El Talmud y Los Origenes Judios Del Cristianismo
El Talmud y Los Origenes Judios Del Cristianismo
El Talmud y Los Origenes Judios Del Cristianismo
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DAN JAFFÉ
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EL TALMUD
,
y LOS ORÍGENES
JUDIOS DEL CRISTIANISMO
Jesús, Pablo y los judeo-cristianos
en la literatura talmúdica
DESCLÉE DE BROUWER
BILBAO
Título original: Le Talmud et les origines juives du christianisme
@2007 Les Éditions du Cerf, Paris
. . - - -- --
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ÍNDICE
PREFACIO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
INTRODUCCIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Revelación y autoridad del texto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
La asamblea de Yabne: la gran reforma del judaísmo. . 16
La halaká y la exclusión progresiva de los judeo-
cristianos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
Un tiempo de reestructuración. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Yabne y el estudio de la Torá: controversia y pluralismo 31
La sociedad de los Sabios tras la destrucción del
Segundo Templo: ¿elite o grupo cerrado? ... . . . . . . 37
Los Sabios y los miembros de la sociedad judía en la
fijación de la halaká . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
¿Eran los Sabios una elite dominante? . . . . . . . . . . . . . 49
R. Gamaliel 11de Yabne: Sabio y etnarca. . . . . . . . . . . . 51
Importancia paradigmática de los pasajes estudiados. . 58
BIBLIOGRAFÍA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 205
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INTRODUCCIÓN
«He aquí las leyes, los decretos y las enseñanzas (Lv 26,46).»
Las leyes son las interpretaciones (midrashot). Los decretos
son las observancias rituales. Las enseñanzas testifican que
dos Torot (dos Leyes divinas) fueron dadas a Israel, la Ley
escrita y la Ley oral [oo.]en el monte Sinaí por mano de Moisés.
Esto nos enseña que la Torá, sus leyes, sus profundizaciones y
sus comentarios todos fueron revelados en el monte Sinaí.
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INTRODUCCIÓN 17
2. Sobre el modo en que los tannaim (Sabios de los dos primeros siglos) hicieron
frente a la destnIcción del Segundo Templo y sobre la voluntad de la reestnIc-
turación de la sociedad judía, ver el elocuente pasaje de T (Tosefta) Sotah
xv,11-13 (ed. M.S. Zuckermandel, p. 322): «Después de la destrucción del
Templo, los separados se multiplicaron en Israel. No comían carne ni bebían
vino. R. Yehoshúa les dice: Hijos míos, ¿por qué no coméis carne? Le respon-
dieron: ¿Cómo íbamos a comer carne cuando el sacrificio cotidiano que se
ofrecía sobre el altar ha sido ahora anulado? Les dijo: ¿Por qué no bebéis vino?
Le respondieron: ¿Cómo íbamos a beber vino cuando el vino que se derrama-
ba en libaciones sobre el altar ha sido ahora anulado? Les dijo: Entonces,
deberíamos abstenemos igualmente de higos y de uvas, pues las primicias
eran presentadas con ocasión de la fiesta de clausura (fiesta de las Semanas).
Deberíamos abstenemos igualmente de pan, pues [en el Templo] se presenta-
ban dos panes, así como los panes de la proposición. Deberíamos asimismo
abstenemos de agua, pues se hacían libaciones [en el Templo] con ocasión de
la fiesta de Sukkot. Ellos se callaron. Les dijo: No podemos evitar afligimos del
todo, pues el decreto ya ha sido dictado; pero afligirse más allá de lo razonable
es igualmente imposible, pues los Sabios han dicho: Cada uno recubrirá su casa
con cal, pero se tendrá cuidado en dejar un pequeño espacio sin cal, como
recuerdo [de la destnIcción del Templo] de Jerusalén.» Este pasaje, que aparece
en una forma paralela más tardía en Baba' Batra' 60b, muestra de manera
elocuente la actitud de ciertos Sabios frente a la desolación que representaba
la destnIcción del Templo. Observemos que esta perspectiva de reconstnIcción
fue acompañada de un impulso renovador concretado en la idea de una inme-
diata llegada de la reconstnIcción del Templo. Sobre estas dos tendencias en
el mesianismo judío, véase G. Scholem, Le Messianisme juif. Essais sur la
spiritualité du judaIsme, París 1974, pp. 23-66.
3. Ver nuestra obra, D. Jaffé, Le Judaisme et l'Avénement du christianisme. Ortho-
doxie et hétérodoxie dans la littérature talmudique leY_!lesiécle, París 2005, pp.
169-177; 361-368 y la bibliografía citada. Observemos que refutamos sin
miramientos la tesis de D. Boyarin, «¡;histoire de deux villes: Yabneh et
Nicée», en L.I. Levine (ed.), Entre la continuité et la mutation. Juifs et judais-
me en terre d'lsrael byzantine et chrétienne, Jerusalén 2004, pp. 301-332 [en
hebreo], según la cual la asamblea de Yabne del siglo I no es más que un mito
histórico; en realidad fue una reconstrucción literaria más tardía, fechable en
los siglos IV-V.
4. Aunque el término generalmente más utilizado para calificar estas corrientes
sea el de "sectas", es preferible hablar de fraternidades político-religiosas. Con-
siderando la connotación sociológica que presenta el término "secta", no nos
parece que éste se adecua a los movimientos que caracterizan a la sociedad
18 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
pluralista del final de la época del Segundo Templo. Ver M. Broshi, «La secte
des esséniens et les mouvements religieux de l'époque du Second Temple: défi-
nitions sociologiques}}, en M. Bar-Asher y D. Dimant (eds.), Meghillot. Études
sur les rouleaux de la mer Morte, Jerusalén 2006, pp. 13-23 [en hebreo].
5. Cf. Antiquités juives 18,15-25. Observemos que el vocablo griego que designa
a todos estos partidos es el de airesis, que podemos traducir por "elección", y
que sólo mucho más tarde tomará el sentido de herejía. Ver a este respecto M.
Hadas-Lebel, Plavius Josephe, le juif de Rome, París 1989, pp. 33-53, especial-
mente p. 35.
6. 1. Ben Shalom, Beth Shamai" et la.lutte des zélotes contre Rome, Jerusalén 1994,
pp. 252-272 [en hebreo]. >.0.,
7. Sería erróneo pensar que todos los judíos de esta época pertenecían a alguna
de estas corrientes. Es incluso muy probable que la gran mayoría no se adhi-
riese a ninguna de ellas, pero formaban un grupo no uniforme, que no se des-
tacaba y que no produjo ningún tipo de literatura. Puede ser que esta mayo-
ría defina a los 'amme-ha-are'i a quienes se refiere la literatura talmúdica, es
decir, la tendencia dominante, lo que no nos permite saber cómo se definían
a sí mismos.
-
INTRODUCCIÓN 19
14. R.A. Pritz, Nazarene lewish Christianity. From the End of the New Testament
Period until its Disappearance in the Fourth Century, Jerusalén-Leiden 1992, p.
101: "Con Yabne comienza la consolidación del judaísmo. En la crisis posterior
al 70, ya no quedó lugar para la diversidad que caracterizó el final de la época
del Segundo Templo.» Ver igualmente S. Safrai, "Le pluralisme dans le judaYs-
me durant la période de Yabneh», en Déot 48 (1980) 166-170 [en hebreo].
15. P.S. Alexander, "uThe Parting of the Ways" from the Perspective of Rabbinic
Judaism», en J.D.G. Dunn (ed.), lews and Christians. The Parting of the Ways
A.D. 70 to 135, Tubinga 1992, p. 22.
22 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
16. TB Berakot 28b; TI Berakot V, 4, 9c. Para una aproximación a la Birkat ha-
minim según sus versiones divergentes y en el contexto de las «Dieciocho
bendiciones», ver S.C. Mimouni, «La "Birkat Ha-minim"; une priere juive
contre les judéo-chrétiens», en Revue des sciences religieuses 71 (1997) 275-
298 (= S.e. Mimouni, Le ludéo-Christianisme ancien, pp. 161-188).
INTRODUCCIÓN 23
Un tiempo de reestructuración
19. W.D. Davies, The Setting of the Sermon on the Mount, Atlanta 1989, pp. 256-
315.
20. U. Luz, «Leprobleme historique et théologique de l'aBtijudalsme dans l'Évangile
de Matthieu», en D. Marguerat (ed.), Le Déchirem'Git.Juifs et chrétiens au ler
siecle, Ginebra 1996, pp. 127-150. Es dificil hablar de estos acontecimientos
en términos de separación, pues ésta sólo tendrá lugar algunos años más
tarde. Observamos que, de acuerdo con su título, esta contribución conjuga
con frecuencia teología e historia.
21. D. Marguerat, «Matthieu et le judalsme: une rivalité de freres ennemis», en
Cahiers Évangile 108 (1999) 16-23.
INTRODUCCIÓN 25
25. D. Barthélemy, «Létat de la Bible juive depuis le début de notre ere jusqu'il la
deuxieme révolte contre Rome», en J.D. Kaestli y O. Wermelinger (eds.), Le
canon de Z'AncienTestament. Sa formation et son histoire, Ginebra 1984, pp.
9-45; R.T. Beckwith, «Formation of the Hebrew Bible», en M.J. Mulder y H.
Sysling (eds.), Mikra. Text, Translation, Reading and Interpretation of the
Hebrew Bible in Ancient ludaism and Early Christianity, Filadelfia 1988, pp.
58-61; S.Z. Leiman, «Inspiration and Canonicity: Reflections on the Formation
of the Biblical Canon», en A.I. Baumgarten, A. Mendelson y E.P. Sanders
(eds.), Jewish and Christian Self Definition. Aspect of Judaism in the Graeco-
Roman Period, FiladelfiaJ Londres 1981, vol. II, pp. 56-63; S.Z. Leiman, The
Canonization of Hebrew Scripture: The Talmudic and Midrashic Evidence,
Nueva York 1991. Sobre el canon como fundador de una comunidad tex-
tocéntrica, ver el libro de M. Halbertal, Le Peuple du Livre. Canon, sens et
autorité, París 2005. En último análisis: YA.P. Goldman, «Le texte massoré-
tique de Qohélet, témoin d'un compromis t~ologique entre les "disciples des
sages" (Qo 7,23-24; 8,1; 7,19»), en Y.A.P.Goldman, A. van der Kooij y R.D.
Weiss (eds.), S6fer Mahfn. Essays in Honour of Adrian Schenker, Offered by
Editors of Biblia Hebraica Quinta, Leiden-Boston 2006, pp. 69-93.
26. YD. Gilat, «Les processus de formation de la Halakha», en Haouma 28 (1969)
pp. 465-468 [en hebreo]; S. Safrai, «Halakha», en S. Safrai (ed.), The Literature
of the Sages, Filadelfia 1987,vol. 1,pp. 185-200;A.Oppenheimer, «Lélaboration
de la halakha apres la destruction du Second Temple», pp. 1027-1055.
INTRODUCCIÓN 27
periodo. Estas dos leyes abordadas por los Sabios de Israel corres-
pondían a la nueva realidad histórica a la que tuvieron que hacer
frente. Por otra parte, reflejan el dinamismo de la halaká y la pre-
ocupación por adaptarla a las fluctuaciones de los factores socio-
religiosos. La primera de estas leyes es la relativa al valor de la
vida, en tanto que la segunda pone de relieve la supremacía del
estudio de la Torá.
29. Para los pasajes paralelos, véase T Sabbat XV, 17 CedoLieberman, p. 75); TJ
Sanhedrin III, 5, 21b; Yoma' 85b; Sanhedrin 74a, etc.
INTRODUCCIÓN 29
31. M.L. Satlow, «"Andon the Earth You Shall Sleep": Talmud Torah and Rabbinic
Ascetism», en Journal of Religion 83 (2003) 204-225.
32. Es difícil suscribir la tesis de S.J.D. Cohen, «The Place of the Rabbi in Jewish
Society of the Second Century», en L.I. Levine 'lEed.),The Galilee in Late
Antiquity, Cambridge 1992, pp. 157-173, donde opina que los tannaim no
crearon una estructura social que permitiese el acceso al estudio de la Torá.
Ver igualmente S.J.D. Cohen, «The Rabbi in Second-Century Jewish Society»,
en W, Horbury, w'D. Davies y J. Sturdy (eds.), The Cambridge History of
Judaism. The Early Roman Period, Cambridge 1999, vol. nI, pp. 922-977.
33. M. Fishbane, The Garments ofTorah: Essays in Biblical Hermeneutics, Bloo-
mington 1989, p. 65.
INTRODUCCIÓN 31
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INTRODUCCIÓN 33
39. Para ilustrar este nuevo punto de partida, podemos citar este texto de lfagígah
3a: «Nuestros maestros han enseñado: Un día, R. Yohanán ben Beroká y R.
Eleazar ben Hasmá fueron a Bekiin a visitar a R. Yehoshúa. Él les preguntó:
¿Qué hay de nuevo hoy en la casa de estudio? ¡Maestro, nosotros somos tus
discípulos! A nosotros nos toca beber tu agua. Sea lo que sea, no es posible que
nada nuevo haya tenido lugar en la casa de estudio. ¿De quién era el Shabat
esta semana? Era el Shabat de R. Eleazar ben Azarías». Este pasaje pone de
relieve la importancia del aspecto innovador en la interpretación de la
Escritura que, en el caso presente, se efectúa oralmente.
,..,
INTRODUCCIÓN 35
40. A. Guttmann, «The End of the Houses», en Studies in Rabbinic ludaism, Nueva
York 1976, pp. 184-200.
41. Un interesante pasaje de T 'Eduyyot I, l(ed. M.S. Zuckermandel, p. 454) des-
cribe el sentimiento de urgencia que acompañó a la constitución de la asam-
blea de Yabne: «Cuando los sabios fueron reunidos en Kerem be-Yabne,
dijeron: "Podría llegar un tiempo en que alguien buscase un artículo de la
Torá o algunas palabras de los doctores de la Ley y no los encuentren [...].
Empecemos con Hillel y Shammai". Sin duda, este texto registra el gran pro-
ceso de recopilación de la halaká iniciado en Yabne. Véase a este respecto
M. Fisch, «Canon, controverse et réforme: une réflexion sur l'autre voix du
judalsme talmudique», en Les Cahiers du judai'sme 18 (2005) 61-75.
...
42. S.J.D. Cohen, «The Significance ofYavneh: Pharisees, Rabbis and the End of
Jewish Sectarianism», pp. 48-49. Conviene observar que los propios tannaim
confirman que el corpus de la Misná comenzó en Yabne; d. T 'Eduyyot 1, 1
(ed. M.S. Zuckermandel, p. 454); p{lra las citas de opiniones mayoritarias y
minoritarias, d. T 'Eduyyot 1,4-5 (ed. M.S. Zuckermandel, p. 455), Aunque la
idea de la voz divina relativa a la victoria de la escuela de Hillel no aparece
en las fuentes tannaíticas, una idea similar es mencionada en T Sukkah n, 3
(ed. M.S. Zuckermandel, pp. 193-194). La idea de que el Sabio abandona su
propio punto de vista en función de la opinión mayoritaria aparece clara-
mente en T Sabbat XII, 12 (ed. M.S. Zuckermandel, p. 127); TJ Berakot 1,2,
3a; TJ Gitin VII, 6, 49a y otros.
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INTRODUCCIÓN 37
46. Véase a este respecto el estudio de M.S. Jaffee, «The Taqqanah in Tannaitic
Literature: Jurisprudence and the Construction of Rabbinic Memory», en
Journal of Jewish Studies 41 (1990) 204-225.
47. Cf. entre otros R.v. Presthus, Elites in the Policy Process, Cambridge 1974.
INTRODUCCIÓN 39
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40 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
49. H. Safrai - Z. Safrai, «Les Sages étaient-ils une élite dominant?», en Ohev
Shalom. Études en l'honneur de Israel Friedman ben-Shalom, Berseba 2005,
pp. 373-440, especialmente pp. 379-385 [en hebreo].
INTRODUCCIÓN 41
hay que poner de relieve que nada permite suponer que el sistema
judicial no estaba en manos de los Sabios.
52. H. Safrai - Z. Safrai, «Les Sages étaient-ils une élite dominante?», p. 385.
53. H. Safrai - Z. Safrai, «Les Sages étaient-ils une élite dominante?», pp. 385-386
Y las referencias citadas por los autores.
54. Cf. M Ros ha-sanah IV, 1; Ros ha-sanah 29b. Se sabe también que los bene
beterd se hallaban también en conflicto con Hillel el Viejo. Es difícil, sin em-
bargo, distinguir entre los elementos literarios y el aspecto realmente históri-
co de estos relatos.
INTRODUCCIÓN 43
55. Véase al respecto R. Kimelman, «I':oligarchie des pretres et les Sages durant
l'époque talmudique», en Zion 48 (1983) 135-147 [en hebreo]; S.A. Cohen,
The Three Crowns: Structures of Communal Politics in Early Rabbinic Jewry,
Cambridge 1990.
56. Sobre otros factores que intervinieron en la fijación de la halaká, véase S.
Safrai, «La cornmunauté comme facteur dans la fixation de la halakha», en
Z. Safrai - A.Sagi (eds.),Entrel'autoritéet l'autonomiedans la traditionjuive,
Tel Aviv 1998, pp. 493-500 [en hebreo].
44 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
57.lfagigah 22b.
58. T 'Ohólot V, 11-12 (ed. S. Zuckermandel, pp. 602-603).
59. Es difícil pretender con seriedad que hubiese entre los 'ammé-ha-'arefj indivi-
duos que quisieran influir del modo que fuese sobre los Sabios en la fijación
de la halaká. Sobre los 'ammé-ha-'arefj, remitimos a nuestros trabajos: D. Jaffé,
«Les amei-ha-aretz durant le ne et le & siecle. État des sources et de recherches»,
pp. 1-40; Id., «Les synagogues des amei-ha-aretz. Hypotheses pour l'histoire et
l'archéologie», en Studies in ReligionJSciences religieuses 32 (2003) 59-82; Id.,
«Les mouvements des dissidents aux Sages du Talmud et la rupture entre le
judaYsme et le christianisme», en Poi et Vie. Cahier d'études juives 31 (2005)
7-19, especialmente pp. 12-13; Id., «La re¿omposition de la société juive apres
70. Normativité et déviance; les cas des judéo-chrétiens et des amei-ha-aretz»,
en J.-M. Chouraqui - G. Dorival- C. Zytnicki (eds.), Enjeux d'histoire, jeux de
mémoire. Les usages du passé juif, Paris 2006, pp. 263-274.
60. Véase D. Jaffé, Le Judaisme et l'Avenement du Christianisme, 117-177. Aunque
de una época posterior, podría citarse el caso de Jacob de Kefar Navuriyah en
referencia al estudio de O. Irsh ShaY, «Jacob de Kefar Navuriyah - le Sage
tombé dans l'hérésie», en Essais de Jérusalem en pensé Juive 2 (1983) 153-168
[en hebreo].
INTRODUCCIÓN 45
61. Resulta difícil seguir a H. Safrai - Z. Safrai, «Les Sages étaient-ils une élite
dominante?», p. 387, cuando afirman que los minim trataban de influir en la
fijación de la halaká. En efecto, según nuestro punto de vista, los minim de
la época de Yabne, que son principalmente judeo-cristianos, eran judíos exac-
tamente como los demás, que observaban la misma halaká post-farisaica. No
puede negarse, sin embargo, que existiesen entre los Sabios y los judeo-cris-
tianos divergencias rituales, atestiguadas sobre todo por la Didajé a propósito
de la birkat ha-mazon (acción de gracias tras la comida). Véase al respecto F.
Manns, «Un recueil de halakot judéo-chrétiennes: la Didache», en Id., Essais
sur le judéo-christianisme, Jerusalén 1977, pp. 117-129.
46 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
62. Cf. Cantar Rabbah 2,5 (ed. Makhon Ha"'Midrash Hamevuar; pp. 269-270).
63. No viene al caso citar aquí a los 'amme-ha-ar~. pues, aunque rehusaban el
proceso de normalización sociorreligiosa impuesto por los Sabios, no repre-
sentaban competencia alguna en la fijación de la halaká que llevaban a cabo
los Sabios. En su estudio «Were the Pharisees and Rabbis the Leaders of
Communal Prayer and Torah Study in Antiquity? The Evidence of the New
Testament, Josephus and the Church Fathers», en W.G. Dever - J.E. Wright
INTRODUCCIÓN 47
64. H. Safrai - Z. Safrai, «Les Sages étaient-ils une élite dominante?>I, p, 388.
INTRODUCCIÓN 49
grado de aceptación de la halaká por parte del pueblo. Así, una regla
halákica que fuese formulada parcial o exclusivamente en función
de ciertas consideraciones (una costumbre ancestral o una práctica
anclada en el pueblo) podía tener fuerza legal lo mismo que un pre-
cepto proveniente directamente de los Sabios65.
Este aspecto es muy importante por lo que respecta a la temáti-
ca que nos ocupa. ¿En qué medida eran aplicadas las decisiones de
los Sabios a las relaciones con los judeo-cristianos? ¿En qué medi-
da, por ejemplo, la Birkat ha-minim revestía un carácter redhibito-
rio para las comunidades judías? En la misma línea, y en relación
con las medidas tomadas respecto a las enseñanzas paulinas, ¿eran
fruto de una toma de posición meramente literaria o tenían impli-
caciones concretas en la realidad? Todo lo que hemos expuesto a
propósito de la fijación de la halaká muestra que las gestiones de los
Sabios deben ser consideradas como medidas concretas que impli-
caban un juicio sobre una parte del mundo judío de la época, en
este caso con los discípulos judíos del movimiento de Jesús.
86. Cf. M 'Eduyyot VII, 7, donde se dice que R. Gamaliel pidió la conformidad del
gobernador romano de Siria para cierto asunto y que tardó en regresar a
Judea. Aunque el texto de la Misná no precisa de qué asunto se trataba, L.L
Levine, «Judaism from the Destruction of Jerusalem to the End of the Second
Jewish Revolt: 70-135 C.E.», p. 138, ha supuesto que podria tratarse del dere-
cho a decidir la fijación del calendario. Hemos de decir, sin embargo, que
nada permite aventurar tal afirmación.
87. E.M. Smal1wood, The Jews under Roman Rule, Leiden 1976, pp. 376-385.
58 EL TALMUDy LOS ORíGENES JUDíos DEL CRISTIANISMO
1
LOS JUDEO-CRISTIANOS EN EL TALMUD
PRIMICIAS DE LA RUPTURA
2. Cf. a modo de ejemplo M. Simon, Verns Israel. Étude sur les relations entre
chrétiens et juifs dans l'empire romain (135-425), París 1983, pp. 140-142; L.H.
Schiffman, Who was a Jew? Rabbinic and Halakhic Perspectives on the Jewish-
Christian Schism, Hoboken 1985, p. 72.
3. Eusebe de Césarée, Histoire ecclésiastique lIT, 32, 1-3 «<Sources Chrétiennes»,
trad. G. Bardy, París 1986, vol. 1, p. 143). Véase igualmente Y.Lederman, «Les
éveques juifs de Jérusalem», en Revue Biblique 104 (1997) 211-222.
68 EL TALMUDy LOS ORíGENES JUDíos DEL CRISTIANISMO
10. Para la prostitución, Véase p.e. Mt 21,31; Lc 7,37-50. Sobre este tema en el
Nuevo Testamento, consultar S. Légasse, «Jésus et les prostituées», en Revue
Théologique de Louvain 7 (1976) 132-154.
11. S.C. Mimouni, Les Chrétiens d'origine juive dans l'Antiquité, París 2004, p. 116,
que, basándose en Mt 27,6, observa que el problema del dinero mal adquirido
debió sin duda de preocupar a las primeras comunidades cristianas. Supone
además que si el propósito de Jacob el min tenía una base auténtica, sufrió en
seguida retoques en la polémica anticristiana.
72 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
Conclusión
Por otra parte, tal como lo sugiere muy a propósito J.T. Sanders,
si en un determinado momento fueron frecuentes las relaciones
entre los Sabios y los judeo-cristianos, debieron serio todavía más
entre la gente y estos mismos judeo-cristianos16.
Ciertas situaciones históricas obligaron a los Sabios a modificar
su postura hacia los judeo-cristianos e hicieron que el min (en el
relato un judeo-cristiano) fuese considerado disidente respecto a las
normas religiosas de los Sabios y definido como heterodoxo.
En este contexto, el pasaje manifiesta claramente el cambio de
actitud de los Sabios respecto a los judeo-cristianos, señalando la
transición entre un antes y un después del proceso de expulsión.
16. J.T. Sanders, Schismatics, Sectarians, Dissidents, Deviants. The First One Hundred
Years of Jewish-Christian Relations, pp. 62-63.
76 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
>."
17. D. Jaffé, «Les relations entre les Sages et les judéo-chrétiens durant l'époque
de la Mishna: R. Élíezer ben Hyrcanus et Jacob le min, disciple de Jésus de
Nazareth», en S. Trigano (ed.), Le Christianisme au miroir du Juda'isme. Pardes
35 (2003) 57-77
2
LOS JUDEO-CRISTIANOS EN EL TALMUD
LA RUPTURA ANUNCIADA
5. J.T. Sanders, Schismatics, Sectarians, Dissidents, Deviants. The First One Hundred
Years of lewish-Christian Relations, Londres 1993, p. 61.
LOS JUDEO-CRISTIANOS EN EL TALMUD. LA RUPTURA ANUNCIADA 81
Conclusión
relieve que era preferible morir antes que ser curado por un minI
judeo-cristiano discípulo de Jesús. Corno ya hemos observado, es un
caso excepcional respecto a las normas de los Sabios, según las cua-
les la conservación de la vida predomina sobre las observancias reli-
giosas. Podemos suponer que los encuentros de este tipo eran nor-
males entre la gente del pueblo y los otros judíos discípulos del movi-
miento de Jesús, algunos de los cuales practicaban una medicina de
rasgos mágicos. Los Sabios, corno en el caso de R. Ismael, se mos-
traron tan radicales quizá también con el fin de obstaculizar estos
contactos. Los judeo-cristianos estaban en VÍas de convertirse no ya
en una corriente judía entre otras, corno a finales del Segundo Tem-
plo, sino en una secta de la que era necesario alejarse cuanto antes
para impedir su difusión. Hemos de considerar esta radicalización
de las convicciones corno consecuencia de la Birkat ha-minim. Cier-
tamente, esta maldición contra los judeo-cristianos no tuvo efecto
inmediato; puede incluso admitirse que fue fruto de un proceso rela-
tivamente largo. Sin embargo, obstaculizó progresivamente la pre-
sencia de estos últimos en la sinagoga y, por tanto, en las asambleas
comunitarias. La sinagoga no era sólo un lugar de celebraciones
litúrgicas; la gente podía reunirse en ella para otras actividades de
carácter social o educativo. La exclusión de la sinagoga debía de
tener bastante importancia en la sociedad que los Sabios trataban
de establecer. Puede también añadirse que, aparte del aspecto for-
mal que representaba la Birkat ha-minim, fue promulgado todo un
conjunto de prescripciones contra los minim por iniciativa de los
Sabios, orientadas a excluidos progresivamente de la sociedad judía.
En este contexto es donde habrá que ubicar seguramente el trágico
encuentro entre Jacob el min y R. Eleazar ben Dama.
'-.
3
LOS LIBROS DE LOS MINIM Y LOS
EVANGELIOS EN EL TALMUD
LA RUPTURA CONSUMADA
2. G.F. Moore, «The Definition of the Jewish Canon and the Repudiation of
Christian Scriptures», en S.Z. Leiman (ed.), The Canon and Masorah of the
Hebrew Bible. An Introductory Reader, Nueva York 1974, pp. 115-141.
3. L. Ginzberg, «Some Observations on the Attitude of the Synagogue towards the
Apocalyptic-Eschatological Writings», en J.B.Agus (ed.),ludaism and Christianity
SelectedAccounts 1892-1962, Nueva York 1973, pp. 122-123, n. 19.
LOS LIBROS DE LOS MINIM Y LOS EVANGELIOS EN EL TALMUD 91
8. Ver p.e. M Yadayim TII,4; Mena~ot 30a; Maseket Sofrim 11,4 (ed. M. Higger,
p. 113).
9. R.T. Herford, Christianity in Talmudand Midrash, Londres 1903, p. 155.
94 EL TALMUDy LOS ORíGENES JUDíos DEL CRISTIANISMO
10. K.G. Kuhn, «Giljonim und sifre minim», enJudentum, Urchristentum, Kirche.
Festschrifr.für Joachim Jeremias, Berlín,~260, pp. 24-61, esp. 33-35.50.
11. Justino, Grande Apologie, 66,3 (trad. G. Arehambault y L. Pautigny, París 1994,
p.89).
12. Ireneo de Lyón, Contre les hérésies, n, 22, 3; m, 11,7; m, 11,8 (dos veces); m,
11,9 (tres veces), (trad. A. Rousseau, París 19913, pp. 216, 313-314, 316 res-
pectivamente).
13. A. Yoshiko Reed, «EYAITEAION:Orality, Textuality, and the Christian Truth
in Irenaeus' Adversus Haereses», en Vigiliae Christianae 56 (2002) 17-21.
LOS LIBROS DE LOS MINIM Y LOS EVANGELIOS EN EL TALMUD 95
14. G. Alon, The Jews in their Land in the Talmudic Age, Jerusalén 1980, vol. 1, pp.
276-277.
15. M. Friecllander, Der vorchristliche jüdische Gnosticismus, Gotinga 1898, pp.
81-89.
96 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
16. H.P. Chajes, La lingua ebraica nel cristianesimo primitivo, Florencia 1905,
p.9.
17. A. von Schlatter, «Die Kirche Jerusalems vom Jahre 70-130», en Beitrage zu
Fard. Chr. Theol. II/3 (1898) p. 16.
LOS LIBROS DE LOS MINIM Y LOS EVANGELIOS EN EL TALMUD 97
pasaje indica que se trataba de los libros de los minim, llamados por
R Meir aven-guilyon, dado que «los cristianos los llamaban evangi-
la». Podemos pensar que Rashi, queriendo explicar la intención de R.
Meir, habría retranscrito el término para formar una glosa en fran-
cés. No hay duda de que aquí el término evangila hace referencia a
los evangelios.
En consecuencia, intentaremos saber si las intenciones de R.
Meir y R. Yohanán pueden ser explicadas en esta línea. A tal efecto,
nos preguntaremos antes de nada por el significado de los prefijos
hebreos aven yavon desde el punto de vista lexicográfico.
En la literatura bíblica, el sustantivo aven puede expresar el mal,
la iniquidad, la mentira, el engaño, la calamidad, el castigo, la injus-
ticia, la decepción y el culto idolátrico. El término avon designa asi-
mismo la iniquidad, pero también la transgresión, la culpabilidad
causada por ésta y el castigo consecuente con la falta o crimen. En
la literatura talmúdica, el término aven designa algo hueco, vacío,
pero tiene también el sentido de mentira y vanidad. En cuanto a
avon! sugiere la idea de error o bien de perversión.
Según RT. Herford, R Yohanán (finales del s. lII) se habría ins-
pirado en la frase de R Meir (siglo II) para hacer su propia lectura.
Para Herford, es innegable que el «juego de palabras» inicial de R
Meir, así como el de R Yohanán, designa al Evangelio. De ahí dedu-
ce que el término euaggelion era conocido en las respectivas épocas
de estos Sabios, y que era incluso de uso común. Habría tenido,
pues, un sentido genérico para designar a los libros de los minim y
referirse a varios corpus diferentes19.
D. Sperber propone una tesis semejante. Para él, los juegos de
palabras satíricos de R Meir y R Yohanán demuestran que el térmi-
no guilyonim se refiere al Evangelio. Y propone traducir avon-guil-
yon como «rollo de la mentira» y.q.ven-guilyon como «rollo de la i
transgresión». Esto explica que, pari10s Sabios, a pesar de las men- I
ciones del Nombre de Dios que contienen, estos rollos no podían ser
salvados de un incendio un día de sábad02°.
t
~
tes de los evangelios primitivos de Mateo y Marcos, habrá que pen-
sar que los habían estudiado y que los consideraban textos judíos; y
[
~ eso antes de finales del siglo 1, antes de que empezaran a mirar de
~
~ forma hostil a los minim/judeo-cristianos. De esta hostilidad dan
testimonio precisamente los pasajes relativos a los guilyonim y a los
libros de los minim.
I
f El origen cristiano de estos escritos mencionados en el Talmud no
~ cae de su propio peso. En efecto, los Sabios se preocupaban única-
t mente de los textos provenientes de grupos judíos, bien proviniesen
de ámbitos cristianos bien de ambientes gnósticos. No les interesaba
I
directamente un corpus literario de carácter totalmente pagano.
J.D.G. Dunn define los libros de los minim como rollos de la Torá
pertenecientes a cristianos. No se trataría, pues, de textos del Nuevo
¡ Testamento, sino más bien de textos de la Biblia judía. Sin embargo,
fI
, dada su naturaleza impropia para este uso, los Sabios prohibían la
~
¡
lectura pública de estos rollos. El hecho de que los Evangelios no
,
¡ fuesen leídos públicamente planteaba un serio problema a los judeo-
!
I cristianos que frecuentaban la sinagoga.
I, Llegados aquí, hemos de tener en cuenta un punto esencial: tra-
t;
tando de erradicar la presencia de judíos en sinagogas o asambleas
judeo-cristianas, los Sabios prohibieron la lectura de todo rollo de
la Torá que perteneciese a un judeo-cristiano. Se operaba, pues, una
23. J.D.G. Dunn, The Partings of the Ways. Between Christianity and ludaism and
their Significance for the Char7fcterof Christianity, Londres 1991, p. 236.
24. M.D. Goulder, Midrash and Lection in Matthew, Londres 1974, pp. 218-219.
227-229, que propone un desglose del evangelio de Mateo en varias secciones,
siguiendo las etapas del año judío.
25. P.S. Alexander, «The Parting of the Ways from the Perspective of Rabbinic
Judaism», en J.D.G. Dunn Ced.),lews and Christians, the Parting of the Ways
A.D. 70 to 135, Tubinga 1992, pp. 13-15.
26. Sobre la expresión «libros de fuera», véase nuestra obra D. Jaffé, Le Judaisme
et l'avenement du christianisme. Orthodoxie et hétérodoxie dans la littérature
talmudique f" y Ir siecle, París 2005, pp. 285-296.
27. Añadamos que en Sabbat 111b emplea Rashi igualmente este término para
designar a los monjes cristianos.
104 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
Los libros de los minim son copias de la Torá llevadas a cabo por
mlnlm
28. W. Bacher, «Le mot "minim" dans le Talmud désigne-t-il quelquefois des chré-
tiens?», en Revue des études juives 38 (1899) p. 42.
29. K.G. Kuhn, «Giljonim und sifre minim», pp. 35-50.
LOS LIBROS DE LOS MINIM Y LOS EVANGELIOS EN EL TALMUD 105
11 -lií g-¡¡;--
-
" .. - - .. 111
LOS LIBROS DE LOS MINIM Y LOS EVANGELIOS EN EL TALMUD 107
31. M. Margalioth (ed.), Sepher ha-Razim. A Newly Recovered Book of Magic from
the Talmudic Period, Jerusalén 1966, pp. XV.23-28.
32. M. Friedlander, «Encore un mot sur mínim, minout et guilionim dans le
Talmud», en Revue des études juives 38 (1899) 202-203.
108 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
33. G.F. Moore, «The Definition of the Jewish Canon and the Repudiation of
Christian Scriptures», pp. 122-124.
34. J. Bloch, «Outside Books», en M. Davis (ed.), M.M. Kaplan Jubilee Volume,
Nueva York 1953 (sección inglesa), pp. 94-108.
iII . , ~
LOS LIBROS DE LOS MINIM Y LOS EVANGELIOS EN EL TALMUD 109
36. Cf. lfagigah Sb; Yebamot 1O2ba propósito del abandono de los judíos por par-
te de Dios tras la caída del Templo.
112 EL TALMUDy LOS ORíGENES JUDíos DEL CRISTIANISMO
, Conclusión
38. Sobre estos personajes y sus prácticas, véanse análisis y bibliografía en nues-
tra obra D. Jaffé, Le Judai'sme et l'avenement du Christianisme, pp. 205-209.
114 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
1
-.
4
UN VERSÍCULO DEL EVANGELIO DE MATEO
EN EL TALMUD
2. En ciertos manuscritos puede leerse: «y otra ley ha sido dada». En las edi-
ciones impresas se lee: «Y otro libro ha sido dado». La palabra Evangelio
aparece en las antiguas ediciones del Talmud, así como en el manuscrito
de Múnich. Da la impresión de que las otra~pTersiones corresponden a tex-
tos censurados. -,,;,
3. También aquí, en las ediciones impresas, leemos: «el final del libro».
4. En las ediciones antiguas del Talmud encontramos sino en lugar de ni. Esta
corrección es importante, pues cambia la lectura de la cita. Así, habrá que
leer: No he venido para suprimir la ley de Moisés, sino para añadir a la ley de
Moisés. Observemos que esta corrección es a menudo considerada como la
versión primitiva.
UN VERSÍCULO DEL EVANGELIO DE MATEO EN EL TALMUD 117
- I ~.._..........
UN VERSíCULO DEL EVANGELIO DE MATEO EN EL TALMUD 119
'
"'-
LA BIRKAT-HA-MINIM Y LA EXCLUSIÓN DE LA SINAGOGA 131
Sin embargo, son muy odiados por los judíos, pues no sólo los
niños judíos se alimentan de odio contra ellos, sino que tam-
bién el pueblo, al levantarse por la mañana, a mediodía y a la
tarde, tres veces al día, pronuncian injurias y maldiciones con-
tra ellos cuando rezan en sus sinagogas. Tres veces al día los
anatematizan diciendo: «Que Dios maldiga a los nazoreos».
13. J. Labourt, Saint Jérome. Lettres, París 1958, vol. VI, pp. 31-32.
.. -- .- ~~
LA BIRKAT-HA-MINIM Y LA EXCLUSIÓN DE LA SINAGOGA 135
I , ~íI --~~"~
LA BIRKAT-HA-MINIM Y LA EXCLUSIÓN DE LA SINAGOGA 137
Conclusión
-L..
LA BIRKAT-HA-MINIM Y LA EXCLUSIÓN DE LA SINAGOGA 139
Anexo:
Los Mini~t Definición e historiagrafía
Conclusión
- ::;¡
"-',
5
LA BIRKAT HA-MINIM Y LA EXCLUSIÓN
DE LOS JUDEO-CRISTIANOS DE LA SINAGOGA
. ..
.. . "iíiIIIi!;--": 1" "IIiiiió' ':;:.,,','" ,,";r .~~
='"iiIiJi '""""",:",,, o ,. o',,'o." - '--
LA BIRKAT-HA-MINIM Y LA EXCLUSIÓN DE LA SINAGOGA 133
Sin embargo, son muy odiados por los judíos, pues no sólo los
niños judíos se alimentan de odio contra ellos, sino que tam-
bién el pueblo, al levantarse por la mañana, a mediodía y a la
tarde, tres veces al día, pronuncian injurias y maldiciones con-
tra ellos cuando rezan en sus sinagogas. Tres veces al día los
anatematizan diciendo: «Que Dios maldiga a los nazoreos».
12. Traducción francesa de S.C. Mimouni, Les Chrétiens d'origine juive dans
l'Antiquité, Paris 2004, p. 79.
134 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
13. J. Labourt, Saint Jérome. Lettres, París 1958, vol. VI, pp. 31-32.
~j"".""..('"-j"._",-~.
- _',.1C""w,J,. 'Il1O-
LA BIRKAT-HA-MINIM Y LA EXCLUSIÓN DE LA SINAGOGA 137
17. Rechazamos la tesis de L. Vana, «La Birkat ha-minim est-elle une priere con-
rdisto-
tre les judéo-chrétiens?», en N. Belayche y S.e. Mimouni (eds.), La Formation
asajes des communautés religieuses dans le monde gréco-romain, Turnhout 2003, pp.
)ropo- 201-241, que piensa que la Birkat ha-minim no tuvo en perspectiva a los
1.
judeo-cristianos más que a partir del siglo IV.
¡
~
138 EL TALMUDy LOS ORíGENES JUDíos DEL CRISTIANISMO I~
toriográfica más que una realidad histórica. En efecto, los judíos I
que consideraban a Jesús como una figura mesiánica, o bien le atri-
buían una filiación divina, nunca se han definido de otra forma que
no sea como judíos. La idea de una doble pertenencia identitaria o I
religiosa es inexacta en una época en que el cristianismo no existe
I~
todavía como religión totalmente formada. Es necesario, por tanto, ~
"
tener bien claro que la exclusión de los judeo-cristianos por obra de ~"
la Birkat ha-minim deriva de la voluntad de los Sabiosltannaim de I~
descartar a otros judíos a causa de creencias no aceptables tras la "
~
catástrofe del año 70, y que constituye el proceso iniciado por ellos ~
~
~
a tal efecto. Recordemos que los judeo-cristianos representaron un
problema exclusivamente doctrinal. Sus prácticas rituales no eran a I
,
priori para nada dirimentes.
I
Conviene igualmente subrayar que la Birkat ha-minim no tenía
directamente por objeto decretar la separación entre Sabios y judeo- ]
cristianos, si bien constituye un elemento no despreciable de ella,
pues se convierte en la causa de una divergencia profunda en la per-
cepción y la interpretación de la halaká.
y recordemos una vez más que los efectos de la Birkat ha-minim
sólo se materializaron de forma progresiva. Los Sabios no impusie-
ron su halaká inmediatamente, sino a través de un largo proceso.
Por otra parte, algunos textos talmúdicos son testigos de las relacio-
nes entre Sabios y minimljudeo-cristianos hasta épocas tan tardías
como el siglo N.
'-,"
Anexo:
Los Minim: Definición e historiagrafía
~
j,
23. M. Orfali, Talmud y Cristianismo, pp. 51-55, que ofrece los grandes ejes de la
historia de la investigación sobre los minim.
24. T Sanhedrin XlII, 5 CedoM.S. Zuckermandel, p. 434).
~
142 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
'-'
6
JESÚS DISCÍPULO DE LOS SABIOS DEL TALMUD
ESTUDIO DEL PASAJE TALMÚDICO DE
SAHEDRIN 107bl
r
144 EL TALMUD y LOS ORíGENES JUDíos DEL CRISTIANISMO
mente, con algunas variantes, en Sotah 47a. Como estas dos versio-
nes paralelas son tan cercanas entre sí, citaremos sólo la primera.
Leemos:
nlllllliL..l
_o., ".;:
, .::c;"::";;"Ji)::;¡:,,"",,-~."";'fi ~~ '. ":kt:... ~ JlnJ"TI =.. lO'--
JESÚS DISCÍPULO DE LOS SABIOS DEL TALMUD 145
6. Sobre los diferentes empleos de este vocablo, véase S. Gero, «The Stern Master
and his Wayward Disciple: A "Jesus" Story in the Talmud and in Christian
Hagiography», en lournal for the Study of ludaism 25 (1994) p. 302 n. 37 y la
abundante documentación recogida.
~
148 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
8. J. Klausner, Jésus de Nazareth. Son temps, sa vie, sa doctrine, París 1933, pp.
24-25.
..
150 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
13. S. Mead, Did Jesus live 100 RC?, Londres 1903.Véase igualmente A. Schweitzer;
Van Reimarus zu Wrede:Eine Geschichte der Leben-Jesus-Farschung, Tubinga
1906, p. 326.
14. S. Krauss, Das Leben Jesu nach ¡üdischen Quellen, Berlín 1902, pp. 246-257,
propuso colmar la laguna sobre la vida de Jesús entre los doce y los treinta
años con el relato talmúdico de la huida a Egipto, al que añade además el
episodio relatado por Celso, según el cual Jesús se habría vendido allí como
esclavo.
15. H. Stourdzé, «La fuite en Égypte de Josué b, Parahya et l'incident avec son
prétendu disciple Jésus», pp. 137-144.
JESÚS DIscíPULO DE LOS SABIOS DEL TALMUD 151
16. J.Z. Lauterbach, Rabbinical Essays, p. 489. Véase igualmente en esta línea M.
Goldstein, Jesus in the Jewish Tradition, Nueva York 1950, p. 77.
17. Sobre la tradición de Jesús mago, véase la obra de M. Smith,Jesus the Magician,
Londres 1978.
18. Cf. Tosefta Sabbat XI, 15 (ed. M.S. Zuckermandel, p. 126); TJ Sabbat xn, 4,
13d; Sabbat 104b; Sanhedrin 67a.
152 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
19. J.Z. Lauterbach, Rabbinical Essays, p. 487, se basa en la forma aramea azal
(ha salido), explicando que connota también la idea de desenfreno (salir hacia
un mal camino).
20. Otras referencias en J.Z. Lauterbach, Rabbinical Essays, pp. 484-485.
~
154 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
por haber sido transgredidas las normas del sábado, Jesús soltó los
gorriones, que se fueron volando y llorando. S.T. Lachs veía en estos
gorriones de barro el ladrillo del que habla el pasaje talmúdico. Los
amoraim babilónicos habrían trasmitido esta identificación cuando
el sentido inicial de la expresión se había ya perdid025.
La explicación más pertinente del vocablo lebeinta (ladrillo) es
probablemente la ofrecida por H.J. Zimmels en un estudio sobre
esta cuestión publicado en 195326. Según él, habría que leer le-bein-
ta, interpretando la letra hebrea lámed (le) como un prefijo de acu-
sativo, construcción corriente en hebreo y en arameo. Así, esta pri-
mera letra no formaría parte de la raíz de la palabra. Desde el punto
de vista ortográfico, habría que leer le-beinta como le-beinita, que
designa en arameo al pez. Tendríamos así la lectura siguiente:
"Salió, dispuso el pez y se prostemó ante él». Esta lectura se vincula
al conocido hecho de que, para los primeros cristianos, el pez sim-
bolizaba a Jesús, pues el vocablo griego IXE>TIP (ichthys) forma el
acróstico de las palabras Iesous Christos Theou Uios Soter (= Jesús
Cristo hijo de Dios salvador). Es evocada aquí la idea misma de
mesianismo y de filiación divina de Jesús, que servía de símbolo
para los primeros cristianos.
Si damos por buena esta sugerencia, estamos en presencia de un
texto talmúdico de redacción tardía, que revela cierto conocimiento
de un importante símbolo cristiano. Por otra parte, el texto cualifi-
caría alusivamente el culto cristiano y lo asociaría a la persona de
Jesús28. Podemos suponer, por tanto, que los Sabios utilizaron el
término beinita y no el hebreo dag o el arameo nun (ambos designan
al pez), pues forma parte de un proverbio mencionado en algunas
l1li, .- . -~...
JESÚS DIscíPULO DE LOS SABIOS DEL TALMUD 155
33. Según el manuscrito de Huldreich, Jesús estudió con Josué ben Parahyah y
adquirió el conocimiento de nociones esotéricas (J.J. Huldreich, Historia
Jeschuae Nazareni, Leiden, sin fecha, p. 14). Según un texto cabalístico tardío,
Josué ben Parahyah sería un místico del que era discípulo Jesús, hijo de
María, un «hombre piadoso y justo» (S. Krauss, «Un texte cabalistique sur
Jésus», en Revue des études juives 62 (1911) 240-247). Sobre Josué ben
Parahyah como maestro de Jesús en el Toldot Yeshu, véase S. Krauss, «Une
nouvelle recension hébraique du Toldot Yésu», en Revue des études juives 103
(1938) 65-88.
34. S. Gero, «The Stem Master and his Wayward Disciple: A "Jesus" Story in the
Talmud and in Christian Hagiography», p.'307.
35. J.Z. Lauterbach, Rabbinical Essays, p. 488; R.S. Mead, Did Jesus live 100
E.C.?, pp. 146s.
36. E. Barnmel, «Christian Origins in Jewish Tradition», en New Testament Studies
13 (1966/67) 317-322. Este autor observa justamente que esta historia no es
sólo una confrontación entre dos hombres, sino más bien una controversia
con el Cristianismo.
JESÚS DIscíPULO DE LOS SABIOS DEL TALMUD 157
Conclusión
Del examen de este relato, bien sea desde el punto de vista histó-
rico bien desde su valor intrínseco, se saca la clara impresión de
que estamos en presencia de un texto legendario sin una pizca de
autenticidad39. Sin embargo, puede pensarse que algunos elemen-
tos que lo componen son:1estigos de acontecimientos que sucedie-
ron realmente. Así, podemos suponer que, en el siglo 1 a.C., Josué
ben Parahyah y Judá ben Tabai habrían huido de Jerusalén con uno
de sus discípulos para dirigirse a Alejandría. Podemos imaginar
también que este discípulo tuvo un malentendido con su maestro
durante el viaje que les conducía de vuelta a Jerusalén. Si conside-
ramos que estos elementos que forman el esqueleto del pasaje suce-
dieron realmente, se comprenderá mejor el proceso redaccional de
sus autores. Podemos igualmente pensar con J.Z. Lauterbach que
éstos introdujeron el personaje de Jesús en las versiones babilóni-
cas, enmarcado en elementos ya conocidos, mientras que la versión
de Jerusalén conservaba la mención anónima «uno de sus discípu-
r .
158 EL TALMUDy LOS ORíGENES JUDíos DEL CRISTIANISMO
-- """8
_.~ ~."~"",-' ,'III!::::,,!,:_~- . '"" --
7
LAS ENSEÑANZAS DE PABLO DE TARSO
EN EL TALMUDl
1. Este capítulo es una versión retocada de D. Jaffé, «Les réactions des Sages aux
doctrines de Paul de Tarse dans la littérature talmudique», en S. Trigano (ed.),
Le Christianisme au miroir du judaisme, Pardes 35 (2003) 31-50.
170 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
16. I.R. Weiss, Dar Dar ve-Dorshav, Nueva York 1922, pp. 237-238 [en hebreo].
-".'fft',._=""..=-- . . IJI¡¡.
-
LAS ENSEÑANZAS DE PABLO DE TARSO EN EL TALMUD 171
17. Cf. E.E. Urbach, Les Sages d'Israel, p. 317 Ylas referencias que ofrece en p. 823
n. 59; B.J. Bamberger, «Revelations of Torah after Sinai», en Hebrew Union
CollegeAnnual16 (1941) 97-113.
18. TJ Pe'ah 11,6, 17a; Megillah 19b.
172 EL TALMUDy LOS ORíGENES JUDíos DEL CRISTIANISMO
-,
LAS ENSEÑANZAS DE PABLO DE TARSO EN EL TALMUD 173
19. Cf. Midrás TanJ:¡umah,Ki tissa' 34 (ed. S. Buber, pp. 116-117). Sobre este pa-
saje, véase M. Orfali, Talmud y Cristianismo. Historia y causas de un conflicto,
Barcelona 1998, pp. 11-12. Véase igualmente E.E. Urbach, «Halakha et pro-
phétie», en Tarbiz 18 (1947), p. 7 n. 50 (= E.E. Urbach, Le Monde des Sages,
Jerusalén 2002, p. 27 n. 50 [en hebreo], para un análisis más profundo de este
pasaje. Últimamente J. Dan, «La fin de la prophétie et sa signification pour
l'histoire de la pensée juive», en Alpayim 30 (2006) 257-288.
,
174 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
Dios no nos ha dado más que una Torá en el Sinaí; los Profetas y los Hagiógrafos
me son tan preciosos como esta [Torá] escrita»; véase A. Marmorstein, «Ein
Fragment einer neuen Piska zum Wochenfest und der Kampf gegen das
mündliche Gesetz», enJeschurun 12 (1925), pp. 34s.
21. Véase A. Marmorstein, «Judaism and Christianity in the Middle of the Third
Century», en Hebrew Uníon CollegeAnnual10 (1935) 223-263, en especial pp.
226.229.259.
22. G. Alon, «La halakha dans l'Épitre a Bamabé», en Tarbíz 11 (1940) 23-38 (=
G. Alon, Essais sur l'histoire juíve a l'époque du Second Temple, de la Mishna et
du Talmud, Tel Aviv 1957, pp. 295-312 [en hebreo]).
23. Más detalles en S.e. Mimouni, Le Judéo-Christíanisme ancien, pp. 231-255.
24. Cf. E.E. Urbach, Les Sages d'Israel, pp. 320-321.
-
176 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
E.E. Urbach observa que este aforismo anónimo merece ser teni-
do en cuenta, toda vez que habla de «otro Moisés» portador de «otra
Torá». Ahora bien, conviene saber que algunas fuentes de los oríge-
nes cristianos describían a Jesús como un Mases redivivus o un
Mases navus26.
------ --
LAS ENSEÑANZAS DE PABLO DE TARSO EN EL TALMUD 177
28. Cf. W.R. Stegner, «The Parable of the Good Samaritan and Leviticus 18:5}),
en D.E. Groh y R. Jewett (eds.), The Living Text: Essays in Honor of Ernest
W Saunders, Maryland 1985, pp. 27-38; E.P. Sanders, Paul, the Law and the
lewish People, p. 54 n. 30.
178 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
Este texto indica sobre todo que la intención divina fue la de acre-
centar la recompensa del pueblo judío. La explicación de este pasaje
es, pues, que la «obtención de la vida» deriva no sólo del cumplimien-
to de los preceptos, sino también del hecho de abstenerse de cometer
una transgresión. Además, la multiplicación de los mandamientos
que hay que cumplir permite llevar a la práctica al menos algunos de
ellos, que justamente contribuirán a la redención. Los méritos están
en relación con la observancia de los preceptos religiosos, que permi-
ten la adquisición de la vida eterna, del mundo futuro.
Finalmente, el último parámetro que hay que considerar es el de
la acumulación de méritos, gracias precisamente a su mención en la
Ley. Dicho de otro modo: todo hombre cumple ciertos mandamien-
tos con una finalidad no religiosa, es decir, que su sola realización
(buenas obras, caridad, etc.) cuenta como mérito.
Esta perspectiva desarrollada por los Sabios sobre el valor de la
Ley y de los ritos que le son inherentes es probablemente una respues-
ta a la concepción paulina de la Ley y el pecad029. R. Ananías ben
Aqashia, un Sabio de la época de la Misná (siglo II), pronunció delibe-
radamente este adagio para responder a las concepciones de Pablo
sobre temas religiosos tan fundamentales como la noción de vida eter-
na, de pecado y de recompensa futura. Por otro lado, el hecho de que
el nombre de Pablo no sea mencionado y que la controversia no sea
explícita, no empaña para nada la plausibilidad de esta sugerencia3o.
En los años 1940, H. Hirschberg publicó dos trabajos sobre las
menciones de Pablo de Tarso en la literatura talmúdica. Presentó un
grupo de textos que, según él, contenía ciertas alusiones que eran
ataques a sus doctrinas. Aunque no sea posible presentar toda su
argumentación, pongamos algunos ejemplos31.
En el tratado Be:rakot IX, 5 se habla de las euloguías, es decir, fór-
a
mulas que se introducían en las b~ndiciones recitadas durante el ]i
'*~ I
29. Cf. D.R. Schwartz, «Qu'avait-il a dire? "Et tu obtiendras la vie"», pp. 72-73. 1
30. Esta hipótesis ha sido también mantenida por A. Marmorstein, «1udaism and
Christianity in the Middle of the Third Century», pp. 250-251.
31. H. Hirschberg, «Allusions to the Apostle Paul in the Talmud», en Journal of
Bíblical Líterature 62 (1943) 73-87; Id., «Once Again - The Minim», enJournal
ofBíblical Literature 67 (1948) 305-318.
culto del Templo. El pasaje dice: «En todas las bendiciones recita-
das en el Templo se decía "desde el mundo" (min ha'olam); cuando
los minim pervirtieron[estas leyes] diciendo que sólo hay un mun-
do, se determinó que [en adelante] se dijera: "desde el mundo hasta
el mundo" (min ha'olam we'ad ha'olam»>. En este texto, bastante
enigmático, H. Hirschberg entiende el término «mundo» ('olam) en
el sentido de eón, de donde deduce una relación con el advenimien-
to de una nueva era: el tiempo mesiánico de la revelación crística,
sobre la que Pablo basa su doctrina de la justificación por la Fe.
Según este crítico, los minim mencionados en el texto serían prime-
ro los judeo-cristianos, y después los discípulos de Pablo. Serían
ellos quienes habrían pervertido las euloguías del Templo procla-
mando «que sólo hay un mundo», el del desvelamiento de Crist032.
Hay que reconocer, sin embargo, que esta tesis plantea más pro-
blemas de los que resuelve, pues nada permite suponer que el pasaje
pueda hacer referencia a la enseñanza paulina. Menos evidente toda-
vía es que su autor haya pensado en los judeo-cristianos y en los pos-
teriores discípulos de Pablo. Dado que este texto trata de realidades
propias del culto del Templo, parece más juicioso considerar que se
refiere a los saduceos, muy cercanos a los ambientes sacerdotales33.
Se sabe además que los saduceos negaban la creencia en la resurrec-
ción del cuerpo y en la vida futura, lo que puede corresponderse con
la expresión empleada en el pasaje citado: «sólo hay un mundo».
Para concluir, podemos citar otro texto estudiado por H. Hirsch-
berg. Está tomado de la Misná en Megillah IV, 8, que dice así:
32. H. Hirschberg, «Allusions to the Apostle Paul in the Talmud», pp. 83.85; Id.,
«Once Again - The Minim», p. 306.
33. Es además la conclusión a la que había llegado J. Lehmann, «Les sectes juives
mentionnées dans la Mischna de Berakhot et de Meguilla», en Revue des étu-
des juives 31 (1895) 31.46.
I ~
180 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
Conclusión
1. Este capítulo es una versión retocada de D. Jaffé, «Les historiens juifs face a
Jésus. Entre ouverture et inclusion», en J.-M. Aveline y C. Salenson (eds.), Au
Carrefour des Écritures. Hommage amical a Paul Bony, Marsella 2004, pp. 219-
238.
184 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
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UNA MIRADA JUDÍA SOBRE JESÚS 185
3. Como dice con sutileza J. Darmesteter, LRs Prophetes d'Isratil, París 1895, p. 332,
Salvador escribió «no la historia humana de Dios», sino da historia divina del
hombre». Para una biografía de Joseph Salvador y una presentación de sus
libros, véase la obra de uno de sus parientes: G. Salvador, Joseph Salvador, sa
vie, ses oeuvres et ses critiques, París 1881; también la obra de Darmesteter
186 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
La otra obra importante del siglo XIX sobre Jesús es sin duda
alguna el estudio de H. Graetz, cuya traducción fue publicada en
París en 1867 con el título Sinai" et Golgotha, ou les origines du judai"s-
me et du christianisme suivi d'un examen critique des Évangiles
anciens et modemes. La traducción francesa es de Mo'ise Hess, céle-
bre autor de Rome et Jerusalem4. Partiendo de la idea de que todos
los evangelios son tardíos, Graetz opina que los elementos propios
de la vida de Jesús sólo tienen un valor hipotético. Según él, la única
certeza es que el cristianismo tiene su fuente en el esenismo, que él
llama con frecuencia «esenismo mezclado con elementos extraños».
El autor ve en Juan Bautista (que preparaba los caminos de Jesús) a
un esenio, y lo mismo en Santiago, el hermano de Jesús, cuyo com-
portamiento deja entrever también esa afiliación. Según Graetz,
Jesús proclamaba los grandes principios esenios, como la vida de
pobreza, la comunidad de bienes, el celibato, el horror al juramento
y la facultad de exorcizar. Sin embargo, parece que pasó por alto
otras prácticas fundamentales de la secta esenia, como los ritos de
purificación levítica, las abluciones, etc.
Graetz consideraba evidente otro elemento: que Jesús nunca y en
modo alguno deseó abolir las prácticas rituales del judaísmo, y que
los textos evangélicos que van en esa dirección son adiciones poste-
riores provenientes de los discípulos de Pablo. Si Jesús hubiese que-
rido abolir las prácticas judías, Santiago, el hermano del Señor, y
Pedro no las habrían cumplido. Además, Pablo, que las abrogó,
habría podido invocar como precedente la intención de Jesús al res-
pecto; pero no fue así. En efecto, según el autor, es exactamente lo
contrario lo que puede constatarse, según el contenido de la epístola
a los Gálatas, considerada por él el documento más antiguo sobre el
I - '- -~~".. ~-
UNA MIRADA JUDÍA SOBRE JESÚS 189
- 1 ...-....
UNA MIRADA JUDÍA SOBRE JESÚS 191
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UNA MIRADA JUDíA SOBRE JESÚS 195
21. N.T. El autor quizá no ha advertido que Mt 8,5-13 Y Lc 7,1-10 no son «dos
curaciones». Se trata de dos relatos paralelos de la misma curación: la del
siervo de un centurión. Véase a continuación.
22. Expresión talmúdica que designa a los paganos que han adoptado la práctica
de ciertas observancias judías y están, de hecho, cercanos al judaísmo.
23. D. Flusser, Jésus, p. 68.
196 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
25. Sería demasiado simplista hacer del Jesús de Flusser un modelo de rabino,
como puede leerse en las obras de ciertos críticos. Al contrario, es importante
tener en cuenta las matizaciones sugeridas por Flusser, que propone pistas de
investigación más que un Jesús paradigmático.
26. N.T. Traducción española: Jesús el judío. Los evangelios leídos por un historia-
dor, Barcelona 1994.
27. G. Vermes, Enquete sur l'identité de Jésus. Nouvelles interprétations, París 2003,
p.223.
198 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
Conclusión
No hace falta decir que cada autor habría exigido una crítica
metodológica, histórica e historiográfica que el marco de este
capítulo no nos ha permitid032. Sería un tema interesante la cuestión
del origen de los esquemas mentales y conceptuales, es decir, de la
disposición subjetiva de cada autor en su lectura de Jesús; quizá
sería también importante rastrear la consecuencia de sus aproxi-
maciones en la progresión de las percepciones identitarias y del
posicionamiento judío a propósito de Jesús. Por otra parte, las com-
probaciones y los métodos podrían igualmente servir de temática a
numerosos comentarios. Si intentamos ahora resumir muy breve-
mente las citadas aproximaciones, nos encontramos con las
siguientes observaciones:
. Jesús fue judío y no puede ser entendido más que a través del
judaísmo de su tiempo;
. los añadidos ulteriores y las relecturas cristológicas han de
ser separados del núcleo histórico de cada relato;
. los principios doctrinales y las enseñanzas que conforman el
mensaje de Jesús son fruto, en gran medida, de la literatura
judía precedente o contemporánea.
CONCLUSIÓN GENERAL
No hay ninguna duda de que los Sabios de los dos primeros sig-
los mantuvieron unas relaciones ásperas con los judeo-cristianos de
su época. Para convencerse de ello, basta con leer y analizar los
numerosos pasajes que, d~ forma implícita o explícita, son testigos
de relaciones conflictivas entre las dos partes.
Al ser tan arduo abordar el contenido de la literatura talmúdica y
al estructurarse según modelos literarios poco comunes, no siem-
pre es fácil sacar a la luz los esquemas mentales y los elementos doc-
trinales que la caracterizan. Podemos observar, por ejemplo, que, a
H diferencia de la literatura patrística, los Sabios no confeccionan lis-
a
tas heresiológicas donde son mencionados los herejes según sus cri-
terios identificativos y sus características religiosas. Como hemos
tratado de hacer ver en este trabajo, los pasajes talmúdicos relativos
a Jesús, a Pablo o al (judeo-)cristianismo son con frecuencia crípti-
coso Con mucha frecuencia, no se trata más que de alusiones que
requieren esfuerzo para extraer cierto núcleo histórico. Por otra
parte, el corpus talmúdico no es, propiamente hablando, una litera-
tura histórica en el sentido en que puede entenderse a partir del sig-
lo XIX. Es, ante todo, un corpus narrativo y legalista, que en modo
alguno pretende ser histórica. En consecuencia, el lector puede, en
determinados momentos, tropezar con inverosimilitudes o bien con
anacronismos.
truir una sociedad judía en ruinas. Después del año 70, los Sabios
llegaron a la conclusión de que el judaísmo debía ser reconstituido,
y toda la sociedad junto con él. En este proceso de reconstrucción,
no podía tolerarse la multiplicidad de corrientes que caracterizaban
a la época del Segundo Templo; las consecuencias de la crisis del 70
fueron la reunificación en torno a una misma autoridad y una mis-
ma halaká, la de los Sabios. Así, impusieron cierto número de reglas
con el fin de reducir no sólo las relaciones entre judíos y paganos,
sino también entre judíos de su tendencia y judíos de otros movi-
mientos. En este orden de cosas, puede pensarse sobre todo en las
relaciones de los Sabios con los judeo-cristianos y con los 'amme
ha-are~l. Aquí, el conflicto tiene lugar en el seno del judaísmo; esta-
mos en presencia de un grupo que se constituye como autoridad
(los Sabios) y en contra de otros grupos definidos como disidentes.
Los judeo-cristianos no se solidarizaron con los otros judíos con
ocasión de la gran revuelta judía contra los romanos el año 66. Pre-
firieron huir a Pella, en Transjordania, en lugar de quedarse a com-
batir en Jerusalén. Por otra parte, sus pretensiones de al Mesías en
la persona de Jesús chocaban con las aspiraciones más materiales
de los Sabios en este periodo de crisis. El momento no era propicio
para especulaciones mesiánicas, sino más bien para la reconstruc-
ción nacional de la sociedadjudía2. La creencia en el mesianismo de
Jesús, o bien en su filiación divina, fue seguramente mal acogida
por los Sabios en este periodo de turbulencias. Ahora ya no se tra-
taba de una falta de solidaridad frente al enemigo, o bien de concep-
ciones a contracorriente del rumbo impuesto por los acontecimien-
tos, sino más bien de divisiones doctrinales que podían tener con-
secuencias en el conjunto de la sociedad judía. En este clima de rea-
grupación en torno a una misma autoridad, no se podía tolerar a
grupos que creaban escisiones. El principal temor de los Sabios era
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BIBLIOGRAFÍA 221
-Lo_,
ÍNDICE DE LAS FUENTES
LITERATURA BÍBLICA
Génesis Jeremías
29,17: 149 12,8: 133
50,31-32: 130
Éxodo "
15,26: 83 Oseas
5,6: 119
Levítico
18,5: 28, 176-177 Miqueas
19,14: 125 1,7: 66
22,32: 28
Habacuc
26,46: 16
2,4: 177
Números
Salmos
16,31: 167-168
29: 128
27,8: 117
78,1: 174
Deuteronomio 139,21-22: 88
14,1: 31
Eclesiastés
23,19: 44, 69
10,8: 77
Jueces
Daniel
5,23
9,10: 174
Isaías
8,1: 95
57,8: 88
60,21: 142
230 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
LITERATURA DEUTEROCANÓNICA
1 Macabeos 2 Macabeos
2,29-38: 28 6,18-31: 28
7,1-42: 28
SETENTA (LXX)
2 Reyes (= Samuel)
18,19-27: 89
LITERATURA TALMÚDICA
Térumot Makkot
II, 13: 53 III, 16: 177
'Ohólot 'Eduyot
V, 11-12: 44 V, 6-7: 36
VII, 7: 57
Yadayim
II, 11: 95 Néga'im
VII, 4: 53
Misná
Kélim
Pe'ah
V, 4: 52
I, 1: 30
Yadayaim
Ma'aser seni
III, 4: 93
V, 9: 53
Midrás halaká
Bérakot
Sifra
IX, 5: 178
BaJ;uqotay 8,12: 16
Ros ha-sanah',,;, Sifre Números
II, 8-9: 54
Huqat 124: 52
IV, 1: 42 Shelah 112: 167
Mégillah Sifri Deuteronomio
IV, 8: 179-180 96: 31
Gitin
I, 5: 53 Midrás Haggadá
y otros textos midrásicos
Yébamot Deuteronomio Rabbah
XIV, 5: 53 8,6: 176
'Erubin Cantar Rabbah
X, 10: 53 II, 5: 46
Sanhedrin Qohélet (Eclesiastés) Rabbah
X, I: 83, 142 1,8: 66
XI, 2: 32 1,13: 171
'Abodah Zarah 10,5: 82
III, 4: 53 Midrás Salmos (Shohar tob)
10: 119
'Abot
I, 5-9: 148 Midrás TanJ;umah
I, 17: 170 Ki Tissa' 34: 173
III, 11: 164, 167, 169 Reeh 1: 174
232 EL TALMUD y LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL CRISTIANISMO
Gitin 88b:34
60b: 172 99a: 168
100b: 103
Sotah
101a: 83
22b: 194
103a: 158
47a: 144
107b: 143, 145
Niddah
'Abodah Zarah
69b-71a: 53
16b-17a: 65
Yebamot 27b:28
102b: 119 28a: 82
32a: 53
Nedarim
34a: 53
22b: 171
39a: 53
Baba' Qama' 46a: 155
17a: 29 53b: 155