La Teoría Sintérgica - Jacobo Grinberg
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Jacobo Grinberg-Zylberbaum
La teoría sintérgica
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INTRODUCCIÓN
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CAPÍTULO I
LA ESTRUCTURA DEL ESPACIO
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Los Indios Guaraníes han querido expresar la misma idea utilizando una escritura
textil. Ellos tejen sus ideas expresándolas a través de telas bordadas. La tela que
representa el Espacio la fabrican haciendo incidir, en cada punto de la misma, los
hilos del resto.
La cantidad máxima de información que es capaz de contener una estructura
depende principalmente de su capacidad vibracional. Por ejemplo, mientras mayor
sea la frecuencia a la que pueda vibrar un campo energético, mayor será la
información que logre acarrear y contener. Desde este punto de vista, la Lattice del
Espacio debe ser capaz de vibrar a frecuencias infinitas, en cada uno de sus puntos.
Por otro lado, la cantidad de información que una estructura es capaz de contener,
depende de la cantidad de dimensiones que incluya. Un plano, por ejemplo, es capaz
de contener menor cantidad de información que un objeto tridimensional.
Desde este punto de vista, la estructura fundamental del Espacio o la Lattice del
mismo debe estar situada e incluir una cantidad enorme de dimensiones.
Podríamos deducir, a partir de las consideraciones anteriores, que la estructura de
la Lattice del Espacio consiste en una matriz de capacidad vibracional colosal y de
múltiples dimensiones en la cual la información de su totalidad converge en cada uno
de sus puntos.
Otra de las características de la estructura de la Lattice, deducida a partir de
nuestra percepción, es que, al modificar una porción de esta estructura, esta
modificación afecta a cada uno y a la totalidad de sus puntos. Por ejemplo, podemos
observar la explosión de una Super Nova desde cualquier zona del Espacio utilizando
un instrumento con el suficiente poder. De la misma forma, el vuelo de un insecto
puede ser visto desde cualquier punto de un paraje por lo que el cambio ejercido
sobre una zona de la Lattice debe, por fuerza, afectar y modificar el resto de sus
porciones. Desde este punto de vista, la Lattice debe poseer una estructura parecida a
la de un superconductor de total fluidez y capacidad de interacción entre todos y cada
uno de sus elementos.
Además de lo anterior y también deducido a partir de nuestra percepción, la
estructura de la Lattice es no vacía en toda su extensión y en cada uno de sus puntos.
Por ejemplo, movámonos en cualquier dirección del Espacio o situémonos en
cualquiera de sus localizaciones y nunca nos encontraremos con una zona en la cual
desaparezca la imagen resultante de la decodificación de la Lattice. Por lo tanto, la
Lattice ocupa todo el Espacio sin zonas de ausencia de la misma.
De lo anterior se deduce que la estructura de la Lattice es la de una matriz
superconductora de múltiples dimensiones, sin zonas de discontinuidad, con una
capacidad vibracional colosal y una organización de convergencia total en cualquiera
de sus puntos.
Otra de las características de la Lattice, también deducida a partir de nuestra
percepción, es que la información contenida en su estructura puede ser decodificada
como un continuo. Cuando por ejemplo, nos movemos en una dirección, las imágenes
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se funden unas con las otras dándonos la sensación de continuidad perceptual. Por
supuesto que esa continuidad depende de las características de nuestro procesamiento
cerebral el cual actúa como una especie de «Pegamento de la Realidad» pero también
refleja una continuidad informacional básica contenida en la estructura fundamental
de la misma Lattice.
Otra de las características de la Lattice es que posee la capacidad de modificar su
propia estructura en diferentes escalas temporales. Un neutrón es una modificación de
la estructura básica de la Lattice con una fijeza y permanencia mayor que un mesón.
De la misma forma, una roca es una distorsión de la Lattice con mayor duración que
la flama de una vela.
Ya veremos más adelante que un pensamiento o una emoción, también afectan la
estructura de la Lattice y son distorsiones de la misma estructura al igual que lo que
denominamos un objeto material macroscópico o una partícula elemental
microscópica.
La permanencia temporal de una distorsión de la Lattice depende, entre otras
cosas, de la recurrencia de la misma y de si su estructura coincide con algún modo de
organización natural de la Lattice.
Una zona de la Lattice en la cual no existan distorsiones debe ser totalmente
homogénea y coherente. Desde el punto de vista perceptual, este polo de total
coherencia aparecería como invisible y vacío de objetos. En él, un instrumento capaz
de detectar algún índice gravitacional mostraría una ausencia de esta fuerza indicando
una falta de curvaturas del Espacio.
En cambio, en una zona de la Lattice con distorsiones locales, nuestra percepción
detecta la presencia de objetos y el instrumento gravitacional mostrará la presencia de
gravitación indicando la existencia de curvaturas del Espacio. En este polo de la
Lattice la coherencia es menor que en la Lattice en su estado básico no distorsionado.
Un ejemplo perceptual denotando las diferencias de coherencia de la Lattice se
vislumbra en el llamado efecto de «movimiento relativo» entre objetos distantes y
cercanos a un Observador. Los objetos lejanos con respecto a un Observador
permanecen fijos y parecen seguir su movimiento (obsérvese la luna desde un
automóvil en movimiento). En cambio los objetos cercanos al punto de observación
no permanecen fijos y cambian de posición relativa al movimiento del Observador (la
carretera o los árboles cercanos al automóvil).
Lo anterior se explica considerando que la información acerca de objetos lejanos
se representa (en el Espacio con el cual interactúa el Observador), en forma más
coherente que los cercanos de tal forma que en cada punto de interacción, la
información de objetos lejanos parecería estar duplicada y por ello su percepción
desde cualquier punto es la misma. En cambio, la representación informacional (en la
zona de interacción con la Lattice) de objetos cercanos al Observador no es coherente
y por lo tanto cada punto contiene diferente organización informacional y por ello la
apariencia perceptual es de cambio relativo al movimiento del Observador.
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Nuestro sistema cerebral interactúa con una porción limitada de la Lattice a través
de sus órganos receptivos. Esta porción de la Lattice es transformada en un lenguaje
neuronal y después de varias transformaciones que se explicarán más adelante, se
crea una imagen perceptual que siempre es una representación y no la Realidad en sí.
Para poder acceder a esta Realidad deberíamos primero colocarnos en Conciencia de
Unidad, borrar todos nuestros filtros, historia personal y condicionamientos. Cómo
esta posibilidad raramente se actualiza, la realidad que percibimos la confundimos
con la Realidad. De esta forma, como el Espacio (para nuestra percepción limitada)
se nos presenta como invisible y los objetos como separados y autónomos,
consideramos que la Realidad está constituida por objetos externos a nosotros y con
existencia absoluta cuando en verdad ni los objetos son autónomos e independientes
ni el Espacio es inexistente. Podríamos incluso solidificar el Espacio o
desmaterializar objetos tal y como lo hacía Milarepa, el legendario poeta Tibetano o
lo realizan algunos de los más poderosos Chamanes-Nahuales Mexicanos.
No sabemos qué es lo que se encuentra fuera de nosotros mismos ni que es lo que
nos estimula. Conocemos únicamente el producto final de nuestro procesamiento
cerebral pero lo confundimos con la Realidad en sí. Basta recordar que en un punto
del Espacio se concentra la totalidad de la información del Universo y que nosotros
decodificamos en forma parcial esa información y a partir de allí construimos
nuestros perceptos para darnos cuenta de que lo que percibimos es una creación
humana limitada y que las cualidades que le adjudicamos a la Realidad resultan de
una interacción restringida con la Lattice del Espacio. Por ejemplo, la luz como tal no
existe en la Lattice, ni tampoco el sonido. El punto de la Lattice que decodificamos,
no contiene la geometría de la imagen que resulta de su procesamiento cerebral tal y
como se nos presenta a la percepción. El punto de la Lattice que decodificamos es un
conjunto colosalmente complicado de morfologías energéticas concentradas en una
estructura. Allí no hay colores ni formas, ni cambios de perspectiva ni objetos
externos. Es la manera como decodificamos esas morfologías y las transformamos
que da como resultado lo que vemos. Desde luego que cualquier punto de la Lattice
contiene, en forma algorítmica todos los elementos que más tarde hacen aparecer una
imagen. Todos los detalles de cualquier percepto, todas las formas geométricas, los
colores, los cambios de perspectiva y las texturas se encuentran algorítmicamente
concentradas en cada punto de la Lattice. Pero en su decodificación añadimos nuestra
propia estructura y organización cerebral y de la interacción entre ésta y las
características de la Lattice, surgen las cualidades (luz, sonido, textura etc.) que nos
son familiares.
Cada punto de la Lattice contiene en su estructura mucha mayor información y
posibilidades de decodificación que las que nuestro Cerebro logra decodificar.
Dependerá del funcionamiento neuronal la capacidad de decodificación y este
funcionamiento, a su vez, está determinado y determina el nivel de la Conciencia en
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CAPÍTULO II
EL CAMPO NEURONAL Y SU ESTRUCTURA
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La decodificación Neuroalgorítmica
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CAPÍTULO III
LA EXPERIENCIA COMO RESULTADO DE LA INTERACCIÓN
ENTRE EL CAMPO NEURONAL Y LA LATTICE DEL ESPACIO
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nivel. De otra forma, sería imposible explicar la relación entre actividad cerebral y
experiencia.
El Campo Neuronal se vuelve isomórfico con la imagen visual cuando su
estructura interactúa con la Banda Sintérgica visual.
Ni la banda Sintérgica, ni el Campo Neuronal son idénticos en forma
(isomórficos) con el percepto pero el patrón de interferencia resultante de su
interacción debe serlo.
Cuando dos Campos energéticos interactúan, crean una estructura emergente
diferente a la que posee cada uno por separado. Una imagen simple que ayuda a
entender lo anterior es la de dos ondas concéntricas producidas en la superficie de un
estanque. Cuando estas ondas circulares interactúan se crea una geometría compleja
que deja de ser circular para convertirse en otra.
Algo similar pero de un orden de complejidad infinitamente superior debe
suceder en la interacción entre el Campo Neuronal y la Lattice. El patrón de
interferencia resultante, además de ser tridimensional posee características sintérgicas
que no se encuentran ni en el Campo Neuronal aislado ni en la Lattice por sí misma.
Si una imagen resulta de este patrón, debe existir un momento inmediatamente
previo al surgimiento de la misma en el cual la dimensión energética de la Lattice
asuma la misma forma que la imagen. Este isomorfismo indica que lo que vemos es
en realidad el patrón de interferencia activado por nuestro Campo Neuronal en
interacción con la Lattice, por lo que no es metafórico afirmar que vivimos en el
interior de una especie de burbuja de la percepción (recordando aquí a Carlos
Castaneda) y que estamos inmersos dentro de nuestro propio cerebro observando la
pared interna de su movimiento expansivo. Uno se pregunta si es posible una
percepción desde el exterior de esta pared y cual podría ser la imagen resultante y la
respuesta se halla en la existencia misma del Observador.
Ni la Lattice, ni el Campo Neuronal como tampoco su interacción forman el
último nivel de la Realidad o representan una cárcel inescapable y todo abarcante.
Existe algo fuera de la existencia de la Lattice y aún de los dos Hipercampos
y este algo es el Observador.
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CAPÍTULO IV
LOS ORBITALES DE LA CONCIENCIA[5]
El modelo Kabbalístico
De acuerdo con Gershom G. Scholem (On The Kabbalah and its Symbolism.
Schocken Books. New York, 1969-1973) en ninguno de sus sistemas, los Kabbalistas
dejaron de afirmar la existencia de interrelaciones entre todos los mundos y niveles
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del Ser. Todo, según ellos, está conectado con el resto. De cualquier punto, las
profundidas infinitas pueden ser contempladas. De acuerdo con el sistema de Moisés
Cordovero, el ascenso del hombre hacia mundos superiores y a la frontera del
«vacío» no involucra movimiento por parte suya, puesto que «en donde tú te halles,
allí se encuentran todos los mundos».
De acuerdo con la Kabbalah, «lo que se localiza abajo se encuentra arriba y lo
que está en el interior se sitúa en el exterior». Kabbalah afirma que no solamente el
Todo está contenido en cada parte sino que también actúa sobre todo el resto. Aunque
después analizaré el modelo Sintérgico, no resisto aquí la tentación de hacer recordar
la similitud entre estas ideas y la organización de la Lattice tal y como fue descrita en
el primer capítulo de este libro. De la misma forma, la consideración Kabbalística de
que cualquier acto o pensamiento tiene un efecto sobre la totalidad, tiene su
demostración experimental en los efectos que el Campo Neuronal produce sobre la
Lattice, otros Campos Neuronales y ambos Hipercampos (ver: Grinberg-Zylberbaum,
J. 1982. Psychoenegetics: 4:227-256, y Grinberg-Zylberbaum J. y Ramos J. 1987.
International Journal of Neuroscience. 36 [1-2]: 41-54).
El modelo que postula la Kabbalah es simultáneamente longitudinal y
concéntrico. La aproximación longitudinal intenta resolver el misterio de la creación
desde un principio transcendente e invisible hasta su manifestación en la acción. Este
modelo tiene por lo menos 6 niveles que son otros tantos mundos o universos. Cada
Universo pertenece a una dimensión distinta. Al mismo tiempo, cada Universo está
asociado con un nivel del «Alma» y con una letra hebrea.
La siguiente tabla modificada de un estudio de Aryeh Kaplan (Meditación and
Kabbalah, Edit. Samuel Weiser, Maine 1982) presenta las relaciones que la Kabbalah
propone entre los niveles del «Alma», los Universos y las letras Hebreas:
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El nivel del «Alma» asociado con el Adam Kadmon es Yejidah cuya traducción
literal es «Singularidad» y que constituye la «Esencia Única» y lo que no puede
dividirse y es Uno. Así como del Ein Sof proviene el Adam Kadmon de este último
surge Atzilut que es lo de mayor Cercanía al Hombre Arquetípico y que se asocia con
el nivel del «Alma» Jai, la Esencia Viva o lo Viviente.
En el Judaísmo, el nombre de Dios «Yehova» se escribe con cuatro letras la
primera de las cuales Yud corresponde a la I latina y pertenece al Universo de Atzilut
o Emanación y al nivel del «Alma» Jai o lo Viviente.
De Atzilut surge la Creación o el Universo de Beriyah asociado con el nivel de
Neshamah o Pneuma y con la siguiente letra del nombre de Dios; Heí que
corresponde a la letra latina H o J. De esta forma, la singularidad de Yejidah que a su
vez se transforma en lo Viviente o Jai desemboca en Neshamah o Pneuma.
Hasta antes de Neshamah, los niveles del «Alma» eran impersonales. Neshamah
asociada con el Universo de Beriyah o Creación comienza a pertenecer a un
individuo específico y es, por así decirlo, su envoltura o cuerpo más sutil; su contacto
entre lo personal y lo transpersonal; entre lo Divino y lo Humano.
A partir de Beriyah surge Yetzirah, Formación, es decir, lo Creado en Beriyah
comienza a adquirir forma en Yetzirah. Esta Formación parecería corresponder con la
primera activación de una distorsión del Espacio y la letra del nombre de Dios
correspondiente es la Vav o V latina. El nivel del «Alma» correspondiente es Ruaj o
Espíritu y, podría pensarse que es el mecanismo que al actuar distorsiona el Espacio.
Antes de Ruaj no hay distorsiones.
Por último, después de la Formación se da la Acción en el Universo de Asiyah el
cual corresponde con la última letra del nombre de Dios; Hei y con el nivel Nefesh o
Alma.
Las cuatro letras del nombre de Dios Yud, Hei, Vav, Hei forman el Tetragamatón
y son un verdadero sistema algorítmico que contiene el esquema de la Creación a
partir de lo Viviente hasta su manifestación en la Acción.
Cada nivel de la Conciencia está dado por la identificación del Observador con
cualquiera de los cinco posibles estratos del «Alma», desde Nefesh o Alma individual
hasta Yejidah la Singularidad primigenia.
Este modelo Kabbalístico es longitudinal porque cada nivel del mismo proviene o
nace de un precedente y da lugar a un consecuente en una cadena que comienza en
una Singularidad la que adquiere Vida, Pneuma, Espíritu y por último Alma.
El modelo concéntrico de la Kabbalah se conoce como el esquema de la Sefirot y
de ellas se han descrito 10 formando el «Árbol de la Vida».
Cada Sefira es un atributo o cualidad de la Conciencia y constituye una
emanación a partir del Ein Sof. El modelo longitudinal está imbricado dentro del
concéntrico porque cada Sefira se manifiesta a través de un proceso de Emanación,
Creación, Formación y Acción. Este proceso se logra experimentar utilizando
técnicas Kabbalísticas de meditación. Por ejemplo, el Rabino Joseph Tza[6] ideó una
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Sefira Color
Keter-Corona Blanco
Jojmah-Sabiduría Un color que incluye a todos los colores.
Binah-Entendimiento Amarillo y verde
Jesed-Amor Blanco y plateado
Gevurah-Fuerza Rojo y dorado
Tiferet-Belleza Amarillo y púrpura
Netzaj-Victoria Rosa claro
Hod-Esplendor Rosa obscuro
Yesod-Fundamento Anaranjado
Maljut-Reino Azul
Los extremos de las Sefirot; Keter y Meljut se refieren a dos niveles también
extremos de la Conciencia, Keter lo más elevado y Maljut su manifestación. El
modelo de las Sefirot es concéntrico porque cada Sefira está contenida dentro de la
siguiente como las capas de una cebolla. Sin embargo, también es longitudinal en el
sentido de que existen conexiones lineales entre cada capa. Más aún, cada Universo
desde Atzilut hasta Asiyah se puede dividir en 10 estratos correspondientes con la
Sefirot de tal Universo.
La Kabbalah considera la existencia de un centro luminoso ligado al Ein Sof cuya
«Luz» alumbra cada Sefira en cada Universo. Dependerá de la limpieza interna del
individuo, qué tanta obstrucción exista entre su conciencia y la «Luz». Mientras
menos «suciedad interna» exista mayor será la luminosidad que llegue y viceversa;
un individuo con una problemática interna intensa actuará como poseyendo «velos»
de obstrucción para la «Luz». En esta concepción, cada Sefira es una Emanación de
la «Luz» del Ein Sof.
La mayoría si no es que todas las técnicas prácticas de la Kabbalah tienen como
finalidad la purificación de los «velos» de tal forma que la «Luz» no encuentre
obstrucciones.
A su vez, cada Sefira actúa y es una especie de «vasija» o contenedor de un
atributo de la «Luz» proveniente del Ein Sof. Cada una de estas «vasijas» al ser
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El modelo Teosófico
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El modelo Chamánico
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El modelo Budista
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El modelo Sintérgico
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diferentes niveles de la Conciencia señala que debe ser asumida una organización
discreta tanto para la Lattice como para el Campo Neuronal.
De esta forma, cada nivel de la Conciencia correspondería con una interacción
congruente entre una Banda Sintérgica y un Campo Neuronal con un nivel
Neurosintérgico análogo a la Sintergia de la Banda correspondiente de la Lattice.
De la misma forma que cada punto de la Lattice contiene la totalidad, así cada
experiencia es una vivencia de la totalidad por la totalidad misma. El hecho de que no
lo comprendamos así depende de nuestro nivel de entendimiento y de la identidad
que asumimos.
Vivir una imagen visual como vista por sí misma requiere de un darse cuenta
difícil de lograr. Es más fácil arrogarse una identidad concreta y considerarla como
centro de la percepción, puesto que eso está más de acuerdo con el sentido común, el
cual nos presenta centros separados e independientes de existencia tales como los
objetos o los cuerpos orgánicos.
Cada cualidad sensorial es un nivel de la Conciencia y corresponde con una
Banda Sintérgica particular en interacción congruente con un Campo Neuronal de
una Neurosintergia específica.
Esta última está determinada, en parte, por la densidad informacional del Campo
Neuronal, la que a su vez, depende de la cantidad de interacciones neuronales. Ésta
está dada por la duración del procesamiento cerebral por lo que asociado con la
Neurosintergia se encuentra un funcionamiento en determinada duración del presente.
Ya había mencionado que la expansión de la duración del presente determina una
percepción temporal definida en la cual una serie de acontecimientos sucediendo en
diferente tiempo se unifican. La unificación temporal es una transformación del
espacio en Tiempo y por ello se puede concebir como una penetración a la
tetradimensionalidad. Así cada nivel de la Conciencia podría concebirse como
funcionando en la tetradimensionalidad o como penetrando en ella.
La tetradimensionalidad posee como atributo la Conciencia por lo que cada
cualidad sensorial con una diferente duración de presente y cada nivel de Conciencia
también ocurriendo en una particular duración del presente, podrían concebirse como
distintos estratos de penetración al Universo tetradimensional hasta que en el límite
de expansión máxima de la duración del presente, lo que existe es la
tetradimensionalidad pura de la Lattice en Conciencia pura.
En conclusión, las Orbitales de la Conciencia son los diferentes niveles que la
Conciencia es capaz de asumir, desde su identificación con aspectos concretos de la
realidad hasta la Conciencia de Unidad en donde no existen dicotomías y
separaciones entre objetos y sujetos. En este nivel de fusión entre el Observador y lo
observado, la experiencia resultante es que la imagen se ve a sí misma y el sonido se
oye a sí mismo.
Los diferentes niveles de la Conciencia dependen de la Sintergia del Campo
Neuronal en el nivel de la experiencia y de la capacidad Neuroalgorítmica en el nivel
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de comprensión.
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CAPÍTULO V
EL FACTOR DE DIRECCIONALIDAD
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CAPÍTULO VI
EL OBSERVADOR Y LA INDIVIDUALIDAD
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CAPÍTULO VII
REPERCUSIONES PRACTICAS
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EPÍLOGO
LA UNIDAD
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APÉNDICE
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afirman que todo lo que existe, acontece en un presente absoluto, en el cual no existe
ni el pasado ni el futuro. Esto quiere decir que también desde un punto de vista
subjetivo el tiempo puede dejar de existir.
¿Cómo compaginar todas estas diferentes concepciones y llegar a una
conceptualización que las incluya sin contradicciones? Una posibilidad en este
sentido la ofrece al modelo de la Lattice y la Teoría Sintérgica. De acuerdo con
nuestro conocimiento de la Lattice, ésta es capaz de variar six organización, desde un
nivel básico de total simetría y coherencia hasta su hiperdistorsión dada por sus
interacciones con el Campo Neuronal y con el Hipercampo. Se podría postular que en
el estado básico de la Lattice, el tiempo no existe y que un hombre cuyo Campo
Neuronal sea de la suficiente Sintergia como para no distorsionar a la Lattice,
experimentará la vivencia mística de la atemporalidad en un presente absoluto.
En cambio, en la Lattice distorsionada, sí transcurre el tiempo y
consecuentemente también en la experiencia de un ser humano cuyo Campo
Neuronal la distorsione. La relatividad temporal subjetiva depende entonces del nivel
de distorsión de la Lattice la que a su vez depende del nivel de Conciencia y del
funcionamiento cerebral y perceptual de un sujeto.
La Lattice en su estado básico es tan atemporal como la atemporalidad a la
velocidad de la luz. Esta correspondencia parecería señalar que en realidad lo que
llamamos «velocidad de la luz» corresponde al estado básico referencial de
inmovilidad de la Lattice misma. La constancia de la velocidad de la luz
independientemente de la velocidad de quien la mide señala en la misma dirección.
En otras palabras, parecería que en el Universo la referencia de inmovilidad es la
de la luz, a la que erróneamente consideramos en movimiento cuando en realidad es
la manifestación del estado básico de la Lattice. Con respecto a esa «referencia
inmóvil» todo tiene un transcurrir y a ése lo llamamos tiempo.
En relación con nuestro funcionamiento perceptual, las diferencias en este
«transcurrir temporal» producen efectos notables tales como las diferentes cualidades
de la experiencia, las que como ya vimos, se relacionan con la duración del presente y
con la Sintergia del Campo Neuronal.
Nuestra capacidad temporal de distorsionar la Lattice es generalmente efímera.
Cada 50 milésimas de segundo creamos una imagen visual que no permanece estática
sino que desaparece para dar lugar a una siguiente imagen que se funde con la
primera a través de lo que Don Juan Matus llamaba el «Pegamento de la Realidad»
dándonos así la ilusión de continuidad.
Lo mismo acontece con los sonidos los cuales se funden unos con otros en un
continuo proceso de creación y muerte.
Cabría hacer la pregunta: ¿Qué pasaría si pudiéramos expander la duración de un
percepto visual? Se antoja pensar que en ese caso lograríamos materializar los objetos
creados por nuestro funcionamiento cerebral. En otras palabras, fijaríamos las
distorsiones de la Lattice dadas por la interacción con nuestro Campo Neuronal. Que
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esta posibilidad puede ser realizada no me cabe la menor duda. De hecho, alguno de
los Chamanes Mexicanos tales como Pachita eran capaces de materializar objetos y
aún órganos biológicos.
En general, la creación de diferentes niveles de la Realidad depende del tiempo de
su manejo y por lo tanto un análisis profundo del tiempo es tan fundamental e
importante.
Acerca de la permanencia de los objetos también cabe intentar un análisis.
¿Por qué, por ejemplo, una roca dura más que una nube? Un físico nos diría que
su ciencia ya ha logrado entender y también ha podido explicar tales diferencias y
que éstas se relacionan con la estructura atómica y molecular. Un sólido es un sólido
porque la distancia interatómica dentro de él es menor que la que se presenta en un
líquido. Un gas es una organización de átomos y moléculas en la que los espacios
vacíos son mucho mayores que los de un líquido, etc.
Sin embargo, ¿por qué si tanto el gas como el líquido y el sólido son distintas
distorsiones de la misma Lattice, la diferencia de distancia resulta en variados niveles
de permanencia?
¿La permanencia de una fantasía visual depende entonces de la distancia entre los
elementos distorsionados de la Lattice?
¿Si pudiéramos imaginar una roca sólida y pesada, que es lo que evita que ésta se
materialice y que es la que lo permite?
Como mencioné antes, tenemos evidencia comprobada acerca de la posibilidad de
materializar objetos (ver mi libro: Los Chamanes de México. Vol. III Pachita. México
INPEC 1987) por lo que las preguntas que acabo de plantear no son un simple juego
de artificio sino una inquietud surgida de una observación empírica.
Algo en la morfología del Campo Neuronal y en su interacción con la Lattice
debe ser la clave para entender tanto las diferentes cualidades de la experiencia
perceptual (la luz, el sonido, etc.) como la permanencia de las distorsiones de la
Lattice en los fenómenos de materialización. Ese algo se relaciona con el tiempo y su
misterio.
Decía antes que para un objeto moviéndose a la velocidad de la luz, el tiempo no
transcurre y que esto mismo acontece para la Lattice en su nivel básico de total
coherencia y simetría. En cambio, para todo aquel que se mueve a una velocidad
menor que la de la luz o para cualquier distorsión de la Lattice, el tiempo sí existe.
Esto quiere decir, que el tiempo podría ser el resultado de cualquier cambio o
modificación de la estructura básica de la Lattice. Esto último explica por qué
ocurren modificaciones temporales asociadas con la presencia de campos
gravitacionales, ya que también estos últimos son alteraciones de la estructura de la
Lattice: «curvaturas del espacio» tal y como las denominaba Einstein.
Puesto que el Campo Neuronal modifica la estructura de la Lattice, la estructura
cerebral y su funcionamiento son «creadores» del tiempo. Por otro lado, la estructura
atemporal de la Lattice en su estado básico al ser modificada por la Conciencia
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humana es imbuida de tiempo. Probablemente esto quiere decir que el tiempo es, más
que otra cosa, una creación humana.
Sin embargo, una distorsión de la Lattice producida por cualquier partícula
elemental o por un cuerpo macroscópico, también debe afectar el tiempo si es que
éste, como afirmé antes, depende de la existencia de distorsiones de la Lattice. Por
otro lado, al hablar del tiempo, estamos asumiendo su inexistencia de la misma forma
que al hacer referencia al Ser o a la Conciencia, subtextualmente, estamos señalando
su inexistencia. No es posible hablar de algo sin asumir la existencia de lo opuesto.
Por ello, el tiempo implica el no tiempo.
El modelo de la Lattice satisface la necesidad de la existencia de la atemporalidad
en la Lattice no distorsionada y del tiempo en la Lattice distorsionada. Tanto la
actividad cerebral y sus productos como la materia inanimada y sus variantes
distorsionan a la Lattice. Por lo tanto, ambas «crean» el tiempo.
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BIBLIOGRAFÍA
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1988.
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Los Chamanes de México. VI La Voz del Ver. INPEC. México 1989.
Los Chamanes de México. VII B Doble. INEPEC. México 1990.
La Expansión del Presente. INPEC. México. 1988.
Creation of Experience. INPEC. México. 1988.
Psicofisiología del Poder. INPEC. México. 1988.
Cantos de Ignorancia Iluminada. INPEC. México. 1988.
La Creación de la Experiencia. Los libros del Comienzo. Madrid España, 1990.
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La Conquista del Templo. Heptada. Madrid España. 1990.
La Meditación. INPEC. México. 1991.
Fluir en B sin yo. INPEC. México. 1991.
La Teoría Sintérgica. INPEC. México. 1991.
La Batalla por el Templo. INPEC. México. 1991.
La Fuerza Vital del Cielo Anterior. INPEC. México. 1991.
El Prototipo. INPEC. México. 1991.
El Sabor de la Iluminación. En Prensa.
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Notas
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[2] Ver Grinberg-Zylberbaum, J. 1976, Journal of Theoretical Biology 56: 95-110. <<
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[3]
Ver: Grinberg-Zylberbaum J. y John E. R. 1981. Physiology and Behavior. 27:
749-751. <<
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[6] Texto ilegible del escaneado original (Nota del E. D.). <<
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[7] Tomada de: Meditación and Kabbalah. Aryeh Kaplan, S. Weiser, 1982. <<
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[8] «The Secret Doctrine». Theosophical V. Press. Pasadena California. 1888. <<
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[9]
Ver The Surangrama Sutra. Traducido por Lu Kuan Yu. B. L. Publicaciones. India.
1978. <<
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