Arbitraje y Orden Publico Internacional Luis Lopez Zamora

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 20

COMENTARIOS SOBRE EL ORDEN PÚBLICO

INTERNACIONAL EN SEDE ARBITRAL INTERNACIONAL, SU


FUNCIONALIDAD Y SU INTERRELACIÓN CON EL DERECHO
INTERNACIONAL PÚBLICO

SOME REFLECTIONS REGARDING INTERNATIONAL


PUBLIC POLICY IN INTERNATIONAL ARBITRATION, ITS
FUNCTIONALITY AND ITS INTERDEPENDENCE WITH
PUBLIC INTERNATIONAL LAW

Luis A. López Zamora


Doctoral Researcher en el Walther-Schücking-Institut für Internationales Recht del Christian
Albrechts Universität zu Kiel (Kiel, Alemania)

Recibido: 25.06.2018 / Aceptado: 10.07.2018


DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387

Resumen: El derecho del arbitraje internacional no es estrictamente internacional ni doméstico. A


decir verdad, aquel cuerpo legal constituye un producto de la voluntad de las partes que han elegido resol-
ver sus litigios mediante aquel tipo de mecanismo de solución de controversias. Ahora bien, aunque ello es
así, dichas atribuciones presentan ciertos límites. Y es que, los laudos arbitrales internacionales formulados
bajo aquellas libertades, son en estricto una forma de justicia privada y, como resultado de ello, los Estados
en donde los mismos busquen ser ejecutados podrán rechazar su implementación en ciertas circunstancias.
Una de aquellas circunstancias se produce cuando un laudo arbitral infringe el orden público (ordre public)
del Estado donde éste busca ser ejecutado. Esta es una regla ampliamente reconocido, sin embargo, genera
un problema. Y es que, la noción del orden público es contingente por naturaleza y, dado ello, ha sido nece-
sario que su aplicación proceda solo en circunstancias excepcionales. Como resultado de esto, algunos aca-
démicos y tribunales estatales han tratado de formular una noción del orden público de tipo internacional
con el fin de establecer un contenido más restrictivo a aquella excepción. Sin embargo, esta terminología
ha sido construida solo como una forma de identificar una sub-sección del orden público estatal. Esto lleva
a ciertas preguntas: ¿Está el arbitraje internacional y, sus instituciones, circunscritas a elementos puramente
domésticos? ¿Dónde queda la faceta internacional de los contratos de comercio internacional y de inver-
siones si la excepción del orden público fuese a ser analizada desde un enfoque puramente estatal? Estas
dudas han sido –tomadas en cuenta de alguna forma, en algunos sistemas legales, en donde el uso del orden
público internacional ha sido estructurado en términos verdaderamente internacionales. Sin embargo, esto
último también crea interrogantes a plantearse: ¿Qué implica hablar del orden público en el plano interna-
cional? ¿Cuál es su contenido y, puede ser utilizado de forma práctica para excluir la ejecución de un laudo
arbitral internacional? ¿Cuál es el rol del Derecho Internacional Público en todo esto? ¿Si el verdadero
orden público internacional es utilizado, será aquel un punto de contacto entre el Derecho Internacional
Público y el Derecho Internacional Privado? Estas y otras interrogantes serán tratadas en este espacio.
Palabras clave: arbitraje internacional, orden público, orden público internacional, ejecución de
laudos arbitrales, relación entre el derecho internacional público y el derecho internacional privado.

Abstract: International arbitration is not domestic nor international in nature. In fact, the law appli-
cable to that kind of proceedings can be considered a byproduct of the will of private parties. However,

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 516
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

this wide attribution recognized to individuals have some limits. In this regard, it must be born in mind
that arbitral awards represent a sort of private justice and, therefore, States requested to execute those
kind of decisions can refuse their enforcement within their jurisdictions. One scenario that entails the
non-enforcement of and arbitral award happens when the decision collides with the public policy (ordre
public) of the State where is supposed to be implemented. This is widely recognized as a fundamental
rule in international arbitration, nevertheless, a problem arises. The notion of public policy is contingent
in nature and, because of that, it requires to be applied in very specific circumstances. That is why some
academics and state tribunals have formulated the notion of international public policy as a term directed
to narrow the content of that institution, but using to that end purely domestic legal content. In this sense,
the term international public policy emerged as a merely sub-section of domestic public policy divested
of any international meaning. In that context: ¿should international arbitration institutions (as the excep-
tion of ordre public), be understood by purely domestic elements? ¿Where would be the international
aspect of international commercial contract or investment if the exception of public policy is analyzed
by purely domestic constructions? Those doubts have pushed in some systems, the formulation of in-
ternational public policy in truly international terms. This is somehow welcomed, however, this usage
creates additional doubts: ¿What does a public policy of the international realm entail? ¿What is its
content and, can that be used in practical ways to exclude the enforcement of and international arbitral
award? ¿What is the role of Public International Law in all of this? ¿If truly international public policy
is used by domestic tribunals, would that be a point of connection between Public International Law and
Private International Law? These and other questions will be entertained in this paper.
Keywords: international arbitration, public policy, international public policy, enforcement of ar-
bitral awards, public international law – private international law relationship.

Sumario: I.Introducción. II. El Orden Público como Concepto Legal Transversal. III. El
Orden Público Interno e Internacional y su Utilización en el Derecho Internacional Privado. 1. El
Orden Público Interno como Límite a la Ejecución de Laudos Arbitrales Extranjeros. 2. El Orden
Público Internacional como Límite a la Ejecución de Laudos Arbitrales Extranjeros. 3. Un Avance
no solo para el Derecho Internacional Privado. IV. A Modo de Conclusión: Otros Entretelones del
Uso del Orden Público Internacional en el Contexto de Laudos Arbitrales.

I. Introducción

1. Desde la perspectiva del internacionalista público, el derecho relativo a los arbitrajes inter-
nacionales privados (comerciales y de inversión extranjera) representan un cuerpo normativo mixto y
complejo, caracterización que –a primera vista– no pareciera justificar una especial atención publicis-
ta teniendo en cuenta los efectos públicos limitados que tendrían los laudos arbitrales internacionales
privados. Y es que, aunque este método de resolución de disputas está estrechamente vinculado al fun-
cionamiento del comercio internacional global y a las inversiones (y, por ende, relacionado al manteni-
miento de la economía global), al mismo tiempo sus efectos concretos involucran intereses particulares.
En contraste con esto, en el Derecho Internacional público1 los procedimientos arbitrales han incidido en
temas relacionados con la delimitación de fronteras, el desarme, la protección de poblaciones, reparacio-
nes inter-estatales, entre otras materias. Es decir, el arbitraje en el Derecho Internacional ha promovido
y fortalecido la paz global.2 Teniendo en cuenta esto, desde aquel enfoque el arbitraje internacional

1
Ω Investigador doctoral en el Walther-Schücking-Institut für Internationales Recht del Christian Albrechts Universität zu
Kiel (Kiel, Alemania).
E
l arbitraje como mecanismo de solución de controversias entre entidades políticas, se ha utilizado en diferentes momentos
de la historia. Sobre este tema véase: H. S. Fraser, “Sketch of the History of International Arbitration”, Cornell Law Quarterly,
Vol. 11, N° 2, 1926. pp. 179-208.
2
Ya Grocio en su obra fundamental, De Jure Belli et Pacis, hablaba sobre la relevancia del arbitraje en la consecución de
la paz. Véase: H. Grocio, De Jure Belli et Pacis, Libro II, Capítulo 23. 1625. Para. VIII.

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 517
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

contemporáneo en donde una de las partes es un individuo (arbitrajes de inversión) o incluso, en donde
ambas partes, lo son (arbitrajes comerciales)3 pueden ser percibidos como instancias de relevancia limi-
tada para el sistema legal internacional en su conjunto. Sin embargo, como explicaremos en esta investi-
gación, aquella conclusión es apresurada. Por esto mismo, hace poco, la actitud de los internacionalistas
ha mostrado un cambio. A ello ayudaría la elaboración, a fines del siglo pasado, del informe de Martti
Koskenniemi sobre el fenómeno fragmentario en el Derecho Internacional (y sobre sus potenciales
efectos negativos en la unicidad de la disciplina internacional). Aquel informe influenciaría la agenda
de diversos académicos, impulsándolos a analizar los diferentes ordenamientos semi-autónomos que
conforman el Derecho Internacional. Uno de aquellos ordenamientos ha sido la del arbitraje internacio-
nal, el cual aunque con connotaciones más mixtas que puramente internacionales, interpreta y ejecuta
normas provenientes del Derecho Internacional en diferentes casos. Dada esta nueva realidad, se ha
gestado –poco a poco– un diálogo entre ambas áreas de estudio.

2. Ahora, uno de esos puntos de contacto (entre el derecho arbitral internacional y el Derecho
Internacional) se observa cuando se indagan los fundamentos mismos del arbitraje. Sobre esto, debe
recordarse que algunos encuentran que el fundamento de los procedimientos arbitrales se sustenta en
la voluntad de las partes y el respeto que los ordenamientos domésticos deben darle a los individuos
para que estos diseñen la forma más adecuadas para resolver sus controversias (teoría privatista); por su
parte, otro sector (de corte publicista) subraya el hecho de que el arbitraje constituye un proceso cuasi-
judicial4 y que –como tal– se encuentra constreñido por elementos que controlan su emisión y contenido.
Ahora, más allá de los detalles de este interesante debate, lo que debe reconocerse es que el elemento
voluntarista juega un rol clave en el diseño del arbitraje internacional, sin embargo, aquel ejercicio solo
es aceptable, “(…) en tanto no ofenda el orden público o las normas obligatorias.” 5 Esto último no
es más que la llamada excepción del orden público, la cual ha evolucionado y ha logrado abarcar –en
algunos casos– más que el solo orden público interno estatal para incluir el internacional. Esto último ha
sido posible, pues como indica McLachlan (al recordar lo indicado por la Corte Suprema de Canadá y la
Corte de Casación de Francia), “(e)l arbitraje no forma parte del sistema judicial de ningún Estado (…).
El árbitro no tiene lealtad por conexión a ningún Estado individual (…). En resumen, el arbitraje es una
criatura que le debe su existencia solo a la voluntad de las partes.”6 Sin embargo, el arbitraje internacio-
nal no es un procedimiento que se sostenga en el vacío; por ello, “(…) un laudo arbitral internacional
–que no está anclado a ningún orden legal nacional, constituye una decisión judicial internacional.”7

3. Esta última frase nos enfrenta a una serie de dudas8, sobre todo en relación al rol que jugaría
un eventual orden público de tipo internacional en el funcionamiento de la excepción a la ejecución de
laudos arbitrales. El objetivo principal del siguiente artículo será analizar aquello, en tanto un punto
claro de conexión entre el Derecho Internacional y el arbitraje internacional. Para esto, iniciaremos ana-
lizando el término orden público.

3
Existen diferencias entre ambos tipos de arbitrajes, hecho que impacta en sus respectivos regímenes legales. Esto es
ampliamente conocido y no necesita de mayor explicación. Al respecto, véase: V.V. Veeder, “Introduction to Investment Treaty
Arbitration and Commercial Arbitration: Are they Different Ball Games?”, en A. J. Van Den Berg (Ed.), 50 Years of the New
York Convention, Kluwer Law International, The Hague, 2009, p. 91 y G. Van Harten y M. Loughlin, “Investment Treaty Ar-
bitration as a Species of Global Administrative Law”, European Journal of International Law, Vol. 17, N° 1. 2006. pp. 123-127.
Sobre diferencias sutiles entre ambos tipos de arbitrajes, véase: K. H. Böckstiegel, “Commercial and Investment Arbitration:
How Different are they Today?”, Arbitration International, Vol. 28, N° 4. 2012. pp. 577-590.
4
Véase: A. L. Calvo Caravaca y J. Carrascosa González, “Arbitraje Privado Internacional”, en A. L. Calvo Caravaca
y J. C. González (Dir.) Derecho del Comercio Internacional (Dir.), COLEX, Madrid, 2012, p. 1729.
5
J. Paulsson, The Idea of Arbitration, Oxford University Press, Oxford, 2013, p. 2.
6
Corte Suprema de Canadá. Dell Computer Corp. v. Union des Consommateurs (2007) 284 DLR (4th) 577, at. 51. Véase:
C. Mclachlan, “Investment Treaty Arbitration: The Legal Framework”, en A. J. Van Den Berg (Ed.), 50 Years of the New York
Convention, Kluwer Law International, The Hague, 2009, p. 102.
7
Corte de Casación de Francia. PT Putrabali v. Est Epices, 29 June 2007, 24 Arb. Int. (2008). p. 293, at. p. 295. En: MC-
LACHLAN, Ibid 102.
8
Ibid

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 518
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

II. El orden público como concepto legal transversal

4. El concepto de orden público es uno de los más difíciles de ser explicados por la doctrina
jurídica; sin embargo, en la actualidad, es posible indicar que el término se refiere a un conjunto de va-
lores esenciales de un grupo social, que –por su trascendencia– no pueden ser pactados en contrario.9 10

5. Esta definición simple, está compuesta por dos secciones que desagregadas son sumamente
intrincadas. Por un lado, la definición alude a la función que el orden público cumple como limitador
de la voluntad de los individuos, pero –además– indica que está compuesto por un contenido concreto
(valores fundamentales sociales).11 Como puede deducirse entonces, el término aparecería cuando en
una realidad social se llega al convencimiento de la importancia de limitar la autonomía de los indivi-
duos. Esta circunstancia se produce en casi todo ordenamiento legal y va dirigido a salvaguardar ciertos
elementos públicos y de bien común, considerados como fundamentales para que las relaciones básicas
sociales se preserven en orden. En lo que respecta al segundo elemento del término, aún existe una
falta de comprensión sobre sus alcances. Si bien se entiende que aquello hace alusión a valores; cada
experiencia social identificará cuáles de ellos serán indispensables para que las relaciones sociales se
mantengan en orden y fluidez.12 En ese sentido, a lo que se hace referencia es a una suerte de continuum
valorativo social13 que se origina de las experiencias más básicas en todo grupo social y –que tras cierto
tiempo– convencen a sus integrantes de que su protección resulta indispensable.14 Por consiguiente, el
contenido del orden público es por naturaleza particular y fluctuante.

9
Si bien el orden público, como concepto, no es pacífico, esto no ha limitado su teorización dentro de la teoría general
del Derecho. De especial relevancia son las obras de Cardini y de Bartolomé Cenzano. Véase: E. Cardini, El Orden Público,
Abeleto Perrot, Buenos Aires, 1959 y J. C. De Bartolomé Cenzano, El Orden Público como Límite al Ejercicio de los Derechos
y Libertades, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2002.
10
En la experiencia anglosajona el orden público (public policy) también es entendido como aquello que, por razones de
moralidad, buenas costumbres, interés general de la comunidad, entre otros, limitan los derechos individuales (especialmente los
contractuales). Sobre esto, véase: L. Goldsmith, “An Introduction to International Public Policy”, en D. Bray y H. L. Bray (Ed.),
International Arbitration and Public Policy, –JURIS, Nueva York, 2015, pp. 3-8. Véase, de igual forma: Corte de Apelaciones de
Estados Unidos. Segundo Circuito. Parson y Whittemore Overseas Co., Inc., Plaintiff-Appelant-Appellee, v. Societe Generale De
L´Insdustrie Du Papier (rakta), and Bank of America, Defendants - Appellees, Societe Generale de L´Industrie Du Papier (rakta),
Defendant-Appellee-Appellant, 508 F.2d 969 (2d Cir. 1974) del 23 de diciembre de 1974. Para un análisis del origen del término,
véase: B. Kain y D. Yoshida, “The Doctrine of Public Policy in Canadian Contract Law” en T. Archibald y R. Echlin (Ed.), Annual
Review of Civil Litigation, Thomson Carswell, Toronto, 2007, pp. 1-47. Sobre la relatividad del término en el common law, véase:
A. Nussbaum, “Public Policy and the Political Crisis in the Conflict of Laws”, Yale Law Journal, Vol. 49, N° 6. 1940. pp. 1027-1058.
11
El primer elemento genera discusiones sobre el margen adecuado de libertad que un ordenamiento le debe de otorgar a
los individuos. Este es un debate de interés pero que ha decantado en la aceptación general de un mínimo de limitación de la
autonomía de la voluntad individual frente al bien común.
12
Sin duda, esta afirmación se recuesta sobre nociones provenientes de la sociología y –actualmente– de la Sociología del Dere-
cho. Al respecto, véase: E. Ehrlich y N. Isaacs, “The Sociology of Law”, Harvard Law Review, Vol. 36, N° 1. 1922. pp. 131-132.
13
Este sentido ha sido adoptado por el Tribunal Supremo español. Sobre este tema, véase: Tribunal Supremo de España.
Sentencia RJ\1966\1684 del 5 de abril de 1966. Véase al respecto: C. Hernández Ibánez, “Jurisdicción Competente en Materia de
Nacionalidad (Reflexiones en torno a la S.T.S. de 7 de junio de 1986)”, en Libro Homenaje al Profesor Juan Roca Juan, EDITUM
- Universidad de Murcia, Murcia, 1989, p. 387 y Tribunal Supremo de España. Auto de 24 de octubre de 1979 (N° 11 - Repertorio
de 1979). Véase: E. Linde Paniagua, “Sentencias y Autos del Tribunal Supremo y Resoluciones de la Dirección General de los
Registros en que se Citan, Estudian o Aplican Preceptos Constitucionales”, Revista de Derecho Público, N° 11. 1981. pp. 225-226.
14
Esto coincide con lo indicado por Baudry-Lacantinerie, cuando considera al “(…) orden público como la organización
(…) imprescindible para el buen funcionamiento general de la sociedad: la consagración de un cierto número de ideas so-
ciales, políticas y morales (…).” Sobre esto, véase: M. José Izu Belloso, “Los Conceptos de Orden Público y Seguridad Ciu-
dadana tras la Constitución de 1978”, Revista Española de Derecho Administrativo, N° 58. 1988. pp. 233-254. Por lo demás,
es importante tener presente que el concepto de orden público está entrelazado con el de los principios generales del derecho,
y se dirige a proteger las instituciones sociales más básicas. Una de aquellas instituciones básicas en toda sociedad es su con-
stitución; o lo que es lo mismo, las reglas generales que establecen el funcionamiento del Estado y los derechos básicos de los
individuos. Si esto es así y si el orden público busca la protección de las instituciones básicas de la sociedad, éste también debe
proteger la constitución de un grupo social. Si bien aún no existe una explicación suficientemente convincente que explique la
relación entre el orden público y el orden constitucional, si tenemos algunas aproximaciones iniciales como aquella expuesta
por el Tribunal Supremo de España cuando indicó que, “(...) el concepto de orden público se sustenta especialmente en los
derechos fundamentales reconocidos en la Constitución y en los principios básicos del orden social en su vertiente económica
(...).” Tribunal Supremo de España. Sentencia del 4 de marzo de 2002. Citado en la Sentencia 00403/2016 de la Aud. Provin-
cial Sección N° 1. jugado de lo Mercantil N° 3 de Pontevedra. Ponente: Manuel Almenar Belenguer. p. 5.

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 519
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

6. Esto es connatural a su contenido, pero no obsta para su utilización en el mundo legal. Ahora,
dado que los valores sociales estructurales se encuentran dentro del mundo de la sociología y la moral,
para que estos puedan ser protegidos jurídicamente, los mismos deben ser incorporados adecuadamente
al ámbito legal. Como consecuencia de esto, se requiere que estos valores sean formulados por medio de
ciertas construcciones jurídicas. Y, en tanto los valores sociales compiten entre sí (pues en una sociedad
no existe un solo valor estructural sino un grupo numeroso de estos) y dado que por naturaleza los va-
lores son abstracciones generales, se han encontrado que los productos legales idóneos para expresarlos
son los principios generales del derecho.15 Son estos productos normativos los que permiten “juridificar”
elementos vinculados estrechamente con la moral. Esta conexión de los principios generales del derecho
con elementos extra-normativos, ha hecho que se consideren a estos como una suerte de bisagra entre el
orden legal y la fenomenología extra-normativa16 o, bien que se consideren que estos sirven como meca-
nismos de cierre de los ordenamientos jurídicos. Apoya a esto el hecho de que una de las funciones, que
comúnmente se le atribuye a los principios generales del derecho (como a la noción de orden público) es
el de servir de cláusula de cierre del ordenamiento,17 lo cual proviene del hecho de que el fenómeno legal
no puede en su totalidad expresarse en expresiones normativas positivas;18 siendo dicho espacio donde
los principios generales del derecho e –igualmente– el orden público cumplen una función esencial. De
forma similar (y teniendo en cuenta la existencia de una variedad de valores sociales que deben coordi-
narse entre sí), a los principios generales del derecho se les reconoce –a diferencia de lo que sucede con
las reglas jurídicas positivistas– la posibilidad de que su contenido sea balanceado (balancing) cuando
se enfrentan a otros principios jurídicos. Esto evita la exclusión de unos en preferencia de otros; es así,
que este vínculo entre principios generales y orden público es útil pues en caso de colisión entre valores
sociales importantes (como sucede cuando debe excluirse decisiones foráneas del ordenamiento) el juez
tendrá en sus manos una herramienta flexible.

7. Ahora bien, el que el orden público esté compuesto por principios jurídicos, no implica que
no puedan identificarse reglas legales concretas expresando aquellos valores máximos sociales (de aquel
mismo orden público). Por el contrario, esto es común en los diferentes sub-sistemas del derecho domés-
tico (derecho administrativo, penal, comercial, etc.). Ahora, esto último no debe llevarnos a concluir que
el orden público requiere indispensablemente expresarse en normas o reglas concretas. Su existencia es
independiente de aquel tipo de normatividad,19 las cuales solo expresan un contenido normativo pre-
existente cuyo fundamento está –como hemos indicado– en los principios generales del derecho. Es por
ello que, cuando un juez en un orden doméstico decide utilizar el concepto de orden público, estará ante
un concepto abierto e ilimitado pero limitable, igual a como sucede cuando un juez determina el conte-
nido de un principio general. Son estos últimos los que permiten a los jueces hablar del orden público
desde un enfoque legal antes que moral.

8. Ahora, todo lo indicado describe el elemento “orden” del término orden público; sin embar-
go, para que el término se complete, hace falta entender su elemento “público”. Al respecto, debe de
entenderse que “(...) la función limitadora de los derechos, al igual que las otras funciones que deben

15
Apoya a esta conclusión, la forma como se ha formulado el orden público en la Convención Interamericana sobre Nor-
mas Generales de Derecho Internacional Privado. Este instrumento, en su artículo 5, indica lo siguiente: “La ley declarada
aplicable por una Convención de Derecho Internacional Privado podrá no ser aplicada en el territorio del Estado Parte que la
considere manifiestamente contraria a los principios de su orden público.” Véase: Convención Interamericana sobre Normas
Generales de Derecho Internacional Privado. Montevideo, Uruguay. 18 de mayo de 1997.
16
Sobre esta materia, véase: J. Raz, “Legal Principles and the Limit of Law”, Yale Law Journal, Vol. 81, N° 5. 1972. pp.
823-854; R. Dworkin, Los Derechos en Serio – Taking Rights Seriously, Ariel, Barcelona, 1989. 75-76; E. García de Enterría,
“Reflexiones sobre la Ley y los Principios generales del Derecho en el Derecho Administrativo”, Revista de Administración
Pública, N° 40. 1963. pp. 189-224 y A. E. Pérez Luño, “Los Principios Generales del Derecho: ¿Un Mito Jurídico?”, Revista
de Estudios Políticos (Nueva Época), Vol. 98. 1997. pp. 9-24.
17
Al respecto véase: Ángel Acedo Penco, infra nota 42. p. 328.
18
Véase: Eugen Ehrlich y Nathen Isaacs, supra nota: 12.
19
Esta posición es adoptada por parte de la doctrina francesa (doctrina que, dicho sea de paso, es una de las más avanzadas en
lo que respecta al estudio del orden público). Sobre esto, véase: Espín Canovas, “Las Nociones de Orden Público y Buenas Cos-
tumbres como Límites de la Autonomía de la Voluntad en la Doctrina Francesa”, Anuario de Derecho Civil, Vol. 3. 1963. p. 790.

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 520
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

desempeñar, sólo puede efectivizarse con el ingreso del necesario elemento público del término; y aque-
lla combinación no es más que el orden público. Esta noción (de lo público) implica la concretización
institucional del orden social y, su finalidad, es la conservación de los principios y valores del sistema
(ya legalizados) a través de diversas corporizaciones.”20 Esto último, como veremos más adelante, es
esencial para entender la interacción entre el concepto de orden público internacional (desarrollado en
el contexto de arbitrajes internacionales) y el Derecho Internacional.

III. El Orden Público Interno e Internacional y su Utilización en el Derecho Internacional Privado

9. Habiendo dado cuenta de lo que envuelve hablar del orden público, en lo que sigue será im-
portante analizar el mismo tal cual ha sido aplicado en el Derecho Internacional privado y, –en especial–
en el contexto de los arbitrajes internacionales. Para ello, basta indicar que, uno de los usos principales
de aquel término en dicho campo es el exceptuar el reconocimiento de los laudos arbitrales extranjeros.
¿Por qué es esto?

10. Para entender aquello debe tenerse presente que en el caso del comercio internacional, la
excepción del orden público surge en tanto aquel tipo de arbitraje, –en estricto– se formula como justicia
privada; es decir, como una suerte de justicia administrada por agentes no estatales y que involucran
además partes puramente privadas. Debido a ello, los Estados donde se busca ejecutar un laudo de este
tipo salvaguardan para ellos mismos, la posibilidad de inaplicarlos por cuestiones de orden público. Solo
una vez se verifique que un laudo no afecta el orden público del Estado donde se busca su ejecución,
las cortes domésticas de aquel Estado harán efectivo el mismo. Cuando ello ocurra, la justicia privada
efectuada en sede arbitral adquirirá contornos públicos, al ser reconocido por los tribunales estatales
y –por tanto– apareciendo la sujeción de dichas decisiones. Por ello, Collier y Lowe recuerdan (desde
una perspectiva histórica) que, “(p)ara que el arbitraje fuese reconocido como una vía alternativa de
resolución de disputas en coexistencia con las cortes, fue necesario que estos fueran apoyados por el
derecho estatal”.21 O, en términos utilizados por De Boer, “(…) los tribunales arbitrales, a diferencia
de las cortes, no tienen sede. [En ese sentido], no están de ninguna manera conectados con la autoridad
pública del Estado en donde el arbitraje se desarrolla; no tiene la misma autoridad que la de una corte
y sus decisiones no pueden ser ejecutados sin alguna forma de ejecución judicial.”22 Ahora bien, lo indi-
cado hace referencia a los arbitrajes vinculados a contratos de comercio internacional. ¿Qué sucede en el
caso de los arbitrajes de inversión extranjera? En estos casos, el uso del orden público como excepción
solo es residual. Esto es así, en tanto en estos últimos casos una buena parte de los procedimientos, i)
están conectados al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a la Inversión (ICSID por
sus siglas en inglés), sistema que excluye la posibilidad de alegar la excepción del orden público, para
hacer inejecutable un laudo,23 o bien ii) aunque fuera de ese marco y, por tanto, pasibles de la excepción

20
L. A. López Zamora, “El Unificador Fragmentado - La Fenomenología de las Normas de Ius Cogens en un Contexto de
Cambio”, Anuario Español de Derecho Internacional, Vol. 30. 2014. p. 234. Para más sobre esto, véase: J.C. De Bartolomé
Cenzano, nota: 9. p. 114.
21
J. Colliers y V. Lowe, The Settlement of Disputes in Interntional Law – Institutions and Procedures, Oxford University
Press, Oxford, 1999, p. 45 y sgtes.
22
TH. M. De Boer, “Choice of Law in Arbitration Proceedings”, Recueil des Cours, Martinus Nijhoff Publishers, Leiden/
Boston, 2015, p. 79.
23
No ahondaremos en este punto dadas las limitaciones de espacio. Sobre este punto, véase: J. Billiet, International In-
vestment Arbitration - A Practical Handbook, Maklu Publishers, Antwerpen, 2016, p. 243; G. Van Harten, Investment Treaty
Arbitration and Public Law, Oxford University Press, Oxford, 2007; E. Neumayer, “Multilateral Agreement on Investment:
Lesson from the WTO from the failed OECD-Negociations”, Wirtschaftspolitische Blätter, Vol. 46, n° 6. 1999. pp. 618-628; C.
F. Dugan, D. Wallace, N. D. Rubins y B. Sabahi, Investor-State Arbitration, Oxford University Press, New York, 2008, p. 642
y S. Canner, “The Multilateral Agreement on Investment”, Cornell International Law Journal, Vol. 31, N° 3. 1998. pp. 657-681.
En relación al funcionamiento y particularidades del ICSID, véase: C. Yuylsteke, “Foreign Investment Protection and ICSID
Arbitration”, Georgia Journal of International and Comparative Law, Vol. 4, N° 2. 1974. pp. 343-361; M. Potestá, “The Inter-
pretation of Consent to ICSID Arbitration Contained in Domestic Investment Laws”, Arbitration International, Vol. 27, N° 2.
2011. pp. 149-170 y V. O. Nmehielle, “Enforcing Arbitration Awards Under the International Convention for the Settlement of

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 521
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

del orden público, por cuestiones connaturales a los arbitrajes de inversiones extranjeras son menos
susceptibles a presentar aquel tipo de excepción.24 En ese sentido, en las subsecuentes secciones, nos
centraremos en concreto en el uso de la excepción del orden público referido a la ejecución de laudos
arbitrales de comercio internacional.

11. Por tanto y, regresando nuevamente al caso del comercio internacional, es importante indicar
que los Estados mediante diferentes instrumentos internacionales, han reconocido la importancia del
arbitraje internacional así como el reconocimiento y ejecución de sus laudos (sin el involucramiento de
los tribunales nacionales); no obstante, los Estados han salvaguardado la posibilidad de rechazar aque-
llas decisiones en casos excepcionales. Pero, el uso del orden público no acaba en eso. Además de servir
como un mecanismo de inaplicación e inejecución de laudos arbitrales extranjeros (etapa de ejecución
del laudo), también puede tener efectos en la formación de la decisión arbitral (etapa de decisión del
laudo). Esto apunta a que el árbitro, en base a criterios de orden público, podría efectuar una serie de
acciones durante la sustanciación del procedimiento. Teniendo en cuenta ello, en las siguientes líneas
analizaremos el uso del orden público en ambas fases y la interrelación con el Derecho Internacional.

1. El Orden Público Interno como Límite a la Ejecución de un Laudo Arbitral Extranjero

12. En la etapa de ejecución de un laudo arbitral comercial la noción de orden público es utili-
zado para rechazar su incorporación en el ordenamiento donde éste habrá de ser efectuado. Por consi-
guiente, en estos casos la calificación de los alcances del orden público lo realiza el tribunal en aquella
jurisdicción,25 por lo que en esta fase, aquel término alude esencialmente al orden público interno estatal.

13. Este tema es un punto bien tratado en el derecho comercial internacional; sin embargo, aún
es un tema controversial. Esto es así por la tensión que genera su utilización. Y es que, el arbitraje como
mecanismo alternativo de solución de controversias solo tendrá sentido si la decisión que se adopta
en su seno, tiene efectividad; sin embargo, esto debe coordinarse con las necesidades de salvaguardar
elementos básicos morales y de justicia en los ordenamientos en los que se pretende ejecutar dichas
decisiones. Todo esto implica una serie de cuestiones: ¿Qué orden público debe ser el utilizado por el
tribunal interno si decide no ejecutar un laudo arbitral? ¿Es el orden público del Estado en donde se bus-
ca ejecutar el laudo, el orden público internacional o será otro orden público, como uno derivado de la
lex mercatoria o de los usos del comercio internacional? Cada respuesta genera dudas complementarias
y mayores complicaciones. ¿Qué sucede si las partes escogen el Derecho Internacional como aplicable?
¿Será en ese caso igualmente aplicables limitaciones de orden público internacional?

14. En esta sección, nos centraremos en el uso del orden público en el sentido interno, mientras
que en la subsiguiente sección en el internacional. En este momento, buscaremos indagar la siguiente
pregunta: ¿Qué ha implicado en términos prácticos el orden público en el contexto arbitral y cuál ha sido
su extensión?

15. En primer lugar, debemos mencionar que la excepción del orden público se encuentra re-
conocida en diferentes instrumentos del Derecho Internacional. Por ejemplo, el artículo V(2)(b) de la
Convención sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras (Conven-
ción de Nueva York), dispone: “También se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de una

Investment Disputes (ICSID Convention)”, Annual Survey of International and Comparative Law, Vol. 7, N° 1. 2001. pp. 21-48.
24
Aquella posibilidad existe, especialmente, cuando se establece bilateralmente la arbitrabilidad de litigios de inversión
extranjera bajo el régimen del Reglamento de Arbitraje de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil (UNCI-
TRAL); cuando el arbitraje es una posibilidad en el derecho doméstico dada la aplicación de la Ley Modelo de la CNUDMI sobre
Arbitraje Comercial Internacional de 1985 (enmendado en 2006) (el cual reconoce explícitamente la excepción del orden público);
o en el caso de los laudos arbitrales que están fuera del ICSID y que, para ser ejecutados, requieren la aplicación de la Convención
sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras (Convención de Nueva York) de 1958.
25
Véase: G. Cordero-Moss, International Arbitration is Not Only International, International Commercial Arbitration -
Different Forms and their Features (Ed. Giuditta Cordero-Moss), Cambridge University Press, Cambridge, 2013, pp. 20-21.

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 522
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

sentencia arbitral si la autoridad competente del país en que se pide el reconocimiento y la ejecución,
comprueba: (…); b) Que el reconocimiento o la ejecución de la sentencia serían contrarios al orden
público de ese país.”26 La importancia de la convención no debe pasarse por alto; este tratado ha sido
suscrito y ratificado por 159 Estados, haciendo del mismo un instrumento de alcance cuasi-universal. En
ese sentido, sus disposiciones (entre las que se encuentra la excepción del orden público) bien podrían
haber alcanzado el estatus de norma consuetudinaria en el Derecho Internacional. ¿Qué implicaría una
cosa como aquella? Eso implicaría la conformación de costumbre internacional que establecería que
todo laudo internacional, para ser reconocido en el ordenamiento estatal, tendría que superar el test de
no ser contrario al orden público del Estado del foro. Si esto hubiese alcanzado un nivel consuetudinario
entonces ya no sería necesario que cada Estado prestara su voluntad de ser parte de la Convención de
Nueva York27 para que, potencialmente, pudiese alegarse aquella excepción como válida.

16. Entonces, el que un instrumento como el Tratado de Nueva York reconozca la excepción
del orden público en materia de comercio internacional es importante. Es en base a aquella disposición,
que han surgido casos aplicando la excepción. Un caso que ejemplifica ello es el laudo en el caso Ad-
viso N. V. y Koreas Overseas Construction Corp. (caso Adviso). La decisión arbitral fue formulada en
sede arbitral suiza e intentó ser ejecutada en Corea; sin embargo, una de las partes formuló la excepción
de orden público. Como consecuencia de ello, la Corte Suprema de Corea tuvo que analizar una serie
de argumentos, concluyendo que la excepción de orden público solo era residualmente aplicable. A
decir de la corte, el “Art. V(2)(b) de la Convención de Nueva York establece que la corte competente
en el país en donde se busca el reconocimiento y ejecución del laudo arbitral, podrá refutar aquel re-
conocimiento o ejecución, si encuentra que el reconocimiento o la ejecución del laudo está en contra
del orden público de aquel Estado. El principio básico subyacente en aquella disposición es proteger
las creencias morales fundamentales y el orden social del país en donde se busca el reconocimiento y
ejecución del laudo (…). En tanto una debida consideración debe dársele a la estabilidad del orden
comercial internacional de igual forma que a los asuntos domésticos, aquella provisión debe ser in-
terpretada estrechamente.”28 Lo indicado por el tribunal toca un punto importante, como es que la uti-
lización del orden público debe ser limitado. A similares consideraciones han llegado los tribunales de
Estados Unidos. Por ejemplo, en el caso Parsons and Whitemore Oveseas Co. V. Societe Generale de
L´Industrie su Papier, se analizó el artículo V(2)(b) de la Convención de Nueva York, indicándose que
“(…) tal vez más probatorio son las inferencias que pudiesen realizarse a la historia de la Convención,
como un todo. El sesgo general, pro-ejecución que subyació a la Convención (…) apunta a una lectura
restrictiva de la defensa, en base al orden público. Una construcción expansiva de aquella defensa
viciaría los esfuerzos de la Convención por remover los obstáculos pre-existentes en la ejecución [de
laudos arbitrales]. (…) En ese sentido, concluimos que la defensa del orden público reconocido por

26
Convención sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras. Comisión de las Naciones
Unidas para el Derecho Mercantil Internacional. Nueva York - 1958. Artículo V(2)(b).
27
Claro está, ciertas suspicacias pueden levantarse si se tiene cuenta que, “la mayor parte de los tratados crean derechos
recíprocos entre los Estados firmantes, a ser impuestos y ejercidos según el Derecho Internacional. La Convención (de Nueva
York) (por su parte) crea ventajas para un sinnúmero de partes anónimas, siendo la mayor parte de la mismas individuos y
entidades privadas; (aquellas ventajas serán) interpretadas y efectivizadas dentro del espacio nacional por parte de la insti-
tución más arquetípica del derecho nacional: los tribunales nacionales.” Véase: M. Paulsson, The 1958 New York Conven-
tion in Action, Wolters Kluwer Law International, 2016, p. 32. (traducción del autor). Esto es cierto, sin embargo, la primera
característica rescatada por Paulsson no es extraña en el Derecho Internacional. Si bien esta disciplina nació para regular las
relaciones internacionales en base a un principio absoluto de voluntarismo estatal y de obtención de beneficios, el Derecho
Internacional evolucionaría hasta reconocer que los Estados no solo suscriben tratados con el fin de obtener réditos directos
entre sí (sinalagma convencional). El caso más claro es el de los tratados de derechos humanos, en donde la suscripción de un
instrumento en aquel ámbito no se efectúa con el fin de beneficiar a los Estados suscriptores del tratado, sino a los individuos.
Sobre esto, véase: Corte Internacional de Justicia. Opinión Consultiva sobre la Validez de Ciertas Reservas a la Convención
para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio del 28 de mayo de 1951. pp. 23-24 y Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Opinión Consultiva acerca del Efecto de las Reservas sobre la Entrada en Vigencia de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (artículos 74 y 75). PC-2/82. Serie A N° 2. 24 de septiembre de 1982. Para. 29.
28
Corte Suprema de Corea. Caso N° 93 Da53054 del 14 de febrero de 1995. Véase: J. M. Graves y J. F. Morrissey, In-
ternational Sales Law and Arbitration - Problems, Cases and Commentary, Kluwer Law International, Alphen aan den Rijn,
2008, p. 480. (traducción del autor)

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 523
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

la Convención, debe ser construido de forma estrecha. La ejecución de laudos arbitrales extranjeros
solo podrá rechazarse sobre esta causal cuando su ejecución suponga una violación a las nociones
más básicas de moralidad y justicia del país.”29 Esto confirmaría que la aplicación de la excepción del
orden público –por naturaleza– es restrictiva y, también confirma que el orden público es conceptuali-
zado como una referencia a un conjunto de principios fundamentales del ordenamiento. En ese sentido,
el contenido del término, en contexto arbitral, es similar a lo descrito en la sección precedente de esta
investigación. Ahora, aquello no es todo, aun si se determinara que un laudo arbitral efectivamente
colisiona con el orden público; dicha colisión requeriría de un mínimo de afectación para ser invocado.
La Corte de Apelaciones de Francia, en su decisión en Thales Air Defense v. GIE Euromissile, conclu-
yó que la excepción de orden público esgrimido por Thales, sobre la supuesta vulneración del derecho
de competencias europeo debía ser descartado, pues, para encajar en aquel supuesto se requería una
vulneración manifiesta y obvia del orden público.30

17. Esta aproximación restrictiva en la aplicación del orden público tiene ciertas implicancias.
Por ejemplo, no existirá una correlación inmediata entre dejar de aplicar normas imperativas de un Es-
tado y la violación a su orden público. Diferentes tribunales han concluido ello y han sido exitosos en
diferenciar ambos tipos de normas. Por ejemplo, este punto fue considerado en el caso Adviso en donde
la Corte Suprema de Corea indicó que, “(c)uando normas extranjeras aplicadas en un laudo arbitral
violan normas imperativas del derecho coreano, dichas violaciones no constituyen, necesariamente,
causal para su rechazo. Solo cuando el resultado concreto, derivado de reconocer dichos laudo, es-
tuviesen en contra de la buena moral y otros aspectos del orden social de Corea, su reconocimiento y
ejecución podrán ser rechazados.”31 Otra consecuencia del enfoque restrictivo dado a la excepción del
orden público, es que simples errores en la aplicación de la base legal (en sede arbitral) no implican,
por sí mismo, que el orden público del Estado donde se solicita la ejecución del laudo se vea cuestio-
nado. Un ejemplo de esto se observa en el caso Karaha Bodas Co., LLC v. Perusahaan Pertambangan
Minyak das Gas Bumi Negara (caso Karaha Bodas). En este caso, los tribunales de los Estados Unidos
analizaron la posible violación del orden público, por parte de un laudo extranjero. Una de las partes
sostuvo que el laudo violaba la doctrina del Derecho Internacional sobre abuso de derecho. En rela-
ción a esta argumentación, los tribunales de los Estados Unidos sostuvieron que, “(g)eneralmente, el
razonamiento legal erróneo y la mala aplicación de las leyes no son violaciones al orden público en el
sentido dado dentro de la Convención [de Nueva York]. (…) La interpretación contractual efectuada
por un tribunal arbitral no viola el orden público a menos que viole las nociones más básicas de mo-
ralidad y justicia.”32

18. Como puede observarse, la conclusión del tribunal lleva nuevamente a la aplicación restric-
tiva de la excepción del orden público; sin embargo, dentro de los alegatos en Karaha Bodas se avizora
una cuestión que requiere mayor discusión. En el caso una de las partes sostuvo la aplicación de la ex-
cepción del orden público por violación de la doctrina del abuso de derecho reconocido en el Derecho
Internacional. Una argumentación como ésta, llama a preguntar: ¿El reclamante apuntaba a cuestionar
la ejecución del laudo arbitral por violación al orden público del Estado (en tanto aquel orden público
interno estaría complementado por normas del Derecho Internacional) o esgrimía la vulneración del
orden público internacional en sí mismo? Esta última cuestión debe ser analizada a fondo.

29
Corte de Apelaciones de Estados Unidos. Segundo Circuito. Parson y Whittemore Overseas Co., Inc., 508 F.2d 969 (2d
Cir. 1974) del 23 de diciembre de 1974. Véase: G. Born, International Arbitration – Cases and Materials, Aspen Publishers,
New York, 2011, p. 1190-1191. (traducción del autor)
30
Kröll, “The Public Policy Defense in the Model Law Jurisprudence: The ILA Report Revisited”, en Bachand y Gélinas
(Ed.), The UNCITRAL Model Law After Twenty-Five Years: Global Perspectives on International Commercial Arbitration,
JURIS, New York, 2012, p. 161.
31
Corte Suprema de Corea. Caso N° 93 Da53054. nota: 75. (traducción del autor)
32
Karaha Bodas Co., LLC v. Perusahaan Pertambangan Minyak das Gas Bumi Negara. 346 F.3d 274 (5th Cir. 2004).
Véase: Gary Born, nota: 29. p. 1196. (traducción del autor). Similar posición adoptó la Corte Suprema de Quebec en el caso
Desputeaux v. Éditions Chouette (1987) inc. del 2003. S.C.R. 178, 2003 SCC 17. Disponible en: https://scc-csc.lexum.com/
scc-csc/scc-csc/en/item/2048/index.do?r=AAAAAQASRWRpdGlvbnMgQ2hvdWV0dGUgAQ.

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 524
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

2. El Orden Público Internacional como Límite a la Ejecución de Laudos Arbitrales Extranjeros

19. Lo planteado antes, trae a colación el tema central de esta investigación: ¿Qué orden público
es el que debe verse vulnerado para excluir la ejecución de un laudo arbitral? ¿Será el orden público
del Estado en donde se pretende ejecutar el laudo, el orden público internacional (especialmente en lo
relativo al comercio internacional), o ambos? Estas interrogantes no son superficiales, dependiendo del
tipo de respuesta estaremos ante la disyuntiva de determinar qué compone el orden público nacional
o internacional; y de aceptar el uso del orden público verdaderamente internacional estaremos ante la
interacción directa entre el Derecho Internacional privado y el Derecho Internacional Público.

20. Para comenzar el análisis, se puede partir de lo indicado por el artículo V(2)(b) de la Con-
vención de Nueva York. Aquella disposición, como ya hemos indicado, establece que la autoridad com-
petente estatal puede dejar de reconocer o ejecutar un laudo, cuando el mismo sea ”(…) contrario al
orden público de ese país.”33 La duda es si la referencia al orden público en la Convención de Nueva
York hace referencia a un Estado en concreto o no. En la práctica, algunos tribunales estatales han seña-
lado que no queda claro qué implica el término “orden público de ese país”. Por ejemplo, en Ameropa
AG v. Havi Ocean Co. LLC34 (caso Ameropa), los tribunales de los Estados Unidos indicaron que, “(...)
la Convención no da especificaciones respecto a qué significa "contrarios al orden público de ese país"
(...)”.35 Aun así, aquella corte llega a una conclusión fundamental: “De hecho, el demandado no cues-
tiona lo indicado sobre que, le debe al demandante el monto establecido en la sentencia; el demandado
-en su lugar- busca evadir su responsabilidad al invocar cuestiones de política exterior de los Estados
Unidos. Sin embargo, el "orden público" y la "política nacional" no son sinónimos. (...) Disputas que in-
volucren la política exterior con otro Estado no son suficiente para superar la política "supranacional"
de proveer de predictibilidad a la ejecución de los laudos arbitrales internacionales.” 36 Esta sección
de la sentencia (influenciada en gran medida por la sentencia emitida en el caso Parsons),37 no resalta
únicamente por restringir –una vez más– la aplicación de la excepción del orden público (al entrever que
la sola afectación de la política exterior de un Estado no implica la afectación del orden público interno),
sino al aludir una suerte de ejercicio para la aplicación de esa excepción. Aquel ejercicio implicaría que,
para dejar de aplicar un laudo arbitral internacional, el tribunal estatal debe ponderar previamente la
relevancia del orden público (sea cual éste fuese), con la exigencia supranacional de dar predictibilidad
a la ejecución de laudos arbitrales. Lo interesante es que el parámetro para aplicar la excepción de orden
público es un interés supranacional y –dado ello– lo más probable es que el orden público que deba de-
terminarse, esté –en parte– involucrando elementos internacionales y no puramente domésticos.

21. Aun así y, contradiciendo esto, autores como García de Enterría encuentran que el uso de la
frase “orden público internacional” en sede arbitral internacional, sirve para distinguir entre el orden pú-
blico interno (en el sentido de un conjunto de normas de relevancia doméstica, que incluyen a todas sus
normas imperativas) del orden público aplicado en el contexto arbitral, en el sentido de principios básicos
de los ordenamientos estatales.38 Esta diferenciación sirve para sostener que solo el último gatillaría la
inejecución de un laudo arbitral. Esta posición, da cuenta del uso poco técnico del término “orden público
internacional” en el contexto arbitral internacional, pues aquel término (en el sentido que explica el autor)
no hace alusión a nada realmente internacional. Una posición como esta parte de “domestificar” el debate
que pudiese existir respecto al uso de un verdadero orden público internacional conjuntamente con uno

33
Convención sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras .... supra nota: 26. Artículo
V(2)(b).
34
United States District Court. Southern District of New York. Ameropa AG v. Havi Ocean Co. LLC. 10 Civ. 3240 (TPG).
Disponible en: https://jenner.com/system/assets/assets/1424/original/Ameropa_v._Havi_Ocean.pdf?1317918860.
35
ibid 4. (traducción del autor). Otros tribunales se apegan al sentido literal del término; sobre esto véase: The High Court
of Dublin. Brostrom Tankers AB v. Factorias Vulcano SA. Jusgment by Mr. Justice Kelly. 19 May 2004. IEHC 198. 2003. 44
SP. p. 10. Yearbook Commercial Arbitration, A.J. van den Berg (ed.), Vol. XXX (2005).
36
ibid 5. (traducción del autor)
37
Corte de Apelaciones de Estados Unidos. Segundo Circuito. Parson y Whittemore Overseas Co … nota: 10.
38
Javier García de Enterría, nota: 16. p. 398.

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 525
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

interno. En ese sentido, si una posición como ésta se adopta, toda determinación del orden público se
agotaría en el plano interno. Esta posición –de alguna manera– es compartida por un sector importante de
la doctrina y, es reconocida en ciertas decisiones, como la de la Corte de Apelaciones de los Estados Uni-
dos en Hebei Import and Export Corporation v. Polytel Engineering Co. Ltd. En aquel caso, el tribunal
señaló que, "(e)n algunas decisiones, especialmente de los tribunales de la jurisdicción del derecho civil,
el orden público ha sido equiparado al del orden público internacional. Como se ha indicado antes, el
artículo V.2(b) se refiere específicamente al orden público del foro. Sin duda, en muchas circunstancias, el
orden público relevante del foro coincide con el de tantos otros Estados que el orden público relevante es
descrito de forma precisa como orden público internacional. [Aunque] en aquellos casos (...) esto se debe
a que la ejecución del laudo es contraria [específicamente] al orden público del foro.”39 Esto pone énfa-
sis en que incluso cuando se argumenta la aplicación del orden público internacional (para exceptuar la
ejecución de un laudo arbitral internacional), lo que realmente se realiza es la aplicación del orden público
doméstico. Esta posición parece ser compartida por el Tribunal Supremo de España en una sentencia del
200440 y en la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Colombia en el caso Petrotesting Colombia
S.A v. Southeast Investment Corporation.41 En estos casos, la diferenciación apuntada entre el orden pú-
bico interno e el internacional se efectuó con la sola intención de distinguir entre el orden público, que
incluye el derecho público estatal y sus normas imperativas, de la noción más estrecha de orden público
(arbitral) que solo incluiría los principios más básicos de cada ordenamiento interno.42 En aquellos casos,
la intensión es establecer, antes que una diferenciación entre el orden público interno e internacional, una
diferencia entre el orden público interno y el orden público arbitral. Con ello, toda relevancia concreta del
Derecho Internacional respecto a la ejecución de laudos arbitrales queda de lado.

22. Pero; ¿es tan fácil llegar a una conclusión como aquella? La práctica jurisdiccional contra-
dice esto. En un caso de la Corte de Apelación de Francia de 1966, dicho tribunal indicó que, “(...) el
reclamo, hacía referencia a la ejecución de un contrato de venta de armas. Que tal tráfico era contrario
al orden público internacional, tal cual estaba expresado particularmente en el Acta General de la
Conferencia de Bruselas del 2 de julio de 1980, artículo 8; por el acuerdo del 13 de diciembre de 1906
entre Francia, Gran Bretaña e Italia y, finalmente, por la Convención Internacional del 17 de junio de
1925, [que fue] concluida bajo los auspicios de la Liga de Naciones para la represión del tráfico de
armas. Que sigue de ello, también por la legislación francesa en su totalidad respecto a este tema y en
particular el Decreto del 18 de abril de 1939 que todo aquello que esté relacionado con el comercio de
armas de combate es contrario al orden público francés.”43 En este caso parecería difícil sostener que la
utilización del “orden público internacional” es puramente nacional. No solo porque se hace referencia
a un conjunto de normas del Derecho Internacional, sino porque se deja entrever que, no debe de dejarse
de tomar en cuenta ciertos límites mínimos de dicho cuerpo jurídico, al momento de decidir la ejecución

39
Court of Final Appeal. Hebei Import and Export Corporation v. Polytek Engineering Co. Ltd. 1999. HKCFA 40; 1999.1.
HKLRD 665 (1999). 2 HKCFAR 111; FACV10/1995. 9 February 1999. Para. 98. (traducción del autor)
40
Auto Tribunal Supremo (Sala de lo Civil, Sección 1). RJ 2004/5817. 20 de julio de 2004. Exequatur N° 129/2002. Igual-
mente, véase: Auto Tribunal Supremo (Sala de lo Civil), 1 de febrero de 2000. Exequatur núm. 3340/1998.
41
Corte Suprema de Justicia de Colombia (Sala de Casación Civil). Magistrada Ruth Marina Díaz Rueda. Bogotá D.C. -
Exp. 11001-0203-000-2007-01956-00 del 27 de julio de 2011. Yearbook Commercial Arbitration, A.J. van den Berg (ed.), Vol.
XXXVII (2012).
42
Esta diferenciación teórica es importante, sin embargo, hace uso del término “orden público internacional” con el solo
fin de designar un espacio más estrecho del orden público interno y, por ende, genera confusiones. Su finalidad es excluir ciertas
normas públicas e imperativas del contenido de orden público relevante en materia arbitral. Para entender la diferencia entre el
orden público y las normas imperativas, véase: G. Born, International Arbitration – Cases and Materials, Aspen Publishers,
New York, 2011, p. 1190-1191. Para tener presente la posición de quienes distinguen ambos conceptos en el derecho en general,
véase: Espín Canovas, “Las Nociones de Orden Público y Buenas Costumbres como Límites de la Autonomía de la Voluntad
en la Doctrina Francesa”, Anuario de Derecho Civil, N° 3. 1963. p. 790. Igualmente, véase: Á Acedo Penco, “El Orden Público
Actual como Límite a la Autonomía de la Voluntad en la Doctrina y la Jurisprudencia”, Anuario de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Extremadura, N° 14-15. 1996-1997. pp. 325-391.
43
Paris Court of Appeal, 9 II 1966, R. 1966. 264. Véase: Lalive, “Transnational (or Truly International) Public Policy and
International Arbitration”, en Sanders (Ed.), Comparative Arbitration Practice and Public Policy in Arbitration, Kluwer Law
International, New York, 1986. p. 284. (traducción del autor)

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 526
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

de un laudo. Ahora, como bien indica Lalive, “(l)a referencia al orden público francés en este caso pa-
rece ir más allá del concepto tradicional que se tiene en el derecho internacional privado, sin embargo,
es ambigua en tanto los diversos tratados internacional referidos, estaban en vigencia para Francia.”44
Aunque ello es una atingencia importante, dicho argumento relativiza artificialmente el rol que puede
desempeñar el orden público propiamente internacional. Y es que, en el actual estado en que se encuen-
tran las relaciones internacionales, no es posible pensar en la existencia de Estados que no formen parte
de ciertos tratados básicos del Derecho Internacional; siendo ello así, la superposición entre tratados
internacionales y normas domésticas que adoptan y desarrollan las primeras es inevitable. Es pues,
justamente la adopción de aquel cuerpo normativo estatal, dando efecto a aquellos tratados universales,
los que son un indicio de que dichas normas internacionales son parte del orden público internacional
y –siendo ello así– lo común es que la gran mayoría de Estados se hayan obligado a promover la pro-
tección de dichos intereses y valores. En ese sentido, en nada afecta que un tribunal al excluir un laudo
arbitral, base su decisión en normas internacionales que además están reconocidas en los ordenamientos
nacionales; ello sigue demostrando la utilización del orden público internacional en concreto. Esto –aún
más– por cuanto de ninguna manera la identificación de un posible “orden público internacional” se
recuesta sobre la base exclusiva de productos convencionales (tratados). Debe recordarse que el sistema
internacional se encuentra conformado, además, por normas consuetudinarias y principios generales.45
Estos últimos no requieren de suscripción por parte de los Estados para ser obligatorios. En ese sentido,
nada obsta para imaginar un caso en donde un tribunal estatal tuviese que decidir la inejecución de un
laudo arbitral por vulnerar ciertas materias que forman parte del orden público internacional, pero que
respecto del cual el Estado del foro no ha suscrito tratados específicos. De lo contrario, tendríamos que
preguntarnos: ¿Un tribunal doméstico está imposibilitado de rechazar la ejecución de un laudo, en tanto
ciertos principios básicos internacionales no se han traducido en normatividad interna expresa? Esto,
¿aun cuando aquel fallo vulnere valores básicos del ordenamiento internacional?

23. Una buena salida para evitar estas complicaciones, es argumentar que –en los hechos– la
mayor parte de ordenamientos estatales optan por incorporar mecanismos para que el Derecho Interna-
cional complemente sus sistemas. E, incluso, en ausencia de aquel tipo de disposiciones, siempre debe
recordarse que los ordenamientos estatales al formar parte de un ordenamiento mayor (si pretenden ser
miembros de relaciones internacionales basadas en el Estado de Derecho), le deben a la comunidad inter-
nacional el cumplimiento de un mínimo de principios básicos. Y, lo que es más, cuando ciertos tribunales
defienden la ejecución de fallos arbitrales sobre la base de asegurar el interés internacional, de hacer flui-
da las transacciones internacionales y la previsibilidad de la justicia supranacional, lo que en los hechos
hacen es enmarcar aquel fenómeno (arbitral) en el plano internacional. Por ejemplo, el Tribunal Supremo
español en el caso Odin Shipping Co. (Pte) Ltd. C. Aguas Industriales de Tarragona, señaló lo siguiente:
“(...) alegación que es también de desestimar, en primer lugar porque el Convenio de Nueva York, ante-
riormente citado, que por su carácter específico es preferentemente aplicable, no habla del tal requisito,
limitándose a exigir, en su artículo V, apartado 2, b), que el reconocimiento o la ejecución de la sentencia
no sea contrario al orden público del país en que se pide su ejecución, circunstancia que concurre en el
caso debatido, ello aparte de que los principios de universalidad de la justicia y de la solidaridad entre
los pueblos civilizados, principios seguidos en esta materia repetidamente por esta Sala, inducen, junto
a las demás razones que se dejan expuestas, a considerar admisible en España la ejecución solicitada
del laudo extranjero en cuestión.”46 Como se observa, el tribunal español sustenta la aplicación del laudo
arbitral –entre otras razones–, en la ponderación que los Estados deben de efectuar entre la defensa del
orden público interno estatal y la preservación de los principios universales de justicia y de solidaridad
existente entre los pueblos civilizados que llaman a hacer efectivos los laudos extranjeros. Esta forma de

44
Ibid (traducción del autor)
45
La literatura en el tema es amplia. Véase de forma introductoria: Thirlway, The Sources of International Law, Oxford
University Press, Oxford, 2014. Para una discusión contemporánea y más compleja, véase: Besson y D´Aspremont (Ed), The
Oxford Handbook of the Sources of International Law, Oxford University Press, Oxford, 2017.
46
Auto del Tribunal Supremo (Sala 1ra), Odin Shipping Co. (Pte) Ltd. c. Aguas Industriales de Tarragona del 4 de octubre
de 1993. Yearbook Commercial Arbitration, A.J. van den Berg (ed.), Vol. XI (1986).

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 527
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

referirse a los pueblos civilizados no es más que la forma tradicional de aludir a los principios generales
del Derecho Internacional.47 En ese sentido, si ciertos principios del Derecho Internacional son la base
para justificar la ponderación (y aplicación preminente) de laudos arbitrales internacionales frente al or-
den interno de los Estados, de ahí mismo derivará la correlación de que, aquel tipo de resoluciones, no
solo se beneficien del ordenamiento internacional, sino que –además– respeten su contenido esencial o,
lo que es lo mismo, respetar el orden público internacional. En esta línea, algunos tribunales domésticos
han optado por afirmar su competencia de revisar de oficio los laudos arbitrales extranjeros y determinar
si aquellos puede tener efectos negativos en el orden público interno e internacional.48

24. Ahora bien, de ser el orden público internacional realmente internacional y no en el sentido
adoptado en los casos Ameropa, Hebei, Petrotesting, entre otros, ello dispara una serie de puntos que
requieren ser abordados. Si el tribunal de un Estado A determina una contradicción entre la ejecución de
un laudo arbitral y el orden público internacional, aquella determinación involucraría la calificación de
un orden legal compartido con otros Estados. Ello genera algunas preguntas: ¿Si el Estado A concluye
que la regla X forma parte del orden público internacional (con el fin de dejar de ejecutar un laudo), si
un Estado B verificara la vulneración de la misma regla por parte de un laudo, tendría que inaplicarlo?
Esta situación se produce debido a que el orden internacional no es privativo de un solo Estado, sino un
ordenamiento que regula las relaciones internacionales de un conjunto de sujetos del Derecho Interna-
cional. En ese sentido, si un Estado interpreta el contenido particular del orden público internacional,
esto debería tener algún efecto en los órganos jurisdiccionales de los demás Estados; pues de no contar
con un mínimo de coherencia y sistematicidad en relación al contenido de aquella noción, estaríamos
ante un ordenamiento fracturado y dependiente de la particular forma de ser entendido por cada uno de
sus miembros. Este punto, de alguna forma, es levantado por el juez Robert French (al recordar la falta
de precedentes en materia de arbitrajes internacionales comerciales y la falta de referencias entre unos y
otros árbitros al resolver contiendas).49 Sin embargo y, aun cuando todo ello pareciera ser un punto disua-
sivo para el uso del orden público internacional en sede arbitral, lo cierto es que su exclusión tampoco
es convincente. La interrelación entre el derecho doméstico y el Derecho Internacional se encuentra en
un proceso avanzado, por lo que la protección de los valores básicos del ordenamiento internacional –en
gran medida– son del interés de los Estados.50 Existe un avanzado proceso por el cual diferentes elemen-
tos son considerados fundamentales tanto en los ordenamientos domésticos como internacionales. Es
por ello que estos cuestionamientos no han sido óbice para que, en ciertos sistemas legales, el uso del
orden público internacional (estrictamente internacional) se considere preminente cuando se está frente
a la ejecución de laudos arbitrales. El epítome de la diferenciación entre el orden público doméstico y el
orden público internacional, lo encontramos en la experiencia francesa y suiza. En Francia, su Código
Procesal Civil separa explícitamente ambos conceptos, al disponer en su artículo 1502(5) que la decisión
adoptada en un laudo arbitral internacional no será reconocida o ejecutada, si fuese contraria al orden
público internacional. Esta alusión del orden público se diferencia de la noción de orden público a secas
utilizado en el artículo 1488 del mismo instrumento. Como Ghodoosi indica, con ello se ha buscado
diferenciar ambos conceptos, siendo su "(…) propósito restringir la innecesaria intervención del orden
público doméstico en el escenario del arbitraje internacional.”51 Esta política no es extraña del todo,
en el Líbano una opción similar existe a nivel positivo,52 mientras que los tribunales suizos han optado

47
R. B. Schlesinger, “Research on the General Principles of Law Recognized by Civilized Nations”, American Journal of
International Law, Vol. 51, N° 4. 1957. pp. 734-753.
48
Por ejemplo, la Corte Superior de Justicia del Perú (Lima) en su sentencia en el caso Stemcor UK Limited v. Guiceve
S.A.C. Véase: Corte Superior de Justicia de Lima (Perú). Stemcor UK Limited v. Guiceve S.A.C. Expediente N° 878-2010.
Reconocimiento de Laudo Arbitral Extranjero. Resolución N° 8. 28 de abril de 2011. Considerando 12.
49
Chief Justice Robert French AC, Arbitration and Public Policy, 2016 Goff Lecture. 18 April 2016. Hong Kong. Dis-
ponible en: http://www.hcourt.gov.au/assets/publications/speeches/current-justices/frenchcj/frenchcj18Apr2016.pdf.
50
Tal vez, por ello las palabras de Fouchard, Gaillard, Goldman. Al respecto, véase: P. Fouchard, E. Gaillard y B. Gold-
man, International Commercial Arbitration, Kluwer Law International, The Hague, 1999, p. 863.
51
Ghodoosi, International Dispute Resolution and the Public Policy Exception, Routledge Taylor and Francis, New York,
2017, p. 70 y sgtes. (traducción del autor)
52
International Bar Association Sub Committee on Recognition and Enforcement of Arbitral Awards - Report on the Pub-

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 528
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

por una aproximación similar. En este último caso, sus tribunales al analizar los laudos emitidos por el
Tribunal de Arbitraje Deportivo, han señalado que el alegato del orden público debe ser tratado como un
concepto internacional antes que como uno doméstico, lo cual implica dejar de reconocer o ejecutar lau-
dos arbitrales solo cuando exista una incompatibilidad con los principios legales y morales reconocidos
por los Estados civilizados.53 De forma más concreta, los tribunales suizos han indicado que la defensa del
orden público “(...) debe ser entendido como uno universal antes que uno nacional, dirigido a penalizar
la incompatibilidad con los fundamentos legales y principios morales reconocidos por todos los Estados
civilizados.”54 El uso de la terminología referida a los principios reconocidos por los Estados civilizados
es –como ya hemos indicado–, una fórmula propia del Derecho Internacional que alude a sus principios
jurídicos. Esta aproximación ha sido reconocida, igualmente, por los tribunales italianos55 así como en el
Informe Final de la Asociación de Derecho Internacional (ILA por sus siglas en inglés) (Recomendacio-
nes Sobre la Aplicación del Ordenamiento Público como Sustento para Rechazar el Reconocimiento o
Ejecución de un Laudo Arbitral Internacional),56 en donde se ha dispuesto que el orden público interna-
cional debe entenderse como, "(...) el cuerpo de principios y reglas reconocidos por un Estado, el cual
–por su propia naturaleza–puede limitar el reconocimiento o ejecución de un laudo arbitral emitido en el
contexto de un arbitraje comercial internacional; específicamente, cuando el reconocimiento o ejecución
de aquel laudo pudiese implicar la violación, sea del procedimiento por el medio del cual fue emitido o
por su contenido.” 57 Para ello, el contenido del orden público internacional es clasificado como, “(i) los
principios fundamentales pertenecientes a la justicia y moralidad que los Estados desean proteger (…);
(ii) reglas diseñadas para servir los intereses esenciales de tipo políticos, sociales o económicos del Es-
tado, siendo ello las "leyes de policía" o las "reglas de orden público"; y (iii) el deber de los Estados de
respetar sus obligaciones frente a otros Estados u organizaciones internacionales.”58 Como se aprecia,
esta concepción del orden público incluye elementos estrictos del Derecho Internacional.

25. Pero, aunque estos han sido avances significativos, aquello no ha estado libre de cuestio-
namientos. Por ejemplo, la Corte Suprema de India en el caso Renusagar Power Co. Ltd. v. General
Electric Co. recordaría cómo en Francia se reconoce la diferencia entre el orden público internacional
(ordre public international) y el orden público interno. Sin embargo, dicho órgano concluye que, “(a)
la vista de la ausencia de una definición con la que se pueda trabajar en relación al orden público
internacional, encontramos difícil formular la expresión orden público establecida en el artículo V(2)
(b) de la Convención de Nueva York en el sentido de orden público internacional. En nuestra opinión,
la expresión debe ser construida en el sentido de la doctrina del orden público tal como es aplicado
por los tribunales en donde el laudo extranjero busca ser ejecutado. Consecuentemente, la expresión
orden público de la Sección 7(1)(b)(ii) del Acta de Laudos Extranjeros, implica la doctrina del orden
público tal cual es aplicado por los tribunales de la India.”59 De la contundencia de estas afirmaciones,

lic Policy Exception in the New York Convention. October 2015. p. 10.
53
Á. Boóc, “Observations on the Definition of Public Policy (Ordre Public) in Swiss Arbitration Law”, Acta Juridica
Hungarica, Vol. 53, N° 3. 2012. p. 189.
54
M. J. Mitten, “Judicial Review of Olympic and International Sports Arbitration Awards: Trends and Observations”,
Pepperdine Dispute Resolution Law Journal, Vol. 10, N1. 2009. p. 58. (traducción del autor). Igualmente, véase: Mitten y
Davis, “Athlete Eligibility Requirements and Legal Issues”, en Nafziger y Ross (Ed.), Handbook on International Sport Law,
Edward Elgar Publishing Limited, Northampton, 2011, p. 234 y sgtes.
55
Véase: Alarcia Castells v. Hengstenberge e Procuratore generale presso la Corte di appello di Milano, RDIPP, Vol. XIX.
1983. p. 364. Igualmente, sobre los alcances del orden público en Italia véase: Massimo Benedettelli y Michele Sabatini, Public
Policy and Italian Law of International Arbitration. International Bar Association. 24 April 2015. Disponible en: https://www.
ibanet.org/Search/Search.aspx?query=benedettelli.
56
International Law Association - ILA. Resolution 2/2002. Final Report. Recommendations on the Application of Public
Policy as a Ground for Refusing Recognition or Enforcement of International Arbitral Awards.
57
Idem., (traducción del autor)
58
Sobre esto, véase: C. S. Gibson, “Arbitration, Civilization and Public Policy: Seeking Counterpoise Between Arbitral
Autonomy and the Public Policy Defense in View of Foreign Mandatory Public Law”, Penn State Law Review, Vol. 113, N° 4.
2009. p. 1259 y sgtes. (traducción del autor)
59
Corte Suprema de la India. Renusagar Power Co. Ltd. v. General Electric Co. 1994 AIR 860. 1994 SCC Supl. (1)644 del
7 de octubre de 1993. Para. 61-63. (traducción del autor)

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 529
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

aparecen ciertas interrogantes: ¿Es cierto que no existe una definición (o al menos una noción) de lo
que constituye el orden público internacional? Y, si existiese (o pudiese identificarse un contenido a ese
término), ¿debería utilizarse el mismo para excluir la ejecución de laudos arbitrales? ¿Existe el peligro
que la utilización del orden público internacional, pudiera restringir exageradamente la ejecución y/o
reconocimiento de los laudos arbitrales extranjeros?

26. En relación a la última pregunta, lo más probable es que el uso del orden público interna-
cional no suponga una restricción desorbitada para el comercio internacional. Los tribunales domésti-
cos siempre tendrán la potestad de interpretar restrictivamente las normas internacionales consideradas
como de orden público internacional, para proteger solo su contenido esencial. Esto se observa –hasta
cierto punto– en la sentencia del Tribunal Supremo de España en el caso Shaanxi Provincial Medical
Health Productos I/E Corporations v. Olpesa S.A., en el que establece que, "(...) en cuanto a la alegada
falta de imparcialidad (…) no puede perderse de vista que, si bien es cierto que la imparcialidad, tanto
subjetiva como objetivamente considerada es una cualidad consustancial al ejercicio de la función
jurisdiccional y una consecuencia que ha de venir de la independencia y la predeterminación legal de
sus titulares, y que, en tal medida, integra, en efecto, el contenido del orden público internacionalmente
considerado, no menos cierto es que la misma, ya como cualidad moral, ya como deber jurídico, se
encuentra ineludiblemente atemperada cuando se trata de un arbitraje, en donde la autonomía de la vo-
luntad de las partes tiene capital presencia e importancia (....).”60 Como puede evidenciarse, el tribunal
a pesar de encontrar que la imparcialidad jurídica, constituye un deber jurídico del ordenamiento público
internacional, no tuvo problema para ponderar su aplicación en el contexto arbitral.

27. Respecto a las otras interrogantes como aquella que cuestiona si, por sus efectos, es acon-
sejable el uso de aquella institución; como bien indican Fouchard, Gaillard y Goldman la respuesta
pareciera ser afirmativa si se tienen en cuenta las ventajas que da su uso. Por ejemplo, aquel concepto
evita que quede a merced de criterios puramente subjetivos la aplicación o no de un laudo y, deja de
lado la permisibilidad que generaría no tener algún tipo de reacción de orden público, ante decisiones
que vayan contra mínimos morales y de justicia.61 Respecto a las otras dudas, en especial, en lo refe-
rido a qué constituiría la esencia fundamental del orden público internacional, esto podría evitarse al
aplicar el término de forma intuitiva pero eficaz, con lo cual se evita determinar el intrincado contenido
del término. Un ejemplo de ello (aunque fuera del contexto del reconocimiento de laudos arbitrales
extranjeros) lo encontramos en la decisión de los tribunales de Inglaterra en el caso Kuwait Airways
Corporation v Iraqi Airways Company and Others. En aquel caso se analizó la incautación por parte de
Iraq de 10 aviones comerciales de propiedad de Kuwait Airways Corporation (KAC) que fue efectua-
do como parte de la invasión del territorio kuwaití. El gobierno iraquí, mediante una resolución legal,
determinó la trasferencia de los aviones a Iraqi Airways Co. (IAC). Como consecuencia de esto, KAC
inició procedimientos judiciales en contra de IAC en los tribunales ingleses. Los hechos del caso no
involucraron a Inglaterra, sino exclusivamente a Iraq y Kuwait respecto a empresas de esos dos últimos
Estados. Como resultado se argumentó el forum non conveniens, sin embargo, fue desestimado.62 Como
consecuencia, aquel tribunal entró a analizar el fondo del asunto, lo cual involucró analizar si IAC le
debía alguna compensación a KAC. Para ello, el tribunal debió decidir si los decretos emitidos por el
gobierno de Iraq podían ser tomados en cuenta en el proceso o si –por el contrario– debían excluirse al
contrariar el orden público inglés (por ser la jurisdicción donde la resolución del caso se emitiría). Más
allá de las complejidades presentes en el caso (como que un tribunal inglés analizara la adecuación de
la normativa de Iraq), las conclusiones alcanzadas serían de relevancia para el Derecho Internacional
privado.63 El tribunal indicó que los tribunales de su Estado podían tomar en consideración disposicio-

60
Auto Tribunal Supremo de España (Sala de lo Civil, Sección única). Exequatur núm. 112/2002. 7 de octubre de 2003.
Fundamento 6.
61
Phillippe Fouchard, Emmanuel Gaillard y Berthold Goldman, nota: 50. p. 583.
62
House of Lords. Judgment – Kuwait Airways Corporation v. Iraqi Airways Company and Others. Lord Nicholls of
Birkenhead – Lord Steyn – Lord Hoffmann – Lord Hope of Craighead y Lord Scott of Foscote. 16 may 2002. Para. 11.
63
Sobre los diferentes aspectos legales involucrados en la decisión de aquel tribunal, véase: M. Davies, “Kuwait Airways

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 530
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

nes del Derecho Internacional, con el fin de dejar de aplicar normas extranjeras. Sin embargo, “(…) las
violaciones al Derecho Internacional por parte de un Estado, no es –y no debe ser– razón para rechazar
o dejar de reconocer un decreto extranjero.” 64 A lo que apuntaba el tribunal, es que no toda violación
al Derecho Internacional puede (o debe) ser razón para rechazar una norma extranjera. Sin embargo, re-
cordó que, “(a)quello no significa que un tribunal inglés está siempre incapacitado de tomar conciencia
del Derecho Internacional o de considerar si una violación al Derecho Internacional se ha producido.
En circunstancias apropiadas, es legítimo que una corte inglesa tenga consideración del contenido del
Derecho Internacional al decidir si reconocer o no derecho extranjero.” 65

28. Ya resolviendo el fondo de esto, el tribunal indicó que:

La aceptación de una disposición de derecho extranjero debe ser juzgado según estándares con-
temporáneos. (…) los tribunales de este Estado deben dar efecto a las normas del Derecho Internacional
claramente establecidas. Esto, hoy en día, es cada vez más cierto. En tanto las naciones se vuelven cada
vez más interdependientes, la necesidad de reconocer y adherirse a estándares de conducta establecidos
por el Derecho Internacional se vuelve más importante. La Resolución 369 no fue un simple acto de
expropiación gubernamental a propiedad que se encontraba dentro de su territorio. Habiendo invadido
Kuwait por la fuerza, confiscado sus propiedades y trasladado los aviones de KAC hacia su propio territo-
rio, Iraq emitió el decreto como parte de un intento por extinguir todo vestigio de la existencia de Kuwait
como un Estado separado. Un decreto de expropiación efectuado en aquellas circunstancias y, por razones
como aquellas, es simplemente inaceptable hoy en día. Ya he dejado constancia que la invasión de Iraq a
Kuwait y la confiscación de sus propiedades fueron una flagrante violación a reglas bien establecidas en
el Derecho Internacional, de importancia fundamental. Una violación del Derecho Internacional, de tal
magnitud, es materia de profunda preocupación para la comunidad de naciones en su conjunto. (…) La
ejecución o reconocimiento de aquella norma serían manifiestamente contraria al orden público inglés.66

29. Como se aprecia, el tribunal logró ponderar la obligación de Inglaterra de no calificar la


licitud o ilicitud de los actos de aquel tercer Estado con su potestad de dejar de reconocer normas ex-
tranjeras consideradas como contrarias al orden público internacional. Incluso en un caso complejo y
cuestionable como éste, en donde los hechos no tenían conexión con Inglaterra, y en donde lo que sería
calificado como contrario al orden público internacional no fue un laudo, sino una norma estatal foránea,
los tribunales vieron necesario restringir aquel elemento por cuestiones de respeto a elementos básicos
del Derecho Internacional Público. Y esto pudo lograrse aún sin construir detalladamente el contenido
del orden público internacional. En este caso, bastó tener presente las obligaciones básicas del Estado
inglés frente a la comunidad internacionales (en especial respecto al mantenimiento de la paz). Por tanto,
si en un caso como éste la noción de orden público internacional fue útil, con mayor razón lo sería en
casos donde el vínculo con el tribunal estuviese dado por la propia voluntad de las partes, al remitir sus
disputas a un procedimiento arbitral que se conoce es susceptible de ser contrariado por los tribunales
de aquel foro. En estos casos el vínculo de los tribunales internos con la disputa sería obviamente más
profundas que en el caso antes analizado.

30. En ese sentido, no vemos razón para considerar que, respecto a la ejecución de un laudo arbi-
tral internacional los tribunales del Estado del foro no puedan hacer uso del orden público internacional
para así dejar sin efecto un laudo contrario al orden público. Tal vez, una solución en caso de cualquier
desencuentro, respecto a la posibilidad de aplicar el orden público internacional, es la formulada por los
tribunales de Inglaterra en el caso Oppenheimer v. Cattermole (Inspector of Taxes), en donde Lord Cross
of Chelsea afirmó que, “(c)reo (…) que es parte del orden público de este Estado, el que nuestros tribu-

Corp. v. Iraqi Airways Co - The Effect in Private International Law of a Breach of Public International Law by a State Actor”,
Melbourne Journal of International Law, Vol. 2, N° 2. 2001. pp. 523-534 y J. M. Carruthers y E. B. Crawford, “Kuwait
Airways Corporation v. Iraqi Airways Company”, International and Comparative Law Quarterly, Vol. 52. 2003. pp. 761-774.
64
House of Lords. Judgment – Kuwait Airways Corporation … nota: 62. Para. 24. (traducción del autor)
65
Ibid Para. 26. (traducción del autor)
66
Ibid Para. 28-29. (traducción del autor)

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 531
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

nales den efecto a las reglas claramente establecidas del Derecho Internacional.”67 Esta salida apunta
a incorporar como parte del orden público inglés, la consecución y efectivización del Derecho Interna-
cional más básico o lo que vendría a ser lo mismo sus principios fundamentales claramente establecidos
(el orden público internacional). La duda que perseveraría sobre esto, es si realmente el orden público
interno requiere de la incorporación, dentro de sí, del orden público internacional. ¿No es posible que
un tribunal doméstico deje de ejecutar un laudo arbitral, que contraviene las normas básicas del Derecho
Internacional, haciendo sola referencia a su orden público interno?

3. Un avance no solo para el Derecho Internacional Privado

31. Este es uno de los puntos más importantes de la discusión.

32. Como hemos mencionado, en el actual estadio de interrelación entre el derecho domésti-
co y el Derecho Internacional pareciera casi imposible argumentar que los elementos más básicos del
Derecho Internacional, no forman parte de la estructura jurídica fundamental de los Estados.68 A decir
verdad, una diversidad de elementos normativos reconocidos en todo ordenamiento doméstico, como la
soberanía, las competencias para la formulación de tratados, la posibilidad de formar parte de organi-
zaciones internacionales, el mantenimiento de relaciones diplomáticas, entre otros; son todas, materias
reguladas por el Derecho Internacional y forman parte –a su vez– de los elementos básicos de los siste-
mas normativos constitucionales estatales. Pensar que los Estado al ejercer sus atribuciones por medio
de sus tribunales, deben proteger solo los intereses y principios de sus ordenamientos, contraviene la
forma como funcionan sus sistemas legales en tanto aquellos Estados conviven en una comunidad inter-
nacional mayor. Pero, nuevamente: ¿Necesitan los Estados la posibilidad de dejar de ejecutar un laudo
arbitral en base a la noción del orden público internacional? La respuesta pareciera ser en la mayor parte
de los casos que no, pues la superposición de valores fundamentales del orden internacional con la de
los ordenamientos internos pareciera obviar aquel ejercicio. Sin embargo, existirán casos en donde ar-
gumentos de puro orden público internacional serán de ayuda y –aún más– ser la única fundamentación
para dejar de lado un laudo.69 De igual forma, reconocer esta posibilidad ayuda a coordinar de forma más
adecuada, dos exigencias interrelacionadas como son la protección del orden público internacional y
hacer efectivo los laudos arbitrales internacionales, pues –por naturaleza– el orden público internacional
es más estrecho que el interno, en tanto su función es expresar puntos en común a escala global referidos
a elementos fundamentales coincidentes en diferentes órdenes domésticos.

33. Sin embargo, la mayor contribución del uso de la excepción del orden público internacional
se observa teniendo presente que el uso del mismo es limitado en el Derecho Internacional Público.70
En ese sentido, si bien el término es propio del Derecho Internacional, éste ha estado marginalizado.71 A
decir verdad, su uso en sede jurisdiccional se produjo sobre todo a inicios del siglo XX, cuando se reco-
noció la aplicación de cierta normatividad independiente de la voluntad de los Estados; esto se produjo
en un contexto en donde el enfoque naturalista de las relaciones internacionales parecía poder proveer
aún de ayuda al Derecho Internacional.72 De esta forma, el orden público y sus elementos integrantes

67
House of Lords. Oppenheimer v. Cattermole and Northman v. Cooper. Lord Hailsham of Sr. Marylebone, Lord Hudson,
Lord Pearson, Lord Cross of Chealsea and Lord Salmon. A.C. 249. 1976. (traducción del autor)
68
Por ejemplo, véase: H. Hongju Koh, “International Law as Part of Our Law”, American Journal of International Law,
Vol. 98. 2004. pp. 43-57 y L. Henkin, “International Law as Law in the United States”, Michigan Law Review, Vol. 82, N° 5/6.
1984. pp. 1555-1569.
69
Una circunstancia así, debe quedar identifica al momento en que el árbitro formula su laudo arbitral, sin embargo, este
tipo de casos pueden producirse. Los casos resueltos por los tribunales ingleses antes mencionados son buenos ejemplos de esa
posibilidad; si los casos hubiesen involucrado la ejecución de un laudo arbitral por el que se hubiese considerado válido normas
que reconocieran un acto de agresión, el orden público internacional surge como una forma válida y útil de limitar aquel laudo.
70
Véase: Luis A. López Zamora, El Unificador Fragmentado … nota: 20.
71
Sobre esto, véase: L. A. López Zamora, “Historia del Derecho Internacional y Orden Público Internacional”, Anuário
Brasileiro de Direito Internacional, Vol. X. 2014. pp. 11-38.
72
Ejemplo de ello fue el uso del Principio de Humanidad para limitar la acción de los Estados en el caso Naulilaa (Grecia v.
Alemania) formulado en sede arbitral. Sobre esto véase: T. Meron, “The Martens Clause, Principles of Humanity, and Dictates

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 532
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

(los principios generales del Derecho Internacional) fueron utilizados en el período que el Derecho
Internacional pasaba de un derecho inter-estatal bilateral a uno multilateral. El multilateralismo llevó a
la necesidad de emitir resoluciones incluso en ausencia de normas concretas, llevando a que en el seno
del Tribunal Permanente de Justicia Internacional (TPJI) se hiciera referencia al orden público interna-
cional.73 Sin embargo, aquel uso fue puntual y se plasmó solo en opiniones individuales de sus jueces,
por cuanto ayudaba a agrupar los principios básicos del orden internacional que servirían para resolver
situaciones de vacíos normativos. Por ello, conforme la comunidad internacional fuese integrándose y
fuese adoptando mayor número de normas en diferentes materias, el uso del orden público internacional
pasó de la marginalidad a la casi desaparición. Y, aunque es cierto que en la doctrina aún pudo observar-
se ciertos intentos por articular el término74, lo cierto es que en los diferentes tribunales internacionales
el concepto no ha sido de gran uso. Una buena razón para esto, se debe a que el Derecho Internacional
estaba (y aún está) sustentado fundamentalmente sobre el paradigma de la soberanía estatal y –como tal–
sobre el principio de que los Estados están vinculados a realizar (o dejar de hacer) solo aquello a lo que
voluntariamente se han obligado. Esto último no es más que la doctrina del voluntarismo positivista, el
cual –incluso hoy en día– sigue siendo el método de interpretación principal del Derecho Internacional.75
Desde un enfoque como éste, la utilización de un concepto, como la del orden público internacional
(en el sentido de un orden normativo previo al fenómeno legal concreto), era imposible de sostener. La
existencia de normas fuera del voluntarismo –es decir– normas obligatorias e imperativas per se para
los Estados, es aún hoy en día, un punto de intenso debate dentro de la teoría del Derecho Internacional.

34. Por nuestra parte, creemos que existe buenas razones para creer que, independientemente
de la voluntad de los Estados, se hace necesario reconocer un conjunto de normas que anteceden el fe-
nómeno legal particular; uno que lo fundamente y legitime. Esto es uno de los argumentos esgrimidos
por la corriente constitucional del Derecho Internacional y es utilizado para sostener la existencia de un
conjunto de normas objetivas que formarían una constitución (escrita o no escrita) y que sería la norma
fundamental en el plano internacional.76 Este último argumento –como se advierte– apunta a la existen-
cia de un orden público internacional legalizado. Pero, a pesar de tener esta corriente un importante apo-
yo doctrinario, algunos sectores aún la cuestionan teniendo en cuenta los actos políticos de los Estados.

35. Teniendo en cuenta esto, el uso del orden público internacional en el contexto de los arbi-
trajes internacionales contrasta con el olvido que el mismo sufre en la teoría y práctica del Derecho In-
ternacional Público. Desde la perspectiva internacionalista resulta interesante la apertura que muestran
algunos tribunales domésticos en calificar ciertos principios del Derecho Internacional como parte de un
posible orden público internacional, que debe ser protegido por medio de la excepción de la ejecución

of Public Conscience”, American Journal of International Law, Vol. 94, N° 1. 2000. pp. 78-89 y Pfeil, “Naulilaa Arbitration
(Portugal v. Germany)” en Max Planck Encyclopedia of Public International Law. 2da Ed. 2007.
73
Por ejemplo, el juez Schücking usó el término en su Opinión Individual en el caso Oscar Chinn, emitida ante la Corte
Permanente de Justicia Internacional (CPJI). Véase: Corte Permanente de Justicia Internacional. Caso Oscar Chinn – Sentencia
de 1934. Series A/B63. Opinión Individual de M. Schücking. pp. 149-150. (traducción del autor)
74
Por ejemplo, Mcdougal y Lasswell, “The Identification and Appraisal of Diverse Systems of Public Order”, American
Journal of International Law, Vol. 53, N° 1. 1959. p. 1 y sgtes. y Alexidze, “Legal Nature of Jus Cogens in Contemporary
International Law” en Recueil des Cours de l’Académie de Droit International, Martinus Nijhoff Publishers, Leiden/Boston,
1981, pp. 233-242. Más allá de esto, el mejor tratamiento del orden público internacional en esos mismos años, fue el elaborado
por H. Lauterpacht. Al respecto, véase: Document - A/CN.4/63 Report on the Law of Treaties by Mr. H. Lauterpacht, Special
Rapporteur Topic: Law of Treaties Extract from the Yearbook of the International Law Commission - 1953, vol. II. p. 155.
75
La doctrina sobre esto es amplia. Basta indicar algunos ejemplos de posiciones positivistas: G. Schwarzenberger, “In-
ternational Jus Cogens?”, Texas Law Review, Vol. 43. 1964. p. 478 y sgtes; P. Weil, “Towards Relative Normativity in Interna-
tional Law?”, American Journal of International Law, Vol. 77. N° 3. 1983. pp. 413-442; D. Shelton, “Normative Hierarchy in
International Law”, American Journal of International Law, Vol. 100, N° 2. 2006. pp. 291-323; entre otros.
76
Al respecto, véase: A. Peters, ‘Global Constitutionalism in a Nutshell’ en Veröffentlichungen des Walther-Schück-
ing-Instituts für Internationales Recht an der Universität Kiel - Liber Amicorum Jost Delbrück, N° 5. 2005. pp. 535-550; Klab-
bers, Peters y Ufstein, The Constitutionalization of International Law, Oxford University Press, Oxford, 2009; B. Fassbender,
“The United Nations Charter as Constitution of the International Community”, Columbia Journal of Transnational Law, Vol.
36, N° 3. 1998. pp. 529-619 y Peters, “Fragmentation and Constitutionalization” en Orford, Hoffmann y clark (Ed.), The
Oxford Handbook of the Theory of International Law, Oxford University Press, Oxford, 2016, pp. 1011-1031.

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 533
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

de laudos arbitrables. Por tanto, el uso de aquel concepto aparece como uno que, no solo es necesario
para los tribunales domésticos, sino indispensable para la comunidad internacional. Debe recordarse que
la fase pública del orden público internacional (a diferencia del orden público interno) no cuenta con
una corporización estable, como un estado, reino, federación, liga u otro; sino una corporización que se
efectiviza por medio de las instituciones de sus miembros, siendo en este caso, los tribunales domésticos
de los Estados. Ahora, si el Derecho Internacional privado muestra apertura en el uso del orden público
internacional, debemos preguntarnos si el Derecho Internacional Público está haciendo algo para dotarle
de contenido a aquel concepto. La pregunta es pertinente, pues el término es un punto de contacto entre
ambas disciplinas y, una de ellas, debe proveer a la otra de un contenido mínimo al concepto para que la
otra haga uso práctico del mismo y lo haga relevante. Sin embargo, como hemos indicado previamente,
el Derecho Internacional ha hecho poco por dotar de contenido al término, encontrándose ahí una tarea
pendiente. Sea como fuese, las implicancias del uso de dicha noción en el contexto arbitral no quedan
ahí; debe recordarse que el uso del orden público internacional puede generar una dinámica aún más
compleja entre el derecho interno y el Derecho Internacional. El hecho de que tribunales domésticos
puedan reconocer el orden público internacional como una construcción existente, podría llevar a que se
dé inicio al tránsito de la formación de una disposición consuetudinaria en la materia.77

36. Teniendo en cuenta todo esto, es claro que el tratamiento dispensado por el Derecho In-
ternacional privado al orden público internacional tiene el potencial de impactar significativamente el
Derecho Internacional Público.

IV. A modo de conclusión: otros entretelones del uso del orden público internacional en el contex-
to de laudos arbitrales

37. Como hemos explicado antes, el Derecho Internacional privado ha hecho uso del orden
público internacional, especialmente, en la fase de la ejecución de laudos arbitrales; sin embargo, esto
no queda ahí. Por cuestiones de espacio no es posible ahondar en este punto, sin embargo, debe quedar
claro que la utilización del término presenta desafíos adicionales dentro del Derecho Internacional pri-
vado. Una de aquellas cuestiones que queda por resolver, involucra lo siguiente: ¿Qué relevancia podría
tener el uso del orden público internacional en la etapa de la formulación del laudo arbitral (es decir, en
la etapa en que se efectúa la demanda, la defensa presenta sus alegatos y posteriormente se formula la
decisión)? Esto salta a la vista, pues el reconocimiento de un orden internacional objetivo tendría que
expresarse en algo más que en, un límite para la ejecución de decisiones ya formadas. Sobre este punto,
debe tenerse en cuenta que el análisis de los alegatos y la determinación del contenido del laudo (inclu-
yendo lo que deberá entenderse por orden público internacional), sería tarea a realizar por parte del juez
arbitral (y no del juez doméstico como sucede con el caso del orden público en la etapa de ejecución de
la sentencia). Ahora, en tanto el árbitro internacional es un juez de un procedimiento desnacionalizado,
es decir, un juez que aplica el derecho convenido por las partes y –por ende– un derecho que puede
provenir de diferentes ordenamientos, incluido el internacional, ciertas preguntas secundarias aparecen:
¿El árbitro debe aplicar las normas de orden público provenientes de los ordenamientos de los Estados
de donde son las partes del litigio, o deberá aplicar además el orden público internacional? ¿Qué sucede
si las partes han optado por elegir un marco normativo puramente doméstico, excluyendo el Derecho

77
Para reconocer una regla internacional como norma consuetudinaria (si se aplica el enfoque positivista), es necesario la
constatación del cumplimiento de dos requisitos. En primer lugar, que se haya formado una opinio juris en el sentido de que la
regla corresponde a un mandato normativo y obligatorio, y –además– una práctica estatal continuada en esa misma dirección
(el cual puede ser corroborado por medio de la adopción de medidas oficiales internas, entre las que se incluyen las decisiones
de los tribunales domésticos). Este tema está ampliamente tratado en el Derecho Internacional; baste indicar como referencias:
H. Lauterpacht, “Decisions of Municipal Courts as a Source of International Law”, British Yearbook of International Law,
Vol. 10. 1929. pp. 65-83 y Lepard (Ed.), Reexamining Customary International Law, Cambridge University Press, New York,
2017. De igual forma, es relevante indicar que la Comisión de Derecho Internacional viene desarrollando actualmente el tema.
Véase: Comisión de Derecho Internacional. Second Report on Identification of Customary International Law - Michael Wood,
Special Rapporteur. A/CN.4/672. Sixty Sixth Session. May 22 2014. p. 25 y sgtes.

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 534
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387
Luis A. López Zamora Comentarios sobre el orden público internacional en sede arbitral internacional, su funcionalidad...

Internacional? Aún en esos casos ¿el árbitro atendiendo a los elementos internacionales del negocio,
podría tener presente el orden público internacional? ¿Qué efectos traería ello? Como en el caso de la
inejecución de laudos arbitrales, ¿el árbitro tendría que utilizar de forma intuitiva la noción del orden
público internacional? O, para esos casos, ¿sí se requiere un contenido específico?

38. Parte de estas interrogantes han sido planteadas por algunos autores78; sin embargo, lo im-
portante en este momento es indicar que, en la etapa de formulación del laudo, el orden público interna-
cional podría servir: i) Para declarar como ilícito una acción o acto adoptada por una de las partes al vul-
nerar el orden público internacional. En estos casos nos encontraríamos ante la interpretación que una
de las partes realiza a un extremo del negocio, con el fin de sustentar la realización de ciertas acciones,
pero que según el análisis del juez arbitral correspondería a una interpretación que llevaría a conflictuar
con la noción del orden público internacional. ii) Para que el juez arbitral declare de mutuo propio, que
el negocio o contrato en su totalidad atenta contra el orden público internacional y –por tanto– declararlo
como nulo. iii) Para que el juez arbitral excluya como base normativa del arbitraje ciertas disposiciones
elegidas por las partes (escogidas como parte del choice of law) al considerar que sus efectos contra-
vienen el orden público internacional. iv) O, para que el juez arbitral concluya que una disposición del
orden público internacional forma parte de la base normativa aplicable al litigio, aun cuando las partes
no la hayan escogido.

39. Estos potenciales usos del orden público internacional no estarán libres de posibles compli-
caciones. Ciertas interrogantes aparecen: ¿Le debe el juez arbitral alianza, algún deber a la comunidad
internacional como para hacerse cargo de la tarea de asegurar su orden público? En tanto estamos ha-
blando de la fase de formulación del laudo; ¿dónde quedarían los principios de libertad y autonomía de
las partes para configurar la lex causae? ¿Puede, en efecto, el árbitro alegar cuestiones de orden público
internacional para anular por motuo propio un negocio internacional? ¿Puede el árbitro internacional
alegar cuestión de orden público internacional para complementar, de oficio, la base legal aplicable al
conflicto? ¿Qué implicancias tendría todo ello para un potencial desconocimiento del laudo por cons-
tituir la formulación de una decisión ultra petita? ¿Existe algún vínculo entre el uso del orden público
internacional con el principio de iura novit curia en sede arbitral?

40. Sin duda, la utilización del concepto del orden público en la etapa de ejecución de los laudos
arbitrajes es la más desarrollada por la doctrina, en tanto que la utilización de aquella misma noción en la
etapa de la formulación de un laudo genera mayores dudas. Estas últimas dudas –no obstante– requieren
ser exploradas si se pretende defender la existencia de un orden público, específicamente internacional
en sede arbitral. Sin duda, ello está vinculado a reconocerle a los árbitros internacionales un mayor rol;
uno que los pondría en la una posición de guardianes del orden constitucional internacional,79 en materias
como medio ambiente, derechos humanos80 y principios básicos del ordenamiento. Esto implicaría una
integración más profunda entre el derecho arbitral internacional y el Derecho Internacional Público.81

78
Al respecto, véase: Pierre Lalive, nota: 43. p. 286 y sgtes.
79
Estas indagaciones están en fase más avanzada en la doctrina relativa a los arbitrajes de inversión extranjera. Sobre
esto, véase: A. Stone sweet y F. Grisel, “Transnational Investment Arbitration: From Delegation to Constitutionalization?” en
P.M. Dupuy, F. Francioni y E.U. Petersmann (Ed.), Human Rights in International Investment Law and Arbitration, Oxford
University Press, Oxford, 2009, pp. 118-136.
80
En relación a esto, véase: C. Reiner y C. Schreuer, “Human Rights and International Arbitration, Human Rights and
International Investment Arbitration, Human Rights in International Investment Law and Arbitration …. Idem., pp. 82-96.
81
Una vez más, esta posición se encuentra en un estadio de mayor desarrollo en el derecho arbitral vinculado a inversión
extranjera. Al respecto, véase: P.M. Dupuy, “Unification Rather than Fragmentation of International Law? The Case of Inter-
national Investment Law and Human Rights Law, Human Rights in International Investment Law and Arbitration …. Idem.,
pp. 45-62.

Cuadernos de Derecho Transnacional (Octubre 2018), Vol. 10, Nº 2, pp. 516-535 535
ISSN 1989-4570 - www.uc3m.es/cdt - DOI: https://doi.org/10.20318/cdt.2018.4387

También podría gustarte