Ficha 2
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3.- ¿si tu hubieras vivido en Francia en el siglo XVII y pertenecías al pueblo llano que hubieras hecho
frente a una monarquía absolutista?
La Revolución Francesa representó el fin del Antiguo Régimen y el inicio de la modernidad, que en
cierto modo sigue siendo la época que disfrutan los franceses en la actualidad. Luis XVI encarnó la
contradicción entre dos épocas contrapuestas. Convencido, como cualquier monarca de su tiempo, de
que reinaba sobre todos los franceses por derecho divino y de que, por tanto, no tenía la obligación
de rendir cuentas a nadie, el rey se enfrentó a una situación completamente nueva para él y que
nunca llegaría a comprender. De hecho, Luis XVI aceptó, aunque contra su voluntad, la convocatoria en
1788 de una Asamblea Nacional para debatir la crisis financiera en que se hallaba sumido el país y en
la que el pueblo llano reclamaba que cada voto fuera individual y no por estamentos, como hasta
aquel momento. El monarca no creyó que aquella iniciativa fuera a prosperar, pero acabaría dándose
cuenta de la gravedad de la situación cuando se produjo el asalto popular contra la Bastilla, verdadero
detonante de la Revolución Francesa.
Aquel 5 de mayo de 1789, y guiados por el lema "libertad, igualdad, fraternidad", la ciudadanía
francesa, harta de vivir en la miseria mientras la monarquía y la nobleza disfrutaban de todos los
privilegios, desobedecieron a la autoridad monárquica que había regido sus vidas desde tiempos
inmemoriales y transmitieron al mundo la señal inequívoca de que un nuevo futuro era posible. Un
tiempo en el que la democracia, liderada por un Gobierno republicano, hiciera posible el desarrollo de
los derechos fundamentales de todos los franceses.
Asimismo, el rey tenía el control total sobre la libertad de expresión de todos sus súbditos,
censurando cualquier idea, pensamiento o acción que fuera considerada fuera de lugar o
inconveniente. A todo ello debería añadirse la cantidad de privilegios sociales y económicos de que
disfrutaban la aristocracia y los estamentos religiosos a costa de una ciudadania que apenas podía
mantenerse. En esta situación de miseria generalizada lograban sobrevivir algunos comerciantes y una
incipiente burguesía a la que se consideraba de igual manera “pueblo llano”.
La Revolución francesa no tuvo lugar, sin embargo, en un sola jornada. Los acontecimientos que le
dieron forma se sucedieron durante años y algunos se caracterizaron por actos de extrema violencia.
Algunos de sus hitos más importantes y decisivos son los siguientes:
20 de junio de 1789. Juramento del Jeu de Paume. Tras haberse constituido como Asamblea Nacional,
los representantes del tercer estado (el pueblo llano) se reúnen y juran solemnemente no separarse
hasta dotar a Francia de una constitución.
14 de julio de 1789. Toma de la Bastilla. La destitución de Jacques Necker como ministro de Finanzas y
los rumores sobre preparativos militares provocan el levantamiento armado de los parisinos.
26 de agosto de 1789. Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La Asamblea
Nacional aprueba esta Declaración, cuyo primer artículo establece que “los hombres nacen y viven
todos iguales en derechos”.
5 de octubre de 1789. Marcha sobre Versalles. Liderados por las mujeres que trabajaban en los
mercados de París, una multitud de más de 7.000 parisinos marcharon hacia Versalles exigiendo pan y
reformas políticas.
21 de junio de 1791. Huida de Varennes. La familia real emprende la huida desde las Tullerías, pero
son descubiertos y detenidos en la localidad de Varennes y desde allí devueltos a París.
10 de agosto de 1792. Derrocamiento de la Monarquía. Tiene lugar una insurrección que pone fin a la
monarquía absolutista de Luis XVI. La multitud, compuesta por insurgentes, miembros de las
secciones parisinas y los llamados sans-culottes asalta el palacio de las Tullerías.
21 de enero de 1793. Ejecución de Luis XVI. Tras ser juzgado y condenado por la Convención, Luis XVI
es guillotinado ante una multitud expectante en la plaza de la Revolución. Aquel día las monarquías
inglesa y española se sumaron a los países que estaban en guerra contra la República francesa.
10 de marzo de 1793. Creación del Tribunal Revolucionario. El Tribunal fue impulsado por la Comuna
insurreccional de París con el objetivo de perseguir a todos aquellos que opusieran a la insurrección y
a defender el palacio de las Tullerías.
27 de julio de 1793. Robespierre entra en el Comité de Salud Pública. Con la renovación casi total del
Comité a principios de julio, Danton es reemplazado por un Gobierno jacobino y la incorporación de
Robespierre al Gobierno supone el inicio del Terror.
16 de octubre de 1793. Ejecución de María Antonieta. La reina es guillotinada tras un juicio público en
el Tribunal Revolucionario en el que se la llega a a acusar de mantener relaciones incestuosas con su
hijo.
5 de abril de 1794. Ejecución de los dantonistas. Los llamados "indulgentes", con Danton a la cabeza y
Camille Desmoulins como portavoz periodístico, son guillotinados junto al revolucionario de origen
español Andrés María de Guzmán.
8 de junio de 1794. Fiesta del Ser Supremo. La Convención rinde homenaje a Robespierre, en calidad
de presidente de la Asamblea. Llega a ejercer como “pontífice” para escándalo de los sectores
partidarios del ateísmo.
28 de julio de 1794. Golpe de estado de Termidor. la Revolución Francesa vivía sus momentos más
difíciles y trágicos. Robespierre fue acusado de “tiranía”. Al haber sido declarado hors la loi (fuera de
la ley) tanto él como sus aliados son arrestados y guillotinados sin juicio previo.
9 de noviembre de 1799. Napoleón toma el poder. Tiene lugar el Golpe de Estado en el que Napoleón
Bonaparte, recién llegado de Egipto, derroca al Directorio y toma el poder como primer cónsul.
Las consecuencias de la Revolución Francesa son complejas, y sus repercusiones son visibles aún en la
actualidad. Una de la principales fue el fin de la monarquía y de los privilegios del clero y la nobleza.
De aquella manera se iniciaba un cambio que subvertía el orden feudal europeo imperante en muchos
países, en los que germinó la semilla del cambio. Mientras Europa contemplaba con horror la
decapitación de los reyes de Francia, en otros lugares, como en el continente americano, las colonias
españolas, por ejemplo, empezaban a alimentar sus ansias de independencia con las ideas
revolucionarias francesas, lo que provocaría que años después la Corona española tuviese que vivir
sus propios procesos revolucionarios.
Así, con el surgimiento del nuevo orden político y social hijo de la Revolución, empezó a cambiar la
economía y el poder dentro de Francia. De hecho, la Revolución trajo consigo un profundo cambio en
los modos de producción, lo que permitió que se implantara la ley de la oferta y la demanda, y se vetase
la intervención del Estado en asuntos económicos. Todos estos cambios fueron el resultado de una
sucesión de acontecimientos, algunos caracterizados por una extrema violencia, que parecieron sumir
al país en el caos. Asimismo, tras la ejecución de sus monarcas, el país tuvo que enfrentarse con sus
vecinos europeos, constituidos en lo que se conoce como Primera Coalición (1792-1797), que
declararon la guerra a la Francia revolucionaria con la intención de restituir de nuevo la monarquía.
En medio de toda esta vorágine de cambios, la pujante burguesía pasará a ocupar el lugar que dejó
vacante la aristocracia como clase dirigente, lo que acabará provocando una lenta transición hacia el
mundo moderno en toda Europa. Y es que la Revolución francesa permitió que por primera vez a los
hombres más humildes tener ciertos derechos. La famosa consigna "Libertad, igualdad, fraternidad o la
muerte" daría pie a la primera Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (26 de agosto
de 1789), que inspiraría la actual carta de Derechos Humanos. Por primera vez se empezó a legislar
para todo el mundo por igual sin distinguir su procedencia social, credo o raza, y se abolió la prisión
por deudas. Pero ¿qué pasó con las mujeres? ¿Lograron también derechos?A pesar de que no se trató
en absoluto de una revolución feminista (de hecho, las mujeres no tenían derecho al voto) sí se otorgó
a la mujer un papel más activo en la construcción del nuevo orden social. Todo ello desembocó en la
promulgación de la primera constitución francesa (3 de septiembre de 1791), que garantizaba los
derechos adquiridos durante el proceso revolucionario y reflejaba el espíritu liberal de la economía y
la sociedad en el nuevo orden nacional que se había establecido.
Asimismo, una de las consecuencias más importantes de la Revolución francesa fue la separación entre
Iglesia y Estado, un hecho fundamental en la transición hacia el modernos Estado laico. Aquello trajo
consigo un hecho inédito: la expropiación de los bienes de la Iglesia y del clero, así como la reducción
de su poder político y social. Todas las rentas que la Iglesia cobraba al pueblo por servicios públicos
fueron traspasadas al Estado, y todas sus tierras y bienes, así como de los de la aristocracia, fueron
vendidos a campesinos acomodados y burgueses leales a los postulados de la Revolución.