Educabilidad Clara Ines Stramiello
Educabilidad Clara Ines Stramiello
Educabilidad Clara Ines Stramiello
El concepto de educabilidad pone en tensión cuestiones relacionadas con el sentido de enseñar, con la
ética del enseñante, con la responsabilidad de los adultos por sus acciones. La tarea educativa se concibe
como la interacción de dos elementos: uno con capacidad de influenciar y otro capaz de ser influenciado.
Al primero se lo denomina educatividad y se refiere a la aptitud o capacidad del educador, por la cual
facilita y contribuye al aprendizaje; al segundo, educabilidad y alude a la capacidad de todo individuo o
educando para recibir influencias y reaccionar ante ellas para construir su propia identidad. Ambos
elementos, que todas las personas poseen, son inseparables cuando se analizan los hechos educativos,
pero susceptibles de análisis conceptuales cuando centramos el estudio en alguno de los términos
mencionados. El concepto de educabilidad como capacidad, disposición o ductilidad del individuo
pertenece a la tradición filosófica occidental que caracteriza al ser humano como el único capaz de
educarse interactuando con otros seres humanos, y como el único que posee la posibilidad de educarse o
sea de dar viabilidad al proceso educativo. También se considera que la educabilidad individual no puede
separarse del contexto histórico en el que la persona está inserta. De modo tal que según la concepción
filosófica tradicional el concepto de educabilidad es atribuible a todo ser humano por el hecho de serlo y,
simultáneamente, una capacidad que solo se efectiviza según las circunstancias concretas o existenciales
en las que el sujeto concreto existe. Estas dos aristas han estado presentes cuando desde la pedagogía,
asociada con la psicología, la sociología y la biología, se plantean las posibilidades y límites de la educación.
En el ámbito latinoamericano, el pedagogo Paulo Freire concibió la educabilidad desde la
conceptualización de la acción educativa como acción política y emancipadora que posibilita
transformaciones individuales y colectivas en contextos de opresión e injusticia. El ser humano es
fundamentalmente sujeto y no objeto de la educación: hombres y mujeres son educables en la medida en
que se reconocen como inacabados, inconclusos, necesitados de una praxis transformadora. La conciencia
del inacabamiento y de sus causas (sociales, políticas, económicas) posibilitará el camino hacia la liberación
y la salida de la injusticia. Ser educable para Freire es tener la posibilidad de completarse ontológicamente.
Desde fines del siglo XX el tema de la educabilidad está presente en el debate filosófico-pedagógico en
nuestra región, sobre todo asociado al cumplimiento efectivo del derecho a la educación y, también, a las
propuestas que centran la atención en la educación como condición indispensable para lograr una
sociedad más justa y equitativa. Al respecto, el Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (IIPE)
coordinó y realizó varios estudios que afirman la centralidad de la educación y que, teniendo en cuenta la
creciente complejidad del escenario social de América Latina, destacan que hace falta un mínimo de
bienestar o equidad para poder educar. La relación entre fracaso escolar y pobreza fue el motor que
impulsó estas investigaciones que niegan que la educabilidad esté en estrecha relación con factores
hereditarios, genéticos o biológicos, independientes del contexto social o cultural, que predeterminan el
futuro de los niños y jóvenes y tornan casi inútil toda acción educativa. La noción de educabilidad es
comprendida como un concepto relacional, en tanto se define en la tensión entre lo que el niño trae y lo
que la escuela espera o exige (López-Tedesco). Desde esta perspectiva hacen referencia a las condiciones
de educabilidad como forma de interrogar a la sociedad sobre su responsabilidad política en la provisión de
recursos, oportunidades y condiciones para que los alumnos aprendan y los profesores enseñen,
especialmente en contextos de pobreza (Navarro). De modo tal que la educabilidad es el grado o nivel de
desarrollo en cada individuo de características biológicas y personales que afectan su capacidad para
beneficiarse en mayor o menor medida de las oportunidades de aprendizaje que le brinda la escuela. Se
trata de factores modificables en la población a través de políticas sociales y superables en cada persona a
través de estrategias compensatorias y de rehabilitación (Bello). El concepto de educabilidad del IIPE es el
resultado de condiciones sociales previas a la escolarización de cada niño.
Frente a ello se alzan otras voces que, retomando el pensamiento de Freire, consideran que la antedicha
noción de educabilidad tiene supuestos metafíscos, responde a una filosofía esencialista y promueve una
pedagogía de la pobreza en la que se caracteriza y tipifica al alumno pobre no para liberarlo sino para
armar una suerte de metodología de la pobreza que justifica la desigualdad educativa y la exclusión social
(Kaplan, Cullen, Neufeld, Thisted). Conocer las condiciones socioculturales de los alumnos no debe tener
una finalidad condenatoria que lleve a reproducir las desventajas iniciales y a considerar el fracaso escolar
como un resultado natural; por lo tanto es necesario repensar los mecanismos que impregnan las prácticas
y representaciones sociales y escolares de docentes y alumnos como la naturalización de las diferencias de
capital cultural, los mecanismos de estigmatización y las concepciones acerca de la inteligencia (Kaplan). En
Latinoamérica en general y en la Argentina en particular la escolarización actualmente no se dirige a la
uniformización de la población sino a su educación por bandas o sectores, convirtiéndose la escuela en un
límite para la integración social y creándose circuitos de escolarización que ahondan las divisiones sociales.
Entre los temas que contribuyen a profundizar estos circuitos se encuentra el de la frontera entre la
educabilidad y la ineducabilidad, en base al concepto de alumno normal, o sea aquel que posee
determinadas cualidades que lo convierten en sujeto del sistema educativo (Puiggrós-Dussel). Ante esto
algunos se cuestionan si no sería más apropiado asociar el concepto de educabilidad con la capacidad de la
escuela para adaptarse a la diversidad de alumnos. Otros proponen definir la educabilidad más como una
propiedad de las situaciones que de los sujetos a título individual en tanto la formulación del individuo
como punto de partida de la explicación psicológica es un constructo conceptual moderno basado en la
independencia ontológica del sujeto en relación al entorno. Educabilidad no equivale a capacidad o
posibilidad de aprendizaje sino a actividad intersubjetiva mediada, donde el desarrollo y el aprendizaje es
algo que se produce en situación y es la situación la que lo explica, aunque sus efectos también puedan
constatarse en los sujetos (Baquero).
Es posible afirmar la educabilidad de todas las personas en tanto cada ser humano puede apropiarse del
conocimiento para comprenderse y comprender el mundo. Pero también en este concepto juega un rol
preponderante la mirada del otro, la del adulto, la del docente, la de la sociedad. Por ambos motivos
consideramos que la educabilidad puede sintetizarse en considerar al ser humano como sujeto de
expectativas a lo largo de la vida.