El Traslado de La Novia
El Traslado de La Novia
El Traslado de La Novia
RAPTO DE LA IGLESIA?
Versículo Central:
1 tesalonicenses 4:16-17
El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de
arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán
primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos
con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre.
Dios le bendiga a cada lector siervo del señor, el departamento de coordinación a realizado este
estudio bíblico de fácil comprensión con diferentes versículos bíblicos para comprender un poco
más sobre el traslado de la novia.
Se conoce como el traslado de la novia, el arrebatamiento o el rapto al momento en el cual Dios
levantará a su Iglesia y la sacará de la tierra. Los que hayan muerto en Cristo resucitarán
primero y los seguidores de Jesús que aun estén vivos serán quitados de la tierra. Desde ese
instante, la Iglesia estará con Dios por la eternidad.
En el Evangelio de Juan leemos unas palabras que Jesús dijo a sus discípulos. Esto sucedió justo
antes de su muerte y resurrección. Jesús les dijo que no debían estar tristes porque, aunque él se
iba físicamente, volvería. Él iba a preparar un lugar para ellos, pero regresaría a buscarlos para
llevarlos allí donde pasarían la eternidad con él:
Vemos que Jesús no se refiere a su resurrección sino al momento en que regresaría a buscarlos,
a ellos y a todos los que le hayan recibido como Señor y Salvador hasta ese día. Por eso habló
de muchas viviendas. Les aseguró que volvería a buscar a su Iglesia, a todos sus hijos. Jesús los
animó con esa esperanza y certeza. ¡Él volverá a buscar a los suyos!
Veamos otras referencias bíblicas relacionadas con este suceso que llamamos el traslado de la
novia, el rapto o el arrebatamiento de la Iglesia.
En estos versículos Pablo anima a los creyentes de Tesalónica hablándoles sobre el fin de los
tiempos. Dentro de la iglesia había algunos que preguntaban qué pasaría con los creyentes que
murieran antes de que Jesús regresara a buscar a su Iglesia.
Pablo les habla sobre tres cosas que sucederán una detrás de la otra durante el fin. Primero,
Jesús descenderá y se anunciará su venida. Apocalipsis 1:7 dice que «todos lo verán con sus
propios ojos». Segundo, los muertos en Cristo resucitarán primero. Y, en tercer lugar, los hijos
de Dios que aun estén vivos serán arrebatados y se reunirán con el Señor en el aire.
Vemos, pues, que la iglesia primitiva ya tenía la seguridad de que Jesús vendría a buscar (a la
novia que es una iglesia pura sin manchas sin arrugas) a su pueblo y vivían esperando ese
momento. Sabían que no importaba si estaban muertos o vivos cuando esto sucediera. Si habían
rendido sus vidas a Jesús aceptándolo como Salvador, pasarían la eternidad con él.
Mateo 24:30-31
1 Corintios 15:51-52
Sin embargo, mientras estemos en nuestros cuerpos terrenales, todavía no se manifestará todo lo que
somos en realidad. Pero cuando Cristo venga y experimentemos todo lo que él ya ha preparado para
nosotros, entenderemos muchas cosas. Lo veremos tal como él es y todo lo anterior, lo terrenal, perderá
su atractivo y su importancia.
Antes de hablar del traslado de la novia tenemos que hablar del tiempo actual en el que vivimos,
la dispensación de la gracia.
Cuando terminara el periodo de la gracia para la humanidad, exactamente el día que cristo
vuelva por su iglesia. En ese preciso instante termina la dispensación de la gracia y comienza el
peor periodo de la historia de la humanidad llamado la gran tribulación y su actor principal es el
anti cristo.
Comprenderemos ese evento que cada uno de nosotros tiene que esperar sin miedo, sino con
alegría y gozo en nuestro corazón: cristo viene por nosotros (2 timoteo 4:8)
Es el acontecimiento más esperado por la iglesia de Cristo en el cual Jesús viene por
aquellos que creen en él, tanto vivos como muertos.
El traslado de la novia viene del griego harpazo: tomar por la fuerza. Jesús viene para
arrebatarnos de este mundo y llevarnos al cielo con él.
Siempre que se usa la palabra harpazo en el nuevo testamento se refiere a trasladar a
otro lugar: (hechos 8:39, 2 corintios 12:2-4, y 1 tes 4:17)
No es espiritual es literal seremos trasladados al cielo con el señor.
II QUIENES PARTICIPAN EN EL TRASLADO DE LA NOVIA?
1 tes 4:16: los muertos en Cristo: las almas de los que murieron en cristo vienen por su
cuerpo glorificado (1 tes 5:23) espíritu, alma y cuerpo
Vs 17: los que estén vivos en el momento del traslado de la novia seran transformados
en cuerpos glorificados (1 corintios 15: 50-53)
Los niños pues son de cristo, en una edad de inocencia.
Que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que
Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree
para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.
(Romanos 10:9-10)
Marcos 13:35-37: velad!! hagamos lo que le agrada al señor para que nos encuentre
haciendo así.
El arrebatamiento y la segunda venida de Jesús
La mayoría de los cristianos cree y está consciente de que la Biblia habla sobre el fin de los
tiempos. Pero al ser algo profético, hay símbolos y muchas cosas difíciles de comprender en su
totalidad con nuestras mentes finitas.
Es por esta razón que, aun dentro del pueblo cristiano, hay una variedad de interpretaciones
sobre cómo ocurrirán los eventos del fin y en cuál orden. Por ejemplo, ¿cuándo ocurrirá el rapto
de la Iglesia? ¿Será antes, durante o después de la gran tribulación? ¿Es lo mismo que la
segunda venida de Jesús o es un evento diferente? Cuando la Biblia habla sobre la segunda
venida de Jesús se refiere al momento en el cual él regresará a la tierra para juzgar a todas las
naciones y reinar por la eternidad. Todo ojo, todo el mundo verá cuando esto acontezca, no será
un evento secreto.
Porque, así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente,
así será la venida del Hijo del hombre.
(Mateo 24:27)
Sabemos que ambas cosas sucederán, lo dice la Biblia. Jesús vendrá a buscar a los suyos para
llevarlos a vivir con él por la eternidad. Jesús también regresará como Rey y Juez a establecer
su reino eterno.
En esa visión nocturna, vi que alguien con aspecto humano venía entre las nubes del
cielo. Se acercó al venerable Anciano y fue llevado a su presencia, y se le dio
autoridad, poder y majestad. ¡Todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoraron! ¡Su
dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su reino jamás será destruido!
(Daniel 7:13-14)
Estarán dos hombres en el campo: uno será llevado y el otro será dejado. Dos mujeres
estarán moliendo: una será llevada y la otra será dejada. Por lo tanto, manténganse
despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor. (Mateo 24:40-42)
Solo Dios sabe con total certeza cómo sucederá esto, si serán eventos simultáneos o no. Pero lo
que realmente importa es que estemos seguros de que nuestras vidas le pertenecen a Dios
porque hemos recibido a Jesús como Salvador. Debemos vivir llenos de su Espíritu Santo
permitiéndole que nos guíe siempre para que vivamos de acuerdo con su voluntad.
La iglesia como “novia y esposa” suscita en la mente del creyente una emoción incomparable
como futuro evento celestial. Como “novia”, por cuanto es la prometida de Cristo en su estado
terrenal, y como “esposa”, cuando esté en su estado celestial. Cuando oímos de las “Bodas del
Cordero” nos sentimos atrapados en un profundo gozo al pensar en lo que será ese espectáculo
de colores, sonidos y alabanzas celestiales y nosotros siendo parte de ese cortejo glorioso.
Si el Edén es un símbolo del cielo donde se dio el primer matrimonio, es de esperar por la vía
del simbolismo, que Adán era una figura de Cristo, mientras que Eva lo era de la iglesia. Pero
como ese matrimonio fue manchado por el pecado, se hizo necesario un sacrificio mayor para
restaurar lo que el pecado había hecho. Israel, el pueblo que vino de Eva, fue la esposa infiel de
Jehová, mientras que la iglesia es representada en el Nuevo Testamento como la virgen pura que
espera la venida de su esposo (2 Co. 11:2).
De esta manera, la iglesia se ha constituido en la contra parte de ese pueblo infiel, pero no por
causa de ella misma, sino por el rescate que pagó el esposo. Esta es una figura muy pintoresca
con la que se representa al pueblo de Dios. Pero ¿cómo se aplica a la iglesia del Señor? Cuando
Cristo venga a levantar a su iglesia lo hará para que ella esté al lado de su amado, y disfrute de
los bienes que él ha preparado para ella. Los miembros fieles gozarán de aquella unión
celestial.
¿Puede imaginarse esa boda? ¿Cómo será el traje que usará el Novio? ¿Cómo será el vestido de
la novia para la ocasión? ¿Se imagina la fiesta que se montará en el cielo cuando esto
acontezca? ¿Se imagina la Cena que acompañará a las Bodas del Cordero? ¿Será usted parte de
ese cortejo celestial? Veamos el significado de la iglesia como novia del Cordero en su
preparación para sus Bodas.
Como novia del Cordero la Iglesia
Juan el Bautista presentó a Jesús como el Esposo.
Su ministerio tuvo como propósito presentar a Cristo como el esposo de la iglesia. Él vino para
hacer la “unión terrenal” entre Cristo y la iglesia. Cuando algunos de sus discípulos vinieron
preocupados porque las multitudes estaban yéndose tras Jesús, él mismo afirmó que no era el
Cristo, sino el “amigo del esposo” (Jn. 3:29).
Para aquellos tiempos el amigo del esposo era el encargado de hacer todos los preparativos para
los enlaces nupciales. Esperaba hasta que el esposo llegara con su amada a la cámara nupcial.
Cuando oía los gritos que anunciaban la llegada de los novios, les abría la puerta y una
vez adentro se aseguraba de dejar todo arreglado, y cerraba la puerta se perdía en medio de la
oscuridad, feliz por haber cumplido con su tarea.
Juan el Bautista fue como el “pastor” que unió a Cristo con la iglesia en la tierra. Ahora el cielo
aguarda para la unión más gloriosa de los siglos. Allí el amado aguarda por su amada el tiempo
del fin.
Esta es la pregunta que más toca el corazón del creyente. Pablo, hablando del amor que debiera
tener el esposo por su esposa, lo puso a la altura del amor de Cristo por su iglesia, al decirnos:
“Así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola
purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin
mancha…” (Ef. 5:25-27).
Si queremos saber cuánto amó Cristo a su iglesia tenemos que mirar la cruz. Los clavos que
sostuvieron su cuerpo son la referencia que tenemos para ver la magnitud de su amor. Note que
la entrega por su amada fue para santificarla. Su amor fue redentor y purificador. No hay amor
más grande que este.
Jesús conoce cómo es el cielo porque ha sido el único que descendió del cielo. A sus atribulados
discípulos les aseguró la promesa de tenerlos consigo en la casa de su Padre. Jesús sabe que no
habrá mejor lugar para la esposa amada que ese. En el cortejo celestial veremos el rostro del
novio con el resplandor de su gloria y con la satisfacción de la dicha eterna.
Será aquel momento para recordar las palabras: “Como había amado a los suyos que estaban en
el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1). En ese nuevo estado, sin “mancha ni arrugas”, la
iglesia como esposa del Cordero conocerá del eterno amor de su Esposo. El gozo del esposo es
tener a su esposa a su lado para siempre.
El libro de Apocalipsis nos da una descripción única sobre cómo se presentará la novia en aquel
enlace celestial. Ella es comparada con la ciudad santa, la nueva Jerusalén. Así la vio Juan: “Y
yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una
esposa ataviada para su marido” (Apc. 21:2).
Hay ciudades en el mundo cuya distinción histórica ha sido la impureza moral. Pero hay una
ciudad cuya distinción será su santidad eterna. Esa ciudad es símbolo de la esposa del Cordero.
Ella está adornada para su marido.
Uno de los siete ángeles que tenían en sus manos las copas con las plagas que serán derramas
sobre la tierra, invitó a Juan para que viera a la esposa en ese nuevo estado, y esta fue su visión:
“Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un
monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de
Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como
piedra de jaspe, diáfana como el cristal” (Apc. 21:9-11)
El vestido blanco de una novia es símbolo de su pureza. En el cielo los redimidos aparecen
siempre con vestidos blancos (Apc. 7:9) Así estará vestida la novia del Cordero. Jesucristo con
su sangre la limpió de todo pecado con el fin de presentársela así mismo una iglesia “gloriosa,
que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef.
5:27).
Antes que Juan nos describiera la novia ataviada, Pablo ya había tenido esta visión, de modo a
los Corintios les dijo: «Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo
esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo» (2 Cor. 11:2). Así como Cristo fue
concebido en un vientre puro y virginal, así espera que su esposa esté delante de él. El asunto
que más debe amar la iglesia es la santidad (He. 12:14).
Nota: El desposorio era el tiempo donde la joven pareja se había comprometido en matrimonio,
pero sin la consumación física. Era un verdadero tiempo de preparación que en algunos casos
duraba hasta un año. Después vendría la boda.
El amor de Cristo por su novia será hasta convertirla en su esposa, por lo tanto, no la puede
dejar en esta tierra que será destruida para luego dar paso a un universo nuevo. La segunda
venida de Cristo tiene como propósito el levantamiento de la iglesia. La figura del novio
viniendo en rescate de su novia es algo indescriptible para la mente humana. La iglesia a través
de las edades ha pasado por sus diferentes etapas, muchas de ellas signadas por el sufrimiento
de la persecución.
El arrebatamiento plantea el momento más glorioso para la iglesia. Allí se pasará de la iglesia
militante a la iglesia triunfante. Pablo vio ese día, y al pensar en el descenso glorioso del novio,
rodeado del más sublime séquito, dijo: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán
primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor” (1 Tes. 4:16, 17).
Después que sea juzgada la “gran ramera” que corrompió a la tierra con su fornicación, y la
sangre de los mártires haya sido vengada, habrá una enorme alabanza celestial donde una
incontable multitud convocará a los ejércitos del cielo para que todos juntos, digan:
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su
esposa se ha preparado” (Apc. 19:7)
El asunto clave aquí es que la esposa esté preparada. Esto habla de su condición gloriosa; de
haber sido lavada en la sangre del mismo Cordero que ahora la toma como su Esposo. Y note
que para poder presentarse delante de su amado tiene que poseer un inigualable vestido que ella
misma no podría comprar, pues se nos dice que a ella “se le ha concedido que se vista de lino
fino, limpio y resplandeciente…” v. 8. Nadie podrá entrar a esa boda a menos que tenga puesto
este vestido. Pablo nos habla de ese vestido (Col. 3:12).
La belleza, la pureza y la lealtad duradera son conceptos que la palabra «esposa» comunica a
plenitud. La iglesia como “novia y esposa” debe reflejar ese estado. De allí la invitación bíblica:
“Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son
palabras verdaderas de Dios” (Apc. 19:9).
“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como
una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apc.
21:2-4).
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. El que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que
quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apc. 22:17) ¿Estás preparado para esa Boda?
¿Has sido invitado para su Cena? ¿Serás parte de aquella multitud vestida de ropas blancas,
símbolo de la pureza y santidad con la que la novia estará vestida para esa unión celestial?