La Independencia de La Rca Del Paraguay

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LECCIÓN 7

LA INDEPENDENCIA DE LA RCA DEL PARAGUAY

Hacia la Independencia. Fuentes ideológicas y doctrinarias. Defensa contra las invasiones inglesas.
Pretensiones de la Junta de Buenos Aires. La misión Espínola y Peña. El Congreso Provincial de 1810.
La misión militar de Manuel Belgrano. La Conferencia de P. Molas y Belgrano. Los grupos ideológicos
de la Provincia. Los fundamentos de la decisión por la Independencia. El plan de la Revolución. El
pronunciamiento del 14 y 15 de mayo. Nota intimación del Capitán Caballero al Gobernador Velazco.
Los Gobiernos Revolucionarios. Primer Congreso Nacional. La Junta Superior Gubernativa.

Misión Belgrano-Echeverría. Tratado del 12 de octubre de 1811. Política educativa y cultural. Segundo
Congreso Nacional. El Consulado. Gobierno unipersonal del Doctor Francia; carácter del gobierno
Francista. La conspiración de 1820, sus dramáticas consecuencias. Desarrollo de la economía,
educación, cultura y sociedad. Relaciones Estado-lglesia. Consecuencias políticas, sociales y culturales
del Gobierno del Dr. Francia. Juicio valorativo. El Post-Francismo. Semblanzas de los Próceres de
Mayo.

Hacia la Independencia

Fuentes Ideológicas y Doctrinarias.

La Revolución americana de las Colonias inglesas, a través de su emancipación y las Declaraciones y


Principios de su Constitución, constituye una importante fuente ideológica conducente a la
independencia. Luego, la Revolución francesa, liquidó las bases de sustentación del antiguo régimen
monárquico, a cuyo molde respondía la organización española. Aunque restringida mediante un rígido
control, las nuevas ideas; soberanía de la nación, igualdad ante la ley, libertad, penetraron en las
colonias españolas, a través de folletos y libros y la acción personal de unos pocos jóvenes americanos
que habían estudiado en Europa. Ellas fueron conocidas también por algunos paraguayos, de notable
influencia intelectual y personal en el momento oportuno; así, el Dr. José Gaspar de Francia, Fernando
de la Mora, Mariano Antonio Molas, entre otros.

Las invasiones inglesas al Río de la Plata -1806/1807- y su prédica desde Ias columnas del seminario
"The Southern Star", editado en Montevideo, no hicieron sino mostrar aún más al desnudo, las graves
deficiencias, de la administración hispana. (De Luis G. Benítez).

Defensa contra las invasiones inglesas.

En 1806 una flota al mando del comodoro Sir Ilome Popham se dirigió al Río de la Plata. Los ingleses
desembarcaron cerca de Buenos Aires. El Virrey, Marqués Rafael de Sobre Monte, huyó a Córdoba.
Los criollos intentaron resistir, pero fueron vendidos. El pueblo se defendió como pudo. Hombres,
mujeres y niños arrojaron bombas, piedras y aceite hirviendo de las ventanas y azoteas de las casas.
Con la llegada de refuerzos pudieron los bonaerenses rechazar al enemigo.

El 20 de julio de 1806 se recibía en Asunción la noticia de la captura de Buenos Aires por los ingleses.
El Virrey Sobre Monte pidió a Velazco que enviase una columna auxiliadora a Córdoba armada con
"cuchillos, machetes, chuzas". El Gobernador adoptó las medidas oportunas y en los primeros días de
agosto salió la primera división formada por 690 soldados. Esta unidad desembarcó en San Nicolás y
pasó a Buenos Aires ya reconquistada. Cuando Sobre Monte marchó a la Banda Oriental la llevó
consigo a la Florida donde acampó.

El segundo contingente salió a mediados de diciembre con 450 hombres por vía fluvial. Desembarcó en
el puerto de las Conchas, de donde pasó igualmente a la Banda Oriental y se unió a la primera columna.
Atacada Montevideo por los ingleses, el 20 de enero de 1807, se libró una batalla en el Buceo, que
terminó con la derrota de las fuerzas hispanas.

Las dos divisiones paraguayas aguantaron sobre sus hombros lo más duro de la lucha y resultaron con
serias bajas. Llenos de coraje y de ingenuidad nuestros compatriotas cayeron ante las balas de los
ingleses, mientras a sus espaldas, un régimen bamboleante sólo ofrecía traición y cobardía.

Finalmente, los británicos no pudieron resistir más tiempo y capitularon. Liniers fue nombrando Virrey
del Río de la Plata y Conde de Buenos Aires. La victoria no fue debida tanto a los españoles como a los
hijos de América. Desde entonces se sintieron los criollos con más derecho a opinar sobre el destino de
la Colonia.
El Paraguay estuvo presente en la lucha con una fuerza expedicionaria comandados por el coronel José
Espínola y Peña. Figuraban en la oficialidad paraguaya los capitanes Juan Manuel Gamarra, José
Fernández Montiel y Cristóbal Isaurralde; el teniente Fulgencio Yegros; el alférez Fernando Mora y el
cadete Antonio Tomás Yegros.

Luego, los paraguayos al mando del teniente Pedro Antonio de Herrera se unieron a los demás. Los
vecinos de Asunción contribuyeron con 7.239 pesos.

Del millar de paraguayos aproximadamente murieron cien, quedaron heridos quinientos y el resto cayó
prisionero o se dispersó en tierras orientales. Después de la derrota unos pasaron a Buenos Aires,
siendo incorporados a las unidades porteñas, especialmente al regimiento de Arribeños; éstos
combatieron en la defensa.

Otros marcharon por "la tierra purpúrea", por el campo oriental, y luego de grandes penalidades
alcanzaron por vía Misiones el territorio patrio. En su "vía crucis" fueron ayudados por un joven y
desconocido capitán, de blandengues llamado José Artigas.

Los unos y los otros, los que marcharon a Buenos Aires y los que volvieron directamente del Uruguay,
tuvieron ocasión de conocer y tratar en los campamentos a la juventud del Plata. Tornaron a la patria la
después de la dura prueba con certeza del naufragio del régimen, con la impresión de un sacrificio
estéril y con una ciencia más alerta. La campaña contra los ingleses dejó su huella en el alma de
aquellos paraguayos coloridos uniformes que formarán un lustro más tarde los colores de la bandera
nacional. (De Julio C. Chaves).

Pretensiones de la Junta de Buenos Aires.

El 25 de mayo de 1810, fue depuesto en Buenos Aires - capital del Virreinato - el Virrey Cisneros,
siendo reemplazado por una Junta con don Cornelio de Saavedra como presidente, los doctores
Mariano Moreno y Juan José Paso como secretarios; el doctor Juan José Castelli, el brigadier Miguel
de Azcuénaga, el presbítero Manuel Alberti, Manuel Belgrano y Juan Larrea como vocales. Aunque la
Junta actuaba bajo el manto de Femando VII, sus integrantes y correligionarios eran partidarios de una
absoluta independencia por que venían trabajando desde años atrás. (Julio Cesar Chaves).

El cabildo reunido en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810, había desembocado en la caducidad de


autoridad y en la integración de una Junta Provisional Gubernativa. Esta Junta se abocó de inmediato a
la tarea de explicar a las Provincias -Intendencia y Gobernaciones- que integraban el Virreynato el
contenido y alcance del aludido pronunciamiento, procurando atraerse la adhesión y acatamiento de
todas ellas. El logro de tal propósito no se presentaba fácil; en algunas, al españolismo de las
autoridades y muchos vecinos expectantes, se sumaba un decidido sentimiento localista (autonomista),
y nacionalista que, al conocer los acontecimientos del 25 de mayo, decidieron concretar igualmente el
suyo. Así en la Banda Oriental (Uruguay), en el Alto Perú (Bolivia), y en el Paraguay, existía un
orgulloso sentimiento autonomista orientado hacia la Independencia; del poder español, como de la
Junta de Bueno» Aires. (De Luis G. Benítez).

La misión de Espínola y Peña

La Junta de Buenos Aires había destacado emisarios a todas las Provincias con pliegos e instrucciones
precisas conducentes al objetivo fundamental: lograr el acatamiento de la autoridad de la Junta.

Al Paraguay fue enviado el coronel de milicias José de Espínola y Peña, paraguayo, recientemente
depuesto de su cargo de Comandante de la Villa Real de Concepción. Espínola y Peña llegó a Pilar,
convocó al Cabildo que procedió a reconocer y jurar a la Junta de Buenos Aires. En Asunción, enterado
el gobernador Velazco de sus gestiones, le ordenó pasar a la Villa Real de Concepción. Pero Espínola y
Peña tomó una embarcación y huyó a Buenos Aires, en donde señaló la necesidad de enviar al
Paraguay una fuerza militar.

Espínola y Peña, llegado a Villa del Pilar obligó al Cabildo a reconocer y jurar a la Junta de Buenos
Aires habló imprudentemente acerca del envío de tropas al Plata, provocando tal alarma que muchos
vecinos fueron a emboscarse en los montes. Fanfarrón como nunca arribó a la capital poniendo en
manos de las autoridades las comunicaciones de la Junta. En Asunción se sabía de la revolución del 25
de mayo desde el 12 junio, día en que llegó trayendo no sólo la sensacional noticia, sino también cartas
de la gente de Buenos Aires para sus amigos, parientes y corresponsales del Paraguay. Al llegar
Espínola todos sabían, pues a qué atenerse. (De Julio C. Chaves).

El Congreso del 24 de julio.


Al recibir los pliegos de la Junta de Buenos Aires el Gobernador y el Cabildo convocaron un congreso
o cabildo abierto para "explorar la voluntad" de la Provincia,Crecía entre tanto la alarma causada por
las indiscreciones de Espínola que en una conversación declaró que había sido designado comandante
general de armas de la Provincia. Alarmado Velasco lo confinó a Villa Real de la Concepción, pero
Espínola consiguió huir rumbo al sur. Llegado a Buenos Aires expresó a la Junta que tenía un poderoso
partido en el Paraguay e incubó en su ánimo la idea de la agresión. Al poco tiempo murió.

La asamblea se reunió el 24 de julio en el Real Colegio Seminario, asistiendo las autoridades y los
principales vecinos, haciendo un total de 200 personas. El Cabildo en su mensaje historió los sucesos e
informó que se habían recibido en la capital documentos del Supremo Consejo de Regencia por Io que
se le debía jurar y reconocer sin demora.

En este congreso se acordó: 1) proceder al "reconocimiento y jura del Consejo de Regencia; 2) guardar
armoniosa correspondencia y fraternal amistad con la Junta de Buenos Aires, y 3) formar una junta de
guerra para estudiar la defensa de la Provincia acechada por una potencia vecina (Portugal).

Al conocer estas resoluciones, la Junta de Buenos Aires decretó el bloqueo del Paraguay. (De Julio C.
Chaves).

Misión Militar de Manuel Belgrano.

La Junta de Buenos Aires pasó entonces a la ofensiva, decretó una expedición armada para "auxiliar a
los pueblos del Paraguay" a cuyo frente puso a Manuel Belgrano; éste debía interpelar a las autoridades
de Asunción, remitirlas a Buenos Aires, sacar del Paraguay a todos los vecinos sospechosos; en caso de
resistencia armada "debían morir el Obispo, el Gobernador y los principales causantes de la
resistencia".

Belgrano — que era abogado — aceptó el grado de General en Jefe, y un paraguayo, José Ildefonso
Machain, fue designado General del pequeño ejército. Otros paraguayos, que recibieron el mote de
"poteñistas" acompañaron a Belgrano. El jefe argentino esperaba aumentar sus efectivos con la
incorporación de voluntarios en el territorio paraguayo.

La noticia de la expedición auxiliadora por nadie pedida exacerbó el ánimo popular. El pueblo entero
rodeó a su Gobernador y la movilización superó todas las esperanzas: 6.000 hombres se alistaron.

Mientras tanto avanzaba Belgrano con su ejército de 1.200 hombres. Desde Misiones lanzó proclamas
y manifiestos conciliatorios y pidió a los gobernantes de Asunción que evitasen la lucha armada.

Victoria de Paraguarí. Los dos ejércitos chocaron en Cerro Rombado o Peró en las cercanías de
Paraguarí. Velasco disponía de 6.000 soldados, pero sólo de 500 fusiles y la caballería sólo tenía 200
sables. El jefe porteño comandaba 1.200 soldados bien disciplinados y mejor armados.

Los dos comandos resolvieron atacar el 19 de enero y en la madrugada de ese día movieron
simultáneamente sus ejércitos. El paraguayo avanzó hacia Cerro Rombado o Peró; el argentino hacia el
pueblo de Paraguarí. A las cuatro de la mañana en plena oscuridad las avanzadas produciéndose un
gran entrevero y una mayor confusión. La tropa llevó la peor parte y huyó perseguida por el enemigo
que llegó hasta el cuartel general situado en el pueblo. La situación se hizo aún más delicada cuando
Velasco y su jefe de estado mayor De la Cuesta fugaron precipitadamente dejando a sus soldados "sin
general y sin cabeza".

Cuando todo parecía perdido vino la reacción de la masa. Con sus jefes, Cabañas y Gamarra, "cayeron
las dos divisiones al mismo tiempo en un movimiento de flanqueo sobre los porteños que ocupaban
Paraguarí". Trataron éstos de resistir, pero al cabo de corta lucha huyeron. Un centenar quedó
prisionero. Belgrano con la reserva intentó impedir la retirada y pasar a un contraataque, pero ni la
oficialidad ni la tropa le respondió. A mediodía finalizaba la acción con el triunfo paraguayo. El
invasor había sido rechazado y se retiraba en procura de la protección del Río Paraná.

Al recibirse en Asunción la nueva del contraste inicial en Paraguarí, las autoridades, los capitulares se
embarcaron con el armamento y un millón de pesos fuertes, dejando a la ciudad inerme. Los criollos
corrieron a los cuarteles en busca de armas. Cuando un chasque trajo la noticia de la derrota del invasor
se echaron a vuelo las campanas, El régimen quedó desconceptuado porque Paraguarí fue un triunfo del
pueblo que "sin general Y sin cabeza" venció a los aguerridos soldados de Buenos Aires.

El ejército porteño se retiró lentamente rumbo al Paraná sin ser perseguido. En esta etapa Belgrano
tuvo sus Primeros contactos con oficiales paraguayos asegurándoles que no había venido a conquistar
al Paraguay sino a auxiliarlo y a sacarlo de la esclavitud en que le tenían los europeos. Les explicó
también los verdaderos objetivos de la revolución.

Triunfo de Tacuarí. Entra ahora a jugar un nuevo factor. El plan españolista es aislar al ejército
invasor, embotellandolo en territorio paraguayo. Con este objetivo, Velazco pide al comandante de Río
Grande del sur, general Diego de Souza, que 200 soldados portugueses penetren en las Misiones
cortando la retirada al invasor. Souza contestó que mandaría no 200, sino 1.000 hombres, Pero antes de
que esta legión pudiese terciar, el destino se decidía en una nueva batalla.

A comienzos de marzo están de nuevo frente a frente los dos ejércitos, río Tacuarí de por medio; el día
7 llega Gamarra con su división, termina el período de apaciguamiento y se adopta la resolución de
atacar. El plan de Cabañas es cruzar el Tacuarí a una legua de distancia por un puente improvisado.
Asegura a Velasco "no darle ya cuartel (al ejército de Belgrano) hasta el sábado, que pienso meterle
dentro de tres fuegos". La columna operativa formada por 1.000 hombres y 6 cañones fue confiada a
Gamarra. Para evitar la confusión de

Paraguarí llevaban los nuestros en el sombrero un ramo de laurel y en el pecho una cruz de palmas. A
la madrugada del 9 de marzo la columna por el puente abriendo picada en el espeso bosque, llegó a las
siete de la mañana a espaldas del enemigo e inició el ataque en medio de una gritería infernal.

Al mismo tiempo la división de Cabañas que quedó frente a Tacuarí comenzó a hacer fuego con fusiles
y cañones. Belgrano con su infantería y 4 piezas sostuvo su frente, mandando a su segundo Machain,
con el resto de su infantería, la caballería y tres cañones a contener a la división Gamarra que atacaba
su retaguardia Trabóse la lucha en este sector alrededor de una "isla"; tras enconado combate la fuerza
de Machain copada.

Trataba Belgrano de sostener posición con sólo 250 hombres peleando valientemente, pero todo era
inútil se cerró sobre él un círculo de hierro. Cabañas le hizo intimar rendición amenazándolo "pasarlo a
cuchillo» con el resto de sus tropas. Hizo un poster tentativo el representante de la Junta, que fracasó.

Levantó entonces bandera de parlamento (blanca) y destacó un parlamentario ante el jefe paraguayo,
La pitulación fue aceptada; Cabañas autorizó al jefe porteño a retirarse con su ejército con todos los
honores.

Belgrano conversa a orillas del Tacuarí con el padre José Agustín Molas, Antonio Tomás Yegros y
Vicente Ignacio lturbe a los que ofrece una amplia reconciliación sobre estas bases: 1) paz, unión,
franco y liberal comercio del Paraguay con las Provincias del Río de la Plata; 2) formación por la
ciudad de Asunción de una junta que será presidida por el gobernador Velasco.

Elevó Cabañas a Velasco la propuesta conciliatoria de Belgrano, pero nada quiso oír de ellas. Cuenta
un testigo que "las miró con alto desprecio... sintiéndose señor absoluto y árbitro de nuestros destinos.".
Lejos de buscar un acuerdo y asegurar la paz, adoptó el gobierno una serie de medidas irritantes.
Causaba asimismo irritación general el trato de los prisioneros de las dos batallas que debían ser
liberados conforme con el armisticio de Tacuarí. Los oficiales eran tenidos engrillados en calabozos y
la tropa fue apiñada bajo la cubierta de un bergantín. Y lejos de ser puestos en libertad, fueron enviados
a Montevideo, violándose un compromiso de la Provincia.

A la vez que adoptaban estas medidas irritantes renovaban los españolistas sus esfuerzos por obtener el
apoyo de los portugueses y el mando del nuevo virrey Elio que había llegado a Montevideo.
Envalentonados con los triunfos de Paraguarí y Tacuarí, despacharon una expedición naval contra
Corrientes, al mando del Catalán Jaime Ferrer.

Él tenía que tomar contacto con la flota de Elio despachada de Montevideo y evitar que Corrientes se
convirtiese en base de una segunda invasión de las fuerzas de Buenos Aires. Llegó Ferrer con su flota y
desembarcó tropas en Corrientes. Se exigieron el reconocimiento de las Cortes de España y la Unión y
alianza con el Paraguay Tropas paraguayas quedaron custodiando la ciudad. (De Julio C. Chaves).

En el Cabildo asunceno fue duramente criticado el armisticio, presumiblemente por instigación del Dr.
Francia. Tal la razón que alejó a Manuel A. Cabañas del grupo revolucionario; ya que siendo por su
jerarquía y actuación, el más indicado para la jefatura revolucionaria, se alejó y permaneció en su casa
de las Cordilleras ajeno a los acontecimientos de mayo y posteriores. El fracaso de Velazco y los jefes
españoles en Paraguay como la actitud de los españoles de la Capital, que embarcaron sus pertenencias
al conocer la derrota inicial de Paraguarí colmaron la medida y los paraguayos se orientaron
decididamente hacia la Independencia (De Luís G. Benítez).

La Conferencia del P. Molas y Belgrano


Al día siguiente de Tacuary, el Capellán del Ejército paraguayo P. José Agustín Molas y el general
Belgrano mantuvieron un interesante dialogo del que extractamos los siguientes términos:

Belgrano: Cómo haremos, que esta Provincia quede unida la capital, y olvidar los resentimientos que
hasta aquí hemos experimentado tan infelizmente.

Molas: Esta Provincia propuso a la Capital una correspondencia fraternal y armoniosa cuando la
resolución del 24 de julio; suspendiendo así todo reconocimiento de superioridad hasta la aprobación
de la Regencia legítimamente establecida, reconocida y obedecida por las Potencias Aliadas, y hasta en
este mismo Continente; y la Junta de Buenos Aires, desentendiéndose de los motivos y razones de
aquélla, respondió con amenazas.

Belgrano: La Excma. Junta no amenazó sino a los Jefes: pero por qué no quieren obedecer a la Junta
cuando ella es Capital?

Molas: Porque el pueblo de Buenos Aires no tiene autoridad por Capital de subyugar a las demás
Provincias, sino únicamente representar sus derechos peculiares, como cada Provincia tiene, y la
autoridad del Virrey que se tomó el Pueblo, no debe extenderse a las demás Provincias, porque ya
cesada está. (De Luís G. Benítez).

Los grupos Ideológicos en la Provincia.

En la primera década del siglo XIX, existían ya en la Provincia sectores ideológicos bien definidos; el
españolismo, en ejercicio y usufructo del poder, si bien con los quebrantos resultantes de las grandes
claudicaciones de sus reyes. Hasta el término de la primera década, el grupo españolista controlaba el
poder político y militar, el Cabildo, la administración pública y las fuerzas vivas.

Con la instalación de la Junta independiente en Buenos Aires y su indisimulado propósito de


convertirse en sucesora del derrocado poder Virreynal, el porteñísimo extendió sus tentáculos, con
mucha discreción y cautela. Con el tiempo llegó a conocerse sus personeros en la Provincia: entre los
más destacados, el Asesor del Gobierno, Dr. Pedro Somellera, los señores Marcelino Rodríguez,
Manuel Hidalgo, Manuel Domecq, José de María, los sacerdotes José Félix Sarmiento y José Baca,
Santiago Araóz, entre otros. Pretendían instrumentar a algunos paraguayos, derrocar el poder español y
someter al Paraguay a la autoridad de Buenos Aires.

Interin, fue cohesionado el grupo autonomista, notablemente acrecido con el regreso de los oficiales
patricios, victoriosos en Paraguari y Tacuary; Pedro Juan Caballero, Juan Bautista Rivarola, Vicente
Ignacio Iturbe, Mauricio José Troche, Antonio Tomás Yegros, Gervasio Acosta, entre otros. Entre los
civiles, Juan Francisco Rescalde, los Hnos. Martínez Sáenz, Mariano Antonio Molas, Fernando de la
Mora; algunos clérigos como Fray Fernando Caballero. No sospechaba la cúpula españolista el
gravitante papel que iban a cumplirlos modestos oficiales de urbanos, con mandos de tropa en la
Capital.

Los jefes natos de mayor jerarquía y prestigio estaban ausentes: Manuel A, Cabañas, se había retirado a
su casa de Cordilleras; Fulgencio Yegros, estaba en Itapúa en ejercicio de su reciente nombramiento de
Comandante de las Misiones, con sede en aquella población; el comandante Juan Manuel Gamarra,
otro de los héroes de Paraguarí y Tacuary, en la noche del 14 de mayo se pronunció decididamente
españolista, el Dr. José G Rodríguez de Francia, su quinta de Yviray, Trinidad. (De Luís G. Benítez).

Los fundamentos de la decisión por la Independencia

La opción por la independencia no fue una decisión tomada de la noche a la mañana; sus motivaciones
y causas estaban incrustadas en las profundidades de la historia de la Provincia. El criollismo
paraguayo, que tanto había contribuido a la afirmación del dominio hispánico, tuvo que sobrellevar sin
embargo innúmeras arbitrariedades de los mismos organismos gubernativos españoles y de otros
intereses foráneos, que contribuyeron a forjar su claro espíritu nacional, maduro e irrenunciable ya en
los albores del siglo XIX.

De insospechadas proyecciones, fueron las sanciones impuestas a la Provincia en castigo por los
movimientos comuneros: pérdida de empleos y bienes; exilio y pena de muerte; prohibición de toda
reunión y toma de decisiones; reimplantación del Puerto Preciso de Santa Fe.

Estas dos medidas, de carácter político y económico-social, impuestas en 1735, contribuyeron


excepcionalmente a aglutinar la voluntad de la Provincia, orientada hacia la independencia. Hacia la
independencia de España, por causas lógicas comunes en toda América hispana. Pero muy
especialmente, hacia una irrenunciable decisión de oponerse a cualquier pretensión hegemónica de
Buenos Aires, sea cual fuere su ropaje.

Porque para la provincia, el símbolo opresivo no radicaba precisamente en la metrópoli sino en el Río
de la Plata. Una realidad histórica innegable es que un hondo y justificado resentimiento se había
acumulado en elParaguay como resultado de la inicua expoliación de que era objeto su comercio por
parte de Buenos Aires y Santa Fe, a través de impuestos ruinosos y el abusivo Puerto Preciso. Salvo la
interesada posición de los exportadores de yerba que buscaban mantener sus mercados, existía en la
provincia una inocultada repulsa a cualquier idea de sometimiento a la autoridad de Buenos Aires, lo
mismo que la irreversible decisión de independizarse de España. (De Luís G. Benítez).

El Plan de Revolución.

Fulgencio Yegros, Comandante de las Misiones con sede en Itapua, debía organizar una fuerza de
milicianos y marchar sobre la capital; Manuel A. Cabañas en las cordilleras debía hacer lo mismo y
concurrir para, en unión con la de Yegros, producir el golpe revolucionario en la capital a fines de
mayo. Interin, una expedición fluvial al mando del Cap. Blas José de Rojas ocupó corrientes en abril,
para controlar la vía fluvial. Mariano Antonio Molas, único de lis próceres que dejó testimonio de los
sucesos, escribió en su "Descripción e Historia de la antigua Providencia del Paraguay"; "...se habló al
doctor José Gaspar de Francia, quien, conviniendo en dirigir la empresa, instruyó el plan sobre que se
había de efectuar".

En los primeros días de mayo, la llegada del teniente José de Abreu, enviado desde el Brasil junto a
Velazco, alarmó a los revolucionarios, pero no detuvo la marcha del movimiento, y Abreu fue testigo
de los acontecimientos, que su regreso rindió un informe, interesante por los detalles referidos. (De
Luis G. Benítez).

El plan de Revolución. La Revolución del 14 y 15 de mayo. Los trabajos subversivos. Durante la


segunda quincena de abril y la primera de mayo continuaron los trabajos subversivos en la capital y el
interior; Asunción, Concepción, Yaguarón, Itapúa eran los focos principales. Como siempre sucede
trabajaban en forma paralela varios núcleos de civiles, el más importante de los de la capital era el que
se reunía en la casa de don Juan Francisco Recalde. Intervenían también algunos oficiales
desmovilizados que retornaron del Sur: Pedro Juan Caballero, Antonio Thomas Yegros, Juan Bautista
Rivarola. Iban y venían emisarios de Asunción a Itapúa sincronizando los trabajos de la capital con los
del Sur.

A comienzos de mayo todo estaba listo; de acuerdo con el plan general Yegros tenía que sublevarse en
Itapúa y Blas José de Rojas en Corrientes, apresar y desarmar a los españoles de esas dos poblaciones.
Yegros debía marchar luego con sus tropas uniéndosele Cabañas en la Cordillera, con el paisanaje por
él movilizado. Formada así la columna marcharía sobre la capital que se pensaba ocupar en los últimos
días del mes.

Al comenzar mayo los sucesos se precipitaron. Había llegado a Itapúa el teniente de dragones José de
Abreu, portador de una nota de su jefe el general Souza para Velasco; en ella le informaba disponer en
San Borja de 1.500 soldados listos para marchar en su auxilio. Fulgencio Yegros advirtió en Itapúa la
grave amenaza que significaba la misión del teniente Abreu, lo detuvo y pidió instrucciones al
Gobernador que ordena se lo deje pasar.

El 9 de mayo arribó Abreu a la capital siendo recibido por una manifestación que lo acompañó desde la
Recoleta. En la casa de los gobernadores lo aguardó Velasco con "la mayor alegría". Según testigo,
para el españolismo la llegada del emisario de Souza fue "un don del cielo". En una conferencia a la
asistieron Abreu, Velasco, el obispo Panes y los capitulares se aceptó el ofrecimiento de tropa, se
nombró a Souza Gobernador de Misiones y se resolvió cortar toda comunicación con el ejército de
Belgrano. La concertación de la alianza se festejó con un baile ofrecido en el palacio al emisario
portugués, que debía partir en la madrugada del 14 rumbo a Itapúa.

A los revolucionarios que seguían paso a paso la marcha de la negociación por los informes del doctor
llera, no escapó el grave peligro; decidieron mandar un chasque a Fulgencio Yegros para que ahogase a
Abreu en el Paraná. Pero Abreu, quien debía partir el 14, a último momento, postergó su salida.

La Revolución del 14 Y 15 de Mayo.En la mañana del 14 de mayo el síndico procurador advierte a


Iturbe que las autoridades sabían todo lo que se tramaba. Otros conductos confirmaban plenamente esta
información. Algunos de los presos políticos del cuartel dieron noticia a Iturbe y Caballero que de allí
se habían sacado armas y municiones para la compañía de granaderos, unidad de confianza del
Gobernador. "El capitán Pedro Juan Caballero —relata Molas— encargado de observar en secreto las
medidas que tomase el gobierno para frustrar la revolución, sabiendo que se le había descubierto al
gobernador Velasco la proyectada conspiración contra su persona y partido realista, se adelantó con
algunos pocos compañeros...". Era decisivo el momento para los jóvenes oficiales que debían adoptar
una decisión de trascendencia, lejos de sus jefes naturales Cabañas y Fulgencio Yegros. Necesitaban
imperiosamente de un director civil. Entonces se le hablo al doctor José Gaspar de Francia - según el
mismo Molas - quien, conviniendo en dirigir la empresa, instruyó el plan sobre el que se había de
efectuar".

Minutos antes de las 10 de la noche se escuchó un inusitado repique de campanas que era la señal
convenida. Los conjurados a cuyo frente iban Caballero e Iturbe ocuparon los cuarteles de la plaza y
del Colegio. Fueron libertados los presos políticos, alcanzando todos juntos a un centenar de personas.
Se clausuraron las puertas de los cuarteles. Como un reguero de pólvora corrió por la ciudad sacudida
por el repique el grito ¡alboroto en la plaza! Velasco se hallaba en la casa de los gobernadores
acompañado de los capitulares, del teniente Abreu y varios militares adictos. Despacharon dos
emisarios al cuartel sin obtener respuesta.

El pronunciamiento del 14 y 15 de mayo

En la mañana del 14 de mayo, el señor José Teodoro Fernández, funcionario de la Gobernación,


comentó al Cap. Vicente Ignacio Iturbe, que el Gobierno estaba siguiendo las tranzas de una
sospechada conspiración, sin imaginar que Iturbe era precisamente uno de sus más decididos
protagonistas. Impuesto de la situación el Cap. Caballero, en acuerdo con el alférez Mauricio José
Troche, de guardia en el Cuartel de Infantería con su fuerza de 34 curuguateños, se decidió dar el golpe
esa misma noche. A las 10 de la noche, el grupo de militares y civiles comprometidos con el destino de
la Patria, salía del habitual lugar de reunión en la casa de Juan Francisco Recalde, luego de los
Martínez Sáenz, hoy Casa de la Independencia, por el callejón histórico rumbo al Cuartel de Infantería,
en donde el Cap. Caballero estableció su Puesto de Comando.

En aquella hora crucial, el cuartel de la Ribera y la Maestranza de Artillería se subordinaron al capitán


Caballero, quien en ausencia de los jefes de mayor jerarquía, asumió la jefatura del movimiento. En
aquellos Cuarteles estaban los oficiales, capitanes y tenientes, vencedores en Paraguari y Tacuary. Al
gobernador Velazco sólo le restó la dotación de los Miñones, su escolta. Tras sucesivas intimaciones,
Velazco capituló cuando las primeras luces del 15 de mayo alumbraban el derrotero de la Patria
independiente.

Nota de Intimación de los revolucionarios (P. J. Caballero). Velasco cede.

A la madrugada llegó a Palacio Vicente Ignacio Iturbe con la nota intimación de los revolucionarios,
Pedro Juan Caballero "por sí y sus subalternos" exigía: que se entregue al cuartel la Plaza y todo el
armamento; que el gobernador siga en su gobierno pero asociados con dos diputados que nombrará el
cuartel; que posteriormente se tratará y establecerá la forma y modo de gobierno que convenga a la
Provincia; que se clausure la casa capitular; que ningún barco se nueva de los puertos; que no salgan de
la ciudad "los portugueses que ahora a poco han entrado en ésta con diputación clandestina".

La respuesta del gobernador fue ambigua. Los españolistas trataron de reaccionar. Soldados miñones
(guardias), cercaron el cuartel de la Plaza, pero al ser tiroteados huyeron. Al romper el alba los
revolucionarios pasaron a la ofensiva. Salieron del cuartel 80 soldados arrastrando hasta el centro de la
Plaza 6 cañones de los cuales 2 colocados frente a la casa de los gobernadores y los otros en las
bocacalles. Gran número de pueblo se unió a los militares, Iturbe se presentó en Palacio exigiendo una
respuesta clara y terminante, amenazando de lo contrario disparar con los cañones.

El Gobernador manifestó entonces; no quería se derramasa sangre y que no tenía inconveniente alguno
en entregar el bastón de mando. Al recibirse esta propuesta hubo un gran júbilo entre los
revolucionarios. Se izó una bandera azul, blanca y roja y se dispararon 21 cañonazos. Inmediatamente
se difundió un bando estableciendo las 9 horas de queda y otro ordenando la recolección de todo el
armamento.

Los Gobiernos Revolucionarios

En cumplimiento de una de las cláusulas de la nota intimación del capitán Caballero, el Cuartel
revolucionario nominó el mismo día 15 a los 2 diputados que, asociados al depuesto Gobernador,
constituyeron un triunvirato como Gobierno Provisorio, Ellos fueron el doctor José Gaspar Rodríguez
de Francia, patricio, y el Capitán Juan Valeriano Zevallos, español, plegado a la revolución, partidario
de los patriotas. (De Luís G. Benítez).

Primer Congreso Nacional (del 17 de junio de 1811).

De acuerdo con la convocatoria, el 17 de junio se reunió el congreso en la casa de los gobernadores con
asistencia de más de 300 diputados, Presidían la asamblea los miembros del gobierno provisorio doctor
Francia y capitán Zevallos que en el discurso inaugural dieron cuenta de los sucesos del 14 y 15 de
mayo, de la deposición de Velasco y terminaron poniendo al congreso en "la más plena, perfecta y
absoluta libertad, de explicar, declarar, y manifestar francamente sus pensamientos, sus conceptos y sus
votos". Se dio luego lectura a los bandos del 17 y 30 de mayo y 9 de junio.

Reiniciada la sesión al día siguiente el representante del partido de los patriotas, Mariano Antonio
Molas, propuso: 1) que Velasco por los motivos expuestos en el bando del 9 de junio y por haber
abandonado el ejército en Paraguarí, quede privado de todo mando, subrogándose en su lugar una junta
compuesta como presidente por el coronel Fulgencio Yegros, y como vocales el Dr. José Gaspar de
Francia, el capitán Pedro Juan Caballero, el presbítero Francisco Xavier Bogarin y don Fernando de la
Mora; 2) que esta provincia no sólo tenga amistad, buena armonía y correspondencia con la ciudad de
Buenos Aires y demás provincias confederadas sino que también se una con ellas para el efecto de
formar una sociedad fundada principios de justicia, de equidad Y de igualdad' bajo una serie de
condiciones. En la parte final de su voto Molas opinaba que se suspendiese todo reconocimiento de
Cortes o del Consejo de Regencia hasta la reunión del congreso general del Virreinato.

El representante del bando españolista, Francisco de Haedo, pidió la reposición de Velasco en el


gobierno. Escuchadas muchas otras opiniones, 290 representantes apoyaron el voto de Molas quedando
elegida la Junta de Gobierno propuesta. La integraban: como presidente el teniente coronel Fulgencio
Yegros, de brillante carrera militar en cuyo transcurso había combatido contra portugueses, ingleses y
porteños. Jefe de la revolución del 14 de mayo, tenía prestigio y popularidad en el país. Como vocales:
el Dr. Francia, la primera figura civil de la época, con bien cimentada fama por su talento, su
preparación y su honradez; el capitán Pedro Juan Caballero, brazo ejecutor del movimiento de mayo;
joven oficial de ardiente patriotismo y gran simpatía personal; Fray Francisco Xavier Bogarín, ilustrado
sacerdote formado en la Universidad de Córdoba. Don Fernando de la Mora, joven talentoso que había
combatido en Montevideo contra los ingleses y completado su personalidad en la capital porteña. A
esta junta le correspondió gobernar desde junio de 1811 hasta octubre de 1813. Actuó con patriotismo
salvando graves dificultades internas y externas y cumpliendo una tarea progresiva y renovadora. (De
Julio V. Chaves)

Junta Superior Gubernativa. En este primer Congreso Nacional reunido del 17 al 20 (le junio de 1811,
se discutió las diversas mociones puestas a consideración dc los asambleístas; desde la federación con
las demás Provincias hasta la independencia absoluta, con desconocimiento completo dc cualquier
autoridad foránea.

Finalmente, el Congreso adoptó por gran mayoría la moción del prócer Mariano Antonio Molas, según
la cual, a) "...esta Provincia se gobernará por si misma, sin que la Excelentísima Junta de Buenos Aires
pueda disponer y ejercer jurisdicción sobre su forma de gobierno, régimen, administración ni otra
alguna causa correspondiente a esla Provincia"; b) separación definitiva de Velazco del gobierno y
prohibición a los españoles para ocupar cargos públicos; c) libertad de comercio y supresión de
impuestos; d) designación de un nuevo gobierno, la Junta Superior Gubernativa, integrada por 5
miembros: Presidente: Teniente Coronel Fulgencio Yegros, Vocales: Doctor José Gaspar R. de Francia,
Capitán Pedro Juan Caballero, presbítero doctor Francisco Javier Bogarín y don Fernando de la Mora.
En el gobierno estaban representados los 3 estamentos de la sociedad paraguaya: la clase civil, la
militar y el clero. (De Luis G. Benítez)

Misión Belgrano y Echevarría

Nota del 20 de julio de 1811. Una vez instalada la nueva Junta, expidió la misma los nombramientos
de los nuevos Alcaldes y Regidores que reemplazarían a los que habían sido nombrados para los
gobernadores españoles. Además, se dispuso la libertad de varios europeos menos Velazco que
permaneció presos e incomunicado.

Un mes después de terminadas las deliberaciones del Congreso General, el 20 de julio de 1811, se
envió a la Junta de Gobierno de Buenos Aires una nota aclarando la posición del Paraguay después de
los últimos acontecimientos. En ella se mencionaron las distintas resoluciones de la Junta, todas
encaminadas a liberar política y económicamente al Paraguay.
En lugar de contestar la nota, la Junta de Buenos Aires designó a Manuel Belgrano y Vicente Anastasio
Echeverría para llegar a un acuerdo con la Junta del Paraguay sobre los medios a emplearse para
unificar ambas ex-Provincias. Anuncióse a esta altura que el gobierno de Buenos Aires enviaba como
comisionados a Asunción a Belgrano y al Dr. Vicente Anastasio de Echevarría para conseguir que la
provincia del Paraguay quede sujeta al gobierno de Buenos Aires como lo están las otras provincias.

Se negó la entrada al país a los plenipotenciarios argentinos porque la nota del 20 de julio estaba
pendiente de contestación. No obstante, sin haber recibido Instrucciones precisas de su gobierno a este
respecto los delegados Belgrano y Echeverría llegaron a Asunción, firmándose el tratado del 12 de
octubre de 1811, que se refiere a "la independencia 'en que queda esta del Paraguay dc la de Buenos
"Aires" estableciendo entre las dos "una alianza indisoluble" para la defensa contra Portugal, que no
había Perdido la esperanza de anexarse el antiguo Virreinato del Río de la Plata. (De Víctor N.
Vasconsellos).

Al saberse de esta misión, el Dr. Francia volvió a su lugar en el puente de mando. Desde Corrientes y
Echevarría pidieron autorización para seguir hasta nuestra capital. La Junta Gubernativa, exigió que el
gobierno de Buenos Aires "reconozca expresa y formalmente nuestra independencia de ella en los
términos propuestos Y acordados por nuestra Provincia". Al fin llegó la aceptación del gobierno de
Buenos Aires que fue recibida con júbilo. (De Julio C. Chaves)

Tratado del 12 de octubre 1811,

En los primeros días de octubre arribaron a la ciudad los dos representantes porteños, Belgrano y
Echevarría, siendo muy agasajados. Recibidos por la Junta, manifestó Belgrano que su gobierno
reconocía la independencia del Paraguay pero que era necesario marchar unidos para derrotar a los
españoles que amenazaban restaurar su poder como lo probaba el sofocado en Asunción. Además, el
gobierno de Buenos Aires tenía prueba evidente de los proyectos de la corte de Janeiro para dominar la
costa atlántica de la América del sur. El Paraguay -- sostuvo - no debe quedar aislado sino unirse
sólidamente con las demás provincias.

Una semana duró la laboriosa negociación del tratado que fue firmado el 12 de octubre. Las principales
estipulaciones de este pacto son: 1) se extingue el estanco del tabaco, y el tabaco de la real hacienda se
venderá por cuenta de la provincia y su producido se invertirá en la creación de una fuerza efectiva y
respetable para su seguridad, y poder rechazar y hacer frente a las maquinaciones de todo enemigo
interior y exterior de nuestro sistema; 2) el peso de sisa y arbitrio que se cobraba anteriormente en
Buenos Aires por cada tercio de yerba exportado se percibirá en Asunción; 3) en adelante no se cobrará
derecho de alcabala (gravamen) en Buenos Aires, sobre los productos paraguayos; 4) Status-quo de
límites en el Paraná hasta que el congreso general fije el lindero definitivo; 5) por consecuencia de la
independencia en que queda esta Provincia del Paraguay de las de Buenos Aires a lo convenido en la
citada contestación oficial del 28 de agosto último; tampoco la mencionada Exrna. Junta podrá reparar
en el cumplimiento y ejecución de las demás deliberaciones tomadas por esta provincia del Paraguay
en Junta General".

Un artículo adicional, que se mantuvo en secreto, estableció que el gobierno de Buenos Aires podía
fijar "un moderado impuesto" en caso urgente. sobro los frutos del Paraguay. En tal caso la imposición
sería de un real y medio por tercio de yerba, y otro real y medio por arroba de tabaco, hasta que el
congreso general de las provincias fije la imposición definitiva.

Las cláusulas económicas del acuerdo eran claras y terminantes y recogían un anhelo paraguayo. Ellas
concretaban las promesas formuladas por Belgrano a los oficiales paraguayos después de Tacuarí.
Lamentablemente las cláusulas políticas eran poco claras y hasta contradictorias y fueron semillero de
discusiones y conflictos. (De Julio C. Chaves).

La respuesta a la nota del 20 de julio, satisfizo al gobierno paraguayo, y los emisarios argentinos fueron
autorizados a llegar a Asunción. De las conversaciones con el negociador designado por la junta
Gubernativa, el doctor J.G. Rodríguez de Francia, resultó la firma del Tratado del 12 de octubre de
1811, que constituyó un explícito reconocimiento de la independencia paraguaya, circunstancia
revocada más tarde por declaraciones y disposiciones oficiales del vecino país. Además de las cláusulas
sobre comercio y supresión de impuestos, el Tratado incluía 2 cuestiones por demás importantes: el
reconocimiento de los derechos del Paraguay y sobre Candelaria (del Paraná) y su jurisdicción
territorial, en la banda izquierda del Paraná, las Misiones hoy Argentina, y el compromiso recíproco de
auxilio y cooperación, en caso de peligro (De Luís G. Benítez).

OBS. Uti Possidetis: El principio de utis prossidetis jure (del latín, "como poseías de acuerdo al
derecho, así poseerás"), es un principio de derecho en virtud del cual los beligerantes (Ej. Paraguay
Brasil, Argentina) conservan provisionalmente el territorio poseído al final de un conflicto,
internamente, hasta que se disponga otra cosa por un tratado entre las partes. Al parecer derivó de la
expresión latina "uti possidetis, ita possideatis", es decir, "como tu poseías, continuarás poseyendo". El
principio ha sido utilizado en una forma modificada (véase Uti possidetis juris) para establecer las
fronteras de los nuevos estados independientes de conformidad con la decolonización, al garantizar que
las fronteras siguen los límites originales de los antiguos territorios de la que surgieron. Este uso se
originó en América del Sur en el siglo 19 con la retirada del Imperio español. Al declarar que uti
possidetis aplicada, los nuevos estados trataron de asegurarse de que no había ningún res nullius (tierra
o cosa de nadie), en América del sur, cuando el español se retiró y reducir la probabilidad de guerras
fronterizas entre los Estados de reciente independencia y el establecimiento de nuevas colonias
europeas, (Fuente: Wikipedia-Google).

Política educativa y cultural

En una época preñada de dificultades, de crisis interna y acechanzas externas, es admirable la cabal y
justa valoración que de la educación tuvo la Junta Superior Gubernativa. Y nada tan elocuente como su
documento para conocer el pensamiento de la Junta, así como sus disposiciones creativas. Así el Bando
del 6 de enero de 1812, con una densa exposición de ideas en materia de gobierno y economía y la
Instrucción para el Maestro de Escuela, del 15 de febrero de 1812, con 73 artículos, fue elevado por la
Junta al Cabildo asunceno, con encargo de enviar copias a todas las Escuelas y Conventos, contiene un
conjunto orgánico de ideas y preceptos pedagógicos, que, a más de un siglo y medio de su enunciación,
todavía tiene actualidad.

Dos instituciones son de la época: 1) la Sociedad Patriótica Literaria, un organismo auxiliar de la


junta encargado de la orientación en materia educativa; 2) el Colegio Seminario de San Carlos, cuya
reapertura acordó la Junta en enero de 1812, y fue la más valorada de las instituciones educativas. Pero
es evidente que una serie de circunstancias negativas gravitó decisivamente para que el Colegio
perdiera jerarquía. Así en alejamiento, forzoso o voluntario, de los extranjeros, españoles y argentinos,
que constituían el núcleo de sus mejores valores intelectuales. Y también algunos connacionales que
abandonaron sus cátedras: el doctor Francia y el presbítero doctor Boyarín, por ejemplo. No fue ya la
calificada institución que había sido y no se conoce ninguna promoción de egresados de esta época.

Entre los prohombres civiles de la época, responsables de los proyectos culturales, además de los
miembros de la Junta, cabe la mención de Juan Andrés Gelly, sin duda el mentor de la Sociedad
Patriótica Literaria, y el doctor José Luis Zavala, egresado de la Universidad de Santiago de Chile. En
la época más fecunda de la Junta en materia educativa y cultural, fue gravitante el pensamiento
civilizador de Fernando de la Mora. Los documentos conocidos sobre ideas y proyectos en materia de
administración, economía y educación, son de la época en que el mentor intelectual era de la Mora; el
doctor Francia se hallaba retirado.
Los proyectos de la Junta Superior Gubernativa tropezaron con obstáculos determinantes: precariedad
de recursos humanos y financieros, falta de reconocimiento de la soberanía nacional agravada por la
situación geopolítica del país y escaso tiempo en función de gobierno. Habiendo finalizado su mandato
en 1813, la mayor parte de sus ideas quedó en la nada, malogradas por la inoperancia educativa y
cultural que caracterizá el período Francista. Este Gobierno también creó la primera bandera tricolor,
con la franja blanca más ancha que las demás; organizó el Ejército y nombré Comandante General de
Armas, al Teniente coronel Fulgencio Yegros. (De Luís G. Benítez).

Segundo Congreso; el Consulado

Renovada la gestión argentina por lograr la incorporación del Paraguay a la Confederación de las
Providencias Unidas, la JS. Gubernativa convocó este nuevo Congreso reunido en octubre de 1813, que
entre otras resoluciones acordó; a) no reconocer la autoridad de Buenos Aires y en consecuencia, no
enviar representante alguno al Congreso de las Provincias Unidas; b) la instauración de un nuevo
gobierno, el Consulado, para cuyo ejercicio fueron designados Fulgencio Yegros y cl doctor J.G.
Rodríguez de Francia, con el título de Cónsules dc la República del Paraguay, con jerarquía de
Brigadier del Ejército; c) adoptar la denominación de República, al señalar el cometido fundamental
del nuevo gobierno; "como primer cuidado, la conservación, seguridad y defensa de la República y
ratificó la disposición y colores de la bandera nacional. Con el Consulado terminó el régimen de los
gobiernos compartidos. (De Luís G. Benítez).

Gobierno unipersonal del Dr. Francia

Un nuevo Congreso reunido en octubre de 1814, instauro la Dictadura temporal como sistema de
Gobierno y nombró para su ejercicio al dr. Francia, por un periodo de 5 años. Antes de cumplirse el
plazo establecido, un nuevo Congreso reunido en junio de 1816, instauró la Dictadura Perpetua, con el
voto en disidencia de quien había mocionada la Dictadura Temporal, el prócer Mariano Antonio Molas.
El Congreso aprobó la nominación del Dr. Francia, "con calidad de ser sin ejemplar", y dispuso que en
lo sucesivo la República tendrá Congreso general "cada vez y cuando el Dictador haya por necesario".
Y no lo creyó necesario, hasta su muerte. (De Luís G. Benítez).

Carácter del gobierno Francista

El Estado paraguavo no era sino la voluntad del dictador; no había Constitución, distribución de
poderes ni leyes que establecieran los derechos v garantías de los ciudadanos. Delegados y
Subdelegados en puntos estratégicos de la República eran los responsables de poner en ejecución las
disposiciones del Dictador, y le hacían llegar las inquietudes y necesidades del sector. Los ciudadanos
tenían obligaciones precisas e ineludibles: lealtad a la independencia y soberanía de la Patria,
acatamiento estricto de las disposiciones del Gobierno y respeto a las personas y bienes ajenos. Con
estas premisas cumplidas con inexorable rigidez, gobernó el doctor Francia hasta su muerte. (De Luís
G. Benítez).

El Gobierno Francista, empeñado en la defensa intransigente de la independencia nacional, defensor


del derecho a la libre navegación de los ríos internacionales, como vías de salida de su comercio
exterior, se encerró tras sus fronteras pasa cortar la agresión a las embarcaciones paraguayas en el río
Paraná. Ello significó para su comercio exterior, el cierre de sus mercados. En el orden político, el
proyecto del prócer oriental José Gervasio Artigas por constituir con inclusión del Paraguay, la
Confederación de los Pueblos Libres, para oponerse a las pretensiones hegemónicas tanto de Buenos
Aires como de Río de Janeiro, tropezó con la absoluta negativa Francista, remiso en participar de las
luchas internas que anarquizaban a los vecinos. (De Luís G. Benítez).

Una conspiración y sus dramáticas consecuencias

En todas las circunstancias que involucraban decisiones políticas, el doctor Francia fue el gran
obstáculo a la Pretensión de Buenos Aires de absorber al Paraguay. Y en el orden local, empeñado en
nivelar hacia abajo las grandes desigualdades socio-económicas entre el selecto grupo de familias de
proyección españolista y la población de raíz y esencia paraguaya, mediante multas y contribuciones
forzosas, arruinó notoriamente el Patrimonio de aquellas familias enriquecidas por múltiples
privilegios. (De Luís G. Benítez).

De toda esa conjunción de intereses de raíz local y proyección rioplatense, surgió sin que se haya
podido esclarecer plenamente su origen, la tentativa de asesinato del Dictador, que debía llevarse a
cabo en la Santa del año 20, y fue conocida por delación de uno de los implicados. La represión fue
terrible y sus efectos alcanzaron sin duda a pecadores e inocentes, entre ellos a próceres de la
independencia. Varios fueron fusilados: Fulgencio Yegros, los hermanos Iturbe, los hermanos
Fernández Montiel, Fernando de la Mora, Mauricio José Troche; Pedro Juan Caballero se suicidó en su
celda. Quienes conservaban la vida, a la del Dictador recuperaron su libertad. (De Luís G. Benítez).
Desarrollo de la Economía

La economía Francista abarcaba agricultura y ganadería de sustento, industria doméstica: yerba,


almidón azúcar, jabón, dulces, aguardiente, trabajos en cuero y madera, tejidos "Paraguay" producido
en el telar casero. Y una interesante industria dedicada a abastecer al ejército: uniformes y equipos, etc.
La rígida austeridad Francista preparó el material humano que los López modelaron en la fragua del
trabajo y el sacrificio; tal el espíritu paraguayo que sobrellevó durante la Epopeya un lustro de
privaciones sin cuento.

El comercio con el Río de la Plata quedó prácticamente suprimido por la clausura de la vía fluvial. Con
el Brasil, por la extendida y sacrificada vía terrestre a través de Misiones -Río Grande del Sud, con
entrada por Itapúa, fue el único medio para la introducción de telas, objetos de metal, pólvora, cuerdas
para arpa y guitarra, entre otros.

Todo en canje por yerba, cuero, aguardiente y otros; la moneda era escasísima. Con tal movimiento
económico y financiero había muy escasa posibilidad de que persona alguna alcanzara una sólida
posición financiera, pero el Estado fue acumulando bienes y recursos, pues las arcas fiscales fueron las
depositarias finales de todo el dinero circulante, por la vía de multas y confiscaciones.

Más debe destacarse la acrisolada honestidad con que el doctor Francia administró la cosa pública; y la
inflexible norma de respeto a los bienes ajenos que impuso a la ciudadanía. Con gobernantes de su talla
moral, no quedarían resquicios operativos para la cofradía de ladrones comunes y de guantes blancos,
con socios activos en todo el mundo, y en el Paraguay. (De Luis G. Benítez).

Educación y Cultura

En materia educativa, una larga noche se abatió sobre el país, pues transcurrió un cuarto de siglo sin
que si graduara en él ni siquiera un estudiante de nivel elemental, y sin que nadie pudiera salir del país,
ni aun pan estudiar. Ínterin, ciudadanos tan calificados como Mariano Antonio Molas o el presbítero
Marco Antonio Maíz, guardaban prisión por años, sin causa justificada.

Los documentos de la época hacen alusión a 140 maestros, lo que supone otras tantas escuelas, dada la
modalidad de entonces. Los alumnos registrados alcanzaban a cinco mil, en toda la República. A los
maestros les asignó un modestísimo sueldo y además otros auxilios: camisas, pantalones, chaquetas;
uno de verano y otro de invierno, poncho, sombrero y pañuelo. En muchas de sus notas a los
Delegados, el doctor hacia especial hincapié en la atención de los maestros, como el reparto de carne de
reses Con el enclaustratamiento del país ya fue muy difícil renovar, mucho menos incrementar, el
material de aprendizaje; cartillos y catones, de por sí precarios. Todo se redujo a lo consabido: leer,
escribir y contar; y en razón de la carencia de instituciones formadoras, tampoco pudo renovarse el
material humano; y maestros también improvisados y precarios.

En 1823, el Dr. Francia dispuso la clausura del Colegio Carolino; y al año siguiente, la disposición que
retrogradó la educación a fojas cero: la clausura de todos los conventos, incluidos sus noviciados y
escuelas. El Gobierno Francista fue el único en el país que en más de un cuarto de siglo no graduó un
sólo estudiante siquiera a nivel elemental. (De Luís G. Benítez).

Relaciones Estado-lglesia

No puede sostenerse que durante el periodo Francista las relaciones Estado-lglesia hayan sido cordiales
como ejemplo la clausura de los Conventos, en 1824. Pero en la capital y en el interior, en las con
párrocos se celebraban misas, bautismos y otros actos religiosos; inclusive procesiones, en festividades
muy especiales como la de Corpus Christi y la de la Virgen de Asunción, con previa del Gobierno, es
decir del Dictador, en cada caso. Incluso existen documentos que muestran que no pocas iglesias
fueron reparadas por orden del Dictador. Y docenas de sacerdotes como fray Basilio Antonio López y
Juan Gregorio Urbieta,

Obispos de la Diócesis pocos años más tarde, y muchos más, ejercieron regularmente su apostolado
sacerdotal durante el período Francista. Aquello de "cerró las iglesias", que se echó a rodar, nose ajusta
a la verdad; en todo caso, por la imposibilidad de reemplazar las restas naturales producidas en filas del
clero, de por sí reducido, la Iglesia dejó de cumplir su cometido en algunos pueblos.

Al producirse en 1838 el fallecimiento del Obispo García de Panés, quedó vacante la titularidad del
gobierno de la Iglesia, cuando el período de la Dictadura estaba llegando a su término. Muerto el
Obispo, que era español, ceso en sus funciones el Provisor Roque Antonio Céspedes, paraguayo; el
clero designó en carácter de Vicario General y Juez Eclesiástico, al presbítero José Vicente Orué,
paraguayo. (De Luís G. Benítez).
Juicio valorativo

Postrado en cama por algún tiempo, el Dr. Francia falleció el 20 de septiembre de 1840. A su muerte y
por su obra, la independencia nacional era ya una realidad que había hecho convicción en muchos
países; salvo la Argentina que seguía obstinada en su negativa. Además, se había formado una sólida
conciencia de unidad nacional, de la capacidad para abastecerse a si mismo, y especialmente, se libró al
país de la anarquía y el desorden que se apoderaron de todos los países latino-americanos después de la
independencia. Conquistas invalorables la del gobierno Francista, que bien se justifican ante la historia.
Se le puede censurar su excesivo rigor con algunos próceres, a quienes, por sus méritos, se les pudo dar
otro tratamiento; y además, su abandono absoluto de la cultura nacional, pero es bien sabido que su
objetivo fundamental, único, fue la consolidación de la independencia, que evidentemente debe
constituir preocupación primordial, perentoria e impostergable de cualquier gobierno.

En sus exequias le fueron rendidos grandes honores; su cuerpo fue enterrado en el atrio de la iglesia de
la Encarnación, entonces ubicada en Av. República y 15 de agosto, que fue destruida por un incendio
en 1889. Su sepulcro llevaba este epitafio: Por Mandato de la Exma. Suprema Junta Gubernativa, hoy
20 de septiembre de 1840. Aquí yace el Dictador para Memoria y Constancia de la Patria Vigilante
Defensor, Doctor Don José Gaspar de Francia. En 1870, Carlos Loizaga y otros enemigos violaron su
tumba y arrojaron sus restos al río. (De Luís G. Benítez).

El post Francismo

A la muerte del Dictador, los Comandantes de los Cuarteles de la Capital; Cap. Agustín Cañete;
tenientes Pablo Pereira, Miguel Maldonado y Gabino Arroyo se auto erigieron en Junta Provisional de
Gobierno, con la presidencia de Manuel Antonio Ortiz, alcalde de primer voto.

El 22 de enero otro golpe cuartelero depuso a la Junta y estableció un Triunvirato: Juan José Medina,
José Gabriel Benítez y José Domingo Campos.

El 9 de febrero, comandantes militares instauraron un nuevo Gobierno, Ia comandancia General de


Armas, para cuyo ejercicio fue designado el teniente Mariano Roque Alonso, en quien se unificaban los
poderes militar y político. Se le fijaba como objetivo inmediato, la reunión de un congreso en el plazo
de un mes. El nuevo cambio político incorporo una novedad que iba a tener gran relevancia; la
designación de Carlos Antonio López en carácter de secretario, con que inicio su trascendente carrera
política. (De Luís G. Benítez).

Semblanzas

Dr. José Gaspar de Francia. Nació en la Asunción el 6 de enero de 1766; fueron sus padres, el
capitán García Rodríguez Francia y María Josefa Fabiana Velazco y Yegros. Hizo sus primeros
estudios en la escuela de los franciscanos de la Recoleta; en 1780 fue enviado por sus padres a estudiar
en la Universidad de Córdoba. En 1785 recibió el título de Doctor en Derecho Civil y Canónico, y
regreso a la Asunción. Ganó en concurso de méritos las cátedras de Vísperas de Teología y Latinidad
en el Colegio Seminario de San Carlos. Y ejerció la abogacía con solvencia profesional, rectitud y
probidad, y fue Alcalde de primer voto del Cabildo asunceno. Llegó el año 1811 y con él la revolución
de la Independencia, en cuya preparación, y consolidación fue figura principalísima. (De Luís G,
Benítez).

Dr. Francisco Javier Bogarín. Nació en Carapeguá en 1763; fueron sus padres don Francisco Bogarin
y doña María Paula Villamayor. Muy joven fue enviado a Córdoba, en cuya Universidad fue ordenado
sacerdote y recibió el título de Doctor en Sagrada Teología. Regresó a la Asunción y ganó también en
concurso de méritos la cátedra de Prima de Teología en el Real Colegio Seminario de San Carlos. El
primer Congreso Nacional Io designó Miembro de la Junta Superior Gubernativa, de cuyas funciones
fue separado por disposición del Cuartel General de la Capital. No se sabe de su actuación posterior.
(De Luís G. Benítez).

Fernando de la Mora: nació en Tapua en 1785, hijo de Fernando de la Mora y de Ana del Cazal.
Realizó sus Primeros estudios en el Colegio de San Carlos y luego fue enviado a Córdoba, en cuya
Universidad siguió sus estudios, que no culminó. Regresó a la Asunción, y en 1806 integró con el
grado de Alférez, el contingente paraguayo enviado al Río de la Plata para luchar contra los ingleses.
Vocal de la Junta Superior Gubernativa, fue uno de los más brillantes expositores de ideas y proyectos
gubernativos. (De Luís G, Benítez).

Mariano Antonio Molas; nació en Asunción en 1780, fueron sus padres don Pedro José Molas y doña
Ursula de la Costa. Hizo sus primeros estudios en ce Colegio Seminario de San Carlos y luego en
Buenos Aires, en donde siguió estudios de Derecho sin llegar a completar. Regresó a la Asunción y
participó activamente en los trabajos revolucionarios; fue el orador más destacado en el primer
Congreso Nacional. Mocionó Candidatos para la Junta Superior Gubernativa, elegidos sin
modificación; mociono también la candidatura del Dr. Francia para la Dictadura Temporal, pero se
opuso a la Dictadura Perpetua. Durante el predominio Francista, ejerció en la Asunción su profesión de
abogado, escribió su valorada obra "Descripción histórica de la Antigua Provincia del Paraguay", en la
que afirma la participación del Dr. Francia en los preparativos de la revolución, discutida por muchos.
Falleció en 1844. (De Luís G. Benítez).

Fray Fernando Caballero; oriundo de Tobati, era tío del Cap. Pedro J, Caballero y del Dr. Francia;
hizo sus estudios en Córdoba en dónde fue ordenado sacerdote, militando en la orden franciscana, y
ejerció la cátedra de esa fumosa Universidad. De regreso a la Asunción, ganó gran prestigio entre los
revolucionarios. fue tal su ascendiente, que cuando apoyó la candidatura del Dr. Francia para integrar el
triunvirato, cesó la oposición de algunos militarcs a dicha candidatura. (De Luís G. Benítez).

Pedro Juan Caballero; nació en Tobati en 1786; era hijo del comandante Luis Caballero, fallecido tras
un supremo esfuerzo realizado en Tacuary, contra Belgrano. Peleó en Paraguarí y Tacuary, siendo
oficial de urbanos. El Primer Congreso Nacional lo designó Miembro de la Junta Superior Gubernativa.
Acusado de complicidad cn la conspiración dcl año 20 y apresado, se suicidó en su celda el 13 de julio
de 1821, corre versión que escribió en la pared de su celda estas palabras: "Bien se que el suicidio es
contrario a la ley de Dios de los hombres, pero la sed de sangre del tirano de mi patria no se aplacara
con la mia" pensamiento demasiado profundo para un modesto oficial como era. No se ha demostrado
su veracidad.

Fulgencio Yegros; nació en Quyquyho en 1780; fue su padre el sargento mayor José Antonio Yegros;
desde muy joven siguió la carrera de las armas. Integró el contingente paraguayo enviado al río de la
plata contra los ingleses; peleó en la defensa de Montevideo y luego contra Belgrano en Paraguarí y
Tacuary. Ascendido a Tte. Coronel, fue nombrado gobernador de Misiones. Reconocido Jefe de la
oficialidad revolucionaria, aunque la revolución lo sorprendió en Itapuá. Regresó a la Asunción, y el
primer Congreso Nacional lo designó Presidente de la Junta Superior Gubernativa y Comandante
General de Armas; luego fue Cónsul de la República con el Dr. Francia, con jerarquía de General.
Acusado de complicidad en la conspiración del año 20, fue fusilado el 17 de julio de 1821. Casado con
Facunda Speratti, su hijo Rómulo murió durante la guerra del 64/70; su descendencia se proyecta hasta
nuestros días.

Manuel Atanasio Cabañas: oriundo de las Cordilleras, donde poseía estancia y plantaciones de
tabaco, era uno de los más ricos e influyentes hombres de la época. Héroe de Paraguarí; cuando la
defección (fuga) de Velazco, reorganizó con Gamarra y Yegros el Ejército patriota que derrotó a
Belgrano. Estaba sindicado como una de las figuras principales de la revolución. Pero cuando Ios
acontecimientos del 14 de mayo, no apareció en el escenario político; posiblemente disgustado con el
dr. Francia quien había promovido una dura crítica al armisticio de Tacuary que aquel otorgó a
Belgrano. Falleció en 1828. (De Luís G. Benítez).

Vicente Ignacio Iturbe: oriundo de San Pedro de Ycuarnandyjú, habría nacido en 1786; fue alumno
del Colegio de San Carlos. Peleó brillantemente en Paraguarí y Tacuary con el grado de alférez. En la
noche del 14 de mayo fue uno de los principales colaboradores del capitán Caballero; le tocó llevar al
gobernador Velazco las intimaciones de los revolucionarios y recibir la rendición del gobernador. Por
méritos fue ascendido a Capitán. Acusado de participar en la conspiración del año 20, fue encarcelado
y fusilado en 1837. A su lado actuó en los días de la revolución, su hermano menor, teniente Juan
Manuel Iturbe. (De Luís G. Benítez).

Antonio Thomás Yegros: hermano menor de Fulgencio, nació también en la estancia familiar de
Quyquyhó, en 1783. Integró el contingente paraguayo al Río de la Plata; peleó en la defensa de
Montevideo y así mismo en Paraguarí y Tacuary y fue ascendido a Capitán. Después de la Revolución
fue Jefe de Plaza de Asunción. Pariente y amigo del Dr. Francia, sobrevivió al Dictador y también a
don Carlos Antonio López; falleció en su casa de Quyquyhó en 1866. Sus restos, los únicos conocidos
de los próceres de la independencia, fueron exhumados y depositados en el Panteón Nacional de los
Héroes, en mayo de 1965.

Juan Bautista Rivarola: nació en 1789 en Barrero Grande; fue estudiante del Colegio de San Carlos.
Peleé en Paraguarí y Tacuary contra Belgrano, participó activamente en la revolución del 14 de mayo y
fue ascendido a Capitán. Participó de todos los Congresos nacionales y sobrevivió al Dr. Francia.
Actuó en el Congresode 1841 y regresó a su estancia (lo Barrero Grande; falleció en 1864. Su hijo
Cirilo Antonio Rivarola fue el primer Presidente de la República con la Constitución del 1870. (De
Luís G. Benítez).
Mauricio José Troche: oriundo de la Villa de San Isidro Labrador de Curuguaty, había nacido en
1790, hijo de don José de Troche. Le tocó entregar el Cuartel a los revolucionarios, en la noche del 14
de mayo. poco se conoce de su actuación posterior, y fue fusilado ya en 1840. Su descendencia se
proyecta hasta nuestros días.

José Agustín Molas: oriundo de Santa María de las Misiones; estudio en el Colegio de San Carlos y
fue ordenado sacerdote. Era capellán del Ejército patriota contra Belgrano; al término de la batalla de
Tacuary, sostuvo una viva polémica con Belgrano, defendiendo con sólidos argumentos el derecho del
Paraguay a ser libre e independiente; y que Buenos Aires no tenía derecho alguno de ejercer
dominación sobre las demás

Juana María de Lara: nació en Asunción de 1760; era sobrina de fray Fernando Caballero, el
consejero de los próceres. Doña Juana de Lara, era mayordoma de la Catedral, cuyas campanadas
anunciaron en la noche del 14 de mayo, los pasos iniciales de una patria libre, falleció en 1825.

Amancio González y Escobar: de larga e incansable labor civilizadora entre los indóciles indios del
Chaco, dedicó la mayor parte su larga y útil existencia a reconocer el inhóspito Chaco. Fundó la
reducción de Melodía, en el sitio de la actual Villa Hayes. Considerado como uno de los más brillantes
oradores de la época, el padre González y Escobar pasó los últimos años de su vida en Emboscada, su
pueblo natal; falleció en dicho pueblo en 1806. (De Luís G. Benítez).

José Félix Bogado: se incorporó como voluntario a las órdenes de San Martín, después del combate de
San Lorenzo, en 1812. Tres años más tarde, en 1816, era Alférez de los Granaderos a Caballo en
Mendoza. Y enseguida la campaña heroica; el cruce de los Andes, sacrificios y contrastes y triunfos
consagratorios: Chacabuco y Maipú, los ascensos de Teniente a Ayudante Mayor y las condecoraciones
al valor: "Chile, al valor y constancia de los vencedores de Maipú"; "Argentina, al heroico defensor de
la Nación, en Maipú", y la del Perú fui del Ejército Libertador". De regreso al Río de la Plata, falleció
en San Nicolás, en noviembre de 1829. (De Luís G. Benítez).

Bibliografía.

Compendio de Historia Paraguaya, de Julio C. Chaves — 3ra. Edición, año 2013.

Manual de Historia del Paraguay --- De Luís G. Benítez.

Lecciones de Historia cl Paraguay De Víctor N. Vasconsellos -8va. Edición, año 1978

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