Santa Teresita - Ficha 1
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mayo de 1884, después de una intensa preparación, culminada con una fuerte
experiencia de la gracia de la íntima comunión con Cristo. Algunas semanas más tarde,
el 14 de junio del mismo año, recibió la Confirmación, con plena conciencia de acoger
el don del Espíritu Santo.
Su deseo era abrazar la vida contemplativa, al igual que sus hermanas Paulina y María,
en el Carmelo de Lisieux, pero su temprana edad se lo impedía. Durante una
peregrinación a Italia en 1887, en la audiencia concedida por el Papa León XIII a los
peregrinos, le pidió autorización para poder entrar en el Carmelo con 15 años.
En 1888 ingresó en el Carmelo de Lisieux. Tomó el hábito el 10 de enero del año
siguiente e hizo su profesión religiosa el 8 de septiembre de 1890.
En el Carmelo comenzó el camino de perfección trazado por la Madre Fundadora,
Teresa de Jesús, con auténtico fervor y fidelidad, y cumpliendo los diferentes oficios
que le fueron confiados (fue también maestra de novicias). Iluminada por la Palabra de
Dios, y probada especialmente por la enfermedad de su queridísimo padre, Luis
Martin, que falleció en 1894, emprendió el camino hacia la santidad, inspirada en la
lectura del Evangelio y poniendo el amor al centro de todo. Teresa nos ha dejado en
sus manuscritos autobiográficos no sólo los recuerdos de la infancia y de la
adolescencia, sino también el retrato de su alma y la descripción de sus experiencias
más íntimas. Descubre y comunica a las novicias, confiadas a sus cuidados, el camino
de la infancia espiritual; recibe como don especial el encargo de acompañar con la
oración y el sacrificio a dos hermanos misioneros (el Padre Roulland y el Padre
Belliére). Penetra cada vez más en el misterio de la Iglesia y siente crecer su vocación
apostólica y misionera para arrastrar consigo a los demás, movida por el amor de
Cristo.
El 9 de junio de 1895, en la fiesta de la Santísima Trinidad, se ofreció como víctima
inmolada al Amor misericordioso de Dios.
Algunos meses más tarde, el 3 de abril, durante la noche del jueves al viernes santo,
sufrió una hemoptisis (expectoración con sangre de las vías respiratorias), primera
manifestación de la enfermedad que la llevaría a la muerte, y que ella acogió como una
misteriosa visita del Esposo divino. Entró entonces en una prueba de fe que duraría
hasta el final de su vida, y de la que ofrece un emotivo testimonio en sus escritos.
Mientras empeora su salud y continúa el tiempo de prueba, nuevas gracias la llevan a
madurar plenamente en la perfección y descubre nuevas luces para la difusión de su
mensaje en la Iglesia, en bien de las almas que seguirán su camino. El 8 de julio es
llevada a la enfermería, donde otras religiosas recogen sus palabras, a la vez que se le
tornan más intensos los dolores y las pruebas, que soporta con paciencia hasta su
muerte, acaecida en la tarde del 30 de septiembre de 1897, a las 19:20 hs. "Yo no
muero, entro en la vida" había escrito a su hermano espiritual misionero, P. Mauricio
Belliére. Sus últimas palabras, "Dios mío, te amo", sellan una vida que se extinguió en
la tierra a los 24 años, para entrar, según su deseo, en una nueva fase de presencia
apostólica en favor de las almas, en la comunión de los Santos, para derramar una
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Cartas: escribió más de 250 cartas. Especialmente las dirigidas a su hermana Celina y a
sus hermanos espirituales, los padres Roulland y Bellière, arrojan luz sobre el
desarrollo de su espiritualidad.
Poemas: escribió 62 poesías.
Oraciones: Dejó 21 oraciones. Entre ellas, La ofrenda como holocausto al Amor
Misericordioso es la más conocida.
Recreaciones piadosas: también escribió 8 recreaciones piadosas (obras de teatros).
En la primera ella eligió el tema de Juana de Arco, a la que considera su "querida
hermana" y cuya beatificación ya estaba en marcha.
Devoción a Teresa de Lisieux
Entre los devotos más famosos que ha tenido “Teresita”, varios de ellos ya en
los altares, se puede nombrar a:
Pío de Pietrelcina, Maximiliano Kolbe, Luis Orione, Teresa de los Andes, Isabel de la
Trinidad, Juan Pablo II, Josemaría Escrivá de Balaguer, Teresa de Calcuta, María
Faustina Kowalska, etc.
TERESITA Y LOS PAPAS
La santa de Lisieux fascinó a todos los pontífices del siglo XX con su fe sencilla, que se
basaba en la absoluta necesidad de la gracia.
Pío X: «La santa más grande de los tiempos modernos»
Cuando Pío X leyó Historia de un Alma, no dudó en iniciar la causa de beatificación,
que se fechó en 1914. Ya unos años antes, el Papa había dicho: «Esta es la santa más
grande de los tiempos modernos». Una opinión que podía parecer atrevida, porque
Teresa no tenía entonces, al igual que hoy, sólo estimadores, sino también detractores.
La sencillez de su doctrina espiritual, centrada en la absoluta necesidad de la gracia,
encontró opositores entre muchos eclesiásticos. En los tiempos de un catolicismo
embebido de jansenismo, su espiritualidad centrada en la confianza y en el abandono
dócil a la misericordia de Dios parecía en contraposición con el rigor de una ascesis
basada en la renuncia y en el sacrificio. En una oportunidad, el Papa respondió con
decisión a uno de estos detractores: «Su extrema sencillez es lo más extraordinario y
digno de atención en esta alma. Vuelva a estudiar su teología».
Benedicto XV (1914-1922): aceleró la causa de beatificación. Por primera vez, un papa
usó la expresión “infancia espiritual” para referirse a la “doctrina” de la santa de
Lisieux: «La infancia espiritual», dijo el Papa, «está constituida por la confianza en
Dios y por el ciego abandono en sus manos […]. Esta infancia espiritual excluye la
soberbia, la presunción de alcanzar con medios humanos un fin sobrenatural; excluye
la falacia de bastarse a sí mismo en la hora del peligro y de la tentación. Y, por otra
parte, supone fe viva en la existencia de Dios; supone homenaje práctico a la potencia
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En 1973, con motivo del centenario del nacimiento de la santa, escribió: «Teresa del
Niño Jesús y de la Santa Faz nos enseña a no contar sólo con nuestras fuerzas, ya se
trate de la virtud o de la limitación, sino con el amor misericordioso de Cristo…».
En un discurso el Papa subraya lo que había practicado y enseñado santa Teresa del
Niño Jesús sobre la confianza que hemos de tener en la bondad de Dios,
abandonándonos plenamente a su Providencia misericordiosa. Ya que, al decir de
santa Teresa: todo es gracia.
Juan Pablo I: «Con suma sencillez y yendo a lo esencial»
El papa Luciani no tuvo tiempo, en los 33 días de su pontificado, de hablar de Teresa.
Pero lo había hecho en ocasiones anteriores en las que narra que había leído por
primera vez la Historia de un alma cuando tenía diecisiete años: «Para mí fue una
fulguración», escribe. Y revela la ayuda que Teresa le dio cuando, siendo un joven
sacerdote, había enfermado de tuberculosis: «Me dio vergüenza sentir algo de
miedo», recuerda Luciani, «Teresa veinteañera, hasta entonces sana y llena de
vitalidad –me decía para mis adentros–, fue inundada de alegría y esperanza cuando
sintió subir a su boca la primera hemoptisis. No sólo, sino que, atenuando su mal,
consiguió terminar el ayuno con régimen de pan seco y agua, ¿y tú te pones a temblar?
Eres sacerdote, despiértate, no te hagas el tonto». En la conferencia de 1973, el futuro
Juan Pablo I subrayaba la profundidad de la enseñanza de Teresa: «Ella, al poseer una
inteligencia aguda y dones especiales, vio claramente en las cosas de Dios y se expresó
también clarísimamente, es decir, con suma sencillez y yendo a lo esencial».
Juan Pablo II: Teresa del Niño Jesús doctora de la Iglesia universal
Al proclamar en 1997 a Teresa de Lisieux doctora de la Iglesia universal, la tercera
mujer que obtiene este título después de Teresa de Jesús y Catalina de Siena, Juan
Pablo II recogió de hecho la herencia de sus predecesores.
Benedicto XVI
Audiencia general 6 de abril de 2011: Hoy quiero hablarles de santa Teresa de Lisieux,
que sólo vivió en este mundo 24 años, llevando una vida muy sencilla y oculta, pero
que, después de su muerte y de la publicación de sus escritos, se ha convertido en
una de las santas más conocidas y amadas. «Teresita» no ha dejado de ayudar a las
almas más sencillas, a los pequeños, a los pobres, a los que sufren, que la invocan, y
también ha iluminado a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual.
«Confianza y amor» son el punto final del relato de su vida, dos palabras que, como
faros, iluminaron todo su camino de santidad para poder guiar a los demás por su
mismo «caminito de confianza y de amor», de la infancia espiritual. Confianza como
la del niño que se abandona en las manos de Dios, inseparable del compromiso fuerte,
radical, del verdadero amor, que es don total de sí mismo, para siempre, como dice la
santa contemplando a María: «Amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo».
Papa Francisco
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Así fue cómo el Papa Francisco reveló su devoción a Santa Teresita del Niño Jesús y
aseguró la cercanía de la santa en cada paso de su vida.
“Esta Teresa, ahora, acompaña a un anciano. Y quiero dar testimonio de esto, quiero
dar testimonio, porque ella me ha acompañado, en cada paso me acompaña. Me ha
enseñado a dar los pasos”, confió el Santo Padre durante una predicación espontánea
que impartió a casi 100 religiosas de clausura durante su visita a África en 2019.
Además, abrió su corazón a las religiosas para relatarles en forma espontánea su
devoción a Santa Teresita del Niño Jesús y las enseñanzas que aprendió de ella.
Santa Teresita es “una amiga fiel, por eso, no he querido hablarles de teorías, he
querido hablarles de mi experiencia con una Santa, y decirles qué es capaz de hacer
una santa y cuál es el camino para ser santas”.
En este contexto, el Pontífice resumió lo que aprendió de la joven santa sor Teresa del
Niño Jesús, a través de las siguientes frases:
1. “La caridad en las pequeñas y en las grandes cosas. El camino de la perfección se
encuentra en estos pequeños pasos en el camino de la obediencia”.
2. “La valentía de hacer los pequeños pasos, la valentía de creer que, a través de mi
pequeñez, Dios es feliz y cumple la salvación del mundo”.
3. “Si tú quieres cambiar no solo el monasterio, no sólo la vida religiosa, salvar el
mundo, comienza con estos pequeños actos de amor, de renuncia a ti mismo, que
encarcelan a Dios”.
4. “Cuando te lleguen pensamientos de mundanidad, cierra la puerta y piensa en los
pequeños actos de amor: estos salvan el mundo”.
5. “Los diablos ‘educados’ suenan la campana… El tentador no quiere ser
descubierto, por eso viene disfrazado de persona noble, educada”.
6. “Este consejo les doy: hablen inmediatamente, hablen a tiempo, cuando hay algo
que les quita la tranquilidad, no digo la paz, sino todavía antes, la tranquilidad,
después la paz”.
7. “Siempre la transparencia del corazón. Hablando siempre se vence.
8. “Para la tentación, para la lucha espiritual, el ejercicio de la caridad no se jubila:
hasta el final deberás luchar. Hasta el final. También en la oscuridad… En esta lucha -
cruel pero bella- cuando es verdadera, no se pierde la paz”.
9. “¡Ojalá todas fueran niñas en el espíritu, ojalá! Con aquella dimensión de infancia el
Señor ama tanto”.
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MOMENTO ORANTE:
NOVENA DE ORACIÓN
Me entrego a Ti, a fin de obtener las gracias que pido,
confiándome en su intercesión.
Ave María
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