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ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: EFECTOS TRAUMÁTICOS EN EL SUJETO

Por María Angélica Córdova

Abuso Sexual Infanto Juvenil:


Efectos traumáticos en el Sujeto
Child and Youth Sexual Abuse: Traumatic Effects on the Subject
Por María Angélica Córdova1

RESUMEN ABSTRACT

Los efectos traumáticos de un acontecimiento solo pueden The traumatic effects of an event can only be read after
leerse a posteriori, sin embargo, la intromisión salvaje de the fact, however, the savage intrusion of sexuality that
la sexualidad que tiene lugar bajo el abuso sexual infanto takes place under child and adolescent sexual abuse
juvenil, provoca tal arrasamiento subjetivo que es inevi- causes such subjective destruction that it is inevitable not
table no advertir sus marcas. El atropello al narcisismo to notice its marks. The abuse of narcissism usually leads
suele desbocar al sujeto hacia una deriva pulsional con the subject towards a drive drift with clear effects on the
claros efectos en el cuerpo. La dificultad para anudar el body. The difficulty in knotting the narcissistic body and
cuerpo narcisista y el cuerpo pulsional tiende a manifes- the instinctual body tends to manifest from -apparently
tarse desde -llantos aparentemente inmotivados, enuresis unmotivated crying, secondary enuresis or encopresis,
o encopresis secundarias, pesadillas compulsivas, un compulsive nightmares, manifest autistic jouissance
goce autista manifiesto bajo inhibiciones en el experien- under inhibitions in experiential and sexual pleasure, etc.-
cial y el placer sexual, etc.- hasta la regresión hacia to regression towards mechanisms dissociative defensive,
mecanismos defensivos disociativos, o actuaciones que or actions that reveal borderless anguish as reported by
dejan al descubierto una angustia sin bordes tal como self-injury with or without suicidal intent, certain eating
denuncian las autoinjurias con o sin intento suicida, disorders or drug addiction, etc. But also, other types of
ciertos trastornos alimentarios o toxicomanías, etc. Pero actions that break the face can occur, in the form of abusi-
también, otro tipo de actuaciones que rompen el semblan- ve sexual behavior perpetrated by adolescents.
te pueden darse, al modo de conductas sexuales abusivas
perpetradas por adolescentes. Keywords: Sexual Abuse, Drive, Narcissism, Trauma.

Palabras clave: Abuso Sexual, Pulsión, Narcisismo,


Trauma.

1
Universidad de Buenos Aires (UBA). Facultad de Psicología. Licenciada en Psicología y Magíster en Psicoanálisis, UBA.
Universidad de Buenos Aires. Secretaría de Ciencia y Técnica (UBACyT). Investigadora.
Asociación Argentina de Salud Mental (AASM) Miembro Titular.
E-mail [email protected]
Buenos Aires, Argentina

Fecha de presentación: 06/04/2023 Fecha de aceptación: 18/07/2023

FACULTAD DE PSICOLOGÍA - UBA | REVISTA UNIVERSITARIA DE PSICOANÁLISIS (2023, Nº 23), 101-106 | ISSN 1515-3894 ‹ 101 ›
ABUSO SEXUAL INFANTO JUVENIL: EFECTOS TRAUMÁTICOS EN EL SUJETO
Por María Angélica Córdova

“M quien había sido abusada durante varios años por su posibilidad de pedir ayuda y alimenta cada vez su enaje-
abuelo con la connivencia de su abuela (…), consultó a los nación. Pero “la única responsabilidad que le compete es
18 años. Una de sus sensaciones predominantes era el la de su fantasía y no la de la acción realizada” (Bleich-
sentirse una puta por la gran excitación que sentía en el mar, 2016, p. 152), esta solo le confiere al abusador.
cuerpo desde los episodios del abuso. Se masturbaba Los efectos traumáticos de un acontecimiento solo
compulsivamente sintiendo que ella había provocado al pueden leerse a posteriori, nunca anticipadamente, sin
abuelo (…). Esto le hacía imposible disfrutar del acercamien- embargo, la intromisión salvaje de la sexualidad que tiene
to genital a su novio”. lugar bajo el abuso sexual infanto juvenil, provoca tal
Toporosi, S. 2018, p. 33 arrasamiento subjetivo que es casi inevitable no advertir
sus marcas.
El atropello al narcisismo que recibe el sujeto suele
Introducción desbocarlo hacia una deriva pulsional con efectos estra-
gantes en la psiquis y en el cuerpo. Esta dificultad para
El agujero que la sexualidad hace en lo real ha sido anudar el cuerpo narcisista y el cuerpo pulsional suele
redoblado por la vivencia traumática del abuso sexual, M manifestarse en una gama que va desde -llantos aparen-
no parece disponer de un Otro como espejo parlante que temente inmotivados, enuresis o encopresis secundarias,
legisle y encause lo real del goce. Por el contrario, un Otro pesadillas compulsivas, un goce autista manifiesto en
siniestro ha arrebatado los velos y con ello los títulos inhibiciones en el experiencial y el placer sexual, etc.-
necesarios para pagar en tiempo y forma aquello que lo hasta la regresión hacia mecanismos defensivos disocia-
real reclama en la segunda oleada de la sexualidad. tivos, o actuaciones que dejan al descubierto una angus-
Por lo tanto, no puede espejarse en el semblante de tia sin bordes como denuncian las autoinjurias con o sin
un semejante asumiendo una posición sexuada que intento suicida, ciertos trastornos alimentarios o toxico-
anude el goce al deseo, el ensueño onírico deviene pesadi- manías, etc. Pero también, otro tipo de actuaciones que
lla que opaca la metamorfosis puberal de un cuerpo que rompen el semblante pueden darse, al modo de conductas
no logra “situarse a partir de el Uno-entre-otros, al incluir- sexuales abusivas perpetradas por adolescentes.
se entre sus semejantes (…). Al exceptuarse de ello, se
excluye en el màs allà (…) entre los muertos” (Lacan,
1974/2007, p.111). La pulsión de muerte arremete bajo un Desarrollo
goce autista que compulsiona en M su degradación a ser
un puro objeto de goce que la desaparece como sujeto. 1. La intromisión salvaje de la sexualidad:
Este es uno de los modos en que se actualizan los estragos Redoblamiento de lo real
del abuso sexual.
La inscripción de la sexualidad infantil requiere de un
El abuso sexual infantil juvenil implica una convoca- Otro que done una urdimbre simbólica-imaginaria para
toria desubjetivante, consciente, oculta y paulatina, por anudar lo real del goce, inscribiendo legalmente al sujeto
parte de un adulto a un niño o púber, a participar de en relación al objeto a. Con la segunda oleada de la sexua-
actividades sexuales que su psiquismo no puede compren- lidad el empuje a lo real produce una revuelta pulsional
der; incluso cuando este último alcanza a percibir la que pone a prueba la eficacia de las identificaciones
inten­cionalidad del abusador, la operatoria perversa ya ha edípicas, en consecuencia, la validez de los títulos guarda-
fracturado la autonomía psíquica y física induciendo una dos en el bolsillo durante el período de latencia. Se trata
obediencia total que le impide negarse o protegerse. de un esfuerzo de anudamiento para nombrar la falta de
Sin su consentimiento como sujeto, la apropiación de objeto, para velar la no-relación sexual pero ahora con la
su cuerpo como objeto de goce se lleva a cabo primero, posibilidad de poner en acto la asunción de una posición
bajo técnicas siniestras de seducción, de modo tal, que el sexuada, no sin el rodeo necesario.
niño o púber experimente que eso que recibe es lo que Pero la intromisión salvaje de la sexualidad que tiene
busca, de “lograr que aquel que es abusado se quiebre de lugar bajo el abuso sexual, redobla el agujero que la sexua-
tal manera que confiese que eso es lo que desea (…). Las lidad hace en lo real provocando un cortocircuito en lo que
técnicas de seducción son técnicas de captura y de aliena- debiera ser un juego libre y exploratorio en el campo de la
ción intrapsíquica (Bleichmar, S. 2016; p.156, 160). sexualidad, inyecta necróticamente una excitación corpo-
Es “como si la propia pulsión fuera expropiada y usada ral que excede toda posibilidad de elaboración.
por el adulto para su satisfacci6n. A partir de allí, sobre- El abusador, frecuentemente el padre o una figura
viene inevitablemente la culpa por la sensación de parti- significativa de quien se espera amor y cuidado, en lugar
cipación subjetiva” (Toporosi, 2018, pp. 31-32) Esto signi- de desilusionar -por ej. a la niña- con ternura, transmi-
fica que el goce que el cuerpo experimenta se contrapone tiendo la ley de prohibición del incesto, la seduce e induce
a lo que el Yo siente, porque “una cosa es lo inevitable a actuar sus fantasías edípicas. En medio de esta confu-
que le ocurre al cuerpo y otra cosa diferente es lo que sión que la embarga, cuando las siniestras técnicas de
siente el Yo que habitualmente rechaza y detesta lo que seducción van perdiendo su efecto, el perpetrador encuen-
suele registrar como humillante (…). Esta es una de las tra un segundo modo de atrapar a su presa, le infringe
cuestiones más culpabilizantes” (p. 33, 89), que ciegan la amenazas, la inocula de culpas, degradaciones, temores,

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le asegura que nadie le creería, ni siquiera su madre, de va que inunda al Yo, aunque rudimentaria, no deja de ser
la que perdería incluso su amor o moriría, siendo culpable un intento de procesamiento de lo traumático.
de causar una tragedia familiar, etc. La sensación de Luego “en un segundo momento el sujeto entra en un
sentirse librada al sadismo del abusador, suele devenir lo estado de repliegue que puede confundirse con una
más traumático en esta etapa. depresi6n. Hay como una apatía y desco­nexi6n con el
ambiente” (p. 50), suele ser una respuesta a la desmenti-
Los hechos de abuso a los que Z era sometida por parte de da de un entorno que astilla cada vez más el amor propio
su padre, y las amenazas sádicas que este realizaba acerca del sujeto. El encapsulamiento sobre sí mismo parece ser
de que la madre la abandonaría, no volveria a buscarla, y entonces, un modo fallido de sustraerse de ese entorno
luego se moriría, impactaban en el psiquismo de una niña nocivo, a la vez, que un modo de mantener la homeosta-
que estaba en plena etapa edípica y podría haber tenido sis familiar. Ya que, “muchas veces son culpabilizados por
fantasías de eliminar a su madre (…). Su sufrimiento no otros en el entorno familiar, a lo que se suma su propia
esta­ba aún ligado a los acontecimientos sexuales genitales culpabilidad por sus propias pulsiones” (p. 125), condu-
del abuso (…). Z presentaba como síntoma el terror ciendo muchas veces a que se retracte cuando ha logrado
permanente de separarse de su mamá y la presi6n desme- exponer al abusador.
dida sobre si misma de que ella debía cuidar a su madre Es importante diferenciar este repliegue narcisista de
para que esta no se muriera (…). una franca depresión. La misma se caracteriza (DSM 5,
El suceso acaecido en la infancia recibe una significación 2014, p.160-161) por la presencia durante al menos dos
de abuso sexual, recién luego de la experiencia de sensa- semanas de, cinco o más, de los siguientes síntomas
ciones ligadas a la sexualidad genital a partir de los cambios (siendo al menos uno de ellos los síntomas 1 o 2), la
hormonales de la pubertad, desencadenando así un mayor parte del día, casi todos los días:
traumatismo en la adolescencia” (Toporosi, 2018, p. 42, 44) A. 1) Estado de ánimo deprimido como vacío y/o deses-
peranza. En niños y adolescentes el estado de ánimo
2. La disociación del Yo: una defensa fallida al puede ser irritable. 2) Disminución importante del
traumatismo interés o placer en casi todas las actividades. 3) Pérdi-
da importante de peso sin hacer dieta, o aumento. 4)
Un acontecimiento deviene traumático dependiendo Insomnio o hipersomnia. 5) Agitación o inhibición
de la significación que le otorgue el sujeto, específicamen- psicomotora. 6) Fatiga o pérdida de energía. 7) Senti-
te “una situación disruptiva habría resultado traumática miento de inutilidad o culpabilidad excesiva, que
en la medida que hubiera actuado impidiendo la normal puede llegar a ser delirante. 8) Disminución de la
articulación entre afectos y representaciones psíquicas, capacidad para pensar o concentrarse o en la toma de
habiendo provocado un colapso entre lo psíquico, lo decisiones. 9) Pensamientos de muerte, ideas o inten-
social, lo temporal y lo espacial” (Toporisi, 2018, p. 43). tos suicidas recurrentes, con o sin un plan suicida.
El abuso sexual provoca tal arrasamiento subjetivo B. Los síntomas causan malestar clínicamente significa-
que sus marcas en el psiquismo suelen avasallar al sujeto, tivo, deterioro social, laboral, o en otras áreas impor-
provocando en muchos casos la regresión al narcisismo tantes del funcionamiento.
primario como modo defensivo. El abuso sexual impone C. No puede atribuirse a efectos fisiológicos de una
al Yo pulsiones repulsivas, terroríficas, desestructurantes, sustancia o a otra afección médica.
dispara una angustia automática que lo “obliga a crear D. No se explica mejor por la esquizofrenia u otros
defensas extremas que pueden anestesiar el placer por la trastornos psicóticos.
vida (…). El contacto emocional con sus propios impulsos E. Nunca ha habido un episodio maniaco o hipomaniaco.
suele quedar profun­damente alterado (…). Se genera una
regresión al narcisismo primario que impide al sujeto Vemos entonces, que el repliegue narcisista efecto del
implementar defensas eficaces” (p.15-16, 38), lo que abuso sexual infanto juvenil, si bien puede traer aparejado
compromete seriamente la relación consigo mismo y con deseperanza, ideas o pensamientos respecto a no querer
los otros. seguir viviendo frente a lo insoportable de siniestras imáge-
Se trata de una situación disruptiva, traumatizante, nes intrusivas, e introversión con la baja en sus funciones
que no puede ser olvida­da, la falta de ligazón impide la cognitivas y en el lazo social, etc.; se diferencia de una
evocación. En el inicio solo puede evacuarse bajo lo que depresión, pues no se trata de un franco ánimo deprimido,
Freud llamó reminiscencia, “las imágenes de lo sucedido no hay una posición respecto a querer matarse, ni llega a
invaden permanentemente al principio, (…) desencade- la inhibición psicomotora, no se trata de fatiga ni pérdida
nando pesadillas. (…) Lo que resultó traumático (…) de energía, mucho menos de culpabilidad delirante que
suele tener una presencia abrumadora, permanente y pise la melancolía, etc, por lo menos, si se trata de un sujeto
compulsiva (…). Es el signo de percepción: pedazos de lo con una estructura neurótica consolidada.
visto y oído” (p. 48, 65). Restos de un real que irrumpen Sobreviene una tercera etapa, “mecanismos de repre-
en el relato quitándole su coherencia, desorganizándolo, sión mediante, el afecto rompe el enlace con las represen-
“en un primer momento después de lo sucedido es el taciones y estas desaparecen de la conciencia (…). Pero
relato como descarga (…). Un contar con afecto compro- generalmente intervienen mecanismos más extremos
metido” (p. 125, 127). La catarsis de esa cantidad excesi- aun, de disociación y de escisión del Yo” (Toporosi, 2018,

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p. 18). La imposibilidad para integrar lo traumático a la de un familiar. Para Sandra la experiencia del abuso sexual
vida psíquica, promueve un “tercer momento (…). El Yo resulta aún más traumática puesto que el Otro materno, en
corta por comple­to lazos con la vivencia traumática que lugar de defenderla del pariente abusador, le ordena “tener
queda totalmente encapsulada y disociada” (p.50, 125). la boca callada”, dejándola caer como sujeto.
En estos casos, se trata de “un contar donde los hechos Sandra tenía entonces 16 años. El desarrollo de la anorexia
son cosas, y el sujeto está a distancia de esas cosas, corno es repentino y muestra una especie de cortocircuito
si no fueran parte de su biografía y de su padecimiento” holofrásico entre la orden materna y su elección anoréxica
(p. 129). Se trata de la disociación del Yo como defensa (…). La boca cerrada de Sandra es la respuesta del sujeto
fallida al traumatismo del abuso sexual. Esto tiene un al goce del Otro. Por un lado, en el sentido de que es como
costo altísimo porque empobrece al Yo, lo torna, entre si diera por no ocurrido el abuso (oral) sexual acatando el
otras cosas, vulnerable a la repetición intergeneracional. mandato materno, y, por otro, llevando al extremo esa
orden materna de tener la “boca cerrada”, parece desvin-
3. La deriva pulsional bajo las actuaciones cularse del Otro abusador creando entre ella misma y el
goce del Otro (…) una especie de barrera. (…).
El abuso sexual suele promover una deriva pulsional La anorexia se configura como una maniobra de tratamien-
que devora el cuerpo bajo una angustia sin bordes. Un to del goce del Otro cuando este goce aparece fuera de la
cuerpo que no se rige bajo la sintomatología metafórica, Ley simbólica, excesivo, no reglado. La regulación férrea
enigmática, cifrada por el retorno de lo reprimido reasegu- en la que se vuelca la anoréxica puede ser, en efecto, una
ro de la división del sujeto; sino más bien, por una cuestión modalidad subjetiva (patológica y abocada al fracaso) para
decíamos, que afecta directamente al narcisismo. introducir una negativización de este goce maligno (Recal-
La furia auto culpabilizante, “el odio por la propia cati, M. 2003, p. 127).
imagen transforma así el cuerpo en un blanco masoquis-
ta. El único modo que parece encontrar Elisa para tratar Vemos que la función singular que cumple la anorexia
lo real en exceso del cuerpo pulsional (…) es el de su para Sandra, no revela el vacío de una anoréxica que goza
martirización: cortes, golpes, privaciones de todo género, en la privación, sino un vacío existencial en el corazón
quemaduras” (Recalcati, M.; 2003. p.89). mismo del sujeto, la alienación holofrásica infunde la
Aquello traumático, que en un primer momento inten- sospecha de una anorexia vera, se entiende entonces, “la
ta evacuarse, pero retorna compulsivamente puede resul- dimensión de las problemáticas narcisistas se sitúa en el
tar enloquecedor, es lo que hay detrás de “muchos inten- centro de la clínica del vacío (p.14).
tos de suicido de adolescentes (…) no quieren morir, sino Por su parte, en el acting out si bien el sujeto està aùn
que no soportan la presencia permanente e invasiva de en el campo del Otro, se trata del montaje de una escena
las imágenes del abuso” (Toporosi, 2018, p. 49). Otros se en el intento furtivo por llamarlo, por mostrarle al Otro
cortan la piel para sentir un dolor físico que apacigüe el una angustia que no es señal de ningún deseo, algo vacila
dolor psíquico casi de modo inmediato. en el fantasma. El “acting out es esencialmente algo, en
Ya estamos en el terreno de lo que se conoce como la conducta del sujeto, que se muestra (…) su orientación
patologías del acto. hacia el Otro, debe ser destacada (…). No es el sentido,
En el pasaje al acto el sujeto está identificado con el sea cual sea, de lo que interpretan ustedes lo que cuenta,
objeto a cómo resto desechable, sin la mediación de las sino el resto” (Lacan, 1962-1963/2007; p. 136, 140).
identificaciones simbólico imaginarias, su acto no implica Es necesario aclarar también, que ciertas actuaciones
una llamada al Otro, se trata de algo sumamente privado, comienzan bajo la lógica del acting, el sujeto no piensa
riesgoso. El dejarse caer de la escena es el correlato poner en riesgo su vida, pero algo excede esa lògica, lo
esencial del pasaje al acto, “la puesta en relación del real de la angustia accidenta al sujeto hacia el franquea-
sujeto con lo que él es como a. No sin razón el sujeto miento de la barrera que lo separa de a, y el acting devie-
melancólico tiene tal propensión, siempre llevada a cabo ne pasaje al acto.
con una rapidez fulgurante, desconcertante, a arrojarse
por la ventana” (Lacan, 1962-1963/2007, p. 123). En 4. Conductas sexuales abusivas en adolescentes
efecto, la ventana en tanto recuerda el límite entre la
escena y el mundo, indica lo que ese acto significa. También pueden darse durante la adolescencia ciertas
Sabemos que no todo pasaje al acto requiere de un actuaciones que rompen el semblante bajo conductas
suicido franco, ni de autoinjurias fugaces en el cuerpo, es sexuales abusivas, “Pereira Franca sostiene que aun
posible leer en muchos casos la eyección sostenida del cuando la escisión del Yo esté instalada, la desautoriza-
sujeto y el intento necrotizante por defenderse de ese Otro ci6n operando (…) las consecuencias para el desarrollo
absoluto, por ej. bajo determinadas toxicomanías que identificatorio del niño son nefastas” (Toporosi, 2018, p.
cumplen la función de suplencia psíquica, o bajo deter- 52). En ocasiones, al no poder transformar el episodio
minados trastornos alimentarios. Veamos en la siguiente traumatizante en una experiencia metabolizable “el desti-
viñeta el peso del secreto redoblado por el Otro materno, no más cruel es la identificación con el agresor (…).
Desembocando en conductas transgresoras” (p. 52-53)
En el caso de Sandra, (…) la anorexia restrictiva se desarro- durante la adolescencia.
lla unos meses después de haber sufrido abusos sexuales No se trata de juegos sexuales infantiles, pues estos

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implican un acuerdo entre niños de edades similares, no En este sentido, ya sea, en el ámbito clínico, psicoso-
hay relación asimétrica de poder; hay una búsqueda de cial o forense, el analista deberá estar advertido de sus
descubrir sensaciones placenteras corporales; tienen un propios fantasmas, para no sesgar la evaluación de un
nivel de representación y de transformación enmarcado posible hecho de abuso sexual. La observación clínica, la
en el juego simbólico, por lo tanto, no les genera angustia, entrevista psicológica y toda herramienta que pueda
ni la necesidad de comunicárselo a los adultos. facilitar la expresión más allá del lenguaje verbal - como
Cuando la conducta abusiva proviene entonces de un por ej. la hora de juego diagnóstica, o las técnicas proyec-
adolescente, este es responsable de los efectos traumáticos tivas gráficas como el dibujo libre o la familia kinetica,
que le infiere al niño, pero, aun así, no puede igualarse etc.- deben ser instrumentadas libres de sugestión, y ser
una actuación en la adolescencia con el acto de un adulto ajustadas a la singularidad situacional y vital del niño o
abusador. Es necesario considerar que los adolescentes púber, de modo que pueda ser escuchado no sólo en su
están aún realizando traba­jos de constituci6n psíquica en vertiente jurídica sino también subjetiva (Ormart, E.; y
los que prima la acción como lenguaje (p. 152). Sobre Otros, 2015, p. 72-73).
todo, si el púber atravesó situaciones de abandono afecti- Asimismo, en caso de traumatismo será necesario
vo, o si su narcisismo primario se cons­tituyó con déficit delimitar el grado de constitución psíquica del sujeto, no
por parte de los adultos significativos, en muchos casos, será lo mismo que impacte sobre un psiquismo que ya
“las actuaciones sexuales en la adolescencia pueden dar atravesó el Complejo de Edipo, lo que supone la instau-
cuenta de un ejercicio de poder a través de la sexualidad, ración de la prohibición, que en un psiquismo que no
coma intentos de reafirmar una identidad viril cuando las cuenta con esa legalidad. Por ej,. si el abuso sexual se
condiciones familiares y sociales fallan” (p, 171). perpetra contra un niño en etapa preescolar, los efectos
Será fundamental evaluar si estamos en frente de una del abuso sexual podrían manifestarse en la dificultad
actuación adolescente transitoria o, frente a un funciona- para establecer sus primeros lazos exogámicos, en la
miento psíquico que perfila hacia una constitución detención o regresión de funciones adquiridas en el
perversa. Habrá que identificar si hay un Yo cosificando control de esfínteres o el lenguaje, etc.
al sujeto como instrumento de goce; si se trata de un Mientras que, en un púber, con un registro más claro
impulso que constituye una pura descarga pulsional; si -que un niño en etapa escolar o latente- de la intención
está en funcionamiento un superyó normativo a partir del del abusador, la culpa suele intensificarse al modo autoin-
cual se despliega la culpa, la vergüenza o el horror por el juriante. Culpa por lo prohibido, por no develar el secreto,
hecho cometido; si experimenta el goce de manera sintó- por el goce experimentado en su cuerpo; culpa por la
nica o distónica. Es decir, como se emplaza el sujeto frente ruptura familiar si develó el secreto y fue escuchado;
a sus propias acciones y en sus relaciones con los otros, culpa por la rabia y el resentimiento hacia el abusador y
“Silvia Bleichmar plantea (…), lo que caracteriza, en la a los adultos significativos que debieron protegerlo. Pero,
infan­c ia, una corriente perversa que podría devenir sobre todo, una angustia desmedida puede desembocar
perversión adulta, es la no renuncia a un goce sobre la en actuaciones autolesivas con o sin intento suicida, o en
base del amor al semejante” (p. 174), sino su ocultamien- el despliegue de mecanismos disociativos cuando ha
to sobre la base del miedo al castigo. fracasado la represión.
Ambos diagnósticos son inseparables de un tercero,
5. Diagnóstico multidimensional es imprescindible identificar el tipo de constitución
familiar del niño o púber abusado, si hay un adulto que
En los casos de sospecha de abuso sexual infanto pueda protegerlo, o si predominan mecanismos de renega-
juvenil, son varios los diagn6sticos en simultáneo que ción, perversión, o escisión.
deben considerarse (Toporisi, 2018, pp. 60-62, 65-66, Suele tratarse de familias disfuncionales, de caracte-
80-81, 113). rísticas patriarcales, con montos significativos de promis-
Por un lado, es necesario identificar si estamos frente cuidad y confusión de roles, de tinte endogámicas, con
a un niño o púber que ha sufrido una situación disruptiva antecedentes de consumo o conductas psicopáticas. Es
devenida traumática, “el dato principal que marca que se claro que para que exista abuso sexual reiterado al interior
trata de un sufrimiento autentico es como el padeci­miento de una familia, es necesario un grado importante de
atraviesa corporalmente” (p.78), cambios bruscos en la renegación, o peor aún, la complicidad de otros adultos
conducta, llanto aparentemente inmotivado, miedos que responsables del cuidado.
antes no estaban, estado de alerta permanente, trastornos Sin embargo, en muchos casos, tiene lugar la repeti-
en el sueño, pesadillas, actuaciones, etc., en niños puede ción intergeneracional inconsciente del abuso sexual,
aparecer además enuresis o encopresis secundarias. “algunas mujeres (…) desmienten la posibilidad de que
Indicios que pueden observarse en juegos o comporta- sus hijos sufran un abuso y no pueden entonces proteger-
mientos sexualizados que no corresponden al repertorio los” (Toporosi, 2018, p. 24), no se trata de madres negli-
de la sexualidad infantil, trozos no metabolizados de lo gentes, ni perversas, sino de madres escindidas que no
visto u oído que aparecen de modo disruptivo en dibujos pueden detectar que sus hijos están atravesando algo
o relatos; la interrupción de un juego cuan­do se acerca a similar a lo que ellas padecieron y enmudecieron; en
algo demasiado angustiante, o aparece la retractación o ocasiones la escisión las insta a retener endogámicamen-
negación de lo relatado, etc. te a los hijos proyectando el peligro en el afuera.

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6. Tratamiento yo manejaría los límites y los bordes de la realidad, la


tranquilizaba y le permitía hacer la experiencia de ser
Si el tratamiento se inicia varios años después de sádica y tener el dominio sobre mi (…)
sucedido el trau­matismo, el sujeto podría tener mayor Se trata, en ese momento, de contener la proyecci6n. Al
capacidad asociativa para elaborar lo acontecido y encrip- actuar yo el susto de la chica, funciono como un Yo que la
tado (Toporosi, 2018, p. 130). suplementa, ante el Yo desbordado de ella. El Yo de ella,
Pero si llega al poco tiempo de sucedido el abuso para poder procesarlo, necesita ir acercándose a lo traumá-
sexual el aparato psíquico posiblemente ya ha implemen- tico, paulatinamente, hasta que lo tenga a una distan­cia en
tado defensas para poder seguir viviendo, decíamos, la que no lo rechace y le sea posible integrarlo (Toporosi,
represión, o defensas más extremas como la disociación 2018, p. 131-134, 136).
o la escisión de Yo. Si la entrevista en Cámara Gesell o las
pericias llegan cuando estas defen­sas se organizaron, el
niño o púber no podrá recordar o integrar lo acontecido. Conclusión
Ese es el terreno en que la justicia penal avan­za para
sostener que el abuso no sucedió y absolver al abusador, Resulta imposible analizar el abuso sexual infanto
abriéndole camino a la revinculación, con los efectos juvenil sin contextualizar sus condiciones de producción,
nefastos que esto supone. el componente individual y familiar en el marco de los
Por ello, es fundamental tener herramientas precisas componentes jurídicos, sociales, culturales, económicos,
para reconocer la presencia de lo traumático, sus formas políticos, etc.
de irrupción no verbales, sus modos de permanencia Esto implica una posición ética del analista que permi-
silenciosa (p. 18, 55). No puede pensarse aquí que la ta denunciar los mecanismos de desmentida y renegación
maniobra transferencial sea la interpretación de aquellos a nivel intrafarniliar, pero también a nivel institucional.
trozos que irrumpen en el lenguaje corporal, hablado, La necesidad de abogar por un trabajo interdisciplinario
lúdico, precipitarla podría ser iatrogénico. e intersectorial que confiera un estatuto real a los derechos
Para que algo de lo innombrable tenga alguna chance de tanta subjetividad vulnerada.
de elaborarse, será necesario en los casos de abuso sexual A la par, de apuntalar en el niño o púber su condición
infanto juvenil, un marco transferencial que aloje los de sujeto, aparatándolo de la coagulación o destino de
contenidos traumáticos permitiendo su procesamiento victimización, desvalimiento y estigmatización.
bajo una experiencia de omnipotencia. A partir de la cual,
el niño o púber pueda desplegar el dominio del sadismo
sufrido pasivamente, para que pueda subjetivarlo en una REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
escena singular cuyo contenido y ritmo le confiera solo a
èl. Pero la custodia de los bordes le conferirá al analista, Bleichmar, S. (2016). Verguenza, culpa, pudor: relaciones entre la
necesitará hacer de límite y soporte de aquello traumático psicopatología, la ética y la sexualidad. Buenos Aires. Editorial
proyectado, hacer de yo auxiliar hasta que el sujeto pueda Paidós.
subjetivar el abuso sexual padecido. Lacan, J. (1962-1963/2007). El seminario de Jacques Lacan, libro
10. La angustia. Buenos Aires. Editorial Paidós.
T. vive en un hogar con sus hermanitos. Fue abusada por Lacan, J. (1974/2007). “Despertar de primavera”. En Intervencio-
el padre (…) nes y textos 2, Buenos Aires, Editorial Manantial.
En los últimos minutos de la sesión de repente me dice: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (2014).
Que dedos grandes tenés (…). ¡Me agarra las manos y 5ta Edición. Buenos Aires. Editorial Medica Panamericana.
empieza hacer fuerza (…) mientras grita! ¡Te los arranco! Ormart, E., Salomone, G., Salomé Lima, N., López, G., & Pena, F.
y se ríe con mucho sadismo. Yo lo intento transformar en I. (2015). “Abuso sexual en la infancia y ética profesional. Al-
un juego. ¡Digo! ¡Ay que miedo que tengo!! Hay una bruja gunas consideraciones sobre la responsabilidad del psicólogo a
mala que me quiere arrancar los dedos (…). Cuando siento partir del filme Jagten”. Perspectivas en Psicología: Revista de
que me puede lastimar enserio, bajo el volumen de la voz Psicología y Ciencias Afines, Vol. 12. Mar del Plata.
para marcar que salgo del juego por un instante y le digo: Recalcati, M. (2003). Clínica del vacío Anorexias, dependencias,
Podemos jugar, pero no podés ni lastimarte vos, ni lasti- psicosis. Madrid. Editorial Sintesis.
marme a mí (…). Volvimos al juego de la bruja y la chica Toporosi, S. (2018). En carne viva. Abuso Sexual Infanto Juvenil.
que estaba muy asustada, ofreciéndome yo para que a Buenos Aires. Editorial Topia.
través mío tomara contacto con su miedo. Ella le dio forma
al juego al que yo la invité a entrar (…).
Sostuve el clima de terror que se había impuesto, sabiendo
que mientras yo lograra tolerarlo, lo mejor era no interrum-
pirlo (…). En el manejo por manipulación que Winnicott
llama experien­cia de omnipotencia, puede comenzar a
integrar eso que estaba disociado, haciendo la experiencia
de la agresi6n y de terror dentro del juego (…)
El que yo le hubiera garantizado que era un juego en el que

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