Activodad 5
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¿QUÉ LOGRAREMOS?
No hay mejor manera de iniciar nuestra sesión de aprendizaje que buscando un encuentro
con nuestro amigo Jesús a través de la oración, por ello te invitamos que junto a tu familia
nos unamos en oración, con amor y respeto pidiendo por nuestras familias.
Querido Dios, te pido que nuestra familia pueda vivir siempre en paz, permite que nos entendamos, que
nos tengamos paciencia y que ante todo problema siempre te tengamos presente.
Toma nuestras palabras y acciones, que sean las más acertadas para seguir en paz, para solucionar la
dificultad sin ira, ayúdanos a comprendernos unos a otros.
Enséñanos a escuchar con atención y a buscar la mejor solución para que haya armonía en esta familia
que tú amas profundamente.
Señor, ten piedad de cada miembro de esta familia, danos más de ti para ser pacificadores, que tu
Espíritu de amor fortalezca nuestros corazones heridos y nos permita hacer a cada uno lo que nos
corresponde para construir la paz. Amén
La Biblia nos enseña que Dios tiene un buen plan para todos aquellos que ponen su fe en
Jesucristo. Su plan es perfecto, y llevará a todo el que lo siga a una vida en abundancia. Pero
estoy convencida que muchos cristianos nunca han disfrutado el cumplimiento del plan
perfecto para su vida porque no escuchan y obedecen la dirección de Dios. Lo que hacen es
escoger, ya sea a sabiendas o por ignorancia, seguir su propio rumbo. Más personas podrían
caminar en la perfecta voluntad de Dios si aprendieran a escuchar su voz.
Escuchar a Dios es vital para disfrutar de su plan eterno, pero escucharlo es nuestra decisión–
nadie la puede tomar por nosotros. Dios no impone su voluntad en nosotros. Sin embargo, Él
hará todo lo que pueda para animarnos a decirle sí a su dirección. Dios nos habla de muchas
maneras, incluyendo a través de su Palabra, naturaleza, gente, circunstancias, paz, sabiduría,
intervención sobrenatural, sueños, visiones, y el “testigo interno”. Este testigo interno se
describe mejor como conocer muy en los adentros la sutil voz del Padre. Dios también habla
con voz audible en ocasiones. Con tantas opciones, uno se creería que escuchar a Dios es fácil.
Respondemos:
2. ¿Si Dios me habla por la escritura, cómo debo hacer esa lectura de la escritura para
escuchar a Dios?
Leemos y profundizamos la Palabra de Dios para ello puedes invitar a los miembros de tu
familia.
2 Timoteo 3, 15-17
Escuchemos con respeto y atención.
"Además, desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras. Ellas te darán la sabiduría que lleva a la
salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar,
rebatir, corregir y guiar en el bien. Así el hombre de Dios se hace un experto y queda preparado para
todo trabajo bueno."
Meditando la palabra de Dios, entendemos que el mismo Dios nos revela que de la sagrada escritura
emana su sabiduría que nos concede la felicidad que tanto anhela el hombre. Ciertamente la palabra de
Dios es viva y eficaz.
Sin duda alguna, hoy más que nunca que podemos ver un mundo que atraviesa una fuerte crisis de
valores. Debemos tener presentes su mensaje y actuar correctamente.
Ante lo mencionado es bueno preguntarnos:
¿Qué tanto vives el temor de Dios y te mantienes alejado del mal? ¿Consideras que los valores son una
cuestión del siglo pasado y que ya pasaron de moda?
Por ello nos disponemos a profundizar en este tema de manera que podamos tener ideas claras de cara
al a verdad y nos permita ponerlos en práctica cada día.
Estudiantes como buenos cristianos sabemos que la lectura de la Palabra es esa agua de Dios que hace
germinar nuestra vida con eficacia. La Palabra de Dios actúa en el hombre y, por medio de ella, Dios
realiza su voluntad en nosotros. Por eso, la lectio no es simplemente un ejercicio intelectual, sino algo
que cambia nuestra vida.
Cuando hablamos de lectio divina nos referimos a un método concreto de orar con la Palabra que tiene sus raíces
en el Pueblo de Israel, en los padres de la Iglesia y en la experiencia multisecular de los contemplativos. Un
método de oración que recomienda el mismo Concilio Vaticano II:
De igual forma el Santo Concilio exhorta con vehemencia adapta un lenguaje o busca sinónimos acorde a
estudiantes del VI ciclo a todos los cristianos en particular a los religiosos, a que aprendan «el sublime
conocimiento de Jesucristo», con la lectura frecuente de las divinas Escrituras. «Porque el desconocimiento de las
Escrituras es desconocimiento de Cristo». Lléguense, pues, gustosamente, al mismo sagrado texto, ya por la
Sagrada Liturgia, llena del lenguaje de Dios, ya por la lectura espiritual… pero no olviden que debe acompañar
la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque «a él
hablamos cuando oramos, y a él oímos cuando leemos las palabras divinas» (Dei Verbum 25).
El método de la lectura de Dios consta de cuatro pasos que son tradicionales: lectura, meditación,
oración y contemplación. Pero hay una introducción que es importante:
3. REZAR: ¿Qué me hace decir al Señor el texto bíblico como camino de oración?
Ciertamente que, desde el principio de la lectio, estamos orando. Pero en esta etapa de la lectura de
Dios, la que llamamos oración, lo que predomina es nuestra respuesta a la Palabra. Se trata de la
segunda parte del diálogo con el Señor, en la que somos nosotros los que hablamos a Dios. Es la misma
Palabra la que provoca en nosotros esa respuesta. A veces será la súplica o el agradecimiento, la petición
de perdón o la acción de gracias. Aquí la oración de la lectio puede tomar diversos caminos.
4. ACTUAR: ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de su Palabra?
Testimoniar la Palabra… para actuar de acuerdo a la voluntad del Señor. De las últimas fases de la oración se
pasa fácilmente a la contemplación: del diálogo personal e íntimo con el Señor se pasa al silencio amoroso en el
que se gusta a Dios directamente; se pasa de la Palabra de Dios al mismo Dios. Así lo manifiesta uno de los
maestros antiguos de la lectio: Cuanto más te conozco, más profundamente deseo conocerte; no en la corteza
de la letra, sino en el conocimiento que viene de la experiencia (Guigo, el cartujo, Scala Claustralium, VI). A este
paso, no podemos llegar a él por medio de nuestras propias fuerzas. Es el fruto maduro de la lectio. Se trata de
llamar a las puertas de la contemplación por medio de la lectio, de modo que Dios las abra cuando desee.
TOTAL 20
AUTOEVALUACIÓN: ¿Qué aprendimos hoy? ¿Para qué nos sirve lo aprendido? ¿Cómo aplicarías
lo aprendido hoy?