Edades de La Historia
Edades de La Historia
Edades de La Historia
Acotar y organizar la historia de la humanidad no es un tema sencillo. Por un lado, los orígenes
de nuestra especie son previos a los de una civilización organizada y muy anteriores a la
invención de un método de escritura que permitiera el registro de los eventos y de los
pensamientos humanos.
Por otro lado, la especie humana es inmensamente diversa, y los intentos por definir criterios
únicos para pensar su evolución particular hasta el presente suelen dejar por fuera las
particularidades de otras culturas, ya que no es fácil decidir qué cosa es lo “normal” o “usual”.
Aun así, los historiadores han intentado dar con un modelo que permita más o menos tomar en
cuenta a la mayoría de las culturas humanas a lo largo de su recorrido histórico, y aunque no se
trata de un modelo perfecto ni desprovisto de excepciones, es hasta ahora el más aceptado y
divulgado: las cuatro edades de la historia.
La división actual de la historia en cuatro edades (cinco, con la prehistoria) surgió gracias a las
propuestas de numerosos historiadores y eruditos. Así, los términos “Edad Antigua”, “Edad
Media” y “Edad Moderna” fueron propuestos en 1685 por el historiador alemán Cristobal
Cellarius (1638-1707), en un manual escolar de su autoría, y tuvieron tanto éxito que pronto
fueron copiados en estudios posteriores.
Hasta ese momento, el modelo imperante estaba basado en la Biblia y el Antiguo Testamento, y
proponía seis edades del mundo, la última de las cuales había iniciado con Jesucristo y era previa
al Apocalipsis o Juicio Final por venir.
En cambio, el término “Edad Contemporánea” apareció en el siglo XIX, como una forma de
dar sentido a la profunda ruptura que la Revolución Francesa (1789) había significado en la
historia moderna.
Sin ellas, no tenemos más que mitos, leyendas y relatos transmitidos oralmente de generación en
generación. Estos relatos están en su mayoría alejados de alguna noción de objetividad histórica,
y son propensos más bien a la fábula y la alegoría.
En este extenso período de tiempo el ser humano aprendió a dominar el fuego, a comunicarse
con un lenguaje oral articulado, a fabricar y utilizar herramientas líticas y luego metálicas cada
vez más complejas, y finalmente a dominar el arte revolucionario de la agricultura, que cambió
para siempre su modo errante de vida, dando origen así a los primeros asentamientos humanos,
lo que más adelante fueron las primeras ciudades.
La prehistoria se divide, comúnmente, en seis etapas distintas, agrupadas en dos eras diferentes.
Es difícil ubicar estos lapsos en una fecha específica, ya que no se dieron de manera uniforme y
simultánea en todas las civilizaciones humanas prehistóricas, sino que ello dependió en buena
medida de lo que hubiera en sus alrededores.
La Edad de Piedra o Etapa Lítica, llamada así porque la mayoría de los utensilios obtenidos de
hallazgos arqueológicos están fabricados con diversos tipos de piedra y hueso. Esta etapa está
marcada, además, por la invención de la rueda, la domesticación del fuego y la invención de la
vestimenta, así como por la expansión humana mundial y su abandono parcial del modelo
cazador-recolector primitivo, a favor de un modelo agrícola sedentario. Esta etapa se dividiría, a
su vez, en dos eras:
Era paleolítica, cuyo nombre significa “piedra antigua” y abarca los eventos previos
al descubrimiento y adopción de la agricultura.
Era neolítica, cuyo nombre significa “piedra nueva” y abarca los eventos propios del
nuevo modelo de existencia agropecuario, hasta la invención del manejo de los
metales.
Edad de los metales, cuyo nombre evidencia la aparición en los hallazgos prehistóricos de
elementos forjados de metales diferentes, lo cual evidencia la aparición de la metalurgia y la
fundición. Esta edad se divide tradicionalmente en tres segmentos diferentes, definidos por la
aparición de un metal específico y de manejo más complejo, de la siguiente manera:
Edad del cobre, la primera de todas, en la que hace su aparición este metal, junto con
el oro y la plata, quizá porque aparecen naturalmente como pepitas de metal nativo.
El objeto de cobre más antiguo del mundo es un colgante oval del antiguo Irán,
datado en el año 9.500 a. C. Sin embargo, el cobre comienza a ser ampliamente
utilizado 3.000 años después, alrededor del 6.500 a. C.
Edad del bronce, especialmente en los pueblos de Eurasia, es evidencia de un mayor
grado de conocimiento metalúrgico, pues el bronce se obtiene mediante la aleación de
cobre y estaño. Se sabe que este metal comenzó a usarse en Mesopotamia, y fue
idóneo para la fabricación de utensilios, ídolos, estatuas y armamento (lanzas,
escudos, etc.).
Edad del hierro, la última de la prehistoria, en la que finalmente el ser humano
conoció el hierro y algunas de sus diversas aleaciones. Los primeros vestigios de
hierro probablemente tuvieron origen meteórico, y los seres humanos tardaron siglos
en comprender su valor como materia prima, llegando a ser el metal más codiciado
del mundo. La fragua del hierro dio paso a implementos y armamento más resistentes,
y marcó la diferencia militar de algunos pueblos por encima de otros.
Algunas de las más destacadas civilizaciones antiguas fueron la mesopotámica (sumeria, asiria,
babilónica), la egipcia, la griega, la india, la china, la fenicia, la hebrea y la romana, entre otras.
Entre los múltiples Estados que se fundaron, la periodización de la historia destaca Imperio
Romano, institución a la cual Occidente debe directa o indirectamente la mayor parte de su
tradición cultural. Tanto así, que la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 d.
C., se considera el fin de la Antigüedad y el inicio de la Edad Media europea.
Se supone que comienza con la caída del Imperio Romano de Occidente en 476 d. C. y se
extiende durante casi mil años hasta el descubrimiento de América en 1492 o bien la caída
del Imperio Bizantino (el Imperio Romano de Oriente) ante las tropas Otomanas en 1453.
Inicialmente, quienes concibieron la Edad Media la pensaron como una etapa sin mucho valor,
un pasillo oscuro entre las grandes civilizaciones de la Antigüedad Clásica (sobre todo la
grecorromana) y el Renacimiento y la era de la razón propias de la Edad moderna.
Durante mucho tiempo se pensó que el Medioevo había sido un lapso de oscurantismo y poca o
nula producción artística y filosófica, bajo el imperio de la religión cristiana que se extendió
durante siglos en Occidente. Hoy en día sabemos que eso no es tan así.
El Medioevo fue, sin duda, una era de fanatismo religioso y de abandono de los modelos
sociales de la Antigüedad, en favor de un modelo feudal que asignaba a la aristocracia el
control de los numerosos reinos cristianos de Occidente, todos bajo la gobernanza espiritual del
Papa en Roma.
Sin embargo, en las regiones vecinas a Europa nuevas formas políticas surgieron de acuerdo a su
propia tradición, como los Califatos islámicos, eternos rivales del cristianismo.
Esta nueva clase social, formada por comerciantes y negociantes, cuyo manejo del capital les
concedió más y más poder y prestigio, llegó a desplazar a la aristocracia como clase social
dominante. El evento más representativo de ello fue la Revolución Francesa de 1789, o la
Independencia de Estados Unidos del Imperio Británico en 1776. Ambos eventos se consideran
como finales de la Edad Moderna.
Durante la Edad Moderna se produjo la exploración y colonización del continente americano por
los Imperios de Europa, así como sus primeras exploraciones de Oceanía. De hecho, se considera
este lapso como el inicio de la relación colonial de Europa con el resto del mundo.
De hecho, las potencias políticas y económicas europeas competían entre sí por hacerse con el
control de las rutas comerciales y materias primas del mundo entero. El Mercantilismo fue el
espíritu de la época, y las monarquías absolutistas el régimen político dominante en Europa.
Estos eventos marcaron el fin del dominio europeo sobre el mundo entero, y ello condujo a su
vez a dos grandes guerras mundiales, en las cuales la inventiva y el dominio científico de la
humanidad fue puesto a prueba de la peor manera posible: masacrando a sus semejantes. He allí
que el siglo XX, en particular, haya sido un momento de profundo pesimismo y depresión en la
cultura Occidental.
Por otro lado, la modernización de la mayoría de los aspectos de la vida humana condujeron al
surgimiento de una civilización mundial guiada por los valores del liberalismo, el materialismo
y la producción, engendrando así la llamada sociedad de consumo.
De hecho, el colapso de los imperios europeos permitió el surgimiento de dos nuevas potencias
mundiales: los Estados Unidos y la Unión Soviética, cada una a la cabeza de estos dos nuevos
bloques mundiales.
Han sido importantes hitos técnicos y culturales en la Edad Contemporánea la exploración del
espacio exterior, la explosión de las primeras bombas atómicas, la globalización y la creación de
las primeras instituciones internacionales multilaterales, el holocausto judío durante la Segunda
Guerra Mundial y la invención de las pastillas anticonceptivas, que condujeron a su vez a una
revolución sexual a mediados del siglo XX.