Decada Infame Argentina

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Década Infame y Restauración Conservadora

La Década Infame, también conocida como la Restauración Conservadora, comienza con el


golpe de Estado a Yrigoyen en 1930 y termina con otro golpe de Estado a Castillo en 1943. El
primer golpe fue liderado por Uriburu, quien asumió la presidencia. Este golpe se debió a la
rápida pérdida de apoyo del gobierno de Yrigoyen, causada por la división dentro de la Unión
Cívica Radical (UCR) y las alianzas con los conservadores. Además, la crisis económica
internacional y el temor a las masas y a la democracia contribuyeron a la decisión de derrocar
al presidente.

Las fuerzas armadas se posicionaron como las guardianas del orden ante la incapacidad del
gobierno de manejar los conflictos políticos y sociales. Este periodo se divide en tres gobiernos,
comenzando con Uriburu y seguido por gobiernos conservadores que legitimaron su poder
mediante el fraude electoral. Los intereses de los conservadores y nacionalistas de derecha
fueron predominantes en esta época.

El gobierno de Uriburu (1930-1932) intentó eliminar la Ley Sáenz Peña y promover una
representación corporativa, dividiendo a la sociedad por rubros económicos. Durante su
gobierno, se instauraron medidas autoritarias como el toque de queda, el estado de sitio, la ley
marcial (permitía que los delitos relacionados con las fuerzas armadas fueran juzgados por
tribunales militares) y la pena de muerte. Uriburu también fundó la Legión Cívica, que provenía
de la Liga Patriótica.

Agustín Pedro Justo, quien no acompañó a Uriburu en todas sus políticas, estableció buenas
relaciones con los conservadores y ganó las elecciones mediante fraude electoral. Su gobierno,
conocido como la Restauración Conservadora, mantuvo una fachada democrática para
legitimar su poder mientras practicaba el fraude para contener el avance de las masas en la
política.

El Tratado Roca-Runciman fue ampliamente considerado infame. En medio de la crisis


económica, Argentina adoptó un modelo de industrialización por sustitución de importaciones
(ISI). Sin embargo, este tratado estableció que los precios de los ferrocarriles serían
controlados por los ingleses, no por el gobierno argentino. Además, Argentina se vio obligada a
comprar productos a Inglaterra.

Los ingleses lograron que no se les cobraran impuestos sobre el carbón y la carne que
importaban, lo que generó una fuerte crítica por parte de los proteccionistas argentinos,
quienes argumentaban que el país estaba convirtiéndose en una colonia inglesa. Este tratado
se firmó en secreto y benefició a unos pocos, profundizando la percepción de dependencia y la
pérdida de autonomía económica.

Durante los gobiernos de Roberto Ortiz (1938-1942) y Ramón Castillo (1942-1943), la política
interna se complicó aún más. Ortiz, consciente de la necesidad de ceder en algunas
cuestiones, intentó poner fin al fraude electoral, pero su enfermedad lo obligó a ceder el poder
a Castillo, quien mantuvo el fraude. Castillo, en su política exterior, se mantuvo neutral ante los
conflictos internacionales, resistiendo las presiones de Estados Unidos para romper lazos con
las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón).

En 1943, un grupo de militares nacionalistas, descontentos con la política de Castillo y


simpatizantes de los ideales nazis, realizó un golpe de estado. La dictadura militar que siguió
duró hasta 1946. Pedro Pablo Ramírez asumió brevemente el poder y promovió la educación
católica en las escuelas públicas, pero pronto fue reemplazado por Edelmiro Farrell. Durante
esta dictadura, Juan Domingo Perón ascendió en el gobierno, ocupando puestos como ministro
de Guerra, vicepresidente y secretario de Trabajo y Previsión Social. Perón se dio cuenta de la
importancia de interactuar con los trabajadores, ganando así su apoyo.

Durante los gobiernos de Roberto Ortiz (1938-1942) y Ramón Castillo (1942-1943), la política
interna se complicó aún más. Ortiz, consciente de la necesidad de ceder en algunas
cuestiones, intentó poner fin al fraude electoral, pero su enfermedad lo obligó a ceder el poder
a Castillo, quien mantuvo el fraude. Castillo, en su política exterior, se mantuvo neutral ante los
conflictos internacionales, resistiendo las presiones de Estados Unidos para romper lazos con
las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón), a quienes se los consideraba nazis, para poder
así venderles a todos. Las fuerzas armadas no querían romper lazos ya que algunos eran nazis
o tenían simpatía con los ideales. Castillo negoció creando la dirección general de fábricas
militares. Ante las presiones Castillo no cedió, siendo un conservador leal, pero el lado
nacionalistas de las fuerzas armadas hacen un golpe de estado ya que no comparten los
ideales.

En 1943, un grupo de militares nacionalistas, descontentos con la política de Castillo y


simpatizantes de los ideales nazis, realizó un golpe de estado. La dictadura militar que siguió
duró hasta 1946. Pedro Pablo Ramírez asumió brevemente el poder y promovió la educación
católica en las escuelas públicas, pero pronto fue reemplazado por Edelmiro Farrell. Durante
esta dictadura, Juan Domingo Perón ascendió en el gobierno, ocupando puestos como ministro
de Guerra, vicepresidente y secretario de Trabajo y Previsión Social. Perón se dio cuenta de la
importancia de interactuar con los trabajadores, ganando así su apoyo.

Rawson duró 3 días en el poder y fue quien puso la cara y simpatiza con EEUU por lo tanto
creían que iba a querer romper la neutralidad. Asume Ramirez y va a promover la educación
católica en la escuela pública. Asimismo, rompe alianza con Italia y Alemania por lo que lo
sacan. Asume Farrel, quien va a ser el último de y llama a elecciones. Rompe la neutralidad en
marzo de 1945 (un mes antes de que termine la guerra). Mientras tanto, Peron durante la
dictadura fue ocupando puestos de gobierno como ministro de guerra, vicepresidencia de
Farrel y secretario de trabajo y previsión social ya que se dio cuenta que allí era el punto de
encuentro con los trabajadores, por lo que comienza a ser querido e interactuar con las masas.
Por lo tanto, Farrel lo mete preso a Peron ya que lo ve como una amenaza. Sin embargo, las
masas se movilizan por lo que lo sacan.
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paginas del libro resumen
Gobierno de Uriburu
Uriburu intentó establecer un sistema corporativista inspirado en el fascismo europeo.
Durante su gobierno, grupos nacionalistas, muchos de ellos provenientes de la oligarquía,
se organizaron para respaldar al golpista. Este nacionalismo oligárquico no buscaba apoyo
entre los sectores populares, sino que creó la "Legión Cívica", una organización paramilitar
que participó en la represión de opositores políticos. Aunque criticaba la representación
política de la democracia liberal, Uriburu no pudo mantenerse en el poder por mucho
tiempo, ya que los sectores oligárquicos que respaldaron el golpe preferían volver a la
organización política republicana tradicional basada en el liberalismo conservador.
En 1931, la oligarquía argentina convocó elecciones generales, pero para asegurar su
control y evitar el triunfo del radicalismo, impuso prácticas sistemáticas de fraude electoral
y persecución a los opositores, conocidas como "fraude patriótico". Durante la "década
infame", se utilizaron métodos ilegales como el secuestro de documentos y la intimidación,
manteniendo las instituciones democráticas de manera formal.
Los conservadores, radicales antipersonalistas y el Partido Socialista Independiente
formaron la alianza "Concordancia" y ganaron las elecciones de 1931, llevando al general
Agustín P. Justo a la presidencia en 1932. El radicalismo, liderado por Marcelo T. de Alvear
tras la muerte de Yrigoyen en 1933, inicialmente se abstuvo de participar en los comicios,
pero luego aceptó las elecciones del régimen oligárquico, lo que causó divisiones internas
en el partido.
Presidencia de Ortiz
Hacia el final de la década de 1930, los dirigentes conservadores advirtieron que la falta de
reformas políticas haría ingobernable la situación. En 1938, Roberto M. Ortiz asumió la
presidencia con el propósito de reformar el régimen oligárquico vigente, buscando una
transformación desde arriba para mejorar la relación entre el Estado y la sociedad. Ortiz
intentó captar a los radicales liderados por Alvear, acercarse a sectores del movimiento
obrero y limitar el fraude electoral en algunas provincias. Su proyecto político pretendía
alinearse con el nuevo modelo de desarrollo económico de Federico Pinedo y dependía del
fortalecimiento del intervencionismo estatal y del acuerdo político con el general Justo. Sin
embargo, las divisiones entre los dirigentes conservadores impidieron la consolidación de
este esquema. Para 1940, los principales impulsores de estas reformas —Justo, Ortiz y
Alvear— habían fallecido.
Presidencia de Castillo
En 1940, Ramón S. Castillo asumió la presidencia tras la enfermedad de Ortiz, y los
intentos de ampliar el sistema oligárquico quedaron truncos. Castillo revirtió las reformas de
su predecesor y el fraude electoral no solo continuó, sino que se intensificó en varias
provincias. Su gobierno bloqueó toda posibilidad de reforma desde dentro, intentando
recomponer los tradicionales esquemas conservadores.
Segunda guerra mundial y imperialismo
Durante la década de 1930, los partidos políticos argentinos reaccionaron de manera
diferente a los conflictos nacionales e internacionales, especialmente la Guerra Civil
Española de 1936 y la Segunda Guerra Mundial que comenzó en 1939. Los gobiernos
conservadores de Justo y Ortiz, junto con los socialistas, apoyaron a los aliados, mientras
que el gobierno de Castillo apoyó al Eje nazi-fascista.
En esta década, el término "imperialismo" se popularizó en el lenguaje político. A partir de
1930, y especialmente tras el Pacto Roca-Runciman, intelectuales y políticos comenzaron
a ver la relación entre Gran Bretaña y Argentina como una forma de dominación
imperialista. Opositores como los yrigoyenistas de FORJA y algunos nacionalistas
denunciaron las consecuencias negativas de esta relación, mientras que los sectores
conservadores del gobierno defendían los beneficios de las estrechas relaciones con los
ingleses.
Crisis de 1930 y consecuencias
La crisis económica mundial de 1930 desorganizó el comercio internacional, afectando
negativamente a Argentina, que dependía de la exportación de materias primas y la
importación de manufacturas. A partir de entonces, sectores dirigentes económicos y
políticos promovieron la sustitución de importaciones de manufacturas industriales, lo que
impulsó la expansión de la industria nacional y la aparición de una nueva clase obrera. Este
periodo también trajo cambios significativos en la estructura social y una crisis en la
representación política. El Estado comenzó a intervenir de manera más activa en asuntos
económicos y sociales. Un ejemplo de la intervención estatal se refleja en una iniciativa de
1933 del bloque socialista del Concejo Deliberante de Buenos Aires, que destinó 50,000
pesos para los desempleados de Puerto Nuevo, asegurando que los necesitados de "Villa
Desocupación" tuvieran refugio y alimento durante un invierno severo.
La crisis del sector primario
La crisis económica mundial de 1929 afectó gravemente la economía exportadora de
Argentina. Los países centrales protegieron sus economías y redujeron sus compras de
materias primas y alimentos de los países periféricos. Gran Bretaña, el principal comprador
de cereales y carnes argentinos, disminuyó sus importaciones y estableció acuerdos,
afectando el sector primario exportador argentino.
La crisis mundial alteró la balanza comercial de Argentina y redujo los ingresos de los
capitalistas agrarios, dificultando las inversiones necesarias para mejorar la productividad
agrícola. La incorporación de nuevas tierras y la inversión en infraestructura y tecnología
disminuyeron, agravando el deterioro de los términos de intercambio, con una caída del
40% en los precios de las materias primas entre 1925 y 1934. El creciente consumo
nacional de alimentos también redujo el excedente exportable.
Durante la década de 1930, el desempleo y la caída de los salarios reales fueron
problemas significativos para los trabajadores, con un descenso del 19% en los salarios
entre 1929 y 1932, alcanzando su punto más bajo en 1934. El costo de vida aumentó
mientras los salarios se mantenían o disminuían. En 1933, casi el 60% de las familias
obreras de Buenos Aires vivían en conventillos.
Pacto Roca - Runciman
Desde 1930, los hacendados invernadores presionaron para que Argentina firmara un
acuerdo con Gran Bretaña que asegurara la cuota de exportación de carnes al mercado
inglés. El 2 de mayo de 1933, el vicepresidente argentino Julio A. Roca (hijo) y el ministro
de Comercio británico, Walter Runciman, firmaron el "Pacto Roca-Runciman". Este acuerdo
aseguraba cuotas de exportación para las carnes argentinas y reafirmaba la relación
comercial con Gran Bretaña.
Las cláusulas principales del pacto incluían asegurar una cuota de importación de 390,000
toneladas de carne enfriada para Argentina, aunque Gran Bretaña podía restringir sus
compras cuando lo considerara necesario.
Argentina se comprometía a mantener libres de derechos el carbón y otros productos
británicos, a no reducir las tarifas de los ferrocarriles británicos y a brindar un tratamiento
benévolo a las empresas británicas de servicios públicos. El pacto fue visto por los partidos
de la oposición como un acto de sometimiento al imperialismo inglés, mientras que algunos
lo consideraron el evento más importante en la historia de las relaciones argentino-
británicas. El vicepresidente Roca resumió la postura del gobierno diciendo que Argentina,
por su importancia económica, se parecía a un gran dominio británico. El pacto incluyó
cláusulas secretas que comprometían al gobierno argentino a la creación del Banco Central
y de la Corporación de Transportes.
El Banco Central se formó como una sociedad mixta, integrada por bancos oficiales y
capitales extranjeros, lo que la oposición criticó por delegar el manejo de las finanzas
nacionales en capitales extranjeros. En 1935, una ley del Congreso aprobó la creación de
la Corporación de Transportes, otorgando a empresas británicas el monopolio del
transporte urbano de Buenos Aires por 56 años. Esta corporación tenía exclusividad en los
transportes de la Capital Federal y obligaba a los dueños de colectivos privados a unirse a
ella, llevando a los pequeños propietarios a integrarse bajo presión.
ISI
El Pacto Roca-Runciman intentó recomponer la relación económica entre Argentina y Gran
Bretaña, pero no resolvió los problemas económicos de Argentina en ese período. La crisis
de 1930 llevó a los países consumidores de productos latinoamericanos a imponer altas
tarifas arancelarias o suspender importaciones, lo que disminuyó las exportaciones de
bienes primarios de los países periféricos y causó una falta de divisas para mantener el
nivel de importaciones.
La crisis alteró la división internacional del trabajo, que había consolidado a Argentina
como productora de materias primas y alimentos. Frente a estos cambios, la SRA y la UIA
coincidieron en fomentar el desarrollo industrial como solución a los problemas económicos
nacionales. Los hacendados invernadores, aceptaron el control de cambios y el aumento
de impuestos, que indirectamente impulsaban el desarrollo industrial al reducir las
importaciones.
Durante la década de 1930, los capitalistas agrarios argentinos, con antiguas vinculaciones
con el capital extranjero, comenzaron a diversificar e integrar sus inversiones, formando
grupos económicos que abarcaron tanto la economía agroexportadora como la producción
industrial y la construcción. Además, nuevas inversiones extranjeras provenientes de
Estados Unidos, Alemania, Francia y, en menor medida, Inglaterra, financiaron el desarrollo
industrial. Estas empresas reinvirtieron sus utilidades debido a las altas tasas de
ganancias, iniciando un proceso de integración y diversificación de actividades industriales
y no industriales.
Nuevas industrias
Frigorificos
● Crecimiento desde finales del siglo XIX.
● Elaboración de carne para exportación y mercado interno.
Molinos harineros, envasadoras y empacadoras de frutas y conservas:
● Provisión de productos tanto para el mercado interno como para exportación.
● Innovacion que incluyó producción de galletitas, alfajores y otros bizcochos.
Industria textil
● Inicio de su desarrollo en el mismo período.
● Importancia de productos textiles y metalúrgicos en las importaciones.
● Favorecida por la disponibilidad de materias primas agropecuarias (lana y algodón)
Industria de maquinaria, vehículos y productos químicos y farmacéuticos:
● Crecimiento significativo desde 1935.
● Importante en el volumen de importaciones.
Industria de artefactos eléctricos y productos derivados del caucho:
● Fuerte crecimiento entre 1937 y 1939.
● Demandada por el proceso de electrificación y el uso de electrodomésticos
(heladeras, licuadoras, máquinas de coser, lavarropas).
● Expansión del parque automotor, aumentando la demanda de neumáticos.
Migraciones internas y cambios en la clase obrera
Localización de la industrialización:
● Principalmente en la zona metropolitana de Buenos Aires (Capital Federal y Gran
Buenos Aires) y algunos centros urbanos como Rosario y Córdoba.
● Falta de desarrollo industrial en otras regiones; descenso significativo en talleres
artesanales en el noroeste
Impacto en zonas agrícolas y ganaderas:
● Disminución de la actividad económica y desempleo en provincias como Santa Fe,
La Pampa, Entre Ríos y Córdoba debido a la reorganización del sector primario
exportador.
Transformaciones sociales:
● Migraciones internas de pobladores de zonas agrícolas y ganaderas hacia las
ciudades del Gran Buenos Aires y del Litoral.
● Crecimiento del 25% en el número de argentinos viviendo fuera de sus lugares de
nacimiento durante la década de 1930.
Cambios en la clase obrera:
● Nuevos obreros provenientes del interior con poca o ninguna experiencia gremial y
política.
● Contraste con los viejos obreros, mayoritariamente de origen europeo, que estaban
organizados sindicalmente y participaban en partidos políticos.
La creacion de la CGT
Durante la década de 1930, la situación económica y social de los trabajadores no mejoró
significativamente. Las condiciones de trabajo eran establecidas por los patrones sin
convenios laborales, lo que les daba un amplio margen de arbitrariedad. El Estado no se
interesaba en hacer cumplir las leyes que protegían a los trabajadores de los abusos
empresariales. Los socialistas promovieron iniciativas para mejorar las condiciones
laborales, pero sus proyectos no fueron aprobados por la mayoría conservadora.
En el movimiento obrero se diferenciaban dos sectores. El sector "apolítico", apoyado en
los sindicatos y representado por la USA (sindicalista revolucionaria) y la FORA
(anarquista), y el sector político, que abogaba por organizar partidos obreros y estaba
representado por la COA (socialista) y la CUSA (comunista). En 1930, la COA y la USA se
unificaron para formar la Confederación General del Trabajo (CGT), motivados por la
represión del gobierno de Uriburu, que derrocó a Yrigoyen y reprimió a las organizaciones
obreras.
Los gobiernos conservadores reaccionaron a las demandas de los trabajadores con
represión e indiferencia, implementando deportaciones de obreros extranjeros,
encarcelamientos y tortura como prácticas comunes.
El movimiento obrero y el estado
A partir de 1935, el número de huelgas aumentó considerablemente junto con el
crecimiento de la actividad industrial. Los conservadores empezaron a buscar soluciones
alternativas, además de la represión, para resolver los conflictos laborales. El Estado, a
través del Departamento Nacional del Trabajo, intervino como árbitro en huelgas,
especialmente en aquellas que afectaban las exportaciones, como los ferrocarriles y el
puerto.
Durante la dictadura de Uriburu (1930-1932), los anarquistas y comunistas fueron
duramente reprimidos, obligándolos a la clandestinidad. Los anarquistas no se
recuperaron, mientras que los comunistas reanudaron su actividad tras la salida de Uriburu.
La represión, la ley marcial y el estado de sitio caracterizaron esta época, y las actividades
sindicales eran vistas como peligrosas para el Estado, siendo a menudo tratadas como
delitos.
En el gobierno de Uriburu coexistieron dos tendencias para abordar los problemas sociales:
una, más dura, proponía no atender las demandas obreras, tolerándolas o reprimiéndolas;
la otra, más conciliadora, buscaba canales de negociación con el movimiento obrero. Bajo
la dirección de Eduardo Maglione, el Departamento Nacional del Trabajo adoptó esta
segunda tendencia, promoviendo el cumplimiento de leyes laborales y acuerdos. Durante
su gestión de casi diez meses, el Estado comenzó una política de intervencionismo social
que se extendió hasta 1943.
Cultura y sociedad en una época de crisis
La década de 1920 fue un periodo de cambios rápidos para la sociedad argentina,
especialmente en Buenos Aires, donde los sectores populares urbanos experimentaron un
notable ascenso social. Muchos hijos de inmigrantes progresaron estableciendo pequeños
comercios, ocupando puestos públicos, participando en la política o estudiando en la
universidad. Este proceso se reflejó en la transformación y surgimiento de nuevos barrios,
cada uno con un perfil social definido: barrios obreros como Parque Patricios, Pompeya y
La Boca, barrios de clase media como Villa Urquiza y Devoto, y barrios exclusivos como el
Barrio Norte para las familias más ricas.
A principios de la década de 1930, la prosperidad y las expectativas de los años anteriores
se desvanecieron debido a la crisis económica, la depresión, la interrupción del proceso
democrático, el fraude electoral y la corrupción. Estos años fueron de desesperanza y
escepticismo, especialmente para los sectores medios y obreros. La desocupación se
convirtió en un problema grave por primera vez, dificultando la búsqueda de empleo en un
país donde antes la demanda de mano de obra siempre había superado a la oferta.
La perdida de legitimidad del sistema politico
Se debilitaron la capacidad de las instiuciones de la democracia para representar los
intereses de los diferentes sectores sociales; esto es debido a:
● Fraude electoral
● Corrupción
El Impacto de la Segunda Guerra Mundial en Argentina
La Segunda Guerra Mundial hizo inevitable la profundización de la sustitución de
manufacturas industriales en Argentina, ya que el conflicto afectaba los términos del
intercambio internacional. Este clima bélico e ideológico impulsó a sectores de la sociedad,
incluido el Ejército, a promover el desarrollo de la industria nacional.
En 1945, con el fin de la guerra, surgió el debate sobre la futura industrialización del país,
evidenciando una mayor diversificación del sistema productivo argentino en comparación
con 1930. Nuevos actores económicos, como pequeñas y medianas empresas de capital
local, surgieron y se diferenciaron de las grandes empresas de capital local y multinacional,
no siendo representados por la Unión Industrial Argentina (UIA).
Las concentraciones urbanas en el área pampeana fortalecieron el mercado interno y
fomentaron el desarrollo agroindustrial en distintas regiones. Sin embargo, muchos
productores e industriales no se sentían representados por la Sociedad Rural Argentina
(SRA) o la UIA.
El Golpe Militar de 1943
El 4 de junio de 1943, Argentina vivió un golpe militar en un clima de gran descontento
social y una opinión pública dividida por la contienda bélica en Europa. La CGT estaba
dividida en dos: la "CGT Nro. 1", liderada por José Domenech, que promovía la separación
entre acción sindical y política, y la "CGT Nro. 2", una alianza de socialistas y comunistas,
liderada por Francisco Pérez Leiros y Ángel Borlenghi.
Ambas centrales vieron con cautela el golpe militar. La "CGT Nro. 1" consideró que las
nuevas autoridades parecían estar legitimadas por el consenso general, dada la ineficacia
del gobierno depuesto en solucionar problemas económicos y fomentar el retorno a la
legalidad constitucional.
El golpe se gestó en medio del intento del presidente Castillo de designar a Robustiano
Patrón Costas, un terrateniente salteño y partidario del fraude, como su sucesor. Este
intento generó desagrado entre civiles y militares, enfrentando a Castillo con otros
conservadores, radicales, militares y partidos de izquierda, todos desconfiando de la
política exterior y del perfil aristocrático de Patrón Costas.
La Intervención Militar que Destituyó a Castillo
La intervención militar que destituyó al presidente Ramón Castillo en 1943, llamada
“revolución” por sus promotores, contó con el apoyo de sectores heterogéneos:
nacionalistas, proaliados, germanófilos, liberales, dirigentes de la UCR y políticos
conservadores. La expectativa era que el nuevo gobierno abordara dos problemas
principales: internamente, poner fin a las prácticas fraudulentas y promover un retorno a la
legalidad constitucional; externamente, apartarse de la política de neutralidad, percibida por
los proaliados como un apoyo encubierto a Alemania.
Diferencias en el Ejército
El general Arturo Rawson fue designado presidente por los militares golpistas, pero tras
dos días de negociaciones difíciles, no logró imponer su gabinete y renunció el 6 de junio,
el mismo día que debía asumir. Fue reemplazado por el general Pedro Pablo Ramírez
como presidente del gobierno provisional.
El GOU y el Sector Militar
El grupo de oficiales de más alto rango del Ejército, con mando directo de tropas, empezó a
ganar peso. Muchos de estos oficiales pertenecían al GOU (Grupo de Oficiales Unidos),
una logia secreta que reunía principalmente a oficiales de ideas nacionalistas.
La Gestión del Presidente Ramírez
La presidencia de Pedro Pablo Ramírez fue marcada por un contexto político interno
complejo, con diversos sectores que apoyaron el golpe luchando por sus propios objetivos.
Las disputas entre proaliados, germanófilos y neutralistas, así como entre quienes
defendían un retorno al liberalismo constitucional y quienes proponían reformas
corporativistas, debilitaron la posición de Ramírez y polarizaron a los militares.
Un sector, liderado por el general Luis C. Perlinger y el doctor Gustavo Martínez Zuviría,
promovió un gobierno autoritario y conservador, con medidas como la disolución de
partidos políticos, la educación católica obligatoria, restricciones a la prensa y persecución
de opositores.
Por otro lado, el coronel Juan Domingo Perón, miembro del GOU, fue designado director
del Departamento Nacional del Trabajo el 27 de octubre de 1943. Perón inició una política
de acercamiento a los dirigentes sindicales obreros, haciendo que el gobierno abandonara
su política antiobrera y comenzara a atender las necesidades de los trabajadores. La línea
impulsada por Perón también era más flexible y abierta políticamente, buscando establecer
contactos con figuras de la dirigencia política.
El plan de Peron: acercamiento al movimiento obrero: una nueva relación entre los
trabajadores y el Estado.
Las primeras acciones de Juan Domingo Perón marcaron una nueva relación entre los
trabajadores y el Estado. Estas medidas incluyeron:
● Libertad a Líderes Sindicales: Ordenó la libertad de José Peter, dirigente comunista
del Sindicato de la Carne.
● Derogación de Restricciones Sindicales:Derogó el Estatuto de las Organizaciones
Sindicales, que limitaba y reprimía la acción sindical.
● Intervenciones en Sindicatos:Designó al teniente coronel Domingo Mercante, hijo de
un sindicalista ferroviario, como interventor de La Fraternidad y la Unión Ferroviaria.
● Demandas Laborales: Obligó a los empresarios a aceptar demandas de aumentos
salariales, reincorporación de despedidos y cumplimiento de las 60 horas
semanales de trabajo.
Elevación del Departamento Nacional del Trabajo
Un mes después de asumir, Perón elevó el Departamento Nacional del Trabajo al rango de
Secretaría de Estado, convirtiéndolo en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Con una
estructura burocrática y recursos más amplios, y fuera de la órbita del Ministerio del
Interior, Perón avanzó en la promulgación de legislación social y sindical. Estas reformas
transformaron la posición de los trabajadores frente a sus empleadores y mejoraron sus
condiciones de vida.
Nueva legislación

Medidas Iniciales de Perón

1. Liberación de José Peter: Dirigente comunista del Sindicato de la Carne.


2. Derogación del Estatuto de las Organizaciones Sindicales: Anulación de
restricciones a la acción sindical.
3. Intervenciones en Sindicatos: Designación de Domingo Mercante como
interventor en La Fraternidad y la Unión Ferroviaria.
4. Demandas Laborales: Imposición a empresarios para aceptar aumentos salariales,
reincorporación de despedidos y cumplimiento de 60 horas semanales de trabajo.

Elevación del Departamento Nacional del Trabajo

El Departamento fue elevado a la Secretaría de Estado, convirtiéndose en la Secretaría de


Trabajo y Previsión, permitiendo así una mayor estructura burocrática y recursos.

Innovaciones Legislativas

1. Ley de Despidos: Derecho a indemnización proporcional a la antigüedad en caso


de despido sin causa.
2. Seguro Social y Jubilación: Benefició a dos millones de personas.
3. Estatuto del Peón: Estableció un salario mínimo, mejoró condiciones de
alimentación, vivienda y trabajo, garantizando descanso dominical y vacaciones
pagas.
4. Tribunales de Trabajo: Sentencias favorables a las demandas obreras.
5. Mejoras Salariales y Aguinaldo: Implementación de mejoras salariales y aguinaldo
para todos los trabajadores.

Cumplimiento de Leyes Preexistentes

Se garantizó el cumplimiento de leyes ya sancionadas, como:


● Indemnizaciones por accidentes laborales
● Jornada laboral de ocho horas diarias y cuarenta y cuatro horas semanales
● Vacaciones anuales pagas

Reconocimiento de Asociaciones Profesionales

El reconocimiento jurídico de los sindicatos incluyó:


● Organización por rama de industria
● Afiliación sindical no obligatoria
● Personería gremial para un solo sindicato por rama
● Autorización para la actuación política de los sindicatos
● Prohibición de intervención gubernamental en la vida sindical

Impacto

Estas medidas, junto con otras como la reglamentación de la forma de pago de salarios,
prohibición del trabajo femenino antes de las siete de la mañana y rebajas en artículos de
primera necesidad, transformaron radicalmente la relación entre trabajadores y el Estado,
mejorando significativamente las condiciones de vida y trabajo.

La búsqueda del apoyo empresario


Perón buscó reorganizar la sociedad argentina desarrollando la industria nacional y
fomentando la armonía entre clases sociales. Para esto, formó alianzas con sindicatos
obreros, empresarios, y dirigentes políticos, incluyendo sectores del radicalismo liderados
por Amadeo Sabattini.
En 1944, tras la renuncia de Ramírez debido a presiones externas y una crisis en el
Ejército, el general Edelmiro J. Farrell asumió la presidencia. Esto aceleró el ascenso de
Perón, quien ocupó varios cargos importantes, incluyendo ministro de Guerra y
vicepresidente. Perón intentó ganar el apoyo de los empresarios industriales creando el
Banco de Crédito Industrial y la Secretaría de Industria y Comercio. En un discurso en la
Bolsa de Comercio, tranquilizó a los capitalistas sobre su sindicalismo, destacando su
objetivo de organizar estatalmente a los trabajadores para proteger la sociedad capitalista
en la posguerra.

El apoyo de los trabajadores a Perón


Entre 1944 y 1945, las organizaciones obreras firmaron más de 700 convenios laborales y
se incorporaron 2 millones de trabajadores al régimen de jubilaciones. Se instauró el Fuero
Laboral y se promulgó el Estatuto del Peón, beneficiando también a trabajadores
domésticos y a domicilio. Mientras la derecha y otros partidos criticaban estos actos como
“demagogia fascista”, los trabajadores empezaron a apoyar a Perón al ver cómo el Estado
les concedía numerosas reivindicaciones.

La oposición de la burguesía agraria y la gran burguesía industrial: de la armonía de


clases al conflicto social
Aunque el comunismo no representaba una amenaza real para los empresarios argentinos,
Perón, a pesar de ser garante del orden capitalista, promovía una legislación laboral que
afectaba sus intereses y fomentaba la organización de los trabajadores. Esta activación de
los sectores populares resultó más riesgosa para los empresarios que una revolución
socialista.
La UIA primero mostró recelo y luego oposición franca a la tentativa de Perón de
integrarlos en su coalición política. La SRA consideraba que el desarrollo industrial de
Perón contradecía sus intereses y la intervención estatal en las relaciones laborales, a
través del Estatuto del Peón, los afectaba profundamente.
El 16 de junio de 1945, en un "Manifiesto de las Fuerzas Vivas" publicado en La Prensa,
319 grupos empresariales se opusieron a la política social de Perón, señalando la
agudización del conflicto social.
Algunos discursos de Perón, como el dirigido a obreros metalúrgicos el 24 de septiembre
de 1945, profundizaron el antagonismo social. En dicho discurso, Perón destacó que el
futuro pertenecía a las masas populares y que la burguesía iría cediendo su puesto y sus
instituciones se reformarían según las necesidades de la evolución social.

El enfrentamiento entre la Corte Suprema y la Secretaría de Trabajo y Previsión


La política social de Perón reagrupó políticamente a distintos sectores de la sociedad
argentina. Los trabajadores y beneficiarios directos se unieron alrededor de la Secretaría
de Trabajo y Previsión, convirtiéndola en un referente político clave y una de las principales
banderas del movimiento obrero.
En contraste, los opositores activos a Perón, incluidos empresarios, estudiantes
universitarios, sectores medios y casi todos los partidos políticos, se alinearon con la Corte
Suprema de Justicia. Esta polarización reflejaba la lucha entre la justicia social
representada por la Secretaría y la legalidad constitucional representada por la Corte
Suprema.
La oposición también creció entre los militares, especialmente entre los oficiales
nacionalistas y católicos conservadores, que desconfiaban del poder acumulado por Perón
y de su política obrera. La oposición política tildaba al gobierno y a Perón de "fascistas" y
exigía elecciones para restituir la legalidad constitucional. El Partido Socialista incluso
proponía entregar transitoriamente el poder a la Corte Suprema de Justicia.

La Junta de Coordinación Política y la oposición conservadora


La oposición política, abarcando desde la derecha hasta la izquierda, se unió en una Junta
de Coordinación Política, dominada por los conservadores, para lanzar una ofensiva contra
el gobierno. A esta coalición se sumó inesperadamente el apoyo del embajador
estadounidense Spruille Braden, quien llegó a Argentina en mayo de 1945 y manifestó
públicamente su respaldo a la oposición antifascista.
La intervención de Braden alentó a la oposición, que creyó tener los recursos necesarios
para cambiar la situación a su favor. En respuesta a las presiones, el presidente Farrell se
comprometió el 7 de julio a convocar "elecciones completamente libres" como una salida
institucional a la crisis política.
La oposición intensificó su ofensiva y el 19 de septiembre de 1945 organizó la "Marcha de
la Constitución y de la Libertad". Esta manifestación, que reunió a unas 200.000 personas
en Buenos Aires, se convirtió en un símbolo de la lucha de las fuerzas opositoras,
reclamando "la entrega del gobierno nacional al presidente de la Corte Suprema de Justicia
y elecciones inmediatas y libres de acuerdo con la Ley Sáenz Peña".

El aislamiento político de Perón y la movilización obrera


Perón, enfrentando un creciente aislamiento político, denunció la intervención extranjera y
el fraude electoral, apelando al apoyo de los sindicatos obreros, su único respaldo firme.
Sus intentos de obtener un consenso más amplio fracasaron, incluyendo el apoyo de
notables radicales como Amadeo Sabattini.
El 8 de octubre, los militares opuestos a Perón lo obligaron a renunciar a sus cargos y el 12
de octubre lo trasladaron como detenido a la isla Martín García. Esto fue visto por algunos
como un paso hacia la democratización y por otros como una amenaza a las conquistas
sociales logradas.
Los cuadros sindicales cercanos a Perón comenzaron a discutir medidas para liberarlo y
asegurar las reformas sociales, convirtiéndose por primera vez en actores centrales de las
luchas políticas en Argentina.

El giro estratégico de Perón


En 1945, Perón realizó un giro estratégico al reducirse su apoyo político solo a las
organizaciones sindicales. Este cambio sobredimensionó el papel político de los
trabajadores organizados, que pasaron de ser una pieza complementaria a convertirse en
el principal soporte de la fórmula política de Perón. El llamado a los trabajadores y
sindicatos agudizó la polarización política y, por un breve tiempo, pareció sellar su suerte.

La detención de Perón agudizó la crisis política. El gobierno militar, liderado por Ávalos, no
lograba establecer una dirección clara. Los partidos opositores se negaron a negociar,
convencidos de tener el control de la situación. En este contexto, los trabajadores,
fragmentados y desilusionados con los partidos políticos, decidieron tomar la iniciativa.
Después de intensos debates, un grupo de dirigentes sindicales declaró una huelga
general y movilización para el 18 de octubre.

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