Veraneando en Zapallar
Veraneando en Zapallar
Veraneando en Zapallar
VERANEANDO EN ZAPALLAR.
ACTO UNICO
ESCENA PRIMERA
Procopio y Robustina.
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Robustina.- Procopio...no me saques de mis casillas. En
lugar de agradecerme lo que hago por prestigiar
nuestro nombre... por asegurar el porvenir de
nuestras hijas...por darte brillo...
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Robustina.- Pues, si quieres estudiar matemática, no tienes
más que encerrarte en tu cuarto.
ESCENA SEGUNDA
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Robustina.- ¿De qué ha de ser, hijas mías? De nuestra si-
tuación: de que tu padre no cesa de protestar
por el encierro voluntario a que nos hemos so-
metido para guardar las apariencias.
Esperanza.- Horrible.
ESCENA TERCERA.
Dichos y Luchito.
Amparo.- ¿Y de Ernesto?...
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Esperanza.- Es terrible no tener noticias de nuestros no-
vios.
Todos.- ¿Eh?...
Luchito.- Yo protesto.
Procopio.- Respiro.
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Amparo.- San Antonio Bendito ha hecho un milagro.
Esperanza.- Y yo también.
Esperanza.- Y yo otro.
Robustina.- ¿Eh?
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Procopio.- Claro, mujer. A comprar provisiones para el día
de mañana.
ESCENA CUARTA
ESCENA QUINTA.
Robustina y Amparo.
ESCENA SEXTA
ESCENA SÉPTIMA.
Luchito, solo.
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ESCENA OCTAVA
Amparo, sola.
(Entrando pensativa.)
Amparo.- -¿Qué será de Ernesto? La última vez que lo
vi, fue a la salida de misa...(Se oye ruido en el
patio de una de las casas vecinas.) (Alarmada):
¿Quién podrá ser si no hay nadie allí ahora?
¿Habrá entrado algún ladrón?...
ESCENA NOVENA.
Amparo y Ernesto.
ESCENA DÉCIMA
Consuelo.- Amparo...
Esperanza.- Lucho...
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Robustina.- No. A la calle, no. Por nada del mundo.
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Consuelo.- Cualquiera encuentra marido con esta situa-
ción.
ESCENA UNDÉCIMA
Amparo, sola.
ESCENA DUODÉCIMA.
Amparo y Ernesto.
ESCENA DECIMOTERCERA.
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Robustina (desfallecida).- No lo sé, hijas mías. No he teni-
do fuerzas sino para salir afuera para llamaros.
ESCENA DECIMOCUARTA.
Dichos y Ernesto.
Esperanza.- Huyamos.
(Consuelo y Esperanza se van, dando gritos.
Doña Robustina cae desmayada en un sillón.
Ernesto no halla qué hacer. Amparo está toda
confundida).
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Amparo.- (sobresaltada).- Ocurre que...hay ladrones en
casa, y no hallamos cómo expulsarlos. Esta-
mos solas. Toca la casualidad que Lucho y pa-
pá salieron. ¿Qué hacer?
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ESCENA DECIMOQUINTA.
Ernesto, solo.
ESCENA DECIMOSEXTA.
Ernesto y Amparo.
ESCENA DÉCIMOSÉPTIMA
Dichos y Robustina.
ESCENA DÉCIMOCTAVA
ESCENA DÉCIMONOVENA
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Consuelo (en la duda).- Llévese a los dos.
Procopio.- Naturalmente.
Ernesto.- Concluyamos.
Robustina.-¿Otra vez?
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Procopio.- ¡Ah! Con que “Ernesto mío” ¿eh? Muy bien,
muy bien.
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ESCENA VIGÉSIMA.
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