Espana y El Correo de Andorra

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Biblio 3W

REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y


CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. XVIII, nº 1026, 25 de mayo de 2013
[Serie documental de Geo Crítica. Cuadernos
Críticos de Geografía Humana]

ESPAÑA Y EL CORREO DE ANDORRA

Gerhard Lang-Valchs
profesor jubilado

Recibido: 4 de febrero de 2013; Aceptado: 10 de abril de 2013

España y el correo de Andorra (Resumen)

El presente artículo da una idea general de la muy peculiar historia postal


andorrana, imposible de entender sin tener en cuenta la historia de la vecina
España. Explica hechos históricos y desarrollos hasta ahora nunca
documentados, que desembocan en la implantación de una administración
postal española, para terminar echando un vistazo a las todavía hoy en día
bastante particulares relaciones entre España y Andorra en materia postal.

Palabras clave: España, correo, Andorra

Spain and the mail services of Andorra (Abstract)

This article presents an insight of the v ery particular postal history of Andorra,
closely related to the developments in neighbouring Spain. It includes some
until now unknown or never published historical facts, explains the coming into
being of the Spanish Postal Administration in Andorra and finishes with a look at
the still nowadays very special postal relations between Spain and the Valleys
of Andorra. [Spain, postal service, Andorra]

Key words: Spain, mail services, Andorra

Andorra era y sigue siendo una singularidad dentro del conjunto de países
europeos e incluso a nivel mundial. Esta singularidad no estriba en su
pequeñez sino en su peculiar historia y su muy particular historia postal. A
pesar de su constitución democrática de 1993, Andorra sigue sin tener una
administración de Correos propia. Tanto Francia como España se encargan
hasta nuestros días del envío de cartas, certificados, paquetes y demás
servicios para el extranjero que hoy en día se suelen ofrecer a sus clientes en
las oficinas postales.

A pesar de los numerosos intentos de crear una propia administración de


Correos andorrana nunca se ha conseguido éste propósito. Contribuyó a este
fracaso la incluso dentro de lo medieval muy especial “constitución” andorrana,
que había sido el resultado de hazañas guerreras y acuerdos políticos que
habían hecho de Andorra un coprincipado con los obispos de Urgel por un lado
y por otro los condes de Foix, y en su sucesión los Reyes de Francia y luego
los presidentes de la República Francesa, como copríncipes con idénticos
derechos. Estos instituyeron el Consejo de la Tierra, más tarde llamado
Consejo General, como una especie de parlamento andorrano para la
administración de los Valles. Uno de los problemas fundamentales era que ni
los referidos derechos medievales ni las competencias de los copríncipes ni las
del Consejo de la Tierra de ahí resultantes estaban claramente definidos y
delimitados, cosa que en los tiempos modernos llevaría a numerosos conflictos
entre las tres partes.

Para la Corona de España ese apartado rincón en su frontera pirenáica carecía


de interés. Además la Corona no tenía ningún derecho en o sobre Andorra.[1]
Dicho esto, es tanto más sorprendente que España mantuviera y siga
manteniendo en los Valles de Andorra una administración de Correos. Nos
tenemos que remontar a los principios de las relaciones postales entre ambos
países si queremos entender cómo se llegó a esa curiosa situación, única en el
mundo entero: dos administraciones de correos extranjeras en un sólo país,
una de ella española.[2]

Los principios

Una comunicación por cartas desde Andorra hacia España y viceversa tiene
que haber existido desde que existen los pueblos andorranos, primero como
parroquias eclesiásticas y luego civiles, y, de forma más frecuente, desde que
empezó a existir el Consejo de la Tierra, órgano supremo de la administración
civil. Pero esas comunicaciones eran, al fin y al cabo, más bien esporádicas y
no necesitaban de una organización fija. Cosa parecida habrá que decir de los
principios de la correspondencia resultante de la actividad empresarial y
comercial. Los pocos comerciantes extranjeros que de vez en cuando se
establecían en Andorra intentaban mantener sus contactos personales y, por
supuesto, comerciales con su antigua patria y con sus proveedores. Las
actividades de las forjas andorranas a partir del siglo XV y XVI y la posterior
comercialización de sus productos, sin embargo, crearon una necesidad de
comunicación creciente que se refleja p.e. en la correspondencia comercial de
la casa Areny-Plandolit.[3] La correpondencia privada iba a la zaga sobre todo
por el analfabetismo de la época.

Durante los siglos XVII y XVIII los contactos oficiales desde Andorra hacia fuera
iban dirigidos a Foix, Tarascon y Toulouse donde solían residir los vegueres
franceses, encargados junto con sus colegas episcopales españoles de la
administración de la justicia; muy raras veces iban mas allá. Los contactos
comerciales, por otra parte, iban dirigidos a las forjas de la zona y a Toulouse,
el centro comercial francés más cercano. En la parte española el punto de
orientación oficial era la Seo de Urgel, sede del obispo copríncipe de Andorra,
en algunos casos hubo contactos con ciudades de las comarcas catalanas
cercanas, raras veces Barcelona o Madrid. Prácticamente lo mismo ocurría en
el plano comercial.

Para hacer llegar las cartas a su destino, la correspondencia desde Andorra era
entregada a los así llamados traginers que se trasladaban con sus mulas con
cierta regularidad a los pueblos y países vecinos para que o la llevaran
directamente a su destinatario o la entregaran en una de las oficinas de correo
a su paso. Ese mismo procedimiento lo practicaría también el Consejo de la
Tierra para hacer llegar sus cartas a los vegueres, que no residían en los
Valles, a los copríncipes o a autoridades españolas y francesas y viceversa,
según el caso, mientras que para la correspondencia oficial interior (Tribunal de
Corts, notario y administración comunal) parece haber existido un servicio
ocasional propio. La razón para ese procedimiento era que las únicas estafetas
de correos ubicadas dentro de un radio de alcance razonable eran las de Foix
(1710) y Tarascon (1780), en la parte francesa. Antes de que La Seo de Urgel
tuviera estafeta (hacia 1730), las más próximas españolas estaban en Lérida,
Tarragona, Barcelona y Gerona, en la línea de la carrera de postas de Madrid a
Barcelona que seguía desde allí para París. Exceptuando sus dos extremos
laterales, todo el Pirineo era de difícil comunicación y estaba por ende también
postalmente mal comunicado. La peor parte se llevaba Andorra, con el cierre
de sus puertos con Francia durante la mitad del año.

El correo del Estado

Si hablamos hoy en día de Correos solemos pensar en una organización


estatal o semiestatal que se encarga del transporte de la correspondencia,
paquetes y otros servicios. Esta manera de regentar los servicios de Correos
empezó a practicarse en España a principios del siglo XVIII con el reinado de
Felipe V (1700-1746). En el contexto de una importante reforma administrativa
este rey reorganizó el Correos quitándole a la familia Tassis y sus sucesores el
monopolio postal – indemnizándoles debidamente – para ingresar las pingües
ganancias en las arcas del Estado. A causa de la Guerra de Sucesión (1700-
1714) las medidas correspondientes reflejadas en los Decretos de Planta
Nueva no se pudieron tomar o hacer efectivas hasta 1716. Es entonces cuando
la hasta la fecha independiente organización postal del Principado de Cataluña
se incorpora al nuevo sistema centralizado que preveía el establecimiento de
estafetas en los puntos más importantes y de más correspondencia de la
geografía catalana, en este caso, asegurando un servicio regular de entrega y
recogida y teniendo por objetivo (final) una cobertura postal total del territorio.

Lo que para la administración postal y la mayoría de los usuarios era una


ventaja, para Andorra no lo era. Para la correspondencia que llegaba a
Andorra, desde el punto de vista de los destinatarios era un paso atrás. Como
las estafetas no distribuían el correo a casa y menos en los pequeños pueblos,
éstos tuvieron que organizar la recogida de las cartas en las oficinas. Aquí,
junto con el ocasional servicio interior administrativo, habrá que buscar el
origen del servicio interno gratuito del que disfrutaron los andorranos durante
mucho tiempo.[4] Una cierta ventaja del nuevo sistema era la regularidad del
servicio, sobre todo para la correspondencia que iba desde Andorra hacia
fuera. La mayor ventaja – naturalmente no sólo para los andorranos – era que
ahora se habían establecido portes fijos y que no había que negociar las tarifas
con los traginers. Y no había que adelantar nada al dejar la carta en la oficina
de Correos porque el porte se le solía cobrar al destinatario al entregársela.

La expansión y mejora del servicio postal en Cataluña hasta mediados del siglo
y las medidas del nuevo rey Felipe VI (1746- 1759) quedan reflejadas en el
manual que publica Pedro Alonso Rodríguez para el uso de la administración
postal en el año 1765.[5] En las últimas décadas la cobertura postal en
Cataluña se había hecho prácticamente total. El correo llega hasta los últimos y
más recónditos rincones del Principado, como p.e. a los pueblos del Valle de
Arán. No se para tampoco en la frontera andorrana. Los nombres de 34
parroquias, pueblos, cuartos y caseríos citados en el manual documentan
claramente un servicio que cubre también la práctica totalidad de los Valles.

A primera vista sorprende que diez años más tarde se hubiera reducido la
cobertura postal en los Valles, situación que queda aparentemente reflejada en
el manual de Francisco Xavier de Cabanes de 1775 donde se citan tan sólo 19
sitios andorranos servidos por el correo español.[6] Pero, en el fondo, el
número exacto de pueblos servidos no importa. Sería mucho más interesante
conocer detalles sobre la naturaleza de este servicio. ¿Cómo nació dentro del
juego de oferta y demanda que reflejan los manuales y cómo se organizó
concretamente? Los pocos documentos de los que disponemos no nos
permiten una contestación clara y contrastable. Hay que admitir que nos
tenemos que servir de especulaciones aunque, teniendo el cuenta el posterior
desarrollo, parecen bastante lógicas.

Probablemente en la década de los 1750 los andorranos se fueron


concienciando de las posibilidades que ofrecía la estafeta existente en La Seo
de Urgel y esa oferta empezó a su vez a crear una demanda. La estafeta de
Urgel empezó a ser usada ocasionalmente también por el Consejo de la Tierra.

Pero no era lo mismo el uso de la estafeta para los propios urgelenses que
para los andorranos. Desde las estafetas no existía aún el reparto a domicilio y
había que pagar, naturalmente, el porte de la carta al recogerla en la oficina.
Dentro de un pueblo o de una ciudad la gente que esperaba cartas se pasaba
por la oficina de Correos para preguntar allí o informarse a través de las listas
de correos que comunicaban al público las cartas sin recoger. Los otros
destinatarios eran avisados a través de amigos, vecinos o conocidos para que
fueran a recoger su correspondencia.

Con Andorra no podía funcionar este sistema, al menos no con la misma


eficacia y prontitud. La entrega de correo saliente de Andorra en Urgel no
presentaba mayor problema una vez encontrado y pagado la persona que
llevaría la carta allí. El problema era avisar al destinatario en los Valles que en
Urgel le estaba esperando una carta. Luego éste tenía que desplazarse unos
10 o 20 kilómetros (si quería recogerla personalmente) o encargarle a otra
persona que la recogiera y pagara el porte. Un procedimiento, pues, que se
llevaba no pocos días hasta que el destinatario tuviera la carta en sus manos.

Al principio el encargado del servicio de correos del Consejo avisaría como


favor particular personalmente de la llegada de alguna que otra carta a los
destinatarios de San Julián y de la capital por donde tenía que pasar en su
camino de vuelta después de entregar correspondencia oficial en la oficina de
Correos o en el Palacio Episcopal. A través de terceros mandaría un aviso a
destinatarios en las demás parroquias. Más de uno preguntaría por qué no le
había traido directamente la carta, o si podía recogerla cuando volviera la
próxima vez a la Seo.

Poco a poco este procedimiento sugerido fue cobrando forma. En algún


momento entre 1750 y 1780 esta práctica tuvo que ser oficialmente sancionada
o reconocida por el Consejo de la Tierra, tal y como pasaría más de un siglo
más tarde con el servicio interno de correo de la Veguería Francesa trasladada
a Prades que empezó como un servicio de recogida y entrega de la
correspondencia oficial para terminar siendo también un servicio de entrega y
recogida de la correspondencia particular de forma inoficial.[7]
Con la entrega generalizada de la correspondencia a domicilio comenzó una
nueva era del servicio postal. La nueva modalidad benefició por un lado a los
destinatarios y por otro a un nuevo tipo de personal recién creado, los carteros,
que ganaban así unos cuartos adicionales. Para el sistema de recogida de los
andorranos también trajo un cambio. Interesados en no perder sus cuartos, los
carteros llevaron la correspondencia hasta San Julián o la capital donde los
andorranos luego la repartían a domicilio y llevaban de vuelta la
correspondencia saliente que se centralizó allí mismo. De esta forma ambas
partes sacaban partido de la novedad del sistema.

El siglo XIX

La organización del suministro postal y del reparto en Andorra siguió sin


importantes variaciones hasta la Guerra de Independencia. La ocupación
francesa de Cataluña que terminaría con la anexión de su territorio a Francia
(1812) significó el hundimiento del sistema postal en la mayor parte del
Principado. Los franceses intentaron implantar una nueva administración de
Correos apoyado en su correo de campaña que funcionó tan deficientemente
como la nueva administración en general. La ocupación y anexión de Andorra
finalmente no se consumó sino sobre el papel. Pero al ser la vecina Seo de
Urgel uno de los pocos bastiones que los franceses no llegaron a conquistar,
tanto la ciudad episcopal como los Valles de Andorra quedaron postalmente
aislados. Para remediar hasta cierto punto ese aislamiento postal y económico
los andorranos se tuvieron que orientar hacia Francia y decidieron organizar un
correo propio independiente basándose en el servicio interno de la Veguería
Francesa de Tarascon que se había creado entre 1806 y 1808. Uno de los
pocos documentos prueba para este servicio que, por lo visto, al final no se
implantó o que llegó a funcionar tan sólo muy poco tiempo – seguramente a
raíz del final de la era napoleónica – es el famoso matasellos CORREUS-
ANDORRA.[8]

Al terminar la Guerra de Independencia se reorganizó la maltrecha


administración postal en toda la Península. En este contexto no solo se retomó
el servicio para Andorra sino que se inauguró una línea de conducción
transfronteriza desde la Seo de Urgel hasta Tarascon pasando por Andorra
basándose en la ya existente entre la Veguería Francesa y la capital
andorrana.[9] Cuando, en 1820, fue nombrado un nuevo veguer francés que
ahora residía en Ax donde no había oficina de correo, el recorrido se modificó y
ya no pasó en línea recta desde Andorra vía Ordino a Tarascon sino que tomó
el camino por Soldeu, Hospitalet y Ax para llegar a su destino.[10] Con el
establecimiento de un bureau de poste en Ax (1828) se acorta la línea y en
algún momento de la Primera Guerra Carlista hacia 1837 se interrumpe. No se
sabe si ya fue definitiva la ruptura o sí hubo algún intento de retomar la
conducción por esa línea. Con la instalación de una estafeta de correo en
Bourg-Madame en 1839 y su uso (inoficial) de estafeta de cambio la línea
desaparece porque se abre un mejor, más cómodo y más seguro camino para
llevar el correo de la zona leridana dirección Toulouse.[11]

El congreso postal de Berna

Hasta la Tercera Guerra Carlista (1872-1876) la situación postal en Andorra


sigue sin cambios. Esto se desprende también de los mapas postales que edita
la Administración de Correos con cierta regularidad.[12] España suministra los
Valles y los andorranos reparten la correspondencia.

En el curso de la nueva contienda Andorra es una vez más refugio y sitio de


paso para muchos soldados de ambos bandos, desertores y población civil.
Una vez más también la situación postal se vuelve muy precaria. Casi toda la
zona pirenaica es dominada por los carlistas. Sin embargo, el dominio en
Cataluña no es total como en Vascongadas y Navarra donde los carlistas
consiguen montar una administración postal propia. Ante la gran inseguridad de
los envíos postales por la zona rebelde el Consejo General crea un servicio de
carteros que mantenía la conexión por la vía francesa.[13]

Un nuevo capítulo para el correo a nivel mundial se inició con el así llamado
Congreso Postal de Berna en 1874 donde se acordó una mayor cooperación
de las administraciones postales de todos los países que quisieran afiliarse
para facilitar y simplificar el envío de la correspondencia internacional y luego a
luego también de los demás servicios.

El servicio postal español con Andorra quedó paralizado y no se pudo retomar


hasta el final del sitio de la Seo de Urgel el 19 de noviembre de 1875.[14]
Terminada la guerra, los andorranos propusieron a los franceses proseguir y
encargarse del servicio postal andorrano, pero los galos no mostraron ningún
interés.[15]

Ante esa situación no es de extrañar que Andorra no estuviera representada en


el congreso de Berna ni que se mencionara en los primeros documentos
redactados allí para su posterior ratificación.[16] Tampoco debe sorprender
que, una vez terminada la guerra, la administración postal española volviera a
retomar el suministro de los Valles y siguiera con su servicio como lo había
venido haciendo durante los últimos 150 años. Francia no opuso ninguna
resistencia en reconocer este status quo en el Congreso Postal de París de
1878 donde ratificó su adhesión a los estatutos de la Unión Postal Universal
(UPU). El único cambio para Andorra fue que España nombró y pagó a partir
de 1877 a un encargado oficial en la capital andorrana que se debería de
ocupar de la venta de sellos españoles y de la recogida y entrega de la
correspondencia.

En 1902 llega con Juan Laguarda un nuevo obispo a la Seo de Urgel que se
propone ayudar decididamente a los andorranos a mejorar sus bastante
deficientes infraestructuras. Después de conectar Andorra con la Seo de Urgel
por telégrafo (1903) y un año más tarde por teléfono, enfoca la creación de una
administración de Correos en los Valles. Los andorranos, en principio
encantados con esos planes, insisten en que el jefe de la administración – igual
que en el caso del telégrafo y del teléfono – tenía que ser un andorrano. Pero
cuando todo está casi a punto se celebra el Congreso Postal de Roma (1906)
en el que los franceses se habían propuesto inicialmente anclar en los
estatutos de la UPU un servicio postal franco-hispano compartido para Andorra,
cosa obviamente incompatible con los planes españoles. Con algunos trucos
diplomáticos los representantes españoles consiguieron disuadir a los
franceses impidiendo la iniciativa oficial y dejando paso libre a sus propios
propósitos. Pero el torpe manejo de las adjudicaciones y los nombramientos
correspondientes por parte española desata una ola de indignación en los
Valles. El Consejo General renuncia finalmente a la instalación de la
administración postal y tanto el obispo como los españoles no ven otra solución
que aceptar esta decisión.

El intento definitivo

Desde finales del siglo XIX los andorranos habían intentado con cada nuevo
obispo-copríncipe crear su propia administración de correos. Los siguientes
intentos toparon con la Primera Guerra Mundial y el final del obispado de Juan
Benlloch (1907-1918).[17] No se conoce, sin embargo, hasta de los años 20
ningún intento iniciado por parte de la administración española que pretendiera
cambiar o mejorar el sistema de servicio tal como fue implantado en 1877.
Según algunos autores fue durante el Congreso Postal de Madrid en 1920,
según otros en el siguiente celebrado cuatro años más tarde en Estocolmo,
cuando, supuestamente, se le recordó a la delegación española que tenía que
mejorar el servicio postal en Andorra. En los documentos oficiales, sin
embargo, no ha quedado rastro de tales propuestas, sugererencias o
reclamaciones, si es que realmente se hicieron.[18] La iniciativa española que
enfoca una reorganización del correo en Andorra y que llevaría a la
implantación de una administración postal española, parece ser,
paradójicamente, resultado de una iniciativa francesa.

Desde hacía años los andorranos se venían quejando ante su veguer francés
de las deficiencias del todavía inoficial servicio postal galo de la Veguería que
tras más de 30 años de funcionamiento se había convertido, en la mente de
ellos y de hecho, en un servicio oficial. Sobre todo en los meses de invierno, el
servicio era muy irregular y hasta inexistente por la impracticabilidad de los
puertos y otras deficiencias. Al fracasar los intentos de remediar la situación y
al no ceder las quejas, el veguer se vio obligado a llevarlas a París, al
Ministerio del Interior y a la administración francesa de Correos. Esta dirigió
una carta a su homóloga en Madrid preguntando sí había algún inconveniente
para autorizar la conducción del correo francés para Andorra por territorio
español, entrando por Bourg-Madame/Puigcerdá y saliendo por la Seo de Urgel
evitando así el problema de los puertos nevados.[19] De la administración
española en Madrid recibe la respuesta que tan sólo el Consejo de Ministros
tiene competencia en éste caso.

Durante más de un año la parte francesa no reacciona y cuando finalmente el


ministro de Asuntos Exteriores a través de su embajador en Madrid decide
seguir el asunto, se topa con una administración española que, con mucha
destreza, da largas a las preguntas y propuestas galas durante otros dos años,
esperando encontrar una solución del problema a su favor.

La imposición española

La administración está dispuesta a cambiar la situación actual y actuar. Pero la


inercia burocrática aplaza una y otra vez el inicio de una seria planificación y la
toma de decisiones. En la primavera de 1926 se toma por fin la determinación
de elaborar un dossier que recoja todos los datos relevantes a propósito para
poder evaluarlos y decidir sobre la naturaleza de un posible futuro servicio. Dos
funcionarios de la Administración Central de Correos pasan varios días en los
Valles sin que trascienda allí su verdadero objetivo, recogen los datos
necesarios y presentan inmediatamente después de volver el resultado de sus
pesquisas. El representante del obispo está al corriente de la misión y cuando
recibe el dossier informa al Síndico General de Andorra de los planes
españoles. Este ve solamente un problema que el Delegat Permanent ya había
comunicado a Madrid: como jefe del servicio no se aceptaría sino a un
andorrano.

En su respuesta la administración central presenta una serie de argumentos de


peso que hacen difícil pensar en un andorrano para el puesto supremo
terminando por expresar su gran escepticismo sobre la puesta en marcha del
proyecto. Durante seis meses no se sabe ni se comenta nada del proyecto. A
finales de diciembre se decide proceder a la “reorganización del correo de
Andorra”.[20] La decisión, sin embargo, no se hace pública. Un par de cartas
que se cruzan después entre Urgel y Madrid no aclaran nada y dejan todo en el
aire, razón por la cual el obispo vuelve a insistir y deja clara su posición y la de
los andorranos: el jefe de servicio tiene que ser un andorrano, sea como sea.
En este punto la comunicación se vuelve a interrumpir durante otros seis
meses.

A finales de octubre y sin otro aviso anterior, el Diario Oficial de


Comunicaciones publica un decreto que indica con brevedad inusitada y nada
explicativa que España creará una administración postal en Andorra.[21] El dos
de noviembre el dictador en persona se dirige en una carta al ministro de
Asuntos Exteriores francés para informarle con idéntica brevedad y sin
concretar nada que ahora “... se procede a la rápida reorganización de los
servicios de referencia, a fin de subsanar las deficiencias observadas.”[22]

Concretando más en a las medidas planeadas, se dirige en otra carta fechada


el mismo día al obispo, sin mencionar, sin embargo, ni una sola fecha ni
tampoco el controvertido tema del jefe de servicio. El obispo, sin sospechar
nada y contento de que por fin se mueva algo, pide a Primo de Rivera convertir
las negociaciones hasta ahora inoficiales en oficiales volviéndole a recordar
que queda pendiente darle la solución al único punto conflictivo.

Primo de Rivera, dispuesto a imponer un jefe de servicio español, se sigue


encargando personalmente de la comunicación con Urgel para ganar tiempo y
poder introducir la administración española en Andorra antes de que el obispo y
los mismos andorranos se enteren del golpe. Y realmente lo consigue. La
apertura de las oficinas sorprende a casi todo el mundo. Sólo los andorranos se
habían dado cuenta un poco antes y protesaron ante el veguer francés
convencidos de que el obispo estaba detrás de esta iniciativa.

Al enterarse éste del alcance de la medida se ve instrumentalizado y protesta


enérgicamente en Madrid. Pero cuanto más sólidos se hacen sus argumentos
en las subsiguientes cartas, menos caso les hace el dictador que contesta
evitando cualquier discusión y llevando la argumentación por otros derroteros
dejando claro de esta forma que ni está dispuesto a discutir las medidas ni a
dar paso atrás. Por otro lado el obispo no quiere admitir ante los andorranos
que se ha dejado engañar por el dictador.

Después de seis meses de inútiles intentos, el obispo hace un último y


desesperado intento de salvar lo que se puede. Le propone al dictador un
convenio que reconoce a regañadientes la imposición española sin entrar en
cuestiones jurídicas, reservándose – sobre el papel – el derecho de aprobación
previa de futuras medidas españolas referentes al servicio postal en Andorra.
Sorprendentemente Primo de Rivera acepta la propuesta episcopal terminando
así la discusión sobre la legalidad de las medidas tomadas. El Consejo
General, sin embargo, no cambia su postura inicial de rechazo y sigue
insistiendo en la ilegitimidad del procedimiento español.
El servicio postal

La organización de la Administración de Correos española en Andorra fue una


aténtica proeza de su designado jefe Filemón López. Llegó por primera vez a
Andorra sobre el 15 de diciembre de 1927 y allí no había prácticamente nada
preparado. Ni el obispo ni los andorranos sabían lo que iba a pasar y todo lo
que organizó lo hizo con máxima discreción para no levantar sospechas antes
de tiempo. En apenas 15 días tuvo que contratar al personal de las oficinas en
la capital y en las demás parroquias, los carteros para la distribución entre la
capital y los pueblos, dentro de los pueblos y en las numerosos pedanías y
caseríos y no hay que olvidar que también había que disponer de locales
adecuados alquilados o arrendados para la instalación de las oficinas.

Aunque en algunos aspectos de forma provisional, el 2 de enero de 1928


emieza a funcionar el servicio postal español en los Valles. La capital disponía
de una estafeta en toda regla que ofrecía desde el primer día los mismos
servicios que cualquier española, desde el despacho de cartas, certificados,
paquetes hasta el giro postal. Los despachos de las parroquias ofrecían una
gama más reducida de servicios que se limitaban a la correspondencia normal.

El secretismo que había envuelto la creación del servicio y la prisa en la última


fase no habían dado tiempo a preparar sellos propios para Andorra. En un
primer momento se usaron los sellos españoles de la época, a los pocos
meses ya estaban listos los primeros sellos “propios”, la serie del rey Alfonso
XIII con la sobrecarga “ANDORRA”, lo cual suscitó más protestas oficiales por
parte de los andorranos. En mayo/junio, en el contexto del acuerdo entre Primo
de Rivera y el obispo, este último aprobó los ensayos de una primera serie de
sellos exclusivamente hechos para Andorra que saldría a la venta a principios
de 1929. A pesar de las protestas oficiales, la población no boicoteó el nuevo
servicio que se fue integrando en la vida diaria de los Valles.

La reacción francesa

La creación de una administración postal española para Andorra sorprendió, si


cabe, a los franceses incluso más que a los propios andorranos y su
copríncipe. Una escueta nota oficial les había informado de un cambio que,
como creían, afectaría la conducción postal, pero nunca sospecharon del
alcance real de la medida. Convencidos ya por las primeras explicaciones
oficiales que había dado el dictador en persona de que los españoles no darían
paso atrás, los franceses decidieron en seguida enfocar el cambio del “párrafo
andorrano” de la UPU en el Congreso Postal que se iba a celebrar un año más
tarde en Londres. Viendo que los franceses estaban esta vez firmemente
decididos no solamente a cambiar definitivamente el “párrafo andorrano” sino
también la situación postal en los Valles, los representantes españoles
recibieron órdenes de no oponerse a la propuesta gala para que no se
discutiera y votara en el pleno, insistiendo tan sólo en que España fuera
nombrada primero en la nueva formula a adoptar.

Conseguido este primer paso, los franceses empezaron a planear y organizar


su propia administración postal para Andorra. Al terminar la dictadura de Primo
de Rivera poco después, el nuevo gobierno español no puso resistencia alguna
a un acuerdo técnico postal entre ambas naciones sobre la futura convivencia y
colaboración de sus respectivas administraciones en los Valles. Incluso
permitieron el transporte de la correspondencia francesa por territorio español
durante los meses de invierno. El convenio se firmó en julio de 1930[23] y el 16
de junio del año siguiente el servicio postal francés en los Valles de Andorra
empezó a funcionar oficialmente.

Dos curiosidades hay que mencionar en este contexto. El texto del convenio
francés difiere del español. No me refiero al cuerpo del texto propiamente dicho
sino a lo que prodríamos llamar un preámbulo. La existencia de un preámbulo
firmado por el rey, en este caso, no es extraño en sí sino por su contenido. Dice
que el acuerdo se formaliza “previo conocimiento y expresa aprobación del Ilm.
Sr. Obispo de Urgel, Co-príncipe de los Valles de Andorra”. Los franceses se
habían negado a negociar con el obispo y no habían aceptado, por su parte,
ninguna intervención episcopal y en la versión francesa del convenio tan sólo
se encuentran los párrafos negociados y acordados.

Restablecido el régimen monarquico después de la dimisión de Primo de


Rivera (1930), el gobierno vuelve a tener un gran interés en restablecer las
buenas relaciones con el copríncipe episcopal que habían existido antes de la
dictadura. Participan al obispo de los resultados de las negociaciones que se
habían llevado a cabo teniendo muy en cuenta las posiciones del obispo como
demuestra el texto final de los diferentes párrafos y sin necesidad jurídica piden
su consentimiento y lo incluyen, como hemos visto, en el texto del preámbulo.
De esta guisa no sólo reconocen el derecho del obispo a intervenir en asuntos
de la administración postal española en los Valles, concedido in extremis por
Primo de Rivera dos años antes y llegan a un máximo consenso sino que
sientan también las bases para una futura colaboración fructífera.

La segunda curiosidad: El Consejo General de Andorra que se había opuesto


en su día oficialmente a la apertura de la oficina española, vuelve a hacer lo
mismo en el caso de la oficina francesa. No reconcedrá nunca oficialmente la
legitimitad de la instalación de ambas.[24] El gobierno andorrano
“revolucionario” de 1933 incluso planeó impugnar en el Congreso postal de El
Cairo de 1934 el nuevo “párrafo andorrano”, impuesto sin la participación
parlamentaria de la propia Andorra. Esto último no se lleva a cabo a raíz de la
intervención de la Gendarmería Francesa que lleva a la destitución del
gobierno andorrano en agosto del año 1933.

La guerra civil española

Para Andorra y su correo el comienzo de la Guerra Civil significaba una


orientación forzosa hacia la República por dos razones. Primero, todos los
empleados andorranos, incluido su jefe español, eran pagados por el legítimo
gobierno de le República Española y, segundo, porque en toda Cataluña
habían fracasado los intentos insurreccionistas. En la Seo de Urgel como en
muchas partes de Cataluña un Comité antifascista se hizo con el poder que
ejercía durante gran parte de la contienda de forma “paralela” al poder
institucional. Pocos días después de la publicación del decreto del 15 de agosto
que estableció la censura postal republicana, procedió al control del correo
entrante y saliente desde su territorio. Esto afectó también a la “valija francesa”
que entraba en los meses de invierno (octubre-abril) por Puigcerdá y salía por
la Seo y viceversa según estaba establecido en el convenio postal con Francia
de 1930.

Con la “España nacional” no había contacto directo. Las cartas tuvieron que
entrar primero en Francia y tomar desde allí el camino marítimo hasta Lisboa,
Gibraltar o el Marruecos Español para poder llegar a su destino. Con la
conquista de Irún y San Sebastián por las tropas franquistas se abre en
septiembre de 1937 un paso fronterizo que permite la comunicación por
carretera y ferrocarril así como la comunicación postal entre la parte “nacional”
y Francia.

El jefe de la administración española de Correos en los Valles, Filemón López,


y la casi totalidad de su personal andorrano no sentía mucha simpatía por la
República o les fue indiferente posicionarse en un conflicto al que eran en el
fondo ajenos. Por eso no es de extrañar que ni López ni los demás empleados
mostraran interés alguno en exhibir la propaganda antifascista y a favor de la
República que les llegó para colgarla en las diferentes oficinas. La reacción
desde Barcelona no se hace esperar. Todos los funcionarios son destituidos,
pero siguen recibiendo su sueldo y están obligados a seguir cumpliendo con su
trabajo.

Viendo que el relevo efectivo de su puesto va a ser el siguiente paso, López se


dirige al copríncipe obispo que está en el exilio en San Remo y le explica en
una carta la situación del correo en Andorra y la suya propia. Expresa su
simpatía por la causa “nacional” y propone seguir ejerciendo como funcionario
“nacional”. Se niega a abandonar el puesto y está dispuesto a oponerse a un
relevo. La carta lleva incluida una segunda con las mismas propuestas dirigidas
al “Presidente del Gobierno nacionalista”.[25] El obispo cursa la carta a Burgos
añadiendo una carta de recomendación suya en la que se declara de acuerdo
con las propuestas de López. El ministerio de Asuntos Exteriores en Burgos
expresa su acuerdo con las propuestas.

Durante los siguientes meses, sorprendentemente, no pasa nada hasta que, a


mediados de mayo, llegan dos funcionarios de Correos a Andorra e invitan a
López a participar en un cursillo en Barcelona; ellos le sustituirían en su
ausencia. López huele el poste y con ayuda de las autoridades andorranas se
niega a entregar su oficina y a cesar sus actividades. 15 días más tarde el
Boletín Oficial publica su cese oficial y definitivo. Un segundo intento de
sustituir a López y a sus funcionarios, que continúan en sus oficinas fracasa
casi con rotundidad. Sólo el encargado de Escaldes cede su puesto y oficina a
su previsto “relevo”.

Todo esto lleva durante los siguientes nueve meses a una situación postal
grotesca. Hay tres administraciones de Correos en Andorra: la francesa, la
republicana y la “nacional”. La de Escaldes era la única que recibía el correo
desde España y desde donde se podía mandar la correspondencia a la parte
republicana. Pero como los demás funcionarios y carteros no la reconocían
tenía no pocas dificultades para distribuir el correo. Filemón López se dedicaba
mientras tanto al correo interior y permitía de vez en cuando que algunos de los
“suyos” distribuyeran algunas “cartas republicanas”. Así siguió la situación
hasta febrero de 1939.

Hay que mencionar aún una cosa poco conocida: los ensayos para una serie
de sellos republicana para Andorra. A lo largo de la contienda se habían ido
agotando gran parte de los valores de la serie emitida en 1935 y se tenían que
usar franqueos mixtos o incluso sellos españoles. A finales de 1938 la
Administración de Correos decidió preparar una nueva serie para Andorra. Los
ensayos ya habían sido impresos y la llegada a las oficinas estaba prevista
para la primavera siguiente. Pero el curso de la guerra lo impidió. Los ensayos
son poco conocidos y muy pocos ejemplares han sobrevivido la guerra.
Cuando se publicaron por primera vez fotos de ellos en una revista filatélica, el
autor del artículo no sabe ubicarlos en el tiempo.[26]

La posguerra

Con la conquista de la Seo de Urgel por las tropas franquistas en febrero de


1939 termina para Andorra la era de convivencia con la República y empieza
una nueva de convivencia con la dictadura. Con la entrega de la oficina de
Escaldes por el único empleado republicano que quedaba en los Valles el
correo de Andorra ya es otra vez español, ahora “nacional”. No se sabe si
realmente llegó a los Valles el empleado “nacional” de Correos que Franco
había proyectado enviar para reorganizar la administración y, se sobreentiende,
para velar de paso del espíritu nacional. No era necesario. Si la administración
no funcionó desde el primer momento con su viejo y nuevo jefe Filemón López,
era porque no disponía aún de sellos españoles y porque había que
reorganizar primero la conducción del correo desde y hasta la Seo de Urgel por
el territorio recién “liberado”.

La nueva era no solamente trajo nuevos sellos sino también una nueva
censura. La censura postal franquista relevó a la republicana. Con el fin de la
Guerra Civil a principios de abril, sin embargo, la censura aún no termina su
trabajo. Seguirá con el nombre de Censura Gubernativa y enpalma con el
control que irían ejerciendo casi todos los países europeos durante la Segunda
Guerra Mundial sobre la correspondencia hacia el extranjero. Controla el correo
entrante y saliente por la vía española, incluida, en parte, la vía francesa por
territorio español de la Seo de Urgel a Puigcerdá. Tampoco terminará su
trabajo con el fin de la guerra ....

Un problema pendiente al que se empieza a dedicar ahora la administración


postal central, es la falta de sellos andorranos. Estaban prácticamente
agotados ya al terminar la Guerra Civil y se habían ido usando sellos españoles
y en algunos casos franqueos mixtos de valores menos corrientes que todavía
quedaban. Con la emisión de una nueva serie andorrana en 1948 tras dos años
de preparación y planificación se soluciona el problema. Pero 10 años más
tarde, sin haber emitido otra nueva serie ni reimpreso la vieja, los 200.000
ejemplares estaban agotados y el problema se repitió. Aún habría que esperar
hasta 1963 para que por fin se emitiera una segunda serie de ocho valores
para Andorra (Paisajes y motivos andorranos), ahora con una tirada de
4.000.000 ejemplares, capaz de cubrir las necesidades postales para la
siguiente década, seguida en 1966 de una tercera serie de cuatro valores
(Flores del Principado) que tapó algunos “huecos tarifales”.

Es tan sólo a principios de los años 70 cunado la administración de Madrid


descubre también Andorra como campo para el mercado filatélico y empieza a
emitir entre tres o cuatro sellos o miniseries por año, introduciendo las series
Europa y Navidad como componentes fijos en sus emisiones anuales,
“paralelos” a los suyos propios.

La España democrática

El final de la dictadura de Franco y la transición hacia una democracia también


dejan sus huellas en la política de emisión filatélica. El nuevo clima de apertura
y entendimiento no da pie a un cambio de las bases políticas de la presencia
postal española en los Valles, pero sí a la forma de ejercer sus derechos.
España accede a los deseos andorranos de llegar a un nuevo entendimiento y
crea la Comisión paritaria para el estudio y programación de las emisiones
especiales de sellos de Correo para uso en los Servicios Postales españoles
en el Principado de Andorra. [27] No era mucho ya que se trataba de un mero
órgano de consulta. Pero la buena voluntad de ambas partes, sobre todo del
Delegat Permanent para Andorra y de sus consejeros influyó positivamente en
su trabajo. Las propuestas eran consensuadas y raras veces controvertidas. En
el campo práctico tuvo su reflejo en los múltiples motivos conmemorativos de
los antiguos copríncipes que protagonizaron las series emitidas en los
siguientes años y en las leyendas de los sellos que aparecerían a partir de
1979 en catalán, el idioma oficial de Andorra, acompañadas de una nueva
leyenda: Correus Principat d’Andorra.

Los repetidos intentos del Consejo General de Andorra de librarse de su corsé


institucional medieval para llegar a un autogobierno y una soberanía completa
modernos y democráticos, por fin dio sus frutos al llegar la última década del
siglo. Después de largas y duras negociaciones Andorra consigue en 1993 su
primera constitución democrática en la que los copríncipes figuran como casi
meros representantes sin peso ni capacidad de decisión política y España y
Francia como estados protectores que garantizan su independencia. La
independencia postal, sin embargo, tuvo que ser sacrificada en aras del
acuerdo entre las cuatro partes. Así que la situación postal sigue igual a efectos
prácticos. [28]

Si antes de la entrada en vigor de la Constitución Andorrana en 1993 la


situación político-jurídica del país era una cuestión sumamente complicada,
ahora lo sigue siendo la cuestión postal. Ni la Constitució[29] ni el Tratado de
buena Vecindad, Amistad y Cooperación...[30] hacen referencia a la
administración y las comunicaciones postales. Tanto la administración postal
española como la francesa sigue sin reconocimiento oficial andorrano. La
instalación de ambas administraciones se sigue basando en los medievales
derechos coprincipales.[31] Varios intentos andorranos en los últimos años de
cambiar este estado de cosas para poder asumir también la soberanía postal
han fracasado. La diplomacia aconseja no tocar el tema.

En 2008 el Consejo General asume las consecuencias de una situación


insostenible que se venía anunciando desde hacía años: la sobrecarga del
correo interior gratuito andorrano.[32] Ya no era posible mantener ese sistema
tanto por su coste que por su ineficiencia. Desde enero de 2009 se acabó el
paraíso postal y también allí hay que pagar el franqueo como en todas partes.
El beneficiado es el correo español que a día de hoy sigue manteniendo una
tarifa mucho más ventajosa para el envío de cartas normales que el francés.
[33]

El último cambio relativo a la situación postal entre España y Andorra se dio en


2011. Con un decreto del mes de noviembre el gobierno español suprime la
Comisión paritaria.[34] Se crea la Comisión Filatélica del Estado adscrita al
ministerio de Fomento que se encargará en el futuro de las emisiones en
general y también de Andorra, consecuencia jurído-política de la privatización
de los servicios de Correos. La cooperación hispano-andorrana no se ve
afectada por éste cambio.

Notas

[1] A finales del siglo XIX se intentó construir por parte del ministerio de Asuntos Exteriores
algún derecho basándose en los artículos del concordato con el Vaticano de 1853, alegando
que, partiendo del derecho de presentación de los obispos que allí se concedía al Rey de
España, se podrían deducir e reivindicar ciertos derechos (por cierto sin definir nunca) por ser
el obispo de la Seo de Urgel ciudadano español.

[2] No es éste el lugar de documentar la historia postal francesa relativa a Andorra aunque
tendremos que referirnos en algún momento a ella. Esta historia la cubren los siguientes
artículos o libros: François Dupré: Els serveis de la Poste Française s’estenen a Andorra a
partir del 16.6.1931, Andorra 1998 y Gerhard Lang-Valchs (GLV): L’Organització del servei
postal francès a Andorra en Papers de Recerca Històrica 6, pág. 14-21. Los fracasados
intentos andorranos y españoles en este contexto se documentan en GLV: Els primers segells
y assatgos non emessos d’Andorra, Papers de Recerca Històrica 7, 2013 y en los capítulos
correspondientes de la tesis doctoral Die Bischöfe von Seo de Urgel als Kofürsten von Andorra
(1901-1940) Saarbrücken 2011 (Una versión española está en preparación.).

[3] Véase: Olivier Codina Vialette: De fer et de laine. Les vallées andorranes du XVIe au XIXe
siècle, Perpignan/Andorra 2005.

[4] No sabemos nada cierto del servicio postal interno del Consejo de la Tierra. Las pocas
noticias y cartas privadas que se conservan sugieren que este servicio, efectivamente, se
extendió al muy reducido correo privado y que era gratuito. Esta gratuidad era hasta nuestros
días una cosa casi mítica en Andorra.

[5] Pedro Alonso Rodríguez, Instrucción General para dirigir con seguridad las cartas ..., Madrid
1765.

[6] Bernardo Espinalt: Dirección General de cartas en forma de Diccionario, Madrid 1775.Hay
que buscar la explicación para esta discrepancia entre ambos manuales en la distinta ubicación
laboral de sus autores. Espinalt es el director general de la Administración central de Madrid,
Pedro Alonso Rodríguez es el director general de la Administración de Correos de Cataluña. En
su oficina en la capital del Principado, Alonso dispone de más datos y maneja información más
auténtica sobre (Cataluña y) Andorra que Espinalt en la capital del reino.
[7] Un servicio francés oficial se crea tan sólo en 1930/31.

[8] El origen de este matasellos se ha ligado al siempre mal entendido intento de emisión de
una serie de sellos andorranos, fabricados por Plácido Ramón de Torres en 1896. [La gran
mayoría de los catálogos de sellos y publicaciones a propósito siguen datando esa serie
erróneamente en 1875 o 1890. Véase: GLV: Els primers segells.] Sobre la poca lógica de dicha
explicación: GLV: Der Stempel “CORREUS ANDORRA”. Die Frage seiner Herkunft, Andorra-
Philatelie Nr. 79/XII/2012, pág. 2089-2093.

[9] En el curso de la mencionada reorganización se abrieron varias nuevas líneas


transfronterizas de conducción ocasional en el Pirineo aragonés y en el Pirineo catalán tal
como lo refleja p.e. el mapa de rutas postales anexo al manual de Cabanes de 1830. Guia
general de correos, postas y caminos del Reino de España.

[10] Carte itérinaire de l’Espagne et du Portugal où sont tracées toutes les routes de poste
nouvellement établies. [Título bilíngüe en francés y alemán.] (Mapa anexo al Guide des
voyageurs en Portugal et en Espagne, Weimar 1820.)

[11] Memoria razonada y estadística de la Administración General de Correos: desde 14 de


agosto de 1843, en que se encargó de su dirección Don Javier de Quinto, hasta enero de
1847, presentada por el mismo al Excmo. Señor Ministro de la Gobernación del Reino,
Dirección General de Correos, Madrid 1847.

[12] Carta de correos y postas de las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona,
Barcelona 1860 (mapa). Servicio de Correos de las capitales de provincia y partidos judiciales
de España trazado por la Dirección General de Correos, Madrid 1865 (mapa).

[13] Hasta ahora siempre se ha dicho que los franceses fueron los autores de este servicio. En
su carta del 6 de julio de 1882 al prefecto de Perpiñán el Síndico General de Andorra
desmiente enérgicamente esta versión. Archives du Ministère des Affaires Etrangères de
France (Paris) [AMAEF], Andorre, tome 8, nº 30.

[14] En este contexto conviene recordar lo dicho en la nota 8 sobre la serie de sellos
andorranos no emitidos, llamada erróneamente “carlista” por algunos catálogos, fruto de un
fracasado intento andorrano de establecer una administración postal propia independiente en
1896.

[15] AMAEF, Andorre, tome 8, nº 30.

[16] En los documentos firmados en 1878 en el Congreso Postal de París aparece Andorra por
primera y única vez en el párrafo XXXII, apartado 4º donde se habla del “Territorio de la Unión”.
En 1884/85 la Viguería Francesa, reubicada en Sallagouse y luego en Prades, organiza un
servicio de correo interno con peatones desde Porté via Soldeu a Andorra. No tiene carácter
oficial.

[17] El comienzo de la Primera Guerra Mundial impidió la celebración del Congreso Postal de
1914 en el que el copríncipe episcopal iba a presentar una solicitud de ingreso de Andorra en la
UPU. Con la designación del Msgr. Benlloch para la sede episcopal de Burgos los planes de
organizar una administración postal propia andorrana, apoyados por España, se quedaron
finalmente en el tintero.
[18] El único documento oficial apunta hacia otra cosa. La delegación española en Estocolmo
tenía órdenes de bloquear decididamente una temida iniciativa francesa que variara el “párrafo
andorrano”. Sin embargo, no hubo tal intento. AMAE, R 444, (exp. 12), 22/22ª y 129 (nº 8 y 10).

[19] AMAEF, Andorre, Z-70-5, sous-dossier 2, achéminement Bourg-Madame.

[20] Este es el título oficial que recibe la medida.

[21] Diario Oficial de Comunicaciones 2308 del 31.10.1927.

[22] Archives Diplomatiques de Nantes, Ambassade de Madrid, C 220-223, Postes en Andorre


1906-1925, carta de Primo de Rivera del 2.11.1927.

[23] La Gazeta de Madrid nº 219 del 7.8.1930, pág. 895.

[24] Coincidiendo en el tiempo con la firma del acuerdo bilateral franco-hispano, los andorranos
habían presentado ante sus copríncipes otra solicitud para un servicio postal interno propio.
[Archives des Pyrénées Orientales, Délégation pour Andorre, 1723W, cartón 136, Andorre,
Timbre-Postes, carta del Consejo General al prefecto de los PO del 21.5.1930.] Además
concedieron una licencia para la creación y explotación de una línea aérea Andorra – Seo de
Urgel – Barcelona que no llegó a inaugurarse como línea postal con todos sus permisos
oficiales a falta de un último vuelo de ensayo en mayo de 1932.

[25] Archivo de la Mitra de Urgel, Correus 2, 1412192 del 23.6.1937.

[26] Pubilcidad Filatélica, 17, oct/dic 1949, p. 16, col.2; véase también Philandorre 12, 1982, p.
7/8.

[27] Boletín Oficial del Estado [BOE] 61/11.3.1980 /BOE-A-1980-5478.

[28] A partir de 1999 se refleja la actual situación también en el cambio de la leyenda Correus
Principat d’Andorra a Correus Espanyols.

[29] http://es.wikisource.org/wiki/Constituci%C3%B3n_del_Principado_de_Andorra. Tan sólo el


artículo 15 de la Constitución se refiere al secreto de comunicación. Por cierto, tampoco se
encuentra ninguna referencia a las telecomunicaciones aunque en este campo no ha habido
problemas.

[30] BOE, 30.6.1993/BOE-A-1993-16868.

[31] Con la aprobación de la Constitución Andorrana los copríncipes renunciaron implícita, que
nunca explícitamente, a sus derechos en y sobre Andorra que, en su mayor parte, quedaron
refundidos en ella. Los derechos que giran alrededor de la comunicación postal, sin embargo,
no figuran en ninguna parte de los acuerdos o tratados. Esto significa que el obispo de la Seo
de Urgel, aunque se haya desentendido en la práctica de su “coparticipación” en la cuestión
postal, sigue en posesión de sus antiguos derechos. Esto implica una participación episcopal,
en este momento no realizada, en cuestiones postales referentes a Andorra según los
“acuerdos” con Primo de Rivera, única base jurídica desde 1928 de la administración postal
española en los Valles de Andorra.
[32] A raíz de la gratuidad que tenían los envíos normales en los Valles se llegó, a pesar de la
reducción generalizada del envío de cartas motivado por la introducción de las nuevas
tecnologías (telefonía móvil, SMS, etc.) a una saturación y al colapso por el envío masivo de
publicidad.

[33] A día de hoy una carta normal cuesta 36 céntimos mientras que el correo francés cobra 60
céntimos.

[34] BOE, Real Decreto 1637/2011/14.11.

© Copyright Gerhard Lang-Valchs, 2013.


© Copyright Biblio3W, 2013.

Ficha bibliográfica:

LANG-VALCHS, Gerhard. España y el correo de Andorra. Biblio 3W. Revista


Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona:
Universidad de Barcelona, 25 de mayo de 2013, Vol. XVIII, nº 1026.
<http://www.ub.es/geocrit/b3w-1026.htm>. [ISSN 1138-9796].

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