5 Conferencias Freud Resumen

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CINCO CONFERENCIAS SOBRE EL PSICOANÁLISIS DE FREUD:

I conferencia:
En esta conferencia Freud propone hablar sobre el desarrollo del nuevo método de indagación y
terapia: el psicoanálisis.

Le brindó reconocimiento a Josef Breuer, quien aplicó por primera vez el método a una muchacha
afectada por histeria. Esta paciente de 21 años desarrolló en el trayecto de su enfermedad (que se
extendió por dos años) una serie de perturbaciones corporales y anímicas. Sufrió una parálisis con
rigidez las dos extremidades del lado derecho, perturbación en los movimientos oculares y múltiples
deficiencias en la visión, dificultad para sostener la cabeza, intensa tussis nervosa, incapacidad de
comer y beber, pero con una sed martirizadora; además de la disminución en la capacidad de hablar
la lengua materna, confusión y delirios, alteración de la personalidad.

Ante estos síntomas, nos inclinaríamos a suponer que se trata de una afección grave, cerebral, sin
embargo, la joven presentaba sus órganos vitales normales por lo que los médicos, afirmarán que no
se trata de una afección orgánica del cerebro, sino de este enigmático estado que recibe el nombre
de histeria, capaz de simular una serie de graves cuadros, por lo que el peligro no es mortal. Ella
contrajo la enfermedad mientras cuidaba a su padre de una grave dolencia que lo llevó a la tumba.

Los enfermos no mejoran esencialmente por el hecho de que se le diagnostique una histeria, poco
cambia que disciernen la enfermedad. Los médicos van a tener una posición distinta ante los
enfermos e histéricos, ya que estos van a tener una dolencia mucho menos seria.

El médico dice que no se puede comprender la histeria, ante la cual se encuentra en la misma
situación que el lego. Por eso los histéricos pierden su simpatía, los considera unas personas que
infringen las leyes de su ciencia, les atribuye toda malignidad posible, los acusa de exageración y
engaño y los castiga quitándoles su interés. Sin embargo, Breuer, les brindo una “amorosa
observación”, posibilitándole descubrir el primer auxilio terapéutico.

Ese primer auxilio o método es → la hipnosis: de este modo reproducía ante el médico las creaciones
psíquicas que la gobernaban durante las ausencias y se habían traslucido en esas pocas palabras
inconexas, estas palabras representaban fantasías tristes que tenían como punto de partida la
enfermedad de su padre. Cada vez que las contaba, quedaba como “liberada” y se veía reconducida
a su vida anímica normal. La paciente llamó a este tratamiento como “Talking cure” (cura de
conversación).

Pronto se descubrió que se podía obtener más que una eliminación pasajera de perturbaciones
anímicas siempre recurrentes, también se conseguía hacer desaparecer los síntomas patológicos
cuando en la hipnosis se recordaba, la ocasión y el asunto de raíz del cual esos síntomas se habían
presentado por primera vez. Ej.: Ana vio tomar agua al perro feo y sucio desde el vaso →
imposibilidad de beber agua. Cuando ella cuenta esto en estado de hipnosis, esta perturbación logra
desaparecer.

Breuer concluye, que casi todos los síntomas habían nacido como unos restos de vivencias plenas de
afecto (traumas psicológicos) y su particularidad se esclarecía por la referencia de la escena
traumática que los causó.

Otros ejemplos:
 Perturbación en la visión →se esfuerza para sofocar las lágrimas para que su padre no las
vea.
 Parálisis de extremidades →alucinaciones relacionadas con las serpientes que estaban en
su hogar cuando era pequeñas.
 Imposibilidad al hablar →luego de la alucinación quiso rezar, pero se le denegó toda la
lengua, solo pudo decir un verso en inglés.

Los enfermos de histeria padecen de reminiscencias, sus síntomas son restos y símbolos mnésicos
de ciertas vivencias traumáticas, esto quiere decir que no solo recuerdan las dolorosas vivencias del
pasado, todavía permanecen adheridos a ellas.

Breuer decía que los síntomas histéricos nacían en unos estados anímicos que el llamó hipnoides.
Donde existe un síntoma, se encuentra también una amnesia, una laguna del recuerdo; y el llenado
de esa laguna conlleva la cancelación de las condiciones generadoras del síntoma. Para eliminar el
síntoma es necesario recordar.

El método de hipnosis fue abandonado por el psicoanálisis ya que brindaba teorías incompletas, que
no esclarecían satisfactoriamente los fenómenos observados.

II conferencia:
En esta conferencia Freud comienza hablando de Charcot, un gran observador francés, que no se
inclinaba por las concepciones psicológicas, pero que desarrolló ciertas indagaciones que dieron por
resultado una compresión novedosa de la enfermedad (histeria)

Su discípulo Pierre Janet, intento ahondar más en los particulares procesos psíquicos de la histeria,
donde tuvo en cuenta el papel de la herencia y de la degeneración. Según él la histeria es una forma
de la alteración degenerativa del sistema nervioso que se da a conocer mediante una endeblez
innata de la síntesis psíquica. Sostiene que los histéricos son desde el comienzo incapaces de
cohesionar en una unidad la diversidad de los procesos anímicos y por eso se inclinan a la disociación
anímica.

Freud llegó a otro punto de vista acerca de la génesis de la disociación histérica (escisión de la
consciencia), pero él no partía de empeños terapéuticos y pronto empezó a desagradarle la hipnosis,
la resignó e independizó de ella el método catártico. Se orientó a trabajar con su estado normal, se
planteaba averiguar del enfermo algo que uno no sabía y ni el mismo sabía, entonces ¿cómo lo iba a
averiguar? →recurrió a un experimento asombroso e instructivo de Bernheim, quien había puesto
a las personas en un sonambulismo hipnótico, haciéndoles vivenciar en ese estado toda clase de
cosas, pareciendo así que habían perdido el recuerdo de lo que vivenciaron sonámbulos y era
posible despertarles tales recuerdos aun en estado normal (se los forzaba a recordar).

Esto es lo que hizo Freud también con sus pacientes, cuando llegaban al punto más alto y
aseguraban no saber más, les aseguraba que empero lo sabían, que solo debían decirlo, de esa
manera conseguía sin emplear la hipnosis, averiguar todo lo requerido para reestablecer el nexo
entre las escenas patogénicas olvidadas y los síntomas que estas habían dejado como secuela.

Es así que Freud corroboró que los recuerdos olvidados no estaban perdidos, se encontraban en
posesión del enfermo y prontos a aflorar con lo todavía sabido por él, pero alguna fuerza les impedía
devenir conscientes y los constreñía a permanecer inconscientes, se la definió como una
“resistencia” del enfermo, una fuerza que mantenía en pie al estado patológico. Cancelar esas
resistencias se había demostrado necesario para el restablecimiento. Las mismas fuerzas que hoy
actúan como resistencia, se oponían al empeño de hacer consciente lo olvidado, tenían que ser las
que en su momento produjeron ese olvido y esforzaron afuera de la consciencia las vivencias
patógenas en cuestión→llamé represión (esfuerzo de desalojo) a este proceso por mi supuesto y lo
consideré probado por la indiscutible existencia de la resistencia. Mecanismo de defensa, fuerza que
impiden hacer conscientes recuerdos olvidados, que van en contra de la personalidad de la persona.

En todas esas vivencias había estado presenten el afloramiento de una moción de deseo que se
encontraba en oposición a los demás deseos del individuo y el final de esta lucha fue que la
representación que aparecía ante la conciencia como portadora de aquel deseo inconciliable
sucumbió a la represión (esfuerzo de desalojo) y fue olvidada y esforzada afuera de la conciencia;
entonces la inconciliabilidad de esa representación con el YO del enfermo era el motivo de la
represión.

Ej.: caso de una joven que se enamora de su cuñado y tiene deseos hacia él cuando su hermana
fallece y aflora en ella un pensamiento parecido a “ahora él está libre y puede casarse conmigo”,
esta idea que demuestra su intenso amor hacia él no es consciente para ella misma y fue entregada
de inmediato a la represión por la revuelta de sus sentimientos. La situación del conflicto psíquico es
sin duda frecuentísima; un afán del YO por defenderse de recuerdos penosos se observa con
regularidad.

Se llega a la conclusión de que mediante la indagación de los histéricos y otros neuróticos llegamos a
la convencernos de que en ellos ha fracasado la represión de la idea entramada con el deseo
insoportable. La han pulsionado afuera de la consciencia y del recuerdo, pero la moción de deseo
reprimida perdura en lo inconsciente al acecho de la oportunidad de ser activada y luego se las
arregla para enviar dentro de la consciencia una formación sustitutiva desfigurada e irreconocible

de lo reprimido. (síntoma)

La personalidad del enfermo puede ser convencida de que rechazó el deseo patógeno sin razón y
movida a aceptarlo total o parcialmente, siendo guiado hacia una meta superior, exenta de objeción
(sublimación).

Ahora este método es llamado: psicoanálisis.

III conferencia:
En esta conferencia Freud afirma que el método que está utilizando (forzar a sus pacientes a
recordar en estado normal y no de hipnosis) no era universalmente cierto. Solo las primeras veces
sucedía que lo olvidado pertinente se obtuviera tras un simple esforzar de mi parte, porque siempre
venían ocurrencias que no eran pertinentes y los propios enfermos la desestimaban por incorrectas.

Freud decía que en los enfermos bajo tratamiento ejercían su acción eficaz dos fuerzas encontradas:
por una parte, su afán consciente de traer a la conciencia lo olvidado presente en su inconsciente, y
por otra, la consabida resistencia que se resolvía contra ese devenir-consciente de lo reprimido o de
sus retoños. Si la resistencia es muy pequeña lo olvidado devenía consciente sin desfiguración, dada
la naturaleza del síntoma, por fuerza mostraría semejanza con lo buscado, y si la resistencia no era
demasiado intensa, debía ser posible colegir, desde la ocurrencia, lo buscado escondido.

En el campo de la vida anímica normal conocemos casos en que situaciones análogas brindan
también resultados parecidos. Uno de ellos es el chiste es una “alusión con omisión” la identidad de
motivación entre chiste y ocurrencia es por la fuerza de desalojo (represión) que el chiste expresa lo
que quiere decir el individuo, pero no de manera directa, sino que lo hace de forma desfigurada,
como una especie de disfraz.

Al aplicar este método dejamos al enfermo decir lo que quiere, y nos atenemos a la premisa de que
no puede ocurrírsele otra cosa que lo que de manera indirecta dependa del complejo buscado. Pero
también, vendrá a perturbarnos el hecho de que el enfermo a menudo se interrumpe y no sabe decir
nada, esto se da porque el enfermo, bajo el influjo de las resistencias, que se disfrazan en la forma
de diversos juicios críticos acerca del valor de la ocurrencia, se reserva o hace a un lado la ocurrencia
percibida. El modo de prevenirlo es pedirle que no haga caso de esa crítica, debe decir todo lo que
se le pase por la cabeza, aunque lo considere como incorrecto.

Existen otros dos procedimientos para descubrir lo inconsciente: la interpretación de los sueños y la
apreciación de sus acciones fallidas y causales.

La interpretación de los sueños es la vía regia para el conocimiento de lo inconsciente, el


fundamento más seguro del psicoanálisis. Cuando le preguntan como uno puede hacerse
psicoanalista, responde: por el estudio de los propios sueños.

Despiertos, solemos tratar tan despreciativamente a los sueños, los arrojamos de nosotros, porque
por lo general lo olvidamos de manera rápida y completa; nuestro rechazo invoca las aspiraciones
desinhibidamente vergonzosas e inmorales que campean en muchos sueños. Igualmente, no todos
los sueños son para el soñante ajenos, incomprensibles y confusos.

Los sueños experimentan desconfiguraciones, deben distinguir o diferenciar el contenido manifiesto


del sueño (tal como se lo recuerda de manera nebulosa por la mañana) de los pensamientos oníricos
latentes cuya presencia en lo inconsciente han de suponer.

El contenido manifiesto del sueño es la desfiguración de los pensamientos oníricos inconscientes,


producto de las fuerzas defensoras del YO, resistencia que prohíben a los deseos reprimidos de lo
inconsciente acceder a la conciencia.

El contenido manifiesto del sueño como su sentido genuino es algo que siempre se comprende con
claridad, prueba ser cumplimiento de unos deseos insatisfechos. Entonces no podrán describir al
sueño manifiesto, como no sea diciendo que es un cumplimiento disfrazado de unos deseos
reprimidos.

Mediante un trabajo sintético se puede obtener una intelección del proceso que ha producido la
desfiguración de los pensamientos oníricos inconscientes en el contenido manifiesto del sueño, lo
llamamos “trabajo del sueño”. Entre los procesos psíquicos inconscientes y conscientes se destacan
la condensación y el desplazamiento.

La exploración de los sueños tendría su justificación en sí misma por las noticias que brinda acerca
de cosas que de otro modo sería difícil de averiguar, la interpretación de los sueños nos lleva al
conocimiento de los deseos ocultos y reprimidos.

Las pequeñas operaciones o acciones fallidas de los hombres, a las que no se le atribuye ningún
valor, como el olvido de cosas que podrían saber y que otras en efecto saben, los deslices cometidos
al hablar, los deslices de escritura y lectura, perder o romper objetos, etc. Hechos notables para los
que no se suele buscar un determinismo psíquico, estas pequeñas cosas, poseen pleno sentido
desde la situación que las acontece, generalmente se las interpreta con facilidad y también se
advierte que ellas expresan impulsos que provienen de las mismas mociones de deseo, merecen
entonces ser considerados síntomas. nos prueba la existencia de la represión y la formación
sustitutiva aún bajo condiciones de la salud.

El psicoanálisis quiere llevar al reconocimiento consciente lo reprimido en la vida anímica.

IV conferencia:
La investigación psicoanalítica, reconduce con regularidad los síntomas patológicos a impresiones de
la vida amorosa de los enfermos; nos muestra que las mociones de deseo son de la naturaleza de
unos componentes pulsionales eróticos.

Se inclinan a opinar que Freud sobreestima la contribución etiológica de los factores sexuales y le
preguntaban por qué excitaciones de otra índole no habrían de dar ocasión también a la represión y
a la formación sustitutiva, a lo que él respondió “no sé por qué no habrían de hacerlo”, pero la
experiencia muestra que no poseen esa significación.

Los hombres no son en general sinceros en asuntos sexuales, ninguno de nosotros puede revelar
francamente su erotismo a los otros, pero una vez que los pacientes de ustedes reparan en que
pueden hacerlo sin embarazo en el tratamiento, se quitan esa cáscara de embuste y sólo entonces
están en condiciones de formarse un juicio sobre el problema en debate.

El trabajo de análisis requerido para el radical esclarecimiento y la curación definitiva de un caso


clínico nunca se detiene en las vivencias de la época en que se contrajo la enfermedad, sino que se
remonta siempre hasta la pubertad, únicamente las vivencias de la infancia explican la
susceptibilidad para posteriores traumas.

Llegamos al resultado de que las reprimidas mociones de deseo de la infancia son las que han
prestado su poder a la formación del síntoma, estamos autorizados a calificar de sexuales a todas
esas poderosas mociones de deseo de la infancia.

¿Existe una sexualidad infantil? Ciertamente no ocurre que la pulsión sexual descienda sobre los
niños en la pubertad. El niño tiene sus pulsiones sexuales desde el comienzo mismo, los trae consigo
al mundo, y desde ahí, a través de un desarrollo, rico en etapas, surge la llamada s exualidad normal
del adulto.

La pulsión sexual del niño prueba ser en extremo compuesta, admite una descomposición en
muchos elementos que provienen de diversas fuentes, obedece a la ganancia de diversas clases de
sensación placentera, que, de acuerdo con ciertas analogías y nexos, reunimos bajo el título de
placer sexual.

La principal fuente de placer sexual infantil es la apropiada excitación de ciertos lugares del cuerpo,
estimulables, además de los genitales, también lo son otras superficies sensibles. En esta primera
fase de la vida sexual infantil la satisfacción se halla en el cuerpo propio, la fase del autoerotismo. Y
denominamos zonas erógenas a todos los lugares significativos para la ganancia de placer sexual.

Desde muy temprano se exteriorizan en el niño aquellos componentes pulsionales del placer sexual,
o líbido, que tiene por premisa una persona ajena en calidad de objeto. Estas pulsiones se presentan
en pares opuestos, como activas y pasivas: el placer de infligir dolor (sadismo) con su
correspondiente pasivo (masoquismo) y el placer de ver activo y pasivo; del primero de estos
últimos se ramifica más tarde del apetito de saber, y del segundo, el esfuerzo que lleva a la
exhibición artística actoral. Otros quehaceres sexuales del niño caen ya bajo el punto de vista de la
elección de objeto.
Son sobre todo las mociones coprófilas de la infancia, vale decir las que tienen que ver con los
excrementos; las afectadas de la manera más radical por la represión.

Todo proceso de desarrollo conlleva los gérmenes de la predisposición patológica, puede ser
inhibido. Lo mismo es válido para el tan complejo desarrollo de la función sexual, no todos los
individuos lo recorren de una manera tersa y entonces deja como secuela unas predisposiciones a
contraer enfermedad más tarde por el camino de la involución, si una de esas pulsiones ha
permanecido independiente, se produce luego lo que llamamos una perversión.

No todo es sexualidad, pero Freud utilizaba esa expresión en un sentido mucho más lato que aquel
al que ustedes están habituados a entenderla, la limitan al ámbito de la reproducción y se
incapacitan para discernir en su verdadero significado. El psicoanalista entiende la sexualidad en
aquel sentido pleno al que uno se ve llevado por la apreciación de la sexualidad infantil.

La primitiva elección del objeto del niño reclama nuestro ulterior interés; primero apunta a todas las
personas encargadas de su crianza, por los progenitores. El vínculo del niño con ambos en modo
alguno está exento de elementos de coexitación sexual.

El niño toma a ambos miembros de la pareja parental y sobre todo a uno de ellos, como objeto de
sus deseos eróticos. Los sentimientos que despiertan en estos vínculos entre progenitores e hijos no
son sólo de naturaleza positiva y tierna, sino también negativa y hostil. El complejo así formado está
destinado a una pronta represión, constituye el complejo nuclear de toda neurosis. El mito del rey
de Edipo es una revelación del deseo infantil, al que se le contrapone, el rechazo de la barrera del
incesto.

La libido no debe permanecer fijada a esos objetos (progenitores), sino tomarlos como unos
arqueotipos y deslizarse hacia personas ajenas en la época de la elección definitiva de objeto. El
desasimiento del niño respecto de sus padres se convierte así en una tarea insoslayable si es que no
ha de peligrar la aptitud social del joven.

Pueden caracterizar al tratamiento psicoanalítico sólo como una educación retomada para superar
restos infantiles.

V conferencia:
Vemos que los seres humanos enferman cuando a consecuencia de obstáculos externos o de un
defecto interno de adaptación se les deniega la satisfacción de sus necesidades eróticas de la
realidad. Luego, se refugian en la enfermedad para hallar con su auxilio una satisfacción sustitutiva
de lo denegado.

Sospechamos que la resistencia de nuestros enfermos a la curación no es simple, sino compuesta de


varios motivos. No sólo el YO del enfermo se muestra renuente a resignar las represiones, sino que
tampoco las pulsiones sexuales quieren renunciar a su satisfacción sustitutiva mientras sea incierto
que la realidad les ofrezca algo mejor.

La huida desde la realidad insatisfactoria a lo que nosotros llamamos enfermedad a causa de su


nocividad biológica, pero que nunca deja de aportar al enfermo una ganancia inmediata de placer,
se consuma por la vía de la involución (regresión) el regreso a fases anteriores de la vida sexual que
en su momento no carecieron de satisfacción. Al parecer doble: temporal, la líbido, la necesidad
erótica, retrocede a estadios de desarrollo anteriores en el tiempo y formal para exteriorizar esa
necesidad se emplean los medios originarios y primitivos de expresión psíquica. Ambas clases de
regresión apuntan a la infancia.
Hallamos universalmente insatisfactoria la realidad, y por eso mantenemos una vida de la fantasía
en la que nos gusta compensar, mediante unas producciones de cumplimiento de deseos, las
carencias de la realidad.

El hombre enérgico y exitoso es el que consigue trasponer mediante el trabajo sus fantasías de
deseo en la realidad. Toda vez que no se logra, sobreviene el extrañamiento respecto de la realidad;
el individuo se retira a su mundo de fantasía, que le procura satisfacción y cuyo contenido, en caso
de enfermar, traspone en síntomas.

Cuando la persona posee talento artístico, puede trasponer sus fantasías en creaciones artísticas en
lugar de hacerlo en síntomas.

El principal resultado al que hemos llegado mediante la indagación psicoanalítica de los neuróticos,
sus neurosis no poseen un contenido psíquico propio.

Siempre tratamos psicoanalíticamente a un neurótico, le sobreviene el extraño fenómeno de la


llamada transferencia vuelca sobre el médico un exceso de mociones tiernas, y que no se fundan en
ningún vínculo real; todos los detalles de su emergencia nos fuerzan a derivarlas de los antiguos
deseos fantaseados del enfermo, devenidos inconscientes, revive en sus relaciones con el médico,
solo en la transferencia se convence de la existencia y del poder de esas mociones sexuales
inconscientes.

El médico desempeña en esta reacción del papel de un fermento catalítico que de manera
temporaria atrae hacia los afectos que libremente devienen a raíz del proceso. El estudio de la
transferencia puede proporcionarles la clave para entender la sugestión hipnótica.

El psicoanálisis no la crea; meramente la revela a la conciencia y se apodera de ella a fin de guiar los
procesos psíquicos hacia las metas deseadas, este fenómeno no sólo cuenta decisivamente para el
convencimiento del enfermo, sino también para el del médico.

Dos de los obstáculos para el reconocimiento de las argumentaciones psicoanalíticas. En primer


lugar, la falta de hábito de contar con el determinismo estricto y sin excepciones de la vida anímica y
en segundo, el desconocimiento de las peculiaridades por las cuales unos procesos anímicos
inconscientes se diferencian de los conscientes con que estamos familiarizados, se reconduce al
segundo de los factores mencionados. Se teme causar daño mediante el psicoanálisis, se tiene
angustia a convocar a la consciencia del enfermo las mociones sexuales reprimidas. Uno nota que el
enfermo tiene puntos débiles en su vida anímica, es más benigno no tocar lugares enfermos si por
esa vía uno no sabe otra cosa que deparar dolor.

¿Cuáles son en general los destinos de los deseos inconscientes liberados, por qué caminos
conseguimos volvernos inocuos para la vida del individuo? Son varios, 1. lo más frecuente es que ya
durante el trabajo sean consumidos por la actividad anímica correcta. La represión es sustituida por
un juicio adverso. Es posible porque solo tenemos que eliminar consecuencias de estadios más
tempranos de desarrollo del YO.

2. Un segundo desenlace del trabajo psicoanalítico es poder aportarles a las pulsiones inconscientes
descubiertas aquella aplicación acorde a fines que ya habrían debido hallar antes si el desarrollo no
estuviera perturbado.

Conocemos un proceso de desarrollo muy adecuado al fin, la llamada sublimación, mediante la cual
la energía de mociones infantiles de deseo no bloqueada, sino permanece aplicable. Y son los
componentes de la pulsión sexual los que destacan en particular por esa aptitud para la sublimación,
para permutar su meta sexual por una más distante y socialmente más valiosa.

Una represión sobrevenida temprano excluye la sublimación de la pulsión reprimida, vuelve a


quedar expedito el camino para la sublimación. 3. El tercero de los desenlaces dice que cierta parte
de las mociones libidinosas reprimidas tienen derecho a una satisfacción directa y deben hallarla en
la vida.

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