Los 7 Sacramentos
Los 7 Sacramentos
Los 7 Sacramentos
Bautismo
Cuando nacemos, lo hacemos con
el primero de los pecados. Se llama
pecado original, y fue el que
cometieron nuestros primeros
padres Adán y Eva. Al bautizarnos
nos limpiamos de ese pecado, nos
hacemos hijos de Dios y pasamos a
formar parte de la Iglesia. Dios se pone muy contento cuando el
sacerdote, al derramar agua bendita sobre el bautizado, dice: «Yo te
bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».
2. Confirmación
Es tan sencillo como que Dios (su
Espíritu Santo), por medio de su
gracia, nos aumenta la fe para que
tengamos la seguridad de que Él
está con nosotros hasta que
lleguemos al Cielo, para lo que
también nos da esperanza.
Finalmente, nos aumenta la caridad
para que le amemos más a Él y a los que nos rodean. En este caso,
tiene que ser un obispo el que imponga sus manos sobre el confirmante
y nos unja con aceite (el Santo Crisma), mientras dice: «Recibe por esta
señal el don del Espíritu Santo».
3. Eucaristía
4. Penitencia
¡Este sacramento es un regalazo de Dios! A través de un sacerdote que
escucha nuestros pecados cuando vamos a confesarlos en confidencia
con él, Dios nos perdona todo en lo que le hemos ofendido. Eso sí,
tenemos que ir bien arrepentidos por el mal que hemos hecho y el bien
que hemos dejado de hacer. Además, nos da una paz tremenda y nos
aumenta la fuerza para ser buenos cristianos, buenos hijos de Dios.
5. Unción de los
enfermos
Dios ama a los enfermos. Cuando alguien está muy enfermo, o es muy
mayor y puede morirse pronto, necesita la ayuda de Dios para ese
momento. La unción es una ayuda que es fuerza, paz y ánimo. Además
de perdonar todos los pecados del enfermo y prepararle para el momento
de la muerte. Es como si se crease una unión con la Pasión que Cristo
sufrió. Así, los enfermos ayudan con sus dolores a llevar la Cruz a Jesús
y a la vez, Él les ayuda a ellos en sus últimos momentos de vida.
6. Orden sacerdotal
7. Matrimonio
Este sacramento es la unión entre un hombre y una mujer para
siempre.Cuando estos se casan en la Iglesia, es Dios quien está
uniendo sus cuerpos y sus almas. Los que se casan no deben romper
ese matrimonio: «Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre».
(San Marcos 10, 9). El modelo que los hombres y mujeres tienen que
seguir es el de la Sagrada Familia: Jesús, la Virgen María y San José.