundada en motivos políticos; i) desaparición
forzadas de personas, j) apartheid, k) otros actos
inhumanos de carácter similar.”
Subrayó que esto último que lo lleva a
pensar que no se trata de una enumeración taxativa pero
que tampoco la convierte lisa y llanamente en
enunciativa, ya que pone límites que no se pueden
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traspasar sin lesionar principios constitucionales de
legalidad y de culpabilidad.
Así, expuso que de acuerdo al art. 2do.
de tal norma, por ataque a una población civil se
entiende una línea de conducta que implique la comisión
múltiple de actos de los antes mencionados, de
conformidad con la política de un Estado. Entonces se
requiere la existencia de un plan sistemático de
represión y la participación objetiva y subjetiva de
los imputados.
Consideró una verdad histórica
indiscutible, sobre todo a partir de la “causa 13”, que
en Argentina, sobre todo en la segunda mitad de la
década del setenta, efectivamente hubo un plan
sistemático de represión ilegal caracterizada ordenes
secretas muchas veces verbales, detenciones ilegales,
que se producían generalmente de noche, en absoluta
clandestinidad, ocultando la identidad de sus autores,
sin dejar rastros y, sobre todo, procurando impunidad.
Sin embargo, en relación a la enumeración
de delitos, expuso que algunos de los atribuidos a su
defendido Rocca no están incluidos en esa lista,
concretamente la imputación de usurpación de inmueble y
el delito de robo calificado por el uso de armas.
Al respecto explicó que resulta claro que
en la enumeración no está y que tampoco puede ser
incluido en el inciso k), por lo que, aun cuando se
considerara que tales delitos forman parte del plan,
esto no alcanza para incluirlos en la categoría de lesa
humanidad. Caso contrario se lesionaría en forma

215
flagrante el principio de legalidad contenido en forma
expresa en nuestro bloque constitucional y que forma
parte angular de nuestro sistema penal.
Expuso que no se puede hacer una
interpretación extensiva ni analógica, ya que aquí
también rige la máxima taxatividad legal y el principio
pro homine, por lo que resulta incuestionable que, aun
cuando la fiscalía mencionó un fallo de una sala de la
Cámara Federal de Casación que expone lo contrario, la
jurisprudencia no obliga, salvo en todo caso si fuera
de la CSJN.
Por último, manifestó que el argumento de
la conexidad con otro delito que sí esté en la
enumeración es de índole procesal y, por ende,
inaplicable al caso, y que sólo podría aplicarse si,
por ejemplo, se tratara de un delito que se encuentre
en dependencia directa con el otro, como sería el caso
una asociación ilícita o de una falsedad ideológica con
una privación, porque, en definitiva, se trata de una
única conducta en términos de concurso de delitos, por
lo que no planteó su exclusión; concluyendo que los
delitos de usurpación y robo no pueden ser juzgados,
debiendo declararse respecto de ellos la prescripción
de la acción penal y, por ende, el sobreseimiento de
Rocca.
Por su parte, el Dr. Julio Agnoli, en
defensa de Daniel Fernando Quintana, manifestó que el
robo no puede ser considerado como delito de lesa
humanidad, citando para ello el Estatuto de Roma, a la
Fundación Konrad Adenauer y a la CIDH.
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
También hizo referencia al caso “Vera
Vera vs. Ecuador”, en cuanto a que sólo en los casos de
graves violaciones a los derechos humanos no sería
procedente la prescripción e indicó que, en el caso, el
delito de sustracción de enseres imputado a Quintana no
puede ser considerado como uno de ellos. Agregó que
tampoco se ha alegado mala fe en cuanto obstrucción de
la investigación por parte del imputado o su defensa,
por lo que las previsiones sobre prescripción son
plenamente aplicables.
Por todo ello, requirió que se declare la
extinción de la acción penal por prescripción en los
términos del art. 59 inc. 3 respecto de este delito,
por haber transcurrido los plazos previstos por el art.
62 inc. 2 ambos del C.P. y en consecuencia la
absolución de su pupilo.
Respecto de este planteo, el Sr. Fiscal
General se remitió a los argumentos dados en su
oportunidad al contestar la solicitud de extinción de
la acción penal por prescripción realizada por el Dr.
Gerardo Ibáñez e indicó haber citado fallos que
avalaban la inclusión de estos delitos como crímenes de
lesa humanidad. Hizo las reservas correspondientes.
La Dra. Gatti, por su parte, adhirió a la
solicitud de rechazo formulada por el Ministerio
Público Fiscal y a los argumentos dados por éste.
Habiéndose establecido la
imprescriptibilidad de los delitos calificados como
crímenes de lesa humanidad, resulta necesario indicar
que gozan del mismo estatus aquellos hechos que, por el

217
modo, tiempo y lugar en el que fueron cometidos, deben
ser considerados delitos conexos con éstos.
Al respecto, de acuerdo a los elementos
de prueba que se han incorporado al debate y que se
analizarán en el presente, debe afirmarse que tanto la
usurpación del inmueble ubicado en calle Rivadavia nº
954 de la ciudad de Pergamino atribuido a Carlos
Enrique Rocca como el robo de enseres por el que se
condenó a Daniel Fernando Quintana, fueron realizados
en el contexto de la persecución que sufrieron y que
culminó con la privación ilegítima de libertad,
torturas y posterior homicidio calificado de María
Cristina Lanzillotto y Oscar Omar Hofer, de privación
ilegítima de libertad y tormentos de Benjamín Santillán
y de privación ilegítima de libertad de María Lucila y
Jorge Francisco Santillán, hechos que fueron producidos
en el marco de la llamada “lucha contra la subversión”,
que fuera planificada y ordenada desde las máximas
autoridades que por entonces detentaban el poder
estatal en el país.
A su vez, conforme los diferentes
documentos internacionales, jurisprudencia y doctrina
ya citados, la tipificación penal de los delitos
calificados como de lesa humanidad se corresponde con
los enunciados (privación ilegítima de la libertad,
tormentos y homicidio calificado) y también con los
que, por las circunstancias de su comisión, resultan
conexos con éstos.
Al respecto, conviene recordar que el
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional al
momento de definir los límites de la mentada
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categorización, en el artículo 7.1.h) incluye dentro de
los crímenes de lesa humanidad a la “Persecución de un
grupo o colectividad con identidad propia fundada en
motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos,
culturales, religiosos, de género definido en el
párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos
como inaceptables con arreglo al derecho internacional,
en conexión con cualquier acto mencionado en el
presente párrafo o con cualquier crimen de la
competencia de la Corte”. A su vez, en el inc. g) del
segundo párrafo de este artículo define “persecución”
como “la privación intencional y grave de derechos
fundamentales en contravención del derecho
internacional en razón de la identidad del grupo o de
la colectividad”, entre los que se debe incluir el
derecho de propiedad, tenencia, uso o goce de inmuebles
y muebles, que se ha vulnerado, en este caso, por los
delitos analizados.
Dadas estas premisas, como se dijo
precedentemente, los ilícitos de usurpación y robo
imputados a Rocca y Quintana se enlazan con los delitos
de los que resultaron damnificadas las víctimas
mencionadas y con el contexto histórico en el que éstos
se produjeron. En efecto, el ligamen entre éstos se
produce no sólo causalmente, sino que además las
circunstancias coyunturales de la época y particulares
del caso determinaron la ejecución de las maniobras
delictivas, lo que fue demostrado por los diversos
testimonios y documentos que formaron parte del
universo de pruebas colectados en la audiencia. Entre

219
ellos, se puede citar como ejemplo, los numerosos
documentos incorporados que fueran presentados por el
Sr. Santillán, que dan cuenta del nexo necesario que
hubo entre la usurpación del inmueble de calle
Rivadavia nº 954 de la ciudad de Pergamino, el
secuestro de María Cristina Lanzillotto y sus hijos y
la posterior privación de libertad y torturas de
Benjamín Santillán, lo que también puede corroborarse
con los testimonios de los vecinos del lugar a la época
de los hechos y de los señores Marta San Martín y Pedro
Petro. Que dicha usurpación formó parte del plan
mediante el cual se decidió el secuestro de la familia
Lanzillotto-Santillán incluso fue corroborado por los
dichos del propio acusado Bossié, de acuerdo a lo
analizado en el acápite correspondiente. Algo similar
puede decirse respecto del robo de los muebles y
enseres de Oscar Omar Hofer y su familia, cometido en
el contexto del secuestro y posterior homicidio del
nombrado.
En otras palabras, es claro que las
conductas endilgadas no pueden escindirse del contexto
en que se produjeron los ilícitos de autos, esto es, a
partir del telón de fondo de la llamada “lucha contra
la subversión” en el marco de la dictadura cívico-
militar y concretamente en el accionar de este “grupo
de tareas”, y que esta conexidad excede la mera
consideración del aspecto temporal, y se define en
función del contexto histórico-político y de las
circunstancias del caso.
Por su parte, cabe recordar que el
temperamento expuesto no es novedoso y ha sido
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adoptado, entre otros tribunales del país, por la
Cámara Federal de Casación Penal (resolución nº 1659/13
dictada en la causa N°14.264 “Xinle Lin s/recurso de
casación“ de la Sala III, resolución n° 444.07.3
correspondiente al expediente n° 7112 “Radice, Jorge
Carlos s/ Recurso de Casación”, resolución nº 9553
dictada en la causa nº 7138 de la Sala II “Guil,
Joaquín s/recurso de queja”, entre otras).
Coincidiendo con este criterio, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación al pronunciarse en una
causa en la que se investigaban delitos de sustracción,
retención y ocultamiento de menores de 10 años
(artículo 146 del Código Penal), supresión y/o
alteración de la identidad de un menor de 10 años
(artículo 139, inciso 2°, del Código Penal) y falsedad
ideológica de instrumentos destinados a acreditar la
identidad de las personas (artículo 293 del Código
Penal), conjuntamente con otros sucesos que constituyen
crímenes de lesa humanidad, estimó relevante la
circunstancia de que “el crimen de autos no configura
un hecho aislado, sino que respondió a una decisión
general en el marco de una empresa criminal llevada a
cabo por un aparato de poder del estado violador de
elementales derechos humanos” (v. CSJN, sentencia del
11.08.2009 en autos “Gualtieri Rugnone De Prieto, Emma
Elidia y otros s/ sustracción de menores de 10 años”).
V.- Inconstitucionalidad de la prisión
perpetua.

221
Asimismo, el Dr. Fabio Procajlo, solicitó
la inconstitucionalidad de la pena de prisión perpetua
que se le solicitó a sus asistidos Bossié y Quintana.
Al respecto, indicó que la Defensora
General de la Nación ha dicho que quienes se encuentran
conminados a pasar el resto de su existencia entre
rejas se encuentran inmersos en su sistema cruel y
deslegitimado, respecto del que nadie que conozca
someramente la realidad de nuestras prisiones puede
predecir como apto para disminuir los niveles de
violencia en la sociedad.
Expuso que, teniendo en cuenta esta
descripción, la prisión perpetua en Argentina, del modo
en que se encuentra instrumentada y aplicada a sus
defendidos –atento a sus características personales-,
se trata de una pena de muerte encubierta, pero que el
estado veladamente enmascara bajo formas
pretendidamente más benignas acudiendo a un evidente
embuste de etiquetas.
Citó a Zaffaroni quien ha dicho que la
pena propiamente perpetua, es decir, sin posibilidad
alguna de extinción durante toda la vida del penado,
equivale a pena de muerte, al igual que cualquier pena
que se aproxime al agotamiento de la expectativa de
vida de la persona, como es el caso de autos de acuerdo
a la edad de mis defendidos.
Expuso que existe una contradicción de la
prisión perpetua con la Constitución Nacional y los
Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos, ya que
con ésta se vulneran derechos y principios contenidos
en éstos, tales como el fin resocializador de las
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penas, la prohibición de aplicar penas crueles,
inhumanas o degradantes, la humanidad y
proporcionalidad de las penas, de intrascendencia de
las penas a terceras personas y de progresividad y no
regresividad.
En concreto, indicó que Bossié tiene 75
años de edad y fue detenido el 03/07/2012, mientras que
Quintana posee 82 años de edad y no sufrió prisión
preventiva. En cuanto al estado de salud de los
nombrados, explicó que son varias las afecciones que
padecen ambos, las que detalló en el momento de
solicitar en forma subsidiaria la prisión domiciliaria
de éstos, por lo que, a su entender, resulta
inverosímil que alguno de sus asistidos pueda atravesar
con vida el tiempo necesario para arribar al momento de
obtener la libertad condicional que, conforme lo
previsto por el art. 13 CP –en su redacción anterior-,
es de 20 años.
Así, sostuvo que Bossié se encontraría en
posibilidades de solicitar su libertad condicional
recién a los 92 años aproximadamente y Quintana a los
102. Por tanto, de acuerdo a la expectativa de vida de
una persona en libertad en nuestro país (72 años), al
imponerse una pena de prisión perpetua se los estaría
confinando a un encierro hasta el agotamiento de sus
vidas, sin perder de vista que esa expectativa de vida
se reduce drásticamente en los casos de encierro, cuyo
efecto deteriorante para la salud es innegable y que al
ser prolongado se acrecienta exponencialmente, con la

223
agravante de las indignas condiciones que deben padecer
las personas detenidas en cárceles de nuestro país.
Sin perjuicio de esto, afirmó que, aunque
alguno de sus asistidos logre sortear los
aproximadamente 20 años que le restan, sobreviviendo a
dicho período de encierro en una cárcel, no resultaría
probable que luego de ese período sea posible la
reinserción de éstos en el medio social.
Por otra parte, en relación al principio
de personalidad de la pena, estimó que ninguno de mis
defendidos, ostentaban los más altos rangos en la
estructura militar o de las fuerzas de seguridad e
incluso Quintana se encontraba en la base de ésta,
citando el fallo dictado por este tribunal, aunque con
otra integración, en la causa denominada “Guerrieri
II”, el que declaró la inconstitucionalidad de la
prisión perpetua por no respetar el principio de
culpabilidad y proporcionalidad de la pena.
Por último, hizo las reservas
correspondientes.
Corrida la vista a las partes, el fiscal
consideró que el pedido debía ser rechazado en virtud
de que cuando alguna pena quiso ser eliminada por
convenciones internacionales se lo hizo expresamente. A
su vez, indicó que la readaptación no es un fin de la
pena sino de su ejecución. Citó el caso Díaz Bessone-
Feced I, donde se rechazó el planteo e hizo reservas.
La Dra. Girolimo, por su parte, sostuvo
que este planteo ya fue tratado por profusa
jurisprudencia que sostuvo su constitucionalidad,
citando el fallo dictado en la causa conocida como
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“Feced II” y el caso “Rojas” de la sala IV de la CFCP.
Además, manifestó que no surge de tratados
internacionales que la prisión perpetua sea contraria a
resocialización.
Al entrar al tratamiento de esta
cuestión, debemos recordar que la jurisprudencia ha
negado que la pena de prisión perpetua pese a su
severidad, importe un trato inhumano y degradante.
Además sostuvo que si bien la cuestión está íntimamente
relacionada con el principio de racionalidad de la
pena, no se ha logrado demostrar que sea contraria a la
garantía de igualdad del artículo 16 de la Constitución
Nacional. Tampoco surge de los tratados internacionales
incorporados a nuestra Constitución Nacional que sus
previsiones resulten inconciliables con la aplicación
de la pena de prisión perpetua, siempre que se respete
la integridad de la persona condenada (v. CNCP, Sala 4
“Velaztiqui, Juan de Dios s/ recurso de casación e
inconstitucionalidad”, reg. 5477.4).
En ese orden de ideas cabe reseñar que el
legislador brinda al sujeto condenado con pena
privativa de la libertad perpetua, un abanico de
posibilidades, previendo que no resulte excluido del
tratamiento resocializador que debe brindar el sistema
penitenciario en el curso de la ejecución de la pena
privativa de la libertad para que, de así proceder
pueda reinsertarse en la sociedad comprendiendo y
respetando la ley –art. 1° de la ley 24.660- (CNCP,
Sala IV en autos “Rojas, César Amilcar s/ recurso de
inconstitucionalidad”, reg. 1623.4). La citada ley

225
penitenciaria consagra normas que aseguran al interno
asistencia espiritual y médica integral, derecho a
comunicarse con su familia y allegados, así como otras
que garantizan la asignación de tareas laborales e
incluso un adecuado grado de instrucción.
Pero además cabe subrayar que la pena de
prisión perpetua, aun cuando no contenga una escala
penal no resulta indeterminada y tiene vencimiento,
pues no se encuentra excluida del régimen de libertad
condicional, como tampoco respecto de la evaluación de
eventuales salidas transitorias o semilibertad que
eventualmente el condenado pudiera usufructuar en los
términos del régimen previsto y en los artículos 17, 23
y cc. de la ley 24.660, de ejecución de la pena
privativa de la libertad (al respecto puede consultarse
CNCP Sala III “Viola, Mario y otro s/ recurso de
casación e inconstitucionalidad, reg. 527.04.03;
asimismo Sala IV “Díaz, Ariel Darío s/ recurso de
casación”, reg. 7335.4).
Cabe también reseñar, tal como lo
sostiene inveterada jurisprudencia, que la declaración
de inconstitucionalidad de una disposición legal es un
acto de suma gravedad institucional, ya que las leyes
debidamente sancionadas y promulgadas, esto es,
dictadas de acuerdo con los mecanismos previstos por la
ley fundamental, gozan de una presunción de legitimidad
que opera plenamente y que obliga a ejercer dicha
atribución con sobriedad y prudencia, únicamente
cuando la repugnancia de la norma con la cláusula
constitucional sea manifiesta, clara e indudable.
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En mérito de ello corresponde extremar
la evaluación de los recaudos de procedencia del
recurso deducido. No basta entonces con citar la norma
constitucional que se considera vulnerada; sino que
también, en atención a la gravedad del reclamo, se
requiere la demostración de la trasgresión al derecho y
garantía que se estimen afectados y la indicación
expresa, clara y precisa de las razones en cuya virtud
se afirma la incompatibilidad entre la norma legal
aplicada y la Constitución Nacional, extremo que no se
presenta en el caso (v. al respecto entre muchos otros
CSJN Fallos 300:241; 314:424 y los fallos de éste
último precedente citados en el considerando número 4).
Por ende cabe rechazar la
inconstitucionalidad planteada.
VI.- Inconstitucionalidad del artículo 19
inciso 4to. del código penal.
El Dr. Fabio Procajlo, requirió que se
disponga la inconstitucionalidad del art. 19, inc. 4to
del CP, en atención a que las acusaciones solicitaron
que al momento de dictar sentencia se disponga la
inhabilitación absoluta de sus asistidos.
En relación a este punto, argumentó que
las privaciones de derechos pueden ser
inconstitucionales cuando su imposición sea el
resultado de la aplicación irreflexiva e infundada de
la ley por parte de los jueces y que la inhabilitación
para administrar los bienes, sólo puede imponerse
cuando el condenado sea realmente incapaz de ejercer el
derecho. De otro modo, se estarían vulnerando

227
principios superiores como el de proporcionalidad
mínima entre injusto y pena y de mínima irracionalidad.
Indicó que la accesoria impuesta por el
art. 12 CP en orden al ejercicio de ciertos derechos
civiles atenta contra la dignidad del ser humano,
afecta su condición de hombre, que no la pierde por
estar privado de la libertad, produciendo un efecto
estigmatizante, innecesariamente mortificante y, por
ende, violatorio del art. 18 CN, art. 10 PIDCP y art.
5, apartado 6 CADH.
Sostuvo que esta disposición colisiona
con el derecho de propiedad y resulta una pena
confiscatoria, contrariando lo preceptuado por la Carta
Magna en sus arts. 14, 14 bis y 17.
Citó a Zaffaroni, quien sostuvo que el
inciso 4 del art. 19, es inconstitucional por su
carácter confiscatorio y por la trascendencia de la
pena a terceros. Respecto de este último argumento,
amplió que el principio de la intrascendencia de la
pena a terceros, que se violaría dado el carácter
alimentario que ostentan los haberes previsionales y el
sustento familiar que proporcionan, se encuentra
expresamente consagrada en los textos internacionales
sobre derechos humanos, como en el art. 5.3 de la
C.A.D.H.
Por otra parte, estimó que esta
consecuencia también resulta contraria a la finalidad
de la pena, esto es, la readaptación social del
condenado, ya que si se priva a un eventual condenado
de tal derecho se le cancela la posibilidad de sustento
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por sí mismo, dependiendo de la caridad de otras
personas para la subsistencia en la sociedad.
Citó jurisprudencia concordante a lo
requerido e hizo reserva del recurso de casación y
extraordinario federal.
Respecto de este planteo, el Sr. Fiscal
General manifestó que éste no puede prosperar porque
forma parte de una consecuencia necesaria de la
aplicación de la pena. Indicó que, para el caso
particular de este tipo de juicio, los haberes a los
que se hace referencia no tienen una legalidad
consolidada porque los delitos que se ventilaron fueron
realizados por funcionarios públicos en ejercicio de
sus funciones. En esa dirección, consideró que no podía
dársele el orden de una situación jurídica consolidada
a emolumentos que se realizaron en funciones de
actividades ilícitas.
Por último, manifestó que está claro que
toda pena es una privación de derechos y, en este caso,
es una privación que se deviene necesariamente de las
penas solicitadas. Por todo ello, solicitó el rechazo
de esa articulación e hizo las correspondientes
reservas.
Las partes querellantes, por su parte,
adhirieron a la solicitud de rechazo formulada por el
Ministerio Público Fiscal y a los argumentos vertidos
por éste.
En el análisis de la cuestión traída a
debate, corresponde recordar que el artículo 12 del
Código Penal establece las inhabilitaciones inherentes

229
a la prisión y reclusión por más de tres años y como
consecuencia de la incapacidad para, administrar sus
bienes que el penado quedará sujeto a la curatela
establecida por el Código Civil para los incapaces
(art. 468 del Código Civil). Es decir que lo asimila al
régimen de los dementes y sordomudos que no saben darse
a entender por escrito. A su vez, el Código Penal en
su artículo 19 prevé en sus distintos incisos las
incapacidades que comprende aquella inhabilitación
absoluta del artículo 12 del Código Penal. En el inciso
4to. del artículo 19, suspende el goce de toda
jubilación, pensión o retiro civil o militar cuyo
importe será percibido por los parientes que tengan
derecho a pensión. O sea que mientras el sujeto se
encuentre privado de su libertad, la jubilación,
pensión o retiro deberá ser percibida por sus parientes
directos y no administrada por un curador. En este
caso, debemos considerar que conforme surge del texto
de la ley nos encontramos ante una incapacidad de hecho
relativa y no de derechos absoluta.
Por ello, a diferencia de lo que opina la
defensa, a criterio de éste Tribunal, no constituye una
afectación a la resocialización ni tiene un efecto
estigmatizante.
En cada caso, serán los parientes dentro
del grado de parentesco requerido los que deberán
recibir el beneficio de la jubilación, pensión o retiro
civil o militar y conforme lo dispuesto en el artículo
20 ter. del Código Penal, el condenado, al recuperar su
libertad podrá solicitar su rehabilitación.
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FRO 82000149/10
Por lo demás, éste Tribunal adscribe al
principio por el cual se establece que una declaración
de inconstitucionalidad de una norma obliga a ejercerse
con una revisión de máxima sobriedad y prudencia,
debiendo realizarse únicamente cuando la repugnancia de
la norma con la cláusula constitucional sea manifiesta,
clara e indudable.
Siguiendo este criterio, recordamos que
la jurisprudencia de la Corte Federal ha señalado que
en el ejercicio del elevado control de
constitucionalidad debe imponer la mayor mesura,
mostrándose tan celosa en el uso de sus facultades como
del respeto que la Carta Magna asigna, con carácter
privativo, a los otros poderes (Fallos: 242:2534;
256:386; 300:1087; vid. C.S.J.S.F., "Marozzi", A. y S.,
T. 161, pág. 290); que la declaración de
inconstitucionalidad de una ley sólo puede admitirse
como "última ratio" del orden jurídico (Fallos:247:387;
249:51; 303:248; 304:849 y 1069; 311:394, etc.) y
constituye "la más delicada de las funciones que puedan
encomendarse a un tribunal de justicia"
(Fallos:312:72).
Por lo argumentos expuestos y no
encontrando motivos para aplicar una solución tan
extrema como sería la declaración de
inconstitucionalidad solicitada, corresponde el rechazo
de esta pretensión.
3) Análisis de los planteos efectuados
por el imputado Antonio Federico Bossié en sus
declaraciones indagatorias.

231
En este punto corresponde analizar lo
expuesto por el imputado Bossié, quien en un minucioso
estudio, ha señalado las contradicciones existentes
entre los diferentes testigos que declararon en la
audiencia, que fueran desarrolladas en el punto 7.b) de
las resultas.
Si bien no corresponde el tratamiento de
cada una de las contradicciones señaladas por el
imputado, por ser ciertamente mínimas y no esenciales –
algunas de ellas incluso ya han sido explicadas a lo
largo de este pronunciamiento- resulta esclarecedor lo
expuesto en el Fallo Nro. 7, dentro de la causa
caratulada: “NICOLAIDES Cristino, DE MARCHI Juan
Carlos, BARREIRO Rafael Julio Manuel, LOSITO Horacio,
PÍRIZ Carlos Roberto, REYNOSO Raúl Alfredo p/sup.
Asociación ilícita agravada en concurso real con los
delitos de privación ilegal de la libertad agravada,
abuso funcional, aplicación de severidades, vejaciones,
apremios ilegales y de tormentos”, expediente Nº
460/06), dictado por el Tribunal Oral Federal de
Corrientes en fecha 6 de Agosto de 2008, que a
continuación se transcribe: “…No puede tomarse como
cartabón un testimonio medio, sino que cada una las
personas absorbe y exterioriza sus impresiones de
distinto modo, no pudieron ser las mismas sensaciones
las vividas por todos los detenidos, ni tampoco la
manera de expresarse en las audiencias durante su
testimonial debe responder a una regla uniforme, son
personas con cultura, educación, costumbres y
personalidades distintas,… que han sufrido una
experiencia sumamente traumática…”. “…Por ello, después
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de haber escuchado ochenta y ocho testimonios de
testigos que han concurrido al efecto, haber
incorporado otros por lectura, y los descargos
indagatorios expuestos en varias oportunidades por
todos los acusados, una versión monocorde de los hechos
que se hubiera contado en la Sala hubiera causado sí
una impresión dudosa de la verosimilitud de los
sucesos. Distintas visiones, captadas no solas por el
sentido de la vista, sino por el oído, el olfato,
percepciones que fueron quedando impresas de diferente
modo entre quienes han sufrido momentos de terror en
sus vidas, y que dejaron marcas indelebles en
circunstancias tan peculiares como imposibles de olvido
…“.
Y continúa, “…Exigir una descripción
pormenorizada y perfecta puede resultar poco menos que
una quimera cuando se trata de personas, que
absorbieron miedos y sufrimientos en distinta magnitud,
con distinta elaboración, compartiendo solo el lugar
geográfico en común e iguales condiciones de desprecio
para su dignidad. (…) Ahora bien, este Tribunal es
conteste con que han transcurrido más de treinta años
de la ocurrencia de los sucesos que se ventilan en la
causa, y esto debe también formar parte del análisis.
Por esto, y sopesando en su totalidad los testimonios,
no pueden derrumbarse por cuestiones tangenciales, dado
que gozan -en general- de la presunción de validez, por
la concordancia que muestran en lo sustancial con otros
testimonios rendidos, con indicios y otros elementos,
debido a algunas aseveraciones que pudieran ser

233
incorrectas, lo cual podría provenir de una deficiente
observación en el momento del hecho o por la sola
influencia del paso del tiempo…”.
Lo expuesto resulta especialmente útil a
los fines de desestimar las manifestaciones del
coimputado Bossié, las cuales intentan desacreditar, en
su totalidad, lo dicho por determinados testigos cuando
en realidad basta observar algunos de los ejemplos
dados por éste, para afirmar que las contradicciones
señaladas no son siquiera significativas y que es
perfectamente posible que obedezcan a las razones que
con tanta claridad se han reseñado en los párrafos del
fallo precedente.
4) Materialidad.
a) Pautas generales para la valoración de
la prueba testimonial y documental.
Por la naturaleza de estas causas, en la
que se juzgan hechos que sucedieron bajo la
clandestinidad del aparato represivo estatal, la prueba
testimonial adquiere su máxima relevancia.
Cabe destacar que si bien es cierto que
han transcurrido más de treinta años de sucedidos los
hechos juzgados, es de público conocimiento la
reconstrucción histórica que hicieron las víctimas –en
forma particular o mediante organizaciones- de la
verdad de lo sucedido.
Los testimonios vertidos en la audiencia,
por su inmediatez, permitió al Tribunal evaluar la
eficacia probatoria de este medio de prueba en base a
los gestos, reacciones y estado emocional de los
testigos así como a las respuestas dadas al
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interrogatorio de las partes y del Tribunal, que
conducen por aplicación del principio de la sana
crítica racional, a la convicción sobre su
credibilidad.
La jurisprudencia se ha expedido sobre
este tema en forma unánime, así en la citada Causa 13
se dijo: “…La declaración testimonial es un medio de
prueba que se privilegia frente a modos particulares de
ejecución en los que deliberadamente se borran las
huellas, o bien se trata de delitos que no dejan
rastros de su perpetración, o se cometen al amparo de
su privacidad. En tales supuestos a los testigos se los
llama necesarios. En la especie, la manera clandestina
en que se encaró la represión, la deliberada
destrucción de documentos y de huellas, el anonimato en
que procuraron escudarse sus autores, avala el aserto.
No debe extrañar, entonces, que la mayoría de quienes
actuaron como órgano de prueba revistan la calidad de
parientes o de víctimas. Son testigos necesarios…”
(Considerando Tercero, punto h de la Causa 13/84).
En este orden de ideas es que se debe
valorar también la prueba documental. A diferencia de
la testimonial -no solo por las formalidades y
principios rectores del juicio oral- el órgano que
expidió gran parte de este tipo de pruebas con las que
hoy se cuenta, fue el aparato represivo estatal, y el
modo de operar al respecto era ocultando o alterando
información en todo o en parte, para llevar adelante el
“plan sistemático” como así también para procurar su
impunidad.

235
Como consecuencia de toda esta operatoria
surge que no se cuenta con vasta documentación, y con
la que se cuenta, puede suceder que contenga datos
parcialmente verídicos, lo que en definitiva se
evaluará, analizándola junto con el resto e indicios
obrantes en autos.
b) Análisis de los hechos y de las
pruebas colectadas por causa:
b.1) Expediente nº FRO 82000149/10: los
casos de Carlos Armando Grande, Gerardo Jorge Cámpora,
Carlos Andrés Farayi, José María Budassi, Pablo
Leonardo Martínez, Alicia Inés Cámpora, María Luisa
Corelli, Gustavo Carlos De Cara, Guillermo Luis Estalle
y Mario Juan Francisco Contartese.
Ha quedado acreditado con el grado de
certeza requerido y en base a los elementos de prueba
que a continuación se detallarán, que los señores
Carlos Armando Grande, Gerardo Jorge Cámpora, Pablo
Leonardo Martínez, José María Budassi, Carlos Andrés
Farayi, Gustavo Carlos De Cara, Mario Juan Francisco
Contartese, Guillermo Estalle, Alicia Inés Cámpora y
María Luisa Corelli, han sido víctimas de privación
ilegítima de la libertad, por orden de Área Militar Nº
132, a cargo a la fecha de los hechos del Teniente
Coronel (RE) Manuel Fernando Saint Amant. Respecto de
las agravantes que concurren en la figura, nos
referiremos a ellas en forma conjunta cuando analicemos
las calificaciones legales.
También han quedado acreditados los
tormentos sufridos por José María Budassi, Pablo
Leonardo Martínez, María Luisa Corelli, Alicia Inés
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FRO 82000149/10
Cámpora y Gustavo Carlos De Cara, que fueran
infringidos en los distintos centros de detención en
los que estuvieron cautivos, entre los que se encuentra
la Comisaría de Junín, respecto de los cuales también
deberán responder el Sr. Manuel Fernando Saint Amant y
Edgardo Antonio Mastrandrea.
Finalmente, esta magistratura considera
que se encuentra acreditado que los Sres. Carlos
Armando Grande, Gerardo Jorge Cámpora y Carlos Andrés
Farayi, quienes en la actualidad se encuentran en
calidad de “desaparecidos”, han sido víctimas de
homicidio, hechos por los que deberá responder en
calidad de autor mediato el acusado Manuel Fernando
Saint Amant.
Al respecto, corresponde en primer
término afirmar que estos hechos se produjeron dentro
del plan sistemático dispuesto por el último gobierno
de facto que asumió el poder con el golpe de Estado
cívico militar del 24 de marzo de 1976. En concreto, se
ha acreditado que sobre los últimos días del mes de
abril del año 1977 y los primeros días del mes de mayo
del mismo año se realizó en la ciudad de San Nicolás un
direccionamiento represivo sobre sectores ligados a la
Juventud Peronista, algunos de ellos estrechamente
vinculados a la militancia dentro de la iglesia
católica y ex alumnos del Colegio Don Bosco de este
medio.
Estos operativos represivos tenían como
objeto ligar las actividades de grupos de jóvenes
católicos de la Diócesis Nicoleña con supuestas

237
actividades “político –subversivas”, en el lenguaje de
las autoridades del Área Militar 132.
El primero de estos operativos se produjo
con la privación ilegítima de la libertad efectivizada
sobre fines del año 1976 -el 17 de noviembre- de Carlos
Armando Grande, conocido como “Tito”, en la localidad
de Villa Constitución, quien fue secuestrado por
miembros del Ejército Argentino del Área Militar 132 y
componentes de la misma fuerza del Departamento 2 de
Inteligencia del Comando de Institutos Militares y
trasladado al Centro Clandestino de Detención
denominado “El Campito”, “Los Tordos” o “Plaza de
Tiro”, el que funcionaba dentro de la guarnición
militar de Campo de Mayo, dentro de la Zona de Defensa
4.
En distintas oportunidades, Carlos
Armando Grande fue trasladado por componentes del
Departamento 2 de Inteligencia referido a esta
Jurisdicción y estuvo alojado en los primeros días del
mes de mayo de 1977 en la Brigada de Investigaciones de
San Nicolás, donde fue sometido a un careo con María
Regina Spotti y actualmente, como se indicó, se
encuentra en calidad de “detenido-desaparecido”.
En cuanto a Gerardo Jorge Cámpora, a la
fecha de los hechos se encontraba cumpliendo el
Servicio Militar Obligatorio en el Grupo 1
Mantenimiento de Policía Militar en la Base Aérea “El
Palomar” de la Fuerza Aérea Argentina, donde fue
privado ilegítimamente de su libertad el 2 de mayo de
1977 y entregado por la referida fuerza a integrantes
del Área Militar 132 con asiento en San Nicolás.
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FRO 82000149/10
Se ha demostrado que, para pretender
lograr la impunidad de su secuestro, posteriores
tormentos y homicidio, la Fuerza Aérea Argentina simuló
que Cámpora había desertado como soldado conscripto,
fraguándose actuaciones militares a su respecto, donde
la Justicia Militar lo declaró en tal carácter y libró
su orden de captura.
De acuerdo a las declaraciones
testimoniales prestadas en la audiencia por Miriam
Borio y Pablo Leonardo Martínez, Gerardo estuvo
detenido en el CCD “Mansión Seré”, en un centro
clandestino de detención ubicado en la zona del Área
132 y en la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás del
Servicio Penitenciario Bonaerense.
Respecto de Pablo Leonardo Martínez, por
su parte, puede afirmarse que, de acuerdo a los pruebas
colectadas, fue detenido el 4 de mayo de 1977
aproximadamente a las 19:00 hs., en el Barrio Somisa de
la ciudad de San Nicolás sobre Avenida Central, en
circunstancias en las que se dirigía a una Escuela,
donde cursaba la carrera de Administración de Empresas.
Ese mismo día por la noche, cerca de las
22:00 hs., también fue privado ilegítimamente de su
libertad en calle Garibaldi y Almafuerte de San
Nicolás, José María Budassi. Ambos procedimientos
fueron realizados por Personal que operaba bajo control
operacional del Área Militar 132 vestidos de civil y en
vehículos particulares.
Martínez y Budassi fueron trasladados a
distintos Centros Clandestinos de Detención, a saber:

239
uno no identificado hasta la fecha, que habría
funcionado en proximidades de la fábrica Plastiversal,
de donde Budassi logró fugarse pero fue rápidamente
recapturado; otro, que funcionaba en el interior de la
Brigada de Investigaciones de San Nicolás (donde solo
permaneció cautivo José María Budassi); otro, que
funcionaba en el interior de la Unidad Penal Nº 3 de
San Nicolás (donde permaneció cautivo solo Pablo
Martínez); otro, que funcionó en una casa operativa no
identificada hasta la fecha y que habría funcionado en
proximidades de la Fábrica Protto sobre la actual
Avenida Illia, Ruta Provincial Nº 21, por aquel
entonces Ruta Nacional Nº 9 y la Comisaría de Junín,
donde permanecieron cautivos clandestinamente.
Durante dicho raid, en algunos momentos
juntos y otros separados, siempre vendados o
encapuchados y esposados, fueron sometidos a vejámenes
y tormentos, entre ellos, descarga de corriente
eléctrica en distintas partes del cuerpo y que el
objetivo de los torturadores era, aparentemente,
establecer alguna vinculación de los interrogados con
organizaciones calificadas como subversivas, el
conocimiento que pudieran tener de personas integrantes
de éstas y si podían poseer armamentos. Asimismo,
buscaban descifrar las relaciones que estas
organizaciones calificadas como subversivas pudieran
haber tenido con un sector de la Iglesia al que ellos
habían pertenecido como ex alumnos del Colegio “Don
Bosco” de San Nicolás.
En los referidos Centros Clandestinos de
Detención, Martínez y Budassi, pudieron mantener
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conversaciones o escuchar a personas que identificaron
y que al día de la fecha se encuentran en calidad de
“detenidos-desaparecidos”, entre los que se encuentran
Spotti, Cámpora, las hermanas María Cristina y Rosa
Raquel Alvira y a la pareja de la primera, Horacio
Arístides Martínez y el matrimonio Reale-Baronio.
A su vez, durante la audiencia de debate
se puedo acreditar que Pablo Leonardo Martínez y José
María Budassi fueron trasladados detenidos en un
vehículo particular a cercanías de la localidad de
Junín, donde se simuló su aprehensión por una patrulla
del Ejército y el supuesto secuestro en su poder de
armamento, material de propaganda de la Organización
Montoneros y documentación que suponía acreditar un
programado intento de copamiento al Regimiento de
Artillería de esa ciudad. Bajo dichas circunstancias,
fueron trasladados en carácter de detenidos e
incomunicados a la Comisaría de Junín, donde siguieron
siendo sometidos a tormentos y, en esas condiciones,
obligados a firmar declaraciones que los inculpaban.
Luego de ello, fueron sometidos a
procesos, primero ante la Justicia Federal de San
Nicolás, por infracción a la Ley 20.840 y
posteriormente a Consejo de Guerra ante la Justicia
Militar, siendo conducidos a las cárceles de San
Nicolás, La Plata, Sierra Chica, Devoto y Caseros,
hasta recuperar finalmente su libertad en el mes de
diciembre de 1982.
En cuanto a la víctima Carlos Andrés
Farayi, de acuerdo a las declaraciones recibidas en la

241
audiencia y la prueba documental incorporada al debate,
se encuentra acreditado que fue privado de su libertad
el 12 de mayo de 1977, aproximadamente a las 19 horas,
en su domicilio de calle Virrey Ceballos 1192, 3º piso
Depto. “B” de Capital Federal. En la ocasión un grupo
operativo integrado por 20 a 25 personas fuertemente
armadas, ingresaron a su departamento, lo requisaron y
destruyeron y sustrajeron cosas de su interior.
Posteriormente se apostaron en las cercanías esperando
la llegada de Farayi y así lograron su detención.
Carlos Andrés Farayi también era ex
alumno del “Colegio Don Bosco” y había mantenido una
relación de noviazgo con Miriam Borio, quien fue
detenida dos días antes que el nombrado.
Sobre la necesaria vinculación que existe
entre su detención y la del resto de las víctimas, debe
tenerse en cuenta, en primer lugar, que todos ellos
fueron alumnos del mismo colegio y se encontraban
militando en una misma organización. Incluso, de
acuerdo al relato de las víctimas de autos, Farayi, fue
uno de los impulsores de la militancia de Martínez,
Budassi y Estalle, quienes eran menores que él y, de
acuerdo a sus declaraciones, esta militancia fue lo que
motivó el secuestro y demás hechos sufridos por este
grupo de jóvenes.
Este nexo también se vislumbra de la
contemporaneidad existente entre todas las privaciones
ilegítimas de libertad que forman parte de esta causa.
Incluso, debe resaltarse, entre otras, la declaración
de Guillermo Luis Estalle, a quien en la Comisaría 1º
de San Nicolás lo interrogaron principalmente respecto
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de Carlos Andrés Farayi y pudo inferir de las preguntas
que le realizaron que éste ya se encontraba detenido; y
la prestada por Francisco Osvaldo Sánchez, quien
compartió cautiverio con Farayi en el CCD “Mansión
Seré” y quien expuso que lo habían detenido por hechos
ocurridos en la ciudad de San Nicolás.
En relación a Gustavo Carlos De Cara, ex
alumno del Colegio Don Bosco de activa militancia
católica en la diócesis local, fue privado
ilegítimamente de su libertad el 21 de junio de 1977
siendo aproximadamente las 22:30 horas, en su domicilio
sito en calle Mitre 179 de San Nicolás.
Fue trasladado a la Comisaría 1º de esa
ciudad, lugar donde se encontraba en la misma condición
Mario Juan Francisco Contartese, con quien fue
conducido el día 22 de junio a la Comisaría de la
ciudad de Junín, lugar donde fue torturado estando
encapuchado, mediante descargas de corriente eléctrica
y obligado bajo dichas circunstancias a firmar una
declaración ya escrita, la cual no se le permitió leer.
Durante su encarcelamiento en la
Comisaría, supo que se encontraban allí Contartese, con
quien fuera trasladado, Pablo Leonardo Martínez, José
María Budassi, María Luisa Corelli y Alicia Cámpora.
Posteriormente, todos fueron conducidos a la Unidad
Penal Nº 3 de San Nicolás, donde fueron entrevistados e
interrogados, entre otros, por los entonces Teniente
Coronel Saint Amant.
Con posterioridad, De Cara fue sometido a
Consejo de Guerra y trasladado a diversas Unidades

243
Penales Provinciales y Federales, recuperando su
libertad en el año 1982 luego de la guerra de Malvinas.
Por otro lado, se ha acreditado que el
mismo 21 de junio de 1977 en horas del mediodía fue
privado ilegítimamente de su libertad Mario Juan
Francisco Contartese, en su vivienda de calle
Almafuerte 613 de San Nicolás. De acuerdo a lo
declarado por el nombrado, éste había estado con
Budassi, instantes previos a que lo detuvieran,
habiéndose enterado también de las desapariciones de
sus amigos y ex compañeros del Colegio Don Bosco
Martínez y de Gerardo Cámpora.
Fue llevado a la Comisaría 1º de San
Nicolás, pasando durante el trayecto por la casa de
Gerardo Cámpora y fue trasladado a la Comisaría de
Junín junto a Gustavo De Cara, lugar donde ya se
encontraban detenidos Martínez y Budassi y a donde
también fueran trasladadas en dicho carácter Alicia
Cámpora y María Luisa Corelli. Allí fue sometido a
interrogatorios por personal policial, preguntándole
sobre sus relaciones de amistad, sobre el Colegio Don
Bosco y sus sacerdotes, acerca de lo que les enseñaban,
qué era lo que leían, para finalmente obligarlo a
firmar una declaración que no pudo leer previamente.
Desde el 21 de junio hasta el 13 de julio
estuvo incomunicado con el exterior. Luego fue
trasladado a la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás, lugar
en el que fue entrevistado por el Jefe del Área Militar
132 Teniente Coronel Saint Amant y recuperó su libertad
en el mes de septiembre de 1977. Asimismo, en dicho
lugar, al ser enviado al calabozo de castigo, dos
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guardias le refirieron que en el mismo lugar estuvo
detenido un muchacho del cual mencionaron algunas
referencias –por ejemplo, que vivía en Avenida Savio-
las que le permitieron individualizar como su amigo
Gerardo Cámpora.
Posteriormente, al ser incorporado para
cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, ya en el
año 1978, fue nuevamente detenido y trasladado a Buenos
Aires siendo sometido a Consejo de Guerra. Finalmente
fue dejado en libertad por falta de mérito, culminando
con su Servicio Militar Obligatorio en el Batallón de
Ingenieros 601 de la localidad de City Bell, Provincia
de Buenos Aires.
En cuanto a Guillermo Luis Estalle, fue
privado ilegítimamente de su libertad en la segunda
quincena del mes de junio de 1977 en la Agencia
Marítima “Puleston” sita en calle 25 de Mayo y Ameghino
de San Nicolás en la que trabajaba. De allí, fue
conducido a la sede del Comando Radioeléctrico y luego
a la Comisaría 1º de San Nicolás, donde pudo ver a su
ex compañero del Colegio Don Bosco Guillermo Moreyra y
fue interrogado por personal policial y militar sobre
los sacerdotes, profesores y alumnos del Colegio Don
Bosco, sobre la militancia política de éstos y en
particular sobre Carlos Andrés Farayi, preguntándosele
sobre cuál era su relación con él y el grado que tenía
dentro de la OPM Montoneros.
Luego fue trasladado a la Unidad Penal Nº
3, donde también se encontraban detenidos ex compañeros
del Colegio Don Bosco (Espín, Budassi, Martínez, De

245
Cara, Contartese), la madre y el padre de los primeros
de los nombrados, Alicia Cámpora y María Luisa Corelli.
En dicho lugar fue sometido a vejámenes, golpizas y
malos tratos. Recuperó su libertad en septiembre de ese
año pero quedó a disposición del Área Militar 132.
Asimismo, en la Unidad Penal nº 3 un guardia cárcel le
refirió “que agradeciera porque Gerardo Cámpora no
había tenido la misma suerte que él”, lo que le
permitió deducir que Cámpora estuvo alojado allí
previamente y que el guardia sabía que era del grupo de
Estalle.
En 1978 es nuevamente detenido y
trasladado vía aérea a la ciudad de Buenos Aires,
siendo alojado en la Unidad Penal de Villa Devoto y
sometido a Consejo de Guerra, quedando nuevamente en
libertad bajo el régimen de libertad vigilada.
En relación a Alicia Inés Cámpora, se
encuentra acreditado que el 21 de junio de 1977 fue
ilegítimamente privada de su libertad en su domicilio
de Avenida Savio 617 de San Nicolás. Fue conducida a la
Comisaría 1º de calle Rivadavia de San Nicolás,
encerrada en una celda, lugar donde escuchó quejidos y
gritos de un hombre sin poder precisar de quién se
trataba. No fue informada ni de los motivos ni por
orden de quién era detenida.
A la mañana siguiente fue trasladada en
un patrullero a la ciudad de Junín, circunstancia en la
cual pudo ver cómo Mario Contartese y Gustavo de Cara -
a quienes conocía por ser ambos amigos de su hermano
Gerardo- eran subidos a un camión celular que se
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dirigió delante del patrullero hacia la ciudad
referida.
Ya en Junín fue conducida a la Comisaría
Local. Supo que en el lugar estaban también detenidos
Pablo Martínez y José María Budassi y que unos días
después trajeron detenida a María Luisa Corelli, a
quién conocía por compartir la situación de tener ambas
a sus hermanos desaparecidos. Asimismo tomó
conocimiento que en dicho lugar María Luisa Corelli fue
torturada.
Posteriormente, fue conducida junto a
Corelli a la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás. En abril
de 1978 fue trasladada de noche, vendada y esposada al
Penal de Villa Devoto. Para ello, la subieron a un
camión junto a otras personas a las cuales no conocía,
según presume a la ciudad de Rosario, más precisamente
al Aeropuerto de Fisherton, desde donde la trasladaron
en un avión -siempre esposada y vendada- con otras
personas. Ya en la ciudad de Buenos Aires y estando
alojada en el Penal de Devoto fue sometida a Consejo de
Guerra y recuperó su libertad en forma condicional en
diciembre de 1978. Pese a ello fue controlada y
vigilada por los Servicios de Inteligencia del Estado
hasta el advenimiento de la democracia.
Respecto de María Luisa Corelli, se
encuentra probada que fue privada ilegítimamente de su
libertad el 23 de junio de 1977 en su vivienda de calle
25 de Mayo de San Nicolás. Corelli había sido detenida
con anterioridad junto a su padre y a su hermano de
nombre Ricardo Aníbal, recuperando posteriormente los

247
tres su libertad, si bien el último de los nombrados a
la fecha de los hechos de la presente causa ya se
encontraba detenido-desaparecido.
María Luisa fue llevada en primer lugar a
la Comisaría 1º junto a su madre, la que fue liberada
de inmediato, mientras que ella fue trasladada y
encerrada en un calabozo de la Comisaría de la ciudad
de Junín. En dicho lugar la desnudaron y la sometieron
a torturas mediante descargas de corriente eléctrica,
mientras era interrogada. Tomó conocimiento que en
Junín también se encontraban detenidos amigos y
conocidos de su hermano Ricardo, mencionando a José
María Budassi, Pablo Martínez, Alicia Cámpora y Gustavo
De Cara.
Luego, fue trasladada a la Unidad Penal
Nº 3 de San Nicolás y de allí, en las mismas
condiciones previamente relatadas respecto de Alicia
Cámpora, a la ciudad de Buenos Aires al Penal de Villa
Devoto, habiendo sido sometida al Consejo de Guerra,
resultando absuelta, por lo que recuperó su libertad en
el mes de julio del año 1979, pero fue sometida a
constantes vigilancias por parte de los Servicios de
Inteligencia hasta el año 1983.
Explicados en forma sucinta los hechos
que forman parte de este expediente, a continuación se
detallarán las pruebas que se reunieron en el debate,
en las que se sustentan las afirmaciones efectuadas.
Así, en primer lugar se destaca que durante la
audiencia declararon como testigos las víctimas de
autos José María Budassi, Pablo Leonardo Martínez,
María Luisa Corelli, Alicia Cámpora, Mario Juan
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Francisco Contartese y Guillermo Luis Estalle, mientras
que respecto de Gustavo De Cara, se incorporó por
lectura su testimonio prestado en instrucción, obrante
a fs. 1003/1008 del expediente n° 82000149/10.
Comenzando con José María Budassi,
declaró que su detención ocurrió el miércoles 4 de mayo
de 1977 aproximadamente a las diez de la noche. Explicó
que ese año había vuelto a su casa porque durante el
año 1976 había ido a estudiar a la universidad en
Rosario. Trabajaba en la panadería de sus padres y
había empezado a estudiar trabajo social en la escuela
del obispado, a la que iba con Mario Contartese. Relató
que siempre caminaban hasta la panadería y le pedía la
camioneta a su padre y lo llevaba a Mario a su casa.
Expuso que el día de la detención ambos
pasaron por la casa de Pablo Martínez y la hermana les
dijo que no había vuelto. Lo dejó a Mario y cuando
volvió, en la esquina de su casa donde había un bar,
había un automóvil Ford Falcon color celeste con el
capó levantado y una persona le hizo señas para que la
ayudara. Paró con la idea de ayudar e inmediatamente se
acercaron dos personas, cada uno por una puerta de su
vehículo, por lo que bajó el vidrio. En ese momento,
abrieron la puerta, lo apuntaron con un arma, le
dijeron que se bajara, por lo que pensó que querían
robarle, pero cuando vio que lo tironeaban se dio
cuenta que lo querían llevar.
Explicó que empezó a los gritos y
forcejeos, lo golpearon con la culata de un revolver
varias veces en la cabeza, por lo que comenzó a sangrar

249
y el escándalo que armó hizo que las personas que
estaban en el bar salieran y vieran cuando lo
arrastraban al automóvil Falcon. La camioneta de su
padre quedo allí y alguien le avisó a sus padres.
Relató que después lo llevaron a una
casa, lo vendaron inmediatamente y, mientras lo bajaban
del coche, le sacaron la ropa y lo pusieron sobre un
elástico metálico, lo ataron como si estuviera
estaqueado, le tiraron agua, le ataron un cable en uno
de los dedos del pie y le aplicaron descargas
eléctricas. Explicó que no sabe cuánto tiempo duró esta
situación, en la que lo golpearon, le pusieron en la
boca “como un plástico”, que después leyendo supo que
era un “submarino seco”, por lo que se quedaba sin
aire.
En cuanto al interrogatorio que le
efectuaron, expuso que le preguntaron si pertenecía a
la organización Montoneros, quién era su responsable,
si tenía armas, situación que calificó como muy
traumática. Explicó que había vuelto a San Nicolás para
seguir militando pero las condiciones políticas eran
bastantes endebles, que se “enganchó” en la militancia
a través de Pablo Martínez, con quien había empezado
desde el colegio y que, de alguna manera, Pablo era su
responsable. Por ello, declaró que la pregunta de quién
era su responsable lo ponía en un lugar muy difícil
porque dar el nombre de Pablo era traicionarlo tanto
como compañero y como amigo. Por ello, en un momento se
le ocurrió inventar un personaje de nombre “Kiko”, a
quien nombró como su responsable e incluso le inventó
una característica de un compañero que había tenido en
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la facultad de medicina. Le preguntaron quién era,
dónde lo podían encontrar, pero no les “cerraba” porque
ellos manejaban la información de quién era su
responsable.
Entre las personas que se encontraban
presentes en el interrogatorio, explicó que escuchó los
seudónimos “El Jefe”, “Soviético” y “Barba”. Declaró
que en un momento “El Jefe” agarró una goma, un palo y
lo empezó a golpear en los testículos al punto de que
no aguantó más y lo nombró a Pablo, ante lo cual “El
Jefe” le dijo “pero pelotudo por qué no dijiste antes
si a Pablo lo trajimos recién”. Ahí se dio cuenta y
luego reflexionó con los años de que la tortura no era
simplemente un método de interrogación rápido para
disponer de información sino que también tenía como
objetivo destruir la dignidad humana, llegar al punto
de que el interrogado sienta que había traicionado a su
mejor amigo.
Relató que, al poco tiempo, finalizaron
la sesión, lo llevaron a un dormitorio contiguo, lo
dejaron atado a una cama y le pusieron una esposa que
tomaba sólo los pulgares. Al otro día escuchó que
trajeron a otros compañeros, entre los que cree que
había una pareja, ya que escuchó voces de hombres y
mujeres y oyó que los torturaban.
Ante esto, se desató las manos, se sentó
sobre la cama, se desató los pies, se sacó la venda,
observó la habitación y vio que había una ventana, por
lo que se dirigió hacia ella, la abrió, arrancó el
mosquitero, saltó a través de ella y salió corriendo

251
desnudo con los dedos agarrados con las esposas y con
la venda sobre el cuello. Cruzó una cerca y fue a la
casa contigua, en la que le abrió una mujer que gritó y
pensó que no lo iban a ayudar, por lo que siguió
corriendo por una calle con muchos árboles. Recordó
haber visto chimeneas de la planta de súper usina que
son rojas y blancas, llegó hasta la ruta y empezó a
correr por el costado de la ruta. En un momento se tiró
a un costado y vio que detrás de él venía un individuo
con un gamulán, anteojos y un arma, quien le dijo que
se tirara al suelo, por lo que pensó que “era el
final”. Continuó relatando que al rato llegó un
vehículo, que cree que era el Falcon con el que lo
habían secuestrado, lo subieron y lo llevaron a una
dependencia policial, vendado, esposado. Lo pusieron en
una celda solo. A las pocas horas una mujer lo empezó a
llamar y le preguntó quién era. Expuso que por el poco
diálogo que tuvieron reconoció que era una compañera
que conocía por el nombre de “Carmen”, que luego supo
que se llamaba Regina Spotti. Esta compañera había
caído el 21 de abril. Ella fue la que le dijo que
estaban en la Brigada de Investigaciones de San
Nicolás. En ese lugar le dieron ropa y no tuvo, salvo
algún “sopapo”, una situación de interrogatorio. Estuvo
varios días, del jueves 5 hasta lunes o martes de la
semana siguiente.
Explicó que en un momento lo sacaron de
la celda y lo pasaron a otra contigua a la de Regina,
con quien a veces hablaba por la pared. Expuso que una
noche la sacaron y le hicieron un careo con un
compañero, a quien se refirió como “Tito, el que cayó
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en el río”. En ese momento él no sabía quién era, pero,
muchos años después, al encontrarse con el compañero de
Regina y por trabajos realizados con el Equipo
Argentino de Antropología Forense, pudo saber que
“Tito” era Carlos Armando Grande, jefe de la columna 17
de San Nicolás, que había sido secuestrado el 18 de
noviembre de 1976 en las proximidades del arroyo Pavón
y que estuvo detenido en Campo de Mayo. Declaró que
después supo, leyendo otros testimonios, que Carlos
Grande permaneció en un centro clandestino de detención
durante los meses de noviembre a mayo y el testigo
Scarpatti dijo que a Carlos lo llevaron a la zona de
San Nicolás.
Relató que luego lo llevaron a un Centro
clandestino de detención que se encontraba en la zona
norte de la ciudad de San Nicolás, el que, por lo que
pudo reconstruir con Pablo Martínez, se encontraba
cerca de la fábrica Proto, ya que durante su detención
escucharon los ruidos característicos de esa fábrica,
que es una empresa de rodamientos, como así también por
el ruido de los pájaros y de los coches, ya que esta
fábrica se encuentra en la vieja ruta 9 camino que va a
Villa Constitución y a la época de los hechos no estaba
inaugurada la autopista.
Afirmó que estuvieron allí hasta el 24 o
25 de mayo. Una noche, junto a Pablo Martínez, los
sacaron y los hicieron subir en un vehículo. A él lo
colocaron al volante y a Pablo a su lado y les dijeron
que sigan a un coche que va a ir delante y que atrás
iba a ir otro. Les sacaron las vendas y empezaron a

253
seguir al automóvil que estaba delante. Creyeron que
era una puesta en escena. Cuando hicieron una curva
vieron a los costados soldados y una pinza, es decir,
un control militar. Cuando pasaron los hicieron parar y
descender del vehículo. Un oficial los interrogó,
preguntándoles de dónde venían, a lo que le contestan
de San Nicolás, a lo que les preguntó a dónde iban y
ellos responden que no sabían. Les pidieron sus
documentos, pero como no los traían consigo el oficial
ordenó que abrieran el baúl, donde había revistas de la
agrupación montoneros, volantes y armas. En ese
momento, detuvieron un colectivo, hicieron descender a
algunos pasajeros para mostrarle que “habían detenido
subversivos” y los hicieron firmar como testigos.
Describió que luego de ello los
trasladaron a la Comisaría de Junín. Los pusieron en
calabozos, a él en la última celda y a Pablo en una que
se encontraba en el medio. Allí había presos comunes.
En dicha Comisaría, un día el oficial
Edgardo Mastrandrea, a quien identificó como el “número
3 de la Comisaría”, luego de Mac Namara y Domínguez,
los interrogó acerca de los que les había pasado. Ante
esto, le contaron lo sucedido. Después de unos días, lo
sacaron y lo metieron nuevamente en un baúl vendado y
luego en un lugar oscuro, e hicieron “correr la
bolilla” en el pabellón de que lo habían sacado para
fusilarlo porque no había querido firmar una
declaración. Así hicieron que Pablo firme una
declaración sin leer y cree que le advirtieron que le
podía pasar lo que lo que le había pasado a él. Al poco
tiempo, lo volvieron a llevar a la Comisaría, le
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mostraron la declaración de Pablo y le dijeron que si
no firmaba no iba a volver más. Explicó que ante dicha
amenaza firmó y le dijeron que era probable que
notificaran a sus familias que estaban ahí, lo que
efectivamente ocurrió.
Continuó relatando que a los pocos días
trajeron detenidos a unos compañeros de la secundaria y
a familiares de éstos y que el 8 de julio los
trasladaron a la cárcel de San Nicolás, donde empezó
una historia que tiene que ver con la etapa que vivió
como preso político, hasta diciembre del año 1982 que
quedó en libertad.
Explicó que, tras la firma de la
declaración, si bien le avisaron a sus familiares
permanecieron incomunicados unos días, pero ya para
mediados de julio estaban como presos políticos y que,
según lo que les contaban sus padres, estaban a
disposición del Área Militar 132. Indicó que sus padres
iban siempre a hablar con Saint Amant.
Declaró que dentro del grupo de detenidos
conocidos eran aproximadamente diez personas, entre las
que se encontraban, además de su amigo Pablo Martínez,
Alberto Espin y sus padres, Guillermo Moreyra, Estalle,
Contartese, De Cara, Marisa Corelli y Alicia Cámpora,
todos a disposición del Área Militar 132.
Expuso que en septiembre liberaron a
Mario Contartese, a Estalle, al matrimonio Espin y al
hijo de éstos y que sus padres les transmitieron la
expectativa que a fin de año quizás los liberaban a
ellos. En diciembre hubo un cambio de mando, cree que

255
asumió Ferrero. En el año 1978 siguieron en la cárcel
de San Nicolás y en abril o mayo los trasladaron a
Devoto, donde se enteraron que les iban a “hacer un
consejo de guerra”. En ese momento volvieron a detener
a los que habían liberado en el mes de septiembre.
Indicó que esto ocurrió aproximadamente en el período
del mundial de fútbol.
Explicó que fueron juzgados por un
tribunal Denominado Consejo de Guerra Especial Estable
N° 1, que estaba en Palermo. Para ello, les designaron
defensores militares que no eran abogados y a él le
tocó una persona de Aeronáutica de nombre Blas Serra,
quien le dijo que ellos eran unos “idiotas útiles”, que
los curas del colegio Don Bosco les habían llenado la
cabeza y él sólo podía pedir la pena mínima. El
tribunal los condenó por asociación ilícita simple a 8
años de reclusión a él, a Pablo y otro compañero más, a
algunos los pasaron a la Justicia Federal y otros los
liberaron. Luego, el 25 de julio 1978 ingresaron al
penal de La Plata, recordando que ese día no podía
moverse de la “paliza” que la habían dado y que se
disputaba la final del mundial de fútbol.
Declaró que en La Plata estuvo
aproximadamente un mes, donde se enteró por el diario
Clarín que habían matado al matrimonio de Luis Cámpora
y Noemí Ponce y a principios de agosto, junto a Pablo,
fue trasladado a la cárcel de Sierra Chica, donde
estuvo hasta abril del 1979, fecha en que la dictadura
decidió “levantar” dicho penal porque iba a venir una
comisión de derechos humanos y las condiciones allí
eran bastante deplorables, por lo que volvieron a la
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Unidad carcelaria de La Plata, donde permanecieron
hasta el año 1982.
A preguntas efectuadas sobre el colegio
Don Bosco, explicó que ellos hicieron la secundaria en
el periodo anterior al golpe militar y que allí había
varios sacerdotes y seminaristas que estaban muy
comprometidos con una ola que tuvo origen con el
Concilio Vaticano Segundo. Explicó que tenían un
profesor de nombre Héctor Hernández, hijo de uno de los
Secretarios del Juez Milesi, quien les impartía una
educación vinculada con la línea de los preconciliares
y ellos estudiaban los argumentos para rebatir lo que
éste les explicaba. Expuso que cree que la
estigmatización de ellos comenzó por la actitud que
tuvieron ante este profesor y por el vínculo que tenían
con Farayi y Espin, quienes estaban en Buenos Aires y
militaban en la JUP y con quienes tenían charlas que
los animaban a asumir un compromiso político.
Indicó que en el año 2003 solicitó un
habeas data y vio que estaba “señalado como blanco”
desde noviembre de 1975. También en su actuación como
querellante pudo ver un informe firmado por Saint Amant
dirigido a Suárez Mason, en el que se indicaba que en
el colegio Don Bosco se había detectado una célula
montonera y se nombraba sacerdotes de esta institución.
También mencionaba que esta información la recibió por
Raúl Caraballada, preceptor del colegio, por lo que el
testigo concluye que en ese momento había una
colaboración de esta persona y con el Área 132.

257
En su testimonio también mencionó a las
agendas del capellán Bonamin, quien estaba muy
enfrentado con el obispo Ponce de León, donde se
mencionan reuniones en el cuartel entre Saint Amant y
Hernández en el año 1976 y que estaban muy preocupados
por la familia del ingeniero Martínez porque su hijo
Pablo “se hizo zurdo” por el accionar de los curas del
colegio.
Explicó que a Miguel Ángel Nicolau,
sacerdote del colegio, lo secuestraron tres meses antes
que a ellos, en la ciudad de Rosario.
En cuanto a su actividad política en la
ciudad santafesina antes nombrada, explicó que al
ingresar en la facultad de medicina vivía con Alberto
Espin en una pensión y militaba en un barrio en la zona
oeste. Su responsable era Sergio Jalil, a quien
secuestraron a principios de octubre del año 1976 y
apareció muerto en la masacre de los surgentes.
Respecto del resto de las víctimas de
autos, a preguntas efectuadas por el Sr. Fiscal
General, explicó que Pablo en la cárcel de San Nicolás
le contó que estuvo con Gerardo Cámpora cuando a
Budassi lo llevaron a la Brigada de Investigaciones.
También declaró que tenía conversaciones
sobre política con Carlos Farayi, quien venía a San
Nicolás los fines de semana. Al respecto, expuso que
ellos comenzaron a militar políticamente en la
organización Montoneros agosto del año 1975, que habían
formado el centro de estudiantes, pero les faltaba
pertenecer a una organización. Indicó que a “Carlitos”
se le ocurrió hacer una “pintada” en el colegio, ya que
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en esa etapa montoneros ya había pasado a la
clandestinidad. Declaró que una noche con el Turco
(Carlos Farayi) entraron al colegio, hicieron la
pintada y al otro día Gerardo se le acercó y le dijo
“que bien que te salió la pintada”.
Respecto del resto de sus compañeros,
explicó que en la Comisaría de Junín eran siete: Alicia
Cámpora, Marisa Corelli, Gustavo De Cara, Mario
Contartese, Alberto Espin, Pablo Martínez y él y que
sabe que Marisa y Gustavo De Cara fueron torturados.
En cuanto a la declaración que firmaron
en dicho lugar de detención, dijo que en ese momento no
la leyó pero luego supo que decía que con Pablo habían
robado un auto y habían decidido tomar el cuartel de
Junín, por eso en el baúl había un plano de dicho
lugar.
Relató que en la Unidad Penal N° 3 fue
recibido por el segundo de Saint Amant, que era el
Mayor Ricardes. Finalmente, reconoció documentos
exhibidos a pedido del Sr. Fiscal General, en donde
constan sus firmas.
Pablo Leonardo Martínez, por su parte,
declaró que el 4 de mayo de 1977, cuando se dirigía a
su trabajo en colectivo, dos personas lo agarraron, lo
empujaron, le pusieron algo en el estómago y le dijeron
que se quede quieto o lo “quemaban”. Lo subieron a un
auto, lo vendaron, lo llevaron a un lugar, lo
desvistieron, lo ataron a una cama y le efectuaron
descargas eléctricas o picanas en el cuerpo, mientras
le hacían preguntas. Éstas versaban sobre si pertenecía

259
a la agrupación Montoneros, si conocía gente de esa
organización, si tenía armas o si sabía dónde había
armas escondidas.
Explicó que en un momento lo trajeron a
Budassi y a él lo pusieron en una habitación vecina,
donde lo dejaron atado mientras sometían a torturas a
Budassi y se escuchaba que traían a otras personas.
Relató que, al día siguiente, siempre
vendados, los pusieron en otra habitación. En esa
ocasión reconoció la voz de Gerardo Cámpora, a quien
conocía del Colegio y quien en unos breves intercambios
le dijo que lo habían sacado de la formación donde
realizaba el servicio militar, que cree que era en El
Palomar, y que lo habían torturado.
Expuso que al día siguiente, junto con
otras cuatro personas (entre las que se encontraban las
hermanas Alvira, la pareja de una de ellas y Gerardo
Cámpora), fueron subidos a un furgón militar o de la
policía. A los tres primeros los dejaron en la
Comisaría del Barrio Somisa y a él y a Gerardo Cámpora
los trasladaron a la Unidad Penal N° 3, donde fueron
alojados en el sector calabozo. Los esposaron y los
dejaron vendados, y les preguntan sus nombres, por lo
que pudo constatar que Gerardo Cámpora estaba con él.
Señaló que permaneció allí diez días.
Explicó que a los dos o tres días un guardia le
preguntó si sabía dónde lo habían llevado a Cámpora,
momento en el que se percató que ya no estaba allí.
Expuso que esa fue la última vez que tuvo referencia de
él. Transcurridos estos diez días lo metieron en una
camioneta sobre las piernas de dos personas, lo taparon
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con una frazada y lo llevaron a otro lugar que estaba
frente a la fábrica Protto, que era una residencia de
personal militar. Allí lo volvieron a torturar con
descargas eléctricas mientras le hacían preguntas. En
un momento lo hicieron sentar en una mesa, le quitaron
la venda y le dieron una birome para que escriba una
carta a sus padres. En dicha ocasión pudo ver una
ventana y dos guardias del lado de afuera, que dijeron
“mirá, ahí viene Saint Amant”.
Explicó que estuvo en ese lugar durante
aproximadamente una semana y luego fue sacado en la
parte de atrás de un Jeep. Tras recorrer bastante
tiempo, fue bajado en una ruta, le hicieron hacer
flexiones de brazos y vio que bajaron a Budassi, a
quien le hicieron hacer lo mismo. Los subieron a ambos
a un vehículo, a Budassi en la parte del conductor y
les dijeron que salgan, que un automóvil iba a ir
adelante y otro atrás y que no hicieran locuras.
Observó que se dirigían a la ciudad de Junín y en una
curva quedaron metidos en el medio de un operativo
militar, donde los detuvieron, los hicieron parar y les
pidieron que se identifiquen. Luego, abrieron el baúl,
donde había revistas de Montoneros, una ametralladora
que no funcionaba y granadas de mano. Los subieron a
una camioneta e hicieron bajar a personas de un
colectivo.
Relató que luego fueron llevados a la
Comisaría de Junín, donde los hicieron desnudar y los
bañaron. Fueron puestos en calabozos, donde
permanecieron esposados pero sin vendas. Allí

261
conocieron al Comisario Mac Namara y el oficial
principal Mastrandrea. Estuvieron unos días y, junto a
Budassi, fue llevado a una dependencia de la comisaria,
donde ambos fueron encintados. Indicó que luego, a José
María se lo llevaron y a él lo volvieron a introducir
al calabozo.
Pasados uno o dos lo llevaron a otra
dependencia, lo tiraron en la cama, le pusieron un
vendaje y lo interrogaron. Esa persona le dijo que
nadie sabía que estaba detenido, que era una “boleta
caminando”, en el sentido de que lo podían matar en
cualquier momento. Le hicieron firmar una declaración
sin leer y volvió al calabozo. Al rato lo trajeron a
Budassi, explicando que considera que los separaron
para amedrentarlos.
Señaló que uno o dos después de eso un
“colimba” enviado por Saint Amant fue a su casa a
decirles a sus padres que estaba detenido en la
comisaría de Junín.
Relató que luego de su detención se
produjo el secuestro de otros compañeros, entre los que
mencionó a De Cara, Alicia Cámpora, que era hermana de
Gerardo, Marisa (María Luisa) Corelli y cree que
también a Guillermo Estalle. Indicó que a Marisa y De
Cara los torturaron en la misma comisaría de Junín y
que desde los calabozos se escuchaban sus gritos.
Continuó su declaración diciendo que el 8
de julio los trasladaron en forma oficial a la Unidad
Penal N° 3 de San Nicolás y en agosto les levantaron la
incomunicación. Estando allí tuvo la oportunidad de
entrevistarse con el Mayor Ricardes, quien le preguntó
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si sabía quién había matado al Obispo Ponce de León,
quien había intercedido por ellos.
Luego, a un grupo de compañeros que
habían sido detenidos a disposición del PEN los
liberaron, mientras ellos quedaron a disposición del
área militar. Luego, los pasaron a un consejo de guerra
y para julio del año 1978, fueron trasladados a Villa
Devoto, donde fueron juzgados por un tribunal militar.
Al respecto, indicó que fue una parodia de juicio
porque no tenían jurisdicción sobre ellos y ningún juez
les tomó declaración. Fue condenado a 8 años y 6 meses
de reclusión. Luego pasó provisoriamente por la Unidad
Penal de La Plata y después a la cárcel de Sierra
Chica. Finalmente, volvió a La Plata, hasta que el 23
de diciembre del año 1982, por una resolución militar,
le conmutaron la pena y fue dejado en libertad.
A preguntas efectuadas, en consonancia
con lo declarado por José María Budassi, relató sobre
su actividad política, iniciada en la época en que
ambos se encontraban estudiando en el colegio Don
Bosco.
También recordó que en la Unidad Penal N°
3 pudo ver a Guillermo Estalle, Guillermo Moreyra,
Alberto Espin, los padres de éste, a quienes detuvieron
porque su hijo mayor estaba en España e intentaron
presionar su regreso, Mario Contartese, Gustavo de Cara
y José María Budassi.
Explicó que su padre pertenecía al “Opus
Dei” y que en una ocasión organizaron en su casa una
cena en la que participó el Sr. Manuel Fernando Saint

263
Amant. Cuando detuvieron a Alicia Cámpora, ella tenía
15 años, por lo que sus padres fueron al barrio Somisa
donde vivía el Teniente Coronel, pero fueron atendidos
por la esposa de éste.
En su relato mencionó que cuando salieron
de la cárcel fueron con Budassi a ver a una persona de
apellido Mamoli, compañero del servicio militar de
Gerardo Cámpora que comunicó la detención del nombrado
a su familia, pero negó todo, cree que por miedo.
Finalmente, se le exhibieron piezas
procesales donde constaba su firma, las que reconoció,
como así también algunas fotos.
María Luisa Corelli manifestó en la
audiencia de debate que el 20 de marzo del año 1975
llegaron a su casa fuerzas policiales y del ejército,
quienes los despertaron a punta de pistola a su padre,
su hermano Ricardo y ella. Su madre estaba internada y
su hermano Santiago ya no vivía con ellos porque se
había casado. Expuso que en ese momento en la región y
en otros lugares del país había enfrentamientos con la
burocracia sindical, se produjo el despido de delegados
y éstos se resistieron mediante asambleas, situación
que se conoció como “El villazo”, lo que duró tres
meses y culminó a finales del año 1974. Indicó que en
marzo del año 1975 la zona se convirtió en un
laboratorio de la sangrienta represión, que se dirigió
sobre todo a la democracia sindical de esos obreros
metalúrgicos. Explicó que en ese contexto, el 20 de
marzo del año 1975, su hermano era delegado de la
fábrica Somisa y participaba en la agrupación Felipe
Vallese.
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Expuso que ese día la llevaron detenida
junto a su padre y les tomaron declaración en la
Brigada y, cuando volvieron a su domicilio, su hermano
ya no estaba, ya que lo habían detenido, permaneciendo
unos días en la Unidad Penal N°3.
Continuó su relato diciendo que el 24 de
marzo del año 1976 lo volvieron a buscar a su hermano,
pero no lo encontraron, por lo que volvieron un par de
veces más. En su legajo de la empresa Somisa decía que
él había hecho abandono de trabajo.
Explicó que su madre hizo diferentes
pedidos por su hermano, como hábeas corpus ante el
Juzgado Federal de San Nicolás y solicitudes ante la
Comisión de Derechos Humanos y el Ministerio del
Interior, mientras que su padre hizo lo mismo ante la
Embajada de Italia. Una vez que vinieron a buscarlo, ya
en el año 1977, dijeron que si la próxima no estaba se
iban a llevar a cualquiera, por lo que su padre la
llevó a vivir con su tía.
Relató que el 23 de junio de ese año
volvieron a su casa y la detuvieron junto a su madre,
trasladándolas a la Comisaría de calle Rivadavia. Allí
las recibió un comisario y le dijo a su madre que ella
se iba, pero que la declarante se tenía que quedar.
Expuso que esa noche la pusieron en el
calabozo de la comisaría y al día siguiente fue
trasladada en un auto a la Comisaría de Junín. Una vez
que arribó allí, la llevaron a una habitación, a la
que, que para llegar, tenía q pasar por otra y por un
patio, circunstancia en que la pudo ver a Alicia

265
Cámpora. Indicó que esa noche estaba en esa habitación
y entraron varias personas en forma abrupta, le taparon
la cara, y la agarraron de los brazos, llevándola como
en el aire. Arribó a un lugar, donde la dejaron en el
piso, le arrancaron la ropa, la ataron las piernas y
los brazos en una cama y comenzaron a aplicarle
corriente eléctrica. Explicó que no sabía nada de lo q
le preguntaban, que no le preguntaron nada de su
hermano y que recuerda que hablaban de una imprenta.
Expuso que, luego de ello, la volvieron a
dejar en el calabozo y permaneció en Junín hasta el 8
de junio, fecha en la que fue trasladada junto con
Alicia Cámpora, Budassi, Contartese y De Cara hasta la
cárcel de San Nicolás. Allí fueron separados las
mujeres de los hombres, y a ella, con Alicia, las
alojaron en celdas individuales. Cuando llegaron había
una sola persona en la misma condición, Marta Trepat de
Giménez, quien les contó que la habían acusado de haber
salido de garantía de un domicilio.
Relató que fue recibida en la misma
unidad carcelaria por el Juez Federal Milesi, a quien
le contó lo que le había sucedido y los tormentos que
sufrió en Junín, pero él no se inmutó. Luego se dio
cuenta que su presencia era una cuestión más formal que
“de solución”.
Expuso que a principios del año 1978
empezaron a trasladar a todas las mujeres del país a
Devoto, como forma de una organización que hicieron
para el mundial de fútbol, por lo que fueron
trasladadas vendadas y esposadas, primero a la ciudad
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de Rosario y, donde fueron subidas a un avión, junto
con otras personas de esa ciudad y de Santa Fe.
Afirmó que en Devoto les dijeron que les
iban a “hacer consejo de guerra”. En esas
circunstancias se presentó una persona en la cárcel y
les dijo que era de Aeronáutica y las iba a defender
hasta la muerte. Ese consejo se desarrolló en Palermo y
finalmente tuvo distintas resoluciones, con Alicia y
con ella el Tribunal se declaró incompetente. Expuso
que luego una persona se les acercó a ambas y les dijo
que se había tenido en cuenta lo que les había sucedido
a sus hermanos.
De allí volvieron a Devoto y, pasados dos
años, le otorgaron la libertad, por lo que volvió a San
Nicolás. Explicó que, como el período de escuela había
terminado, empezó a trabajar en un local de ropa, donde
una vez un policía le preguntó al dueño si sabía a
quién había empleado. Luego cambió de empleo y le
sucedió lo mismo. Cuando pudo entrar en el colegio
empezó a trabajar en una escuela primaria y un par de
meses después le llegaron unos telegramas de
prescindibilidad donde decía que no podía trabajar en
los próximos 5 años en organismos de la Nación, la
provincia o el municipio. Expuso que a un muchacho con
el que salía le dijeron que si la volvía a ver lo iban
a “reventar”, por lo que se dio cuenta que la seguían.
Primero pensó que era porque su hermano se había
salvado y querían ver si tenía contacto con él, pero
después se dio cuenta que el objetivo era amedrentarla.

267
Finalmente, reconoció algunas piezas
procesales en las que se encontraba su firma.
Alicia Cámpora declaró ante este Tribunal
que en el año 1975 la participación política de sus
hermanos mayores era evidente, había reuniones en su
casa, pero en 1976 las cosas cambiaron. Su hermana
mayor, que era trabajadora social en Somisa, en junio
del año 1976 se fue de San Nicolás hacia Córdoba,
porque estaba en una lista negra y su vida estaba en
riesgo.
Respecto de su hermano Gerardo, manifestó
que se fue a Rosario a estudiar pero lo llamaron para
el servicio militar enero del año 1977, siendo
designado al Grupo de mantenimiento de la Brigada de El
Palomar. Expuso que la última vez que fue a su casa fue
en un franco que tuvo el 29 y 30 de abril de ese año y
se fue en tren el 1° de mayo, siendo acompañado por
“Cholo” Budassi a tomarlo.
Indicó que a fines del año 2013 fue
convocada por la Secretaría de Derechos Humanos de la
Nación y le comentaron que, gracias a una campaña que
se hizo a nivel nacional, se acercó un hombre llamado
José Branchessi, quien manifestó que había sido
compañero de su hermano en el servicio militar y que
había presenciado su secuestro. Luego se puso en
contacto con él y pudo saber que su hermano fue
secuestrado entre el 1° y el 2 de mayo del año 1977. Al
respecto, expuso que José declaró que, por una cuestión
de estatura, era compañero de dormitorio de Gerardo y
una noche, en circunstancias que se estaban por ir a
dormir, una persona de apellido Del Moral le dijo a
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Gerardo que se tenía que presentar en el casino frente
al oficial López. Su hermano fue al casino de
oficiales, frente al cual había un automóvil Falcon
verde y dos personas, que estaban escondidas, quienes
agarraron a su hermano cuando éste pasó por allí y lo
sacaron del predio.
Expuso que su familia se enteró del
secuestro de Gerardo una semana después, el 8 de mayo.
Ella estaba con su papa y su hermana menor y les
vinieron a decir que Gerardo había desertado. También
mencionó en su testimonio que el imputado Saint Amant,
en el año 1977, le tramitó a su madre un hábeas corpus
por su hermano.
Recordó que, para esa fecha, ya habían
secuestrado a amigos de su hermano, entre los que
nombró a Pablo Martínez y José María Budassi.
Respecto de su detención, expuso que duró
un año y medio y ocurrió el 21 de junio de 1977, cuando
tenía 16 años. Indicó que considera que ésta tuvo que
ver con “cercar” a su familia. Explicó que primero
estuvo en la Comisaría de San Nicolás, ubicada en calle
Rivadavia, y luego fue trasladada, con Gustavo De Cara
y Mario Contartese, a la Comisaría de Junín, donde sabe
que hicieron el simulacro de haber encontrado a Pablo
Martínez y a “Cholo”. Expuso que no sufrió torturas
físicas, pero vio que a Marisa Corelli la fueron a
buscar y volvió llorando.
Indicó que en la comisaria le dijeron que
no la iban a llevar a la cárcel sino a un reformatorio,
pero luego de pasados aproximadamente quince días la

269
llevaron a la Unidad Penal N° 3 de San Nicolás,
afirmando que sabe que esto sucedió por decisión de
Saint Amant. Indicó que estuvo incomunicada varios
días, pasando 23 horas del día sola en una sala
individual. Allí conoció a Marta Trepat de Giménez, a
quien habían detenido por haber salido de garantía de
una persona.
Contó que tuvo un encuentro con el Dr.
Milesi, del cual no recordó detalles. Luego, “les ponen
el PEN” y cree que a principios del año 1978 las
llevaron a la cárcel de Devoto, para lo cual primero
fueron a Rosario y de allí en un avión a la ciudad
bonaerense mencionada.
Posteriormente, les “hacen consejo de
guerra”, para lo cual fueron defendidas por un oficial
de Aeronáutica que le dijo que no había nada de qué
acusarlas pero “dime con quién andas y te diré quién
eres”. Finalmente, el Tribunal se declaró incompetente
y un militar, cuando estaban esperando con Marisa
(María Luisa Corelli), se les acercó y les dijo que
habían resuelto eso por lo que les había pasado a sus
hermanos.
Explicó que salió en libertad condicional
el 23 de diciembre del año 1979, luego de lo cual tuvo
dificultades para poder ingresar al colegio y se fue a
estudiar a Rosario.
Finalmente, a los dos años, fue
sobreseída la Cámara Federal de Rosario.
A preguntas realizadas relató que en
abril del año 1978 detuvieron a su hermana mayor en la
ciudad de Rafaela y el 5 de julio de ese mismo año a su
Poder Judicial de la Nación
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hermano Luis, a quien dos autos con 6 personas vestidas
de civil lo secuestraron junto a su pareja, dejaron
sola a la hija pequeña de ambos y los fusilaron en la
autopista Rosario-Santa Fe.
Por último, al igual que el resto de las
víctimas mencionadas precedentemente, reconoció algunas
piezas procesales que se le exhibieron a pedido de la
Fiscalía Federal.
Mario Juan Francisco Contartese declaró
en la audiencia de debate que fue detenido el 21 de
junio del año 1977. Al respecto, indicó que en el mes
mayo había salido con sus amigos Budassi y Pablo
Martínez y luego lo dejaron en su casa. Al otro día, se
enteró que los nombrados y Gerardo habían desaparecido.
Ese día pudo ver frente a su casa un operativo esperado
a alguien. Más adelante se enteró de que aparecieron en
Junín.
Respecto de su detención, explicó que ese
21 de junio tocaron a su puerta personas que se
identificaron como de la policía, entraron a su
domicilio y lo revisaron. Posteriormente, lo llevaron
en un Torino a la casa de Gerardo Cámpora y de allí a
la comisaría de calle Rivadavia. Lo alojaron en un
calabozo y, al otro día, lo llevan, cree que con
Gustavo De Cara, a la ciudad de Junín.
En la Comisaría de esa ciudad fue llevado
a los calabozos. En ese momento su compañero le dijo
que les diga todo lo que sepa porque a esa altura ya
sabían todo, que sabían que los había acompañado a una

271
panfleteada. Explicó que era cercano a sus amigos pero
no estaba metido en ninguna organización.
Allí lo llevaron a un lugar, donde fue
interrogado por el inspector Mastrandrea en más de una
oportunidad, a quien le contó lo del colegio Don Bosco,
a quién conocía, a quién no y cree que le hizo firmar
una declaración que no leyó.
Declaró que allí estaban Budassi, Espín,
Martínez, De Cara y mencionó que el Comisario se
llamaba Mac Namara hablaba con ellos. Refirió que una
noche se lo llevaron a De Cara para interrogarlo y cree
que lo torturaron. Después se enteró que estaban las
chicas Alicia Cámpora y Marisa Corelli.
Indicó que en julio fueron llevados a la
cárcel de San Nicolás, donde escuchó las voces de
Espin, Estalle y Moreyra. Después les levantaron la
incomunicación, los llevaron a unas celdas contiguas y
a él lo alojaron junto con Guillermo Estalle.
Salió en libertad el 21 de septiembre.
Días previos a ello, cree que el anterior, se
entrevistó con Saint Amant, quien le preguntó sobre su
vida y le dijo que podía haber buenas noticias. Saint
Amant le dijo que lo tenía que ir a ver de vez en
cuando al cuartel.
Relató que en marzo del año 1978 empezó
el servicio militar, primero en Rosario y luego en City
Bell. Estando allí, un día lo llevaron al calabozo del
cuartel, donde estuvo un tiempo, luego de lo cual fue
colocado en el baúl de un automóvil 504 y lo llevan a
un lugar que no pudo reconocer, donde lo alojaron en
una celda durante estuvo cinco días. Luego, a través de
Poder Judicial de la Nación
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un oficial, pudo determinar que era Campo de Mayo.
Posteriormente, lo sacaron encapuchado hasta una
estanciera, donde lo llevaron a una oficina grande y
fue recibido por un oficial, enterándose que estaba en
el Regimiento de Patricios.
Tras estar varios días tirado se presentó
un día un Capital de apellido Zabalza, quien le dijo
que iba a ser su abogado defensor y que iban a “hacer
un consejo de guerra” y que “a las personas como usted
hay que matarlas.” El Tribunal ordenó a su respecto su
libertad por falta de mérito, luego de lo cual le
dijeron que vuelva al cuartel, donde recibió malos
tratos y se referían a él como “subversivo”.
A preguntas efectuadas, indicó que Saint
Amant le dijo al padre de Alberto Espin, que estuvo
detenido con ellos, que estaban “limpiando el país con
un trapo sucio”. También indicó que cuando fueron a la
cárcel les dijeron que estaban a disposición del jefe
de área.
En concordancia a lo indicado por las
otras víctimas, declaró sobre la militancia de él y sus
compañeros, que comenzó en la época en que cursaban la
escuela secundaria en el colegio Don Bosco,
También mencionó haber sufrido una
especie de estigmatización por haber estado detenido y
que esto le impidió entrar a trabajar a determinados
lugares.
Por otro lado, a una pregunta efectuada
por una de las representantes de las querellas, explicó
que estando detenido, a él y a Guillermo Estalle, tras

273
ser castigados por un conflicto que tuvieron entre
ellos, dos suboficiales les preguntaron si conocían a
Gerardo Cámpora y les dijeron que habían estado
conversando con él en la Unidad Penal N° 3 de San
Nicolás.
Finalmente, reconoció su firma obrante en
piezas procesales que se le exhibieron.
Guillermo Luis Estalle, por su parte,
declaró ante esta magistratura que fue detenido dos
veces. La primera vez en junio o julio del año 1977,
oportunidad en que un comando de civil que se presentó
en la empresa que trabajaba, sita en calle 25 de Mayo
N° 125 de San Nicolás. De allí lo llevaron a la Brigada
de Investigaciones, a la que le decían comando
radioeléctrico, donde estuvo unas 6 o 7 horas, donde se
encontró con un compañero detenido por el ejército
llamado Guillermo Moreyra. Ambos fueron trasladados a
la Comisaría de calle Rivadavia y Pellegrini, donde
permanecen unos 6 o 7 días, pasados los cuales los
trasladaron a Unidad Penal N° 3.
A preguntas efectuadas, indicó que
estando en la Comisaria, el segundo día a la tarde, lo
llevaron al despacho cree que del subcomisario, donde
se encontraba el comisario Slocker y 4 o 5 personas más
de distintas fuerzas (del ejército, del comando
radioeléctrico, gente de civil), lo que pudo determinar
por sus uniformes, oportunidad en que le efectuaron un
interrogatorio, en el que le preguntaron, entre otras
cosas, si conocía la militancia de Budassi, Farayi,
Martínez y cree que también sobre Miriam Borio y sobre
el colegio Don Bosco,
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En relación a las preguntas efectuadas
sobre Carlos Farayi, declaró que, a su criterio y por
el tenor de éstas, le dio la impresión que lo tenían
detenido y querían corroborar datos que tenían en una
carpeta, por lo que infiere que ya le habían tomado
declaración.
También fue interrogado en otras dos
oportunidades pero sin que hubiera algún tipo de
violencia física.
En la Unidad Penal N° 3 estuvo entre 7
días a 10 en calidad de incomunicad y se enteró que
estaba a disposición del jefe de área. Cuando se le
levantó la incomunicación se encontró con Guillermo
Moreyra, Gustavo De Cara, Pablo Martínez, José María
Budassi, Mario Contartese, Alberto Espin y el padre y
madre de este último.
A preguntas efectuadas, recordó que en su
primer encuentro con Pablo Martínez en el patio de la
penitenciaria éste se quejó porque tenía los dientes
flojos por la picana.
Estuvo detenido alrededor de tres meses y
fue dejado en libertad vigilada junto con Contartese,
Moreyra y cree que Espin.
Relató la misma circunstancia que la
declarada por Contartese respecto de Gerardo Cámpora,
en la que uno de los guardias, tras un problema
ocurrido con ambos les dijo que se “dejen de embromar”
y que tengan en cuenta que había pasado otro compañero
que no está más y que ellos pensaron que hacían alusión

275
a Gerardo, porque era el único compañero de militancia
que ya no estaba.
Preguntado por el Sr. Caraballada del
Colegio Don Bosco, dijo que era preceptor y que ellos
sospechaban que era personal de la SIDE, a raíz de un
incidente que se había producido. Así, relató que
durante los años 1973 y 1974 había un grupo de
compañeros que militábamos en la juventud socialista de
avanzada y había cierta preocupación por las
autoridades del colegio sobre el grado de infiltración
que podía en el mismo colegio. Indicó que Caraballada
era una de las personas que se oponía a esta
militancia. A raíz de esa hostilidad le hicieron un
llamado intimidatorio y, al otro día Caraballada sabía
desde qué número lo habían llamado. También una persona
les dijo que tuvieran cuidado porque el profesor
Hernández era un informante del ejército.
En cuanto a su segunda privación de
libertad, relató que ésta sucedió a los pocos meses de
obtener la libertad vigilada. Fue detenido y llevado
directamente a la Unidad Penal N° 3, donde estuvo dos o
tres días incomunicado, hasta que un día abrieron su
celda y entraron 4 o 5 oficiales del servicio
penitenciario y le dijeron que lo iban a trasladar. Fue
sacado junto con otras personas, vendado, esposado y lo
subieron a un vehículo celular. Tras recorrer unos
minutos, los bajaron y escucharon el ruido de un avión,
al que los subieron y los esposaron a una cadena que
iba a lo largo del fusilaje. Los transportaron hasta
aeroparque en el sector militar, que pudo ver porque en
un momento se sacó la venda.
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Explicó que de allí fue trasladado a la
cárcel de Devoto, donde se encontró con Martínez,
Budassi, Alberto Espín y sus padres, y faltaba del
grupo originario De Cara, que vino en el baúl de un
auto desde otro lugar, luego de lo cual fueron llevados
a Palermo a un Consejo de guerra. Fueron 4 o 5 veces,
hasta que le notificaron que le iban a dictar falta de
mérito con libertad vigilada. En el Consejo pudo ver a
Alicia Cámpora, Marisa Corelli y Mario Contartese, que
estaba detenido en el cuartel porque estaba haciendo el
servicio militar.
Preguntado por Carlos Farayi, dijo que lo
conocía porque había sido compañero de su hermano del
colegio. Era militante de la juventud universitaria
peronista. Relató que su primer encuentro después de
que él se recibió del secundario fue en un bar (“Nisa”)
de San Nicolás cerca de la plaza Mitre. Él militaba con
un grupo de jóvenes en la juventud socialista de
avanzada y habían entrado en disconformidad con esa
agrupación y tenían dificultades para militar por
sufrir hostigamiento del aparato sindical. Por eso
pensaron en militar en una organización política con
aparato militar, contexto en el cual realizaron la
llamada intimidatoria a Caraballada que refiriera
anteriormente. Señaló que querían militar en una
organización más completa, responder a la política con
política y a la violencia con violencia, por eso
querían vincularse con el PRT. En dichas circunstancias
se contactó con Carlos Farayi en el bar Nisa, quien le
comentó que estaba militando en la JUP y le ofreció

277
ingresar en dicha organización. Luego de ello lo
vinculó con gente que operaba en La Emilia, con quienes
tenían reuniones, donde charlaban sobre política y
realizaban pintadas. Empezó a tener un responsable
orgánico de nombre de guerra “La negra”, con la que
perdió contacto, por lo que Farayi se ofreció a
quedarse como un responsable inorgánico.
Al igual que el resto de las víctimas,
reconoció instrumentos que le fueron exhibidos en la
audiencia, donde constaba su firma.
En cuanto a Gustavo De Cara, éste explicó
en su declaración en instrucción sobre su pasado en el
Colegio Don Bosco y la tendencia que comenzaba a surgir
en la época en que ellos eran estudiantes, relacionada
con el Concilio Vaticano Segundo, de la cual el
Episcopado estaba en contra. También refirió que el
preceptor Caraballada se opuso a la conducción
colegiada del colegio salesiano.
Relató que allí conoció a José M.
Budassi, Pablo Martínez, Cámpora y al padre Nicolau,
quien desapareció en el año 1976 y a quien frecuentaba
en un bar en la ciudad de Rosario. Mencionó que puso en
conocimiento de esta desaparición al obispo, Monseñor
Ponce de León.
Describió que en el mes de marzo
desaparecieron Martínez y Budassi. Expuso que Pablo era
su amigo, que un día le dijo que iba a ir a su casa y,
como no fue, lo fue a buscar a su casa, pero la madre
de éste le dijo que, por comentarios de sus compañeros,
supo que lo habían agarrado y subido a una camioneta y
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que a Budassi lo habían secuestrado en la esquina de su
casa.
En relación a su detención, expuso que el
21 de junio de 1977 a la noche, cerca de las 22:30
horas entraron a su casa ubicada en calle Mitre Nº 179
de la ciudad de San Nicolás seis personas
aproximadamente vestidas de traje y corbata y el resto
se quedó afuera. Se encontraban en dos automóviles
Falcon verdes sin patentes estacionadas como cortando
la calle. En ese momento se encontraban sus padres y su
papá lo acompañó a la comisaría. Los llevaron a los dos
en uno de los vehículos y le dijeron que lo llevaban
para averiguar los antecedentes y que iba a salir
enseguida. Llegaron a la Comisaría de calle Rivadavia,
donde le sacaron las cosas que tenía en su bolsillo, le
tomaron sus datos y lo llevaron a un calabozo, donde
estaba Mario Contartese y lo dejaron esposado. Una vez
que lo llevaron adentro su padre su fue.
Estuvieron una noche y luego los fueron a
buscar, oportunidad en la que uno de los policías de
allí les dijo “ahora no saben lo que les espera”,
siendo trasladados a la Comisaría de Junín. Declaró que
en el camión en el que fueron transportados se
encontraban otras personas pero no recordó quiénes
eran.
Relató que en Junín le sacaron fotos y lo
llevaron junto a Contartese a unos calabozos, donde
estaban Pablo Martínez y Budassi. Luego lo sacaron a la
tarde, estando presente en ese acto el comisario Mac
Namara y el oficial sumariante Mastrandrea y que éste

279
último sacó un álbum de fotos que le exhibió, pero que
él no conocía a nadie, lo que provocó el enojo del
oficial. Luego Mastrandrea le mostró unas hojas
mientras le decía “mirá todo lo que declararon tus
compañeros”. Dijo que recibió un trato despectivo y
otros oficiales que estaban mirando le decían que tenía
que conocer a alguien, por lo que le mostraron los
álbumes como tres o cuatro veces.
Expuso que esa noche lo sacaron, lo
vendaron y lo llevaron, cree, dentro de un camión de
tipo térmico o cámara frigorífica, lo desvistieron y lo
ataron a un elástico de cama, lo mojaron y comenzaron a
pasarle electricidad mientras lo interrogaban,
procedimiento que duró al menos una hora. Explicó que
en ese momento no reconoció la voz de nadie, pero que
había una persona que sería médico o sabía algo de
medicina, porque lo auscultaba constantemente.
Continuó relatando que, al otro día, lo
sacaron y Mastrandrea le mostró nuevamente el álbum. Lo
volvieron a meter en la celda y al día siguiente le
exhibieron otra vez el mismo álbum, cada vez con más
fotos. Al otro día lo llevaron a una oficina que daba a
la calle y en uno de los cajones del escritorio había
un arma, que pudo ver porque éste estaba entreabierto.
En ese momento, una persona, que no había visto antes,
le dijo que tenía dos caminos: o firmaba la declaración
o tomaba el arma y se iba y él optó por firmar sin
leer. Explicó que, mientras estuvo en esta comisaría,
nunca le dijeron si estaba a disposición de algún juez
federal o del PEN y siempre estuvo incomunicado de sus
familiares, pero éstos le mandaban ropa y comestibles.
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Un día se cruzó en los pasillos con Alicia Cámpora y
María Luisa Corelli y supuso que sus detenciones
estaban relacionadas con las de ellos.
Posteriormente, luego de dos semanas de
firmar la declaración, fue trasladado a la cárcel de
San Nicolás. Al llegar al penal lo llevaron a un
calabozo y le tomaron sus datos, fichas y fotos y lo
vacunaron. Indicó que no recuerda si allí o en Palermo,
una de las personas que hacían el traslado les
manifestó “La verdad que estoy sorprendido, nosotros
vinimos a buscar una célula terrorista y encontramos
todos chicos jovencitos”.
Expuso que en la cárcel de San Nicolás
estuvo con Saint Amant y Ricardes. Respecto del
primero, explicó que lo que hacía era mirarlo, serio,
mientras que Ricardes le hacía preguntas que tenían que
ver con sus datos personales. También fue interrogado
por Milesi, que vino dos meses después de su encuentro
con Saint Amant y quien le informó que estaba acusado
de asociación ilícita, por una ley de seguridad
nacional y por pertenecer a la agrupación Montoneros.
También le preguntó por personas que él no conocía.
Indicó que había un expediente, que leía y luego le
preguntaba. A su vez, relató que Milesi le dijo que,
llegando a Junín, le secuestraron a Martínez y a
Budassi armas y granadas y que iban en un auto robado,
lo que le pareció un absurdo porque tanto él como toda
la gente que los conocía en San Nicolás sabía que los
habían secuestrado. Expuso que en una oportunidad le
preguntó a este juez si había esperanzas y le contestó

281
que estaba todo prefabricado por los militares y que no
podía hacer nada.
Tras esto, su padre fue a ver a Milesi y
se enteró de que éste se declaró incompetente, por lo
que se entrevistó con Saint Amant, quien le dijo que lo
pasaban a la Justicia militar.
Afirmó que en la Unidad penal Nº 3
también se encontraban Pablo Martínez, Budassi,
Contartese y las dos chicas, Corelli y Cámpora, que
vinieron con él desde Junín. Cree que también estaban
Alberto Espín y sus padres, que por comentarios los
habían detenido para presionar para que volviera el
hermano mayor, a quien le decían “Yordi”, que estaba en
España y que era de la misma promoción que Carlos
Farayi en el Colegio Don Bosco. También expuso que
llegaron al penal detenidos Guillermo Estalle y
Moreyra, que le parece que habían estado en el Comando
Radioeléctrico.
En cuanto a Budassi y Martínez, declaró
que éstos le manifestaron haber sufridos malos tratos
como él pero no en Junín sino en otros lados. Asimismo,
relató que Martínez le dijo que en un lugar donde
estuvo detenido se encontraba Gerardo Cámpora.
Expuso que a fines del año 1977 lo
mandaron a la Unidad Nº 9 de La Plata, junto con otros
detenidos que se encontraban a disposición del PEN.
Relató que el trato allí era más severo y recibió
golpes y que luego de dos semanas fue trasladado a
Sierra Chica, donde también fue maltratado. Luego,
vendado y esposado, fue trasladado a Devoto en un
avión. Allí se encontró con Budassi, Martínez y Espín y
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es donde “le hacen” el Consejo de Guerra en Palermo,
donde fue asistido por un oficial de la Aeronáutica. Le
dio la sensación de que estaba todo arreglado, ya que
tanto quienes lo acusaban, como quienes lo defendían y
juzgaban eran militares. Finalmente, fue condenado a
ocho años de prisión y lo mandaron nuevamente a Sierra
Chica. Posteriormente, fue trasladado a la Unidad de La
Plata, hasta que “vino la Guerra de las Malvinas” y
recuperó la libertad.
También declararon en la audiencia de
debate como testigos con relación a estos hechos
familiares de las víctimas, entre las que se encuentran
la Sra. Nora Lingua de Martínez, madre de Pablo
Leonardo Martínez, Edith Leticia Cámpora, hermana de
Alicia y Gerardo Cámpora, Jorge Horacio Montaldo, primo
de los hermanos Cámpora y Oscar Gabriel Farayi y
Antonia del Río, hermano y madre, respectivamente, de
Carlos Farayi y se incorporó por lectura los
testimonios de Víctor Martínez obrante a fs. 2462/2463
del expediente nº 82000149/10, Luis Duilio Gervasio
Cámpora –fs. 1425/1427 del expediente Nº 82000149/10- y
Alicia Cándida Clotilde Montaldo –fs. 40/43, 53/55 y
71/73 de las actuaciones caratuladas “Antecedentes
remitidos por el Sr. Fiscal Federal Alberto Daniel
Piotti”, Expte. Nº 40864 reservado en Secretaría-.
Comenzando con el testimonio de Nora
Lingua de Martínez, la nombrada manifestó ante este
Tribunal que su hijo Pablo cursaba en Somisa la carrera
de Administración de empresas de 19 a 22 horas. El 4 de
mayo de 1977 una compañera le dijo que no había ido a

283
clases, por lo que fueron a su lugar de trabajo y les
dijeron que no había ido a trabajar. Ante ello, fueron
a la Policía Federal y a la de la provincia de Buenos
Aires, donde les dijeron que no estaba ahí. También
concurrieron a una institución ubicada en la calle Alem
y al comando, sin tener noticias, por lo que empezaron
a sospechar de un secuestro.
Al día siguiente fue con su marido al
cuartel porque lo conocían a Saint Amant, ya que una
vez habían realizado una cena en su casa para
recibirlo. Los recibió, se acordaba de ellos y le
preguntaron por su hijo, ante lo cual les dijo que no
se preocupen, que seguramente se había ido con una
chica. Ante esta respuesta, ellos le dijeron que no era
posible porque no se había llevado el sueldo, pero
Saint Amant no les dijo nada. Igualmente, refirió que
continuaron yendo a verlo una vez por semana durante el
tiempo en que Pablo estuvo desaparecido y en una
oportunidad le dijo “mire señora cuando están ahí
adentro cantan todo”.
Explicó que el 10 de julio Saint Amant
mandó un soldado a su casa para decir que su hijo
estaba en la comisaría de Junín. Enseguida se pusieron
en contacto con el matrimonio Budassi y los cuatro
fueron hacia allí, donde fueron recibidos por un
comisario, quien “les hizo un cuento”, que hubo un
enfrentamiento y que los habían descubierto en un auto.
Expuso que no recuerda cuánto tiempo
estuvo allí y que recién pudo verlo en San Nicolás y
que, cuando se encontró con él, le dijo que le tenían
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que “desaparecer las marcas” y tenía q engordar un
poco.
Luego, su esposo se enteró que iba a
haber un juicio y que una persona perteneciente a
aeronáutica lo iba a defender, al que fueron a ver.
También relató que su hijo estuvo
detenido en Sierra Chica y que finalmente fue liberado
en La Plata. Mencionó que durante su detención su
marido le escribió al Primer Cuerpo del Ejército para
averiguar por qué estaba detenido, recibiendo como
respuesta que eso era secreto. En la audiencia acompañó
una copia de esta nota, que fue cotejada por Secretaría
con su original y certificada.
A preguntas que le fueron realizadas,
recordó que, además de su hijo y Budassi, estuvieron
detenidos Mario Contartese, Estalle, Espin y Alicia
Cámpora.
Respecto de esta última, explicó que ella
era amiga de la madre de la nombrada y como sabía que
ella y su marido iban a visitar a Saint Amant en una
oportunidad le pidió si le podía preguntar a Saint
Amant por su hija. Fueron a su domicilio ubicado en el
barrio Somisa y fueron atendidas por su señora, quien
les dijo que estaba acostado y le explicaron el motivo
de su visita. Luego la señora salió y le dijo a su
esposo que tenían que entregar a Alicia, por lo que
tuvo que ir a la casa de los Cámpora a decirles lo que
le habían dicho.
También recordó que su hijo le comentó
que estuvo detenido con Gerardo Cámpora.

285
Edith Leticia Cámpora, hermana de Gerardo
y Alicia, expuso en la audiencia de debate que un día
de mayo se enteraron que Gerardo había desertado de El
Palomar, que lo habían sacado del cuartel y lo habían
hecho vestir de fajina. Su madre estaba en Rosario
porque había nacido su nieta Laura, hija de su hermano
Luis y su esposa Noemí.
Ellos fueron a la casa de un abogado
pariente de su familia y de allí fueron fuimos a
rosario y le avisaron a su hermana Ana María que
Gerardo estaba detenido-desaparecido. De allí fue con
sus padres a El Palomar, donde les dicen que Gerardo
había desertado, pero la contradicción era que se había
puesto la ropa de fajina. Le ofrecieron a sus padres su
ropa de civil y su reloj, pero su madre no los aceptó.
Describió que después de esto la
detuvieron a Alicia. Recordó que era el cumpleaños de
su abuela materna y Alicia estaba en su casa porque
estaba engripada, tocaron el timbre, pero ella no
atendió. Cree que era 20 de junio porque era feriado.
Cuando llegaron a su casa volvieron a tocar el timbre,
era la policía de san Nicolás. Su madre, como su
hermana estaba enferma, le pide a quien encabezaba el
procedimiento ir a hablar a la casa de Pablo Martínez,
ya que el padre de éste era conocido de Saint Amant.
Por ello, fueron a la casa de Martínez, ella se quedó
afuera y el padre de Pablo llamó a Saint Amant, pero
éste le dijo que no, por lo que se llevaron a Alicia.
También hizo referencias a la existencia
de ideologías antagónicas en el colegio Don Bosco,
institución con la que Saint Amant tenía vinculaciones.
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Expuso que luego de estos hechos su
hermana Ana se escondió en la casa de su cuñada Noemí.
En el año 1978 asesinaron a su hermano Luis y su esposa
Noemí, ante lo cual Ana decidió aparecer y fue detenida
en Rafaela.
Además de ello, refirió que todo el grupo
de su hermano Gerardo padeció algo similar, nombrando a
Pablo Martínez, Estalle, Cholo (Budassi), Espin y
Farayi.
También relató sobre las sucesivas
gestiones realizadas por sus padres a favor de sus
hermanos y relató que en una oportunidad alguien le
había dicho a su padre, que a Gerardo lo habían tirado
en los hornos de Somisa.
Jorge Horacio Montaldo declaró que es
primo hermano de Gerardo y Alicia Cámpora.
Recordó que la madre de éstos realizó
muchas gestiones por sus hijos y que en la familia hubo
mucho sufrimiento. Manifestó que había una parte de la
familia que estaba comprometida con lo social y tenían
militancia, entre los que se encontraban Alicia y
Gerardo y que cree que eso fue lo que molestó.
También relató la detención de Ana María
y el asesinato de Luis y de su mujer. Explicó que la
hija de la pareja, de nombre Laura, tenía un año cuando
asesinaron a sus padres y fue criada por sus abuelos.
Oscar Gabriel Farayi, declaró que dejó de
tener comunicación con su hermano Carlos a partir del
12 de mayo de 1977. Indicó que encontraron el
departamento donde residía, en Capital Federal,

287
destrozado con impactos de balas en paredes, muebles,
en la cocina y robado. Carlos no estaba ni había
manchas de sangre.
Su familia realizó gestiones, sobre todo
su padre, quien efectuó denuncias en el ámbito militar
y jurídico, con resultado negativo y supo que se
entrevistaron con Saint Amant.
Recordó que sus padres hablaron con una
persona de apellido Vigo, que era de San Nicolás y
vivía cerca de su casa, que supuestamente tenía una
vinculación con la Comisaría de calle Rivadavia, quien
terminó siendo un oportunista. Les traía falsas
noticias y quería apropiarse de un departamento.
Refirió que esta persona se mudó y no la volvió a ver.
A preguntas efectuadas sobre si conocía a
otras personas conocidas de su hermano que estuvieron
privados de su libertad, mencionó a los chicos del
colegio Don Bosco Guillermo Estalle, Pablo Martínez,
Budassi, De Cara, Gerardo Cámpora y Contartese.
Explicó que, luego de la ausencia de
Carlos, la familia quedó devastada y pasaron muchos
años de angustia y desesperación.
También recordó que Miriam Borio, quien
tenía una relación con su hermano, fue detenida, cree
que dos días antes que él.
Respecto de su hermano, relató que
hicieron averiguaciones con vecinos y compañeros de la
facultad, pero no pudieron saber nada.
Antonia del Río, madre de Carlos Farayi,
explicó que el día 13 de mayo de 1977 viajó desde San
Nicolás al departamento de su hijo, que vivía en
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Capital Federal y estaba estudiando ingeniería
electrónica porque éste se iba a mudar. El último
contacto que había tenido con su hijo fue el 11 de mayo
de ese año, fecha en la que cumplía años la declarante.
Expuso que encontró el departamento
destruido, con “tiros y balas por todos lados” y habían
robado.
Ante ello, comenzaron a hacer gestiones,
como hábeas corpus, visitas a la comisaría que quedaba
a media cuadra del departamento, al ejército y al
Ministerio del interior, todo con resultados negativos.
En esas circunstancias, tomó contacto con
las familias Cámpora, Budassi y Martínez, con quienes
lucharon juntos por sus hijos.
También mencionó que una pareja anterior
de Carlos, Miriam Borio, fue privada de su libertad el
8 de mayo de 1977, pero fue liberada a los veinte días.
Expuso que tomó contacto con ella, pero no le pudo
aportar ningún dato.
A preguntas efectuadas, refirió que se
entrevistó con Saint Amant, para lo que fue hasta su
domicilio, pero le dijo que no conocía ningún dato, que
no sabía nada de la vida de Farayi.
Por otro lado, indicó que mucho después
de lo acontecido un vecino de apellido Vigo vino a
ofrecerse en su casa, porque decía tener relaciones con
policías de la Comisaría que estaba en calle Roca y
Ameghino. En una oportunidad le dijo que Carlos estaba
en la cárcel de San Nicolás e incluso le hizo comprar
golosinas para llevarle. Un día los hizo viajar a la

289
ciudad de Rosario, porque dijo que iba hablar con una
persona de la policía de alto rango pero él se presentó
solo y en el camino nos dijo que si ellos le entregaban
la casa les iban a dar a Carlos. Su marido le dijo que
sí pero que primero quería ver a Carlitos, luego de lo
cual no supieron más nada.
También reconoció firmas obrantes en
piezas procesales y fotografías de su hijo y del
departamento en el cual residía en el momento de su
secuestro.
Víctor Martínez sostuvo que la mañana del
5 de mayo del año 1977, al levantarse notó que su hijo
no había regresado a su casa, por lo que se dirigió a
diferentes dependencias policiales bonaerenses, entre
las que mencionó la Comisaria Primera, la Unidad
Regional y la Brigada de investigaciones, obteniendo
resultados negativos acerca del paradero de su hijo.
Expuso que también se dirigió a la Policía Federal,
donde le dijeron que Pablo estaba allí, por lo que
regresó a su casa en busca de un colchón y comida, pero
al regresar a tal delegación otro uniformado dijo que
se habían confundido al decir que su hijo se encontraba
en tal lugar. Ante ello se dirigió al Batallón, donde
habló con Saint Amant, quien tampoco le pudo dar
información alguna. También refirió haber presentado un
Habeas Corpus ante la justicia a favor de su hijo.
También fueron incorporadas por lectura
las actuaciones obrantes a fs. 1425/1427, las que
constan de un hábeas corpus presentado por Luis Duilio
Gervasio Cámpora ante el Juzgado Nacional de Primera
Instancia en lo Criminal de Sentencia Letra “R” de
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Buenos Aires y su ratificación por Secretaría, donde el
nombrado manifiesta que su hijo Gerardo Cámpora se
encontraba en la Base Aérea El Palomar y fue detenido
el 1º de mayo de 1977 en presencia de sus compañeros
por el Primer Teniente Del Moral. También refirió a las
gestiones realizadas ante autoridades policiales,
administrativas y judiciales, todas con resultado
negativo.
Alicia Cándida Clotilde Montaldo
manifestó que uno de sus hijos desapareció y al mes y
medio detuvieron a su hija Alicia Inés de 16 años.
Relató que luego, a los 9 meses, detuvieron a su hija
Ana María y a los dos meses asesinaron en Rosario a
Luis Alberto y su esposa Ángela Noemí Ponce.
Indicó que Gerardo tenía 18 años y fue
incorporado como soldado en el Grupo I de
Mantenimiento, dependiente de la Dirección de
Infraestructura de la Fuerza Aérea Argentina, ubicado
en El Palomar, provincia de Buenos Aires. Refirió que
el último día que vino a su casa fue el 29 de abril de
1977 para retornar a la fuerza Área el 1º de mayo al
atardecer por la vía ferroviaria. Pasada una semana,
llegó a su domicilio un compañero de la misma base de
apellido Mamoli, quien, al no encontrar a nadie en el
domicilio, se dirigió a la casa de Víctor Martínez, a
quien le hizo saber que lo mandaba el Teniente Del
Moral a decir que le avisara a la familia de Cámpora
que si Gerardo estaba se presentara, que no lo iban a
sancionar. Describió que, ante tales circunstancias, el
Sr. Martínez le refirió a su esposo que la había dicho

291
al soldado “Cómo, qué está pasando, a mi hijo Pablo lo
secuestraron hace cuatro días y ahora esto” y ante tal
manifestación éste le había confiado que a Gerardo lo
habían detenido. Señaló que, ante tal circunstancia, su
marido conversó inmediatamente con Mamoli y Martínez,
dos soldados compañeros de Gerardo, quienes le
ratificaron que su hijo no era un desertor sino que
había sido detenido.
El 10 de mayo se dirigió junto a su
marido al Grupo 1 de Mantenimiento, donde fueron
atendidos por el Teniente Del Moral, quien les refirió
que su hijo había llegado a la base, que se cambió la
ropa, se puso el buzo de fajina y él mismo lo mandó a
buscar un enfermero porque los domingos llegan los
chicos engripados y que desde ese momento no lo vio
más. Inclusive Del Moral les dijo como conjetura que
Gerardo habría saltado el tapial para escaparse, a lo
que la Sra. Montaldo le preguntó si se había llevado
algo y éste le dijo que “habían revisado todo y no
faltaba ni un alfiler”. Ante ello, la nombrada le dijo
que, entonces “se fue sin dinero, sin documentos, sin
ropa de civil y acababa de llegar con todo eso, mi hijo
estaba loco”, frente a lo que Del Moral refirió “no
señora, su hijo no estaba loco, y es un excelente
soldado”.
Indicó que, con posterioridad, realizaron
gestiones ante la Asamblea Permanente de los Derechos
Humanos, quien los orientó hacia la capellanía
castrense, donde estaba Monseñor Bonamín. A los pocos
días un policía de la provincia de Buenos Aires fue a
su domicilio con una citación para que Gerardo, tenido
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por desertor, se presentara, ante lo cual fueron a la
Policía. Posteriormente, se presentaron en el Cuartel
de San Nicolás y fueron atendidos por el Teniente
Coronel Saint Amant, quien les dijo que para él era
como si no existiera, o sea que no tenía noticia alguna
de Gerardo. Manifestó que en muchas oportunidades se
entrevistó con él por la detención de su hija Alicia
Inés, en las que la declarante aprovechaba para
preguntarle sobre su hijo y que siempre le contestó lo
mismo e inclusive se ofreció en una oportunidad a
gestionarle directamente él un Recurso de Hábeas Corpus
ante Morón, lo que efectivamente ocurrió porque a los
nueve meses recibió una nota en la que se acusaba
recibo de la denuncia.
También indicó que su hijo Gerardo estuvo
detenido en San Nicolás, lo que lo sabía por
manifestaciones de Pablo Martínez y de una persona de
apellido “Staggi”, que estuvo detenido en la cárcel de
San Nicolás, donde un guardia le dijo que allí había
estado Cámpora. Asimismo, un guardia de retirado o
funcionario del penal le dijo a su esposo que también
él conocía esta circunstancia-
Finalmente, indicó que efectuaron
presentaciones de Hábeas Corpus en la Capital Federal y
en Morón, por intermedio del Cuartel de San Nicolás,
ello porque al tratarse de un soldado se negaban a la
recepción de éstos y que también efectuaron gestiones
ante el Ministerio del Interior, donde en el año 1980 o
principios de 1981 le dijeron que su hijo Gerardo tenía
captura recomendada.

293
Por otro lado, declararon como testigos
de los hechos que damnificaron a Gerardo Cámpora, los
Sres. Juan Domingo Mamoli y José Branchessi y se
incorporó como prueba documental el testimonio de
Carlos Oscar Melo, prestado ante el Juzgado Federal en
lo Criminal y Correccional N° 3 de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires en los autos “Scali, Daniel Alfredo y
otros s/ privación ilegítima de la libertad” Nº
7.273/06, obrante a fs. 1244/1247 del legajo n°
82000149/10/1.
Comenzando con el testimonio del Sr. Juan
Domingo Mamoli, éste explicó en la audiencia de debate
que realizó el servicio militar obligatorio en el año
1977 y fue compañero de Gerardo Cámpora en la Base
Aérea de El Palomar.
Relató que de un día para el otro el
nombrado no estuvo más en la unidad. Ellos prestaban
servicios en aeroparque desde las seis de la mañana
hasta las seis de la tarde, por lo que en ese momento
no se enteró de lo que le había pasado a Cámpora.
Recordó que los días de franco no podían
salir de civil y que entre los jefes se encontraban el
Teniente o Teniente Primero Del Moral y el Comodoro
Benvenuto.
José Branchessi declaró que realizó el
servicio militar en el año 1977 en el Grupo 1 de
Mantenimiento de El Palomar y que Gerardo Cámpora era
su compañero, su amigo.
Describió que se estilaba que las
habitaciones se ordenaran de acuerdo a la altura de los
soldados y que a él le tocó compartir dormitorio con el
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FRO 82000149/10
nombrado. Una noche de abril o mayo, siendo
aproximadamente las 21:10, 21:05 horas, se abrió la
puerta de su habitación y el Primer Teniente Del Moral
le dijo a Cámpora que vaya al casino de oficiales y
busque al soldado López. Cámpora, que tenía puesta una
camisa, se puso el pantalón y se fue.
Explicó que cuando Cámpora se fue, el
declarante y un par de soldados fueron al baño al
fumar, como lo hacían todas las noches antes de dormir.
En el baño había unas ventanas cuadradas que daban a un
playón y ese playón daba al casino de oficiales. Relató
que por la ventana vieron a unos soldados y un Falcon
debajo de unas plantas. Cuando aparece Cámpora para
entrar por la puerta de servicio del casino de
oficiales salieron unos soldados, lo cargaron al
Falcon, levantaron una barrera y se fueron para el
Grupo 1 de Mantenimiento.
Señaló que, luego de esto, se fueron a
dormir y, al otro día, cuando formaron a las 5 y media
de la mañana, el Teniente Primero Del Moral les dijo
que quedaban privados de franco porque se había fugado
el soldado Cámpora.
Expuso que después de ese día Gerardo no
volvió nunca y que a los diez o veinte días, él estaba
de guardia frente a la oficina del comodoro Benevento y
vino un matrimonio y le preguntaron por su hijo Gerardo
Cámpora, ante lo cual él los mandó a la guardia. Fueron
caminando y como a la hora volvieron, la señora lloraba
y le dijeron que le habían dicho que su hijo se había
fugado.

295
Explicó que siempre había querido contar
esto, pero un hermano que trabajaba en el ejército le
dijo que no lo hiciera porque si no iba a ser el
próximo, hasta que un día salió en el Diario Popular un
aviso para que todos los que hicieron el servicio
militar y tuvieran algo para contar se acercaran a la
Secretaría de Derechos Humanos. Él lo hizo, declaró e
hizo un croquis de la Base Área, que acompañó y fue
agregada como prueba documental a este debate.
Carlos Oscar Melo declaró que durante el
año 1977 realizó su conscripción en el Grupo 1 de
Mantenimiento de la Primera Brigada Aérea de El
Palomar, en donde principalmente le fueron asignadas
tareas de guardia. Señaló que fue compañero de Gerardo
Cámpora y que entre los meses de abril y mayo, en
ocasión de un feriado, los soldados volvieron de franco
y se tuvieron que presentar ante los soldados que
estaban de guardia, y que él mismo fue quien le tomó el
ingreso a Cámpora.
Relató que, luego de dar el presente,
Cámpora se fue al Casino -refiriéndose al Casino de
Oficiales- y, al día siguiente, les dijeron que el
soldado Cámpora había desertado, que se había fugado
saltando el muro del cuartel a la noche, lo que a todos
les resultó extraño puesto que había vuelto del franco
esa misma noche y además porque para ello debió haber
pasado dos guardias. Posteriormente, se comentó en el
cuartel que se lo habían llevado en dos autos. Declaró
que no se supo más nada de él salvo por un comentario
realizado por el Cabo Primero Camara quien les dijo
“que si seguíamos portándonos así, nos iba a pasar como
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FRO 82000149/10
a Cámpora que debe estar flotando o en un barril en el
río”. Dijo asimismo que en ocasión de prestar
declaración en el Primer Cuerpo de Ejército en el año
1986 lo trataron de convencer de que no hiciera la
referencia que relató en relación a Camara.
A su vez, respecto de los hechos que
damnificaron a Carlos Farayi declaró en la audiencia de
debate la Sra. Miriam Borio y se incorporó por lectura
el testimonio de Francisco Osvaldo Sánchez, prestado
ante el Juzgado Federal N° 3 de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires en los autos Nº 7.273/06 ya referidos –fs.
1232/1238-.
Comenzando por Miriam Borio, manifestó
que fue novia de Farayi entre el año 1973 y fines de
1976. Relató que en el año 1977 estaba estudiando en
Capital Federal y fue detenida el 9 de mayo, una noche
que volvía con un compañero de la facultad, por tres
personas vestidas de civil que, luego de pedirles los
documentos, los esposaron, los vendaron y los pusieron
en la parte de atrás de un automóvil. Fue llevada y
dejada en un lugar donde, tras estar unos días la
comenzaron a interrogar bajo tortura –pasajes de
corriente eléctrica-sobre su vida en San Nicolás y
sobre Carlos Farayi. Expuso que, por lo que le dijeron,
sus datos los había dado Gerardo Cámpora. Fue liberada
después de 19 días. Por datos que pudo recopilar en
forma reciente se enteró que este centro de detención
en el que estuvo era el CCD Mansión Seré.
A preguntas efectuadas, declaró que uno
de los guardias de Mansión Seré se refirió a Gerardo

297
Cámpora, diciendo que había estado ahí y que le habían
pegado pero que no hablaba. También que, después de la
primera declaración que le tomaron, a los dos o tres
días le dijeron que ya habían detenido a Carlos Farayi,
que estaba en un lugar muy frio y le preguntaron si
quería verlo, ante lo que les contestó que no y luego
se desmayó.
Francisco Osvaldo Sánchez declaró ante el
Juzgado Federal Nº 3 de C.A.B.A. que estuvo detenido en
el Centro Clandestino de Detención Mansión Seré y
refirió haber compartido cautiverio con una persona
“que era como pelado, que era retirado de la Policía
según sus dichos.” Indicó que este muchacho estuvo un
mes aproximadamente y le dieron una buena golpiza.
Declaró no saber su nombre, pero que se decía que había
estado en San Nicolás en un atentado, pero él lo
negaba.
También debe destacarse la declaración
prestada por Ernesto Jorge Rodríguez, profesor de
historia quien, como colaborador del Equipo Argentino
de Antropología Forense, realizó una reconstrucción
histórica de los hechos acaecidos durante la última
dictadura militar en la zona de San Nicolás.
En la audiencia de debate explicó que
fundamentalmente investigó a las organizaciones
Montoneros y PRT-ERP y, en menor medida, organizaciones
comunistas de obreros. Sobre la primera de estas
organizaciones, explicó que tenía una columna, la 17,
que se extendía se encontraba dividida en dos unidades
básicas de combate, una en Zárate-Campana y otra en
Villa Constitución- San Nicolás. A su vez, esta columna
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se encontraba dividida en una secretaría militar, una
política y una de prensa.
A preguntas del fiscal expuso que la
primera represión dura que sufrió la columna se produjo
el 12 de abril de 1975, con el asesinato de alguno de
sus integrantes, entre los que mencionó a Carlos
Molina, Carlos Lagrutta y Guillermo Rodríguez, quienes
fueron asesinados en una localidad próxima a Los
Cardales. Indicó que casi simultáneamente se produjo el
operativo “Portón Rojo”, que detuvo a obreros del
cordón industrial desde Campana hasta San Lorenzo.
Explicó que a partir del golpe de estado
de 1976 se pueden observar diferencias en cuanto a la
metodología aplicada en los militares de esta zona. Al
respecto, indicó que, en principio, la represión de los
Montoneros fue inmediata al golpe, en donde se puede
ver una cierta continuidad con la represión de la
“Triple A”.
Tras explicar cronológicamente una serie
de detenciones ocurridas en la zona a personas
sindicadas como pertenecientes a esta organización,
explicó que en estos hechos se puede ver cierta
coordinación de fuerzas de seguridad, tanto en el Área
400 como en la 132 y en la de Villa Constitución.
Así, refirió a la “caída” de Carlos
Armando Grande, que era el jefe de la columna 17,
respecto de quien indicó que se había identificado su
automóvil, que fueron a su vivienda y no lo encontraron
y aparentemente el 17 de noviembre a orillas del arroyo
Pavón, cuando un grupo de 5 militantes montoneros

299
estaban realizando una reunión, fueron sorprendidos por
un grupo del ejército. Relató que tres militantes
murieron en ese enfrentamiento en un intento de fuga
porque tenían la mayor parte de las heridas en la
espalada. Grande fue capturado con vida y Arrigí logró
escapar, que fue el que dio a conocer estos hechos.
Refirió además que: “luego de su
secuestro existen testimonios de sobrevivientes y
arrepentidos de las FFAA que lo vieron en Campo de
Mayo, en la Esma, como así también que periódicamente
era sacado de ahí y llevado a su territorio… Existen
testimonios de Spotti sobre que estando detenida la
habían careado con Grande. Regina Spoti se encontraba
según testimonio, detenida en un CCD cerca de SOMISA en
el barrio de la fábrica Plastiversal, y que luego del
intento de fuga de Budassi levantaron ese centro y
fueron llevados a dos lugares de las instituciones
militares, a la Brigada de Investigaciones y a la
UP3…”.
A su vez consignó, en lo que a este
juicio interesa, que también fueron detenidos un grupo
importante de jóvenes del colegio Don Bosco: Martínez,
Cámpora, Budassi y que Cámpora se encuentra
desaparecido.
Finalmente, en relación a Carlos Armando
Grande, se incorporaron como documental los testimonios
de Juan Carlos Scarpatti correspondientes al caso 79
causa 4012 del Registro del Juzgado Federal Criminal y
Correccional n° 2 de San Martín, que se encuentran
reservadas en Secretaría. En su deposición ante la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
refirió que compartió su cautiverio con Grande en “El
Campito” de Campo de Mayo y que éste le había referido
que había sido secuestrado en una casa operativa de
Villa Constitución y trasladado a otros lugares y
vuelto al Campo por lo menos en dos oportunidades.
Por otro lado, se ha incorporado numerosa
prueba documental. Así, en relación a los acusados por
estos hechos, a fs. 177/181 consta la nómina del
personal militar que cumplió funciones en el Batallón
de Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás al año
1977, de la que surge que el por entonces Teniente
Coronel Manuel Fernando Saint Amant prestaba funciones
ocupando el cargo de Jefe. Dicha circunstancia también
se certifica con su Legajo Personal (fs. 654/696), el
que a su vez prueba que ejercía la jefatura del Área
Militar 132 con asiento en San Nicolás.
Por otro lado, a fs. 136/151 luce la
nómina del personal policial que revistó en la
Comisaría de Junín en el período correspondiente a los
meses de abril-julio de 1977, remitida por el
Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos
Aires, donde se acredita el desempeño de Edgardo
Antonio Mastrandrea con el cargo de Oficial Inspector.
En igual sentido, a fs. 1034/70 obra
copia certificada del Legajo Personal de Edgardo
Antonio Mastrandrea, donde consta que a la fecha de los
hechos se desempeñaba en la Comisaría de Junín y a fs.
1594 obra un informe remitido al Dr. Tanús mediante el
cual se consignó que Edgardo Antonio Mastrandrea prestó
servicios en dicha Comisaría con la jerarquía de

301
Oficial Inspector desde el mes de marzo de 1976 a
octubre de 1977.
En cuanto a la prueba documental común a
todos los hechos investigados, puede referirse que a
fs. 461/507 obra copia certificada del documento
remitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores y
Culto y que se hallaban en la “Carpeta Nº 8” del
Archivo de Cancillería, Dirección Nacional de Culto –
Obispado de San Nicolás-, del que se desprenden las
operaciones de inteligencia efectuadas por miembros del
Área Militar 132 sobre integrantes de la Diócesis
Nicoleña. Asimismo se halla incluido un documento
titulado “Situación de la Diócesis de San Nicolás”. En
el Punto 1, titulado “Formación y actuación del clero,
comunidades religiosas y laicas”, subpuntos a) “Línea o
corriente progresista” se consigna: “…de tendencia
izquierdista….Compone esta corriente un grupo de
sacerdotes jóvenes con gran despliegue y entusiasmo
hacia movimientos juveniles, a los que se adoctrinan y
orientan hacia el marxismo, Ejemplo: el accionar de
este grupo en ámbitos del Colegio Don Bosco produjo la
formación de una célula montonera que recientemente fue
detenida por el Área”.
Asimismo, a fs. 481/491 luce glosada
copia certificada del Documento “Confidencial” CE MY6
Nº 0968/48, elaborado y suscripto por el Teniente
Coronel Manuel Fernando Saint Amant, por orden del
Comandante del I Cuerpo del Ejército Carlos Guillermo
Suarez Mason, de fecha 16/12/1976, donde realiza un
detalle pormenorizado de las actividades desarrolladas
por parte de la Diócesis Nicoleña y señala al Colegio
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“Don Bosco” como “foco de producción de jóvenes de
tendencia marxista”. El documento consigna a su vez que
existe en el Área Militar 132 suficiente información
sobre las actividades tercermundista-marxista de la
congregación salesiana que actúa en el Colegio Don
Bosco y Diócesis de San Nicolás. También afirma que los
grupos más importantes de “Montoneros” han salido en
San Nicolás de la “Iglesia” y que, a la luz de la
actual situación, se referirá indistintamente a
“Juventud Peronista”, “Montoneros” y “Peronismo
Auténtico”.
A lo largo de la introducción de dicho
documento Saint Amant intenta acreditar la influencia
ejercida por la Diócesis de San Nicolás sobre jóvenes
que pasaron a integrar las filas de distintas OPM
(Organizaciones Político Militar), haciendo especial
hincapié en el Colegio Don Bosco. Así, al acusado de
autos explica que el informe ha sido elaborado en
función de una prioridad fundamental: la guerra contra
la subversión y que, para ganar dicha batalla, hay que
atacar al enemigo en todos los frentes. Particular
importancia reviste el párrafo final de la conclusión
expresada por el Jefe del Área 132: “en síntesis, la
situación expresada favorece a la subversión, la lucha
no se concretará en éxitos si no se erradican los males
expresados”.
También se encuentra reservado en
Secretaría el Expte. Nro. 17.666 del registro del
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo del Dr. Milesi,
caratulado “Espin Alberto Inf. Art. 213 bis Código

303
Penal”, con fecha de inicio 23 de Junio de 1978. Dicha
causa fue instruida a Espín en el referido Juzgado,
luego de haber sido indagado en la Comisaría de Junín y
en el Consejo de Guerra Especial Estable (Comando del
1° Cuerpo del Ejército) el cual se declaró incompetente
y remitió las actuaciones formándose causa por
separado.
En esas actuaciones lucen copias de las
declaraciones que obran en original en el expediente nº
17.349 caratulado “De Cara Gustavo Carlos, Cámpora
Alicia, Inés María Corelli. Inf. Ley 20.840” del
registro del entonces Juzgado Federal de San Nicolás,
cuyo sumario policial fue llevado a cabo por el
Comisario Mac Namara y el Oficial Inspector
Mastrandrea. Así, a fs. 5/10 vta., 8/10 vta. y 18/21
lucen las declaraciones indagatorias prestadas por
Alicia Cámpora (23/06/1977), Gustavo De Cara en la
misma fecha y María Luisa Corelli (fs. 9/12), tomada el
día siguiente.
En la declaración de Alicia Inés Cámpora
se detalla su inclusión en la OPM “Montoneros” y se
menciona la “deserción” de su hermano Gerardo del
servicio militar. Se alude a los hermanos Jorge y
Alberto Espín, María Luisa Corelli, José María Budassi
y Pablo Martínez.
A su vez, en la indagatoria de Gustavo
Carlos De Cara, se extrae que fue compañero de primaria
y secundaria en el Colegio Don Bosco de Gerardo
Cámpora, Pablo Martínez y Contartese y de la secundaria
de Budassi. Se alude al Padre Nicolau, al grupo
religioso “Los Mallines”, a la misión cristiana
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
realizada en Puerto Aragón a la que concurrió con
Budassi, Contartese y Martínez. También indica que
Budassi, Martínez y Espín integraban “Montoneros” y que
por ello fueron expulsados del Colegio Don Bosco y
menciona la desaparición de Ricardo Aníbal Corelli.
Por otra parte, en su declaración María
Luisa Corelli refiere a su hermano Ricardo Aníbal y
especialmente a la actividad gremial de éste. Asimismo
menciona a Ana María Cámpora y alude detalladamente a
todas las actividades realizadas por Jorge Espín y el
grupo de alumnos del Colegio Don Bosco.
A continuación luce la resolución Nº
117/78 de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario,
dictada el 9/03/1978 en el marco de la causa “De Cara,
Gustavo Carlos, Cámpora Alicia Inés y María Luisa
Corelli s/ inf. Ley 20.840”, mediante la cual se
resolvió confirmar la resolución de primera instancia
que convirtió en prisión preventiva la detención de los
mencionados.
A su vez, a fs. 12 luce una nota elevada
por el Coronel Juan Carlos Bazilis, Presidente del
Consejo de Guerra Especial Estable Nº 3, del Comando
Cuerpo de Ejército 1, fechada 12/05/1978, dirigida al
Juez Milesi, mediante la cual se informó que por ante
ese Consejo tramitaron los autos caratulados “BUDASSI,
José María y otros s/ Asociación Ilícita”, en el que
resultaron condenados los ciudadanos José María
Budassi, Pablo Leonardo Martínez y Gustavo Carlos De
Cara. Además, indica que en relación a Alicia Inés
Cámpora, María Luisa Corelli y Alberto Espin (los

305
cuales también se hallaban imputados en la causa de
referencia) se declaró incompetente, por considerar que
su accionar encuadraba en el art. 213 bis del C.P.
También obra a continuación (fs. 13/7) la
declaración indagatoria de José María Budassi, de fecha
26/05/1977, prestada en la Comisaría de Junín, en la
que menciona a sus compañeros del Colegio Don Bosco y a
Jordi Espín, quien fue el que propuso organizar la
U.E.S., señala que proviene de grupos juveniles
cristianos y que sacerdotes de “avanzada” le inculcaron
ideas similares a las socialistas y refiere que, con
anuencia del Director del Colegio, formó el centro de
estudiantes secundarios junto a Espin, Pablo Martínez y
Gerardo Cámpora, siendo estos tres compañeros desde la
primaria. Asimismo, indica una vinculación con la OPM
“Montoneros” y describe el falso operativo efectuado a
él y a Martínez previo a su ingreso a la Comisaría de
Junín.
A fs. 18/22 se encuentra la declaración
indagatoria de Pablo Leonardo Martínez prestada en
fecha 26/05/1977 ante la Comisaría de Junín, en la cual
declaró que pertenece a la OPM “Montoneros” y aludió a
sus compañeros Budassi, Contartese y Alberto Espín,
asimismo a Jordi Espin, a quien refiere como el que les
propuso la formación de la U.E.S. en el Colegio Don
Bosco. Además, mencionó a Gerardo Cámpora y a su
hermana Ana María, Guillermo Luis Estalle y María Luisa
Corelli, de la cual se dijo que ingresó a la OPM para
poder averiguar el paradero de su hermano Ricardo,
quién se hallaba desaparecido. Por otra parte, realizó
un relato pormenorizado del falso operativo perpetrado
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contra él y Budassi y que culminó con su detención en
la Comisaría de Junín, el que coincide con el efectuado
por su compañero.
Cabe destacar que en todas las
declaraciones indagatorias recibidas a las víctimas en
la Comisaría de Junín se alude al partido Peronista
Auténtico y a la forma de inclusión de las víctimas ex
alumnos del Colegio Don Bosco en Montoneros, a través
del Centro de Estudiantes de dicho Colegio y se señala
a determinados integrantes de Montoneros, entre ellos
Víctor Almada, “Polo” y “Coca”.
Igualmente, a fs. 30 obra la declaración
indagatoria del Sr. Martínez ante el Consejo Especial
Estable de Guerra en el marco de la causa por
“Asociación Ilícita”, el que se inició con la
declaración brindada en la Comisaría de Junín como base
de la acusación, respecto de la cual el nombrado
explicó que la firmó sin poder leerla previamente.
Seguidamente obran las declaraciones
indagatorias recibidas ante dicho Consejo a Alberto
Espín y María Luisa Corelli, acusada de “Asociación
Ilícita”, a quien se le leyó la declaración indagatoria
que le fuera tomada en Junín expresando también que la
firmó sin leerla.
A fs. 45, obra constancia del Consejo de
Guerra Especial Estable mediante la cual se informó la
incompetencia del mismo en relación a los hechos
imputados a Alberto Espín, Alicia Cámpora y María Luisa
Corelli (causa “Budassi, Martínez y otros s/ asociación

307
ilícita) y la remisión de las actuaciones al Juez
federal Milesi de San Nicolás, fechada 09-06-78.
Por otra parte, obra reservado el
Expediente caratulado “De Cara Gustavo Carlos. Inf.
Art. 213 bis. Código Penal”. N° 17.665 del registro del
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo del Dr. Luis
Hilario Milesi, iniciado el 23 de junio de 1978.
Éste comienza con un parte del Ejército
Argentino “Secreto”, suscripto por Manuel Fernando
Saint Amant, de fecha 22/06/1977 en el cual se consignó
la detención de Gustavo De Cara, efectuada en su
domicilio y sin la presencia de testigos. A
continuación obra una nota del 22/06/1977 suscripta por
el Comisario Mac Namara y el Oficial Inspector Edgardo
Mastrandrea elevada al Sr. Jefe de la Sub zona Militar
13, Coronel Félix Camblor, donde se da cuenta de la
recepción en calidad de detenidos de Gustavo De Cara
(20 años), Mario Contartese (18 años) y Alicia Cámpora
(16 años).
También obran las declaraciones
indagatorias recibidas en dicha Comisaría (referidas
anteriormente en el marco de la causa “Espín…”),
suscriptas por Mac Namara y Mastrandrea a Alicia
Cámpora (fs. 3/5 vta.) en fecha 23/06/77, Gustavo De
Cara en la misma fecha (fs. 6/8vta.) y María Luisa
Corelli (fs. 9/12), tomada el día siguiente.
Por otro lado, a fs. 13 de dichas
actuaciones obra la declaración indagatoria recibida a
Alicia Inés Cámpora por ante el Juez Milesi, del
19/10/1977 y seguidamente la recibida por el mismo
magistrado a María Luisa Corelli el 26/10/1977. En esta
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última, la nombrada rectificó parte de lo plasmado en
su primera declaración en la Comisaría de Junín, que
fuera base de la imputación del juicio que se le hizo
ante el Consejo de Guerra, y refirió que esta
declaración fue firmada sin poder leerla previamente.
También luce a continuación una ampliación de la
indagatoria de Alicia Cámpora, recibida nuevamente en
la Unidad Penitenciaria N° 3 en fecha 10/11/1977 en
presencia de su madre y la indagatoria de Gustavo
Carlos De Cara el 10/11/77.
También debe destacarse una nota
suscripta por el Jefe del Área Militar 132 Manuel F.
Saint Amant de fecha 28/11/1977 dirigida al Juez
Milesi, mediante la cual comunicó que los detenidos
María Luisa Corelli, Gustavo Carlos De Cara, Alicia
Cámpora y Salvador Nadal pasaron a disposición del PEN
por Decreto N° 3474/77 -fs. 19-.
A su vez, luce el fallo emitido por el
Consejo de Guerra Especial Estable N° 1 el 23/05/77,
por el cual se condenó a José María Budassi y Gustavo
Carlos De Cara a la pena de 8 años de prisión y de
inhabilitación absoluta perpetua y a Pablo Leonardo
Martínez a 8 años y 6 meses de prisión e inhabilitación
absoluta perpetua -fs. 25/7-.
Asimismo, obran las declaraciones
recibidas en el Consejo de Guerra Especial Estable N°
1, las cuales rezan en el margen superior “Secreto”, de
José María Budassi (fs. 45); Pablo Leonardo Martínez
(fs. 46/7); Alberto Espín (fs. 48); María Luisa Corelli
(fs. 49/0); Alicia Inés Cámpora (fs. 51), todas

309
suscriptas por el Presidente del mismo el entonces
Coronel Juan Carlos Bazilis; y el auto de
sobreseimiento emitido por el juez Milesi en relación a
Gustavo De Cara en la causa caratulada “De Cara Gustavo
Carlos- Inf. Art. 213 bis del Código Penal” -fs. 53
vta.-.
Por otro lado, a fs. 1590 de las
presentes actuaciones obra un informe elevado al Dr.
Héctor Tanús, a cargo del Juzgado en lo Penal Nº 1 del
Departamento Judicial San Nicolás, suscripto por el
Prefecto Osvaldo Miguel Uset, Jefe de la UP 3 de San
Nicolás, de fecha 6/11/1984, en el que se consignó, en
lo que a este juicio interesa, el ingreso como
detenidos a la Unidad Penal N° 3 de San Nicolás de
Gustavo De Cara, Pablo Leonardo Martínez, José María
Budassi y Mario Juan Francisco Contartese, de quienes
se informa que ingresaron el 08/07/1977 por infracción
Ley 21.641 a disposición del jefe del Área 132; María
Luisa Corelli, quién ingresó el 08/07/1977 por inf. Ley
21461 a disposición Jefe de Área 132 Juez Federal de
San Nicolás y Decreto PEN 3474/77; Alicia Cámpora, que
ingresó el 08/07/1977 por infracción ley 21.461 a
disposición del Jefe de Área 132, Juez Federal Milesi y
PEN 3474/77; y Guillermo Luis Estalle, quien ingresó el
14/07/1977 a disposición del Consejo de Guerra Estable
1/1.
Asimismo, a fs. 1597 luce un informe
remitido por la Comisaría de Junín al referido Juez del
07/11/1984 en el cual se indicó que José María Budassi
y Pablo Leonardo Martínez ingresaron como detenidos en
esa seccional en fecha 25/05/1977 a las 22:30 horas por
Poder Judicial de la Nación
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un sumario instruido con intervención del Jefe de la
Sub Zona 13 (Área Militar 132) por “Infracción a la Ley
21.461”. También, que por el mismo motivo ingresaron
detenidos Alicia Cámpora, Mario Contartese y Gustavo De
Cara en fecha 22 de junio de 1977 a las 14:00 horas y
María Luisa Corelli el 24 de junio de 1977. Por otra
parte, se consignó que todos fueron trasladados a San
Nicolás el 8 de julio de 1977.
También fue incorporado como documental
el expediente caratulado “Antecedentes remitidos por el
Señor Fiscal Federal Alberto Piotti (Fiscal Nº 4
Capital Federal sobre personas desaparecidas)”,
Expediente Nº 40.864 del registro del Juzgado en lo
Penal Nº 2 del Departamento Judicial de San Nicolás a
cargo del Dr. Oscar Vergara, Secretaría Nº 4 del Dr.
José Luciano.
En estas actuaciones obran numerosas
pruebas relativas a la privación ilegítima de la
libertad de Gerardo Cámpora, entre las que se pueden
destacar declaraciones testimoniales brindadas por la
madre de Gerardo Cámpora, Alicia Montaldo de Cámpora,
José María Budassi y Leonardo Martínez; un acta de
inspección ocular efectuada por estos dos últimos en
fecha 12/05/84, en la cual Martínez reconoció las
celdas de la UP3 en las que estuvo detenido junto a
Cámpora; la declaración testimonial de Juan Domingo
Mámoli, conscripto que avisó a los padres de Pablo L.
Martínez que Gerardo Jorge Cámpora había “desertado” de
las filas de la fuerza Aérea; el testimonio prestado
por Guillermo Luis Estalle, del que surge que fue

311
privado ilegítimamente de su libertad con posterioridad
a la desaparición de Gerardo Cámpora y que mientras
estuvo detenido en la Unidad Penal N° 3 de San Nicolás,
en circunstancias en que se hallaba en la celda de
castigo junto a Mario Contartese, dos guardias
refirieron a que en la misma celda había estado un
compañero de ellos, lo que les permitió inferir que se
trataría de Gerardo Cámpora; la declaración testimonial
de Mario Juan Francisco Contartese, de la que surge que
supo de manera indirecta que a Gerardo lo habían sacado
de la fila, es decir, que lo habían detenido en el
cuartel mismo y, concordante con lo expresado por
Estalle, surge que estando en la UP3 fue llevado a los
calabozos de castigo con Estalle y que dos suboficiales
hicieron mención de que en una de las celdas de castigo
había estado un muchacho brindando datos que les
permitió individualizarlo como Gerardo, ya que
manifestaron que vivía por Av. Savio y la dirección de
Cámpora era Savio 617. A su vez, estos testimonios son
ratificados por la declaración testimonial de Gustavo
Carlos De Cara en esas actuaciones, quien refirió que
mientras estuvo detenido en la Unidad Penal N° 3 de San
Nicolás sus amigos Estalle y Contartese le comentaron
el diálogo de los suboficiales en la celda de castigo
y, como se analizará más adelante, por ellos mismos en
sus testimonios prestados en la audiencia de debate.
También obra a fs. 234 un informe
remitido por el Servicio Penitenciario Bonaerense en
fecha 23/08/84 en el cual consta que durante el año
1977 estuvieron detenidos en la UP3 Alberto Espín,
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Mario Juan F. Contartese, María Luisa Corelli y Gustavo
De Cara.
A su vez, a fs. 339 luce una orden del
día Reservada Nº 9/83 suscripta por el Jefe Grupo I de
Construcciones de la Fuerza Aérea, en fecha 14/11/1983,
de la cual surgen la nómina de soldados desertores
clase 1960 entre los que se encuentra “Cámpora Gerardo
Jorge (clase 1958…)”, quién fue dado de baja.
Por otra parte, a fs. 383/10 se encuentra
glosada la copia certificada del sumario N° 432.639
(FAA) labrado en la Fuerza Aérea Argentina, Comando de
Regiones Aéreas, Dirección de Infraestructura, Grupo I
de Mantenimiento, con motivo de la “deserción
calificada” de Cámpora de la base Aérea El Palomar. De
dicha causa, que se instruyó por orden del Jefe del
Grupo I Mantenimiento de Policía Militar de dicha base
Comodoro Juan Antonio Benvenuto, puede destacarse un
parte suscripto por el Teniente Del Moral informando la
deserción de Cámpora, consignando que ésta se produjo
al regreso de un franco ordinario el 01/05/77 y una
planilla de “materiales llevados y faltantes de su
ropero al consumar deserción” de fecha 09/05/77
suscripta por Del Moral y Benvenuto, de la que surge
que Cámpora se llevó el uniforme militar. También
resulta de importancia la declaración testimonial
Suboficial de Semana Cabo Primero Oscar Camara, quien
manifestó que al horario de regreso del franco pasó
lista y Cámpora se encontraba presente y que,
posteriormente, al volver a tomar lista a la hora del
silencio, notó la ausencia del nombrado.

313
También se encuentra incorporado como
prueba documental el Expediente Nº 997 de la Cámara
Federal de Apelaciones de San Martín, caratulado
“Cámpora Gerardo Jorge s/ priv. Ilegal de la libertad”,
instruido por ante el Juzgado de Instrucción Militar Nº
32 (conforme art. 445 bis del Código de Justicia
Militar), reservado en Secretaría.
En las primeras actuaciones del
mencionado expediente luce la denuncia efectuada por la
madre de Gerardo Cámpora ante la CONDEP y el testimonio
de Pablo Martínez, efectuado ante dicho organismo en
relación a su amigo Cámpora (fs. 1/5). También se
destaca una nota fechada 20 de julio de 1978, dirigida
a la madre de Cámpora y suscripta por el Director de
Infraestructura de la Fuerza Aérea Argentina mediante
la cual se informó que su hijo “fue dado de baja el
7/05/1977 por haber consumado primera deserción
calificada”.
Además obra la declaración testimonial
Alicia Montaldo de Cámpora (fs. 84/7), de la que surge
que se enteró la “deserción” de su hijo a través del
padre de Pablo Leonardo Martínez, quien supo a través
del conscripto Mamoli, que se presentó al domicilio de
Martínez manifestando que lo hacía por orden del
Teniente Del Moral, “para avisar que Gerardo no se
había presentado y ante preguntas de Martínez (cuyo
hijo había sido secuestrado dos días antes), Mámoli
manifestó que en realidad a Gerardo lo habían
detenido”. Asimismo alude a que en el Juzgado Federal
de San Nicolás en el año 1977 no le fue aceptada la
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presentación de un recurso de amparo a favor de
Gerardo.
Continuando con el detalle de la prueba
documental, a fs. 1424/32 luce agregado en copia
certificada el habeas corpus interpuesto por el Sr.
Luis Dilio Gervasio Cámpora ante el Juzgado Nacional de
Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia Letra
“R”, Expte. 2791 caratulado “Cámpora Gerardo s/ recurso
de habeas corpus”, en la que el padre de Cámpora
refiere que su hijo fue detenido el 1º de mayo de 1977
a las 21 horas en el cuartel del grupo mantenimiento Nº
1 de la base aérea El Palomar por el Teniente Del
Moral, en presencia de todos los compañeros de su
unidad. A continuación luce la ratificación de la
denuncia, en la que el nombrado indicó que, según le
relataron los compañeros de su hijo, éste se hallaba
formado, habiendo pasado ya por la guardia,
encontrándose con ropa de fajina cuando lo retira de la
formación el Oficial Del Moral. Finalmente, el Juzgado
interviniente terminó declarándose incompetente.
En igual sentido luce a fs. 1434/59 copia
certificada del Expte. Nº 2193 caratulado “Cámpora.
Gerardo Jorge s/ hábeas corpus en su favor”, en trámite
por ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo
Criminal de Sentencia Letra “F”, cuyo resultado fue
negativo; y a fs. 1460/76 se halla agregada copia
certificada del habeas corpus interpuesto ante el
Juzgado en lo Criminal de Instrucción Nº 21, Expte.
14.039 caratuladas “Hábeas corpus interpuesto a favor
de Cámpora Gerardo Jorge” de fecha 03/10/1978.

315
En relación a esta misma víctima, a fs.
2208/15 obra la nómina de los soldados que prestaron
servicios en el Grupo I Mantenimiento, dependiente de
la dirección de Infraestructura del Comando de Regiones
Aéreas, con asiento en “El Palomar” al año 1977,
remitida por el Ministerio de Defensa de la Nación y a
fs. 1644 obra copia certificada de la sentencia emitida
en la causa 13/84 caratulada “Causa originariamente
instruida por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas
en cumplimiento del Decreto 158/83 del Poder Ejecutivo
Nacional”, en la que se tuvo por acreditado que Gerardo
Jorge Cámpora desapareció el 01/05/1977, época en la
cual se encontraba cumpliendo con el Servicio Militar
obligatorio en la Base Aérea Militar El Palomar.
Cabe destacar en este punto que todas las
declaraciones obrantes en los expedientes detallados
resultan concordantes en lo sustancial con aquellas
prestadas en la audiencia de debate, reforzando de esta
manera los relatos efectuados en estos testimonios.
En cuanto a Martínez y Budassi, pueden
detallarse como prueba documental incorporada respecto
de los hechos que los tuvieron como víctimas las cartas
manuscritas obrantes a fs. 16/7 remitidas por Pablo
Martínez a Adriana Alvira el 07/12/1984 y el
27/06/1984, en las que señalan determinadas
circunstancias relativas a su privación ilegítima de la
libertad.
Asimismo, a fs. 62/74 y 77/88 se
encuentran en copia certificada los Legajos de la
Comisión Nacional sobre desaparición de personas Nº
3497 y 3496 correspondientes a las denuncias efectuadas
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ante dicho organismo por José María Budassi y Pablo
Leonardo Martínez.
Respecto de las gestiones realizadas por
el Sr. Víctor Ángel Martínez a favor de su hijo Pablo
Leonardo Martínez, a fs. 1255 luce el hábeas corpus
presentado el 12/05/1977, a fs. 2464/5 y 2466 obran dos
cartas suscriptas por el nombrado dirigidas a la
División de Derechos Humanos de Naciones Unidas y al
Comandante del 1º Cuerpo del Ejército Gral. De División
Carlos G. Suárez Mason, mediante la cual solicitó copia
de la sentencia emitida por el Tribunal Militar que
condenó a su hijo y a fs. 2467 obra telegrama remitido
por el nombrado al Presidente de facto Reynaldo Bignone
en fecha 14/09/1982, por la cual requirió la anulación
del fallo del Tribunal Militar y el cese de arresto de
su hijo.
Por otro lado, obra como prueba
documental el Expediente caratulado “Corelli María
Luisa. Acción de Amparo” N° 17673 iniciado el
29/06/1978, del registro del Juzgado Federal a cargo
del Dr. Milesi, el que fuera iniciado por la víctima
por ante el Juzgado Nacional de 1ra. Instancia en lo
Criminal y Correccional Federal N° 5 de la Capital
Federal, donde solicitó al magistrado que, ante la
eventualidad de ser trasladada a la UP3 de San Nicolás,
se salvaguarde su vida y su integridad física.
En relación a la víctima Carlos Andrés
Farayi, a fs. 97/112 luce Legajo Conadep Nº 3568
correspondiente a la denuncia de la desaparición
forzada de impetrada por su madre Antonia del Río

317
Farayi ante dicho organismo, en la que expresó
circunstancias precisas de la privación ilegítima de la
libertad de su hijo acaecida en Capital Federal.
Asimismo, se incorporaron las constancias
obrantes a fs. 382/89, de las que se desprenden las
gestiones efectuadas por los padres de Carlos Farayi,
ante el Ministerio del Interior y los hábeas corpus
interpuestos ante diversos Juzgados. En el mismo
sentido, a fs. 1541/1542 se encuentran glosadas en
copia certificada las actuaciones caratuladas “Del Río
Antonia de Farayi s/ denuncia desaparición de Carlos
Andrés Farayi” del registro del Juzgado Nacional de 1º
Instancia en lo Criminal y Correccional Federal Nº 2,
tramitadas en el año 1986.
También obra como prueba documental obra
copia certificada del expediente Nº 11.804 caratulado
“Farayi, Carlos s/ privación de la libertad, daños y
lesiones y robo. Jara López, Luís s/ lesiones” del
registro del Juzgado Nacional de 1º Instancia en lo
Criminal de Instrucción Nº 14, Secretaría Nº 141,
iniciado el 14/05/1977 (fs. 1477/1543).
En éste se halla una declaración
testimonial brindada en sede policial por Luis Jara
López, quien fuera el encargado del edificio en el que
residía Carlos Andrés Farayi, en la que relató que,
siendo las 18: 30 horas del día 12 de mayo de 1977,
mientras se encontraba en el edificio de calle Virrey
Cevallos 1192 de Capital Federal, donde cumplía
funciones de encargado, llamaron a la puerta tres
personas armadas, que lo obligaron a ingresar y a
entregarle herramientas. Luego fueron hasta el piso
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tres donde pudo observar a otras tres personas con
armas, que ingresaron al inmueble donde se domiciliaba
Farayi forzando la puerta, lo hicieron ingresar y pudo
ver cómo revolvieron todo y se llevaron diversos
objetos.
Asimismo, indicó que, antes de ingresar,
estos sujetos le refirieron que eran de “un comando
especial de ejército” y se retiraron del lugar siendo
aproximadamente las 19.00 horas diciéndole que
regresarían en cualquier momento. A los pocos minutos
comprobó que dichas personas se hallaban apostadas en
la calle y que se trasladaban en un auto Ford Falcon
color rojo. Continuó relatando que a las 21.00 horas se
encontró con Farayi, a quien le contó todo lo que había
ocurrido y éste se quedó en su casa ordenando todo.
Después observó el arribo al edifico un compañero de
estudio de Farayi y siendo las 22.00 horas comenzó a
escuchar un tiroteo de armas de fuego, oyéndose
numerosas detonaciones de disparos de diversos calibres
provenientes del piso 3°, el que continuó hasta las
22.35, 22.40 horas.
El Sr. Jara señaló que permaneció en el
piso 12 por temor pero al regresar a su departamento en
el piso 15 fue interceptado por 6 individuos que
estaban armados con ametralladoras y con uniforme,
quienes lo obligaron a bajar al piso 3 departamento B.
En tales circunstancias lo vendaron y lo introdujeron
al departamento donde lo golpearon fuertemente, después
lo sacaron y lo hicieron arrodillar en la escalera por
un lapso de 20 minutos en los que oyó diversos ruidos y

319
pasos. Seguidamente le sacaron la venda de sus ojos y
le tiraron un aerosol que lo dejó ciego para luego
retirarse.
También obra la declaración testimonial
de la madre de Farayi, quien expuso las circunstancias
en las que encontró el departamento de su hijo el 13 de
mayo de 1977, de manera concordante a lo declarado en
esta audiencia de debate y el testimonio de Aníbal
Morvillo, vecino del edificio, quien expresó que el 12
de mayo de 1977 cerca de las 22 horas oyó detonaciones
de armas de fuego y un tiroteo que provenían del
departamento ubicado en el 3° piso “B”.
Asimismo, en concordancia con estas
declaraciones, a fs. 9 obra una vista fotográfica en la
cual se aprecian los daños perpetrados en el
departamento de Carlos Farayi; a fs. 15 luce un informe
pericial, mediante el cual se efectuó la constatación
de los daños que presentaba el departamento, entre los
cuales se observó la existencia de destrozos provocados
por impactos de bala en toda la vivienda; a fs. 34 se
encuentra la pericia balística efectuada en el
departamento de Farayi por la que se infirió que los
impactos presentes en el inmueble fueron producidos por
armas de distintos calibres (7,65 mm, 9mm, 45mm) y fs.
52/6 lucen vistas fotográficas tomadas al departamento
de Farayi, de las cuales se desprenden los destrozos
perpetrados por los proyectiles de armas de fuego.
Por otro lado, a fs. 12 se encuentra un
examen médico pericial practicado el 31 de mayo de 1977
sobre Luis Jara López, mediante el cual se le
constataron las lesiones de dos semanas de antigüedad.
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Por último, respecto de esta víctima se
incorporó el informe confeccionado por la Comisión
Provincial por la Memoria de fs. 2344 y siguientes,
donde se hace saber el hallazgo en los archivos de la
ex DIPBA de una ficha personal a nombre de Carlos
Andrés Farayi (fs. 2346 vta.). Asimismo, del legajo Nº
14.900 de la Mesa DS Varios, caratulado: “Paradero de
Adriana Teresita Rivero de Goicochea y otros”, consta
una solicitud de paradero de Farayi (fs. 2359). También
obran partes similares suscriptos por diversos
Comisarios (fs. 2360/5) en el legajo Nº 16011 de la
Mesa DS varios caratulado: “Solicitud de paradero de
Farayi, Carlos Andrés y 3 más” (fs. 2383/4).
Finalmente, en relación a la víctima
Carlos Armando Grande se encuentra incorporado como
prueba documental el expediente N° 16.801/76,
caratulado “Grande, Carlos Armando y Graciela Beatriz
Chiape de Grande s/ inf. Ley 20.840”, del registro del
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo del Dr. Luis H.
Milesi. En éste puede verse un acta suscripta por
Manuel Fernando Saint Amant de fecha 17/10/1976, en la
cual consta la realización de un allanamiento en la
vivienda de Grande sita en Barrio Avambaé de la
localidad de San Nicolás, la que fue “clausurada” –fs.
1- y, a continuación de ésta, luce otra acta también
firmada por el nombrado en la misma fecha, en la cual
se da cuenta de un operativo efectuado en la Ruta 9 y
188 e indica que los ocupantes de un vehículo no
acataron la orden de detención y dejaron abandonado el
automóvil en inmediaciones de Campo Salles. El titular

321
del vehículo resultó ser Carlos Armando Grande, según
acta de fojas 1, por lo que se procedió al allanamiento
de su vivienda.
A fs. 16 obra la orden de detención
emanada del Juzgado Federal en fecha 05/04/1977, de
Carlos Armando Grande y Graciela Beatriz Chiappe,
dirigida al Jefe de la Delegación Local de la Policía
Federal y a fs. 27 luce una Orden del día de la Policía
de la Provincia de Buenos Aires en la cual consta la
orden de captura Nº 24.538 de Carlos Armando Grande y
Beatriz Chiappe de Grande emanada del Jefe de Policía
en fecha 30/05/1977.
Asimismo, puede destacarse la nota
suscripta por el jefe del Área Militar 132, de fecha
07/12/1983 en la cual consta que, por decisiones
adoptadas por Jefaturas anteriores, dicha Unidad tenía
bajo custodia la vivienda propiedad del matrimonio
Grande y Chiappe sita en Barrio Avambaé, procediéndose
a su entrega al Juzgado -fs. 58-.
Por otro lado, a fs. 71 se encuentra una
declaración informativa recibida a Beatríz Chiappe en
fecha 03/06/85 en el Juzgado Federal de San Nicolás a
cargo del Dr. Hugo del Pozo, de la que surge que su
esposo habría desaparecido en fecha 17/11/1976
posiblemente en Villa Constitución y que, según dichos
de una vecina, personal del Ejército desvalijó su
negocio de decoraciones y su vivienda de Barrio Abambaé
y, con posterioridad, vino otro camión con muebles y
ocupó la vivienda un Suboficial del Ejército.
De esta manera, mediante los autos
reseñados puede acreditarse el modo en que la Jefatura
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del Área Militar 132 pretendió encubrir con actuaciones
judiciales el secuestro, torturas, homicidio y
posterior desaparecimiento del cadáver de Carlos
Armando Grande. Es de hacer constar que el entonces
Tte. Coronel Saint Amant a fs. 14 de dichos actuados,
el 5 de Abril de 1977, se dirigió al entonces Juez
Federal de San Nicolás Suboficial Mayor (RE) Dr. Luis
H. Milesi, informando sobre la documentación
supuestamente secuestrada en el domicilio de Grande,
fecha para la cual éste ya estaba privado
ilegítimamente de su libertad.
Por otro lado, también han sido
incorporados al debate la prueba producida en esta
instancia, que obra en el legajo nº 82000149/10/1.
De ella puede destacarse el informe
confeccionado por la Comisión Provincial por la
Memoria, en base a la información obrante en el archivo
de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires (DIPPBA), obrante a fs.
662/695.
En cuanto a las víctimas de autos, en el
legajo Mesa “DS” (Delincuente Subversivo), carpeta
varios Nº 9158, bajo el rótulo “Informe de la columna
Montoneros”, se efectúa una descripción de esta
organización, que incluye un análisis de la supuesta
estructura mencionando la influencia en la zona de
Escobar hasta Villa Constitución y desde San Nicolás
hasta Pergamino. También contiene un Anexo denominado
“Estructura de la columna 17-Paraná”, fechado 17 de
Junio de 1977, el que consta de un organigrama donde

323
figuran datos y referencias sobre las víctimas de
autos, donde puede leerse a continuación una leyenda
indicativa al lado de sus nombres, relativas a su
situación en ese momento, en las que se incluye a:
Martínez “Tata” (detenido), Budassi “Moni” (detenido),
Corelli “Mary” (detenido), A. Cámpora “Silvia”
(detenido), Contartese “Lucho” (detenido), Cámpora
“Pele” (muerto o desaparecido), De Cara “Luis”
(detenido).
Este documento denota asimismo cómo las
personas que eran privadas ilegítimamente de su
libertad eran sometidas a exhaustivos interrogatorios
que posibilitaban la obtención de datos para
identificar a otros “oponentes”. A modo de ejemplo, en
tal documento se consigna que de las “declaraciones” de
personas ya detenidas se obtiene la información sobre
una reunión a celebrarse en fecha 26 de abril de 1977
entre (NG) “TATA” y “POLO”; y seguidamente el informe
consigna: “Por supuesto la cita se lleva a cabo y ambos
delincuentes son detenidos por las fuerzas conjuntas
resultando ser “TATA” (…), PABLO L. MARTINEZ y “POLO”
Eduardo Luis Reale (…).”
También incluye las detenciones de José
María Budassi “Mini” y Gerardo Jorge Cámpora “Pepe” y
menciona a Alicia Cámpora “Silvia”, concluyendo que:
“…de esta forma, la denominada ‘Columna 17’ ha quedado
prácticamente desarticulada antes de su reorganización
y se trabaja con la finalidad de profundizar aún más en
su aniquilamiento, mediante la aprehensión de sus
integrantes que se vayan conociendo a través de las
declaraciones de los detenidos…”.
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Sin perjuicio de ello, en el informe en
análisis se consigna que los subversivos Pablo
Martínez, José María Budassi y Gerardo Jorge Cámpora
habían sido señalados como “blancos” al Jefe del Área
Militar 132 en un informe de diciembre de 1975, blancos
estos que no se llevaron a cabo.
A su vez, este informe incluye el Legajo
Mesa “DS” varios Nº 10609 caratulado “Solicitar captura
de Gerardo Cámpora y 7 más- 14-11-77”, del que surge un
memorando dirigido el 11/07/77 al Jefe de la Policía de
la Provincia de Buenos Aires, del que surge que “en
virtud del requerimiento efectuado por el Jefe de la
Subzona 13, el señor Jefe se servirá ordenar se procure
la ubicación y captura” de, entre otras personas,
Gerardo Cámpora.
Por otro lado, se incorporó como prueba
un documento en formato digital remitido por la
Comisión Provincial por la Memoria consistente en Tres
agendas de quien fuera el Vicario Castrense de las
Fuerzas Armadas Monseñor Victorio Manuel Bonamín.
La referida documentación contiene
anotaciones realizadas de puño y letra por el propio
Manuel Bonamin a partir del año 1975, donde deja
plasmada las actividades que realizaba diariamente
conforme su función como Vicario Castrense y el cabal
conocimiento que tenía de lo que estaba sucediendo en
el país.
Respecto de los hechos aquí juzgados,
puede destacarse uno de sus fragmentos perteneciente al
año 1975, en el que hace alusión a la situación que

325
estaba viviendo la diócesis nicoleña en ese momento y
la influencia que tenían algunos integrantes
“distinguidos” de la sociedad nicoleña afines a ciertos
sectores de la iglesia católica con las autoridades
militares.
En ese contexto cabe señalar ciertos
extractos de la documentación aludida en la que el
mismo Bonamín refiere a una reunión celebrada en el
Batallón de San Nicolás, en presencia del Jefe de tal
dependencia, Manuel Fernando Saint Amant, y el Dr.
Hernández, hijo de quien a ese tiempo ejercía funciones
de Secretario del Juzgado Federal de San Nicolás y
quien fue nombrado por varias de las víctimas de autos
como uno de los profesores del colegio Don Bosco que
les impartía una educación más conservadora y contraria
a las ideas de los sacerdotes denominados
“tercemundistas” e incluso el testigo Guillermo Luis
Estalle indicó que alguien le dijo que tuviera cuidado
con él porque era “informante del ejército”.
Así, se destaca una anotación del
26/12/1975 que reza: “(…) Paramos en San Nicolás; los
dejo en la plaza, sigo al Batallón; el Jefe quiere
conversar conmigo. Jefe: T Crnl. Manuel Saint Amant.
Dos temas: 1) Capellán! El Obispo le propuso al P.
López Molina, ¡un tercermundista convicto y confeso! Me
mostró lo encontrado en un allanamiento. Propuse volver
al P. M. Regueiro, haciéndolo castrense, si el Est. N.
lo consiente. 2) El Ingen. Martínez de óptima familia:
su hijo Pablo sale del ‘D. Bosco’ hecho un zurdo por
influencia del P. Nicolau. Angustia justificada”.
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A su vez, el 26/05/1976 consignó: “(…)
San Nicolás.- Viene el Dr. Hernández (h) con otro
profesional de SOMISA: tremendo (si es cierto) lo que
dicen del Obispado y -¡peor!- del Colegio Salesiano,
donde aquel es profesor. ‘Son protestantes, a secas!’.”
El Ministerio Público Fiscal sostuvo en
su alegato que el profesional de Somisa al que refiere
es el Ingeniero Martínez, padre de la víctima Pablo
Martínez.
También puede resaltarse de este
incidente el informe remitido por el Equipo de
Antropología Forense, que se encuentra glosado a fs.
201/202, por el que se hace saber que hasta el momento
no se han producido avances técnicos periciales en la
institución sobre las identificaciones de Gerardo
Cámpora, Carlos Armando Grande ni sobre Carlos Andrés
Farayi.
Por otro lado, respecto de esta última
víctima, en el legajo de prueba se incorporó en copia
certificada su legajo personal de la Policía Federal
Argentina que se encontraba en la causa “Scali, Daniel
Alfredo y otros s/Privación ilegal de la libertad
agravada”, Expte. nº 7.273 del registro del Juzgado
Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nº 3 a
cargo del Dr. Daniel E. Rafecas y que fuera incorporado
como prueba documental por este Ministerio Publico
fiscal, donde consta que Farayi se desempeñaba en esa
fuerza a la fecha de los hechos, que su último
domicilio resulta ser el sindicado como el lugar de su
secuestro y que fue declarado cesante el 13 de mayo de

327
1977, es decir, un día después de su secuestro, de lo
que puede inferirse el conocimiento por parte de esta
fuerza de la detención del nombrado.
b.2) Expediente nº FRO 8500028/2012 y su
acumulado nº FRO 85000105/2012: los casos de Carlos
Benjamín Santillán, María Cristina Lanzillotto,
Benjamín Santillán, María Lucila Santillán y Jorge
Francisco Santillán.
De acuerdo a la prueba que ha sido
colectada a lo largo de la audiencia de debate, se han
acreditado los hechos de los que fueran víctimas Carlos
Benjamín Santillán, María Lucila Lanzillotto, los hijos
de ambos María Lucila y Jorge Francisco Santillán, y
Benjamín Santillán, de los que resulta autor mediato
Manuel Fernando Saint Amant. A su vez, se ha acreditado
la participación penal de Antonio Federico Bossié en
los hechos que damnificaron a los cuatro primeros y la
de Carlos Enrique Rocca, por aquellos sufridos por
Benjamín Santillán y la usurpación del inmueble en el
que residía la familia Santillán-Lanzillotto.
Respecto de la víctima Benjamín
Santillán, también se encontraba acusado el Sr.
Guillermo Miguel Adrover, quien fue absuelto por este
Tribunal, en base a las consideraciones que se
expondrán.
Así, en primer término debe destacarse
que, de acuerdo a sus legajos personales, Saint Amant
al momento de los hechos ejercía la jefatura del Área
Militar 132 y de dicho Batallón, mientras que Bossié
integraba la plana mayor del Batallón de Ingenieros de
Combate 101 de San Nicolás y del Área Militar 132 con
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responsabilidades sobre las áreas de inteligencia y
operaciones. Asimismo, en su declaración en la
audiencia de debate, el Sr. Bossié dio cuenta del
conocimiento e intervención que tuvo en ese momento de
los hechos ocurridos en la vivienda de calle Rivadavia
nº 954, conforme de destacara en el presente fallo.
Carlos Enrique Rocca, por su parte, al
momento de los hechos se desempeñaba en la en la
Comisaría Primera de Pergamino de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires con el grado de agente.
De acuerdo a las pruebas que se
enumerarán, las privaciones ilegítimas de la libertad
que forman parte de esta causa se consumaron en
distintas etapas. En la primera de ellas, un grupo bajo
el control operacional del Área Militar 132 integradas
por miembros del Comando Radioeléctrico, DIPPBA,
Brigada de Investigaciones, Policía Federal y personal
militar efectuó un allanamiento en su domicilio sito en
calle Rivadavia Nº 954 de la ciudad de Pergamino,
oportunidad en la que se perpetraron los secuestros de
María Cristina Lanzillotto y de sus dos hijos,
ocurridos a fines de octubre o principios del mes de
noviembre de 1976, fecha a la que se arriba por los
testimonios de Marta San Martín, Pedro Petro y Mabel
Sosa.
Así, de acuerdo al testimonio de San
Martín, niñera de los María Lucila y Jorge Francisco,
quien fue detenida tras notar la ausencia de los chicos
a su guardería durante algunos días. Declaró que fue
privada de su libertad un lunes, miércoles o viernes,

329
porque eran los días que tenía práctica de básquet, que
a su marido lo detuvieron un día después que a ella y
que el 11 de noviembre de 1976, fecha del cumpleaños de
una tía, continuaba privada de su libertad.
Su marido, Pedro Petro, declaró que fue
detenido un martes, permaneciendo en dicha condición
durante aproximadamente una semana y, en coincidencia
con lo dicho por su esposa, dijo que el 11 de
noviembre, fecha del cumpleaños de su tía, ambos
estaban detenidos.
De todo esto se desprende que San Martín
habría sido de detenida el lunes 9 de noviembre de
1976, por lo que los niños María Lucila y Jorge
Francisco y su madre María Cristina habrían sido
secuestrados la primera semana de noviembre de 1976.
Por otro lado, Mabel Sosa, vecina de la familia, indicó
que el operativo ocurrió a fin del mes de octubre o
principios de noviembre de 1976.
A partir de ese momento, la vivienda fue
ocupada por personal policial de la provincia de Buenos
Aires adscriptos a la Comisaría Primera de Pergamino
bajo control operacional del Área Militar 132 y, desde
el mes de diciembre de 1976 fue ocupada por Carlos
Enrique Rocca –agente de la Comisaría de Pergamino-, su
esposa Santa Alda Espíndola y los hijos de ambos. Si
bien Rocca se separó de su mujer al poco tiempo,
Espíndola al día de la fecha sigue residiendo en la
referida vivienda.
María Cristina Lanzillotto, fue traslada
al Centro Clandestino de Detención que funcionó en la
Unidad Penal 3 de San Nicolás, más precisamente en una
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vivienda ubicada dentro de su predio. En dicho Centro
Clandestino de Detención fue sometida a interrogatorios
bajo torturas.
Sus restos fueron inhumados como “N.N.”
en el Cementerio de Avellaneda, Provincia de Buenos
Aires, exhumados de una fosa común, y posteriormente se
determinó su identidad en el marco de las actuaciones
instruidas por la Cámara Federal de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal de Capital Federal en
fecha 2 de febrero de 2006, a través de una pericia
antropológica elaborada por el Equipo Argentino de
Antropología Forense, mediante la cual se estableció
que la muerte se produjo por impactos de proyectiles de
armas de fuego que afectaron órganos vitales.
A su vez, se ha acreditado que María
Lucila y Jorge Francisco Santillán -quienes a la fecha
de los hechos contaban con dos y un año de edad
respectivamente-, fueron privados ilegítimamente de su
libertad junto a su madre, María Cristina Lanzillotto
en la fecha precedentemente referida.
Al igual que su madre y que su padre
fueron vistos en el Centro Clandestino de Detención
existente dentro de la Unidad Penitenciaria N° 3 de San
Nicolás y el 17 de noviembre de 1976 (el mismo día de
su secuestro), María Lucila y Jorge Francisco fueron
encontrados en el patio de una parroquia ubicada en el
Barrio Fisherton de la ciudad de Rosario, Provincia de
Santa Fe y, por intervención de un juez de menores del
Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe, los niños

331
quedaron bajo la guarda de una familia de apellido
Grilli, residente en la mencionada ciudad.
Los niños fueron recuperados en el mes de
febrero de 1977 por su abuelo paterno Benjamín
Santillán, quien tomó conocimiento de la aparición de
sus nietos a través de un telegrama en el cual
familiares residentes en Capital Federal daban cuenta
de dicha circunstancia.
En fecha 9 de noviembre de 1976 a las
20:30 horas se produjo el secuestro de Carlos Benjamín
Santillán, casado con María Cristina Lanzillotto y
padre de María Lucila y Jorge Francisco. Este hecho
ocurrió en las inmediaciones de una estación de
servicio Esso ubicada en San Nicolás, donde Carlos se
había encontrado con Irene Ballester y Julio Domingo
Moreno. Los tres eran militantes del ERP. El
procedimiento fue realizado bajo el comando operacional
del Área Militar 132 integradas por miembros del
Ejército Argentino, del Comando Radioeléctrico de la
Unidad Regional San Nicolás y de la Delegación San
Nicolás de Inteligencia de la policía de la Provincia
de Buenos Aires, quienes detuvieron a Santillán y
Ballester, mientras que Moreno pudo huir.
También ha quedado acreditado que Carlos
Benjamín Santillán fue trasladado al Centro Clandestino
de Detención que funcionó en la Unidad Penitenciaria N°
3 de San Nicolás, de acuerdo a las declaraciones del
testigo Bogado. En este sitio permaneció con una venda
en sus ojos y esposado y fue sometido a interrogatorios
bajo torturas, las que incluyen pasajes de corriente
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eléctrica sobre su cuerpo y golpes con un palo en su
cabeza.
Luego, el nombrado fue trasladado al
Centro Clandestino de Detención conocido como “Pozo de
Quilmes”, en el mes de febrero de 1977, de acuerdo a lo
relatado por Pablo Díaz, quien tomó conocimiento de esa
circunstancia mientras estuvo ilegalmente detenido en
ese lugar. Sus restos fueron encontrados en el
cementerio de Avellaneda en una fosa común y, según el
Equipo Argentino de Antropología Forense, se podría
designar como fecha de fallecimiento el primer
trimestre del año 1977.
Posteriormente, se produjo el secuestro
de Benjamín Santillán, padre de Carlos Benjamín, quien
fue privado ilegítimamente de su libertad el 17 de
enero de 1977 en la vivienda de su hijo. El hecho se
perpetró en oportunidad en que Benjamín Santillán viajo
desde la ciudad de La Banda (Santiago del Estero) hasta
Pergamino a visitar a sus familiares para cerciorarse
de los motivos por los cuales no concurrieron para la
celebración de fin de año a la ciudad de Embalse Río
Tercero, tal como habían acordado en una visita
anterior, realizada en el mes de octubre.
Al arribar a la mentada vivienda Benjamín
Santillán fue atendido por una niña, quien le expresó
“ya lo voy a llamar a Don Roca”. De inmediato se
presentó un hombre quien al cabo de unos minutos
desenfundó un arma de fuego y junto a cuatro policías
más -que en esos instantes arribaron a la vivienda- lo
introdujeron a Benjamín Santillán dentro de un

333
automóvil, arrojándolo sobre el piso trasero y
colocándole su propio saco sobre su rostro.
Benjamín Santillán fue ingresado a un
sitio que posteriormente pudo reconocer como la
Comisaría Primera de Pergamino. En este lugar fue
sometido incesantemente a diversas torturas, mientras
era constreñido a que reconociera que su hijo y su
nuera eran “extremistas”. Coetáneamente sintió en una
habitación contigua gritos de dolor, advirtiendo que
eran las voces de su hijo y de su nuera. Esta situación
se repitió a lo largo de tres días durante los cuales
Benjamín Santillán fue continuamente sometido a
torturas, malos tratos e interrogatorios.
Finalmente, Benjamín Santillán fue
liberado en una zona rural distante a dos kilómetros
de la ciudad de Arrecifes. Desde allí caminó hasta esta
ciudad a la cual llegó a las 2:00 de la madrugada,
alojándose en un Hotel llamado Italia. Ese mismo día,
por la mañana, regresó a Pergamino y se dirigió a la
Comisaría Primera, reconociendo el trayecto efectuado
por las personas que lo secuestraron desde la vivienda
de su hijo hasta esa repartición y el sitio por el cual
ingresaron con el vehículo en el cual fue trasladado.
Explicados los hechos que forman parte de
este expediente, a continuación se detallarán las
pruebas en las que se fundan las afirmaciones
efectuadas. Comenzando por la documental incorporada al
debate, a fs. 1 y vta. se encuentra la denuncia
presentada ante el Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas por Benjamín Santillán, de fecha 20/04/84,
donde el nombrado indicó que su hijo Carlos Benjamín y
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su nuera María Cristina Lanzillotto fueron secuestrados
en el domicilio donde vivían sito en calle Rivadavia Nº
954 de la ciudad de Pergamino el 17/11/1976, durante un
operativo realizado por fuerzas del ejército y
policiales.
Asimismo, explicó que el 18/04/1977
presentó un hábeas corpus ante el Juzgado Nacional en
lo Criminal de Instrucción nº 31, el que tramitó bajo
el nº 3428 y fue contestado negativamente a las
veinticuatro horas por formularios pre-impresos. Afirmó
que posteriormente hizo numerosas presentaciones ante
organismos nacionales civiles y militares, sin ningún
resultado y que en junio de 1977, por orden del
Ministerio de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires,
el Juez en lo Penal nº 2 de San Nicolás inició un
sumario administrativo para investigar los hechos
denunciados, el que fue archivado después de algunas
averiguaciones.
A su vez, señaló que en el año 1983
reiteró su pedido de investigación ante al mismo
Juzgado de San Nicolás y finalmente denunció que fue
secuestrado en enero de 1977 cuando fue a visitar a su
hijo en el domicilio sito en Rivadavia nº 954 de
Pergamino, ocasión en la que fue encapuchado y
torturado durante tres días en “el local de la Policía
de Pergamino”; hecho por el cual también radicó una
denuncia ante el Juez de San Nicolás.
Por otro lado, obran en el expediente
notas suscriptas por Benjamín Santillán dirigidas al
Presidente de la CONADEP. En una de ellas, que data del

335
01/04/1984 y luce a fs. 36/37, el Sr. Santillán relató
que en el mes de octubre del año 1976, junto con su
esposa, visitaron el domicilio donde vivía su hijo
Carlos Benjamín con su mujer María Cristina Lanzillotto
y los hijos del matrimonio María Lucila y Jorge
Francisco.
En dicha oportunidad quedaron en reunirse
a fin de año en una casa de la familia en Embalse Ríos
Tercero, Córdoba. Como no acudieron, viajó los primeros
días de enero del año 1977 a la ciudad de Pergamino y,
cuando arribó al domicilio sito en calle Rivadavia nº
954 golpeó la puerta y fue atendido por una niña de
alrededor de nueve años, a quien le preguntó si estaba
su hijo Cacho y quien después de titubear le contestó:
“Ya lo voy a llamar a don Roca”. Sindicó que luego de
esto, salió un hombre joven, como de treinta años,
bajo, a quien le preguntó nuevamente por su hijo, a lo
que le contestó que estaba con un vecino y que ya iría
a llamarlo.
Al salir, cerró la puerta con llave y
regresó después de unos minutos diciendo que ya venía
su hijo. Explicó que, como notó algo raro en su
actitud, quiso salir con el pretexto de comprar un
helado porque hacía mucho calor, ante lo cual
desenfundó una pistola y apuntándole le dijo que estaba
detenido y que levantara los brazos.
Siguió relatando que a los segundos entró
un grupo de alrededor de cuatro agentes de policía con
armas largas, se abalanzaron sobre él y lo llevaron a
empujones hasta un auto que estaba en la puerta de
calle. Lo tiraron al piso de un automóvil, cubriéndole
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la cabeza con el saco que él tenía en la mano. Luego de
un trayecto de dos o tres minutos el vehículo frenó un
poco, hizo un giro, subió a una vereda y recorrió unos
metros. Allí se detuvo, lo bajaron y le colocaron una
bolsa en la cabeza. Indicó que por los pasos y las
voces se dio cuenta que se colocaron en círculos a su
alrededor y después de unos segundos en silencio lo
golpearon en la zona del hígado, por lo que cayó al
suelo y lo comenzaron a patear, tras lo cual rodó de un
lado a otro entre insultos de estas personas, que le
gritaban: “Decí que sos un subversivo”. Explicó que, al
vencer su resistencia física les dio que sí, que era
subversivo y se desvaneció. Posteriormente, al
recobrarse, escuchó una voz que le dijo: “Este hombre
está bajo la protección del ejército”.
Narró que después de unas horas escuchó
rodar algo que se detuvo frente a su silla y comenzaron
a rozarlo con alambres, primero sin corriente y luego
con electricidad, mientras le exigían que diga que su
hijo y su nuera eran extremistas, alternando las
descargas con golpes durante horas con descansos
durante dos días, hasta que tuvo que decir que eran
extremistas. Indicó que en ese momento escuchó a un
hombre que entraba agitado, gritando: “Así que son
extremistas” y luego oyó dos gritos de dolor, de un
hombre y una mujer, reconociéndolos como la voz de sus
hijos Cacho (Carlos Benjamín Santillán) y Tina (María
Cristina Lanzillotto). Después lo llevaron a un
calabozo, donde lo arrojaron sacándole la capucha. Lo
describió como una celda hermética, con una loza a modo

337
de cama, donde se recostó agotado y dolorido. Al otro
día lo encapucharon y lo sacaron, reanudándose los
golpes y la picana y diciéndole que iba a venir una
comisión de oficiales a tomarle declaración, a la que
le debía decir que él y sus hijos eran extremistas,
pues si no le aplicarían picana a fondo y lo arrojarían
al río con los pies atados a una piedra que le hicieron
tocar. Señaló que escuchó que retiraban la mesa rodante
con algo que sonaba como un transmisor y que hicieron
rodar la pesada piedra y al rato dos hombres, que
dijeron ser oficiales del ejército, lo interrogaron,
advirtiéndole que debía decir lo que ya había dicho.
Indicó que les manifestó que lo habían torturado y
pidió revisación médica, a lo que le contestaron que no
hacía falta y que respondiera únicamente a lo que me
preguntaban, si eran o no terroristas. Explicó que, al
entender que estas personas y los torturadores eran
“una misma cosa” y que si negaba lo torturarían de
nuevo, les dijo que sí, que él y sus hijos eran
subversivos. Indicó que luego de esto estuvo sentado
por un día más, recibiendo trompadas y patadas de todos
los que pasaban a su lado.
Continuó su relato diciendo que, pasado
este día le dijeron que lo llevarían a tirarlo al río,
lo hicieron subir a un automóvil, le entregaron el saco
y una valijita de mano que tenía y, tras un viaje de
una hora realizado en medio de varios policías,
llegaron a un lugar donde escuchó el ruido de agua que
corre. En ese lugar lo hicieron bajar del vehículo y le
dicen que camine diez pasos, momento en el que cree
recibir un empujón para arrojarlo al río y recibir un
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tiro. Posteriormente le sacaron la capucha y le
ordenaron que no se de vuelta hasta que el automóvil
desaparezca. Luego pudo observar una población que se
encontraba dos kilómetros, tras lo que comprendió que
estaba libre.
Explicó que cuando el rodado se alejó
comenzó a caminar hasta llegar a Arrecifes, donde buscó
un hotel cuyo nombre era Italia o Roma. Se registró a
las dos de la mañana con los documentos que le
devolvieron con su valija y unos pocos pesos, pues casi
todo se lo quedó la policía. Describió que en el espejo
del baño se vio barbudo, sucio y con moretones y
quemaduras. Al día siguiente tomó un ómnibus a
Pergamino y pasó por la Policía, reconociendo aquel
lugar como el que había estado detenido, por la entrada
donde ingresó el vehículo y la distancia hasta la casa
sita en calle Rivadavia Nº 954. Indicó que no hizo
ninguna denuncia, ya que le habían advertido, a la
orilla del río o arroyo en el que lo liberaron, que si
la hacía lo apresarían de nuevo para siempre, por lo
que debía regresar a Santiago del Estero en el primer
colectivo.
Relató que regresó a La Banda, donde les
contó a sus familiares lo ocurrido y que a fines de
febrero del año 1977 recibieron un telegrama de
parientes de Capital Federal que decía: “Nietitos
esperan en Parroquia de Fisherton de Rosario.”, por lo
que fueron con su esposa. Allí los encontraron en la
casa de la familia Grilli, quienes les informaron que
los niños aparecieron tomaditos de la mano en el patio

339
de la Parroquia el 17 de noviembre de 1976 y que el
Juez de Menores los había autorizado a tenerlos hasta
que aparecieran sus familiares. Indicó que por orden
del Juez, les entregaron los niños y desde entonces
fueron criados por ellos.
Con respecto a “Cacho” (Carlos Benjamín
Santillán) y “Tina” (María Cristina Lanzillotto),
afirmó que el 15/04/1977 presentó en el Ministerio del
Interior su denuncia por la desaparición de los
nombrados, 18 del mismo mes presentó un hábeas corpus
en Tribunales de Capital Federal, todo con resultado
negativo y en el mes de junio de 1977 el Ministerio de
Gobierno de Buenos Aires ordenó iniciar un sumario
administrativo por la privación ilegítima de la
libertad de los mencionados, el que fue archivado en el
Juzgado de San Nicolás, según le informaron en el año
1980, con la advertencia confidencial de una empleada
de que regrese urgente a su provincia pues allí corría
peligro.
Indicó que en el año 1981 le llegó una
noticia, a través de una persona de nombre Nicolás
Caporalletti, quien era ex policía, de que su hijo
Carlos estaba en un penal en Rawson. Sin embargo, al
concurrir a dicho establecimiento fue atendido por un
Subprefecto de apellido Díaz, quien negó que su hijo
estuviera allí, pero posteriormente esta persona, al
ser trasladada a Resistencia, pasó por La Banda y dejó
dicho que tenía que conversar con la familia Santillán,
lo que a la fecha de la carta no había sucedido.
Explicó que al recuperarse la normalidad
institucional del país, reinició sus gestiones en San
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Nicolás, con el patrocinio del Dr. Franklin Sauret.
Señaló que en esa ciudad se presentó ante el Juez
Federal, Dr. Vergara, quien ese mismo día se constituyó
con el secretario, su abogado y él en la casa de calle
Rivadavia Nº 954, encontrando que allí vivía una señora
que “declaró ser la esposa del tal Roca que me detuvo,
de quien ahora está separada, por lo que dio datos
completos para ubicarlo”. Indicó que el Juez también
incautó papeles que habían llegado a ese domicilio
después del operativo policial-militar, entre los que
se encontraba una tarjeta de un automóvil Citroën a
nombre de Amanda Suárez, indicando que su nuera tenía
un Citroën amarillo. Relató que al día siguiente se
localizó y se hizo comparecer a Rocca, quien lo
reconoció como a la persona que detuvo en Pergamino,
dio nombres de autoridades policiales que le dieron la
orden de detenerlo y de militares que lo autorizaron
posteriormente a seguir ocupando la casa tomada e
informó sobre los muebles que había allí.
Expuso que a su vez el Juez fue a la
Comisaría de Pergamino y en su presencia reconoció la
habitación en donde lo tuvieron y revisó el libro de
entradas de los años 1976/1977, sin encontrar su nombre
ni el de su hijo y su nuera.
A su vez, relató que la Sra. Marta San
Martín de Petros, que vivía en Pergamino y es hija de
un oficial de policía, solía atender en su guardería a
sus nietos María Lucila y Jorge cuando los padres
salían a trabajar y les contó que, como un día dejaron
de ir, ella fue a la casa sita en calle Rivadavia nº

341
954, donde fue detenida, encapuchada y llevada a San
Nicolás, donde la torturaron para sacarle información
sobre el matrimonio Santillán.
Otra de las notas remitidas por el Sr.
Benjamín Santillán a la Comisión Nacional de
Desaparición de Personas obra a fs. 27 y vta., la que
tiene fecha 10/05/1984 y presentada ante el Juzgado de
Instrucción Militar. En ésta, el mencionado indicó que
el 08/05/1984 estuvo en San Nicolás y se entrevistó con
el Juez en lo penal, Dr. Vergara, quien se encontraba a
cargo de la causa donde se investigaba su detención y
le informó que había sido ordenada la detención del
comisario responsable de la Comisaría de Pergamino en
los años 1976/1977, Sr. Aldo Di Cocca, no obstante lo
cual seguiría en libertad, por lo que solicitó a esta
Comisión que se interesen para que sea detenido de
inmediato e interrogado. Expuso que este comisario
podía aportar valiosos informes sobre su secuestro y el
de su hijo, su nuera y sus dos nietos.
Además de ello, detalló las novedades que
poseía sobre la detención se los nombrados, indicando
que el 08/05/1984, junto con el Sr. Carlos Mario
Lanzillotto, hermano de María Cristina y con la
presencia del Juez Federal Dr. Luis Milesi, asistió al
reconocimiento efectuado por el testigo Juan Alberto
Bogado, ex oficial ayudante de la Unidad Penal Nº 3 de
San Nicolás, oportunidad en la que el nombrado habría
manifestado que, al enterarse por el diario local en
enero de ese año que se estaba investigando sobre la
desaparición del matrimonio Santillán, decidió
presentarse en la justicia para declarar lo que él
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sabía al respecto. Así, el Sr. Benjamín Santillán
explicó que el testigo se habría entrevistado con su
abogado, el Dr. Franklin Sauret y lo hizo comparecer
ante el Juez Federal, quien habría dispuesto el
reconocimiento de esta unidad carcelaria.
En dicha ocasión, el Sr. Bogado, habría
recorrido las distintas habitaciones de la U.P. 3 y
declarado que vio cuando el matrimonio Santillán y sus
dos hijitos se encontraban detenidos en una habitación
ubicada en el primer piso del edificio de la Unidad
Carcelaria, a fines de noviembre de 1976. A su vez,
habría dicho que un compañero de trabajo lo había
llamado para que viera a un hombre que lo estaban
torturando, ocasión en la que por la puerta
entreabierta pudo ver a Santillán, quien se encontraba
desnudo, atado de pies y manos a una cama sin colchón
sobre el elástico y con una almohada en la boca,
mientras “le aplicaban corriente eléctrica con unos
fierritos como lápices”.
A su vez, el Sr. Benjamín Santillán
refirió en dicha nota que el Sr. Bogado habría expuesto
que por comentarios había escuchado decir que a la Sra.
de Santillán también la habían sometido a torturas y
que, como consecuencia de ello, habría fallecido. Por
otro lado, el testigo habría dicho que ese lugar era
una cárcel clandestina, pues había mucha gente
secuestrada que era llevada en horas de la noche para
evitar que trascendiera al vecindario y que el que
dirigía todos los operativos era el Jefe de Batallón
Saint Amant.

343
Concordante con ello resulta ser la nota
manuscrita realizada por Benjamín Santillán, obrante a
fs. 950/951 en la que hace saber a la CONADEP que,
según testimonio del testigo “Juan Carlos”, quien se
habría desempeñado en el mes de noviembre del año 1976
como miembro de la administración carcelaria de la
Unidad Penal nº 3 de San Nicolás y, al regresar de una
licencia, advirtió que había mucho personal extraño al
habitual, que eran militares y policías. Indicó que
concurrió con este testigo al lugar, quien explicó que
en el cuarto ubicado en el primer piso y en ángulo
sudeste vio a Carlos Benjamín Santillán y María
Cristina Lanzillotto junto con sus hijos María Lucila y
Jorge Francisco. Señaló también que esta persona
presenció la tortura de su hijo Carlos Benjamín, dando
detalles de ésta, y que escuchó cómo torturaban a María
Cristina.
Por otro lado, a fs. 41/43 lucen
actuaciones elevadas por el Jefe del Departamento de
Personal del Servicio Penitenciario Bonaerense, donde
se informa que no surge de los registros de ese
organismo que Carlos Benjamín Santillán haya estado
alojado en carácter de detenido en dependencias de ese
Servicio.
Por otra parte, a fs. 526/635 obra el
Expediente Nº L 117/11 caratulado “María Cristina
Lanzillotto de Santillán (Cementerio Municipal de
Avellaneda, Bs. As.)”, cuya copia fue remitida en fecha
13/07/2006 por el Juez de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la
Capital Federal, Dr. Martín Irurzun, y en el marco del
Poder Judicial de la Nación
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cual se resolvió declarar que los restos exhumados del
Sector 134 del Cementerio Municipal de Avellaneda,
Pcia. de Buenos Aires, entre los años 1988 y 1992
pertenecen a quien en vida fuera María Cristina
Lanzillotto de Santillán. Asimismo, se ordenó la
inscripción ante el Registro Provincia de las Personas
de la Pcia. de Buenos Aires, de la defunción de la
mencionada y la entrega a la Señora Alba Rosa
Lanzillotto de los restos mortales identificados.
Debe destacarse que en el marco de dichas
actuaciones se produjo por parte del Equipo Argentino
de Antropología Forense la pericia que posibilitó
determinar la identidad de Lanzillotto, agregada a fs.
529/566. Del informe patológico efectuado, agregado a
fs. 541, surge que la causa de la muerte es compatible
con traumatismo en área torácica y lumbar causado por
impactos de proyectil de arma de fuego.
A fs. 658/690 obra incorporado el
expediente Expte. N° 28.832 caratulado “Santillán,
Benjamín. Denuncia Desaparición de María Cristina
Lanzillotto de Santillán” que tramitara ante el Juzgado
Federal de San Nicolás a cargo del Dr. Hugo del Pozo –
expte. N° 20.588, iniciado en fecha 21/03/1986 - y que
se acumulara a los presentes. En éste lucen las
actuaciones llevadas adelante por dicho Juzgado a raíz
de la presentación efectuada por el Subsecretario de
Derechos Humanos de la Nación, Dr. Eduardo Rabossi, con
motivo de la denuncia efectuada ante la Comisión
Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) por
parte de Benjamín Santillán en relación a los hechos de

345
los cuales resultó víctima María Cristina Lanzillotto y
que luego fueran remitidas por incompetencia al Consejo
Supremo de las Fuerzas Armadas.
De este expediente corresponde señalar
que a fs. 660 luce una copia de una nota suscripta por
Benjamín Santillán presentada ante la Asamblea
Permanente por los Derechos Humanos –APDH- de Capital
Federal en fecha 1/09/1977, en la que se da cuenta de
la presentación de un habeas corpus a favor de su hijo
y de su nuera. Asimismo, el Sr. Santillán indica que
realizó la denuncia de los hechos ante un Juzgado en lo
Penal del Departamento Judicial de San Nicolás y
solicita a la APDH colaboración para obtener
información en relación al estado de los trámites de
ambos procesos.
A su vez, a fs. 661 obra una copia de una
nota remitida al Sr. Juez en lo Penal del Depto.
Judicial de San Nicolás, Dr. Eduardo Héctor Aramburu de
fecha 1/08/1977 suscripta por Benjamín Santillán, en la
que Santillán le solicita al magistrado que le informe
el resultado de la investigación llevada adelante en el
marco del expediente caratulado “Presunta privación
ilegal de la libertad de Carlos Benjamín Santillán y
María Cristina Lanzillotto de Santillán” iniciado con
motivo de una presentación ante el Ministerio de
Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Expte. N°
2.203-N° 396.447.
Seguidamente, a fs. 662 luce copia de un
acta extendida en fecha 15/08/1977 por el Secretario a
cargo de la Secretaría N° 119 del Juzgado Nacional en
lo Criminal de Instrucción N° 31 de Capital Federal a
Poder Judicial de la Nación
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cargo del Dr. Eduardo A. Valdovinos, en la cual
certifica que por ese juzgado tramitó el sumario N°
3423 caratulado “Santillán, Benjamín interpone recurso
de habeas corpus a favor de Santillán, Carlos Benjamín
y Lanzillotto, María Cristina”, iniciado ante la Cámara
Nacional de Apelaciones con fecha 18/4/77 y rechazado
en fecha 21/4/77.
A su vez, a fs. 664 obra la denuncia
efectuada por Benjamín Santillán en fecha 20/03/1984
ante la Comisión Nacional de Desaparición de Personas,
en la que da cuenta de los hechos de los cuales resultó
víctima su hijo Carlos Benjamín, su nuera María
Cristina Lanzillotto y él mismo. Además señala que
interpuso el recurso de habeas corpus precedentemente
mencionado.
Finalmente, en relación a estas
actuaciones debe destacarse que a fs. 666/667 luce una
nota manuscrita de Benjamín Santillán, en la que hace
saber a la CONADEP detalles dados por una persona de
nombre “Juan Carlos”, quien se habría desempeñado en el
mes de noviembre del año 1976 como miembro de la
administración carcelaria de la Unidad Penal nº 3 de
San Nicolás. De acuerdo a este relato, esta persona, al
regresar de una licencia, advirtió que había mucho
personal extraño al habitual, los que eran militares y
policías. Además, indicó que en un cuarto ubicado en un
primer piso observó a Carlos Benjamín Santillán, María
Cristina Lanzillotto y a sus dos hijos y que, en una
ocasión, pudo observar que Carlos Santillán era
sometido a un interrogatorio bajo torturas en una

347
habitación sita en la planta baja del inmueble,
aplicándosele para ello corriente eléctrica sobre su
cuerpo, acto al que fue invitado a presenciar. Explicó
que Santillán estaba recostado sobre un camastro de
metal y el implemento con el cual lo torturaban era una
especie de lápiz conectado a un transformador y que un
oficial, sentado en un escritorio, tomaba nota.
Asimismo, señaló que escuchó que María Cristina
Lanzillotto fue sometida a idénticas torturas e indicó
que en el Juzgado en lo Penal N° 3 Departamental a
cargo del Dr. Vergara tramitaron dos causas, una por la
desaparición del referido matrimonio y otra por su
detención, agregando que este hecho ocurrió en ocasión
en “que fue a visitar a su hijo y no lo encontró porque
haber sido secuestrado”.
A fs. 658/690 obra incorporado el
expediente Expte. N° 28.833, que tramitara ante el
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo del Dr. Hugo del
Pozo, caratulado “Santillán, Benjamín. Denuncia
Desaparición de Carlos Benjamín Santillán” -Expte. N°
20.589, iniciado en fecha 21/03/1986-, acumulado a los
presentes. En éste lucen actuaciones llevadas adelante
por el mencionado Juzgado a raíz de la presentación
efectuada por el Subsecretario de Derechos Humanos de
la Nación, Dr. Eduardo Rabossi, con motivo de la
denuncia efectuada ante la CONADEP por parte de
Benjamín Santillán en relación a los hechos de los
cuales resultó víctima Carlos Benjamín Santillán, que
luego fueran remitidas por incompetencia al Consejo
Supremo de las Fuerzas Armadas.
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Por otra parte, a fs. 692/693 obra la
denuncia efectuada ante la CONADEP por el Sr. Benjamín
Santillán en fecha 23/03/1982. En ésta efectuó un
relato de los hechos de los cuales resultaron víctimas
su hijo, Carlos Benjamín, su nuera María Cristina
Lanzillotto, y sus dos nietos, María Lucila y Jorge
Francisco, como así también los hechos de los que él
mismo resultó víctima y señaló las diversas denuncias
efectuadas al respecto, entre ellas, ante el Juez en lo
Penal N° 2 del Departamento Judicial de San Nicolás,
bajo el número de registro 43.658; ante el Ministerio
del Interior, Expte. 198.845 y ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, Caso Nº 2599.
De las actuaciones originadas en esta
denuncia pueden destacarse, entre otras piezas
procesales, una nota de fecha 16/01/1984 dirigida al
Dr. Marcelo Parrilli por parte de Benjamín Santillán en
la cual da cuenta que el 22/12/1983 se presentó en el
Juzgado a cargo del Dr. Vergara y ratificó las
denuncias por los hechos de marras. Asimismo, aludió
que en el marco de esa investigación se realizó una
inspección ocular en la casa de su hijo y que en el
marco de esa medida entrevistaron a la esposa del
policía Rocca y que obtuvo facturas de la Municipalidad
a nombre de Amanda Andrada de Suárez, como así también
del automóvil marca Citroen propiedad de María Cristina
Lanzillotto. También indicó que el Juez hizo comparecer
a Rocca, a quien le recibió una amplia declaración, en
la cual éste expresó que la vivienda ocupada por su

349
familia le fue otorgada por un militar que le adujo que
sus dueños estaban presos.
A fs. 701 obra una carta dirigida al Dr.
Parrilli en fecha 15/07/1983, suscripta por Benjamín
Santillán, en la que alude a los hechos de los cuales
resultaron víctimas Marta Beatriz San Martín, quien era
la persona que cuidaba a sus nietos en la guardería de
su propiedad, y su esposo Pedro Petro. Señaló que se
dirigió a Pergamino, donde pudo entrevistarse con la
Sra. San Martin y que juntos fueron hasta la casa de su
hijo, en calle Rivadavia, dónde pudieron dialogar con
el dueño del almacén que se encontraba ubicado frente
de la vivienda, quien les aportó detalles del
operativo. Asimismo, que esta persona les refirió que
su esposa fue herida con un arma de fuego por parte del
personal policial que quedó apostado en la vivienda y
que este hecho ocurrió en oportunidad en que un hombre
se presentó en ese inmueble.
Seguidamente, a fs. 702/703 suscripto por
Benjamín Santillán, presentado ante el Ministro del
Interior, General Alfredo Saint Jean, en el cual
solicitó se le informe sobre el paradero de su hijo y
de su nuera. Asimismo, efectuó nuevamente un breve
relato de los hechos, señalando que la vivienda de su
hijo sita en Pergamino estaba en posesión de la
policía. Además, refirió a su propio secuestro y
torturas. En esta presentación señaló que la
investigación llevada adelante por el Juzgado fue
encomendada a la Comisaría de Pergamino, cuyo personal
había sido denunciado como partícipe de los hechos.
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A su vez, a fs. 709 obra un escrito
presentado ante la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en fecha 22/11/1978 suscripto por Benjamín
Santillán, en el cual requirió que se informe el estado
de la investigación llevada adelante por el Juzgado en
lo Penal del Departamento Judicial de San Nicolás. A su
vez, señaló las pruebas que, a su criterio, daban
cuenta de la intervención del personal policial,
indicando al respecto que el domicilio en el que vivían
su hijo, su nuera y sus nietos permaneció ocupado por
personal policial, de civil, desde el 17/11/1977 hasta
el mes de enero de 1977 y los hijos del matrimonio
fueron abandonados en esa misma fecha, por dos
desconocidos, en el patio de la iglesia de Fisherton.
Entre las gestiones realizadas por
Benjamín Santillán, pueden destacarse la nota obrante a
fs. 712, presentada ante el Juez en lo Penal del
Departamento Judicial de San Nicolás de fecha
3/11/1977, en la cual requirió que se informe el estado
de las investigaciones llevadas adelante por dicho
magistrado en relación al expediente supra mencionado;
la que luce a fs. 716, dirigida a la Dirección General
de Coordinación del Ministerio del Interior de fecha
15/4/77, en la que solicitó información en relación al
expediente administrativo 198.845 iniciado para
establecer el paradero de Carlos Santillán y María
Cristina Lanzillotto; la denuncia efectuada en la
CONADEP en fecha 03/04/1984 por la desaparición de
Carlos Benjamín Santillán obrante a fs. 722 -
correspondiente al Legajo 643-, entre otras.

351
Asimismo, en el expediente obran escritos
presentados por su letrado patrocinante, Dr. Franklin
Sauret, dirigidos al Juzgado en lo Penal N° 2 de San
Nicolás a cargo en ese entonces del Dr. Oscar M.
Vergara, registro N° 37.878 -fs. 728/734 y a fs.
735/740- y al Presidente de la CONADEP de fecha
04/03/1984 –fs.741/743-.
A fs. 774 obra la declaración testimonial
de Benjamín Santillán recibida el 03/07/1986 por el
Juez Federal de San Nicolás, Hugo del Pozo, en la cual
ratificó las presentaciones efectuadas ante la CONADEP
respecto de los hechos de los cuales resultaron
víctimas su nuera y su hijo. A su vez, indicó que en el
mes de junio del año 1985 fue citado por el Juzgado de
Instrucción Militar N° 72 de Córdoba a cargo del
Teniente Coronel Rinaldo Sebastián Rigazio con asiento
en el III Cuerpo de Ejército, pero que no pudo
concurrir por cuestiones de salud.
A continuación obra un escrito presentado
ante el Dr. Del Pozo en el marco de la audiencia antes
referida, en el que nuevamente Santillán efectúa un
relato pormenorizado de los hechos de los cuales
resultaron víctimas su hijo, su nuera, sus dos nietos y
él mismo -fs. 775/777-. De esta presentación debe
destacarse que, de acuerdo a lo indicado por el
presentante, en una reunión de APDH La Rioja habría
tomado conocimiento, a través de un ex preso político
de nombre Julio Bentos Álvarez, que su hijo fue visto
con vida, herido, en el Centro Clandestino de Detención
llamado Pozo de Quilmes, junto con su nuera. Explicó
que esta información llegó a Bentos Álvarez por
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intermedio de otro preso, cuyo nombre no recordaba pero
que hijo del rector de la Universidad de La Plata,
quien compartió cautiverio con éste en La Plata y que
previamente había estado en Quilmes. A su vez, señaló
que Bentos Álvarez le indicó que la persona que le
podía dar mejor información era otro liberado, de
nombre Luis Garay, con quien Benjamín se contactó,
oportunidad en la que el mencionado le ratificó lo
dicho por Bentos Álvarez y le contó que estuvo en el
penal de La Plata en el mismo Pabellón Nº 2 llamado “de
la muerte”, con el hijo del rector de la Universidad de
esa ciudad, que se llamaba Pablo Díaz Caracoche, quien
le dijo en una rueda de presos que lo habían trasladado
del Pozo de Quilmes y que allí había estado con “Cacho”
Santillán y su esposa “Tina”, que “Cacho” estaba vivo
pero herido y que le daban un trato muy riguroso. A su
vez, Pablo le dijo que estuvo con otra persona de
Santiago del Estero, Ángel Gutiérrez. Finalmente,
indicó que el nombrado en último término lo visitó en
el año 1984 y le comentó la misma noticia que había
recogido en La Rioja; por lo que concluyó que se cuenta
con tres testimonios –de Bentos Álvarez, Díaz y
Gutiérrez- para demostrar que sus hijos no murieron en
San Nicolás en el año 1977, como habría surgido de
relatos del Sr. Bogado y otros.
A fs. 787 obra una carta mecanografiada
de fecha 07/08/1986 dirigida al Sr. Pablo Díaz
Caracoche, suscripta por Benjamín Santillán, en la cual
le brindó referencias sobre su hijo Carlos Benjamín,
apodado “Cacho” o “Antorcha”, y de su nuera María

353
Cristina Lanzillotto, alias “Tina”, le remitió
fotografías de ellos y Luis Guillermo Garay y una carta
suscripta por este último, para ayudarlo a recordar si
ellos eran las personas que había visto detenidos en el
Pozo de Quilmes y le solicitó su ayuda en la búsqueda
de datos sobre los mencionados.
La carta de Luis Guillermo Garay obra a
fs. 786 y se encuentra fechada 21/07/1986 y dirigida a
Pablo Díaz Caracoche. En ésta le brinda referencias en
relación a la situación descripta precedentemente,
plasmando detalles precisos del contexto en el cual se
habría producido ese comentario.
A fs. 788 obra una carta manuscrita
suscripta por Benjamín Santillán de fecha 17/08/1986
dirigida a Ángel Gutiérrez, apodado “Poroto”, en la que
le solicitó que le remita a Pablo Díaz todas las
referencias que le permitan recordar la mentada
circunstancia. En ésta Santillán da cuenta que se
entrevistó con Pablo Díaz. Asimismo, surge de esa
misiva que Gutiérrez le refirió a Santillán que Pablo
Díaz le comentó a él y a Garay que había visto con vida
a su hijo en el CCD “Pozo de Quilmes” en 1977.
Otra documental que resulta importante
destacar son las actuaciones labradas por la
Subdelegación Pergamino de la Policía Federal Argentina
en fecha 29/11/2006 que lucen a fs. 1082/1086. Entre
ellas, se encuentra la declaración testimonial del
Suboficial de la Policía, Ramón Alfredo Díaz, en virtud
de la medida encomendada a efectos de que ubicara el
Hotel Roma o Italia de la ciudad de Arrecifes -Pcia. De
Buenos Aires-, en el cual Benjamín Santillán declaró
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haberse alojado luego de ser liberado. De dicha medida
surge que dicho agente logró determinar que al año 1977
existió un Hotel denominado “ITALIA”.
Respecto del inmueble en el que vivía la
familia Santillán, a fs. 1303 obra un informe de fecha
28/12/2006 elevado por la Dirección de Catastro de la
Municipalidad de Pergamino mediante el cual se informó
que la inscripción de dominio de la vivienda ubicada en
calle Rivadavia 928/34 se encuentra registrada a favor
de Amanda Luisa Andrada (casada con Suarez Ricardo
Jorge).
A su vez, durante la instrucción se
realizó una inspección judicial en dicha vivienda, en
la que participaron los testigos Marta Beatriz San
Martín y Pedro José Petro, quienes reconocieron a ésta
como el lugar donde fueron detenidos. En dicha
diligencia se encontraba presente la Sra. Santa Alda
Espíndola, domiciliada en el lugar –fs. 1554/1555-.
Otra documental incorporada al debate
resulta ser la nota periodística publicada en el
semanario digital “Colón Doce” en fecha 21/06/2007,
titulada “La casa de Lanzillotto me la entregó la
policía dijo Carlos Rocca”-fs. 1519/1521-, de la que
surge una entrevista que habría sido realizada por el
periodista Víctor Oscar Calviglione a Carlos Rocca,
donde el nombrado habría dicho en un primer momento que
“A mí la casa me la entregó Bossié”, para luego indicar
que “la casa me la entregó la policía en custodia y yo
viví cuatro años en ella. Esa casa estuvo tres meses
deshabitada luego del secuestro”, acotando al respecto

355
que “yo vivía en una pensión que se llamaba Sarmiento
en Pergamino u como debía un mes y medio de alquiler y
me iban a desalojar en 24 horas, entonces hablé con un
jefe de San Nicolás. Para ver si conocía alguna piecita
para poder ir. Entonces él me dio que en Pergamino
había una casa y que me la podían dar”.
A su vez, en dicha entrevista Rocca
habría dicho que “yo al único Santillán que conozco es
al padre del desaparecido que cuando yo vivía en esa
casa de calle Rivadavia, una vez vino a visitar a su
hijo, pero estuvo cinco minutos y se fue”.
Por otro lado, debe destacarse una nota
remitida por el Ministerio de Seguridad de la Provincia
de Buenos Aires a fs. 2089, donde se informó que la
única dependencia policial que funcionaba en la ciudad
de Pergamino era la Comisaría de dicha ciudad, creada
el 13/11/1857, la que se encuentra ubicada en calle
Dorrego nº 636. A su vez, respecto de la Comisaría San
Nicolás- Seccional 2da del Barrio Somisa, dicho
Ministerio hizo saber a fs. 2202 y vta., que en el año
1976 funcionaba como destacamento, vinculada
orgánicamente a la Comisaría de San Nicolás.
Respecto de la situación de los menores
María Lucila y Jorge Francisco Santillán, a fs.
2855/2926 luce copia certificada del expediente nº
813/76 caratulado “Santillán, María Lucila y Jorge
Francisco s/ situación”, del registro del Juzgado de
Menores de Rosario, cuyo original fue solicitado “ad
effectum videndi” al Archivo General de los Tribunales
de Rosario del Poder Judicial de la Provincia de Santa
Fe y se encuentra reservado en Secretaría junto con el
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resto de la documental perteneciente a esta causa.
Dichos obrados se originaron con motivo del hallazgo de
los menores en la Parroquia Cristo Rey de Fisherton,
Rosario el 17/11/1976.
De acuerdo las constancias que lucen en
este expediente, María Lucila y Jorge Francisco
quedaron en custodia de María Angélica Cuesta de
Grilli, quien hizo saber que la niña, de
aproximadamente dos años y medio, le dijo su nombre y
el de su hermano y se refirió a sus padres como “Tina”
y “Cacho”.
A su vez, en dicha causa obra una copia
de dos publicaciones realizadas el 24/11/1976 en los
diarios La Capital y La Tribuna, en los que lucen dos
fotografías de los niños y se apela a la cooperación de
toda persona que pueda suministrar alguna información
para poder identificarlos y dar con sus familiares. En
igual sentido, a continuación obra una publicación
realizada en el diario La Razón el 25/11/1976 del mismo
tenor.
Finalmente, de este expediente puede
destacarse un informe realizado por la Seccional 17º de
Rosario, en donde se detallan las personas que
componían la familia Grilli y describen las condiciones
habitacionales de la vivienda en la que fueron
provisoriamente alojados los menores Santillán - fs.
2872-.
Del expediente nº 85000105/2012, se
encuentran incorporados como prueba documental los
informes remitidos a fs. 62/151 y 186/245 por la

357
Comisión Provincial por la Memoria respecto de la
información hallada en el archivo de la ex Dirección de
Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires (DIPPBA) relativa a las víctimas de autos.
En el primero de ellos luce una ficha
personal de Carlos Benjamín Santillán, elaborada el
17/11/1975, donde constan sus datos personales y
figuran como “Antecedentes sociales” las siglas
“E.R.P.”. De esta ficha, surgen diversos legajos,
identificados primero por la mesa en que se encontraban
y luego por un número. Entre ellos, encuentra uno
caratulado “Mesa ‘DS’” –que significaría “Delincuente
subversivo”- “Varios nº 3659”, producido por el
Ejército Argentino Jefatura II Inteligencia el
23/10/75, que contiene una nómina de “integrantes de
organizaciones subversivas ordenado por provincia,
organización y apellido”, dentro de la que figura el
nombrado.
El Legajo Nº 6864, por su parte, comienza
con información de carácter reservada donde el
Subcomisario Cappa le comunica al Comisario Scalsini
que el 10/11/76 le hace llevar “la información
prometida” pero “a medias”, y se refiere al “listado
del personal que intervino en hechos destacados
contiene los nombres de los que intervinieron en este
hecho”. A continuación, se encuentra detallado el
“procedimiento antisubversivo” efectuado el 09/11/76 en
San Nicolás, donde se indicó que “el Jefe del Comando
Radioeléctrico de esta Unidad Regional, solicitó la
colaboración de personal de esta Sección Regional
manifestando en la emergencia que tenía orden de
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presentarse en el acto ante el Jefe de Inteligencia del
Área 132. Constituida la comisión a cargo del
funcionario citado, la misma se trasladó al asiento de
la unidad militar aludida y allí el Jefe de la misma
hizo saber que por un llamado telefónico anónimo tenía
conocimiento que en el bar Esso sito en Avda. Savio e/
Cochabamba y Cavalli, se encontraban una mujer y dos
jóvenes de los cuales se presumía con cierto fundamento
que pertenecían a una OPM. Desde dicha unidad partieron
en un vehículo dos oficiales de Ejército y el restante
personal policial. (…)”. A su vez, se indicó que “se
retorna con vehículos y aproximándose velozmente el
Jefe del Comando y un Suboficial de esta Sección
interceptan en Savio entre Cochabamba y Salta, el paso
de los mencionados, procediendo a la captura de la
mujer tras un breve forcejeo es pasada al personal
militar que ya había descendido y de inmediato
nuevamente al Cabo 1º Ricardo Contreras, que ya había
entregado a la mujer ordena la detención de uno de los
dos jóvenes de sexo masculino. (…) Ínterin el restante
joven de sexo masculino había comenzado a alejarse y
fue alcanzado por el Subcomisario Domingo Rodríguez”.
Se indicó que este joven “logró zafarse y luego eludir
a otro funcionario de este Servicio”, y comenzó a
correr con la Av. Savio “siendo perseguido por el
nombrado Subcomisario y dos funcionarios de esta
Sección, oportunidad en que se le efectuaron disparos
de armas de fuego” y que “antes de doblar en una
esquina, el Oficial Miguel Amarillo que venía más
próximo le disparó una ráfaga de ametralladora dando al

359
parecer en el blanco aunque en forma débil ya que dio
la impresión de haber quedado herido”, y que “reunidos
nuevamente el Subcomisario Rodríguez, Oficial Amarillo
y Cabo 1º Juan D. Rodríguez, comenzaron una prolija
búsqueda e interrogatorios de vecinos de dicho lugar,
quienes corroboraron que una persona cruzó por el
pastizal aparentemente herida. Entretanto se habían
sumado al operativo otros dos funcionarios de este
Servicio y patrulleros de la Unidad Regional
solicitando apoyo, ampliándose la búsqueda a un área
mayor, todo ello con resultado negativo, por lo que
luego de más de dos horas de búsqueda se desistió no
habiéndose logrado la captura del individuo fugado.”
En dicho informe se indicó que las dos
personas “identificadas e interrogadas” son Irene
Ballester y Carlos Santillán y se resaltó “el brillante
desempeño del personal de este organismo actuante en
estos hechos que dieron lugar a la detención de las
personas citadas, individuos de suma importancia dentro
de la delincuencia subversiva”.
También señalaron que la esposa de Carlos
Benjamín Santillán era María Cristina Lanzillotto,
domiciliada en la ciudad de Pergamino y que una
comisión integrada por el Comando Radioeléctrico,
DIPBA, Brigada de Investigaciones y Policía Federal “se
trasladan a la ciudad de Pergamino y en el domicilio de
María Cristina LANZILLOTTO (NG) ‘Sarita’, ubicado en
calle Rivadavia Nº 934 de dicha ciudad, logran capturar
a la mencionada”.
En dicho legajo se encuentra la nómina
del personal de esa Sección Regional que participó en
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“en los hechos que se mencionan” y se adjunta un
memorando producido por la DIPPBA para el Jefe de
Policía, de fecha 12/11/1976, donde se informa sobre el
operativo realizado el 09/11/1976 en el Bar Esso de
Avenida Savio de San Nicolás, donde “se hallan dos NN
masculinos y 1 femenino de los cuales se presumía con
cierto fundamento que pertenecía a alguna OPM, por lo
que fuerzas conjuntas se trasladaron hasta el lugar” y
que son detenidos “1 masculino y 1 femenino, en tanto
que el restante logra darse a la fuga, al parecer
herido de bala” y que, “identificados los dos
capturados”, uno resultó ser Carlos Benjamín Santillán.
En la foja 14 se encuentra el parte nº
1547 de la Dirección General de Seguridad Departamento
Operaciones Policiales, fechado el 17/11/76 con la
firma del Comisario Inspector Francisco Wojcieklan,
donde comunican acerca de que el día 16 fuerzas
conjuntas del Área Militar 132 y policiales de la
Unidad Regional procedieron a la detención de cuatro
personas. En una foja posterior, con el título de
“Desbaratamiento célula extremista del ERP” vuelven a
informar acerca de los hechos del 9/11/76 y agregan que
“sin perjuicio de lo informado, esta Sección
informativa, continúa su investigación y de producirse
más novedades, se ampliará el presente.”
El legajo cierra con apreciaciones de la
Unidad Regional de la DIPBA en San Nicolás, donde se
destaca a la superioridad la labor desarrollada por la
dotación completa de esa Delegación, indicando que han
actuado no solamente en la faz informativa sino también

361
“como fuerza operacional o como integrantes de la
Fuerzas Conjuntas en operaciones” y se señala “la
brillante y eficaz colaboración brindada por el Jefe
del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional VII,
que no escatimó medios ni personal, todas y cuantas
veces se lo requirió”.
También debe destacarse la Carpeta 113
que luce a fs. 108/111, del que surge una nómina
elaborada por la Prefectura Naval Argentina en la que
se encuentra Santillán (a) “Antorcha” o “Andrés” y se
lo señala como “Oficial Responsable Militar y miembro
Estado Mayor ex-Regional Norte”.
A su vez el legajo “Mesa ‘DS’ Varios Nº
6794”, caratulado “Informe especial mensual
Inteligencia Nº 11 ESC/76- Situación Actual del PRT-
ERP, contiene un Memorando producido por DIPBA para
información del Jefe de Policía, con fecha del
16/11/76, donde adjuntan un “informe especial de
Inteligencia referido a la situación actual del PRT-
ERP” de noviembre del 1976 para ser distribuido al Jefe
de Policía, al Director General de Seguridad y al
Director de Investigaciones. Dentro de ese informe lo
mencionan a Carlos Benjamín Santillán y en una foja
posterior se encuentra su fotografía.
Carlos Benjamín Santillán también se
encuentra mencionado en otros legajos dentro de
listados con pedidos de captura por actividades
subversivas –Mesa “DS” Varios Nº 2703 Tomo 5 anexo 1 y
Mesa “DS” Varios Nº 9197-, en una nómina de detenidos
subversivos amnistiados el 25/05/1973 –Mesa “DS” Varios
Nº 10153-, entre otros.
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Respecto de la prueba documental relativa
a los acusados de autos, comenzando por Manuel Fernando
Saint Amant, de acuerdo a su Legajo Personal del
Ejército que ya fuera citado en estos fundamentos, con
el grado de Teniente Coronel del Ejército, era Jefe del
Batallón de Combate de Ingenieros 101 y del Área
Militar 132, ambos con sede en la ciudad de San
Nicolás, esta última con jurisdicción sobre los
partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Baradero,
Arrecifes, Capitán Sarmiento, San Antonio de Areco,
Colón, Pergamino. Dependía de la Subzona 13 con sede en
Junín, dependiente a su vez de la Zona 1.
Por su parte, tal como se analizó,
Antonio Federico Bossié, al momento de los hechos
integraba la plana mayor del Batallón de Ingenieros de
Combate 101 de San Nicolás y del Área Militar 132 con
responsabilidades sobre las áreas de inteligencia y
operaciones y Carlos Enrique Rocca, se desempeñaba en
la Policía de la Provincia de Buenos Aires con el grado
de agente, revistando en la Comisaría Primera de
Pergamino.
Por otro lado, debe destacarse la prueba
producida en esta instancia, que obra en los legajos de
prueba nº 82000149/10/1, 85000099/2012 y
85000105/2012/1.
Comenzando por el primero de ellos, a fs.
977 luce una nota del Registro Nacional de las
Personas, en el que se informa que no se registran
antecedentes identificatorios en los archivos del

363
departamento de División Registros Varios con los datos
de Amanda Luisa Andrada.
En el legajo nº 85000099/2012 obra un
informe confeccionado por el Equipo Argentino de
Antropología Forense en el marco del Legajo nº 117
caratulado “Cementerio Municipal de Avellaneda (pcia.
de Buenos Aires)”, donde se hace saber los avances
registrados en lo que a la determinación de las fechas
de fallecimiento de personas inhumadas en el Sector 134
del Cementerio de Avellaneda. En lo que a estos hechos
interesa, en el eje “D”, cuadrícula D6/7 se encontraron
los restos de María Cristina Lanzillotto y Carlos
Benjamín Santillán, incluidos en un rango cronológico
que abarca el primer trimestre del año 1977 (01/01/77
al 31/03/77).
A fs. 178/183 obra en copia un recurso de
hábeas corpus interpuesto por Benjamín Santillán, en el
que relató la detención de su hijo Carlos Benjamín y de
la esposa de éste María Cristina Lanzillotto, la que
habría ocurrido el 17/11/76 y describió los hechos que
lo tuvieron como víctima. Así, señaló que “Al no tener
respuesta decido viajar el 16/1/77 en ómnibus (…)
llegando a la casa de mi hijo el 17/1 a las 14:30 hs.
sito en calle Rivadavia 954 de Pergamino; la casa
estaba cerrada con llave; llamo y acude una niña como
de nueve años, muy humilde, por lo que pensé que era la
niñera de mis dos nietitos. Al preguntarle por mi hijo,
no contestó y entró a una pieza que está sobre la
calle, apareciendo un hombre como de treinta años,
bajo, de tez blanca, quien ante mi pregunta por mi
hijo, contestó que había ido a la vuelta de la cuadra;
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que él era su amigo y que iría a llamarlo; al salir
cerró la puerta de calle con llave, lo que me hizo
entrar en sospechas; mientras esperaba su regreso quedé
con una señora también humilde, al parecer la madre de
la niña que me atendió; como a mis intentos por entrar
en conversación contestaba con evasivas, le pedí
permiso y me asomé a dos de las piezas comprobando que
los muebles del dormitorio y comedor estaban como
siempre, lo mismo la heladera que estaba en la cocina;
en eso entró el señor diciendo que lo esperase un
momento a mi hijo, que ya vendría; como mi desconfianza
aumentaba, quise salir con el pretexto de comprar
helado pues hacía mucho calor; y de pronto desenfundó
una pistola y apuntándome a la cabeza me dijo que
estaba detenido, obligándome a levantar los brazos; a
los segundos oí un tropel en la puerta de calle
apareciendo cinco agentes de policía, uniformados y con
armas de todo tipo; abalanzándose sobre mi como
animales me sacaron a empujones hasta la vereda donde
estaba un automóvil, tirándome adentro y haciéndome
bajar la cabeza que me cubrieron con mi saco para que
no viese a donde me llevaban; como a los dos minutos el
coche frenó un poco y sentí como si subiese al cordón
de la vereda; siguió un poco más y se detuvo; me
bajaron a tirones y me pusieron una bolsa en la cabeza;
(…) sentí un golpe como patada de animal en el hígado;
caí inconsciente, y por las patadas que recibía en
todos lados, daba vueltas como pelota por el piso; no
sé cuánto duró el castigo; cuando volví a mí se
repitieron los castigos al tórax y la cabeza; pegaban y

365
gritaban: -Hijo de p.. decí que vos y tu hijo son
extremistas. Por mi total inexperiencia en estos tipos
de apremios y para terminar con el castigo que colmó mi
resistencia alcancé a decir: -Sí, eso somos, y me
desvanecí de nuevo. (…)”. Luego, continuó relatando los
interrogatorios bajo torturas sufridos durante los días
que estuvo allí y su liberación en un descampado.
A su vez, a fs. 200/203 luce la
inscripción en la Dirección Provincial del Registro de
la Propiedad de la Provincia de Buenos Aires del
inmueble ubicado en calle Rivadavia nº 954 de Pergamino
a nombre de Amanda Andrada, casada con Ricardo Jorge
Suárez y la minuta de inscripción de la escritura,
firmada el 26/07/76 entre Andrada y Gregorio Omar
Picarelli.
En igual sentido, a fs. 496/497 vta. luce
copia certificada de la escritura mencionada.
En relación a la prueba testimonial
producida, durante la audiencia de debate declararon
las víctimas de autos Jorge Francisco y María Lucila
Santillán.
Comenzando por Jorge Francisco Santillán,
éste manifestó que en noviembre del año 1976 vivía con
sus padres Carlos B. Santillán y María Cristina
Lanzillotto en Pergamino, en la calle Rivadavia.
Explicó que en esa fecha tenía un año y meses y que
todo lo que sabe en relación a los hechos que fue
víctima su familia se lo contaron sus tías y abuelos.
Al respecto, expuso que una noche policías entraron por
la fuerza a su vivienda y lo secuestraron junto a su
hermana y a su mama. Los llevaron a la comisaría y como
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él y su hermana lloraban mucho, ordenaron sacarlos y
matarlos, pero se ve que la persona encargada de ello
no pudo hacerlo y los dejó en una iglesia, donde los
encontró una señora que estaba rezando, que pidió la
guarda. Posteriormente, después de tres meses los
encontraron sus abuelos y fueron a vivir a La Banda.
A preguntas del Fiscal, indicó que Marta
San Martín fue su niñera y un día fue a verlos a su
domicilio porque habían pasado unos días y no habían
ido a la casa para que los cuiden y en ese momento la
secuestraron a ella también.
Indicó que la misma suerte corrió su
abuelo Benjamín Santillán, quien en oportunidad de ir
visitarlo a su papá a Pergamino fue secuestrado y
torturado.
Respecto del inmueble en el que
ocurrieron los hechos, expuso que sus padres eran
propietarios de éste y que luego fue usurpada
ilegalmente por la Policía. Declaró que cree que
actualmente vive la esposa Rocca y expresó su deseo de
recuperarla.
Explicó que los restos de sus padres
fueron recuperaros en una fosa común en Avellaneda.
María Lucila Santillán, en igual sentido
que su hermano, expuso que a la época de los hechos
vivían en Pergamino en una casa en calle Rivadavia.
Ella tenía dos años y meses. Explicó que sobre el
secuestro del que fueron víctimas no tiene recuerdos y
lo que sabe mayormente es raíz de presentaciones
realizadas por su abuelo. Al respecto se enteró que

367
estaban viviendo ahí y una noche fuerzas armadas
ingresaron a su casa y los llevaron a un lugar de
detención en San Nicolás, donde también estaba su
padre.
Indicó que luego, no sabe si ese mismo
día, la llevaron junto a su hermano a una iglesia en
Fisherton, donde fueron encontrados por gente que
trabajaba en la parroquia. Entre ellos estaba la Sra.
Grilli, quien los llevó a su casa hasta que sus abuelos
paternos los fueron a buscar, cree que en febrero de
1977, tras enterarse de su paradero por publicaciones
que realizó esta señora en los diarios.
Sobre su abuelo Benjamín declaró que supo
que había sido víctima de secuestro a raíz de la
documentación que él tenía y que vio después de que él
se murió. En ellas, él relataba que para las fiestas
de fin de año se tenían que encontrar ambas familias,
pero como ellos no fueron, en enero de 1977 los fue a
buscar para qué ver había pasado con ellos. En dicha
ocasión, fue a su casa donde lo atendió una nena que le
dijo “ya le digo al señor Rocca”. Luego fue detenido y
sometido a torturas y golpes. Explicó que en uno de
esos escritos relató que en una sala contigua escuchó
voces de personas que estaban siendo torturadas que él
creía que eran los padres de la declarante. Fue
liberado en un descampado cerca de una ruta, tras un
simulacro de fusilamiento. De allí volvió Pergamino,
donde efectuó denuncias de lo que le había pasado e
intentó averiguar por nosotros pero no logró descubrir
nada, por lo que volvió a Santiago del Estero y después
en febrero los recuperó. Sobre la cantidad de días que
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estuvo secuestrado, indicó que cree que fue el 14 de
enero, entre el 10 o el 14 y que permaneció detenido 3
o 4 días.
Respecto del inmueble sito en calle
Rivadavia nº 954, expuso que era de propiedad de sus
padres, que lo habían comprado con otros nombres, que
entiende que familiares de unos de los policías que
habían intervenido en el secuestro siguen viviendo ahí
y que es su deseo recuperarla.
En relación a sus padres, indicó que
ellos participaban del ERP y eran perseguidos por esta
circunstancia, así que, por cuestiones de seguridad,
usaban otros nombres. Recordó que su madre usaba el
nombre de Amanda Luisa Andrada. Sobre la suerte que
corrieron éstos, expuso que, por comentarios, sabe que
fueron vistos con posterioridad en un centro de
detención en Quilmes y que sus restos fueron
identificados por el EAAF, los que se encontraban en
una fosa común en el cementerio de Avellaneda.
Al igual que su hermano, explicó que la
Sra. San Martín era la niñera de ambos y que como ellos
no asistieron por unos días a su casa, fue a ver qué
pasaba, ocasión en que la detuvieron y que lo mismo le
ocurrió días en forma posterior a su marido.
También prestaron testimonio los Sres.
Marta Beatriz San Martín y su marido Pedro José Petro.
La primera, quien era niñera de María Lucila y Jorge
Francisco Santillán, explicó que tenía una guardería,
que funcionaba en su domicilio particular. Como los
niños Santillán faltaron dos o tres días y sabía su

369
domicilio, fue a preguntar qué es lo que pasa. En ese
momento no salió nadie, pero cuando estaba casi
llegando a la esquina la llamaron y como pensó que era
Santillán volvió y la metieron en la casa. Allí le
preguntaron los motivos por los que estaba allí y les
explicó, indicándoles también que su padre era policía.
Después le pusieron una capucha, esposas y la
trasladaron en un Torino rojo a la Comisaría Primera,
que la testigo conocía porque su padre trabajaba ahí,
donde la pusieron en un calabozo. A la noche la
trasladan a la comisaria de Somisa, donde la dejaron en
el calabozo con una capucha y esposada. También explicó
que estando allí, una oportunidad en que le dieron
permiso para ir al baño sin esposas, pudo romper un
poco la capucha y vio el Citroën de María Cristina
Santillán. Finalmente, explicó que, transcurridos
cuatro o cinco días, una madrugada la llevaron en una
camioneta hasta Campo Salles, donde fue liberada. Luego
de eso se enteró que su marido había sido detenido.
Sobre la fecha de su detención, indicó
que tiene que haber sido un lunes, miércoles o viernes,
porque eran los días que tenía práctica de básquet, y
dio como referencia que el 11 de noviembre, fecha del
cumpleaños de una tía, ella ya estaba detenida y que a
su marido lo secuestraron al día siguiente que a ella,
quien también estuvo privado de su libertad unos cuatro
o cinco días.
También relató que, en forma posterior a
su liberación, pasó por la casa del matrimonio
Santillán y vio un tiroteo y que en el inmueble siempre
había policías.
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Sobre los chicos, explicó que aparecieron
en Fisherton en una iglesia, estuvieron en guarda una
señora grande y después fueron a La Banda con sus
abuelos. Respecto de Benjamín Santillán, expuso que en
una oportunidad concurrió a su casa a preguntar por su
hijo y su nuera, pero cuando lo vio a su padre vestido
de policía se asustó, porque le habían dado una golpiza
terrible. Indicó que Benjamín le dijo que había ido a
la casa donde lo tomaron y lo golpearon y señaló que
tenía marcas en la cara como unos moretones.
Reconoció su firma en las actas y
fotografías obrantes a fs. 1935/1937 y 1554/1574 y, a
preguntas efectuadas por el Dr. Belgrano, manifestó que
conocía de apellido a Bolmeni y Adrover porque su padre
los nombraba, pero que no tuvieron intervención en los
hechos que la damnificaron en la Comisaría de
Pergamino.
Pedro José Petro, por su parte, ratificó
los dichos de su esposa en cuanto a que era niñera de
los niños Santillán y las circunstancias que rodearon
su detención. También declaró respecto de su
secuestro, el que ocurrió en el domicilio de calle
Rivadavia nº 954, cuando concurrió a buscar a su
señora. Explicó que de allí fue trasladado con su
vehículo a la Comisaría, donde luego de unas horas lo
esposaron, lo encapucharon y lo pusieron en un calabozo
donde no había camas. Permaneció allí siete días
aproximadamente, en los que no recibió comida. Pasados
esos días le trajeron un pedazo de asado y le dijeron

371
se lo mandaba el comisario Di Cocca y que les parecía
que al otro día se iba.
En cuanto a su liberación, explicó que un
día a la noche lo trasladaron en el asiento delantero
de un Torino color rojo que manejaba Di Cocca y lo
dejaron cerca de un arroyo.
Respecto a la fecha en que esto ocurrió,
manifestó que él fue detenido un martes y que el 11 de
noviembre, fecha del cumpleaños de su tía, él y su
señora estaban detenidos.
En relación a las víctimas de autos,
refirió que fueron descubiertos los restos del
matrimonio Santillán y que sus hijos aparecieron en una
iglesia de Fisherton. También refirió que el inmueble
de la familia se encuentra actualmente ocupado.
A su vez, relató que, posteriormente a
estos hechos, se presentó en su casa el Sr. Benjamín
Santillán, pero que él no estaba en ese momento.
A preguntas efectuadas por el Dr.
Belgrano, manifestó que escuchó hablar de Bolmeni y de
Adrover, pero que no los conoce y que la única persona
con autoridad que él conoce que actuó en estos hechos
es el Sr. Di Cocca.
Reconoció el acta de fs. 1554 y las
fotografías que obran a continuación. Reconoce firma y
fotografías de la casa.
Respecto de la detención de María
Cristina Lanzillotto y sus hijos, declararon en la
audiencia Marta Dominga Cardinale, Salvador Raúl Watfi,
Mabel Sosa y Alicia Susana Cosso, quienes eran vecinas
de la familia a la época de los hechos.
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Marta Dominga Cardinale, declaró que vive
desde los ocho años en una vivienda ubicada en calle
Rivadavia nº 967 de Pergamino y que en noviembre de
1976 en el domicilio de Rivadavia nº 954 vivía un
matrimonio con dos chicos, una nena y un varón. Relató
que se enteró de lo que les sucedió a las diez de la
mañana del día siguiente, cuando fue a hacer los
mandados, pero a la noche no escuchó nada, aunque un
vecino de apellido Passaglia que falleció le comentó en
la verdulería que habían venido policías y se los
habían llevado a todos.
Refirió que para ella en la casa se quedó
un policía y recordó que, unos días después, hubo un
episodio de un tiro, en la casa de Mabel que era la
esposa de Salvador Watfi. Al respecto, describió que
Mabel sintió un tiro y salió a mirar y vio unas
personas que iban corriendo a alguien y recibió un
tiro.
También recordó que los Santillán tenían
un vehículo marca Citroën.
El Sr. Salvador Raúl Watfi declaró que en
1976 vivía en calle Rivadavia nº 923 y que en una
ocasión a las dos de la madrugada escuchó gente en el
techo, estaban uniformados como militares y tenían
armas y le dijeron que se que quedara dentro de su
domicilio. Expuso que se llevaron gente de la esquina
de su casa, que él conocía a la señora que venía a su
negocio pero después de eso no volvió a ver a las
personas de esa vivienda, en la que luego quedaron
policías. Describió que una noche estaban en la puerta

373
con su señora y su hijo, cuando de la casa de enfrente
salieron tiros y uno de rebote le pegó a su señora.
Por su parte, la mujer de este testigo,
Mabel Sosa, ratificó los dichos de su esposo en
referencia al operativo ocurrido en el año 1976,
indicando que cree que fue a fin del mes de octubre o
principios de noviembre.
Recordó que la familia a la que se
llevaron esa noche se componía de un matrimonio y sus
dos hijos. Expuso que luego del operativo, había
personas en la casa que decían que eran policías.
También refirió que después de este suceso, el 9 de
noviembre, en circunstancias que estaba con su marido
en la puerta, pasó un señor por la vereda y le pegaron
un tiro que vino de la casa donde vivía el matrimonio
Santillán y luego le extrajeron un bala 45. Explicó
que posteriormente fue a la clínica donde estaba
internada un oficial de civil, que se puso a
disposición y le pidió disculpas y posteriormente un
policía fue a buscar el proyectil que le había
extraído.
Alicia Susana Cosso manifestó que en
noviembre de 1976 vivía en calle Rivadavia nº 948.
Conoció al matrimonio Santillán- Lanzillotto porque
vivían en una casa contigua a la de ella.
Expuso que tenía una beba de 4 meses y el
domingo 14 de noviembre de 1976 la iban a bautizar.
Según su relato, el viernes anterior a la noche escuchó
que había mucho ruido y su hija lloraba, por lo que se
levantó y fue a la galería. Abrió la puerta para mirar
hacia la calle y la apuntaron con un arma larga de
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guerra, alcanzó a ver a una persona que no reconocería
porque entró en pánico. También visualizó autos
cruzados en la calle y varias personas pero ninguna
tenía uniforme. Le dijeron que se meta adentro y se
callara, lo que hizo. Esa noche nadie durmió y los
ruidos en la casa vecina eran como si arrojaban muebles
y gritos. Cuando salió a la calle el día siguiente que
era sábado una vecina de apellido Biscovich le dijo que
se habían llevado a sus vecinos y que había gente
armada arriba de los techos. Le dijeron que se fuera a
la casa de su madre, donde estuvo una semana
aproximadamente. Cuando volvió no notó nada, ella
trabajaba todo el día pero oyó rumores, la gente tenía
miedo de hablar, pero escuchó de un tiroteo que alguien
resultó herido. Supo que después de un tiempo había
gente en la casa, pero no sabe quiénes eran ni por qué
estaban y a sus habitantes originales no los vio nunca
más. Recordó que tenían un Citroën verde.
También relató que en el año 2000
participó en una disertación realizada por Alba
Lanzillotto y conoció a una joven, que se presentó como
su sobrina. Supo que a los chicos los habían podido
recuperar a través de un sacerdote de Rosario y
también se enteró de lo que le había sucedido a la
señora de la guardería.
Finalmente, reconoció las fotos
correspondientes a la vivienda de calle Rivadavia Nº
954.
A su vez, en relación a la detención de
la familia Santillán en la Unidad Penal Nº 3 de San

375
Nicolás declaró el Sr. Juan Alberto Bogado, quien, de
acuerdo al informe obrante a fs. 41 del Servicio
Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires, prestó
servicios en esa repartición, cumpliendo funciones en
la Unidad 3 de San Nicolás en la Guardia Exterior desde
el 12/01/76 al 19/11/77.
En su deposición el testigo manifestó que
en noviembre de 1976 era oficial adjutor de la Unidad
Penal nº 3 San Nicolás y fue asignado a la guardia
exterior, a la parte de seguridad externa y cree que en
septiembre lo designaron como jefe de oficina del
personal.
A preguntas efectuadas por el Fiscal
General, indicó que lo habitual era que las personas
que eran traídas al penal para cumplir alguna condena
ingresaran por la puerta principal y se les hacía una
ficha criminológica. Pero a partir del derrocamiento
del gobierno democrático el país quedo a cargo de las
Fuerzas Armadas y hubo modificaciones en el tratamiento
de las personas que eran conducidas a ese lugar. Esto
se fue dando de manera improvisada, en algún momento
los directivos del área militar vieron que uno de los
lugares en los que se podía alojar a personas que no
eran “estándar” podía ser una de las casas que están en
el frente de la unidad, que fueron edificadas para
alojar al Director y otras autoridades. Una de esas
casas estaba deshabitada y coincidía con un ingreso
donde se metían camiones con mercadería, estaba a la
derecha del portón. En principio había discreción en no
mostrar esto que sucedía, los traían en horas de la
noche, la madrugada, de manera más sutil, pero con el
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paso de los meses los empezaron a traer en cualquier
hora del día. Expuso que un 70 u 80 % de la dotación de
la unidad tenía conocimiento de esta actividad y que él
fue uno de los que tuvo la iniciativa de decirlo, pero
que el resto no salió a manifestar esta situación fue
porque se los instruyó y coaccionó emocionalmente para
que eso no trascendiera a las familias o vecinos, bajo
la amenaza de que pudieran ser involucrados bajo la ley
contra el terrorismo.
Preguntado para que diga quiénes
dispusieron esta nueva modalidad, dijo que la zona de
San Nicolás el lugar más importante a nivel militar era
el Batallón 101, que dependía del Primer Cuerpo del
Ejército y actuaban en consecuencia de las órdenes que
les daban. A cargo del Batallón se encontraba el
“Coronel” Saint Amant, quien si bien no concurría
diariamente a la Unidad Penal, en cualquier momento y
horario podía llegar y generalmente andaba con su
uniforme. Indicó que Saint Amant podía llegar con
alguna de las camionetas antiguerrillas, en un
contingente con personas dirigiendo o podía venir solo
y tenía en esa zona la autonomía de ordenar operativos
“en bien de su causa”. Declaró como ejemplo que una
noche que estaba en servicio Saint Amant pidió hablar
con su superior, pidió el teléfono, se comunicó con un
lugar y ordenó un operativo de rastrillaje. Indicó que
también concurrían a ese lugar el Mayor Bossié y Pérez
Burker.
En cuanto a la casa ubicada en la parte
externa del penal, explicó que se encontraba en

377
terrenos asignados al servicio penitenciario de la
provincia. Al principio el ejército traía su propio
personal, oficiales de confianza. Explicó que la parte
del interrogatorio la hacían otras personas que no eran
de San Nicolás y con tecnología como grabadores grandes
o transformadores para conseguir datos y conocer
nombres de otras personas relacionadas con los
detenidos.
En cuanto al rol del servicio
penitenciario, indicó que los directivos del área
confiaron en algunas personas del servicio
penitenciario las funciones de guardia. Además de la
parte física, material, se daban clases en los casinos
o venían personas de algunos lugares a clarificar el
por qué hacían esa actividad y sobre literatura que se
había utilizado en otros países como metodología para
grupos insurgentes, no iban directamente a ver el
proceso de interrogatorio, sino que primero eran
adoctrinados para que coincidan con que la metodología
adoptada era la correcta y algunos ayudaban a un
detenido a colocarle esposas a una cama de hierro.
Relató que, en su caso, fue testigo
ocular y auditivo de los interrogatorios y, si bien no
era lo conveniente que hubiera muchas personas, hacían
pasar a algunos para ir acostumbrándolos a estos actos.
En su caso, vio a las personas detenidas por la puerta
entreabierta. Indicó que generalmente se les daba la
oportunidad de expedirse de manera pacífica, con
voluntad, pero ellos resguardaban su seguridad y la de
las personas que tenían afecto o a veces directamente
no tenían nada que ver, hubo muchas equivocaciones.
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Expuso que muchas personas morían por exceso de
estimulación eléctrica. En estos episodios eran
asistidos por enfermeros o médicos para reanimarlos y
que hasta psicólogos pudo haber habido.
A su vez, indicó que si bien había
elegido una función de trabajo se dio cuenta que no era
posible vivir con su forma de pensar en un lugar donde
todos desconfiaban entre todos, en cada fuerza se
habían creados grupos de inteligencia para seguirlos,
saber qué hacían en sus casas. Por ello, cree que a
fines de agosto o septiembre, un compañero que estaba
en disponibilidad quedó afuera del trabajo, por lo que
él lo acompañó a una entrevista laboral en Acindar
donde le ofrecieron trabajo por un sueldo mayor del que
percibía en el servicio penitenciario y con la
posibilidad de trabajar siempre en el mismo lugar,
mientras que en el servicio penitenciario estaba sujeto
a ser trasladado.
Por tal motivo solicitó su baja, la que
fue autorizada el 18/11/77. En la audiencia el testigo
acompañó una copia que acreditaba esta circunstancia,
que se le exhibió a las partes.
En cuanto a las personas que estuvieron
detenidas allí, mencionó a un señor de apellido Lita, a
una persona vestida como soldado raso, respecto de
quien le dijeron que “este parece que andaba con los
zurdos” y al matrimonio Santillán y Lanzillotto y sus
dos niños de corta edad que estaban al lado de sus
padres, en la penumbra. Expuso que los chicos jugaban
ahí en ese pequeño espacio y que la última vez que los

379
vio, una madrugada, la mujer estaba abrazando a la nena
y el papá estaba con el nene. El guardia le dijo que el
papá les hablaba y les decía que estuvieran bien y la
mama les cantaba para que duerman. Relató que presenció
una tarde soleada a través de una puerta entreabierta
una sesión de tortura sufrida por Santillán, en la que
participó un oficial que se llamaba Humberto y donde le
pusieron una toalla en la cabeza, le arrancaron las
uñas con tenazas, lo afeitaron con pinzas y le
arrancaron los vellos. Indicó que “podía suceder
cualquier cosa”, simulacros de fusilamiento,
incrustación de objetos filosos en el cuerpo, debajo de
las uñas. Uno de los que estaba allí le mostró un palo
de goma que utilizaba la policía y estaba manchado como
hasta la mitad, sucio y alguien dijo que ese
instrumento se lo habían metido en el esfínter anal a
Santillán. También los amenazaron con no darles de
comer a los nenes si no hablaban y detallaban lo que
hacían y delataban a gente conocida.
Expuso que él no estaba de manera
permanente ahí, muchas veces iba y no encontraba más a
las personas que estaban porque se los habían llevado a
otro centro de detención y, como era tan común, nadie
preguntaba qué había pasado. Eso sucedió con el
matrimonio Santillán. Años después vio en el diario El
Norte una noticia de que se buscaban familiares, que a
los niños los habían sido entregado en una iglesia de
Fisherton y se acordó de estos apellidos y como la
persona que estaba patrocinando al padre era Franklin
Sauret, abogado de San Nicolás y él se acercó, se
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conectó con el padre, porque quería aportar los datos
de su hijo y su nuera.
El testigo en la audiencia exhibió una
cartilla de “seguridad nacional”, que, según sus
dichos, era una de las tantas que circulaban, de la
cual se ordenó extraer copia.
Refirió haber sufrido persecuciones e
intimidaciones por parte de autoridades militares.
Sus dichos son concordantes con las
declaraciones testimoniales incorporadas por lectura de
Federico Schmit y Enrique Valentín Benítez,
incorporados al debate por lectura.
El testigo Federico Schmit, declaró a fs.
470/471 del expediente nº 28/12 que se desempeñó como
guardia cárcel durante el año 1976 en la Unidad
Penitenciaria N° 3 de San Nicolás, donde funcionaba una
cárcel clandestina que estaba a cargo del ejército,
ubicada más precisamente en la casa del sub-director
del penal. Afirmó que en dicho lugar se alojaban a
personas cuyo ingreso no era registrado, y que una
noche pudo observar a un matrimonio con una nena y un
nene, los cuales serían de Pergamino, quienes estaban
en el piso sobre colchones y esposados. Posteriormente,
vio por televisión que familiares reclamaban a dos
niños que cree eran los mismos que había visto
detenidos.
Refirió asimismo que en ese tiempo Saint
Amant visitaba el penal.
Por su parte, del testimonio prestado a
fs. 479/481 por el Sr. Enrique Valentín Benítez surge

381
que en la época en que se sucedieron los hechos
investigados se desempeñaba en la Unidad Penitenciaria
N° 3 de San Nicolás y que era el encargado de custodiar
la casa lindante, función que cumplió durante tres
meses en el piso de arriba de la vivienda. Indicó que
allí funcionaba una cárcel clandestina, donde las
personas alojadas se encontraban esposadas de pies y
manos y vendadas, acostadas en el suelo en un colchón.
Relató que, cuando se apersonaba personal del ejército,
bajaban a los prisioneros hasta la planta baja y que
supo, por referencias de sus compañeros y de detenidos,
que allí los estaqueaban, les aplicaban la picana, en
una cama elástica o metálica, le pegaban con un bastón,
y los interrogaban.
Respecto de los hechos de autos, recordó
que en esta vivienda estuvieron detenidos un matrimonio
de Santiago del Estero de apellido Santillán, un nenito
chiquito y una nenita. En relación a los niños, indicó
que permanecieron un tiempo y luego los llevaron para
Rosario. Además, refirió “Que sabe por la mujer de
Santillán, que la torturaban introduciéndole un bastón
en la vagina y en el ano y que la golpeaban con el
mismo bastón, habiendo observado el deponente los
hematomas que tenía esta mujer, en las costillas y
otras partes del cuerpo, producto de las torturas. Que
en una oportunidad lo vio a Santillán, sentado y con su
cara toda inflamada a lo que este le refirió que la
noche anterior lo habían torturado, picaneado y que
también le observo muy lastimadas las muñecas y los
tobillos producto de la fuerza que hacia cuando era
picaneado o golpeado”.
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También recordó que “esta persona
Santillán le comentó que lo golpeaban en la cabeza, en
una vena y medio que lo desmayaban y le preguntaban
dónde estaban las armas, sus compañeros y todo eso, que
el deponente veía las consecuencias de las torturas al
día siguiente. Que estas personas estaban vestidas, que
solamente estaban desnudas las criaturas”.
A su vez, ambos testigos participaron de
una inspección judicial ocular efectuada en la Unidad
Penitenciaria N° 3 de San Nicolás el 31/03/2006, cuya
acta obra agregada a fs. a fs. 486/487, donde
reconocieron cada uno de los lugares de la vivienda que
funcionó como Centro Clandestino de Detención a la que
habían aludido en sus declaraciones testimoniales y,
respecto de las habitaciones ubicadas en la planta
baja, refirieron que en una de ellas se interrogaba
individualmente a los detenidos y en la otra existían
los implementos utilizados para los castigos físicos.
Asimismo, reconocieron las habitaciones ubicadas en la
planta alta de la vivienda, en la cual permanecían los
detenidos.
En relación a los hechos que damnificaron
a los niños Santillán, declararon Alicia María Grilli,
Lucía María del Valle Grilli, Pablo Guillermo Grilli y
Arnaldo Juan Carlos Grilli, hijos del matrimonio que
tuvo en guarda a María Lucila y Jorge Francisco, hasta
que fueron recuperados por su abuelo Benjamín.
Alicia María Grilli declaró que conoció a
Jorge Francisco y María Lucila Santillán a fines de
noviembre del año 1976, cree que el 17. Para esa época

383
ella tenía 23 años y se había recibido de abogada. Su
madre, María Angélica Cuestas, trabajaba todos los
miércoles a la tarde en Caritas en la parroquia de
Fisherton y recuerda que un día la llamaron por
teléfono para decirle que habían dejado unos chicos ahí
y cuando llegó se encontró que habían dejado dos niños
abandonados en la iglesia. Hicieron los trámites con la
policía, que se comunicó con el juzgado de menores,
estaban buscando un hogar para alojarlo y su madre se
ofreció a tenerlos en su casa. María Lucila decía que
tenía dos años y que su hermano Jorge Francisco tenía
uno, ellos creían que la niña era mayor porque hablaba
y comentaba todo. Ella decía que la habían llevado en
un auto negro conducido por un señor, que a la mañana
la madre les había dado la mamadera y les dijo chau y
se los llevaron, que su mama se llamaba “Tina” y su
papá “Cacho”, su abuela Elba. A todos los nombraba con
su nombre de pila. Los chicos estaban bien vestidos,
alimentados y tuvieron sospechas de que podían ser
hijos de militantes. Al otro día acompañó a su madre al
juzgado de menores donde les dijeron que iban a
publicar edictos en todos los diarios. Ellos también
hicieron publicaciones. Los chicos se quedaron en su
casa hasta el mes de febrero. Relató que en ocasiones
Lucila se angustiaba y pedio por sus padres y en mi
momento dijo que la mamá no la podía ir a buscar porque
tenía las “pulseras”, que al papá le habían pegado en
la panza con un palo y que tenía sangre.
Cree que los abuelos de los niños se
enteraron del paradero de éstos a través de un pariente
en La Plata que trabajaba en un diario. Después el
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abuelo les relató que los había ido a buscar a
Pergamino y estuvo detenido, que lo dejaron en libertad
pero lo dijeron que no vuelva y él no regresó por
miedo.
Expuso que cuando llegaron los abuelos a
su casa M. Lucila no los recordaba, pero la abuela les
mostró una foto que tenía con ellos. El nene tampoco no
se acordaba. Se quedaron un fin de semana en casa para
ir un día hábil al juzgado. Explicó que los abuelos
quisieron bautizar a los nenes antes de irse y sus
padres fueron los padrinos. Después sus padres y ellos
viajaron en varias oportunidades a La Banda y ellos a
también regresaron a Rosario.
Lucía María Del Valle Grilli, explicó que
en el año 1976 tenía trece años y vivía con sus padres
y tres de sus hermanos. Relató que una noche cuando
llegó a su casa de estudiar, se encontró que su madre
estaba con dos chicos que habían sido encontrados en la
parte trasera de la parroquia Cristo Rey y se había
ofrecido para tenerlos hasta ver qué pasaba.
Indicó que a la mañana siguiente fueron
al juzgado de menores y su madre pidió tenerlos para
evitar que los llevaran a un hogar y tengan una
atención familiar. Se notaba que eran chicos que
estaban bien alimentados y vestidos, eran educados,
tenían y querían a su familia, hablaban de sus padres,
se notaba que no habían sido abandonados. La nena
hablaba que ella se llamaba María Lucila y su hermano
Jorge Francisco, su mamá “Tina”, su papá “Cacho” y
nombraba a alguno de sus tíos.

385
Recordó que la niña extrañaba a la noche
y en una oportunidad dijo que la mamá no podía ir
porque tenía las “pulseras”.
Señaló que después de tres meses
aparecieron los abuelos de la ciudad de La Banda, que
cree que se enteraron por un familiar de Buenos Aires
que vio por televisión la foto de los chicos y se
dirigieron a la parroquia y les dieron la dirección.
Supo por comentarios que el abuelo estuvo detenido pero
no tiene muchos datos al respecto. También indicó que,
al día siguiente que vinieron los abuelos los
bautizaron y sus padres fueron padrinos, luego viajaron
en varias oportunidades y hubo contactos telefónicos.
Pablo Guillermo Grilli describió que en
noviembre del año 1976 tenía 11 años, vivía con sus
padres y hermanos en Fisherton. Un día, él estaba en la
escuela y cuando terminó le dijeron que vaya a la
iglesia Cristo Rey que estaba su mamá, donde le
comentan que había dos chicos abandonados. Los niños
tenían un aspecto sano, la chica muy “vivaracha” y el
varón era más retraído. Luego fue a su casa y a la
noche o atardecer se enteró que habían hablado con un
juez y los chicos se quedaban en guarda de sus padres
hasta que encuentren a su familia.
Estuvieron tres o cuatro meses y se
incorporaron a la familia. Indicó que nombraba a su
papá como “Cacho” y a su mamá como “Tina”. Un sábado al
mediodía estaban comiendo cuando llegó una pareja mayor
y su madre dijo que eran los abuelos de los nenes.
Recordó que el abuelo entró, vio a los chicos, los
abrazó y dijo “mis nenitos” y se puso a llorar. Después
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los abuelos se quedaron en su casa porque tenían que
esperar al lunes para hacer los trámites. El domingo se
hizo el bautismo y sus padres fueron los padrinos.
Después continúo la relación de amistad y casi de
parentesco.
En relación a Benjamín Santillán recordó
que le comentaron que había estado en Pergamino
buscando a sus familiares y que había recibido un
maltrato y una advertencia de que no siga buscando,
pero no sabe si estuvo detenido.
Arnaldo Juan Carlos Grilli, relató que en
el mes de noviembre de 1976 tenía 26 años y vivía en
Rosario con sus padres y sus hermanos. En esa fecha,
María Lucila y Jorge Francisco Santillán fueron dejados
en la iglesia de Fisherton. Explicó que según el relato
de M. Lucila esa mañana la madre les dio la mamadera,
les dijo chau y unos señores en un auto los llevaron
allí. Se le dio intervención al juzgado de menores y su
madre se ofreció a tenerlos hasta que aparezcan sus
parientes. Estuvieron casi 3 meses y en febrero
vivieron sus abuelos, el juez comprobó el parentesco y
a partir de allí volvieron a La Banda. Señaló que ambos
chicos estaban bien, limpios y no denotaban abandono y
que la niña decía que la madre no podía venir porque
tenía la “pulsera”. Del padre no recuerda haber oído
explicaciones de por qué no estaba.
Luego sus abuelos, a partir de una
publicación y a través de un pariente de ellos que era
locutor de una radio, se enteraron del paradero de los
chicos y se contactaron con la parroquia, donde le

387
dieron la dirección de la familia y fueron para su
casa. Al encontrarlos, el abuelo, que describió como un
hombre muy sensible, los abrazó y lloraba.
En cuanto al cautiverio sufrido por
Carlos Benjamín Santillán, declararon como testigos
Pablo Díaz, Julio Bentos Álvarez y Luis Guillermo
Garay.
Pablo Díaz relató que fue detenido el
21/09/76 en La Plata, época en la que tenía 17 años,
motivado por su actividad en el movimiento estudiantil
secundario y sufrió diversas torturas, violaciones y
robo. Fue llevado a varios Centros Clandestinos de
Detención, entre los que mencionó el denominado “Pozo
de Banfield”, lugar en el que compartió cautiverio con
Carlos Benjamín Santillán. Expuso que estando allí, el
26 o 27 de diciembre fue reacomodado con otros
detenidos en otras celdas y en un momento uno de ellos,
al que nombró como Buceto, preguntó quiénes habían
llegado, le preguntan quién era y él se identifica con
su grado del ERP, ante lo cual le responden “Cristina
Navaja de Santucho” y dijeron “está Santillán” y éste
empezó a hablar con Buceto y le dice que habían
limpiado una casa del ejército. Por la conversación que
mantuvieron, el testigo deduce que ellos se conocían en
forma previa. Recordó el nombre Menna y también que
Santillán nombraba a su mujer María Lanzillotto y
preguntaba si alguien la había visto.
Reseñó que el 28 de diciembre vino un
Coronel de apellido Pita y le dijo que su padre había
logrado el salvoconducto para él y que no lo iban a
matar, le empezó a preguntar quién era su padre, porque
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si había logrado eso era alguien importante, tenía una
relación con Díaz Bessone y con Monseñor Plaza.
Antes de su liberación conversó con
Cristina Navaja Santucho y les dieron los nombres de
los detenidos, porque creían que él salía en libertad,
por lo que guardó esta información para ir a las casas
de todos, pero al día siguiente lo trasladaron al
centro de detención de Quilmes.
A preguntas realizadas por el Fiscal,
recordó que un detenido de apellido Garay conocía a
Santillán y le preguntó por él, ante lo cual le
respondió que lo había escuchado. Luego se encontró con
el padre de Santillán y le contó lo que sabía sobre su
hijo.
Indicó que el si bien el señor Santillán
mencionó el “Pozo de Quilmes” como el lugar donde
estuvo detenido su hijo esto se debe a una confusión,
ya que en realidad el lugar donde vio o escuchó a
Carlos Santillán era el Pozo de Banfield.
Finalmente, reconoció una carta
mecanografiada obrante a fs. 787 del expediente nº
28/12 como aquella que recibió de la comisión de
familiares de Santiago del Estero pero no la manuscrita
de fs. 786, aunque recordó que Santillán la mencionó.
Julio Bentos Alvarez declaró que conoció
a Carlos Benjamín Santillán por su seudónimo o nombre
de guerra “Andrés”, “Antorcha” y “Teniente Moro”, ya
que era un compañero clandestino del ERP. Relató que lo
vio por última vez en el año 1976 y que él fue
secuestrado el 22/7/76. Refirió que sabía que Santillán

389
tenía una compañera a la que no conoció. Cuando se
despidió la última vez que lo vio, Santillán le dijo
que se iba a Campana porque se encontraba en la
clandestinidad y era muy buscado, por lo que iba a las
distintas regionales un tiempo prudencial y luego lo
trasladaban. Supo que luego se fue a Pergamino. La
regional se conocía como “Los héroes de Trelew” y
después como “La regional Norte”.
Relató las circunstancias relativas a su
detención, en la que fue interrogado bajo tortura,
sobre todo sobre su pertenencia al PRT y el nombre de
sus compañeros. Indicó que estuvo con un compañero
santiagueño de nombre Luis Garay que le preguntó por
Andrés o Antorcha, ante lo que le dijo que había sido
su responsable, y Garay le manifestó que Santillán
había sido secuestrado y que estaba herido por una bala
en la pierna en un CCD.
Se le exhibieron fotografías obrantes a
fs. 785 del expte. 28/12, donde reconoció al “Teniente
Moro” o Carlos Santillán y a su compañera.
Luis Guillermo Garay, por su parte,
manifestó que conoció de nombre a Carlos Santillán y su
señora, Carlos era santiagueño y era conocido en la
provincia de Tucumán por su militancia política.
Declaró que conoció mucho a su padre Benjamín
Santillán, cuando se sumamos a un movimiento de
solidaridad con los presos políticos formado por
familiares, que pedían la libertad y Benjamín era uno
de los organizadores. También conoció a Ana
Lanzillotto.
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Relató que militaba en el Partido
Revolucionario de los Trabajadores, donde también
militaban Santillán y su señora Lanzillotto, y que fue
secuestrado el 24/01/75 por personal de civil. Detalló
los lugares en donde estuvo detenido y manifestó que en
la cárcel de La Plata estuvo con Pablo Díaz. Explicó
que cuando éste supo que él era de Santiago del Estero
le comentó que estuvo en algún lugar de detención
clandestino y que le había tocado atender a Santillán,
que era santiagueño y que estaba herido. Por ello, en
cuanto salió en libertad a finales del año 1982 se
comunicó con Benjamín Santillán y le contó lo sucedido,
lo que luego declaró en los tribunales de San Nicolás.
Sobre el destino del matrimonio
Santillán, manifestó que con posterioridad se enteró de
la desaparición de ambos.

Reconoció una carta obrante a fs. 786 del


expte. 28/12 como escrita por él, aunque no reconoció
la firma, pero sí recordó los hechos que allí se
relatan.
También prestaron testimonio en la
audiencia de debate los Sres. Ramiro Menna y Alba Rosa
Lanzillotto, sobrino y hermana, respectivamente, de
María Cristina Lanzillotto.
Ramiro Menna, declaró que es hijo de Ana
María Lanzillotto y de Domingo Menna, víctimas de la
última dictadura militar. Indicó que su madre era
hermana melliza de María Cristina Lanzillotto. Indicó
que tanto su madre, como su hermana y sus respectivos

391
maridos, su tía Raquel Menna y su compañero eran
militantes del PRT.
Relató sucesivos secuestros y atentados
sufridos por su familia.
En cuanto a las víctimas de autos, indicó
que María Cristina ingresó a la militancia junto con su
hermana melliza, quienes, después del secundario, se
fueron a estudiar a Tucumán, donde empezaron a militar
en el PRT.
Respecto de los hechos que tuvieron como
víctimas a sus tíos Carlos Santillán y María Cristina
Lanzillotto y sus primos María Lucila y Jorge Francisco
Santillán señaló que sabe por relatos familiares que
fueron secuestrados en Pergamino y, según el Equipo
Argentino de Antropología Forense, María Cristina fue
ultimada por la espalda al lado de la fosa común donde
fue hallada, que se encontraba en Avellaneda.
Escuchó que, luego de su secuestro,
vieron con vida a María Cristina en el Centro
Clandestino de Detención llamado “El Vesubio”.
En relación a sus primos, expuso que
fueron llevados con María Cristina y en algún momento
hubo una orden de deshacerse de ellos, pero
probablemente la persona a cargo del operativo fue
incapaz de matarlos y los dejó en Fisherton, quedando
en guarda de una mujer, hasta que fueron recuperados
por su abuelo Benjamín.
En relación a este último, indicó que
saben que emprendió una búsqueda desesperada por su
hijo y su nuera y, en esa búsqueda, llegó a la casa de
éstos ubicada en la ciudad de Pergamino, donde fue
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detenido y maltratado por una semana o unos días.
Expuso que su familia sabía que vivían en un inmueble
propio, pero dadas las circunstancias de la época y la
persecución sufrida, estaba registrado con un nombre
falso y que allí luego comenzó a vivir una mujer, que
era ex mujer de un policía.
Alba Rosa Lanzillotto, declaró que es
hermana de María Cristina y Ana María, quienes se
fueron a estudiar a Tucumán, donde empezaron a militar
en el Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Relató que su familia fue perseguida
durante muchos años y que incluso ella fue detenida
durante la última dictadura militar. Indicó que su
hermana Ana María y su marido Domingo Menna actualmente
se encuentran desaparecidos y su hermana María Cristina
vivía en Pergamino en una vivienda ubicada en calle
Rivadavia, donde fue secuestrada. Indicó que la misma
suerte corrió don Benjamín, que fue en enero o
diciembre a visitarlos y lo tuvieron una semana sin
comer en la misma casa que estaba tomada por
represores. Después de esa semana lo llevaron en un
coche y le dijeron que no volvieran a Pergamino. Luego
se enteró que sus sobrinos habían aparecido en una
iglesia de Fisherton, quienes fueron recuperados por su
abuelo Benjamín.
En cuanto al destino de su hermana María
Cristina, dijo que una persona que declaró en un juicio
de San Nicolás dijo que estuvo en distintos centros de
detención, entre los que nombró “El Vesubio” y “Proto-
Banco” y después la sacaron para fusilarla por la

393
espalda. Sus restos y los de Carlos Santillán
aparecieron en una fosa común en Avellaneda.
Recordó que la casa en la que vivía la
familia estaba inscripta con a nombre de Amanda, que
era un nombre falso de M. Cristina.
Por otro lado, respecto de la usurpación
del inmueble de calle Rivadavia nº 954 de la ciudad de
Pergamino, prestaron testimonio Santa Alda Espíndola y
su hijo Mario Ariel Díaz.
Santa Alda Espindola, declaró que
actualmente vive en calle Rivadavia 954 de la ciudad de
Pergamino y que Rocca fue su esposo pero la abandonó en
el año 1982.
En cuanto al momento en que comenzó a
vivir en este inmueble, indicó que un día del año 1976
su marido Carlos Enrique Rocca, que era policía y
trabajaba en la Comisaría, le dijo que le habían
prestado una casa. Recordó que estaba todo sucio, sin
muebles y que nunca supo qué había pasado en ese lugar.
A preguntas realizadas señaló que los
impuestos actualmente vienen a nombre de Amanda
Andrada. También relató que 9 meses después, en
momentos en que su marido estaba en un operativo, le
dijeron que se tenía que ir, lo que hizo y la casa
estuvo cinco años abandonada. Regresó en el año 1982
únicamente con sus hijos.
También manifestó que decían que había
habido un operativo muy grande, pero no sabe si su
marido participó.
Uno de los hijos de la declarante Mario
Ariel Díaz, declaró que vivió con su madre en el
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domicilio de calle Rivadavia nº 954 de la ciudad de
Pergamino desde su nacimiento en el año 1983 hasta el
2004 o 2005. Indicó que a Carlos Rocca lo conoce de
nombre pero nunca lo trató y que es el padre de sus
cuatro hermanos mayores.
También indicó que escuchó comentarios
respecto de que allí había habido un procedimiento
policial, donde hubo tiroteos y gente desaparecida.
También pueden destacarse otros
testimonios prestados en el debate, entre los que se
encuentran las declaraciones de Patricia Villarruel,
Ana Scarcella, Ramón Alfredo Díaz, Víctor Oscar
Calviglione y Analía del Carmen Ateca.
Patricia Villarruel, indicó que tuvo
conocimiento de los hechos que tuvieron como víctima a
María Cristina Lanzillotto y Carlos Benjamín Santillán,
a instancias de una tarea de investigación docente y de
un grupo de ciudadanos autoconvocados por la memoria.
Ella trabajaba en el Concejo Deliberante, por lo que
facilitó datos para investigar lo ocurrido con la
vivienda del matrimonio. También tomó contacto con los
hijos del matrimonio y en el año 2002 se realizó una
muestra en el archivo histórico donde estuvo la hermana
de Lanzillotto y la niñera de los chicos, de apellido
San Martin, oportunidad en la que recordó que cuando
era adolescente algo había pasado en esa cuadra y en
esa vivienda. Asimismo, indicó que tuvo contacto con el
expte. indicado por los maltratos sufridos por
Santillán padre cuando vino en los primeros días del
año 1977 a la casa que era de su hijo.

395
Explicó que esta documentación se
presentó en un video documental presentado en el año
2009. Dentro de la información recabada había un
testimonio y una solicitud dirigida a Parrilli donde se
requería la restitución del inmueble y se mencionaba
que el auténtico nombre de Andrada era Lanzillotto y
que por la persecución política habían recurrido a una
documentación provisoria.
Ana Scarella, al igual que Villarruel
declaró que tomó conocimiento de lo sucedido con el
matrimonio Santillán a raíz de un trabajo realizado en
una fundación en el que participaba, en el marco del
cual obtuvieron una copia de la escritura de la casa,
se contactaron con los hijos de este matrimonio y con
quien fue la niñera de éstos. Su relato fue coincidente
con el efectuado por Villarruel respecto del trabajo
realizado y volcado luego en un video.
También refirió que supo que el padre de
Carlos Santillán fue detenido y llevado a la Comisaría
de Pergamino.
Ramón Alfredo Díaz, numerario de la
Policía Federal Argentina, fue citado como testigo por
haber confeccionado un informe que obra a fs. 1085/1086
relativo a la búsqueda en la ciudad de Pergamino del
hotel en el que había dormido el Sr. Benjamín Santillán
cuando se encontraba buscando a su hijo y su nuera y,
si bien reconoció su firma, no recordó detalles de
dicha diligencia.
Por otro lado, el periodista Víctor Oscar
Calvigione, indicó que le realizó una entrevista a
Rocca, quien le pidió que no use su grabador. Expuso
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que en dicho encuentro, Rocca le dijo que la casa de
calle Rivadavia se la había entregado Bossié, aunque
después se rectificó y dijo que se la había entregado
la policía, para decir finalmente que se la había
entregado un tal Ríos. Expuso que Rocca admitió haber
vivido allí con su grupo familiar y que a “Carlos
Santillán” lo conocía (aunque refiriéndose a Benjamín),
que esta persona vino desde Santiago del Estero, que
estuvo en su casa y después estuvo preso.
Finalmente, debe destacarse el testimonio
de Analía del Carmen Ateca, quien relató que le alquiló
una casilla que pertenecía a su madre a una pareja,
Irene y Carlos Varela, quienes vivieron durante
aproximadamente tres meses. Una noche golpearon la
puerta y le dijeron que a Irene ya la habían detenido y
les preguntaron si sabían a qué hora llegaba él. Indicó
que en el patio había gente armada de civil que se
identificaron como policías y se dispersaron por toda
la casa armados. Tiraron un colchón en una pieza y
estuvieron ahí por un mes aproximadamente, esperando a
que Carlos regresara. Expuso que a Carlos Varela lo vio
después de unos años, ya que vino a preguntar si sabía
algo de Irene y le dijo que su nombre verdadero era
Alejandro Ferreyra.
Esta última declaración cobra relevancia
teniendo en cuenta el informe de la DIPPBA, del que
surge que Carlos Santillán fue detenido con Irene
Ballester en una estación de servicio Esso de la ciudad
de San Nicolás.

397
b.3) Expediente nº FRO 81000005/2012: los
casos de Miguel Ángel Di Pasqua, Oscar Omar Hofer,
Víctor Hugo Hofer, Rodolfo Abel Kremer, Rubén Darío
Reynoso, Ana Inés Cárdenas y Carlos Alberto Rojas.
El caso de Rubén Darío Reynoso: Ha
quedado probado en el debate, con la certeza requerida
en este estadio, que Rubén Darío Reynoso (a) “El
Negro”, tenía 44 años a la fecha de los hechos, era de
estado civil casado y tenía dos hijos de 18 y 21 años,
Juan Carlos y Hugo Rubén; era albañil y militante
activo del Partido Revolucionario de los Trabajadores -
PRT- e integrante del Ejército Revolucionario del
Pueblo -ERP-.
Asimismo, que en su militancia política
tenía como compañeros a los hermanos Víctor Hugo y
Oscar Omar Hofer, Carlos Alberto Rojas, Julio Peris y
Rodolfo Abel Kremer, entre otros.
De los testimonios prestados en el
debate, se pudo reconstruir que el día 23 de abril de
1976, al mediodía, Rubén Darío Reynoso fue privado
ilegítimamente de su libertad en la vivienda de su
padre, sita en calle La Laguna 925, de la localidad de
San Pedro, a través de un procedimiento en el que
intervinieron siete hombres, vestidos de civil, que
portaban armas largas y se movilizaban en una camioneta
particular. Asimismo, quedó probado que cuando llegaron
al domicilio, preguntaron por él e hicieron ingresar
por la fuerza a su padre -de nombre Simeón- a la
vivienda.
Dentro de la casa, se encontraba Rodolfo
Abel Kremer, quien también fue secuestrado, siendo
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retirados del domicilio esposados con las manos sujetas
por la espalda y los ojos vendados. Además, la
propiedad de Simeón Reynoso, fue requisada íntegramente
y saqueada.
Conforme se comprobó, el hijo de Reynoso,
Juan Carlos, se presentó en la Comisaría de San Pedro
para hacer la denuncia, pero allí se negaron a
recibírsela y le ordenaron que abandonara la ciudad de
San Pedro, circunstancia que por temor, realizó.
En efecto, Juan Carlos Reynoso prestó
declaración en el debate y sostuvo que su padre era
Rubén Darío Reynoso, que éste por el mes de abril de
1976, militaba en el –PRT-, del –ERP- y que si bien a
consecuencia de ello se encontraba “en la
clandestinidad”, regresó a San Pedro porque su madre se
encontraba muy mal de salud, y que a los dos días “lo
chuparon”, agregando que eso fue “porque hicieron un
allanamiento y se lo llevaron a él y otro compañero”.
En este sentido, recordó que tiempo antes
con su padre, Rubén Darío, habían estado hablando de
que era necesario tener “una nueva identidad”, y que
por ello, el declarante, le había podido conseguir un
D.N.I. fraguado, con otro nombre y apellido, que le
entregaría en casa de su abuelo, Simeón Reynoso. Sin
embargo, explicó que tuvo una pequeña demora y cuando
llegó se encontró “con un alboroto en el barrio y los
comentarios al estilo de que si se lo llevaron por algo
será…”.
Además, afirmó que cuando ingresó a la
casa de su abuelo “era todo un caos” porque esos

399
señores “no se conformaban con llevarse a la gente,
sino que además los desvalijaban”. Indicó que se habían
robado un montón de cosas y que aún le quedaba la
imagen grabada en la cabeza de la mesa servida y la
comida tirada en el piso, refiriendo “aparte me sentía
responsable, si yo me hubiera demorado menos la suerte
hubiera sido diferente”.
A preguntas del Fiscal General, respondió
que su padre se encontraba en la clandestinidad porque
ya habían desaparecido varios compañeros y era posible
que algunos de ellos, bajo tortura, lo denunciara.
Contó que luego, hablando con su abuelo
de lo sucedido, le manifestó que no recordaba bien
cuántas personas actuaron en el procedimiento, pero que
los mismos no se habían identificado. Sin embargo,
destacó entre ellos a una persona “grandota, rubia, con
acento extranjero”, muy sanguinario y que, si bien no
estaban identificadas, llevaban armas largas.
Asimismo, que en esa conversación, Simeón le dijo que
junto a su padre capturaron también a un compañero, el
cual era “ingeniero en electrónica o similar, de la
ciudad de Campana”. En efecto, como se verá más
adelante, se trataba de Rodolfo Kremer.
Continuó con su relato y sostuvo que con
posterioridad a este hecho, comenzó a sufrir una serie
de allanamientos, por ser portador de apellido y
militante. Que con su esposa vivían en una pensión y
que si bien nunca los encontraron, se sentía
aterrorizado y por ello tomó la decisión de presentarse
en la comisaria para saber sobre el paradero de su
padre, que iba a ser de la suerte de él y la de su
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esposa. En este rumbo, dijo que ese día fue muy duro,
porque en la dependencia policial, lo dejaron esperando
en el “despacho del comisario” junto a unas diez o doce
personas, de civil, donde un hombre “rubio con
entradas, muy agresivo verbalmente” le hacia “la
psicológica”, con insultos y agravios, queriendo
obtener información sobre cuál era su función y porque
ayudaba a su padre, a lo que el testigo sostuvo “les
dije que los hacia era porque era mi padre, que como
hijo, mi deber era ayudarlo”. Asimismo, que lo tuvieron
todo el día sin comer, no beber nada, expuesto a malos
tratos permanente “hasta que me dejaron solo para que
pensara que se había acabado todo, que iba a ser
boleta”. Agregó, que luego regresó a la oficina de la
persona descripta anteriormente y allí “me empezó a
mirar y me dijo: bicho colorado de mierda, hay q
matarlos a todos, pero vos tenes suerte, te tenes que
mandar a mudar ya”, indicando que ello lo determinó a
tener que irse de San Pedro, agregando “tomé
consciencia que era ahora o nunca y me fui, pase
hambre, sed y frio. Estuve fuera más de un año, todo el
embarazo de mi mujer, cuando regresé ya había nacido mi
hijo mayor”.
Agotando su relato, contó que con el
tiempo pudo saber que a su padre se lo habían llevado
secuestrado en una camioneta, Chevrolet, de color
blanca, a la ciudad de San Nicolás, más precisamente a
una dependencia policial, pero que después no supo más
nada, hasta que a través de Prefectura Naval, se
encontró su cuerpo sin vida en las costas de la ciudad

401
de Quilmes. Que se le tomaron las huellas dactilares y
por medio de un grupo de forenses, se realizó un
estudio por que cual habían podido comprobar que la
persona hallada, era su padre.
Volviendo sobre la persona que se
llevaron junto a su padre, manifestó “era un ingeniero
en electrónica, supuestamente era de Campana agradable,
carismático, muy buena persona, con campera de
gabardina y pantalón clarito”, (…) era rubio, de
estatura normal, delgado (…) de unos 29 o 28 años, (…)
Que después pudo saber quién era por haber conocido al
hermano”.
Otro testimonio de gran valor para
develar como sucedieron estos hechos, fue el expuesto
durante el juicio por Carlos Antonio Muredas, quien
sostuvo que siempre vivió en el mismo domicilio y que
conoció a Simeón y Rubén Reynoso “de toda la vida”,
porque se vivían frente a su casa. Que si bien no
recordaba el mes exacto en que se produjo el
procedimiento en la finca de los nombrados, sí las
circunstancias en que ocurrió.
Relató que ese día regresaba del banco,
que había ido a realizar un depósito, en su vehículo,
marca Citroën y que en ese tiempo tenía una pierna
quebrada. Que cuando estaba bajando de su automóvil,
vio a unos sujetos que se trasladaban en unas tres
camionetas, de color verde, tipo Ford F 100, que
estaban armados y que entraron raudamente corriendo al
domicilio propiedad de Simeón Reynoso.
Asimismo, contó que cuando esas personas
advirtieron que había visto su irrupción en el lugar,
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lo capturan y lo introducen con ellos a la casa,
depositándolo en un rincón de la cocina, tapándole la
cabeza con una lona y ordenándole que “no mire nada”.
Recordó “eso fue un momento muy traumático”, porque
sintió como Simeón Reynoso gritaba y pedía que dejaran
a su hijo, porque tenía a la madre “que se le estaba
muriendo”. Que al momento de irse, quienes realizaron
el procedimiento, le dijeron “no salgas porque vamos a
poner una bomba afuera”. Que pasaron unos minutos y
salió al exterior junto a Simeón, viendo como esas
personas se llevaban a Rubén Reynoso y a otro joven que
se estaba allí, que no conocía.
Además, contó que no
supo más nada de Rubén Reynoso, pero que su padre, una
tarde lo fue a ver y le dijo que en esa oportunidad los
que se secuestraron a su hijo, además, le habían robado
sus pertenencias y que tanto a su Rubén Darío como al
otro joven que estaba ahí se los llevaron “atados”. Que
con el tiempo, Simeón Reynoso daba “por desaparecido a
su hijo”.
Finalmente respondió una pregunta del
Fiscal General y dijo que se había enterado que en esa
época en la localidad de San Pedro también había
desaparecido una persona de apellido Montalvo.
La participación de Muredas en ese
procedimiento, se prueba con las declaraciones en el
debate de Juan Carlos Montalvo, cuando dijo: “Yo a
todos lo conozco en detalle, porque los vecinos mismos
nos comentaron y algunos que habían participado de
cerca, como Muredas, que también lo golpearon”.

403
Continuando la descripción de la
materialidad del presente caso, corresponde decir que
conforme se acreditó en la audiencia, Rubén Darío
Reynoso luego de su privación ilegítima de libertad,
fue conducido al centro clandestino de detención, que
bajo la jefatura del Área Militar 132, funcionó en la
entonces Brigada de Investigaciones de San Nicolás,
sita en calle Alem 114, de esa ciudad, siendo advertida
su presencia los días 25 y 26 de abril de 1976.
Prueba de lo indicado, fue la declaración
testimonial en el juicio de Roberto Galarza, refirió
“fuimos a la Brigada, me tiran al piso y me ponen una
capucha que se traslucía, me llevan para adentro por un
pasillo, me meten a un pieza con una cama y un colchón
de goma espuma y sentado en frente en un banco de
madera, con una persona con un pullover en la cabeza,
esa persona que vi ahí era Reynoso y ese pullover era
mío, yo se lo había prestado. No pude hablar con él
porque lo sacan, lo hacen sacar” (…) “después me tiran
dentro de un calabozo, tropiezo con una persona, era
el Negro Reynoso… yo le digo soy Beto y le digo que
pasó hermano y me dice, a mi hace rato que me tienen
acá, hay momentos que quiero que me maten y no me
quieren matar. Logro tocarle la espalda, siento una
cosa viscosa y me dice estoy en carne viva, desde que
me tienen me sacan en auto, camión, avión, helicóptero,
me llevan a reconocer casas todo y me dice: les dije
que era tu amigo nomas, a vos te preguntaron por mí ?
y digo si”. Agregó que después, nunca volvió a ver a
Reynoso.
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Estos dichos deben ser contrastados con
los de Oscar Berón, prestadas en este debate en cuanto
sostuvo: “…en los calabozos de la Brigada había gente
detenida y encapuchada”, confirmando que allí, había
funcionado un centro clandestino de detención.
Del mismo modo, prueba la estancia de
Reynoso en el centro clandestino de detención, la
declaración en este juicio de Linda Farías, quien
indicó que “su compañero”, Daniel Galarza, fue privado
ilegítimamente de su libertad por personal del ejército
y que cuando fue a visitarlo al penal de la ciudad de
San Nicolás, el detenido le comenta que allí también se
encontraba Rubén Darío Reynoso, a quien lo había visto
y estaba “muy torturado”.
Finalmente prueba este hecho la
declaración en el debate Hugo Alberto Fussi, en cuanto
sostuvo que una noche volvía de la casa de su novia y
observó un operativo en el que fueron a buscar a buscar
a Rubén Reynoso, indicando “había camiones, se veía
mucha gente, creo que eran militares por la forma de
estar vestidos y las armas largas”.
Las circunstancias de modo, tiempo y
lugar que vienen relatándose, se produjo se acreditan
con la siguiente prueba:
La denuncia realizada ante la CONADEP por
Simeón Reynoso, de fs. 2467/2469 y su posterior
declaración testimonial en sede judicial de fs.
2495/vta. (incorporada por lectura al debate) cuando
dice: “que su hijo Rubén Darío Reynoso… el 23 de abril
de 1976… se encontraba en el domicilio del deponente…

405
cuando interrumpe el su domicilio esa gente saqueando
su casa y llevándose cosas… se llevaron a su hijo y a
un amigo de este, que era electricista” (…) “que sabe
que era de Zárate y que tenía dos hijos” (…) “que iban
vestidas de civil, que se trataban de seis o siete
personas” (…) ”se desplazaban en una camioneta
particular…”.
La denuncia ante la CONADEP de Irene
Balugano de Kremer, obrante a fs. 2535/2536, en cuanto
se consignó: “…Fecha, hora y lugar del hecho: 23.4.76 -
En San Pedro, casa de un amigo…”; y su ratificación en
sede judicial, por declaración testimonial de fs. 2563,
tales se encuentran agregadas en el marco de la causa
“Balugano de Kremer, Irene. Denuncia desaparición de
Rodolfo Kremer” expte. 20.650 del registro de Juzgado
Federal de San Nicolás (fs. 2533/2586).
Que otras personas, en calidad de
detenidos desaparecidos, fueron interrogados bajo
torturas sobre las actividades de Rubén Darío Reynoso
se acredita con:
Las constancias de la causa caratulada
“Benítez, Mario Rubén y otros s/ Presunta Infracción
ley 20.840” Expte. n° 16.632 del año 1976, de trámite
por aquel entonces por ante el Juzgado Federal de asan
Nicolás; en particular las declaraciones indagatorias
recibidas en sede policial por el Comisario Inspector
Dante Jesús Génova, y cuyas copias certificadas se
encuentran agregadas en los autos principales, a saber:
a) de Juan Luján Mendaño a fs. 3049/3052vta.; b) de
Julio Merardo Bentos Álvarez, de fs. 3053/3058; c) de
Jorge Oscar Fuentes a fs. 3059/69; d) de Víctor Hugo
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Gootmand de fs. 3070/3077; y e) de Linda Elena Farías
de fs. 3078/3081.
Finalmente, quedó comprobado que el
cuerpo sin vida de Rubén Darío Reynoso, fue hallado el
día 14 de mayo de 1976, aproximadamente a la hora
11:30, por personal del Servicio de Control de Averías
e Incendios y de Operaciones de la Prefectura Buenos
Aires de Prefectura Naval Argentina, en el Río de La
Plata a la altura de la prolongación de calle Dorrego y
Rafael Obligado - Costanera Norte.
El cadáver, que en ese momento se
identificó como “N.N. masculino” fue encontrado
flotando en las aguas del Río de la Plata, con un
pantalón azul marca Kansas, tipo vaquero, como única
prenda y sin elemento que pudiera ayudar a su
identificación, con signos típicos de haber sido
arrojado desde una altura considerable.
Según la partida de defunción, fue
imposible determinar la causa de muerte como
consecuencia del estado de destrucción y putrefacción
del cadáver.
La coincidencia de este cadáver sin
identidad con la identidad del detenido desaparecido
Rubén Darío Reynoso, se produjo el 28 de abril de
2000, por parte del Departamento de Investigaciones de
la Prefectura Naval Argentina, mediante cotejo
dactiloscópico.
Por resolución de fecha 14 de agosto de
2000, la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional de Capital perteneciente al

407
Legajo Nro. 63, del expediente de identificación de
cadáveres NN declaró que la persona de sexo masculino
cuyo cadáver fue hallado en las condiciones de modo
tiempo y lugar arriba relatadas es Rubén Darío Reynoso.
Todo lo anteriormente referido se
encuentra acreditado con:
La partida de defunción confeccionada al
momento de los hechos, donde se consignó en el ítem
causa de la defunción “imposible determinar la causa de
muerte por el estado de destrucción y putrefacción
cadavérica” (fs. 2812/2813).
Las actuaciones obrantes en el Legajo
Nro. 63 “Rubén Darío Reynoso” perteneciente al
expediente caratulado “Legajo de actuaciones relativas
a la determinación de personas desaparecidas durante el
período 1976/1983”, “L.6”, de trámite ante la
Excelentísima Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal.
En dichas actuaciones obran incorporados: a) a fs.
2715/2722, parte de las actuaciones correspondientes al
expediente caratulado “CADAVER SEXO MASCULINO N.N. AV.
CAUSAS SU DECESO” Nº 680/976, del registro del Juzgado
Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de
Instrucción Mayores, Dr. Diego Pérez, del cual surge
que en fecha 14 de mayo a las 11:30 hs. personal de
Prefectura Naval Argentina procedió a extraer de las
aguas del Río de La Plata un cadáver masculino de unos
40 años de edad; b) a fs. 2721 obra la constancia de la
obtención de calcos papilares en dermis en ambas manos
del cadáver, cuyo cotejo por parte de la Policía
Federal Argentina en ese momento arrojó resultado
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negativo – ver fs. 2721 vta. “Observaciones” y nota de
fs. 2722 remitida por el Registro Nacional de
Reincidencia del Ministerio de Justicia; c) el informe
efectuado por el Ayudante de 3ra. de Prefectura, Juan
de Dios Navarro de fs. 2716vta. del surge que el
cadáver presentaba estado de saponización, presentando
desgarramiento de tórax y fragmentación de cráneo;
d) el informe de fs. 2718 en cuanto se consigna en
el ítem “estado del cadáver”: avanzada descomposición,
destrucción del cráneo con partes óseas a la vista; e)
la pericia dactiloscópica producida por el personal del
Gabinete Dactiloscópico del Departamento
Investigaciones Criminalística de la Prefectura Naval
Argentina agregado a fs. 2727/2768 (ver específicamente
fs. 2742); f) la Resolución de fs. 2797/99 que dispuso
las circunstancias reseñadas en el acápite de los
hechos y la rectificación de la partida de defunción
de fs. 2813.
3) El Informe remitido en fecha 25/02/15,
por el EAAF, por el cual se comunica que en relación a
Rubén Darío Reynoso ha sido identificado mediante
Resolución de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y correccional Federal, de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, de fecha 14 de agosto de 2000 (ref.
legajo n° 63), que fuere acompañado por este Ministerio
Publico Fiscal y obra a fs. 201/202 del Legajo de
prueba n° 70/13.
El caso de Rodolfo Abel Kremer: En el
debate, en base a la prueba colectada, quedó comprobado
que Rodolfo Kremer a la fecha de los hechos tenía 32

409
años, era técnico electricista y operario de la de la
empresa ESSO de Campana, en la cual era delegado del
Sindicato de Petroleros Privados.
Asimismo, que era militante del Partido
Revolucionarios de los Trabajadores -PRT- e integraba
el Ejército Revolucionario del Pueblo -ERP-, siendo
compañero de militancia de Víctor Hugo y Oscar Omar
Hofer, Carlos Alberto Rojas, Rubén Darío Reynoso y
Julio Peris entre otros. Rodolfo Kremer resultó ser el
hermano de Juan Arnold Kremer “Luis Mattini”, quien a
su vez, integraba la conducción del Partido
Revolucionario de los Trabajadores.
Conforme se explicara, al desarrollar la
materialidad del procedimiento que lo tuvo como víctima
de Rubén Darío Reynoso, en el punto anterior, se
confirmó también con la certeza necesaria, que Rodolfo
Kremer fue secuestrado en las mismas condiciones de
tiempo modo y lugar, a las que por razones de brevedad
hemos de remitirnos.
De acuerdo a las pruebas colectadas en la
audiencia, luego de su captura fue llevado a un centro
clandestino de detención, que bajo la jefatura del Área
Militar 132, funcionó en la entonces Brigada de
Investigaciones de San Nicolás, sita en calle Alem 114.
Rodolfo Kremer, se encuentra al día de la fecha en
calidad de desaparecido, motivo por el cual esta
Magistratura afirma que ha sido víctima de homicidio.
Prueba de este caso, son las
declaraciones en el debate de Juan Arnold Kremer “Luis
Mattini” (hermano de Rodolfo Abel), quien comenzó su
relato indicando que en las décadas de los 60 y 70, con
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su hermano eran militantes. Sostuvo que esa iniciativa
surgió luego del golpe de estado del año 1966, cuando
decidieron formar parte del –PRT- de San Nicolás.
Que por el año 1970, se realizaron
congresos, donde participaban alrededor de cuarenta
jóvenes, en las Islas Lechiguanas y que allí formaron
una organización de corte militar que se llamó –ERP-,
comenzando en la zona de Zarate, Baradero y San
Nicolás.
Continuó su relato y sostuvo que con
posterioridad, su hermano se incorporó como militante
en la misma organización, definiéndose como “miembros
activos y convencidos”, de una organización que se
llamó Regional Rivera Paraná y abarcaba, desde la
localidad de Escobar hasta Rosario y Santa Fe.
En este sentido, dijo que aun cuando
había finalizado el gobierno Teniente General Alejandro
Agustín Lanusse, quienes conformaban ese grupo, estaban
convencidos de que si las Fuerzas Armadas continuaban
impunes las cosas se irían a repetir nuevamente.
Explicó que a pesar de que se había producido un
advenimiento a la democracia y consideraban que las
FFAA, no habían sido derrotadas del todo, sino que
solamente se habían retirado temporalmente, para luego
volver a tomar el poder “por eso decidimos no darles
tranquilidad y las seguimos atacando”.
Sobre su participación en el –PRT-,
relató que después del 5to. Congreso, comenzó a formar
parte de la cúpula política de la conducción junto a
Mario R. Santucho, situación que se mantuvo hasta que

411
en el año 1976, cuando a este lo asesinan y entonces
comienza a reemplazarlo como Secretario General del
ERP-PRT.
En lo concerniente a la participación
como militante, posterior privación ilegítima de
libertad y desaparición de Rodolfo Abel Kremer, el
testigo indicó que su hermano era delegado sindical y
desarrollaba esa actividad en lo que “se llamaba
movimiento sindical de base, intentando realizar esa
actividad en toda esta región de la Rivera del Paraná,
desde Escobar hasta San Nicolás, había un sindicalismo
activo y él era parte de eso”.
Continuó su relato y dijo que la casa de
sus padres, era un punto común, aunque con eso violaran
reglas de seguridad. Que un día, su madre, le comenta
que Rodolfo hacía tres días que no aparecía y que solo
sabía que se había ido a la localidad de a San pedro.
Que esa era la única información con la que contaban y
con ello, comenzaron a realizar una serie de
averiguaciones y presentaciones ante distintas
autoridades, a fin de dar con el paradero del mismo. En
este sentido, sostuvo que junto a su padre fueron a ver
al Obispo Ponce de León, acudieron a comisarías y
presentaron varios Habeas Corpus, siempre con
resultados negativos, teniendo como única información
que antes de su desaparición, Rodolfo había estado
tiempo antes en la localidad de San Pedro, con un
compañero “probablemente militante”, de apellido
Reynoso.
Dijo que posteriormente, su familia
comenzó a ser víctima de una persecución, por lo cual
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la familia debieron abandonar el país, continuando sus
reclamos desde el exterior, sin poder obtener resultado
alguno y que su madre falleció sin tener ni siquiera
algún indicio de que había pasado con su hermano.
En este sentido, explicó, que unos años
antes a la presente declaración y con motivo de que se
encontraba abocado a escribir un libro, se puso en
contacto con una serie de compañeros de su hermano y
que se reunió con el hijo Rubén Darío Reynoso, quien le
relató cómo había acaecido la desaparición de su padre,
quien en ese momento estaba junto a un compañero,
indicando “cuando me lo describió fue como una
fotografía, no tuve la menor duda de que se trataba de
mi hermano, que había ido a la casa de Reynoso y de ahí
lo habían secuestrado”.
Dijo que en base a eso, fue a ver el
domicilio donde se produjo el procedimiento y que allí
se encontró con un vecino “que le contó haber visto
todo” y le describió las circunstancias del operativo,
como capturaron a Rubén Darío Reynoso y a Rodolfo,
refiriendo que éste le otorgó una descripción de las
personas que se los llevaron y “como los ataban con
alambre de fardo”.
Finalmente, relató que en base a las
averiguaciones supo que Rubén Reynoso fue arrojado al
rio de La Plata en “los vuelos de la muerte” pero que
de su hermano, solo pudo saber que estuvo en San
Nicolás, pero sin ningún dato en concreto “me hablaron
de una prisión donde hubo gente torturada y donde
también estuvo alojado Reynoso”.

413
La materialidad del presente caso se
prueba también con las siguientes testimoniales:
La de Carlos Antonio Muredas, en el
debate, en cuanto refirió que Simeón Reynoso le contó
que cuando secuestraron a su hijo y al otro joven que
estaba ahí, se los llevaron “atados”.
Las declaraciones ya plasmadas de Juan
Carlos Reynoso, en las que describió la vinculación de
su padre y Kremer, por su militancia.
Las declaraciones de Roberto Oscar Berón,
producidas en el debate, en cuanto confirmó que el
lugar donde estuvo en cautiverio Kremer, funcionaba
como un centro clandestino de detención.
Se acredita asimismo con la siguiente
prueba documental incorporada al debate:
a) La denuncia ante CONADEP, de Simeón
Reynoso y su posterior ratificación en sede judicial -a
fs.2495- (incorporada por lectura al debate) en cuando
afirma “…y secuestraron allí a… y un amigo que
ocasionalmente se encontraba allí (de quien el
declarante solo sabe que era electricista y que vivía
en Zárate y que tenía dos hijos pequeños. Edad aprox.
30-35 años, rubio de estatura regular y delgado…..”.
b) de la denuncia ante CONADEP de Irene
Bulgano de Kremer, obrante a fs. 2.535/36, y su
ratificación en sede judicial en declaración
testimonial de fs. 2.563 en cuanto se consigna:
“…Fecha, hora y lugar del hecho: 23/4/76-En San Pedro,
casa de un amigo…”.
El informe elevado por la Comisión
Provincial por la Memoria, depositaria de los archivos
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de la ex Dirección General de Inteligencia de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires, de fs. 2861.
De donde surge identificación de la víctima y que era
operario de la ESSO-SAPA; de lo cual se infiere que
estaba siendo perseguido por los servicios de
inteligencia
De allí también surge la persecución
e inteligencia que pesaba sobre la persona de la
víctima en virtud de la actividad de militancia que el
mismo desarrollaba; dicho de otro modo tal informe nos
da la certeza de que Kremer estaba siendo buscado por
las fuerzas represivas actuantes en la época.
En efecto, con toda la prueba
colectada en el debate, habiendo quedado acreditado
respecto de Rubén Darío Reynoso su homicidio, en
circunstancias de haber sido arrojado desde un avión a
las aguas del Río de la Plata; sumado a la similitud en
tiempo, modo, espacio, con la desaparición de Rodolfo
Kremer y a que transcurrieron treinta y nueve años
desde su desaparición, sin que la víctima haya sido
vista con vida, para esta Magistratura queda
fehacientemente comprobado que èl mismo ha sido víctima
de homicidio.
El caso de de Miguel Ángel Di Pasqua: Ha
quedado probado en el debate, con certeza procesal
requerida, que Miguel Ángel Di Pasqua a la fecha de los
hechos tenía 23 años y era soltero. Conforme las
testimoniales prestada en el debate, se pudo establecer
que por entonces su familia estaba conformada por sus

415
padres, él y dos hermanos, Horacio Salvador y Alicia
Antonia.
Asimismo, se estableció que Miguel Ángel
se domiciliaba en la ciudad de San Nicolás, siendo
oriundo de Baradero y que regresaba periódicamente a
dicha localidad, donde mantenía relaciones familiares,
de amistad, sociales y políticas. Era militante del
Partido Revolucionario de los Trabajadores -PRT- y
tenía como compañeros a los hermanos Víctor Hugo y
Oscar Omar Hofer, Carlos Alberto Rojas, Rubén Darío
Reynoso, Julio Peris y Rodolfo Abel Kremer, todos ellos
víctimas de los presentes.
En efecto, conforme los testimonios del
debate, se probó que el día 24 de abril de 1976, la
propiedad de calle Bolaños 2444, de la ciudad de
Baradero -domicilio de los padres de Di Pascua-, fue
invadida en horas de la madrugada por un grupo de
personas armadas, que estaban vestidas de civil,
quienes ingresaron a la vivienda. Los mismos se
trasladaban -entre otros vehículos,- en un automóvil
marca Dodge, modelo 1500, de color verde, con el zócalo
negro, el cual había ya había sido avizorado el día
anterior en la localidad de Baradero.
En esa finca, se encontraba Miguel Ángel
Di Pascua y fue saqueado por parte del grupo armado,
habiendo robado todos los elementos que pudieron. A
partir de ese momento, Di Pascua fue privado
ilegítimamente de su libertad y obligado a acompañar a
sus captores a un recorrido por distintos domicilios
con el fin de que les señale a otros militantes de su
agrupación política, los que también fueron capturados.
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De la prueba obtenida en el juicio, se
pudo corroborar que hasta el 11 de mayo de 1976, Miguel
Ángel Di Pasqua se encontraba vivo, en un centro
clandestino de detención, que funcionó dentro de la
jurisdicción del Área Militar 132. Al día de la fecha,
Miguel Ángel Di Pasqua, se encuentra aún desaparecido,
motivo por el cual Esta Magistratura, afirma que ha
sido víctima de homicidio.
Una prueba fundamental de este hecho, es
documental obrante a fs. 158/vta., consistente en una
carta, escrita por Miguel Ángel Di Pasqua a su madre,
cuyo contenido en adelante se transcribe: “…21 hs.
Martes 11 de Mayo. Mami: Te imagino preocupada, mejor
dicho desesperada, esta carta te la escribo tratando de
alguna manera de aliviarte y te la escribo ahora
sabiendo que voy a morir antes del viernes. Muero
tranquilo y consciente de que no hay retorno. Se que no
vas a tener consuelo, ni alegría nunca más, solo te
pido que pienses que tu hijo murió con alegría….”.
De ella se desprende lo ya antedicho, que
por lo menos hasta el día 11 de mayo, Miguel Ángel
seguía con vida.
La autenticidad de dicha misiva, ha sido
afirmada por su aportante, Horacio Salvador Di Pascua,
en su declaración testimonial brindada en este juicio,
quien confirmó que la letra era la de su hermano y que
el contenido de la carta, refería a circunstancias
relativas a su entorno familiar que solo él pudo
escribir.

417
En efecto, Horacio Salvador Di Pascua
declaró en el juicio y sostuvo que era hermano mayor de
Miguel Ángel Di Pasqua. Que al momento de la
desaparición del mismo, vivía en la casa paterna y
trabajaba en Atucha I.
Que un día, con posterioridad al golpe,
aproximadamente un mes después del 24 de marzo de 1976,
un vecino le avisa que habían entrado intrusos a la
casa de sus padres, que nadie se animaba a ingresar
para ver qué había pasado y que debía concurrir allí
para interiorizarse de lo acaecido. Dijo que cuando
entró a la casa, tomó consciencia de que a su hermano
lo habían sacado en forma “violenta e intempestiva” ya
que “todavía estaban sus dientes postizos que usaba,
arriba de la mesa”, además, que faltaban cosas del
lugar y que estaba “todo muy revuelto”.
Explicó, que habló con una vecina que
vivía enfrente de la vivienda y ésta le comentó que vio
un Dodge 1500, verde, con una franja negra abajo, el
que recordaba haberlo visto unos días antes dando
vueltas por el lugar, refiriendo “supongo que habían
estado haciendo inteligencia”.
Ante ello, dijo que fue a la comisaria de
la ciudad y allí lo atendió el Comisario Guerrina,
quien le dijo que no sabía nada, pero que en caso de
enterarse de algo, algo le avisaría. Además, que su
familia hizo presentaciones, suponiendo que lo habían
trasladado a San Nicolás y que le solicitó al cura
párroco Juan Bambrilla, que por favor le averigüe si lo
habían alojado en la cárcel de esa ciudad, y que la
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respuesta fue negativa, llegando a consultar también
por el mismo motivo, al entonces Obispo Ponce de León.
Continuo su relato y dijo que tiempo
después de la desaparición de su hermano, se enteró
“por rumores”, que tanto los hermanos Hofer, como otra
chica, habían corrido la misma suerte de Miguel Ángel,
además que lo habían ido a buscar a Carlos A. Rojas y
que como no estaba en su casa, se llevaron detenida a
la señora, hasta que éste se presentó en la cárcel de
San Nicolás y luego la liberaron.
Sobre este episodio, relató que por una
entrevista que tuvo su mamá y hermana con Ana Inés
Cárdenas (esposa de Rojas), pudo suponer que su hermano
estuvo detenido en un lugar que se ubica en un paraje,
entre San Nicolás y Pergamino, en la zona rural.
En referencia a la misiva precedentemente
citada, relató que llego a sus manos aproximadamente
tres años después del suceso ocurrido a su hermano. Que
se la dio un señor de apellido González -quien había
estado detenido en San Nicolás- y se la entregó. Que
como bien se dijo la misa estaba fechada 11 de mayo de
1976 y escrita por Miguel Ángel en una “marquilla de
cigarrillos de color plateada”, despidiéndose, porque
sabía que al otro día lo fusilarían. Que –conforme
también se indicó anteriormente- supo que la había
realmente escrito su hermano por la letra y el
contenido, que solo Miguel Ángel podía conocer.
En este sentido, agrego, que siempre supo
que su hermano había sido fusilado, pues él mismo lo
había hecho saber a través de esa carta, aunque el

419
cuerpo de su hermano, nunca apareció. Asimismo, indicó
que luego de la desaparición, su madre interpuso habeas
corpus en todos los niveles posibles y siempre obtuvo
respuestas negativas. Además, que su hermana realizó la
denuncia de la desaparición de Miguel Ángel, ante la
CONADEP.
A preguntas de la Querella, respondió que
los hermanos Hofer, Carlos Rojas y su esposa Inés
Cárdenas -todos secuestrados en esa época- eran
“conocidos de su hermano”.
Finalmente, contestó preguntas del Fiscal
General y dijo conocer al señor Cesar Scollo, quien en
la actualidad es titular de una radio en la ciudad de
Baradero y que en el pasado prestó servicios para el
ejército, siendo además, compañero de su hermano y que
frecuentaba la casa de sus padres.
Antes de retirarse éste testigo reconoció
su firma en la declaración de fs. a fs. 155/157 y la
carta referenciada, leyéndola en voz alta.
Otro testimonio relevante de estos
hechos, fue el de su hermana Alicia Di Pasqua, quien en
oportunidad de declarar en esta audiencia manifestó que
“la última persona que lo vio con vida fue una chica
que estuvo compartiendo con él un Centro de detención
en San Nicolás, ubicado por la parte rural, que lo vio
sentado y abatido. Y después pudimos más o menos tener
algún dato de él, que él pudo escribir una carta y se
la entregó a un preso común en la cárcel de San
Nicolás, que era una carta de despidida y… esa carta
después este preso común se la llevo a mi hermano
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Horacio… decía que dentro de tres días iba a morir y se
despedía de la familia.”
Agregó que “…fue desesperante, espantoso,
terrible, lo buscábamos hasta con la gente que bajaba
de un tren, a ver si uno de los que bajaba era él. Esto
es una brevísima síntesis de lo que fuimos sintiendo
todos en mi familia. Lo esperábamos, mi madre visitaba
a las cárceles con ropa y comida, esperábamos cualquier
señal cualquier indicio lo esperábamos”.
Además, atestiguó María Delina Fosatti, e
indicó que en año 1976, era vecina de la familia Di
Pascua, púes vivía en un domicilio ubicado enfrente al
de ellos.
En referencia al procedimiento, sostuvo
que lo recordaba muy bien, porque ese día ella estaba
por ingresar a su casa y vio el arribo de dos
vehículos, con cuatro o cinco personas ocupando cada
auto, que bajaron raudamente y lo cual le hizo pensar
que iban a ingresar para robar. Que observó cómo bajó
una persona que tenía “un sombrero grande, piloto de
lluvia y ametralladora”, quien al advertir su presencia
“me dijo de todo, para q me metiera en mi casa…metete
si no queres ser boleta, no pude de los nervios, me
metí por atrás, vine de nuevo para adelante y me llevo
por delante un sillón. Había señor que se había quedado
para vigilarme, pude sacar la llave y meterme. Tuve un
susto muy grande, pensé que le estaban robando al de
enfrente”.
Explicó, que al otro día se enteró lo que
había sucedido a Di Pascua, que le robaron casi todas

421
las pertenencias de la casa y que se lo habían llevado,
agregando “por relación con la familia, supe que
desapareció, su madre se murió esperando a su hijo”.
Otros testimonio que confirma esto hecho,
es el de Ana Inés Cárdenas quien en el juicio,
referenció “me levantan a mí de los pelos y empiezan a
interrogarme. Como mi marido no estaba, bajaron a Di
Pascua para que me reconozca como esposa de Rojas,
tenían armas largas y ropa militar. Miguel Ángel estaba
desmejorado, golpeado, le faltaban los dientes y tenía
la camisa desgarrada”
Asimismo, se probó con la declaración
testimonial en el debate de la esposa de José Peris,
Carmen Rosa Romero, en cuanto refirió: “…entran a la
cocina otros hombres armados, con un muchacho joven, al
que lo sentaron en una silla y recuerdo que tenía el
lado izquierdo de su cara chorreando sangre,
posiblemente por los golpes recibidos, que sin llegar a
asegurarlo creo que tenía las manos atadas, pero su
cabeza estaba inclinada hacia abajo …que a este
muchacho que estaba en mal estado si bien no lo
conocía, luego con el tiempo, y al ver unas fotos de
personas desaparecidas en Baradero, observó que tenía
los rasgos muy parecidos a Oscar Hofer, o bien podría
haber sido Miguel Ángel Di Pasqua…”.
Finalmente, se prueba con la testimonial
de Carlos Alberto Rojas, ocurridas en la audiencia, en
cuanto dijo que a Miguel Ángel Di Pascua lo conocía con
anterioridad a su detención y que tenía entendido por
los dichos de su mujer y su padre, que fue a quien
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bajaron del camión para que en el domicilio de éste,
reconozca a su esposa, María Inés Cárdenas.
Documentos que prueban estos hechos:
El Legajo de la CONADEP, relativo a Di
Pasqua, que se encontraba incluido dentro de los autos
“Di Pasqua, Alicia Gracia Antonia. Denuncia
desaparición de Miguel Ángel Di Pasqua y sus acum.”
Expte. n° 20.597, el que se encuentra agregado por
cuerda a estos obrados conforme decreto de fs. 33.
El Habeas Corpus interpuesto por María
Rivera de Di Pasqua, a favor de su hijo Miguel Ángel
Expte. nº 16.555, que se encuentra incorporado como
prueba instrumental a los presentes actuados, siendo
que la denuncia que da inicio al mismo y fuere
efectuada por la madre de la víctima -María Rivera de
Di Pasqua- se hace un relato pormenorizado de la
ocurrencia de los hechos investigados y a fs. 3, se
encuentra glosado oficio remitido por el TTe. Coronel
Saint Amant, de fecha 29.06.1976, en el que se informa
al Juez Milesi que “el causante en ningún momento fue
detenido por personal dependiente de esta Jefatura de
Área”.
Legajo CONADEP, correspondiente a Oscar
Omar Hofer, de fs. 39/40, de donde surge la vinculación
de ambas víctimas y asimismo, con Víctor Hugo Hofer.
El Habeas Corpus interpuesto a favor de
Miguel Ángel Di Pasqua por María Rivera de Di Pasqua,
Expte. nº 17.034 que se encuentra incorporado como
prueba instrumental a los presentes autos.

423
Finalmente, cabe indicar que si bien a la
actualidad, no ha aparecido el cuerpo sin vidas de
Miguel Ángel Di Pascual, su homicidio se presume por
todos los elementos de prueba señalados
precedentemente, como asimismo, el asesinato de sus
compañeros de militancia y cuyos restos sí fueron
identificados: los hermanos Víctor Hugo y Oscar Omar
Hofer, Rubén Darío Reynoso, y Julio Raúl Peris, todos
secuestrados en las mismas localidades San Pedro y
Baradero) y en fechas cercanas a la privación
ilegítima de libertad de Miguel Ángel Di Pasqua.
El caso de Oscar Omar Hofer: Se ha
acreditado en este juicio, en base a la prueba
producida, que Oscar Omar Hofer (a) “Bocha”, tenía 24
años a la época de los hechos de autos. Que había
nacido y vivía en la ciudad de Baradero, en una casa de
calle Laprida al 1211. Asimismo, que trabajaba en la
fábrica Rodhia, estaba casado con María del Rosario
Perazzo, por aquel entonces de 21 años de edad y tenían
una hija de seis meses, de nombre Érica y su esposa,
estaba embarazada, de quien resultó ser su segunda hija
de nombre Ingrid.
Asimismo, se comprobó que Oscar Omar era
militante del Partido Revolucionario de los
Trabajadores -PRT-, compartiendo en Baradero la
actividad política con su hermano Víctor Hugo, con
Miguel Ángel Di Pasqua, Ricardo Alberto Rojas, Rodolfo
Abel Kremer, Rubén Darío Reynoso y Julio Peris, entre
otros.
En efecto, ha quedado acreditado en el
debate, con la certeza procesal requerida, que el día
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28 de abril de 1976, en el domicilio de sus suegros,
siro en calle Ituzaingó 415, de la ciudad de San Pedro,
Provincia de Buenos Aires, aproximadamente a las 2:00
de la madrugada, Oscar Omar Hofer, fue privado de su
libertad, por un grupo de aproximadamente diez
personas, armadas y comandadas por un sujeto, que hacía
las veces de jefe.
Asimismo, se comprobó que delante de sus
suegros y de su esposa, le vendaron los ojos, lo
esposaron y se lo llevaron de ese domicilio en una
camioneta de color azul, doble cabina, sin patente
identificatoria, que conforme se puedo establecer,
pertenecía a la Brigada de Investigaciones de San
Nicolás. Del mismo modo, se corroboró que antes de
retirarse de la vivienda, los integrantes de ese grupo,
amenazaron de muerte a la familia de Oscar Omar Hofer.
También se corroboró que previo a la
perpetración del secuestro de Oscar Omar, el mismo
grupo de operaciones, allanó la vivienda de la víctima,
de la localidad de Baradero, sita en calle Laprida
1211, la que fue saqueada y destrozada.
Lo expuesto, fue confirmado con la
declaración en el debate de María del Rosario Perazzo
de Hofer, quien inició su relato ante este Tribunal y
sostuvo que fue esposa de Oscar Omar Hofer, con quien
convivió en las ciudades de Baradero y San Pedro, hasta
que éste fue privado ilegítimamente de libertad y que
por entonces tenían una hija de seis meses de edad,
encontrándose embarazada de una segunda hija del
matrimonio.

425
Asimismo, que a la época de los hechos su
marido trabajaba en la empresa Rodhia, en la localidad
de Baradero y que militaba en el –PRT- junto a su
cuñado Víctor Hugo. Que además, su marido formaba parte
y concurría a reuniones del sindicato, siendo
Secretario General del mismo, el sr. Carlos Rojas.
Sobre el secuestro de Oscar Omar, la
declarante sostuvo que por el mes de abril de 1976, una
noche a las 2 de la mañana, estaba en su casa paterna y
sintieron “el llamador”. Que su padre atiende por una
ventana y entonces le apuntaron con un revolver en la
cabeza, ordenándole que abriera la puerta.
Además, que al ingresar “preguntaron por
el compañero Luis y que como mi papá les dijo que ahí
no vivía ningún Luis, le dijeron que en realidad
buscaban a Oscar Omar Hofer”. Indicó, que entre las
personas que fueron a su domicilio, que eran
aproximadamente diez, se encontrada “el Sr. Quintana”,
que entró a su domicilio con un pasamontañas, para
ocultar su cara, pero que como su padre era oriundo de
la localidad de San Pedro, igualmente lo reconoció. Que
eran todas personas de civil, armadas, junto a un
sujeto de aproximadamente unos 40 años, que se
diferenciaba por estar vestido con ropa del ejército.
Sostuvo que a su marido lo levantaron de
la cama y lo obligaron a arrodillarse, mientras que su
madre recorría el domicilio junto a la persona vestida
con ropa del ejército, buscando si allí se escondían
armas. Explicó que luego le sacaron la funda a una
almohada para atarle las manos a su marido y que con un
pedazo de camisa, le vendaron los ojos. Que antes de
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retirarse, una de esas personas le solicitó el D.N.I.
de su marido y que cuando ésta se lo entregó, le dijo
“que no la iba a necesitar nunca más”.
Continuó y refirió que esas personas se
retiraban, les dijeron “que si los seguíamos nos iban
a matar”, por lo cual, se quedaron encerrados dentro de
la vivienda hasta de las seis de mañana, hasta que
decidieron salir por una ventana a buscar las llaves y
poder abrir la puerta. Que entonces, partieron hacia la
casa de unos tíos, que vivían en la ciudad de Baradero.
En este sentido, sostuvo que fueron a ver
a su cuñado, Víctor Hofer, para contarle lo sucedido y
que su suegro le preguntó si lo que le ocurrió a Oscar
Omar tenía algo que ver con los libros que los hermanos
resguardaban en el sótano de la casa y que sí así era
“había que quemarlos”. Que la familia le sugirió a
Víctor que se vaya y él respondió que no, que se
pensaba quedar, porque si se escapaba “con él se iba a
ir su ideología política”.
Indicó, que unos días después ocurrió la
desaparición de Víctor Hugo Hofer y comenzaron a pensar
como proseguir ante esa angustiante situación.
Entonces contó que realizaron gestiones a
fin de poder dar con el paradero de los hermanos Hofer.
Que su madre era profesora de música y tenía conocidos
que habían estudiado con ella, entre ellos, una señora
llamada “Paquita Garre”, que estaba casada con el
Capitán Diamante y que a través de ella, sus padres
consiguieron una audiencia con el Dr. Arrindegui, en el
Ministerio del Interior, quien los atendió a través de

427
su secretario, el Capitán Alcorta, que escuchó a su
madre y le dijo “no haga declaraciones, si quiere
conservar a su hija y nieta con vida”. En este sentido,
recordó que paralelamente había hecho averiguaciones en
el Comando Radioeléctrico y en la Brigada de
Investigaciones de San Nicolás y que allí, pudo
observar la misma camioneta azul, sin patente, con la
que se habían llevado a Oscar Omar Hofer.
Continuó con su relato y sostuvo que en
aquella época, su madre tejía y le había confeccionado
un conjunto, de vestido y chaquetilla, que le fue
sustraído en el procedimiento realizado en su casa de
Baradero, el día 28 de abril de 1976, a la una de la
mañana aproximadamente, antes que el grupo de
operaciones fueran a buscar a Oscar Omar a localidad de
San Pedro, luego de no haberlo encontrado en el primero
de los domicilios. Que con posterioridad a eso, una
mañana, su madre fue a dar clases de música al colegio
y estando en un salón, observó el saco de lana que
había tejido para ella, por lo que solicitó en la
dirección del colegio que le informaran quien era la
persona que había ido al colegio con esa prenda,
contestándosele que era de una chica de segundo o
tercer grado, “hija de un policía, de apellido
Quintana”.
Relacionado al robo de sus pertenencias,
dijo que cuando fue a su casa de la localidad de
Baradero, se encontró con que “le habían robado de
todo” y que eso fue observado por un vecino de una
finca lindera, quien le contó que quienes participaron
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de ese hecho “trataban de llevarse todo lo que podían y
lo que no, lo rompían con la culata del revolver”.
A preguntas de la Fiscalía, respondió que
la mujer de Carlos Rojas, quien fue privada de su
libertad en la misma fecha que Hofer, le contó que
cuando fue secuestrada había sido recientemente madre y
estaba amamantando, por lo cual “le salía leche de los
pechos”, solicitando a sus captores de “algo para poder
taparse y que entonces le tiraron la camisa del bocha”,
agregando que después Oscar Omar le dijo “quédate
tranquila Ana, que a vos no te va a pasar nada”.
Respecto de destino final de Oscar Omar
Hofer, la deponente indicó que un día fue llamada del
Centro Antropológico Forense y le avisaron que tenían
una carpeta con los antecedentes del mismo, figurando
las conclusiones de como se había producido el
fallecimiento. Que concurrió junto a sus hijas, a la
ciudad de La Plata, a interiorizarse de la situación,
entregándosele un informe que decía que Oscar Omar
Hofer fue tirado al río de La Plata, en uno de los
denominados “vuelos de la muerte” y que su cuerpo,
había sido encontrado en la dársena uno del puerto de
Buenos Aires, por la Prefectura Naval Argentina y
posteriormente enterrado en el cementerio de la
Chacharita, en una fosa común.
Consultada por la Fiscalía General,
respondió que su fallecido marido era compañero de
Miguel Ángel Di Pascua y Carlos Reynoso, tomando
conocimiento que éste último había estado detenido en
la Brigada de Investigaciones de San Nicolás. Respecto

429
del primero de los nombrados, sostuvo que supo que
cuando detuvieron a Inés Cárdenas lo bajaron del camión
para que la identifique, relatando “creo que las
torturas hacen a la gente decir lo que no queres decir,
no creo que Miguel haya estado marcado las casas”.
Finalmente y respondiendo una pregunta de
la Defensa, dijo que ella al imputado Quintaba hasta
día del procedimiento no lo conocía, pero sí su padre,
por ser oriundo de San Pedro y que aunque entró con un
pasamontañas lo reconoció igual, refiriendo “porque los
rastros no se pueden tapar y menos la mirada”.
Este testimonio, encuentra respaldo con
los prestados en instrucción por su padre, Carlos
Horacio Perazzo, obrante en el expediente a fs. 101
vta. y de fs. 469/471 (incorporados por lectura al
debate) en los que el testigo refirió que ese día, a
las dos de la mañana, se presentó en su domicilio un
grupo de personas, en una cantidad de siete, golpeando
la puerta e identificándose como policías; estaban de
Civil y a cara descubierta. Que pudo reconocer a uno de
ellos, Quintana, que trabajaba en la Brigada de
Investigaciones y que éste le dijo, “quédese tranquilo
Perazzo que a usted no le va a pasar nada”. Que
Hicieron vestir a Oscar Omar Hofer, lo maniataron y lo
amordazaron y lo hicieron subir a una camioneta doble
cabina, vehículo que luego pudo ver estacionado en la
Brigada de investigaciones de San Nicolás, cuando fue a
preguntar por su yerno.
A su vez, todo estos dichos se
comprueban con el testimonio prestado en instrucción
por Margarita Mazzochi de Perazzo, obrante a fs. 100 e
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incorporado por lectura en el debate, en cuanto señaló
“…que se desempeñaba…como profesora del Colegio Escuela
Normal Superior de San Pedro y calcula que a las dos o
tres semanas después del evento narrado, observó que
una chica, alumna de segundo o tercer año, de apellido
Quintana, de lo que la deponente se enteró en la
Dirección del establecimiento secundario, que era hija
de un policía de apellido Quintana, empleado en San
Nicolás, vestía un poulover tejido por la declarante y
a la semana, un saco que había obsequiado a su hija.
Que estos elementos fueron sustraídos entre otros, en
la vivienda de Oscar Omar Hofer en Baradero”.
Además, en el juicio, prestó declaración
Carlos Federico Brandli, e indicó que, al igual que
Oscar Omar Hofer, fue privado ilegítimamente de su
libertad el 27 de mayo de 1976, por ser uno de los
fundadores de la Juventud Universitaria Peronista de la
ciudad de La Plata. Que conoció a los hermanos Hofer
porque vivían a una cuadra y media de la carnicería de
propiedad de su padre. Que también conoció a Miguel
Ángel Di Pascua y a Carlos Alberto Rojas, sosteniendo
que es el único de los nombrados que permanece vivo,
dado que los demás “fueron desaparecidos”.
En este sentido, explicó que tanto Miguel
Ángel Di Pasqua, como los hermanos Hofer, ejercían una
militancia “parecida a la nuestra, con una orientación
más izquierdista”.
Un testimonio de gran valor, fue el
brindado por Marta Ana Bramajo, quien sostuvo que en el

431
año 76 vivía en la ciudad de Baradero y que era prima
de los hermanos Víctor Hugo y Oscar Omar Hofer.
Que una mañana de abril, se enteró del
procedimiento por el cual fueron secuestrados sus
primos en 1976, “nos enteramos que los chicos habían
desaparecido, que se los habían llevado, había venido
un camión a la casa de mi tío Oscar en calle Gazcón en
Baradero, por la noche se lo llevan a Víctor Hugo, a
Bocha lo llevaron desde San Pedro. Estaba todo
revuelto, se habían llevado todo lo que habían podido,
Oscar y Manuela (los padres de los hermanos Hofer)
estaban maniatados, encerrados en el baño. Y allí
empieza la lucha de mi tío Oscar, que terminó sus días
esperando que los chicos volvieran. Yo tenía 16 años en
ese momento y lo único que puedo decir es lo que me
dijo Víctor en ese verano, estaba estudiando en La
Plata su carrera de ingeniería, volvió ese verano,
hacía teatro vocacional ya que era muy inquieto, era mi
primo preferido, a mí me mimaban por ser ahijada y la
nena que no tenían mis tíos.”
Además, indicó que un día Víctor Hugo le
dijo, “tiene razón Bocha, a él lo está vigilando el
criado de los Yamuni, no sabía nada, los 16 años de
antes no son los mismos que los de ahora, quizás era
tímida, ¿sabés que a Bocha el criado de los Yamuni le
pidió plata para sacarlo de una lista?, yo no entendía
nada de lo que me estaba hablando; eso fue en el verano
anterior a que ellos desaparecieran. Mi tío siempre
estaba esperando detrás de la ventana de su casa que
vuelvan, cuando íbamos con mi mamá a verlo, decía que
los chicos iban a volver y que estaban en el exterior.
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Un día me dice: estuvo el criado de los Yamuni y dijo
que me iba a traer información porque los chicos están
en el exterior; me pidió unos pesos. Mi mamá le dijo:
‘¿vos le diste?: No, no tengo un mango. Mi tío tenía un
taller mecánico, pero ya estaba con sus enfermedades,
la neuralgia del trigémino y toda la depresión
acumulada por la desaparición de sus hijos, que no
regresaban. Ahí es cuando yo le pregunto, ¿quién es el
criado de los Yamuni?, porque no sabía, porque no
entendía, tal vez porque no me interesaba hasta ese
momento, el gordo Scollo -me dice- el que es
periodista.”
Del mismo modo, relató que
en una oportunidad, Víctor Hugo le había dicho que
Cesa Scollo le había advertido que el Bocha no debía
aparecer más por la estación, porque “lo iban a
levantar” y que, posteriormente a los hechos supo que
Scollo pertenecía al Ejército.
A preguntas de la Fiscalía, sostuvo que
Víctor Hugo fue privado de su libertad del domicilio de
Baradero, en cambio Oscar Omar, en San Pedro y que si
bien no le constaba la militancia política de sus
primos, si supo después que “el bocha”, Oscar Hofer,
era militante del P.R.T..
Del mismo modo, la testigo sostuvo que se
pudo enterar que los cuerpos de sus primos fueron
identificados y que hoy se encuentran enterrados en el
cementerio de la Chacarita. Además, indicó que con el
tiempo se supo que en esa época también fueron privados
de su libertad, Peris, Miguel Ángel Di Pascua, Edith

433
Passaro, Carlos Rojas y Ana Cárdenas, sosteniendo que
ésta última, en una oportunidad le comentó que cuando
era trasladada al centro de detención, viajó en el
vehículo con “el bocha” Hofer.
Otro testigo que comprueba estos hechos
es Ángel Alberto Pérez, quien comenzó su relato al
tribunal indicando que era vecino de los hermanos
Hofer, pues los conocía de la ciudad de Baradero, más
precisamente del barrio “Santiago Acosta”.
Contó que en el año 1976, comenzó un
curso de recibidor de cereales y que al mayor de los
hermanos, a quien se lo apodaba “el bocha”, lo contactó
para preguntarle algunas cuestiones relacionadas con
ello, porque quería estudiar lo mismo. Que por esa
situación Oscar Omar Hofer, quien estaba viviendo la
ciudad de San pedro, comienza a concurrir a su casa,
situación que se prolongó hasta su desaparición.
Sostuvo que en ese entonces se
domiciliaba a unas cuatro cuadras de la estación del
ferrocarril y que un día Hofer llegó a su casa
corriendo y le dijo que le abriera la puerta, que lo
venían siguiendo y lo querían secuestrar. Sostuvo que
antes eso, él no sabía que militaba en un partido
político, que su relación era sólo por estudio y que
ante esa situación le contó que uno de los que lo venía
siguiendo era Scollo, una persona de Baradero. Que
luego de eso, al poco tiempo, se enteró que lo habían
secuestrado.
Lo expuesto, se comprueba documentalmente
con:
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Las constancias de la causa caratulada
“Di Rosa de Hofer Paulina. Denuncia desaparición de
Oscar Omar Hofer” Expte. n° 20.609, agregado a fs.
37/144, en particular, su legajo en CONADEP, de fs.
39/42, junto con denuncia efectuada por Paulina Di Rosa
de Hofer ante Madres de Plaza de Mayo.
Las constancias de autos “N.N. (607) s./
Presunta Privación ilegal de la libertad, en perjuicio
de Oscar Omar Hofer”, Expte. nº 16.599, del registro
del Juzgado Federal de San Nicolás, el que se encuentra
incorporado en esta causa como prueba instrumental; en
particular con: a) denuncia realizada por Carlos
Horacio Perazzo de fs. 1/vta.; b) Decreto de fs. 2, por
el que se dispone la instrucción de sumario por el
delito calificado prima facie presunta privación ilegal
de la libertad por parte de la Policía; c) declaración
testimonial de María Rosario Perazzo de Hofer de fs.
3/vta.; d) declaración testimonial de María de Mazzochi
de fs. 4.; e) declaración testimonial de Lilia
Margarita Mazzochi de Perazzo de fs. 4 vta.; f)
recepción por parte del Juez Dr. Milesi con fecha 2 de
junio de 1976 sin disponer medida alguna relativa a
averiguar el paradero de Oscar Omar Hofer; g)
resolución de fs. 8vta. por la que se dispone sobreseer
provisionalmente la causa, de fecha 19 de julio de
1976.
Las vistas fotográficas de la finca de
donde fuera secuestrada la víctima, tanto de su
exterior como de su interior de fs. 1236/1239.

435
El hecho de que previo al secuestro de
Oscar Omar Hofer, integrantes de fuerzas represivas
allanaron la vivienda en la cual residía junto a su
esposa en calle Laprida 1211 de la ciudad de Baradero,
en la que robaron pertenencias de las familia:
La denuncia presentada por Paulina Di
Rosa de Hofer, en la CONADEP de fs. 39/42, en cuanto
señala que. “…Es de destacar que previamente había sido
allanado y desvalijado totalmente el domicilio
particular de Oscar Omar ubicado en calle Laprida 1211
de Baradero. Como dato accesorio se afirma que días
después la suegra de Oscar Omar, a la sazón profesora
de la Escuela Normal de San Pedro observó durante 3
días consecutivos que la hija de un integrante de la
brigada de la policía provincial de San Nicolás, de
apellido Quintana y nombre Daniel, vestía ropas que
identificó como parte de las sustraídas… A los pocos
días la alumna arriba mencionada dejó de asistir a
clase...”.
Sobre el destino final de Oscar Omar
Hofer, se probó en el juicio, que luego de su captura
fue visto por Ana Cárdenas en el camión que lo
trasladaba a la “escuela de Campo Salles”, que
asimismo, también lo avizoró dentro de ese centro
clandestino.
Finalmente, conforme la prueba reunida,
se pudo conocer que el cuerpo sin vida de Oscar Omar
Hofer fue encontrado el día 13 de mayo de 1976 (15 días
posteriores a su detención), por personal del Servicio
de Control de Averías e Incendios y de Operaciones de
la Prefectura Buenos Aires, de Prefectura Naval
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Argentina, en la Dársena F, frente a la Arenera de
Puerto Nuevo. El cadáver en ese momento se identificó
como “NN masculino” fue encontrado flotando en las
aguas del Río de la Plata, desnudo, sin elemento que
pudiera ayudar a su identificación. Estaba cubierto de
petróleo, siendo referido como el cuerpo de un hombre
de unos 30 años de edad aproximadamente, cuya muerte
databa de seis días atrás.
La coincidencia de este cadáver con la
identidad del detenido desaparecido Oscar Omar Hofer se
produjo el 17 de septiembre de 1976, por parte del
Departamento de Investigaciones de la Prefectura Naval
Argentina, mediante cotejo dactiloscópico.
Por resolución Nro. 8/99-P, de fecha 16
de julio de 1999, la Excma. Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Capital,
en el marco del Legajo Nro. 33 del expte. de
identificación de cadáveres NN, declaró que la persona
de sexo masculino cuyo cadáver fue hallado en las
condiciones de modo tiempo y lugar arriba relatadas, se
corresponde con la persona de Oscar Omar Hofer. De modo
se encuentra acreditado su deceso por asesinato.
Otro elemento de prueba que corrobora lo
dicho, son:
Los informes suscriptos por el Jefe de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires, Comisario
Bronislao Rogosz, de fecha 31/10/1986, agregado a fs.
114/123 de los cuales surgen que en la Dirección de
Antecedentes Personales de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires, se registran los siguientes

437
antecedentes: “Oscar Omar Hofer: figura registrado bajo
Gabinete “CADAVER” Nro. 47.810; resulta ser hijo de
Oscar Atilio y Paulina Di Rosa, Clase 1951; L.E. nro.
8.403.799. Las fichas dactiloscópicas fueron recibidas
en esta Dirección el 2.07.76 en Causa
“AVERIGUACION/HALLAZGO CADAVER N.N.- (Masculino)-Puerto
Bs.As.- con intervención de Sres. Jueces Federales Dr.
Diego Péres y Guillermo Sobral –Sumario Judicial n°
676/76.”.
Actuaciones prevencionales labradas por
la División Documentación Personal del Departamento
Investigaciones Criminalísticas de la Prefectura Naval
Argentina en el marco del Expte. Nº 676/976, agregadas
a fs. 242/252 respecto del “Prontuario del Cadáver N°
3748. Sexo Masculino. N.N. Oscar Omar Hofer L. ENR.
8.403.791. Buenos Aires 13/5/76”. De las mismas surge
un informe fechado el 17/09/1976 elaborado por la
Policía de la Provincia de Buenos Aires, en el cual se
da cuenta que las fichas dactiloscópicas pertenecientes
a cadáver NN sexo masculino, resultó ser OSCAR OMAR
HOFER, argentino nacido el año 1951, Lib. Enrolamiento
8.403.791, hijo de Oscar Atilio y de Paulina Di
Rosa…”(ver fs. 249 y 251).
Expediente caratulado “N.N. Su muerte
(Cadáver sexo masculino hallado frente a la Arenera
“Puerto Nuevo, ‘Dársena ‘F’”).- N° 12.054 del registro
del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo
Criminal de Instrucción N° 20 de la Capital Federal, a
cargo en ese entonces del Dr. Diego Pérez, Secretaría
del Dr. Guillermo Sobral, con fecha de inicio: 13-5-76
que tramitara con motivo del hallazgo del cadáver en
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las circunstancias de modo, tiempo y lugar narradas, el
cual obra agregado a fs. 316/356.
Del mentado expediente surge: que el
citado cadáver era de sexo masculino, de
aproximadamente 30 años, que fuera rescatado de aguas
del Río de la Plata, quien presentaba pérdida de
substancia de cuero cabelludo región frontal derecha,
herida cortante maxilar inferior, herida cortante
región política izquierda, fractura de tibia, peroné en
ambas pierna. Que no se pudo obtener descripción
morfológica dado que el cuerpo se hallaba cubierto de
petróleo y en avanzado estado de putrefacción. Que del
examen te autopsia surge: “EXAMEN TRAUMATOLOGICO: …….
5).- Fractura de maxilar inferior, región media…7).-
Fractura de tibia y peroné, tercio inferior, de ambas
piernas. Hematoma a nivel del foco de fractura
derecho.- 8).- Fractura de todos los huesos del
cráneo.- 9).- Fractura de todas las costillas de ambos
lados en varias líneas.- 10).- Fractura del esternón,
tercio superior.- 11).- Fractura de la 4ª y 5ª
vértebras dorsales con sección medular.- 12).-
Fracturas múltiples de pelvis.- EXAMEN INTERNO: CABEZA:
Huesos del cráneo: fractura de todos los
huesos…CONCLUSIONES: la muerte de N.N. ADULTO DEL SEXO
MASCULINO fue producida por fracturas múltiples.
Sección medular. Asfixia por sumersión.- Informe
radiológico efectuado por el Servicio Radiológico del
Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional de la
Capital Federal de fecha 13/05/1976 en el cual se
consignó: MACIZO CRANEO FACIAL: En ambas incidencias se

439
observa un elemento de densidad metálica proyectado a
la altura de la región intraorbitaria.-… Fracturas de
costillas…TIBIA Y PERONE: Fractura bilateral a múltiple
trazo.”.
En fecha 8/06/1976, obra una nota
suscripta por el Director Médico de la Morgue Judicial
dirigida al Juzgado de mención en la cual solicita
autorización para inhumar por vía administrativa el
cadáver remitido en fecha 13 de mayo de 1976.; En
fecha 21/06/1976 el Dr. Pérez autorizó la inhumación;
Informe suscripto por el médico forense de la Justicia
Nacional a cargo de la Dirección Médica de la Morgue
Judicial, Dr. Juan Carlos Airoldi en el cual se pone en
conocimiento del magistrado que el cadáver fue inhumado
en el Cementerio de la Chacarita.
Expediente Nº L. 33 caratulado “Oscar
Omar Hofer” de trámite ante la Excma. Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la
Capital Federal. En el marco de estas actuaciones se
emitió la Resolución Nº 8/99-P de fecha 16 de julio de
1999, mediante la cual se concluyó que la persona de
sexo masculino cuyo cadáver fuera hallado el día 13 de
mayo de 1976, en las circunstancias de modo y lugar
relatados, que fuera inhumado en la Sepultura 0002,
Tablón 1, Manzana 6, Sección 2 del Cementerio de
Chacarita es Oscar Omar Hofer, M.I. Nro. 8.403.799,
Clase 1951.
Informe remitido en fecha 25/02/15, por
el EAAF por el cual se comunica que en relación a
Oscar Omar Hofer, el mismo ha sido identificado por
Resolución de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Poder Judicial de la Nación
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Criminal y correccional Federal de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires de fecha 16 de julio de 1999,f en base
a los datos obrantes en el prontuario cadáver n° 47.810
de la policía de la Buenos Aires que documenta el
hallazgo de un cuerpo NN en el puerto de Buenos Aires
el 13 de mayo de 1976, que fuere acompañado por este
Ministerio Publico Fiscal y obra a fs. 201/202 del
Legajo de prueba n° 70/13.
La partida de defunción Numero 971 Tomo 2
del año 1976 agregada a fs. 673, la que inscripta bajo
la nominación NN dispone como causa de muerte:
fracturas múltiples y asfixia por sumersión; y su
rectificación de fs. 674, por la que se dispone que la
misma corresponde a Oscar Omar Hofer.
El caso de Víctor Hugo Hofer: Conforme la
prueba recolectada en el debate, Víctor Hugo Hofer
tenía 19 años a la fecha de los hechos y estaba de
novio con Alicia Esther Surida.
Al igual que su hermano Oscar Omar,
Víctor Hugo, militaba en el Partido Revolucionario de
los Trabajadores -PRT-, junto con Rubén Darío Reynoso,
Carlos Alberto Rojas, Rodolfo Abel Kremer y Julio
Peris, entre otros.
En efecto, ha quedado probado en el
debate, con la certeza requerida, que Víctor Hugo fue
secuestrado el 29 de abril de 1976, a las 5:45 horas,
cuando se encontraba en el en el domicilio de sus
padres, Oscar Atilio y Paulina Di Rossa de Hofer,
ubicado en la calle Gascón 855, de la ciudad de
Baradero.

441
Asimismo, quedó probado que el grupo de
personas que lo secuestró, se encontraba formado por
ocho integrantes y que al momento de arribar al
domicilio, vestían uniforme de fajina.
Una vez perpetrada la privación de
libertad de Víctor Hugo Hofer, fue introducido en un
furgón, sin identificación alguna, que aguardaba en la
calle. Antes de retirarse del domicilio, quienes
realizaron ese operativo, robaron bienes, enseres y
dinero en efectivo, los que se llevaron junto al D.N.I
de Víctor Hugo Hofer.
Conforme la prueba recolectada en el
debate, se pudo establecer que el nombrado fue
trasladado, en primer término, a un centro clandestino
de detención denominado “Campo Salles”, lugar en el que
conforme se indicó anteriormente, también estuvo
detenido su hermano, Oscar Omar.
Finalmente, el cuerpo sin vida de Víctor
Hugo Hofer fue hallado el día 13 de mayo de 1976, en la
playa adyacente al Círculo Policial en aguas del Río de
la Plata, a la altura de Avenida General Paz, en su
intersección con Avenida Lugones, diagnosticándose en
el examen de autopsia que fuera realizado por orden del
Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción Nº 20,
que la muerte se había producido por asfixia por
sumersión.
El examen dactiloscópico, que fuera
ordenado por la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Criminal y Correccional de Capital, en el Legajo
Nro. 64, de la causa precitada, estableció la
coincidencia entre las fichas individuales
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pertenecientes a Víctor Hugo Hofer y la del cadáver
hallado, en forma categórica e inobjetable, que ambas
fueron extraídas a la misma persona.
Por resolución de fecha 5 de junio de
2008, el referido tribunal de alzada, declaró en los
autos mentados que una de las dos personas de sexo
masculino que fuera hallada sin vida es, Víctor Hugo
Hofer.
Este hecho se comprueba a través de los
siguientes testimonios:
a) El de Alicia Esther Surida, de fs.
1829/30, incorporado por lectura al debate, quien era
la novia de Víctor Hugo y sostuvo que al nombrado la
última vez que los vio fue cuando lo despidió en la
puerta de su casa, alrededor de las 12 de la noche. Que
ese mismo día, recuerda que su jefe le comentó que se
habían llevado a Víctor Hugo Hofer, que vivía a dos
cuadras de su trabajo y que el procedimiento lo habían
visto todos.
b) El brindado en el debate por Adalberto
Pascual Rapalin, quien comenzó su relato indicando que
el 18 de febrero del año 1976, estando en casa de sus
padres, se apersonó el por entonces Comisario Guerrina,
a quien ya conocía, y que éste le dijo “Coco, me tenes
que acompañar porque tenes una contravención”.
Explayándose “yo no pedí más explicaciones. Pensé que
era una multa, pensé habré estacionado mal. Además,
tampoco se me explicó más nada”. Sostuvo que a partir
de ese momento, quedó detenido y que Guerrina le
informó “que estaba preso”.

443
Recordó que lo trasladaron en un
automóvil y que primero lo llevaron a la comisaria de
Baradero, donde lo alojaron en una oficina y le sacaron
las zapatillas y el cinto. Que por la noche lo
volvieron a trasladar, esta vez, en un camión celular y
hacia la cárcel de San Nicolás, refiriendo “yo estuve
siempre con mi hermano, quien llegó a la comisaria
después que yo. No entendíamos nada, llegamos, bajamos
del celular y vimos como llegaban otros a los que
bajaban a culatazos, golpes y patadas. Nos llevan a una
celda que era para tres y éramos ocho personas”.
Asimismo, contó que luego del golpe de estado de marzo
de 1976, comenzó a sentir como se endureció el régimen
de detención, pasando a ser un “preso político” y sin
tener por ello, derecho ni siquiera a salir al patio.
A preguntas del Fiscal General, sostuvo
que si bien él nunca realizó ningún tipo de actividad
ni militancia política, sí su madre, quien en esa época
era candidata a diputada por el partido Peronista, lo
cual lo hizo sospechar que la detención suya y la de su
hermano se debió a esa circunstancia.
Que estando detenido fue interrogado por
el por entonces Juez Federal Milesi, a quien en varias
oportunidades le preguntó porque lo tenían detenido y
que este le respondió “estas acá porque sos un
perejil”.
Finalmente a preguntas de la Querella,
respecto de las personas con las cuales compartió
cautiverio, respondió “luego de un tiempo nos enteramos
de la desaparición de los hermanos Hofer y que luego se
habían llevado al matrimonio Rojas. La información no
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era puntual, no se sabía si estaban secuestrados o
habían desaparecidos. Nos enteramos de eso en la
cárcel”. Al tiempo, traen a Carlos Rojas a la cárcel de
San Nicolás, se escuchaba su voz, nos decía que era
Rojas. Sobre los hermanos Hofer, manifestó “nuestros
familiares nos confirmaron que estaban desaparecidos”.
c) El testimonio de Juan Segundo
Iparraguirre, quien declaró en el debate, sosteniendo
que en el año 1976 residía en Baradero y era vecino de
los hermanos Hofer. Que un día, sin precisar la fecha,
se enteró que se habían llevado “a los chicos”, que al
volver del trabajo ya no estaban, sin nunca enterarse
el destino de los mismos, ni el lugar adonde se los
habían llevado.
d) El testimonio en el juicio Hugo
Alberto Fussi, quien comenzó su relato indicando que en
el año 76 vivía en Baradero, a unos cien metros del
domicilio de los hermanos Hofer y que allí había
ocurrido un procedimiento del que tomó conocimiento al
otro día, enterándose que habían ido a buscar a Víctor
Hugo Hofer, porque a Omar ya lo detenido con
anterioridad. Que eso lo supo por la amistad que su
madre mantenía con la madre de los hermanos Hofer y por
los comentarios de los vecinos.
Recordó, además, que una noche volvía de
la casa de su novia y observó un operativo en el que
fueron a buscar a buscar a Rubén Reynoso y refirió
“había camiones, se veía mucha gente, creo que eran
militares por la forma de estar vestidos y las armas
largas”.

445
Además, sostuvo que conoció a Miguel
Ángel Di Pascua en la escuela industrial y que en el
año 74 lo reemplazó en la papelera donde trabajaba.
Indicó que en la fábrica se comentaba que a Di Pasqua
lo habían echado porque hacía “comentarios políticos” y
que con posterioridad le mostraron un acta que decía
“lo habían echado por comunista”.
Seguidamente dijo que después se enteró
que en el año 1976 lo fueron a buscar a la casa y
después supo más nada ni de Di Pascua, ni de los
hermanos Hofer.
Contestó preguntas de la Fiscalía y
manifestó que los hermanos Hofer participaban de un
grupo teatral y que supo que también participaba de esa
actividad Casar Abel Scollo, al que había conocido en
la escuela industrial y era apodado “el turco, yamuni o
turco Nasif”, indicando que en una oportunidad lo
encontró en un tren y allí el nombrado le comentó las
actividades que desarrollaba, refiriendo que le dijo
“estaba en el ejército, en la lucha con los
terroristas”.
Finalmente y contestando también
preguntas del representante del Ministerio Publico
Fiscal, dijo conocer a una persona de apellido Laserna,
quien también fue privado de su libertad en el año 76,
como así también, Carlos Alberto Rojas y su mujer, Ana
Inés Cárdenas.
d) Con la declaración en el juicio de
Jorge Alberto Sánchez quien comenzó su relato indicando
que en el año 75 era miembro del P.R.T. y que
participaba en una revista en la que se denunciaban
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violaciones a los Derechos Humanos, en gobierno de
Lanusse.
Además, sostuvo que militaba en el
partido M.A.S. de Baradero y que conoció a los hermanos
Hofer, quienes formaban parte del P.R.T. y de Acción
Vecinal. Que ellos tenían un taller y frecuentaba ir
ahí, teniendo relación también con el padre de los
nombrados.
En su relato, indicó que estando como
conscripto, en el Servicio Militar, tomó conocimiento
de que en Baradero había ocurrido lo que denominó como
“un desastre”, porque no solo se habían secuestrado
personas, sino que además se habían robado televisores,
frazadas, indicando que quienes lo hicieron “eran unos
delincuentes…”.
Finalmente, sostuvo que también conoció a
Carlos Rojas, quien era oriundo de Baradero, que estaba
casado con una chica que era de apellido Cárdenas,
sabiendo que lo habían detenido a ella o el marido.
También referencio haber tenido algún contacto con
Miguel Ángel Di Pascua, Julio Peris, del cual no
recordaba si militaba o no, y Rubén Darío Reynoso, a
quien conoció en el movimiento socialista de la ciudad
de San Pedro.
e) Con la declaración de Carlos Alberto
Rojas, quien dijo “que en la ciudad de Baradero, fueron
también secuestrados los dos hermanos Hofer”. Además,
“que eran compañeros de militancia”.
f) Con la declaración de Carlos Federico
Brandli, ya referenciada anteriormente, en cuanto

447
sostuvo que conoció a los Hermanos Hofer y que sabía
que habían sido víctimas de privación ilegítima de su
libertad.
g) Con la declaración de Marta Ana
Bramajo, plasmada con anterioridad, quien refirió que
en el año 76 vivía en la ciudad de Baradero y que era
prima de los hermanos Víctor Hugo y Oscar Omar Hofer.
Que una mañana de abril, le avisaron que se habían
llevado “a los chicos”, enterándose después que había
ido un camión a la casa de su tío Oscar, en horas de la
noche, y se habían llevado de allí a Víctor Hugo. Que
cuando fueron al domicilio se encontraron que estaba
“todo revuelto, habían robado todo lo que pudieron y lo
que no, lo destruyeron”.
h) Con la declaración de testimonial de
Nélida Benita Papillú, incorporada por lectura al
debate, obrante a fs. 1832/1833, quien dijo que un día
a la madrugada, golpea la puerta, el padre abre
rápidamente y entran 4 personas con armas, lo
encañonaron y lo hacen irse al fondo de la casa y
comienzan a requisar toda la vivienda. En un momento
entran a su habitación y la levantan de los pelos
apuntándole con un arma… Le preguntaban si era Alicia
Surida, a lo que ella les decía que no… Que revuelven
toda la casa y ve cómo se suben a una camioneta con
cúpula donde pudo observar que ya había gente arriba,
con los ojos vendados y tapada la cabeza… que recuerda
que todos los vecinos de Hofer estaban convulsionados
por el procedimiento mediante cual se lo habían
llevado.
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Este hecho se prueba con los siguientes
documentos:
El Legajo CONADEP, de fs. 1/6, que
formara parte del expte. nº 20.608, en la que la madre
del mismo -Paulina Di Rosa- ha relatado los sucesos y
de donde se lee: “29 de abril de 1976 - 5hs 45”… en la
fecha arriba señalada se apersonaron 8 personas con
uniforme de fajina militar que se identificaron como
pertenecientes a fuerzas de seguridad y adjudicaron
tener orden de detención, encerraron en el baño de la
vivienda a los padres (Oscar Atilio Hofer y Paulina Di
Rosa de Hofer) en presencia de quien se realizó el
secuestro, luego de ser vendado el ahora detenido
desaparecido, fue subido a un furgón sin chapa
identificatoria …”(agregado a fs. 1/29). Asimismo surge
de dicho documento que: “previo a retirarse sustrajeron
elementos de valor y documentos personales del detenido
desaparecido y ropa junto con todo el dinero efectivo
que en esos momentos había en la casa”.
La declaración testimonial de Oscar
Atilio Hofer de fs. 78; e informe elevado por el
Comisario General Bronislao Rogosz, fechado el
31/10/1986, de fs. 95, que pertenecen a la causa
caratulada “Di Rosa de Hofer Paulina. Denuncia
desaparición de Oscar Omar Hofer” Expte. 20.609
(agregado a fs. 37/144).
La causa caratulada “Di Rosa Paulina.
Denuncia desaparición forzada de Víctor Hugo” Expte. n°
20.608 el que ha sido iniciado con fecha 21 de marzo
de 1986.

449
Los autos caratulados “Hofer, Víctor
Hugo. Ausencia por desaparición forzada - ley 24.321”
Expte. n° 80.126 iniciado el 16 de julio de 1995; que
se encuentra incorporado como prueba instrumental. En
dicho expte. obra a fs. 42/43vta. Resolución de fecha
10 de diciembre de 1996 por la que se declara la
ausencia por desaparición forzada de Víctor Hugo Hofer
fijándose como día presuntivo de la misma el 29 de
abril de 1976.
La resolución Nº 11/08-P de fecha 5 de
junio de 2008 obrante a fs. 1771/1772vta. emitida por
la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal
y Correccional de la Capital Federal en el marco del
expediente L. 64 caratulado “Víctor Hugo Hofer”. De los
considerandos del resolutorio se desprende que el
confronte dactiloscópico dispuesto por el Tribunal
entre las huellas obrantes en el prontuario de
Prefectura Naval Argentina Nro. 3749, correspondiente a
una persona no identificada de sexo masculino que fuera
hallada el día 13 de mayo de 1976 en aguas del Río de
la Plata, frente a la costa del Círculo Policial –
altura Avda. Gral. Paz y Lugones- y el formulario nro.
1 del Registro Nacional de las Personas perteneciente a
Víctor Hugo Hofer, arrojan como resultado su
correspondencia “…en forma categórica e inobjetable…”
ya que “…fueron extraídas a la misma persona…”.
Declarando que una de las personas de sexo masculino
que fuera hallada sin vida el día 13 de mayo de 1976,
en aguas del Río de la Plata es Víctor Hugo Hofer.
Informe remitido en fecha 25/02/15, por
el EAAF (fs. 201/202 Legajo de Prueba) por el cual se
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comunica que en relación a Víctor Hugo Hofer, el mismo
ha sido identificado en forma categórica e inobjetable
y que ello fue establecido mediante Resolución de la
Camara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires de fecha 05 de junio de 2008 (ref. legajo n° 64).
El caso de Ana Inés Cárdenas y Carlos
Alberto Rojas: Conforme la prueba rendida en el debate,
se pudo establecer que Ana Inés Cárdenas tenía 20 años
a la época de los hechos, se encontraba casada con
Carlos Alberto Rojas y fruto de ese matrimonio había
nacido su hija, María Constanza.
De acuerdo a lo que se ha ido comprobando
en la materialidad de estos hechos, su esposo Carlos
Alberto Rojas, militaba en el Partido Revolucionario de
los Trabajadores, junto a Víctor Hugo y Oscar Omar
Hofer, Rubén Darío Reynoso, Miguel Ángel Di Pasqua,
Rodolfo Abel Kremer y Julio Peris entre otros.
En efecto, ha sido probado en el debate,
que el día 29 de abril de 1976, en horas de la noche,
Ana Inés se encontraba en casa de sus suegros, ubicada
en calle Boedo 821 de la ciudad de Baradero, cuando un
grupo de personas que portaba armas largas, vestidas de
civil y que buscaban a su marido irrumpió en dicha
vivienda a tal fin.
Asimismo, que como en ese momento el
nombrado no se encontraba en la vivienda, los
integrantes del grupo hicieron ingresar a la vivienda a
una persona que identificó como “Miguel Ángel Di
Pasqua”, el que se encontraba según sus dichos “en

451
estado deplorable”, a quien le preguntaban si se
trataba la esposa de Carlos Alberto Rojas.
Cuando los integrante del grupo captor
confirmaron que efectivamente era ella, luego de
golpearla, le vendaron los ojos, la esposaron y la
obligaron a subir a un camión sin importarle el ruego
de Ana Inés, respecto de que quería llevar a su hija
recién nacida.
Conforme se pudo establecer, la misma fue
trasladada en ese vehículo junto a otras personas que
estaban en su misma condición, hacia el centro
clandestino de detención que funcionó en lo que se
conoce como “la vieja escuela de Campo Salles” ubicada
en el Partido de San Nicolás, Provincia de Buenos
Aires, sobre un camino de tierra perpendicular a la
Ruta Nacional 188, a unos 50 metros de la misma, sobre
la mano derecha.
En ese lugar, permaneció entre siete y
diez días, fue sometida a interrogatorios en forma
diaria habiendo sido preguntada por su marido y las
actividades que desarrollaba. Además, golpeada y
levantada rudamente a patadas durante la noche. Fue
mantenida en deplorables condiciones higiénicas y sin
ni siquiera tener acceso al uso de sanitarios. En dicho
lugar, conforme se dijo anteriormente, pudo mantener un
diálogo con “Bocha” Hofer.
Finalmente, fue liberada en horas de la
noche, a pocos kilómetros del centro clandestino de
detención, debiendo solicitar auxilio a los vecinos
para poder regresar a su domicilio.
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En el debate declaró Ana Inés Cárdenas y
comenzó su relato indicando que es esposa de Carlos
Alberto Rojas y que en el año 1976, él era empleado de
RODHIA y Secretario General del Gremio de Químicos.
Indicó que el día 29 de abril de 1976, se
encontraba recostada con su bebé de dos meses, en el
domicilio de sus suegros de la ciudad de Baradero,
cuando sintió que golpearon a su puerta. Que ingresaron
unas personas que comenzaron a preguntarle dónde se
encontraba su esposo, quien en ese momento no estaba
presente y que por eso “me levantan a mí de los pelos y
me interrogaron. Como mi marido no estaba, bajaron a Di
Pascua. Lo vi desmejorado, le faltaban los dientes y
tenía la camisa desgarrada, lo bajaron para que me
reconozca como esposa de Rojas. Esas personas tenían
armas largas y ropa militar, me interrogaban para saber
donde estaba mi marido y me pegaban, yo no sabía dónde
estaba, me había acostado con la bebé y me despertaron
ellos con los golpes. Me robaron todos los regalos del
casamiento y las herramientas que tenía mi suegro”.
Continuó su testimonio y sostuvo que la
subieron a la parte trasera un vehículo, donde ya había
otras personas, entre ellas uno de los hermanos Hofer
“el bocha que le decían”, a quien ella conocía de
vista, desde hacía poco tiempo.
Relató que dentro del rodado debió pasar
por encima de varias personas, sin poder calcular
cuantas eran en total las que allí había y que
realizaron un viaje que duró alrededor de “hora y
pico”. Asimismo, sostuvo que durante el trayecto,

453
desde que la privaron de libertad hasta el lugar donde
se mantuvo en cautiverio “fuimos a buscar a una que era
la novia de uno de los Hofer. Esperamos ahí un momento
y después nos fuimos, me enteré que era ella después”.
Luego, manifestó que llegaron a un sitio
donde anunciaron su llegada tocando una sirena, los
bajaron y comenzó lo que la testigo describió como “el
baile”, porque les pegaban e interrogaban todo el
tiempo, sobre sus familiares y las actividades en las
que participaba su marido.
Sobre el lugar donde estuvo detenida,
relató que era un alejado, donde se escuchaban los
ruidos típicos de una escuela y la ruta. Que el primero
de mayo, como no había nada de movimiento, la sacaron
“a un recreo” y que pudo advertir que el sitio donde se
encontraba detenida estaba de un descampado, un lugar
antiguo, por cómo era el piso y las ventanas. Dijo, “me
corrí la venda y me pude ver manchas de sangre en la
ropa, yo estuve más cerca de una chica que no sé quién
era, nos hacían caminar y me encontraba con ella, que
temblaba del miedo. Con el bocha Hofer, lo único que
charlé es que él me pregunto ¿sos Ana? yo le dije que
sí, y me dijo no te preocupes que a vos no te va a
pasar nada”.
En otro orden, sostuvo que su padre y
hermano fueron a hacer la denuncia a la comisaria de
Baradero y que el comisario, hoy aquí imputado
Guerrina, no les quiso tomar.
Sobre cómo se produjo su liberación,
indicó que se efectuó de madrugada, trasladada en la
parte trasera de un auto, hacia un sitio que quedaba en
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la dirección de la localidad de “La Emilia” y que pidió
ayuda en una casa cercana a Campo Salle, donde una
persona la llevó hacia la terminal y le dio dinero para
que partiera a Baradero.
Consultada sobre si durante su cautiverio
pudo reconocer a otras personas, dijo que no, que a Di
Pascua no lo vio ni habló con él, sólo cuando la fue a
reconocer en su domicilio. Además, explicó que luego de
ser liberada, se enteró que su marido se encontraba
detenido, que se entregó para que la suelten a ella.
A preguntas de la Querella dijo que el
día de su secuestro, ella estaba durmiendo con su hija
recién nacida. Que tenía 20 años de edad y que tuvo
que dejar la bebé en la casa de sus suegros, porque no
se la dejaron llevar.
Que a partir de su liberación comenzó a
visitar a su marido en la cárcel de San Nicolás, Sierra
Chica La Plata y Rawson, hasta que posteriormente salió
en libertad.

También comprueba estos hechos, el relato


de Francisco Parodi, incorporado por lectura al debate,
de fs. 226/227, -vecino del lugar donde permaneció
cautiva Cárdenas, quien confirmó que auxilió a la
víctima al tiempo de su liberación. Lo que da cuenta
que efectivamente estuvo cautiva en dicho sitio y
refirió “...a las 5 de la mañana le golpea la ventana,
abro la puerta y veo una mujer… medio que se escondía y
me pregunta ¿me puede decir dónde estoy?...me dice me
llevaron en un auto y me bajaron, hace como media hora

455
que vengo caminando… y quiero llegar a Baradero…le dije
que la iba a llevar hasta que agarre el colectivo y la
traje a Chevallier de San Nicolás”.
El caso de Carlos Alberto Rojas: Del
mismo modo, se comprobó con la certeza necesaria, que
el marido de Ana Inés, Carlos Alberto Rojas, a la fecha
de los hechos contaba con 25 años de edad, era
Secretario General del gremio Químico de la ciudad de
Baradero, trabajaba en la fábrica “Rodhia” y militaba
en el Partido Revolucionario de los Trabajadores -PRT-,
dónde como se viene afirmando, eran compañeros de
Víctor Hugo y Oscar Omar Hofer, Rubén Darío Reynoso,
Julio Peris y Miguel Ángel Di Pasqua.
Como anteriormente se sostuvo, su mujer
había sido secuestrada el 29 de abril de 1976, por lo
que siguiendo el consejo de su suegro y del Dr. Hugo
del Pozo (abogado de la familia) Carlos Rojas decidió
entregarse, acompañado de los mismos, el 1° de mayo de
1976.
En ese lugar se lo dejó detenido, fue
encapuchado y sometido a una serie de interrogatorios
en los que le preguntaban por su actividad política y
gremial y por las personas que militaban con él,
particularmente sobre Miguel Ángel Di Pasqua y Oscar
Omar y Víctor Hugo. Fue sometido a torturas y debió
padecer un simulacro de fusilamiento.
Estando en cautiverio, luego de que le
levantaran la incomunicación, se enteró que su esposa
Ana Inés Cárdenas había sido liberada.
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Mientras estuvo privado de su libertad,
fue trasladado a distintas unidades penales hasta que
recuperó su libertad a fines del año 1982.
Efectivamente, conforme las constancias
aportadas en el debate, Carlos Rojas fue sometido a
partir del 21 de mayo de 1976 a una causa por presunta
infracción a la ley 20.840, la que tramitó ante el
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo por ese entonces
del Suboficial Mayor (RE) Dr. Luis H. Milesi, quien le
tomó declaración indagatoria en la Unidad Penal Nº 3 de
San Nicolás en fecha 10 de junio 1976, o sea luego de
haber transcurrido más de un mes desde su detención.
Con motivo de esa causa, fue condenado a
tres años de prisión, considerándoselo autor
responsable del delito previsto y penado por el art. 1
de la ley 20.840, en concurso ideal con el art. 213 bis
del Código Penal.
Agotada la pena que se le impusiera y
como consecuencia de que se hallaba además detenido a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional recién
recuperó su libertad de manera vigilada a fines del año
1982.
En el debate, declaró Carlos Alberto
Rojas, quien comenzó su relato indicando que en 1976
trabajaba en Química Argentina, era el Secretario
General del gremio de los químicos y militaba en el
Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Sostuvo que para el mes de abril de ese
año, vivía en casa de sus padres y que cuando ocurrió
el procedimiento en ese domicilio él no se encontraba

457
presente y que por ello, secuestraron a su esposa.
Indicó “se la llevaron para que me entregara” y agregó
que la mantuvieron cautiva por alrededor de diez días.
Además, indicó que su suegro, luego de la
detención de Ana Inés, concurrió a la comisaria de
Baradero a denunciar el secuestro de su hija y que no
se la quisieron aceptar, estando por ese entonces como
comisario el Sr. Guerrina.
Recordó, que en esos días en la ciudad de
Baradero fueron también secuestrados los dos hermanos
Hofer y Miguel Ángel Di Pascua, quienes eran
compañeros de militancia.
Sobre el día del procedimiento, explicó
que ese día regresó a su domicilio a las seis o siete
de la mañana y refirió “ahí veo a mis viejos dados
vueltas, no entendían nada. Me dijeron se llevaron a tu
mujer. Mi papá quiso prender un cigarrillo y dijo,
estos se llevaron hasta el encendedor. Mi hija de dos
meses no tenía consuelo”.
Que luego recibía llamados telefónicos a
la casa de unos vecinos y le decían que debía
entregarse, porque si no lo hacía, matarían a su
esposa. Que debía entregarse en el batallón de San
Nicolás.
Indicó que habló con su suegro y le dijo
que se iba a entregar. Que así lo hizo y fue acompañado
por su suegro, su cuñado, que era dirigente gremial y
un abogado de apellido Del Pozo.
Que estando en el Batallón, a su abogado
le dijeron que no había denuncia alguna en contra del
mismo, pero que sin embargo lo detuvieron y lo pusieron
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en un calabozo. Que su suegro y su abogado se retiraron
y entonces lo llevaron a una oficina, refiriendo allí
“estaba una persona chiquita, que me impresionó más que
Bossié y Saint Amant. Esta persona estaba de civil,
Saint Amant y Bossié estaban uniformados, me
interrogaron y lo primero que me dijeron fue mi nombre
de guerra, me hablaron de Peris o de algún otro que
ahora no me acuerdo”.
Después, describió los aconteceres de su
periplo en cautiverio y en este sentido relató que del
Batallón de Combate fue trasladado, a punta de pistola,
hacia alguna dependencia de la policía, donde lo
introdujeron en un calabozo oscuro en el que no se veía
nada. Que allí permaneció siempre solo, por cuatro días
y que después fue nuevamente trasladado, esta vez, a la
cárcel de San Nicolás.
Que en ese penal lo llevaron a un
pabellón de presos comunes, hasta que después lo
reubican con los presos políticos. Asimismo, sostuvo
que estando allí tomó conocimiento que le habían
realizado una causa penal, llevada por el juez Milesi y
que todas las declaraciones se las tomaron en el
pabellón. Que posteriormente fue trasladado a Sierra
Chica, donde el régimen de detención era terrible,
luego a la cárcel de La Plata, después Rawson, para
finalmente recuperar su libertad a finales del año
1982.
A preguntas del Fiscal General, respondió
que a Miguel Ángel Di Pascua, lo conocía con
anterioridad a su detención y que tenía entendido, por

459
los dichos de su esposa y su padre, que fue a quien
bajaron del camión para que reconozca a su esposa,
María Inés Cárdenas. Sobre los hermanos Hofer, dijo que
a quien apodaban “el bocha”, era su compañero de
militancia en el Partido Revolucionario de los
Trabajadores, actividad que compartían también con
Miguel Ángel Di Pascua.
Que tanto a ellos como a Julio Peris, no
los volvió a ver, tomando conocimiento que los mismos
fueron arrojados al mar en los llamados “vuelos de la
muerte”, indicando “si a mí me encontraban esa noche,
hubiese sido mi misma suerte”.
Concluyendo su testimonio, relató los
padecimientos que sufrió estando detenido, recordando
que el régimen era muy estricto, permitiéndole salir
una vez por día y por el plazo de una hora. Que eran
“malos los tratos” que recibía, agregando “si te veían
mal estacionado dentro de la celda te sacaban y al
calabozo. Por ejemplo, cuando nos trasladaron de San
Nicolás a Sierra, éramos 13 nada más, pero hicieron un
operativo que parecíamos 300. Cuando me bajaron en
Sierra, me molieron a palos, hacían mangas de 60 tipos
y te pegaban…”.
Para finalizar, describió las
consecuencias que produjo para su vida el hecho de
hacer sido ilegítimamente privado de su libertad,
indicando que en esa época el servicio penitenciario
estaba estructurado para destruir al prisionero y
también a su familia. En este sentido recordó lo
traumático que resultaban las visitas de sus padres y
su mujer, materializadas a través de un vidrio o en una
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iglesia, donde no podía tener ningún contacto con la
misma.
Lo descripto quedó probado con la
siguiente documental:
Acta de inspección ocular efectuada por
Ana Inés Cárdenas, sobre la vivienda ubicada en
proximidad de la Ruta 188 y la escuela Nº 8 Hipólito
Irigoyen -única en las cercanías que se adapta a la
descripción efectuada por ella en su relato- donde
funcionó el CCD denominado como “vieja escuela de Campo
Salles”, de fs. 179/vta.
Vistas fotográficas tomadas a la
referida vivienda de fs. 189/217.
Las constancias obrantes en la ya causa
n° 16.523, del Juzgado Federal de San Nicolás,
particularmente fs. 17, donde dice “Actuaciones Decreto
1.860/75”, suscripta por el entonces Tte. Coronel
Manuel Fernando Saint Amant, Jefe del Área Militar 132,
en el que consta que la detención de Rojas se habría
practicado el 4 de Mayo de 1976, en lugar del 1° de
Mayo de ese año.
Las constancias de la causa caratulada
“Rojas Carlos Alberto. Infracción 20.840” expte. nº
16.523, a saber: a) acta de fs. 1 de donde surge que en
el interior del Batallón de Ingenieros de Combate se
encuentra detenida una persona la que concurrió a
presentarse por pertenecer a organización subversiva.
Se inicia causa por ley 20.840 y se le da intervención
al Juzgado a cargo del Dr. Juez Milesi; b) Nota de fs.
2, por la que se deja constancia del traslado de Rojas

461
a la Policía federal delegación San Nicolás para
recepción de declaración indagatoria; c) Declaración
indagatoria en sede de policía federal de fs. 3/7vta.;
d) constancia de recepción del detenido en la Unidad
Penal 3 de San Nicolás obrante a fs. 10; e) nota de
comunicación de recepción de detenido y puesta a
disposición de la Justicia Federal de fs. 16 con cargo
de fecha 7 de Mayo de 1976; f) comunicación de puesta a
disposición del PEN por decreto 388/76 de fecha 11 de
Mayo de 1976 de fs. 18; g) recepción de declaración
indagatoria ante el Juzgado Federal de San Nicolás a
fs. 24/vta. con fecha 10 de Junio de 1976, un mes y
diez días después de haberse producido su detención, en
donde consta que en dicho acto procesal designó la
víctima al defensor oficial, el que no estuvo presente
durante la audiencia; h) auto de prisión preventiva de
fs. 27/vta. dictado únicamente en base a su confesión;
i) incidente de apelación del auto de prisión
preventiva.
b.4) Expediente nº FRO 81000008/2013: el
caso de Carlos Alberto Pheulpin.
Ha quedado demostrado en el debate, con
la certeza procesal requerida en esta etapa, que dentro
del plan sistemático dispuesto por el último gobierno
de facto que asumió el poder con el golpe de estado
cívico militar del 24 de marzo de 1976, se produjeron
los hechos que se imputan en estos autos a Manuel
Fernando Saint Amant y Antonio Federico Bossié.
En este sentido, Carlos Alberto Pheulpin,
fue privado ilegítimamente de su libertad el 17 de
enero de 1977, cuando decidió entregarse acompañado de
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FRO 82000149/10
su madre Carolina Bovio y su suegro Atilio Biscia, en
la sede del Batallón de Ingenieros de Combate 101 de
San Nicolás. Allí fueron atendidos por el Teniente
Coronel Fernando Mario García, quien expresó que
“estaba al tanto de la situación” y que a partir de ese
momento quedaba detenido a disposición del Área Militar
132.
Luego, Carlos Phuelpin fue trasladado a
la Comisaría Primera de San Nicolás, donde permaneció
durante un mes, sin haber sido puesto a disposición de
ninguna autoridad judicial ni habérsele informado en
momento alguno el motivo de la detención.
Por ello, el 2 de febrero de 1977 la
esposa de Carlos Phuelpin interpuso un habeas corpus en
el mismo Juzgado Federal ante el cual la propia víctima
había interpuesto anteriormente el recurso
precedentemente referido. Esta vez, al requerir los
informes al por entonces Comisario a cargo de la
Comisaría Primera de San Nicolás, Carlos E. Mottino,
indicó que en la dependencia a su cargo se encontraba
detenido Carlos Alberto Pheulpin a disposición del
Teniente Coronel Manuel Fernando Saint Amant en
averiguación de presuntas actividades subversivas.
En consecuencia, en fecha 28 de febrero
de 1977, el Juez Federal resolvió no hacer lugar al
recurso de habeas corpus por considerar que la
detención de Carlos Pheulpin “obedece a la
circunstancia enunciada”.
Asimismo, en el habeas corpus correctivo,
primeramente interpuesto, el magistrado ordenó que se

463
efectuara un informe por secretaría en relación a la
nueva situación de Carlos Pheulpin. A tal fin, el
actuario dejó constancia que de acuerdo a lo informado
por la Policía de la Provincia de Buenos Aires Pheulpin
se “encuentra detenido a disposición del Señor Jefe del
Área Nº 132, Teniente Coronel Manuel F. Saint Amant”.
Seguidamente, obra otro informe actuarial en el cual se
certifica el rechazo del último habeas corpus
presentado “por encontrarse detenido en averiguación de
presuntas actividades subversivas”. En base a ello, el
magistrado ordenó el archivo del habeas corpus
correctivo.
Relato de los hechos: A la época de los
hechos, trabajaba junto a su hermano, Julio Humberto
Pheuplin, en el taller de carpintería, propiedad de su
familia, de calle Ruiz Moreno al 560, de la ciudad de
San Pedro, Provincia de Buenos Aires y se encontraba
afiliado al Partido Comunista.
Con los testimonios prestados en el
debate, se pudo reconstruir que el día 14 de diciembre
de 1976, Carlos Pheulpin, regresaba su taller luego de
hacer un trabajo en el domicilio de Carlos Antonio
Peiros y advirtió un allanamiento que se estaba
produciendo en la carpintería y la vivienda lindera de
su madre. Asimismo, que como como consecuencia de ese
procedimiento se produjo la privación ilegítima de la
libertad de su hermano, Julio Alberto Pheulpin, por
parte del comando operacional del Área Militar 132.
Asimismo, se comprobó que ante ese
panorama, Carlos Pheulpin resolvió ocultarse,
haciéndolo en el domicilio de un profesor del colegio
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secundario de San Pedro, quien le ofreció quedarse allí
por unos días. A su vez, su esposa, hijos y cuñada,
partieron hacia fueron localidad de Santa Lucía y
posteriormente, a Capital Federal.
Posteriormente, Carlos Pheulpin abandona
la ciudad de San Pedro y se dirige hacia Buenos Aires,
donde se reencuentra con su mujer e hijos y se aloja
provisoriamente en un departamento que le facilitaron.
Estando allí, se contactó con abogados de la Liga
Argentina por los Derechos del Hombre e interpuso un
habeas corpus preventivo en fecha 24/12/1976, ante el
Juzgado Federal de San Nicolás por entonces a cargo del
Suboficial (RE) del Ejército Luis H. Milesi, con la
finalidad de determinar si existía orden de ser
detenido y en su caso, los motivos.

Debido a la angustiante situación


económica que atravesó y el hecho de saber que su
hermano continuaba detenido, el día 17 de enero de
1977, Carlos Alberto Pheulpin decidió entregarse. Para
ello se presentó, acompañado de su madre y su suegro en
la sede del Batallón de Ingenieros de Combate 101 de
San Nicolás. Allí fueron recibidos por el Teniente
Coronel Fernando Mario García, quien les dijo que ya
“estaba al tanto de la situación de Pheulpin” y que a
partir de ese momento quedaba detenido a disposición
del Área Militar 132.
Posteriormente, Carlos fue trasladado a
la Comisaría Primera de San Nicolás, donde permaneció
privado de su libertad hasta que fue liberado.

465
En el debate, Carlos Alberto Pheulpin
declaró como testigo y comenzó su relato sosteniendo
que a la fecha de los hechos era carpintero y trabajaba
junto a su hermano Julio Humberto, Jorge Tabita y Mario
Ibáñez en la carpintería de su padre. Que tanto el cómo
su hermano, estaban afiliados al Partido Comunista y
que el día 16 de diciembre de 1976, en horas de la
tarde, luego de concluir un trabajo a domicilio, que
realizó junto a Mario Ibáñez, volvió hacia su
carpintería, pero que no pudieron llegar porque en
inmediaciones de la misma se encontraba gente del
ejército realizando un procedimiento.
Sostuvo que a consecuencia de ello,
decidió irse del lugar y en el camino se encontró con
un profesor del colegio secundario, a quien le relató
lo que había sucedido y éste último le ofreció
alojamiento en su domicilio. Explicó que en esa casa
permaneció durante tres días y dos noches, manteniendo
solo comunicación con su cuñado, de apellido Corletto,
quien por la noche le daba información de que sucedía.
En este sentido dijo que su pariente le contó que lo
estaban buscando y que su mujer se había podido ir a la
localidad de Santa Lucia, junto con sus hijos y que
luego de allí partieron en tren hacia Buenos Aires.
Ante esto refirió “yo tenía que tomar una
decisión, porque era muy peligroso para todos mis
allegados. Entonces Rivas –el profesor del colegio- me
llevo hasta Buenos Aires, ahí me encontré mi familia y
nos prestaron un departamento. Era una situación muy
angustiante porque estábamos con falta de recursos y
había que enfrentar la situación”.
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Continuó su relato indicando que se
reunió en la plaza “Las Heras” con un compañero del
Partido Comunista “Camacho” y que juntos concurrieron a
la Liga por los Derechos del Hombre, donde le
recomiendan a un abogado de la localidad de Avellaneda,
al cual fue a ver. Contó que el citado profesional le
preparó un habeas corpus preventivo, pero que todas las
gestiones fueron infructuosas. Además, sostuvo que otra
una alternativa que realizó fue la de enviar cartas a
todos los estamentos del Ejecutivo Nacional y del
ejército, como por ejemplo a Videla, Suarez Mason,
Saint Amant, Aranguerry y al teniente Gracielli, que
fue el único que le respondió, indicando “de modo muy
severo, por el tono que usé y por cómo estaba
encabezado del texto, porque allí solicité a la
brevedad, una respuesta y él lo tomo en tono medio como
inquisitorio”.
Además, sostuvo que por entonces ya sabía
dónde estaba detenido su hermano y que “no iba a ser un
desaparecido más” y que su suegro había sido obligado a
llevar a personal del ejército hasta la localidad de
Santa Lucia, con el fin de encontrarlo y capturarlo,
por lo que la situación se estaba volviendo muy
angustiaste, refiriendo “el país tenía dueño de las
personas, las cartas estaban echadas y yo sabía que no
había motivos para tener tanto ensañamiento para con
nosotros. Entonces supe que solo la verdad y quienes
las esgrimían pondrían fin a esto y asumí lo que
vendría, como alguien que está enfermo. No se puede
vivir prófugo, mi hermano estaba detenido y pensé que

467
eso podía poner su situación en claro y aunque no la
mía, él estaba sufriendo y como siempre me sentí muy
acompañado por mi familia, los amigos y compañeros del
Partido Comunista, el 14 de enero decido presentarme en
San Nicolás, con mi suegro y mi madre”.
El declarante recordó que ahí fue
recibido por un teniente de apellido García, quien le
dijo que quedaba a disposición del ejecito y que en su
momento, le comunicarían a su familia como continuaba
su situación. Que posteriormente fue trasladado en un
auto, hasta la Comisaría 1ra. de San Nicolás. Que allí
le sacaron los cordones de los zapatos, el cinto y lo
metieron dentro de un calabozo, que solo tenía una
ventana muy pequeña, por el cual apenas pasaba muy poca
claridad. Sostuvo que allí permaneció incomunicado la
primera noche y que después fue llevado al despacho del
comisario donde fue interrogado sobre si tenía alguna
afiliación política, manifestando “yo les dije que sí,
fue todo muy informal, sin dejar nada sentado en acta”.
Agregó que permaneció incomunicado allí
por tres días más “ahí la pase bastante mal, aunque
podía salir al baño y me pasaron para algo de guiso
para comer. Después me levantaron la incomunicación y
aunque no podía salir al patio, podía caminar un poco
más. A los cinco o seis días pude recibir la visita de
mi señora. Me trajo una colchoneta, ropa y me pude de
bañar en una canilla. En una oportunidad, era un
cumpleaños de uno de los nenes y lo vi y fue una mezcla
de alegría y tristeza a la vez”.
Indicó que tiempo después le dijeron que
se prepare, porque se iba. Que lo llevaron hasta el
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cuartel donde lo recibió nuevamente Mario García, quien
le informó que le otorgaron la libertad por falta de
mérito y que podía ir a retirar la camioneta que le
habían secuestrado, pero que no la pudo poner en marcha
debido a que le habían sustraído la batería. Que luego
de eso fue llevado nuevamente al cuartel y allí
mantiene un dialogo con el referido García, quien lo
interrogó sobre que pensaba acerca del ejército.
Sostuvo que preguntó que iba a ocurrir con su hermano y
que éste le respondió que ese caso era distinto porque
“a Julio le habían encontrado un panfleto del E.R.P. o
algo subversivo”.
Recordó que tiempo después se produjo
“el blanqueo” de su hermano y que el mismo García fue
quien le informó que iba a ser trasladado a la cárcel
de Devoto, porque le realizarían un consejo de guerra.
A preguntas del Sr. Fiscal General indicó
que esa persona de apellido García fue quien le informó
que cuando se encontraba detenido estaba a disposición
del Tercer Cuerpo del Ejército y que en una oportunidad
tuvo un dialogo con el Juez Milessi, quien le dijo que
por su hermano no podía hacer nada y que era una
lástima que estuviera afiliado al Partido Comunista
porque “ante cualquier situación que atravesara el país
de nuevo, iba a ir a parar adentro”.
Finalmente, agregó “nosotros la pasamos
mal, son situaciones límites, de falencia económica,
falta de medios para movernos y todo eso cargado sobre
pocas personas y en mi caso por no poder colaborar para
que Julio pudiera obtener la libertad. Luego se

469
produjo libertad y fue otra la historia pero los
recuerdos están, hubo consecuencias pero seguimos
creciendo, tuve cuatro hijos. En fin no nos sentimos
los únicos castigados, sabíamos que nuestro país
podíamos caer en la dictadura y en domicilios cercanos
se habían producidos procedimientos”. Es este sentido
sostuvo que luego su hermano fue sobreseído y puesto en
libertad.
Antes de retirarse, este testigo
reconoció su firma impresa en la declaración
testimonial de fs. 2/4
También declaró en el debate Alicia Ester
Biscia, quien indicó que por el año 76, su esposo,
Carlos Pheulpin, era carpintero y se desempeñaba en la
carpintería que había sido propiedad de su suegro, sito
en calle Moreno Ruiz 1596, de San Pedro. Asimismo, que
su cuñado Julio Huberto, trabajaba por esa época, no
solo en la carpintería referida, sino también en la
Junta Nacional de Granos.
Dijo que su marido y su cuñado siempre
fueron afiliados al Partido Comunista y que para la
época de los hechos, habiendo sido decretado el estado
de sitio, no existía libertad de prensa y ya se había
producido el secuestro, en la ciudad de San Pedro del
líder del partido al cual estaban afiliados y de una
pareja conocida.
Asimismo, contó que el día del secuestro
de su cuñado, Julio, ella estaba de visita en casa de
su hermana junto a sus dos hijos de 11 meses y 3 años
de edad. Que por la tarde, cuando su marido la pasa a
buscar, estaba muy conmocionado y le contó que había
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estado haciendo un trabajo a domicilio, pero que cuando
quiso volver a la carpintería no pudo hacerlo porque la
misma se encontraba rodeada por gente del ejército, que
no le permitió ingresar. Sostuvo que a causa de ello
decidieron que lo mejor era que ella se fuera con sus
hijos y su padre, quien la llevó en un Rastrojero,
hasta Santa Lucia, Pcia. de Buenos Aires, con su
hermana e hijos.
Que al otro día, partió en el tren
Belgrano hacia Buenos Aires, a la vivienda de una amiga
de la infancia, de nombre Graciela Prat, permaneciendo
allí por dos días, hasta que se reencuentra con su
marido en esa ciudad y concurren a entrevistarse con
personas vinculadas al Partido Comunista.

Contó que estando Capital Federal se


enteró que el día que se fue con su hermana, el
ejército allanó su domicilio, sito en calle Eugenio
Arnaldo a la altura del 800, donde casualmente estaba
todo embalado porque estaba por mudarse y “para darle
un viso de legalidad al allanamiento” habían obligado a
su padre y esposa a ir hasta esa casa donde se estaba
haciendo el procedimiento, tras lo cual refirió
“después, a mi papa lo invitaron a llevarlos hasta
Santa Lucia, para buscarme”.
Prosiguió su testimonio indicando que
estando en Buenos Aires tomó conocimiento que su cuñado
había sido secuestrado, que su suegra había realizado
diligencias en busca de su paradero y en la comisaría
negaban que estuviera allí. Que posteriormente una

471
persona que trabajaba en la Brigada, extraoficialmente,
les informó que su cuñado, Julio H. Pheulpin, estaba
detenido en la ciudad de San Nicolás. Que ante esa
noticia, sus suegros concurrieron a la Comisaría, pero
que allí “fueron recibidos con desprecio, con tono
amenazante y que nunca los atendió ninguna autoridad”.
Contó que en Buenos Aires, su marido,
Carlos Pheulpin, se encontró en una plaza con Daniel
Camacho y “Chochoco” Diareti, pertenecientes al Partido
Comunista y que juntos acordaron ir a la Liga Argentina
por los Derechos Humanos, lugar en el que a su marido
le asignan un abogado de apellido Pajariño, que atendía
en el partido de Avellaneda.
Que a partir de ese memento hizo todo lo
que el letrado les indicaba. Comenzó yendo al Edificio
Cóndor, haciendo saber que “a su marido lo buscaban y
que quería presentarse pero con algunas garantías”, a
lo que le contestaron que no correspondía dirigirse
allí. Posteriormente fue al Primer Cuerpo de Ejército
en Palermo “dije lo mismo y me contestaron que ahí no
se lo buscaba”. Que a la vez, comenzaron a enviar
cartas a Videla y a Suarez Mason, eso también por
consejo de su abogado. Asimismo, relató que envió
misivas a “Harringeguy, Saint Amant y al Teniente
Coronel Omar Gracelli, quien era la autoridad militar
de la ciudad de Junín”, que nadie les contestó, salvo
el último de los nombrados.
Agregó que el profesional que asistía
legalmente a su marido les dijo que éste debía tomar la
decisión de entregarse o no, pero que no existían
garantías de lo que pudiera ocurrir. Que la situación
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se tornó insostenible y que por ello, su esposo tomó la
decisión de hacerlo, presentándose en el Batallón de
San Nicolás, acompañado por su padre y suegra.
Dijo que allí fue recibido por un militar
de apellido García “que ya estaba al tanto de todo y
nos dijo quedaba en manos del ejército, invitando a
retirarse a mi papa y a mi suegra”.
Que a partir de ese momento, su marido
quedó detenido y fue trasladado a la a comisaria de San
Pedro, permaneciendo incomunicado por el termino de
tres días. Asimismo, que luego que le levantaran la
incomunicación, pudo visitar a Carlos, quien le comentó
que estuvo alojado en un lugar al que denominaban “el
pozo” pero que no había sido torturado físicamente. Que
permaneció allí por alrededor de un mes, pudiendo
visitarlo los días domingos, con sus dos hijos.
Recordó que al finalizar una de las
visitas, cuando se retiraba, sintió un silbato “era uno
de la comisaria que me llamaba, me dijo señora no se
vaya, que su marido está en libertad”. Que fue hasta
la mesa de entradas de la Comisaría y allí había dos
personas vestidas de civil, que trasladan a ella y su
marido en un móvil policial hasta el Batallón, donde
son recibidos nuevamente por el uniformado de apellido
García, quien les devolvió unos bolsos con libros, que
se habían llevado de su domicilio el día del
procedimiento. Asimismo, que cuando Carlos Pheulpin
quiso retirar su camioneta, que estaba también
secuestrada allí, no pudo hacerlo porque le habían
sustraído la batería y que por eso no se la pudieron

473
entregar, debiendo a consecuencia, regresar a San
Pedro, con los mismos oficiales que lo habían
trasladado desde la comisaria al batallón.
Contó que luego de la liberación de su
marido, éste comenzó a visitar a su cuñado, quien aún
estaba detenido y que en una las gestiones que
realizaban para logar la libertad del mismo, fueron
hasta al Primer Cuerpo del Ejecito, donde los atendió
un militar de apellido Calvano, “que nos repetía lo
mismo de siempre, que la situación de mi cuñado era
complicada, porque decía que le habían encontrado un
panfleto del E.R.P. y que le iban a hacer un consejo de
Guerra porque ellos consideraban que todo aquel que era
capaz de tomar un panfleto, era capaza de tomar un
fusil”.
Finalmente, a preguntas del Fiscal
General, sostuvo que cuando volvió de Buenos Aires,
ingresó a su domicilio y allí advirtió que le faltaba
“una pulsera de plata, quinientos dólares, que me
quedaron de la venta de la casa de mi madre y una bolsa
azul con los ladrillitos de mi hijo”.
Además, declaró Carlos Antonio Peiros,
quien sostuvo que el día que Julio fue secuestrado, le
había estado realizando unos muebles para su comercio.
Que al día siguiente, fue a la
carpintería de calle Moreno al 500 a llevarles un
dinero que les debía y “unos uniformados” que estaban
allí, le preguntaron qué es lo que iba a hacer a ese
lugar, refiriendo que se sintió “amedrentado, porque en
un momento se le cayó una madera y por eso fue apuntado
con un arma”.
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Este testigo, antes de retirarse,
reconoció su firma inserta en su declaración prestada a
fs. 42.
Del mismo modo, declaró en la audiencia
Jorge Raúl Tabbita, empleado de la carpintería de los
hermanos Pheulpin, quien dijo que a los hermanos Carlos
y Julio Pheulpin los conoce desde la niñez. Que vivía a
la vuelta de la casa de ellos y era asiduo concurrente
a la carpintería porque ese era un oficio que le
gustaba, agregando “por ello, fui toda la vida amigo,
conocido y compañero de trabajo”.
Relató que en diciembre del 76 hubo un
procedimiento “yo me retire de la carpintería con
Carlos Pheulpin, fui a preparar todo para hacer un
asado. Augusto, el hijo de Pheulpin y mi hijo estaban
jugando, tenían 5 o 6 años. Después entró mi suegra y
me comentó que había un operativo en la casa donde
vivía la madre de los Pheulpin”.
Explicó que salió a observar que ocurría
y vio “al ejército haciendo un operativo”, que más
tarde se encontró con Carlos Pheulpin, quien le
preguntó que estaba pasando “yo le comenté que estaban
haciendo un procedimiento en la carpintería, agarro a
su hijo y se fue”.
Relató que era gente del ejército “por
los camiones, los Jeeps y las personas estaban
uniformadas, como militares”.
Asimismo, indicó que al otro día del
operativo fue a trabajar y que estando en la
carpintería se apersonó nuevamente gente del ejército,

475
que le hicieron varias preguntas sobre Julio y Carlos,
revisaron los papeles personales de éstos y que cuando
vieron uno de ellos que les llamó la atención “porque
tenían la palaba artillero” lo interrogaron sobre si
sabía de qué se trataba, respondiéndole: “yo le dije
que creía que era un tipo de maíz o cereal y ese señor
me dijo que podía ser. Después me preguntaron si había
un sótano en la casa, yo dije que lo desconocía.
Revisaron toda la casa. Yo después me retire y me
dijeron que por el momento no volviera más a la
carpintería a trabajar y me dijeron que si yo salía de
la casa donde vivía, dejara dicho a mi señora o suegra
donde iba. En dos o tres oportunidades me fueron a
buscar y me llevaron a ver la obra que estábamos
haciendo, como buscándolo a Carlitos”.
A preguntas del Fiscal General indicó que
supo que Julio Pheulpin fue trasladado a la cárcel de
Villa Devoto y que al año fue liberado. Que luego del
procedimiento Carlos se había ido, pero al tiempo se
entregó y después lo liberaron.
Este testigo, antes de retirarse,
reconoció su firma inserta en su declaración prestada a
fs. 43/44.
Del mismo modo, declaró durante el debate
Rosa Margarita Berenguer de Biscia, quien dijo ser la
segunda esposa del suegro de Carlos Pheulpin y conocer
a Julio de toda la vida. Recordó que en diciembre del
año 76 tenían una carpintería en calle Ruiz Moreno y
que ambos hermanos estaban afiliados al Partido
Comunista.
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Sostuvo que fue en diciembre de 1976
cuando lo detuvieron a Julio y que a raíz de ello,
Carlos se fue de la ciudad de San Pedro, refiriendo
“acompañe a la gente del ejército, que vino de San
Nicolás a la casa de Carlos y Alicia, querían revisar
y necesitaban un familiar que saliera de testigo. Uno
de ellos me dijo, señora acá no hay nada, ¿por qué se
fueron? Y yo conteste porque son jóvenes y todos los
jóvenes le tienen miedo al ejército. Nunca me
exhibieron ninguna orden de allanamiento”.
Ésta testigo dijo que Julio Pheulpin
estuvo detenido por alrededor de diez meses y luego fue
liberado en Buenos Aires.
Finalmente, recordó que su marido junto a
la mamá de Carlos Pheulpin, fueron quienes lo
acompañaron a presentarse cuando quedó detenido.
Esta testigo, antes de retirarse,
reconoció su firma inserta en su declaración prestada a
fs. 50 y vta.
Asimismo, ratificó este hecho Nélida
Beatriz Biscia, quien era la cuñada de Carlos Pheulpin
y recordó al declarar en el debate que los hermanos
Carlos y julio Pheulpin eran carpinteros. Qué día el 14
de diciembre, su hermana la fue a visitar y que luego
llegó su cuñado diciendo que había querido ir hacia la
carpintería pero que no pudo entrar porque estaba
rodeada de militares, que la estaban allanando,
indicando “entramos en pánico, vivíamos épocas de mucha
inseguridad y decidimos con mi hermana ir hasta Santa
Lucia, a la casa de un tío materno. Pasamos una noche

477
allí esperando un tren, que luego tomamos para ir a
Buenos Aires, yo estaba embarazada y era un elemento
más de angustia”.
Sostuvo que su hermana se quedó en Buenos
Aires, con los hijos, y que ella regresó a San Pedro.
Que fue a la casa donde Carlos y su hermana vivían y
allí vio que estaba todo revuelto, “supe que se
llevaron de ahí juguetes y algunos ahorros”.
Asimismo, contó que el día que viajaron
en tren hacia Buenos Aires, su padre fue visitado por
personal del ejército, quienes lo interrogaron con el
fin de que les informe sobre el paradero de sus hijas y
de Carlos. Que luego fue obligado a que los lleve hasta
Santa Lucia, adonde los había llevado el día anterior.
Finalmente sostuvo que Carlos fue
detenido y permaneció en esas condiciones por un mes
aproximadamente. Que se tramitaron habeas corpus y
todos los caminos legales que en ese momento se
permitían, agregando “no se sabía porque se los
buscaban, solo que su padre era afiliado al Partido
Comunista”.
Este testigo, antes de retirarse,
reconoció su firma inserta en su declaración prestada a
fs. 497 y vta.
Estos dichos fueron ratificados por Pedro
Atilio Biscia, quien fue suegro de Carlos Pheulpin y
relató que yo yerno enterado del allanamiento ocurrido
en su carpintería “trato de disparar, como cualquiera
lo hubiera hecho, se veía que era un atropello, se
fueron a Santa Lucia, a lo de mi cuñada. Debieron
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haber estado un día y más adelante se fueron en tren a
Buenos Aires”.
Explicó que posteriormente personal
militar se apersonó en su domicilio con la finalidad
de interrogarlo, preguntándole “si sabía dónde había
ido su yerno” y que les respondió que estaban en Santa
Lucia, por lo cual fue obligado a acompañarlos en lo
que describió como “un viaje fue tortuoso, en el que me
enloquecieron con preguntas, me preguntaron si Carlos
era terrorista. Yo contesté, si mi yerno es terrorista,
métanlo preso…”.
Continuó su testimonio y dijo que cuando
llegaron a Santa Lucia su yerno e hijas ya no estaban
allí, porque habían partido en tren hacia Buenos Aires.
Agregó “después de un tiempo mi hija apareció en San
Pedro, sin Carlos y posteriormente nos encontramos en
San Nicolás los tres, su mama, él y yo. Fuimos al
cuartel y Carlos quedó detenido. Supe que Julio la pasó
mal, que estuvo casi un año detenido y Carlos tres o
cuatro meses. Yo sabía que eran de izquierda, pero de
izquierda muy tranquila, por eso les dije a los
militares, ustedes se han equivocado”.
Este testigo, antes de retirarse,
reconoció su firma inserta en su declaración prestada a
fs. 67/68.
Además, prestó declaración testimonial
Julio Humberto Pheulpin, hermano de Carlos, quien
indicó que en el año 1976 trabajaba en la Junta
Nacional de Granos y en una carpintería familiar, junto
a su hermano.

479
Sostuvo que ambos eran afiliados al
Partido Comunista y que diciembre de 1976, por la
mañana, había ido a trabajar a la Junta Nacional y por
la tarde estaba en la carpintería haciendo unos
trabajos cuando de repente levantó la vista y observó a
“uniformados de fajina”, comandados por un Teniente y
un Suboficial, quienes irrumpieron en el local y
comenzaron a interrogarlo sobre su identidad y le
informaron que estaban buscando a su hermano. Que
revisaron toda la casa y que con un palo golpeaban el
piso, a la vez que le preguntaban si allí tenía una
imprenta.
Agregó que lo llevaron “en una Unimog o
Mercedes” hasta la casa de su hermano, luego a su
propio domicilio, donde revisaron superficialmente y
luego regresaron a la carpintería, donde fue
interrogado por la actividad que realizaba su hermano.
Luego de recordar lo pormenores de su
privación de libertad, sostuvo que lo que le ocurrió a
su hermano Carlos “lo supe en la Brigada, cuando yo
estaba detenido. Un día pregunte si sabían algo y me
dijeron que no sabían nada, yo creo que Berón me dijo
que lo estaban buscando, pero yo algo ya sabía. Después
sí supe todos los detalles, porque me lo contó Amanda.
Además, mi hermano cuando salió dejo una notita
diciendo que salía en libertad y me la entregaron.
Estuvo alrededor de un mes detenido”.
Este testigo, antes de retirarse,
reconoció su firma inserta en su declaración prestada a
fs. 38/39.
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Asimismo, lo dicho se probó con la
testimonial de Carolina Lucinda Bovio de fs. 65/68
(incorporada por lectura al debate) en cuanto refiere:
“…a partir del allanamiento de mi casa y la
carpintería, desaparecieron de San Pedro mi hijo Carlos
y su familia. Yo no sabía donde estaban, y desconocía
si Carlos había sido detenido. Al tiempo se comunicó
conmigo la esposa de Carlos, quien me dijo que Carlos
se tenía que presentar en el cuartel de San Nicolás y
que fuera para allá….Recuerdo que vine a San Nicolás
con la esposa y el suegro de Carlos…y acá nos
encontramos con Carlos y fuimos al Cuartel. Allí nos
entrevistamos con Carlos, su suegro y yo con una
persona vestida con uniforme quien nos dijo que…nos
teníamos que retirar y que Carlos quedaba detenido…”.
El plexo probatorio que conduce a tal
afirmación se completa con:
- Copia de la misiva dirigida al por
entonces Teniente Coronel Omar Gracelli, fechada en
Buenos Aires el 22/12/1976. Esta pieza fue reconocida
por Carlos Pheulpin en el debate.
- Constancias obrantes en el Hábeas
Corpus Nro. 16.967 del registro del Juzgado Federal de
San Nicolás, particularmente el informe de fs. 3, con
cargo de fecha 17/01/1977, suscripto por quien, con el
grado de Comisario, estaba a cargo de la Comisaría
Primera de San Nicolás, Carlos E. Mottino. En éste, el
nombrado da cuenta que "efectivamente" en la Comisaría
Primera de San Nicolás desde el día 17 de enero de 1977
se encontraba detenido el ciudadano Carlos Alberto

481
Pheulpin, a disposición del Señor Jefe del Área 132,
Manuel Fernando Saint Amant, en averiguación de
presuntas actividades subversivas; resolución de fs. 6
vta., de fecha 28 de febrero de 1977 en la cual se
dispuso no hacer lugar al recurso de habeas corpus
interpuesto a favor de Carlos Alberto Pheulpin por
considerar que se encontraba detenido en averiguación
de presuntas actividades subversivas.
- Parte de fecha 06 de enero de 1977
dirigido al Juez Federal Expte. n° 16.911 “Pheulpin,
Carlos Alberto s/ Habeas Corpus en su favor – San
Pedro” de fs. 4.
- Constancias obrantes en el habeas
corpus preventivo interpuesto por la propia víctima
ante la Juzgado Federal de San Nicolás el 24 de
diciembre de 1976. Particularmente, es relevante el
informe de fs. 4 suscripto por el Jefe del Área Militar
132 a requerimiento del magistrado y el consecuente
dictamen fiscal de fecha 4 de febrero de 1977, en el
cual se considera que debe cesar el trámite del recurso
y archivarse el expediente por cuanto Pheulpin no se
encontraba detenido a disposición de autoridad alguna.
- Inspección ocular efectuada por Carlos
Pheulpin en la Comisaría Primera de San Nicolás
dependiente de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires de fs.2041/2042.
b.5) Expediente nº FRO 76000021/2011/TO1:
los casos de Juan Carlos Pérez, Domingo Pierro, Omar
Ángel Podestá, Adriana Beatriz Pierro, Carlos María
Esquilino, Pablo Rubén Fioravantti, Carlos Gerardo
Pérez y Leonor Genoveva Pierro.
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FRO 82000149/10
Ha quedado acreditado en el debate, con
el grado de certeza requerida y en base a los elementos
de prueba que a continuación se detallarán, que por
orden de Área Militar Nº 132, a cargo a la fecha de los
hechos del Teniente Coronel (RE) Manuel Fernando Saint
Amant, se ha producido la privación ilegítima de la
libertad de Juan Carlos Pérez, Domingo Pierro, Omar
Ángel Podestá, Adriana Beatriz Pierro, Carlos María
Esquilino, Pablo Rubén Fioravantti, Carlos Gerardo
Pérez, Leonor Genoveva Pierro, Adriana Beatriz Pierro.
Asimismo, se encuentra acreditado el
homicidio de Carlos Gerardo Pérez y respecto de Leonor
Genoveva Pierro, que en la actualidad se encuentra en
calidad de “desaparecida”, para esta Magistratura,
existe certeza absoluta de que también ha sido víctima
del mismo delito.
Del mismo modo, quedó acreditado el
allanamiento ilegal al inmueble de Juan Carlos Pérez y
Amanda Sadaba de Pérez, ubicado en calle Honduras Nº
1351, de la ciudad de Pergamino, Provincia de Buenos
Aires; la vivienda que habitaba Carlos Gerardo Pérez,
ubicada en calle Salta s/n del Barrio Pesci de San
Nicolás, provincia de Buenos Aires y el inmueble de
Pablo Rubén Fioravantti, sito en la localidad de
Carabelas, partido de Rojas, provincia de Buenos Aires.
Al respecto, corresponde afirmar que
conforme se estableció en el juicio, estos hechos se
produjeron dentro del plan sistemático dispuesto por el

483
último gobierno de facto, que asumió el poder con el
golpe de Estado cívico militar del 24 de marzo de 1976.
Escuchados los testimonios que se
dieron en las diferentes audiencias, se pudo determinar
que todas las víctimas de estos hechos tenían alguna
relación con Carlos Gerardo Pérez, quien era oriundo de
la ciudad de Pergamino pero que cuando fue
ilegítimamente privado de su libertad residía en la
ciudad de San Nicolás, porque allí estudiaba ingeniería
en la Universidad Tecnológica Nacional y además
trabajaba, en el taller de tornería “Fajoli y Fajoli”.
Para esa época, Carlos Gerardo Pérez,
se encontraba de novio con Leonor Genoveva Pierro, a
quien había conocido en la ciudad de Pergamino porque
compartían el grupo juvenil cristiano “Emanuel”, al que
también concurría la hermana de Leonor, Adriana Beatriz
Pierro. Estas dos, para el año 1976, vivían en una
pensión de la ciudad de Rosario, ciudad donde además,
cursaban sus estudios universitarios.
Además, quedó probado que Carlos
Gerardo Pérez militaba en la organización política PRT-
ERP y que para dar con su paradero, las fuerzas
represivas, realizaron detenciones ilegales de personas
cercanas al círculo social de Leonor y Carlos Gerardo,
para finalmente capturarlos.
El caso de Omar Ángel Podestá: Quedó
probado en el debate, que al momento de los hechos Omar
Podesta vivía junto a sus padres en la finca ubicada en
la calle Terrazón 736, de la ciudad de San Nicolás,
Partido del mismo nombre, Provincia de Buenos Aires.
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Asimismo, que trabajaba en el taller
de tornería “Fajoli y Fajoli”, sito en la calle
Presidente Roca 371, de la mencionada ciudad y que era
compañero de trabajo de Carlos Gerardo Pérez.
Conforme la prueba recabada en la
audiencia de debate, el día 7 de octubre de 1976, Omar
Podestá le prestó su motocicleta, marca Gilera, a
Carlos Gerardo Pérez y que éste la abandonó en Avenida
Savio y Menendez, al advertir un control policial.
Al día siguiente, Omar Podesta, se
presentó en la Comisaría Primera de San Nicolás a
efectos de recuperar la motocicleta abandonada. Allí,
el nombrado fue esposado y encapuchado, quedando a
partir de ese momento, privado ilegítimamente de su
libertad.
Luego de su detención, fue sometido a
un interrogatorio en el que fue preguntado sobre su
filiación política y sobre todo, por su relación con
Gerardo Pérez, obligándolo a confesar que en realidad
le había prestado la motocicleta a éste y no se la
habían sustraído como en principio dijo.
Durante su cautiverio, primero
permaneció en un calabozo, durante una semana y luego
trasladado en el baúl de un automóvil hasta lo que
podría ser la Comisaría Segunda de San Nicolás,
Provincia de Buenos Aires, ubicada en el Barrio Somisa.
Allí, permaneció durante diez días,
siempre en las mismas condiciones de detención (ojos
vendados y esposado), siendo en varias oportunidades

485
interrogado, aplicándosele picana eléctrica, recibiendo
golpes y sufriendo un simulacro de fusilamiento.
Luego, fue trasladado a la Unidad
Penal Nro. 3 de San Nicolás, dependiente del Servicio
Penitenciario Bonaerense, donde permaneció por otros
quince días incomunicado y aislado.
Finalmente, Omar Ángel Podesta, fue
sometido a partir del 3 de Noviembre de 1976, por la
justicia federal una causa por presunta infracción a la
ley 20.840.
En fecha 18 de Octubre de 1977, la
C.F.A.R. sobreseyó provisionalmente a Omar Ángel
Podestá, pero recién recuperó su libertad entre abril y
mayo de 1978.
El testimonio más importante para
probar este hecho, es el brindado por la propia víctima
en el juicio.
Al deponer, explicó que fue privado
de libertad por haberle prestado una motocicleta a
Carlos Gerardo Pérez “porque éste necesitaba ir a
entrevistarse con una persona que lo iba a hacer entrar
a trabajar a la empresa SIDERAR…”. Agregando, “vino una
noche a pedírmela, al otro día me dijo que se le había
roto y que la tenía en su casa. Fuimos caminando al
Barrio Pesci, donde él vivía y cuando llegamos me dijo:
te mentí, la moto no se rompió, hice una macana con la
policía y la moto me quedó tirada. Me confesó la
verdad, que era del E.R.P. o P.R.T. y que no quería que
haga la denuncia de que la moto se la presté, sino de
que me la robaron, porque si no me iba a ir mal”.
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Que a consecuencia, se dirigió a la
policía y denunció que le habían sustraído el rodado,
pero que inmediatamente lo metieron en una habitación,
lo esposaron, le vendaron los ojos y comenzaron a
interrogarlo sobre “cosas que no quiero ni acordarme”,
además, sobre su posible participación en alguna
organización subversiva, todo de manera muy violenta y
a través del uso de picana eléctrica.
Explicó que aunque en todo momento
manifestó su inocencia y que no conocía a nadie, estuvo
en esa dependencia por tres o cuatro días, para luego
ser trasladado en el baúl de un automóvil hacia otro
lugar, aparentemente una Comisaria, en la cual,
permaneció por el lapso de diez días más. Que en ese
lugar también fue torturado con “picana eléctrica y
todo lo demás” y que siempre le preguntaban sobre el
conocimiento que tenía de Carlos Gerardo Pérez y otras
personas.
Continuó su relato al Tribunal y dijo
que posteriormente fue trasladado a la Unidad Penal 3
de San Nicolás, siempre vendado, esposado y nuevamente
dentro del baúl de un vehículo. Que cuando ingresó lo
ubicaron en un calabozo chico, con puerta ciega y con
una ventanita y que según pudo saber “era el pabellón
nro. 5, de presos políticos”, donde permaneció
incomunicado por alrededor de catorce o quince días,
hasta que luego fue llevado a declarar ante el Juez
Federal Milesi.
Que mientras estuvo ilegítimamente
detenido en las comisarías, su familia realizó todo

487
tipo de averiguaciones para dar con su paradero, pero
que nunca les bridaron ningún tipo de información.
Asimismo, que sus familiares intentaron reunirse con
Saint Amant, pero que este nunca los atendió.
Sobre el proceso judicial al cual estuvo
sometido, indicó que luego de ser indagado por el Juez
Milesi, estuvo detenido un tiempo más en la cárcel de
San Nicolás y posteriormente fue trasladado a la cárcel
de La Plata, donde permaneció por un año y ocho
meses,hasta que finalmente fue sobreseído.
A preguntas del Fiscal General sobre
Calos Gerardo Pérez, sostuvo que lo conoció cuando éste
vivía en el barrio Pesci, junto a otra persona de
apellido Fioravanti, que tenía una novia de nombre
Adriana y que luego de salir de prisión, el 2 de mayo
de 1978, ya no supo más nada de él.
A preguntas de la Querella, manifestó que
cuando estuvo detenido en el pabellón nro. 5, de la
Unidad Penal 3 de San Nicolás, compartió su cautiverio
con Fioravanti, “con quien hablé varias veces y me
contó que pasó el mismo interrogatorio que yo”. Además,
que en se penal estuvo junto a Esquilino, Patolini y
Martínez.
El testigo antes de retirarse, reconoció
su firma en la declaración testimonial prestada por él
mismo a fs. 359/361.
Prueba lo expuesto:
La declaración en el juico de Pablo
Fioravanti, en cuanto refirió que Omar Podesta era
compañero suyo en la tornería y que fue también
detenido, agregando “hizo conmigo todo el periplo”.
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FRO 82000149/10
Documental que ratifica este hecho:
Las constancias obrantes en el sumario
Nro. 16.820, caratulado “Pérez Carlos Gerardo “prófugo
y otros. Infracción ley 20.840. Atentado Resistencia a
la autoridad y Lesiones leves en perjuicio del cabo
Adriano Monzón”, (reservadas en secretaria) de la que
surge:
a) declaración indagatoria prestada en
sede policial por Omar Ángel Podesta, en fecha
20.10.1976, de fs. 12/14vta y la prestada en fecha
21.10.1976, de sede policial de fs. 15/vta. por la que
ratifica el contenido de la anterior; b) la declaración
testimonial de Carlos Servando Cipolatti, prestada en
sede policial de fecha 23.10.1976, de fs. 26/27; c) la
declaración testimonial en sede policial de Alberto
Antonio Rojas, de fecha 23.10.1976, de fs. 29/vta; d)
la declaración testimonial en sede policial de Máximo
Nazareno Fajoli, de fecha 23.10.76, de fs. 30/31; e) la
declaración testimonial en sede policial de Alberto
Oscar Manelli, de fecha 26.10.76, de fs. 36/vta; f) la
declaración testimonial de Hugo Oscar Deimas, prestada
en sede policial de fecha 30.10.1976, de fs. 62; g) la
declaración testimonial de Quinto Orlando Patolini,
prestada en sede policial de fecha 30.10.1976, de fs.
62vta.;h) informe suscripto por el Oficial Principal de
la policía de la provincia de Buenos Aires Rolando Omar
Luján, de fecha 30.10.76, de fs. 61/vta.
b) parte de fs. ½, suscripto por el
entonces Tte. Coronel Manuel Fernando Saint Amant, Jefe
del Área Militar 132, en el que consta que la detención

489
de Podestá se habría practicado el 20 de Octubre de
1976.
c) parte de fs. 79 en el cual se
asentaron las circunstancias de modo, tiempo y lugar de
la detención de la víctima de autos fechado el 20 de
octubre de 1976.
d) nota de comunicación de recepción de
detenido y puesta a disposición de la Justicia Federal
con cargo de fecha 5.11.1976 de fs. 80.
e) declaración indagatoria prestada ante
el Juez Milessi, en fecha 05.11.1976, de fs. 75/vta.
f) Oficio fechado el 03.11.1976, enviado
al juez Milessi, por parte de personal policial dando
cuenta de la elevación del sumario respectivo y su
alojamiento en la UP3 de San Nicolás.
g) Resolución de fecha 23 de febrero de
1977, en la que se dictó prisión preventiva de Podestá,
de fs. 251/vta.
h) Resolución de fecha 7 de julio de
1977, dictada por la Cámara Federal de Apelaciones de
Rosario de, fs. 265/vta.
i) Resolutorio de fecha 13 de julio de
1977, por el que el Juez Milesi, donde se dispone la
libertad de Podestá conforme lo dispuesto por la Cámara
de Apelaciones de Rosario, no obstante hallarse
consignado que Podestá se encuentra a disposición del
PEN de fs. 270
j) Resolutorio de fecha 18 de Octubre de
1977, por la que el Juez Milesi dispone sobreseer
provisionalmente a Omar Ángel Podestá de fs. 273.
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k) Constancia de la puesta a disposición
del Poder Ejecutivo Nacional por Decreto Nro. 2776 del
03 de Noviembre de 1976 de fs. 123.
Documental que fuera enviada por la
Comisión Provincial por la memoria e incorporada en
este juicio oral y público glosado a fs. 662/695 del
legajo de prueba N° 70/13 (FRO 82000149/10/1), en
particular informe Mesa DS varios n° 2703, Tomo 7bis,
caratulado “Detenidos a disposición del PEN”.
En el mismo consta un listado de personas
con ceses del P.E.N., a través del decreto n° 923, del
20.04.1978, donde se encuentra mencionado Omar Ángel
Podestá.
Informe Mesa DS varios 2703 caratulado
“Detenido a disposición del PEN”. El legajo se compone
de un listado de detenidos a disposición del PEN
suministrado por la Jefatura de Inteligencia Naval a la
DIPBA, dicha nomina incluye a Podestá Omar Ángel
detenido por ejército argentino el 03.11.1976 en virtud
del decreto n° 06549 del 03.11.1976 y alojado en
comando A 101 y que fue beneficiado con el cese del PEN
en el año 1978 a través del decreto 923/78;
Informe Mesa DS varios n° 6623 caratulado
“enfrentamiento con elementos extremistas y efectivos
de esta policía de san Nicolás el 08.10.1976”, del que
surge con fecha 25.11.1976 que fue detenido Podestá
“por estar relacionado con la organización”.
El caso de Carlos María Esquilino: Ha
quedado probado en el debate, con la certeza requerida,
que Carlos María Esquilino a la época de los hechos

491
vivía con sus padres en calle Mortero 497, de la ciudad
de San Nicolás. Que al igual que Carlos Gerardo Pérez y
Omar Podesta, trabajaba como tornero en el taller
“Fajoli y Faioli”, ya mencionado.
Que el día 10 de octubre de 1976, por la
mañana, personal policial del Comando Radioeléctrico de
la Unidad Regional VII, de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires, ingresó al referido taller y se llevó
detenidos a los empleados que allí se encontraban
trabajando y trasladados hasta la sede de la mencionada
repartición policial en diferentes móviles.
Carlos María Esquilino, luego ser privado
de su libertad fue vendado, encapuchado, esposado, sus
pies atados con alambres y en esas condiciones,
golpeado. Posteriormente, fue llevado a un centro
clandestino de detención que funcionó bajo la jefatura
del Área Militar 132, sin poder ser individualizado, en
el cual fue sometido a interrogatorios sobre su
relación con Carlos Gerardo Pérez.
En ese lugar permaneció por diez días
aproximadamente y luego liberado sobre la ruta nacional
Nro. 9, en cercanías de la localidad de Ramallo,
Provincia de Buenos Aires.
En su declaración ante el Tribunal,
Carlos M. Esquilino indicó que conoció a Carlos Gerardo
Pérez en el año 1976. Que con el nombrado tenían una
relación laboral porque trabajan juntos en el taller
“Fajoli y Fajoli”. Asimismo, sostuvo que tuvo como
compañeros también a Omar Podestá, Fioravanti y Manelli
-entre otros-.
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Explicó que Carlos Gerardo Pérez
estudiaba y vivía en la ciudad de San Nicolás, más
precisamente en el barrio Pesci y que había ido allí en
un par de ocasiones para festejar algún cumpleaños o
simplemente “para comer un asado”. Que creía que en esa
época Gerardo tenía una novia, pero que por el paso de
los años, no recordaba su nombre.
Sobre el secuestro que lo tuvo como
protagonista, relató que fue detenido y estuvo en
cautiverio por aproximadamente ocho días. Que lo
llevaron del taller donde trabaja, un día viernes, a
las diez de la mañana. Que fue aprehendido por la
policía, quienes llegaron en varios vehículos,
uniformados.
Que de allí lo trasladaron al Comando
Radioeléctrico de San Nicolás y posteriormente a un
lugar que no pudo identificar.
Dijo que allí estuvo en una habitación,
donde solo percibió que había un banco de cemento,
manteniéndose sólo todo el día y sin poder comunicarse
con nadie.
Además, relató que con posterioridad lo
trasladaron a otro lugar, siempre encapuchado y que
allí fue sometido a torturas con picana eléctrica,
mientras le reprochaban “hechos” y lo acusaban de cosas
de las que no había tenido ninguna participación.
Asimismo, que mientras era torturado le nombraban a
personas que no conocía y que todo ello estaba
relacionado sobre actividades de Carlos Gerardo Pérez.

493
Sobre su liberación, sostuvo que ocurrió
ocho días después “un sábado entre las ocho y las diez
de la noche”. Que llegó a su casa el día domingo, a las
dos de la mañana y que para materializar su liberación
fue trasladado en el asiento trasero de un vehículo,
indicando que el conductor le dijo que quedaba en
libertad porque en este caso “no tenía nada que ver”.
A preguntas del Sr. Fiscal General,
sostuvo que nunca fue informado sí estuvo detenido a
disposición de autoridad alguna y que durante su
encierro, su familia, no supo dónde estuvo, lo que
generó que debieran realizar averiguaciones sobre su
paradero en el Comando Radioeléctrico de San Nicolás,
donde no pudieron obtener información alguna.
Respecto de Carlos Gerardo Pérez, sostuvo
que era una muy buena persona y además buen compañero
de trabajo. Que después de su desaparición, nunca más
tuvo noticias de él.
Finalmente, antes de retirarse Carlos
María Esquilino reconoció su firma en la declaración
prestada en instrucción de fs. fs. 409/410.-
Prueba los hechos:
Las declaraciones testimoniales obrantes
en el sumario nº 16.820, agregado por cuerda a las
presentes, todas recibidas en sede policial a la fecha
de los hechos de Máximo Fajoli; de Alberto Antonio
Rojas; de Daniel Omar Patolini; de Carlos Servando
Cipolatti.
La declaración de Alberto Oscar Manelli,
en sede policial de fecha 25 de octubre de 1976, de fs.
36 del sumario nº 16.820 –por cuerda-, en cuanto señala
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“…que…se encontraba trabajando en el taller de tornería
de la firma Fajoli y Fajoli…que en dicho lugar trabajan
varios compañeros entre los que recuerda a Esquilino…”;
Asimismo, con declaración testimonial
prestada en sede prevencional, fechada el 25.10.1976,
la que se encuentra a fs. 33/34, del expte. n° 16.820,
la cual fue reconocida en el debate por Esquilino y
dijo que se trata de una declaración testimonial que
prestó en el comando radioeléctrico.
El caso de Pablo Rubén Fioravanti:
Quedó debidamente acreditado en el
debate, que Pablo Rubén Fioravanti a la época de los
hechos tenía la edad de 20 años y vivía junto a sus
padres en la localidad de Carabelas, Partido de Rojas,
Provincia de Buenos Aires.
Asimismo, que había trabajado en el
taller de tornería “Fajoli y Fajoli”, ya mencionado
anteriormente y que convivió con Carlos Gerardo Pérez,
por el lapso de unos meses en la vivienda sita en calle
Salta s/n del Barrio Pesci, de San Nicolás, la que
habían alquilado y compartido hasta que decidió
regresar a su ciudad de origen.
Conforme las testimoniales que se
brindaron en el debate, se pudo establecer que el día
13 de octubre de 1976, Pablo Fioravantti fue privado
ilegítimamente de su libertad por personal militar y
policial que operaba bajo comando de la Subzona 13 y
del Área Militar 132. Su casa fue requisada por quienes
intervinieron en ese operativo, incautándole numerosos
objetos.

495
Además, se pudo establecer que una vez
privado de su libertad, Pablo Fioravanti fue trasladado
por distintas comisarías en las que fue sometido a
interrogatorios, bajo amenazas de muerte, golpes de
puño e intento de asfixia, con el fin de que este les
confesara alguna vinculación con organizaciones
subversivas o Carlos Gerardo Pérez.
Al igual que Omar Ángel Podestá, fue
sometido a partir del 3 de Noviembre de 1976, por la
justicia federal a una causa por presunta infracción a
la ley 20.840, la que tramitó ante el Juzgado Federal
de San Nicolás a cargo por ese entonces del Suboficial
Mayor (RE) Dr. Luis H. Milesi, quien le tomó
declaración indagatoria en la Unidad Penal Nº 3 de San
Nicolás, en fecha 5 de Noviembre de 1976, sometiéndolo
a un interrogatorio similar al realizado en sede
policial.
El 23 de febrero de 1977, el juez
resolvió dictar la prisión preventiva de Fioravantti en
el mismo resolutorio y con el mismo fundamento por el
cual se le dictó a Omar Podestá, resolviendo la Cámara
Federal de Apelaciones de igual forma.
En definitiva, el juez Milesi resolvió en
fecha 18 de Octubre de 1977, sobreseer provisionalmente
a Pablo Rubén Fioravantti.
No obstante, como se encontraba detenida
a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, recién
recuperó su libertad entre abril y mayo de 1978.
En total, estuvo alojado en la Unidad
Penal Nro. 3, durante un año y cinco meses, habiendo
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sido trasladado a la Unidad Penal Nro. 9 de La Plata,
un mes antes de obtener su libertad.
En el debate declaró Pablo Firavanti y
sostuvo que fue secuestrado de la casa de sus padres y
trasladado a distintas comisarías, como la de Rojas,
Junín o la del barrio de SOMISA de San Nicolás y que un
mes antes de su liberación, fue enviado a la
penitenciaria de la ciudad de La Plata.
Indicó que durante los primeros días
estuvo siempre esposado, con sus manos en la espalda,
vendado y que en ese condición soportó torturas con
corriente y asfixia, bajo interrogatorios que versaban
sobre una participación suya “en una célula terrorista”
y que “como no podía ofrecer ningún dato era duramente
castigado”.
Sostuvo que se le preguntaba por Carlos
Gerardo Pérez, con quien vivió un tiempo en San
Nicolás, porque como estudiaban juntos en la
Universidad Tecnológica de esa ciudad y además
trabajaban en el mismo lugar, alquilaron una casa
durante tres o cuatro meses.
Explicó que por entonces Carlos Gerardo
Pérez le confesó que militaba en el E.R.P. y que tenía
una novia, que apodaban “Nora o Norita”, pero que no
llegó a conocer.
Además, que otros compañeros del taller
también fueron detenidos, entre ellos, Carlos Esquilino
y Omar Podestá, quien “hizo todo el periplo conmigo”.
A preguntas del Fiscal General referidas
a su privación ilegítima de libertad, respondió que fue

497
realizado por la policía, con el comisario de su pueblo
(Carabelas) y todo el apoyo del ejército. Asimismo, que
en el procedimiento le llevaron, entre otras cosas, un
rifle calibre 9 milímetros que estaba en la pared “a
modo de adorno” y que esos elementos nunca les fueron
restituidos.
Finalmente, antes de retirarse dijo que
mucho tiempo después se enteró lo que había ocurrido
con Carlos Gerardo Pérez.
Este hecho, encuentra respaldo con lo
declarado por Omar Ángel Podestá en este juicio en
cuanto refirió que cuando llegó a San Nicolás, en su
misma situación estaba Fioravanti, que vivía con Pérez.
Que Fioravanti le contó que había sido también
torturado, interrogado.
Asimismo, la declaración testimonial de
Daniel Omar Patolini, cuando indicó que sabía que “en
el año 76 entraron al taller… personal policial
uniformado… que como consecuencia de ello sus
compañeros Firavanti, Esquilino y Podestá quedaron
detenidos”.
Finalmente antes de retirarse, Fioravanti
reconoció su firma en las fs. 16/19, 35 y 77 de la
causa 16.820, agregada el presente.
Prueba de los hechos:
Con las constancias obrantes en el
sumario nº 16.820, agregado por cuerda a las presentes
del cual surge:
1. a) La declaración indagatoria de la
víctima en el marco de la causa nro. 16.820, de fecha
21.10.76, de fs. 16/19; de fecha 21.10.76, reconocida
Poder Judicial de la Nación
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en el debate, en cuanto refiere “que el compareciente
se domicilia con sus padres en el lugar indicado
anteriormente (localidad de Carabelas)… que juntamente
con su ingreso a la facultad el año pasado comenzó a
trabajar … en la tornería de Fajoli y Fajoli, ubicada
en Pte. Roca nº 371 de San Nicolás…que a mediados del
año próximo pasado conoció al estudiante Carlos Gerardo
Pérez….y justamente con Pérez se dedicaron a buscar una
vivienda para ambos…consiguió la finca de calle salta
sin número del barrio Pecsi … que dicha vivienda era
una casilla de madera de las denominadas prefabricadas
…que vivió en dicho domicilio durante los meses de
junio y julio ….(luego) regreso en forma definitiva a
la casa de sus padres en Carabelas”. 1.b) la
declaración testimonial en sede policial de Daniel
Patolini de fs. 28; 1.c) la declaración testimonial de
Máximo Nazareno Fajoli, en sede policial de fs. 30/31,
en cuanto refiere “…que el deponente en una sola
oportunidad concurrió a la casa de Pérez de esto hace
mucho tiempo en la época en que Fioravanti que también
trabajaba en su taller convivía con Pérez, y lo hizo en
virtud de que aquel se encontraba enfermo…Que dicha
vivienda fue alquilada por el padre de Pérez y el
compareciente firmó como garantía de los alquileres en
la inmobiliaria…”; 1.d) la declaración testimonial en
sede policial de Alberto Oscar Manelli, de fs. 36, en
cuanto refirió “…que…se encuentra trabajando en el
taller de tornería de la firma Fajoli y Fajoli…Que en
dicho lugar trabaja varios compañeros, entre los que
recuerda a Esquilino…Fioravanti, Pérez y Podestá. Que

499
tiene conocimiento de que Fioravanti vivió
aproximadamente dos meses ocupando una casa de madera
que alquilaba con Pérez hasta que se ausentó de ésta
localidad…”; 1.e) la declaración de Julia Pacheco de
Otto con domicilio en calle Salta s/n del Barrio Pezzi
a fs. 24, en cuanto señaló “…Que hace unos cinco meses
vino a vivir a la casa vecina un muchacho de nombre
Gerardo…acompañado de otro muchacho rubio, alto, que
hace unos tres meses se retiró del lugar. Que
últimamente había ido a vivir con el primero otro
muchacho que se movilizaba en una motocicleta…”; 1.f)
la declaración testimonial de María Teresa Lagarez de
Ruiz, domiciliada en calle Salta s/n, de fs. 22, en
cuanto señala “…Que esta persona vino a vivir a la
vivienda vecina…en que ocupó la casa juntamente con
otro muchacho rubio…el cual estuvo poco tiempo,
habiéndose ausentado después de vivir en el lugar uno o
dos meses…Que a dicha finca llegaban un muchacho de una
motocicleta cuyo nombre desconoce, quien llegaba por
las tardes…vistiendo siempre ropa de trabajo como la
que usan en los talleres…”,
2) Parte del Ejército Argentino de
carácter “Secreto” suscripto por el entonces Mayor
Humberto Asseff, Segundo Jefe del Grupo de Artillería
101 de Junín sede de la Subzona 13 de fs. 68. En el
mismo se asentaron las circunstancias de modo, tiempo y
lugar de la privación ilegítima de la libertad de
Fioravanti estableciendo como fecha de detención la del
13 de octubre.
3) Acta suscripta por el militar antes
señalado de fs. 69 en la cual se consignaron los
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objetos secuestrados en la vivienda propiedad de los
padres de Pablo Fioravanti.
4) Acta de fs. 3 en la que se detallaron
los elementos secuestrados en la vivienda de los padres
de la víctima suscripto por el imputado Manuel Fernando
Saint Amant fechada el 20 de Octubre de 1976.
5) Acta de fs. 1/2 suscripta por el Jefe
del Área Militar 132 Manuel Fernando Saint Amant
fechada el 20 de Octubre de 1976, en la que se da
cuenta que Fuerzas Conjuntas del Área y la Policía de
la Provincia de Buenos Aires en distintos operativos
procedieron a la detención de Pablo Rubén Fioravanti.
6) Parte de fs. 70 suscripto por Felix
Camblor, fechado el 18.10.1976 ( y con cargo de fecha
25.10.1976) por el que se da cuenta de que la víctima
se encuentra alojada en la UP 3 de san Nicolás a
disposición de SS.
7) Declaración indagatoria de Firavantti
prestadas en sede policial de fs.54/55;
8) Parte “Secreto” de fs. 68 del cual
consta que la privación de la libertad se perpetró el
13 de Octubre de 1976;
9) Parte Secreto de fs. 70, por el que se
da cuenta al Juez Federal Milesi que Fioravanti fue
detenido y se encuentra a su disposición en la U.P.3 de
fecha 25 de octubre de 1976.
10) Declaración indagatoria de la víctima
prestada ante el Juez Milesi en la UP 3 de fs. 77/vta.
11) Informe de fs. 92 remitido por
personal policial al Juez Milesi de fecha 11.11.1976

501
por el que se le informa que Fioravanti se encuentra
bajo disposición del PEN por decreto n° 2583 desde el
22.10.1976.
12) Resolución de fs. 251, en la cual el
Dr. Milesi resuelve “convertir en prisión preventiva la
detención que viene sufriendo Pablo Rubén Fioravanti”
de fecha 23 de febrero de 1977;
13) Resolución de la Cámara de
Apelaciones de Rosario de fs. 265/vta. por la que se
revoca el resolutorio de fs. 251, de fecha 7 de julio
de 1977.
14) Resolución del Dr. Milesi, de fecha
13 de julio de 1977, mediante la que se dispone la
libertad de Fioravanti dejando aclarado no obstante que
el mismo se encuentra a disposición del PEN de fs. 270;
15) Resolutorio de fecha 28.10.1977 del
Juez Milesi por la que sobresee provisionalmente a
Pablo Rubén Fioravanti a fs. 273.
Documental que fuera enviada por la
Comisión Provincial por la memoria e incorporada en
este juicio oral y público glosado a fs. 662/695 del
legajo de prueba N° 70/13 (FRO 82000149/10/1), en
especial:
a) Informe Mesa DS varios 2703 caratulado
“Detenido a disposición del PEN”. El legajo se compone
de un listado de detenidos a disposición del pen
suministrado por la Jefatura de Inteligencia Naval a la
DIPBA, dicha nomina incluye a Fioravanti Pablo Ruben
detenido por ejército argentino el 09.10.1976 en virtud
del decreto n° 06435 del 22.10.1976 y alojado en la
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Unidad 3 y que fue beneficiado con el cese del PEN en
el año 1978 a través del decreto 923/78.
b) Informe Mesa DS varios 6623 “enfrentamiento
con elementos extremistas y efectivos de esta policía
en San Nicolás el 08.10.1976”. Surge de allí que en
fecha 09.10.1976 fue detenido Pablo Rubén Fioraventi de
quien informan que fue “sometido a interrogatorio” y
quienes los detuvieron fueron fuerzas policiales,
siendo ello motivado por su relación con organización.
c) Informe Mesa DS varios 13068 “Antecedentes
de Fioravanti Pablo Rubén (en libertad).” En sus
antecedentes se da cuenta que el 09.10.1976, fue
detenido en su domicilio por personal de la unidad
regional y del comando radioeléctrico de Junín a
requerimiento de la Unidad Regional de San Nicolás y
que “el mismo día de su detención el causante fue
alojado en la unidad regional por disposición del sr.
jefe Area 131 de Junín”, ese legajo también cuenta que
una vez que ha recuperado su libertad sigue siendo
vigilado.
El caso de Domingo Pierro:
También se demostró en el debate, con la
certeza necesaria en este estadio, que Domingo Pierro
estaba casado con Lea Sabina Molinaro, vivía en la
calle Mitre al 377, de la ciudad de Pergamino, era
propietario de una joyería y tenía dos hijas, quienes
resultaron víctimas en estos hechos, Leonor Genoveva
Pierro y Adriana Beatriz Pierro.
Asimismo, quedó corroborado que el día 8
de octubre de 1976, a las 17:00 horas, Domingo Pierro

503
fue privado ilegítimamente de su libertad en su
comercio de joyería, por agentes pertenecientes a las
fuerzas represivas bajo comando operacional del Área
Militar 132 y trasladado a la Comisaría Primera de
Pergamino de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires, donde permaneció hasta el día siguiente que fue
liberado.
Este hecho fue confirmado por la
declaración en el juicio de Lea Sabina Molinaro, en la
que refirió “todo esto empezó un ocho de octubre de
1976. La cosa fue así, mi esposo se fue a las ocho de
la mañana al negocio. Luego de unas horas fui al
negocio y estaba cerrado, pensé que se podía haber ido
a la Comisaría porque como le habían robado, podían
haberlo llamado para declarar. A las siete de la tarde
llegó Adriana de Rosario y mi esposo seguía si
aparecer. Con mi hija llamamos a hospitales y eso…
después fuimos a la Comisaría y pregunté si habían
llevado allí a mi esposo por algo y me dijeron que no…
hablamos con un policía que no se quién era. Abrimos el
negocio para ver si le había pasado algo, y no, no
estaba allí. Nos quedamos en casa, a las siete de la
mañana tocan a la puerta y entran dos personas, uno
vestido de policía y el otro de civil… abrí porque
creía que era mi otra hija. Ellos me preguntan por
Leonor, les dije que no estaba y se llevaron a Adriana.
Yo me quede sin saber nada sobre mi esposo y mi
hija…como a la hora trajeron a mi esposo…no podía ni
estar en pie, porque le habían pegado. Después me
enteré por él que lo habían tenido toda la noche con
una luz muy potente en la cara. Me lo trajeron y dos de
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ellos se quedaron con nosotros, eso fue el sábado. Se
quedaron hasta el lunes a la mañana, tenían uniforme.
Mi marido dijo que había estado en la Comisaria de
Dorrego donde habían dicho que no estaba allí… mi
esposo estaba muy mal… apenas podía caminar…”.
Asimismo, se comprobó con las
declaraciones testimoniales prestadas en este juicio
por su hija, Adriana Pierro, quien sostuvo “yo vine de
Rosario a Pergamino el viernes 8 de octubre. Llegue a
mi casa y mi papá no estaba, mi mamá estaba preocupada
por eso… había ido a la Comisaria y le habían dicho que
no estaba. Pasamos toda la noche en vela. A las 6 de la
mañana tocan el timbre, nosotros pensando que era mi
hermana abrimos la puerta y entraron a mi casa 5 o 6
personas vestidas de policía con ropa negra y con armas
preguntando por mi hermana, como mi hermana no estaba,
me llevaron a mí. Por lo que me cuenta mi mamá, cuando
me llevan, a la hora, hora y media, lo traen a mi papá
y le cuenta a mi mama que había estado en la Comisaria
de Pergamino…”
Prueba documental de los hechos:
La denuncia ante la CONADEP de fs.
293/296, realizada por Adriana Beatriz Pierro, del mes
de marzo de 1986.
El caso de Adriana Beatriz Pierro:
Ha quedado demostrado en el debate, que
Adriana Pierro estudiaba medicina en la Universidad
Nacional de Rosario y residía en una pensión ubicada en
calle Presidente Roca 473, de esa misma ciudad, junto a
su hermana, Leonor Genoveva Pierro.

505
Que las dos hermanas eran oriundas de la
ciudad de Pergamino, Provincia de Buenos Aires, donde
residían sus padres. Asimismo, y como se verificará de
aquí en adelante a través de una larga lista de
testimonios, formaban parte del grupo católico juvenil
llamado “Emanuel”, perteneciente a la Parroquia San
Vicente de esa ciudad, liderado por el cura párroco
Marciano Alba Martínez y del cual también participaban
entre otros, su hermana, Eleonor Genoveva Pierro,
Carlos Gerardo Pérez y Beatriz Torrent.
Conforme los testimonios recogidos en el
debate, se puedo establecer que el sábado 9 de
noviembre de 1976, Adriana Pierro fue privada
ilegítimamente de la libertad por un grupo de personas,
algunos uniformados y otros vestidos de civil que
allanaron el domicilio de sus padres, de calle Mitre al
377 de Pergamino, a la vez que registraron toda la
vivienda y secuestraron diverso material, con el que se
pretendía acreditar la pertenencia de las hermanas
Pierro a agrupaciones tildadas de “subversivas”.
Luego de ser privada de su libertad,
Adriana Pierro, fue llevada a la Comisaría de Pergamino
hasta el 11 de octubre de 1976. Posteriormente fue
trasladada en el asiento trasero de un automóvil, marca
Torino, color blanco, hasta un centro clandestino de
detención que bajo la jefatura del Área Militar 132,
funcionó en la Comisaría Segunda de San Nicolás del
Barrio Somisa, donde permaneció con una venda en sus
ojos, esposada y atada a la cama.
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Allí, fue interrogada por las actividades
del grupo “Emanuel”, por los integrantes del mismo y su
relación con Carlos Gerardo Pérez.
Después de trece días, la víctima, fue
trasladada a la Unidad Penal Nro. 3 de San Nicolás,
donde permaneció incomunicada, durante otros diez días.
Conforme se acredito en este juicio,
Adriana Pierro fue sometida a a una causa por presunta
infracción a la ley 20.840, la que tramitó ante el
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo por ese entonces
del Suboficial Mayor (RE) Dr. Luis H. Milesi, quien le
tomó declaración indagatoria en la Unidad Penal Nº 3 de
San Nicolás en fecha 5 de Noviembre de 1976,
sometiéndolo a un interrogatorio similar al realizado
en sede policial. El magistrado le exhibió las cartas
que Adriana Pierro intercambiaba con Carlos Gerardo
Pérez, obtenidas en los allanamientos ilegales e
inquirió a la mencionada sobre su pertenencia y el
motivo del intercambio, por sus actividades en el grupo
“Emanuel” y por su relación con el nombrado.
El 10 de Marzo de 1977, el juez resolvió
decretar la libertad de Adriana Pierro, mediante un
auto de media página en el cual refirió que a la misma
no se le imputa hecho alguno, sólo su vinculación con
Gerardo Pérez, señalando al respecto “la que
momentáneamente estaría explicada”.
Finalmente, obtuvo su libertad el 21 de
Marzo de 1977, luego de una entrevista con Manuel
Fernando Saint Amant, quien le expresó que si por él
fuera la libertad no le habría sido otorgada.

507
Este hecho, se comprueba, entre otros
elementos, con la declaración en el debate de Adriana
Pierro, quien sostuvo que tenía una hermana que en la
actualidad tendría la edad de 59 años. Que la misma se
llamaba Leonor Genoveva Pierro, pero que todos la
llamaban desde muy chiquita “Nora o Norita” y que ambas
participaban de la agrupación religiosa denominada
“Emanuel”.
Explicó que empezaron a formar parte del
grupo en el año 1973 o 1974 y que participaba allí
también, su cuñado, Carlos Gerardo Pérez. Que la
función del grupo era la de ir a los barrios llamados
“12 de Octubre y Güemes” de Pergamino, para ayudar a
los chicos a hacer sus tareas escolares y realizar
tareas sociales.
Sostuvo que su hermana al momento de su
desaparición estudiaba en Rosario Magisterio y
Profesorado de Historia. Que por entonces, vivían
juntas en una pensión ubicada en calle Pte. Roca y que
volvían a la ciudad de Pergamino, semana de por medio,
alternando entre ellas, para visitar a sus padres.
Indicó que su hermana era la novia de
Carlos Gerardo Pérez y que junto a otras personas como
por ejemplo Navarro, Pascot, Puente y Torrent
integraban el grupo “Emanuel”.
Respecto de su propia privación ilegítima
de la libertad, sostuvo que había arribado a Pergamino,
proveniente de la ciudad de Rosario, el viernes 8 de
octubre de 1976. Que cuando llegó a su domicilio, su
madre estaba muy asustada porque no sabía dónde se
encontraba su padre. Que alrededor de las 6 de la
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mañana tocaron el timbre y entraron a su casa entre 5 o
6 personas vestidas de policía, con armas y
preguntando por su hermana. Que como allí no la
encontraron, se la llevaron detenida a ella y la
trasladaron a la Comisaría 1ra. de Pergamino, ubicada
en calle Dorrego de esa ciudad.
Que en ese lugar permaneció en una
habitación, sobre en un sofá y así se mantuvo hasta el
día lunes a la mañana, cuando la sacaron y la
transportaron esposada y encapuchada, en el baúl de un
vehículo, marca Falcón, color verde, hacia la Comisaria
del Barrio Somisa de San Nicolás, lugar que reconoció
años después.
Contó que en su cautiverio siempre la
mantuvieron esposada, con los ojos vendados y que esa
situación se prorrogó hasta fines de Octubre o
principios de noviembre. Que durante ese lapso hubo
gente que la interrogaba y le preguntaba por todos sus
compañeros del grupo “Emanuel”, las actividades que
allí se realizaban y sobre todo por Carlos Gerardo
Perez.
Sobre los padecimientos que sufrió
durante su encierro sostuvo “yo escuchaba las torturas
de los demás, pero no fui violada ni picaneada,
insistían con mi militancia y yo no sabía que
contestar. A mí me interrogaban sentada en una silla,
con las manos atadas y vendada, hubo gente que la paso
peor que yo. Eran agresiones verbales continuas, me
decían te vamos a matar, vos sabes que yo te puedo

509
pegar un tiro si no me decís quien es o que hace tu
papá”
Además, sostuvo que durante ese tiempo
ingirió solo las sobras de alimentos que le entregaban
y que un guardia de la cárcel era quien la llevaba al
baño, manteniéndose siempre con la misma ropa y sin
poder higienizarse en lo más mínimo.
Que la tuvieron incomunicada hasta el mes
de diciembre, hasta que le autorizaron a escribirles
una carta a sus padres para avisarle donde estaba y que
fueran a visitarla. Que recién desde entonces, los
mismos pudieron a hacerlo, solo una vez por semana.
Recordó que cuando le otorgaron la
libertad, a partir de marzo del año 1977, le dijeron
que quizás a la semana siguiente “la agarraban de
nuevo”. Agregando “yo recuerdo haber hablado con Milesi
y con Saint Amant, el que me decía que me podían largar
y que al llegar a la esquina, volver a agarrar …ah y
una frase que recuerdo, si te volvemos a agarrar, no la
vas a pasar así…”.
A preguntas del Fiscal General, respondió
que en una oportunidad habló con el Juez Milesi,
agregando “un asco de persona, su actitud era tu vida
está en mis manos, yo con vos hago lo que quiero. Era
como que me estaba haciendo el favor de que estés acá.
Cuando habló con mis padres, también los trato mal, les
dijo que tenía suerte de que sus hijos eran egoístas,
porque así no les pasaba nada, porque mi mamá tenia
hijas que eran generosas, una actitud que desmerece lo
que debe ser un juez, para mí era una muy mala
persona…”.
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FRO 82000149/10
Sobre la desaparición de su hermana y
Carlos Gerardo Pérez, indicó que en base a
averiguaciones realizadas con los vecinos que tenían en
esa época, pudo reconstruir que Carlos fue a buscar a
su hermana a la pensión de la ciudad de Rosario y que
luego juntos se fueron hacia San Nicolás. Que allí
vivieron durante un tiempo, enterándose, por el dueño
de la pensión, que cuando la policía los buscar a allí
su hermana ya no estaba y que nunca más supo de ella.
Sobre eso refirió “todo el mundo me comentó que la vio
en algún lado, pero nosotros nunca más tuvimos una
noticia de ella”. Agregando que pudo saber que a su
hermana y Gerardo los encontraron y se los llevaron de
una casa “con las manos atrás de la nuca” y que luego,
prendieron fuego esa vivienda”.
Por último, relató que a causa de estos
sucesos tuvo enormes consecuencias, explicando “en
realidad, yo era un pequeña lumbrera cuando estudiaba,
siempre me gusto estudiar, tenia los mejores promedios
en la facultad, tenía todo un proyecto armado. Cuando
volví a Pergamino, trate de tomarme esto como una
película, como si le hubiera pasado a otro, porque a
los 19 años es muy difícil sobrellevar esto. Yo traté
de hacer todas las averiguaciones posibles, las
consecuencias fueron que mi papá se murió, con lo cual
yo perdí a otro se me mi familia que quería. Mi mamá es
una depresiva crónica, yo termine la carrera como pude
con un promedio pésimo, no con los que hubiera esperado
y en realidad los primeros años fueron muy difíciles
para mí, porque no me podía relacionar con nadie,

511
porque uno termina esto sin haber tenido nada que ver
sintiéndose culpable. Cuando yo digo que no tenía nada
que ver, no digo que si hubiera tenido algo que ver se
justifica, se entiende sino que uno es la víctima y
cuando sale de esto no se puede relacionar con nadie,
no tanto porque tenga miedo sino porque emocionalmente
está mal, habla con poca gente, se encierra en uno
mismo, mi papá se murió, no me quedo nadie en la
familia, ningún otro familiar y el único sostén que
tiene mi mamá soy yo, no económicamente sino
emocionalmente y el hecho de que uno haya pasado toda
la vida buscándola (a Eleonor) hace que uno la vea en
todos lados”.
Esta testigo, antes de retirarse
reconoció su firma en la fs. 20/21, 76 vta. expte.
16.820, en su declaración prestada en sede prevencional
(fs. 507 y 509) y en legajo CONADEP 226, fs. 1/2, del
expte. 21/11.-
El hecho, se prueba además con el
testimonio en el debate de Lea Molinaro de Pierro,
madre de Adriana, quien sostuvo al declarar “en la
comisaría, un policía me dice que se la habían llevado
a San Nicolás. Yo volví a casa y mi esposo apenas podía
caminar. Al otro día fuimos a para allá. Primero al
penal, preguntamos si sabían algo de Adriana y por
casualidad algo de Leonor y nos dijeron que no, pero
nos mandaron al Comando de los militares, fuimos ahí y
nos recibieron con un fusil. Luego, nos hicieron ir a
una oficina, nos dijeron que sabían nada, nos trataban
como si nosotros fuéramos delincuentes. Pasado no se
cuánto tiempo supimos por una persona que Adriana
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estaba bien y que ella nos iba a decir cuando podíamos
ir a verla. No me acuerdo el nombre de esta persona, mi
esposo al saber que mi hija estaba ahí, se empezó a
reponer un poco. Después de eso, el 27 de noviembre de
1977, recibimos carta de Adriana donde decía que estaba
bien y que la podíamos visitar los sábados. Viajamos
con mi marido, cuando la vi no parecía mi hija. Se le
veía el temor, por más que hacia fuerza para mostrarse
fuerte, se le veía el sufrimiento….”.
Asimismo, se prueba con las declaraciones
testimoniales recibidas en este debate de María Beatriz
Torrent; Guillermo Daniel Navarro; Eddo Pascot; María
Angélica Puentes; y Marciano Alba Martínez, compañeros
de Adriana Pierro en el grupo “Emanuel” que en lo
pertinente serán expuestas más adelante, al tratar el
caso de su hermana y Carlos Gerardo Pérez.
Prueba de los hechos:
Las constancias del expediente nº 16.820,
agregado por cuerda, en particular:
a) Acta de fs. 5, en la que se detallaron
los elementos obtenidos en la vivienda de los padres de
Adriana Beatriz Pierro, suscripta por el entonces Jefe
del Área Militar 132, Teniente Coronel Manuel Fernando
Saint Amant, en fecha 20 de Octubre de 1976.
b) Acta obrante a fs. 1/2, suscripta por
Saint Amant, en la cual se da cuenta que Fuerzas
Conjuntas del Área Militar y Policía Provincial, en
distintos operativos procedieron a la detención de
Adriana Beatriz Pierro, fechada el 20 de octubre de
1976.

513
c) Declaración indagatoria en sede
policial de fs. 20/21, de fecha 21 de octubre de 1976.
d) el parte preventivo de fs. 65
suscripto por el Comisario Carlos Mottino elevado al
Juzgado Federal con cargo de fecha 20 de Octubre de
1976, en el cual consta la recepción por parte del Jefe
del Área Militar 132 en carácter de detenida de Adriana
Beatriz Pierro, siendo que la misma había sido privada
de su libertad en la fecha antes indicada.
e) Acta de puesta en libertad de Adriana
Pierro de fs. 267, suscripta por el Jefe de la Unidad
3, Prefecto Domingo Ramón Mac Tier, en la cual consta
que en fecha 21 de Marzo de 1977, se procede a poner en
libertad a Adriana Pierro por haberlo dispuesto el Sr.
Jefe del Área 132 -Autoridades Militares- en oficio que
obra en esa jefatura.
f) Resolución por la que se la sobresee
provisionalmente en fecha 07 de noviembre de 1977 de
fs. 276/vta.
El Legajo CONADEP correspondiente a la
denuncia ante ese organismo de Adriana Pierro:
Constancias obrantes en los autos
caratulados “Pierro Adriana Beatriz. Formula denuncia
sobre su secuestro” Expte. nº 20.581 del Juzgado
Federal por entonces a cargo del Dr. Hugo del Pozo
incorporados al presente proceso. En particular:
a) Declaración testimonial de Adriana
Beatriz Pierro de fecha 30 de abril de1986. Dicha
declaración obra agregada a fs. 44/46 de autos y de la
misma surge un relato pormenorizado de su cautiverio en
el centro clandestino de detención que bajo la jefatura
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del Área Militar 132 funcionó en el Destacamento
Siderurgia Argentina -hoy Comisaría Segunda del Barrio
Somisa de San Nicolás- de la policía de la provincia de
Buenos Aires.
b) Inspección ocular realizada en
presencia de Adriana Beatriz Pierro, en fecha 30 de
Mayo de 1986, en el marco de los autos previamente
referidos en la cual reconoce las instalaciones del
mencionado destacamento en las que permaneció en
cautiverio (Comisaría 2ª de San Nicolás), como también
las inmediaciones del centro clandestino de detención
por el cual circuló el automóvil en el que fue
transportada desde la Comisaría Primera de Pergamino.
c) Nota suscripta por el Jefe de Policía
de la Provincia de Buenos Aires, Comisario General
Bronislao Rogosz en fecha 30/09/1986 glosada a fs. 64
en la cual da cuenta que la Comisaría Primera de
Pergamino tenía asignados dos automóviles marca Torino,
de los cuales pudo establecerse mediante
averiguaciones, que uno era de color blanco.
Declaración testimonial de Adriana Pierro
prestada en este expediente de fs. 129/131 e Inspección
ocular realizada por disposición del Juez Federal
Carlos Villafuerte Ruzo, en la Comisaría Segunda del
Barrio Somisa, en el marco del presente proceso, en
fecha 23/09/2008, en presencia de Adriana Beatriz
Pierro agregada a fs. 507/509, en la cual expresó
reconocer distintas dependencias en las cuales
permaneció durante su cautiverio

515
El Legajo Mesa DS Varios N° 6623
“Enfrentamiento con elementos extremistas y efectivos
de esta policía en San Nicolás, el 8-10-1976” remitido
por la Comisión Provincial por la memoria, de cual
surge que Adriana Pierro fue detenida “por estar
relacionada con la organización”, dando cuenta que es
la hermana de Adriana Pierro.
Privación ilegítima de la libertad de
Juan Carlos Pérez.
También ha quedado demostrado en el
debate, que Juan Carlos Pérez estaba casado con Amanda
Mercedes Sadaba de Perez y vivía con ella y sus hijos,
en una finca ubicada en calle Honduras 1351, de la
ciudad de Pergamino.
Asimismo, que trabajaba en la firma Kehoe
de esa ciudad y era el padre de Carlos Gerardo Pérez,
quien resultare, conforme se describirá mas adelante,
privado ilegítimamente de su libertad y posteriormente
asesinado.
Con los testimonios brindados en el
debate, se pudo establecer que el 8 de octubre de 1976,
por la mañana, fuerza del comando operacional del Área
Militar 132, integradas por personal del ejército y de
la policía de la provincia de Buenos Aires, que
revistaban en la Comisaría de Pergamino, allanaron
ilegalmente la casa de Juan Carlos Pérez y Amanda
Sadaba de Pérez, en búsqueda de su hijo Carlos Gerardo
Pérez.
Con ese fin se realizó un operativo por
el cual rodearon la manzana en la que se encontraba la
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vivienda y cortaron la circulación por sus
intersecciones.
Una vez dentro del domicilio, los
integrantes del operativo registraron sus dependencias,
revisando los libros e interrogando a la única ocupante
de la casa en ese momento, Amanda, siendo preguntada
constantemente por el paradero de su hijo, Carlos
Gerardo Pérez, quedándose allí hasta después del
mediodía.
Mientras ello ocurría, Juan Carlos Pérez
regresó de su trabajo y el personal que participaba del
operativo narrado no lo dejó ingresar a su casa, lo
privó ilegítimamente de su libertad y trasládalo hasta
la Comisaría Primera de Pergamino, donde fue sometido a
un interrogatorio con preguntas sobre las actividades
de su hijo Carlos Gerardo y sobre las amistades de
éste.
Finalmente, Juan Carlos Pérez, fue dejado
en libertad ese mismo día.
Prueba lo expuesto:
La denuncia ante CONADEP obrante a fs.
1/10 de autos.
Copia certificada del Recurso de Habeas
Corpus interpuesto por Amanda Sadaba de Pérez, en fecha
23 de marzo de 1979, ante el Juzgado en lo Penal Nro. 3
del Departamento Judicial de San Nicolás, a cargo del
Dr. Juan Carlos Marchetti.
Declaración testimonial de Juan Carlos
Pérez de fs. 139/140, incorporada por lectura en el
debate, en cuanto refirió “… que cuando volvía de su

517
trabajo, el día 8 de octubre de 1976, en horas del
mediodía, ya a los 100 metros antes de llegar a su casa
percibió la presencia militar que estaban rodeando la
manzana. Que lo pararon y no lo dejaron entrar a su
domicilio. Que al referirles que vivía allí lo dejaron
entrar… que de allí lo llevaron a la comisaria de
Pergamino. Que primero lo tuvieron como una hora
esperando y que más tarde se reunieron personas de las
fuerzas del ejército y de la Comisaria misma, que todas
ellas le preguntaban por su hijo y las amistades de
este. Que llamaron a alguien para anunciarle que estaba
un tal Aguirre, que era el gerente de la empresa donde
trabajaba y escuchó que le decían: acá no está detenida
ninguna persona de nombre Pérez. Que en horas de la
tarde lo liberaron”.
El caso de Carlos Gerardo Pérez y Leonor
Genoveva Pierro:
Carlos Gerardo Pérez:
Conforme los testimonios brindados en el
debate, se pudo llegar a la conclusión de que Carlos
Gerardo Pérez tenía 20 años, era oriundo de la ciudad
de Pergamino, a la fecha de los hechos residía en la
ciudad de San Nicolás, porque estaba estudiando en la
Universidad Tecnológica Nacional y era operario en el
taller de tornería “Fajoli y Fajoli”. Además, como se
describió ya precedentemente, en ese taller también
trabajaban Omar Podestá, Carlos Esquilino y Pablo
Fioravantti, todos privados ilegítimamente de su
libertad.
Asimismo, en base a las declaraciones
obtenidas, se pudo reconstruir que Carlos Gerardo
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estaba de novio con Leonor Genoveva Pierro, con quien
se había conocido en el grupo juvenil cristiano
“Emanuel”. Además, que a la fecha de los hechos, el
nombrado militaba en el Partido Revolucionario de los
Trabajadores e integraba el Ejército Revolucionario del
Pueblo.
Del mismo modo, ha quedado acreditado que
en la primera quincena de octubre, la vivienda que
alquilaba en calle Salta S/N del barrio Pesci, en la
ciudad de San Nicolás, fue allanada ilegalmente a por
fuerzas del Batallón de Ingenieros de Combate 101 de
San Nicolás, siendo totalmente saqueada e incendiada.
Ante ello, Carlos Gerardo Pérez se
refugió en una vivienda ubicada en calle Buenos Aires,
del Barrio Moreno, junto a su novia Leonor Genoveva
Pierro, a quien antes había ido a buscar a la ciudad de
Rosario.
En la mencionada vivienda, Carlos
Gerardo Pérez y su novia Leonor Genoveva Pierro, fueron
privados ilegítimamente de su libertad, en la primera
semana de Noviembre de 1976, por personal del ejército,
uniformados y portando armas largas. La vivienda fue
saqueada y destruida.
Como se probará a continuación, se
adquirió certeza de que Carlos Gerardo Pérez fue
víctima de homicidio. En efecto, el 15 de abril de
2009, por tareas del Equipo Argentino de Antropología
Forense, en el Cementerio de Avellaneda de la Provincia
de Buenos Aires, se pudo determinar la coincidencia de
un cadáver sin identidad, con la del precitado, en base

519
a una pericia realizada con muestras de sangre de sus
padres, comparadas con el perfil extraído de una
muestra del esqueleto hallado en una fosa, permitiendo
así arribar a ese resultado.
La resolución de fecha 1 de Julio de
2009, de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional de Capital Federal, en el
legajo Nro. 117, del expediente de identificación de
cadáveres NN, declaró que los restos identificados en
las condiciones de modo tiempo y lugar relatadas en el
párrafo precedente, pertenecen a quien en vida fuera
Carlos Gerardo Pérez.
Leonor Genoveva Pierro.
Asimismo, ha quedado debidamente probado
en el debate, que a la fecha de los hechos, Leonor
Genoveva Pierro (Norita) tenía la edad de 21 años, era
oriunda de Pergamino y cursaba las carreras de Historia
en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional
de Rosario y magisterio en el Colegio Normal Nacional
Nro. 2 de esa ciudad.
Además, como se dijo anteriormente,
residía junto a su hermana en un pensión de Rosario,
por la calle Pte. Roca y trabajaba como maestra en una
escuela provincial. Junto a su hermana y su novio,
Carlos Gerardo Pérez, formaban parte del grupo juvenil
cristiano llamado “Emanuel”.
Leonor Genoveva Pierro fue secuestrada
en las mismas circunstancias de modo, tiempo y lugar,
que Carlos Gerardo Pérez, encontrándose al día de la
fecha en carácter de detenida desaparecida, sin
perjuicio de ello para ésta Magistratura, se encuentra
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probado con absoluta certeza que ha sido víctima de
homicidio.
Prueba de los hechos:
Las constancias obrantes en el sumario nº
16.820, agregado por cuerda a las presentes,
consistentes en la testimonial de Pablo Rubén
Fioravanti de fs. 16/19; la de María Teresa Ruiz de fs.
22; la declaración de Pablo Enrique Otto de fs. 25; de
Carlos Cipolatti de fs. 26; de Daniel Omar Patolini de
fs. 28; de Carlos María Esquilino de fs. 33; de Luis
Eduardo Garcia de fs. 37/vta.; de Guillermo Daniel
Navarro de fs. 38/9.
Asimismo del mencionado sumario surge:
a) A fs. 1/2, el parte suscripto por el
hoy Coronel (RE) Manuel Fernando Saint Amant, en el
cual se asentó el allanamiento efectuado en la vivienda
sita en calle Salta s/n y los objetos retirados de la
misma.
b) A fs. 4 y 6, obra el inventario de los
bienes que fueron incautados de la vivienda, en fecha
20 de Octubre de 1976, mediante actas suscriptas por el
entonces Teniente Coronel Manuel Fernando Saint Amant.
c) A fs. 22, obra la declaración
testimonial de María Teresa Lagarez de Ruiz,
domiciliada en calle Salta s/n del Barrio Pesci, en
cuanto señaló “…que pudo observar desde su domicilio un
procedimiento de las fuerzas de seguridad, como también
escuchaba los comunicados radiales que se hacían desde
los patrulleros policiales donde se informaba que se
habían encontrado armas y otros elementos…”.

521
d) A fs. 23, declaración testimonial de
Hugo Alberto Gómez, domiciliado en calle Salta s/n del
Barrio Pesci, vecino de Gerardo Pérez, en cuanto
refirió “…que el día del procedimiento, de las fuerzas
de seguridad el dicente dice que se encontraba ausente
de su domicilio, pero su señora le comentó que había
escuchado comunicados por las radios de los patrulleros
que se habían encontrado armas y otros elementos. Que
por la noche, en circunstancias que se hallaba
durmiendo, fue despertado por vecinos, quienes le
enteraron que había un incendio en la casa vecina. Que
al levantar la cortina de su ventana, observó el
siniestro…”.
e) A fs. 24, obra la declaración
testimonial de Julia Pacheco de Otto, con domicilio en
calle Salta s/n en cuanto señaló “Que sabe que las
fuerzas de seguridad retiraron del lugar elementos,
pero no observó los mismos. Que esa misma fecha, en que
se efectuó el procedimiento policial, pero en horas de
la noche se produjo un incendio en la vivienda de
Gerardo…”.
El informe remitido por la comisión
provincial por la memoria, en el que consta el LEGAJO
Mesa DS varios n° 6623, caratulado “Enfrentamiento con
elementos extremistas y efectivos de esta policía en
San Nicolás el 08/10/76”. Del mismo surge que a esa
fecha (mes de noviembre de 1976), Carlos Gerardo Pérez
estaba siendo buscado por fuerzas de seguridad ya que
lo mencionan en calidad de prófugo y que contaban con
un diario personal de la víctima. Asimismo, en tal
legajo hay constancias sobre las detenciones de Podestá
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Fiorvanti y Adriana Pierro, por su vinculación con
Carlos Gerardo y Leonor Genoveva Pierro.
Legajo CONADEP Nro. 228, correspondiente
a la denuncia de los hechos que damnificaron a Carlos
Gerardo Pérez, obrante a fs. 1/10 de autos. Del mismo
surge su fecha de nacimiento el 7/02/1956, que era
soltero y tenía un hijo varón de 3 años. En dicho
legajo consta una ficha de “Familiares de desaparecidos
y detenidos por razones políticas”, de la cual surge
que estudiaba ingeniería y que trabajaba en la fábrica
de los hermanos Fajoli.
Copia certificada del recurso de habeas
corpus interpuesto por Amanda Sadaba de Pérez, en fecha
23 de marzo de 1979, ante el Juzgado en lo Penal Nro. 3
del Departamento Judicial de San Nicolás a cargo del
Dr. Juan Carlos Marchetti a fs. 415/477.
El legajo Conadep Nro. 227,
correspondiente a Leonor Genoveva Pierro, de fs.
246/247, en el cual constan su fecha de nacimiento
22/5/55, y su lugar de trabajo y estudio.
Nota suscripta por Adriana Beatriz
Pierro, obrante en el legajo Conadep Nro. 226,
correspondiente a la misma en cuanto efectúa un breve
relato de las circunstancias en que se produjo el
secuestro de su hermana y su cuñado Carlos Gerardo
Pérez de fs. 298.
El Legajo Nro. 117/21, “Carlos Gerardo
Pérez- Cementerio Municipal de Avellaneda, Bs. As.” del
registro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional de Capital Federal, incorporado

523
en copia certificada a estos autos a fs. 1056/1099. En
el mismo, obra la pericia antropológica forense en la
cual se detallan las lesiones perimortem. Dicho informe
indica que se constató sobre el cráneo fragmentado con
pérdida de sustancia ósea en frontal y macizo facial,
como resultado de al menos dos impactos por proyectil
de arma de fuego; fractura completa de la cuarta
costilla derecha; sexta vértebra con fractura
incompleta y séptima vértebra con fractura completa;
orificio en fémur derecho compatible con orificio de
entrada de proyectil de arma de fuego. Se concluye que
las lesiones constatadas, son compatibles con las
provocadas por impactos de proyectiles de arma de
fuego. La trayectoria del proyectil de arma de fuego en
cráneo es idónea para provocar la muerte.
Informe pericial suscriptos por los
Licenciados en Antropología Forense Luis Fondebrider y
Patricia Bernardi, integrantes del Equipo Argentino de
Antropología Forense -dirigido a la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de
Capital Federal en fecha 15/04/2009- en el cual se hace
saber de la identificación de los restos de Gerardo
Pérez mediante los respectivos estudios antropológicos
y análisis genéticos, obrante a fs. 1072/1073.
El informe remitido por la comisión
provincial por la memoria en el que consta LEGAJO Mesa
DS varios n° 7183 caratulado “Secuestro a Carlos
Gerardo Pérez”, en donde se encuentra asentada la
denuncia que efectuara la madre de Pérez el 08.02.1977
en virtud de su desaparición.
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Asimismo Legajo Mesa DS varios n°
16947, “Paradero de Pérez Carlos Gerardo y Pierro
Leonor Genoveva” que consiste en una solicitud de
paradero de los nombrados, que se pone en marcha en el
mes de diciembre de 1980, y de donde surge que la
desaparición física de ambos se habría producido en
fecha 01.11.1976, cerrándose el legajo de manera
negativa.
El informe remitido por la comisión
provincial por la memoria, en el que consta LEGAJO Mesa
DS varios n° 19695 caratulado “Asunto s/paradero de
Torres Luis Alberto y otros” de donde se infiere que en
octubre de 1981 se inicia nueva solicitud de paradero
en relación a Carlos Gerardo Pérez entre otros, la que
se cierra el 09.11.1981.
La partida de nacimiento en copia de
Pablo Héctor Pérez, de la cual surge que resulta ser
hijo de Carlos Gerardo Pérez y que nació el 3 de
Noviembre de 1973.
Copia certificada de la resolución
emitida por los vocales de la Cámara de Apelaciones en
lo Criminal y Correccional Federal de Capital, en el
marco del mencionado legajo 117/21 antes referido,
mediante la cual se declaró que los restos
identificados en las condiciones de modo tiempo y lugar
relatadas pertenecen a quien en vida fuera Carlos
Gerardo Pérez, de fs. 1087/1089.
Testimonios que prueban lo expuesto:
Declaró en el debate Guillermo Daniel
Navarro, quien sostuvo que conoció a Carlos Gerardo

525
Pérez y a Eleonor Genoveva o “Norita” en el grupo
religioso “Emanuel”, dirigido por el cura Marciano
Alba.
Asimismo, sostuvo que en octubre de 1976,
fue secuestrado, encapuchado y trasladado en el asiento
trasero de un automóvil a la Comisaría 1ra. de la
ciudad de San Nicolás.
Que allí fue interrogado por varias
personas, quienes le preguntaban sobre Carlos Gerardo
Pérez, mientras le iluminaban el rostro para que no
pudiera reconocer a nadie.
Finalmente, que “el comisario”, le dijo
que lo iban a dejar en libertad “porque ya tenían lo
que querían”.
Antes de retirarse este testigo reconoció
su firma en las fs. 38/39 del expediente.-
También declaró en el debate Eddo Pascot,
quien dijo perteneció al grupo “Emanuel”, que estaba
orientado por el cura Marciano Alba y que realizaban
tareas sociales en barrios. Que se trataba de un grupo
mayormente integrado por jóvenes y que en el mismo
participaban “Norita, Beatriz y Pérez”. Que sabía que
en la última etapa Norita y Gerardo estaban de novios.
Contó que Carlos Gerardo Pérez siempre
fue una persona comprometida en sus acciones, y que
cuando terminó el secundario se fue a vivir a la ciudad
de San Nicolás, para estudiar. Que allí realizó una
actividad política, pero que nunca supo con precisión
de que se trataba.
Asimismo, que se enteró que Nora y
Gerardo habían sido secuestrados en una reunión del
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grupo “Emanuel”, cuando alguien le comentó “me parece
que a Norita o Adriana la habían llevado”.
Que luego de eso, fue hasta la casa de
Adriana y Norita, siendo atendido por la madre de
ellas, quien le dijo “la revista Gente no te la puedo
devolver, porque tengo gente en casa”, agregando “en
ese contexto de la época de terror que se vivía, ante
esa respuesta me di vuelta y me fui con mucho miedo”.
Finalmente, sostuvo que con Gerardo y
Norita compartieron muchas de sus actividades de la
época de adolescentes, siendo ellos excelentes personas
muy comprometidas y que iban a hacia adelante, en
función de su objetivo de vida.
Del mismo modo, declaró María Angélica
Puentes y sostuvo que formó parte del grupo
“Emanuel”, que se reunía en la Parroquia San Vicente de
la ciudad de pergamino y era dirigido por el cura
párroco Marciano Alba. Que allí concurrían estudiantes
secundarios de entre 15 y 18 años de edad, que
visitaban dos barrios de la ciudad y realizaban
reuniones de reflexión. Que en esas circunstancias
conoció a las hermanas Pierro y a Carlos Gerardo Pérez.
Sostuvo que se enteró por su madre, quien
tenía relación de amistad con los padres de Gerardo y
Nora de la desaparición de estos. Que ella en esa época
estudiaba en la ciudad de La Plata y no volvía con
mucha frecuencia a Pergamino, pero que sin embargo, ya
había tomado conocimiento de la desaparición de algunos
compañeros de ella en la facultad.

527
En este sentido, dijo que cuando se
llevaron a Adriana Pérez, se sabía que en realidad a
quien buscaban era a su hermana, Norita.
A preguntas del Sr. Fiscal General sobre
la actividad política de Gerardo Pérez, la testigo
contesto que no sabía en aquel momento si la tuvieron,
pero que sin embargo, en el grupo “Emanuel”, había
muchas discusiones de cómo se debía llevar adelante “la
idea” y que pudo sospechar que Carlos Pérez tenía
alguna militancia porque en alguna ocasión le hizo
referencia a la defensa “de la lucha armada como vía
alternativa de cambiar cosas”.
También declaró en el juicio María
Beatriz Torrent y en su relato al tribunal indicó que
fue parte de “Emanuel”, formado por un grupo de jóvenes
que respondía a los curas tercermundistas de esa época.
Que con Nora o Norita y Adriana Pierro, concurrían al
barrio “12 de Octubre” y que Carlos Pérez, al barrio
“Güemes”, a realizar sus actividades sociales.
Interrogada por el Sr. Fiscal General,
recordó que la última vez que vio a Gerardo Pérez y
Eleonor Pierro fue en la ciudad de Rosario, en el
departamento que ella ocupaba y que la pareja había ido
allí a almorzar. Relató que en ese momento llegaron sus
padres, provenientes de la ciudad de Pergamino y que se
sorprendieron al verlos ahí, porque ellos ya tenían
noticias de que la pareja habido sido intensamente
buscada en sus respectivos domicilios en Pergamino, lo
que definió como “una situación dolorosísima, que nunca
olvidare, porque no sabíamos que hacer ya que los dos
corrían riesgo de vida”.
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Agregó que si bien ella conocía que Nora
no tenía actividad política, supo que por el hecho de
estar vinculada con Gerardo corría riesgo, ya que ella
conocía que éste militaba en el Partido Revolucionario
de los Trabajadores.
En este sentido, recordó que con sus
padres en el departamento, se plantearon que debían
hacer, ya que ella convivía con otra persona, que
seguramente quedaría involucrada si decidían proteger a
la pareja, pero que Gerardo y Nora tomaron la difícil
decisión de irse del departamento. Al respecto dijo
“eso me generó una sensación de culpa, por no poder
haber podido hacer nada en ese momento”. Que lo que
posteriormente sucedió con ellos se lo enteró por
comentarios, pero que hay varias versiones y nunca supo
con certeza que fue lo que ocurrió.
Finalizó su testimonio indicando que con
posterioridad se enteró que habían secuestrado al padre
de las hermanas Pierro y a Adriana, siendo muy
maltratada por nada “como si fuera un criminal, esto la
afectó mucho, le cortaron la carrera”.
Antes de retirarse la testigo reconoció
su firma en su declaración de fs. 174.-
Del mismo modo, declaró en el debate
Marciano Alba Martínez, indicando que a partir del año
1972, desarrolló su ministerio pastoral en la parroquia
San Vicente de la ciudad de Pergamino, que en dicha
parroquia dirigió un grupo religioso de jóvenes que se
dedicaban a hacer trabajos sociales “sobre todo en los
barrios “12 de Octubre y Güemes” y que en dicho grupo

529
participaban activamente Adriana, Nora y Gerardo
Pérez”. Además, indicó que con motivo de formar parte
de ese grupo social fue perseguido e incluso apresado
por la actividad desarrollada a la que vinculaban con
la organización E.R.P..
Finalmente, dijo que se enteró de las
desapariciones de que fueran victimas Gerardo y Norita.
También declaró Amanda Mercedes Sadaba de
Pérez, madre de Carlos Gerardo Pérez, quien comenzó su
relato indicando que en el año 1976, su familia se
encontraba conformada por ella, su esposo y tres hijos:
Gerardo, Tomas y María Laura.
Que Gerardo, “al cual no lo tengo más”,
era integrante del grupo de jóvenes católicos “Emanuel”
dirigido por el cura Marciano Alba y que iban a los
barrios humildes de Pergamino a realizar tareas
sociales o llevar los productos que conseguían a fin de
satisfacer las necesidades básicas de los que no las
tenían cubiertas. Indicó que Gerardo allí conoció, por
ejemplo, a Luis Francisco Ceccon y se puso de novio con
Eleonor “Norita”, la hermana de Adriana Pierro.
Manifestó que en ese grupo permaneció
hasta que terminó la secundaria y que luego se fue a
San Nicolás a estudiar ingeniería electrónica y a
trabajar en una fábrica metalúrgica de la misma ciudad.
Asimismo, que las hermanas Pierro partieron hacia la
ciudad de Rosario, también para estudiar.
En lo que refiere al procedimiento
realizado en su domicilio en octubre del 76, Amanda
contó que en esa oportunidad, ella estaba sola en su
domicilio de calle Bombero Esquivel, planchando y
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escuchó golpes en la puerta. Que al abrir, ingresaron
varios policías y militares, quienes le preguntaban por
el paradero de Gerardo. Que les dijo que su hijo no se
encontraba en la ciudad y que no obstante de ello “me
revisaron toda la casa.
Indicó que su marido en ese momento
estaba trabajando y que los uniformados le solicitaban
la dirección de Gerardo en la ciudad de San Nicolás,
refiriendo “me di cuenta que eran policía y militares
por la ropa y por la forma de hablar”. Asimismo dijo
“me acuerdo de un militar, muy educadito, que leyó los
libros y del comisario de acá, de Pergamino, que estaba
con el revolver en mano… los demás con armas largas. Mi
marido llegó y no lo dejaron pasar, directamente se lo
llevaron preso a la Comisaría Primera”. Recordó que su
esposo estuvo allí detenido por unas horas y “cuando
volvió, me dijo que había estado en la comisaría, que
le hicieron preguntas, pero que gracias a dios, no lo
torturaron”.
Sostuvo que unos días más tarde, un amigo
de Gerardo, les informó que éste había sido capturado
en San Nicolás, por lo que junto a su marido viajó a
esa ciudad para averiguar qué había sucedido con su
hijo. Que estando allí, una vecina “nos contó que a
Gerardo y a Leonor se los habían llevado detenidos, con
las manos atrás, esposados y que los mismos militares
habían prendido fuego la casa en la que vivía mi hijo.
Esa casa quedaba para el lado de las quintas, pasando
el cementerio”. Además, señaló “buscamos a Gerardo por
todos lados, preguntamos por él, pero nunca nadie nos

531
dio información. Hasta fuimos a hablar con el obispo
Ponce de León, pero nunca pudo atendernos”. Que fue al
Batallón, donde le aseguraron que su hijo no estaba
allí.
En este sentido, sostuvo haber realizado
denuncias y visitado a varios abogados para presentar
habeas corpus.
En lo que tiene que ver con la actividad
que realizaba Carlos Gerardo, la testigo manifestó que
su hijo le ocultaba algunas cosas, pero que ella sabía
que iba a los barrios y que realizaba trabajos
sociales, pero que se enteró tiempo después que Carlos
Gerardo militaba en el E.R.P..
Sobre el reencuentro con los restos de su
hijo, la declarante contó que después de 34 años sin
tener noticias y de haber realizado las muestras de
A.D.N. pertinentes, fueron anoticiados de que habían
encontrado los restos de Carlos Gerardo, en una fosa
común del cementerio de Avellaneda. Al respecto, indicó
que fueron sus otros dos hijos quienes le dieron la
noticia y que, los encargados de hacer las pruebas
genéticas, le explicaron que el examen de A.D.N.
corroboró la identidad en un 99, 99%, pero que ella aún
desconfiaba de que si esos restos eran o no los de su
hijo, pero que la ver su cráneo, supo con certeza que
efectivamente lo eran, ya que tenía “un diente
partido”, explicando que su hermano, jugando con él, en
una oportunidad lo golpeó con una “botellita de Coca,
que estaba tomando Gerardo y por eso le partió un
pedacito de diente”. Refiriendo “cuando lo vi supe que
esos huesitos eran de mi hijo”.
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Luego, a preguntas de la Fiscalía, dijo
que su marido, Juan Carlos Pérez, fue preso y que una
vez liberado, un militar de civil se paraba todas las
noches en un Falcón enfrente de su casa.
Finalizó declarando “fue tremendo vivir
sin Gerardo, la pasamos todos muy mal. Mi marido tiene
problemas de corazón y yo tuve tres ACV”.
Antes de retirarse, la testigo reconoció
a fs. fs. 3 causa, de la denuncia ante la CONADEP su
firma y que está escrita por ella y la declaración de
fs. 427 del expediente principal.-
Otro testimonio de gran valor para la
causa, fue el prestado en el debate por Lea Molinaro de
Pierro, madre de las hermanas Eleonor “Norita” y
Adriana Pierro, quien inicio su testimonio indicando
que al llegar a la Argentina, procedente de Francia, se
casó con Domingo Pierro y tuvo dos hijas Leonor
Genoveva y Adriana Beatriz.
Que si bien ellos siempre vivieron en la
ciudad de Pergamino, sus hijas luego de terminar el
colegio secundario se fueron a Rosario a estudiar,
Leonor (quien todos la llamaban Nora o Norita),
Filosofía y Letras y además, Magisterio. La menor de
las hermanas, Adriana, estudio y se recibió de médica.
Asimismo, la testigo manifestó que previo a mudarse a
Rosario, sus hijas participaban de un grupo de jóvenes
católicos, pero que no tenían participación alguna en
ningún partido político.

533
Preguntada por el Sr. Fiscal General
sobre sí conocía a Carlos Gerardo Pérez, la testigo
señaló que sí, ya que era el novio de su hija mayor.
Luego, contó cómo fue el secuestro de su
hija Adriana. Relató que el 8 de octubre de 1976, su
esposo fue a trabajar a su joyería. Que por la tarde,
un cliente al no encontrar a nadie en dicho local, fue
a buscarlo a su casa. Que bajo esa circunstancia ella
se sorprendió, ya que pensaba que su marido estaba en
el negocio. Al respecto sostuvo, “cuando a las siete de
la tarde llegó Adriana de Rosario, le conté acerca de
la desaparición de su padre y le dije que me acompañara
a los hospitales y a la Comisaría Primera, en donde
nadie nos supo decir nada”.
Relató que posteriormente, junto a su
hija, regresaron a su domicilio y al día siguiente, en
las primeras horas de la mañana, tocaron timbre. Que
ella pensó que era su otra hija, Leonor, que venía de
visitas desde Rosario, sin embargo, que cuando atendió
le empujaron la puerta y en ese momento ingresaron
algunos policías que preguntaban por su hija. Sin
embargo, que al no encontrar a Leonor, los policías
detuvieron a Adriana “sin darme ninguna explicación,
sin decirme dónde se la llevaban. Me quedé sola hasta
que, dos horas después, dos uniformados trajeron a mi
esposo, en malas condiciones, no podía ni estar de
pie”. Sostuvo que su marido le contó que lo habían
tenido toda la noche detenido y que fue sometido a un
interrogatorio “mientras lo iluminaban con una luz muy
potente en la cara”. Indicó que dos policías se
quedaron dentro de su casa hasta el lunes a la mañana,
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que no los trataron mal, pero que antes de retirarse,
llegó un tercero, uniformado, que les revisó todo el
domicilio.
Continúo su testimonio sosteniendo que
luego de ello, se dirigió a la Comisaría Primera “de
calle Dorrego”. Allí, se encontró con uno de los
policías que había estado en su domicilio “un tal Saba”
y le dijo “que su hija Adriana había sido trasladada a
una dependencia de San Nicolás”. Contó que enterados de
eso, emprendieron viaje hacía vecina localidad. Sin
embargo, que en el Penal nadie les brindó información
alguna, solo les dijeron que vayan al Comando
Radioeléctrico donde “fuimos atendidos como si fuéramos
delincuentes y nos indicaron que volviéramos a
Pergamino”.
Relató que a causa de ello, a su marido
Domingo Pierro, le dio un “shock diabético” por lo que
a partir de allí, tuvo que dedicarse a cuidar a su
esposo enfermo y no pudo continuar la búsqueda de sus
hijas. Tiempo después, una persona que tenía un hijo en
el penal de San Nicolás le informó que Adriana se
encontraba bien y que sería ella la que mandaría una
carta para informarle cuándo podrían ir a visitarla.
Que entonces el 27 de noviembre, la pareja recibió una
carta de su hija que les decía que se encontraba bien y
que podían comenzar a visitarla. Que en ese momento
partieron a San Nicolás, refiriendo “cuando vi a
Adriana, no vi a mi hija, vi el temor detrás de ella,
eso hacia fuerza para darnos coraje a nosotros”.
Indicó que su hija estuvo presa durante

535
seis meses, pero cuando fue liberada ésta le dijo “de
esto no quiero hablar” y que nunca contó nada de lo que
le había sucedido”.
Consultada por la Fiscalía General acerca de
las averiguaciones que realizó respecto de su otra
hija, Leonor, contó que una vez tuvo la posibilidad de
hablar con el Juez Milesi, en la ciudad de Rosario, él
que le dijo “que no sabía nada de Leonor y que hubiese
cuidado más a mis hijas”.
Posteriormente, contó que junto a su marido se
trasladaron a Rosario y el encargado de la pensión
donde vivían sus hijas les informó que la última vez
que vio a “Norita”, la había ido a buscar Gerardo “como
para tomar un café, con lo puesto y que de ahí no la
vio más”.
Finalmente sostuvo que nunca supieron nada
acerca de lo que le había sucedido a “Norita”.
Completando, “un día mi esposo me contó que a Leonor ya
la habían matado”. Luego, sostuvo que Domingo Pierro
sufrió un infarto y tuvo que dejar de trabajar mientras
que ella se subsumió en una profunda depresión y
continuó “viviendo como se podía, porque teníamos a
Adriana”·
En efecto, con toda la prueba reunida en el
debate, testimonial y documental, la que ha sido
precedentemente expuesta, se ha confirmado con plena
certeza que Carlos Gerardo Pérez y Leonor Genoveva
Pierro, han sido víctimas de homicidio por agentes
pertenecientes a las fuerzas represivas, bajo comando
operacional del Área Militar 132.-
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FRO 82000149/10
b.6) Expediente nº FRO 81000045/2012: los
casos de Hugo Daniel Acosta, Vicente Primo Beccarini,
Héctor Acosta, Mariano Navarro, Dionisio Tomás Kazenas,
Abel Ramón Acosta, María Alicia Sosa y Naldo Raúl
Brunelli.
Ha quedado demostrado en el debate, con
la certeza procesal requerida en esta etapa, que dentro
del plan sistemático dispuesto por el último gobierno
de facto, se produjeron los hechos que dieron origen a
la presente causa.
En efecto, en el debate, quedó
debidamente acreditado que Hugo Daniel Acosta; Vicente
Primo Beccarini; Héctor Acosta; Dionisio Kasenas; Ramón
Abel Acota; Mariano Navarro; Alicia Sosa y Naldo Raúl
Brunelli fueron privados ilegítimamente de su libertad
por personal del Batallón de Ingenieros de Combate 101
de San Nicolás. Del mismo modo, quedó comprobado que
Ramón Abel Acosta, falleció en circunstancias como
consecuencia del encierro sufrido.
Conforme la prueba reunida en el
contradictorio, se pudo reconstruir que la madrugada
del 27 de abril de 1977, las víctimas referidas
precedentemente (salvo Brunelli y María Alicia Sosa) se
encontraban en un bar ubicado en calle Rivadavia, entre
San Lorenzo y San José, de la ciudad de San Nicolás.
Asimismo, que las personas mencionadas se retiraron en
dos automóviles, conducidos por Mariano Navarro y el
Sr. Vicente Beccarini, en ellos se repartió el grupo al
retirarse.

537
En circunstancias de transitar por calle
Rivadavia, a la altura del Batallón de Ingenieros de
Combate 101 de San Nicolás, fueron interceptados por
personal militar que se encontraba realizando un
control de tránsito, dándoles la orden de alto a los
conductores de ambos vehículos.
Mariano Navarro acató la orden y se
detuvo, no así Vicente Primo Beccarini, quien eludió el
control y se dio a la fuga. Los agentes, procedieron a
identificar a los ocupantes del vehículo y los
interrogaron, pudiendo de ese modo obtener la identidad
de quienes se trasladaban en el otro auto.
A la mañana de ese mismo día, las fuerzas
militares, realizaron varios procedimientos y
detuvieron –entre otros- a los ocupantes de los dos
vehículos involucrados en el suceso descripto.
Privación ilegítima de la libertad de
Vicente Primo Beccarini: A vista de las pruebas
obtenidas en el debate, se pudo establecer que Vicente
Primo Beccarini al momento de los hechos era
gremialista de la Unión Obrera Metalúrgica, Seccional
San Nicolás, cumpliendo funciones en la Obra Social de
dicho sindicato.
En la mañana del 27 de abril de 1977,
personal del ejército, que se movilizaba en un Jeep y
un camión celular, se hizo presente en un taller
mecánico ubicado en calle Maipú N° 382, de la ciudad de
San Nicolás y allí privó ilegítimamente de libertad al
nombrado y su primo, Héctor Acosta. Luego, haciéndole
conducir su automóvil particular, custodiado por un
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policía, fue trasladado hasta la sede del Batallón de
Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás.
Una vez que allí, Vicente Beccarini fue
obligado a subir a un camión celular, el cual en su
interior tenía compartimentos de chapa individuales y
que se encontraba aparcado en el estacionamiento del
lugar, bajo los rayos del sol.
De acuerdo al testimonio brindado por la
víctima en el debate (el que se plasmará en extenso las
adelante) se pudo reconstruir que aun cuando era
abril, la temperatura ambiente era intensamente elevada
y el camión celular quedó estacionado todo el día, en
el mismo lugar, bajo los rayos de sol, circunstancia
que derivó en que dentro del camión la situación se
tornara agobiante, debido a la temperatura que él mismo
adquirió con el paso de las horas.
Con motivo de ello, los que allí adentro
se encontraban detenidos, solicitaron en reiteradas
oportunidades a los agentes militares que estaban
custodiándolos que les dieran agua, circunstancia que
fue sistemáticamente ignorada, produciendo que los
detenidos sufrieran –entre otros síntomas- desmayos y
deshidratación, debido a estar todo el día de pie,
dentro de los pequeños compartimentos individuales del
camión y como se dijo anteriormente, expuestos al
excesivo calor.
Tal como se acreditó e el debate, Vicente
Beccarini fue bajado del vehículo alrededor de las 19
horas, encontrándose inconsciente y debiendo
arrojársele varios baldazos de agua para que recupere

539
el conocimiento. Luego, una vez que entro en sí, fue
llevado a una oficina donde fue sometido a un
interrogatorio por parte del Teniente Coronel Saint
Amant.
Posteriormente fue trasladado a la Unidad
Penal N° 3, donde quedó alojado en una celda, aislado e
incomunicado durante nueve días. Después, fue derivado
al sector sanidad de dicha unidad, donde permaneció
hasta que fue puesto en libertad.
A partir del 6 de mayo de 1977, Beccarini
fue sometido por la justicia federal, a una causa por
“atentado contra la autoridad”. En fecha 15 de junio
del año 1977, el Juez Milesi resolvió sobreseerlo.
En su exposición ante este Tribunal,
Vicente Beccarini relató las circunstancias que
rodearon su privación ilegítima de la libertad,
indicando que la noche anterior a su detención se
encontraba “acondicionando un auto de carreras” junto a
su primo, Héctor Alberto Acosta, en un taller mecánico
ubicado en la calle Maipú 382 de la ciudad de San
Nicolás. Que alrededor de las doce de la noche
decidieron irse a sus domicilios y que era una noche
“de mucha niebla, en la cual no se veía nada”.
Asimismo, indicó que en el trayecto
pararon a tomar un whisky en un bar, y al retirarse,
conduciendo camino a sus domicilios, observó “un bulto,
que esquive y después me di cuenta que eran militares,
una patrulla del ejército”. Que cuando iba a frenar
“para decirle que tengan cuidado, comenzaron a
dispararnos” y entonces su primo le dijo que no se
detuviera, porque “los iban a matar”. Que llegó a su
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domicilio y desde el interior del mismo observó la
llegada de una patrulla, refiriendo “los militares
revisaron el vehículo, pero como no tenía ningún
orificio de bala se fueron”.
Sostuvo que al día siguiente le contó la
situación a su padre y éste le dijo que tenía que
presentarse en el Comando del Ejército, pero que justo
en ese momento llegaron al lugar “unos militares y me
dijeron que tenía que ir con ellos al cuartel”. Que
acató la orden, conduciendo su vehículo, siguiendo el
camión celular y que una vez llegado al lugar “me
bajaron del auto y subieron al camión”.
Asimismo, relató que era una jornada “de
mucho calor, que no se aguantaba y que constantemente
pedía agua”. Además, dijo que estando allí arriba
sentía voces “era Abel, mi primo, que vino a ver que
nos pasaba y lo metieron adentro también”. Contó que su
primo, Ramón Abel Acosta “era un pibe que jamás se
metió en política o en nada, era un laburante”.
Asimismo, sostuvo que estando dentro de la celda del
camión celular se desmayó y que como a las 3 o 4 horas
retomó el conocimiento, “…me bajaron del camión y
cuando desperté, Codina me tiraba agua… después sentí
los gritos de Saint Amant que me puteaba… yo no sabía
de lo Abelito, me insultaban y me preguntaban por las
armas, luego me vuelven a subir al camión celular y al
anochecer me llevan a la cárcel y cuando me bajan, el
director de la cárcel me dice: Beccarini yo sé quién
sos vos, mi gente no te va hacer nada, pero estas a
disposición del ejército y ahí no podemos hacer nada”.

541
En este sentido, indicó que inmediatamente fue
trasladado al pabellón Nro. 5 de la Unidad Penal de San
Nicolás, llamado “de los extremistas”.
Explicó que estando detenido, se
entrevistó con el Dr. Díaz Bancalari, quien le dijo
“mañana el Juez Milesi te va a citar y posiblemente te
dé el alta, nos vemos a la tarde en el estudio”. Agregó
“eso fue una alegría enorme para mí, me llevan al
Juzgado Federal de calle Nación, me bajan del celular
esposado, me toman declaración, me llevan de vuelta a
la cárcel y Di Caprio, el encargado de la ropa, me
dice: prepara todo que te vas. Saludé a todos, y
después de un tiempo aparece Díaz Bancalari y me
informa que quedaba a disposición del PEN, me dijo, te
pueden dar de uno a ochenta y ocho años, me quería
matar….”.
Sostuvo que se enteró del fallecimiento
de su primo, Ramón Abel Acosta, estando en prisión,
porque su abogado, el Dr. Díaz Bancalari, se lo
informó, relatando “eso sí que se llama un garrón, él
no tenía nada que ver, era peronista pero no le
interesaba la política, ni los gremios ni nada… por
culpa mía se murió”. Además, sostuvo “Saint Amant me
dijo lo único que falta es que se me muera este hijo de
puta también. Después Bancalari me dio la terrible
noticia de que el pobre de Abel, que era el que menos
tenía que ver, murió asfixiado. Me acuerdo que pedíamos
agua y nos contestaban que nos iban a dar calefacción,
era terrible…”.
A preguntas del Fiscal General, respecto
de quienes estaban junto a él en el camión, sostuvo
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“adentro del celular estaban mi primo el Huguito,
Navarro, Abelito, éramos 5 o 6, yo no los vi porque ya
estaban adentro cuando subí y cuando me bajan estaba en
estado de semi-inconciencia, estaba como en una
nebulosa pero escuchaba lo que me decían. El
Subteniente mintió y dijo que la noche del control no
había niebla, me quiso abrazar y yo le dije no me
toques, tanto miedo tenes que no podes decir la verdad,
yo soy bien peronista y sostengo que mi actividad
gremial, que fue lo que me marcó para que me persiga
Saint Amant”.
Respecto del imputado Saint Amant,
sostuvo “lo conocí ahí, Pérez Burca me dijo que era
Saint Amant, pero yo no pude verlo, lo reconocí por la
voz, me insultó, no me torturó, me trató de hijo de
puta y me aplicó la asfixia”.
Además, contesto preguntas y dijo que
estuvo diez días detenido, más otros ocho a disposición
del PEN y que durante su cautiverio “no nos pegaron,
pero nos dejaron asfixiar, creo que la picana hubiera
sido mejor”
Al finalizar, el testigo reconoció su
firma en la declaración prestada en instrucción de fs.
51/3 del expediente FRO 81000045/2012.
Lo dicho por este testigo y respecto de
este hecho, encuentra apoyo también en el testimonio
brindado en la audiencia de debate por el Dr. José
María Díaz Bancalari, quien fue abogado defensor del
Sr. Beccarini mientras estuvo detenido.

543
En este sentido, Bancalari relató que a
la época de los hechos era abogado de la Unión Obrera
Metalúrgica y que se entrevistó con Vicente Beccarini
en su lugar de detención. Que éste le contó que la
noche anterior habían estado con amigos, que luego se
fueron en un coche y que en el camino “una patrulla les
disparó”. Que al día siguiente, personal del ejército
lo fue a buscar a la casa y lo subió al camión celular.
Que después fueron buscando a todos los que estaban con
él la noche anterior.
Preguntado respecto de las personas que
allí estaban, dijo no saber cuántos eran, pero que se
enteró que sí estuvo Ramón Abel Acosta, quien murió por
eso. Asimismo, indicó que Beccarini estuvo detenido y
luego pasado a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional.
El Dr. Díaz Bancalari, previo a
retirarse, reconoció su firma en la declaración obrante
a fs. 74/5 y la documental del expte. N° 17116,
específicamente, fs. 23vta, fs. 30, 32 y 50 y las de
fs. 22 y 26 del expediente FRO 81000045/2012.
Este suceso, también fue confirmado por
el testimonio brindado en la audiencia de debate por
Jorge Daniel Codina, quien al momento de los hechos
realizaba el servicio militar en el Batallón de
Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás, quien
describió los acontecimientos acaecidos ese día. Ante
el Tribunal, recordó que esa mañana estaba de guardia y
vio llegar a Ramón Abel Acosta “a quien ya conocía de
antes” y que llegó hasta allí porque quería hablar con
el Teniente Coronel Saint Amant. Dijo “no lo atendieron
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y lo subieron al camión celular, que estuvo estacionado
desde las seis o siete de la mañana, con el frente
hacia la guardia. Era un día de mucho calor y estuvo
todo el día bajo los rayos del sol. Agregó “yo sentí
adentro a otras personas que pedían agua. Después vio
como al atardecer bajaron a Vicente Beccarini desmayado
y para reanimarlo le tiraron con agua, cuando
reaccionó, lo llevaron a la oficina del jefe de
operaciones del cuartel, que era el Mayor Ricardes”.
A preguntas del Fiscal General respondió
“sé que había otras personas, pero no las vi. Al
primero que veo que lo sacan es a Abel, yo lo acompañé
a la enfermería de la guardia, lo llevaron en una
camilla, el convulsionaba, luego falleció, era una
excelente persona, muy trabajadora, yo lo apreciaba
mucho”.
Finalmente, antes de retirarse, Codina
reconoció su firma en la declaración de fs. 64/65, el
expediente de mención.-
Asimismo, se prueba con la declaración
testimonial de Naldo Raúl Brunelli, en tanto refirió
que durante su privación ilegítima de libertad en la
Unidad Penal Nro. 3 de San Nicolás, también se
encontraba detenido Vicente Primo Beccarini.
Del mismo modo, se ratifica el hecho, con
la declaración testimonial de Héctor Alberto Acosta, de
fs. 87/vta. (incorporada por lectura al debate) en
cuanto señaló “…el que quedó preso fue Beccarini, por
su actividad gremial, según decían ellos. No recuerdo

545
cuanto tiempo estuvo detenido pero me parece que fueron
unos cuantos meses”.
La privación ilegítima de libertad de
Vicente Beccarini que venimos desarrollando, también
encuentra respaldo probatorio en la declaración
testimonial brindada en esta audiencia de debate por
Perosca Amparo Acosta de Eggs, quien contó cómo fueron
las circunstancias de la detención que sufriera la
víctima, pero que será reproducida al tratar el caso de
Ramón Abel Acosta.
El plexo probatorio se completa con la
siguiente documental:
a) Actuaciones agregadas por cuerda,
caratuladas “Beccarini Vicente Primo, atentado a la
autoridad” Nº 17.116 del registro del Juzgado Federal
de San Nicolás, a cargo por aquel entonces del
Suboficial (Re) del Ejército Dr. Luis H. Milesi. A fs.
1, se encuentra el parte suscripto por el entonces
Teniente Coronel Saint Amant, mediante el cual informa
que el 27 de abril de 1977, fue detenido el Sr.
Beccarini por haber esquivado un control militar cuando
circulaba con su vehículo por calle Rivadavia. A fs.
5/6, se encuentra la declaración indagatoria recibida
al Sr. Beccarini en la Unidad Penal Nº 3 de San
Nicolás. A fs. 7, se encuentra la declaración
testimonial brindada por el Sr. Héctor Alberto Acosta,
en fecha 7 de mayo de 1977. A fs. 8 se encuentra la
declaración testimonial brindada por el Sr. Luis
Agustín Carrizo, quien resultaba ser el dueño del
taller mecánico en donde fueron secuestrados Héctor
Alberto Acosta y Vicente Primo Beccarini. A fs. 10,
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obra la declaración testimonial brindada por el Sr.
Dionisio Kazenas. A fs. 11, obra la declaración
testimonial brindada por el Sr. Mariano Navarro. A fs.
12, se encuentra agregada la declaración testimonial
brindada por el Sr. Hugo Daniel Acosta.
b) Informe elevado por la Comisión
Provincial por la Memoria, de la cual consta que se han
hallado legajos en la ex DIPBA (Dirección Inteligencia
de la Policía de la Provincia de Buenos Aires) de los
que surgen los antecedentes sociales y políticos de
Beccarini y se acredita que trabajaba en la obra social
de la Unión Obrera Metalúrgica.
Privación ilegítima de la libertad de
Héctor Alberto Acosta: De las pruebas reunidas en el
debate, quedó demostrado con la certeza requerida en
esta etapa procesal, que Héctor Alberto Acosta, fue
detenido el mismo día y en el mismo lugar que su primo,
Vicente Primo Beccarini.
Asimismo, que después de haber pasado
toda la tarde detenido en el camión celular descripto
con anterioridad, fue bajado del mismo en estado de
semi-inconciencia, luego, ya recuperado, fue
interrogado por sobre sus actividades. Finalmente, por
la noche, dejado en libertad.
Con los testimonios recolectados en el
debate, se pudo establecer que la madrugada del 28 de
abril de 1976, personal del ejército se presentó en su
domicilio y detuvo por segunda vez a la víctima, siendo
llevado nuevamente al Batallón de Ingenieros de Combate
101 de San Nicolás. Por la mañana, Héctor Acosta fue

547
trasladado al Comando Radioeléctrico de esa ciudad y
vuelto a interrogar por los mismos motivos. Finalmente
fue liberado.
Sin embargo, días después, fue otra vez
privado de su libertad y llevado, en esta ocasión, a la
Brigada de Investigaciones de la Policía de de San
Nicolás, donde fue sometido nuevamente a un
interrogatorio.
Este hecho, quedó probado, en primer
término, con su propia declaración testimonial prestada
en sede se instrucción, obrante en el expediente a fs.
87, e incorporada por lectura al debate.
Asimismo, se prueba con las
declaraciones testimoniales en el debate de su esposa
María Alicia Sosa y de su hermana Amparo Perosca de
Eggs, quienes relataron las circunstancias de la
detención de Héctor Acosta y serán expuestas más
adelante.
Privación ilegítima de la libertad de
María Alicia Sosa: De igual modo, ha quedado demostrado
en el debate, que el 27 de Abril de 1977, en horas de
la mañana, personal uniformado, irrumpió en la vivienda
de calle Paraná N° 4, de la ciudad de San Nicolás,
Provincia de Buenos Aires y allí privaron
ilegítimamente de su libertad a Alicia Sosa, esposa por
entonces de Héctor Alberto Acosta. La víctima fue
esposada y subida a un patrullero, permaneciendo en esa
condición hasta que se produjo, posteriormente, la
detención de su marido. Quienes la detuvieron, la
interrogaron por el paradero de su esposo y luego de
habido el mismo, la dejaron en libertad.
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Al declarar en el debate, María Alicia
Sosa, contó los periplos que sufrió ese día. Indicó que
Héctor Acosta por entonces era su esposo y “que los
militares, quienes estaban vestidos de gendarmería,
porque era verde la ropa” lo fueron a buscar a la casa
porque el día anterior “había ido a un taller mecánico
a arreglar un auto con su primo, Vicente Beccarini y
cuando volvían, estaban los soldados haciendo un
control y les dieron la voz de alto, pero ellos no
pudieron parar y entonces les dispararon”.
Que al otro día, fueron a buscar a su
esposo, pero como no estaba en ese momento, la
detuvieron a ella y fueron hasta el taller mecánico
donde se encontraba su marido, lo capturaron y recién
ahí, la liberaron.
Que pudo ver como subieron a su Héctor
Acosta en “camión metálico, todo cerrado”, asimismo,
como también se llevaban detenido a Vicente Primo
Beccarini.
Por último, la testigo respondió
preguntas y dijo “a Beccarini y mi esposo se los
llevaron al cuartel. A la tardecita volvió mi marido,
llego descompuesto, estaba muy mal porque había estado
sin agua todo el día, encerrado dentro del camión de
hierro en donde lo llevaron. Me contó que otro primo,
un muchacho llamado Abel Acosta, falleció porque sufrió
un ataque al corazón, por haber estado encerrado tanto
tiempo”.

549
Esta testigo antes de retirarse,
reconoció su firma en la declaración de fs. 107/8 del
expediente principal.
Este relato no solo sirve de prueba de su
propia privación de libertad, sino que además nos sirve
para ratificar los hechos que damnificaron a Héctor
Acosta y Vicente Primo Beccarini.
Simultáneamente, la declaración
testimonial de Héctor Alberto Acosta, (incorporada por
lectura al debate) obrante en el expediente a fs.
87/vta., sirve para corroborar la detención ilegitima
de María Alicia Sosa, en cuanto refirió “…atrás venía
un patrullero de la policía y un camión celular. En el
patrullero, ya venía mi señora, de nombre María Alicia
Sosa, porque habían allanado previamente mi casa y la
habían detenido a ella…”.
Privación ilegítima de la libertad de
Mariano Navarro: También se comprobó en el debate, que
Mariano Navarro fue privado ilegítimamente de su
libertad el mismo día que Vicente Beccarini, Héctor
Acosta y María Alicia Sosa. Como se dijo, ello ocurrió
el 27 de abril de 1976, a las 11:00 hs., en su
domicilio de calle Somoza 836 de la ciudad de San
Nicolás, Provincia de Buenos Aires.
En esa ocasión, personal del ejército y
de la policía de la provincia de Buenos Aires subió a
Mariano Navarro al mismo camión celular que a Héctor
Acosta y lo trasladó hasta el Batallón de Ingenieros
de Combate 101, de San Nicolás.
Como las demás víctimas, en horas de la
tarde, Mariano Navarro fue bajado del vehículo e
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interrogado por el conocimiento de las actividades
gremiales que realizaba Vicente Beccarini,
posteriormente liberado.
Sin embargo, alrededor de la media noche
de ese día, efectivos policiales se presentaron en la
fábrica SOMISA, lugar donde Mariano Navarro trabajaba y
lo detuvieron nuevamente. Otra vez, fue trasladado al
Batallón de Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás y
allí, el Teniente Coronel Saint Amant, lo interrogó
sobre las circunstancias de su primer detención, siendo
después dejado en nuevamente libertad. Allí, se enteró
que Ramón Abel Acosta había muerto.
En el debate, Mariano Navarro relató que
fue detenido en el mes de abril de 1977. Que la noche
anterior estaba en un auto junto a Abel Acosta y un
primo de éste último, del cual no recordaba su nombre,
pero sí se apodaba “batuque”. Indicó que el otro auto
lo iba conduciendo Vicente Beccarini, y lo acompañaba,
Ignacio Kazenas. Que en el trayecto los paró un control
militar y los interrogaron por las personas que iban en
el otro vehículo. Que después, los dejaron ir.
En consonancia con los demás testigos,
contó que al otro día llegó a su casa un “comando con
un camión blindado y otro militar”, que le revisaron
todo el domicilio y después lo obligaron a subirse al
primer vehículo que describió. Que una vez adentro del
rodado, fueron en busca de las demás personas que
estuvieron junto a él, la noche anterior.
Relató que al camión celular lo metieron
en la plaza del cuartel y que eran como cinco personas

551
las que estaban allí arriba. Que pedían agua porque
tenían calor, refiriendo “ese día hizo más de 30 grados
de temperatura”, pero que sin embargo, pese a los
ruegos, no les dieron, agregando “recién abrieron la
celda a las 16.30 de la tarde. Después nos bajaron y
dejaron ir, pero ahí adentro del camión se murió Abel
Acosta…”.
Sobre su segunda detención sostuvo, “yo
trabajaba en SOMISA y esa noche rodearon mi casa
buscándome de nuevo y como les dijeron que estaba
trabajando allá, me fueron a buscar. Me retiraron de
ahí a las 12 de la noche y me llevaron otra vez al
cuartel. Estaban todos ahí, fue porque éste muchacho
(por Ramón Abel Acosta) había fallecido, nos largaron a
las 3 de la mañana”.
Finalmente, concluyó su testimonio
manifestando “a Abel no lo encontraron en la casa, pero
dejaron dicho que debía presentarse al cuartel y por
eso fue el último que llegó y ahí nomás lo subieron al
blindado…”.
Antes de retirarse, Mariano Navarro
reconoció su firma en la declaración de fs.59/61, del
presente expediente.
Estos hechos se prueban con la
declaración testimonial de José Luis Orellano, brindada
durante la presente audiencia de debate, en cuanto
relató los padecimientos que sufrieron sus tíos y que
se desarrollará continuación.
También con la declaraciones en el juicio
de Vicente Primo Beccarini; Jorge Daniel Codina y
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finalmente, con la Héctor Alberto Acosta, todas
plasmadas con anterioridad.
Privación ilegítima de la libertad de
Dionisio Tomás Kazenas: Del mismo modo, como los
anteriores casos, ha quedado demostrado en el debate
que Dionisio Kazenas fue privado ilegítimamente de la
libertad el mismo día y por los mismos efectivos que
capturaron a las victimas indicadas precedentemente. El
Sr. Kazenas fue liberado por la tarde, pero previo a
ello, fue sometido a un interrogatorio por parte del
Coronel Manuel Fernando Saint Amant. Coincidiendo con
las demás víctimas, al día siguiente fue detenido por
segunda vez y llevado al Batallón de Ingenieros de
Combate 101 de San Nicolás, para ser sometido a un
nuevo interrogatorio. Estando allí, se enteró que Ramón
Abel Acosta había fallecido el día anterior, estando
dentro del camión celular.
Lo expuesto quedó probado con la
declaración testimonial de Vicente Primo Beccarini, ya
referida con anterioridad.
Asimismo, con la testimonial de Mariano
Navarro en cuanto señaló “…ahí me di cuenta que
estábamos todos los que habíamos estado juntos la noche
anterior, es decir Beccarini, el primo de Abel Acosta y
Kazenas. Hacía un calor terrible, por lo que empezamos
a pedirle agua a los militares que estaban custodiando
con armas el camión…estábamos casi asfixiados. A las
16:30 horas abrieron la puerta del camión y de a uno
iban abriendo las celdas para darnos agua”.

553
Privación ilegítima de la libertad de
Hugo Daniel Acosta: Ha quedado demostrado en el
debate, con la certeza procesal requerida en esta
instancia, que Hugo Acosta vivía junto a su madre,
Antonia Perosca de Eggs y su hermano, Ramón Abel
Acosta, en la casa ubicada en calle Somoza 769 de San
Nicolás, Provincia de Buenos Aires.
Que los integrantes del operativo militar
se apersonaron hasta su domicilio buscando tanto a él,
como a su hermano Ramón Abel, quien al momento del
procedimiento momento se encontraba trabajando en la
empresa “Compañía Química”.
De acuerdo con los testimonios
recolectados durante el juicio, Hugo Acosta fue privado
ilegítimamente de la libertad el mismo día y por las
mismas fuerzas represivas que las victimas indicadas
precedentemente. Como ellas, permaneció encerrado en el
interior del camión celular y por medio de las
conversaciones que mantuvo durante ese lapso con los
otros detenidos, pudo comprobar que su hermano, Ramón
Abel, también se encontraba allí.
Como a todos los detenidos, por la tarde
fue liberado, encontrándose a causa del encierro
sufrido, en muy malas condiciones físicas.
Posteriormente, esa misma noche,
alrededor de las 23 horas, personal del ejército
irrumpió en el domicilio de Acosta, siendo trasladado
nuevamente al Batallón de Ingenieros de Combate 101 de
San Nicolás. Allí le informan que su hermano estaba
internado en el hospital, aunque más tarde, en ese
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nosocomio, al que había concurrido junto a su hermana,
se enteró que en realidad su hermano había muerto.
Lo anteriormente expuesto, encuentra
respaldo con la testimonial prestada en el debate por
José Luis Orellano, sobrino de Hugo y Ramón Abel
Acosta, quien contó que luego de la liberación del
primero de los nombrados mantuvo un dialogo en el que
éste le relató los padecimientos que había sufrido
durante su encierro, refiriendo “allí murió mi tío
Abel Acosta, todo lo sé por mi otro tío Hugo Daniel
Acosta. La noche anterior, fueron a un bar con dos
autos, cuando volvían había un operativo militar en la
calle Rivadavia. Al otro día, cae una patrulla del
ejército y se lo llevan a mi tío Hugo, que estaba en
ese momento en la casa. Mi otro tío, Abel, estaba
trabajando y le dijeron que se presentara en el
batallón y así lo hizo”. Agregando “pienso que Héctor
Acosta, también estaba con ellos, porque siempre
andaban juntos. A él le dicen batuque”.
Continuando con su relato, indicó que su tío, Hugo,
le contó que los subieron en un camión celular, que
allí adentro estaban como podían y que no tenían
movilidad. Que el calor ahí adentro era insoportable y
que quienes estaban ahí adentro pedían agua en
reiteradas oportunidades y no les daban, que en cambio,
se la tiraban al vehículo y les decían “si tienen sed,
chupen las chapas del camión”. Que allí adentro se
reconocían por las voces, pero no se podían ver porque
eran compartimentos individuales.

555
Del mismo modo, recordó que su tío
Hugo le comentó que a la tardecita lo bajaron del
camión, lo ataron a una planta y le tiraron agua con
sal. Que cuando regresó a su casa, esa misma noche, o
al día siguiente “llegó aterrado, descalzo, sin camisa,
todo golpeado, orinado y con un semblante distinto. Se
bañó y esa noche no quiso comer”.
Sostuvo que esa misma noche, le avisaron
a su madre, Amparo Perosca de Eggs, que su tío Ramón
Abel, estaba en el hospital y que fue a verlo. Que
cuando llegaron al nosocomio, se encontraron en la
puerta con una custodia “policial o militar”, que le
dijeron a su madre: “Abel no está internado, está
muerto”.
Agotando su testimonio, contó que a
consecuencia de todo lo ocurrido, su tío Hugo quedo muy
mal psicológicamente, agregando “con un temor terrible
que perduró mucho tiempo y siempre vivía asustado,
pensando que le podía pasar de nuevamente lo ocurrido
esa vez”.
Para finalizar, declaró que luego del
fallecimiento de Ramón Abel Acosta, su madre fue al
cuartel a retirar las pertenencias del mismo, ya que su
abuela las quería conservar, sobre todo “un reloj, los
anteojos y la ropa”. Que concurrió allí acompañada de
su padre y que fueron atendidos por Saint Amant, quien
los hizo pasar y les dijo que les devolvía esas
pertenencias, pero que no vuelvan nunca más “como
diciéndole no vengan a joder nunca más”.
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Este testigo, antes de retirarse
reconoció el acta de fallecimiento de quien en vida
fuera su tío, Ramón Abel Acosta de fs. 4.
Este hecho, quedó probado además con la
declaración testimonial de Perosca Amparo Acosta de
Eggs, brindada durante la audiencia de debate, que como
se verá más adelante, al tratar el caso del
fallecimiento de Ramón A. Acosta se desarrollara en
extenso, pero que en lo referido a este caso dijo “…al
otro día vino a la casa de mis padres, ubicada en calle
Somoza 769, personal del ejército a buscar a mis
hermanos, llevando en ese momento detenido a Hugo,
quien se encontraba en la casa. Mi hermano Hugo, volvió
a la casa cerca de las ocho de la noche, en muy mal
estado, descompuesto y deshidratado. Había estado
detenido todo el día y nos contó que Abel se había
quedado detenido ahí…”.
En un mismo rumbo, este caso se comprueba
con la declaración testimonial de Vicente Primo
Beccarini, en cuanto señaló “…ahí empezamos a sentir un
calor infernal ya que el camión estaba al rayo del sol
y teníamos mucha sed. Mi primo les pidió que por favor
nos dieran agua y desde afuera alguien nos dijo que nos
iban a dar calefacción. En un momento determinado yo me
desmayé y mi primo gritaba que por favor nos dieran
agua, luego mi primo Hugo se desvaneció y yo me
también, dos o tres veces…”.
Del mismo modo, este hecho, encuentra
reafirmación a través de los testimonios de Mariano
Navarro y Jorge Daniel Codina, brindados en esta

557
audiencia de debate y el de Héctor Alberto Acosta,
(incorporada por lectura), en cuanto sus relatos son
contestes con el de los testigos precedentemente
reseñados.
Finalmente, con la prueba documental
denominada: Informe de la Comisión Provincial por la
Memoria, obrante a fs. 124/6, donde se detalla el
hallazgo de una ficha en los archivos de la DIPBA, en
la cual se asentó la vinculación de Hugo Daniel Acosta,
a una OPM.
Privación ilegítima de la libertad,
seguida de fallecimiento de Ramón Abel Acosta: En el
debate, se ha comprobado con la certeza procesal
requerida, que Ramón Abel Acosta, falleció el 27 de
abril de 1977, como consecuencia a la altas
temperaturas, deshidratación, convulsiones e inhumana
condiciones de encierro que experimentó, en la
privación ilegítima de la libertad de la que fue
víctima ese mismo día.
En efecto, conforme se dijo al tratar el
caso de Hugo Acosta, cuando las fuerzas represivas
fueron al domicilio calle Somoza 769, de San Nicolás,
Ramón Abel, no se encontraba presente, por lo que luego
de tomar conocimiento del allanamiento realizado con el
fin de detenerlo, decidió entregarse espontáneamente en
el Batallón de Ingenieros de Combate 101 de San
Nicolás.
De acuerdo a lo relatado en la audiencia
de debate por el testigo Jorge Daniel Codina Codina,
quien se encontraba en ese momento en el lugar
cumpliendo el servicio militar obligatorio, más
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precisamente apostado en la guardia del Batallón de
Combate 101 de San Nicolás, él observo la llegada de
Ramón Abel Acosta, indicando “se dirigió a la guardia
del cuartel y el jefe le comunicó a Saint Amant que
Abelito lo estaba buscando. Entonces Saint Amant salió
al pasillo y al verlo, le hizo una seña al oficial de
guardia para que lo metiera dentro del camión”.
Este testigo directo de los hechos, contó
que luego, por la tarde, observó cómo bajaban a la
víctima del camión, sufriendo convulsiones, por lo que
fue de inmediato trasladado a la enfermería, en
camilla, en donde después falleció.
Este hecho, se
comprueba con la declaración en el debate de la testigo
Perosca Amparo Acosta de Eggs, hermana de Hugo y Ramón
Abel Acosta, quien indicó “mi hermano Abel, fue citado
a los cuarteles el día 27 de abril del año 1977. La
noche anterior los detuvieron a la salida de un bar,
los palparon de armas y le dijeron que al otro día lo
iban a citar para declarar. A la mañana siguiente, mi
hermano vino del trabajo y mi papá le dijo que tenía
que ir al cuartel con su D.N.I., entonces fue y se
presentó. Allá estaba mi otro hermano más chico, , lo
habían llevado en un camión celular”. Además, indicó
que a la noche los liberaron a todos, que Hugo llegó a
su casa en muy mal estado y que les dijo que Ramón Abel
se había quedado en el cuartel porque estaba
descompuesto. Que por la noche, se produjo un nuevo
procedimiento en su domicilio y se lo llevaron detenido

559
de nuevo y que en el cuartel le informaron que su
Ramón Abel, había sido trasladado al hospital.
La testigo siguió con su relato y contó
que cuando liberan a Hugo, va a hasta su encuentro y le
comenta esa circunstancia. Que ella trabajaba de
enfermera en ese mismo nosocomio, por eso enseguida
concurrió allí para interiorizarse de la situación de
su hermano, pero que en la puerta topó con un policía
que le dijo: “usted no sabe lo que le pasó a su
hermano?”, que ella le contestó que sí, que su hermano
estaba allí porque se había descompuesto y el policía
le dijo “su hermano, no está descompuesto, está muerto”
y que encima, no la dejó entrar a verlo.
Asimismo, contó que no conforme con la
negativa del oficial y gracias a que también las demás
compañeras de trabajo del hospital ayudaron a
convencerlo, lograron hacer reflexionar al guardia, él
que finalmente le permitió ingresar a la sala de la
morgue del hospital para poder ver el cuerpo de su
hermano sin vida. Allí y en virtud de su experiencia
como enfermera, pudo verificar que ya le habían
realizado la autopsia, llamándole la atención dos
cortes que tenía sobre la cejas de los ojos, refiriendo
“cuando lo vi a Abel, tenía todo abierto arriba de las
cejas, estaba todo lastimado, como que le pegaron
arriba de las cejas, allí tenía dos heridas. Me habían
informado que murió por un ataque de claustrofobia,
pero yo era enfermera y en mi experiencia, nunca vi
personas que murieran de esa manera”.
Asimismo, confirmó que tuvo una reunión
con el entonces Teniente Coronel, indicando “mi mama
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quería tener las cosas que eran de Abel, entonces mi
marido me acompaño al cuartel, allí nos atendió Saint
Amant y me dijo que mi hermano había muerto de un
ataque de claustrofobia, que eso fue una desgracia y
que no fueran nunca más ni a preguntar ni a reclamar
nada”.
Volviendo al momento en que se reencontró
con su hermano después de ser liberado dijo “Hugo llego
muy mal, porque estuvieron varias horas en ese camión
celular, mi hermano se chupaba la transpiración de la
sed que tenía. Mis dos hermanos eran buenas personas,
nunca se metieron en nada”.
Esta testigo, finalizó su testimonio y
antes de retirarse reconoció su firma en la declaración
de fs. 25/26.
Este hecho, se comprueba también con
también con la declaración testimonial de José Luis
Orellano, sobrino de la víctima, cuanto señaló que “…en
horas de la mañana se hicieron presente en mi domicilio
militares y policías, buscando a mis dos tíos…
llevándose en ese momento a mi tío Hugo Daniel Acosta,
ya que mi otro tío, de nombre Abel Ramón Acosta, se
encontraba trabajando…cuando mi tío Abel Ramón Acosta
llegó de trabajar, se enteró de lo sucedido y que lo
andaban buscando por lo cual se bañó y se dirigió en
bicicleta hacia el Batallón de esta ciudad, donde creo
que el jefe era Saint Amant…los pusieron en un camión
celular en habitáculos tipo jaula…”.
Además, con la declaración de Mariano
Navarro, prestada en el debate en cuanto señaló “…al

561
rato de estar ahí llegó al camión Abel Acosta, ahí nos
hicieron bajar del camión y vi al resto de mis amigos a
excepción de él que no estaba en el lugar. A Abel, no
lo volví a ver nunca más”.
Con la declaración de Vicente Primo
Beccarini ya referida, en cuanto realizó un relato
circunstanciado de tal hecho.
Con la declaración testimonial de Héctor
Alberto Acosta (incorporada por lectura) en cuanto
sostuvo “…allí me doy cuenta que entre las personas que
bajan del camión estaba Abel”.
Con la declaración testimonial de
Orellano, en cuanto señaló que su tío (Hugo Acosta) se
bañó y cenó con ellos y les contó lo que le había
pasado y que allí también se encontraba su otro tío
Abel Ramón Acosta. Que estaba en el camión, que nunca
lo vio, aunque lo reconoció por su voz, ya que hablaron
entre ellos.
Finalmente, el homicidio de Abel Ramón
Acosta se acredita la partida de defunción que en copia
certificada que luce a fojas 4 del expediente nº FRO
81000045/2012. De la misma surgen asentados los
siguientes datos, “Fecha 28/04/1977; hora 18:00; lugar
Batallón de Ingenieros de San Nicolás y causa de la
muerte síncope cardíaco no traumático. Edad: 32 años”.
Privación ilegítima de la libertad de
Naldo Raúl Brunelli: También se comprobó con la certeza
procesal necesaria en esta etapa, que Naldo Raúl
Brunelli, fue privado ilegítimamente de su libertad, a
diferencia del resto de los casos señalados, el dia28
de marzo de 1978.
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Previo a ello, los efectivos del
ejército, bajo comando operacional del Área Militar
132, realizaron procedimiento en la vivienda de su
madre, ubicada en calle Maipú 727, de la ciudad de San
Nicolás, Provincia de Buenos Aires.
Conforme surgió del debate, el nombrado
no se encontraba presente en ese lugar, pero al tomar
conocimiento de lo acaecido, decidió ir hasta la Sede
del Batallón de Ingenieros 101, en el cual el Coronel
(RE) Manuel Fernando Saint Amant, en persona, le
informó que debía concurrir a la Comisaría Primera de
San Nicolás. Allí quedó detenido y posteriormente
trasladado a la Unidad Penal N° 3 de San Nicolás,
lugar en el que permaneció privado de su libertad hasta
que fue liberado.
En su declaración testimonial en el
debate, Naldo Brunelli dijo “a fines de marzo del 77,
allanan la casa donde yo vivía con mi madre, en busca
de armas. Yo no estaba, revolvieron todo, a mi suegro
se lo llevaron detenido y como sufría de presión, esa
misma noche lo dejaron en libertad. Se llevaron
bibliografía y un arma que era de mi cuñado porque
revistaba en la Policía Federal. Yo no estaba en mi
casa en ese momento, me avisan que debía presentarme en
el Batallón de Ingenieros y entonces voy. Allí, Saint
Amant me dice que quedaba preso y que debía presentarme
en la Comisaría 1ra.”.
Además, preguntado por la Fiscalía sobre
los motivos que pudieron alentar su detención,
respondió “en esa época, se intervino la Unión Obrera

563
Metalúrgica Central y eso significó la intervención de
las más de sesenta seccionales del interior. El
interventor militar nos convocó a todos los delegados
en forma separada y nos dijo que por seis meses íbamos
a seguir en los cargos, era el Tte. Coronel Di Stefano.
Por entonces, fueron despedidos muchos compañeros y
delegados. Los motivos fueron que muchos gerentes
dijeron que el manejo de las fabricas estaba a cargo de
la U.O.M.. Nosotros, teníamos reuniones clandestinas
con otros sindicalistas, pero las mismas estaban
prohibidas”.
Sobre lo vivido durante el tiempo de su
cautiverio sostuvo “primero quedé detenido en la
Comisaría 1ra., allí me recibió el oficial de guardia y
estuve una semana. De ahí me trasladan a una unidad
carcelaria de la policía de la provincia de Buenos
Aires, ubicándome en un pabellón sanitario, porque no
había gente internada y se utilizaban para alojar a los
detenidos que provenían de las fuerzas del orden. Yo
estaba solo, sin contacto con nadie, incluso recuerdo
que había misa para los detenidos comunes y no para los
presos políticos. Tenía contacto solo con el recluso
que me traía la comida”.
En efecto, de las pruebas obtenidas en el
debate quedó comprobado que durante su ilegitimo
encierro, Brunelli fue sometido a varios
interrogatorios por el Teniente Coronel Saint Amant,
que versaron sobre sus actividades gremiales dentro de
la fábrica, por su labor dentro del sindicato y por la
tenencia del arma incautada.
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Sobre ello Brunelli dijo: “Saint Amant
requirió mi presencia en otras oportunidades. Me
llevaban esposado al batallón a las ocho de la mañana y
me formulaban preguntas sobre mis compañeros, sobre si
teníamos armas y las actividades del sindicato. Yo
declaré ante el Juez Milesi, que era militar retirado y
allí se me informó que quedaba detenido por la tenencia
de un arma de guerra”.
Surge de la prueba recabada en el debate,
que el día 30 de marzo de 1977, a Naldo Raúl Brunelli
la justicia federal le inició una causa por presunta
infracción a la ley 20.840, la que tramitó ante el
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo por ese entonces
del Suboficial Mayor (RE) Dr. Luis H. Milesi. Dicha
causa fue caratulada “Brunelli Naldo Raúl s./ tenencia
ilegal de armas. San Nicolás" Expte. N° 17.035. El día
9 de mayo de 1977 el Dr. Milesi resolvió revocar la
prisión preventiva y decretar la libertad del Sr.
Brunelli.
Sobre el particular éste declaró
“recupere mi libertad a mediados de mayo de 1977,
cuando la C.F.A.R. la ordena. Vinieron a buscarme mi
suegro y mi esposa. Al otro día se presenté con mi
defensor, Díaz Bancalari en el batallón y le dije a
Saint Amant, le agradezco por todo y me dice, no tiene
nada que agradecer, usted está a disposición del P.E.N.
y me muestra la tapa del diario Clarín con un listado
de detenidos que recuperaban la libertad y allí estaba
yo”.

565
Finalmente, antes de retirarse, Este
testigo reconoció su firma en la declaración de fs.
72/73.
Asimismo, el relato que precede se
comprueba con los dichos en el debate por Vicente Primo
Beccarini, quién refirió que a Brunelli “lo pude ver
detenido en la Unidad Penal N° 3 de esta ciudad”.
También, con la declaración testimonial
en el debate de Jorge Daniel Codina, quien manifestó
haber visto a Brunelli, en el Batallón de Ingenieros de
Combate 101 de San Nicolás en condición de detenido.
Del mismo modo, con la declaración
brindada por el Dr. José María Díaz Bancalari, defensor
de Brunelli en la causa que se le formó por tenencia
ilegal de armas, quien así lo afirmó en el presente
juicio, en oportunidad de atestiguar.
Lo expuesto quedó probado con la
siguiente documental:
El informe de la Comisión Provincial por
la Memoria de fs. 125/129, el cual da cuenta del
hallazgo en los archivos de la ex Dirección de
Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires de fichas de la víctima, con sus antecedentes
sociales y políticos.
Actuaciones agregadas por cuerda
“Brunelli Naldo Raúl Adalberto tenencia ilegal de
armas- San Nicolás”, Expte. Nº 17.035 del registro del
entonces Juzgado Federal de San Nicolás a cargo por
entonces del Suboficial del Ejército (Re) Dr. Luis H.
Milesi. A fs. 2, surge que el día 28 de marzo de 1977,
se presentó espontáneamente a la Comisaría el Sr. Naldo
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Brunelli. A fs. 3/4, se encuentra la declaración
indagatoria que se le recibió al Sr. Naldo Brunelli, en
sede policial, ese mismo día en fecha 28/03/1977. A fs.
16, surge que en fecha 29 de marzo, el Sr. Brunelli fue
trasladado a la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás.
De dicha causa, surge que fue defendido
por los Dres. José María Díaz Bancalari y Hugo Bruera y
que el día 9 de mayo de 1977, el Juez Federal de San
Nicolás, debido a una resolución dictada por la Cámara
Federal de Rosario como Tribunal de Apelación, debió
revocar la prisión preventiva que previamente le había
dictado a la víctima y decretar la libertad del mismo.
Libertad, que no pudo efectivizarse, pues Naldo
Brunelli, había sido puesto detenido a disposición del
Poder Ejecutivo Nacional conforme surge de las fojas
47/48, en actuaciones suscriptas por el Jefe del Área
Militar 132, Tte. Cnl. Manuel Fernando Saint Amant, y
por el Jefe de la Subzona 13, Cnl. Félix Clamblor.
En cuanto al allanamiento ilegal en la
vivienda de los padres de Naldo Raúl Brunelli, se
acredita con las constancias obrantes en autos
“Brunelli Naldo Raúl Adalberto s/ tenencia ilegal de
armas- San Nicolás” precedentemente indicados, de que
surge:
Acta suscripta por el Oficial Inspector
Carlos Alberto Tuero, en la cual consta que el día 28
de marzo, el Subteniente del Ejército José Alberto
Martínez, procedió a realizar un allanamiento en el
domicilio de la calle Maipú Nº 727, en la cual se

567
procedió a secuestrar armas y otros elementos
pertenecientes al Sr. Naldo Raúl Adalberto Brunelli.
Constancias de documentales suscriptas
por el imputado Saint Amant relativas a los hechos
investigados en autos: fs. 1) Parte de fecha 02 de mayo
de 1977 Expte. n° 17.116 “Beccarini, Vicente Primo s/
Atentado a la autoridad”; fs. 47) Parte Secreto Expte.
n° 17.035 “Brunelli, Naldo Raúl Adalberto s/ Tenencia
Ilegal de Armas – San Nicolás”.
b.7) Expediente nº FRO 81000046/2012: los
casos de Julio Raúl Peris, José Enrique Peris y Raúl
Peris.
Se encuentra acreditado de las pruebas
que se expondrán que el 25 de abril de 1976 por la
noche fuerzas de seguridad bajo comando operacional del
Área Militar 132, asaltaron la vivienda de los padres
de Julio Raúl Peris, ubicada en la intersección de las
calles 4 de Febrero y Libertad de la localidad de
Baradero, Partido del mismo nombre, Provincia de Buenos
Aires. El grupo en cuestión estaba integrado por quince
hombres, algunos de civil y otros con ropa de fajina
color gris azulado, quienes portaban armas largas.
Éstos, se desplazaban en varios vehículos, entre ellos
en un automóvil marca Ford modelo Falcon y en un Jeep.
En la vivienda se encontraban Raúl Peris
y Beatriz Vienny, padres de Julio Raúl, José Enrique
Peris y Carmen Romero. Esta última cursaba un embarazo
de ocho meses.
Los integrantes del operativo preguntaron
por Julio Peris, quien en ese momento no se encontraba
en la vivienda de sus padres. Seguidamente, encerraron
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a la Sra. Vienny en el vestíbulo de la vivienda, al Sr.
Raúl Peris en la cocina y a José Enrique y Carmen
Romero en un dormitorio. Todos los mencionados fueron
sometidos a interrogatorios violentos sobre el paradero
de Julio Raúl. Además, Raúl Peris fue simultáneamente
golpeado.
En este contexto, tanto la madre de
Julio, su hermano y la esposa de éste observaron que
junto al grupo represivo estaba un joven, sumamente
golpeado, con las manos atadas y la cabeza hacia abajo,
quien tenía los rasgos muy parecidos a Oscar Hofer o
Miguel Ángel Di Pasqua. Este último, había sido
secuestrado el día anterior y obligado bajo torturas a
señalar a otros militantes de su agrupación política
que luego fueron secuestrados.
Los integrantes del operativo procedieron
a requisar toda la finca, incluidas sus dependencias
externas, hallando documentación que acreditaba la
copropiedad de una lancha, que había sido adquirida por
Julio Raúl Peris junto a un amigo llamado Héctor
Seisdedos. Esta circunstancia motivó que las fuerzas de
seguridad obligaran a José Enrique Peris a señalar la
vivienda en la cual residía el mencionado Seisdedos,
conduciéndolo hasta dicho sitio en el automóvil marca
Ford Falcon. Al llegar al inmueble, si bien Seisdedos
no fue hallado, los captores revisaron toda la vivienda
durante una hora, interrogando a la esposa de éste
sobre el paradero de su marido. Luego de ello, José
Enrique Peris fue llevado nuevamente hasta la vivienda
de sus padres.

569
Mientras parte de los captores llevaron a
José Peris a la casa de Seisdedos, otro grupo se quedó
apostado en la vivienda, junto al mencionado joven.
Además, produjeron diversos daños en la
vivienda.
Al día siguiente del operativo, Julio
Peris se presentó en la vivienda –en la cual residía
junto a los familiares mencionados-, comentándole sus
padres lo que había sucedido el día anterior.
Posteriormente, se comunicó con ellos por carta y pautó
encuentros con sus padres en diversos puntos de la
ciudad de San Pedro.
En cuanto a Julio Raúl Peris tenía 25
años, trabajaba en Rodhia junto a Carlos Alberto Rojas
y a Oscar Omar Hofer y había presentado su renuncia
meses antes de su secuestro. Era militante del Partido
Revolucionarios de los Trabajadores e integraba la
Regional Rivera del Paraná del Ejército Revolucionario
del Pueblo, siendo compañero de militancia de Víctor
Hugo y Oscar Omar Hofer y de Carlos Alberto Rojas entre
otros.
Fue secuestrado los primeros días de
agosto de 1976 en la zona de San Pedro. Si bien, luego
del allanamiento efectuado en la vivienda de sus padres
no volvió a residir en ésta, como se indicara
precedentemente, sus padres solían encontrarse con él y
además Julio solía remitirles cartas.
Julio Peris era intensamente buscado por
las fuerzas de seguridad que operaban en el Área
Militar 132, habiéndose decretado su pedido de captura
por parte del Juez Federal a cargo del Juzgado Federal
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de San Nicolás, Suboficial (RE) Luis H. Milesi. Ello en
el marco de la causa caratulada “Benítez, Rubén Mario y
otros. Inf. Ley 20.840” Expte. Nro.16.632 del registro
del Juzgado Federal a cargo por ese entonces del
Suboficial (RE) del Ejército, Dr. Luis H. Milesi.
Asimismo, otros detenidos desaparecidos,
que luego recuperaron su libertad y que fueron
conducidos a centros clandestinos de detención que
funcionaban en el Área Militar 132, fueron interrogados
bajo torturas sobre las actividades de Julio Raúl
Peris.
Al día de la fecha, Julio Raúl Peris se
encuentra en calidad de detenido desaparecido,
desprendiéndose de los distintos elementos que se han
colectado que fue privado ilegítimamente su libertad el
4 de agosto de 1976 junto a Eduardo Korsunsky, en un
operativo desplegado por personal dependiente del Área
Militar 132.
En la audiencia de debate declararon como
testigos de estos hechos José Enrique Peris, Carmen
Romero y Santiago Alejandro Ferreyra Beltrán. También
Peris fue mencionado por otros testigos, entre los que
se destaca Carlos Alberto Rojas y Julio Bentos Álvarez.
El primero de los nombrados, explicó en
el año 1976 vivía con sus padres, su señora y su
hermana en calle 4 de Febrero de la ciudad de Baradero.
Indicó que cree que el 24 de marzo de ese año, a las 2
A.M., ingresaron por la fuerza a su vivienda un grupo
de hombres, uno de los cuales estaba vestido de militar
y el resto de civil. Como su madre tardó en abrir,

571
estas personas entraron por detrás rompiendo la puerta
y preguntaron por el paradero de su hermano Julio Raúl
Peris.
Relató que tanto él como su padre fueron
golpeados mientras eran interrogados. Al respecto,
manifestó que “querían que les dijéramos dónde estaba
mi hermano, dónde estaban las armas, tiraron unos
panfletos en un placard, yo los vi y le dije eso los
tiraste vos y me pegaron. Encontraron un papel de una
lancha que tenía mi hermano con un socio Seisdedos y me
hicieron ir a la casa de este hombre, entraron por la
fuerza en la casa de este hombre rompieron todo, me
llevaron en el medio de tres hombres en el asiento de
atrás por la fuerza, mi señora Carmen Rosa Romero
estaba embarazada, ellos llegaron con un muchacho todo
ensangrentado que me dijo ‘perdóname, lo tuve que
vender a tu hermano, mirá cómo me dejaron’, nunca
exhibieron ninguna orden, mi hermano trabajaba en
Rodhia en ese momento (…). Después de este episodio
llegaron de la misma manera, no rompieron nada,
revisaron si estaba mi hermano y se fueron. La primera
vez se llevaron algunas cosas, unos cuchillos y no sé
qué más.”
También relató que su hermano sabía que
lo estaban buscando y cuando falleció su madre encontró
entre sus papeles una carta que su hermano le mandó a
su madre, indicando que “la última noticia (de su
hermano) es que en un procedimiento lo habían agarrado
acá por San Pedro, la fecha no sé decirle bien.”
Reconoció en la audiencia una carta
obrante a fs. 132 de la causa FRO 81000046/2012 e
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indicó que, “por la manera de expresarse”, había sido
suscripta por su hermano.
Por su parte, Carmen Rosa Romero, expuso
en la audiencia que en el año 1976 vivía en Baradero
con su marido, sus suegros y su cuñado Julio Raúl
Peris.
A preguntas realizadas, explicó que el 24
de marzo de 1976, a las 2 A.M., un grupo de personas
ingresó “a patadas” al domicilio, explicando que “fue
tremendo, nos abrieron la ventana, entró mucha gente,
entraron a patadas, mi suegra, que era una persona
mayor, no podía abrir la puerta. Ellos se identificaron
como del ejército, estaban armados, estaban de civil,
no recuerdo uniformes, no recuerdo cuántos eran, si
muchos, pero no sé la cantidad. No mostraron ninguna
orden de ningún tipo, buscaban a mi cuñado y decían que
en la casa había armas”.
Expuso que ella estaba embarazada de ocho
meses y que los que realizaron el operativo “fueron muy
agresivos, muy violentos, golpearon a mi suegro,
recuerdo que tenían un muchacho todo golpeado que le
chorreaba sangre en la cara. Lo trajeron porque pienso
que sería compañero de mi cuñado y lo llevaron para
buscar a mi cuñado, con el tiempo nunca pude reconocer
quién era”. También indicó que en esa oportunidad le
dijeron a su suegra “usted sabe en qué anda su hijo, es
un asesino”, explicando que su cuñado pertenecía al
ERP.
Relató el suceso ocurrido con los papeles
de la lancha que fuera explicada por su marido e indicó

573
que luego hubo otro procedimiento a fines de abril,
primero días de mayo de ese mismo año.
Por otro lado, indicó que supo que su
cuñado Julio estuvo con sus padres luego de este
evento, que mantenían contacto mediante cartas y que
una de las últimas noticias que recibieron fue una
misiva en la que Julio manifestaba que estaba en
Resistencia, Chaco y venía en un auto y cree que había
pautado un encuentro con sus progenitores en las
cercanías de la vivienda familiar. Manifestó que su
suegra lo único que le dijo fue que “habían llegado dos
muchachos, que le avisaron que a Julio lo había
detenido, fue los primeros días de agosto”.
Luego expuso que se enteró que lo habían
detenido en San Pedro los primeros días de agosto de
1976.
Santiago Alejandro Ferreyra Beltrán,
declaró en la audiencia que militó en el ERP, en virtud
de la cual conoció, entre otros, a Julio Peris, a quien
él conocía con el alias “Néstor”.
A preguntas efectuadas por la Fiscalía
sobre el destino de Korsunsky y Peris, dijo que ellos,
en esa militancia, estaban expuestos a la persecución y
que en un momento perdieron contacto con “Aníbal” y
“Néstor”, lo que los afectó porque “eran compañerso muy
resistentes y muy queridos”; y que: “Yo vine a San
Nicolás a mediados del año 1976, aproximadamente en
junio o julio (…) y militaba en el ERP (…). A los dos
meses hicimos una serie de actividades, y necesitábamos
para los primeros días de agosto del 76 un auto, y
Aníbal y Néstor tenían que conseguir ese auto, un
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Falcon. Como a las 7 y media ya había oscurecido, el
día 4 de agosto del 76, ellos ‘levantaron’ a un hombre
que había ido a comprar un pollo al espiedo y manejaba
un Falcon. Lo detuvieron y lo dejaron atado adentro de
un caño (…). Después de esto, ellos se reunieron
conmigo y Carlos Santillán. Nosotros a la mañana
siguiente nos juntamos en lo que era mi casa (…). Ellos
se retiraron de la casa a las 21.30 hs., quedándonos en
encontrar a las 7.30 hs., en Pergamino (…). A la cita
nunca llegaron (…). Quince días más tarde, yo viaje de
San Nicolás a Pergamino (…) un soldado conscripto me
hizo dedo (…). En el camino le pregunté si había tenido
algún tipo de enfrentamiento con los terroristas. Allí
me contó que diez o quince días antes, (…) en San
Nicolás, justamente la zona donde se habían dirigido
Aníbal y Néstor, los soldados cerraron una calle en un
operativo rastrillo (…), dobló un vehículo Falcon y
entró en la calle, sorprendiéndose de la presencia de
los militares, por lo que intentó frenar y luego
aceleraron para salir del lugar. Pero, debido a que la
calle era de tierra y estaba franjeada por cunetas, el
auto patino y se deslizó a una vereda, chocando contra
un árbol, de manera sorpresiva (…). Me comentó el
soldado que fueron capturados mis compañeros y
trasladados al cuartel, (…) que los habían agarrado los
de Inteligencia (…) ese día fue el 04 de agosto.”
Reconoció la fotografía de fs. 130 del
expediente nº 81000046/2012, manifestando que la
persona que lucía allí era Julio Peris (a) “Néstor”.

575
En el mismo rumbo, los testigos Julio
Bentos Álvarez y Carlos Alberto Rojas en la audiencia
de debate manifestaron que pertenecían al PRT-ERP y que
en el marco de su militancia conocieron al “sargento
Néstor”. El segundo de los mencionados dijo a su vez
que “a Julio Peris lo conozco, era mi compañero de
trabajo, supe después que en agosto de 1976 lo habían
secuestrado”.
En cuanto a la prueba documental que
acredita los hechos que damnificaron a Julio Raúl
Peris, se encuentra la denuncia ante CONADEP formulada
de Beatriz Esther Vianny de Peris a fs. 1/4. También
obra en autos la declaración testimonial de Beatriz
Esther Vianny de Peris brindada en fecha 5 de junio de
1986 ante el Juez Federal Hugo del Pozo de fs. 28. De
ellas se destaca que la nombrada refirió que “…unos
quince hombres llaman en la casa… ubicada en 4 de
febrero y Libertad de Baradero y preguntan por Julio,
le contestan que no se encuentra en la casa y tampoco
saben dónde está. Llevan al padre del mismo -Raúl
Peris- a la cocina, dejan al hermano de Julio -José
Enrique- y a la esposa de este -Carmen Romero- en su
habitación y a su madre Beatriz Vienny de Peris en el
hall. Revisan la casa e interrogan a su padre.
Encuentran un sobre con la documentación de una lancha
que Julio tenía con un amigo de apellido Seisdedos. Un
grupo de ellos se lleva a José (hermano) para que le
indique dónde vive Seidedos. Van a su casa pero no lo
encuentran, sólo estaba su esposa (…), revisan la casa
y se van (…) La gente que hace el operativo va con ropa
de civil, otros con uniformes de color gris azulado,
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algunos con jinetas… Según vecinos había personas de la
policía Federal y algunos Jeep (…)”. También agregó que
“…Que Raúl Peris fue golpeado en oportunidad que fue
interrogado sobre el paradero de su hijo, que también
con la deponente realizaron el mismo tipo de preguntas
y también a su hermano y esposa… Que al revisar la casa
se llevan un cuchillo y una linterna, como así también
otras cosas”, y que “una vecina de nombre Alberta
González… fallecida, le comento que en oportunidad de
producirse el operativo relatado en su casa, había
hombres con uniforme de policía federal.”
La señora Vianny también destacó que “que
con fecha tres de mayo de 1976 recibe una carta de su
hijo (…), y a fines de julio del mismo año recibe la
última carta del mismo. Que a principios de agosto (…)
se presenta un muchacho (…) quien trae la noticia de
que su hijo se encontraba detenido en San Nicolás (…) y
que había sido detenido en los primeros días de agosto
(…)”.
Asimismo, obra una carta enviada por el
propio Julio Raúl Peris a su madre en fecha 7 de mayo
de 1976 que fue aportada por su cuñada Carmen Rosa
Romero al momento de prestar declaración testimonial y
que se encuentra agregada a fs. 132. De texto de tal
misiva se lee: “lo que me pasa a mí y el mal momento
que Uds. pasaron… lo están sufriendo cientos y cientos
de familias… por oponerse a los planes asesinos de los
milicos” (…) “hoy me encuentro en el deber de
expresarles que me entregué de cuerpo y alma a la
revolución”; y “…que no es inútil el sacrificio de

577
miles de muchachos que están presos y cientos que han
caído asesinados por los milicos. Sé que es un camino
duro, lleno de sacrificios, penurias, pero estoy seguro
que lo voy a recorrer y que no habría fuerza lo
suficientemente fuerte que me haga dar un paso atrás, y
no poder alcanzarla meta tan anhelada, la Patria
Socialista…”.
También obra en la causa como documental
un material realizado con motivo de la inauguración de
la plaza de la memoria en Baradero de fs. 132/154 en la
cual se reivindica la militancia de Julio Raúl Peris en
la década del ´70 y se hace mención que a la fecha se
encuentra desaparecido.
Por otro lado, de la documentación
remitida por la Comisión Provincial de la memoria,
agregada a fs. 200/207, se desprende la militancia del
propio Peris y que estaba siendo perseguido por las
fuerzas de seguridad de ese momento. Así del legajo
Mesa “DS”, carpeta Varios N° 6148, caratulado
“Investigación sobre Romero Luis (a) ‘Sargento Joaquín’
y otro (requerido a San Nicolás)”, el cual se inicia
con un parte “reservado” que la SIDE le envía a la
DIPBA el 22/07/76 para solicitarle que ponga en marcha
una investigación, que incluye “antecedentes
ideológicos y/o subversivos”, referido a Julio Peris,
con sus datos personales y laborales. Dicho legajo se
cierra con fecha 6/8/76, es decir, dos días después que
la víctima de autos fue secuestrada (fs. 200/207).
Debe mencionarse, por otro lado, el
informe suscripto por el Jefe del Área Militar 132,
Teniente Coronel Manuel Fernando Saint Amant, de fecha
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FRO 82000149/10
6 de julio de 1976, extraído de la causa nº 16.632 y
agregado a fs. 822/823, donde indica que fuerzas
conjuntas del Área Militar a su cargo, Brigada de
Investigaciones de esta ciudad y personal dependiente
de esa Unidad Regional, en distintos operativos
desbarataron una célula subversiva de la denominada
Regional “Norte- Norte” o “Ribera del Paraná” del
Ejército Revolucionario del Pueblo, que operaban en la
zona ribereña entre Campana y Villa Constitución.
Asimismo, menciona los nombres de los detenidos e
informa los miembros de la mencionada “célula
subversiva” que se encuentran prófugos, consignándose,
entre otros, a Julio Peris con el nombre de guerra
“Sargento Néstor”.
En ese mismo sentido, a fs. 901 de estos
autos luce un parte suscripto por el entonces Oficial
Principal Roberto Guerrina de fecha 26 de julio de
1976, donde informa al Juez Federal de San Nicolás, Dr.
Milesi, que no ha sido posible cumplimentar con la
detención de Julio Peris ni obtener otros antecedentes
que permitan su localización, procediéndose a una
discreta vigilancia en el domicilio donde habitaban sus
progenitores ante la eventualidad de que el nombrado
concurriera a la finca.
Por otra parte, se incorporó como prueba
documental el testimonio de Alberto Rolando Granau,
quien reconoció a Julio Peris en la fotografía que se
le exhibió, afirmando que el nombrado militaba en el
PRT-ERP (ver 3654/vta. de causa ”Korsunsky” reservada
en secretaría).

579
De manera coincidente, Santiago Ferreyra
Beltrán expresó en su declaración testimonial prestada
en la causa caratulada “Beltrán Ferreyra Santiago
Alejandro Formula denuncia" n° 9173/11, en la que se
investigan la privación ilegal de la libertad y
homicidio de su compañera Irene Ballester -y que se
encuentra agregada como documental a la causa FRO
8500028/2012- que, junto a su esposa Irene Ballester,
militaban en el Partido Revolucionario de los
Trabajadores y en el Ejército Revolucionario del
Pueblo, el cual también era integrado hacia el año 1976
por Peris, Korsunsky y el matrimonio Santillán.
Asimismo, manifestó que el seudónimo de Peris era
“Néstor”.
A su vez, la circunstancia de que Julio
Peris era intensamente buscado por las fuerzas de
seguridad que operaban en el Área Militar 132, surge a
su vez del pedido de captura decretado por el Juez
Federal a cargo del Juzgado Federal de San Nicolás,
Suboficial (RE) Luis H. Milesi, en el marco de la causa
caratulada “Benítez, Rubén Mario y otros. Inf. Ley
20.840” Expte. n° 16.632.
De las declaraciones indagatorias
recibidas en sede policial por el Comisario Inspector
Dante Jesús Génova, de Rubén Mario Benítez agregada a
fs. 827/843 de estos autos, Juan Lujan Mendaño a fs.
844/847, Julio Merardo Bentos Álvarez a fs. 848/853,
Jorge Oscar Fuentes a 854/864, Víctor Hugo Gootmand a
865/871, Linda Elena Farias Maselli a 872/875, Horacio
Luís Romero a 876/880, Luís Efraín López Molina a fs.
881, Lionel Roberto Galarza a fs. 882/884, Alberto
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FRO 82000149/10
Rolando Granau a fs. 886/887 y Claudio Tomas Fernández
a fs. 890/891, se infiere que fueron interrogadas bajo
torturas sobre las actividades de Julio Peris.
En el mismo orden de ideas, deben
resaltarse las constancias obrantes en el expte. n°
20.617 del registro del Juzgado Federal de San Nicolás,
entre ellas, el informe del Ministerio del Interior de
fs. 54 del que surge que Julio Raúl Peris figura en la
lista de personas desaparecidas efectuada por la
CONADEP y el informe Ministerio de Defensa de fs. 56/62
del que se infiere que Julio Peris disponía de una
orden de captura en el año 1976 por parte de Milesi.
En forma concordante, Horacio Luis Romero
-también militante del PRT-ERP-, en su declaración
prestada en causa “Korsunsky” de fs. 1762/1763,
incorporada como documental, manifestó que, mientras
estaba detenido a disposición del PEN, tomó
conocimiento a través de familiares de otros detenidos
de que Peris había sido detenido junto con Korsunsky,
quienes militaban con él en el ERP, los primeros días
de agosto de 1976.
Asimismo, expresó que se comentaba que a
los mencionados los habían detenido ilegalmente y que
los ejecutaron a dos cuadras de la UP3, simulando un
enfrentamiento para justificar la detención, previo a
lo cual habrían estado detenidos dos o tres días en San
Pedro.
Finalmente, debe destacarse como prueba
documental de los hechos que damnificaron a Raúl Peris
y José Enrique Peris, la denuncia realizada ante la

581
CONADEP por Beatriz Vienny de Peris de fs. 1/4 y su
posterior declaración testimonial en sede judicial en
el año 1986 de fs. 28/vta., quien manifestó “…unos
quince hombres llaman en la casa… ubicada en 4 de
febrero y Libertad de Baradero y preguntan por Julio,
le contestan que no se encuentra en la casa y tampoco
saben dónde está. Llevan al padre del mismo -Raúl
Peris- a la cocina, dejan al hermano de Julio -Jose
enrique- y a la esposa de este -Carmen Romero- en su
habitación y a su madre Beatriz Vienny de Peris en el
hall. Revisan la casa e interrogan a su padre.
Encuentran un sobre con la documentación de una lancha
que Julio tenía con un amigo de apellido Seisdedos. Un
grupo de ellos se lleva a José (hermano) para que le
indique donde vive Seidedos. Van a su casa pero no lo
encuentran, solo estaba su esposa… revisan la casa y se
van… La gente que hace el operativo va con ropa de
civil, otros con uniformes de color gris azulado,
algunos con jinetas… Según vecinos había personas de la
policía Federal y algunos Jeep. …”
Agrega que “…Que Raúl Peris fue golpeado
en oportunidad que fue interrogado sobre el paradero de
su hijo, que también con la deponente realizaron el
mismo tipo de preguntas y también a su hermano y
esposa… Que al revisar la casa se llevan un cuchillo y
una linterna, como así también otras cosas.”
Asimismo se infiere que “una vecina de
nombre Alberta González… fallecida, le comento que en
oportunidad de producirse el operativo relatado en su
casa, había hombres con uniforme de policía federal.”
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FRO 82000149/10
A su vez, debe resaltarse la declaración
testimonial de José Enrique Peris en el año 1986, que
coincide en lo sustancial con lo dicho por el nombrado
en la audiencia de debate.
Por todo lo precedentemente expuesto, ha
quedado acreditado con total certeza que el 25 de abril
de 1976 por la noche fuerzas de seguridad bajo comando
operacional del Área Militar 132, asaltaron la vivienda
ubicada en la intersección de las calles 4 de Febrero y
Libertad de la localidad de Baradero, provocando todo
tipo de daños en ésta, así como que Julio Raúl Peris,
José Enrique Peris y Raúl Peris fueron privados
ilegítimamente de su libertad. Y, en se rumbo, se ha
acreditado con total certeza que Julio Raúl Peris se
encuentra a la fecha en calidad de desaparecido, por lo
que este Tribunal considera que ha sido víctima de
homicidio.
b.8) Expediente nº FRO 81000047/2012 y su
acumulado nº FRO 76000034/2011/TO1: los casos de Jorge
Enrique Ocariz, Luis Eduardo Lita y Norberto Oscar Gil.
Luis Eduardo Lita, era un comerciante de
la ciudad de San Nicolás. Había trabajado en Somisa,
donde fue despedido en el año 1967 con motivo del golpe
de estado perpetrado por el General Juan Carlos
Onganía.
Se encuentra acreditado con lo declarado
por el propio Luis Eduardo Lita en esta audiencia y con
la demás prueba detallada, que el 1ero. de noviembre de
1977 a las 23:30 horas aproximadamente –conforme lo
aclaró en su testimonial-, fue secuestrado desde el

583
interior del Club 12 de Octubre sito en calle Bartolomé
Mitre al 400 de San Nicolás, por 4 o 5 personas
vestidas de civil que portaban armas cortas de grueso
calibre, que pertenecían a las fuerzas de seguridad o
militares bajo control operacional de los Jefes del
Batallón de Combate 101 del Ejército Argentino y se
desempeñaron en tal carácter durante ese período –
Manuel Fernando Saint Amant y Norberto Ricardo Ferrero-
. También se ha acreditado que su privación ilegal de
la libertad se mantuvo en forma clandestina hasta el 7
de diciembre del mismo año, período durante el que fue
sometido a tormentos, luego de lo cual permaneció
detenido en base a actuaciones policiales falsas,
recuperando su libertad de manera vigilada el 23 de
junio de 1982.
De ello se puede afirmar que las personas
que secuestraron a Lita la noche del 1° de noviembre de
1977 eran desconocidas para los miembros del club, en
tanto no obra referencia a los nombres de los captores.
Por otra parte, de ninguno de los
testimonios surge que las personas que se llevaron a
Lita invocaran poseer orden de detención alguna, como
tampoco pertenecer a fuerzas de seguridad.
Continuando con el relato de los hechos,
Lita declaró que al llegar estas personas al club le
pidieron su documento, el que él les entregó, y le
dijeron que los tenía que acompañar. Luego de salir del
lugar, lo subieron a una camioneta, en la cual le
colocaron una capucha que le cubrió su rostro y lo
trasladaron hasta un Centro Clandestino de Detención
que, bajo control operacional del Área Militar 132,
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FRO 82000149/10
funcionaba en las dependencias externas de la Unidad
Penal Nº 3 de San Nicolás, más precisamente en la casa
habitación del Subdirector, donde permaneció hasta el
30 de noviembre de 1977, en todo momento esposado y
tabicado. En este lugar fue sometido a interrogatorios
bajo tormentos tanto físicos como psíquicos -los que
incluyeron picana eléctrica y amenazas de muerte-,
sobre sus vínculos con militantes del Partido
Revolucionario de los Trabajadores y del Ejército
Revolucionario del Pueblo; y especialmente, por haber
sido garante de una mujer en un contrato de locación
suscripto con anterioridad al año 1975, a quien las
fuerzas represivas achacaban pertenecer a dichas
organizaciones.
El 30 de noviembre de 1977 Lita fue
trasladado a otro sitio que, si bien no pudo
identificar, pudo deducir al escuchar conversaciones,
que estaría ubicado en la ciudad de San Pedro, partido
del mismo nombre, Provincia de Buenos Aires, en el cual
fue introducido en un calabozo. Allí se le retiró la
capucha, colocándole en su lugar algodones en los ojos
y en los oídos y sobre los mismos una venda, lo que le
generó una infección en su ojo izquierdo. Además, fue
obligado a desnudarse a la intemperie, habiendo sido
higienizado por terceras personas con una manguera.
Allí estuvo seis días en cautiverio, durante los cuales
no recibió ningún tipo de alimentación.
El 7 de diciembre de 1977 a las 6:00 de
la mañana la víctima -siempre tabicada- fue
introducida en el baúl de un automóvil, el cual realizó

585
un trayecto de 20 minutos aproximadamente, habiendo
sido cambiado a otro al que fue subido en el asiento
posterior.
En estas circunstancias, Lita apareció en
la Comisaría de Baradero de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires. Allí se le retiró la venda de sus
ojos, constatándose la existencia de una lesión en el
ojo izquierdo. Posteriormente, bajo amenazas de que
sería devuelto a quienes lo habían llevado hasta allí
si no lo hacía, se lo obligó a firmar una declaración
que ya estaba confeccionada, la que no tuvo posibilidad
de leer, en la cual se consignó que Lita había sido
detenido en proximidades de las fábricas “Rhodia” e
“Hisisa Argentina” -ubicadas en las afueras de esa
ciudad- portando material de propaganda del Ejército
Revolucionario del Pueblo.
En dicha repartición policial se labraron
actuaciones en las cuales se asentó que, esa madrugada,
Luis Eduardo Lita había sido aprehendido por una
patrulla policial que lo llevó a un lugar donde un
hombre le dijo que era el Comisario de Baradero. Allí
le hicieron firmar las actuaciones policiales con las
que se dio inicio al expediente nro. 17.448 del Juzgado
Federal de San Nicolás, documentación que, como se
indicara, no le permitieron leer bajo la amenaza de que
si no firmaba sería entregado nuevamente a sus
captores.
En las mismas consta un acta de
procedimiento labrada por el Oficial Principal Roberto
H. Guerrina, secundado por el Oficial Subinspector Juan
Alberto González y el Cabo Primero Tomás Pérez en la
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que se da cuenta que el día 7 de diciembre de 1977 a
las 6 hs., en inmediaciones de los establecimiento
fabriles “Hisisa Argentina” y “Rhodia Argentina Química
y Textil” se detuvo a Lita portando un bolsón con
revistas y panfletos de carácter subversivo, por lo
que, en base a esa prueba implantada y a esa
circunstancia falsamente documentada en el acta labrada
por Guerrina, González y Pérez, se le formó una causa
penal por infracción a la ley 20.840.
En dicha causa prestaron declaración
testimonial los nombrados a fs. 139 (Guerrina, quien
afirmó que Lita se encontraba en un estado físico
normal), 148 (González, quien manifestó que intervino
en el procedimiento juntamente con los Señores Guerrina
y Pérez y, al producirse la detención del mencionado
Lita, el mismo se encontraba en su estado normal, no
presentando lesiones, es decir estaba físicamente bien)
y 140 (Pérez, quien coincidiendo con los mencionados
indicó que la víctima se encontraba físicamente bien),
es decir que ratificaron el contenido del acta labrada,
que se integra con el parte informativo dirigido por
Guerrina a Bozzini de fs. 1, que da mayores precisiones
acerca de los falsos motivos que justificaron la
inexistente requisa.
Sin embargo, a fs. 51 consta un parte
Secreto titulado “Actuaciones decreto 1860/75” firmado
por Manuel Fernando Saint Amant – Tte. Cnel. Jefe Área
132, de fecha 7 de diciembre de 1977 donde textualmente
dice “…procedí a detener a la siguiente persona: LUIS
EDUARDO LITA…la detención del imputado se produjo en la

587
ciudad de Baradero, provincia de Buenos Aires, no
habiendo testigos de dicho procedimiento. Al ser
detenido el causante presentaba buen estado físico y
anímico. Se le secuestraron los siguientes elementos
que portaba dentro de un bolso…” (fs. 112); y a fs. 125
obra otra acta de similar tenor en la que se da cuenta
que en la misma fecha se detiene a Lita porque “…se le
secuestraron de su domicilio en oportunidad que el
mismo se hallaba prófugo veinticinco proyectiles
calibre once veinticinco…”, mencionando a continuación
los elementos detallados en el acta anterior, todo en
ausencia de testigos.
El Decreto N° 1860/75 estableció el
procedimiento a seguir por la autoridad militar, toda
vez que, en la ejecución de operaciones militares
antisubversivas, correspondiera poner a disposición del
magistrado federal competente a una persona detenida o
a elementos secuestrados, como consecuencia de dichas
operaciones.
Se advierte una contradicción entre el
acta labrada por la policía de Baradero y la labrada
por Saint Amant, en tanto ambas autoridades reivindican
la falsa detención de Lita, pero ha quedado demostrado
que tal detención no existió, y sólo se dio cuenta por
canales diferentes a distintas autoridades del
procedimiento fraguado el día 7 de diciembre de 1977,
cuando se pretendió “blanquear” el secuestro de Lita,
quien ya estaba en poder del Jefe del Área 132 y lo
único que hizo fue entregarlo a las autoridades
policiales para que, en el marco del control
operacional que ejercía, documentara un supuesto
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FRO 82000149/10
procedimiento en el que no se menciona en ningún
momento la presencia de Saint Amant u otro personal
militar. Tan es así que, al momento de recibir Milesi
declaración indagatoria a Lita, “olvidó” imputarle los
hechos mencionados a fs. 125 y tuvo que ampliar su
declaración indagatoria, donde Lita negó
terminantemente que esos proyectiles fueran suyos.
Tan burda fue la falsedad de dicho
secuestro que el Fiscal Federal Subrogante dictaminó a
fs. 152 que debía dictarse el sobreseimiento
provisional de Lita por cuanto la comunicación de fs.
125 relativa al allanamiento y secuestro supuestamente
obtenido en la casa de Lita “…por sí sola no es
bastante para fundar una condena ya que pudieron (al
menos no constan los eventuales motivos impeditivos),
llenarse los debidos recaudos tales como la confección
de un acta de secuestro firmada por testigos, la
mención del personal interviniente en la diligencia
etc., que hacen a la correcta y fehaciente comprobación
de un hecho”. De todo ello puede colegirse que el
secuestro de municiones en la casa de Lita fue fraguado
para justificar lo injustificable, como lo fue el
libramiento de una orden de captura que pudiera dar
visos de legalidad a la posterior aprehensión de quien
ya venía siendo víctima del secuestro y la tortura,
todo lo cual fue señalado por la Defensora Oficial a
fs. 175. Finalmente, a fs. 213, la CFAR revocó la
condena de Lita dispuesta por Milesi, absolviéndolo.
Luego de ello fue trasladado a la UP3 de
San Nicolás, donde quedó alojado. En dicha cárcel,

589
según relató en su testimonial, estando en las celdas
comunes, en una oportunidad se abrieron las celdas, y
lo sacaron a él junto a Ocariz y Gil y un hombre con
uniforme militar se presentó y les dijo que era el
Teniente Coronel Ferrero y que ellos estaban a
disposición de él, que esperaba que “no trataran de
hacer nada, ni nada por el estilo”. Asimismo, narró que
un día estaban caminando en el patio y estaban parados
dos militares con ropa de fajina, siendo uno de ellos
Ferrero, quien hizo que todos se fueran al otro extremo
del patio y lo hizo avanzar hasta enfrentarlo del otro
lado del alambrado, y le dijo al otro militar que a
“estos zurdos de mierda –en referencia a él-, había que
matarlos a todos”, y le ordenó que se retirara.
Después de ello, y recién a partir del 20
de diciembre de 1977, fue sometido por la Justicia
Federal a una causa por presunta infracción a la ley
20.840, la que tramitó ante el Juzgado Federal de San
Nicolás a cargo por ese entonces del Suboficial Mayor
(RE) del Ejército Argentino Luis H. Milesi, quien le
tomó declaración indagatoria en la Unidad Penal Nº 3 de
San Nicolás en fecha 23 de diciembre de 1977.
Luis Eduardo Lita fue condenado a tres
años de prisión por considerárselo presunto autor
responsable del delito previsto y penado por el art. 2
inc. c) de la ley 20.840 en concurso ideal con el art.
278 quater en función del art. 210 del Código Penal,
pese a que este último no estaba vigente a la fecha de
los hechos. De la lectura del expediente en que fue
encausado surgen graves constataciones, como ser que
Lita fue condenado sobre la base de prueba que le fue
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implantada, un acta de procedimiento totalmente
fraguada, una declaración en sede policial –que nunca
prestó- cuyo contenido también fue falseado y que fue
obligado a suscribir luego de haber sido sometido a
tormentos durante un mes y una semana.
La Cámara Federal de Apelaciones de
Rosario, como se señaló precedentemente, revocó la
condena de Luis Eduardo Lita, ordenando su absolución.
En el fallo respectivo los Camaristas pusieron de
manifiesto las irregularidades existentes en la causa.
Entre otras cuestiones, se sostuvo que el juez de
primera instancia omitió la producción de prueba
relevante y que desestimó pruebas de las cuales surgía
que Lita había sido secuestrado un mes antes de su
supuesta detención y que la prueba de cargo había sido
implantada.
Pese a lo resuelto por los Camaristas,
como consecuencia de que, además de a disposición de la
autoridad judicial de la dictadura, Lita se encontraba
detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional,
recién recuperó su libertad de manera vigilada el 23 de
junio de 1982.
A raíz de lo manifestado por la víctima
en oportunidad de prestar declaración indagatoria, se
ordenó la formación de causa por separado para
investigar sólo los apremios ilegales, cuya carátula es
“Lita Luis Eduardo. Denuncia Apremios ilegales”, Expte.
17.521. El juez Milesi, delegó la instrucción del
sumario en la policía de la provincia de Buenos Aires –

591
Jefe de la Unidad Regional VII- a quien le remitió
copia de lo declarado por la víctima.
En la instrucción del mencionado sumario,
la policía se limitó a recibir declaración testimonial
al personal policial de la Comisaría de Baradero que
supuestamente había intervenido en el operativo. En
relación a las personas referidas por Lita como
testigos de su secuestro, debe destacarse que uno de
ellos nunca fue citado y respecto del otro se citó a
una persona equivocada.
A su vez, Luis Eduardo Lita efectuó
diversas presentaciones solicitando su libertad. La
primera de ellas mediante un hábeas corpus interpuesto
en fecha 13 de octubre de 1980 ante el Juzgado Federal
de San Nicolás. El juez Milesi resolvió declararse
incompetente, lo que fue revocado por la CFAR.
Por ello, el Juez Milesi sustanció el
recurso, oficiando al Ministerio del Interior a fin de
que informara sobre la detención de Lita. Dicho
organismo elevó un informe en el cual se consignó que,
hasta ese momento, Lita era activo colaborador de una
banda subversiva y que su detención se encuadraba en
las facultades conferidas por el art. 23 de la
Constitución Nacional. Basándose en este informe, el
Fiscal Federal interviniente dictaminó que debía
rechazarse el habeas corpus, resolviendo el Juez en
consecuencia.
En fecha 13 de octubre de 1981 (un año
después) la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario
resolvió revocar el fallo apelado, hacer lugar al
habeas corpus y disponer la inmediata libertad de Lita.
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Dicha resolución no pudo efectivizarse como
consecuencia del recurso extraordinario federal
interpuesto por el Fiscal General ante la misma, quien
en base al informe remitido por el Ministerio del
Interior, consideró que la detención de Lita obedecía a
la necesidad de preservar la paz interior, el orden
público y la seguridad de los habitantes.
Otras pruebas que acreditan la detención
de Lita en las condiciones señaladas son las
declaraciones prestadas en el marco del Expte. Nº
17.448 ya referido. Así, del testimonio prestado por
José Eduardo Di Sábato a fs. 209 se desprende que “…fue
invitado para jugar a las bochas en el otro Club donde
llegó a las 21,30 hs. aproximadamente, retirándose
cerca de la madrugada, al entrar no vio a Lita. Que al
retirarse cuando fueron a abonar la luz de la cancha
que utilizaron se comentó que Lita se había retirado
acompañado por otras personas…que desde ese momento no
ha vuelto a ver a Lita…”.
Juan Fernando Mariezcurrena, por su
parte, declaró a fs. 210 de esos autos que “…sin poder
precisar la fecha pero aproximadamente la que señala
Lita en su declaración, siendo también la hora allí
indicada, aproximadamente, y estando Lita en la
‘barra’…del Club 12 de Octubre…vio llegar
aproximadamente tres personas vestidas de civil, que
conversaron con Lita y se lo llevaron, no habiendo
vuelto a verlo desde ese momento…”.
A su vez, Mario Bernardo Núñez dijo a fs.
211 de ese expediente que “…que a fines del año 1977

593
sin poder precisar la fecha pero que sería fines de
noviembre, que hacía calor para esa fecha, estando el
declarante dentro del Club 12 de Octubre, vio entrar
algunas personas que le eran desconocidas, que vestían
de civil, a las que luego vio salir con Lita…Que desde
ese momento no volvió a ver a Lita…”.
Por otro lado, a Fs. 1/3 del sumario
caratulado “Lita de Mazzola María Beatriz interpone
recurso de habeas corpus en favor de Luis Eduardo Lita”
Expte. Nro. 25.148 del registro del Juzgado Nacional de
Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción, la
mencionada efectúa un relato circunstanciado de los
hechos.
Los tormentos a los cuales fue sometido
Lita durante su cautiverio, a más de las que se prueban
por las condiciones generales de detención a que eran
sometidos todos los detenidos desaparecidos durante el
período de terrorismo de estado, surge de la propia
declaración testimonial prestada por la víctima en este
juicio mediante las cuales narró los hechos descriptos
precedentemente.
La continuidad de la privación ilegítima
de la libertad de Luis Eduardo Lita se acredita con la
declaración testimonial de la víctima prestada en este
sumario en cuanto señala que: “…por deducciones hechas
posteriormente sabe que fue llevado a la Unidad
Carcelaria de San Nicolás, a unas dependencias
externas, eran casas de dos pisos que se deberían haber
hecho para el personal. En ese lugar fue interrogado y
torturado…”.
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Ello también se prueba con la declaración
indagatoria prestada por la víctima en el sumario
17.448 ya indicada en cuanto refirió: “….estuvo
detenido hasta el día 30 de Noviembre en un lugar…en
una habitación, con una capucha colocada sobre la
cabeza…que en la madrugada de ese día es sacado del
lugar donde lo tenían detenido o secuestrado y en la
caja de una camioneta es trasladado a otro lugar que no
podría identificar…que el día martes lo sacan del
calabozo y lo colocan dentro del baúl de un auto, según
cree ya que no podía mirar…allí es trasladado a una
casa donde desciende del auto…luego…se hace conocer una
persona que le dirige la palabra como el Comisario de
Baradero, quien le dice que el dicente había sido
arrestado anoche en Baradero, que no le va a pasar
nada, pero le da a entender que en la declaración que
le va a tomar tiene que decir eso…”.
Al respecto, cabe traer a colación la
declaración del ex guardia cárcel del Servicio
Penitenciario Bonaerense Federico Schmit agregada a fs.
1759/1760 del expediente Nº 76000034/2011/TO1, que
fuera incorporada por lectura, en cuanto al nombrado
refirió “…que se desempeñó en la Unidad Penitenciaria
N° 3 de San Nicolás, en la cual a la fecha de los
hechos funcionaba una cárcel clandestina que estaba a
cargo del ejército y que funcionaba en la casa del
subdirector del penal. Que en la misma se alojaban a
personas cuyo ingreso no era registrado. Que dicho
Centro Clandestino de Detención era manejado por el
ejército”.

595
Concordante con ello es el testimonio del
ex guardia cárcel del Servicio Penitenciario Bonaerense
Enrique Valentín Benítez, agregada a fs. 2109/2111 de
estos autos, que también fuera incorporado por lectura,
en donde el mencionado declaró: “…que recuerda que
tenía que custodiar la casa lindante a la Unidad Penal
que, no recordándolo bien cree que fue Schmidt el que
les ordenó que se hicieran cargo de cuidar ese lugar.
Que recuerda que la custodia era interna, es decir
adentro de la casa, en el piso de arriba de la misma.
Que allí…custodiaron a personas, por unos tres meses,
que las personas que estaban allí adentro estaban
esposadas de pies, manos y vendados los ojos, acostados
en el suelo en un colchón, que estaban en la plante
superior de la casa, en lo que serían los dormitorios.
…Que a cargo de este centro de detención estaba el
ejército, que recuerda que cuando se apersonaba
personal del ejército, bajaban a los detenidos hasta la
planta baja, y sabe –por referencias de los compañeros
y los detenidos- que abajo los estaqueaban, les
aplicaban ‘la picana’, en una cama de elástico
metálico, le pegaban con un bastón y los
interrogaban…Que recuerda que el personal que torturaba
venía de civil y tenía barba……que un compañero suyo le
dijo que eran personal del ejército… ”.
Lo dicho por los nombrados incluso se
corroboró con la inspección judicial ocular efectuada
en la Unidad Penitenciaria N° 3 de San Nicolás en fecha
31/03/2006 en la cual participaron los mentados
testigos Federico Schmit y Enrique Valentín Benítez -
Fs. 1764/1765-, oportunidad en la que refirieron
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reconocer en la planta baja dos habitaciones, que en
una de ellas se interrogaba individualmente a los
detenidos y en la otra existían los implementos
utilizados para los castigos físicos. Asimismo,
reconocieron las habitaciones ubicadas en la planta
alta de la vivienda, en la cual permanecían los
detenidos.
Por otro lado, obra como prueba
documental el testimonio del Libro de Partes de
Novedades de la guardia de la Comisaría de Baradero,
agregado a fs. 18 y 25/vta. del sumario “Lita Luis
Eduardo. Denuncia Apremios Ilegales” Nro. 17.521, en el
cual se asentó el día y hora de ingreso y egreso de
Lita a esa dependencia en fecha 6 y 12 de Diciembre de
1977, respectivamente y la constancia de fs. 19 del
sumario principal remitida por el Prefecto Mayor del
Servicio Penitenciario Bonaerense Miguel Ángel Libares,
Director de la Unidad Penal Nro. 3, mediante la cual
informa que Luis Eduardo Lita ingresó a esa unidad el
12/12/1977, a disposición del Juzgado Federal por el
delito de Infracción a la Ley 20840.
Del Expediente nº 17.448, también deben
destacarse: el radiograma de fs. 99 en el cual se
comunica al juez el inicio de actuaciones en fecha 7 de
diciembre de 1977; la nota de elevación de fecha 19 de
diciembre de 1977 con cargo del mencionado juzgado de
fecha 20 de diciembre de 1977 de fs. 106; el parte del
Ejército Argentino de carácter “Secreto” de fs. 112
suscripto por el Coronel (RE) Manuel Fernando Saint
Amant, Jefe del Área Militar 132; las actuaciones

597
suscriptas por el entonces Coronel Leonel Antonio
Barrios a cargo del Comando de Artillería 101 de Junín
sede de la Subzona 13 por las cuales eleva al juzgado
las constancias labradas por el Jefe del Área 132 con
cargo del Juzgado Federal de San Nicolás de fecha 26 de
diciembre de 1977 de fs. 113.
A su vez, resulta una prueba más de la
continuidad de la privación ilegítima de la libertad de
Lita y de los tormentos sufridos por éste, la
declaración indagatoria de Norberto Oscar Gil agregada
a fs. 18 del sumario “Gil Norberto Oscar. Inf. Ley
20.840” Expte. Nro. 17.464 del registro del Juzgado
Federal de San Nicolás, en cuanto señaló: “…el domingo
27 de noviembre uno de los guardias lo trasladó a otra
habitación donde había una persona en las mismas
condiciones que el dicente, se le abrió un poco la
capucha diciéndole el guardia “aquí está el ‘gordo’
Lita y está todo podrido…”.
En igual sentido, la declaración
indagatoria prestada por Jorge Enrique Ocariz en el
sumario 17.463 del registro del Juzgado Federal a cargo
por entonces de Luis H. Milesi agregada a fs. 29/32, en
cuanto refirió “…que estuvo detenido desde el 1ª de
diciembre hasta el 13 del mismo mes en el recinto ya
aludido habiendo oído en una oportunidad que a Lita lo
habían tenido en la misma habitación hacía una
semana…”.
La aparición de la víctima en la
Comisaría de Baradero y el hecho de que fue obligado a
firmar una declaración que ya estaba confeccionada se
encuentra acreditado con: la declaración testimonial de
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la víctima de fs. 620 de autos, en la cual efectúa un
relato de los hechos que no se condice con lo que fuera
consignado por el personal policial en el acta de
mención; la declaración indagatoria prestada por Luis
Eduardo Lita el 23/12/77 en autos 17.448 agregada a fs.
133 en la que da cuenta de todas las circunstancias
reseñadas; la declaración testimonial de José Eduardo
Di Sábato, en cuanto precisa las circunstancias de
modo, tiempo y lugar en que se perpetraron los hechos y
que difieren de las consignadas en el acta; la
declaración testimonial de Mario Bernardo Núñez, en
cuanto efectúa un relato circunstanciado de los hechos
coincidente con el de la víctima de autos -y con el de
los otros testigos- que difiere de lo asentado en el
acta de fs. 93 de autos 17.448; la declaración
indagatoria de Norberto Oscar Gil en autos 17.464, que
da cuenta de la presencia de Lita en el mismo Centro
Clandestino de Detención, en contraposición a lo
asentado en el acta de fs. 93; el Habeas Corpus
presentado por María Beatriz Lita de Mazzola; la
declaración indagatoria de Jorge Ocariz en autos
17.463, en cuanto señala que pudo escuchar que Lita
estuvo en el mismo Centro Clandestino de Detención una
semana antes que él, circunstancia que no se condice
con lo asentado en el acta de fs. 93; las constancias
obrantes en el sumario “Lita Luis Eduardo. Denuncia
apremios ilegales” Expte. Nro. 17.521 del registro del
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo del por entonces
Juez Federal Luis H. Milesi; las constancias obrantes
en el sumario 17.448 “Lita Luis Eduardo. Inf. Ley

599
20.840”, entre ellas, el parte de fs. 1, la constancia
de fs. 88, el radiograma de fs. 99 y el parte del
Ejército Argentino de fs. 112, entre otras.
Por todo lo expuesto, las declaraciones
testimoniales y la prueba documental analizada, se
desprende que Luis Eduardo Lita fue privado
ilegítimamente de su libertad el primero de noviembre
de 1977 en el Club 12 de Octubre de la ciudad de San
Nicolás, trasladado a las viviendas aledañas a la
Unidad Penal nº 3 de dicha ciudad, donde fue sometido a
un interrogatorio bajo torturas y permaneció en esas
condiciones durante aproximadamente 30 día. Luego, fue
trasladado a la Comisaría de Baradero, en donde una
noche bajo amenazas firmó una declaración y al día
siguiente fue trasladado a la Unidad Penal 3 de San
Nicolás, en donde permaneció detenido y posteriormente
fue trasladado a otras unidades penitenciarias, hasta
recuperar su libertad el 23 de junio de 1982.
Norberto Oscar Gil era abogado y al
momento de los hechos ejercía la defensa de personas
detenidas por motivos políticos. Estaba casado y tenía
un hijo.
Ha quedado acreditado en autos que el 24
de noviembre de 1977 a las 0:45 horas, Norberto Gil fue
secuestrado en momentos en que salía del Club 12 de
Octubre de San Nicolás, por tres personas que vestían
de civil y estaban fuertemente armados.
Gil fue encapuchado, esposado e
introducido en un automóvil, siendo despojado de una
chequera que llevaba consigo y de todas sus llaves.
Luego de un breve trayecto fue cambiado de vehículo,
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siendo introducido en uno carrozado. Fue alojado en una
vivienda, en la cual fue sometido a interrogatorios
bajo torturas, además de ser golpeado. Norberto Gil fue
especialmente interrogado, por su intervención como
abogado en la confección del contrato de locación en el
cual Luis Eduardo Lita era uno de los garantes y que
fuera referido precedentemente.
Gil fue sometido a una feroz golpiza
hasta quedar inconsciente. El 27 de noviembre de 1977
uno de los guardias lo cambió de habitación. En dicho
lugar permaneció, siempre encapuchado y esposado, en
calidad de detenido-desaparecido hasta el 9 de
diciembre de 1977. Ese día fue sacado de ese lugar,
siempre en las mismas condiciones, y fue introducido en
el baúl de un automóvil. En esas circunstancias, Gil
advirtió que el automóvil tomó por una ruta y que el
vehículo detuvo su marcha luego de una hora de
recorrido. Posteriormente, fue cambiado de vehículo,
siendo introducido también en el baúl del mismo. Tras
un breve recorrido fue bajado -siempre encapuchado- en
un sitio, en el cual fue alojado en un calabozo,
pudiendo dialogar con otras personas detenidas que le
expresaron que se hallaba en la Comisaría de Pergamino
y que era de madrugada. En ese contexto, se fraguaron
actuaciones en las que se consignó que el día 9 de
diciembre de 1977 a las 4:30 de la madrugada, en la
intersección de las Rutas 178 y 188 de Pergamino, se
procedió a la aprehensión de Gil y al supuesto
secuestro en su poder de material de propaganda del
Ejército Revolucionario del Pueblo, por una patrulla

601
policial de la provincia de Buenos Aires integrada por
los Oficiales Inspectores Carlos Alberto Sita y Oscar
Alberto Rodríguez, al mando del Comisario Aldo Ambrosio
Di Cocca a cargo de la Comisaría de Pergamino.
Gil fue llevado a una oficina,
expresándole un policía de la provincia de Buenos Aires
–oficial principal Marcelino Javier Ferreira- que debía
firmar un acta de procedimiento, y que, de lo
contrario, sería devuelto al Área Militar 132.
Norberto Oscar Gil firmó esa acta bajo amenazas, sin
haberla leído previamente.
Después de ello, a partir del 10 de enero
1978, fue sometido por la justicia federal de la
dictadura cívico militar autodenominada “Proceso de
Reorganización Nacional” a una causa por presunta
infracción a la ley 20.840, la que tramitó ante el
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo por ese entonces
del Suboficial Mayor (RE) Dr. Luis H. Milesi. En la
declaración indagatoria intervino por subrogación del
mencionado juez el Dr. José María Acosta, quien le tomó
declaración indagatoria en la Unidad Penal Nº 3 de San
Nicolás en fecha 10 de enero de 1978.
En la declaración indagatoria, Norberto
Gil relató todas las circunstancias precedentemente
detalladas, en relación a su secuestro, torturas y la
posterior aparición en la Comisaría de Pergamino.
Asimismo, desconoció haber poseído los objetos
supuestamente secuestrados en su poder.
En base al acta de procedimiento antes
referida, el magistrado Milesi ordenó en fecha 6 de
febrero de 1978 convertir la detención del Dr. Gil en
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prisión preventiva, resolución que fue apelada por el
Defensor Haroldo Zuelgaray. El fiscal ante la Cámara
Federal de Apelaciones solicitó su confirmación en
fecha 28 de marzo de 1978. En fecha 18 de abril de 1978
la CFAR resolvió confirmar el auto de prisión
preventiva de Gil, en un fallo cuyos fundamentos fueron
vertidos en seis renglones.
En fecha 2 de agosto de 1978, el fiscal
presentó un dictamen en el cual propiciaba la acusación
del abogado Norberto Oscar Gil como autor responsable
del delito previsto en el art. 2° inc. c de la ley
20.840, pidiendo al juez Milesi que condenara a Gil a
“sufrir” la pena de dos años de prisión e
inhabilitación absoluta perpetua, con costas. Ello en
base al acta de procedimiento fraguada por los policías
de la provincia de Buenos Aires, a la que le otorgó el
valor de confesión, desestimando los dichos vertidos
por Gil en oportunidad de prestar declaración
indagatoria.
En la misma fecha -2 de agosto de 1978-,
el Dr. Gómez presentó un dictamen solicitando la
absolución de Lita –en cuya causa intervino como
defensor oficial-, en base a un pormenorizado análisis
de las irregularidades existentes en la causa y que
fueran señaladas precedentemente.
El Dr. Norberto Oscar Gil fue condenado
el 10 de noviembre de 1978 a dos años de prisión como
autor responsable del delito previsto y penado por el
art. 2 inc. c de la ley 20.840 e inhabilitación
absoluta perpetua (art. 19 bis del Código Penal). Las

603
figuras en que se encuadró su conducta resultan tipos
penales totalmente abiertos, inconstitucionales, que
reprimían la pertenencia a determinados grupos
políticos, en la cristalización de un derecho penal de
autor y no de acto.
De la lectura del expediente en que fue
encausado surgen idénticas constataciones que las
referidas en relación a las otras víctimas de este
caso, Lita y Ocariz. El Dr. Norberto Oscar Gil fue
condenado sobre la base de un acta de procedimiento
falsa, elaborada sobre pruebas de cargo que le fueron
implantadas, y la que fue obligado a suscribir bajo
amenazas en sede de la Comisaría de Pergamino luego de
haber sido atrozmente torturado durante quince días.
El defensor particular de Norberto Oscar
Gil apeló dicha sentencia. El Fiscal ante la Cámara de
Apelaciones, solicitó su confirmación en fecha 14 de
diciembre de 1978 y finalmente la Cámara Federal de
Apelaciones de Rosario, en fecha 6 de febrero de 1979,
revocó la condena de Norberto Oscar Gil, ordenando su
absolución de culpa y cargo, desestimando todas las
pruebas de cargo valoradas por el magistrado de primera
instancia.
El 12 de febrero de 1979 el juez federal
Luis H. Milesi ordenó la libertad de Norberto Oscar
Gil, quien a esa fecha había sido trasladado a la
Unidad Penal N° 2 de Sierra Chica, Provincia de La
Pampa.
En fecha 16 de febrero de 1979 el Segundo
Jefe de la Unidad 2 de Sierra Chica, Prefecto Yvan
Dimas Villagra, informó al juez Milesi que Gil no
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recuperaría su libertad por estar en trámite la puesta
a disposición del PEN por intermedio de la autoridad
militar.
Al igual que con Luis Eduardo Lita, ante
los dichos vertidos por el Dr. Norberto Oscar Gil en
oportunidad de prestar declaración indagatoria respecto
a su secuestro y torturas, el magistrado Milesi ordenó
la instrucción de una causa por separado para
investigar los mismos, en fecha 8 de febrero de 1978.
Dicha tarea investigativa fue delegada en la propia
policía, remitiéndole al Sr. Jefe de la Unidad Regional
VII de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, un
testimonio de la declaración de Gil. En fecha 14 de
agosto de 1978, el juez federal Luis H. Milesi resolvió
sobreseer provisionalmente en la causa conforme lo
peticionado por el fiscal Gómez.
Paralelamente, en fecha 25 de noviembre
de 1977 la esposa de Norberto Oscar Gil interpuso en
sede provincial un recurso de habeas corpus, que recayó
en el Juzgado en lo Penal N° 1 de San Nicolás a cargo
del Dr. Héctor Aramburu. Esta actuación no fue tenida
en cuenta por los funcionarios antes mencionados, cuya
fecha de interposición coincide con lo expresado por
Norberto Gil en su declaración indagatoria en relación
a las circunstancias de tiempo de secuestro. Ello,
teniendo en cuenta que al momento de efectivizarse la
indagatoria de Gil , se encontraba en carácter de
incomunicado.
Durante su cautiverio, la víctima fue
sometida a interrogatorios bajo tormentos, los que

605
incluyeron golpes de puño, habiendo sido especialmente
interrogado por su intervención como abogado en la
confección del contrato de locación en el cual Luis
Eduardo Lita era uno de los garantes y que fuera
referido precedentemente. En ese contexto, fue sometido
a una feroz golpiza que los dejó inconsciente. El 27 de
noviembre de 1977 Gil fue cambiado a otra habitación en
la cual tomó conocimiento, a través de un guardia, que
allí se encontraba Luis Eduardo Lita. El 1ero. de
diciembre de ese año escuchó que trajeron a otra
persona a la cual nombraron como Ocariz.
Las circunstancias de modo, tiempo y
lugar de la privación ilegítima de la libertad de
Norberto Oscar Gil se encuentran acreditas con la
declaración indagatoria prestada por la víctima en el
marco de los autos “Gil Norberto Oscar. Inf. Ley
20.840” Expte. Nro. 17.464 del registro del Juzgado
Federal de San Nicolás agregada a fs. 18, en cuanto
señaló “…que en la madrugada, 0:45 horas, del día 24 de
noviembre de 1977, fue secuestrado por tres personas
que vestían de civil al salir del Club Social, en la
Plaza Mitre…que fue introducido en un auto, encapuchado
y esposado, siendo despojado de todos los efectos
personales…Que recorrieron un trecho por San Nicolás,
siendo trasbordado a otro vehículo cree que carrozado,
siendo conducido a una casa donde un grupo de personas
que esperaban allí siendo interrogado por éstas…”.
La continuidad de la privación ilegítima
de la libertad y los tormentos a los que fue sometida
la víctima se acreditaron con: la declaración de Luis
Eduardo Lita en esta audiencia, quien dijo que
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“…mientras estuvo secuestrado estaban en el lugar Jorge
Ocariz y Norberto Gil, abogado…”, ratificado en esta
audiencia de debate; la declaración indagatoria de
Jorge Enrique Ocariz en el marco de los autos 17.463
del registro del Juzgado Federal de San Nicolás
agregada a fs. 29/32, en cuanto señaló que: “…Que el
dicente estuvo detenido desde el primero de diciembre
hasta el 13 del mismo mes en el recinto ya aludido,
colocado sobre la cama, habiendo oído en una
oportunidad que a Lita lo habían tenido en la misma
habitación hacía una semana y había oído la voz de
Gil…”, y que “…en la madrugada del día 9 de diciembre
fue sacado de la casa, siempre en las mismas
condiciones, introducido en el baúl de un vehículo,
creyendo que tomaban por una ruta y casi a la hora de
viaje el vehículo se detiene, abriendo el baúl del auto
uno de los que lo transportaba, pudiendo ver el dicente
ya que se le había corrido la capucha durante el
viaje…fue introducido encapuchado en una casa o local y
luego en un calabozo…que al ser entrevistado por el
Oficial Principal Ferreyra le manifestó al dicente que
había sido traído por las autoridades militares…que le
quedaban dos caminos a seguir: o firmaba esa acta o
volvía al Área. Que si firmaba, la familia se iba a
enterar de su detención y el lugar donde se hallaba
detenido…”; el Parte “Secreto” del Ejército Argentino
agregado a fs. 8 del sumario 17.464 fechado en
Pergamino el 9 de diciembre de 1977 suscripto por el
Jefe del Área Militar 132, a la fecha Teniente Coronel
Manuel Fernando Saint Amant; las actuaciones de fs. 9

607
vta. de esos autos, labradas por el entonces Coronel
Leonel Antonio Barrios, Comandante del Comando de
Artillería 101 de Junín -sede de la Subzona 13-, por la
cual se pone a la víctima a disposición de la Justicia
Federal, las cual posee cargo del Juzgado Federal de
fecha 26 de diciembre de 1977; las declaraciones
testimoniales de los ex guardia cárceles Federico
Schmit y Enrique Valentín Benítez así como el acta en
la cual se asentó la inspección judicial ocular
efectuada en la Unidad Penitenciaria N° 3 de San
Nicolás en fecha 31/03/2006 ya reseñadas en relación a
Luis Eduardo Lita; la constancia de fs. 19 remitida por
el Prefecto Mayor Miguel Ángel Libares, Director de la
Unidad Penal Nro. 3, mediante la cual informa que
Norberto Oscar Gil ingresó a esa unidad el 12/12/1977 a
disposición del Juzgado Federal por el delito de
Infracción a la Ley 20840; las constancias obrantes en
el sumario “Gil Norberto Oscar. Denuncia apremios
ilegales” Nro. 17.532 del registro del Juzgado Federal
de San Nicolás; el testimonio de la declaración
indagatoria agregada a fs. 18 de los autos 17.464 del
registro de ese juzgado; el informe suscripto por el
Oficial Subinspector Rodolfo Laiseca, en el cual da
cuenta de la compulsa efectuada en los libros y
registros del archivo de la Comisaría de Pergamino,
donde estableció que en el folio 64, número de orden
506 del Registro de Entrada y Salida de Detenidos en
fecha 09/12/77 a las 8.00 horas se asentó la entrada
como detenido Norberto Oscar Gil, imputado de
Infracción a la ley 20.840 con intervención del Señor
Jefe del Batallón de Combate número 101 con asiento en
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la ciudad de San Nicolás y remitido a la Unidad Penal
3ra. de dicha ciudad en fecha 12-12-77.
La falsedad del acta se encuentra
probada con: la declaración indagatoria de Gil ya
referida de fecha 12/01/1978, en cuanto refirió que:
“….El Oficial Principal Ferreyra le manifestó al
dicente….que tenía que firmar un acta donde constaba
que decía que al dicente se le había secuestrado un
bolso con literatura subversiva…que le quedaban dos
caminos a seguir: o firmaba esa acta o volvía al área.
Que si firmaba, la familia se iba a enterar de su
detención y el lugar donde se hallaban detenido…”; la
declaración testimonial de Luis E. Lita en esta
audiencia, en cuanto refiere que Gil estuvo en el mismo
centro clandestino que él; lo expresado por el
arquitecto Jorge Enrique Ocariz en la declaración
indagatoria mencionada en cuanto señala haber estado en
cautiverio en el mismo lugar que Gil, lo que se
contrapone con lo asentado en las actuaciones labradas
en la Comisaría de Pergamino; las constancias obrantes
en el sumario 17.464 del registro del Juzgado Federal
de San Nicolás, entre ellas: el acta de procedimiento
de fs. 5, la nota de elevación al Jefe del Batallón de
Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás fechada en
Pergamino el 9 de diciembre de 1977, suscripta por el
Comisario a cargo Aldo Ambrosio Di Cocca; el Parte
“Secreto” suscripto por el entonces Teniente Coronel
Manuel Fernando Saint Amant, en el cual se consigna la
detención de Gil en la ciudad de Pergamino a los 9 días
del mes de diciembre, las actuaciones labradas por el

609
Coronel Leonel Antonio Barrios, Comandante a cargo del
Comando de Artillería 101 de Junín –Sede de la Subzona
13- fechadas en Junín el 19 de diciembre de 1977 ,por
la cual se pone a Gil a disposición del Juzgado Federal
con cargo del Juzgado Federal de fecha 26 de diciembre
de 1977 a las 11 horas, entre otras.
Jorge Enrique Ocariz, ejercía la
profesión de arquitecto. Había realizado estudios de
perfeccionamiento en Estocolmo, Suecia. A la fecha de
los hechos, trabajaba en su estudio particular junto a
un grupo de cuatro arquitectos y la Secretaría de
Cultura de la Municipalidad de San Nicolás había
requerido su asesoramiento profesional para efectuar
tareas de restauración del teatro municipal de esta
ciudad. Dicho asesoramiento fue realizado por Ocariz
“ad honorem”.
Ha quedado debidamente acreditado en
autos que el 1ro. de diciembre de 1977 a la 1:30 de la
madrugada fue privado ilegítimamente de la libertad en
oportunidad en que regresaba a su domicilio –sito en
calle Aguiar 147 de San Nicolás- desde el Teatro
Municipal de esa ciudad. Al ingresar a su casa, fue
sorprendido por una persona que se hallaba apostada en
su interior y que tenía el rostro cubierto por una
media. Ocariz fue golpeado, encapuchado e introducido
en el baúl de un automóvil; luego de efectuar un breve
trayecto, fue subido a otro vehículo, que pudo ser un
camión. Al momento de su secuestro, Ocariz pidió
socorro, profiriendo gritos.
Jorge Enrique Ocariz fue trasladado hasta
un sitio en el cual fue alojado en una habitación
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ubicada en la planta alta, siendo el mismo el centro
clandestino de detención que funcionaba en las
instalaciones de la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás en
la vivienda del subdirector. Allí fue acostado sobre un
elástico cama que se hallaba sobre el piso al cual fue
sujetado de pies y manos con cadenas, siempre con su
rostro cubierto con una capucha.
Ocariz fue sometido a interrogatorios
bajo torturas, las que incluyeron violencias de todo
tipo. Dichos interrogatorios versaron sobre: las
relaciones de Ocariz con el Partido Revolucionario de
los Trabajadores y con el Ejército Revolucionario del
Pueblo; la colaboración prestada por la víctima en la
construcción de “la cárcel del pueblo”, la que según
referencias de la inteligencia militar estaba ubicada
en Campana; la supuesta participación en una reunión de
adoctrinamiento; sus vínculos con militantes de esas
organizaciones que residían en España, a donde Ocariz
habría viajado para reunirse con ellos; su
participación en la distribución de publicaciones de
esas organizaciones políticas, entre otros temas.
Ese mismo día por la mañana, fuerzas del
ejército pertenecientes al Batallón de Ingenieros de
Combate 101 de San Nicolás, al mando del por entonces
Teniente Coronel Horacio Fernando Lauría, perpetraron
un allanamiento en el domicilio de Jorge Ocariz, en el
cual simularon haber hallado dos latas de pomada,
afirmando que contenían material explosivo. En el acta
respectiva Lauría asentó tales circunstancias, siendo

611
que el carácter explosivo sólo pudo haberse determinado
mediante un examen pericial.
En este contexto, la preventora dejó
constancia que Jorge Ocariz estaba prófugo. Asimismo,
en un parte suscripto por el Teniente Coronel Norberto
Ricardo Ferrero –Jefe del Área Militar 132- agregado a
fs. 25 de autos 17.643, se da cuenta de la perpetración
de un allanamiento en la casa quinta de los padres de
Ocariz, en la cual se habrían hallado publicaciones de
las referidas organizaciones políticas, de lo cual no
surge actuación alguna que lo corrobore.
Jorge Ocariz permaneció en condición de
detenido desaparecido en el referido centro clandestino
de detención hasta el 13 de diciembre de 1976. Durante
todos esos días estuvo en todo momento en las
condiciones ya descriptas y escuchó que alguien refería
que a Luis Eduardo Lita lo habían tenido en las mismas
condiciones la semana anterior y, además, pudo escuchar
la voz de Gil.
En la madrugada del 13 de diciembre de
1977 Ocariz tuvo una crisis nerviosa. En ese momento
fue sacado del centro clandestino de detención e
introducido en el baúl de un automóvil, siempre
encapuchado, en el cual efectuó un largo trayecto, sin
poder precisar el tiempo, durante el cual se lo cambió
de automóvil. Al momento del traslado los captores lo
interrogaron nuevamente y le manifestaron a Ocariz que
sería llevado a la cárcel local a la vez que se le
decían que era “candidato a la tierra”.
En dichas circunstancias, en fecha 13 de
diciembre de 1977 a las 4:00 de la madrugada se simuló
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la aprehensión de Ocariz y el supuesto secuestro en su
poder de armamento y material de propaganda del Partido
Revolucionario de los Trabajadores y del Ejército
Revolucionario del Pueblo por una patrulla policial de
la provincia de Buenos Aires que revistaba en la
Comisaría de Colón, Provincia de Buenos Aires. Ello
supuestamente ocurrió en un paraje denominado “El
Triángulo de Colón”, donde Ocariz se hallaba caminado.
Ocariz fue trasladado a la Comisaría de
Colón, donde se le retiró la capucha, y pudo observar
que había ocho policías presentes en ese momento.
Al día siguiente, fue obligado, bajo
amenazas, a firmar un acta de procedimiento fraguada,
por parte del Comisario Clementino Rojas, en la cual se
había consignado que Ocariz había sido detenido la
noche anterior en circunstancias sospechosas, portando
material de propaganda y un arma de fuego. Desde allí
fue trasladado a la Unidad Penal N° 3 de San Nicolás y
posteriormente a la Unidad Penal de Sierra Chica y a la
Unidad 9 de La Plata.
Después de ello, a partir del 10 de enero
de 1978 fue sometido a la justicia federal de la
dictadura cívico militar autodenominada “Proceso de
Reorganización Nacional” a una causa por presunta
infracción a la ley 20.840, la que tramitó ante el
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo por ese entonces
del Suboficial Mayor (RE) Dr. Luis H. Milesi, mediante
la cual se “legalizó” la situación de la víctima.
Ocariz fue indagado en la Unidad Penal Nº
3 de San Nicolás en fecha 13 de enero de 1978. En fecha

613
28 de febrero de 1978 el juez Milesi resolvió convertir
en prisión preventiva la detención de Jorge Ocariz. La
resolución fue confirmada por la CFAR el 11 de mayo de
1978, señalando que había indicios suficientes sobre la
responsabilidad de Ocariz.
El fiscal interviniente, Dr. Carlos
Bernabé Gómez, en fecha 18 de agosto de 1978 requirió
que se acuse a Ocariz como autor de los delitos
previstos por el art. 189 bis y 2do. inc. c de la ley
20.840, pidiendo al juez que se lo condenara a tres
años de prisión.
No obstante haber sido absuelto por
sentencia dictada el 11 de mayo de 1979, como
consecuencia de que además de a disposición de la
autoridad judicial de la dictadura se encontraba
detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional,
recién recuperó su libertad de manera vigilada el 19 de
agosto de 1982.
Al igual que con las víctimas de este
caso, ante los dichos vertidos por el arquitecto Jorge
Ocariz en oportunidad de prestar declaración
indagatoria respecto a su secuestro y torturas, el
magistrado Milesi ordenó la instrucción de una causa
por separado para investigar los mismos, en fecha 27 de
marzo de 1978. Dicha tarea investigativa también fue
delegada en la propia policía, remitiéndole al Sr. Jefe
de la Unidad Regional VII de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires, un testimonio de la declaración de
Ocariz.
En fecha 14 de agosto de 1978 el juez
federal Luis H. Milesi resolvió sobreseer
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provisionalmente en la causa, conforme lo peticionado
por el fiscal Gómez.
Jorge Ocariz efectuó numerosas
presentaciones tendientes a obtener la concesión del
derecho de opción para salir del país. En ese marco, se
interpuso un habeas corpus ante la justicia federal
local el 1° de julio de 1981, en el cual el juez
actuante corrió traslado de la petición al Ministerio
del Interior de la dictadura cívico militar. La
respuesta del mismo se basa en supuestos informes
efectuados por los organismos de inteligencia del
estado, catalogados como “secretos y confidenciales”.
El mencionado juez denegó tal petición basándose
exclusivamente en los mismos y en que no se trataba de
una cuestión revisable por los tribunales de justicia.
Dicha decisión fue apelada por la
defensa oficial y revocada finalmente por la Cámara de
Apelaciones de Rosario, la cual resolvió hacer lugar al
habeas corpus interpuesto a fin de posibilitar la
salida del país de Jorge Enrique Ocariz. Ello, en fecha
23 de marzo de 1982. No obstante, como consecuencia de
haber impugnado dicho resolutorio el fiscal ante la
CFAR, dicha decisión no pudo efectivizarse.
Finalmente, y llegados los autos a la
Corte Suprema de Justicia de la Nación –con motivo del
mentado recurso extraordinario- Ocariz obtuvo la
libertad, bajo la modalidad vigilada, por parte del
Poder Ejecutivo Nacional mediante decreto nro. 345 de
fecha 13 de agosto de 1982.

615
Todas las afirmaciones efectuadas
encuentran sustento probatorio en: la declaración
testimonial prestada por Jorge Enrique Ocariz en estos
autos a fs. 1/2, que fuera incorporada por lectura; la
declaración indagatoria recibida a la víctima en el
marco de los autos caratulados “Ocariz Jorge Enrique.
Inf. Ley 20.840 y art. 189 bis C. Penal” del registro
del Juzgado Federal a cargo del Dr. Luis H. Milesi de
fs. 29/31; la declaración testimonial prestada por
Oscar Eduardo Pasto a fs. 122 de esos autos, así como
la declaración testimonial de Ángel Massimi de fs. 121
de autos, ambas incorporadas por lectura; la
declaración testimonial de Duilio José Cámpora –
incorporada por lectura- obrante a fs. 15 de los autos
“Ocariz Jorge Enrique. Denuncia Apremios Ilegales” Nro.
17.552 del registro del Juzgado Federal a cargo de Luis
H. Milesi agregado por cuerda a las presentes, que
acreditan las circunstancias de su detención; la
declaración testimonial prestada por Andrés Tomás Mutti
a fs. 90 de autos 17.463 ya referidos en cuanto señala
que la madrugada del 1/12/77 “…sintió ruidos, se
levantó, abrió la ventana…y al no ver gente volvió a
acostarse…”; la declaración testimonial prestada por
María del Pila Pastor de Mutti a fs. 92 de autos
17.463, en cuanto señala que la madrugada del 1/12/77
“…que sintió ruidos en la calle dándole la impresión
como de que golpearon en el portón de su casa…que al
escuchar ruidos presintió que fuese algo de peligro…”;
la declaración testimonial de Aída Fattori agregada a
fs. 93 de los autos 17.463, en cuanto dijo que en la
madrugada del 1/12/77 “…oyó gritos, que creyó que eran
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de niños o podría ser de algún borracho…enterándose
recién al día siguiente que había sido llevado el
arquitecto Jorge Ocariz…”; la declaración testimonial
prestada por Teresa Fattori a fs. 94 de autos, en
cuanto manifestó que en la mencionada fecha, escuchó
gritos y “…pensaron junto con su hermana que eran
chicos de la escuela y acostumbradas a escuchar muchas
voces, no hicieron caso…”. Todas estas declaraciones
incorporadas por lectura en los términos del art. 391
del CPPN.
A su vez, en la audiencia de debate
Néstor Javier Vázquez, vecino de Ocariz al momento de
los hechos, declaró que “…efectivamente escuchó gritos
provenientes de esa vivienda…que llegó a su casa
alrededor de la 1:30 y encontrándose en la habitación
para acostarse sintió gritos pronunciando la palabra
socorro y auxilio, los que se escucharon cada vez más
lejos y también escuchó ruidos como de que pegaran a
alguna persona.”
Vázquez agregó que al día siguiente del
secuestro del arquitecto Ocariz fue personal del
ejército a su casa, quien obligó a él y a su padre a ir
hasta la casa de Jorge Ocariz, que allí le mostraron
una pomada que decían que eran explosivos y que
recuerda que su papó dijo “para mi es una pomada” y que
al ingresar a la casa ya había soldados adentro.
Asimismo manifestó que esa noche lo había
visto a Ocariz cuando estaban volviendo ambos a sus
respectivas casas, que cuando llegó a su casa vio un
auto Fiat 125 estacionado con 3 personas adentro, que

617
lo miraron y que a los 10 o 15 minutos escucho los
gritos y que estas personas tenían anteojos negros y
pelo corto, mientras que el de adelante era pelado.
Asimismo expresó “…en el 2001 2002 me
entere de quien era el auto, de casualidad me entere.
En su momento no sabía de quién era, yo con el tiempo
me encuentro en la casa de mi hermano con Jorge se
entera que era peluquero, bueno empezó a ir a la
peluquería, y yo le pido disculpas porque en su momento
no declare lo del auto; no me dice hiciste bien vos en
no decir nada: bueno paso el tiempo, dos años más, voy
al taller mecánico de Osvaldo Vega. Jorge salía, se
baja, me saluda, y Vega me dice de donde lo conoces.. y
le cuento la historia, y le cuento lo del auto y el
mecánico me dice en que año fue, en el 77 le digo y me
dice sabes vos de quién es ese auto y yo le digo mira
si vas a saber de quién es, y me dice si yo en ese
momento era mecánico de la Fiat, me dice de Saint
Amant, y le digo quien es Saint Amant, el jefe del
cuartel de esa época, paso un mes o dos meses y Jorge
viene y le cuento te acordas cuando saliste del taller…
y me dijo de quien era el auto; me dice de quien le
digo y me dijo lo voy a averiguar y después de tres o
cuatro meses me dice Jorge que sí que era de Saint
Amant”.
Graciela Birán declaró en esta audiencia,
que era vecina de Ocariz y manifestó “…Un día a la
mañana, serían las 9 o 10 de la mañana me tocan la
puerta y me dijeron que habían recibido una denuncia de
secuestro de un vecino si yo sabía algo, a lo que dije
que no porque recién me enteraba; les pregunte quienes
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eran y me dijeron el Ejército argentino, me asome por
la ventana y vi en el patio de mi casa lleno de
ejercito por todos lados vestidos con ropa como de
camuflaje y con armas apuntando los fusiles para la
casa del arquitecto Ocariz, me pidieron que saliera y
les dije que no, que estaba durmiendo; me dijeron que
en cualquier momento me iban a volver a llamar para
salir como testigo, eso es todo lo que yo recuerdo…”.
Astul Urqueaga, también vecino de Ocariz
al momento de los hechos declaro en esta audiencia que
“… del único que puedo atestiguar es del hecho ocurrido
contra Jorge Ocariz, el fue vecino mío desde siempre,
lo único que sé es lo que escuché, soy testigo más bien
auditivo de lo que sucedió… quizá tenga imprecisiones
por el tiempo que paso, fue una madrugada que escuche
un griterío en la calle, mi dormitorio esta sobre la
calle, una persona que daba órdenes y otra que pedía
auxilio, al otro día comentando con vecinos supe que lo
habían secuestrado al arquitecto Ocariz y de ahí en más
paso mucho tiempo que no lo volví a ver…”.
Del Habeas corpus interpuesto por el
primo hermano de la víctima de autos Álvaro Luis
Ocariz, en fecha 2/12/1977 ante el Juzgado Federal de
San Nicolás que obra agregado por cuerda a los
presentes, consta a fs. 1 del mismo que “…en la
madrugada del 1 de diciembre, el arquitecto Ocariz
regresaba a su domicilio y de conformidad con versiones
de vecinos fue aprehendido por un grupo de personas que
lo introdujeron en un automóvil y desaparecieron del
lugar…”.

619
Asimismo el Sr. Álvaro Ocariz al prestar
testimonio en esta audiencia expresó que tomó
conocimiento de lo sucedido por uno de los vecinos de
su primo, de nombre Andrés Mutti, que este le comentó
como había sido aprehendido Jorge, expresando “…con el
tiempo me dicen de que había un auto 125 pero eso fue
después. Yo presenté un habeas corpus… si mal no
recuerdo fui a la comisaria y lo mandaron a tribunales…
con el tiempo se fue sabiendo, estuvimos más de 10 días
sin noticias, después supimos por trascendidos que
había aparecido en inmediaciones de Colon, que lo
largaron por la ruta, esos fueron los primeros
trascendidos… no tuve mucho más noticias pero lo que sí
se comentaba es que eran las fuerzas que operaban en el
cuartel de San Nicolás… después hubo requisas en el
domicilio y eso. Yo sé que el volvía esa noche de haber
estado con unos amigos en el teatro municipal que
estaban restaurando la parte de los bares y demás y
cuando lo dejaron en el club social el camina por el
puente que une la calle Aguiar con Guardias Nacionales
y cuando llega a su casa, que tenía una reja con
candado, al notar que la reja estaba abierta y se
interpusieron unas personas que lo trataron de
sorprender, y bueno ahí trato de pedir ayuda la que no
fue respondida por las altas horas de la noche y la
rapidez del caso…”.
La continuidad de la privación ilegítima
de la libertad, su cautiverio en el Centro Clandestino
de Detención referido y los interrogatorios bajo
torturas a los cuales fue sometida la víctima se
acreditan: con la declaración testimonial prestada por
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la propia víctima en instrucción; con la ya referida
declaración testimonial prestada en esta audiencia por
Álvaro Ocariz, quien relató que estuvieron varios día
sin saber dónde estaba la víctima; con la declaración
testimonial prestada en esta audiencia por Néstor
Vázquez quien refirió que luego de obtener la libertad
volvió hablar con él y este le comentó “… que lo
llevaron a las casas de afuera de la UP3 los dos chalet
que están delante de la cárcel... fue la única vez que
hablamos yo no pregunte nada; lo que me conto fue
eso…de los dos chalet que están ahí en la cárcel….”;
con la declaración indagatoria de Ocariz antes señalada
(ley 20840) en cuanto refiere “…Que en la madrugada
del 13 fue metido en un baúl de un auto,
encapuchado…como el trayecto duró bastante tiempo el
dicente pensó que lo llevaban para matarlo…en un
determinado momento paran el vehículo y lo trasladan a
otro, lo hacen descender y lo llevan a un lugar donde
se le retira la capucha. Esa habitación era el hall de
entrada de una Comisaría que al día siguiente se le
informó que era la de Colón. Que el Comisario…le hizo
ver la necesidad absoluta de que firmara dicha
declaración para poder salir a la luz porque en caso
contrario tendría que devolverlo y no sabría que iba a
pasar…”; con la declaración prestada en esta audiencia
por Lita; con la declaración testimonial de Marcelo
Domenech en esta audiencia quien dijo que tomaron
conocimiento de donde estaba su primo varios días
después de su secuestro, manifestando “Lo que yo sé es
que había gente que tenía cierta relación con la cárcel

621
y nos avisaron que Jorge estaba detenido y se lo
comunicaron a mi hermana”; con el testimonio de María
de los Ángeles Domenech quien en esta audiencia expresó
“… Jorge era primo mío. Él estaba haciendo en el teatro
municipal el trabajo de recuperación de la cultura.
Cuando el vuelve a la casa, alguien lo deja en plaza
mitre, el cruza y cuando va a llegar a la casa lo
persiguen y en ese momento al lo toman preso o lo
desaparecen y estuvo desparecido…” aclarando al final
de la audiencia ante preguntas de la defensa que tomó
conocimiento del paradero de su primo 15 días después,
a su vez expresó “…El juez federal Milesi decide
nombrarme albacea, que yo me haga cargo de la casa y de
todo lo que el tiene. Cuando yo voy a la casa me
encuentro con vidrios rotos y mancha de sangre y ahí
empieza toda la historia de Jorge, porque en verdad no
sabíamos bien dónde estaba, después me entero que
estaba en la UP3, gente que había estado ahí sabía que
le podía llevar comida, dinero, lápices. Como él era
arquitecto le lleve tinta y papel para que dibuje algo
lindo. Cuando fui a la cárcel me dijeron que no lo
podía ver, y le pedí si le podía dejar lo que traje y
me dijeron que sí. Ah porque cuando él estaba en el
Juzgado Federal, la persona que me informa que estaba
ahí me dijo, dice Jorge que quiere que le traigas una
biblia, que le lleves una biblia, así que le lleve una
biblia, comida, dinero, lápiz y papel. Y esa fue un
poco la rutina que se estuvo viviendo acá en San
Nicolás. Por otro lado, mi papa que era militar intento
averiguar si se sabía algo a uno de los jefes de él,
nunca obtuvo respuesta. Después lo pude ir a visitar,
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creo que de acá lo trasladaron a sierra chica, y luego
a la plata, ahí ya podíamos comunicarnos con él. Yo les
mandaba libros. Una vez tuve el atrevimiento de
mandarle una carta en inglés, solamente para ver cómo
esta gente lo trataba, según tengo entendido en la
recibió a esa carta. Yo lo visitaba todas las semanas,
por supuesto que las visitas trae aparejado un control,
un trato incomodo pero, había que aceptarlo. Estuvo
preso 5 años. Yo trabaja en Somisa y por trabajo tenía
que ir a Buenos Aires, entonces cada vez que iba a
Buenos Aires en vez de almorzar, me iba al Ministerio
del Interior para preguntar como estaba, y me decían “
y está mejorando, porque acepta la situación que él
tiene”. Cuando fue a estados unidos que vive una
hermana mía, fui al Ministerio del Interior de
Washington e hice una denuncia, simplemente para que
supieran lo que estaba ocurriendo en la República
Argentina…”; con la Declaración indagatoria prestada
por Norberto Oscar Gil en autos 17.464 a fs. 18/9 en
cuanto refiere “…el jueves 1ª de diciembre en horas de
la madrugada sintió que Lita era sacado de ese lugar y
al rato entra otra persona la cual era traída y
comienza a ser interrogada, oyendo en un momento que lo
llamaban “Ocariz”…”; con el Parte “Secreto” del
Ejército Argentino fechado en Colón el 13 de diciembre
de 1977 suscripto por el Jefe del Área Militar 132, a
la fecha Teniente Coronel, Norberto Ricardo Ferrero,
agregado a fs. 25 del sumario 17.463; con la constancia
de fs. 26 de esos autos suscripta por el entonces
Coronel Leonel Antonio Barrios, Comandante del Comando

623
de Artillería 101 de Junín -sede de la Subzona 13-, por
la cual se pone a la víctima a disposición de la
Justicia Federal, la cual posee cargo del Juzgado
Federal de fecha 5 de Enero de 1978 a las 10 de la
mañana; con las declaraciones testimoniales de los ex
guardia cárceles Federico Schmit y Enrique Valentín
Benítez así como el acta, en la cual se asentó la
inspección judicial ocular efectuada en la Unidad
Penitenciaria N° 3 de San Nicolás en fecha 31/03/2006
ya reseñadas; con la constancia de fs. 19 remitida por
el Prefecto Mayor Miguel Ángel Libares, Director de la
Unidad Penal Nro. 3, mediante la cual informa que Jorge
Enrique Ocariz ingresó a esa unidad el 14/12/1977 a
disposición del Juzgado Federal por el delito de
Infracción a la Ley 20840; con las constancias obrantes
en el sumario “Ocariz Jorge Enrique. Denuncia apremios
ilegales” Nro. 17.552 del registro del Juzgado Federal
de San Nicolás, entre ellos: el testimonio de la
declaración indagatoria agregada a fs. 29/32 de los
autos 17.464 del registro de ese juzgado, los
testimonios de fs. 18, carpeta de informes médicos de
ingreso y egreso de detenidos de la Comisaría de Colón
(mediante el cual se dejó constancia que en fecha 13 de
diciembre de 1977 ingresó detenido Jorge Enrique Ocariz
a quien se le practicó reconocimiento médico), el
testimonio de Libro de Parte de Novedades del Servicio
de Guardia de la Comisaria de Colón agregado a fs. 19
(en el cual consta que el 13 de diciembre de 1977 se
asentó la entrada de Jorge Enrique Ocariz a disposición
del Señor Jefe del Área Militar 132 y en fecha 14 de
diciembre de 1977 es remitido a la Unidad Penal Tercera
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de San Nicolás a disposición del Jefe del Área 132); el
acta de fs. 1 del sumario 17.463 suscripta por el
Subcomisario de la Policía Federal Argentina Julio
César Tizado en fecha 2 de diciembre de 1977 (en la
cual se consigna que se recibe del Batallón de
Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás elementos
secuestrados en la vivienda de Jorge Ocariz y que el
mismo se halla prófugo); el informe de carácter
reservado agregado a fs. 14 suscripto por Domingo Ramón
Mac Tier, Jefe de la Unidad Penal Nro. 3 de San Nicolás
(en el cual pone en conocimiento del Señor Jefe de la
Delegación San Nicolás de la Policía Federal Argentina
que el 14 de diciembre de 1977 ingresó a esa unidad el
“detenido de carácter especial” Jorge Enrique Ocariz
procedente de la Comisaria de Colón a disposición del
señor Jefe del Área Militar 132 Tte. Coronel Norberto
Ricardo Ferrero), entre otros.
b.9) Expediente nº FRO 81000103/2011: los
casos de Eduardo Julio Schiel y Graciela del Corazón de
Jesús Celayeta.
Ha quedado debidamente acreditado en
autos que El día 17 de agosto de 1976, en ocasión del
feriado, Graciela Celayeta y Eduardo Schiel viajaron
hacia la ciudad de San Pedro, donde residía la madre de
esta última. Cuando, ya de noche regresaban a la casa
de la madre de Celayeta desde una confitería llamada
“Buti”, fueron secuestrados por personal de la
Prefectura Naval Argentina que revistaba en la
Delegación San Pedro. Ello, en inmediaciones de la
plaza de la ciudad.

625
Tales hechos se produjeron en dos
secuencias. La primera de ellas se produce cuando son
detenidos por dos agentes de la mencionada repartición,
en momentos en que cruzaban la plaza de la ciudad. Los
agentes les gritan y disparan, Celayeta y Schiel
comienzan a correr y en ese momento vuelven a ser
disparados con armas de fuego. Ambos fueron privados
ilegítimamente de su libertad y trasladados a pie a la
delegación San Pedro de la Prefectura Naval Argentina,
donde les son tomados los datos de identidad y
seguidamente son dejados en libertad. Inmediatamente
después de haber sido liberados, fueron secuestrados y
llevados nuevamente a la delegación San Pedro de la
Prefectura Naval Argentina, por un grupo más numeroso
de captores -por lo menos 5-, quienes descendieron de
una camioneta y los introdujeron en su interior.
En esta segunda oportunidad, ya en las
dependencias de la Prefectura Naval mediante apremios
los obligaron a desnudarse, les retiraron sus
pertenencias, y los separaron.
En ninguna de las dos oportunidades se
asentó el procedimiento, ni las circunstancias que
rodearon las privaciones de libertad en el libro de
guardia de la repartición, como tampoco se registró el
ingreso de ambos en el libro de detenidos. No se
labraron actuaciones prevencionales con las
formalidades previstas para la investigación
jurisdiccional conforme las previsiones contenidas en
los artículos 4; 5; 6; 182; 183; 184 inc. 6 y 9; 192 y
193 (entre otros) del Código de Procedimientos en
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Materia Criminal de la Nación vigente a la fecha de los
hechos (Ley 2372 y modificatorias).
Ha quedado acreditado también que el
secuestro de las víctimas fue realizado por orden del
Área 132 de San Nicolás.
Todo lo precedentemente narrado surge de
la declaración testimonial Eduardo Julio Schiel de fs.
102/107 en copia certificada; la prestada por él en
esta audiencia de debate; en la que refirió: “veníamos
seguido a San Pedro porque aquí vivía su familia (la de
Celayeta), a mí me gustaba mucho esta ciudad, y
veníamos los fines de semana… 15, 16 y 17 de agosto de
1976 habíamos venido a pasar ese fin de semana,
habíamos cenado en la casa de… de la madre, y
habíamos… ido a una confitería que se llama Butti…
cuando pasamos por la plaza no había nadie… vi como a…
más de una cuadra dos personas que corrieron como para
la plaza… seguimos caminando y vemos que se vienen
hacia nosotros, cuando estaban a una distancia que no
puedo precisar siento un tiro, tiran y la reacción
nuestra fue correr… y cuando corrimos …fueron más
tiros. Me di cuenta que eran armas pesadas porque
sonaban como fal y ahí nos detuvimos… sin decirnos
prácticamente nada nos llevan a la Prefectura”.
Respecto a los captores refirió: (…) “Me
parece que… estaban con borseguíes, unas poleras
negras… y un pasamontaña”. Refirió además: (…) “Mi
padre… averiguó quienes me habían detenido, uno se
llamaba Mario Sbert y el otro era Spagnuolo, eso está
en los Habeas Corpus que mi padre inició… Me parece que

627
también en algún momento los cruzaron en la ciudad…
este Sbert era bastante agresivo.”
Continuó su relato diciendo: (…) “Nos
llevan a Prefectura nos atiende el Oficial de guardia
nos pide identificación y nos identificamos; comprueba
que Graciela vivía donde dijo que vivía nos toma los
datos y nos libera. Habremos hecho dos cuadras y nos va
a buscar una patota en una camioneta a toda velocidad
nos capturan, nos suben a la chata y nos vuelven a
traer a la Prefectura. Ahí yo siento que por el handi,
por la radio lo que parecía el Ejército estaba diciendo
que estaban capturando a dos militantes montoneros… Ahí
ya nos tuvieron un rato con apremios, nos hicieron
desvestir, me separaron…”.
En igual sentido, ha quedado acreditado,
de conformidad a lo narrado por Graciela Corazón de
Jesús Celayeta tanto a fs. 2027/2029 como en
testimonial la prestada por la misma en esta audiencia
de debate de donde surge que la víctima refirió:
“Ocurrió entre el 16 y 17 de agosto de 1976 habíamos
salido a tomar algo y estábamos caminando cerca de la
plaza de la iglesia de San Pedro, junto a mi novio
Eduardo Schiel, y en ese momento escuchamos que
gritaron alto, me asusto empiezo a correr, y nos
empiezan a correr con ametralladora, una balacera
impresionante, que no nos lastimaron de pura
casualidad, que trate de ver y no la puedo identificar
pero recuerdo que el frente de la casa estuvo mucho
tiempo baleado. Nos agarran, nos atan las manos y nos
llevan a la Prefectura, tengo idea de un informe marrón
pero no recuerdo ni cuántos eran, ni sus rostros. Nos
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toman datos y después nos largan, pero después nos
vuelven a detener…”.
Asimismo a fs. 1/15 del expediente N°
20.633 del registro del Juzgado Federal de San Nicolás
caratulado “Schiel Eduardo Julio s/ formula denuncia
sus secuestro y torturas” (agregado como documental),
luce agregado el Legajo CONADEP n° 6147,
correspondiente a la denuncia efectuada ante tal
organismo por Eduardo Julio Schiel, de la que surge un
relato pormenorizado de los hechos el resulta
coincidente con lo relatado por la víctima. De las
actuaciones caratuladas “Schiel Eduardo Julio, Celayeta
Graciela del Corazón de Jesús. Inf. Ley 20.840”, Expte.
nº 16.732 del registro del Juzgado Federal de San
Nicolás, por entonces a cargo del Suboficial (Re) Dr.
Luis H. Milesi agregada como documental surge que la
causa fue iniciada en fecha 13 de septiembre del año
1976 conforme lo consignado en la caratula de la misma;
a fs. 145 luce un Parte “Secreto” de Prefectura Naval
Argentina suscripto por el Jefe de la Subprefectura San
Pedro -Prefecto Aníbal César Sánchez-, en el cual se
asentó la detención de Schiel y Celayeta en fecha
17.08.1976.
Del parte se infieren los motivos de la
detención por encontrarse pegando afiches autoadhesivos
de la banda subversiva autodenominada “Montoneros”
habiendo sido testigos del hecho Spagnuolo y Sbert -
personal de la Prefectura Naval argentina-, se procedió
a la detención de los nombrados en virtud de órdenes
recibidas de la jefatura del Área 132, a quien se da

629
intervención. A fs. 1 Parte suscripto por el entonces
Teniente Coronel Manuel Fernando Saint Amant, del cual
surge que en fecha 17 de agosto del año 1976 fue
detenido por personal militar el Sr. Schiel en la
ciudad de San Pedro y que la detención se produjo por
estar infringiendo la Ley. Nº 20.840 ya que fue
sorprendido pegando propaganda subversiva en la vía
pública en la ciudad de San Pedro; A fs. 30 Parte del
ejército argentino suscripto por el entonces Teniente
Coronel Manuel Fernando Saint Amant, en el que se
asentó con fecha 17 de agosto de 1976 la detención de
Graciela del Corazón de Jesús Celayeta, en iguales
circunstancias que las relatadas en relación a Schiel.
A fs. 4/5 es un mes y una semana después de su
secuestro obra la declaración indagatoria en sede
policial de Eduardo Julio Schiel -23.09.1976-; y dos
meses y 11 días después de su secuestro -fs. 21/vta-
declaración indagatoria recibida en la Unidad Penal Nº
3 por parte del Juez Federal Milesi a Eduardo Julio
Schiel en fecha 28.10.1976. A fs. 25/vta. y 26/vta.
obran las Declaraciones testimoniales de los numerarios
de la Prefectura Naval Argentina de San Pedro, Mario
Horacio Sbert y Víctor Edgardo Spagnuolo.
De las mismas surge que actuaron en las
detenciones de la Sra. Celayeta y del Sr. Schiel a
mediados del mes de agosto en las circunstancias
relatadas por precedentemente. A fs. 31/32vta.
Declaración indagatoria en sede policial que le fuera
recibida a la Sra. Celayeta y luego a fs. 44/vta
declaración indagatoria en la Unidad Penal Nº 3 ante el
Poder Judicial de la Nación
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Sr. Juez Federal, con las mismas fechas que Schiel,
esto es el 23.09.1976 y el 28.10.1976 respectivamente.
Del Libro de detenidos de la Prefectura
Naval San Pedro correspondiente al mes de agosto de
1976, que se encuentra reservado en Secretaría como
prueba documental (constancia a fs. 555/557), no surge
constancia alguna de registro del ingreso de Schiel y
Celayeta en calidad de detenidos en esa repartición. Lo
mismo ocurre con el Libro de memorandum de guardia de
la Prefectura Naval Argentina -Delegación San Pedro-,
que se encuentra reservado en Secretaría como
documental (constancia a fs. 555/557). Sin embargo de
la lectura de dicha documentación se desprende que en
el punto “novedades del servicio” se consignó: “salida
horas: 23:25 CTUP-123-Sr. Jefe CS Sbert y CS Andino con
fal 62.941 y E/P-326 C/ Cargadores”. A su vez, en el
mismo libro, más abajo se consignó: “Entrada hs. 01:20
la comisión de la CTUP-123”. Lo que da cuenta que en
fecha 16 de agosto en horas de la noche salió de la
dependencia Sbert, quien llevaba consigo fal y que
dicho sujeto regresó a la Prefectura a las 1.20 hs del
17. Dichas registros son absolutamente coincidentes con
lo declarado por las víctimas. Además, resultan
coincidentes con lo consignado en las actuaciones
labradas al momento de los hechos por infracción a la
ley 20.840, en especial con las declaraciones de los
propios Sbert y Sapgnuolo. Asimismo la declaración
prestada por Carlos Luis Giovanetti en esta audiencia
de debate quien refirió en relación a la Privación
ilegal de la libertad de Celayeta –prima del

631
declarante- que: “Sabía toda la familia, que fue
detenida acá en San Pedro… la mamá la buscó porque
unos días, un tiempo, no se supo dónde estaba hasta que
le dijeron que estaba en San Nicolás… Yo sé que
prefectura la había detenido”.
La misma noche de su captura, Schiel y
Celayeta fueron trasladados a la Comisaría de San
Pedro. Al llegar a dicha dependencias fueron alojados
en dos calabozos separados. Fueron interrogados bajo
amenazas por el Comisario Inspector Hugo Aon quien le
expresó a Schiel que le convenía “cantar” porque ya
conocían todas sus actividades. Asimismo, el mencionado
funcionario policial pretendió que tanto Schiel como
Celayeta reconocieran su responsabilidad respecto de un
“material subversivo” que se decía secuestrado. Allí,
las víctimas fueron encapuchadas, esposadas y golpeadas
por un grupo de personas.
En esta repartición tampoco se labraron
las actuaciones prevencionales de rigor, ni se registró
el ingreso de los detenidos en el libro de guardia.
Los familiares de Schiel fueron enterados
de su detención en virtud de un llamado telefónico ese
mismo 17 de agosto por parte de un abogado de la
localidad de San Pedro quien le refirió que su hijo se
encontraba detenido en la Comisaria local y que
lograría su liberación por el pago de 5.000 pesos.
Sólo permanecieron en dicha dependencia
hasta la medianoche, así lo relato la propia víctima:
“En seguida nos llevaron a un lugar que después supe
que era la Comisaría de San Pedro, nos pusieron en
calabozos separados. Esto habrá sido a las 2 de la
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mañana… En el calabozo… había unas 4 o 5 mujeres que
estaban desnudas… entonces yo intenté varias veces
informarles que estábamos allí, que avisaran a los
familiares… sobre todo a la madre de mi novia… que se
había quedado encerrada en la casa, no tuvimos suerte,
nunca hicieron nada. Yo pedí hablar con el Comisario,
toda esa noche no pasó nada, a la mañana siguiente me
sacaron a hablar con el comisario que me dijo que me
convenía “cantar todo lo que sabía porque él no me iba
a hacer nada pero me iba a entregar a otra gente que sí
me iba a hacer.”
Agregó que al tiempo y a raíz de las
gestiones realizadas por su familia supo que se llamaba
Aon.
Todo ello se corresponde con relatado en
su declaración testimonial, así María Graciela Corazón
de Jesús Celayeta refirió que: “después nos vuelven a
detener y nos llevan a la comisaría de San Pedro… nunca
dijeron por qué… no recuerdo ningún nombre ni que nos
dijeran nada… nos llevan a las celdas, no recuerdo
cuanto tiempo estuvimos detenidos creo que todo el día
siguiente”
Las constancias obrantes en la causa
caratulada “Schiel Eduardo Julio Denuncia apremios
ilegales” Expte. nº 16.963, que se encuentra agregado
como prueba documental y reservado en Secretaria; en
especial la declaración testimonial del Comisario de la
Comisaría de San Pedro - Miguel Ángel Slocker- (fs. 5)
en cuanto señala que: “Tiene presente… como Jefe de
esta dependencia, la detención del denunciante de

633
autos, Eduardo Julio SCHIEL, aunque no puede precisar
exactamente la fecha, puntualizando que la misma
obedeció a una operación conjunta con Fuerzas Militares
y de Seguridad, realizando en esta zona y que
inmediatamente Schiel fue remitido a disposición del
Jefe del Área 132, con asiento en la ciudad de San
Nicolás. Que el citado Schiel no tuvo ingreso en esta
seccional como detenido, por esa situación…”
Ese mismo día las víctimas fueron
trasladadas separadamente encapuchadas y esposadas, en
el baúl de dos automóviles, los que efectuaron un
trayecto de 45 minutos durante el cual Eduardo Schiel
fue sometido a un simulacro de fusilamiento. Finalmente
fueron alojados en un centro clandestino de detención -
no identificado- que habría funcionado en una casa
quinta.
En ese lugar estuvieron en todo momento
encapuchados y esposados de pies y manos; ambos fueron
sometidos a interrogatorios bajo tormentos los que
incluyeron el haberlos obligado a desnudarse y sujetado
a elásticos de camas por los pies y las manos, haber
sido colocados en forma vertical con sus cabezas en
dirección al piso y en esa posición les efectuaron
descargas de corriente eléctrica en varias
oportunidades. Además, Schiel en esa posición fue
quemado en su vientre y en las yemas de los dedos con
colillas de cigarrillos y con agua hirviendo; inclusive
fue golpeado con palos hasta perder el conocimiento, y
le efectuaron en más de una oportunidad el llamado
“submarino seco”. A raíz de las ataduras uno de sus
tobillos se lastimó y se le produjo una infección como
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consecuencia del contacto con el orín y los
excrementos. Eduardo Schiel además fue obligado a
escuchar grabaciones con gritos, llantos y quejidos
expresándole los captores que eran de su novia. Por su
parte, Graciela Celayeta fue obligada a sentarse en una
silla a la que fue esposada ante la vigilancia de un
perro y amenazada constantemente expresándole las
torturas que se encontraba padeciendo su novio. Ambos
fueron sometidos a distintas formas de asfixia.
Durante las sesiones de torturas, las
cuales eran reiteradas y prolongadas en el tiempo, los
torturadores comían y bebían. Se trataba de un grupo o
“patota” conformada por varias personas, siendo que en
más de una oportunidad se hacía presente en el lugar
una persona que claramente era “El Jefe” pues tenía vos
de mando y la patota se disciplinaba ante su presencia.
“El Jefe” dirigía las sesiones de tortura e interrogaba
a las víctimas.
Así lo refirieron las victimas en sus
declaraciones testimoniales ,Eduardo Schiel dijo: “Esa
noche antes que oscurezca vienen y me ponen una
capucha, las esposas que no me las sacaron durante
mucho tiempo y apenas oscureció me sacaron de la
Comisaría… me parece me pusieron en el baúl de un auto,
hicimos un camino de tierra, en un momento en el camino
pararon, íbamos en dos autos… a mí me bajaron me
tiraron en una zanja hicieron todo el traqueteo con las
armas como que me iban a fusilar me dijeron si tenía
algo que decir?, que cante si me quería salvar!,
quiénes eran mis compañeros?, qué hacía?, qué no

635
hacia?, tiraron unos tiros, y me vuelven a subir arriba
del auto y seguimos viaje… pasamos una vía… llegamos a
una casa que yo pude ver… por la abertura que había en
la capucha, vi cómo era la casa, tenía una tranquerita,
era una casa de ladrillos vistos que tenía una galería
cerca muy cerca de la tranquera, estaba iluminada, y me
llevaron a la casa me dijeron que estaba Graciela ahí;
yo nunca la vi.”
Asimismo Schiel se refirió a los
tormentos padecidos en dicho lugar, así dijo: “Me
hacían escuchar gritos, me decían… que tenía que hablar
porque ella ya había dicho todo. Y bueno ahí iniciaron
unas sesiones de torturas importantes era una patota
grande no sé de qué cantidad de gente pero se reían,
conversaban, comían… me pegaban con un palo, después me
ataron a un elástico y me daban picana eléctrica y me
decían que a ella también le estaban dando picana
eléctrica, bueno eso no puedo decir cuánto duró fueron
varios episodios, varias sesiones, en un momento no se
por qué me llevan al baño, me parece porque yo había
soltado esfínteres y había soltado todo… era un bañito
como de casa de fin de semana, el piso de mosaico rojo.
Siguieron con la tortura en un momento me hicieron el
submarino seco, pensé que me moría. Cuando me dejaban
descansar yo pedía agua, me decían que no porque el
agua me iba a matar, yo necesitaba tomar agua, en un
momento me tiraron un balde de agua… podrida”.
Relató asimismo los integrantes de la
patota manifestaron en varias oportunidades que se iba
a venir “El Jefe”, y dijo al respecto: “Cuando llega
este individuo que aparecía como Jefe cambió el trato
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entre ellos, se disciplinaron, bajaron el tono.
Claramente el que había llegado era el jefe… Era el que
conducía el interrogatorio, primero conduciéndolos a
ellos para que me torturen y después me dejaron
descansar y me sentaron en una silla y siempre con la
capucha, siempre con las esposas atrás, (“EL Jefe”) me
hizo un larguísimo interrogatorio, larguísimo porque
quería que le cuente desde que había nacido en
adelante... qué hacía, qué no hacía… y en esa relación
diabólica hablaba también. Claramente tenía vos de
mando, y fue dándome un montón de datos que siempre me
pregunté por qué lo hacía… pero estábamos en una época
de total impunidad, yo no sabía si iba a vivir, pensé
que me contaba eso porque me iba a matar… Se esforzaba
en marcar la diferencia entre la patota y él; que eran
unos brutos y que él era quien iba a decidir por mi
vida o mi muerte (.…) Después… la patota me vuelve a
torturar con la picana y después en un momento me
cuelgan del techo y ahí… siempre desnudo me queman con
cigarrillos, me pegan con palos, me ponen la picana en
los genitales, hasta que en algún momento pierdo el
conocimiento… ahí se terminó la tortura; recién
descubro eso 15 días después …la salida de la casa no
la registro; no sé cómo fue”.
La declaración testimonial prestada por
Celayeta en etapa instructoria en la que manifestó que
esa misma noche los sacan de allí (refiriéndose a la
Comisaría de San Pedro) vendados y son trasladados en
un vehículo a un lugar que parecía ser una casa quinta
o sitio al descampado, y dijo sobre eso lugar que: “ahí

637
nos separan, siempre vendados, me desnudan y me
torturan sobre un elástico atada de pies y manos con
picana electica, me ponen debajo de forma vertical, un
tiempo y luego me vuelven a la forma horizontal,
siempre interrogándome y me decían que mi novio estaba
en otro lugar pasando por lo mismo. Durante mucho
tiempo tuve una marca en el tobillo izquierdo por lo
apretada que me habían colocado la atadura… en una
momento se asustan y dicen algo como ‘paren, el
corazón!’ … y estuve dormida no sé por cuanto tiempo…
Sé que me tiraban comida de vez en cuando… Una vez me
sentaron en una silla, con las manos atadas para atrás
y me dijeron que no me moviera que había un perro
cuidándome, y pude ver que realmente estaba el perro,
del pánico me desmaye o me dormí, perdí la conciencia…
las preguntas estaban orientadas a participación en
actividades políticas” (…) “Recuerda que en un momento
le taparon la boca para asfixiarla, o la amenazaban que
le iban a poner 220 voltios”.
En oportunidad de prestar declaración en
esta audiencia de debate la victima manifestó: “A la
noche nos trasladan a un lugar a fuera de la ciudad con
aspecto de campo porque no se escuchaba nada, era como
un quinta yo creo que pise pasto y luego adoquines, nos
llevan a una habitación distinta… Salimos encapuchados
de la comisaría de San Pedro”.
Desde la casa operativa cuya ubicación
geográfica no ha podido determinarse a la fecha, las
víctimas fueron trasladadas, siempre encapuchadas, y en
diferentes automóviles al Centro Clandestino de
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Detención que funcionaba en el interior de la Brigada
de Investigaciones.
Durante su alojamiento en dicho lugar,
Schiel también fue sometido a interrogatorios bajo
tormentos. Al igual que en todas las oportunidades
anteriores el objeto de los interrogatorios era sus
posibles vínculos con organizaciones calificadas como
subversivas; el conocimiento que pudieran tener de
personas integrantes de las mismas, los estudios que se
encontraba cursando, y los lugares que frecuentaba
entre otras circunstancias.
Luego fueron trasladados en iguales
condiciones a la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás donde
en un principio permanecieron aislados e incomunicados,
y luego de un lapso temporal se les permitió ser
visitados por sus familiares.
En la Brigada de Investigaciones y en el
interior de la Unidad Penal Nº 3, el Sr. Schiel pudo
escuchar a personas que se encontraban también
secuestradas y los gritos por las torturas que sufrían.
Incluso en la Brigada de Investigaciones pudo ver y
hablar con su novia. También allí, escuchó que uno de
los guardias requería a otro con el nombre de Bonacifa,
habiendo sido reprendido por ello.
Como ya se refiera, durante todo este
raid, en algunos momentos juntos y otros separados,
siempre vendados o encapuchados y esposados, Schiel y
Celayeta, fueron sometidos a vejámenes y tormentos.
Asimismo narró sobre su cautiverio en la
penitenciaria de San Nicolás que: “En la cárcel de vez

639
en cuando hacían una especie de “evaluación” en la que
participaban el director de la cárcel, otros miembros
del servicio penitenciario, la psicóloga de la cárcel,
el servicio de inteligencia y Sánchez Toranzo; que no
era ni más ni menos que un interrogatorio diciéndonos
que era para determinar nuestra libertad puesto que yo
ya no tenía condena, sino que estaba a disposición del
PEN y culminaba con que trataban de que firmemos una
especie de declaración… reconociéndonos como
subversivos… En uno de esos juicios, interrogatorios
este Sánchez Toranzo me dice ya sabemos cómo lograste
la absolución pero no te hagas ilusiones pero, vas a
quedar igual… “.
Ambas víctimas, conforme surge del acta
inspección ocular de fs. 182/197, reconocieron la
Brigada de Investigaciones como el lugar en donde
permanecieron privados de su libertad, así consta que
Schiel reconoció distintos sectores de la Brigada de
Investigaciones de San Nicolás como aquellos donde
permaneció en cautiverio, sostiene que estuvo una noche
en el calabozo mayor y el resto de los días en los
calabozos menores que están al frente. Sabe que un
grupo de mujeres entre las que estaba Celayeta
estuvieron allí en los calabozos menores (n°3) y
después las pasaron a calabozo mayor. Que incluso con
Celayeta compartieron un día dicho calabozo. Que cuando
llego a esa dependencia y antes de ser alojado en el
calabozo, lo tiraron junto a su novia al piso de una
habitación que cree con piso de madera y que podría
tratarse de una de las oficinas que dan al frente o a
la calle de la dependencia, esto por los ruidos de
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vehículos que percibía. Que la oficina estaba cercana a
los calabozos. Que no recuerda haber subido ninguna
escalera sino que fue ingresado a la repartición por el
acceso principal de la misma.
Del legajo de José María Bonacifa glosado
a fs. 1534/1560, surge que a la fecha de los hechos se
desempeñaba en la Brigada de Investigaciones con el
cargo de oficial inspector.
Lo que resulta coincidente con los
relatado por Eduardo Schiel respecto de haber escuchado
su nombre en tal sitio.
Asimismo el informe del Ministerio de
Seguridad sobre la nómina de personas que se
desempeñaron en la Brigada de investigaciones de San
Nicolás agregado a fs. 289 del expte. n° 5/12 da cuenta
del cargo que Bonacifa -oficial inspector- desempeñaba
en dicha dependencia entre los años 1974 y 1979.
En esta audiencia Roberto Berón declaró
que en la Brigada de Investigaciones de San Nicolás
había presencia militar, y llevaban y traían gente en
condición de detenida…
A partir del 13 de septiembre de 1976
Eduardo Schiel y Graciela Celayeta fueron sometidos por
la Justicia Federal de la dictadura cívico militar
autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional” a
una causa por presunta infracción a la Ley 20.840, la
que tramitó ante el Juzgado Federal de San Nicolás a
cargo por ese entonces Suboficial Mayor (RE) Dr. Luis
H. Milesi, mediante la cual se pretendió dar un viso de
legalidad la situación de las víctimas. Las actuaciones

641
se caratularon “Schiel Eduardo Julio, Celayeta Graciela
Corazón de Jesús. Presunta Inf. Ley 20.840 – San Pedro”
Expte. N° 16.732.
En el marco de las mentadas actuaciones
Eduardo Julio Schiel fue indagado en tres
oportunidades. La primera de ellas en fecha 23 de
Septiembre de 1976 la cual se efectivizó en la sede de
la Delegación Local de la Policía Federal Argentina en
ese entonces a cargo del Comisario Jorge Muñoz, la que
fue ampliada en fecha 5 de Octubre de 1976 en la sede
de la Unidad Penal Nº 3. En la tercera oportunidad fue
indagado por Milesi quien no permitió que el padre de
Schiel, de profesión abogado, estuviera presente en la
audiencia habiendo obligado a Schiel a ser representado
por el Defensor Oficial.
En este acto Milesi interrogó a la
víctima sobre las mismas circunstancias que lo habían
hecho con anterioridad sus captores. Sin perjuicio del
trato propinado por el Juez Federal Schiel en dicha
oportunidad, rectificó parte de los dichos vertidos en
la indagatoria ampliatoria señalándole al juez que el
interrogatorio efectuado por el Comisario Muñoz se
basaba en las declaraciones obtenidas bajo tormentos.
Asimismo Schiel efectuó al Juez un relato de las
circunstancias de su privación ilegítima de la libertad
y de los tormentos a los cuales fue sometido, e
insistió en que le recibiera denuncia por los apremios
ilegales.
Graciela Celayeta fue indagada en dos
oportunidades, una en sede policial el 23 de Septiembre
de 1976 por el Comisario Jorge Muñoz, y la otra en sede
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judicial por el Juez Federal Milesi en fecha 28 de
Octubre de 1976 siendo representada por el Defensor
Oficial. En ese acto Graciela Celayeta también hizo un
relato de la privación ilegítima de la libertad y de
los tormentos a los que fue sometida durante su
cautiverio el cual es perfectamente coincidente en
cuanto a las circunstancias de modo, tiempo y lugar con
el de su novio.
No obstante los gravísimos hechos
denunciados por las víctimas en el acto de su defensa
material, Milesi resolvió en fecha 24 de Noviembre de
1976 –con apenas veintiún renglones de aparente
fundamentación- convertir en prisión preventiva la
detención ilegal que venían sufriendo las víctimas.
Para ello repitió en siete renglones la falsa versión
instrumentada en lo que se pretendió argüir de sumario
prevencional.
Ambos fueron condenados en primera
instancia como autores responsables del delito previsto
por el art. 2 inc. c de la ley 20.840 a la pena de tres
años de prisión e inhabilitación absoluta perpetua.
Ello en fecha 3 de junio de 1977 siendo el hecho
atribuido el haber pegado dos obleas con inscripciones
que tildaban de subversivas.
En la sentencia condenatoria de Eduardo
Julio Schiel, Milesi consideró que los apremios
ilegales que dijo haber sufrido “no tienen incidencia
alguna en la causa toda vez que no se ha constatado
ningún tipo de irregularidad.”

643
En fecha 23 de noviembre de 1977, los
miembros de la Cámara Federal de Apelaciones revocaron
el resolutorio y ordenaron absolver de culpa y cargo a
Eduardo Schiel y a Graciela Celayeta. Los camaristas
señalaron que no existe acta de secuestro no siendo
pasible de ser suplida tal falencia; la ausencia del
sumario de prevención de la autoridad que intervino en
un primer momento, como también las notorias
contradicciones en las que incurrieron los agentes de
prefectura en los testimonios.
Pese a lo resuelto por la Cámara Federal
de Apelaciones, como además las víctimas se encontraban
detenidas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional,
continuaron arrestadas.
La Sra. Celayeta fue trasladada a la
Unidad 2 de Villa Devoto hasta que recuperó su libertad
el 21 de diciembre de 1977; Eduardo Schiel fue
trasladado a la Unidad 9 de La Plata y a Caseros,
recuperando su libertad en el año 1981.
Eduardo Julio Schiel, declaró en esta
audiencia que en el año 1976 tenía 24 años que su
familia es de origen radical militante pero que él
siempre fue peronista. Era estudiante de derecho para
la fecha de los hechos y que estaba de novio con
Celayeta. Que ambos trabajaban en lo que hoy es la
ANSES y tenía participación gremial. Cuando llega el
golpe de estado del 24 de marzo de 16976, Schiel, tenía
que asumir como secretario general del gremio, había
ganado las elecciones unos días antes y previo a que
esto ocurra lo despidieron junto a Graciela y a todo el
grupo. Continúo su relato diciendo que venían seguido a
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la ciudad de San Pedro los fines de semana, ya que la
familia de Graciela –Celayeta- vivía en dicha ciudad.
Que el fin semana largo del 17 de agosto de 1976 habían
ido a San Pedro, después de cenar en la casa de la mama
de Graciela Celayeta fueron caminando a una confitería
que se llama Buti. No recuerda si antes o después de
ir a la confitería pero sí que cuando pasaron por la
plaza, no había nadie, era una noche muy fría, observó
a más de una cuadra dos personas que corrieron como
para la plaza. Siguieron caminando, pero que cuando
estaban a una distancia que no puede precisar sintió un
tiro y la reacción de ambos fue correr. A raíz de ello
escucharon más tiros, se dio cuenta que eran armas
pesadas porque sonaban como fal. Se detuvieron y fueron
apresados. Sin decirles nada los llevaron a la
prefectura. No recuerda si estaban uniformados, le
parece que estaban con borceguíes, poleras negras y
pasamontañas. En la dependencia de la Prefectura Naval
de San Pedro fueron atendidos por el oficial de
guardia, quien les pide identificación y así lo
hicieron, se identificaron. Comprobaron que Graciela
vivía donde dice que vivía, les tomaron los datos y los
liberaron. Luego de andar aproximadamente dos cuadras y
media los vuelven a detener, una camioneta a toda
velocidad frena, los suben a la chata de la camioneta y
los vuelven a llevar a la prefectura. Escuchó por Handy
que los militares decían que habían capturado a dos
militantes montoneros. Los separaron, los hicieron
desvestirse, y en seguida nos llevaron a la comisaria
de san pedro. Allí estuvieron en calabozos separados, a

645
las 2 o 3 de la mañana. Pedio hablar con el comisario,
lo que logro hacer a la mañana siguiente. Este le dijo
que le convenía “cantar”, decir todo lo que sabía,
porque él no le iba a hacer nada pero lo iba a entregar
otra gente que sí. Después supo que se llamaba Aon. Su
familia vivía en buenos aires, ni su padre, ni su
madre ni sus hermanos, estaban enterados de lo que
estaba ocurriendo. Él vivía con ellos. Un abogado de
san pedro se comunicó por teléfono el 17 de agosto para
decirles que estaba preso y que le entregaban 5 mil
pesos lo liberaban. Eso lo sabe porque leyó escritos y
lo converso con su padre. Pero eso le sirvió a su padre
para saber que estaba en San Pedro, su padre era
abogado y dirigente radical en la capital federal. Se
trasladó inmediatamente a San Pedro. Su padre fue a la
comisaria, le dijeron que ahí no estaba detenido, que
no lo conocían. Su padre permaneció en San Pedro con su
madre, esa noche, antes que oscurezca, le pusieron una
capucha, las esposas que no le habían sacado por mucho
tiempo y apenas oscureció lo sacaron de la comisaria.
Varios días después su padre siguió insistiendo, luego
fue al regimiento, y averiguo quienes lo habían
detenido, uno era Mario Sbert otro Vector Spagnuolo de
la prefectura, esto figura en los habeas corpus
presentados. Describió a Sbert como bastante agresivo.
Lo sacaron, cree que lo pusieron en el baúl de un auto,
estaba encapuchado y con esposas, recorrido por un
camino de tierra, cree que iban en dos autos, en el
otro iba Graciela. Pararon, lo tiraron en una zanja y
le dijeron que me iban a matar, simulacro de
fusilamiento que si tenía algo que decir que hablara.
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Tiraron unos tiros, lo volvieron a subir al auto,
pasaron una vía ferroviaria, llegaron a una casa que
pudo ver porque lo bajaron acostado, lo agarraron de
los pies y la cabeza, y por la abertura que había en la
capucha pudo ver la casa, tenía una tranquerita, era
de ladrillo visto, con una galería cerca de la
tranquera, estaba iluminada, lo llevaron a la casa, le
dijeron que allí estaba Graciela, no la vio, le
dijeron que ella ya había “cantado”. Allí comenzaron
las sesiones de tortura, era una patota grande,
conversaban entre ellos, se reían, le pegaron con un
palo, le aplicaron picana eléctrica y le decían que a
Graciela le habían hecho lo mismo. Fueron varias
sesiones. En un momento lo llevaron al baño, y pudo ver
el baño, tenía el piso de mosaico rojo, la describió
como una casa de fin de semana. Continuaron con la
tortura, la que describió en detalle. Continuo su
relato diciendo que en un momento dijeron viene el Jefe
y percibió, que cuando llegó, cambio el trato entre
ellos, se disciplinaron, bajaron el tono. Este jefe era
el que conducía el interrogatorio. Primero
dirigiéndolos a ellos para que lo torturen, después lo
sentaron en una silla, siempre con capucha y esposado,
le formuló un larguísimo interrogatorio. Este individuo
tenía claramente la voz de mando y agregó que lo largo
del interrogatorio fue brindándole un montón de datos,
y esto lo llevo a pensar que lo iban a matar. Le dijo
que era militar, que no le gustaba matar, pero que si
tenía que hacerlo lo hacía sin problema porque estaba
en juego la civilización. Relato un dialogo con esta

647
persona sobre deportes y le refirió que había sido
entrenador de las hijas de Cesario Cardozo, que era el
jefe de la policía federal y que había muerto hacia
poco tiempo por una bomba. Que tenia de aproximadamente
15 años. Le hablo de Aramburu, que todo comenzó según
su parecer con su fusilamiento y era descendiente de
vascos. Agregó que esta persona se esforzaba por marcar
la diferencia entre él y la patota. Expreso que la
tortura fue brutal la describió diciendo que tanto a
Graciela como a él le imputaban haber pegado cosas de
montoneros en la plaza de San Pedro vinculadas con
Cardozo. Que la patota lo vuelve a torturar con la
picana, lo colgaron del techo y mientras estaba ahí,
desnudo, lo quemaron con cigarrillos, le pegan con
palos, le pusieron la picana en los genitales, hasta
que en un momento perdió el conocimiento, y lo recuperó
un calabozo pequeño. Diez o quince días después en una
guardia que le permitieron bañarse, después supo que
era la brigada de investigaciones, descubrió que tenía
toda la cabeza vendada, se sacó la venda. La salida de
la casa no la registro, no sabe cómo fue. En el año
1984 participó en la CONADEP y fue redactor del informe
Nunca Más. En ese momento le ofrecieron venir para
identificar la casa y por una cuestión de que había
cosas más importantes que investigar no lo hiso y nunca
vine, ahora lo lamenta porque en ese momento más fresco
podría haber identificado la casa. En esta casa donde
estuvo junto a su novia en ese momento, había otros
detenidos, cuando realizo el informe ocular de lo que
es la brigada se sorprendió porque con la capucha uno
se imagina las cosas de una forma y en realidad era
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otra cosa. Lo que él creía que era una celda grande era
una letrina. Los lugares donde estuvo detenido eran
todos muy pequeños. Agregó que cuando estaba la guardia
buena podía estar con Graciela en una celda que podían
entrar 4 personas, y que ahí siempre había mucho
movimiento de gente. Asimismo relató que escuchó por lo
menos una o dos veces el apellido Bonacifa, oficial
Bonacifa. Escuchó que reprendían al que lo nombraba por
su nombre. En ese lugar recordó que había un matrimonio
de gente grande que hacía la comida que no parecía ser
parte de la patota. Ese individuo lo torturo e
interrogo, por datos que después cotejó con sus padres
cree que era el mayor Bossié.
Agregó que en la brigada de
investigaciones tenían la misma metodología de la
guardia buena y la mala, la mala te tortura y la buena
viene después para relajarte, convidaban cigarrillos,
siempre estuvieron con la capucha y esposas en la
espalda. Lo llevaron a un lugar, en donde se bañó, le
pusieron una curita, en una herida enorme en la cabeza,
lo vuelven a encapuchar y lo llevan encapuchado y
engrilletado, después le sacan la capucha y pudo
advertir que estaba en el despacho del juez. Lo primero
que hiso fue relatarle lo que le había ocurrido y que
tenía tener algún contacto con su familia. El juez lo
maltrató verbalmente, le dijo que quería hacer una
denuncia por apremios ilegales, -le faltaban 4 materias
para recibirse de abogado-, le dijo que no, que la
denuncia iba a ir por otro carril. Ante su insistencia
y la obligación del Juez de tomarle la denuncia, se

649
pone intolerante, empieza a gritar, recordó que utilizó
una palabra “que otras vicisitudes tengo que padecer”….
Me dijo que por las buenas o por las malas iba a
firmar. Le pusieron la capucha y lo llevaron. Estuvo
varios días con mucho pánico, porque pensó que la
amenaza del juez iba a ser efectiva. Al segundo día de
este acontecimiento, alguien fue nuevamente con la
declaración del juez, y se negó a firmarla, le dijeron
que se atenga a las consecuencias. No sabe si al día
siguiente o pasaron más días, pero lo volvieron a sacar
y apareció otro que dijo que era policía, era un
policía bueno, lo llevaron a una oficina, le saco la
capucha, le dijo que no se diera vuelta y que le
relatara lo ocurrido. Así lo hiso y le dijo escribí con
tu puño y letra todo lo que relatas y si era cierto no
le iba a pasar nada y si no otra vez lo amenazaron.
Redactó con sus palabras lo sucedido y se fue, después,
a los pocos días, los llevaron a la cárcel de San
Nicolás. Supo después que el juez Milesi lo condenó a
tres años por violación a la ley 20840. En ese momento
se dio cuenta que era una sentencia que adolecía de
todo. En algún momento su padre, que desde ese 17 de
agosto todas las semanas iba a San Pedo y San Nicolás,
a trajinar incansablemente el regimiento, encontró
cobijo en el obispado. Agrego que no sabía quién era
Ponce de León pero cuando lo legalizaron su padre le
dijo que ese obispo se había preocupado y que gracias a
él le habían levantado la incomunicación. Ponce de León
redacto una carta que el padre de Schiel presentó a los
militares. En relación a su privación ilegal de la
libertad refirió que mientras en el regimiento negaban
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que lo tuvieran detenido, su madre le llevo ropa –que
entregó personalmente en el regimiento- y efectivamente
esa ropa se la entregaron. En el año 1977, los primeros
días de ese año estando detenido en la Unidad 9 de La
Plata, lo llevaron al calabozo, acusándolo de que
había estado jugando al poker con otro preso político.
Cuando salió del calabozo a los pocos días se llevaron
a otros presos, los sacaron del penal y los
fusilaron. Agrego que en ese penal de La Plata hubo
muchos presos muertos, “suicidados”. En ocasión de la
visita de la comisión de la OEA fueron trasladados a
Caseros. Esa cárcel se inauguró con ellos y fue solo
para mostrarla como espejo a la comisión, pero allí
cambio el trato y la comida, sin perjuicio de ello
seguían tratándolos como delincuentes subversivos.
Cuando se fue la comisión de la OEA fueron nuevamente
trasladados a La Plata. En relación a la tortura
relató que cuando fue a ver a Milesi casi no podía
caminar porque tenía una inflamación que le supuraba de
la pierna por haber estado colgado que le ocasionó
problemas por muchos años, tenía lastimaduras en la
cabeza, y Milesi le dijo que no tenía pruebas de la
tortura porque no podía probar quien le había causado
esas lesiones que si presentaba. Recordó que estando en
el calabozo de la Brigada de Investigaciones de San
Nicolás, un día abrieron la celda y le llevaron un
médico que aparentemente era del ejército que le
contestaba y un guardia le dijo que le iba a dar
antibióticos. Recupero su libertad en el mes de mayo
del año 1981, bajo la modalidad de libertad vigilada.

651
Reconoció su firma a fs. 119/136 de
expte. 103/11.Asi como a fs. 5 vta. , 15 vta., 21 vta.
del Expte. 16732. En la causa 149/10 la inspección
ocular de fs. 2645 vta. reconoció su firma y las
fotografías siguientes.
De la testimonial de Graciela Celayeta
surge que al momento de los hechos tenía 25 años y
vivía en Capital federal, que su mama vivía en San
Pedro y venía a visitarla asiduamente. Estaba de novia
con Eduardo Schiel. Entre el 16 y 17 de agosto de 1976,
estando en la ciudad de San Pedro con su novio,
salieron el sábado a la noche. Fueron a tomar algo y
cuando estaban volviendo, caminando por la plaza de San
Pedro, le dieron la voz de alto. Se asustó mucho y
empezó a correr. Les tiraron con ametralladoras, no
recuerda si eran dos o tres personas, las balas
impactaron contra el frente de una casa que permaneció
con esos impactos de balas mucho tiempo. Fueron
trasladados a la delegación de San Pedro de la
Prefectura les tomaron los datos y los dejaron en
libertad. Después fueron nuevamente apresados y
llevados a la comisaría de San Pedro. En ningún momento
les dijeron nada sobre el motivo de la detención,
supuestamente en prefectura se los acusó de pegar
papeles en la vía pública. Recordé haber estado en la
comisaría de San Pedro, casi todo el día y que al
siguiente a la noche los trasladaron hacia un lugar
alejado de la ciudad parecía el campo porque no se
escuchaba nada, parecía una quinta porque creyó pisar
pasto. Los llevaron a una habitación donde los
desnudaron y en habitaciones distintas los torturaron
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en elástico de cama con picana, atados a la cama en
forma vertical y horizontal también los ponían con la
cabeza para abajo. Les propinaron insultos golpes y les
formularon preguntas sobre la actividad política
Eduardo, cuando este decía algo le preguntaban a ella
si era verdad. No puede decir si había otras personas
detenidas en ese lugar, pero sí que eran varias
personas las que trabajaban en la tortura. De la
comisaría de San Pedro salieron encapuchados. Agregó
que su madre le entrego ropa a un mayor llamado Bossié,
y recién ahí tomó conciencia que estaba en la cárcel de
San Nicolás donde estuvo incomunicada unos cuantos
días. Luego fue fui trasladada en avión a la cárcel de
Devoto, recuerda que fue con una presa Olga Llanos y
otras que se acuerda los nombres. Recuperó su libertad
luego de ser sobreseída de culpa y cargo en diciembre
de 1977. Reconoció su firma a fs. 44 vta.
De la testimonial de Carlos Giovanetti
surge que su prima hermana Graciela Celayeta fue
detenida en la ciudad de San Pedro junto con otra
persona y que estuvo presa aproximadamente un año.
Agrego tener conocimiento que la mamá la buscó y que
por unos días no supo dónde estaba hasta que le dijeron
que estaba en San Nicolás.
b.10) Expediente nº FRO 81000109/2011:
los casos de Gustavo Eduardo Gonzalo Montalvo, Alfredo
Pedro Velasco, Orlando Benito Brambilla, Florencio
Gamarra, Ricardo Ezio Montalvo y Juan Manuel Díaz.
Gustavo Gonzalo Montalvo tenía 22 años y
residía junto a sus padres en la ciudad de San Pedro,

653
Partido del mismo nombre, Provincia de Buenos Aires.
Era sobrino de Ricardo Ezio Montalvo. Fue privado
ilegítimamente de la libertad el 19 de marzo de 1976,
en horas de la mañana, en la ciudad de San Pedro, en
el marco de un gran operativo desarrollado por personal
militar, vestidos con ropa de fajina, quienes portaban
armas largas y se desplazaban en camiones militares. En
este operativo se habían efectuado detenciones masivas
de ciudadanos de San Pedro.
Los integrantes del operativo,
aproximadamente veinte, ingresaron al domicilio de los
padres de Gustavo Gonzalo Montalvo y registraron toda
la vivienda. En ese contexto la madre de la víctima le
solicitó que fuera hasta la casa del tío del mencionado
Ricardo Ezio Montalvo, hermano de aquella, a fin de
advertirlo del operativo.
Al arribar a la mencionada vivienda,
Gustavo Gonzalo Montalvo observó que los militares
también estaban allí. En ese momento se subió a un
tapial con la intención de visualizar el procedimiento,
circunstancia en la que es observado por un militar que
le ordenó que se bajara, obligándolo a subir a uno de
los camiones. Los integrantes del operativo recorrieron
diversos puntos de la ciudad en los cuales eran subidos
a los camiones otros ciudadanos de San Pedro en calidad
de detenidos.
En la Unidad Penitenciaria N° 3 fue
sometido a un interrogatorio, por parte de autoridades
militares dentro de la misma repartición pero en una
dependencia anexa. En el interrogatorio era preguntado
por la relación que tenía con Ricardo Ezio Montalvo.
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Gustavo Gonzalo Montalvo y los demás
detenidos fueron llevados hasta la Unidad Penitenciaria
N° 3 de San Nicolás, en dónde quedó alojado durante un
mes, sin haber sido puesto bajo autoridad judicial
alguna, ni habérsele indicado los motivos de su
detención.
Juan Manuel Díaz era mecánico, tenía 37
años y estaba casado con la hermana de Orlando Benito
Brambilla, de nombre Ada Noemí Brambilla, de cuya unión
nacieron dos hijos. Simpatizaba con las ideas del
Partido Comunista, al cual se había afiliado en 1973.
Tenía un taller mecánico en sociedad con José Luis
Roldan, el que estaba ubicado en Boulevard Moreno y 11
de septiembre de San Pedro, Partido del mismo nombre,
Provincia de Buenos Aires.
El 20 de julio de 1977, a las 19 horas
aproximadamente fue secuestrado de la vivienda de un
amigo llamado Néstor Raúl Drago, sita en Boulevard
Moreno 755 de San Pedro, en la cual circunstancialmente
residía. Los integrantes del operativo se presentaron
en el taller mecánico de Díaz y al no ser hallado
obligaron a un joven que se desempeñaba como ayudante
del mismo a indicarles el lugar en el cual se
encontraba Díaz.
En el operativo intervino un grupo de
tres hombres, vestidos de civil, uno de los cuales
cubría su rostro con el cuello de una polera,
fuertemente armados, se trasladaban en un automóvil
particular marca Renault modelo Doce color verde,
quienes preguntando por Díaz irrumpieron en la vivienda

655
de su amigo Drago. Los captores obligaron a la madre de
crianza de Drago -llamada Santa Petronila Alvez- a
meterse debajo de una cama, dejándola encerrada en el
dormitorio. Transcurridos cinco minutos y al no sentir
voces, salió del mismo advirtiendo que Díaz no estaba
en la finca y que habían quedado allí los zapatos de
este.
Díaz fue subido al automóvil por lo
captores, siéndole vendados los ojos en su interior. El
automóvil circuló durante una hora aproximadamente,
habiendo descendido a Juan Manuel Díaz en la Brigada de
Investigaciones de San Nicolás, dónde lo encerraron en
una habitación vendado y esposado.
Díaz fue sometido a un interrogatorio
bajo torturas, las que incluyeron descargas de
corriente eléctrica sobre su pecho y en los genitales
siendo preguntado por temas políticos y por sus
vínculos con personas consideradas subversivas por las
fuerzas de seguridad. Posteriormente fueron ingresados
a la misma habitación de Díaz su cuñado, Orlando Benito
Brambilla y Florencio Jorge Gamarra.
Permaneció en la misma condición hasta el
25 de julio de 1977 en que fue subido a una camioneta,
en las cual anduvo por un lapso de una hora
aproximadamente. En la misma, además de las dos
personas antes referidas también se hallaban Ricardo
Ezio Montalvo y Alfredo Velasco a quienes les reconoció
la voz. Fueron liberados en una zona rural –en el
camino que une la ruta 191 con el Paraje La Colina-
obligándolos a tirarse al suelo boca abajo y permanecer
en esa posición hasta tanto la camioneta se alejase. En
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ese momento le retiraron el vendaje de sus ojos y las
esposas. Allí fueron auxiliados por un hombre, quien
acercó a las víctimas en su camioneta hasta la ciudad
de San Pedro.
La esposa de Juan Manuel Díaz radicó la
denuncia en la Comisaría de San Pedro, instruyéndose
las actuaciones caratuladas “Brambilla de Díaz, Ada
Noemí. Dcia. privación ilegal de la libertad. San
Pedro” Expte. Nro. 1927 del registro del Juzgado en lo
Penal N° 3 a cargo en ese entonces del Dr. Oberdan
Andrín, quien en fecha 7 de septiembre de 1977 decretó
el sobreseimiento provisorio en la causa.
Señalaron las víctimas de autos y la
esposa de Díaz que éste desde hacía unos años mantenía
un enfrentamiento con el policía de la Provincia de
Buenos Aires Daniel Fernando Quintana, quien era muy
temido en la zona de San Pedro y de quien se rumoreaba
que efectuaba tareas de inteligencia para el ejército.
Ricardo Montalvo tenía 38 años y
trabajaba en el Banco Nación, Sucursal San Pedro,
siendo delegado gremial, dónde fue declarado cesante
por aplicación de la Ley de Seguridad del Estado.
Estaba casado con Catalina Suñer Sánchez con quien
residía en una vivienda sita en Güemes 740 de la ciudad
de San Pedro, Partido del mismo nombre, Provincia de
Buenos Aires. Tenían un hijo de ocho meses de edad
llamado Pablo Ricardo. Montalvo era un activo militante
del Partido Comunista, habiendo sido candidato a
concejal en el año 1973 por la Alianza Popular
Revolucionaria. Días antes de producirse el golpe de

657
estado del 24 de marzo de 1976 personal del ejército
allanó la vivienda de sus padres con la finalidad de
detenerlo, habiendo logrado eludir la detención.
El 21 de julio de 1977 a las 24:00 horas
aproximadamente, en circunstancias que se encontraban
durmiendo, golpearon la puerta del mencionado
domicilio, preguntando la esposa de Montalvo quien era
recibiendo como respuesta “policía”. Al abrir la puerta
ingresaron diez o doce personas fuertemente armadas
quienes expresaron a Ricardo Montalvo que los tendría
que acompañar.
Seguidamente le ataron las manos con
alambre por la espalda, le colocaron una venda elástica
en sus ojos y sobre la misma una sábana de su propia
cama. No obstante, al salir Montalvo pudo observar dos
automóviles marca Torino, siendo subido a uno de ellos.
Al salir los captores dejaron encerrados en la vivienda
a la esposa e hijo de Montalvo, llevándose llave.
El automóvil hizo un breve trayecto y
Montalvo fue cambiado a otro, siendo este una especie
de chata o furgón, en la que había otras personas en
sus mismas condiciones, que luego supo eran Alfredo
Velasco y Orlando Brambilla. Durante el recorrido fue
subido Florencio Jorge Gamarra, compañero de militancia
en el Partido Comunista.
La camioneta se dirigió rumbo a Rosario,
desplazándose durante una hora aproximadamente,
recalando finalmente en la ciudad de San Nicolás donde
fueron descendidas todas las personas en el Centro
Clandestino de Detención que funcionó en la Brigada de
Investigaciones de dicha ciudad.
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En dicho lugar, a Montalvo le retiraron
las ataduras de sus manos y le colocaron esposas,
siguiendo encapuchado. Mientras estuvo en cautiverio
sintió gemidos de dolor y llanto de Juan Manuel Díaz
quien también estaba allí en condición de detenido
desaparecido.
En el mencionado centro clandestino de
detención fue sometido a interrogatorios bajo
tormentos, los que incluyeron pasajes de corriente
eléctrica sobre su cuerpo y golpes de puño en su
estómago, siendo acostado en una cama para ello a la
cual fue atado de pies y manos. Los interrogatorios
versaron sobre personas residentes en San Pedro, sobre
su pertenencia al Partido Comunista y sobre sus
relaciones. Allí fue obligado por los captores a firmar
varios documentos sin poder leerlos previamente, para
lo cual se le retiró la venda de sus ojos y se puso
frente a él una luz de gran intensidad.
El 25 de julio de 1977, los captores le
comunicaron a Montalvo que sería liberado. Fue subido a
la camioneta, junto a Brambilla, Díaz, Velasco y
Gamarra quienes fueron liberados de la manera ya
descripta precedentemente.
La esposa de Ricardo Montalvo, Catalina
Suñer Sánchez de inmediato efectuó diversas gestiones
para ubicar a su esposo, junto a otros familiares de
las víctimas de autos, y militantes del Partido
Comunista. A través de la Liga Argentina por los
Derechos del Hombre, sita en Capital Federal
presentaron un recurso de habeas corpus. Además, al día

659
siguiente del secuestro de su esposo se presentó en la
Brigada de Investigaciones de San Nicolás dónde fue
atendida socarronamente.
Asimismo, efectuó la denuncia de los
hechos ante la Comisaría de San Pedro a la cual
concurrió junto a los familiares de Orlando Brambilla,
Juan Manuel Díaz, Florencio Gamarra y Alfredo Velasco.
Con tal motivo se formaron las actuaciones caratuladas
“Suñer de Montalvo, Catalina. Dcia. privación ilegal
libertad. San Pedro”, Expte. N° 1899 del registro del
Juzgado en lo Penal N° 3 del Departamento Judicial de
San Nicolás a cargo del Dr. Oberdan Andrín. El
magistrado, al igual que en el sumario de sus
compañeros de cautiverio dejó la investigación en manos
de la preventora, en el caso la policía de la provincia
de Buenos Aires
Orlando Benito Brambilla era Licenciado
en Educación Física, tenía 27 años y trabajaba en la
Escuela Normal de San Pedro y en el Instituto
Agrotécnico de la localidad de Santa Lucía, Partido de
San Pedro, Provincia de Buenos Aires. Era afiliado al
Centro de Docentes Nacionales de San Pedro dependiente
de CTERA, siendo delegado gremial. Además, era
militante del Partido Político Vecinalista llamado
Movimiento al Socialismo (MAS) e integraba el
Movimiento Sindical de Base. Estaba casado con Graciela
Beatriz Gracia, de cuya unión nacieron dos hijas
Paulina a esa fecha de tres años y Lucía de un año y
medio. En ese entonces Brambilla vivía con su familia
en la casa de sus padres.
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El día 21 de julio de 1977, a las 23:30
horas aproximadamente golpearon la puerta del
domicilio. Al abrir, un grupo de siete personas que
expresaron ser policías, exhibiendo armas de grueso
calibre ingresaron a la misma y expresaron que buscaban
al docente Orlando Brambilla, y que lo debían llevar a
Buenos Aires. Seguidamente, los captores cerraron la
puerta con llave, dejando a la familia de Brambilla
encerrada.
Al salir Brambilla observó tres
automóviles, entre ellos un Torino color blanco, un
Ford modelo Falcon y un Peugeot 504. En ese momento le
ataron las manos por la espalda con alambre y le
colocaron una capucha en su rostro. Fue subido a uno de
los automóviles y luego de un breve trayecto fue
cambiado a una camioneta tipo furgón en las que había
otras personas, habiendo reconocido la voz de Ricardo
Montalvo. La camioneta efectuó un largo recorrido,
sintiendo que al final del mismo circuló sobre
adoquines, recalando en el centro clandestino de
detención que funcionó en la Brigada de
Investigaciones.
En dicho lugar, Brambilla estuvo alojado
en un primer momento en un sitio cuyo piso era de
madera y estaba calefaccionado, notando que había otra
persona en igual condición, de la cual supo que era
Velasco. En este sitio le retiraron la capucha y le
colocaron una venda sobre sus ojos.
Brambilla fue sometido a interrogatorios
bajo torturas, las que incluyeron golpes de puño y

661
pasajes de corriente eléctrica sobre su cuerpo. Para
ello fue obligado a desnudarse y fue acostado sobre una
especie de camilla a la cual lo ataron de pies y manos
y le colocaron una toalla mojada sobre su cuerpo. Fue
interrogado sobre su militancia, especialmente sobre a
qué organización pertenecía y cuál era su nombre de
guerra. Además sobre personas afiliadas al Partido
Comunista de San Pedro. Dicho interrogatorio bajo
torturas se extendió durante una hora, siendo tres
personas quienes lo efectuaban.
Luego fue introducido en un calabozo, en
el que se encontraba su cuñado Juan Manuel Díaz y en el
cual fueron ingresados –sucesivamente- Florencio Jorge
Gamarra, Alfredo Velasco y Orlando Benito Brambilla.
Transcurridos cuatro días de permanecer
en condición de detenido desaparecido, Brambilla fue
subido a una ambulancia del ejército y, tal como se
relata precedentemente, luego de un largo recorrido fue
liberado bajo amenazas.
Mientras permaneció en condición de
detenido desaparecido su esposa Graciela Beatriz Gracia
efectuó numerosas gestiones para localizarlo junto a
los familiares de las víctimas ya reseñadas.
Graciela Beatriz Gracia -al igual que los
familiares de Velasco, Gamarra y Díaz- efectuó la
denuncia de los hechos en la Comisaría de San Pedro,
formándose actuaciones que se caratularon “Gracia de
Brambilla, Graciela Beatriz. Dcia. privación ilegal de
la libertad. San Pedro”, Expte. 1898 del registro del
Juzgado en lo Penal Nº 3 a cargo en ese entonces del
Dr. Oberdan Andrín. De la lectura del mismo se
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desprende que dicho sumario consta de 13 fojas,
habiéndose dictado el sobreseimiento provisorio el 6 de
septiembre de 1977, es decir tan sólo un mes y medio
después de la ocurrencia de los hechos.
Transcurrido un año desde su secuestro,
fue citado por el Juez Federal a cargo del Juzgado
Federal de San Nicolás, Suboficial (RE) del Ejército
Luis H. Milesi, quien junto con su Secretario Dr.
Héctor Hernández lo sometieron a un riguroso
interrogatorio. Asimismo, el magistrado le afirmó a
Brambilla que sabía que el Movimiento al Socialismo era
un “nido de terroristas y que el mismo aglutinaba gente
que luego militaba en el Partido Revolucionario de los
Trabajadores o en el Ejército Revolucionario del
Pueblo”. Además, el magistrado inquirió a Brambilla por
su labor social en los barrios de San Pedro.
Alfredo Pedro Velasco tenía 37 años,
trabajaba en la Empresa Celulosa “Jujuy” sita en San
Pedro, Partido del mismo nombre, Provincia de Buenos
Aires. Era afiliado al Partido Comunista, e integraba
la Comisión Directiva del Sindicato de Trabajadores
Papeleros, en carácter de Secretario Adjunto cargo que
ejercía junto a Daniel Camacho –entre otros- quien
ejercía el cargo de Secretario General. Estaba casado
con Juana Abatángelo, con quien residía en una finca
situada en calle Riobamba 680 de esa ciudad, de cuya
unión habían nacido tres hijos Alejandro Alfredo,
Marcelo Pablo y María Laura quienes a esa fecha
contaban con 12, 11 y 8 años respectivamente.

663
Dos meses antes de la privación ilegítima
de la libertad de Alfredo Velasco, un grupo de
afiliados del mencionado Sindicato -trabajadores de
“Celulosa Jujuy”- presentaron ante la Comisión
Directiva una petición para que se gestionara una
mejora salarial, la que fue tomada y llevada adelante
por el Sindicato. A tal fin se efectuaron diversas
audiencias con las autoridades de la empresa en la sede
de la Federación del Papel sita en Capital Federal, en
las cuales se intentó acordar un aumento. Ante la
imposibilidad de arribar a un acuerdo los trabajadores
optaron por realizar medidas de fuerza.
El 21 de julio de 1977, Velasco se
encontraba durmiendo junto a su esposa Juana
Abatángelo, cuando aproximadamente a las 24 horas la
vivienda fue asaltada por un grupo de diez a doce
personas vestidas de civil, fuertemente armadas,
quienes expresaron ser policías, obligaron a la Sra.
Juana Abatángelo a ingresar al dormitorio de los niños
y sacaron a Velasco de la misma.
Los captores cerraron la puerta de la
vivienda con llave, arrojándola en el patio, habiendo
dejado a la familia encerrada. Al salir del dormitorio
la esposa de Velasco advirtió que su marido no estaba.
Los integrantes del operativo ataron las
manos de Velasco con alambre por su espalda y le
colocaron una venda en sus ojos. Seguidamente lo
subieron a un automóvil marca Torino, arrojándolo sobre
el piso posterior del mismo.
Velasco, al igual que las otras víctimas
de autos, a poco de andar sobre el vehículo fue subido
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a una camioneta tipo furgón, pudiendo sentir que había
otras personas sobre la misma. Luego de una hora de
recorrido fueron descendidos en el centro clandestino
de detención ya referido en el cual fue alojado en una
celda junto a Ricardo Montalvo y Juan Manuel Díaz. En
este lugar sintió gritos de personas.
Velasco fue sometido a interrogatorios,
los que versaron sobre sus relaciones con los afiliados
del Partido Comunista de San Pedro, requiriéndole los
captores que aportara sus nombres y apellidos.
Posteriormente, a Velasco le fue retirada
la venda de sus ojos, colocándole frente a él un
reflector que le obstaculizaba la visión, además le
tomaron fotografías. Asimismo, siempre dentro del mismo
centro clandestino de detención lo trasladaron de
sector y lo obligaron a firmar unos papeles los cuales
no pudo leer, dado que estaba con la venda sobre sus
ojos.
El 25 de julio de 1977 fue subido a un
furgón junto a Florencio Jorge Gamarra, Juan Manuel
Díaz y Orlando Brambilla siendo liberados en las
circunstancias de modo, tiempo y lugar ya relatadas.
Daniel Camacho, quien trabajaba junto a
Velasco en la referida empresa e integraba la Comisión
Directiva del Sindicato, fue obligado a renunciar por
parte de las autoridades de la misma. De igual forma
Velasco, al recuperar su libertad recibió una
sugerencia en tal sentido por parte del Jefe de
Personal, siendo forzado a presentar la renuncia. Si
bien, Velasco encontró empleo en otra papelera luego de

665
unos días fue despedido, no habiendo podido
reinsertarse laboralmente.
Juana Petrona Abatángelo de Velasco, al
igual que los familiares de Brambilla, Gamarra y Díaz
efectuó la denuncia de los hechos en la Comisaría de
San Pedro, formándose actuaciones que se caratularon
“Abatángelo de Velasco, Juana Petrona. Dcia. privación
ilegal de la libertad. San Pedro”, Expte. 1901 del
registro del Juzgado en lo Penal Nº 3 a cargo en ese
entonces del Dr. Oberdan Andrín. De la lectura del
mismo se desprende que –al igual que en los restantes
sumarios- dicho sumario consta de 13 fojas, habiéndose
dictado el sobreseimiento provisorio el 6 de septiembre
de 1977, es decir tan sólo un mes y medio después de la
ocurrencia de los hechos.
Florencio Jorge Gamarra tenía 56 años y
trabajaba en la estación de servicio denominada “La
Serena” y vivía junto a su esposa en la ciudad de San
Pedro, Partido del mismo nombre, Provincia de Buenos
Aires, en una vivienda sita en Calle Colón y 42. Estaba
casado con Nilda María Águila con quien tenía 7 hijos-
Nilda María de 29 años, Jorge Oscar de 27, Ángela de
26, Juan José de 24, Gladys Susana de 17, Claudia
Patricia de 11 y Marcelo Javier de 7 años-. Florencio
Gamarra era un activo militante del Partido Comunista
de San Pedro, habiendo ejercido el cargo de Secretario
General del mismo luego del fallecimiento del Dr. Hermo
Zanúccoli quien hasta el momento detentaba el mismo.
El 22 de julio de 1977 a las 23:40 horas,
se encontraba durmiendo junto a su esposa y dos de sus
hijos, cuando la vivienda fue asaltada por un grupo de
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quince personas, vestidas de civil, con armas de grueso
calibre que se presentaron como policías e ingresaron
por una ventana.
Florencio Gamarra fue sacado del
domicilio por los captores, quienes le colocaron una
capucha que cubrió su rostro y le ataron las manos con
alambre. Seguidamente fue introducido en un automóvil,
en ropa de pijama y descalzo. El grupo operativo se
desplazaba en tres automóviles, uno marca Ford modelo
Falcon, un Peugeot rojo y un Torino, sin patentes.
El automóvil se desplazó durante diez
minutos, detuvo su marcha y Gamarra fue subido a una
camioneta en la cual se encontraban las otras víctimas
de autos en igual condición. En este último vehículo
anduvo aproximadamente una hora, siendo descendido en
el centro clandestino de detención que funcionó en la
Brigada de Investigaciones de San Nicolás, donde fue
alojado en una habitación.
Florencio Gamarra fue sometido a
interrogatorios bajo torturas siendo interpelado por su
afiliación al Partido Comunista, por sus vínculos
políticos y por su hermano de nombre Francisco.
Gamarra permaneció en condición de
detenido desaparecido hasta el 25 de julio de 1977, en
que fue subido junto a Ricardo Montalvo, Orlando Benito
Brambilla, Juan Manuel Díaz y Alfredo Velasco a una
camioneta, siendo liberado en las circunstancias ya
relatadas. Al momento de ser liberado los captores le
retiraron la venda de sus ojos y los alambres de sus

667
manos y lo obligándolo a Gamarra a permanecer cuerpo a
tierra hasta tanto la camioneta se alejase.
Florencio Gamarra había efectuado
gestiones junto a otras personas del Partido Comunista
de San Pedro, para obtener la libertad de personas que
habían sido detenidas con anterioridad al golpe de
estado de 1976, entre ellas la del periodista Enrique
Gaido.
Uno de los hijos de Florencio Gamarra,
Jorge Oscar, era militante de la Federación Juvenil
Comunista y Subsecretario de Relaciones Internacionales
de la Unión de Productores Agropecuarios. En tal
carácter, y al producirse el golpe de estado el 24 de
marzo de 1976, mantuvo entrevistas en diversas
oportunidades con el imputado Saint Amant y con el
Coronel (RE) Antonio Federico Bossié, con el objeto de
gestionar la libertad de compañeros de militancia del
Partido Comunista, entre ellas la del Dr. Zanúccoli,
Secretario Político del mencionado Partido en San Pedro
y la de Julio Humberto Pheulpin.
Jorge Oscar Gamarra viajó a Buenos Aires
y realizó presentaciones ante la Liga por los Derechos
del Hombre y ante Amnistía Internacional, cuyo
dirigente en ese momento se encontraba en Argentina. A
su regreso su padre había sido liberado.
La esposa de Florencio Gamarra, al igual
que los familiares de Brambilla, Velasco, Montalvo y
Díaz efectuó la denuncia de los hechos en la Comisaría
de San Pedro, formándose actuaciones que se caratularon
“Águila de Gamarra, Nilda María. Dcia. privación ilegal
de la libertad. San Pedro”, Expte. 1900 del registro
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del Juzgado en lo Penal Nº 3 a cargo en ese entonces
del Dr. Oberdan Andrín. De la lectura del mismo se
desprende que –al igual que en los restantes sumarios-,
la investigación quedó delegada en la policía de la
provincia de Buenos Aires, no habiendo dispuesto el
magistrado medida alguna tendiente a lograr el
esclarecimiento de los hechos. Dicho sumario consta de
13 fojas, habiéndose dictado el sobreseimiento
provisorio el 6 de septiembre de 1977.
Respecto de estos hechos se puede citar
la declaración de Ada Noemí Brambilla, quien en la
audiencia de debate de la presente causa manifestó que
Juan Manuel Díaz que era su esposo al momento de los
hechos pero de quien se encontraba separada de hecho,
fue secuestrado según ella el 25 de julio a la noche,
agregó que él vivía en la casa de un amigo de nombre
Drago de donde fue secuestrado, y que con posterioridad
a ese ese secuestro fue secuestrado su hermano Orlando
Benito Brambilla. Que supo de la detención de Juan
Manuel Díaz porque se lo comentaron, que incluso supo
que se lo llevaron casi desnudo porque estaba por
acostarse. Que todo eso lo supo por intermedio del
señor Drago. Asimismo supo que las personas que
secuestraron a Juan Manuel Díaz se movilizaban en tres
vehículos, un Torino, un Falcon y un Peugeot todos son
patentes. Que vestían ropa de civil, camperas de cuero
y gorros. Continuo su relato diciendo que ella estaba
presente cuando se llevaron a su hermano Orlando Benito
Brambilla porque vivía en la casa de al lado, a la que
se accedía por una puerta en el interior de la

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vivienda, y que fue ella quien luego de escuchar las
frenadas de los autos, abrió la puerta de su casa y que
allí, a su casa, entro solo una persona, armada quien
recorrió toda su casa, que estaban todos armados, muy
armados y que luego se dirigió a la casa de su familia
y pregunto quién era Orlando Brambilla. Ante esa
pregunta, su padre que se llama de la misma manera, se
levantó, pero su hermano dijo “soy yo”. Así fue que lo
sacaron, encapuchado con las manos atadas con alambres.
Recordó haber preguntado a donde lo llevaban, y que le
respondieron, que ya iba a volver. Agregó que si
volviera a ver a esa persona lo reconocería, la
obligaron a entrar a su casa y la cerraron con llave.
Por una ventana observo como lo tiraban a un auto. Les
ordenaron que no se movieran de ese lugar por dos
horas. Después de un largo tiempo y junto a su cuñada,
se dirigieron a la comisaria. Agregó que allí se
encontraron con un montón de gente que estaban
denunciando hechos similares, entre ellos Juan
Abatángelo, la esposa de Velazco, el señor Gamarra, la
señora de Montalvo y que no les daban ningún tipo de
información. Cree haber sido atendida, en la comisaria,
por un escribiente. Recordó, que a los fines de recabar
información sobre el paradero de sus familiares, fueron
a San Nicolás, a la Brigada de Investigaciones,
llevados por un amigo, que les habían dicho que una
posibilidad era que estuviera ahí. Una vez en el lugar
no solo no les dieron ningún tipo de información sino
que fueron tratados muy fríamente y que querían que se
retiraran de ese lugar lo más rápido posible. Se
presentó un habeas corpus en San Nicolás, del que no
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recuerda haber tenido ningún tipo de respuesta de las
autoridades sobre el destino de su ex marido y su
hermano. De su ex marido refirió que tenía ideas
comunistas y que su hermano tenia ideas socialistas
pero aclaró que no andaban en nada raro. Finalmente
relató que una noche golpearon la puerta de su casa y
era su hermano quien le contó que los habían tirado en
un lugar a todos juntos. Recordó que llegaron todos
llenos de barro muy sucios. Agregó que le conto que
creyó haber estado en San Nicolás, posiblemente en un
lugar por calle 3 de febrero, en ese lugar había una
capillita o iglesia porque escuchaban las campanas.
Relató que su marido fue el más
torturado, que estaba todo quemado, en los genitales y
algo en la vista que mucho tiempo después no tenía
estabilidad. Refirió conocer a Daniel Fernando
Quintana, calificándolo como “un soplón de los
militares y de la policía” agregó que sabía que
trabajaba en la Policía de San Pedro. Relató un
episodio con su ex marido en el club Independencia, en
el que se pelearon a piñas y agregó que ese altercado
finalizó con una amenaza de Daniel Quintana hacia Díaz
diciéndole: “le dijo algún día me vas a pagar esto y
bueeee…” . Finalizó su relato diciendo que según su
parecer el altercado de su marido con quintana tuvo que
ver con el secuestro del mismo. Que Quintana era una
persona muy prepotente pero que no le consta que
tuviera denuncias previas de apremios ilegales. Que ese
episodio violento en el club Independencia, ocurrió 2 o
3 meses antes del secuestro de Juan Manuel Díaz. Y que

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supo que su hermano fue detenido con Alfredo Velazco,
Montalvo, Gamarra y alguien de apellido Hofer que cree
que no apareció nunca más. Finalmente, reconoció como
propias firmas obrantes en documentos que se le
exhibieron.
El testigo Drago, por su parte, declaró
en esta audiencia que fue muy amigo de Juan Manuel Díaz
durante muchos años. Que en el año 1977 Juan Manuel
Díaz estaba transitoriamente en su casa y que se
manejaba como un familiar más. En el domicilio vivía su
tía Ada Petronina Alvez, alias Nina, quien se
encontraba presente cuando se llevaron a Díaz. Recordó
que Nina, quien estaba muy asustada, solo repetía “se
lo llevaron, se lo llevaron” sin poder dar más detalles
al respecto. Refirió que 4 o 5 días después lo volvió a
ver a Díaz quien le dijo que no sabía a donde lo habían
llevado, pero que le conto que lo habían atacado mucho,
no entro mucho en detalles. Nunca supo porque se lo
llevaron, nunca supo de su ideología, eran amigos de
salidas de muchos años. Supo que se llevaron a otras
personas de la zona en la misma época pero no vio nada
solo de oídas. Supo que las mismas personas que se
llevaron a Díaz estuvieron en el taller mecánico de
Roldan, donde trabaja Díaz, preguntando por él. Que el
taller mecánico quedaba a dos cuadras de su casa.
La testigo en la causa Juana Petrona
Abatángelo manifestó en esta audiencia que es la esposa
de Alfredo Velazco, desde el año 1964. Que su marido en
la década del 70, era afiliado al partido Comunista y
secretario adjunto del gremio de los papeleros y
trabajaba en Celulosa Jujuy. Recuerda que existía un
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conflicto gremial en ese momento por un aumento de
sueldos y que habían decidido ir a una huelga y en esas
circunstancias fue detenido su marido. Ante esta
situación mantuvo varias reuniones con los directivos
de Celulosa Jujuy. Fue secuestrado de su domicilio en
julio de 1977 que en ese tiempo los hijos del nombrado
eran de corta edad. Aproximadamente a las 23:30
golpearon la puerta y ante la pregunta de la
declarante, respondieron que era la policía, asimismo
al momento de encender la luz para responder a los
llamados a la puerta le indicaron que la apagara,
volvió a su dormitorio, recuerda que un señor de
gamulan la apunto y le pregunto por Alfredo Velasco
respondió que estaba enfermo, y entonces tres o cuatro
de los que ingresaron fueron a la habitación, refirió
que uno de ellos tenía labio leporino, entraron a la
pieza en donde estaban sus hijos y escuchaba que
golpeaban, buscaban, miraban los libros, diarios. Los
tuvieron un rato ahí y luego se lo llevaron. Después de
un rato salió de la pieza y noto que los habían
encerrado con llave y al otro día encontró las llaves
tiradas en la vereda. Salió a la calle desesperada,
dejo a sus chicos con una sobrina. A las 2 o 3 cuadras
se encontró a la señora de un compañero que le había
pasado lo mismo era el sr. Ricardo Montalvo. Con ella
fueron a la casa de otro compañero que no lo habían
encontrado, Moreira, estos eran afiliados al partido
pero no trabajaban con Velasco. Con esta señora fueron
a la casa del intendente, quien no las atendió. Así
continuaron peregrinando, fueron a San Nicolás, al

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ministerio del interior. Nunca les sabían decir donde
estaban. Agrega que en celulosa Jujuy, la comisión
había renunciado toda, interpretando esto como que
limpiaron a la comisión que estaba. Su marido apareció
al quinto día sin saber a dónde estuvo, agregando que
ellos creen que era en San Nicolás. La testigo lo fue
buscar a una dependencia policía cree que a la Brigada
de Investigaciones. Que fueron a ese lugar porque no
sabían a donde ir. Que fueron tratados bastante
mal, como burlándose. Eran tres mujeres. Les dijeron
que no sabían nada. No pudo reconocer a nadie de todas
las personas que fueron participaron del secuestro de
su marido y que el mismo junto a las otras personas
secuestradas con él, aparecieron en un callejón en San
Pedro. Todos ellos fueron llevados en una camioneta,
al momento del secuestro, los hicieron poner boca abajo
y los obligaron a no miraran hasta que se alejaran del
lugar. Recuerda que junto a su esposo Velasco se
llevaron a Ricardo Montalvo, gamarra que refirió era un
señor mayor, a Gina Díaz, Naico Brambilla. Recordó
haber realizado gestiones ante el ministerio del
interior pero que no fueron atendidos porque era fin de
semana. Sin embargo afirmo que le dejo las cosas a un
conocido para que lo presentara en día y hora hábil. En
el mismo sentido mando un telegrama a celulosa Jujuy
reclamando la aparición de su marido con vida, lo hizo
porque previo a la desaparición su marido venía con
problemas y a su entender todo venia de ese lado,
habían ido a bs as y a algunos compañeros lo habían
seguido y su marido también era del partido comunista.
Afirmo conocer a Daniel Camacho, era el Secretario
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general de los papeleros. Relato que su marido le conto
que durante su detención algunos de los captores lo
trataron peor que a otros, pero bien no los trataron.
Su marido le dijo que creyó que lugar de cautiverio fue
la brigada de investigaciones de San Nicolás.
Estuvieron con los ojos vendados y las manos atadas con
alambres atrás.
Agregó que a Gina Díaz y a Montalvo, los
torturaron con ensañamiento y que cuando su marido
llego lo primero me le pregunto fue que había hecho
celulosa Jujuy y le contó que todos habían renunciado y
el hizo lo mismo, renuncio. Luego conto que su marido
ingreso a trabajar a papel prensa o Hilar pero que a la
semana de estar trabajando allí los llamaron y les
dijeron que debían irse, y quedo nuevamente sin
trabajo. Recordó gente que no volvió nunca más entre
ellos a Hofer expreso: “Es uno de los desaparecidos”.
Reconoció su firma en la declaración de fs. 183/184 del
año 2008 del Expte. 109/11y a fs. 119 vta. del mismo
expte.
Del testimonio de Alfredo Pedro Velasco,
jubilado domiciliado en San Pedro, surge que para el
año 1976 era dirigente del gremio del papel y era
afiliado al partido comunista. Recordó que el año 1977
algunos empleados reclamaban a través del gremio una
mejora salarial, no llegamos a un acuerdo y a partir de
ese momento les comunicaron que las reuniones gremiales
no podían realizarse en la planta, esto se lo comunicó
el jefe de personal de apellido Ferraro. Continuo su
relato expresando que pertenecía al gremio desde antes

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del golpe de estado cívico-militar y que el 24 de marzo
fue la policía a su domicilio y le dijeron que fuera al
sindicato que allí se dirigiría el comisario y que se
encontraban suspendidas las actividades gremiales.
Recordó el nombre del comisario, Zabaleta. El local
del gremio fue clausurado y el comisario le solicito
los libros contables y recordó haberlos buscado en la
casa del contador. Quedo suspendida la actividad
gremial y agregó que debían concurrir a la comisaria,
en donde eran atendidos por el oficial Samohano, y
recordó que esta persona, después, fue jefe de la
policía de la provincia de Buenos Aires, y que este les
preguntaba por el funcionamiento del gremio y que
solamente los dejaba atender la parte social del
gremio. Continuo su relato diciendo que a partir del
golpe de estado del 24 de marzo de 1976, las reuniones
gremiales se realizaban en la ciudad de Buenos Aires y
que asistió a una en donde el vicepresidente Prat, era
quien los recibía. Recordó que una persona de apellido
Austini le dio para que leyera un comunicado del
Ministerio del Trabajo donde sugerían a todas las
Federaciones del país que los gremios conducidos por
personas de izquierda debían dejar de actuar. A la
segunda reunión a la que fue convocado no pudo asistir
porque estaba engripado y ese mismo día relato que a la
media noche golpearon la puerta de su casa, atendió su
mujer, le dijeron que era la policía, ingresó en su
domicilio un grupo de 5 o 6 personas armadas, dos de
ellos se dirigieron directamente a su dormitorio le
colocaron un arma en la cabeza y lo hicieron vestir, lo
retiraron de su domicilio con los ojos vendados y le
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ataron las manos con alambres, recordó, muy angustiado,
que todo esto ocurrió delante de sus hijos. Las
personas estaban vestidas de civil y se movilizaban en
varios vehículos uno de ellos un Torino de color
blanco, y agrego que no se identificaron como de
ninguna fuerza. Que en esas condiciones, es decir con
los ojos vendados y las manos atadas, fue introducido
en una camioneta en donde ya se encontraban otras
personas y lo trasladaron por un tiempo aproximado de
una hora, fueron bajados en la Brigada de
Investigaciones de San Nicolás –ver inspección de fs.
556/557 expte. 109/11-, allí les tomaron unas
fotografías, y los obligaron a firmar una declaración
con los ojos vendados, y recordó haber quedado solo en
un calabozo con Montalvo y Díaz. Todos los
interrogatorios versaban sobre su afiliación al partido
comunista. Recordó que Juan Manuel Díaz fue muy
torturado, que quedó muy mal física y mentalmente,
agregando que él no tenía ninguna participación
política no sabiendo porque lo habían llevado. Fue
mantenido en esas condiciones por 4 o 5 días, luego fue
subido nuevamente al mismo vehículo y los tiraron en un
callejón junto a Gamarra Brambilla y otras tres
personas más. Relató que su apodo es Macoco y que en
dos oportunidades fue llamado de esta manera, la
primera cuando le pidió a una persona de las que los
atendían que le aflojara las ataduras de la manos y a
los dos o tres días de estar allí, le manifestaron
quédate tranquilo Macoco que mañana te vas. Expreso que
conoce al señor Daniel Fernando Quintana y que sabe que

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era policía. Relató el altercado que existió entre
Quintana y Díaz a raíz de una discusión en la cancha
de futbol. Continúo relatando que luego de ser liberado
se presentó en Celulosa, que le ofrecieron seguir
trabajando, pero que antes de concurrir a la reunión se
enteró que habían hecho renunciar a toda la comisión
directiva y por este motivo no acepto la propuesta y se
desvinculo de la empresa. Supo que Camacho se presentó
en la empresa y renuncio pensando que eso redundaría en
un aporte para la libertad de ellos, ya que el objetivo
era desmantelar el gremio. Agregó que el secretario
general del gremio de San Pedro el señor Alegre, los
ayudo consiguiéndoles trabajo en Papel Prensa pero que
al poco tiempo una persona que era gerente de personal
los hizo echar. Manifestó en su relato que los
elementos en los que les daban de comer eran similares
a los que usaban los militares. Agregó que su esposa y
la esposa de otro compañero junto a un compañero del
partido comunista fueron esa misma noche de su
secuestro a la casa del intendente, quien nos los
recibió ni esa noche ni al día siguiente. Recordó que
una de las personas que intervino en el procedimiento
tenía un defecto en el labio y que su esposa lo vio en
la Brigada. Aclara que cuando su esposa se apersono en
la Brigada preguntando por él, le dijeron que allí no
estaba, que ellos no tenían nada que ver. Nunca le
dijeron por qué se lo estaban llevando ni le
preguntaron si quería tener asistencia de algún abogado
y tampoco tuvo contacto con juez alguno. A fs. 124 vta.
Expte. 109/11 reconoció su firma y a en la inspección
de fs. 2643/2649 y las fotografías del expte. 149/10
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así como la inspección de fs. 556/557 del expte.
109/11.
José Luis Roldan declaró en esta
audiencia que en el año 1977 mantenía una relación de
trabajo con Juan Manuel Díaz, que compartían un local –
un taller mecánico-, hasta que paso lo que paso. Relató
que una tardecita ya casi oscureciendo, una persona
joven, a quien no concia, se presentó en el lugar donde
ellos trabajaban, en la localidad de San Pedro,
específicamente en calle Bv. Moreno de la escuela
normal, recordó que se encontraba debajo de un auto,
esta persona le pregunta por el paradero de Juan Manuel
Díaz, el respondió: “creo que en la casa que es a una
cuadra” agregando que le dijo a un chico que estaba en
el taller que le indique donde quedaba la casa y que la
gente que fue estaba de civil, en un auto cree que un
Dodge 1500. Continua expresando que Díaz vivía con un
amigo de nombre Drago. El chico los acompaño caminando.
Expreso que él no reconoció a nadie de los que fueron a
buscarlo. Luego Díaz le me contó la historia, que lo
ataron con alambre, que lo llevaron, que cuando lo
devolvieron lo tiraron en la ruta, que lo habían
picaneado que le tiraban agua, que le pegaron mucho,
estuvo en esa situación una semana, 5 días
aproximadamente, que no me dijo a donde fue llevado,
cree que no supo a donde fue llevado. Juan Manuel Díaz
nunca le dijo que tuviera militancia alguna, que si lo
supo por comentarios, pero que él nunca le intentó
meter a ideas en la cabeza. Pero por comentarios
escuchó que estaba afiliado al partido comunista.

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Agrego que ese mismo supo por comentarios que se
llevaron a más personas, entre ellos a Gamarra, Macoco
que es Velazco y otros más que no recordó los nombres.
Del testimonio de Suñer Sánchez prestado
en la audiencia de debate de la presente surge que es
la esposa desde hace 39 años de Ricardo Montalvo, quien
era afiliado al partido comunista, era empleado del
banco nación, y por su actividad política y gremial
fue dejado cesante en dos oportunidades, recordó que lo
secuestraron del hogar que compartían en julio del 77,
que era de noche entre las 11 o 12 de la noche tocaron
el timbre y que esto ocurrió el día siguiente al
secuestro d Juan Manuel Díaz quien también era afiliado
al partido comunista y que en alguna medida suponían
que podía haber algún tipo de procedimiento similar,
sin embargo su esposo Ricardo Montalvo, decidió
quedarse en su casa. Abrió la puerta porque si no se
la tiraban abajo, cuando abrió recordó que había un
señor alto de civil, y que antes de abrir preguntó
quiénes eran y le dijeron policía, no recuerda si eran
4 o 5 los que vio que estaban de civil, entraron a su
casa. Recordó angustiada que su hijo de 8 meses se
despertó con el ruido y empezó a llorar y le dijeron
que se lo llevara, salieron de la casa llevándose a su
esposo y le cerraron la puerta con llave, ella peguntó
a donde lo llevaban y le dijeron que se quedara
tranquila que lo llevaban a buenos aires. Los vecinos,
se acercaron y le abrieron la puerta ya que los
captores de su esposo la había tirado en la entrada del
lado de afuera de la casa, estos vecinos están ambos
fallecidos eran José Arnal y su esposa. Ellos la
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llevaron en el auto a la casa del Intendente y en el
camino se encontraron con Juana Abatángelo –la esposa
de Velazco- quien le relata que se habían llevado a su
esposo también. Cuando llegan a la casa del Intendente
se encontraron con otro compañero del partido, ya
fallecido, Beto Subeldia. El intendente nunca los
recibió, ni esa noche ni al día siguiente. Expreso que
realizo varios trámites entre ellos fueron a buenos
aires, específicamente a la liga argentina por los
derechos del hombre. Recordó que fueron a la Brigada
de investigaciones de San Nicolás, y que allí,
burlonamente les decían ¿porque los habrán llevado?,
agrega que ella respondió que podía ser por el problema
sindical con la papelera Jujuy. Nunca se identificó
nadie de los que los atendieron en la Brigada de San
Nicolás. Continuo relatando que, luego ya de vuelta en
San Pedro, realizaron muchas gestiones, que el señor
Alegre a quien Ricardo Montalvo conocía le brindo el
apoyo necesario para tratar de ubicarlo, similar
actitud resalta del quién era el presidente del club
Paraná, Jorge Suarez, recordó que se organizó una
movilización importante porque Ricardo era muy conocido
en el ordenamiento político gremial de San Pedro,
finalizó su relato expresando que con el tiempo supo
que esta situación se prolongó por 4 días pero que lo
percibió como mucho más extendido en el tiempo dijo :”
….supe que fueron 4 días pero a mí me pareció un mes,…”
Expreso que a raíz de esto su esposo quedo cesante en
su trabajo y estuvo 12 años fuera del banco. Reconoció
su firma a fs. 77 y vta. del Expte 109/11 y el en el

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habeas corpus Montalvo Expte. 17222 escrito de fs. 1 y
vta.
La victima en al presente causa Ricardo
Ezio Montalvo jubilado bancario domiciliado en San
Pedro, relató ante este Tribunal que comenzó con su
actividad en BNA en la ciudad de buenos aires en donde
activó sindicalmente por espacio de 3 años y que allí
conoció a compañeros de diferente extracción política y
que con los que más afinidad tenia eran los afiliados
al Partido Comunista. Recordó que lo nombraron en el
Banco de la Nación Argentina en el año 1959 y que luego
renunció, que volvió a ingresar en el año 1962. Un día
le apareció un sobre con un telegrama en su domicilio
que decía que lo reincorporaban. Supo que tenía un
legajo administrativo y otro paralelo, el legajo de
“personal” en donde constaban todas sus actividades
gremiales. Que fue cesanteado el mismo año de su
reincorporación por una formalidad, ya que una persona
que había tomado un crédito en el banco bajo su
garantía dejo de pagar. A los 3 o 4 meses lo
reincorporan pero en la ciudad de San Pedro, de donde
es oriundo, resaltó que en ningún momento solicitó ser
trasladado a dicha ciudad. Lo trasladan con el
argumento de que esté más cerca de su familia, a pesar
de que él era soltero. A los 3 o 4 meses de estar allí,
y luego de denunciar al Gerente de dicha sucursal por
algunos reclamos de compañeros de Baradero, fue mal
calificado por el Gerente y el contador y nuevamente
fue dejado cesante. Esta situación tomo estado público
en la ciudad de San Pedro y en Buenos Aires, por esto
fue reincorporado en Baradero en donde continúa
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activando gremialmente. Recordó que con anterioridad al
golpe de estado del 24 de marzo de 1976, lo fueron a
buscar, el 22 de marzo a la noche pero él estaba en el
club del barrio y le avisaron que le estaban allanando
la casa, se retiró hasta la casa de un compañero a
pedirle ayuda, le dio dinero y se tomó el tren a buenos
aires, desde la estación de Río Tala, porque sabía que
en la estación de San Pedro lo estaban esperando para
detenerlo, remarco que aprendió a cuidar esos detalles
a partir de su militancia en la clandestinidad. No supo
quiénes eran esas personas que lo fueron a buscar.
Continúo relatando que llego a buenos Aires el 23 de
marzo y consiguió reunirse con la conducción del
sindicato y dejando de lado las diferencias que tenían
el secretario general del gremio lo acompañó a una
reunión con una persona del partido radical, quien le
dijo que estaba al tanto de su situación pero que por
48 horas no podían hacer nada. Intentó entrevistarse
con quien era el secretario general del partido
justicialista Manuel Lazaro Rocca que trabajaba en casa
de gobierno y era oriundo de San Pedro, esta persona le
dijo que fuera a la sede del partido Justicialista,
pero recuerda que no encontró nadie, era la víspera del
golpe de estado. El mismo día del golpe, es decir el
día 24 de marzo se acercó al que al comité de capital
del partido comunista y escuchó el tiroteo con personal
de la armada contra el almirante Massera. A los 3 o 4
días volvió a San Pedro, se quedó unos días en las
afueras de la ciudad en la casa de un tío, sin embargo
mantuvo contacto con algunos compañeros. Se dedicaron a

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analizar lo que estaba pasando y en la medida de lo que
podían, tenían muy pocos recursos, se reunían, se
enteraban de cosas gravísimas que estaban pasando en
todo el país.
Expresó que conoció a Rubén Darío Reynoso
y supo que lo secuestraron en una casa de calle Laguna
en diagonal a la casa donde él nació. Era la casa del
padre de Rubén, Zenón Reynoso. Que se conocían de la
comisión directiva del Club, que los vecinos del lugar
le contaron del secuestro de Rubén Darío Reynoso y que
supo que había otra persona con Rubén, que esta persona
era de apellido Kremer. Recordó también a una persona
de apellido Muredas. Inmediatamente de producido el
golpe, en el año 19 76, realizó gestiones con el
partido comunista tendientes a averiguar sobre
compañeros desaparecidos. Agrego que se lo llevaron a
un sobrino suyo, Gustavo Eduardo Gonzalo, de apellido
materno Montalvo. Afirmo que sabía que había
procedimientos en los que si no encontraban a la
persona que buscaban se llevaban a un familiar, por
esto es que se quedó en su casa. A través de las
gestiones que pudieron realizar llegaron al Regimiento
Militar de San Nicolás, y solicitaron una entrevista
con el mayor Bossié. Recuerda que luego de un rato los
atendieron en la puerta, que no los hicieron pasar, y
cree que un suboficial, o cabo les pregunto que
buscaban allí y que ellos respondieron que estaban
realizando gestiones por compañeros detenidos de la
ciudad de San Pedro. La respuesta fue que allí no
tenían nada que averiguar, que no tenían ningún tipo de
información. Ante la insistencia les dijeron que no
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les podían dar respuesta. Fueron a la ciudad de buenos
aires con un compañero y con Jorge Suarez, que era el
presidente de Paraná fútbol club, realizaron una
petición, ellos sabían que sus compañeros estaban
detenidos en San Nicolás porque eran operativos en
blanco. En esa oportunidad pudieron conversar con el
ministerio de guerra, con Basaldúa quien en presencia
de Alegre les recordó que iba a haber un llamado de
atención. Realizaron presentaciones que firmaron el
presidente del club Náutico San Pedro, de Paraná futbol
club y Wenceslao Heredia de la CGT. Continuo su relato
diciendo que 21 de julio de 1977 lo detuvieron en
horas de la noche, que su detención fue precedida por
el secuestro de Juan Manuel “Gina” Díaz. Tuvo miedo por
lo que podía ocurrir, porque había escuchado
comentarios de que en algunos lugares donde no
encontraban al que buscaban se llevaban a un familiar y
ellos eran 3 su señora, su hijo de 8 meses y él. Ante
estas circunstancias no dudó, porque era peor el
remedio que la enfermedad. Agregó que supo de
compañeros que por menos de lo que él había hecho en la
actividad gremial habían pagado con la vida. La
decisión la tomó pensando, por eso cuando vino el
allanamiento, la violación de domicilio le llegó a
decir a su mujer después del 3 o 4 culatazo que abra
porque les iban a tirar la puerta abajo. No alcanzó a
levantarme de la cama cuando pudo ver dos hombres
uniformados y armados con armas largas. Uno de civil
que dirigía el operativo le dijo que los tenia q
acompañar. No se identificaron como de ninguna fuerza,

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uno que estaba de civil le pregunto si tenía dinero y
joyas a lo que respondido que sí y su esposa le entrego
el dinero que tenían y una pulsera. Recordó que se
movilizaban en dos torinos uno azul y otro bordo, que
lo subieron atado de pies y manos con alambre, vendado
y tapado con una sábana de su propia cama, a los
empujones y a los goles. Realizan un viaje corto lo
bajan y lo pasan a otro vehículo. La idea que se pudo
hacer de este otro vehículo fue la de un furgón, ya
que había otras personas dentro. Allí se planteó la
situación de que hacer porque si preguntaba algo podía
conducir a un dialogo y podía haber gente escuchando,
recuerda que eran 4 personas que los sacaron por el
camino de la 191 porque reconoció las gomas atravesando
las transversales que del camino. Después tomaron la
autopista. A poco andar salieron y entraron por un
camino de tierra para él fue solo para que perdieran el
sentido de la orientación. Entraron a San Nicolás. Ese
viaje duro una hora y cuarto aproximadamente.
Supo que el lugar a donde los trasladaron
era la brigada de investigaciones. Allí se encontró con
Manuel Gina Díaz en una oficina que recordó tenía una
estufa, ahí mismo escuchó los gritos de Gina, estaba
muy golpeado, tenía mucho frio recordó la situación
como de extrema crueldad. En ese mismo lugar identificó
a Velazco, Brambilla, Gamarra y Gina Díaz. Continuó
relatando que la radio estaba siempre con el volumen
muy alto, y eso lo asoció con los interrogatorios bajo
tortura, que al que llevaron primero fue a Orlando
Brambilla, luego lo llevaron a él y fue sometido a un
interrogatorio muy breve. Estaba dispuesto a reconocer
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su pertenencia al partido comunista. Agregó que nadie
en ese tipo de operatorias puede decir hasta donde va a
resistir un castigo físico. El sometimiento es total y
absoluto. Un interrogatorio puede tener muchas maneras
de encararse, pero él se mantuvo en una postura, le
pegaron una trompada en el estómago que lo obligo
vomitar, estaba con las manos atadas atrás y con
vendas. Luego lo acuestan en una cama de goma, le atan
los brazos y piernas y le preguntan a qué organización
pertenecía. Después descargas de corriente eléctrica en
testículos, axilas, etc. Según su entender él fue
mostrando seguramente su capacidad de resistencia hasta
cierto punto, en que comenzó a gritar, y le pusieron
un almohadón en la boca, lo único que respondía cuando
le preguntaban era que era afiliado al partido
comunista. Recordó que Juan Manuel “Gina” Díaz fue
quien más sufrió la tortura y que Gamarra y Velazco no
sufrieron lesión física. Todos tenían militancia
gremial, excepto Gina que era militante del partido
comunista. Por los propios dichos de Gina Díaz supo de
un altercado de éste con Quintana. Este hombre,
Quintana, jugaba al club en el club atlético Mitre.
Mantuvieron una discusión y Quintana lo apretó por su
condición de policía y Gina Díaz le pegó una trompada.
Ante la pregunta del fiscal en relación al tiempo que
estuvieron detenidos continuo relatando que sintió
gatillar como aparatos de fotografía y alcanzó a ver a
dos personas muy parecidas entre sí, de bigotes, a
quienes no conocía. Después que les sacaron la
fotografía le hacen sentar en un lugar y le dicen que

687
tenía que firmar, sí o sí. Pidió sacarse la venda, no
le dejaron, lo único que pensó fue en ganar tiempo y en
hacer un garabato que no sea su firma y así lo hiso, y
lo volvieron al calabozo. Comenzó a escucharse que el
procedimiento se frenaba, empezaron a hablar de un
error en el operativo, que había habido una
equivocación, les sugirieron no hablar mal ni de la
policía ni del ejército. Les dijeron que no iban a
tener problemas, y a las dos o tres horas los sacaron,
los subieron a un vehículo, en dirección a San Pedro.
Recorrieron la ruta 141, y a pocos metros se metieron
en un callejón, les dieron directivas, los bajaron en
dos grupos, les dijeron que pusieran la cara contra el
piso y no se levantaran hasta que dejaran de ver las
luces del vehículo. Cuando se fueron se abrazaron por
el solo hecho de saber que habían quedado con vida.
Después gente de ahí los llevo hasta San Pedro. Supo
que su señora la misma noche que nos secuestraron, unos
vecinos la llevaron junto a la señora de Velazco en un
auto, a las 2 de la mañana, a la casa particular del
delegado de la junta militar- intendente, Donatti,
quien reemplazo a Hugo Donatti, su hermano. La persona
que las atendió les dijo que no las podía atender, que
fueran al otro día. Fueron al otro día a la mañana y le
contestaron de la misma forma. También supo que su
señora y la de Velazco presentaron habeas corpus, que
viajaron a Buenos Aires y consiguieron recursos de
amparo por intermedio de la liga por los derechos del
hombre que les dieron el texto para hacer el amparo.
Las acompaño Jorge Gamarra, porque venía un
representante de amnistía internacional. Recordó haber
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hecho un texto para publicar después de producido el
golpe y haberlo llevado al imparcial. Reconoció su
firma en piezas documentales que se exhibieron-
Del testimonio de Graciela Beatriz
Gracia, esposa de Orlando Brambilla desde el año 1962
surge que su marido tenía militancia gremial y
política, en un partido “El Mas”; un movimiento
socialista. A raíz de esta militancia les realizaron
varios allanamientos en la casa de su suegro. En el
primero, ellos no vivían ahí y en el segundo, que fue
después del golpe, si estaban ocasionalmente viviendo
ahí. Después en las vacaciones de invierno, el 21 de
julio del 1977 lo secuestran a su marido. Eran las
10:30, 11:00 horas, estaban jugando a las cartas, su
cuñada vivía con sus hijos en la casa de al lado q se
comunicaba por dentro, sus suegros estaban durmiendo,
sus hijas de 3 años y medio y la otra de un año y
medio y los hijos de su cuñada. Escucharon golpes
violentos en la puerta, y el grito de: “abran policía”
abrió su cuñada o ella, no lo recuerda, entraron 7 u 8
personas vestidas de civil con armas largas,
preguntaron por Brambilla, el profesor. Su marido dijo
soy yo, le dijeron nos va a tener que acompañar. Le
dijeron que lo iban a llevar a buenos aires pero que se
lo devolverían. Se despertaron todos los chicos, es
decir sus hijas y sus sobrinos. Su cuñada se asomó por
la ventana y vio que lo metieron a un auto, también
vio que había tres autos, un Torino, un Falcón y un
Peugeot. Ella y su suegro fueron a la comisaría local,
después de no recordar como hicieron para salir de la

689
casa, ya que los dejaron encerrados, los cerraron con
llave. No les dijeron de que repartición eran, solo
mostraron las armas. Les dijeron que no se movieran de
ahí por tres horas. En la comisaria se encontraron con
la señora de gamarra y supo que también lo habían
secuestrado a su esposo y a un señor Camacho que lo
habían llevado y liberado. No les querían tomar la
denuncia, no recuerda quien los atendió. Fue tanta su
insistencia, que lograron que les tomaran la denuncia.
Al día siguiente fueron a San Nicolás, a la PFA, al
Batallón y a la Brigada de Investigaciones. No
obtuvieron ninguna respuesta ni en el Batallón ni en
la PFA. En la Brigada de Investigaciones ante la
presencia de una de las personas que participó en el
operativo en su casa quedó paralizada. No pudo decirlo
por el terror que sintió en ese momento, y en ese mismo
momento supo que su marido estaba en ese lugar.
Presentaron habeas corpus en el Juzgado Federal de San
Nicolás y realizó múltiples presentaciones en distintos
medios locales y nacionales. Su marido estuvo detenido
4 o 5 días junto con el señor Ricardo Montalvo,
Alfredo Velazco, Juan Manuel Díaz y el señor Gamarra.
Agregó que Velazco y Montalvo tenían
militancia gremial y pertenecían al partido comunista.
Su marido le conto que fueron muy maltratados, a
algunos lo torturaron, él fue uno de ellos y en la
tortura con picana eléctrica las preguntas eran cuál
era su nombre de guerra, quien es su responsable, a que
organización pertenecía. Los liberaron por la ruta 191
cerca de la estación le conto que los fueron dejando de
a uno. Lo de la tortura fue terrible, cuando llego pudo
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comprobar las marcas en el pecho y en los genitales.
También tortura psicológica, porque después de que lo
liberaron estuvieron durante mucho tiempo vigilados.
Como eran las vacaciones de invierno, pudo volver a
trabajar cuando lo liberaron. Continúo y dijo que con
Juan Manuel Díaz que había sido su cuñado se ensañaron
bastante. Que Días era simpatizante y afiliado en el
partido comunista. Participaba en algunos eventos, pero
que no tenía una militancia muy activa. Y que pudo
asociar su secuestro y su particular ensañamiento y lo
supo por boca del propio Díaz que había tenido
problemas con un policía, el sr. Quintana. Conoció a
los señores Hofer porque militaban en el MAS y fueron a
varios congresos del FAS con los hermanos Hofer. Supo
que a uno de ellos lo secuestraron en San Pedro y a
otro lo llevaron desde su casa.
Asoció el secuestro de los hermanos Hofer
con el imputado Quintana, y relató que del secuestro de
la casa de su hija y su yerno en Baradero les habían
robado todo. Un tiempo después se enteraron, que en la
escuela había una chica usando un sweater que ella le
había tejido a su hija, que era la esposa de Hofer.
Luego en un acto en la escuela y por los dichos de esta
señora supo que esa chica era una de las hijas de
Quintana, la que llevaba puesto el sweater. Agregó que
los sabe que los hermanos Hofer están desaparecidos.
Agregó que tiempo después de su secuestro su marido fue
citado por el Dr. Milesi, no recordando si estaba
sometido a un proceso, y si tal citación lo fue en
relación a una causa. Continuo su relato diciendo que

691
su marido es profesor de educación física y trabajaba
con el Sr Franzoia y éste le dijo que le podía
conseguir una entrevista con Saint Amant. Y se
entrevistó con él. Recordó que tanto el Juez Milesi
como Saint Amanto lo trataron muy mal a su marido.
Reconoció su firma a fs. 54 y vta. del Expte. 109/11. Y
a fs. 11 expte. 17221.
Lionel Roberto Galarza relató ante este
Tribunal que militó en la década del 70 en el barrio y
antes en el sindicato de embaladores de San Pedro y
después en el MAS partido local de San Pedro, y que a
raíz de esta militancia se interesó por el tema de los
Montoneros, el partido peronista, y también por los
compañeros del PRT y luego se afilió a ese partido y
continuo su militancia en el partido revolucionario de
los trabajadores, cuando estaba culminando su
preparación lo llevan preso. Fue en esa circunstancia,
es decir en el momento que lo estaban llevando preso el
18 de marzo de 1976, que pudo ver como lo secuestraban
a Gustavo Gonzalo Montalvo, y agregó que no sabían
porque lo llevaban, recordó que estaba en los techos
aledaños a la casa donde se realizaba el operativo.
Continúo su relato contando que todos ellos fueron
trasladados al Cuartel de San Nicolás y fueron
entrevistados por quien luego supo, el Teniente Coronel
Saint Amant. Posteriormente fueron trasladado junto
con Gustavo Gonzalo Montalvo y los demás detenidos a la
Unidad Penal nº 3 de San Nicolás a una celda y el 5 de
abril regresaron al Cuartel de San Nicolás y allí
recuperó su libertad.
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Del testimonio de Gustavo Eduardo Gonzalo
Montalvo, sobrino de Ricardo Montalvo, surge que a en
la segunda quincena de marzo del 76, a media mañana
llegaron dos camiones del ejército, uno con soldados y
otro con gente detenida a su domicilio de calle General
Pueyrredón 750 de san pedro. Bajaron los soldados y
rodearon su casa y entraron a revisarla pudo reconocer
a un muchacho Franchini que estaba haciendo el servicio
militar que vivía en la parroquia san roque en la época
de su infancia, lo describió como morocho de pelo corto
siempre peinadito para el costado y la tez como con
algún problema. Este grupo de militares estuvo unos 20
o 25 minutos.
Su madre le dijo que avisen al resto de
la familia, y así procedió, salió corriendo hasta la
casa que tenía más cercana que era la casa de los
suegros de su tío, Pedro Suñer y Cecilia, pero no pudo
llegar a este domicilio porque había un gran operativo
y ya estaban en ese domicilio. Agregó que sintió miedo
y a raíz de esto se subió a un tapial y de allí a los
techos de otra casa y se quedó sentado. Cuando se
desplegaron lo descubren recordó que eran chicos del
servicio militar, estaban con cascos verdes, fusiles,
eran los mismos que habían estado en su casa. Un señor
le pide que baje y lo detienen. Lo hacen subir al
camión. No recuerda que le preguntaron, pero sí que les
dijo que era docente en educación física. En el camión
pudo reconocer a Enrique Beiro y a Roberto Galarza. Los
mantuvieron todo el día dando vueltas por San Pedro y
cuando terminaron de ver todos los domicilios que les

693
interesaban, al atardecer, los llevaron a San Nicolás,
a la penitenciaria. Les hicieron dejar algunas
pertenencias y lo asignaron a una celda. Estuvo
detenido aproximadamente un mes y que en una
oportunidad fue llevado –escoltado- a un sector de la
penitenciaria, donde había una mesa alargada y 5 o 6
personas uniformadas con un aspecto muy raro y al final
de esa mesa la persona que le hacia las preguntas. Le
preguntaron sobre su relación con Ricardo Montalvo, y
sobre su militancia política o gremial, respondiendo
que Ricardo Montalvo era el hermano de su mama, es
decir su tío, y que no tenía ningún tipo de militancia.
Continuó su relato y expresó que un día temprano lo
buscaron en su celda lo llevan a donde había una mesa y
le dijeron que firme su libertad, leyó varias veces el
documento y no podía creer lo que leía. Recordó que la
resolución indicaba que solo había estado detenido un
día, pero que la situación no ameritaba ningún tipo de
cuestionamiento. Luego de firmar le dieron sus
pertenencias y se fue a la calle y comenzó a hacer dedo
para regresar a San Pedro.
De la testimonial de la víctima en la
presente causa, Orlando Benito Brambilla, surge que
julio de 1977 fue privada ilegítimamente de su libertad
junto con cuatro personas más de la localidad de San
Pedro. Fue por la noche en su domicilio particular, se
encontraba con su familia, agregó que en ese momento
vivía con sus padres porque estaban construyendo su
propia vivienda. A las 11 de la noche golpearon la
puerta del domicilio, dijeron que era la policía, no
recordó si su hermana o su mujer abrió la puerta,
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ingresaron 4 o 5 personas preguntando por Orlando
Brambilla, su padre se llama igual que él. Preguntó por
cuál de los dos, tenían claro que era al profesor, por
lo que decidió acompañarlos. Esas personas estaban de
civil, casi todos con bufanda, otros con gorras y
pasamontañas, cosas que impedían verles la cara. Se
movilizaban en un Torino blanco, un falcón y un
vehículo. Relato con detalle el momento de su detención
y en así narró que antes de ingresarlo en el vehiculó,
le colocaron un trapo en la cabeza y le ataron las
manos con alambres, lo tiraron en el asiento trasero
del auto, entre dos personas. Comenzaron a hablar por
Handy y a identificarse con nombres de países o
animales. Lo trasladaron 15 cuadras hasta una calle de
tierra, lo bajaron del Torino, allí una persona
gritaba, decía que al que buscaban era al hermano, ahí
pudo identificar que esa persona era el hermano del
entonces secretario del gremio del papel de San Pedro.
Lo dejaron en libertad insultándolo. Luego lo suben a
una camioneta que estaba cubierta, era una ambulancia
del ejército, donde ya había ahí otras personas.
Inmediatamente habló y se di cuenta q estaba en
compañía de Montalvo a quien conocía por compartir
reuniones políticas y escuchaba toser mucho y respirar
agitadamente a otra persona y después trajeron a una
tercera persona. Cerraron la puerta, arrancó, pasaron
unas vías y luego la certeza que tomaron la ruta 191,
luego la ruta 9, después camino de tierra, pasaron unas
vías ferroviarias. Supo por el recorrido realizado que
estaba en la ciudad de San Nicolás. Los bajaron de mala

695
manera, a los golpes y a las patadas, el suelo era de
adoquines, era un patio. Lo mantuvieron un rato con las
manos en la espalda y la cabeza contra la pared, le
robaron un reloj que le habían regalado sus padres y le
sacaron del bolsillo la poca plata que tenía. Lo
golpearon. Luego dos personas lo metieron en una sala
que tenía mucho olor a alcohol. Una persona le decía
que si hablaba iba a estar un minuto pero que si no,
ellos tenían todo el tiempo del mundo. El
interrogatorio al que fue sometido versaba sobre su
pertenencia a determinadas organizaciones, quien era su
responsable y cuál era su nombre de guerra. Luego lo
desnudaron lo acostaron en una cama y le pasaron picana
eléctrica y le preguntaban las mismas cosas de nuevo.
Después de un tiempo dejaron de preguntarle sobre eso y
le preguntaban por el partido comunista, quienes eran
sus responsables en San Pedro, si conocía a Zanucoli,
Gamarra, Montalvo. Expreso que si los conocía pero que
no tenía ninguna relación. Luego le dijeron que se
vistiera, le ataron nuevamente las manos en la espalda
y lo llevaron a una pieza con piso de madera. Volvió a
escuchar la tos de una de las personas, le preguntó
quién era y le dijo Velazco, Macoco Velazco. Escuchó
gritos y se dio cuenta que estaban torturando a
Montalvo. No sabe cuánto tiempo estuve en esa pieza,
con golpes lo metieron en un calabozo y después de un
rato cuando se hizo silencio se dio cuenta que aparte
de Montalvo y Velazco había dos personas más, el señor
Florencio Gamarra y Juan Manuel Díaz, que en ese
momento era su cuñado. Díaz se acercó y le dijo q podía
soltarse las manos que le habían dejado las esposas
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flojas. Todas las personas que mención estaban vendados
y con las manos atadas en la espalda. El cuarto tenía
una cama con un colchón todo roto y se turnaban para
acostarse. Díaz se libera y le desata los alambres, se
sacan las vendas y ven que estaba amaneciendo o
anocheciendo, por una ventanilla pudo ver una galería,
una pared con rejas, un poco de un patio. A partir de
ese momento también les dieron un poco de agua que
tenían que tomar lentamente sobre todo los que nos
habían pasado por la picana, que así les decían los
carceleros que si no les iba a hacer mal. Relató una
situación de mucha angustia e incertidumbre, ya que al
tercer o cuarto día de estar detenidos quedó solo en el
calabozo, se llevaron a Díaz, Montalvo, Gamarra y
Velazco. No sabía que iba a pasar con ellos y tampoco
entendía porque lo dejaban solo a él. Describió esto
como un “momento tremendo”. Sin poder precisar cuánto
tiempo pasó, relató que volvieron los cuatro y que los
habían “fichado”, es decir, les habían sacado fotos,
huellas dactilares y les habían hecho firmar papeles.
Agregó que a partir de eso el trato cambio y sobre todo
a partir de que una persona, que evidentemente lo
conocía, que era de San Pedro, le dijo con ustedes no
pasa nada y en cualquier momento se van. Era uno de los
carceleros. Cada vez que tenían necesidad de ir al baño
tenían que llamar al cabo de guardia o de cuarto, era
un llamado bien carcelero, policial, de instituciones
armadas. Les dieron alguna comida que ponían en una
fuente en el medio o un tacho con comida, alguna
cuchara o tenedor y recuerda que comían como cerdos.

697
Recordó ese material como del ejército o como muy
parecido a los que había visto cuando hiso el servicio
militar. Después de esta situación una nochecita les
dijeron que se preparen porque se iban. Cuando los
sacaron, lo hicieron caminando por una galería con
mosaicos calcáreos, entraron a una especie de living
también con mosaicos calcáreos, pudo ver un cortinado,
un mostrador, puertas. Los trasladaron con la misma
camioneta que los llevaron y pudo ver que efectivamente
era una ambulancia, una f100 verde, que a los costados
tenía un circulo blanco y pintado una cruz roja, los
suben a la ambulancia, anduvieron un rato largo,
salieron por una ruta, en un momento bajaron de esa
ruta, tomaron otra ruta, un camino de tierra. Paró y
les dijeron que los largaban. Los fueron soltando de
uno y cuando la camioneta se fue se juntaron, recordó
el momento como de mucha alegría, estaban en un camino
vecinal a dos km de ruta 191. Una persona los llevo
hasta San Pedro. Recordó que a Juan Manuel Díaz lo
habían llevado un día antes que al resto del grupo y
que fue al que más salvajemente torturaron, que esto lo
pudo comprobar cuando fueron, después de liberados al
médico de la policía local. A Ricardo Montalvo también
cree que lo golpearon y picanearon no así a Gamarra y
Velazco. Estuvo en esta situación de detenido desde el
jueves hasta el domingo. Agregó que el temor que hizo
referencia cuando quedo solo en el calabozo tenía que
ver con el conocimiento que tenia de otros compañeros
de militancia que aparecieron flotando en el rio como
por ejemplo Rubén Reynoso. En igual sentido que sus
compañero de cautiverio relató el altercado que existió
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entre Juan Manuel Díaz y Quintana que ocurrió al
término de un partido del futbol. Quintana era
integrante de la policía, al término de un partido Díaz
lo golpeó fuertemente a Quintana, su cuñado le dijo que
Quintana le había dicho vos alguna vez me las vas a
pagar. Al cabo de un tiempo le pregunto a Gina Díaz que
ya no era su cuñado, le preguntó intentando charlar
sobre lo que había pasado, y le dijo que no quería
hablar más. A los 4 o 5 meses del secuestro seguía
trabajando normalmente y un compañero de trabajo que
había sido profesor suyo en el colegio Don Bosco, lo
invita a un encuentro regional de atletismo, fue a la
pista del batallón de ingenieros que era donde se
hacían las competencias. Tito Franzoia le dijo que le
iba a conseguir a través de un compañero una entrevista
con el jefe del batallón. Le pareció dudoso que alguien
lo fuera a recibir, pero como intercedió Franzoia y a
través de un teniente de educación física que él no
conocía lo llevan a hablar con el que era jefe del
batallón, el Teniente Coronel Saint Amant. Entró al
despacho, lo hacen sentar, había un personal uniformado
que estaba ahí con una carpeta, entro el señor Saint
Amant y me empezó a hacer preguntas generales. Después
de un rato, la persona que estaba a su lado tomaba
nota, y le preguntan quién podía dar referencias de él
en San Pedro. Recordó que se le ocurrió hablarle del
presidente del club náutico, de las directoras de las
escuelas en las que trabajaba, compañeros de la
biblioteca popular, integrantes de la comisión
directiva del club donde jugaba al futbol. Cuando

699
estaba finalizando la entrevista esta persona que
respiraba con dificultad y que tenía una mirada
tenebrosa le dijo que en el momento en que fueron
secuestrados, estaban levantando perejiles. Agregó que
el mayor Bossié entregaba medallas en los eventos
deportivos, que tenía un grado importante en el
batallón. En la comisaría de San Pedro, el comisario
Genova también le realizo un interrogatorio sobre su
militancia y actividad política. Este comisario, fue
quien instruyó el sumario, era quien le formulaba las
preguntas relativas a la actividad en los barrios.
Recordó que al poco tiempo fue citado por el juez
federal Milesi en el juzgado federal de San Nicolás, no
pudiendo precisar la fecha pero sí recordó que volvió a
sentir en ese interrogatorio la misma sensación de
miedo, de estar ante un poder que todo lo puede, la
misma sensación que tuvo en el momento que estuvo solo
en el calabozo. El señor Milesi le preguntaba las
mismas cosas que el comisario Genova, con la
diferencia que no se lo preguntaba sino que lo afirmaba
cosas como por ejemplo que repartían la publicación
“Estrella Roja” y “El Combatiente” junto con “El nuevo
hombre”, que reclutaban gente para el ERP, le decía que
había zafado de estar encarcelado pero que él tenía los
medios suficientes y si quería lo podía mandar a la
cárcel. Con él estaba un secretario Hernández, quien
intentaba convencerlo que era mejor que contestara,
tenía un trato menos intimidante que Milesi era mucho
más cordial. Continúo relatando que conocía a Julio
Pheulpin. Estando en el calabozo, en uno de los
momentos en que se pudieron sacar las vendas y las
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ataduras de la espalda empezaron a ver que en todo el
calabozo y en especial en la puerta había escritos
nombres, y estaba el nombre de Julio Pheulpin con una
fecha que recordó como cercana a fin del año 1976.
Reconoció su firma a fs. 60 vta. Expte. 109/11. Y a fs.
556/557 expte. 109/11 y las fotografías 741/746 del
expte. 109/11 como del lugar donde estuvimos
secuestrados es decir en la brigada de investigaciones.
Roberto Oscar Berón declaró en esta
audiencia y expresó que se desempeñó en la Policía de
la provincia de Buenos Aires y que en el año 1974 se
encontraba cumpliendo funciones en la Brigada de
Investigaciones de San Nicolás, y estuvo allí por
aproximadamente dos o tres años. Era agente. Relató que
mucha gente de civil que según él eran militares,
traían gente detenida. Agregó haber conocido a Pheulpin
y visto detenido en la Brigada de Investigaciones, no
pudo recordar en qué condiciones estaba. Agregó que los
conoció a Bonacifa y Otella que eran oficiales de
servicio recordó pero no pudo asegurar si salían a la
calle. Quintana era ayudante de guardia de San Pedro.
Reconoció su firma a fs. 162. Agregó que conoce
Gamarra y a Brambilla y que no sabe si estuvieron en la
Brigada de Investigaciones.
Jorge Oscar Gamarra declaró en esta
audiencia y manifestó que en el año 1976 vivía en la
calle Colon en la ciudad de San Pedro. Oficiaba de
Secretaria General de la juventud comunista de esa
ciudad y era subsecretario de la Unión de Productores
Rurales. Comenzó su relato diciendo que por la

701
detención de Julio Pheulpin y Juan Agote se juntaron
firmas pidiendo la libertad de los nombrados y que su
padre fue quien llevo ese petitorio en personas a Saint
Amant. Por pedido del secretario general del partido
se hiso cargo de la intermediación con los militares y
ese contexto se entrevistó una vez con Saint Amant y la
segunda vez que fue le dijeron que hablara con Bossié,
la vez que lo atendió lo trató muy mal. Cuando
advirtió que allí no se iba a lograr nada, no fue más
al cuartel. Continuó su relato diciendo que había una
conexión con Junín con Graceli con quien también se
entrevistó. Este al comienzo de la entrevista le mostró
tres o cuatro fichas una suya otra de su hermano ya
fallecido y otro compañero, con el fin de hacerle saber
que estaban en carpeta. Graceli tenía una relación de
amistad de su padre con un tío suyo. Comenzaron a
discutir sobre la libertad de una persona que acusaban
de ser posta de los guerrilleros cosa que no era cierta
y acordaron varias cosas, una fue que le dijera de una
lista de presos que él tenía quienes eran comunistas y
quienes no, y así lo hiso, y Graceli iba a gestionar la
libertad de Zanúcoli y Lainos. La segunda vez que fue a
Junín a ver a Graceli, fue con las esposa de Julio y
Carlos Pheulpin. Graceli le reconoció que Julio era un
rehén que querían a Carlos y que para soltarlo se tenía
que presentar Carlos. Luego supo que Carlos se
presentó y salió en libertad antes del mes. Julio que
supuestamente era rehén siguió preso casi un año, lo
que charlaron las mujeres de los Pheulpin no lo sabe
porque entraron solas, pero Graceli le dijo que el juez
Milesi le había pasado a los muchachos a consejo de
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guerra, y que por eso fue enviado a sierra chica. Las
autoridades del partido con las que se reunió fueron
Ezio Montalvo Roberto Colareti su cuñado Daniel
Camacho, y no recuerdo si alguien más, ellos
decidieron como se debía presentar Pheulpin ante las
autoridades. Remarco la diferencia de trato entre
Junín y San Nicolás, fueron abismales en San Nicolás
lo trataron muy mal pero en Junín fue afable. Su padre
ya fallecido era afiliado al partido comunista también,
fue detenido, secuestrado el 22 de julio del 77 junto
con Brambilla, Velazco, el día anterior había sido
detenido a Juan Manuel Díaz. Su padre fue secuestrado
de su casa se enteró cuando volvió. Juana Abatángelo y
la esposa de Montalvo, fueron a hablar con el
intendente que era Donatti, pero no los recibió.
Reconoció la firma de su madre.
Nilda María Gamarra, en el año 1976
vivía en San Pedro y estaba casada con Daniel Camacho,
todos eran miembros del partido comunista y su marido
era secretario general del gremio del papel de San
Pedro y trabajaba en Celulosa Jujuy, en donde había un
conflicto por aumento de salarios y participaban en
esas reuniones todos los miembros de la comisión del
papel. Su marido viajaba a buenos aires con otros
compañeros a reuniones en la calle Lima en la
Federación del papel, iban también directivos de la
empresa. Luego del golpe a raíz de la militancia de su
marido a mediados de julio van a su casa, pero su
marido no estaba, estaba en buenos aires en una
reunión, esto ocurrido cerca de las 12 de la noche.

703
Delante de casa frenan tres autos, se baja mucha
gente. No tenían luz eléctricas, le golpearon la
puerta, comprobó que tenían armas largas le dijeron que
abriera que si no le ponían una bomba, repitieron que
abriera la puerta y que no los mirara, le pusieron una
pistola en la cabeza, entraron a la habitación de sus
hijas, les dijo que su marido estaba en buenos aires
que no había llegado. La gente que fue a su casa para
poder llegar al lugar tenían a uno de sus cuñados
adentro de un auto y cuando se fueron de mi casa lo
dejaron tirado en el camino era Ángel Camacho. Luego
llega su hermano y le dice que se habían llevado a
Velazco y Montalvo. Se fueron a la casa de un vecino
que los alojó dos noches, su marido siguió yendo a la
fábrica acompañado por sus compañeros, de la fábrica le
pidieron la renuncia. Luego de una reunión con todos
decidieron que renunciara, lo acompañó al correo a
presentar la renuncia y en ese momento había un
directivo de la empresa que le entrega un cheque como
si lo hubieran despedido. Esa misma noche aparecieron
su padre, Alfredo Velazco, Montalvo y Brambilla.
b.11) Expediente nº FRO 81000114/2011:
los casos de José Edgardo D´Imperio, Mario Osvaldo
D´Imperio, Horacio Pío Luppi, Marcelo Raúl Beguelín,
Mario Humberto Verandi, Pedro César Marchi, Manuel Gil
Morales, Hugo Pascual Lima, Jorge Guillermo Lima, Tomás
Juan Zuelgaray y Alberto Kipen.
De acuerdo a las pruebas reunidas a lo
largo de debate, se han acreditado los hechos de los
que fueron víctimas Tomás Juan Zuelgaray, Hugo Pascual
Lima, Jorge Guillermo Lima, Manuel Gil Morales, Mario
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Osvaldo D´Imperio, José Edgardo D´Imperio, Mario
Humberto Verandi, Raúl Beguelin, Horacio Luppi, Pedro
César Marchi y Alberto Kipen; los tuvieron principio de
ejecución en los días previos e inmediatamente
posteriores al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976,
dándose la particularidad que todos los damnificados
formaban parte de determinados ámbitos culturales,
profesionales y políticos de San Nicolás.
Estas detenciones se llevaron a cabo
mediante operativos de efectivos armados, tanto del
ejército como de la policía, bajo comando operacional
del Área Militar 132. En base a los testimonios
prestados en la audiencia, se vislumbra que estos
hechos tuvieron la finalidad de sembrar un clima de
terror en la ciudad.
Asimismo, se halla probada la
responsabilidad penal en éstos de Manuel Fernando Saint
Amant, quien, en su carácter de Jefe del Batallón de
Ingenieros de Combate 101 y del Área Militar 132 fue
quien dio las órdenes correspondientes para que tanto
las privaciones ilegítimas de libertad como los
tormentos sufridos por estas víctimas tuvieran lugar.
Al respecto, durante el transcurso del
debate, declaró la víctima de autos Alberto Kipen,
quien indicó que es ingeniero agrónomo y trabajó en el
INTA en la estación Pergamino desde 1966 hasta el
31/12/74 cuando fue prescindido. Allí participó de la
formación de APINTA e integró la dirección del gremio,
para lo cual viajaba asiduamente a las reuniones que se
realizaban.

705
Relató que en el año 1974 ocurrió un
hecho violento con el ingeniero Llerena Rosas, a quien
se lo llevaron por la fuerza y al declarante le
mostraron un arma. Al otro día, Llenera apareció muerto
en Ezeiza.
Expuso que fue cesanteado porque existía
una ley de Isabel Perón por la cual se podía declara la
prescindibilidad de un empleado sin causa algún y él
asocia este hecho con su militancia gremial, aunque no
tiene ninguna prueba concreta.
También explicó que el 1º de abril de
1976 a la mañana tocaron el timbre de su casa y un
suboficial armado le pidió que levante las manos y que
se siente en un sillón de la entrada. Ingresaron uno o
dos policías más y lo llevaron detenido a la Comisaría.
Señaló que en ese momento en su domicilio estaba su
esposa, sus cuatro hijos y la señora Mabel Mercado, que
era su amiga, había sido su compañera de facultad y
estaba casada con Alberto Golberg, quien trabajaba en
el INTA asociado al sindicato pero no ocupaba ningún
cargo en la dirección. Indicó que la Sra. Mercado fue
detenida con él pero no recuerda si fue llevada en el
mismo auto o en distintos. Sí recordó que fueron
subidos a un vehículo de la policía y, cuando estaban
saliendo de Pergamino, les vendaron los ojos, los
encapuchan y fueron trasladados a San Nicolás. Cuando
arribaron lo llevaron a una habitación donde lo
interrogaron aplicándole picana eléctrica acerca de los
integrantes de las listas del gremio al cual ya no
pertenecía. Luego lo dejaron en una celda dentro de la
penitenciaría de San Nicolás y, si bien estaba
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encapuchado, por el tiempo transcurrido de donde lo
torturaron hasta la celda, indicó que entre ambos
lugares no había mucha distancia. En la celda le
sacaron la capucha y permaneció allí hasta junio, que
fue llevado en un traslado masivo a Sierra Chica, donde
estuvo hasta el 10 de abril del año siguiente.
Señaló que no pudo identificar a nadie en
la comisaría y que en la unidad penal de San Nicolás,
cuando pudo recibir visitas, supo que Goldberg también
estaba detenido allí. Explicó que no sabe si estuvo en
el pabellón de detenidos políticos pero estuvo con otro
detenido a disposición del PEN que era D´Imperio.
Relató que el primer interrogatorio
formal se lo hizo el juez Milesi en Sierra Chica, donde
consta que a ese momento no existían cargos o motivos
específicos por los cuales interrogarlo. Reconoció su
firma en la declaración indagatoria de fs. 25 del
Expte. Nº 16457 e indicó que durante el transcurso del
proceso nunca tuvo una entrevista con un defensor y que
la causa judicial terminó porque el juez entendió que
no había causa, primero ordenó su sobreseimiento
provisorio y luego el definitivo.
También indicó que su esposa realizó
varias gestiones en San Nicolás y Junín ante
autoridades militares y que, al poco de su detención y
antes de que lo trasladen, su esposa salió a hacer
averiguaciones para ver qué pasaba con él y llegó un
segundo grupo policial en su casa, donde estaban sus
hijos y la señora que los ayudaba, ocasión en la que
revisaron la casa de forma muy violenta y a los gritos.

707
En relación a esta misma víctima
prestaron su testimonio los Sres. Alicia Marta Lucía
Cevedo, Mabel Lita Mercado, Alberto Daniel Goldberg,
Carmen Lucila Torrecillas y María Angélica De La Cruz.
Alicia Marta Lucia Cevedo, declaró que
está casada con Alberto Kipen desde hace 50 años y que
su marido fue secretario gremial a nivel nacional y
trabajaba en el INTA, donde fue declarado prescindible
el 31/12/74 sin argumentación alguna, aunque ellos lo
asociaron a su actividad gremial.
Relató que la detención de su esposo fue
el 1° de abril de 1976, fecha en la que había
concurrido a su domicilio Mabel Mercado, esposa de
Goldberg, quien se encontraba muy alterada porque lo
habían detenido a su marido.
Describió que con Mabel llevaron a los
chicos al colegio y empezaron a hacer gestiones por
todos lados y fueron a las comisarías. Luego regresaron
a media mañana a su domicilio, ingresando a éste gente
armada y uniformada, que tiraron libros de sus hijos y
vaciaron el placard de éstos. Señaló que el
procedimiento no fue muy largo y se llevaron a su
esposo y a Mabel y le dijeron lo iba a poder ver de
“acá a 15 días” y que lo iban a llevar a la unidad
penal 3 de San Nicolás.
Manifestó que había una señora que la
ayudaba en su casa, por lo que dejó a su bebé con ella
y fue a ver a un par de abogados. Luego se fue a la
casa “de Batallanes” y de ahí llamó a su familia, a la
de Alberto y luego llamó a su casa, donde la atendió
uno de sus hijos y le dijo que había venido gente muy
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mala, por lo que regresó enseguida y le dijeron que
había revisado todo de nuevo. En ese momento cruzó una
vecina llamada Carmen Torrecillas y le dijo que
agarrara a sus hijos y se fuera. Expuso que ella tenía
conocimiento de quienes eran, que le dijo que eran de
la comisaría local y habían ido en un Peugeot 404.
Continuó relatando que, luego de ello, se
fueron a Buenos Aires “porque acá se palpaba el terror,
mucha gente dejó de hablarnos”.
Indicó que realizó distintas gestiones,
entre las cuales manifestó haber estado con Saint Amant
y con Camblor en Junín.
También recordó que en junio su marido
fue trasladado a Sierra Chica, donde estuvo hasta
mediados de abril del año 1977. Explicó que les habían
dicho que tenía la obligación de presentarse ante Saint
Amant cuando estuviera en libertad y que iba a estar
vigilado.
Manifestó que cree que a Goldberg lo
golpearon más y que Mabel estuvo dos meses detenida.
Luego se fueron a vivir a la ciudad de Colón, donde,
según su conocimiento, no hubo represión ilegal.
Finalmente, reconoció como propias las
firmas insertas en las presentaciones obrantes en el
Expte. 16.457 –fs. 17, 21, 48 y 58-.
Mabel Lita Mercado, expuso que está
casada con Alberto Goldberg desde el 5/7/74 y que se
fueron a vivir a Pergamino en julio del año 1974, donde
forma su grupo social con personas que, en su mayoría,
pertenecían al INTA, que era donde trabajaba su marido.

709
Recordó que Alberto Kipen tenía actividad en uno de los
sindicatos del INTA. Manifestó que el 29 de marzo a las
4 o 5 de la mañana golpearon la puerta de su casa, su
marido abrió e ingresaron personas del ejército de
uniforme verde oliva, sin exhibir ninguna orden,
comandados por un hombre vestido de civil muy prolijo
con un traje gris claro, que daba las indicaciones de
todo lo que llevar y dónde revisar. Luego se lo
llevaron a su marido y ella fue a la casa de los Kipen,
porque los unía una relación de amistad.
También declaró que se encontraba en la
casa de Alberto Kipen cuando llegaron personas de la
comisaría primera para detenerlo e ingresaron igual que
en su casa. En ese momento uno de los intervinientes en
el operativo dijo “a ella también” y la señaló. La
llevaron junto con Kipen y los pusieron en autos
distintos. A ella la dejaron en una habitación sola
hasta que un policía la levantó y le dijo “vamos” y la
juntaron nuevamente con Alberto Kipen, los subieron a
una camioneta policial y, cuando salieron de Pergamino,
les pusieron una frazada en la cabeza, hasta llegar a
un lugar de San Nicolás, donde los volvieron a separar
y a ella la ingresaron en una habitación donde le
pusieron una venda con un alambre. Tomó conciencia que
había gente que gritaba y una radio a todo volumen ahí
confirmó que estaban torturando gente, pensó que podían
ser su marido y Kipen y que en cualquier momento le
podía toca a ella. Indicó que fue llevada a un lugar
donde la interrogaron “con toqueteo”, preguntándole
sobre sus actividades, si ella siendo médica se
dedicaba a curar subversivos. También le preguntaron
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sobre las actividades de su marido y las de Kipen.
Luego fue subida a un camión con otras personas y
fueron bajados a mitad de camino, donde pensó que los
iban a matar, pero los subieron nuevamente y tomaron el
camino contrario. Indicó que en esa ocasión vio una
fila lo llevaban a su marido. Relató que posteriormente
le levantaron la incomunicación y, después de tres
meses, el 30 de junio de 1976 la liberaron. Además
refirió que un par de días antes le avisaron que el
jefe de la cárcel quería hablar con ella, ocasión en la
que le dijo “usted ha tenido una conducta ejemplar,
necesito que me haga un favor, que le explique a sus
compañeras que va haber traslados”. Indicó que esa
palabra le dio terror porque sabían lo que significaba,
por lo que le pidió más explicaciones, ante lo cual le
dijo que hombres y mujeres serían trasladados a
cárceles de mayor seguridad. Cuando tuvo una visita se
enteró que a su marido lo habían trasladado a Sierra
Chica.
Declaró que no sabía en qué penal estaba
pero que tuvo un indicio cuando la llevaron a declarar
al cuartel ante el juez Milesi.
Después de su liberación fue a La Plata,
donde vivía su familia. Supo que Kipen recuperó su
libertad en abril del año 1977.
A preguntas realizadas expuso que, luego
de salir en libertad, fue con su suegro a entrevistarse
con Saint Amant y en el diálogo mantenido éste le dijo
“recuerde que usted todavía está bajo mi poder”.

711
También declaró en la audiencia el marido
de Mercado y compañero del INTA de Kipen, Alberto
Daniel Goldberg quien relató que fue un participante
activo del APINTA sin tener ningún cargo.
En cuanto a Kipen, indicó que éste estuvo
junto al militante Llerena Rosas antes de su secuestro
por la Triple “A”, quien luego fue hallado muerto en
los bosques de Ezeiza. También manifestó que Kipen fue
uno de los fundadores de APINTA Pergamino y fue
secretario gremial, hasta que fue desvinculado en el
año 1975.
A su vez, expuso que fue detenido en la
ciudad de Pergamino una madrugada de fines del mes de
abril de 1976. Al respecto, explicó estaba con su
esposa y golpearon fuertemente la ventana que daba a su
dormitorio, diciéndole que abra la puerta. Señaló que
había una patrulla del ejército y unos 5 militares,
entre los que había un sargento llevaba una
ametralladora y otra persona que estaba de civil y era
a quien le consultaban sobre la bibliografía de su
casa.
Indicó que inicialmente lo llevaron en un
micro hasta la Comisaría 1 de Pergamino, donde
permaneció desde la madrugada hasta aproximadamente las
siete y media de la mañana porque vio a sus compañeros
que iban a tomar el colectivo para ir a trabajar.
Después con otras personas fue llevado en el micro al
penal de San Nicolás. Allí bajan otros los detenidos
que venían con él, pero a él lo hicieron quedar y le
colocaron las esposas. Detrás de micro venía un camión
del ejército, del que bajaron a una persona que se
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notaba que le habían pegado y que luego se enteró que
se llamaba Del Valle. A ambos los encapuchan y se pone
en marcha el micro que era del ejército, el que anda un
tramo no muy largo, cree que el camino que era de
tierra y los tiran como “bolsas de papa” en el medio de
camino, momento en el que pensó que era su último
tiempo de vida. El micro se alejó y después vino un
auto y los cargó, él abajo y la otra persona que
refirió arriba. Anduvieron un tramo en auto y frenaron
en un lugar, donde se escuchaban gritos de personas que
estaban siendo torturadas y la radio que la subían y
bajaban “al compás de los gritos”. Estuvo un tiempo
indeterminado, en el cual le sacaron las esposas, su
anillo de casamiento y una campera valiosa, pero
permaneció encapuchado. Luego fue conducido a un lugar,
donde lo hacen desvestir, le colocan una especie de
medias, “eran unas coberturas de caucho en las
pantorrillas” y lo acuestan en una cama de acero.
Previo a eso le sacaron la capucha, le dijeron que
cierre los ojos y le pusieron algodones en los ojos y
una venda. Una vez acostado le conectan como una
especie de electrodo, porque después le quedó una
herida en forma de anillo en el dedo gordo del pie que
tuvo que hacerse curar. Le tiraron un balde de agua y
le empiezan a pasar corriente de distinta intensidad,
situación que ocurrió nuevamente en otra oportunidad.
Indicó que lo interrogaron sobre el INTA y dijeron que
era una “cueva de rojos”. También le preguntaron sobre
la utilización de los aviones del INTA como correo por
los montoneros.

713
Luego se acercó una persona y le preguntó
si su mujer era médica y si atendía a la guerrilla.
A las horas escuchó a su mujer y a Kipen
y después se enteró que los tomaron juntos, ya que fue
a hablar a la casa de Kipen cuando lo detuvieron a él y
justo cayó la policía y los detuvo a los dos. Al cabo
de ese día, a las veinticuatro horas lo condujeron al
penal de San Nicolás.
Señaló que “hubo dos oleadas” de
detenciones de empleados del INTA Pergamino, y que la
primera fue previa a la de ellos –Couretot, Kipen-, en
los que se detuvo, entre otros, a María Angélica Cruz y
Laura Lasalvia.
Indicó que, luego del interrogatorio
encapuchado lo cargaron en un vehículo, lo hicieron
entrar a un lugar –perteneciente a la Unidad Penal N° 3
de San Nicolás-, donde había un médico y le preguntaron
si me había golpeado y él, por miedo, lo negó
totalmente.
Luego fue conducido a una parcela donde
había otros detenidos y fue alojado en una celda muy
chica con otras dos personas. Una de ellas tenía rasgos
orientales y era de Baradero y el otro cree que se
llamaba Francione. Posteriormente fue puesto a
disposición del PEN. Permaneció en San Nicolás hasta
julio de 1976, fecha en la que fue trasladado a Sierra
Chica. Supo que sus padres y su señora fueron en varias
oportunidades al cuartel de San Nicolás, donde se
entrevistaron varias veces con Saint Amant y Bossié.
También afirmó que fue interrogado por el Juez Milesi y
que nunca supo por qué había sido detenido. Fue
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sobreseído provisoriamente y, cuando su señora fue a
retirar la notificación, el juez le recomendó apelar la
decisión ante la Cámara Federal de Rosario, dándole a
entender que él no lo podía hacer porque tenía el
control de la gente del regimiento, por lo que lo
máximo que podía hacer era sobreseerlo provisoriamente.
Su señora apeló y la Cámara lo sobreseyó
definitivamente. Al cabo de unos meses, en octubre del
año 1977, pudo salir del país.
Dijo que a Kipen y Couretot los veía en
los recreos en la Unidad de San Nicolás y cuando los
trasladaron a Sierra Chica los podía ver cuando
coincidían en las visitas. Indicó que ambos salieron
antes que él. El salió antes que yo, probablemente
marzo, abril del 77 y Couretot creo que también.
Finalmente, reconoció como propia la
firma inserta en la declaración indagatoria obrante a
fs. 26/27 de la causa n° 16.457 caratulada “De Luca…”.
Carmen Lucila Torrecillas, vecina del
matrimonio Kipen a la fecha de los hechos, indicó que
un día de marzo, cuando ya había ocurrido el golpe
militar, fue con su marido al Banco Nación del barrio
Acevedo, donde se encontró con Jorge Young, que era
militante de la UCR, quien le comentó que habían
llevado mucha gente de Pergamino, sobre todo del INTA.
A ella se le presentó la imagen del matrimonio Kipen,
por lo que cruzó al domicilio de éstos y vio a cuatro
niños con una señora mayor que los cuidaba, le preguntó
qué había pasado y ésta le dijo “se lo llevaron a
Alberto”.

715
Describió que ella se quedó esperando y
cuando llegó Alicia le dijo lo que le había dicho Young
y se cruzaron a su casa. A la media hora
aproximadamente apareció un Peugeot 404 color celeste
con un hombre que lo manejaba el auto y vio por la
ventana cómo destruyeron la casa con palos y pudo
identificar a esta persona, ya que había cenado con él
en una oportunidad, a quien identificó como Ramón “El
negro” Saavedra, que era hermano de una amiga de ella,
quien en esa ocasión le había dicho que era policía y
que estaba en La Plata.
Relató que, posteriormente, Alicia se
quedó meses en su casa y luego se fue a Buenos Aires,
regresando con un hábeas corpus.
María Angélica De La Cruz, por su parte,
relató que se desempeñó en el INTA desde el año 1970 y
a los dos o tres años se empezó a organizar el tema del
gremio, formándose el APINTA Asociación del Personal
del INTA. De este sindicato, Alberto Kipen fue el
primer secretario general de Pergamino y después se fue
a Buenos Aires como secretario adjunto. También
pertenecían a este grupo Couretot y Goldberg.
Recordó el asesinato de Llerena Rosas y
la decisión de prescindir de Kipen y otros compañeros
sin mayores argumentos.
Relató que fue privada de su libertad el
19 de marzo de 1976 y que estuvo detenida en la
Comisaría. Su madre se contactó con un abogado de
apellido Young. También refirió que ese mismo día
detuvieron a la secretaria de Kipen, Laura Ochoa. Al
día siguiente fueron trasladadas en un camión de la
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policía hasta el Penal de San Nicolás y fue alojada con
Laura Lasalvia. Nunca le dijeron a disposición de quién
estaba pero a los dos meses el juez Milesi me le tomó
declaración. Ella atribuyó su detención a su actividad
gremial. Obtuvo la libertad a los casi cinco meses,
previo a lo cual la llevaron al Comando, donde Saint
Amant le dijo que la tenía que dejar en libertad pero
que ella era subversiva.
Por último, reconoció su firma obrante a
fs. 2099 y 2100 del Expte. 81000114/2011,
correspondiente a una copia certificada de la causa N°
16.461
Por otro lado, prestó su testimonio la
víctima de autos Mario Humberto Verandi, quien relató
que le había solicitado un permiso al juez del juzgado
donde trabajaba Oberdán Andrín, que lo autorizó a
faltar porque tenía que ir a acompañar a su suegra que
había enviudado y quería convertir su jubilación en
pensión. Fueron a Buenos Aires el 18 de marzo de 1976,
hicieron los trámites fueron a visitar a unos parientes
en Belgrano, y regresaron a la noche en tren. Cuando
arribó a su domicilio sito en Maipú n° 20 de San
Nicolás, que es la entrada del teatro municipal, su
mujer le dijo que esa jornada había habido un operativo
para detenerlo, por lo que fue a la Policía Federal que
estaba a la vuelta de su casa, por calle Pellegrini, a
preguntar el motivo del operativo. Allí le dijeron que
el operativo lo había hecho el ejército.
Al día siguiente el juez Andrín le dijo
que había habido un operativo con muchos soldados con

717
armas largas y lo habían ido a buscar a su lugar de
trabajo. Ante esa eventualidad, decidió presentarse al
Batallón de Ingenieros 101 a averiguar a qué se debía
el operativo, siendo acompañado por el Secretario del
Juzgado donde trabajaba Abel Di Lorenzo. Allí le
comunicaron que quedaba detenido e iba a ser trasladado
a la Unidad Penal N° 3 después de una declaración. Le
preguntaron algunas cosas que le extrañaron, por
ejemplo si conocía la “vuelta del caracol del río” y
luego se enteró que había un rumor que en ese paraje
hacían adiestramientos fuerzas del ERP.
Luego fue trasladado a la U.P. 3 de San
Nicolás, sin saber las razones de su detención pero sí
que estaba a disposición del PEN.
Indicó que tuvo acceso a la causa, la que
tenía una sola hoja donde decía que se había presentado
espontáneamente en el Batallón y que se lo investigaba
por delitos contra la seguridad, pero no decía qué
delito había cometido.
Expuso que en la Unidad Penal conoció a
un muchacho llamado Tomás Zuelgaray, con quien
compartió celda por un tiempo.
Indicó que en la cárcel había muchas
personas que formaban parte del elenco del teatro
estable nicoleño que él dirigía, entre los que nombró a
Carlos Lindlaud y D´Imperio y otras personas que
conocía de su vida particular, como un bioquímico de
apellido Luppi y un doctor radiólogo Beguelin, Hugo
Lima, Marchi, Gil Morales, Rapalin y Zanúcoli. Recordó
que le dijeron que Alfredo Gamarra estaba en una celda
próxima a la de él.
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Señaló que en la Unidad Penal lo
interrogó el Dr. Milesi, quien estaba a cargo del
juzgado federal, declaración en la que se infringieron
artículos procesales. Incluso Milesi después de
sustanciar esas declaraciones le dictó un
sobreseimiento provisorio, el cual apeló y finalmente
la Cámara le otorgó el sobreseimiento definitivo.
Expuso que no tuvo abogado defensor y no se le ocurrió
pedirlo. Declaró que Milesi le dijo que le llevaba las
causas a Saint Amant para que le dijera qué hacer.
Indicó que le preguntaron sobre personas
catalogadas como “subversivas” en San Nicolás, entre
las que nombró a Benito Urteaga, a quien conoció en el
año 1967, cuando era actor del teatro estable. Afirmó
que vincula su detención a su vinculación con esta
persona catalogada como subversiva.
Relató que, luego del 24 de marzo de
1976, la situación cambió en el penal. Que había un
prefecto de la cárcel, Fernández o Hernández, que le
daba a los presos políticos una hora para tomar sol,
pero después Saint Amant ordenó una incomunicación
total, por lo que estuvieron treinta días
incomunicados.
Fue liberado aproximadamente a los cuatro
meses desde la misma unidad penal junto con Luppi y
Beguelin.
Finalmente, reconoció sus firmas obrantes
a fs. 3/4 y 9/10 del Expte. N° 16.470.
En relación a los hechos declarados por
esta víctima también prestaron su testimonio los Sres.

719
Abel Ángel Di Lorenzo, Julio Jorge Hokama y se
incorporó por lectura la declaración de Oberdán Andrín
–obrante a fs. 873 y vta. del expediente Nº
81000114/2011-.
Abel Ángel Di Lorenzo, indicó que en el
año 1976 se desempeñaba como Secretario del Juzgado N°
3, en donde trabajaba como empleado una persona de
apellido Verandi. Señaló que en una oportunidad Verandi
concurrió al juzgado, habló con el juez Andrín y
después le comunicó que lo había ido a buscar el
ejército a su domicilio y no lo habían encontrado y que
se iba a presentar. El Juez le solicitó que lo
acompañara a Verandi al cuartel, por lo que se
presentaron en la guardia y, luego de hacerlos esperar
en la portería, le dijeron que Verandi se tenía que
quedar en el cuartel y él se tenía que ir.
Explicó que Verandi quedó detenido y él
lo vio en una oportunidad en la unidad penal n° 3.
Cuando se solucionó, a los meses fue liberado y volvió
a trabajar.
Expuso que para ellos la detención de
Verandi no tenía explicación y que no sabía si estaba
relacionada a su actividad como director de teatro.
Julio Jorge Hokama, explicó que fue
detenido en el año 1976, el 22 o 23 de marzo. Indicó
que en su detención participó el Sr. Roberto Guerrina y
fue llevado a la Comisaría de Baradero, hasta que vino
un celular y fue trasladado con los hermanos Rapalin y
Mario Raio al penal de San Nicolás.
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Recordó que en ese lugar también estaban
detenidos Verandi y Rojas de Baradero, en un pabellón
de presos políticos y a disposición del PEN.
También refirió que el Juez Milesi le
tomó declaración en el penal y al tiempo fue liberado
junto con los dos hermanos Rapalín.
Por otro lado, de la declaración de
Oberdán Horacio Andrín se desprende que hicieron
gestiones por la detención de Mario Verandi ante la
Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos
Aires y en el cuartel, donde intentaron hablar con su
jefe el Teniente Coronel Saint Amant, pero no lo
atendieron. Recordó que se presentó un teniente de
dicho batallón, y le dijo “no lo vamos a atender,
váyase”… también habló con el Jefe de la Zona Militar
en Junín, el Coronel Camblor sin darle respuesta
alguna.
También declararon las víctimas Horacio
Pío Luppi, Jorge Guillermo Lima, Hugo Pascual Lima,
Tomás Juan Zuelgaray, Mario Osvaldo y José Edgardo
D´Imperio y se incorporó por lectura la declaración de
Pedro César Marchi.
Horacio Pío Luppi, declaró que el 18 de
marzo de 1976 fue detenido en circunstancias en las que
se encontraba en la vereda frente a su trabajo ubicado
en la calle Echeverría de la ciudad de San Nicolás
conversando con alguien, momento en que vio que
ingresaban personas armadas, las que lo detuvieron y lo
llevaron con un camión del ejército.

721
Relató que, posteriormente, empezaron a
recorrer la ciudad buscando gente. Primero fueron a
buscar a Mario Verandi en el teatro, lugar donde él
vivía y todavía lo hace en la actualidad, pero no lo
encontraron. Después fueron al consultorio del Dr.
Beguelin, donde lo detuvieron y lo subieron al camión.
Luego fueron a los tribunales a buscarlo a Verandi,
donde él trabajaba, pero tampoco fue hallado, y
posteriormente empezaron a recorrer otros domicilios.
Explicó que Verandi se presentó a posteriori. Indicó
que detuvieron a Luis Sánchez, a quien también subieron
al camión y los llevaron a la Unidad Penal N° 3.
Expuso que en la unidad estuvieron en un
patio parados unas cuantas horas, sin poder hablar,
hasta que finalmente los trasladaron a celdas pequeñas.
A él le tocó compartir celda con Beguelin, donde
estuvieron por lo menos cuatro días hasta que
finalmente los empezaron dejar a salir al recreo.
Indicó que estuvieron tres meses y medio
detenidos y que luego del golpe cambiaron las
condiciones de detención. A modo de ejemplo, indicó que
les sacaron una radio que tenían y apretaron un poco
más las medidas de seguridad y les dijeron que estaban
a disposición del PEN.
Señaló que nadie les explicó los motivos
por los que estaban privados de libertad y que fueron
interrogados en más de una oportunidad por un oficial
de inteligencia del Ejército de apellido Andrada, cuya
foto reconoció en una oportunidad en la que fue al
Juzgado Federal. Expuso que en el interrogatorio le
preguntaron si era Montonero o del ERP. También
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manifestó que fue interrogado en el Batallón, al que
fue trasladado en una camioneta tipo trafic, atado con
las manos en la espalda y colgado de la pared del
vehículo. Allí, unas personas disfrazadas con unos
anteojos carnavalescos para que no se les vea la cara
lo amenazaron a él y a su familia. Indicó que no sufrió
tormentos físicos.
Luego fue interrogado por el Juez Milesi
en la misma Unidad Penal, sin que se le ofreciera ser
asistido por un defensor.
Entre las personas con las que compartió
cautiverio, mencionó a Mario Verandi, Zuelgaray,
D´Imperio –que eran varios hermanos-, Sánchez, Dusso y
su señora, el intendente de Ramallo que era Longinoti,
un médico de San Pedro Zanúcoli, Gamarra que era
diputado provincial, los dos abogados Lima, Pedro
Marchi y Lindlaud.
En cuanto a los motivos de su detención,
indicó que luego llegó a la conclusión que el 18 de
marzo se estaba preparando el golpe y tenían que hacer
ver que iban a “purificar una serie de cosas”.
Fue liberado el veinte y pico de junio de
1976 y, pasado un tiempo, sufrió amenazas telefónicas,
por lo que se fue al medio de la selva de Misiones para
no irse del país, donde estuvo tres años y regresó a
San Nicolás en el año 1982. Afirmó que siempre tuvo la
custodia de una persona, incluso hasta después incluso
en la época de Alfonsín.
Asimismo, reconoció como propias las
firmas obrantes a fs. 8/9 y 18 del expediente 16.463.

723
Jorge Guillermo Lima, relató que Vicente
Solano Lima, quien fue vicepresidente, secretario de la
presidencia y decano de la UBA, era su tío, hermano de
su padre Hugo Lima, que fue diputado y que también
tiene un hermano de nombre Hugo.
Explicó que el 24 de marzo de 1976, a las
12:30 tocaron el timbre de la casa de sus padres, donde
él vivía. Se levantó y vio un colectivo verde del
ejército y personal de policía federal y el ejército
con armas. El oficial de la policía federal era Berutti
y le dijo que los tenía que acompañar, le preguntó el
motivo y éste le dijo que había habido una revolución.
Le preguntaron por su hermano y él les dijo que estaba
durmiendo, ante lo cual le contestaron que él también
los tenía que acompañar. Le avisó por teléfono a su
hermano lo que estaba pasando, quien vivía en una casa
ubicada en calle San Martín de la ciudad de San
Nicolás. Al respecto, expuso que si bien no sabía cuál
iba a ser su suerte, su hermano tenía cuatro hijos, así
que les dijo que se estaba vistiendo. Luego entraron,
revisaron la casa y se enojaron porque les había
mentido porque su hermano no estaba allí, ante lo cual
les contestó que él sólo había dicho que estaba
durmiendo, que lo había despertado por teléfono.
Luego lo fueron a buscar a su hermano
pero no estaba, a Alejandro Romero, un abogado de San
Nicolás que siempre se dedicó al derecho laboral, al
Dr. Gil Morales que fue detenido y a Pedro Marchi,
presidente del Concejo Deliberante de la ciudad y los
llevaron a la Unidad Penal Nº 3, donde los bajaron.
Indicó que él fue alojado en la misma celda que el Dr.
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Manuel Gil Morales.
Cree que le dijeron que estaba detenido
por orden del jefe del área Saint Amant. A partir de
ese momento, también llevaron la cárcel a Omar Capra y
a un señor de apellido Romero. Los incomunicaron y
permaneció cinco o seis días, hasta que fue llevado al
cuartel, donde fue recibido por Saint Amant y otras dos
personas, no sabe si era Bossié o Andrada, donde lo
interrogaron durante dos horas. Sobre las preguntas que
le efectuaron, indicó que versaban sobre si era abogado
del ERP, a lo que respondió que no, que simplemente
había defendido a algunas personas que integraban dicha
organización ya que todos tenían derecho a una defensa
y le habían pagado bien. Le preguntaron si tenía
información de ellos, les dijo que no, que era su
abogado particular y nunca le habían confesaron nada
sobre sus movimientos. Le preguntaron por qué estas
personas habían salido en libertad en los expedientes
en los que él los había asistido como defensor y les
contestó que fue porque la prueba que había era muy
mala.
A preguntas efectuadas, indicó que no
hubo violencia ni siquiera cuando lo fueron a buscar a
su casa.
Manifestó que luego del interrogatorio
Saint Amant le dijo que quedaba en libertad, le
preguntó por su hermano y le dijo que éste tenía que
presentarse directamente en una casa de la unidad penal
y lo mandó con su chofer hasta su casa.
Relató que su hermano se presentó varios

725
días después y estuvo alrededor de once días en las
mismas condiciones y luego recuperó su libertad.
También, a preguntas realizadas, refirió
que supo que Ocariz fue detenido en un procedimiento en
su casa en horas de la madrugada y que vio detenidos a
Beguelin, Verandi, Marchi y Gamarra.
En cuanto a los motivos de su detención,
señaló que tiempo después supo q aparentemente la SIDE
tenía información de que podía haber resistencia de
grupos civiles, por lo que se hizo la “operación
bolsa”, para detener personas que podían tener algún
tipo de relevancia.
Hugo Pascual Lima, ratificó el parentesco
que lo une a él y a su hermano Jorge con Vicente Solano
Lima y las circunstancias en que fue detenido su
hermano en la madrugada del 24 de marzo de 1976. Indicó
que, tras ser avisado por éste, se fue de su domicilio.
Posteriormente se presentó en el regimiento, cuyo jefe
era el Teniente Coronel Saint Amant, a quien le dijo
que sabía que había una detención en su contra y quería
estar a derecho. Le dijo que ya se iba a enterar por
qué y que tenía que presentarse por mis propios medios
a la cárcel. Cuando fue a la Unidad Penal nº 3
manifestó que sabía que había una orden de detención en
su contra y lo hicieron pasar a una casa que estaba a
la derecha, donde lo recibió un personal militar, les
contó lo que había pasado con el teniente coronel y sin
firmar papeles lo pasaron a un calabozo en el que
estuvo seis o siete días, hasta que tuvo que ser
trasladado a enfermería por un cólico renal.
Indicó que fue interrogado antes de
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recuperar su libertad y que nadie le explicó el motivo
de su detención. En el interrogatorio, le preguntaron
sobre gente que de alguna manera habían tenido una
actuación en la guerrilla y a los que él había
defendido. Tenían todos los expedientes en los que
había actuado y les llamaba la atención que los habían
sacado sin ningún problema. Les preguntaron si había
alguna combinación con el juez Passaglia o por qué
salían, a lo que les contestó que salían porque no
habían hecho las cosas como correspondía, ya que los
expedientes estaban muy mal instruidos. También le
preguntaron por qué su tío había puesto en libertad a
todos los guerrilleros cuando aun no estaba dictada la
ley, pero él no podía responder algo que no había
hecho. Le mencionaron a varias personas, entre ellos a
Ocariz y Benito Urteaga.
En cuanto a sus compañeros de cautiverio,
supo que a su lado estaba detenida una persona de
apellido Capra, que estaba referenciado como un
tratante de blancas.
En cuanto al momento en que recuperó su
libertad, relató que después de varios días le dijeron
que se prepare y lo llevaron con un Falcon al ejército
donde fue recibido por el Teniente Coronel Saint Amant,
quien le dijo que iba a ser interrogado, que ya iba a
ver lo que iba a resolver respecto de él. Lo pasaron a
una oficina donde lo esperaban tres personas muy
jóvenes, que se manejaban con apodos y le preguntaron
por vínculos por la guerrilla. Les dijo que sólo
ejercía su profesión y directamente intentaron hacer

727
que se equivocara en lo que estaba diciendo. Le dijeron
que iban a averiguar si era verdad.
Explicó que las causas sobre las que le
preguntaban eran las instruidas por ley 20.840.
Reconoció las fotografías obrantes a fs.
2114 y 2115 del Expte. 81000114/2011 como las
correspondientes al lugar donde se presentó, dio su
nombre y de allí lo pasaron al instituto penal.
Finalmente, en cuanto a los motivos de su
detención, dijo que “hicieron una especie de operación
bolsón”, deteniendo agente que era muy conocida en San
Nicolás para generar miedo en la ciudad y evitar un
levantamiento contra las fuerzas militares.
Tomás Juan Zuelgaray, declaró que fue
detenido en dos oportunidades, primero el 06/01/75 y
posteriormente el 19 de marzo de 1976.
Explicó que era oriundo de San Nicolás y
que con muchos jóvenes de su edad tuvieron muchas
inquietudes. A los 15 años participó en grupos
católicos, con grupos marginados de la ciudad. En la
medida en que el país en forma continua se “cortaban
los regímenes semiconstitucionales que había”, comenzó
a ver que la única manera de terminar la injusticia era
dar un salto, ya que los cambios se debían dar desde el
ámbito político. En el año 69 me recibió de bachiller y
como otros compañeros comenzó a militar en la juventud
peronista. Su militancia comenzó en Villa Pulmón, donde
se daba un fenómeno, ya que había mucha gente que venía
a trabajar en el polo industrial, por lo que comenzaron
a hacer trabajos de alfabetización y a tratar de romper
la proscripción del peronismo. Explicó que el triunfo
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se logró en el año 1973 por el FREJULI y al poco de
andar el gobierno de Cámpora comenzó a “derechizarse”
el gobierno y “traicionar una bandera que la gente
había votado”, por lo que algunos sectores de la
derecha, encabezados por la “Triple A”, comenzaron una
persecución, lo que hacía difícil la militancia y
tuvieron que extremar las medidas de seguridad.
Relató que el 6 de enero de 1975, en una
reunión de compañeros en Villa Pulmón, fueron rodeados
y baleados por la policía. Es trasladado con cinco
compañeros, uno de ellos herido de un balazo, a la
Comisaría Primera de San Nicolás sin atención médica.
Su compañero tampoco fue atendido en la unidad penal de
San Nicolás, a donde fueron trasladados días después, a
pesar del balazo que tenía su compañero. En la cárcel
estuvieron a disposición de la justicia federal por una
serie de cargos, sobre todo por infracción a ley
20.840.
Explicó que una vez que obtuvo la
libertad, se radicó en el sur de la provincia de Buenos
Aires, por cuestiones de seguridad. Después volvió a la
ciudad por un par de meses.
Expuso que el 10 o 12 de marzo de 1976 su
padre le comunicó que el ejército había hecho
procedimientos en su casa. Posteriormente, el 19 de
marzo se presentó en el cuartel antes del golpe
militar. Allí lo recibió Mayor Bossié, quien le dijo
que la situación era clara, que se estaba con las
fuerzas armadas o con la subversión. Le dijo que si no

729
colaboraba con ellos lo iban a hacer reflexionar y lo
iban a trasladar a la Unidad 3.
Explicó que ese día lo trasladaron con
Mario Verandi a la Unidad Penal nº 3 de San Nicolás
Quedaron alojados en el pabellón nº 7, donde estaban
los condenados, que había sido vaciado y empezaban a
llevar gente conocida detenida, situación que se
incrementó el 24 de marzo. Estas personas pertenecían a
sectores sociales, de la política, religiosos como
Marciano Alba, gente ligada a las artes del teatro
estable nicoleño, gente de la cultura en general,
funcionarios del poder legislativo como Gamarra,
Marchi, hombres que eran de las leyes como los hermanos
Lima, hombres que tenían que ver con el ámbito
comercial de la ciudad. El pabellón quedo superpoblado.
Expuso que con el paso del tiempo repasó lo sucesivo y
concluyó que esto fue parte la instauración del
terrorismo de estado, mostrando al conjunto de la
sociedad que el poder absoluto, que el mensaje era
paralizar, que no se podía hacer absolutamente nada.
En relación a su segunda detención
recordó que sufrieron un aislamiento de 60 días, en los
que sólo tenían contacto con el compañero de celda.
Sobre las condiciones de su detención, señaló que había
una plaga de chinches en el pabellón, por lo que todos
tenían picaduras, infecciones y que la única asistencia
médica recibida era por parte de alguno de los
detenidos que eran amigos y conocidos y por el médico
del servicio de ginecología Roberto Bocanera, quien les
dio una medicación. Expuso que los bañaron después de
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60 días, pero fue por “detrás de las órdenes de Saint
Amant”.
Indicó que en ningún momento le fueron
explicados los motivos por los que quedaba detenido y
que lo que sus captores buscaban era quebrar la
voluntad de los detenidos, quebrar al individuo y “para
afuera” querían paralizar a la sociedad frente a
cualquier tipo de resistencia.
Respecto de los interrogatorios, explicó
que muchos se basaron en fotografías, donde mezclaban
fotos de gente que conocía y otras personales, para
provocar el error si se repetía el “no”. El último
interrogatorio que tuvo el 29 de mayo, pudo identificar
el lugar, que se trataba de la plaza de armas del
cuartel local, en un lugar que estaba tapado con
cortinas y papeles, lo que puedo observar cuando le
sacaron la capucha. Indicó que posteriormente pudo
identificar al interrogador como Omar Andrada, quien
era responsable del área de inteligencia de la zona, y
que si bien vio a otras personas no pudo
identificarlas.
Expuso que nunca fue interrogado por
algún funcionario judicial ni tuvo cargos en la
justicia federal.
Explicó que sus padres articularon hasta
lo imposible para logar mi libertad, la que finalmente
consiguió el 29/05/76.
En el acto de su declaración, a solicitud
de la Fiscalía General, efectuó un “reconocimiento
impropio” del imputado Bossié.

731
Mario Osvaldo D´Imperio, declaró que fue
privado de su libertad el 13 o 14 de marzo del año
1976, en el domicilio de sus padres, donde vivía y que
estuvo detenido en la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás
hasta cerca del 9 de julio del mismo año. Expuso que su
detención la efectuó gente del ejército.
En cuanto a las personas que compartieron
cautiverio con él, además de su hermano José Edgardo,
nombró a Mario Verandi, Luppi, Kipen de Pergamino,
Beguelin, Hugo Lima, Zuelgaray, Gamarra, Sánchez,
Marchi y Gil Morales.
Expuso que fue interrogado en el
Batallón, donde se le efectuaron preguntas muy simples
y concretas, sin recordar quién fue la persona que lo
interrogó.
Indicó que nunca le explicaron las
razones por las que estaba detenido y que se encontraba
a disposición del ejército.
A preguntas efectuadas por la Fiscalía,
recordó que el día de su detención, antes de llegar a
la Unidad Penal nº 3, detuvieron a otras personas, pero
no recuerda a quienes.
En cuanto a su liberación, explicó que en
el penal prácticamente él era el único que quedaba de
los conocidos que habían detenido. Dentro de la unidad
carcelaria escuchó que los iban a trasladar. Ese día
recibió la visita de us padre y su hermano José,
quienes se dirigieron al cuartel a ver qué ocurría y
allí descubrieron que su carpeta había quedado por
error adentro de la de su hermano, quien ya había sido
liberado. Por tal motivo, lo recibió el Sr. Saint Amant
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y ahí lo liberaron.
En cuanto a las consecuencias que estos
acontecimientos tuvieron en su vida, expuso que no tuvo
secuelas físicas no porque no recibió maltratos de este
tipo, salvo algún balde de agua fría, pero tuvo algunas
secuelas psíquicas, como pánico a determinados ruidos.
José Edgardo D´Imperio, explicó que fue
detenido el 13 de marzo de 1976 en su casa paterna,
ubicada en calle Belgrano nº 128 de San Nicolás, junto
con su hermano menor Mario y fueron conducidos a la
Unidad Penal Nº 3. Expuso que durante toda su detención
en ningún momento le dieron un motivo que la
justificara.
Expuso que en ese móvil fueron a la casa
de Miguel Ángel Elena, quien había sido director del
teatro municipal.
Relató que en su lugar de detención
estuvo con Verandi, que entró después que ellos, Tomás
Zuelgaray, Jorge Lima, Alfredo Gamarra, Pedro Marchi y
Gil Morales y que los alojaron en el pabellón de
procesados. En relación a Beguelin, cree que cuando
ellos entraron estaba en otro pabellón.
Indicó que en ningún momento de su
estadía se lo interrogó, pero sí lo hizo Saint Amant
antes de obtener su libertad, para lo cual fue
trasladado con Gil Morales en un camión del ejército
hasta el cuartel. Allí, un suboficial lo recibió y lo
hizo pasar al despacho del Teniente Saint Amant, quien
le dijo que había tenido suerte ya que todo San Nicolás
conocía su trabajo y cómo disponía de su tiempo. Señaló

733
que lo interrogó primero acerca de los integrantes de
la comisión directiva de la Asociación Cultural Rumbo y
sobre la orientación política de esa asociación. Expuso
que luego abrió un folio que contenía programas de
actividades del Teatro Estable, donde figuraba su
nombre como encargado de iluminación y escenografía y
le preguntó qué tipo de conocimiento tenía sobre los
jóvenes del teatro, a lo que respondió que él no había
tenido contacto con ellos, porque ya no estaba allí
sino que estaba trabajando en el colegio Misericordia,
pero que los conocía de vista porque San Nicolás es
chico. Indicó que a ellos los detuvieron en ese momento
porque tenían a nuestro cargo una cantidad de alumnos y
“movían” muchas personas, por lo que con estas
detenciones, realizadas en forma previa al golpe,
intentaron crear una situación de temor.
Relató que luego regresó a la Unidad
Penal Nº 3 en el automóvil particular de Saint Amant
pero en estado de liberado, lo que ocurrió los primeros
días del mes de abril.
En relación a su hermano Mario explicó
que en el interrogatorio Saint Amant le preguntó por él
y sobre una postal que estaba en el expediente de su
hermano, que éste había recibido de un compañero de
rugby durante el gobierno de Isabel, a lo que él
respondió que eran amigos y compartían la oficina y
jugaban al rugby juntos. Expuso que le dijeron que su
hermano salía al día siguiente, que se fuera al penal,
le dijera esto a su hermano y retirar sus objetos
personales. Sin embargo, pasaron días y meses y su
hermano no salía, por lo que todos los días miércoles
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iba a visitarlo y en una de esas visitas realizada los
primeros días de julio lo encontraron muy mal y esa
noche iban a desalojar a los “delincuentes subversivos”
y los iban a trasladar, por lo que decidieron con su
padre ir a hablar con Saint Amant, quien no los recibió
y amenazó a su padre con meterlo preso. Entonces, a
través de un suboficial le dijo quién era su hermano, a
lo que respondieron que no había ningún D´Imperio
detenido. Ante la insistencia, Saint Amant los hizo
entrar y les dijo que su hermano debería haber salido
al otro día que él, por lo que pidió que le alcanzaran
el expediente correspondiente a Mario, ante lo cual le
informaron que no había ningún expediente a su nombre
sino a nombre del declarante, por lo que se le ocurrió
decirle que se fije adentro de su expediente, donde
encontraron el expediente de su hermano. Entonces los
mandó en su auto a su padre y al declarante y les dijo
que esa tarde salía, lo que efectivamente ocurrió.
A su vez, se incorporó por lectura la
declaración de la víctima Pedro César Marchi, quien
dijo que se desempeñó como Concejal de San Nicolás por
el Partido Justicialista, en el periodo de 1973 a 1976,
donde ocupó el cargo de presidente.
Recordó que el día 24 de marzo de 1976,
en horas de la madrugada, 4,30 horas aproximadamente,
irrumpieron en su casa de calle Cavalli n° 77 de San
Nicolás, personal militar con un colectivo para
llevárselo detenido. Indicó que la manzana estaba
rodeada de soldados, con uniforme militar, los que eran
muy prepotentes. Lo subieron al colectivo mencionado,

735
donde pudo ver que estaba el Dr. Lima que era Concejal
y el Diputado por el partido justicialista Gamarra y
fueron llevados directamente a la Unidad Penal 3 de San
Nicolás.
Allí observó que también estaba detenido
el radiólogo Beguelin.
Relató que lo colocaron en una celda,
donde estuvo por un tiempo de cuatro meses y recién al
mes de haber llegado pudo ver a sus familiares. Indicó
que no sufrió ningún tipo de interrogatorio ni
torturas, sólo el aislamiento de estar encerrado, sin
saber el por qué.
Asimismo, el testigo sostuvo que apenas
fue detenido, días después su esposa se dirigió hasta
el Batallón local y pidió hablar con el jefe Saint
Amant, quien la recibió y, ante su solicitud, le dijo
“su esposo está detenido y váyase”, sin darle alguna
explicación o referencias a cuándo recuperaría la
libertad.
Agregó además que ante esta circunstancia
su esposa le pidió al Obispo Ponce de León su
intervención y éste le refirió que no podía hacer nada
por su marido porque estaba amenazado de muerte y luego
de poco tiempo éste murió.
También refirió que una madrugada, luego
de cuatro meses de estar en la unidad penal n° 3, lo
metieron junto con otras personas en colectivos –entre
4 y 6- y fueron trasladados al penal de Sierra Chica,
donde permaneció detenido por espacio de cerca de un
año, en condiciones muy rigurosas y recién a los dos
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meses de estar allí pudo recibir la visita de su esposa
y sus cuatro hijos.
Recordó que finalmente obtuvo su libertad
a fines de febrero de 1977, tras lo cual estuvo en
distintas ciudades como Yerba Buena en Tucumán y
Formosa, para trabajar haciendo carbón, ya que la
situación en aquel momento era muy crítica y en San
Nicolás nadie le daba trabajo. Posteriormente regresó a
San Nicolás y trabajó como carpintero.
Respecto de esta última víctima, declaró
en la audiencia de debate su hijo Oscar Rubén Marchi,
quien indicó que su padre había sido detenido en
reiteradas oportunidades por repartir panfletos en la
dictadura de Onganía y Lanusse.
En cuanto a su detención ocurrida durante
el último golpe de estado, recordó que su padre, que
era Presidente del Concejo Deliberante, elegido por
lista del partido justicialista. Fue llevado el 24 de
marzo de 1976 por unas personas de civil. Se fue a
cambiar y a los dos minutos un militar le dijo que
saliera como estaba.
Ellos desconocían en ese momento a dónde
había sido llevado su parte, por lo que fueron a la
policía y al ejército en varias oportunidades, hasta
que en un momento tuvieron información por parte de un
militar de que su padre estaba en el Batallón, por lo
que con hermano fueron a reclamar por su padre y fueron
detenidos. Les vendaron los ojos y los tuvieron en el
hasta el otro día.

737
También supo que, en ese contexto,
detuvieron a Ismael Passaglia (padre), quien fue
trasladado en el mismo colectivo que su padre. A su
vez, indicó que Monseñor Ponce de León fue con su madre
a pedir por su padre, pero cuando salió le dijo que no
podía hacer más nada porque si seguía pidiendo por
Pedro Marchi iba a tener la misma suerte que él, que
estaba en peligro su vida.
En cuanto a las razones por las que
estuvo detenido, dijo que le dijeron que estaba allí
porque lo consideraban subversivo y que en un momento
le dijeron que estaba a disposición del PEN. Luego, su
padre fue trasladado a Sierra Chica.
También explicó que en el año 1978 por
“portación de apellido”, al igual que a Joaquín Ocariz,
le tocó hacer la “colimba” en el Chaco.
También prestó testimonio Humberto
Eduardo D´Imperio en relación a los hechos que
damnificaron a sus hermanos, quien ratificó las
circunstancias en las que éstos fueron detenidos en la
casa de su padre.
Por otro lado, declaró Omar Cortes, quien
fue privado de su libertad el 18 de marzo de 1976 y
manifestó que compartió cautiverio en la Unidad Penal
Nº 3 con las víctimas de autos Pedro Marchi, Luppi,
Beguelin, los hermanos D´Imperio y Gil Morales.
Finalmente, respecto de estos hechos se
incorporó por lectura el testimonio de Carlos Enrique
Linlaud, obrante a fs. 1688/1689 del expediente nº
81000114/2011, quien manifestó que el 18 de marzo de
1976 regresó desde Buenos Aires a su domicilio, sus
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familiares le dijeron que se habían llevado preso a
Luis Sánchez, Mario Verandi y “Quique” D´Imperio y que
se habían presentado personas del Ejército buscándolo y
les manifestaron que se tenía que presentar en el
Batallón si no quería tener problemas. Por ello, se
presentó en el cuartel con su padre y su hermana Ana
María, desde donde personas vestidas con ropa militar
lo trasladaron en un automóvil unos 150 metros. Luego,
lo pasaron a otro vehículo donde había personas
vestidas de civil. Finalmente, fue conducido a la
Unidad Penal Nº 3.
Relató que, al día siguiente, cuando tuvo
la oportunidad de salir al patio, pudo reconocer a sus
amigos “Beguelín, Luppi, Verandi, los dos hermanos
D´Imperio, Luis Sánchez, Lima, etc.”
Por otro lado, entre la prueba documental
incorporada al debate, obra el expediente nº 16.463
“Luppi, Horacio Pio y otros. Presunta Inf. Ley 20.840”,
del registro del Juzgado Federal por a cargo del por
entonces juez federal suboficial (RE) Luis H. Milesi. A
fs. 1 de estos autos obra un parte del Ejército
Argentino suscripto por el por entonces Coronel Félix
Camblor, Jefe de la Subzona 13, del cual surge que en
fecha 18/03/1976 se procedió a detener a Horacio Luppi.
Asimismo, obra una nota de puesta disposición del juez
federal del nombrado y de Raúl Marcelo Beguelin con
cargo de fecha 26/04/1976.
A su vez, agregada a fs. 40 luce un
informe remitido por el Servicio Penitenciario
Bonaerense en el cual consta que Luppi y Beguelin

739
ingresaron en la Unidad Penal Nº 3 en fecha 18/03/1976
y el egresaron el 11/06/1976.
En los mismos autos obra a fs. 24 la
declaración indagatoria recibida a Raúl Beguelin, las
que son elementos de prueba de sus circunstancias
personales, de la continuidad de su privación ilegítima
de la libertad y de las persecuciones que sufría esta
víctima.
Además de las circunstancias señaladas,
respecto de Beguelin se ha incorporado como prueba el
hábeas corpus interpuesto por Raquel Cohen de Beguelin,
esposa del mencionado, ante el Juzgado Federal de San
Nicolás a cargo por ese entonces del Dr. Luis H.
Milesi, expte. Nº 16.421, interpuesto el 31/03/1976, en
el cual efectúa un breve relato de los hechos y pone de
manifiesto que su marido se encuentra en carácter de
incomunicado, desconociendo si se encontraba detenido
en la Unidad Penal 3.
Asimismo, debe destacarse el informe
elaborado por la ex Dirección de Inteligencia de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires –remitido por
la Comisión Provincial por la Memoria- agregado a fs.
1576/78, Sección C, Mesa (S), Carpeta Varios, Legajo
5223 caratulado: Nómina de personas detenidas en
jurisdicción de San Nicolás. Área Militar 132, 24 de
mayo de 1976, en el que, en relación a la víctima de
autos, se dice que: “ratificando anteriores
comunicaciones a continuación se transcribe nómina
actualizada de las personas que por su participación o
vinculaciones con actividades subversivas permanecen
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detenidos hasta el día de la fecha… Beguelín, Raúl
Marcelo”.
Por otro lado, obra reservado como prueba
documental el expediente Nro. 16.470 caratulado
“Verandi Mario Humberto. Presunta Inf. ley 20.840”, del
registro del Juzgado Federal a cargo por entonces del
Dr. Luis H. Milesi, del que se puede destacar el parte
de fs. 1 suscripto por el Jefe de la Subzona 13 Coronel
Félix Camblor, en el que consta que el 19/03/1976 se
procedió a la detención de Verandi en circunstancias en
que se presentó voluntariamente al Batallón de
Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás. Dicho parte
fue comunicado al juez federal competente en fecha 26
de abril de 1976, conforme el cargo obrante en el éste
suscripto por el Secretario Héctor Hernández y el juez
federal se avocó el 27/04/1976 –fs. 1/vta.-.
En dicha causa también obra la
declaración indagatoria prestada por Mario Verandi,
agregada a fs. 9/11, que es una prueba de su traslado a
la Unidad Penal n° 3 junto con Tomás Zuelgaray y de los
interrogatorios a los cuales fue sometida la víctima,
en cuanto refirió “…que el día 19 de marzo, en horas de
la mañana al presentarse al Batallón de Ingenieros de
Combate 101, fue atendido por el Mayor Bossié y otro
vestido de civil a quien no conoce a quien llamaban
Doctor Mendoza. En dicho lugar fue preguntado por quién
integraba el grupo del Teatro Estable de San Nicolás,
sobre la actividad de otro grupo que funciona en dicho
teatro…además fue interrogado sobre si últimamente
había visto a Urteaga y “Pirri” Elena y si sabía

741
maquillar. Además sobre excursión que hacía a la isla y
en particular si lo había hecho con Luis Sánchez y
quienes eran sus amigos comunes…que de los manifestado
el Mayor Bossié tomó datos, en especial de nombres…”.
A su vez, debe resaltarse el informe de
fs. 40 de estos autos, remitido por el Servicio
Penitenciario Bonaerense, el cual da cuenta del ingreso
de Verandi a dicho penal en fecha 19/03/1976.
Respecto de Tomás Juan Zuelgaray, en la
causa “Goicochea, Luis Eduardo y otros. Infracción ley
20.840 y art. 189 bis C. Penal”, Expte. 15.816 del
registro del Juzgado Federal por entonces a cargo del
Dr. Ismael Passaglia, obran actuaciones que dan cuenta
de las circunstancias de modo, tiempo y lugar de la
primera detención. Dicha causa fue remitida “ad
effectum videndi” a este tribunal y obra reservada en
Secretaría.
Asimismo, el informe remitido por el
Servicio Penitenciario Bonaerense de fs. 40 ya
referido, señala que “Zuelgaray Hunot Tomás Juan (F.C.
147.268) permaneció alojado en esa dependencia desde el
19/03/1976 hasta el 20/04/1976 en que recuperó su
libertad.”, lo que acredita su privación de libertad.
Dicho informe también incluye a los
hermanos José Edgardo y Mario Osvaldo D’Imperio, donde
se hace saber que el primero permaneció alojado en la
Unidad Penal N° 3 de San Nicolás desde el 18/03/1976
hasta el 29/03/1976, mientras el segundo ingresó a esa
dependencia en fecha 18/03/1976 y permaneció allí hasta
el 07/07/1976.
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A su vez, en relación a este último obra
un informe elaborado por la ex Dirección de
Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires –remitido por la Comisión Provincial por la
Memoria-, agregado a fs. 1576/78, Sección C, Mesa (S),
Carpeta Varios, Legajo 5223 caratulado: “Nómina de
personas detenidas en jurisdicción de San Nicolás. Área
Militar 132, 24 de mayo de 1976”, el cual, en relación
a esta víctima, dice: “ratificando anteriores
comunicaciones a continuación se transcribe nómina
actualizada de las personas que por su participación o
vinculaciones con actividades subversivas permanecen
detenidos hasta el día de la fecha….D’ Imperio Mario
Osvaldo”.
En igual sentido, en relación a Jorge
Guillermo Lima, su privación de libertad se acredita
con el ya mencionado informe remitido por el Director
de la Unidad Penitenciaria Nº 3 de fs. 40, en el cual
consta que permaneció alojado en dicha unidad penal
desde el 24/03/1976 hasta el 27/03/1976.
Respecto de su hermano Hugo Pascual Lima,
como prueba de su detención en la vivienda ubicada en
la Unidad Penal nº 3 de San Nicolás, pueden mencionarse
la declaración testimonial incorporada por lectura del
guardia cárcel Federico Schmit, agente jubilado del
servicio penitenciario de la Provincia de Buenos Aires,
agregada a fs. 2107/08, en cuanto refiere “…que se
desempeñó en la Unidad Penitenciaria N° 3 de San
Nicolás, en la cual a la fecha de los hechos funcionaba
una cárcel clandestina que estaba a cargo del ejército

743
y que funcionaba en la casa del director del penal. Que
en la misma se alojaban a personas cuyo ingreso no era
registrado. Que dicho Centro Clandestino de Detención
era manejado por el ejército”.
En igual sentido resulta ser la
declaración testimonial del ex guardia cárcel del
Servicio Penitenciario Bonaerense Enrique Valentín
Benítez, agregada a fs. 2109/2111 de autos, e
incorporada por lectura, en cuanto refiere “…que se
desempeñó en la Unidad Penitenciaria N° 3 de San
Nicolás…que recuerda que tenía que custodiar la casa
lindante a la Unidad Penal…que a cargo de este centro
de detención estaba el ejército”.
Dichos testigos participaron de la
inspección judicial ocular efectuada en la Unidad Penal
N° 3 de San Nicolás en fecha 31/03/2006 ordenada en
los autos “Santillán…”, cuya copia certificada obra a
fs. 2112/2113, en la que refirieron reconocer en la
planta baja dos habitaciones, en una de ellas se
interrogaba individualmente a los detenidos y en la
otra existían los implementos utilizados para los
castigos físicos. Asimismo reconocieron las
habitaciones ubicadas en la planta alta de la vivienda,
en la cual permanecían los detenidos.
También ha sido incorporado como prueba
documental el expediente N° 16.465, del registro del
Juzgado Federal de San Nicolás, caratulado “Passaglia
Ismael y otro. Presunta Inf. Ley 20.840. Otro: Pedro
César Marchi”. De éste surge que el nombrado revestía
el cargo de concejal municipal del Partido de San
Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires,
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FRO 82000149/10
electo por el Frente Justicialista de Liberación
Nacional y que anteriormente había sido Presidente del
Honorable Concejo Deliberante de dicho Partido e
intendente de la ciudad de San Nicolás. En ese rumbo,
puede verse el parte del Ejército Argentino agregado a
fs. 1 de los autos caratulados, documento que también
acredita las circunstancias de modo, tiempo y lugar en
las que fuera perpetrada su privación ilegítima de la
libertad. Así, obra asentado que la detención de Marchi
se produjo el 24/03/1976.
Por otro lado, a fin de probar las
referencias personales y académicas respecto de Alberto
Kipen se incorporó la causa caratulada “De Luca Carlos
Guillermo y otros. Presunta Inf. Ley 20.840” Nro.
16.457 del registro del Juzgado Federal a cargo del por
entonces Juez Federal Luis H. Milesi, entre las que se
encuentran: su declaración indagatoria de fs. 25, dos
certificados de la Universidad de Buenos Aires de fs.
29 y 30, una nota remitida por el Secretario de Asuntos
Estudiantiles de la Facultad de Agronomía de la
Universidad de Buenos Aires de fs. 32, una carta de la
Organización de los Estados Americanos de fecha
25/06/1968 remitida a Kipen de fs. 45; una nota de la
Sociedad Rural de Colón dirigida al Presidente del INTA
de fs. 46.
En cuanto a las circunstancias de modo,
tiempo y lugar en que se produjo la privación ilegítima
de la libertad de Kipen se ofreció como documental el
parte del Ejército Argentino agregado a fs. 1 de los

745
referidos autos, suscripto por el Jefe de la Subzona
13, Coronel Félix Camblor.
A su vez, en relación a la continuidad de
su detención, puede mencionarse el avocamiento de la
justicia en fecha 27 de abril de 1976, es decir,
veintisiete días después de la detención, su
declaración indagatoria recibida en el Penal de Sierra
Chica el 16/12/1976 y el sobreseimiento provisorio de
fs. 56.
En cuanto a la ilegalidad de su
detención, resulta ilustrativa la resolución de la
Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, en cuanto, al
momento de evaluar la situación procesal de Kipen,
dispuso que “…se advierte que no existen elementos de
juicio que permitan vincularles actividades ilícitas
dándose el caso de que al recibírseles declaración
indagatoria ni siquiera pudo concretarse el
interrogatorio en relación a hechos concretos…”.
También ha sido incorporado como prueba
documental la causa “Lasalvia Laura María y otros.
Presunta Inf. Ley 20.840” Expte. 16.641, de la cual
surge un parte de ejército argentino en el que se
asentó la detención de María Angélica de la Cruz,
trabajadora del INTA y de Laura María Lasalvia,
trabajadora del INTA. Ello, sumado a las constancias
obrantes en la causa 16.457, entre las que se puede
mencionar el parte del ejército argentino de fs. 1 en
el cual se asentó al detención de Daniel Goldberg, de
profesión ingeniero agrónomo, en INTA Pergamino y de
Alejandro Couretot, de profesión ingeniero agrónomo,
productor agropecuario -quienes fueron sometidos a
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FRO 82000149/10
proceso por infracción a la Ley 20.840 junto a Alberto
Kipen-, son elementos que permiten tener por probado
las persecuciones sufridas por los trabajadores del
INTA de Pergamino en la época de los hechos.
También se encuentra en el legajo de
prueba nº 82000149/10/1, un informe confeccionado por
la Comisión Provincial por la Memoria, relativo a la
documentación obrante en el archivo de la ex DIPBA (fs.
1154/1157). De acuerdo a éste, se hallaron tres fichas
a nombre de Alberto Kipen. La primera de ellas (Mesa
“C” Nº 454 Carpeta 19, caratulado “INTA de Pergamino.
Posible actuación de cédula de izquierdista de
Pergamino”), se inicia con un informe de inteligencia
producido por el delegado SIPBA Oscar Gonnet de San
Nicolás sobre una posible célula izquierdista. Éste se
confecciona de acuerdo a averiguaciones practicadas por
la policía, que dan como resultado ciertos nombres de
personas, que luego son exhaustivamente investigadas a
lo largo del legajo, entre los que se menciona en
numerosos informes de inteligencia a Alberto Kipen,
Alberto Goldgerg, María de La Cruz y Laura María
Lasalvia.
La víctima de autos también es mencionada
en los legajos Mesa “DS” Varios nº 2703, 5253, 20595 y
6148, como detenida a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional por decreto nº 88 del 12/04/76 y del Área
Militar 132.
Finalmente, en relación a la prueba
documental relativa al único acusado por estos hechos,
Manuel Fernando Saint Amant, se incorporó copia de los

747
Libros históricos del Batallón de Ingenieros de Combate
101 de San Nicolás, obrante a fs. 1621/1626 de la causa
N° 81000114/2011 y, como ya se ha dicho, el Legajo
Personal del Coronel (RE) Manuel Fernando Saint Amant.
De estos documentos surge que el nombrado ejercía al
momento de los hechos la jefatura del Área Militar 132
y del Batallón de Ingenieros de Combate 101 con asiento
en San Nicolás.
b.12) Expediente nº FRO
82000015/2013/TO1: los casos de Alcira Elizabeth Ríos y
Luis Pablo Córdoba.
Por todo lo que se relatará a
continuación, este Tribunal considera que se halla
acreditado con el grado de certeza necesario que los
Sres. Luis Pablo Nicanor Córdoba y Alcira Ríos fueron
víctimas de privación ilegítima de la libertad y
tormentos, hechos en los cuales intervino el Ejército
Argentino y que tuvieron comienzo de ejecución en la
ciudad de San Nicolás el 27 de julio de 1978, fecha en
la cual el Sr. Norberto Ricardo Ferrero ejercía la
jefatura del Área Militar Nº 132 y del Batallón de
Ingenieros de Combate 101 con asiento en San Nicolás,
siendo, por ende, la máxima autoridad de la zona.
Por tales motivos, esta magistratura
estima que, de acuerdo a las probanzas colectadas en el
debate, también se halla probada la intervención
penalmente relevante en estos hechos delictivos del
acusado Ferrero, quien, en tal carácter, ordenó que se
“liberara la zona”, para que se pudiera desarrollar el
operativo en el domicilio de las víctimas y, como Jefe
del Área, dispuso lo conducente para que se llevara a
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FRO 82000149/10
cabo las privaciones ilegítimas de libertad de y los
tormentos sufridos por éstas en la ciudad de San
Nicolás.
Así, de acuerdo a su Legajo Personal del
Ejército, el Sr. Norberto Ricardo Ferrero, quien
revestía el grado de Teniente Coronel, fue designado
como Jefe del Batallón de Ingenieros de Combate 101 el
27 de octubre de 1977 y el 6 de diciembre de 1977 se
dio de alta en dicha unidad –de acuerdo al informe de
calificación obrante a fs. 484 de la causa Nº
82000015/2013/TO1-, cargo que ocupaba a la fecha de los
hechos que tuvieron como víctima a los Sres. Luis Pablo
Nicanor Córdoba y Alcira Ríos de Córdoba. A su vez, a
fs. 507/509 el Coronel Edgardo Benjamín Carloni de la
Dirección General de Personal del Ejército Argentino
acompañó la nómina del personal que revistió en el
Batallón de Ingenieros de Combate 101 en el año 1978,
entre los que figura el Sr. Ferrero con el grado de
Teniente.
Por otra parte, a fs. 51/65 obra en copia
certificada el expediente Nº 49.282 del registro del
Juzgado en lo Penal Nº 1 de San Nicolás, iniciado el 8
de agosto de 1978 a raíz de una noticia publicada en el
diario local “El Norte” titulada “Copan un domicilio y
se llevan a sus ocupantes”, en la que se informaba que
se habían presentado en la redacción del periódico las
señoras Córdoba y Angélica de Ríos y manifestado que a
las 3 horas del jueves anterior al día indicado, varios
individuos uniformados que se identificaron como
pertenecientes a fuerzas de seguridad y que se

749
desplazaban en varios automóviles, irrumpieron en la
finca ubicada en calle Quiroga 360 del barrio Saavedra
de San Nicolás y, tras someter a un breve
interrogatorio a sus ocupantes, introdujeron en los
rodados al matrimonio integrado por Luis Pablo Córdoba
y Alcira Elizabeth Ríos, todo ello ante la presencia de
los dos hijos pequeños del matrimonio. A su vez, la
publicación indicaba que, ante tal situación, las
madres de Córdoba y Ríos presentaron ante las
autoridades hábeas corpus y efectuaron las
correspondientes averiguaciones sobre su presunto
paradero, sin recibir información alguna de las
autoridades locales.
A continuación, el Comisario Aldo
Ambrosio Di Cocca de la Comisaría de San Nicolás
dispuso el comparendo de la Sra. Angélica Adelaida
Ponce de León de Ríos, a quien se le recibió
declaración testimonial en la misma fecha de la
publicación de la noticia. Conforme surge de este
testimonio, la nombrada vivía en el domicilio sito en
calle Quiroga Nº 360 de San Nicolás, junto a su hija
Alcira E. Ríos, su yerno Luis Pablo Córdoba y los hijos
de este matrimonio, de 6 y 4 años de edad. En dicha
oportunidad, la Sra. Ponce de León declaró que el Sr.
Córdoba trabajaba en la planta SOMISA desde hacía
aproximadamente tres años y con anterioridad en la
redacción del diario “El Litoral” y en “El Nuevo
Diario”, en la atención al público, ambos de la ciudad
de Santa Fe y que su hija, la Sra. Alcira Ríos, quien a
la época de los hechos se había recibido de abogada,
también se había desempeñado como correctora en dichos
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periódicos y, a su vez, hacía periodismo y una vez
instalados en la ciudad de San Nicolás continuó con su
profesión de letrada. Relató que el 27 de julio de 1978
aproximadamente a las 2:30 horas, su hija y su yerno
debieron acompañar a un grupo de personas que se
presentaron en su domicilio portando armas largas y
dijeron ser autoridades, sin determinar precisamente si
eran policías, militares u otra. Explicó que en un
primer momento, al golpear la puerta de calle, fueron
atendidos por el Sr. Córdoba, quien les posibilitó la
entrada. Luego, ante los gritos del nombrado, quien
solicitaba que “no se llevaran a Alcira”, la declarante
se levantó y apreció la presencia de dos personas
desconocidas. Una de ellas, que se encontraba
uniformada, con botas, chaquetilla de tela común de
color oscura, teniendo algo en la cabeza a modo de
capuchón, quien le alumbró la cara con una linterna y
el otro se encontraba vestido de manera similar y con
la cara descubierta, pero que la ocultaba en todo
momento. Luego pudo apreciar la presencia de una
tercera persona, que portaba un arma grande. Indicó que
estuvieron durante aproximadamente treinta minutos en
la finca, manteniendo las luces apagadas y efectuaron
interrogatorios sobre las personas que frecuentaban la
casa y las amistades íntimas de la familia, revisaron
libros de una biblioteca y se llevaron al matrimonio
Córdoba-Ríos. Señaló que en las primeras horas del día
siguiente concurrió con otros familiares con distintas
autoridades locales para conocer sobre la situación de
los nombrados, pero no supo nada al respecto, e

751
interpuso con un profesional patrocinante un recurso de
hábeas corpus en favor de su hija y su yerno, con
resultado negativo.
En consonancia con ello, a fs. 1/37 obra
el expediente Nº 17.716 caratulado “Córdoba, Luis Pablo
y Alcira Ríos de Córdoba- hábeas corpus en favor de
ambos”, del registro del Juzgado Federal de San
Nicolás, el que fue iniciado el 28 de julio de 1978 en
virtud de una presentación efectuada por Teresa Emilia
Córdoba a favor de su hermano Luis Pablo y su cuñada
Alcira, en donde se ratifican las circunstancias de
hecho explicadas por la Sra. Ponce de León. En el marco
de esta causa, el por entonces titular del Juzgado
mencionado, Dr. Luis Milesi, solicitó al Comando en
Jefe del Ejército, al Área nº 132, a Policía Federal
Argentina Delegación local y a Policía de la Provincia
de Buenos Aires, que informen si el matrimonio Córdoba-
Ríos había sido detenido por orden de alguna de esas
reparticiones, las que arrojaron resultado negativo.
En lo que respecta al acusado Ferrero, a
fs. 8 obra una nota de fecha 31 de julio de 1978
firmada por el nombrado en su carácter de Jefe del
Batallón de Ingenieros de Combate 101, en donde hace
saber que los Sres. Córdoba y Ríos no se hallaban
detenidos por disposición de esa Jefatura de Área y que
en la fecha se había ordenado a todos los elementos
dependientes de las FFSS y FFPP informen con carácter
urgente a esa Jefatura si tenían conocimiento de la
detención de los mencionados.
Posteriormente, el Dr. Milesi amplió el
pedido de informe al Ministerio del Interior y al
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Servicio Correccional de Establecimientos Penales, las
que arrojaron igual resultado, por lo que finalmente el
recurso fue rechazado.
En relación a la documentación obrante en
el archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) sobre
estas víctimas, a fs. 531/577 obra un informe
confeccionado por la Comisión Provincial por la
Memoria, en el que se hace saber que respecto de Luis
Pablo Córdoba y Alcira Ríos se localizaron fichas con
sus datos personales, las que remiten a los siguientes
legajos: Mesa “DS”, carpeta Varios Nº 11.997 y 13.865;
mientras que únicamente respecto del primero también se
mencionan los legajos Mesa “DS”, Varios Nº 13.886 y
18.115.
Entrando en un análisis de la
documentación acompañada por la Comisión, se advierte
que el primero de los legajos mencionados se inicia con
una nota caratulada “-SECRETO- NOVEDADES
COMPLEMENTARIAS- FACTOR SUBVERSIVO” y en su contenido
da cuenta de que el día 9 de agosto de 1978 se tuvo
conocimiento de que el 27 de julio de ese año, a las
2:30 horas, tres N.N. masculinos, uno de ellos portando
arma larga, irrumpieron en la finca ubicada en calle
Quiroga al 360 obligando a los moradores Luis Pablo
Córdoba y a su esposa Alcira Elizabeth Ríos a ascender
a un vehículo, ignorándose el paradero de los nombrados
–fs. 534 del expediente 82000015/2013/TO1 y fs. 693 y
ss. del legajo de prueba nº 82000149/10/1-.

753
A su vez, cabe destacar un informe
obrante en dicho legajo realizado por el Comisario
Oscar Gonnet, quien a la fecha de los hechos era Jefe
de la D.G.I.P.B.A. de San Nicolás, donde indicó que
“Efectivamente y tal como se menciona, con fecha 27-7-
1978, siendo aproximadamente las 02,30 horas y según
denuncia formulada por ANGÉLICA ADELAIDA PONCE DE LEÓN
de RÍOS, los moradores de la finca de calle Quiroga 360
de esta ciudad quienes se tratan de LUIS PABLO CÓRDOBA
y ALCIRA ELIZABETH RÍOS de CÓRDOBA fueron obligados por
3 N.N. masculinos a acompañarlos, sin conocerse hasta
el momento el paradero de los mismos. (…) Se estableció
extraoficialmente que los autores del hecho, podría ser
personal de Comando del 2º Cuerpo de Ejército de
Rosario, dado que en tal oportunidad, se sabe
solicitaron ‘área libre’, no pudiéndose precisar que
haya sido por dicha circunstancia. (…)” –fs. 539/541-.
El segundo de los legajos mencionados
contiene un acta de Acuerdo Ordinario del Consejo de
Guerra Especial Estable del Ejército Argentino Nº 1/1
dictada en la ciudad de Buenos Aires el 9 de abril de
1979, en donde ese Consejo se declaró incompetente para
continuar entendiendo en la causa seguida contra Luis
Pablo Córdoba y Alcira Elizabeth Ríos, por considerar
que de lo actuado no surgía la comisión por parte de
los imputados de algún delito en el que correspondía
entender a ese Tribunal Militar y ordenó remitir las
partes pertinentes a la Excma. Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal para
que designe el Juez que por turno corresponda para
entender en la investigación de los delitos previstos
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por los arts. 189 bis y 213 bis del C.P. y la ley nº
20.840 –fs. 546-.
Seguidamente obran documentos relativos a
solicitudes de averiguación de paradero del Sr.
Córdoba, todas con resultado negativo –fs. 547/570- y
una nota periodística del Diario “La Voz”, publicada el
5 de enero de 1984. En esta, obran testimonios sobre
personas que estuvieron detenidas en el Centro
Clandestino de Detención denominado “La Cacha”, entre
los que se menciona al matrimonio Córdoba. Sobre ellos
se indica que fueron trasladados de ese centro de
detención y abandonados en el Regimiento de La Tablada,
maniatados y amordazados dentro de un auto en el cual
colocaron armas, lugar donde fueron recogidos por
personal militar y luego trasladados a una comisaría.
Finalmente, se relata que, posteriormente, fueron
llevados a la cárcel de Villa Devoto y reconocidos como
presos legales.
También debe tenerse en cuenta que las
víctimas de autos, Luis Pablo Córdoba y Alcira Ríos de
Córdoba, prestaron declaración testimonial en la
audiencia de debate.
El primero de los nombrados, en dicha
oportunidad manifestó que al mes de julio del año 1978
vivía en la ciudad de San Nicolás, en la calle Quiroga,
a una cuadra de la cárcel, junto con su esposa y los
dos hijos menores de edad de la pareja. Sobre los
motivos que lo llevaron a radicarse en esa ciudad,
explicó que anteriormente vivía con su mujer, en la
ciudad de Santa Fe, donde trabajaba en el diario “El

755
Litoral” y posteriormente en el “Nuevo Diario”, pero
debieron mudarse porque fueron amenazados de muerte por
la Triple “A” y el director de su lugar de trabajo le
dijo que se fuera. Indicó que su esposa era periodista
y abogada y mientras vivían en Santa Fe trabajaba en el
segundo de los periódicos mencionados, pero luego, en
San Nicolás, comenzó a dedicarse a la abogacía junto
con otro abogado y trabajaba en un colegio.
Sobre los hechos objeto de juzgamiento,
explicó que el 27 de julio de 1978 a la madrugada
golpeó en su casa una “patota” armada, primero lo
detuvieron a él y después de dos o tres horas a su
mujer. En relación al procedimiento, indicó que en un
primer momento ingresaron dos personas encapuchadas con
uniforme de fajina verde y borceguíes y en total eran
entre cuatro y seis, quienes lo empujaron, le dieron un
culatazo y enseguida lo metieron en un auto. La capucha
era un pasamontaña gris y la ropa era de fajina verde.
Sobre las cosas que le sustrajeron,
explicó que al entrevistar a su suegra, su suegra
Angélica Ponce de León, quien era pariente del obispo
de San Nicolás y que se encontraba en la vivienda,
vieron que tenía un retrato de un oficial de la marina
y le preguntaron quién era, ante lo que ella contestó
que era su hijo, motivo por el cual sólo le llevaron
armas antiguas que tenía en el inmueble.
Señaló que, una vez detenido, el viaje
fue muy corto, de cinco minutos, hasta que llegaron a
un lugar, que cree que era el Regional porque lo
tuvieron tirado contra una pared redonda, que años
después constató que seguía allí en un reconocimiento,
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donde lo torturaron con una batería de autos, le
pegaron y le preguntaron por la plata y por cosas que
no tenían ninguna relación. Durante su estadio en ese
lugar, estaba completamente vendado con cinta adhesiva,
por lo que no pudo ver a nadie. Relató que sufrió
muchos pasos de corriente eléctrica por horas, ante lo
cual gritaba y lo hacían callar y ponían la radio para
evitar que los vecinos escuchen y que lo torturaron
sobre una cama con elásticos de alambre, lo que le
ocasionó lesiones. Afirmó que en dicho lugar tuvo
contacto con su mujer cuando la trajeron, donde
pudieron hablar pero no verse. A su vez relató un
episodio ocurrido allí, que luego fue explicado también
por la Sra. Ríos, donde intentaron que un perro los
agrediera, pero éste terminó lamiéndolos.
Indicó que en San Nicolás estuvieron
detenidos hasta la madrugada siguiente y posteriormente
los trasladaron a la ciudad de La Plata, a un edificio
que llamaban “La Cacha”, donde también fue torturado e
interrogado, sobre un montonero que llamaban “El
Profesor”.
A preguntas efectuadas por el Sr. Fiscal,
indicó que cuando fue liberado un vecino de él que era
guarda cárcel le comentó que el día en que lo
detuvieron le habían dicho que esa noche no saliera
porque iba a haber tiros porque iba a haber un
procedimiento.
Finalmente, relató que luego que de “La
Cacha” fue trasladado a distintos lugares de detención
–Comisaría de Avellaneda, La Tablada, Villa Devoto- y

757
explicó el proceso de “legalización” de su situación de
detención, indicando que “inventaron una ficha” donde
decía que él y su mujer fueron capturados porque
quisieron asaltar La Tablada, lo pasaron al Consejo de
Guerra y luego se declararon incompetentes y remitieron
su expediente a la justicia federal, quedando en
libertad el 14 de junio de 1979, fecha en la que salió
con libertad condicional y por consejos recibidos se
fue del país.
Alcira Ríos, por su parte, y en
consonancia con lo dicho por su marido, declaró que se
mudaron a la ciudad de San Nicolás porque ambos
trabajaban en un diario en Santa Fe y empezaron a haber
persecuciones y amenazas, e incluso rompieron el frente
del diario con una ráfaga de ametralladoras. Indicó que
el director del diario les dijo que se vayan, porque
habían matado a dos compañeras abogadas y la Triple “A”
había mandado un comunicado al periódico donde decía
que la iban a matar a ella y a dos periodistas más.
Sobre los hechos investigados en autos
relató que el 27 de julio del 1978 aproximadamente a la
una y media de la madrugada entró una patota a su casa.
Su esposo abrió la ventana creyendo que era un sobrino
que siempre venia de Buenos Aires, pero cuando lo hizo
le dieron un culatazo muy fuerte y le dijeron que abra.
En ese momento, su marido le gritó “Alcira”, ante lo
cual saltó de la cama e intentó vestirse porque estaba
de pijama pero enseguida le dijeron que cierre la
puerta del placard. Indicó que las personas que
ingresaron en su domicilio estaban vestidas con ropa de
fajina del ejército, pero tenían una media en la cabeza
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como las que le ponían a los presos y le apuntaban con
un arma larga. También entre ellos había un señor
canoso de ojos claros que tenía una bufanda que le
tapaba la cara y estaba vestido de civil.
Inmediatamente le ordenaron que se tirara al suelo y le
preguntaron quién estaba en la habitación de al lado, a
lo que les respondió que estaban sus hijos y su madre
que los había ido a visitar. Mientras tanto escuchaba
que había más gente, se trataba de una patota.
Continuó describiendo la testigo que de
pronto se abrió la puerta y entró una persona, que le
dijo que cerrara los ojos y que si “cantaba” se quedaba
con tus hijos y su madre, pero que su marido se iba con
ellos, ante lo que le contestó que se habían equivocado
de casa, que no tenía nada que “cantar”, que después
iban a tener que rendir cuentas. Le dijeron que como no
quería “cantar” se iba a quedar encerrada, le cerraron
la puerta y después interrogaron a su madre, a quien le
preguntaron a qué se dedicaban ellos y quiénes eran sus
amigos. Ella tenía un hermano que había fallecido y su
madre llevaba su foto a todos lados, cuando la vieron
los militares le preguntaron quién era y su madre les
dijo que era su hijo y que iban a tener que pagar por
lo que estaban haciendo, no le dijo que había muerto,
por eso cree que tuvieron un poco más de respeto.
Después revolvieron la casa, donde encontraron armas
viejas que su esposo coleccionaba y le volvieron a
preguntar si iba a “cantar” o no y le preguntaban por
gente que no conocía. La dejaron vestirse, la sacaron,
le pusieron una capucha y la llevaron, cree que en un

759
auto, a un lugar que no le pareció que quedara era muy
lejos, podía ser el centro. Al llegar sintió que se
abría un portón, entraron, la bajaron, la llevaron
hasta una mesa y la sentaron en una silla, pudieron
observar por debajo que había una persona, un soldado o
un policía. Le dijeron que le iban a sacar la capucha y
que no se le ocurra mirar porque le iban a pegar un
tiro, por lo que cerró los ojos y le pusieron vendas y
la llevaron a una habitación grande muy oscura, la
sentaron en una silla y la ataron con las manos atrás,
mientras que escuchaba los gritos de su marido que
estaba siendo torturado. Pudo observar que se trataba
de una habitación grande que tenía un gran ventanal con
vidrios de distintos colores. De golpe abrieron la
puerta y tiraron algo, que pensó que se trataba de una
bolsa con alguien adentro. Cerraron la puerta y se
fueron. Esperó y, al pensar que podía tratarse de su
marido, preguntó “¿Tati sos vos?”, a lo que él le
respondió que sí, ella le contó que estaba atada y él
le dijo que estaba muy mal. Luego, se sacó la cinta, la
rompió con la uña, se bajó de la silla y fue al lado de
su esposo, ante lo que él le dijo que volviera a la
silla porque le iban a hacer mal a ella. Al rato vino
alguien, le pidió ir al baño y pudo advertir que se
trataba de un soldado porque le vio las botas y la
llevó a un baño que estaba en construcción. En esa
oportunidad le preguntó al soldado qué era lo que
estaban haciendo, ante lo que éste le respondió
“ustedes tienen las dos profesiones que menos nos
gustan: periodista y abogada”, la volvió a llevar y la
ató. Indicó que después los empezaron a llevar a la
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sala de tortura, que tenía una punta y su pared era
redonda, ahí incluso los apoyaron y le pasaron
corriente en la boca. Afirmó que a su esposo también lo
torturaron y le decían a ella que viera para que
hablara, a lo que respondía que no tenía nada que
decir.
Declaró que a la mañana del día siguiente
siguió la tortura y relató el suceso ocurrido con el
perro, ya explicado por su marido. A su vez, dijo que
después la llevaron a una habitación que quedaba en una
galería afuera de donde había estado encerrada y la
dejaron contra la pared, mientras dos personas hacían
un ruido como que afilaban una cuchilla y decían
“ponela bien afilada porque cuando venga el jefe a esta
si no habla la van a cortar a pedazos” y después
dijeron “desocupa la mesa que acá la vamos a poner y
trae un tarro grande así cae la sangre”.
Relató que a la tarde la llevaron afuera,
como a un patio y la metieron en un automóvil, mientras
que del otro lado entró un hombre que le hizo poner la
cabeza sobre el asiento y le dijo que no la levante
porque “la iba a ligar”. Explicó que sintió que
adelante había dos personas y les preguntó qué iba a
pasar, si la iban a matar, porque sabía que antes a
unas personas de apellido Cámpora los habían
secuestrado, matado y tirado al borde de la ruta, a lo
que el chofer le contestó que estaba podrido de ver
sufrir gente. Luego escuchó que abrieron la parte de
atrás del auto, metieron algo, el vehículo marchó y
sintió que iban bastante rápido porque de golpe

761
salieron de la ruta y pensó “se acabó”, escuchó los
árboles, los sapos y de golpe sintió el ruido de un
camión. Después de eso, la sacaron del automóvil y le
dijeron que los iban a trasladar. De la parte de atrás
sacaron a su marido, los juntaron y los hicieron subir
a un camión azul grande. Recordó que en dicha
oportunidad su marido estaba muy mal, porque había sido
“terriblemente torturado”.
Afirmó que cuando finalizó el viaje, los
hicieron caminar y les dijeron que habían llegado a “La
Cacha”. Declaró que a su esposo lo llevaron arriba,
donde estaba la mayoría de los detenidos, mientras que
a ella la metieron en una especie de cueva, donde
tenía que entrar agachada y le pusieron un grillo en la
mano y otro en el pie. Indicó que en esa oportunidad
sintió gritos de voces femeninas y masculinas que
decían: “que bestias como han dejado a este hombre”,
refiriéndose a su marido e incluso una mujer pedía
antibióticos para él. Recordó que al día siguiente al
Sr. Córdoba lo envolvieron en una sábana y lo dejaron
de torturar hasta que se componga un poco, quien tenía
una herida en la cabeza que estaba infectada.
Relató sobre sus días en este Centro
Clandestino de Detención denominado “La Cacha” y las
torturas recibidas por ambos. Indicó que estuvieron
allí hasta el 1º de septiembre y que les hicieron
firmar papeles a ambos que no pudieron leer. A su vez
recordó que la obligaron a escribir y firmar un
documento que decía que en su casa tenían armas
(ametralladoras, un fal).
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FRO 82000149/10
Indicó que de dicho lugar los sacaron una
noche y los llevaron frente a La Tablada, los
abandonaron en un auto y antes de dejarlos tiraron
adelante del vehículo una bolsa con arma. Al rato llegó
un camión del ejército y gritaron “terroristas tienen
armas”. Ellos se quedaron callados y con el auto los
llevaron adentro de La Tablada y les leyeron los
documentos que habían firmado en “La Cacha”, donde
decía que tenían armas en el fondo de su casa.
Explicó que en La Tablada estuvieron un
tiempo en la guardia y después los mandaron a
Avellaneda: a su marido a la Comisaría Segunda y a ella
a una Subcomisaría perteneciente a la Avellaneda, donde
había personas de policía de la provincia. Indicó que
en dicho lugar no le daban alimentos, que sólo contaba
con un tacho para que hiciera sus necesidades
fisiológicas y que la comida que pudo ingerir fue la
que le traían los familiares del hombre que se
encontraba detenido a su lado.
Contó que encontrándose allí tuvo
contacto con una chica que le dijo que si le daba un
teléfono se iba a contactar con alguien cuando salga y
que cuando quedó en libertad se comunicó con su hermana
le dijo dónde estaba, por lo que sus familiares fueron
a este lugar.
Manifestó que después de cuatro meses de
estar “desaparecidos” los legalizaron y los llevaron a
Devoto. En relación a la causa iniciada contra ellos,
indicó que el ejército se declaró incompetente y un

763
juez de San Martín los dejó en libertad por falta de
mérito.
Por último, respondiendo a preguntas
efectuadas por la Fiscalía General indicó que al
momento de los interrogatorios le decían a su esposo
que era “profesor de montoneros”.
b.13) Expediente nº FRO 85000124/2011: el
caso de Luis Francisco Ceccon.
Ha quedado debidamente acreditado en
autos que de acuerdo a las pruebas colectadas y de las
constancias de autos -fs. 1985/2018-, que a la fecha de
los hechos, Luis Francisco Ceccon tenía 31 años, vivía
en concubinato con María Noemí Aubel en la ciudad de
Pergamino, Partido del mismo nombre, Provincia de
Buenos Aires en una finca ubicada en calle Luzuriaga al
115; tenía cuatro hijos, Silvia Liliana de 11 años,
Maricel Edith de 9 años, Nancy Alejandra de 7 años y
Silvio Daniel de 5 años. Ceccon era policía y revistaba
en la Brigada de Investigaciones de Junín dependiente
de la policía de la provincia de Buenos Aires, con la
jerarquía de cabo. Previamente, había sido numerario de
la Brigada de Investigaciones de San Nicolás y de la
Comisaría de Pergamino. Era militante de la Juventud
Peronista y además formaba parte de un grupo juvenil
cristiano denominado Emanuel perteneciente a la Iglesia
San Vicente Paul de Pergamino, en el cual participaban,
entre otros, Jorge “Canario” Torrent, Gerardo Pérez,
Leonor Genoveva Pierro y Adriana Beatriz Pierro,
habiendo sido los tres primeros víctimas de homicidio
en la marco de la última dictadura militar.
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FRO 82000149/10
Fue secuestrado por primera vez el 1° de
abril de 1976 por fuerzas del ejército bajo comando
operacional del Área Militar 132, habiendo sido
conducido al Batallón de Ingenieros de Combate 101 de
San Nicolás, Partido del mismo nombre, Provincia de
Buenos Aires. En este contexto fue sometido a
interrogatorios sobre sus posibles vínculos con
personas consideradas por las fuerzas represivas como
“elementos subversivos”. Fue dejado en libertad el 8 de
abril de 1976.
Ceccon fue obligado por parte de las
fuerzas represivas a aportar información sobre sus
compañeros de militancia y sobre las actividades
desarrolladas por estos, debiendo reportar
continuamente a la Dirección General de Inteligencia de
la Policía de la Provincia de Buenos Aires en la
persona de Enrique Kessler, policía que actuaba como
órgano de inteligencia de esa fuerza para la Comisaría
Primera de Pergamino. A su vez Kessler operaba como
“periodista” del Diario La Opinión de Pergamino.
El 16 de mayo de 1978 Luis Ceccon se
presentó en la Comisaría Primera de Pergamino
dependiente de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires, acompañado de su pareja María Noemí Aubel, con
motivo de una notificación recibida en la cual se
requería su comparendo. En dicha dependencia las
autoridades le manifestaron que ello se debía a un
error. Ese día estaba franco de servicio.
Luego de retirarse, cuando se encontraban
caminando por la vía pública siendo las 15:20 horas

765
aproximadamente Luis Francisco Ceccon y María Noemí
Aubel fueron interceptados en la intersección de las
calles Luzuriaga y Echeverría por un automóvil de color
claro sin chapa patente identificatoria, en el que se
movilizaban tres personas vestidas de civil, quienes
apuntando a Ceccon, le quitaron el arma reglamentaria,
lo esposaron por la espalda y lo subieron al automóvil
dándose a la fuga. Además, le indicaron a su pareja que
se abstuviera de hacer denuncia alguna.
Luis Francisco Ceccon fue trasladado a un
centro clandestino de detención en el cual fue sometido
a un exhaustivo interrogatorio bajo tormentos por
personal de la Dirección de Inteligencia de la Policía
de la Provincia de Buenos Aires. En el informe
elaborado por los mismos en base a esos interrogatorios
y a otros antecedentes se plasmó como conclusión que
debía separarse a Ceccon de manera inmediata de la
institución policial, dejándose expresamente consignado
que esa recomendación era efectuada “sin perjuicio de
lo que la superioridad determine”.
Para pretender lograr la impunidad del
secuestro, posteriores tormentos y homicidio, la
policía de la Provincia de Buenos Aires simuló que
Ceccon había hecho abandono del trabajo, instruyéndose
actuaciones administrativas a su respecto, en las
cuales en un primer momento se dispuso su
disponibilidad sin goce de sueldo y posteriormente se
lo dio de baja de la institución por cesantía.
En esas actuaciones se llegó a intimar a
Ceccon para que devolviera los elementos pertenecientes
a la institución policial -o en su caso que pagara el
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equivalente respectivo- consistentes en el arma
reglamentaria, la credencial de la policía y el carnet
de la obra social.
En virtud de la denuncia efectuada por un
compañero de trabajo de la víctima, se inició un
sumario judicial caratulado “Ceccon Luis Francisco.
Víctima de presunta privación ilegal de la libertad.
Pergamino” Expte. Nro. 38.569 del registro del entonces
Juzgado en lo Penal Nro. 2 del Departamento Judicial de
San Nicolás a cargo del Dr. Oscar A. Vergara. La
instrucción estuvo a cargo en un primer momento del
Comisario Oscar Alejo Cuba en ese entonces a cargo de
la Comisaría de Pergamino.
Si bien los hechos investigados se
produjeron en la vía pública, en la zona céntrica de la
ciudad de Pergamino y en horas de la tarde -lo que
permite presumir cierto movimiento de gente- no se
dispuso medida alguna tendiente a ubicar testigos
presenciales del hecho por parte de la preventora.
En cuanto al Juzgado interviniente, las
actuaciones fueron elevadas en fecha 5 de septiembre de
1978 en un total de nueve fojas. Tres días después se
resolvió sobreseer provisoriamente la causa, mediante
un formulario pre impreso en el que sólo se consignó en
forma manuscrita el nombre de la víctima. Ello, con
fundamento en que no se pudo individualizar a los
autores del delito. Dicha resolución fue consentida por
el Agente Fiscal. Del sumario no surge que la autoridad
judicial hubiere ordenado medida probatoria alguna

767
tendiente a dilucidar los hechos. Ni siquiera se
dispuso la citación de los familiares de la víctima.
Lo expuesto precedentemente, es una
muestra más de cómo el Poder Judicial de la dictadura
cívico militar que operó en el país a partir del año
1976 constituyó un engranaje del terrorismo de Estado.
Los secuestradores de Luis Francisco
Ceccon decidieron su asesinato, por considerarlo un
elemento subversivo que se encontraba captado por la
Organización Montoneros. Sus restos fueron enterrados
como N.N. en el Cementerio Municipal de General
Lavalle, Provincia de Buenos Aires y fueron hallados,
junto con numerosos cadáveres, en el mes de diciembre
de 1978, en distintas localidades del actual Partido de
la Costa, Pinamar y Villa Gesell.
La coincidencia de este cadáver sin
identidad con la víctima de autos fue establecida en
virtud de las tareas efectuadas por los miembros del
Equipo Argentino de Antropología Forense, quienes
procedieron a la exhumación del mismo el 21 de
diciembre de 2005.
La pericia efectuada por el EAAF
estableció múltiples fracturas perimortem, que se
corresponden a lesiones ocurridas alrededor del momento
de la muerte, señalando que el mecanismo de producción
de esas fracturas es compatible con el choque o golpe
con o contra objeto o superficie dura. Lo expuesto
adunado al hecho de haber aparecido los restos próximos
a la costa atlántica permite afirmar, a criterio de la
Fiscalía, que Luis Francisco Ceccon fue arrojado desde
una altura considerable a la superficie del mar, en los
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tenebrosos “traslados” conocidos como “vuelos de la
muerte”.
En relación al delito de privación
ilegítima de la libertad, ha quedado acreditado que se
trató de una detención por parte de funcionarios
públicos que abusaron de sus funciones y no guardaron
las formalidades prescriptas por las leyes vigentes en
ese momento que remitían o al Código de Justicia
Militar o al Código de Procedimientos en Materia Penal;
con violencias físicas y psíquicas.
El presente caso, como otros de igual
tenor, adquiere mayor entidad o gravedad, porque se
transformó en homicidio con desaparición del cuerpo que
recién ahora, después de los hechos, fueron tipificadas
internacional y localmente (art. 2 de la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas,
aprobada por ley 24.556, y elevada a jerarquía
constitucional por ley 24.820; art. 7°, inc. i), del
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional; art.
9 de la ley 26.200, que reprime la desaparición forzada
con pena de prisión de 3 a 25 años y, si ocurre la
muerte de la víctima, con prisión perpetua). Se trata
de un detenido que no fue puesto a disposición de
autoridad competente y sobre el que no se dio aviso y
se negó información a familiares y autoridades sobre su
paradero.
A su vez, y de conformidad a lo expuesto
se permite encuadrar la privación ilegítima de la
libertad en la agravante señalada, puesto que, tal como
se desprende de la prueba reseñada, fue cometida bajo

769
violencia, con empleo de fuerza física directa sobre la
víctima.
En cuanto al delito de tormentos, el que
no sólo se constituye con los que físicamente padeciera
Ceccon en su cuerpos y los psíquicos dados por las
acciones concretas, sino que también los infringidos a
partir de sus inhumanas condiciones de detención, que
han sido consideradas constitutivas del delito de
tormentos en sí mismas, entre las que detalla las
torturas físicas y psíquicas aplicadas a Luis Francisco
Ceccon, consistentes en aplicación de picana eléctrica
y golpes, entre otras.
Al respecto, y conforme ha quedado
acreditado en la mencionada causa 13, el imputado
integró con su voluntad un acuerdo predeterminado
elaborado por la Junta de Comandantes en Jefe y como
consecuencia de éste se produjo el homicidio de marras.
De las testimoniales de autos surge que
María Noemí Aubel quien expreso que fue pareja de
Luis Francisco Ceccon en el año 1976, que dicha
relación surgió por la amistad de este con los hermanos
de la nombrada. Relató que cuando lo conoció vivía en
el barrio Güemes de la ciudad de Pergamino, que estaba
casado y que tenía hijos, que era policía. Al momento
de su desaparición prestaba servicio en la Brigada de
Investigaciones de Junín, provincia de Buenos Aires. Lo
definió como un militante Peronista y que actuaba junto
al padre Marciano Alba. Expresó que Luis Francisco
Ceccon le manifestó que había estada detenido con
anterioridad en el año 1976 y a raíz de ese suceso
tenía mucho miedo. Refirió que en el lugar donde
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estuvo detenido vio gente muy maltratada, y que
recordaba a una pareja de médicos, describió que el
mismo estaba estaqueado, continuo relatando que en una
oportunidad le estaba dando mate cocido con pan y
alguien lo reto y lo amenazo. Agrego que:
“supuestamente a él lo nombro un cura por eso lo
detuvieron”. No recordó la fecha exacta de la detención
pero sí que previo a la misma Luis Francisco Ceccon
recibió una citación de la Comisaría 1 de Pergamino y
que ella lo acompaño. Se quedó sentada esperándolo y
como no salía le pregunto a un policía quien le refirió
que estaba “adentro”. Continuó expresando que cuando
salió al rato le dijo: “el comisario me dijo que haces
acá? Yo no te cite para nada lo llamo a su jefe y le
dijo que se fuera a la casa que se quedara tranquilo”.
En el trayecto a su casa fueron interceptados por un
vehículo Ford Falcón verde y un vehículo más que corto
el tránsito, se bajó un hombre de uno de los vehículos
y lo esposo, le pidió la pistola reglamentaria y me
dijo: “ándate a tu casa no digas nada esta noche te lo
devolvemos”. Continúo diciendo que con el tiempo supo
que la citación en la comisaria fue a los efectos de
reconocer a Luis Francisco Ceccon. Agregó que el
procedimiento se realizó en una zona céntrica, que
realizó la denuncia y reconoció su firma al momento
de exhibirle la misma (fs. 87/88 del expte 124/11). La
mencionada denuncia se encuentra radicada en la
comisaria primera de pergamino y la testigo agregó que
allí le dijeron que el procedimiento estuvo a cargo del
ejército. La Sra. Aubel, refirió haber realizado

771
diligencias ante un teniente Coronel Rodríguez en Junín
quien le manifestó que: “si estaba limpio iba a
aparecer”. Por ultimo recordó que en la comisaria de
Pergamino fue atendida por un comisario o subcomisario
de nombre Campi.
La declaración testimonial de José Arturo
Pesce da cuenta del carácter de funcionario policial de
Luis Francisco Ceccon, así este declaró ante este
Tribunal que conoció a Luis Francisco Ceccon porque
eran compañeros de trabajo en la Policía. Relató que
ingreso a la Policía en la ciudad de Pergamino, el 1º
de febrero de 1976. Agrego que Luis Francisco Ceccon
estaba en su guardia y que viajaban juntos, porque
ambos se desempeñaban en la delegación cuatrerismo
rojas que funcionaba sobre la ruta 188. Que dicha
delegación dependía de Bragado, en donde estaba el
jefe, y que luego pasaron todos los de cuatrerismo a la
brigada de investigaciones. Que trabajaron juntos y que
ambos vivían en Pergamino. Expreso que con
posterioridad al golpe de estado de 1976 los jefes de
policía que eran militares concurrían a la delegación
policial a hablar con ellos. Continúo su relato
expresando que se enterró del secuestro de Luis
Francisco Ceccon porque quien era su concubina, la
señora Aubel se presentó en su casa y le relato lo
sucedido. Recordó haber sido citado a declarar y así
reconoció su firma a fs. 89/90 del expte. nº 124/11.
Ratifico que el secuestro de Luis Francisco Ceccon fue
en el año 1978 con anterioridad al mundial de futbol.
Definió a Luis Francisco Ceccon como una persona muy
reservada pero que le constaba que leía mucho.
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La hija de Luis Francisco Ceccon, Nancy
Alejandra Ceccon, relató en esta audiencia que su
familia se componía por su madre de nombre Máxima
Franco de Ceccon, sus hermanos y ella, que vivían en un
principio en la casa de su abuela y que luego su padre
compro un terreno en el barrio Güemes en el año 1973.
Agregó que su padre militaba socialmente, lo describió
como un hombre solidario, precursor del compromiso con
el otro, acentuándose esta característica cuando conoce
a un grupo, el grupo Emanuel, que era liderado por el
padre Marciano Alba. Manifestó que tenía un nivel
diferente al resto de las personas del barrio, que le
gustaba leer, era autodidacta y leía muchísimo sobre
política, le interesaba participar y comprometerse con
la realidad del país. Recordó haber visto en su casa
había muchos panfletos y su casa llena de gente, que
venían compañeros a reunirse, de la iglesia y de la
militancia política. Reiteró que su padre era policía
de la provincia de bs as y trabajaba en la brigada de
investigaciones y que a raíz de su detención lo dieron
de baja alegando que había hecho abandono del trabajo.
Afirmó que militaba en el Movimiento Montoneros. Relató
que fue llevado detenido en el año 1976 junto con el
padre marciano y el padre Galli, Monseñor Ponce de
León pidió que liberaran a los curas, y así lo
liberaron. Durante un tiempo se sintió perseguido.
Luego se separó de quien era su esposa y madre de
Nancy, y relató que supo del secuestro de su padre
porque se los informo quien era la concubina de Luis
Francisco en ese momento, y expresó que “supusimos que

773
era una detención más, yo en ese momento tenía 7 años,
no se me ocurría que no lo iba a ver más”. Expreso que
el proceso de identificación de los restos de tu papa
comenzó cuando Amanda encontró a Gerardo que fue una
gran noticia para todos, Gerardo Pérez fue compañero
de su padre. Amanda le pregunto si había hecho los
análisis a raíz de ello volvió a sacar turno le pidió
a sus dos hermanos que quedaban que se hagan el ADN, y
fueron al banco, en mayo de 2010. En el 2011 relato una
sucesión de sueños reiterativos, soñaba con la orilla
del mar, con palos, con cementerios, hasta que un día
la llamaron del EAAF para decirle que habían
identificado los restos de su papá. Lo encontraron en
un cementerio de General Lavalle con otros cuerpos que
eran parte de una mega causa de víctimas de los vuelos
de la muerte.
El testigo Oscar René Lencina, declaró
que militaba desde muy joven comenzando esa actividad
en la ciudad de Pergamino, de donde es oriundo, que en
los años 70 hasta el 75 militó gremialmente en
Pergamino y San Nicolás en una fábrica. A raíz de esa
militancia conoció a Luis Francisco Ceccon, militante
del barrio Güemes de Pergamino dentro de un grupo
católico denominado Emanuel. Definió a Ceccon como
militante de trabajo social barrial, especificando que
se movilizaba para conseguir derechos de los humildes,
viviendas, forestación, zanjeo, etc. Continuo su relato
expresando que intento formar una agrupación de la
juventud trabajadora peronista y a raíz de ello el
dueño de la fábrica donde trabajaba le manifestó que
“los muchachos de la UOM me pidieron que lo desplazara
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del trabajo”. Y que ante el requerimiento de los
motivos por los cuales debían desplazarlo, le dijo que
había ciertas cosas que habían sucedido en la fábrica
que no quería q pasaran. Agregó que en ese momento el
secretario de la UOM era Naldo Brunelli y que a su
entender la UOM estaba representando a la burocracia
sindical. Se desempeñó como vicepresidente del centro
de estudiantes de la ciudad de San Nicolás hasta el año
1974, y que ese año trabajó en la fábrica y haciendo
militancia barrial hasta el 28 de marzo de 1976, fecha
en la que a través de un comando del ejército de San
Nicolás allanaron la casa paterna del testigo Lencina,
donde vivía su mama y su hermano en la ciudad de
Pergamino. Que una semana después de ese hecho y con la
ayuda de su hermano pudo salir de la ciudad rumbo a
santa fe, previamente logro ponerse en contacto con su
esposa.
Del testimonio de Miguel Rivarossa surge
que el nombrado conoció a Luis Francisco Ceccon ya que
ambos pertenecían a un grupo de la Juventud Peronista y
recordó que se realizaban reuniones en la casa del
nombrado y que en una oportunidad realizaron pegatinas
juntos, esto fue antes del golpe de estado. Ratificó
que Ceccon era policía y agregó que sabía que era muy
apreciado en barrio Güemes de Pergamino, por su trabajo
social y que supo que estaba desaparecido cuando
recuperó su libertad. Continuó su relato diciendo que
él trabajaba en Somisa, y que un día es informado por
personal policial que se había prendido fuego su casa,
se fue con ellos, y que estando en el hall de la

775
comisaria, lo ve pasar a Luis Francisco Ceccon pero que
este no demuestra conocerlo, estimando que se había
asustado y agrego que él también se asustó. Luego de
esto fue llevado a un calabozo, luego trasladado con
una manta y en un auto a la comisaría de San Nicolás y
luego al penal de esa ciudad. Recordó que el incendio
de su casa nunca existió. Agregó que militaba en una
agrupación gremial de Somisa y que cree que su
secuestro se debió a la caída de varios de sus
compañeros. Estuvo en condición de desaparecido en la
comisaría de San Nicolás. En ese momento sufría ataques
de epilepsia, su familia supo dónde estaba y un amigo
fue a llevarle ropa, le niegan que estuviera allí pero
le aceptan la ropa. En esa condición estuvo uno o dos
días, fue sometido a tormentos y le hacían careos con
otros presos. Fue golpeado e interrogado y las
preguntas iban dirigidas a si era montonero, si usaba
armas, si era guerrillero.
Mercedes Salado Puerto, perito integrante
del Equipo Argentino de Antropología Forense participo
en la identificación de los restos de Luis Francisco
Ceccon, así declaró en esta audiencia que participó en
la exhumación de los restos y en todo el proceso del
caso de Luis Francisco Ceccon, mediante una
presentación en power point, explica el caso, en una
primera imagen se observaron los lugares de hallazgo
del cuerpo, en General Madariaga y General Lavalle.
Aparecieron cuerpos y fueron derivados a los
cementerios más próximos, tres cuerpos llegaron y se
labraron actas de defunción como N.N. y fueron
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enterrados en el cementerio de Gral. Madariaga en una
fecha cercana al 23/9 del 78.
Todas esas personas, todos los cuerpos
que llegaron en la misma época, tenían un patrón
común, tenía que ver con el momento y la causa de la
muerte. Patrón de personas que caen de una cierta
altura, en General Lavalle fueron encontrados los
restos de Luis Ceccon, junto a 11 cadáveres más esto
ocurrió entre el 16 y 20 de diciembre de 1978.
En el año 2005 estos restos fueron
trasladados a la sede del EAAF para poder ser
identificados. Todos tenían el mismo patrón de
fractura, ninguna lesión de proyectil de arma de fuego.
En el año 2011 se logró la identificación de Juan
Francisco Ceccon. Presentaba lesiones en el cráneo y
una patología denominada periostitis difusa, según el
saber de la testigo esto puede ser indicativo de golpe
contra el agua, presentaba también politraumatismo
masivo en el cráneo y la fractura de la primer vertebra
que indican típicamente precipitación o hiperextensión
del cuello, lesiones longitudinales que no son típicas
de un accidente de tránsito, la conclusión no solo en
el caso de Ceccon sino que el patrón de lesiones es muy
claro es el choque contra superficies dura. Casi todos
los cuerpos hallados hablan de una muerte producida
unos 30 días antes de la fecha del hallazgo de los
cadáveres.
El informe obrante a fs. 1965 del Expte.
n° 124/11 suscripto por la testigo da cuenta de todo lo
precedentemente descripto.

777
Carlos María Vullo declaró en esta
audiencia que trabaja desde el año 2003 en el EAAF que
es genetista y que trabaja en el laboratorio. Continúo
relatando que con respecto al caso de Luis Francisco
Ceccon en una primera instancia en el 2009 o 2008 se
realizó una re asociación esqueletaria de un grupo a la
cual pertenecía este esqueleto, luego se obtuvieron
muestras y se enviaron a un laboratorio en EEUU y se
compararon con muestras de hijos de la víctima. Esto
fue para contestar a un planteo de la fiscalía. Se
llegó a la conclusión de que había una posibilidad de
99,9% de que sea su padre.
Del testimonio de Marciano Alba Martínez
surge que el mismo desarrollaba su ministerio pastoral
desde el año 1972 en la parroquia San Vicente de
Pergamino. Allí tenía el grupo Emanuel donde concurrían
Pérez, Pierro, Pascot y Adriana Pierro. Y un montón de
otra gente. Ceccon no era del grupo vivan en el barrio
Güemes y conocía a la familia, relató que estuvo en la
cárcel del 1 de 4 hasta el 9 del 4 de 1976 supo que fue
porque pensaron que era aliado del ERP. Manifestó
haber conocido a Saint Amant toda vez que relató que
cuando fue detenido lo llevaron a su despacho. Agregó
que supo que Ceccon fue a la policía por una supuesta
citación y que luego no supo más nada.
Todo lo precedentemente narrado se prueba
con el Expte 38.569 del registro del Juzgado nº 2 de
San Nicolás que a fs. 3 luce parte preventivo, a fs. 16
y declaraciones testimoniales de Aube y Pesce,
actuaciones de DIPBA, agregado al legajo de prueba nº
5812 en fecha 13 de septiembre de 2012. La declaración
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de Luis Ceccon de fecha 18 de mayo de 1978 en donde se
detalla lo que habría dicho. Los tormentos surgen del
informe DIPBA del legajo citado, ya que del mismo surge
claro que fue interrogado y recomienda la separación de
la policía, sin perjuicio lo que la superioridad
estime, este informe está fechado el 16 de mayo de
1978 lo que coincide con la fecha del secuestro. El
informe DIPBA del primer secuestro reza “sin
laboratorio” de lo que se infiere que el interrogatorio
de mayo del 78 fue “con laboratorio” lo que implica
tormentos además de las declaraciones de los peritos
que identificaron el cuerpo, Salado Puerto así como con
la instrucción del sumario a cargo del comisario CUBA.
5) Autoría. Participación.
En este acápite corresponde analizar, en
primer término, las teorías que, a nivel internacional,
se han desarrollado para explicar la responsabilidad
penal de quienes han cometido delitos que implican
violaciones sistemáticas y masivas de los derechos
humanos, los que, por su naturaleza, no resultan
abarcados por el concepto tradicional de autoría
(dominio del hecho por propia mano).
Así, conforme lo ha sostenido el Tribunal
Oral en lo Criminal Federal nº 2 de esta ciudad en
autos “Díaz Bessone, Ramón Genero y otros s/ homicidio,
violación y torturas”, Expediente nº 120/08 y
acumulados (sentencia nº 3/2012), a nivel doctrinal y
jurisprudencial surgieron la teoría del “Autor Mediato
en Función del Dominio de la Acción Mediante Aparatos
Organizados de Poder” (dominio de la voluntad) y la del

779
“Autor por el Dominio Funcional del Hecho”, las cuales
permiten atribuir con justicia las responsabilidades
generadas a partir de la comisión de los ilícitos antes
referidos.
Cabe aclarar que el codominio funcional
del hecho, lejos de ser incompatible con una estructura
de mando -o de poder-, la complementa. De la extensa
lectura de los conceptos desarrollados sobre estos
temas, se advierte que las mismas se han perfeccionado,
para explicar la sistemática utilizada en regímenes
violatorios de los derechos humanos, generalmente
autoritarios y altamente jerarquizados, con estructuras
de poder muy fuertes. Además, ambas teorías, encuentran
su fundamento legal en el artículo 45 del Código Penal
cuando alude “a los que tomasen parte en la ejecución
del hecho” y a los que “hubiesen determinado a otro a
cometerlo” (D’ALESSIO, Andrés J. (Director) “Código
Penal. Comentado y anotado. Parte General”. Ed. La Ley.
Pág. 518).
La primera de dichas teorías –autoría
mediata mediante aparatos organizados de poder- explica
perfectamente el accionar y la responsabilidad que le
cabe a los imputados Manuel Fernando Saint Amant,
Norberto Ricardo Ferrero y Antonio Federico Bossié, por
cuanto ejercían un poder de mando y autoridad que les
impedía –justamente por ello- actuar de manera directa
en los hechos que hoy se juzgan, dado que eran quienes
daban las órdenes que luego debían ejecutarse.
Claus Roxin, en su obra “Autoría y
Dominio del hecho en Derecho Penal” (Edit. Marcial
Pons, España, Pág. 308 y sgtes. Año 1998), expresa que
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la construcción jurídica de la autoría mediata –como
centro de imputación de responsabilidad penal- se
justifica en la necesidad de fundamentar la autoría del
hombre de atrás, que dispone del aparato organizado de
poder. Resulta un factor decisivo a este respecto la
fungibilidad del ejecutor, quién también será autor
responsable. Lo característico de ésta fungibilidad es
que el ejecutor no opera como una persona individual
sino como una pieza dentro de un engranaje mecánico.
De esta manera -continúa Roxin-, el
autor, pese a no realizar la conducta típica, mantiene
el dominio del hecho a través de un tercero cuya
voluntad por alguna razón se encuentra sometida a sus
designios. Como consecuencia de lo dicho “el hombre de
atrás” puede contar con que la orden por él dictada
será cumplida sin necesidad de emplear coacción o
engaño (hipótesis tradicionales de la autoría mediata)
o de tener que conocer al que ejecuta la acción. Tiene
el “dominio” propiamente dicho, la falta de inmediación
con los hechos se ve suplida de modo creciente en
dominio organizativo, lo que significa que con tales
órdenes está “tomando parte en la ejecución del hecho”,
tanto en sentido literal como jurídico penal. De ésta
forma, quien domina el sistema, domina la anónima
voluntad de todos los hombres que lo integran.
En efecto, existe una íntima relación
entre el “hombre de atrás” y los autores inmediatos.
Éstos, no habrían podido ejecutar los delitos ordenados
si no se los hubiera provisto por orden de los
comandantes, de los medios necesarios para ello: ropa,

781
vehículos, combustibles, armas, municiones, lugares de
alojamiento para los cautivos, víveres, etc. Más aún,
como ya fuera señalado por nuestro máximo tribunal en
fallos de la especie, hubo otra circunstancia de vital
importancia para el éxito de los planes ilegales y que
sólo quienes se encontraban en las esferas más altas de
poder, como es el caso de Manuel Fernando Saint Amant,
Antonio Federico Bossié y Norberto Ricardo Ferrero,
pudieron proporcionar: la impunidad.
Y continuando con la doctrina de Roxin:
“el que ordenando y dirigiendo, toma parte de la
empresa es, sea el que sea el grado jerárquico que
ocupe, autor. A él le corresponde la plena
responsabilidad aunque, por su parte, esté subordinado
a su vez a otra instancia que emita órdenes”.
Otra nota importante que se desprende de
la estructura de la organización de dominio, es que
ella sólo puede darse allí donde el aparato organizado
funciona como una totalidad fuera del orden jurídico,
dado que si se mantiene el Estado de Derecho con todas
sus garantías, la orden de ejecutar acciones punibles
no sirve para fundamentar el dominio ni la voluntad del
poder del inspirador.
A lo expuesto, cabe agregar que ya en la
causa 13/84 quedó probado que el sistema implementado
por el denominado Proceso de Reorganización Nacional
fue el de un aparado organizado de poder, cuyo accionar
respondió a una planificación metódica y
científicamente delineada, que tenía en su vértice
superior a los arquitectos de dicho plan, autores
mediatos de éste.
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Allí se demostró, además, que la eficacia
de ese aparato fue proporcionada por las fuerzas
armadas apostadas en todo el país, conjuntamente con
las fuerzas de seguridad que estaban bajo control
operacional de aquéllas.
Además, este esquema surge del documento
clandestino llamado “Plan del Ejército Contribuyente al
Plan de Seguridad Nacional”, y de infinidad de otros
documentos, reglamentos y órdenes verbales, cuya
existencia fue reconocida por los propios imputados.
Adviértase que desde 1985 está probado
que los ex Comandantes en Jefe impartieron las órdenes
generales. Esas órdenes fueron dirigidas a los Jefes de
Comandos o de Zonas, en un clásico acto de una
organización clandestina inserta dentro de un sistema
oficial. Ellos las recibieron y, para su concreción,
las rediseñaron, configuraron o ajustaron a su propia
realidad, mediante órdenes que, a su vez, impartieron a
sus subordinados, los que las volvieron a afinar o
ajustar para su ejecución por parte de los autores
inmediatos o ejecutores de los hechos (Tribunal Oral en
lo Criminal Federal N° 1 de San Martín, causa n° 2005 -
caso Avellaneda-, sentencia del 12 de agosto de 2009).
En este punto resulta ilustrativo el voto
del Dr. Fayt en la causa “Simón”, fallos CSJN, 328 (2:
2056), quien en los Considerandos 24 y 25, consignó:
“Que es necesario recordar que esta Corte —al confirmar
la sentencia dictada por la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal
(Fallos: 309: 5) — condenó a Jorge Rafael Videla,

783
Emilio Eduardo Massera, Orlando Ramón Agosti, Roberto
Eduardo Viola y Armando Lambruschini (…). En
oportunidad de dictarse el fallo mencionado se señaló
que debían ser condenados quienes dieron las órdenes
que posibilitaron la comisión de delitos por parte de
los subordinados, estableciendo un aparato organizado
de poder que controlaba de principio a fin el curso de
los acontecimientos (voto del juez Fayt en Fallos:
309:5, pág. 1689). Las conductas aberrantes que fueron
merecedoras de reproche penal consistían —tal como se
describieron en el mencionado voto— en capturar a los
sospechosos de tener vínculos con la subversión, de
acuerdo con los informes de inteligencia, conducirlos a
lugares situados en unidades militares o bajo su
dependencia; interrogarlos bajo tormentos, para obtener
los mayores datos posibles acerca de otras personas
involucradas; someterlos a condiciones de vida
inhumanas para quebrar su resistencia moral; realizar
todas esas acciones en la más absoluta clandestinidad,
para lo cual los secuestradores ocultaban su identidad,
obraban preferentemente de noche, mantenían
incomunicadas a las víctimas negando a cualquier
autoridad, familiar o allegado, el secuestro y el lugar
de alojamiento; y dar amplia libertad a los cuadros
inferiores para determinar la suerte del aprehendido,
que podía ser luego liberado, puesto a disposición del
Poder Ejecutivo Nacional, sometido a proceso militar o
civil, o eliminado físicamente.
Actualmente puede encontrarse una precisa descripción
de la repugnante metodología utilizada, en el
Reglamento RC‑9‑1 del Ejército Argentino denominado
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‘Operaciones contra elementos subversivos’ del 17 de
diciembre de 1976, instrumento que al momento de
dictarse la sentencia en el ‘juicio a las juntas’ —y
hasta hace poco tiempo— permaneció oculto y que aun
conserva un ‘carácter reservado’. Sin perjuicio de
ello, en dicha oportunidad, pudo concluirse que
existieron órdenes secretas, las que se evidenciaron en
virtud de la metodología empleada y la reiteración de
los delitos por parte de los autores materiales
(considerando 8° del voto del juez Fayt). 25) Que la
condena tuvo como base fáctica lo ocurrido en lo que
puede describirse como la ‘segunda etapa’ de la lucha
contra la subversión, es decir aquella que —pese al
éxito que para fines de 1976 había tenido la lucha
armada directa con el fin de neutralizar y/o aniquilar
el accionar subversivo— se extendió al plano ideológico
en todos los sectores de las estructuras del país. De
ese modo se facultó a las Fuerzas Armadas para actuar
no ya sobre el accionar subversivo, sino sobre sus
bases filosóficas e ideológicas así como sobre sus
causas políticas, económicas, sociales y culturales
(conf. voto del juez Fayt en Fallos: 309:5, pág. 1689
con cita de la directiva 504/77). La instrumentación de
este plan posibilitó —tanto en la sentencia de la
cámara como en tres de los votos confirmatorios— la
condena de los imputados, tomándose como base el
supuesto específico de autoría mediata —mittelbare
Täterschaft— a través de un aparato de poder organizado
—Willensherrschaft kraft organisatorischer
Machtapparate— creado por Claus Roxin (si bien este

785
supuesto ha sido pensado para resolver aquellos casos
en los que se parte de un subordinado responsable). Es
el propio profesor alemán el que en una edición
posterior de Täterschaft und Tatherrschaft, cita el
"juicio a las juntas" en Argentina como paradigma de
utilización en el extranjero de su novedosa tesis,
luego utilizada por el Tribunal Supremo Federal alemán
en el caso conocido como "tiradores del muro" de 1994 —
Mauerschutzeprozess— (ed. Walter de Gruyter, Berlin‑New
York, 1994, pág. 653; ver también nota 349).”
Por otra parte, de acuerdo a las
consideraciones que se verterán al analizar la
responsabilidad de cada uno de ellos, el resto de los
imputados, cumpliendo las órdenes emanadas por Saint
Amant, Ferrero y Bossié, han efectuado aportes
indispensables para la comisión de los hechos
delictivos por los que se los acusó, configurando
dichos aportes una participación necesaria, en los
términos del art. 45 del C.P.
Al respecto, la teoría del dominio del
hecho, en su formulación más moderna, considera que es
autor de un delito activo doloso el que domina el hecho
y entiende que tal dominio se manifiesta en cuatro
formas diferentes: 1) como dominio de la propia acción
dolosamente ejecutada; 2) como el que se ejerce
dominando la voluntad de otro que obra coaccionado o
sobre la base de un error; 3) como el ejercido a través
de un aparato organizado de poder y 4) como el ejercido
funcionalmente mediante una aportación importante al
delito ejecutado conjuntamente con otros (Confr. C.
Roxin, Täterschaft und Tatherrschaft, 6ª edición, pp.
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127 y ss.; 142 y ss.; 242 y ss; 275 y ss.). Los que
participan sin dominar el hecho sólo son partícipes
(Confr. Bacigalupo, Principios de Derecho Penal, 5ª
edición 1998).
Autores como Best, puntualizan que:
“cuando la organización criminal como un todo sirve de
referencia para la imputación de los aportes
individuales al hecho, esto es cuando se aprecian los
aportes a la luz de un plan criminal general, puede
hablarse de un dominio organizativo por escalones, en
donde el dominio del hecho presupone, por lo menos,
alguna forma de control sobre una parte de la
organización. Aquí la división tradicional entre
autoría-participación es reemplazada por tres niveles
de participación. El primer nivel, más elevado,
compuesto por los autores que planifican y organizan
los sucesos criminales, y pertenecientes a un estrecho
círculo de conducción de la organización que se pueden
denominar autores por mando; un segundo nivel de
autores de jerarquía intermedia, que ejercitan alguna
forma de control sobre una parte de la organización que
pueden denominarse autores por organización; y un
tercer nivel más bajo, donde están los autores
ejecutivos, quienes cumplen ordenes de los dos niveles
anteriores, dentro del aparato estatal criminal. Los
dos primeros niveles de autoría responden a la forma de
autoría mediata dentro de los aparatos organizados de
poder, pues su posición dentro de la organización los
coloca en la cúspide de la misma, o bien, en un segundo
nivel de conducción y control sin ejecución material

787
del hecho” (citado por Kai Ambos en “Fundamentos y
ensayos críticos de Derecho Penal y Procesal Penal”,
editorial Palestra, pág. 233 y ss.).
Dicho esto, corresponde analizar la
estructura funcional en particular del Área 132.
Los decretos 2770/75, 2771/75 y 2772/75
emanados del Poder Ejecutivo Nacional durante el año
1975, dieron intervención a las Fuerzas Armadas para
que asumieran el control de las operaciones para la
represión y el “aniquilamiento de la subversión”.
De la misma manera, la Orden N° 1/75 (del
15 de octubre de 1975), emanada del Consejo de Defensa,
instrumentó el empleo de la fuerzas armadas, de
seguridad y policiales, y demás organismos puestos a su
disposición para la llamada “lucha antisubversiva”, con
la idea rectora de utilizar simultáneamente todos los
medios disponibles, coordinando los niveles nacionales.
Específicamente, estableció la “Misión del Ejército”
(acápite 4 de la Directiva 404/75): "Operar
ofensivamente contra la subversión en el ámbito de su
jurisdicción y fuera de ella en apoyo de las otras
Fuerzas Armadas, para detectar y aniquilar las
organizaciones subversivas. a) Tendrá responsabilidad
primaria en la dirección de las operaciones contra la
subversión en todo el ámbito nacional; b. Conducirá,
con responsabilidad primaria, el esfuerzo de
Inteligencia de la comunidad informativa contra la
subversión (…) bc. Establecerá la VF (Vigilancia de
Frontera) necesaria a fin de lograr el aislamiento de
la subversión del apoyo exterior." El punto 5, apartado
g, específicamente hace referencia a las
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responsabilidades de cada área: “...los Comandos y
Jefaturas de todos los niveles tendrán la
responsabilidad directa e indelegable en la
ejecución de la totalidad de las operaciones”.
Por su parte, la Directiva 404/75 (del 28
de octubre de 1975, también conocida como “la Peugeot”)
del Comandante General del Ejército efectúa la división
territorial del país para las operaciones pertinentes y
es donde se establecen los responsables de éstas y las
formas de su realización. Así, el país quedó dividido
en cuatro zonas de defensa, identificadas bajo los N°
1, 2, 3 y 5, cuyos límites coincidían con los que
demarcaban la jurisdicción de los Cuerpos del Ejército
1, 2, 3 y 5. Posteriormente se creará el Comando de
Zona 4 que dependía del Comando de Institutos
Militares. Es en esta norma directriz donde se fijan,
además, las zonas prioritarias de lucha dividiendo la
maniobra estratégica en fases. Respecto al tópico, es
conveniente agregar que la importancia de apreciar la
estructura organizacional y la cadena de mandos que la
vertebraba, es el mantenimiento dispuesto por esta
directiva respecto de la organización territorial
(conformada como ya se expresó por cuatro zonas de
defensa, la 1, 2, 3 y 5) que dividía al país en zonas,
áreas y sub áreas - preexistentes de acuerdo al Plan de
Capacidades para el año 1972 - PFE - PC MI72 - , tal
como ordenaba el punto 8 de la directiva 1/75 del
Consejo de Defensa.
Ninguna duda puede quedar que entre “los
comandos y jefaturas de todos los niveles” se

789
encontraban tanto el Batallón de Ingenieros de Combate
101 San Nicolás –instancia permanente- y como el Área
Militar 132 –instancia específica- Por si acaso, los
Libros Históricos del Batallón (capítulos 1976 y 1977)
señalan que durante esos años esa unidad militar “al
igual que todo el Ejército Argentino y demás fuerzas
armadas, se encuentran empeñados en la lucha contra la
subversión apátrida, y cada actividad que realiza la
Unidad está destinada a terminar con todos aquellos que
tratan de destruir a la Nación social, política y
económicamente.”
Finalmente, nuestra CSJN ha dado por
probado que “la órdenes impartidas dieron lugar a la
comisión de un gran número de privaciones ilegítimas de
la libertad, tormentos y homicidios, fuera de otros
cometidos por los subordinados que pueden considerarse
–como los robos producidos- consecuencia del sistema
adoptado desde el momento en que los objetos robados se
depositaban en los centros militares que utilizaban
como base de operaciones los grupos encargados de
capturar a los sospechosos.
En la ejecución de esta táctica cada
fuerza actuó en su jurisdicción independientemente de
las otras, produciéndose una verdadera feudalización de
las zonas a tal punto que para que una fuerza extraña
pudiera operar en zona debía solicitar autorización al
comandante que ejercía el control sobre ella, sin
perjuicio de que cuando fuese necesario se solicitase
la cooperación de otras fuerzas.
Que ese método no convencional de lucha
se utilizó a partir del 5 de enero de 1975 en el
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Operativo Independencia en acciones contra el ERP y fue
organizado sin autorización de Isabel Martínez de
Perón. Contrariando las órdenes emanadas de Buenos
Aires se elaboró un modelo de acción tomado de las
experiencias proporcionadas por los Oficiales de la
O.A.S. y las luchas de Vietnam y Argelia de
Organización celular, con grupos de oficiales vestidos
de civil y en coches de uso particular con impunidad
asegurada y aptos para dar de mayor celeridad a las
tareas de inteligencia y de contrainsurgencia que
permitieron prescindir de la justicia, clasificar a los
prisioneros del ERP según su importancia y
peligrosidad, de modo que solo llegaran al juez los
inofensivos. Este tipo de acciones cuando las Fuerzas
Armadas asumieron el poder del Estado fue adoptado por
los respectivos Comandantes y objeto de órdenes
verbales” (del voto del Dr. Fayt, fallos 309:1689).
Lo descripto precedentemente es acorde a
la explicación brindada por el Coronel (RE) José Luis
García prestada en el marco de la causa Nro. 2043 en el
debate oral realizado entre los años 2009-2010 en
juicio conocido como “Campo de Mayo II” -incorporada
por lectura a la presente- en cuanto con ella se
acredita como a partir de la introducción de la
denominada doctrina contrarrevolucionaria francesa se
produjo un cambio paradigmático en las FFAA, en tanto a
partir de ese momento se instrumentó la técnica de la
división del territorio en zonas y áreas, la tortura
como método de inteligencia para la obtención de

791
información y el asesinato clandestino para no dejar
huellas.
Para ello, no se privilegió la
organización como Cuerpos de Ejército, Brigadas y
Batallones sino como Zonas de Defensa y estas Zonas
cuando por la magnitud de la población lo requería se
dividían en Sub zonas de Defensa y a su vez en Áreas.
Explica, que las Áreas Militares
constituían espacios geográficos a cargo de diferentes
unidades de las Fuerzas Armadas, para hacer efectivo el
control del territorio y de la población.
Éstas se correspondían a nivel de
Regimiento o de Batallón y en las mismas existían las
Planas Mayores, que eran similares a los Estados
Mayores –respecto de las Zonas-, sólo que más reducidas
en efectivos. Trabajaban con el Jefe de Área en el
planeamiento de las operaciones a concretar en la
jurisdicción.
El diseño de la documentación militar
permite reconstruir la “cadena de mandos” que en el
aparato organizado de poder implementado ejercía cada
uno de los aquí acusados dentro de Área Militar 132. La
Directiva General 404/75, el “Plan del Ejercito
(Contribuyente al Plan de Seguridad Nacional-Secreto-
Confidencial)”, la Orden Parcial 405/76, el RC 3-30
(Reglamento sobre organización funcionamiento Estados
Mayores), el RV 200-10 (Servicio Interno, el que
reglamenta el funcionamiento de las Planas Mayores de
las Unidades de Combate).
A la fecha de los hechos, desde el mes de
Diciembre del año 1975, el Coronel (RE) Manuel Fernando
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Saint Amant y posteriormente, a partir del 6 de
diciembre de 1977 el Coronel (RE) Norberto Ricardo
Ferrero, ejercieron la Jefatura del Batallón de
Ingenieros de Combate 101 y del Área Militar 132
(conforme los reglamentos RC 3-30 y RV 200-10).
El Área Militar 132 tenía jurisdicción
sobre los partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro,
Baradero, Arrecifes, Capitán Sarmiento, San Antonio de
Areco, Colón y Pergamino (y, además, por necesidades
“operativas”) podía desplazarse hacia Zárate o Villa
Constitución, dado que sus “blancos”, eran las columnas
del PRT –ERP y Montoneros –Columna 17 y Riberas del
Paraná-.
A su vez, dependía de la Sub Zona 13, con
sede en Junín, la a que a su vez dependía de la Zona 1.
Está claro –así se ha sostenido y
explicado a lo largo del presente fallo-, que a los
fines de la lucha antisubversiva se otorgó a los
Comandantes de Cuerpo del Ejército Argentino, la
responsabilidad de la misma en sus respectivas
jurisdicciones. En virtud del plan sistemático de
represión clandestina e ilegal ideado a tal fin, el
Coronel Manuel Fernando Saint Amant y posteriormente
el Coronel (RE) Norberto Ricardo Ferrero, en la
jurisdicción del Área 132, bajo su mando, y con el
personal de que disponía, tal la intervención que le
cupo a Antonio Federico Bossié como Oficial de
Inteligencia y Operaciones en el Batallón de San
Nicolás, ejecutaron y supervisaron el cumplimiento del
mismo.

793
Y también y está claro que las fuerzas
policiales y de seguridad que se encontraban bajo el
mando operacional de la Fuerzas Armadas, han cumplido
un rol de suma importancia en ese plan, bien
suministrando los brazos ejecutores, bien realizando la
diversidad de hechos posibles y necesarios para la
concreción del mismo. Y tal es lo que acontece con el
resto de los imputados –en el grado y modalidad- que se
determinó en este juicio.
Efectuadas estas consideraciones
generales relativas a estos dos grupos de imputados, a
continuación se realizará un análisis particular de la
participación que le corresponde individualmente a cada
uno de ellos en los hechos juzgados.
a) Manuel Fernando Saint Amant.
Surge de su Legajo personal que el
Teniente Coronel Manuel Fernando Saint Amant, ocupó el
cargo de Jefe del Área Militar 132 desde el 06/12/1975
hasta el 15/11/1977 (v. Informes de Calificación de los
años 1975/1976, 1976/1977 y 1977/1978).
Sin embargo, en el Expediente nº 17.464,
caratulado “Gil, Norberto Oscar Inf. Ley 20.840”, del
registro del Juzgado Federal de San Nicolás, obra un
acta caratulada “Actuaciones Decreto 1860/75”, en la
que se dejó constancia de la detención de Norberto
Oscar Gil, ocurrida “en la vía pública de la ciudad de
Pergamino”, la que se encuentra fechada 09/12/77 y
firmada por Saint Amant, en su carácter de Jefe del
Área 132.
A su vez, según la declaración prestada a
fs. 888/890 del expediente nº 81000047/2012 por el
Poder Judicial de la Nación
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coimputado Clementino Omar Rojas, éste dijo que el Sr.
Jorge Enrique Ocariz fue entregado en la Comisaría de
Colón por el Teniente Coronel Saint Amant, jefe del
regimiento de San Nicolás. Dicho hecho, de acuerdo al
acta que luce a fs. 19 y vta. del expediente Nº 17.463
“Ocariz, Jorge Enrique Inf. Ley 20.840 y art. 189 bis
C. Penal”, ocurrió el 13/12/77.
Por ello, se colige que el nombrado
ejerció el cargo referido en forma conjunta con
Norberto Ricardo Ferrero, desde la fecha de asunción de
la jefatura por el nombrado en segundo término –
ocurrida el 06/12/1977- hasta mediados de ese mes.
El accionar del acusado dentro del área
se advierte de los numerosos elementos de prueba que
fueran analizados en el punto “Materialidad”, entre los
que se pueden señalar:
- Las declaraciones de los testigos-
víctimas, de las que se destacan:
I- Pablo Leonardo Martínez, José María
Budassi, María Luisa Corelli, Alicia Cámpora, Mario
Juan Francisco Contartese y Gustavo De Cara, quienes
manifestaron haber sido entrevistados e interrogados
por el acusado Saint Amant en la Unidad Penal Nº 3 de
San Nicolás.
II- Carlos Alberto Rojas, quien dijo que
fue entrevistado por Saint Amant antes de ser
trasladado a la Unidad Penal nº 3.
III- A su vez, José María Budassi,
Gustavo De Cara, Oscar Gabriel Farayi y Alicia Cámpora
dijeron que sus padres se entrevistaron con el acusado.

795
Esto fue ratificado por Antonia del Río, madre de Oscar
y Carlos Farayi y Alicia Cándida Clotilde Montaldo,
madre de Gerardo y Alicia Cámpora.
IV- Pablo Leonardo Martínez manifestó que
mientras se encontraba detenido en un CCD frente a la
fábrica Protto pudo ver una ventana y dos guardias del
lado de afuera, que dijeron “mirá, ahí viene Saint
Amant”.
V- Adriana Pierro relató que “…..yo estoy
casi segura que era Saint Amant el que me decía esto de
que me podían largar y que podía llegar a la esquina y
me podían agarrar, (…) una frase que recuerdo es que si
te volvemos a agarrar no la vas a pasar así… “.
VI- Naldo Brunelli en su declaración
testimonial indicó que se presentó en la Sede del
Batallón de Ingenieros 101 donde fue atendido por el
Coronel (RE) Manuel Fernando Saint Aman, quien le
manifestó que debía presentarse en la Comisaría Primera
de San Nicolás dependiente de la policía de la
Provincia de Buenos Aires y que allí quedaría detenido.
VII- José Edgardo D´Imperio indicó que
fue interrogado por Saint Amant antes de obtener su
libertad, para lo cual fue trasladado con Gil Morales
en un camión del ejército hasta el cuartel. Allí, un
suboficial lo recibió y lo hizo pasar al despacho del
Teniente Saint Amant, quien le dijo que había tenido
suerte ya que todo San Nicolás conocía su trabajo y
cómo disponía de su tiempo. Señaló que lo interrogó
primero acerca de los integrantes de la comisión
directiva de la Asociación Cultural Rumbo y sobre la
orientación política de esa asociación. Expuso que
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luego abrió un folio que contenía programas de
actividades del Teatro Estable, donde figuraba su
nombre como encargado de iluminación y escenografía y
le preguntó qué tipo de conocimiento tenía sobre los
jóvenes del teatro, a lo que respondió que él no había
tenido contacto con ellos, porque ya no estaba allí
sino que estaba trabajando en el colegio Misericordia,
pero que los conocía de vista porque San Nicolás es
chico. También relató que luego regresó a la Unidad
Penal Nº 3 en el automóvil particular de Saint Amant
pero en estado de liberado, lo que ocurrió los primeros
días del mes de abril.
Asimismo, dijo que con su padre
decidieron ir a verlo a Saint Amant por la situación de
su hermano Mario, quien no los recibió y amenazó a su
padre con meterlo preso. Entonces, a través de un
suboficial le dijo quién era su hermano, a lo que
respondieron que no había ningún D´Imperio detenido.
Ante la insistencia, Saint Amant los hizo entrar y les
dijo que su hermano debería haber salido al otro día
que él, por lo que pidió que le alcanzaran el
expediente correspondiente a Mario, ante lo cual le
informaron que no había ningún expediente a su nombre
sino a nombre del declarante, por lo que se le ocurrió
decirle que se fije adentro de su expediente, donde
encontraron el expediente de su hermano. Entonces los
mandó en su auto a su padre y al declarante y les dijo
que esa tarde salía, lo que efectivamente ocurrió.
VIII- Mario Osvaldo D´Imperio, explicó
que en el penal prácticamente él era el único que

797
quedaba de los conocidos que habían detenido. Dentro de
la unidad carcelaria escuchó que los iban a trasladar.
Ese día recibió la visita de su padre y su hermano
José, quienes se dirigieron al cuartel a ver qué
ocurría y allí descubrieron que su carpeta había
quedado por error adentro de la de su hermano, quien ya
había sido liberado. Por tal motivo, lo recibió el Sr.
Saint Amant y ahí lo liberaron.
IX- Jorge Guillermo Lima, dijo en la
audiencia que, estando alojado en la UP3 de San
Nicolás, los incomunicaron y permaneció cinco o seis
días, hasta que fue llevado al cuartel, donde fue
recibido por Saint Amant y otras dos personas, no sabe
si era Bossié o Andrada, donde lo interrogaron durante
dos horas. Manifestó que luego del interrogatorio Saint
Amant le dijo que quedaba en libertad, le preguntó por
su hermano y le dijo que éste tenía que presentarse
directamente en una casa de la unidad penal y lo mandó
con su chofer hasta su casa.
X- En consonancia con ello, Hugo Pascual
Lima declaró que se presentó en el regimiento, cuyo
jefe era el Teniente Coronel Saint Amant, a quien le
dijo que tomó conocimiento de que había un pedido de
detención en su contra y quería estar a derecho. Por
ello, Saint Amant le dijo que ya se iba a enterar
cuáles eran los motivos y que debía presentarse por mis
propios medios en la cárcel. Después de haber estado
varios días detenido lo llevaron con un vehículo Falcon
al ejército, donde fue recibido por el Teniente Coronel
Saint Amant, quien le dijo que iba a ser interrogado, y
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que después iba a ver lo que resolvía respecto de su
situación y, luego de esto, recuperó su libertad.
XI- Mario Humberto Verandi declaró que
Milesi le dijo que le llevaba las causas a Saint Amant
para que le dijera qué hacer y que, estando en el
penal, Saint Amant ordenó una incomunicación total, por
lo que estuvieron treinta días incomunicados.
XII- Pedro César Marchi, en su
declaración incorporada por lectura, sostuvo que apenas
fue detenido, días después su esposa se dirigió hasta
el Batallón local y pidió hablar con el jefe Saint
Amant, quien la recibió y, ante su solicitud, le dijo
“su esposo está detenido y váyase”, sin darle alguna
explicación o referencias a cuándo recuperaría la
libertad.
- Las declaraciones de los familiares y
amigos de las víctimas:
I- Antonia del Río, madre de Carlos
Farayi y Alicia Cándida Clotilde Montaldo, madre de
Gerardo y Alicia Cámpora, manifestaron haberse
entrevistado con Saint Amant a fin de dar con el
paradero de sus hijos.
II- Nora Lingua de Martínez, madre de
Pablo Martínez, expuso en la audiencia que su marido se
entrevistó en el cuartel con Saint Amant a raíz de la
detención de su hijo, quien le dijo que “estando ahí
adentro, cantan todo” y que ambos fueron a su domicilio
a preguntar por Alicia Cámpora, oportunidad en la que
fueron atendidos por su mujer, quien le dijo a su
esposo que “tenían que entregar a Alicia”.

799
III- Ello coincide con lo que declarado
por Víctor Martínez en instrucción, declaración que fue
incorporada por lectura, donde manifestó que, junto con
el padre de Budassi, fueron al Regimiento de Junín,
donde fueron atendidos por Félix Camblor, quien estaba
de mal humor y le refirió a otra persona “son los
padres de Martinez y Budassi atiéndalos ud. ya que en
este lío me metió Saint Amant”, por lo que regresó a
San Nicolás y nuevamente fue a ver a Saint Amant. Allí,
se encontró con un camión celular ante lo que le
preguntó al nombrado si no estaba su hijo en el
interior, recibiendo como respuesta “que olfato que
tienen ustedes”.
IV- Edith Cámpora, hermana de Gerardo y
Alicia Cámpora, declaró, respecto a la persecución del
grupo de estudiantes del colegio Don Bosco (víctimas de
la causa 82000149/10) que: “El colegio tenía
vinculaciones con Saint Amant”.
V- Jorge Oscar Gamarra, hijo de Florencio
Gamarra, declaró que mantuvo entrevistas en diversas
oportunidades con el imputado Saint Amant, con el
objeto de gestionar la libertad de compañeros de
militancia del Partido Comunista.
VI- Alicia Marta Lucia Cevedo, esposa de
Alberto Kipen, dijo que, a raíz de la detención de su
marido, realizó distintas gestiones, entre las cuales
manifestó haber estado con Saint Amant. También recordó
cómo en su momento le dijeron que tenía la obligación
de presentarse ante Saint Amant cuando estuviera en
libertad y que iba a estar vigilado.
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
VII- Mabel Lita Mercado, quien fue
detenida junto con Alberto Kipen, expuso que, luego de
salir en libertad, fue con su suegro a entrevistarse
con Saint Amant y en el diálogo mantenido éste le dijo
“recuerde que usted todavía está bajo mi poder”. A su
vez, su marido Alberto Daniel Goldberg, indicó que supo
que sus padres y su señora fueron en varias
oportunidades al cuartel de San Nicolás, donde se
entrevistaron varias veces con Saint Amant.
VIII- María Angélica De La Cruz,
compañera de trabajo de Kipen, quien estuvo detenida en
esta época, declaró que, previo a obtener su libertad,
la llevaron al Comando, donde Saint Amant le dijo que
la tenía que dejar en libertad pero que ella era
subversiva.
Estos testimonios reflejan el poder que
tenía el acusado Saint Amant dentro del Área Militar
132, tanto para ordenar las detenciones de las víctimas
como para hacerlas cesar o decidir el destino final de
éstas.
También deben resaltarse los numerosos
documentos firmados por el acusado, relativos a
informes sobre las víctimas, detenciones de éstas,
etc., entre las que se pueden enumerar:
I- Documento remitido por el Ministerio
de Relaciones Exteriores y Culto y que se hallaban en
la “Carpeta Nº 8” del Archivo de Cancillería, Dirección
Nacional de Culto de fs. 461/507 del expediente nº
82000149/10, titulado “Formación y actuación del clero,
comunidades religiosas y laicas”; Documento

801
“Confidencial” CE MY6 Nº 0968/48, elaborado y suscripto
por el Teniente Coronel Manuel Fernando Saint Amant,
por orden del Comandante del I Cuerpo del Ejército
Carlos Guillermo Suarez Mason de fs. 481/491 del
expediente nº 82000149/10;
II- Parte del Ejército Argentino
“Secreto”, suscripto por Manuel Fernando Saint Amant,
de fecha 22/06/1977 en el cual se consignó la detención
de Gustavo De Cara obrante en el Expediente N° 17.665
“De Cara Gustavo Carlos. Inf. Art. 213 bis. Código
Penal”.
III- Parte secreto suscripto por Saint
Amant que da cuenta de las detenciones de Alicia Inés
Cámpora y María Luisa Corelli en sus respectivos
domicilios fechado el 22/06/1977 obrante a fs. 2/3 de
dicho expediente.
IV- Nota suscripta por el Jefe del Área
Militar 132 Manuel F. Saint Amant de fecha 28/11/1977
dirigida al Juez Milesi, mediante la cual comunicó que
los detenidos María Luisa Corelli, Gustavo Carlos De
Cara, Alicia Cámpora y Salvador Nadal pasaron a
disposición del PEN por Decreto N° 3474/77 -fs. 19 de
la causa mencionada-.
V- Acta suscripta por Manuel Fernando
Saint Amant de fecha 17/10/1976, en la cual consta la
realización de un allanamiento en la vivienda de Grande
sita en Barrio Avambaé de la localidad de San Nicolás,
obrante en el expediente N° 16.801/76, caratulado
“Grande, Carlos Armando y Graciela Beatriz Chiape de
Grande s/ inf. Ley 20.840”, del registro del Juzgado
Federal de San Nicolás.
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FRO 82000149/10
VI- Parte de fecha 4 de mayo de 1976
suscripta por Saint Amant, obrante en el Expte. n°
16.523 “Rojas, Carlos Alberto s/ Infracción Ley 20.840”
de fs. 17.
VII- Oficio de fecha 31 de mayo de 1976
dirigido al Juez Federal suscripto por Saint Amant, que
luce a fs. 22 del Expte. n° 16.523 “Rojas, Carlos
Alberto s/ Infracción Ley 20.840”.
VIII- Oficio de fecha 30 de junio de 1976
firmado por Saint Amant dirigido al Juez Federal en el
Expte. n° 16.555 “Rivera De Di Pasqua María S/ habeas
corpus en favor de Miguel Di Pascua”, que obra a fs. 4
de esas actuaciones.
IX- Oficio remitido por el Tte. Coronel
Saint Amant de fecha 29/06/1976, obrante a fs. 3 del
Hábeas Corpus interpuesto por María Rivera de Di Pasqua
a favor de su hijo Miguel Ángel (Expte. nº 16.555).
X- Constancias obrantes en la ya
mencionada causa n° 16.523 del Juzgado Federal de San
Nicolás, particularmente fs. 17 “Actuaciones Decreto
1.860/75”, suscripta por el entonces Tte. Coronel
Manuel Fernando Saint Amant, en el que consta que la
detención de Rojas se habría practicado el 4 de Mayo de
1976, en lugar del 1° de Mayo de ese año, fecha en la
que efectivamente se presentó y quedó detenido a
disposición de la autoridad militar.
XI- Parte suscripto por el Jefe del Área
Militar 132, por entonces Teniente Coronel Manuel
Fernando Saint Amant, de fecha 6 de julio de 1976,
extraído de la causa 16.632 “Benítez, Rubén Mario s.

803
Infracción ley 20.840” y agregado a fs. 822/823, donde
hace un relato pormenorizado de las personas que fueron
detenidas en esta zona y que integran la regional
Norte-Norte del PRT ERP, figurando como prófugo Julio
Peris alias “Néstor”.
XII- Parte secreto suscripto por Saint
Amant que luce a fs. 1 del Expte. n° 16.732 caratulado
“Schiel, Eduardo Julio y Celayeta, Graciela s/
Infracción Ley 20.840”.
XIII- Parte de fecha 07 de octubre de
1976 dirigido por Saint Amant al Jefe de la Delegación
de la Policía Federal que luce a fs. 16 del expediente
citado precedentemente.
XIV- Parte de fecha 05 de octubre de 1976
dirigido por Saint Amant al Juez Federal en el Expte.
n° 16.732 “Schiel, Eduardo Julio y Celayeta, Graciela
s/ Infracción Ley 20.840” obrante a fs. 18.
XV-Parte secreto suscripto por Saint
Amant en el Expte. n° 16.734 “Celayeta, Graciela
Corazón de Jesús s/ Presunta Infracción ley 20.840 –
San Pedro” que luce a fs. 1.
XVI- Parte de fecha 05 de octubre de 1976
dirigido por Saint Amant al Juez Federal en el Expte.
n° 16.734 “Celayeta, Graciela Corazón de Jesús s/
Presunta Infracción ley 20.840 – San Pedro” que luce a
fs. 42.
XVII- Oficio de fecha 20 de octubre de
1977 dirigido por Saint Amant al Juez Federal en el
Expte. n° 16.734 “Celayeta, Graciela Corazón de Jesús
s/ Presunta Infracción ley 20.840 – San Pedro” (fs.
146).
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XVIII- Parte de fecha 06 de enero de 1977
dirigido al Juez Federal por Saint Amant que obra a fs.
5 del Expte. n° 16.910 “Pheulpin, Julio H. s/ Habeas
Corpus en su favor – San Pedro”.
XIX- Parte de fecha 06 de enero de 1977
dirigido por Saint Amant al Juez Federal a fs. 4 del
Expte. n° 16.911 “Pheulpin, Carlos Alberto s/ Habeas
Corpus en su favor – San Pedro”.
XX- Parte de fecha 20 de octubre de 1976
suscripto por Saint Amant obrante a fs. 1/2 del Expte.
n° 16.820 “Pérez, Carlos Gerardo (prófugo) y Otros s/
Infracción ley 20.840, Attdo. Resistencia a la
autoridad y Lesiones Leves en perjuicio del Cabo
Adriano Monzón”.
XXI- Inventarios de los elementos
secuestrados suscriptos por Saint Amant que lucen en el
Expte. n° 16.820 “Pérez, Carlos Gerardo (prófugo) y
Otros s/ Infracción ley 20.840, Attdo. Resistencia a la
autoridad y Lesiones Leves en perjuicio del Cabo
Adriano Monzón” (fs. 3, 4, 5 y 6).
XXII- Parte de fecha 20 de octubre de
1976 firmado por Saint Amant en el Expte. n° 16.820
“Pérez, Carlos Gerardo (prófugo) y Otros s/ Infracción
ley 20.840, Attdo. Resistencia a la autoridad y
Lesiones Leves en perjuicio del Cabo Adriano Monzón”
(Fs. 79).
XXIII- Acta de fs. 3 del sumario nº
16.820 en la que se detallaron los elementos
secuestrados en la vivienda de los padres de

805
Fioravantti, suscripta por el imputado Manuel Fernando
Saint Amant, fechada el 20 de Octubre de 1976.
XXIV- Acta de fs. 1/2 del expediente
referido precedentemente, suscripta por el Jefe del
Área Militar 132 Manuel Fernando Saint Amant, fechada
el 20 de Octubre de 1976 en la que se da cuenta que
Fuerzas Conjuntas del Área y la Policía de la Provincia
de Buenos Aires en distintos operativos procedieron a
la detención de Pablo Rubén Fioravanti y Adriana
Beatriz Pierro.
XXV- Acta de fs. 5 del sumario nº 16.820
en la que se detallaron los elementos obtenidos en la
vivienda de los padres de Adriana Beatriz Pierro,
suscripta por Manuel Fernando Saint Amant, en fecha 20
de Octubre de 1976.
XXVI- Parte suscripto por Saint Amant de
fecha 02 de mayo de 1977 que luce en el Expte. n°
17.116 caratulado “Beccarini, Vicente Primo s/ Atentado
a la autoridad”.
XXVII- Parte Secreto suscripto por Saint
Amant en el Expte. n° 17.035 “Brunelli, Naldo Raúl
Adalberto s/ Tenencia Ilegal de Armas – San Nicolás“ de
fs. 47.
XXVIII- Parte secreto suscripto por Saint
Amant obrante en el Expte. n° 17.448 “Luis Eduardo Lita
s/ infracción a la ley 20.840” de fs. 112.
XXIX- Parte de fecha 30 de noviembre de
1977 dirigido por Saint Amant al jefe de la policía de
San Nicolás en el Expte. n° 17.448 “Luis Eduardo Lita
s/ infracción a la ley 20.840” de fs. 124.
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XXX- Parte secreto suscripto por Saint
Amant que luce a fs. 8 del Expte. n° 17.464 “Gil,
Norberto Oscar s/ infracción ley 20.840”.
XXXI- Parte suscripto por Saint Amant de
fecha 1 de diciembre de 1977 del Expte. n° 17.464 “Gil,
Norberto Oscar s/ infracción ley 20.840”, de fs. 2.
XXXII- Parte suscripto por el Jefe del
Área Militar 132, Manuel Fernando Saint Amant, de fecha
01 de diciembre de 1977, de fs. 2 del sumario 17.463.
XXXIII- Oficio de fs. 31 de fecha 11 de
junio de 1976 dirigido al Juez Federal obrante en el
Expte. n° 16.463 “Luppi, Horacio Pio y Otros s/
presunta Infracción ley 20.840”.
XXXIV- Constancia de Fs. 37 de fecha 22
de Julio de 1976 del Expte. n° 16.463 “Luppi, Horacio
Pio y Otros s/ presunta Infracción ley 20.840”.
XXXV- Oficio del mes de agosto de 1976
dirigido al Juez Federal que luce en el Expte. n°
16.457 “De Luca, Carlos Guillermo y otros s/ presunta
infracción ley 20.840” (Fs. 13/14).
XXXVI- Oficio de fecha 22 de abril de
1977 dirigido al Juez Federal de fs. 78 del Expte. n°
16.457 “De Luca, Carlos Guillermo y otros s/ presunta
infracción ley 20.840”.
Nótese la total coincidencia entre los
testimonios prestados en la audiencia por las víctimas
y sus familiares y la documental descripta, vgr., lo
acontecido con la familia D´Imperio respecto de la
puesta en libertad de Mario.

807
Por todo lo dicho en el presente punto y
las demás pruebas desarrolladas en el acápite
“Materialidad”, es que este Tribunal considera que
Manuel Fernando Saint Amant ha sido autor mediato de
los hechos por los que fue acusado.
Lo afirmado incluso encuentra sustento en
las propias palabras del coimputado Bossié, quien a la
época de los hechos ejerció la funciones de Oficial de
Operaciones y de Inteligencia del Batallón de
Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás y en la
audiencia de debate dejó en claro que “nada sucedía” en
el área sin orden previa del Jefe del Área 132, Manuel
Fernando Saint Amant.
Todas las pruebas expuestas son una
muestra del poder que el nombrado ejerció sobre el
destino de las víctimas, vislumbrándose que de él
partieron todas las órdenes por las cuales se dispuso
la privación de libertad, torturas, homicidios y demás
ilícitos que fueron objeto del debate. Asimismo, en su
calidad de Jefe, brindó los medios materiales para
concretar los hechos delictivos tal como fueron que
descriptos. Además, como se indicara, debe tenerse
presente que dentro de la cadena de mando de la
estructura militar, poseía una ubicación que le
permitía conocer la ilicitud del sistema y tenía la
autoridad de retransmitir órdenes superiores.
Por todo lo dicho, consideramos que el
nombrado fue autor mediato de los siguientes hechos:
privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia, en los términos del art. 144 bis inc. 1°, en
Poder Judicial de la Nación
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FRO 82000149/10
función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con
la modificación impuesta por la ley 21.338- en
perjuicio de: 1) Carlos Armando Grande, 2) Gerardo
Jorge Cámpora, 3) José María Budassi, 4) Pablo Leonardo
Martínez, 5) Alicia Inés Cámpora, 6) María Luisa
Corelli, 7) Gustavo Carlos De Cara, 8) Guillermo Luis
Estalle, 9) Mario Juan Francisco Contartese, 10)
Eduardo Julio Schiel, 11) Graciela del Corazón de Jesús
Celayeta, 12) Gustavo Eduardo Gonzalo Montalvo, 13)
Alfredo Pedro Velasco, 14) Orlando Benito Brambilla,
15) Florencio Gamarra, 16) Ricardo Ezio Montalvo, 17)
Juan Manuel Díaz, 18) José Edgardo D´Imperio, 19) Mario
Osvaldo D´Imperio, 20) Horacio Pío Luppi, 21) Marcelo
Raúl Beguelín, 22) Mario Humberto Verandi, 23) Pedro
César Marchi, 24) Manuel Gil Morales, 25) Hugo Pascual
Lima, 26) Jorge Guillermo Lima, 27) Tomás Juan
Zuelgaray, 28) Alberto Kipen, 29) Miguel Ángel Di
Pasqua, 30) Oscar Omar Hofer, 31) Víctor Hugo Hofer,
32) Rodolfo Abel Kremer, 33) Rubén Darío Reynoso, 34)
Ana Inés Cárdenas, 35) Carlos Alberto Rojas, 36) Hugo
Daniel Acosta, 37) Vicente Primo Beccarini, 38) Héctor
Acosta, 39) Mariano Navarro, 40) Dionisio Tomás
Kazenas, 41) Abel Ramón Acosta, 42) María Alicia Sosa,
43) Naldo Raúl Brunelli, 44) Julio Raúl Peris, 45) José
Enrique Peris, 46) Raúl Peris, 47) Norberto Oscar Gil,
48) Carlos Alberto Pheulpin, 49) Juan Carlos Pérez, 50)
Domingo Pierro, 51) Omar Ángel Podestá, 52) Adriana
Beatriz Pierro, 53) Carlos María Esquilino, 54) Pablo
Rubén Fioravantti, 55) Carlos Gerardo Pérez, 56) Leonor
Genoveva Pierro, 57) Carlos Benjamín Santillán, 58)

809
María Cristina Lanzillotto, 59) Benjamín Santillán, 60)
María Lucila Santillán, 61) Jorge Francisco Santillán y
62) Carlos Andrés Farayi (sesenta y dos hechos);
privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia, en los términos del art. 144 bis inc. 1°, en
función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con
la modificación impuesta por la ley 21.338- en concurso
ideal con el delito de falsedad ideológica en los
términos del art. 293 del C.P. del que resultaron
víctimas: 1) Jorge Enrique Ocariz y 2) Luis Eduardo
Lita (dos hechos); tormentos en los términos del art.
144 ter -según ley 14.616- que tuvieron por víctimas a:
1) José María Budassi, 2) Pablo Leonardo Martínez, 3)
Alicia Inés Cámpora, 4) María Luisa Corelli y 5)
Gustavo Carlos De Cara (cinco hechos); tormentos
agravados por ser las víctimas perseguidos políticos en
los términos del art. 144 ter, párrafo 1ero y 2do. del
C.P. -según ley 14.616- que tuvieron por víctima a: 1)
Eduardo Julio Schiel, 2) Graciela del Corazón de Jesús
Celayeta, 3) Ricardo Ezio Montalvo, 4) Juan Manuel
Díaz, 5) Tomás Juan Zuelgaray, 6) Alberto Kipen, 7)
Miguel Ángel Di Pasqua, 8) Oscar Omar Hofer, 9) Víctor
Hugo Hofer, 10) Ana Inés Cárdenas, 11) Carlos Alberto
Rojas, 12) Hugo Daniel Acosta, 13) Vicente Primo
Beccarini, 14) Héctor Acosta, 15) Mariano Navarro, 16)
Dionisio Tomás Kazenas, 17) Abel Ramón Acosta, 18)
Jorge Enrique Ocariz, 19) Luis Eduardo Lita, 20)
Norberto Oscar Gil, 21) Omar Ángel Podestá, 22) Adriana
Beatriz Pierro, 23) Carlos María Esquilino, 24) Carlos
Gerardo Pérez, 25) Leonor Genoveva Pierro, 26) Carlos
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FRO 82000149/10
Benjamín Santillán y 27) María Cristina Lanzillotto,
(veintisiete hechos); homicidio agravado por el
concurso premeditado de dos o más personas, en los
términos del art. 80 inc. 6º del C.P. en función del
art. 79 del C.P., en perjuicio de: 1) Carlos Armando
Grande, 2) Gerardo Jorge Cámpora y 3) Carlos Andrés
Farayi (tres hechos); homicidio agravado por alevosía,
por el concurso premeditado de dos o más personas y
para procurar su impunidad, en los términos del art. 80
inc. 2º, 6º y 7º del C.P. en función del art. 79 del
C.P., en perjuicio de: 1) Miguel Ángel Di Pasqua, 2)
Oscar Omar Hofer, 3) Víctor Hugo Hofer; homicidio
agravado por alevosía y por el concurso premeditado de
dos o más personas, en los términos del art. 80 inc. 2º
y 6º del C.P. en función del art. 79 del C.P., en
perjuicio de: 1) Rodolfo Abel Kremer, 2) Rubén Darío
Reynoso, 3) Abel Ramón Acosta, 4) Julio Raúl Peris, 5)
Carlos Gerardo Pérez, 6) Leonor Genoveva Pierro, 7)
Carlos Benjamín Santillán y 8) María Cristina
Lanzillotto (ocho hechos); lesiones en los términos del
art. 89 del C.P. del que resultaron víctimas: 1) José
Enrique Peris y 2) Raúl Peris (dos hechos);
allanamiento ilegal de vivienda en los términos del
art. 151 en función del art. 150 del C.P., cometido
contra: 1) el inmueble que habitaba Naldo Raúl Brunelli
junto a sus padres, sito en calle Maipú Nº 727 de San
Nicolás, provincia de Buenos Aires, 2) la vivienda de
los padres de Raúl Peris, ubicada en la intersección de
las calles 4 de Febrero y Libertad de la ciudad de
Baradero, provincia de Buenos Aires, 3) el inmueble de

811
Jorge Enrique Ocariz, sito en calle Aguiar nº 147 de la
ciudad de San Nicolás, provincia de Buenos Aires, 4) la
vivienda de Domingo Pierro, sita en calle Mitre Nº 377
de la ciudad de Pergamino, provincia de Buenos Aires,
5) el inmueble de Juan Carlos Pérez y Amanda Sadaba de
Pérez, ubicado en calle Honduras Nº 1351 de la ciudad
de Pergamino, Provincia de Buenos Aires, 6) la vivienda
que habitaba Carlos Gerardo Pérez, ubicada en calle
Salta s/n del Barrio Pezzi de San Nicolás, provincia de
Buenos Aires y 7) el inmueble de Pablo Rubén
Fioravantti sito en la localidad de Carabelas, partido
de Rojas, provincia de Buenos Aires (siete hechos);
daño en los términos del art. 183 del C.P. en perjuicio
de la vivienda propiedad de Raúl Peris (un hecho); robo
calificado por ser cometido con armas en los términos
del art. 166 inc. 2) en función del art. 164, ambos del
C.P., en perjuicio de: 1) Víctor Hugo Hofer y sus
padres Oscar Atilio Hofer y Paulina Di Rossa, 2) Oscar
Omar Hofer y su esposa María del Rosario Perazzo y 3)
Carlos Alberto Pheulpin (tres hechos).
b) Norberto Ricardo Ferrero.
Norberto Ricardo Ferrero, a la época en
que se cometieron los hechos por los que se lo acusó,
en perjuicio de las víctimas Norberto Oscar Gil, Jorge
Enrique Ocariz, Luis Eduardo Lita, Luis Francisco
Ceccon, Alcira Elizabeth Ríos y Luis Pablo Córdoba, era
Jefe del Área Militar 132 y del Batallón de Ingenieros
de Combate 101.
Por tales motivos, corresponde remitirse
al análisis de la autoría mediata efectuada en la
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introducción general del presente punto denominado
“Autoría. Participación”.
En ese rumbo, debe afirmarse que el
acusado, como autoridad máxima del área, dio las
órdenes necesarias para que se perpetraran los hechos
de los que fueron víctimas Ceccon, Ríos y Córdoba,
cuyas calificaciones fueron realizadas en el acápite
correspondiente, como así también para que se
mantuvieran las privaciones ilegítimas de libertad de
Gil, Ocariz y Lita y los tormentos de los dos primeros.
Así ha quedado demostrado con las pruebas
producidas del debate, entre las que se pueden
mencionar, respecto de los hechos que fueran víctima
Ocariz, Lita y Gil un parte suscripto por el acusado en
su carácter de Jefe del Área Militar 132, donde se da
cuenta de la perpetración de un supuesto allanamiento
en la casa quinta de los padres de Ocariz en la cual se
habrían hallado publicaciones de las referidas
organizaciones políticas; el informe de carácter
reservado agregado a fs. 14 suscripto por Domingo Ramón
Mac Tier, Jefe de la Unidad Penal Nro. 3 de San
Nicolás, en el cual pone en conocimiento del Señor Jefe
de la Delegación San Nicolás de la Policía Federal
Argentina que el 14 de diciembre de 1977 ingresó a esa
unidad el “detenido de carácter especial” Jorge Enrique
Ocariz procedente de la Comisaria de Colón a
disposición del señor Jefe del Área Militar 132 Tte.
Coronel Norberto Ricardo Ferrero; constancias obrantes
en el sumario 17.463 del registro del Juzgado Federal
de San Nicolás, entre ellos, el parte de fs. 18 fechado

813
en la Comisaria de Colón el 13 de Diciembre de 1977;
planilla suscripta por el Jefe del Área Militar 132,
Teniente Coronel Norberto Ricardo Ferrero de fs. 17,
entre otras que fueran mencionadas en el punto
“materialidad”.
También corresponde mencionar la
declaración de la víctima Lita, quien relató que
estando detenido en la UP3 de San Nicolás, alojado en
las celdas comunes, en una oportunidad se abrieron las
celdas, y lo sacaron a él junto a Ocariz y Gil y un
hombre con uniforme militar se presentó y les dijo que
era el Teniente Coronel Ferrero y que ellos estaban a
disposición de él, que esperaba que no trataran de
hacer nada. Asimismo, relató que un día estaban
caminando en el patio y había dos militares parados con
ropa de fajina, uno de los cuales era Ferrero, quien
hizo que todos se fueran al otro extremo del patio y lo
hizo avanzar hasta enfrentarlo del otro lado del
alambrado. El testigo indicó que en esa oportunidad el
acusado le dijo al otro militar que “a estos zurdos de
mierda –en referencia a él-, había que matarlos a
todos”, y le ordenó que se retirara.
Por otro lado, obra documentación
relevante en relación a esta causa y que fuera
suscripta por el imputado Ferrero, de donde se infiere
que ya en fecha 06/12/1977 ejercía el cargo antes
referido: Fs. 127) Parte de fecha 19 de diciembre de
1977 remitido al jefe de la policía de la delegación
San Nicolás Expte. 17.448 “Luis Eduardo Lita s/
Infracción ley 20.840”; Fs. 16) Parte de fecha 19 de
diciembre de 1977 remitido al jefe de la policía de la
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delegación de San Nicolás Expte. 17.463 “Ocariz, Jorge
Enrique s/ infracción ley 20.840”; Fs. 17) Inventario
de elementos secuestrados Expte. 17.463 “Ocariz, Jorge
Enrique s/ infracción ley 20.840”; Fs. 25) Decreto
1860/75 (secreto) Expte. 17.463 “Ocariz, Jorge Enrique
s/ infracción ley 20.840”; Fs. 2) parte de fecha 19 de
diciembre de 1977 dirigido al jefe de la policía
delegación San Nicolás Expte. 17.464 “Gil, Norberto
Oscar s/ infracción ley 20.840; Fs. 3) Inventario de
los elementos secuestrados Expte. 17.464 “Gil, Norberto
Oscar s/ infracción ley 20.840”; Fs. 4) Parte de fecha
23 de diciembre de 1977 Expte. 17.464 “Gil, Norberto
Oscar s/ infracción ley 20.840”; Fs. 116) Oficio del 02
de marzo de 1979 remitido al Juez Federal Expte. 17.464
“Gil, Norberto Oscar s/ infracción ley 20.840”.
Respecto de los hechos que damnificaran a
Luis Francisco Ceccon, ha quedado acreditada la
intervención en éstos del Área Militar 132 y, por ende,
de su autoridad máxima a la fecha, el acusado Norberto
Ricardo Ferrero.
Así, de acuerdo a las pruebas que se
desarrollaron al explicar la materialidad del
expediente nº FRO 85000124/2011, Ceccon fue secuestrado
en dos oportunidades. La primera de ellas ocurrió el 1°
de abril de 1976, en la cual fuerzas del ejército bajo
comando operacional del Área Militar 132, condujeron al
nombrado al Batallón de Ingenieros de Combate 101 de
San Nicolás. Allí fue sometido a interrogatorios sobre
sus posibles vínculos con personas consideradas por las
fuerzas represivas como “elementos subversivos” y

815
dejado en libertad el 8 de abril de 1976. A partir de
ese momento fue obligado por parte de las fuerzas
represivas a aportar información sobre sus compañeros
de militancia y sobre las actividades desarrolladas por
éstos, debiendo reportar continuamente a la Dirección
General de Inteligencia de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires en la persona de Enrique Kessler,
policía que actuaba como órgano de inteligencia de esa
fuerza para la Comisaría Primera de Pergamino. A su
vez, Kessler operaba como “periodista” del Diario La
Opinión de Pergamino.
Ello se desprende de los propios informes
oficiales rescatados por la Comisión Provincial por la
Memoria (fs. 35/45) legajo Mesa “D.S.” Varios n° 12456
“Sección ‘c’ n° 005.- Asunto: Investigación del cabo
Luis Francisco CECCON. No se difunde”, que fueran
citados en el punto “materialidad”. Específicamente,
en el acápite “Sus antecedentes” se lee: “Que en enero
de 1976 comenzó a proporcionar datos al suboficial
Enrique Kessler de DIPPBA San Nicolás, para ir
neutralizando el accionar del grupo… que en marzo de
1976, proporcionó los datos suficientes, para lograr la
detención de todos los individuos componentes de Grupo
Avanzada, labor que efectuó el Ejército Argentino, en
un 50% ya que los restantes lograron fugar… Realizado
el procedimiento, se le imputó militancia, fue detenido
por el Ejército y se lo interrogó al respecto (sin
laboratorio) siendo liberado, aprovechando su condición
de policía para mantenerlo como informante del factor
subversivo en Pergamino…”.
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
Su segunda detención, ocurrida el 16 de
mayo de 1978 en las inmediaciones de la Comisaría
Primera de Pergamino, fue realizada por tres personas
vestidas de civil que se movilizaban en un automóvil de
color claro sin chapa patente identificatoria y su
vinculación con la primera se encuentra cabalmente
probada, de acuerdo a lo explicado en el desarrollo de
la materialidad de este caso –ver al respecto informes
de la DIPPBA titulados “Ampliación de la declaración de
Luis Francisco Ceccon” del 18/05/1978 y “Temperamento a
seguir en caso Pergamino” del 19/05/1978-.
De estos documentos también se vislumbra
que la víctima fue objeto de investigación por parte de
estas fuerzas conjuntas –ver informe remitido por la
Comisión Provincial Por La Memoria legajo Mesa DS
varios n° 12456 “Sección ‘c’ n° 005.- Asunto:
Investigación del cabo Luis Francisco CECCON. No se
difunde”-.
Adviértase que, conforme se desprende del
decreto 2171/75 y de la ley 21.267, a la fecha de los
hechos y a los fines de la llamada “lucha contra la
subversión”, el personal policial, al igual que el
resto de las fuerzas de seguridad y penitenciarias, se
encontraban bajo control operacional y jurisdicción
militar.
La testigo experta Claudia Bellingeri
señaló al respecto que “la Policía de la Provincia, a
través de la DIPPBA, tenía agentes de inteligencia en
cada uno de los territorios, esos agentes de
inteligencia tenían que mirar algunas cuestiones

817
específicas que ya estaban pautadas (…). Entonces
también se construyó en este archivo una gran mesa de
trabajo donde se recolectaba la información sobre
personas que ya en determinada etapa histórica a partir
de la aplicación de la directiva 404 del Ejército ya
pasaron, dejaron de ser espiados, mirados, perseguidos
como trabajadores, estudiantes, como sacerdotes para
ser considerados en esta gran mesa como DELINCUENTES
SUBVERSIVOS”.
Explicó que la fuerza policial estuvo
estructurada en el período en que estamos trabajando en
“tres grandes direcciones, es decir, estaba el jefe de
la policía, en este momento que estamos, Ramón Camps,
después el estado mayor policial y tres grandes
direcciones: la Dirección de Investigaciones, que era
operativa; la Dirección de Inteligencia, que es la que
nos provee ahora toda esta documentación, y la
Dirección General de Seguridad, que es la que
coordinaba a las unidades regionales y las comisarías
en cada uno de los distritos. Estas tres grandes
direcciones son las que coordinaban la acción represiva
de acuerdo a la directiva 404 y 405 con otras fuerzas
más que coordinaban en algún sentido y como en esa
directiva el comando del plan antisubversivo, como lo
van a llamar, en este caso los militares, estaba cargo
del Ejército y otras fuerzas iban a operar en el
territorio para colaborar (…) En cada localidad se
integraba delegado DIPPBA, delegado de inteligencia de
la Policía Federal San Nicolás, estructura de la
Jefatura 132 de inteligencia y por las otras fuerzas
que operaban en el distrito, porque luego obviamente
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existía una cadena de distribución de esta información,
que hacía que todos los que eran parte de esa comunidad
pudieren poseer estos papeles, esos documentos. En
algunos casos, como en el caso de la policía de la
provincia de Buenos Aires, quedó este archivo dando
testimonio y en otros casos creemos que todavía puede
estar algún archivo en idénticas condiciones por
ejemplo en algunas otras policías de las provincias que
también integraban la comunidad informativa”; indicando
que “El Área 132 trabajaba en forma conjunta con la
unidad regional 7 de la policía, la brigada de
investigaciones (…)”.
Lo dicho por la testigo tiene sustento en
la documentación que forma parte del acervo documental
de la DIPPBA, la que da cuenta del accionar conjunto de
las fuerzas en este territorio, entre los que cabe
citarse los legajos “DS” Varios Nº 6148, 5686, 18936,
5435, 5574 y 4263 –conf. informe de fs. 662/695 del
legajo nº 82000149/10/1-.
Este nexo entre las fuerzas del ejército
y policiales incluso se corrobora con las propias
declaraciones de Antonio Federico Bossié, quien en su
indagatoria dejó en claro la subordinación que existía
a la época de la policía de la provincia de Buenos
Aires con el Área militar 132 y que “nada hacía” la
fuerza policial sin la orden del jefe de Área.
A ello debe sumarse que ha quedado
acreditado que Ceccon ha sido víctima de los llamados
“vuelos de la muerte”, de acuerdo a la pericia
efectuada por el EAAF; método de exterminio y/o

819
desaparición de los cuerpos utilizado por las fuerzas
armadas en la época en que se sucedieron los hechos
juzgados en autos.
De todo lo dicho se concluye, como se
indicó, la intervención en los hechos que damnificaron
a Luis Francisco Ceccon del Área Militar 132 y, por
ende, de su autoridad máxima a la fecha, el acusado
Norberto Ricardo Ferrero.
Finalmente, respecto de los hechos que
damnificaron a Luis Pablo Nicanor Córdoba y Alcira
Ríos, conforme se detallara en el punto “materialidad”,
ha quedado acreditado que el Sr. Norberto Ricardo
Ferrero dio las órdenes necesarias para que el día del
secuestro de los nombrados se “liberara el área” a esos
efectos –ver legajo Mesa “DS”, carpeta Varios Nº
11.997-. También se ha probado que la detención fue
llevada a cabo por personal del ejército, de acuerdo a
los relatos de las víctimas y de la Sra. Ponce de León
y que luego fueron trasladados hasta un sitio ubicado
dentro de la jurisdicción del Área Militar 132, en el
cual fueron sometidos a interrogatorios bajo tormentos
por varios días.
Por todo lo dicho se concluye que
Norberto Ricardo Ferrero fue autor mediato de los
delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338-, en perjuicio de Norberto Oscar Gil,
Jorge Enrique Ocariz, Luis Eduardo Lita, Luis Francisco
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FRO 82000149/10
Ceccon, Alcira Elizabeth Ríos y Luis Pablo Nicanor
Córdoba; tormentos calificados por ser las víctimas
perseguidos políticos en los términos del art. 144 ter,
párrafo 1ero y 2do. del C.P. -según ley 14.616-, en
perjuicio de Norberto Oscar Gil, Jorge Enrique Ocariz,
Luis Francisco Ceccon, Alcira Elizabeth Ríos y Luis
Pablo Córdoba y homicidio agravado por alevosía y con
el concurso premeditado de dos o más personas, en los
términos del art. 80 incs. 2º y 6º del C.P., en
perjuicio de Luis Francisco Ceccon.
c) Antonio Federico Bossié.
Ha quedado acreditado en autos que
Antonio Federico Bossié al momento de los hechos aquí
investigados se desempeñó como Oficial de Operaciones
en el Batallón de Ingenieros de Combate 101 de San
Nicolás hasta el 20.12.1976 así surge de la copia de su
legajo personal obrante a fs. 1321/1427 del Expte.
28/12 caratulado “SANTILLAN”.
Esto fue asimismo reconocido por el
nombrado quien dijo integrar la plana mayor del Área
Militar 132, ejerciendo la función de Oficial de
Operaciones y también ejercía el rol de Oficial de
Inteligencia tal como surge del libro histórico del
Batallón de Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás,
correspondiente al año 1976 (que se encuentra agregado
al expediente), donde se consigna “BOSSIÉ ANTONIO
FEDERICO/ FUNCION S2 Y S3” (oficial de inteligencia y
operaciones).
En cuanto a la asunción de
responsabilidad, la importancia estratégica del cargo y

821
el rol que desempeñó Bossié en el Batallón de
Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás, resulta
evidente. Esto se desprende de analizar lo establecido
en el punto 6.006 del Reglamento identificado como RC-
9-1 “Operaciones contra elementos subversivos”
(considerado en su propio articulado como disposición
normativa rectora y coordinadora de todas las
publicaciones militares referentes a la lucha contra la
subversión a partir de su entrada en vigencia), que
refiere a la importancia de las tareas de inteligencia
en estos términos: “La actividad de inteligencia
constituye la base fundamental en que se apoya la lucha
contra la subversión. Su importancia es tal que puede
ser destacada como la única forma de acción militar
posible en las primeras etapas del proceso, y su
ejecución eficiente puede ayudar al Gobierno y
conducción superior de las Fuerzas Armadas a producir
medidas tendientes a eliminar la agitación social y
controlar a los activistas, con lo que podría resultar
neutralizada la subversión en sus primeras
manifestaciones.”
Del punto 6.006 (Inteligencia) del
Reglamento inicialmente referido surge: “La actividad
de inteligencia constituye la base fundamental en que
se apoya la lucha contra la subversión. Su importancia
es tal que puede ser destacada como la única forma de
acción militar posible en las primeras etapas del
proceso…”.
Así, el Comandante en Jefe del Ejército,
Teniente General Alejandro Agustín Lanusse dicta el 20-
09-1968 el RC – 8-2 titulado “Operaciones contra
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fuerzas irregulares” en tres tomos. El tomo 3
(Reservado) dedica el Capítulo VI al rol de las FF.AA.
en la Guerra Contrarrevolucionaria. En el punto 6001-2)
se consigna: “…las Fuerzas Armadas podrán aportar una
eficaz contribución a la lucha: a) por las
informaciones que puedan obtener por intermedio de sus
elementos de inteligencia”.
El 8-08-1968 la misma autoridad militar
dicta el Reglamento sobre Operaciones Sicológicas (OS),
bajo la signatura RC-5-1. Su capítulo VI se denomina
“inteligencia”.
En el punto 6004 (fuentes de información)
dentro de las “fuentes técnicas” se consigna en el sub
punto a) los “prisioneros de guerra”, al decir que el
personal de OS coadyuvará en el interrogatorio de los
prisioneros “…de guerra, proporcionado a los elementos
de inteligencia una lista de preguntas que deberá
contener la información esencial para OS y que, cuando
sea autorizado el personal de OS podrá intervenir en
los interrogatorios”.
No es casual que el primer Anexo de la
Directiva 1/75 (Situación del “Enemigo”), sea de
Inteligencia. Y que la misma Directiva, en un aspecto
repetido en las otras se sostenía que la
intensificación acelerada de la acción contrasubversiva
se materializara mediante dos actividades
fundamentales: dominio del espacio y desarrollo
persistente eficaz de la actividad de inteligencia.
Al respecto explicó García en su
declaración incorporada por lectura que cada comando de

823
zona tenía agregadas unidades de inteligencia compuesta
de todos los elementos necesarios para el área de
inteligencia. Estos dispositivos tenían una doble
dependencia funcional. Un denominado “Canal Técnico” a
través del Destacamento de Inteligencia 101 con sede en
La Plata y del Batallón de Inteligencia 601, con la
Jefatura II de Inteligencia de Ejército. Una segunda,
denominada “Canal Comando u Orgánico” a través del
Oficial S2 del Área Militar 132 con su Jefatura y la de
la Subzona 13 con el Comandante de la Zona de Defensa
1.
Asimismo, ello surge de los Libros
Históricos del año 1976 del Batallón de Ingenieros de
Combate 101 de San Nicolás, en los que se halla
consignado: “AÑO 1976 La guarnición San Nicolás está
constituida por el Batallón de Ingenieros de Combate
101 y por la Sección Adelantada del Destacamento de
Inteligencia 101, creada este año”.
En tal carácter resulta innegable la
actuación que le cupo al nombrado en los hechos aquí
investigados así surge que Carlos Rojas al prestar
declaración testimonial en esta audiencia de debate,
manifestó que antes de su traslado a la Unidad Penal 3
de san Nicolás fue interrogado por Bossié.
Jorge Oscar Gamarra, expreso en esta
audiencia haberse entrevistado en varias oportunidades
con con el Coronel (RE) Antonio Federico Bossié, con el
objeto de gestionar la libertad de compañeros de
militancia del Partido Comunista.
El testigo en la presente Verandi
manifestó que fue sometido a interrogatorio
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protagonizado por el Coronel (RE) Antonio Federico
Bossié, quien en la plana mayor del mismo ejercía
funciones como oficial de inteligencia y de operaciones
del Batallón y del Área Militar 132. Tal como se dijo
Bossié interrogó a la víctima sobre su actividad en el
Teatro Estable de la ciudad; si tenía conocimientos
sobre maquillaje; por los itinerarios que acostumbraba
realizar en la isla, a la cual concurría asiduamente;
respecto de sus vínculos con Benito Urteaga y con
“Pirri” Elena. Para tomar conciencia del real sentido y
significación de dicha intervención de Bossié conviene
recordar que Benito Urteaga en el momento de los hechos
era Secretario Adjunto del Comité Central del Partido
Revolucionario de los Trabajadores e integrante del
Ejército Revolucionario del Pueblo y en la década del
60 había integrado el elenco del mencionado teatro.
También que Benito Urteaga al día de la fecha se
encuentra en calidad de detenido desaparecido
Tomás Juan Zuelgaray a fs. 1/6 de la
causa expte. 114/11 refiere que “…el dicente sale de la
oficina de Bossié y lo encuentra a Mario Verandi, que
era actor, director del teatro municipal, en una
situación similar a la del dicente, hasta que luego
arriba un móvil que los traslada esposados a la U.P.
3…”; lo que ratificó al prestar declaración en este
juicio oral y público. Zuelgaray también dijo que fue
recibido por el Coronel (RE) Antonio Federico Bossié,
éste le propuso colaborar con las Fuerzas Armadas con
otra identidad, a cambio de obtener su libertad,
ofrecimiento que no fue aceptado por la víctima.

825
Hugo Pascual Lima dijo que en la UP3 de
San Nicolás “me alojan junto al Dr. Manuel Gil Morales,
en una celda para dos y nos incomunican, que nos dicen
que estábamos a disposición del jefe de área 132 que
estaba a cargo de Saint Amant...al cuarto o quinto día,
me llaman porque me dicen que me iba a interrogar Saint
Amant y me sacan junto a Viviana Utrera … nos llevan al
cuartel … personal del ejército, con móvil del ejército
nos apuntaban con un fal. Que en el cuartel me
interrogaron en forma separada, que estaba Saint Amant,
no sé si un mayor Bossié y un capitán…”
Eduardo Julio Schiel declaró en esta
audiencia que: “…Este individuo que hoy yo creo casi
sin dudas que me torturó y que me interrogo por datos
que después coteje con mis padres, con quien tuvieron
una relación mientras estuve preso, creo que era el
mayor Bossié. Este Mayor Bossié ahí en ese
interrogatorio en un momento yo le digo ¿a mí me iban a
matar? y él me dijo no, no, me pegó así en la rodilla y
me dijo no, no, pero vos vas a estar 4, 5 años acá. Y
yo pensé que me está amenazando, pensé que también era
parte del mismo juego y efectivamente estuve casi 5
años preso. En este lugar que después supimos era la
Brigada de Investigaciones tenían el mismo mecanismo,
la misma metodología represiva que tienen después
investigué… de la guardia buena y la guardia mala….El
filtro de Saint Amant era siempre Bossié, por la
referencia que me hace mi padre de cómo era Bossié, de
qué hacía Bossié, de cómo hablaba Bossié, del tinte de
voz de Bossié, etc., a mí me cerraba que el jefe de los
torturadores, el que decidía la vida y la muerte era
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FRO 82000149/10
Bossié. Cuando le lleva la carta –que Ponce de León
había escrito procurando mi libertad- Bossié le dice a
mi padre que es un pésimo favor que me hace el obispo
porque éste es considerado uno de los 4 obispos rojos
de la Argentina. Cuando al año siguiente yo ya estaba
en la cárcel de San Nicolás… de la Plata y mis padres
iban todas las semanas a visitarme y me cuentan que el
obispo había muerto en un accidente automovilístico yo
no tuve ninguna duda, sin tener ningún, una cuestión
absolutamente subjetiva, de que lo habían matado.
Porque la actitud que tuvo Ponce de León no conmigo,
sino con los presos en general, fue de acompañamiento a
nuestras familias…”.
Asimismo resulta innegable el acceso que
tenía Antonio Federico Bossié a los detenidos. El mismo
Eduardo Julio Schiel expreso que: “….mientras ellos
negaban que me tenían, mi mamá, como cualquier otra
madre preocupada porque iba a tener frio, porque no
tenía ropa, llevó ropa y le dijo que si sabían o si la
podían alcanzar le dejaba esa ropa, se la llevo
personalmente al regimiento y efectivamente la ropa me
la entregaron, así que el conducto, el canal era ese,
Bossié. Ahora, lo de Bossié es muy grave pero yo quiero
recalcar el papel que jugó Milesi, porque Milesi ahí
estaba cumpliendo una función de juez, aunque era
militar cumplía la función de juez y toda su cuestión
argumentativa tenía que ver con el apriete…”.
La intervención de Bossié en estos hechos
es innegable, al igual que su dominio sobre los mismos.
Los padres de Eduardo Schiel y la madre de Celayeta se

827
entrevistaron con el entonces Mayor Bossié y Graciela
Celayeta relató que en la casa Quinta “vino una persona
con borceguíes negros que me trajo ropa que trajeron de
mi casa. Según me cuenta mi madre ella entregó la ropa
a un Mayor llamado Bossié pero no sé quién me la
entrega a mí”.
Ese mismo hecho fue admitido por el
propio Bossié, que dijo que se entrevistó con los
padres de Schiel y que le hizo llegar ropa a la UP 3;
que refirió que lo hizo “de favor”, ya que el mismo se
encontraba bajo disposición del magistrado.
En el mismo sentido, de la documental
remitida por la Comisión Provincial por la Memoria
(agregada a fs. 217/236 del legajo de prueba N° 99/12
(-principal 28/12-), y más precisamente del informe de
inteligencia MESA DS carpeta varios n° 6864 se
desprende que la privación ilegítima de la libertad de
Carlos Benjamín Santillán fue el 9 de Noviembre de
1976, a las 20:30 horas en la ciudad de San Nicolás,
provincia de Buenos Aires en inmediaciones de la
Estación de Servicio Esso sita en Avenida Savio entre
Cochabamba y Cavalli, luego de haber estado en el bar
de tal estación junto a Irene Ballester y Julio
Domingo Moreno, todos militantes del Ejército
Revolucionario del Pueblo. Se afirma en el documento
que “El operativo en cuestión fue efectuado por fuerzas
represivas bajo comando operacional del Área Militar
132 integradas por miembros del Ejército Argentino, del
Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional San
Nicolás y de la Delegación San Nicolás de la Dirección
de Inteligencia de la policía de la provincia de Buenos
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Aires.” De acuerdo a lo plasmado en la documentación
aludida ese día el jefe de inteligencia del Área
Militar 132, -cargo que estaba siendo ocupado por
entonces por el Mayor Antonio Federico Bossié-, ordenó
al Jefe del Comando Radioeléctrico y a personal de la
Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires que se presentaran en el Batallón de
Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás.
Merece en este punto efectuar especial
mención de lo manifestado por el imputado Bossié al
turno de prestar declaración indagatoria, quien refirió
que en el año 1976 mantuvo una entrevista con el padre
de la víctima Carlos Farayi y que en tal oportunidad le
había referido que lo mejor que podía hacer su hijo era
irse del país. Con sus dichos ha quedado
terminantemente acreditado que Farayi ya había sido
señalado por las autoridades militares del area militar
132 como “oponente” conforme las directivas vigentes ya
citadas y por ende pasible del procedimiento previsto
para esos casos.
Por último, fue el mismo Bossié en
oportunidad de ampliar su declaración indagatoria quien
refirió que era una práctica habitual del ejército,
entregar las viviendas de los “subversivos” a personal
del ejército o policial, con el fin de evitar que
fueran ocupadas. Admitió que fue él mismo quien luego
de una consulta telefónica con el entonces Secretario
del Juzgado Federal de San Nicolás, Dr. Nicolás Héctor
Hernández –padre- le entrego la vivienda del

829
matrimonio Santillán Lanzillotto a Carlos Enrique
Rocca.
Por todo lo precedentemente expuesto es
que consideramos a Antonio Federico Bossié autor
mediato de los delitos de privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia, en
perjuicio de: 1) Eduardo Julio Schiel, 2) Graciela
Corazón de Jesús Celayeta, 3) Miguel Ángel Di Pasqua,
4) Oscar Omar Hofer, 5) Víctor Hugo Hofer, 6) Ana Inés
Cárdenas, 7) Carlos Alberto Rojas, 8) Rubén Darío
Reynoso, 9) Rodolfo Abel Kremer, 10) Juan Carlos Pérez,
11) Domingo Pierro, 13) Pablo Rubén Fioravantti, 14)
Omar Ángel Podestá, 15) Adriana Beatriz Pierro, 16)
Carlos María Esquilino, 17) Carlos Gerardo Pérez, 18)
Leonor Genoveva Pierro, 19) Carlos Benjamín Santillán,
20) María Cristina Lanzillotto, 21) María Lucila
Santillán y 22) Jorge Francisco Santillán (veintidós
hechos); aplicación de tormentos agravados por ser las
víctimas perseguidos políticos, que tuvieron por
víctimas a: 1) Eduardo Julio Schiel, 2) Graciela
Corazón de Jesús Celayeta, 3) Miguel Ángel Di Pasqua,
4) Oscar Omar Hofer, 5) Víctor Hugo Hofer, 6) Ana Inés
Cárdenas, 7) Carlos Alberto Rojas, 8) Omar Ángel
Podestá, 9) Adriana Beatriz Pierro, 10) Carlos María
Esquilino, 11) Carlos Gerardo Pérez y 12) Leonor
Genoveva Pierro (doce hechos); homicidio agravado por
alevosía, por el concurso premeditado de dos o más
personas y para procurar su impunidad en perjuicio de:
1) Miguel Ángel Di Pasqua, 2) Oscar Omar Hofer, 3)
Víctor Hugo Hofer (tres hechos); homicidio agravado por
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alevosía, por el concurso premeditado de dos o más
personas y para procurar su impunidad, en perjuicio de:
1) Rubén Darío Reynoso, 2) Rodolfo Abel Kremer, 3)
Carlos Gerardo Pérez y 4) Leonor Genoveva Pierro
(cuatro hechos); robo calificado por ser cometido con
armas, en perjuicio de: 1) Víctor Hugo Hofer y sus
padres Oscar Atilio Hofer y Paulina Di Rossa, 2) Oscar
Omar Hofer y su esposa María del Rosario Perazzo, 3)
Carlos Alberto Pheulpin (tres hechos) y allanamiento
ilegal de vivienda cometido contra: 1) la vivienda de
Domingo Pierro, sita en calle Mitre Nº 377 de la ciudad
de Pergamino, provincia de Buenos Aires, 2) el inmueble
de Juan Carlos Pérez y Amanda Sadaba de Pérez, ubicado
en calle Honduras Nº 1351 de la ciudad de Pergamino,
Provincia de Buenos Aires y 3) la vivienda que habitaba
Carlos Gerardo Pérez, ubicada en calle Salta s/n del
Barrio Pezzi de San Nicolás, provincia de Buenos Aires
(tres hechos).
d) Daniel Fernando Quintana.
Daniel Fernando Quintana, al momento en
que se cometieron los hechos por los que fue acusado,
de los que resultó víctima Oscar Omar Hofer, era Agente
de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con
destino en la Brigada de Investigaciones de San
Nicolás.
Ello surge del análisis de las piezas
procesales pertinentes, las que indican que el nombrado
ostentaba la jerarquía de Suboficial Mayor en la
Brigada de Investigaciones de San Nicolás (ver informe

831
de fs. 82 y de su legajo personal 376 vta./377 e
informe de fs. 314 y 315).
La información oficial, precedentemente
señalada, resulta afín a los testimonios de las
personas que han declarado en el debate; razón por la
cual, el Tribunal está en condiciones de indicar la
actuación del nombrado dentro del grupo represivo que
perpetró el secuestro y posterior homicidio de Oscar
Omar Hofer.
Son contundentes los testimonios
recibidos en la audiencia que dan cuenta de ello. Queda
claro que el condenado participó del grupo de personas
que el día 28 de abril de 1976, invadió el domicilio de
calle Ituzaingó 415, de la ciudad de San Pedro -
domicilio de sus suegros- y lo privó ilegítimamente de
su libertad, además de sustraer numerosas pertenencias
de la familia (ropas y enseres).
Las declaraciones en el debate de quien
fue la esposa de Oscar Omar Hofer, María del Rosario
Perazzo, son determinantes para tener por acreditado
que el condenado realizó aportes indispensables para
perpetrar los hechos delictivos por los que fue traído
a juicio.
En este sentido, sostuvo que entre las
personas que capturaron a su esposo se encontraba “el
Sr. Quintana”, que entró a su domicilio con un
pasamontañas, para ocultar su cara, pero que como su
padre era oriundo de la localidad de San Pedro,
igualmente lo reconoció”. Agregando, “porque los
rastros no se pueden tapar y menos la mirada”.
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A ello, se suma la circunstancia de
conforme el testimonio brindado por Perazzo, días
después se vio a la hija de Quintana, utilizando
prendas que habían sido sustraídas del domicilio de
Oscar Omar Hofer. En efecto, al deponer en la
audiencia, la declarante refirió “…mi mama (Lilia
Margarita Mazzochi de Perazzo) me tejía ropa. Una vez,
me había tejido un conjunto en lana, de vestido y
chaquetilla y eso desapareció de mi casa de Baradero,
la 1 de la mañana, antes de que fueran a buscarnos a
San Pedro. Un día mi mamá estaba dando clases como
profesora de música, entró a un salón, tomo asistencia,
levanto la vista y vio un costado un saco tejido por
ella, que era mío. Ella no sabía para dónde ir, pidió
permiso, llamó a la preceptora, fue a dirección y pidió
que le dijeran quién era la persona que tenía el
saquito y contestaron que era la hija del Sr. Quintana,
el que había estado en mi casa y detenido a Oscar”.
Ello concuerda con el testimonio de
Margarita Mazzochi de Perazzo de fs. 100, de fecha
24/11/1986, incorporada por lectura en el debate, en
cuanto señaló “…que se desempeñaba…como profesora del
Colegio Escuela Normal Superior de San Pedro y calcula
que a las dos o tres semanas después del evento
narrado, observo que una chica alumna de segundo o
tercer año, de apellido Quintana, y que la deponente se
enteró en la Dirección del establecimiento secundario,
que la misma era hija de un policía de apellido
Quintana, empleado en San Nicolás, vestía un poulover
tejido por la declarante y a la semana un saco que

833
había obsequiado a su hija. Que estos elementos fueron
sustraídos entre otros, en la vivienda de Oscar Omar
Hofer en Baradero.
Además, quedó comprobado por el
testimonio de Carlos Horacio Perazzo, de fs. 101vta. y
de fs. 469/471, (incorporados por lectura al debate),
en las que el testigo refirió que ese día a las dos de
la mañana se presentó en su domicilio un grupo de
personas en una cantidad de siete, golpeando la puerta
e identificándose como policías; estaban de Civil y a
cara descubierta. Pudo reconocer a uno de ellos,
Quintana, que trabajaba en la Brigada de
Investigaciones y que este le dijo “quédese tranquilo
Perazzo que a usted no le va a pasar nada”. Hicieron
vestir a Oscar Omar Hofer, lo maniataron y lo
amordazaron y lo hicieron subir a una camioneta doble
cabina. Vehículo que luego pudo ver estacionado en la
Brigada de investigaciones de San Nicolás, cuando fue a
preguntar por su yerno.
Nos encontramos entonces, con testigos
directos del secuestro de Oscar Omar Hofer, que ubican
al condenado Quintana, en la escena del suceso. Por lo
demás, como se dijo, el vehículo en el cual se
trasladan los captores (camioneta, tipo F 100, color
verde perlado o azul, sin chapa patente), fue vista por
María del Rosario Perazzo, estacionada en la Brigada de
Investigaciones de San Nicolás, en circunstancias
posteriores al procedimiento cuando fue a preguntar por
el paradero de su esposo, lugar éste que coincide con
el sitio donde prestaba servicios el condenado.
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FRO 82000149/10
También existen elementos de prueba y
precedentemente descriptos, de los cuales se puede
determinar que Quintana participó, además del secuestro
de Hofer, del robó de los elementos personales de la
víctima, producido en su vivienda de calle Laprida 1211
de la ciudad de Baradero, la que conforme se describió
en la materialidad de este hecho, fue saqueada y
destrozada.
Por ello, puede afirmarse que Quintana
participó en los hechos delictivos, aportando su
contribución a producirlos, ya que ha prestado una
cooperación –como partícipe necesario- indispensable a
los que tomaron parte en la ejecución del hecho, es
decir en la privación ilegítima de la libertad,
torturas y posterior homicidio de Oscar Omar Hofer. Lo
mismo se puede decir sobre el robo en perjuicio del
nombrado y su esposa, en el domicilio indicado con
anterioridad.
En fundamento a la participación
necesaria atribuida a Quintana, corresponde remitirse a
lo que ya se ha consignado sobre la actuación conjunta
de los imputados, al tratarse la responsabilidad de
aquéllos en los hechos comprobados.
Allí se explicó la teoría de Claus Roxin,
para quien “autor es la figura central del proceso de
actuación concreto”, por lo que se puede afirmar que el
dominio del hecho se manifiesta en el dominio de la
propia acción típica, que no se pierde aun en los casos
de aparatos de poder. (citado por Edgardo Donna, “La

835
autoría y la participación criminal”, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 2002, pág. 35).
De acuerdo con lo que se viene
sosteniendo hasta aquí, queda claro que en la ejecución
de un mismo hecho puedan coexistir distintas
responsabilidades de autores inmediatos –o ejecutores-,
autores mediatos y, como en el presente caso,
partícipes necesarios.
Lo indicado precedentemente, permite
entonces confirmar que Daniel Fernando Quintana,
realizó aportes necesarios en el iter criminis, que
comenzó con la privación ilegítima de la libertad de
Oscar Omar Hofer y culminó con su homicidio, conforme
al relato efectuado al tratar la materialidad del
presente caso.
También se encuentra acreditado que todos
los hechos que fueron objeto del presente juicio, entre
los que se encuentran los que damnificaron a Hofer,
fueron dirigidos y ejecutados por un grupo de personas
que formaban parte del aparato de poder, que tenían el
dominio de la acción y que, por distintos motivos, no
se encuentran aquí enjuiciados.
Por lo expuesto precedentemente, es que
consideramos a Daniel Fernando Quintana como partícipe
necesario de los delitos de privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia, en los
términos del art. 144 bis inc. 1°, en función del art.
142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la modificación
impuesta por la ley 21.338-, aplicación de tormentos
agravados por ser la víctima perseguido político, en
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los términos del art. 144 ter, párrafo 1ero y 2do. del
C.P. -según ley 14.616-, homicidio agravado por
alevosía, por el concurso premeditado de dos o más
personas y para procurar su impunidad, en los términos
del art. 80 incs. 2º, 6º y 7º del C.P., todos ellos en
perjuicio de Oscar Omar Hofer y robo calificado por ser
cometido con armas en los términos del art. 166 inc. 2)
en función del art. 164, ambos del C.P., en perjuicio
del nombrado y de su esposa; los que concurren entre sí
en forma real (art. 55 del C.P.), calificándolos como
crímenes de LESA HUMANIDAD.
e) Edgardo Antonio Mastrandrea.
Edgardo Antonio Mastrandrea, al momento
en que se cometieron los hechos por los que fue
acusado, de los que resultaron víctimas José María
Budassi, Pablo Leonardo Martínez, Alicia Cámpora, María
Luisa Corelli, Gustavo de Cara y Mario Contartese, era
oficial inspector de la Comisaría de Junín, de
conformidad a las pruebas que se analizaron en el punto
1.a) de los presentes considerandos.
De acuerdo a las declaraciones
testimoniales de las víctimas, el nombrado realizó
aportes indispensables para el mantenimiento de las
privaciones ilegítimas de libertad y tormentos que
sufrieron los mencionados en la Comisaría en la que
ejercía funciones. Así, participó en los
interrogatorios de éstas y realizó las actuaciones
policiales que luego fueron elevadas a la justicia
federal y al Consejo de Guerra Estable.

837
Por ello, debe afirmarse que participó en
los hechos delictivos, no sólo por el mero conocimiento
de éstos, sino por su contribución a producirlos. Tal
es la razón por la cual se expresa, desde tiempo atrás,
que “participar es una formar de actuar” (conf., Soler,
Sebastián, Derecho Penal argentino, Bs. As., La Ley,
1945, Tomo II, § 53, pp. 252 y ss.).
El nombrado fue identificado por las
víctimas como la persona que dirigía los
interrogatorios sufridos por éstas, en los que se
consignaron circunstancias falsas sobre las condiciones
en que ocurrieron sus detenciones. Estas actas, a su
vez, fueron la base para el mantenimiento de sus
privaciones de libertad y para que luego el Consejo de
Guerra Especial Estable N° 1 condenara a José María
Budassi, Pablo Leonardo Martínez y Gustavo Carlos De
Cara; resultando su aporte indispensable para la
consecución de estos hechos.
También se han acreditado las condiciones
en que éstos permanecieron en la Comisaría y las
torturas físicas recibidas por alguno de éstos y
escuchadas por sus compañeros.
Por ello, debe afirmarse que ha prestado
una cooperación –como cómplice primario- indispensable
al autor o autores, es decir, a los que tomaron parte
en la ejecución del hecho.
Respecto de este acusado, el Sr. José
María Budassi expuso en la audiencia que en dicha
dependencia policial, un día el oficial Edgardo
Mastrandrea, a quien identificó como el “número 3 de la
Comisaría”, los interrogó –a él y a Pablo- “acerca de
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los que les había pasado”, lo que concuerda con lo
declarado por Pablo Leonardo Martínez, quien también
mencionó al imputado.
Mario Juan Francisco Contartese, por su
parte, refirió que en la Comisaría de Junín lo llevaron
a un lugar, donde fue interrogado por el inspector
Mastrandrea en más de una oportunidad, a quien le contó
lo del colegio Don Bosco, a quién conocía, a quién no y
cree que le hizo firmar una declaración que no leyó.
En el mismo rumbo, Gustavo De Cara relató
que en Junín le sacaron fotos y lo llevaron junto a
Contartese a unos calabozos, donde estaban Pablo
Martínez y Budassi. Luego lo sacaron a la tarde,
estando presente en ese acto el comisario Mac Namara y
el oficial sumariante Mastrandrea y que éste último
sacó un álbum de fotos que le exhibió, pero que él no
conocía a nadie, lo que provocó el enojo del oficial.
Luego Mastrandrea le mostró unas hojas mientras le
decía “mirá todo lo que declararon tus compañeros”.
Dijo que recibió un trato despectivo y otros oficiales
que estaban mirando le decían que tenía que conocer a
alguien, por lo que le mostraron los álbumes como tres
o cuatro veces. Continuó relatando que, al otro día, lo
sacaron y Mastrandrea le mostró nuevamente el álbum. Lo
volvieron a meter en la celda y al día siguiente le
exhibieron otra vez el mismo álbum, cada vez con más
fotos.
En el mismo rumbo, Alicia Cámpora y María
Luisa Corelli, declararon en esta audiencia haber
estado privadas de su libertad en la Comisaría de

839
Junín, donde Mastrandrea cumplía funciones, en forma
contemporánea a sus compañeros del Colegio Don Bosco
Budassi, Martínez, De Cara y Contartese. La primera, a
su vez, manifestó haber escuchado las torturas sufridas
por sus compañeros, mientras que la segunda relató los
tormentos físicos por ella sufridos allí. Asimismo,
ambas manifestaron haber sido obligadas a firmar una
declaración que no pudieron leer.
Lo dicho por las víctimas concuerda con
las constancias obrantes en el expediente nº 17.349
caratulado “De Cara Gustavo Carlos, Cámpora Alicia,
Inés María Corelli. Inf. Ley 20.840” del registro del
entonces Juzgado Federal de San Nicolás, cuyo sumario
policial fue llevado a cabo por el Comisario Mac Namara
y el Oficial Inspector Mastrandrea. Así, a fs. 5/10
vta., 8/10 vta. y 18/21 lucen las declaraciones
indagatorias prestadas ante los nombrados –cuyas firmas
obran al final de cada acta- por Alicia Cámpora
(23/06/1977), Gustavo De Cara en la misma fecha y María
Luisa Corelli (fs. 9/12), tomada el día siguiente.
También obra una resolución –fs. 11-
suscripta por el Comisario y el acusado Mastrandrea,
donde se decreta la detención de “Marisa” Corelli.
Estas actuaciones fueron elevadas a la
justicia federal, ante la cual las víctimas mencionadas
negaron parte del contenido de las declaraciones
tomadas en sede policial y en algunos casos indicaron
que las firmaron sin poder leerlas –fs. 26/27, 28 y
vta., 29 vta.-. Incluso Gustavo De Cara, manifestó en
dicha oportunidad que “firmó por presión”.
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También cabe resaltar que en la causa
referida obra copia de una nota del 22/06/1977 con los
sellos del Comisario Mac Namara y el Oficial Inspector
Edgardo Mastrandrea elevada al Sr. Jefe de la Sub zona
Militar 13, Coronel Félix Camblor, donde se da cuenta
de la recepción en calidad de detenidos de Gustavo De
Cara (20 años), Mario Contartese (18 años) y Alicia
Cámpora (16 años) –fs. 4-.
Por otro lado, en el Expte. Nro. 17.666
del registro del Juzgado Federal de San Nicolás a cargo
del Dr. Milesi, caratulado “Espin Alberto Inf. Art. 213
bis Código Penal”, obran las declaraciones indagatorias
recibidas en dicha Comisaría suscriptas por el
Comisario y el acusado Mastrandrea a José María Budassi
–fs. 13/17- y Pablo Leonardo Martínez –fs. 18/22-. Al
igual que las otras víctimas, los nombrados negaron
parte del contenido de la declaración ante el Consejo
de Guerra Penal Estable nº 1, como se puede ver de las
constancias que lucen a fs. 45 y 46/47 del expediente
nº 17.665 “De Cara Gustavo Carlos. Inf. Art. 213 bis.
Código Penal”.
Debe destacarse que del contenido de las
declaraciones indagatorias recibidas en sede policial
en las que intervino Mastrandrea puede verse la
intención de las fuerzas actuantes de involucrar o
encuadrar a determinadas personas como participantes de
“organizaciones subversivas” y de los expedientes
mencionados se puede verificar cómo la autoridad
policial bajo control operacional del Ejército fraguó

841
actuaciones referidas a un falso procedimiento en el
que algunas de las víctimas de autos fueron detenidas.
Resulta claro, por todo lo dicho, el
aporte necesario efectuado por el acusado Mastrandrea
en los delitos de privación ilegítima de la libertad de
Pablo Leonardo Martínez, José María Budassi, Alicia
Cámpora, María Luisa Corelli, Gustavo Carlos De Cara y
Mario Juan Francisco Contartese y en los tormentos que
tuvieron por víctima a los primeros cinco nombrados.
De todo lo dicho se infiere que el
encartado, en su rol dentro de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires, estuvo identificado con el
violento e inhumano sistema represivo implantado. Esa
integración orgánica e identificación ideológica con el
gobierno militar implicó un grado de colaboración, en
cuanto fue parte en la estructura funcional y vertical
del Estado. La colaboración o participación en la
fuerza policial denota que aquel ha tenido una clara
representación en el resultado de su conducta
coadyuvante a la ejecución de actos derivados de un
sistema clandestino de represión con víctimas en escala
colectiva. Vale decir, las funciones voluntariamente
asumidas hacen inferir que este funcionario debió
considerar –con plena conciencia e inexcusablemente-
los riesgos de participar en la ejecución del plan
sistemático trazado y de lo que implicaba ejecutar
dicho plan.
La prueba de ello deriva del contexto
histórico-político del período de referencia en el cual
no puede discutirse que esos hechos existieron y
existieron de acuerdo al plan; tampoco cabe poner en
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tela de juicio la correspondencia de los hechos
cometidos con el tiempo de ejercicio de las funciones
del mencionado, y, desde luego, la extrema gravedad de
las formas en que fueron ejecutados aquellos hechos,
conforme al conocimiento general desde que acontecieron
y posteriormente esclarecidos en la posibilidad que
sólo puede acaecer en gobiernos constitucionales.
Se extrae de las consideraciones
anteriores que Mastrandrea tenía pleno conocimiento del
plan sistemático y generalizado de represión inhumana e
ilegal desatado en la región bonaerense.
Debe recordarse que, desde la óptica del
derecho internacional de los derechos humanos, los
actos que se produjeron en el marco de ese plan
importaron: (i) un ataque masivo a la población; (ii)
que el ataque resultó de una política estructural
diseñada por el Estado y destinada a la represión y
exterminio colectivo o generalizado; (iii) que los
sujetos activos civiles y militares (autores o
cómplices) conocieron los lineamientos políticos del
plan que conducía al ataque represivo y de exterminio
generalizado. Sobre esta base queda configurado un
delito universal, denominado delito de lesa humanidad
(conf., D’Alessio, Andrés J., Los delitos de lesa
humanidad., Bs. As., Abeledo-Perrot, 2008, pp. 1, 13-
34; asimismo, Ambos, Kai., La nueva justicia penal
supranacional. Desarrollos post-Roma., Valencia, Tirant
lo Blanch, 2002, pp. 49-62; Parenti, P.F., Filippini,
L.G., Folgueiro, H.L., Los crímenes contra la humanidad

843
y el genocidio en el derecho internacional., Bs. As.,
Ad-Hoc, 2007, pp. 37-67).
En efecto, los operativos policiales, las
privaciones ilegítimas de libertad, el cautiverio en
centros clandestinos, las torturas, la desaparición de
personas, hubieran sido imposibles sin la complicidad,
entre otros, del encartado.
De ello se deriva que la contribución de
la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dentro de
la cual ejerció funciones el acusado, fue indispensable
para aumentar la plena eficacia de capacidad ofensiva
del plan de represión y exterminio, en tanto esta
fuerza policial fue puesta a disposición directa del
comando de ejecución contra la denominada “lucha
antisubversiva”.
Estas últimas conclusiones también
corresponden ser vertidas respecto del acusado Roberto
Horacio Guerrina, cuya participación se analizará en el
acápite g).
Por todo lo indicado, este Tribunal
entiende que Edgardo Antonio Mastrandrea fue partícipe
necesario de los delitos de privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia, en los
términos del art. 144 bis inc. 1°, en función del art.
142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la modificación
impuesta por la ley 21.338-, en perjuicio de Pablo
Leonardo Martínez, José María Budassi, Alicia Cámpora,
María Luisa Corelli, Gustavo Carlos De Cara y Mario
Juan Francisco Contartese en concurso real en los
términos del art. 55 del C.P. con el delito de
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aplicación de tormentos, en los términos del art. 144
ter del C.P. -según ley 14.616- que tuvieron por
víctima a los cinco primeros nombrados.
f) Carlos Enrique Rocca.
Como se indicara, Carlos Enrique Rocca,
al momento de los hechos por los que se lo acusa, se
desempeñaba en la Policía de la Provincia de Buenos
Aires con el grado de agente, revistando en la
Comisaría Primera de Pergamino.
A su vez, de los elementos de prueba
detallados en el punto “materialidad” surge que fue
destinado a la vivienda ubicada en calle Rivadavia nº
954 de la ciudad de Pergamino, la cual, a la postre,
fue ocupada por él y su familia y fue el lugar en el
cual detuvo a Benjamín Santillán, siguiendo órdenes de
sus superiores.
Son ilustrativas de estas circunstancias
las diversas presentaciones efectuadas por la víctima
mencionada en el párrafo que antecede, las que dan
cuenta que fue recibido por una niña que le dijo que le
iba a avisar a “Don Rocca”. También en éstas el Sr.
Santillán realiza una descripción fisonómica que
coincide con la del acusado, donde lo señala como la
persona que desenfundó un arma de fuego y, junto a
cuatro policías más lo introdujeron dentro de un
automóvil, arrojándolo sobre el piso trasero y
colocándole su propio saco sobre su rostro.
También debe mencionarse como prueba
relevante de la intervención de Rocca en estos hechos
el testimonio prestado por quien era su pareja al

845
momento de los hechos, la Sra. Santa Alda Espíndola,
quien en esta audiencia manifestó que un día del año
1976 su marido Carlos Enrique Rocca, que era policía y
trabajaba en la Comisaría, le dijo que le habían
prestado una casa, en la cual ella reside actualmente,
sita en calle Rivadavia nº 954 de Pergamino. También
declaró que los impuestos de esa vivienda en la
actualidad vienen a nombre de Amanda Andrada. Por otra
parte, manifestó que respecto de este inmueble “decían
que había habido un operativo muy grande”, pero que no
sabe si su marido participó.
Uno de los hijos de la declarante Mario
Ariel Díaz, declaró que vivió con su madre en el
domicilio de calle Rivadavia nº 954 de la ciudad de
Pergamino desde su nacimiento en el año 1983 hasta el
2004 o 2005. Indicó que a Carlos Rocca lo conoce de
nombre pero nunca lo trató y que es el padre de sus
cuatro hermanos mayores.
También indicó que escuchó comentarios
respecto de que allí había habido un procedimiento
policial, donde hubo tiroteos y gente desaparecida.
También pueden destacarse otros
testimonios prestados en el debate, entre los que se
encuentran las declaraciones de Patricia Villarruel,
Ana Scarcella, Ramón Alfredo Díaz, Víctor Oscar
Calviglione y Analía del Carmen Ateca.
De todos los elementos probatorios
colectados se desprende que el acusado Carlos Enrique
Rocca, en su calidad de agente de la policía de la
Provincia de Buenos Aires, realizó aportes
indispensables para que tanto la privación ilegítima de
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libertad como los tormentos de Benjamín Santillán
tuvieran lugar. En este caso, consideramos que el
nombrado carecía del dominio del hecho, por lo que
estos aportes se traducen en una participación
necesaria en los términos del art. 45 del C.P.
En el mismo sentido, se ha probado su
intervención en la usurpación del inmueble ubicado en
calle Rivadavia nº 954 de la ciudad de Pergamino, donde
vivió con su familia durante un lapso de tiempo que no
ha podido determinarse.
Por todo ello, esta magistratura
considera que Carlos Enrique Rocca fue partícipe
necesario de los delitos de privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia, en los
términos del art. 144 bis inc. 1°, en función del art.
142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la modificación
impuesta por la ley 21.338-, aplicación de tormentos
agravados por ser la víctima perseguido político, en
los términos del art. 144 ter, párrafo 1ero y 2do. del
C.P. que tuvieron por víctima a Benjamín Santillán; y
usurpación de inmueble sito en calle Rivadavia Nº 954
de la ciudad de Pergamino, provincia de Buenos Aires en
el que residían María Cristina Lanzillotto, Carlos
Benjamín Santillán y sus dos hijos María Lucila y Jorge
Francisco Santillán, en los términos del art. 181 inc.
1° del C.P.
g) Roberto Horacio Guerrina.
Como en los casos anteriores ha quedado
demostrado a lo largo de la audiencia de debate, que el

847
imputado Guerrina, era Oficial Principal de la
Comisaría de la ciudad de Baradero, Pcia. de Buenos
Aires, ello en virtud de la copia de su legajo personal
reservado en Secretaria.
Así resulta innegable la presencia física
del imputado en el lugar donde ocurrieron los hechos
que se juzgaron en la presente causa. Ello surge no
sólo de la prueba testimonial, sino también y,
principalmente, de su legajo personal. Asimismo el
nombrado suscribió numerosos documentos relativos a los
hechos investigados en estos autos, así a fs. 2/2vta.
se observa un parte policial, a fs. 88 el acta de
recepción de material secuestrado en la misma causa; a
fs. 89/vta. suscribió el inicio del sumario
prevencional; a fs. 90/91vta. acta de inspección y
croquis, a fs. 92 acta de detención, a fs. 93/94
declaración indagatoria de Lita; a fs.95 comparendo; a
fs. 96 una constancia de ratificación acerca de su
desempeño en el cargo de secretario en la elaboración
de actuaciones prevencionales; a fs. 96vta.constancia
por la que se da cuenta de la orden de traslado de Lita
al juzgado; a fs. 98vta. constancias de finalización
del sumario y orden de su remisión al Juez Federal; a
fs.139 acta de declaración testimonial prestada por
Guerrina en sede judicial todas fojas del expte. nº
17448 caratulado “Lita Luis Eduardo s/ ley 24840”.
Asimismo a fojas 24/vta. luce una declaración
testimonial del nombrado; Fs. 40; declaración
testimonial del Expte. n° 17.521 “Lita, Luis Eduardo –
Denuncia Apremios Ilegales”.
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También deben destacarse los dichos de
Luis Eduardo Lita en la audiencia de debate, en donde
declaró que, tras pasar varios días detenidos en el CCD
que funcionó en la Unidad Penal nº 3, fue trasladado a
la Comisaría de Baradero de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires, donde Guerrina prestaba funciones.
Allí se le retiró la venda de sus ojos, constatándose
la existencia de una lesión en el ojo izquierdo.
Posteriormente, bajo amenazas de que sería devuelto a
quienes lo habían llevado hasta allí si no lo hacía, se
lo obligó a firmar una declaración que ya estaba
confeccionada, la que no tuvo posibilidad de leer, en
la cual se consignó que Lita había sido detenido en
proximidades de las fábricas “Rhodia” e “Hisisa
Argentina” -ubicadas en las afueras de esa ciudad-
portando material de propaganda del Ejército
Revolucionario del Pueblo.
Por otra parte y a los fines de acreditar
la participación del imputado Guerrina y la
colaboración activa que éste tuvo con el gobierno de
facto, debe citarse los testimonios prestados en la
audiencia por Julio Jorge Hokama y Adalberto Pascual
Rapalin, quienes manifestaron haber sido privados
ilegítimamente de su libertad, en el año 1976, por
Roberto Horacio Guerrina.
A su vez, de acuerdo a lo expuesto en el
análisis de la participación de Mastrandrea, de todo lo
dicho se infiere que el encartado, en su rol dentro de
la Policía de la Provincia de Buenos Aires, estuvo
identificado con el violento e inhumano sistema

849
represivo implantado. Esa integración orgánica e
identificación ideológica con el gobierno militar
implicó un grado de colaboración, en cuanto fue parte
en la estructura funcional y vertical del Estado. La
colaboración o participación en la fuerza policial
denota que aquel ha tenido una clara representación en
el resultado de su conducta coadyuvante a la ejecución
de actos derivados de un sistema clandestino de
represión con víctimas en escala colectiva. Vale decir,
las funciones voluntariamente asumidas hacen inferir
que este funcionario debió considerar –con plena
conciencia e inexcusablemente- los riesgos de
participar en la ejecución del plan sistemático trazado
y de lo que implicaba ejecutar dicho plan.
La prueba de ello deriva del contexto
histórico-político del período de referencia en el cual
no puede discutirse que esos hechos existieron y
existieron de acuerdo al plan; tampoco cabe poner en
tela de juicio la correspondencia de los hechos
cometidos con el tiempo de ejercicio de las funciones
del mencionado, y, desde luego, la extrema gravedad de
las formas en que fueron ejecutados aquellos hechos,
conforme al conocimiento general desde que acontecieron
y posteriormente esclarecidos en la posibilidad que
sólo puede acaecer en gobiernos constitucionales.
Se extrae de las consideraciones
anteriores que Guerrina tenía pleno conocimiento del
plan sistemático y generalizado de represión inhumana e
ilegal desatado en la región bonaerense.
En efecto, los operativos policiales, las
privaciones ilegítimas de libertad, el cautiverio en
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centros clandestinos, las torturas, la desaparición de
personas, hubieran sido imposibles sin la complicidad,
entre otros, del encartado.
De ello se deriva que la contribución de
la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dentro de
la cual ejerció funciones el acusado, fue indispensable
para aumentar la plena eficacia de capacidad ofensiva
del plan de represión y exterminio, en tanto esta
fuerza policial fue puesta a disposición directa del
comando de ejecución contra la denominada “lucha
antisubversiva”.
Por lo expuesto precedentemente y con
particular atención a lo descripto en el punto
“Materialidad”, consideramos que éste ha realizado un
aporte necesario para la continuidad de la privación
ilegítima de la libertad de Luis Eduardo Lita, a
través de la confección de actuaciones prevencionales
falsas, mediante las cuales se intentó dar un viso de
legalidad a esta detención y permitió que esta se
perpetúe en el tiempo. A lo que cabe agregar lo
acontecido en la audiencia de debate, en la oportunidad
en que los imputados hicieron uso de sus últimas
palabras, ocasión en la que co-imputado González
sindico a Roberto Horacio Guerrina como el colaborador
directo de los militares que ocuparon el poder a la
fecha de los hechos aquí investigados. Por todo ello,
entendemos que Guerrina resulta partícipe necesario de
los delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del

851
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338- en concurso ideal con el delito de
falsedad ideológica, en los términos del art. 293 del
C.P., en perjuicio de Luis Eduardo Lita.
h) Clementino Omar Rojas.
Como ya se ha dicho ha quedado acreditado
en el transcurso del debate que Omar Clementino Rojas
al momento de los hechos, aquí investigados, revestía
el cargo de Comisario de la Comisaría de Colón,
Provincia de Buenos Aires. Ello surge de su legajo
personal reservado en Secretaria. En tal carácter
estuvo presente en el momento en que la víctima de
autos, Jorge Enrique Ocariz, fue trasladado a esa
comisaria, ello surge no solo de la declaración
testimonial incorporada por lectura de Jorge Enrique
Ocariz quien expresó que “me llevan a la ciudad de
Colón, allí aparezco en la Comisaría y un comisario me
dijo que firme un papel….” sino que lo mismo se
advierte en la declaración indagatoria de Omar
Clementino Rojas obrante a fs. 888/890 del expte. nº
FRO 81000047/2012 en la que expresó: “…siendo
aproximadamente las 2:30 horas, estando a cargo de la
Comisaría de Colón, se hizo presente el Teniente
Coronel Saint Amant, jefe del regimiento de esta ciudad
de San Nicolás, haciendo entrega de una persona
encapuchada, con una pistola y unos panfletos o libros,
reitirándose el militar de inmediato. Que yo le retire
la capucha, el señor me da su nombre y apellido, y le
digo que se quedara tranquilo porque estaba en la
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comisaria de Colón y que estaba con el comisario
Clementino Rojas…..”.
Asimismo Omar Clementino Rojas en su
carácter de comisario suscribió las constancias
obrantes a fs. 19 del sumario Nro. 17.463 del registro
del Juzgado Federal a cargo de Luis H. Milesi y a fs.
17 vta. y 19 vta. del sumario “Ocariz Jorge Enrique.
Denuncia apremios ilegales” Nro. 17.552 del mencionado
juzgado. A fs. 17 del este expte. suscribió el inicio
de la investigación por apremios ilegales, así Rojas
ordena proceder a dar cumplimiento a lo solicitado por
el sumariante, todo ello surge de la causa Expte. nº
17.552 “Ocariz, Jorge Enrique Denuncia Apremios
Ilegales” del Registro del Juzgado Federal nº 2 de San
Nicolás. En igual sentido a fs. 19vta. luce un informe
suscripto por el nombrado Rojas que da cuenta que el
mismo se encontraba a cargo de la Comisaria en el
momento en que ingreso como detenido Jorge Enrique
Ocariz. Por ultimó a fs. 30/30vta. luce su
declaración testimonial en sede policial y a fs. 56 su
declaración testimonial en sede judicial ratificando
los dichos de la sede policial, todo en el citado
Expte. nº 17.552.
Del cotejo de tales declaraciones con la
declaración indagatoria de fs. 888/890, entre otras,
surge clara y palmariamente la falsedad incurrida, toda
vez que en su declaración indagatoria el nombrado
manifiesta que:”… sabía que la pistola no era del
arquitecto…” y sin embargo así lo consigna en el acta
de fs. 19 de la causa Nº 17463 reservada en Secretaria.

853
Por lo expuesto precedentemente, lo
desarrollado en el punto “materialidad” así como por la
confección de estas actuaciones prevencionales falsas
las que resultaron un aporte necesario para que se
continúe con la privación ilegal de la libertad de
Jorge Enrique Ocariz, es que entendemos que Omar
Clementino Rojas fue partícipe necesario de los delitos
de privación ilegítima de la libertad doblemente
agravada por su carácter de funcionario público y por
mediar violencia, en los términos del art. 144 bis inc.
1°, en función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley
14.616 con la modificación impuesta por la ley 21.338-
en concurso ideal con el delito de falsedad ideológica,
en los términos del art. 293 del C.P.
i) Juan Alberto González.
Como ha quedado acreditado en autos Juan
Alberto González al momento de los hechos aquí
investigados, revistaba como oficial subinspector de la
Comisaría de Baradero, Provincia de Buenos Aires,
conforme surge de su legajo personal reservado en
Secretaria y del informe remitido por el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, que da
cuenta de desempeño del imputado González en la
Comisaría de Baradero obrante a fs. 812. En tal
carácter suscribió a fs. 88 del sumario “Lita Luis
Eduardo. Inf. Ley 20840” Nro. 17448 del registro del
Juzgado Federal de San Nicolás a cargo de Luis H.
Milesi un acta fechada el 07 de diciembre de 1977
que da cuenta de su desempeño en el cargo antes
referenciado, es decir como oficial subinspector de la
comisaría de Baradero. En dicha acta se consigna la
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
recepción del material supuestamente secuestrado a Luis
Eduardo Lita.
A fs. 95 del expte nº 17448 obra su firma
en una declaración testimonial prestada en sede
policial en la cual ratifica el contenido del acta
obrante a fs. 88 de la misma causa, en la que consta la
detención y el material secuestrado a Luis Eduardo
Lita. Por último a fs. 148 de la misma causa obra un
acta de declaración testimonial prestada en sede
judicial, ratificando las actuaciones prevencionales
antes citadas.
A fs. 43 del expte, nº 17521 luce su
firma en ocasión de prestar declaración testimonial en
sede judicial ratificando nuevamente el contenido del
acta de detención y secuestro de Luis Eduardo Lita.
Al igual que al analizar la participación
de Guerrina, en este caso también deben destacarse los
dichos de Luis Eduardo Lita en la audiencia de debate,
en donde declaró que, tras pasar varios días detenidos
en el CCD que funcionó en la Unidad Penal nº 3, fue
trasladado a la Comisaría de Baradero de la Policía de
la Provincia de Buenos Aires, donde González prestaba
funciones. Allí se le retiró la venda de sus ojos,
constatándose la existencia de una lesión en el ojo
izquierdo. Posteriormente, bajo amenazas de que sería
devuelto a quienes lo habían llevado hasta allí si no
lo hacía, se lo obligó a firmar una declaración que ya
estaba confeccionada, la que no tuvo posibilidad de
leer, en la cual se consignó que Lita había sido
detenido en proximidades de las fábricas “Rhodia” e

855
“Hisisa Argentina” -ubicadas en las afueras de esa
ciudad- portando material de propaganda del Ejército
Revolucionario del Pueblo.
En atención a todo lo expuesto en
particular a lo descripto en el punto “materialidad” de
la presente sentencia, así como la suscripción y
ratificación de estas actuaciones prevencionales
falsas, tanto en sede policial como judicial, las que
resultaron un aporte necesario para que Luis Eduardo
Lita continúe privado de su libertad es que entendemos
que Juan Alberto González resultó partícipe necesario
de los delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338-, en concurso ideal con los delitos de
falsedad ideológica, en los términos del art. 293 del
C.P.
j) Julio Alberto Almada, Miguel Ángel
Lucero y Luis Antonio Sinigaglia.
En relación a Julio Alberto Almada, Luis
Antonio Sinigaglia y Miguel Ángel Lucero atento a que
los tres, al momento de los hechos, revestían el mismo
cargo, esto es el cargo de agente de la Comisaría de
Colón, Provincia de Buenos Aires, serán tratados en
forma conjunta. El cargo de agente que revistaban los
nombrados al momento de los hechos se ha acreditado en
autos con los legajos personales de los nombrados
reservados en Secretaria, así como con el informe
remitido por el Ministerio de Seguridad de la Provincia
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
de Buenos Aires agregado a fs. 811 de autos. El
primero de los nombrados, es decir Julio Alberto Almada
en su carácter de agente de la comisaria de Colon
Provincia de Buenos Aires, suscribió junto a
Sinigaglia y Lucero el acta de detención de Jorge
Enrique Ocariz obrante a fs. 19/vta. del Expte. n°
17.463 “Ocariz, Jorge Enrique Inf. ley 20.840 y art.
189 bis del C.P.; en ese mismo rumbo a fs. 52 luce su
declaración testimonial prestada en sede judicial en la
que ratifica el contenido del parte de fs. 19/vta. del
citado expte., a fs. 24 del Expte. nº 17.552 “Ocariz,
Jorge Enrique – Denuncia apremios ilegales luce su
declaración testimonial en sede policial en la que da
cuenta de su presencia en la comisaría en la
oportunidad en que Jorge Enrique Ocariz era trasladado
a la cárcel de San Nicolás.
En igual sentido a fs. 50 obra la
declaración testimonial prestada en sede judicial por
el entonces agente Sinigaglia en la que también
ratifica el contenido de Parte de fs. 19 vta. del
expte. 17.463 ya citado. Y por su parte a fs. Fs. 45 de
la citada causa expte 17463, obra la declaración
testimonial prestada en sede judicial, por Miguel Ángel
Lucero en la que ratifica el contenido del parte de
fs. 19 vta.
La continuación de la detención de Jorge
Enrique Ocariz a partir de la fecha en que fue puesto
por sus captores a disposición de fuerzas policiales,
constituye también una privación ilegal de la libertad,
por cuanto las mismas tuvieron como sustento las

857
actuaciones policiales fraguadas por Clementino Rojas,
Luis Antonio Sinigaglia, Julio Alberto Almada y Miguel
Ángel Lucero en las que se daba cuenta falsamente de la
comisión por parte del nombrado de delitos inexistentes
y que tuvieron como único objeto brindar una excusa
para prolongar sin base legal la situación de encierro
en la que se encontraba.
Por todo lo expuesto, además de lo
desarrollado en el punto “materialidad” del presente es
que consideramos que Julio Alberto Almada, Miguel
Ángel Lucero y Luis Antonio Sinigaglia, han sido
partícipes necesarios de los delitos de privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar violencia,
en los términos del art. 144 bis inc. 1°, en función
del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la
modificación impuesta por la ley 21.338-, en concurso
ideal con el delito de falsedad ideológica, en los
términos del art. 293 del C.P.
k) Guillermo Miguel Adrover.
Corresponde en este punto exponer los
fundamentos que llevaron a este Tribunal a resolver la
absolución del acusado Guillermo Miguel Adrover.
Al respecto, preliminarmente resulta
necesario recordar los argumentos en que se basó la
acusación para solicitar su condena.
Así, en primer término la Secretaría de
Derechos Humanos de la Nación fundamentó su petición en
la circunstancia de que el imputado, al momento de los
hechos investigados, se desempeñaba como subcomisario
de la Comisaría Primera de Pergamino, lugar en el que
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
estuvo detenido el Sr. Benjamín Santillán, “por lo que
existe certeza de que en algún tramo de tiempo en el
que se encontró en la comisaria referida –y bajo las
condiciones descriptas- estuvo bajo la disposición del
acusado Adrover”.
Para sustentar esta última afirmación, la
parte querellante indicó que, según la ley nº 8269 del
Personal Policial de la Provincia de Buenos Aires y de
su Decreto Reglamentario 9102/74 (vigente a la fecha de
los hechos) el Subcomisario es el segundo jefe de la
Comisaría y asume su conducción en ausencia del titular
y que “ningún titular de una dependencia policial se
encuentra las 24 horas de los siete días de la semana
en funciones, por lo que en algún momento de todo el
tiempo que duró la privación ilegítima de la libertad
de Benjamín Santillán, el acusado Adrover estuvo a
cargo de la Comisaría”.
En el mismo sentido, la Fiscalía General,
citó como pruebas de su acusación la nómina del
personal policial de la provincia de Buenos Aires
remitidas por el Ministerio de Seguridad de la
Provincia de Buenos Aires, la “Foja de Servicios” del
nombrado, de la que surge que fue designado en el cargo
de Subcomisario y destinado a prestar servicios en la
comisaría de Pergamino con fecha el 1 de enero de 1977
y su legajo personal.
De una lectura de las acusaciones
descriptas se vislumbra que el único sustento de éstas
resulta ser la circunstancia de que el Sr. Guillermo
Adrover era Subcomisario de la Comisaría de Pergamino a

859
la época de los hechos que tuvieron por víctima a
Benjamín Santillán, lo que se encuentra probado y no
fue objeto de discusión en el debate por parte de su
defensa técnica.
Sin embargo, y tal como lo afirmara su
defensor, el Sr. Adrover no era el único que revestía
tal condición en ese momento en la Comisaría
mencionada, sino que, de acuerdo a la nómina obrante a
fs. 1624/1629 que fuera acompañada por el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, entre los
Subcomisarios, se encontraban, además del acusado
Adrover, los Sres. Arnaldo Nasif Bolmeni (quien se
encontraba requerido a juicio por los mismos hechos y
falleció durante el transcurso del debate), Osvaldo
Eugenio Fuselli (respecto de quien, de acuerdo a las
constancias obrantes en autos, se le ha dictado auto de
falta de mérito –resoluciones nº 31/10 y 53/10,
confirmadas por la C.F.A.R. por Acuerdo nº 117/11-) y
Antonio Navarro (fallecido, conforme constancia de fs.
2191).
Asimismo, también resulta cierta la
afirmación realizada tanto por su defensor como por el
Fiscal de que Adrover había sido recientemente
ascendido a tal cargo, tal como lo demuestra su foja de
servicio obrante a fs. 2264, de la que surge que fue
designado como Subcomisario el 01/01/1977, mientras que
los hechos por los que se lo acusan tuvieron comienzo
de ejecución el 17 de enero de 1977. En relación a los
otros Subcomisarios, el Sr. Bolmeni fue designado el
mismo día que el acusado en autos (de acuerdo a su foja
de servicio que luce a fs. 2259), mientras que Fuselli
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FRO 82000149/10
y Navarro revestían este cargo desde el 01/01/1976, de
acuerdo a las constancias de fs. 2263 y 2414 vta.
Al respecto, corresponde a su vez
analizar la normativa citada por la parte querellante
vigente a la época de los hechos, denominada “Ley del
Personal Policial”, nº 8269. Ésta, tras establecer la
escala jerárquica del personal policial, determina que
las relaciones de superioridad y dependencia entre el
personal de la repartición se establecerán de acuerdo a
los principios de superioridad jerárquica, por cargo,
por antigüedad y por servicio, por lo que, entre dos
agentes de un mismo grado, será superior aquel que
revista en éste por más tiempo.
Por otro lado, corresponde destacar que,
de acuerdo al acta obrante a fs. 2226, en el mes de
febrero del año 1977 se encontraba interinamente a
cargo de la Comisaría de Pergamino el Subcomisario
Antonio Navarro, por lo que puede presumirse que era
éste quien reemplazaba al Comisario Di Cocca en su
ausencia.
A ello deben sumarse los dichos de Marta
Beatriz de San Martín y Pedro Petro, quienes
denunciaron sufrir una detención ilegal en forma
contemporánea y por los hechos que aquí se juzgan y
descartaron la participación en ellos del imputado
Adrover.
Resulta relevante destacar, a su vez, las
declaraciones de otros testigos que no asociaron al
nombrado con otros hechos de represión ilegal ni
identificaron a la Comisaría de Pergamino como un

861
Centro Clandestino de Detención. También resulta
significativo que esta es la única causa que registra
el acusado en su contra.
Por todo lo dicho, se desprende que la
afirmación de los acusadores resulta, más que una
necesaria conclusión de premisas respaldadas en las
pruebas del debate, una presunción carente de certeza
y, por ende, inválida para derribar el principio
constitucional de inocencia y sustentar una condena.
El principio “in dubio pro reo” proviene
de la presunción de inocencia que ampara al imputado.
Ello implica que toda sentencia de
condena y por ende, la aplicación de una pena, solo
puede estar fundada en la “certeza” del tribunal que
falla acerca de la existencia de un hecho punible
atribuible al acusado.
Precisamente la falta de certeza
representa la imposibilidad del estado de destruir la
situación de inocencia construido por la ley
(presunción), que ampara al imputado, razón por la cual
ella conduce a la absolución. Cualquier otra posición
del juez respecto de la verdad, la “duda”, o aún la
probabilidad, impiden la condena y desemboca en la
absolución.
Los conceptos certeza, probabilidad y
duda aluden a una relación de conocimiento y al
conocimiento histórico, todo se reduce a una relación
de conocimiento, esto es la relación que existe entre
el sujeto cognoscente y el objeto que pretende conocer.
Tanto los jueces como las demás personas
que intervienen en el proceso argumentan sobre el
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
intento de conocer la verdad de un hecho que se afirma
ha ocurrido realmente. En este contexto se llama
“verdad” a la correspondencia correcta entre la
“representación ideológica” del objeto, que practica el
sujeto que conoce, y la “realidad”: es la
representación ideológica correcta de una realidad
ontológica, o sea, la concordancia del pensamiento con
el objeto pensado.
Quien aprecia los elementos de prueba
puede adoptar diferentes posiciones respecto de la
“verdad”; puede convencerse de que la ha alcanzado, y
así, tiene la certeza de que su reconstrucción es
correcta.
Si el operador (Juez) considera que ha
alcanzado una verdad en grado menos asertivo al
anterior, y los elementos de prueba analizados no
permiten lograr su convicción total de haber elaborado
un juicio correcto, sin errores, establece solo la
probabilidad de que su reconstrucción es acertada.
Por ultimo puede ocurrir que no conozca
la verdad pues los elementos que afirman algo se
balancean con los que lo niegan, la DUDA es absoluta.
Solo la certeza POSITIVA permite
condenar, mientras que los demás estados del juzgador
respecto de la verdad remiten a la absolución, como
consecuencia del “IN DUBIO PRO REO”.
En otras palabras, no existe en el
presente una certeza absoluta respecto de la
intervención del justiciable en la comisión del hecho
delictivo, presentándose en este caso una duda,

863
evidenciada por la existencia de motivos que conducen
tanto a afirmar como a negar la participación del
acusado en los hechos que se le enrostran, ya que si
bien es cierto que el Sr. Adrover “podría” haber estado
a cargo de la comisaría en la que estuvo detenido el
Sr. Benjamín Santillán en algún momento en el que duró
esta privación de libertad, también es cierto que esto
no es más que una posibilidad y que la afirmación
contraria goza del mismo o mayor grado de presunción
favorable. Ello, en virtud de que, como se dijo, la
única prueba al alcance del juzgador es el cargo
ocupado por el Sr. Adrover, el que en sí no implica una
responsabilidad directa con los hechos sufridos por la
víctima de autos, quien no lo identificó, y que incluso
dicha posición era compartida con otras tres personas
en la misma Comisaría, dos de ellos con mayor
antigüedad y, por ende, rango como para quedar a cargo
de la dependencia policial en ausencia de su titular.
Lo expuesto sólo permite apreciar como probable su
conocimiento y participación en los hechos y no de modo
certero como lo requiere una sentencia judicial.
En efecto, esa probabilidad, que no
excluye la posibilidad de que las cosas hubiesen
ocurrido de otra manera (principio de razón
suficiente), es incompatible, claramente, con la
certeza que, en grado apodíctico, reclama un
pronunciamiento condenatorio; toda vez que, en las
circunstancias del caso, bien pudo haber estado la
Comisaría a cargo únicamente del Comisario Di Cocca,
respecto de quien no se ha demostrado que haya
efectuado un pedido de licencia durante la época de los
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FRO 82000149/10
hechos, o a cargo de alguno de los otros tres
Subcomisarios.
Por ende, en tales condiciones, la opción
en favor de la condena de Adrover, afecta el principio
del in dubio pro reo que deriva de la presunción de
inocencia (art. 18 Constitución Nacional y arts. 11.1
de la Declaración Universal de Derechos Humanos y 8.2
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos).
Así lo ha entendido, entre otros
tribunales, la Cámara Federal de Casación Penal
(Registro Nro. 1005.4, Causa nro. 15.591 – Sala IV -
C.F.C.P. - “CAIAFA, Osvaldo y DE PEDRO, Ernesto Carlos
s/recurso de casación”) y la Corte Suprema de Justicia
de la Nación ("Recurso de hecho deducido por la defensa
de Jorge Andrés Damián Miguel en la causa Miguel, Jorge
Andrés Damián s/ p.s.a. de homicidio", entre otros).
6) Calificación legal.
a) Delitos de lesa humanidad.
1. A los fines de presentar el tema debe
indicarse que el Derecho Internacional de los derechos
humanos que prohíbe los delitos de lesa humanidad,
pertenecen al ius cogens y, por ende, son normas
imperativas y de exigibilidad erga omnes.
En efecto, se ha afirmado que “El
fortalecimiento de la interrelación entre la
democracia, el desarrollo y los derechos humanos en
todo el mundo requiere, a un tiempo, entre otras
medidas, de la ratificación universal e integral (sin
reservas) de los tratados de derechos humanos y la
protección de estos últimos sin la imposición de

865
condiciones. No se puede profesar el universalismo de
los derechos humanos en el plano conceptual o
normativo, y continuar aplicando la selectividad en el
plano operativo. Los derechos humanos, en razón de su
universalidad en los planos tanto normativo como
operacional, imponen obligaciones erga omnes” (CANÇADO
TRINDADE, Antonio; “El derecho internacional de los
derechos humanos en el siglo XXI”, Editorial jurídica
de Chile, Santiago de Chile, 2001, pág. 177).
2. En relación a la conceptualización de
los hechos examinados en las presentes actuaciones como
constitutivas de los llamados delitos de “lesa
humanidad” o “crímenes contra la humanidad”, surge por
primera vez en el prólogo a la Convención de la Haya de
1907.
Ya desde esa época se vislumbra a los
ataques contra una población civil perpetrados por un
aparato estructural del poder organizado por el estado
como constitutivos de este tipo de crímenes.
Su primera declaración formal surge del
art. 6 c) del Estatuto del Tribunal Internacional
Militar de Nuremberg, del 8 de agosto de 1945, donde se
declara como crímenes de lesa humanidad “el asesinato,
exterminio, esclavitud, deportación y otros actos
inhumanos, cometidos en contra de cualquier población
civil, antes o durante la guerra, o las persecuciones
por motivos raciales o religiosos, en la ejecución o en
concepción con un crimen dentro de la jurisdicción del
tribunal”. El Estatuto, al igual que los mismos juicios
de Nuremberg, fueron aprobados por la Asamblea General
de las Naciones Unidas el ll de diciembre de 1946 y
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FRO 82000149/10
declarados como integrante de los “principios del
derecho internacional”.
Así, en el ámbito del derecho
internacional se considera que, entre otros actos, la
tortura, las ejecuciones sumarias, extra judiciales o
arbitrarias y las desapariciones forzadas constituyen
la categoría de “graves violaciones a los derechos
humanos”.
El derecho de gentes, natural o ius
cogens –integrado por un conjunto de principios y
normas superiores y connaturales a la humanidad-
generan en los estados la obligación de juzgar y
castigar a sus nacionales que incurrieran en conductas
que importen crímenes denominados “de lesa humanidad”.
“Los desarrollos recientes en la
protección internacional de la persona humana, tanto en
tiempo de paz como de conflicto armado, realza la
obligación general de la debida diligencia por parte
del Estado, desdoblable en sus deberes jurídicos de
tomar medidas positivas para prevenir, investigar y
sancionar violaciones de los derechos humanos, lo que
además resalta e inserta en la orden del día el debate
sobre la protección erga omnes de determinados derechos
…” (CANÇADO TRINDADE, Antonio; “El derecho
internacional de los derechos humanos en el siglo XXI”,
Editorial jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2001,
pág. 261).
Y esta interpretación es la que efectuó
la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso
“Paniagua Morales y otros vs. Guatemala” (1998), cuando

867
refería a un estado de impunidad del estado demandado.
“Agregó que entendía como impunidad la falta en su
conjunto de investigación, persecución, captura,
enjuiciamiento y condena de los responsables de las
violaciones de los derechos protegidos por la
Convención Americana, toda vez que el Estado tiene la
obligación de combatir tal situación por todos los
medios legales posibles, ya que la impunidad propicia
la repetición crónica de las violaciones de derechos
humanos y la total indefensión de las víctimas y sus
familiares” (CIADH, caso Paniagua Morales y otros
versus Guatemala (Fondo), sentencia del 08.031998,
Serie C, n° 37, pág. 122, párr. 173, citado en ibídem,
pág. 239/240).
Es que estos altos principios –
consolidados en la órbita del derecho penal
internacional- se imponen como superiores a las leyes
internas de los estados, quienes no deben, so pretexto
de obediencia a normas internas omitir su juzgamiento o
sujetarlo a la ley penal vigente al momento que
ocurrieron.
Es por ello que la calificación de los
delitos contra la humanidad no depende de la voluntad
de los Estados nacionales sino de los principios del
ius cogens del Derecho Internacional (conf. arg.
Fallos: 318:2148, considerando 4°), lo que pone en
evidencia que sea plenamente aplicable el sistema de
fuentes del derecho propio de aquéllos.
En este orden de ideas, no existen dudas
que en la descripción jurídica de los ilícitos que se
juzgan en la presente causa se advierten elementos
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FRO 82000149/10
comunes de los diversos tipos penales descriptos, y
otros, excepcionales, que permiten calificarlos como
"crímenes contra la humanidad”. Dichos elementos se
caracterizan en que: 1) afectan a la persona como
integrante de la "humanidad", contrariando a la
concepción humana más elemental y compartida por todos
los países civilizados; y 2) son cometidos por un
agente estatal en ejecución de una acción
gubernamental, o por un grupo con capacidad de ejercer
un dominio y ejecución análogos al estatal sobre un
territorio determinado.
El primer elemento pone de manifiesto que
se agrede la vida y la dignidad de la persona, en
cuanto a su pertenencia al género humano, afectando
aquellos bienes que constituyen la base de la
coexistencia social civilizada. Desde una dogmática
jurídica más precisa, se puede decir que afectan
derechos fundamentales de la persona, y que estos
tienen esa característica porque son "fundantes" y
"anteriores" al estado de derecho.
Si bien se afirma que “Una sociedad
civilizada es un acuerdo hipotético para superar el
estado de agresión mutua” (HOBBES, Thomas; "Leviatán. O
la materia, forma y poder de una República,
eclesiástica y civil", México, Fondo de Cultura
Económica, 1994), nadie aceptaría celebrar ese
contrato, si no existen garantías de respeto de la
autonomía y dignidad de la persona pues “aunque los
hombres, al entrar en sociedad, renuncian a la
igualdad, a la libertad y al poder ejecutivo que tenían

869
en el estado de naturaleza, poniendo todo esto en manos
de la sociedad misma para que el poder legislativo
disponga de ello según lo requiera el bien de la
sociedad, esa renuncia es hecha por cada uno con la
exclusiva intención de preservarse a sí mismo y de
preservar su libertad y su propiedad de una manera
mejor, ya que no puede suponerse que criatura racional
alguna cambie su situación con el deseo de ir a peor"
(LOCKE, John; "Segundo Tratado sobre el Gobierno
civil", capítulo 9, Madrid, Alianza, 1990).
Tales derechos fundamentales son
naturales, humanos, antes que estatales. Por ello, los
derechos fundamentales no pueden ser suprimidos por el
Estado Nacional y si no son respetados, tienen tutela
transnacional. Este aspecto vincula a esta figura con
el derecho internacional humanitario, puesto que ningún
estado de derecho puede asentarse aceptando la
posibilidad de la violación de las reglas básicas de la
convivencia y admitiendo comportamientos que tornan a
las personas irreconocibles como tales.
El segundo aspecto requiere que la acción
no provenga de otro individuo aislado, sino de la
acción concertada de un grupo estatal o de similares
características que se propone la represión ilícita de
otro grupo, mediante la desaparición física de quienes
lo integran o la aplicación de tormentos u otro medio.
No se juzga la diferencia de ideas, o las
distintas ideologías, sino la extrema desnaturalización
de los principios básicos que dan origen a la
organización republicana de gobierno. No se juzga el
abuso o el exceso en la persecución de un objetivo
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FRO 82000149/10
loable, ya que es ilícito tanto el propósito de hacer
desaparecer a miles de personas que piensan diferente,
como los medios utilizados que consisten en la
aniquilación física, la tortura y el secuestro
configurando un "Terrorismo de Estado" que ninguna
sociedad civilizada puede admitir. No se juzga una
decisión de la sociedad adoptada democráticamente, sino
una planificación secreta y medios clandestinos que
sólo se conocen muchos años después de su aplicación.
No se trata de juzgar la capacidad del Estado de
reprimir los delitos o de preservarse asimismo frente a
quienes pretenden desestabilizar las instituciones,
sino de censurar con todo vigor los casos en que grupos
que detentan el poder estatal actúan de modo ilícito,
fuera del ordenamiento jurídico o cobijando esos actos
con una ley que sólo tiene la apariencia de tal. Por
ello, es característico de esos delitos el involucrar
una acción organizada desde el Estado o una entidad con
capacidad similar, lo que comprende la posibilidad del
dictado de normas jurídicas que aseguran o pretenden
asegurar la impunidad.
Por último, el concepto de delito de lesa
humanidad ha sido también ratificado por el Comité de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas, merced al
documento elaborado el 3 de agosto de 1994, en Burundi.
Y su más reciente expresión ha sido
efectuada con el Estatuto de Roma (ratificado por
Argentina el 16/1/01, y ley 26.200 de implementación
del estatuto) para el establecimiento de la Corte Penal
Internacional en el año 1998, al definir en su art. 7

871
que se entiende por crimen de lesa humanidad “…
cualquiera de los actos siguentes cuando se cometa como
parte de una ataque generalizado o sistemático contra
una población civil y con conocimiento de dicho
ataque…”.
3. De esta manera, se comprende, que el
ius cogens imponga la responsabilidad penal individual
a los autores de éstos crímenes por sobre las
soberanías nacionales, procurándose así, evitar que los
Estados cubran con un manto de impunidad este tipo de
accionar que suele orquestarse desde la cúpula de poder
estatal.
En este orden de ideas, numerosos órganos
internacionales han velado por el respeto a los
derechos del individuo (Corte Interamericana de
Derechos Humanos, Asamblea General de la Organización
de los Estados Americanos, la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos; la Asamblea General de las
Naciones Unidas a través del Preámbulo de la
Declaración sobre la Protección de todas las Personas
contra las Desapariciones Forzadas; la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas)
estableciendo que “todo acto de desaparición forzada
constituye un ultraje a la dignidad humana y es
condenada como una negación de los objetivos de la
Carta de las Naciones Unidas, como una violación grave
manifiesta de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales proclamados en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos” constituyendo “una violación
de las normas del derecho internacional que garantizan
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a todo ser humano el derecho al reconocimiento de su
personalidad jurídica”.
Concordante a ello, la “Declaración sobre
la Protección de todas las Personas contra las
Desapariciones Forzadas” advierte que la desaparición
forzada es una violación grave a los derechos humanos.
4. La protección a los derechos humanos
fue comprometida internacionalmente por nuestro país
desde la suscripción de la Carta de las Nacionales
Unidas -26 de junio de 1945-, la Carta de Organización
de los Estados Americanos -30 de abril de 1948-, la
aprobación de la Declaración Universal de Derechos
Humanos -10 de diciembre 1948- y la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre -2 de
mayo de 1948-.
Así, la República Argentina, desde la
aplicación del derecho de gentes que prevé el art. 118
de la Constitución Nacional (ex 102 según la versión
original de la Constitución Nacional 1853/60), y a
través de su adhesión desde 1948, de la ratificación de
la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada
de Personas, del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos -19.12.1966-; de la Convención
Internacional contra la Tortura; y de todos los
tratados y pactos que, desde la reforma de 1994
integran nuestra Carta Magna -art. 75 inc. 22-, ha dado
jerarquía constitucional e integrado al orden jurídico
interno, las normas de carácter internacional que
reputan a la desaparición forzada de personas como
delitos contra la humanidad.

873
Sobre el punto, la Corte Interamericana
de Derechos Humanos considera que la desaparición
forzada de personas constituye una violación múltiple y
continuada de numerosos derechos reconocidos en la
Convención y que los Estados partes están obligados a
respetar y garantizar” (Caso “Blake”, sentencia del
24.1.1998, Serie C nro.36; casos “Velázquez Rodríguez”;
“Godínez Cruz”; Preámbulo de la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas).
La jurisprudencia de los órganos internacionales de
protección de los derechos humanos es coherente a lo
expuesto: en los casos “Bleier Lewhoff y Valiño de
Bleier c/ Uruguay” “Pedro pablo Camargo c/ Colombia” se
calificaron, entre otros actos, la tortura, la
ejecución extrajudicial y la desaparición forzada como
graves violaciones de los derechos humanos.
Sin perjuicio del reconocimiento en este
aspecto, la calificación de los delitos contra la
humanidad, no dependen de la voluntad de los Estados,
sino de los principios del ius cogens del derecho
internacional, los cuales forman parte del derecho
interno argentino (C.S.J.N. Fallos 43:321, 176:218),
motivo por el cual los tribunales nacionales deben
aplicarlos junto con la Constitución y las leyes
(C.S.J.N. Fallos 7:282).
5. Por otro lado, la aplicación del
derecho de gentes viene impuesta desde 1853 –como ya se
dijo-, merced a la específica referencia que contiene
el artículo 118 -ex 102- de la C.N., que se orientó a
asegurar el compromiso de los tribunales nacionales en
la persecución de los crímenes de lesa humanidad.
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Y no se trata de que existan dos derechos
penales, uno interno, y otro internacional y de
excepción, con principios y garantías propios cada uno,
sino muy por el contrario.
Sucede que en la problemática que hace al
juzgamiento y punición de los que se denomina delitos
de lesa humanidad, que implicaron violación masiva a
los derechos humanos cometidos al amparo del Estado y
utilizando su aparato, dichos hechos tienen algo que no
puede contestarse con lo que es el derecho formal
llamado interno, sino que el derecho en general está
integrado por ciertos principios que lo abarcan pero
que lo exceden y complementan.
Es que en el “Derecho Penal Internacional
y de los delitos de lesa humanidad, el principio… no se
formula como “no hay delito sin ley previa (nullum
crimen sine praevia lege), sino como “no hay delito sin
derecho previo” (nullum crimen sine iure previo), lo
que obliga a un análisis que no se limita a la ley
penal en sentido formal o ley interna. No se trata de
una excepción, sino de una distinta formulación del
mismo principio, acorde a las características de los
delitos de que se trata”. (CARNELUTTI, Carlos; “Delitos
de lesa humanidad: reflexiones acerca de la
jurisprudencia de la CSJN”, Ediar, Bs. As., 2009, pág.
23/24).
Con ello se disipa adecuadamente la
cuestión, esto es, los principios y garantías del
derecho penal no quedan violentados, porque se trata de

875
aplicación del Derecho Internacional Penal, del Derecho
Internacional de los derechos humanos.
“La diferencia entre uno y otro es
visible: los límites del derecho penal liberal fueron
concebidos ante un poder punitivo “legitimado”,
mientras que el derecho internacional penal busca
evitar que esos límites se invoquen en toda su
extensión cuando se hizo uso del poder punitivo sin
pretensiones de legitimación, como un estado paralelo.”
(FRANCESCHETTI, Gustavo D.; “Delito de lesa humanidad:
…” ob. cit., pág. 64).
6. Ahora bien, y merced a la
conceptualización reseñada, se intentará efectuar una
breve reseña de la recepción de dichos principios
acogida por la jurisprudencia.
La Corte Suprema de Justicia de la
Nación, en el caso “Priebke, Erich” (P. 457. XXXI R.O –
causa N° 16.063/94-” –del 2 de noviembre de 1995),
estableció que la clasificación de los delitos contra
la Humanidad no depende de la voluntad de los estados
requirente o requerido en el proceso de extradición,
sino de los principios del ius cogens del Derecho
Internacional.
A su vez, el Alto Tribunal explicó que
los crímenes contra la humanidad se dirigen contra la
persona o la condición humana y en donde el individuo
como tal no cuenta. Así, los crímenes de guerra y los
crímenes contra la humanidad, tienen la víctima
colectiva como característica común y por ello se los
reputa delitos contra el derecho de gentes, y son
crímenes contra la humanidad el asesinato, el
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exterminio, la esclavitud, la deportación y todo acto
inhumano cometido contra cualquier población civil
antes o durante la guerra, o bien las persecuciones
hayan constituido o no una violación del derecho
interno del país donde hayan sido perpetrados, sean
cometidos al perpetrar un crimen sujeto a la
jurisdicción del tribunal o en relación con él.
En dicho fallo la Corte Suprema de
Justicia de la Nación siguió marcando pautas sobre las
cuestiones aquí debatidas al señalar que los hechos
cometidos según la modalidad descripta en ese
pronunciamiento, deben ser considerados como delitos
sancionados por el derecho internacional general, y en
la medida en que la aplicación del derecho de gentes se
encuentra reconocida por el ordenamiento jurídico
argentino (artículo 118 de la Constitución Nacional).
Por último, el Alto Tribunal, se
pronunció en relación al sistema constitucional
argentino, el cual, al no conceder al Congreso
Nacional la facultad de definir y castigar las ofensas
contra la Ley de las naciones, receptó directamente los
postulados del derecho internacional sobre el tema en
las condiciones de su vigencia y, por tal motivo,
resulta obligatoria la aplicación del derecho de gentes
en la jurisdicción nacional, que así integra el orden
jurídico general, de conformidad a lo dispuesto por el
artículo 21 de la Ley 48; el carácter de ius cogens de
los delitos contra la humanidad lleva implícita su
inmunidad frente a la actitud individual de los
estados, lo que implica la invalidez de los tratados

877
celebrados en su contra, y la consecuencia de que el
transcurso del tiempo no purga ese tipo de
ilegalidades.
En el caso concreto, no es óbice que los
hechos objeto del proceso se encuentren tipificados en
nuestro ordenamiento jurídico con anterioridad al
momento de su comisión para que también sean
considerados como “crímenes de lesa humanidad”. Dicha
subsunción no impide la aplicación de las reglas y las
consecuencias jurídicas que les cabe por tratarse de
crímenes contra el derecho de gentes”.
“Como se ha dicho, la punibilidad de las
conductas con base exclusiva en el derecho de gentes no
es una exigencia del derecho penal internacional sino
una regla que cobra sentido, más bien, en casos donde
la ley penal de un estado no considera punibles a esas
conductas. Cuando ese no sea el caso y los tipos
penales vigentes en la ley local capten las conductas
que son delictivas a la luz del derecho de gentes, lo
natural es que los hechos se subsuman en esos tipos
penales y se apliquen las penas que tienen previstas.
Ello no sólo no contradice ningún principio del derecho
internacional sino que, por el contrario, permite
cumplir acabadamente sus fines, al hacer posible el
juzgamiento y la sanción punitiva de los responsables
de los crímenes contra la humanidad.” (cfr. causa nº
8686/2.000, c. Julio Simón, Juan Antonio del Cerro y
otros por sustracción de menores).
En atención a lo precedentemente citados,
y del análisis de los hechos imputados a los procesados
en las acusaciones que han sido objeto del debate oral
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y público que se ha llevado a cabo, se puede afirmar
que los hechos imputados integran las conductas
consideradas delitos de lesa humanidad, lo cual
necesariamente impone incorporar en el análisis
jurídico las Convenciones, Pactos y todas aquellas
reglas que la comunidad internacional ha elaborado a
efectos de proteger los derechos humanos.
Estos crímenes de rango universal se
encuentran expresamente reconocidos en nuestro
ordenamiento jurídico por el art. 118 de la
Constitución Nacional (artículo 102 anterior a la
reforme de 1994) en función de la referencia del
derecho de gentes que esta cláusula realiza.
En este orden de ideas el art. 118
impone que los tribunales nacionales deban aplicar las
normas relativas a la persecución de crímenes contra el
derecho de gentes cuando tengan que juzgar un hecho de
esa naturaleza.
A su vez, merced al art. 75 inciso 22 de
la Constitución Nacional, se incorporaron los
instrumentos internacionales de Derechos Humanos que de
ese modo integran un bloque constitucional e
indudablemente poseen esa jerarquía y por ende
superior a las leyes. (cfr. “Del Cerro Juan Antonio.
09.11.2002. C.C.C. Fed.).
Así, durante el gobierno de facto de
1976-1983, se cometieron crímenes contra la humanidad,
el orden legal argentino mantuvo las prohibiciones
penales dirigidas a tutelar los bienes jurídicos más
esenciales, de modo tal que las conductas llevadas a

879
cabo en el marco de la represión sistemática estaban
prohibidas por las normas penales vigentes en esa
época.
“Los tipos penales vigentes en la
legislación argentina ya prohibían, y continuaron
haciéndolo, las conductas que integraron el plan
sistemático de represión y son aptos para subsumir los
hechos y determinar la pena que les cabe a los autores
y partícipes en los crímenes contra la humanidad
cometidos en nuestro país... En síntesis, las conductas
que conforman los crímenes contra la humanidad
cometidas en el marco de la represión política
sistemática (1976-1983) estaban prohibidas por la
legislación penal argentina vigente en aquel momento.
En consecuencia, dado que no se da un supuesto de
ausencia de ley penal al respecto, cabe aplicar esos
tipos penales para juzgar dichos crímenes, toda vez que
ellos permiten concretar su persecución y, en caso de
condena, determinar la pena que cabe imponerles a
quienes sean hallados culpables. Aplicando los tipos
penales de su legislación, la República Argentina
puede, entonces, juzgar los crímenes contra la
humanidad ocurridos en su territorio y satisfacer de
este modo el interés que la comunidad internacional
tiene en la persecución penal de los crímenes contra el
derecho de gentes cualquiera sea el lugar de su
comisión...” (cfr. causa nº 8686/2.000,c. Julio Simón,
Juan Antonio del Cerro y otros por sustracción de
menores).
Conforme lo expuesto, se afirma entonces
que el Estado Argentino se encuentra obligado a
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sancionar los delitos de lesa humanidad, acorde a los
siguientes instrumentos del derecho internacional: 1)
Convención Americana sobre Derechos Humanos: La
C.S.J.N. en ocasión de fallo “Ekmekdjian Miguel contra
Sofovich Gerardo” explicó que la interpretación del
alcance de los deberes del estado surgen de la
Convención referida y se debe guiar por la
jurisprudencia producida por lo órganos encargados de
controlar el cumplimiento de las disposiciones de dicho
instrumentos internacional; 2) Acorde a lo establecido
por los artículos 1, 8 y 25 de la Convención y el art.
XVIII de la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre, el Estado Argentino tiene la
obligación de investigar y sancionar las violaciones de
derechos humanos ocurridas en su territorio; 3)
Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanas o Degradantes. Dicha Convención fue
aprobada por la República Argentina mediante la ley
23.338 del 30 de julio de 1998. Y se ratifica la
necesidad de la sanción penal de los responsables de la
aplicación de torturas, de la inadmisibilidad de
órdenes superiores como justificación de la tortura y
de la existencia de circunstancias excepcionales como
inestabilidad política interna (arts. 2 y 4); 4)
Convención Inter Americana sobre Desaparición Forzada
de Personas (9 de junio de 1.994). En su artículo
primero se establece que es obligación del Estado, no
permitir, no practicar, ni tolerar la desaparición
forzada de personas, ni aun en estado de emergencia,
excepción o suspensión de garantías individuales; 5)

881
Pacto Internacional de Derechos Políticos y Civiles,
aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas
el 12 de diciembre de 1966 y ratificado por nuestro
país mediante la ley 23.313.En dicho Pacto se establece
que no podrá admitirse restricción o menoscabo de
ninguno de los derechos humanos fundamentalmente
reconocidos o vigentes en un estado; 6) Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.
Ratificada por la República Argentina mediante ley
23.952. En dicho instrumento se volvió a ratificar la
obligación de los estados de prevenir y sancionar la
tortura.
7. Así, y pretendiendo dar un adecuado
marco a las ideas que inspiran el presente acuerdo y
conforme a los antecedentes y determinaciones
fundamentales indicadas, se llevará a cabo la
fundamentación de todas las cuestiones que se tuvieron
en cuenta para arribar al veredicto oportunamente
difundido.
b) Ley aplicable.
Con respecto a cada uno de los hechos
cuya adecuación típica se realiza, resulta necesario
atender al tiempo efectivo de la acción, desde el
comienzo de ejecución hasta la realización completa del
tipo o su consumación, con el propósito de resguardar
el principio de irretroactividad de la ley penal,
principio constitucional vinculado a la garantía de
legalidad.
Al tiempo de la realización de los hechos
antijurídicos, mediante las conductas cumplidas por los
imputados, éstos eran sancionados por el Código Penal –
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leyes 11.179 y 11.221 y sus modificaciones dispuestas
por las leyes 14.616 y 20.642, normas que integrarán el
derecho a aplicar en la presente sentencia.
De esta manera se descartan las
prescripciones sancionatorias más graves que han
modificado la ley en el transcurso de más de treinta
años que separaron el juzgamiento de los hechos que han
sido traídos a juicio, del tiempo de su ocurrencia
histórica.
El encuadramiento típico que el tribunal
formula, se halla orientado por la aplicación del art.
2 del Código Penal en cuanto consagra la
irretroactividad y su excepción a favor de la ley penal
más benigna.
c) Privación ilegal de la libertad
agravada.
Respecto del encuadre legal de las
conductas de los aquí imputados, corresponde hacerla
conforme el tipo penal previsto en el art. 144 bis inc.
1° del C.P., que reprime al funcionario público que,
con abuso de sus funciones o sin las formalidades
prescriptas por la ley, privase a alguno de su libertad
personal (ley 14.616), con la agravante prevista en el
último párrafo de dicho artículo, en cuanto remite al
art. 142 inc. 1 (si el hecho se cometiere con violencia
o amenazas)- conforme ley 20.642, calificación que debe
efectuarse respecto de sesenta y cuatro (64) hechos
cometidos por Manuel Fernando Saint Amant (resultando
sus víctimas: 1) Carlos Armando Grande, 2) Gerardo
Jorge Cámpora, 3) José María Budassi, 4) Pablo Leonardo

883
Martínez, 5) Alicia Inés Cámpora, 6) María Luisa
Corelli, 7) Gustavo Carlos De Cara, 8) Guillermo Luis
Estalle, 9) Mario Juan Francisco Contartese, 10)
Eduardo Julio Schiel, 11) Graciela del Corazón de Jesús
Celayeta, 12) Gustavo Eduardo Gonzalo Montalvo, 13)
Alfredo Pedro Velasco, 14) Orlando Benito Brambilla,
15) Florencio Gamarra, 16) Ricardo Ezio Montalvo, 17)
Juan Manuel Díaz, 18) José Edgardo D´Imperio, 19) Mario
Osvaldo D´Imperio, 20) Horacio Pío Luppi, 21) Marcelo
Raúl Beguelín, 22) Mario Humberto Verandi, 23) Pedro
César Marchi, 24) Manuel Gil Morales, 25) Hugo Pascual
Lima, 26) Jorge Guillermo Lima, 27) Tomás Juan
Zuelgaray, 28) Alberto Kipen, 29) Miguel Ángel Di
Pasqua, 30) Oscar Omar Hofer, 31) Víctor Hugo Hofer,
32) Rodolfo Abel Kremer, 33) Rubén Darío Reynoso, 34)
Ana Inés Cárdenas, 35) Carlos Alberto Rojas, 36) Hugo
Daniel Acosta, 37) Vicente Primo Beccarini, 38) Héctor
Acosta, 39) Mariano Navarro, 40) Dionisio Tomás
Kazenas, 41) Abel Ramón Acosta, 42) María Alicia Sosa,
43) Naldo Raúl Brunelli, 44) Julio Raúl Peris, 45) José
Enrique Peris, 46) Raúl Peris, 47) Norberto Oscar Gil,
48) Carlos Alberto Pheulpin, 49) Juan Carlos Pérez, 50)
Domingo Pierro, 51) Omar Ángel Podestá, 52) Adriana
Beatriz Pierro, 53) Carlos María Esquilino, 54) Pablo
Rubén Fioravantti, 55) Carlos Gerardo Pérez, 56) Leonor
Genoveva Pierro, 57) Carlos Benjamín Santillán, 58)
María Cristina Lanzillotto, 59) Benjamín Santillán, 60)
María Lucila Santillán, 61) Jorge Francisco Santillán,
62) Carlos Andrés Farayi), 63) Luis Eduardo Lita y 64)
Jorge Enrique Ocariz, veintidós (22) hechos por Antonio
Federico Bossié (víctimas: 1) Eduardo Julio Schiel, 2)
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Graciela Corazón de Jesús Celayeta, 3) Miguel Ángel Di
Pasqua, 4) Oscar Omar Hofer, 5) Víctor Hugo Hofer, 6)
Ana Inés Cárdenas, 7) Carlos Alberto Rojas, 8) Rubén
Darío Reynoso, 9) Rodolfo Abel Kremer, 10) Juan Carlos
Pérez, 11) Domingo Pierro, 13) Pablo Rubén Fioravantti,
14) Omar Ángel Podestá, 15) Adriana Beatriz Pierro, 16)
Carlos María Esquilino, 17) Carlos Gerardo Pérez, 18)
Leonor Genoveva Pierro, 19) Carlos Benjamín Santillán,
20) María Cristina Lanzillotto, 21) María Lucila
Santillán y 22) Jorge Francisco Santillán); seis (6)
hechos por Norberto Ricardo Ferrero (víctimas: 1)
Norberto Oscar Gil, 2) Jorge Enrique Ocariz, 3) Luis
Eduardo Lita, 4) Luis Francisco Ceccon, 5) Alcira
Elizabeth Ríos y 6) Luis Pablo Córdoba); seis (6)
hechos por Edgardo Antonio Mastrandrea (víctimas: 1)
Pablo Leonardo Martínez, 2) José María Budassi, 3)
Alicia Cámpora, 4) María Luisa Corelli, 5) Gustavo
Carlos De Cara y 6) Mario Juan Francisco Contartese) y
un (1) hecho por Daniel Fernando Quintana (víctima:
Oscar Omar Hofer) y Carlos Enrique Rocca (víctima:
Benjamín Santillán), de acuerdo a la descripción que se
hiciera en el desarrollo de la materialidad de estos
hechos.
La libertad es un valor y al mismo tiempo
un derecho que nace en la dignidad humana; por ello, su
contracara, es la esclavitud; siendo uno de los
crímenes más atroces contra la humanidad. El bien
jurídico protegido es la libertad de locomoción y la

885
lesión se consuma desde el momento de no poder disponer
de esa libertad, siendo éste un delito permanente.
Las sociedades democráticas y los países
organizados con el sistema de las instituciones
republicanas a partir de la Revolución Francesa y de la
Independencia de las Colonias de América del Norte,
brindan celosa tutela a este bien. La consagración de
la libertad en manos de los ciudadanos, significa al
mismo tiempo el límite al ejercicio del poder político,
es decir de los gobiernos. Nuestra Constitución acuñó
en su preámbulo la primacía de la libertad por sobre el
poder estatal y en la parte primera, denominada
dogmática, bajo el título de “Declaraciones, Derechos
y Garantías”, a la protección genérica se sumaron otras
más específicas.
Así la prohibición de la ofensa a la
libertad ambulatoria, recuerda su linaje constitucional
específicamente en el art. 18 de la Carta Magna, al
establecer que “nadie puede ser arrestado sino en
virtud de orden escrita de autoridad competente”
principio que anticipándose al constitucionalismo
moderno, tuvo su inicio a comienzos del siglo XIII.
La afectación de la libertad descripta en
estas figuras se materializa privando a la víctima de
su libertad personal y esa actividad debe ser cumplida
por un sujeto que tenga la calidad de funcionario
público, quien lo realiza con abuso de sus funciones o
sin las formalidades prescriptas por la ley.
En relación a la tipicidad de la figura
de privación ilegal de la libertad, cabe resaltar que
la ésta surge manifiesta e inequívoca de las
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condiciones desde su inicio, ello así porque actuando
al margen del orden legal vigente, los imputados
llevaron a cabo tanto el secuestro como el
mantenimiento de éste en perjuicio de las víctimas
enumeradas, impidiendo de este modo el libre movimiento
corporal y/o la libre locomoción. En la presente causa
las víctimas estuvieron sujetas a esta situación,
constituyendo el elemento objetivo del tipo la
ilegalidad de la acción, el cautiverio de las víctimas,
sin orden legal, en forma clandestina y sin información
a sus familiares.
Los imputados Manuel Fernando Saint
Amant, Antonio Federico Bossié y Norberto Ricardo
Ferrero revistaban como personal militar al momento de
haber cometido los hechos que se le imputan, mientras
que Edgardo Antonio Mastrandrea, Daniel Fernando
Quintana, Carlos Enrique Rocca, Roberto Horacio
Guerrina, Clementino Omar Rojas, Juan Alberto González,
Miguel Ángel Lucero, Julio Alberto Almada y Luis
Antonio Sinigaglia ocupaban cargos de distinta
jerarquía en la Policía de la Provincia de Buenos Aires
(conforme sus legajos citados precedentemente),por lo
que tenían la condición de funcionarios públicos (art.
77 del C.P.) y utilizaron de modo ilegítimo el poder
que les había conferido el Estado.
Señala Daniel Rafecas, respecto de esta
figura penal, que está construida como un delito
especial, en el sentido de que sólo podrá ser
considerado autor aquel que revista la condición de
funcionario público, por lo que exige de modo

887
preponderante la afectación de la libertad, acompañado,
de la lesión simultánea a la administración pública
(RAFECAS, Daniel, “Los delitos contra la libertad
cometidos por funcionarios públicos en: AA.VV., Delitos
contra la libertad”, Directores: Stella Maris Martínez
y Luis Niño, Ed. Ad Hoc, 2003, pág. 116).
Y el aspecto subjetivo está dado por el
dolo con que actuaron los coautores, tuvieron pleno
conocimiento de lo que hacían, de su ilegalidad, con
plena voluntad de llevarlas a cabo.
Ingresando a los caracteres de la
tipicidad en cuestión, con respecto a la ilegalidad de
la privación de libertad, ésta surge manifiesta e
inequívoca de las condiciones de su inicio, ello así
porque las víctimas fueron secuestradas al margen del
orden legal vigente. Lo mismo sucede con la agravante
de ser cometido este delito con “violencia o amenazas”,
ya que en la mayoría de los casos las privaciones de
libertad tuvieron inicio en algún procedimiento armado
y sólo en algunos, como es el caso vgr. de Hugo Lima,
ésta tuvo comienzo de ejecución a raíz una la amenaza,
la que surge de los dichos del personal que intentó su
detención en la vivienda en que residían sus padres y
su hermano Jorge.
A partir de dicho momento el delito se
encuentra técnicamente consumado, dado que a esa altura
ya concurren todos los elementos objetivos y subjetivos
del tipo, manteniéndose el tiempo de comisión y de
simultánea producción del resultado lesivo hasta su
terminación (JESCHECK, Hans Heinrich: “Tratado de
Derecho Penal Parte General”, trad. De José Luis
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Manzanares Samaniego, Ed. Comares, Granada, España,
1993, pág. 124 y 162).
Las afirmaciones sobre la naturaleza
bélica de los hechos que se ventilan fueron el
argumento sostenido por la defensa del imputado Saint
Amant y por el acusado Bossié en sus sucesivas
declaraciones. Sin embargo, como ya se ha dicho en
otros precedentes judiciales, quienes recibieron
formación militar no podían ignorar que, los crimines
comunes no pueden ser justificados en mérito a la
existencia de una guerra. Por ello no puede acogerse la
pretensión de legalidad de la actuación de los
imputados, ni admitirse como causa de justificación.
La pretendida justificación de la guerra,
involucra una pérdida de legitimidad por parte del
Estado. “En décadas pasadas se difundió otra
perspectiva bélica, conocida como de la seguridad
nacional, que comparte con la visión bélica
comunicativa del poder punitivo su carácter de
ideología de guerra permanente (enemigo disperso que da
pequeños golpes) por ello, sería una guerra sucia
contrapuesta a un supuesto modelo de guerra limpia, que
estaría dado por una idealización de la primera guerra
mundial (1914-1918), curiosamente coincidente con el
culto al heroísmo guerrero de los autoritarismos de
entre guerra. Dado que el enemigo no juega limpio, el
Estado no estaría obligado a respetar las leyes de la
guerra. Esta argumentación se utilizó para entrenar
fueras terroristas que no siempre permanecieron aliadas
a sus entrenadores. Con este argumento se consideró

889
guerra lo que era delincuencia con motivación política,
y pese a ello, tampoco se aplicaron los Convenios de
Ginebra, sino que se montó el terrorismo de estado que
victimizó a todos los sectores progresistas de algunas
sociedades, aunque nada tuviesen que ver con actos de
violencia. La transferencia de esta lógica perversa a
la guerra contra la criminalidad permite deducir que no
sería necesario respetar las garantías penales y
procesales por razones semejantes. De este modo, así
como la subversión habilitaba el terrorismo del estado,
el delito habilitaría el crimen de estado. La
subversión permitía que el estado fuese terrorista y el
delito que el estado fuese criminal: en cualquier caso
la imagen ética del estado sufre una formidable
degradación y, por tanto, pierde toda legitimidad”
(ZAFFARONI, Eugenio R.; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR,
Alejandro “Derecho Penal”, Ed. Ediar, 2000, pág. 16).
d) Aplicación de tormentos. Agravante.
Conforme se analizara en la presente
sentencia, con posterioridad a su secuestro, las
víctimas fueron llevadas a distintos Centros
Clandestinos de Detención donde las condiciones de vida
de por sí, eran ultrajantes. En ese lugar permanecían
en un clima de permanente terror, escuchando cómo
torturaban a otras personas, quienes en muchos casos
eran seres queridos, cuando no eran víctimas ellos
mismos de interrogatorios acompañados por tormentos.
Muchos de ellos permanecieron atados, vendados y, en
todos los casos aquí tratados, en forma clandestina y
sin brindar información a sus familiares. Todo ello fue
ejecutado por personas que recibieron formación militar
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o policial y que de ningún modo desconocían la
ilegalidad de su accionar.
En mérito a lo consignado y a las
circunstancias que fueran analizadas precedentemente,
corresponde agravar la conducta de los imputados Manuel
Fernando Saint Amant y Edgardo Antonio Mastrandrea
respecto de las víctimas Pablo Leonardo Martínez, José
María Budassi, Alicia Cámpora, María Luisa Corelli y
Gustavo Carlos De Cara, calificando su accionar en la
figura prevista y penada por el art. 144 ter (ley
14.616) párrafo 1° (funcionario público que impusiere a
los presos cualquier especie de tormento). Asimismo,
deben calificarse en el delito mencionado, con la
agravante contenida en el segundo párrafo (si la
víctima fuere un perseguido político), los siguientes
hechos atribuidos a: Manuel Fernando Saint Amant
(víctimas: 1) Eduardo Julio Schiel, 2) Graciela del
Corazón de Jesús Celayeta, 3) Ricardo Ezio Montalvo, 4)
Juan Manuel Díaz, 5) Tomás Juan Zuelgaray, 6) Alberto
Kipen, 7) Miguel Ángel Di Pasqua, 8) Oscar Omar Hofer,
9) Víctor Hugo Hofer, 10) Ana Inés Cárdenas, 11)
Carlos Alberto Rojas, 12) Hugo Daniel Acosta, 13)
Vicente Primo Beccarini, 14) Héctor Acosta, 15) Mariano
Navarro, 16) Dionisio Tomás Kazenas, 17) Abel Ramón
Acosta, 18) Jorge Enrique Ocariz, 19) Luis Eduardo
Lita, 20) Norberto Oscar Gil, 21) Omar Ángel Podestá,
22) Adriana Beatriz Pierro, 23) Carlos María Esquilino,
24) Carlos Gerardo Pérez, 25) Leonor Genoveva Pierro,
26) Carlos Benjamín Santillán y 27) María Cristina
Lanzillotto); Antonio Federico Bossié (víctimas: 1)

891
Eduardo Julio Schiel, 2) Graciela Corazón de Jesús
Celayeta, 3) Miguel Ángel Di Pasqua, 4) Oscar Omar
Hofer, 5) Víctor Hugo Hofer, 6) Ana Inés Cárdenas, 7)
Carlos Alberto Rojas, 8) Omar Ángel Podestá, 9) Adriana
Beatriz Pierro, 10) Carlos María Esquilino, 11) Carlos
Gerardo Pérez y 12) Leonor Genoveva Pierro); Norberto
Ricardo Ferrero (víctimas: 1) Norberto Oscar Gil, 2)
Jorge Enrique Ocariz, 3) Luis Francisco Ceccon, 4)
Alcira Elizabeth Ríos y 5) Luis Pablo Córdoba); Daniel
Fernando Quintana (víctima: Oscar Omar Hofer) y Carlos
Enrique Rocca (víctima: Benjamín Santillán).
Al respecto, se ha dicho que “La tortura
en el siglo XX, presenta caracteres que la hacen
aparecer como un fenómeno nuevo, frente a lo que
históricamente había significado, pudiendo afirmarse
incluso que en la Edad Media y comienzo de los tiempos
modernos parece más limitada en su aplicación,
finalidad y tecnología que en la actualidad” (PETERS,
E., “La Tortura”, Trad. De N. Miguéz, Madrid, 1985,
p.20) y “… aunque no pude decirse que la finalidad
consistente en el castigo y en la obtención de
información válida para el proceso hayan desaparecido
totalmente, sí han sido sustituidas o complementadas
por otras de un cariz marcadamente político, incluso se
ha llegado a afirmar que en la actualidad una de las
motivaciones últimas de la tortura se centra en la
integración del comportamiento del torturado, mediante
la sumisión y modificación de su conducta normativa y
escala de valores propuesta por ideología dominante”
(FABREGAS POVEDA, J.L., “Institución y tortura
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encubierta”, en COROMINAS Y FARRE (eds) “Contra la
Tortura”, Barcelona 1978, pág. 272).
En cuanto a la finalidad del sujeto
activo, se ha explicado que “Actualmente, y salvo casos
aislados, es posible identificar entre las principales
finalidades buscadas con la aplicación de la tortura la
aniquilación de los enemigos del régimen político, la
atemorización generalizada de la población como forma
de mantener el poder y la despersonalización de los
individuos con el consiguiente abandono de sus
ideologías” (BASSIOUNI, An Appraisal of torture in
internacional law and practice … en Revue
Internationale de Droit Penal 3° y 4° trimestre de
1977, p 31/32).
Ingresando al análisis del concepto de
tormento ya advertía Soler que “... la tortura es toda
inflicción de dolores con el fin de obtener
determinadas declaraciones; cuando esa finalidad
existe, como simple elemento subjetivo del hecho,
muchas acciones que ordinariamente podrían ser
vejaciones se transforman en torturas” (SOLER,
Sebastián, “Derecho Penal Argentino”, t. IV, Editorial
t.e.a., 4° ed. Parte Especial, 1987, pág. 55).
Este delito ya se encontraba contenido en
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de
1948, la que prohibió la aplicación de Torturas con el
siguiente texto:
“Nadie será sometido a torturas ni a
penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.”

893
También la prohíbe la “Declaración sobre
la Protección de Todas las Personas contra la Tortura y
Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes”
(aprobada por Resolución 3452 (XXX) del 9 de diciembre
de 1975 de la Asamblea General de las Naciones Unidas),
la que en su art. 1 establece que: “A los efectos de la
presente Declaración, se entenderá por tortura todo
acto por el cual un funcionario público, u otra persona
a instigación suya, inflija intencionalmente a una
persona penas o sufrimientos graves, ya sean físicos o
mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero
información o una confesión, de castigarla por un acto
que haya cometido o se sospeche que ha cometido, o de
intimidar a esa persona o a otras.”
La prohibición de tortura también se
incluye en los tratados generales de derechos humanos,
tanto universales como regionales, y en las
convenciones específicas sobre este crimen.
El Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (1966) (artículo 7) establece que:
“Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes. …” y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (1969) con lenguaje
similar (artículo 5) ordena que: “[…] 2. Nadie debe ser
sometido a torturas ni a penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes. …”.
La Convención contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984)
de las Naciones Unidas prohíbe la tortura y la define
en el artículo 1: “[...] todo acto por el cual se
inflija intencionadamente a una persona dolores o
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sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el
fin de obtener de ella o de un tercero información o
una confesión, de castigarla por un acto que haya
cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar
o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier
razón basada en cualquier tipo de discriminación,
cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos
por un funcionario público u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o
con su consentimiento o aquiescencia. No se
considerarán torturas los dolores o sufrimientos que
sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o
que sean inherentes o incidentales a éstas.”
Por su parte la Convención contra la
tortura y otros tratos y penas crueles, inhumanos o
degradantes, incorporada al art. 75 de la Constitución
Nacional en 1994, la define en su art. 1° y dice: “A
los efectos de la presente Convención, se entenderá por
el término ‘tortura’ todo acto por el cual se inflija
intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos
graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de
obtener de ella o de un tercero información o una
confesión, de castigarla por un acto que haya cometido,
o se sospeche que ha cometido, o por cualquier razón
basada en cualquier tipo de discriminación, cuando
dichos dolores o sufrimientos sean infringidos por un
funcionario público u otra persona en el ejercicio de
funciones públicas, a instigación suya, o con su
consentimiento o aquiescencia.”

895
La tortura fue prohibida en nuestro país
desde el comienzo mismo de nuestra vida constitucional
y hasta nuestros días, por el artículo 18 de la
Constitución Nacional. En cuanto a la regulación legal
de la materia, en lo que aquí interesa, importa la ley
14.616 (1958) que incorporó los artículos 144 bis y 144
ter al Código Penal. Esta regulación legal es aplicada
como ley penal vigente al momento de los hechos que nos
ocupan.
Al respecto, en la denominada causa 13/84
se ha dicho: “Asimismo, durante el secuestro, se
imponía a los cautivos condiciones inhumanas de vida,
que comprendían a muchos el déficit casi total de
alimentación, el alojamiento en lugares insalubres, en
los que no podían sustraerse de percibir los lamentos o
ruidos que se producían al torturarse a otros cautivos
y el permanente anuncio, a través de hechos y de
palabras de que se encontraban absolutamente
desprotegidos y exclusivamente a merced de sus
secuestradores. De los relatos de todos los testigos
que fueron víctimas de secuestros, se desprende el
total estado de indefensión en que se hallaban pues,
principalmente de hecho aunque también de palabra, se
le hacía conocer que se encontraban absolutamente
desprotegidos y sometidos a la exclusiva voluntad de
los secuestradores. Ya desde el momento mismo de la
aprehensión quedaba claro que nadie iba a acudir en su
ayuda. Pero a ello se agregaba el encapuchamiento
inmediato; el traslado en el baúl o en el piso de un
auto, o en un camión, maniatados; la llegada a un lugar
desconocido donde casi siempre recibían de inmediato
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los golpes o la tortura; el alojamiento en "cuchas",
boxes, "tubos", sobre un jergón o directamente en el
suelo; el descubrimiento de que había otras personas en
igual situación que llevaban largo tiempo así; la
incógnita sobre cuál sería el desenlace y cuánto
duraría; las amenazas de toda índole; la escasa y mala
comida; la precariedad cuando no la ausencia de medios
para satisfacer las necesidades fisiológicas; la falta
de higiene y de atención médica; los quejidos; el
desprecio y mal trato de los guardias; y todas las
demás vivencias que fueron relatadas con detalle en el
curso de la audiencia. También a ello se sumaba, a
veces, la angustia de quien había sido secuestrado con
algún familiar y que sufría ambos padecimientos
simultáneamente. Todo ello debía seguramente crear en
la víctima una sensación de pánico cuya magnitud no es
fácil comprender ni imaginar, pero que, en sí,
constituye también un horroroso tormento.”
En la presente causa se ha acreditado con
total certeza que las víctimas fueron sometidas a
tormentos, conforme el relato de los testigos víctimas
que han declarado en la audiencia y las demás pruebas
traídas al debate y analizadas en el punto de
materialidad, siendo designadas las víctimas como
“subversivos”, en alusión al grupo político en el que
se las incluían, interrogados sobre sus partidos
políticos y quiénes militaban, lo que configura la
agravante de “ser las víctimas perseguidos políticos”.
Explican Sancinetti y Ferrante que “El
primer acto de tortura era ejercido en el propio

897
domicilio, en el momento de la aprehensión, a más
tardar al retirar al secuestrado del domicilio dado que
se procedía siempre al llamado ‘tabicamiento’, acción
de colocar en el sujeto en un tabique (vendas, trapos o
ropas de la propia víctima) que le impidiera ver; así
era introducido en un automóvil, donde se le hacía
agachar la cabeza, que le seguía siendo cubierta hasta
el lugar de detención, y como regla, así quedaba
durante toda su detención” (SANCINETTI, Marcelo A. y
FERRANTE, Marcelo “El Derecho Penal en la protección de
los derechos humanos” Editorial Hammurabi, 1999, pág.
118).
Analizando el aspecto subjetivo del tipo,
este requiere la decisión y voluntad de someter al
detenido a padecimientos. Por ello, corresponde su
atribución a título de dolo, debido al conocimiento por
parte de los imputados de que las víctimas se
encontraban privadas de su libertad y sometidas a
padecimientos físicos y psíquicos, lo que se comprobó
por el hecho de que el objetivo mismo de la existencia
de los centros de detención era el quebrantamiento de
los presos mediante la aplicación de tormentos con el
fin de la rápida obtención de información. Se trató de
una práctica sistemática y generalizada en los
distintos centros de detención.
Con respecto a las conductas que abarca
el verbo típico, cabe recordar que no sólo se
encuentran comprendidos los dolores físicos o la
aplicación de malos tratos materiales o morales para
torturar a la víctima con cualquier finalidad, sino
que, también constituyen tormentos las vejatorias
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condiciones de detención que sufrieron en los centros
clandestinos descriptos en el punto materialidad donde
permanecían recluidos; así lo ha interpretado la
jurisprudencia en la causa “Suárez Mason y otros
s/privación ilegal de la libertad”, Expte. 14216/03,
Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal
N° 3, Secretaría N° 6; Cámara Apelaciones Criminal y
Correccional Federal La Plata, causa “Etchecolatz
Miguel s/apelación” rta 25.08.05; “Simón”; y por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos
“Velásquez Rodríguez”, “Godínes Cruz”; “Fiaren Gabri”.
Las personas privadas de su libertad en
los CCD fueron víctimas de diversas formas de violencia
física y psíquica que configuran tortura, o sufrieron
tratos que sin ser por sí mismos suficientemente graves
como para ser considerados tortura, violaron de todos
modos el derecho interno e internacional. La
jurisprudencia da cuenta de la práctica uniforme de
interrogar a los detenidos utilizando la violencia
física y psíquica como un elemento prácticamente
infaltable en todos los interrogatorios y de la
utilización de la violencia física y psíquica como
trato normalizado y realidad permanente e invariable,
incluso más allá de los momentos relacionados con los
interrogatorios propiamente dichos.
En la presente causa las víctimas fueron
torturadas físicamente con distintos métodos,
amenazadas u obligadas a escuchar los tormentos
sufridos por otros, muchas de ellas con condiciones de

899
higiene deplorables, con vendas en los ojos y sin
alimentación adecuada, aisladas e incomunicadas.
Eran verdaderos presos torturados,
resultando plenamente aplicable lo sostenido por la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal de la Capital Federal en la
sentencia dictada en la causa 13/84 al expresar “Las
víctimas era presos en la terminología legal, toda vez
que fueron aprehendidas y encerradas por funcionarios
públicos que, de acuerdo a las leyes vigentes, tenían
facultades para hacerlo. La circunstancia de que esa
detenciones no hubiesen sido llevadas a cabo de acuerdo
con las prescripciones legales – lo que también es
motivo de reproche – no cambia la categoría de presos”.
(Fallos 309:1.526).
A su vez, también se halla comprobada la
relación que debe darse entre autor y víctima, ya que
los imputados tenían un poder de hecho sobre las
víctimas en el carácter de funcionarios públicos, y las
tenían privadas de su libertad e infligiendo sobre las
mismas los variados tipos de tortura.
e) Homicidio. Agravantes.
Respecto de los homicidios que se le
atribuyen a los aquí imputados, de acuerdo a las
pruebas colectadas y en respeto al principio de
congruencia, deben calificarse de la siguiente manera:
Manuel Fernando Saint Amant: homicidio agravado por el
concurso premeditado de dos o más personas, en los
términos del art. 80 inc. 6º del C.P. en función del
art. 79 del C.P., en perjuicio de: 1) Carlos Armando
Grande, 2) Gerardo Jorge Cámpora y 3) Carlos Andrés
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Farayi; homicidio agravado por alevosía, por el
concurso premeditado de dos o más personas y para
procurar su impunidad, en los términos del art. 80 inc.
2º, 6º y 7º del C.P. en función del art. 79 del C.P.,
en perjuicio de: 1) Miguel Ángel Di Pasqua, 2) Oscar
Omar Hofer, 3) Víctor Hugo Hofer; y homicidio agravado
por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más
personas, en los términos del art. 80 inc. 2º y 6º del
C.P. en función del art. 79 del C.P., en perjuicio de:
1) Rodolfo Abel Kremer, 2) Rubén Darío Reynoso, 3) Abel
Ramón Acosta, 4) Julio Raúl Peris, 5) Carlos Gerardo
Pérez, 6) Leonor Genoveva Pierro, 7) Carlos Benjamín
Santillán y 8) María Cristina Lanzillotto; Antonio
Federico Bossié: homicidio agravado por alevosía, por
el concurso premeditado de dos o más personas y para
procurar su impunidad, en los términos del art. 80
incs. 2º, 6º y 7º del C.P. en perjuicio de: 1) Miguel
Ángel Di Pasqua, 2) Oscar Omar Hofer, 3) Víctor Hugo
Hofer; y homicidio agravado por alevosía, por el
concurso premeditado de dos o más personas y para
procurar su impunidad, en los términos del art. 80
incs. 2º, 6º y 7º del C.P. en perjuicio de: 1) Rubén
Darío Reynoso, 2) Rodolfo Abel Kremer, 3) Carlos
Gerardo Pérez y 4) Leonor Genoveva Pierro; Norberto
Ricardo Ferrero: homicidio agravado por alevosía y con
el concurso premeditado de dos o más personas, en los
términos del art. 80 incs. 2º y 6º del C.P., en
perjuicio de Luis Francisco Ceccon y Daniel Fernando
Quintana: homicidio agravado por alevosía, por el
concurso premeditado de dos o más personas y para

901
procurar su impunidad, en los términos del art. 80
incs. 2º, 6º y 7º del C.P., en perjuicio de Oscar Omar
Hofer.
La figura básica del homicidio consiste
en la muerte de un ser humano ocasionado por otro. En
este sentido el plexo probatorio existente en la
presente causa y que se trajo al debate y que analizó
oportunamente al tratar la materialidad y autoría lleva
a este Tribunal a concluir sobre el homicidio de las
víctimas enumeradas oportunamente.
No resulta óbice para establecer que se
ha producido la muerte de las víctimas, el hecho de que
no haya aparecido el cadáver de las víctimas de
homicidio, como sucede en alguno de los casos que
fueron analizados, hallándose plenamente acreditada su
muerte conforme el desarrollo efectuado en el punto
materialidad y autoría.
Nuestro sistema de enjuiciamiento no
contiene ninguna regla que imponga a los jueces el
deber de hallar el cuerpo de la víctima para considerar
probado un homicidio. Si existiera una norma procesal
que así lo exigiera, se llegaría al absurdo de
consagrar la impunidad para quien, además de asesinar,
logró hacer desaparecer el cuerpo de la víctima.
Tal como ya se ha dicho: “No hay ningún
indicio que permita creer que las personas víctimas de
desaparición forzada durante el Terrorismo de Estado se
encuentren actualmente con vida. Por el contrario, ha
sido probado judicialmente el sistema de desaparición y
exterminio que implementaron las fuerzas usurpadoras
del poder a la fecha que sucedieron los hechos. Así, ha
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quedado comprobada la implementación de un plan
sistemático que consistía en el secuestro – tortura –
detención clandestina –eliminación – y ocultamiento del
cadáver para lograr la impunidad (causa 13/84)”. (causa
“VARGAS AIGNASSE, GUILLERMO S/ SECUESTRO Y
DESAPARICIÓN” expte. 03/08, sentencia del 4 de
Septiembre de 2008, Tribunal Oral en lo Criminal
Federal de Tucumán).
La práctica de la desaparición forzada o
involuntaria de personas ha sido calificada por la
Asamblea General de la Organización de los Estados
Americanos (OEA) como un crimen de lesa humanidad, que
atenta contra derechos elementales de la persona
humana, como son la libertad individual, la integridad
personal, el derecho a la debida protección judicial y
al debido proceso e, incluso, el derecho a la vida.
Bajo tales parámetros, los Estados de la Organización
de Estados Americanos (OEA) adoptaron, en 1994
(ratificada por Argentina en 1995 y aprobado su
jerarquía constitucional en los términos del art. 75
inc. 22, en 1997) la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas, como una manera de
prevenir y castigar este accionar en nuestro
continente. Así, en su artículo II define la
“desaparición forzada” en los siguientes términos:
“Para los efectos de la presente Convención, se
considera desaparición forzada la privación de la
libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su
forma, cometida por agentes del Estado o por personas o
grupos de personas que actúen con la autorización, el

903
apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta
de información o de la negativa a reconocer dicha
privación de libertad o de informar sobre paradero de
la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los
recursos legales y de las garantías procesales
pertinentes”.
La Corte Interamericana de Derechos
Humanos ha señalado que “las desapariciones forzadas
implican una violación múltiple, a la vez que
continuada, de numerosos derechos esenciales de la
persona humana, de manera especial de los siguientes
derechos: i) derecho a la libertad personal, por cuanto
el secuestro de la persona constituye un caso de
privación arbitraria de la libertad que vulnera además
el derecho del detenido a ser conducido sin demora ante
un juez y a interponer los recursos adecuados para
controlar la legalidad de su detención: ii) derecho a
la integridad personal, por cuanto el aislamiento
prolongado y la incomunicación coactiva a los que se ve
sometido la víctima representa por sí mismos, formas de
tratamiento cruel e inhumano, que constituyen lesiones
a la integridad psíquica y moral de la persona y del
ser humano. Además, las investigaciones sobre
desapariciones forzadas demuestran que ella incluye el
trato despiadado a los detenidos, quienes son sometidos
a todo tipo de vejámenes, tortura y demás tratos
crueles, inhumanos o degradantes; iii) derecho a la
vida, por cuanto la práctica de las desapariciones ha
implicado con frecuencia la ejecución de los detenidos,
en secreto y sin fórmulas de juicio, seguida del
ocultamiento del cadáver con la finalidad de no dejar
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ningún tipo de huella de la comisión del crimen y de
procurar la impunidad de quienes lo cometieron” (Corte
Interamericana de Derechos Humanos, caso “Velásquez
Rodríguez”. Sentencia del 29 de julio de 1988, párrafo
153, 155, 156 y 157).
Sancinetti, al comentar el art. 108 del
Código Civil entiende que en los casos en que el
cadáver de una persona no fuese hallado, el juez podrá
tener por comprobada la muerte siempre que la
desaparición se hubiera producido en circunstancias
tales que la muerte deba ser tenida por cierta, y
expresa que al sistema legal argentino no le es extraña
la afirmación de una muerte sin cadáver ni partida (v.
SANCINETTI M. y FERRANTE M., “El Derecho Penal en la
Protección de los Derechos Humanos, Hammurabi, 1999, p.
141).
La Corte Interamericana de Derechos
Humanos en “Castillo Páez vs. Perú”, sentencia del 3 de
noviembre de 1977, párrafo 73 sostuvo: “No puede
admitirse el argumento en el sentido de que la
situación misma de indeterminación del paradero de una
persona, no implica que hubiese sido privada de su
vida, ya que faltaría el cuerpo del delito. Es
inaceptable este razonamiento puesto que bastaría que
los autores de una desaparición forzada ocultasen o
destruyesen el cadáver de una víctima, lo que es
frecuente en estos casos, para que se produjera la
impunidad absoluta de los infractores, quienes en esta
situación pretenden borrar toda huella de la
desaparición”.

905
En igual sentido lo expresó esta misma
Corte en los casos “Velásquez Rodríguez” (sentencia del
29 de julio de 1988); “Godinez Cruz” (sentencia del 20
de enero de l989), “Fairen Garbi” y “Solís Corrales”
(sentencia del 15 de marzo de 1989) y Caso “Blake”,
“Excepciones Preliminares” (sentencia del 2 de julio de
1996) sosteniendo que “La práctica de desapariciones,
en fin, ha implicado con frecuencia la ejecución de los
detenidos, en secreto y sin fórmula de juicio, seguida
del ocultamiento del cadáver con el objeto de borrar
toda huella material del crimen y de procurar la
impunidad de quienes lo cometieron, lo que significa
una brutal violación del derecho a la vida, reconocido
en el art., 4 de la Convención cuyo inciso primero
reza: ‘Toda persona tiene derecho a que se respete su
vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en
general, a partir del momento de la concepción. Nadie
puede ser privado de la vida arbitrariamente’”.
En el presente debate no sólo se acreditó
la muerte de Oscar Omar Hofer, Abel Ramón Acosta,
Carlos Benjamín Santillán, María Cristina Lanzillotto,
Luis Francisco Ceccon, Rubén Darío Reynoso, Víctor Hugo
Hofer y Carlos Gerardo Pérez sino también la
desaparición forzada de Carlos Armando Grande, Gerardo
Jorge Cámpora, Carlos Andrés Farayi, Rodolfo Abel
Kremer, Miguel Ángel Di Pasqua, Julio Raúl Peris y
Leonor Genoveva Pierro, que, por las circunstancias en
que ocurrieron, permiten afirmar que los nombrados
fueron víctimas de homicidio.
La concurrencia en estos hechos de la
agravante prevista como “concurso premeditado de dos o
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más personas” (inc. 6°) se encuentra acreditada, en
mérito al relato de las circunstancias en que éstos
ocurrieron, basada en la prueba incorporada al debate,
de las que surgen que todos fueron cometidos en el
marco del accionar del aparato organizado de poder en
cumplimiento del plan sistemático para destruir al
grupo político que pertenecían las víctimas. Así,
conforme se ha dicho en la mencionada causa 13, los
acusados integraron con su voluntad un acuerdo
predeterminado elaborado por la Junta militar y, como
consecuencia de éste, se produjeron los homicidios que
aquí se juzgan.
Asimismo, se encuentra probado el
carácter alevoso de los homicidios de los que fueran
víctimas Miguel Ángel Di Pasqua, Oscar Omar Hofer,
Víctor Hugo Hofer, Rodolfo Abel Kremer, Rubén Darío
Reynoso, Abel Ramón Acosta, Julio Raúl Peris, Carlos
Gerardo Pérez, Leonor Genoveva Pierro, Carlos Benjamín
Santillán, María Cristina Lanzillotto y Luis Francisco
Ceccon.
En ese rumbo, debe recordarse que el
carácter alevoso del homicidio se desprende de las
características preordenadas del hecho, en procura de
hallar desprevenidas a las víctimas y de evitar
cualquier riesgo a los ofensores (SOLER, Sebastián,
“Derecho Penal Argentino” Ed. Tea, Bs. As., 1987, T.
III, pág. 28/29).
Por su parte, la alevosía como
circunstancia agravante del homicidio, se configura
cuando el autor emplea en la ejecución medios que

907
tienden directamente a asegurar la finalidad buscada
sin riesgo para su persona que proceda de la defensa
que pudiere hacer la víctima.
Como bien señala Fontán Balestra la
esencia del significado de alevosía gira alrededor de
la idea de marcada ventaja a favor del que mata, como
consecuencia de la oportunidad elegida; siendo habitual
para su caracterización la utilización de expresiones
tales como “sin riesgo”, “sobre seguro” (Fontan
Balestra C., Tratado de Derecho Penal Parte Especial,
Ed. Abeledo Perrot, Bs. As. 1968, t IV, pág. 91).
Jorge E. Buompadre define la alevosía
como “la muerte dada ocultamente a otro, asegurando su
ejecución por evitación de todo riesgo o peligro e
imposibilitando intencionalmente la defensa de la
víctima”. Asimismo, señala que esta agravante estaría
conformada por tres elementos: 1) ocultamiento del
agresor o de la agresión misma; 2) falta de riesgo para
la persona del autor y 3) estado de indefensión de la
víctima. (Buompadre Jorge E., Derecho Penal Parte
Especial, 2da. ed. ac., Ed. MAVE, Bs. As. 2003, t I,
págs. 137/138).
D´Alessio, por su parte, afirma que “…
para que exista la alevosía como agravante del
homicidio, es necesario que la víctima se encuentre en
un estado de indefensión que le impida oponer una
resistencia que se transforme en un riesgo para el
agente…” (D´ALESSIO, J. “Código Penal, Comentado y
Anotado, Parte Especial”, Bs. As. 2004, pág. 12) citado
por la Sala IV de la CNCASACP, causa 9822 “BUSSI,
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Antonio Domingo y otro s/Rec., de casación”, reg. N°
13.073.4 del 12 de marzo del 2010.
De lo expuesto se desprende que lo
decisivo en la alevosía resulta ser el aseguramiento de
la ejecución del hecho y la ausencia del riesgo para el
autor ante la defensa que pueda intentar la víctima.
De la prueba producida surge en forma
palmaria el estado de indefensión en que se encontraban
las víctimas mencionadas precedentemente al momento de
su muerte, estado que fue intencionalmente buscado por
los acusados de autos para asegurar la ejecución del
plan homicida sin riesgos para ellos, lo que resulta
suficiente para tener por configurada la agravante de
alevosía en los homicidios imputados. Así, conforme se
relatara en el punto “materialidad” la totalidad de las
víctimas se encontraban detenidos en forma ilegal y
clandestina, a merced de los aquí acusados, sin tener
posibilidad alguna de defenderse o pedir auxilio a un
tercero, lo que generó un estado de indefensión que fue
aprovechado por los imputados para darles muerte.
Finalmente, también se ha acreditado que
los homicidios de Miguel Ángel Di Pasqua, Oscar Omar
Hofer y Víctor Hugo Hofer deben ser calificados también
en la agravante contenida en el inciso 7º del art. 80
en la modalidad “para procurar la impunidad para sí o
para otro”.
De los hechos señalados surge claramente
que el asesinato y posterior desaparición de los
cuerpos fue el medio para procurar impunidad. En el
presente caso, la conexión ideológica entre el hecho

909
propiamente y la finalidad de impunidad -que es la
esencia del agravamiento en la figura de homicidio-, se
halla plenamente acreditado, y tan eficaz resultó la
búsqueda de la impunidad, que han transcurrido más de
treinta años desde la fecha de los hechos para ser
descubiertos debido a la desaparición del cuerpo de
Miguel Ángel Di Pasqua, que al día de la fecha aún no
ha sido hallado. A su vez, en el caso de los hermanos
Oscar Omar y Víctor Hugo Hofer, sus cadáveres fueron
encontrados flotando en las aguas del Río de la Plata,
lo que permite inferir que sus cuerpos fueron
“descartados” a los fines de eludir cualquier tipo de
responsabilidad sobre su destino final.
f) Lesiones.
De acuerdo a lo relatado en la
materialidad del expediente nº FRO 81000046/2012, han
quedado acreditadas las lesiones de las que fueran
víctimas José Enrique Peris y Raúl Peris, encuadrables
en el art. 89 del C.P., por las que debe responder
Manuel Fernando Saint Amant.
Así, conforme a los elementos de prueba
que se detallaran en el punto “materialidad”, se ha
probado que los nombrados fueron sometidos a
interrogatorios y golpes por parte de personal militar
bajo comando operacional del Área Militar 132, a fin de
obtener información sobre el paradero de Julio Raúl
Peris.
El verbo típico de este delito
(“lesionar”), es realizado por quien causa un daño en
el cuerpo o en la salud de otro, alterando la
estructura física o el funcionamiento del sujeto
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pasivo, el que debe ser cometido con dolo directo o
eventual. La ley establece que esta clase de lesiones
es un delito de instancia privada, salvo que medien
razones de seguridad o interés público, lo que resulta
aplicable al presente caso.
Al respecto, ha entendido la
jurisprudencia que un “cachetazo” implica un daño en el
cuerpo encuadrable en el art. 89 del C.P., aun cuando
la lesión sea de carácter leve (CPenal Santa Fe, Sala
II, 22/08/1979 “D.B., A.R.”, ZEUS, 20-204) y que el
bien jurídicamente protegido es la incolumidad de la
persona, configurando “daño en el cuerpo” cualquier
cambio en la estructura interna o externa del sujeto
pasivo, que no requiere herida o efusión de sangre
(CCCorr. de Pergamino, 19/07/1996, P 2085, RDS-96-96
JUBA, citado por Edgardo Alberto Donna “El código Penal
y su interpretación en la jurisprudencia”, Tomo II,
Editorial Rubinzal- Culzoni Editores, página 310).
g) Robo. Agravantes.
Por otro lado, conforme se relatara en el
presente resolutorio, ha quedado acreditada la
sustracción de muebles y enseres en perjuicio de Víctor
Hugo Hofer y sus padres Oscar Atilio Hofer y Paulina Di
Rossa, Oscar Omar Hofer y su esposa María del Rosario
Perazzo y Carlos Alberto Pheulpin, hechos que deben
ser calificados por haber sido cometidos con armas, por
lo que encuentran tipificación en el art. 166 inc. 2)
en función del art. 164, ambos del C.P.
Estos hechos, conforme se relatara,
fueron cometidos en el marco del allanamiento de las

911
viviendas indicadas, realizadas a los fines de proceder
a la detención de las víctimas de autos, por personal
militar y policial que participó en el operativo, bajo
el comando operacional del Área Militar 132, los que
fueron realizados mediante el uso de la fuerza y con
armas. El desapoderamiento se consumó en cada uno de
los casos, ya que las víctimas jamás recuperaron sus
pertenencias.
De acuerdo al art. 164 del C.P., el verbo
típico del robo se configura con el apoderamiento
ilegítimo de una cosa mueble, total o parcialmente
ajena, con fuerza en las cosas o con violencia en las
personas. En este caso, las cosas muebles son aquellas
que se encontraban en las viviendas señaladas y que
eran propiedad de las víctimas y/o sus familiares
convivientes, lo que se acreditó con los testimonios
prestados a lo largo del debate y la prueba documental
incorporada al respecto.
En cuanto a la agravante contenida en el
art. 166 inc. 2º del C.P., exige que el robo se
configure mediante el uso de armas, que resulta ser una
modalidad de “violencia en las personas”, por lo que
siempre debe haber una persona que haya sido intimidada
(CNCrim. Y Correc., Sala II 27/02/1990, citado por
Andrés José D´Alessio “Código Penal de la Nación-
Comentado y Anotado”, 2º edición actualizada y
ampliada, Tomo II, Editorial La Ley, página 606), las
que, en el presente caso, resultan ser las víctimas y
familiares mencionados.
El uso intimidatorio de las armas también
se halla probado, de acuerdo al relato de los testigos
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de los hechos, como así también el dolo requerido en la
figura, dado por el conocimiento y la voluntad de los
acusados de apoderarse de cosas muebles ajenas mediante
este medio comisivo.
h) Allanamiento ilegal de vivienda.
Nuestro Código Penal prevé en el art. 151
la figura de allanamiento ilegal de un domicilio,
delito especial que puede ser cometido por un
funcionario público o agente de autoridad que allanare
un domicilio sin las formalidades prescriptas por la
ley o fuera de los casos que ella determina.
En el presente, se ha acreditado que este
delito se ha configurado respecto de los siguientes
inmuebles: el que habitaba Naldo Raúl Brunelli junto a
sus padres, sito en calle Maipú Nº 727 de San Nicolás,
provincia de Buenos Aires; el de los padres de Raúl
Peris, ubicado en la intersección de las calles 4 de
Febrero y Libertad de la ciudad de Baradero, provincia
de Buenos Aires; el de Jorge Enrique Ocariz, sito en
calle Aguiar nº 147 de la ciudad de San Nicolás,
provincia de Buenos Aires; el de Pablo Rubén
Fioravantti sito en la localidad de Carabelas, partido
de Rojas, provincia de Buenos Aires; el de Domingo
Pierro, sito en calle Mitre Nº 377 de la ciudad de
Pergamino, provincia de Buenos Aires; el de Juan Carlos
Pérez y Amanda Sadaba de Pérez, ubicado en calle
Honduras Nº 1351 de la ciudad de Pergamino, Provincia
de Buenos Aires y el que habitaba Carlos Gerardo Pérez,
ubicado en calle Salta s/n del Barrio Pezzi de San
Nicolás, provincia de Buenos Aires.

913
Entrando en el análisis del tipo penal,
en primer término debe tenerse presente que, como se
dijo, se trata de un delito especial, por lo que sólo
puede ser autor un funcionario público o agente de la
autoridad, cargo que ostentaban al momento de los
hechos Manuel Fernando Saint Amant, imputado por todos
los hecho indicados y Antonio Federico Bossié, a quien
se lo acusó por los últimos tres.
Respecto del concepto de “domicilio”,
éste puede hallarse en el art. 150 del C.P., que habla
de morada o casa de negocio ajena, sus dependencias o
recinto habitado por otro, concepto penalmente típico
distinto al contenido en el Código Civil. En los casos
analizados, se trata de “moradas”, definido como “el
hogar o casa de la persona. Es el lugar donde una
persona vive, manteniendo su intimidad y la de los que
habitan con él y de las cosas de que se sirve, aunque
esté destinada a ser habitada sólo en determinados
lapsos del día (p. ej., para pernoctar) y aunque la
persona posea varias (quien tiene distintas moradas que
habita alternativamente).” (Andrés José D´Alessio, obra
citada, página 508).
En cuanto a la acción típica, ésta
consiste en allanar un domicilio en forma arbitraria,
siendo el allanamiento “el acto por el cual la
autoridad, en función de tal, ingresa, entra o penetra
en alguno de los recintos enunciados en el art. 150
contra la voluntad del titular. El allanamiento es
ilegítimo cuando la autoridad lo practica en los casos
determinados por la ley y con las formalidades
requeridas por ella; de allí que la punibilidad se
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establece para el allanamiento llevado sin observar
tales formalidades o para el realizado fuera de los
casos establecidos.” (Andrés José D´Alessio, obra
citada, página 151).
En cuanto a las formalidades requeridas
por la ley, la CSJN ha dicho que “Aunque en rigor no
resulta exigencia del art. 18 que la orden de
allanamiento emane de los jueces, el principio es que
sólo ellos pueden autorizar esa medida, sin perjuicio
de algunos supuestos en que se reconoce a los
funcionarios la posibilidad de obviar tal recaudo”
(Causa “Fiorentino, Diego Enrique s/ tenencia de
estupefacientes”, 27/11/1984, Fallos: 306:1752).
En los casos analizados, conforme se
explicara en el punto “materialidad”, los operativos de
las fuerzas armadas o de seguridad se efectuaron sin
orden escrita de autoridad competente, lo que se
traduce en la ilegalidad de estas medidas.
En cuanto al dolo exigido, el
conocimiento por parte de los aquí acusados de las
formalidades necesarias para efectuar un allanamiento
surge del mismo cargo que ostentaban. Asimismo, de las
circunstancias en que estos hechos se realizaron
también se vislumbra la voluntad por parte de los
acusados de llevar a cabo este delito, ya que, siendo
el objetivo último el secuestro de las víctimas de
autos, la informalidad de estos registros domiciliarios
resultó ser, en estos casos, un medio necesario para
mantener en la clandestinidad estas privaciones
ilegítimas de la libertad.

915
i) Daño.
El art. 183 primer párrafo del C.P.
reprime con prisión de quince días a un año, al que
“destruyere, inutilizare, hiciere desaparecer o de
cualquier modo dañare una cosa mueble o inmueble o un
animal, total o parcialmente ajeno, siempre que el
hecho no constituya otro delito más severamente
penado.”
La acción típica (“dañar”) se traduce en
el resultado (“Daño”), que incluye cualquier ataque a
la materialidad, utilidad o disponibilidad de las
cosas, que elimine o disminuya su valor de uso o de
cambio (Creus y Molinario, citados por D´Alessio, obra
citada, página 840).
En este caso, este Tribunal entiende que
encuadra en este tipo penal los daños sufridos en la
vivienda propiedad de Raúl Peris al momento de
efectuarse el allanamiento ilegal de esta vivienda por
parte de personal del Ejército, quienes, de acuerdo al
relato de los testigos presenciales rompieron muchos
elementos de la casa como cortinas, azulejos y vidrios.
j) Usurpación de inmueble.
Este Tribunal considera que la conducta
realizada por el acusado Carlos Enrique Rocca respecto
del inmueble sito en calle Rivadavia nº 954 de la
ciudad de Pergamino, provincia de Buenos Aires,
encuadra en el art. 181 del C.P. –texto según ley
11.179-, el que en su inciso 1) reprime al que “por
violencia, engaño o abuso de confianza despojare a otro
de la posesión o tenencia de un bien inmueble o de un
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derecho real de uso, usufructo, habitación, servidumbre
o anticresis constituido sobre un inmueble”.
Se ha probado a lo largo del debate que,
tras el operativo realizado por miembros del Comando
Radioeléctrico, de la DIPPBA, de la Brigada de
Investigaciones, de Policía Federal y del Ejército en
el domicilio indicado, ocurrido en noviembre de 1976,
el acusado Rocca, miembro de la policía de la Provincia
de Buenos Aires al momento de los hechos, se mantuvo
allí, despojando de la posesión de éste a la familia
constituida por Carlos Benjamín Santillán, María
Cristina Lanzillotto y sus hijos María Lucila y Jorge
Francisco Santillán.
También, como se indicó, se encuentra
acreditada tanto la posesión previa del inmueble por
parte de los nombrados como la titularidad del dominio
por parte de María Cristina Lanzillotto, bajo el
seudónimo de Amanda Luisa Andrada, aunque dicha
circunstancia no sea esencial, ya que es indistinto -a
los efectos de la protección penal- que la persona
posea o no título, porque lo fundamental es que el
sujeto pasivo se halle efectivamente detentando la
posesión, tenencia o se encuentre ejerciendo un derecho
real.
Por otro lado, de acuerdo a la
documentación incorporada a la causa relativa a
Benjamín Santillán, el acusado Rocca se mantuvo en el
inmueble al menos hasta el mes de enero de 1977 y quien
fuera su pareja al momento de los hechos aun reside en
el lugar.

917
Sobre el bien jurídico protegido se ha
dicho que, habida cuenta que se encuentra ubicado
dentro del Título VI –Delitos contra la Propiedad- del
Libro Segundo del Código Penal, será más que claro que
el objeto de tutela de dicho ilícito estará vinculado a
la propiedad. Sebastián Soler quien sostiene que: “se
incurre en un error al referir el concepto de propiedad
al de dominio, definido por el C. Civil, porque en
nuestro derecho existe un concepto jerárquicamente
superior, porque es constitucional, de acuerdo con el
cual esa expresión tiene un significado positivo y
vigente más amplio, cual es el del art. 17 de la
Constitución Nacional, dentro del cual no solamente
están comprendidos los derechos dominiales, sino
también, según la interpretación reiteradamente
afirmada por la Corte Suprema, los créditos, los
derechos a percibir futuras cantidades, el derecho a
percibir una renta equitativa, etcétera. En este
sentido, se habla de derecho de propiedad como de un
verdadero derecho que se ejerce por el sujeto con
relación a cada uno de los bienes que están en su
patrimonio. De lo cual se deduce que, en este caso, el
sentido del título es semejante al que en muchos otros
casos usa la ley, cuando se refiere al derecho
vulnerado y no a la cosa o al bien mismo que es término
de ese derecho. Porque el patrimonio no es un derecho,
así como no lo es la persona: ‘es la personalidad misma
del hombre puesta en relación con los diferentes
objetos de sus derechos’” (Sebastián Soler, Derecho
Penal Argentino, 4º edición, 10º reimpresión –parte
especial-, Tea, Buenos Aires, 1992, IV, 175/176).
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Por lo dicho, se puede afirmar que el
bien jurídico protegido estará dado por el uso y goce
pacifico de un inmueble, representado ello en el
ejercicio de la posesión, tenencia o de los derechos
reales a los cuales realiza una remisión dicho
precepto, el que claramente se ha vulnerado en el
presente caso.
k) Falsedad ideológica.
Finalmente, la conducta desplegada
respecto de las víctimas Luis Eduardo Lita y Jorge
Enrique Ocariz debe encuadrarse en el delito de
falsedad ideológica, previsto y reprimido por el art.
293 del C.P., por el que deben responder los acusados
Manuel Fernando Saint Amant, Roberto Horacio Guerrina,
Julio Alberto González, Clementino Omar Rojas, Miguel
Ángel Lucero, Julio Alberto Almada y Luis Antonio
Sinigaglia.
Este delito requiere que se inserte o se
haga insertar en un instrumento público declaraciones
falsas concernientes a un hecho que el documento deba
probar, de modo que pueda darse un perjuicio.
Nos encontramos con un documento cuya
forma es verdadera, como lo son también sus otorgantes,
pero que contiene declaraciones falsas sobre hechos a
cuya prueba está destinado. En resumen, en el documento
ideológicamente falsificado hay una forma auténtica y
un contenido falso.
Consecuencia ineludible de lo dicho
anteriormente es que la falsedad ideológica presupone
en el agente la obligación jurídica de decir la verdad

919
sobre la existencia histórica de un hecho o acto y sus
modalidades circunstanciales en cuanto sean ellas
productoras de efectos previstos por el derecho. “Único
autor posible del delito de falsedad ideológica por
inserción de declaraciones falsas en un instrumento
público es el oficial público predispuesto legalmente
para la realización del acto, pues sólo él está
investido de competencia para incorporar a un documento
público atestaciones que obren con aptitud probatoria
erga omnes respecto de la existencia de hechos que
declara haber cumplido en persona, como de aquellos que
certifique haber pasado en su presencia”. (CNCas. Pen.,
sala IV, 1-6-2000, “T., H.H.”, LL 2001-B-405; DJ 2001-
2-118”.)
El delito se consuma cuando el documento
público queda perfeccionado como tal, con todos los
signos de autenticidad que las leyes y reglamentos
requieren, aunque no se hayan realizado todavía los
actos necesarios para oponerle la prueba por él
constituida a terceros, pues ya desde aquel momento
nace la posibilidad de perjuicio.
En el presente caso, los instrumentos
públicos son las actas de detención de las víctimas
Lita y Ocariz, en las que los funcionarios policiales
insertaron, por orden de Manuel Fernando Saint Amant,
declaraciones falsas respecto de las circunstancias de
tiempo, modo y lugar en que se produjeron las
detenciones de los mencionados, quienes habían sido
privados de su libertad y mantenidos en la
clandestinidad durante varios días. Por ende, lo que se
intentó con estos instrumentos ideológicamente falsos
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fue “legalizar” a las víctimas, justificando el estado
de detención de éstas en la supuesta comisión de hechos
delictivos inexistentes.
El verbo típico “insertar” fue realizado
por los numerarios policiales Roberto Horacio Guerrina,
Julio Alberto González, Miguel Ángel Lucero, Julio
Alberto Almada y Luis Antonio Sinigaglia, quienes
confeccionaron y firmaron las referidas actas, mientras
que Manuel Fernando Saint Amant y Clementino Omar Rojas
–por orden del primero-, fueron quienes “hicieron
insertar” dichas declaraciones.
Las declaraciones falsas, en este caso,
como se dijo, refieren a las circunstancias en que se
detuvo a las víctimas, de acuerdo a lo analizado en el
punto “materialidad”, mientras que la “posibilidad de
perjuicio” se evidencia del mismo texto del
instrumento, toda vez que, de no existir, las
detenciones de los Sres. Ocariz y Lita no habrían
tenido un sustento “formal” o “legal” y tendrían que
haber sido puestos en libertad, mientras que, en
cambio, permanecieron en esa condición hasta el año
1982.
Finalmente, el carácter de funcionario
público requerido en este tipo penal para la acción
“insertar”, era claramente revestido a la época de los
hechos por los numerarios policiales mencionados, de
acuerdo a sus legajos personales analizados en el
presente resolutorio.
l) Concurrencia entre las distintas
figuras.

921
Los delitos analizados precedentemente, a
excepción del delito de privación ilegítima de la
libertad y falsedad ideológica respecto de las víctimas
Lita y Ocariz, constituyen una pluralidad de conductas
que lesionan distintos bienes jurídicos no
superponiéndose ni excluyéndose entre sí, por lo que
concurren en forma real (art. 55 del C.P.).
Podemos afirmar que estamos ante un caso
de “concurso real de delitos” cuando concurren varias
acciones o hechos autónomos, es decir, que cada uno
constituye un delito particular e independiente, aunque
puedan merecer un solo procedimiento penal. Cada acción
por separado constituye un delito, lo que ocurre con
los hechos analizados calificados como privación
ilegítima de la libertad, torturas, homicidio,
lesiones, robo, allanamiento ilegal de vivienda, daños
y usurpación de inmueble.
A efectos de lograr una cabal compresión
de la afirmación realizada sobre la forma en que
concursan el delito de falsedad ideológica y el de
privación ilegítima de la libertad, hay comenzar por
excluir la identificación entre acción y movimiento y
entre acción y resultado. Una sola acción en, sentido
jurídico, puede contener varios contenidos corporales
(por ejemplo, la agresión sexual intimidatoria, robo
con factura, etc.) o dar ocasión a que se produzcan
varios resultados (hacer explosionar una bomba causando
la muerte de varias personas). Son, pues, otros los
factores que contribuyen a fijar el concepto de unidad
o pluralidad de acción.
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El primero de ellos es el factor final,
es decir, la voluntad que rige y que da sentido a la
pluralidad de actos físicos aislados (en el asesinato,
la voluntad de matar unifica y da sentido a una serie
de actos, como comprar y cargar la pistola, asechar a
la víctima, apuntar y disparar; o, en el hurto, la
voluntad de apropiarse de la cosa única y da sentido a
los distintos actos de registrar los bolsillos de un
abrigo).
El segundo factor es el normativo, es
decir, la estructura del tipo delictivo en cada caso
particular. Así, aunque el factor final que rige un
proceso causal sea el mismo (matar a alguien), alguno
de los actos particulares realizados puede tener,
aisladamente, relevancia para distintos tipos
delictivos (así por ejemplo: la tendencia ilícita de
arma de fuego para el delito de tenencia ilícita de
armas).
Y a la inversa, actos aislados, cada uno
regido por un factor final distinto, pueden tener
relevancia típica solo cuando se dan conjuntamente o
tener una relevancia típica en función de la regulación
del hecho.
En el presente caso, si bien se
vislumbran varias acciones que pueden ser separadas en
el plano ontológico, existe entre ambos delitos un
mismo factor final, siendo la falsedad ideológica un
medio necesario para que la privación ilegítima de
libertad se continúe perpetuando, configurándose un
concurso ideal, en virtud de que mediante esta acción

923
se infringieron varios tipos penales en los términos
del art. 54 del C.P.
7) Determinación de la pena.
Acreditada la existencia de los hechos y
la responsabilidad de los imputados, corresponde
finalmente precisar la dosis de pena aplicable. A tal
fin, debemos meritar y sopesar lo establecido en primer
lugar en nuestra Carta Magna, y luego lo que determinan
los artículos 40 y 41 del Código Penal y la ley de
ejecución penal.
El art. 18 de la Constitución Nacional,
en la parte pertinente establece: "…Las cárceles de la
nación, serán sanas y limpias, para seguridad y no para
castigo de los reos detenidos en ella…" y el art. 1° de
la ley 24.660 (Adla, LVI-C, 3375) determina: "La
ejecución de la pena privativa de la libertad, en todas
sus modalidades, tiene por finalidad lograr que el
condenado adquiera la capacidad de comprender y
respetar la ley procurando su adecuada reinserción
social, promoviendo la comprensión y el apoyo de la
sociedad". Es decir, la Constitución y las leyes
aludidas nos establecen como pautas que al aplicarse
una pena de prisión, lo que se debe tomar en cuenta, es
que la misma no lo sea como castigo por el hecho
cometido, sino con la finalidad de lograr la
reinserción social de la persona que ha delinquido.
Este resulta ser un tema muy importante
en la sociedad, porque en varios de los casos en que la
justicia impone una pena de prisión a un imputado, la
víctima y/o sus familiares, consideran que la pena
aplicada resulta ser menor a la que ellos pretendían.
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Dicha discrepancia, estriba justamente en las
diferentes apreciaciones respecto de la finalidad de la
pena de prisión: para lograr la reinserción (por parte
del Juez) y como castigo (de parte de los
damnificados).
El factor que debe presidir la regulación
de la sanción, complementándose con otros, es el
relativo a la culpabilidad, entendida como
reprochabilidad del sujeto en función de sus
posibilidades para motivarse en la norma penal
sancionada para desalentar una determinada conducta; la
culpabilidad es entonces un reclamo o cuestionamiento
dirigido a quien no ha evitado la conducta tipificada
penalmente pudiendo hacerlo. Por otra parte, el juicio
de reproche se compone con el modo e intensidad de
agresión al bien jurídico, lo que provoca una ligazón
entre la magnitud del injusto y la culpabilidad. Se es
más culpable o se está más sujeto al reproche cuanto
más intensamente se ofende al bien jurídico, pero no
por la función protectiva respecto de este último, sino
por la revelación de un mayor grado de reprochabilidad
en el caso concreto que se modula junto con las
circunstancias o situación personal que ayudan a
motivarse o desmotivarse frente a la norma.
Primeramente son los bienes jurídicos y
su ubicación en la escala axiológica, los que delimitan
las sanciones conminadas en la ley, y el modo en que se
los ofende y la naturaleza de la acción empleada para
producir ese efecto aparecen específicamente
determinadas en la ley como los parámetros que el juez

925
debe mirar para graduar la sanción en el marco de la
escala aplicable.
Los delitos por los que son condenados
Saint Amant, Ferrero, Bossié y Quintana, tienen una
entidad distinta a los cometidos por los otros
condenados, ya que lesionaron el bien jurídico supremo
por excelencia, como es la vida humana.
En efecto, la lesión al bien jurídico
protegido es la primera valoración a efectuar, ya que
es una ponderación del reproche integral que abraza la
gravedad del hecho. Todo ello, sin caer en una doble
valoración, ya que las circunstancias que por sí mismas
constituyen un elemento del tipo legal no pueden ser
consideradas en la determinación de la pena.
Por otro lado, la naturaleza de la
acción, los medios escogidos y la participación
concreta del condenado, son particularmente relevantes
a la hora de establecer la cuantía de la pena. En estos
rubros deben computarse todas las circunstancias que
implican un matiz diferencial de ejecución idóneo para
poner de relieve un accionar más o menos grave, siempre
y cuando no se trate de aspectos del hecho que
constituyan el fundamento del tipo penal, pues también
a ese respecto rige la ya mentada prohibición de la
doble valoración. Por último, debemos valorar también
la calidad de los motivos que determinan al sujeto a
delinquir. Cuando el infractor se conduce impulsado por
sentimientos disvaliosos, tal motivación debe ser
valorada en contra del imputado, agravando el reproche
penal. En especial cuando fuere la persecución u odio a
una raza, religión o nacionalidad o la destrucción de
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un grupo nacional, étnico, racial, religioso o
político.
En este sentido, las conductas delictivas
de los doce condenados fueron motivadas en la
persecución y destrucción de un grupo de personas
determinado, lo que fue valorado por este Tribunal
Oral, al momento de determinar la pena que correspondía
imponerles, como una agravante que pesa sobre todos
ellos.
I.-Las penas de prisión perpetúa
En este sentido, las conductas de Saint
Amant, Ferrero, Bossié y Quintana merecen un mayor
reproche, y consecuentemente fueron tomadas como
agravante.
Conforme ello, en relación a: Manuel
Fernando Saint Amant, Antonio Federico Bossié, Norberto
Ricardo Ferrero y Daniel Fernando Quintana, se tiene en
cuenta la naturaleza de la acción, la misma constituye
en la perversidad sistematizada y aplicada a seres
humanos en estado de completa indefensión. Nunca un ser
humano está tan sujeto a la voluntad absoluta de otro,
biológica y psíquicamente, que cuando lo convierten en
objeto de torturas o tormentos. En relación a los
medios que fueron utilizados para llevar a cabo estas
acciones ilegales, se ve plenamente reflejados en la
utilización de las estructuras del Estado y todos sus
elementos logísticos (agentes, armas e instalaciones),
para conculcar la libertad y la vida de los que
resultaron víctimas en esta causa. El daño ocasionado a
las víctimas es irreparable, y el daño ocasionado a los

927
sobrevivientes en sus mentes, producto de la tortura
aún se refleja – conforme lo comprobado en la audiencia
de debate al prestar declaración – pese a que hayan
transcurrido más de treinta años de los hechos.
En este rumbo, cabe agregar que Manuel
Fernando Saint Amant (se desempeñó como Teniente
Coronel del Ejército, era Jefe del Batallón de Combate
de Ingenieros 101 y del Área Militar 132, ambos con
sede en la ciudad de San Nicolás); Antonio Federico
Bossié se desempeñó como Mayor del Ejército, más
precisamente como Oficial (S2 y S3), es decir de
Inteligencia y Operaciones, de la Plana Mayor del
Batallón de Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás y
del Área Militar 132); Norberto Ricardo Ferrero (se
desempeñó como Jefe del Área Militar 132 y del Batallón
de Ingenieros de Combate 101 con asiento en San
Nicolás), todos ellos eran personas de importante grado
dentro del ejército y por último, Daniel Fernando
Quintana (Suboficial Mayor en la Brigada de
Investigaciones de San Nicolás), siendo ello
demostrativo de su formación profesional e intelectual
y en consecuencia deberá valorándose como circunstancia
agravante.
Tenemos en cuenta como circunstancias
atenuantes la inexistencia de antecedentes penales y
teniendo en cuenta que la única pena prevista en la
figura por la que se califica la conducta de los aquí
imputados no permite graduaciones, resultando
plenamente constitucional esta pena fija, pues guarda
relación de proporcionalidad con la magnitud del
injusto y la culpabilidad, corresponde imponer a cada
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uno de ellos Prisión Perpetua e inhabilitación absoluta
y perpetua por los delitos de:
a) Manuel Fernando Saint Amant: privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar violencia,
en los términos del art. 144 bis inc. 1°, en función
del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la
modificación impuesta por la ley 21.338- (sesenta y dos
hechos). Privación ilegítima de la libertad doblemente
agravada por su carácter de funcionario público y por
mediar violencia, en los términos del art. 144 bis inc.
1°, en función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley
14.616 con la modificación impuesta por la ley 21.338-
en concurso ideal con el delito de falsedad ideológica
en los términos del art. 293 del C.P. (cinco hechos);
tormentos agravados por ser las víctimas perseguidos
políticos en los términos del art. 144 ter, párrafo
1ero y 2do. del C.P. -según ley 14.616- (veintisiete
hechos); homicidio agravado por el concurso premeditado
de dos o más personas, en los términos del art. 80 inc.
6º del C.P. en función del art. 79 del C.P., (tres
hechos, en perjuicio de: 1) Carlos Armando Grande, 2)
Gerardo Jorge Cámpora y 3) Carlos Andrés Farayi);
homicidio agravado por alevosía, por el concurso
premeditado de dos o más personas y para procurar su
impunidad, en los términos del art. 80 inc. 2º, 6º y 7º
del C.P. en función del art. 79 del C.P. (tres hechos:
en perjuicio de: 1) Miguel Ángel Di Pasqua, 2) Oscar
Omar Hofer, 3) Víctor Hugo Hofer); homicidio agravado
por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más

929
personas, en los términos del art. 80 inc. 2º y 6º del
C.P. en función del art. 79 del C.P. (ocho hechos: 1)
Rodolfo Abel Kremer, 2) Rubén Darío Reynoso, 3) Abel
Ramón Acosta, 4) Julio Raúl Peris, 5) Carlos Gerardo
Pérez, 6) Leonor Genoveva Pierro, 7) Carlos Benjamín
Santillán y 8) María Cristina Lanzillotto); lesiones en
los términos del art. 89 del C.P. (dos hechos);
allanamiento ilegal de vivienda en los términos del
art. 151 en función del art. 150 del C.P. (siete
hechos).Daño en los términos del art. 183 del C.P. (un
hecho). Robo calificado por ser cometido con armas en
los términos del art. 166 inc. 2) en función del art.
164, ambos del C.P. (tres hechos); delitos que
concurren entre sí en forma material, de conformidad a
lo normado por el art. 55 C.P., calificándolos como
crímenes de LESA HUMANIDAD.
b) Antonio Federico Bossié: privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar violencia,
en los términos del art. 144 bis inc. 1°, en función
del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la
modificación impuesta por la ley 21.338- (veintidós
hechos); aplicación de tormentos agravados por ser las
víctimas perseguidos políticos, en los términos del
art. 144 ter, párrafo 1ero y 2do. del C.P. -según ley
14.616- (doce hechos); homicidio agravado por alevosía,
por el concurso premeditado de dos o más personas y
para procurar su impunidad, en los términos del art. 80
incs. 2º, 6º y 7º del C.P. en perjuicio de (tres
hechos, en perjuicio de: 1) Miguel Ángel Di Pasqua, 2)
Oscar Omar Hofer, 3) Víctor Hugo Hofer); homicidio
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agravado por alevosía, por el concurso premeditado de
dos o más personas y para procurar su impunidad, en los
términos del art. 80 incs. 2º, 6º y 7º del C.P. (cuatro
hechos, en perjuicio de: 1) Rubén Darío Reynoso, 2)
Rodolfo Abel Kremer, 3) Carlos Gerardo Pérez y 4)
Leonor Genoveva Pierro); robo calificado por ser
cometido con armas en los términos del art. 166 inc. 2)
en función del art. 164, ambos del C.P (tres hechos);
allanamiento ilegal de vivienda en los términos del
art. 151 en función del art. 150 del C.P. cometido
contra: (tres hechos); los que concurren materialmente
entre sí (art. 55 C.P), calificándolos como crímenes de
LESA HUMANIDAD.
c) Norberto Ricardo Ferrero, privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar violencia,
en los términos del art. 144 bis inc. 1°, en función
del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la
modificación impuesta por la ley 21.338- (seis hechos);
tormentos calificados por ser las víctimas perseguidos
políticos en los términos del art. 144 ter, párrafo
1ero y 2do. del C.P. -según ley 14.616 (cinco hechos);
homicidio agravado por alevosía y con el concurso
premeditado de dos o más personas, en los términos del
art. 80 incs. 2º y 6º del C.P. (un hecho, en perjuicio
de Luis Francisco Ceccon), los que concurren
materialmente entre sí (art. 55 del C.P.),
calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD.
d) Daniel Fernando Quintana, privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su

931
carácter de funcionario público y por mediar violencia,
en los términos del art. 144 bis inc. 1°, en función
del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la
modificación impuesta por la ley 21.338-, aplicación de
tormentos agravados por ser la víctima perseguido
político, en los términos del art. 144 ter, párrafo
1ero y 2do. del C.P. -según ley 14.616-, homicidio
agravado por alevosía, por el concurso premeditado de
dos o más personas y para procurar su impunidad, en los
términos del art. 80 incs. 2º, 6º y 7º del C.P., en
perjuicio de Oscar Omar Hofer; robo calificado por ser
cometido con armas en los términos del art. 166 inc. 2)
en función del art. 164, ambos del C.P., los que
concurren entre sí en forma real (art. 55 del C.P.),
calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD.
A su vez, respecto Daniel Fernando
Quintana, hemos de observar que al mismo se le puede
reprochar en su accionar la circunstancia de haber
actuado con total impunidad en la comisión de los actos
delictivos por los que resultó condenado. Prueba de
ello es lo declarado en el debate por Margarita
Mazzochi de Perazzo, en cuanto sostuvo que observó a
una chica alumna de segundo o tercer año, quien resultó
ser hija de Quintana, que vestía un poulover tejido por
ella y a la semana, un saco que había obsequiado a su
hija. Vale recordar que estos elementos habían sido
sustraídos de la vivienda de Oscar Omar Hofer,
demostrando así que luego de robarle a la víctima sus
pertenencias, las repartió entre los miembros de su
familia, circunstancia que vislumbra el desprecio a la
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ley por parte del condenado y por ello deberá
computarse como agravante de la pena impuesta.
II.- En relación a los condenados a penas
divisibles:
En relación a los demás condenados, como
bien se dijo anteriormente, son los bienes jurídicos y
su ubicación en la escala axiológica, los que delimitan
primeramente las sanciones conminadas en la ley, y el
modo en que se los ofende y la naturaleza de la acción
empleada para producir ese efecto aparecen
específicamente determinadas en la ley como los
parámetros que el Juez debe mirar para graduar la
sanción en el marco de la escala aplicable.
Por ello, atento que los delitos por los
que son condenados Mastrandrea, Rocca, Guerrina, Rojas,
González, Almada, Lucero y Sinigaglia lesionan bienes
jurídicos distintos a los ofendidos por Saint Amant,
Ferrero, Bossié y Quintana les corresponden menor
injerencia punitiva que a estos últimos. A su vez, a
fin de valorar la pena de los primeros nombrados, debe
considerarse la cantidad de hechos delictivos cometidos
y el número de víctimas que padecieron sus conductas
delictivas en los hechos investigados y condenados en
esta causa.
Respecto de la intervención de los
autores en el hecho. Si bien, como se ha dicho, todos
los aquí imputados formaron parte del plan delictual en
su integridad, también es cierto que no todos
participaron con la misma intensidad. Si bien ha
quedado acreditada la intervención de todos los

933
imputados en los diferentes crímenes perpetrados, es
obligación de este Tribunal evaluar el ímpetu en la
actuación de cada uno de los imputados en los mismos a
los fines de establecer el grado de reproche de cada
uno, en relación a la contribución concreta al
conflicto, para determinar el contenido del injusto.
a) Por ello, en relación a Edgardo
Antonio Mastrandrea, se tiene en cuenta: la naturaleza
de la acción, la misma constituye la perversidad
sistematizada y aplicada a seres humanos en estado de
completa indefensión. Nunca un ser humano está tan
sujeto a la voluntad absoluta de otro, biológica y
psíquicamente, que cuando lo convierten en objeto de
torturas o tormentos. En relación a los medios que
fueron utilizados para llevar a cabo estas acciones
ilegales, se ve plenamente reflejados en la utilización
de las estructuras del Estado y todos sus elementos
logísticos (agentes, armas e instalaciones), para
conculcar la libertad los que resultaron víctimas en
esta causa. El daño ocasionado a las víctimas es
irreparable, y el daño ocasionado a los sobrevivientes
en sus mentes, producto de la tortura aún se refleja –
conforme lo comprobado en la audiencia de debate al
prestar declaración – pese a que hayan transcurrido más
de treinta años de los hechos.
Respecto de Mastrandrea, debo considerar
como agravante la amplia intervención personal de en
los interrogatorios bajo torturas que se realizaban a
las víctimas de los delitos por los que fue condenado.
Ejemplo de ello es que tanto Budassi, Contartese,
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Martínez y De Cara han declarado en el debate que fue
Mastrandrea quien personalmente los interrogó.
Además, cabe agregar que conforme surge
de fs. 136/151, Mastrandrea figura en la nómina del
personal policial que revistó en la Comisaría de Junín
en el período correspondiente a los meses de abril-
julio de 1977 (nota remitida por el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, donde se
acredita el desempeño de Edgardo Antonio Mastrandrea
con el cargo de Oficial Inspector).
En igual sentido, a fs. 1034/70 obra
copia certificada del Legajo Personal de Edgardo
Antonio Mastrandrea, donde consta que a la fecha de los
hechos se desempeñaba en la Comisaría de Junín y a fs.
1594 obra un informe remitido al Dr. Tanús mediante el
cual se consignó que Edgardo Antonio Mastrandrea prestó
servicios en dicha Comisaría con la jerarquía de
Oficial Inspector desde el mes de marzo de 1976 a
octubre de 1977, siendo ello demostrativo de su
formación profesional y en consecuencia deberá
valorarse lo expuesto como circunstancia agravante.
Por lo tanto, el quantum de pena que
corresponde le sea impuesta a Edgardo Antonio
Mastrandrea, guarda relación con la entidad del injusto
y su culpabilidad, considerando adecuada las penas de
veinte (20) años de prisión, inhabilitación absoluta
por el mismo tiempo de la condena y Costas (arts. 12,
29 inc. 3°, 45 y 55 del CP; arts. 399, 403, 530, 531 y
535 del CPPN), por ser considerado partícipe necesario
de los delitos de privación ilegítima de la libertad

935
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338-, (seis hechos), en concurso real en los
términos del art. 55 del C.P. con el delito de
aplicación de tormentos, en los términos del art. 144
ter del C.P. -según ley 14.616- (cinco hechos),
calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD.
b) En relación a: Carlos Enrique Rocca,
se tiene en cuenta: la naturaleza de la acción, la
misma constituye la perversidad sistematizada y
aplicada a seres humanos en estado de completa
indefensión. Nunca un ser humano está tan sujeto a la
voluntad absoluta de otro, biológica y psíquicamente,
que cuando lo convierten en objeto de torturas o
tormentos. En relación a los medios que fueron
utilizados para llevar a cabo estas acciones ilegales,
se ve plenamente reflejados en la utilización de las
estructuras del Estado y todos sus elementos logísticos
(agentes, armas e instalaciones), para conculcar la
libertad los que resultaron víctimas en esta causa. El
daño ocasionado a las víctimas es irreparable, y el
daño ocasionado a los sobrevivientes en sus mentes,
producto de la tortura aún se refleja –conforme lo
comprobado en la audiencia de debate al prestar
declaración – pese a que hayan transcurrido más de
treinta años de los hechos.
En este sentido, cabe agregar que Carlos
Enrique Rocca prestó funciones en la Comisaría Primera
de Pergamino, con la jerarquía de agente desde el
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15/04/1976, hasta el 18/07/1977 y en este caso, el
cargo que ocupaba el nombrado mensurado con la gravedad
de los delitos cometidos, más específicamente, la
privación ilegítima de la libertad de Benjamín
Santillán con el fin de mantener la ilegal ocupación de
la vivienda usurpada al hijo de la víctima, es
demostrativo del grado de impunidad con el cual ejecutó
los hechos y en consecuencia ser considerado una
circunstancia agravante.
Por lo tanto, el quantum de pena que
corresponde le sea impuesta a Carlos Rocca, guarda
relación con la entidad del injusto y su culpabilidad,
considerando adecuada las penas de doce (12) años de
prisión, inhabilitación absoluta por el mismo tiempo de
la condena y costas, (arts. 12, 29 inc. 3°, 45 y 55 del
CP; arts. 399, 403, 530, 531 y 535 del CPPN), por ser
considerado partícipe necesario de los delitos de
privación ilegítima de la libertad doblemente agravada
por su carácter de funcionario público y por mediar
violencia, en los términos del art. 144 bis inc. 1°, en
función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con
la modificación impuesta por la ley 21.338-, aplicación
de tormentos agravados por ser la víctima perseguido
político, en los términos del art. 144 ter, párrafo
1ero y 2do. del C.P. y usurpación de inmueble sito en
calle Rivadavia Nº 954 de la ciudad de Pergamino,
provincia de Buenos Aires, en los términos del art. 181
inc. 1° del C.P., los que concurren entre sí en forma
material en los términos del art. 55 del C.P.,
calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD.

937
c) En relación a: Roberto Horacio
Guerrina, se tiene en cuenta: la naturaleza de la
acción, la misma constituye la perversidad
sistematizada y aplicada a seres humanos en estado de
completa indefensión. En relación a los medios que
fueron utilizados para llevar a cabo estas acciones
ilegales, se ve plenamente reflejados en la utilización
de las estructuras del Estado y todos sus elementos
logísticos (agentes, armas e instalaciones), para
conculcar la libertad de los que resultaron víctimas en
esta causa. El daño ocasionado a las víctimas es
irreparable, y el daño ocasionado a los sobrevivientes
en sus mentes, producto de la tortura aún se refleja –
conforme lo comprobado en la audiencia de debate al
prestar declaración –pese a que hayan transcurrido más
de treinta años de los hechos-.
En este sentido, cabe agregar que Roberto
Horacio Guerrina prestó funciones la Comisaría de
Baradero, de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires, con el cargo de Oficial Principal y en este
caso, el cargo que ocupaba el nombrado es demostrativo
de su formación profesional y en consecuencia deberá
valorándose como circunstancia agravante.
A su vez, sobre este imputado debe
tenerse en cuenta la gravedad del hecho que lo tuvo
como partícipe, en perjuicio de Luis Eduardo Lita,
quien permaneció aproximadamente una semana en la
Comisaría donde ejercía funciones el acusado Guerrina
como oficial principal.
Adviértase asimismo que el nombrado fue
el encargado de labrar las actuaciones que permitieron
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el mantenimiento de la privación de libertad de Lita y
que fue sindicado tanto por los testigos Hokama y
Rapalin como por el coimputado González como un
colaborador activo del gobierno militar que usurpó el
poder durante los años 1976-1983.
Por lo tanto, el quantum de pena que
corresponde le sea impuesta a Roberto Horacio Guerrina,
guarda relación con la entidad del injusto y su
culpabilidad, considerando adecuada las penas de seis
(6) años de prisión, inhabilitación absoluta por el
mismo tiempo de la condena y COSTAS (arts. 12, 29 inc.
3°, 45 y 54 del CP; arts. 399, 403, 530, 531 y 535 del
CPPN), por considerarlo partícipe necesario de los
delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338- en concurso ideal con el delito de
falsedad ideológica, en los términos del art. 293 del
C.P.-, calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD.
d) En relación a: Juan Alberto González,
se tiene en cuenta: la naturaleza de la acción, la
misma constituye la perversidad sistematizada y
aplicada a seres humanos en estado de completa
indefensión. En relación a los medios que fueron
utilizados para llevar a cabo estas acciones ilegales,
se ve plenamente reflejados en la utilización de las
estructuras del Estado y todos sus elementos logísticos
(agentes, armas e instalaciones), para conculcar la

939
libertad de los que resultaron víctimas en esta causa.
El daño ocasionado a las víctimas es irreparable, y el
daño ocasionado a los sobrevivientes en sus mentes,
producto de la tortura aún se refleja – conforme lo
comprobado en la audiencia de debate al prestar
declaración – pese a que hayan transcurrido más de
treinta años de los hechos.
En este sentido, cabe agregar que Juan
Alberto González prestó funciones la Comisaría de
Baradero, de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires, con el cargo de Oficial Subinspector y en este
caso, a diferencia de lo establecido con el condenado
Guerrina, la menor jerarquía dentro de la Comisaría
revela un menor poder de decisión y en consecuencia
deberá valorándose como circunstancia atenuante de la
pena.
También debe valorarse la gravedad del
hecho en el que participó y que tuvo como víctima a
Luis Eduardo Lita, conforme se desarrollara al explicar
la participación de Guerrina.
Por lo tanto, el quantum de pena que
corresponde le sea impuesta a Juan Alberto González,
guarda relación con la entidad del injusto y su
culpabilidad, considerando adecuada las penas de tres
(3) años y seis (6) meses años de prisión,
inhabilitación absoluta por el mismo tiempo de la
condena, accesorias legales y costas (arts. 12, 29 inc.
3°, 45 y 54 del CP; arts. 399, 403, 530, 531 y 535 del
CPPN), por considerarlo partícipe necesario de los
delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
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público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338-, en concurso ideal con los delitos de
falsedad ideológica, en los términos del art. 293 del
C.P., calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD.
e) En relación a: Clementino Omar Rojas
se tiene en cuenta: la naturaleza de la acción, la
misma constituye la perversidad sistematizada y
aplicada a seres humanos en estado de completa
indefensión. En relación a los medios que fueron
utilizados para llevar a cabo estas acciones ilegales,
se ve plenamente reflejados en la utilización de las
estructuras del Estado y todos sus elementos logísticos
(agentes, armas e instalaciones), para conculcar la
libertad de los que resultaron víctimas en esta causa.
El daño ocasionado a las víctimas es irreparable, y el
daño ocasionado a los sobrevivientes en sus mentes,
producto de la tortura aún se refleja – conforme lo
comprobado en la audiencia de debate al prestar
declaración – pese a que hayan transcurrido más de
treinta años de los hechos.
En este sentido, cabe agregar que
Clementino Omar Rojas, al momento de los hechos, se
desempeñaba con el cargo de Comisario en la Comisaría
de Colón, siendo demostrativo de su formación
profesional y en consecuencia deberá valorándose como
circunstancia agravante.
En el caso de Clementino Omar Rojas ha
existido una voluntad de declarar en instrucción y

941
brindar su versión de los hechos, demostrando su
interés en el esclarecimiento de la verdad real, que no
se ha advertido en el resto de los coimputados y ello
deberá mensurarse como una pauta atenuante de la pena.
También debe valorarse que el Sr. Ocariz, única víctima
por la que se lo acusa a Rojas, sólo estuvo unas horas
detenido en la Comisaría y no refirió recibir malos
tratos en dicho lugar.
Por lo tanto, el quantum de pena que
corresponde le sea impuesta a Clementino Omar Rojas
guarda relación con la entidad del injusto y su
culpabilidad, considerando adecuada las penas de cuatro
(4) años de prisión, inhabilitación absoluta por el
mismo tiempo de la condena y costas (arts. 12, 29 inc.
3°, 45 y 54 del CP; arts. 399, 403, 530, 531 y 535 del
CPPN) por considerarlo partícipe necesario de los
delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338- en concurso ideal con el delito de
falsedad ideológica, en los términos del art. 293 del
C.P. calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD.
f) En relación a: Julio Alberto Almada,
Luis Antonio Sinigaglia y Miguel Ángel Lucero se tiene
en cuenta: la naturaleza de la acción, la misma
constituye la perversidad sistematizada y aplicada a
seres humanos en estado de completa indefensión. En
relación a los medios que fueron utilizados para llevar
a cabo estas acciones ilegales, se ve plenamente
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reflejados en la utilización de las estructuras del
Estado y todos sus elementos logísticos (agentes, armas
e instalaciones), para conculcar la libertad de los que
resultaron víctimas en esta causa. El daño ocasionado a
las víctimas es irreparable, y el daño ocasionado a los
sobrevivientes en sus mentes, producto de la tortura
aún se refleja – conforme lo comprobado en la audiencia
de debate al prestar declaración – pese a que hayan
transcurrido más de treinta años de los hechos.
En este sentido, cabe agregar que los
tres condenados al momento de los hechos se
desempeñaban con el cargo de Agentes en la Comisaría de
Colón de la Policía de la Provincia de Buenos Aires,
con escasa antigüedad en sus cargos y contrariamente a
lo que ocurre en los casos referidos anteriormente,
ello deberá valorándose como una circunstancia
atenuante de la pena.
Además, no habrá que obviar el hecho de
que hayan transcurrido 38 años desde que se produjeron
los delitos por los que fueran aquí condenados, y que
desde entonces no han cometido nuevos delitos, conforme
se desprende de los informes del Registro Nacional de
Reincidencia, obrante en autos. Lo que debe ser
valorado como un atenuante para cada uno de los aquí
condenados.
También debe valorarse, al igual que en
el caso de Rojas, que el Sr. Ocariz, única víctima por
la que se los acusa, sólo estuvo unas horas detenido en
la Comisaría y no refirió recibir malos tratos en dicho
lugar.

943
Por último, cabe recordar la conducta
posterior al delito demostrada por ellos, ya que a lo
largo del todo el debate han mostrado una considerada
sujeción a estar a derecho, concurriendo a todas las
audiencias de debate a lo largo del año y medio que
duró el juicio oral, circunstancia que se considerará
como atenuante.
Por lo tanto, el quantum de pena que
corresponde le sea impuesta a Julio Alberto Almada,
Luis Antonio Sinigaglia y Miguel Ángel Lucero, guarda
relación con la entidad del injusto y su culpabilidad,
considerando adecuada las penas de tres (3) años de
prisión y costas, por ser considerados partícipes
necesarios de los delitos de privación ilegítima de la
libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionarios públicos y por mediar violencia, en los
términos del art. 144 bis inc. 1°, en función del art.
142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la modificación
impuesta por la ley 21.338-, en concurso ideal con el
delito de falsedad ideológica, en los términos del art.
293 del C.P., calificándolos como crímenes de LESA
HUMANIDAD.
III.- Unificación de Condenas:
De acuerdo a las constancias que obran a
fs. 144/145 de la presente causa, los Sres. Manuel
Fernando Saint Amant y Antonio Federico Bossié han sido
condenados por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal
nº 2 de esta ciudad en el marco de los autos “MUÑOZ,
Jorge; BOSSIÉ, Antonio Federico y SAINT AMANT, Manuel
Fernando s/ Homicidio (art. 79 C.P.) calificado por el
art. 80 inc. 6 en concurso real” Expte. Nº
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85000037/2009, y acumulados, mediante veredicto nº
20/2012, a la pena de prisión perpetua, fallo que fue
confirmado por la Cámara Federal de Casación Penal y
respecto del cual se declaró inadmisible el recurso de
queja interpuesto por la defensa.
Por ello, las partes solicitaron que, en
caso de recaer veredicto condenatorio, se unifiquen las
condenas de los acusados con la impuesta por el
tribunal mencionado.
Al respecto, nuestra Corte Suprema tiene
establecido reiteradamente que cuando a raíz de un
hecho distinto debe juzgarse a una persona que ya está
cumpliendo pena por sentencia firme, corresponde que el
juez que dictó el último fallo, dicte la única
sentencia que establece el art. 58 del Cód. Penal (v.
“Raúl Francisco González” (Buenos Aires, 1992) 315: 28,
“José Hugo Lescano” (Buenos Aires, 1995), 318:2036,
“Alberto Martín Ceballos y otro” (Buenos Aires, 2001),
324:885, entre otros) y que este artículo responde al
propósito de establecer real y efectivamente la unidad
de legislación penal en el territorio de la República,
adoptando las medidas necesarias para que ella no
desaparezca por razones de funcionamiento de las
distintas jurisdicciones (CSJN in re: “De los Santos,
Isabelino”, Fallos 212:403).
La jurisprudencia plenaria también
estableció la competencia del último magistrado en el
fallo “Delgado”, donde estableció que: la 1º parte del
art. 58 Código Penal ordena unificar la sanción, al
Juez que deba pronunciar condena contra quien está

945
cumpliendo pena. Esto es imperativo, constituyendo, por
lo tanto, un deber legal (v. CÁMARA NACIONAL CRIMINAL y
CORRECCIONAL de la CAPITAL FEDERAL en pleno: “Delgado,
Omar A.”, 22/11/1977, en “La Ley” 1977-D-597).
Por los motivos señalados, se impone en
el presente unificar la condena que se impone a los
procesados Saint Amant y Bossié con la dictada por el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal nº 2 de Rosario,
en los términos del art. 58 y cc. del C.P., lo que se
dispondrá.
8) Costas.
Atento la forma como se resuelve la
cuestión precedente, las costas deben ser impuestas a
los condenados conforme lo normado en los arts. 530 y
531 del C.P.P.N.
9) Otras cuestiones planteadas por las
partes en sus alegatos.
Finalmente, corresponde en este punto
analizar el resto de los planteos formulados por las
partes en sus alegatos.
Por un lado, la Fiscalía General y las
partes querellantes solicitaron la remisión de
antecedentes al Colegio de Abogados del Dr. Mauricio
Bonchini, de acuerdo a lo explicado en el punto 6) de
las resultas. Al respecto, este tribunal no comparte
los argumentos esgrimidos por las partes acusatorias en
relación a los dichos del abogado defensor en sus
alegatos. Sin perjuicio de ello, advirtiéndose que el
letrado ha usado términos no apropiados al referirse a
una de las víctimas de autos, se estimó conducente
apercibirlo de que en sus manifestaciones futuras ante
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esta magistratura guarde el estilo correspondiente y se
abstenga de realizar calificaciones personales respecto
de las víctimas de autos.
Por otra parte, con relación al pedido de
remisión de testimonios al Juzgado Federal nº 2 o a la
Fiscalía Federal de San Nicolás formulado por el Dr.
Federico Reynares Solari, se consideró que, de acuerdo
a las facultades del Ministerio Público Fiscal y a la
unidad de éste, esa Fiscalía se encontraba facultada
para realizar dicha remisión, por lo que se le hizo
saber que el acta y los registros fílmicos de la
audiencia de debate se encontraban a su disposición en
Secretaría.
En último término, se estimó conducente
hacer lugar a los requerimientos formulados por el
Ministerio Público Fiscal relativos a: 1) la
comunicación al Ministerio de Seguridad de la Provincia
de Buenos Aires de la resolución nº 11/2015 DDHH del
26/03/15, que dispuso el sobreseimiento de Arnaldo
Nasif Bolmeni; 2) la solicitud al Ministerio de Defensa
de la Nación, al Ministerio de Seguridad de la
Provincia de Buenos Aires y a la Dirección Nacional de
Derechos Humanos del Ministerio de Seguridad de la
Nación, para que las áreas pertinentes inscriban la
calidad de detenidos desaparecidos en los legajos y
registros correspondientes a Gerardo Jorge Cámpora,
Luis Francisco Ceccon y Carlos Andrés Farayi,
respectivamente y 3) el requerimiento de señalización
como lugares en los que se perpetraron delitos de lesa
humanidad durante la última dictadura cívico militar de

947
la Unidad Regional VII, sede de la ex Delegación de San
Nicolás de la Dirección de Inteligencia de la Policía
de la Provincia de Buenos Aires sita en calle Roca y
Garibaldi y de la sede del ex Destacamento de
Inteligencia 101 del Ejército, sección San Nicolás,
sito en calle Ameghino N° 387, todo ello por intermedio
de la Red Federal de sitios de Memoria de la Secretaría
de Derechos Humanos de la Nación.
Con lo que quedó formulado el Acuerdo que
dio lugar a la presente y fundada en lo pertinente la
Sentencia cuya parte resolutiva lleva el n° 9/2015 de
la Secretaría actuante, por la cual este Tribunal
resolvió:
Veredicto Nro. 9/2015:
I.- RECHAZAR los planteos de
inconstitucionalidad, prescripción y recusación de
los representantes del Ministerio Público Fiscal
efectuados por las defensas.
II.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada contra Manuel Fernando SAINT
AMANT por el Ministerio Público Fiscal y la
Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia Buenos
Aires, por no encontrarse contenidos en los
requerimientos de elevación a juicio, respecto de: 1)
la agravante de “ser las víctimas perseguidos
políticos” contenida en el art. 144 ter del C.P. –ley
14.616- en relación a las víctimas José María
Budassi, Pablo Leonardo Martínez, Alicia Inés
Cámpora, María Luisa Corelli y Gustavo Carlos De
Cara; 2) el delito de tormentos agravados por
resultar las víctimas perseguidos políticos (art. 144
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FRO 82000149/10
ter del C.P. –ley 14.616-) en perjuicio de las
víctimas Guillermo Estalle, Mario Contartese, Carlos
Andrés Farayi, Gerardo Jorge Cámpora y Carlos Armando
Grande; y 3) las agravantes de “alevosía” y “para
procurar su impunidad” contenidas en los incisos 2º y
7º del art. 80 del C.P. en relación a las víctimas
Carlos Armando Grande, Gerardo Jorge Cámpora y Carlos
Andrés Farayi.
III.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada contra Manuel Fernando SAINT
AMANT por el Ministerio Público Fiscal, por no
encontrarse contenido en el requerimiento de
elevación a juicio, respecto de: 1) el delito de
tormentos agravados por resultar las víctimas
perseguidos políticos en los términos del art. 144
ter del C.P. en perjuicio de, Gustavo Eduardo Gonzalo
Montalvo, Alfredo Pedro Velasco, Orlando Benito
Brambilla, Florencio Gamarra, Hugo Pascual Lima,
Jorge Guillermo Lima, Manuel Gil Morales, Mario
Osvaldo D´Imperio, José Edgardo D´Imperio, Mario
Humberto Verandi, Marcelo Raúl Beguelin, Horacio
Luppi, Pedro César Marchi, Rubén Darío Reynoso,
Rodolfo Abel Kremer, Naldo Brunelli, Julio Raúl
Peris, Carlos Alberto Pheulpin, Juan Carlos Pérez,
Domingo Pierro, Pablo Rubén Fioravantti, Benjamín
Santillán, María Lucila Santillán y Jorge Francisco
Santillán; 2) la agravante de “para procurar su
impunidad” del inciso 7º del art. 80 del C.P. por las
víctimas Rubén Darío Reynoso, Rodolfo Abel Kremer,

949
Abel Ramón Acosta, Julio Raúl Peris, Leonor Genoveva
Pierro, Carlos Benjamín Santillán y María Cristina
Lanzillotto; y 3) la agravante del inciso 5º del art.
184 en función del art. 183 del C.P. en perjuicio de
la vivienda de Raúl Peris.
IV.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada contra Manuel Fernando SAINT
AMANT por el Ministerio Público Fiscal y la querella
particular de Pablo Héctor Pérez, por no encontrarse
contenidos en los requerimientos de elevación a
juicio, respecto de la agravante “para procurar su
impunidad” contenida en el inc. 7º del art. 80 del
C.P. respecto de la víctima Carlos Gerardo Pérez.
V.-CONDENAR a Manuel Fernando SAINT
AMANT, cuyos demás datos personales constan
precedentemente, en carácter de autor mediato
penalmente responsable de los delitos de privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar
violencia, en los términos del art. 144 bis inc. 1°,
en función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616
con la modificación impuesta por la ley 21.338- en
perjuicio de: 1) Carlos Armando Grande, 2) Gerardo
Jorge Cámpora, 3) José María Budassi, 4) Pablo
Leonardo Martínez, 5) Alicia Inés Cámpora, 6) María
Luisa Corelli, 7) Gustavo Carlos De Cara, 8)
Guillermo Luis Estalle, 9) Mario Juan Francisco
Contartese, 10) Eduardo Julio Schiel, 11) Graciela
del Corazón de Jesús Celayeta, 12) Gustavo Eduardo
Gonzalo Montalvo, 13) Alfredo Pedro Velasco, 14)
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FRO 82000149/10
Orlando Benito Brambilla, 15) Florencio Gamarra, 16)
Ricardo Ezio Montalvo, 17) Juan Manuel Díaz, 18) José
Edgardo D´Imperio, 19) Mario Osvaldo D´Imperio, 20)
Horacio Pío Luppi, 21) Marcelo Raúl Beguelín, 22)
Mario Humberto Verandi, 23) Pedro César Marchi, 24)
Manuel Gil Morales, 25) Hugo Pascual Lima, 26) Jorge
Guillermo Lima, 27) Tomás Juan Zuelgaray, 28) Alberto
Kipen, 29) Miguel Ángel Di Pasqua, 30) Oscar Omar
Hofer, 31) Víctor Hugo Hofer, 32) Rodolfo Abel
Kremer, 33) Rubén Darío Reynoso, 34) Ana Inés
Cárdenas, 35) Carlos Alberto Rojas, 36) Hugo Daniel
Acosta, 37) Vicente Primo Beccarini, 38) Héctor
Acosta, 39) Mariano Navarro, 40) Dionisio Tomás
Kazenas, 41) Abel Ramón Acosta, 42) María Alicia
Sosa, 43) Naldo Raúl Brunelli, 44) Julio Raúl Peris,
45) José Enrique Peris, 46) Raúl Peris, 47) Norberto
Oscar Gil, 48) Carlos Alberto Pheulpin, 49) Juan
Carlos Pérez, 50) Domingo Pierro, 51) Omar Ángel
Podestá, 52) Adriana Beatriz Pierro, 53) Carlos María
Esquilino, 54) Pablo Rubén Fioravantti, 55) Carlos
Gerardo Pérez, 56) Leonor Genoveva Pierro, 57) Carlos
Benjamín Santillán, 58) María Cristina Lanzillotto,
59) Benjamín Santillán, 60) María Lucila Santillán,
61) Jorge Francisco Santillán y 62) Carlos Andrés
Farayi (sesenta y dos hechos); privación ilegítima de
la libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia, en los
términos del art. 144 bis inc. 1°, en función del
art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616 con la

951
modificación impuesta por la ley 21.338- en concurso
ideal con el delito de falsedad ideológica en los
términos del art. 293 del C.P. del que resultaron
víctimas: 1) Jorge Enrique Ocariz y 2) Luis Eduardo
Lita (dos hechos); tormentos en los términos del art.
144 ter -según ley 14.616- que tuvieron por víctimas
a: 1) José María Budassi, 2) Pablo Leonardo Martínez,
3) Alicia Inés Cámpora, 4) María Luisa Corelli y 5)
Gustavo Carlos De Cara (cinco hechos); tormentos
agravados por ser las víctimas perseguidos políticos
en los términos del art. 144 ter, párrafo 1ero y 2do.
del C.P. -según ley 14.616- que tuvieron por víctima
a: 1) Eduardo Julio Schiel, 2) Graciela del Corazón
de Jesús Celayeta, 3) Ricardo Ezio Montalvo, 4) Juan
Manuel Díaz, 5) Tomás Juan Zuelgaray, 6) Alberto
Kipen, 7) Miguel Ángel Di Pasqua, 8) Oscar Omar
Hofer, 9) Víctor Hugo Hofer, 10) Ana Inés Cárdenas,
11) Carlos Alberto Rojas, 12) Hugo Daniel Acosta, 13)
Vicente Primo Beccarini, 14) Héctor Acosta, 15)
Mariano Navarro, 16) Dionisio Tomás Kazenas, 17) Abel
Ramón Acosta, 18) Jorge Enrique Ocariz, 19) Luis
Eduardo Lita, 20) Norberto Oscar Gil, 21) Omar Ángel
Podestá, 22) Adriana Beatriz Pierro, 23) Carlos María
Esquilino, 24) Carlos Gerardo Pérez, 25) Leonor
Genoveva Pierro, 26) Carlos Benjamín Santillán y 27)
María Cristina Lanzillotto, (veintisiete hechos);
homicidio agravado por el concurso premeditado de dos
o más personas, en los términos del art. 80 inc. 6º
del C.P. en función del art. 79 del C.P., en
perjuicio de: 1) Carlos Armando Grande, 2) Gerardo
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Jorge Cámpora y 3) Carlos Andrés Farayi (tres
hechos); homicidio agravado por alevosía, por el
concurso premeditado de dos o más personas y para
procurar su impunidad, en los términos del art. 80
inc. 2º, 6º y 7º del C.P. en función del art. 79 del
C.P., en perjuicio de: 1) Miguel Ángel Di Pasqua, 2)
Oscar Omar Hofer, 3) Víctor Hugo Hofer; homicidio
agravado por alevosía y por el concurso premeditado
de dos o más personas, en los términos del art. 80
inc. 2º y 6º del C.P. en función del art. 79 del
C.P., en perjuicio de: 1) Rodolfo Abel Kremer, 2)
Rubén Darío Reynoso, 3) Abel Ramón Acosta, 4) Julio
Raúl Peris, 5) Carlos Gerardo Pérez, 6) Leonor
Genoveva Pierro, 7) Carlos Benjamín Santillán y 8)
María Cristina Lanzillotto (ocho hechos); lesiones en
los términos del art. 89 del C.P. del que resultaron
víctimas: 1) José Enrique Peris y 2) Raúl Peris (dos
hechos); allanamiento ilegal de vivienda en los
términos del art. 151 en función del art. 150 del
C.P., cometido contra: 1) el inmueble que habitaba
Naldo Raúl Brunelli junto a sus padres, sito en calle
Maipú Nº 727 de San Nicolás, provincia de Buenos
Aires, 2) la vivienda de los padres de Raúl Peris,
ubicada en la intersección de las calles 4 de Febrero
y Libertad de la ciudad de Baradero, provincia de
Buenos Aires, 3) el inmueble de Jorge Enrique Ocariz,
sito en calle Aguiar nº 147 de la ciudad de San
Nicolás, provincia de Buenos Aires, 4) la vivienda de
Domingo Pierro, sita en calle Mitre Nº 377 de la

953
ciudad de Pergamino, provincia de Buenos Aires, 5) el
inmueble de Juan Carlos Pérez y Amanda Sadaba de
Pérez, ubicado en calle Honduras Nº 1351 de la ciudad
de Pergamino, Provincia de Buenos Aires, 6) la
vivienda que habitaba Carlos Gerardo Pérez, ubicada
en calle Salta s/n del Barrio Pezzi de San Nicolás,
provincia de Buenos Aires y 7) el inmueble de Pablo
Rubén Fioravantti sito en la localidad de Carabelas,
partido de Rojas, provincia de Buenos Aires (siete
hechos); daño en los términos del art. 183 del C.P.
en perjuicio de la vivienda propiedad de Raúl Peris
(un hecho); robo calificado por ser cometido con
armas en los términos del art. 166 inc. 2) en función
del art. 164, ambos del C.P., en perjuicio de: 1)
Víctor Hugo Hofer y sus padres Oscar Atilio Hofer y
Paulina Di Rossa, 2) Oscar Omar Hofer y su esposa
María del Rosario Perazzo y 3) Carlos Alberto
Pheulpin (tres hechos); delitos que concurren entre
sí en forma material, de conformidad a lo normado por
el art. 55 C.P., calificándolos como crímenes de LESA
HUMANIDAD; a la pena de PRISIÓN PERPETUA,
INHABILITACIÓN ABSOLUTA y PERPETUA Y COSTAS (arts.
12, 29 inc. 3° y 55 del CP; arts. 399, 403, 530, 531
y 535 del CPPN); condena que se unifica con la
dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal
nº 2 de Rosario mediante sentencia nº 20/2012 del
27/12/2012 en los autos caratulados “Muñoz, Jorge y
otros s/ homicidio agravado”, expediente nº
85000037/2009.
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
VI.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal
contra Antonio Federico BOSSIÉ, por no encontrarse
contenidos en el requerimiento de elevación a juicio,
respecto de: 1) el delito de tormentos agravados por
ser las víctimas perseguidos políticos (art. 144 ter
del C.P. –ley 14.616-) en perjuicio de Rubén Darío
Reynoso, Rodolfo Abel Kremer, Juan Carlos Pérez,
Domingo Pierro, Pablo Rubén Fioravantti, Carlos
Benjamín Santillán, María Cristina Lanzillotto, María
Lucila Santillán y Jorge Francisco Santillán; 2) la
agravante “para procurar su impunidad” contenida en
el inciso 7º del art. 80 del C.P. por las víctimas
Rubén Darío Reynoso, Rodolfo Abel Kremer y Leonor
Genoveva Pierro; y 3) la agravante de la segunda
parte del inciso 2º del art. 166 del C.P.
(“despoblado y en banda”) respecto de Carlos Humberto
Pheulpin.
VII.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada contra Antonio Federico BOSSIÉ
por el Ministerio Público Fiscal y la querella
particular de Pablo Héctor Pérez, por no encontrarse
contenidos en los requerimientos de elevación a
juicio, respecto de la agravante “para procurar su
impunidad” contenida en el inc. 7º del art. 80 del
C.P. respecto de la víctima Carlos Gerardo Pérez.
VIII.- CONDENAR a Antonio Federico
BOSSIÉ, cuyos demás datos personales constan
precedentemente, en carácter de autor mediato de los

955
delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta
por la ley 21.338- en perjuicio de: 1) Eduardo Julio
Schiel, 2) Graciela Corazón de Jesús Celayeta, 3)
Miguel Ángel Di Pasqua, 4) Oscar Omar Hofer, 5)
Víctor Hugo Hofer, 6) Ana Inés Cárdenas, 7) Carlos
Alberto Rojas, 8) Rubén Darío Reynoso, 9) Rodolfo
Abel Kremer, 10) Juan Carlos Pérez, 11) Domingo
Pierro, 13) Pablo Rubén Fioravantti, 14) Omar Ángel
Podestá, 15) Adriana Beatriz Pierro, 16) Carlos María
Esquilino, 17) Carlos Gerardo Pérez, 18) Leonor
Genoveva Pierro, 19) Carlos Benjamín Santillán, 20)
María Cristina Lanzillotto, 21) María Lucila
Santillán y 22) Jorge Francisco Santillán (veintidós
hechos); aplicación de tormentos agravados por ser
las víctimas perseguidos políticos, en los términos
del art. 144 ter, párrafo 1ero y 2do. del C.P. -según
ley 14.616- que tuvieron por víctimas a: 1) Eduardo
Julio Schiel, 2) Graciela Corazón de Jesús Celayeta,
3) Miguel Ángel Di Pasqua, 4) Oscar Omar Hofer, 5)
Víctor Hugo Hofer, 6) Ana Inés Cárdenas, 7) Carlos
Alberto Rojas, 8) Omar Ángel Podestá, 9) Adriana
Beatriz Pierro, 10) Carlos María Esquilino, 11)
Carlos Gerardo Pérez y 12) Leonor Genoveva Pierro
(doce hechos); homicidio agravado por alevosía, por
el concurso premeditado de dos o más personas y para
procurar su impunidad, en los términos del art. 80
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incs. 2º, 6º y 7º del C.P. en perjuicio de: 1) Miguel
Ángel Di Pasqua, 2) Oscar Omar Hofer, 3) Víctor Hugo
Hofer (tres hechos); homicidio agravado por alevosía,
por el concurso premeditado de dos o más personas y
para procurar su impunidad, en los términos del art.
80 incs. 2º, 6º y 7º del C.P. en perjuicio de: 1)
Rubén Darío Reynoso, 2) Rodolfo Abel Kremer, 3)
Carlos Gerardo Pérez y 4) Leonor Genoveva Pierro
(cuatro hechos); robo calificado por ser cometido con
armas en los términos del art. 166 inc. 2) en función
del art. 164, ambos del C.P., en perjuicio de: 1)
Víctor Hugo Hofer y sus padres Oscar Atilio Hofer y
Paulina Di Rossa, 2) Oscar Omar Hofer y su esposa
María del Rosario Perazzo, 3) Carlos Alberto Pheulpin
(tres hechos) y allanamiento ilegal de vivienda en
los términos del art. 151 en función del art. 150 del
C.P. cometido contra: 1) la vivienda de Domingo
Pierro, sita en calle Mitre Nº 377 de la ciudad de
Pergamino, provincia de Buenos Aires, 2) el inmueble
de Juan Carlos Pérez y Amanda Sadaba de Pérez,
ubicado en calle Honduras Nº 1351 de la ciudad de
Pergamino, Provincia de Buenos Aires y 3) la vivienda
que habitaba Carlos Gerardo Pérez, ubicada en calle
Salta s/n del Barrio Pezzi de San Nicolás, provincia
de Buenos Aires (tres hechos); los que concurren
materialmente entre sí (art. 55 C.P), calificándolos
como crímenes de LESA HUMANIDAD, a la pena de PRISIÓN
PERPETUA, INHABILITACIÓN ABSOLUTA y PERPETUA y COSTAS
(arts. 12, 29 inc. 3° y 55 del CP; arts. 399, 403,

957
530, 531 y 535 del CPPN); condena que se unifica con
la dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal
Federal nº 2 de Rosario mediante sentencia nº 20/2012
del 27/12/2012 en los autos caratulados “Muñoz, Jorge
y otros s/ homicidio agravado”, expediente nº
85000037/2009.
IX.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal
contra Norberto Ricardo FERRERO, por no encontrarse
contenidos en el requerimiento de elevación a juicio,
respecto de: 1) el delito de tormentos agravados por
resultar la víctima perseguido político en los
términos del art. 144 ter del C.P. en relación a Luis
Eduardo Lita y 2) la agravante “para procurar su
impunidad” contenida en el inc. 7º del art. 80 del
C.P. respecto de Luis Francisco Ceccon.
X.-CONDENAR a Norberto Ricardo FERRERO,
cuyos demás datos personales obran precedentemente,
como autor mediato de los delitos de privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar
violencia, en los términos del art. 144 bis inc. 1°,
en función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616
con la modificación impuesta por la ley 21.338-, en
perjuicio de: 1) Norberto Oscar Gil, 2) Jorge Enrique
Ocariz, 3) Luis Eduardo Lita, 4) Luis Francisco
Ceccon, 5) Alcira Elizabeth Ríos y 6) Luis Pablo
Córdoba (seis hechos); tormentos calificados por ser
las víctimas perseguidos políticos en los términos
del art. 144 ter, párrafo 1ero y 2do. del C.P. -según
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
ley 14.616-, en perjuicio de: 1) Norberto Oscar Gil,
2) Jorge Enrique Ocariz, 3) Luis Francisco Ceccon, 4)
Alcira Elizabeth Ríos y 5) Luis Pablo Córdoba (cinco
hechos); y homicidio agravado por alevosía y con el
concurso premeditado de dos o más personas, en los
términos del art. 80 incs. 2º y 6º del C.P., en
perjuicio de Luis Francisco Ceccon (un hecho), los
que concurren materialmente entre sí (art. 55 del
C.P.), calificándolos como crímenes de LESA
HUMANIDAD; a la pena de PRISIÓN PERPETUA,
INHABILITACIÓN ABSOLUTA y PERPETUA Y COSTAS (arts.
12, 29 inc. 3° y 55 del CP; arts. 399, 403, 530, 531
y 535 del CPPN).
XI.- CONDENAR a Daniel Fernando
QUINTANA, cuyos demás datos personales constan
precedentemente, en carácter de partícipe necesario
de los delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta
por la ley 21.338-, aplicación de tormentos agravados
por ser la víctima perseguido político, en los
términos del art. 144 ter, párrafo 1ero y 2do. del
C.P. -según ley 14.616-, homicidio agravado por
alevosía, por el concurso premeditado de dos o más
personas y para procurar su impunidad, en los
términos del art. 80 incs. 2º, 6º y 7º del C.P.,
todos ellos en perjuicio de Oscar Omar Hofer y robo

959
calificado por ser cometido con armas en los términos
del art. 166 inc. 2) en función del art. 164, ambos
del C.P., en perjuicio del nombrado y de su esposa
Paulina Di Rossa; los que concurren entre sí en forma
real (art. 55 del C.P.), calificándolos como crímenes
de LESA HUMANIDAD; a la pena de PRISIÓN PERPETUA,
INHABILITACIÓN ABSOLUTA y PERPETUA y COSTAS (arts.
12, 29 inc. 3°, 45 y 55 del CP; arts. 399, 403, 530,
531 y 535 del CPPN).
XII.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal
contra Edgardo Antonio MASTRANDREA por el Ministerio
Público Fiscal y la Secretaría de Derechos Humanos de
la Provincia Buenos Aires, por no encontrarse
contenidos en los requerimientos de elevación a
juicio, respecto de: 1) la agravante de “ser las
víctimas perseguidos políticos” contenida en el art.
144 ter del C.P. –ley 14.616- en relación a las
víctimas José María Budassi, Pablo Leonardo Martínez,
Alicia Cámpora, María Luisa Corelli y Gustavo Carlos
De Cara; 2) el delito de tormentos agravados por
resultar las víctimas perseguidos políticos (art. 144
ter del C.P. –ley 14.616-) en perjuicio de Mario
Contartese.
XIII.- CONDENAR a Edgardo Antonio
MASTRANDREA, cuyos demás datos personales constan
precedentemente, en carácter de partícipe necesario
de los delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338-, en perjuicio de: 1) Pablo Leonardo
Martínez, 2) José María Budassi, 3) Alicia Cámpora,
4) María Luisa Corelli, 5) Gustavo Carlos De Cara y
6) Mario Juan Francisco Contartese (seis hechos); en
concurso real en los términos del art. 55 del C.P.
con el delito de aplicación de tormentos, en los
términos del art. 144 ter del C.P. -según ley 14.616-
que tuvieron por víctima a: 1) Pablo Leonardo
Martínez, 2) José María Budassi, 3) Alicia Cámpora,
4) María Luisa Corelli y 5) Gustavo Carlos De Cara
(cinco hechos), calificándolos como crímenes de LESA
HUMANIDAD, a la pena de VEINTE (20) AÑOS DE PRISIÓN,
INHABILITACIÓN ABSOLUTA por el mismo tiempo de la
condena y COSTAS (arts. 12, 29 inc. 3°, 45 y 55 del
CP; arts. 399, 403, 530, 531 y 535 del CPPN).
XIV- CONDENAR a Carlos Enrique ROCCA,
cuyos demás datos personales constan precedentemente,
en carácter de partícipe necesario de los delitos de
privación ilegítima de la libertad doblemente
agravada por su carácter de funcionario público y por
mediar violencia, en los términos del art. 144 bis
inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º del C.P. -
ley 14.616 con la modificación impuesta por la ley
21.338-, aplicación de tormentos agravados por ser la
víctima perseguido político, en los términos del art.
144 ter, párrafo 1ero y 2do. del C.P. que tuvieron
por víctima a Benjamín Santillán; y usurpación de

961
inmueble sito en calle Rivadavia Nº 954 de la ciudad
de Pergamino, provincia de Buenos Aires en el que
residían Carlos Benjamín Santillán y sus dos hijos
María Lucila y Jorge Francisco Santillán, en los
términos del art. 181 inc. 1° del C.P., los que
concurren entre sí en forma material en los términos
del art. 55 del C.P., calificándolos como crímenes de
LESA HUMANIDAD, a la pena de DOCE (12) AÑOS DE
PRISIÓN, INHABILITACIÓN ABSOLUTA por el mismo tiempo
de la condena y COSTAS, (arts. 12, 29 inc. 3°, 45 y
55 del CP; arts. 399, 403, 530, 531 y 535 del CPPN).
XV.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal
contra Roberto Horacio GUERRINA, por no encontrarse
contenido en el requerimiento de elevación a juicio,
respecto del delito de tormentos agravados por ser la
víctima perseguido político en los términos del art.
144 ter del C.P. en perjuicio de Luis Eduardo Lita.
XVI.- CONDENAR a Roberto Horacio
GUERRINA, cuyos demás datos personales constan
precedentemente, en carácter de partícipe necesario
de los delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338- en concurso ideal con el delito de
falsedad ideológica, en los términos del art. 293 del
C.P.- que damnificaron a Luis Eduardo Lita,
calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD, a la
Poder Judicial de la Nación
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pena de SEIS (6) AÑOS DE PRISIÓN, INHABILITACIÓN
ABSOLUTA por el mismo tiempo de la condena y COSTAS
(arts. 12, 29 inc. 3°, 45 y 54 del CP; arts. 399,
403, 530, 531 y 535 del CPPN).
XVII.- DECLARAR la nulidad parcial de
la acusación formulada por el Ministerio Público
Fiscal contra Clementino Omar ROJAS, por no
encontrarse contenido en el requerimiento de
elevación a juicio, respecto del delito de tormentos
agravados por ser la víctima perseguido político en
los términos del art. 144 ter del C.P. en perjuicio
de Jorge Enrique Ocariz.
XVIII.- CONDENAR a Clementino Omar
ROJAS, cuyos demás datos personales constan
precedentemente, como partícipe necesario de los
delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338- en concurso ideal con el delito de
falsedad ideológica, en los términos del art. 293 del
C.P. que tuvieron por víctima a Jorge Enrique Ocariz,
calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD; a la
pena de CUATRO (4) AÑOS DE PRISIÓN, INHABILITACIÓN
ABSOLUTA por el mismo tiempo de la condena y COSTAS
(arts. 12, 29 inc. 3°, 45 y 54 del CP; arts. 399,
403, 530, 531 y 535 del CPPN).

963
XIX.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal
contra Juan Alberto GONZÁLEZ, por no encontrarse
contenido en el requerimiento de elevación a juicio,
respecto del delito de tormentos agravados por ser la
víctima perseguido político en los términos del art.
144 ter del C.P. en perjuicio de Luis Eduardo Lita.
XX.- CONDENAR a Juan Alberto GONZÁLEZ,
cuyos demás datos personales constan precedentemente,
como partícipe necesario de los delitos de privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar
violencia, en los términos del art. 144 bis inc. 1°,
en función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616
con la modificación impuesta por la ley 21.338-, en
concurso ideal con los delitos de falsedad
ideológica, en los términos del art. 293 del C.P. que
tuvieron por víctima a Luis Eduardo Lita,
calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD; a la
pena de TRES (3) AÑOS Y SEIS (6) MESES AÑOS DE
PRISIÓN, INHABILITACIÓN ABSOLUTA por el mismo tiempo
de la condena, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (arts. 12,
29 inc. 3°, 45 y 54 del CP; arts. 399, 403, 530, 531
y 535 del CPPN).
XXI.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal
contra Julio Alberto ALMADA, por no encontrarse
contenido en el requerimiento de elevación a juicio,
respecto del delito de tormentos agravados por ser la
víctima perseguido político en los términos del art.
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TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
144 ter del C.P. en perjuicio de Jorge Enrique
Ocariz.
XXII.- CONDENAR a Julio Alberto ALMADA,
cuyos demás datos personales constan precedentemente,
como partícipe necesario de los delitos de privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar
violencia, en los términos del art. 144 bis inc. 1°,
en función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616
con la modificación impuesta por la ley 21.338-, en
concurso ideal con el delito de falsedad ideológica,
en los términos del art. 293 del C.P. que tuvieron
por víctima a Jorge Enrique Ocariz, calificándolos
como crímenes de LESA HUMANIDAD; a la pena de TRES
(3) AÑOS DE PRISIÓN Y COSTAS (arts. 29 inc. 3°, 45 y
54 del CP; arts. 399, 403, 530, 531 y 535 del CPPN).
XXIII.- DECLARAR la nulidad parcial de
la acusación formulada por el Ministerio Público
Fiscal contra Miguel Ángel LUCERO, por no encontrarse
contenido en el requerimiento de elevación a juicio,
respecto del delito de tormentos agravados por ser la
víctima perseguido político en los términos del art.
144 ter del C.P. en perjuicio de Jorge Enrique
Ocariz.
XXIV.- CONDENAR a Miguel Ángel LUCERO,
cuyos demás datos personales constan precedentemente,
como partícipe necesario de los delitos de privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por su
carácter de funcionario público y por mediar

965
violencia, en los términos del art. 144 bis inc. 1°,
en función del art. 142 inc. 1º del C.P. -ley 14.616
con la modificación impuesta por la ley 21.338-, en
concurso ideal con el delito de falsedad ideológica,
en los términos del art. 293 del C.P. que tuvieron
por víctima a Jorge Enrique Ocariz, calificándolos
como crímenes de LESA HUMANIDAD; a la pena de TRES
(3) AÑOS DE PRISIÓN y COSTAS (arts. 29 inc. 3°, 45 y
54 del CP; arts. 399, 403, 530, 531 y 535 del CPPN).
XXV.- DECLARAR la nulidad parcial de la
acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal
contra Luis Antonio SINIGAGLIA, por no encontrarse
contenido en el requerimiento de elevación a juicio,
respecto del delito de tormentos agravados por ser la
víctima perseguido político en los términos del art.
144 ter del C.P. en perjuicio de Jorge Enrique
Ocariz.
XXVI.- CONDENAR a Luis Antonio
SINIGAGLIA, cuyos demás datos personales constan
precedentemente, como partícipe necesario de los
delitos de privación ilegítima de la libertad
doblemente agravada por su carácter de funcionario
público y por mediar violencia, en los términos del
art. 144 bis inc. 1°, en función del art. 142 inc. 1º
del C.P. -ley 14.616 con la modificación impuesta por
la ley 21.338-, en concurso ideal con el delito de
falsedad ideológica, en los términos del art. 293 del
C.P. que tuvieron por víctima a Jorge Enrique Ocariz,
calificándolos como crímenes de LESA HUMANIDAD; a la
pena de TRES (3) AÑOS DE PRISIÓN y COSTAS (arts. 29
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
inc. 3°, 45 y 54 del CP; arts. 399, 403, 530, 531 y
535 del CPPN).
XXVII.- ABSOLVER a Guillermo Miguel
ADROVER, respecto de los hechos que fueron objeto de
la acusación, calificados como privación ilegítima de
la libertad doblemente agravada por su carácter de
funcionario público y por mediar violencia o
amenazas, en los términos del art. 144 bis inc. 1°,
en función del art. 142 inc. 1) del C.P. -ley 14.616
con la modificación impuesta por la ley 21.338- y
aplicación de tormentos agravados por ser la víctima
perseguido político, en los términos del art. 144
ter, párrafo 1ero y 2do. del C.P. en perjuicio de
Benjamín Santillán; en virtud de lo dispuesto en el
art. 3 del CPPN.
XXVIII.- RECHAZAR los restantes
planteos de nulidad formulados por las defensas.
XXIX- Imponer a los condenados el pago
de la tasa de justicia que asciende a la suma de
PESOS SESENTA Y NUEVE c/70/100 ($ 69,70) a cada uno
de ellos, intimándolos a hacerlo efectivo en el
término de cinco días, bajo apercibimiento de
aplicarles en concepto de multa un recargo del 50%
del valor referido, que deberán abonar en idéntico
plazo (art.11 de la ley 23.789) y de perseguir su
cobro por la vía ejecutiva; como así también las
costas del juicio.
XXX.- Disponer, una vez que adquiera
firmeza el presente decisorio, el inmediato

967
encarcelamiento de los imputados, quienes cumplirán
la pena privativa de la libertad en cárceles comunes,
pertenecientes al Servicio Penitenciario Federal.
Respecto de la situación de Norberto Ricardo Ferrero,
Daniel Fernando Quintana y Edgardo Antonio
Mastrandrea, se resolverá a continuación de esta
audiencia en incidente por separado.
XXXI.- Atento lo ordenado respecto de
Antonio Federico Bossié por el Tribunal Oral en lo
Criminal Federal nº 2 de Rosario mediante resolución
n° 294/14 y habiendo cesado los motivos que
originaron su diferimiento (resolución n° 52/2014
DDHH), dispóngase su inmediato traslado al Centro
Federal de Detención de Mujeres “Nuestra Señora de
San Nicolás”, Unidad 31 de Ezeiza, quien quedará a
disposición conjunta de ambos Tribunales.
XXXII.- Ordenar la prohibición de
salida del país de Manuel Fernando Saint Amant,
Antonio Federico Bossié, Norberto Ricardo Ferrero,
Daniel Fernando Quintana, Edgardo Antonio
Mastrandrea, Carlos Enrique Rocca, Roberto Horacio
Guerrina, Clementino Omar Rojas, Juan Alberto
González, Julio Alberto Almada, Miguel Ángel Lucero y
Luis Antonio Sinigaglia. Líbrense los despachos
pertinentes.
XXXIII.- Comunicar al Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, a los
fines que correspondan, la resolución nº 11/2015 DDHH
del 26/03/15, que dispuso el sobreseimiento de
Poder Judicial de la Nación
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Arnaldo Nasif Bolmeni, acompañándose copia
certificada de ésta.
XXXIV.- Hacer saber a la Fiscalía
General que el acta y los registros fílmicos de la
audiencia de debate se encuentran a su disposición en
Secretaría y que, de acuerdo a las facultades del
Ministerio Público Fiscal y a la unidad de éste,
podrá remitir al Juzgado Federal nº 2 o a la Fiscalía
Federal de San Nicolás aquellas probanzas producidas
en esta instancia que considere pertinentes.
XXXV.- Librar oficio al Ministerio de
Defensa de la Nación, para que las áreas pertinentes
inscriban la calidad de detenido desaparecido en el
legajo y en los registros correspondientes a Gerardo
Jorge Cámpora.
XXXVI.- Librar oficio del Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires a fin que
por intermedio de quien corresponda se inscriba la
calidad de detenido desaparecido de Luis Francisco
Ceccon.
XXXVII.- Librar oficio a la Dirección
Nacional de Derechos Humanos del Ministerio de
Seguridad de la Nación, para que por su intermedio
las áreas correspondientes de la Policía Federal
Argentina, inscriban las partes pertinentes de la
sentencia en donde conste la verdad real de lo
sucedido con la víctima Carlos Andrés Farayi.
XXXVIII.- Requerir a la Red Federal de
sitios de Memoria de la Secretaría de Derechos

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Humanos de la Nación, que señalice como lugares en
los que se perpetraron delitos de lesa humanidad
durante la última dictadura cívico militar la Unidad
Regional VII, sede de la ex Delegación de San Nicolás
de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la
Provincia de Buenos Aire sita en calle Roca y
Garibaldi y la sede del ex Destacamento de
Inteligencia 101 del Ejército, sección San Nicolás,
sito en calle Ameghino N° 387.
XXXIX.- RECHAZAR las solicitudes de
remisión de antecedentes a la Justicia Federal de
primera instancia para que se investigue el delito de
falso testimonio por parte de los testigos indicados
por Antonio Federico Bossié en su declaración
indagatoria.
XL.- RECHAZAR la solicitud de remisión
de antecedentes al Colegio Público de Abogados
formulada por el Sr. Fiscal General en relación del
Dr. Mauricio Bonchini; sin perjuicio de recomendarle
al letrado mencionado que en sus manifestaciones
futuras ante este Tribunal guarde el estilo
correspondiente y se abstenga de realizar
calificaciones personales respecto de las víctimas de
autos.
XLI.- Tener presente las reservas de
recursos formuladas por las partes.
XLII.- Establecer el día 7 de
septiembre de 2015, a las 10:00 horas, para la
lectura de los fundamentos de la presente, por darse
Poder Judicial de la Nación
TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE ROSARIO 1
FRO 82000149/10
las circunstancias previstas en el art. 400, tercer
párrafo, del CPPN.
XLIII- Ordenar se inserte la presente,
se libren las comunicaciones pertinentes y se
reserven las actuaciones.

Dr. José María ESCOBAR CELLO Dr. Otmar O. PAULUCCI Dr. Ricardo M. VÁSQUEZ
Juez de Cámara Juez de Cámara Juez de Cámara

Dr. Osvaldo A. FACCIANO


Secretario de Cámara

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