Semana #1 Verano SM Guía (LT)
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San Marcos
Guía de clase
LITERATURA
Clasicismo: La Ilíada
LITERATURA GRIEGA
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LA ÉPICA HEROICA: HOMERO
ignora el uso del hierro y La Odisea lo conoce. La lengua es también diferente, no solo
en cada uno de los poemas sino dentro de un mismo poema, en diversos cantos. Así pues
ha llegado a admitirse que, con una parte central original, el texto actual contiene trozos
a veces bastante largos, pertenecientes a autores, a épocas y a dialectos diferentes. ¿Cómo
hubo de constituirse ese texto?
No hay que olvidar que en los tiempos que procedieron a la aparición de los poemas
homéricos ya se habían constituido gran número de leyendas relativas a los héroes cuyos
nombres habían transmitido la tradición. Esas leyendas eran cantadas por los aedos en las
residencias de los grandes reyes y señores y difundidas por todo el mundo griego, acomo-
dadas al gusto y los recuerdos nacionales de cada pueblo. Así se constituyeron, sin duda,
diferentes ciclos: ciclo de Agamenón, ciclo de Aquiles, ciclo de Ulises, enriquecidos cada
uno de ellos con variados episodios añadidos al acervo común. Los eruditos hubieron de
esforzarse por ordenar diversos textos, estableciendo el texto tradicional en una época
que parece ser muy antigua.
La hipótesis de unos núcleos primitivos a los que se habrían añadido nuevos episodios
ha predominado durante mucho tiempo. Pero actualmente, y después de muchas contro-
versias, se admite generalmente de La Ilíada y La Odisea son obra de un mismo poeta, o
de dos poetas geniales, no contemporáneos. Según la expresión de un crítico, Homero ha
resucitado.
La Ilíada
Es una epopeya heroica que consta de 15,674 versos reunidos en 24 cantos o rapsodias
en la que se narra la cólera de Aquiles. La Ilíada tiene como duración 51 días del noveno.
año de los diez que duró la guerra de Troya. Para tener una idea más global de esta epo-
peya es preciso conocer sus antecedentes.
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Antecedentes de La Ilíada
Príamo rey de Troya tenía un hijo llamado Paris, quién abusando de la hospitalidad que
recibió en el palacio del rey de Esparta, Menelao, raptó a su esposa Helena. (Aunque
existen versiones que afirman que Helena fugó con Paris de común acuerdo). Los griegos
consideraron este rapto como una ofensa nacional, de tal manera que convocaron a todos
los héroes de los pequeños reinos de Grecia y partieron hacia Troya, iniciando de esta
manera la guerra, que tuvo una duración de diez años, tras los cuales, los griegos logran
ingresar a Troya mediante la artimaña del «Caballo de Troya», incendiando y saqueando
esta ciudad.
Argumento de La Ilíada
Cabe aclarar que esta epopeya no narra toda la guerra de Troya sino más bien un episodio
de ella, sucedido en el noveno año, que es el siguiente.
Crises, sacerdote troyano del dios Apolo, se dirige al campamento de los griegos para
solicitar a Agamenón le devuelva a su hija Criseida. El jefe de los griegos, ante este pedi-
do, furioso insulta y arroja al anciano sacerdote, quién implora a Apolo, solicitándole, dé
solución a esta injusticia. Al ver el dios protector de los troyanos como habían ofendido
a su sacerdote, envía una peste sobre los griegos que causa mortandades durante nueve
días. Preocupado Aquiles por la muerte de sus compañeros consulta al adivino Calcas
por las causas de la peste, el cual le revela que la peste proseguirá hasta que Agamenón
entregue a la cautiva Criseida. De esta manera, los griegos, reunidos en asamblea, obligan
a Agamenón a devolver a Criseida a su padre Crises. Sin embargo, el jefe de los griegos,
furioso con la devolución de su esclava, descarga su ira contra Aquiles, a quien amenaza
quitarle su esclava Briseida. Así envía dos heraldos al día siguiente a la carpa de Aquiles
para secuestrar a su esclava. Cuando Aquiles tiene noticia del hecho, furioso reclama
ante Agamenón tal agravio sin obtener respuesta alguna, solo su madre, la diosa Tetis,
consuela al héroe argivo y le pide que tenga calma, que Zeus se encargará de castigar tal
ofensa y que lo único que debe hacer es retirarse de la guerra. De esta manera, Aquiles
comunica su intención de no salir al campo de batalla, retirándose de la guerra, hecho que
es aprovechado por los troyanos, quienes dirigidos por Héctor van ganándose terreno a
los griegos.
Patroclo, al observar que los griegos van perdiendo la guerra, comunica a Aquiles su
intención de salir a luchar, este a su vez le otorga sus armas divinas para su defensa.
Cuando Patroclo sale al campo de batalla los troyanos creen que se trata de Aquiles y
huyen despavoridos, más cuando toman conciencia del engaño, Héctor sale a enfrentarse
con Patroclo y le da muerte.
Al enterarse Aquiles de la muerte de su entrañable amigo Patroclo, sale furibundo con
nuevas armas hechas por Hefaistos a cobrar venganza de su muerte. Asesina a unos cuan-
tos troyanos, a otros los captura y los incinera en honor a Patroclo y posteriormente da
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muerte a Héctor atravesándole la garganta con su lanza divina. Ata sus tobillos con un
cinturón y arrastra el cadáver del héroe troyano por todo el campo de batalla tres veces.
Príamo ante la ofensa que le estaban confiriendo a su hijo suplica ante Aquiles le entregue
el cuerpo de su hijo. Este ante las súplicas y ofrecimientos del anciano padre y a pedido
de los dioses termina por entregar el cuerpo de Héctor.
La obra culmina con los solemnes funerales de Héctor en Troya.
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mas con tus flechas! 43 Así dijo rogando. Oyóle Febo Apolo e, irritado en su corazón,
descendió de las cumbres del Olimpo con el arco y el cerrado carcaj en los hombros; las
saetas resonaron sobre la espalda del enojado dios, cuando comenzó a moverse. Iba pare-
cido a la noche. Sentóse lejos de las naves, tiró una flecha y el arco de plata dio un terrible
chasquido. Al principio el dios disparaba contra los mulos y los ágiles perros; mas luego
dirigió sus amargas saetas a los hombres, y continuamente ardían muchas piras de cadá-
veres. 53 Durante nueve días volaron por el ejército las flechas del dios. En el décimo,
Aquiles convocó al pueblo al ágora: se lo puso en el corazón Hera, la diosa de los níveos
brazos, que se interesaba por los dánaos, a quienes veía morir. Acudieron estos y, una vez
reunidos, Aquiles, el de los pies ligeros, se levantó y dijo: 59 -¡Atrida! Creo que tendre-
mos que volver atrás, yendo otra vez errantes, si escapamos de la muerte; pues, si no, la
guerra y la peste unidas acabarán con los aqueos. Mas, ea, consultemos a un adivino, sa-
cerdote o intérprete de sueños -pues también el sueño procede de Zeus-, para que nos diga
por qué se irritó tanto Febo Apolo: si está quejoso con motivo de algún voto o hecatombe,
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afirmas que el que hiere de lejos les envía calamidades, porque no quise admitir el esplén-
dido rescate de la joven Criseide, a quien anhelaba tener en mi casa. La prefiero, cierta-
mente, a Clitemnestra, mi legítima esposa, porque no le es inferior ni en el talle, ni en el
natural, ni en inteligencia, ni en destreza. Pero, aun así y todo, consiento en devolverla, si
esto es lo mejor; quiero que el pueblo se salve, no que perezca. Pero preparadme pronto
otra recompensa, para que no sea yo el único argivo que sin ella se quede; lo cual no pa-
recería decoroso. Ved todos que se va a otra parte la que me había correspondido. 121
Replicóle en seguida el celerípede divino Aquiles: 122 -¡Atrida gloriosísimo, el más co-
dicioso de todos! ¿Cómo pueden darte otra recompensa los magnánimos aqueos? No sa-
bemos que existan en parte alguna cosas de la comunidad, pues las del saqueo de las
ciudades están repartidas, y no es conveniente obligar a los hombres a que nuevamente
las junten. Entrega ahora esa joven al dios, y los aqueos te pagaremos el triple o el cuá-
druple, si Zeus nos permite algún día tomar la bien murada ciudad de Troya. 130 Y,
contestándole, el rey Agamenón le dijo: 131 Aunque seas valiente, deiforme Aquiles, no
ocultes así tu pensamiento, pues no podrás burlarme ni persuadirme. ¿Acaso quieres, para
conservar tu recompensa, que me quede sin la mía, y por esto me aconsejas que la devuel-
va? Pues, si los magnánimos aqueos me dan otra conforme a mi deseo para que sea equi-
valente... Y si no me la dieren, yo mismo me apoderaré de la tuya o de la de Ayante, o me
llevaré la de Ulises, y montará en cólera aquel a quien me llegue. Mas sobre esto delibe-
raremos otro día. Ahora, ea, echemos una negra nave al mar divino, reunamos los conve-
nientes remeros, embarquemos víctimas para una hecatombe y a la misma Criseide, la de
hermosas mejillas, y sea capitán cualquiera de los jefes: Ayante, Idomeneo, el divino
Ulises o tú, Pélida, el más portentoso de todos los hombres, para que nos aplaques con
sacrificios al que hiere de lejos. 148 Mirándolo con torva faz, exclamó Aquiles, el de los
pies ligeros: 149 -¡Ah, impudente y codicioso! ¿Cómo puede estar dispuesto a obedecer
tus órdenes ni un aqueo siquiera, para emprender la marcha o para combatir valerosamen-
te con otros hombres? No he venido a pelear obligado por los belicosos troyanos, pues en
nada se me hicieron culpables -no se llevaron nunca mis vacas ni mis caballos, ni destru-
yeron jamás la cosecha en la fértil Ftía, criadora de hombres, porque muchas umbrías
montañas y el ruidoso mar nos separan-, sino que te seguimos a ti, grandísimo insolente,
para darte el gusto de vengaros de los troyanos a Menelao y a ti, ojos de perro. No fijás
en esto la atención, ni por ello te tomas ningún cuidado, y aun me amenazas con quitarme
la recompensa que por mis grandes fatigas me dieron los aqueos. Jamás el botín que ob-
tengo iguala al tuyo cuando estos entran a saco una populosa ciudad de los troyanos:
aunque la parte más pesada de la impetuosa guerra la sostienen mis manos, tu recompen-
sa, al hacerse el reparto, es mucho mayor; y yo vuelvo a mis naves, teniéndola pequeña,
aunque grata, después de haberme cansado en el combate. Ahora me iré a Ftía, pues lo
mejor es regresar a la patria en las cóncavas naves: no pienso permanecer aquí sin honra
para procurarte ganancia y riqueza. 172 Contestó en seguida el rey de hombres, Agame-
nón: 173 -Huye, pues, si tu ánimo a ello te incita; no te ruego que por mí te quedes; otros
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hay a mi lado que me honrarán, y especialmente el próvido Zeus. Me eres más odioso que
ningún otro de los reyes, alumnos de Zeus, porque siempre te han gustado las riñas, lu-
chas y peleas. Si es grande tu fuerza, un dios te la dio. Vete a la patria, llevándote las
naves y los compañeros, y reina sobre los mirmidones, no me importa que estés irritado,
ni por ello me preocupo, pero te haré una amenaza: Puesto que Febo Apolo me quita a
Criseide, la mandaré en mi nave con mis amigos; y encaminándome yo mismo a tu tien-
da, me llevaré a Briseide, la de hermosas mejillas, tu recompensa, para que sepas bien
cuánto más poderoso soy y otro tema decir que es mi igual y compararse conmigo. 188
LA ÉPICA DIDÁCTICA:
HESÍODO:
Suele considerarse el más antiguo de los poetas helenos después de Homero y, durante buena
parte del siglo XIX, la crítica llegó a dudar de su auténtica existencia, aunque esta parece
fuera de toda duda en la actualidad. La familia de Hesíodo estableció su residencia en Beocia,
procedente de Cime de Eolia, lugar de origen de su padre. Poco se sabe de su vida; parece que
fue fundamental en ella la enemistad con su hermano Perseo a causa de la herencia paterna, y
este tema abordó en su obra Los trabajos y los días. Muerto su padre, Hesíodo se estableció en
Naupacto, donde pasó su juventud al cuidado de un rebaño de ovejas y llevando la vida plácida
y sencilla de los campesinos griegos. Los actuales especialistas sitúan como contemporáneo de
Homero a Hesíodo, mas su poesía, muy alejada del estilo épico y grandioso de la de aquel, está
destinada a instruir más que a exaltar. Se sabe también que en Calcis (Eubea) participó en un
concurso de aedos y obtuvo la victoria. Murió al parecer en Ascra y sus cenizas se conservaron
en Orcómeno, donde se le rindieron honores como a un fundador de la ciudad.
TEOGONÍA:
Este poema se constituye en el primer catálogo de los dioses griegos. Hesíodo realiza un
recuento de toda la cosmogonía griega desde el dios primigenio, Caos, hasta los dioses del
Olimpo y su descendencia. La obra está construida a partir de géneros poéticos preexistentes
que hasta el momento habían pertenecido a la tradición oral en Grecia: cosmogonías, teogo-
nías, genealogías, catálogos y mitos de sucesión. Los tres primeros géneros pueden aparecer
fundidos, vertebran la obra y están ordenados con un criterio aproximadamente cronológico.
Los mitos de sucesión, a pesar de que pueden ser considerados como digresiones dentro de
los bloques genealógicos, le dan sentido a toda la obra.
LA LÍRICA GRIEGA:
A. LÍRICA MONÓDICA:
1. SAFO DE LESBOS:
No existen muchos datos biográficos sobre ella, y solo se conocen algunos poemas
y fragmentos extraídos de citas tardías (tradición indirecta)y de papiros. De hecho,
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prácticamente todo lo que sabemos de su vida lo deducimos de sus poemas. El con-
tenido amoroso de sus poemas propició toda clase de habladurías y rumores sobre su
vida. Sus poemas se recitaban y conocían en la Atenas del s. V a. C. Más tarde, en
Roma, los poetas latinos alaban sus poemas. Allí había bustos de la poeta. Ha sido
probablemente la poeta más traducida y más imitada de la antigüedad clásica.
ODA A AFRODITA
¡Oh, tú en cien tronos Afrodita reina,
Hija de Zeus, inmortal, dolosa:
No me acongojes con pesar y tedio
Ruégote, Cripria!
Antes acude como en otros días,
Mi voz oyendo y mi encendido ruego;
Por mi dejaste la del padre Jove
Alta morada.
B. LÍRICA CORAL:
1. PÍNDARO:
Se tiene pocas noticias fiables sobre su biografía, a pesar de las seis vidas que han le-
gado autores antiguos. Se cree que nació en Cinocéfalos, Beocia, hacia el 518 a. C. y
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que, según la tradición, pertenecía a una familia aristocrática. De hecho, en la V Pítica
él mismo parece afirmar que procede del linaje de los egeidas, por lo que a menudo
manifestará en sus obras una especial simpatía por las instituciones dorias. Pasa su
infancia y primera juventud en Tebas y en Atenas, donde fue discípulo de Agatocles.
Muy joven aún, participa en un certamen de poesía en el que es vencido por la poetisa
Corinade Tanagra. Fue ella, en esta ocasión, quien le aconsejó «sembrar a manos
llenas, no a sacos llenos». La primera oda pindárica es la X Pítica y fue compuesta
cuando el autor apenas contaba veinte años. Pronto se convierte en un renombrado
poeta.
A HIERÓN DE SIRACUSA
(FRAGMENTO)
«Reluce su fama
en la colonia, por sus hombres célebres, del lidio Pélope.
Por éste sintió pasión el poderoso Poseidón,
el que la tierra conduce, cuando Cloro lo sacó
del inmaculado caldero
provisto de un brillante hombro de marfil,
¡En verdad que es mucho lo asombroso!
E incluso puede acontecer que los rumores
de los mortales, habladurías adornadas con abigarradas
ficciones, trasgrediendo el relato verdadero,
nos engañen por completo».
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A) Barroco A) Leones
B) Neoclasicismo B) Las Erinias
C) Clasicismo C) Las Eumédides
D) Romanticismo D) Los ratones
02. Dentro del Clasicismo occidental están la 07. La primera cólera de Aquiles se produce
literatura griega y la literatura: con el rapto de:
A) española A) Helena
B) italiana B) Criseida
C) latina C) Briseida
D) árabe D) Andrómaca
03. La épica griega se inicia con: 08. Aquiles retorna al campo de batalla por la
muerte de:
A) Homero
B) Hesíodo A) Diómedes
C) Safo B) Patroclo
D) Píndaro C) Ulises
D) Agamenón
04. El verdadero nombre de Homero, según la
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tradición, fue: 09. El duelo central de La Ilíada es entre:
05. La sátira a la guerra de Troya fue: 10. El primer catálogo de los dioses griegos
fue escrito por:
A) La Ilíada
B) La Odisea A) Homero
B) Hesíodo
C) La Orestíada C) Safo
D) La Batracomiomaquia D) Píndaro
INICIOS:
3 y 10 de enero
VERANO (MAÑANA)
Pago al contado: S/ 260
Pago en cuotas:
Cuota 1: S/ 180 - Cuota 2: S/ 100
VERANO (TARDE)
Pago al contado: S/ 200
Pago en cuotas:
Cuota 1: S/ 150 - Cuota 2: S/ 70
REPASO
Pago al contado: S/ 390
Pago en cuotas:
Cuota 1: S/ 250 - Cuota 2: S/ 160