Fallo de Derecho Administrativo de Santis
Fallo de Derecho Administrativo de Santis
Fallo de Derecho Administrativo de Santis
#28836076#271956474#20201028105018350
juicio y de debido proceso. Apela por elevados a todos los honorarios regulados a fs. 184.
III. De conformidad con los agravios expuestos por la parte actora,
corresponde analizar la viabilidad de la excepción de cosa juzgada opuesta por la parte
demandada, pues de su suerte dependerá el análisis de las restantes cuestiones planteadas.
No resulta objeto de controversia, que las partes, según se desprende de la
documental acompañada en autos en el sobre de fs. 3, a fs. 22/23 y de la informativa
producida a fs. 147, arribaron a un acuerdo conciliatorio el 16 de marzo de 2016
celebrado ante la Subsecretaría de Industria Trabajo y Comercio del Gobierno de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, interviniendo por dicho organismo la Dra. María
Florencia Festugato Medina integrante de Negociaciones Laborales Individuales de la
Dirección General de Negociaciones Laborales de la precitada Subsecretaría. El actor fue
asistido por la letrada Dra. Lorena Laura Santiago, y así la demandada sin reconocer
hecho ni derecho alguno y al solo efecto conciliatorio ofreció abonar al trabajador la
suma de $305.000 que fue imputada a indemnización por antigüedad, indemnización
sustitutiva de preaviso, integración mes despido, vacaciones y SAC proporcional 2016.
En dicho acuerdo, el reclamante refirió que una vez efectivizado el pago total de la suma
convenida, nada más tendrá que reclamar de la relación que lo vinculara con la
reclamada en su extinción.
Paralelamente, el accionante reconoce que su fecha de ingreso ha sido el 17
de marzo de 2004, que se ha desempeñado en la categoría de Auxiliar "B" hasta el 16 de
marzo de 2016 fecha en la que se desvinculó por despido indirecto y que su mejor
remuneración normal y habitual (bruta) en el último año trabajado fue de $11.396,58.
Finalmente, por Resolución – 2016 -748-SSTIYC de fecha 23 de agosto de 2016, el
acuerdo arribado por las partes fue homologado por la autoridad administrativa en los
términos dispuestos por el art. 15 de la LCT.
En cambio, se encuentra controvertido el alcance que corresponde darle al
mencionado convenio y su posterior homologación por dicho organismo administrativo
en tanto la parte actora sostiene que el mismo en realidad encubrió un despido arbitrario
ante el cierre de la sucursal donde laboraba el accionante y lo citó ante el organismo de la
CABA a firmar un acuerdo con un patrocinio letrado que conoció en ese mismo instante,
lo que resultó violatorio del principio de primacía de la realidad, del principio protectorio,
del principio de congruencia y el derecho constitucional al debido proceso y al de defensa
en juicio. Aduce, que el acuerdo arribado es nulo de nulidad absoluta pues la voluntad del
actor se encontraba totalmente viciada por carecer de intención y de libertad (violencia
psicológica, simulación) para celebrar dicho acto negocial. Señala que fue presionado
para su firma y que la Dra. Santiago lo atemorizó sosteniendo que solo cobrarían algo de
la indemnización si firmaban el acuerdo.
Por su parte, la demandada sostuvo que arribó a un acuerdo conciliatorio con
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el actor en la audiencia espontánea celebrada en aquella oportunidad prestando el
trabajador plena conformidad, negando la existencia de vicios de la voluntad y que el
procedimiento recaído hubiere sido fraudulento o ilícito, por lo que siendo el mismo
debidamente homologado por la Subsecretaría del Gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires interviniente en los términos dispuestos por el art. 15 de la LCT, existe cosa
juzgada administrativa con relación a los supuestos créditos reclamados mediante la
presente acción, siendo aplicable la doctrina sentada en el Fallo Plenario nro. 137.
A mi juicio, luego de un detenido análisis de las constancias probatorias
obrantes en la causa (cfr. art. 386 del CPCCN) me adelanto a señalar que lo decidido por
el Sr. juez de grado en orden a la defensa intentada por la demandada – excepción de cosa
juzgada - debe ser confirmado.
En efecto, cabe resaltar que en el contexto de la causa resulta de aplicación
el art. 15 de la LCT, en cuanto dispone que: "Los acuerdos transaccionales y liberatorios
serán válidos cuando se realicen con intervención de la autoridad judicial
administrativa, y mediante resolución fundada de cualquiera de éstas que acredite que
mediante tales actos se ha alcanzado una justa composición de los derechos e intereses
de las partes (…)" disposición que no obstante la irrenunciabilidad de derechos que
prevé el art. 12 de la LCT admite la concertación de acuerdos liberatorios entre las partes
cuando el mismo se ajusta a los recaudos previstos por la norma y siempre que haya
mediado la intervención de la autoridad administrativa o judicial, la que mediante el
dictado de una resolución homologatoria del mismo, fundada en la justa composición de
derechos e intereses de las partes, ejerce un doble control de legalidad cuando se verifica
que se hayan respetado los derechos de las partes y no se haya vulnerado el orden público
laboral y el otro referido a la justa composición de los derechos e intereses de las partes.
Conforme lo señala Amadeo Allocatti (Derecho Procesal del Trabajo en
Deveali, Tratado T. IV) el art. 69 de la LO atribuye autoridad de cosa juzgada a los
acuerdos conciliatorios o transaccionales celebrados por las partes con intervención del
juzgado y los que ellas pacten espontáneamente con homologación judicial posterior.
Idéntico efecto se reconoce en los convenios de parte adoptados con intervención y
aprobación del Ministerio de Trabajo.
En tal sentido se ha establecido que la opción administrativa no es un
instituto de segundo orden o siempre supeditada al juicio de los jueces, se trata de una
opción por dos vías paralelas o de igual valor, a punto que, cuando se usa la vía
administrativa el acto administrativo tiene virtualidad jurídica, goza de presunción de
legitimidad y fuerza ejecutoria (art. 12 Ley 19.549).
Determinado entonces, que la homologación efectuada por la autoridad
administrativa constituye un acto administrativo de alcance particular cuya legitimidad se
presume, sólo resulta procedente privarlo de validez en sede judicial cuando se hubiese
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demostrado que el mentado convenio pudiera conculcar derechos indisponibles para el
trabajador o se hubiera demostrado la existencia de algún vicio en la voluntad en los
términos del art. 332 del actual Código Civil y Comercial, o que el procedimiento recaído
haya sido fraudulento o ilícito, correspondiendo –en estos casos– a la actora la invocación
y en su caso prueba de la eventual invalidez (cfr art. 377 párrafos 1° y 2° del CPCCN).
Ello así, pues conforme lo dispone el art. 260 del actual Código Civil y
Comercial “El acto voluntario es el ejecutado con discernimiento, intención y libertad,
que se manifiesta por un hecho exterior”.
Por otra parte el art. 276 del precitado cuerpo normativo expresa que “La
fuerza irresistible y las amenazas que generan el temor de sufrir un mal grave e
inminente que no se puedan contrarrestar o evitar en la persona o bienes de la parte o de
un tercero, causan la nulidad del acto”.
De las pruebas colectadas en la causa no surge que en la especie haya
mediado fuerza y/o temor o intimidación en los términos de las normas citadas, ni
violencia moral o engaño, que el actor hubiese estado obligado o forzado a firmar el
acuerdo, o que hubiere actuado sin discernimiento, intención o libertad con el objeto de
obtener la firma del acuerdo en cuestión.
Por el contrario, de la prueba documental reunida en autos se desprende que
con fecha 16 de marzo de 2016, el actor junto a su letrada patrocinante, se presentó a
celebrar el acta de conciliación ante la Subsecretaría ya citada y que luego de suscripta
por las partes la autoridad administrativa unos meses después (el 23/08/16) procedió a
homologar el acuerdo al considerar satisfechos los recaudos previstos por la legislación
vigente.
No se advierten a su vez motivos fundados para presumir que la letrada
patrocinante del trabajador no haya sido genuina ni de su libre elección, pues si bien el
accionante adujo haberla conocido el mismo día en que se celebró el acuerdo
conciliatorio, lo cierto es que el mismo actor reconoce que la Dra. Santiago fue enviada
por el sindicato de comercio para brindarles asesoramiento legal en tal sentido y tal
circunstancia fue ratificada por la propia letrada Lorena Laura Santiago en oportunidad
de declarar como testigo a fs. 138/vta. En efecto, afirmó la deponente que conoció al
actor por ir a asesorarlo para la firma del acuerdo que celebraban por la desvinculación
con la accionada y que un grupo de esos trabajadores fueron asesorados por unos seis
abogados que a su vez asesoran al sindicato de comercio. Que una vez avisado el
sindicato por parte de los delegados que la demandada cerraba esa sucursal y que les
planteaban a los trabajadores la posibilidad de cambiar de sucursal o de suscribir un
acuerdo de desvinculación, el sindicato les ofreció asistencia letrada o sino buscarse
asesoramiento particular. Que el monto acordado cubría las indemnizaciones laborales
por despido incausado y que el actor estuvo de acuerdo con suscribir ese acuerdo y que
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ante la posibilidad de ir con un abogado particular optó por seguir con el patrocinio de los
abogados del sindicato.
Luego, ninguna prueba idónea produjo el actor a efectos de acreditar que el
acuerdo firmado entre las partes haya sido suscripto sin intención, discernimiento o
libertad. Tampoco surge probado el argumento del aprovechamiento o lesión subjetiva, a
poco que se observe que el comportamiento posterior del actor no abona la tesis expuesta
en el inicio en orden a que fue obligado a firmar por su estado de necesidad. En
consecuencia, no se puede inferir válidamente la existencia de algún elemento de juicio
que permita considerar que el trámite de conciliación iniciado a instancias de las partes
no fue una expresión libre y válida de su voluntad, ejercitando en definitiva, por propia
elección una facultad conferida por el ordenamiento jurídico de extinguir obligaciones
litigiosas o dudosas (cfr art. 1641 del actual Código Civil y Comercial). Obsérvese que el
deponente De Agustín (fs. 139) quien declara a propuesta de la parte actora, sostuvo que
luego del cierre de la sucursal donde laboraba junto con el actor, fueron llamados de a
uno por parte de la oficina de derechos humanos de la accionada para la firma del
acuerdo y que esa era la forma que tenían para poder cobrar algo.
Poco o nada aporta dicho testimonio a efectos de restarle valor jurídico al
acuerdo conciliatorio finalmente celebrado y su posterior homologación que le otorgó
valor de cosa juzgada, pues la circunstancia que la accionada los llamase a los
trabajadores afectados por el cierre de una de sus sucursales para proponerles la firma de
un acuerdo de desvinculación, no resulta indicativo acerca de la existencia de presiones
psicológicas o restricciones a la libertad y voluntad de los trabajadores, toda vez que en el
caso que nos ocupa el Sr. Bova fue asistido y asesorado por una abogada enviada por el
sindicato y según surge del propio testimonio de dicha profesional (Dra. Santiago) se le
dio al accionante la posibilidad de procurarse otra asistencia letrada, lo que fue
desestimado por el trabajador quien optó por seguir siendo asistido por aquélla
profesional.
En cuanto a la queja respecto del monto finalmente percibido y el que
refiere debió haber percibido, resulta cierto que el actor fue despedido sin justa causa
gozando del derecho a obtener las indemnizaciones derivadas del despido incausado (cfr.
art. 245 LCT) pero lo concreto es que la posterior negociación en base a una
remuneración que se ajustó a la reconocida en el marco del acuerdo en cuestión con un
pago que se ajustó a los rubros salariales e indemnizatorios derivados de la extinción, es
decir no se verificó un pago inferior al que le correspondía sobre la base de la retribución
reconocida, ninguna proyección tuvo sobre derechos irrenunciables emergentes de
normas imperativas sin que se advierta violación a los principios del derecho laboral y del
orden público.
Adviértase que la propia parte actora sostiene en la demanda que la
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remuneración era de $15.727,26 afirmando seguidamente que de probarse la realización
de horas extras que reclama por el período que va de septiembre de 2014 hasta marzo de
2016, dicho salario sería entonces de $34.597,98. No soslayo la defensa intentada en el
memorial de agravios, en cuanto a la existencia de dos litigios - ya concluidos ambos –
que se vio obligado a iniciar a los fines de obtener el reconocimiento judicial de horas
extras laboradas y no abonadas, pero obsérvese que ello fue por períodos anteriores al del
presente reclamo tal como surge de las constancias obrantes en el sistema informático
Lex 100.
Desde tal perspectiva de análisis, si bien resulta ser exacto que las
indemnizaciones derivadas de un despido sin causa no pueden ser objeto de renuncia ni
de negociación alguna, no lo es menos que los beneficios eventualmente devengados pero
cuya existencia resulte discutida, es decir litigiosa como es el caso del rubro “horas
extras” pueden ser objeto de acuerdo transaccional. En ese marco, en base a una
remuneración reconocida en el acuerdo conciliatorio, la empresa ofreció abonar a la
actora una suma de $305.000, suma que se exhibe acorde de estarse a lo expresado por la
perito contadora a fs. 168 e incluso resulta ser superior a la suma de $246.727,22 que se
obtiene de efectuarse la liquidación por despido en base a la remuneración denunciada
por el accionante de $15.727,26 y que se realiza en función de los rubros que se
reclaman en la liquidación de demanda, esto es: a) Indemnización por antigüedad
($188.727,12); b) Indemnización por preaviso ($31.454,52); c) días laborados más
integración mes despido ($15.727,26); d) Sac prop. 2016 ($3.276,51); e) Incid. SAC s/
preaviso e integración ($3.931,81) y f) vacaciones prop 2016 ($3.610). Sobre tales bases
y la antigüedad del trabajador, la autoridad administrativa efectuó el análisis respectivo
evitando una cuestión litigiosa sobre cualquier otro beneficio litigioso, discutido o dudoso
derivado de la relación laboral.
Así las cosas, resulta plenamente operativa la cosa juzgada que emerge del
acuerdo homologado en sede administrativa, de modo que será de aplicación al caso la
doctrina plenaria recaída en autos “Lafalce, Angel y otros c/ Casa Enrique Schuster SA”
que establece que “La manifestación de la parte actora en un acuerdo conciliatorio de
que una vez percibida integralmente la suma acordada en esta conciliación nada más
tiene que reclamar de la demandada por ningún concepto emergente del vínculo laboral
que las uniera, hace cosa juzgada en un juicio posterior (…)”, debiéndose señalar que la
ley 27.500 (BO 10/01/2019) que derogó la ley 26.853 (a excepción de su artículo 13),
obliga a los magistrados a respetar la doctrina plenaria sobre el que se fundamenta la
conclusión del a quo en el aspecto cuestionado en el memorial recursivo, conforme lo
normado por el art. 303 CPCCN, cuya vigencia resulta incuestionable a partir de la
sanción de la ley citada.
A todo evento, no obsta a tal conclusión la circunstancia de que el acuerdo
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en cuestión haya sido plasmado ante un organismo administrativo de la CABA y no ante
el SECLO, pues el art. 129 de la Constitución Nacional da facultades legislativas y
jurisdiccionales al Gobierno Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires; a su vez el art. 44
de la constitución de la Ciudad dispone que la misma ejerce el poder de policía e
interviene en la solución de conflictos entre trabajadores y empleadores. El art. 36 de la
ley 265 de la Ciudad otorga la facultad de homologar acuerdos a la autoridad
administrativa del trabajo de la Ciudad y que el decreto 363/15 crea la Subsecretaría de
Trabajo, Industria y Comercio para que ejerza como autoridad administrativa del trabajo
de la Ciudad; se puede concluir entonces que dicha Subsecretaría posee la facultad de
homologar acuerdos individuales del trabajo en los términos del art. 15 de la LCT, siendo
además que el precitado artículo de la LCT no determina exclusividad del SECLO para
llevar adelante acuerdos conciliatorios y contempla la posibilidad de celebrarlos ante
organismos administrativos con su posterior homologación.
IV. Lo hasta aquí expuesto, conduce a propiciar la confirmación de lo
decidido en la instancia de grado en cuanto fue objeto de agravios.
V. La parte actora cuestiona por elevados los honorarios regulados a
fs. 184, sin embargo teniendo en consideración el mérito e importancia de la labor
desarrollada por los profesionales, y que no puede identificarse el monto del reclamo con
el valor del litigio, pues ello podría llevar a situaciones totalmente ajenas a la realidad
(CNAT Sala I, sent. 60.998 del 24/3/92), así como cuando en la demanda se reclama el
cobro de una suma de dinero estimado libremente por el actor dicha suma no constituye
pauta de regulación de honorarios en los casos en que se rechaza la acción intentada
( CNAT Sala VI sent. 36.282 del 21.2.92), concluyo que aquéllos no se exhiben elevados
y postulo también su confirmación. (art. 38 LO y ley arancelaria vigente).
VI. Las costas en la alzada se imponen en el orden causado, (art. 68, 2º
párrafo CPCCN) en atención a la ausencia de controversia, a cuyo efecto se regulan los
estipendios de la representación letrada interviniente en el 30% de lo que en definitiva le
corresponda por sus labores en la sede anterior (LA).
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por ante mí, que doy fe. Se deja constancia que la Doctora Graciela Liliana Carambia no
vota (art. 125 RJN).
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