Módulo 6

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ATENCIÓN A LA

DIVERSIDAD

RECURSOS Y ADAPTACIONES
PARA LA ATENCIÓN
EDUCATIVA EN NEAE Y NEE
MÓDULO 6. ADAPTACIONES METODOLÓGICAS Y RECURSOS
PARA LA ATENCIÓN EDUCATIVA EN ALUMNADO CON
TRASTORNOS EMOCIONALES

INTRODUCCIÓN
El abordaje de las emociones, así como de los estados emocionales y su gestión,
afortunadamente se está instaurando como estructura básica en el contexto psicológico y
educacional. Este auge ha sido consecuencia, fundamentalmente, del aumento de patologías
asociadas a aspectos emocionales, o lo que entendemos como trastornos emocionales.
Tradicionalmente, estos trastornos se asociaban a una población adulta. Hoy en día, no solo
pertenecen a este tipo de población, sino que también se incluye la población infantil.

Por estos mismos motivos, la gestión de las emociones es uno de los parámetros que debemos
tener muy en cuenta en el momento de trabajar con los niños y adolescentes en los centros
educativos.

En este módulo trataremos de manera específica los trastornos emocionales más comunes:

- Trastorno del estado de ánimo


- Trastorno de ansiedad
- Trastorno de ansiedad generalizada (TAG)
- Trastorno obsesivo compulsivo (TOC)
- Agorafobia
- Mutismo selectivo

Para comenzar, os proponemos un vídeo de Elsa Punset, en el que expone la necesidad de


trabajar las emociones en niños/as y adolescentes y cómo les puede afectar en su desarrollo:

“Las emociones impactan mucho en la inteligencia de los niños”. Elsa Punset


TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO
El estado de ánimo puede ser normal, elevado o deprimido. Habitualmente las personas
experimentan un amplio abanico de estados de ánimo y de expresiones afectivas. La gente siente
que tiene cierto control sobre su estado de ánimo.

En los trastornos del estado de ánimo se pierde esta sensación de control y se experimenta un
malestar general. El rasgo esencial de los trastornos de esta categoría es que todos ellos reflejan
un desequilibrio en la reacción emocional o del estado de ánimo que no se debe a ningún otro
trastorno físico o mental. Estos se dividen en dos grupos, trastornos bipolares y trastornos
depresivos.

DEPRESIÓN

La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por presentar un elevado
malestar. Puede darse en niños/as o en adultos, pero cuando la depresión infantil se da en
niños/as, debido al hecho de que no poseen recursos para manejar sus emociones, o si los
poseen, lo hacen en menor medida, interfiere más en su desarrollo.

Los niños pueden comunicar o mostrar sentimientos de infelicidad, tristeza, desaliento,


irritabilidad, pero la mayoría de ellos serán reactivos a un suceso externo, servirán para adaptarse
a las diferentes situaciones a las que se enfrenta y el niño se recuperará progresivamente de
estos estados de ánimo. Sin embargo, un pequeño porcentaje de ellos cursará con síntomas
depresivos durante su infancia y/o adolescencia.

La Organización Mundial de la Salud estima que un 3 % de la población infantil sufre depresión,


que representa entre el 10 y el 15 % de las consultas de psiquiatría infantil.

Depresión infantil, señales de alerta y posibles causas

Varios autores han propuesto criterios específicos para el diagnóstico de la depresión en


niños/as. Si bien, son comúnmente utilizados los del DSM-V aplicados a niños/as con ligeras
matizaciones o los del CIE-10, que son específicos para la población infanto-juvenil.
Según CIE-10, los criterios que se utilizan para detectar la depresión en niños/as son:

- Duración del episodio depresivo: mínimo de dos semanas y no estar relacionado con
el consumo de ninguna sustancia.

- Humor depresivo:

o Estado de ánimo deprimido o irritable.

o Quejas de molestias físicas imprecisas.

o Triste expresión facial o una escasa comunicación visual.

o El ánimo irritable se puede manifestar con una conducta agresiva o acciones


que demuestren hostilidad o cólera.

o En los adolescentes mayores, los estados de ánimo pueden tener síntomas


parecidos a los de los adultos.

- Pérdida de interés: hacia el entorno o incapacidad con el juego


o con las actividades escolares.

- Falta de energía: no juega, rechaza ir al colegio, en


casa se le ve desanimado, no habla.

- Pérdida de confianza y autoestima: sentimientos de


inferioridad, incapacidad para asumir retos.

- Reproches: presencia de autodesvalorización o un


sentimiento de culpa excesivo o inapropiado.

- Alteraciones del sueño: insomnio o hipersomnia, no


concilian pronto el sueño, se despiertan por la noche. En otras
ocasiones, concilian demasiado el sueño.

- Variaciones de peso: se puede dar una disminución de apetito.

- Ideas o intentos autolíticos: conductas autodestructivas, en los niños y adolescentes


se observan signos no verbales de conducta suicida como realizar acciones en las
que corre riesgos de forma reiterada, a veces como si se tratase de un juego o adoptar
comportamientos autolesivos como por ejemplo arañarse…

- Incapacidad para concentrarse o tomar decisiones: presencia de problemas de


conducta o un bajo rendimiento académico.

- Actividad psicomotriz agitada o inhibida: se demora mucho realizando ciertas


actividades o presenta una actividad acelerada no acorde a la actividad que está
realizando.

- Quejas somáticas: dolor de cabeza, estómago. Este criterio es muy frecuente en


niños.
A continuación, exponemos, a modo de aproximación a la sintomatología depresiva, los criterios
de Weinberg (1.973) que constituyen un conjunto de criterios operativos claros dirigidos
específicamente a diagnosticar la depresión en niños. Los síntomas de depresión varían según
la personalidad del niño y la etapa de desarrollo en la que se encuentra.

Los síntomas principales son:

A. Estado de ánimo disfórico (melancolía)

1. Expresiones o muestras de tristeza.

2. Malhumor. Cambios en el estado de ánimo.

3. Irritabilidad.

4. Hipersensibilidad.

5. Negativismo.

B. Ideación autodespreciativa.

1. Sentimiento de inutilidad.

2. Deseos de muerte.

3. Tentativas de suicidio.

4. Ideas de persecución.

Otros síntomas habituales son los siguientes:

• Cambios en el apetito, con repercusión en el peso (pérdida, ganancia o


un estancamiento)

• Socialización disminuida: retraimiento social.

• Cambios en el sueño (dificultades para dormir o sueño excesivo)

• Cambios psicomotores (dificultad para estar quieto y moverse


continuamente; o marcado enlentecimiento en las respuestas y
movimientos)

• Pensamientos de inutilidad o culpa.

• Conducta agresiva: dificultades en las relaciones interpersonales,


facilidad para discusiones…

• Fatiga, pérdida de energía

• Quejas somáticas: cefalalgias no migrañosas, algias abdominales…

• Dificultades para concentrarse (por ejemplo, se puede observar una bajada brusca del
rendimiento académico, que se distrae constantemente o quejas de memoria)

• Cambios en el rendimiento escolar: disminución del trabajo diario, quejas de profesores,


pérdida de interés, negativa o rechazo a ir a la escuela…
Factores de riesgo de la depresión infantil:

- Temperamentales: determinados rasgos de temperamento y personalidad


aumentan el riesgo de desarrollar una depresión mayor.

- Ambientales: como acontecimientos adversos en la infancia, especialmente


cuando son múltiples y de diferentes tipos.

- Genéticos y fisiológicos: los niños cuyos progenitores tienen un trastorno


depresivo tienen de dos a cuatro veces mayor riesgo.

- Comorbilidad: tener otro trastorno psicológico aumenta el riesgo de desarrollar


una depresión o de dificultar su mejoría. Tener una enfermedad médica crónica o
incapacitante también aumenta el riesgo de episodios depresivos.

- Factores causales:

o Pérdidas actuales o anteriores (fallecimientos).

o Privación afectiva por parte de uno o ambos progenitores.

o Factores genéticos (una elevada incidencia de depresión se encuentra en los


padres).

o Divorcio o separación.

o Abuso sexual.

o Enfermedades físicas agudas o crónicas que requieran hospitalización.

o Conflictos en la pareja.

o Hostilidad verbal o física paternas

ADAPTACIONES METODOLÓGICAS

Las psicólogas clínicas Pazmiño, C. y Guerrero, V. (2016) en el documento “Estrategias para el


manejo de la depresión en niños, niñas y adolescentes para padres y docentes”, presentan en
dicho documento diferentes estrategias para el manejo de la depresión en niños, niñas y
adolescentes, estrategias para el aula que se exponen a continuación:

- Ayudas en las tareas. Tareas por pasos pequeños. Ayudará a valorar sus logros.

- Crear un clima de clase favorable, participando en actividades grupales.

- Entrevista individual tutor/a-alumno/a para generar empatía. Esto generará


seguridad en el niño/a.

- Escuchar, conocer al alumno/a, ayudará a identificar presencia de cambios


emocionales.

- Uso de mensajes positivos del profesor. No demorarlos, esto constituye un


refuerzo que mejore su sentido de autoeficacia.

- Es recomendable una comunicación asertiva con los padres-familia del estudiante


con el fin de conocer su sintomatología y poder coordinar acciones con la familia.
- Comunicación emocional cotidiana, compartiendo sentimientos y emociones
(crea cercanía e intimidad).

- Evitar etiquetar o prejuzgar; dar posibilidades de cambio, eliminando barreras


actitudinales.

- Dar oportunidades de éxito a los alumnos/as con dificultades para generar


confianza.

- Acabar la clase de forma amistosa, a pesar de los problemas, motivando a los


estudiantes a querer convivir dentro del aula.

- Enseñar a considerar el error como una ocasión de aprender y avanzar.

- Es indispensable la creatividad y voluntad de los docentes utilizando estrategias


lúdicas y ambientales que impacten la vida cotidiana de los estudiantes.

- Evitar adoptar enfoques competitivos o comparativos, evitando así el aumento de


la sintomatología depresiva.

- Atender consultas, prestar atención a sus manifestaciones emocionales dándoles


validez.

- Intentar que el alumno/a se sienta seguro, respetado y aceptado, conociendo sus


capacidades y limitaciones (qué puede hacer y qué no).

- No permitir que se avergüence ni se ridiculice a un compañero/a.

Intervención en depresión infantil - Ginnette Muñoz


TRASTORNOS DE ANSIEDAD
¿QUÉ ES LA ANSIEDAD?

La ansiedad es una emoción normal que todas las personas hemos experimentado, forma
parte de mecanismos básicos de supervivencia y es una respuesta a situaciones del medio que
nos resultan sorpresivas, nuevas o amenazantes. La ansiedad incita a actuar, a enfrentarse a una
situación amenazadora o nos prepara para escapar.

Sin embargo, como toda función de un sistema del organismo, este mecanismo que
normalmente debe ayudarnos a enfrentarnos a una situación puede verse alterado, resultando
esto en una respuesta desadaptativa que ocasiona disfunción en la vida cotidiana, en otras
palabras, un trastorno de ansiedad.

Trastornos de ansiedad en la infancia

La ansiedad en la adolescencia
¿QUÉ SON LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD?

Los trastornos de ansiedad se caracterizan por un miedo y ansiedad excesivos, además de


trastornos conductuales, como evadir ciertos lugares, personas o situaciones. Los trastornos de
ansiedad difieren entre sí en el objetivo o enfoque del miedo. En algunos trastornos de ansiedad,
como la fobia específica, el niño/a sólo le tiene un miedo excesivo a una variedad limitada de
objetos o situaciones. En otros trastornos de ansiedad, como el TAG, el niño/a puede sentirse
ansioso gran parte del tiempo o sobre muchas cosas diferentes.

Cuando los niños/as no superan los miedos y las preocupaciones típicos de los
niños/as pequeños/as, o cuando los miedos y las preocupaciones son tantos
que interfieren con las actividades escolares, en la casa o en el juego,
puede que se diagnostique un trastorno de ansiedad. Ejemplos de los
distintos tipos de trastornos de ansiedad incluyen los siguientes:

- Sentir miedo al estar separado de los padres (ansiedad de


separación). Francisco J. Monje - Sobre el Trastorno de ansiedad infantil por
separación

- Sentir un miedo extremo acerca de una situación o algo específico, como


los perros, insectos o ir al doctor (fobias).

- Sentir mucho miedo de la escuela o de otros lugares donde


haya personas (ansiedad social).

- Estar muy preocupado por el futuro y acerca de que sucedan


cosas malas (ansiedad general).

- Presentar reiterados episodios de miedo intenso, repentino e inesperado, que se


producen con síntomas como palpitaciones del corazón o dificultad para respirar,
o sentirse mareado, tembloroso o sudoroso (trastorno de pánico).

La ansiedad puede presentarse en forma de miedo o preocupación, pero también puede hacer
que los niños/as estén irritables y enfadados. Los síntomas de la ansiedad también pueden
incluir problemas para dormir, además de síntomas físicos como fatiga, dolores de cabeza o
dolores de estómago. Algunos niños/as ansiosos/as no comunican sus preocupaciones y, por
lo tanto, los síntomas pueden pasar desapercibidos.

La ansiedad infantil y adolescente es en ocasiones una respuesta adecuada y necesaria ante


determinadas situaciones que los niños/as perciben como peligrosas, utilizándola como
mecanismo para protegerse del sufrimiento. Sin embargo, en otros casos perciben
la ansiedad como una emoción negativa, desagradable, que les genera un temor excesivo e
irracional, sin causa alguna y de grado desproporcionado.
Síntomas de ansiedad.

Los síntomas de ansiedad variarán en función de la edad y el desarrollo del niño/a. Algunos de
los más frecuentes son:

- Sintomatología en niños y niñas:

o Irritabilidad.

o Rabietas frecuentes.

o Miedos Excesivos.

o Dificultades de atención y concentración.

o Inquietud motora.

o Molestias abdominales, vómitos, mareos…

o Pensamientos obsesivos.

o Pesadillas y terrores nocturnos

- Sintomatología en adolescentes:

o Obsesiones y rituales.

o Angustia.

o Sentimientos de despersonalización.

o Somatización (dolores abdominales, opresión en el pecho…)

o Obsesiones y compulsiones.

o Desrealización.

o Temores y miedos.

Trastornos de ansiedad más frecuentes en niños y adolescentes.

Algunos de los trastornos más frecuentes de ansiedad que encontramos en niños, niñas y
adolescentes son:

- Trastorno de ansiedad por separación: los niños/as están preocupados por estar
separados de sus padres y persona de cuidado. Estos niños/as pueden tener dificultad a
la hora de dejarlos en la escuela y durante el día.

- Ansiedad social: niños y niñas excesivamente cohibidos, haciendo que sea difícil para
ellos/as participar en clase y socializar con sus compañeros/as.

- Trastorno de ansiedad generalizada: los niños/as se preocupan por una amplia variedad
de cosas cotidianas, presentado dificultad en el perfeccionismo y en todo aquello que
tienen que presentar o hacer en el contexto escolar
- Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC): sus mentes están llenas de pensamiento
estresantes no deseados. Tienden a aliviar estos pensamientos con acciones repetitivas
como lavarse las manos, cortar papeles… convirtiéndose en rituales compulsivos. A este
tipo de trastorno dedicaremos un apartado específico en este módulo.

- Trastorno de Angustia (TA): se caracteriza por la aparición súbita e inesperada de varias


crisis de angustia (también llamadas de pánico), seguidas de un periodo de al menos un
mes con ansiedad constante relacionada con el temor de que vuelva a presentarse crisis
y a las posibles consecuencias catastróficas de las mismas, lo que ocasiona que el niño/a
o adolescente cambie su comportamiento.

- Fobias (escolar, animales, agujas…): miedo excesivo, patológico e irracional de cosas


particulares que produce la evitación consciente del objeto, actividad o situación temida.
Se distingues dos grandes tipos de fobias en niños/as y adolescentes:

o Fobia Específica: miedo intenso y continuo, de características excesivas e


irrazonables, provocados por la presencia o anticipación de la posibilidad de
exponerse a un objeto o situación específica (tipo animal, ambiental, situacional…)

o Fobia Social: se caracteriza por el temor intenso y persistente a situaciones


sociales o a ser el centro de atención como hablar, comer o escribir en público,
utilizar baños públicos, asistir a fiestas… No se limita a un lugar específico, sino a
cualquier sitio.

- Trastorno de estrés postraumático: trastorno de ansiedad que pueden sufrir niños/as y


adolescentes, después de haber experimentado o haber sido testigo (también en niños/as
sólo con haberlo escuchado) de un hecho traumático, un accidente, un desastre natural o
una situación violenta, respondiendo con mucho miedo e impotencia y reviviendo esta
sensación después de un mes o más, tratando de evitar todo aquello que se lo recuerde.

TRASTORNOS DE ANSIEDAD EN EL AULA.

Hay muchos tipos distintos de ansiedad, la cual es una de las razones por las que puede ser
difícil de detectar en el aula. Lo que todas estas cosas tienen en común, dice el neurólogo y
antiguo profesor Ken Schuster, PsyD, es que la ansiedad “tiende a cerrar el cerebro”, lo que hace
que la escuela sea difícil para los niños/as ansiosos/as.

En el artículo “La ansiedad en el salón de clases” por Rachel Ehmke en el portal “Child Mind
Institute” aparecen diversos factores a tener en cuenta cuando se nos presenta un alumno/a con
ansiedad, tales como:

- Falta de atención e inquietud: cuando un niño/a no para quieto en su asiento y no está


prestando atención, tendemos a pensar que es TDAH, pero la ansiedad puede ser también
la causa. Cuando los niños/as están ansiosos/as en el aula, podrían tener dificultad para
atender y concentrarse en lo que están haciendo e ignorar los pensamientos
preocupantes que sobrecogen sus cerebros. El Dr. Schuster dice: “Eso parece falta de
atención, y lo es, pero está siendo desencadenada por la ansiedad”.

- Problemas de asistencia y niños/as demasiado apegados: ir a la escuela puede también


ser un problema para los niños/as que tienen dificultad para separarse de sus padres. Un
poco de ansiedad por separación es normal, pero cuando los niños/as no se ajustan a la
separación con el tiempo y su ansiedad hace que ir a la escuela sea difícil o incluso
imposible, se convierte en un problema real.

- Comportamiento perturbante: cuando los niños/as se sienten molestos/as o


amenazados/as o no saben cómo manejar sus sentimientos, su respuesta de pelea o
huida para protegerse puede ponerse de manifiesto; podrían atacar a otro/a niño/a o a un
maestro/a, tirar cosas, o empujar un escritorio porque se están sintiendo fuera de control.

- Problemas para responder preguntas en clase: algunas veces a los niños/as les irá
perfectamente bien con las pruebas y las tareas, pero cuando los/as maestros/as les
preguntan algo en clase se quedan estancados. Ellos/as podrían haber estado prestando
atención a la lección, e incluso puede que sepan la respuesta, pero cuando los mencionan,
el nivel de ansiedad se vuelve tan alto que no pueden responder.

- Problemas en algunas materias: cuando un niño/a comienza a tener dudas sobre sus
habilidades en alguna materia, la ansiedad se puede volver un factor que se interpone en
el aprendizaje o en mostrar lo que sabe. Algunas veces esto puede ser malinterpretado
como un trastorno de aprendizaje cuando es realmente simplemente ansiedad. Sin
embargo, la ansiedad también puede ir mano a mano con los trastornos de aprendizaje.
Cuando los niños/as comienzan a notar que algo es más difícil para ellos/as que para los
otros/as niños/as, y que ellos/as se están quedando atrás, es comprensible que se
pongan ansiosos. El período anterior a que sea diagnosticado un trastorno de aprendizaje
puede ser particularmente estresante para los niños/as.

- No entregar la tarea: la ansiedad puede llevar a que duden de ellos/as mismos/as; un


niño/a ansioso/a podría borrar su trabajo una y otra vez hasta que haya un hoyo en el
papel, y pasarse tanto tiempo en algo que nunca lo termine. Algunos niños/as
ansiosos/as comienzan a preocuparse acerca de las pruebas mucho antes que sus
compañeros/as de clases y podrían comenzar a temer ciertas tareas o materias, o incluso
la escuela misma.

- Evitar la socialización o el trabajo en equipo: algunos niños/as evitarán o incluso se


negarán a participar en cosas que podrían provocarles ansiedad. Algunas veces los niños
evitan cosas porque tienen miedo de cometer un error o ser juzgados.
ADAPTACIONES METODOLÓGICAS EN TRASTORNOS DE ANSIEDAD (fuente Universia
- Shutterstock)

Saber cómo ayudar a un niño que se encuentra en este estado es fundamental en padres y
docentes. Los niños/as con trastornos de ansiedad necesitan aprender a manejar sus emociones
y a tenerlas en cierto estado de control para poder desarrollarse con normalidad. Pero cuando
los límites de ansiedad trascienden lo normal, estos niños/as necesitan especial atención y
cuidado por parte de padres y docentes. A continuación, brindamos algunos consejos sobre
cómo ayudar a los más pequeños/as a superar los estados de ansiedad:

A. Identificación: Existen algunas características como el pesimismo y la negatividad


constante en el ánimo de estos niños/as, los cuáles además se pueden tornar agresivos
y tener rabietas de manera muy seguida y sobre todo cuando quieren negarse a hacer lo
que se les está ordenando. La ansiedad también puede manifestarse a nivel físico con
dolores de cabeza, de estómago o cualquier otro del estilo. Estas son solo alguna de las
señales que el docente puede observar para identificar si un niño/a tiene un problema que
va más allá de un berrinche repentino.

B. La importancia de las rutinas: según los especialistas, los niños/as que padecen de
trastornos de ansiedad necesitan llevar una rutina y control en su día a día. De esta
manera, el docente puede hablar con los padres del niño/a explicándole la importancia
de establecer rutinas en la vida de sus hijos/as, ya que éstas le ayudan a ahuyentar los
episodios de ansiedad o miedo que les puede suponer la falta de organización. En este
punto, es bueno aconsejar que la rutina del menor incluya hacer ejercicios físicos, ya que
esto le ayudará a aliviar el estrés.

C. Ayudar al niño/a a conocer las emociones: es bueno que el niño/a pueda identificar los
distintos sentimientos que puede atravesar una persona. Ayudarlos a “ponerle nombre”
(identificarlas) a las distintas emociones lo ayudará a comprender cómo se siente y cómo
podría actuar cuando un sentimiento negativo aparece para que el mismo no crezca. Se
trata de ayudarlo a conocer los distintos estados de ánimo para que él mismo pueda
reconocer cuál lo asalta y como podría mantenerlo bajo control. Este tema puede ser
trabajado en clase con distintas figuras del rostro humano que manifiesten lo que una
persona está atravesando, con una dinámica que implique propuestas por parte de los
alumnos sobre cómo podrían hacer sentir mejor a una persona cuando no se encuentra
bien o qué medidas podrían tomar para superar distintos temores.

D. No desacreditar al niño/a: buscar un espacio para dialogar a solas con el niño/a, ya que,
si existe una crítica frente a sus pares, la autoestima del niño/a se debilitará. Demuéstrele
que usted es un adulto en el que puede confiar y que el aula es un espacio donde puede
estar seguro/a. Un docente atento sin dudas ayuda a crear un mejor futuro para cada uno
de sus alumnos, dejando huellas de amor imborrables que moldearán un ser más seguro
de sí mismo y más comprometido con su entorno.
OTRAS ESTRATEGIAS DE ACTUACIÓN EN EL AULA: (fuente Understood)

A. Brindar apoyo emocional: dotar al alumno/a de técnicas para tranquilizarse o reducir la


ansiedad, enseñadas anteriormente por un terapeuta. Permita que el estudiante tenga a
mano un objeto que lo tranquilice o fotos de su familia. Ofrezca recesos para “llamar a
casa” (para los estudiantes con ansiedad por separación). Consienta que el estudiante
pida ayuda a un miembro del personal escolar con experiencia en salud mental cuando
se siente ansioso.

B. Organizar el aula, horarios y rutinas: Permita que el estudiante se siente donde esté más
cómodo (cerca de una puerta, en la parte del aula, cerca del maestro/a o de un amigo/a).
Agrupe al estudiante de manera que esté con un maestro o amigos durante las
excursiones escolares. Autorice que el estudiante se tome un descanso para caminar por
el pasillo, ir a tomar agua o salir del aula cuando lo necesite. Realice un plan para que el
estudiante se ponga al día si ha faltado a clase (por ejemplo, que no entregue una tarea o
asignarle un lapso de tiempo determinado para ponerse al día con los deberes). Notifique
con anticipación la llegada de maestros sustitutos u otros cambios en la rutina. Avise con
antelación las transiciones que se aproximan, como el receso y el almuerzo, y practiquen
las transiciones en privado o en un lugar tranquilo.

C. Dar instrucciones y asignar deberes: informe claramente las expectativas y


consecuencias en el aula. Divida las tareas en partes más pequeñas. Confirme a menudo
si hubo entendimiento y su estado emocional. Proporcione una señal antes de hacer una
pregunta al estudiante y otra señal para cuando el estudiante decida no responder.
Ofrezca instrucciones por escrito además de indicaciones verbales. Exima al estudiante
de leer en voz alta o mostrar su trabajo a toda la clase.

D. Presentar conceptos o lecciones nuevas: brinde tiempo extra y/o un lugar separado para
realizar los exámenes de manera de reducir la ansiedad de rendimiento. Consienta el uso
de lista de palabras, hojas de referencia o tarjetas con datos (para los estudiantes que se
bloquean o “se quedan en blanco” durante los exámenes). Establezca límites de tiempo
para hacer la tarea o reduzca la cantidad de tarea. Informe al estudiante que los deberes
que no haya terminado en ese lapso de tiempo no afectarán sus calificaciones.
Proporcione apuntes de clase a través de un email o del portal de la escuela para que el
estudiante lo revise con anticipación. Notifique cuáles son los próximos exámenes (no
los “cuestionarios sorpresa”).
Para concluir este apartado os dejamos unos vídeos de la psicóloga Begoña de Torres-Peralta
Paege con algunas pautas simples de actuación ante trastornos de ansiedad que, aunque están
dirigidos a padres y madres, son perfectamente exportables a las aulas:

Ansiedad en niños: cómo calmar a un niño ansioso

Tres trucos para calmar la ansiedad de un niño


TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA (TAG)
Según Ruiz Sancho, A. M, (Psiquiatra del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid) y
Lago Pita, B. (Psicóloga del Hospital de Día Montreal de Madrid) en su publicación “Trastornos
de ansiedad en la infancia y en la adolescencia” (2005, pág. 273) consideran el TAG como un
trastorno que se caracteriza por una ansiedad y preocupación excesivas y descontroladas que
se presentan la mayor parte de los días y durante al menos varias semanas seguidas. Las
preocupaciones patológicas se acompañan de varios síntomas expresión de la hiperactivación
simpática (taquicardia, taquipnea, sudoración, sequedad de boca, etc.) En los niños, el espectro
de síntomas es a menudo más limitado que en adultos. En ellos, son frecuentes la necesidad
constante de seguridad y las quejas somáticas vagas e inespecíficas recurrentes. Un síntoma
característico es la llamada ansiedad flotante, que es una ansiedad que es generalizada y
persistente y no está restringida a una situación particular. Las preocupaciones son múltiples y
variables; son niños/as “preocupones” que sufren constantemente de temores poco realistas
referidos a su competencia, desempeños pasados o por el futuro. También se preocupan mucho
por la puntualidad; posibles eventos futuros o las situaciones novedosas son también fuente de
preocupación potencial para estos críos. A veces es un problema distinguirlo de la depresión
pues se asocian o solapan frecuentemente. Aunque en la infancia no existen diferencias
genéricas, en la adolescencia parece ser un trastorno más prevalente entre chicas. Se
recomienda cuidado a la hora de diagnosticar el trastorno en niños menores de 7 u 8 años de
edad, pues a esa edad ocurren cambios cognitivos que pueden condicionar la aparición de
preocupaciones y temores.

Para efectuar el diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada, los especialistas se basan


en los criterios diagnósticos del DSM-V o del CIE-10, dos clasificaciones de las enfermedades
consensuadas por especialistas de diferentes nacionalidades y reconocido prestigio.

Según DSM-V (fuente: American Psychiatric Association)

El TAG se caracteriza por ansiedad y preocupaciones excesivas (anticipación aprensiva), que se


produce durante más días de los que ha estado ausente durante un mínimo de seis meses, en
relación con diversos sucesos o actividades (como en la actividad laboral o escolar).

A. Al individuo le es difícil controlar la preocupación.

B. La ansiedad y la preocupación se asocian a tres (o más) de los seis síntomas


siguientes (y al menos algunos síntomas han estado presentes durante más días de
los que han estado ausentes durante los últimos seis meses (Nota: En los niños,
solamente se requiere un ítem):

a. Inquietud o sensación de estar atrapado o con los nervios de punta.

b. Fácilmente fatigado.

c. Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco.

d. Irritabilidad.

e. Tensión muscular.

f. Problemas de sueño (dificultad para dormirse o para continuar durmiendo,


o sueño inquieto e insatisfactorio)
C. La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos causan malestar clínicamente
significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del
funcionamiento.

D. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej.,
una droga, un médicamente) ni a otra afectación médica (p. ej., hipertiroidismo).

E. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p. ej., ansiedad o
preocupación de tener ataques de pánico en el trastorno de pánico, valoración
negativa en el trastorno de ansiedad social (fobia social), contaminación u otras
obsesiones en el trastorno obsesivo-compulsivo, separación de las figuras de apego
en el trastorno de ansiedad por separación, recuerdo de sucesos traumáticos en el
trastorno de estrés postraumático, aumento de peso en la anorexia nerviosa,
dolencias físicas en el trastorno de síntomas somáticos, percepción de
imperfecciones en el trastorno dismórfico corporal, tener una enfermedad grave en
el trastorno de ansiedad por enfermedad, o el contenido de creencias delirantes en la
esquizofrenia o el trastorno delirante.

Según CIE-10 (fuente: Organización Mundial de la Salud, OMS)

El afectado debe tener síntomas de ansiedad la mayor parte de los días durante al menos varias
semanas seguidas. Entre ellos deben estar presentes rasgos de:

- Aprensión (preocupaciones acerca de calamidades venideras, sentirse “al límite”,


dificultades de concentración, etc.).

- Tensión muscular (agitación e inquietud psicomotrices, cefaleas de tensión,


temblores, incapacidad de relajarse).

- Hiperactividad vegetativa (mareos, sudoración, taquicardia o taquipnea, molestias


epigástricas, vértigo, sequedad de boca, etc.).

- En los niños suelen ser llamativas la necesidad constante de seguridad y las quejas
somáticas recurrentes.

La presencia transitoria (durante pocos días seguidos) de otros síntomas, en particular de


depresión, no descarta un diagnóstico principal de trastorno de ansiedad generalizada, pero no
deben satisfacerse las pautas de episodio depresivo, trastorno de ansiedad fóbica, trastorno de
pánico o trastorno obsesivo-compulsivo.

Cómo detectar la ansiedad en los alumnos (fuente: educaweb)

La ansiedad es un estado del organismo que trata de responder a una situación que considera
amenazante, así que en realidad es una reacción de alarma que se mantiene en el tiempo, mucho
después de que sea apropiado que lo haga. En un momento dado nos sirve para superar
situaciones comprometidas, pero se convierte en un trastorno si se mantiene en el tiempo. Los
signos en los que puede manifestarse, y que podemos observar en los alumnos/as, son los
siguientes:

- Podemos comprobar que el alumno/a se preocupa mucho y por muchas cosas, de una
forma que no se puede considerar normal.
- Cuando hablamos con él/ella, vemos que le cuesta mucho trabajo controlar esa
preocupación.

- Se muestra inquieto/a, impaciente, como esperando que suceda algo malo sin que
pueda decirte exactamente qué es eso que le preocupa.

- Puede tener dificultades para concentrarse o simplemente no pensar en nada.

- Se muestra irritable, en guardia y suele malinterpretar las situaciones que se producen


a su alrededor, calificándolo todo como amenaza.

- La inquietud, la preocupación, la agitación y todos estos síntomas provocan una


sensación de malestar general que va en aumento y que motiva descensos en el
rendimiento académico, la calidad de la relación social, etc...

ADAPTACIONES METODOLÓGICAS EN TRASTORNOS DE ANSIEDAD GENERALIZADA

De manera general, las estrategias a seguir para intervenir en el TAG serían:

- Las experiencias vividas en el pasado, "vacunan” a los alumnos/as frente a la ansiedad.


Un chico/a que ya haya pasado por dificultades sociales, probablemente superará mejor
una pelea con sus amigos/as que otro chico/a que jamás ha tenido esa experiencia.
Debemos proporcionar a nuestros alumnos/as experiencias de todo tipo, recordándoles
que ya han pasado por situaciones problemáticas anteriormente y fueron capaces de
superarlas.

- Es aconsejable trasmitir a los alumnos/as la visión de un mundo seguro.

- No es conveniente exigir a los alumnos/as por encima de sus capacidades, en especial


si no sabemos realmente de qué son capaces. Por ello son tan importantes las
evaluaciones previas.

- Tratar de impedir la evitación. Debemos conseguir un clima de afrontamiento y de


superación constructiva de los miedos. Nuestros alumnos/as deben estar convencidos
de que existe una forma eficaz de superar cualquier miedo y que lo peor que se puede
hacer es no afrontar las situaciones que le causan temor o nerviosismo.

- Vigilar las alteraciones en el sueño y en la alimentación. Es conveniente preguntar con


frecuencia sobre sus hábitos, de una forma natural, sincera, abierta y espontánea.

- Crear un clima agradable en clase, donde nuestros alumnos/as se sientan valorados.


Los expertos coinciden en que el sentido del humor es muy aconsejable para los
trastornos basados en la ansiedad y el miedo.

- Crear en el aula un clima de saludable comunicación, afrontando los conflictos en


cuanto surjan, haciendo partícipes a nuestros alumnos del proceso de toma de
decisiones y escuchando con atención sus opiniones.
Otras estrategias ante el TAG: (fuente cenitpsicologos.com)

- Respirar con ellos/as. la respiración lenta y profunda facilita la reducción de la ansiedad.

- Ayudarles a identificar los pensamientos negativos. Puedes orientarle para que


encuentre y asimile a un personaje o dibujo este tipo de pensamientos.

- Usar estrategias de exposición. La ansiedad tiene un importante componente fisiológico,


esto es, sensaciones corporales generalmente muy desagradables para quien las padece.
La exposición a estas sensaciones, aunque suene paradójico, facilita la interrupción de la
escalada de la ansiedad.

- Guiar al niño en la imaginación de escenas agradables. Puedes ayudar a tu alumno/a a


imaginar un lugar relajante y a tomar conciencia de las sensaciones y sentimientos de
calma en su cuerpo.

- Animar al niño a hacer una lista de «cosas que salieron bien hoy» al final del día. Esto
ayuda a aquellos niños propensos a la ansiedad a que desarrollen un estilo cognitivo
optimista, fomentando que sean capaces de fijar su atención en lo positivo, así como
valorar sus éxitos diarios.

Trastornos de ansiedad en niños y adolescentes


TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO (TOC)
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) en niños y adolescentes se caracteriza por ideas o
pensamientos repetitivos, recurrentes e intrusivos (obsesiones) que van más allá de las
preocupaciones normales, y de conductas repetitivas y rituales (compulsiones) que no pueden
controlar y que utilizan para reducir el malestar y el temor que las obsesiones les generan.

Para alguien que no sufre esta enfermedad, las ideas obsesivas carecen de sentido, pero
el niño/a se siente incapaz de frenarlas y le causan gran sufrimiento, suele preguntar a sus
padres de forma constante sobre ellas, además de llevar a cabo compulsiones para aliviar la
ansiedad provocada por la obsesión.

Obsesiones y compulsiones frecuentes.

Las obsesiones y compulsiones que se producen en niños y adolescentes varían en función de


la edad, algunas de las más frecuentes son:

• Obsesiones:

o Miedo a la muerte (a la suya o a la de sus familiares).

o Miedo a contaminarse.

o Temor al contagio por enfermedad.

o Dudas excesivas.

o Temor a que algo malo le ocurra a él o a sus seres queridos.

o Preocupación excesiva por la higiene.

o Ideas agresivas o de contenido sexual.

• Compulsiones:

o Limpiar constantemente.

o Ordenar objetos.

o Realización de comprobaciones.

o Repetir y contar.

o Rituales de aseo.

o Lavarse las manos de forma repetida.

o Repetir palabras en silencio.

o Masturbación compulsiva.

o Necesidad de preguntar o contestar.

Las compulsiones, a diferencia de los tics y manías, se realizan de forma consciente, al niño/a le
causan angustia y sufrimiento porque se sienten distintos a los demás y avergonzados por lo
que les ocurre.
Sintomatología:

Tener trastorno obsesivo-compulsivo significa tener obsesiones, compulsiones o ambas cosas.


Ejemplos de comportamientos obsesivos o compulsivos incluyen los siguientes:

▪ Tener pensamientos, impulsos o imágenes mentales no deseados que ocurren una y otra
vez y que causan ansiedad o angustia.

▪ Tener que pensar en algo o decir algo una y otra vez (por ejemplo, contar o repetir palabras
una y otra vez en silencio o en voz alta).

▪ Tener que hacer algo una y otra vez (por ejemplo, lavarse las manos, colocar cosas en un
orden específico o revisar las mismas cosas una y otra vez como, por ejemplo, ver si la
puerta está cerrada con llave).

▪ Tener que hacer algo una y otra vez de acuerdo con ciertas reglas que deben ser
respetadas de manera exacta para hacer que la obsesión desaparezca.

Los niños/as tienen estos comportamientos porque sienten que de esa manera prevendrán
acontecimientos malos o harán que se sientan mejor. Sin embargo, el comportamiento no está
conectado normalmente a un peligro real o a algo malo que esté sucediendo o, a su vez, el
comportamiento es extremo, como lavarse las manos varias veces en una hora.

¿En qué se diferencia el TOC de otros comportamientos infantiles?

Es común que muchos niños/as tengan rutinas a la hora de comer, acostarse o cuando se
despiden. Estas rutinas generales se atenúan a medida que los niños/as crecen. Los niños/as
que tienen TOC continúan con estas rutinas ya pasada la edad correspondiente, o se vuelven muy
frecuentes, intensas o molestas, y empiezan a interferir con la actividad diaria del niño.

¿Cómo afecta el TOC a los niños y adolescentes?

El TOC puede hacer que la vida diaria resulte muy estresante para los niños/as. Generalmente,
los rituales requieren mucho tiempo, y los niños/as llegan tarde a la escuela o a sus actividades.
Esto genera tensión o discusiones en la familia. Los niños/as no son capaces de disfrutar el
tiempo con sus amigos o divertirse cuando el TOC ocupa su tiempo libre. En la escuela, las
obsesiones y los rituales tales como revisar, borrar y rehacer tareas, afecta a la atención y a la
concentración, al cumplimiento de las tareas y a la asistencia escolar. Los niños/as más mayores
y los/as adolescentes pueden creer que están “locos” y trabajen duro para esconder el TOC a los
demás. Sobrellevar el día a día con el TOC puede ser agotador. Los niños/as diagnosticados de
TOC tienen, generalmente, rituales a la hora de acostarse que sienten que deben realizar. Por lo
tanto, se acuestan tarde y están cansados durante el día. Todo este estrés los pone tristes,
irritados o explosivos.
EL TOC EN LA ESCUELA (fuente: Child Mind Institute)

Comportamientos que se pueden ver en los estudiantes con TOC. Puede ser fácil para un
profesor malinterpretar los síntomas del TOC como trastorno oposicionista desafiante, o como
TDAH. Pero hay señales que indican que un niño está luchando con el TOC, incluso si está
escondiendo su ansiedad.

• Frecuentes peticiones para ir al baño: esto podría ser para lavarse las manos, si
alguien cerca del niño/a tose o estornuda o si tocó algo que percibe como
contaminado. Pueden tener la imperiosa necesidad de lavar el material escolar -
bolígrafos, lápices, mochilas, libros... También podría ser una excusa para salir de
clase y simplemente estar lejos de todo el mundo, así poder tener un respiro.

• Constante búsqueda de tranquilidad: realizando preguntas repetitivas una y otra vez.


“¿Estás seguro de que es la respuesta? ¿Me lo podría decir de nuevo? ¿Has oído lo
que he dicho? ”Comprobación de puertas, ventanas, armarios, escritorios”…

• Quedarse atascado en las tareas: a veces los niños/as con TOC tendrán que terminar
algo o entenderlo hasta el final, antes de poder seguir adelante. Si, por ejemplo, un
niño/a está revisando lo que hizo mal en un examen de matemáticas y el profesor dice
“ahora vamos a abrir el libro de texto y empezaremos nuevo tema”, él no va a ser capaz
de cambiar la tarea, porque sigue centrado en revisar lo que había hecho mal.

• Volver una y otra vez: si un niño/a sale de clase y se empieza a preocupar por que se
dejó un lápiz, va a volver a entrar en clase para ir al escritorio y comprobarlo. Puede
suceder que si tuvo un mal pensamiento cuando atravesó la puerta, para neutralizarlo
atravesará de nuevo la puerta diciendo una palabra, por ejemplo. Si tuviera un mal
pensamiento cuando baja un tramo de las escaleras de camino a clase, puede que
tenga la necesidad de volver a subir la misma escalera, incluso aunque eso signifique
llegar tarde a su siguiente clase.

• Borrado obsesivo: pueden estar borrando repetidamente las letras hasta que tengan
un aspecto perfecto. También podría haber usado una palabra que le molesta. Por
ejemplo, si tiene miedo a vomitar y ha escrito la palabra vómito, podría no ser capaz
de soportar ver esa palabra, por lo que la borra. Los profesores comienzan a ver
agujeros en el papel. La tinta traspasa a la parte posterior de la página. Una gran
cantidad de diferentes áreas de la escritura se convierte en un problema.

Detección del TOC en los colegios. Noelia Hernández Yeste.


ADAPTACIONES METODOLÓGICAS EN TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO

Para los niños/as que luchan con el TOC, asistir a clase puede llegar a ser muy complicado y
difícil. Aquí hay algunas medidas que se pueden adoptar para ayudarles y facilitar su aprendizaje:

• Disposición de los asientos: Si la escuela tiene pasillos ruidosos, es posible que un


niño/a con TOC no se quiera sentar junto a la puerta. Se puede sentar delante en la
clase, donde oiga menos ruido y le permita estar más centrado
en su trabajo. Por otro lado, un niño/a que tiene síntomas muy
visibles, y no quiere que otros niños/as le vean sus compulsiones,
como necesidad de mover las manos, mecerse o levantarse mucho,
podría ser mejor situarlo más cerca de la puerta o al fondo de la
clase.

• Tiempo adicional para las pruebas y tareas: Si escribir es un


problema para un niño/a que necesita encontrar la manera
perfecta de decir algo, este va a necesitar más tiempo para
terminar las preguntas de un examen o de los ejercicios.

• Ordenadores portátiles para la escritura: Si la escritura y reescritura/borrado es muy


problemático para un niño/a, considere dejarle usar un ordenador portátil para tomar
notas, en vez de tener que escribir a mano.

• Exámenes y pruebas individuales: Las investigaciones han demostrado que los


niños/as con TOC hacen mejor las pruebas, sienten menos presión y tienen más
control sobre sus pensamientos y reacciones si están en un lugar tranquilo, lejos de
los otros niños/as.

• Dejar de leer en voz alta: Los niños/as que sienten que necesitan leer perfecto pueden
tener que volver a leer frases o párrafos enteros una y otra vez para asegurarse de
que los leen bien. Así que la lectura se convierte en una tarea muy laboriosa, y la
lectura en frente de la clase puede convertirse en una pesadilla. Por lo que si esto es
un problema para el alumno, hay que prescindir de ello.

• Libros en audio: A los niños/as que les suponga un problema la lectura, los libros en
audio pueden ser una solución.

• Fragmentar la tarea en partes: Mirar una página entera de matemáticas puede hacer
que los niños se sienten abrumados y ansiosos. Ayuda a los niños/as a mantenerse
centrados en hacer los problemas en lugar de preocuparse.

Cómo minimizar problemas de conducta:

• Planificar una ruta de escape: Elaboración de un sistema de comunicación de manera


que, si el estudiante siente síntomas, pueda hacer una señal al profesor y salir del aula,
o ir a un lugar tranquilo, en el mismo aula, sin interrumpirla clase. De esta manera se
puede ayudar a que el niño/a pueda tener los síntomas de una manera discreta y no
se sienta intimidado/a por ello o por las posibles reacciones de los otros niños/as.

• Estar al tanto de eventos de activación: Es muy importante que los maestros/as


sepan qué tipo de cosas pueden desencadenar los síntomas. La fatiga es gran
detonante del TOC, y puede ser exacerbada por la medicación. Por lo que es
importante saber que, si un niño/a está somnoliento en clase, y tal vez él está
poniendo su cabeza hacia abajo, no es porque este desafiante o tenga falta de
respeto, sino porque esta abrumado por la fatiga.

• Preaviso: Irritabilidad y frustración son dos de los sentimientos que los niños/as con
TOC sienten diariamente. Los cambios en el programa pueden ser muy perjudiciales
para un niño/a con TOC, por lo que puede ser útil para los/as profesores avisar
anticipadamente de las cosas. Los niños/as que saben qué esperar son menos
propensos a ser abrumados por los cambios.

¿Cómo involucrar a los compañeros?

Los niños/as con este trastorno a menudo son objeto de burlas y acoso debido a sus síntomas.
Los niños/as se sienten muy incómodos con sus rituales, a sabiendas de que están siendo
observados. Puede ser útil educar a toda la clase sobre lo que está pasando, especialmente si el
niño/a va a estar en el mismo colegio durante años, y puede tener un gran apoyo por parte de los
otros niños.

• Programa de comprensión de compañeros: Un programa de comprensión de


compañeros incluye una presentación en el aula que explique (con el niño
participante) lo que es el TOC. Siempre que el niño/a quiera se podría decir: “Escucha,
tengo TOC. Es un trastorno de ansiedad. Me hace pensar que mis manos están sucias
y tengo que lavarme mucho, así que por eso me veis levantarme e ir al lavabo para
lavarme”.

• Un sistema de amigos: Un amigo/a es como un entrenador de compañeros/as que se


sienta al lado del niño/a y le impulsa a seguir el ritmo de tomar apuntes y mantener la
concentración. Puede ser muy bueno para el amigo/a, para fomentar un sentido de
confianza y orgullo al ser capaz de ayudar a alguien que lo necesita, fomentando la
amistad.

AGORAFOBIA
Según el DSM-V: Miedo o ansiedad acusados que aparecen prácticamente siempre respecto a
dos o más situaciones prototípicamente agorafóbicas (transportes públicos, lugares abiertos,
lugares cerrados, hacer colas o estar en medio de una multitud, y/o
estar solo fuera de casa) que, además, se evitan activamente,
requieren la presencia de un acompañante o se soportan a costa
de intenso miedo o ansiedad. La persona teme o evita dichas
situaciones por temor a tener dificultades para huir o recibir ayuda
en caso de aparición de síntomas similares a la angustia, u otros
síntomas incapacitantes o que pudieran ser motivo de vergüenza.

El miedo, la ansiedad o la evitación deben estar presentes un mínimo


de 6 meses.

Los niños con agorafobia tienen miedo de exponerse a ciertas


situaciones porque temen que sea difícil escapar o por experimentar
síntomas de pánico o síntomas embarazosos

La gravedad de la agorafobia puede variar de leve a severa. En casos


severos, la agorafobia puede llevar a dificultades para asistir o
desempeñarse bien en la escuela o participar en actividades familiares y pasatiempos que antes
se disfrutaban. Los niños y adolescentes con agorafobia a menudo también tienen otras
afecciones psiquiátricas, más comúnmente otros trastornos de ansiedad y depresión.

Un niño/a con agorafobia suele comportarse de la siguiente manera:

• Se aísla de las demás personas, sobre todo de los niños/as de su misma edad.

• No le gusta estar solo, prefiere estar con sus padres o abuelos.

• Tiene ataques de llanto.

• Son niños/as inseguros/as.

• Evita situaciones que son apropiadas para su edad.

• Duerme mucho.

• No le gusta jugar en grupo.

• Tiene miedo de estar en lugares públicos.

• Siente depresión.

Síntomas de agorafobia en niños/as:

El niño/a que sufre de agorafobia siente intensas sensaciones fisiológicas que aparecen
súbitamente y aumentan de manera gradual. Entre estas sensaciones o síntomas de la
agorafobia en niños/as, se encuentran:

• Dificultad para respirar.

• Sudoración excesiva.

• Dificultad para tragar.

• Náuseas y vómitos.

• Pérdida de control.

• Taquicardias.

• Dolor en el pecho.

• Visión borrosa.

• Aceleramiento de la presión sanguínea.

• Palidez.

• Nerviosismo extremo.

• Calambres.

• Escalofríos o muchísimo calor.

• Miedo a morir.
Otras fobias que se pueden desarrollar a partir de la agorafobia:

Otros trastornos que pueden aparecer como consecuencia de la agorafobia son:

• Anuptafobia: miedo a quedarse solo.

• Hidrofobia: temor al agua.

• Nictofobia: miedo al día o a la noche.

• Claustrofobia: miedo a los lugares cerrados.

• Hipocondría: temor a las enfermedades.

• Acrofobia: temor a los lugares altos.

Tipos de Agorafobia:

La Asociación Americana de Psiquiatría clasifica la agorafobia en:

• Trastornos de pánico con agorafobia.

• Agorafobia sin historia de trastorno de pánico.

• Trastorno de pánico sin agorafobia.

Algunos especialistas también pueden clasificar esta patología según las diferentes situaciones
que se pueden contemplar en una persona agorafóbica:

• Ataque de pánico en una situación agorafóbica: En esta situación el ataque es


previsible y está provocado por un estímulo externo. El niño/a ha tenido ataques en la
misma situación y cree que hay muchas posibilidades de sufrirlo nuevamente, lo cual
hace que aumente su temor y, al final, termina teniendo el ataque.

• Ataque de pánico previsible en una situación segura: El niño/a predice que va a tener
un ataque porque está muy activo emocionalmente, ya sea por alegría, estrés, tristeza,
enfado o preocupación, por lo que evita tener niveles altos de emoción.

• Ataque de pánico imprevisible en una situación segura: El pánico se desencadena


cuando el niño/a se encuentra en un sitio calificado como seguro, según su criterio.
En este caso el estímulo es interno.

Su cuerpo interpreta ciertas funciones fisiológicas o cambios corporales vitales que realiza
la persona los malinterprete de forma catastrófica y genera una gran cantidad de ansiedad
que, finalmente termina con un episodio de pánico.

• Ataque de pánico por anticipación: El paciente asegura que sufrirá un ataque al


exponerse al estímulo disparador de ansiedad, lo cual hace que sufra un ataque antes
de haber sido expuesto al estímulo.
TRATAMIENTO.

El tratamiento que hasta ahora ha ofrecido mejores resultados en los agorafóbicos es la terapia
de exposición, un tipo de terapia del comportamiento. Aproximadamente el 90 por ciento de las
personas que se someten a ella mejoran. Esta terapia suele combinarse con antidepresivos.

Con la ayuda de un especialista, la persona busca, confronta y permanece en contacto con lo que
causa sus temores hasta que su ansiedad va aliviándose poco a poco debido a la familiaridad
que adquiere con la situación.

Si la agorafobia no se trata, generalmente fluctúa en intensidad. En algunas ocasiones puede


desaparecer sin un tratamiento formal, posiblemente porque la persona ha llevado a cabo algún
tipo de terapia. Al igual que en el trastorno por pánico, la ansiedad en algunas personas que
padecen agorafobia puede tener sus raíces en conflictos psicológicos subyacentes. En estos
casos, la psicoterapia puede ser útil.

Dentro de los componentes clave del tratamiento, encontramos a la psicoeducación (enseñanza


de la naturaleza adaptativa y expresiones típicas de la ansiedad; distinción de las señales de
ansiedad, mecanismos de autocontrol, etc.). Asimismo, se le deben de enseñar al niño/a técnicas
de relajación, respiración profunda (respiración abdominal) y fundamentalmente, la posibilidad
de restructuración cognitiva (aprendiendo la conexión entre pensamientos, emociones y
conductas). Las tareas de exposición (experiencias sistemáticas con situaciones temidas en las
que se brinda a los niños/as la oportunidad de practicar habilidades de afrontamiento).

ADAPTACIONES METODOLÓGICAS EN AGORAFOBIA (fuente: Revista Innovación y


Experiencias Educativas, “los trastornos de ansiedad en el ámbito escolar”, Ana Mª
Arribas Hernando, nº 21, agosto 2009)

Detectar a los alumnos/as con estos trastornos es relativamente fácil: su actitud ante exámenes,
su relación con los compañeros/as, con los docentes… Desde el aula o el centro se pueden llevar
a cabo una serie de medidas que pueden centrarse en la prevención y en la mejora del problema
si este ya existe. Esto exige una mayor observación del grupo por parte del profesorado y el
contacto permanente con los padres.

En este tipo de trastorno, tanto la prevención como la solución deben ir encaminadas de una
labor padres-profesores. Lo primero que debemos conocer es si la actitud del niño/a o joven está
provocada por algo irracional, es decir, algo que el niño/a o adolescente piensa que puede ocurrir,
o si hay una realidad constatada, y que puede ser provocada por una falta de atención por parte
del centro y/o profesores.

La fobia puede surgir por miedos reales o irreales. Si se trata de miedos infundados, padres y
profesores tienen que hacer ver al alumno/a que el centro educativo no presenta ningún
problema para ellos/as y potenciar los aspectos positivos que el centro tiene, no sólo como
elemento fundamental para su preparación académica y formación personal, sino como lugar
clave para establecer relaciones sociales que tan importantes son a estas edades para tener un
desarrollo adecuado. Los miedos más frecuentes en este tipo de casos irreales son el miedo a
hablar en público en el aula, porque piensan que lo van a hacer mal, que van a empezar a
tartamudear, a sudar y que el resto se van a reír de él/ella.
Para ayudar a superar esta situación podemos crear debates en clase en los que participan los
que quieren y cada uno da su opinión, evitando preguntas personalizadas, con temas ajenos a la
materia y atractivos/as para ellos/as. El profesor debe ser consciente del problema del alumno/a.

Pero la fobia puede tener una base real, es decir, un problema concreto que se produce en el
centro y que hace que el alumno/a no quiera asistir. En estos casos lo más normal suele ser un
conflicto con los compañeros/as, un enfado con el grupo habitual, casos de burlas, agresiones
físicas o verbales, acoso… Una entrevista con los padres, profesores y alumnos/as puede dar luz
a esta situación, poniendo en marcha el protocolo que el centro debe poseer para los casos de
acoso, sea este del grado que sea, en colaboración con los EOEP o Departamento de Orientación
en su caso.

Hay que tener en cuenta los ataques de pánico. El ataque de pánico es una reacción excesiva
ante un hecho, y que presenta un miedo irracional hacia algo que en condiciones normales no
presenta ningún problema. Lo primero es dar apariencia de normalidad. Se debe ayudar al
alumnado a identificar cuáles son los antecedentes de estos ataques. Si el ataque aparece, el
niño/a debe asumir que tiene un tiempo de duración, debe esperar a que pase, no intentar
controlarlo, porque esto genera más ansiedad. Si ocurre en el aula, se debe explicar al alumno/a
que no debe temer que el resto se dé cuenta, ya que no suele ser así, sólo ven que un
compañero/a se encuentra mal. Se debe salir del aula si esto le ayuda. No se le debe agobiar con
preguntas y, cuando pase el ataque, se le pueden dar pautas para otras ocasiones, como
controlar la respiración o buscar ayuda en las personas más allegadas. Debe ser consciente de
que el ataque de pánico no es peligroso y sí temporal.

Otro aspecto a tener en cuenta es la ansiedad y fobia social. En el centro


educativo nos encontramos estos trastornos sobre todo a la hora
de ver cómo el alumno/as se relaciona con los demás y al miedo a
intervenir en público o realizar deporte. Es muy parecida a la fobia
escolar. Este tipo de fobia a relacionarse con los demás es muy
observable en el centro y en el aula. El profesor se da cuenta de
que el alumno/a no se relaciona con el resto del grupo porque en
el recreo está solo, en clase prefiere sentarse solo o si lo hace
acompañado no habla con el compañero/a, no quiere hacer
trabajos en común, no pregunta, aunque tenga dudas, llega y se
va sólo, si pierde clase no pide a nadie las actividades… Para ello,
no hay que forzar estas situaciones. Se pueden empezar con
pequeñas dinámicas de grupo y ver cómo el niño/a reacciona ante
ellas. En estas dinámicas vamos a intentar evitar el contacto
físico o aquellas en las que el niño/a tenga que establecer juego
con más de un compañero/a. Se le puede convertir en tu
secretario/a, pidiéndole poco a poco que pida algo a un compañero/a,
que realice alguna tarea… Los mensajes positivos y de afecto son
importantes para dar seguridad al niño/a y para que vea que el centro escolar no es un entorno
tan hostil como su cabeza le hace pensar.
MUTISMO SELECTIVO

Psicología infantil: Mutismo selectivo

Según el DSM-V: El Mutismo Selectivo es la incapacidad persistente de hablar o responder a


otros en una situación social específica en que se espera que debe hacerse, a pesar de hacerlo
sin problemas en otras situaciones (prototípicamente en casa y en presencia de familiares
inmediatos). Presenta una duración mínima de 1 mes (no aplicable en el primer mes en que se
va la escuela)

Los niños/as con mutismo selectivo no hablan en situaciones en las que sería socialmente
apropiado para ellos hablar, como en la escuela.

Se caracteriza por no iniciar conversaciones o por no responder recíprocamente cuando les


hablan otras personas, en definitiva, le cuesta mantener interacciones sociales. Esta falta de
comunicación puede tener consecuencias significativas en el ámbito académico en el caso de
los niños/as. Normalmente, la falta de discurso se produce con adultos o iguales, puesto que en
el ámbito familiar estos niños suelen hablar (Aires, 2015; APA, 2014).

Es un trastorno que suele estar marcado por una elevada ansiedad social y que se inicia antes
de los 5 años, aunque puede dar su cara cuando el sujeto comienza a ir al centro escolar. No es
un trastorno muy frecuente en la sociedad, aunque dentro de su reducida prevalencia se
manifiesta menos en los adolescentes y los adultos que en niños pequeños, por lo cual es más
frecuente en los infantiles (APA, 2014).

Los niños con mutismo selectivo presentan una serie de síntomas diagnósticos, según la DSM-
5 (APA, 2014), y que se muestran a continuación. Éstos son apoyados y complementados por
síntomas como la timidez excesiva, el miedo a la humillación social, aislamiento y retraimiento
social, también el miedo a "apegarse" a otros, rasgos compulsivos, negativismo y pataletas o
comportamiento controlador o negativista, en especialmente en sus casas.
Estos niños sufren y a su vez presentan dificultades en las escuelas, ya que la comunicación en
la escuela es un elemento clave y diario. A veces, ellos deciden comunicarse a través de
estrategias no verbales como por ejemplo señalando o haciendo ruidos sonidos (Aires, 2015).

Criterios diagnósticos DSM-5 del mutismo selectivo:

A. Fracaso constante para hablar en situaciones sociales


específicas en las que existe expectativa por hablar (p. ej., en la
escuela) a pesar de hacerlo en otras situaciones.

B. La alteración interfiere en los logros educativos o laborales, o en la


comunicación social.

C. La duración de la alteración es como mínimo de un mes (no limitada al


primer mes de escuela).

D. El fracaso para hablar no se puede atribuir a la falta de


conocimiento o a la comodidad con el lenguaje hablado necesario en la
situación social.

E. La alteración no se explica mejor por un trastorno de la comunicación (p.


ej., trastorno de fluidez [taquefemia] de inicio en la infancia) y no se
produce exclusivamente durante el curso de un trastorno del espectro
autista, la esquizofrenia u otro trastorno psicótico.

FUENTE: APA, 2014, p. 195.

VARIABLES PRECIPITANTES Y/O PREDISPONENTES Y DE MANTENIMIENTO

Variables predisponentes:

• Excesiva inhibición social, timidez y retraimiento que dificulta las relaciones


interpersonales.

• Temor a fracasar en tareas escolares.

• Predisposición genética hacia la ansiedad.

Variables precipitantes:

• Modelo familiar con relaciones sociales inadecuadas y/o escasas: ausencia o escasez
de experiencias de contacto e interacciones sociales. Depresión en los padres, no asistió
a guardería, vive a las afueras de la ciudad….

• Excesiva atención por no hablar (puede ser que al alumno se le pregunte reiteradamente
si ha hablado, cómo, cuándo, cuánto, con quién…)

• Apego excesivo por parte de la madre lo cual conlleva una sobreprotección.


Variables de mantenimiento:

• Generación de expectativas negativas del profesorado y del alumnado en relación a la


competencia comunicativa del niño/a.

• Tanto el profesorado que imparte clase al niño/a como sus compañeros/as piensan y
verbalizan que no habla, ni va a hablar.

• Acomodación del entorno a las dificultades del alumno/a.

• Disminución de situaciones en las que es necesaria la comunicación oral: no se le


propone que hable.

• Preocupación excesiva por parte de padres/tutores que sólo incrementan la ansiedad y


el bloqueo en el niño/a.

ADAPTACIONES METODOLÓGICAS PARA ALUMANDO CON MUTISMO SELECTIVO


(fuente: Revista Digital para Profesionales de la Enseñanza, Federación de Enseñanza
de CC.OO. de Andalucía, 2011)

Partiendo del concepto de mutismo como un miedo exagerado a hablar, se entiende que una de
las maneras de superarlo consiste en afrontar las situaciones socio comunicativas que lo
provocan. Dado que en la escuela se producen gran cantidad de situaciones de este tipo, será
uno de los entornos prioritarios en los que se debe centrar la intervención. La tarea fundamental
del profesorado y especialmente del tutor-a del niño-a será, por una parte, la de establecer una
vinculación afectiva positiva con el niño-a que le aporte la seguridad suficiente para enfrentarse
a las situaciones, y por otra parte, la de diseñar y planificar actividades de clase que requieran de
una comunicación verbal.

A) Pautas para mejorar las condiciones personales y sociales:

• Posibilitar en las dinámicas del aula la planificación y el diseño de actividades en


grupo (juego social y trabajo cooperativo, etc.).

• Evitar la sobreprotección, no haciendo las tareas que el niño puede hacer.

• Asignar pequeñas tareas de responsabilidad dentro del aula y del centro educativo
ajustadas a la edad (hacer recados, repartir/recoger material, borrar la pizarra, pedir
fotocopias al conserje…).

• Aumentar el control del adulto en la interacción escolar con el fin de evitar el


aislamiento del alumno/a y la existencia de tiempos en los que la actividad depende
de su propia iniciativa.

• Incrementar dentro de la programación de aula las actividades que impliquen


contacto físico entre los niños/as (hacerse cosquillas, formar “montones”, darse
abrazos…)

• Crear un clima de seguridad, aceptación y confianza en el aula favorable a la


comunicación verbal.
• Introducir actividades de relajación de forma habitual tanto con el alumno/a como con
todo el grupo.

• Programar tiempos de coordinación de todo el profesorado que interviene en la


atención educativa del grupo al que pertenece el alumno/a.

• Mantener estrecha relación con la familia para el trasvase de información y el ajuste


de las pautas y estrategias a implantar en el ámbito familiar.

B) Pautas específicas para la estimulación del habla:

• Buscar y compartir momentos de comunicación con el alumno/a para el desarrollo de


una vinculación afectiva y comunicativa.

• Realizar juegos en los que el profesor participe con el alumno/a (juegos de


movimiento, de mímica, verbales, de turnos…).

• Planificar y diseñar actividades y juegos de preparación al habla que no exijan


interacción verbal, pero sí comunicación corporal y producción de sonidos.

• Juegos de movimiento corporal (imitación de gestos, adivinar objetos o acciones


mediante mímica, dirigir a un compañero con los ojos vendados…).

• Juegos de producción de sonidos corporales (palmadas, soplidos, golpes con pies…).

• Juegos con sonidos inarticulados y articulados (encadenamiento de sonidos,


gradación de sonido, asociación de sonidos a movimientos...).

• Tener en cuenta al planificar las actividades de juego el número de niños/as


participantes, empezando con grupos muy reducidos (parejas y tríos) y ampliando
progresivamente el número.

• Ofrecer ayudas al alumno/a en los inicios de la actividad a través de un compañero/a


o del propio profesor/a, para la incorporación a la misma con el fin de evitar la
tendencia al aislamiento y a la no participación.

• Realizar actividades y juegos de habla enmascarada, en las que al niño/a se le ve la


cara mientras habla (títeres, marionetas, hablar por teléfono dentro de una casita,
máscaras, juegos de hablar al oído…).
• Planificar las actividades en las que se requiere al alumno/a una emisión fonética o
verbal, teniendo en cuenta que deberán graduarse siempre de menos a más.

• Planificar y diseñar momentos diarios y frecuentes en los que el profesor/a haga una
pregunta sencilla al alumno/a (inicialmente se solicitará una respuesta de una sola
palabra, progresivamente se plantearán preguntas que requieran respuestas de mayor
longitud).

• Plantear juegos de pareja que requieran emisiones verbales sencillas en cuanto a


contenido y breves en cuanto a longitud (lotos, memoris, el mensaje secreto, adivinar
oficios…).

• Organizar en torno a los rincones del aula pequeños grupos de trabajo y/o de juego
en los que se le facilite al niño el intercambio verbal con compañeros/as. Es
importante que los agrupamientos sean establecidos previamente por el profesor/a
cuidando especialmente la composición de los grupos (inicialmente con los niños con
los que tiene una mayor relación).

• Partir siempre de lo que el niño/a es capaz de hacer en cada momento, planificando


y llevando a cabo, siempre de forma progresiva, actividades de mayor complejidad.

• Reforzar siempre cualquier aproximación del niño/a a la respuesta exigida.

• No mantener la aplicación de una estrategia durante más de dos semanas, si ésta no


ha producido progresos en el niño/a. Cuando esto ocurra, diseñaremos y probaremos
con otro tipo de estrategias.

• Ir aumentando la exigencia y las situaciones de intercambio comunicativo, evitando


con ello la acomodación del niño/a y del entorno al nivel alcanzado.

• Por último, señalar que las recomendaciones que se sugieren no van a producir los
mismos cambios en todos los niños/as: para algunos/as serán suficientes estas
pautas, en otros, sin embargo, no producirán los efectos deseados. En estos últimos
se deberá profundizar en la evaluación psicopedagógica y desarrollar un programa
más específico en función de ella.

OTRAS ESTRATEGIAS PARA EL DOCENTE


(Fuente: https://futurofonoaudiologo.wordpress.com/)

Hemos encontrado un interesante artículo redactado por la fonoaudióloga


estadounidense Jessica Chase, que después de 1 año de experiencia y meses de investigación,
expone 10 consejos para trabajar con un niño que presente mutismo selectivo:

• Adquirir una buena relación con el niño/a: “Invertir” tiempo para conocer al niño/a que
tiene mutismo selectivo, sus gustos y sus aversiones, y participar con él en
actividades divertidas y relajadas.

• No obligar al niño a hablar: No engañar o sobornar al niño/a, no usar frases exigentes,


tampoco es útil usar recompensas, amenazas o castigar al niño/a por no hablar.

• Hacerle saber al niño/a que será capaz de hablar cuando esté listo. Asegúrate de que
el niño/a sabe que la meta es que él sea capaz de hablar sin ansiedad, pero no lo
fuerces. Hay diferentes etapas de la comunicación que permite el progreso hacia la
vocalización:

o Etapa 0: No responde / no inicia / “congelado”.

o Etapa 1: Comunicación no verbal a través de “pointing” / asiente / escribe /


levanta la mano.

o Etapa 2: Comunicación verbal a través de sonidos roncos / susurra / llama la


atención de alguien.

• Educar al personal sobre el mutismo selectivo: Es conveniente informar a quienes


trabajan en el lugar de estudios del niño/a lo que es el mutismo selectivo, cómo
comunicarse con el niño/a y cómo ayudarlo a obtener ganancias en un ambiente
educativo sin la presión de hablar.

• Conocer las situaciones en las que el niño/a se siente cómodo y en las que se siente
incómodo hablando: Una vez que determine las situaciones en las que el niño/a se
sienta cómodo/incómodo hablando, tendrás un punto de partida. Podrás simular las
situaciones en las que el estudiante si sienta cómodo hablando, y poco a poco añadir
elementos o compañeros en un ambiente seguro para fomentar su comunicación
verbal.

• Tener una rutina estructurada: Las situaciones no estructuradas pueden hacer que un
niño/a con mutismo selectivo sienta ansiedad. Deja que el niño/a sepa de antemano
cualquier cambio que habrá en la rutina (ya sea visitas de otras personas o cambio de
actividades).

• Designar un lugar seguro: Ten un lugar seguro en la sala o en el hogar, a modo de


“esfera”, donde el estudiante puede ir a tomar un descanso entre las rutinas diarias.

• Enseñar estrategias al niño/a: Como el uso de tarjetas comunicativas, ayudas


visuales, que piense con anticipación sus respuestas antes
de contestar o decirle al niño/a con anticipación si puedes
hacerle alguna pregunta, para que tenga tiempo para
pensar en ello.

• No obligar al niño a hablar como parte de una tarea: Más


bien, darle crédito por algún trabajo escrito, dejar que haga
una presentación de Power Point, grabarlo con una cámara
en un ambiente tranquilo para que él o ella no tenga que
presentarse delante de todos sus compañeros de clase y
dejar que utilice gestos infantiles o la comunicación no
verbal para contestar preguntas.

• No permitir que otros hablen por el niño/a: A veces está


bien dejar que un amigo hable por el niño con mutismo selectivo, si el niño/a lo
permite o le susurra al otro niño/a lo que quiera decir. Es mejor que el niño/a con
mutismo selectivo hable a través de otro/a a que no hable en absoluto. Sin embargo,
si los demás responden por él todo el tiempo sin esperar alguna indicación del niño/a,
es mejor enseñarles que el niño/a con mutismo selectivo tiene que aprender a usar
su propia voz con más frecuencia y que esperen que él mismo les diga lo que necesite
OTRAS PAUTAS DE INTERVENCIÓN PUEDEN SER: (Fuente: Qué hacer ante un caso de mutismo
selectivo, Celia Mª Ruiz Ahumada, pág. 56 - 58).

Algunas orientaciones a la hora de trabajar con este tipo de alumnado pueden ser:

• Evitar tanto la sobreprotección como la ignorancia del problema ya que no hacen más
que reforzar el mutismo.

• Hemos de provocar continuas comunicaciones que resulten placenteras para el


alumno/a con dicho problema.

• Propondremos actividades de clase que requieran comunicación verbal y trabajo en


grupo.

• Desarrollaremos una relación afectiva con el alumno/a que sea positiva para este/a y
que le aporte seguridad para enfrentarse a otras situaciones.

• Asignar pequeñas tareas de responsabilidad dentro del aula y del centro educativo
ajustadas a la edad (hacer recados, repartir/recoger material, borrar la pizarra, pedir
fotocopias al conserje).

• Aumentar nuestro control en la relación del alumno/a con el contexto escolar a fin de
evitar el aislamiento.

• Buscar y compartir momentos de comunicación con el alumno/a para el desarrollo


afectivo-comunicativo.

• Realizar actividades en las que participemos con el alumno/a, como juegos de


movimiento, de mímica, verbales, de turnos…

• Diseñar actividades de comunicación corporal y producción de sonidos.

• Intentar que el alumno/a reciba ayudas de sus compañeros/as.

• Plantear actividades de pareja que requieran emisiones verbales sencillas.

• Partir siempre de lo que el alumno/a es capaz de hacer en cada momento,


planificando y llevando a cabo, siempre de forma progresiva, actividades de mayor
complejidad.

• Reforzar siempre cualquier aproximación del alumno/a a la respuesta exigida.

CONCLUSIÓN:

Son muchos los casos de Mutismo Selectivo que se presentan diariamente en nuestras escuelas.
Por ello, es importante que, como docentes, conozcamos este trastorno y sepamos cómo actuar
si se nos presentan alumnos/as que lo padezcan. Por último, señalar que, además de las
anteriores, cualquier propuesta de intervención es aceptable siempre y cuando sea efectiva en la
superación de este problema social por parte del alumnado.
RECURSOS PRÁCTICOS PARA LA ATENCIÓN EDUCATIVA EN
ALUMNADO CON TRASTORNOS EMOCIONALES
De acuerdo con las adaptaciones metodológicas desarrolladas, os proponemos una selección
de recursos que os pueden ayudar a su puesta en práctica. En cada uno os encontraréis una
propuesta para su desarrollo según el código descrito, aunque todos los recursos se pueden
modificar y adaptar a cada etapa y a su puesta en práctica tanto individual como grupal.

Código de clasificación de recursos:

Por etapa Individual / grupal

Adecuado para alumnos de


Adecuado para su desarrollo
Ed. Infantil
en grupo (inclusivo).
(0-5 años)

Adecuado para alumnos de


Adecuado para su desarrollo
Ed. Primaria
individual o grupo pequeño.
(6-12 años)

Adecuado para alumnos de


Ed. Secundaria y
Postobligatoria
(12 años en adelante)

En el caso de alumnado con trastornos emocionales, la mayoría de las propuestas de


intervención requieren de atención individualizada por especialistas clínicos en Psicología o
Psiquiatría. No obstante, en este apartado, al igual que en el resto del curso, el repositorio de
recursos que incluimos es una clasificación dirigida principalmente al contexto escolar.

Los recursos ofrecidos en módulos anteriores, sobre todo los referidos a atención, autocontrol y
autoestima, yoga y mindfulness (módulo 2) inteligencia emocional y mejoras de conducta
(módulo 4) son también aplicables en trastornos emocionales.
RUTINAS

Los niños pueden aprender a lidiar con la ansiedad a través de la adquisición de dos habilidades
cruciales: capacidad para calmarse y resolver problemas. La escalada de la ansiedad en los niños
puede ser expresada y percibida como un comportamiento desafiante. El establecimiento de
rutinas les puede servir para estos dos ámbitos, ya que saber que es lo que va a pasar a
continuación o dividir las tareas en pequeños pasos les ayudará a tomar conciencia y gestionar
mejor su respuesta emocional. Algunas estrategias que nos pueden ayudar serían:

Planificadores

Horario intercambiable

Dividir tareas en pequeños pasos

Dividir tareas en pequeños pasos - EDITABLE

Normas de aula

Modelo tutoría personal: establecimiento de objetivos y seguimiento


INTELIGENCIA EMOCIONAL

El desarrollo de la inteligencia emocional desde las primeras etapas de la vida es la medida


fundamental en la prevención de trastornos. En módulos anteriores hemos hablado de algunos
aspectos emocionales para trabajar con nuestro alumnado que podemos complementar con
estas otras propuestas:

Frases positivas

Frases motivadoras para lápices

Frases motivadoras

Frases motivadoras para los reportes de evolución

126 dinámicas de Educación Emocional

Dinámicas para trabajar la asertividad

La Oca de las emociones y el autoconcepto

Dinámicas de autoconocimiento.

Dinámicas de autoestima.

Dinámicas de toma de decisiones.

Dinámicas empatía

Dinámicas habilidades sociales


MEDITACIÓN

Meditar es enfocar la atención en algo concreto, ya sea un pensamiento, un objeto, la propia


conciencia, el propio cuerpo, nuestros pensamientos…

Practicar la meditación con niños implica realizar multitud de actividades en las que los niños
están enfocando su atención en su respiración, en algo que están viendo, en algo que están
haciendo… con el objeto de, en primer lugar, calmar la mente.

Tranquilos y atentos como una rana. Audios

Meditaciones guiadas para niños

Meditaciones (con enlaces a audios, extraídas de nuestro curso de Inteligencia Emocional)

PSICOMOTRICIDAD CONTRA EL MUTISMO SELECTIVO

Se trata de favorecer un espacio, un material, un tiempo y un acompañamiento al niño para que


desde su movimiento espontáneo y juego libre pueda ir conectando con su deseo, con su
motivación, con aquello que le hace vibrar, que le hace moverse en el mundo.

Porque el moverse en el mundo le hace conocerse a sí mismo, y a la vez entrar en relación; con
el mundo, con el entorno, con los otros niños y niñas, con los adultos y nos ayudará a evitar el
mutismo selectivo. Algunos recursos que nos pueden ayudar en este cometido son:

Frases motricidad

De ratón a ratón

Psicomotricidad: sesiones para 5 años


Psicomotricidad: sesiones para 4 años

Psicomotricidad: sesiones para 3 años

Percusión corporal para niños y niñas: tarjetas


OTROS DOCUMENTOS Y WEBS DE INTERÉS
Guía de Práctica Clínica sobre la Depresión Mayor en la Infancia y Adolescencia. Actualización

Depresión en la infancia y adolescencia. Información para el paciente, familiares y personas


interesadas

Tienes TOC -Una guía para adolescentes (OCD, Chigago)

Como ayudar a su hijo -Guia sobre el TOC para padres (OCD, Chicago)

TOC en centros escolares (Dra .Juliana Negreiras,


R. Psych)

Guía TOC para profesores del Child Mind Institute

El profesor un eslabón crítico en la detección del TOC en


el mundo infantil y juvenil

El mutismo selectivo Guía para la detección, evaluación


e intervención precoz en la escuela

La botica del Orientador: 126 Dinámicas de Educación


Emocional

Inteligencia emocional en la práctica

Página web Dr. Rafael Bisquerra

Daniel Goleman. Emotional intelligence, social intelligence, ecological intelligence

Educación Emocional en MOVIMIENTO

Inteligencia Emocional

https://tocgranada.com/

https://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/ninos-ansiedad-cuando-no-solo-cuestion-nervios

https://www.educaweb.com/noticia/2007/12/03/ansiedad-alumnado-deteccion-control-2655/

https://www.educaweb.com/publicaciones/monografico/2007/convivencia-aulas/

https://www.fundacionanaed.es/index.php/interesa-t/articulos-de-interes/89-articulos-de-
interes/406-depresion-en-ninos-y-adolescentes-informacion-para-padres-y-educadores
https://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/depresion-ninos-informacion-padres-familiares

https://www.redcenit.com/depresion-infantil-como-ayudar-al-nino/

https://biblioteca.unirioja.es/tfe_e/TFE001150.pdf

Mutismo selectivo en niños/as

https://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/12-ninos-timidos-padecen-fobia-social

https://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/consejos-vencer-timidez-durante-infancia

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