Espíritu de La Casa - Impresión
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Espíritu de la Casa
Documento fundacional
P Ormières
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INTRODUCCIÓN
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COMENTARIO TEOLÓGICO AL DOCUMENTO ‘ESPÍRITU DE LA CASA’
Este escrito, con toda probabilidad de 1834, es respuesta a la llamada de Dios que interviene
en la historia de los hombres y es, al mismo tiempo, una oferta concreta para los que se
sientan llamados al compromiso de ser ‘ángeles’ para los demás.
Casi no hay en el documento una sola afirmación que no tenga detrás un aporte bíblico.
Invitamos a continuar anexando citas, fruto del estudio.
No busca la instrucción como fin, sino que le interesa el futuro del hombre, de todo el
hombre. Que llegue a conocer aquello que le lleva a realizarse según el plan de Dios sobre él.
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Encierra este documento una particular visión del misterio de Cristo, de la Iglesia y de la
sociedad. La vocación del Siervo de Dios le orienta hacia la inserción en la realidad de su
época, la evangelización y la promoción humana del mundo rural.
Sólo pudo escribirlo desde la escucha a la Palabra y desde el contacto constante con la
Palabra. Desde la Palabra descubrió su propia vocación y la situación social en la que vivía. –
4
Positio Pág. 457-.
Con la fuerza de la fe, esta Palabra se transformó en el fundador en amor visible a Cristo y a
los hermanos, y en fermento de comunión fraterna para la salvación de los pequeños; y un
signo de esta acción de la Palabra en su vida es la continuidad espiritual que perdura en su
‘Obra Ángel de la Guarda’ –Ibid-.
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Es un manuscrito del P. Ormières, sin fecha, pero posiblemente temprano, porque hay
referencias que permiten situarlo antes que pensara en las fundaciones de los Hermanos y
de los Padres –I Tomo Las HH. Del Ángel de la Guarda, C. Robles-.
Como siempre, rehúsa entrar en las polémicas internas, cuya base política hacía mucho más
difícil el encuentro y el diálogo, la cooperación y la acción conjunta del catolicismo en
Francia.
En el comienzo del documento hay una cita -1Cro 29,19- de la plegaria de David sobre
Salomón, a fin de que pudiera edificar la casa del Señor.
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Todo el Documento está atravesado por esta idea carismática, programa de vida para el P.
Ormières:
“Formar verdaderos discípulos de Jesucristo, este es nuestro fin principal, nuestro
único fin. Los Evangelios, los Libros Santos: nuestra Regla y guía”.
Propone una espiritualidad cristocéntrica: al Padre por el Hijo. Se trata de formar hijos de
Dios, mediante la semejanza con Cristo y con el Padre –F. Camacho-
Para ser verdaderos discípulos de Cristo basta seguir las condiciones que Él propone para el
seguimiento:
negarse a sí mismo y tomar la cruz
acentúa la idead de la oposición y persecución que va a encontrar el seguidor, como la
encontró el propio Cristo
‘Bajo el peso de esta cruz hay que seguir a Jesús’
para este seguimiento hay que tener valor y fe.
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“Ahí lo encontramos todo”: mansedumbre-humildad en la línea delicada y respetuosa del
Siervo de Yahveh, asumida por Jesús, que tiene como objetivo primero establecer en
nosotros el Reino de Dios, buscando su justicia y su gloria.
sencillez
docilidad
obediencia “hasta la muerte de nuestras pasiones, de nuestro orgullo, de nuestro
amor propio
sometimiento y anonadamiento de sí mismo
desinterés
paciencia, que ha encontrarse en la oración.
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CITAS BÍBLICAS TEXTO
1 Cor 12, 12-27 1. Destinados a educar a la juventud y a formar miembros vivos de este
1 Pe 2,5 Cuerpo Místico, cuyo Jefe está coronado de gloria en los cielos, debemos
Rm 12, 3-6 estar penetrados de la importancia de nuestra misión y pensar seriamente
Col 1, 18.24
en los medios de cumplirla bien.
Ef 6, 6-7
Hb 2, 9
4. Nosotros somos la sombra que pasa; pero no ignoro, Dios mío, que Tu
1Cro 29, 15
1Cro 29, 17 sondeas los corazones y amas la sencillez; por eso te he ofrecido todo con
alegría en la sencillez de mi corazón.
Sal 107 (106), 24.31
Sal 77 (76), 15 5. Haces resplandecer tus maravillas en la profundidad de nuestra nada.
Lc 1, 48
9
1Cor 1, 27 6. Escoges a los necios según el mundo para confundir a los sabios. Escoges
Lc 1, 49-53 a los más viles, a los más miserables, lo que no es nada según el mundo,
Sal 113 (112) para confundir a los poderosos, para destruir lo que hay de grande.
Levantas de la basura a los pobres para colocarlos con los príncipes de tu
1Pe 2, 9
Ex 19, 5-6
pueblo, raza escogida de sacerdotes-reyes que publican las grandezas de
Ex 15, 11 aquel que les ha llamado de las tinieblas a su admirable luz. Pero, Señor,
Eclo 43, 31 ¿quién podrá verte y representarte, quién dirá tu grandeza?
Mt 3,17 9. Dios nos da por guía a su Hijo muy amado. A ese Hijo, esplendor del
Hb 1,3 Padre, Camino, Verdad y Vida, es a quien nos manda escuchar.
Jn 14,6
Mc 9, 2-13
10
10. Apliquémonos, pues, a estudiar la vida de Jesús, sus divinas enseñanzas;
en ellas encontraremos todas las Reglas, todos los motivos que deben
Lc 9,23 guiamos y animarnos en el cumplimiento de nuestras funciones. (15) El que
MT 16,24 quiera seguirme, aquel sobre todo que quiera enseñar como yo, que se
niegue a sí mismo -abnegación muy penosa en la carrera de la enseñanza,
pero absolutamente necesaria-, que tome su cruz, ¡Y resulta pesada! ¡Cuánto
valor y constancia para llevarla! Entrega total por parte del maestro;
murmuraciones, terquedad, endurecimiento de espíritu y de corazón,
ingratitud, envidia, interpretaciones torcidas, calumnias, persecuciones,
vio1encias por parte del mundo, de los alumnos, de los padres. Bajo el peso
de esta cruz hay que seguir a Jesús.
Mt 8, 25
Mc 4, 35-39
11. Ante este cuadro podríamos exclamar con los Aposto1es: Sálvanos,
Lc 8, 22-25
Señor, que perecemos.
Mt 8, 26
Mc 4, 40 12. ¿Qué teméis, hombres de poca fe?
Lc 8, 25
Mt 10, 16-25 13. Le basta al discípulo ser como su maestro y al siervo como su Señor. Si
Mt 24, 9 han llamado Belcebú al padre de familias, cuánto más a sus criados. Seréis
Mc 13,13 aborrecidos por todos los hombres a causa de mi nombre.
11
Jn 15,20 14. Si me han perseguido a mí, ¿no os perseguirán también a vosotros? Os
entregaran a los tribunales y os harán azotar en sus sinagogas.
Flp 2,5 16. ¿Podríamos estar tristes, pusilánimes, según nos vamos asemejando a
Rm 8, 17 nuestro divino modelo? Si participamos en sus sufrimientos, participaremos
de su gloria.
1Cor 4, 9-13 18. Al apóstol le agrada repetir muchas veces esa noble prerrogativa: Pablo,
2Cor 5, 13 prisionero de Cristo. Locos por su amor, hemos llegado a ser como la basura
del mundo, como el desecho de todos. Se nos persigue y lo sufrimos. Si
1Cor 1, 27-28
12
2 Tim 2, 11 morimos con Jesús, viviremos con Él. Si sufrimos con Él, reinaremos
Jn 11, 16 también con Él. Vayamos nosotros también y muramos con Él. Una gran
2 Tim 4,8 gloria nos está preparada en el cielo.
Mt 18,5 ¿No mirará como hecho a Él mismo lo que hagamos por los niños? Los que
Mt 25, 40
hayan enseñado a muchos el camino de la justicia, brillaran como estrellas
Mt 19, 14
31- Dn 12, 3
por toda la eternidad
13
***
Mt 11, 29 22. Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón
Lc 19, 10 24a. Hemos sido enviados para salvar las almas y no para perderlas.
Lc 13, 6-9 Estamos encargados de cultivar el campo del padre de familias; no nos
Mt 13, 24-30 corresponde a nosotros cortar los árboles, ni aún los estériles, y echarlos al
fuego. Nuestra misión es trabajarlos, pedir aun más tiempo para que
puedan dar fruto y librarse de su condenación. El Padre de familias prohíbe
a sus siervos arrancar la cizaña que el enemigo ha sembrado, por miedo a
que arranquen también el buen grano.
Jn 20, 21
24 b. Es preciso que esta palabra del Profeta se cumpla en nosotros como se
Mt 12,18-21 cumplió en nuestro divino Modelo, porque Él nos envía como su Padre le ha
Is 42, 1-4 enviado. ¿Podrá, pues, decir de cada uno de nosotros: "He aquí mi siervo,
Mt 12, 14-21 que yo he elegido; mi muy amado en el que he puesto mis complacencias"?
¿Yo derramaré sobre él mi espíritu y anunciará la justicia a las naciones. No
disputará, no gritará, y nadie oirá su voz en la plaza pública. No quebrará la
caña cascada, ni apagará la mecha que aún humea, hasta que haga triunfar
14
la justicia?
Mt 12, 20 25a. Notemos bien estas palabras: nuestra mansedumbre debe ser tan
Is 42, 3 grande que no quepa ni un ligero soplo que pueda apagar la mecha todavía
humeante. No debemos perderla nunca, a fin de asegurar el triunfo de la
justicia que estamos encargados de anunciar.
1 Cor 1, 18 25b. En este triunfo esta la piedra de toque de nuestro amor propio y del
Mt 10, 16 celo de Dios, que no dará nunca su gloria a otro. He aquí por qué; por la
Lc 10, 3 locura de la cruz confunde la sabiduría del mundo, envía lo que hay de más
1 Cor 1, 29 débil y despreciable, la basura del mundo, para triunfar de los fuertes y de
los poderosos del siglo. Envía corderos en medio de lobos, a fin de que
ninguno pueda gloriarse delante de Él.
25c. Ahora bien, ¿por qué cuando nuestros esfuerzos tienen poco éxito nos
Gal 5, 16-26
dejamos llevar por el enfado, el disgusto y el resentimiento? Porque nuestro
amor propio se duele del escaso resultado de su obra o al menos de su
cooperación, y bajo pretexto de vengar el desprecio de la verdad y de la
justicia vengamos el olvido, el desprecio que han hecho de nuestro amor
propio y llamamos el fuego del cielo sin saber de qué espíritu somos.
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de nuestro amor propio, de nuestro orgullo herido. Verdaderamente
Mt 6, 33 pretendemos echar los demonios en nombre de Belcebú y no triunfaremos
jamás. Establezcamos primero en nosotros el Reino de Dios. Busquemos su
Mt 16, 24/Lc 9, 23 justicia y su gloria. La encontraremos en el olvido, en el desprecio de
/Mc 8, 34
nosotros mismos. Es lo que nos enseña nuestro divino Maestro con esta
frase: humilde de corazón.
26b. Sí, es necesaria la humildad para hacerse pequeño con los pequeños,
para enseñar los elementos más simples de las ciencias, de la Religión, para
escuchar las observaciones pueriles y fastidiosas, a las que, sin embargo hay
que contestar muchas veces, para preparar una lección, un ejercicio, para
buscar los medios más sencillos de hacerse entender por los niños, rudos e
ignorantes, para repetir mil veces las cosas a los distraídos que no se
molestan en escuchar; para olvidar, por decirlo así, lo que se sabe, hacerse,
en cierta manera, como los más ignorantes y encontrar así explicaciones a su
alcance, y los medios de hacerse entender. Humilde de corazón, nos dice el
Mt 18, 3
Señor.
26c. Es preciso amar este sometimiento y este anonadamiento de sí mismo.
Es preciso mostrar a los niños una amable sencillez. Es necesario que nos
vean tomar un vivo interés por su trabajo; que nos vean persuadidos que los
razonamientos que les damos son verdaderos. El disimulo y la mentira
siempre están prohibidos. Dios no bendice medidas que le ofenden.
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27. ¿Es esta una tarea fácil? Una inteligencia que ha Llegado al conocimiento
de la verdad por un camino más agradable, más directo, ¿se someterá
fácilmente a volver a ella por un sendero oscuro, monótono y fastidioso?
Lc 2, 51 ¿Qué ha hecho la misma Verdad para retirarnos de las tinieblas de nuestra
ignorancia, del lodazal de nuestra corrupción, de los lazos de nuestra
indiferencia y de nuestra malicia?
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hay más que obedecer. El hombre obediente cantará victoria. Incluso en las
acciones más indiferentes, diríamos que aún en aquellas en las que hubiera
habido una falta.
30b. El justo, nos dice el Espíritu Santo, o aquel que quiere serlo, meditará la
obediencia. Mérito y ventajas de la obediencia que es poco estimada, porque
es poco conocida, porque es poco meditada, porque no fijamos la mirada
sobre este divino Modelo, que no veía su misión, su obra, el momento y los
medios de cumplirla, sino en la voluntad de su Padre.
Dt 25, 4 33. Vemos pues, con qué desinterés se debe ejercer esta misión. Sin duda, el
1 Tim 5, 18 obrero merece el salario de su trabajo: "No se ata la boca al buey que pisa la
hierba". Pero que los maestros se guarden de poner en un vil metal o en la
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estima de los hombres la recompensa de un trabajo tan penoso que no
podría ser pagado con todos los bienes de este mundo. ¿Con qué derecho
nos atreveríamos a recomendar a los alumnos el desprecio de estos bienes, a
demostrarles su frivo1idad y su falsedad, si nosotros los juzgamos capaces
de pagar los beneficios de una buena educación y de compensar el sacrificio
que exige de un maestro responsable?
Mc 9, 41/ Mt 10, 42 36. Si un vaso de agua fría dado en nombre de nuestro Señor Jesucristo no
quedará sin recompensa, cual no será la recompensa de los fieles servidores
Mc 10, 14/ Mt 19, que hayan cortado y distribuido el pan de vida a los niños, los amigos
14 privilegiados del Corazón de Jesús.
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37. Apliquémonos, pues, con solicitud, a conocer, según la expresión del
Jn 10, 11-16 Espíritu Santo, el rostro del pequeño rebaño que nos ha sido confiado. No
1 Cor 9, 25 nos cansemos de vigilarlo, porque no tendremos que gemir siempre bajo el
peso de la autoridad, sino que una corona eterna será el fruto de nuestra
paciencia.
Gal 5, 22-23 38. Sí, la paciencia, virtud tan importante y absolutamente necesaria, sin la
1Cor 13, 4-7 cual todas las otras virtudes se paralizan. ¿Dónde la encontraremos?
39. En la oración. Ahí está el pan cotidiano que debemos pedir a Dios.
Mt 7, 7 Arrojémonos a los pies de Jesucristo; abracemos su Cruz; meditemos a
Mt 11, 29 menudo esta lección importante que Él nos da: "Aprended de Mí, que soy
manso y humilde de corazón". Ahí lo encontraremos todo.
***
41. Nuestro fin al entrar en esta carrera es la educación y, secundariamente,
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Mt 28, 19 la instrucción.
1 Pe 2, 4-9
43a. Dios ha creado las piedras que deben componer el admirable edificio de
la sociedad, y ha dejado en cierto modo a los hombres el cuidado de pulir y
colocar estas piedras en el sitio que Él les ha destinado. Cada individuo tiene
su lugar señalado por la Sabiduría de Dios en este edificio. Le ha dado a
cada uno la fuerza, los talentos, la luz, las gracias necesarias para ocupar
debidamente este lugar.
43b. Un edificio, ¿no se derrumbaría rápidamente, si las piedras más
blandas se colocaran en los cimientos, mientras que las más pesadas
1 Cor 12, 12-30
estuvieran en lo más alto del edificio? ¿No se calificaría de locura, si un
arquitecto, poniendo en los cimientos el mármol más bello, las esculturas
más hermosas, pretendiese coronar un hermoso pórtico con piedras brutas
que no encajan? ¡Qué ineptitud! ¡Qué trabajo tan inútil y penoso para un
obrero que, sin preocuparse de conocer la naturaleza de las piedras que
deben componer el edificio, dejase en bruto los mármoles más bellos y las
piedras más finas, para tallar atrevidamente una piedra blanda y pulir los
cuerpos más ásperos y menos brillantes.
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44. Tal vez alguien se sienta tentado de tomar esto como un sistema.
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