Repensar Un Nuevo Rostro de La Universidad

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REPENSAR UN NUEVO ROSTRO DE LA UNIVERSIDAD

Irma Sangüesa Msc.


Docente – Investigadora UMSA

Los resultados de las elecciones de las principales autoridades de la Universidad Mayor de


San Andrés UMSA, develan un visible rechazo al manoseo de la academia, que como
nunca antes mostró en las últimas gestiones su peor imagen y consiguiente desprestigio
frente a la sociedad.
Así, de ser una institución de referencia nacional, cuya opinión y presencia fue de gran
reconocimiento y credibilidad pasó a ser una institución evidentemente alejada de la vida
política y de los grandes problemas del país, habiéndose embarcado en la administración de
su propia crisis, con acciones dispersas que la convirtieron no sólo en una institución
anómica y aislada, sino también ajena a los grandes problemas de la sociedad
Esta apabullante tendencia de la votación no puede ser defraudada y brinda confianza y
esperanza para que la Universidad pueda emprender un rumbo diferente desde su propia
estructura. Esto supone devolverle su sitio a la universidad, como una institución solvente
que aporta a la investigación, que forma profesionales de calidad e interviene en proyectos
de interacción social, que cada día construye su propia institucionalidad y sentido de
pertenencia.

Encarar estos desafíos, sin embargo, no serán fáciles de cumplir, porque en la universidad
los últimos años se incrustaron verdaderas camarillas que tejieron redes de corrupción y
tráfico de influencias en diferentes espacios, donde grupos reducidos de autoridades,
docentes y dirigentes estudiantiles con mucho poder, empezaron a digitar el uso de recursos
en beneficio personal y prácticamente a vivir de la universidad, gozando de viajes, viáticos,
inclusive obteniendo notas de materias sin cursar y otro tipo de privilegios inmerecidos.

En efecto, el anuncio de una nueva gestión nos convoca y abrigamos con esperanza mejores
días para nuestra casa superior de estudios, porque a pesar de la precaria situación descrita,
existen dignos estudiantes que son la mayoría y muy buenos docentes que ante semejante
descalabro optaron por hacerse a un lado y centrarse en lo suyo, así casi rayando en la
indiferencia ingresaron a un estado de aceptación de una crisis que parecía no tener salida
alguna. En efecto, la UMSA es una de las instituciones de mayores discordancias y
contrastes, sin temor a equivocarme podría decir que en ella se encuentran lo/as mejores
docentes e investigadores, pero también hay de los otros los oportunistas y más proclives a
la reproducción de la mediocridad que han encontrado en la universidad un refugio para
sobrevivir y que ingresaron a ella por la ventana o por tráfico de influencias y lógico
continuarán en la universidad, buscando en la nueva gestión su acomodo y continuidad a
ultranza.
Es el momento oportuno para vislumbrar mejoras y cambios trascendentales, es hora de
sacudirnos, salir del muro de lamentos y pensar el futuro inmediato, para esto se propone
identificar los principales problemas que enfrenta la universidad, sobre cuyas bases se
propone encarar acciones urgentes:

DESVALORIZACIÓN DE LA ACADEMIA Y CRISIS DE LA CALIDAD EDUCATIVA


La desvalorización de la solvencia académica y con ello la devaluación de los títulos y
grados que emite la universidad, es la mayor manifestación de la crisis de la calidad
educativa y es el resultado de varios factores como son: la adopción de modelos
pragmáticos, procesos precarios de formación pre y postgradual, planes de estudios poco
pertinentes y desactualizados, investigaciones dispersas, proyectos de interacción social de
poca incidencia social y otros.
En este ámbito, es importante hacer referencia también al desempeño de docentes, en tanto
la calidad educativa depende sobre todo del plantel docente que en muchas unidades
académicas no se han renovado y los procesos de selección y admisión docente han dejado
de ser procesos idóneos y transparentes. Así, el manejo discrecional en la designación de
docentes y manipulación de resultados a favor de sus allegados a las autoridades de turno
se ha vuelto en prácticas recurrentes, reduciendo a cada docente al equivalente de un voto,
sin importar su idoneidad para impartir la cátedra. ¿A dónde hemos llegado?, estamos en un
mar de mediocridad compartida. No es ajeno lo que decía Gustavo Rodríguez en la
universidad se ha hecho un pacto de la mediocridad, donde docentes mediocres regalan
notas y los estudiantes los aplauden y les dan buena nota en su evaluación.
Por otro lado, en la intención de mejorar la calidad en las unidades académicas de la
universidad, se han encarado procesos de evaluación y acreditación de diferentes unidades
académicas, estos procesos sin embargo paulatinamente han ido distorsionándose y
perdiendo su verdadero sentido, habiéndose reducido a meros trámites burocráticos,
administrativos de un check list, con recomendaciones que no han tenido mayor impacto en
las carreras acreditadas.
Finalmente, no podemos dejar de lado que la subordinación de lo académico en la
universidad responde también a la lógica de la primacía del mercado y principios
neoliberales, donde se “disminuyeron las exigencias netamente académicas priorizando la
sostenibilidad económica” (Boaventura 14: 2000), significa esto que en la universidad
prevalecieron también criterios de eficiencia, antes que criterios de calidad.
DESPOLITIZACIÓN, DISTORSIÓN DEL COGOBIERNO Y LA DEMOCRACIA
Un rasgo esencial en la Universidad actual es la ausencia de un discurso político que defina
un horizonte claro, en tanto, no vislumbra una perspectiva que defina su rumbo y
prioridades en la actual coyuntura. Así, la universidad como una institución pública sin esta
perspectiva política ha ido socavando y desestabilizando su carácter público.
Evidentemente, la despolitización es un rasgo que expresa un vacío evidente en la
Universidad, que en cierta medida es también producto de la herencia del Neoliberalismo y
de un proceso de escasa y/o nula formación política, principios que en otrora inspiraron el
movimiento autonomista universitario establecidos en el Estatuto de la universidad.
La democracia en la Universidad ha sido brutalmente golpeada, en tanto se ha
desnaturalizado y distorsionado el ejercicio del cogobierno, con estudiantes dirigentes
cooptados por las autoridades y corrompidos por ellos, con conductas prorroguistas
obsesivas, con prácticas prebendales, con tráfico de influencias en desmedro de la
institución y alejados totalmente de las bases que los eligieron.
Los procesos electorales en la universidad que son la base de su democracia, se han
deslegitimado aceleradamente, por constantes denuncias de fraude en las elecciones de
autoridades y centros de estudiantes, cambio de resultados y manipulación del padrón de
electores, así como por el control que algunas autoridades pretendieron ejercer sobre el
voto, atentando contra el sentido real del voto secreto y libre, intentando controlar y
direccionar los mismos en un solo sentido, lo que sin duda atenta contra la libertad y
cuestiona la legalidad y legitimidad de estos procesos.
Otra manifestación visible de esta despolitización es la ausencia de reflexión, análisis y
crítica en las máximas instancias de decisión universitaria, en tanto en estos espacios no
sólo se han alejado de la vida política del país, sino han soslayado el tratamiento de temas
importantes para el desarrollo del país, no se renuevan ni actualizan las políticas
universitarias, éstas se han reducido en la mayoría de los casos al tratamiento de problemas
puntuales de las unidades académicas facultativas y de carrera, del cumplimiento de una
normativa obsoleta que es interpretada a medida de los interesados. Así, en estos espacios,
que además se denominan Honorables, prácticamente se han eliminado los espacios de
reflexión y a título de eficientismo, se aprueban cantidad de resoluciones sin mayor
análisis, habiéndose reducido la resolución de casos por mayoría de votos, al mejor estilo
de los denominados levanta manos, estas prácticas que son recurrentes son también una
muestra de la endeblez de la propia democracia universitaria.
Esto sin duda, ha impactado en la desinstitucionalización de la Universidad, actualmente de
54 carreras solo 23 están funcionando menos de la mitad tiene centro de estudiantes y
algunas decanaturas con prolongados interinatos.

CRISIS DE LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA


El carácter de la Autonomía en la universidad pública, permite a las universidades
autogobernarse elegir a sus autoridades y representantes, aprobar y regirse por sus propios
estatutos y reglamentos, aprobar sus planes y programas de estudios, administrar los
recursos en función de su plan de desarrollo universitario entre sus principales
responsabilidades.
Así una de las peculiaridades propias de las universidades públicas en Bolivia es su
Autonomía, que a partir de la década de los 80s empieza a ser socavada a partir de claras
contradicciones entre los principios de la autonomía reflejadas “en la definición de valores
y objetivos de la universidad y la presión creciente para someterla a criterios de la
eficiencia y la productividad de naturaleza empresarial o de responsabilidad social…”
CIDES
La Universidad autónoma es una entidad pública, que no puede proyectarse como una
empresa privada que genere “utilidades” con fines de lucro, es una entidad de servicio a la
sociedad, a los estudiantes es una entidad en cuya gestión debe prevalecer el aporte, el
servicio a la sociedad y con sus acciones debe generar insumos que alimenten políticas de
trascendencia para el país.
En los hechos, la universidad actual ha perdido su capacidad de defender su autonomía
frente a los gobiernos de turno aceptando pasivamente la incorporación de la universidad al
control gubernamental en temas centrales como es la planificación (Ley 777), la
administración de personal docente, en desmedro de nuestra propia normativa.
PUNTOS URGENTES QUE DEBEN ENCARARSE EN LA UNIVERSIDAD
A NIVEL ACADÉMICO
Colocar en el centro de su misión formativa a lo/as docentes más idóneas y con solvencia
ética y moral es la mejor apuesta de transformación que puede hacer la Universidad , esto
significa recuperar la academia, enaltecerla y mejorar su calidad. Esto significa consolidar
una estructura académica de alto nivel universitario y garantizar una gestión institucional
eficiente de las funciones sustantivas de la academia que permita elevar la calidad
académica tan disminuida actualmente.
La exigencia de recursos mejor formados es cada vez más la mayor exigencia de los
universitarios. Esto significa recuperar la naturaleza académica de la universidad,
desterrando el prebendalismo y el copamiento de instancias de gobierno universitario por
parte de grupos con intereses ajenos a la academia.
En la actualidad vivimos en una sociedad del conocimiento y el tiempo del mayor
desarrollo tecnológico, la universidad no puede ser ajena a ella, al contrario debe ir acorde a
este desarrollo por lo que los docentes no sólo tienen la obligación de actualizarse y
capacitarse constantemente, si bien la tecnología no va a reemplazar a los docentes,
docentes que no usen tecnología son proclives a ser reemplazados fácilmente, por eso la
información, el conocimiento y la tecnología deben ser los pilares de los nuevos tipos de
gestión universitaria.
Esto supone pensar en una universidad que produzca conocimiento y produzca ciencia (como
señala el CIDES), debe ser la tónica de la nueva universidad.
De manera más puntual, con urgencia se sugieren los siguientes ajustes:
Impulsar procesos que permitan actualizar los planes de estudios, encarando procesos
formativos más agiles y especializantes, garantizando una formación adecuada y pertinente
en cada unidad académica con mirada puesta en la calidad que respalde y avale un grado
académico.
Mejorar procesos de selección y admisión docente. Los exámenes de competencia, deben
volver a ser pruebas académicas que examinen la capacidad de los docentes (Según
últimas teorías pedagógicas el factor que más impacta a los estudiantes es la preparación
de los maestros, el estatus del lenguaje y la motivación), por lo que hay necesidad de una
profunda reforma de los reglamentos de admisión docente en la universidad, de manera
tal que garanticen la transparencia de estos procesos y eviten al máximo el manipuleo de
resultados. En este marco, se debe garantizar la emisión de convocatorias con regularidad
cada gestión académica, reduciendo en lo posible los interinatos en las cátedras.
Se trata de trascender el mero cumplimiento de presentación de papeles sin sustento, la
política universitaria no puede reducirse sólo a la presentación de méritos, ni a la suma de
cartones, se debe valorizar más los conocimientos de los postulantes, esto supone adoptar
mecanismos de inserción docente transparentes e imparciales.
Mejorar sustancialmente procedimientos de evaluación y acreditación
En la búsqueda de la calidad académica tan disminuida, las universidades han optado por
encarar procesos de evaluación y acreditación de las diferentes unidades académicas, de
manera que éstas puedan dar fe pública a la sociedad del desarrollo de las mismas.
Si bien evaluarnos es necesario para vernos por dentro, la manera como se han desarrollado
estos procesos, reducidos a un proceso administrativo de un check list y constatación in situ
del equipamiento e infraestructura de cada unidad académica ha distorsionado el verdadero
sentido inicial de la evaluación y posterior acreditación.
Se trata en concreto de:
 Redefinir el formato y formularios de autoevaluación, evaluación externa y
acreditación.
 Trascender la evaluación netamente cuantitativa y considerar la valoración
cualitativa de ciertos procesos, resaltando sobre todo los aspectos académicos.
 Eliminar todas las formas de distorsión de resultados de la evaluación y de
coordinación anticipada con los pares. (Protocolos y loobys a los evaluadores), que
sesga resultados
 Trascender la evaluación de vitrina, la de check list por informes más integrales.
 El impacto de la evaluación debe visibilizarse en cambios en los procesos
académicos concretos.
 A nivel institucional fortalecer la dirección de evaluación y acreditación que no
puede funcionar de manera paralela con la unidad de Planificación.
POLITIZAR, MEJORAR Y PROFUNDIZAR PROCESOS DEMOCRÁTICOS EN LA
UNIVERSIDAD
Frente a la despolitización creciente, hace falta posicionar a la universidad pública con un
horizonte definido que resalte la naturaleza pública de la institución, su autonomía y
cogobierno.
La universidad debe tener una presencia activa y propositiva no sólo en la vida política del
país, sino en la resolución de los grandes problemas del país y de sus propios problemas.
Frente a la normativa obsoleta hace falta proponer una nueva estructura más ágil con
cambios profundos, sobre cuya base debe prepararse e impulsarse la realización del
segundo congreso universitario de la UMSA, con previa elaboración de propuestas de
modificación.
En las instancias de gobierno universitario incorporar los principios de equidad, igualdad y
alternancia de género. Es también una postura política, proponer: “Cero tolerancia al acoso
y a la corrupción”.
El Congreso debe considerar seriamente el ampliar la gestión de las autoridades a 4 años,
sin derecho a reelección continua en el mismo cargo, es decir que ninguna autoridad
elegida saliente pueda postularse al mismo cargo, así se garantiza una buena gestión y
evitar electoralizar tempranamente una gestión .
Reponer el rol de fiscalización de los estudiantes.
RECOMPONER EL COGOBIERNO DOCENTE ESTUDIANTIL
Recuperar el cogobierno, significa participación de ambos estamentos en la definición de
las políticas universitarias.
Mejorar democracia y procesos de elección.
Sanear y actualizar el padrón electoral permanentemente.
Reponer el voto libre y secreto, evitando toda forma de control sobre una elección dirigida
y condicionada.
Preparar y posibilitar votación por alfabeto, no por carreras para evitar el control sobre el
voto docente- estudiantil
RECUPERAR LA UNIVERSIDAD COMO UN BIEN PÚBLICO
La universidad como bien público es un proyecto político exigente que para lograr
credibilidad debe definir un proyecto con un horizonte político definido.
La universidad como bien público, debe establecer una relación permanente con el Estado,
con el gobierno y con todos los órganos de poder y gestión pública, relación que debe ser
una relación de coordinación, de encarar proyectos conjunto, de regulación y de
fiscalización, no de intervención, ni del control.
En ese sentido, la universidad debe considerarse como un bien público
íntimamente ligado al proyecto de nación
LA AUTONOMIA ES MÁS QUE UN DISCURSO
La Autonomía en la Universidad es un bastión de la democracia, significa libertad
académica y pluralidad ideológica, significa superar el autismo institucional.
La universidad, debe elaborar y manejar su propio presupuesto, como una institución de
educación superior autónoma.
Se debe evitar toda forma de intervención de los gobiernos de turno que quieren
intervenirla y atentar contra su autonomía, rechazando cualquier intento de intromisión,
intervención y control de las universidades autónomas. Rechazar los intentos de someter a
las universidades públicas y autónomas al control gubernamental.
La autonomía es una conquista sólida, sobre la que se ha cimentado la universidad, que en
cierta forma garantiza la equidad, justicia social y desarrollo del pensamiento crítico

La Paz, 30 abril 2024

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