Contrato de Mandato

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Contrato de mandato

Historia

Se encontró vinculado con la idea de una comisión o encargo determinado que una persona
realizaba en favor de otra. Desde sus orígenes se entendió como un contrato de cooperación entre
le mandante y el mandatario en virtud del cual éste prestaba a aquél su oficio o trabajo en forma
altruista, para realizar un acto determinado en interés del mandante. Siempre se basó en una
relación de confianza y amistad entre las partes.

Definición

El viejo código comercial no brindaba un concepto de contrato, solamente destacaba que sólo
podía tener por objeto “actos de comercio”, aclarando que “nunca se extiende a actos que no
sean de comercio si expresamente no se dispusiera otra cosa en el poder”. Sin embargo, el viejo
código civil sí lo definía. Aclarando que se trataba de un contrato y que tenía lugar cuando una
parte da a otra el poder, que ésta acepta, para representarla, al efecto de ejecutar en su nombre y
de su cuenta un acto jurídico, o una serie de actos de esta naturaleza. El art. 1319 CCCN establece
que Hay contrato de mandato cuando una parte se obliga a realizar uno o más actos jurídicos en
interés de otra. El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o tácitamente. Si una persona
sabe que alguien está haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende
que ha conferido tácitamente mandato. La ejecución del mandato implica su aceptación aun sin
mediar declaración expresa sobre ella.

Consenso de voluntades

El contrato de mandato mantiene su carácter consensual en cuanto a la forma de


perfeccionamiento, porque se requiere las voluntades del mandante y del mandatario. El mandato
tácito debe resultar de hechos o actos que lo presupongan o autoricen a presumirlo y, además,
puede serlo en inacción o silencio del mandante no impidiéndolo, pudiendo hacerlo, cuando sabe
que alguien hace en su nombre. La norma habilita el perfeccionamiento de 2 formas: 1. La no
oposición, pudiendo hacerlo cuando se sabe que alguien hace algo en su interés 2. Ejecución del
mandato aun sin mediar declaración expresa sobre ella.

Relaciones del contrato .

Relación que surgen del contrato entre mandante y mandatario. . Relación que surge como
consecuencia de la manda entre los terceros y el mandante directamente o entre los terceros y el
mandatario.

Partes

- Mandante, comitente o poderante: Es la persona natural o jurídica que confiere el encargo.

- Mandatario, procurador o apoderado: Es la persona que acepta el encargo.


Caracteres

- Acto jurídico bilateral y consensual

- No formal

- Oneroso: De acuerdo al art. 1322 CCCN El mandato se presume oneroso. A falta de acuerdo
sobre la retribución, la remuneración es la que establecen las disposiciones legales o
reglamentarias aplicables, o el uso. A falta de ambos, debe ser determinada por el juez.

- Nominado

- Contrato de colaboración o cooperación para realizar actos jurídicos

- Origina efectos internos y externos.

Mandato, poder y representación:

Piantoni destaca que es común que se utilicen los términos poder y mandato como sinónimos
para referirse tanto al contrato, como al poder en sí o al instrumento donde éste consta, pero
substancialmente son instituciones distintas. Señala que el mandato es un acto jurídico bilateral
celebrado entre mandante y mandatario. Mientras que el poder es un acto jurídico unilateral
dirigido al mandatario, el poder puede existir sin contrato de mandato.

La representación opera cuando el intermediario actúa frente al tercero invocando el nombre del
representado y el acto se realiza por su orden y cuenta. Es producto de la cooperación y tiene 2
elementos: voluntad e interés. Pero esos elementos no siempre coinciden en la misma persona. Si
bien doctrinariamente ya se había hecho la distinción entre las figuras, nuestra legislación era muy
confusa. Así el nuevo código los sistematizó y trato a la representación y el poder en el título
dedicado a los hechos y actos jurídicos. Mientras que al mandato, en el título de los contratos en
particular. El mandato surge cuando una persona, representante, ejecuta un acto jurídico en
nombre de otra, el negocio se considera celebrado por éste último, y los derechos y obligaciones
que nacen del acto pasan al representado. El mandato es el contrato que genera la representación
y la representación es la forma en que el mandatario apoderado actúa frente a los terceros. El
representante siempre tiene que actuar frente al tercero en la ejecución del acto jurídico que
persigue a favor del dominus, en nombre y por cuenta de éste que es quien queda vinculado
jurídicamente. Mientras que en el mandato se puede actuar con o sin representación, invocando
el nombre del mandante o el suyo propio pero siempre en interés del dominus.

Si actúa en nombre e interés del mandante será con representación. Si actúa en nombre propio
pero en interés del mandante será sin representación.

El representante y mandatario son intermediarios en una relación jurídica en la que su mandante y


representado puede adquirir, modificar, transferir o extinguir derecho u obligaciones.
Tipos

- Con representación: De acuerdo al art. 1320 CCCN, establece que si mandante confiere poder
para ser representado, son aplicables las disposiciones relativas a la representación. Si el
mandatario no le confiere el poder de representación se aplican subsidiariamente las normas
relativas a la representación para las cuestiones no reguladas en el mandato. Es decir que el
código dispone una relación entre el mandato y la representación, al imponer que el mandato se
regirá por las normas de la representación.

- Sin representación: De acuerdo al art. 1321 CCCN si el mandante no otorga poder de


representación, el mandatario actúa en nombre propio pero en interés del mandante. El
mandante no queda obligado directamente respecto del tercero, ni el tercero respecto del
mandante. El mandante puede subrogarse en las acciones del mandatario contra el tercero y el
tercero, en las acciones que el mandatario puede ejercer contra el mandante.

Capacidad

El art. 1323 CCCN establece que el mandato puede ser conferido a una persona incapaz, pero ésta
puede oponer la nulidad del contrato si es demandado por inejecución de las obligaciones o por
rendición de cuentas, excepto la acción de restitución de lo que se ha convertido en provecho
suyo. El fundamento de la permisión se funda en que el acto jurídico que le mandatario realiza se
reputa efectuado por el propio mandante y, por ello, la capacidad del mandatario resultaba
indiferente, y, en consecuencia, el mandato se reputa válido.

Objeto

Pueden ser objeto del contrato de mandato todos los actos jurídicos comprendidos en el artículo
259, es decir: “el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o
extinción de relaciones o situaciones jurídicas”. A pesar de quienes opinaban su extensión
respecto de los simples actos lícitos enumerados en el art. 258, se entiende que el mandato solo
puede tener por objeto la realización de actos jurídicos, no de simples actos lícitos

Efectos del mandato

Formación del contrato

Forma de manifestar el consentimiento. El mandato es un contrato bilateral (consensual), requiere


la voluntad del mandante y mandatario. En este caso hay dos actos unilaterales, que
generalmente no coinciden en el tiempo. Uno, el acto de apoderamiento (una persona le otorga a
otra el poder de obrar en nombre de ella). Otro, la aceptación unilateral por parte del mandatario.
Se trata de una oferta de contrato aceptada por la otra parte. Por lo que, si el mandante fallece
antes que el mandatario haya aceptado, no podrá este hacerlo.

El código civil ha incorporado dos formas de alcanzar el consentimiento: Mandato expreso y


mandato tácito, respecto de ésta última: Si una persona sabe que alguien está haciendo algo en su
interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende que ha conferido tácticamente mandato. La
ejecución del mandato implica tácticamente su aceptación, aún sin mediar declaración expresa
sobre ella.

El mandato tácito debe resultar de hechos o actos que lo presupongan o autoricen a presumirlo.
Igualmente, a partir de la inacción o silencio del mandante no impidiendo, cuando puede hacerlo,
al saber que alguien hace algo en su nombre. Se trata de un supuesto de manifestación de
voluntad con base en el silencio, en cuanto excepcionalmente se atribuye efecto jurídico a: Los
casos en que haya deber de expedirse que puede resultar de la ley, de la voluntad de las partes, de
los usos y prácticas, o de una relación entre el silencio actual y las declaraciones precedentes.
Prima facie, el silencio no constituye una manifestación que habilite la imputación de voluntad al
sujeto, pero en materia de mandato existen supuestos de silencios calificados que, en algunos
casos, autorizan a concluir en la voluntad de apoderar y en otros la presumen. En suma, el
otorgamiento tácito concurre si una persona sabe que está haciendo algo en su interés y no lo
impide, pudiendo hacerlo. Art 264: "la manifestación tácita de la voluntad resulta de los actos por
los cuales se puede conocer con certidumbre". Por su parte, la aceptación del mandato también
puede ser expresa o tácita. Se la presume también si el mandante entregó en su poder al
mandatario y éste lo recibe sin manifestación alguna. Esta presunción admite prueba en contrario
(iuris tantum)

Prueba

Según la legislación, podrán ser probados todos los medios aptos para llegar a una razonable
convicción según las reglas de la sana crítica, y con arreglo a lo que disponen las leyes procesales,
excepto disposición legal que establezca un medio de prueba especial. "Los contratos que sean de
uso instrumental no pueden ser probados exclusivamente por testigos, mientras que aquellos en
los cuales la formalidad sea requerida a los fines probatorios podrán ser probados por otros
medios, inclusive por testigos, si hay imposibilidad de obtener la prueba de haber sido cumplida la
formalidad o si existe principio de prueba instrumental, o comienzo de ejecución". Se considera
principio de prueba instrumental cualquier documento que emane de la otra parte, de su causante
o de parte interesada en el asunto, que haga verosímil la existencia del contrato. Tratándose de un
mandato tácito, la demostración y consiguiente prueba están dadas por los hechos concluyentes
del mandante o del mandatario también por el silencio. En una palabra, de los hechos u omisiones
que permitan inferir inequívocamente el consentimiento del mandante para instituir un
mandatario.

Extensión del mandato

El mandato es un contrato bilateral en el que participan el mandante y el mandatario. En su


ámbito de actuación el primero otorga al segundo un encargo para que mediante la realización de
uno o varios actos jurídicos trate de obtener el objeto de dicho mandato, a cuyo efecto de otorga
un poder que contendrá determinadas facultades, dentro de las cuales deberá actuar dicho
apoderado para conseguir la finalidad buscada por su mandante. Cuando se alude a extensión, se
está queriendo remarcar el límite de una determinada actuación de gestión. Se quiere indicar cuál
es el límite de posibilidades jurídicas a favor apoderado. A la par de la facultad de representar,
están la contemplatio domini y la actuación del representante dentro de los límites del poder
conferido en la procura o acto de apoderamiento. La extensión del poder se determina por el
contenido que el acto de apoderamiento tenga en cada caso, lo que implica la declaración expresa
del principal sea esencial para delimitarlo. Y está dirigida a la protección o en interés de los
terceros, quienes son los más interesados en conocer su extensión para determinar si el
representante actuó dentro de los límites en que podía válidamente obligar al representado. Éste
último asume directamente los efectos (activos y pasivos) de la relación. El poder puede ser
general o especial. En el primer caso, el poder está referido a todos los actos que se vinculan a un
negocio o a un sector de actividades del mandante. Por su parte, el poder especial es el que atañe
a un solo negocio o a una parte de las actividades del mandante. Adelantamos que la extensión del
poder se determina por el contenido que el acto de apoderamiento tenga en cada caso. Los
terceros que contratan con el representante tienen derecho de exigirle la exhibición del
documento que autoriza al representante a actuar por cuenta y nombre de su representado, para
determinar la extensión de las facultades invocadas por aquel por expreso mandato legal porque
fuera de ellas no existe ya representación, y el negocio celebrado por el representante
excediendose de los límites de su representación no obliga al representado, salvo que,
eventualmente, ratifique lo actuado quedando vinculado por el negocio celebrado en su nombre.
La eficacia misma del negocio respecto del representado depende de la actitud diligente que
adopte el tercero, porque es este último sujeto quien corre riesgo de no poder hacer extensivo el
negocio al representado cuando el representante ha actuado excediéndose de los límites del
apoderamiento conferido por el poder. Lo relativo a la extinción del apoderamiento ha sido
regulado en el art 375: “ARTICULO 375.-Poder conferido en términos generales y facultades
expresas. Las facultades contenidas en el poder son de interpretación restrictiva. El poder
conferido en términos generales sólo incluye los actos propios de administración ordinaria y los
necesarios para su ejecución. Son necesarias facultades expresas para:

a) peticionar el divorcio, la nulidad de matrimonio, la modificación, disolución o liquidación del


régimen patrimonial del matrimonio;

b) otorgar el asentimiento conyugal si el acto lo requiere, caso en el que deben identificarse los
bienes a que se refiere;

c) reconocer hijos, caso en el que debe individualizarse a la persona que se reconoce; d) aceptar
herencias;

e) constituir, modificar, transferir o extinguir derechos reales sobre inmuebles u otros bienes
registrables;

f) crear obligaciones por una declaración unilateral de voluntad;

g) reconocer o novar obligaciones anteriores al otorgamiento del poder;

h) hacer pagos que no sean los ordinarios de la administración;

i) renunciar, transar, someter a juicio arbitral derechos u obligaciones, sin perjuicio de las reglas
aplicables en materia de concursos y quiebras;

j) formar uniones transitorias de empresas, agrupamientos de colaboración empresaria,


sociedades, asociaciones, o fundaciones;

k) dar o tomar en locación inmuebles por más de tres años, o cobrar alquileres anticipados por
más de un año;
l) realizar donaciones, u otras liberalidades, excepto pequeñas gratificaciones habituales;

m) dar fianzas, comprometer servicios personales, recibir cosas en depósito si no se trata del
necesario, y dar o tomar dinero en préstamo, excepto cuando estos actos correspondan al objeto
para el que se otorgó un poder en términos generales”.

Lo que en el código de Vélez se denominaba poder general y poder especial, en el CCyC, se regula
como poder conferido en términos generales y poder con facultades expresas. El poder conferido
en términos generales solo incluye los actos propios de administración ordinaria y los necesarios
para su ejecución. No hay poder general para actos de disposición como una manera de
resguardar el patrimonio del poderante. No es lo mismo la actuación del representante en exceso,
que el abuso de poder.

En el primer caso el representante ha actuado fuera del ámbito de sus facultades y por
consiguiente no hay representación, en la actuación abusiva el representante actúa en el marco de
sus facultades, pero lo hace abusivamente en perjuicio de su representado. La diferencia reside en
que en este último supuesto hay representación, y el representado queda obligado frente a los
terceros por los actos del representante, sin perjuicio de su derecho de exigirle la reparación de
los daños causados por el desempeño abusivo del encargo. Art. 376: "Si alguien actúa como
representante de otro sin serlo, o en exceso de las facultades conferidas por el representado, es
responsable del daño que la otra parte sufra por haber confiado, sin culpa suya, en la validez del
acto, si hace saber al tercero la falta o deficiencia de poder, está exento de dicha responsabilidad”.
Respecto del negocio de apoderamiento hay que admitir la existencia de reglas específicas de
interpretación. Las razones son las siguientes: a) se trata de un acto unilateral en el que interesa
sobre todo la expresión de voluntad del poderante. b) el otorgamiento de poder suele estar
sometido al cumplimiento de exigencias de formas. c) es decisivo que el horizonte comprensión de
las expresiones del poder tiene que fijarse considerando el sentido que debería otorgar al acto un
tercero que contrate con el apoderado.

Mandato conferido a varias personas

El art. 1326 CCCN establece que: Si el mandato se confiere a varias personas sin estipular
expresamente la forma o el orden de su actuación, se entiende que pueden desempeñarse
conjunta o separadamente. Puede que se otorgue un encargo a una persona o a varias. Cuando se
trata de un mandato plural y con el objeto de determinar los efectos y validez de los actos que
pueda haber ejecutado uno o varios mandatarios, deberán observarse los términos en los cuales
ha sido otorgado. Así puede que se haya otorgado para una actuación:

- conjunta: deben actuar todos coordinados para que el acto tenga efectos jurídicos;

- solidaria: cada uno puede actuar válidamente por sí solo;

- fraccionada: cada uno tiene una esfera de actividad exclusiva de actuación;

- sustitutiva o subordinada: cada uno tiene indicada su actuación en cierto orden o subordinada a
determinada situación.

Obligaciones de las partes


Obligaciones del mandatario

El art. 1324 CCCN establece que el mandatario debe:

a. Modo en que deben cumplirse los actos comprendidos en el mandato: Cumplir los actos de
acuerdo a las instrucciones dadas por el mandante y a la naturaleza del negocio. Con el cuidado
que pondría en sus propios asuntos o los exigidos por las reglas de su profesión, o por los usos del
lugar de ejecución.

b. Dar aviso de circunstancias sobrevinientes relevante: Avisar al mandante inmediatamente


sobre cualquier circunstancia sobreviniente que razonablemente aconseje apartarse de las
instrucciones recibidas, requiriendo nuevas o ratificación de las anteriores. Adoptar las medidas
indispensables y urgentes.

c. Deber de informar conflicto de intereses: Informar sin demora al mandante los conflictos de
intereses u otras circunstancias que puedan motivar la modificación o revocación del mandato.

d. Deber de confidencialidad: Mantener en reserva toda información que adquiera por el mandato
que no está destinada a ser divulgada por su naturaleza o circunstancias.

e. Dar aviso de valores recibidos en ocasión del mandato: Dar aviso al mandante de todo valor
recibido en razón del mandato y ponerlo a su disposición.

f. Rendición de cuentas: Rendir cuentas de su gestión en las oportunidades convenidas o en la


extinción del mandato.

g. Entrega de ganancias derivadas del negocio: Entregar al mandante las ganancias por el negocio,
intereses moratorios y las sumas de dinero utilizado en provecho propio.

h. Deber de información: informar en cualquier momento, a requerimiento del mandante, sobre


la ejecución del mandato.

i. Exhibición de documentación: exhibir al mandante toda la documentación relacionada con la


gestión encomendada, y entregarle la que corresponde según las circunstancias. Si el negocio
encargado al mandatario fuese de los que, por su oficio o su modo de vivir, acepta él
regularmente, aun cuando se excuse del encargo, debe tomar las providencias conservatorias
urgentes que requiera el negocio que se le encomienda.

Obligaciones del mandante

El art. 1328 CCCN establece que el mandante está obligado a:

a) Suministrar lo medios necesarios para la ejecución del mandato: suministrar al mandatario los
medios necesarios para la ejecución del mandato y compensarle, en cualquier momento que le
sea requerido, todo gasto razonable en que haya incurrido para ese fin;

b) Deber de indemnidad: indemnizar al mandatario los daños que sufra como consecuencia de la
ejecución del mandato, no imputables al propio mandatario;
c) Liberar al mandatario de obligaciones que hubiera contraído en su nombre, respecto de
terceros: liberar al mandatario de las obligaciones asumidas con terceros, proveyéndole de los
medios necesarios para ello;

d) Abonar al mandatario la retribución convenida: abonar al mandatario la retribución convenida.


Si el mandato se extingue sin culpa del mandatario, debe la parte de la retribución proporcionada
al servicio cumplido; pero si el mandatario ha recibido un adelanto mayor de lo que le
corresponde, el mandante no puede exigir su restitución.

Conflicto de intereses

El art. 1325 CCCN establece que Si media conflicto de intereses entre el mandante y el mandatario,
éste debe posponer los suyos en la ejecución del mandato, o renunciar. La obtención, en el
desempeño del cargo, de un beneficio no autorizado por el mandante, hace perder al mandatario
su derecho a la retribución. El mandatario tiene que anteponer los intereses del mandante a los
suyos, ante un supuesto de conflicto de intereses y, debe dar aviso inmediato si se presenta tal
conflicto, imponiendo como regla de conducta que debe priorizar los intereses del mandante o,
caso contrario, renunciar al encargo conferido.

Sustitución del mandato

Si bien la regla general es la posibilidad de sustitución, nada obsta que las partes por autonomía de
la voluntad dispongan lo contrario. El mandante puede prohibir la sustitución del mandato al
mandatario, en cuanto a la ejecución del objeto convenido, por ejemplo: si se tratare de una
obligación “intuitu personae” en la que la calidad del sujeto ha sido especialmente tenida en
cuenta al otorgar el negocio.

El mandatario mientras no se le haya prohibido expresamente, puede sustituir el mandato a favor


de otro, pero su responsabilidad es diversa si está o no facultado para ello. El art. 1327 CCCN
establece que El mandatario puede sustituir en otra persona la ejecución del mandato y es
responsable de la elección del sustituto, excepto cuando lo haga por indicación del mandante. En
caso de sustitución, el mandante tiene la acción directa contra el sustituto, pero no está obligado a
pagarle retribución si la sustitución no era necesaria.

El mandatario responde directamente por la actuación del sustituto cuando no fue autorizado a
sustituir, o cuando la sustitución era innecesaria para la ejecución del mandato. Es importante no
confundir la sustitución del mandato con la relación jurídica que se establece entre el mandatario
con las personas de que se sirve para cumplir con el apoderamiento que se le ha investido; en
consecuencia, la sustitución importa un nuevo contrato de mandato que celebra el mandatario
con el sustituto, estableciéndose entre éstos una relación contractual en la medida determinada
por el objeto del nuevo negocio. con el sustituto, estableciéndose entre éstos una relación
contractual en la medida determinada por el objeto del nuevo negocio.

Acción directa de la sustitución

La relación entre el sustituto y el mandante habilita la acción directa entre ellos por las acreencias
que correspondieran. El art. 1327 establece que el mandate tiene acción directa contra el sustituto
para percibir lo que le debe a su mandatario, hasta el importe del propio crédito. Este artículo
nada establece respecto a la acción de sustitución contra el mandante en caso de no pago de su
retribución y se debe entender que no es procedente ya que la acción directa es excepcional y de
interpretación restrictiva. O sea, sólo es viable en los casos expresamente previstos por la ley. Pero
se deduce de los derechos que tiene el subcontratado (Art. 1071 inc. B CCC). Es decir que dispone
de las acciones que corresponde al mandatario contra el mandante, en la extensión que esté
pendiente el cumplimiento de las obligaciones del mandante respecto del mandatario.

Responsabilidad de mandatario

Si la sustitución está expresamente prohibida y el mandatario la realiza, viola el contrato y será


responsable por los daños y perjuicios causados incluso por caso fortuito, ocurridos por la
actuación del sustituto y serán nulos con respecto al mandante. También responde cuando la
sustitución era innecesaria para la ejecución. Si la sustitución está permitida, puede ser que nada
disponga sobre la persona o que el mandante defina quién está autorizado. Si nada dice, el
mandatario tiene derecho a elegir y es responsable por la selección, pero no si el mandante indica
quien debe ser, ya que nace un nuevo contrato que lo libera. Si el mandatario elige el sustituto, es
un submandato, sigue vinculado con el mandante y responde por el sustituto. Si el mandatario
elige al indicado por el mandante, se trata de una cesión de representación y queda desvinculado
del mandante.

Extinción del mandato

De acuerdo al art. 1329 CCCN El mandato se extingue:

a) por el transcurso del plazo por el que fue otorgado, o por el cumplimiento de la condición
resolutoria pactada;

b) por la ejecución del negocio para el cual fue dado;

c) por la revocación del mandante;

d) por la renuncia del mandatario;

e) por la muerte o incapacidad del mandante o del mandatario.

Muerte o incapacidad del mandatario y del mandante

El art. 1333 CCCN establece que, si es el mandante, el mandatario debe ejecutar los actos de
conservación si hay peligro en la demora, excepto que lo herederos o representantes del
mandante le hayan dado instrucciones expresas en contrario. Si es le mandatario, sus herederos,
representantes o asistentes que tengan conocimiento del mandato deben avisar prontamente al
mandante y tomar en interés de éste las medidas requeridas por las circunstancias. La existencia
de la persona humana termina con su muerte, entonces al desaparecer uno de los sujetos parte
del contrato, es lógico que se extinga el contrato. Los casos de incapacidad la extinción se reserva
para situaciones extremadamente excepcionales, configurado por aquellos supuestos en lo que, la
persona se encuentra en situación de absoluta falta de habilidad para dirigir su persona o
administrar sus bienes. En caso de incapacidad o muerte del mandatario se justifica su conclusión
porque puede que el mandante haya tenido confianza en la persona del mandatario, pero no en
sus herederos, pero éstos deberán dar aviso al dominus y continuar los actos que no admitan
demora hasta que el mandante pueda ocuparse. Con respecto a la muerte o incapacidad del
mandante, el mandatario debe ejecutar los actos de conservación necesarios ante peligro en
abandonar la ejecución del contrato, salvo que los herederos se opongan a eso.

Revocación

De acuerdo al art. 1331 CCCN Si el mandato es otorgado por tiempo o asunto determinado, el
mandante debe indemnizar los daños causados por su revocación sin justa causa. Si el mandato es
por plazo indeterminado, debe dar aviso adecuado a las circunstancias o indemnizar los daños que
causen su omisión. El art. 1330 CCCN establece que el mandato puede convenirse expresamente
como irrevocable en los casos de los incisos b) y c) del artículo 380. El mandato destinado a
ejecutarse después de la muerte del mandante es nulo si no puede valer como disposición de
última voluntad. El artículo prevé el mandato destinado a ser ejecutado con posterioridad a la
muerte del mandante. Indica que esta previsión será nula si no se pudiera hacer valer como
disposición de última voluntad. A efectos de su validez debe: 1. haber sido otorgado mediante
poder especial, para realizar actos jurídicos específicos y determinados; 2. manifestarse
expresamente la voluntad de subsistencia en caso de muerte del poderdante; 3. puede tratarse de
actos de administración o de disposición; 4. la única limitación que impone, en cuanto en interés
de quien se otorga el poder, es que no es válido si ha sido otorgado en el único interés del
poderdante o representado

Renuncia

El art. 1322 CCCN establece que La renuncia intempestiva y sin causa justificada del mandatario
obliga a indemnizar los daños que cause al mandante. La renuncia es un acto unilateral del
mandatario que no precisa de la aceptación del mandante, incluso puede hacerse en contra de su
voluntad. La ley sólo exige que se lo comunique. La renuncia será intempestiva cuando el
mandante no puede hacer por sí el negocio o no puede encontrar una persona a quien realizar el
encargo. Con respecto a si la renuncia es por una causa justificada o no deberá analizarse y
definirse según las circunstancias de tiempo, modo y lugar que afecten al mandatario. La norma
utiliza la conjunción copulativa “Y” para referirse a las circunstancias en que debe emitirse la
renuncia, se puede interpretar que deberán reunirse ambas condiciones. La renuncia efectuada
con suficiente antelación no necesita ser fundada y no justificaría indemnizar al mandante ya que
tendría tiempo para rencausar el encargo. Una renuncia justifica puede tener carácter repentino
porque justamente por las condiciones de la causa habrá que analizar en el caso.

Rendición de cuentas

El art. 1334 CCCN establece que la rendición de cuentas por el mandatario debe ser en las
condiciones previstas en los artículos 858 y siguientes acompañada de toda la documentación
relativa a su gestión. Excepto estipulación en contrario, las cuentas deben rendirse en el domicilio
del mandatario y los gastos que generan son a cargo del mandante.
Mandato Irrevocable El mandato es revocable ad nutum (por la sola voluntad del mandante), es
un contrato que se otorga en interés de quien lo confiere y como acto de confianza hacia el
mandatario. Tratándose de un mandato representativo, como acto subyacente del poder es
eminentemente revocable, pero este principio puede ceder frente a ciertas incontingencias. El
código de Vélez disponía en su art 1977 que: “el mandato es irrevocable en caso de que él hubiese
sido la condición de un contrato bilateral o el medio de cumplir una obligación contractual, o
cuando un socio fuese administrador de la sociedad, por el contrato social, no habiendo justa
causa para privarlo de su administración. El artículo 1982 disponía que: “el mandato continúa
subsistiendo aún después de la muerte del mandante, cuando ha sido dado en interés común de
éste y el mandatario, o en interés de un tercero”. Fundamentos: El mandato ha sido creado en
interés del mandante y, por tanto, la voluntad de éste es la que sostiene su vigencia. Luego,
faltando su base esencial, fenece. Estos autores sostenían que: si el mandato ha sido conferido
como condición de algún otro contrato anterior, sea por el mandatario, sea por un tercero, el
mandato no puede retirarse unilateralmente. Se sostenía que la concesión del poder de
representación es siempre revocable cuando contemple solamente el interés del representado. Si
se hubiera convenido la irrevocabilidad, ese acuerdo no impide por sí mismo que el mandante
resuelva revocarlo por justa causa o bien asumiendo el pago de los daños o perjuicios. Solo en
caso de que el pacto hubiera sido conferido por un predominante o concurrente interés del
representado o de terceros, debía considerarse propiamente irrevocable, de modo que no se
extinguía ni por revocación, ni por muerte o incapacidad sobreviniente. Se trataba del
denominado contrato impuro, por ser el interés en el cumplimiento del negocio un interés ajeno
o, al menos compartido. Se trata de un mandato estéril que no quita al mandatario ninguno de sus
derechos. La irrevocabilidad es absoluta, propia u objetiva y toda declaración en contrario resulta
ineficaz, por tal razón el poder irrevocable está tan alejado del contrato de mandato que podría
considerárselo anti mandato. Con la reforma de la ley 17.711, se lo reemplazó por el siguiente:

El mandato puede ser irrevocable siempre que sea para negocios especiales, limitado en el tiempo
y en razón de un interés legítimo de los contratantes o un tercero. Mediando justa causa podrá
revocarse. Frente a ello, el debate giraba en torno a si solamente en este caso es posible la
irrevocación o si también puede convenirse entre las partes la irrevocabilidad sin cumplir con las
exigencias de la norma transcrita. Sólo en el primer caso era verdaderamente irrevocable siempre
que además así lo vean convenido los interesados, en el segundo caso, es decir, cuando no se
reúnen alguno de los requisitos el mandante Igualmente podía revocarlo, no obstante, el pacto de
no hacerlo, aunque será responsable por los daños que causaría la otra parte la ruptura
intempestiva o arbitraria del contrato. Además, el código civil incluía opciones de revocación
expresa y tácita. El nuevo código civil y comercial de la nación si bien no regula de manera expresa
el principio de la revocabilidad del mandato, incorpora el artículo 1331 que al respecto dispone:
"La revocación sin justa causa del mandato otorgado por tiempo o asunto determinado obliga el
mandante a indemnizar los daños causados, si el mandato fue dado por plazo indeterminado, el
mandante debe dar aviso adecuado a las circunstancias o, en su defecto, indemnizar los daños que
cause su omisión". Se trata de una manda legal que impone pautas de conducta que el mandante
debe seguir para la revocación del contrato, que de no cumplir las lo hace posible de tener que
asumir consecuencias patrimoniales al respecto. Cuando se revoca con justa causa, como regla no
tendrá que asumir ninguna consecuencia económica, pues no existiría abuso de derecho, ni los
presupuestos de la responsabilidad civil. Compartimos El pensamiento de la doctrina que señala
que el concepto de justa causa dependerá de las circunstancias del caso, aunque siempre
trasuntará en una decisión fundada y razonable, que no se refiera al incumplimiento del
mandatario, en cuyo caso la cuestión engasta en un supuesto de resolución contractual por
incumplimiento de las obligaciones contractuales o legales. La posibilidad que le asiste al
mandante de revocar lo depende del aviso pertinente y adecuado a las circunstancias. Si decide no
hacerlo, deberá indemnizar al mandatario por los daños que genere su omisión. Se adelantó que
las partes pueden pactar que el negocio sea irrevocable, siempre que fuiste para negocios
especiales, limitado en el tiempo y en razón de un interés legítimo de los contratantes o de un
tercero. El art 1330 dispone que: "El mandato puede convenirse expresamente como irrevocable
en los casos de los incisos B y C del artículo 380". Tenemos así que, pese a la muerte de las partes,
el mandato subsiste en caso del fallecimiento del representado, siempre que haya sido conferido
para actos especialmente determinados y en razón de un interés legítimo del representante o de
un tercero. Por último, el art 1330, último párrafo, regula que: "El mandato destinado a ejecutarse
después de la muerte del mandante es nulo si no puede valer como disposición de última
voluntad,". Esto, porque al valer como disposición de última voluntad, habrá que estar a lo que las
partes hayan previsto en el contrato de mandato o en alguna otra disposición del mandante, en la
que pueda probar si su voluntad de mantener la representación luego de su fallecimiento. Así, la
prueba de tal manifestación de voluntad tiene que ser inequívoca por su carácter excepcional. El
artículo 1332 dispone que: "La renuncia intempestiva y sin causa justificada del mandatario obliga
a indemnizar los daños que le cause el mandante." La renuncia es un acto unilateral del
mandatario que no precisa de la aceptación del mandante. Incluso, puede materializarse contra la
voluntad expresa de este, pues la ley sólo exige que lo comuniqué al dominus. En el régimen
anterior del derecho de fondo, la norma regulaba el asunto, disponiendo que: El mandatario podía
renunciar dando aviso al mandante, pero si lo hace en tiempo indebido, sin causa suficiente, se lo
conminaba a satisfacer los perjuicios que la renuncia le causare al mandante. Si la renuncia lo
perjudicaba, el mandatario debía indemnizarlo, salvo que: a) dependiese de la ejecución del
mandato de suplemento de fondos y no lo hubiese recibido el mandatario o fuesen insuficientes.
b) si se encontrase el mandatario en la imposibilidad de continuar el mandato sin sufrir
personalmente un perjuicio considerable. Como puede apreciarse, las mentadas reglas han sido
integradas en el presupuesto normativo de la norma que venimos examinando (art. 1332)
otorgándosele una alternativa viable para extinguir el vínculo, que no puede ser utilizada de
manera anti funcional, para lo cual se requiere que medie justa causa y que no sea intempestiva o
sorpresiva, debiendo examinarse la cuestión en cada caso puntual y sopesar las circunstancias.

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