Adr 7856 2019 201007

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN

7856/2019.
QUEJOSA Y RECURRENTE: **********

PONENTE: MINISTRA NORMA LUCÍA PIÑA HERNÁNDEZ


SECRETARIA: LAURA PATRICIA ROMÁN SILVA

En cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 73, segundo párrafo, de la


Ley de Amparo, así como en la jurisprudencia de rubro: “PROYECTOS
DE RESOLUCIÓN DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA
NACIÓN Y DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO,
SÓLO DEBEN PUBLICARSE AQUELLOS EN LOS QUE SE ANALICE
LA CONSTITUCIONALIDAD O LA CONVENCIONALIDAD DE UNA
NORMA GENERAL, O BIEN, SE REALICE LA INTERPRETACIÓN
DIRECTA DE UN PRECEPTO CONSTITUCIONAL O DE UN
TRATADO INTERNACIONAL EN MATERIA DE DERECHOS
HUMANOS.”, a continuación se hace público el fragmento del proyecto
de sentencia del Amparo Directo en Revisión 7856/2019 en el cual se
realiza el estudio de constitucionalidad respectivo:

“(…)

27. OCTAVO. Estudio. Los agravios propuestos por la parte quejosa son
infundados. Examinado el artículo 1461, párrafo segundo, del Código
de Comercio, en la porción normativa “debidamente autenticado”, se
llega a la conclusión de que sí resulta inconstitucional.

28. De inicio, conviene partir de recordar que en el juicio natural se


pretendió el reconocimiento y ejecución de un laudo arbitral emitido en
un procedimiento de arbitraje comercial sustanciado en Londres,
Inglaterra, administrado por una institución arbitral, con la particularidad
de que, el laudo recogió y validó un convenio de transacción con el cual
las partes decidieron solucionar su controversia y dar fin al arbitraje
(hipótesis reconocida en el artículo 1447 del Código de Comercio).

29. Con la demanda para el reconocimiento y ejecución del laudo, a fin de


dar cumplimiento al artículo 1461, párrafo segundo, del Código de
Comercio en lo que concierne al requisito de: exhibición del laudo
original debidamente autenticado o copia certificada de éste; la parte
actora presentó una copia certificada del laudo original, expedida por un
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notario público con ejercicio en la Ciudad de México, con la cual, sin


mayor examen, el juez natural tuvo por acreditado el requisito referido.

30. Lo anterior dio causa a que en la demanda de amparo directo, la quejosa


formulara concepto de violación en el que alegó que no se dio
cumplimiento a ese precepto, porque el documento exhibido no era el
laudo original debidamente autenticado, ni una copia certificada de éste;
ello, pues no se hizo constar por algún fedatario público, que las firmas
puestas en el laudo original efectivamente correspondían a los árbitros,
ya sea porque se haya dado fe del momento de la firma, o porque los
árbitros hubieran acudido ante él a ratificar sus firmas; de modo que la
copia certificada notarial obtenida del laudo original, no era apta para
tener por satisfecha esa exigencia y se debió desestimar la acción.

31. Y es en ese sentido que, el tribunal colegiado, declaró infundados los


argumentos de la quejosa, y como se ha visto, expuso un gran cúmulo
de razonamientos encaminados a sostener que el requisito previsto en
el artículo 1461, párrafo segundo, del Código de Comercio en la parte
que dice “debidamente autenticado” es inconstitucional, porque es un
formalismo excesivo, innecesario, carente de razonabilidad y
proporcionalidad, que no atiende a la presunción de validez y el carácter
de vinculante de que goza un laudo arbitral, ni toma en cuenta la
naturaleza y principios del arbitraje. Por lo mismo, sostuvo que la falta
de autenticidad de un laudo arbitral debe impugnarse y acreditarse
fehacientemente por la parte que pretenda desconocerlo, de otro modo,
aducir la falta de autenticación del laudo por sí misma, para negar el
reconocimiento y la ejecución, se torna en un formalismo contrario al
artículo 17 constitucional.

32. Por su parte, el quejoso y recurrente, en esta instancia revisora defiende


la constitucionalidad de la porción normativa, en lo sustancial,
postulando su necesidad en función de la seguridad jurídica que afirma
requieren el juez y el demandado sobre la autenticidad del documento
que se busca ejecutar; así como su proporcionalidad, en función de que
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es un requisito de posible cumplimiento, y es menos gravoso que arrojar


al demandado la carga de la impugnación y de la acreditación sobre la
falta de autenticidad del laudo; señalando que se trata de una exigencia
que inclusive tiene su origen en el instrumento internacional que regula
el arbitraje comercial, por lo que no es contrario a los principios del
arbitraje.

33. Pues bien, como marco normativo para la solución de este asunto, es
preciso tener en cuenta que esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación en su jurisprudencia 42/2007, señaló que el
artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos8
establece el derecho a la tutela judicial, la cual ha sido concebida como:

“(…) el derecho subjetivo público que toda persona tiene, dentro


de los plazos y términos que fijen las leyes, para acceder de
manera expedita a tribunales independientes e imparciales, a
plantear una pretensión o defenderse de ella, con el fin de que a
través del proceso en el que se respeten ciertas formalidades, se

8
(REFORMADO, D.O.F. 18 DE JUNIO DE 2008)
Art. 17.- Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su
derecho.
Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para
impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta,
completa e imparcial. Su servicio será gratuito, quedando, en consecuencia, prohibidas las costas
judiciales.
[N. DE E. EN RELACIÓN CON LA ENTRADA EN VIGOR DEL PRESENTE PÁRRAFO, VÉASE
SEGUNDO TRANSITORIO DEL DECRETO QUE MODIFICA LA CONSTITUCIÓN.]
(ADICIONADO, D.O.F. 15 DE SEPTIEMBRE DE 2017)
Siempre que no se afecte la igualdad entre las partes, el debido proceso u otros derechos en los
juicios o procedimientos seguidos en forma de juicio, las autoridades deberán privilegiar la solución
del conflicto sobre los formalismos procedimentales.
(ADICIONADO, D.O.F. 29 DE JULIO DE 2010)
El Congreso de la Unión expedirá las leyes que regulen las acciones colectivas. Tales leyes
determinarán las materias de aplicación, los procedimientos judiciales y los mecanismos de
reparación del daño. Los jueces federales conocerán de forma exclusiva sobre estos procedimientos
y mecanismos.
Las leyes preverán mecanismos alternativos de solución de controversias. En la materia penal
regularán su aplicación, asegurarán la reparación del daño y establecerán los casos en los que se
requerirá supervisión judicial.
Las sentencias que pongan fin a los procedimientos orales deberán ser explicadas en audiencia
pública previa citación de las partes.
Las leyes federales y locales establecerán los medios necesarios para que se garantice la
independencia de los tribunales y la plena ejecución de sus resoluciones.
(REFORMADO, D.O.F. 29 DE ENERO DE 2016)
La Federación y las entidades federativas garantizarán la existencia de un servicio de defensoría
pública de calidad para la población y asegurarán las condiciones para un servicio profesional de
carrera para los defensores. Las percepciones de los defensores no podrán ser inferiores a las que
correspondan a los agentes del Ministerio Público.
Nadie puede ser aprisionado por deudas de carácter puramente civil.

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decida sobre la pretensión o la defensa y, en su caso, se ejecute


esa decisión.”9

34. Y en su jurisprudencia 103/2017, estableció que el derecho a la tutela


judicial se ha configurado esencialmente en tres etapas: i) una previa al
juicio, a la que le corresponde el derecho de acceso a la jurisdicción,
que tiene su base en el derecho de acción como una especie del
derecho de petición en sede jurisdiccional; ii) una judicial, del inicio del
procedimiento hasta la última actuación del juicio, a la que
corresponden las garantías del debido proceso; y, iii) una posterior al
juicio, que se identifica con la efectividad de las sentencias (su
ejecución).10

35. Asimismo, en la primera de las jurisprudencias referidas (42/2007), por


cuanto al acceso a la justicia, esta Sala destacó que la prevención de
que los órganos jurisdiccionales estén expeditos para impartir justicia
en los plazos y términos que fijen las leyes, significa que el poder
público, es decir, los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, no
pueden supeditar el acceso a los tribunales a condición alguna, pues
de establecer cualquiera, ésta constituiría un obstáculo entre los
gobernados y los tribunales, por lo que era indudable que el derecho de
tutela judicial efectiva se podría ver conculcado por normas que
impongan requisitos impeditivos u obstaculizadores del acceso a la
jurisdicción, si tales requisitos resultaban innecesarios, excesivos y
carentes de razonabilidad o proporcionalidad, respecto de los fines que
lícitamente puede perseguir el legislador.

36. Pero de igual modo se aclaró en dicho criterio, que no todos los
requisitos para el acceso al proceso pueden considerarse

9 Tesis de jurisprudencia 42/2007, Primera Sala, Décima Época, Semanario Judicial de la


Federación, Tomo XXV, Abril de 2007, página 124, del rubro: “GARANTÍA A LA TUTELA
JURISDICCIONAL PREVISTA EN EL ARTÍCULO 17 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS. SUS ALCANCES.”
10Época: Décima Época; Registro: 2015591; Instancia: Primera Sala; Tipo de Tesis: Jurisprudencia;
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación; Libro 48, Noviembre de 2017, Tomo I;
Materia(s): Constitucional; Tesis: 1a./J. 103/2017 (10a.); Página: 151. De rubro; DERECHO DE
ACCESO EFECTIVO A LA JUSTICIA. ETAPAS Y DERECHOS QUE LE CORRESPONDEN”.

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inconstitucionales, como ocurre con aquellos que, respetando el


contenido de ese derecho fundamental de tutela judicial efectiva, están
dirigidos a preservar otros derechos, bienes o intereses
constitucionalmente protegidos y guardan la adecuada
proporcionalidad con el fin perseguido.

37. También cabe precisar que, el Pleno de este Máximo Tribunal, desde
su jurisprudencia P./J. 113/2001 de rubro: “JUSTICIA, ACCESO A LA. LA
POTESTAD QUE SE OTORGA AL LEGISLADOR EN EL ARTÍCULO 17 DE
LA CONSTITUCIÓN GENERAL DE LA REPÚBLICA, PARA FIJAR LOS
PLAZOS Y TÉRMINOS CONFORME A LOS CUALES AQUÉLLA SE
ADMINISTRARÁ NO ES ILIMITADA, POR LO QUE LOS PRESUPUESTOS
O REQUISITOS LEGALES QUE SE ESTABLEZCAN PARA OBTENER
ANTE UN TRIBUNAL UNA RESOLUCIÓN SOBRE EL FONDO DE LO
PEDIDO DEBEN ENCONTRAR JUSTIFICACIÓN CONSTITUCIONAL”11,
resaltó que la facultad que otorga al legislador ordinario el artículo 17
constitucional, para establecer plazos y términos para la administración
de justicia, debe ejercerse para lograr que las instancias de justicia
constituyan un mecanismo expedito, eficaz y confiable para que los
gobernados acudan para dirimir sus conflictos, pero las condiciones o
presupuestos procesales que el legislador establezca para ello, deben
tener sustento en los principios y derechos consagrados en la propia
Constitución General, y para determinar si se apegan a ella, se ha de

11 Época: Novena Época; Registro: 188804; Instancia: Pleno; Tipo de Tesis: Jurisprudencia; Fuente:
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta; Tomo XIV, Septiembre de 2001; Materia(s):
Constitucional; de texto: “De la interpretación de lo dispuesto en el artículo 17, párrafo segundo, de
la Constitución General de la República se advierte que en ese numeral se garantiza a favor de los
gobernados el acceso efectivo a la justicia, derecho fundamental que consiste en la posibilidad de
ser parte dentro de un proceso y a promover la actividad jurisdiccional que, una vez cumplidos los
respectivos requisitos procesales, permita obtener una decisión en la que se resuelva sobre las
pretensiones deducidas, y si bien en ese precepto se deja a la voluntad del legislador establecer los
plazos y términos conforme a los cuales se administrará la justicia, debe estimarse que en la
regulación respectiva puede limitarse esa prerrogativa fundamental, con el fin de lograr que las
instancias de justicia constituyan el mecanismo expedito, eficaz y confiable al que los gobernados
acudan para dirimir cualquiera de los conflictos que deriven de las relaciones jurídicas que entablan,
siempre y cuando las condiciones o presupuestos procesales que se establezcan encuentren
sustento en los diversos principios o derechos consagrados en la propia Constitución General de la
República; por ende, para determinar si en un caso concreto la condición o presupuesto procesal
establecidos por el legislador ordinario se apegan a lo dispuesto en la Norma Fundamental deberá
tomarse en cuenta, entre otras circunstancias, la naturaleza de la relación jurídica de la que derivan
las prerrogativas cuya tutela se solicita y el contexto constitucional en el que ésta se da”.

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tomar en cuenta también, entre otras circunstancias, la naturaleza de la


relación jurídica de la que derivan las prerrogativas cuya tutela se
solicita y el contexto constitucional en la que ésta se da.

38. Por otra parte, esta Sala también ha sostenido que la tutela judicial
efectiva implica que los órganos jurisdiccionales, como encargados de
la administración de justicia, deben resolver los conflictos que se les
plantean sin obstáculos o dilaciones innecesarias y evitando
formalismos o interpretaciones no razonables que impidan o dificulten
el enjuiciamiento de fondo y la auténtica tutela judicial, lo cual implica
que al interpretar los requisitos y las formalidades procesales
legalmente previstos, deben tener presente la ratio de la norma para
evitar que los meros formalismos impidan un enjuiciamiento de fondo
del asunto. Por tanto, los requisitos para admitir los juicios, incidentes
en ellos permitidos, o recursos intentados, establecidos por el
legislador, son de interpretación estricta para no limitar el derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva, haciendo posible, en lo
esencial, el ejercicio de dicho derecho, debiendo buscarse, con apoyo
en los principios pro homine e in dubio pro actione, la interpretación más
favorable al ejercicio de ese derecho humano, sin soslayarse los
presupuestos esenciales de admisibilidad y procedencia de los juicios,
incidentes en éstos permitidos o recursos intentados12.

39. Asimismo, ha precisado que el arbitraje comercial tiene anclaje en el


artículo 17 constitucional, y constituye el ejercicio de libertades
constitucionalmente protegidas, para que las personas opten por acudir
a dicho mecanismo de resolución extra judicial de controversias, o bien,
a la jurisdicción del Estado.

12
Época: Décima Época; Registro: 2007064; Instancia: Primera Sala; Tipo de Tesis: Aislada; Fuente:
Gaceta del Semanario Judicial de la Federación; Libro 9, Agosto de 2014, Tomo I; Materia(s):
Constitucional, Común; Tesis: 1a. CCXCI/2014 (10a.); página: 536, de rubro: “TUTELA JUDICIAL
EFECTIVA. EL LEGISLADOR NO DEBE ESTABLECER NORMAS QUE, POR SU RIGORISMO O
FORMALISMO EXCESIVO, REVELEN UNA DESPROPORCIÓN ENTRE LOS FINES DE LAS
FORMALIDADES Y LOS REQUISITOS PREVISTOS EN LA LEY PARA PRESERVAR LA
CORRECTA Y FUNCIONAL ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA”.

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40. Empero, tratándose del reconocimiento y ejecución de un laudo arbitral,


la intervención del Estado a través del órgano jurisdiccional es obligada,
dado que el procedimiento arbitral constituye justicia privada, a cargo
de un tercero particular cuyas facultades emanan de la voluntad de las
partes que se las confieren para emitir una decisión que las vincule,
pero su fallo está desprovisto de coercitividad, y requiere ser reconocido
por una autoridad judicial que pueda ordenar su ejecución en forma
coactiva. Por ende, el juicio especial de reconocimiento y ejecución de
laudo arbitral, en cuanto a sus presupuestos, requisitos y/o reglas
procedimentales, como todo proceso judicial, está regido por el derecho
de tutela judicial efectiva.

41. Con base en las premisas anteriores, esta Primera Sala arriba al
convencimiento de que el requisito previsto en el artículo 1461, párrafo
segundo, del Código de Comercio, sí es inconstitucional, por devenir
contrario al artículo 17 de la Ley Fundamental. Lo anterior, conforme a
las consideraciones que se precisan enseguida.

42. El precepto cuestionado dispone:

(ADICIONADO, D.O.F. 22 DE JULIO DE 1993)


CAPÍTULO IX.
Reconocimiento y ejecución de laudos.

(ADICIONADO, D.O.F. 22 DE JULIO DE 1993)


Art. 1,461. Un laudo arbitral, cualquiera que sea el país en que haya sido
dictado, será reconocido como vinculante y, después de la presentación
de una petición por escrito al juez, será ejecutado de conformidad con las
disposiciones de este capítulo.
La parte que invoque un laudo o pida su ejecución deberá presentar el
original del laudo debidamente autenticado o copia certificada del
mismo, y el original del acuerdo de arbitraje a que se refieren los artículos
1416 fracción I y 1423 o copia certificada del mismo. Si el laudo o el
acuerdo no estuviera redactado en español, la parte que lo invoca deberá
presentar una traducción a este idioma de dichos documentos, hecha por
perito oficial”.

43. El requisito destacado, encuentra su origen en el artículo IV de la


Convención sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias
Arbitrales Extranjeras, también conocida como Convención de Nueva
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York, formada en el año de mil novecientos cincuenta y ocho, que


dispone:

ARTICULO IV
1. Para obtener el reconocimiento y la ejecución previstos en el artículo
anterior, la parte que pida el reconocimiento y la ejecución deberá
presentar, junto con la demanda:
a) El original debidamente autenticado de la sentencia o una copia
de ese original que reúna las condiciones requeridas para su
autenticidad;
b) El original del acuerdo a que se refiere el artículo II, o una copia que
reúna las condiciones requeridas para su autenticidad.
2. Si esa sentencia o ese acuerdo no estuvieran en un idioma oficial del
país en que se invoca la sentencia, la parte que pida el reconocimiento y
la ejecución de esta última deberá presentar una traducción a ese idioma
de dichos documentos. La traducción deberá ser certificada por un
traductor oficial o un traductor jurado, o por un agente diplomático o
consular.

44. Conforme a esa disposición, la Ley Modelo de Arbitraje de la Comisión


de Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional13
(conocida por sus siglas CNUDMI y como UNCITRAL por sus siglas en
inglés), redactada en el año de mil novecientos ochenta y cinco por la
referida Comisión, introdujo dicho requisito en su artículo 35,
equivalente a ese artículo IV de la convención, al señalar “(…) 2) La
parte que invoque un laudo o pida su ejecución deberá presentar el
original debidamente autenticado del laudo o copia debidamente
certificada del mismo (…)”.

45. Por ello, el Código de Comercio, mediante el Decreto de reformas de


veintidós de julio de mil novecientos noventa y tres, acogió casi
íntegramente esa ley modelo, con el propósito de unificar la legislación
interna con las reglas del arbitraje comercial internacional, de los demás
países participantes de la Convención de Nueva York, y en lo que
interesa, el artículo 35 de dicha ley orientadora, se reprodujo en el

13 Dicha ley modelo es un documento cuya creación tuvo como propósito servir para la unificación
de las reglas del arbitraje comercial internacional, dada su importancia y cada vez más creciente
utilización para la solución de controversias en el tráfico comercial; ello, en íntima relación con las
disposiciones de la Convención de Nueva York, en un esfuerzo por propiciar que el entendimiento y
aplicación de esta última se realizara en una forma más uniformada u homogénea, en la medida en
que las legislaciones internas de los países parte acogieran las normas modelo en su sistema de
derecho interno. Si bien esta ley modelo, claro está, no tiene un carácter vinculante pues no es una
ley formal de legislación estatal, sí es un documento importante en el ámbito del comercio
internacional para todos los países que se han obligado a la observancia de la aludida convención.
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precepto 1461, y en su párrafo segundo, quedó establecido el requisito


de exhibición de laudo original debidamente autenticado o copia
certificada de éste como se advierte del precepto antes transcrito.

46. Sin embargo, también debe decirse que la CNUDMI hizo una revisión a
la ley modelo en el año de 2006 y realizó enmiendas a diversos
artículos; entre ellos, modificó el numeral 35 referido, y actualmente
dispone: “(…) 2) La parte que invoque un laudo o pida su ejecución deberá
presentar el laudo original o copia del mismo (…)”.

47. En las explicaciones a las enmiendas referidas, contenidas en la


resolución 61/33 de cuatro de diciembre de dos mil seis, al referirse a
las realizadas al artículo 35, la Comisión sólo precisó que en la ley
modelo no se fijan los detalles procesales para el procedimiento de
reconocimiento y ejecución del laudo, para que ese aspecto se
determine en las leyes y prácticas procesales de cada país. Y en la
propia ley modelo, a pie de página de ese artículo 35, se señala que
“(…) El procedimiento enunciado en este párrafo tiene por fin establecer
un máximo de requisitos. Así pues, no se opondría a la armonización
pretendida por la Ley Modelo que un Estado mantuviese en vigencia un
procedimiento aun menos oneroso”. (Lo destacado es de esta resolución).

48. Es de hacerse notar que esta enmienda al artículo 35 de la ley modelo,


suprimiendo el requisito de exhibir el original del laudo “debidamente
autenticado” cuando se trate del procedimiento de reconocimiento y
ejecución de laudo arbitral, aunque deja de contemplar un requisito
previsto en el artículo IV de la Convención de Nueva York, resultó
posible atendiendo a que, este mismo instrumento, en su artículo VII,
da pauta para que sus disposiciones de carácter procesal puedan ser
dispensadas, si conforme a la legislación de algún Estado parte, el
interesado en hacer valer la sentencia arbitral (laudo arbitral) pudiere
contar con formas y medidas más benéficas para el procedimiento; así
se colige de su texto, que señala:

ARTICULO VII
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1. Las disposiciones de la presente Convención no afectarán la validez


de los acuerdos multilaterales o bilaterales relativos al reconocimiento
y la ejecución de las sentencias arbitrales concertados por los Estados
Contratantes ni privarán a ninguna de las partes interesadas de
cualquier derecho que pudiera tener a hacer valer una sentencia
arbitral en la forma y medida admitidas por la legislación o los
tratados del país donde dicha sentencia se invoque.

49. No obstante, en México, el legislador federal, si bien ha hecho reformas


posteriores a la regulación del arbitraje comercial en el Código de
Comercio, ha mantenido el artículo 1461 conforme al texto que se
estableció con la reforma de veintidós de julio de mil novecientos
noventa y tres; por lo que, en cuanto a este precepto, nuestra
legislación ya no se corresponde exactamente con la ley modelo;
empero, se recuerda, al margen de que ésta es un documento
orientador, debe entenderse que ello se ha considerado un aspecto
procesal del que se ha de ocupar la legislación de cada país con libertad
de configuración, y si bien mantener dicho requisito ya no es acorde a
la ley modelo, sigue teniendo correspondencia con el artículo IV de la
Convención de la materia.

50. Por tanto, a juicio de esta Sala, no puede ser por razón de su supresión
en dicha ley modelo, que se puedan hacer derivar argumentos para
sostener válidamente la inconstitucionalidad de la porción normativa,
pues al margen de que esa ley modelo no es vinculante, esa parte del
precepto 1461, se corresponde con el artículo IV de la propia
Convención que prevé ese requisito.

51. Pero por otra parte, tampoco dicha correspondencia con la Convención
es argumento suficiente para sostener la constitucionalidad del
requisito, pues lo cierto es que se trata de una regla de carácter
procesal que podría ser dispensada en la legislación interna conforme
al propio instrumento internacional, incluso, la ley modelo reconoce la
posibilidad de que la legislación interna de cada Estado prevea
requisitos de procedimiento menos onerosos tratándose del
reconocimiento y ejecución de un laudo arbitral. Por tanto, no existe al

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respecto una obligación indefectible de mantener dicho requisito


conforme al compromiso convencional, y por su carácter de regla
procesal, no está excluida de un control de constitucionalidad; de ahí
que la porción normativa debe analizarse conforme al parámetro de
regularidad que emana del artículo 17 constitucional en relación con el
derecho de tutela judicial efectiva, y particularmente, con el de acceso
a la justicia, desarrollados por esta Suprema Corte en los criterios
jurisprudenciales antes invocados.

52. Sentado lo anterior, conviene partir de señalar que los vocablos


“autenticar” o “autentificar”, y “autenticado” o “autentificado”, están todos
referidos a autorizar o legalizar algo, y a lo que es autorizado o
legalizado, y la palabra “auténtico”, entre sus acepciones comprende las
de “una certificación con la que se testifica la identidad y verdad de algo”
y la de “copia autorizada de alguna orden, carta, etcétera”; esto,
conforme a las definiciones que proporciona el Diccionario de la Lengua
Española14.

53. Asimismo, el procesalista Eduardo Pallares15, se refiere al concepto


“autenticar” como “Autorizar o legalizar jurídicamente alguna cosa. Dar
autenticidad a algún documento o auto”. Y el Diccionario del Español
Jurídico se refiere a la autenticación como: “Acreditación de la veracidad
de una firma o documento”16.

54. En el sistema jurídico mexicano, la función autenticadora fuera de los


procesos judiciales, se confiere principalmente a los notarios públicos,
y en particular en materia mercantil, también a los corredores públicos,
a quienes la ley otorga fe pública para ello.

55. Así se advierte de la Ley del Notariado para el Distrito Federal (ya que
la función notarial se regula en leyes locales) y la Ley Federal de

14 https://www.rae.es/obras-academicas/diccionarios/diccionario-de-la-lengua-espanola.
15 Diccionario de Derecho Procesal Civil. Ed. Porrúa. Vigésima Quinta Edición, México 1999, página
109.
16 Dirigido por Santiago Miguel Machado. Real Academia Española y Consejo General del Poder

Judicial. Espasa Libros, Primera Impresión, Barcelona, 2016, página 223.


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Correduría Pública (que se regula en ley federal dado que la materia


mercantil respecto de la que ejercen sus funciones los corredores
públicos, es de orden federal).

Ley del Notariado para el Distrito Federal.

“Artículo 27. La función autenticadora es la facultad otorgada por la Ley


al Notario para que se reconozca como cierto lo que éste asiente en las
actas o escrituras públicas que redacte, salvo prueba en contrario.

La función autenticadora deberá ejercerla de manera personal y en todas


sus actuaciones de asesoría, instrumentación y juicio, conducirse
conforme a la prudencia jurídica e imparcialmente.

La función Notarial es el conjunto de actividades que el Notario realiza


conforme a las disposiciones de esta Ley, para garantizar el buen
desempeño y la seguridad jurídica en el ejercicio de dicha función
autenticadora. Posee una naturaleza compleja: es pública en cuanto
proviene de los poderes del Estado y de la Ley, que obran en
reconocimiento público de la actividad profesional de Notario y de la
documentación Notarial al servicio de la sociedad. De otra parte, es
autónoma y libre, para el Notario que la ejerce, actuando con fe pública.

Artículo 44. Notario es el profesional del Derecho investido de fe pública


por el Estado, y que tiene a su cargo recibir, interpretar, redactar y
sustentar de forma legal a la voluntad de las personas que ante él
acuden, y conferir autenticidad y certeza jurídicas a los actos y hechos
pasados ante su fe, mediante la consignación de los mismos en
instrumentos públicos de su autoría.

Ley Federal de Correduría Pública.

ARTICULO 6o.- Al corredor público corresponde:

(REFORMADA, D.O.F. 23 DE MAYO DE 2006)


V. Actuar como fedatario público para hacer constar los contratos,
convenios y actos jurídicos de naturaleza mercantil, excepto en
tratándose de inmuebles, así como en la emisión de obligaciones y otros
títulos valor; en hipotecas sobre buques, navíos y aeronaves que se
celebren ante él, así como para hacer constar los hechos de naturaleza
mercantil;

56. De modo que, en esencia, la autenticación de un documento privado


por un fedatario público tiene la finalidad de imprimirle un grado de
certeza suficiente que minimice la posibilidad de que terceros ajenos al
mismo o los propios intervinientes del acto que consigna el documento,
con posterioridad pongan en duda su autenticidad. La autenticación se
da a través de la certificación del fedatario, que garantiza que el
documento proviene de quien allí aparece como su autor o su suscriptor
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por haberse firmado ante él, o porque aquél aceptó ante su fe pública
haber plasmado su firma en el documento y la ratificó.

57. Así pues, tratándose de un laudo emanado de un arbitraje comercial,


como documento privado, la autenticación ante fedatario público tiene
la misma finalidad que para cualquier otro: añadir un grado adicional de
certeza jurídica al documento en sí mismo considerado, exclusivamente
para efectos probatorios sobre su autenticidad, a fin de descartar o por
lo menos reducir a una mera posibilidad residual, que la veracidad del
documento privado se ponga en duda postulándose su falsedad, pues
elevada su calidad probatoria con la autenticación, sería menos
probable que pudiere cuestionarse su autenticidad, y que pudiere
prosperar una imputación de falta de autenticidad, la cual, tendría que
estar dirigida ahora, primero, a destruir la fuerza convictiva de la
constancia del fedatario público, y luego, la del laudo en sí mismo en su
contenido, continente o sus firmas.

58. Dicho de otro modo, la autenticación mediante la intervención del


notario o corredor público respecto de un documento privado, añade
certeza a la autenticidad, y es útil para acreditarla, incrementando la
fuerza probatoria del documento a ese respecto, en aquello para lo que
opera la fe pública del fedatario17.

17 Es ilustrativo al respecto, el criterio de esta Sala plasmado en la siguiente tesis:


Época: Décima Época; Registro: 2017858; Instancia: Primera Sala; Tipo de Tesis: Aislada; Fuente:
Gaceta del Semanario Judicial de la Federación; Libro 58, Septiembre de 2018, Tomo I; Materia(s):
Civil; Tesis: 1a. CXIV/2018 (10a.); Página: 832. De rubro y texto: “ACTAS NOTARIALES. SU
EFICACIA PROBATORIA CUANDO COLISIONA CON OTRAS PRUEBAS QUE OBREN EN EL
JUICIO. La eficacia privilegiada de que están investidas las actas notariales no se refiere a todo su
contenido, sino propiamente a la fecha y lugar, identidad del notario y de las personas que
intervienen, y al estado de cosas que documenten, es decir, al hecho de que determinadas personas
efectuaron una declaración ante la presencia del notario, sin que ello implique que la fe pública cubra
la veracidad intrínseca de la declaración, por lo que el estado de cosas de que se da fe se limita a
aquello que el fedatario público ve y oye o percibe por los sentidos, sin que alcance la veracidad
intrínseca de lo restante, por lo que cabe prueba en contrario respecto de todo aquel contenido al
que no se extiende la fe pública notarial. Así, para atribuir valor a las actas notariales (prueba
documental pública cuyo valor se encuentre tasado en la ley), cuando colisiona con otras pruebas
que obren en el juicio respectivo, debe distinguirse primero el ámbito de prueba tasada del
documento público (hecho ocurrido o estado de cosas narrado, fecha e identidad de quienes
intervienen) y, posteriormente, todo aquello que queda fuera del indicado ámbito de prueba tasada
(veracidad de lo que se narró ante la presencia del fedatario), pues estos últimos aspectos pueden
desvirtuarse mediante la valoración de una prueba en contrario”.

13
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

59. Aunque cabe referir aquí que, tratándose de un laudo arbitral, no es


esperado ni puede ser exigible, que la autenticación a que se refiere la
norma legal que se analiza, se realice mediante la presencia del
fedatario público en el momento en que el árbitro o árbitros firman
el laudo, para dar fe de su suscripción y de la identidad de los
suscriptores, que es una de las formas en que comúnmente se puede
dar fe pública sobre la suscripción de un documento privado para
vincularlo con su autor, según se ha dicho.

60. Esto se advierte, porque si bien tal forma de realizar la autenticación


del laudo no es imposible dado que en el procedimiento arbitral rige
como principio toral la convencionalidad, y no habría impedimento para
que por voluntad de las partes ello se pudiere pactar como formalidad
del procedimiento para la emisión del laudo (previendo la posibilidad de
que el perdedor se rehuse a cumplirlo en forma voluntaria y se requiera
acudir a la instancia judicial para el reconocimiento y ejecución); lo
cierto es que, por una parte, la doctrina en materia arbitral revela que
ello no se acostumbra en la práctica, en parte, atendiendo al diverso
principio de buena fe en el procedimiento arbitral; pero sobre todo,
porque la regulación del arbitraje recogida en el Código de Comercio
no prevé en modo alguno la necesidad de que el laudo se firme por el
o los árbitros ante la presencia de un fedatario público, a efecto de que
éste genere la certificación que desde ese momento eleve la eficacia
acreditativa del laudo como documento para efectos de su autenticidad;
lo que la ley prevé es únicamente que el laudo se dicte por escrito, que
se motive (a menos que las partes convengan otra cosa o que se trate
de un laudo que hubiere recogido la transacción comercial de las partes
en términos del artículo 1447), que contenga la fecha y el lugar del
arbitraje, que se firme por los árbitros, y que se notifique a las partes
entregándoles una copia del laudo firmado18.

18 (ADICIONADO, D.O.F. 22 DE JULIO DE 1993)


Art. 1,447. Si durante las actuaciones arbitrales, las partes llegaren a una transacción que resuelva
el litigio, el tribunal arbitral dará por terminadas las actuaciones y, si lo piden ambas partes y el
14
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

61. De modo que la autenticación mediante la intervención de fedatario


público para la satisfacción del requisito previsto en el artículo 1461,
párrafo segundo, del Código de Comercio, por regla general será a
través del reconocimiento y ratificación de firma del o los árbitros,
que se haga con posterioridad a la emisión del laudo; se reitera,
sólo para efectos de revestirlo –como documento- de una calidad
probatoria de mayor eficacia, que pruebe ante cualquier persona su
“autenticidad” mediante la intervención de un tercero con calidad de
fedatario público, que haga constar que el árbitro o árbitros han acudido
ante él, se han identificado, y han reconocido el documento ratificando
sus firmas.

62. Conforme a lo anterior, es importante precisar que la autenticación no


está referida en modo alguno a la validez formal o sustancial del laudo
como determinación arbitral, ni a su fuerza vinculante para las partes
como acto decisorio del proceso arbitral; por lo que, en estricto sentido,
no son esos caracteres del laudo –su validez o su vinculatoriedad- los
que resultan útiles para sustentar la constitucionalidad o
inconstitucionalidad del aludido requisito.

63. Cierto que en el sistema arbitral, el laudo, como decisión de una


controversia entre partes, en un procedimiento formalizado,

tribunal arbitral no se opone, hará constar la transacción en forma de laudo arbitral en los términos
convenidos por las partes.
Dicho laudo se dictará con arreglo a lo dispuesto en el artículo 1448.
Este laudo tendrá la misma naturaleza y efectos que cualquier otro dictado sobre el fondo del litigio.

(ADICIONADO, D.O.F. 22 DE JULIO DE 1993)


Art. 1,448. El laudo se dictará por escrito y será firmado por el o los árbitros. En actuaciones arbitrales
con más de un árbitro, bastarán las firmas de la mayoría de los miembros del tribunal arbitral, siempre
que se deje constancia de las razones de la falta de una o más firmas.
El laudo del tribunal arbitral deberá ser motivado, a menos que las partes hayan convenido otra cosa
o se trate de un laudo pronunciado en los términos convenidos por las partes conforme al artículo
1447.
Constarán en el laudo la fecha en que ha sido dictado y el lugar del arbitraje determinado de
conformidad con el primer párrafo del artículo 1436. El laudo se considerará dictado en ese lugar.
Después de dictado el laudo, el tribunal arbitral lo notificará a cada una de las partes mediante
entrega de una copia firmada por los árbitros de conformidad con el primer párrafo del presente
artículo.
15
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

configurado y desarrollado por y conforme a la voluntad de las partes


en un ámbito de justicia privada con reconocimiento y protección
constitucional, indiscutiblemente goza de una presunción de validez,
que en todo caso, ante la oposición sobre dicha condición, tendría que
ser plenamente desvirtuada; incluso, esta Sala en sus precedentes en
materia de arbitraje ha reiterado que las causas que permiten confrontar
la validez formal y material del laudo, únicamente son las que
expresamente y en forma taxativa dispone el artículo 1457 del Código
de Comercio, y que las mismas, deben ser entendidas como supuestos
de excepción, por ende, interpretadas y aplicadas en forma estricta19.

64. De igual modo, no está en duda que el laudo arbitral, por sí mismo, en
su condición de documento privado, sin importar el país en que se
emita, tiene el carácter de vinculante para las partes en el arbitraje, y
con esa calidad debe ser visto por los órganos de justicia ante quien se
pide su reconocimiento y ejecución, porque en ello consiste el
compromiso adquirido por México al suscribir sin reservas la
Convención sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias
Arbitrales Extranjeras; carácter vinculante que se establece en el primer
párrafo del artículo 1461 del Código de Comercio, y que, se insiste,
debe ser entendido en el sentido de que todo laudo arbitral que se
presente ante un juez nacional para su reconocimiento y ejecución, por
el solo hecho de serlo, tiene impresa tanto una presunción de
validez como de vinculatoriedad, de manera que la negativa del juez
a reconocerlo y, en su caso, ejecutarlo, ha de provenir de la acreditación
plena de alguna de las causas expresa y taxativamente señaladas en
el artículo 1462, por parte de quien se opone a la pretensión, causas
que como se ha dicho, son de aplicación e interpretación estricta.

19 Por ejemplo, así se ha sostenido en el amparo directo en revisión 527/2011, resuelto en sesión de
treinta de noviembre de dos mil once, bajo la ponencia del Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo; en
el amparo directo en revisión 755/2011, resuelto en sesión de trece de junio de dos mil doce, bajo la
ponencia del Ministro José Ramón Cossío Díaz; y en el amparo directo en revisión 7790/2019,
resuelto en sesión de cinco de agosto de dos mil veinte, bajo la ponencia de la Ministra Norma Lucía
Piña Hernández.
16
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

65. Pero la “debida autenticación”, prevista para el caso en que el laudo


original o su copia certificada se exhibe en el juicio especial de
reconocimiento y ejecución, no puede ser entendida como una
exigencia encaminada a refrendar o demostrar la validez formal y
material del laudo ni su carácter vinculante, pues como se explicó, la
autenticación sólo es un mecanismo cuya finalidad es dotar al laudo,
como documento, de una mayor certeza sobre su autenticidad al haber
sido reconocidas y ratificadas las firmas ante fedatario público por parte
del árbitro o árbitros, para reducir al máximo la probabilidad de una
eventual imputación de falsedad del documento en sí mismo, por parte
del demandado, y con ello, también generar certeza al juzgador al
respecto disminuyendo la posibilidad de que se presente un documento
apócrifo; dando seguridad jurídica al proceso.

66. Por lo mismo, la falta de autenticación del laudo, tampoco puede ser
entendida necesariamente como falta de autenticidad del documento
presentado; el hecho de que se presente un laudo original o una copia
certificada de éste, sin haberse autenticado a través de un acta notarial
que recoja el reconocimiento y ratificación de firma del árbitro o árbitros,
no significa que el laudo no sea auténtico (que sea falso) o que se deba
presumir su falsedad, o bien, que carezca por sí mismo de todo valor
probatorio por la calidad privada de su continente; pues evidentemente
que una conclusión en ese sentido no podría derivar de la sola falta de
autenticación, ya que ello implicaría desconocer todo valor y eficacia
demostrativa a un documento privado que, para su configuración, la ley
no exige esa formalidad.

67. Es por ello que a juicio de esta Sala, el requisito de debida autenticación
que prevé la norma examinada, tiene como fin último, sí la seguridad
jurídica del proceso judicial, pero sobre todo, evitar en lo posible que
el procedimiento de reconocimiento y ejecución pueda verse
entorpecido, dilatado y complicado con disputas sobre la
autenticidad del laudo, que legítima o ilegítimamente pudiere
introducir el demandado, y que necesariamente dieren pauta al
17
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

desahogo de pruebas técnicas y de otra índole, para demostrar la


falsedad, incluso, cuando se trate de laudos emitidos en otros países,
generando la necesidad de su probable desahogo mediante la
cooperación internacional; siendo que dicho juicio, por su naturaleza
especial, debe ser un juicio sumario en el que impere la economía
procesal.

68. Esta finalidad del requisito de autenticación del laudo arbitral, lleva a
considerar entonces que, sólo se trata de una previsión normativa
encaminada a excluir o reducir la posibilidad de que se obstaculice o se
prolongue el juicio con la introducción de una litis sobre la autenticidad
del laudo, y a conferir un mayor grado de seguridad jurídica al
procedimiento en ese sentido; pero su insatisfacción por parte del
accionante, es decir, la presentación del laudo original o de copia
certificada de éste, sin que el laudo se haya autenticado ante fedatario
público, no puede llevar a suponer su falsedad, ni a desconocerle todo
valor probatorio para efectos del juicio de reconocimiento y ejecución,
sino que para ello es ineludible que se acredite su falta de autenticidad.

69. Cabe hacer notar que, el requisito de autenticación del laudo original,
sólo se exige para el juicio especial de reconocimiento y ejecución, no
así para el juicio especial de nulidad, y ello evidentemente obedece a
que en éste último, quien pide la nulidad manifiesta necesariamente un
reconocimiento tácito sobre la autenticidad del laudo que controvierte,
que excluye cualquier necesidad de autenticación; lo cual refuerza que,
para efectos del reconocimiento y ejecución, el propósito de la
autenticación está vinculado sólo a favorecer la calidad del documento
base para la eficacia del procedimiento en orden a la sumariedad del
mismo, reduciendo la probabilidad de que se impugne la autenticidad
del laudo; pero no autoriza a negar valor probatorio al laudo per se, por
su condición de documento privado; por lo mismo, es factible que la
autenticidad del laudo ni siquiera sea discutida sino reconocida por el
demandado, o en su caso, que sobre ella se genere la correspondiente
litis y su acreditación en el juicio.
18
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

70. Lo anterior descarta que la falta de autenticación per se, pueda dar
lugar a aplicar la norma con el carácter de un mero formalismo,
desligado de la existencia de una controversia sobre la autenticidad del
laudo.

71. Incluso, es dable advertir que la autenticación del laudo original, si bien
pudiere estimarse útil y aconsejable para los fines del accionante, a
efecto de que imprima mayor fuerza convictiva al laudo como
documento y con ello procure reducir la probabilidad de que el
demandado, contrariando la buena fe del procedimiento arbitral y con
el ánimo de retardarlo o entorpecerlo, ilegítimamente introduzca a la litis
la impugnación del documento cuestionando su autenticidad; lo cierto
es que, por una parte, ello de cualquier modo no garantiza que el
demandado aun así no impugne el documento como falso o por vicios
de la autenticación; y por otra parte, si el laudo no es autenticado,
también el demandado puede optar legítima o ilegítimamente por
controvertir de falso el documento, y en cualquier caso el proceso se
vería prolongado.

72. Por ello, esta Sala advierte que el requisito de autenticación, finalmente
deviene innecesario, porque si no hay litis sobre la autenticidad del
laudo no tiene mayor sentido; y si se plantea controversia al respecto,
tanto el actor está en aptitud de aportar otras pruebas sobre la
autenticidad según las circunstancias del caso, como el demandado
para ofrecer prueba encaminada a demostrar la falta de autenticidad;
en el entendido que, si bien conforme a las reglas generales que se
desprenden del Código de Comercio, la carga de la prueba sobre la
falta de autenticidad de un documento recae en quién pretende

19
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

desconocerlo20, ello no impide que el actor asegure su derecho para


demostrar la autenticidad21.

20 N. DE E. EN RELACION CON LA ENTRADA EN VIGOR DEL PRESENTE ARTICULO, VER


ARTICULO UNICO TRANSITORIO DEL DECRETO QUE MODIFICA EL CODIGO.
(REFORMADO, D.O.F. 17 DE ABRIL DE 2008)
Art. 1,250. En caso de que se niegue o se ponga en duda la autenticidad de un documento,
objetándolo o impugnándolo de falso, podrá pedirse el cotejo de letras y/o firmas. Tratándose de los
documentos exhibidos junto con la demanda, el demandado si pretende objetarlos o tacharlos de
falsedad, deberá oponer la excepción correspondiente, y ofrecer en ese momento las pruebas que
estime pertinentes, además de la prueba pericial, debiendo darse vista con dicha excepción a la
parte actora, para que manifieste lo que a su derecho convenga respecto a la pertinencia de la prueba
pericial, y reservándose su admisión para el auto admisorio de pruebas, sin que haya lugar a la
impugnación en la vía incidental. En caso de que no se ofreciera la pericial, no será necesaria la
vista a que se refiere el presente artículo sino que deberá estarse a lo dispuesto por los artículos
1379 y 1401 de este Código, según sea el caso.

Tratándose de documentos exhibidos por la parte demandada junto con su contestación a la


demanda, o bien de documentos exhibidos por cualquiera de las partes con posterioridad a los
escritos que fijan la litis, la impugnación se hará en vía incidental.

Las objeciones a que se refiere el párrafo anterior se podrán realizar desde el escrito donde se
desahogue la vista de excepciones y defensas y hasta diez días antes de la celebración de la
audiencia, tratándose de los presentados hasta entonces, y respecto de los que se exhiban con
posterioridad, dentro de los tres días siguientes a aquel en que en su caso, sean admitidos por el
tribunal.

Si con la impugnación a que se refieren los dos párrafos anteriores no se ofreciere la prueba pericial
correspondiente o no se cumpliere con cualquiera de los requisitos necesarios para su admisión a
trámite, se desechará de plano por el juzgador.

N. DE E. EN RELACION CON LA ENTRADA EN VIGOR DEL PRESENTE ARTICULO, VER


ARTICULO UNICO TRANSITORIO DEL DECRETO QUE MODIFICA EL CODIGO.
(ADICIONADO, D.O.F. 17 DE ABRIL DE 2008)

Art. 1,250 Bis. En el caso de impugnación y objeción de falsedad de un documento, además de lo


dispuesto en el artículo anterior, se observará lo dispuesto en las siguientes reglas:
I. La parte que objete la autenticidad de un documento o lo redarguya de falso, deberá indicar
específicamente los motivos y las pruebas;
II. Cuando se impugne la autenticidad de un documento privado, o, público sin matriz, deberán
señalarse los documentos indubitables para el cotejo, y promover la prueba pericial correspondiente;
III. Sin los requisitos anteriores se tendrá por no objetado ni redargüido o impugnado el instrumento;
IV. De la impugnación se correrá traslado al colitigante para que en el término de tres días manifieste
lo que a su derecho convenga y ofrezca pruebas, que se recibirán en audiencia incidental únicamente
en lo relativo a la objeción o impugnación;

V. Lo dispuesto en este artículo sólo da competencia al juez para conocer y decidir en lo principal la
fuerza probatoria del documento impugnado, sin que pueda hacerse declaración alguna general que
afecte al instrumento y sin perjuicio del procedimiento penal a que hubiera lugar, y
VI. Si durante la secuela del procedimiento se tramitare diverso proceso penal sobre la falsedad del
documento en cuestión, el tribunal, sin suspender el juicio y según las circunstancias, podrá
determinar al dictar la sentencia si se reservan los derechos del impugnador para el caso en que
penalmente se demuestre la falsedad o bien puede subordinar la eficacia ejecutiva de la sentencia
a la prestación de una caución.

N. DE E. EN RELACION CON LA ENTRADA EN VIGOR DEL PRESENTE ARTICULO, VER


ARTICULO UNICO TRANSITORIO DEL DECRETO QUE MODIFICA EL CODIGO.
(ADICIONADO, D.O.F. 17 DE ABRIL DE 2008)
Art. 1,250 Bis 1. Tanto para la objeción o impugnación de documentos sean privados, o públicos que
carezcan de matriz, únicamente se considerarán indubitables para el cotejo:
I. Los documentos que las partes reconozcan como tales, de común acuerdo, debiendo manifestar
esa conformidad ante la presencia judicial;
II. Los documentos privados cuya letra o firma haya sido reconocida en juicio a solicitud de parte,
por aquél a quien se atribuya la dudosa;
III. Los documentos cuya letra o firma haya sido judicialmente declarada propia de aquél a quien se
atribuye la dudosa;
IV. El escrito impugnado en la parte en que reconozca la letra como suya aquel a quien perjudique;
20
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

73. Pero en cualquier caso, se reitera, la falta del requisito de autenticación


por sí mismo, no puede conducir a que el juzgador resuelva la falta de
autenticidad y por esa causa rechace el reconocimiento del laudo; sino
que habrá de atender a si se trabó litis sobre la autenticidad y a lo que
al respecto se hubiere demostrado en el juicio.

74. Se debe considerar que el presupuesto de la acción de reconocimiento


y ejecución lo constituye el laudo en sí mismo; y su condición de estar
autenticado sólo es una característica prevista para asegurar la
acreditación de la autenticidad, pero con miras a evitar disputas a ese
respecto durante el procedimiento, no para estimar que el laudo no es
auténtico y por ende, que deba rechazarse indefectiblemente el
reconocimiento por esa razón; entender así el requisito, implicaría darle
alcances que no son acordes a la lógica de la valoración probatoria de
documentos privados, incluso, alcances no conformes con la formación
del laudo como documento privado dentro del proceso arbitral.

V. Las firmas puestas en actuaciones judiciales en presencia del secretario del tribunal por la parte
cuya firma o letra se trata de comprobar.

Art. 1,251. En el caso de que alguna de las partes sostenga la falsedad de un documento que pueda
ser de influencia notoria en el pleito, se observarán las prescripciones relativas del Código de
Procedimientos Penales respectivo.
21 En la doctrina se observan distintas concepciones sobre la forma en que se puede acreditar la
autenticidad del laudo.
Por ejemplo:
El Instituto Mexicano de Arbitraje, refiere: “2. Laudo debidamente autenticado. Los anexos de la
demanda deben incluir el documento que se pretende reconocer y, en su caso, ejecutar; es decir, el
laudo. Como lo señalaba antes la Ley Modelo, y como todavía lo indica la Convención de Nueva
York, el laudo debe estar debidamente autenticado. A esta expresión se han dado diversos
significados, pero actualmente hay consenso en que debe, generalmente, entenderse como una
versión original (firmas autógrafas de los miembros del Tribunal Arbitral) o copia certificada del laudo
por el organismo administrador del arbitraje. La práctica de ciertas instituciones también incluye
plasmar un sello o membrete del centro administrador para demostrar su autenticidad (…)”.Instituto
Mexicano de Arbitraje, Asociación Civil. Legislación Mexicana de Arbitraje Comentada. 1ª Ed, Porrúa,
México, 2015, Página 265.
Francisco González de Cossío: “(…) El laudo que se presente para ejecución debe ser “debidamente
autenticado” o ser una copia certificada del mismo. Por “debidamente autenticado” se debe entender
que las firmas plasmadas en el mismo son genuinas. Si bien una versión original del laudo es
suficiente, con frecuencia las instituciones arbitrales emiten versiones con los sellos de la misma
haciendo constar que el laudo es una versión original y auténtica”. “Arbitraje. Ed. Porrúa, Segunda
Edición, México 2008. Páginas 408-409.

Vicente Bañuelos Rizo: “(…) En consecuencia, para evitar que el oponente se haga valer de una
falta de autenticación del laudo, conviene que los árbitros ratifiquen sus firmas ante corredor o notario
público. Si la ratificación o protocolización se hace en el extranjero ante fedatario público conviene
apostillar el documento (Convención por la que se suprime el requisito de legalización de los
documentos públicos extranjeros) o legalizarlo (si la ratificación se realiza en un país que no es parte
de la Convención). El requisito de la autenticación prácticamente agrega un requisito formal adicional
al laudo (…).“Arbitraje Comercial Internacional”. Limusa, México 2010, página 357.

21
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

75. Sobre esa base, esta Primera Sala considera que el requisito de que el
laudo original sea autenticado y así se exhiba para su reconocimiento
y ejecución, deviene inconstitucional, conforme al siguiente test de
proporcionalidad.

76. El requisito de autenticación tiene una finalidad constitucionalmente


válida: dar seguridad jurídica al procedimiento de reconocimiento y
ejecución, y garantizar que su sustanciación y resolución se realicen
conforme al principio de justicia pronta previsto en el artículo 17
constitucional, y acorde con la sumariedad de dicho procedimiento,
evitando en lo posible, litis innecesarias sobre la autenticidad del laudo
arbitral.

77. El requisito de autenticación resulta idóneo para lograr esa finalidad:


porque al autenticar el laudo, se eleva la calidad probatoria del
documento, y se reduce al mínimo la probabilidad de que el demandado
pretenda entorpecer o dilatar el juicio cuestionando ilegítimamente la
autenticidad del documento para retrasar su reconocimiento y
ejecución, dejando esa posibilidad de impugnar el laudo como falso,
sólo para los casos en que legítimamente se pudiere presentar esa
circunstancia; esto, aun cuando no sea dable descartar en forma
absoluta, que el demandado lo impugne a sabiendas de que no le asiste
la razón.

78. Pero el requisito de autenticación no es necesario: porque su efecto


de añadir certeza a la autenticidad del documento para efectos
probatorios, como se ha visto, no conlleva, contrario sensu, a
considerar que la falta de autenticación implique falsedad o presunción
de falsedad del documento, ni puede impedir que éste sea valorado en
su sola calidad de instrumento privado, inclusive, que su autenticidad
sea reconocida tácita o expresamente por el demandado; asimismo, en
caso de ser desconocido y tildado de falso por el ejecutado, ambas
partes estarían en aptitud de ofrecer otras pruebas para demostrar la

22
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 7856/2019

autenticidad o la falta de autenticidad, según las razones de la


impugnación; lo cual evidencia que la autenticación no es la única forma
de demostrar la autenticidad del laudo.

79. De modo que al no demostrarse la necesidad de la medida, ello es


suficiente para sostener su inconstitucionalidad.

80. Así pues, los agravios del recurrente quedan desestimados con el
estudio previo, pues no le asiste razón en su pretensión toral, relativa a
que la autenticación del laudo original es necesaria para garantizar la
seguridad jurídica en relación con la autenticidad del laudo; y que la
sola falta de autenticación, debe dar lugar a que el juez oficiosamente
desestime la pretensión de reconocimiento y ejecución. Como se
explicó, ello no es así, y al efecto se hace remisión a las
consideraciones precedentes.

81. En la inteligencia que en el caso, en un plano de legalidad, el tribunal


colegiado ya determinó que en el juicio natural, si bien no se autenticó
el laudo original; de las actuaciones y pruebas habidas en el
expediente, se advierte plenamente acreditada la autenticidad del
mismo, además que el demandado no generó litis alguna a ese
respecto, por el contrario, hay elementos que demuestran que lo
reconoció, en tanto que aceptó la certeza del convenio de transacción
que dio materia al laudo arbitral.

82. En consecuencia, en la materia de la revisión, se impone confirmar la


sentencia recurrida.

(…)”

23

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