35.2.estudios Canarios, 50-51 (2006-2007) - Vol. II
35.2.estudios Canarios, 50-51 (2006-2007) - Vol. II
35.2.estudios Canarios, 50-51 (2006-2007) - Vol. II
L-LI
[2006 - 2007]
VOL U M E N 11
2008
ESTUDIOS CANARIOS
ANUARIO DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS CANARIOS
E N LA UNIVERSIDAD D E LA LAGUNA
Director
EDUARDO AZNAR VALLEJO
Secretaria
JOSEFA DORTA LUIS
Consejo Editorial
Consejo Asesor
ISSN 0423-4804
HISTORIA
LITERATURA
MEDICINA Y FARMACIA
María Remedios Alemán Valls, Emilio González Reimers, María del Mar
Alonso Socas, Beatriz Alonso Álvarez, Francisco Santolaria Fer-
nández y Juan Luis Gómez Sirvent, Hepatitis crónica por el Virus
C: Datos epidemiológicos recientes relativos a Canarias ............. 657
ESTUDIOS CANARIOS
MUSICOLOGÍA Y ETNOMUSICOLOGÍA
Roe Laseca, Cuando la música nada entre las nubes. Claves interpretati-
vas para una aproximación a la obra de Guillermo Lorenzo ........ 771
RECENSIONES
ACTAS Y MEMORIAS
Memoria del año 2006 ................ ......................... ... ... ..... ........ ... ... ............. 879
Memoria del año 2007 ...... ................................ .. ..................... .. .... ........ .... 882
F Í S I C A, QU Í M I C A Y M A TE M Á T I C A S
Resumen. En 1724 Louis Feuillée fue enviado a las Islas Canarias por la Academia
Real de Ciencias de Francia para, entre otros objetivos, determinar la verdadera
posición del Primer Meridiano y del meridiano del Pico de Tenerife. Alcanzar, de
forma satisfactoria, tales objetivos pasaba por aplicar los procedimientos canóni-
cos establecidos por la Academia. Debido a circunstancias desfavorables, Louis
Feuillée no pudo aplicar tales procedimientos para determinar la longitud geográ-
fica de ambos meridianos y se vio abocado a utilizar procedimientos trigonométri-
cos que involucran la forma y el tamaño de la Tierra. En este artículo presentamos
un análisis de los datos y procedimientos de cálculo utilizados por Feuillée y otros
miembros de la Academia, en especial lo expuesto por 1'Abbé De La Caille en el
Extrait. Exponemos varias razones por las que tardó tanto en darse noticia pública
de la relación del viaje de Louis Feuillée. Entre ellas y, como la más importante,
consideramos la posibilidad de que el debate sobre la forma y tamaño de la Tierra
retrasara una decisión de la Academia sobre la publicación de los datos derivados
del viaje de Louis Feuillée.
Palabras clave: Meridiano del Pico, Primer Meridiano, Tamaño y forma de la
Tierra.
Abstract. In 1724 Louis Feuillée was sent to the Canary Islands in an expedition
organized by the France Royal Academy of Science to establish the true positions
of the First Meridian and the Peak's Meridian at Tenerife. In order to accomplish
that mission, Louis Feuillée needs to apply the canonical procedures established
by the Academy. Due to unfavourable circumstances he can not apply those pro-
cedures and have to use trigonometric methods which are strongly dependant on
the shape and size of the Earth. In this paper we analyze the data and procedures
used by Louis F euillée and others members of the Academy, mainly by 1'Abbé De
510 ESTUDIOS CANARIOS [2]
La Caille in his Extrait. We also outline sorne reasons why the public notice and
data derived from the Feuillée's joumey was not early published by the Academy.
Perhaps one of the main reason were that at that time the Academy's debate on the
size and shape of the Earth could have delayed the final decision to publish the
relation derived from the Louis Feuillée's joumey.
Key words: The Peak's Meridian, First Meridian, Shape and Size ofthe Earth.
Los OBJETivos
1
Existen cuatro ejemplares del diario (Homet, 1982: 258). Para este trabajo he utiliza-
do los citados en la bibliografía. El primer ejemplar corresponde con el manuscrito 38 (Ms
38) que aparece, en edición facsimilar y traducción española, en la obra Pasión y Aventura
en la Ciencia de las Luces, Tomo II, A. Herrera Piqué (editor), Cabildo de Gran Canaria,
2006. La traducción de este manuscrito es obra de Dulce María González Doreste y Anto-
nio Álvarez de la Rosa. Para el segundo manuscrito, Fr 12222, he utilizado una versión en
micro filmina.
[3] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... 511
2
Jacques Cassini (1677-1756), también conocido como Cassini le fils o Cassini 11, y
Jacques Philippe Maraldi (1665-1729), primo hermano del anterior. Ambos realizaron ope-
raciones de triangulación en Francia conducentes a la obtención de la medida de un grado
de meridiano terrestre.
512 ESTUDIOS CANARIOS [4]
del abad Bignon (Feuillée, 2006: 438). Para resaltar la importancia de esta
empresa se hace referencia a la ordenanza de Luis xm, dictada en 1634,
que obligaba a los geógrafos franceses a hacer pasar el primer meridiano
por la isla de El Hierro, señalándose que hasta la fecha no ha sido posible
determinar la posición precisa de esa isla en relación con los meridianos
más célebres como por ejemplo el de París (Feuillée, 2006: 439).
Es en esta misma introducción donde encontrarnos la razón por la que
se ha elegido al padre Feuillée para tal empresa. Se afirma que es una
persona habituada a los viajes y experta en observaciones astronómicas, y
corno matemático del Rey ha dado ya pruebas de su capacidad y de su rigor
en las observaciones astronómicas y físicas con motivo de sus diversos
viajes a Levante y a las Islas Occidentales.
Además de matemático del Rey, el padre Feuillée es un experto viajero
y muy hábil observador astronómico. Pero, sobre todo, es un gran cono-
cido de la Academia, pues el propio Jacques Cassini (Cassini le fils) ha
realizado extractos de los informes del padre Feuillée, que han sido publi-
cados en el anuario de la Academia, ya sea corno histoire o corno memoire,
sin que haya pasado mucho tiempo entre la entrega de los informes, por el
padre Feuillée, y su publicación en el anuario de la Academia. Así, en 1704
se publica el extracto del viaje realizado a Levante los años 1700-1701
(Cassini le fils, 1704); en 1706 el correspondiente al viaje a la Martinica
efectuado en los años 1703-1704 (Cassini le fils, 1706); en 1709 el corres-
pondiente al viaje a las Indias Occidentales en los años 1704, 1705 y 1706
(Cassini le fils, 1709). En 1714 se publicaron dos informes firmados por
el mismo Jacques Cassini que corresponden a los viajes a las Indias Occi-
dentales y que ampliaba a los anteriores. Vernos que no transcurrió mucho
tiempo entre, por un lado, la realización de las observaciones y finalización
de los viajes y, por otro lado, la publicación en el anuario de la Academia
del correspondiente informe o extracto. No ocurrió lo mismo con el viaje
de Louis Feuillée a las Islas Canarias en 1724.
3
Giovanni Domenico Maraldi (1709-1788), sobrino de Jacques Philippe Maraldi.
Astrónomo, ingresó en la Academia en 1731. Editor de la célebre publicación de la Aca-
demia Connoissance des Temps. Fue asociado ordinario de la Academia y trabajó en el
Observatorio de París.
4
Pierre Charles Le Monnier (1715-1799). Hijo de Pierre Le Monnier. Astrónomo, in-
gresó en la Academia en 1735. Pensionaire ordinaire de la Academia en 1749.
5
Nicolas Louis De La Caille (1713-1762). Astrónomo, Profesor de matemáticas en
el Collége Mazarin, ingresó en la Academia en 17 41, realizó mediciones geodésicas en el
Cabo de Buena Esperanza y con G.D. Maraldi y C.F. Cassini de Thury (1714-1784) parti-
cipó en la triangulación de Francia que proporcionó como principal resultado los mapas de
Francia de 1744 y 1745.
6
El padre Feuillée murió en 1732 y había regresado de las Canarias a finales de 1724,
así que la primera noticia pública de su viaje se produce diecisiete años después de haber
finalizado el viaje.
514 ESTUDIOS CANARIOS [6]
la relación o diario del padre Louis Feuillée. Maraldi sugiere que tanto J.
Cassini como el propio tío de Maraldi, con el fin de no disminuir el honor
que correspondía al padre Feuillée, no habían publicado en las Memoires
de l 'Académie el diario remitido por éste, esperando a que se realizara la
correspondiente publicación. Sin embargo, con el transcurso del tiempo se
había corregido la diferencia de meridiano entre París y la isla de El Hierro
en la Connoissance des Temps y en la tabla de longitudes y latitudes que
M. Desplaces colocó al final del último tomo de las Ephémérides. Además,
añade Maraldi, en la relación de los viajes del padre Laval, se encuentra
una observación del primer satélite de Júpiter, realizada en Funchal capital
de la Isla de Madera y por el padre Feuillée en Marsella que, según las
observaciones comunicadas por Le Monnier, arrojan una duda de 2° 28'
entre la diferencia de meridianos de París y de la Isla de El Hierro. Así que,
de alguna forma, esta memoria de Maraldi intentaba devolver el honor que
correspondía al padre Feuillée por sus inéditas observaciones.
La memoria de Le Monnier (M. Le Monnier le fils, 1745) fue presenta-
da a los miembros de la Academia el 5 de septiembre de 1742 y apareció
en el mismo volumen que la memoria de Maraldi. Lleva por título general
Sur la longitude deL 'Isle de Bourbon, y consta de siete páginas donde se
presentan cinco informes, siendo los dos últimos, que abarcan las cuatro
páginas finales, los dedicados a los resultados del viaje de Louis Feuillée.
De su lectura se deduce que ha utilizado la memoria remitida por el padre
Feuillée a la Academia. Es en esta memoria donde se transcribe la orde-
nanza de 1 de julio de 1634, del Rey Louis xm, relativa al establecimiento
del Primer Meridiano en la parte Occidental de las Islas Canarias. En una
nota en el margen (Le Monnier le fils, 1745: 351) se resalta la importancia
de determinar la longitud geográfica del Pico de Tenerife pues es de gran
importancia para corregir las rutas estimadas en la navegación. Así mismo
propone a la Academia que comunique a los navegantes las observaciones
que él mismo realiza en esta memoria relativas a la posición de determi-
nados puntos geográficos que resultan de gran importancia para la nave-
gación. Termina incluyendo una tabla de longitudes y latitudes de diversos
lugares que tiene la particularidad de referir, las longitudes, al primer me-
ridiano situado en la costa occidental de la isla de El Hierro.
Por último tenemos el extracto del diario elaborado por De La Caille
(1 'Abbé De La Caille, 17 51). Aparece en el anuario de año 1746, publicado
en el año 17 51. Es un documento extenso pues consta de veintidós páginas
y se acompaña de un mapa de las Islas Canarias grabado por J. Ingram,
basado en los datos del diario. Se organiza en una introducción y ocho
artículos de la forma siguiente:
[7] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... 515
En el anuncio introductorio leemos: «Ii remit [Feuillée] a son retour a 1' Académie,
7
une Re1ation sort amp1e de son voyage, mais elle n'ajugé apropos d'en pub1ier que l'extrait
suivant, qui contient généralement toutes les observations telles qu'elles ont été faites, &
résultats des calculs pour les réductions nécessaires ... On a refait ici absolument tous les
calculs» (l'Abbé De La Caille, 1751: 129-130).
516 ESTUDIOS CANARIOS [8]
«... n' ont pas été faites avec toute la précision nécessaire, ni dans les circonstances les
8
Una cuestión clave: además de las instrucciones sobre lo que tenía que
medir, ¿disponía el padre Feuillée de instrucciones sobre cómo hacer las
mediciones?
Para arrojar alguna luz sobre esta cuestión habrá que retroceder hasta
fines del siglo xvn a una de las principales expediciones auspiciadas por la
Academia de Ciencias. En 1729 se publica por la Academia el volumen vrr
de las memorias correspondientes a los años 1666 a 1699. En la segunda
parte de ese volumen encontramos las observaciones realizadas en uno de
los más importantes viajes científicos de los patrocinados por la Acade-
mia: el viaje de Varin, des Rayes y de Glos al Cabo Verde y a las islas de
América. En esta memoria se incluyen las instrucciones elaboradas por la
Academia y que constituyen todo un protocolo científico para la realiza-
ción de las observaciones astronómicas, conducentes a la determinación
de la longitud y latitud geográficas. Pues bien, tal y como se deduce de la
lectura del manuscrito del diario, las instrucciones fueron seguidas por el
padre Feuillée en su viaje de 1724.
En primer lugar, y una vez llegado al lugar donde se realizaran las ob-
serva~iones, se ha de establecer una estación de observación. El cálculo de
la latitud del punto geográfico de observación es un problema nada simple.
Para tal fin se dispone de dos métodos: mediante la altura de la Polar o me-
diante la altura meridiana del Sol. En este viaje se descartó el primero pues
no hay ninguna observación registrada por el padre Feuillée de la altura
de la estrella Polar. Quizás sea debido a que en nuestra latitud la estrella
está a menos de un tercio del ángulo que forma el cenit con el plano del
horizonte y por lo tanto la medida queda bastante afectada por la refracción
de la atmósfera. El método utilizado por el padre Feuillée es el del cálculo
de la altura meridiana del Sol. Para tal fin, se ha de disponer de una línea
meridiana trazada sobre el suelo del lugar de observación y de un reloj que
permita determinar el mediodía solar aparente o verdadero. Veamos qué
con la salvedad de que cada 30d (grados)= 1' (signo del zodiaco y estos
acaban en 12, volviendo al principio). También obtiene el valor lugar del
apogeo, para la misma fecha (3' 7d 50' 37"+ 25" = 3' 7d 51' 2").
Calcula ahora la anomalía media = longitud media - lugar del apogeo
= 10' 27d 22' 20". Con ese último valor halla la ecuación del Sol (para este
signo es aditiva) y la suma a la longitud media, obteniendo el verdadero
lugar del Sol= 2' 5d 13' 22" +Id 2' 9"= 2' 6d 15' 24". En la última suma
ha cometido un error, en vez de sumar 9" con 22" ha sumado 2" con 22",
simplemente se ha movido dos líneas en un despiste, que inexplicablemen-
te no ha corregido. Ha obtenido el verdadero lugar del Sol para tiempo
medio no para tiempo real o aparente 10 • Sin embargo, aquí terminan sus
cálculos.
polo norte
celeste
Figura 1
10 Además ha utilizado los datos para la posición de París, cuando Cádiz se encuentra,
por sus tablas, a 32' 42" al occidente. Otro ajuste que olvidó realizar. Hay otro error en los
datos, pues la cifra 9~ lOd 19' 57" no es correcta. En la tabla referida aparece para el año
1724la cifra 9s lOd 18' 36". Por más que reviso la tabla no encuentro la causa del error.
522 ESTUDIOS CANARIOS [14]
sen o sen A
sen 8
sen E sen A
sen E sen 90° sen 90°
~ Logsen8 = LogsenE + LogsenA - Logsen90°
11
El padre Feuillée y 1' Abbé de La Caille utilizan para la oblicuidad de la eclíptica los
valores 23° 29' y 23° 28' 30", respectivamente. Este es otro punto de discrepancia entre
ambos astrónomos.
[15] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... "523
Altura meridiana del centro del Sol corregida12 : 71 o 55' 2" (a)
Declinación solar septentrional 13 : 10° 18' 29" (o)
Altura del Ecuador: 61°36'33"(a-o)
Altura del Polo (latitud): 28° 23' 27" (<p = (90°- (a- o))
Fecha Latitud
26 agosto 28° 23' 27"
14
27 agosto 28° 23' 48"
28 agosto 28°23'35"
29 agosto 28°23'38"
30 agosto 28° 23' 24"
1 septiembre 28° 23' 34"
2 septiembre 28° 23' 41"
12 El dato obtenido por observación y lectura directa del instrumento se corrige res-
pecto del error del instrumento utilizado (un cuarto de círculo), de la refacción menos la
paralaje y del semidiámetro solar.
13
Que suponemos calculada por el padre Feuillée para cada observación meridiana
según las tablas correspondientes. Este dato será modificado posteriormente por 1'Abbé de
La Caille en su Extrait.
14
Este dato es seguramente erróneo. No es consistente con la afirmación de que hay
sólo 17" de diferencia entre el dato menor y el mayor, y si en lugar de 48" colocamos 8" se
obtiene aproximadamente el promedio dado por Le Monnier le fils.
15
La diferencia 17", la divide por dos y el resultado, 8 ", lo suma a la menor latitud.
[17] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... 525
16
« ... pour eviter les fractions dans les calcut on la suposée de 28° 24'» (Feuillée,
[1724, Ms 38]: 302).
17
«Nous trouvons aussi dans le meme endroit des notes de mon oncle la latitude de
l'Orotava déterminée par les observations duP. Feuillée, de 28d 24' 21 ", & celle de l'Isle
de Fer de 27d 47' 53"» (Maraldi, 1745: 123).
18
Las notas de Jacques Philippe Maraldi son utilizadas para deducir todos los datos
presentados salvo el relativo a la longitud de la ciudad de La Orotava. Para este utiliza la
carta enviada por Feuillée a Cassini, fechada el 20 de febrero de 1725.
526 ESTUDIOS CANARIOS [18]
Orotava. La siguiente tabla resume los valores dados por cada astrónomo
a esta latitud:
19
«La méthode de déterminer les longitudes des lieux de la Terre para le moyen des
Eclipses des Satellites de Jupiter. .. » (Varin, des Rayes y de Glos, 1729: 431).
20
El primer satélite tiene un período de revolución de 1 día y 18,5 horas aproximada-
mente, mientras que el del segundo es de 3 días 13 horas. Es decir, cada dos días observa-
mos un eclipse (García Franco, 1947: r, 294).
[19] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... 527
21
«L'ineertidumbre sur le pie de Ténériffe est peu eonsidérable, paree que eette monta-
gne est sort voisine de la ville de l'Orotava ... » (1' Abbé De La Caille, 1751: 150). «Les ob-
servations réitérées faites a l'Orotava, ville située dans l'Isle de Ténériffe, par le P. Feuillée,
donnent tres-exaetement la différenee en longitude entre Paris & le Pie de Ténériffe ... »(Le
Monnier le fils, 1745: 351).
[21] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... 529
tos seguidos por Feuillée por un lado y l'Abbé De La Caille por el otro.
Frente al procedimiento puramente astronómico (altura meridiana del dis-
co solar para la latitud y eclipse de uno de los satélites de Júpiter para la
longitud, que no tienen en cuenta el tamaño de la Tierra), los procedimien-
tos indirectos que van a poner en juego nuestros astrónomos sí dependen
de esto último.
Ambos procedimientos requieren del conocimiento de la distancia entre
la ciudad de La Orotava y el Pico. El padre Feuillée ha calculado tal distan-
cia en 11094 toesas 22 , además ha calculado que la línea que une el Pico con
su estación en la ciudad de La Orotava forma con la meridiana del lugar
un ángulo de 30° 9'. Fijémonos en el triángulo ACB (Figura-2). El punto A
representa la posición del Pico; el punto B, la posición de la ciudad de La
Orotava y el punto C es un punto situado sobre la meridiana de la ciudad de
La Orotava, es decir, la línea BC está en la dirección Norte-Sur. En dicho
triángulo, AC es la diferencia de longitud entre la ciudad de La Orotava y
el Pico, mientras que BC es la diferencia de latitud.
Feuillée utiliza el teorema del seno de la trigonometría plana para re-
solver el triángulo ACB. De esta forma calcula AC = 5572 toesas y BC =
9593 toesas.
Mostramos uno de los cálculos como ejemplo del quehacer matemático
de la época, junto a una transcripción actualizada:
22
Aunque de La Caille cuestiona lo forma de hacer de Feuillée, utiliza ese dato en sus
cálculos. No tiene otra alternativa. Esta cifra la ha obtenido el padre Feuillée al determinar
la altura del Pico, donde ha empleado como diámetro del ecuador terrestre el valor 6538594
toesas. Con este último valor se asume implícitamente que la Tierra tiene forma esférica.
Aunque la medida de la altura del Pico era uno de los objetivos del viaje, para no extender-
nos en demasía en este trabajo, no entramos en el detalle del mismo y referimos al lector
interesado a consultar el trabajo de Montesdeoca (2006).
530 ESTUDIOS CANARIOS [22]
... Puesto que tomamos los grados de longitud sobre círculos paralelos al ecua-
23
Seno total = sen 90° = radio del círculo, con el radio dividido en l QID partes.
24
En el original se utiliza 11093 toesas 4 pies 1Opulgadas 7 líneas. He utilizado la cifra
11094 para abreviar, pero en los cálculos se utiliza el valor dado por Feuillée.
25
Curiosamente Feuillée utiliza una cifra redondeada para la latitud de la ciudad de La
Orotava, 28° 24', en vez de 28° 23' 32 ", mientras que no redondea para nada la diferencia
de latitud entre el Pico y la ciudad de La Orotava.
[23] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... 531
dor y que los círculos van siempre disminuyendo de tamaño conforme se acer-
can al polo, están compuestos de 360 grados al igual que los círculos máximos
de la esfera, pero de menor número de leguas por cada grado. De ello se deduce
que para reducir en grados los pasos que AC tiene de diferencia de longitud en-
tre el Pico y La Orotava, primero hay que buscar una media paralela (moyenne
parallele) entre la latitud del Pico y la latitud de La Orotava. En segundo lugar
hay que hacer la analogía siguiente mediante la cual obtendremos un número
de pasos en leguas mayores, las cuales, reducidas a grados, darán AC, conocida
en grados, pero desconocida en pasos geométricos (Feuillée, [1724, Ms 38]:
286; Feuillée, 2006: 540).
De cos2cp = coscp 1 coscp 2 se sigue que 2 log sen(90°-cp) = log sen (90°-cp 1) + log sen
26
manera transforma los 5758 pasos que vale AC en 6540 27 pasos 3 pies 6
pulgadas 654/664 de leguas mayores, es decir, sobre el ecuador. Ahora, ya
está en disposición de transformar AC en grados, mediante la equivalencia
siguiente 60000 pasos: 60' = 6540 ... : x (pues hay 60000 pasos en 1 gra-
do de círculo máximo). Obtiene para x la medida angular de 6' 32" 26"'
115. Esta es la diferencia de longitud entre La Orotava y el Pico (Feuillée,
[1724, Ms 38]: 289).
Por lo tanto, la longitud del Pico28 , al estar más al oeste que la ciudad
de La Orotava, es (18° 46'22" 30'") + (6'32"26"'1/5) = 18° 52' 54" 56"'
115 al occidente de París.
Resumiendo: para calcular la posición del Pico utiliza una estación
próxima, la ciudad de La Orotava, al no ser posible establecer una estación
en el lugar requerido. Al estar ambas localizaciones muy próximas, consi-
dera el triángulo ACB como un triángulo plano, y la Tierra como si fuera
una esfera para convertir las medidas longitudinales en angulares.
Veamos cómo procede 1'Abbé De La Caille en su Extrait. Los cálculos
se encuentran en elArticle vn del Extrait (1' Abbé De La Caille, 1751: 147).
Utiliza los datos suministrados por el padre Feuillée, es decir, distancia
entre el Pico y la ciudad de La Orotava igual a 11 094 toesas (cifra re-
dondeada), diferencia de latitud 9593 toesas y diferencia de longitud 5572
toesas. Es decir, da por buena la aproximación de Feuillée de considerar el
triángulo ACB como un triángulo plano. Pero al transformar las medidas
longitudinales a angulares utiliza otra equivalencia. Veamos:
... done ce pie est plus sud que l'Orotava de 9593 toises ou de 10' 8", & plus
occidental de 5572 toises ou de 6' 37", en supposant que le degré de latitude
est de 56850 toises, & celui de longitud de 50500 toises, a peu pres tels qu'ils
doivent etre selon les demieres mesures de la Terre (1 'Abbé De La Caille,
1751: 147).
Concluye para el Pico las siguientes coordenadas: Latitud 28° 12' 54"
y Longitud 18° 52' 3".
Este es un ejemplo del poco cuidado que presta a los cálculos el padre
Feuillée. La «mitad de 27» es 13'5 que, sumado a la menor de las alturas,
27° 47' 38", nos proporciona 27° 4 7' 51' Y2 , que sólo es medio segundo
mayor que la señalada por Feuillée. Por otro lado, si hubiera sido consis-
tente, al sumar 12 a la menor altura hubiera obtenido 27° 47' 50" que no
coincide con la anotada. Además, consigna los cálculos en lugares dispa-
res. Por ejemplo, el anterior lo es el 2 de octubre, y no el 17 de agosto,
fecha a la que corresponde la última de las observaciones de la altura me-
ridiana del Sol para la villa de la isla de El Hierro.
De La Caille vuelve a corregir los cálculos de Feuillée y, con los datos
de las observaciones y las declinaciones solares corregidas, obtiene las
alturas meridianas siguientes: 27° 47' 26", 27° 47' 28" y 27° 47' 2" para
los días 15, 16 y 17 de agosto respectivamente. Luego calcula el promedio
entre ambas obteniendo para la latitud de la villa de la isla de El Hierro
el valor 27" 47' 20". Otra imprecisión, esta vez de De La Caille, pues el
promedio entre las alturas meridianas daría exactamente 27° 47' 18" 2/3,
534 ESTUDIOS CANARIOS [26]
que podría aproximarse a 27° 4 7' y 19", pero no a la cifra anotada por De
La Caille.
Le Monnier promedia las tres observaciones del padre Feuillée, que
según él solo difieren entre ellas de 1O" a 30" y obtiene 27° 4 7' 50" para la
latitud de la villa de la isla de El Hierro. Aquí encontramos otro resultado
inexacto, pues el promedio de las tres observaciones de Feuillée arroja el
valor de 27° 47' 52" 1/3.
Maraldi, según los datos suministrados por Feuillée a su tío, aporta
como latitud de la villa de la isla de El Hierro 27° 47' 53", resultado que
esta más próximo al promedio de las tres observaciones dadas por el padre
Feuillée.
La siguiente tabla muestra, por autor, los valores sobre la latitud de la
villa de la isla de El Hierro:
No hay que dejar escapar estas ocasiones, sobre todo cuando son muy raras.
Instalé mi instrumento30 sobre su soporte. Puse la aguja imantada sobre el O
de la brújula, cuya línea norte y sur estaba perpendicular al anteojo fijo del
semicírculo. En esta situación apunté con el anteojo móvil hacia el extremo del
Pico de Tenerife. Hecha la operación, encontré que el Pico se situaba hacia el
este del norte de la brújula en 71° 12' (Feuillée, [1724, Ms 38]: 189; Feuillée,
2006: 502).
30
«El medio círculo ... tenía más de un pie de diámetro provisto en el lugar de las ali-
dadas de dos buenos anteojos, uno fijo sobre su diámetro y el otro móvil. El medio círculo
está dividido en 180 grados y cada grado en minutos por líneas transversales. En el medio,
lleva una brújula dividida exactamente en 360° y su aguja en muy viva. Esta brújula me ha
servido para observar la variación del imán en varios lugares» (Feuillée, 2006: 502). Esta
es la única vez que el padre Feuillée proporciona una descripción tan detallada de uno de
los instrumentos empleados.
31 «... había colocado una piedra de nivel sobre la que suspendí una bala de mosquete
en el extremo de un hilo muy fino, precisamente a la hora del mediodía, señalada por mi re-
loj (aparee el sol). Marqué dos puntos de sombra a favor de la sombra del hilo y sobre esos
puntos apliqué una regla y tracé una línea meridiana sobre la que puse mis dos brújulas.
Dieron igualmente la variación al noroeste de 6° 36'» (Feuillée, 2006: 504).
536 ESTUDIOS CANARIOS [28]
Figura 2
32
26087 = 93600 · 600001216000 (para el cálculo en pasos ha redondeado la diferen-
cia de latitud a 26').
[29] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... 537
33
Al calcular la media paralela entre la latitud del Pico y de la villa de la isla de El
Hierro, Feuillée utiliza como latitud de la última posición el valor 27° 48' 5". Este valor es
el mayor de las tres observaciones. Otra imprecisión o descuido inexplicable.
34
Deducida a partir de los siguientes datos: Longitud del Pico (18° 52' 54,5" 26"' 1/5)
+ difde lontitudentre el Pico y la villa de la isla de El Hierro (1° 2' 15" 47'" 5"").
538 ESTUDIOS CANARIOS [30]
Figura 3
En una nota a pie de la página 147 del Extrait 1' Abbé de La Caille nos
indica que los cálculos que aparecen en el Article VII ( Calcul des positions
du pie de Ténériffe, de l'isle de Fer, de l'isle de Palma, al'égard de l'Oro-
tava) no son los del padre Feuillée que aparecen en su Relation, sino que
son del autor del Article y que han sido realizados de una forma más simple
y más susceptible de exactitud.
La trigonometría esférica introducida por 1' Abbé De La Caille tiene
como fin evitar los errores que se cometerían si utilizamos la trigonometría
plana. Sin embargo, esta última es mucho más compleja en sus fórmulas
y cálculos, sobre todo en una época en la que los cálculos derivados de las
fórmulas trigonométricas sólo se podían realizar mediante el uso laborioso
de las tablas de los logaritmos.
Fr 12222. Este mapa es el que he utilizado para la figura-2 del presente trabajo.
[31] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... 539
36
«... nous nous servirons de que1ques notes manuscrites de mon oncle, qu'il dit avoit
tirées des observations duP. Feuillée» (Maraldi, 1745: 122).
37
«Mais paree que nous ne pouvons établir avec autant de précision la longitude de
l'Isle de Fer ou le P. Feuillée n'a observé uniquement que la latitude & l'angle qu'y formoit
le Pie de Ténériffe avec le plan du Méridien ... »(Le Monnier le fils, 1745: 351).
38 Se refiere al ángulo que forma la visual al Pico desde la villa de la isla de El Hierro
CoNCLUSióN
Orla mesure de la Terre est la base & le fondement de ces deux sciences [Geo-
graphie & Navigation]. Car ayant déterminé par les Observations Astronomi-
ques la longitude & la latitude des divers lieux de la Terre, il est necessaire de
connoitre la grandeur des degrés pour pouvoir les réduire aune mesure certai-
ne, & avoir la veritable distance entre ces lieux ; & réciproquement connois-
sant les veritables distances entre divers lieux de la Terre par des operations
geometriques ou par des mesures itineraieres, il est necessaire, pour les réduire
en degré, d'en sc;avoir exactement la valeur (M. Cassini, 1719: 248).
39
Para un estudio detallado del planteamiento y evolución del problema remitimos al
lector interesado a las obras de Lafuente y Mazuecos (1987) y Brown (1979).
[35] OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS Y CÁLCULOS MATEMÁTICOS EN EL VIAJE ... 543
40
Así consta en la certificación de Granjean de Fouchy, secretario perpetuo de la Aca-
demia Real de Ciencias que acompaña a la publicación de M. Bouguer: «Extrait de Regis-
tres de 1' Académie Royale des Sciences. Des 16 & 29 Novembre 1748. Monsieur Bouguer
ayant lü en plusiers seances des années 1744 & 1745 le rapport des observations faites au
Pérou pour déterminer la figure de la Terre, 1' Académie a jugé cet ouvrage digne d' etre
donné au Public & a décidé qu'il seroit imprimé comme fait par son ordre. En soi de quoi
j'ai signé le présent certificat. A París ce 30 Avrill749. Signé, Granjean de Fouchy, Sécré-
taire perpetuel de 1' Académie Royale de Sciences».
544 ESTUDIOS CANARIOS [36]
REFERENCIAS
BouGHER, M., 1749. La figure de la Terre, déterminée par les observations de Mes-
sieurs Bouguer, & de la Condamine, de l 'Académie Royale des Sciences,
envoyés par ordre du Roya Pérou, pour observer aux environs de l 'Equa-
teur, París, Chez Charles-Antaine Jombert, Libraire du Roy.
BROWN, L. A., 1979. The Story of Maps, Nueva York, Dover Publications Inc.
CASSINI, M., 1719. De la grandeur de la Terre et de sa figure. Mémoires de l'Aca-
démie Royale des Sciences, Année 1718: 245-256.
[CASSINI, J.], 1720. De la grandeur et de la figure de la Terre. Suites des Memoires
de l'Académie Roya/e des Sciences, 1718: 237-245.
CASSINI, M., 1740. Tables astronomiques du soleil, de la !une, des planetes, des
etoiles fixes et des satellites de Jupiter et de Saturne; avec l 'explication &
l'usage des ces mémes tables, París, De l'imprimerie Royale.
CASSINI le fils, M., 1704. Extrait des Observations Astronomiques, que le R.P.
Feüillée Minime a faites en Levant pendant les années 1700 & 1701, rap-
portées par. Memoire de l 'Académie Roya/e des Sciences, Année 1702:
7-15.
CASSINI le fils, M., 1706. Extrait des Observations faites a la Martinique par le P.
Feüillée en 1703 & 1704. Comparées aux Observations qui avoient été déja
faites en cette Isle par Mrs des Rayes & du Glos. Et a celles qui ont été fai-
tes en meme tems a l'Observatoire Royal. Memoire de l'Académie Royale
des Sciences, Année 1704: 338-345.
CAssiNI le fils, M., 1709. Extrait des Observations faites aux Indes Occidenta-
les en 1704, 1705, & 1706 par le P. Feüillée Minime, Mathematicien du
Roy; comparées a celles qui ont été faites en meme temps a l'Observatoire
Royal. Memoire de l'Académie Royale des Sciences, Année 1708: 5-16.
Éloge de M. 1' Abbé De La Caille, 1764. Histoire del 'Académie Royale des Scien-
ces, Année 1762: 196-212.
Éloge de M. Cassini [J], 1762. Histoire del 'Académie Royale des Sciences, Année
1756: 134-146.
É1oge de M. Mara1di [J.P], 1731. Histoire de l 'Académie Royale des Sciences,
Année 1729: 116-120.
FEUILLÉE, L., 1714. Journal des observations physiques, mathematiques et botani-
ques: faites par l 'odre du roy sur les cótes Orientales de l 'Amerique Me-
ridionales, & dans les Jndes Occidentales, depuis l'année 1707 jusques en
1712, París, Chez Pierre Giffart.
FEUILLÉE, L., [1724, Ms 38]. Voyage aux Jsles Canaries ou Journal des observa-
tions Physiques, Mathematiques, Botaniques e Historiques faites par ordre
546 ESTUDIOS CANARIOS [38]
41
Hay un error en la cifra. El radio del círculo está dividido en 10 10 partes como fá-
cilmente se comprueba por simple inspección de las tablas en el valor correspondiente a
logsen90° que es igual a 10.
Ortega ante la teoría de la relatividad
Suele decirse que Ortega escribió mucho y acerca de casi todo. Pero no
es frecuente oír -y menos ver escrito- algo de él relativo a la ciencia.
Lo primero que debe decirse, por mi parte claro, es que sobre ésta escribió
mucho y que lo hizo de ordinario con altura filosófica y bella narración
sociológica y periodística.
A lo largo de su extensa vida de escritor, y con diferentes enfoques ya
que no parece que en los asuntos de ciencia se leyera mucho a sí mismo,
ofreció distintas perspectivas usualmente interesantes y sólo algunas veces
de modo inapropiado.
Entiendo que su concepción más rica y más elaborada de ciencia es
aquella que la considera como una forma especial de creencia. En una
de sus obras más lúcidas, redactada en plena madurez, En torno a Gali-
leo (1933), escribiría: «Una cosa es el conocimiento mismo, la ciencia, en
tanto que hecho, pero otra es conocer (o al menos saber) cuál es la función
vital que la inspira y la moviliza. Así la ciencia es una forma especial, una
manifestación de otra función más decisiva y básica: la creencia».
Como complemento de lo anterior interesa destacar otra idea orteguiana.
El hombre pasa de una fe (científica) a otra fe (científica) y se encuentra en
una situación difícil «mientras dura el tránsito, mientras vive en dos creen-
cias, sin sentirse instalado en ninguna, por tanto en sustancial crisis».
Y aquí se encuentra Ortega, y con él su generación, y sobre todo la
filosofía, y en ésta, la filosofía primera (o lasfilosofias primeras): la me-
tafísica, la cosmología, la naturaleza de la materia (el problema del ser y
de la realidad), si éstas fueran tan fácilmente separables como acabo de
escribir. Y esa crisis, precisamente, se manifiesta y desarrolla en el ámbito
de las ciencias de la Naturaleza, principalmente en el de la física. Y nuestro
filósofo no se sitúa al margen de la crisis ni de sus consecuencias: se instala
en la crisis y desde ella, aunque pretenda observarla y tratarla desde fuera,
reflexiona con luz brillante.
En las primeras décadas del siglo xx tienen lugar, a mi juicio, las ma-
yores y más sorprendentes revoluciones de la historia del pensamiento, y
tienen lugar precisamente en el ámbito de lo ya considerado, ante todo y
sobre todo,fisica: las revoluciones relativistas, restringida y general, y la
revolución cuántica (nombre que en medida importante integrará las suce-
sivas revoluciones generadas en tomo a la física atómica, la física nuclear
y la física de partículas elementales y altas energías); revoluciones que van
552 ESTUDIOS CANARIOS [4]
1
En los años 30 prestará más atención, como se verá en próximos parágrafos, al «pro-
blema de los fundamentos».
[5] ORTEGA ANTE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD 553
2
Puede verse, por ejemplo, la selección de L. Pearce Williams, Einstein et al., La teo-
ría de la relatividad, Madrid, Alianza, 1973.
554 ESTUDIOS CANARIOS [6]
3
El Espectador, m; OC-II, 236.
4
OC-VI, 307.
[7] ORTEGA ANTE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD 555
Por esta razón es nuestra raza de tal manera misoneísta. Aceptar, desde
luego, una novedad nos humillaría, porque equivale a reconocer que antes
no éramos perfectos, que fuera de nosotros quedaba aún algo bueno por
descubrir. Al español castizo toda innovación le parece francamente una
ofensa personal. Esto lo advertimos a toda hora los que nos esforzamos por
refrescar un poco el repertorio de ideas alojadas en las cabezas peninsula-
res. La teoría de Einstein se ha juzgado por muchos de nuestros hombres
de ciencia no como un error -no se han dado tiempo para estudiarla-,
5
OC-VI, 309.
6
OC-IV, 464.
556 ESTUDIOS CANARIOS [8]
7
Conferencia pronunciada por Bias Cabrera Felipe en la Facultad de Filosofía y Letras
de Buenos Aires el4 de noviembre de 1920. Fue publicada en Verbum 14, no 55, págs. 264-
277, y reproducida en Tribuna Española (Argentina). Pueden verse textos y comentarios en
F. González de Posada, Blas Cabrera ante Einstein y la Relatividad, Madrid, Amigos de la
Cultura Científica, 1995; F. González de Posada y D. Trujillo Jacinto del Castillo, Blas Ca-
[9] ORTEGA ANTE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD 557
6. BREVES COMENTARIOS
brera: Vida y pensamiento, Santa Cruz de Tenerife, Asociación Cultural Cabrera y Galdós,
2005; y F. González de Posada, «Blas Cabrera y Albert Einstein», Discurso Académico no
14, Academia de Ciencias e Ingenierías de Lanzarote.
8
En el Discurso Académico citado en la nota anterior, también en nota de pie de pági-
na, escribí: «La realidad era absoluta para Newton y, en consecuencia, nuestro conocimien-
to relativo. Si la Naturaleza es relativa y nuestro conocimiento es "exacto" (de esa realidad
relativa) entonces nuestro conocimiento es absoluto. Tres años más tarde escribiría Ortega
en su breve ensayo ya citado "El sentido histórico de la teoría de Einstein" que una nota
destacada de dicha teoría era, precisamente, su absolutismo en el ámbito del conocimien-
to».
9 Estas notas sintéticas corresponden a la conferencia «El sentido histórico de la teoría
en noviembre de 1999 de título «La Física del siglo xx: Física y matemática en la obra de
Ortega y Gasset».
10
El uso de negritas es mío.
11 No hay ninguna teoría física «verdadera». La voz no está utilizada correctamente.
Las teorías son «aproximaciones», o «modelos», construidas con conceptos (humanos); se-
rán más o menos correctas, más o menos útiles, mejores o peores representaciones de la Na-
turaleza. Las ciencias buscan certidumbres, seguridades, no verdades. (Ideas y creencias).
[11] ORTEGA ANTE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD 559
12
El uso de negritas es mío.
13
Palabras de Ortega: «Una generación es [ ... ]un nuevo cuerpo social íntegro, con su
minoría selecta y su muchedumbre que ha sido lanzado sobre el ámbito de la existencia con
una trayectoria vital determinada» y «La generación, compromiso dinámico entre masa e
individuo».
14
Mi juicio, obviamente, es otro: Porque ha triunfado en la física, porque sus predic-
ciones matemáticas se han confirmado en la Naturaleza, unas tras otras, con colosal éxito ...
ha triunfado. El uso de negritas es mío.
15
Esta sensibilidad nueva es, por tanto, de Edad, de época, de siglos ... no de generación
en sentido estricto orteguiano.
560 ESTUDIOS CANARIOS [12]
1 a. Absolutismo
«La realidad relativa ... es la única que hay, ... a la vez que relativa, [es]
la realidad verdadera, ... la realidad absoluta».
Para la física de Einstein nuestro conocimiento es absoluto; la realidad
es relativa.
La nueva teoría tiene tendencia absolutista en el orden del conoci-
miento.
Es inconcebible que esto no haya sido desde luego subrayado por los
que interpretan la significación filosófica de esta genial innovación 16 •
2a. Perspectivismo 17
El espíritu provinciano ha sido siempre, y con plena razón, considerado
como una torpeza. Consiste en un error de óptica.
La ciencia moderna [la física] padecía un agudo provincianismo. La
geometría euclidiana que sólo es aplicable a lo cercano, era proyectada
sobre el Universo.
La apariencia es una cualidad objetiva de lo real, es su respuesta a un
sujeto.
Tiempo y espacio vuelven, contra la tesis kantiana, a ser formas de lo
real.
3~ Antiutopismo o antirracionalismo
La concepción utópica es la que se crea desde «ningún sitio» y que, sin
embargo, pretende valer para todos( ... ). En el espectáculo cósmico no hay
espectador sin localidad determinada. Querer ver algo y no querer verlo
desde un preciso lugar, es un absurdo.
La propensión utópica ha dominado en la mente europea durante toda
la época moderna.
Lo más grave del utopismo no es que dé soluciones falsas a los proble-
mas -científicos o políticos-, sino algo peor: es que no acepta el proble-
16
Esto está subrayado por Cabrera con absoluta claridad. Puede verse: B. Cabrera Fe-
lipe, «Las fronteras del conocimiento en la Filosofía Natural», Verbum 14, no 55 (1920),
264-277; y mi brevísimo discurso «Bias Cabrera y Albert Einstein», Academia de Ciencias
e Ingenierías de Lanzara te, 2005. Es posible que no estuviera subrayado por aquellos filóso-
fos «profesionales» que «interpretan la significación filosófica de esta genial innovación».
17
Tiene especial interés en destacar que «desde 1913 expongo en mis cursos universi-
tarios esta doctrina del perspectivismo: en El Espectador, 1 (1916), aparece taxativamente
fonnulada. Sobre la magnífica confirmación de esta teoría por la obra de Einstein, véase el
apéndice».
[13] ORTEGA ANTE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD 561
4a_ Finitismo
«[Esta es la tendencia] más clara y patente».
Mientras el pasado utopista lo arreglaba todo recurriendo al infinito en
el espacio y en el tiempo, la física de Einstein -y la matemática reciente
de Brouwer y Weyl, lo mismo- acota el Universo. El mundo de Einstein
tiene curvatura, y, por tanto, es cerrado y finito. Por todas partes, en el sis-
tema de Einstein se persigue al infinito. Así, por ejemplo, queda suprimida
la posibilidad de velocidades infinitas.
Súbitamente, en la física y en la matemática, empieza una marcada pre-
ferencia por lo finito y un gran desamor a lo infinito.
Hay evidentemente en esta propensión al finitismo una clara voluntad
de limitación.
18
No es correcta esta afirmación, de ninguna manera. Aquí hay una notable desinfor-
mación y la confusión consiguiente.
19
OC-III, 303.
20 OC-III, 340-1.
21
OC-III, 433.
[15] ORTEGA ANTE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD 563
este hombre ha nacido toda la profunda reforma filosófica que hoy comien-
za a imponerse en el mundo. En 1917, cerca de los ochenta años, murió,
o como dicen los chinos mejor, "saludó al mundo". El día antes trabajaba
todavía en unos argumentos sobre la teoría de la relatividad, publicada
por Einstein en 1916. En Toledo tuve ocasión de descubrir a Einstein esta
ejemplar figura de pensador, que por las mismas razones que a mí, le había
permanecido oculta, no obstante habitar en la misma ciudad».
En Mirabeau o el político 22 , 1927: «La definición es la idea clara, es-
tricta, sin contradicciones; pero los actos que inspira son confusos, impo-
sibles, contradictorios. La política, en cambio, es clara en lo que hace, en
lo que logra y es contradictoria cuando se la define. Recuérdese el dicho
de Einstein a propósito de la geometría, que es un puro sistema de defini-
ciones. "Las proposiciones matemáticas, en cuanto tienen que ver con la
realidad, no son ciertas, y en cuanto que son ciertas no tienen que ver con
la realidad". La física se parece mucho a la política, porque en ambas lo
real ejerce su imperativo sobre lo ideal o conceptual». Estas palabras de
Einstein, de Geometrie und Erfahrung, las repetirá en La idea de principio
en Leibniz23 •
En «Vicisitudes en las Ciencias»24 , 1930: «La realidad no se compone
de letras matemáticas -tal fue el error de Galileo-. Lo que pasa es que
el físico usa la matemática como un instrumento más para sistematizar sus
observaciones.
Esta es la actitud de Einstein. De lo que resulta que hoy, cuando más
matemática y más complicada se emplea en física, es cuando la matemá-
tica tiene menos intervención sustantiva por sí en la física. De ser en rigor
un principio de la "realidad" física, ha pasado a ser un nuevo instrumento
de la "teoría" física, como el nonius y la balanza. No manda, sino que
obedece».
22
OC-III, 618.
23
OC-VIII, 105.
24
OC-IV, 67.
564 ESTUDIOS CANARIOS [16]
25
OC-IV, 101.
26
OC-IV, 103-4.
[17] ORTEGA ANTE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD 565
27
OC-IV, 166.
28
De Ortega: «El mundo de Newton era infinito; pero esta infinitud no era un tamaño,
sino una vacía generalización, una utopía abstracta e inane. El mundo de Einstein es finito,
pero lleno y concreto en todas sus partes; por lo tanto, un mundo más rico de cosas y, efec-
tivamente, de mayor tamaño».
29
De Ortega: «La libertad de espíritu, es decir, la potencia del intelecto, se mide por
su capacidad de disociar ideas tradicionalmente inseparables. Disociar ideas cuesta mucho
más que asociarlas[ ... ]».
30
OC-IV, 219.
566 ESTUDIOS CANARIOS [18]
31
OC-VI, 22.
32
OC-XII, 270.
33
OC-XII, 312.
34
OC-IX, 567.
[19] ORTEGAANTE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD 567
nes absolutas. Nadie hasta Einstein se atrevió a mirar de frente este hecho
negativo y en vez de llorar sobre él, a hacer precisamente de su negatividad
nada menos que el principio positivo de toda la física».
Avanzando 35 : «Y aquí tienen ustedes la gran tarea goethiana en que, a
mi juicio, comienza a entrar Europa: la construcción de una civilización
que expresa y formalmente parte de las negatividades humanas; comen-
zando por la lógica, que está en grave crisis; siguiendo por la matemáti-
ca, que también lo está; avanzando por la física -ante cuya situación de
peligro el propio Einstein nos ponía en guardia hace pocas semanas- y
acabando por la política».
En El hombre y la gente36 , 1957: «Por ejemplo: el mundo que nos des-
cribe la física, es decir, la ciencia ejemplar entre las que el hombre tiene
hoy a su disposición, el mundo físico tiene, sin duda, realidad; pero ¿cuál
o qué grado de realidad? NI que decir tiene: una realidad de las que he
llamado presuntas. Basta recordar que la figura del mundo físico por cuya
realidad ahora nos preguntamos es el resultado de la teoría física y que
esta teoría, como todas las teorías científicas, está en movimiento: es, por
esencia, cambiante porque es cuestionable. Al mundo de Newton sucede
el mundo de Einstein y de Broglie. La realidad del mundo físico, al ser
una realidad que con tanta facilidad y velocidad se sucede y suplanta a sí
misma, no puede ser sino realidad de cuarto o quinto grado. Pero, repito y
bien entendido, realidad. Entiendo por realidad todo aquello con que tengo
que contar. Y hoy tengo que contar con el mundo de Einstein y de Broglie.
De él depende la medicina que intenta curarme; de él, buena parte de las
máquinas con que hoy se vive; de él, muy concretamente, el futuro mío, de
mis hijos, de mis amigos -puesto que nunca en toda la historia el porvenir
ha dependido tanto de una teoría, de la teoría intra-atómica».
En ¿Qué es filosofía? 37 , 1957: «"crisis de principios" [... ] crisis no es
sino cambio intenso y hondo[ ... ] crisis actual de la física[ ... ] De aquí que
los físicos se viesen obligados a filosofar sobre su ciencia, y en este orden
el hecho más característico del momento es la preocupación filosófica de
los físicos. Desde Poincaré, Mach y Duhem hasta Einstein y Weyl, con
sus discípulos y seguidores, se ha ido constituyendo una teoría del conoci-
miento físico debida a los físicos mismos».
35
OC-IX, 569.
36
OC- VIl, 142.
37
OC-Vll,302-3.
568 ESTUDIOS CANARIOS [20]
Más adelante 38 : «Pero así como Einstein, según vimos, hace de la mé-
trica empírica y por tanto relativa ~es decir, hace de o que se considera
a primera vista una limitación y hasta un principio de error precisamente
el principio de todos los conceptos físicos~, así también la filosofía, me
importa mucho subrayar esto, hace de la aspiración a abarcar intelectual-
mente el Universo el principio lógico y metódico de sus ideas. Hace, por
tanto, de lo que puede parecer un vicio, un loco afán, su destino rigoroso y
su fértil virtud. Extrañará a los más disertos en materia filosófica que a ese
imperativo de abarcar todo le llame principio lógico. La lógica ~invetera
damente~ no conoce más principios que el de identidad y contradicción,
de razón suficiente y del tercio excluso. Se trata, pues, de una heterodoxia
que ahora no más deslizo y como anuncio. Ya veremos cuando le llegue
el tumo el sentido grave y las razones enérgicas que esta heterodoxia con-
tiene».
Avanzando 39 : «¿De qué le hubiera servido a Galileo la verdad de Eins-
tein? La verdad sólo desciende sobre quien la pretende, quien la anhelaba y
lleva ya en sí preformado el hueco mental donde la verdad puede alojarse.
Un cuarto de siglo antes de la teoría de la relatividad se postulaba una física
de cuatro dimensiones y sin espacio ni tiempo absolutos. En Poincaré está
ya el hueco donde Einstein se ha instalado ~como el propio Einstein hace
constar a toda hora~».
Y finalmente 40 : «Y ahora ~entre paréntesis~ me permito hacer notar
que la teoría determinista, así, sin más hoy no existe ni en filosofía ni en
física. Para apoyarme al paso en algo, a la vez, sólido y breve, óigase lo
que dice uno de los mayores físicos actuales ~el sucesor y ampliador de
Einstein, Hermann Weyl~ en un libro sobre lógica de la física publicado
hace dos años y medio: "De todo lo dicho se desprende cuán lejos está hoy
la física ~con su contenido por mitad de leyes y de estadísticas~ en posi-
ción para aventurarse a hacer defensa del determinismo"».
En Origen y epílogo de la filosofía 41 , 1960: «Al oprimir Keplero duran-
te un apasionante trabajo de años esas circunferencias sobre los datos de
Tycho que de ellas divergían, las circunferencias se ablandaron, se alarga-
ron un poco y resultaron las ilustres elipses de que ha vivido la humanidad
hasta Einstein».
38
OC-VII, 338.
39
OC-VII, 392.
40 OC- VII, 432.
41
OC-IX, 379-80.
[21] ORTEGA ANTE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD 569
42
OC-XII, 348.
43
Debe decir, sin duda, Einstein.
570 ESTUDIOS CANARIOS [22]
Abstract. In the first part, the subject chosen is justified from the point ofview of
the events and publications relating to Blas Cabrera in which I have participated as
an introduction to the events devoted to Moles, «the father ofSpanish chemistry»,
concluding that Blas Cabrera was a complete scientist and more universal thanks
to, among others, -of course- Enrique Moles. In the second part, a biographical
chronology ofMoles is constructed along the lines ofthe different exhibitions that
have been set up on him. The third part, is devoted to emphasising -and justify-
ing- the important role played by Moles in the process which is considered to be
European convergence of Spanish Chemistry.
Key words: Enrique Moles, Blas Cabrera, history of Chemistry.
l. CONSIDERACIONES GENERALES
1
Fundamento las ideas que expondré a continuación en un reciente trabajo (de mo-
mento inédito, pendiente de pronta publicación) del Profesor González de Posada, de título
«Ángel del Campo y Enrique Moles: pilares de la renovación de la química española»,
presentado en la Real Academia Nacional de Farmacia.
[11] ENRIQUE MOLES ORMELLA: LA CONVERGENCIA EUROPEA ... 581
2
Se consideran de lectura recomendable las Actas de los I, IL JI! y IV Simposios «Cien-
cia y Técnica en España (1898-1945): Cabrera, Caja!, Torres Quevedo», celebrados en
Lanzarote y editados por González de Posada, González Redondo y Trujillo Jacinto del
Castillo, Madrid, Amigos de la Cultura Científica.
582 ESTUDIOS CANARIOS [12]
3
J.M. Sánchez Ron, Miguel Catalán. Su obra y su mundo, Madrid, CSIC, 1994.
4
F. Gonzá1ez de Posada, E las Cabrera ante Einstein y la Relatividad, Madrid, Amigos
de la Cultura Científica, 1995.
5
J.M. Sánchez Ron, «El Instituto Nacional de Física y Química. La Fundación Rocke-
feller en España». Mundo Científico 183 (1997), págs. 855-862.
6 F. Gonzá1ez de Posada, Blas Cabrera: fisico español, lanzaroteño ilustre, Madrid,
¿Cuáles son las notas caracterizadoras de esta etapa? Las destaco desde
la perspectiva de la biografía de Enrique Moles.
1a. Existencia de programas de investigación que durarán largas etapas:
primero, magnetoquímica (dirigido por Cabrera) y, después, personalmen-
te, determinación de pesos atómicos.
23 • Existencia de laboratorios de investigación de cierta calidad, que
Moles encontró en el Laboratorio de Investigaciones Físicas que dirigía
Cabrera.
33 • Trabajo en, y creación de, equipos de investigación en dichos labo-
ratorios para el desarrollo de los programas.
4 3 • Un patriotismo español relevante en toda la generación, indepen-
dientemente del color político que en unos u otros pudiera prevalecer,
puesto de manifiesto antes, durante y después de la guerra civil.
53 • Establecimiento temprano de relaciones científicas con figuras euro-
peas de primer nivel, como Ostwald (191 O) en Leipzig y Guye ( 1915-17)
en Ginebra.
6a. Publicación de trabajos científicos en revistas internacionales, desde
1910.
7a. Obtención de dos doctorados europeos: Química (Alemania) y Fí-
sica (Suiza).
sa. Presencia internacional, en concreto en las Conferencias de la IUPAC,
en la condición de Secretario del Comité Internacional de Pesos Atómicos,
y como principal artífice y secretario general del IX Congreso Internacional
de Química celebrado en Madrid.
Y 93 , como testimonio especialmente significativo, la acogida en París,
durante los años de su exilio, «mantenido» inicialmente por sus colegas
químicos extranjeros.
[15] ENRIQUE MOLES ORMELLA: LA CONVERGENCIA EUROPEA ... 585
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en el siglo xx. Actas del1v Simposio Ciencia y Técnica en España de 1898
a 1945: Cabrera, Caja!, Torres Quevedo, Amigos de la Cultura Científica,
Madrid: 11-24.
586 ESTUDIOS CANARIOS [16]
Fig. 2. Fachada de la Casa de los Arroyo, sede del Centro Científico-cultural Bias Cabrera.
[19] ENRIQUE MOLES ORMELLA: LA CONVERGENCIA EUROPEA ... 589
UNIVERSIDAD DE LA
'-MlGO\DlL\CrLTL"RACf.(Sl!HCA
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MADRID
Fig. 1O. Moles junto al Dr. Argell, Fig. 11. En el Laboratorio de Investigacio-
Barcelona 1924. nes Físicas de la JAE. 1925.
Fig. 12. Recepción en La Plata, Argentina, Fig. 13. Reunión de Química de la u.I.V.,
1930. Santander. 1933.
Fig. 14. Ingreso en la Academia de Ciencias. Fig. 15. Grado de Oficial de la Legión de
1934. Honor francesa.
592 ESTUDIOS CANARIOS [22]
Fig. 16. Fachada principal del Instituto de Física y Química, «Rockefeller». 1932.
Fig. 22. Leonardo Torres Quevedo. Fig. 23. Santiago Ramón y Cajal.
594 ESTUDIOS CANARIOS [24]
Resumen. En este trabajo se intenta poner de relieve los esfuerzos que realiza-
ron los conquistadores y repobladores del Archipiélago para levantar las primeras
obras públicas que se construyeron durante el siglo XVI. Se intenta definir el con-
cepto de «obra pública», cómo se financiaron estos trabajos y quiénes fueron sus
responsables. Finalmente se eligen el trazado de los caminos, la construcción de
los puertos y las primeras obras de canalización de aguas como modelo de lo que
fueron aquellas obras públicas.
Palabras clave: Historia obras públicas. Canarias siglo XVI.
Abstract. This article tries to emphasize the outstanding effort carried out by the
conquerors and first settlers of the Canarian archipelago in the endeavour to erect
the first public works during the sixteenth century. The concept of «public work»
is given due relevance and questions such as the sponsorship and the ultimate
responsibility of institutions and individuals are also taken into account. As pro-
totypical examples of those public works, attention is focused specially on the
design of roads and paths, the building of ports and the first water canalization
works.
Key words: History public works, Canary Isles, sixteenth century.
1
Este trabajo es la versión íntegra de una conferencia impartida el 29 de noviembre
de 2004 en un Seminario organizado por la Fundación Betancourt y Molina. Se presenta
ahora la versión de la conferencia sin añadir ni quitar nada al texto expuesto en 2004, por lo
que he de advertir al lector que es probable que, desde entonces, hayan llegado a nuestras
bibliotecas numerosos trabajos que pueden matizar y corregir lo aquí expuesto.
596 ESTUDIOS CANARIOS [2]
INTRODUCCIÓN
2
Consideraciones generales y una amplia bibliografía sobre estas cuestiones pueden
verse en las obras Los ingenios y las máquinas. Ingeniería y obras públicas en la época de
Felipe 11, Madrid, 1998; E. Martínez Ruiz (dir.) Felipe JI, la Ciencia y la Técnica, Madrid,
[3] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 597
1999; y Tecnología y sociedad: las grandes obras públicas en el Europa Medieval, XXII
Semana de Estudios Medievales (Estella, 95), Pamplona, 1996.
3 El debate ya se planteó a finales del siglo XIX cuando se crea el Cuerpo de Ingenieros
Civiles, y se ha mantenido entre numerosos historiadores. Sobre esta cuestión puede verse
el viejo estudio de P. de Azola y Minondo: Historia de las obras públicas en España, Ma-
drid, 1979 (especialmente el estudio introductorio que hace Antonio Bonet Correa). Para
comprobar la importancia y necesidad de estudiar la historia de las obras públicas -o de la
historia de la ingeniería en general- puede verse el artículo de J. A. Femández Ordoñez:
«La CEHOPU. Necesidad de los estudios históricos de las obras públicas», en Actas del Semi-
nario Puertos y fortificaciones en América y Filipinas, Madrid, 1985, págs. 23-40
4
Las obras públicas no eran una excepción en la forma que las instituciones afrontaron
su administración. Basta acercarse a todo lo ocurrido con el cobro y gestión de los im-
puestos para comprobar que entre la Hacienda Real y los contribuyentes siempre se erguía
la figura de un intermediario que se comprometía a recaudar , tramitar y percibir todo lo
relacionado con los ingresos de la Corona. Entre la abundantísima bibliografía sobre este
asunto puede verse el trabajo de M. Á. Ladero Quesada: La Hacienda Real de Castilla en
el siglo xv, Universidad de La Laguna, 1973.
598 ESTUDIOS CANARIOS [4]
5
N. García Tapia: Ingeniería y arquitectura en el Renacimiento español, Valladolid,
1990.
[5] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 599
6
La fiscalidad municipal y el empleo de los recursos económicos de los concejos,
entre otras cosas, en la construcción de obras públicas han sido profusamente estudiados
por muchos de los miembros de la Sociedad Española de Historia Económica. Basta poner
el ejemplo de los numerosos trabajos de los profesores Antonio Collantes de Terán y Denis
Menjot para comprobarlos. Sobre el origen concreto de las sisas es útil ver el panorama
general que presentan J. Hinojosa Montalvo y J.A. Barrio Barrio: «Las sisas en la goberna-
ción de Orihuela durante la Baja Edad Media», Anuario de Estudios Medievales, 22 (1992),
págs. 535 y sigs. Referencias a las sisas y repartimientos empleados en las Islas para la
construcción de alguna fortaleza o para las obras necesarias destinadas al abastecimiento
de agua pueden verse en la obra de E. Aznar Vallejo: La integración de las Islas Canarias
en la Corona de Castilla (1 478-1526). Aspectos administrativos, sociales y económicos, La
Laguna, 1983 (vid. págs. 52-53 y 114-115).
7
Véase F.G. Martín Rodríguez: Santa Cruz de La Palma. La ciudad renacentista, San-
ta Cruz de Tenerife, 1995 (sobre todo págs. 221 y sigs.).
600 ESTUDIOS CANARIOS [6]
que pueda comerciar con la venta de 500 esclavos negros a lo largo de tres
años. A partir de entonces las licencias son vendidas en los dos mercados
esclavistas más importantes del momento, Lisboa y Sevilla, confiando en
poder recaudar la cantidad necesaria.
El otro ejemplo está relacionado con la apertura y «adobo» de caminos,
competencia que en teoría era propia de los Cabildos insulares, y que en
algunos casos, como en Tenerife, dejó en manos de particulares ante la
imposibilidad de costear su trazado. Una buena muestra se dio en el caso
del aprovechamiento que el concejo de Tenerife hizo de las licencias de
exportación de madera, ya que en ocasiones contempló la posibilidad de
concederlas a cambio de que el beneficiario abriera los caminos para sa-
carla8. Dos buenos ejemplos se dieron en el sur de la isla; el primero en
1514 en la zona de Agache, cuando se acuerda dar licencia de corte de
madera a aquellos que estén dispuestos a hacer el camino para su acarreo,
y el segundo en 15121, en Güímar, cuando los regidores argumentan que a
cambio de la licencia «han de hacer un camino, que es muy provechoso a
la isla y se excusan costas» 9 •
2. CAMINOS
8
Como veremos luego, estos caminos formaban parte de un sistema de transporte te-
rrestre muy importante en Tenerife que conectaban las zonas de bosque y medianías con las
localidades costeras.
9
E. Serra Rafols y L. de la Rosa Olivera: Acuerdos del Cabildo de Tenerife, vol. m
(1514-1518), La Laguna, 1965. Acuerdos del28 de julio de 1514, pág. 34; y Acuerdos del
Cabildo de Tenerife, vol. IV (1518-1525), La Laguna, 1970, acuerdo de 21 de marzo de
1521, pág. 85. En cualquier caso, no es el único ejemplo de cómo el concejo deja en manos
privadas la apertura de los caminos en las islas. Véase, por ejemplo, la situación que se dio
con la apertura del camino que comunicaba el ingenio azucarero de Taganana y La Laguna,
donde fueron los propietarios de Benijo, Afur y Taganana los que corrieron con los gastos
y dotación de la mencionada obra (vid. E. Aznar Vallejo: La integración ... , ob. cit., pág.
333).
[7] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 601
10
G. Menéndez Pida!: Los caminos en la Historia de España, Madrid, 1951.
11
En estos momentos la bibliografía que estudia la red de caminos y sistemas de trans-
porte terrestre de nuestro país a finales del medievo y comienzos de la Edad Moderna alcan-
za proporciones considerables. A modo de orientación cito varios trabajos en los que, a su
vez, se incluyen amplios repertorios bibliográficos al respecto. Son los casos de El camino
de Santiago y la articulación del espacio hispánico (Estella, 1993), Pamplona, 1994; Les
Communications dans la Penínsule Ibérique au Moyen Age, París, 1981 (recoge las actas
de un congreso celebrado en Pau en 1980); «Caminos y comunicaciones terrestres en el
mundo ibérico», monográfico incluido en el Anuario de Estudios Medievales, 23, 1993; y
R. Serrera: Tráfico terrestre y red vial en las Indias españolas, Madrid, 1992.
12
J.R. Núñez Pestano y M. Amay de la Rosa (coord.): Estudio histórico del Camino
Real de Chasna, Madrid, 2003. Del mismo autor puede verse la voz «Caminos reales»,
publicada en Enciclopedia Canaria, Tomo III, La Laguna, 1994, págs. 742-746. Para Gran
Canaria es muy útil el libro de C. Moreno Medina: Los caminos de Gran Canaria, Las
Palmas, 1997.
602 ESTUDIOS CANARIOS [8]
aquí el que todos los caminos, incluso los mismos de las cap. de las islas, sean
de herradura, y en no pocos puntos inaccesibles hasta para las caballerías. 13
13
P. Madoz: Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesio-
nes de Ultramar, Madrid, 1845-1850 (He utilizado la edición y el estudio específico para
Canarias realizado por Ramón Pérez Gonzá1ez, Valladolid, 1986). Ver págs. 66 y sigs.
14
Idem, pág. 134.
[9] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 603
marse a la realidad de la que fue una de las mayores empresas públicas del
siglo: dotarse de caminos que hicieran viable la colonización de la isla.
El profesor Núñez Pestano 15 señala que entre los siglos xvi y XIX el sis-
tema viario de Tenerife se fue configurando mediante la combinación de
antiguas rutas empleadas por los aborígenes con los nuevos caminos que
se fueron creando a medida que la expansión del poblamiento y las nuevas
necesidades económicas lo requerían. A partir de esa realidad distingue
al menos cuatro grandes sistemas de caminos: a) los caminos reales, que
tomando como punto de partida La Laguna, conecta a todos los pueblos
de la banda norte y parte de los del sur de la isla; b) los caminos llamados
de banda a banda, es decir los que comunican el norte y el sur a través de
cordillera dorsal; e) los caminos de mar a cumbre, que enlazan las media-
nías con puertos y embarcaderos costeros, y d) los caminos de cresta, que
permitían llegar, recorriendo el filo de las cumbres, desde La Laguna a
Taganana o hasta el Portillo, en Las Cañadas. De entre todos ellos voy a
detenerme en una breve aproximación de los dos que requirieron un mayor
esfuerzo económico y técnico a lo largo del siglo xvi: los caminos reales y
los de mar a cumbre.
En las Islas, y en otras partes del reino, el camino real era aquel que
desde el punto de vista del interés público y de su importancia y utilidad,
atrajo siempre la mayor atención e inversión por parte de las autoridades.
El trazado y la ruta de estos caminos podía variar en función del territorio
y de las directrices económicas de la región en la que se emplazaba, pero
en todos los casos se caracterizaba por responder a la voluntad política de
los representantes de la Corona y los concejos, y por aspirar a comunicar
de forma razonable y cómoda -generalmente mediante el uso de carre-
tas- a todas las localidades que se iban creando a medida que avanzaba la
ocupación del espacio de cualquier región 16 •
En el caso de Tenerife, el tramo más importante y al que se dedicó una
mayor atención a lo largo del periodo analizado, fue el que comunicaba
La Laguna con Santa Cruz. El origen del mismo hay que buscarlo en las
disposiciones tomadas por el Adelantado, Femández de Lugo, a la hora de
ordenar la creación de vías de comunicación que permitiesen la conexión
de Santa Cruz, La Laguna, La Orotava, Icod y Daute. Su trazado ha sido
15
J.R. Núñez Pestano y M. Amay de la Rosa: Ob. cit., págs. 72-73.
16
Sobre esta cuestión es interesante consultar el artículo de M•.L. Pérez González:
«Los caminos reales de América en la legislación y en la historia», Anuario de Estudios
Americanos, LVIII-! (2001), págs. 33-60.
604 ESTUDIOS CANARIOS [10]
17
A. Cioranescu: Historia de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz, 1976, tomo 1, págs.
208-215.
18
E. Serra Rafols: Acuerdos del Cabildo de Tenerife, 1 (1497-1507), La Laguna, 1949,
pág: 7 (cabildo de 9-m-1498) y pág. 10 (cabildo de 25 -vn-1498).
19
La construcción de este nuevo camino se inicia en 1517 cuando el concejo enco-
mienda las obras a los regidores Guillén Castellano y Las Hijas. Véase J.R. Núñez Pestano
y M. Amay de la Rosa: ob. cit., pág. 79.
20
L. Rosa Olivera y M. Marrero: Acuerdos del Cabildo de Tenerife, v (1525-1533), La
Laguna, 1986 (véase documento n° 56, cabildo de 22-xn-1525).
21
Puede verse una descripción de estos caminos en la obra de M. Rodríguez Mesa:
Historia de Santa Úrsula, Santa Cruz de Tenerife, 1992, págs. 86-88.
[11] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 605
22
J.M. Bello León: «El reparto de tierras en Tenerife tras la conquista (1496-1522): el
modelo del valle de La Orotava», en Historia.Instituciones.Documentos, 7 (1990), págs.
1-30
23
C.R. Pérez Barrios: Las redes de comunicación terrestre en Arana (Tenerife). Preca-
riedad viaria, Santa Cruz de Tenerife, 2004.
606 ESTUDIOS CANARIOS [12]
24
Archivo Municipal de La Laguna. Fábricas Públicas, F-1, no 18 (año 1633); no 22
(1657), n° 41 (1755); F-III, n° 5 (1715), n° 7 (1777) y n° 29 (1782).
25
F. Báez Hemández: Un modelo de organización del espacio a raíz de la conquista:
la comarca de Tegueste (1497-1550). Memoria de Licenciatura inédita, Universidad de La
Laguna, 2004.
[13] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 607
Todos los caminos de Tenerife, y del conjunto de las islas, tuvieron que
enfrentarse a varios problemas -no sólo orográficos- a lo largo de su
construcción. El primero, que ya se ha insinuado, es aquel que se deriva de
la escasa financiación que los concejos destinan a la apertura y manteni-
miento de los caminos. Recordemos lo que ya se dijo páginas atrás, cuando
presente algunos ejemplos de cómo el concejo dejó en manos de particula-
res la apertura de nuevos caminos, especialmente de aquellos cuyas obras
pagaba con la licencia de exportación de madera. Y todo ello a pesar de
que a lo largo del siglo xvr se dictan una serie de ordenanzas26 que tratan de
establecer las características que ha de reunir los caminos de la isla, fijan-
do el ancho mínimo, el trazado a lo largo de las cuestas, la protección del
camino, etc. El caso es que las propias actas del concejo tinerfeño insiste
una y otra vez en que el sistema de composición de los caminos es poco
duradero, la mayor parte de ellos con un empedrado ineficaz ante la ame-
naza de fuertes lluvias y jalonados por numerosos socavones que impiden
el tránsito de personas y carretas. El segundo problema, también presente
desde los orígenes de la colonización, fue el de la usurpación de terrenos
junto al trazado de los caminos, lo que obligaba a los usuarios a hacer un
rodeo para evitar atravesar las fincas de los usurpadores, y a los concejos
a velar y definir de la forma más precisa posible el trazado de los caminos,
exigiendo su vallado o cercado, e imponiendo sanciones a todos los propie-
tarios que pretendían extender sus bienes a costa del camino27 •
26
J. Peraza de Ayala: Las ordenanzas de Tenerife y otros estudios para la historia
municipal de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1976 (vid. Título vm, págs. 120-122). Las
ordenanzas de Gran Canaria no recogen ningún precepto semejante para los caminos de
aquella isla. Véase F. Morales Padrón, Las Ordenanzas del Concejo de Gran Canaria,
1531, Las Palmas, 1974.
27
Pueden verse varios ejemplos en E. Serra Rifols y L. de la Rosa Olivera: Acuerdos...
IV, ob. cit. 26, 47, 71. Tenerife no es un caso aislado. Puede verse un ejemplo en la isla de
La Palma donde los Monteverde usurparon los caminos que iban a las ermitas de Santa
María y San Miguel, en Tazacorte y Los Llanos (vid. E. Aznar Vallejo y otros: Documentos
Canarios en el Registro General del Sello (1518-1525), La Laguna, 1991, documento no
280, 17 de junio de 1521).
608 ESTUDIOS CANARIOS [14]
3. PUERTOS
28
De nuevo, la bibliografía que se ocupa de los puertos hispanos y de la construcción
de sus infraestructuras a lo largo del periodo aquí estudiado, alcanza proporciones conside-
rables. Como orientación (además de las obras señaladas en la nota no 2) voy a citar varios
trabajos en los que el lector podrá encontrar múltiples referencias al respecto. Así M.A.
Suárez Garmendia: «La construcción de muelles en los puertos de la Costa de la Mar de
[15] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 609
Castilla la Vieja al final de la Edad Media», Anuario del Instituto de Estudios Marítimos
Juan de la Cosa, vol. VII (1988), págs. 11-34; Puertos españoles en la Historia, Ministerio
de Obras Públicas, Madrid. 1994; A. Guimerá Ravina: «Puertos y ciudades portuarias (ss.
xvr-xvm): una aproximación metodológica», en Litoral em perspectiva histórica. Sécs. XVI a
xvm, Universidade do Porto, 2002, págs. 285-305; J.M. Delgado y A. Guimerá Ravina: Los
puertos españoles: historia y futuro (siglos XVI-XX), Madrid, 2000.
29
Enumerar los trabajos realizados sobre los puertos canarios también sería prolijo, así
que de nuevo me limitará a ofrecer algunas referencias sobre los puertos más importantes.
Sobre Santa Cruz son imprescindibles las obras de A. Cioranescu: Historia de Santa Cruz
de Tenerife, Santa Cruz, 1977 (especialmente vol. r) e Historia del puerto de Santa Cruz
de Tenerife, Santa Cruz, 1993. Para Las Palmas es básica la obra de F. Martín Galán: Las
Palmas, ciudad y puerto: cinco siglos de evolución, Las Palmas, 2001 (2a ed.); para conocer
los orígenes del muelle de Santa Cruz de La Palma es fundamental el trabajo de Fernando
Gabriel Martín citado en la nota no 6. Una buena orientación sobre los puertos menores
en los artículos de A. Mederos Martín y G. Escribano Cobo: «Fondeaderos y puertos de
La Gomera y El Hierro», Anuario de Estudios Atlánticos, no 44 (1998), págs. 429-471; y
«Puertos y fondeaderos de la isla de La Palma», en XIV Coloquio de Historia Canario-Ame-
ricana, Las Palmas, 2002, págs. 385-409.
30
En las Islas, al igual que en otros lugares, el hecho de que aparezcan recogidos un
número tan grande de caletas y fondeaderos en la geografía insular responde tanto al de-
seo de controlar la entrada y salida de productos, sobre todo vedados, y con ello evitar el
contrabando, como a una tradición presente en todas las descripciones y representaciones
cartográficas de la costa, que suele llevar a los autores a mencionar todos los lugares en los
610 ESTUDIOS CANARIOS [16]
de Tenerife para darse cuenta de que los requerimientos exigidos por los
navíos que frecuentaban el Archipiélago en las primeras décadas del siglo
XVI eran mínimos. Era suficiente con cualquier playa donde pudieran varar
las embarcaciones, generalmente de escaso calado. Cuando el casco de
éstas era grande y transportaba una carga pesada bastaba con alejarse unos
pocos metros para paliar los inconvenientes de la ausencia de diques de
abrigo o rompeolas.
Así pues, es conocido por los historiadores que hablar de puertos en los
siglos finales de la Edad Media y comienzos de la Moderna es referirse, en
general, a lugares que carecen de la infraestructura artificial que conocemos
con el nombre de muelle. Aún contando con apoyos naturales en el litoral,
lo habitual fue que el puerto, como ya he dicho, no fuera sino un lugar de
desembarco y almacenamiento de mercancías. Y eso fue así tanto para las
regiones que habían desarrollado toda una red de intercambios comerciales
como para localidades situadas en rutas secundarias. Por ejemplo, en el
mundo Mediterráneo -uno de los casos mejor estudiados- Barcelona,
aunque contaba con proyectos desde abril de 1434 y con un ingeniero (Es-
tacio Alexandrino) responsable de las obras desde 14 77, tuvo que esperar
a las últimas décadas del siglo XVI para verse dotada de un muelle artificial
con ciertas garantías para el atraque de navíos de mayor porte31 • Valencia,
situada a varios kilómetros de la costa desarrolló las obras de infraestruc-
tura portuaria, en tomo al núcleo de Vilanova del Grau, a partir de 1483,
cuando Fernando el Católico impulsó el primer proyecto de envergadura
para construir un auténtico puerto32 , mientras que Sevilla, pese a su astille-
ros y a sus amplios privilegios que favorecieron el establecimiento de una
población especializada en los oficios marítimos, también tuvo que esperar
a las primeras décadas del siglo xv -coincidiendo con el comienzo de
que pueden arribar las embarcaciones que se acercan a la costa, ya fuera buscando refugio
después de su travesía o con intenciones de ataque. Al respecto puede verse la obra de R.
Suárez Sánchez: Representación del mar y la montaña en la cartografía histórica de Astu-
rias, Universidad de Valladolid, 1999.
31
J.F. Cabestany i Fort y J. Sobrequés i Callicó: «La construcció del port de Barcelo-
na al segle XV», Cuadernos de Historia Económica de Cataluña, n° vu (1972), págs. 41-
113.
32
J. Hinojosa Montalvo: «Ciudades portuarias y puertos sin ciudades a fines de la
Edad Media en el Mediterráneo Occidental», en Tecnología y sociedad: las grandes obras
públicas ... Ob. cit. págs. 263-287.
[17] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 611
33
A.M. Berna! Rodríguez y A. Collantes de Terán Sánchez: «El puerto de Sevilla, de
puerto fluvial medieval a centro portuario mundial (siglos xiv-xvn)», en I Porti como Im-
presa Economica, Istituto di Storia Economica F. Datini, Prato, 1987, págs. 779-824.
34
E. Serra Rafols y L. Rosa Olivera: Acuerdos del Cabildo de Tenerife, 1, La Laguna,
1949, véase documento no 672 (cabildo de 7-xn-1506). Según Ruiz Álvarez este es el de-
nominado «Puerto Viejo» que se encontraba en la ensenada del barranco de San Felipe y
colindante con la dehesa de La Caleta. Se le llamó así por contraposición al que luego se
llamaría Puerto Nuevo (junto a la actual Plaza del Charco) que sustituyó al anterior cuando
aquel fue anegado por un aluvión. Véase A. Ruiz Álvarez: «Síntesis histórica del muelle
del Puerto de la Cruz o La Orotava», Anuario de Estudios Atlánticos, no 19 (1973), págs.
403-431.
35
D. Darias Padrón: «El origen de la villa de La Orotava y de su puerto», Revista de
Historia, no 3 (1929), y no 4 (1930).
612 ESTUDIOS CANARIOS [18]
ante el rey por el regidor Juan de Agnirre, con fecha de 24 de abril de 1526). En parecidos
términos en pág. 419, con fecha de 1527.
38
M. Marrero, Ma. Padrón y B. Rivero: Acuerdos ... ob. cit., pág. 239.
39
Archivo Municipal de La Laguna, Fábricas Públicas, F-I, documento no l.
40
Véase A. Tejera Gaspar: Los cuatro viajes de Colón y las Islas Canarias (1492-
1502), Santa Cruz de Tenerife, 1998.
[19] PRJMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 613
41
El mejor estudio sobre la construcción de este muelle se encuentra en el trabajo de
Fernando Gabriel Martín ya citado en la nota no 6. Sobre Torriani no hace falta reiterar
los numerosos trabajos que se han dedicado a su estancia y trabajo en las Islas. Basta con
recordar la tercera edición de su libro: Descripción de las Islas Canarias (Introducción y
notas de Alejandro Cioranescu), Santa Cruz de Tenerife, 1999.
42
V éanse M. Lobo Cabrera: «Construcciones y reparaciones navales en Canarias en
los siglos xvr y XVII», Anuario de Estudios Atlánticos, n" 31 (1985), págs. 345-374; V. Suá-
614 ESTUDIOS CANARIOS [20]
4. ABASTECIMIENTOS DE AGUA
rez Grimón: Construcción naval y tráfico marítimo en Gran Canaria en la segunda mitad
del siglo XVIII, Las Palmas de Gran Canaria, 1993.
43
Véase L. Femández Rodríguez, A. Larraz Mora y E. Alfara Hardisson: «Las fragatas
de don Luis de la Cueva: un proyecto fallido de defensa naval del Archipiélago canario»,
en A. Bethencourt Massieu (coord.) Coloquio Internacional Canarias y el Atlántico, 1580-
1648, Las Palmas de Gran Canaria, 2001, págs. 233-260.
[21] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 615
44
Son conocidas las mejoras que durante los reinados de Carlos v y Felipe n se intro-
dujeron en las obras destinadas a garantizar el abastecimiento, sobre todo de las grandes
ciudades. El inicio del Canal Imperial de Aragón, la construcción de monumentales acue-
ductos en Oviedo y Teme!, o el singular y novedosos ingenio ideado en Toledo por Juanelo
Turriano para conducir el agua desde el Tajo hasta el pie del Alcázar, son sólo algunos de
los mejores ejemplos. Un panorama general y bibliografía sobre este asunto pueden verse
en el libro Obras Hidráulicas en América colonial, Ministerio de Obras Públicas, Madrid,
1993, o en algunos de los artículos incluidos en la obra El agua en la Historia, Instituto de
Historia Simancas, Valladolid, 1998.
45
Seguramente por las especiales características que presenta la administración de las
aguas en el Archipiélago o por la compleja trama histórica que ha conducido a su privatiza-
ción es por los que su análisis y estudio ha estado presente en numerosos trabajos de investi-
gación. Sirvan de orientación, sobre todo porque se dedican a su análisis en el siglo xvi, los
siguientes trabajos de F. Quirantes González: El regadío en Canarias, 2 vols., Santa Cruz
de Tenerife, 1981; J. Peraza de Ayala: «El heredamiento de aguas de La Orotava. Notas y
documentos para un estudio histórico-jurídico de las aguas en Canarias», en Estudios de
Derecho Administrativo especial canario (Heredamientos y Comunidades de aguas), vol.
m, Santa Cruz de Tenerife, 1969, págs. 43-94; J.M. Rodríguez Yanes: El agua en la comarca
de Daute durante el siglo XVI, Santa Cruz de Tenerife, 1988; J.R. Núñez Pestano: «Regadío,
abasto urbano y propiedad del agua en Tenerife a fines del Antiguo régimen», en Strenae
Emmanuelae Marrero Oblatae, tomo n, La Laguna, 1993, págs. 169-200.
616 ESTUDIOS CANARIOS [22]
46
E. Aznar Vallejo: La integración ... ob. cit., págs. 109 y 243-245.
47
E. Aznar Vallejo: La integración ... ob. cit., pág. 244.
[23] PRIMERAS OBRAS PÚBLICAS EN CANARIAS 617
dro Larraz48 , tras estudiar las formas y tipos de viviendas en las islas en las
décadas iniciales del siglo XVI afirma que el interior y el brocal de los po-
zos se revestían de mampostería, y que su profundidad variaba en función
del tipo de suelo y -como es obvio- del lugar en el que se encontraba el
agua. En todo caso, lo normal era que todas las viviendas dispusieran de un
pozo, generalmente situado dentro del llamado corral, y que debido a las
dificultades y elevado coste de su construcción fuera habitual compartir su
uso entre varias viviendas.
Gracias a la abundante documentación disponible, uno de los casos me-
jor conocidos para el siglo XVI sobre las obras y el esfuerzo emprendido
destinado al abastecimiento urbano es el de La Laguna. Como en cualquier
ciudad de nueva creación el agua fue el primer y más importante problema
al que se tuvo que enfrentar el concejo, y por ello, además de la apertura
de pozos, se acometieron las obras necesarias para conducir el agua desde
los nacientes hasta la plaza principal. Desde 1512, y tras un periodo en el
que se arriendan las obras de infraestructura, el concejo decide traer las
aguas mediante caños de barro, siguiendo un sistema mixto de transporte
consistente en el uso de canales por el suelo que luego habrán de elevarse
sobre esteos hasta llegar a la calle Santi Espíritus (hoy San Agustín), y des-
de allí mediante atanores o canales bajo tierra distribuirla a otras partes de
la ciudad. A partir de ese momento, y a lo largo de todo el XVI los regidores
discutirán una y otra vez sobre los mecanismos a emplear para financiar las
obras y sobre los métodos para el transporte del agua49 •
La necesidad de almacenar el agua como medio de disponer de este
recurso en épocas de escasez, o para trasvasar y unificar varios cursos en
un solo caudal para aumentar su eficiencia, obligó a la construcción de tan-
ques y albercas desde los orígenes de la colonización. Uno de los primeros
ejemplos que conocemos -de 1508- procede del acuerdo entre Pedro
López de Villera, gran propietario en Tegueste, y el cantero Lope Femán-
dez, en el que éste último se compromete a construirle una acequia que
48
A. Larraz Mora: La vida cotidiana en Tenerife a raiz de la conquista (1497-1526). La
vivienda: tipología y sistemas constructivos (Memoria de Licenciatura inédita) Universidad
de La Laguna, 1996 (véanse págs. 217 y sigs.).
49
Sobre todas estas cuestiones son fundamentales los trabajos de J. M. Rodríguez Ya-
nes: La Laguna durante el Antiguo Régimen. Desde su fundación hasta finales del siglo XVII,
La Laguna, 1997 (sobre todo vol. n, págs. 637-685); y Ma. I. Navarro Segura: La Laguna
1500: la ciudad-república. Una utopía insular según «las Leyes de Platón», La Laguna,
1999. También está bien estudiado en Tenerife otro caso, el de la comarca de Tacoronte.
Véase N. Pérez García: Tacoronte. Antiguas conducciones de aguas (siglos XVI-XIX), Taco-
ronte, 2003.
618 ESTUDIOS CANARIOS [24]
50
E. González Yanes y M. Marrero Rodríguez: Protocolos del escribano Hernán Gue-
rra. La Laguna, 1508-1510, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1958. Véase docu-
mento n° 997 (13-XI-1508).
51
Intentar traspasar las medidas de capacidad o de superficie a nuestro sistema métrico
decimal es una tarea compleja debido a que su valor era distinto según las regiones, los usos
y las costumbres de cada localidad. En todo caso, puede verse una aproximación al valor de
estas medidas en la obra de M. Lobo Cabrera: Monedas, pesas y medidas en Canarias en el
siglo XVI, Las Palmas de Gran Canaria, 1989.
52
B. Rivero Suárez: El azúcar en Tenerife, 1496-1550, La Laguna, 1990 (véanse págs.
110 y sigs.).
53
P.M. Martínez Galindo: La vid y el vino en Tenerife en la primera mitad del siglo XVI,
La Laguna, 1998 (véanse págs. 114 y sigs.).
En tomo a la vida y a la obra de Chil y Naranjo
(1831-1901): nuevas aportaciones
JusTo HERNÁNDEZ
INTRODUCCIÓN
Para entender cómo y por qué Chil recibió con agrado y positivamente
los postulados de estos autores, conviene tener en cuenta la excelente cali-
dad de su formación académica. En efecto, sin olvidar su bachillerato en el
Seminario Conciliar de Las Palmas (1843-1847) y, sobre todo, sus estudios
de medicina en la Sorbona (1848-1858), cuando París era la capital cientí-
fica de Europa y hasta cierto punto, en algunos aspectos, también filosófi-
ca. Son los años en que culminan las contribuciones de la llamada Escuela
de París, que convertirán a la anatomía patológica en una nueva disciplina,
a las que acompañan las obras de una pléyade de grandes cirujanos y de
grandes fisiólogos y, especialmente, de los pioneros de la prehistoria como
Broca y Quatrefagues que, de ordinario, solían proceder de la medicina.
No es de extrañar, por eso, que la tesis doctoral de Chil versara sobre un
tema urológico, es decir, quirúrgico 1•
Pero, además de tener en cuenta el sustrato donde se asentaba la forma-
ción de Chil, no debemos olvidar que estamos en el punto álgido del posi-
tivismo científico y naturalista. Por eso, El origen de las especies (1859),
y también los demás libros de Darwin, no sólo triunfaron inmediatamente
por su interesante contenido sino porque el positivismo pedía en ese mo-
mento es~ tipo de obras. Cabe recordar, en este sentido, que la primera
edición de El origen de las especies, de 1.250 ejemplares, tirada el 24 de
noviembre de 1859, se agotó ese mismo día.
Este ambiente positivista en el que estaba inmerso Chil, la originalidad
de las nuevas doctrinas y la inclinación de nuestro autor por la arqueología
prehistórica y la antropología física, le convencieron de la utilidad de los
evolucionismos darwinista y haeckeliano para ese tipo de investigaciones,
que luego aplicaría al estudio de los yacimientos de origen guanche.
Una cita sobre Chil, tal vez poco conocida, nos pone en conocimiento
de esos hechos. En el apéndice n de sus Heterodoxos titulado España antes
del Cristianismo, escribe Menéndez y Pelayo que en relación a los oríge-
nes míticos de las Islas Afortunadas «en los tiempos modernos estos mitos
y viajes fabulosos han ejercitado la sagacidad del Dr. Chil y Naranjo». Y
en nota a pie de página subraya:
1
J. Hernández, «Gregorio Chil y Naranjo», en: Diccionario Biográfico Español, Ma-
drid, Real Academia de la Historia, en prensa.
[3] ENTORNO ALA VIDA Y ALA OBRA DE CHIL Y NARANJO (1831-1901): ... 621
mas de Gran Canaria, 1876-1891. Tiene utilidad, como obra de consulta, esta
enciclopedia, de la cual se publicaron tres tomos en folio que apenas pasan de
la Conquista. Es grande el caudal de noticias y documentos que recopiló el
Dr. Chil; pero la parte científica está viciada por un materialismo sectario que
valió a su autor la censura episcopal, y la parte histórica está escrita con fiera
saña contra los conquistadores, cuya obra civilizadora no puede negarse con
declamaciones huecas 2•
2
M. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Tomo vm, Santander,
Aldus, 1948,pág. 152,n. 3.
3 J. Hernández, op. cit.
4
T. F. Glick, Darwin en España, Barcelona, Península, 1982, pág. 32.
622 ESTUDIOS CANARIOS [4]
5
J. M. Urquinaona y Bidot, Carta Pastoral que e! Ilustrísimo y Reverendísimo Señor
Don José María de Urquinaona y Bidot, Obispo de Canarias y Administración y Adminis-
trador Apostólico de Tenerife dirige al Clero y Fieles de ambas Diócesis, con motivo de la
obra, que ha empezado a publicarse en esta ciudad con el título de «Estudios Históricos,
Climatológicos y Patológicos de las Islas Canarias»; prohibiendo su lectura, Las Palmas,
Imprenta de Víctor Doreste y Navarro, 1876, pág. 4.
6
!bid., pág. 3.
7
O. M. Stone, Tenerife y sus seis satélites, vol. n, Las Palmas, Ediciones del Cabildo
Insular de Gran Canaria, 1995, pág. 13.
[5] EN TORNO ALA VIDA Y ALA OBRA DE CHIL Y NARANJO (1831-1901): ... 623
ha sido siempre condenar las ideas pero no al autor. Esta praxis suponía
la prohibición de la lectura a los fieles de la obra afectada, cosa que hizo
Urquinaona; y era lo que debía hacer según tal praxis. Y, en realidad, la ex-
comunión es la pena más fuerte a la que el Derecho Canónico puede acudir,
pero no para autores de libros que puedan presuntamente menoscabar la fe,
sino para aquellas personas que han cometido gravísimos delitos como un
aborto o la violación del secreto de confesión, entre otros.
Y nada tiene que ver con una excomunión ni su expulsión del domicilio
de su tío canónigo don Gregario Chil y Morales ni los problemas que tuvo
nuestro Chil para contraer matrimonio. En efecto, la orden por la que Chil,
viudo por primera vez, se vio obligado a abandonar dicha casa, dictada por
Urquinaona8, obedece al Derecho Canónico entonces vigente. Tenemos que
retrotraemos a esa época sin caer en anacronismos. En 1876, una persona
que había escrito un libro en el cual se vertían sentencias que contradecían
verdades de fe, si no se retractaba de tales sentencias, era considerada un
«pecador público». Y esto es lo que le ocurrió a don Gregario, pues nunca
se retractó. Al convertirse en «pecador público» podía causar escándalo el
hecho de que viviera con su tío, un prestigioso canónigo de Santa Ana.
Al verse obligado a abandonar la casa de su tío, nuestro Chil decidió
volverse a casar. Pretendió contraer matrimonio canónico con la señorita
Rosenda Isabel Amalia Suárez Tascón. Desgraciadamente, el párroco co-
rrespondiente se negó 9 • El motivo fue el mismo: el matrimonio canónico
de un «pecador público», al ser un acto público, era causa de escándalo.
Nuestro Chil acudió al Obispo. Sabemos la respuesta y las condiciones que
le puso Urquinaona para acceder a su matrimonio canónico por un oficio
que el Cónsul de España en Funchal (Madeira) envió al Ministerio de Es-
tado: «el señor Obispo le exigió que dejara de pertenecer á algunas de las
sociedades de que forma parte, que se retractara de ciertas afirmaciones
que hace en sus 'Estudios' y que públicamente hiciera penitencia, sin cuyo
requisito Su Señoría Ilustrísima nunca permitiría que se celebrase su pro-
yectado enlace» 10 • En suma, lo que le pide Urquinaona es que se retracte
para que deje de ser «pecador público», pues de ese modo podría celebrar-
se su matrimonio canónico sin causar escándalo. No obstante lo dicho,
8
J. Bosch, Don Gregario Chil y Naranjo. Su vida y su obra, Las Palmas de Gran Ca-
naria, el Museo Canario, 2003, pág. 96.
9 !bid., pág. 96.
10
J. M. Alzola, «La excomunión impuesta al doctor don Gregorio Chil y Naranjo,
fundador del Museo Canario, por el obispo don José María Urquinaona», Almogarén, 18
(enero 1996), pág. 216. En este artículo se incluye el oficio del Cónsul, del que he tomado
los textos que cito.
624 ESTUDIOS CANARIOS [6]
11
J. Bosch, pág. 97.
12
!bid., pág. 97.
[7] ENTORNO ALA VIDA Y ALA OBRA DE CHIL Y NARANJO (1831-1901):. 625
PüLARJZACIÓN IDEOLÓGICA
Que los antiguos canarios fuesen una nación original y de costumbres simples,
semejantes a las de los héroes y patriarcas, es fácil convencerlo, porque, cual-
quiera que pase mentalmente los ojos por sus usos, ideas, ceremonias y modos
de pensar; que examine su gobierno y su religión; que compare su tenor de vida
con el de los primeros hombres, no hay duda tendrá la satisfacción, y aun el
placer, de encontrar la naturaleza en toda su simplicidad y primera infancia 18 •
18
F. Estévez, «Determinar la raza, imaginar la nación (El paradigma raciológico en la
obra de Chil y Naranjo)», El Museo Canario, LVI (2001), pág. 337.
[9] ENTORNO ALA VIDA Y ALA OBRA DE CHIL Y NARANJO (1831-1901): ... 627
teres, que acompaño, semejanza con los antiguos egipcios, cuando no puedan
extraerse las palabras que sin duda forman los signos? 19
colocar( ... ) los conquistadores frente a frente de los conquistados, para com-
parar unos con otros, y corroborar lo que desde un principio he dicho y venido
repitiendo, ya por mí mismo, ya transcribiendo las relaciones de los que me
han precedido en la historia de los Guanches: que fueron unos pueblos grandes
en su pequeñez, dignos en su aislamiento; sabios en su forzosa ignorancia, y
modelos de moralidad, de juicio y de legalidad, sin conocer el Cristianismo,
sin haber tenido filósofos, y sin poseer Códigos escritos 20 .
19
Tomado de M. S. Hemández, La Cueva de Be/maco. Mazo-Isla de La Palma, Es-
tudios Prehispánicos 7, Madrid, Dirección General del Patrimonio Histórico, Gobierno de
Canarias, 1999, pág. 136.
2
° Citado por F. Estévez, pág. 340.
21
F. Estévez, !bid., pág. 343.
628 ESTUDIOS CANARIOS [lO]
Para Chil era evidente que los negros tenían un «grado bajísimo de civiliza-
ción». Y según él, este estado deriva forzosamente de un desarrollo encefálico
débil, alojado en una caja craneana reducida. Asumiendo plenamente las tesis
raciológicas, Chil también se convenció de que «en la actualidad existen en el
centro de África agrupaciones de hombres cuya masa encefálica no ha adqui-
rido el desarrollo necesario para alcanzar las más sencillas nociones, fuera de
las rudimentarias que poseen, reducidas a las de la propia conservación. Si de
repente no les alumbra la antorcha de una civilización, que en periodo más o
menos largo desenvuelva aquellas inteligencias infantiles, habrán de pasarse
muchos años antes que lleguen siquiera al grado de cultura que tenían las tribus
más atrasadas de las Américas al ser visitadas y subyugadas por los españo-
les. Pero yo sé también ~continúa Chil~ que no basta sólo que a esos seres
humanizados se les suministren ideas, que se les revelen los más sencillos
conocimientos, sino que es indispensable que antes su mismo cerebro sufra
las modificaciones necesarias para que la caja ososa se desarrolle de un modo
conveniente». Siendo ésta la cuestión, Chil concluye en buena lógica, que ésta
no es la obra de un día, tampoco la de un siglo. Pero ésa no fue una apreciación
partidista de Chil; fue la «verdad» científica que legitimó la colonización euro-
pea de África: aun llevándoles la civilización, la raza negra no está preparada
para asimilarla22 •
22
F. Estévez, lb id., págs. 333-334.
[11] ENTORNO ALA VIDA Y ALA OBRA DE CHIL Y NARANJO (1831-1901): .. 629
CoNcLUsióN
23
Tomado de A. J. Farrujilla de la Rosa. AB INITIO (1342-1969). Análisis historiográfico
y arqueológico del primitivo poblamiento de Canarias, La Laguna, Artemisa, pág. 348.
L 1 T E R A T u R A
Abstract. Poet Domingo López Torres (Santa Cruz de Tenerife, 1910-1937) is one
of the most important figures in the avant-garde literature of the Canary Island.
This paper presents an unpublished poem, written under the influence of the cin-
ema, examines the relationship between cinema and avant-garde poetry in Canary
Islands, and explains the personality of the actress Anny Ondra (1902-1987).
Key words: Domingo López Torres, surrealism in Canary Islands, poetry and
cinema.
1
Pérez Minik recogió parte de la obra del poeta en sus libros Antología de la poesía
canaria.!, Tenerife (1952) y Facción surrealista española de Tenerife (1975). En 1981 co-
menzó la recuperación de su obra inédita, con la publicación de Lo imprevisto, así como un
632 ESTUDIOS CANARIOS [2]
Torres (Santa Cruz de Tenerife, 1910-1937) está considerado hoy con ra-
zón como una de las figuras pioneras y más destacadas de la literatura de
las vanguardias históricas canarias. No sólo se convirtió en el contrapunto
revolucionario más radical de la generación de Gaceta de Arte, sino que
fue posiblemente, junto a Pedro García Cabrera, uno de los intelectuales
militantes más activos de la izquierda en aquellos momentos en las Islas.
Todo ello, como sabemos, le costaría la vida durante la guerra civil. En el
verano de 1936 es apresado y encarcelado primero en un barco-prisión y
más tarde, en septiembre del mismo año, en la prisión de Fyffes. En febrero
de 193 7 es conducido por las brigadas del amanecer a la bahía de Santa
Cruz de Tenerife y allí es arrojado al agua encerrado en un saco.
Domingo López Torres derivó en la poesía hacia un surrealismo com-
prometido con la revolución proletaria y los conflictos de su tiempo. En
este sentido, su poesía va evolucionando desde una visión del paisaje del
sur, agreste, humanista, en Diario de un sol de verano (1929) -en con-
sonancia con el que reivindicaba Pedro García Cabrera en su ensayo «El
hombre en función del paisaje» (1930), texto ideológico del espíritu de la
revista Cartones (1930)-, hasta preocuparse por una estética estrecha-
mente vinculada al surrealismo, que, sin prescindir de la imaginación y de
lo grotesco, no dejaba de señalar problemas sociales, como la invasión de
las plagas de langosta, el uso de la libertad individual, la subversión de las
costumbres burguesas a través de la liberación sexual, etcétera.
El poema inédito titulado «Escándalo» no se encuentra recogido en la
ya citada edición de las Obras completas de Domingo López Torres que,
en 1993, llevaron a cabo los profesores C. B. Morris y Andrés Sánchez
Robayna, hasta ahora los principales especialistas en la obra del ensayista
y poeta canario. El poema en cuestión lo hemos encontrado en el Fondo
Pedro García Cabrera que custodia la Biblioteca Municipal de Santa Cruz
de Tenerife, con la signatura Ms 719 (9). Probablemente fue un obsequio
del poeta al autor de Líquenes, a quien le unía una estrecha amistad. El poe-
ma no está fechado, pero creemos que pertenece al último período de su
obra, en concreto al comprendido entre 1933 y 1936. Pese a tener algunos
antecedentes en Diario de un sol de verano («Siempre en la playa, siem-
pre», fragmentos 7, 17, 25), en lo que respecta a su estilo y estructura sólo
hay, en realidad; dos poemas que se le asemejan: «Catástrofe» y «Aquella
estudio más detallado de su obra; véase la bibliografía recogida en las Obras completas del
autor, ed. de C. B. Morris y A. Sánchez Robayna, Santa Cruz de Tenerife, Aula de Cultura,
1993, págs. 59-61.
[3] LAS VANGUARDIAS LITERARIAS Y EL CINE EN CANARIAS 633
enorme plaga». Los tres son textos de raíz surrealista. Veamos algunas de
esas semeJanzas.
«Catástrofe» se publica en el número 1 de la revista A la nueva ventura
(Valladolid), en la primavera de 1934. Su objeto temático es el deseo, pero
en un plano íntimo, propio de las fantasías sexuales de un joven. En el caso
de «Escándalo», si bien se acerca al mismo concepto genérico, no es igual
en lo que respecta a cómo se articula, ya que todo se produce en una sala
de cine. El deseo de una pareja queda exteriorizado y, por ello, sufre las
consecuencias de la moral burguesa: la intervención de la fuerza pública,
mientras otras parejas aplauden probablemente en favor de los amantes,
generando una especie de estado de protesta contra la hipocresía de esa
moral y de rechazo que orilla la desobediencia civil. La situación recogida
en el poema pone de manifiesto el concepto surrealista de deseo como un
eficaz recurso para demoler las buenas costumbres de la clase imperante.
Resulta evidente el acercamiento expresivo de estos dos títulos, «Catástro-
fe» y «Escándalo», y su capacidad de generar una expectativa imprevista.
También Agustín Espinosa y Emeterio Gutiérrez Albelo utilizaron esta im-
pronta cinematográfica y urbana amenazante que, además de surrealista,
tiene mucho de grotesco y de expresionista.
Por su parte, el poema «Aquella enorme plaga», publicado en el número
34 de Gaceta de Arte (marzo de 1935), se aleja de los otros dos textos que
hemos visto en lo que se refiere al tema, pues parece aludir a una enorme
plaga que asola los campos. En este sentido se acerca a otra conocida com-
posición del autor, «Poema de la langosta». Este tipo de plagas afectaba
a todos los estratos y era una situación muy temida por una sociedad que
vivía fundamentalmente de la agricultura.
«Aquella enorme plaga» se aproxima a «Catástrofe» y a «Escándalo» en
dos aspectos. Por un lado, en que también participa de lo grotesco y de lo
surreal; por otro, en la morfología de su estructura. Los tres poemas, como
hemos comentado desde el principio, tienen una apariencia similar, ya que
presentan dos interpretaciones del mismo hecho que se complementan en
dos secuencias a través de la imaginación interior y de la realidad externa.
Espacialmente poseen una peculiaridad, y es que si bien en «Escándalo»
y en «Aquella enorme plaga» estas dos secuencias aparecen divididas por
un asterisco (que es, tal vez, un simple recurso tipográfico añadido por el
editor), en el caso de «Catástrofe» lo que hay es una separación en blanco
mayor sin el citado asterisco entre el final del texto más poético y la acla-
ración (y que hubiera podido admitir igualmente un asterisco divisorio).
La estructura consta de una primera parte compuesta por el cuerpo del
poema en sentido estricto, con un lenguaje de tipo surreal, onírico y deli-
634 ESTUDIOS CANARIOS [4]
2
Esta vinculación entre el cine y la literatura en la vanguardia canaria ha sido estudiada
por F. G. Martín en artículos como «Cine y fotografía en Gaceta de Arte» o «El cine y la
vanguardia en Canarias», así como por M. Pérez Corrales en su libro Agustín Espinosa,
entre el mito y el sueño. Para el contexto general español, véase C. B. Morris, This Loving
Darkness. The Cinema and Spanish Writers, 1920-1936, Oxford, Oxford University Press,
1980, entre otros.
3 Véase Jean Cocteau, «El arte y la revolución: el cine, poesía de hoy», La Prensa,
4
Pedro García Cabrera, «Proyecciones», en Obras completas, tomo IV, ed. de R. Fer-
nández, Madrid, Gobierno de Canarias, 1987, págs. 123-177.
5
Agustín Espinosa, «La casa de Tócame Roque. Farsa surrealista» (1934), en sus Tex-
tos (1927-1936), ed. de A. de Armas y M. Pérez Corrales, Santa Cruz de Tenerife, Aula de
Cultura, pp. 324-337.
6
Reeditada en 1998 por el Ateneo de La Lagnna (Tenerife ).
636 ESTUDIOS CANARIOS [6]
texto sobre cine que escribe Domingo López Torres es una reseña titulada
«Expresión de 'Gaceta de Arte'. Un film René Clair», publicada por prime-
ra vez en el diario La Tarde el26 de enero de 193 3. Se refiere al film Viva la
libertad (A nous la liberté, 1931 ), que obtuvo una nominación en lo que se
llamaba entonces «mejor decoración» para los premios «Üscars» de 1932.
Esta película se estrenó, con muy buena crítica, en Santa Cruz de Tenerife
el20 de enero de 1933, en el cine Parque Recreativo. Como ha señalado
Fernando Gabriel Martín, el interés de Domingo López Torres por el cine
es limitado, y ello queda demostrado, no sólo por sus comentarios críticos
acerca de que reduce la percepción interior o de que roba a la pintura su
narratividad, sino también porque sus textos sobre el particular se limitan
a este artículo que citamos y a alguna opinión contenida en los ensayos
«Psicogeología del surrealismo», «Aureola y estigma del surrealismo» y
«En el Ateneo. ¡a Exposición Colectiva de Arte Surrealista» 7 •
Después nos quedaría el citado poema «Escándalo», que hemos recupe-
rado ahora. Desde este punto de vista, el texto presenta dos características
esenciales: de un lado, el gusto por la sensualidad y por la exaltación de
una musa del celuloide, Anny Ondra, que cita en el poema, y de otro, las
relaciones sociales o los acontecimientos que pueden suceder en el interior
de las salas de cine.
Anna Sophie Ondráková (Polonia, 1902-Alemania, 1987) es considera-
da como la primera cómica femenina del cine checo. Bajo el seudónimo de
Anny Ondra se convirtió en una de las primeras estrellas del cine de la an-
tigua Checoslovaquia que conquistó Europa, rodando películas en Berlín,
Viena, París y Londres. A los diecisiete años entró en el mundo cinemato-
gráfico. Sin embargo, el descubrimiento de su talento se debió al director
Premysl Prazsky, quien la contrató en 1919 para protagonizar su película
La dama de pie pequeño, tras verla actuar en uno de los teatros de Praga.
Pero fue el director de cine Carl Lamac quien supo ver su talento cómico,
contratándola para muchas de sus películas. Se adaptó con éxito al cine
sonoro y en la década de 1930 ya era una de las más populares estrellas
de la cinematografía europea. Anny Ondráková actuó también en varias
películas de la primera etapa de Alfred Hitchcock, como The Manxman
(1929) y La muchacha de f:ondres 1 Chantaje (Blackmail, 1929). En 1933
se trasladó a vivir a Alemania, al contraer matrimonio con el campeón de
boxeo alemán Max Schmeling. Junto con el director de cine Carl Lamac,
fundó en Berlín la asociación Ondra-Lamac-Film, que se mantuvo feliz-
7
En Gaceta de Arte, núm. 13 (marzo de 1933) y núm. 19 (septiembre de 1933) y La
Tarde, 17 de mayo de 1935, respectivamente.
638 ESTUDIOS CANARIOS [8]
Escándalo
*
Ayer fueron sorprendidos en un cine de esta
localidad, pisoteando la moral burguesa, dos
novios, en un estado tal de limbo y desver-
güenza, que tuvo que intervenir la fuerza
pública. Otras parejas aplaudían desde las
últimas butacas.
D. L. T.
[11] LAS VANGUARDIAS LITERARIAS Y EL CINE EN CANARIAS 641
Los años de Fernando González en Valladolid.
La inmersión castellana en su poesía
ARCADIO pARDO
Resumen. Gran parte de la vida del poeta canario Fernando González (1901-1972)
transcurrió en Valladolid, tras sufrir una «depuración» política a causa de sus ideas
republicanas. En este artículo se examina biográficamente ese importante período
de su vida y de su obra, sus actividades literarias y docentes, y se estudia la signi-
ficación de Castilla y el paisaje castellano en su producción poética.
Palabras clave: Fernando González. Biografía. Castilla y lo castellano en su
obra poética.
Abstract. After having been 'purged' politically for his republican views, the Ca-
narian poet Fernando Gonzá1ez (1901-1972) spent much ofhis life in Valladolid.
This important period in his life and work in terms ofboth his literary and teaching
activities is examined in this paper. A study of the significance of Castile and the
Castilian 1andscape in his poetic production is also included.
Key words: Fernando González. Biography. Castile and the Castilian landscape
in his poetic work.
1
Teresa Inmaculada Jiménez Betancort, «Dos apuntes sobre Fernando González »,Le-
tras a Telde, 2001, pág. 16.
2 Hay error en la cronología establecida por Lydia Alonso Quesada y Victoriano San-
tana Sanjurjo, «Muestras para una cronología biobibliográfica de Fernando González», Le-
644 ESTUDIOS CANARIOS [2]
tras a Telde, 2001, pág. 36, donde suponen, en la referencia 1930, que Fernando y Rosario
se conocieron en Valladolid en ese año. Sus relaciones empezaron bastante antes, como
dan fe los poemas recogidos en Hogueras en la montaña, publicado en 1924, «La canción
fervorosa», «Mutuo amor» y «Corazón tembloroso», en los que el poeta declara su amor a
Rosario nominalmente.
[3] LOS AÑOS DE FERNANDO GONZÁLEZ EN VALLADOLID 645
4
El Instituto de Enseñanza Secundaria «San Isidoro» de Madrid me facilita las fechas
de toma de posesión y de cese de Rosario Fuentes en ese centro: ingresó el 7 de septiembre
de 1962, y la fecha de cese es el 2 de octubre de 1968. Sin embargo, a pesar de la fecha
inicial de 1962, el matrimonio mantuvo su casa algo más tiempo en Valladolid. La fecha del
cese corresponde a la de su jubilación. Rosario falleció en 1970.
5
Travesía de los confines, Valladolid, Colección Tansonville, 2001.
6
Halcón, revista de poesía, Valladolid 1945-1949, Valladolid, Fundación Jorge Gui-
llén, 2003.
[5] LOS AÑOS DE FERNANDO GONZÁLEZ EN VALLADOLID 647
7
En la cronología establecida por Lydia Alonso Quesada y Victoriano Santana Sanjur-
jo, op. cit., pág. 38, en las referencias 1945 y 1946, hay errores que conviene rectificar.
648 ESTUDIOS CANARIOS [6]
De izda. a dcha., Fernando González, Eusebio García González, Nicomedes Sanz y Ruiz de
la Pena y Arcadio Pardo. (Valladolid, 1955)
8 Teresa Inmaculada Jiménez Betancort, «Dos apuntes sobre Fernando González», Le-
La repulsa
En esta serenidad
de tristeza contenida,
¿qué es lo que infunde a mi vida
su trágica majestad?
(«Otro mundo», pág. 30)
9
Poesías elegidas, selección y prólogo de Joaquín Artiles, Las Palmas de Gran Cana-
ria, Cabildo Insular, 1966.
652 ESTUDIOS CANARIOS [lO]
Alguna vez aparece una nota que le acerca a la mentalidad del 98: la
inmovilidad de la tierra caída como en un letargo definitivo. Pero nunca la
captación de la belleza castellana en su horizontalidad, en su grandeza, en
su espiritualidad, en su vastedad. La añoranza de la tierra natal es una de
las constantes de la poesía de Fernando; en el poema dedicado «A Montia-
no Placeres» en Hogueras en la montaña se lee:
Y pienso en el oceano
que ahora mis ojos no ven,
corno en mi infancia, cercano:
yo soy de un pueblo lejano
a donde no se va en tren. (Id., pág. 84)
Hay que ver ahí una manifestación de la inmediatez. Los lugares y per-
sonas -aunque muy lejanos en la historia- entran poco a poco en la
amistad del poeta que los hace confidentes suyos:
La luna de Castilla
brilla tan alta,
tan alta brilla,
como una monedilla
que a mí me falta.
(«La luna de Castilla», p. 88)
Este poema debe de haber sido escrito cuando Fernando no veía aún
la posibilidad de evadirse definitivamente de las tierras «donde al silencio
está el vivir cautivo». Los primeros versos de ese poema final son de gran
belleza, de alta perfección métrica y merecen ser recordados porque en
656 ESTUDIOS CANARIOS [14]
ellos se reúnen la expresión del dolor del hombre que ha sido y sigue sien-
do un perseguido, y la añoranza de su tierra oceánica:
En tierra de pinares
mi corazón desangra su resina
entre los viejos pinos tutelares,
blanca y amarga como sal marina,
porque yo soy un hijo de los mares. (lbid.)
10
Sobre la influencia de Fernando González en Valladolid, pueden verse las páginas
que dedica a él, a la revista Halcón y a nuestra colección de libros Isabel Paraíso, La litera-
tura en Valladolid en el siglo xx (1939-1989), Valladolid, Ateneo, 1990.
11 Quiero agradecer a Andrés Sánchez Robayna la iniciativa de su invitación para que
of chronic HCV infection in The Canary's Islands and continental Spain is be-
tween 2 y 3% (approxirnately 800000 persons). An additional problern is the co-
infection with the human irnrnunodeficiency virus (HIV) and is associated which
rnay accelerate progression to cirrhosis and end-stage liver diseases faster.
Key words: HCV, chronic hepatitis, co-infection HIV.
INTRODUCCIÓN
Un lugar de alta prevalencia de infección crónica por VHC son las pri-
siones, por lo que desde hace unos 2-3 años se lleva a cabo una campaña
de diagnóstico de la misma en las cárceles españolas con el fin de intentar
poner tratamiento a este colectivo de difícil control de forma ambulato-
ria y así disminuir la prevalencia y, por tanto, disminuir la aparición de
nuevos casos. En la Prisión de Tenerife II, situada en el municipio del
Rosario de esta isla, a final de mayo había 1423 internos (91% hombres),
de los que 407 (28,6%) tenían serología positiva para VHC, y 77 (5,4%)
tenían serología positiva para el VIH, y de estos últimos, 71 (92%) eran
coinfectados por VIH y VHC. Estos datos coinciden con lo publicado en
otros estudios donde se describe una incidencia de infección por VHC en
cárceles españolas de 33% en el año 2005, siendo la edad más frecuente
la comprendida entre los 30 y 40 años (37%) (Memoria 2005, DGIP). La
Sección de Infecciones del H.U.C. se ha unido desde hace algo más de un
año al Programa de Prisiones para el tratamiento del VHC, desde entonces
pasamos consulta una vez por semana en la Prisión de Tenerife II con lo
que se consigue valorar a un mayor número de pacientes, y se puede, de
esta forma, ponerles tratamiento si fuera oportuno, ya que esta enfermedad
precisa un estrecho seguimiento, con visitas muy frecuentes, lo que era
hasta ahora un problema importante para los pacientes que se encuentran
en prisión.
[5] HEPATITIS CRÓNICA POR EL VIRUS C: DATOS EPIDEMIOLÓGICOS ... 661
Pacientes y Método
Características epidemiológicas
Resultados
I:IVIH(+) SI
IIVIH(+) NO
-Efectos adversos:
El más frecuentemente referido fue la astenia (85%), seguido de la ano-
rexia (77%), insomnio-alteración del sueño (58%) y depresión (51%). Del
total de pacientes, 89.5% tuvieron toxicidad hematológica, siendo lo más
frecuente alteración de las tres series (32.1 %), seguidos de alteración de
la serie roja y serie blanca. En cuando a los pacientes coinfectados con la
infección VIH, la media de CD4 basal fue 575 cel/ml (rango 249-1130), en
la semana 24 fue de 353 cel/ml (rango 114-1230) y en la semana 48 de 498
cel!ml (rango 122-1140). Al igual que lo descrito en otros trabajos, una vez
suspendido el tratamiento para el VHC hubo una mejoría inmunológica
llegándose de nuevo a prácticamente los valores basales, CD4 576 (rango
175-1384).
-Respuesta al tratamiento:
e Respuesta bioquímica: Las transaminasas, tanto la aspartato amino-
transferasa (AST) como la alanina aminotransferasa (ALT) estaban al-
tas basalmente (mayor de 40 U/L) en el 73.8% y 88.8% de los pacientes
respectivamente. Al final del tratamiento encontramos que el 85.1% de
los pacientes había normalizado la AST y el 92.2% había normalizado
laALT.
664 ESTUDIOS CANARIOS [8]
CONCLUSIÓN
Por todo ello, por la gran cantidad de problemas que a la larga puede
ocasionar la infección por el VHC, y por su curso silente que hace muchas
veces difícil su diagnóstico hasta fases avanzadas de la enfermedad, se
intenta un diagnóstico precoz mediante estudios serológicos en Centros de
Atención al Toxicómano (CAD), prisiones del archipiélago (en especial
en «Tenerife Il» en la isla de Tenerife y la prisión «Salto del Negro» en
Gran Canaria), y Centros de Salud, y envío a consultas especializadas de
los Hospitales de Canarias para la valoración de inicio de tratamiento. La
prevalencia en las dos prisiones más grandes de Canarias es similar a la
encontrada en el resto del territorio español (alrededor de un 30%), siendo
por tanto uno de los lugares principales en los que actuar para ofertar trata-
miento e intentar disminuir el número de nuevos casos.
Aunque estamos asistiendo a un adelanto importante en el diagnóstico y
tratamiento de esta enfermedad, hoy por hoy sigue constituyendo un grave
problema de salud pública a escala mundial.
BIBLIOGRAFÍA
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paring dynamically individualized versus standard treatment in patients
with chronic hepatitis C. J Hepatol. 43(2): 250-257.
Estimación de la estatura a partir de medidas
transversales de la tibia
en la población prehispánica de Canarias
INTRODUCCIÓN
MATERIAL y MÉTODO
REsuLTADOS
DISCUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
ARNAY DE LA RosA, M., GoNzÁLEZ REIMERs, E., FREGEL, R., VELAsco VÁZQUEZ, J.,
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FELDESMANN, M.C., 1992. Femur/stature ratio and estimation of stature in children,
Am .J. Phys. Anthropol. 87: 447-459.
[7] ESTIMACIÓN DE LA ESTATURA APARTIR DE MEDIDAS TRANSVERSALES DE LA TIBIA 675
Resumen. En este trabajo se ha estudiado la vida del Doctor Gaspar López y su li-
bro titulado In Libros Galeni De Temperamentis novi et integri commentrii (1565).
El Doctor López nació en Las Palmas de Gran Canaria (Islas Canarias) en 1528 y
murió probablemente después de 1565. Aunque estudió Medicina en la Universi-
dad de Valencia, existen varios datos que indican que estudió al menos un periodo
de su carrera de Medicina en la Universidad de Alcalá. El Doctor López es el
único canario que ha hecho unos comentarios al De temperamentis de Galeno. Tan
importante contribución muestra que desempeñó un papel relevante dentro de la
medicina renacentista europea.
Palabras clave: Gaspar López; Islas Canarias; De temperamentis; medicina
renacentista.
Abstract. In this paper, the life of Doctor Gaspar López and his book entitled In
Libros Galeni De Temperamentis novi et integri commentrii (1565) have been stu-
died. Doctor López was bom in Las Palmas de Gran Canaria (Canary Islands) in
1528 and he died probably after 1565. Though he studied Medicine in the Univer-
sity ofValencia, several data support that he studied a period at least ofhis career
ofmedicine in the University ofAlcalá. Doctor López is the only one native ofthe
Canary Islands who has carried out a commentary to the Galen's De temperamen-
tis. Such a significant contribution shows that he played a relevant role within the
European Renaissance Medicine.
Key words: Gaspar López; Canary Islands; De temperamentis; Renaissance
Medicine.
INTRODUCCIÓN
VI
1 N T E G it I C O M M E N T A 1l I J"
.J
co l.
[3] EL DOCTOR LÓPEZ CANARIO Y SUS COMENTARIOS AL DE TEMPERAMENTIS ... 679
in quibus jere
JN LIBROS GALENI DE TEMPERAMENTIS NOVI ET INTEGR! COMMENTAR!I,
omnia, quae ad naturalem medicinae partem spectant continentur, opus non
solum medicis, sed etiam philosophis apprime utile. Gaspare Lopez Canario
Ossuna professore publico, & Ilustrissimi D.[omini] Petri Gyron Ducis de
Ossuna, Comitisque de Ureña medico, Autore. Cum Privilegio Regis. Compluti.
Apud Petrum Robles & Franciscum Cormellas. Anno Do mini. 15 65 1•
BIOGRAFÍA
Pero, ¿es canario? y, en caso afirmativo, ¿de qué isla? Nos lo dice él
mismo (López, 1565, f. 36v):
todos alaban más el cielo de las Islas Afortunadas, mi patria, que el cielo
español, porque allí casi siempre la primavera es temperada, aunque el español
no sea muy intemperado.
1
Comentarios íntegros y nuevos a los libros sobre los temperamentos de Galeno, en
los cuales se contienen casi todas las cosas que miran a la parte natural de la medicina, obra
útil de manera superior no sólo para los médicos, sino también para los filósofos. Autor
Gaspar López Canario, profesor público en Osuna y médico del ilustrísimo señor Pedro
Girón duque de Osuna, y conde de Ureña. Con privilegio del Rey. En Alcalá, cabe Pedro
Robles y Francisco Cormellas. Año del Señor 1565. Todas las traducciones del original
latino son del autor.
680 ESTUDIOS CANARIOS [4]
2
Vidi ego compluti, dum illic litteris operam navarem ... (yo [lo] he visto en Alcalá de
Henares, cuando yo me ocupaba [estudiaba] allí en [de] letras ... ).
[5] EL DOCTOR LÓPEZ CANARIO Y SUS COMENTARIOS AL DE TEMPERAMENTIS ... 681
consta su naturaleza (Alonso, 1945, pág. 248). Sea como fuere, las fechas
cuadran, aunque nos resta revisar los archivos de la Universidad de Va-
lencia. Con todo, sí podemos afirmar que nuestro autor frecuentó las dos
Facultades de Medicina, que eran en ese momento las mejores de España
y cabezas de puente del galenismo humanista.
Sobre su vida sabemos que estuvo casado y que al menos tuvo un hijo.
Aunque se dice veladamente, parece que fue profesor en la de Sevilla an-
tes de incorporarse a la Universidad de Osuna en 1557. Desde 1554 tenía
ya preparados sus Comentarios, pero su cargo de médico del duque y su
cátedra de vísperas en Osuna le impidió culminados. Lo hizo más tarde,
para consolarse de la muerte de su mujer y de su hijo (Millares, 1933, págs.
331-333).
ra a otra cosa que no sea mentir en aquello de que Galeno no estaba en sus
cabales cuando escribió aquello. El segundo -dice Gaspar- es Leonhart
Fuchs (1501-1566) (Durling, 1961, pág. 291, no 114) que, como se ve en
los comentarios de éste, yerra más defendiendo a Galeno que el primero
(Jérémie) acusándolo. Es aquél (Fuchs), como conocen todos los que son
peritos en este arte, docto en lenguas, tan ignorante precisamente de las
cosas como lo son muchos de los que en estos tiempos siguen la deprava-
dísima herejía de Lucero. Ciertamente, por esa razón, como es hereje, lo he
juzgado indigno de traerlo a colación, que no quiero acordarme de él.
El libro de nuestro autor también lo consigna Durling (Durling, 1961,
pág. 275, n° 4). Y nos explica Gaspar que él, debido a la dificultad de esta
obra, y como la razón lo pedía, al ser seguidor de Galeno, aceptó defender
su causa, por lo que le plugo sacar a la luz estos comentarios. Y uno de los
motivos fundamentales aducidos por nuestro autor es que en este libro de
Galeno se recoge toda la parte natural de la medicina, siendo así mucho
más fácil estudiarla, sin tener que acudir a otros muchos libros tanto de
Hipócrates como de Galeno y también de otros autores.
Cuando Gaspar hace referencia en el título a los filósofos, no se trata
de los cultivadores de la filosofía tal como ahora la entendemos, sino de la
llamada philosophia naturalis, esto es, la citmcia en general y las ciencias
naturales -en su sentido clásico- en particular (Hemández, 1997, pág.
16). En suma se trata de la introducción a la medicina y del estudio de sus
fundamentos.
Esta obra de Galeno consta de tres libros: el primero atañe al concepto
de temperamento en general y a los temperamentos de las cosas, de los
climas, de los lugares y de las estaciones; el segundo, a los temperamentos
del hombre y de sus componentes; y, finalmente, el tercero, a los tempera-
mentos de los medicamentos simples.
El texto de Galeno aparece en letra cursiva y grande; y a continuación
los comentarios de nuestro autor en letra redonda y más pequeña.
Yo que soy cristiano, y creo firmemente que nuestra alma ha sido creada por
Dios de novo, y no sigue la proporción del temperamento del cuerpo, no soy
adicto a las sectas de los médicos, que consideran que las costumbres del ánimo
(alma) siguen el temperamento del cuerpo: sino que creo certísimamente y
cada día lo experimento, que no en razón del temperamento, sino en razón de
la voluntad de Nuestro Señor y de la gracia del Espíritu Santo se distribuyen a
los hombres los dones del ingenio y la belleza del cuerpo.
CITAS
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
Abstraet. Transverse radiopaque lines (Harris lines) have been interpreted as man-
ifestations of bone growth arrest due to nutritional stress. We performed plain X
ray film of the right tibia to 41 adult prehispanic individuals, whose remains are
preserved at the Instituto Cabrera Pinto (La Laguna), and compared them with 304
prehispanic individuals from Gran Canaria. These last showed less Harris lines
than the population from Tenerife -a result especially striking among women.
Women from Tenerife also showed a shorter stature. Besides two incidence peaks,
one about 1 year and another around adolescence, affecting both sexes, women
also showed an increased incidence ofHarris lines at 3- 8 years age, thus suggest-
ing a worse nutritional status than boys.
Keywords: Harris lines. Prehispanic Canary Islapds. Nutrition. Growth. Stature
estimation.
690 ESTUDIOS CANARIOS [2]
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
MATERIAL y MÉTODO
RESULTADOS
DISCUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
VELAsco V ÁZQUEZ, J., MARTÍN RoDRÍGUEZ, E., ARNAY DE LA RosA, M., GoNZÁLEZ
REIMERS, E. & CASTILLA GARCÍA, A., 1999. Harris lines in the prehispanic
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WrNG E.S. & BRoWN, A.E.,1979. Pa1eonutrition. Orlando (Fda): Academic Press.
-varones
20,00
-mujeres
-total
15,00
tJ>
·¡:
~ 10,00
5,00
0,00
9 10 11 12 13 14 15 16
Edad
Figura 1. Edad de formación de las líneas de Harris en mujeres (trazo discontinuo), hom-
bres (trazo continuo), y total de la población, incluyendo alofisos (trazo grueso).
MUSICOLOGÍA Y ETNOMUSICOLOGÍA
EL TEMPLO
La modesta iglesia de la Santa Cruz (su nombre actual consta tan sólo
a partir de 1636) erigida en los últimos años del siglo xv en el lugar donde
se estableció el altar del campamento del conquistador Alonso Femández
de Lugo y convertida en parroquia en 1533, fue un pequeño edificio de una
sola nave rectangular hasta mediados del siglo xvn. Debido a la iniciativa
del beneficiado Luis González Guirola, en 1640 se le hizo una segunda
nave en el lado del Evangelio y algunas capillas, pero parte de esta obra fue
destruida por un incendio el 2 de julio de 1652. Inmediatamente se recons-
truye el templo y poco después, en la década de los sesenta, se le añade la
tercera nave. En la primera mitad del siglo xvm, debido al aumento de la
población, al auge económico de la ciudad y a la generosidad de los fieles,
la construcción se amplía con dos nuevas naves, la torre, construida entre
1776 y 1782 por el ingeniero Antonio Samper, y otras dependencias como
la famosa capilla de Carta 1• Esta es una época en la que se enriquece la igle-
sia con nuevas capillas, imágenes, pinturas y obras de orfebrería donadas
algunas por sus benefactores, entre los que destacan los hermanos Rodrigo
e Ignacio Logman, beneficiados del templo, y el capitán Matías Rodríguez
Carta. El templo se completa también, posiblemente a fines de este siglo,
con un atrio a los pies, sobre el que se asienta parte del coro actual.
1
Alejandro Cioranescu, Historia de Santa Cruz de Tenerife, vol. n, (1494-1803), Santa
Cruz de Tenerife, Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife, 1977, págs. 255-274;
y Alberto Darias Príncipe, Ciudad, Arquitectura y Memoria histórica 1500-1981, tomo 1,
Santa Cruz de Tenerife, 2004, págs. 37-40.
2
Archivo de la parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de Santa Cruz(= A.P.C.S.C):
caja 34, Inventario de 1580, fol. 7.
700 ESTUDIOS CANARIOS [4]
este coro debía ser tan sólo un espacio sin ningún tipo de obra especial,
pues en el libro de fábrica se indica que en 1625 se construye «el coro»,
dando a entender que se hacía por primera vez y de mampostería, porque
en la misma partida de gastos se encontraban unas sepulturas 3 • Este coro
queda destruido por el incendio de 1652 y se reconstruye luego en fecha
no precisa, quedando situado en la nave mayor a la altura de las capillas
de San Juan Nepomuceno y San José. Aún hoy pueden verse en las cuatro
columnas que configuraban sus esquinas las marcas de su encaje.
A mediados del siglo xvm, concretamente en 1744, el coro permane-
cía en este lugar. Es la época en la que se está trabajando en su sillería,
excelente trabajo de ebanistería que aún se conserva, cuya primera fila de
asientos se inauguró el día de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre)
del año 1743 y cuya autoría, atribuida por algunos a Guillermo Verau4 , es
discutible. Quizás, por las características de las tallas, haya que pensar en
la familia de carpinteros de La Laguna apodados «Los Brujitos», formada
por el padre, Juan Rodríguez Bermejo, y sus hijos José y Andrés. Al pri-
mero, fallecido en 1758, se le atribuye el púlpito de la Concepción de La
Laguna, y de los segundos se sabe que confeccionaron varios retablos para
Tacoronte y San Agustín de La Laguna5 • Podría ser una posibilidad. La
sillería baja se realizó inmediatamente después, en 1745 6 • Otras doce sillas
altas se hicieron veintitantos años más tarde, según indican las cuentas de
1767 y costaron 140 pesos 7 • Veamos cómo era ese coro y donde estaban
ubicados los órganos, según se explicita en el inventario de 17448 :
tallas con motivos vegetales se abren unos óvalos con láminas de santos
cubiertas por un cristal. La sillería baja está conformada por dieciséis sillas
(ocho a cada lado), más anchas que las primeras y con balaustres en sus
espaldares (lám.3).
No sabemos en qué fecha el coro se traslada a la tribuna alta sobre los
pies, tribuna que obligó a construir un atrio, único ejemplo que encontra-
mos en Canarias. Cioranescu9 nos dice que tuvo lugar en la segunda mitad
del siglo XVIII, sin precisar el año, afirmación que mantiene Alberto Da-
rias10, pero esta obra no consta en los libros de fábrica. No obstante, pienso
que, efectivamente, fue a finales del siglo XVIII cuando se debió hacer la
tribuna de los pies para ubicar allí el órgano grande, cuya colocación en
medio de la iglesia debía ser un inconveniente, pero presumo que no fue
en esas fechas cuando se trasladó a ella la sillería, por una razón evidente.
Si así hubiese sido, el órgano grande, que debía quedar en el centro de la
sillería (no hay espacio para él en un lateral) hubiera impedido no sólo la
visión de los componentes del coro entre sí, lo que era primordial para el
canto y el rezo, sino la colocación del gran facistol en el centro para soste-
ner los libros de música que se usaban en la liturgia. La sillería del coro no
era un mobiliario decorativo en una iglesia, sino que cumplía con una fun-
ción, y mientras ésta estuviera vigente tenía que prestar un servicio al clero
adscrito a la parroquia. A lo largo del siglo XIX, y como consecuencia de
la pérdida de rentas de la Iglesia a causa de la desamortización, el número
de beneficios y capellanías disminuyó y con ello el número de asistentes al
coro. Pensamos, por tanto, que debió ser avanzado el siglo XIX cuando se
desbarató el coro bajoll y no antes.
Hay varios indicios que reafirman esta suposición. En 1780 don Barto-
lomé Antonio Montañés declara en su testamento que había erigido y cos-
teado un altar portátil que se colocaba delante del coro en la nave mayor 12 ,
luego aún había coro bajo. Sebastián PadrónAcosta 13 dice que en 1821la
sillería estaba ya colocada en el coro, pero no especifica si en el alto o en
el bajo, o quizás pensaba que tan sólo existía el alto. Que aún estaba en
el bajo lo demuestran tanto la donación de seis sillas de brazo por parte
de la benefactora doña Josefa Garcés a principios del siglo xrx 14 , que no
hubieran cabido en el alto, y un documento del 31 de mayo de 1822 rela-
tivo al proceso desamortizador, en el que se enumeran los objetos que esta
parroquia recibe de los conventos dominico y franciscano del lugar, entre
los que se encuentra un facistol de madera de pino pintado con destino al
coro baso para vísperas y maitines 15 •
Cuando la sillería pasó a ocupar el coro alto, se tuvieron que suprimir
algunas sillas porque todas no tenían cabida en él. En esta nueva ubica-
ción, con la enorme caja del órgano inglés en el centro, la sillería dejó de
cumplir su función o al menos una gran parte de ella 16 • En el inventario de
la parroquia de 1885 se explicita que en el «coro alto» 17 se encuentra ya
la sillería alta y baja, así como el facistol con su talla de San Miguel y un
atril sostenido por un águila tallada 18 • A finales de los años sesenta del siglo
xx la sillería fue trasladada a la capilla mayor, donde volvió a cumplir su
cometido en las grandes solemnidades, y allí permaneció hasta la restaura-
ción del templo de los años noventa, fecha en la que se instaló de nuevo en
el coro alto a los pies del edificio donde a fecha de hoy se encuentra.
13
Sebastián Padrón Acosta, op. cit.
14
A.P.C. S.C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, fol. 86 V 0 •
15
Archivo Diocesano de Tenerife (=A.D.T.). C2 d9: «Quademo de recibos de los basos
sagrados y ornamentos dados a las Parroquias de esta Diócesis según sus necesidades e
Inventarios de entrada en la reducción de Regulares. Desde 1o de julio de 1821 hasta el 16
de octubre de 1823», fo\.39.
16 Hemos visto fotografías antiguas de la sillería con el atril del águila delante de la
silla episcopal ¿Se usaría aún, a pesar de estar prácticamente encajonada por el órgano o se
colocó el atril allí para incluirlo en la foto?
17
La utilización del término «coro alto» implica la existencia del coro bajo, sin lugar a
dudas, pero también se puede pensar que el traslado fuera aún reciente y se siguiera mante-
niendo ese hábito en la terminología.
18
A.P.C.S.C.: caja 34, Inventario de 1885, fol. 35 v0 : En el coro alto: Un atril sostenido
por un águila tallado como también la sillería alta y baja. Un órgano colocado en el centro
que se estrenó en el año de 1861 (sic), su costo más de sesenta mil reales. Otro órgano
viejo a un costado, ya inútil. Una alhacena embutida sobre el archivo y donde se coloca la
orquesta, que contiene papeles de música para el canto en varias festividades. Otra alha-
cena colocada al subir la escalera que contiene también papeles de música a la custodia
del sochantre. Sobre el arco superior del coro están colocadas la imagen del Crucificado
y San Juan y la Magdalena y el bueno y mal ladrón. Sobre el facistol una imagen de San
Miguel.
704 ESTUDIOS CANARIOS [8]
Por otra parte, se sabe que la tribuna alta fue modificada y ampliada en
1822 para ubicar en ella el órgano grande que se trajo del desamortizado
convento dominico de la Consolación 19 • Más tarde, se situó en él el ins-
trumento actual inglés que se compró en 1862 y cuyo mueble ocupa gran
parte de la tribuna.
La cubierta de este coro, que tiene un artesonado ochavado con pechi-
nas también de madera de altura ligeramente superior a la de las naves,
fue especialmente pensado para la instalación de la música, pues la acús-
tica se cuidó al máximo. Todos los paramentos van cubiertos por tablas de
madera, haciendo del coro una perfecta caja acústica, y tras la pechinas se
han dispuesto unas ánforas vacías que amplifican las ondas sonoras 20 • Dos
orificios tornavoces abiertos en cada pechina tienen la misma función que
los que poseen los instrumentos de cuerda.
LA MÚSICA Y LA LITURGIA
Durante los siglos xvr, xvn y xvur pocas noticias hemos podido extraer
de su archivo referentes a la música, exceptuando todo lo relacionado con
los órganos que fue adquiriendo para el culto. Este silencio nos indica que
nada había que apuntar a lo ya conocido por todos en cuanto a la interven-
ción de la música en la liturgia, tanto en la Misa como en las distintas horas
del Oficio Divino, algo que estaba reglamentado desde muy antiguo. Esta
música era primordialmente de tipo vocal, a la que se sumaban las distintas
y preceptivas intervenciones del órgano en momentos muy concretos de
los actos litúrgicos. Los obispos de Canarias siempre se preocuparon por
recordar a través de sus Mandatos las obligaciones de los asistentes al coro
y las del organista. Y de esta manera, conocemos por los del obispo don
Francisco Martínez Ceniceros de 1602, que se conservan en la parroquia
19
A.P.C.S.C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, fol. 113: 2.237 reales veinte y
dos tres cuartos maravedises que resultan a mi favor en la quenta presentada al Sr. Go-
bernador del Obispado en fecha de 22 de diciembre de 1822 de los gastos e ingresos de la
obra de la tribuna nueva del coro de esta iglesia Matriz para la colocación del órgano del
convento dominico de esta villa en tiempo que fue extinguido; cuya cantidad se me mandó
abonar por decreto de 22 de diciembre del mismo que existe en el archivo de esta Vicaría
Eclesiástica.
20
Este extremo se ha descubierto en las últimas obras de restauración del templo que
finalizaron con la inauguración del mismo el 8 de diciembre de 1996. Esta información nos
ha sido facilitada amablemente por el arquitecto D. José Miguel Márquez Zárate, director
de las obras de restauración del templo.
[9] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 705
21
Mandatos que para la parroquia de la Concepción de La Laguna promulgó el obispo
de Canarias, don Francisco Martínez de Ceniceros (14-rv-1597: lo trasladaron a Cartagena
el 13-vm-1607) durante su visita pastoral a dicha parroquia en febrero de 1602. Han sido
publicados por José Sánchez Herrero, «La parroquia de la Concepción de La Laguna (Tene-
rife) en el tránsito del siglo xvr al xvn (segunda parte)», en actas del IX Coloquio de Historia
Canario-Americana (1990), vol. n, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran
Canaria, 1993, págs. 111-161.
22
Alejandro Cioranescu, op. cit., pág. 257.
706 ESTUDIOS CANARIOS [lO]
23
A.P.C.S.C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, cuentas de 1837-1839, fol. 135,
n.24: Por 120 reales gastados en la época de esta cuenta en peones para fregar el piso de
la Iglesia, sacristía y asear el templo, y llevar un piano por Semana Santa.
24
A.P.C.S.C.: caja 36 con recibos, n°l6 de 1889: Santa Cruz de Tenerife, 8 de mayo de
1889: Recibí del Sr. D. Epifanía Díaz, como mayordomo de fábrica de la Iglesia Matriz,
por el alquiler de un piano, la cantidad de sesenta reales vellón. Por G.A. Büchle, Eduardo
Rodríguez.
[11] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 707
Sochantres
25
A.P.C.S.C., legajo 36 con recibos, no 10 de 1892: Recibí del Sr. Mayordomo de fábri-
ca de la parroquia matriz de esta ciudad cuarenta reales de vellón por alquiler de un piano
para el novenario de Dolores y festividades de Semana Santa del presente año en dicha
parroquia. Y para que conste lo firmo. Santa Cruz de Tenerife, diez y nueve de abril de mil
ochocientos noventa y dos. Julián Cedrés.
26
Ibídem: recibo no 28 de 1894. En este caso el recibo se refiere al pago de 32 reales
por traer y llevar el piano para la Semana Santa.
708 ESTUDIOS CANARIOS [12]
pesos anuales por sus servicios, cantidad que fue asumida gracias a una
dotación del obispo 27 •
No sabemos por qué razón los sochantres duraban tan poco tiempo en
su cargo, pero lo cierto es unas décadas más tarde, volvemos a ver una se-
rie de sucesiones más o menos rápidas. Así, desde enero de 1816 a marzo
1823 sirve la sochantría Juan Centeno, con la misma dotación que Quesa-
da. Continúa Juan de la Cruz Cordero, que ejerce desde 1 de abril de 1823
a marzo de 1824, Juan Ortega desde abril de 1824 a 15 de enero de 1825,
Juan Franchy desde 15 de enero de 1825 a 15 de julio de 1826, Matías
Llanos que sólo sirvió veinte días de septiembre de 1826, Casanova desde
el 1o de octubre al 31 de diciembre de ese año, Ignacio Pérez desde el 1o
de enero de 1827 a fin de enero del año siguiente otra persona de la que se
desconoce su nombre la ocupa los meses de febrero, marzo y abril de 1828,
fecha en la que por fin Juan de la Cruz Cordero vuelve a ella de forma esta-
ble28, pues va a seguir en el servicio de la parroquia hasta 1842 o 1843 29 • En
1844 ya ocupa el cargo el nuevo sochantre Salvador Canino, quien también
tendrá una larga hoja de servicio, al permanecer más de cuarenta años en él,
hasta 1889, posiblemente el año de su muerte. Este músico colaboró como
sochantre en varias ocasiones con la iglesia de San Francisco entre 1846 y
1853 en varias festividades, junto con el organista de la Concepción Rafael
Bethencourt, tal y como veremos 30 • Incluso ante la ausencia del sochantre y
organista titular de San Francisco, Domingo Vega -quizás enfermo-, ocupó
las dos plazas interinamente. Le sucede Juan Espino, seguido de Antonio
27
A.P.e. S. C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, fol. 80 ro y 83 V 0 •
28
Estuvo de sochantre en ese tiempo en la iglesia del Pilar, que era ayuda de parroquia.
Juan de la Cruz Cordero tuvo cierta significación en el Santa Cruz de aquella época, porque
en 183 8 sacó un anuncio en el periódico, ofreciéndose a dar clases de canto en su casa a los
jóvenes que lo desearan tres días por semana (El Atlante. 22 de marzo de 1838), para paliar
la falta de cantantes que había en aquel momento. Y por otro lado, sabemos que en el 18 de
julio de 1841 se le estrenó en el teatro de la calle de la Marina un drama original titulado
Don Tesifón. a beneficio de la banda de la Milicia Nacional, y que pasó sin pena ni gloria
(Boletín Oficial de la Provincia de Canarias, 21 de julio de 1841 ).
29 A.P.e. S.C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, fol.109, no 28. Sabemos por un
escrito de 1844 que en ese año era sochantre Salvador Canino, quien firma en esas fechas,
junto a otros músicos, un escrito de reclamación al Ayuntamiento, solicitando el pago de
los emolumentos prometidos por haber colaborado en la función religiosa con motivo de la
mayoría de edad de la reina Isabel u. Archivo municipal de Santa Cruz de Tenerife, Actas,
4 de mayo de 1844.
30
A.P.C.S.C.: caja 2, recibos de los años 1846 a 1853.
[ 13] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 709
Organistas
31
A.P.C.S.C.: caja 36, recibos que van desde 1885 a 1899, con numeraciones diferentes
cada año.
32
A.P.C.S.C.: caja 33, libro 2° de fábrica, fols. 62 V 0 , 67 V 0 , 71 r0 , 79 V0 •
33
Ibídem: fols. 93 r 0 , 95 V 0 y 105 V 0 •
34
Ibídem: fols. 115 V 0 , 122 V 0 ; y libro 3° de cuentás de fábrica, fols. 19 V 0 , 32 r 0 • En el
año 1776, que corresponde a lo reseñado en este último folio, hubo un cambio en el valor de
la moneda. Es en ese año cuando se le paga al organista 1.784 reales 12 y 3/4 maravedíes,
que equivalían a 1.856 reales 2/8 antiguos.
35
Ibídem: fols. 41 r0 (año 1781), 52 V 0 (año 1783), 57 r 0 , fol. 65 V 0 (año 1791), 83 V 0
(año 1803).
36
Ibídem: fol. 96 r0 y V 0 •
710 ESTUDIOS CANARIOS [14]
37
Cfr. más abajo la nota 90.
38
Ibídem: fols. 109 ro, 124 r0 , 134 ro y 141 ro; y caja 36, libro 4o de fábrica, fols. 4 r0
(año 1853), 11 ro (año 1854), 18 r0 (año 1855), 24 V 0 (año 1856), 29 ro (año 1857), 34 V 0
(año 1858), 41 ro (año 1859).
39
Hemos grabado en la colección RALS dos obras para piano de este compositor:
Balada española y La aurora de un nuevo día. Cfr. Rosario Álvarez Martínez, «El piano
de salón», en libreto de La creación musical en Canarias 21. El piano de salón romántico
J. Proyecto RALS, CD-21, COSIMTE-El Museo Canario, REF: DCD/141. Dep. Leg: GC
358/2001, págs. 12-13; «Un piano romántico amable y colorista», en libreto de La creación
musical en Canarias 26. El piano de salón romántico 11 Proyecto RALS, CD-26, COSIM-
TE-El Museo Canario, REF: DCD/168.Dep. Leg: GC 1063/2001, págs. 10 y 11; y «El pro-
tagonismo del piano romántico en la 'música de salón' de Canarias», en La Torre. Homena-
je a Emilio Alfara Hardisson. Patrocinado por la Dirección General del Libro, Archivos y
Bibliotecas del Gobierno de Canarias, Artemisa ediciones, La Laguna, 2005, pág. 47.
40
A.P.C.S.C.: caja 36, recibos de varios años.
41
Cfr. la discografia y bibliografía de la nota 39 y además Rosario Álvarez Martínez,
«Francisco Guigou del Castillo», en Diccionario de la Música española e hispanoameri-
cana, Sociedad General de Autores, Madrid, 1999, vol. VI, pág. 59, y «Francisco Guigou
del Castillo», en Enciclopedia Canaria, Ediciones Canarias, La Laguna, 1999, vol. vn, pág.
1793. También María Isabel Carrasco Pino, «La sociedad filarmónica en Santa Cruz de Te-
[15] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 711
doro Santana, «José Barcia Martínez», en Enciclopedia Canaria, op. cit., vol. m, pág. 567;
«José Barcia Martínez», en Diccionario de la Música española e hispanoamericana, op.
cit., vol. n, pág. 235; María Isabel Carrasco Pino, Las sociedades musicales en Santa Cruz
de Tenerife durante el siglo XIX, memoria de licenciatura inédita, leída el 21 de octubre de
1993 en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, págs. 75,
77, 90, 91, 98 y 118; y Miguel Ángel Aguilar Rancel, La música y su entorno social en el
Santa Cruz decimonónico, memoria de licenciatura inédita, leída en el Departamento de
Historia del Arte de la Universidad de La Laguna el22 de febrero de 2001, págs. 63, 65, 74,
135,145. 156,211 y 213.
44
Revista de Canarias, 23 de julio de 1880. Cfr. también el penúltimo trabajo reseñado
en la nota anterior, págs. 36, 48 y 119.
712 ESTUDIOS CANARIOS [16]
45
Nos detenemos de forma más extensa en la figura de este organista, porque fue el
que más tiempo estuvo trabajando para la parroquia, y porque su biografía ha sido difícil de
trazar, al haber estado entrelazada con la de su hijo, Rafael Bethencourt Mendoza, también
músico, con el que muchas veces se le ha confundido. Reconocemos que al padre le atribui-
mos composiciones del hijo conservadas en la parroquia en la voz que hicimos de él para el
Diccionario de la Música española e hispanoamericana, op. cit., vol. n, pág. 429.
46
Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas de Gran Canaria. Parroquia del Sagra-
rio-Catedral, libro 31 de bautismos (1794-1800), fols. 194 r" y v 0 : En Canaria aveinte y tres
días del mes de Mayo De mil setecientos nobenta y ocho años Yo D." Agustín Garcia Velez
Capellan Real en esta S.'a Yglesia Catedral con licencia del S.'" Cura infraescrito bautice,
puse oleo y Chrismas aRafael Agustín Pedro Celestino Joseph Vicente que nació el dia diez
y nueve del corriente hijo legitimo de D." Agustín Joseph Betancourt, y D. a Maria del Pino
Betancourt, abuelos paternos Pedro Betancourt y D. a Margarita Viera y Zambrana, todos
naturales y Vecinos Desta Ciudad. Fue su Padrino el S. 0 " D.r D." Vicente Ramires Preben-
dado Desta S.'a Yglesia, y firmamos Diego Agustín Domínguez y Agustín García Vélez. Este
capellanía real era el hijo de Joaquín García, el que fuera eminente maestro de capilla de
la catedral. El dato de la partida de bautismo lo ofrece Lothar Siemans en «José Rodríguez
Martín (1754-1854), un destacado instrumentista y compositor canario que emigró aVene-
zuela», Revista de Musicología, vol. xxrx, no 2 (2006), pág. 564.
47
Se casaron los padres de Rafael Bethencourt el4 de abril de 1796 en la iglesia de San
Agustín de Las Palmas. Archivo parroquial, libro 10 de matrimonios, fol. 179 v 0 • Partida
extractada en archivo de Lo la de la Torre, Museo Canario de Las Palmas.
48
Sábado, 7 de noviembre de 1812. Cabildo extraordinario celebrado en Telde: En
atención al servicio que ha estado haciendo durante la mansión del cabildo en este pueblo
Rafael Betancourt, hijo del organista menor, supliendo por su padre quando este no ha
podido tocar el órgano, se acordó por vía de gratificación se le de 30 pesos corrientes por
el señor mayordomo de fábrica, a quien se le abonarán en sus cuentas. Libro 66 de actas
capitulares en Lo la de la Torre ( t) y Roberto Díaz Ramos, «Documentos sobre la música en
la catedral de Las Palmas (1811-1820)», El Museo Canario, vol. LXIII (2008), documento
10999, en vías de publicación.
[17] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 713
ción49 , al mismo tiempo que se imbrica en la vida cultural del Santa Cruz
del momento. A través de los recibos que hemos encontrado en el archivo
parroquial, se ve que no sólo tocaba el órgano sino que también cantaba
en todas las funciones religiosas en las que participaba y se ocupaba de
la revisión y afinación del órgano 50 • Incluso, en 1829, realiza un arreglo
importante en el instrumento de 1724, consistente en la reparación de siete
registros que no sonaban y en la afinación de los restantes por lo que cobra
dos onzas y media del vicario y mayordomo don Simón Andueza. 51 • Y es
que Rafael Bethencourt debió aprender también el arte de la organería con
su padre, quien no sólo reparaba los órganos catedralicios sino que también
construyó algunos instrumentos. Tenemos noticias de los que hizo para la
parroquia de Santiago de Gáldar, para la de San Mateo en la Vega y posi-
blemente para el colegio de San MarciaP 2 •
Asimismo, Rafael Bethencourt colaboró asiduamente con la iglesia de
San Francisco entre 1847 y 1853, afinando el órgano y tocando en las Vís-
peras, Maitines y función de las solemnidades de Ntra. Sra. de la Consola-
ción (15 de agosto), en la de San Francisco (4 de octubre) y en la de Ntra.
Sra. de la Concepción (8 de diciembre) 53 • Como organista brillante, fue
invitado por el cabildo catedral de La Laguna a inaugurar el nuevo órgano
de los Remedios el 27 de julio de 1858 54 , despertando la admiración de
todos. Fue seguramente por su intervención por lo que la parroquia matriz
santacrucera adquirió cuatro años después un instrumento muy similar de
49
Hay que señalar que, como organista, Rafael Bethencourt no sólo cobraba de la pa-
rroquia por las funciones ordinarias del templo, sino que también recibía cierta remune-
ración por parte del Ayuntamiento de Santa Cruz, al participar en todas las solemnidades
cívico-religiosas del año. Y como la corporación municipal era mal pagadora, tenía que
acudir al párroco para que le adelantaran tales emolumentos. Así se constata en un recibo
del28 de abril de 1848 (A.P.C.S.C.: caja 49, libro de cuentas de fábrica de 1816 a 1890, sin
foliar) por el cual reconoce haber recibido del párroco don José González la cantidad de 16
pesos por cuenta de los 282 pesos que le debía el Ayuntamiento.
50
Aparte de en los actos litúrgicos propios de la parroquia, también intervenía junto
con el sochantre Juan de la Cruz Cordero en unas misas especiales todos los viernes delante
del altar del Santísimo Cristo, por disposición testamentaria de D. Roberto de Herrera. Co-
nocemos este hecho a través de una instancia que eleva al obispo en 1836, reclamando para
él y para el sochantre todo lo adeudado desde el año 1829. A.P.C.S.C: caja 2.
51
A.P.C. S. C.: caja 49, recibo suelto del13 de julio de 1829, no 176.
52
Rosario Álvarez Martínez, «Historia de los órganos de la catedral de Las Palmas de
Gran Canaria», El Museo Canario, vol. LIV-I, en Homenaje a Lola de la Torre Champsaur,
1999, pág. 264.
53
A.P.C.S.C.: caja 2, recibos de estos años.
54
José de Olivera, Mi Album, La Laguna, Instituto de Estudios Canarios, 1969, págs.
83-84.
714 ESTUDIOS CANARIOS [18]
55
Ibídem. José Olivera cita un artículo de El Guanche.
56
LaFe, 18-1-1857.
57
El Tribuno, 2 de marzo de 1837 y El Atlante 3 de marzo de 1837. Datos compilados
por Miguel Ángel Aguilar Rancel, op. cit., págs. 22 y 23. Es curioso que la noticia que
recogen estos periódicos sobre la devolución del trombón por parte de Rafael Bethencourt
debido a imperfecciones del instrumento, junto a la inasistencia a un ensayo, hechos que
se tomaron en su momento como un abandono de su puesto, se recogiera ya a principios
del siglo xx en la prensa local. Cfr. Luis Maffiote, «Historia minúscula» en Arte y Letras,
31 de octubre de 1903: « ... parece que don Rafael Bethencourt (padre del otro don Rafael,
gobernador que fue de varias provincias, entre ellas la nuestra), había devuelto el trombón
que tocaba[ ... ]».
58
El Atlante, 24 de abril y 4 de mayo de 1838. Recogido por Miguel Ángel Aguilar
Rancel, op. cit., pág. 12.
59
Reglamento del Liceo Artístico y literario de Santa Cruz de Tenerife, 1842. Biblio-
teca Municipal de Santa Cruz.
60 Ma Isabel Carrasco Pino, op. cit., pág. 20.
[19] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 715
EL LIBRO DE CORO
61
El Guanche, 30 de junio de 1862. Recogido por Miguel Ángel AguiJar Rancel, op.
cit., pág. 64.
62
José Olivera, Mi Album, op. cit., pág. 84 nota l. Las notas son de Alejandro Ciora-
nescu.
716 ESTUDIOS CANARIOS [20]
1652. De manera que es más plausible pensar que el cantoral fue adquiri-
do con posterioridad al incendio, y que la compra en 1665 de un libro de
coro de punto de solfa que reseña el libro de fábrica 63 debe referirse a este
cantoral. Las similitudes con los cantorales de Rodríguez Carvallo pueden
explicarse por la repetición de plantillas y modelos usados por calígrafos e
iluminadores a lo largo del tiempo.
63
A.P.C.S.C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, fol. 7.
A. P.C. S.C.: Libro 1o de cuentas de fábrica, fol. 27 v 0 • Citado por Rosario Álvarez y
64
65
A.D.T.: Libro de visitas y mandatos de la parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción
de Santa Cruz, 56, fol. 80 v 0 •
66
Ibídem.
67
Ibídem.
68
A.P.C.S.C.: Papel suelto en el legajo 15, caja 34 a. Citado por Rosario Álvarez Mar-
tínez, «El órgano en Tenerife: Aportaciones para su catalogación y estudio», en Actas del
v Coloquio de Historia Canario-Americana (1982), vol. n, Excma. Mancomunidad Pro-
vincial Interinsular de Cabildos de Las Palmas, Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria,
1985, pág. 660.
718 ESTUDIOS CANARIOS [22]
69
A.P.C.S.C.: caja 33, libro 2° de cuentas de fábrica, cuentas de 1665, fol. 3 V 0 •
70Ibídem.
71
Ibídem, año 1690, fol. 48 ro: Por setenta y cinco reales de plata que costó el aderexo
del órgano que de moneda corriente hacen noventa y tres reales y seis quartos»; año 1701,
fol. 52 V 0 : Item seiscientos treinta y un reales que hizo de costo el aderexar y afinar el órga-
no; año 1712, fol. 57 V 0 : Por ciento veinte y un reales pagados a Nicolás de Arias organista
por aderexar y afinar el órgano de la Iglesia.
72 Ibídem, años 1727-1728, fol. 90 ro: Jtem con treinta y un reales y seis quartos gasta-
dos en seis losetas para aras, badana y engrudo para componer los fuelles del órgano.
73
Ibídem, año 1732, fol. 104 ro: Por ciento cinquenta reales costo de componer el
órgano pequeño, y hazerle fuelles nuevos.
[23] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 719
74
A.D.T.: «Libro de mandatos y visitas pastorales de esta Iglesia parroquial de Ntra.
Sra. de la Concepción de este Puerto de Santa Cruz de Tenerife, el que fue hecho por man-
dato del licenciado Gaspar Álvarez de Castro venerable beneficiado de la parroquial de
Ntra. Sra. de la Concepción de la ciudad de La Laguna, vicario visitador de dicha ciudad y
su partido, juez de las quatro causas de esta isla por el Illmo. y Rvdo. señor don Bartolomé
García Jiménez, obispo de estas islas, del Concejo de su Magestad. Abril del año 1674»,
libro 56, fol. 65 r0 •
75
Archivo Diocesano de Las Palmas de Gran Canaria, Sección Parroquias. Legajo 8:
Garachico.
76
A.P.C.S.C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, fol. 16 V 0 : Por doscientos diez y
nueve reales y tres cuartos costo de desmontar el órgano para limpiarlo y afinarlo, compo-
ner los fuelles y demás que se necesitó.
77
Ibídem, fol. 17 r 0 •
78
Jesús Ángel de la Lama, El órgano barroco español, II Registros (1" parte), Junta
de Castilla y León y Asociación «Manuel Marín» de Amigos del Órgano de Valladolid,
Valladolid, 1995, págs. 78-79.
720 ESTUDIOS CANARIOS [24]
79
Ibídem, fol. 17 r 0 , n°42.
80
Ibídem, fol. 18 r0 : Por cincuenta y cinco reales costo de afinar el órgano.
81
Ibídem, año 1776, fol. 33 r0 : Por seiscientos cinquenta y seis reales ocho y medio
reales vellón de Castilla que hacen 437 reales, 24 reales antiguos gastados en composicio-
nes del órgano, cañones, afinarlo y otros gastos; año 1781, fol. 41 V 0 : Por dos mil cuarenta
reales costo de composición y afinación de los dos órganos; año 1785, fol. 56 V0 : Por 206
reales y 9 maravedises gastados en componer el fuelle del órgano; año 1795, fol. 83 V 0 :
Por 138 reales 26 maravedises gastados en componer y afinar el órgano en el tiempo de
esta cuenta; y año 1811, fol. 96 V0 : 1.158 reales, 22 maravedises que importó las varias
composiciones del órgano en la época de esta cuenta, incluyéndose en dicha cantidad las
gratificaciones al organista para afinar dicho órgano según apuntes.
82
Este organero de origen cordobés se estableció en La Laguna en tomo a 1770 y
construyó varios órganos en Tenerife, Gran Canaria y La Gomera. Véase Rosario Álvarez
Martínez, «Antonio Corchado Femández», en Diccionario de la Música española e hispa-
noamericana, op. cit., vol. m, pág. 945; «Un órgano rescatado: el de la parroquia de Santo
Domingo de Las Palmas», El Museo Canario, vol. u (1996), págs. 455-474; y «Órganos y
organistas de la parroquia de San Juan Bautista de Telde en el Antiguo Régimen», en Guía
Histórico-Cultural de Telde, no 12, Telde, 2001, págs. 40-48.
83
Alejandro Cioranescu, Historia de Santa Cruz de Tenerife, vol. !V (1803-1977), op.
cit., pág. 169.
84
A.P.C.S.C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, fol. 110 r0 , n°38: Por 3. 749 reales,
30 cuartillos de maravedises vellón importe de las composiciones de los órganos de la
[25] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 721
co acusó recibo del mismo al obispado el20 de enero de 1823 85 • Pero para
colocar el órgano fue preciso hacer una tribuna sobre la sacristía del altar
de Ánimas y derruir la vieja torre allí situada, todo lo cual tuvo un coste
de 13.754 pesos, cantidad que se obtuvo de la venta de diversos objetos de
plata tras la aprobación del obispado 86 •
Este instrumento del convento dominico fue el que llegó el 20 de di-
ciembre de 1754 de Hamburgo 87 , algo que ya señaló Padrón Acosta en su
articulito sobre la parroquia88 • Venía en cinco cajones más un bulto, y lo
recogió el prior de la comunidad dominica de entonces, P. José V élez89 • No
tenemos constancia de que hubiera ningún otro instrumento en el convento,
a juzgar por el inventario que se hizo tras aplicarle la ley desamortizadora
en 1820. Debía ser un órgano grande, con más de diez registros, y de buena
factura como todos los germanos, mucho mejor por tanto que el que poseía
la parroquia que, como hemos visto, había sufrido muchas intervenciones,
algunas por parte de fray Juan de San Pedro, que por lo que hemos podido
ir constatando en nuestras investigaciones, no era un buen organero.
Pero el instrumento germano no permaneció mucho tiempo en su nue-
vo destino. Restablecidas las órdenes monásticas tras el trienio liberal, el
órgano debió ser reclamado por los frailes dominicos y pasó otra vez a su
convento, probablemente en 1824 o 1825, por lo que más adelante dire-
mos. La pérdida de este buen instrumento obligó entonces a la parroquia
de la Concepción a realizar un esfuerzo para poner a punto el órgano de su
propiedad. Es así como, tras los gastos generados en 1822 por el traslado
del órgano del convento dominico, se reseñan otros que atañen al de la
parroquia, en el que interviene Diego de Silva Vignoly, organista ocasio-
dicha iglesia en la época de esta quenta, es a saber: 150 reales vellón pagos en diciembre
de 1822 a don Juan Centeno por vía de gratificación en el trabajo de sentar el órgano per-
teneciente al Convento de PP. Dominicos, extinguido en tiempo constitucional, que había
donado el Sr. Provisor y Vicario General de este Obispado.
85
A.D.T. C2 d9: «Quademo de recibos de los basas sagrados y ornamentos dados a las
Parroquias de este diócesis ... », op. cit., 1821-1823, fol. 58 r 0 •
86
A.P.C.S.C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, fol. 112 r0 , n.62. y A.D.T. C2 d9,
«Quademo de recibos ... », op. cit., 1821-1823, fol. 58. Sebastián Padrón Acosta, op. cit.,
explica con todo detalle las obras realizadas con motivo del traslado del órgano, pero no
cita las fuentes.
87
Rosario Álvarez, «Antiguos órganos alemanes en Tenerife (s. xvn al XIX)», Revista
de Musicología, vol. IX, no 2 (1986), págs. 457-458.
88
Sebastián Padrón Acosta, «Apuntes históricos sobre la Parroquia Matriz», op. cit.
89
Rosario Álvarez, «Antiguos órganos alemanes en Tenerife (s. xvn al XIX)», Revista
de Musicología, vol. IX, no 2 (1986), págs. 457-458.
722 ESTUDIOS CANARIOS [26]
90
Existe un recibo de Silva Vignoly que cobra como organista el3l de agosto de 1828
por ausencia del presbítero Andrés Frías, que había sido arrestado. Papel suelto en la caja
49 del archivo parroquial.
91 A.P.C.S.C.: caja 33, libro 3° de cuentas de fábrica, fol. 110 r 0 , n°38: Por 2.083 reales
24 112 maravedises de vellón a D. Diego Vignoly por composición y afinación del órgano
de dicha iglesia en el año de 1825; 106 reales, 6 maravedises por trabajo de carpintería
del mismo en dicho año; 290 reales costo de 54 tubos de plomo que pesaron unos caños de
órgano tomados de la iglesia de la Matanza en 182 5 a razón de 5 reales vellón libra, treinta
reales pagos por su conducción; 320 reales por afinación y arreglo en 1828 y 800 reales
a don Rafael Bethencourt por composición, gratificación del mismo en 1829: documentos
n°'. 172-176.
92
A.P. de Ntra. Sra. de la Concepción de Santa Cruz, carpeta 49, factura suelta, no 176:
«Recibí del Sr. vicario y mayordomo de fábrica don Simón Andueza dos onzas y media por
la composición general del órgano de esta parroquia matriz de esta Villa por hallarse en el
caso de no tocar o sonar siete registros y afinar los demás». La reparación de 1835, en la
que hubo que ponerle al órgano dos caños grandes de plomo, viene reseñada en el fol. 128
del Libro 3° de cuentas de fábrica.
93
Archivo del Ayuntamiento de Santa Cruz, Libro de actas. Acta del 20 de octubre de
1843. Noticia facilitada por don Luis Cola Benítez, a quien agradecemos su amable gesto.
94
Alejandro Cioranescu, Historia de Santa Cruz de Tenerife, vol. rv, op. cit., pág. 169,
explicita con relación a la llegada del órgano dominico en 1822 que «esta operación no debe
haber resultado muy provechosa, ya que en 1843 se pidió y se consiguió otro órgano de la
dotación del convento que tampoco dio resultado, de modo que ambos órganos viejos se
[27] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 723
vendieron en 1861, y con el producto de la venta se trajo al año siguiente un órgano nuevo,
construido en Londres por la casa Babington (sic)».
95
A.D.T. Inventario del gobierno. Inventario y reparto de alhajas y ornamentos de los
conventos suprimidos de la diócesis de Tenerife, 1821.
96
A.P. C.S.C.: caja 36, libro 4° de cuentas de fábrica, fol.20.
97
El Eco del Comercio, 13-7-1861.
98
A.D.T.: Legajo n° 3 de Inventarios, fo116. Inventario de la parroquia de Ntra. Sra. de
la Concepción de Santa Cruz del31 de noviembre de 1881.
99
A.P.C. S.C.: caja 34 a, legajo 15, fol. 25 r", n°390: «Inventario de todas las alhajas de
plata, ornamentos y demás enseres de la Parroquia matriz de Nuestra Sra. de la Concepción
de la Ciudad de Santa Cruz .... ».
100
Diario de Tenerife, Santa Cruz, 30 de marzo de 1889.
101
Diario de Tenerife, Santa Cruz, 2 de abril de 1889.
724 ESTUDIOS CANARIOS [28]
Ante todos los problemas que generaban los viejos instrumentos y tras
la firma del Concordato de 1851 entre el gobierno español y la Santa Sede,
por el cual la situación económica de la Iglesia comenzó a mejorar, la pa-
rroquia matriz de Santa Cruz se decide en 1861 a comprar un órgano nuevo
y por medio de la casa comercial «Davidson & Co.» lo encarga a Londres,
a la misma casa organera que había hecho el órgano de la Catedral de La
Laguna en 1858, es decir, a Bebington and Sons (48 Greek Street-Soho
Square, London). Este taller ya era conocido en las islas desde unos años
antes, pues en 1856 había enviado un órgano para la iglesia del Cristo de
Tacoronte y al año siguiente otro para el Santuario de las Nieves en la isla
de la Palma. Se trata de las primeras importaciones inglesas de este siglo,
ya que en la centuria anterior las casas comerciales habían preferido recu-
rrir a los talleres del norte de Alemania.
El instrumento fue embarcado en la goleta inglesa Blue Be!!, y llegó al
puerto de Santa Cruz el 12 de febrero de 1862, después de cuarenta días
de viaje. El precio del instrumento puesto sobre el muelle fue de 49.131
reales de vellón, de los cuales 6.000 correspondían a los gastos de trans-
porte: 3.000 reales de vellón por empaquetado y cajas, y otros 3.000 por
el flete desde Londres, a 20 chelines por tonelada de carga, más los gastos
menudos 102 •
102
A pesar de que es similar en número de juegos al de la Catedral de La Laguna que
llegó cuatro años antes, su costo total tuvo un ahorro de unos 2.000 reales, debido a que los
fletes habían bajado de precio en ese corto espacio de tiempo, al estar los barcos de vela
en competencia con los de vapor. Todo ello viene explicado en el «Cuadernillo de notas de
Arturo López de Vergara y Albertos fechado el 30 de marzo de 1947 y enviado a Eduardo
Tarquis». Había sido entresacado de varias anotaciones de un pequeño libro de memorias
de su padre, Juan Bautista López de Vergara y Rodríguez (nacido en 1829), que había tra-
bajado para la casa «Le Btun y Davidson» llevando la correspondencia. Archivo Miguel
Tarquis. Biblioteca de la Universidad de La Laguna. Los datos de este cuadernillo referente
a los órganos de la catedral y de esta parroquia ya los habíamos publicado en Rosario
Álvarez, «El órgano en Tenerife: aportaciones para su catalogación y estudio», en Actas
del V Coloquio de Historia Canario-Americana (1982), vol. n. Excma. Mancomunidad
Provincial Interinsular de Cabildos de Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las
Palmas, 1985, págs. 671-680.
[29] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 725
103
El Teide, 12 y 18 de febrero, y 28 de marzo de 1862; El Guanche, 14 de febrero de
1862. No obstante, debieron existir también ciertas críticas, preferentemente dirigidas al
organista, que como era natural aún no dominaba la complejidad de sus mecanismos. Y de
esta manera leemos en el Eco del Comercio del 7 de mayo de ese mismo año lo siguiente:
En testimonio de nuestra imparcialidad nos cumple manifestar y lo hacemos hoy con mu-
cho gusto, que en la función del día de la Santa Cruz tuvimos la complacencia de oír el
órgano que hace poco se colocó en la iglesia matriz. La inmensa diferencia que advertimos
respecto de sus voces, en esta ocasión a la primera que las escuchamos como ha sucedido
a muchos, nos ha convencido de que es un instrumento de gran mérito y de que el profesor
que le toca, a proporción que vaya adquiriendo conocimiento de su maquinaria y combi-
naciones, y dominándole, nos hará confirmar mas en aquella apreciación.= La verdad en
su lugar. Debemos suponer que se estaba refiriendo a Rafael Bethencourt, que cuatro años
antes había inaugurado el de la catedral de La Laguna.
104
Manuscrito inédito conservado en el Museo Canario de Las Palmas.
105
El Teide, 28-3-1862.
106
El Guanche, 6-vn-1861 y 14-n-1862; El Eco del Comercio, 13-vn-1861; El Teide,
28-m y 22 del rv de 1862.
726 ESTUDIOS CANARIOS [30]
SWELL
1.- Double diapason 16 pies
2.- Open diapason 8"
3.- Stop diapason 8"
4.- Principal 4"
5.- Triplette 2 hileras
6.- Fifteenth 2 pies
7.- Cornopean 8"
8.- Clarion 4"
PEDAL
1.- Open diapason 16 pies
Enganches:
Swell to great
Pedals to great
Octave up great
107
Diario de Tenerife, 12-XI-1894.
[33] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 729
108
LA MÚSICA LITÚRGICA EN EL SIGLO XIX
108
Para ver con detalle las intervenciones de las orquestas de las sociedades filarmó-
nicas a lo largo del año litúrgico en las distintas iglesias de Santa Cruz en el siglo XIX, así
como los repertorios e intérpretes cfr. Miguel Ángel Aguilar Rancel, op. cit., págs. 46-78
y «La vida musical en Santa Cruz de Tenerife en el tercio central del siglo XIX», El Museo
Canario, vol. uv-n (1999), págs. 465-517.
109
Pensemos que ya por aquellos años las capillas existentes se están disolviendo como
la de la catedral de Las Palmas que lo hizo en 1828. A partir de entonces esta catedral con-
trataría a músicos externos para sus celebraciones.
730 ESTUDIOS CANARIOS [34]
llo Actas del Ayuntamiento: 67/38 y 40. Citado por A. Cioranescu, op. cit. vol. 1v, pág.
270.
III Ibídem, pág. 271.
112
El Tribuno, 13-N-1837 y El Atlante, 13-lv-1837.
[35] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 731
Las dos grandes festividades cívico-religiosas del año eran sin duda la
del 3 de mayo, festividad de la Cruz, en la que se conmemoraba la llegada
del Adelantado a las playas de Añaza y su gesto significativo de clavar la
cruz en ellas y la del 25 de julio, conmemoración de la gesta de la derro-
ta de Nelson, que coincidía con el día de Santiago Apóstol. Eran las dos
grandes fiestas de la ciudad, que comenzaban con procesiones y funcio-
nes solemnes en la parroquia, en la que siempre se requería por parte del
Ayuntamiento, que era quien pagaba, el concurso de la música. A estas
festividades en la que los estamentos civiles tenían una gran presencia, se
añadían otras meramente religiosas, a las que también acudían las autori-
dades municipales, pero sin obligaciones dinerarias como las de la Inma-
culada Concepción, las de la Navidad, Semana Santa, Corpus Christi y su
Octava primordialmente. A ellas se suman las celebraciones luctuosas por
fallecimientos de monarcas, personajes ilustres o epidemias, actos en los
que asimismo participaban las voces y orquestas de las Filarmónicas inter-
pretando misas de Requiem y Oficios de difuntos.
Estas agrupaciones reunían un nutrido grupo de instrumentistas, en las
que la cuerda era su base fundamental. A ella se sumaban los instrumentos
de viento-madera y sobre todo una gran profusión de viento-metal con
cornetines, clarines, trompas, trombones, oficleide, y a veces un raro ins-
trumento muy usado en las capillas inglesas como era el serpentón. Tam-
bién podían intervenir los timbales. En contraste, los efectivos vocales eran
pobres, pues a las dos voces solistas (tenores y barítonos), se le sumaba un
flaco coro de voces masculinas. No había niños cantores y las mujeres no
participaban en el templo. Aún así la presencia de estos grupos orquestales
en la iglesia debía causar mucha sensación, curiosidad e interés, pues no
se contaba con una tradición de capilla como en la catedral de Las Palmas.
Por ello, tanto la propia iglesia como las autoridades civiles o militares
trataron de que no faltara su intervención.
No obstante, no siempre fue así, por lo que en ocasiones se tenía que
acudir a buenos cantores de la catedral de La Laguna, para que llenaran
con su voz y su arte las naves del templo. De esta manera, nos encontramos
cómo, en 1832, el Comandante General de la provincia solicitó al cabildo
catedral de La Laguna que le diera permiso a dos músicos para tomar parte
en una función que se iba a celebrar en la villa de Santa Cruz. El Cabildo
designó a Manuel Fragoso, maestro de capilla, y al cantor José Sierra113
para esta actuación. Pero al año siguiente, concretamente en diciembre
de 1833, el Ayuntamiento de Santa Cruz invitó especialmente al cantor y
113
Catedral de La Laguna, libro 7° de actas capitulares, cabildo del20-x-1832.
732 ESTUDIOS CANARIOS [36]
EL ARCHIVO DE MÚSICA
115
Estas partituras estaban depositadas en carpetas y archivadores en el propio archivo
de la iglesia y todas aquellas de los estantes inferiores quedaron empapadas por el agua.
Hubo que subirlas al coro y allí, en un lateral, estuvimos la musicóloga Lourdes Bonnet y
yo varios días extendiéndolas y colocando entre sus páginas hojas secantes. Algunas, muy
pocas, se perdieron irremediablemente, pero otras se secaron y conservaron su tinta. Hoy
esta parte del archivo musical se encuentra en la casa parroquial.
116
Quizás algunas puedan restituirse con los papeles que se conservan en la catedral de
La Laguna, pues es indudable que las partituras se trasladaban de un lugar a otro en deter-
minadas festividades, bien porque bajaran los cantores de la capilla de los Remedios, tal y
como hemos visto en el epígrafe anterior, o bien porque se pedían prestadas y luego no se
devolvían. Ahora sería necesario realizar una labor de puzzle musicológico para tratar de
casar papeles de un lado y otro.
117
Cfr. Rosario Álvarez Martínez, «Miguel Jurado Bustamente», en Diccionario de la
Música española e hispanoamericana, op. cit., vol. VI, pág. 630.
118
Lo la de la Torre, «El Archivo de Música de la Catedral de Las Palmas», El Museo
Canario, vol. XXVI (1965), págs. 183-187. Aquí se encuentran 38 obras suyas compuestas
todas para esta catedral.
734 ESTUDIOS CANARIOS [38]
119
Lola de la Torre, «Domingo Crisanto Delgado (1806-1856), músico canario, orga-
nista de la catedral de Puerto Rico», Revista de Musicología, vol. VI, n°l-2 (1983), págs.
529-540; Daniel Mendoza de Arce, «Domingo Delgado Gómez (1806-56): Puerto Rican
Master Composer», Latin American Music Review, vol. 16, no 2 (1995), págs. 154-164;
y Rosario Álvarez Martínez, «Domingo Crisanto Delgado», en Diccionario de la música
española e hispanoamericana, op. cit., vol. IV, págs. 449-450.
120
Rosario Álvarez Martínez, «Prospección en los archivos religiosos tinerfeños del
siglo XIX», Revista de Musicología, vol. XIV, nos 1-2 (1991), págs. 489-495.
121
Lola de la Torre, «El Archivo de Música de la Catedral de Las Palmas», art. cit.,
págs. 179-181; Lothar Siemens, «El compositor José Palomino y su reforma de la capilla
de música de la catedral de Las Palmas», Revista de Musicología, vol. m, no 1 y 2 (1980),
págs. 293-303; e Historia de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas (1845-1995), y de
su orquesta y sus maestros, Las Palmas de Gran Canaria, Sociedad Filarmónica de Las
Palmas de Gran Canaria, 1995, págs. 31-33; Rosario Álvarez Martínez, «José Palomino»
y junto a Lourdes Bonnet «Los Responsorios de Navidad», libreto de La creación musical
en Canarias 38: José Palomino (1755-1810). Responsorios de Navidad. RALS, CD-38,
COSIMTE-El Museo Canario, REF: DCD/239.Dep. Leg: GC 121/2007.
[39] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 735
122
Lo la de la Torre, «El Archivo de Música de la Catedral de Las Palmas», art. cit., pág.
167; y Lothar Siemens, Historia de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas (1845-1995),
y de su orquesta y sus maestros, Las Palmas de Gran Canaria, Sociedad Filarmónica de Las
Palmas de Gran Canaria, 1995, págs. 30 y 145.
123
Rosario Álvarez Martínez, «Un piano romántico amable y colorista», en libreto de
La creación musical en Canarias 26. El piano de salón romántico 11, op. cit.
124
En la música religiosa de España la tradición barroca se prolongó durante mucho
tiempo.
736 ESTUDIOS CANARIOS [40]
metal, conjunto al que se añadían los timbales. Y frente a toda esta orquesta
monumental para la época, las partes vocales eran sólo dos o tres y además
masculinas, porque en el Santa Cruz de entonces había muy pocos cantan-
tes y las mujeres aún no podían participar en la iglesia 125 •
De Carlos Guigou 126 existen en el archivo 14 obras: 10 Misas (de ellas
una de Requiem y otra militar de Requiem), fechadas entre 1828 y 1849,
dos Stabat Mater (1829 y 1845), un Miserere (1832) y un Aria. Pero la pro-
ducción religiosa de Guigou no se limita a estas obras, pues en el archivo
del Conservatorio de Música de Santa Cruz se conservan otras partituras de
este género como dos juegos de Lamentaciones y tres Misas, y en manos
de sus descendientes otra Misa a 5 voces y el Requiem a 6 voces dedicado
a su esposa, aparte de otras obras perdidas. La abundancia en este catálogo
de misas demuestra que la preocupación fundamental de este autor fue do-
tar a la parroquia y a los grupos vocales e instrumentales que participaban
en sus festividades del género básico de toda producción religiosa, algo
que era habitual y necesario desde que Guillaume de Machaut escribiera
su primera misa en el siglo xrv. Es curioso, pues que un compositor que
dedicó tanto esfuerzo a su producción civil con óperas, operetas, sinfonías,
conciertos y otra serie de piezas de cámara o para piano, tuviera en lo reli-
gioso esa predilección por este tipo de género, aunque no cabe duda de que
una misa, con sus cinco movimientos contrastantes (Kyrie, Gloria, Credo,
Sanctus-Benedictus y Agnus Dei), era el equivalente a una gran sinfonía
coral y en el amplio y buen acondicionado acústicamente templo de la
Concepción podía resultar grandiosa y vibrante.
125
Ya hemos visto en la nota 28 cómo el sochantre Juan de la Cruz Cordero anuncia sus
clases de canto ante la carencia de jóvenes con voces educadas y aptas para este arte en los
años treinta del siglo que nos ocupa, lo que nos lleva a reflexionar sobre cómo antes de la
desamortización las capillas de música catedralicias y los colegios de niños adscritos a ellas
preparaban sobre todo en el canto al ser éste, como hemos visto, primordial en las iglesias,
y cómo luego la sociedad civil se va a volcar más en la enseñanza de los instrumentos con
el fin de crear orquestas y bandas de viento.
126
Rafael Hardisson Pizarroso (Amaro Lefranc), «La música, la medicina y el Dr. Gui-
gom>, en Sesión Literaria en Homenaje a la memoria de su ilustre presidente el Excmo. Sr.
Don Diego Guigou y Costa, Real Academia de Medicina, Santa Cruz de Tenerife, 15-vn-
1946; Rosario Álvarez Martínez, «Carlos Guigou y Poujol», en Diccionario de la Música
española e hispanoamericana, op. cit., vol. VI, pág. 59 y libreto del CD La creación musical
en Canarias 10. Sinfonías de Carlos Guigou Poujol (1799-1851), RALS, CD-10. Fan Mu-
sic, Santa Cruz de Tenerife, 1999. Un catálogo completo de la obra de este autor se puede
ver en Armando Alfonso, Carlos Guigou (1796-1851 ). Un compositor francés en Tenerife,
Santa Cruz de Tenerife, Auditorio de Tenerife, 2003, págs. 375-384.
[41] LA MÚSICA EN LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN 737
Foto 7. Miniatura con la Inmaculada del Foto 8. Órgano inglés de Bebington and
cantora!. Sons (1862).
Antonio Oliva y Torres, compositor tinerfeño
del siglo xvm
(*ca. 1758 - tpost 1793)
Abstrae!. The Cathedral of Las Palmas created a musical archive with original
works or composers from mainland Spain starting from the sixteeth century. In
the last quarter of the eighteenth century, circumstances were such that, as an
exception, sorne Canarian musicians from the music chape! composed also for the
church. A mongst them was Antonio Oliva, a native ofTenerife. He was educated
from childhood as a singer and cello player with the church. It is our intention here
to make known this musician's biography and professional career whith special
reference to that of his music which has prevailed.
Key words: Composers (eighteenth century), Las Palmas cathedral music.
Desde el siglo xvr hasta principios del XIX, la creación musical de tipo
culto que se produce en Canarias orbita exclusivamente en tomo a la cate-
dral de Santa Ana de Las Palmas de Gran Canaria, centro del obispado de
las Islas. Eran los maestros de capilla, como es sabido, los compositores
contratados para dirigir la polifonía e ir produciendo la música propia de
cada catedral, un patrimonio que hace que cada una posea su particular
expresión musical diferenciada en las misas, salmos, motetes y demás cán-
742 ESTUDIOS CANARIOS [2]
ticos religiosos con que se adornan los días solemnes de la liturgia. Para
esa tarea creadora, que en la catedral canaria se acerca a las dos mil obras
conservadas y compuestas exclusivamente para ella a lo largo de cuatro
siglos, raramente se promocionaba en las grandes catedrales a músicos
formados entre sus muros. Se solían convocar y realizar oposiciones, con
edictos hechos públicos en los principales obispados del reino.
Para la catedral de Las Palmas de Gran Canaria tales oposiciones se
convocaban hasta finales del siglo xvn en Sevilla, y en el siglo siguiente en
la corte: allí se hacían los exámenes de los músicos y allí se instrumentaba
ante notario el contrato del ganador por el representante-apoderado del
cabildo catedralicio canario 1 • La sucesión de maestros de capilla y de orga-
nistas contratados por este procedimiento garantizaba la solvencia profe-
sional del seleccionado y también la renovación estética de los repertorios,
de acuerdo con las últimas corrientes musicales. Así se evitaba, pues, la
endogamia intelectual y la fosilización estética. ¿Y qué pasaba con los jó-
venes talentos que estos maestros de la música y del órgano formaban en
nuestra catedral? Pues que no pasaban de cantores o instrumentistas entre
sus muros, o bien de organistas segundones de la propia catedral o de las
diversas parroquias principales del obispado. Si alguno pretendía entrar en
la élite de los maestros de capilla u organistas principales de España y sus
dominios, habría de acudir a realizar oposiciones para las plazas vacantes
de la Península o de los virreinatos de América. Que nosotros sepamos
hasta ahora, esto ocurrió una vez con el joven organista Sebastián Henrí-
quez, que no obteniendo esperanzas de acceder a la organistía mayor de
la catedral de Las Palmas, donde se había formado, se fue a opositar a la
1
Para el conocimiento de lo acaecido en la catedral de Santa Ana de Canarias véase el
libro de Lo la de la Torre, La música en la catedral de Las Palmas, 1514-1600. Documentos
para su estudio, Madrid, Sociedad Española de Musicología, 1983. Toda la documentación
posterior referente a la música, extraída por la misma autora de las actas capitulares cate-
dralicias, cuya publicación seriada abarca hasta ahora desde 1601 hasta 1800, figura bajo
el título «Documentos sobre la música en la catedral de Las Palmas (y entre paréntesis los
años que abarca cada entrega)» en el documentario de la revista-anuario El Museo Canario
(Las Palmas de Gran Canaria), en aportaciones ininterrumpidas desde el volumen L-1995
al LXI-2006, y continuará en los próximos años con la documentación del siglo XIX. Gra-
cias a la magna investigación de esta autora, ya publicada con útiles índices (elaborados
sucesivamente por Javier Romero, Inmaculada Sanabria, Isabel Saavedra Robaina, Liliana
Barreta y Roberto Díaz Moreno), tenemos fácil acceso a la historia musical catedralicia
de Canarias y a sus personajes. Todos los documentos invocados en este trabajo llevan su
fecha, por lo que eludimos sobrecargar con notas la paginación de los anteriores trabajos
de donde han sido extraídos, pues la misma fecha remite inequívocamente a la localización
del texto original.
[3] ANTONIO OLIVA Y TORRES, COMPOSITOR TINERFEÑO DEL SIGLO XVIII 743
2
Cfr. Lo la de la Torre: «La catedral olvidada. Su música en el siglo xvr», en Actas del
m Coloquio de Historia Canario-Americana (1978), Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo
Insular 1 Casa de Colón, 1980, págs. 95-100. En este artículo abunda sobre las diferentes
generaciones de los organeros y organistas de la familia canaria Armas y los que, de ellos,
emigraron a América.
3
Sobre este importante músico, primer (y hasta ahora único) polifonista canario del
Renacimiento, véase Manuel Lobo Cabrera y Lothar Siemens Hemández, «El canónigo
Ambrosio López, primer polifonista canario, y su salmo In exitu Israel de Aegypto», El Mu-
seo Canario, xux (1992/94), págs. 161-205, incluyendo análisis y transcripción del salmo
aludido. Véase también un resumen actualizado sobre su vida y obra en Rosario Álvarez
y Lothar Siemens, La música en la sociedad canaria a través de la historia. 1 , Desde el
período aborigen hasta 1600, Ed. del Proyecto RALS de Canarias, El Museo Canario y Co-
simte, 2005, págs. 329-336.
744 ESTUDIOS CANARIOS [4]
también obras para nuestra catedral a petición del cabildo, según consta en
las actas capitulares, asumió el magisterio de capilla entre 1574 y 1590 a
cambio de un salario (complementario del de sus rentas como canónigo)
muy inferior al de cualquier cantor. Fue un gesto generoso por su parte. De
López conservamos un salmo a 4 voces y una Misa ferial a 6.
Hubo también un gran organista principal canario en la segunda mitad
del siglo xvn: el palmero Juan González Montañés (1630-171 0). Y éste,
que también componía (sólo se han preservado, para alternar con el gre-
goriano, los versos impares a 4 de su «Himno al glorioso San José»), pre-
tendió además que lo nombraran por sus méritos maestro de capilla, sin
conseguirlo: las oposiciones en Sevilla se imponían. Otros compositores
canarios de su tiempo, cantores que alcanzaron incluso prebendas en nues-
tra catedral, como Jorge Díaz, Juan Macel, Bartolomé de Vega y otros, se
guardaron sus obras para sí y se han perdido.
El siglo xvm nos traerá el inicio de un cambio. En su segunda mitad
va a comenzar el florecimiento de compositores autóctonos, en eclosión
exponencial, que generarán un movimiento propiciatorio de las sociedades
filarmónicas civiles del siglo xrx. Los cambios que se generaron desde que
irrumpió la Era Contemporánea favorecieron lo que se venía gestando des-
de comienzos del último cuarto del Siglo de las Luces. Nuestro primer com-
positor de vocación fue Mateo Guerra (Las Palmas de G. C., 1735-1791 ),
cantorcito de la catedral, formado cerca del maestro de capilla Joaquín
García Sanchís (Anna, Valencia, ca. 1710- Las Palmas de G. C., 1779),
y que llegó a ser organista segundo de nuestra catedral4 • Guerra encontró
un resquicio para la composición desde que se vinculó asiduamente a la
diputación de músicos que enviaba anualmente la catedral a las fiestas de
Nuestra Señora del Pino en la villa de Teror, para las que compuso varias
obras muy notables que se conservan. Su talento para componer favoreció
que se le nombrara en nuestra catedral maestro interino (1779-1780) al
fallecer el gran Joaquín García, y nuevamente ocho años después (1788-
1791) al renunciar al cargo el sucesor de éste, Francisco Torrens.
El ejemplo de Mateo Guerra favoreció la irrupción entre los muros de
nuestra catedral de una segunda generación de jóvenes compositores insu-
4
Cfr. Cristina Molina Rondán, «Mateo Guerra (1735-1791 ), destacado músico y com-
positor grancanario», El Museo Canario, uv-1 (1999) (Homenaje póstumo a Lola de la
Torre Champsaur), págs. 405-428. También figuran la mayoría de sus obras, interpretadas
y grabadas, en el disco dirigido por Emilio Tabraue, «Mateo Guerra (Las Palmas, 1735-
1791 ): Motetes y Villancicos con solistas, coros y orquesta», CD no 8 de la serie La creación
musical en Canarias que bajo el sello RALS publican El Museo Canario de Las Palmas y la
asociación Cosimte de Tenerife.
[5] ANTONIO OLIVA Y TORRES, COMPOSITOR TINERFEÑO DEL SIGLO XVIII 745
5
Cfr. Lothar Siemens Hemández, «José Rodríguez Martín (1754-1814), un destacado
instrumentista y compositor canario que emigró a Venezuela», Revista de Musicología,
xxx/1 (2007). No declaramos paginación, pues este trabajo se encuentra en vías de edición
en el momento de redactar el presente artículo.
6
Las actas matrimoniales de la parroquia de Icod documentan la existencia en aquel
lugar de personas con los apellidos Oliva y Torres, e incluso se localiza algún matrimonio
que pudo ser el de los progenitores de nuestro músico. Pero lo cierto es que su partida de
bautismo no se ha encontrado allí.
7
Véase más abajo el apartado 6 y su nota 12.
746 ESTUDIOS CANARIOS [6]
8
Sobre este destacado maestro de capilla español del siglo xvm véase Lothar Siemens
Hemández, Estudio y transcripción de Joaquín García: Tonadas, Villancicos y Cantadas
para voz sola concertada con instrumentos y bajo continuo, Cuenca, Instituto de Música
Religiosa de la Diputación Provincial, 1984. Contiene un estudio histórico preliminar sobre
el compositor y su magisterio de capilla en Las Palmas. Algunas de las obras contenidas en
este volumen y otras inéditas del mismo género, pero a dos, tres y cuatro voces con instru-
mentos, interpretadas con la participación de instrumentos históricos por el grupo «Zara-
banda» que dirige Álvaro Marías, pueden escucharse en el CD n° 15 de la serie La creación
musical en Canarias del sello RALS que editan El Museo Canario y Cosimte. Este CD viene
asimismo acompañado de un enjundioso libreto informativo.
[7] ANTONIO OLIVA Y TORRES, COMPOSITOR TINERFEÑO DEL SIGLO XVIII 747
9
Bibliografía sobre Joaquín García, vide supra nota 8.
[9] ANTONIO OLIVA Y TORRES, COMPOSITOR TINERFEÑO DEL SIGLO XVIII 749
10
Al haber sido Domingo Rodríguez Guillén abuelo del compositor tinerfeño Eugenio
Domínguez Guillén, Lo la de la Torre incluyó datos novedosos sobre aquél y su vinculación
a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Laguna en su monografía Noticias
sobre el compositor Eugenio Domínguez Guillén (1822-1846), Tenerife, Aula de Cultura
del Cabildo Insular, 1980.
750 ESTUDIOS CANARIOS [lO]
Tres meses y medio después de haber sido admitido como cantor fijo,
Oliva sufre un percance ocular, del que se da cuenta en la sesión capitular
del2 de mayo de 1774, autorizándose un curioso remedio en los siguientes
términos:
fecha del último aumento reseñado pide y se le conceden diez días para
ir al campo, e igualmente, para lo mismo, 12 días el 22 de junio del 79,
y cuatro días más el 24 de noviembre del mismo año. Se alude a él como
músico de voz de la capilla.
17 de mayo de 1780: pide prestados 130 pesos para pagar sus deudas,
y visto que sólo tiene de renta 112 pesos y medio anuales y que no le debe
nada a la catedral, se acordó aumentarle su renta hasta 150 pesos corrientes
anuales para sus desempeños, lo que implicó el adelanto del dinero solici-
tado. Pocos días después se le conceden 1O de licencia para ausentarse.
En ese año de 1780 se le incluye por vez primera en la diputación de
músicos que nombraba el cabildo cada año en agosto para ir a solemnizar
las fiestas del nacimiento de Nuestra Señora en Teror (8 de septiembre), las
popularmente llamadas «fiestas de la Virgen del Pino», que eran encabeza-
das desde hacía años por el ya presbítero Mateo Guerra. Tal diputación es-
tuvo compuesta ese año por los siguientes miembros: Mateo Guerra como
cantor, organista y director, con los cantores Miguel Ramos Noria, Antonio
Oliva (que se estrenaba en tal menester), el mozo tiple Roque González y
los instrumentistas Antonio Betancourt (bajón), Francisco Marina (oboe),
Francisco Flores (violín) y Francisco Romero Marta (oboe y bajón), más
el sochantre mayor de la catedral don Joaquín González.
Reintegrados todos a la catedral, el mes de octubre les traería la no-
vedad de la llegada del nuevo maestro de capilla contratado en Madrid.
Se trataba de don Francisco Torrens, gran organista y a su vez hijo de un
afamado maestro de capilla de la catedral de Málaga.
[Se lee] un memorial de Antonio Oliva, músico que fue de la capilla de música
de esta santa iglesia, en que pretende se le reciba al servicio de la misma capilla
por las razones expresadas en dicho memorial [razones que no se recogen en
las actas] ... Se acordó que se le admita en dicha capilla con la misma renta que
gozaba el día de su despedida, con la reintegración a la misma antigüedad y
parte en percances y más derechos que tenía adquiridos en dicha capilla hasta
el referido día de su despedida. Y le comenzará a correr la renta desde el día en
que se presente a servir en dicha capilla ...
... que sin embargo de que había manifestado a los músicos de esta santa igle-
sia, y cara a cara al músico Antonio Oliva, de que no parecería bien, atendidas
las desazones que hubo en el principio de este año, el que se resolvieran a
hacer funciones en puestos públicos, sobre lo que no les impedía sus acciones,
y que sólo les mandaba el que no tuviesen que, valerse de los instrumentos de
la iglesia para ellas; teniendo entendido que el referido Oliva llevó el violón
de la iglesia a los conciertos que se hicieron en la noche del día de ayer en la
Alameda, y Miguel Texera una flauta de la iglesia, con cuyo motivo en esta
tarde misma mandó al sepulturero a buscar el violón a casa de don Pedro Pa-
lomino, primer violín, y al entrar en la iglesia el sepulturero le encontró Oliva,
758 ESTUDIOS CANARIOS [18]
12
El Museo Canario, dep. de Musicología, caja M-21, no 9. Consta el legajo de este
pleito civil, ordenando sus partes por orden cronológico, de 38 folios numerados formando
un cuaderno cosido, más 4 sueltos sin numerar, más otro cuaderno cosido de 8 folios sin nu-
merar conteniendo las testificaciones recogidas antes de emitirse el fallo, que no se incluye.
Procede de los fondos depositados en el Museo por don Agustín Millares Torres o por el Dr.
don Gregario Chil y Naranjo a fines del siglo xrx.
760 ESTUDIOS CANARIOS [20]
que pide que Oliva responda ante el juez bajo juramento varias preguntas,
que formula. Son, en resumen, las siguientes 13 :
1a Cómo es cierto que al ser expulsado o marcharse de la capilla vo-
luntariamente alguno de sus miembros, éste, según los estatutos de dicha
capilla, «haya de perder inmediatamente el derecho que tenga a la arca de
entierros».
2a Cómo es cierto «que en otra ocasión que salió el declarante de la ca-
pilla y se fue al lugar de Y cod en la Y sla de Tenerife, no reclamó intereses
algunos contra el arca, porque sabía muy bien no tener derecho alguno en
fuerza de lo prevenido por dichos estatutos, y que aunque permaneció cer-
ca de un año fuera de ella se mantuvo pasivo».
3a «Si es verdad que los referidos estatutos previenen igualmente que,
volviendo a entrar en la enunciada capilla el que hubiese salido de ella
expulso o voluntario, se tendrá como si no hubiese salido, y por lo tanto el
declarante, cuando volvió a entrar después que vino de Y cod, recuperó el
goce y parte que tenía en el arca de entierros».
4a Si es cierto que el dinero no lo ponen en el arca los músicos directa-
mente, sino separándolo de los percances que se cobran, bien por toda la
capilla, bien por los pocos o muchos individuos de ella que asisten a las
funciones externas, destinando una parte para entierros y otra para el mé-
dico, de acuerdo con los estatutos.
sa Cómo es cierto además que dicha arca está gravada anualmente con
cinco pesos para veinte misas, con tres para el secretario y con cinco más
para la custodia de dicha. arca.
6° Cómo es cierto que todos los músicos que ingresan en la capilla se
obligan con su firma a guardar lo establecido en los estatutos, y que éstos
han estado vigentes durante su época de servicio a la capilla.
El siete de noviembre comparece Oliva ante el juez y responde bajo
juramento lo siguiente:
1o Que es cierto lo que dicen los estatutos, aunque carecen todavía de
Aprobación Real (que al parecer estaba en trámite).
2° Que no hizo reclamación de su parte cuando se fue a Tenerife «por-
que salió con ánimo de volver a ser individuo de la capilla, como así se
verificó».
3° Que es cierto lo que disponen los estatutos y que se remite a lo decla-
rado en las dos preguntas anteriores.
13
Jdem, fols. 12-14.
[21] ANTONIO OLIVA Y TORRES, COMPOSITOR TINERFEÑO DEL SIGLO XVIII 761
14
Jdem, fo1s. 14v-15v.
15
Figuran dichas testificaciones en el cuadernillo adjunto al final del legajo, de 8 folios
sin numerar, en el que declaran los mayordomos de las hermandades de la Casa de Cuentas
de la Catedral, el de la de San Agustín, el de la de Nuestra Señora del Rosario del Convento
de Predicadores, y otros que no declaran su adscripción.
762 ESTUDIOS CANARIOS [22]
¿Qué hizo Oliva a partir de su despido y a dónde se fue en los años si-
guientes? Sólo contaba con 35 años de edad: era un cantor notable, tocaba
el violonchelo y además sabía componer. En la catedral no se vuelve a
hablar de él, y su paradero final es aún un misterio.
Nuestro recordado amigo Juan Manuel Trujillo Torres (1907-1976), in-
separable compañero y colaborador de Lo la de la Torre, que miraba a Oliva
con especial simpatía por llevar también su segundo apellido y ser, como
él, de Tenerife, nos aseguraba que hábía emigrado a Venezuela. Ignoramos
el origen de esa certeza. Pero, en efecto, tal aseveración viene en parte
abonada por un pasaje del pleito, en el que el abogado de Oliva, interesado
en que la tramitación del mismo fuera lo más ágil posible, se queja de las
reiteradas demoras del abogado contrincante, revelándonos que de tal ac-
titud «se infiere la malicia con que procede, aspirando sólo a entretener y
granjear tiempo, o bien porque mi parte se fastidie de su seguimiento, o el
de seguir su destino a la América, que será pronto» 19 • No se nombra Vene-
zuela, pero de esta declaración se deduce que Oliva, efectivamente, tenía
previsto emigrar pronto a América. Ahora bien: cada vez se conoce mejor
el plantel de músicos que había a fines del siglo xvm y principios del XIX en
Venezuela, sin que el nombre de Antonio Oliva haya aflorado todavía en la
documentación de este país.
Lo cierto es que Oliva, según parece, no se fue inmediatamente, lo cual
se deduce de nueva documentación localizada por la investigadora Isabel
Saavedra Robaina, quien con otros fines ha analizado los entresijos jurídi-
cos del pleito de Oliva y papeles afines en el legado documental de la Real
Audiencia de Canarias conservado en el Archivo Histórico Provincial de
Las Palmas. Allí figura un libro de notificaciones de causas al procurador
José Martel Monzón 20 , que era el de nuestro músico, en el que constan va-
rias notificaciones ajenas y posteriores al pleito que hemos descrito, y las
mismas atañen muy directamente a aspectos de la vida particular de Oliva
en la ciudad de Las Palmas. Es lástima que sólo conozcamos la mera for-
mulación de tales notificaciones, aunque no los documentos a que aluden,
cuyos detalles por lo tanto ignoramos. Son las siguientes:
En 1794 firma dicho procurador: «Recibí los autos de don Juan Romero
sobre los bienes de Leonor Guedes».
19
Idem, fol. 19.
20
AHPLP: Libro de conocimiento o entrega de causas a don José Marte! Monzón. Real
Audiencia, sección de procesos, vol. vm, expediente 11603.
764 ESTUDIOS CANARIOS [24]
21
Idem, fol. 210.
22
Idem, fol. 118.
23
Debe tratarse del mismo Juan Romero al que cita el cronista Isidoro Romero Ceba-
llos en su Diario cronológico histórico de los sucesos elementales, políticos e históricos
de esta Isla de Gran Canaria (1780-1814), tomo 1 (ed. de Vicente J. Suárez Grimón, Las
Palmas de G.C., Cabildo Insular, 2002), págs. 142-3, donde dice: «El día 31 de agosto de
1785 otorgué carta de pago ... a favor de don Juan Romero como tutor y curador ad bona de
los bienes de doña Francisca Aponte, viuda del regidor don Pedro Bravo ... ».
[25] ANTONIO OLIVA Y TORRES, COMPOSITOR TINERFEÑO DEL SIGLO XVIII 765
24
En dichos años, José Rodríguez Martín fue en Caracas un notable ejecutante de vio-
lín, profesor de música de la escuela Vanlosten y director de la orquesta del teatro, además
de ser admirado también por su ciencia como compositor. Véase nuestro trabajo sobre este
músico citado en la nota 5.
766 ESTUDIOS CANARIOS [26]
25
Cfr. Lo la de la Torre de Trujillo, «El archivo de música de la catedral de Las Palmas,
y II» [Catálogo del mismo], en El Museo Canario, XXVI (1965), págs. 147-203. Véase pág.
165, en que figuran las obras de Antonio Oliva bajo las signaturas G/n-1, 2 y 3. La primera
parte del catálogo se publicó en el número anterior de la misma revista.
[27] ANTONIO OLIVA Y TORRES, COMPOSITOR TINERFEÑO DEL SIGLO XVIII 767
26
Dicho contraste se observa también, y de manera muy acusada, en las composiciones
del primer maestro de Oliva, Joaquín García, cuyas obras en latín muestran una contención
que contrasta de manera muy notable con la soltura «teatral» que denotan sus villancicos
y cantadas religiosas en castellano, donde aflora y alcanza altas cotas su verdadero nervio
artístico.
00
[:!..
FORTEM VIRILI PECTORE
Hymno a 4 con viol[ine]s
para Sra. Sta. Anna
Año de 1793
Antonio OLIVA
Tnmscnpctón· Isabel Saavedra Robama ("'ca 1759-+post 1793)
m un dj__a - mo com no xi - um Ho - ITC - scit,
JU' que 'o ¡; p; li - o, Cum Spi - ri-
~
JUS - q\le w li_ Fi li - o, Cum Sp1 - n-
Tenor 1
(~
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2" Haec
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©El Musco Canario, 2003
Original propiedad dd Cabildo Catedral de Canarias
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770 ESTUDIOS CANARIOS [30]
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Abstrae!. The analysis of the sound and visual works of the grancanarian artist
Guillermo Lorenzo testifies the necessity to extend and deepen in the studies of
the site-specific and intermedia arts that are produced in the Canary Islands. Up to
date, they have not been investigated by musicologists or historians. «Cuando la
música nada entre las nubes» wants to actívate analytical methodologies, enriching
the studies of these artistic realities for the totality of the investigator community.
Key words: postmodemism, arts intermediate, sound effets.
Todo arte que resulta incómodo por sus planteamientos estéticos o con-
ceptuales ha sido calificado como maldito o degenerado por todos los que
se han sentido atacados desde puntos de vista tan dispares como el estético,
el cultural, el religioso, el moral, el social o el político. Ese ejercicio del
pasado basado en la demonización del arte no ha sido una exclusiva de los
sistemas dictatoriales, sino que aún hoy, en las civilizaciones de carácter
democrático, todavía se mira con recelo y rechazo toda manifestación ar-
tística que pone en solfa la placidez burguesa y el equilibrio consensuado
del «no pasa nada mientras no me afecte». Aún existe un sector de la so-
ciedad muy conservador que piensa que todo lo que es capaz de revolver o
conmover las conciencias debe ser inmediatamente neutralizado. Para ello,
el arte no puede tener conciencia, sino sólo estética, no debe ser compro-
metido, sino sólo descriptivo, no puede tomar partido por las situaciones
o las ideas, sino que el arte ha de mantenerse al margen de las lacras y las
vergüenzas sociales. Pero cada vez hay más artistas capaces de hacer de
su manifestación artística un altavoz capaz de hacer llegar sus reflexiones
hasta las conciencias más tranquilas. La polémica ha acompañado habi-
tualmente a este tipo de artistas que, sin duda alguna, nunca la han bus-
cado como último objetivo de su trabajo. Muy al contrario, su manera de
entender cada proyecto implica un gran nivel de disciplina y compromiso,
no sólo en el terreno conceptual, sino también en el estrictamente técnico
y formal.
Es, en este sentido, un artista que agradece las opiniones, al que le preo-
cupa la respuesta del público y de la sociedad, al que le interesa transmitir
con exactitud sus pretensiones, intenciones y preocupaciones para evitar
comprensiones erróneas, que atiende siempre la idea de una visión global,
de una exposición en su conjunto, de un proyecto coherente. Un tipo de
artista comprometido no sólo de una forma vivencia! y conceptual con
su idea del arte, sino también con su idea de la estética y de la materiali-
dad de cada uno de sus proyectos. Él encama, probablemente mejor que
ningún otro, el modelo de artista actual, elabora uno de los lenguajes más
[CLAVE INTERPRETATIVA 1]
EL VALOR DE LO EXPERIMENTAL Y EL USO DE LA TECNOLOGÍA COMO MEDIO
1
Gianni Pettena, «Comprender y construir el espacio físico». Artículo introductorio de
El arte como aproximación al paisaje contemporáneo, Barcelona, GG ed., 2003.
776 ESTUDIOS CANARIOS [6]
Descubrió que el verdadero sentido del arte no era crear objetos bellos. Era un
método de conocimiento, una forma de penetrar en el mundo y encontrar el
sitio que nos corresponde en él, y cualquier cualidad estética que pudiera tener
un cuadro determinado no era más que un subproducto casual del esfuerzo de
librar esa batalla, de entrar en el corazón de las cosas (Paul Aster, Moon Palace,
Londres/Boston, 1989.
[7] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 777
2
Las citas de Guillermo Lorenzo están extraídas de una entrevista realizada al artista
en abril de 2007 en Las Palmas de Gran Canaria.
778 ESTUDIOS CANARIOS [8]
Sea música o filosofía, pintura o poesía, la obra del genio no es un objeto útil.
La inutilidad es una de las características de las obras de los genios; es su título
de nobleza3 •
hacer hacer o hacer con cualquier objeto (1) o cosa (2) un recorrido cualquiera
de duración indeterminada o hacer hacer o hacer con cualquier objeto (1) o
cosa (2) un recorrido cualquiera de duración indeterminada o a determinar para
3
A. Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, vol. 1, 1819.
[9] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 779
4
Arthur C. Danto, Después del .fin del arte, Princeton University Press, 1999, pág. 38.
780 ESTUDIOS CANARIOS [1 O]
Según Luca Galofaro, este nuevo rol que asume el objeto en el contexto
contemporáneo revierte de manera directa en las relaciones con el entorno.
¿Hasta qué extremo la invalidación del objeto contemporáneo rediseña (y
con ello, resignifica) el papel de contexto, productor y receptor? Esta nueva
relación paratextual será abordada posteriormente en el capítulo 2.1. No
obstante, cabe señalar que, si bien otras actitudes productivas de los años
50 y principios de los 60 se distancian del objeto como obra y resultado
final, prestando una atención más acentuada a los procedimientos, métodos
y técnicas productivas (véase por ejemplo el serialismo pseudo-integral de
Pierre Boulez o K. Stockhausen), es con la introducción de la mente expe-
rimental cuando queda codificado y legitimado el no-objeto y las variables
arrastradas con él.
En 1984, Jean-Fran<;ois Lyotard señalaba los condicionantes del fin del
gran relato propuesto por la Historia, el tipo de relato al que la modernidad
se había aferrado para auto-legitimar con insistencia (y casi de manera
cansina) su propia propuesta, sus catálogos de propuestas.
[ ... ] el recurso a los grandes relatos está excluido [ ... ], el pequeño relato se
mantiene como forma por excelencia en la invención imaginativa.
Empuje el piano contra una pared y ponga el lado liso contra ella. Continúe
empujando contra la pared. Empuje tan fuerte como pueda. Si el piano atra-
viesa la pared empuje en la misma dirección con independencia de los nuevos
obstáculos que surjan y continúe empujando tan fuerte como pueda, lo mismo
si el piano se detiene ante un obstáculo o si se mueve. La pieza termina cuando
usted esté demasiado cansado para seguir empujando.
6
Los p1antemientos cuasi metafisicos de Walter Benjamin, La obra de arte en la era de
su reproductibilidad técnica de 1936, recurre a la noción de «aura» con el fin de proyectar
782 ESTUDIOS CANARIOS [12]
sobre la obra original un carácter trascendental, único, irrepetible. Este concepto, acuñado
especialmente para ubicar la manifestación fotográfica en el ámbito artístico contemporá-
neo, es el que desdibuja el plan ideológico postmodemo.
7
José Luis Esteban Penelas, Superlugares, los espacios intermedia, Madrid, 2007,
pág. 52.
[13] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 783
8
Paul Virilio, Estética de la desaparición, Barcelona, 1988, pág. 26, en Penelas,
op. cit.
9
J J. Nattiez, Fondements d'une sémiologie de la musique, Union Général d'Éditions,
París, 1975. También en J.J. Nattiez, Music and Discourse, Toward a Semiology of Music,
Princeton University, Princeton, 1990.
784 ESTUDIOS CANARIOS [14]
10
Guillermo Lorenzo, Las Palmas de Gran Canaria, 2007.
[15] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 785
11
Rubén López Cano, «La electrónica mató a la estrella de radio», REA, Barcelona,
2003.
786 ESTUDIOS CANARIOS [16]
[CLAVE INTERPRETATIVA 2]
LA OMNIPRESENCIA DEL ENTORNO
Las investigaciones relativas al análisis del espacio y del ambiente físico ad-
quieren progresivamente unas connotaciones tan complejas que revelan y dan
pie a la necesidad de relacionarse más estrechamente con la estructura urbana
(aunque a veces se trate de estructuras de borde o degradadas), con las reali-
[17] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 787
12
Rosalind Krauss, «La escultura en el campo expandido», En October, primavera
1979.
13
Algunos consideran determinante en el proceso de concepción de estos ideales es-
paciales la exposición que en 1968 organizó la Dwan Gallery de Nueva York, bajo el título
de Earth-works. Estaban presentes 40 artistas con obras para exterior que revelaban el ya
latente interés por el ecologismo en arte y las estrategias de conservación medioambien-
tales.
14
Luca Galofaro, El arte como aproximación al paisaje contemporáneo, Barcelona,
2003, pág. 67.
788 ESTUDIOS CANARIOS [18]
15
Cita extraída de la conferencia videograbada que, en tomo a 1970, K. Stockhausen
imparte en Alemania.
[19] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 789
los tiempos de la naturaleza, sino por los tiempos del hombre. Casagrande
y Rintala edifican en Finlandia lugares inscritos en el medio rural pero con
el objeto de ser habitados, el arquitecto Florian Haydn se interesa por los
espacios privados y funcionales; hogares y piscinas ocupan gran parte de
su producción.
A pesar de que ya en los primeros intentos de los 70 por exteriorizar la
obra de arte y re-evaluar la funcionalidad de la Institución, el fenómeno
hombre estaba latente en estos relatos (la propia exposición Earthworks de
la Dwan Gallery de Nueva York en 1968 reunía a todos sus artistas bajo la
relación hombre-tierra), la magnitud del descubrimiento espacial conllevó
implícitamente un abandono temporal por dirigirse conscientemente hacia
lo humano; la preocupación por explotar el nuevo espacio exterior hizo
olvidar a muchos que este medio no era sino el resultado perceptivo de una
mente cognitiva, un proceso mental del hombre.
Es justo en este punto en el que se re-inicia la discusión ambiental de
los 90 y en la que aparece Lorenzo inscrito orgánicamente como producto
lógico de un afloramiento del acento paisajístico, ambiental y, por ende,
ecológico.
16
Edward Soja, Postmodern Geographies, UCLA, 1989.
17
A1essandro Baricco, «Piccole mesquite quotidiane», Barnum 2, Milán 1997, citado
en Luca Galofaro, op.cit. pág. 61.
18
Fitzpatrick 1 LaGory. Unhealthy Places, Nueva York, 2000, citado en José Luis Es-
teban Penelas, op. cit., págs. 111-116.
[21] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 791
19
José Luis Esteban Penelas, op. cit., pág. 112.
20
Luca Galofaro, art.cit., pág. 59.
21
Gilles Deleuze y F. Guattari, «1837- del Ritornelo», en Mil mesetas. Capitalismo y
Ezquisofrenia, París, 1980.
792 ESTUDIOS CANARIOS [22]
que el ser vivo mantiene con un espacio determinado. Pues no. Deleuze
y Guattari van un paso mas allá y le confieren a la noción de territorio un
carácter extremadamente novedoso para 1980. Para los autores, el terri-
torio «no es un medio, ni siquiera un medio suplementario, ni un ritmo
o paso entre medios. De hecho, el territorio es un acto que afecta a los
medios y a los ritmos, que los territorializa». De este modo, a Galofaro le
interesa subrayar el acento que Deleuze y Guattari imponen a la definición
de territorio como acción de territorializar. Éste es, sin lugar a dudas, un
planteamiento que emerge como campo abonado cuando se le pretende
introducir el elemento arte. Así, las perspectivas metodológicas contem-
poráneas deberán analizar el producto artístico como acción que dialoga
e interactúa con el medio y el ritmo de un territorio. El arte sonoro opera
en los mismos parámetros que define un territorio: ritmo y medio son las
herramientas con las que actúa el creador para intervenir un espacio, ope-
rando en él, territorializándolo.
A este respecto, ¿por medio de qué procedimientos el instalador sonoro
territorializa un espacio?, ¿cuál es el interés de proyectar acústicamente
un diseño pre-concebido?, ¿cuál es el rol que ostentan los paisajes sonoros
desde su codificación a principios de los 70? y, lo más importante, ¿en qué
contexto emerge la propuesta de Lorenzo? Lo vemos seguidamente.
Salir de la inocencia, para decir las cosas sensiblemente más tocadas por el
entorno, nos lleva a considerar los distintos pasos del individuo a la sociedad y
de lo local a lo global. Si hablamos del paisaje social, la percepción se refiere
a los intercambios humanos, a los que tejen todos estos intercambios y a sus
retos, la economía, las costumbres, las creencias y las convenciones (Abdellah
Karroum, Idas y Vueltas, Catálogo de la I Bienal de Canarias, 2007, pág. 319).
22
Luca Galofaro, art. cit., pág. 78.
794 ESTUDIOS CANARIOS [24]
23
R. M. Schafer, The Tunning ofthe World, Nueva York, 1977, pág. 205.
[25] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 795
25
López Cano (1997) señala que la «fonoetología» es el estudio de los comportamien-
tos sonoros en los espacios abiertos.
[29] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 799
El no lugar comienza con el desarraigo; los paisanos de la Europa del siglo xrx,
arrancados de la tierra y recentrados, los inmigrantes o los refugiados pasan
por la experiencia del no lugar26 .
26
Marc Augé, «Sobremodemidad y no lugares», Astrágalo, n°4 (mayo 1996), pág. 34.
En Esteban Penelas, op.cít. pág. 32
27
Augé, op. cit.
800 ESTUDIOS CANARIOS [30]
sino que, muy al contrario, la complementa. Partiendo del vacío móvil del
antropólogo francés, el urbanista catalán (Penelas) propone que todo no
lugar emerge, por definición, como campo fértil de un infinito potencial de
microrrelatos posibles. El interés queda asignado no ya al espacio desver-
tebrado del no lugar sino al optimismo posterior del superlugar que surge
tras el Apocalipsis.
28
Esteban Penelas, op. cit., pág. 11.
[31] CUANDO LA MÚSICA NADA ENTRE LAS NUBES. CLAVES INTERPRETATIVAS ... 801
[... ] Pero el punto importante es que esta forma sitúa la instancia del yo, aún
desde antes de su determinación social, en una línea de ficción, irreductible
para siempre para el individuo solo30 .
29
Arthur C. Danto, op. cit., pág. 30.
30
Jacques Lacan, «El estadio del espejo como formador de la función del yo Ue] tal
como se nos revela en la experiencia psicoanalitica». Comunicación del XVI Congreso Inter-
nacional de Psicoanálisis, Zurich, 1949. En Escritos], París, 1966, pág. 86.
802 ESTUDIOS CANARIOS [32]
Mis obras soy yo. Soy un ente metabólico, utilizo todo lo que experimento a
mi alrededor y lo hago obra31 •
31
Guillermo Lorenzo, Las Palmas de Gran Canaria, abril2007.
Claudio Ammirato:
un músico italiano en Canarias
INTRODUCCIÓN
deudora. Por otro lado, toda obra del pasado es base imprescindible para la
creación presente y futura. De este modo, cualquier laguna en el conoci-
miento de nuestro patrimonio supone una pérdida, cuyo alcance sólo podrá
ser desvelado con el correspondiente estudio musicológico.
Dentro de ese espíritu se enmarca este trabajo y, por otro lado, hemos
querido investigar las posibles innovaciones que, bien procedentes de su
país natal o de otros lugares de Europa, hubiere introducido en Canarias
dada su condición claramente cosmopolita y sus múltiples contactos con
los compositores canarios además de su influencia en la vida cultural de
Tenerife. Finalmente, nos hemos aproximado al valor de la figura de Am-
mirato para la Música canaria.
Hasta este momento su obra no había sido estudiada y sólo constaba
una mención del autor en La Creación musical en Canarias en el siglo xx1,
una nota biográfica de la Dra. Rosario Álvarez2 y un acercamiento al autor
y a su Suite Canaria en una ponencia del 1 Congreso de música: Canarias
en la Música del Dr. Pompeyo Pérez3 • A través del análisis de los distintos
documentos -partituras, cartas, programas de concierto, notas de prensa,
críticas, etc.- hemos creado un catálogo lo más completo posible de la
obra del compositor, trazado su perfil biográfico y lo hemos contextuali-
zado en su época para analizar las posibles aportaciones al mundo cultural
canario y a la música en particular.
La obra de Ammirato está depositada por sus herederos, representados
por Da. Nieves Ledesma Feria; en el Centro de Documentación Musical del
Instituto de Estudios Canarios de La Laguna. De este archivo se ha extraí-
do la información que ha permitido realizar el presente estudio. El fondo
está compuesto por 155 partituras diferentes que van desde las versiones
completamente acabadas y corregidas por el propio compositor hasta los
meros borradores y esbozos de ideas musicales o literarias. A cada una de
las diferentes partituras le hemos dado una signatura teniendo en cuenta
la unidad de la obra. Es decir, aquellas versiones que son sustancialmente
diferentes ya sea por el idioma, en el caso de las obras vocales, o por la
música tienen una signatura diferente. Muchas signaturas se corresponden
con obras de las cuales sólo se conserva un esbozo o una versión que no
1
Lothar Siemens Hernández, La creación musical en Canarias en el siglo xx, Las
Palmas, Edirca, 1983.
2
Rosario Álvarez Martínez, «Ammirato Muso, Claudio», en Diccionario de la Música
Española e Iberoamericana, Tomo I, Madrid, S.G.A.E., 2000.
3
Pompeyo Pérez Díaz, «La imagen de Canarias en algunos compositores foráneos»,
en Actas del 1 Congreso de música: Canarias en la Música, La Laguna, Ateneo de La La-
guna,2003.
[3] CLAUDIO AMMIRATO: UN MÚSICO ITALIANO EN CANARIAS 805
BIOGRAFÍA
4
Diario de Las Palmas, 22 de septiembre de 1962.
806 ESTUDIOS CANARIOS [4]
ticia del estreno de la versión para piano y voces de la ópera Paradise Lost
(Wigmore Hall. Londres, 1970) y del estreno del Concierto para flauta,
piano, trombón y timbal (R.A.I. 1962).
De entre las obras estrenadas en las islas hay que destacar la Suite
Canaria con seis movimientos inspirados en paisajes o hechos canarios
expresados a través de una brillante orquestación de estilo impresionista:
Escala en el Puerto de la Luz, Anochecer en Las Mercedes, Amanecer en
Las Cañadas, Subida al Teide, Las Vígenes Harimaguadas y Baile en el
Casino: año 1880. En la misma línea se encuentra la Suite Londres. Es un
fresco del ritmo de vida de la capital en distintos momentos del día: Ma-
ñana en Hyde Park, Mediodía en la City, Anochecer sobre el Támensis y
Picadilly a las 10:30 de la noche.
Los últimos años de su vida los dedicó a la composición de canciones
de carácter ligero con fines más económicos que artísticos. Las partituras
que han llegado hasta nosotros son meros esquemas armónico-rítmicos
apenas desarrollados para piano y voz. Sólo tenemos la partitura publicada
de dos de ellas: ¿Qué le pasa a la luna? y Una casita y Tú.
Obras escénicas
Música sinfónica
5
El Día, 6 de diciembre de 1968.
[7] CLAUDIO AMMIRATO: UN MÚSICO ITALIANO EN CANARIAS 809
Música vocal-instrumental
Música de Cámara
Historia de amor, sacada del poema sinfónico con el mismo título y subti-
tulada Pezzo ritmo-sirifónico per orchestra.
[9] CLAUDIO AMMIRATO: UN MÚSICO ITALIANO EN CANARIAS 811
Canciones
Hay un total de ciento cinco canciones de las cuales sólo una tiene
acompañamiento de una pequeña orquesta. Del resto sólo se conservan
las versiones con acompañamiento de piano. Hay que hacer notar que los
acompañamientos pianísticos están muy poco elaborados por lo que dedu-
cimos que lo que Ammirato ofrece al pianista que acompaña al cantante
es un mero soporte armónico rítmico al que se debe añadir, improvisando,
el resto del tejido musical. Muchas de las canciones han llegado hasta no-
sotros en las copias simplificadas que se preparaban para su consignación
en la Sociedad General de Autores de España, por lo que el análisis de las
mismas se basaría más en conjeturas que en datos musicales fehacientes.
Algunas canciones, todas ellas en inglés, están acompañadas por vo-
ces (en la partitura indicado con la palabra chorus) que realizan pequeñas
intervenciones en forma de ecos o coloreando tímbricamente el acompa-
ñamiento del piano al estilo de la música ligera de finales de los años cin-
cuenta y de la década posterior. Las letras de las canciones tratan de temas
básicamente insustanciales; algunas con toques ingenuamente humorísti-
cos y siempre huyen de caer en temas trascendentales siguiendo la moda de
aquellos años y haciéndose eco de su propia existencia acomodada.
812 ESTUDIOS CANARIOS [10]
ción del artista, ese contacto con lo supremo que nos traduce nuestra propia
esencia, lo que no podemos explicar pero sí expresar a través del arte.
Si nos adentramos en los aspectos meramente técnicos y formales de
la primera partitura que nos ocupa, el Concierto de los colores, nos en-
contramos con una gran profusión de recursos puestos al servicio de la
efectividad descriptiva de la música, en este caso asociada a los colores
que dan nombre a los cuatro tiempos de la obra. El primer tiempo, Verde,
empieza con un andantino ligero que pronto se transforma en un allegretto
en compás temario, que refuerza la sensación de fluidez del discurso mu-
sical dirigido por una melodía del violín en constante evolucióh desde el
ámbito de mi del principio, hasta el conclusivo de sol del final. La pro-
fusión de glisssandi, tanto del piano como del violín, el dulce sonido del
violín con sordina, el alegre discurso del piano y la flexibilidad del ritmo
nos sumergen en un estado beatífico que nos prepara para los contrastes del
segundo tiempo.
En Rosso (Rojo) cambia el panorama radicalmente. Se impone un fé-
rreo ritmo binario reforzado por un tempo más rápido y una mayor densi-
dad armónica. Aquí los contrastes dinámicos son mayores y el juego me-
lódico entre el piano y el violín es constante. Más tarde el tempo cambia,
se ralentiza a la vez que el diálogo instrumental se hace más pausado; es el
momento de los grandes acordes tenidos del piano y los juegos de ataque
ligero del violín. Tras este episodio distendido volvemos al allegro en el
que los instrumentos pugnan por expresarse y, tras un breve receso para
tomar impulso, llegamos a un rotundo final en mi mayor.
El color azul, que da nombre al tercer tiempo de este concierto, impreg-
na toda la partitura desde el primer compás. La taciturna línea melódica del
violín comentada aquí y allá por la mano derecha del piano, nos adentra en
el azul, color de la evocación, reforzado con una dinámica apagada y una
agógica mortecina que expresan perfectamente el sentimiento de melanco-
lía que persigue el autor.
Con el Blanco-Dorado llega la luminosidad y el brillo. Esto se traduce
en una música de ritmo enérgico, juegos melódicos sencillos y vivaces y
una agógica que apenas da lugar al descanso si exceptuamos el breve epi-
sodio lento al final del periodo expositivo.
Londres, suite orquestal para orquesta sinfónica estrenada en 1962 en el
Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, es un fresco sinfónico
que nos da un paseo por diferentes lugares de la capital inglesa en distintos
momentos del día a través de los distintos movimientos de la obra: Ma-
ñana en Hyde Park, Mediodía en la City, Anochecer sobre el Támesis y
Picadilly a las 10,30 de la noche. La música de esta suite nos transmite las
814 ESTUDIOS CANARIOS [12]
mos cómo el mar, entre espumas y cantos de sirena, ha arrojado sobre los
escollos algas de todas clases que con el sol de la tarde fermentan y cantan
lo que han aprendido en el misterioso océano profundo, desprendiendo un
aroma espléndido, suntuoso.
CoNCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
ARENCIBIA DE ToRREs, Juan, Historia del Círculo de Amistad XII de Enero 1855-
1891, Santa Cruz de Tenerife, Círculo de Amistad xn de Enero, 1992.
GuiMERÁ RAviNA, Agustín, El Casino de Tenerife (1840-1990), Santa Cruz de Te-
nerife, Casino de Tenerife, 1992.
SIEMENS HERNÁNDEZ, Lothar, La creación musical en Canarias en el siglo xx, Las
Palmas, Edirca, 1983.
SuBIRÁ, José, Historia de la música española e hispanoamericana, Barcelona, ed.
Salvat, 1963.
vv.AA., Diccionario de la música española e hispanoamericana, Madrid, Sociedad
General de Autores y Editores, 1999.
WEYLER, Valeriana, La pequeña historia de un gran Casino (El de Santa Cruz de
Tenerife), Tenerife, Ediciones ISS, 1964.
[15] CLAUDIO AMMIRATO: UN MÚSICO ITALIANO EN CANARIAS 817
Fig. l. C1audio Ammirato y su esposa Mary Fig. 2. Mary Collins Ammirato y Bobby.
Collins. Estreno de la Suite Canarias y la Retrato pintado por Claudio Ammirato y
Suite Londres en Las Palmas de Gran Ca- expuesto en el Casino de Tenerife en fe-
naria el26 de septiembre de 1962. brero de 1959.
Fig. 5. Retrato realizado por Mary Collins Fig. 6. Fragmento de música manuscrita de
de Ammirato. Claudia Ammirato correspondiente al pri-
mer tiempo del concierto de los colores.
Abtract. The sustainable management ofwater resources has special concem in in-
sular environments. The Canary Islands have groundwater as traditional water sup-
ply, but recenti y, the over-exploitation of aquifers has led to the use of altemative
water resources, being water reuse one ofthem. Severa! water reuse schemes have
been put into operation in the islands affected by water shortages in the last two
decades. Reuse applications are landscape (parks and gardens and golf courses),
and crop irrigation. However, the promotion of water reuse faces sorne handicaps,
such as the low development of the wastewater collection and treatment systems
in sorne islands, the frequent poor agronomic quality of the reclaimed wastewater
for agricultura! purposes, and the absence of legislation standards on water reuse.
Keywords: Irrigation; sustainability; water reuse; water scarcity, islands.
820 ESTUDIOS CANARIOS [2]
INTRODUCCIÓN
MÉTODOLOGÍA
DISCUSIÓN
potable. Por tanto, la reutilización del agua depurada ha surgido como una
necesidad en aquellas islas en las que no es posible satisfacer las crecien-
tes demandas de agua con los recursos tradicionales existentes, surgiendo
como el resultado de la escasez, de tal forma que las islas con suficientes
recursos subterráneos aún no han considerado, en sus planes de gestión hi-
drológicos, la reutilización del agua depurada. La pregunta que se plantea
es si disponiendo de agua depurada de buena calidad para ser reutilizada,
sólo debería ser reutilizada cuando escaseen los recursos tradicionales, o si
debería reutilizarse en cualquier caso, como una medida de conservación
del medio ambiente.
En las islas en las que se está reutilizando el agua depurada, su destino
casi único es el riego, tanto agrícola como de campos de golf, parques y
jardines, como se puede ver en la Tabla l. Los datos muestran como la
agricultura sigue jugando un papel importante en la demanda de agua para
riego en las islas de Tenerife y Gran Canaria, representando el 66,5 y el
42,8% del consumo de agua depurada, respectivamente.
Agricultura 0,40 (25,00) 0,00 (0,00) 4,00(42,83) 5,85 (66,46) 10,25 (40,37)
Campos de golf y
1,21 (75,00) 5,74 (100,00) 5,34 (57,17) 2,92 (33,14) 15,21 (59,91)
parques/jardines
Total 1,61 (100) 5,74 (100) 9,34 (100) 8,81 (100) 25,39 (100)
los recursos hídricos disponibles, muy escasos en casi todas las islas, el
usuario de aguas para riego agrícola o de campos de golf se puede inclinar
por alternativas que considere más seguras a costes similares, tales como el
agua de mar desalinizada mediante las nuevas tecnologías de membranas
con recuperación energética, que permiten obtener agua producto a cos-
tes similares o próximos a los de las aguas residuales regeneradas de alta
calidad. Sin embargo, la reutilización del agua regenerada debería ser una
solución económicamente viable de cara a paliar la escasez del agua (Xu
et al., 2003).
La buena práctica de la gestión eficiente de los recursos hídricos de Ca-
narias precisa del uso planificado tanto de las aguas residuales regeneradas
como las procedentes de la desalinización del agua de mar, pero cada una
en su ámbito, además de la conservación y uso racional de los recursos
. naturales de agua existentes, aparte de un gran esfuerzo en muchos frentes:
infraestructuras, formación, concienciación ciudadana, normativas o guías
de reutilización, incentivación, y muchas otras.
Por tanto, la reutilización de las aguas residuales regeneradas y la des-
alinización de agua de mar deberían ser considerados como recursos com-
plementarios en una región como Canarias, con claros desequilibrios en el
balance hídrico y con una demanda cada vez más alta de agua de calidad
para todas sus aplicaciones.
Finalmente, se hace necesario comenzar a aplicar la normativa sobre
reutilización de aguas depuradas recientemente aprobada (Ministerio de la
Presidencia, 2007), lo que permitirá su uso con garantías de seguridad y
redundará en una aceptación mucho más amplia (Marecos do Monte et al.,
1996; Angelakis et al., 1999). En el resto del territorio nacional sólo tres
comunidades autónomas han desarrollado algún tipo de regulación para la
reutilización del agua depurada para riego (Salgot y Pascual, 1996).
Como se desprende de todo lo anterior, Canarias camina, aunque a un
ritmo relativamente lento, hacia una gestión eficiente y sostenible de sus
escasos recursos de agua, haciendo uso de las tecnologías disponibles para
la recolección, tratamiento y regeneración de sus aguas residuales, con fi-
nes de reutilización en diversas aplicaciones, y de la desalinización del
agua de mar, principalmente para el abastecimiento urbano, como recursos
alterantivos para suplir el déficit de aguas naturales. Pero en paralelo, existe
preocupación por dar pasos adelante y conocer mejor las inquietudes de los
posibles usuarios de estas «nuevas aguas» y contribuir a la implantación
definitiva de la reutilización mediante acciones convergentes de aproxima-
ción de oferta y demanda en esta materia.
826 ESTUDIOS CANARIOS [8]
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
Abstract. In Tenerife the water scarcity has led to use non conventional resources
as reclaimed wastewater reuse. Membrane bioreactor technology is a promising
altemative, since it provides an effluent of excellent quality and partially disinfec-
ted. In order to obtain previous information for the evaluation of the system per-
formance, in the wastewater treatment plant of Santa Cruz de Tenerife a pilot scale
bioreactor was placed. Results obtained were satisfactory, achieving a complete
solids removal, a high organic matter reduction (>94%) and nitrification. Also, no
significant membrane fouling is found when operating near the critical flux condi-
tions. Finally, kinetic parameters for a full-scale design have been obtained.
Key words: Membrane bioreactor, wastewater treatment, reclaimed wastewater
reuse.
830 ESTUDIOS CANARIOS [2]
INTRODUCCIÓN
Biorreactores de membrana
BRM
-·
filtradonavado
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L
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN
120
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Días
CONCLUSIONES
NOMENCLATURA
AGRADECIMIENTOS
BIBLIOGRAFÍA
La obra de Manuel González Sosa (Guía de Gran Canaria, 1921) continúa siendo,
hoy en día, una obra poco conocida incluso para el público más atento a los rum-
bos actuales de la literatura, y ello a pesar de los ya más que evidentes valores que
dicha obra ostenta, tanto en su vertiente estrictamente creativa como en su vertien-
te crítica, por no hablar de la actividad del autor como fundador y animador de co-
lecciones y suplementos literarios -desde los «pliegos graciosos de poesía» San
Borondón hasta el que es hasta hoy el suplemento literario de mayor duración de
los publicados en las Islas, «Cartel de las Letras y las Artes» (1963-1983), página
literaria del Diario de Las Palmas-, una labor que ocupa un lugar de excepción
en el panorama de las letras insulares de su tiempo. La explicación de este hecho
hay que buscarla, más que en la desatención crítica (ahí está, por ejemplo, el volu-
men de homenaje Presencia de Manuel González Sosa, 2000), que es un mal casi
endémico de nuestra cultura insular, en las propias decisiones del autor, cuyo nivel
de autoexigencia a la hora de afrontar el hecho literario le ha llevado en muchas
ocasiones a guardar en el cajón una parte sustanciosa de su poesía durante mucho
tiempo, o bien a publicar su obra poética completa en entregas no venales (bajo el
título A pesar de los vientos, colección Las Garzas). Esta actitud, que parece reve-
lar una crítica severa y justa de la flagrante connivencia de cultura y espectáculo
que caracteriza la sociedad en que vivimos, ha privado sin embargo al lector de la
posibilidad de seguir con claridad la evolución de su escritura desde la ya lejana
década de 1940, época en que se inicia su actividad literaria.
Nos hemos referido al caso de su labor poéti~a, pero otro tanto puede decir-
se de su obra crítica: una parte considerable de sus notas y ensayos permanecía,
hasta hace poco, diseminada en publicaciones periódicas y libros, a la espera de
ocasiones como la que, afortunadamente, nos brinda ahora el Instituto de Estu-
dios Canarios al editar -de forma exquisita, hay que decirlo- Segunda luz, una
recopilación de notas, artículos y estudios que giran en su mayor parte en tomo
a la literatura insular de los dos últimos siglos. Según Manuel González Sosa, la
metáfora del título «quiere aludir desde luego al hecho de la reimpresión de los
ensayos, pero también a que casi todos contienen vestigios mayores o menores de
indagaciones mesuradas». Así pues, la imagen del título se refiere, según el autor,
a la idea de reimpresión -aunque en realidad se trata de la primera impresión
conjunta de una serie de textos que se encontraban, como digo, desperdigados
en suplementos de periódicos, revistas literarias y otras publicaciones-, pero no
844 ESTUDIOS CANARIOS [2]
cabe dudar de que, con esta imagen, el autor alude tácitamente a la labor del crítico
que arroja segunda luz sobre la originaria de los textos que examina, una metáfora
hermosa que constituye el reverso de aquella otra que Octavio Paz tomó prestada
de Gracián para titular su conocida colección de ensayos Sombras de obras.
El conjunto de textos recogidos aborda obras y autores diversos que, salvando
las excepciones de Silvestre de Balboa, Viera y Clavijo y el vizconde de Buen
Paso, se encuadran en contexto de la poesía canaria moderna, segmento de la rea-
lidad literaria insular que ha sido siempre objeto de atención preferente por parte
de González Sosa, según lo demuestran libros como Tomás Morales. Cartapacio
del centenario (1998) o Domingo Rivera. Enfoques laterales (2000). Los textos,
agrupados en dos partes, presentan diferente calado, por decirlo así. Unos son
simples noticias de poetas canarios poco conocidos en las Islas, como el caso de
Antidio Cabal; otros son notas al margen de libros y obras, desde Pérez Galdós
hasta Tomás Morales y Pino Betancor, notas que no rehúyen la semblanza biográ-
fica -como la del primer editor de El lino de los sueños, Luis García Bilbao- o
la revisión de ciertas afirmaciones no suficientemente discutidas -en concreto,
aquella que afirma que el tema principal de El caracol encantado, de Saulo Torón,
es el mar. Otro grupo de textos ahonda más en el objeto de su estudio y constituyen
aportaciones valiosas a la crítica insular; tal es el caso, a mi parecer, de los ensayos
dedicados al vizconde de Buen Paso, al poema de Alonso Quesada «A la hora del
ángelus», a Unamuno o a la estancia de Dionisia Ridruejo en Canarias y a sus
sonetos de tema insular. También tiene un interés especial el dedicado al motivo
del espejo, «Breviloquios en tomo al Espejo de paciencia», que constituye una
especie de extensa nota al margen realizada bajo el título de la obra de Silvestre de
Balboa, lo que no es, por cierto, nada sorprendente, ya que se trata de un motivo
que ha interesado vivamente a González Sosa y que aparece también en su propia
obra poética con la intensidad de lo simbólico.
No quisiera terminar esta breve reseña de Segunda luz sin destacar, de entre
todas las intuiciones y reflexiones críticas que el libro nos ofrece -siempre en un
estilo sobremanera expresivo que no duda en emplear arcaísmos y giros que a ve-
ces hacen recordar la prosa de Unamuno en el brío del fraseo-, una observación
concreta recogida precisamente en el texto dedicado al Rector salmantino:
Unamuno es, por añadidura, bien que en un corto trecho de su obra, un poeta cana-
rio. Y esto es cierto hasta el extremo de que una óptima antología de la poesía insulana
atenida más a esencias que a apariencias no puede omitir la inclusión de un puñado de
versos unamunianos.
Esta idea y la propuesta aparejada a·ella deben ser tomadas en toda su dimen-
sión crítica, en la medida en que contravienen los nacionalismos literarios que
reducen siempre los fenómenos culturales a cuestiones de raíz exclusivamente
sociopolítica. Esa dimensión es hoy plenamente actual. No estaría mal, en este
sentido, que algún día puedan verse, en una antología de poesía canaria contem-
[3] RECENSIONES 845
ALEJANDRO RODRÍGUEZ-REFOJO
El poeta y crítico Manuel González Sosa (Guía de Gran Canaria, 1921) ha sido una
figura central en la cultura de las Islas a lo largo de más de cincuenta años. Modelo
de discreción intelectual, un simple vistazo a su trayectoria nos lo muestra como
poeta, como animador de revistas, colecciones y suplementos literarios y como
sagaz articulista y crítico. Es esta última faceta ~en la que ya nos ha dado títulos
tan interesantes como Tomás Morales. Cartapacio del centenario (1988), Tomás
Morales. Suma crítica (1992) o Domingo Rivera. Enfoques laterales (2000)~ la
que ahora vuelve a ser actualidad viva con la publicación de un nuevo libro suyo.
Segunda luz, que acaba de llegar a las librerías, incluye una heterogénea serie
de quince textos críticos dados a conocer previamente por González Sosa entre
1962 y 2003 en diversas publicaciones y que ahora han sido revisados para su inte-
gración en este volumen. El libro nos proporciona una personal visión ~límpida,
meditada y, a veces, erudita~ de una serie de autores, obras y hechos relacionados
de una manera u otra con la literatura escrita en Canarias. En todos y cada uno de
estos textos, González Sosa aporta un nuevo dato o matiz crítico y, al mismo tiem-
po, elabora una significativa reflexión cuya finalidad principal no es otra que la de
arrojar más luz sobre el tema o el aspecto objeto de sus observaciones. Todo ello
hace de este volumen una obra inexcusable para entender a determinados autores
o para penetrar en el significado de algunos temas y problemas literarios.
Dividido en dos partes, en la primera se estudian autores de los siglos XVIII al
xx, desde Cristóbal del Hoyo hasta Pino Betancor. La segunda se centra en el aná-
lisis, más pormenorizado, de dos obras tan dispares como son Espejo de paciencia,
de Silvestre de Balboa, y el soneto «Al pico de Teide ... », del ya citado Cristóbal
del Hoyo, estudio al que siguen algunas precisiones sobre la biografía de Rafael'
Bento y una breve semblanza de Luis García Bilbao, «el primer editor de El lino
de los sueños» de Alonso Quesada.
Cristóbal del Hoyo (1677-1762) es el único escritor al que se dedican dos estu-
dios. En el primero, González Sosa se detiene en los endecasílabos del «Elogio fú-
nebre del Marqués de San Andrés» de Viera y Clavijo en relación con una etopeya
posible del vizconde. Sobre él volverá en la segunda parte, un ensayo (su primera
versión es de 1978) que se ha convertido en una pieza clave en el acercamiento al
846 ESTUDIOS CANARIOS [4]
Melchor López (Tenerife, 1965) publica su cuarto libro de poemas, Fama del día
seguido de Escrito en Arrieta. Descontado el cuaderno Trece poemas (1993), su
primer libro fue Altos del sol (1995), al que siguieron El estilita (1998) y Oriental
(2003). No es, como puede verse, un poeta demasiado abundante, pues en casi
quince años sólo ha dado a la luz cuatro entregas definidas casi siempre por su
brevedad. Todas ellas, sin embargo, conforman un corpus poético ya sólido, mar-
cado por la hondura de la voz lírica y por la recurrente reflexión sobre la condición
insular. Común a todos estos poemas es también la flexibilidad de las formas y los
procedimientos, que conduce al poeta a una alternancia del verso y de la prosa, en
textos caracterizados siempre por una gran concentración expresiva y por un uso
decididamente personal de ciertos recursos iterativos.
Tal vez convenga empezar por este aspecto, es decir, por el cuidado y la aten-
ción que Melchor López ha prestado, desde sus inicios como poeta, al plano téc-
nico-formal, una dimensión no siempre tan vigilada como se debiera por parte de
los poetas de las últimas generaciones. Si bien en los primeros libros de Melchor
López se combinan distintas formas de versificación, entre las que destacamos la
abundancia de «haikus» y «tankas» -composiciones extremo-orientales, como es
sabido, formadas por pentasílabos y heptasílabos-, en Fama del día se combinan
versos de metro impar según el viejo y evolucionado modelo de la estancia y la
silva. Sin embargo, en Fama del día llama la atención, por encima de todo, la es-
tructura externa, marcadamente armónica, pues aparece compuesta por dos partes
con un número idéntico de poemas (doce) en cada una de ellas y, en el medio, un
eje o «pivote», que además se llama así, «El eje», y que relaciona la primera parte
con la segunda. El eje, en este caso, versa sobre una montaña («donde los infinitos
del espacio 1y del tiempo se suman») que conecta al paisaje insular alumbrado por
la imaginación metafórica de la primera parte con la parte tercera, más vinculada
al universo íntimo del poeta, en la que los paisajes y los espacios se «interiorizan»
y nos remiten también a momentos pretéritos que se funden con la propia infancia
del «yo» lírico.
La reflexión sobre el espacio es ya antigua en los poetas canarios. Melchor Ló-
pez tiene su propia y personal idea interpretativa del paisaje insular. La suya es una
percepción antinaturalista en la que impera un paisaje desnudo, no decorativo, una
interpretación opuesta tanto a cualquier forma de tipismo o regionalismo como a
toda tentación esteticista. El poeta tinerfeño nos muestra, en algunos momentos,
imágenes ciertamente violentas del paisaje, unas imágenes que consiguen trans-
mitir la agresividad de los elementos: «bestia famélica del viento», «sol abrasa-
don>, «oleaje perpetuo». Ante los elementos, ante la presencia casi «animal» de la
naturaleza, el hombre se siente empequeñecido, indefenso. No falta el testimonio
de esa acción terrible de la naturaleza, como es el caso del poema «Estela para los
trece paracaidistas muertos en Tefia», un testimonio en el que se entrevera, por
[7] RECENSIONES 849
otra parte, la crítica política, con la cual el hondo lirismo que domina en el libro
no entra en contradicción en ningún momento. Se trata de una simple voluntad de
coherencia por parte del poeta.
Siente éste siempre necesidad de comunicarse con el espacio insular, con los
áridos paisajes característicos de las Canarias orientales (incluidos los de la isla de
Lobos y el Roque del Este, objeto una y otro de sendos poemas), que es siempre,
antes que nada, necesidad de alcanzar la visión poética a través de la identificación
de la palabra con el mundo natural («El viento, la voz»). De este modo, la soledad
como metáfora equipara la isla con una embarcación que marcha a la deriva: el
mar, que por un lado identifica, por otro aísla, crea un aparte. Este recurso, en una
mirada más universal, coloca también al planeta surcando sin rumbo los mares es-
telares. Así pues, la soledad insular es proyectada y convertida en una soledad uni-
versal. El mar vuelve a ser en este poeta, igual que lo ha sido y lo sigue siendo en
otros autores de las Islas, un elemento ineludible para comprender la presencia del
ser en el cosmos. Como escribiera Pedro García Cabrera en su ensayo «El hombre
en función del paisaje»: «La isla, para definirse, necesita-imprescindiblemente-
del mar [... ]nuestro arte debe construirse, esencialmente, con mar [... ]».Y en él
se funda también la palabra de Melchor López: «Allí vibran las islas 1 como hitos
milenarios 1en el mar, en las auras 1 crecientes de la tarde».
Otros temas preocupan al poeta tinerfeño: la muerte que permite que las cosas,
los objetos, nos sobrevivan; el poder de lo telúrico; la religiosidad basada en la hu-
mildad y la templanza, como ya se cristalizara en su libro El estilita, la capacidad
de la imaginación para seguir sus impulsos sin perder nunca de vista la realidad
visible ... El componente erótico igualmente concurre en Fama del día. Las Nausí-
caas homéricas -que podríamos asociar con el mito de Dácil, pues seducen y son
seducidas por el desconocido-, esperan bajo el sol a Príapo, el dios menor griego,
personaje fálico por excelencia. Por otra parte, se manifiesta la inexistencia de una
ruptura definitiva con el pasado: el poeta regresa a universos pretéritos como el
de la infancia y rememora hechos que hacen pensar en textos de carácter intimista
propios de la escritura diarística: «Los goznes de la gran puerta del año 1giraron de
repente, y el pasado ocupó, 1 desbordante, las amplias cámaras del presente».
El hombre se siente unido a la tierra. El poder telúrico lo envuelve. Según la
simbología, la conexión entre la piedra y el alma es muy estrecha. La piedra y el
hombre presentan un doble movimiento de subida y de bajada: el hombre nace de
Dios y vuelve a Él; la piedra desciende del cielo y, transmudada, se eleva hacia
él. La montaña en la que el hombre coloca su mano le transmite poder. Melchor
López es un poeta muy atento a estos valores simbólicos y, como poeta que es ple-
namente comprometido con la modernidad literaria, logra en este libro transmutar
en intensas imágenes su manera de estar en el «mineral inédito» del mundo, su
manera de interpretarlo y de vivirlo. Démosle la última palabra: «Ya baja la luz,
ya subo hasta ti, Sol».
Ante la oportunidad de escribir una breve recesión sobre este importante libro del
poeta Domingo Rivero, no puede quien esto escribe sino referirse, para empezar,
a emociones y recuerdos que resultan inseparables de su propia «educación sen-
timental». Debo aclarar, sin embargo, que esa sentimentalidad no es la de la afec-
ción (o solamente la de la afección), sino más bien aquella que, para decirlo con
María Zambrano, se constituye como un sentir iluminante. No otra cosa ha sido,
en mi caso, el diálogo que he mantenido desde mi adolescencia con un conjunto
de poetas clásicos y modernos de lengua española. Entre las obras de esos poetas
figuran en un lugar central los pocos y escuetos textos que el canario Domingo
Rivero (1852-1929) nos dejó a su muerte, y que han formado parte esencial de mi
aprendizaje del fenómeno estético. El hecho de que esos versos de Rivera, como
los otros, me llegaran en una especie de desnudez adánica, de desconocimiento
de toda herramienta o rudimento práctico o teórico, no fue, como alguien legí-
timamente podría pensar, un obstáculo o un paso insalvable para que supusieran
para mí un nacimiento, una iniciación -a veces, en las más arduas pruebas- a la
palabra poética. Aquellos poemas me conjuraban a establecer con ellos un vínculo,
en su más amplio designio espiritual. Era una asunción, una epifanía de la intimi-
dad: la del ser en su inviolable y sagrada constitución, el ser en su más primaria
inocencia.
Me resulta, por todo ello, especialmente grato volver a los poemas de Domin-
go Rivero en esta excelente edición de Acantilado preparada y seleccionada por
Andrés Sánchez Robayna. Como muy bien apunta Francisco Brines en su concisa
y feliz presentación, Domingo Rivera fue «un poeta de creación tardía» (al menos
en lo que se refiere a los textos que han llegado hasta nosotros) y «de publicación
póstuma» si pensamos sólo en un libro que reuniese sus creaciones, ya que el
poeta publicó algunas de ellas en periódicos y revistas insulares y peninsulares. El
primero en ocuparse por extenso de este punto, y de todos los que giran en tomo a
este poeta, como también señala Brines, fue el profesor y crítico Jorge Rodríguez
Padrón con la edición, en 1967, de su estudio Domingo Rivera, poeta del cuerpo.
Se ha escrito, por otra parte, no poco sobre el admirable «Yo, a mi cuerpo». En
el prólogo al libro citado, Dámaso Alonso vuelve sobre ese poema. A diferencia,
sin embargo, de lo que afirma el gran filólogo, yo creo que sí hay otros poemas de
don Domingo que no están lejos de igualar el afamado «Yo, a mi cuerpo»: estoy
pensando en «Silla de junto al lecho», «Reposo eterno», «El humilde sendero»,
«Al poeta muerto», «Espigas», «De la ermita perdida» o los entonces (1967) no
conocidos «A los muebles de mi cuarto» y « 1918. 11 de noviembre».
Sobre la huella visible de Bécquer, y la más que visible de Unamuno en don
Domingo han escrito estudiosos como Sánchez Robayna, González Sosa o el ya
mentado Rodríguez Padrón. El catedrático de Salamanca fue un acertado orienta-
dor de algunos poetas canarios a comienzos del siglo xx (el ejemplo más claro de
[9] RECENSIONES 851
esta fértil orientación es la poesía de Alonso Quesada), pero es cierto que en Una-
muno vemos un carácter más recio y combativo, reacio a los avatares cotidianos,
y en don Domingo una personalidad más propicia y jugosa en lo escondido, más
resignada, aunque el poeta canario no resulta menos pesimista que don Miguel.
Como Cavafis o Quesada, también Rivero acepta el destino que le ha tocado en
suerte, mientras sueña en otra vida: «con tristeza te hablé de la mezquina 1labor que
mi existencia ha consumido», versos que hacen recordar otros de Alonso Quesada
sobre el pan ganado «de una infeliz manera 1porque yo no nací para estas cosas».
Comedimiento, resignación y entereza moral son elementos que definen la per-
sonalidad y la obra de un Domingo Rivero que, aunque influido por Unamuno,
está alguna vez más cerca, a mi parecer, del Antonio Machado que en Campos
de Castilla escribe: «Nunca perseguí la gloria 1 ni dejar en la memoria 1 de los
hombres mi canción», versos tan próximos a otros del poeta canario: «Nunca as-
piré a la gloria, ni me atrajo 1 de la fama el estruendo». Por otra parte, como se ha
dicho, el mar de Rivero no es el de Tomás Morales, ni su poesía es la del moder-
nismo más colorista o exótico: la suya es una música callada, de rigurosa y tenaz
construcción. Sus poemas son eminentemente nominales: prima en ellos la sabia
elección de los sustantivos; pero, eso sí, ajenos a los grandes o grandilocuentes
nombres de la Historia. La lírica de Rivero examina con dolor lo cotidiano, y
siempre está junto al más prójimo. Reconcentrados y sobrios, los versos del poeta
canario (como muchos de Cavafis) son de vejez ~«flor de invierno» los llama~;
desengañado y triste, su figura nos recuerda a veces a la que abre el libro Soleda-
des de Antonio Machado.
Además de esas influencias ya señaladas, habría que recordar, como ha indica-
do Eugenio Padomo, las lecturas que Rivero en sus tres años londinenses hizo de
Shakespeare o de Rupert Brooke (este volumen recoge la traducción de un poema
suyo). Tal vez sea cierto que nuestro poeta buscaba ante todo ~como Cavafis~ un
consuelo moral en la poesía, la redención de una juventud robusta y secreta, pero le-
jana. De la selección hecha en esta antología nada habría que objetar salvo, quizá, la
inclusión de un poema como el fácil «Túnel sombrío» y la exclusión de otros como
«A mi viejo barbero», «La victoria sin alas» o «Invierno», tal vez más interesantes
y personales, y menos obvios en los sentidos recurrentes de la obra riveriana.
Existe un hecho desgraciadamente cierto y relevante que señala Brines en su
presentación: «Y, sin embargo, la voz del poeta sigue siendo sólo silencio en el
resto de España». Es esta una realidad no sólo aplicable a una obra breve y tardía-
mente dada a conocer como la que nos ocupa, sino también a otras obras escritas
en Canarias. De ahí la importancia de la presente edición, que constituye un paso
decisivo en la difusión de esta obra más allá de las Islas. La poesía de Rivero es
un peculiar monólogo interior, la historia de una intimidad siempre interrogada
y redescubierta. En sus mejores momentos hemos podido llegar a sentir quizá lo
que sentía San Agustín al leer las Escrituras, ese «alegrarse con temblor» (exul-
tare cum tremore), «fruto ~ha escrito Pedro Aullón de Haro~ de la síntesis de
lo humilde con lo elevado». La obra de un poeta no nos dice una sola cosa y de
852 ESTUDIOS CANARIOS [lO]
una sola vez: los que ya conocíamos los versos riverianos tenemos la certeza de
que volveremos a ellos. Quienes aún no los han leído encontrarán en esos versos
a un poeta excepcional, un poeta que lleva al lector hacia su propio e íntimo sentir
iluminante. Un poeta injustamente secreto o invisible en una sociedad que, como
la de hoy, necesita más que nunca, como escribió Unamuno, «aprender a leen>.
ción judaica; además, establece un análisis paralelo entre este pasaje y la escena
que remata el retablo: uno de los santos varones sosteniendo el cuerpo muerto de
Cristo. Aunque, ciertamente, esta selección iconográfica es excepcional, la conclu-
sión que se propone al lector nos resulta algo aventurada: Santana se inclina por
considerar «la adhesión a la fe mosaica y no a la católica» del patrocinador de este
conjunto, el sacerdote (católico) Fernando de Montiel.
El análisis de la Inmaculada de los Lercaro-Justiniano nos plantea una valo-
ración semejante. El autor -con verdadero ánimo policiaco- advierte de nuevo
algo que podríamos denominar una alarma iconográfica, en este caso la inclusión
de las figuras de Moisés y Elías flanqueando a la de María, hasta ahora identifi-
cadas como San Pedro y San Pablo. Esta relectura es incontestable y propicia un
examen del lienzo en clave criptojudía, apoyado sobre todo en la disección de un
texto supuestamente cifrado -en el caso contrario, ininteligible- incluido en las
tablas que sostienen los dos profetas. Reservamos al lector la intriga que supone
ir desvelando éste y otros misterios sin duda muy sugerentes, pero sí adelantamos
que como en el caso anterior Lorenzo Santana llega a la conclusión de que el pro-
bable patrocinador de la pintura, Bernardo Lercaro, era criptojudío.
El autor expone con honestidad sus argumentos, aunque en alguna ocasión da
por ciertas sus hipótesis cuando pensamos que hubiera sido más prudente referir-
se a ellas con más cautela (por ejemplo, en la página 53: «Tras probar el carác-
ter criptojudío de la Inmaculada ... »). También es riguroso en la anotación de sus
fuentes, cuya divulgación -insistimos- es una de las virtudes incuestionables
de este libro. Pero si en los dos primeros capítulos la contundencia de las noticias
documentales hacía indiscutibles sus conclusiones, en los otros dos éstas quedan
a nuestro juicio, mucho más abiertas, lo que por otra parte no les resta valor como
hipótesis. Pero, sin descartar su verosimilitud, el supuesto hebraísmo de los per-
sonajes estudiados nos plantea unas dudas que los documentos podrían responder
si la propia naturaleza del tema de fondo -la práctica de una religión prohibida
en un ambiente adverso y peligroso- no hubiera determinado la inoportunidad de
hacerlo explícito. Sin embargo, nos resulta inquietante pensar que en los linajes
analizados -singularmente entre los Lercaro- la fe judía se mantuviese en estas
condiciones generación tras generación, sobreviviendo a los matrimonios de sus
miembros con personas de otras familias, de quienes ha de plantearse también si
eran conscientes de ello o si, incluso, participaban de esta fe proscrita. Entonces,
¿cabría rastrear pistas criptojudías en el comportamiento de otros Montiel, de otros
Lercaro? ¿Cuándo se extinguieron estas prácticas realmente heroicas? ¿Cuál fue
el último Lercaro judío? ¿Tuvieron, en realidad, un secreto? Lorenzo Santana nos
deja sobre la mesa nuevos datos, agudas observaciones y muchos interrogantes. La
investigación consiste, precisamente, en formular preguntas y buscar respuestas.
Bienvenido, pues, este nuevo libro. Ojalá propicie un debate enriquecedor de cuya
falta adolece ahora la historiografía del arte isleño.
Por razones que sería prolijo detallar en el breve espacio de unas páginas, la con-
cepción de lo poético como un espacio privilegiado para el despliegue radical
de la imaginación -o del pensamiento no regido por pautas lógicas- ha sido,
desde hace décadas en la poesía española, incomprendida, marginada e incluso
despreciada por algunos de nuestros críticos y poetas más renombrados. Daré aquí
solamente una de las razones que explican ese desprecio, de entre las muchas que
858 ESTUDIOS CANARIOS [16]
las claves interpretativas no sólo de este libro, sino también de la breve e intensa
trayectoria del joven poeta canario, nacido en Tenerife en 1980. El simbolismo de
la flor apunta, en efecto, a una visión del mundo cuya presencia puede ya consta-
tarse en Arena (200 1), el libro que inauguraba la trayectoria creativa de nuestro
autor. Me refiero al simbolismo general que Cirlot nos aclara en su Diccionario:
la flor simboliza, por su naturaleza, la belleza fugaz del mundo, mientras que por
su forma constituye una imagen del centro y, por lo tanto, de la esencia unitaria
de la realidad y del alma misma, sin olvidar que. también es un símbolo de la obra
en la alquimia. El poema que abre Cariátides y que lleva el significativo título
de «Aprendizaje» constituye, a este respecto, toda una poética: «Para aprender el
nombre de la flor 1 que crece en el invierno 1 aquieté mis palabras ... ».
La búsqueda de la unidad a través de la belleza se resuelve en ocasiones en una
contemplación casi extática del paisaje, tal como se observa en el poema «Lector
de mitos» y de manera ejemplar en el undécimo poema de la segunda sección del
libro, la que lleva por título «Escenas sobre el mar». En este último texto se afirma
un deseo de unión con lo contemplado («Ser en la tarde esbelta ese bañista 1 que
hace gestos sinuosos e invisibles 1 en las aguas secretas de la playa ... ») muy cer-
cano al panteísmo y, concretamente, a la poesía de autores como Juan de la Cruz,
Sikelianós y, sobre todo, de Rainer Maria Rilke, cuya concepción de lo poético
como espacio de conciliación entre lo visible y lo invisible constituye el eje alre-
dedor del cual gira Cariátides. No me resisto a transcribir una de las estrofas del
primero de los poemas arriba citados, en cuyo ritmo sentimos el ritmo de las aguas
del mundo: «Bajo las buganvillas o el geranio 1 permanezco al amor de la criatu-
ras, 1 o nado y me hundo en los espejos 1 del mar que guarda músicas extrañas».
Debemos tener presente, sin embargo, que este estado de serenidad contempla-
tiva al que nos lleva Cariátides en ciertas poemas es uno de los polos a los accede
la mirada poética, y lo cierto es que, con mayor frecuencia, el anhelo de fusión con
la totalidad implica la dolorosa conciencia de la temporalidad, la muerte y la des-
conexión entre el mundo y el hombre, cuando no un poso amargo de hastío y des-
engaño que recuerda a veces el poema «La rueda», de Yeats. Esta conciencia del
«mal del vivir» es, en realidad, la otra cara de la misma moneda, y constituye -no
lo olvidemos- una constante de la lírica moderna presente en poetas tan distintos
como Keats o MontaJe, Baudelaire o Cemuda. El sentimiento de extranjería que
recorre Cariátides de principio a fin nos ofrece un buen ejemplo del carácter jáni-
co de esta actitud vital: lo que podemos llamar «visión poética» le proporciona al
creador, por un lado, una conciencia agudamente intensa de la belleza del mundo y
del enigma de la existencia, pero, por otro lado, le produce una herida que le aleja
de los hombres y de sí mismo y que acaba convirtiéndose en parte sustancial de su
ser; de ahí las palabras de Edmond Jabés que figuran al frente de la cuarta sección
del libro, «Coloquio con los extrajeras», formada íntegramente por poemas en
prosa: «El extranjero te permite ser tú mismo, al hacer de ti un extranjero.»
Como se habrá visto, he trazado el perfil de la vasta tradición en la que debe
insertarse Cariátides; pero no he dicho nada acerca de una cuestión sumamente
860 ESTUDIOS CANARIOS [18]
importante que atañe al momento valorativo que debe encerrar toda crítica: la
forma particular en que el autor asume y renueva los temas, tópicos y formas
heredados. A este respecto el dictamen debe ser, a mi juicio, realmente positivo, y
aunque no puedo detenerme sobre este asunto, tampoco dejo de preguntarme por
el destino crítico de una obra joven como la de Iván Cabrera Cartaya, no ya dentro
del contexto cultural canario, que adolece de forma crónica por la falta de una
infraestructura crítico-literaria, sino del concreto panorama de la crítica española
actual, que, como decíamos al principio, ha llegado a desdeñar la más importante
de las facultades del hombre, olvidando que la imagen siempre es, para el poeta, la
distancia más corta entre dos puntos.
ALEJANDRO RODRÍGUEZ-REFOJO
ACTA S y MEMORIAS
El Sr. Director abre la sesión y procede con los asuntos incluidos en el orden
del día:
Se destaca:
a) que el libro La conquista de Tenerife está en segundas pruebas y que se
espera su pronta publicación.
b) Que se ha presentado el libro Los Dinoflagelados de Canarias, de Da Alicia
Ojeda Rodríguez en Las Palmas con gran éxito de público.
e) Que el Anuario del 2004 está en pruebas.
Se aprueba el presupuesto.
2°) El Director informa de que los Estatutos del Instituto de Estudios Canarios
adaptados a la legislación de asociaciones están presentado en la Consejería de
Presidencia del Gobierno Autónomo, pendientes de aprobación. En cuanto a la
Fundación Instituto de Estudios Canarios, cuyos Estatutos fueron aprobados en
la Junta General de 30 de septiembre de 2002, se ha hecho consultas a los funcio-
narios con competencia en esta materia de las que se deduce la conveniencia de
evitar la confusión entre ambas entidades, por lo que se aconseja un cambio de
nombre para la Fundación y la supresión en los Estatutos de ésta de los artículos
relativos al funcionamiento del Instituto.
Se acuerda que en la próxima Junta de Gobierno se deberá fijar una fecha
para celebrar una Junta General en la que se deberán aprobar los Estatutos de la
Fundación.
Y sin más asuntos que tratar, siendo las 21,30 hs, el Sr. Director da por con-
cluida la sesión de cuyos contenidos se da cuenta en la presente Acta y de lo cual,
como Secretaria, doy fe.
yo Bo EL DIRECTOR LA SECRETARIA
D. Alonso Fernández del Castillo Machado Da. Josefa Dorta Luis
[7] ACTAS Y MEMORIAS 867
En la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, siendo las veinte horas del día 18
de octubre de 2006, en el Salón de Actos de la sede del IEC, C/ Bencomo, 32, se
reúnen en sesión ordinaria, previamente convocada en tiempo y forma, los señores
Miembros del IEC bajo la presidencia del Sr. Director D. Alonso Femández del
Castillo Machado y actuando como secretaria la titular Da Josefa Dorta Luis, D.
Eduardo Aznar Vallejo, D. Juan Hemández Bravo de Laguna, Da Dolores Corbella
Díaz, D. Sebastián N. Delgado Díaz, D. Francisco González Luis, D. Juan Francis-
co Navarro Mederos, Da Constanza Negrín Delgado, D. Miguel Martinón Cejas,
Da Ana Viña Brito, Da Victoria Marzol Jaén, D. Wolfredo Wildpret de la Torre,
D. José J. Pascual Femández, Da Matilde Amay de la Rosa, D. Emilio González
Reimers, excusando su asistencia los señores miembros, D. Francisco Hemández
González y Da Carmen Fraga González
El Sr. Director abre la sesión y procede con los asuntos incluidos en el orden
del día:
Y sin más asuntos que tratar, siendo las 21,15 hs, el Sr. Director da por con-
cluida la sesión de cuyos contenidos se da cuenta en la presente Acta y de lo cual,
como Secretaria, doy fe.
yo B0 EL DIRECTOR LA SECRETARIA
D. Alonso Femández del Castillo Machado Da. Josefa Dorta Luis
[9] ACTAS Y MEMORIAS 869
En la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, siendo las veinte horas, diez mi-
nutos, del día 22 de noviembre de 2006, en el Salón de Actos de la sede del IEC, C/
Bencomo, 32, se reúnen en sesión extraordinaria, previamente convocada en tiem-
po y forma, los señores Miembros del IEC, D. Sebastián N. Delgado Díaz, Da Ana
Viña Brito, D. Dolores Corbella Díaz, D. Andrés Sánchez Robayna, D. Juan Her-
nández Bravo de Laguna, D. Francisco González Luis, D. José Pascual Fernández,
D. Marcos Martínez Hernández, D. Fernando Estévez González, D. Leandro Tru-
jillo Casañas, Da María Victoria Marzo! Jaén, D. Wolfredo Wildpret de la Torre,
D. Emilio González Reimers, Da Matilde Arnay de la Rosa, D. Alonso Fernández
del Castillo Machado, D. Juan Ramón Núñez Pestano, excusando su asistencia Da
Victoria E. Martínez Osorio, bajo la presidencia del Sr. Director D. Eduardo Aznar
Vallejo y actuando como secretaria la titular Da Josefa Dorta Luis.
El Sr. Director abre la sesión y antes de proceder con los asuntos incluidos en
el orden del día agradece el servicio prestado por D. Alonso Fernández del Castillo
como Director saliente del IEC. Se añaden los agradecimientos de la tesorera, Da
Dolores Corbella Díaz y de la secretaria que suscribe.
Asimismo, el Sr. Director informa de la muerte de Da Anal ola Borges del Cas-
tillo y lamenta que el IEC no haya podido estar representado en el funeral. Se
propone a la Sección de Historia que haga una sesión académica sencilla en su
homenaje.
Se procede a continuación con los puntos del orden del día.
yo B0 EL DIRECTOR LA SECRETARIA
D. Eduardo Aznar Vallejo Da. Josefa Dorta Luis
872 ESTUDIOS CANARIOS [12]
El Sr. Director abre la sesión y procede con los asuntos incluidos en el orden
del día:
3.2. Ediciones:
-«Protocolos de Hernán González», de Mercedes Miranda. El Director infor-
mó que se presentaron hace dos años en el lEC, pero que este libro está pendiente
de la contestación del Cabildo de Tenerife para su financiación dentro del Acuerdo
suscrito entre el lEC y el Cabildo.
-«Canarias Ilustrada y Puente Americano», de Damaso Quesada y Chaves. Ya
se han recibido los dos informes, así como la propuesta de compra de 200 ejempla-
res por parte del Ayuntamiento de Los Realejos. Se pasa a su maquetación.
-«Temas de dialectología». Ya se han recibido los dos informes preceptivos. Se
inicia su maquetación.
-«Segunda Luz», de Manuel González Sosa. Ya está totalmente acabada su
impresión.
874 ESTUDIOS CANARIOS [14]
-«El pargo salado», de Sabaté Bel. Ya se han recibido los dos informes. Su
publicación depende de la financiación que se obtenga.
-«A. Cioranescu Biografía de un intelectual comparatista», de Lilica Voicu. Se
informa que el libro ya ha llegado al lEC y que se presentará en CajaCanarias.
Y sin más asuntos que tratar, siendo las 20,00 hs., el Sr. Director da por con-
cluida la sesión de cuyos contenidos se da cuenta en la presente Acta y de lo cual,
como Secretaria accidental, doy fe.
gobierno. Matiza la necesidad de las mismas para afrontar los pagos como los
ocasionados por los cursos, etc. En este punto interviene el Sr. Director para in-
sistir en el hecho de que, mientras no se disponga de las subvenciones, es preciso
aminorar gastos.
d) Señala que cada vez habrá más problemas para justificar las subvenciones
porque cada año se exigen más requisitos y matiza que la del Cabildo, a pesar de
tratarse sólo de 6,000,00€, es la más difícil de justificar.
En otro orden de cosas, el Sr. Director comenta la situación del personal con-
tratado del IEC:
1°) Trata de la permanencia de la auxiliar de la Biblioteca e indica que sería
conveniente prorrogar el contrato mientras sea posible para que el Servicio siga
abierto. Se acepta la propuesta por asentimiento.
2°) Se comenta el mal funcionamiento de la administrativa del Centro y, como
consecuencia de ello, se plantea el posible cese de sus servicios.
Y sin más asuntos que tratar, siendo las 19,10 hs., el Sr. Director da por con-
cluida la sesión de cuyos contenidos se da cuenta en la presente Acta y de lo cual,
como Secretaria, doy fe.
yo Bo EL DIRECTOR LA SECRETARIA
D. Eduardo Aznar Vallejo Da. Josefa Dorta Luis
[19] ACTAS Y MEMORIAS 879
AcUERDOS Y CONVENIOS
Convenio de colaboración firmado ell8 de agosto de 2006 entre el Instituto de
Estudios Canarios y el Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna para
la realización de actividades culturales.
CONFERENCIAS
Charla-coloquio de D. Luis Mateo Díez (Miembro de la Real Academia Espa-
ñola y novelista) y D. Domingo-Luis Hemández (Escritor y Profesor de la Univer-
sidad de La Laguna), «¿Escribir el pasado, recordar el futuro?» (11 de diciembre
de 2006).
CONFERENCIAS DE INGRESO
Da Dominga Trujillo Jacinto del Castillo (Catedrática de Física Aplicada, Uni-
versidad de La Laguna), «Enrique Moles Armella: convergencia europea de la
Química española» (24 de marzo de 2006).
CURSOS
«Recuperación de espacios degradados», dirigido por D. Domingo Gómez Orea
y coordinado por D. Sebastián N. Delgado Díaz (del3 al 7 de abril de 2006).
«Ingeniería forense», dirigido por D. Fernando García Colina y coordinado por
Da Andrea Brito Alayón (del 17 al 21 de abril de 2006).
«Los restos humanos: un documento histórico para Canarias», dirigido por D.
Juan Francisco Navarro Mederos y n• Matilde Amay de la Rosa (del 15 al 19 de
mayo de 2006).
«Conservación de bienes documentales. Desastres: prevención y actuación en
situaciones de emergencia», dirigido por D. Arsenio Sánchez Herampérez y n•
Katarzyna Zych Zmuda (del 14 al 20 de junio de 2006).
880 ESTUDIOS CANARIOS [20]
<<Le Canarien: retrato de dos mundos», dirigido por D. Eduardo Aznar Vallejo,
Da Dolores Corbella Díaz, Da Berta Pico Graña y D. Antonio Tejera Gaspar (del 5
al 7 de julio de 2006).
«Documentación pública. Documentación privada. La gestión de la memoria»,
dirigido por Da Ana Viña Brito (del 6 al 1O de noviembre de 2006).
CONGRESOS Y JORNADAS
«I Jornadas internacionales de dialectología», dirigidas por Da Josefa Dorta
Luis (del 26 al 27 de octubre de 2006).
«24a Jornadas Micológicas de Canarias», dirigidas por Da Esperanza Beltrán
Tejera (del27 de noviembre all de diciembre de 2006).
EDICIONES
Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios, no XLVIII.
ISSN 0423-4804, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2005.
Dinoflagelados de Canarias. Estudio taxonómico y ecológico, de Da Alicia
Ojeda Rodríguez. ISBN 84-88366-48-5. Instituto de Estudios Canarios, La Lagu-
na, 2006.
Diario de viaje desde Madrid a Italia, de José Viera y Clavijo. Edición, intro-
ducción y notas de D. Rafael Padrón Fernández. ISBN 84-88366-56-6. Instituto de
Estudios Canarios, La Laguna, 2006.
Le Canarien. Retrato de dos mundos. l. Textos, edición, introducción y notas
de D. Eduardo Aznar, Da Dolores Corbella, Da Berta Pico y D. Antonio Tejera.
ISBN 84-88366-58-2. Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2006.
Le Canarien. Retrato de dos mundos. Il. Contextos, de D. Eduardo Aznar, Da
Dolores Corbella, Da Berta Pico y D. Antonio Tejera (eds.).ISBN 84-88366-59-0.
Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2006.
La Conquista de Tenerife (1494-1496), de D. Antonio Rumeu de Armas. ISBN
84-88366-57-3. Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2006.
PRESENTACIÓN DE LIBROS
Las víctimas de la inquisición en Canarias, de D. Francisco Fajardo Spínola,
Francisco Lemus Editor, La Laguna, 2005 (9 de febrero de 2006, Sede del Instituto
de Estudios Canarios).
Diario de viaje desde Madrid a Italia, de José Viera y Clavija. Edición, intro-
ducción notas de D. Rafael Padrón Fernández, La Laguna, Instituto de Estudios
[21] ACTAS Y MEMORIAS 881
Canarios, 2006 (14 de febrero de 2006, Sede de CajaCanarias, Santa Cruz de Te-
nerife ).
Dinoflagelados de Canarias. Estudio taxonómico y ecológico, de Da Alicia
Ojeda Rodríguez, La Laguna, Instituto de Estudios Canarios, 2005 (21 de abril
de 2006, El Museo Canario; 18 de mayo de 2006, Sede del Instituto de Estudios
Canarios).
Le Canarien. Retrato de dos mundos. l. Textos, edición, introducción y notas
de D. Eduardo Aznar, Da Dolores Corbella, Da Berta Pico y D. Antonio Tejera, La
Laguna, Instituto de Estudios Canarios, 2006 (23 de noviembre de 2006, Sala Cic-
ca, Lanzarote; 19 de diciembre de 2006, Sede del Instituto de Estudios Canarios).
Los caminos de Creta, de D. Sinesio Domínguez Suria, Ediciones Idea, Santa
Cruz de Tenerife, 2005 (11 de diciembre de 2006, Sede del Instituto de Estudios
Canarios).
La Conquista de Tenerife (1494-1496), de D. Antonio Rumeu de Armas, La
Laguna, Instituto de Estudios Canarios, 2006, 2a ed. (18 de diciembre de 2006,
Salón Noble del Palacio Insular del Cabildo de Tenerife).
Le Canarien. Retrato de dos mundos. 11. Contextos, de D. Eduardo Aznar, Da
Dolores Corbella, Da Berta Pico y D. Antonio Tejera (eds.), La Laguna, Instituto
de Estudios Canarios, 2006 (19 de diciembre de 2006, Sede del Instituto de Estu-
dios Canarios).
ÜTROS ACTOS
Participación del Instituto de Estudios Canarios en el Homenaje a Blas Ca-
brera (19 de mayo de 2006, Jardines del Parque José Ramírez Cerdá, Arrecife de
Lanzarote).
Participación en la Feria del Libro de La Laguna (8 al 18 de junio de 2006,
Plaza del Adelantado de San Cristóbal de La Laguna).
882 ESTUDIOS CANARIOS [22]
ACUERDOS Y CONVENIOS
Convenio de colaboración firmado el 30 de marzo de 2007 entre el Instituto de
Estudios Canarios y Cajacanarias para colaborar en las actividades culturales.
Convenio de colaboración firmado el 3 de septiembre de 2007 entre el Instituto
de Estudios Canarios y el Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna
para la realización de actividades culturales.
CONFERENCIAS DE INGRESO
Dr. D. Maximiano Trapero, Catedrático de Filología Española de la Univer-
sidad de Las Palmas de Gran Canaria, «Los estudios sobre el guanche antes y
después de Wolfel» (7 de marzo).
D. Mariano Gambín García, Licenciado en Derecho y en Historia por la Uni-
versidad de La Laguna, «El negocio del azúcar. Ensayo de un balance contable a
partir de las cuentas del ingenio de Agaete (1503-1504)» (22 de marzo).
Dra. Ma Remedios Alemán Valls Doctora en Medicina, «Infección crónica por
el Virus de la Hepatitis C. Un problema sanitario de primera magnitud» (7 de
mayo).
Dr. D. Justo Pedro Hemández González, Dr. en Medicina y Cirugía, Profesor
de Historia de la Medicina de la ULL y Presidente de la Sociedad Canaria de His-
toria de la Medicina por la Universidad de La Laguna y especialista en Medicina
Interna del HUC, «El Doctor López Canario y sus comentarios al "De tempera-
mentís" de Galeno (1565)» (8 de mayo).
Dr. D. Carlos Emilio González Reimers, Catedrático de Patología Clínica y
Médica de la Universidad de La Laguna y Presidente de la Sección de Medicina
y Farmacia de este Instituto, «Paleonutrición y dieta en la población prehispánica
canaria» (9 de mayo).
D. Roberto J. González Zalacain, Licenciado en Historia por la Universidad
de La Laguna, «Historia y sociedad: las caras de Clío y el Instituto de Estudios
Canarios» (23 de mayo).
D. Sinesio Domínguez Suria, Escritor, «Lecturas, imágenes, escrituras» (6 de
junio).
[23] ACTAS Y MEMORIAS 883
CURSOS
«Diálogos con la Geografía de Canarias», dirigido por la Dra. Da Victoria Mar-
zo! Jaén (del 7 al30 de marzo).
«Especies Exóticas invasoras en Canarias ¿cambio climático?», dirigido por la
Dra. Da Victoria Eugenia Martín Osorio (del 9 al 25 de abril).
«IX Curso de iniciación a las técnicas de trabajo en los Archivos: Reflejo de
la memoria histórica, transparencia y eficacia informativa», dirigido por D. Luis
González Duque, director del Archivo Municipal de La Laguna (del 7 al 29 de
mayo).
«Curso de Estudios Canarios» conmemorativo del 75 Aniversario del lEC (del
15 all9 de octubre).
«Mitología Atlántica Canarias», dirigido por el Dr. D. Marcos Martínez Her-
nández (del12 al16 de noviembre).
CONGRESOS Y JORNADAS
«Jornadas homenaje a Alejandro Cioranescm>, dirigidas por el Dr. D. Andrés
Sánchez Robayna, Universidad de La Laguna (18 y 19 de junio).
«XXV Jornadas Micológicas de Canarias», coordinadas por la Dra. Da Espe-
ranza Beltrán Tejera (del26 al30 de noviembre).
«Jornadas Homenaje a Luis Diego Cuscoy, en su centenario», dfrigidas por el
Dr. D. Juan Francisco Navarro Mederos (del1 O al13 de diciembre).
EDICIONES
Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios, no !XL. ISSN
0423-4804, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2006.
Segunda Luz, de Manuel González Sosa. ISBN 84-88366-62-7, Instituto de
Estudios Canarios, La Laguna, 2007.
Alejandro Cioranescu. Biografía de un intelectual comparatista, de Lilica Voi-
cu-Brey. ISBN 84-88366-55-8, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2006.
884 ESTUDIOS CANARIOS [24]
PRESENTACIÓN DE LIBROS
Alejandro Cioranescu. Biografía de un intelectual comparatista, de Lilica
Vioicu-Brey. Prólogo de D. Andrés Sánchez Robayna, Catedrático de Literatura
Española de la ULL (19 de junio, sede de Cajacanarias).
Temas de Dialectología, de Josefa Dorta Luis (Ed.), presentado por el Dr. D.
José A. Samper Padilla y el Dr. D. Javier Medina López (17 de octubre, Sede del
Instituto de Estudios Canarios).
Canaria ilustrada y puente americano, de Dámaso Quesada y Chaves, edición
a cargo de Paz Femández Palomeque, Cármen Gómez-Pablos Calvo y Rafael Pa-
drón Femández. Presentado por el Dr. D. Juan Manuel Bello León (12 de diciem-
bre, Salón de Plenos del Ayuntamiento de Los Realejos).
ÜTROS ACTOS
Participación en la Feria del Libro de La Laguna (del 8 al17 de junio, Plaza del
Adelantado de San Cristóbal de La Laguna).
Actos conmemorativos del 75 Aniversario del lEC. Acto solemne en el Institu-
to Cabrera Pinto (11 de octubre).