Ser Humano y Desarrollo

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N

Nombre:

Yeilen Arlina

Apellido:

Ferreira Ureña

ID:

100078613

Materia:

Ser Humano y Desarrollo Sostenible

Facilitadora:

Marleny Montán

Tema:

Desigualdad Social y la Pobreza

Fecha:

12-6-2024
Desigualdad Social Y La Pobreza
Cualquier análisis sencillo de la manera de vivir actual de las sociedades ricas hace
ver que el modelo no puede generalizarse al resto de la población mundial sin el
riesgo de producir daños añadidos que rozan la insostenibilidad. Hoy por hoy, es
inviable trasladar a las sociedades en vías de desarrollo los patrones de producción,
de consumo, de ocupación del territorio y de uso de recursos de las sociedades
ricas. En promedio, cada estadounidense emite anualmente a la atmosfera el
equivalente a unas 23 toneladas de dióxido de carbono, mientras que cada europeo
ronda las once toneladas y en muchos de los países llamado del Tercer Mundo no
se llega a dos toneladas. Cada habitante de China emite mucho menos que un
americano o un europeo, pero como la población de China es tan grande, la
cantidad de emisiones brutas sólo está por debajo de la americana. Es de justicia
que los países pobres apenas tienen responsabilidad en el calentamiento global,
consuman cada vez cada vez más energía por habitante para intentar prosperar.
Pero la forma de producir esa energía no debería ser distinta de la planteada como
alternativa para los países ricos (basarse en el sol, el viento, la biomasa...) hay que
salir al paso de los reduccionismos que olvidan los aspectos sociales, como por
ejemplo el hiperconsumo de un 20 % de la humanidad y la pobreza extrema de
miles de millones y también los profundos desequilibrios asociados a todo tipo de
conflictos destructivos.

Según el programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en 1960 el 20% de la


población mundial de los países más ricos tenía una renta per cápita 30 veces
superior a la del 20% de los países más pobres. En 1995, esa proporción era 82
veces superior.

Un siglo de crecimiento económico ha llevado a un mundo de grandes disparidades


entre ricos y pobres. El crecimiento es necesario para acabar con la pobreza; esto
parece evidente. Pero los muchos defensores de esta aserción ya no consideran
evidente que el crecimiento en el sistema económico, tal como está estructurado,
acabe con la pobreza. Al contrario, los modos de crecimiento actuales perpetúan la
pobreza y ensanchan la brecha entre ricos y pobres. En el sistema vigente, el
crecimiento económico suele producirse en los países que ya son ricos y fluye
desproporcionadamente a las personas más ricas de esos países.

Esta estructura pobre deriva de que a las poblaciones ricas les cuesta más ahorrar,
reinvertir y multiplicar su capital que a los pobres. En los países pobres, por el
contrario, el crecimiento del capital difícilmente puede mantener el ritmo con el
crecimiento de la población. Cuando las mujeres no ven ninguna alternativa
educativa o económica atractiva a la cría de niños, los hijos son una de las pocas
formas de inversión disponibles y la población crece más y más sin enriquecerse.
Mas pobreza comporta más población, que a su vez comporta más pobreza. Pero
menos pobreza comporta la desaceleración del crecimiento de la población y en
consecuencia menos pobreza. Con una inversión suficientemente mantenida
durante un tiempo necesario, con precios justos de los productos y de la mano de
obra, con una producción creciente asignada directamente a los pobres y, en
especial a la educación y el ejemplo de las mujeres y a la planificación familiar, es
posible invertir los efectos del ciclo población-pobreza. Algunas de estas recetas son
las que se aplican con cierto éxito en algunos países como India por parte de
determinadas ONG y microcréditos destinados a las mujeres.

La desigualdad económica puede llevar a un acceso desigual a recursos básicos


como agua potable, alimentos, atención médica y educación. Esta disparidad en el
acceso a los recursos esenciales puede profundizar la pobreza y afectar
negativamente la capacidad de las personas para mantener medios de vida
sostenibles.

Las comunidades más pobres a menudo sufren de manera desproporcionada los


impactos ambientales negativos, como la contaminación del aire y del agua, la
degradación del suelo y el cambio climático. Estos impactos pueden exacerbar la
pobreza al afectar la salud, los medios de vida y la seguridad alimentaria de las
personas.

Abordar la desigualdad social y la pobreza de manera efectiva requiere enfoques


integrados que reconozcan las interconexiones entre lo social, lo económico y lo
ambiental. Esto puede incluir políticas y programas que promuevan la equidad de
género, la justicia social, la educación accesible, la atención médica y el empleo
digno, al tiempo que fomenten prácticas sostenibles en todos los sectores de la
sociedad.

Opinión Personal
El modelo de vida predominante en las sociedades ricas no es sostenible ni
transferible a las sociedades en desarrollo por el riesgo de causar daños
adicionales. Se destaca la enorme disparidad en las emisiones de dióxido de
carbono entre los habitantes de países desarrollados y los de países en desarrollo.
A pesar de la contribución mínima de estos últimos al calentamiento global, se ven
obligados a aumentar su consumo de energía para mejorar su calidad de vida. Es
preocupante ver cómo el crecimiento económico, tal como está estructurado
actualmente, tiende a beneficiar desproporcionadamente a los más ricos,
exacerbando las brechas sociales y económicas en lugar de cerrarlas. El ciclo de
pobreza y crecimiento poblacional descrito recuerda la necesidad de abordar las
causas subyacentes de la pobreza, que van más allá de aumentar la producción
económica.

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