Santa Teresita - Ficha 1

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GOT La Plata Ficha Nro 1 17 de marzo de 2022


Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz- Biografía
Santa Teresita nació en Alençon, Francia, el 2 de enero de 1873. Dos días más tarde fue
bautizada. en la Iglesia de Nôtre-Dame, recibiendo los nombres de María Francisca
Teresa. Sus padres fueron Luis Martin y Celia Guérin, quienes fueron beatificados por
Benedicto XVI el 19 de octubre de 2008. El 18 de octubre de 2015 fueron canonizados
por el papa Francisco.
Su padre había tenido una fuerte formación religiosa en su familia y tuvo el deseo de
ser religioso, pero fue rechazado por no saber latín. Desempeñó el oficio de relojero y
joyero.
Su madre, se dedicó a la confección de encaje, muy famoso y valorado en su época y
ayudó mucho a la economía familiar con su trabajo. Deseó formar parte de las Hijas de
la Caridad de San Vicente de Paúl, pero no la admitieron. Llevaron una vida
matrimonial ejemplar: misa diaria, oración personal y comunitaria, confesión
frecuente, participación en la vida parroquial. Tuvieron nueve hijos, cuatro de los
cuales (varones) murieron prematuramente. A los 45 años, Celia recibió la noticia de
que tenía un tumor en el pecho y pidió a su cuñada que, cuando ella muriera, ayudara
a su marido en la educación de los más pequeños: murió en agosto de 1877.
La hija mayor tenía 17 años y la más pequeña, Teresa, cuatro y medio. Luis se trasladó
a Lisieux, donde residía el hermano de Celia; de este modo la tía Celina pudo cuidar de
las hijas. Entre 1882 y 1887 Luis acompañó a tres de sus hijas al Carmelo. El sacrificio
mayor fue separarse de Teresa, que entró en el Carmelo a los 15 años. Luis tenía una
enfermedad que lo fue invalidando hasta llegar a la pérdida de sus facultades
mentales. Fue internado en el sanatorio de Caen, y murió en julio de 1894.
El matrimonio y sus cinco hijas, emplearon tiempo y dinero en ayudar a quienes tenían
necesidad. Su casa siempre fue un espacio de acogida.
Teresita fue la menor de 9 hermanos: 4 varones fallecidos muy pequeños y 5 mujeres.
Sus hermanas, por orden de edad, fueron María, Paulina, Leonia y Celina. Las 5 fueron
monjas.
Teresita nos refiere que en su vida hubo 3 etapas:
1) Desde que tuvo uso de razón hasta la muerte de su madre, cuando tenía 4 años
y medio
2) Desde los 4 años hasta la conversión con la Gracia de la Navidad de 1886 a sus
14 años.
3) Desde sus 14 años hasta el final de su vida.
El día de Pentecostés de 1883, recibió la gracia especial de ser curada de una grave
enfermedad por la intercesión de Nuestra Señora de las Victorias (la Virgen de la
Sonrisa). Educada por las Benedictinas de Lisieux, recibió la primera comunión el 8 de

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mayo de 1884, después de una intensa preparación, culminada con una fuerte
experiencia de la gracia de la íntima comunión con Cristo. Algunas semanas más tarde,
el 14 de junio del mismo año, recibió la Confirmación, con plena conciencia de acoger
el don del Espíritu Santo.
Su deseo era abrazar la vida contemplativa, al igual que sus hermanas Paulina y María,
en el Carmelo de Lisieux, pero su temprana edad se lo impedía. Durante una
peregrinación a Italia en 1887, en la audiencia concedida por el Papa León XIII a los
peregrinos, le pidió autorización para poder entrar en el Carmelo con 15 años.
En 1888 ingresó en el Carmelo de Lisieux. Tomó el hábito el 10 de enero del año
siguiente e hizo su profesión religiosa el 8 de septiembre de 1890.
En el Carmelo comenzó el camino de perfección trazado por la Madre Fundadora,
Teresa de Jesús, con auténtico fervor y fidelidad, y cumpliendo los diferentes oficios
que le fueron confiados (fue también maestra de novicias). Iluminada por la Palabra de
Dios, y probada especialmente por la enfermedad de su queridísimo padre, Luis
Martin, que falleció en 1894, emprendió el camino hacia la santidad, inspirada en la
lectura del Evangelio y poniendo el amor al centro de todo. Teresa nos ha dejado en
sus manuscritos autobiográficos no sólo los recuerdos de la infancia y de la
adolescencia, sino también el retrato de su alma y la descripción de sus experiencias
más íntimas. Descubre y comunica a las novicias, confiadas a sus cuidados, el camino
de la infancia espiritual; recibe como don especial el encargo de acompañar con la
oración y el sacrificio a dos hermanos misioneros (el Padre Roulland y el Padre
Belliére). Penetra cada vez más en el misterio de la Iglesia y siente crecer su vocación
apostólica y misionera para arrastrar consigo a los demás, movida por el amor de
Cristo.
El 9 de junio de 1895, en la fiesta de la Santísima Trinidad, se ofreció como víctima
inmolada al Amor misericordioso de Dios.
Algunos meses más tarde, el 3 de abril, durante la noche del jueves al viernes santo,
sufrió una hemoptisis (expectoración con sangre de las vías respiratorias), primera
manifestación de la enfermedad que la llevaría a la muerte, y que ella acogió como una
misteriosa visita del Esposo divino. Entró entonces en una prueba de fe que duraría
hasta el final de su vida, y de la que ofrece un emotivo testimonio en sus escritos.
Mientras empeora su salud y continúa el tiempo de prueba, nuevas gracias la llevan a
madurar plenamente en la perfección y descubre nuevas luces para la difusión de su
mensaje en la Iglesia, en bien de las almas que seguirán su camino. El 8 de julio es
llevada a la enfermería, donde otras religiosas recogen sus palabras, a la vez que se le
tornan más intensos los dolores y las pruebas, que soporta con paciencia hasta su
muerte, acaecida en la tarde del 30 de septiembre de 1897, a las 19:20 hs. "Yo no
muero, entro en la vida" había escrito a su hermano espiritual misionero, P. Mauricio
Belliére. Sus últimas palabras, "Dios mío, te amo", sellan una vida que se extinguió en
la tierra a los 24 años, para entrar, según su deseo, en una nueva fase de presencia
apostólica en favor de las almas, en la comunión de los Santos, para derramar una

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"lluvia de rosas" sobre el mundo (lluvia de favores y beneficios, especialmente para


amar más a Dios).
Lluvia de Rosas
Fue Beatificada el 29 de abril de 1923 por el papa Pío XI, canonizada por el mismo Papa
el 17 de mayo de 1925, y, siempre el mismo Papa, el 14 de diciembre de 1927, la
proclamó Patrona Universal de las Misiones, junto con San Francisco Javier.
Su doctrina y su ejemplo de santidad han sido recibidos con gran entusiasmo por todas
las categorías de fieles de este siglo, y también más allá de la Iglesia Católica y del
Cristianismo (Huracán de gloria).
Con ocasión del Centenario de su muerte (1997), el Papa Juan Pablo II la declaró
Doctora de la Iglesia por la solidez de su sabiduría espiritual, inspirada en el Evangelio,
por la originalidad de sus intuiciones teológicas, en las cuales resplandece su eminente
doctrina, y por la acogida en todo el mundo de su mensaje espiritual, difundido a
través de la traducción de sus obras en una cincuentena de lenguas diversas.
Huracán de gloria
El papa Pio X la consideró "la Santa más grande de los tiempos modernos".
Poco después de la publicación de sus manuscritos autobiográficos en 1898, se desata
en todas partes un “Huracán de Gloria” y cientos de peregrinos de toda Francia y de
algunos otros países empiezan a llegar a Lisieux para orar sobre la tumba de la
pequeña carmelita. La devoción a Teresita crece rápidamente y es acompañada por
testimonios de curaciones físicas y conversiones. Pero es especialmente durante el
periodo de la Primera Guerra Mundial cuando cientos de soldados franceses llevan
estampas y medallas de la carmelita y cargan en sus bolsillos una versión más corta de
su autobiografía llamada “una rosa deshojada”. Después de la guerra peregrinan a
Lisieux para agradecer a Teresa el haberlos ayudado y regresado con vida a casa.
Muchos dejan sus condecoraciones y medallas militares como acción de gracias. Los
testimonios enviados al Carmelo de Lisieux entre 1914 y 1918 son de casi 592 páginas.
En 1914, el Carmelo de Lisieux recibe en promedio quinientas cartas al día.
Pronto es necesario colocar rejas de hierro que protejan la tumba de los peregrinos
que desean llevarse flores o tierra de su sepultura. El papa San Pío X responde al
clamor de miles de fieles que le piden se abra lo más pronto posible el proceso de
Beatificación y Canonización de Sor Teresa del Niño Jesús: el 14 de junio de 1914 es
introducida oficialmente su causa. El proceso apostólico comienza en Bayeux en 1915.
Pero es retrasado por la guerra, que termina en 1917. En ese tiempo se necesitaba un
período de cincuenta años después de la muerte de un candidato a la canonización,
pero el papa Benedicto XV exime a Teresa de ese período. El 14 de agosto de 1921, se
promulgó el decreto sobre sus virtudes heroicas.
Son requeridos dos milagros para la Beatificación. El primero se da en un joven
seminarista, de nombre Charles Anne, en 1906. Charles sufría de tuberculosis

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pulmonar y su estado era considerado desesperanzador por su médico. Después de


dos novenas dirigidas a Sor Teresa del Niño Jesús, recupera pronto la salud. Un estudio
radiográfico en 1921 muestra la estabilidad de la curación y que había desaparecido el
agujero en el pulmón. El segundo milagro aparece en una religiosa, Luisa de San
Germán, que sufría de una afección del estómago, ya muy avanzada para una cirugía.
Pide a Sor Teresa durante dos novenas, después su condición mejora. Dos médicos
confirman la curación.
Teresa es Beatificada el 29 de abril de 1923 por el papa Pío XI.
Luego de su beatificación aparecen cientos de testimonios sobre prodigios y milagros,
dos de estos son presentados ante la Santa Sede para alcanzar su canonización, el
primero es el caso de una joven belga, María Pellemans, con una tuberculosis
pulmonar e intestinal avanzada y milagrosamente sanada en la tumba de Teresa. El
otro caso es el de una italiana, la hermana Gabrielle Trimusi, que sufría de una artritis
de la rodilla y tuberculosis en las vértebras; se libera de forma repentina de sus
enfermedades después de un Triduo celebrado en honor de la Beata Teresa.
En la Ciudad del Vaticano, el papa Pío XI manda celebrar por todo lo alto la
canonización de Teresa y pide que toda la fachada de la Basílica de San Pedro sea
decorada con miles de velas de sebo que la iluminaran en la noche. Esta era una
costumbre que no se hacía desde hacía 55 años. La ceremonia contaría con alrededor
de 60 000 fieles, una multitud que no se veía desde hacía 22 años durante la
coronación del papa Pío X.
Teresa del Niño Jesús es canonizada el 17 de mayo de 1925 por el mismo pontífice. A la
ceremonia asistieron medio millón de personas. El papa Pío XI la llama la "estrella de
su pontificado". Durante la canonización, Pío XI afirma acerca de Teresa de Lisieux:
"El Espíritu de la verdad le abrió y manifestó las verdades que suele ocultar a los
sabios e inteligentes y revelar a los pequeños, pues ella, como atestigua nuestro
inmediato predecesor, destacó tanto en la ciencia de las cosas sobrenaturales, que
señaló a los demás el camino cierto de la salvación."
En 1927, es proclamada patrona de las misiones pese a no haber abandonado nunca
el convento, pero siempre rezaba por los misioneros y siempre fue su deseo ardiente
el serlo hasta en los últimos confines de la tierra. Y, en 1944, es proclamada copatrona
de Francia junto a Santa Juana de Arco.
Edificada en su honor, la Basílica de Santa Teresa, en Lisieux, es uno de los edificios
religiosos más grandes de Francia y el segundo lugar de peregrinación más importante
del país, después del Santuario de Lourdes. Su construcción fue iniciada en 1929,
bendecida por el Cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pio XII, en 1937 y consagrada en
1954.
Doctora de la Iglesia Universal

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El 19 de octubre de 1997, durante las celebraciones del primer centenario de su


muerte, el papa San Juan Pablo II la proclamó Doctora de la Iglesia Universal, siendo
la tercera mujer en recibir ese título —anteriormente, habían sido declaradas doctoras
Santa Teresa de Jesús y Santa Catalina de Siena. La siguió Santa Hildegarda de Bingen
en 2012.
Durante la ceremonia de la proclamación de su Doctorado, el papa le concedió el título
de “Doctor Amoris” (Doctora del Amor) y afirmó sobre la santa:
“Su enseñanza no sólo es acorde con la Escritura y la fe católica, sino que también
resalta por la profundidad y la síntesis sapiencial lograda. Su doctrina es, a la vez,
una profesión de la fe de la Iglesia, una experiencia del misterio cristiano y un
camino hacia la santidad. Teresa ofrece una síntesis madura de la espiritualidad
cristiana: une la teología y la vida espiritual, se expresa con vigor y autoridad, con
gran capacidad de persuasión y de comunicación, como lo demuestra la aceptación y
la difusión de su mensaje en el pueblo de Dios. (...) Tal vez en los escritos de Teresa
de Lisieux no encontramos, como en otros Doctores, una presentación
científicamente elaborada de las cosas de Dios, pero en ellos podemos descubrir un
testimonio iluminado de la fe que, mientras acoge con amor confiado la
condescendencia misericordiosa de Dios y la salvación en Cristo, revela el misterio y
la santidad de la Iglesia."
“Así pues, con razón se puede reconocer en la santa de Lisieux el carisma de Doctora
de la Iglesia, tanto por el don del Espíritu Santo, que recibió para vivir y expresar su
experiencia de fe, como por su particular inteligencia del misterio de Cristo. En ella
confluyen los dones de la ley nueva, es decir, la gracia del Espíritu Santo, que se
manifiesta en la fe viva que actúa por medio de la caridad.”
Obra literaria
Historia de un alma
Publicada por primera vez en 1898 (un año después de la muerte de Teresa), es uno de
los clásicos espirituales más famosos del último siglo. Ha sido traducido a 50 idiomas.
Su lectura ha conmovido a millones de personas alrededor del mundo y ha arrastrado
a la conversión a muchísimos más. Especialmente en este libro se consigue sumergirse
no solo en la vida de Teresita sino además en su intensa vida espiritual y profundidad
doctrinal. Es en estos manuscritos donde salta a la vista su profundo conocimiento de
las sagradas escrituras, con más de mil citas bíblicas.
Historia de un Alma en su edición de 1940
Está compuesto por los manuscritos A, B y C. Los dos 1ros Teresita los escribió por
orden de su superiora, en aquel entonces Inés de Jesús (su hermana Paulina) y a la
Madre María de Gonzaga el último. Luego de su muerte en 1897 los manuscritos se
editaron, se unieron y se publicaron como una sola obra bajo el título de “Historia de
un alma”.

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Cartas: escribió más de 250 cartas. Especialmente las dirigidas a su hermana Celina y a
sus hermanos espirituales, los padres Roulland y Bellière, arrojan luz sobre el
desarrollo de su espiritualidad.
Poemas: escribió 62 poesías.
Oraciones: Dejó 21 oraciones. Entre ellas, La ofrenda como holocausto al Amor
Misericordioso es la más conocida.
Recreaciones piadosas: también escribió 8 recreaciones piadosas (obras de teatros).
En la primera ella eligió el tema de Juana de Arco, a la que considera su "querida
hermana" y cuya beatificación ya estaba en marcha.
Devoción a Teresa de Lisieux
Entre los devotos más famosos que ha tenido “Teresita”, varios de ellos ya en
los altares, se puede nombrar a:
Pío de Pietrelcina, Maximiliano Kolbe, Luis Orione, Teresa de los Andes, Isabel de la
Trinidad, Juan Pablo II, Josemaría Escrivá de Balaguer, Teresa de Calcuta, María
Faustina Kowalska, etc.
TERESITA Y LOS PAPAS
La santa de Lisieux fascinó a todos los pontífices del siglo XX con su fe sencilla, que se
basaba en la absoluta necesidad de la gracia.
Pío X: «La santa más grande de los tiempos modernos»
Cuando Pío X leyó Historia de un Alma, no dudó en iniciar la causa de beatificación,
que se fechó en 1914. Ya unos años antes, el Papa había dicho: «Esta es la santa más
grande de los tiempos modernos». Una opinión que podía parecer atrevida, porque
Teresa no tenía entonces, al igual que hoy, sólo estimadores, sino también detractores.
La sencillez de su doctrina espiritual, centrada en la absoluta necesidad de la gracia,
encontró opositores entre muchos eclesiásticos. En los tiempos de un catolicismo
embebido de jansenismo, su espiritualidad centrada en la confianza y en el abandono
dócil a la misericordia de Dios parecía en contraposición con el rigor de una ascesis
basada en la renuncia y en el sacrificio. En una oportunidad, el Papa respondió con
decisión a uno de estos detractores: «Su extrema sencillez es lo más extraordinario y
digno de atención en esta alma. Vuelva a estudiar su teología».
Benedicto XV (1914-1922): aceleró la causa de beatificación. Por primera vez, un papa
usó la expresión “infancia espiritual” para referirse a la “doctrina” de la santa de
Lisieux: «La infancia espiritual», dijo el Papa, «está constituida por la confianza en
Dios y por el ciego abandono en sus manos […]. Esta infancia espiritual excluye la
soberbia, la presunción de alcanzar con medios humanos un fin sobrenatural; excluye
la falacia de bastarse a sí mismo en la hora del peligro y de la tentación. Y, por otra
parte, supone fe viva en la existencia de Dios; supone homenaje práctico a la potencia

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y misericordia de Él; supone confiada invocación a la providencia de Aquél, del que


podemos obtener la gracia y evitar todo mal y conseguir todo bien […]».
Pío XI: «La estrella de mi pontificado»
Pío XI (1922-1939), más que cualquier otro papa, sintió durante toda su vida, una
profunda devoción por Teresa. Durante su pontificado, Teresa fue elevada a los altares
con gran rapidez. Fue beatificada el 29 de abril de 1923; canonizada el 17 de mayo de
1925; y, el 14 de diciembre de 1927, fue proclamada patrona universal de las
misiones católicas. Durante su discurso con motivo de la aprobación de los milagros
necesarios para la beatificación, el Papa dijo: La pequeña Teresa se ha hecho también
ella una palabra de Dios […]. La pequeña Teresa del Niño Jesús quiere decirnos que
es fácil para nosotros participar en todas las más grandes y heroicas obras del celo
apostólico mediante la oración».
Pío XII: «Hija de un cristiano admirable, Teresa aprendió sobre las rodillas de su padre
los tesoros de indulgencia y de compasión que se esconden en el corazón del Señor.
[…] Dios es un Padre cuyos brazos están constantemente abiertos para sus hijos. ¿Por
qué no responder a este gesto? ¿Por qué no gritarle sin descanso nuestra inmensa
angustia? Hay que fiarse de las palabras de Teresa, cuando invita, tanto al más
miserable como al más perfecto, a hacer valer ante Dios sólo la debilidad radical y la
pobreza espiritual de una criatura pecadora». (El papa expresaba así el núcleo del
“camino de la infancia espiritual”.
Juan XXIII (1958-1963): «Teresita nos conduce a la orilla»
«A santa Teresa la Grande, la quiero mucho… pero la Pequeña: ella nos conduce a la
orilla […] Hay que predicar su doctrina, tan necesaria». Dijo sobre Teresa durante la
audiencia general del 16 de octubre de 1960. «Grande fue Teresa de Lisieux por haber
sabido, en la humildad, en la sencillez, en la abnegación constante, cooperar en las
empresas y en el trabajo de la gracia por el bien de innumerables fieles». Al respecto,
queriendo dar una similitud apropiada, recordó lo que muchas veces había visto en el
puerto de Constantinopla. «Allí llegaban grandes naves de carga, que no lograban
acercarse a los muelles por las características del fondo del mar. Así que, al lado de
cada gran nave, se veía una pequeña barca que iba hacia los muelles. Su presencia
podía parecer superflua, a primera vista, pero en cambio era muy útil porque
transbordaba las mercancías a tierra».
Pablo VI (1963-1978):
Durante una visita ad límina dijo: «Nací para la Iglesia el día en que la santa nació
para el cielo. Esto le puede explicar los vínculos especiales que me unen a ella. Mi
madre, que la quería mucho, me hizo conocer a santa Teresa del Niño Jesús. He leído
muchas veces la Historia de un Alma». Y en otra oportunidad añadía «tengo gran
devoción a santa Teresa, de la que conservo una pequeña reliquia sobre mi mesa de
trabajo».

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En 1973, con motivo del centenario del nacimiento de la santa, escribió: «Teresa del
Niño Jesús y de la Santa Faz nos enseña a no contar sólo con nuestras fuerzas, ya se
trate de la virtud o de la limitación, sino con el amor misericordioso de Cristo…».
En un discurso el Papa subraya lo que había practicado y enseñado santa Teresa del
Niño Jesús sobre la confianza que hemos de tener en la bondad de Dios,
abandonándonos plenamente a su Providencia misericordiosa. Ya que, al decir de
santa Teresa: todo es gracia.
Juan Pablo I: «Con suma sencillez y yendo a lo esencial»
El papa Luciani no tuvo tiempo, en los 33 días de su pontificado, de hablar de Teresa.
Pero lo había hecho en ocasiones anteriores en las que narra que había leído por
primera vez la Historia de un alma cuando tenía diecisiete años: «Para mí fue una
fulguración», escribe. Y revela la ayuda que Teresa le dio cuando, siendo un joven
sacerdote, había enfermado de tuberculosis: «Me dio vergüenza sentir algo de
miedo», recuerda Luciani, «Teresa veinteañera, hasta entonces sana y llena de
vitalidad –me decía para mis adentros–, fue inundada de alegría y esperanza cuando
sintió subir a su boca la primera hemoptisis. No sólo, sino que, atenuando su mal,
consiguió terminar el ayuno con régimen de pan seco y agua, ¿y tú te pones a temblar?
Eres sacerdote, despiértate, no te hagas el tonto». En la conferencia de 1973, el futuro
Juan Pablo I subrayaba la profundidad de la enseñanza de Teresa: «Ella, al poseer una
inteligencia aguda y dones especiales, vio claramente en las cosas de Dios y se expresó
también clarísimamente, es decir, con suma sencillez y yendo a lo esencial».
Juan Pablo II: Teresa del Niño Jesús doctora de la Iglesia universal
Al proclamar en 1997 a Teresa de Lisieux doctora de la Iglesia universal, la tercera
mujer que obtiene este título después de Teresa de Jesús y Catalina de Siena, Juan
Pablo II recogió de hecho la herencia de sus predecesores.
Benedicto XVI
Audiencia general 6 de abril de 2011: Hoy quiero hablarles de santa Teresa de Lisieux,
que sólo vivió en este mundo 24 años, llevando una vida muy sencilla y oculta, pero
que, después de su muerte y de la publicación de sus escritos, se ha convertido en
una de las santas más conocidas y amadas. «Teresita» no ha dejado de ayudar a las
almas más sencillas, a los pequeños, a los pobres, a los que sufren, que la invocan, y
también ha iluminado a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual.
«Confianza y amor» son el punto final del relato de su vida, dos palabras que, como
faros, iluminaron todo su camino de santidad para poder guiar a los demás por su
mismo «caminito de confianza y de amor», de la infancia espiritual. Confianza como
la del niño que se abandona en las manos de Dios, inseparable del compromiso fuerte,
radical, del verdadero amor, que es don total de sí mismo, para siempre, como dice la
santa contemplando a María: «Amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo».
Papa Francisco

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Así fue cómo el Papa Francisco reveló su devoción a Santa Teresita del Niño Jesús y
aseguró la cercanía de la santa en cada paso de su vida.
“Esta Teresa, ahora, acompaña a un anciano. Y quiero dar testimonio de esto, quiero
dar testimonio, porque ella me ha acompañado, en cada paso me acompaña. Me ha
enseñado a dar los pasos”, confió el Santo Padre durante una predicación espontánea
que impartió a casi 100 religiosas de clausura durante su visita a África en 2019.
Además, abrió su corazón a las religiosas para relatarles en forma espontánea su
devoción a Santa Teresita del Niño Jesús y las enseñanzas que aprendió de ella.
Santa Teresita es “una amiga fiel, por eso, no he querido hablarles de teorías, he
querido hablarles de mi experiencia con una Santa, y decirles qué es capaz de hacer
una santa y cuál es el camino para ser santas”.
En este contexto, el Pontífice resumió lo que aprendió de la joven santa sor Teresa del
Niño Jesús, a través de las siguientes frases:
1. “La caridad en las pequeñas y en las grandes cosas. El camino de la perfección se
encuentra en estos pequeños pasos en el camino de la obediencia”.
2. “La valentía de hacer los pequeños pasos, la valentía de creer que, a través de mi
pequeñez, Dios es feliz y cumple la salvación del mundo”.
3. “Si tú quieres cambiar no solo el monasterio, no sólo la vida religiosa, salvar el
mundo, comienza con estos pequeños actos de amor, de renuncia a ti mismo, que
encarcelan a Dios”.
4. “Cuando te lleguen pensamientos de mundanidad, cierra la puerta y piensa en los
pequeños actos de amor: estos salvan el mundo”.
5. “Los diablos ‘educados’ suenan la campana… El tentador no quiere ser
descubierto, por eso viene disfrazado de persona noble, educada”.
6. “Este consejo les doy: hablen inmediatamente, hablen a tiempo, cuando hay algo
que les quita la tranquilidad, no digo la paz, sino todavía antes, la tranquilidad,
después la paz”.
7. “Siempre la transparencia del corazón. Hablando siempre se vence.
8. “Para la tentación, para la lucha espiritual, el ejercicio de la caridad no se jubila:
hasta el final deberás luchar. Hasta el final. También en la oscuridad… En esta lucha -
cruel pero bella- cuando es verdadera, no se pierde la paz”.
9. “¡Ojalá todas fueran niñas en el espíritu, ojalá! Con aquella dimensión de infancia el
Señor ama tanto”.

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MOMENTO ORANTE:

NOVENA DE ORACIÓN
Me entrego a Ti, a fin de obtener las gracias que pido,
confiándome en su intercesión.

Ave María

Espíritu Santo, fuente de toda gracia y de todo amor, por tu


acción, Santa Teresita del Niño Jesús fue colmada de todas las
Por la intercesión de gracias divinas y respondió a ellas con perfecta fidelidad.
Santa Teresita del Niño Jesús Ahora que intercede por nosotros y que no quiere reposo
hasta el final de los tiempos, nosotros la imploramos.
Dios y Padre nuestro, tú que acoges junto a Ti a los que te Te pido que inspires y escuches mi oración para que se me
sirven fielmente en este mundo: invocamos a Santa conceda la gracia confiada a su intercesión.
Teresita del Niño Jesús por el amor que tuvo hacia Ti. Su
confianza filial le daba la confianza de que “Tú cumplirías en Gloria al Padre
el cielo su voluntad puesto que ella cumplió la tuya en la
tierra”. Oh Santa Teresita del Niño Jesús, mira la confianza que pongo
Te pido que escuches mi oración que hago con fe, en ti y acepta mi oración. Intercede por mí ante la Virgen
confiando en su intercesión. María, que vino a sonreírte en el momento de la prueba.
Atiende también a todos los que sufren y a todos los que te
Padre Nuestro rezan: me uno a ellos, pues son mis hermanos.
Si es voluntad de Dios, por las gracias que deseamos,
Señor Jesús, Hijo Único de Dios y Salvador nuestro, concédenos ser fortalecidos en la Fe, la Esperanza y el Amor,
acuérdate de que Santa Teresita del Niño Jesús consumió su en nuestro caminar por la vida, y ser ayudados en el
vida aquí abajo por la salvación de las almas, y quiso “pasar momento de la muerte a fin de pasar de este mundo en paz
su cielo haciendo el bien en la tierra”: puesto que fue tu con el Padre y conocer la eterna alegría de los hijos de Dios.
esposa amada y apasionada de tu gloria, nosotros la
imploramos. Amén.

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